Javier Benitez entrevista a Carlos Pereyra Mele,

Hungría afirma que vetará el paquete de 18.000 millones de euros para financiar al régimen de Ucrania, mientras Serbia, que es constantemente chantajeada para permitirle su entrada al bloque comunitario, sentencia que sólo sancionará a Rusia ‘bajo la espada de Damocles’. A Europa sólo se le suman problemas.

Donde las dan, las toman

Serbia, un país que espera hace muchos años ser admitido como país miembro de la Unión Europea, ha tenido que tragar con muchas cosas, incluida la cuestión de Kósovo. Y ahora tiene que soportar el chantaje para que sancione a Rusia. Incluso recientemente recibió ultimátum desde Berlín: debe elegir entre la Unión Europea y Rusia. El presidente serbio, Aleksandar Vucic, afirmó que sólo apoyará las sanciones «bajo una espada de Damocles».

En tanto, palabras más, palabras menos, en una cumbre de los líderes de la Organización de Estados Turcos [OTG] en Samarcanda, el primer ministro de Hungría, Víktor Orbán dijo que las sanciones contra Rusia «tienen la intención de debilitarla y forzarla a la paz, pero está sucediendo exactamente lo contrario». Añadió que están perjudicando mucho más a la economía europea, que a la economía rusa.

Pero del país magiar salió otro caramelo envenenado contra la Bruselas. «Hungría está lista para apoyar a Ucrania, pero no deseamos contribuir a ningún nuevo préstamo que efectúe la UE», disparó en un comunicado el ministro de Finanzas húngaro, Mihaly Varga.

Y es que la venganza se sirve en plato frío. Hay que recordar que Bruselas recurrió al mecanismo de condicionalidad de los fondos para congelar 7.500 millones de euros en fondos regionales a Hungría, si no pone ejecuta medidas para mejorar el marco regulatorio contra la corrupción y otros asuntos. Y hay más: están en el aire los 14.900 millones de euros en préstamos blandos del Plan de Recuperación y Resiliencia húngaro.

Así, las autoridades húngaras vuelven a hacer manifestaciones que vienen realizando desde hace tiempo. Como si hubiera necesidad de reiterarlas porque pareciera que no llegaran a ciertos ámbitos. «Estas verdades de Perogrullo [del premier húngaro] no llegan, fundamentalmente porque hay una elite dirigencial de una Europa en franco proceso de disolución y de reducirse en sí misma, y que ha llevado a que haya tomado todas estas medidas que en la práctica han resultado ser un boomerang salvaje sobre sus propios países y sus propias economías», sentencia el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele.

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