El conflicto en Ucrania es peligrosísimo. Pero también está perfilando los modos de hacer la guerra en el próximo futuro.

Por Enrique Lacolla

La tensión provocada por el conflicto en Ucrania no hace más que crecer. La incesante provisión de armas que la OTAN suministra a Kiev y todos los movimientos que la alianza atlántica realiza o ha realizado para atosigar a Rusia comprimiéndola contra su extrema línea de seguridad, están caldeando la atmósfera hasta niveles que bien pronto pueden hacerse insoportables. A esto se ha venido a sumar la rebelión de grupo Wagner, el cuerpo de mercenarios que el gobierno ruso ha usado pródigamente no sólo en Ucrania sino también en Siria y en varios países centroafricanos donde los integrantes del grupo actúan cumpliendo funciones idénticas o parecidas a los de sus homólogos occidentales: proteger las instalaciones y los intereses que los oligarcas rusos tienen en minas de diamantes o en petróleo.

La insubordinación “wagnerita” o como quiera que se llame, se ha disipado rápidamente, pero ha dejado una estela de sospechas y desconfianzas al interior de la Federación Rusa, de sus fuerzas armadas y probablemente en los más altos estamentos de su poder político. A pesar de que Vladimir Putin superó el momento sin que la sangre llegase al río, es un hecho que por primera vez su estabilidad o al menos su estampa de mandatario fuerte se ha visto cuestionada. A esto se suma el respaldo del presidente turco Recep Tayip Erdogan[i] ha brindado a la solicitud de ingreso a la OTAN que Volodomir Zelensky insiste en pedir a un conciliábulo de potencias aliadas. Estas no terminan de ponerse de acuerdo en torno a ese punto. Una cosa es proveer de armamento a los ucranianos y alentarlos a ir hacia adelante para rechazar a los invasores rusos, otra es arriesgarse a tener obligaciones contractuales irrenunciables con un socio en problemas con un mastodonte nuclear como es Rusia…

Esto a un lado, las provocaciones contra los rusos se multiplican. Moscú se prodiga en advertencias y amenazas que empiezan a sonar a hueco, lo cual duplica el peligro, pues obligará al Kremlin a proporcionar un contenido a sus dichos y a concretarlos sobre el terreno. Esto no impide a la coalición occidental arreada por Estados Unidos a proseguir con sus movidas. Unas maniobras militares en gran escala próximas a la línea de fuego por cuenta de tropas de la OTAN y la liberación del suministro de bombas de racimo a Ucrania de parte de Washington, son dos ejemplos recientes de esta estrategia de la tensión. Cada día se hace más evidente que Estados Unidos no tiene interés por ahora en frenar el conflicto que ha prefabricado, que evidencia sus peligros de expandirse y que hace caminar al mundo en el filo de la navaja.

Tecnología y guerra

Se suele decir que los generales se preparan siempre para la “última guerra”, es decir, para la guerra anterior. Eso es lo que les pasó, por ejemplo, a los mandos del ejército francés entre 1918 y 1939, cuando no terminaron de asimilar las novedades que había adelantado la Gran Guerra y se atuvieron a las reglas de la guerra de sitio en que había degenerado la táctica militar durante el conflicto 14-18. Pero había, entre ellos y sus enemigos alemanes, quienes percibían la naturaleza del cambio que se avecinaba. Fueron los alemanes los que primero sacaron las conclusiones prácticas de ese conocimiento y consiguieron desarrollarlas y sobre todo aplicarlas en el campo de batalla. El por entonces coronel De Gaulle fue una “vox clamantis in deserto” por esos años entre los franceses, con su propaganda a favor de un ejército profesional y de la valorización de las fuerzas móviles y blindadas, desoída tanto por el estado mayor como por los políticos franceses, con la excepción de Paul Reynaud; mientras que su colega alemán Heinz Guderian encontró una predisposición entusiastamente favorable en Adolf Hitler.

Otros que percibieron las posibilidades que ofrecía el motor a explosión en la tierra y en el aire fueron los rusos.[ii] Mijail Tujachevsky y los oficiales soviéticos que habían forjado el ejército rojo, estaban conscientes de lo que la tecnología aportaba y lo estaban implementando cuando irrumpieron las purgas de Stalin que entre 1937 y 1938 arrasaron con el cuerpo de oficiales y desarticularon las reformas, de modo que cuando en 1941 se arribó a la prueba de fuego con los alemanes, los soviéticos padecieron una cantidad de desastres que hubieran podido haberse evitado. Mientras tanto, sin embargo, la guerra civil española suministró durante un breve lapso un escenario donde probar las armas tanto a alemanes como a rusos, permitiéndoles extraer lecciones que se aplicarían poco más tarde en el escenario inconmensurablemente más vasto de la guerra mundial.

Desde un punto de vista técnico, la guerra en Ucrania, salvando las distancias, en cierto modo está fungiendo a modo de guerra de España: un campo de maniobras real, donde se experimenta sobre elementos reales y personas de carne y hueso. El periódico inglés The Economist es un órgano prominente del sistema de mercado y un muy bien informado propalador de sus puntos de vista, pero también una fuente de datos seria. Recientemente publicó un informe, reproducido por Infobae[iii] entre nosotros, que reseña los rasgos prominentes de la actual experiencia bélica y que resumimos aproximativamente como sigue.

La guerra de Ucrania es la más grande producida en Europa desde la segunda guerra mundial y marcará la forma de entender el combate en las próximas décadas. Ha disipado cualquier ilusión acerca de que es posible hacer la guerra con pocas bajas (para el bando agresor, que siempre es el más dotado técnicamente). “Por el contrario, apunta a un nuevo tipo de guerra de alta intensidad que combina tecnología punta con matanzas a escala industrial y consumo de municiones, incluso cuando atrae a civiles, aliados y empresas privadas”. Entre los rasgos novedosos que el Economist distingue como aportes de la guerra en Ucrania, el primero es que “el campo de batalla se está volviendo transparente”. Los sensores que todo lo ven desde los satélites y las flotas de drones pueden desentrañar a una aguja en un pajar, pueden captar la señal del móvil de un general o el contorno de un tanque camuflado. Esta información puede transmitirse por satélite al soldado más raso o utilizar para apuntar la artillería y los cohetes con una precisión y a un alcance sin precedentes. Esta cualidad de la hipertransparencia significa que las guerras del futuro girarán en torno al reconocimiento. Hay que detectar al enemigo antes de que él te detecte; cegar sus sensores e interrumpir sus medios de enviar datos a través del campo de batalla, ya sea mediante ciberataques, guerra electrónica o explosivos. Las tropas deben desarrollar tácticas basadas en la movilidad, la dispersión, la ocultación y el engaño.

A pesar de toda esta parafernalia propia de la era de la inteligencia artificial, la guerra puede seguir implicando una inmensa masa física de seres humanos. Las bajas en Ucrania son altas, pues la capacidad de ver objetivos y alcanzarlos con precisión dispara el número de bajas. Esto podría estar anticipando un retorno al esquema de la guerra de sitio: en Ucrania los combatientes se están enterrando en trincheras dignas de Verdún o de Passchendaele. Rusia ha disparado 10 millones de proyectiles en un año. Ucrania pierde 10.000 drones al mes (sic The Economist).

Esto puede cambiar en algunos años. No pocos expertos vaticinan que un tercio de las fuerzas armadas avanzadas serían robóticas dentro de 19 o 15 años: habría que pensar en cazas sin pilotos y tanques sin tripulación. En el ínterin, sin embargo, hay que estar en condiciones de reponer los arsenales para prepararse ante las elevadas tasas de desgaste, crear la capacidad industrial necesaria para prepararse para fabricar material a una escala mucho mayor y, lo que es un tema mucho más sensible, garantizar que los ejércitos dispongan de la carne de cañón que requiere un conflicto que se dirime en grandes espacios.  

Por otra parte, más allá del complejo militar-industrial, la prestación de una nueva serie de empresas privadas ha demostrado ser crucial. El software ucraniano para el campo de batalla se aloja en servidores en la nube de las grandes tecnológicas del extranjero: empresas finlandesas proporcionan datos sobre objetivos y otras estadounidenses facilitan las comunicaciones por satélite. Esto puede convertirlas en objetivos de ataques virtuales o armados. Y así sucesivamente.

Como se ve, el escenario es terriblemente complejo. De todos los temas esbozados por el artículo de The Economist, uno sin embargo parece destacarse por peso propio, aunque el redactor de la nota no se haya esforzado por subrayarlo. Se trata del asunto del “cannon fodder”, del material humano gastable… ¿Están las sociedades modernas y evolucionadas (las europeas, por ejemplo) en disposición de movilizarse, sufrir horribles penurias y perder a cientos de miles y quizá millones de jóvenes en conflictos que no aprueban o por causas que no les importan o no consideran esenciales?

——————————————————————————————

[i] Erdogan sigue practicando su “expertise” de nadador entre dos aguas. Entrega drones a Kiev, se reúne con Putin, juega en la nueva configuración estratégica que se está formando en el medio oriente con Arabia Saudita, China, Irán y Rusia, ofrece sus oficios como mediador en la guerra de Ucrania y pone condiciones para respaldar el ingreso de Suecia y Finlandia en la OTAN. Además gana las elecciones. Es un jugador notable, que pilotea a su país de acuerdo a una perspectiva geoestratégica autocentrada, en un mar sembrado de tiburones más grandes que él. Toda una hazaña, pero deberá tener cuidado en que no lo devoren.

[ii] También los británicos, “padres” del tanque en la primera guerra, vieron las posibilidades de avance. Los escritos del mayor general J.F.C. Fuller fueron notables, así como los del capitán Basil Liddell Hart. Pero no tuvieron mayor eco, no porque no se percibiera su importancia, sino porque los dirigentes británicos no aceptaron hasta último momento la posibilidad de verse envueltos en otra guerra a gran escala como la del 14-18 y en consecuencia mantuvieron a su ejército de tierra dentro de proporciones relativamente reducidas.

[iii] Infobae – The Economist, del 7.07.23.

Así es como termina el imperio: no con una explosión, sino con un gemido.

por William Schryver

Las naciones miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, que consisten en los tambaleantes Amos del Imperio y su séquito de vasallos estratificados por clase, acaban de concluir una confabulación histórica en Vilnius, Lituania, capital del chihuahua alfa báltico.
En una serie de eventos sorprendentemente transparentes, pero por lo demás bastante banales, quedó inequívocamente claro que sus grandes planes para someter a Rusia al «orden basado en reglas» han quedado en nada.

Entre otras, las siguientes consecuencias se extenderán a raíz de esta realidad:

  • Rusia logrará una finaliazación decisiva de la guerra en los términos que ella dicte.
  • La OTAN se rompe como una alianza militar y se desmorona como una alianza política.
  • Alemania está en una trayectoria de convertirse en un Estado fallido y a medida que avanza, también lo hará la mezcla incoherente de hierro y arcilla de la llamada Unión Europea.
  • El gran mito de la abrumadora supremacía de los armamentos estadounidenses ha sido expuesto como poco más que una empresa boutique de escala modesta, completamente inadecuada y mal preparada para llevar a cabo una guerra industrial contra un adversario similar.

Por supuesto, muchos se opondrán inmediatamente:

“¡Pero los Estados Unidos ni siquiera ha empleado su ejército en Ucrania! Si los Estados Unidos entrara en esta guerra con su impresionante poderío aéreo y naval y su ejército «el mejor de su clase»… bueno, los rusos serían reducidos a polvo en unas pocas semanas».

Bueno, espero que la tesis nunca se ponga a prueba, porque NO terminará bien.

Ahora estoy más convencido que nunca de que las fortalezas específicas de Rusia derrotarán constantemente las fortalezas percibidas del ejército estadounidense.

Es cierto que Rusia no tiene un ejército expedicionario, pero el concepto y la constitución de las fuerzas armadas que ha construido lo hacen efectivamente imbatible en su propio vecindario.

Ha pasado poco más de un año desde que publiqué un ensayo titulado:  «The United States Could Not Win and Will Not Fight a War Against Russia». Hace poco lo revisé. No sentí el impulso de cambiar nada. De hecho, me sorprende cuánto es más apropiado ahora que hace un año. Creo que constituye un elemento esencial de comprensión en relación con las realidades geopolíticas en el trabajo en nuestro mundo alrededor del 2023.

Desde que escribí el artículo, ha habido muchos giros y vueltas en el camino de la continua guerra cuasi proxy en Ucrania, entre el rápidamente descendiente Imperio estadounidense, y una Rusia cada vez más resurgente. Pero a principios de julio de 2022, en mi opinión, se había vuelto innegablemente evidente que Rusia había destruido efectivamente el formidable ejército proxy original que el imperio había construido, entrenado y equipado parcialmente sobre la base de carne y sangre ucranianas y una colección sustancial de implementos de guerra soviéticos heredados.

Claro, todavía había restos potentes dispersos, pero se había degradado al menos un 60% en ese momento. A pesar de algunos goles en contra en el camino, los rusos lograron esto utilizando una fuerza de menos de la mitad del tamaño de la que los ucranianos desplegaron contra ellos, mientras infligían graves pérdidas de equipo y al menos una proporción de bajas de 7 a 1.

Así que la OTAN se vio obligada a subir la apuesta. Aspirando a abordar la obvia ventaja rusa en potencia de fuego, enviaron varias baterías de obuses M-777 de 155 mm a Ucrania, seguidas pronto por unas pocas docenas de lanzacohetes M-142 HIMARS.

Ambos sistemas de armas disfrutaron de un puñado de éxitos iniciales que fueron pregonados extáticamente por los medios occidentales y sus devotos discípulos en todo el mundo.

Mientras tanto, decenas de miles de jóvenes ucranianos estaban siendo entrenados en bases de la OTAN que salpican Europa y el hemisferio occidental. Fueron instruidos en el uso de equipos de la OTAN y para luchar contra los rusos de acuerdo con la doctrina del campo de combate de la OTAN.

A mediados del verano, una parte significativa de esta segunda iteración del ejército ucraniano había regresado a Ucrania, junto con cientos de vehículos de infantería de la OTAN, montañas de municiones y, quizás lo más significativo, un contingente sustancial de «voluntarios» afiliados a la OTAN de muchos países dentro de la alianza occidental, especialmente de Polonia.

Estoy convencido de que este paso de escalada convenció a los rusos de que deben comenzar inmediatamente a prepararse más plenamente para la perspectiva de que la OTAN intervenga directamente en la guerra.

Primero le dieron prioridad a aprender la mejor manera de rastrear y destruir los obuses M-777 de movilidad limitada. Y en lugar de obsesionarse, indebidamente, con apuntar a los escurridizos vehículos lanzadores HIMARS, los rusos se centraron en bloquear/falsificar electrónicamente los sensores GPS o derribar los cohetes con sus sistemas de defensa aérea de corto y mediano alcance. (Su éxito en este sentido ha sido nada menos que una revolución en los asuntos militares. No tiene precedentes en la era de la guerra aérea. Sí, algunos misiles todavía pasan, pero no muchos, y generalmente solo en ausencia o en las afueras de las áreas de cobertura de defensa aérea y ECM rusa).

Los rusos, a lo largo de principios y mediados de 2022, habían hecho avances ofensivos significativos en las regiones de Novorossiya de Kherson, Zaporizhzhia, Donetsk, Lugansk y Kharkov. Pero a medida que el verano disminuía, comenzaron a consolidar perceptiblemente toda la línea de contacto. Luego rápidamente llevaron a cabo referendos populares en todos menos en la región de Kharkov, asimilando así formalmente a los otros cuatro en la Federación Rusa.

A mediados de agosto de 2022, la AFU comenzó a avanzar contra las fuerzas rusas en las fronteras occidentales del río Dniéper, cerca de Kherson. Los rusos atacaron salvajemente los ataques iniciales, pero luego asumieron una postura de retirada táctica. Esto continuó durante muchas semanas mientras contraían metódicamente sus líneas en una cabeza de puente en la parte occidental de la ciudad de Kherson propiamente dicha, al mismo tiempo que exigían graves pérdidas a las fuerzas atacantes.

Eventualmente efectuarían una evacuación casi impecable de veinte mil soldados y prácticamente todo su equipo pesado a la orilla este del río, volarían el puente Antonovsky y luego procederían a atacar salvajemente a las tropas de las AFU en el otro lado con artillería y ataques aéreos que continuar hasta el día de hoy.

A medida que avanzaba septiembre, los ucranianos (con un número significativo de «voluntarios» afiliados a la OTAN en la vanguardia) se movieron con una fuerza aún más potente en la región de Kharkov, apuntando a las ciudades estratégicas de Kupyansk, Izyum y Kremmenaya.

Una vez más, en medio de mucho triunfalismo de los expertos occidentales, así como de una amarga recriminación y una condena hiperbólica de la 6ª columna rusa y sus acólitos, el alto mando ruso efectuó lo que observé que era una retirada de combate ordenada y bien ejecutada al otro lado del río Oskol, donde habían preparado líneas fortificadas e instalado refuerzos sustanciales.

En ese momento, la ofensiva ucraniana en la región de Kharkov alcanzó su punto álgido y cuando el otoño se convirtió en invierno y luego en primavera, cada intento de avanzar más se encontró con un rechazo decisivo.

Aunque constantemente ignorados por aquellos que elogian los «avances relámpago» de la «contraofensiva» de la AFU (FFAA ucranianas) de finales de temporada en Kharkov, las fuerzas ucranianas atacantes fueron horriblemente mutiladas entre la primera semana de septiembre y mediados de octubre, y desde entonces.

A medida que los rusos contrajeron sus líneas a posiciones mucho más defendibles, al mismo tiempo se movilizaron y comenzaron el entrenamiento intensivo de varios cientos de miles de reservistas; aumentó la producción de armamento a niveles completamente imprevistos y se instaló durante los próximos meses para librar una guerra de desgaste contra Ucrania y sus benefactores de la OTAN, incluso mientras se preparaban simultáneamente para enfrentar la posibilidad creíble de una intervención directa de la OTAN.

Dicho esto, a pesar de una postura principalmente defensiva a finales de 2022 y a principios de 2023, los rusos lanzaron una operación contra las ciudades estratégicas de Soledar y Bakhmut que pocos previeron que se convertiría en la mayor batalla en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial. «La Máquina de Picar Carne de Surovikin», eventualmente, consumiría muchas decenas de miles de las mejores tropas y equipos restantes de Ucrania.

Al final, la segunda iteración del ejército ucraniano se degradó aún más ampliamente que la primera.

El poder aéreo ucraniano se ha vuelto desde hace mucho tiempo efectivamente insignificante. Provistos de entregas ocasionales pero muy escasas de viejos aviones soviéticos de las antiguas naciones del Pacto de Varsovia, han seguido gestionando ocasionales ataques con misiles, pero el apoyo aéreo cercano ha sido inexistente.

Los ataques con misiles rusos contra la infraestructura ucraniana a principios de 2023 sirvieron para agotar rápidamente los sistemas de defensa aérea soviéticos heredados. Y todos los envíos occidentales de posibles reemplazos han demostrado ser inferiores a las antiguas existencias de Ucrania de sistemas S-300 y Buk.

A pesar de las fantásticas afirmaciones de los medios ucranianos y occidentales de más del 90% de derribos de misiles rusos, los rusos ahora atacan rutinariamente objetivos en cualquier lugar de Ucrania donde y cuando lo hagan.

Lo más debilitante de todo es que la persistente escasez de municiones se ha agudizado. Las existencias originales y complementadas de artillería de 152 mm de calibre soviético están casi agotadas. Y a pesar de que los Estados Unidos ha coordinado el envío de muchos millones de proyectiles de artillería de 155 mm de la OTAN desde todos los rincones de la vasta red global de bases del imperio y las de sus vasallos obedientes, el armario ahora está vacío.

Lo que se creía ampliamente (aunque falazmente) que era un suministro casi inagotable de equipos y municiones en los almacenes del Pentágono y sus diversos secuaces menos que soberanos en todo el mundo ha sido expuesto como totalmente inadecuado a las demandas de una guerra real.

Es un desarrollo asombroso a los ojos de muchos en el mundo.

Y, sin embargo, no debería serlo.

En mi artículo de julio de 2022, cité prominentemente el importante análisis del coronel (retirado) del ejército estadounidense Alex Vershinin sobre «The Return of Industrial Warfare», que había aparecido en RUSI un par de semanas antes. Si aún no lo has hecho, te recomiendo encarecidamente este breve pero poderoso ensayo. Todo su argumento ha sido confirmado por los acontecimientos.

Aquí, a mediados de julio de 2023, casi todo lo que hace dieciocho meses solo se veía a través de un cristal oscuro ahora es innegablemente evidente para todos los que tienen ojos para ver:

Lejos de ser masivamente desgastados, como cualquier número de generales y políticos de la OTAN comprometidos con el imperio han argumentado ridículamente desde las primeras semanas de la guerra, los rusos han empleado una economía de fuerza extremadamente impresionante para lograr sus objetivos. Para estar seguros, han sufrido pérdidas en hombres y equipos que serían muy superiores a cualquier cosa que las naciones occidentales pudieran soportar. Pero el hecho es que los rusos han infligido la proporción de bajas más desproporcionada de cualquier guerra importante en la era moderna.

Mi sentido del asunto es que el total agregado de muertes en combate rusas, de la milicia de Donbass y PMC Wagner es probablemente de veinticinco mil.

En el otro lado de la línea, las muertes en combate ucranianas ahora están casi seguramente en el rango de 250 mil a 350 mil, al menos 20 mil de ese total que ocurren solo desde la primera semana de junio.

La tercera iteración del ejército ucraniano, equipado predominantemente con blindados, artillería y municiones importadas de la OTAN, se ha hecho trizas en el transcurso de las seis semanas anteriores de su última ofensiva. Es muy probable que la AFU haya estado manejando su escasa reserva restante de equipos y municiones de la OTAN para una última «carga de los condenados», pero de lo contrario se juega el potencial ofensivo ucraniano, y no habrá una cuarta iteración de un ejército ucraniano para enfrentar a los rusos en el campo.

Mientras tanto, más de cuatrocientos mil reservas rusas no comprometidas están esperando para ser liberadas. Con la producción industrial militar rusa ahora en marcha, estas tropas están mejor equipadas que cualquiera que haya participado en este conflicto.

La fuerza aérea rusa ha recibido un número sustancial de nuevos fuselajes de la línea de producción. Los helicópteros de ataque deambulan por el campo de batalla con casi total impunidad. El suministro ruso de drones de ataque, misiles de crucero y misiles supersónicos lanzados desde el aire parece satisfacer todas sus demandas en el campo de batalla. Su hasta ahora modesto despliegue de misiles hipersónicos ha demostrado que son armas extremadamente potentes que desafían los intentos de las anticuadas defensas aéreas occidentales de prohibirlos.

Esta guerra es una causa perdida para el imperio y sus desventurados aliados en Europa y en todo el mundo. Y esa, por supuesto, es la conclusión inevitable que finalmente ha logrado filtrarse en los cráneos densos de los diversos participantes en la reciente cumbre de la OTAN en Lituania.

Los Maestros del Imperio ahora se enfrentan a un escenario sin salida. Deben abandonar su táctica fallida en Ucrania -e inexorablemente, en los próximos años, ceder a las demandas maximalistas rusas con respecto al retroceso de la OTAN a sus fronteras anteriores a 1997- o bien ceder al loco impulso de un intento inútil de subyugar a Rusia por la fuerza de las armas en forma de intervención directa de Estados Unidos / OTAN en esta guerra.

De cualquier manera, el declive del imperio se acelerará radicalmente; la OTAN dejará casi inmediatamente de funcionar como una alianza militar/política creíble; la UE se disolverá como una «unión» monetaria/política; La desaparición del sistema global del dólar ganará impulso rápidamente.

Y aunque muchos, si no la mayoría, encuentran risible la afirmación de que estas cosas podrían suceder en cualquier cosa como el corto o mediano plazo (2 a 5 años), espero cada vez más que se demuestre que están catastróficamente equivocadas.

Traducción: Carlos Pissolito

Fuente original:

https://imetatronink.substack.com/p/the-jig-is-up?utm_source=post-email-title&publication_id=1085164&post_id=134786720&isFreemail=true&utm_medium=email

traduccion:

https://espacioestrategico.blogspot.com/2023/07/se-descubrio-la-trampa.html

Los líderes occidentales debaten sobre una eventual incorporación de Ucrania a la alianza o “garantías de seguridad” que involucrarían al bloque en un enfrentamiento directo con Rusia

Por Eduardo J. Vior (*)
analista internacional

El próximo martes y miércoles los jefes de Estado y de gobierno de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se reúnen en Vilna, capital de Lituania. El tema dominante en su agenda es la eventual incorporación de Ucrania a la organización. Hay voces a favor y otras en contra, pero lo que llama la atención es cuán despreocupadamente se trata una cuestión que, si se resuelve mal, puede poner al mayor bloque militar de la historia en un conflicto directo (ya no por interpósitos actores) con la mayor potencia atómica del mundo en el que se jugaría la existencia misma de la humanidad.

El Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, inició el domingo en Londres su viaje por tres países europeos. Este lunes se reúne con el Primer Ministro británico, Rishi Sunak, tras lo cual visitará al Rey Carlos en el Castillo de Windsor. Se espera que las conversaciones con el monarca incluyan iniciativas sobre el clima. El lunes por la noche, en tanto, el presidente viaja a Vilna, capital de Lituania, para participar los días 11 y 12 de junio en la conferencia cumbre de la OTAN. Se espera que en la agenda se trate la eventual incorporación de Kiev a la alianza, así como el intento de Suecia en el mismo sentido, hasta ahora bloqueado por Turquía. Tras su viaje a Lituania, Biden se dirigirá a Finlandia, el miembro más reciente del bloque militar occidental.

Entre tanto, en una entrevista con Fared Zacaria, periodista estrella de CNN, el mandatario dijo que “No creo que haya unanimidad entre los miembros sobre si incorporar o no a Ucrania a la OTAN ahora”. Biden añadió que “llevará un tiempo” hasta que Ucrania se convierta en miembro de la OTAN. Sin embargo, el jefe de Estado declaró que Washington podría proporcionar a Kiev un apoyo similar al que presta a Israel hasta que Ucrania se incorpore a la OTAN. Dijo que esto implica “proporcionarles el armamento que necesitan, la capacidad de defenderse”. Más importante aún serían las garantías de seguridad que ese status conllevaría. Washington se comprometería a defender a Kiev en cualquier circunstancia, o sea que le daría carta blanca para atacar territorio ruso como Tel Aviv hace con Siria y Líbano.

Ya en un tramo anterior del reportaje Biden defendió la entrega de bombas de racimo a su aliado en el Dniéper. Según dijo, el proporcionar a Ucrania municiones de racimo fue una “decisión difícil”, pero que finalmente se convenció de enviar las controvertidas armas porque Kiev necesita municiones en su contraofensiva contra Rusia.

La Casa Blanca anunció el viernes que el presidente había aprobado la transferencia a Ucrania de ese tipo de armas prohibidas por más de cien países (aunque no por Rusia y EE.UU.). Se trata del último de muchos casos en los que EE.UU. ha proporcionado a Kiev armas que previamente había rehusado.

Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, Dmitri Kuleba, manifestó el pasado sábado que la OTAN acordó “importantes decisiones” sobre Ucrania. “Como resultado de la cumbre en Vilna nuestro camino hacia la alianza será definitivamente más corto. Se trata de un resultado muy importante, del que se nos dijo, como en muchos otros casos, que no se produciría, pero lo logramos junto con nuestros socios más cercanos“, escribió el canciller en su cuenta de Threads (red social propiedad de Meta).

A su vez, también el presidente de Francia, Emmanuel Macron, abandonó su antigua oposición a la ampliación de la Alianza Atlántica y ahora está intentando “acelerar la expansión tanto de la OTAN como de la Unión Europea hacia el este, abriendo el camino a la adhesión de Ucrania”, reportó este sábado Bloomberg. El medio citó declaraciones del mandatario francés en una conferencia en Bratislava (Eslovaquia) el 31 de mayo, que hasta ahora habían pasado desapercibidas, en las que sostuvo que “la cuestión no es si debemos ampliarnos o no, sino cómo debemos hacerlo”, afirmó entonces Macron.

Por el contrario, Alemania abogará por retrasar la adhesión de Ucrania a la OTAN por temor a que el ingreso inmediato pueda provocar una guerra con Rusia, informó también este sábado The Telegraph. Una fuente citada por el diario señaló que Alemania “se muestra reticente ante la perspectiva de ofrecer la adhesión inmediata” y “quiere un proceso y tiempo para desarrollar garantías para bloquear esencialmente el ingreso”.

Según la fuente, Berlín no quiere que los líderes rusos “pongan potencialmente a prueba el artículo 5º de la Carta de Defensa Colectiva de la OTAN, que indica que cualquier Estado miembro atacado desde el exterior tiene derecho a solicitar la intervención militar del resto de los aliados.

En realidad, es al revés: si Rusia quisiera desafiar a la alianza, ya lo habría hecho. En Ucrania no sólo luchan mercenarios de muchos países, sino también oficiales en servicio de las fuerzas especiales de numerosos países miembros de la OTAN. El Kremlin podría haber constatado que existe una intervención formal del bloque occidental a favor de Ucrania y haber atacado objetivos en Rumania, Polonia o los países bálticos. Sin embargo, no lo hizo, porque no tiene interés en escalar el conflicto. Quien tiene interés en hacerlo es el liderazgo ucraniano, para de ese modo involucrar a sus aliados en una guerra mayor contra Rusia. Nadie piensa seriamente que Kiev pueda derrotar a Moscú, no importa cuán grande sea la ayuda militar que reciba. Para Zelensky y su grupo, entonces, la única salida posible es la fuga hacia adelante.

Resulta, pues, extraño que, ante tal cuadro de situación, el liderazgo occidental insista en aumentar su compromiso con Ucrania. La no incorporación formal a la alianza sería una solución solamente, si al mismo tiempo, por los discretos canales de diálogo existentes, Occidente diera a Rusia garantías formales de que controlará efectivamente al gobierno ucraniano, para que no escale la guerra. Si no lo hace y, como propone Biden, le da “garantías de seguridad” similares a las otorgadas hace ya tiempo a Israel, en realidad lo estará empujando a agudizar y ampliar el conflicto.

¿Piensan los estrategas occidentales que Moscú va a retroceder ante una mayor presión? Si es así, no entienden que, en Ucrania, Rusia se está jugando la existencia. Si resulta derrotada, se producirán conmociones internas similares a las de 1917, el gobierno caerá y el territorio del país más grande del mundo será fracturado por sus adversarios en un sinnúmero de republiquetas sin chances de sobrevivir. Ante este panorama, ningún líder ruso sensato puede recular. Sus pares occidentales deberían saberlo y no empujarlos contra la pared.

¿Qué o quién impulsa a los líderes occidentales para que vayan derribando una tras otra todas las barreras que impedían llegar a la catástrofe nuclear? ¿Ha desaparecido la cordura de sus gobiernos, cancillerías y estados mayores? Como cantaba Bob Dylan, “la respuesta está flotando en el viento”.

(*) Articulo difundido por la Agencia TELAM el autor autoriza su difusion en Dossier Geopolitico

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Dossier Geopolitico

Por M. K. BHADRAKUMAR indian punchline 9 de Julio 2023

A veces, uno desearía que Winston Churchill también hubiera dejado una cita perenne con respecto a la diplomacia rusa, similar a su épica sobre la política rusa, que sigue siendo imbatible   : “Las intrigas políticas del Kremlin son comparables a una pelea de bulldogs debajo de una alfombra. Un forastero solo escucha los gruñidos, y cuando ve que los huesos salen volando de debajo, es obvio quién ganó”. 

El desafío del jefe renegado de Wagner, Yevgeny Prigozhin, al régimen en Rusia aparentemente se ha convertido en una pelea de bulldogs. Lo último que escuchamos es que el oligarca está de vuelta en Rusia y posiblemente se dirige a Moscú. Los locuaces comentaristas rusos se han callado. 

Esto coincide, extrañamente, con una revelación sensacional de NBC News sobre la diplomacia Track-2 entre los estadounidenses y los rusos sobre la guerra de Ucrania. La filtración de los medios en Washington coincidió con una declaración conciliadora del Kremlin de que Moscú está abierto a un intercambio de prisioneros que involucra al periodista del Wall Street Journal, Evan Gershkovich. Las autoridades rusas permitieron que el embajador estadounidense visitara a Gershkovich en la prisión por primera vez el viernes. 

El asesor de seguridad nacional de EE. UU., Jake Sullivan, respondió desde entonces que “estamos preparados para hacer cosas difíciles para que nuestros ciudadanos regresen a casa, incluido llevar a Evan a casa”. Los intercambios de prisioneros crearon tradicionalmente una sensación de «sentirse bien» en la relación ruso-estadounidense y proporcionaron un entorno para realizar transacciones comerciales serias.

Pero la retórica rusa sigue caliente. Inmediatamente después de las acciones de Prigozhin, el 27 de junio, un antiguo experto del Kremlin, el profesor Sergey Karaganov, presidente honorario del Consejo de Política Exterior y de Defensa de Rusia, escribió un artículo provocador titulado Una decisión difícil pero necesaria en Rusia en asuntos globales, argumentando que lo mejor ¡La forma de obligar a Occidente a retroceder será que Moscú restablezca el miedo a la escalada atómica!   Karaganov tiene una mente dialéctica, como lo atestiguaría cualquiera que lo haya conocido. 

Por otro lado, una semana después, Ivan Timofeev, una estrella en ascenso entre los expertos en política exterior vinculados al Kremlin, intervino para moderar las escalofriantes palabras de Karaganov. En un artículo presentado por RT, financiado por el Kremlin, titulado  Por qué Rusia y EE. UU. nunca volverán al estado de cosas anterior a 2022 , Timofeev recordó que si la crisis actual en las relaciones entre Rusia y EE. atribuirse principalmente a la «diplomacia activa de Vladimir Putin para construir relaciones constructivas con los EE. UU. y la UE en todos los frentes», que se basó en su esperanza de que «el área de la ex URSS siguiera siendo un campo neutral de cooperación». La esperanza de Putin se desvaneció cuando “gradualmente quedó claro que habría cada vez menos inclusión (por parte de Occidente) hacia Rusia”. 

Sin embargo, lo que dejó sin aliento es un artículo del 2 de julio en el diario del gobierno ruso Rossiyskaya Gazeta, titulado La era de la confrontación, escrito nada menos que por Dmitry Medvedev, ex presidente y vicepresidente del Consejo de Seguridad (Politburó postsoviético). ) Medvedev es cualquier cosa menos un hombre unidimensional, como lo demostraron su presidencia y su amable trato con los líderes occidentales. Medvedev concluyó su ensayo de la siguiente manera: 

“De hecho, estamos dispuestos a buscar compromisos razonables, como ha dicho repetidamente el presidente de Rusia. Son posibles, pero con la comprensión de varios puntos fundamentales. En primer lugar, nuestros intereses deben tenerse en cuenta al máximo: no debe haber más anti-Rusia en principio, de lo contrario todo terminará muy mal tarde o temprano. El régimen nazi de Kiev debe ser aniquilado… Qué lo reemplazará, no lo sabemos, así como qué quedará de la antigua Independiente (Ucrania). Pero Occidente tendrá que aceptar esto.

“En segundo lugar, todos los resultados obtenidos con tanto esfuerzo de la confrontación total deben consolidarse en un nuevo documento como el Acta de Helsinki (1975)… En tercer lugar, es probable que se requiera una cuidadosa reunión de la ONU y otras organizaciones internacionales. Sólo es posible con pleno respeto a los derechos de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad…”

La señal del ensayo de Medvedev es que el estado de ánimo ruso está cambiando salvajemente. Parece haber tirones y contratiros de los grupos de interés. El factor «X» de hoy es hasta qué punto el asunto Prigozhin afectará el cambio de humor. (Sullivan dio una respuesta intrigante cuando se le preguntó al respecto el viernes: “Con respecto a la pregunta de si las acciones recientes de Prigozhin y las consecuencias de eso crean nuevas aperturas u oportunidades: no puedo decir que lo haya percibido directamente, pero , por supuesto, esta es una historia que se sigue escribiendo día a día, así que habrá que ver cómo siguen las cosas en Moscú”.

Diplomacia vía 2 

Según la divulgación de NBC News , el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, se reunió con un grupo de ex altos funcionarios de seguridad nacional de EE. UU. en abril en Nueva York durante varias horas “con el objetivo de sentar las bases para las negociaciones para poner fin a la guerra en Ucrania”. 

El informe decía: “En la agenda estaban algunos de los temas más espinosos de la guerra en Ucrania, como el destino del territorio controlado por Rusia que Ucrania quizás nunca pueda liberar y la búsqueda de una rampa de salida diplomática difícil de alcanzar que podría ser tolerable. a ambos lados… las discusiones han tenido lugar con el conocimiento de la administración de Biden pero no bajo su dirección”.

Quizá con la mirada puesta en la audiencia nacional, Jake Sullivan, mientras confirmaba la reunión de Lavrov en Nueva York, añadió la advertencia de que la “reunión no contó con la participación del gobierno de los Estados Unidos. El gobierno de Estados Unidos no pasó mensajes a través de esa reunión. El gobierno de los Estados Unidos no buscó buscar la diplomacia, directa, indirecta o de otra manera, a través de esa reunión, punto”. 

La sesión informativa de Sullivan en la Casa Blanca el viernes antes del viaje de Biden a Europa para asistir a la cumbre de la OTAN (del 11 al 12 de julio) en Vilnius fue perceptiblemente «diplomática» tanto en tono como en contenido, destacando que la cumbre no «será un hito, sino Ucrania aún tiene que dar más pasos antes de ingresar en la OTAN”. 

Sobre las garantías de seguridad de la OTAN para Ucrania, Sullivan respondió: “No creo que Vilnius vaya a ser el lugar donde escribiremos la historia final. Continuará evolucionando a medida que avanzamos”. Esencialmente, Sullivan señaló que el presidente Biden aún debe desarrollar   un pensamiento que transmitió durante una entrevista en la Casa Blanca con Fareed Zakaria de CNN el viernes (que se transmitirá hoy). 

A partir de los detalles disponibles, Biden aparentemente dejó en claro que Ucrania está lejos de estar lista para ser miembro de la OTAN; ni hay unanimidad entre los aliados de la OTAN sobre si incorporar o no a Ucrania en la familia en medio de una guerra. Biden reflexionó que incluso cuando Ucrania califica para ser miembro de la OTAN, lo cual es un proceso largo en sí mismo, una de las cosas que EE. UU. puede hacer es brindar seguridad a Ucrania para defenderse, como lo hace con Israel, es decir, “si si hay un acuerdo de paz, si hay un cese al fuego, si hay un acuerdo de paz”.

Estados Unidos se encuentra en un dilema, ya que la ofensiva ucraniana en la que se depositaron tantas esperanzas no logró despegar. El ejército ruso ha frustrado con éxito los ataques ucranianos, causando muchas bajas. En ningún momento durante la ofensiva de un mes, las fuerzas ucranianas pudieron acercarse a las fortificaciones rusas en capas. Alrededor de 20.000 soldados ucranianos han muerto hasta el momento y una parte significativa del armamento que Kiev recibió de Occidente ha sido destruida. 

Cientos de miles de soldados rusos con enormes cantidades de armaduras se han posicionado al otro lado de la frontera con Ucrania, listos para una ofensiva masiva. Una gran concentración de tropas rusas cerca de la región norte de Kharkov es siniestra. En efecto, no hay nada que impida que Moscú venza al ejército ucraniano y cree nuevos hechos sobre el terreno. 

Eso puede explicar las palabras tranquilizadoras de Sullivan en la conferencia de prensa: “El presidente ha sido muy claro desde el comienzo de este conflicto sobre dos cosas que han sido inquebrantables. Primero, Estados Unidos no va a la guerra con Rusia en Ucrania. Y segundo, Estados Unidos no está proporcionando armas a Ucrania para atacar a Rusia. No alentamos ni permitimos ataques en territorio ruso desde Ucrania… (estos) “dos preceptos fundamentales han sido ciertos desde el principio, siguen siendo ciertos hoy y lo serán también mañana”.

Sin embargo, no hay consenso dentro de la alianza sobre el camino a seguir. De hecho, el desánimo se está mostrando, ya que están surgiendo recriminaciones entre los aliados de la OTAN. Biden vetó la candidatura del secretario de Defensa británico Ben Wallace como próximo secretario general de la OTAN. La línea de línea dura del Reino Unido causa inquietud en Washington.  (Ver  Biden caminará por la cuerda floja diplomática en la cumbre de la OTAN pero cada vez es más complicado,  Politico, 8 de julio de 2023)

En otros lugares, funcionarios ucranianos amargados se quejan de que los han engañado. Los aliados bálticos de EE. UU. y Polonia también están en peligro, mientras que Europa occidental está cayendo en una crisis. La turbulencia en Francia puede extenderse. 

Para Biden personalmente también, las incertidumbres son muy agudas, ya que su candidatura a la reelección no está cuajada en la opinión interna y el Comité de Nominación Demócrata tiene un trabajo poco envidiable de coordinación de una estrategia para establecer una “marca de partido” ganadora. Claramente, la prioridad de Biden es, de una forma u otra, mantener la guerra de poder hasta noviembre de 2024. Lo que significa que no se debe permitir que Rusia gane la guerra y dé muerte repentina al sistema de alianzas transatlánticas; Ucrania no debería perder la guerra para que no se produzca una debacle similar a la de Afganistán; y, lo más importante, lograr todo esto sin poner “botas en el suelo” que el pueblo estadounidense nunca aprobará. 

Moscú siente que Jake Sullivan, siendo el administrador electoral de facto de Biden, tiene un papel crucial para garantizar que la guerra de Ucrania se mantenga estable. Pero entonces, las elecciones de 2024 en Rusia (en mayo) y EE. UU. (noviembre) están generando presiones, limitaciones y obligaciones comparables para ambos liderazgos. Lo cual debería haber sido algo bueno que sucediera idealmente, pero eso está lejos de ser el caso aquí. 

Sin duda, Putin puede escuchar el rugido chirriante de la opinión pública en Rusia exigiendo un impulso militar total para poner fin a la guerra en los términos de Moscú. La guerra de desgaste ha llegado a su final lógico. Esta también es una demanda clave de Prigozhin. 

FUENTE:

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Dossier Geopolitico

El presidente del Vision & Global Trends International Institute for Global Analyses, Tiberio Graziani, y el eurodiputado de Alternative for Germany (AfD) Gunnar Beck discutieron los disturbios en curso en Francia desatados por el tiroteo de un joven de 17 años de ascendencia argelina.

Los disturbios que han impactado al país y al mundo estallaron en el suburbio parisino de Nanterre el 27 de junio, después de que la policía matara a tiros a Nahel Merzouk, de 17 años, un repartidor de ascendencia argelina, durante la detención de su automóvil. El oficial que detonó el tiro fatal fue acusado de homicidio involuntario.

Desde entonces, los desmanes se han extendido por Francia, a Lyon y Marsella, e incluso a las vecinas Bélgica y Suiza. Un bombero ha muerto y cientos de policías y gendarmes han resultado heridos. El presidente Emmanuel Macron ha sido ridiculizado al culpar de la violencia a los videojuegos.

Tiberio Graziani atribuyó la situación a una serie de factores, no solo a la inmigración, sino también a la falta de integración, la historia colonial de Francia y los ataques dictados por Bruselas a los derechos de los trabajadores y jubilados, ejecutados por Macron y sus predecesores, que provocaron en los últimos años las protestas de los llamados ‘chalecos amarillos’.

«Hace años que no hay paz social en Francia», dijo Graziani. «El fenómeno de los llamados chalecos amarillos ha avergonzado a las autoridades francesas: a las protestas de los chalecos amarillos se han unido recientemente protestas contra las políticas relacionadas con la jubilación».

Gunnar Beck dijo que Francia tenía una política de inmigración «extremadamente liberal» y que una serie de gobiernos habían permitido que el problema escalara en las barriadas de inmigrantes.

«Las matemáticas demográficas se han agotado y la policía y el poder judicial francés ya no pueden contener el problema», dijo Beck. «Las poblaciones de inmigrantes son una enorme carga financiera para los contribuyentes franceses, lo que eventualmente conducirá al colapso del estado de bienestar. Francia hoy es un país mucho más violento y dividido que hace 50 o 60 años. Estos problemas solo empeorarán», estimó.

El político Eric Zemmour, líder del partido francés de derecha Reconquête (Reconquista), ha advertido: «Estamos en las primeras etapas de una guerra civil. Esta es una revuelta étnica». Beck dijo que el asalto de los alborotadores a la casa del alcalde Vincent Jeanbrun, gobernante del rico suburbio de L’Haÿ-les-Roses, en el sur de la capital francesa, en el que su esposa sufrió una fractura en la pierna, marcó una «nueva etapa» en los disturbios.

«La violencia ahora se está extendiendo desde el centro de las ciudades y las barriadas al resto de Francia. Ya nadie ni nada está a salvo», advirtió. «En otros países europeos con alta inmigración, como Alemania o Suecia, las comunidades de inmigrantes aún no han sido capaces de coordinar y ejecutar un esfuerzo tan complejo. Sin embargo, es solo una cuestión de tiempo hasta que esto suceda».

Graziani dijo que la inmigración era el «caballo de batalla» del partido de Zemmour, pero advirtió que «lo que estamos viendo en Francia en este momento podría suceder en otras partes de Europa».

“Europa en su conjunto no ha sabido entender el significado histórico de la inmigración, para gestionar el enorme flujo de inmigrantes”, subrayó el italiano.

Ambos comentaristas coincidieron en que Europa no había aprendido nada de la crisis migratoria de 2015, en la que dos millones de migrantes traficados de Oriente Medio y África se establecieron en el continente, más de la mitad de ellos en Alemania, mientras que miles más se ahogaron en el Mediterráneo.

Las políticas de los Gobiernos europeos y de la Unión Europea, con sede en Bruselas, «no han logrado gestionar, de una forma u otra, el llamado tema de la inmigración en más de 20 años», dijo Graziani. «Incluso en países considerados más democráticos y avanzados el problema de la inmigración y la integración sigue sin resolverse».

Beck dijo que solo Alemania había aceptado hasta 7,5 millones de inmigrantes no europeos solo desde 2018.

«Alemania dejará de ser un país principalmente alemán dentro de los próximos 10 a 12 años», pronosticó Beck. «Lo mismo ocurrirá en Francia y Suecia, aunque puede tardar hasta 15 años».

El asesinato policial de Nahel Merzouk ha generado comparaciones con la muerte del afroamericano George Floyd, asfixiado por un uniformado mientras se resistía al arresto por parte de la policía de Minneapolis, un episodio de brutalidad policiaca que detonó protestas y disturbios del movimiento Black Lives Matter (BLM).

¿Podría pensarse que lo que se está viendo en Francia es un equivalente europeo de BLM? «Es probable que algo análogo a la BLM suceda también en Francia, en vista del pasado colonial de este país», dijo Graziani.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Dossier Geopolitico

Por Eduardo Luque el Viejo Topo Madrid

La OTAN no quiso. El acuerdo de paz se firmó en marzo del 2022, con el título de “Tratado sobre la neutralidad permanente y garantías de seguridad de Ucrania”; contiene 18 artículos y un anexo. El documento es minucioso; se detalla desde las fuerzas militares que deberían continuar existiendo hasta su despliegue y armamento. Fue aceptado y firmado por la parte rusa y el jefe de la delegación ucraniana. Tal y como se había acordado Moscú retiró su tropas de Kiev. Inmediatamente se vio que el documento no era del agrado de Washington. Como aviso y escarmiento, uno de los negociadores principales fue asesinado por los grupos fascistas en plena capital ucraniana. El acuerdo se convirtió en papel mojado.

Este documento, un año después, fue presentado a la delegación africana que intenta mediar en el conflicto. Los líderes africanos, encabezados por el presidente sudafricano Matamela Cyril Ramaphosa, declararon su disposición a mediar entre Ucrania y Rusia.

El silencio de los medios occidentales ante estas revelaciones ha sido ensordecedor. La UE y EEUU siguen apostando por la guerra y la destrucción del estado ruso. En paralelo, el ex-secretario general de la OTAN, Rasmussen, portavoz oficioso, ha comenzado la preparación informativa de la población para la división de Ucrania. Anunció, hace pocos días, la posibilidad de traer tropas polacas al país.

Polonia ha aceptado, parece que con gusto, su papel en esta tragedia. Será la encargada de “detener a Rusia” cuando acabe la operación militar que se desarrolla en territorio ucraniano. Polonia pretende duplicar los efectivos de su ejército. Las fuerzas armadas de Polonia han puesto en marcha programas de formación de reservistas. Miles de “voluntarios” polacos han muerto en este año largo de guerra en el frente ucraniano. La militarización y preparación del ejército para una conflagración a gran escala se acelera. No es casual la orden de militarización de los servicios médicos del país. Mientras, el ejército polaco, agotadas las existencias de material bélico ruso, pretende rearmarse con armas de la OTAN. Algunos de sus oficiales no ocultan su interés por los territorios al oeste de Ucrania y zonas de Bielorrusia. Generales retirados e incluso políticos en el poder han reivindicando el enclave ruso de Kaliningrado como propio.

La OTAN se entrena para el conflicto. Las maniobras aéreas “Air Defender 23”, que culminaron el 22 de junio, han sido las mayores en la historia de esa organización (se han movilizado 10.000 efectivos con 250 aeronaves de 25 países). Su finalidad: establecer líneas de abastecimiento al ejército polaco y a las tropas en el Báltico frente a un hipotético conflicto con Rusia. Moscú reaccionó tal y como se había anunciado transfiriendo armamento nuclear a Bielorrusia. La preparación logística ya ha acabado, así como el entrenamiento de los pilotos para usar ese tipo de armamento si Minsk es atacada. El presidente del país, Aleksandr Lukashenko, lo ha dejado claro: todo está preparado.

El reparto de Ucrania en beneficio de Polonia no es una teoría nueva. Se dibujó en enero del 2022, con los llamados acuerdos de Lvov. Firmaron el memorándum los presidentes de Polonia y Lituania. El tratado persigue “brindar un poderoso apoyo militar, técnico, de defensa, humanitario y de otro tipo a Ucrania”.

La contraofensiva decide

La contraofensiva ucraniana impondrá una nueva dirección a la guerra. Zelenski viajará a Polonia para concretar el formato de una posible unión con Varsovia. Polonia actuará, nuevamente, y usando las palabras de Winston Churchill, como “la hiena de Europa”. Siempre subordinada a los intereses de otras potencias ha actuado como ariete. Su objetivo, torpedear cualquier intento futuro de la UE por alcanzar algún tipo de acuerdo con Moscú. Los pactos que se están construyendo pretenden la entrada de un Cuerpo militar compuesto por mercenarios lituano-polaco-ucranianos (LITPOLUKRCORPS) en el campo de batalla. Kiev aceptará la partición de su territorio en beneficio de Polonia como fórmula para preservar el “Estado Ucraniano” en el caso más que probable que la ofensiva fracase. La nueva brigada lituano-polaca-ucraniana (Lublin) se vertebraría dentro del ejército polaco (LPUK). La excusa para su despliegue transfronterizo sería su necesidad para el “mantenimiento de la paz”. En realidad se conseguiría que tropas de la OTAN se estacionaran cerca de la frontera con Rusia. Con este giro en el guión no sería necesario, tal y como proponían la propia Polonia o el Reino Unido, que Ucrania entrara formalmente en las estructuras de la OTAN.

La cumbre de este organismo en los primeros días de julio no ratificará la admisión como pedía Kiev. Rasmusen, un auténtico pirómano belicista, afirma ahora que será una “coalición de los dispuestos” los que intervengan de “motu propio”. Igualmente afirmó: «No puedo excluir la posibilidad de que Polonia se involucre aún más en este contexto a nivel nacional, seguido de los países bálticos, muy posiblemente, incluida la opción de enviar tropas al campo de batalla».

La operación lleva preparándose desde hace muchos meses. Aunque el momento y la decisión final dependerá de la “victoria” de la contraofensiva ucraniana, que como hemos dicho no tiene visos de progresar. Estados Unidos juega con su doble lenguaje habitual. Biden se juega parte de su  reelección en tierras ucranianas. Otra derrota como la de Afganistán casi lo enterraría electoralmente y cuestionaría los cimientos de la OTAN. La desunión dentro de la organización ha salido a la luz con el espectáculo protagonizado por los socios atlánticos en la reunión del 15 de junio. No fueron capaces de ponerse de acuerdo en el reparto presupuestario de la organización ni a qué industrias beneficiaría. Las fisuras dentro de la organización pondrían en cuestión su propia existencia si se produce la derrota ucraniana. Washington incita, por eso, a que la UE invierta más fondos en la guerra (Ursula von der Leyen ha prometido otros 50.000 millones de euros adicionales) profundizando, aún  más, la dependencia europea de Washington. EEUU lo ha dejado claro: si hay éxito habrá más apoyo, sino no lo hay, es culpa de los ucranianos. Es difícil creer que sin el soporte decidido de EEUU Polonia o Lituania se alzarían en un enfrentamiento directo con las tropas rusas.

Si a pesar de todo se produjera ese enfrentamiento sería un punto de ruptura. Sería el final de la NWO (operación especial) y el comienzo de la guerra directa entre las tropas de la OTAN y Moscú. Washington sopesa la posibilidad de una guerra localizada en territorio europeo, aunque eso implique la utilización de  armas tácticas (termonucleares). El debate entre especialistas, algunos bien situados en las dos administraciones (rusa y estadounidense), sobre el uso y la posibilidad de escalar el conflicto más allá de lo admisible está muy vivo.

El juego de la escalada

Uno de los graves problemas a los que se enfrenta Europa es la insignificancia política de su casta dirigente. Cuando comenzó la guerra las élites occidentales tenían miedo de enviar tanques modernos o misiles de medio alcance: entendían que eso representaría una provocación para el presidente ruso. Ahora esas mismas élites se comportan como un jugador de póker; la única forma de recuperar las pérdidas es aumentando la apuesta. EEUU lleva gastados más de 120.000 millones de dólares. La UE se apresta a igualar esa cifra. El resultado: la pérdida de 120.000 km2 y la destrucción de tres ejércitos completos (cuando acabe la ofensiva) a manos del ejército ruso. Esta inmensa fortuna dilapidada, esas decenas de miles de cadáveres no han cambiado para nada la situación en la guerra.

Occidente juega ahora  con la resolución de Putin para no ser arrastrado a la escalada, llevando la guerra, ahora sí, a otro nivel. EEUU puede subir la apuesta pensando que Putin no responderá con armas nucleares. Occidente ha demostrado una enorme incapacidad para analizar la realidad. Creyeron que hundirían económicamente a Rusia y se equivocaron; pensaron que el ejército ucraniano preparado y entrenado por ellos vencería al “mal armado y peor dirigido” ejército ruso y erraron. Apostaron por crear un frente interno y fracasaron. Occidente ha acumulado un enorme cúmulo de errores y se muestra incapaz de analizar y comprender lo peligroso de la situación. Han acabado, imbuidos como están de una prepotencia casi dogmática, creyendo su propia propaganda y sus propios análisis. Es esto lo que hace la situación más y más peligrosa. Mientras el senador norteamericano Lindsey Grahan está encantado de matar rusos con el dinero del tío Sam, el ministro de defensa británico James Cleverly informa que el siguiente escalón que impulsará ese país será permitir que armas inglesas ataquen en el interior de Rusia. EEUU espera que esa nueva provocación obligue a Rusia a tomar represalias directas contra Polonia o Alemania. La guerra en territorio europeo, que añora la Rand Corporation, se haría realidad.

FUENTE: el Viejo TTopo https://www.elviejotopo.com/topoexpress/se-acerca-el-final-de-la-operacion-especial/

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Dossier Geopolitico

¿Cuál fue el plan de Prigozhin? PUTIN ESTÁ PERDIENDO en Irak

En otra clase de los días viernes el Analista Internacional español Francisco Javier Martinez entrevistado por el Periodista Roberto de la Madrid para su galardonado programa Detrás de la Razón

El Presidente de EEUU Joe Biden afirma que Vladimir Putin se ha convertido en un Looser, pero mas allá de Biden analicemos a fondo cuales son las piezas del rompecabezas que nos indican por donde va y de qué va está guerra sangrienta que cobra cientos de miles de vidas.. 

VIDEO:

Por Hernando Kleimans Publicado en TÉLAM, el autor autoriza su publicación en Dossier Geopolitico 

Hace exactamente un siglo Carlos Gardel interpretó el tango de Esteban Celedonio Flores “Mano a mano” y le dio su pasaporte a la inmortalidad. La letra observa que el destinatario tiene “el mate lleno de infelices ilusiones” y recomienda que, para el caso en que haya alguna “deuda chica”, se la cargue “en la cuenta del otario” que tenga.

Según cálculos de destacados expertos militares rusos, entre ellos mi querido amigo Víktor Litovkin, desde febrero de 2022 hasta el día de hoy, los países de la OTAN y sus pocos aliados-vasallos erogaron en la epopeya de Kíev… 160.000.000.000 millones de dólares. Como es de esperar, aguardan el correspondiente beneficio de esta erogación.

Otarios.

Según datos unificados del Ministerio de Economía, el Servicio Estatal de Estadísticas y la Unión de Panaderos de Ucrania, el país 404 (como lo bautizó Dmitrii Medviédev, vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, parodiando el código de “desaparecido” de Internet) perdió desde 2022 la tercera parte de la población y la tercera parte de su economía.

El informe acusa para 2022 una caída del 30,4% del PIB. La producción industrial se derrumbó en un 40%. La inflación en alimentos alcanzó el 37%. La inflación general fue del 27%.

En el territorio controlado por el régimen de Kíev se han quedado a vivir 24 millones de habitantes. En 1991 eran 52 millones. En 2021 eran 35 millones. Está pendiente indica que mucho antes del conflicto armado con Rusia, Ucrania sufría un impresionante éxodo de población motivado por el desenfrenado y aberrante dominio de los grupos neonazis.

En los próximos cuatro años, la Unión Europea le asignará a Ucrania 50.000 millones de euros en forma de crédito para pagar sueldos y jubilaciones, y también para restaurar la economía del país. Reuters, citando al Banco Mundial, informó que para esa restauración hacen falta no menos de 365.000 millones de euros: tres veces el PIB ucraniano.

Créditos… con planes de amortización que nosotros conocemos a la perfección. Con condiciones estrictas de cumplimiento en medio de la apabullante corrupción del país, ya señalada por la atribulada Úrsula von der Layen, titular de la Comisión Europea y descendiente de inversores alemanes en la economía de la Rusia zarista.

Entonces, ¿quién le va a pagar a los países de la OTAN, al FMI, al Banco Mundial, a los organismos europeos y a los demás aliados-vasallos?

Lo cierto es, que salvo por el negocio financiero, si su condición de ariete antirruso defecciona, ni la UE ni la OTAN necesitan de Ucrania. Un país muy pobre que por su propia necesidad puede reforzar demasiado la incidencia de Polonia en Europa (Varsovia soporta casi cuatro millones de refugiados ucranianos), con lo que queda amenazada la hegemonía alemana y, por supuesto, toda la estructura de seguridad occidental.

Como corresponde a cualquier respetable financista, los aportantes quieren ver cómo será el retorno y por ello, están tomando en sus manos definitivamente la conducción del repago. No confían en absoluto en el régimen del comediante de Kíev. Hasta ahora, todo lo prometido fue en el exacto estilo del “furbo” descrito por el inolvidable Roberto Arlt.

El “furbo”, dice Arlt en sus “Aguafuertes”, es quien quebranta todas las leyes sin peligro de que éstas se vuelvan en su contra. El “furbo” embauca, defrauda y saquea al “ingenuo” cliente que, llevado por su desmedida ambición, se mete de cabeza en un lío, permite que lo saqueen y termina consolado por su propio estafador.

La mentada contraofensiva de Kíev sólo sirvió para convertirse en otra “picadora de carne” como Artiómovsk. En esa picadora no sólo se inmolaron los miles de entrenados en Inglaterra o en los Estados Unidos, sino también otros miles de infortunados movilizados pescados en las calles de Kíev o Lvov, en medio de la creciente resistencia de familiares y vecinos. En esa picadora ardieron hasta convertirse en ceniza miles de millones de dólares gastados en “Leopard”, “Bradley” “César” o cualquier otra técnica militar de la OTAN. “Arden muy bien”, dijo Putin

Como todo inversor bien instruido, cuando el bloque anglosajón vio peligrar el retorno de sus inversiones acudió al viejo recurso de las provocaciones, del golpe de estado, tan bien conocido por todos nuestros países. “The Washington Post” y el propio “New York Times” rescataron confesiones de la CIA, que admitió conocer desde hace un par de semanas la decisión de Evguenii Prigozhin, el millonario propietario de la compañía militar privada “Wagner” (“W”), de acordar con Kíev la entrega de posiciones y organizar un motín contra el gobierno ruso. 

“W” fue la única organización militar privada que no firmó los nuevos contratos con el Ministerio de Defensa ruso

…que a cambio de institucionalizar la existencia de contratados y voluntarios (son más de cien mil en el frente), disponen la total subordinación a la conducción militar oficial. Prigozhin hizo saber tras las líneas que él no firmaría eso y mantendría la autonomía de su compañía. La irritación del empresario había crecido cuando el Ministerio de Defensa le negó más abastecimiento, armas y municiones. En pleno y sangriento combate en Artiómovsk amenazó con abandonar la línea de combate y retirarse. De inmediato, el gobierno desplazó allí a los combatientes regulares del líder checheno Ramzán Kadyrov. Las amenazas de Prigozhin quedaron en la nada.

Pero el pico del enfrentamiento se produjo cuando el rencor provocado en Prigozhin por diversos fracasos comerciales, explotó ante la negativa de las autoridades petersburguesas a entregarle un importante terreno en pleno centro de la ciudad. La abrupta reacción fue levantar campamento y amotinarse. Esta decisión fue transmitida de inmediato donde correspondía…

También sabemos lo que significa “conocer” para la CIA y el Departamento de Estado… Según el “NYT”, sus agentes y funcionarios resolvieron no publicar estos datos por cuanto, señala el diario, “no querían ayudar a las autoridades rusas”.

Alexandr Vucic, presidente de Serbia, declaró al aire de la TV Pink de Belgrado, que consideraba indudable la participación y respaldo extranjeros del motín de “W”. Fue muy significativo: “No quiero decir quién participó en esto desde afuera, pero ni lo duden que así fue, ninguna duda”.

Este lunes, el canciller ruso Serguéi Lavrov anunció que los “servicios especiales” rusos ya trabajan en dilucidar si los servicios de inteligencia ucraniano y occidentales estuvieron directamente implicados en el motín de Prigozhin.

Así que el “gran hermano” de Washington ordenó a sus dependientes de Kíev respaldar la decisión de Prigozhin, este petersburgués dueño de restaurantes y cadenas de comida rápida, con servicio de catering para el Kremlin y otros organismos estatales rusos. En su lujoso barco-restaurante, Putin y algunos de sus pares extranjeros compartieron recepciones y agasajos.

El levantamiento de “W” se produjo en el exacto momento en que todos los ataques ucranianos eran destrozados por la artillería y la aviación rusas y cuando comenzaban los primeros avances rusos sobre las posiciones de Kíev. 

Sin advertencia alguna y sin contar con el acuerdo con sus propios comandantes, Prigozhin anuncia su “marcha a Moscú”.

Durante todo ese día los grandes medios occidentales se atragantaron de excitación. El motín no fue un arranque de impromptu. Fue fríamente planeado: comenzó en la noche del viernes, cuando toda Rusia se cierra por el fin de semana. En cambio, en Occidente el día laboral estaba a pleno. La campaña propagandística se lanzó de inmediato al combate.

“Insurrección en Rusia”, “Alzamiento contra Putin”, “Los tanques de ‘Wagner’ marchan sobre Moscú”, “Rusia al borde del abismo”, fueron algunas de las portadas en los grandes medios. 

Los de “W”, hasta entonces sanguinarios asesinos, se convirtieron de pronto en “insurrectos”, siguiendo el conocido calco: así denomina el bloque anglosajón a los “correctos” amotinados que se lanzan contra el “incorrecto” poder.

El sábado 24 de junio podría haber quedado marcado como uno de los más trágicos en la historia de Rusia. Algo que en la milenaria historia del país ha sido una peligrosa y sangrienta constante. La última vez, hace cien años, el enfrentamiento interno desencadenó una guerra civil que se cobró millones de vidas y la destrucción del país.

Esta vez, quien encabezaba el motín era un aventurero que pretendió jugar un papel decisivo en la política interna rusa. En la práctica, todas las grandes ciudades rusas (casi 20) tienen oficinas de reclutamiento de “W”, combinadas con centros comerciales. En este territorio de presencia se asentó la intención desestabilizadora de Prigozhin.

A juzgar por la celeridad y coordinación de movimientos de los efectivos de “W” que siguieron a su propietario, la acción fue bien coordinada de antemano.

El alzamiento fue recibido con algarabía en algunas capitales occidentales. El inefable Joseph Borrell, titular de la diplomacia de la UE, anticipó que “hay que desarrollar una nueva estrategia ante esta inestabilidad en Rusia”.

El presidente francés Emmanuel Macron subrayó que lo principal que mostraba el motín era “la fractura, la fragilidad del régimen y el ejército (rusos), su debilidad, y esta fragilidad, esta debilidad justifica por completo nuestras acciones en la continuidad del esfuerzo bélico de Ucrania”. Es el mismo Macron que hace unos días le rogó al presidente sudafricano Cyril Ramaphosa que le permita asistir a la cumbre del BRICS que se cumplirá en agosto próximo en Johannesburgo.

En realidad, sólo 5.000 de los 25.000 efectivos de “W” acompañaron a su propietario.

Como era de esperar y rodeado por efectivos regulares chechenos y de las tropas de asalto rusas, rechazado por la aplastante mayoría de la opinión pública rusa, a la que los promotores de esta aventura suponían sublevar contra la “dictadura del Kremlin”, el “cocinero de Putin” abandonó sus seguidores y, con permiso de Moscú y de Minsk, se refugió en la Bielorrusia del presidente Alexandr Lukashenko. Su “viejo” amigo, en plena coincidencia con Putin, le abrió la única oportunidad de evitar un desenlace fatal. Por ahora…

Los integrantes de “W” no serán represaliados, según el gobierno ruso, ya que son héroes de guerra. Se les ofreció integrarse a las fuerzas regulares firmando el correspondiente contrato con el Ministerio de Defensa, o desmovilizarse.

El fracaso de Prigozhin provocó el furor de sus clientes de Kíev, quienes lo acusaron de “impotente”, “cobarde” y “traidor”. No era para menos. La neutralización de este motín, sin disparar un tiro y sin apresar a ningún soldado “W”, fue un enorme balde de agua fría que pone a los “estrategas” de la calle Bankovkaia ante el feo rostro de la derrota y, con toda franqueza, de su propia “neutralización”…

Entonces, los “insurrectos” de “W” volvieron a convertirse en temidos y sanguinarios terroristas. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg advirtió que la alianza atlántica observa atentamente la situación en torno a “W” y la información sobre su “potencial reubicación en Belarús”, afirmando que la OTAN está “lista para una rápida reacción”, en el caso de que así sea…

Por su parte, Mathew Miller, representante oficial del Departamento de Estado, afirmó que Washington quisiera que “el grupo ‘Wagner’ sea disuelto y liquidar su acción en todo el mundo”. John Kirby, coordinador de comunicaciones estratégicas en el Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, tras anunciar que pedirá la extradición de Prigozhin, afirmó que “trabajamos en obligar a ‘Wagner’ a responder por sus actos. Continuamos adoptando medidas para limitar su capacidad de sembrar el caos”.

Pese a desencadenar una desenfrenada campaña mediática que intenta poner a Putin como el derrotado por este episodio, y al gobierno ruso como impotente para frenar la insurrección popular contra la “tiranía”,

..el bloque anglosajón y sus aliados-vasallos han iniciado una silenciosa campaña para lograr un tratado de paz, antes de que Rusia termine de rescatar sus históricos territorios de “Pequeña Rusia”, el actual Donbass. 

La cumbre de la OTAN el 11 y 12 de julio en Vilnius, capital de Lituania, uno de los pequeños países bálticos, no sólo no se apresta a satisfacer el reclamo de inmediato ingreso de Ucrania, sino que tras declamar su “irrestricto” apoyo al gobierno del comediante Volodomir Zelensky, relega la admisión “luego de finalizar el conflicto bélico con Rusia”, según prometió el canciller alemán Otto Scholtz. El propio presidente norteamericano Joe Biden declaró a los periodistas que Ucrania por ahora no alcanza el nivel de la OTAN. Al anciano habitante de la Casa Blanca no le gusta el nivel de corrupción de Kíev, algo a lo que él y su hijo, el “casto” Hunter, han contribuido poderosamente con sus negociados en el tránsito de gas desde Rusia a Europa.

Ahora los líderes otanistas apresuran la aceptación de Kíev a negociar la paz antes que sea tarde.

La base de esta negociación sigue siendo la propuesta por Elon Musk hace ya un año: 1) Crimea es rusa; 2) Ucrania es declarada estado neutral fuera de bloques; 3) se respeta la decisión soberana de las repúblicas del Donbass y las regiones del sur de Ucrania, que se pronunciaron por reunirse con Rusia.

Con mayores o menores coincidencias, esta plataforma es compartida por El Vaticano, los países africanos, Egipto, Indonesia, Turquía, los países árabes, sus colegas BRICS (China, la India, Brasil, Sudáfrica), Irán, etc. En suma, la aplastante mayoría del resto del mundo multipolar. En cualquier caso, todos ellos se mostraron solidarios con Rusia en este episodio. Celso Amorim, consejero en relaciones internacionales del presidente brasileño Lula, fue categórico: “estamos interesados en que la situación en la Federación Rusa se normalice. Nadie está interesado en la debilitación de Rusia”.

En Copenhague acaba de realizarse una secreta reunión entre representantes de estos países y de la OTAN, para terminar de definir los lineamientos del acuerdo a presentarle a Kíev. Es muy probable que en la residencia de la calle Bánkovkaia, además de desazón y furia, impere el desencanto. 

En marzo de 2022 un texto similar fue refrendado en Estambul durante las únicas reuniones directas que se desarrollaron entre Ucrania y Rusia. Ese acuerdo fue terminantemente rechazado por la OTAN (en especial Washington) y algunos de los ucranianos firmantes fueron cuidadosamente exterminados.

El texto refrendado de ese acuerdo fue exhibido por Putin a los integrantes de la misión africana de paz (algo inédito en el continente africano) que recientemente lo visitaron para interceder por el fin del enfrentamiento bélico. Mientras en Kíev estos líderes africanos fueron sometidos a una absurda provocación (se activó una falsa alarma antiaérea y fueron obligados a refugiarse en el hotel interrumpiendo la reunión con Zelensky), en Moscú Putin reiteró la absoluta disposición de su gobierno a entablar negociaciones de paz.

El canal alemán de televisión ARD afirmó que las “negociaciones oficiales de paz” por Ucrania pueden iniciarse ya en julio. Esta decisión se habría tomado en la reunión supersecreta de alto nivel en Copenhague entre Jack Sullivan, consejero de seguridad nacional del presidente Biden, y representantes de los países BRICS.

Las fuentes indicaron que en la reunión se discutieron de modo informal los principios de un posible acuerdo de paz sin condicionamientos, aunque también reconocieron que no se esperan resultados concretos del encuentro. Kíev prohibió por decreto negociar con Rusia y sólo acepta un acuerdo sobre la base de sus condiciones, que implican retrotraer un status quo hasta 1991, cuando Ucrania, Rusia y Bielorrusia resolvieron el colapso de la URSS. Algo que este Moscú de 2023 no aceptará de ninguna manera.

En este nuevo mundo enmarcado por el creciente, amenazante peligro nuclear, la necesidad de resolver la paz en este conflicto es universal. No se trata, desde luego, de un litigio fronterizo local. Se trata del enfrentamiento entre el bloque anglosajón, empecinado en conservar su hegemonía, y el resto del mundo multipolar cuyo objetivo es un sistema de relaciones basado en la solidaridad, la autodeterminación y la cooperación.

A nuestra Patria le corresponde, como inmediato miembro de los BRICS, exponer su clara posición en defensa de esos principios. Principios que el general Perón enarboló hace más de 70 años: “soberanía política, independencia económica y justicia social”. Exponerlo ahora y en la hora de las elecciones es un deber de las fuerzas nacionales y populares. Porque son principios objetivos e inalienables.

Y ese es, apuntado a un futuro promisorio, nuestro inmediato punto crítico.

Publicado en TÉLAM: 

https://www.telam.com.ar/notas/202306/632295-rusia-ucrania-otan-wagner-analisis.html

La política exterior de Silvio Berlusconi expresó el deseo de una Italia mediadora en varios frentes: por desgracia, una utopía.

Por Mateo Zega13 de junio de 2023

No es momento de disculpas y mucho menos de epitafios. En primer lugar porque las necrologías muy rápidas tienden a menudo a una beatificación sin sentido e innecesaria, sobre todo a la luz de las sabias palabras de Andreotti, según las cuales “las palabras de los epígrafes son todas iguales. Al leerlos uno se pregunta: pero perdón, si todos son buenos, ¿ dónde está el cementerio de los malos? ”. Además, la dicotomía bueno-malo no pertenece a un examen inteligente de la acción política, especialmente de la política exterior, que es particularmente articulada por su naturaleza. Sin embargo, en cierto sentido, el estigma del villano acompañó a Silvio Berlusconi, el Caimán –epíteto cinematográfico mucho menos halagüeño que el Divo– a lo largo de su carrera política.

En la Europa posterior a 1989, la figura de Silvio Berlusconi resurgió claramente de las cenizas de la Primera República: hombre hecho a sí mismo , heraldo del liberalismo, promotor de una diplomacia fiel a su persona, exuberante y quizás caricaturizado, archiitaliano pero todavía inteligente, colaborativo, según un proyecto de «palmadita en la espalda» definido reductivamente. De hecho, la utopía, fallida pero ambiciosa, apuntaba a un nuevo y prestigioso papel para Italia, que sería la piedra angular y bisagra entre las potencias del Pacto Atlántico y no solo eso: una operación a raíz de su amigo de toda la vida Bettino Craxi. No es sorprendente que los dos fueran los únicos primeros ministros invitados que hablaran ante el Congreso estadounidense. Su ingenio en política exterior, recuerda su histórico colaborador Giovanni Castellaneta, «fue facilitado no solo por el consenso popular y político que disfrutaba en casa, sino también por su reputación como un exitoso hombre de negocios».

Muy visionarios, especialmente a la luz del actual conflicto ucraniano, los acuerdos de 2002 de Pratica di Mare, entre Rusia y la OTAN: acuerdos que, combinados con la amistad del Caballero con George Bush y Vladimir Putin, aseguraron un período de real como relajación precaria. Su aprecio por Vladimir Putin no le impidió apoyar las misiones americanas en Irak y Afganistán , obteniendo luego el aprecio de Barack Obama, ese «bronceado» presidente que, desconfiado, no adoraba el eje Roma-Moscú. Desde el fracaso de la histórica cumbre de Roma, pasando por las fatales diferencias entre el Kremlin y Washington sobre los conflictos en Georgia, Siria y Libia , comenzó la escalada de provocaciones y prevaricaciones, que culminó con el inicio de la guerra el pasado mes de febrero. 

Tanto en Occidente como en Europa, Silvio Berlusconi fue un atento observador de los equilibrios de Oriente Medio y el Mediterráneo: su sentimiento proisraelí era evidente, lo que le llevó a precisar cómo la defensa de Israel equivalía a la protección «de los razones de libertad, democracia, pluralismo civil y religioso». En Medio Oriente, su amistad fue inteligente, así como con Ben Ali, Erdogan y Mubarak, con el rais Muammar Gaddafi . De la relación personal nació una reconciliación diplomática con Libia, con la Cavque restableció definitivamente las relaciones tras el colonialismo de la era fascista. El pacto con Libia tomó la forma de un tratado de amistad y una asociación económica que, disgustada por la Europa franco-alemana, nunca se materializó: además, pocas semanas después de la firma de los acuerdos, Berlusconi tuvo que participar en la coalición que al bombardear Libia depuso al Rais, traicionando así sus propias intenciones e intuiciones. Una vez derrocado el régimen de Gaddafi, Libia es hoy un polvorín cuyo gobierno bicéfalo es disputado por dos facciones rivales, consecuencia de las primaveras árabes y a su vez causante de las graves migraciones hacia la Europa continental (ergo, hacia Italia) . El ex primer ministro, poco después de la intervención militar, comentará con amargura: «Tenía razón como siempre, Gadafi era un personaje controvertido pero era querido por la gente y se había convertido en un hombre con el que se podían hacer acuerdos, sobre todo en materia de inmigración”. En el frente oriental, sin embargo, se caracterizó por la hostilidad hacia China y la hegemonía del Dragón sobre la cuenca del Indo-Pacífico : definió al régimen de Xi Jinping como un «peligro global», una «amenaza real para las generaciones futuras». Tras el asunto de los globos espía derribados en América del Norte y probablemente de responsabilidad china, declaró que «desde hace un tiempo denuncio las maniobras sin escrúpulos de un régimen totalitario y comunista que se mueve desafiando todas las reglas internacionales y que apunta a la globalización». , es decir, expansión económica, política y militar en todas partes del mundo”.

En última instancia, el legado de la diplomacia de Berlusconi es la utopía de una Italia activa en varios frentes, decidida y decisiva, aunque tal vez excesivamente ligada a relaciones de carácter personal más que interestatal. El intento de incorporar a Rusia a Europa ha fracasado, el intento de entrar en acuerdos con Libia se ha desvanecido y casi todos los diseños geopolíticos de Cavaliere se han disuelto con el tiempo . Finalmente, una carrera quirinal audaz y simbólica, en desafío al poder judicial y ese sistema.que tanto lo había atormentado con averiguaciones de todo tipo. Silvio Berlusconi no vivió en el Quirinale -una carga y un honor que no le correspondían- pero ciertamente, sobreviviendo al antiberlusconismo para bien o para mal, en Italia y en el extranjero fue el hombre y el cuerpo de la Segunda República.

Fuente: DISSIPATIO.It – https://www.dissipatio.it/la-geopolitica-vista-da-arcore/?mc_cid=5509817b81&mc_eid=32edf24106

De acuerdo al curso que va tomando la guerra, el conflicto de Ucrania en la frontera con Rusia, se va a resolver en los términos de Moscú, y parece ser que hasta ahora no existe otra opción real a la militar Dossier Geopolitico

RUSIA NO  PERMITIRÁ QUE UCRANIA SEA UNA HERIDA SANGRANTE

M.K.Bhadrakumar 17 de junio

Con la ofensiva ucraniana en marcha durante quince días, todos los ojos están puestos en los campos de batalla y, lo que es más importante, en las opciones de Rusia por delante. Dentro de poco más de tres semanas, la OTAN celebrará una cumbre en Vilnius y Occidente también tiene que tomar decisiones. Estamos llegando a una bifurcación en el camino. 

La OTAN esperaba que las fuerzas ucranianas atravesaran las fortificaciones rusas clave a estas alturas. En realidad, están luchando para acercarse a las fortificaciones en capas en expansión y en ese intento desesperado, están sufriendo pérdidas masivas, atrapados en campos minados y despedazados por la artillería y los misiles rusos y los temidos helicópteros de ataque multifunción conocidos como Alligator.

Las señales se ven mejor en la conferencia de prensa del presidente ruso Vladimir Putin en el Kremlin  el martes, que duró más de tres horas, con corresponsales de guerra. Apenas una semana después de que comenzara la ofensiva de Ucrania, “entre el 25 y el 30 por ciento del equipo suministrado (de la OTAN) ha sido destruido”, dijo Putin. 

Putin subrayó tres cosas. Primero, los objetivos fijados para las operaciones militares especiales son “fundamentales para nosotros” porque “Ucrania es parte del esfuerzo por desestabilizar Rusia”. ¿Qué significa eso? 

Significa que las operaciones rusas no terminarán sin lograr los objetivos gemelos de “desmilitarizar” Ucrania y desarraigar el actual régimen neonazi en Kiev. La seguridad y el bienestar de la población rusa también sigue siendo un objetivo cardinal: no más pogromos. Putin dijo que Rusia está logrando estos objetivos “gradualmente, metódicamente”.

En segundo lugar, Putin señaló: “La industria de defensa ucraniana pronto dejará de existir por completo. ¿Qué producen? Se entregan municiones, se entregan equipos y se entregan armas, se entrega todo. No vivirás mucho así, no durarás. Entonces, el tema de la desmilitarización se realiza en términos muy prácticos”. 

En tercer lugar, la preferencia del Kremlin hasta ahora ha sido continuar aplastando al ejército ucraniano, mientras da «respuestas selectivas» cada vez que se cruzan líneas rojas, por ejemplo, ataques rusos en el sistema energético de Ucrania, la destrucción de la sede del ejército ucraniano. inteligencia. Por cierto, en ese ataque a Kiev, Rusia afirma haber herido gravemente al jefe de espionaje de Ucrania, Kyrylo Budanov, el chico del cartel de los medios occidentales. 

De cara al futuro, Putin dijo que “todo dependerá del potencial que quede al final de esta llamada contraofensiva. Esta es la pregunta clave.» Después de asumir tales “pérdidas catastróficas”, depende de los líderes en Kiev pensar racionalmente sobre “qué hacer a continuación”, dijo Putin. 

Agregó: “Esperaremos y veremos cómo es la situación y tomaremos más medidas basadas en este entendimiento. Nuestros planes pueden variar dependiendo de la situación en la que consideremos necesario mudarnos. Eso incluye el equipo de la OTAN”. 

Putin ridiculizó el discurso grandilocuente de Occidente sobre igualar la capacidad industrial de defensa muy superior de Rusia. Él dijo: “Y cuando digan que comenzarán a producir esto o aquello: bueno, por favor, adelante. Las cosas no son tan simples durante una recesión… No son tan decisivas como lo somos aquí en Rusia. Allí no hay pasión, son naciones que se desvanecen; ese es todo el problema Pero lo tenemos. Lucharemos por nuestros intereses y lograremos nuestros objetivos”. 

Dadas estas crudas realidades, Kiev debería hacer retroceder la ofensiva. Pero eso no va a pasar. Kiev está bajo una inmensa presión de Washington para reclamar un éxito dramático. Dicho esto, las reservas ucranianas tampoco son infinitas.  Alrededor de 35.000 a 40.000 fuertes reservas ucranianas se enfrentan a un despliegue masivo ruso mucho más fuerte en número (en cientos de miles) y armamento avanzado, y disfrutan de la superioridad aérea. Existe una clara posibilidad de que, en algún momento, las fuerzas rusas también pasen a la ofensiva. 

En este contexto, Occidente afirma que los aliados de la OTAN están “buscando una serie de opciones para señalar que Ucrania está avanzando en su relación” con la alianza, para tomar prestadas las palabras de la embajadora de Estados Unidos en Bruselas, Julianne Smith.  Andres Rasmussen, ex jefe de la OTAN y actualmente asesor oficial del presidente ucraniano Zelensky, ha amenazado con que un grupo de países de la OTAN podría estar dispuesto a desplegar tropas en Ucrania si los estados miembros, incluido EE. UU., no brindan garantías tangibles de seguridad a Kiev en el Cumbre de Vilna.

Específicamente, Rasmussen afirmó que “los polacos considerarían seriamente entrar y formar una coalición de voluntarios si Ucrania no consigue nada en Vilnius. No debemos subestimar los sentimientos polacos, los polacos sienten que durante demasiado tiempo Europa occidental no escuchó sus advertencias”. La retórica tomó un tono más intenso últimamente en la reunión de Jefes de Estado y de Gobierno en el formato “Triángulo de Weimar” (Francia-Polonia-Alemania) el 12 de junio en París, donde surgió el consenso de que Ucrania debería recibir algunas garantías de seguridad. 

El canciller alemán Olaf Scholz declaró: “Es evidente que necesitamos algo como esto, y lo necesitamos de una forma muy concreta”. El presidente francés, Emmanuel Macron, también pidió un acuerdo rápido sobre “garantías de seguridad tangibles y creíbles”. 

De hecho, todo esto es fanfarronería. La idea de que Polonia “ponga las botas en el suelo” es evidentemente absurda. El ejército polaco se marchitará en un enfrentamiento con Rusia.  Pero lo que muestra tal teatro es que los nervios están de punta ya que el espectro de la derrota en Ucrania está poniendo en peligro la unidad de la OTAN.

Entonces, Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, intervino para inyectar algo de realismo en la discusión, señalando que, por el momento, lo que más importa es que Ucrania sobreviva como nación.  Stoltenberg declaró: “Creo que no es posible dar fechas precisas (para la admisión de Ucrania como miembro de la OTAN) cuando estamos en medio de una guerra… La tarea más urgente ahora es asegurar que Ucrania prevalezca como una nación soberana e independiente… porque , a menos que Ucrania prevalezca, entonces no se discutirá la membresía en absoluto, porque solo una Ucrania soberana, independiente y democrática puede convertirse en miembro de la OTAN”. 

Stoltenberg siguió el ejemplo de Washington. De hecho, habló durante una visita a Washington, en una entrevista con PBS . 

Rusia no quita los ojos del campo de batalla. En realidad, Moscú está empujando por la garganta occidental una derrota estratégica histórica. La opción para Occidente se reduce a negociar con Rusia en sus términos, o esperar una solución militar, lo que podría significar  la destrucción de Ucrania como nación y el desalojo de la OTAN. 

No se equivoquen, se han elaborado planes ofensivos rusos. Los formadores de opinión en Moscú hablan de crear nuevos hechos sobre el terreno: una zona desmilitarizada a lo largo de la frontera con Polonia.  Ahora, eso implica que las fuerzas rusas crucen el Dniéper y liberen a Kiev, así como también a Kharkov y Odessa, otras dos ciudades rusas históricamente. Rusia no tiene ningún interés en anexar las regiones occidentales de Ucrania, que es un territorio hostil que anexó Stalin. 

Pero el oeste de Ucrania tiene otros vecinos, incluida Polonia, que tendrían asuntos pendientes de partición de sus tierras históricas para resolver. La cuestión de la nacionalidad sin resolver es explosiva, ya que los polacos aún recuerdan los asesinatos de los nacionalistas ucranianos alineados con los nazis. Los historiadores dicen que más de 100.000 polacos, incluidas mujeres e incluso los niños más pequeños, perecieron a manos de sus vecinos ucranianos en una campaña nacionalista en áreas que entonces estaban en el sureste de Polonia y ahora se encuentran en su mayoría en Ucrania. Para decirlo suavemente, nadie puede predecir lo que queda de Ucrania bajo el peso de una aplastante derrota militar.   

El Kremlin ejercerá sus opciones dependiendo de las exigencias de la situación. Moscú parece haber llegado a la conclusión de que no existe una alternativa real a una solución militar. No permitirá que Ucrania siga siendo una herida crónica infectada por las especies microbianas del universo transatlántico. La cauterización de la herida es necesaria, aunque con riesgos potenciales.