A pesar de las concesiones que hizo, en el documento final de la cumbre CELAC-Unión Europea el bloque latinoamericano y caribeño sentó importantes premisas para su próximo desarrollo

por Eduardo J. Vior
analista internacional

Cuando un documento internacional cosecha al mismo tiempo elogios y críticas de tirios y troyanos, es porque no dice nada o porque todos metieron la cuchara. Este último es el caso del documento final de la Reunión Cumbre de la Unión Europea (UE) y la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC). Hay de todo como en botica, pero en una síntesis futbolera se lo puede calificar con un 2 a 1: la UE metió la referencia a la guerra en Ucrania, pero los países latinoamericanos y caribeños impusieron sus puntos de vista en temas urticantes y restablecieron la supremacía de la Carta de las Naciones Unidas y de las declaraciones de derechos humanos. Más allá de la foto grupal, esta Cumbre confirmó la decadencia europea y el creciente papel de una América Latina y Caribe aún muy descoordinada. Para saldar este encuentro, hay que analizarlo en función de su contexto, sus prolegómenos y estas negociaciones.

La primera cumbre conjunta de los países de la Unión Europea (UE) y de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) desde 2015 se realizó el lunes y martes pasados en Bruselas tras largos meses de ardua búsqueda de consensos. Con el trasfondo de la crisis postpandemia y la guerra en Ucrania, la Unión Europea buscaba reconstruir sus cadenas productivas, antes dirigidas a Rusia y China, pero, sobre todo, quiso embarcar a nuestra región en su seguimiento de la estrategia norteamericana para Ucrania e imponer a nuestras delegaciones una invitación a Volodymir Zelenski que fue rechazada de plano.

Para peor, la negativa australiana a negociar con la Comisión Europea un acuerdo de libre comercio (CE) que llegó la semana pasada fue un duro golpe para los planes de Bruselas. Para terminar, también la semana pasada Marruecos dejó caer sin renovación la autorización a buques de la UE para pescar en los caladeros del reino en el Atlántico. Probablemente beneficie ahora a los británicos, quienes después la subastan al mejor postor. Esta acumulación de derrotas debilitó la posición negociadora de los europeos. Así, Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, y Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, llegaron a la cumbre con la cabeza gacha.

La desautorización de UE se intensificó con las manifestaciones de Lula –más bien las que no hizo- en la inauguración de la conferencia el pasado lunes por la tarde. “La guerra en Ucrania es una confirmación más de que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no está a la altura de los actuales desafíos a la paz y la seguridad. Sus propios miembros no respetan la Carta de la ONU”, dijo Lula y añadió que es “inaplazable” reformar el modelo de gobernanza mundial, ya que el sistema actual “perpetúa las asimetrías” y “aumenta la inestabilidad”. Particularmente socialistas y socialdemócratas esperaban una manifestación de solidaridad de su compañero de ultramar, pero éste, primero, es brasileño, segundo, latinoamericano y, tercero, aspira a tener un lugar en la nueva gobernanza global y lo demostró.

Esta situación táctica se reflejó en la redacción del Documento Final. Así, aunque en el apartado 2 se hace referencia a los “valores e intereses comunes” entre ambas regiones, mientras que en el punto 4 se resalta el vínculo entre la UE y las naciones del Caribe, en el número 5 se manifiesta el interés compartido en el acuerdo que negocian las excolonias de África, Asia y el Caribe con la UE. Particularmente estos últimos estados han presentado formalmente un Plan de Reparaciones por los tres siglos de esclavitud sufridos a manos de los europeos que éstos debieron considerar. Del acuerdo con todas las excolonias británicas, francesas y neerlandesas espera Bruselas una solución sin costos al reclamo caribeño.

Sin embargo, a juicio de este columnista el punto más relevante del documento es la fundamentación jurídica que se dio a la cooperación entre ambas regiones: “7. Reafirmamos los valores compartidos (…) cimentados en los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho internacional, en particular los principios de soberanía, libre determinación, no intervención en los asuntos que corresponden fundamentalmente a la jurisdicción nacional de los Estados y no recurso, en las relaciones internacionales, a la amenaza o el uso de la fuerza contra la integridad territorial.” Se inserta el respeto a la integridad territorial (que vale para Ucrania, pero también para el reclamo argentino sobre Malvinas), pero se acabó el casuístico “orden internacional basado en reglas” tan pregonado por la diplomacia norteamericana y europea y se restableció el imperio del Derecho Internacional y de la Carta de la ONU.

Esta vuelta a la normalidad en las relaciones interestatales se reafirma en el punto siguiente: “8. Setenta y cinco años después de la adopción de la Declaración Universal de Derechos Humanos y treinta años después de la adopción de la Declaración y el Programa de Acción de Viena, el Estado de Derecho y los derechos humanos —ya sean civiles, políticos, económicos, sociales o culturales, incluido el derecho al desarrollo, son considerados todos ellos universales, indivisibles e interdependientes.” La reivindicación de estas bases jurídicas olvidadas en décadas recientes brinda a nuestra región una importante plataforma para su integración y sus relaciones con otros actores internacionales.

Consecuentemente, en los puntos 9 y 10 se reivindican los derechos de los pueblos indígenas y se reconoce (a confesión de parte relevo de prueba) el sufrimiento infligido por Europa a los millones de esclavos que cruzaron forzadamente el Atlántico. Especialmente se acota que CELAC presentó los diez puntos del Plan de Reparación de los países del Caribe.

El punto 11 representa una victoria histórica de la causa cubana: “(…) sobre la necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto contra Cuba, recordamos nuestra oposición a las disposiciones legales y reglamentarias con efecto extraterritorial.” ¿Habrán considerado los burócratas europeos que esta oposición se extiende a todo tipo de sanciones internacionales?

Nuestro país alcanzó un triunfo indiscutible con la referencia a las Malvinas: “13. En cuanto a la cuestión de la soberanía sobre las Islas Malvinas, la Unión Europea ha tomado nota de la posición histórica de la CELAC, basada en la importancia del diálogo y el respeto del Derecho internacional en la solución pacífica de controversias.” Y completa: “14. Reafirmamos además nuestra adhesión fundamental a todos los fines y principios de la Carta de las Naciones Unidas, en particular la igualdad soberana de todos los Estados y el respeto de su integridad territorial y su independencia política, así como la solución de controversias por medios pacíficos y de conformidad con los principios de justicia y de Derecho internacional.” Como informó el subsecretario para Malvinas, Antártida y Atlántico Sur de Cancillería, Guillermo Carmona, este encuadramiento de la disputa con Gran Bretaña como “territorio en disputa” revalida la discusión sobre la soberanía, pero, además, autoriza a Argentina a cuestionar en los organismos supervisores de la Convención sobre el Derecho del Mar las prácticas predatorias de la pesca en las inmediaciones de la milla 201.

Si bien el apartado 15 manifiesta que “Expresamos nuestra profunda preocupación por la guerra en curso contra Ucrania,” en el segundo párrafo encuadra esta mención en el marco de la Carta de las Naciones Unidas y del Derecho Internacional y reafirma el multilateralismo como un método de resolución de los conflictos internacionales más allá de la guerra en curso.

El apoyo al proceso de paz en Colombia (punto 39) y al proceso de diálogo entre el gobierno venezolano y la oposición es un importante espaldarazo para los respectivos gobiernos y tiende los puentes para negociaciones futuras. El resto del documento se explaya en una serie de cuestiones particulares.

En síntesis, este texto puede considerarse una victoria por puntos de los países latinoamericanos y caribeños, que lograron quebrar el dogmatismo imperante en la diplomacia occidental y devolver vigencia a principios básicos del Derecho internacional y del sistema de las Naciones Unidas que los estados del norte habían largamente abandonado. Por supuesto que hicieron importantes concesiones, pero así es la diplomacia. Sentadas las bases, valen también para otros procesos de negociación.

Antes de su participación en el foro Lula se reunió con la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen, quien anunció que el bloque movilizará hasta 2027 50.600 millones de euros en inversiones en América Latina y el Caribe a través de la estrategia Global Gateway, para financiar proyectos de infraestructura. La UE y la CELAC han acordado priorizar sectores y cadenas de valor que van desde la energía limpia y materias primas críticas hasta la salud y educación. Algunos de los proyectos ya están en marcha, otros dependen de financiadores privados. Habrá que ver cuánto se cumple de lo prometido. Por otra parte, dada la baja institucionalidad de la CELAC, falta determinar quién seleccionará los proyectos y quién canalizará los fondos.

Todos los participantes en la cumbre estuvieron pendientes de las tratativas al margen sobre el acuerdo de libre comercio entre el bloque europeo y el Mercosur, parrafeado en 2019, pero todavía con varias cuestiones abiertas y otras que se abren cada tanto. Después de 27 años de negociaciones, el rechazo al acuerdo de la Asamblea Nacional francesa y el cariz intervencionista que, especialmente, alemanes y franceses dieron a su enfoque sobre la deforestación de la Amazonía, inducen a prever que el acuerdo finalmente no sea firmado, con el consecuente descrédito de la diplomacia europea.

Una mención especial requiere el memorando de cooperación firmado el lunes por la presidenta de la Comisión Europea y el presidente Alberto Fernández. Según comentó Von der Leyen tras la firma, el memorando tiene como objetivo “desarrollar industrias estratégicas” en nuestro país, “desde las renovables hasta el hidrógeno”. Sólo una evaluación detallada de cada ítem del documento y la definición de cuál y cómo será la participación del trabajo y la inversión nacional en estos proyectos permitirá evaluar su utilidad.

Tanto durante la preparación de la Cumbre como durante su desarrollo fueron evidentes la insistencia de los representantes de la CELAC en ser tratados en pie de igualdad y la dificultad extrema que los europeos tienen en entender la diferencia de visiones entre ambas regiones, la corresponsabilidad de sus miembros en el atraso de nuestros países y que, tras tres décadas de ausencia, no pueden esperar ahora, que necesitan nuestros recursos, que los recibamos con los brazos abiertos.

Es poco probable que esta Cumbre tenga continuidad, ya que los caminos de ambas regiones divergen mucho. Europa está completamente sometida a la estrategia norteamericana de guerra contra el bloque euroasiático, ha aceptado sacrificar su desarrollo y su bienestar en aras de esta orientación y no está en condiciones, ni materiales ni ideológicas, de cooperar en plano de igualdad con otras regiones del globo. Los países latinoamericanos y caribeños, por su parte, a pesar de sus enormes diferencias, han encontrado en China un socio e interlocutor mucho más efectivo y respetuoso. No obstante, seguramente se desarrollarán algunas de las iniciativas planteadas en la reunión y en el documento final, particularmente las referidas a las energías renovables y a la movilidad eléctrica, pero ya serán sólo proyectos bilaterales entre países o con empresas.

Por el contrario, más allá de que se descontinúe el proceso de cooperación entre los bloques…,

…el documento firmado encierra un enorme potencial para las futuras relaciones intra- y extracomunitarias de CELAC….

…La reafirmación del Derecho internacional, de la Carta de las Naciones Unidas y de todas las declaraciones internacionales de los derechos humanos sienta las bases de una plataforma común para el imprescindible desarrollo organizativo de la Comunidad y sus relaciones con otros actores internacionales. Si para algo sirvió la Cumbre de Bruselas, fue para esto.

Articulo publicado en TELAM el autor autoriza su publicacion en Dossier Geopolitico

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