Por: Amir Taheri

Desesperadamente tratando de mantener un mínimo de relevancia en el embrollo sirio, las Naciones Unidas han sacado a un viejo fantasma de su letargo para reclamar algunos titulares. El enviado especial de la ONU para Siria, Geir Pedersen, ha sacado al llamado “Comité de la Constitución” de su hibernación de dos años para “empezar a redactar la reforma constitucional”.

Fíjense en las palabras “empezar”, “redactar” y “reforma constitucional”. Esto significa que, tras dos años de deliberaciones reales o imaginarias, el comité no ha pasado del punto de partida. Incluso entonces, lo que está previsto no es la redacción real de una nueva constitución, sino la “redacción” de “reformas” no especificadas de una constitución inexistente. Si esto suena a gesticulación diplomática, no se sorprenda porque es exactamente eso.

Reducir el papel que las Naciones Unidas podrían desempeñar para ayudar a sacar a Siria del actual estancamiento mortal a una mera gesticulación es, como mínimo, lamentable.

Siria no es hoy un problema constitucional.

La tragedia que se ha cobrado casi medio millón de vidas y ha convertido a casi la mitad de la población en refugiados o desplazados no fue causada por una constitución defectuosa y no concluirá con una constitución soñada por Pedersen y sus asociados.

Lo cierto es que Siria ha dejado de tener existencia efectiva como Estado-nación. Sin embargo, al mismo tiempo, no puede considerarse como un clásico “territorio sin gobierno” porque diferentes partes del mismo están bajo cierta medida de gobierno por parte de potencias extranjeras y sus sustitutos y aliados locales.

Esto convierte a Siria en un problema geopolítico complejo que no puede resolverse con tácticas legales absurdas.

En la actualidad, el territorio sirio está bajo el control de cinco actores diferentes.

Un segmento está dirigido por Rusia, en parte a través de empresas de seguridad privadas, con los restos del régimen del presidente Bashar al-Assad como fachada local. Otro segmento está controlado por Turquía y sus aliados locales de la Hermandad Musulmana. Estados Unidos y algunos aliados de la OTAN controlan un tercer segmento con el apoyo de la etnia kurda local. La República Islámica de Irán y sus “legiones extranjeras” afganas, pakistaníes, iraquíes, sirias y libanesas controlan una cuarta parte. El último trozo está en manos de los restos del ISIS y de antiguos enemigos convertidos en aliados entre los grupos anti-Assad.

Los cinco segmentos se han convertido en laboratorios de diferentes experimentos de organización política, a veces diametralmente opuestos. En el sector controlado por Rusia todavía se encuentra un eco del típico despotismo árabe basado en la seguridad militar que fue respaldado por la ya desaparecida Unión Soviética durante la Guerra Fría.

Mientras pueda mantener su presencia militar, especialmente las bases en el Mediterráneo, Rusia no está interesada en la ingeniería política en Siria. El presidente Vladimir Putin también está decidido a no permitir que Siria se convierta en una base para exportar el terror a partes de la Federación Rusa donde los musulmanes son mayoría.

Putin está convencido de que, con la posible excepción de Turquía, todos los demás actores en Siria están obligados a abandonar o ser expulsados del juego tarde o temprano. Ayudado por los frecuentes ataques aéreos israelíes sobre posiciones iraníes, ya está allanando el camino con pieles de plátano para Irán, que ha empezado a reducir su huella en varios lugares.

Puede que Putin se equivoque al pensar que Estados Unidos también se está preparando para abandonar Siria. Tal movimiento habría sido más probable bajo Donald Trump o si el presidente Joe Biden no se hubiera picado con su fiasco en Kabul.

Putin considera a su homólogo turco Recep Tayyip Erdogan como su único socio digno para decidir el futuro de Siria. Turquía tiene un interés de seguridad nacional en crear una zona de amortiguación a lo largo de su frontera y evitar la aparición de un enclave kurdo autónomo en Siria.

Mientras Pedersen y su grupo han estado hibernando, Putin y Erdogan han discutido una nueva constitución para Siria en varias ocasiones, la más reciente en una cumbre en Sochi. Putin quiere una constitución laica para Siria que no mencione una religión estatal.

Sin embargo, Erdogan insiste en que, si se menciona una religión estatal, debe especificar la versión hanafí del Islam suní. Sin embargo, eso significaría enemistarse con las minorías nusairi (alauita), ismaelita, ithna-ashari y drusa de Siria, por no hablar de las comunidades cristianas.

Los dos líderes tampoco están de acuerdo en la cuestión de la mención de una lengua oficial del Estado en una futura constitución. Al erigirse en protector de la minoría turca de Siria, menos del uno por ciento de la población, Erdogan quiere que el turco sea reconocido como una de las lenguas oficiales junto con el árabe, pero se opone con vehemencia a que se conceda el mismo estatus al kurdo, lengua de alrededor del cuatro por ciento de los sirios.

Por su parte, la República Islámica de Irán ha ofrecido sus propias reflexiones sobre una supuesta constitución siria. El ayatolá Mohsen Araki, encargado de propagar la marca iraní del chiísmo en Siria, propone la creación de una nueva identidad “fatimyoun” que englobe la marca iraní del chiísmo junto con las confesiones alauita, ismailí y drusa. Sin embargo, el proyecto se enfrenta a un obstáculo: las autoridades chiíes tradicionales de Qom y Nayaf siguen considerando herejes a las sectas sirias.

Estados Unidos, por su parte, no parece tener una visión a largo plazo de lo que está haciendo en Siria. El deseo malhumorado del presidente Trump de retirarse de Siria supuso un gran golpe para los kurdos locales y otros aliados de Estados Unidos.

Sin embargo, Trump dio rápidamente marcha atrás, y ha sido seguido en eso por Biden, al menos por el momento. No obstante, lo que sigue faltando es una estrategia estadounidense clara para reactivar Siria como Estado-nación, el único resultado que puede contribuir a la paz regional y ayudar a los intereses a largo plazo de Estados Unidos y sus aliados. Sin el liderazgo estadounidense, las potencias europeas no podrán desempeñar el papel crucial que podrían y deberían reclamar para ayudar a poner fin a la tragedia siria.

Al ignorar el aspecto geopolítico del problema sirio y al limitar la participación del pueblo sirio en la configuración del futuro de su país a unos pocos peones de Assad y a un puñado de figuras autodenominadas de la oposición, la ONU puede estar cometiendo un doble error.

Si se reconoce a Siria como lo que es, es decir, un territorio sin gobierno, el papel de la ONU tendría que ayudar a devolver la soberanía al pueblo sirio, que debería tener la última palabra sobre cómo quiere ser gobernado y por quién. Y eso no puede hacerse con gesticulaciones diplomáticas en la suite de un hotel en Suiza.

FUENTE ISRAEL NOTICIAS

https://israelnoticias.com/siria/siria-una-tragedia-geopolitica/

Por Jean Pisani-Ferry / París

Desde el asunto Huawei hasta la controversia Aukus y más allá, hay una nueva realidad que sacude la economía global: la toma geopolítica de la economía internacional, generalmente hostil. Es posible que este proceso apenas haya comenzado, y el desafío ahora es aprender a vivir con él.
Por supuesto, la economía y la geopolítica no eran campos completamente separados. El sistema económico liberal después de la Segunda Guerra Mundial fue diseñado por economistas, pero sobre la base de un plan maestro elaborado por estrategas de política exterior. Los legisladores estadounidenses de la posguerra sabían lo que querían: lo que el informe del Consejo de Seguridad Nacional de 1950 llamó “un entorno global en el que el sistema estadounidense pueda sobrevivir y prosperar”. En su opinión, la prosperidad del mundo libre era el conducto (finalmente exitoso) para contener y posiblemente derrotar al comunismo soviético, y el orden liberal era el conducto para esa prosperidad.
Pero aunque el objetivo final era geopolítico, las relaciones económicas internacionales durante 70 años se formaron de acuerdo con sus propias reglas. En ocasiones, las decisiones concretas estaban sesgadas por la geopolítica: para Estados Unidos, brindar asistencia financiera del FMI a México no era lo mismo que brindarla a Indonesia. Sin embargo, los principios que rigen la política comercial o cambiaria eran puramente económicos.
El fin de la Guerra Fría adelantó temporalmente a los economistas. Durante tres décadas después de eso, los ministros de finanzas y los gobernadores de los bancos centrales creyeron que estaban gobernando el mundo. Como señalaron Jake Sullivan (ahora asesor de seguridad nacional del presidente estadounidense Joe Biden) y Jennifer Harris en 2020, la gestión de la globalización se ha delegado a una “pequeña comunidad de expertos”. Una vez más, había un objetivo geopolítico principal: de la misma manera que la apertura económica contribuyó al colapso de la Unión Soviética, se esperaba que condujera al acercamiento de China al modelo occidental. Pero por lo demás, la intervención siguió siendo limitada.
El ascenso de China y su creciente rivalidad con Estados Unidos puso fin a esta era. Con el fracaso de la convergencia a través de la integración económica, la geopolítica volvió a cobrar protagonismo. El enfoque de Biden en el desafío chino y su decisión de no deshacer las restricciones comerciales impuestas por su predecesor, Donald Trump, subrayan que Estados Unidos ha entrado en una nueva era en la que la política exterior se ha apoderado de la economía.
En China, no hubo necesidad de tal adquisición. Aunque los líderes del país habitualmente hablan de labios para afuera sobre el pluralismo, tanto sus tradiciones históricas como su filosofía de gobernanza enfatizan el control político sobre las relaciones económicas domésticas y especialmente extranjeras. La Iniciativa Transnacional de la Franja y la Ruta ejemplifica este modelo: como Anna Gilburn y los coautores de la Universidad de Georgetown documentaron recientemente, los contratos de préstamo chinos para financiar proyectos de infraestructura en países en desarrollo son opacos, tienen condiciones políticas y excluyen explícitamente la reestructuración de la deuda a través de acciones multilaterales.
Incluso en Europa, donde la creencia en la primacía de la economía estaba más firmemente establecida, las cosas estaban comenzando a cambiar. El agitador populista estadounidense Steve Bannon declaró con desdén en 2018: “El corazón palpitante del proyecto de globalización está en Bruselas”. De hecho, esto era cierto: la primacía de las reglas generales sobre la discreción estatal es parte del ADN de Europa. Pero la Unión Europea también está despertando ahora a la nueva realidad. Ya en 2019, la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen habló sobre el liderazgo de una “comisión geopolítica”.
La pregunta es qué significa realmente este enfoque geopolítico renovado. La mayoría de los expertos en política exterior imaginan las relaciones internacionales como un juego de poder. Sus modelos implícitos a menudo asumen que la ganancia de un país es la pérdida de otro. Por otro lado, los economistas están más preocupados por consolidar las ganancias obtenidas por las transacciones transfronterizas o la acción conjunta de todas las partes. Su concepto normativo de las relaciones económicas internacionales prevé que los actores independientes celebren voluntariamente acuerdos mutuamente beneficiosos.
En un artículo de 2019, Sullivan y Kurt Campbell (que ahora dirige la política de Asia en el Consejo de Seguridad Nacional de Biden) describieron un plan para la “competencia sin desastres” entre Estados Unidos y China. Su esquema combinaba un comercio integral con China, la formación de un club de democracias de mercado profundamente integradas (el acceso al cual está condicionado a la armonización económica) y una secuencia de políticas en la que la competencia con China es la opción predeterminada, con la cooperación condicionada por el buen comportamiento de China. . También rechazaron cualquier asociación entre las concesiones y la cooperación de Estados Unidos en la gestión de bienes comunes globales como el clima.
Esta sería una estrategia obvia, pero la administración Biden aún no ha dejado en claro si tiene la intención de seguirla. Los problemas económicos de la clase media estadounidense y la reticencia interna persistente resultante a abrir el comercio van en contra de los objetivos geopolíticos y dificultan la lectura de las intenciones de Estados Unidos. Pueden ser los tipos de política exterior que predominan sobre los economistas, pero la política interior que predomina, y la claridad mental no es lo que dirige el trabajo.
Mientras tanto, China se ha negado rotundamente a separar la cooperación climática de la discusión más amplia entre Estados Unidos y China, y recientemente engañó a Estados Unidos al solicitar unirse al Acuerdo Integral y Progresista para la Asociación Transpacífica, un pacto comercial regional anunciado por el presidente. Barack Obama diseñó para aislar a China, pero Trump decidió renunciar. En lugar de estar aislada, China está tratando de superar a Estados Unidos.
Paradójicamente, Europa se está acercando a definir su posición. Ella todavía cree en las reglas universales y da prioridad a persuadir a los socios para que las negocien y las hagan cumplir, pero está lista para actuar por su cuenta. La frase “autonomía estratégica abierta”, la nueva palabra de moda, sonaba como un oxímoron. Pero la UE ahora parece saber lo que eso significa: en palabras de la funcionaria comercial de la UE, Sabine Weyand, “trabajar con otros donde podamos, y trabajar de forma independiente donde sea necesario”. En un mundo más geopolítico, esto podría convertirse en el dogma de Europa. Sindicato del proyecto


FUENTE: https://www.detoque.net/la-conquista-geopolitica-de-la-economia/

16 años promoviendo semanalmente la Geopolitica; Análisis Radial Semanal de Geopolitica de Carlos Pereyra Mele para el Programa: el Club de la Pluma, que conduce el periodista Norberto Ganci por la Radio Web al Mundo. 

Eje Central:

Sigue profundizandose el conflicto entre Atlantistas (EEUU y socios) y Continentalistas (China y sus socios)

AUDIO

El director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, inicia la columna semanal de geopolítica, del Club de La Pluma analizando la declaración del estado de excepción del presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, para frenar la violencia y al narcotráfico en medio de la crisis por sus cuentas secretas descubiertas con los “Pandora Papers” y coincidiendo con la visita a su país -y al narco estado de Colombia- del Secretario de Estado de EEUU, Anthony Blinken, y reconociendo que en esta lucha contra la criminalidad, no encuentran ya otro método que la “manu militari”. 

Luego, nuestro director aborda  el tema del narcotráfico, su estructura y funcionamiento paralelo al estado, donde se refugia, se protege y crece. De cómo avanza con la narcopolítica y de allí al narcoestado, para finalmente dominar al país y destruir la nación.

También nos cuenta quién es Lasso. Un banquero furiosamente liberal que representa al sistema económico occidental y es parte de las pléyades de políticos que han arruinado a Sudamérica. El mismo del Grupo Lima que cuestionó la legalidad diplomática de Venezuela y que con Macri, intentaron el bloqueo total de ese país, precisamente, e irónicamente, con la acusación de lavado de dinero.

Y nos lo describe como un delincuente de cuello blanco, que ha hecho de la evasión fiscal su fuente de riqueza personal, tal cual lo demuestran los “Pandora Papers”, junto al presidente de Chile, Piñera, y a otros 3.000 latinoamericanos multimillonarios. Un Lasso, que se niega a responder por esos hechos, mientras ha privado a su país de dineros fundamentales para su desarrollo y que declara ahora de forma espectacular la guerra al narcotráfico cuando se sabe que esta mafia cuenta con el visto bueno del gran capital financiero, del que él es parte.

¡¡O casualidad!! -exclama Carlos- “Se juntan los dos caminos, el narcotráfico y el señor Lasso y nada menos que en los paraísos fiscales, cuando él y los suyos son compañeros y aliados del narcotráfico a la hora de esconder sus fortunas mal habidas en sus fechorías criminales.” 

Y así, nuestro director desarrolla una preciso análisis político que termina por señalar a EEUU como el mayor responsable del narcotráfico, porque en su territorio se consume el 80% de la droga del continente, siendo a la vez, la principal potencia militar del mundo, quién tiene una específica Doctrina de Seguridad Interior, con 16 agencias de inteligencia, que dispone de la tecnología más avanzada en defensa y con un gasto cercano a los 700.000 millones de dólares.

Entonces se pregunta: ¿Por qué Norteamérica no ha eliminado aún ni a la gigantesca distribución interna, ni a su logística, ni a los capos mafiosos de sus ciudades, ni frena el ingreso de drogas por sus fronteras? La falta de respuesta a esas preguntas, confirma que EEUU, más que la solución, sería parte fundamental del problema. 

Y vuelve con los paraísos fiscales porque el Reino Unido y Norteamérica, son quienes sostienen este andamiaje de dinero sucio, tal cual se demostró en el G20, cuando rechazaron una propuesta para combatirlos, mientras permiten, tanto a los narcotraficantes, como a criminales de todo tipo, a banqueros, empresarios, explotadores, famosos, delincuentes de cuello blanco, políticos corruptos, traficantes de armas y a muchos más, que guarden sus fortunas manchadas de sangre. 

Y luego nos detalla la particular clase de democracia de Blinken justificando esta intervención militar, mientras recuerda aquella de de Kissinger en los 70 con el: ¡¡Vayan y maten!! Y  pone en duda los plazos, los tiempos y los alcances de esta doctrina, preguntando: ¿Cuánto cree Blinken que tiene que ser lo temporal, lo focalizado y lo apegado a derecho en el uso del ejército? Mientras Lasso maniobra para dar impunidad legal a los futuros exabruptos y abusos en la aplicación del estado de sitio. 

Y tras recordar los dolores humanos que provoca en nuestras tierras la implantación de esta guerra civil, a la sombra del Consenso de Washington, nos alerta que están en juego las libertades individuales y la seguridad de los ciudadanos de nuestro continente.

Eduardo Bonugli (Madrid, 24/10//21)

Presidente Lasso «El Excepcional»

Nuestro colaborador de Dossier Geopolitico Eduardo Bonugli, desde Madrid nos hace una descripción totalmente distinta a las “explicaciones políticamente correctas” del porqué del desmesurado aumento del precio de la energía en los últimos tiempos en la Unión Europea. Y demostrando que la privatización y desmantelamiento del Estado de Bienestar que regia en Europa post la Segunda Guerra Mundial que fue anulado, en beneficio  de los grandes capitales que se apoderaron del manejo de áreas fundamentales de la soberanía de los pueblos, es el responsable de la actual situacion. Bonugli nos explica cómo es el accionar de estos oligopolios con la protección política de Bruselas y de la Justicia Comunitaria.

Por ello decimos como dijo en su momento el Presidente Clinton: “es la economía, Estupido.

En este caso decimos: “Es el MERCADO, Estupido” 

AUDIO

Entrevista que me realizará el Periodista Alfredo Guruceta para su Programa: “Con Sentido Común” que se difunde por Canal “C” de Cablevisión.

En dicho programa, hablamos de la Argentina Neocolonial de 1943 Dependiente total y absolutamente del Reino Unido de la Gran Bretaña –La llamada Década Infame– y cómo logró salir de ese estadio y como luego del 1976 fundamentalismo ideológico liberal de las mal llamadas clases dirigentes políticas siguen sosteniendo un Modelo fracasado que nos llevó a las catastróficas cifras de pobreza, desocupación y atraso tecnológico actual

La Argentina al momento de la Revolucion anti-NeoColonial
El Fundamentalismo Liberal que dejo todo librado al «mercado» desde 1976

16 años promoviendo semanalmente la Geopolitica; Análisis Radial Semanal de Geopolitica de Carlos Pereyra Mele para el Programa: el Club de la Pluma, que conduce el periodista Norberto Ganci por la Radio Web al Mundo. 

Eje Central:

Sigue profundizandose el conflicto entre Atlantistas (EEUU y socios) y Continentalistas (China y sus socios)

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El director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, inicia la columna semanal de geopolítica del Club de La Pluma analizando los “Pandora Papers” y preguntándose quiénes están detrás de este mito de “supuestas investigaciones” sobre un entramado tan poderoso y seguro como el de los Paraísos Fiscales del cual, si algo sale a la luz es por que alguien de adentro lo ha querido. Y nos advierte de los intereses geopolíticos y financieros para beneficiar y/o atacar a sectores económicos según conveniencia. También nos habla de los miles de personajes latinoamericanos implicados, de la infaltable familia Macri y del fatalismo de que estos defraudadores nunca vayan a juicio. (Pero también:..Puede que no sea una coincidencia que tanto el fundador de eBay, Pierre Omidyar, como el inversor George Soros, proporcionen financiación al ICIJ y al OCCRP a través de sus controvertidas empresas «filantrópicas» Luminate y Open Society…)

También aborda la propuesta de 136 países más el G20, para imponer un impuesto del 15% a las grandes empresas multinacionales que generan fabulosas ganancias fuera del control de los fiscos estatales y pagando poco o nada de tributos. Nos recuerda además que muchos expertos estiman que lo apropiado sería que ese porcentaje fuese del  21%..

Otro tema que Carlos analiza, es la reactivación del pacto nuclear con Irán firmado en 2015 entre Estados Unidos y las 5 potencias nucleares más Alemania, para controlar su desarrollo nuclear y para levantar las sanciones que sufre. Un pacto que Trump ya abandonó de forma abrupta y que ahora, en plena renegociación, vuelve Washington con chantajes, al decir que contempla “otras opciones”, todas macabras y violentas. Además, aparece la amenaza de Israel reservándose el derecho de atacar a Irán en cualquier momento. Una diplomacia imperial que pretende que el país persa acepte de forma genuflexa las imposiciones anglosajonas. 

Sobre Afganistán, nuestro director nos dice que mientras la prensa va “olvidándose” de la derrota y de la huida vergonzosa, a EEUU se le cierran las puertas en la región y que la vecindad ya no le permite ningún accionar militar. Lo que explicaría los ataques terroristas selectivos y sangrientos a mezquitas chiítas, por parte del grupo ISIS K, con sospechosos y evidentes lazos con la CIA. Una estrategia ya conocida para mantener un conflicto permanente y para presionar a los talibanes a que acepten su presencia y su influencia. Por otra parte, nuestro director argumenta que el reconocimiento mundial de la profundísima crisis humanitaria en el país, que ha movilizado al G20 a otorgar una ayuda económica, demuestra que durante los 21 años de ocupación y a pesar de la fabulosa masa de dinero gastada, nada hizo EEUU para que la población tuviese un mínimo de condiciones de vida. Reduciendo todo y ahora, a seguir implantando la teoría del caos en un territorio que no puede controlar, dejándolo inmerso en una gigantesca crisis socio política, favorable a sus intereses geopolíticos y económicos. 

Entrando en geopolítica, Pereyra Mele sigue en Oriente Medio, donde EEUU continúa sufriendo golpes como el de Afganistán, Siria e Irak, y el más reciente en El Yemen, con una gran victoria de sus tropas sobre las mercenarias de Arabia Saudita. Por lo que en la península Arábiga están cambiando las relaciones de poder, lo que llevaría a Washington a provocar una nueva guerra, ahora en el Líbano. Una provocación confirmada el jueves pasado, cuando un comando miliciano falangista cristiano pro estadounidense, disparó en Beirut contra una manifestación de partidarios chiítas, justo a la llegada a Beirut de la subsecretaría de estado para asuntos políticos, Victoria Nuland. Un personaje histórico de la Casa Blanca y de larga trayectoria en la creación de conflictos internacionales con resultados de tragedias humanitarias. Un personaje con un “pedigrí” que Carlos describe en toda su amplitud. De esta forma nos dibuja un paisaje internacional conflictivo con el tema petróleo y el tema militar de por medio, y que afecta a  EEUU, a la OTAN, a Europa, a China, a Rusia, a Irán y a las potencias regionales. 

Nuestro director finaliza el programa argumentando que el asunto central de la actualidad es que Occidente trata de hundir al Líbano con una nueva guerra civil, como la de 1975/90, porque si éste país lograra de una vez por todas su estabilización, su posterior integración en la zona, especialmente con Siria, profundizaría la marginación y el ocaso de Estados Unidos en Oriente Medio. 

Eduardo Bonugli (Madrid, 17/10//21)

Atentados de francotiradores a la movilizaciones de Amal y Hezbollah
¿Podría la CIA estar detrás de la filtración de los Pandora Papers, dada su curiosa falta de atención a los ciudadanos estadounidenses? Puede que no sea una coincidencia que tanto el fundador de eBay, Pierre Omidyar, como el inversor George Soros, proporcionen financiación al ICIJ y al OCCRP a través de sus controvertidas empresas «filantrópicas» Luminate y Open Society.

12 de octubre. Radio Grafica de BsAs, Programa: La Señal. En diálogo con Gabriel Fernández el pensador del campo nacional, Miguel Barrios, analizó una fecha emblemática y del proceso hispanoamericano que allí se abrió. «El pensamiento nacional ha rescatado siempre al 12 de octubre como el nacimiento de un mestizaje biológico cultural que trae como consecuencia de la nación latinoamericana», afirmó. «Hay una campaña de apología de una hispanidad anacrónica. Detrás de esa campaña están sectores como Vox, el partido populista antisistema», agregó.

AUDIO:

En momentos de cambios epocales debemos tener clara nuestra identidad, que es una categoría cultural, porque es la dimensión más profunda de la soberania.


No podemos hacer del 12 de octubre una disciplina en sí misma que sirve justamente para diluir lo que somos.
El 12 de octubre es el nacimiento del sistema mundo como totalidad geográfica con la llegada de Cristóbal Colón.
Se inicia un proceso sin precedentes de mestizaje biológico y cultural dando nacimiento a la Nación hispanoamericano con el barroco, el mestizaje, la lengua y el catolicismo popular.
El encuentro tuvo simultáneamente violencia, choques y confluencias.
Violencia y matanzas en el mundo caribeño, tortura en Perú y alianza hispano guarani en la provincia gigantesca de las Indias.
México es hijo de Cortéz y Cuahtemoc.


Pero lo importante es tener en claro la categoría geocultural para la batalla geopolitica del nuevo milenio que pasa por lograr la segunda independencia o independencia definitiva cuyo paradigma es la Patria Grande, la Magna Patria, «Nación de República «, la «Nación inconclusa», Nación Latinoamericana, españoles-americanos ,la Patria de la Justicia, la América Hispánica, Pueblo-Continente, la América meridional, Indoamerica, Nuestra América, Estado continental industrial, Continentalismo, «Unidos o Dominados», el Nuevo ABC, Estados Unidos del Sur, Iberoamerica, América Latina o Estados Unidos de América del Sur o América Latina.


El dilema es Patria chica o Patria Grande.


Por lo tanto NO imponer un reduccionismo con el nombre de Iberoamerica o nada, que debe ser rechazado de plano para No ser identificados como partidarios de VOX.
Resuena el mandato de Perón:«América Latina: ahora o nunca».
Sin ella, seremos el cementerio de la historia. Lo estratégico es darle el contenido y el sentido al Por-Venir…

Por Germán Graiff -8 octubre, 2021

Una de las principales debilidades estratégicas de la República Argentina reside en su gran espacio aéreo, costero y marítimo. Esto es especialmente evidente en estos dos últimos, no solo por su vastedad, sino porque en las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur se encuentra la principal amenaza a sus pretensiones soberanas que interrumpen la continuidad jurisdiccional hacia el sur de la Argentina bicontinental. En el presente siglo XXI, nuestro país debe enfrentar su gran desafío estratégico de consolidar la ocupación y explotación de la última frontera a la que accedió a finales del siglo XIX, el océano Atlántico Suroccidental – Austral. Sostener que, sin pensar en él, vamos a crecer en forma continua y armónica es simplemente carecer de visión geopolítica.

El Mar Argentino no solo constituye una enorme fuente de recursos naturales estratégicos, sino que también cumple la función de puente geográfico para la necesaria integración con la porción antártica sudamericana y el afianzamiento de los lazos políticos y económicos con el resto de América, el Asia-Pacífico y el centro sur de África.

No mirar al mar y desatender los intereses que en él poseemos sería un error de magnitud tal que soslayarlo resulta imposible. No diseñar estrategias en relación al valor geopolítico de nuestros mares será imperdonable.

Si prestamos atención al escenario global y las relaciones de poder que atraviesan el Atlántico Sur, podemos reconocer fácilmente que la República Argentina se encuentra en las antípodas de los últimos hechos de relevancia mundial. Con posterioridad a junio de 1982 era frecuente advertir el abordaje de este espacio marítimo en relación con el conflicto del Atlántico Sur. A finales de la década del 80 y principios de la del90, el análisis estuvo ligado a la finalización del conflicto entre los EE.UU. y la O.T.A.N. en oposición a la U.R.S.S. y el Pacto de Varsovia, por lo que se registró una baja en la relevancia estratégica que los grandes poderes le otorgaban al área. Sin embargo, en el presente, y como consecuencia del cambio en la distribución del poder mundial, por el ascenso de la República Popular China y la declinación relativa de los EE.UU., cada vez son más las investigaciones que documentan el retorno de un vigoroso interés geoestratégico del Atlántico Sur.

Consideramos necesario y pertinente primero conocer las concepciones más clásicas que delimitan al Atlántico Sur, con las siguientes demarcaciones basadas en criterios geográficos: al norte con la línea del Ecuador, al oeste con el litoral sudamericano y el meridiano del cabo de Hornos, al este con las costas africanas y el meridiano del cabo de la Agujas y al sur hasta el paralelo 60º S.

El océano Austral rodea a la Antártida y corresponde a los cuerpos de agua de los extremos sur de los océanos Pacífico, Atlántico e Índico. Su límite norte se considera demarcado por el paralelo de latitud 60° S; sin embargo, oceanográficamente su límite se encuentra en la llamada Convergencia Antártica o Frente Polar, el cual forma un anillo irregular alrededor de la Antártica entre los 50° S y 62° S, aproximadamente, variando su posición según las estaciones del año.

La declinación de la importancia geoestratégica del Atlántico Sur comenzó en 1869 con la inauguración del Canal de Suez; luego, en 1914 se habilitó oficialmente el canal de Panamá. Ambos acontecimientos representaron un duro golpe para la ruta del Cabo de Hornos. En estas circunstancias, el Atlántico Sur terminó convirtiéndose en un océano excéntrico y alejado de los principales conflictos mundiales. No obstante, y si pensamos que los intereses de una Nación se relacionan estrechamente con el concepto de asegurar la mejor calidad de vida posible a sus ciudadanos y habitantes, queda absolutamente claro que la República Argentina no solo debe mirar hacia el mar sino que debe asumir todas las responsabilidades que, por otra parte, le son indelegables de acuerdo a la legislación y el Derecho Internacional de incumbencia en el Mar Territorial, Zona Contigua, Zona Económica Exclusiva, Plataforma Continental Argentina, Islas del Atlántico Sur y Antártida Argentina.

La seguridad y la defensa son actividades que no pueden ser soslayadas ni menospreciadas por ningún estado en el mundo actual. Podemos discutir si, para los ciudadanos, la defensa constituye un bien o una carga pública; pero tal discusión surge en definitiva del concepto de seguridad que asuma cada estado. Es indudable que las acciones inherentes a la defensa nacional no deben supeditarse a las leyes del mercado, toda vez que la misma está íntimamente relacionada con la propia existencia y desarrollo de una Nación.

El paso del mundo unipolar hegemónico de la década de 1990 en transición hacia uno multipolar abrió el juego a un sinfín de debates respecto al nuevo ordenamiento mundial. El Atlántico Sur continúa siendo un área geopolítica de baja prioridad estratégica, comparado con la importancia que los EE.UU. le atribuye al Asia-Pacífico o al Medio Oriente. Pero esta circunstancia ha generado las condiciones necesarias para que potencias insatisfechas con el actual status quo, como la República Popular China y la Federación de Rusia, busquen incluir tanto al Atlántico Sur como al océano Austral en su área de influencia.

Podemos argumentar que aún no se advierte una iniciativa concreta de proyección de poder militar en el Atlántico Sur, pero es inocultable que el gigante asiático por el momento opera en la región a través de fuertes inversiones y préstamos estatales.

Como resultado, China junto con Brasil se ha convertido en el principal socio comercial de Argentina, avanzando cada vez con más determinación. 4 Muestra de ello es también la construcción en la provincia de Neuquén de la Estación CLTC-CONAE-NEUQUEN cuyo propósito es el de brindar soporte de telemetría, seguimiento, control de las misiones del Programa Chino para Exploración de la Luna (CLEP) y programas de investigación científica del espacio lejano. También es digno de destacar el incremento exponencial de inversiones en materia energética cuyo ejemplo más relevante es el proceso de diseño y construcción de la Central Nuclear Atucha III y Atucha IV.

La región antártica también se ha revelado como un espacio de gran interés para China, dado que de las cinco bases que actualmente administra el Instituto de Investigación Polar China, cuatro se encuentran en la Antártida y se prevé que en 2022 iniciará operaciones otra más. El principal objetivo de estas bases es el estudio de los glaciares y de la atmósfera, como así también astronomía, topografía, geofísica, etc. Así mismo, la ubicación y el equipamiento de estas bases les permiten recibir, enviar e interceptar señales satelitales.

Todos estos eventos revelan a China como un nuevo e importante actor estratégico para las potencias rectoras y statuquistas del Atlántico Sur. Así lo manifestó de manera explícita los EE.UU. durante la administración de Donald Trump: “Potencias revisionistas, como China y Rusia, utilizan la tecnología, la propaganda y la coerción para imponer un mundo que representa la antítesis de nuestros intereses y valores”.

Para EE.UU., los principales y mayores desafíos estratégicos estarán planteados por “una China asertiva y autoritaria en donde sus líderes buscan obtener ventajas injustas, se comportan de manera agresiva coercitiva socavan las reglas y valores en el corazón de un sistema internacional abierto y estable… y una Rusia desestabilizadora y determinada a mejorar su influencia global y jugar un papel disruptivo en el escenario mundial”.

Tampoco podemos perder de vista que Gran Bretaña no ha abandonado sus aspiraciones de mantenerse como un activo actor estratégico en la región, manteniéndose como una potencia naval como su eje fundamental en las estrategias de defensa y política exterior. Conservando un alineamiento irrenunciable con EE.UU., representa un miembro statuquista del sistema internacional, que apoya, ejerce y comparte la distribución de poder actual. 9 Si añadimos la creación unilateral de Áreas Marítimas Protegidas, no sorprende que el conjunto de posiciones de ultramar que domina Gran Bretaña en el Atlántico (Gibraltar, Ascensión, Santa Elena, Tristán de Acuña, Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur) no solo cumplen la función de ser “portaviones” naturales, sino que tienen gran relevancia estratégica para la proyección de la O.T.A.N. La protección de los territorios de ultramar es considerada un punto clave para garantizar su bienestar futuro.

Estos territorios ofrecen canales de abastecimiento y comunicación que legitiman el reclamo territorial sobre el continente antártico, además de posibilitar el despliegue de estrategias de anti acceso y negación de área de manera efectiva alrededor de las zonas en disputa con respecto a la República Argentina.

Ese tipo de estrategias pretenden limitar la libertad de movimiento de un actor estratégico adversario en espacios cercanos o contiguos al área de interés propia. A pesar de que no necesariamente implican proyectar poder, sí pretenden erosionar sostenidamente las operaciones comerciales y militares del adversario incrementando sus costos de manera ostensible. Esto le permite a Gran Bretaña la explotación exclusiva de recursos en ciertas áreas del Atlántico Sur y del océano Austral además de otorgarle la capacidad de controlar, limitar y negar el acceso a las mismas por parte de la República Argentina. Además, el mantener una alianza estrecha con EE.UU. le permite sostenerse en posiciones favorables por largos períodos de tiempo y maniobrar para mantenerse fuera del alcance del enemigo. En suma, podemos deducir que respecto a las responsabilidades compartidas entre aliados y socios, EE.UU. se presenta en el Atlántico Sur como el actor estratégico dominante.

Ante esta situación, estamos en condiciones de considerar los posibles márgenes de maniobra de la República Argentina en relación con su posición geoestratégica. Si observamos su mapa bicontinental comprobaremos inmediatamente que la provincia de Tierra del Fuego se sitúa en el punto medio del territorio nacional. Por lo que la clave para materializar los esfuerzos necesarios tendientes a ejercer desde allí el control de ese extenso espacio marítimo dependerá en gran medida de la posibilidad de generar instalaciones permanentes y de cierta importancia en la isla de los Estados. “La ubicación espacial (posición relativa y absoluta) de la isla de los Estados, facilita el establecimiento de un Sistema de Control Geovial para ejercer la supervisión de la navegación naval y aérea en el Atlántico Sur y permite la reterritorialización de los sectores afectados”.

La isla de los Estados es la última extensión continental de la Cordillera de los Andes, antes de hundirse en el Atlántico Sur, para volver a emerger en el Arco de las Antillas Australes y finalmente culminar en el extremo de la Península Antártica. A pesar de que la isla de los Estados debiera representar un asentamiento militar de importancia, dada su proximidad a Malvinas y la Antártida, en la actualidad no es más que uno de los lugares más inhóspitos del territorio nacional. Aun así, constituye el único fiordo natural del Atlántico Sur, con una estrecha entrada costera de mar que se avizora como un excelente refugio natural de una flota de fuerzas submarinas, capacidades que son propias de las estrategias de anti acceso y negación de área.

La República Argentina precisa imperiosamente recuperar, entre otras, la capacidad de acción submarina y antisubmarina, si es que conserva un verdadero interés por salvaguardar sus intereses estratégicos en el Atlántico Sur. El costo de un submarino resulta pequeño en relación con los daños que puede ocasionar. Su presencia en determinada área obliga al oponente a un considerable despliegue de diferentes fuerzas para proteger las líneas de abastecimiento naval de un oponente con lógicas de acción unilaterales. 14 Por lo anteriormente expuesto sería deseable trasladar a aquellas latitudes el Comando de la Fuerzas de Submarinos, actualmente apostado en la Base Naval Mar del Plata, aprovechando los beneficios naturales que ofrece la geografía más austral del país. También sería oportuno que toda la Fuerza Naval Antártica, incluyendo el rompehielos ARA “Almirante Irízar”, sean apostados en la Base Aeronaval Ushuaia.

Aunque la República Argentina tiene un interés histórico y estratégico por el Atlántico Sur, más allá de sus iniciativas diplomáticas, de la ampliación de los límites, etc., en la actualidad prácticamente no constituye ningún poder naval ni está desarrollando acciones que le permitan convertirse en uno.

Muchas veces y por falta de una idea general, o de una filosofía, hemos flotado a merced de los vientos adversos. En efecto, “la estrategia no ha de ser una doctrina única, sino un método de pensamiento, que permita clasificar y ponderar los acontecimientos, para luego escoger los procedimientos más eficaces”. 17 En cuanto a los procedimientos es preciso aclarar que no son los de orden exclusivamente militar, sino que deben ser incluidos también los correspondientes a los ámbitos político, económico, diplomático, psicosocial y científico. Cada campo y nivel estratégico comprende una estrategia específica que responde y contribuye a la política nacional adoptada. Por lo tanto, son los componentes de la estrategia nacional los que especifican la manera en la que los elementos, que forman parte del ámbito correspondiente, deben ser orientados, desarrollados, y aplicados para alcanzar los objetivos nacionales.

El camino hacia las estrategias de anti acceso y negación de área parece ser el más viable para la República Argentina, de cara a los conflictos que se avecinan a partir del 2030 – 2040. Pero para ello resulta imprescindible claridad en la determinación de los objetivos al más alto nivel estratégico que contemple racionalidad entre los objetivos que se persiguen y los instrumentos disponibles.

Obviamente, la idea del poder y su aplicación se complica cuando se le opone la voluntad de un actor adversario. En este caso, vemos que se origina una situación de conflicto. El ejercicio de este poder puede concretarse ya sea sobre los fines propios, para permitir el desarrollo de los planes correspondientes y el logro de los objetivos establecidos, o sobre los fines del adversario, para neutralizarlos e impedir que sus objetivos puedan ser alcanzados.

Es necesario plantearse escenarios probables, posibles y deseables a partir de las acciones presentes. Entre los cuales el comportamiento de algunos actores estratégicos en la región de los océanos Atlántico Sur y Austral nos permiten advertir posibles conflictos en los que no se descarte el empleo del instrumento militar. Si bien es cierto que el statu quo basado en la cooperación del continente blanco está ligado al Tratado Antártico, firmado en 1959, también es lícito pensar en que éste sea abandonado y que se inicie una carrera desenfrenada por los recursos naturales en ese continente.

A pesar de que la República Argentina no es considerada un actor de importancia geoestratégica en el Atlántico Sur por su poder o sus motivaciones, sí lo es más bien por su situación geográfica. Argentina está determinada por una geografía con capacidad de definir las condiciones de acceso y negación de área a actores geoestratégicos de importancia. En tal sentido, si Argentina modifica su racionalidad, un eventual reposicionamiento de sus capacidades navales en Ushuaia, como línea de proyección a la Antártida, y en la ciudad de Río Grande, como proyección al Atlántico Sur, podría impulsar un proceso de cohesión espacial que incremente su margen de maniobra y avanzar sobre su reterritorialidad y proyección naval.

El Mar Argentino es un tema estratégico de alta importancia y requiere de conocimiento y tecnología, de desarrollo e inversión y también de educación. En este último ámbito se debería hacer hincapié a efectos de que los ciudadanos de hoy y mañana conozcan la importancia de los intereses nacionales en el mar que pueden influir notablemente en la economía y bienestar nacional.

En palabras de Wilson Churchill, “Aquellos pueblos que buscan la paz a costa de su dignidad perderán ésta y no encontrarán aquella”.

Trabajo realizado en el Curso en Seguridad, Defensa y Conflictos Internacionales impartido en ZM.

FUENTE https://www.zona-militar.com/2021/10/08/el-vientre-blando-de-la-argentina-bicontinental/

Argentina Bicontinental

FUENTES DEL TRABAJO:

Fraga, Jorge. 1983. La Argentina en el Atlántico Sur. Buenos Aires: Instituto de Publicaciones Navales.

Instituto Antártico Chileno. www.inach.cl.

Ohanessian-Tajan. 2015. Geopolítica del Mar Argentino. Buenos Aires. Instituto de Publicaciones Navales.

Brasil y China concentran el 22% de las exportaciones argentinas: ¿cuáles son los principales productos? https://www.cronista.com/economia-politica/brasil-y-chinaconcentran-el-22-de-las-exportaciones-argentinas-cuales-son-los-principales-productos/

Prevén iniciar en junio de 2022 la construcción de Atucha III y relanzar de quinta central https://www.telam.com.ar/notas/202107/562454-junio-2022-construccion-atucha-iiiproyecto-quinta-central.html

China aumenta su presencia en la Antártida https://www.unav.edu/web/globalaffairs/detalle/-/blogs/china-aumenta-su-presencia-en-la-antartida

Departamento de Estado de los Estados Unidos 2017.

White House. 2021. National Security Strategy. Washington D.C. https://www.whitehouse.gov/wp-content/uploads/2021/03/NSC-1v2.pdf

Camilo Gioffreda. 2021. Los espacios vitales del sur argentino: el Atlántico Sur y el futuro de la Antártida – Revista Latinoamericana de Estudios de Seguridad No. 30. https://revistas.flacsoandes.edu.ec/urvio/article/view/4609/3714

La cuestión Malvinas ante la crisis y transición del sistema mundial: perspectivas frente al Brexit https://www.geograficando.fahce.unlp.edu.ar/article/view/GEOe095/13788

Battaleme, Juan. 2015 “Cambiando el statuquo de la geopolítica internacional: el acceso a los espacios comunes y las estrategias de negación de espacio y anti-acceso”. Ponencia presentada en XII Congreso Nacional de Ciencia Política, UNCUYO, 12 al 15 de agosto.

Pereyra Barrancos, María. 2014. La isla de los Estados (RA) un lugar para el control de navegación (aérea y marítima) del Mar Argentino, que permitiría el ejercicio responsable de la soberanía nacional. http://geousal.usal.edu.ar/archivos/geousal/docs/a3_tesis_doctoral_bertotto.pdf

Battaleme, Juan. 2015 “Cambiando el statuquo de la geopolítica internacional: el acceso a los espacios comunes y las estrategias de negación de espacio y anti-acceso”. Ponencia presentada en XII Congreso Nacional de Ciencia Política, UNCUYO, 12 al 15 de agosto.

Martin, José María (Clte. RE). 2015. La defensa y el Atlántico Sur. Geopolítica del Mar Argentino. Instituto de Publicaciones Navales.

Battaleme, Juan. 2019. Defensa hoy es un cascarón vacío. https://www.infobae.com/def/defensa-y-seguridad/2019/02/23/juan-battaleme-defensa-hoyes-un-cascaron-vacio/

Altieri, Mariana. 2017. “El poder naval en el Atlántico Sur Occidental del SXXI”. Tesis de maestría, Universidad de la Defensa Nacional.

Beaufre, André. 1965. Introducción a la Estrategia. https://amej20111.files.wordpress.com/2011/03/introduccic3b3n-a-la-estrategia.pdf

Escuela Superior de Guerra. 1994. Bases para el pensamiento estratégico. Fundamentos teóricos de la estrategia. http://www.cefadigital.edu.ar/bitstream/1847939/351/1/Bases%20pensamiento%20estrategi co_V.%201-t.%201%20y%202_1.pdf

Por John Gray

Lo que enfrenta el mundo occidental no es el avance amenazante de civilizaciones alienígenas, sino sus propias sombras oscuras que se mueven a través de China y Rusia.

La retirada de Occidente comenzó con la caída del comunismo en 1989. Nuestras élites triunfales perdieron el sentido de la realidad y, en una sucesión de intentos de rehacer el mundo a su imagen, abandonaron algunas de las regiones estratégicamente más decisivas del planeta. El resultado final de su intento de exportar su sistema de gobierno es que los estados occidentales son más débiles y están más en peligro de lo que estuvieron en cualquier momento de la Guerra Fría.

Sin embargo, considerar esta debacle como una derrota de las ideas y valores occidentales es un error fundamental. Las ideologías occidentales continúan dominando el mundo. En China, Xi Jinping ha adoptado una variante del nacionalismo integral similar a las que surgieron en la Europa de entreguerras, mientras que Vladimir Putin ha desplegado hábilmente métodos leninistas para resucitar a una Rusia debilitada como potencia mundial. Las ideas y proyectos que se originan en el Occidente antiliberal continúan dando forma a la política global. Al mismo tiempo, en una sincronicidad intrigante, el mismo liberalismo occidental se ha vuelto antiliberal.

El descenso geopolítico de Occidente fue visible a raíz de la invasión de Irak en 2003 y es palpable en la retirada de Afganistán de las fuerzas lideradas por Estados Unidos. Irán es ahora la potencia predominante en Irak. Con el estado afgano y el ejército regular desapareciendo tras la retirada de Estados Unidos, el futuro lo decidirán los talibanes y los estados vecinos que son absorbidos por el consiguiente vacío de poder. Después de años de intervención occidental y la muerte de cientos de miles de personas, en Siria Bashar al-Assad sigue en el poder y Rusia es la fuerza decisiva. Tras el derrocamiento por ingeniería occidental de Muammar al-Gaddafi en 2011, Libia es un espacio no gobernado y una puerta de entrada de tráfico de personas a Europa.

En los últimos meses, el ritmo de la retirada occidental se ha acelerado. La reunión de Joe Biden con Putin en Ginebra en junio le dio al presidente ruso lo que más deseaba. Al aceptar que se completará el gasoducto Nord Stream 2, Biden ha autorizado a Rusia a cortar el suministro de energía en los países de tránsito. Ucrania se ha quedado retorcida por el viento, y Polonia y los estados bálticos están expuestos a un poder ruso cada vez mayor.

El motivo de lo que es, en efecto, una gran derrota geopolítica es presumiblemente permitir que Alemania asegure su suministro de energía a cambio de apoyar los esfuerzos de Estados Unidos para contener a China. Pero las posibilidades de que Alemania arriesgue sus relaciones comerciales con China siempre han sido escasas. El año pasado, Alemania exportó casi 100.000 millones de euros en bienes a China, aproximadamente la mitad del valor de todas las exportaciones de la UE allí. China no solo se ha convertido en el mayor mercado de exportación alemán, en algunas medidas, sino también en el de más rápido crecimiento.

La política exterior alemana está dictada principalmente por factores internos, y los grupos de presión industriales garantizarán que los vínculos comerciales con China no se vean comprometidos. Para los influyentes Verdes, la salida de Alemania del carbón y la energía nuclear trasciende cualquier costo geopolítico. En conjunto con el presidente francés, Emmanuel Macron, Angela Merkel ha dejado claro que Berlín quiere una distensión con Rusia. En cualquier lucha entre las grandes potencias, Alemania, y por lo tanto la UE, probablemente apuntará a mantenerse al margen, neutral o no alineado, mientras que en la práctica habita una zona de influencia rusa. Ya no tan limitado por la diplomacia europea después del Brexit, Gran Bretaña se resiste a esta tendencia. Pero sin el apoyo de las principales potencias europeas, no está claro cuánto puede hacer el Reino Unido más allá de proteger sus propios intereses nacionales.

La descomposición de Occidente no es solo un hecho geopolítico; también es cultural e intelectual. Los países occidentales líderes contienen poderosos cuerpos de opinión que consideran su propia civilización como una fuerza singularmente perniciosa. En esta visión hiperliberal, que está fuertemente representada en la educación superior, los valores occidentales de libertad y tolerancia significan poco más que dominación racial. Si todavía existe como bloque de civilizaciones, Occidente debe ser desmantelado.

Este hiperliberalismo no se presenta como uno entre varios puntos de vista que puedan ser examinados y cuestionados en un debate abierto. Es un catecismo vigilado por la presión de los compañeros y las sanciones profesionales. A quienes la imponen les gusta descartar prácticas como la «cancelación» como pesadillas de la mente febril de la derecha sin ningún fundamento de hecho. Al mismo tiempo, creen que el desacuerdo es un ejercicio de represión.

En el credo hiperliberal, solo pueden tolerarse las que se consideran verdades simples, evidentes por sí mismas y moralmente impecables. Evaluar los costos y los posibles beneficios de los imperios occidentales para los pueblos que gobernaron no está lejos de ser una empresa prohibida, como lo es examinar la participación de estados no occidentales en la esclavitud. Algunos de la derecha han comparado tales restricciones ideológicas con las impuestas bajo el comunismo. La diferencia es que en las sociedades occidentales estos obstáculos a la libre investigación son autoimpuestos.

El resultado es que el Occidente liberal es más un tema de investigación histórica que una realidad contemporánea. Aquellos que creen que la humanidad está convergiendo hacia los valores liberales pasan por alto el hecho de que las sociedades occidentales los están descartando rápidamente. El “arco de la historia” apunta a un modelo que ya no existe.

Esto no significa que el hiperliberalismo haya ganado. La democracia, en la medida en que todavía funciona, impone límites a la ortodoxia ideológica. El mercado, a pesar de todos sus excesos, produce alternativas. Siguen sobreviviendo lugares que fomentan el pluralismo intelectual; algunos, como esta revista, prosperan.

El hiperliberalismo es la ideología de una clase dominante aspirante que tiene como objetivo acumular riqueza y posición mientras hace alarde de sus inmaculadas credenciales progresistas. Las guerras culturales intratables y una crisis epistémica en la que se han politizado cuestiones científicas y fácticas clave son parte de una apuesta por el poder por parte de estas contraelites. Pero excepto en Nueva Zelanda y el Canadá de habla inglesa, no hay señales de que alcancen la hegemonía.

Aun así, se presiona a las escuelas para que enseñen una sola versión de la historia, las corporaciones privadas despiden a sus empleados por opiniones desviadas y las instituciones culturales actúan como guardianes de la ortodoxia. El prototipo de estas prácticas es Estados Unidos, que considera que su historia singular y sus divisiones definen a toda sociedad moderna. En gran parte del mundo, el movimiento del despertar es visto con indiferencia o, como en el caso de Francia, donde Macron lo ha denunciado como una sociedad “racializadora”, con hostilidad. Pero dondequiera que prevalezca esta agenda estadounidense, la sociedad ya no es liberal en ningún sentido históricamente reconocible.

La evanescencia del liberalismo occidental no significa que habitamos en un mundo posoccidental. Los argumentos a favor del declive occidental suelen ser versiones repetidas de las especulaciones del teórico político de Harvard Samuel Huntington sobre civilizaciones en conflicto, junto con pronósticos de la supremacía china ineludible. Tales afirmaciones tienen fuerza en la medida en que reflejan la fuerte contracción del poder occidental. Pero pierden la característica más notable de la escena contemporánea: el dominio continuo de las ideas occidentales modernas. No los del liberalismo como se entendía tradicionalmente, sino mezclas de fascismo, comunismo y nacionalismo integral.

Tanto China como Rusia, rivales declarados de Occidente, se rigen por ideas que se derivan de fuentes occidentales. (Lo mismo ocurre con el nacionalismo de Narendra Modi en India y algunos movimientos islamistas). Lo que Occidente enfrenta no es el avance amenazante de civilizaciones extraterrestres, sino sus propias sombras oscuras.

La influencia formativa de las ideas occidentales en el liderazgo de China queda ilustrada por las referencias al historiador griego antiguo Tucídides que solían ser comunes entre los portavoces oficiales. China, aseguraban a los visitantes occidentales, no tenía ninguna intención de caer en la «trampa de Tucídides», la tendencia de los estados en ascenso a tratar de desalojar a los poderes establecidos de su posición dominante, lo que lleva a la guerra. Desde el cambio de Pekín a la “diplomacia del guerrero lobo”, una forma de arte de gobernar más asertiva y agresiva, algunos han cuestionado la importancia de la trampa de Tucídides en el pensamiento chino. Pero Xi Jinping lo mencionó explícitamente en una charla que le escuché dar en Beijing hace varios años. Parece haberse vuelto más seguro desde entonces.

El estudio de los clásicos occidentales se promueve activamente en las universidades chinas. Los textos a menudo se enseñan en su latín o griego original (una práctica que ya no se requiere en Princeton, donde algunos la consideran racista). La intelectualidad meritocrática de China también se destaca por tener una comprensión del pensamiento político occidental que supera la de muchos en las universidades occidentales. Se han estudiado de cerca las obras de Alexis de Tocqueville, Edmund Burke y Thomas Hobbes, así como de pensadores del siglo XX como Michel Foucault. Se ha aceptado que el jurista alemán Carl Schmitt (1888-1985) es el que tiene más que enseñar sobre el desarrollo político de China.

Schmitt ganó reconocimiento en la academia alemana al examinar la influencia de las ideas teológicas en la jurisprudencia occidental. Durante la década de 1920 ideó un conjunto de ideas en las que se podía formular y justificar la Ley de Habilitación de marzo de 1933, que estableció formalmente el régimen nazi. El derecho fue creado por decisiones políticas soberanas, y quien decidiera cuándo existía un “estado de excepción” o una crisis de régimen era el soberano. En 1932 publicó El concepto de lo político , argumentando que la política no era un diálogo entre miembros de una comunidad compartida con intereses y valores divergentes, sino una lucha entre enemigos, en otras palabras, un modo de guerra.

Schmitt se unió al Partido Nazi semanas después de su llegada al poder y se distinguió por respaldar la quema de libros por parte de autores judíos. Pero parece no haber sido lo suficientemente antisemita para sus patrocinadores nazis, y en 1936 fue acusado de oportunismo y tuvo que dimitir del partido. Al final de la guerra fue arrestado por las fuerzas aliadas y pasó un año internado. Nunca se retractó de sus teorías y las desarrolló en las décadas siguientes.

Carl Schmitt creía que el soberano debería promover la homogeneidad de un pueblo

La teoría del derecho de Schmitt no es del todo original ni necesariamente antiliberal. Una visión similar se puede encontrar en la obra de Hobbes. La diferencia está en su visión de la política y el estado. Mientras que Hobbes creía que el propósito del estado es la protección de las personas contra la violencia y la inseguridad, una posición fundamentalmente liberal, Schmitt encargó al soberano promover la homogeneidad del pueblo.

Es este aspecto del pensamiento de Schmitt el que parece ser más atractivo para el liderazgo chino. Si el estado y el pueblo son lo mismo, las minorías pueden ser reprimidas o aniquiladas en nombre de la seguridad pública. La asimilación forzada de tibetanos, kazajos, uigures y otras minorías en una cultura china han uniforme no es una opresión, sino un medio necesario para proteger al estado de las fuerzas que lo destruirían.

Las ideas del jurista alemán son adecuadas para legitimar la creciente represión de Xi. En 2020, el profesor de derecho de Beijing, Chen Duanhong, se basó en el pensamiento de Schmitt en un discurso en Hong Kong para apoyar la reciente ley de «seguridad nacional», sosteniendo que el ejercicio de la autoridad soberana de China para extinguir las libertades liberales en la ex colonia británica no es más que el Estado asegurando su futuro.

Schmitt proporciona un modelo para el nacionalismo integral de Xi. La construcción de estados-nación homogéneos no comenzó con el nacionalsocialismo. Tenía un punto de origen europeo en la Francia revolucionaria. A principios de la década de 1790, los jacobinos utilizaron una idea de la nación para aplastar un levantamiento popular en la región de Vendée, en el oeste de Francia, en una campaña de represión que puede haber costado más de 100.000 vidas. La construcción del estado-nación francés continuó en el siglo XIX a través de las instituciones de reclutamiento militar y educación nacional, erradicando la diversidad de idiomas y culturas que existían bajo el ancien régime .

La limpieza étnica se volvió fundamental para la construcción de la nación a raíz de la Primera Guerra Mundial. El colapso de los imperios austrohúngaro, otomano y Romanov permitió el surgimiento de estados-nación que afirmaban el derecho a la autodeterminación, un desarrollo reforzado por el presidente estadounidense Woodrow Wilson en el asentamiento de Versalles de 1919. Su objetivo era reconstruir Europa como una comunidad de estados-nación cívicos. Pero hubo minorías internas en muchos de estos estados, y en los años que siguieron ocurrieron grandes transferencias de población. Un gran número de personas huyó o fue expulsado: hasta 1,5 millones de griegos de Turquía y alrededor de 400.000 turcos de Grecia, por ejemplo.

El proceso continuó durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los nazis mataron a millones en los territorios que ocuparon en Europa del Este y la Unión Soviética e intentaron el exterminio completo del pueblo judío. Stalin deportó a los pueblos cuya lealtad al estado soviético desconfiaba (como los chechenos y los tártaros de Crimea) de sus países de origen a Asia central, muchos de los cuales murieron durante el viaje o poco después de su llegada.

El estado-nación es una invención occidental. El nacionalismo surgió en China hacia el final de la dinastía Qing (1644-1912) como respuesta al humillante sometimiento del país por parte de las potencias occidentales. Con el fin de conferir «características chinas» a su proyecto, Xi Jinping ha citado a Han Feizi, un aristócrata del siglo III a. C. en el reino Han y defensor de la escuela de filosofía legalista, en la que la ley se utiliza para modelar un estado centralizado fuerte.

Como en la Alemania de entreguerras, el pensamiento de Schmitt facilita un cambio hacia el totalitarismo. La distinción entre estados autoritarios y totalitarios se descarta hoy en día como una reliquia de la Guerra Fría. Sin embargo, captura una diferencia crucial entre los regímenes antiliberales. Los estados autoritarios son dictatoriales en sus métodos pero limitados en sus objetivos, mientras que los estados totalitarios intentan transformar la sociedad e inmiscuirse en todos los ámbitos de la vida humana. La Prusia de Bismarck y la difunta Rusia zarista pertenecen al primer grupo, y la Alemania nacionalsocialista y el estado soviético a lo largo de la mayor parte de su historia en el segundo. La China de Xi ha pasado a la categoría totalitaria. A través del Partido Comunista Chino de 95 millones de miembros, que celebró su centenario el 1 de julio de este año, el estado aspira a ser omnipresente en toda la sociedad.

China se representa a sí misma como un «estado-civilización» basado en las ideas confucianas de armonía social. Sin embargo, Xi rinde homenaje a Mao Zedong, quien entre 1949 y mediados de la década de 1970 arrasó con la civilización china en la búsqueda de una fea utopía occidental. El paso a un régimen autoritario más limitado que parecía estar en marcha en la época de Deng Xiaoping, quien dirigió la República Popular entre 1978 y 1989, se ha revertido y el totalitarismo se ha renovado. China es el escenario de un experimento de construcción nacional coercitiva cuyos paralelos históricos más cercanos se encuentran en la Europa de entreguerras.

La Rusia de Putin y la China de Xi a menudo se entienden como tipos de régimen similares. Hay alguna base para esto, ya que ambos son vehículos para proyectos occidentales. Lenin siempre sostuvo que la toma de posesión bolchevique continuó la tradición jacobina en la Ilustración europea. Un tipo de terror pedagógico fue una característica del estado soviético desde el momento de su fundación en 1917. Incluso después de la escisión chino-soviética en la década de 1960, Mao continuó emulando el modelo soviético occidentalizador.

Pero las diferencias entre Rusia y China hoy son profundas. La Rusia de Putin es un régimen autoritario en el que el estado, aunque violento, es débil. Su columna vertebral son los antiguos servicios de inteligencia soviéticos; pero algunos de ellos están semiprivatizados y algunos trabajan en una opaca colusión con el crimen organizado. Los ejércitos privados amorfos operan en el extranjero cercano de Rusia y otras zonas de conflicto global. La autoridad de Putin parece no ser cuestionada en el Kremlin, pero la ejerce con el consentimiento tácito de los oligarcas que a su vez dependen de su patrocinio.

Hay signos de decadencia en el régimen. Una fase anterior del putinismo en la que la población estaba controlada a través de técnicas mediáticas «posmodernas» y el manejo de la apatía ha dado paso a una que se basa más en la amenaza de la fuerza. No obstante, el control de la población por parte del estado es menos completo que en cualquier otro momento del sistema soviético hasta que comenzó su deslizamiento hacia la anarquía con las reformas liberalizadoras de Gorbachov a mediados de los años ochenta.

En 2017, el Kremlin se negó a celebrar el centenario de la Revolución Rusa y, según los informes, Putin preguntó: «¿Qué hay para celebrar?». La opinión de algunos rusos favorables al régimen de que Putin, un producto arquetípico del sistema soviético, es un líder esencialmente anticomunista no es del todo infundada. Sin embargo, las instituciones y los métodos centrales a través de los cuales gobierna son las herencias soviéticas. Los «hombrecitos verdes», por ejemplo – las fuerzas irregulares rusas que llevaron a cabo la invasión de Ucrania – estaban siguiendo la práctica bolchevique de maskirovka (engaño). Su guerra cibernética aplica una estrategia similar.

La fantasía de la revolución mundial ha sido abandonada hace mucho tiempo, junto con el objetivo de transformar la sociedad, pero el estado a través del cual gobierna Putin sigue siendo leninista en su estructura.

La creencia de que los desafíos a Occidente emanan de fuera de Occidente es una fuente de consuelo para los liberales. Se puede olvidar el papel de una generación anterior de pensadores liberales y socialistas en restar importancia al colosal costo humano del comunismo en Rusia y China. La complicidad de Occidente en los crímenes actuales se puede eludir.

El intento de borrar a los uigures como pueblo es el ejemplo más obvio de la opresión en curso en China. Confinarlos en campos de concentración, demoler sus mezquitas y cementerios, deportarlos a trabajar en fábricas (algunas de ellas, según se informa, en las cadenas de suministro de marcas occidentales) y someter a las mujeres a violaciones, abortos involuntarios y esterilizaciones son crímenes de lesa humanidad. Pero cualquier campaña en su contra pronto se enfrenta al poder económico de China, que tiene el potencial de descarrilar el mercado global que Occidente ha construido y del que ahora depende.

A pesar de que la difícil situación de los uigures se planteó en reuniones internacionales, hay poco apoyo real para ellos. En la mayoría de los países de mayoría musulmana, muchos de ellos en deuda con China, los gritos de ayuda de los uigures han sido recibidos con silencio. Un mundo en el que el hiperliberalismo coexista amigablemente con la restauración de la esclavitud bien puede ser la próxima etapa de la evolución social. Los uigures están en el lado equivocado de la historia.

La supresión de las minorías en China es instructiva porque socava una narrativa liberal consoladora: el mundo moderno se basa en la innovación científica y tecnológica, que requiere una sociedad abierta. La dictadura no solo es incorrecta, sino ineficiente e improductiva. Solo las sociedades liberales tienen un futuro a largo plazo.

China ha disipado esta leyenda. Durante el período posterior a Mao, un régimen dictatorial presidió el proceso de creación de riqueza más grande y más rápido de la historia. Como resultado del cambio de un gobierno autoritario a un gobierno totalitario bajo Xi, la innovación puede ralentizarse. Ya hay indicios de que esto puede estar sucediendo. Pero las fuerzas compensatorias en Occidente aún podrían darle a China la ventaja.

En California, se están considerando propuestas que desalentarían la enseñanza de cálculo en las escuelas secundarias. En Canadá, el plan de estudios de matemáticas “equitativo” propuesto por Ontario “reconoce que las matemáticas pueden ser subjetivas”. Deconstruir la educación de esta manera, durante una época de intensa rivalidad geopolítica en ciencia y tecnología, no parece una estrategia ganadora.

No está claro si las élites occidentales son capaces de razonar estratégicamente en este momento. Muchas de sus políticas clave son de naturaleza performativa. Los esquemas para lograr emisiones netas de carbono cero son extremadamente costosos y no evitarán el calentamiento global acelerado. Las grandes sumas se gastarían más razonablemente adaptándose al cambio climático abrupto que ya está en marcha. Pero eso exigiría un pensamiento realista, que los líderes de opinión occidentales rechazan como derrotista, si no inmoral.

Una visión del mundo que se apoderó de sectores de la intelectualidad occidental durante todo el período moderno y dominó el mundo de la posguerra fría se está desintegrando. Las historias que muestran a la humanidad evolucionando hacia valores liberales son parodias del monoteísmo en el que una lógica mítica en la historia reemplaza a una providencia redentora. Si se elimina este mito, se puede ver que el estilo de vida liberal ha sido un accidente histórico. Con el tiempo, los regímenes creados por Xi y Putin se derrumbarán. Pero si la larga deriva de la historia sirve de guía, serán sucedidos por la anarquía y nuevos despotismos.

Si bien el liberalismo occidental puede haber desaparecido en gran medida, las ideas occidentales antiliberales están dando forma al futuro. Occidente no está muriendo sino vivo en las tiranías que ahora lo amenazan. Incapaces de captar esta realidad paradójica, nuestras élites se quedan mirando sin comprender cómo el mundo que han dado por sentado se desliza hacia las sombras.

John Gray (1948), exprofesor de Teoría Política en Oxford y de Pensamiento Europeo en la London School of Economics and Political Science, hace un análisis de la compleja geopolítica de hoy. En el ensayo titulado The West isn’t dying – its ideas live on in China -El Occidente no esta muriendo, sus ideas viven en China- , el escritor e intelectual británico describe las posiciones de los líderes en el gran tablero político mundial.

FUENTE: https://www.newstatesman.com/politics/2021/07/west-isn-t-dying-its-ideas-live-china

Pepe Escobar

Se están formando los bandos en torno a la disputa entre Irán y Azerbaiyán. Pero esta lucha no tiene que ver con el origen étnico, la religión o la tribu, sino con quién va a forjar las nuevas rutas de transporte de la región.

Lo último que necesita en este momento el complejo impulso de la integración euroasiática es este complicado asunto entre Irán y Azerbaiyán en el sur del Cáucaso.

Empecemos por los Conquistadores de Khaybar, el mayor ejercicio militar iraní en dos décadas, realizado en su frontera noroccidental con Azerbaiyán.

Entre los militares iraníes desplegados y las unidades del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) hay algunos jugadores serios, como la 21ª División de Infantería de Tabriz, el batallón Ashura 31 del CGRI, la 65ª Brigada de Fuerzas Especiales Aerotransportadas y un conjunto de sistemas de misiles, incluidos los misiles balísticos Fateh-313 y Zulfiqar con un alcance de hasta 700 kilómetros.

La explicación oficial es que los simulacros son una advertencia para los enemigos que traman algo contra la República Islámica.

El Líder Supremo de Irán, el ayatolá Jamenei, tuiteó de forma contundente que «aquellos que se hacen la ilusión de depender de otros, piensan que pueden proporcionar su propia seguridad, deben saber que pronto recibirán una bofetada, se arrepentirán.»

El mensaje era inequívoco: se trataba de que Azerbaiyán dependía de Turquía y, especialmente, de Israel para su seguridad, y de que Tel Aviv instrumentalizaba a Bakú para una campaña de inteligencia que conducía a la injerencia en el norte de Irán.

Los expertos iraníes llegaron a decir que Israel podría utilizar bases militares en Azerbaiyán para atacar las instalaciones nucleares iraníes.

La reacción al ejercicio militar iraní hasta ahora es una respuesta previsible de Turquía y Azerbaiyán: están realizando un simulacro conjunto en Najchivan durante toda esta semana.

Pero, ¿estaban las preocupaciones de Irán fuera de lugar? Desde hace años se está desarrollando una estrecha colaboración en materia de seguridad entre Bakú y Tel Aviv. Azerbaiyán posee hoy en día aviones no tripulados israelíes y mantiene una estrecha relación con la CIA y el ejército turco. Si a esto le añadimos los recientes ejercicios militares trilaterales en los que participan Azerbaiyán, Turquía y Pakistán, estos acontecimientos están destinados a hacer saltar las alarmas en Teherán.

Bakú, por supuesto, lo hace de manera diferente: Nuestras asociaciones no se dirigen a terceros países.

Así que, esencialmente, mientras Teherán acusa al presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, de facilitar la vida a los terroristas takfiríes y a los sionistas, Bakú acusa a Teherán de apoyar ciegamente a Armenia. Sí, los fantasmas de la reciente guerra del Karabaj están por todas partes.

Por una cuestión de seguridad nacional, Teherán no puede tolerar que empresas israelíes participen en la reconstrucción de las regiones ganadas en la guerra cerca de la frontera iraní: Fuzuli, Jabrayil y Zangilan.

El ministro de Asuntos Exteriores iraní, Hossein Amir-Abdullahian, ha intentado jugar con la diplomacia: «Las cuestiones geopolíticas en torno a nuestras fronteras son importantes para nosotros. Azerbaiyán es un vecino muy querido por Irán y por eso no queremos que quede atrapado entre terroristas extranjeros que están convirtiendo su suelo en un caldo de cultivo.»

Por si esto no fuera lo suficientemente complicado, el meollo de la cuestión -como todo en Eurasia- gira en realidad en torno a la conectividad económica.

Un desorden interconectado

Los sueños geoeconómicos de Bakú son grandes: la capital aspira a situarse en la encrucijada clave de dos de los corredores euroasiáticos más importantes: Norte-Sur y Este-Oeste.

Y ahí es donde entra en juego el Corredor de Zangezur, posiblemente esencial para que Bakú predomine sobre las rutas de conectividad Este-Oeste de Irán.

El corredor pretende conectar el oeste de Azerbaiyán con la República Autónoma de Nakhchivan a través de Armenia, con carreteras y ferrocarriles que pasen por la región de Zangezur.

Zangezur también es esencial para que Irán se conecte con Armenia, Rusia y, más adelante, con Europa.

China e India también confiarán en Zangezur para el comercio, ya que el corredor supone un importante atajo en la distancia. Teniendo en cuenta que los grandes cargueros asiáticos no pueden navegar por el Mar Caspio, suelen perder preciosas semanas para llegar a Rusia.

Un problema adicional es que Bakú ha comenzado recientemente a acosar a los camioneros iraníes que transitan por estas nuevas regiones anexionadas en su camino hacia Armenia.

No tenía por qué ser así. Este detallado ensayo muestra cómo Azerbaiyán e Irán están vinculados por «profundos lazos históricos, culturales, religiosos y etnolingüísticos», y cómo las cuatro provincias del noroeste de Irán -Gilán, Ardabil, Azerbaiyán Oriental y Azerbaiyán Occidental- tienen «fronteras geográficas comunes tanto con la parte principal de Azerbaiyán como con su exclave, la República Autónoma de Najcheván; también tienen profundos y estrechos puntos en común basados en el islam y el chiismo, además de compartir la cultura y la lengua azerbaiyanas. Todo ello ha propiciado la cercanía entre los ciudadanos de las regiones de ambos lados de la frontera».

Durante los años de Rouhani, las relaciones con Aliyev fueron en realidad bastante buenas, incluyendo la cooperación trilateral Irán-Azerbaiyán-Rusia e Irán-Azerbaiyán-Turquía.

Una conectividad clave en juego es el proyecto de unir el ferrocarril Qazvin-Rasht-Astara en Irán con Azerbaiyán: forma parte del importantísimo Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC – International North‑South Transport Corridor).

Desde el punto de vista geoeconómico, Azerbaiyán es esencial para el ferrocarril principal que eventualmente irá de la India a Rusia. No sólo eso; la cooperación trilateral Irán-Azerbaiyán-Rusia abre una vía directa para que Irán se conecte plenamente con la Unión Económica Euroasiática (UEE).

En un escenario óptimo, Bakú puede incluso ayudar a los puertos iraníes del Golfo Pérsico y del Mar de Omán a conectarse con los puertos georgianos del Mar Negro.

Occidente ignora que prácticamente todos los tramos del INSTC ya están funcionando. Por ejemplo, el ferrocarril Astara-Astara, exquisitamente bautizado, que conecta ciudades iraníes y azerbaiyanas que comparten el mismo nombre. O el ferrocarril Rasht-Qazvin.

Sin embargo, un importante tramo de 130 km entre Astara y Rasht, situado en la orilla sur del Caspio y próximo a la frontera entre Irán y Azerbaiyán, no se ha construido. ¿La razón? Las sanciones de la era Trump. Este es un ejemplo gráfico de lo mucho que depende, en términos prácticos de la vida real, de la conclusión satisfactoria de las conversaciones del JCPOA en Viena.

¿A quién pertenece Zangezur?

Irán se encuentra en una zona algo complicada en la periferia sur del Cáucaso Sur. Los tres principales actores de esa zona son, por supuesto, Irán, Rusia y Turquía. Irán limita con las antiguas regiones armenias -ahora azeríes- adyacentes a Karabaj, como Zangilan, Jabrayil y Fuzuli.

Estaba claro que la flexibilidad de Irán en su frontera norte estaría ligada al resultado de la segunda guerra del Karabaj. La frontera noroeste era una fuente de gran preocupación, ya que afectaba a las provincias de Ardabil y al este de Azerbaiyán, lo que hace aún más confusa la posición oficial de Teherán de apoyar las reivindicaciones azeríes frente a las armenias.

Es esencial recordar que, incluso en la crisis del Karabaj a principios de los años 90, Teherán reconoció a Nagorno-Karabaj y a las regiones que lo rodean como partes integrantes de Azerbaiyán.

Aunque tanto la CIA como el Mossad parecen ajenos a esta reciente historia regional, ello no les impedirá saltar a la palestra para enfrentar a Bakú y Teherán.

Un factor que complica aún más las cosas es que Zangezur también es apetecible desde el punto de vista de Ankara.

Podría decirse que el presidente neo-otomano de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, que nunca rehúye una oportunidad para ampliar su profundidad estratégica turco-musulmana, está tratando de utilizar la conexión azerí en Zangezur para llegar al Caspio, luego a Turkmenistán, hasta Xinjiang, el territorio occidental de China poblado por musulmanes uigures. Esto, en teoría, podría convertirse en una especie de Ruta de la Seda turca que pasara por encima de Irán, con la ominosa posibilidad de ser utilizada también como línea de ratas para exportar takfiris desde Idlib hasta Afganistán.

Teherán, por su parte, está totalmente orientado al INSTC, centrándose en dos líneas ferroviarias que se rehabilitarán y mejorarán desde la época soviética. Una es la Sur-Norte, desde Jolfa hasta Najchivan y luego hasta Ereván y Tblisi. La otra es Oeste-Este, de nuevo desde Jolfa a Najchivan, atravesando el sur de Armenia, la parte continental de Azerbaiyán, hasta Bakú y luego hasta Rusia.

Y ahí está el problema. Los azeríes interpretan que el documento tripartito que resuelve la guerra del Karabaj les da derecho a establecer el corredor de Zangezur. Los armenios, por su parte, discuten exactamente qué «corredor» se aplica a cada región en particular. Antes de que aclaren estas ambigüedades, todos esos elaborados planes de conectividad iraníes y turcos quedan efectivamente suspendidos.

Sin embargo, el hecho es que Azerbaiyán está destinado a convertirse en una encrucijada clave de conectividad trans-regional tan pronto como Armenia desbloquee la construcción de estos corredores de transporte.

Entonces, ¿cuál es el «win-win»?

¿Ganará la diplomacia en el Cáucaso Sur? Debe hacerlo. El problema es que tanto Bakú como Teherán lo plantean en términos de ejercicio de su soberanía, y no parecen especialmente predispuestos a ofrecer concesiones.

Mientras tanto, los sospechosos habituales se divierten explotando esas diferencias. Sin embargo, la guerra está descartada, tanto entre Azerbaiyán y Armenia como entre Azerbaiyán e Irán. Teherán es más que consciente de que en este caso tanto Ankara como Tel Aviv apoyarían a Bakú. Es fácil ver quién se beneficiaría de ello.

Ya en abril, en una conferencia en Bakú, Aliyev destacó que «Azerbaiyán, Turquía, Rusia e Irán comparten el mismo enfoque de la cooperación regional. La principal área de concentración ahora es el transporte, porque es una situación que se llama «win-win». Todos ganan con ello».

Y eso nos lleva al hecho de que si el actual estancamiento persiste, la principal víctima será el INSTC. De hecho, todo el mundo pierde en términos de integración euroasiática, incluidos India y Rusia.

El punto de vista pakistaní, que algunos han hecho circular en secreto, es totalmente inverosímil. No hay pruebas de que Teherán apoye una campaña anti-talibán en Afganistán sólo para socavar los lazos de Pakistán con Azerbaiyán y Turquía.

La asociación estratégica entre Rusia y China considera la actual coyuntura del Cáucaso Meridional como un problema innecesario, especialmente tras la reciente cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS). Esto perjudica gravemente sus estrategias complementarias de integración euroasiática: la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI – Belt and Road Initiative) y la Gran Asociación Euroasiática.

El INSTC podría, por supuesto, seguir el camino transcaspiano y cortar por completo a Azerbaiyán. Sin embargo, esto no es probable. La reacción de China, una vez más, será el factor decisivo. Podría hacer más hincapié en el corredor persa, desde Xinjiang, pasando por Pakistán y Afganistán, hasta Irán. O Pekín podría apostar igualmente por ambos corredores Este-Oeste, es decir, apostar tanto por Azerbaiyán como por Irán.

La conclusión es que ni Moscú ni Pekín quieren que esto se encone. Habrá movimientos diplomáticos serios por delante, ya que ambos saben que los únicos que se beneficiarán serán los sospechosos habituales centrados en la OTAN, y los perdedores serán todos los actores que están seriamente invertidos en la integración euroasiática.

FUENTES:

Traducido al español para Geopolitica.ru
Fuente original: https://thecradle.co/