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¿De verdad Estados Unidos no está en guerra en Ucrania?

Por Bonnie Kristian – periodista e integrante de Defense Priorities, un centro de pensamiento sobre política exterior. Publicado en The New York Times

En el periodo de más de tres meses de la invasión rusa en Ucrania, el gobierno de Biden ha dicho muchas cosas sobre la guerra. Tuvo que desdecirse de algunas de ellas casi de inmediato, como cuando resultó que la afirmación del presidente Biden de que Vladimir Putin no puede permanecer en el poder no era un llamado al cambio de régimen. En otros puntos, su retórica se ha intensificado con el paso del tiempo: en marzo, el objetivo de Estados Unidos era ayudar a Ucrania a defenderse; para finales de abril, “debilitar” a Rusia.

Eso sí, hay una declaración del gobierno que ha sido muy consistente: Estados Unidos no entrará en guerra con Rusia a causa de Ucrania.

“No buscamos que haya guerra entre la OTAN y Rusia”, escribió el presidente Biden en The New York Times a finales de mayo. “A pesar de mi gran desacuerdo con Putin y de que sus acciones me parecen indignantes, Estados Unidos no intentará provocar su destitución en Moscú. Mientras Estados Unidos o nuestros aliados no sean atacados, no participaremos en este conflicto de manera directa, ni enviando tropas estadounidenses a luchar en Ucrania ni atacando a las fuerzas rusas”.

Gran parte de los elogios y de la crítica de la política de Biden en Ucrania aceptan su versión de los hechos. Pero lo que me pregunto es si los estadounidenses podremos identificar con toda confianza en qué momento comenzamos a participar en una guerra.

La historia cuenta de varios presidentes que, a pesar de haber insistido en que no tenían ninguna intención de participar en una guerra, un buen día lo hicieron. “Nos mantuvo fuera de la guerra”, decía el eslogan de la campaña de reelección del presidente Woodrow Wilson en 1916; no obstante, Wilson nos condujo a la Primera Guerra Mundial tan solo a un mes de haber iniciado su segundo mandato, justo después de describir la intervención estadounidense como inevitable.

Durante la campaña presidencial de 1964, el presidente Lyndon B. Johnson prometió que no iba a “enviar a jóvenes estadounidenses a 15.000 o 16.000 kilómetros de casa para hacer lo que los jóvenes asiáticos deberían estar haciendo por sí mismos”. Pero en febrero de 1965, a solo un mes de su toma de posesión, Johnson autorizó la campaña de bombardeos conocida como operación Rolling Thunder. Un mes más tarde, había “jóvenes estadounidenses” en Vietnam.

Esa historia ilustra la incierta vida de anaquel de las promesas presidenciales (quizá todavía más en época electoral) de mantenernos fuera de una guerra: aunque sean ciertas en el momento en el que las hacen, nada nos garantiza que se mantengan en el futuro.

Con todo y esta incertidumbre, al menos en el caso de la Primera Guerra Mundial y de Vietnam, el cambio de no participar en la guerra a participar en ella fue patente, y todos los estadounidenses supieron en qué momento ocurrió ese cambio. Como la línea divisoria era muy clara, los presidentes podían hacer promesas honestas de mantenerse al margen de la guerra, y los ciudadanos podían decir exactamente cuándo se habían roto esas promesas.

El problema en décadas recientes, en especial después de los ataques del 11 de septiembre, es que hemos pasado a un modelo de conflictos armados perpetuos, en que las delimitaciones en cuanto a cronología, geografía y propósitos son ambiguas. La línea entre lo que se considera guerra y lo que no es muy tenue, por lo que es mucho más difícil identificar en qué momento pasamos de un estado al otro.

Esto se debe en parte a los avances tecnológicos, como la guerra de drones y los ciberataques, que permiten cometer en otros países actos que en otras circunstancias se considerarían acciones de guerra (asesinar a adversarios, destruir edificios, afectar instalaciones nucleares) sin que un solo soldado estadounidense abandone el territorio estadounidense. También tiene que ver con la función ejecutiva de la guerra: aunque el Congreso no ha hecho una declaración formal de guerra desde 1942, varios presidentes han aprovechado las amplias facultades para el caso de guerra otorgadas a George W. Bush en 2002, que le permitieron autorizar el uso de la fuerza militar.

¿Podría decirse que estamos en guerra en Pakistán o Somalia, por ejemplo, donde hemos emprendido ataques con drones contra Al Qaeda, el Estado Islámico y los militantes talibanes en Pakistán desde 2004 y contra Al Shabab en Somalia desde 2011? ¿Estamos en guerra en Níger, lugar al que se enviaron fuerzas estadounidenses y donde cuatro soldados estadounidenses fueron asesinados en una emboscada en octubre de 2017?

Estados Unidos nunca ha anunciado formalmente su participación en la guerra civil en Yemen, pero una coalición dirigida por los sauditas asesinó a civiles con ojivas nucleares fabricadas en Estados Unidos y seleccionó objetivos con ayuda de los estadounidenses.

Nuestro papel en el conflicto en Yemen, que ya cumplió siete años, ha sido de tal importancia que muchos expertos están convencidos de que, sin nuestra presencia, la coalición encabezada por los sauditas intentaría llegar a un acuerdo de paz. Ha sido de tal importancia que los legisladores estadounidenses, incluida una mayoría bipartidista de senadores en 2019 y los representantes Pramila Jayapal, demócrata por Washington, y Peter DeFazio, demócrata por Oregon, este año, lo catalogaron como una contravención al Artículo I de la Constitución, que le otorga al Congreso poderes para declarar la guerra, y a la Resolución de Poderes de Guerra, de 1973, que delimita con toda claridad, en cuanto a naturaleza y plazos, las acciones militares ordenadas por el presidente.

Esos legisladores llegaron a la conclusión de que cruzamos la línea en Yemen, aunque no quede muy claro dónde está esa línea. 

Y lo que hicimos en Yemen se parece mucho a lo que estamos haciendo en Ucrania. El mes pasado, información filtrada por funcionarios estadounidenses reveló que Estados Unidos ayudó a Ucrania a asesinar a generales rusos y atacar un buque de guerra de ese país, y Biden autorizó un paquete de ayuda de 40.000 millones de dólares para Ucrania, que en gran parte se destinará a ayuda militar como armamento e intercambio de inteligencia. El proyecto de ley, que Jayapal y DeFazio votaron a favor de aprobar, se suma a otros miles de millones de dólares de apoyo militar. El gobierno de Biden también anunció este mes que enviará a Ucrania sistemas de cohetes que, en teoría, podrían alcanzar objetivos dentro del territorio de Rusia, y se ha informado que planea venderle al gobierno ucraniano cuatro drones que pueden armarse con misiles Hellfire.

¿Estamos en guerra en Ucrania? Si estuviéramos en la posición del otro, si las autoridades rusas admitieran haber ayudado a asesinar a algunos generales estadounidenses o hundir un buque de la fuerza naval de Estados Unidos, dudo que nos parecería una situación ambigua. Por lo menos deberíamos decir que lo que Estados Unidos está haciendo en Ucrania no es no estar en guerra. Si hasta ahora hemos evitado decir que es una guerra, y podemos seguir haciéndolo, solo es porque la definición de esa palabra se ha vuelto poco clara.

Bonnie Kristian (@bonniekristian) es autora del libro de próxima publicación Untrustworthy: The Knowledge Crisis Breaking Our Brains, Polluting Our Politics, and Corrupting Christian Community. Es columnista de Christianity Today e investigadora en el centro de pensamiento sobre política exterior Defense Priorities.

NdR: GEOPOLITICA: “En este articulo Escobar describe cómo se están construyendo en Eurasia las bases del nuevo orden multipolar, con la formación de instituciones u organizaciones internacionales que se entrelazan entre sí y que van a ir reemplazando las viejas y obsoletas instituciones surgidas luego de Yalta, Potsdam y Bretton Woods y que han sido hasta ahora las que le dieron durante 70 años marco y sustento al orden mundial presidido por occidente que hoy en versión «unipolar» fenece. Se está cambiado el orden «basado en normas y reglas» inventado por EEUU por una compleja y difícil configuración de un mundo multipolar (post-unipolar) que va emergiendo, y esto se está realizando en Eurasia y se proyecta hacia el continente africano e Iberoamericano, al Sur Global. Y esto sucede frente a la «autodestrucción» del occidente presidido por EEUU y ante nuestros ojos. Creo entonces que es necesario que tratemos de «ver» cotidianamente un poco más hacia el «oriente», a Eurasia, y dediquemos un poco de nuestro esfuerzo al análisis y estudio de lo ahí está sucediendo, que es muy importante para nuestro presente y futuro y escapemos un poco a la lógica frustrante y destructiva de la agenda que nos está marcando diariamente la «dictadura mediática occidental». Tenemos el privilegio de estar asistiendo a un «cambio de época» Dr. Antonio M. Mitre Colaborador de Dossier Geopolitico

EXILIO EN LA CALLE PRINCIPAL: EL SONIDO DEL MUNDO UNIPOLAR SE DESVANECE.

El futuro orden mundial, ya en marcha, estará formado por fuertes estados soberanos. El barco ha zarpado. No hay marcha atrás.

Por Pepe Escobar 22 de junio

Vayamos al grano y entremos en el Top Ten de Putin de la Nueva Era, anunciado por el presidente ruso en vivo en el foro de San Petersburgo  para el Norte y el Sur Global.

La era del mundo unipolar ha terminado.

La ruptura con Occidente es irreversible y definitiva. Ninguna presión de Occidente lo cambiará.

Rusia ha renovado con su soberanía. El reforzamiento de la soberanía política y económica es una prioridad absoluta.

La UE ha perdido por completo su soberanía política. La crisis actual muestra que la UE no está preparada para desempeñar el papel de un actor independiente y soberano. Es solo un conjunto de vasallos estadounidenses privados de cualquier soberanía político-militar.

La soberanía no puede ser parcial. O eres un soberano o una colonia.

El hambre en las naciones más pobres estará en la conciencia de Occidente y de la euro democracia.

Rusia suministrará cereales a las naciones más pobres de África y Oriente Medio.

Rusia invertirá en desarrollo económico interno y reorientación del comercio hacia naciones independientes de EE.UU.

El futuro orden mundial, ya en marcha, estará formado por fuertes estados soberanos.

El barco ha zarpado. No hay marcha atrás.

¿Cómo se siente, para el Occidente colectivo, estar atrapado en un huracán de fuego cruzado? Bueno, se vuelve más devastador cuando agregamos a la nueva hoja de ruta lo último en el frente de la energía.

El CEO de Rosneft, Igor Sechin, en San Petersburgo, enfatizó que la crisis económica mundial está cobrando impulso no debido a las sanciones, sino exacerbada por ellas; Europa “comete un suicidio energético” al sancionar a Rusia; las sanciones contra Rusia han acabado con la tan elogiada “transición verde”, ya que ya no es necesaria para manipular los mercados; y Rusia, con su vasto potencial energético, “es el Arca de Noé de la economía mundial”.

Por su parte, el CEO de Gazprom, Alexey Miller, no podría ser más mordaz sobre la fuerte caída en el flujo de gas a la UE debido a la negativa y/o incapacidad de Siemens para reparar el motor de bombeo del Nord Stream 1: “Bueno, por supuesto, Gazprom se vio obligado reducir el volumen de suministro de gas a Europa en un 20%+. Pero ya sabes, los precios no han aumentado más de un 20 %, ¡sino varias veces! Por lo tanto, lo siento si digo que no nos sentimos ofendidos por nadie, no estamos particularmente preocupados por esta situación”.

Si esta sobremarcha del dial de dolor no fue suficiente para lanzar al Occidente colectivo, o a la OTAN, a la histeria terminal, entonces el agudo comentario de Putin sobre la posibilidad de permitir que el Sr. Sarmat presente su tarjeta de presentación a los «centros de toma de decisiones en Kiev», aquellos que están ordenando el actual bombardeo y matanza de civiles en Donetsk definitivamente funcionó:

“En cuanto a las líneas rojas, permítanme que me las guarde, porque esto significará acciones bastante duras en los centros de toma de decisiones. Pero esta es un área que no debe revelarse a personas ajenas al liderazgo político-militar del país. Aquellos que merecen acciones apropiadas de nuestra parte deben sacar una conclusión por sí mismos: lo que pueden enfrentar si cruzan la línea”.

Cariño, por favor, deja de derrumbarte

Alastair Crooke ha descrito magistralmente  cómo el zugzwang colectivo de Occidente lo deja dando vueltas, aturdido y confundido. [Publicado por Dossier Geopolitico el 22/6/2022: https://dossiergeopolitico.com/2022/06/22/5295/ ].  Ahora examinemos el estado del juego en el lado opuesto del tablero de ajedrez, centrándonos en la cumbre del BRICS este jueves en Beijing.

Tanto como la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), la Organización de Cooperación de Shanghái (SCO), la Unión Económica de Eurasia (EAEU) y la ASEAN, ahora es el momento de que un BRICS revitalizado intensifique su juego. En conjunto, estas son las organizaciones/instrumentos clave que trazarán los caminos hacia la era post-unipolar.

Tanto China como India (que entre ambas fueron las mayores economías del mundo durante siglos antes del breve interregno colonial occidental) ya están cerca y cada vez más cerca del “Arca de Noé de la economía mundial”.

El G20, rehenes de la estafa FIRE definida por Michael Hudson y que es el núcleo del casino neoliberal financiarizado, se está desvaneciendo lentamente, mientras que un potencial nuevo G8 aumenta: y eso está directamente conectado con la expansión BRICS, uno de los temas clave de cumbre de esta semana. Un BRICS ampliado con una configuración G8 paralela está destinado a superar fácilmente al centrado en Occidente en importancia, así como en PIB por paridad de poder adquisitivo (PPA).

BRICS en 2021 ya agregó a Bangladesh, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Uruguay a su Nuevo Banco de Desarrollo (NDB). En mayo, en debates a nivel de cancillería, Argentina, Egipto, Indonesia, Kazajstán, Nigeria, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Senegal y Tailandia se sumaron a los 5 miembros de BRICS. Los líderes de algunas de estas naciones estarán conectados a la cumbre de Beijing.

BRICS juega un juego completamente diferente al G20. Apuntan a las bases, y se trata de “construir confianza” lentamente, un concepto muy chino. Están creando una agencia de calificación crediticia independiente, lejos de la raqueta angloamericana, y profundizando en un acuerdo de reservas de divisas. El NDB, incluidas sus oficinas regionales en India y Sudáfrica, ha estado involucrado en cientos de proyectos. El tiempo dirá: un día el NBD hará superfluo al Banco Mundial.

Las comparaciones entre los BRICS y el Quad, un brebaje estadounidense, son tontas. Quad es solo otro mecanismo burdo para contener a China. Sin embargo, no hay duda de que India pisa el territorio de los equilibristas, ya que es miembro tanto de BRICS como de Quad, y tomó una decisión muy equivocada de abandonar la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), el acuerdo de libre comercio más grande del planeta, optando en su lugar, adherirse al Marco Económico del Indo-Pacífico (IPEF, por sus siglas en inglés) estadounidense.

Sin embargo, India, a largo plazo, hábilmente guiada por Rusia, está siendo dirigida a encontrar un terreno común esencial con China en varios temas clave.

El BRICS, especialmente en su versión BRICS+ ampliada, está destinado a aumentar la cooperación en la construcción de cadenas de suministro verdaderamente estables y un mecanismo de liquidación para el comercio de recursos y materias primas, que inevitablemente tiene que basarse en monedas locales. Entonces se abrirá el camino para el Santo Grial: un sistema de pago BRICS como una alternativa creíble al dólar estadounidense armado y al SWIFT.

Mientras tanto, un torrente de inversiones bilaterales tanto de China como de la India en el sector de la fabricación y los servicios en torno a sus vecinos seguramente impulsará a los jugadores más pequeños tanto en el sudeste asiático como en el sur de Asia: piense en Camboya y Bangladesh como engranajes importantes en una gran rueda de suministro.

Yaroslav Lissovolik ya había propuesto un concepto BEAMS como el núcleo de este impulso de integración BRICS, uniendo “las iniciativas clave de integración regional de las economías BRICS como BIMSTEC, EAEU, el acuerdo de libre comercio ASEAN-China, Mercosur y SADC/SACU”.

Es solo (BRICS) rock and roll

Ahora Beijing parece ansioso por promover “un formato inclusivo para el diálogo que abarque todas las principales regiones del Sur Global agregando las plataformas de integración regional en Eurasia, África y América Latina. En el futuro, este formato puede ampliarse aún más para incluir otros bloques de integración regional de Eurasia, como el CCG, la UEEA y otros”.

Lissovolik señala que el camino ideal a partir de ahora debería ser “una mayor inclusión de BRICS a través del marco BRICS+ que permita que las economías más pequeñas que son los socios regionales de BRICS tengan voz en el nuevo marco de gobernanza global”.

Antes de dirigirse al foro de San Petersburgo en video, el presidente Xi llamó personalmente a Putin para decirle, entre otras cosas, que China la respalda en todos los temas de «soberanía y seguridad». También, inevitablemente, discutieron la relevancia del BRICS como una plataforma clave hacia el mundo multipolar.

Mientras tanto, el Occidente colectivo se sumerge cada vez más en la vorágine. Una manifestación nacional masiva de sindicatos el lunes pasado paralizó Bruselas, la capital de la UE y la OTAN, cuando 80,000 personas expresaron su enojo por el aumento y el aumento del costo de vida; llamó a las élites a “gastar dinero en salarios, no en armas”; y gritaron al unísono “Alto a la OTAN”.

Es zugzwang de nuevo. Las “pérdidas directas” de la UE, como subrayó Putin, provocadas por la histeria de las sanciones, “podrían superar los 400.000 millones de dólares al año”. Las ganancias energéticas de Rusia han alcanzado niveles récord. El rublo está en un máximo de 7 años frente al euro.

Es increíble que posiblemente el artefacto cultural más poderoso de toda la era de la Guerra Fría y la supremacía occidental, los perennes Rolling Stones, esté actualmente de gira por una UE «atrapada en un huracán de fuego cruzado». En cada programa tocan, por primera vez en directo, uno de sus primeros clásicos: ‘Out of Time’.

Suena como un réquiem. Así que cantemos todos, «Baby baby baby / you’re out of time», como Vladimir «it’s a gas, gas, gas» Putin y su compinche Dmitry «Under My Thumb» Medvedev parecen ser los muchachos que realmente obtienen sus rocas apagado. Es solo rock’n roll (BRICS), pero nos gusta.

«SI NO PONEMOS FIN A LA GUERRA, LA GUERRA ACABARÁ CON NOSOTROS»

Por Alastair Crooke  13 de junio

Europa ahora está atrapada «hasta las agallas» con sanciones económicas de gran alcance contra Rusia, y es incapaz de enfrentar las consecuencias.

Emmanuel Macron irritó a mucha gente (tal como lo hizo Kissinger en el WEF), cuando dijo: ‘no debemos humillar a Vladimir Putin’, porque debe haber un acuerdo negociado. Esta ha sido la política francesa desde el principio de esta saga. Más importante aún, es la política franco-alemana y, por lo tanto, puede terminar como la política de la UE también.

La calificación ‘puede’ es importante: como en la política de Ucrania, la UE está más dividida que durante la Guerra de Irak. Y en un sistema (el sistema de la UE) que insiste estructuralmente en el consenso (por mucho que sea un consenso), cuando las heridas son profundas, la consecuencia es que un problema puede paralizar todo el sistema (como ocurrió en el período previo a la guerra de Irak). En todo caso, las fracturas en Europa hoy en día son más amplias y enconadas (es decir, exacerbadas por la aplicación del Estado de derecho).

Si bien la etiqueta ‘realista’ ha adquirido (en las circunstancias actuales) la connotación de ‘apaciguamiento’, lo que Macron simplemente está diciendo es que Occidente no puede, y no mantendrá, su nivel actual de apoyo a Ucrania indefinidamente. La política se está entrometiendo en todos los estados europeos. En Alemania, en Francia y también en Italia, hay un cuerpo de opinión en contra de la participación continua en el conflicto. Simplemente, el choque de trenes económicos que se avecina se está volviendo demasiado evidente y amenazante.

Es posible que el duro viaje de Boris Johnson en el reciente voto de confianza en el Comité de 1922 no haya estado relacionado explícitamente con Ucrania, pero las acusaciones subyacentes de las políticas Net Zero de Johnson (vistas por los votantes conservadores como socialismo sigiloso), la inmigración y el aumento del costo de vida, sin embargo, ciertamente fueron.

Por supuesto, ‘una golondrina no hace verano’. Pero el dramático colapso de Johnson en la posición popular, como resultado de su beligerancia económica hacia Rusia, está haciendo que el liderazgo europeo dé un vuelco. “Estamos viendo pánico en Europa debido a Ucrania”, comentó el presidente Erdogan.

Lo que es notable es que, a pesar de la adopción de Macron de la «autonomía estratégica europea» al pedir un acuerdo, puede estar más cerca de Washington que los halcones de Londres. Sí, al principio, la palabra ‘acuerdo’ estaba vagamente presente en el discurso estadounidense, pero luego siguió un largo paréntesis en el que, durante unos dos meses y medio, la narrativa se convirtió únicamente en la necesidad de hacerle sangrar la nariz a Putin.

El estado de ánimo de los EE. UU., la narrativa, está cambiando, aparentemente reconciliado con más malas noticias militares que emanan de Ucrania (incluso con el casi neoconservador Edward Luttwak tirando la toalla, diciendo que Rusia ganará y que Donbass debería tener algo que decir sobre su propio destino).

Así como la adopción de Ucrania por parte de Johnson se ve como un intento desesperado por recuperar el legado de la Guerra de las Malvinas de Margaret Thatcher (Thatcher enfrentó una inflación creciente y una creciente ira interna en su agenda, sin embargo, el conflicto victorioso sobre Argentina en 1982 ayudó a impulsarla a la reelección) “Hablar de la crisis de Ucrania proporcionando un ‘momento de las Malvinas’ para Johnson, sin embargo, es simplemente una tontería para los conservadores desesperados”, escribió Steven Fielding , profesor de historia política en la Universidad de Nottingham. También puede resultar ‘oro de los tontos’ para Bruselas.

Si hay algo que decir sobre el llamado de Macron a un acuerdo, es que incluso un acuerdo de alto el fuego limitado, que probablemente es lo que Macron tiene en mente, no sería factible en esta atmósfera occidental tóxica y polarizada. En resumen, Macron está ‘sobre sus esquís’. Los patos (para mezclar metáforas) primero necesitan alinearse:

Estados Unidos tendría que retroceder con su vicioso meme de ‘odio a Putin’. Tendrían que cambiar el mensaje a un ‘giro’ sobre la ‘ganancia’ que podría ser inherente a hablar con Putin, de lo contrario, el acto mismo de hablar con el ‘malvado Putin’ resultará contraproducente en una avalancha de acritud pública. Macron acaba de probar esto.

Ya ha comenzado un cierto reinicio (ya sea por diseño o por aburrimiento del lector). Las noticias de Ucrania difícilmente califican el trato ‘por encima del pliegue’ en los medios de EE.UU. hoy en día. Las búsquedas y enlaces de ‘guerra’ de Google han caído por un precipicio. En cualquier caso, el Partido Demócrata claramente necesita concentrarse en los temas internos, la inflación, las armas de fuego y el aborto, los temas que dominarán las elecciones intermedias.

Aquí está la cosa. La UE claramente está fracturada, pero también lo están las élites de seguridad estadounidenses. Tal vez se prefiera un estancamiento prolongado, una guerra de desgaste, manteniendo tanto a Rusia como a Europa occidental comprometidos entre sí (sobre todo por un Biden emocionalmente comprometido) a un ‘acuerdo’, pero es posible que una guerra larga ya no esté disponible (si, como sugiere Luttwak, Rusia pronto ganará).

Y Biden, si optara por intentar un ‘acuerdo’ sobre Ucrania, ¿podría mantener, políticamente, algo menos que un acuerdo tergiversado como una clara ‘victoria’ de EE.UU.? ¿Es esa una opción ahora? Casi seguro que no. Moscú no está de humor.

¿Una oferta de conversaciones de Biden contendría incluso un núcleo de valor para considerar desde una perspectiva rusa? Casi seguro que no. Si no, ¿qué hay entonces para hablar?

Moscú dice que está abierto a conversaciones con Kiev. El Kremlin, sin embargo, no está buscando una ‘salida’ (la opinión pública está totalmente en contra). Llámelo ‘conversaciones’, si quiere, pero una mejor traducción podría ser que Moscú está listo para aceptar el ‘documento de rendición’ de Zelensky bajo la rúbrica de ‘conversaciones’: no ​​es una ‘ganancia’ fácil para un equipo Biden promocionar a un electorado estadounidense escéptico.

Por lo tanto, en cierto sentido, esta fórmula de ‘larga guerra de desgaste’ tiene cierto ‘fracaso’ incorporado, ya que no fue el desgaste militar, sino la guerra financiera lo que se configuró como la capacidad de ‘primer ataque’ de Occidente. El “rublo se convertiría en escombros” casi de inmediato, ya que la guerra económica de espectro completo colapsó estructuralmente a Rusia (derribando su voluntad de luchar en Ucrania). Se esperaba que la advertencia a China (y otros como India) fuera dura.

Al menos ese era el plan de antes de la guerra. La acción militar nunca tuvo la intención de ser el «trabajo pesado» para aplastar a Rusia, sino más bien actuar como un amplificador del descontento interno mientras la economía de Rusia se derrumbaba bajo sanciones sin precedentes. Nunca se suponía que una insurgencia de Donbas, planeada y preparada durante ocho años, tendría un «papel estelar», precisamente porque EE. UU. siempre imaginó que era probable que las fuerzas rusas finalmente prevalecieran. No obstante, se convirtió en «el único juego de la ciudad».

Pero la guerra financiera, en la que se basaron las esperanzas de un rápido colapso ruso, no solo fracasó, sino que, paradójicamente, se recuperó para herir a Europa muy, muy mal. Eso, y el colapso del espíritu de cuerpo ucraniano, se han convertido en un lastre que cuelga del cuello de la UE. No hay forma de alejarse de las sanciones, ni de la inminencia de la implosión militar ucraniana, sin que Rusia emerja como el claro ‘ganador’.

Es una debacle (por mucho que los ‘spin artist’ se den vueltas y vueltas). Entonces, como era de esperar, los líderes europeos están buscando una vía de escape de los efectos nocivos de las políticas que ellos, la UE, adoptaron sin aliento, sin siquiera molestarse en hacer la ‘diligencia debida’.

Pero el punto aquí es mucho más grave: incluso si hubiera conversaciones más amplias (digamos) la próxima semana, ¿puede Occidente ponerse de acuerdo en teoría sobre lo que podría decirle a Putin? ¿Ha realizado, al menos, la debida diligencia sobre cómo Rusia, a su vez, definiría su visión para el futuro de Eurasia? Y si es así, ¿tendrían los negociadores europeos el mandato político para responder, o las conversaciones colapsarían porque Europa no puede responder a ningún mandato de negociación, más allá de uno estrictamente limitado a cuestiones de la futura composición de Ucrania?

Rusia, de hecho, ha establecido claramente sus objetivos estratégicos. En diciembre de 2021, Rusia emitió dos borradores de tratados para EE. UU. y la OTAN que incluían demandas de una arquitectura de seguridad en Europa que garantizaría una seguridad indivisible para todos, y una retirada de la OTAN a sus antiguos límites orientales de 1997. Estos documentos subrayan que Ucrania es solo una pequeña parte de los objetivos estratégicos más amplios de Rusia. Los dos borradores fueron ignorados en Washington.

La guerra de Ucrania, en principio, podría terminar a través de un acuerdo negociado que aborde las preocupaciones de seguridad más amplias de Rusia en toda la extensión europea, manteniendo al mismo tiempo la independencia de Ucrania, aunque con el noreste, este y sur de Ucrania vinculados en alguna configuración a Rusia, o absorbido en él.

Pero luego, está la realidad de que la UE ha deslocalizado su mandato político con respecto a Ucrania a una OTAN global. Y el claro objetivo de este último es excluir a Rusia del ‘tablero de ajedrez’ político mundial como jugador y hacer implosionar la economía rusa; en otras palabras, devolver a Rusia a la era de Yeltsin.

Como tal, los objetivos de la OTAN no implican espacio para el diálogo. La ‘larga guerra’ de Moscú también debe entenderse correctamente : no se trata solo de amenazas a la seguridad que emanan de Ucrania, sino de la amenaza a la seguridad que emana de una cultura, autodefinida como una ‘civilización’ occidental excusable:

Christopher Dawson en Religion and the Rise of Western Culture, escrito hace casi un siglo, escribe: “¿Por qué Europa es la única entre las civilizaciones del mundo que ha sido continuamente sacudida y transformada por una energía de inquietud espiritual que se niega a contentarse con la ley inmutable de la tradición social que rige las culturas orientales? ¿Es porque el ideal religioso no ha sido el culto a la perfección eterna e inmutable, sino un espíritu que se esfuerza por incorporarse a la humanidad y cambiar el mundo”?

¿Esos líderes europeos que contemplan un ‘acuerdo’ entienden que, estén o no de acuerdo, este último resume la percepción popular rusa? ¿Y que ganar en Ucrania se considera el desencadenante catártico necesario para relanzar las civilizaciones rusa y otras civilizaciones no occidentales?

La pregunta entonces es: ¿Tiene la Unión Europea una mano que jugar en tal escenario, aparte de la de Washington? En realidad no; no tiene lugar.

La UE no tiene lugar, ya que, como señaló Wolfgang Streeck en su ensayo sobre “La UE después de Ucrania”, los estados de Europa occidental, aparentemente como algo natural (es decir, sin una reflexión más profunda), acordaron “dejar que Biden decida en su nombre: el destino de Europa dependerá del destino de Biden: es decir, de las decisiones, o no decisiones, del gobierno de los Estados Unidos”. La UE se sitúa así efectivamente como una provincia atípica, dentro de la política interna estadounidense.

Algunas élites de la UE triunfaron: Ucrania había definido a la UE sin ambigüedades como ‘atlanticista norte’, punto. Pero ¿por qué la alegría?

Es cierto que la guerra de Ucrania puede haber neutralizado (temporalmente) las diversas fallas en las que se estaba desmoronando la UE. Durante algún tiempo, la Comisión de la UE se ha esforzado por abordar el vacío democrático que surge de la centralización de facto y la despolitización de la economía política de la Unión, llenando el vacío con una «política de valores» neoliberal que la UE debe aplicar rigurosamente. a los estados miembros recalcitrantes, a través de sanciones económicas.

Los derechos de identidad, según esta interpretación, servirían como un sustituto de los debates sobre la economía política, con el cumplimiento de los valores a imponer a los estados miembros a través de sanciones económicas (Estado de derecho).

No es difícil ver cómo Ucrania podría haber congeniado con la determinación de Ursula von der Leyen de hacer cumplir los valores de la UE, no solo en personas como Orbán, sino como una herramienta para desarraigar los sentimientos prorrusos persistentes en una UE dividida, y plantar firmemente el «atlantismo norte» como valor supremo de la UE. Sancionar a Rusia y sus nociones tradicionalistas estaba en perfecta armonía con sancionar también a los estados de Europa del Este por su tradicionalismo social.

Sin embargo, esto tuvo un costo: el costo de catapultar a Estados Unidos a una posición de renovada hegemonía sobre Europa occidental. Ha obligado a Europa a continuar con sanciones económicas de amplio alcance, de hecho paralizantes, contra Rusia, lo que, como efecto colateral, refuerza la posición de dominio de EE. UU. como proveedor de energía y materias primas para Europa.

Descarta por completo las ideas de Macron de que la UE necesita una ‘soberanía estratégica europea’ que pueda mitigar las legítimas preocupaciones de seguridad de Rusia. Europa ahora está atrapada «hasta las agallas» con sanciones económicas de gran alcance contra Rusia, y es incapaz de enfrentar las consecuencias. Literalmente, ‘no hay manera’ de que la inflación estructural resultante o la contracción económica puedan, o vayan a ser, contenidas. La UE ha abdicado de los medios para llevar la guerra a su fin. Solo queda compartir mesa mientras Zelensky firma el documento de rendición.

No habrá ningún intento serio en EE. UU. antes de noviembre, ni siquiera para tratar de frenar la inflación. La consecuencia de esta rendición de la UE al mando de EE. UU. es que, también con respecto a la inflación, la UE dependerá de los cambios indirectos de la política electoral de EE. UU. Es tan posible que Biden ordene una nueva emisión de ‘cheques estimulantes’ para mitigar los efectos de la inflación en los bolsillos estadounidenses (acelerando así aún más la inflación), como es probable que permita el ajuste cuantitativo (dirigido a reducir la inflación) en el período previo a los exámenes parciales.

A medida que se establezcan los efectos de la guerra, estos traerán una seria reacción contra Bruselas.

El Director de Dossier Geopolitico Lic. Carlos Pereyra Mele entrevistado por el Periodista Mario Mazzitelli de la Radio La Luna AM1140 de Buenos aires para el Programa La brujula por la Luna sobre los cambios sistemicos y sus reflejos y consecuencia en America latina del lunes 20/6/2022

“Bombardeo Mediático y Tiempos de Cambios”

Casi el 40% de la población occidental NO cree absolutamente nada de lo que dice la prensa. Así lo confirma el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, en su columna del Club de La Pluma, citando la agencia Reuters, que agrega que la mayoría de la gente huye de escuchar noticias. También que la abstención hace que los dirigentes carezcan de legitimidad y que no representen a sus pueblos. Y que el bombardeo mediático ya no le alcanza al imperio anglosajón para sostener su hegemonía absoluta del mundo.

También nos habla del crack financiero en curso, en el que repetirán las mismas tropelías del 2008, demostrando que no aprendieron nada. Aborda el agudo proceso inflacionario global que se ha desatado por sus nefastas administraciones, y alerta sobre la crisis de la deuda impagable de todos los países occidentales y de la creciente debilidad del dólar. También pone el foco en el aumento de las tasas de interés, que traerán sufrimiento y crisis, no solo a los países del sur, sino también a Europa y EEUU. Razona además sobre este “capitalismo financista” a la sombra del G7, que sepultó al capitalismo productivo del siglo XX y del fracasado modelo de los valores occidentales. Sin olvidar el “comunicando de la nada” de Biden en la Cumbre de las Américas, con solo vagas promesas y simples deseos.

Profundiza que hemos sufrido por décadas un bombardeo mediático que imponía un solo modelo de mundo, una sola forma de capitalismo y una sola forma de “sistema democrático”, además de sus supuestos valores. Pero que todo era simplemente dinero creando más dinero. Solo espuma y nada de líquido. Un mundo financiero puramente especulativo y sin respaldo de nada.

Por ello, la ola del gran cambio está llegando para marcar un momento histórico que consolida al mundo euroasiático, con China a la cabeza, que sigue ampliando sus áreas de influencia y sus relaciones comerciales, con proyectos concretos de producción, de interconexión, de instalación y mejoramiento de servicios entre sus naciones, independientes del control y de la supervisión del imperio anglosajón.

Y ante lo cual, Occidente no tiene contraprestaciones ni respuestas, salvo sus crisis económicas y bélicas, con su tremendo poder de policía global, de las cuales siempre termina traicionando a sus aliados, como fueron los casos de Irak, Libia, Afganistán y ahora posiblemente Ucrania.

Finalmente, nuestro director reflexiona con que los pueblos del sur global, y especialmente los países latinoamericanos, tienen que saber sortear las terribles consecuencias que traerá el derrumbe de este imperio feroz, con sus reacciones cada vez impredecibles y violentas, según se vaya sintiendo más y más acorralado y desesperado.

Eduardo Bonugli (Madrid, 19/06/22)

Los lazos estratégicos entre China y Rusia siguen siendo sólidos a pesar de la creciente presión occidental: expertos Por yang-sheng, Wan Hengyi y Cui Fandi Global Times

El presidente chino, Xi Jinping, sostuvo el miércoles por la tarde una conversación telefónica con su homólogo ruso, Vladimir Putin, y los analistas dijeron que esta es una señal para el mundo de que la estrecha asociación estratégica entre China y Rusia y la confianza mutua de alto nivel entre las dos partes permanecen sin cambios cuando el mundo está experimentando turbulencia e incertidumbre.

La cumbre de la OTAN y la cumbre de los BRICS se llevarán a cabo a finales de este mes, y la comunicación entre los principales líderes de China y Rusia también envía un mensaje al mundo de que las dos principales potencias seguirán apoyándose mutuamente en asuntos relacionados con sus intereses fundamentales. y seguirá impulsando la multipolarización del orden internacional, dijeron los expertos. 

No hay posibilidad de que Occidente use la crisis Rusia-Ucrania para instigar los lazos entre China y Rusia y la postura de China con respecto a la equidad y la justicia ha ganado la comprensión tanto de Rusia como de Ucrania, señalaron los observadores.  

Durante su conversación, Xi señaló que desde principios de este año, las relaciones bilaterales han mantenido un sólido impulso de desarrollo frente a las turbulencias y transformaciones globales.

La cooperación económica y comercial entre los dos países ha hecho un progreso constante, dijo Xi, y agregó que el puente vial transfronterizo Heihe-Blagoveshchensk se ha abierto al tráfico, creando un nuevo canal que conecta a los dos países.

La parte china está lista para trabajar con la parte rusa para impulsar el desarrollo estable y a largo plazo de la cooperación bilateral práctica, dijo Xi.

Los dos jefes de Estado también intercambiaron puntos de vista sobre el tema de Ucrania. Xi enfatizó que China siempre ha evaluado la situación de manera independiente sobre la base del contexto histórico y los méritos del problema, y ​​ha promovido activamente la paz mundial y la estabilidad del orden económico global.

Todas las partes deben presionar por una solución adecuada de la crisis de Ucrania de manera responsable, dijo Xi, y agregó que China seguirá desempeñando el papel que le corresponde en este propósito.

Yang Jin, experto del Instituto de Estudios de Rusia, Europa del Este y Asia Central de la Academia de Ciencias Sociales de China, dijo el miércoles al Global Times que esto demuestra que la firmeza estratégica de China para seguir desarrollando lazos y promover la cooperación con Rusia en los campos de la economía y el comercio, incluso si Occidente está presionando a China para que se una a sus sanciones contra Rusia.

En este asunto, China no está sola, ya que la mayoría de los países no occidentales, así como algunos miembros de la UE y la OTAN, no comparten la opinión de sancionar indiscriminadamente a Rusia en todo o cortar toda cooperación e intercambio, incluso si esto viene con un alto costo, y no hay nada de malo en que los países desarrollen lazos con Rusia basados ​​en los intereses de su gente, dijeron los analistas. 

China está dispuesta a trabajar con Rusia para seguir apoyándose mutuamente en sus respectivos intereses fundamentales en materia de soberanía y seguridad, así como en sus principales preocupaciones, profundizando su coordinación estratégica y fortaleciendo la comunicación y la coordinación en organizaciones internacionales y regionales tan importantes como Estados Unidos. Naciones Unidas, el mecanismo BRICS y la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), dijo Xi.

China también está dispuesta a trabajar con Rusia para promover la solidaridad y la cooperación entre los países de mercados emergentes y las naciones en desarrollo, e impulsar el desarrollo del orden internacional y la gobernanza global hacia una dirección más justa y razonable, agregó.

Cui Heng , investigador asistente del Centro de Estudios Rusos de la Universidad Normal de China Oriental, le dijo al Global Times el miércoles que desde el comienzo de la crisis Rusia-Ucrania, EE. cumbre adoptará un nuevo Concepto de Seguridad para la Alianza para apuntar no solo a Rusia sino también a China, y los líderes de Japón y Corea del Sur asistirán a la cumbre por primera vez. 

“Está claro que la OTAN ya no es una organización militar en las regiones alrededor del norte del Atlántico, sino que entrará en Asia y tendrá influencia global y, lo que es más importante, apunta a Rusia y China como sus rivales, incluso enemigos”, dijo. .

China y Rusia no tienen otra opción que resistir de manera conjunta la supresión total de la OTAN a través de una estrecha coordinación estratégica y mantener aún más el equilibrio de la situación estratégica global, dijo Cui, y señaló que esta es la señal clave emitida por la conversación entre Xi y Putin.

Yang enfatizó que la cumbre de la OTAN se centra en el ejército y la seguridad, mientras que la cumbre de los BRICS se centra en el desarrollo y la cooperación entre las economías en ascenso, por lo que son diferentes y no se convertirán en una especie de situación de Guerra Fría como la confrontación de bloque a bloque. . Pero es importante que China y Rusia, así como el resto de los miembros de BRICS, envíen una señal al mundo de que el orden internacional debe centrarse en el desarrollo y aliviar las tensiones a través del diálogo en lugar de permitir que unos pocos países occidentales dominen la comunidad internacional para hacer que la confrontación domine las relaciones internacionales.

Otra oportunidad importante para la llamada telefónica del presidente Xi con el presidente Putin es que hoy es el cumpleaños del presidente Xi y los dos líderes han disfrutado de una profunda amistad personal durante más de una década. La confianza mutua entre los líderes de los dos países garantiza la estabilidad a largo plazo de las relaciones entre China y Rusia, señaló Cui.

Por su parte, Putin dijo que la parte rusa felicita sinceramente a China por sus notables logros de desarrollo bajo el fuerte liderazgo de Xi.

Desde principios de año, la cooperación práctica entre Rusia y China se ha desarrollado constantemente, dijo, y agregó que Rusia apoya la Iniciativa de Seguridad Global propuesta por la parte china y se opone a cualquier fuerza para interferir en los asuntos internos de China utilizando la llamada temas relacionados con Xinjiang, Hong Kong y Taiwán, entre otros, como excusa.

Señaló que Rusia está lista para fortalecer la coordinación multilateral con China a fin de realizar esfuerzos constructivos para impulsar la multipolarización del mundo y establecer un orden internacional más justo y razonable.

El apoyo de Rusia hacia los temas relacionados con los intereses centrales de China, especialmente aquellos que enfrentan presiones y amenazas de EE. UU., es tan fuerte como siempre, dijeron los analistas. 

La asociación estratégica integral de coordinación entre China y Rusia es «la columna vertebral de un mundo multipolar y desempeña un papel vital en la defensa de las ambiciones globales de la OTAN y la hegemonía de Estados Unidos», dijo Cui.

Los mecanismos de cooperación multilateral con China y la participación clave de Rusia, como los BRICS y la OCS, están teniendo una voz más fuerte en los asuntos internacionales y regionales, dijeron los expertos. «Una clave es que China y Rusia pueden proporcionar valiosos bienes públicos a muchos países en desarrollo, que no tienen ataduras ideológicas en comparación con las proporcionadas por Occidente», señaló Cui.

El miércoles se llevó a cabo de manera virtual la 12ª Reunión de Asesores de Seguridad Nacional y Altos Representantes de Seguridad Nacional de los BRICS, presidida por Yang Jiechi, miembro del Buró Político del Comité Central del PCCh y director de la Oficina de la Comisión de Asuntos Exteriores de el Comité Central del PCCh en Beijing. 

Los temas son el multilateralismo y la gobernanza global, las nuevas amenazas y desafíos a la seguridad nacional y la gobernanza de las nuevas fronteras, dijo el miércoles el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Wang Wenbin, en una conferencia de prensa regular. Asistieron al evento asesores de seguridad nacional y altos representantes en materia de seguridad nacional de Sudáfrica, Brasil, Rusia e India.

«Como presidente de BRICS, China espera trabajar con otros miembros de BRICS para consolidar aún más la confianza política mutua, profundizar la cooperación política y de seguridad, salvaguardar conjuntamente nuestros intereses de seguridad y desarrollo y hacer contribuciones positivas para promover la paz y la estabilidad mundiales», dijo. .

Así piensan la inteligenzia británica sobre su intervención en Ucrania, sueños de un grupo de dirigentes seniles en un geriatrico europeo con melancolía imperial. Dossier Geopolitico

Por Dr. Julian Spencer-Churchill

Hay un dilema terrible en el apoyo de Occidente a Ucrania . Proporcione suficiente apoyo a Kiev para infligir costos severos al presidente ruso, Vladimir Putin , pero no logre derrocarlo y caerá en una alianza desesperada con China. Busque poner fin a la guerra en Ucrania otorgando concesiones a Moscú, y Putin aprenderá sus lecciones, consolidará su control sobre Rusia, se rearmará y finalmente reafirmará el poder ruso nuevamente en Europa del Este o en el extranjero. En ambos casos, Rusia perderá la democracia. El problema se ve agravado por el hecho de que Ucrania en algún momento se negará a ser un instrumento de Occidente y buscará recuperar territorio que arruinará las negociaciones de alto el fuego .. Además, es extremadamente difícil calibrar el apoyo militar preciso a Kyiv y las sanciones a Rusia para producir el resultado deseado. Al igual que con la invasión de Abisinia por parte de Italia en 1935 , la Guerra Civil española de 1936-1939 e incluso el ataque de Japón a China en 1937 , en el período previo a la Segunda Guerra Mundial, la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022 es un espectáculo secundario para los desarrollos estratégico-militares. en Asia. Cualquier guerra convencional por Taiwán será de una magnitud diez veces mayor que el conflicto actual, y se extenderá a los litorales del Océano Pacífico e Índico.

Empujar a Rusia a una alianza energética con China, que tiene diez veces más población y capacidad de fabricación, es una fórmula para un desastre estratégico, especialmente cuando China supera el poder económico de Estados Unidos en las próximas dos décadas. Un eje Moscú-Beijing fusionará la economía y la población potencialmente hegemónicas de China con los recursos agrícolas , energéticos y, lo que es más importante, mineros de Rusia, en particular el uranio 238 . También traerá consigo a la mayoría de los estados de Asia Central, Irán, Siria, Corea del Norte, Pakistán y Bielorrusia. Desesperado por mantener su influencia en Europa, y solo capaz de operar comercialmente dentro de la esfera china debido a las sanciones, Moscú podría optar por hacer concesiones territoriales a China ., particularmente en la región de Amur del Lejano Oriente , o proporcionaron bases en el Ártico, lo que representaría una amenaza directa para la seguridad de América del Norte.

Tales compromisos parecen contradecir el compromiso ruso de usar armas nucleares para defender incluso secesiones menores . Sin embargo, la contracción demográfica de Rusia y el hecho de que la población de China la supere diez a uno, junto con disputas históricas enconadas , pueden llevar a una política desesperada de reducción de costos. Solo hay treinta millones de rusos al este de los Montes Urales, y solo quedan 6 millones de rusos al este de Irkutsk y el lago Baykal (una disminución del veinticinco por cientodesde 2000). Por lo tanto, es concebible que Rusia pueda ceder un tercio de su territorio total a Beijing, aproximadamente 7 millones de kilómetros cuadrados, que también contiene aproximadamente la mitad del suministro de uranio de Rusia. Es preocupante que Rusia pueda iniciar una crisis simultánea para distraer a Europa de ayudar a los EE. UU. en una contingencia de Taiwán .

La primera solución, que es infligir una derrota militar decisiva a Rusia, implica la expulsión de Ucrania y la persecución en territorio ruso, es muy probable que produzca una escalada continua de armas tácticas a armas nucleares de teatro. El estratega nuclear académico más influyente, el historiador naval Bernard Brodie ( The Absolute Weapon – 1946 ) argumentó que dada la imposibilidad de una defensa práctica contra un ataque nuclear, un arsenal oculto de segundo ataque, en este caso el de Rusia, haría que la disuasión fuera excepcionalmente robusta. Por lo tanto, no es probable que Rusia sea susceptible a la compulsión nuclear. La mayoría de los historiadores de estudios estratégicos, incluido el profesor de la Universidad de Columbia, Richard Betts, están de acuerdo en que en los casos de confrontaciones militarizadas que involucran armas nucleares, donde la potencia de fuego nuclear es en efecto ilimitada y no se puede defender, las crisis generalmente se resuelven a favor del país con el mayor interés en juego . Fue por esta razón que la Crisis de los Misiles Cubanos de 1962 se resolvió en beneficio de Washington, que tenía un interés mucho mayor en desnuclearizar el Caribe. Por supuesto, en el caso de los territorios adyacentes a Rusia, Moscú tiene una ventaja significativa en el equilibrio de intereses. De hecho, hemos estado pensando en la estrategia nuclear durante más de un siglo: HG Wells escribió una vívida descripción de una guerra nuclear y sus consecuencias en 1913, antes de la Primera Guerra Mundial ( The World Set Free).

La segunda solución, que requiere mucha más paciencia y moderación, es fomentar la tendencia natural de inseguridad y desconfianza mutua entre China y Rusia, una política que se implementó con éxito durante la Guerra Fría. La victoria total de EE. UU. era en realidad concebible tanto en la guerra de Corea como en la de Vietnam. En Corea, habría implicado el uso de bombas de fisión lanzadas por B-29, apoyando un avance de las Naciones Unidas a través del río Yalu y hacia Beijing para imponer un acuerdo. Una invasión de Vietnam del Nortehabría requerido el desembarco de marines estadounidenses en el puerto de Haiphong, apoyados por un avance blindado costa arriba, seguido de una intensa escaramuza fronteriza contra una fuerza de socorro del Ejército Popular de Liberación de China. Sin embargo, en ambos casos, los objetivos militares se subordinaron al objetivo estratégico de ganar la Guerra Fría, al propiciar la fragmentación de la alianza comunista. Específicamente, EE. UU. concedió una paz indecisa en la península de Corea y una derrota en Vietnam para alejar a China de la órbita soviética. Estas elecciones requerían una enorme voluntad política. La elección de llegar a un punto muerto en la Guerra de Corea fue muy desmoralizador para un EE. UU. acostumbrado a ganar de manera decisiva. La elección de EE. UU. de ser derrotado en Vietnam fue excepcionalmente costosa, con EE. UU.perdiendo casi 10.000 aviones rotativos y de ala fija durante la guerra. En comparación, en los primeros dos meses de la Guerra Ruso-Ucraniana, las pérdidas de aviones de ala fija de Moscú son comparables a las pérdidas argentinas durante la Guerra de las Malvinas de 1982, menos de 200 aviones.

La teoría del equilibrio de poder predice que los estados llegarán a temer a los estados más cercanos a ellos, que en el caso de Rusia y China, son entre sí, dada su frontera excepcionalmente larga. Además, el profesor de la Universidad de Harvard, Stephen Walt , ha argumentado que los estados también consideran la historia pasada como una guía de intenciones, y esto a menudo explica por qué algunos alineamientos se componen de coaliciones innecesariamente abrumadoras contra estados particularmente agresivos, como el Japón imperial o el Irak de Saddam Hussein. En el contexto de las relaciones chino-soviéticas, la desconfianza comenzó en la década de 1930 cuando el líder soviético Joseph Stalin ayudó al Guomintang, que era más eficaz.(los enemigos de los comunistas de Mao Zedong), en un intento desesperado de contrarrestar a los japoneses imperiales que luego invadían China. En 1954 y 1958, durante las respectivas Crisis del Estrecho de Taiwán , el líder soviético Nikita Khrushchev se negó a proporcionar a Beijing un paraguas nuclear ofensivo, lo que provocó una división ideológica en la cumbre posterior de 1959. Después de años de disputas menores, en 1969, alimentadas por el radicalismo de los Revolución Cultural, China provocó un conflicto fronterizo con los soviéticos en tres puntos a lo largo de su frontera del Lejano Oriente y Asia Central. Estados Unidos maniobró con cuidado para evitar provocar a China, estableciendo el estado para el presidente estadounidense Richard Nixon .El viaje épicamente exitoso de 1971 para visitar al presidente Mao Zedong de la China comunista, que obligó a la Unión Soviética a reubicar una cuarta parte de su ejército en el Lejano Oriente, poniendo fin de manera efectiva a la preponderancia militar soviética en Europa.

Un principio importante de la política de equilibrio de poder es que para evitar que el mundo sea peligrosamente dominado por una sola potencia militar, los países deben estar preparados para asociarse con nuevos aliados , por odiosos que sean. Esto incluye a Occidente, incluso ahora, buscando mejorar las relaciones con Rusia. Por ejemplo, los aliados democráticos derrotaron al nazismo junto con la Unión Soviética de Joseph Stalin e induciendo financieramente a la España fascista a permanecer neutral . Los servicios de inteligencia británicos proporcionaron entrenamiento a los Jemeres Rojospara mitigar la propagación del comunismo vietnamita en el sudeste asiático. Si sobrevivimos a la próxima «nueva Guerra Fría» con China, podemos imaginar un mundo posterior en el que China será un aliado clave necesario para ayudar a contener una India dinámicamente joven, rica en agricultura, culturalmente asertiva y antiliberalmente democrática . El maltrato actual de la importante minoría musulmana de la India (que asciende a más de 200 millones) no es un buen augurio para la idea de que las democracias nunca lucharán entre sí en el futuro.

En términos prácticos, esto significa buscar un fin negociado y públicamente desagradable de las hostilidades que no busque desplazar a los Siloviki del poder. Esto significaría comprometerse con la política de infligir costos a las fuerzas rusas, abandonar la reconquista ucraniana de Donetsk, Lugansk y Crimea , no buscar reparaciones de guerra , no exigir a Rusia que entregue a los criminales de guerra y retirar las sanciones .

El Dr. Julian Spencer-Churchill es profesor asociado de relaciones internacionales en la Universidad de Concordia, autor de Militarization and War (2007) y de Strategic Nuclear Sharing (2014), y ex oficial de operaciones del 3.º Regimiento de Ingenieros de Campo. Ha publicado extensamente sobre temas de seguridad y control de armas, y completó contratos de investigación en la Oficina de Verificación de Tratados en la Oficina del Secretario de Marina, y la entonces Oficina de Defensa de Misiles Balísticos (BMDO).

FUENTE: https://www.19fortyfive.com/2022/05/how-to-win-in-ukraine-without-creating-a-russia-china-axis/

REVISTA 1945

Tras 110 días de guerra está claro que EE.UU. ha sometido a Europa y que Rusia vencerá al régimen de Kiev. ¿Para qué prolonga, entonces, Occidente el sufrimiento de su aliada?

Por Eduardo J. VIOR TELAM

A casi cuatro meses de comenzada la guerra en Ucrania, desde el punto de vista militar es indudable que Rusia vencerá. También parece haber sobrellevado satisfactoriamente la ola de sanciones occidentales contra su economía. EE.UU., por su parte, puso nuevamente a funcionar su complejo industrial militar y sometió a Europa, obligándola a pagar carísimos los alimentos y la energía. Que Rusia prolongue la guerra hasta alcanzar sus objetivos, se entiende. Pero, ¿para qué siguen las potencias occidentales enviando a Ucrania toneladas de armas que no equilibran la superioridad de Rusia en el campo de batalla, multiplican las pérdidas de vidas y la destrucción de la economía del país y escalan el conflicto? ¿Es intención o automatismo?

Este miércoles 15 el jefe del Estado Mayor Conjunto (JEME) de las Fuerzas Armadas estadounidenses, el general Mark Milley, ha calculado las pérdidas del ejército ucraniano. Se cree que éste está perdiendo alrededor de 100 personas al día y que tiene de 100 a 300 heridos. Por su parte, el sábado pasado, por primera vez, Oleksiy Arestovich, el principal asesor de Zelensky, admitió en una entrevista que desde el comienzo de la Operación Militar Especial de Rusia, Ucrania ha perdido unas diez mil personas. Se supone que se refirió sólo a los militares muertos, porque el número de bajas civiles y el de heridos es mucho mayor, como indica el que se esté preparando la movilización de las mujeres.

A principios de esta semana podía dibujarse el siguiente cuadro de la situación militar: las fuerzas aliadas de Rusia y las milicias de las repúblicas secesionistas de Lugansk y Donetsk han recuperado el 97% del territorio de las antiguas provincias del mismo nombre, Rusia recupera posiciones que había perdido hace un mes en la provincia de Járkov y sostiene las posiciones en el sur. Falta poco para que tome la totalidad de los territorios habitados por población rusohablante. En este contexto, no se entiende la utilidad militar de los permanentes bombardeos ucranianos contra la población civil de la ciudad de Donetsk.

 Foto AFP
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Por su parte, el diario británico The Independent, citando un informe de inteligencia, ofreció el sábado 11 un gran análisis sobre el equilibrio de las fuerzas rusas y ucranianas: las tropas ucranianas son 20 veces inferiores a las rusas en artillería, 40 veces en municiones y 12 veces en alcance. Además, la parte ucraniana se ha quedado casi completamente sin cohetes antitanque, aunque sigue teniendo los MLRS Grad y los obuses que alcanzan un máximo de 20-30 km. Del mismo modo, carece de armas para golpear la artillería rusa de largo alcance. Por su descoordinación con otros sistemas de armas, la incorporación creciente de cañones autopropulsados de gran calibre de origen francés y norteamericano aumenta los daños civiles, pero no aumenta la eficacia militar. A su vez, los rusos disponen de numerosos cohetes operativos a muchas decenas e incluso cientos de kilómetros. Se da una situación de «absoluta desigualdad en el campo de batalla, por no hablar del completo dominio de la aviación enemiga en el aire», dice el informe británico. Como consecuencia, entre las tropas ucranianas cunde el desaliento y aumenta la deserción.

Existe además un efecto colateral que se venía advirtiendo desde el inicio: la entrega compulsiva de armamentos está alimentando un mercado negro en el cual se puede adquirir un sistema Javelin estadounidense por unos 30 mil dólares, cuando sólo el misil cuesta 170 mil dólares y el centro de control unos 200 mil más. Organizaciones delictivas de todo tipo están aprovechando la ocasión para conseguir una amplia variedad de armas y se sospecha que no sólo portátiles. Las posibilidades de que sean utilizadas con fines criminales en cualquier parte del mundo son aterradoras, si se piensa que se han entregado misiles anti buques costeros que nadie sabe a dónde terminan.

Ante este panorama, a los líderes occidentales no se les ocurre nada mejor que enviar armas aún más potentes. Así, este martes 14 el subsecretario de Defensa para Asuntos Políticos de EE.UU., Colin Kahl informó que Estados Unidos proporcionará a Ucrania misiles guiados pesados con un alcance de 70 km para su uso con los lanzadores de cohetes múltiples HIMARS. Según Kahl, el sistema de cohetes de artillería de alta movilidad vendrá con cohetes guiados GMLRS. Con este equipo militar no se requiere un consumo masivo de municiones, ya que se trata de un sistema de alta precisión y potencia cuya efectividad es comparable al «efecto de un ataque aéreo». Así Ucrania podría atacar más profundamente el territorio ruso, dañando objetivos civiles, pero serán inútiles para los militares, porque desde hace tiempo las fuerzas aliadas evitan las grandes concentraciones y utilizan pequeñas unidades móviles.

Foto Xinhua
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En este contexto no es de extrañar que el profesor de Relaciones Internacionales Andrew Latham, de la Universidad Macalester en Minnesota, haya llegado el martes 7 a la conclusión de que “Ucrania no puede vencer”. El resultado de esta guerra no puede ser una Ucrania independiente. Es obvio que la parte oriental es para Rusia y la occidental quedará bajo la influencia de Polonia.

El profesor Latham califica este escenario como una victoria incondicional del Kremlin, porque una de las principales tareas de la Operación Militar Especial era impedir la expansión de la OTAN y la fragmentación de Ucrania la excluiría de la esfera de influencia de la alianza.

A esta altura de la guerra van quedando claras las respectivas estrategias de la OTAN y de Rusia. Ambas se dividen en dos campos, el económico y el militar. La apuesta de la OTAN fue empujar a la guerra a Moscú utilizando como anzuelo a Ucrania, a quien le dio todas las garantías de que intervendría en su apoyo para derrotar a Rusia.

En el campo militar se planificó inundar el país con armas antitanques y aéreos portátiles de distintos alcances y, dado que ya habían previsto la falta de voluntad de resistencia de la mayoría del pueblo ucraniano, generar un sistema de guerrillas sostenido por la organización atlantista, introduciendo mercenarios bajo la cobertura de ser voluntarios. No existen las resistencias populares que inventó la propaganda occidental. En el Donbass la población recibe como libertadores a los rusos y chechenos, mientras que en las regiones más occidentalizadas se debió prohibir la salida a los hombres en edad de combatir y ahora comienzan a convocar a las mujeres.

En el plano económico la situación no es mejor para la Alianza Atlántica. No ha conseguido el apoyo diplomático esperado, al punto de que Silvio Berlusconi ha dicho públicamente que apenas el 25% del mundo se ha coaligado contra Rusia. Moscú ha compensado rápidamente las sanciones occidentales reorientando sus exportaciones hacia otros mercados. De todos modos, la mitad de los miembros de la UE sigue comprando gas a Rusia y lo paga en rublos. Como no pueden comprar petróleo directamente, hay países europeos que lo adquieren a armadores griegos o a refinerías indias, por supuesto que mucho más caro. Al mismo tiempo, al haber minado Ucrania el acceso a sus puertos sobre el Mar Negro, impide la salida del trigo que Europa necesita. Las distribuidoras de alimentos y de energía están aprovechando la coyuntura para aumentar los precios. En economías sin mecanismos de ajuste, tasas de inflación que rondan el 7% anual hunden a poblaciones enteras que ya vivían al borde de la pobreza. En el hemisferio norte está a punto de comenzar el verano. Habrá que ver de qué manera reaccionan los europeos, cuando al hambre sumen el frío.

Ucrania ya no está de moda, incluso los «socios extranjeros» están cansados de ella. Así lo afirmó Zelensky durante un encuentro con periodistas el pasado martes 7. Este “cansancio” de los líderes occidentales se hizo más que evidente en el choque verbal que el fin de semana pasado tuvo el presidente norteamericano con miembros del gobierno ucraniano. En una escapada de la Cumbre de las Américas Joe Biden concurrió el viernes 10 en Los Angeles a una cena con donantes del Partido Demócrata. Preguntado sobre el desencadenamiento de la guerra, el mandatario contó que el presidente de Ucrania «no quería oír» las advertencias sobre la invasión rusa. Biden dijo que «no había duda» de que Vladimir Putin había estado planeando «entrar», pero Volodymir Zelensky había desoído las advertencias de EE.UU.

 Foto AFP
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Con sumo disgusto reaccionó el portavoz presidencial ucraniano, Serhiy Nykyforov, a las declaraciones de Biden. Según él, su presidente había pedido en repetidas ocasiones a los socios internacionales que impusieran sanciones de forma preventiva, para obligar a Rusia a retirar las tropas estacionadas en la frontera con Ucrania. «Y aquí ya podemos decir que nuestros socios no quisieron escucharnos», dijo.

Las declaraciones del jefe de la Casa Blanca son, por lo menos, ambiguas: ¿quiso decir que ellos sabían que Putin de todos modos invadiría Ucrania y que Zelensky no quiso escucharlos? En ese caso, cabe la pregunta sobre qué le habrían aconsejado: ¿negociar o iniciar a su vez una guerra preventiva? ¿Por qué han seguido sosteniendo al mandatario ucraniano, si es tan negligente y obcecado? Por el contrario, si el presidente quiere decir que Zelensky debió haber negociado para impedir la invasión, ¿por qué no lo han presionado en los cuatro últimos meses para que negocie?

Parece aún faltar mucho para que Rusia y Ucrania negocien. La experiencia y el sentido común indican que quien tiene chance de vencer en una guerra la sigue hasta alcanzar alguno de sus objetivos, pero que, quien sabe que no puede vencer busca un alto el fuego, por lo menos para ganar tiempo. Sin embargo, el liderazgo ucraniano sigue enviando al frente a miles de reclutas inexpertos y, a pesar de las quejas de Kiev por el insuficiente apoyo recibido, la dirigencia occidental le sigue mandando armas, entrena a sus tropas y envía mercenarios.

“La OTAN busca conseguir que Ucrania pague el menor precio posible por la paz cuando se siente en la mesa de negociaciones con Rusia”, ha afirmado este domingo el secretario general del bloque militar, Jens Stoltenberg, de visita en Finlandia. «Nuestro apoyo miliar es un método de reforzar sus posiciones en la mesa de negociaciones cuando se sienten para conseguir un acuerdo de paz, ojalá sea pronto», indicó. No parece una alternativa realista, ya que, mientras Ucrania se niegue a negociar, Rusia seguirá su ofensiva y su contendiente será cada vez más débil. Por lo tanto, tendrá menos poder a la hora de negociar. Stoltenberg da la impresión de no saber a dónde quiere llegar y, entonces, sigue mandando armas de modo automático, para justificar su ceguera.

A esta falta de claridad sobre los objetivos occidentales contribuyen poderosamente también las contradictorias señales que emite el gobierno norteamericano. Mientras que Joe Biden, veterano de la Guerra Fría, insiste en advertir que, si Rusia utiliza armas nucleares tácticas para acabar la guerra en Ucrania, EE.UU. responderá con la misma moneda, miembros del Consejo de Seguridad Nacional declaran oficiosamente a los medios que “tal vez baste con adecuadas respuestas convencionales”. La claridad, consecuencia y coherencia de los mensajes que den los líderes de las principales potencias es una condición indispensable de la paz mundial. Tanto aliados como adversarios necesitan conocer el rumbo de la mayor superpotencia, para poder organizar racionalmente su actuación. La previsibilidad es un ingrediente esencial para el restablecimiento de la paz mundial. En EE.UU., empero, no queda claro quién fija la línea del gobierno ni cuáles son sus objetivos.

La derrota de Ucrania es ineluctable y el envío de armas occidentales sólo prolonga la guerra a costas de más vidas y de una mayor destrucción de la economía ucraniana. Un conflicto así sólo se lo puede resolver dialogando y cediendo lo necesario como para garantizar la seguridad de Rusia y la supervivencia de Ucrania, aunque sea en dimensiones reducidas.

En un momento tan peligroso debería haber en Occidente un liderazgo firme y unificado que dé a Rusia señales claras y la seguridad de que lo que se acuerde será de cumplimiento efectivo, pero no es el caso. La extrema oligarquización del capitalismo norteamericano y la subordinación del Estado a los intereses de unas pocas corporaciones y personas han esmerilado la autoridad presidencial. A esta condición estructural hay que añadir la debilidad física y neurológica del presidente. Así, cada fracción dentro del gobierno y de la alianza sigue su propio juego. Sólo algunos aparatos burocráticos, como el Pentágono, tienen consciencia de los límites impasables. Nadie en Washington o en Bruselas tiene el poder para fijar objetivos claros y consensuados, cada uno atiende su juego y todos lo hacen automáticamente.

Occidente no tiene en la guerra que se libra en Ucrania objetivos alcanzables y se limita a prolongar el conflicto enviando armas con la vana esperanza de mejorar la posición ucraniana en la venidera negociación. El problema es que, mandando equipamiento sin clara orientación política arriesga que los dirigentes de Kiev quieran subir la apuesta jugando a va banque y, atacando a Rusia, provoquen su reacción contra los proveedores de las armas. Mientras los líderes de la OTAN no cesen de mandar armas y no impongan a sus aliados en Kiev que negocien en serio, el riesgo de una extensión y ampliación de la guerra se mantendrá alto. Roguemos para que la razón vuelva a Occidente.

DOSSIER GEOPOLITICO DG le está invitando a la sexta Conferencia del Ciclo 2022

VI Conferencia: “La Geopolitica de la Ruta de la seda y el despliegue con América latina”

Sábado 11 de Junio 2022, 17,00 hs. de Argentina España 10,00 hs pm; Costa Rica 02,00 hs pm; Brasil 05,00 hs pm; Rusia 11,00 hs pm, Perú 15,00 hs pm

Disertará: El Sociólogo. Sebastian Schulz Becario Doctoral del CONICET. Doctorando en Ciencias Sociales y Especializando en Estudios Chinos (UNLP). Investigador del Centro de Estudios Chinos (Instituto de Relaciones Internacionales, UNLP) y del Centro de Investigaciones en Política y Economía. Integrante de los Grupos de Trabajo de CLACSO «China y el mapa del poder mundial» y «Geopolítica, integración regional y sistema mundial». Escribe en la revista digital “La ruta China”

Analizaremos: los cambios geopolíticos de la nueva realidad multipolar, los BRICS -China y el BRI- con los cambios que promueve en nuestra isla suramericana y en latinoamérica en general

Unirse a la reunión Zoom

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Después de veinte años de discusiones en 2023 se iniciará la construcción del ramal del sur de la ruta terrestre de la seda conectando Xinjiang con Kirguistán y Uzbekistán

Especial para Dossier Geopolitico por Eduardo J. Vior

Con la guerra en Ucrania y las sanciones contra Rusia, EE.UU. y el Reino Unido bloquearon los enlaces terrestres y aéreos entre Europa y China. De ese modo esperan someter duraderamente a los países de la UE y limitar la influencia de la Ruta de la Seda y la Franja (BRI, por su nombre en inglés) sobre la integración y desarrollo de Eurasia. No obstante, China no se rinde y acaba de decidir que el año próximo comenzará la construcción del ferrocarril China-Kirguistán-Uzbequistán. Los 523 kilómetros de esta línea no sólo impulsarán el desarrollo de la región occidental de Xinjiang, sino que conectarán estas dos naciones de Asia Central entre sí y con China por un extremo, con el Cáucaso, Turquía y Europa en una dirección y con Irán e India en la otra. Este nodo se vincula con otros proyectos ferroviarios y marítimos. Eurasia se une contra la dominación atlántica.

Sólo para atravesar las montañas de Kirguistán deberán construirse 90 puentes

El ferrocarril CKU creará importantes oportunidades comerciales para Kirguistán y Uzbequistán, a la vez que conectará directamente a China por ferrocarril con Oriente Medio, con beneficios derivados en toda la región.

Como anunció la semana pasada el Presidente de Kirguistán, Sadyr Yaparov, China ha decidido por fin iniciar en 2023 la construcción del tan esperado ferrocarril China-Kirguistán-Uzbequistán (CKU). Los retrasos se han debido a las enormes dificultades logísticas y técnicas, así como al elevado costo. Kirguistán es montañoso y la línea requerirá la perforación de más de 90 túneles, mientras que las condiciones climáticas del invierno también son difíciles.  El acceso a China se hará desde la terminal ferroviaria de Kashgar, en la provincia de Xinjiang Occidental, ya conectada a la red nacional china.

La ruta CKU unirá China, Kirguistán y Uzbequistán con Europa Central y Oriental a través de Irán y Turquía. Según los planes propuestos, la longitud total de la misma será de unos 523 kilómetros, incluyendo 213 kilómetros en China, 260 kilómetros en Kirguistán y unos 50 kilómetros en Uzbequistán.

Desde Uzbequistán puede conectarse con el ferrocarril Uzbequistán-Turkmenistán hasta el puerto de Turkmenbashi, en el mar Caspio, para allí enlazar con el puerto de Bakú, en Azerbaiyán, y llegar a los mercados de Georgia, Turquía y las naciones de la UE del mar Negro (Bulgaria y Rumanía) o dirigirse hacia el sur hasta los puertos iraníes del Caspio, como el de Anzali, y seguir hacia el sur por el ferrocarril que también se completará en 2023 a través del Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC, por su nombre en inglés) hasta el puerto meridional iraní de Chabahar. Este tramo marítimo conduce a Oriente Medio, África Oriental e India.

Funcionarios uzbecos han dicho que, cuando esté terminado, el ferrocarril será la ruta más corta para transportar mercancías desde China a Europa y Oriente Medio, reduciendo el trayecto de carga en 900 kilómetros y ahorrando los envíos entre siete u ocho días. Las autoridades de Uzbequistán y Turkmenistán ya han planificado la conectividad bilateral en su tramo de la ruta CKU, mientras que Turkmenistán e Irán han hecho lo mismo. Irán también ha discutido la conectividad del INSTC con Catar.

Kirguistán es un pequeño país montañoso de Asia Central

La economía kirguisa es relativamente pequeña, con un PIB de algo menos de 8.000 millones de dólares y una población de apenas 6,5 millones. Se calcula que las exportaciones ascienden a unos 2.000 millones de dólares e incluyen oro, algodón, lana, prendas de vestir, carne, mercurio, uranio, electricidad, maquinaria y calzado. Importa bienes por valor de unos 4.500 millones de dólares, entre ellos petróleo y gas, maquinaria y equipos, productos químicos y alimentos. Sin embargo, la ubicación de Kirguistán lo hace ideal como centro de servicios de Asia Central, ya que también tiene frontera con Afganistán y se están proyectando enlaces ferroviarios con y a través de este país. El comercio exterior de Kirguistán aumentó un 19,5% en 2021 y cabe esperar que el país se convierta en un centro de fabricación y procesamiento ligero para el comercio entre China y Asia Central. Viendo la oportunidad, la plataforma rusa de comercio electrónico Wildberries acaba de establecer operaciones en el país.

La economía uzbeca se está abriendo en todas las direcciones

Uzbequistán, por su parte, es una de las principales apuestas de la CKU: el país está llevando a cabo importantes reformas y ha abierto su economía. Ello se ha traducido en la entrada en vigor de importantes acuerdos comerciales con el Reino Unido y la Unión Europea que incluyen a miles de productos que ahora pueden exportarse libres de impuestos. Esta evolución también se ha hecho patente en los mercados de capitales, donde el gobierno uzbeco emitió su primer eurobono en 2020, que ya fue sobresuscrito ocho veces. En agosto del año pasado Uzbequistán fue uno de los primeros países de la región en emitir un bono soberano de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), mientras que 15 de las principales empresas públicas y bancos uzbecos se preparan para una futura privatización, adelantándose a otras miles de empresas locales que buscan hacerlo.

Cabe esperar que los acuerdos comerciales de Uzbequistán sean un imán para los inversores chinos y rusos que buscan instalaciones uzbecas para la fabricación de productos de exportación. Uzbequistán no tiene salida al mar, pero cuenta con conexiones regionales hacia el norte, con Kazajistán y Rusia, y hacia el oeste, con Turkmenistán y el INSTC.

Desde Uzbequistán la CKU puede conectar con Kazajistán y Rusia. Hay que tener en cuenta que Uzbequistán es miembro observador de la Unión Económica Euroasiática (UEEA), que incluye a Armenia, Bielorrusia, Kirguistán, Kazajistán y Rusia, y es probable que se incorpore a ella en un futuro próximo. El país también tiene acuerdos de libre comercio con Irán y Vietnam y está en negociaciones con Egipto, los EAU, India y otras numerosas naciones de la ASEAN y algunas africanas.

La conectividad ferroviaria hacia el oeste vía Bakú, a través de Georgia y Turquía, sigue presentando cuellos de botella, aunque deberían resolverse en el transcurso de los próximos meses y, sin dudas, a mediados de 2023. Esta ruta del sur de China a Europa es cada vez más importante, dado que la ruta del norte a través de Rusia ha sido cerrada por la guerra y las sanciones occidentales.

En cuanto a Oriente Medio se trata de la ruta INSTC, que conectaría el puerto del Mar Caspio de Turkmenistán con el puerto del Caspio de Anzali, en Irán. La distancia marítima es de 304 millas náuticas. Desde allí, las mercancías pueden acceder a los importantes mercados iraníes, así como transitar hacia el sur a través de Irán hasta el puerto de Chabahar, en el Golfo de Omán. Está previsto que los tramos ferroviarios faltantes se completen durante 2023. El puerto de Chabahar ha sido objeto de una importante inversión por parte de India y en un principio iba a ser el principal corredor comercial entre Irán e India sin pasar por Paquistán. Sin embargo, esta ruta ha adquirido una mayor importancia estratégica por su acceso a Oriente Medio, África Oriental y el Sudeste Asiático.

Hay otros proyectos ferroviarios en marcha o en fase de planificación que también aumentarán el potencial de la CKU. Recientemente se ha reabierto la línea ferroviaria de carga Paquistán-Irán-Turquía, mientras que –con dificultades por el reciente golpe de estado prooccidental en Islamabad- se está construyendo la vía que une Paquistán con China, creando un bucle ferroviario total en Asia Central.

Toda Asia Central desea que Afganistán se rehabilite y el país ha firmado un memorando de entendimiento con Uzbequistán y Paquistán para construir un ferrocarril transafgano que lo atravesaría de norte a sur y conectaría Uzbequistán con el puerto paquistaní de Karachi. Turkmenistán también ha estado construyendo un ferrocarril hasta la frontera occidental de Afganistán y se está discutiendo un enlace con Herat, el centro industrial de este último país. Irán, en tanto, que también tiene frontera con Afganistán, participa en discusiones similares, con rutas previstas entre Irán y Afganistán que también conectarían con China. Como se puede ver, el ferrocarril CKU cambiará completamente el juego y la función de Asia Central. De ser un agujero, pasará a convertirse en el centro de la integración y el desarrollo de Eurasia.

Las potencias occidentales pretenden impedir este proceso desatando guerras en su periferia, pero, quebrada la dominación colonial (sobre todo en las cabezas de sus pueblos), ya nadie podrá impedir el restablecimiento de la unidad e interconexión entre el Mar Oriental de China y el Océano Atlántico, entre la estepa siberiana y el Océano Índico, que entre principios de nuestra era y el siglo XVIII tanto influyó sobre la historia del mundo. La periferia atlántica se está autoexcluyendo.