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En medio del espanto mundial por el genocidio judeo sionista del pueblo palestino en Gaza y Cisjordania y del indiscriminado bombardeo al Líbano, en paralelo al macabro propósito de limpieza étnica, que señala a Israel como uno de los más criminales estados terroristas de la historia de la humanidad y a pocas horas del brutal asesinato del líder de Hizbulá (adaptación fonética al español del árabe حزب الله, ḥizbu-‘llāh, «Partido de Dios», Hasán Nasralá, el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, en su columna del Club de La Pluma, advierte que estamos en EL AÑO EN QUE VIVIMOS PELIGROSAMENTE y al borde del precipicio nuclear, debido a la caótica fiebre belicista de la mediocre dirigencia de EEUU, claramente de segundo orden y en total confusionismo, sin conducción estratégica, con sus súbditos europeos pusilánimes y suicidas y con vasallos descontrolados y peligrosos como Netanyahu y Zelensky.

Y mientras nos alerta que estamos en una crisis mucho más grave que la de los misiles de los 60s entre EEUU y la exURSS, explica que este atentado terrorista es parte de la política de exterminio de Israel contra los dirigentes de Irán y que translucen -entre otras importantes razones- el resentimiento judío contra líderes que derrotaron al Isis y Al Qaeda en Irak y en Siria, como el General irani Qasem Soleimani. Unas organizaciones que “casualmente” jamás atentaron contra el estado hebreo y muy señaladas por contar con él más que supuesto apoyo logístico y militar de la CIA y la OTAN.

También aborda el hipócrita discurso de Netanyahu en la ONU, en plena matanza de civiles por parte de los suyos, y de cómo dejó al desnudo el histórico plan del «GRAN ISRAEL» de principios del siglo XX, que consiste en anexionar por la fuerza a extensos territorios de sus países vecinos, lo que deja claro el verdadero objetivo sionista de estas terribles agresiones, que nada tienen que ver con su hiper declamado “derecho a la defensa”.

Además, aborda la irresponsable decisión del Parlamento Europeo de reclamar que se autorice a Ucrania a utilizar misiles occidentales de largo alcance contra territorio ruso, en tanto que circulan amenazas de voceros anglosajones sobre posibles ataques de sus misiles al complejo nuclear ruso de Kursk, luego del fracaso de la ofensiva sorpresa de Zelensky y a pesar de que el Presidente Putin ya avisó que una acción de ese tipo sería tomado como una declaración de guerra de parte de la OTAN.

Mientras que nos informa que Washington ha solicitado a técnicos expertos independientes, un informe sobre el impacto de estos posibles ataques nucleares sobre el complejo alimentario global, siendo Ucrania y Rusia dos de los mayores proveedores de cereales al sistema alimentario mundial, lo que termina por demostrar que realmente estamos en  EN EL AÑO EN QUE VIVIMOS PELIGROSAMENTE.

Eduardo Bonugli (Madrid, (29/09/24)


Javier Benítez entrevista al Director de Dossier Geopolitico Carlos Pereyra Mele

El presidente de Rusia, Vladímir Putin, declaró que históricamente los principales instrumentos de la infraestructura de apoyo al mercado mundial de la energía se han concentrado en manos de Occidente. Cuestiones como la logística, el sistema de pago y otros instrumentos que conforman la plataforma de la energía mundial.

El diagnóstico

En el marco del VII Foro Internacional Semana Rusa de la Energía, Putin destacó que llegaron más de 4.000 participantes de más de 50 países para discutir asuntos importantes de la agenda energética. Enfatizó que el foro ofrece una gran oportunidad para entablar nuevos contactos, alcanzar acuerdos de cooperación y para el intercambio de opiniones sobre el complejo energético.

Asimismo, afirmó que la industria energética moderna es una esfera clave sobre la que se fundamenta el desarrollo mundial, algo que ignoran quienes usan la herramienta de la imposición de sanciones ilegales. Añadió que históricamente los principales instrumentos de la infraestructura de apoyo al mercado mundial de la energía se han concentrado en manos de Occidente. Cuestiones como la logística, el sistema de pago y otros instrumentos que conforman la plataforma de la energía mundial.

AUDIO:

En este sentido, declaró que las élites occidentales se creyeron capaces de cortar el acceso a este sistema a los países que eran políticamente indeseables, expulsándolos del mercado. Enfatizó que estas medidas se utilizan principalmente como «instrumentos de competencia injusta».

«El motivo es obvio: Occidente no quiere competencia, porque no puede hacerle frente. A menudo pierde en una lucha justa y recurre a la discriminación, presentándola bajo el pretexto de una supuesta solidaridad euroatlántica, la lucha por los derechos humanos, etcétera. Hay muchos pretextos», sentenció el mandatario ruso.

Según el director de Dossier Geopolítico, el doctor Carlos Pereyra Mele, esta sentencia de Putin está fundamentada en los países de carácter industrial desarrollado. «Fue ese bloque geopolítico atlantista encabezado por EEUU, único país de ese grupo que podía tener capacidad de autonomía energética, pues todos los demás son energéticamente dependientes de otras fuentes de provisión, a las que [EEUU] tenía totalmente controladas, reguladas y también con mano militar, impedidas para que pudieran desarrollar políticas de tipo independiente. Esa situación es la que hoy en día ha dejado de existir», subraya el experto.

«Esto nos demuestra que los que en su momento tenían un rol únicamente de ser proveedores baratos de grandes capacidades energéticas, hoy en día se sientan en una mesa a negociar con otras potencialidades y poniendo las condiciones: el precio, la cantidad, y quién las va a exportar. Este es un tema muy importante, porque ellos [EEUU] no solamente se aseguraban que los Gobiernos de esos países les fueran afines, sino que, a su vez, en el territorio de esos países productores estuvieran sus empresas, petroleras o gasíferas. Y, a su vez, el transporte de esos productos se hiciera también en buques de su bandera. Hoy en día todo eso se ha roto», concluye Pereyra Mele.

FUENTE SPUTNIK INTERNACIONAL: https://noticiaslatam.lat/20240929/putin-contundente-occidente-no-quiere-competencia-porque-no-puede-hacerle-frente-1157866734.html

Por Stefano Salvini

La desindustrialización no es una palabra nueva en las políticas económicas, se utilizó para describir la transición en la economía mundial, provocada por las crisis de los años 70 y 80, a menudo vinculada a los nombres de Ronald Raegan y Margaret Thatcher, cuyas legislaciones también estuvieron detrás del cambio de la sociedad industrial al postindustrialismo con un mayor uso de la información y las nuevas tecnologías, provocando la deslocalización de la fabricación a países menos desarrollados. Pero, ¿por qué hoy en día, durante los últimos tres años, vemos y oímos muchos más mensajes y artículos sobre el tema de la desindustrialización en Europa?

Durante las últimas décadas, la producción industrial en Europa fue una parte importante de su economía y todavía sigue siendo así. Alrededor de una sexta parte del valor añadido bruto (VAB) de la UE se generó en el sector manufacturero en 2021. Pero la parte del VAB industrial en las grandes naciones industrializadas de Europa se ha reducido desde entonces, el declive es más evidente en comparación con principios de siglo, Francia ha perdido algo así como el 6% de la parte industrial en su VAB, también es el caso de Italia, y Alemania, que alcanzó su punto máximo de producción industrial en 2017 y desde entonces se enfrenta a un declive constante, que se ha acelerado a partir de 2022.

Entonces, ¿por qué el descenso generalizado de la producción industrial europea es una realidad que alerta a muchos expertos y políticos? Hay una serie de factores que frenan la producción europea y la hacen difícil competir con otros destinos para las inversiones, principalmente China y Estados Unidos.

El conflicto entre Rusia y Ucrania, que dura desde febrero de 2022, ha tenido un impacto significativo en los precios europeos de la energía y en las cadenas de suministro, lo que ha provocado un aumento de los costes de los insumos para la industria europea y una menor demanda por parte de los consumidores europeos. En 2021 Rusia era el principal exportador de petróleo, gasolina y gas a Europa, suministrando el 21% de las importaciones europeas de petróleo y gasolina y el 23% de las de gas natural. Desde entonces, se ha producido un importante descenso en el suministro de gas, debido principalmente a la voladura de los gasoductos «Nordstream» y a las sanciones de EE.UU. y la UE contra Rusia, que han provocado una aguda crisis energética. La actual crisis del gas y la energía está golpeando con especial dureza a la industria, dado que este sector de la economía, junto con el transporte, se encuentra entre los mayores consumidores de energía. Las industrias química y metalúrgica son las más perjudicadas por esta crisis debido a su alto grado de consumo energético. Europa intenta adaptarse al uso de GNL procedente de EE.UU., que es más caro que el gas ruso y más difícil de suministrar, lo que aumenta aún más los costes. Además, las restricciones europeas «verdes», a menudo populistas, obligan a los fabricantes a gastar más dinero en la implantación de nuevas tecnologías respetuosas con el medio ambiente.

Otro factor que obstaculiza el crecimiento de la producción europea son los costes laborales, tradicionalmente más elevados que en China, donde a pesar del aumento constante del nivel educativo en los últimos años, el coste medio de la mano de obra sigue siendo significativamente más bajo que en Occidente. En otros países asiáticos, como India, Vietnam o Tailandia, el coste de la mano de obra es incluso más bajo que en China. En Estados Unidos, por el contrario, los costes laborales son ligeramente superiores a la media de la Unión Europea, pero siguen siendo inferiores a los de Alemania o Francia, y más o menos los mismos que en Italia. Esto se debe principalmente a que, además de países con costes laborales elevados, como Alemania y Francia, hay países de la UE con salarios más bajos, como España o los Estados de Europa del Este. Las restricciones «verdes», a menudo populistas, obligan a los fabricantes a gastar más dinero en la implantación de nuevas tecnologías respetuosas con el medio ambiente.

La interrupción de las cadenas de suministro habituales debido a la situación en el Mar Rojo, donde los houthis yemeníes atacan a los barcos extranjeros, es uno de los últimos factores que ha tenido un impacto negativo en el sector manufacturero europeo. Como consecuencia del desvío de los barcos, el plazo de entrega entre Asia y la UE aumentó entre 10 y 15 días, y los costes se incrementaron alrededor de un 400%.

Todos estos factores dificultan a los estados europeos competir con China, EEUU y los estados del sudeste asiático en atractivo para la producción industrial. Además, el nivel de tensión entre la UE y EE.UU. se elevó después de que Joe Biden firmara la Ley de Reducción de la Inflación en agosto de 2022, que tiene como objetivo la transición de la industria estadounidense sobre raíles «verdes» y proporciona algunos privilegios a las empresas con sede en EE.UU., lo que hace que trasladarse a EE.UU. sea aún más atractivo para los fabricantes. Además, la situación en el mercado europeo también se deteriora porque los fabricantes europeos se ven obligados a competir con productos chinos y estadounidenses más baratos.

Entonces, ¿qué signos reales de desindustrialización europea podemos observar ahora? En algunos casos, hay una reducción de los planes de expansión y de las inversiones. Otros signos de desindustrialización son más evidentes, como la deslocalización de líneas de producción y la reducción de personal. Por ejemplo, el gigante químico alemán BASF anunció el cierre de una de las dos plantas de producción de amoniaco de Alemania, y también decidió poner fin a las plantas de producción de fertilizantes. Estas medidas supusieron la reducción de 2.500 puestos de trabajo. En febrero, BASF anunció medidas adicionales de ahorro de costes. El fabricante suizo de paneles solares Meyer Burger Technology AG anunció en febrero el cese de la producción de módulos solares en Friburgo (Alemania). La empresa decidió centrarse en aumentar la capacidad de producción en Estados Unidos, alegando el deterioro de las condiciones del mercado en Europa. El grupo alemán BMW anunció en 2022 que planea invertir 1.700 millones de dólares en la producción de vehículos eléctricos y baterías en Estados Unidos. Volkswagen también ha decidido aprovechar los incentivos para los fabricantes de coches eléctricos en América y construir una planta de 2.000 millones de dólares en Carolina del Sur para producir todoterrenos eléctricos. BMW Group también amplió su presencia en China en 2022 al iniciar la producción de vehículos eléctricos en la nueva planta de Lydia en Shenyang, provincia de Liaoning, en el noreste del país. Este proyecto, valorado en 15.000 millones de yuanes (2.100 millones de dólares), se ha convertido en la inversión más importante de BMW en el mercado chino.

Para concluir, puede decirse que la industria europea se encuentra hoy en día en una posición muy difícil con la actual crisis energética y la creciente competencia de EE.UU. y China. Una mayor desindustrialización pondrá en peligro la prosperidad europea y los puestos de trabajo de 32 millones de personas, junto a muchas otras que trabajan en diferentes áreas relacionadas con la industria. No obstante, Europa mantiene muchas ventajas como emplazamiento industrial, como la alta calidad de la mano de obra, la elevada densidad de empresas y las cortas distancias resultantes entre las empresas y sus proveedores. Además, Europa sigue siendo un mercado de ventas importante y próspero en muchos ámbitos. Así pues, la cuestión es si los políticos europeos serán capaces de cambiar su estrategia y centrarse en salvar su propia producción, sin volver la vista hacia Estados Unidos, que se beneficia de la difícil situación de su aliado.

Fuente Oriental Review

Por Mohamad Hasan Sweidan

Mientras el Eje de Resistencia de Asia Occidental trata de debilitar el ejército, la economía y la seguridad de Israel, un puñado de Estados árabes y Turquía se esfuerzan en secreto por reforzar a Israel y abastecer su guerra contra Gaza. Este es el nuevo «Eje de la Normalización» de la región.

Yemen es uno de los pocos Estados árabes que trabajan para ejercer presión económica sobre el Estado de ocupación bloqueando el tránsito de mercancías israelíes por el Mar Rojo y otras vías fluviales de la región.

Sin embargo, mientras Yemen avanza en sus bloqueos marítimos, otros Estados árabes siguen proporcionando un salvavidas a la economía israelí impulsada por la guerra. Los datos de este año muestran que los países que se han normalizado con Tel Aviv, como EAU, Bahréin, Jordania, Egipto y Marruecos, están ayudando a Israel a superar el bloqueo, proporcionando rutas comerciales críticas que sortean los esfuerzos yemeníes.

Mientras tanto, Turquía, cuyo presidente ha intensificado su retórica antiisraelí en público, ha adoptado un enfoque más engañoso, desviando las mercancías a través de las aduanas palestinas -y de Grecia- para ocultar el alcance de su comercio directo con Israel.

Relaciones comerciales árabes con Israel

The Cradle ha informado anteriormente sobre las relaciones comerciales entre los países árabes e Israel y cómo son cómplices de la financiación del genocidio. A pesar de las expectativas de que estos Estados romperían lazos tras la guerra de exterminio de Israel en Gaza, la realidad cuenta una historia diferente.

Mientras que Yemen, bajo el gobierno de Sanaa alineado con Ansarallah, ha impuesto un bloqueo naval a los puertos israelíes, muchos gobiernos árabes no han tomado medidas similares. En su lugar, estos países participan en un doble juego, condenando públicamente a Israel mientras mantienen discretamente lazos económicos, de forma muy similar a Colombia, que cortó formalmente los lazos con Tel Aviv pero continuó cooperando discretamente entre bastidores.

Las cifras comerciales de 2024 revelan un cambio significativo, especialmente en las relaciones entre Bahréin e Israel. Las importaciones israelíes procedentes de Bahréin aumentaron un asombroso 1161,8% entre enero y julio de 2024 en comparación con el mismo periodo de 2023, a pesar de que el parlamento de Bahréin emitió declaraciones condenando a Israel. En público, los dos Estados jugaron un partido muy diferente: El embajador de Israel abandonó Bahréin, y Manama retiró a su enviado a Tel Aviv y suspendió las relaciones económicas.

Estas acciones fueron en gran medida simbólicas, destinadas a apaciguar a un público bahreiní que se opone mayoritariamente a la normalización con Israel, en lugar de reflejar verdaderos cambios políticos.

EAU y Egipto: Pilares de apoyo económico

Los EAU, un actor clave en los Acuerdos de Abraham de 2020 con la mediación de Estados Unidos, vieron aumentar sus importaciones israelíes en un 14,2% en 2024. Como punta de lanza de la región para la normalización con Tel Aviv, Abu Dhabi sigue desempeñando un papel estratégico en los planes estadounidense-israelíes para Gaza en la posguerra.

Las «reuniones secretas»celebradas en julio entre funcionarios de Israel, Estados Unidos y los Emiratos Árabes Unidos, destinadas a sofocar cualquier resistencia dentro de Gaza, ponen de relieve el papel fundamental de Abu Dhabi en el apoyo a los futuros proyectos políticos de Israel.

Es importante señalar que el aumento de las importaciones procedentes de Bahréin y los EAU se debe principalmente a la creciente dependencia de Israel de sus puertos para transportar mercancías desde Asia Occidental por tierra, a través de Arabia Saudí y Jordania, como medio de eludir los ataques yemeníes en el Mar Rojo. Estas partes niegan la existencia de esta ruta terrestre que The Cradley otros medios de comunicación llevan tiempo exponiendo.

Informes anteriores indican que la adopción de este corredor terrestre ha permitido a Israel aumentar las exportaciones de bienes de consumo, que antes resultaban costosos de transportar por aire o por mar.

Del mismo modo, Egipto, el primer Estado árabe que normalizó sus relaciones con Tel Aviv en los Acuerdos de Camp David de 1978, se ha vuelto cada vez más crítico para el comercio israelí, con un aumento de las importaciones del 16% y de las exportaciones de casi el 130%. Seis puertos egipcios del Mediterráneo se han convertido en centros de tránsito clave para las mercancías que entran y salen de Israel: Port Said, Al-Arish, Abu Qir, Alejandría, Dekheila y Damietta.

Los informes de agosto, basados en el seguimiento de 19 buques durante los tres meses anteriores utilizando datos marítimos de fuentes abiertas, revelaron que estos buques se dedicaban exclusivamente a viajes de ida y vuelta entre puertos israelíes y egipcios.

En particular, seis buques se han dedicado al transporte continuo de cemento entre estos puertos, en apoyo de proyectos de construcción. Esta actividad ha contribuido al notable aumento de las importaciones israelíes de productos de inversión.

Los puertos egipcios sirven de centros vitales para el comercio israelí debido a su proximidad, sobre todo al puerto de Ashdod, a sólo 29 kilómetros de Gaza, y al estratégico puerto de Haifa. Esta ventaja geográfica abarata los costes de transporte, reduciendo así los precios de las mercancías transportadas por mar.

Además, las exportaciones israelíes a Marruecos han seguido creciendo, sin verse afectadas por la guerra de Gaza. El comercio entre ambos países ha aumentado un 81,42% en 2024 en comparación con el año anterior, continuando un patrón que comenzó antes del conflicto.

Tácticas comerciales engañosas de Turquía

El caso de Turquía es más complejo. Tras interrumpir el comercio directo con Israel en mayo, las exportaciones turcas a Israel cayeron en picado. Sin embargo, Ankara ha encontrado formas de eludir su embargo canalizando las mercancías a través de las aduanas palestinas, dando la apariencia de que se han roto los lazos mientras el comercio continúa entre bastidores.

La Asociación de Exportadores Turcos informó de un aumento del 423% en las exportaciones a los territorios palestinos ocupados en los primeros ocho meses de 2024, pasando de 77 millones de dólares en el mismo período del año pasado a 403 millones de dólares este año. En particular, las exportaciones turcas a Palestina aumentaron un 1156% sólo en agosto, pasando de 10 millones de dólares en 2023 a 127 millones en 2024.

Lo más irritante de la afirmación de Ankara de haber aumentado las exportaciones a Palestina es que el gobierno israelí ha dejado de entregar fondos a las autoridades de Cisjordania ocupada: Los palestinos simplemente no tienen los medios financieros para aumentar sus importaciones.

Esto demuestra no sólo la duplicidad de las autoridades turcas, sino también las nuevas traiciones de la Autoridad Palestina (AP) contra su pueblo en Gaza. Además, informes anteriores han sugerido que el comercio entre Ankara y Tel Aviv continúa a través de terceros países como Grecia.

La guerra en Gaza no ha hecho sino ahondar la división económica entre los Estados árabes. Mientras Yemen intenta ejercer presión económica sobre Israel, países como Egipto, los EAU y Bahréin refuerzan las rutas comerciales israelíes y ayudan a apuntalar la economía del Estado de ocupación. La duplicidad de Turquía y la complicidad de la AP también sirven para reforzar los intereses de Israel.

A medida que se desarrolla la historia, es poco probable que se olviden las acciones -o más bien las inacciones- de estos Estados vendidos. Sus papeles de apoyo u oposición a la guerra quedarán grabados en la memoria colectiva del mundo árabe y musulmán, trazando una clara línea divisoria entre quienes defendieron Gaza y quienes respaldaron el genocidio de decenas de miles de civiles en tan sólo 360 kilómetros cuadrados.

La división entre el Eje de Resistencia de Asia Occidental y su Eje de Normalización nunca ha sido tan pronunciada.

Publicado en Geopolitika.ru

Fuente: https://thecradle.co/

Javier Benitez de Radio Sputnik entrevista a Carlos Pereyra Mele de Dossier Geopolitico

Washington quiere ver a Ucrania ganar el conflicto contra Rusia y que ingrese a la OTAN. Lo afirmó recientemente el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken. Si Washington tiene en cuenta que el conflicto ucraniano comenzó por su insistencia en que Kiev ingrese a la Alianza Atlántica, ¿cuál piensa Blinken que será el resultado del conflicto?

¿Hasta que Ucrania desaparezca de mapa?

En su visita a Kiev, y en rueda de prensa con su par británico, David Lammy, Blinken trazó un camino para Ucrania que la puede dirigir hacia su desaparición como país. O al menos, a una gran reducción. «En la cumbre de julio, declaramos que el camino de Ucrania hacia la membresía en la OTAN es irreversible», dijo Blinken, al recordar a sus anfitriones que dicha alianza militar liderada por EEUU ha «establecido un comando dedicado a apoyar» el ingreso de Ucrania.

AUDIO:

Y como EEUU no da puntada sin hilo, Blinken aprovechó para mostrar su genuino objetivo para sacar tajada de la membresía de Kiev en la OTAN, al indicar que el estado de la industria militar de Ucrania, tras multiplicado por seis en el último año, según él, permitirá al país disponer de «una de las industrias de defensa más avanzadas del mundo». «Podrá llevarla al mercado global y quitarle participación de mercado global a otros países como Rusia, y también abastecer a los aliados de la OTAN», agregó, cual mercader de la muerte.

«Lo que el señor Blinken está diciendo, junto con su colega y par inglés, es que para ellos se debe instalar definitivamente un cordón sanitario, pero que además eso conlleve a frenar cualquier posibilidad de que la Federación de Rusia pueda tener contacto con el Occidente, y que además en lo posible, y es el punto de máxima, haya una descomposición en la Federación de Rusia», explica el Dr. Carlos Pereyra Mele, director de Dossier Geopolítico.

«¿Hacia dónde puede derivar esto? Esa es la gran pregunta. El temor que más nos sobrevuela es la capacidad de destrucción de la que han dejado de tener miedo estas dirigencias mediocres occidentales», concluye Pereyra Mele.

El director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, explica en su columna del Club de La Pluma que la guerra nuclear que amenaza a la humanidad se debe a la vigencia de la ”DOCTRINA DEL CAOS ORGANIZADO” lanzada durante el gobierno de Jorge Bush (h) a principios de siglo, según las bases ideológicas de Leo Strauss -entre otros- y puesta en marcha por su Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, junto a la llegada al poder de los NEOCON (neoconservadores extremistas del partido Republicano) que hoy también dominan de forma absoluta la política exterior del Demócrata: Joe Biden. (Ver: Teoría del caos: cambios geopolíticos y sociales, informe de Dossier Geopolitico del 25 Julio de 2019 https://dossiergeopolitico.com/2019/07/25/teoria-del-caos-cambios-geopoliticos-y-sociales/ )

El proyecto estrella de la élite anglosajona, sionista y atlantista, quién junto al complejo militar industrial tecnológico y al aparato académico y de propaganda, conforman el núcleo duro del poder de Estados Unidos, que tenía como objetivo el mantener su hegemónico dominio global mediante conflictos bélicos permanentes e indirectos y con el propósito central de desguazar y destruir a Rusia y cercar geográficamente a China. Lo que ha llevado a ambos bandos a un enfrentamiento existencial del cual el perdedor no podría sobrevivir. Y es en ese concepto donde está el peligro que se cierne sobre el mundo.

AUDIO:

A lo largo del audio desgrana que la Doctrina del Caos Organizado es anterior al 11 de Septiembre del 2001, de que la idea era dividir al mundo para dominarlo, se programaron invadir a naciones árabes 

(Gral. Wesley Clark (USA): «La orden días despues del 11 de septiembre era invadir 7 países árabes en 5 años» https://piensachile.com/2021/08/16/11-de-septiembre-era-invadir-7-paises-arabes-en-5-anos/  ) todas ellas fueron realizadas con relativo exito y algunas  fallidas -además de la huída de Afganistán-, de que el plan incluía también el sometimiento de América Latina y de África además de ampliar conflictos en Medio Oriente y de que hoy les quedan las cartas de Zelensky y Netanyahu, y que nada de lo que pasa en Ucrania o Israel ocurre sin autorización de Washington, mientras que en la primera tienen en frente a una derrota inapelable y que con la segunda están en una huida hacia delante cometiendo un horrendo genocidio.

Y en medio de este desmadre que sufre Occidente, que acompaña a su debacle global, y por la impotencia al haber sufrido una resistencia tan fuerte, organizada y potente, solo les queda seguir con la idea de aquel proyecto de la hegemonía global, por lo que Pereyra Mele aborda y desarrolla la más terrible de las estrategias mortíferas que EEUU está tentado a aplicar, y que es la Guerra Nuclear Táctica -con bombas atómicas de destrucción limitadas- en la creencia de poder mantener su fórmula de continuar agrediendo sin intervención directa y alejado geográficamente -océano mediante- de los centros de conflicto. Toda una disparatada apuesta que ya ha recibido una contundente respuesta de Putin, alertando que cualquier ataque a Rusia será tomado como una declaración de guerra de la OTAN.

Ente tanto, en Europa –usada por Washington como colchón amortiguador y pagadora de daños– reaccionan como aquellos infelices gladiadores romanos condenados a la muerte, que gritaban ciegamente:

 Ave Cesar morituri te salutant

¡AVE CÉSAR”! Los que vamos a morir te saludan”

Eduardo Bonugli (Madrid, (22/09/24)

Los cementerios ucranianos no paran de aumentar en victimas del conflicto foto RTV.es

Por Pepe Escobar

Y Rusia está librando una guerra existencial por la supervivencia de la Madre Patria, algo que ha hecho repetidamente durante siglos.

Esto no es una fiesta,
esto no es una discoteca,
esto no es ninguna tontería,
no hay tiempo para bailar
ni para tonterías,
ahora no tengo tiempo para eso.

Talking Heads, la vida en tiempos de guerra

Primero, actuamos: el presidente Putin, sereno, tranquilo y sereno, advierte que cualquier ataque a Rusia con misiles de largo alcance de la OTAN será un acto de guerra.

Entonces tuvimos la reacción: las ratas de la OTAN volvieron corriendo a la cuneta, a toda prisa. Por ahora.

Todo esto fue una consecuencia directa de la debacle de Kursk. Una apuesta desesperada. Pero la situación en la guerra por delegación en Ucrania era desesperada para la OTAN. Hasta que quedó meridianamente claro que todo era básicamente irrecuperable.

Así que quedan dos opciones.

La rendición incondicional de Ucrania, en las condiciones de Rusia, equivale a la humillación total de la OTAN.

O una escalada a una guerra total (la cursiva es mía) con Rusia.

Las clases dominantes de Estados Unidos –pero no las del Reino Unido– parecen haber captado la esencia del mensaje de Putin: si la OTAN está en guerra con Rusia, “ teniendo en cuenta el cambio en la esencia del conflicto,  tomaremos decisiones apropiadas  en respuesta a las amenazas que se nos plantearán”.

El viceministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Ryabkov, fue más preciso: “La decisión está tomada, se le ha dado carta blanca y todas las indulgencias [a Kiev), así que [Rusia] estamos preparados para todo. Y reaccionaremos de una manera que no será agradable”.

La OTAN en guerra de facto con Rusia

A todos los efectos prácticos, la OTAN ya está en guerra con Rusia: vuelos de reconocimiento ininterrumpidos, ataques de alta precisión a aeródromos en Crimea, obligando a la Flota del Mar Negro a trasladarse fuera de Sebastopol, son sólo algunos ejemplos. Con “permiso” para atacar hasta 500 kilómetros en el interior de Rusia y una lista de varios objetivos ya presentada por Kiev para su “aprobación”, Putin ha dicho claramente lo obvio.

Rusia está librando una guerra existencial por la supervivencia de la Madre Patria, algo que ha hecho repetidamente durante siglos.

La URSS sufrió 27 millones de bajas y salió de la Segunda Guerra Mundial más fuerte que nunca. Esa demostración de fuerza de voluntad, en sí misma, asusta a todo Occidente.

El ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, cuya paciencia taoísta parece estar agotándose, añadió algo de color al panorama general, recurriendo a la literatura inglesa:

“ George Orwell tenía una gran imaginación y una gran capacidad de previsión histórica, pero ni siquiera él podía imaginar cómo sería un Estado totalitario. Describió algunos de sus contornos, pero no logró penetrar en las profundidades del totalitarismo que hoy vemos en el marco del “orden basado en reglas”. No tengo nada que añadir. Los actuales dirigentes de Washington, que reprimen cualquier disenso, lo han “superado”. Esto es totalitarismo en su forma más pura”.

Lavrov concluyó que “están históricamente condenados”, pero no tienen el coraje de provocar una Tercera Guerra Mundial. Los cobardes típicos sólo pueden recurrir a una guerra del terrorismo.

A continuación se presentan algunos ejemplos. El SVR (servicio de inteligencia exterior ruso) descubrió un complot en Kiev para lanzar un ataque con misiles rusos contra un hospital o un jardín de infancia en territorio controlado por Kiev.

Los objetivos incluyen elevar la moral (derrumbada) de las Fuerzas Armadas de Ucrania; justificar la eliminación completa de cualquier restricción a los ataques con misiles en áreas profundas dentro de la Federación Rusa; y atraer el apoyo del Sur Global, que mayoritariamente entiende lo que Rusia está haciendo en Ucrania.

Paralelamente, si esta gigantesca operación de falsa bandera funciona, el Hegemón la utilizaría para “aumentar la presión” (¿Cómo? ¿Gritando a todo pulmón?) sobre Irán y la RPDC, cuyos misiles probablemente serían los perpetradores de la carnicería.

Por más que esto parezca descabellado desde el punto de vista de la máxima estupidez, si se tiene en cuenta la demencia profunda que se extiende desde Washington y Londres hasta Kiev, sigue siendo posible, ya que la OTAN conserva de facto la iniciativa estratégica en esta guerra. Rusia, por su parte, permanece pasiva. Es la OTAN la que elige el método, el lugar y el momento de sus ataques clave.

Otro ejemplo clásico de Guerra contra el Terror es el grupo yihadista y escisión de Al Qaeda, Hayat Tahrir al-Sham en Siria, que recibió 75 drones de Kiev a cambio de la promesa de enviar un grupo de combatientes experimentados del espacio postsoviético al Donbass.

No hay nada nuevo en el frente terrorista aquí: el jefe del espionaje ucraniano Kirill Budanov, considerado en Occidente como una especie de James Bond ucraniano, siempre está en estrecho contacto con los yihadistas en Idlib, como informó el periódico sirio Al-Watan.

Preparándose para el remix de Operación Barbarroja

Paralelamente, tuvimos al subsecretario de Estado norteamericano, Kurt Campbell –el rusófobo/sinófobo que inventó el “pivote hacia China” durante el primer gobierno de Obama– informando a altos burócratas de la UE y la OTAN sobre la cooperación militar del nuevo eje del mal acuñado por el Imperio: Rusia-China-Irán.

Campbell se centró principalmente en que Moscú ayudara a Pekín con conocimientos avanzados sobre submarinos, misiles y sistemas furtivos, a cambio de suministros chinos.

Es obvio que la combinación detrás del zombi que ni siquiera puede imaginar cómo lamer un helado no es consciente de la colaboración militar interconectada de las asociaciones estratégicas entre Rusia, China e Irán.

Ciego como mil murciélagos, el combo interpreta el hecho de que Rusia comparta con China su hasta ahora fuertemente guardado conocimiento militar como “una señal de creciente imprudencia”.

La verdadera y preocupante historia detrás de esta mezcla de ignorancia y pánico es que nada proviene del zombi que ni siquiera sabe lamer un helado. Es el “combinación Biden” el que, de hecho, está trabajando arduamente para preestablecer la trayectoria de la guerra por poderes en Ucrania más allá de enero de 2025, sin importar quién sea elegido para la Casa Blanca.

La guerra contra el terrorismo debería ser el paradigma general, mientras continúan los preparativos para la verdadera guerra contra Rusia, con el horizonte puesto en 2030, según las propias deliberaciones internas de la OTAN. Es entonces cuando creen que estarán en su punto máximo de potencia para impulsar una versión remezclada de la Operación Barbarroja de 1941.

Estos payasos son incapaces de comprender por naturaleza que Putin no se anda con farol. Si no queda otra opción, Rusia recurrirá a la energía nuclear (la cursiva es mía). Tal como están las cosas, Putin y el Consejo de Seguridad (a pesar de la retórica incendiaria de Medvedev) están inmersos en la difícil tarea de absorber golpe tras golpe para evitar el Armagedón.

Eso requiere una paciencia taoísta ilimitada (compartida por Putin, Lavrov y Patrushev), sumada al hecho de que Putin juega al go japonés mucho más que al ajedrez y es un estratega formidable.

Putin lee el demente manual de NATOstan como si fuera un libro de cuentos para niños (de hecho, lo es). En el momento decisivo de máximo beneficio para Rusia en todos los ámbitos, Putin ordenará, por ejemplo, la necesaria decapitación de la serpiente de Kiev.

El intenso y continuo debate sobre el uso de armas nucleares por parte de Rusia depende esencialmente de cómo considerará el Kremlin un ataque con misiles de la OTAN como una amenaza existencial.

Los neoconservadores y los sionistas, así como los vasallos de la OTAN, pueden desear una guerra nuclear –teóricamente– porque, en efecto, eso generaría una despoblación masiva. No hay que olvidar nunca que la pandilla del Foro Económico Mundial y de Davos quiere y predica una reducción de la población humana global de un enorme 85%. El único camino para lograrlo es, por supuesto, una guerra nuclear.

Pero la realidad es mucho más prosaica. Los neoconservadores y los sionistas cobardes –que imitan el ejemplo de los genocidas talmúdicos de Tel Aviv–, en el mejor de los casos, quieren utilizar la amenaza de una guerra nuclear para intimidar, especialmente a la asociación estratégica entre Rusia y China.

En cambio, Putin, Xi y algunos líderes de la mayoría global, como el malasio Anwar, siguen dando muestras de inteligencia, integridad, paciencia, previsión y humanidad. Para el Occidente colectivo y sus elites políticas y banqueras terriblemente mediocres, lo importante siempre es el dinero y las ganancias. Bien, eso también puede estar a punto de cambiar drásticamente el 22 de octubre en Kazán, durante la cumbre de los BRICS, cuando deberían anunciarse importantes pasos hacia la construcción de un mundo posunilateral.

El tema de conversación en Moscú

En Moscú se está debatiendo intensamente cómo poner fin a la guerra por poderes en Ucrania.

La paciencia taoísta de Putin ha sido duramente criticada, no necesariamente por observadores informados con conocimiento interno de la geopolítica más dura. No entienden que Washington nunca aceptará las principales demandas rusas. Al mismo tiempo, cuando se trata de la desnazificación total de Ucrania, la decisión de Moscú de conformarse con un régimen meramente “amistoso” en Kiev no es suficiente.

Parece haber consenso en el sentido de que el Occidente colectivo no reconocerá bajo ningún concepto la soberanía de Rusia sobre Crimea, ni tampoco todo lo conquistado en los campos de batalla de Novorossiya.

En definitiva, la prueba principal es que Putin decidirá todos los matices del plan de negociación de Rusia, y eso cambia constantemente. Lo que propuso –con bastante generosidad– en vísperas de aquella patética cumbre de paz en Suiza en junio ya no está sobre la mesa después de Kursk.

Todo depende, una vez más, de lo que ocurra en los campos de batalla. Si –o mejor dicho, cuando– el frente ucraniano se derrumbe, se hará realidad el chiste recurrente en Moscú: “Pedro [el Grande] y Catalina [la Grande] están esperando”. Bueno, ya no esperarán más, porque fueron ellos los Grandes quienes incorporaron de facto lo que es el este y el sur de Ucrania a Rusia.

Y eso sellará la humillación cósmica de la OTAN. De ahí la perpetuación del Plan B: no a una Tercera Guerra Mundial, sino a una implacable Guerra CONTRA el Terror.

Por MK BHADRAKUMAR

El primer ministro británico, Keir Starmer, se reunió el viernes en la Casa Blanca con el presidente estadounidense, Joe Biden, y en su agenda de conversaciones se trató el uso de misiles de largo alcance por parte de Ucrania para atacar el interior de Rusia. Sin embargo , no hubo anuncios ni tampoco una conferencia de prensa conjunta.

Starmer declaró después a los medios que las conversaciones habían sido “productivas”, pero que se habían centrado en la “estrategia” y no en una “medida o táctica concreta”. No señaló ninguna decisión sobre permitir que Kiev dispare misiles de largo alcance hacia Rusia. 

Starmer dijo que no se había tomado una decisión final sobre los misiles Storm Shadow y dio a entender que podrían darse más novedades en la reunión de la Asamblea General de la ONU a finales de este mes. «Obviamente, retomaremos el tema en la Asamblea General de la ONU dentro de unos días con un grupo más amplio de personas», dijo.

Una de las razones de este secretismo extremo es que Estados Unidos y el Reino Unido son muy conscientes de la advertencia explícita del presidente ruso, Vladimir Putin, del jueves de que cualquier uso de misiles occidentales de largo alcance para atacar a Rusia “significará que los países de la OTAN, Estados Unidos y los países europeos son partes en la guerra en Ucrania. Esto significará su participación directa en el conflicto y claramente cambiará dramáticamente la esencia misma, la naturaleza misma del conflicto”. 

Putin añadió con mesura: “Esto significará que los países de la OTAN –Estados Unidos y los países europeos– estarán en guerra con Rusia. Y si así fuera, teniendo en cuenta el cambio en la esencia del conflicto, tomaremos las decisiones adecuadas en respuesta a las amenazas que se nos presenten”. 

Es cierto que Putin ya había lanzado advertencias similares antes, pero no las cumplió ni siquiera cuando Ucrania utilizó impunemente armas occidentales para invadir Rusia recientemente. Tanto es así que Biden desestimó claramente la última advertencia del Kremlin y dijo: “No creo mucho en Vladimir Putin”. 

Por su parte, Moscú estima que, aunque no se ha anunciado ninguna decisión oficial al respecto, ésta ya ha sido tomada y comunicada a Kiev, y que Moscú tendría que responder con acciones propias. 

El viceministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Ryabkov, el principal representante de Moscú en el terreno diplomático, dijo el sábado: “La decisión está tomada, se le ha dado carta blanca y todas las indulgencias (a Kiev), así que nosotros [Rusia] estamos preparados para todo. Y reaccionaremos de una manera que no será agradable”. 

El ex presidente ruso, Dmitri Medvedev, que ahora es vicepresidente del Consejo de Seguridad del país, fue un paso más allá al afirmar que Occidente está poniendo a prueba la paciencia de Rusia, pero que esta no es ilimitada. Afirmó que la invasión de Ucrania ya dio a Rusia motivos formales para utilizar su arsenal nuclear. 

Medvedev advirtió que Moscú podría recurrir a armas nucleares al final, o utilizar algunas de sus armas novedosas, no nucleares pero aún letales, para un ataque a gran escala. “Y eso sería todo. Una mancha gigante, gris y derretida en lugar de ‘la madre de las ciudades rusas’”, escribió en la aplicación de mensajería Telegram, refiriéndose a Kiev. 

En su intervención del jueves, Putin volvió a rechazar la sofistería angloamericana de que será Ucrania la que utilice los misiles occidentales de largo alcance y no la OTAN. Señaló que el ejército ucraniano “no es capaz de utilizar los sistemas de alta precisión y de largo alcance de última generación suministrados por Occidente. No pueden hacerlo. Es imposible utilizar esas armas sin los datos de inteligencia de los satélites, que Ucrania no tiene. Esto sólo se puede hacer con los satélites de la Unión Europea o de los EE.UU., en general, los satélites de la OTAN…”

“Lo más importante, incluso el punto clave, es que sólo el personal militar de la OTAN puede asignar misiones de vuelo a estos sistemas de misiles. Los militares ucranianos no pueden hacerlo. Por lo tanto, no se trata de permitir o no que el régimen ucraniano ataque a Rusia con estas armas. Se trata de decidir si los países de la OTAN participan directamente en el conflicto militar o no”. 

Curiosamente, ni Washington ni Londres han refutado hasta ahora la explicación de Putin y, curiosamente, la han eliminado por completo de los informes de la prensa británica (por temor, tal vez, a que la opinión pública pudiera militar en contra de una participación tan directa del Reino Unido en una guerra contra Rusia en un   papel de combate).

Moscú prevé que la estrategia de Estados Unidos y el Reino Unido podría consistir en tantear el terreno utilizando primero (abiertamente) el misil de crucero de largo alcance Storm Shadow, lanzado desde el aire y que ya ha sido suministrado a Ucrania. El viernes, Rusia expulsó a seis diplomáticos británicos asignados a la embajada de Moscú, en una clara advertencia de que las relaciones entre el Reino Unido y Rusia se verán afectadas.  Rusia ya ha advertido al Reino Unido de las graves consecuencias que acarrearía el uso del Storm Shadow para atacar territorio ruso. 

Lo que hace que la situación que se está desarrollando sea extremadamente peligrosa es que el juego del gato y el ratón sobre la participación encubierta de la OTAN en la guerra de Ucrania está dando paso a un juego de ruleta rusa que sigue las leyes de la teoría de la probabilidad .

Es decir, si bien Rusia no puede ser derrotada ni expulsada de los territorios del este y sur de Ucrania que anexó, Washington y Londres consideran que el resultado final de este evento aleatorio aún no puede determinarse antes de que ocurra; puede incluso ser cualquiera de varios resultados posibles, y no se puede descartar la probabilidad de que el resultado real pueda incluso ser determinado por el azar.

Al parecer, Biden cree que el dominio actual de Rusia en el campo de batalla es un fenómeno aleatorio y que los posibles resultados van desde la aniquilación del poder militar ruso hasta una perturbación a gran escala de la vida en Rusia y un posible colapso de Rusia; como mínimo, el debilitamiento de la posición rusa en cualquier negociación futura.  En pocas palabras, la guerra ahora se trata de Rusia y no de Ucrania y los misiles de largo alcance pueden ser un factor decisivo. 

Así, Biden, sin ninguna restricción política que lo afecte, está intensificando la guerra para crear nuevos hechos sobre el terreno antes de que termine su presidencia en enero, lo que puede crear las condiciones para una presencia militar permanente de la OTAN en territorio ucraniano y presentar a Rusia un hecho consumado. 

Una estrategia de este tipo, construida sobre las arenas movedizas de la probabilidad, es similar a un juego de ruleta rusa, un acto de bravuconería. De hecho, las opciones de Biden para apoyar a Ucrania se reducen con cada escalada. Como lo expresa el Wall Street Journal: “Con solo cuatro meses restantes en la administración Biden y pocas esperanzas de que el Congreso apruebe fondos adicionales para Ucrania sin importar quién gane la presidencia, la Casa Blanca está debatiendo cuál es la mejor manera de ayudar a Kiev dada su limitada caja de herramientas”. 

De la misma manera, el interés de Europa en la guerra también está menguando. La política europea se está volviendo impredecible con el ascenso de la extrema derecha en Alemania, la crisis de liderazgo en la política francesa, el declive relativo de la economía de la UE frente a sus rivales globales debido a la innovación limitada, los altos precios de la energía y la falta de habilidades, etc. y, por supuesto, la crisis económica general en Europa sin un final a la vista, como se puso claramente de manifiesto en el reciente informe de Mario Draghi . 

En esencia, Biden está prefijando la trayectoria de la guerra más allá de enero próximo, de modo que incluso después de su retiro, su enfoque político encaminado a infligir una derrota estratégica a Rusia siga en marcha. El asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, dijo el sábado que Washington está trabajando en una ronda “sustancial” de asistencia adicional para Kiev. Confirmó una reunión este mes entre Biden y su homólogo ucraniano Zelenski.

Sullivan señaló que Biden está trabajando para poner a Ucrania en la “mejor posición posible para prevalecer” durante sus últimos meses en el cargo. La conclusión es que la estrategia de guerra de Biden se está atenuando como “gestión de la escalada” mientras la OTAN pasa a ser parte directa de las hostilidades. 

FUENTE: Ukraine war turns into Russian roulette https://www.indianpunchline.com/ukraine-war-turns-into-russian-roulette/

La guerra ha estallado. No hay necesidad de seguir fingiendo.


Por Alastair Crooke

En el Washington Post del lunes, los titulares decían: Musk y Durov se enfrentan a la venganza de los reguladores. El ex secretario de Trabajo estadounidense, Robert Reich, publicó en el periódico británico The Guardian un artículo sobre cómo “frenar” a Elon Musk, sugiriendo que

los reguladores de todo el mundo deberían amenazar a Musk con arrestarle, en la línea de lo que le ocurrió recientemente a Pavel Durov en París.

Como ya debería estar claro para todos, la “guerra” ha estallado. No hay necesidad de seguir fingiendo. Más bien hay un evidente regocijo ante la perspectiva de una represión contra la “extrema derecha” y sus usuarios de Internet: es decir, contra quienes difunden “desinformación” o información errónea que “amenaza” la amplia “infraestructura cognitiva” (es decir, ¡lo que piensa la gente!).

No te equivoques, los Estratos Gobernantes están enfadados; están enfadados porque su experiencia técnica y su consenso sobre “casi todo” están siendo despreciados por los “deplorables”. Habrá procesamientos, condenas y multas para los “actores” cibernéticos que perturben la “alfabetización” digital, advierten los “dirigentes”.

El profesor Frank Furedi observa:

Existe una alianza impía de líderes occidentales – el Primer Ministro Keir Starmer, el Presidente francés Emmanuel Macron, el Canciller alemán Olaf Scholz – cuyo odio hacia lo que llaman populismo es evidente. En sus recientes visitas a Berlín y París, Starmer se refirió constantemente a la amenaza que representa el populismo. Durante su reunión con Scholz en Berlín el 28 de agosto, Starmer habló sobre la importancia de derrotar ‘la panacea del populismo y el nacionalismo’.

Furedi explicó que, para Starmer, el populismo era una amenaza para el poder de las élites tecnocráticas de toda Europa:

Hablando en París un día después, Starmer señaló a la extrema derecha como una ‘amenaza muy real’ y nuevamente utilizó el término ‘panacea’ para referirse al populismo. Starmer nunca ha dejado de hablar sobre la ‘panacea del populismo’. En estos días, prácticamente todos los problemas políticos se atribuyen al populismo… La asociación del término ‘panacea’ con el populismo se utiliza constantemente en la propaganda de la élite política tecnocrática. De hecho, enfrentar y desacreditar a los populistas que ofrecen panaceas es su prioridad número uno.

Entonces, ¿cuál es el origen de la histeria antipopulista de la élite?

La respuesta es que éstas saben que se han separado de los valores y el respeto de su propio pueblo y que es sólo cuestión de tiempo que se vean seriamente desafiadas, de una forma u otra.

Esta realidad se ha puesto de manifiesto en Alemania este último fin de semana, donde los partidos “no del establishment” (es decir, no Staatsparteien ) -sumados- obtuvieron el 60% de los votos en Turingia y el 46% en Sajonia. Los Staatsparteien (los partidos del establishment designados) optan por describirse a sí mismos como ‘democráticos’, y tachar a los ‘otros’ de ‘populistas’ o ‘extremistas’.

Los medios de comunicación estatales llegaron a insinuar que lo que más contaba eran los votos ‘democráticos’; y no los votos de los no Staatsparteien, por lo que el partido con más votos de los Staatsparteien debería formar gobierno en Turingia.

Estos partidos han cooperado para excluir a AfD (Alternative für Deutschland) y a otros partidos no pertenecientes al establishment de la actividad parlamentaria en la medida de lo legalmente posible, por ejemplo, manteniéndolos fuera de las comisiones parlamentarias clave e imponiéndoles diversas formas de ostracismo social.

Recuerda la historia del rechazo del gran poeta Víctor Hugo a ser miembro -nada menos que 22 veces- de la Academia Francesa. La primera vez que se presentó, recibió 2 votos (de 39) de Lamartine y Chateaubriand, los dos mayores hombres de letras de su época. Una ingeniosa mujer de la época comentó: “Si pesáramos los votos, Monsieur Hugo sería elegido; pero los estamos contando”.

¿Por qué la guerra?

Porque, tras las elecciones estadounidenses de 2016, las élites de la trastienda política estadounidense culparon a la democracia y al populismo de producir malos resultados electorales. El anti-establishment Trump había ganado realmente en EEUU; Bolsonaro también ganó, Farage surgió, Modi volvió a ganar, y el Brexit, etc., etc.

Pronto se proclamó que las elecciones estaban fuera de control, arrojando extraños ‘ganadores’. Tales resultados inoportunos amenazaban las estructuras profundamente arraigadas que proyectaban y salvaguardaban los intereses oligárquicos estadounidenses arraigados desde hacía mucho tiempo en todo el mundo, al someterlos (¡oh, el horror!) al escrutinio de los votantes.

En 2023, el New York Times publicaba artículos titulados: Las elecciones son malas para la democracia.

Rod Blagojevich explicó en el The Wall Street Journal, a principios de este año, lo esencial de lo que había fallado en el sistema:

Nosotros [él y Obama] crecimos en la política de Chicago. Entendemos cómo funciona: con los jefes por encima del pueblo. El Sr. Obama aprendió bien las lecciones. Y lo que acaba de hacerle al Sr. Biden es lo que los jefes políticos han estado haciendo en Chicago desde el incendio de 1871: Selecciones disfrazadas de elecciones.

Aunque los jefes demócratas de hoy pueden tener un aspecto diferente al del antiguo tipo que mascaba puros con un anillo en el meñique, operan de la misma manera: en las sombras de la trastienda. Obama, Nancy Pelosi y los ricos donantes -las élites de Hollywood y Silicon Valley- son los nuevos jefes del Partido Demócrata actual. Ellos mandan. Los votantes, en su mayoría trabajadores, están ahí para que les mientan, manipulen y controlen.

La Convención Nacional Demócrata que se celebrará en Chicago el mes que viene proporcionará el escenario y el lugar perfectos [para designar a un] candidato, no al candidato de los votantes. Democracia, no. Política de jefes de sala de Chicago, sí.

El problema era que la revelación de la demencia de Biden había arrancado la máscara del sistema.

El modelo de Chicago no es muy diferente de cómo funciona la democracia de la Unión Europea. Millones de personas votaron en las recientes elecciones parlamentarias europeas; los partidos «No Staatsparteien» cosecharon grandes éxitos. El mensaje enviado fue claro, pero nada cambió.

Guerra cultural

2016 representó el inicio de la guerra cultural, como Mike Benz ha descrito con gran detalle. Trump, un completo intruso, se había estrellado contra las barandillas del Sistema para ganar la Presidencia. Se sostenía que el populismo y la ‘desinformación’ eran la causa. En 2017, la OTAN describía la ‘desinformación’ como la mayor amenaza a la que se enfrentaban las naciones occidentales.

Los movimientos designados como populistas se percibían no sólo como hostiles a las políticas de sus oponentes, sino también a los valores de las élites.

Para combatir esta amenaza, Benz, que hasta hace poco participaba directamente en el proyecto como alto funcionario del Departamento de Estado centrado en cuestiones tecnológicas, explica cómo los jefes de la trastienda hicieron un extraordinario “juego de manos”:

La ‘democracia’, dijeron, ya no debía definirse como un consensus Gentium, es decir, una resolución concertada entre los gobernados; sino que debía definirse como la ‘postura’ acordada, no por individuos, sino por instituciones que apoyan la democracia.

Una vez redefinida como “una alineación de instituciones de apoyo”, se añadió el segundo ‘giro’ a la reformulación de la democracia. El Establishment había previsto el riesgo de que, si se emprendía una infoguerra directa contra el populismo, ellos mismos quedarían retratados como autocráticos e imponiendo una censura de arriba abajo.

La solución al dilema de cómo llevar a cabo la campaña contra el populismo, según Benz, residía en la génesis del concepto de “toda la sociedad”, según el cual los medios de comunicación, las personas influyentes, las instituciones públicas, las ONG y los medios aliados serían acorralados y presionados para que se unieran a una coalición de censura aparentemente orgánica y ascendente, centrada en la lacra del populismo y la desinformación.

Este enfoque, en el que el gobierno se mantenía ‘a distancia’ del proceso de censura, parecía ofrecer una negación plausible de la implicación directa del gobierno; de la actuación autocrática de las autoridades.

Se gastaron miles de millones de dólares en levantar este ecosistema antidesinformación de tal modo que pareciera una emanación espontánea de la sociedad civil, y no la fachada Potemkin (1) que era.

Se organizaron seminarios para formar a los periodistas en las mejores prácticas y salvaguardias de desinformación de la Seguridad Nacional: detectar, mitigar, descartar y distraer. Se canalizaron fondos de investigación a unas 60 universidades para fundar “laboratorios de desinformación”, revela Benz.

El punto clave aquí es que el marco de ‘toda la sociedad’ podría facilitar la reincorporación a la corriente principal dominante de políticas de las estructuras fundamentales de la política exterior de largo plazo y en gran medida no expresadas (y a veces secretas), sobre cuya base se apalancan muchos intereses financieros y políticos clave de la élite.

Una alineación ideológica exteriormente anodina centrada en “nuestra democracia” y “nuestros valores” permitiría, no obstante, que la reintegración de estas estructuras duraderas a la política exterior (hostilidad a Rusia; apoyo a Israel; y antipatía hacia Irán) se reformulara como la bofetada retórica adecuada a los populistas.

La guerra puede intensificarse; puede que no termine con un ecosistema de desinformación. El New York Times publicó en julio un artículo en el que argumentaba que La Primera Enmienda está fuera de control y en agosto otro titulado La Constitución es sagrada. ¿Es también peligrosa?

La guerra, por el momento, está dirigida a los multimillonarios ‘sin control’: Pavel Durov, Elon Musk y su plataforma ‘X’. La supervivencia o no de Elon Musk será crucial para el curso de este aspecto de la guerra: La Ley de Servicios Digitales de la UE siempre fue concebida para servir como ‘Bruto’ al ‘César’ de Musk.

A lo largo de la historia, las élites que se cuidan y enriquecen a sí mismas han llegado a despreciar peligrosamente a sus pueblos. La represión ha sido la primera respuesta habitual.

La fría realidad aquí es que las recientes elecciones en Francia, Alemania, Gran Bretaña y para el Europarlamento revelan la profunda desconfianza y aversión hacia el Establishment:

La alienación es mundial, contra el Occidente posmoderno. Europa o se distanciará de él, o se verá envuelta en el odio hacia los «privilegiados ci-devant» (2). El fin del dólar es, de hecho, el análogo de la abolición de los derechos feudales. Es inevitable, pero también costará caro a los europeos.

Un ecosistema de propaganda no restablece la confianza. La erosiona.

Traducción y publicacion del sitio Web: Observatorio de los Trabajadores: https://observatoriodetrabajadores.wordpress.com/2024/09/12/permitir-que-un-bruto-mate-al-cesar-de-elon-musk-alastair-crooke/


*Alastair Crooke, es un exdiplomático británico y es el fundador y director del Foro de Conflictos con sede en Beirut, una organización que aboga por el compromiso entre el Islam político y Occidente.

Notas nuestras

(1) El termino expresado por el autor “Potemkin façade» se ha mantenido como «fachada Potemkin». Este es un término que se refiere a una fachada o construcción diseñada para engañar, haciendo que algo parezca mejor de lo que realmente es. Proviene del ministro ruso Grigory Potemkin, quien supuestamente construyó aldeas falsas para impresionar a la emperatriz Catalina II.

(2) El término “Privileged ci-devant» se ha mantenido en su forma original. «Ci-devant» es una expresión francesa que significa «anteriormente» o «ex», y se usaba para referirse a los nobles después de la Revolución Francesa.

Fuente original: Strategic Culture Foundation

Por Enrico Tomaselli.

Una eventual derrota en Ucrania podría ser el golpe decisivo, capaz de acabar con el poder disuasorio de la OTAN, abriendo el camino a una miríada de conflictos totalmente inmanejables.


La perdición de Ucrania fue su dependencia de la OTAN, creyendo que era realmente la potencia invencible de la que presumía. Claro, esto permitió que su liderazgo se enriqueciera, y la corrupción generalizada a todos los niveles favoreció no solo la acumulación de grandes fortunas, sino también una redistribución del ingreso más amplia. Sin embargo, en términos colectivos y nacionales, esta elección de rumbo ha sido fatal.

La devastación económica, social y demográfica es tan evidente que ni siquiera vale la pena discutirla. Menos evidente, sin embargo, es el efecto perjudicial que ha tenido la subordinación militar, es decir, la imposición a las fuerzas armadas de Kiev de un modelo estratégico, operativo y táctico basado en el de la OTAN, para el cual no solo estaban despreparadas (e inadecuadas), sino que también resultó peligrosamente equivocado.

Ya se ha dicho muchas veces, la doctrina militar estadounidense, y, por tanto, la doctrina militar occidental en general, sigue basándose en ciertos pilares conceptuales que ya no se reflejan en la realidad.

El primero de estos pilares es la idea de la propia supremacía tecnológica absoluta, que debería garantizar por sí misma un dominio indiscutible.

El segundo es, en consecuencia, la capacidad de infligir pérdidas decisivas ya en la primera fase de un conflicto.

El tercero, también consecuente, es la creencia de que la victoria puede lograrse rápidamente.

Estos tres supuestos convergen para delinear un modelo de conflicto caracterizado por una asimetría absoluta; además, no es casualidad que la propia doctrina estratégica estadounidense se base en el principio de impedir la aparición de una potencia con capacidades equivalentes.

Además, incluso en sus supuestos, esta doctrina ha demostrado casi siempre ser estratégicamente falaz.

Probablemente, el único caso en el que se puede hablar de hecho de éxito completo es el ataque a Serbia; el objetivo era arrebatarle un trozo de territorio -Kosovo- para convertirlo en un estado subordinado y, sobre todo, implantar la mayor base estadounidense de Europa (Camp Steel) en el corazón de los Balcanes. Puede decirse que ambos objetivos se han alcanzado plenamente.

Pero en el caso de muchos otros conflictos, las cosas han sido diferentes. En Afganistán, esta doctrina militar no pudo aplicarse, y al cabo de veinte años se produjo una precipitada retirada.

En Irak, se produjo la rápida derrota del antiguo amigo Sadam, pero el país fue prácticamente entregado al implacable enemigo, Irán.

Lo mismo ocurre con Libiatras derrocar (y asesinar) a Gadafi, el país se ha dividido en dos, y la parte prooccidental está sumida en el caos, mientras que la otra se ha aliado con Rusia.

Obviamente, por tanto, el primer problema del conflicto de Ucrania es que todo el aparato de la OTAN –doctrinal, estratégica, operativa, táctica, organizativa, logística, incluso industrialmente...- se construyó sobre un modelo de conflicto asimétrico, mientras que el que se abrió el 24 de febrero de 2022 es a todos los efectos un conflicto simétrico.

Aunque el equilibrio de poder, en términos absolutos y con respecto a Ucrania y la Federación Rusa, es ciertamente favorable a esta última, es innegable que la cantidad y calidad del apoyo ofrecido a Kiev por los 36 países de la OTAN ha reequilibrado absolutamente estas relaciones.

Por supuesto, el objetivo de EEUU, en términos estratégicos, siempre ha sido desgastar a Rusia política y militarmente, no vencerla sobre el terreno (aunque, ocasionalmente, alguien en Washington haya llegado a contemplar esta idea).

Pero cuando quedó claro que las fuerzas armadas ucranianas no estaban a la altura de la tarea, la implicación cualitativa de la OTAN creció hasta el punto de asumir realmente el mando estratégico y operativo de la guerra.

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Un primer aspecto crítico de este planteamiento fue la aparición de las dificultades inherentes a la compatibilidad de las normas de la OTAN con las normas de estilo soviético en las que estaba estructurado el ejército ucraniano.

Obviamente, las fuerzas armadas de Kiev estaban estructuradas según un modelo operativo similar al ruso, y derivado de los tiempos de la URSS. A medida que los medios de la época soviética fueron destruidos y sustituidos por medios occidentales, y paralelamente el mando estadounidense se hizo más capilar y omnipresente, esta contradicción se hizo cada vez más chocante.

Obviamente, el modelo de la OTAN tiene su propia coherencia interna: la estructura organizativa de las unidades, y el mismo tipo de medios, son funcionales a la aplicación del modelo operativo de la Alianza Atlántica. Aplicar este modelo, paralelamente a una sustitución parcial y progresiva de los sistemas de armas, no es en sí una cuestión especialmente sencilla; hacerlo en medio de una guerra de alta intensidad es casi imposible.

Un segundo aspecto crítico se puso de manifiesto con la llegada de los medios occidentales. En primer lugar, esto planteó un problema de formación del personal, que fue necesariamente mucho más precipitado de lo que debería haber sido. Y, por supuesto, también surgió inmediatamente el problema de la logística, es decir, el mantenimiento-reparación de estos medios, para lo que las fuerzas armadas ucranianas no estaban equipadas.

Pero aún más relevante, como factor crítico, fue la gran variedad de sistemas de armas suministrados, procedentes de diversos países occidentales.

Estos sistemas, aunque en principio estaban estandarizados según una norma común de la OTAN, en realidad revelaban una serie de especificidades que multiplicaban aún más los problemas de gestión [1]; por ejemplo, resultó que las piezas de artillería de un determinado calibre no eran capaces de utilizar toda la munición del mismo calibre, lo que creaba dificultades de adquisición. Y, por supuesto, esto complicó aún más toda la logística.

En tercer lugar, la planificación operativa y la acción táctica. También aquí, la adopción de los modelos de la OTAN, para los que el personal ucraniano no estaba entrenado (o sólo lo estaba parcialmente), afectó significativamente al rendimiento de las fuerzas armadas de Kiev.

Hay que señalar que, por razones obvias, la formación de los militares ucranianos (unos 60.000 soldados) fue relativamente limitada, y tuvo lugar casi exclusivamente en países europeos. Si tenemos en cuenta que el ejército ucraniano cuenta ahora con unos 600.000 a 700.000 hombres en la línea de combate, y que ha perdido permanentemente a otros tantos, podemos ver que los soldados que han recibido entrenamiento de la OTAN son aproximadamente el 5% del total, y por tanto completamente insuficientes.

Y, además, la mayoría de ellos han sido adiestrados en el uso de sistemas de armas concretos, y siempre en grupos relativamente pequeños; lo que ha faltado por completo, por tanto, ha sido el adiestramiento táctico-operativo a nivel de unidad, es decir, la capacidad de maniobra sobre el terreno.

Todo ello ha provocado un desajuste entre la planificación de los mandos de la OTAN y la capacidad real de las fuerzas armadas ucranianas.

Pero aún más significativo, como ya se ha mencionado, es el desfase entre la doctrina de guerra de la OTAN (asimétrica, rápida, centrada en el ataque) y una realidad sobre el terreno completamente distinta.

De esto también se acabaron dando cuenta los países instructores, que, de hecho –al debatir la ampliación de la misión europea de formación– subrayaron la necesidad de ajustar más los ejercicios a los requisitos de combate, dada la brecha entre los cursos y la realidad del campo de batalla” [2].

En un documento del SEAE (el servicio diplomático de la UE) citado en el mismo artículo, se menciona explícitamente que los modelos de entrenamiento actuales están modelados según las normas occidentales [3], subrayando la diferencia con la realidad del campo de batalla. Además,

el hecho de que los ucranianos se entrenen con equipos, procedimientos y doctrinas de los Estados miembros también crea discrepancias en los tipos de técnicas y métodos que conocen los soldados una vez que vuelven al campo de batalla [4].

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Tuvimos un ejemplo clamoroso de ello el año pasado, cuando los mandos de la OTAN –debido también a exigencias políticas internas de EEUU– empujaron al ejército ucraniano a lanzar una ofensiva en el sureste, llenándolo preventivamente de tanques Bradley y Leopard (se proporcionaron los Abrams, pero no se permitió utilizarlos en ese momento).

La operación, concebida precisamente según el modelo operativo de la OTAN, se llevó a cabo a pesar de que era evidente que faltaban las condiciones previas para el éxito. De hecho, por un lado, las fuerzas rusas habían establecido una formidable línea defensiva fortificada (la famosa línea Surovikin), articulada en profundidad en tres niveles sucesivos; y por otro, las fuerzas ucranianas carecían por completo de dos elementos fundamentales para desarrollar ese tipo de ataque, a saber, un apoyo aéreo y artillero eficaz.

El resultado fue, pues, como era previsible, un completo fracaso, que además se pagó caro.

Lo que hemos visto en Kursk, en los últimos días, es en muchos aspectos similar. Aunque con dos elementos nuevos.

El primero, más evidente, es el estratégico: rompiendo efectivamente lo que hasta entonces había sido una especie de tabú no declarado, la OTAN invadió territorio ruso.

El segundo es el táctico: esta vez el ataque se llevó a cabo utilizando principalmente pequeñas unidades del DRG, que, tras arrollar fácilmente a los guardias fronterizos y a los reclutas apostados en el territorio, penetraron profundamente a lo largo de algunos ejes.

Obviamente, en este caso la operación -a diferencia de la del año pasado- tuvo éxito táctico, al menos temporalmente.

Sin embargo, aparte del mencionado valor estratégico-político, esta maniobra es irrelevante desde el punto de vista militar. El daño infligido a las fuerzas rusas, aparte de cierto número de prisioneros capturados en los primeros días, es absolutamente mínimo, mientras que el precio pagado en hombres (unos 6.000, entre muertos en combate y heridos en combate, en pocos días) y medios es muy alto.

El ataque no sirvió para distraer a las tropas rusas del Donbass, si ese era el objetivo. Y ahora las fuerzas ucranianas están en una encrucijada: o se retiran rápidamente, anulando el resultado político del ataque, o se quedan sobre el terreno y dejan que las fuerzas armadas rusas las destruyan.

Quienes también están aplicando aquí su método habitual de operación: se enfrentan a las fuerzas ucranianas en un sector, y utilizan su superioridad aérea y de artillería para machacar a las unidades enemigas.

Y todo esto por una porción de territorio que incluso puede parecer significativa, si se expresa en términos de kilómetros cuadrados, pero que pierde totalmente su relevancia no sólo cuando se compara con la inmensa vastedad del territorio ruso, sino también sólo considerando su valor estratégico.

De hecho, es una zona predominantemente boscosa, con pocos pueblos; el centro más importante conquistado por las fuerzas ucranianas, de hecho, Sudzha, tenía poco más de 6.000 habitantes antes de la evacuación parcial.

En todo esto, el mando estratégico de las fuerzas armadas rusas no perdió de vista el panorama general del conflicto, y de hecho aprovechó la situación para centrar -con éxito- sus esfuerzos precisamente en el schwerpunkt (punto decisivo) [5] del conflicto, a saber, el Donbass.

De hecho, es allí donde se encuentra el centro de gravedad del conflicto, y ello por toda una serie de razones.

Para empezar, basta echar un vistazo a los mapas para descubrir un primer elemento fundamental: la línea de batalla dibuja básicamente un arco de noreste a suroeste, que es cóncavo en el lado ucraniano y convexo en el lado ruso.

El empuje ofensivo ruso, por tanto, converge naturalmente hacia un centro de gravedad ideal, que se encuentra justo al oeste de las provincias de Lugansk y Donetsk.
Observando el mapa siguiente, entre otras cosas, se puede ver que las mayores concentraciones de fuerzas rusas se encuentran en el extremo suroccidental, protegiendo Crimea, y en el frente del Donbass.

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Esta región -y ésta es otra razón por la que es un schwerpunkt- tiene una red muy alta de fortificaciones ucranianas, y líneas defensivas centradas en núcleos de población, que Kiev ha desarrollado desde 2014.

Más allá de éstas, en dirección oeste no queda prácticamente nada, ni obstáculos naturales ni defensas fortificadas, hasta el Dniéper. Lo que, por un lado, explica por qué el avance ruso ha sido tan lento hasta ahora (la liberación de Bajmut, por ejemplo, llevó prácticamente un año) y, por otro, por qué ahora se está acelerando cada vez más.

De hecho, la profundidad defensiva ucraniana se ha ido erosionando gradualmente hasta convertirse en una línea muy delgada. En la práctica, ahora sólo quedan unos pocos bastiones, más allá de los cuales no hay básicamente nada.
Está el centro logístico estratégico de Pokrovsk, ahora a sólo unos kilómetros del avance de las fuerzas rusas, y más arriba la línea Slovyansk-Kramatorsk (que ya se ha mencionado aquí varias veces en el pasado).

Por tanto, el ataque ucraniano en dirección a Kursk, completamente alejado del centro de gravedad de la línea de batalla, en última instancia simplemente estiró esta línea hacia el norte.

Esto, en abstracto, podría ser una ventaja para los ucranianos, ya que al estar en el lado cóncavo de la línea teóricamente acorta las líneas de suministro, mientras que para los rusos es exactamente lo contrario.

Pero tal ventaja sólo se produciría si las proporciones de fuerzas estuvieran aproximadamente equilibradas; en realidad, la disparidad de fuerzas es considerable, especialmente en las áreas estratégicas de dominio artillero y aéreo, y por tanto el ejército ucraniano simplemente no está en condiciones de obtener ninguna ventaja significativa.

En conclusión, el ataque ucraniano en territorio ruso no es ni una maniobra de distracción (operación táctica) ni una ofensiva significativa (operación estratégica).

Volviendo, pues, al panorama general del conflicto, y al impacto que tienen en él la doctrina estratégica y el modelo operativo de la OTAN, no es atrevido afirmar una vez más que la influencia de la Alianza Atlántica ha resultado decididamente desfavorable, para Ucrania, y no sólo –como es evidente– en un plano más general, al haber conducido a la destrucción del país, sino también en un plano más específicamente militar.
A su vez, esto nos lleva a otra clave para interpretar los acontecimientos actuales, y lo que se avecina en el horizonte.

Si, de hecho, una derrota ucraniana representará claramente una derrota política para la OTAN en su conjunto, también representará una derrota para el modelo militar atlántico.El poder militar estadounidense – naturalmente aún muy considerable – sin embargo, se está desmoronando, quizás incluso más rápidamente que el poder del dólar.

La evidente derrota israelí en Palestina, la incapacidad para enfrentarse a un país pequeño como Yemen, el claro temor a enfrentarse a una potencia regional como Irán, son síntomas de la profunda crisis que atraviesa el instrumento militar de la hegemonía occidental.

Una eventual derrota en Ucrania podría ser el golpe decisivo, capaz de acabar con el poder disuasorio de la OTAN, abriendo el camino a una miríada de conflictos totalmente inmanejables.

Por el momento, no parece haberse abierto en el seno del imperio ninguna veda de reflexión genuina y seria sobre todo esto, por lo que es de suponer que -al menos a corto plazo- seguirán por el mismo camino.

Pero si no es así, harán todo lo posible para no atribuirse una nueva derrota.

Traducción nuestra


*Enrico Tomaselli es Director de arte del festival Magmart, diseñador gráfico y web, desarrollador web, director de video, experto en nuevos medios, experto en comunicación, políticas culturales, y autor de artículos sobre arte y cultura.

Notas

1 – Un aspecto puesto de relieve por el conflicto ucraniano, pero en el que al parecer los analistas y militares no han hecho suficiente hincapié, es que esta considerable variedad de medios (casi todos los países de la OTAN tienen su propia gama de vehículos blindados, MBT y artillería) implica una logística elefantiásica. En la práctica, en caso de conflicto convencional -más aún si se trata de uno de alto consumo- en el que las fuerzas de la OTAN estuvieran sobre el terreno, se produciría una situación en la que las distintas unidades nacionales necesitarían cada una su propia logística específica (líneas de suministro, talleres de reparación, piezas de recambio, etc.), lo que obviamente no hace sino complicar la flexibilidad operativa.
2 – Véase «EU diplomatic service urges changes to Ukraine training mission to meet battlefield needs», Aurélie Pugnet, Euractiv
3 – ibidem
4 – ibidem
5 – El concepto de schwerpunkt fue formalizado por von Clausewitz en su obra «De la guerra». En el Libro 6, Capítulo XXVII, escribe: «al igual que el centro de gravedad se encuentra siempre donde se concentra la mayor parte de la masa, y toda colisión contra este centro tiene el mayor efecto sobre el conjunto, así debe ser en la guerra y, por tanto, la colisión más fuerte debe ser contra el centro de gravedad». Para Clausewitz, éste es el centro de gravedad, el centro de gravedad del choque. Sobre este tema, véase «Schwerpunkt», warfare.it

Fuente original: Giubbe Rosse News

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