Enrique Lacolla (*)

La batalla por Malvinas es una piedra de toque para definir las contradicciones de Argentina. Expresa muchos de los elementos que traban la expansión de la voluntad afirmativa de su pueblo y también cómo esa voluntad, de pronto, puede romper las barreras

El cuadragésimo aniversario de la guerra de Malvinas adviene en un mundo cuyas tensiones indican el ingreso a una era de turbulencias que nada  tiene que envidiar a las que existían en 1982. Podría decirse que incluso son peores. La fractura de la bipolaridad diez años después de nuestra guerra austral no aportó en efecto ninguna estabilidad al mundo; sólo aceleró el ritmo con que el imperialismo norteamericano intentó imponer su proyecto hegemónico. La catástrofe que esconde ese proyecto, que ahora se muestra sin disimulo en la guerra en Ucrania y en la creciente tensión militar que recorre al mundo desde Europa a la región del Indo-Pacífico, viene a asignar a la disputa de 1982 por el archipiélago el sentido que tantos en nuestro país le han negado, tildándolo de aventura oportunista de una dictadura que pretendía perpetuarse a través de un éxito exterior que la lavase de sus crímenes. Sin embargo, en una consideración panorámica de las líneas de fuerza que parten al globo, las Malvinas se erigen hoy como un punto clave para controlar las comunicaciones interoceánicas. Lo que les otorga peso en sí mismas, más allá de la causa nacional que las representa como un símbolo de nuestra tierra irredenta, cuya usurpación es una ofensa a nuestra soberanía y, en consecuencia, las define como una piedra de toque de la voluntad de defender lo que es nuestro.

Sin duda hubo una gran ligereza en la forma en que la dictadura se lanzó a la acción armada contra Inglaterra, principal socio de Estados Unidos y miembro de la OTAN, tomando por ciertos sus propios deseos en el sentido de que Washington iba a mediar para favorecer al socio menor (e ínfimo) en detrimento del socio mayor. Ligereza, pero no improvisación: contrariamente a lo que sostiene la leyenda desmalvinizadora, no fue un acto oportunista para reaccionar por la movilización obrera de un par de días antes; es imposible sacar de la galera un desembarco y una ocupación tan complejos como la operación Rosario. Ahora bien, a medida que avanzó el conficto se hizo evidente la falta de coordinación que existía entre los distintos servicios, ni el derrotismo vergonzante que habitaba a algunos exponentes del mando, que no imaginaban que iban a enfrentar una guerra en serio. Ese derrotismo después escamotearía, a los soldados que regresaban del frente, el abrazo popular que los hubiera confortado al sentir reconocido su sacrificio.

Tener memoria de la actitud del pueblo argentino cuando se vio puesto a prueba en una empresa que condecía con su destino.

Pero importa mucho también, al evocar esa batalla, tener memoria de la actitud del pueblo argentino cuando se vio puesto a prueba en una empresa que condecía con su destino.  Este país tan a menudo perdido en sus rencillas internas, con una identidad dividida como fruto de su desarrollo escindido, hijo de una historia escondida por el estamento  dominante y suplida por su versión alternativamente edulcorada o racista, que nada entre un cuento de hadas y un brutal encontronazo entre civilizados y bárbaros; este pueblo tan denostado por sus clases “cultas”, sintió el llamado de la patria y expresó su apoyo a una empresa que lo reflejaba, en la manifestación multitudinaria en la Plaza de Mayo. Esa “plaza de la vergüenza” según Beatriz Sarlo, que espanta a los intelectuales “bian”, quienes no comprenden que la aclamación popular no iba dirigida a los figurones que ocupaban el balcón de la Rosada sino a la causa que les había caído en las manos. 

Las décadas que mediaron entre la guerra y el presente han sido difíciles para los veteranos y para todos los que sienten, de forma consciente o semiconsciente, el orgullo de ser argentinos y el deseo de pertenecer a una comunidad de destino. La “desmalvinización” hizo estragos, piloteada en primer lugar por una progresía que se especializa en confundirse y en confundir, dando a entender que en Malvinas el enemigo eran los “milicos” y no los británicos. Esa prédica arriesga tener resultados deletéreos para las generaciones jóvenes, a las que ofrecen sólo una versión sacrificial de la guerra, sin percibir el cuadro en su conjunto. Por definición, “los chicos de la guerra” siempre fueron vistos, en películas como “Iluminados por el fuego”, como víctimas, suprimiéndoles una volición heroica –para nada estridente, pero real- que resulta perceptible en los documentos filmados en el escenario de los hechos, en los testimonios de los supervivientes y en las conmemoraciones de los veteranos. La propaganda imperialista es astuta y sabe que debe desarmar psicológica e ideológicamente a aquellos a quienes agrede para asegurar su impotencia. Por fortuna, la base popular es sana y la  prédica derrotista de los “idiotas útiles” al imperialismo no ha hecho mella en ella, o lo ha hecho apenas superficialmente.

Paul Kennedy: “Gracias al paraguas de la OTAN, Gran Bretaña pudo comprometer a la mayor parte –quizá los tres cuartos- de su armada en un teatro de operaciones a 8.000 millas de distancia… Finalmente, su operación para recuperar las Malvinas recibió todo tipo de asistencia –inteligencia, logística- de parte de Estados Unidos, sin la cual las cosas hubieran podido ocurrir de muy diferente manera

Una derrota honrosa es una forma de arrancarle una victoria a la adversidad, siempre y cuando se comprenda la naturaleza del conflicto y cuáles son las líneas por las que discurre su continuidad. La batalla por Malvinas, más allá de los antecedentes del gobierno que la dirigió, de su incompetencia en sus niveles altos y de las íntimas contradicciones que lo habitaban frente a la empresa que había acometido, fue una batalla duramente luchada por quienes estuvieron en el terreno, con sacrificio, coraje y con una incomparable bravura en el caso de los pilotos de la fuerza aérea y de la armada, que estuvieron a punto de dar  vuelta su resultado. Ya lo dijo el notable historiador estadounidense Paul Kennedy: “Gracias al paraguas de la OTAN, Gran Bretaña pudo comprometer a la mayor parte –quizá los tres cuartos- de su armada en un teatro de operaciones a 8.000 millas de distancia… Finalmente, su operación para recuperar las Malvinas recibió todo tipo de asistencia –inteligencia, logística- de parte de Estados Unidos, sin la cual las cosas hubieran podido ocurrir de muy diferente manera”.[i]

La continuidad de la batalla por Malvinas consiste en fortalecer espiritual y estructuralmente al país para que esté en condiciones de seguir bregando por su soberanía en torno a ese problema;  pero también en la multitud de cuestiones que hacen a su economía, su industria, su formación educativa y su integración social en materia de empleo y condiciones de vida. Y ello en un encuadre regional que potencie, a través de la lucha por la unidad, las capacidades del bloque latinoamericano hasta ponerlo en condiciones de desenvolverse en un mundo donde, no hay más que mirar en rededor, todo se encuentra en movimiento.

A los héroes de Malvinas, ¡salud!

[i] Paul Kennedy: “The Rise and Fall of British Naval Mastery”, Fontana Press, 1991, pag. 422.

Por OMAR RUIZ (*)

Este 2 de abril se cumplen 40 años de la recuperación de nuestras Islas Malvinas y el pasado 3 de enero, 189 años de su usurpación y ocupación ilegal por el Reino Unido. Estas fechas significan un homenaje a nuestros héroes, a los que dieron su vida, a los ex combatientes y veteranos de guerra, y una ratificación de nuestros derechos sobre las mismas. Para fortalecer nuestra estrategia de recuperación definitiva, debemos además de insistir en el diálogo para que asuman su obligación de negociar, a los fines del reconocimiento de nuestra soberanía sobre Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y espacios marítimos e insulares correspondientes, sostener y profundizar el enfoque geopolítico que el Presidente Alberto Fernández con la gestión del Secretario de Malvinas, Guillermo Carmona, le han dado, junto a la importancia geoestratégica y geoeconómica que el Atlántico Sur y Antártida representan para nuestro país. 

La Argentina bicontinental y oceánica se encuentra en un escenario caracterizado por las tensiones que se producen en la configuración de un mundo multipolar

La Argentina bicontinental y oceánica se encuentra en un escenario caracterizado por las tensiones que se producen en la configuración de un mundo multipolar, con la transición de la hegemonía económica y comercial de EE.UU. hacia China y las acciones disruptivas de Rusia para contener la expansión de la OTAN y establecer los límites de una nueva arquitectura de seguridad mundial. En un poco más de tres décadas el mundo tendrá un tercio más de habitantes, la mayoría se concentrará en Asia, con lo cual se incrementará el consumo de agua dulce y se encarecerá el precio de la misma, habrá más demanda de alimentos, disminución de suelo cultivable y aumentará la demanda de energía. 

Nuestro país debe prestar especial atención al Atlántico Sur por su valor geoeconómico representado por los recursos naturales: pesqueros, (calamar, langostino y merluza en uno de los mayores caladeros del mundo), minerales (magnesio, cobre, níquel y cobalto fusionados en nódulos polimetálicos), minerales críticos y tierras raras (litio, titanio, diamantes, oro, coltán) de uso para la industria de baterías, (celulares y automóviles), misiles y aeroespacial, junto a la mayor reserva de agua potable del mundo en la Antártida, hidrocarburos (gas y petróleo) y las rutas comerciales por donde se traslada parte del petróleo que va de Medio Oriente a Europa y parte de las importaciones de EE.UU.

Desde el punto de vista geoestratégico, Malvinas le permite al Reino Unido proyectar su poder hacia tres continentes, América del Sur, África y Antártida y hacia cuatro océanos, Atlántico, Antártico, Índico y Pacífico

Desde el punto de vista geoestratégico, Malvinas le permite al Reino Unido proyectar su poder hacia tres continentes, América del Sur, África y Antártida y hacia cuatro océanos, Atlántico, Antártico, Índico y Pacífico. El eje Londres, Peñón de Gibraltar, Islas Ascensión, Santa Helena, Tristán de Acuña, Malvinas, Georgias del Sur, demás islas y Territorio Antártico Británico es la hoja de ruta de la fuerza naval británica, permitiéndole controlar el mar, costas y espacio aéreo del Atlántico Sur, que junto a la base aérea de Monte Agradable en Malvinas forman parte del dispositivo de la OTAN, ya que si bien el R.U. se alejó de la Unión Europea a través del “BREXIT” no lo hizo de esta organización. La OTAN se está conformando globalmente, y el Reino Unido hoy “Global Britain”, con su comando naval en el Atlántico Sur significa una amenaza para la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur (ZPCAS integrada por 24 países de Suramérica y Africa). En la disputa entre China y AUKUS (Australia, R.U. y EE.UU.) esta última puede desde la base de Monte Agradable, vía el océano Indico (isla de Diego García – Chagos), conectar un puente militar para contener la “nueva franja y ruta de la seda”.

El complejo militar industrial inglés influye en la política exterior y de defensa, en este caso utilizando el Atlántico Sur para su militarización, a modo de ejemplos, las apariciones a partir del año 2003 del submarino nuclear “Vanguard” en el Atlántico Sur con capacidad para transportar armamento radiactivo, el destructor de última generación “Dauntless” de tipo 45, los aviones de quinta generación “Eurofighter Typhoon II” con radio de acción hasta el sur de la provincia de Buenos Aires y toda la Patagonia, y los ejercicios militares con misiles “Rapier”. Además, la presencia del Submarino a propulsión nuclear “Greeneville” de EE.UU. que hace unos meses y de “casualidad” se encontró con una nave de la flota del RU en el Atlántico Sur, tiene también implicancias y riesgos para el medio ambiente.

Cabe recordar que recientemente la Guardia Costera de Estados Unidos, con el respaldo del Comando Sur, llevó a cabo la Operación Cruz del Sur dirigida al combate de la pesca ilegal en el Atlántico Sur.

Cabe recordar que recientemente la Guardia Costera de Estados Unidos, con el respaldo del Comando Sur, llevó a cabo la Operación Cruz del Sur dirigida al combate de la pesca ilegal en el Atlántico Sur. El anuncio en 2020 del primer ministro Boris Johnson en la cámara de los comunes de incrementar un 40 % el arsenal nuclear del RU, la reciente creación de un comando espacial, la modernización de los complejos militares ubicados en Santa Elena y Tristán de Cunha, el proyecto de un puerto de aguas profundas en Malvinas, y la construcción de un muelle logístico en las Islas Georgias del Sur conforman un cuadro más que preocupante para la paz y la seguridad en el Atlántico Sur. La presencia de armas nucleares durante la guerra de Malvinas, como lo demuestran archivos desclasificados del R.U. y los desplazamientos de submarinos y buques con capacidades nucleares durante estas últimas décadas, contravienen distintas normas de Derecho Internacional Público, como el Tratado de Tlatelolco del 14 de febrero de 1967. 

Para recuperar, defender y consolidar nuestra soberanía e intereses vitales en Malvinas, Atlántico Sur y Antártida, resulta fundamental que Argentina decida sostener una diplomacia activa, desarrollar su economía, hacer conocer sus derechos, construir poder infraestructural en la Patagonia, contar con capacidades nacionales, científicas, tecnológicas y militares, poder de disuasión,  presencia y control en el Atlántico Sur, obstaculización y penalización de las actividades económicas ilegales en nuestros mares y subsuelo por parte del gobierno ilegítimo de las Islas y el ofrecimiento de acciones humanitarias a su población. Malvinas nos debe unir.

(*) Omar Ruiz (Legislador Provincial mc, Magister en Administración Pública, Magister en RRII, Diplomado en Defensa, Profesor Derecho Internacional Público, Córdoba Progresista, Grupo San Juan, Red de Capacidades Nacionales)

Mariupol, el puerto estratégico del mar de Azov, sigue en el ojo del huracán en Ucrania.

Por Pepe Escobar 31 de marzo

La narrativa de la OTAN es que Azovstal , una de las mayores fábricas de hierro y acero de Europa, fue casi destruida por el ejército ruso y sus fuerzas aliadas de Donetsk que “sitiaron” Mariupol.

La verdadera historia es que el batallón neonazi Azov [estacionado en Mariupol]  tomó decenas de civiles de Mariupol como escudos humanos desde el comienzo de la operación militar rusa en Ucrania, y se retiró a Azovstal como último recurso. Después de un ultimátum entregado la semana pasada, ahora están siendo completamente exterminados por las fuerzas rusas y de Donetsk y los Spetsnaz chechenos.

Azovstal, parte del grupo Metinvest controlado por el oligarca más rico de Ucrania, Rinat Akhmetov , es de hecho una de las plantas metalúrgicas más grandes de Europa, autodescribe como una «empresa metalúrgica integrada de alto rendimiento que produce coque y sinterizado, acero y acero de alta -productos laminados, barras y formas de calidad.”

En medio de una ráfaga de testimonios que detallan los horrores infligidos por los neonazis de Azov a la población civil de Mariupol, una historia mucho más auspiciosa e invisible es un buen augurio para el futuro inmediato.

Rusia es el quinto mayor productor de acero del mundo, además de poseer enormes depósitos de hierro y carbón. Mariupol, una meca del acero , obtuvo carbón de Donbass, pero bajo el dominio neonazi de facto desde los eventos de Maidan de 2014, se convirtió en un importador. El hierro, por ejemplo, comenzó a ser suministrado desde Krivbas en Ucrania, a más de 200 kilómetros de distancia.

Después de que Donetsk se consolide como una república independiente o, a través de un referéndum, elija convertirse en parte de la Federación Rusa, esta situación probablemente cambiará.

Azovstal invierte en una amplia línea de productos muy útiles: acero estructural, rieles para ferrocarriles, acero endurecido para cadenas, equipos de minería, acero laminado utilizado en aparatos de fábrica, camiones y vagones de ferrocarril. Partes del complejo de la fábrica son bastante modernas, mientras que algunas, con décadas de antigüedad, necesitan urgentemente mejoras, que la industria rusa sin duda puede proporcionar.

Estratégicamente, este es un enorme complejo, justo en el Mar de Azov, que ahora está, a todos los efectos prácticos, incorporado a la República Popular de Donetsk, y cerca del Mar Negro. Eso implica un viaje corto al Mediterráneo oriental, incluidos muchos clientes potenciales en Asia occidental. Y cruzando Suez y llegando al Océano Índico, hay clientes en todo el sur y sureste de Asia.

Así que la República Popular de Donetsk, posiblemente parte de la futura Novorossiya, e incluso parte de Rusia, controlará gran parte de la capacidad de fabricación de acero para el sur de Europa, el oeste de Asia y más allá.

Una de las consecuencias inevitables es que proporcionará un verdadero auge en la construcción de ferrocarriles de carga en Rusia, China y los ‘stans’ de Asia Central. La construcción de ferrocarriles resulta ser el modo de conectividad privilegiado para la ambiciosa Iniciativa Belt and Road (BRI) de Beijing. Y, lo que es más importante, el Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC), cada vez más turboalimentado.

Por lo tanto, a mediano plazo, Mariupol debería esperar convertirse en uno de los centros clave de un auge en las rutas norte-sur (INSTC a través de Rusia y conexión con los ‘stans’), así como importantes mejoras BRI corredores este- oeste y sub-BRI.

EURASIA  ENTRELAZADA

Los principales actores del INSTC son Rusia, Irán e India, que ahora, después de las sanciones de la OTAN, se encuentran en un modo de interconexión avanzado, completo con el diseño de mecanismos para eludir el dólar estadounidense en su comercio. Azerbaiyán es otro jugador importante de INSTC, pero más volátil porque privilegia los diseños de conectividad de Turquía en el Cáucaso.

La red INSTC también se interconectará progresivamente con Pakistán, y eso significa el Corredor Económico China-Pakistán (CPEC), un centro BRI clave, que se está expandiendo lentamente pero seguramente a Afganistán. La visita improvisada del Ministro de Relaciones Exteriores Wang Yi a Kabul a fines de la semana pasada fue para avanzar en la incorporación de Afganistán a las Nuevas Rutas de la Seda.

Todo eso está sucediendo mientras Moscú, muy cerca de Nueva Delhi, está expandiendo simultáneamente las relaciones comerciales con Islamabad. Los tres, de manera crucial, son miembros de la Organización de Cooperación de Shanghai (SCO).

Entonces, el gran diseño Norte-Sur explica la conectividad fluida desde el territorio continental de Rusia hasta el Cáucaso (Azerbaiyán), el oeste de Asia (Irán) y el sur de Asia (India y Pakistán). Ninguno de estos jugadores clave ha demonizado o sancionado a Rusia a pesar de las continuas presiones de Estados Unidos para que lo haga.

Estratégicamente, eso representa el concepto multipolar ruso de la Gran Asociación Euroasiática en acción en términos de comercio y conectividad, en paralelo y complementario con BRI porque India, ansiosa por instalar un mecanismo de rupia-rublo para comprar energía, en este caso es una Rusia absolutamente crucial. socio, igualando el acuerdo estratégico informado de $400 mil millones de China con Irán. En la práctica, la Asociación de la Gran Eurasia facilitará una conectividad más fluida entre Rusia, Irán, Pakistán e India.

Mientras tanto, el universo de la OTAN es congénitamente incapaz de siquiera reconocer la complejidad de la alineación, sin mencionar analizar sus implicaciones. Lo que tenemos es el entrelazamiento de BRI, INTSC y Greater Eurasia Partnership en el terreno, todas las nociones que se consideran anatema en Washington Beltway.

Todo eso, por supuesto, se está diseñando en medio de un momento geoeconómico que cambia el juego, ya que Rusia, a partir de este jueves, solo aceptará el pago de su gas en rublos de naciones «enemigas».

Paralelamente a la Asociación de la Gran Eurasia, BRI, desde su lanzamiento en 2013, también está tejiendo progresivamente una red euroasiática compleja e integrada de asociaciones: financiera/económica, conectividad, construcción de infraestructura física, corredores económicos/comerciales. El papel de BRI como co-creador de las instituciones de gobernanza global, incluidos los fundamentos normativos, también ha sido crucial, para gran desesperación de la alianza de la OTAN.

HORA DE DESOCCIDENTALIZARSE

Sin embargo, solo ahora el Sur Global, especialmente, comenzará a observar el espectro completo del juego entre China y Rusia en la esfera euroasiática. Moscú y Beijing están profundamente involucrados en una campaña conjunta para desoccidentalizar la gobernanza globalista, si no es que destruirla por completo.

A partir de ahora, Rusia será aún más meticulosa en su construcción institucional, fusionando la Unión Económica de Eurasia (EAEU), la SCO y la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (CSTO), una alianza militar euroasiática de estados postsoviéticos selectos, en un geopolítico. contexto de división institucional y normativa irreversible entre Rusia y Occidente.

Al mismo tiempo, la Asociación de la Gran Eurasia solidificará a Rusia como el puente euroasiático definitivo, creando un espacio común en Eurasia que incluso podría ignorar a la Europa vasallada.

Mientras tanto, en la vida real, BRI, tanto como el INSTC, estarán cada vez más conectados al Mar Negro (hola, Mariupol). Y el propio BRI puede incluso ser propenso a una reevaluación en su énfasis de vincular a China occidental con la base industrial cada vez más reducida de Europa occidental.

No tendrá privilegios los corredores BRI del norte (China-Mongolia-Rusia a través del sentido Transiberiano y el puente terrestre euroasiático a través de Kazajstán) cuando Europa se hunde en la demencia medieval.

El enfoque renovado de BRI estará en obtener acceso a productos básicos insustituibles, y eso significa Rusia, así como en asegurar suministros esenciales para la producción china. Las naciones ricas en productos básicos, como Kazajstán y muchos jugadores en África, se distribuirán en los principales mercados futuros para China.

En un bucle anterior a la COVID-19 en Asia Central, uno escuchaba constantemente que China construye plantas y ferrocarriles de alta velocidad, mientras que Europa, en el mejor de los casos, escribe libros blancos. Siempre puede empeorar.

La UE, como territorio estadounidense ocupado, ahora está descendiendo, rápidamente, desde el centro del poder global al estatus de jugador periférico intrascendente, un mero mercado en apuros en la lejana periferia de la “comunidad de destino compartido” de China.

FUENTE Al Mayadeen

https://espanol.almayadeen.net/articles/1576418/c%C3%B3mo-mariupol-se-convertir%C3%A1-en-un-centro-clave-de-la-integra

Por SERTORIO EL MANIFIESTO MADRID

La pasta, en rublos, tíos; que es con lo que Gayropa va a tener que abonar el gas.

Nada resulta más inquietante que el silencio. Cuando esperamos noticias, respuestas y señales, pero nada recibimos, se nos crea una cierta ansiedad. Y sí una distancia enorme nos hace vivir completamente alejados del lugar donde se producen los hechos que nos preocupan, la melancolía se apodera de nosotros ante la incapacidad de conocer qué es lo que de verdad pasa. Bueno, pues algo parecido sucedía con el silencio que el ejército ruso guardó durante tantos días, después de haber irrumpido en Ucrania para liberar el Donbás. Más aún cuando la prensa occidental libre, sería, independiente— nos relataba su pandemonio de incompetencias y fracasos. Que si cuarenta mil bajas, que sí soldados muertos de hambre y frío, que si columnas enteras de tanques aniquiladas por los drones ucranianos, que sí manifestaciones gigantescas en Moscú contra Putin, que si los oligarcas estaban a punto de acabar con el tirano de Kremlin… Cualquiera que lea nuestra seria, solvente y culta prensa habrá podido examinar este tipo de noticias. ¡Al fin lo habíamos atrapado! El déspota moscovita se estaba enredando en las lianas de una selva llena de trampas, de arenas movedizas, de antropófagos paleolíticos dispuestos a jibarizar al inepto autócrata ruso. Quiso conquistar Ucrania en un par de días y se encontraba atascado, a menos de doscientos kilómetros de sus bases: Borrell, el gran estratega, el discreto y sutil diplomático de los Mig 29 polacos, lo dictaminó. Y cuando un estadista de tal categoría pontifica ex cathedra nada queda por discutir.

Y mientras, en Rusia, silencio. Partes rutinarios de un frente que no se mueve. Peor aún, contraataques feroces de los ucranianos, cuyos francotiradores se bastan ellos solos para aniquilar a los ciento ochenta mil rusos que han sido tan imprudentes de asaltar la Ucrania de Zelenski. El régimen de Biden sanciona a Moscú y los Estados vasallos, incluida la aguerrida España de la Generalísima Margarita Robles, amenazan con implacables ataques de género al brutal agresor de la inocente y cándida Kíev. Pero la venganza estaba próxima: en Makárov y en Irpin, en dos bolsas que dejan tamañita a la de Stalingrado, los rusos sufren un cerco y a Zelenski le surge un problema: ¿dónde vamos a guardar a tanto prisionero? El lector del ABC, de El País, de El Mundo o del New York Times ya tiene las claves de la situación geopolítica después de los sesudos análisis de los columnistas y de los tertulianos: es absolutamente cierto que a Rusia le están propinando una somanta, una golpiza, una bastonada. Agitado como un pelele goyesco, el oso ruso danza al son del tamboril de Zelenski, el arlequín del Dniéper.

La gente de Moscú tampoco me cuenta nada. Horror. Ese silencio sólo puede suponer una cosa: la humillación de la derrota. Miles de presos rusos caminando en largas filas por los barrizales de Ucrania, centenares de tanques carbonizados en las cunetas, el Donbás condenado a ser esclavo de Zelinski, los jerarcas del régimen de Biden celebrando el Día de la Victoria mientras desfilan por Broadway varias brigadas de transexuales bajo una lluvia de confetti… Mi querida Rusia, mi amada Rusia, mordiendo el polvo mientras en las universidades occidentales cancelan a Dostoievski, a Solzhenitsin, a Gógol (que era ucraniano, pero da igual). Moscú sometido a un régimen de ocupación neoliberal y los bailarines del Bolshói humillando su arte ante las hordas de reguetoneros que Europa manda para occidentalizarlos. La prensa seria, independiente y libre, objetiva, canta peanes de victoria y yo soy el único que duda ante las sonrisas displicentes de los enteraos, sobre todo de los que saben de economía, esa confusa algarabía de los números. Los peritos de la ciencia lúgubre no dejan lugar a dudas: el rublo se hundirá, la economía rusa colapsará en cuestión de semanas, la gente saldrá a la calle porque no llegan los suministros y los productos de primera necesidad escasearán: no habrá leche, ni papel higiénico, ni hamburguesas de McDonald’s. ¿Qué país puede sobrevivir a semejante catástrofe? Fijémonos en España.

Quien ríe el último ríe mejor

Cuando toda Europa esperaba el acabose inminente, suenan truenos en la estepa. Ízium, la invulnerable, cae en manos rusas y el frente se desploma; los moskalis avanzan diez kilómetros hacia el sur. En el Kremlin, Putin exige que se le pague el gas en rublos y la cotización de su divisa sube un 8%. La India y China no sancionan a Rusia, igual que Brasil y Sudáfrica, e inician el desguace del imperio del dólar. En Kíev, la de la gran bolsa de Irpin y el ataque a Makárov, siguen sin desfilar los cabizbajos cautivos rusos. Pero, sobre todo, Mariupol, la inexpugnable plaza fuerte del batallón de Azov, se libera en breves horas. Su perímetro se rompe y, mientras escribo este artículo, apenas resisten unos pocos focos en la acería de Azovstal. ¿Pero no iba a llevar muchos días y miles de muertos rusos la toma de esta ciudad? Veo en Rossiya 1 cómo llega un tren de refugiados de Mariupol a Tula, la ciudad de los samovares, de los acordeones y del sabroso tulskii priánik: cuentan y no paran sobre todo lo que hizo el ejército ucraniano para usarlos como escudos humanos y para impedir que abandonaran la plaza. Sólo 68.000 de 400.000 pudieron huir. Recordemos una cosa: Mariupol ha sido liberada, se sublevó contra los golpistas del Maidán en 2014 y el 80% de su población es prorrusa. Está claro que la suerte de esos civiles no interesaba nada a los azovitas, unánimemente temidos y odiados en la ciudad.

Esta tarde, poco antes de ponerme a redactar estas líneas, el Minoboroni (abreviatura del Ministerio de Defensa ruso) da una rueda de prensa. El rostro duro y serio del general Igor Konashenkov habla sin aspavientos teatrales. Es un soldado, no un histrión, como el arlequín del Dniéper. Durante un mes ha sido la voz de Rusia, firme, ruda, con el laconismo militar de su estilo. Nada que ver con las lacrimógenas, moralistas y emocionales pataletas y llantinas del cómico Zelenski, el bufón de Soros, un perfecto premio nóbel al estilo de Obama o Darío Fo. Konashenkov es como Lavrov y como Putin: no jokes. Su especialidad no es empatizar. Tras una breve introducción, muestra el expediente con las órdenes de despliegue agresivo dadas por Zelenski en enero —que debía terminarse a finales de febrero, para avanzar sobre del Donbás a partir del uno de marzo— y deja el paso al coronel general Rúdskoi. Empiezan a llover los datos, no la propaganda: Rusia ha tenido durante la intervención en Ucrania 1.351 muertos y 3.825 heridos (¿no eran 40.000?) y ha destruido 1.587 tanques ucranianos de 2.416 (el 65%), 112 aviones de 152 (el 73%), 75 helicópteros de 149 (el 50%) y 35 drones de 36 (el 97%). ¿Pero no rebosaba Ucrania de tanques? ¿Pero no estaba Rusia de rodillas? Fortificación a fortificación, el frente del Donbás se desploma paulatinamente y se anuncian dos cosas que ya sospechábamos desde hacía largo tiempo: la flota ucraniana ya no existe y la operatividad de la fuerza aérea de Kiev es nula, no vuela ni una cometa por el cielo de Ucrania si no lleva los colores de Rusia. De ahí los grititos de vicetiple de Zelenski pidiendo una zona de exclusión aérea que nadie en Gayropa tiene los redaños de imponer, porque Putin no es Gadafi. ¿Y los barcos? Se acuerda el lector de aquellas maniobras en el mar Negro de la OTAN y de

¿Se acuerdan de aquel «Blas de Lezo» que mandó la Gran Almiranta Robles para asustar a Rusia? ¿Qué se hizo de él?

Aquel Blas de Lezo que mandó la Gran Almiranta Robles para asustar a Rusia. ¿Qué se hizo? ¿O fueron por aquellos ríos que van a dar a la mar? Ni un sólo barco atlantista ha osado asomar la proa por las aguas de Odessa, y el mar de Azov vuelve a ser un lago ruso. Más vale barcos sin honra…

La prensa europea, seria, independiente, objetiva, exulta: Rusia limita sus objetivos. ¿De veras se cree alguien que un tipo tan cauto y prudente como Vladímir Putin se iba a lanzar a la conquista de Ucrania con ciento ochenta mil soldados? La operación siempre tuvo límites, sobre todo porque Rusia hace tiempo que ya tiene casi todo lo que quiere, sólo le falta tomar la parte ocupada del óblast de Donetsk. Putin ha conseguido varios triunfos: la hegemonía del dólar y el orden neocolonial de Bretton Woods se ven en peligro; el bloque eurasiático es ya una consolidada realidad geopolítica; sus índices de popularidad llegan al 70%… Y Ucrania tendrá que resignarse a ser neutral, así como a reconocer que Crimea y el Donbás no son suyas. El régimen de Biden también se puede dar por satisfecho: sacrificará el peón ucraniano, pero se queda con todo el tablero europeo, pues las madames de Bruselas han decidido convertir a sus ex–naciones en concubinas de Washington, que además pagan gustosas el racket a su old pimp, al Hugh Heffner de la Casa Blanca. Eso sí, la pasta, en rublos; que es con lo que Gayropa va a abonar el gas.

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La contradictoria actitud de la delegación ucraniana en las negociaciones con Rusia expresa las diferencias entre neoconservadores y realistas dentro de EE.UU. y la alianza atlántica

POR EDUARDO J. VIOR 31-03-2022

 

Este martes 29 pareció por un momento que la presión conjunta del Foreign Office, del dueño del Chelsea, Roman Abramovich, y del presidente turco Recep Erdoğan había persuadido al gobierno ucraniano de aceptar por primera vez en ocho años las condiciones rusas para un acuerdo de paz: neutralidad, desnuclearización, desmilitarización, incorporación de Crimea a Rusia e independencia de Lugansk y Donetsk. Sin embargo, después de que el secretario de Estado norteamericano Antony Blinken expresó su rechazo y su desconfianza hacia el anuncio ruso de que frenaba sus operaciones en las regiones de Kiev y Chernigov, el presidente ucraniano volvió a desconocer los avances hacia la paz y se multiplican las señales de que el alto mando ucraniano está buscando una batalla decisiva en la zona norte de la Cuenca del Don.

Es difícil que las idas y vueltas de Zelensky respondan a decisiones propias. Ni siquiera puede responsabilizarse a la inepta canciller británica Liz Truss, quien –según propias declaraciones- guía cada paso de los negociadores ucranianos. Las contradicciones en el liderazgo de Kiev tienen probablemente origen en Washington y están reflejando la lucha que allí se libra sobre la estrategia de confrontación con Rusia.

Durante su viaje a Europa la semana pasada el presidente de EE.UU. pidió tres veces el derrocamiento de su colega ruso, lo llamó “carnicero” y aseguró que “no puede permanecer en el poder”. Nunca antes desde 1945 ninguno de sus predecesores se atrevió a proponer el derrocamiento de los dirigentes de la vieja URSS, ni más tarde el de los líderes rusos o chinos. Nada debe cuidar más el jefe de una gran potencia que la salud de sus competidores en el exterior. Se trata de poderes nucleares y cualquier desestabilización puede ocasionar una catástrofe mundial. Sin embargo, Joe Biden insiste en evocar la posibilidad de propiciar en Rusia un cambio de régimen. La Casa Blanca parece estar buscando que el país euroasiático caiga en la anarquía, se divida y se fracture. ¿Es sólo una estrategia de guerra kissingereana (por el exsecretario de Estado Henry Kissinger) –como afirman muchos analistas- para después poder atacar a China en condiciones más ventajosas? Parece ir mucho más allá de ese objetivo geoestratégico ya de por sí enorme. Al menos sendas intervenciones públicas recientes del Pentágono y de Wall Street dan la impresión de estar tratando de frenar una locura mayor.

En una conversación con periodistas en Polonia el pasado 25 de marzo Joe Biden dijo que Vladímir Putin es un «carnicero” y, al dar un discurso ante las tropas estadounidenses emplazadas en dicho país, insinuó que éstas pronto irían a Ucrania. «Miren cómo se resisten, declaró. Y lo verán ustedes cuando estén allí. Algunos de ustedes ya han estado allí, ya lo verán. Verán a mujeres, jóvenes que hacen frente a un tanque», dijo el mandatario. Su discurso empezó con una retórica agresiva y un llamado a castigar de inmediato al «agresor», pero terminó con expresiones rebuscadas, haciendo alusión a «fuerzas inevitables» que él no puede superar y diciendo que ahora es imposible hacer algo en concreto. Todavía el día siguiente afirmó que Putin «no puede quedarse en el poder». Funcionarios de la Casa Blanca se apresuraron a relativizar sus palabras, pero el daño estaba hecho.

Que la política exterior de los neoconservadores encaramados en el gobierno es enérgicamente criticada desde el Pentágono y Wall Street es un secreto a gritos. Para los militares el secretario de Estado Antony Blinken, su segunda, Victoria Nuland, el jefe del Consejo de Seguridad Nacional Jake Sullivan y sus apoyos en el Ejecutivo y el Congreso se equivocan al atacar a Rusia. La potencia euroasiática –sostienen- supera a EE.UU. en algunas tecnologías y en el dominio del terreno dentro de Europa. Por otra parte, argumentan, el enemigo principal de EE.UU. es China y no habría que dispersar las fuerzas dando combate en varios frentes a la vez. Sin embargo, los neocons están convencidos de la debilidad de la potencia eslava y de su habilidad para desestabilizarla, generando una agitación que acabe con Vladimir Putin y les permita fracturar el país más grande del mundo. Es el sueño redivivo del Imperio Británico del siglo XIX que cada tanto enturbia las cabezas de los líderes anglosajones.

El secretario de Estado Antony Blinken, que inicialmente dijo que la OTAN había dado «luz verde» para enviar aviones desde Polonia a Ucrania, tuvo que dar marcha atrás y ahora se opone a cualquier zona de exclusión aérea que implique a la OTAN. La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y el líder de la mayoría en el Senado, Chuck Schumer, también apoyaron el plan de los aviones polacos, que fue rechazado por el Pentágono porque «podría dar lugar a una reacción rusa significativa que podría aumentar las perspectivas de una escalada militar con la OTAN», según el portavoz del Departamento de Defensa (DoD), John Kirby.

Hasta ahora el presidente ha estado del lado del DoD, pero, como se ha creído la versión de los medios de comunicación corporativos que sostienen que Rusia está perdiendo la guerra, se atrevió a llamar al presidente ruso «criminal de guerra». Saliéndole al paso, el martes 22 el Pentágono filtró a los medios dos historias que contradicen estas versiones. «La conducta de Rusia en la brutal guerra cuenta una historia diferente a la opinión ampliamente aceptada de que Vladimir Putin tiene la intención de demoler Ucrania e infligir el máximo daño civil y revela el acto de equilibrio estratégico del líder ruso», informó Newsweek en un artículo titulado «Los bombarderos de Putin podrían devastar Ucrania, pero se está conteniendo. He aquí por qué».

El artículo cita a un analista anónimo de la Agencia de Inteligencia para la Defensa (DIA) del Pentágono diciendo que «el centro de Kiev apenas ha sido tocado. Y casi todos los ataques de largo alcance se han dirigido a objetivos militares». Por su parte, un oficial retirado de la Fuerza Aérea de Estados Unidos que ahora trabaja como analista para un contratista del Pentágono, añadió: «Tenemos que entender la conducta real de Rusia. Si nos limitamos a convencernos de que Rusia está bombardeando de forma indiscriminada o [que] no consigue infligir más daño, porque su personal no está a la altura de las circunstancias o porque es técnicamente inepto, no estamos viendo el conflicto real.»

“Sé que es difícil de tragar que la carnicería y la destrucción podrían ser mucho peores de lo que son», dice el analista de la DIA, pero eso es lo que muestran los hechos. Esto me sugiere, al menos, que Putin no está atacando intencionadamente a los civiles, que tal vez sea consciente de que necesita limitar los daños para dejar una salida a las negociaciones». Un segundo oficial retirado de la Fuerza Aérea de Estados Unidos añadió lo siguiente: «Sé que las noticias siguen repitiendo que Putin está atacando a los civiles, pero no hay pruebas de que lo esté haciendo intencionadamente. De hecho, yo diría que Rusia podría estar matando a miles de civiles más, si quisiera».

El segundo artículo aparecido la semana pasada socavó directamente la dramática advertencia de Biden. El pasado 22 de marzo la agencia Reuters informó: «Estados Unidos no ha visto todavía ningún indicio concreto de un inminente ataque ruso con armas químicas o biológicas en Ucrania, pero está vigilando de cerca la información de inteligencia para detectarlas, dijo un alto funcionario de Defensa de Estados Unidos».

No sólo el Pentágono está preocupado por el curso que los neoconservadores encaramados en la Casa Blanca están imprimiendo a la confrontación con Rusia. También Wall Street. Este domingo 28 The Wall Street Journal (WSJ) afirmó en un artículo que “El presidente de EE.UU., Joe Biden, puede estar complicando seriamente el diálogo de Washington con Moscú con sus declaraciones sobre su homólogo ruso, Vladímir Putin, por lo que su Administración necesitaría la incorporación de nuevos asesores políticos para equilibrar su discurso”.

¿Por qué tratan el Pentágono y Wall Street de frenar el ímpetu belicista de la Casa Blanca? ¿No pueden detenerlos sin intervenciones públicas? ¿Tan poderosos son? Parece que sí. Detrás de los neoconservadores asoman los hipermillonarios dueños del 50% de la riqueza total de EE.UU. y su proyecto del “Great Reset” (el Gran Reajuste).

Este martes 29 en la estación de bombeo de la frontera germano-polaca dejó de fluir el gas por el ducto que lo trae desde Yamal, en la costa del Océano Ártico. Antony Blinken fracasó el miércoles 30 en su gestión ante el presidente de Argelia, Abdelmadjid Tebboune, para que reabra el gasoducto que, a través de Marruecos, lleva el fluido a España. En julio de 2021 Argelia rompió las relaciones con su vecino occidental por las posiciones encontradas de ambos sobre la independencia del Sáhara Occidental. El país magrebí está sufriendo grandes pérdidas por no exportar el fluido a Europa, pero decidió no someterse a las presiones de la OTAN y mantener su alianza con Rusia.

También están faltando los metales y los fertilizantes de los que Rusia es un gran exportador. Las cotizaciones internacionales de los hidrocarburos y del carbón se han multiplicado. Esto no puede ocurrir, sin que cientos, quizás miles de importantes productores de materias primas, empresas comerciales y bancos sufran grandes pérdidas en los envíos a corto plazo ya pactados.
Miles, de empresas grandes y medianas que participan en la producción, el comercio y la cobertura de metales, productos petroquímicos y materiales estratégicos producidos sustancialmente en Rusia, están hoy seriamente afectadas. Y en todas partes hay efectos secundarios.

Debido a las campañas de presión financiera dirigidas por personas como Mark Carney, Sir Michael Bloomberg, BlackRock, Inc. de Larry Fink y otros, en menos de una década la inversión mundial en hidrocarburos líquidos (productos petrolíferos y gas natural) ha caído de 800.000 millones de dólares por año a 350.000 millones de dólares por año en 2020-21 y los nuevos descubrimientos han descendido de un volumen de 15 millones de barriles equivalentes de petróleo a mediados de la década pasada a menos de 5 millones en 2021.

El resultado actual es que la OPEP tiene dificultades para aumentar la producción, ya que muchos de sus miembros no pueden producir sus cuotas. Los productores de esquisto de Estados Unidos dijeron a los representantes de la Administración Biden en una conferencia en Texas hace dos semanas que no pueden aumentar la producción, porque no reciben crédito. Las empresas de carbón de Virginia Occidental, que ven que el precio del carbón ha superado sus sueños más descabellados, no pueden aumentar la producción por falta de financiación, según un informe de MetroNews, de Virginia Occidental.

La inflación internacional sigue en alza combinada con la escasez y en algunos países europeos y en vías de desarrollo se están interrumpiendo los servicios de transporte debido a los precios del combustible y a las huelgas.

Los mayores bancos europeos ya han registrado pérdidas multimillonarias como resultado de la guerra económica de la OTAN para colapsar la economía rusa. Esas pérdidas se están extendiendo también a las mayores empresas de gestión de patrimonio. Por los “impagos” rusos BlackRock habría perdido 17.000 millones de dólares y PIMCO otros 2.500 millones de dólares.
Los aliados occidentales han empujado a Rusia a una guerra que ésta puede ganar, pero con altos costos y en un plazo aún indeterminado. Alguien está empujando a los líderes ucranianos, para que den permanentes contramarchas: hoy parecen dispuestos a llegar a un arreglo pacífico con Rusia, mañana no. Sólo la elite corporativa hiperrica que domina Occidente y extiende sus tentáculos por todo el mundo está aprovechando la guerra y la consecuente conmoción de la economía internacional, porque es la oportunidad que buscaba desde hace casi una década para reorganizar el planeta. No sólo buscan la devastación del Sur Global, para poner sus recursos a disposición de los más ricos entre los ricos del Norte. También están aprovechando para hacer una “limpieza profunda” en la economía y las sociedades opulentas.

En su camino no reparan en consecuencias ni temen provocar las mayores catástrofes. Por ello es que Wall Street –mal que mal todavía ligada a la economía real- y el Pentágono –con una responsabilidad por la supervivencia del poder soberano de Estados Unidos- reaccionan. Los neoconservadores tienen el apoyo de las principales cabezas del Congreso y de los medios. Es difícil que las fuerzas sensatas que aún resisten en Washington puedan pararlos por medios legales. Por primera vez en la historia la capacidad de reacción del Pentágono y Wall Street es destinataria de la esperanza de salvación de la humanidad.

Es de los mejor informados de las redes sociales y habló con Tiempo bajo la condición de confidencialidad. Viejos paradigmas y operaciones informáticas en la campaña.

Por: Alberto López Girondo @algirondo TIEMPO ARGENTINO

Se nota su conocimiento sobre estrategia militar en los posteos que hace regularmente en su cuenta de Twitter @TomELawrence1, pero prefiere escudarse en un lejano homenaje al mítico Lawrence de Arabia porque como alto miembro de la cúpula militar argentina dice no está en condiciones de hablar de temas en que el gobierno nacional, salvo la condena a Rusia, “no se ha expresado más”. De todas maneras, este analista tiene mucho para decir desde el anonimato sobre lo que ocurre en esos campos de batalla que, con datos corroborados por fuentes muy imbuidas del tema, desmienten el carril que muestra la mayoría los grandes medios internacionales.

“Nadie es objetivo –acepta de entrada– y yo no niego estar del lado ruso por el sencillo hecho de que Rusia apoya el reclamo argentino en Malvinas y Ucrania quiere ingresar en la Otan, donde están los ingleses”.

–Se dice que las tropas rusas están empantanadas, y que ahora anuncian una nueva fase para ocultar un fracaso.

–Como decía (Carl von) Clausewitz, la guerra es la continuidad de la política; entonces, el poder político determina los objetivos estratégicos, las herramientas que va a utilizar y en el caso de una guerra, qué herramientas militares va a disponer. Putin, después de ocho años de Donbass, dijo “acá no hay más que hablar” y fijó objetivos militares. Lo que en términos profesionales se llama el Estado Final Estratégico, que era desmilitarizar y desnazificar Ucrania. Cualquier analista tiene que partir de eso y desde ahí empieza a desgranarse todo el planeamiento para cumplir con los objetivos operacionales. Para definir el tema: el ámbito de la estrategia es todo lo que pasa en Ucrania, Europa y EE UU, lo operacional es lo que pasa dentro de Ucrania y lo táctico es lo que pasa en Kiev, Mariupol, Dnieper. Yo me enfoco en lo operacional, lo que pasa en el campo de batalla, en la campaña.

–¿Pero no están trabados en Kiev?

–Hay en eso una trampa informativa. Hace 2500 años Sun Tsu decía que el peor negocio es atacar una ciudad. Y sigue siendo así. Si me dicen “vamos a desnazificar y desmilitarizar”, tengo que pensar en términos de lo que se llama Centros de Gravedad, que es donde está su poder y su libertad. En Malvinas el centro de gravedad de los británicos era el portaaviones, eso les daba libertad de acción y poder; el nuestro era Puerto Argentino. Si hablo de «desmilitarizar y desnazificar», el centro de gravedad está representado por las fuerzas ucranianas que están en Donbass, es ahí donde hay que pegar para lograr el Estado Final Estratégico que fijó Putin.

–¿Qué significa que hay una trampa informativa?

–Operaciones de información y de profecía autocumplida: si decimos que el objetivo de Putin es conquistar Kiev y no la conquista, entonces perdió la guerra. Pero también veo una deformación de 20 años de guerra global contra el terrorismo, donde las ciudades eran el centro de gravedad y objetivos operacionales. Los grupos insurgentes se ocultaban en las ciudades y así reducían las brechas tecnológica y de fuego con las fuerzas regulares. Eso dificultaba la gobernabilidad y la estabilización en el posconflicto. Por eso se peleaba en las ciudades, no porque tuvieran un valor en sí mismo. Nosotros, desde el año ’91, no vemos una guerra convencional, no tenemos el ojo acostumbrado a este tipo de operaciones. Yo creo que muchos siguen presos del paradigma de la guerra contra el terrorismo. Yo interpreto desde mis conocimientos profesionales, pero además leo, consulto fuentes rusas y ellos dicen que el objetivo es Donbass. Lo que veo es que en Kiev ahora hay 12 brigadas y fuera de Kiev hay nada más que dos divisiones rusas. Para atacar necesita una relación de combate de 3 a 1, pero si va a atacar una posición fortificada como una ciudad, necesita una relación de 6 a 1. Hoy no pasan de 1 o 1,5 a 1. Lo que hacen los rusos en Kiev, en Chernihiv, en Sumy, en Jarkov, es aferrar fuerzas, para lo cual le basta una relación de combate de 1 a 1. Porque usted les tapa la salida y desde adentro necesitan una relación de 3 a 1 para atacar.

–¿Qué es aferrar?

–Es no dejar mover a la fuerza, entonces todas esas fuerzas se quedan ahí. Si se van, quedan presas de su propia narrativa, “dejaron la ciudad” y la conquistan los rusos con fuerzas menores. Ese es el movimiento que están haciendo en el norte del país. Por los números que uno ve de los rusos, y yo llevo todos los días la Carta de Situación.

–¿De dónde saca la información? ¿Dónde hay fuentes confiables?

–Tengo una lista en Twitter de cuentas tanto occidentales como rusas, sigo un canal de YouTube ruso que a veces traduce al español, al Ministerio de Defensa británico, a un think tank norteamericano que se llama ISW (Institute for Study of War – https://www.understandingwar.org/), sigo a RUSI (Royal United Services Institute, rusi.org), que fundó en 1831 el duque de Wellington. Yo trato de explicar que en Donbass se está creando una bolsa; para ganar el poder de combate necesario para cerrarla, los rusos tendrán que solucionar el tema Mariupol, donde había seis brigadas ucranianas. Una vez que consigan esto, van a dejar libres dos divisiones más una brigada de infantería de marina y así podrán superar a las brigadas que están en los cuellos de la bolsa.

–¿Pero no está más complicado de lo que parecía?

–Nosotros estamos acostumbrados a todo rápido, todo ya. Se tarda mucho tiempo para este tipo de operaciones. Los norteamericanos en la guerra de Irak, para llegar de Kuwait a Bagdad, que son 550 kilómetros, tardaron cuatro semanas en terrenos que no tienen obstáculos, es un desierto. Ucrania está llena de ríos y los puentes fueron rotos. No es un terreno fácil, salen del invierno. En Malvinas los ingleses desembarcaron el 21 de mayo y hasta Puerto Argentino tardaron 25 días sin nadie en el camino. La velocidad de movimiento de una fuerza militar en una ruta es de 20 km por hora. En combate, con una relación 3 a 1 en un terreno sin fortificar, se avanza 300 metros por hora. Con los tiempos hay que tener mucho cuidado. Pero además no es que los ucranianos están mal preparados y son pocos. Pusieron 200 mil tipos del ejército sobre la mesa y a eso hay que agregarle otros 100 mil de la Guardia Nacional, que no son como nuestra Gendarmería, son fuerzas militares. Los rusos atacaron con 150 mil y ahora están el 175 mil. Eso demuestra que Putin quería un objetivo limitado, no quería que arrasen Ucrania. Que por otro lado es lo que tiene que hacer, porque después le quedaría un problema para el posconflicto. Es como que nosotros vayamos a una guerra contra Uruguay. Por eso fue cuidadoso en abrir corredores humanitarios, evitar el mínimo daño colateral. Yo le veo lógica a esto. Y Mariupol, por lo que veo, en una semana se termina, de ahí se van a tener que reorganizar y mandarse para el norte. Imagino una fase de aferramiento y destrucción de la capacidad operacional ucraniana. Y ellos en realidad no tienen cómo contraatacar. Lo que se ven son solo contraataques en lugares muy focalizados. Además, en Donbass está el corazón económico de Ucrania, por el puerto de Mariupol y la industria. Ucrania se está financiando con lo que la Otan le presta, pero eso se lo va a cobrar, no va a ser gratis.

FUENTE TIEMPO ARGENTINO: https://www.tiempoar.com.ar/mundo/la-estrategia-de-los-rusos-en-territorio-ucraniano-analizada-por-un-alto-mando-argentino/

RECOMENDACION DE DOSSIER GEOPOLITICO: El Centro de Investigación en Geopolítica, Integración Regional y Sistema Mundo (GIS/UFRJ), en colaboración con el portal internacional de noticias Opera Mundi, te invitan a ver el video del evento sobre “la nueva geopolítica europea en el contexto de la guerra”
Fue un Diálogo con Christophe Ventura (Director de Investigación del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas de Francia -IRIS)
Y los debatientes promovieron el diálogo a través de preguntas y el invitado y comentarios sobre el tema en cuestión. realizado el 30/03/2022

Debatientes:

  • Ana Esther Ceceña (Profesora de la UNAM y Coordinadora del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica)
  • Monica Bruckmann (Profesora de la UFRJ, coordinadora del Centro GIS)
  • Breno Altman (Periodista, fundador de Opera Mundi)

1. Holocausto Nuclear o Derrota Imperialista   

Washington ha iniciado la Cuarta Guerra Mundial en Ucrania. Esta guerra, que es total y planetaria, sólo tiene dos desenlaces posibles: el holocausto nuclear de la especie o una derrota militar contundente de Washington, que obliga al imperialismo a resignarse a una paz convenida, respetando las tres líneas rojas de seguridad no-negociables de Rusia: la autonomía del Donbas y Crimea y la no-adhesión de Ucrania a la OTAN. Lo que no es posible es que su delirio imperial de balcanizar a Rusia se cumpla, tal como no se cumplió para Hitler ni para Napoleón.

2. Guerra total contra Rusia

Vamos a “destruir la economía de Rusia” (wreak havoc) dice Biden y amenaza a todos los Estados del planeta qué, si no se unen a esa estrategia fascista de aniquilación, sufrirán “las consecuencias”. Destruir la economía de un ente biológico significa, por supuesto, condenarlo a la muerte. No es nada nuevo para Biden. Durante el crimen de guerra que fue la agresión militar a Serbia bajo Clinton en 1999, Biden se jactó en la televisión gringa: “I was suggesting we bomb Belgrade. I was suggesting we send American pilots in and take out all the bridges on the Drina. I was suggesting we take out his oil supplies.”

Es lo que los Nazis llamaron «der Totale Krieg” – “la Guerra Total”. En Rusia le costó la vida a 30 millones de personas en la Segunda Guerra Mundial. Hoy, sería la guerra terminal nuclear en el planeta, porque Rusia usaría su capacidad nuclear ante “una amenaza existencial” (existential threat), como advirtió el vocero del presidente Putin, Dmitry Peskov en CNN. 

Y qué persona informada dudaría por un segundo, que el Imperialismo atlántico neofascista encabezado por la nomenclatura delincuencial de Washington sea una “amenaza existencial” para Rusia. Y, por supuesto, para China y el futuro de la humanidad que quiere secuestrar.

3. “Matar Rusos”

En la medida, en que los Demócratas están perdiendo la contienda electoral de noviembre ante Trump y los Republicanos, y su guerra de agresión en Ucrania se estanca, sus capos políticos y sus calibanes mediáticos  ya ni siquiera ocultan sus intenciones imperialistas y su lenguaje  fascista.

Leon Panetta, ex secretario de Defensa de Estados Unidos y director de la CIA bajo Barack Obama; y jefe de gabinete de la Casa Blanca bajo el criminal de guerra Bill Clinton, proclama abiertamente, que «Estamos involucrados en una guerra…con Rusia, lo digamos o no». Y agregó: «Creo que la única forma básica de tratar con Putin en este momento es…proporcionar tanta ayuda militar como sea necesario… La forma en que obtienes influencia es, francamente, entrando y matando rusos».

“We are engaged in a proxy war with Russia, whether we say so or not”…I think the only way basically to deal with Putin right now is to…provide as much military aid as necessary…The way you get leverage is by, frankly, going in and killing Russians.”

El comentario de Panetta se dio un día después de que Biden anunciara el envío de 1.000 millones de dólares adicionales en armas a Ucrania, que se suman a los $2.500 millones en armas entregadas desde 2014 y los 100,000 soldados gringos desplegados en Europa. Y es parte de la campaña mundial de los medios de Murdoch y Soros, que abogan porque Occidente debe promover golpes de Estado en China y Rusia contra Xi y Putin, y de algunos sectores imperialistas, como el Ex Asesor de Seguridad de Trump (sic), John Bolton, para acabar con esos “peligros para el mundo libre” con un ataque nuclear preventivo (preemptive strike).

4. ¿Quién es el Responsable de la Guerra?

La razón de la agresión militar de Washington contra Rusia es el colapso de la Unión Soviética en 1991, y la decisión de Washington de dominar ese espacio post-soviético “liberado” para sus propios intereses: prolongar la supremacía global del imperialismo estadounidense (American Century) y su sistema global unipolar, desmembrar a China y mantener subyugado a sus sátrapas europeos.

Una serie de documentos desclasificados recientemente por los National Security Archives de la Universidad George Washington (http://nsarchive.gwu.edu) muestra, nuevamente, que todas las potencias occidentales que negociaron con la URSS en 1990-91 la retirada de las tropas soviéticas de la República Democrática Alemana y la reunificación alemana, dieron garantías de seguridad contra la expansión de la OTAN hacia el oriente eurasiático a los líderes soviéticos. Entre estos políticos occidentales estuvieron Baker, Bush, Genscher, Kohl, Gates, Mitterrand, Thatcher, Hurd, Major y Woerner. 

La abundante evidencia empírica oficial de las partes involucradas en las negociaciones de 1990-91 confirma irrefutablemente, que la argumentación jurídica-política e histórica de Putin sobre la actual situación en Ucrania y la responsabilidad bélica de la OTAN por la guerra es objetiva y verídica. Mientras Putin habla con la verdad histórica, el imperialismo atlántico miente cínicamente a la humanidad entera para ocultar las raíces de la tragedia en Ucrania, que ha causado.

Washington, la voz dominante del Bloque Imperialista, por supuesto, nunca tuvo intención alguna de cumplir con los acuerdos de no-expansión de 1991. Dos años después de las firmas, la nomenclatura del Partido Demócrata bajo el patrocinio de Biden y los Clinton decidió la expansión hacia las fronteras rusas; decisión que en 1995 se implementó con 38,000 (sic) ataques aéreos de 1000 aviones de guerra de la OTAN contra las fuerzas de Serbia. Posteriormente, en 1999, se consumó la destrucción bélica de Yugoslavia y su balcanización en Estados nuevos, que avanzó cualitativamente la ocupación sangrienta del espacio post-soviético por el Imperialismo yanqui. 

Todas las advertencias de Rusia y de múltiples estrategas (George Kennan) y políticos estadunidenses críticos, de que tal política iba a terminar en una guerra directa con Rusia, cayeron en saco roto. Después de tratar durante 15 años de parar ese cáncer occidental por medios diplomáticos y políticos, un cáncer imperialista que iba a destruir Rusia tal como había destruido a Yugoslavia antes, no le quedó otro medio a Moscú que recurrir a las armas para salvar la integridad territorial y profundidad estratégica militar indispensables para la Nación. Esa es la razón de la “operación militar específica” de Rusia en Ucrania, cuyo único responsable es el Imperialismo Atlántico, es decir, Washington y sus sátrapas europeos, particularmente Gran Bretaña y Polonia, que ya habían jugado el mismo papel en la destrucción imperialista de Irak.

5.  Zelensky: el Goebbels global del Imperialismo Atlántico

Los videos pre-presidenciales de Zelensky, cuando actuaba en la televisión como comediante profesional, demuestran claramente sus tendencias racistas, principalmente contra Rusia y los judíos, al igual que sus tendencias pro-nazis. Tal perfil lo predestinó para jugar el papel de bufón herostrático nuclear en la Endlosung (solución final) del “problema Putin”, implementada a partir de la guerra asimétrica de la OTAN desde su ofensiva militar de 2021-22.

Los talentos telegénicos del comediante racista pro-nazi no pasaron desapercibidos en el Foreign Policy Establishment de Washington, de la CIA, del MI6 británico y del BND alemán. Esos servicios entendieron que el ambicioso comediante era idóneo para jugar el papel de “presidente de Ucrania”, después del golpe de Estado lumpen-oligárquico (revolución de color del Euromaidán), que parcialmente fracasó en 2014. Era ventajoso usar a Zelensky, porque combinaba los dotes propagandísticos y la inescrupulosidad moral del ministro de propaganda nazi, Joseph Goebbels con el servilismo del sátrapa neocolonial nazi Vidkun Quisling. Así llegó el comediante a la presidencia de Kiev y, desde entonces, no ha decepcionado a sus padrinos en Washington, Londres, Berlín y Bruselas.

6. El Criminal de Guerra Zelensky

En términos jurídicos y políticos, Zelensky es un peligroso criminal de guerra con un largo record de crímenes. Bajo su presidencia (mayo, 2019) permitió la matanza de miles de personas en el Donbass por sus batallones nazis, que la cloaca mediática occidental eufemísticamente llama “nacionalistas”; participó en la organización de un fuerte movimiento nazi terrorista (Batallón Azov) a nivel nacional y de una red neonazi internacional, orgánicamente integrados con las estructuras de poder del Estado (ver extensa documentación de Olga Sukharevskaya, “Under the Wolfsangel”, RT, 15.3.2022).

Es responsable, desde 2019, de la preparación de las Fuerzas Armadas Ucranianas y agrupaciones paramilitares para la ofensiva final contra el Donbas y la conquista de Crimea, planeada para marzo de 2022, precedida por las (fracasadas) “revoluciones de color” en Bielorusia (sept 2020) –que la subversiva NED estadunidense había financiado con 34 proyectos de desestabilización– y Kazajistan (enero 2022 ); es el Quisling ucraniano del proyecto de balcanización de Rusia por Washington y sus procónsules europeos.

El comediante saboteó la implementación de los Acuerdos de Minsk (2014/15), que garantizaban la paz en Ucrania con el simple compromiso de no integrarse en la OTAN; fue el responsable de la false flag operation (operación encubierta) para provocar un desastre en la planta nuclear de Zaporozhie, la más grande de Europa; tomó rehén a toda la población masculina de Ucrania entre 18 y 60 años, al prohibir su salida del país; es responsable, desde 2019, de permitir el trabajo de 24 laboratorios militares estadounidenses en Ucrania para la guerra biológica y química en Lugansk, Donetsk y Crimea, pese a que Estados Unidos es el único Estado parte de la “Convención sobre la Prohibición del Desarrollo, Producción y Almacenamiento de Armas Bacteriológicas (biológicas) y Tóxicas y sobre su Destrucción (CAB)” que no ha completado el proceso de eliminación de armas químicas” (Declaración conjunta Rusia-China).

El mismo hijo del presidente Biden, Hunter Biden, un lobbysta profesional ayudó a conseguir millones de dólares del Pentágono para la preparación de la Guerra biológica imperialista contra Rusia.  El diario británico Daily Mail reportó este 26 de marzo, que un memorándum ejecutivo encontrado en la laptop personal de Biden, con fecha de Abril 2014, decía a Hunter Biden que se estaba tratando de intensificar la influencia del equipo de trabajo con los patógenos biológicos: “how we can potentially leverage our team, networks and concepts to assert Ukraine’s cultural and economic independence from Russia and continued integration into Western society.”

Quod erat demostrandum o, en buen romance: Washington preparaba una nueva operación bio-patológica en Rusia, según el patrón del ataque con Covid-19 contra China, en Wuhan.

Last but not least, con sus demandas de no-fly zones, armas nucleares, integración en la OTAN y su participación proactiva y sustanciosa en la actual guerra de agresión estadunidense contra Rusia en el teatro de operaciones Ucrania, Zelensky  es co-responsable material e intelectual de un posible holocausto nuclear.

7. Zelensky: Cínico Mentiroso de la Guerra Propagandística 

Zelensky ejecuta el mismo papel histórico para el imperialismo fascista del Siglo 21, dirigido por Washington, que ejecutaron Joseph Goebbels y Vidkun Quisling para el imperialismo fascista del Siglo 20, guiado por Adolf Hitler. Con un agravante: para ejecutar su papel de Goebbels-Quisling de la Cuarta Guerra Mundial, el heróstrata nuclear Dr. Strangelove juega con el destino de la humanidad entera al provocar la guerra nuclear. 

Su video-propaganda blitz de desinformación global y comunicación estratégica (stratcom) es diseñado y operado por la CIA, el MI6, el State Department y más de 150 public relations firms, encabezado  por el co-fundador de la empresa de relaciones públicas PR Network, Nicky Regazzoni, y el especialista Francis Ingham estrechamente vinculado al gobierno británico (Dan Cohen, Delphi Initiative).

La estratagema preferida actualmente por el Dr. Strangelove nuclear consiste en apelar a los inmensos egos de los presidentes y sus intereses electorales, cuando a cada uno le dice en sus arengas congresales que está destinado a ser el líder del mundo libre y que debe asumir su responsabilidad de ariete global contra la bestia Rusia. Así sucedió en sus recientes performances, con guiones de tipo soap opera y reality show, ante el Congreso gringo, el parlamento inglés y el parlamento alemán, donde frotó con esa cursilería kitsch los egos de los títeres políticos del gran capítal Joseph Robinette Biden, Boris Johnson, Olaf Scholz y de la clase política burguesa congresal.

8. Las Cuatro Guerras Mundiales del Capital

En perspectiva histórica el conflicto en Ucrania es la Cuarta Guerra Mundial Imperialista de los últimos cien años. Sus causas y responsables están científicamente identificados hoy día por los documentos estratégicos desclasificados de sus principales actores.

La Primera Guerra Mundial fue la de 1914-18. Los responsables de la gran matanza que cobró la vida de 10 millones de personas, fueron los gobiernos capitalistas de Londres, Berlín, París y St. Petersburgo. Todos ellos enfrascados en su despiadada lucha crematística-socialdarwinismo por una nueva “Repartición del Mundo” (Lenin). 

La Segunda Guerra Mundial (1939 a 1945) fue iniciada por el imperialismo Nazi de Hitler que trató de destruir la Unión Soviética y lograr la supremacía global para el capitalismo alemán. Al igual que los Nazis, las otras dos potencias imperialistas participantes tenían su propio proyecto histórico de dominación global. El plan estratégico de Hitler se denominaba “Lebensraum” (espacio vital), que hoy es esencialmente la Unión Europea; el de Washington “The Grand Area” y el de Japón “The Greater East Asia Co-Prosperity Sphere”. Cada una de las tres superpotencias imperialistas invocó la esencia de la Doctrina Monroe (1823) como razón geopolítica y justificación jurídica de sus sendos proyectos expansionistas. En Alemania, el famoso constitucionalista Carl Schmitt elaboró la apología jurídica respectiva para el Führer y sus cohortes. En esta segunda repartición crematística del mundo perecieron 50 millones de seres humanos, la mayoría de ellos en Rusia.

La Tercera Guerra Mundial (1945 a 1991), mal llamada “fría” – que incluye las guerras de Corea y Vietnam, donde murieron millones de personas– fue causada por el imperialismo estadounidense en su perenne intento de reemplazar el sistema bipolar global de Socialismo Siglo 20-Capitalismo con el sistema unipolar de la pax americana, con la intención de liquidar al “bloque sino-soviético”, es decir, a Rusia y China, como “sociedades y competidores viables” (Eisenhower) del futuro sistema global.

La actual Cuarta Guerra Mundial se inició con la caída de la Unión Soviética en 1991 y el intento de Washington de prolongar el dominio global del American Century ad calendas grecas, nuevamente con la sucesiva neutralización del “bloque sino-ruso”, de Rusia y China.

9. Defensa total de Rusia

Ante la guerra de agresión total de Washington y sus títeres europeos, al gobierno ruso no le queda otra opción que la defensa total de Rusia y el triunfo militar contundente. Su guerra defensiva de sobrevivencia requiere la concentración de todas las fuerzas internas de Rusia bajo una organización vertical estricta. En buen romance, exige la dictadura funcional temporal interna de la República romana ejercida por un magistrado que establecía Roma en situaciones críticas de emergencias militares o escenarios amenazantes de carácter excepcional. Si los liberales burgueses actuales no quieren ese tipo de Estado de excepción en Rusia, deben luchar ahora contra la dictadura global del Imperialismo atlántico.

El Estado de excepción, la intensificación de la alianza estratégica con China, la reorganización de toda economía rusia hacia su futuro centro de gravitación (Siberia y China), la separación drástica y un cordon sanitaire riguroso en la comunicación con los agresores occidentales, el fortalecimiento de las relaciones exteriores con India, Vietnam, Corea del Norte, los países de América Latina, la sustitución de importaciones tan eficaz y rápida como en la primera agresión gringa de la revolución de color de 2014; la reorientación de los flujos de comercio y capital, cadenas de suministro y valores, el reemplazo del dólar por monedas nacionales, particularmente el yuan/rublo y las CBDC (Central Bank Digital Currencies), y la desconfianza total y desacoplamiento (decoupling) del supuestamente rules based system del capitalismo burgués global, todas estas son vectores de la situación de crisis que Rusia y el mundo vivirán por muchos años.

Pero, cuando termine la crisis –si es que homo sapiens la sobreviva— habrá nacido el Nuevo Orden Mundial multipolar, que el anacrónico capitalismo crematístico actual trata de suprimir como Don Quijote a los molinos de viento en la aurora histórica del orden mundial burgués.

10. Sin Armas nucleares, no hay Soberanía

La soberanía de las naciones tiene hoy día un precio más alto que nunca en la historia. Este precio es doble: la posesión de armas nucleares y la voluntad de utilizarlas en caso de una amenaza existencial para la nación agredida. Sin lugar a dudas, esta es la situación actual de Rusia, como afirmó Biden en su regime change discurso del 26 de marzo en Varsovia refiriéndose al presidente Putin: «For God’s sake, this man cannot remain in power” – “Por el amor a Dios, este hombre no puede seguir en el poder.”

Habiendo fallado el intento de Washington-Unión Europea de lograr el aislamiento y colapso económico total de Rusia, el futuro de las partes beligerantes se decide en el campo de batalla militar. Y la decisión en ese teatro de operaciones es nuclear.

 11. Imperialismo: Principal Peligro Nuclear para la Humanidad

Todas las fuerzas armadas nucleares del mundo están actualmente en alerta de combate, siendo las más importantes las de Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña, Francia, Israel, Pakistán e India. El actor más peligroso de estas fuerzas es, por supuesto, Washington. Con 100,000 tropas desplegadas en Europa, dotado con más de 5,000 armas nucleares y la inquebrantable voluntad imperialista de destruir a los “rivales” Rusia y China, el capitalismo gringo tiene fuerzas materiales, ideológicas, la voluntad criminal y el record criminal para aniquilar a la humanidad por sus intereses imperialistas.

Es el único Estado en la historia, que ha empleado esas Armas de Destrucción Masiva (AMD). Con el agravante, que las usó contra la población civil de Hiroshima y Nagasaki en 1945. Durante la guerra fría Washington planeó, bajo Eisenhower, aniquilar al 71% de la población urbana rusa y al 53% de la población urbana de China mediante un ataque nuclear sorpresivo (preemptive strike, SIOP). Exactamente, lo que Bolton volvió a sugerir ahora públicamente y que está implícito en el discurso de Panetta. En alrededor de 30 ocasiones durante la guerra fría Washington amenazó a otros estados con el uso de un ataque nuclear, lo que es una plena violación del derecho internacional y de la Carta de las Naciones Unidas.

12. Hitler y Biden: Der Totale Krieg

Sergey Lavrov, brillante analista geopolítico y ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, ha comentado acertadamente que Occidente implementa una “guerra híbrida total” contra Rusia, con el fin de “exterminar”  su economía – a “total, hybrid war” to “exterminate” its economy. Ésta, de hecho, es la esencia de la brutal guerra de agresión del imperialismo atlántico contra Rusia, que el liderazgo político-militar ruso ha descifrado correctamente, como la lógica operativa del capitalismo imperialista avanzado del Siglo 21.

En Ucrania se trata de un juego de suma cero, donde la acumulación de beneficios del ganador iguala la suma cero de pérdidas del vencido. No hay “tercera vía” en esta guerra. Para acabar con el cáncer expansionista de Washington, Rusia necesita una victoria militar contundente en Ucrania. Esto significa la destrucción de las estructuras de poder neonazis, militares e imperialistas, que han convertido al país en un Estado fallido y una forward operating base del imperialismo occidental. Ésta es la precondición para una nueva arquitectura mundial de seguridad en Eurasia y el mundo. Sólo con la derrota contundente del Imperialismo Atlántico puede nacer el nuevo sistema mundial multipolar.

Esto es lo que está en juego en la guerra de Ucrania. El destino de la especie. Ni más, ni menos.

DOSSIER GEOPOLITICO: Los artículos e ideas aquí plasmados, son responsabilidad del autor y no corresponden necesariamente con el criterio editorial del Tanuqe de Ideas Dossier Geopolitico

Entrevistado por Gabriel Wainstein y Dani Symcha para el programa Hilando Fino de la Radio de la Universidad Nacional Arturo Jauretche hablamos de los cambios geopoliticos mundiales y sus consecuencias actuales como ejemplo la Guerra en Europa del Este

Entrevistamos al Lic. Carlos Pereyra Mele, politólogo, especialista en geopolítica, director de la plataforma virtual Dossier Geopolítico.
El especialista recorrió la evolución de la geopolítica mundial desde los inicios del siglo XXI, para comprender los antecedentes del actual conflicto bélico que involucra a Rusia, Ucrania y los países de la OTAN.

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“Hay dos modelos en confrontación”, detalló, “esto arrancó a principios del siglo XXI, ya que entre 1991 y 2004, la hegemonía norteamericana fue absoluta.”

Pereyra Mele recordó que los Estados Unidos utilizaron una metodología diseñada por el Pentágono para derribar gobiernos que no le eran afines. “Aplicaron reglas que están perfectamente determinadas, porque existen libros y manuales que las detallan y que se aplicaron en las denominadas «Revoluciones de Colores» mediante las cuales derribaron todos los gobiernos pos-soviéticos en los lugares en los que surgieron nuevas repúblicas y en las denominadas «Primaveras Árabes»”.

“La crisis financiera del 2008 fue un llamado de atención al cual no se le prestó atención y de ella salieron beneficiados los países que integran los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).

También se refirió al conflicto bélico en Siria: Occidente reconoció su apoyo a los llamados “rebeldes moderados”, que luego dieron origen a ISIS y recibió un gigantesco golpe ya que las fuerzas aéreas rusas, el pueblo sirio y tropas especiales de comandos iraníes redujeron el territorio gobernado por los fundamentalistas del 85% al 5% del país.

Un último escalón se dio con la huida de los EE.UU. y la OTAN de Afganistán.

Este panorama se enfrenta con el tándem euroasiático. Asia se consolida como un poder económico y tecnológico que compite con los occidentales. Rusia aumentó fuertemente la relación con China y este país lidera el mayor tratado de libre comercio del mundo, el RECEP, que une a 17 países asiáticos y representa el 30% del comercio mundial.

Pereyra Mele considera que los países europeos permanecen bajo la dominación norteamericana por varios factores: la dependencia económica, a partir del Plan Marshall; la dominación militar a través la OTAN; y la cultural, de una manera similar a la que se aplicó en Latinoamérica. “Todas las élites occidentales fueron formateadas de acuerdo al régimen norteamericano”, explicó.

El especialista también analizó cómo afecta el conflicto ucraniano al desarrollo de la Nueva Ruta de la Seda que propone China y consideró que el fin del conflicto bélico se dé a través de un desguace de Ucrania. Considera que va a haber una Ucrania rusofilia y otra occidental y puede que pierdan regiones en manos de Polonia, Hungría, Bielorrusia y Moldavia, destacó

Cuando se cumple un mes de la campaña rusa para desmilitarizar y desnazificar Ucrania, el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, nos dice en su columna del Club de La Pluma, que la noticia trascendental es que se confirman los cambios adelantados desde hace años en este espacio, sobre el detrimento del “Hegemón Norteamericano” a favor de las “Potencias Revisionistas, y que un misil ha impactado en el dólar, lo que pone en peligro al sistema financiero occidental.

También, que el fallo del Atlantismo se basa en gran parte, en que solo controla una parte minoritaria del mundo, denominada “Comunidad Internacional”. O sea, a 43 de los 197 estados existentes. Y reafirma que las sanciones a Rusia están castigando fuertemente a Europa. Todo por seguir las directivas de los EEUU, obedeciendo a rajatabla como un subordinado. Cuando  se comprueba que las sanciones tienen un efecto boomerang porque fortalece a los estados sometidos (como en Venezuela). Y nos desgrana los daños que sufre Occidente en todos sus estamentos productivos y tecnológicos, con graves consecuencias económicas. Mientras repasa la “visita a la carrera” de Biden para reunirse con el G7, con la OTAN y tratar en vano de montar un cerco de verdad sobre todo lo que exporta Rusia.

Luego habla de la reciente cumbre europea para detener la subida de los precios de la energía, que sólo logró poner “paños fríos” con medidas ambiguas y algún subsidio, que no tocarán el pingüe negocio del monopolio energético y nos explica el tipo de subasta de precios creado para favorecer a estos grupos. Lo que profundiza la crisis interna de la Unión Europea y el evidente malestar social. Además, aborda el abandono español del Sahara Occidental, a manos de Marruecos, lo que vulnera la legalidad internacional, agravia a Argelia y empuja a que su gas termine en Italia.

Y sobre “el misil contra el dólar”, analiza las consecuencias de la decisión de Putin de exigir el pago en rublos -y en bancos rusos- de sus exportaciones energéticas, lo que se suma al anuncio de Arabia Saudita de que venderá el 25% de su  petróleo a China a cambio de yuanes, como los intercambios comerciales que ya se hacen en monedas locales entre Rusia, la India e Irán. Toda una tendencia financiera global, que afecta seriamente a la moneda norteamericana.

Además, nuestro director aborda la evidencia de estos cambios, con las  recientes palabras de Larry Fink, el responsable de Blackrock, el mayor grupo inversor mundial con una cartera de más de 10 billones de dólares, que aseguró que “… la globalización que conocimos en los últimos 30 años, ha llegado su fin.” Una realidad que gran parte de la dirigencia occidental no alcanza a comprender por qué dejaron de ser élites para transformarse en empleados del sistema. Como cuando no supieron ver las razones de Donald Trump cuando intentó centralizar su Estado Nación y aceptar que el mundo iba hacia un orden continental. O cómo cuándo erróneamente Biden, siguiendo al tándem Obama / Clinton, volvió a la actual política expansionista, que EEUU no tiene capacidad para realizarla y que arrastra a sus socios a una catástrofe evidente.

Finalmente, Pereyra Mele plantea incógnitas sobre las nuevas herramientas y las tendencias económicas y financieras que traerá esta multipolaridad. Mientras alerta de que los poderes mundiales afectados por el detrimento del actual sistema, cada vez podrán oponerse menos al nuevo orden.

Y que solo los muy obtusos no pueden ver estos cambios.

Eduardo Bonugli (Madrid 27/03/22)