Después de veinte años de discusiones en 2023 se iniciará la construcción del ramal del sur de la ruta terrestre de la seda conectando Xinjiang con Kirguistán y Uzbekistán

Especial para Dossier Geopolitico por Eduardo J. Vior

Con la guerra en Ucrania y las sanciones contra Rusia, EE.UU. y el Reino Unido bloquearon los enlaces terrestres y aéreos entre Europa y China. De ese modo esperan someter duraderamente a los países de la UE y limitar la influencia de la Ruta de la Seda y la Franja (BRI, por su nombre en inglés) sobre la integración y desarrollo de Eurasia. No obstante, China no se rinde y acaba de decidir que el año próximo comenzará la construcción del ferrocarril China-Kirguistán-Uzbequistán. Los 523 kilómetros de esta línea no sólo impulsarán el desarrollo de la región occidental de Xinjiang, sino que conectarán estas dos naciones de Asia Central entre sí y con China por un extremo, con el Cáucaso, Turquía y Europa en una dirección y con Irán e India en la otra. Este nodo se vincula con otros proyectos ferroviarios y marítimos. Eurasia se une contra la dominación atlántica.

Sólo para atravesar las montañas de Kirguistán deberán construirse 90 puentes

El ferrocarril CKU creará importantes oportunidades comerciales para Kirguistán y Uzbequistán, a la vez que conectará directamente a China por ferrocarril con Oriente Medio, con beneficios derivados en toda la región.

Como anunció la semana pasada el Presidente de Kirguistán, Sadyr Yaparov, China ha decidido por fin iniciar en 2023 la construcción del tan esperado ferrocarril China-Kirguistán-Uzbequistán (CKU). Los retrasos se han debido a las enormes dificultades logísticas y técnicas, así como al elevado costo. Kirguistán es montañoso y la línea requerirá la perforación de más de 90 túneles, mientras que las condiciones climáticas del invierno también son difíciles.  El acceso a China se hará desde la terminal ferroviaria de Kashgar, en la provincia de Xinjiang Occidental, ya conectada a la red nacional china.

La ruta CKU unirá China, Kirguistán y Uzbequistán con Europa Central y Oriental a través de Irán y Turquía. Según los planes propuestos, la longitud total de la misma será de unos 523 kilómetros, incluyendo 213 kilómetros en China, 260 kilómetros en Kirguistán y unos 50 kilómetros en Uzbequistán.

Desde Uzbequistán puede conectarse con el ferrocarril Uzbequistán-Turkmenistán hasta el puerto de Turkmenbashi, en el mar Caspio, para allí enlazar con el puerto de Bakú, en Azerbaiyán, y llegar a los mercados de Georgia, Turquía y las naciones de la UE del mar Negro (Bulgaria y Rumanía) o dirigirse hacia el sur hasta los puertos iraníes del Caspio, como el de Anzali, y seguir hacia el sur por el ferrocarril que también se completará en 2023 a través del Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC, por su nombre en inglés) hasta el puerto meridional iraní de Chabahar. Este tramo marítimo conduce a Oriente Medio, África Oriental e India.

Funcionarios uzbecos han dicho que, cuando esté terminado, el ferrocarril será la ruta más corta para transportar mercancías desde China a Europa y Oriente Medio, reduciendo el trayecto de carga en 900 kilómetros y ahorrando los envíos entre siete u ocho días. Las autoridades de Uzbequistán y Turkmenistán ya han planificado la conectividad bilateral en su tramo de la ruta CKU, mientras que Turkmenistán e Irán han hecho lo mismo. Irán también ha discutido la conectividad del INSTC con Catar.

Kirguistán es un pequeño país montañoso de Asia Central

La economía kirguisa es relativamente pequeña, con un PIB de algo menos de 8.000 millones de dólares y una población de apenas 6,5 millones. Se calcula que las exportaciones ascienden a unos 2.000 millones de dólares e incluyen oro, algodón, lana, prendas de vestir, carne, mercurio, uranio, electricidad, maquinaria y calzado. Importa bienes por valor de unos 4.500 millones de dólares, entre ellos petróleo y gas, maquinaria y equipos, productos químicos y alimentos. Sin embargo, la ubicación de Kirguistán lo hace ideal como centro de servicios de Asia Central, ya que también tiene frontera con Afganistán y se están proyectando enlaces ferroviarios con y a través de este país. El comercio exterior de Kirguistán aumentó un 19,5% en 2021 y cabe esperar que el país se convierta en un centro de fabricación y procesamiento ligero para el comercio entre China y Asia Central. Viendo la oportunidad, la plataforma rusa de comercio electrónico Wildberries acaba de establecer operaciones en el país.

La economía uzbeca se está abriendo en todas las direcciones

Uzbequistán, por su parte, es una de las principales apuestas de la CKU: el país está llevando a cabo importantes reformas y ha abierto su economía. Ello se ha traducido en la entrada en vigor de importantes acuerdos comerciales con el Reino Unido y la Unión Europea que incluyen a miles de productos que ahora pueden exportarse libres de impuestos. Esta evolución también se ha hecho patente en los mercados de capitales, donde el gobierno uzbeco emitió su primer eurobono en 2020, que ya fue sobresuscrito ocho veces. En agosto del año pasado Uzbequistán fue uno de los primeros países de la región en emitir un bono soberano de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), mientras que 15 de las principales empresas públicas y bancos uzbecos se preparan para una futura privatización, adelantándose a otras miles de empresas locales que buscan hacerlo.

Cabe esperar que los acuerdos comerciales de Uzbequistán sean un imán para los inversores chinos y rusos que buscan instalaciones uzbecas para la fabricación de productos de exportación. Uzbequistán no tiene salida al mar, pero cuenta con conexiones regionales hacia el norte, con Kazajistán y Rusia, y hacia el oeste, con Turkmenistán y el INSTC.

Desde Uzbequistán la CKU puede conectar con Kazajistán y Rusia. Hay que tener en cuenta que Uzbequistán es miembro observador de la Unión Económica Euroasiática (UEEA), que incluye a Armenia, Bielorrusia, Kirguistán, Kazajistán y Rusia, y es probable que se incorpore a ella en un futuro próximo. El país también tiene acuerdos de libre comercio con Irán y Vietnam y está en negociaciones con Egipto, los EAU, India y otras numerosas naciones de la ASEAN y algunas africanas.

La conectividad ferroviaria hacia el oeste vía Bakú, a través de Georgia y Turquía, sigue presentando cuellos de botella, aunque deberían resolverse en el transcurso de los próximos meses y, sin dudas, a mediados de 2023. Esta ruta del sur de China a Europa es cada vez más importante, dado que la ruta del norte a través de Rusia ha sido cerrada por la guerra y las sanciones occidentales.

En cuanto a Oriente Medio se trata de la ruta INSTC, que conectaría el puerto del Mar Caspio de Turkmenistán con el puerto del Caspio de Anzali, en Irán. La distancia marítima es de 304 millas náuticas. Desde allí, las mercancías pueden acceder a los importantes mercados iraníes, así como transitar hacia el sur a través de Irán hasta el puerto de Chabahar, en el Golfo de Omán. Está previsto que los tramos ferroviarios faltantes se completen durante 2023. El puerto de Chabahar ha sido objeto de una importante inversión por parte de India y en un principio iba a ser el principal corredor comercial entre Irán e India sin pasar por Paquistán. Sin embargo, esta ruta ha adquirido una mayor importancia estratégica por su acceso a Oriente Medio, África Oriental y el Sudeste Asiático.

Hay otros proyectos ferroviarios en marcha o en fase de planificación que también aumentarán el potencial de la CKU. Recientemente se ha reabierto la línea ferroviaria de carga Paquistán-Irán-Turquía, mientras que –con dificultades por el reciente golpe de estado prooccidental en Islamabad- se está construyendo la vía que une Paquistán con China, creando un bucle ferroviario total en Asia Central.

Toda Asia Central desea que Afganistán se rehabilite y el país ha firmado un memorando de entendimiento con Uzbequistán y Paquistán para construir un ferrocarril transafgano que lo atravesaría de norte a sur y conectaría Uzbequistán con el puerto paquistaní de Karachi. Turkmenistán también ha estado construyendo un ferrocarril hasta la frontera occidental de Afganistán y se está discutiendo un enlace con Herat, el centro industrial de este último país. Irán, en tanto, que también tiene frontera con Afganistán, participa en discusiones similares, con rutas previstas entre Irán y Afganistán que también conectarían con China. Como se puede ver, el ferrocarril CKU cambiará completamente el juego y la función de Asia Central. De ser un agujero, pasará a convertirse en el centro de la integración y el desarrollo de Eurasia.

Las potencias occidentales pretenden impedir este proceso desatando guerras en su periferia, pero, quebrada la dominación colonial (sobre todo en las cabezas de sus pueblos), ya nadie podrá impedir el restablecimiento de la unidad e interconexión entre el Mar Oriental de China y el Océano Atlántico, entre la estepa siberiana y el Océano Índico, que entre principios de nuestra era y el siglo XVIII tanto influyó sobre la historia del mundo. La periferia atlántica se está autoexcluyendo.

El momento multipolar de Modi ha llegado

India, ahora cortejada por todos los bandos, es la clara beneficiaria de la guerra de Rusia.

Por Derek Grossman(*) , analista senior de defensa de Rand Corp. Foreign Policy

En toda crisis, siempre alguien se beneficia. En el caso de la invasión rusa de Ucrania, ese alguien es el primer ministro indio Narendra Modi. Al negarse a condenar a Moscú y unirse a las sanciones lideradas por Occidente, Modi ha logrado elevar la estatura global de India. Cada una de las otras grandes potencias (Estados Unidos, Rusia y China) están cortejando intensamente a India para negar una ventaja estratégica a sus adversarios. Disfrutando de ser el centro de atención, Modi y su gobierno nacionalista hindú seguramente buscarán mantener el impulso. Su objetivo probable es forjar un papel de superpotencia independiente para la India, acelerar la transición a un sistema internacional multipolar y, en última instancia, consolidar su nuevo estatus con un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para la India.

Nada de esto niega el hecho de que Estados Unidos se ha convertido en el socio estratégico más importante de India. Las dos naciones han hecho un enorme progreso en los últimos años. Desde 2018, Nueva Delhi y Washington han celebrado cumbres anuales y firmado numerosos acuerdos de seguridad innovadores. Ambas naciones forman parte del Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (conocido como Quad), junto con Australia y Japón. En la cumbre Quad en Tokio el mes pasado, Modi se reunióEl presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, en persona por segunda vez, complementando las discusiones virtuales en curso de las dos naciones. Nueva Delhi también se unió al Marco Económico para la Prosperidad del Indo-Pacífico recientemente presentado por Washington, que tiene como objetivo intensificar las relaciones económicas en la región sin un tratado comercial formal. A lo largo de su floreciente asociación, India y Estados Unidos, como las dos democracias más grandes del mundo, se han comprometido a canalizar sus valores compartidos (y su interés estratégico en contener a China) para defender el orden internacional liberal basado en reglas.

Pero cuando Rusia invadió Ucrania, India decidió seguir una política ultrarrealista y proteger los intereses indios por encima de todo, sobre todo su profunda dependencia de Rusia en cuanto a equipamiento militar. En lugar de condenar a una nación soberana por invadir y tratar de destruir a otra, una violación indiscutible del orden basado en reglas, India objetó. Al principio, la estrategia del gobierno de Modi parecía destinada a dañar la asociación entre Estados Unidos e India. En marzo, Biden describió el compromiso de India de castigar a Rusia como “ algo inestable ”. A principios de abril, el asesor adjunto de Seguridad Nacional de EE. UU., Daleep Singh, visitó Nueva Delhi y advirtió sobre las posibles «consecuencias» para los países que intentan socavar las sanciones de EE. UU.

Sin embargo, a mediados de abril, la administración Biden había cambiado drásticamente su tono. Biden y Modi se reunieron virtualmente durante el inicio del llamado diálogo 2+2 en Washington. Tras la reunión, quedó claro que Biden había aceptado la posición de Modi. La lectura de EE. UU. señaló que los dos líderes continuarían sus “ consultas cercanas ” sobre Rusia, sin indicios de que Washington estuviera preparado para tomar alguna medida contra Nueva Delhi. Además, India no tuvo que condenar a Rusia ni hacer ninguna otra concesión, como frenar o terminar su importación de petróleo ruso barato.

…Estas tendencias contribuirán al ascenso de India al estatus de gran potencia y cambiarán el sistema global hacia una multipolaridad aún mayor.

Las declaraciones posteriores de la Casa Blanca indican claramente que Washington no presionará más a Nueva Delhi, probablemente por temor a arruinar la cooperación para contrarrestar a China en el Indo-Pacífico. El secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken , por ejemplo, dijo en abril que “India tiene que tomar sus propias decisiones sobre cómo abordar este desafío”. Y en Tokio el mes pasado, Biden dijo: “Estoy comprometido a hacer que la asociación entre Estados Unidos e India sea una de las más cercanas que tenemos en la Tierra” a pesar de las diferencias con respecto a Rusia. En su declaración conjunta, solo Biden condenó a Rusia; Modi no lo hizo. Fue el único caso de luz del día deslumbrante entre las posiciones de los dos líderes.

Durante los últimos meses, India también ha preservado sus estrechos vínculos con Rusia al abstenerse repetidamente en las Naciones Unidas cuando los países occidentales presentaron resoluciones contra Rusia. Rusia e India tienen una asociación de larga data que se remonta a la Guerra Fría, cuando Nueva Delhi creía que Washington estaba apoyando activamente a su archirrival Pakistán. India siempre ha apreciado el apoyo de Rusia, particularmente en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde el estatus territorial de Jammu y Cachemira ha surgido de manera rutinaria.

India también tiene una larga historia de aprovechar su asociación con Rusia contra su otro archirrival, China, con quien tiene tensiones fronterizas en curso. Durante décadas, India ha comprado armas rusas. Según una estimación reciente, aproximadamente el 85 por ciento del equipo militar de la India es ruso. Según los informes, el mes pasado, la administración Biden estaba considerando 500 millones de dólares en financiamiento militar para India para dejar de usar equipos de fabricación rusa. Washington también, hasta ahora, ha mirado hacia otro lado al hacer cumplir la Ley de Contrarrestar a los Adversarios de Estados Unidos a través de Sanciones para la compra de Nueva Delhi del sistema de misiles tierra-aire S-400 de Moscú, lo que sugiere que India es simplemente demasiado importante para Estados Unidos. Estrategia del Pacífico para arriesgarse a enojarlo con sanciones.

India se ha beneficiado aún más del petróleo y el carbón rusos con descuento desde el estallido de la guerra. Aunque el ministro de Asuntos Exteriores de India, S. Jaishankar , bromeó en abril diciendo que India probablemente importa menos petróleo ruso en un mes que Europa en una tarde, las importaciones de petróleo de Nueva Delhi desde Rusia aumentaron considerablemente tras la sanción de Moscú por parte de Occidente. Lo mismo es cierto para el carbón , donde las existencias de la India pueden estar bajando alarmantemente. India ciertamente está agradecida de tener energía rusa para impulsar su desarrollo. Las críticas occidentales a estas importaciones, que se produjeron después de décadas de arengar a la India sobre las emisiones de combustibles fósiles, solo han irritadoel estado poscolonial más grande del mundo, uno que todavía tiene profundas sensibilidades cuando las naciones ricas, de mayoría blanca, parecen decirle que abandone su interés nacional en la seguridad energética y el desarrollo impulsado por la energía.

Para agradecer a Nueva Delhi por su apoyo inquebrantable para proteger a Moscú en las Naciones Unidas, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, visitó la India en abril. Mientras estuvo allí, elogió el sistema de cambio de moneda rupia-rublo, que proporciona un medio alternativo para realizar transacciones con bancos rusos sancionados. Además, Lavrov dijo: «Estaremos listos para suministrar cualquier producto que India quiera comprar». Y dadas las discusiones en curso de Modi con el presidente ruso Vladimir Putin desde la guerra, Lavrov incluso planteó la posibilidad de que India desempeñe un papel de mediador en la guerra ruso-ucraniana, lo que colocaría a India en una posición muy destacada en el escenario mundial.

Debido a que la postura neutral de India está obviamente en desacuerdo con la política estadounidense, Beijing también ha percibido una oportunidad estratégica para involucrar a Nueva Delhi, con el objetivo principal de alejarla del abrazo cada vez más estricto de Washington. En marzo, el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi , fue el primer alto funcionario chino desde 2019 en visitar India, donde hizo explícito el cortejo de Beijing. “Si los dos países unen sus manos, todo el mundo prestará atención”, dijo. En el período previo a la visita de Wang, el portavoz en inglés del Partido Comunista Chino, el Global Times, también adoptó un tono inusualmente conciliador, escribiendo: “China e India comparten intereses comunes en muchos frentes. Por ejemplo, Occidente recientemente señaló con el dedo a India por considerar comprar petróleo ruso a un precio reducido. Pero es el derecho legítimo de India”.

Los funcionarios indios, sin embargo, no estaban preparados para complacer a China en parte debido a los beneficios que recibían al mantenerse neutrales, sobre todo de Estados Unidos. Después de la visita de Wang, Jaishankar preguntó retóricamente : “¿Distinguen y diferencian los estadounidenses entre India y China sobre [sus] posiciones respectivas sobre Rusia en medio de [la] crisis de Ucrania? Obviamente, lo hacen”. A pesar de los lazos más estrechos entre Estados Unidos e India, preservar la autonomía estratégica de India a través de una política no alineada sigue siendo un objetivo de larga data para Nueva Delhi. En el contexto de Rusia y a medida que se intensifica la competencia entre las grandes potencias, esa postura está demostrando ser especialmente beneficiosa frente a China. Además, China e India tienen un conflicto fronterizo persistente.que Nueva Delhi ha argumentado debe resolverse antes de normalizar las relaciones bilaterales. Wang no se hizo ningún favor al detenerse primero en Pakistán y hacer comentarios anti-India sobre el estado de Jammu y Cachemira. En lugar de estar de acuerdo con la postura abiertamente pro-rusa de Beijing, Nueva Delhi decidió seguir adelante con una solicitud china diferente: la participación continua de Modi en el foro BRICS, que se une a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.

Más allá de las grandes potencias, India esencialmente ha ganado la discusión con países clave en Europa y el Indo-Pacífico. El primer ministro británico, Boris Johnson , por ejemplo, visitó la India en abril y comentó: «Los lazos entre Rusia e India son históricamente bien conocidos, y [las acciones de Nueva Delhi] no van a cambiar eso». La gira de tres naciones de Modi a través de Alemania, Dinamarca y Francia el mes pasado demostró aún más que India no será marginada por su política hacia Rusia. Por el contrario, en las tres naciones, Modi recibió el tratamiento de alfombra roja. En el caso de Alemania, Modi permanece en la lista de invitados para unirse a las naciones del G-7 a finales de este mes en los Alpes bávaros.

Y en el Indo-Pacífico, el primer ministro japonés, Fumio Kishida , cuando se le preguntó acerca de la India en la cumbre Quad del mes pasado, dijo: “Cada país tiene sus propios desarrollos históricos, así como su situación geográfica. Incluso entre países de ideas afines, las posiciones pueden no estar completamente de acuerdo. Eso es natural”. Aunque el nuevo primer ministro de Australia, Anthony Albanese , solo ha estado en el cargo durante unas pocas semanas, se reunió con Modi al margen de la cumbre Quad y se jactó de que las relaciones bilaterales «nunca han sido más estrechas» a pesar de lo que Albanese dijo que eran » fuertes puntos de vista ” intercambiados sobre Rusia durante los procedimientos del Quad.

La guerra de Rusia en Ucrania sin duda ha beneficiado a India ya que las grandes potencias están compitiendo más vigorosamente por el afecto de Nueva Delhi, particularmente Estados Unidos y China. India también ha evitado que su política hacia Rusia estropee las asociaciones con socios clave europeos y del Indo-Pacífico. Estas tendencias, si se mantienen, contribuirán al ascenso de India al estatus de gran potencia y, a su vez, cambiarán el sistema global hacia una multipolaridad aún mayor. Lo que podría descarrilar el éxito de Nueva Delhi es una seria escalada en el conflicto entre Rusia y Ucrania, que finalmente podría obligar a India a elegir bando entre las grandes potencias. Los socios que hasta ahora han tolerado el enfoque distante y realpolitik de India podrían frustrarse porque Nueva Delhi se niega a llevar su peso como una gran potencia emergente. Pero a menos o hasta que esto suceda,

(*) Derek Grossman es analista sénior de defensa en Rand Corp., profesor adjunto en la Universidad del Sur de California y ex informe diario de inteligencia del subsecretario de defensa de EE. UU. para asuntos de seguridad de Asia y el Pacífico. 

Twitter:  @DerekJGrossman

ETIQUETAS: GEOPOLÍTICA , INDIA , NARENDRA MODI , GUERRA UCRANIA

FUENTE https://foreignpolicy.com/2022/06/06/modi-india-russia-ukraine-war-china-us-geopolitics-multipolar-quad/ 

Desde la unión de Crimea con Rusia en marzo de 2014, la entrada al mar de Azov está totalmente controlada por Rusia. 

por el profesor Michel Chossudovsky – Global Research, 2022

El siguiente artículo es una revisión y actualización de un artículo anterior de GR de Michel Chossudovsky    . Proporciona un breve resumen de la geopolítica del Mar Negro y el Mar de Azov, así como algunas observaciones sobre la Guerra de Ucrania. (Actualizado el 5 de junio de 2022)

Introducción

Históricamente, el estrecho de Kerch  en el este de Crimea ha jugado un papel estratégico.

Constituye una puerta marítima estrecha que une el Mar Negro a través del Mar de Azov con las principales vías fluviales de Rusia, incluidos el Don y el Volga.

También asegura el tránsito marítimo desde el Mar Negro a Moscú sin mencionar la ruta marítima estratégica entre el Mar Caspio (a través del Canal Volga-Don) al Mar Negro y el Mediterráneo. 

Mapa: El Sistema Unido de Vías Navegables Profundas de la Rusia Europea.

El Volga también une el Mar Caspio con el Mar Báltico, así como con la ruta del Mar del Norte , a través de la Vía fluvial Volga-Báltico.  (Véase más arriba)

El Volga está conectado a un sistema de canales (a través de los lagos Onega, Ladoga) al  río Neva y San Petersburgo. (Ver mapa abajo)

Lo que está en juego es un sistema integrado de vías fluviales que conecte el Mar Negro y el Mar Caspio con el Báltico y la Ruta del Mar del Norte.

En este sentido, el estrecho de Kerch en el este de Crimea es estratégico.

La Unión de Crimea con Rusia de 2014 redefine la geografía y el tablero geopolítico de la cuenca del Mar Negro

Desde 2014, la reunión de Crimea con la Federación Rusa representó un gran revés para EE. UU. y la OTAN, cuyo objetivo de larga data era integrar a Ucrania en la OTAN, al tiempo que extendía la presencia militar occidental en la cuenca del Mar Negro. (Vea los detalles abajo)

Breves observaciones sobre la guerra de Ucrania:  el mar de Azov es estratégico. Ucrania no tiene acceso marítimo. 

En lo que respecta a la Guerra de Ucrania, el control de Rusia del Estrecho de Kerch juega un papel clave. En desarrollos recientes (junio de 2022), Rusia ahora controla toda la cuenca del Mar de Azov.

Ucrania no tiene acceso marítimo al Mar de Azov y al este de Ucrania , ni tiene poder naval en el Mar Negro.

Sin una armada (y sin una Fuerza Aérea destruida al principio a fines de febrero), Ucrania no está en condiciones de ganar esta guerra. Las Negociaciones de Paz iniciadas en Estambul a finales de marzo , que fueron objeto de sabotaje, constituyen la única solución. 

La Base Naval Berdyansk de Ucrania  (una iniciativa de Zelensky de 2020) en la costa occidental de Azov está bajo control ruso. Todos los puertos principales que se extienden desde Mariupol hasta Kherson están bajo control ruso.

Rusia ocupa Kherson y   controla el acceso de la principal vía fluvial de Ucrania, el Dniéper, hacia y desde el Mar Negro   ( ver el segundo mapa a continuación: El Dniéper es, en algunos aspectos, una vía marítima ) . El Dniéper es un importante corredor de transporte de carga de granos.

En el contexto de la Guerra de Ucrania, a través de sus usos militares en Donetsk y Lugansk, las fuerzas rusas han consolidado su control sobre toda la cuenca del Mar de Azov.

El siguiente mapa (2 de junio de 2022) indica las áreas de uso y control ruso desde el norte de Lugansk (territorios frente a Kharkov) hasta Kherson en el Dnieper.

Flashback: El Tratado de 2014 entre Rusia y Crimea

Con el Tratado del 18 de marzo de 2014 firmado entre Rusia y Crimea, la Federación Rusa ha ampliado su control sobre el Mar Negro y sobre el Mar de Azov.

Según el acuerdo entre Rusia y Crimea anunciado por el presidente Putin en 2014, dos “regiones constituyentes” de Crimea se unieron a la Federación Rusa: la “República de Crimea” y la “Ciudad de Sebastopol”. Ambos tienen el estatus de “regiones autónomas”. El estado de Sebastopol como entidad autónoma separada de Crimea está relacionado con la ubicación de la base naval de Rusia en Sebastopol.

Desde la desintegración de la Unión Soviética, Rusia mantuvo su base naval en Sebastopol en virtud de un acuerdo bilateral con Ucrania. Con la firma del Tratado del 18 de marzo de 2014, dicho acuerdo quedó nulo y sin efecto. Sebastopol, incluida la base naval rusa, se convirtió en parte de una región autónoma dentro de la Federación Rusa. Antes de marzo de 2014, la base naval no estaba dentro de Ucrania en virtud de un contrato de arrendamiento. Además, desde 2014, las aguas territoriales de Crimea pertenecen a la Federación Rusa.

Tras la unión de Crimea con Rusia, la Federación Rusa ahora controla una porción mucho mayor del Mar Negro, que incluye toda la costa de la península de Crimea. La parte oriental de Crimea –incluido el estrecho de Kerch– está bajo jurisdicción de Rusia. En el lado este del estrecho de Kerch se encuentra la región rusa de Krasnodar y extendiéndose hacia el sur se encuentran las ciudades portuarias de Novorossiysk y Sochi. 

La geopolítica de los oleoductos y gasoductos

Novorossiysk también es estratégico. Es el puerto comercial más grande de Rusia en el Mar Negro, en el cruce de los principales oleoductos y gasoductos entre el Mar Negro y el Mar Caspio.

Si bien la principal ruta estratégica del oleoducto se encuentra entre Novorossiysk y Bakú, existe un nexo de gasoductos entre Rusia, Kazajstán, Irán, Turkmenistán, que se conecta con China.

Antes de la “invasión” de Rusia a Ucrania el 24 de febrero de 2022, Putin firmó “un amplio acuerdo” con el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev .

Estrecho de Kerch: Historia

Históricamente, el estrecho de Kerch ha jugado un papel estratégico. Constituye una puerta de entrada desde el Mar Negro a las principales vías fluviales de Rusia, incluidos el Don y el Volga.

Durante la Segunda Guerra Mundial, la península de Kerch fue ocupada por la Alemania nazi (recuperada por el Ejército Rojo) y fue un importante punto de tránsito por tierra y agua.

En los meses más fríos del invierno, se convirtió en un puente de hielo que unía Crimea con la región de Krasnodar.

El estrecho de Kerch tiene unos 5 kilómetros de longitud y 4,5 km. de ancho en el punto más estrecho entre la punta de Crimea oriental y la península de Taman. Kerch es un importante puerto comercial vinculado a rutas ferroviarias, de transbordadores y fluviales.

imagen derecha: Estrecho de Kerch, foto tomada desde el lado de Crimea, (antes de la construcción del puente) ancho estrecho, vista aérea del estrecho y la península de Taman. 

El mar de Azov: centro geopolítico

Cabe destacar que, como resultado de la integración de Crimea en la Federación Rusa en 2014, Moscú obtuvo el control total del Estrecho de Kerch que une el Mar Negro con el Mar de Azov. Se anuló el acuerdo bilateral entre Rusia y Ucrania que rige la ruta marítima a través de los estrechos de Kerch.

El estrecho también constituye un punto de entrada a las principales vías fluviales de Rusia.

El mar de Azov se conecta con el río Don y el Volga, a través del canal Volga Don. A su vez, el Volga desemboca en el mar Caspio.

El estrecho de Kerch es estratégico.  El canal Kerch-Yenikalskiy permite el tránsito de grandes buques (oceánicos) desde el Mar Negro hasta el Mar de Azov.

Como se indicó anteriormente, el estrecho de Kerch une el mar Negro con el Volga a través del mar de Azov y el canal Volga Don, que a su vez se conecta con San Petersburgo y el mar Báltico. El Volga también se conecta con Moscú, a través del río Moscú a través del canal Volga-Moskva.

Nota: La cuenca del mar Caspio es, en cierto sentido, «sin salida al mar». Su único acceso al Mediterráneo y al Océano Atlántico es a través del Volga . Lo mismo se aplica a su acceso al Atlántico a través del Mar Báltico, oa través del Mar Blanco, el Mar de Barents y el Paso del Ártico Nororiental al Pacífico.

Canales estratégicos. En resumen

  1. Mar Caspio- Volga, Canal Volga-Don, Don, – Mar de Azov – Mar Negro, Mediterráneo
  2. Mar Negro- Mar de Azov -Don- Canal Volga Don -Volga -Canal Volga-Moskva, Río Moscú, Moscú
  3. Mar Negro- Mar de Azov -Don- Volga Don Canal -Volga -Neva, San Petersburgo, Mar Báltico
  4. Mar Caspio, Volga, Neva, Svir, Lago Onega, Canal del Mar Blanco, Mar  del Norte y Paso del Ártico Nororiental

Canal Volga-Don

Relaciones Rusia-Ucrania sobre el Estrecho de Kerch

En diciembre de 2013, Moscú realizó un acuerdo bilateral con el gobierno de Yanukovych en Kiev relacionado con la construcción de un puente a través del Estrecho de Kerch, conectando el este de Crimea (que era parte de Ucrania) con la región rusa de Krasnodar.

Ese acuerdo fue una continuación de un acuerdo inicial firmado en abril de 2010 entre los dos gobiernos.

El acuerdo Rusia-Ucrania 2013 relativo a la construcción del puente ya había sido desechado a todos los efectos antes del 16 de marzo de 2014.

Imagen derecha: el nuevo puente de Kerch une Crimea oriental (transporte por carretera y ferrocarril) con la región rusa de Krasnodar. (imagen derecha).

La unión de Crimea con Rusia ya estaba en trámite antes del referéndum, era un hecho consumado .

Menos de dos semanas antes del Referéndum del 16 de marzo de 2014, en el punto álgido de la crisis en Ucrania, el Primer Ministro de Rusia, Dmitry Medvedev , ordenó a la corporación estatal de construcción de carreteras Avtodor, o «Autopistas Rusas» «que creara una empresa subsidiaria que supervisaría la construcción de un puente sobre el estrecho de Kerch”.

Este puente está orientado a las rutas de transporte ferroviario que unen Europa Occidental y Oriental con la cuenca del Mar Caspio, Kazajstán y China. Por lo tanto, es una parte integral del Proyecto Euroasiático (que se vincula con la iniciativa Belt and Road de China).  La fuente original de este artículo es Global ResearchCopyright © 

Prof. Michel Chossudovsky , Global Research, 2022

FUENTE: https://www.globalresearch.ca/black-sea-geopolitics-and-russias-control-of-strategic-waterways-the-kerch-strait-and-the-sea-of-azov/5661045

El acuerdo entre Moscú y Ankara para que Ucrania pueda exportar su trigo fortalece su complementación en el Mar Negro, Siria y el norte de África a costas de EE.UU. y los europeos.

POR EDUARDO J. VIOR TELAM

Desde que empezó la “operación militar especial” de Rusia en Ucrania los precios de la energía y los alimentos se han disparado. Las sanciones económicas y comerciales contra Rusia han dejado a Europa sin el gas ruso y disparado los costos de producción. En tanto, el minado por Ucrania de sus puertos sobre el Mar Negro ha inflado los precios internacionales del trigo, amenazando a los países árabes y a África con una gigantesca hambruna.

En ambos casos los ganadores netos son las grandes empresas norteamericanas. Por ello, el acuerdo que Rusia y Turquía alcanzaron este lunes para facilitar el tránsito de las naves que llevan el trigo ucraniano muestra a ambas potencias como rivales razonables y les sirve de pie para avanzar con acuerdos sobre Siria y el norte de África que les permitan competir disminuyendo los riesgos de conflicto.

Según el diario moscovita Izvestia el gobierno ruso ha acordado con Ankara un plan para liberar los envíos de grano desde Odesa y otros puertos ucranianos. «En las aguas territoriales del país vecino las fuerzas militares turcas se encargarán del desminado y escoltarán los barcos hasta las aguas neutrales», dice el informe. Luego los buques de guerra rusos acompañarían hasta el Bósforo a los barcos que transportan el grano. Para cerrar el acuerdo, el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, llega a Ankara el miércoles 8.

Por su parte, el ministro turco de Asuntos Exteriores, Mevlut Cavusoglu, ha afirmado que se está trabajando con la ONU para alcanzar un acuerdo sobre un corredor para las exportaciones ucranianas por el Mar Negro, pero que los problemas entre Moscú y Kiev persisten. En una entrevista televisada el martes desde la sede de la agencia estatal Anadolu en Ankara, Cavusoglu aclaró que Lavrov va a Turquía acompañado por una delegación militar. «Estamos planeando establecer un centro en Estambul para observar el corredor», dijo el alto diplomático turco.

La ofensiva rusa en Ucrania y las sanciones occidentales han interrumpido el suministro de trigo y otros productos básicos de los dos países que producen el 30 por ciento del suministro mundial de trigo, alimentando la preocupación por el riesgo de escasez y hambre en todo el mundo. Decenas de buques portacontenedores están bloqueados en los puertos ucranianos, impidiendo las exportaciones de trigo, aceite de girasol y otros alimentos, así como de fertilizantes para los cultivos.

La navegación en el Mar Negro se ha visto obstaculizada por las minas sobre cuyo origen se acusan recíprocamente ambas partes beligerantes. Mientras tanto, en una conversación telefónica con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan el lunes, el presidente ruso Vladimir Putin dijo que Rusia estaba dispuesta a facilitar en coordinación con Turquía la exportación sin trabas del grano desde los puertos ucranianos.

Los presidentes de Turqua y Rusia Recep T Erdogan y Vladimir Putin se han reunido en varias ocasiones
Los presidentes de Turquía y Rusia, Recep T. Erdogan y Vladimir Putin se han reunido en varias ocasiones

En la entrevista Cavusoglu abordó un amplio abanico de cuestiones nacionales y mundiales. Ante una pregunta sobre una posible venta de F-16 norteamericanos a Turquía, evaluó que el Congreso estadounidense se inclinaba por autorizar la venta. En tanto, sobre una posible operación antiterrorista en el norte de Siria, afirmó que su país «eliminará todas las amenazas terroristas en casa y en el extranjero, en Siria y donde sea». En tanto, sobre la militarización de las islas orientales del Egeo por parte de Grecia, el ministro sostuvo que Atenas violaba el estatus de la región fronteriza y pidió a Atenas que las desmilitarice, recordándole que «de lo contrario, comenzará un debate sobre la soberanía».

También habló de las relaciones con Israel, diciendo que debería haber un reparto justo entre Israel y Palestina sobre una posible Zona Económica Exclusiva de Gaza. Cavusoglu informó asimismo que Ankara y Riad estaban de acuerdo en que el príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman visite próximamente Turquía, pero que aún no se ha fijado la fecha.
En la misma entrevista opinó que sigue existiendo la posibilidad de sentar a los líderes de Ucrania y Rusia a la mesa de negociaciones.

El acuerdo entre Rusia y Turquía, para restablecer el transporte de granos ucranianos a través del Mar Negro tiene su complemento en su entendimiento sobre Siria. Como ambos escenarios son muy importantes para la seguridad nacional de las dos potencias, coinciden en no interferir en las operaciones de la otra, aunque las consideren ilegítimas y no duden en decirlo públicamente.

El presidente turco Erdogan reveló recientemente que su país tiene la intención de cumplir pronto sus planes para establecer en el norte de Siria una «zona segura» de 30 kilómetros de profundidad. Tanto Rusia como EE.UU. advirtieron contra la medida, diciendo la primera que sería ilegal sin la aprobación de Damasco y que sólo el gobierno legítimo de la República Árabe puede garantizar de forma sostenible la seguridad a lo largo de la parte siria de la frontera internacional, mientras que el segundo advirtió que «actores malignos» podrían aprovechar la situación para sembrar más inestabilidad regional.

No obstante, Ankara sigue empeñada en fijar en ese Estado vecino sus líneas rojas de seguridad nacional de una manera comparable con la motivación de Moscú para su actual operación militar especial en Ucrania.

Desde las primeras conversaciones de paz de Astana, en enero de 2017, Rusia y Turquía han estado coordinando sus movimientos en Siria con el fin de evitar cualquier choque involuntario entre sus fuerzas. Hasta ahora sus líderes han logrado regular responsablemente su rivalidad, aunque siguen compitiendo entre sí allí y en otros lugares de Afro-Eurasia, como el norte de África y el Cáucaso meridional.

El conflicto ucraniano es otro caso en el que sus intereses no están perfectamente alineados, como lo demuestra la condena de Ankara a la campaña de Moscú y el envío de drones a Kiev. Para ser justos, el armamento que Rusia proporciona al Ejército Árabe Sirio (SAA, por su nombre en inglés) podría, en teoría, ser utilizado contra Turquía, por lo que se trata en cierto modo de una intervención comparable a la de Turquía en Ucrania.

Por el estrecho del Bsforo se pasa del Mar Negro al Mar Mediterraneo
Por el estrecho del Bósforo se pasa del Mar Negro al Mar Mediterraneo

A pesar de sus diferencias en Ucrania y Siria, las relaciones ruso-turcas siguen siendo bastante estables, lo que contradice las expectativas de muchos que esperaban un choque entre ambas. De hecho, en el frente ucraniano Ankara se niega a sancionar a Rusia y ahora el presidente Erdogan acordó con Putin limpiar las minas navales de Ucrania para reabrir la navegación internacional, Asimismo Ankara pospuso o canceló las provocadoras maniobras de la OTAN en el Mar Negro y no autorizó el pasaje de buques norteamericanos o británicos por el Bósforo. Estas son las acciones de un liderazgo muy pragmático que entiende que es mejor desescalar las tensiones en pos de intereses compartidos.

Dichos intereses podrían referirse especulativamente a un quid pro quo sobre Siria y Ucrania, por el que Ankara alivia la presión occidental liderada por Estados Unidos sobre Moscú en el primer caso, a cambio de que el Kremlin corresponda en el segundo. En la práctica, Moscú podría permanecer inactivo mientras Ankara elimina a los grupos armados del norte de Siria, mientras «aconseja» discretamente a Damasco que «se retire» y no responda a lo que ambos consideran oficialmente una operación ilegal. El Kremlin podría enviar más armas a su aliado, al igual que Turquía ha enviado a Ucrania, pero con la seguridad de que Siria no las utilizará contra esas fuerzas armadas extranjeras, porque Rusia no quiere tener en Siria una guerra por delegación con Turquía.

Independientemente de la opinión de cada uno sobre las operaciones del otro en terceros países, no se puede negar que se están comportando entre sí de forma muy pragmática, realista y responsable. En realidad, Turquía ha demostrado tener una política exterior verdaderamente independiente dirigida a maximizar la autonomía estratégica de Turquía en la Nueva Guerra Fría.

De continuarse, esta competencia controlada por el entendimiento mutuo podría tener fuertes consecuencias en Oriente Medio y el norte de África. Turquía es un fuerte aliado de Catar y el ministro Lavrov estuvo la semana pasada en Riad reunido con el heredero del trono saudí y los gobernantes de los Emiratos y de Bajrein. Rusia, en tanto, tiene una estrecha alianza con Irán, que, a su vez, está enfrentado con los sauditas y los jeques del Golfo y compite con Turquía.

En Libia, por su parte, Turquía apoya al gobierno de Trípoli, mientras que Rusia y Egipto sostienen en el este del país al general Jalifa Haftar. En Malí, en cambio, ambas potencias coinciden en apoyar al gobierno de transición en su lucha contra el Estado Islámico y en su esfuerzo por neutralizar la influencia neocolonial de Francia.

En un mundo que se reorganiza cada cual atiende su juego. Prolongando la guerra en Ucrania, EE.UU. somete a Europa e intenta desgastar a Rusia, pero está enfrascada en una infructuosa competencia con China. Rusia, por su parte, expande sus fronteras hacia el oeste y el Mar Negro, disminuye la influencia de los oligarcas ligados a la banca occidental y conquista los mercados de Asia Central. Con sus exitosos drones Turquía conquista mercados e influencia en el Cáucaso, Oriente Medio y África. Ankara y Moscú tienen muchos intereses contrapuestos, pero se respetan y en algunos casos hasta cooperan. Cada espacio que ambas ganan deja menos margen de maniobra a europeos y norteamericanos.

UN MOMENTO HISTÓRICO, PERO TAMBIÉN HISTÉRICO es como define a la actualidad mundial, el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, en su columna del Club de La Pluma mientras se agota el poder hegemónico de los anglosajones a manos de un nuevo mundo multipolar, y se pregunta si los poderes neoconservadores de EEUU reflexionarán y tendrán la responsabilidad de terminar con tanta conflagración de alta intensidad que puede llevar a la desaparición de la humanidad. Además aborda la guerra en Europa para concluir con que a Ucrania le va muy mal, a pesar de la propaganda política “guerrerista”, que solo ofrece triunfos mediáticos que no reflejan la realidad de las batallas,

También nos habla de los frentes internos en Norteamérica, de las posturas antagónicas de Soros y de  Kissinger. El primero, como promotor y patrocinador de las agresiones a Rusia y que pretende que muera hasta el último ucranio; y el segundo, que le ha dicho a Zelenski que firme una rendición que incluya entregar territorios. Además de que Occidente debe asumir que no puede existir un sistema mundial que pueda ser “vivible” si no incluye a Rusia y que se debe acabar con el criterio de derrotarla.

A continuación analiza las declaraciones del general Mark Alexander Milley -Jefe de Estado Mayor Conjunto, el oficial militar de más alto rango de la nación y el principal asesor militar del presidente, el secretario de Defensa y el Consejo de Seguridad Nacional-, jefe de todas las fuerzas armadas norteamericanas, que reconoce que “EEUU no está preparado para las nuevas guerras del siglo 21”. Todo ello en medio de las dificultades electorales de Biden, de la pérdida de apoyo de su prensa adicta y de que ésta guerra tampoco le sirve como elemento de acumulación de poder ni para contar con un frente interno ordenado y tranquilo.

Además aborda con rigurosos datos contrastados, el declive del G7 marcado por la notable caída del PBI de sus países miembros desde la desaparición de la URSS, y hace una reseña cronológica de los hechos que marcan el inexorable declive de Occidente tanto en la gestión de gobierno como en el campo económico y en el terreno militar, con sus impactantes fracasos, derrotas y huidas desde el principio de siglo.

Por otra parte, nuestro director nos presenta un completo cuestionario que pone en duda si Estados Unidos está preparado para seguir tensando la cuerda con estos conflictos globales. Unas preguntas que tienen evidentes respuestas negativas para un bloque que solo ha intentado con el expediente militar, torcer una historia que viene de declinación en declinación y  de golpe en golpe.

Eduardo Bonugli (Madrid, 29/05/22)

General Mark Alexander Milley -Jefe de Estado Mayor Conjunto, el oficial militar de más alto rango de la nación y el principal asesor militar del presidente, el secretario de Defensa y el Consejo de Seguridad Nacional-
G7

Por Sourabh Gupta; East Asia Forum

En los 14 meses transcurridos desde su primera cumbre a nivel de líderes, el Quad (1) ha pasado de ser un objeto brillante con un potencial tentador a una llanta de repuesto usada de dudoso valor.

La función de disuasión marítima anti-China del Quad fue usurpada por la asociación trilateral AUKUS en septiembre de 2021. La inclinación pro-Moscú de Nueva Delhi en el conflicto de Ucrania ha empañado el marco de democracia versus autocracia de la agrupación. Y la geoeconomía del Quad y las funciones de la cadena de suministro “China-menos” están a punto de ser canibalizadas por el Marco Económico del Indo-Pacífico.

Desde 2017, el Quad ha aspirado a una identidad más estructurada que conserva su propósito original como un mecanismo de coordinación ad hoc, compuesto por democracias, construido en torno a una agenda funcional de interés mutuo de cuatro vías que confiere importantes bienes públicos a la región en general. También busca definirse tanto por lo que es —una “asociación de democracias afines” que promueve un “Indo-Pacífico libre de coerción, intimidación y represalias económicas”— como por lo que no es : “una alianza de seguridad, una OTAN asiática o una institución formal”.

Redoblarse en un modelo basado en actividades donde las “cuatro democracias forman el núcleo de un conjunto rotativo de coaliciones para resolver problemas en el Indo-Pacífico” parece ser el camino elegido. Presumiblemente, China debe ser excluida de estas coaliciones a pesar de estar dispuesta y ser capaz de resolver problemas de manera efectiva, como fue el caso en diciembre de 2004 cuando buscó pero se le negó la entrada al grupo central.

El Quad se enfrenta a una serie de vientos en contra en el futuro. Carece de un componente económico serio, se basa conceptualmente en una India ambivalente y parece una contención de China para muchos líderes asiáticos.

En un momento en que Beijing está duplicando su compromiso y centralidad dentro de las redes económicas del Indo-Pacífico, Washington y Nueva Delhi están rechazándolo en lugar de adoptar acuerdos comerciales regionales convencionales. Una suscripción de cuatro esquinas a un acuerdo de «estándar de oro» que incluya flujos de recursos australianos, insumos de diseño japoneses, fabricación india y consumo de EEUU crearía codependencias cuadrilaterales que ninguna cantidad de «organismos ad hoc» para implementar un «desacoplamiento administrado» puede replicar. La tambaleante asociación de vacunas del Quad es también un presagio de advertencia.

India es el eslabón indispensable pero más débil del Quad. Nueva Delhi encaja de manera incómoda con la filosofía y el propósito de la agrupación. Está ligado marginalmente a las redes económicas regionales asiáticas, nunca ha considerado que el wilsonianismo sea un principio organizador de la estabilidad estratégica en Asia y se deja influir por las corrientes de su relación con China. También obtiene poco consuelo de sus socios Quad en su desafío de seguridad más apremiante: la frontera del Himalaya.

Lo que es más importante, el Quad se basa en un marco de diseño que postula erróneamente que el Indo-Pacífico es un «sistema» estratégico único. La región es un compendio de dos sistemas, un sistema de Asia Pacífico y un sistema del Océano Índico, que históricamente han operado de forma aislada, mezclándose en su punto de intersección en el sudeste asiático. Estos dos sistemas presentan equilibrios localizados con intereses de seguridad altamente diferenciados entre sus estados finales, Japón e India. La disputa de las islas Senkaku o los intereses estratégicos de Australia en las islas del Pacífico son tan remotos para Nueva Delhi como la cambiante línea de control del Himalaya de Ladakh lo es para Tokio o Canberra.

Estados Unidos, Japón, Australia e India harían mejor en profundizar operativamente la base de “tres más dos” —Estados Unidos, Australia y Japón en el Pacífico occidental más Estados Unidos e India en la región del Océano Índico— sobre los cuales las aspiraciones de cada uno están más articuladas.

Washington ya ha institucionalizado la estructura trilateral en sus alianzas del Pacífico con Tokio y Canberra durante la última década, anclada en la alianza EEUU-Japón. La asociación de defensa bilateral de Washington con la India también ha sido testigo de una profundización inequívoca. Se han firmado tres acuerdos marco de defensa fundacionales, se han establecido líneas directas dedicadas, se ha regularizado la elegibilidad para transferencias de tecnologías de alta gama y se han institucionalizado ejercicios cada vez más sofisticados de marina a marina e intercambios de comando a comando.

Esta configuración de “tres más dos” está en sintonía con la geografía estratégica del Indo-Pacífico, dado que el contorno de la cadena de islas en el Pacífico occidental es tan propicio para la planificación de contingencia conjunta como el océano abierto y la falta de adquisición de objetivos fijos en el Índico. Washington, Tokio y Canberra tienen cada vez más razones para mantener capacidades federadas de combate de guerra para contrarrestar a Beijing en el Pacífico. Mientras tanto, Washington y Nueva Delhi enfrentan el requisito más limitado de desarrollar hábitos arraigados de cooperación interoperable (comando, control, comunicaciones, computadoras, inteligencia, vigilancia y reconocimiento) para disuadir a Beijing de montar un desafío naval en el Océano Índico.

Esta configuración también evita los matices de cerco y es menos probable que invite a la presión retributiva de Beijing sobre sus miembros constituyentes.

El Quad no está a punto de disiparse como afirman sus críticos. Proporciona un foro útil para que sus líderes lleguen a enfoques colectivos hacia China, ciertamente el mínimo común denominador, y fomenta hábitos de interoperabilidad estratégica entre sus componentes básicos de “tres más dos”. Pero la aspiración del Quad de improvisar una coalición asiática más amplia que podría inclinar el equilibrio de poder colectivo contra China seguirá siendo un ejercicio inútil. Y su base económica se está desmoronando.

(1) Diálogo de Seguridad Cuatrilateral, es un foro estratégico informal entre Estados Unidos, Japón, Australia e India (Nota del traductor).

Sourabh Gupta es investigador senior residente en el Instituto de Estudios China-América, Washington

Fuente CEPRID https://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2702

Jacques Sapir La haine

Debemos pensar en esta guerra como un formidable acelerador de la desglobalización y la desoccidentalización del mundo

La guerra entre Rusia y Ucrania ha puesto de manifiesto una profunda fractura entre el mundo «occidental» y el resto del mundo [1]. Esta división se produce en un contexto de acelerada desglobalización. Se ha hecho evidente desde la crisis de las hipotecas subprime de 2008-2010, que nunca se ha superado del todo. Se ha visto acentuado por la epidemia de Covid-19 y, hoy, por las consecuencias de la guerra resultante de la invasión rusa de Ucrania. Se están despertando viejos temores. ¿Y si esta desglobalización anuncia un retorno a la época de las guerras?

Pero estos temores no son más que la otra cara de una mentira que se propagó por ignorancia, para algunos, y por interés, para otros. El comercio nunca ha borrado la guerra, ni siquiera en Europa. La guerra civil en la antigua Yugoslavia se olvida con demasiada rapidez, por no hablar de la terrible guerra que asoló África Central [2], la guerra de Darfur [3], las guerras de Oriente Próximo y la que aún continúa en Yemen. La lista es, por desgracia, larga. ¿Qué significa la expresión «desglobalización» utilizada para describir el contexto geoeconómico en el que se desarrolla esta guerra?

La globalización que experimentamos desde hace casi cuarenta años es el resultado de una combinación de la globalización financiera, que se puso en marcha con el desmantelamiento del sistema heredado de los acuerdos de Bretton Woods en 1971-73, y la globalización del mercado, que se plasmó en el libre comercio. Ha conducido a la sobreexplotación de los recursos naturales, sumiendo a más de mil quinientos millones de seres humanos en una crisis ecológica que se agrava cada día. Ha llevado a la destrucción del vínculo social en un gran número de países y ha enfrentado a innumerables masas con el espectro de una guerra de todos contra todos, con el choque de un individualismo forzado que presagia regresiones aún peores [4].

La guerra en Ucrania tiene lugar en un contexto económico y político internacional que ha cambiado profundamente en los últimos veinte años, y en particular desde 2010. Este contexto está marcado por una aceleración del movimiento de desglobalización, que ya era evidente en 2010 pero que se ha reforzado considerablemente, y por un movimiento de desoccidentalización del mundo.

La observación que puede extraerse de los últimos diez años es que la globalización ha generado tales fuerzas de contestación, fuerzas que no se han limitado a la ideología, fuerzas que han demostrado ser profundas y poderosas y que no han hecho más que fortalecerse, que se ha alcanzado un punto de inflexión. La globalización primero se detuvo y luego se revirtió. Esto fue evidente en la crisis de Covid-19. Por lo tanto, la desglobalización ha comenzado en serio. También trae consigo una «desoccidentalización» del mundo [5]. 5] Se trata de un fenómeno importante, que se refleja en el considerable fortalecimiento de las economías no europeas, pero también en su autonomía frente a «Occidente», un movimiento que no parece haber sido realmente comprendido.

¿Qué es la desglobalización?

¿A qué llamamos hoy «desglobalización»? Merece la pena volver al significado de la palabra, pero también de la noción que describe la palabra. Algunas personas confunden el término con una interrupción voluntaria o accidental de los flujos comerciales que recorren el mundo. Así, confunden el proteccionismo, que puede estar ampliamente justificado en la teoría económica [6], con la práctica de la autarquía, que suele ser un presagio de guerra. También se equivocan en cuanto a la naturaleza del vínculo entre el crecimiento del PIB mundial y el volumen del comercio. Recordemos que la riqueza proviene de los procesos de producción. Si éstas no se han producido de antemano, no hay comercio ni beneficio. La riqueza está vinculada al crecimiento de la productividad del trabajo, y ésta se origina en la transformación perpetua del proceso de producción. El comercio facilita la transformación de esta riqueza en beneficio monetario. Es una respuesta al desfase que puede surgir entre el volumen de las inversiones realizadas inicialmente para la producción y un mercado demasiado pequeño para remunerar a los capitalistas y los fondos invertidos al nivel esperado.

El comercio internacional permite, por lo tanto, la realización de beneficios a veces más elevados de lo inicialmente previsto, ya que permite aprovechar las oportunidades, explotar las situaciones de renta, poner a los trabajadores en condiciones muy diferentes en competencia entre sí, obligar a los trabajadores a depender de los productores de mercancías extranjeras. Esto no quiere decir que el comercio por sí solo cree valor, como afirman los defensores de la globalización. Pero, sobre todo, olvidan que estos intercambios -de bienes y servicios, pero también culturales e incluso financieros- son mucho más antiguos que el fenómeno conocido como «globalización». Así, hemos conocido situaciones en las que el comercio internacional coexistió con importantes formas de protección de la economía nacional [7]. La «globalización», por utilizar sólo esta palabra, no se reduce por tanto a la existencia de estos flujos.

Lo que dio lugar al fenómeno de la globalización, y lo convirtió en un «hecho social» global, fue un doble movimiento. Se produjo la combinación, pero también el entrelazamiento, de los flujos de mercancías y financieros Y el desarrollo de una forma de gobierno (o gobernanza) en la que lo económico parecía prevalecer sobre lo político. De hecho, la «globalización» se caracteriza por un doble movimiento en el que las empresas intentan primar sobre los Estados y las normas y reglas sobre la política. Este proceso conduce en realidad a la negación de la democracia. En este punto, sin embargo, sólo podemos observar un retorno al control estatal de estos flujos, un retorno victorioso de la política. Este movimiento se llama el retorno de la soberanía estatal. La soberanía es esencial para la democracia [8]. Tenemos muchos ejemplos de Estados que son soberanos pero no democráticos; sin embargo, en ningún lugar hemos visto un Estado que fuera democrático pero no soberano.

Por ello, el proceso de desglobalización económica se ha acelerado en los últimos años. Comenzó a manifestarse abiertamente con la crisis financiera internacional de 2008-2010 y sus consecuencias. De hecho, es a partir de esta crisis cuando podemos datar un punto de ruptura en los distintos datos estadísticos.

Figura 1

Fuente: OMC y FMI

Esto no quiere decir que las tendencias hacia la desglobalización no existieran antes. Sin embargo, fue necesaria una crisis financiera mundial, que fue una crisis de la globalización tanto en sus causas como en su curso, para que estas tendencias se hicieran abiertamente evidentes. Así, podemos ver la estabilización y luego la disminución de la parte del comercio medida como porcentaje del PIB mundial. Aunque el comercio creció con fuerza en 2018, en 2019 se mantendrá por debajo del nivel de 2014. Por lo tanto, hay que señalar que el fuerte crecimiento experimentado de 2002 a 2008 se vio interrumpido definitivamente por la crisis financiera de 2007-2008.

Este movimiento está vinculado al flujo de las exportaciones mundiales (y a escala global, cada exportación es también una importación, de modo que el importe total de las exportaciones es también el volumen del comercio mundial). En los años 2010-2011 todavía no se pudo ver porque estábamos en una fase de recuperación tras la crisis. Así, el importe de las exportaciones pasó de 6,1 billones de dólares a 16,1 billones de dólares entre 2001 y 2008, es decir, un aumento de 2,6 veces. Pero de 2008 a 2017, esta cantidad pasó de 16,1 a 17,7 billones, un aumento de sólo el 10%, que es de hecho menor que el aumento del PIB mundial en el mismo periodo. Incluso el posterior aumento a más de 19 billones a finales de 2018 empezará a revertirse antes de que llegue la crisis de Covid-19. Para 2019, el descenso es de aproximadamente -3%. Así pues, la primavera de crecimiento impulsada por la expansión cada vez mayor del comercio internacional parece haberse roto.

El punto interesante aquí es la caída del porcentaje de estas exportaciones mundiales en relación con el producto interior bruto mundial. Había pasado del 18,9% a más del 25% entre 2002 y 2008. Volvió a caer en torno al 22% en 2017 y al 21,4% en 2019. La crisis de Covid-19 fue el golpe final [9], por razones bien descritas por el Sr. Kemal Dervis en un artículo publicado en junio de 2020 por la Brookings Institution [10], pero ciertamente no fue la causa del movimiento.

Además, los funcionarios estadounidenses han declarado que la seguridad económica es una forma de seguridad militar [11], y que es una parte integral de la seguridad nacional [12]. Esto no es erróneo y, de hecho, fue teorizado a principios de los años 90 por dos investigadores de la corporación RAND, uno de los think tanks más influyentes de EEUU [13]. Esto constituye realmente la soberanía económica como un objetivo legítimo para cualquier gobierno. Esta afirmación simboliza perfectamente el retorno de la política como signo de desglobalización.

El colapso del G-7: de junio de 2018 a la situación actual

A continuación, hay que explicar el juego de EEUU, que parece haberse decantado desde la presidencia de Trump por una visión más proteccionista del comercio. Forma parte de la decadencia gradual de las instituciones, como el G-7, creado en los años 70.

Si el presidente de EEUU, Donald Trump, ha asumido efectivamente el riesgo de poner a sus antiguos aliados en su contra, como hizo al provocar la crisis del G-7 de junio de 2018, es porque tomó una decisión: la de considerar que los foros mundiales como el G-7 carecen de toda legitimidad o utilidad. Su objetivo era conseguir que China aceptara un acuerdo general que condujera a una forma de reparto mundial. Aspiraba al equivalente de un «nuevo Yalta», en referencia a la conferencia en la que se definieron las esferas de dominio de los aliados occidentales y de la URSS. Si, para lograr este objetivo, tenía que pisotear instituciones como el G-7, no le importaba mucho. Por lo tanto, es erróneo decir que Donald Trump fue irreflexivo y no tuvo estrategia [14]. Este discurso, que se ha escuchado una y otra vez en la prensa francesa, es de una rara estupidez y no hace ningún mérito a quienes lo pronuncian.

Donald Trump tiene una visión y una estrategia, aunque sus métodos deban más al mundo de los negocios del que procede que a los paneles dorados y las alfombras silenciosas de la diplomacia tradicional. Es necesario comprender ambos, sin aprobarlos necesariamente, para imaginar sus repercusiones en las relaciones internacionales y quizás también para poder oponerse a ellos. Pero la realidad es, y será, cada vez más convincente. El primer discurso de Joe Biden ante los diplomáticos estadounidenses muestra también que, más allá del estilo, el sucesor de Trump está, desde este punto de vista, mucho más en consonancia con los usos y costumbres diplomáticos, que el nuevo presidente de EEUU pretende continuar con una política totalmente diseñada para la supremacía estadounidense [15].

Así que aquí estamos, de vuelta al problema de Yalta. Este reparto del mundo se producirá muy probablemente sin los europeos, que siguen siendo fieles, por el momento y hasta la caricatura, a la ideología de la «globalización». Los países de la Unión Europea también están pagando la fe equivocada que han depositado en instituciones tan obsoletas como peligrosas. Y esto no se detiene en el G-7. Los Estados de la UE, que también son en su mayoría países de la OTAN, ya están sufriendo y sufrirán las consecuencias de las sanciones contra Rusia por su agresión a Ucrania.

Tanto la UE como el euro merecen figurar aquí entre las organizaciones que han quedado obsoletas [16]. Desde este punto de vista, cabe destacar los aspectos extremadamente nocivos de la dominación alemana en la Unión Europea, una dominación que se expresa tanto en las normas que este país impone como en los instrumentos que controla, como el euro [17]. 17] El presidente de la República, Emmanuel Macron, ha reconocido así, en un raro destello de lucidez que hay que acoger con satisfacción, que el euro había beneficiado esencialmente a Alemania [18] La política alemana está, de hecho, destruyendo la Unión Europea, y con ella la idea de cooperación europea [19], como hemos visto en las tensiones surgidas entre Francia e Italia, pero también entre Italia, Polonia y Hungría, y Francia y Alemania. Estas tensiones han reaparecido con la guerra de Ucrania, como demuestra el incidente de principios de abril de 2022 entre Francia y Polonia [20].

Más allá de estos problemas específicos de la UE, el fracaso del G-7 señala el agotamiento del «modelo occidental», de hecho el modelo anglosajón, de la globalización, mientras que el éxito de la reunión de la OCS (Organización de Cooperación de Shanghai) indica claramente que el tiempo de las naciones (y no de cualquier nación) ha vuelto. Esto confirma una tendencia que se viene observando desde finales de la década de 2000 [21]. Por lo tanto, está claro que el proceso de desglobalización está ya en marcha de forma irreversible [22].

Por lo tanto, es conveniente volver al G-7 y a la complicada historia de esta institución. El G-7, que surgió de una forma de organización internacional creada tras el colapso del sistema de Bretton Woods en 1973, se había fijado como objetivo ser la torre de control de la globalización, la plataforma desde la que dirigirla. Esto demuestra la importancia de esta institución. Sin embargo, ha experimentado un claro fracaso del que puede no recuperarse. Este fracaso tiene su origen en las políticas y los intereses de actualidad, ahora excesivamente divergentes, de los países del G-7 y en el curso de la política estadounidense, que forma parte de un retroceso general hacia la toma de decisiones políticas. Por lo tanto, este fracaso era previsible.

Hay que señalar que en muchos temas, ya sea la cuestión del «multilateralismo», la participación de Rusia o la cuestión del clima, dominaron los temas de la discordia. También hay que señalar que, en contra de lo que quiere hacer creer la prensa francesa, el conflicto no fue una oposición entre Donald Trump y sus seis socios. No hubo, a pesar de lo que dicen algunos medios de comunicación franceses, un «frente unido» contra Donald Trump. Esto se verificó en las falsas pretensiones que acompañaron a la cumbre de septiembre de 2019 celebrada en Biarritz, que se presentó con cierta rapidez como un éxito. Emmanuel Macron había hecho todo lo posible para que esta nueva cumbre del G-7 se desarrollara sin platos rotos ni voces fuertes que llegaran a los oídos de los periodistas. Desgraciadamente, bastaron unas pocas semanas para que volvieran a surgir grandes diferencias, ya sea en el tema del impuesto sobre las grandes empresas de Internet (el famoso «impuesto GAFA»). El acuerdo alcanzado posteriormente no oculta la perpetuación de las diferencias [23].

Figura 2

Fuente: FMI

Además de esta pérdida de legitimidad, también ha perdido gran parte de su importancia económica, como puede verse en el gráfico 2. Mientras que el G-7 representaba más del 50% de la economía mundial en los años 80 y más del 46% en 1992, su cuota se ha reducido posteriormente. En el año 2000, sólo era del 43,6%, bajando al 34,4% en 2010 y al 31,2% en 2020. Esto también se aplica a lo que puede llamarse un «G-7 ampliado», que incluye a Corea del Sur y Australia. Existe una clara relación entre la impotencia del G-7, las constantes disputas entre sus miembros, y esta pérdida de influencia en el PIB mundial. De hecho, cuando el G-7 expulsó a Rusia en 2014 [24], probablemente firmó su certificado de defunción.

La entrada de Rusia se justificó mucho más políticamente que económicamente en los años 90. El símbolo era claro: el fin de la Guerra Fría. Al abrirse a su antiguo adversario, los países del núcleo original del G-7 afirmaron su deseo de dejar atrás un enfoque «autocontenido» que ya no era políticamente sostenible. Esta era la condición para una posible transformación del G-7 en un gobierno económico mundial, aunque esta transformación hubiera requerido la entrada de otros países importantes (me viene a la mente India, pero también Indonesia) para poder llevarse a cabo. Con el tiempo, el G-7 y el G-20 deberían haberse fusionado. Esto parece ahora imposible, ya que la oposición se ha endurecido con la guerra en Ucrania.

¿Un modelo anticuado?

Al expulsar a Rusia del G-8 en 2014, los países centrales originales han señalado así al mundo el fracaso de esta transformación. Al volver a los demonios del «interés propio», al tratar de transformar lo que debería haber sido un foro en un club político cerrado, los países occidentales han demostrado su incapacidad para comprender la renovación del mundo que se está produciendo ante nosotros. Es interesante que Rusia no haya mostrado ningún interés en volver al G-7 [25]. Ha aprendido las lecciones de las transformaciones de la economía mundial en los últimos quince años y pretende favorecer al G-20, que ahora se opone al G-7, como dijo su ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, en la televisión rusa: «En el G-20, los ultimátums no funcionan y hay que llegar a acuerdos (…) Creo que es el formato más prometedor para el futuro» [26].

Esta afirmación es importante. Va más allá de una simple reacción dirigida a los países del G-7. Los dirigentes rusos comprendieron pronto la noción de un mundo multipolar. En su libro El juego ruso, publicado en 2019, Alexei Pushkov recuerda la centralidad de esta noción de multipolaridad para la diplomacia rusa [27]. Una mejor comprensión de esta diplomacia, de sus líneas fundamentales desde finales de los años 90, podría haber evitado que los países del núcleo original del G-7 cometieran, con la «expulsión» de Rusia, lo que hay que llamar, en retrospectiva, un error fatal. Pues esta noción de multipolaridad ya era central en la «Declaración a la Conferencia de Múnich sobre la Seguridad en Europa», el llamado «discurso de Múnich» para abreviar, de Vladimir Putin en 2007 [28]. 28] Este discurso es uno de los textos más importantes de la diplomacia rusa, aunque las ideas que contenía ya eran de hecho conocidas. Alexei Pushkov muestra sus efectos estructurantes en la política exterior rusa [29].

Este discurso se ha presentado a menudo como un signo de la vuelta de los dirigentes rusos a la mentalidad de la Guerra Fría. En realidad, el contenido de este discurso es mucho más que el anuncio de un nuevo enfrentamiento ruso-americano. Se trata de un texto programático, que suscitó el interés de muchos participantes en la conferencia, y en particular del Ministro de Asuntos Exteriores alemán. En cierto sentido, Vladimir Putin es el líder político que sin duda ha extraído las lecciones más coherentes de lo ocurrido entre 1991 y 2005.

De ello se desprenden dos puntos importantes: el reconocimiento del fracaso de un mundo unipolar y la condena del intento de someter el derecho internacional al derecho angloamericano [30] y a la influencia de EEUU, tema que ha tenido una resonancia particular para los franceses y más generalmente para los europeos en los últimos años. Sabemos que EEUU ha sancionado a muchas empresas europeas desde 2013-2014 en nombre de la aplicación extraterritorial de su propia ley. Esta visión de la centralidad de la noción de multipolaridad en el mundo contemporáneo se combina entonces con una visión clara del papel de la soberanía [31].

También hay que leer el artículo escrito en 2021 para Russia Today por Fyodor Lukyanov, director de la revista Russia in Global Affairs y director científico del Club Valdai, sobre las reacciones, o más exactamente las no reacciones, de Rusia ante las críticas occidentales al encarcelamiento del opositor Alexey Navalny:

«En los años 90, cuando la Rusia moderna surgió de las cenizas de la Unión Soviética, Occidente era dominante. Ofrecía el único modelo realista. Los tiempos han cambiado, pero Bruselas o Washington aún no se han dado cuenta.

Hoy, la situación ha cambiado radicalmente. Un buen ejemplo es la forma en que Rusia ha respondido a las críticas a la luz del caso de Alexey Navalny. Anteriormente, cuando se enfrentaba a situaciones similares (…) Moscú intentaba justificar sus acciones ante los investigadores occidentales utilizando sus propios argumentos, aunque a veces los funcionarios rusos pueden ser demasiado rígidos y emocionales cuando defienden su caso.

Ahora es diferente. Los comentarios críticos de Occidente son ignorados o ridiculizados. Rusia ha cambiado, pero los grandes cambios en los asuntos mundiales también parecen ser parte de la explicación. El orden mundial liberal basado en el poder de las instituciones y las normas ha terminado. Era un modelo con sus propias normas sociales y políticas que se creían universales. Este ya no es el caso. Hoy en día, casi todas las naciones siguen un camino soberano diferente y ahora buscan obtener un mayor control político, económico e ideológico a nivel nacional» [32].

La observación de Lukyanov es implacable. Puede compararse con la actitud de Rusia ante las reacciones occidentales a la guerra de Ucrania. También en este caso, Rusia parece ignorar -en términos relativos- las críticas de los países occidentales.

El texto de Lukyanov también hace referencia a las observaciones que podrían hacerse tras el «discurso de Múnich» de Vladimir Putin en 2007 [33] que advirtió contra la instrumentalización del «orden mundial liberal» por parte de EEUU y sus aliados. Lo que está ocurriendo desde hace muchos años es simplemente la consecuencia de la deslegitimación del marco internacional que surgió en los años 90 y que permitió el florecimiento de la globalización.

El ascenso del «otro mundo»

En contraste con el fracaso del G-7 en la reunión de 2018, el éxito de la reunión de la OCS que tuvo lugar al mismo tiempo fue un contraste sorprendente. Era una señal de que el mundo estaba realmente al revés. Pues la OCS es la primera, y casi la única, organización internacional con dimensiones tanto políticas como económicas y militares después de la Guerra Fría.

Figura 3

Fuente: FMI

Se basa abiertamente en un deseo de cooperación entre Estados soberanos y limita la producción de normas en su seno a lo estrictamente necesario. Su éxito produce un efecto de espejo simbólico debido al carácter casi simultáneo de las dos reuniones. No es que no existan conflictos entre las naciones miembros o asociadas a la OCS. Pero, finalmente, estos conflictos se han controlado. China e India conviven, al igual que India y Pakistán, lo que no es poco. ¿Hay tantas organizaciones regionales que puedan presumir de tales éxitos?

Esta organización tiene también una dimensión militar, como demuestran las maniobras que se organizan regularmente en Asia. Y aquí podemos ver la ventaja de una estructura que respeta la soberanía de las naciones, admite la expresión abierta de los intereses nacionales y, sobre esa base, permite alcanzar compromisos, frente a una estructura -el G-7- que pretende hacer de una razón supranacional, la lógica económica y financiera, la guía del orden mundial. También hay que recordar que la OCS está fundada en gran parte por los países BRICS, el grupo que reúne a China, India, Rusia, Brasil y Sudáfrica.

Dentro de este grupo, los tres países más grandes, China, India y Rusia, son efectivamente miembros de la OCS. Sin embargo, el proceso de internalización de las economías se está acelerando para los países BRICS. La tasa de apertura, o de externalización, de estas economías, ya sea calculada sobre la base de las exportaciones o de las importaciones, ha ido disminuyendo constantemente en los últimos años. Esto es especialmente significativo si se tiene en cuenta que los BRICS incluyen dos países con un gran peso en el comercio mundial, China e India. El éxito de la OCS, por tanto, radica en su carácter pragmático. A diferencia del G-7, la OCS no pretende tener un propósito superior del que derivar normas vinculantes para las naciones. Este es un punto importante, que incluso puede considerarse crucial. En cierto sentido, este punto refleja la oposición de dos filosofías de las relaciones internacionales.

En la visión que defiende ahora la Unión Europea, y que era la que defendía el G-7 hasta la llegada de Donald Trump, la existencia de una razón superior -en realidad la «racionalidad económica» tal como la concibe la ideología neoliberal- debía imponerse a todos. En la visión que defiende la carta de la OCS, se tiene en cuenta la construcción de los intereses nacionales en el marco político de cada país y se intenta conciliar sus diferentes intereses nacionales. De hecho, estamos en un marco de relaciones internacionales en el que cada país tiene derechos que deben ser respetados. Por tanto, estamos mucho más cerca de Grocio [34] y de la tradición del Tratado de Westfalia [35] que de la idea de que las normas económicas puedan gobernar el mundo. Por tanto, nada es más ajeno a los países miembros de la OCS que la afirmación perentoria de que la razón desciende del cielo hacia ellos. Esto explica en gran medida el comportamiento de Rusia, pero también de India [36] y China, en el curso de la guerra en Ucrania.

La OCS es, por tanto, una organización cooperativa [37]. 37] No se basa en la pretensión de compartir la soberanía, una idea que cubre constantemente la negación de la soberanía, sino que se basa en el principio de que la cooperación mutua es el mejor instrumento para gestionar las diferencias de intereses [38]. 38] La OCS ha creado así tanto instituciones de seguridad como de desarrollo económico, como un banco de inversiones. Las ocho naciones que componen la OCS [39] representan el 41,4% de la población mundial y el 23% del PIB mundial. Así que ciertamente cuentan. Y el ascenso gradual de la OCS frente a la desintegración del G-7 nos dice mucho sobre lo que está en juego actualmente.

La desoccidentalización del mundo

De hecho, las organizaciones surgidas de la dominación «occidental» del mundo, como el G-7 pero también en cierto sentido la OTAN, han agotado sus posibilidades y no les queda ningún potencial. Si esta evolución, e incluso transformación, es evidente desde el punto de vista económico, también es perceptible desde el punto de vista político. Estas organizaciones ya no pueden hegemonizar el mundo en la actualidad.

La opinión pública de estos países ya no representa la «opinión mundial», sino simplemente la opinión regional. En cualquier caso, esto es lo que se desprende de la guerra en Ucrania, pero también de los acontecimientos que están teniendo lugar en África, donde la combinación de la influencia rusa y china está en proceso de expulsar a las antiguas potencias coloniales, como puede verse en Malí [40]. En general, esta guerra pone de manifiesto no tanto el aislamiento de Rusia como el de los países «occidentales» [41]. Las consecuencias a largo plazo son importantes. Básicamente, lo que se conoce como «Occidente» en sentido amplio, es decir, todos los países alineados con EEUU, ya no parece capaz de dejar su huella en el mundo. En este sentido, estamos asistiendo a una «desoccidentalización del mundo».

Por el contrario, se ha producido un aumento del poder y la influencia de las organizaciones que se han construido desde países «no occidentales» o directamente (como en el caso de la OCS) contra las organizaciones «occidentales». También en este caso, por el momento, ninguna de estas organizaciones, ni ninguno de los países que las componen, ha sido capaz de conquistar una hegemonía sobre el mundo entero. Pero probablemente no se trataba de eso. El simple hecho de mantener en jaque a las organizaciones «occidentales», de obligarlas a retroceder en diversos terrenos, desde el político hasta el económico y el militar, es más que suficiente. Porque si hay algo que unía y sigue uniendo a los países miembros de estas organizaciones «de otro mundo» es su oposición a la hegemonía occidental, y en particular a la de EEUU. En este sentido, estas organizaciones no pretenden crear un orden que «refleje» el de las organizaciones «occidentales». La «desoccidentalización del mundo» no es, pues, sólo la pérdida de la hegemonía de las potencias occidentales, sino también la construcción de una nueva forma de organización mundial menos estructurada y menos ideologizada. La lucha por la hegemonía no era sólo una lucha por el poder, sino en torno al principio mismo de la hegemonía.

Ciertamente, Occidente, tal como se define en este texto, sigue siendo una fuerza importante, ya sea en el ámbito militar, y no olvidemos que EEUU sigue siendo la primera potencia militar del mundo, o en el ámbito económico, financiero o tecnológico. Pero esta fuerza es cada vez más limitada. Incluso en el ámbito militar, EEUU se enfrenta al famoso «poder igualador del átomo» que limita sus capacidades. Además de China y Rusia, India y Pakistán, para la OCS, son potencias nucleares. Esta fuerza ya no es única, especialmente como fuente de innovación y de nuevas tecnologías, ni tampoco es la principal.

La guerra dirigida por Rusia en Ucrania pone de manifiesto la pérdida de la hegemonía global de «Occidente», cuyo discurso está ampliamente deslegitimado en gran parte del mundo. Incluso, y esto es importante subrayarlo, en parte del mundo «occidental» [42]. De hecho, se está produciendo una forma más sutil de aislamiento de Occidente, que seguirá funcionando durante un tiempo como un conjunto relativamente homogéneo y coherente, hasta que la atracción del «otro mundo» introduzca factores de desintegración en su interior. Seguirá produciendo su discurso autojustificativo como hasta ahora, pero será menos eficaz, menos escuchado, y poco a poco se volverá rígido y perderá su capacidad de interesar a nadie, salvo a los más convencidos.

El hecho de que Rusia no parezca estar interesada en convencernos a nosotros, los «occidentales», y que no haga esfuerzos significativos en este sentido, no significa necesariamente que la construcción de su discurso no pueda alcanzar los niveles de sofisticación requeridos, sino simplemente que ahora considera a la opinión pública «occidental» como algo secundario. Ahora dirige su discurso hacia el «otro mundo». Y es cierto que los 450 millones de miembros de la Unión Europea, los 330 millones de EEUU, los cerca de 200 millones de coreanos, japoneses y australianos, incluso juntos, pesan poco en comparación con los 1.400 millones de indios, africanos y latinoamericanos.

Sin embargo, esta desoccidentalización del mundo será especialmente problemática para los europeos que, habiendo estado en el centro del mundo, o al menos viviendo en países con cierta centralidad «atlántica», acabarán dándose cuenta de que ahora sólo son habitantes de países periféricos o en vías de serlo. Será un duro despertar y la tentación de encerrarse en la negación será fuerte. Sin embargo, es probable que los países que ya son periféricos dentro del continente europeo y «atlántico», ya sea geográfica o políticamente, sean los primeros en cuestionar la fachada de unidad que la UE y la OTAN pretenden construir. El futuro de países como Austria [43], Hungría, Polonia, pero también el de Grecia, estará en cuestión dentro de unos años.

Esta es la esencia del nuevo contexto en el que se desarrolla la guerra en Ucrania. La guerra en Ucrania puede considerarse en parte el resultado de este cambio de contexto. Está claro que Rusia no habría decidido ir a la guerra si siempre hubiéramos estado en un mundo unipolar, con el dominio de las fuerzas «atlánticas». Habría tratado de defender sus intereses por otros medios. Pero está claro que esta guerra acelerará ese cambio, y probablemente lo hará mucho más antagónico de lo que se podía prever antes del inicio de las hostilidades. Desde este punto de vista, también debemos pensar en esta guerra como un formidable acelerador de la desglobalización y la desoccidentalización del mundo. ¿Estarán nuestras élites políticas a la altura del momento histórico y serán capaces de deshacerse de las limitaciones del mundo «occidental»? Por desgracia, podemos dudarlo.

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* Economista francés, director de la Escuela de Altos Estudios Sociológicos.

NOTAS

[1] https://www.lemonde.fr/international/article/2022/04/11/guerre-en-ukraine-entre-la-russie-et-l-occident-les-ambiguites-d-une-partie-du-monde_6121561_3210.html

[2] Véase el caso de la guerra de Kivu, Autesserre S., «Penser les Conflits Locaux: L’Echec de l’Intervention Internationale au Congo», en L’Afrique des Grands Lacs : Annuaire 2007-2008, París: L’Harmattan, pp. 179 – 196, 2008

[3] Véase, por ejemplo, Lavergne M., Darfur: impactos étnicos y territoriales de una guerra civil en África, http://archive.wikiwix.com/cache/?url=http%3A%2F%2Fgeoconfluences.ens-lsh.fr%2Fdoc%2Fetpays%2FAfsubsah%2FAfsubsahScient4.htm%23popup1

[4] Véase J. Généreux, La Grande Régression, Seuil, 2010.

[5] Barma N., Chiozza G., Ratner E. y Weber S. (2009), «¿Un mundo sin Occidente? Empirical Patterns and Theoretical Implications», en Chinese Journal of International Politics, nº 2, Vol.4, 2009, pp. 525-544.

[6] Véase, Sapir J., Le Protectionnisme, París, Humensis-PUF, coll. Que-Sais-Je, 2022.

[7] Pérez Y., Les Vertus du protectionnisme, París, L’Artilleur, 2020.

[8] Sapir J., Souveraineté, Démocratie, Laïcité, París, Michalon, 2017

[9] Declaración de la Sra. Carmen Reinhart , Economista Jefe del Banco Mundial, 21 de mayo de 2020, https://www.bloomberg.com/news/videos/2020-05-21/reinhart-says-covid-19-is-the-last-nail-in-the-coffin-of-globalization-video

[10] https://www.brookings.edu/opinions/less-globalization-more-multilateralism/

[11] http://valdaiclub.com/a/highlights/real-us-trade war

[12] Véase https://www.state.gov/advancing-americas-economic-security-and-national-security/

[13] Neu C.R. y Wolf C., The economic dimension of national security, Santa Monica, The Rand Corporation, 1992.

[14] Goldberg, J, «Un alto funcionario de la Casa Blanca define la doctrina Trump», The Atlantic, 11 de junio de 2018.

[15] https://www.lefigaro.fr/international/avec-joe-biden-l-amerique-veut-regagner-sa-place-dans-le-monde-20210205

[16] Véase, Joseph Stiglitz: «Il faudra peut-être abandonner l’euro pour sauver le projet européen», entrevista con Benoît Georges, en Les Echos, 16 de septiembre de 2016.

[17] Husson E., París-Berlín, La supervivencia de Europa, París, Gallimard, 2019.

[18] Véase, «Emmanuel Macron en sus propias palabras – La entrevista del presidente francés con The Economist», 7 de noviembre de 2019, https://www.economist.com/europe/2019/11/07/emmanuel-macron-in-his-own-words-english

[19] Cafruny, A, Europe’s Twin Crises: The Logic and Tragedy of Contemporary German Power, en Valdai Paper 10, 2015; Ryner, M y Cafruny, A, The EU and Global Capitalism: Origins, Development, Crisis, Londres: Palgrave, MacMillan, 2017.

[20] https://www.lepoint.fr/monde/guerre-en-ukraine-la-pologne-convoque-l-ambassadeur-francais-08-04-2022-2471443_24.php

[21] Sapir J., Le Nouveau XXIè Siècle, París, Le Seuil, 2008

[22] Sapir J., La Démondialisation, Le Seuil, París, 2011 (1ª edición) y 2021 (2ª edición).

[23] https://www.lefigaro.fr/flash-eco/en-france-la-taxe-gafa-pourrait-rapporter-un-demi-milliard-d-euros-en-2022-20210922

[24] http://www.lefigaro.fr/international/2014/03/24/01003-20140324ARTFIG00370-g7-la-russie-exclue-du-club-des-puissants-apres-l-annexion-de-la-crimee.php

[25] https://www.lexpress.fr/actualite/monde/europe/la-russie-ne-compte-pas-reintegrer-le-g8_2015762.html

[26] https://www.europe1.fr/international/la-russie-na-pas-lintention-de-reintegrer-le-g8-selon-serguei-lavrov-3676556

[27] Pushkov A., El juego ruso en el tablero mundial, París, ODM éditions, Ensayo, 2019.

[28] El editor francés del libro de Alexeï Puchkov ha incluido en un apéndice el texto del discurso de Múnich, un texto cuya importancia había mostrado en un trabajo anterior. Véase Sapir J. Le Nouveau XXI Siècle – Du siècle américain au retour des Nations, op.cit.

[29] Véase mi reseña del libro de A. Puchkov https://www.les-crises.fr/russeurope-en-exil-dalexei-pouchkov-a-bastien-lachaud-deux-points-de-vue-sur-la-question-de-la-russie-par-jacques-sapir/

[30] Sapir J. Le Nouveau XXI Siècle – Du siècle américain au retour des Nations, op.cit.

[31] https://fr.sputniknews.com/international/201806061036682564-poutine-russie-souverainete/

[32] Lukyanov F., » El ‘Orden Mundial Liberal’ está muerto, pero las consecuencias de la nefasta visita de Borrell de la UE a Moscú demuestran que gran parte de Occidente sigue negándolo «, 9 de febrero de 2021, https://www.rt.com/russia/515015-borrell-moscow-visit-fallout/

[33] Sapir J., Le Nouveau XXIè Siècle, Op.Cit.

[34] Grotius H., El derecho de la guerra y la paz, París, PUF, 2005

[35] Kratochwil F., «Of Systems, Boundaries, and Territoriality: An Inquiry into the Formation of the State System», en World Politics, vol.34,no1,1986,p.27-52. Holsti K.J., Peace and War: Armed Conflicts and International Order,1648-1989, Cambridge, Cambridge University Press,1991. Véase también Dupuy R-J., Le Droit international, París, PUF, 1963

[36] Tan W., «India is snapping up cheap Russian oil, and China could be next», 27 de marzo de 2022, https://www.cnbc.com/2022/03/28/russia-india-india-buys-cheap-russian-oil-china-could-be-next.html y «Indian Oil Finalises Deal To Import Crude Oil From Russia», https://www.ndtv.com/business/biggest-indian-oil-company-finalises-deal-to-import-3-million-barrels-of-crude-oil-from-russia-2831042.

[37] Goyard-Fabre S., «Y a-t-il une crise de la souveraineté ?», Revue internationale de philosophie, vol. 45, n° 4, 1991, p. 459-498

[38] «La OCS es un modelo de cooperación internacional, según un informe_French.news.cn» (http://french.xinhuanet.com/2018-05/27/c_137210279.htm) en french.xinhuanet.com

[39] Esto incluye a China, Rusia, India, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán y Pakistán. Afganistán, Irán, Mongolia y Bielorrusia tienen estatus de observadores.

[40] https://www.lepoint.fr/afrique/mali-russie-et-chine-bloquent-a-l-onu-un-texte-soutenant-les-sanctions-de-la-cedeao-12-01-2022-2460174_3826.php

[41] https://www.ifri.org/fr/espace-media/lifri-medias/guerre-ukraine-vue-sud

[42] https://www.lefigaro.fr/international/en-allemagne-des-corteges-de-la-honte-en-soutien-a-la-russie-20220410

[43] https://www.lemonde.fr/international/live/2022/04/10/guerre-en-ukraine-en-direct-le-chancelier-autrichien-a-moscou-lundi-pour-rencontrer-vladimir-poutine-l-economie-ukrainienne-s-effondre_6121421_3210.html

Les Crises / observatoriocrisis.com

Fuente LA HAINE https://www.lahaine.org/mundo.php/iquien-esta-aislado-la-guerra

VIDEO de la Conferencia sobre la Geopolitica de Asia Central dictada el 4 de mayo de 2022, por el Director de Dossier Geopolitico Lic. Carlos Pereyra Mele en el Taller de Estudios Internacionales -TADEI- de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos Lima, Perú.  

Donde Analizamos la subRegión:  Asia Central Kazajistán, Kirguistán, Turkmenistán, y Uzbekistán y la Gran Asia Central Mongolia, Afganistán, Baltistan, el nordeste de Irán, el nordeste de India y el oeste de China, Su importancia Geopolitica, Geoestratégia y Geoeconomica, tanto para la Seguridad y desarrollo de la Federación Rusa, como Centro Neurálgico del Proyecto de la Nueva Ruta de la Seda para la República Popular de China y para el nuevo rol de Potencia Emergente de la República de la India y para la nueva Potencia Regional la Republica Islamica de Iran. Y el rol de la zona como movimiento de personas, bienes e ideas entre Europa, Oriente Medio, Asia del Sur y Asia Oriental

Canal de YouTube de Dossier Geopolitico suscribase para mantener este esfuerzo academico

El director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, focaliza esta columna del Club de La Pluma en LA GUERRA HÍBRIDA IRRESTRICTA GLOBAL POR LOS RECURSOS NATURALES, donde el GAS es el elemento común en disputa. Y también, en que siendo Asia Central la zona con los mayores yacimientos gasíferos del mundo, es también el centro neurálgico de los conflictos mundiales que enfrentan a las grandes potencias, y en los cuales el bloque Anglosajón despliega su clásico “GRAN JUEGO” para desestabilizar la zona y crear el caos generalizado.

AUDIO

Un “Gran Juego” que consiste en el uso sangriento del terrorismo, más la creación de conflictos locales por diferencias de etnias, razas, cultura o religión. Además de reflotar viejas heridas históricas entre esos pueblos y contaminar todo con su agresiva e hipócrita leyenda sobre “el respeto a las minorías, los derechos humanos y la democracia”, mientras agrede con su ADN belicista. Toda una estrategia desesperada y violenta de Occidente para ralentizar el fin de su hegemonía y la llegada de un nuevo orden multipolar por el ascenso de las nuevas potencias asiáticas.

En esta columna, Pereyra Mele agradece y reconoce al Club de La Pluma y a su director Norberto Ganci, por abrir las puertas hace más de 15 años a la Geopolítica en su radio con nuestro planteo innovador que anticipaba el fin de los cinco siglos de dominio anglosajón. Entonces, los comentaristas políticos de la época denostaban a la ciencia de la Geopolítica e ignoraban nuestros análisis y estudios. Hoy la realidad mundial ha puesto las cosas en su sitio, y el Club de La Pluma y Dossier Geopolítico han sabido acompañar esta trasformación mundial.

Y siguiendo con la columna, Carlos desmiente a la gran propaganda mediática, confirmando que en el mundo hay 17 conflictos globales graves y no solo el de Ucrania. También de la impotencia y las discrepancias europeas para concretar las sanciones a Rusia. Y nos explica cómo la OPEP ha dejado de ser una herramienta de Washington a la vez que ha anunciado que no podrá proveer a Europa el petróleo que dejará de recibir de Rusia.

En este audio profundamente instructivo y argumentado, Pereyra Mele despliega sus conocimientos históricos, geográficos, culturales y de recursos sobre Asia, que desmonta el reduccionismo sesgado e ignorante de Occidente.

Además habla de la Ruta de la Seda y de su historia. De aquellos nómades del pasado y sus caravanas, que comerciaban de Oriente a Europa y que hoy serán reemplazados por el más ambicioso proyecto económico del mundo y de la historia, a pesar de ser blanco de los ataques violentos de EEUU. También aborda el despliegue geoestratégico de las nuevas rutas terrestres y marítimas de esas potencias para sortear los conflictos provocados por Occidente, evitando el Mar de la China y pasando por el estrecho de Malaca en Singapur, para entrar al Océano índico.

Aborda también el reciente atentado en Karachi, Pakistán, que presenta nuevas formas de un terrorismo siempre alentado por la CIA. Y de sus injerencias políticas en toda la zona para bloquear el irremediable avance económico de las potencias asiáticas.

Y finaliza con que de esa lucha por los recursos naturales surgirán los que controlarán y administrarán el nuevo mundo que viene y que la palabra clave es GAS

Eduardo Bonugli (Madrid, 08/05/22)

ASIA CENTRAL «CENTRO NEURALGICO DEL PROYECTO DE LA NUEVA RUTA DE LA SEDA
RUTA DE LA SEDA MODERNA Y LA IMPORTANCIA DEL ASIA CENTRAL AMPLIADA

Se mantiene fuerte la atracción que ejerce la economía china como mercado y como líder en el comercio y la inversión global.

Pero las políticas del presidente Xi Jinping debilitan el deseo de los actores económicos de invertir tiempo y capital en un país que ven poco predecible. Segun el medio Atlantista MERCADO

En marzo de 2021, en la reunión anual del Partido Nacional Popular, el presidente Xi Jinping se adjudicó el orgullo de haber superado antes que nadie las penurias de la pandemia. Proclamó que su país fue el primero en dominar la Covid 19, el primero en volver a trabajar y el primero en recuperar el crecimiento económico.

Presentó todo eso como el resultado de “tener confianza en nuestro rumbo, en nuestras teorías, en nuestro sistema y en nuestra cultura”. Para él, dice Elizabeth Economy en Foreign Affairs, el éxito de China en controlar la difusión del nuevo coronavirus fue una demostración más de que avanzan por el camino correcto: China estaba reclamando su histórica posición de liderazgo y centralidad en la escena global.

El comunicado oficial publicado por el Partido Comunista el mes siguiente reforzaba su evaluación. Afirmaba que Xi Jinping había llevado a China más cerca de lo que jamás había estado. “La nación nunca había estado más próxima a su propio renacimiento”.

China ya ocupa una posición de centralidad en el sistema internacional. Es la potencia comercial más grande, la mayor fuente de préstamos globales, el país más populoso, tiene las fuerzas armadas más numerosas y se ha convertido en un centro global de innovación.

Muchos analistas estiman que para 2030 su PBI real superará al de Estados Unidos para convertir al país en la economía más grande del mundo. Y, como lo demostró la evolución de la pandemia, su respuesta a los desafíos mundiales tiene implicancias profundas para el resto del mundo. Algunos observadores occidentales se preguntan si Xi Jinping se propone crear un nuevo orden internacional o simplemente imponer ajustes al actual según sus propios intereses, pero sin transformar profundamente el sistema global.

La centralidad de China

Otros, en cambio, creen que “la centralidad de China” que busca Xi Jinping significa transformar radicalmente el orden internacional. Según esta última postura, una China unificada estaría a la par o por delante de Estados Unidos. Ya es la potencia dominante en Asia y su dominio marítimo creció hasta incluir las disputadas áreas al este de China y el Mar Meridional.

Estados Unidos se ha retirado del Pacífico para afirmarse como potencia atlántica. Y la gran red de alianzas con EE.UU. que sostuvo el sistema internacional durante más de 70 años se está disolviendo a favor de un marco de negociación y cooperación propuesto por China.

La influencia del país que preside Xi se siente en todo el mundo a través de infraestructura: puertos, trenes, bases militares, fibra óptica, sistemas de pago electrónico y satélites. Así como las compañías norteamericanas, europeas y japonesas lideraron el desarrollo de la infraestructura mundial en el siglo 20 las empresas chinas compiten para liderar en el siglo 21.

Este giro en el paisaje geoestratégico refleja y refuerza una transformación más profunda: el ascenso del orden chino–céntrico con sus propias normas y valores. Aunque en forma nada perfecta, el orden internacional post Segunda Guerra Mundial fue moldeado primeramente por democracias liberales que estaban comprometidas con los derechos humanos universales, el imperio de la ley, los mercados libres y una intervención estatal limitada en la vida política y social de sus ciudadanos.

Las instituciones multilaterales y el derecho internacional fueron diseñados para respetar esos valores y normas mientras la tecnología se usaba para apuntalarlos. Xi Jinping, en cambio, busca reemplazar esos valores con la primacía del Estado. Las instituciones, leyes y tecnología en este nuevo orden refuerzan el control del estado, limitan las libertades individuales y restringen los mercados abiertos.

Es un mundo en el que el Estado controla el flujo de la información y del capital y no hay un control independiente sobre su poder. Muchos funcionarios y académicos chinos parecen convencidos de que el resto del mundo coincide con esta visión de Xi Jinping y afirman que “El Este está en ascenso y el Oeste declina”. Sin embargo, a medida que se van viendo los costos económicos y políticos de adoptar el modelo económico chino en muchos países disminuye el entusiasmo por las audaces iniciativas de Xi Jinping.

Reunificar el país

El camino que vislumbra Xi Jinping hacia un mundo nuevo comienza ampliando el mapa de China. En un discurso de octubre 2021 Xi Jinping dijo, “La tarea histórica de la completa reunificación de la patria debe ser y será realizada”. Afirmar la soberanía sobre territorios largamente disputados –especialmente los que Beijing define como sus intereses centrales: Hong Kong, el mar Meridional de China y Taiwán– es la prioridad número uno de Xi Jinping.

Beijing ya se ocupó de Hong Kong. En 2020, China impuso una ley de seguridad nacional sobre la ciudad que en la práctica terminó con su autonomía, que hasta ese momento funcionaba según el modelo de gobierno “un país, dos sistemas” implantado en 1997 cuando Londres entregó Hong Kong a Beijing. En cuestión de meses, Hong Kong se transformó en una ciudad china más.

Xi Jinping también avanzó en la afirmación de su soberanía sobre el Mar de la China Meridional. Creó la Milicia Marítima que actúa bajo los radares para controlar las aguas del Pacífico. Reclama como propio casi la totalidad del Mar de China Meridional y ha construido en la disputada zona desde ciudades a pistas aéreas o instalaciones turísticas o de potencial uso militar.  Afirma también que una cantidad de islas situadas en zonas conflictivas y estratégicas del Mar Meridional son parte de su soberanía.

Aumenta la presencia de su fuerza naval, guardas costeras armadas y una enorme flota pesquera para intimidar a otras cinco naciones con reclamos sobre sus derechos marítimos –Brunei, Malasia, Filipinas, Taiwán y Vietnam– y para afirmar su control en las aguas disputadas. Durante la pandemia, Xi Jinping también aprovechó la distracción de los otros países para presionar con más reclamos territoriales: durante más de 100 días seguidos los barcos chinos navegaron frente a las costas japonesas alrededor de una serie de islas disputadas entre ambos países.

China las llama Diaoyo y Japón, Senkaku; un barco guardacosta chino embistió y hundió a un pesquero vietnamita; aviones militares chinos volaron sobre las aguas disputadas por China y Malasia; y China e India chocaron en su primer conflicto fronterizo en cuarenta años. En principio, ningún mapa de China será aceptable si no refleja su control sobre Taiwán.

En su discurso de octubre Xi Jinping dijo que esa unificación con Taiwán era uno de los 14 objetivos necesarios para lograr “el gran rejuvenecimiento de la nación china”. “Somos una sola familia. Nadie puede cortar las venas que nos unen”.

Para Xi Jinping, el separatismo independentista del presidente taiwanés Tsai es el peligro más serio para el rejuvenecimiento nacional. Xi Jinping habla con insistencia sobre la unificación con Taiwán. Está convencido de que el presidente taiwanés Tsai Ing-wen tiene un proyecto de independencia. Desde que Tsai asumió la presidencia en 2016, Xi Jinping cortó el diálogo con la isla. Pero los esfuerzos por intimidar a Taiwán no lograron convencer a la isla de que apoye la unificación. Al contrario, generaron una reacción en contra no solo en Taiwán sino en el exterior.

El avance del dragón

El futuro de centralidad en la escena global que avizora Xi Jinping para China se manifiesta con claridad en su Belt and Road Initiative (BRI). Lanzada en 2013, la iniciativa no solo ofrece una manifestación física de la centralidad china mediante tres corredores terrestres y tres marítimos que no solo la conectarán con Asia, Europa, Oriente Medio y África sino que también evoca recuerdos históricos de la Ruta de la Seda y la centralidad china durante los tiempos imperiales.

En su concepción original, la iniciativa BRI era un vehículo para el desarrollo de infraestructura a lo largo de los seis corredores. Hoy, las ramificaciones del BRI incluyen “rutas de la seda” digitales, de salud y rutas polares y todos los países son invitados a participar. A diferencia de la inversión en infraestructura apoyada por instituciones multilaterales como el Banco Mundial y el Banco de Desarrollo Asiático, China es autosuficiente.

Aporta el financiamiento, la mano de obra y los materiales para sus proyectos; en muchos casos, también omite las evaluaciones de riesgo financiero, los procesos de licitación transparente y las evaluaciones de impacto ambiental. Es su propio modelo de desarrollo llevado a escala global. El BRI ha colocado a China en el centro del sistema internacional, con gran influencia física, financiera, cultural, tecnológica y política sobre el mundo entero.

Está haciendo un nuevo trazado del mapa mundial, con nuevos trenes y puentes, cables de fibra óptica y redes de 5G y puertos con capacidad para alojar sus bases militares. Según una evaluación, el BRI ahora toca más de 60 países y ya ha recibido una inversión superior a US$ 200.000 millones. Algunos países, como Pakistán, están siendo transformados por el BRI con proyectos energéticos, nuevos caminos, enormes mejoras de su puerto Gwadar y su infraestructura digital.

Con la Belt and Road Initiative China se coloca en el centro del sistema internacional. Xi Jinping ha concebido la iniciativa BRI como un conducto a través del cual China puede transmitir sus valores políticos y culturales. En octubre de 2017, decía que el modelo chino de desarrollo merece ser imitado. Hoy Beijing tiene una enorme cantidad de programas de capacitación política. Tanzania, que es un país piloto de BRI ha modelado su ley de cíberseguridad según la de China y trabajó con Beijing para controlar a las redes sociales y el flujo de información en Internet.

Los gobiernos de otros países, como Uganda, reciben con entusiasmo tecnología y capacitación chinas para monitorear y rastrear a figuras de la oposiciòn política. Y los partidos políticos en Etiopía, Sudáfrica y Sudán han participado en capacitación brindada por el Partido Comunista chino sobre la estructura de partidos, relaciones con las bases y el sistema de propaganda.

La Ruta Digital de la Seda –que incluye cables suboceánicos, sistemas de pago electrónico, tecnologías de vigilancia y redes 5G entre otras cosas– es especialmente valiosa como medio de transmitir los valores políticos y culturales de China.

En Kenya, por ejemplo, Beijing instaló no solo televisión satelital para más de 10.000 personas sino también miles y miles de horas de programación china. Sin embargo la iniciativa BRI encuentra obstáculos en el camino. Aunque puede significar los beneficios del modelo de desarrollo con base en la infraestructura, también incluye todas las externalidades: alto niveles de deuda, corrupción, polución ambiental y prácticas laborales deficientes.

Las protestas populares han proliferado en los países huéspedes. En Kazajstán, la ciudadanía se manifestó repetidas veces contra los proyectos mineros chinos, fábricas contaminantes y el uso de mano de obra china a expensas de la local.

Protestas similares surgieron en Camboya, Papua Nueva Guinea y Zambia. Otros denunciaron problemas de corrupción en los proyectos BRI. Y otros países, como Azerbaiján y Mongolia, no creen ya que las ventajas superen los costos. Muchos países han detenido o cancelado los proyectos. El mismo Beijing podría estar reconsiderando los compromisos asumidos por la BRI.

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