Dossier Geopolitico publica el discurso completo del Secretario de Exteriores del Reino Unido sobre la posición oficial del Reino con relación a la República Popular de China, consideramos que es muy importante conocer el posicionamiento de está potencia de segundo orden que lidera al Commonwealth y que es el principal socio anglosajón de EEUU, y también publicamos el análisis del mismo realizado por el periodico Chino Global Times órgano del PCCh 

Hablando en Mansion House en la ciudad de Londres, el Secretario de Relaciones Exteriores James Cleverly describió la posición del gobierno del Reino Unido sobre China.

Mi señor alcalde, sus excelencias, señor presidente, señores, señoras y señores, gracias por invitarme a hablar con ustedes esta noche y, aunque es tradicional en este discurso cubrir toda la amplitud de los asuntos mundiales.

Espero que me perdonen por centrarme en un número menor de cuestiones que nos confrontan porque sería negligente de mi parte no comenzar con la crisis actual en Sudán.

Como era de esperar, he estado en reuniones COBR y otras reuniones sobre nuestra respuesta a la situación actual. Puedo informarle que un vuelo de la Royal Air Force ha salido de Sudán, llevando a ciudadanos británicos a un lugar seguro esta noche, y seguirán más.

Desde el comienzo de esta crisis, hemos estado planeando cómo sacar a nuestra gente. Y ahora que nuestros llamados e internacionales para un alto el fuego en Jartum han sido atendidos, estamos poniendo en práctica esos planes, dando prioridad a los más necesitados: grupos familiares, enfermos y ancianos.

Me alienta que ambas facciones hayan pedido un alto el fuego de 72 horas, aunque, por supuesto, no podemos estar seguros de cuánto tiempo se mantendrá, y cualquier evacuación de una ciudad con cicatrices de batalla es inherentemente peligrosa.

Gran Bretaña está trabajando mano a mano con nuestros socios en todo el mundo. Y después de esta operación, haremos todo lo posible, junto con nuestros amigos de la región, para asegurar una solución duradera a este trágico conflicto.

Y, por supuesto, la situación en Sudán no nos distrae de nuestro trabajo para apoyar la lucha de Ucrania contra la agresión rusa, y sé que mis colegas del G7 y otros colegas de todo el mundo estarán de acuerdo con nuestro enfoque en eso.

Incluso cuando las emergencias del día aparentemente lo consumen todo, es vital nunca perder de vista las preguntas más importantes a largo plazo. Así que esta noche propongo centrarme en un tema que definirá nuestra época, y es la política de China y el Reino Unido hacia ella.

A menudo me piden que exprese esa política en una sola frase, o que resuma a China en una sola palabra, ya sea ‘amenaza’, ‘socio’ o ‘adversario’. Y quiero comenzar explicando por qué eso es imposible, poco práctico y, lo que es más importante, imprudente.

China es uno de los pocos países que puede remontar su existencia a más de 2 milenios, hasta el 221 a. C., cuando fue unida por la dinastía Qin.

Una y otra vez a lo largo de los siglos, la guerra civil o las invasiones extranjeras dividieron a China en reinos rivales, pero después de cada período de agitación, China siempre ha resurgido. La primera línea de la epopeya china ‘Romance de los Tres Reinos’ describe este ciclo:

Los imperios crecen y decaen; los estados se separan y se fusionan.

Y mucho antes de que se fusionaran en una entidad política, el pueblo chino creó su idioma y su civilización. Sus caracteres escritos aparecieron en la dinastía Shang en el segundo milenio antes de Cristo.

Sus inventos – el papel, la imprenta, la pólvora, la brújula – estas cosas transformaron la fortuna de toda la humanidad….

…Estas innovaciones son la clave para comprender por qué la economía de China estuvo entre las más grandes del mundo durante 20 de los últimos 22 siglos, y por qué China, en 1820, representaba un tercio del PIB mundial, más que Estados Unidos, el Reino Unido y Europa juntos....

Entonces sobrevinieron las calamidades, una tras otra; algunos provocados por agresiones extranjeras; otros provenientes de la propia China. La más mortífera de las cuales fue la hambruna de Mao, que se cobró decenas de millones de vidas, más que cualquier otra hambruna en la historia de la humanidad.

Sin embargo, los últimos 45 años han visto otro cambio asombroso. Al liberar el genio emprendedor de su gente, China ha logrado la mayor y más rápida expansión económica que el mundo jamás haya conocido. No menos de 800 millones de personas han salido de la pobreza, en una nación que abarca una quinta parte de toda la humanidad, y una vasta área casi tan grande como la Europa continental desde el Atlántico hasta los Urales.

Así que perdónenme cuando digo que ningún eslogan contundente o adjetivo plausible puede hacer justicia a un país así oa cualquier enfoque sensato hacia él. Si está buscando la política exterior británica por fragmentos, me temo que se sentirá decepcionado.

Mi punto de partida es un reconocimiento de la profundidad y complejidad de la historia y la civilización chinas y, por tanto, por extensión, de nuestra propia política.

Y apoyo esa política en una serie de premisas, la primera de las cuales es que, independientemente de nuestras diferencias con los líderes de China, me regocijo por el hecho de que tantos chinos hayan escapado de la pobreza. No vivimos en un mundo miserable de suma cero: su ganancia es nuestra ganancia. Una China estable, próspera y pacífica es buena para Gran Bretaña y buena para el mundo.

De cara al futuro, rechazo cualquier noción de inevitabilidad. Nadie predijo el rápido ascenso de China de la hambruna masiva a la relativa prosperidad, y hoy nadie puede estar seguro de que el gigante económico de China continuará indefinidamente.

El año pasado, por primera vez desde la muerte de Mao en 1976, la economía de China no creció más rápido que la economía mundial, lo que significa que la participación de China en el PIB mundial se mantuvo constante en 2022. E incluso si China se convierte en la economía más grande del mundo en la próxima década, puede que no mantenga ese lugar por mucho tiempo, ya que una población en declive y que envejece pesa cada vez más sobre el crecimiento futuro.

Tampoco veo nada inevitable en el conflicto entre China y Estados Unidos y Occidente en general. No estamos obligados a ser prisioneros de lo que Graham Allison llamó la ‘trampa de Tucídides’, en la que una potencia en ascenso sigue la trayectoria de la antigua Atenas y choca de frente con una superpotencia establecida.

Tenemos agencia; tenemos opciones; y también nuestros homólogos chinos.

Nuestra tarea es dar forma al curso de los acontecimientos futuros, no sucumbir al fatalismo. Y debemos enfrentar la realidad ineludible de que ningún problema global significativo, desde el cambio climático hasta la prevención de pandemias, desde la inestabilidad económica hasta la proliferación nuclear, puede resolverse sin China.

Renunciar al diálogo con China sería renunciar a abordar los mayores problemas de la humanidad. Peor aún, estaríamos ignorando hechos sobresalientes, vitales para nuestra seguridad y nuestra prosperidad.

Mientras hablo, el mayor depósito de datos de salud del mundo está en China. La mayor fuente de ingredientes activos para los productos farmacéuticos del mundo se encuentra en China. Y la mayor fuente de emisiones de carbono también se encuentra en China. De hecho, China ha emitido más carbono a la atmósfera en los últimos 10 años que este país desde los albores de la revolución industrial en el siglo XVIII.

La forma en que China regula sus datos, cómo China desarrolla sus productos farmacéuticos, cómo China lleva a cabo la investigación médica, tendrá una importancia fundamental para toda la humanidad. 

Y si China reduce o no sus emisiones de carbono, probablemente marcará la diferencia entre que nuestro planeta evite los peores estragos del cambio climático o sufra una catástrofe.

Ya hemos aprendido a nuestra costa cómo el manejo de una pandemia por parte de China puede afectar al mundo entero. Así que no lo duden: las decisiones que se tomen en Beijing van a afectar nuestras vidas.

¿No nos debemos a nosotros mismos esforzarnos por influir en esas decisiones en nuestro propio interés? Sería claro y fácil, y tal vez incluso satisfactorio, para mí declarar una especie de nueva Guerra Fría y decir que nuestro objetivo es aislar a China. Sería claro, sería fácil, sería satisfactorio y estaría mal, porque sería una traición a nuestro interés nacional y una mala interpretación deliberada del mundo moderno.

De hecho, este gobierno promoverá los intereses británicos directamente con China, junto con nuestros aliados, mientras defiende firmemente nuestra seguridad nacional y nuestros valores. Y podemos esperar profundos desacuerdos; tratar con China, les puedo asegurar, no es para los pusilánimes; representan una tradición autoritaria despiadada totalmente en desacuerdo con la nuestra.

Pero tenemos la obligación de comprometernos con las generaciones futuras porque, de lo contrario, estaríamos fallando en nuestro deber de sostener y dar forma al orden internacional. Eludir ese desafío sería un signo no de fuerza sino de debilidad.

Vladimir Putin nunca tuvo la intención de demostrar el poder de un Occidente unido cuando lanzó su embestida contra Ucrania. Pero nuestra respuesta muestra que cuando Gran Bretaña, Estados Unidos, Europa y nuestros otros socios en todo el mundo se mantienen unidos, estamos a la altura de cualquier cosa.

Deberíamos tener toda la confianza en nuestra capacidad colectiva para comprometernos de manera sólida y también constructiva con China, no como un fin en sí mismo, sino para gestionar los riesgos y producir resultados. Y hemos logrado resultados.

Deja que te dé algunos ejemplos. En una investigación de 2017, la investigación británica convenció al ministerio de agricultura chino para que actuara contra el peligro de la resistencia a los antibióticos al restringir la colistina, un antibiótico que se usa en la alimentación animal. Las ventas cayeron un 90 %, haciendo que todos en el mundo estén más seguros.

El año pasado, nuestros diplomáticos en China ayudaron a persuadir a las autoridades para que modificaran un proyecto de ley de adquisiciones, lo que mejoró las posibilidades de que las empresas del Reino Unido presenten ofertas para contratos de empresas estatales. Este año, obtuvieron licencias por valor de 600 millones de libras esterlinas para que las instituciones del Reino Unido lanzaran empresas de gestión de fondos en China.

La posición de Gran Bretaña como miembro fundador del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura también nos ha permitido influir en el enfoque de China hacia esta nueva institución, evitando que se convierta en una extensión politizada de la Iniciativa de la Franja y la Ruta. China es el mayor accionista de este Banco, el Banco tiene su sede en Beijing y, sin embargo, una semana después de la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia, congeló todos los proyectos en Rusia.

Pero aunque el compromiso puede tener éxito, la verdad es que un país como el nuestro, dedicado a la libertad y la democracia, siempre estará dividido entre nuestro interés nacional en tratar con China y nuestro aborrecimiento por los abusos de Beijing. Cuando vemos cómo los estados autoritarios tratan a su propia gente, nos preguntamos qué nos harían si tuvieran la oportunidad. Y la historia nos enseña que la represión en casa a menudo se traduce en agresión en el exterior.

Entonces, nuestra política debe combinar 2 corrientes: debemos comprometernos con China cuando sea necesario y ser inquebrantablemente realistas sobre su autoritarismo.

Y eso significa nunca vacilar de un principio claro. No esperamos que nuestros desacuerdos con China se resuelvan rápidamente, pero esperamos que China respete las leyes y obligaciones que ha contraído libremente.

Por lo tanto, como miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, China ha asumido la responsabilidad especial de defender la Carta de las Naciones Unidas. Como parte de la Declaración Conjunta, China acordó preservar la libertad de Hong Kong. Como signataria de la Declaración Universal de Derechos Humanos, de la Convención contra la Tortura y de muchos otros instrumentos del derecho internacional, China ha aceptado una serie de obligaciones.

Y si China las viola, tenemos derecho a decirlo, y tenemos derecho a actuar, y lo haremos, como lo hicimos cuando China desmanteló las libertades de Hong Kong, violando su propia promesa, razón por la cual entregamos casi 3 millones de El pueblo de Hong Kong un camino hacia la ciudadanía británica.

La coexistencia pacífica debe comenzar con el respeto de las leyes e instituciones fundamentales, incluida la Carta de las Naciones Unidas, que protege a todos los países contra invasiones. Y eso significa todos los países: un diplomático chino en París no puede, no debe y no decidirá el estatus legal de los países soberanos.

Al atacar a Ucrania, Rusia ha proporcionado una lección práctica sobre cómo no debe comportarse un estado miembro de la ONU. Y Putin también ha pisoteado los propios principios declarados de China de no interferencia y respeto por la soberanía.

Una nación poderosa y responsable no puede simplemente abstenerse cuando esto sucede, o acercarse al agresor, o ayudar e instigar esa agresión. Un país que quiere un lugar respetado en la cúspide del orden mundial debe defender sus propios principios y mantener sus obligaciones solemnes, obligaciones de defender las leyes en la base misma de ese orden.

Esta responsabilidad va de la mano con el derecho de China a desempeñar un papel global acorde con su tamaño y su historia. Y los derechos de una nación soberana como Ucrania no pueden erradicarse simplemente porque el erradicador disfruta de una ‘asociación estratégica’ con China.

Entonces, la política británica hacia China tiene 3 pilares.

Primero, fortaleceremos nuestras protecciones de seguridad nacional dondequiera que las acciones de Beijing representen una amenaza para nuestra gente o nuestra prosperidad.

No vamos a guardar silencio sobre la injerencia en nuestro sistema político, ni el robo de tecnología, ni el sabotaje industrial. Haremos más para salvaguardar la libertad académica y la investigación.

Y cuando haya tensiones con otros objetivos, siempre pondremos primero nuestra seguridad nacional. Por lo tanto, estamos construyendo nuestra red 5G de la manera más segura, no de la manera más rápida o económica.

Los líderes de China definen sus intereses fundamentales, y es natural que lo hagan. Pero también tenemos intereses centrales, y uno de ellos es promover el tipo de mundo en el que queremos vivir, donde las personas en todas partes tengan el derecho humano universal a ser tratadas con dignidad, libres de tortura, libres de esclavitud, libres de arbitrariedades. detención.

Y no hay nada exclusivamente ‘occidental’ en estos valores: la tortura duele tanto a quienquiera que se la inflija.

Entonces, cuando Gran Bretaña condena el encarcelamiento masivo del pueblo uigur en Xinjiang, espero que nuestros homólogos chinos no crean en su propia retórica de que simplemente buscamos interferir en sus asuntos internos. Así como deberíamos esforzarnos más por entender a China, espero que los funcionarios chinos entiendan que cuando su gobierno construye una versión del siglo XXI del archipiélago gulag, encerrando a más de un millón de personas en el punto álgido de esta campaña, a menudo por no hacer nada más que observando su religión, esto remueve algo muy profundo dentro de nosotros.

Cuando las Naciones Unidas encuentran que la represión de China en Xinjiang puede, y cito, “constituir crímenes internacionales, en particular crímenes contra la humanidad”, nuestra repulsión es sincera y compartida por unanimidad en todo nuestro país y más allá. No vamos a dejar que lo que sucedió en Xinjiang se desvanezca o se deje de lado. No podemos ignorar esto simplemente porque esto está sucediendo al otro lado de una frontera, o que plantearlo podría considerarse poco armonioso o descortés.

En segundo lugar, el Reino Unido profundizará nuestra cooperación y fortalecerá nuestra alineación con nuestros amigos y socios en el Indo-Pacífico y en todo el mundo.

Nuestro objetivo será reforzar la seguridad colectiva, profundizar los vínculos comerciales, defender el derecho internacional y equilibrar y competir donde sea necesario. Así que estoy encantado de que Gran Bretaña pronto sea el miembro número 12 de la Asociación Transpacífica , reforzando nuestros lazos comerciales con economías de rápido crecimiento.

Ya somos el único país europeo en ser Socio de Diálogo de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático. Estamos profundizando nuestra asociación a largo plazo con la India. Y estamos desarrollando la próxima generación de nuestro avión junto con Japón. Y nos hemos unido a los Estados Unidos para ayudar a Australia a construir submarinos de propulsión nuclear con armas convencionales bajo la asociación AUKUS.

Junto con nuestros amigos, el Reino Unido luchará por la apertura y la transparencia en el Indo-Pacífico. En este momento, China está llevando a cabo la mayor acumulación militar en la historia de tiempos de paz. En un período de solo 4 años, entre 2014 y 2018, China lanzó nuevos buques de guerra que excedieron el tonelaje combinado de toda la flota activa de la Royal Navy.

Y como vemos que esto sucede; Mientras observamos la aparición de nuevas bases en el Mar de China Meridional y más allá, nos vemos obligados a preguntarnos: ¿para qué sirve todo esto? ¿Por qué China está haciendo esta colosal inversión militar?

Y si nos queda sacar nuestras propias conclusiones, la prudencia dicta que debemos asumir lo peor. Y sin embargo, por supuesto, podemos estar equivocados: es posible que seamos demasiado cautelosos y demasiado pesimistas.

El Reino Unido y nuestros aliados están preparados para ser abiertos sobre nuestra presencia en el Indo-Pacífico. E insto a China a que sea igualmente abierta sobre la doctrina y la intención detrás de su expansión militar, porque la transparencia seguramente beneficia a todos y el secreto solo puede aumentar el riesgo de un trágico error de cálculo.

Lo que me lleva a Taiwán. La posición de larga data de Gran Bretaña es que queremos ver una solución pacífica de las diferencias a través del Estrecho. Porque aproximadamente la mitad de los portacontenedores del mundo pasan por estas aguas vitales cada año, cargados de mercancías con destino a Europa y los rincones más lejanos del mundo. Taiwán es una democracia próspera y un eslabón crucial en las cadenas de suministro mundiales, en particular para los semiconductores avanzados.

Una guerra a través del Estrecho no solo sería una tragedia humana, sino que destruiría el comercio mundial por valor de 2,6 billones de dólares, según Nikkei Asia. Ningún país podría protegerse de las repercusiones. La distancia no ofrecería protección contra este golpe catastrófico a la economía global, y menos a China sobre todo. Me estremezco al contemplar la ruina humana y financiera que seguiría. Por lo tanto, es esencial que ninguna de las partes tome medidas unilaterales para cambiar el statu quo.

Y el tercer pilar de nuestra política es comprometernos directamente con China, de manera bilateral y multilateral, para preservar y crear relaciones abiertas, constructivas y estables, que reflejen la importancia global de China.

Creemos en una relación comercial y de inversión positiva, al mismo tiempo que evitamos las dependencias en las cadenas de suministro críticas. Queremos que las empresas británicas hagan negocios con China, al igual que lo hacen actualmente las empresas estadounidenses, de la ASEAN, australianas y de la UE, y apoyaremos sus esfuerzos para que los términos funcionen para ambas partes, presionando por un campo de juego equitativo y una competencia más justa.

Tenemos interés en seguir beneficiándonos de la inversión china, pero no queremos que el largo brazo del Partido Comunista Chino alcance el sistema nervioso central de nuestro país. Y en el pasado, no siempre hemos logrado el equilibrio perfecto entre apertura y seguridad. Ahora estamos obteniendo los poderes legales adecuados para salvaguardar lo que debemos y estar abiertos donde podamos.

Sobre todo, debemos estar debidamente capacitados para el desafío, por lo que estamos duplicando nuestra financiación para las capacidades de China en todo el gobierno; hemos asignado los recursos para construir una nueva embajada británica en Beijing, estoy decidido a llegar a un acuerdo con el gobierno de China para que esto pueda continuar.

Por lo tanto, nuestro enfoque hacia China debe combinar todas estas corrientes, protegiendo nuestra seguridad nacional, alineándonos con nuestros amigos, comprometiéndonos y comerciando con China donde convergen nuestros intereses, evitando la política por frases cortas y siempre defendiendo los valores universales que Gran Bretaña aprecia.

Creo fervientemente que no hay inevitabilidades: el futuro es nuestro para darle forma, con el humilde conocimiento de que la forma en que respondamos a este desafío ahora ayudará a definir el mundo moderno.

Gracias.

Publicado el 25 de abril de 2023

Sitio Oficial del Gobierno del Reino Unido de la Gran Bretaña

https://www.gov.uk/government/speeches/our-position-on-china-speech-by-the-foreign-secretary

SECRETARIO DE RELACIONES EXTERIORES DEL REINO UNIDO, JAMES CLEVERLY

CHINA ANALIZA EL DISCURSO DEL SECRETARIO DE EXTERIORES INGLÉS

GLOBAL TIMES. Diario del PCCh analiza el discurso del Secretario de Relaciones Exteriores del Reino Unido, en un artículo de la redacción del 26 de abril. Una cautelosa bienvenida                                    

OPINIÓN  /  REDACCIÓN

Will London truly return to rationality toward China?: Global Times Editorial

https://www.globaltimes.cn/page/202304/1289808.shtml

¿Realmente Londres volverá a la racionalidad hacia China?: Global Times Editorial

Por Global Times Publicado: 26 de abril de 2023 

El secretario de Relaciones Exteriores británico, James Cleverly, dará un discurso político el martes, hora local, en el que planteará, especialmente a los halcones de China en el Partido Conservador, que el Reino Unido debe comprometerse con China en lugar de aislarla en una «nueva guerra fría». y pide relaciones «robustas y constructivas» con China. 

De acuerdo con las palabras compartidas por el departamento de Cleverly antes del discurso, diría en el discurso que «sería claro y fácil, tal vez incluso satisfactorio, para mí declarar una nueva Guerra Fría y decir que nuestro objetivo es aislar a China… Claro , fácil, satisfactorio e incorrecto. Porque sería una traición a nuestro interés nacional y una incomprensión deliberada del mundo moderno».

Hasta cierto punto, esto debe considerarse como una corrección de la línea agresiva del Reino Unido con respecto a China en el pasado y un intento de volver a la tradición diplomática británica equilibrada. Se dice que Cleverly también formularía una versión británica del enfoque triple para las relaciones con China: limitar la participación china en sectores considerados críticos para la seguridad nacional; fortalecer los lazos con los aliados del Indo-Pacífico; y comprometerse con China directamente para promover relaciones estables. Algunos analistas creen que en el ambiente de fuerte hostilidad hacia China en los círculos políticos británicos, los dos primeros están más fuera de la «corrección política» para evitar los ataques de los opositores políticos. Y el tercer punto, es decir, fortalecer el compromiso con China, es lo que más quiere expresar Cleverly.

Aunque la actitud de Londres hacia China está lejos de cambiar, ya que el discurso de Cleverly todavía contiene clichés llenos de mentalidad de la Guerra Fría, sin darse cuenta también señaló la realidad política distorsionada y extremadamente insalubre en el Reino Unido. Algunos británicos están satisfechos con una «nueva guerra fría», mientras que se critica la cooperación con China. Es esta contracorriente la que ha llevado por mal camino las relaciones entre China y el Reino Unido en los últimos años, a esta situación actual. El Reino Unido ha visto primeros ministros rotativos en los últimos años, y han ido endureciendo sus actitudes hacia China, causando graves daños a las relaciones bilaterales.

Después de que el gobierno de Sunak llegó al poder, aparentemente tiene la intención de poner un pie en el freno, y esta voluntad también se reflejó en el discurso de Cleverly. La revisión integrada actualizada de la política exterior y de defensa de Sunak dice que China «plantea un desafío que define una época» en lugar de ser una «amenaza» posicionada por su predecesora Liz Truss, que es una devolución de llamada racional moderada, aunque limitada.

Hablando con franqueza, el Reino Unido posterior al Brexit ha ido demasiado lejos al seguir a los EE. UU. para coordinarse con la estrategia global de este último, haciendo que la gente casi olvide que el Reino Unido es un país con soberanía independiente e intereses nacionales. Esto no le ha traído la influencia y estatus de gran potencia que esperaba, sino el continuo consumo y merma de su competitividad. Un ejemplo típico es que, según una investigación realizada por la ciudad de Londres, Londres perdió su liderazgo exclusivo como el principal centro financiero del mundo por primera vez y empató en el primer lugar con Nueva York. Montándose en los faldones de Estados Unidos, lo que el Reino Unido ha perdido es un mundo más amplio. Cada vez más británicos con amplitud de miras se han dado cuenta de esto.

En términos relativos, los países continentales europeos no están tan profundamente involucrados en la estrategia geopolítica de Washington como el Reino Unido, y se han adaptado antes que el Reino Unido. Desde principios de este año, los intercambios de alto nivel entre China y Europa en varios campos se han reanudado rápidamente, pero el Reino Unido está ausente de estas interacciones. Esto es de alguna manera un estímulo para el Reino Unido, que le ha hecho esperar restaurar los intercambios de alto nivel con China lo antes posible. Inteligentemente reveló que espera visitar China este año. Los países continentales europeos están pensando y explorando cómo mantener un cierto grado de independencia y equilibrio entre China y EE. UU., y se cree que esto también ha tenido un impacto positivo en el Reino Unido. 

Cabe decir que las opiniones de Cleverly sobre China no son realmente «amistosas con China», en el mejor de los casos, solo se puede decir que han vuelto a una vía diplomática relativamente normal. En tiempos de paz, ¿qué país no necesita relaciones «constructivas»? ¿A quién le gustarían formas de comunicación agresivas y acosadoras? Sin embargo, esa lógica normal debe expresarse cuidadosamente en público en el Reino Unido, y quienes dicen esto deben soportar la enorme presión de los miembros del parlamento anti-China. Esto destaca una vez más la duplicidad y la confusión de la política china del Reino Unido, que obviamente no es propicia para el desarrollo de las relaciones entre China y el Reino Unido. 

Este incómodo período de ajustes entre China y el Reino Unido, así como entre China y Europa, aparentemente continuará durante algún tiempo. Damos la bienvenida a los comentarios positivos de Cleverly, al menos se puede ver una pequeña posibilidad de un cambio en las relaciones entre China y el Reino Unido, pero seguimos siendo cautelosos acerca de cuánto se implementará en la política de China del Reino Unido. Aquí, queremos recordarle a Cleverly y a otros políticos europeos un peligro oculto, es decir, deben adherirse estrictamente al principio de una sola China y nunca interferir en la cuestión de Taiwán, que es puramente un asunto interno de China. Esta importancia no puede ser exagerada.


Parece que hoy en día hay más energía cultural en Estados Unidos que en Europa, que hace tiempo que se separó del mito viviente.


El mensaje enviado por la visita de tres días del Ministro de Defensa chino a Rusia es claro. Su recepción -un acontecimiento de alto nivel- estuvo intencionadamente revestida de gran visibilidad. Y en su centro simbólico se encontraba una reunión con el presidente Putin el día de Pascua (ortodoxa) que tuvo consecuencias, tanto por ir mucho más allá de las normas del protocolo, como por producirse el día de Pascua, cuando Putin no trabajaría habitualmente.

Su mensaje clave puede deducirse de las declaraciones formuladas anteriormente por Hu Xijin, ex redactor jefe del diario chino Global Times:

Estados Unidos afirma repetidamente que China se dispone a proporcionar «ayuda militar letal» a Rusia en el actual conflicto de Ucrania«. Pero esa guerra «dura ya más de un año: Y según los cálculos previos de Occidente, Rusia ya debería haberse derrumbado a estas alturas… Y, aunque se supone que la OTAN es mucho más fuerte que Rusia, la situación sobre el terreno no parece ser tal, razón por la cual causa [tanta] ansiedad en Occidente….

Hu Xijin continúa:

Si Rusia sola ya es tan difícil de tratar, ¿qué pasaría si China empezara realmente a proporcionar ayuda militar a Rusia, utilizando sus enormes capacidades industriales para el ejército ruso? [Si] Rusia sola… es más que un rival para el Occidente colectivo. Si [Occidente] realmente obliga a China y a Rusia a unirse militarmente, la cuestión que les atormenta es que Occidente ya no podrá hacer lo que le plazca. Rusia y China, juntas, tendrían el poder de poner en jaque a Estados Unidos.

De esto se trataba esencialmente la visita del ministro de Defensa: Los acontecimientos han avanzado desde que Hu escribió aquel artículo en el Global Times hace unas semanas y, si acaso, los últimos acontecimientos han dado una dimensión adicional a su clarinada de que una unión de manos chino-rusa – militarmente – marcaría un cambio de paradigma.

El reciente acontecimiento de las filtraciones de la Inteligencia estadounidense (así como los informes anteriores de Seymour Hersh) parecen apuntar a un profundo cisma interno en el «Estado permanente» estadounidense:

Unos están convencidos de que la ofensiva de primavera ucraniana es un desastre en ciernes, con importantes consecuencias para el prestigio de Estados Unidos. El contingente neoconservador, por su parte, refuta amargamente este análisis y, en su lugar, exige una escalada mediante una preparación inmediata (armando a Taiwán) contra una guerra estadounidense que se libraría pronto tanto contra China como contra Rusia. Los neoconservadores afirman que el pánico y el colapso rusos podrían producirse en las 24 horas siguientes a un ataque ucraniano.

Para decirlo claramente, el repentino encendido de la fiebre de guerra neoconservadora contra China acaba de hacer lo que Hu previó anteriormente: Ha obligado a Rusia y a China a unirse militarmente, no necesariamente en Ucrania, sino a planificar y preparar la guerra contra Occidente.

A raíz de las filtraciones de Inteligencia, la atención sobre Ucrania en Estados Unidos ha decaído, y ha sido sustituida en ese país por una creciente fiebre de guerra con China.

La prolongada visita a Moscú del ministro de Defensa chino fue la prueba tangible de que ahora, China y Rusia están convencidas de que la perspectiva de una guerra es real, y se están preparando para ella. Putin subrayó el «jointery» (1), entre otras cosas, dando prioridad al refuerzo de la flota rusa del Pacífico y mejorando en general las capacidades navales rusas.

Esto es una locura: Hu dio «en el clavo». Si la OTAN no tiene la capacidad industrial militar para derrotar a Rusia por sí sola, ¿cómo pueden Estados Unidos y Europa esperar prevalecer contra China y Rusia combinadas? La idea parece delirante.

El historiador Paul Veyne, figura imponente de la historia del mundo romano antiguo, se planteó en una ocasión la siguiente pregunta, en su libro: ¿Creyeron los griegos en sus mitos? (2) Todas las sociedades, escribió, se las ingenian para establecer alguna distinción teórica entre «verdad» y «falsedad», pero al final, según él, esto también no es más que otra «pecera», la que nos ha tocado habitar, y no es en absoluto superior, como cuestión de epistemología, a la pecera en la que vivían los antiguos griegos y daban sentido a su mundo, en no poca medida a través de mitos e historias sobre los dioses.

Con respecto al mito del Imperio Romano que alimenta la política exterior estadounidense, la posición de Veyne es profundamente contraria. Porque su afirmación básica es que el imperialismo romano tenía poco que ver con el arte de gobernar, ni con la depredación económica ni con la afirmación del control y la exigencia de obediencia, sino que estaba motivado por el deseo colectivo de crear un mundo en el que los romanos pudieran estar solos, no simplemente seguros, sino imperturbables. Eso es todo.

Paradójicamente, este relato situaría a la «derecha» tradicionalista estadounidense -que se inclina hacia una perspectiva burkeana-buchaniana- más cerca de la «realidad» romana de Veyne que de la de los neoconservadores: es decir, lo que la mayoría de los estadounidenses desean es que se les deje en paz y que estén seguros.

Sí, los dioses y los mitos eran tangibles para los Antiguos. Vivían a través de ellos. El punto aquí es la advertencia de Veyne contra nuestro «perezoso tratamiento» de los antiguos romanos como versiones de nosotros mismos, atrapados en contextos diferentes, sin duda, pero esencialmente intercambiables con nosotros.

¿Creían los griegos en sus mitos? La respuesta breve de Veyne es «no». El espectáculo público de la autoridad era un fin en sí mismo. Era un artificio sin público, como expresión de una autoridad incuestionable. No había ‘esfera pública’, de hecho, no había ‘público’ como tal. El Estado era instrumentalista. Su papel era mediar y mantener al Imperio alineado y en sintonía con estas fuerzas invisibles y poderosas.

Los dioses y los mitos eran entendidos por los Antiguos de una forma que hoy nos resulta casi totalmente ajena: Eran fuerzas energéticas invisibles portadoras de cualidades distintas que a la vez daban forma al mundo y portaban un significado. Hoy en día, hemos perdido la capacidad de leer el mundo simbólicamente: los símbolos se han convertido en «cosas» rígidas.

La implicación del análisis de Veyne es que Roma es falsa como comparación para apoyar el «mito» de la inevitabilidad de la primacía estadounidense: El enfoque «mítico» neocon, por supuesto, se instrumentaliza para convencernos a todos de que la primacía estadounidense está ordenada (¿por los dioses?), y que Rusia es fruta que cuelga baja -una frágil estructura podrida que puede derribarse fácilmente.

¿Creen entonces los neoconservadores sus propios mitos? Bueno, ‘sí’ y ‘no’. ‘Sí’, en el sentido de que los neoconservadores son un grupo de personas que llegan a compartir una visión común (es decir, que Rusia es frágil y dividida), a menudo propuesta por unos pocos ideólogos considerados creíbles. Se trata, sin embargo, de una opinión que no se basa en la realidad. Estos partidarios pueden estar convencidos intelectualmente de que su punto de vista es correcto, pero su creencia no puede ponerse a prueba de forma que pueda confirmarla más allá de toda duda. Simplemente se basa en una imagen del mundo tal y como ellos imaginan que es, o más concretamente, tal y como les gustaría que fuera.

Sí, los neoconservadores creen en sus mitos porque parece que funcionan. Basta con mirar a su alrededor. A medida que los medios de comunicación se han ido descentralizando, digitalizando y algoritmizando, la cultura contemporánea ha forzado a los individuos a formar manadas. No se puede permanecer al margen de este discurso; no se puede pensar fuera de la alimentación de Tik-Toc; da lugar a la formación de una pseudorealidad, escindida del Mundo, y generada con fines ideológicos más amplios.

Dicho claramente, nunca hubo una «esfera pública» en Roma en el sentido moderno y, en el sentido actual, tampoco una «esfera pública» occidental viva. Ha sido anestesiada a través de las plataformas de los medios sociales. El espectáculo público de la autoridad ideológica credencializada neocon (digamos, un Lindsay Graham abogando por la guerra contra China) se convierte en un fin en sí mismo. Una expresión de autoridad incuestionable.

El mito neoconservador de Rusia en la cúspide de la implosión no tiene sentido. Pero es una imagen del mundo tal y como los neoconservadores imaginan que es, o más concretamente, como les gustaría que fuera. Las deficiencias de las fuerzas ucranianas tal y como se detallan en las filtraciones de (su propia) inteligencia estadounidense: Fingen no darse cuenta – convencidos, como explica Foreign Policy, de que, una vez lanzada la esperada ofensiva ucraniana, si «los soldados rusos entran en pánico, provocando la parálisis entre los dirigentes rusos… entonces la contraofensiva tendrá éxito«.

Cuanto más se persiga este análisis delirante, más psicopatía funcional se exhibirá y menos normal se volverá. En resumen, se desciende al delirio colectivo – si no lo ha hecho ya.

Puede que Estados Unidos haya entrado en una fiebre por la guerra (¡por ahora! (veamos cómo dura según se desarrollen los acontecimientos en Ucrania)), pero ¿qué hay de Europa? ¿Por qué Europa buscaría la guerra con China?

Thomas Fazi escribe que:

El llamamiento de Emmanuel Macron para que Europa reduzca su dependencia de Estados Unidos y desarrolle su propia «autonomía estratégica» provocó una pataleta transatlántica. El establishment atlantista, tanto en Estados Unidos como en Europa, respondió de forma típicamente desenfrenada y, al hacerlo, pasó por alto algo crucial:

Las palabras de Macron revelaron menos sobre el estado de las relaciones euroamericanas que sobre las relaciones intraeuropeas.

Sencillamente, la «Europa» de la que habla Macron ya no existe, si es que alguna vez existió. Sobre el papel, casi todo el continente está unido bajo una bandera supranacional, la de la Unión Europea. Pero está más fracturada que nunca. Además de las divisiones económicas y culturales que siempre han asolado el bloque, la guerra de Ucrania ha hecho resurgir una enorme línea de fractura a lo largo de las fronteras del Telón de Acero. La división Este-Oeste ha vuelto con fuerza.

Tanto el final de la Guerra Fría como la adhesión de los países de Europa Central y Oriental a la UE, poco más de una década después, fueron anunciados como el tan esperado » el regreso a Europa » de los países poscomunistas. Se creía ampliamente que el proyecto universalista de la UE suavizaría cualquier diferencia social y cultural importante entre Europa Occidental y Europa Central y Oriental… Un proyecto tan arrogante (y podría decirse que imperialista) estaba destinado al fracaso; de hecho, las tensiones y contradicciones no tardaron en hacerse patentes entre las dos Europas.

La creencia en una cultura europea integral ha sido más una marca de la sensibilidad centroeuropea que del extremo occidental de Europa. Para los orientales no se trataba sólo de Rusia. Se resentían de haber sido apartados de un mundo del que habían sido parte esencial. Sin embargo, cuando el comunismo retrocedió, la cultura europea -tal y como la imaginaban los disidentes- se desvaneció en una Europa acosada por la división y por una guerra cultural impuesta desde el centro que ha intentado a propósito estrangular cualquier intento de revivir las culturas nacionales. Para Milan Kundera y otros escritores como él, no existe una cultura viva en Europa, y su posteridad habita un vacío creado por la desaparición de cualquier valor supremo.

Paradójicamente, la guerra de Ucrania ha reforzado la cultura nacional rusa, pero ha dejado al descubierto la fachada en la UE. Parece que hoy en día hay más energía cultural en Estados Unidos que en Europa, que hace tiempo que se separó del mito viviente.

Traducción nuestra


*Alistair Crooke, es un exdiplomático británico y es el fundador y director del Foro de Conflictos con sede en Beirut, una organización que aboga por el compromiso entre el Islam político y Occidente.

Notas nuestras

(1) “jointery” doctrina fundamentada en la coordinación de actividades y servicios comunes de los tres ejércitos con objeto de economizar gastos, a la par que aumentar su eficacia en términos prácticos, mediante la creación de agencias y organismos autónomos.

(2) ¿Creyeron los griegos en sus mitos? Ensayo sobre la imaginación constituyente de Paul Veyne, Ediciones Juan Granica, 1987, España.

Fuente original: Strategic Culture Foundation

Fuentes Observatorio de Trabajadores en lucha y La haine

Por Wolfgang Münchau director de Eurointelligence.

La UE no está en condiciones de alinearse con Washington frente a Pekín. Sería catastrófico para la economía e insostenible desde el punto de vista político.

He aquí un par de estadísticas dirigidas a todos los académicos, miembros de fundaciones y periodistas ilusos que creen que el poder de la Unión Europea se está desplazando hacia el Este.

Tres de los 27 países que la integran —Alemania, Francia e Italia— representan más de la mitad del PIB de la Unión. Los 11 países del centro y el este de Europa suman poco más del 10%. Además, Alemania, Francia e Italia son los principales socios comerciales de China en la UE. En cuestión de política industrial, el centro de gravedad de los Veintisiete descansa firmemente en el oeste.

El apoyo del presidente de Francia, Emmanuel Macron, a una relación industrial estrecha con China causó estupor a muchos analistas del Reino Unido y Estados Unidos, pero a muy poca gente en Europa occidental. Este es uno de los pocos asuntos en los que el canciller alemán, Olaf Scholz, coincide con Macron. Los franceses no están de acuerdo con la reforma de las pensiones de su presidente, pero sí con su política exterior. Giorgia Meloni, la primera ministra italiana, tampoco es amiga del presidente francés, pero está en el mismo bando que él cuando se trata de China. El país asiático es un gran inversor en Italia.

Basta con fijarse en las relaciones entre la Unión Europea y China desde la posición de las empresas industriales europeas. En pocos años, las compañías se han quedado sin Reino Unido como socio comercial privilegiado. También han perdido a Rusia. No pueden permitirse perder, además, a China. Ciertamente, Europa del Este tiene otras prioridades. La guerra de Ucrania ha dado a sus políticos una presencia en los medios de comunicación que antes les había sido negada. Ellos son los más firmes transatlantistas de la Unión, pero sería un error pensar que hablan en nombre de los Veintisiete. Simplemente, coinciden con la posición de Reino Unido en muchos asuntos.

La pregunta concreta a la que la Unión Europa se enfrentará pronto es si secundar a Estados Unidos, del que depende para su seguridad, en una posición de enfrentamiento con China, o esforzarse por ser más independiente de los estadounidenses, con todas las consecuencias que semejante paso conllevaría.

Se trata de un interrogante perfectamente legítimo. Recuerdo que ya era la gran cuestión cuando se introdujo el euro en 1999. Muchos nos preguntábamos entonces si la Unión Europea debía convertir la moneda común en un instrumento geopolítico como alternativa al dólar estadounidense. No fue así. Por el contrario, el papel del dólar en la política de seguridad estadounidense y mundial se ha reforzado desde entonces. Estados Unidos, por ejemplo, ha desarrollado el instrumento de las sanciones financieras indirectas, que impone a terceros países que incumplen las políticas estadounidenses. Estas sanciones se han convertido en un medio primordial de la política de seguridad.

Pero los europeos han descubierto para su consternación que este es un poder que Estados Unidos no duda en utilizar también contra ellos. La semana pasada, el Gobierno de Joe Biden impuso sanciones a un banco húngaro por sus vínculos con Moscú. Antes había ejercido ese poder para obligar al cumplimiento de sus sanciones sobre el gasoducto Nord Stream 2.

La actual Administración estadounidense también ha promulgado la Ley de Reducción de la Inflación, un programa de subvenciones medioambientales que la Unión Europea considera una medida hostil porque incentiva el traslado de empresas europeas a Estados Unidos. Las elecciones presidenciales de 2024 y el posible regreso de Donald Trump son otros nubarrones en el horizonte. Los europeos son muy conscientes de que tener a Joe Biden en la presidencia estadounidense probablemente sea lo mejor que puede pasar para las relaciones trasatlánticas. La cuestión, por tanto, no es solo si los europeos quieren alinearse con Estados Unidos, sino si un futuro Gobierno estadounidense querrá alinearse con Europa.

Una invasión en toda regla de Taiwán por parte de China nos acercaría a la hora de la verdad en este debate. Está claro que la dependencia europea de Estados Unidos para su defensa restringe su libertad de maniobra. Pero no veo de qué manera la UE puede ponerse totalmente del lado estadounidense en un conflicto total con China por Taiwán. ¿Accedería a congelar las reservas oficiales chinas como hizo el año pasado con Rusia? ¿Y a dejar de invertir en el país asiático? No lo creo. La economía de la Unión no está hecha para unas relaciones al estilo de la Guerra Fría, porque se ha vuelto demasiado dependiente de las cadenas de suministro mundiales.

Como en tantas otras ocasiones, la posición de Alemania podría ser decisiva. Las relaciones con China son también fuente de discordia en la coalición tripartita de Scholz. Los Verdes mantienen una actitud crítica hacia el país asiático. El SPD del canciller simpatiza con la postura más matizada de Macron. Los Verdes opinan que el SPD está repitiendo con China el mismo error que cometió antes con Rusia, al crear nuevas dependencias.

Es un argumento de peso, pero pasa por alto tres realidades: las dependencias ya existen, son grandes y son muy difíciles de evitar. Por ejemplo, China controla la mayor parte del mercado mundial de litio, un metal fundamental para la producción de baterías eléctricas. También tiene prácticamente el monopolio de algunas tierras raras. Rusia disfruta de una sólida posición en el mercado de otros dos importantes metales industriales: el aluminio y el paladio. La industria alemana depende en gran medida de estas materias primas.

Mi predicción es que el grupo de presión alemán prochino saldrá ganador de este debate. El asunto también tiene la capacidad de reavivar la alianza francoalemana. Las relaciones entre Alemania y Francia han tenido sus altibajos; a menudo permanecen latentes durante años, pero cuando de verdad importa, suelen activarse.

La realidad de fondo de la Europa actual es que no puede liberarse fácilmente de su relación con China, de la misma manera que no puede liberarse de Estados Unidos. La Unión Europa necesita a los dos y compaginará sus relaciones con ambos mundos lo mejor que pueda. Los intereses de los núcleos económicos de la vieja Europa serán los que determinarán en última instancia las políticas. No hay cambio de poder.

El único cambio que detecto es que lo que opina Reino Unido de la Unión Europea tiene menos peso que antes.

Wolfgang Münchau es director de www.eurointelligence.com

FUENTE: https://www.eurointelligence.com/column/macron-was-right

Por Rafael Poch de Feliu

En el concurso de dementes que empuja hacia una gran guerra y a la definitiva irrelevancia mundial de la Unión Europea, Polonia juega un papel de vanguardia.

Miroslaw Hermaszewski (1941-2022) fue el primer y, hasta la fecha, único astronauta polaco. En 1978 formó parte de la tripulación de la Soyuz 30 y cumplió misión en la estación orbital soviética Saliut-6. Después de eso, alcanzó el generalato y fue condecorado con la medalla de “Héroe de la Unión Soviética”, la más alta distinción de la URSS raramente concedida a extranjeros. Muchos años después del hundimiento del bloque del Este, en julio de 2013, el jubilado astronauta concedió una entrevista al canal de televisión polaco TVN 24 en la que ofreció detalles desconocidos de su biografía. En Polonia se conmemoraba entonces el setenta aniversario de las “masacres de Volinia” es decir la aniquilación de entre 70.000 y 100.000 civiles polacos a manos del brazo armado de la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN), el llamado Ejército Insurgente Ucraniano (UPA). Hermaszewski nació en un pueblo de Volinia llamado Lípniki y tenía dieciocho meses cuando las unidades del UPA llegaron al pueblo una noche de finales de marzo de 1943.

”Asesinaron a 182 personas de nuestro pueblo, entre ellos dieciocho de nuestra familia inmediata, mi abuelo murió de siete golpes de bayoneta en la cabeza”, explicó. El pequeño Miroslaw se salvó de milagro, porque su madre lo tomó en brazos y huyó con él campo a través. “Los bandidos vieron que una mujer corría con un niño en brazos y empezaron a dispararnos”. Uno de ellos les persiguió y disparó a la madre en la cabeza a corta distancia pero falló, solo fue herida en la sien y en la oreja, cayó inconsciente y el niño huyó. (1)

Al día siguiente de aquella entrevista, el parlamento polaco aprobó una resolución sobre las matanzas de polacos del periodo 1942-1945 en Volinia y Galitzia oriental, territorios que habían pertenecido a la segunda república polaca hasta la disolución del estado polaco de 1939, condenando la masacre de “alrededor de 100.000 ciudadanos polacos, hombres, mujeres, ancianos y niños” a manos de los nacionalistas ucranianos de Ucrania Occidental. La resolución consideraba que, “la dimensión organizada y masiva del crimen de Volinia lo caracteriza como una limpieza étnica con aspectos de genocidio”. Al mismo tiempo, el parlamento expresaba su agradecimiento “a los ucranianos que actualmente ayudan a documentar los crímenes y conmemorar a las víctimas”, pese a que el gobierno ucraniano no autoriza excavaciones en los escenarios de las matanzas.

En septiembre de 2016 el parlamento ucraniano, la Verjóvnaya Rada, rechazó las consideraciones de la cámara polaca con cuatro argumentos: 1- que los polacos también mataron ucranianos, 2- que el número de víctimas polacas no pudo exceder los 30.000, porque en aquellos momentos en Volinia no había tanta población, 3- que “está bien establecido” que los perpetradores fueron agentes de la policía secreta soviética disfrazados de combatientes de la OUN /UPA (pese a que desde junio de 1941 la región estaba ocupada por los alemanes y los soviéticos se habían retirado, derrotados) y que 4- evocar este asunto solo sirve a los intereses rusos. (2)

Saco esto a colación para ilustrar el hecho de la complejidad de las relaciones polaco-ucranianas. Polonia ha acogido ejemplarmente a centenares de miles de ucranianos que han huido de la guerra. Es el segundo país de Europa, después de Rusia, que más refugiados ucranianos ha recibido. Polonia es también el país más antiruso y más proamericano del continente. Solo un 2% de los polacos expresan una opinión favorable a Rusia, según una encuesta del Pew Research Center de primavera del año pasado, que también daba un máximo continental de opiniones favorables a Estados Unidos (91%). Esa opinión echa sus raíces muy lejos, en toda una serie de experiencias históricas mutuamente desastrosas y bien conocidas, tanto con el zarismo como durante el estalinismo, cuando centenares de miles de polacos perecieron o fueron deportados por el régimen soviético, y, más en general, en una divergencia histórica, cultural y religiosa con Rusia muy viva.

Entre 1572 y 1791 la elección de los reyes polacos por los nobles, que a veces implicaba a cuarenta mil o cincuenta mil de ellos, fue norma en Polonia. El rey electo estaba atado por el llamado “pacta conventa”, una suerte de contrato que detallaba las obligaciones del rey hacia la nobleza. Si se compara las relaciones de aquella caótica monarquía republicana, nobiliaria y católica, con las de la autocracia ortodoxa moscovita, en las que el “gosudar” (soberano) se definía por atar bien corto a sus boyardos, y donde la nobleza estaba totalmente supeditada a la corte, el contraste entre las culturas políticas de ambos países no puede ser más agudo y da lugar a verdaderas patologías.

Con Putin los polacos rechazaron la mano tendida de Moscú, por ejemplo reconociendo directamente y asumiendo la responsabilidad por las matanzas estalinistas de Katyn. Cuando en abril de 2010 el avión que conducía a la plana mayor del país a un acto conmemorativo de aquellas matanzas se estrelló cerca de Smolensk por obvias negligencias polacas, la nación prefirió ver en la tragedia un atentado ruso pese al cúmulo de evidencias en contra registradas en la caja negra… La extrema beligerancia del gobierno polaco en el actual conflicto es resultado de todo este complejo de experiencias históricas, diferencias y patologías.

Ningún gobierno europeo se ha mostrado más proclive y entusiasta con que la OTAN intervenga abiertamente en la guerra contra Rusia. Los polacos son siempre los primeros a la hora de apoyar el envío de todo tipo de armas, son los terceros que más ayuda militar han prestado a Ucrania, solo por detrás de Estados Unidos e Inglaterra, gastan proporcionalmente mas que nadie en “defensa” y están reforzando su ejército a marchas forzadas junto a su fronteras con Ucrania y Bielorrusia. Según algunas estimaciones muy difíciles de verificar ya hay miles de soldados polacos en Ucrania luchando de forma extraoficial, es decir formalmente licenciados o en excedencia del ejército polaco. Pero lo que importa aquí es retener que en el actual conflicto Polonia tiene sus propios intereses, sus propios motivos, sus propios proyectos, y marca su propio juego. ¿Qué decir del juego polaco? Pues que históricamente ha sido siempre fiel a aquella observación de Balzac, casado con una polaca nacida en Ucrania, que ya en el siglo XIX advertía que “si hay un precipicio, el polaco se tira por el”.

En época moderna, gran parte de Ucrania Occidental perteneció a Polonia desde 1918 hasta 1939, y en épocas anteriores los polacos dominaron enormes zonas de la actual Ucrania. En el siglo XVI se creó la llamada “República de las dos naciones” formada por el reino de Polonia y el Gran Ducado de Lituania. Duró hasta finales del XVIII y dominó, además de sus dos matrices, los territorios de Bielorrusia, gran parte de las actuales Estonia, Letonia y Ucrania, y zonas de la Rusia meridional. En aquella época la influencia polaca y sus ejércitos llegaron a Moscú, enviaron a Varsovia enjaulado al zar de Rusia, donde fue ejecutado, e incluso impusieron un breve zar en Moscú, en lo que en la historia rusa se conoce como “época turbulenta”. Aquella “gran Polonia” se extendía por casi un millón de kilómetros cuadrados y dejó en Varsovia y Cracovia un recuerdo de grandeza que siempre ha sido muy difícil compaginar con las realidades de una nación obligada a convivir con los tres colosos de su entorno: Prusia, Austria-Hungría y Rusia. Llevarse mal con todos ellos equivalía a una sentencia de muerte, pero eso es, precisamente, lo que hicieron los polacos: tirarse por el precipicio de Balzac y pagar por ello el correspondiente precio.

Entre la destrucción de la vieja república polaca, en 1795 y el fin de la Primera Guerra Mundial, en 1918, el estado polaco dejó de existir. Fueron 123 años, cinco largas generaciones en los que Polonia solo conoció el dominio extranjero y la opresión política de prusianos, rusos, y austro-húngaros. En esa larga travesía del desierto, los polacos se metieron en un avispero de múltiples hostilidades; en Rusia contra los lituanos, en Austria /Hungría contra los ucranianos de Galitzia oriental y contra los checos, y en la mayoría de las ciudades polacas contra los judíos cuyo sionismo militante levantaba cabeza. Luchar contra todos, sin calcular las propias fuerzas y las del adversario, es una vieja tradición polaca. Una doble hostilidad geopolíticamente suicida, contra alemanes y rusos, dictó su segunda gran extinción como estado en 1939, con el pacto Molotov/Ribbentrop y el enésimo reparto territorial y maltrato del país, ahora entre Alemania y la URSS.

La gran Polonia/Lituania de los siglos XVII y XVIII

¿De donde viene esa predisposición nacional al suicidio? La primera estrofa de su himno nacional, “Jeszcze Polska nie zginela” (“Polonia aún no ha muerto”), la proclama con orgullo. Norman Davies, el principal historiador británico de la nación, cuya obra rezuma simpatía hacía esa actitud polaca, la explica como virtud al observar que “todos los principales países europeos pasaron por la experiencia romántica, pero en Polonia fue particularmente intensa. Se puede pensar que ofreció el elemento principal de su cultura moderna”. (3) Sea como fuere, los polacos están regresando ahora a sus típicos delirios nacionales a propósito de la guerra de Ucrania. En el centro de esos delirios la idea de recrear la gran Polonia del Mariscal Pilsudski.

En los años veinte el caudillo polaco Jósef Pilsudski, rescató la tradición de grandeza imperial de aquella República aristocrática polaca de los siglos XVII y XVIII para formular su proyecto de federación desde el Báltico hasta el Mar Negro bajo liderazgo polaco, el llamado Miedzymorze o Intermarium. Aquel espacio entre los dos mares estaba enfocado a la disolución de Rusia, primero en su encarnación zarista/imperial y luego soviética. En su actual Constitución (1997), Polonia se declara sucesora de “las mejores tradiciones” de aquella primera república, bajo la cual los campesinos ucranianos estuvieron sometidos al doble yugo de los latifundistas polacos y del catolicismo. Desde la disolución de la URSS y la integración de Polonia en la Unión Europea, la idea de una “tercera Europa” liberada de lo que el primer ministro Mateusz Morawiecki describe como “dictadura franco-germana” de la UE, está presente en la mentalidad de la derecha polaca y encaja con los intereses de Washington en el continente.

En un artículo publicado el 26 de marzo por la revista Foreign Policy, Dalibor Rohac, un autor neocón del “American Enterprise Institute” evocaba la conveniencia de un nuevo Intermarium, una unión polaco-ucraniana que contenga a Rusia y desbarate definitivamente al competidor europeo. “Ambos países”, decía, “se enfrentan a amenazas de Rusia, Polonia forma parte de la UE y de la OTAN, así que si formaran un estado federal o confederal común con una misma política exterior y de defensa, Ucrania se integraría inmediatamente en la UE y en la OTAN” “Se formaría así el mayor país de la UE (segundo en población tras Alemania) y su primera potencia militar, ofreciendo un contrapeso más que adecuado al tandem franco-alemán. Para Estados Unidos sería una forma de asegurar el flanco oriental de Europa frente a la agresión rusa a cargo de un país con una comprensión muy clara de la amenaza de Rusia”, decía. El precedente de la reunificación alemana, en la que la RFA engulló a la RDA, “demuestra que tal operación es posible si hay voluntad política”, señalaba el articulista, dejando caer de paso el detalle de que de esa forma, Estados Unidos podría desentenderse del coste de la reconstrucción de Ucrania, lastre que recaería íntegramente en el club del cual Kíev ya sería miembro… La guinda del artículo era la frase con la que concluía y que resume tanto las intenciones de Washington como las ambiciones de Varsovia: “El futuro de Ucrania es demasiado importante como para dejarlo en manos de Bruselas, París y Londres”. (4)

El 5 de abril el diario polaco Rzeczpospolita recogió la idea en un artículo del politólogo Tomasz Grzegorz Grosse de la Universidad de Varsovia, titulado, Reconstruyamos la República de Polonia, esta vez con Ucrania. (5) Se trata de, “construir un sistema de seguridad sólido en Europa central-oriental” que haga posible “una mayor intervención de Estados Unidos en el Pacífico” contra China, escribía el autor. “También los expertos polacos aconsejan la reconstrucción de la histórica República de las dos naciones, profundizando la cooperación entre los países de nuestra región, al principio principalmente polacos y ucranianos”, decía.

El mismo día de la publicación del artículo, el Presidente Zelenski realizaba su primera visita oficial a Polonia, donde fue condecorado con la orden polaca del “Águila blanca” y declaró la “amistad por los siglos” entre Polonia y Ucrania. “Entre los dos países no debe haber fronteras políticas, económicas ni sobre todo históricas”, dijo el Presidente ucraniano en lo que parecía una velada referencia a las matanzas de polacos en Volinia y Galitzia de los años cuarenta. Pocos días después, el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki visitaba Washington, reclamando el liderazgo de la “tercera Europa” para su país: “Polonia quiere convertirse en la base de la seguridad europea. Nuestros vecinos de Occidente fueron los primeros en cometer el gran error de una estrecha cooperación energética con Rusia, y ahora su posición hacia Ucrania no es la misma de Estados Unidos o de Polonia”, dijo en abierta referencia a las últimas declaraciones de Emmanuel Macron contra el “vasallaje” europeo realizadas a su regreso de la visita oficial a China. “Los aliados de Europa occidental y Estados Unidos no pueden o no quieren armar y entrenar suficientemente a las tropas ucranianas para lograr una victoria espectacular”, decía Tomasz Grzegorz Grosse en el mencionado artículo. “Somos la piedra angular perfecta de las relaciones europeo-estadounidenses”, proclamó Morawiecki en Washington, criticando a “aquellos líderes europeos que quieren un alto el fuego rápido en Ucrania, prácticamente a cualquier precio”.

Polonia se está convirtiendo en un nudo de concentración de tropas junto a Bielorrusia y Ucrania”, dice en Moscú Konstantín Zatulin, vicepresidente del comité para las relaciones con el entorno ex soviético de la Duma de Rusia. Según fuentes de la inteligencia de Estados Unidos citadas por el periodista Seymour Hersh en su último artículo, en Polonia y Rumanía hay dos brigadas aerotransportadas, la 81 y la 101, es decir veinte mil soldados de Estados Unidos, perfectamente preparadas para una intervención militar en Ucrania, sin que se sepa cuál es el plan y el objetivo de la Casa Blanca en esta guerra. (6) La respuesta rusa a esa tendencia ha sido el anuncio de desplegar armas nucleares tácticas en Bielorrusia, bajo estricto control ruso, el mismo estatuto que rige la presencia de esas mismas armas americanas en Turquía, Bélgica, Holanda, Italia y Alemania para torear los artículos 1 y 2 del acuerdo de no proliferación nuclear.

En el concurso de dementes que nos empuja hacia una gran guerra y a la definitiva irrelevancia mundial de la Unión Europea, Polonia ya está jugando un papel de vanguardia.

Notas

(1)Hermaszewski wspomina historie swojej rodziny podczas rzezi wolynskiej / Hermaszewski recuerda la historia de su familia durante la masacre de Volinia, en :ONET Wiadomosci,11 de julio de 2013.

(2) Citado por Nicolai N. Petro, 2023; The Tragedy of Ukraine.

(3) Davies en Hearth of Europe: A short History of Poland, 1984.

(4) It’s Time to Bring Back the Polish-Lithuanian Union (foreignpolicy.com)

(5) Tomasz Grzegorz Grosse: Odbudujmy Rzeczpospolitą. Tym razem z Ukrainą – rp.pl

(6) Seymour Hersh, Trading with the enemy.

Por Sergio Rodríguez Gelfenstein

Durante la primera semana de la operación militar especial (OME) de Rusia en Ucrania, en febrero del año pasado, las tropas rusas llegaron a las cercanías de Kiev y Járkov, las dos principales ciudades de Ucrania. Durante un mes permanecieron ahí. El mundo esperaba impaciente el momento en que el Kremlin ordenara la ofensiva para tomar la capital. Sin embargo, el 1° de abril las fuerzas militares rusas se retiraron sin sufrir bajas. De inmediato, la prensa occidental comenzó a vociferar con abrumador estruendo que Rusia había sufrido una gran derrota y que se había visto obligada a retirarse en medio de grandes pérdidas humanas y materiales. No pudieron mostrar ninguna prueba de tales pérdidas. Había comenzado el show de la mentira y las fake news en el conflicto de Ucrania.

Un poco más de un año después del inicio de la OME, vale la pena preguntarse: ¿Era un objetivo de Rusia tomar Kiev y producir una fulminante derrota de Ucrania? A la luz de los acontecimientos no parece haber sido ese el objetivo. Las misiones enunciadas por el propio presidente Putin fueron expresadas con claridad desde el principio: impedir el genocidio que se preparaba para las repúblicas de Donetsk y Lugansk,  desmilitarizar y desnazificar Ucrania. En este razonamiento no se puede entonces, evaluar el desarrollo de las acciones a partir de objetivos que han emergido de think tanks occidentales o de los medios trasnacionales de desinformación, no de quienes decidieron y planificaron la operación.

Para todos aquellos que hablan de plazos no cumplidos, de lentitud en el desarrollo de las acciones combativas, de colapsos inminentes de la economía rusa, de certeza en los cercanos y perentorios vencimientos de los arsenales de misiles y municiones rusas, hay que decirles que eso no es más que desesperada propaganda occidental encaminada a engañar a ingenuos, ignorantes, e incautos.

El único plazo que se ha escuchado en el último año no vino de dirigente ruso alguno, sino del presidente de China, Xi Jinping cuando al despedirse de su homólogo ruso tras su reunión en el Kremlin le dijo: “Se están produciendo cambios que no hemos visto en cien años ysomos nosotros quienes los estamos liderando juntos”. No había inmediatez, cortoplacismo, ni visión coyuntural del conflicto, sino una profunda reflexión de largo plazo, estratégica y de análisis del carácter estructural de las transformaciones que están ocurriendo. He ahí la verdadera dimensión de lo que se está viviendo.

Una serie de hechos dan cuenta de que no es Rusia quien está perdiendo la guerra, El 16 de febrero pasado se informó que los arsenales de los países europeos estaban vacíos a causa del conflicto en Ucrania, En este contexto, los ministros de Defensa occidentales se preguntaban con qué recursos y por cuánto tiempo podrían seguir apoyando a Kiev. Mateusz Morawiecki, primer ministro de Polonia, el aliado más cercano de Ucrania declaró en enero que Occidente ya está «cansado» del conflicto en Ucrania.

A su vez, el secretario de Defensa británico, Ben Wallace, declaró  que las Fuerzas Armadas ucranianas deberían utilizar las municiones con más moderación, como lo hacen en la OTAN. Wallace precisó que uno de los objetivos del programa de entrenamiento de los militares ucranianos es que «combatan al estilo occidental«. Cualquiera que sabe un poquito de estos asuntos sabe que una transformación operacional, logística y de la preparación combativa, no se puede hacer en el corto plazo, mucho menos en el marco del desarrollo de una guerra.

Por su parte, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg explicó que la capacidad de producción de armas de los aliados de Ucrania es inferior al ritmo con el que Kiev las consume. Afirmó que: «El ritmo actual de gasto en municiones de Ucrania es muchas veces superior a nuestro ritmo actual de producción«, lo que —acentuó— “pone a nuestras industrias de defensa bajo presión”.

Ucrania ha tenido 257 mil muertos entre soldados, instructores y oficiales de la OTAN además de mercenarios de varios países según datos aportados por el propio ministro de defensa de Ucrania Oleksii Reznikov, recogidos en un informe que le hiciera al secretario de defensa de Estados Unidos Lloyd Austin durante su visita a Washington y que fuera citado por el Mossad israelí en un informe filtrado a la prensa. Estos datos dan cuenta de las grandes dificultades de reposición de pérdidas de Ucrania, cuando 25% de su población, la mayoría jóvenes ha salido del país o se encuentra ya, bajo soberanía rusa. Solo en Artemovsk/Bajmut, Ucrania ha tenido entre 9 y 11 mil soldados muertos por mes, la mayoría novatos combatientes sin entrenamiento que han caído en lo que se ha denominado “la máquina de moler carne de Bajmut”

Un país que además ha perdido más de 120 mil km² de territorio recuperado por Rusia (casi el 20% de la superficie total de Ucrania) y 234 mil heridos y cuya capacidad de combate ha sido afectada por la destrucción de 407 aviones, 228 helicópteros, 3.764 drones, 8.699 tanques y vehículos blindados 4.606 sistemas de artillería, 415 sistemas antiaéreos ucranianos, 9.552 vehículos militares especiales y 1.086 sistemas de lanzacohetes múltiples, no parece creíble que esté ganando la guerra.

El discurso de moda ahora es el de la próxima contraofensiva ucraniana en la que nadie cree, habida cuenta de los documentos de inteligencia filtrados recientemente en Estados Unidos. En esta situación, uno podría preguntarse: Si la OTAN y Ucrania están preparando una ofensiva, ¿por qué se empeñan en perder soldados en una ciudad como Bajmut, ocupada ya por Rusia en un 80% y que dados los últimos acontecimientos caerá tarde o temprano?

Por su parte, Rusia sigue entrenando a sus decenas de miles de movilizados, la gran mayoría de los cuales llevan meses de preparación y una parte ya está en la zona de la OME cubriendo posiciones y realizando tareas de apoyo. Rusia está preparando una ofensiva pero nadie sabe cuándo se realizará. ¿Quién ha visto que la dirección principal de una operación, las fuerzas y medios a emplear y la situación de los aseguramientos combativos y de retaguardia se ventilen en los medios de comunicación y que cualquiera opine sobre ellos? Solo gente que en su vida ha visto un fusil y menos ha estado jamás en combate. Son “generales de internet y play station”.

Entendámoslo mejor en palabras del General de Brigada Erich Vad, quien fungió como asesor de la ex canciller federal de Alemania Ángela Merkel desde 2006 hasta 2013:“Entonces surge la pregunta ¿qué debería suceder con las entregas de los tanques? Para apoderarse de Crimea o el Donbass, los tanques Leopards no son suficientes. En el este de Ucrania, en la zona de Bajmut, los rusos avanzan sistemáticamente. Con toda seguridad habrán conquistado por completo el Donbass en poco tiempo. Solo hay que considerar la superioridad numérica de los rusos sobre Ucrania. Rusia puede movilizar hasta dos millones de reservistas. Occidente puede enviar 100 Marder y 100 Leopards allí, esto no cambiará en nada en la situación militar general. Y la pregunta más importante es cómo poner fin a un conflicto de este tipo, con la potencia nuclear más poderosa del mundo, sin entrar en una tercera guerra mundial…”

Todo responde a una decisión que solo tiene objetivos mediáticos por parte de Ucrania y de la OTAN, los generales estadounidenses y sus aliados saben que desde el punto de vista militar es un total absurdo mantener una ciudad (Artemovsk/Bajmut) a punto de caer y en la cual tienen una posición estratégica en total desventaja (casi rodeados, con una cadena de suministros casi inexistente, con bajas cuantiosas), mientras el alto mando ruso si ve que sus soldados serían expuestos a riesgos innecesarios y con desventaja absoluta, se retirarían a otra posición para seguir luchando en mejores condiciones como ocurrió en Jerson donde se produjo durante un mes, una retirada al otro lado del río Dniéper de 105 mil civiles, 35 mil soldados y alrededor de 40 mil equipos militares… sin una sola baja, en lo que se puede caracterizar como una brillante operación militar liderada y conducida por el general Serguéi Surovikin.

Hoy, las fuerzas ucranianas están muy diezmadas y debilitadas, si esas unidades caen en la defensa del Donbass, no habrá fortificaciones o ciudades importantes entre ese territorio y Kiev. El campo estará abierto para una ofensiva rusa…o para una negociación, tal vez, tardía para Ucrania.  Por eso la importancia de la batalla de Artemovsk/Bajmut. Después de logrado ese objetivo, a las fuerzas armadas rusas solo les faltará conquistar Slaviansk y Kramatorsk y se habrá terminado todo, cumpliéndose así, el primer objetivo de la OME.

Esta es la explicación de la seguidilla de visitas diplomáticas que los presidentes de España, Francia, la presidenta de la Comisión Europea y el alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de Europa han hecho o están por hacer a Beijing. ¿Por qué ahora? La razón de esos viajes a China podría tener su explicación en el desgaste económico no controlado de los recursos militares en Ucrania y la incapacidad de Europa y Estados Unidos para suplirlos, lo que ha ido creando una situación cada vez más crítica en los países europeos. Ya el FMI informó que Alemania y el Reino Unido tendrán crecimiento negativo de su PIB en 2023. Por eso, buscan que los aliados de Moscú, en particular China, logren en la mesa de negociaciones lo que la OTAN no ha logrado en el terreno bélico.

Hay que recordar que el 15 de marzo de 2022 la vocera de la Casa Blanca Jen Psaki afirmó jubilosa que: «Hemos aplastado completamente la economía [de Rusia]. Por su parte, el 26 de agosto del año pasado en la sesión final de las conferencias de los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Madrid,  el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell afirmó que: “La guerra está en un momento decisivo y quien toma la iniciativa en este momento ya no es Rusia, Rusia ya ha perdido la guerra”. Tendrán que tragarse sus palabras porque además, ahora ya no saben qué hacer.

Twitter:@sergioro0701

Autorizado por su autor la publcacion del presente documento

CONFERENCIA DEL DR. RODRIGUEZ GELFENSTEIN EN LA APERTURA DE LA DIPLOMATURA DE GEOPOLITICA EN LA UNIVERSIUDAD MILITAR VENEZOLANA

POR MK BHADRAKUMAR

El presidente ruso, Vladimir Putin, viajó el lunes a los “nuevos territorios” del país de las regiones de Lugansk y Kherson/Zaporozhye para evaluar la situación militar. 

Ha comenzado la cuenta atrás para el “contraataque” ucraniano. La llegada del sistema de misiles Patriot a Ucrania atestigua la magnitud de la movilización para imponer grandes pérdidas a Rusia. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, realizó hoy una visita sorpresa a Kiev, la primera desde que comenzó la guerra. 

Los documentos filtrados del Pentágono se muestran escépticos sobre el éxito de la contraofensiva ucraniana, pero Moscú hace sus propias valoraciones. En primer lugar, los neoconservadores no van a desconectar el régimen de Zelensky, ya que eso significa abrir la caja de Pandora cuando el presidente Biden está a punto de anunciar su candidatura para un segundo mandato como presidente y no puede aceptar que Ucrania esté perdiendo la guerra. 

En realidad, Ucrania sufre una hemorragia. Está en la naturaleza de las guerras de desgaste que, en algún momento, el lado más débil se rompe y, por lo tanto, el final llega muy rápido. Así fue como en Siria, donde una vez que se ganó la Batalla de Alepo de 5 años en diciembre de 2016, las fuerzas gubernamentales barrieron el país en una serie de victorias militares que pusieron fin al conflicto. 

La guerra de desgaste en Ucrania puede parecer «estancada», pero el factor decisivo será qué lado está infligiendo el mayor número de bajas. No hay duda de que a pesar de la asistencia militar, de inteligencia, financiera y económica masiva de Occidente, las fuerzas rusas han aplastado al lado ucraniano a lo largo de la línea de contacto.

El embajador ruso en el Reino Unido dijo recientemente que la proporción de pérdidas en la guerra de desgaste es de aproximadamente siete soldados ucranianos por cada soldado ruso.  Para poner las cosas en perspectiva, los informes de los medios occidentales estiman que alrededor de 35.000 soldados ucranianos participarán en la próxima contraofensiva a lo largo de la línea del frente de 950 km, ¡mientras que Putin tiene constancia de que las fuerzas de reserva rusas en la línea del frente llegan a 160.000 soldados!     

El sistema de defensa aérea ucraniano se encuentra en un estado crítico. Los rusos tienen un predominio de la artillería y los rusos han fortificado fuertemente la línea del frente en los últimos 5-6 meses en múltiples capas de defensa como minas, movimientos de tierra y bolardos para impedir el avance de los tanques, etc. 

Línea de fortificación de Rusia

Esta es una táctica desesperada para Ucrania, que ha perdido una gran parte de sus soldados más experimentados (estimado en 120,000 bajas), para enfrentarse a los rusos que tienen superioridad aérea y superior en misiles, superioridad en defensa aérea y superioridad en artillería, y superioridad en mano de obra entrenada. , sobre todo.   

Las áreas que Putin eligió visitar, Kherson/Zaporozhya y Lugansk, son donde más se espera la contraofensiva ucraniana. Putin escuchó de los comandantes la situación militar y, por supuesto, con toda seguridad, eso será un aporte para sus decisiones sobre las contraestrategias rusas, tanto defensivas como ofensivas. 

A pesar de las filtraciones del Pentágono y el consiguiente desorden y confusión en Washington y las capitales europeas (y Kiev), el contraataque ucraniano seguirá adelante para recuperar al menos parte del territorio perdido. Este es un tiro desesperado de los dados. 

Sin embargo, el pensamiento delirante todavía prevalece en Washington. Esto se desprende de un artículo reciente en Foreign Affairs escrito en coautoría por dos veteranos del establecimiento de EE. UU., el ex funcionario del Departamento de Estado Richard Haass y Charles Kupchan, miembro principal del Consejo de Relaciones Exteriores, titulado Occidente necesita una nueva estrategia en Ucrania . : Un plan para pasar del campo de batalla a la mesa de negociaciones . 

El artículo se apega en gran medida a los mitos generados por los neoconservadores —que las operaciones militares especiales de Rusia fracasaron y que la guerra «resultó mucho mejor para Ucrania de lo que la mayoría predijo»— pero tiene destellos ocasionales de realismo. Se basa en el estribillo actualmente en boga en Washington de que “el resultado más probable del conflicto no es una victoria ucraniana completa sino un sangriento punto muerto”. 

Haas y Kupchan escribieron que “para cuando termine la ofensiva anticipada de Ucrania, Kiev también puede animarse a la idea de un acuerdo negociado, habiendo dado lo mejor de sí en el campo de batalla y enfrentando restricciones crecientes tanto en su propia mano de obra como en la ayuda del exterior. ” 

Los autores toman nota de paso que el liderazgo de Rusia también tiene opciones y cálculos, ya que las sanciones occidentales no han logrado paralizar la economía rusa, el apoyo popular a la guerra sigue siendo alto (más del 70%) y Moscú siente que el tiempo está de su lado como el poder permanente. de Ucrania y sus partidarios occidentales y su determinación se desvanecerá y Rusia debería ser capaz de expandir sustancialmente sus conquistas territoriales.

Fundamentalmente, Haas y Kupchan provienen de otro planeta.  No pueden comprender que Rusia nunca aceptará un escenario en el que el conflicto termine con un alto el fuego, pero la OTAN continuará reforzando las capacidades militares de Ucrania e integrará constantemente a Kiev en la alianza . 

¿Por qué Rusia querría jugar otro juego de sillas musicales mientras Occidente formaliza la membresía de Ucrania en la OTAN, es decir, acepta una repetición del grotesco interregno entre los Acuerdos de Minsk de 2015 y las operaciones militares especiales de Rusia? 

La visita de Putin a los nuevos territorios en esta coyuntura crucial con la guerra de desgaste en un punto de inflexión transmite una poderosa señal de que Rusia también tiene un plan ofensivo y no le corresponde a Biden hacer sonar el silbato y cancelar la guerra de poder, por pura fuerza. fatiga o distracciones apremiantes en Asia-Pacífico o debido a grietas en la unidad occidental o cualquier otra cosa. 

Del mismo modo, es improbable que Rusia pueda reconciliarse alguna vez con el régimen de Zelensky, al que Moscú ve como un títere de la administración Biden. Pero, ¿cómo es posible que Biden se deshaga o pierda de vista a Zelensky mientras los esqueletos se agitan en el armario familiar? 

Lo que es más importante, la opinión pública rusa espera que Putin cumpla la promesa que hizo al ordenar las operaciones militares especiales. Cualquier cosa menos que eso significará que decenas de miles de vidas rusas perecieron en vano. 

No está en la esencia de la personalidad política de Putin ignorar la oleada de opinión rusa, o pasar por alto la psique nacional herida mientras se reproducen imágenes del desalojo forzoso de cientos de monjes de   Pechersk Lavra, el complejo del monasterio de cuevas ortodoxas del siglo XI en el corazón de Kiev, tildados de quintacolumnistas rusos. Fue un movimiento político calculado por parte de Zelensky con el estímulo occidental tácito. ( aquí y aquí )

Lo que los neoconservadores en los EE. UU. aún tienen que comprender es que no lograron subyugar a Rusia a pesar de todas las humillaciones vertidas sobre su honor nacional, su orgullosa historia y su envidiablemente rica cultura. ¿Por qué Rusia se normalizaría con estados que se apropiaron de su riqueza soberana e impusieron sanciones tan draconianas para sangrar y debilitar su economía?

La secretaria del Tesoro de EE. UU., Janet Yellen, admitió en CNN que las sanciones pueden, en última instancia, poner en riesgo la hegemonía del dólar estadounidense.  Pero sus comentarios no van lo suficientemente lejos. 

Mientras tanto, la asociación estratégica entre Rusia y China se ha fortalecido, y la señal de esta semana es la voluntad de Moscú de coordinarse con Beijing para contrarrestar los desafíos militares en el Lejano Oriente.  (Vea mi blog China, Rusia circula vagones en Asia-Pacífico ) 

Rusia está lejos de estar aislada y disfruta de una profundidad estratégica en la comunidad internacional. Considerando que, durante el último período de un año, el declive sistémico de Occidente y la menguante influencia global de los EE. UU. se ha convertido en un proceso histórico inexorable. 

FUENTE https://www.indianpunchline.com/ukraine-stalemate-in-an-attritional-war/

Pepe Escobar 15 de abril Fondo de la Cultura Estrategica

Esta es la historia de dos peregrinos que siguen el camino que realmente importa en el joven siglo XXI ; uno procedente de la OTAN y otro de los BRICS.

Comencemos con Le Petit Roi, Emmanuel Macron. Imagínalo con una sonrisa de plástico en la cara paseando junto a Xi Jinping en Guangzhou. Siguiendo el sonido largo y suave del clásico «High Mountain and Flowing Water», ingresan al Baiyun Hall  para escucharlo interpretado por el Guqin de 1000 años de antigüedad (un hermoso instrumento). Saben la fragancia del té de 1000 años de antigüedad y reflexionan sobre el auge y la caída de las grandes potencias en el nuevo milenio.

¿Y qué le dice Xi a Le Petit Roi? Él explica que cuando escuchas esta música eterna tocada por este instrumento eterno, esperas estar en compañía de un amigo íntimo; estás en sintonía tanto como la alta montaña y el agua que fluye. Ese es el significado más profundo del antiguo cuento de los músicos Yu Boya y Zhong Ziqi, hace 25 siglos en el Reino de Chu: amistad íntima. Solo los amigos íntimos pueden entender la música.

Y con eso, como explicaron los eruditos chinos, Xi trajo a colación el concepto de Zhiyin. Después de la muerte de Zhong Ziqi, Yu Boya rompió su Guqin: pensó que nadie más podía entender su música. Su historia imprimió el término “Zhiyin”: alguien que entiende de música, con el significado adicional de amigos cercanos que pueden entenderse completamente entre sí.

Todas las apuestas están cerradas sobre sí un títere narcisista como Macron alguna vez será lo suficientemente culto como para comprender el mensaje sutil y sofisticado de Xi: aquellos que lo entienden son verdaderas almas gemelas. Además, sus amos no enviaron a Macron a Beijing y Guangzhou para unir almas, sino para tratar de inclinar a Xi hacia la OTAN en Rusia/Ucrania.

Su lenguaje corporal es un claro indicativo, completo con cruzar los brazos demostrando aburrimiento. Es posible que al principio haya sido impermeable a la noción de que la verdadera amistad requiere comprensión y aprecio mutuos.

Pero entonces sucedió algo extraordinario. El mensaje de Xi puede haber tocado un punto clave en las torturadas profundidades internas del narcisista Petit Roi. ¿Qué pasa si, en las relaciones internacionales, la comprensión y el aprecio mutuos son la clave para que las naciones encuentren un terreno común y trabajen juntas hacia objetivos comunes?

¡Qué noción revolucionaria; no exactamente el “orden internacional basado en reglas” impuesto por el Hegemón.

¿Eres un verdadero soberano?

Al invitar a Le Petit Roi a China y pasar personalmente no menos de 6 horas con su invitado, Xi promulgó lo mejor de la diplomacia milenaria. Le recordó a su invitado la turbulenta historia entre Francia y las potencias anglosajonas; y habló de soberanía.

La subtrama sutil clave: «Europa» piensa mucho en estar subordinada al Hegemon y minimiza lo mejor posible la turbulencia económica masiva cuando llega el Día de la Confrontación con los EE. UU. Implícita es la prioridad de Beijing de romper los crecientes intentos de EE. UU. de rodear a China.

Entonces, Xi trató a Francia como un verdadero soberano potencial incluso bajo la UE; o separándose un poco del dogma de la UE.

Por supuesto, otro mensaje clave estaba implícito bajo esta invitación confuciana al crecimiento epistemológico. Para aquellos que no estén dispuestos a ser amistosos con China debido a las complejas capas geopolíticas, nunca será demasiado tarde para que Beijing muestre el lado menos “amigable” del estado chino, si se presenta la situación.

Traducción: si Occidente apuesta por Total Machiavelo, China aplicará Total Sun Tzu. Incluso si Beijing prefiera las relaciones internacionales bajo la égida de la Belleza, la Bondad y la Verdad en lugar de “estás con nosotros o contra nosotros”, la guerra del terror y la demencia de sanciones.

Entonces, ¿Petit Roi tuvo un momento de «camino a Damasco»? El veredicto está abierto. Literalmente asustó al Hegemón con su  arrebato de que Europa debe resistir la presión para convertirse en «seguidores de América». Eso está bastante en sintonía con los 51 puntos acordados por Beijing y París, con énfasis en las «preocupaciones legítimas de seguridad de todas las partes».

Los estadounidenses se asustaron aún más cuando Macron afirmó que Europa debería convertirse en una «tercera superpotencia» independiente. Le Petit Roi incluso avanzó algunos pequeños pasos a favor de la desdolarización (ciertamente bajo la supervisión de sus maestros financieros) y no a favor de Forever Wars.

Así que los estadounidenses, presas del pánico, tuvieron que enviar a la quinta columna alemana Annalena “360 Grados” Bearbock a toda prisa a Beijing para tratar de deshacer los arrebatos de Le Petit Roi y reafirmar el guión oficial de Washington Dictates Bruselas. Nadie, en ningún lugar, prestó la menor atención.

Eso se sumó a la trama secundaria más evidente de toda la historia: cómo la dominatriz de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, fue tratada por Beijing como algo peor que irrelevante. Un erudito chino la describió mordazmente como “simplemente el portavoz de una organización canina sin dientes. Incluso su ladrido suena como los gemidos de un perro con una enfermedad terminal que está a punto de ser sacrificado”.

El “perro con enfermedad terminal” tuvo que pasar por el control de pasaportes y aduanas (“¿Algo que declarar”?) Sin estatus diplomático. Sin invitación oficial. Sin soberanía. Y no, no puedes tomar el tren especial de alta velocidad junto a Macron para ir a Guangzhou. Así que aquí hay otro mensaje, este bastante gráfico: no te metas con el espíritu del Reino Medio de 3000 años de antigüedad.

Lula y “Zhiyin”

Los principales académicos chinos quedaron absolutamente fascinados con la aplicación de estratagemas diplomáticas que habían sido tan útiles hace 25 siglos, ahora recreadas en el escenario global del camino a la multipolaridad.

Algunos piden una nueva “Estrategia para los Estados Combatientes” reescrita para el siglo XXI . 

La enorme mesa redonda establecida por el protocolo chino con la «jungla» en el medio y Macron y von der Leyen posicionados como para una entrevista de trabajo fue un éxito monstruoso en Weibo y Wechat. 

Eso condujo a discusiones interminables sobre cómo China ahora finalmente puede «abrir una brecha entre los bárbaros«.

En comparación con todo este alboroto, la historia del presidente brasileño Lula viniendo a Shanghai y Beijing se lee como una ilustración gráfica de Zhiyin.

Lula fue  por la yugular desde el principio, durante la toma de posesión de la ex presidenta Dilma Rousseff  como nueva presidenta del NDB, el banco BRICS.

En un lenguaje simple y directo que cualquiera, desde el Sahara hasta Siberia, puede entender, Lula dijo : “Todas las noches me pregunto por qué todos los países deberían estar atados al dólar para el comercio. ¿Por qué no podemos comerciar en nuestras propias monedas? ¿Y por qué no tenemos el compromiso de innovar?”.

Directamente implícito está el hecho de que los BRICS+ en expansión deberían diseñar y promover su propia moneda (el largo y complejo proceso ya ha comenzado), además de permitir el comercio en monedas nacionales.

El poderoso mensaje de Lula fue dirigido a todo el Sur Global

Un ejemplo brasileño es el ICBC de China que establece una cámara de compensación en Brasil que permite el intercambio directo entre yuanes y reales.

No es de extrañar que el periódico oficial de la CIA, el Washington Post, echando espuma por la boca, emitiera de inmediato el veredicto del Estado Profundo: Lula no está obedeciendo el dictado del «orden internacional basado en reglas».

Eso significa que el Estado Profundo vendrá tras Lula y su gobierno, una y otra vez, y  hará lo posible para desestabilizarlo. Porque lo que dijo Lula es exactamente lo que Saddam Hussein y el coronel Gadaffi dijeron, y trataron de implementar, en el pasado.

Así que Lula necesitará toda la ayuda que pueda conseguir. Introduzca, una vez más, «Zhiyin».

Así recibió oficialmente Xi a Lula en Beijing. Muy pocas personas en todo el mundo, no chinas, entienden que cuando alguien de la talla de Xi te dice, justo enfrente de ti, que eres “un viejo amigo de China”, eso es todo.

Todas las puertas están abiertas. Ellos confían en ti, te abrazan, te protegen, te escuchan, te ayudan en momentos de necesidad y siempre harán todo lo posible para mantener la amistad cerca de sus corazones.

Y eso termina, por ahora, nuestra historia de «amigos íntimos» que toman el camino a Beijing. El amigo BRICS ciertamente entendió todo lo que hay que saber. En cuanto al Pequeño Rey de la OTANista europea Francia está que sueña con convertirse en un verdadero líder soberano, la hora de la verdad está llamando a su puerta.

Por el Periodista mexicano Carlos Ramirez Hernandez

Quizá la XXVIII Cumbre Iberoamericana en República Dominicana haya pasado a la historia no por la falta de una verdadera agenda geopolítica Intercontinental, sino por la forma en que el presidente español Pedro Sánchez generó una polémica transoceánica con el presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo.

La Cumbre se preveía bastante complicada porque las relaciones entre los países iberoamericanos y de éstos con Estados Unidos por razones de efectos diplomáticos que involucraban regímenes políticos particulares. El presidente del PP destacó la reunión desde su agenda electoral al criticar la presencia de gobernantes caracterizados como dictadores, aunque las reglas de la Cumbre impiden involucrar prácticas de gobierno.

Además, la Cumbre fue deslucida por la ausencia y desdén de México a la reunión, sobre todo por el discurso histórico del presidente López Obrador contra el dominio español de México y otros países de la región durante 300 años. Pero por las razones que fueran, el lado importante de la Cumbre fue su realización sin gestiones diplomáticas de los tres países claves: España, México y Brasil.

Las relaciones diplomáticas entre los países iberoamericanos han entrado en una zona de conflicto por definiciones de proyectos de gobierno y sobre todo por comportamientos dictatoriales de Nicaragua, Bolivia, Perú y Cuba y la ola nacionalista que ha persistido en México, Argentina y Brasil, además de los enigmas geopolíticos que representa Centroamérica y Chile.

Las Cumbres iniciaron su ciclo en 1991, pero en una circunstancia geopolítica producto del desmoronamiento de la Unión Soviética en 1989-1991, la fase final del ciclo militarista de Reagan-Bush Sr., la revolución sandinista en Nicaragua y el inicio de negociaciones de México con Estados Unidos para la firma del Tratado de Comercio Libre en 1994. 

Este Tratado, por cierto, excluyó desde su origen el escenario latinoamericano, aunque la Casa Blanca ha estado parchando las relaciones regionales con tratados comerciales parciales que no han derivado en ninguna nueva lógica continental de desarrollo.

A lo largo de poco más de 30 años, las cumbres iberoamericanas más o menos sortearon las coyunturas, pero las relaciones entre gobiernos cambiaron con el radicalismo conservador del presidente Donald Trump y la incapacidad de gestión de una nueva geopolítica por parte del presidente Joseph Biden. 

En 2021, Biden realizó la Cumbre de las Américas con la exclusión de países caracterizados por EU como dictaduras, pero se encontró con la respuesta de México boicoteando la reunión con su ausencia y criticando la decisión de la Casa Blanca de condicionar el derecho de admisión a una categorización muy estricta de lo que debería ser la democracia.

De manera paradójica, la XXVIII Cumbre Iberoamericana eludió cualquier obstáculo acreditado a prácticas autoritarias de gobiernos de la región, pero no hubo ningún cuidado español por buscar una vía de negociación con México para su participación en reuniones regionales, bastante por el enojo que existe en La Moncloa por las críticas del presidente mexicano López Obrador al tiempo de dominación española de la zona mesoamericana y a la exigencia de una disculpa a posteriori por la ocupación territorial.

Sin ninguna negociación diplomática previa, la XXVIII Cumbre siempre prefiguró un fracaso porque México ha jugado un papel muy importante en el liderazgo regional y su ausencia desánimo también a otros países, además de que no se sintieron indicios del Gobierno español por darle una interpretación circunstancial favorable a la Cumbre.

Lo malo para España y para Iberoamérica ha radicado en el hecho de que con todo y sus deficiencias esas cumbres habían cumplido la función de cuando menos poner en contacto a jefes de Estado y de gobierno de España e Iberoamérica, aunque con demasiado énfasis en los temas de inversiones españoles en América y los obstáculos que se están encontrando por las prácticas nacionalistas de gobiernos en turno. En el pasado, España siempre tuvo en su agenda iberoamericana la prioridad de las inversiones, pero dándole también mucho espacio al discurso diplomático.

Las relaciones entre España e Iberoamérica entraron en zona de conflicto en la XVII Cumbre Iberoamericana de 2007 cuando ocurrió el choque de caracteres entre el presidente venezolano Hugo Chávez y el rey español Juan Carlos I. España no supo decodificar el discurso nacionalista de Chávez y sus aliados bolivarianos y desde entonces no ha existido entre los dos continentes algún esfuerzo diplomático para buscar un nuevo entendimiento que le pudiera regresar el valor diplomático y político a las Cumbres.

El único espacio que queda como resquicio para la reconstrucción de relaciones está en el hecho de que los jefes de gobierno de todos los países involucrados en la comunidad iberoamericana cambian electoralmente de filiación ideológica y de discurso diplomático y por tanto el tono de los discursos también se modifica por el relevo gubernamental.

En todo caso, la única figura de la comunidad iberoamericana que va a permanecer inmutable en su posicionamiento es la del Rey Felipe VI por su condición de monarca permanente y su característica como jefe del Estado español. En este contexto, la posibilidad de reconstruir el sentido de la comunidad entre países de dos continentes radicaría en el papel del Rey de España como una oportunidad para redefinir el espíritu del diálogo entre dos continentes que vienen del venero histórico del España del siglo XV.

Si no hay este replanteamiento desde la Zarzuela, las Cumbres habrán cumplido mal que bien sus funciones y ya no tendrán utilidad práctica.

PUBLICADO EN ANGULO 7 MEXICO: https://www.angulo7.com.mx/2023/04/02/sin-agenda-geopolitica-fracaso-la-xxviii-cumbre-iberoamericana/

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Dossier Geopolitico (R)

La visión europea sobre una Europa Geopolitico Por Luis Francisco Rey Arroyo, coronel del Ejército de Tierra España (Artillería), DEM (ret.)

Este documento es copia del original que ha sido publicado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos en el siguiente enlace.

La guerra en Ucrania ha puesto en evidencia las luces y las sombras de la actual situación política de la Unión Europea (UE). Por un lado, la UE ha conseguido actuar de forma coordinada y coherente en esta crisis; por otro lado, las disensiones internas entre los Estados miembros, crean desconcierto y dan una imagen de debilidad y desunión a propios y extraños.

Gracias a un contexto geopolítico favorable y bajo el paraguas de seguridad de los Estados Unidos (EE. UU.), el concepto de seguridad de la UE basado en la interdependencia y la soberanía compartida en instituciones comunes ha sido viable y exitoso.

Sin embargo, en el contexto actual de competencia por la hegemonía mundial, esa fórmula de seguridad no parece ser tan viable, puesto que el idioma que utilizan las grandes potencias enfrentadas es el del poder, por lo que parece necesario que la UE (no cada uno de los 27 por su cuenta) pueda utilizar, para su propia seguridad y defensa, ese idioma sin ambages.

Asimismo, con independencia del resultado de la guerra, Rusia seguirá siendo una fuente de inestabilidad geopolítica por muchos años y la lucha de EE. UU. por mantener su hegemonía mundial puede desplazar ese paraguas de seguridad con el que Europa hasta el momento actual se ha protegido.

Introducción

Desde hace más de un lustro, con cada crisis, el debate —casi permanente sobre «geopolítica», «poder» o «autonomía estratégica»— se acentúa en el seno de la Unión Europea (UE).

En esta nueva crisis provocada por la guerra en Ucrania, las más altas autoridades políticas de la Comisión Europea, de forma reiterada y enérgica, anunciaron el
«nacimiento de la Europa geopolítica»1 y subrayaron la necesidad de que «la UE tiene que aprender a usar el idioma del poder»2. Pese a esa insistencia parece que, como en crisis anteriores, los hechos no coinciden con lo que se anuncia. La retórica de la Comisión y las posturas políticas de los Estados miembros no coinciden, pues estos últimos están condicionados, entre otras razones, por sus intereses políticos y económicos, sus distintos grados de percepción de la amenaza, su identidad nacional o su falta de identidad europea y sus puntos de vista sobre la pérdida de soberanía en política exterior y defensa3 que, previsiblemente y entre otras consideraciones, puede conllevar dar el paso hacia una Europa geopolítica.

Tras el primer aniversario del inicio de la invasión rusa en Ucrania es plenamente reconocida la determinación, constancia y firmeza con la que la UE está actuando de forma coordinada y coherente en esta crisis y nos empieza a transmitir la sensación de que ya no es necesario seguir alimentando a la supuesta «recién nacida Europa geopolítica».

En un momento histórico en el que los equilibrios geopolíticos están mutando, desde el ataque de Rusia a Ucrania en 2014, se ha puesto de manifiesto que la actual capacidad de disuasión de la UE no es suficiente para evitar la guerra en suelo europeo; parece necesario que la UE, como poco, deba estar totalmente cohesionada en política exterior, convenientemente dotada en el ámbito de seguridad y defensa, más unida políticamente, y debidamente organizada estructuralmente para afrontar los nuevos retos geopolíticos que le permita garantizar una disuasión creíble.

Por esa razón, parece oportuno preguntarnos si ¿es posible que se forje una «Europa geopolítica» que pueda dar una respuesta apropiada a esos retos o, por el contrario, se trata de algo inalcanzable y poco realista?

Además, sea cual sea el resultado de la guerra, Rusia seguirá siendo una fuente de inestabilidad geopolítica por muchos años.
Por ello, gane o pierda Rusia, una Europa geopolítica inconclusa y con EE. UU. fuertemente comprometido en el Indopacífico son escenarios posibles a los que Occidente en general y Europa en particular se pueden enfrentar.

Con esos escenarios en mente, en este trabajo se pretende analizar la problemática existente en la UE con respecto a su nacimiento como una entidad geopolítica con capacidad de ser un actor estratégico creíble, contestar a la pregunta antes formulada y estudiar las posibles transformaciones en ese ámbito que puedan afectar a Europa en un futuro.

Para ello, este artículo, en primer lugar, trata de analizar la situación existente en la UE sobre la «Europa geopolítica» y el «idioma del poder», posteriormente, se esbozan las transformaciones geopolíticas que confluyen en esta crisis y, por último, se enumeran unas conclusiones.

La «Europa geopolítica» y el «idioma del poder»

La reflexión «Europa se forjará en las crisis y será la suma de las soluciones adoptadas para esas crisis» que Jean Monnet —considerado uno de los padres de la UE— dejó en sus memorias parece estar de plena actualidad. Y así lo fue cuando, el 1 de marzo de 2022, en una histórica alocución ante el pleno extraordinario de la Eurocámara para debatir la invasión rusa de Ucrania, el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad / vicepresidente de la Comisión (AR/VP) afirmó: «Creo que este es el momento en el que está naciendo la Europa geopolítica. Esa es la partida de nacimiento de la Europa geopolítica. El momento en que tomamos conciencia del reto al que nos enfrentamos. El momento en el que Europa debe hacer frente a sus responsabilidades…»4.

Si suponemos que la Brújula Estratégica (BE)5 fuera ese tímido primer paso hacia la Europa geopolítica, no será hasta 20256 cuando sabremos con certeza si hemos empezado de verdad esa andadura. Siendo optimistas y siguiendo una posible evolución, a ese ritmo, no sería hasta dentro de doce años cuando esa recién nacida empiece a hablar. En consecuencia, nos podríamos preguntar ¿cuál será el idioma que empleará?

Si de lo que se trata es de que la Unión Europea «haga frente a sus responsabilidades», es decir, que pueda ser un actor estratégico de primer orden, ese idioma no debe ser otro que el «idioma del poder»7.

Colin Hay8 en su artículo «Political theory and the concept of power» define el poder como «la capacidad de los actores —ya sean individuales o colectivos— de ‘tener un efecto’ sobre el contexto que define el rango de posibilidades de otros»9. En definitiva, un actor (individual o colectivo) tiene poder, cuando al ejercitarlo, posee la capacidad de lograr sus fines en comparación con otros actores con los que interactúa.

El idioma del poder es extraño al ideario primigenio de la Unión cuyo objetivo era reemplazar la política del poder —que trajo tantas guerras y conflictos en Europa— por el entonces nuevo concepto de seguridad basado en la interdependencia y la soberanía compartida en instituciones comunes.

Gracias a un contexto geopolítico favorable que se ha ido manteniendo desde la creación de la UE, ese concepto de seguridad —a la sombra de los EE. UU.— ha sido, hasta el momento, viable y exitoso.

Así las cosas, bajo el paraguas de seguridad de los EE. UU. y de su liderazgo global, Europa ha podido llevar a cabo su política en beneficio de su economía y de la expansión de sus ideales democráticos a la vez que se reducían sus capacidades militares de una forma abrumadora.

En la Estrategia Global de la Unión Europea (EUSG)10, publicada el 28 de junio de 2016, se aprecia un cambio de rumbo significativo con respecto a la narrativa que hasta ese momento se usaba. En cierta medida, la UE modera la postura reflejada en la Estrategia Europea de Seguridad (EES) de 200311 de influir y cambiar el entorno internacional. Esa política no llegó a funcionar de la forma deseada, debido a que pocos países vecinos mostraron interés en la idea de que a cambio de ayuda financiera y una potencial integración en la UE, debían comprometerse a realizar las debidas reformas democráticas y de mercado. Por ello, haciendo frente a la realidad del momento12 la UE pasó a reconocer la necesidad de «asumir una mayor responsabilidad en nuestra seguridad», desarrollar la política de defensa de la UE y tener «un nivel adecuado de ambición y autonomía estratégica».

En este sentido, es necesario aclarar que la UE tiene la gran desventaja de ser una organización internacional con veintisiete miembros que deciden sobre cuestiones de política exterior y de seguridad por unanimidad, lo que obviamente dificulta la toma de decisiones. En general, cada Estado miembro por sí solo puede decidir el envío de sus tropas al extranjero en unas pocas horas sin muchas restricciones internas o externas. En cambio, la UE, en su conjunto, para llevar a cabo ese mismo trámite requiere un largo proceso que implica múltiples fases de preparación y consulta, a lo que hay que añadir la alta probabilidad de que por el camino pueda ser bloqueado. Lo que significa que, en crisis urgentes, cuando se trata del empleo de la fuerza militar y cada minuto cuenta, la UE no parece ser un actor creíble.

En el contexto actual, en que el idioma utilizado por las grandes potencias es el del poder, parece imprescindible que la UE necesite que, en principio y como mínimo, su estructura y organización interna, su Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) y su Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD)13 se empezaran a alinear con lo que supondría dar ese paso para hacerse más fuerte geopolíticamente. Lo que en ningún caso podría significar que pretendiera desprenderse del vínculo transatlántico, ni que abandonara su ideario primigenio.

En la Brújula Estratégica que se publicó el 21 de marzo de 2022 y cuya redacción se vio afectada por la invasión de Ucrania, el 24 de febrero de 2022 (24F), hay bastantes medidas que pretenden fortalecer esa defensa, el detalle está en que estas se hacen a través de los Estados miembros o de la OTAN, pero no de la UE, cosa que deja claro que, independientemente de lo que digan las más altas autoridades de la Comisión, la realidad es que no hay voluntad de avanzar hacia esa supuesta Europa geopolítica.

Es más, en el texto de la BE de forma repetida se hace referencia al artículo 42, apartado 7, del Tratado de la Unión Europea14 relativo a la asistencia mutua entre Estados miembros, que ni es conocido por la mayoría de los europeos, ni su capacidad de disuadir a un agresor externo sea comparable al art. 5 del Tratado del Atlántico Norte, con el que, hasta cierto punto, se podría equiparar.

Las transformaciones geopolíticas

La toma de Crimea en febrero de 2014, la invasión del Dombás en agosto de ese año y la nueva invasión rusa a Ucrania el 24F son hechos que nos pueden hacer pensar que, en las áreas de influencia más próximas de la UE, el mundo no se ha movido de manera ostensible en la dirección que, hace veinte años, se pretendía en la Estrategia Europea de Seguridad (EES) de 200315 de «construir seguridad en nuestro vecindario» y expandir los «valores democráticos de la UE».

En concreto Rusia no ha ido en esa dirección, ha mirado hacia Asia y, de nuevo, ha traído la guerra a suelo europeo, es decir que, en este caso, no ha funcionado lo de
«construir seguridad en nuestro vecindario» ni lo de expandir los «valores democráticos de la UE», ni la disuasión para evitar la guerra.

Como parte integrante de la política exterior y de seguridad común de la Unión (PESC), la PCSD ha dado origen a estructuras políticas y militares internas de la Unión, lo que ha permitido misiones y operaciones militares y civiles en el extranjero.

Las dos grandes potencias, Rusia y China, vienen desafiando el orden internacional establecido desde hace años y perciben a Occidente en decadencia y débil.

Los desafíos que Rusia ha ido llevando a cabo durante el último decenio han ido aumentando progresivamente y con ellos sus ambiciones y motivaciones políticas. Estas, de una forma u otra, se han ido obviando por la UE, pensando primero que Rusia podría evolucionar hacia un sistema democrático Occidental y después que con sanciones económicas el problema se podría resolver. Sanciones que cuando se aplicaron como consecuencia de la intervención militar en Crimea en 2014, ni disuadieron a Rusia, ni impidieron que muchos miembros de la UE negociaran acuerdos comerciales y energéticos con ella.

Incluso desde antes de la intervención militar de 2014, esas relaciones comerciales y energéticas con los países de la UE han sido y están siendo utilizadas por Rusia como un instrumento para conseguir una ventaja geopolítica y militar, dado que, en vez de invertir la riqueza obtenida para evolucionar hacia un sistema democrático, la utilizaba para fortalecerse militarmente y llevar a cabo una estrategia geopolítica expansionista. Otros resultados históricos de ello fueron, por ejemplo: la ocupación de facto de Osetia del Sur y Abjasia, la guerra ruso-ucraniana 2014-2023…, y la intervención en Siria para apoyar a las fuerzas del presidente Bashar al-Asad.

Este último desafío ruso —la invasión rusa a Ucrania el 24F— por un lado ha creado un grave problema internacional, está poniendo en peligro la seguridad en Europa y ha erosionado uno de los cimientos en los que se apoyaron los fundadores de la Unión, que era el evitar nuevas guerras en suelo europeo; y por otro lado, ha fortalecido a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

A su vez, China también ha ido endureciendo sus actitudes con respecto a Occidente y ejercitando su poder como una gran potencia, ha usado todas las formas de coerción: políticas, económicas, cívico-militares y militares (reivindicaciones territoriales, aumento de su presencia militar y la creación de islas artificiales entre otras). Es decir, la República Popular actúa, al igual que Rusia, para transformar su entorno geopolítico.

El presidente Xi en el 20º Congreso del Partido Comunista Chino afirmó: «Nuestro país ha entrado en un período de desarrollo en el que las oportunidades, riesgos y desafíos estratégicos son concurrentes, y las incertidumbres y los factores imprevistos están aumentando […] Debemos ser más conscientes por tanto de los peligros potenciales, estar preparados para hacer frente a los peores escenarios…». Asimismo, resaltó la modernización del Ejército de Liberación Popular para convertirse en fuerzas de primer nivel antes del 2049.

China y Rusia han percibido amenazas de Occidente y comparten una relación política cada vez más estrecha. La amistad entre los líderes autoritarios de esos dos países, que concurren, como se ha citado anteriormente, en su visión negativa hacia un Occidente en declive y en sus deseos de resarcimiento por los agravios históricos, convierte esta situación en otro elemento de transformación geoestratégica a vigilar.

Esa unión de visiones y ambiciones de Pekín y Moscú complican los frágiles equilibrios geopolíticos en la actual competencia global por el poder con Occidente y nos acerca al mundo multipolar que Rusia y sobre todo China han estado desarrollando durante varios años y que viene a representar su lucha por la desvinculación geoestratégica del poder occidental.

Sin olvidar sus diferencias geográficas, históricas, raciales y culturales, es decir sus diferencias geopolíticas. No parece, en principio, que China y Rusia lleguen a tener una especie de alianza asiática emulando a la OTAN en la que un ataque armado contra una de ellas sea considerado como un ataque dirigido contra la otra.

En el momento actual, parece que Rusia y China mantienen esa unión de amistad de sus líderes que comparten las mismas visiones y ambiciones con respecto a Occidente. Al igual que antes del 24F, esos estrechos lazos se han puesto de manifiesto en el VII Foro Económico Oriental en Vladivostok16 y en la reunión XXII Reunión del Consejo de jefes de Estados miembros de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS)17 en Samarcanda. Conviene aclarar que la OCS no es ni una alianza político-militar intergubernamental como lo es la OTAN, ni representa una unión económica al estilo de la UE.

En este punto es necesario añadir que Putin y numerosas autoridades rusas, con cierta insistencia en los últimos años, están respaldando un ideario geopolítico que denominan «eurasianismo»18. De forma muy resumida, el «eurasianismo» que en la actualidad lo denominan «neoeurasianismo» es un movimiento político y cultural de Rusia que apoya una ideología que promueve la grandeza ruso-asiática.

Además, las sanciones económicas de Occidente con motivo de la guerra en Ucrania están impulsando un cambio de la orientación económica y política de Rusia, antes predominantemente europea, hacia una euroasiática. A la vez, entre otros factores, parece que les está haciendo evolucionar hacia una «gran asociación eurasiática». Lo que, de ser así, produciría un desequilibrio geoestratégico importante.

Poco a poco, parece que China irá apoyando la economía rusa a medida que su dependencia energética de Rusia sea mayor —puesto que podría convertirse en el mayor importador de petróleo y gas de Rusia— y llegue a consolidar su propio sistema de pago internacional. Lo que podría convertir a China en un actor geoestratégico comparable con EE. UU.

En esas circunstancias, el rol futuro de Rusia, bajo una fuerte dependencia de la economía y el sistema financiero chino, podría no coincidir exactamente con el que parece que publicita el presidente de Rusia, Vladimir Putin —el mundo ruso o «русский мир; Russkiy Mir»— para convertirse en realidad en un actor bajo la esfera de poder chino.

No obstante, en el contexto actual de transformaciones y competitividad geopolítica, todas esas tramoyas de alianzas pueden y deben interpretarse como parte de la guerra de la desinformación desarrolladas con el fin de engañar a los líderes políticos y a la opinión pública tanto Occidental, como global incluida la propia de la Federación rusa. Dado que no resulta verosímil que Rusia y China de una forma inminente vayan a unir sus fuerzas, ni que las relaciones entre Rusia y China hayan sido establecidas, en exclusiva, con el fin de contener a Occidente, habida cuenta la complementariedad económica entre una Rusia rica en recursos y una China ávida de materias primas y energía.

A este respecto, vigilar la deriva que pueda tomar esa asociación militar entre China y Rusia es una necesidad prioritaria pues en el caso de que siga reforzándose e incrementándose, podría llegar a comprometer seriamente los equilibrios geopolíticos y la seguridad internacional e incluso podría poner en jaque el entramado de alianzas de EE. UU. en Asia-Pacífico y en Europa. En fin, lo que no se puede pasar por alto son los riesgos reales que emanen de la cooperación militar y de seguridad entre Rusia y China.

Otro escenario posible y no menos preocupante sería un colapso de la Federación Rusa, que pudiera dar como resultado un Estado fallido. Expertos rusos como Andei Kolesnikov hablan de un posible «colapso total de todo» y el editor de Rusia y Europa del Este de The Economist, Arkady Ostrovsky en su artículo titulado «Russia risks becoming ungovernable and descending into chaos» afirma que «la guerra de Putin está convirtiendo a Rusia en un Estado fallido»19.

En consecuencia, esos escenarios por poco probables que pudieran parecer —puesto que números expertos vaticinan una salida negociada del conflicto— son, si cabe, los más peligrosos y por ello debemos estar preparados para poderlos afrontar.

Todo ello se complica si además tenemos en cuenta que en la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de los EE. UU. (ESN)20, adoptada por la Administración Biden el 12 de octubre de 2022, se deja claro que la guerra en Ucrania no ha supuesto ninguna alteración en la decisión de EE. UU. de priorizar su competición con China, pese a la amenaza que supone Rusia.

Es más, la ESN 2022 declara que en los «primeros años de esta década decisiva, se establecerán las condiciones de la competencia geopolítica y, al mismo tiempo, se acotará la ventana de oportunidades para afrontar los desafíos compartidos»; pone de manifiesto la intención de «configurar el orden internacional»; ve a China como «el único competidor con la intención de reformar el orden internacional y tener, cada vez más, el poder económico, diplomático, militar y tecnológico para hacerlo»; establece a la región del Indopacífico como su terreno de juego prioritario en esa competición con China y, a su vez, subraya la necesidad de «contener a una Rusia peligrosa».

Conclusiones

La guerra en Ucrania ha puesto en evidencia las luces y las sombras de la actual situación política de la UE. Por un lado, tenemos la firmeza, la determinación, la rapidez y la unidad de acción con la que la UE está actuando de forma coordinada y coherente en esta crisis y, por otro lado, la falta de cohesión en política exterior, los graves déficits de capacidad militar, las disensiones internas y las diferencias entre el discurso político de las más altas autoridades de la Comisión defendiendo la «Europa geopolítica» y los hechos.

En efecto, la posible falta de voluntad política de los Estados miembros en dar ese salto que, unido a un insuficiente sentimiento de identidad europea de sus gentes y la aparente falta de liderazgo y convicción europeísta de los líderes de las principales potencias de la UE, hacen que sea muy poco probable que a corto o medio plazo la UE pueda forjar una «Europa geopolítica».

Asimismo, con independencia del resultado de la guerra, Rusia seguirá siendo una fuente de inestabilidad geopolítica por muchos años y entre los muchos resultados finales posibles —aunque pudieran ser considerados como poco probables— Rusia como vencedora de la guerra en Ucrania podría continuar con sus ambiciones geopolíticas invadiendo otros países de Europa y como perdedora, como afirman algunos expertos, podría acabar como un Estado satélite de China, o que pudiera llegar a ser un Estado fallido. Si a ello le añadimos que, en esas circunstancias, EE. UU. estuviera totalmente inmerso en su lucha de poder hegemónico con China, el futuro de Europa, sin una capacidad real de ser un único actor estratégico, no parece ser halagüeño.

Es más, la ESN 2022 deja claro que ahora para EE. UU. el Indopacífico es su terreno de juego prioritario y deja a Europa en un segundo orden de prioridad. Lo que implica que a medida que se vaya endurecido la competencia hegemónica entre las dos superpotencias y EE. UU. tenga que inclinar su balanza cada vez más hacia el Indopacífico, ese proceso de cambio geopolítico (ya patente) debería, en su caso, tenerse en cuenta para modular la velocidad con la que la UE deba evolucionar hacia una Europa geopolítica.

Luis Francisco Rey Arroyo, coronel del Ejército de Tierra (Artillería), DEM (ret.)

Referencias:

1 Para poner en su contexto y pese a la controversia relacionada con los distintos puntos de vista sobre
«geopolítica», a efectos de este trabajo, sin pretender definirla y de una forma muy escueta; comúnmente se acepta que la geopolítica viene a relacionar territorio, situación y medio ambiente (la parte «geo») con política y poder.

2 Josep Borrell ya en su audiencia de confirmación el 7 de octubre de 2019, mencionó la frase: «The EU has to learn to use the language of power» («La UE tiene que aprender a usar el idioma del poder»). Se prefiere traducir
«language» por «idioma» y no por «lenguaje».

3 Aunque ya hayan renunciado a su soberanía monetaria. Los países que aún no han adoptado la moneda única pero que se incorporarán a la zona del euro cuando reúnan las condiciones necesarias son Bulgaria, Chequia, Hungría, Polonia, Rumanía y Suecia. Dinamarca, en lo que respecta a la moneda única, optó por mantener su moneda nacional tras su adhesión a la UE.

4 Disponible en: https://www.eeas.europa.eu/eeas/russian-aggression-against-ukraine-speech-high- representativevice-president-josep-borrell-ep_en [consulta: 9/1/2023].

5 https://data.consilium.europa.eu/doc/document/ST-7371-2022-INIT/es/pdf [consulta: 9/1/2023].

6 BE: «A partir del análisis de amenazas revisado que realizaremos en 2025 y en función de la consecución de los objetivos clave previstos, el alto representante presentará propuestas para una posible revisión de la presente Brújula Estratégica».

7 https://www.europarl.europa.eu/news/es/press-room/20190926IPR62260/audiencia-con-el-candidato-a-alto- representante-josep-borrell [consulta: 9/1/2023].

8 Colin Hay es profesor de Ciencias Políticas en el Instituto de Estudios Políticos de París y profesor afiliado de Análisis Político en la Universidad de Sheffield, editor en jefe adjunto de la revista Comparative European Politics y director editorial de la revista New Political Economy.

9 HAY, Colin. «Divided by a Common Language: Political Theory and the Concept of Power», Politics. 17(1), 1997, pp. 45-52, p. 50.

10 https://eeas.europa.eu/archives/docs/top_stories/pdf/eugs_es_.pdf [consulta: 9/1/2023].

11 https://data.consilium.europa.eu/doc/document/ST-15895-2003-INIT/en/pdf [consulta: 9/1/2023].

12 En aquel momento: en el este de Europa, se vulneró el orden de seguridad europeo; al mismo tiempo, el terrorismo y la violencia causaron estragos en el norte de África, Oriente Próximo, y en la propia Europa.

13 La política común de seguridad y defensa (PCSD) ofrece un marco de la Unión en el ámbito de la defensa y la gestión de crisis, incluidas la cooperación y la coordinación en materia de defensa entre los Estados miembros.

14 Art. 42, apdo. 7: «Si un Estado miembro es objeto de una agresión armada en su territorio, los demás Estados miembros le deberán ayuda y asistencia con todos los medios a su alcance, de conformidad con el
artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas. Ello se entiende sin perjuicio del carácter específico de la política de seguridad y defensa de determinados Estados miembros».

15 https://data.consilium.europa.eu/doc/document/ST-15895-2003-INIT/en/pdf [consulta: 15/1/2023].

16 El objetivo del foro es fomentar la inversión en el Extremo Oriente ruso y el establecimiento de vínculos comerciales entre Rusia y los países de la región de Asia-Pacífico.

17 La OCS fue fundada en 2001 por China, Kazajistán, Kirguistán, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán, para discutir asuntos económicos y de seguridad en Asia Central, con un enfoque hacia la lucha contra el terrorismo y el fortalecimiento de los vínculos comerciales. Tras recorrer un largo camino, ha llegado a convertirse en la organización regional más grande del mundo, concentrando más de la mitad de la población de nuestro planeta.

18 MOSTAFA, G. «The Concept of ‘Eurasia’: Kazakhstan’s Eurasian Policy and its Implications», Journal of Eurasian Studies, 4(2). 2013, pp. 160–170. Ver apartado 3 Russian Eurasianism. https://doi.org/10.1016/j.euras.2013.03.006 [consulta: 15/1/2023].

19 https://www.economist.com/the-world-ahead/2022/11/18/russia-risks-becoming-ungovernable-and-descending- into-chaos [consulta: 31/1/2023].

20 https://www.whitehouse.gov/wp-content/uploads/2022/11/8-November-Combined-PDF-for-Upload.pdf [consulta: 15/1/2023].

PUBLICADO EN ATALAYAR

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Dossier Geopolitico (R)

Carlos Pereyra Mele, centra su columna del Club de La Pluma nuevamente en el análisis del conflicto en el Cáucaso, con Georgia desde la mirada Geopolitica para comprender la importancia de este posible Ucrania 2.0, al estar este país sufriendo otra de las «Revoluciones de Colores» orquestadas por los anglosajones y sus ONG, y también las nulas consecuencias de la “orden” de captura de Putin y sin olvidar que está semana visita Moscú el Presidente de China Xi Jinping para conversar con su homólogo V. Putin en un encuentro de una trascendencia global de gran importancia 

La tonta decisión de ordenar la captura del Presidente  de la Federación Rusa Vladimir Putin por parte de un organismo que cada vez pierde el poco o nulo prestigio que supuestamente tenia, me refiero al Tribunal Penal Internacional, mientras las grandes potencias no se subordinada a su jurisdicción empezando por EEUU, China, India, Rusia, o sea, todo propaganda de baja nivel e inutil. Pero parece que hace falta seguir confundiendo a los extraviados habitantes de está región llamada occidente.

Mientras necesitan pareciera que los occidentales necesitan mas confusiones y delirios propagandísticos actualmente, para minimizar la gravedad de “otra’ nueva crisis financiera “oxidental” y que van!!!…y como no hay buenas noticias de la guerra híbrida global proxy en Ucrania ni en el frente económico inflación crisis políticas sociales en Inglaterra y Francia, etc., tenemos estos escapismos.  

Por ello es importante el análisis de carácter geopolitico y geoestrategico para entender lo que ocurrió y ocurre en Georgia País del Cáucaso Sur que está en una zona clave limitrofe con el Mar Negro, Turquia Rusia Armenia y Azerbaiyan, pequeno pais de apenas 70.000km2 con 3.700.000 habitantes que ya sufrio una revolucion de colores en el 2003 “La revolucion de las rosas” y en el 2008 entro en conflicto con Rusia y en menos de una semana Georgia perdio dos regiones Abjasia y Osetia del Sur. Porque aqui la OTAN quiere establecer lo que se denomina la Geopolitica de los 3 Mares (Baltico, Negro y Mediterraneo)

La Geopolitica de los 3 Mares el viejo modelo de Cinturon de aislamiento de Rusia anterior a la Guerra Fria
Aqui podemos apreciar la importancia de Georgia para lograr controlar parte del Mar Negro y conectar con la Geopolitica de los 3 Mares