Por Heinz Dieterich solicitado por el autor para ser publicado en Dossier Geopolitico

1. Ucrania: la última batalla del Siglo 20

Cuando cayó la Unión Soviética en 1990-91, Washington decidió dar el golpe de gracia definitivo a sus dos rivales geopolíticos principales: Rusia y China. Removerlos como “sociedades viables” (viable societies) y competidores del sistema mundial, tal como el presidente Eisenhower había definido los supremos objetivos de la política exterior estadounidense en 1961, en el Single Integrated Operational Plan (SIOP): un ataque nuclear sorpresa contra los centros urbanos y blancos industriales de Rusia y China. 

En términos militares de los nazis, un Blitzkrieg nuclear que planeaba aniquilar al 71% de la población urbana rusa y al 53% de la población urbana de China con el objetivo de lograr el desmembramiento secular de Rusia y China para la futura sociedad global.

2. Dominio mundial de Washington

La finalidad del SIOP, expresada con brutal claridad en los documentos desclasificados, era «destruir la voluntad y la capacidad del bloque chino-soviético para hacer la guerra, eliminar al enemigo de la categoría de una gran potencia industrial y asegurar un equilibrio de poder de posguerra favorable a los Estados Unidos» –  “A Surprise Nuclear Attack  in order to destroy the will and ability of the Sino-Soviet Bloc to wage war, remove the enemy from the category of a major industrial power,  and assure a post-war balance of power favorable to the United States.”

Esta doctrina imperial-totalitaria ha sido el incuestionable guión rojo de la política de todos los presidentes estadunidenses, desde que Henry Luce publicó su célebre editorial “The American Century” en 1941 (revista Life), para justificar la entrada de Washington en la Segunda Guerra Mundial.

3. Autodestrucción del American Century imperialista

Al collapsar el Socialismo soviético (1991), Washington decidió usar dos grandes estratagemas políticos para “rematar” a sus potenciales rivales globales Rusia y China: 1. expandir su organización bélica OTAN (North Atlantic Treaty Organization, NATO) hacia oriente, lo más cerca posible a Moscú, para dominar Rusia militarmente; 2. impedir que renaciera la alianza estratégica Rusia-China, porque formaría un Bloque de Poder regional invencible.

Ambas estrategias han sido cortadas de raíz por la operación militar específica rusa de “desnazificación” y “desmilitarización” de ese protectorado euroasiático de Washington, encabezado por el comediante profesional Zelenski, sin que Washington o sus “perros falderos” políticos en Londres, París, Berlín, Varsovia y Bruselas pudieran impedirlo. Los contactos clandestinos de Biden con Beijing, solicitando que China se distanciara de Putin, no sólo fueron rechazados por el PCC, sino la información respectiva fue entregada al aliado estratégico Putin. Y, teniendo Rusia las Fuerzas Armadas más poderosas de la tierra, que derrotarían al ejército estadounidense tanto en el campo de las armas estratégicas como en una guerra convencional, no hay nada que el Imperialismo occidental puede hacer para salvar a su gobierno títere en Kiev.

4. La Profecía de la Autodestrucción

George Kennan, el más brillante estratega estadounidense del Siglo 20, quién formuló en 1947 la “containment” strategy para derrotar a la URSS, vio con terror la imparable expansión del imperialismo estadounidense y sus títeres europeos hacia las fronteras de Rusia. En un artículo profético en el New York Times, en 1997, Kennan advirtió que la expansión hacia Rusia “would be the most fateful error of American policy in the entire post-cold-war era” – “sería el error más fatídico de la política estadounidense en toda la era posterior a la guerra fría.”

Y, preveía también las consecuencias. El programa expansionista de la OTAN hacia Rusia, obligaría a Moscú aceptarlo como un “hecho militar” que lo forzaría a buscar “garantías para un futuro seguro y esperanzador en otras latitudes”: a “military fait accompli” finding it imperative to search elsewhere for “guarantees of a secure and hopeful future for themselves.” Esta búsqueda

por seguridad y futuro generó la alianza estratégica con China, cuyas normas para un nuevo orden mundial multipolar fueron dadas a conocer por Putin y Xi en su Declaración Conjunta el 4 de febrero, 2022.

5. Treinta años de Mentiras y Agresiones de Washington

«La OTAN no se extenderá ni formal ni informalmente hacia el Este», fue el compromiso de Washington en las negociaciones sobre la reunificación alemana y la retirada de las tropas soviéticas, en 1991, como consta en múltiples documentos firmados por representantes de Estados Unidos, Francia, Alemania y Gran Bretaña que son del dominio público. (Ver, p.e., la revista alemana Der Spiegel, 8/2022). Pero, como suele suceder con las solemnes palabras y compromisos del imperialismo las obligaciones contraídas ni valían el papel sobre el cual fueron escritos.

Cuatro años después, en 1995, Washington y la OTAN, bajo el comando del presidente Bill Clinton, bombardearon a las fuerzas de Serbia en Bosnia y Herzegovina. Mil aviones de guerra realizaron más de 38,000 ataques aéreos contra las fuerzas serbias, desde bases en Italia y Alemania y buques de guerra estadunidenses, sin autorización del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Es decir, un claro acto de guerra de agresión y de violación del derecho internacional.

En marzo de 1999, Bill Clinton y la OTAN realizaron una nueva campaña de bombardeos contra Serbia, creando el flamante Estado de “Kosovo” en 2008, que hoy día no es más que un centro logístico del pentagonismo estadunidense y del narcotráfico internacional. Ya en 2004, la organización bélica imperialista había dado un salto cualitativo con la aceptación de siete países de Europa central y oriental: Bulgaria, EstoniaLetoniaLituaniaRumaniaEslovaquia y Eslovenia. En 2008, Polonia, Hungría y la República Checa también se adhirieron. Un año después siguieron Albania y Croacia y de 2017 a 2020 se adhirieron Bosnia y Herzegovina y Macedonia del Norte.

De esta manera, la organización bélica fundada supuestamente para la defensa del Atlántico Norte (OTAN), creció de sus 12 miembros fundadores en 1949 a 30, cinco de los cuales comparten fronteras con Rusia: Estonia, Latvia, Polonia, Lituania y Noruega, violentando flagrantemente a cada paso los acuerdos contraídos con Rusia en 1990-91 y los intereses de seguridad elementales de esta potencia mundial. Todas las advertencias del presidente Putin sobre los peligros del expansionismo euroasiático oriental de la OTAN, por ejemplo, su temprana advertencia en la Conferencia de Seguridad de Muenchen en el año 2007, fueron ignorados por Washington. Imparablemente el cáncer imperialista se acercó a las líneas de seguridad nacional de Rusia, tal como Kennan había previsto.

6. Kennedy y Putin

En octubre de 1962, el presidente John F. Kennedy notificó a los estadounidenses, que había misiles soviéticos con armas nucleares en Cuba y que había decidido un bloqueo naval alrededor de la isla y la preparación militar para neutralizar esta “amenaza a la seguridad nacional”. Durante 13 días el mundo estaba al borde del holocausto nuclear, hasta que el líder soviético Nikita Khrushchev ofreció retirar los misiles a cambio de que Washington prometiera no invadir Cuba y retirar (en secreto) los misiles estadounidenses de Turquía. El equivalente funcional de este acuerdo en Ucrania es la declaración de la neutralidad del país. Ni la oligarquía ucraniana ni el complejo militar-industrial estadunidense, que maneja la política internacional de Washington, tenía la menor intención, de usar ese mecanismo de distensión.

7. Cuba y Ucrania

La razón militar esgrimida por Kennedy es conocida en las ciencias militares como “la profundidad estratégica” (strategic depth) necesaria para la defensa de un país, caso que no estaba dado por la cercanía de Cuba con Miami (90 millas). Es la misma razón que obligó a Putin a efectuar la operación militar específica en Ucrania, porque la solicitada integración del failed state Ucrania a la OTAN; la agresión militar a Donbass y Lugansk después de la contrarrevolución de color del Euromaidán del 2014; la discriminación y represión de los 8 millones de ciudadanos rusos y el sabotaje sistemático a los Acuerdos de Minsk, del mismo año; el creciente peso de las tendencias  y fuerzas neonazis y el intenso despliegue de armamento e instructores de la OTAN en Ucrania, generaron una amenaza a la seguridad nacional de Rusia, que ningún presidente responsable de Rusia podía ignorar. Porque afectaba un concepto militar de vida o muerte para la defensa de la nación: “la profundidad estratégica” (strategic depth) del espacio ruso que había salvado al país en las invasiones de Napoleón y Hitler. En rigor, el mismo argumento bélico que usó Kennedy en su bloqueo naval a Cuba.

8. Putin y la Contrarrevolución de Color

En resumen: la «operación militar especial» de Putin para defender a la gente de Donbass de una inminente ofensiva general del régimen neonazi de Kiev  –que ha cobrado 13,000 vidas en la región desde la Revolución de Color de 2014, es decir, el golpe de Estado lumpen-oligárquico financiado con 5 mil millones de dólares desde Washington (Victoria Nuland dixit)–  no sólo está plenamente justificada en el derecho internacional por el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, sino concuerda plenamente con la praxis y doctrina militar de la legítima autodefensa de los Estados ante una amenaza inminente que emana de un Estado vecino o fuerzas enemigas.

9. Guerra Secular contra Rusia y China

Pese a la sistemática campaña de mentiras de los medios de desinformación burgueses, está claro que el conflicto en Ucrania es parte de una guerra de agresión secular del imperialismo occidental contra Rusia y China, que comenzó en 1918 con la invasión militar de Estados Unidos contra la Revolución Rusa en Siberia. Y que continua hoy día con el intento de desmembrar a Rusia mediante el expansionismo bélico y a China mediante el intento de organizar un golpe de Estado contra el presidente Xi Jinping, tal como piden públicamente los medios de Rupert Murdoch y George Soros.

Esta guerra secular imperialista está destinada a fracasar, mientras Rusia y China sigan manteniendo su alianza estratégica defensiva contra los agresores. Defender esta alianza es la tarea de toda persona que pretende superar la era de la post-verdad y del American Century, que bloquean los senderos  emancipativos de la humanidad.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Dossier Geopolitico.

Por el Periodista independiente Denis Korkodinov desde rusia con un pedido especial de publicación en Dossier Geopolitico 

El conflicto militar ruso-ucraniano de 2022 despertó la conciencia nacional de la sociedad rusa, gracias a lo cual surgió un movimiento nacional grandioso y sumamente eficaz en el campo prorruso. Está dominado por partidarios del «mundo ruso», personas que admiran los éxitos de la política rusa. Los líderes de la ideología del «mundo ruso», en este caso, juegan el papel principal en la configuración de la narrativa histórica sobre la percepción de la victoria de Moscú sobre el «régimen de Kiev». El reconocimiento por parte de Rusia de la independencia de las Repúblicas Populares de Lugansk y Donetsk, como un rayo caído del cielo, sobresaltó a toda la comunidad internacional y, como un torbellino, condujo a una transformación absoluta del sistema geopolítico existente.

El proyecto para la liberación de Donbass, que ha ocupado las mentes de los líderes rusos durante los últimos 8 años, merecidamente ha adquirido una importancia única en la mente del público. Además, es bastante lógico concluir que la imagen de una victoriosa campaña militar de «liberación» se ha convertido en un elemento fundamental en el proceso de formación de la identidad nacional. Por otro lado, el conflicto que tiene lugar ante nuestros ojos invariablemente afecta la modernización de la ideología estatal oficial de Rusia. Estas circunstancias, a su vez, se reflejan en el proceso del papel histórico de Moscú, para el cual la «guerra santa, la guerra popular» siempre ha actuado como punto culminante. Por lo tanto, el reconocimiento de las Repúblicas Populares de Lugansk y Donetsk y la subsiguiente campaña militar rusa contra el «régimen de Kiev» dieron forma a la comprensión de la élite política y cultural rusa del papel único del presidente ruso Vladimir Putin en el escenario mundial. Al mismo tiempo, la expulsión del ejército ucraniano del territorio de Donbass ejerce una influencia decisiva en las opiniones y estados de ánimo de la élite política rusa y el crecimiento de la autoconciencia nacional. Además, el elemento principal en la percepción de la sociedad rusa del conflicto con el «régimen de Kiev» fue la imagen de un rechazo decisivo al agresor, una lucha de liberación justa.

Una nueva etapa en el desarrollo del sistema de seguridad regional, que comenzó el 22 de febrero de 2022, marcó un cambio fundamental en las prioridades de la política rusa, su enfoque en la manifestación de la fuerza militar. Los rasgos característicos de esta política son el rechazo de las herramientas tradicionales de «diálogo diplomático», la capacidad de volverse hacia las fuerzas armadas del país y los intentos de repensar sobre su base la posibilidad de utilizar armas nucleares si Rusia se encuentra con toda una serie de situaciones «extraordinarias». amenazas».

Mientras tanto, ya al comienzo de la escalada del conflicto ruso-ucraniano, está surgiendo una tendencia negativa en la percepción de Rusia entre los partidarios estadounidenses. Estas percepciones negativas se han desarrollado, en primer lugar, debido a la falta de comprensión de la realidad política rusa, así como al miedo a la enorme Rusia y su potencial militar. Como resultado, la imagen de la Rusia «agresiva» como una entidad política desestabilizadora que representa una amenaza para todo el mundo civilizado se formó en la conciencia pública internacional, incluida la estadounidense. Y cuanto más activa se volvió la política exterior de Moscú, las evaluaciones más agudas provienen de los labios de los representantes estadounidenses.

El derrocamiento del presidente legítimo de Ucrania, Viktor Yanukovych, el «Maidan ucraniano», la quema de personas en la Casa de Sindicatos de Odessa se convirtió en una especie de «epifanía» para Moscú, cuando se desvanecieron las esperanzas de negociaciones pacíficas con el «régimen de Kiev». destruido. En este momento, la imagen de Ucrania después de 2014 adquirió contornos demoníacos para la sociedad rusa. El actual líder ucraniano Volodymyr Zelensky, que alguna vez fue un payaso de la televisión, resultó ser un enemigo del Kremlin ruso, y Kiev se convirtió en el epicentro del terrorismo en Europa del Este. Esta fue una de las principales razones para el reconocimiento de las Repúblicas Populares de Lugansk y Donetsk. La presión ucraniana sobre el Donbass en Rusia ha llegado a ser vista como una manifestación de humillación nacional, como resultado de lo cual la campaña militar rusa en curso contra el “régimen de Kiev” ha comenzado a verse como un ejemplo convincente de valentía.

Solo por esta razón, es poco probable que Rusia detenga sus operaciones militares en las fronteras de Donbass. El objetivo de Moscú es derrocar a todos los representantes de las autoridades ucranianas que tomaron el poder en Kiev en 2014. El ejército ruso seguramente llegará a Kiev, lo que será una ocasión para colgar la bandera del estado ruso en las puertas de la Verkhovna Rada de Ucrania y la residencia de Vladimir Zelensky.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Dossier Geopolitico.

Resumen: Los estudios estratégicos se asientan sobre el fundamento teórico de la tradición realista. En este documento didáctico se exponen los argumentos centrales de varias ramas del realismo contemporáneo para el estudio de la política internacional: realismo clásico, realismo estructural, realismo ofensivo, realismo defensivo y realismo neoclásico.

Por Javier Jordán Profesor Titular de Ciencia Política en la Universidad de Granada y Director de Global Strategy


Introducción

Los estudios estratégicos investigan el comportamiento estratégico de diferentes actores políticos –principalmente Estados– en contextos competitivos. Su interés por el conflicto –no necesariamente armado– le hace coincidir con la corriente realista de las Relaciones Internacionales. Pero la convergencia va más allá del objeto de estudio. Realismo y estudios estratégicos comparten una serie de principios comunes; de hecho, están imbuidos en lo que podríamos denominar ‘filosofía realista’. La misma que inspiró la obra de Sun Tzu, Tucídides, Maquiavelo o Hobbes, así como a las decisiones de estadistas como Richelieu, Bismark o Metternich.

Como tradición filosófica el realismo tiene una visión relativamente pesimista de la naturaleza humana; no es del todo negativa pero sí consciente de sus límites. Coincide con la tradición judeocristiana al identificar un principio de desorden en el corazón humano, que no impide que el hombre o la mujer opten por el bien pero que, a menudo, los lleva a elegir el mal. De ahí se derivan choques de intereses, algunos de los cuales desembocan en enfrentamientos violentos. La justicia no tiene siempre la última palabra al dirimir los conflictos. A menudo quien tiene más poder es quien establece los términos. Según el enfoque realista, esta lógica no explica toda la historia de la Humanidad, pero sí una parte considerable de ella.

Trasladado al estudio de la política internacional, el realismo no se refiere tanto a una filosofía como a un conjunto de teorías académicas que intentan explicar con metodología de las ciencias sociales el comportamiento internacional de los Estados. Dada la formación en Ciencia Política y Relaciones Internacionales de muchos investigadores de estudios estratégicos es natural que utilicen en sus trabajos los marcos teóricos realistas. De este modo, aunque los estudios estratégicos toman elementos de otras teorías de las Relaciones Internacionales, como el liberalismo institucional –por ejemplo, para explicar la continuidad de la OTAN tras el derrumbe del bloque soviético– o del constructivismo –para un concepto tan relevante como el dilema de seguridad–, resulta innegable que la corriente teórica predominante en ellos es la realista.

La asociación con los estudios estratégicos invita a profundizar en las teorías realistas para familiarizarse con sus conceptos fundamentales, diferenciar entre las distintas subcorrientes y conocer algunos de los debates internos del realismo. Este documento didáctico presenta los argumentos centrales de varias ramas de la tradición realista. Su intención es introductoria; ofrece un primer marco de referencia. Si se aspira a conocer en profundidad las teorías realistas, es necesario leer las obras comentadas en este trabajo.

El realismo clásico

El realismo clásico no es una teoría unificada. Bajo esta etiqueta conviven autores que difieren entre sí en presupuesto, objetivos y metodologías (Rose, 1998: 153). No obstante, es un término válido para referirse a los primeros trabajos contemporáneos. La aplicación del término realista en el análisis de la política internacional procede en buena medida del libro de Edward Hallett Carr The Twenty Years’ Crisis, 1919-1939, publicado el mismo año que comenzó la Segunda Guerra Mundial. Carr (2016: 12-18) criticaba el idealismo predominante durante el periodo de entreguerras en el ámbito académico. A su juicio era una perspectiva normativa (deber ser) que no tenía en cuenta los condicionantes reales (lo que realmente es) de la práctica política. Se generaba así una brecha entre los presupuestos teóricos del intelectual y la realidad a la que debía enfrentarse el profesional de la política.

La teoría realista dentro de la disciplina de las Relaciones Internacionales nació así como reacción al supuesto ‘idealismo’ de postulados propios de la corriente liberal, como la armonía de intereses o el internacionalismo, que son el punto de arranque de teorías más elaboradas como la paz democrática, la paz comercial o el institucionalismo liberal. Como alternativa, Carr (2016: 62-63) proponía sentar las bases del enfoque realista sobre los tres principios de Maquiavelo: 1) la historia es una secuencia de causas y efectos cuya lógica puede ser comprendida racionalmente, 2) la teoría se deriva de los hechos y no al revés, y 3) la ética no es suficiente para condicionar la política. Ni Carr ni Maquiavelo niegan la importancia de la moralidad, pero dudan que sea efectiva en ausencia de una autoridad que vele por su cumplimiento.

Como veremos a continuación, existen diferencias notables entre las distintas teorías realistas que han ido desarrollándose desde entonces y no todas asumen íntegramente los postulados de Carr. A pesar de ello, es posible identificar un mínimo común denominador que se puede resumir en los siguientes puntos (Wohlforth, 2010: 133; Tang, 2010: 10):

  • Importancia del grupo. Desde épocas remotas los seres humanos se han asociado con el fin de sobrevivir y satisfacer todo tipo de necesidades. La política tiene lugar entre colectivos, tanto en el plano doméstico como en el internacional, y las dinámicas derivadas de cohesión grupal generan a menudo conflictos con otros grupos. En la actualidad el Estado es la agrupación humana de referencia en gran parte del planeta, y es el principal actor –aunque no el único– de las interacciones globales. De ahí que el realismo centre su atención en el Estado. No obstante, el enfoque realista se puede aplicar también a las interacciones competitivas entre otro tipo de colectividades, tanto hoy en día como en otros momentos de la Historia. La pugna entre las ciudades-estado de la Grecia clásica o entre los señores feudales de la Edad Media resulta explicable desde la lógica realista, igual que los conflictos y alianzas entre grupos tribales y actores no estatales allí donde no existe un Estado funcional en el momento presente.
  • Conducta estratégica. Los actores políticos calculan sus acciones en términos de interés. El egoísmo está enraizado en la naturaleza humana. Su manifestación puede ser más o menos intensa –e incluso se puede superar a favor de actitudes generosas– en función de los valores y virtudes de cada individuo, siendo facilitado o no por las estructuras sociales. La tendencia a defender los intereses propios se aplica también a los actores políticos colectivos, aunque el proceso por el que se agregan intereses y se forman las agendas es evidentemente complejo. El interés nacional es por tanto un constructo, resultado de un proceso político. Pero más allá de la variedad de posibles intereses, el realismo asume que la supervivencia es un interés ineludible de todos los actores políticos colectivos, en particular de los Estados.
  • Anarquía internacional. Además de una evidencia empírica, la ausencia de un gobierno mundial constituye la piedra angular de las teorías realistas, Al no existir una autoridad ejecutiva que garantice el cumplimiento del derecho internacional, los Estados tienen que valerse de sí mismos a la hora de defender sus intereses, incluida por supuesto la supervivencia. De este modo, la estructura del sistema incentiva la desconfianza, la autotutela (autodefensa) e intensifica el cálculo interesado a la hora de alcanzar objetivos en la esfera internacional. La anarquía es a su vez un factor que permite distinguir entre el realismo de la política interna (donde aquella es sustituida por la estructura jerárquica del Estado) y el realismo de la política internacional.
  • Atención al poder relativo. Desde un punto de vista coercitivo, el poder es la capacidad que tiene el actor A para hacer que el actor B haga lo que A quiere aunque B no quiera (Dahl, 1957: 201). El poder puede entenderse de manera absoluta, como la cantidad de recursos de poder –fundamentalmente materiales– que posee un Estado (medido en indicadores como PIB, demografía, capacidades militares, capacidad de extracción y gestión de recursos, etc.), o como poder relativo, comparando esos recursos de poder con los de los demás Estados. Teniendo en cuenta los principios anteriores, en un contexto de actores que persiguen su propio interés y en ausencia de una autoridad suprema que garantice la seguridad y el cumplimiento de la ley, los Estados dependen en último término de sí mismos y de su cuota de poder relativo a la hora de defender sus respectivos intereses. El poder es así el principal criterio del juego político, que en buena medida condiciona sus resultados. Sin embargo, el poder no es el único medio a la hora de generar seguridad. La corriente del realismo defensivo reconoce también la importancia de la cooperación entre Estados y la creación de regímenes de seguridad como vías complementarias.
  • Cautela en el empleo del poder militar. En contra de ciertos clichés que caricaturizan el realismo como belicista, las teorías realistas suelen abogar por la prudencia. La perspectiva realista agudiza la conciencia sobre los límites del poder propio y permanece atenta a la cuota de poder de potenciales rivales. A diferencia de otras corrientes teóricas con ingredientes ideológicos universalistas –como el liberalismo y el marxismo–, el realismo es poco dado a las aventuras militares con tintes de ingeniería social. Por ese motivo, realistas como Morgenthau y George Kennan fueron críticos con la guerra de Vietnam; o, más recientemente, se opusieron a la guerra de Irak de 2003, como fue el caso de John Mearsheimer y Stephen M. Walt. Las teorías realistas recomiendan el equilibrio de poder (interno y externo), antes que la guerra, a la hora de mantener o alterar en beneficio propio la distribución de poder relativo.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial el realismo se convirtió en el enfoque predominante de las Relaciones Internacionales, destacando Hans Morgenthau como uno de sus principales a raí de la publicación en 1948 de Politics among Nations: The Struggle for Power and Peace. Otros autores con perspectivas propias de lo que hoy en día se denomina realismo clásico fueron Reinhold Niebuhr, Nicholas Spykman, Martin Wight, Henry Kissinger, y George F. Kennan, famoso este último por el llamado ‘telegrama largo’ que inspiró entre otros la doctrina de la contención frente a la URSS. Al otro lado del Atlántico podemos encontrar postulados netamente realistas en Guerra y paz entre las naciones de Raymond Aron (1963: 63-86), donde se habla abiertamente del estado de naturaleza hobbesiano de la política internacional y de los límites de la diplomacia, si no va acompañada de otros instrumentos de poder.

En su explicación de la política internacional el realismo clásico presta atención a tres niveles de análisis, que en su obra Man, the State and War, Kenneth N. Waltz (2001: 12-13) denominará las tres imágenes de las relaciones internacionales: el nivel del individuo (en particular, las élites que influyen en la acción exterior), el del Estado (su estructura de poder interna, la ideología que impulsa su acción exterior) y el sistema internacional.  De esos tres niveles, Morgenthau (2006: 4) concede una atención particular al primero. Según este autor, las leyes que rigen la política internacional tienen sus raíces en la naturaleza humana. Las personas sienten el impulso de dominar el entorno que les rodea. Primero su propia vida, después su familia, el entorno social y laboral más cercano y, en la medida de lo posible, otras estructuras sociales. La naturaleza humana es permanente y universal, de modo que esa inclinación hacia el ejercicio del poder (animus dominandi) se encuentra presente en todas las culturas y tiempos históricos, particularmente entre quienes se dedican a la política. Según Morgenthau, a partir de esa constante, unida al cálculo racional de costes y beneficios (es decir, búsqueda de poder y cálculo estratégico) resulta posible entender el comportamiento internacional pasado, presente o futuro. En palabras de Morgenthau (2006: 5): Nos ponemos en el lugar de un estadista que se enfrenta a un determinado problema de política exterior en unas circunstancias concretas, y nos preguntamos qué alternativas racionales tiene, cuál debe elegir y cómo debe afrontar el problema en esas circunstancias (presumiendo siempre que actúa de manera racional) […]. Contrastar esa hipótesis racional con los hechos reales y sus consecuencias dota de significado teórico a los acontecimientos de la política internacional.

El planteamiento de Morgenthau tiene un carácter general. Obviamente, la personalidad, los prejuicios, las preferencias subjetivas, los errores de apreciación o los condicionantes de la política interna pueden afectar el cálculo racional del estadista (Morgenthau, 2006: 7). El realismo no niega la existencia de determinadas conductas irracionales, pero se concentra en la búsqueda de elementos de racionalidad para comprender la política internacional (Morgenthau, 2006: 9-10). Entre esos elementos el más objetivo y, por tanto, la principal clave interpretativa a la hora de entender la política entre las naciones es según Morgenthau (2006: 5) “el concepto de interés definido como poder”. Los Estados intentan aumentar su respectiva cuota de poder. Ese deseo, además de derivarse de la voluntad de poder de los individuos que están al frente del Estado, se explica porque una mayor cuota de poder garantiza la consecución del resto de intereses (de seguridad, prosperidad económica, ideológicos, etc.). Así pues, la política internacional se puede entender en último término como una competencia constante por el poder (Morgenthau, 2006: 29-30). A mayor poder, mayor capacidad para alcanzar el resto de objetivos.

El realismo estructural de Kenneth N. Waltz

Kenneth N. Waltz publicó en 1979 la primera edición de Theory of International Politics. Con ella se iniciaba una nueva corriente conocida como neorrealismo o realismo estructural. Fue a partir de entonces cuando la tradición realista en la que se encuadraban Morgenthau y el resto de los autores mencionados en el epígrafe anterior pasó a conocerse como ‘realismo clásico’.

El propósito de Waltz consistía en desarrollar una teoría parsimoniosa (es decir, sencilla, capaz de explicar un fenómeno complejo con un número reducido de proposiciones) sobre la política internacional. Recordemos lo expuesto líneas atrás; según Waltz, la política internacional puede contemplarse desde tres niveles de análisis (a los que él denomina imágenes): el individuo, el Estado y el sistema internacional. Pues bien, con el fin de conseguir una teoría general, aplicable en principio a cualquier región del mundo y cualquier momento de la historia, Waltz limita su atención a la tercera imagen: la estructura del sistema internacional y a los resultados que de ella se derivan. Por ejemplo, la mayor o menor probabilidad de conflictos armados o de procesos de equilibrio de poder.

Waltz no niega la influencia de los factores propios de la primera y segunda imagen como la ideología, el tipo de régimen político, la ambición de sus líderes, la racionalidad o irracionalidad de estos, etc. pero los deja al margen de su teoría por dos razones:

  • Los condicionantes impuestos por la estructura internacional tienen más influencia en el comportamiento exterior de los Estados que sus particularidades internas. Según Waltz (1986: 343), “cada Estado pone en marcha una política o decide ciertas acciones de acuerdo con sus propios procesos internos, pero sus decisiones se ven configuradas por la presencia continua de otros Estados y por las interacciones entre ellos”.
  • Supondría introducir demasiadas variables y ello dificultaría la construcción de un modelo explicativo. Para elaborar una teoría es preciso abstraerse de la realidad y tratar de simplificarla: identificar los elementos fundamentales y hacer explicaciones y predicciones generales.

Waltz (2010: 68-69) admite que su teoría es insuficiente a la hora de estudiar la política exterior de un determinado país o una intervención militar concreta, ya que para ellos sería necesario prestar atención a los niveles de análisis del individuo y del Estado, tal como hace el realismo neoclásico (que veremos un poco más adelante). Lo que él propone es una teoría general sobre la política internacional, no una teoría de política exterior. Esta diferencia es fundamental.

Pasando así a la tercera imagen, Waltz (2010: 88-99) entiende el sistema internacional como una estructura política compuesta por unidades que interactúan entre sí. Y, como en toda estructura política, hay que prestar atención a tres elementos:

  1. Principio de ordenación (si es un sistema anárquico o jerárquico)
  2. Carácter de las unidades (si son funcionalmente similares o diferenciadas)
  3. Distribución de capacidades

 Según Waltz, cuando los aplicamos al sistema internacional, constatamos que los dos primeros son constantes: estructura anárquica y unidades funcionalmente similares. La inexistencia de una autoridad política efectiva a escala internacional da lugar a la anarquía, y ésta, unida a la búsqueda egoísta del interés y al principio de autotutela, lleva a que los Estados se comporten como unidades funcionalmente similares. Es decir, ninguno se especializa en una función concreta, como sí sucede en otro tipo de sistemas; por ejemplo, en los componentes del hardware de un ordenador. Ningún Estado quiere ser dependiente de los demás y por ello evita la especialización de funciones.

Como consecuencia, el único aspecto del sistema que varía es la distribución de capacidades materiales (actuales y potenciales). El poder de los Estados puede medirse en diferentes esferas: económica, militar, política, demográfica. Pero lo que al final cuenta, según Waltz, es cómo los Estados combinan todos esos recursos para competir eficazmente en el sistema internacional y ocupar una posición predominante. Dicho de otro modo, lo que varía en el sistema es la distribución de poder entre los distintos Estados.

El modelo de Waltz se centra en la política de las grandes potencias porque son ellas las que más influyen en la configuración del sistema. De hecho, el tipo de sistema dependerá de su número (sistema multipolar, bipolar y unipolar). La consideración de gran potencia depende del poder agregado del país; es decir, de la suma de su tamaño físico, población, dotación de recursos, fuerza militar, estabilidad política y competencia. Waltz (2010: 93-95) reconoce la importancia de los actores no estatales en la política internacional, pero prefiere dejarlos al margen con el fin de simplificar su teoría. Sólo entrarían en el hipotético caso de que alcanzaran una relevancia similar a la de las grandes potencias.

Por tanto, la distribución de capacidades materiales constituye la variable independiente del modelo, mientras que la variable dependiente es la estrategia adaptativa que siguen los Estados para garantizar su supervivencia. Waltz (2010: 127-128) destaca dos posibles estrategias:

  • Equilibrio de poder; es la política que adoptan uno o varios Estados con el fin de contrapesar el poder creciente de otro Estado o coalición de Estados. Los medios utilizados pueden ser internos (aumento de la capacidad económica, militar, etc.) o externos (creación de alianzas, debilitamiento de las coaliciones contrarias, etc.). Según Kenneth N. Waltz, para que se produzca el equilibrio de poder basta con que exista un sistema de autotutela con dos o más unidades. Es decir, anarquía y unidades que quieran sobrevivir. El equilibrio de poder ofrece además numersoso ejemplos de países que se han aliado debido a las presiones del sistema internacional (la alteración de la distribución de poder relativo por el incremento de poder de una potencia emergente) y no por la similitud de sus regímenes políticos. Fue el caso de la Francia republicana con la Rusia zarista frente a Alemania antes de la Primera Guerra Mundial; el acercamiento de la China comunista y Estados Unidos en la década de 1970 para contrapesar a la URSS, o lo es actualmente la cercanía entre Estados Unidos y Vietnam para contrapesar a China en pleno siglo XXI. Es decir, esos juegos diplomáticos se explican por la tercera imagen, no tanto por factores de los niveles de análisis del individuo o del Estado. Obviamente, un actor puede hacer caso omiso de las presiones externas (no contrapesando a una potencia regional con aspiraciones hegemónicas) pero pagará un precio por ello.
  • Emulación; los Estados tienden a imitar o a innovar ante las prácticas exitosas de otros. La competición potencia la similitud de atributos y conductas entre los actores del sistema. Se produce una socialización que genera de manera espontánea e informal normas de comportamiento. Se seleccionan las conductas por sus consecuencias, favoreciendo las premiadas y evitando las que llevan al fracaso.

Waltz reconoce la competencia entre Estados pero se distancia de la visión pesimista del realismo clásico sobre la conflictividad en el sistema internacional. Según Waltz, las grandes potencias no se encuentran en una situación permanente de temor mutuo, sino que dirigen gran parte de su atención a cuestiones ajenas a la seguridad, y aceptan vivir con un nivel de seguridad relativamente moderado. En opinión de Waltz (1989: 40), los estadistas sólo persiguen una cantidad ‘apropiada’ de poder, habida cuenta de sus necesidades de seguridad.

Por último, Waltz sostiene que la sencillez de su modelo le permite realizar predicciones generales sobre tendencias del sistema que se repiten en diferentes épocas y lugares. A saber:

  • Los sistemas multipolares son menos estables y, por tanto, con mayor riesgo de guerra que los bipolares
  • La interdependencia es menor en la bipolaridad que en la multipolaridad
  • Es muy improbable, o incluso imposible, que un Estado alcance la hegemonía absoluta ya que el resto de Estado tratarán de contrapesarlo. Por tanto, la unipolaridad podría darse a nivel regional pero no a escala global.

Las aportaciones de Waltz renovaron el enfoque realista y fueron a la vez objeto de numerosas críticas dentro y fuera del propio realismo. Según algunos autores (Buzan, Jones & Little, 1993), el enfoque sistémico de Waltz es incapaz de explicar cómo se producen los cambios en el sistema internacional, ya que su exclusión de la segunda imagen hace difícil entender la conducta de los Estados revisionistas que ponen en peligro su propia seguridad y la del resto al alterar el statu quo. El realismo estructural tampoco explica los casos de infra-equilibrio de poder, aquellos donde determinados países no responden al ascenso de una potencia hostil. Para ello, es necesario acudir a variables de la primera y segunda imagen no contempladas por el realismo estructural (Schweller, 1996). Por otra parte, la teoría de Waltz sólo permite hacer predicciones demasiado generales sobre la conducta de los Estados por lo que, según Robert Keohane (1986) y, más tarde, Wohlforth (2010), no se podría considerar como una auténtica teoría de la política internacional pues no aborda de manera explícita la mayor parte de los fenómenos que tienen lugar en ella.

En Relaciones Internacionales no existe una ‘teoría del todo’, capaz de explicar la totalidad de los comportamientos de los Estados. La principal contribución de Waltz consiste en destacar la importancia los inputs estructurales de la tercera imagen sobre las variables de la primera y segunda imagen; lo cual permite explicar la repetición de determinados comportamientos (en particular el equilibrio de poder) al margen de la similitud o no de los Estados que los protagonizan. Esos condicionantes externos no son sin embargo una camisa de fuerza. Se pueden obviar, pero al hacerlo se han de asumir las consecuencias.

A partir del realismo estructural de Kenneth N. Waltz se han desarrollado nuevas propuestas teóricas encuadradas bajo las etiquetas de realismo defensivo y realismo ofensivo. Antes de pasar a comentar cada una de ellas es oportuno destacar tres aspectos que a menudo son objeto de confusión:

  • La diferencia esencial entre el realismo defensivo y el realismo ofensivo no es que el primero recomienda políticas defensivas y el segundo políticas agresivas. Los adjetivos defensivo y ofensivo llevan a primera vista a engaño. Lo que distingue a ambos realismos es la actitud de los Estados respecto a la distribución de poder relativo. Mientras que para el realismo defensivo los Estados se contentan con un nivel ‘apropiado’ (o limitado) de poder, para el realismo ofensivo las grandes potencias tratan de incrementarlo sin límite, azuzadas por la desconfianza mutua entre ellas.
  • El realismo defensivo y el ofensivo no son complementarios en el plano abstracto. Sus principios teóricos son mutuamente excluyentes. Sin embargo, los dos realismos pueden emplearse a la vez al analizar la realidad, permitiendo distinguir entre Estados que se comportan según los parámetros del realismo ofensivo y Estados que lo hacen según el realismo defensivo. Esto ocurre incluso a nivel regional: por ejemplo, las relaciones entre los países de América del Sur o entre los países de Europa Occidental en la actualidad se explican bien mediante el realismo defensivo; mientras que otras regiones –como Oriente Medio– se entienden mejor desde la perspectiva del realismo ofensivo.
  • Tanto el realismo defensivo como el ofensivo continúan la senda iniciada por Waltz al centrar su atención en la tercera imagen. Por ello, ambos pueden ser correctamente etiquetados como ‘realismo estructural defensivo’ y ‘realismo estructural ofensivo’.

Hechas estas aclaraciones, pasamos a una explicación detallada del realismo ofensivo y defensivo.

El realismo ofensivo

El autor de referencia de esta corriente es John Mearsheimer (2003) con su obra The Tragedy of Great Power Politics. El realismo ofensivo forma parte del realismo estructural, que como acabamos de ver explica el comportamiento exterior de los Estados desde el nivel de análisis del sistema. La estructura internacional, marcada por un lado por la anarquía y, por otro, por la distribución de poder relativo condiciona la política exterior y de defensa. Según Mearsheimer, las potencias tratan de maximizar su poder movidas fundamentalmente por esas presiones sistémicas, no tanto por el tipo de régimen político. Como es lógico, puede haber excepciones y para explicarlas habrá que acudir a teorías que presten mayor atención a los factores internos, como veremos hace el realismo neoclásico.

Mearsheimer centra su teoría en las grandes potencias por ser estas quienes ejercen mayor influencia sobre el sistema internacional. Mearsheimer (2003: 5), define como gran potencia a los Estados con suficiente poder militar para enfrentarse en una guerra abierta a la potencia más poderosa del sistema y, o bien vencerla, o bien debilitarla seriamente, aunque acaben siendo derrotados. Siendo Estados Unidos la principal potencia del sistema en la actualidad, entenderíamos como gran potencia a China, Rusia, India y en menor medida a otros países como Japón, Reino Unido o Francia. Con cierta cautela la propuesta de Mearsheimer se puede aplicar al análisis regional. Como acabo de señalar, las relaciones entre las potencias de Oriente Medio se pueden explicar mediante el realismo ofensivo; y algo similar ocurre con las relaciones entre Rusia y Estados Unidos, y cada vez más entre Estados Unidos y China. Sin embargo, hay otras regiones del mundo que se explican mejor desde el realismo defensivo.

Mearsheimer sostiene que las grandes potencias son revisionistas hasta que logran la hegemonía. Como en la práctica ninguna puede alcanzar dicha posición salvo a escala regional, la relación entre ellas está abocada a una competencia permanente, compatible no obstante con la cooperación en asuntos de interés común, aunque dicha cooperación es difícil de mantener a largo plazo por dos motivos: la atención a las ganancias relativas (por temor a que otra potencia aumente su cuota de poder) y el miedo a ser traicionados. Mearsheimer llega a esta conclusión a partir de los siguientes principios (2003: 30-32):

  • El sistema internacional es anárquico. No hay una autoridad central que proteja a unas potencias de otras
  • Las grandes potencias son actores racionales, y prestan atención a las consecuencias a corto, medio y largo plazo de sus acciones.
  • La supervivencia es el objetivo básico y principal de cualquier Estado. Las grandes potencias pueden perseguir otro tipo de intereses, como promover el bienestar de sus ciudadanos, mantener la cohesión social, extender la democracia o velar por la defensa de los derechos humanos. Pero por encima de todos ellos se encuentra la seguridad nacional.
  • Por definición, las grandes potencias disponen de capacidades para dañarse seriamente unas a otras.
  • Los responsables políticos no conocen con certeza las intenciones de los dirigentes de otros Estados. El incremento de poder de una gran potencia suscita temor e incertidumbre en el resto. Los Estados prestan atención a las capacidades materiales de los demás, no sólo sus intenciones, ya que éstas además de ser difíciles de escrutar pueden variar con el tiempo. Una gran potencia no debe descartar por completo el enfrentamiento futuro con otra gran potencia.

Por tanto, para toda gran potencia el modo principal de garantizar su seguridad consiste en maximizar su poder relativo, acumulando una cuota superior al resto. La premisa básica es poder = seguridad, y el resultado la competición ya que, aunque una gran potencia sea objetivamente superior a las demás, no sabe con certeza si es suficientemente poderosa en el presente o si lo continuará siendo en el futuro. La percepción de inseguridad y la incertidumbre alimentan la competencia constante.

Mearsheimer (2003: 168-233) respalda empíricamente sus argumentos examinando el comportamiento histórico de seis grandes potencias: Japón de 1868 a 1945, Alemania de 1862 a 1945, la Unión Soviética de 1917 a 1991, Italia de 1861 a 1943, Gran Bretaña de 1792 a 1945, y Estados Unidos de 1800 a 1990. Según Mearsheimer, las únicas grandes potencias que defienden el statu quo son aquellas que han alcanzado una posición hegemónica a nivel regional (Estados Unidos en el hemisferio occidental), pero incluso éstas no se sienten cómodas teniendo iguales en otras regiones del mundo (peer competitors) y por ello favorecen el equilibrio de poder entre al menos dos potencias regionales. Si es preciso, intervienen como equilibradores de ultramar (offshore balancers) para evitar la aparición de potencias hegemónicas regionales que puedan medirse con ellas a escala global. Según Mearsheimer (2003: 41), ese fue el motivo que impulsó a Estados Unidos a evitar que la Alemania del Káiser (Primera Guerra Mundial), la Alemania nazi y Japón (Segunda Guerra Mundial), y la Unión Soviética (Guerra Fría) lograran la supremacía regional. En el presente, Washington fomenta el equilibrio de poder contra Irán en Oriente Medio, frente a Rusia en su antigua área de influencia en Europa del Este, y frente a China en Asia Pacífico por similares razones. Cabe inferir por tanto que una Unión Europa con auténtica ‘autonomía estratégica’ tampoco sería acorde con los intereses norteamericanos.

De manera coherente con la teoría realista, el realismo ofensivo otorga un papel central al poder, tanto absoluto como relativo. Mearsheimer (2003: 55-57) distingue entre poder militar y poder latente. El primero se refiere a las fuerzas militares de un país en un momento dado, mientras que el poder potencial se basa en la economía y la población: dos factores clave en la generación de poder militar. Aunque el poder latente nos habla sobre el estado actual y futuro del poder militar de un país, no es sin embargo un indicador definitivo porque:

  • El gobierno puede tomar la decisión de convertir en poder actual/militar sólo una fracción de su poder latente. Por ejemplo, en 1850 Estados Unidos disponía de riqueza para convertirse en una gran potencia militar pero no dio el paso hasta 1898.
  • La conversión de poder latente en poder militar puede realizarse con más o menos efectividad. Durante la Segunda Guerra Mundial la producción de guerra soviética fue muy superior a la alemana, a pesar de que la Alemania nazi arrebató a la URRS buena parte de su territorio occidental.
  • La fuerza militar generada puede tener mayor o menor capacidad de proyección. Cuanto menos proyectable, menor poder militar efectivo.

Según Mearsheimer (2003: 135-137), las fuerzas terrestres constituyen el núcleo de las fuerzas militares al ser indispensables para conquistar y controlar territorios; cuestión suprema en un mundo de Estados territoriales. Las grandes masas de agua limitan considerablemente la proyección de las fuerzas terrestres y su capacidad ofensiva, sobre todo si se enfrentan a una gran potencia. Las fuerzas navales y aéreas juegan también un rol fundamental pero en último término de apoyo a las fuerzas terrestres. Por sí solas son insuficientes como instrumento de coerción frente a grandes potencias.

A la hora de relacionarse con otras potencias, las grandes potencias disponen de un repertorio de opciones estratégicas. Algunas de ellas persiguen maximizar su poder, otras frenar al rival y otras son sencillamente conductas contrarias a la lógica realista (Mearsheimer, 2003: 147-167):

  • Guerra. La incorporación de territorios por la fuerza constituye una opción atractiva cuando las ganancias son acumulables. Así sucedió por ejemplo con la unificación alemana en tiempos de Bismark, o con la expansión territorial de la Unión Soviética y de Israel en el siglo XX. Según Mearsheimer (2003: 39), la agresión no siempre resulta contraproducente. Entre 1815 y 1980 hubo 63 guerras donde se enfrentaron grandes potencias, y el agresor venció en 39 casos, lo que supone aproximadamente un 60 por cien de éxitos. Mearsheimer reconoce que en la actualidad la guerra ha dejado de ser una opción asumible por los enormes daños que provoca a las partes implicadas, incluidos los derivados de la condena internacional. No obstante, continúa habiendo Estados que recurren a ella esperando obtener determinadas ventajas: adquisición de recursos energéticos, creación de franjas de seguridad, neutralización de una potencia rival, etc. La ocupación del sur Líbano por Israel en 1982, la de Kuwait por Irak en 1990, o la de Irak por Estados Unidos en 2003 son prueba de ello. Aunque conociendo su desenlace final, las ganancias fueron más bien un espejismo.
  • Chantaje. Obteniendo concesiones mediante la coerción armada. De entrada, es una opción atractiva porque ofrece resultados a bajo coste, pero es difícil que funcione directamente entre grandes potencias. No obstante, la Alemania nazi antes de la Segunda Guerra Mundial protagonizó dos ejemplos con la anexión de Austria y de los Sudetes sin necesidad de utilizar la fuerza a gran escala.
  • Tentar y desangrar (bait and bleed). Instigando que dos rivales se enzarcen en un conflicto armado prolongado, mientras que quien lo estimula se mantiene al margen, con su fuerza militar intacta. En la práctica es difícil que los Estados caigan en la trampa.
  • Sangrar (bloodletting). En este caso la potencia no ha provocado la guerra donde participa su rival, pero intenta que el conflicto resulte largo y costoso ayudando a quienes se enfrentan a él. Son las famosas guerras por delegación (proxy war), frecuentes durante la Guerra Fría y también en la actualidad.
  • Contrapesar (balancing). Es una estrategia para frenar el incremento de poder de otras potencias. El actor protagonista asume directamente en exclusiva o con otro Estados el equilibrio de poder mediante la disuasión e el enfrentamiento abierto.
  • Pasar la carga a otro (buck-passing). Es una alternativa al contrapeso frente a una amenaza colectiva. Consiste en intentar que otros asuman los costes derivados del equilibrio de poder, manteniéndose al margen. Durante la década de 1930 Francia y Rusia trataron de pasarse la carga una a otra frente a la Alemania nazi. Finalmente, Francia se vio obligada a contrapesar directamente a Hitler pero su derrota en la primavera de 1940 permitió que los nazis pudieran concentrar sus fuerzas en la invasión de Rusia en junio del año siguiente. No es una práctica libre de riesgos.
  • Apostar por el ganador (bandwagoning). En lugar de contrapesar, se opta por unir fuerzas con el potencial oponente para sobrevivir y beneficiarse de los despojos. Es una estrategia a evitar, propia de países débiles y rara vez utilizada por las grandes potencias. Resulta peligrosa porque permite que la potencia amenazante incremente su poder relativo, quedando a su merced. Un ejemplo de bandwagoning sería el alineamiento de Rumanía y Bulgaria con la Alemania nazi.
  • Apaciguamiento (appeasement). Otra opción contraria a la lógica realista. Con el apaciguamiento se intenta modificar la conducta del adversario permitiéndole obtener más poder con la esperanza de que al sentirse más seguro reduzca su agresividad. Sin embargo, el apaciguamiento no disminuye el apetito del agresor y, además, le favorece en términos de poder relativo. Sólo tiene sentido si se busca ganar tiempo para prepararse contra la amenaza. Los acuerdos de Munich en septiembre de 1938 han pasado a la Historia como el epítome del apaciguamiento.

Además de estas opciones, la literatura reciente sobre rivalidad por debajo del umbral de la guerra (conflicto en la zona gris) plantea otros cursos de acción coherentes con la lógica del realismo ofensivo como, por ejemplo, injerencia y desestabilización política, desinformación, coerción económica, ciber-ataques, acciones agresivas de inteligencia, hechos consumados y tácticas de erosión, etc. (Jordán, 2021: 10-15). Esta perspectiva hace más reconocibles conductas propias del realismo ofensivo en la actualidad. Mearsheimer señala que lo común es un comportamiento sutil, que aprovecha la debilidad e indecisión ajena para maximizar el poder, pero que al mismo tiempo se contiene y, si es preciso retrocede de manera táctica, ante la fuerza y la determinación de otras potencias.

Conviene subrayar una vez más que, según Mearsheimer, las principales causas de la conflictividad internacional –incluidas las guerras– se derivan de la arquitectura del sistema internacional. Como ya hemos apuntado, las variables clave a ese respecto son la anarquía y el modo como se distribuye el poder relativo. A partir de ellas Mearsheimer (2003: 337) plantea cuatro posibles escenarios:

  • Bipolaridad no equilibrada. Según Mearsheimer, se trata de una categoría teórica, difícil de encontrar en el mundo real.
  • Bipolaridad equilibrada. Estable, con escasa probabilidad de conflicto armado entre grandes potencias.
  • Multipolaridad equilibrada. Ninguna gran potencia destaca exageradamente sobre el resto. Es menos estable que la bipolaridad pero más que la siguiente categoría.
  • Multipolaridad desequilibrada. Se trata de un sistema compuesto por grandes potencias que contiene un potencial hegemón. La potencia emergente se siente con capacidad de alterar el equilibrio de poder incluso por la fuerza y, al mismo tiempo, el temor que despierta suele suscitar una coalición antihegemónica. La espiral resultante puede acabar en conflicto armado.

Abundando en el argumento, Mearsheimer (2003: 338-346) considera que la guerra es más probable en la multipolaridad que en la bipolaridad por tres razones:

  • En el sistema multipolar hay más diadas potenciales de conflicto entre grandes y pequeñas potencias. En los sistemas bipolares se espera que cada gran potencia proteja a sus aliados, especialmente a los geográficamente cercanos a la potencia rival. Habría sido muy improbable que Estados Unidos hubiera atacado a Polonia o a Checoslovaquia durante la Guerra Fría. Al mismo tiempo, los sistemas bipolares son rígidos y los Estados que no son gran potencia gozan de menor capacidad de maniobra, lo cual reduce también la posibilidad de conflicto entre ellos. Sin embargo, en la multipolaridad las pequeñas potencias son más vulnerables al empleo de la fuerza por parte de las grandes potencias y tienen más libertad a la hora de enfrentarse unas a otras.
  • La multipolaridad favorece losdesequilibrios de poder, más probables cuanto mayor es el número de grandes potencias. Como resultado, dos grandes potencias se pueden unir para atacar a una tercera (Francia y Reino Unido contra Rusia en la guerra de Crimea en 1853-1856) o para conquistar una pequeña potencia (como hicieron Alemania y la URRS con Polonia en 1939).
  • La pluralidad de actores aumenta las probabilidades de que se produzcan errores de cálculo. El orden internacional tiene mayor fluidez en la multipolaridad que en la –comparativamente– más rígida y previsible bipolaridad. El inicio de una relación amistosa con un país puede generar recelos en otro que previamente era amigo o neutral. La ambigüedad de las relaciones dificulta prever el comportamiento de los Estados que se alían o se aliarán con las diferentes potencias, así como calcular la distribución de poder resultante.

La atención que Mearsheimer presta a la guerra se debe tanto a la relevancia inherente del fenómeno bélico en las relaciones entre grandes potencias como a su incidencia a lo largo de los dos últimos siglos de historia. Como ya se he señalado, aunque Mearsheimer (2010: 382) no descarta por ejemplo que pueda producirse un conflicto armado entre China y Estados Unidos en las próximas décadas, lo cierto es que la rivalidad tiende a canalizarse a través del conflicto en la zona gris. En efecto, el interés de Moscú por afianzar su esfera de influencia en el marco de la crisis de Ucrania de 2022, la rivalidad entre potencias regionales en Oriente Medio en la actualidad, o las dinámicas en Asia Pacífico (asertividad de Pekín en la delimitación de las zonas económicas exclusivas, AUKUS, y coaliciones de contrapeso de los países ribereños del Mar de sur de China) resultan fácilmente interpretables desde los parámetros del realismo ofensivo. Si bien las recomendaciones que pueden derivarse han de ser discutidas caso por caso, la teoría de Mearsheimer ofrece un marco de análisis digno de ser tenido en cuenta.

El realismo defensivo

El autor que posiblemente ha sistematizado mejor el realismo defensivo es Shiping Tang con su obra A Theory of Security Strategy for Our Time. Defensive Realism. Según Tang (2010: 19-32), la dicotomía entre realismo ofensivo y defensivo radica en las diferentes estrategias que eligen los Estados para garantizar su seguridad en un contexto de anarquía. En concreto:

  • Intenciones de los otros Estados. Para el realismo ofensivo, el diseño de la estrategia debe asumir lo peor respecto a las intenciones de los demás; mientras que para el realismo defensivo cabe asumir otras posibilidades sin precipitarse en esperar intenciones hostiles por parte del resto de actores. El pesimismo del realismo ofensivo se deriva de la naturaleza trágica de la política internacional explicada en el epígrafe previo.
  • Interés común y cooperación. Por la misma razón, al considerar que los actores tratan de maximizar su poder a expensas de otros Estados, el realismo ofensivo no ve un interés común permanente entre ellos y, por tanto, tampoco considera que la cooperación estable sea una estrategia válida para mejorar la propia seguridad en un entorno de anarquía, más allá de la cooperación en forma de alianzas transitorias antes amenazas compartidas. En contraste, el realismo defensivo no asume que los Estados intenten maximizar continuamente su poder a costa de otros y, al no tener por tanto una actitud necesariamente agresiva, entiende que existe espacio para intereses comunes alcanzables a través de la cooperación.
  • Dos caminos distintos para alcanzar la seguridad. El destino final de un Estado que se conduce por el realismo ofensivo y el de otro que lo hace por el realismo defensivo es el mismo: garantizar seguridad. Pero ambos tratan de llegar a él por caminos opuestos. Según Tang (2010: 29-31), la diferencia esencial entre realismo ofensivo y defensivo radica en la preferencia por distintos tipos de estrategias. Para el realista ofensivo la receta es maximizar el poder respecto al resto de Estados, primero a nivel regional, y después a escala global. Sin embargo, para el realista defensivo esa estrategia suele resultar contraproducente. La prevalencia del dilema de seguridad y la lógica del contrapeso de poder llevan a que el Estado que trate de convertirse en el más poderoso del sistema (regional o global) suscite reacciones por parte del resto, bien mediante contrapeso interno (generando por ejemplo carreras de armamento) o bien mediante contrapeso externo (alianzas contrarias). Por ello, el realismo defensivo recomienda estrategias que, además de favorecer la cooperación, moderen el deseo de prevalecer sobre el resto en términos de poder

Las etiquetas realista ofensivo y realista defensivo aluden a tipos ideales cuando se aplican a Estados concretos. La experiencia empírica es a menudo dinámica. Un Estado puede pasar de una categoría a otra por cambios en el liderazgo de la acción exterior que entrañen un giro estratégico o como consecuencia de la interacción con otros Estados. Por ejemplo, un realista defensivo que responde con estrategias propias del realismo ofensivo ante otro Estado realista ofensivo.

Al mismo tiempo, realismo ofensivo y defensivo no son equivalentes a revisionismo y a favor del statu quo respectivamente. Aunque un Estado revisionista es también a menudo un realista ofensivo, puede darse el caso de que un Estado que defiende el statu quo sea realista ofensivo porque la situación alcanzada beneficia su posición hegemónica dentro del sistema y asegura la continuidad de las ganancias obtenidas mediante una estrategia propia del realismo ofensivo (Tang, 2010: 23-25).

Por otra parte, conviene recordar algo mencionado en el epígrafe anterior. Aunque Tang habla a menudo de ‘agresividad’ al referirse a conductas propias del realismo ofensivo, dicha agresividad no equivale necesariamente a empleo de la fuerza armada. Ciertamente, la guerra ha sido un instrumento utilizado por actores realistas ofensivos a lo largo de la historia para incrementar las ganancias relativas. Sin embargo, la confrontación armada directa –en particular entre Estados– resulta cada vez menos atractiva. Por ello, dicha ‘agresividad’ tiende a canalizarse actualmente a través de conflictos en la zona gris con empleo de estrategias híbridas de carácter coercitivo.

Teniendo así claro que la divisoria entre realismo ofensivo y defensivo radica en las preferencias estratégicas, conviene profundizar algo más en las conductas propias del realismo defensivo. A este respecto, Shiping Tang (2010: 100-106) propone una ‘escalera de estrategias’ que incluye las siguientes opciones de menor a mayor nivel de confrontación:

  • Apaciguamiento (appeasement). No es una estrategia realista, pero puede caerse inadvertidamente en ella si se confunde al otro actor con un realista defensivo cuando en realidad es realista ofensivo. Consiste en ser acomodaticio o conciliador, a pesar de los intentos repetidos por parte del otro actor de aprovecharse de esa buena voluntad. Solo se podría hablar de apaciguamiento si la otra parte es genuinamente agresiva (o, dicho de otro modo, se conduce según el realismo ofensivo). Por tanto, un gesto conciliador no es por sí mismo sinónimo de apaciguamiento.
  • No hacer nada (doing nothing). La no reacción frente a la hostilidad del rival es en sí misma una opción estratégica.
  • Cooperación extensa de seguridad (extensive security cooperation). Es una línea de acción genuinamente realista defensiva para mejorar la seguridad propia, pero tiene sentido solo cuando la otra parte se conduce también según el realismo defensivo. Sería catastrófica si el otro actor es un realista ofensivo.
  • Compromiso (engagement). Es una opción estratégica compleja que trata de lograr un acercamiento hacia el otro actor, favoreciendo la cooperación, pero que se mantiene en guardia frente potenciales abusos de la otra parte. De este modo, la estrategia de compromiso contiene tres elementos: 1) mensaje conciliador (reassurance) para hacer ver que no se albergan intenciones hostiles; 2) una invitación a cooperar –no solo puntual, sino de carácter extensivo– para calibrar las intenciones de la otra parte; y 3) un elemento de disuasión/defensa ante la posibilidad de que el otro actor sea un agresor decidido. La estrategia de compromiso cumple cuatro funciones críticas: 1) transmitir a la otra parte el carácter benigno de las intenciones propias y sondear las intenciones ajenas sin poner en peligro intereses vitales; 2) disuadir a la otra parte o al menos estar preparados frente a la posibilidad de que ésta albergue intenciones hostiles; 3) cambiar las intenciones del otro actor si éste no es un agresor incorregible aunque pudiera tener malas intenciones al comienzo; y 4) ganar tiempo para prepararse ante la posibilidad de que el otro sea un agresor incorregible.
  • Contención (containment). Esta opción estratégica admite dos vertientes. Por un lado, contención pasiva que combina disuasión y defensa, sin ofrecer mensajes conciliadores, pero que solo reacciona frente a los intentos de agresión de la otra parte. Por otro, contención activa que toma la iniciativa y busca obtener una posición de ventaja en términos de poder relativo, incluso provocando al rival y tratando de cambiar su régimen político.
  • Guerra preventiva (preventive war). Diferente de atacar primero ante una agresión inminente (preemptive war) que sí sería una opción aceptable en circunstancias extremas desde el realismo defensivo. Con la guerra preventiva se busca disminuir el poder relativo del oponente antes de que se produzca una transición de poder a favor de éste. La preventive war es una estrategia netamente realista ofensiva. La llamada ‘trampa de Tucídides’, popularizada por el libro de Graham Alison (2017), se refiere así a dinámicas que caen bajo el paraguas de la teoría de John Mearsheimer.

En paralelo a esta escalera de estrategias se sitúa otro abanico de elecciones referido a las alianzas. En un continuum que iría desde las amistosas a las inamistosas, cabría la opción de: 1) aliarse con el otro Estado, 2) mantenerse neutral, 3) pasar la carga a otros (buckpassing), y 4) aliarse contra ese Estado (Tang, 2010: 105).

A partir de todas esas opciones se pueden construir distintas estrategias propias del realismo defensivo. Ante un Estado con intenciones todavía por aclarar, lo más sensato sería una política de compromiso (engagement), enviando un mensaje conciliador e invitando a la cooperación, pero manteniendo al mismo tiempo la cautela hasta que se dilucide el carácter defensivo/ofensivo de la otra parte. Si se confirma que el otro actor se conduce de acuerdo con el realismo defensivo, pasar a una estrategia de cooperación extensa de seguridad (extensive security cooperation) mejoraría la seguridad de ambas partes, evitaría el dilema de seguridad, y podría conducir a una alianza entre ambas.

El realismo defensivo cree en las ventajas de la cooperación incluso cuando existe un conflicto de intereses genuino (no sólo percibido) entre las partes cuando dicho conflicto es reconciliable. En un contexto de actores realistas defensivos la cooperación es preferible a los costes del conflicto –a menudo elevados– y posee así lógica desde una perspectiva interesada y estratégica. En este punto, el realismo defensivo establece puentes con otras teorías de Relaciones Internacionales como el liberalismo y el constructivismo (Tang, 2010: 111-117).

Por el contrario, si se constata que el otro Estado actúa según los parámetros del realismo ofensivo, ya que trata de aprovecharse de las señales benignas enviadas por el realista defensivo, intentando disminuir el poder de éste para maximizar su propia cuota de poder relativo, las opciones de apaciguamiento y no hacer nada sólo tendrían sentido en circunstancias extremas como una manera de ganar tiempo o de pasar la carga a otros. También cabría la opción de aliarse con el actor realista ofensivo frente a un tercer Estado también realista ofensivo pero aún más agresivo. No obstante, en circunstancias normales el apaciguamiento y el hacer nada serían desaconsejables desde una perspectiva realista. Frente a un actor realista ofensivo, la estrategia común es la contención pasiva, combinada con la alianza con otros Estados realistas defensivos, pues para un realista defensivo las alianzas también son defensivas. Desde esta misma perspectiva, las carreras de armamentos serían subóptimas; sólo justificables desde un punto de vista racional frente a un Estado que albergue intenciones hostiles genuinas, no derivadas de un dilema de seguridad.

Así pues, realismo defensivo y realismo ofensivo comparten algunas opciones estratégicas sólo cuando se trata de responder a un actor hostil. Frente a un actor realista ofensivo será difícil poner en marcha medidas de confianza y de seguridad militar (CSBMs en sus siglas en inglés) o acuerdos de limitación de armamentos. Por lo demás, el realismo defensivo se inclina por la moderación y la autocontención como principios guía para favorecer su propia seguridad; de modo que las medidas de disuasión y defensa tratan de no ser provocativas, intentando favorecer la moderación de la otra parte y manteniendo la puerta abierta a un cambio de su actitud hostil. Sin embargo, la contención activa y, en especial, la guerra preventiva en solitario o en coalición serían opciones propias de una política realista ofensiva que busca mejorar su seguridad maximizando el poder propio a expensas del poder de otros actores. Como ya hemos visto, los Estados con estrategias realistas ofensivas tienden a asumir que la otra parte sigue su misma lógica (más poder = más seguridad), por lo que no esperan ni estimulan la moderación en las preferencias estratégicas de aquella (Tang, 2010: 117-125).

El realismo neoclásico

Como tal no existe una única teoría de realismo neoclásico, sino diversas explicaciones agrupadas hace más de dos décadas bajo este término por Gideon Rose (1998: 146) en un artículo seminal publicado en World Politics. Según Rose (1998: 145), esas teorías intentan rellenar el espacio que conscientemente dejó libre Kenneth N. Waltz al excluir los factores internos en su modelo explicativo de la política internacional. El realismo neoclásico trata así de explicar la política exterior de los Estados y, en consecuencia, según Ripsman, Taliaferro y Lobell (2016: 2), la propia política internacional. Para ello presta atención tanto a las variables externas (derivadas del sistema internacional y, por tanto, en línea con el realismo estructural) como a las internas, relacionadas con los dirigentes y demás factores políticos del país (primera y segunda imagen de Kenneth Waltz).         

El realismo neoclásico no se decanta de manera definitiva por las variantes defensiva y ofensiva del realismo estructural; y –esto es importante remarcarlo– no es una teoría contrapuesta frontalmente al realismo estructural sino complementaria, tanto del realismo ofensivo como del defensivo. Lo que sí critica el realismo neoclásico es la pretensión, tanto del realismo estructural ofensivo como del defensivo, de explicar la política exterior como un resultado de la estructura internacional, sin tener en cuenta las variables internas de los Estados (Rose, 1998: 149-150). Además, según los realistas neoclásicos, los inputs sistémicos se ven seriamente condicionados por límites en materia de percepción, claridad de las señales externas, racionalidad y capacidad de generación de poder material a partir de los recursos disponibles. No tener en cuenta dichos condicionantes equivale a caer en un ‘determinismo externo’ (Ripsman, Taliaferro & Lobell, 2016: 19-25).

Pero a pesar de esa crítica, el realismo neoclásico asume la importancia de los factores estructurales y, por tanto, resulta compatible con la perspectiva realista ofensiva o la defensiva en función de las circunstancias. En determinados contextos históricos y regionales resulta adecuada la explicación del realismo ofensivo junto con una perspectiva neoclásica, mientras que en otros es el defensivo quien ofrece una comprensión satisfactoria, empleando en paralelo el realismo neoclásico para ese estudio de caso. Como ya he señalado anteriormente, el realismo ofensivo explica mejor las políticas de equilibrio de poder en largos periodos de los siglos XVII a XIX, las políticas agresivas que originaron la Primera y Segunda Guerras Mundiales, así como la creciente rivalidad entre grandes potencias en el siglo XXI. Sin embargo, para otros contextos históricos y regionales es preferible el realismo defensivo.

De este modo, el realismo neoclásico propone el siguiente esquema de investigación:

  1. La variable independiente es la distribución de poder en el sistema y las capacidades materiales de poder del Estado caso de estudio (por eso es una teoría realista). Como consecuencia, a la hora de establecer los parámetros básicos de la política exterior de un Estado hay que conocer de entrada la posición que éste ocupa en el sistema y su poder material relativo (Rose, 1998: 146). Aquí es donde se puede insertar la perspectiva del realismo ofensivo o del defensivo, según su potencial explicativo para ese caso concreto.
  2. La variable independiente incide sobre un conjunto de variables intervinientes como, por ejemplo, la percepción de los técnicos y decisores de la política exterior, el grado de consenso de las élites y de determinados actores sociales sobre un asunto de la realidad internacional, la fortaleza o fragilidad del sistema político, o la capacidad del gobierno a la hora de extraer recursos para la acción exterior.
  3. La variable dependiente –aquella cuyo cambio se trata de explicar– es un área concreta de la política exterior de un Estado en un momento histórico preciso.

De este modo, los inputs procedentes del sistema internacional impulsan la acción exterior del Estado de una determinada dirección. No obstante, esos inputs ejercen una influencia indirecta y compleja, ya que son filtradas por variables intervinientes de carácter doméstico que obligan a incluir en el análisis elementos de los niveles del individuo y del Estado (tal como hacía el realismo clásico). El realismo neoclásico considera que no existe una ‘cadena de transmisión’ inmediata o perfecta que conecte el poder relativo de los Estados con su comportamiento en la esfera internacional. Por ejemplo, Randall L. Schweller (2004: 171-181) en la ya mencionada teoría del infraequilibrio de poder destaca el rol que desempeñan factores como el consenso de las élites, la fortaleza del gobierno/régimen, la cohesión social y la cohesión de las élites a la hora de explicar por qué no se produce una maniobra de contrapeso ante un poder emergente y amenazante a pesar de que los inputs sistémicos impulsan en esa dirección.

Por tanto, para el realismo neoclásico la comprensión de la política exterior requiere conocer las variables intervinientes del ámbito doméstico. Expresado de otro modo, la acción exterior, como resultado de distintas políticas públicas (defensa, exterior, economía exterior, cooperación, etc.) invita a aplicar el análisis de políticas públicas, algo llamativamente poco desarrollado dentro de los estudios estratégicos y en general en los estudios de política internacional.

Aunque no existe un listado definitivo de variables intervinientes del nivel interno, a título ilustrativo se pueden destacar las siguientes (Rose, 1998; Schweller, 2004; Ripsman, Taliaferro & Lobell, 2016):

  • Percepción de los técnicos y decisores políticos. Según el realismo neoclásico, la percepción de quienes asesoran y toman las decisiones en materia de acción exterior (el presidente, los ministros y los funcionarios que participan en el diseño e implementación de las políticas de exterior y defensa) es tan importante como la magnitud de los recursos materiales del Estado y de su poder relativo dentro del sistema. Como ya advirtió hace décadas Robert Jervis (1979), el modelo de actor racional es insuficiente. Los estadistas y funcionarios son personas de carne y hueso, con valores e intereses y sujetas a errores de percepción. A ello se añaden otros factores relacionados con su personalidad y carácter, que también afectan al modo como se perciben y se responde a los estímulos externos (Byman & Pollack, 2001; Samuels, 2003).
  • Atención de los decisores a diversos planos políticos en su cálculo de costes y beneficios. Los gobernantes pueden actuar de una determinada manera en un nivel (internacional) pero sus objetivos reales se pueden encontrar en otro (regional o nacional). Por ejemplo, pueden desafiar a grandes potencias para ganar prestigio ante su propia población, en contra de lo que dictarían las presiones sistémicas.
  • Cultura estratégica. Entendida como un agregado de creencias, presupuestos, normas, ideas e ideologías políticas, que dan forma a la comprensión de la realidad internacional de las élites políticas, militares, funcionariales e incluso de la opinión pública y que afectan a las decisiones estratégicas de los Estados en materia de acción exterior (Ripsman, Taliaferro & Lobell, 2016: 66-70).
  • Grado de consenso de élites y actores sociales. Las élites gubernamentales no son las únicas protagonistas de la acción exterior. Existen otros actores (grupos empresariales, medios de comunicación, think-tanks, movimientos sociales, etc.) que participan en la valoración de las amenazas, la justificación de los cambios estratégicos, y el diseño e implementación de la política exterior y de defensa. Este hecho añade complejidad a los procesos y requiere negociación entre unos y otros. Los consensos atañen tanto a la percepción de amenazas y oportunidades en el ámbito internacional, como a los intereses particulares de dichos actores internos. Por otra parte, su nivel influencia se ve afectado por el contexto internacional. En periodos de tensión y amenaza evidente su importancia tenderá a ser menor, ya que el ejecutivo priorizará la gestión de las crisis y la respuesta a problemas inmediatos. Pero en momentos de calma y de indefinición de las amenazas o de los intereses estratégicos su influencia puede ser mayor a la hora de configurarlos y priorizarlos.
  • Capacidad de extracción de recursos por parte del Estado. Los trabajos de Fareed Zakaria (1999) y de Jeffrey W. Taliaferro (2009) han cuestionado convincentemente la capacidad de los gobiernos a la hora de extraer y emplear los recursos del país, tal como parece asumir el realismo estructural de Kenneth Waltz al considerar que el poder material absoluto del Estado equivale el poder agregado de las esferas económica, demográfica, militar, etc. La realidad difiera de esa imagen ideal. La capacidad de extracción depende, entre otros factores, de la fortaleza y extensión de las instituciones, del nacionalismo, de la difusión de ideologías estatalistas (o, por el contrario, antiestatalistas), de la percepción de la amenaza por parte de la sociedad (que estará menos dispuesta a asumir sacrificios si el peligro resulta lejano), etc.

El estudio de las variables intervinientes de carácter doméstico explica la preferencia del realismo neoclásico por los métodos cualitativos, los estudios de caso, el process tracing y el análisis contrafactual. Desde la perspectiva del realismo neoclásico, la comprensión profunda del comportamiento exterior de los Estados obliga a especializarse en países y áreas regionales concretas (Rose, 1998: 166-167). Los principios teóricos del realismo neoclásico son generalizables pero su aplicación específica exige un conocimiento derivado de la consulta de fuentes primarias, investigación en los archivos del país, familiaridad con la estructura y funcionamiento real de sus instituciones políticas, etc.

A modo de conclusión

La síntesis ofrecida en este documento didáctico no representa la totalidad de la producción teórica enmarcada en el realismo, pero el conocimiento de las cinco ramas (clásico, estructural, ofensivo, defensivo y neoclásico) es esencial comprender y contextualizar pertenecientes a este tronco común. Aunque en la década de 1990 algunas voces dieron por finalizada la teoría realista, la evolución de la política internacional acaecida desde entonces demuestra su validez explicativa: pasada, presente y –con toda probabilidad– futura.

Referencias

Allison, Graham (2017). Destined for War. Can America and China Escape Thucydides’s Trap?, New York, NY: Houghton Mifflin Harcourt.

Aron, Raymond (1963), Paz y guerra entre las naciones, Madrid: Revista de Occidente.

Buzan, Barry, Jones, Charles & Little, Richard (1993), The Logic of Anarchy: Neorrealism to Structural Realism, New York, NY: Columbia University Press.

Carr, E. H. (2016), The Twenty Years’ Crisis, 1919-1939, London: Palgrave Macmillan.

Daniel L. Byman & Kenneth M. Pollack (2001), “Let Us Now Praise Great Men: Bringing the Statesman Back in,” International Security, Vol. 25, No. 4, pp. 107-146.

Fareed Zakaria (1999), From Wealth to Power: The Unusual Origins of America’s World Role, Princeton, NJ: Princeton University Press.

Jervis, Robert (1976), Perception and Misperception in International Politics, Princeton, NJ: Princeton University Press.

Jordán, Javier (2021), “International Competition Below the Threshold of War: Toward a Theory of Gray Zone Conflict”, Journal of Strategic Security, Vol. 14, No 1, pp. 1-24.

Keohane, Robert O. (1986), “Theory of World Politics: Structural Realism and Beyond”, Robert O. Keohane (ed.). Neorealism and Its Critics, New York, NY: Columbia University Press, pp. 158-203.

Mearsheimer, John J. (2003), The Tragedy of Great Power Politics, New York, NY: Norton.

Mearsheimer, John J. (2010) “The Gathering Storm: China’s Challenge to US power in Asia”, The Chinese Journal of International Politics, Vol. 3, pp. 381-‍396.

Morgenthau, Hans. J. (2006), Politics among Nations: The Struggle for Power and Peace, Boston: MacGraw Hill Higher Education.

Ripsman, Norrin M., Jeffrey W. Taliaferro, & Steven. E. Lobell (2016), Neoclassical Realist Theory of International Politics, New York, NY: Oxford University Press.

Robert A. Dahl (1957), “The Concept of Power”, Behavioral Science, Vol. 2, No 3, pp. 201-215.

Rose, Gideon (1998), “Neoclassical Realism and Theories of Foreign Policy”, World Politics, Vol. 51, No. 1, pp. 144-172.

Samuels, Richard (2003), Machiavelli’s Children. Leaders and Their Legacies in Italy and Japan, Ithaca, NY: Cornell University Press.

Schweller, Randall (1996), “Neorrealism’s Statu Quo Bias: What Security Dilemma?”, Security Studies, Vol. 5, No. 3, pp. 72-107.

Schweller, Randall (2004), “Unanswered Threats: A Neoclassical Realist Theory of Underbalancing”, International Security, Vol. 29, No. 2, pp. 159-201.

Snyder, Glenn H. (2002), “Mearsheimer’s World-Offensive Realism and the Struggle for Security: A Review Essay”, International Security, Vol. 27, No. 1, pp. 149-173

Taliaferro, Jeffrey W. (2009), “Neoclassical Realism and Resource Extraction: State Building for Future War”, Steven E. Lobell, Norrin M. Ripsman & Jeffrey W. Taliaferro, (eds.), Neoclassical Realism, the State and Foreign Policy, New York, Cambridge University Press, pp. 194-226.

Tang, Shiping (2010), A Theory of Security Strategy for Our Time: Defensive Realism, New York, NY: Palgrave MacMillan.

Waltz, Kenneth N. (1986), “Reflection on Theory of International Politics: A Response to My Critics”, Robert O. Keohane (ed.) Neorrealism and its Critics, New York, NY: Columbia University Press, pp. 322-335.

Waltz, Kenneth N. (2001), Man, the State and War. A Theoretical Analysis, New York, NY: Columbia University Press.

Waltz, Kenneth N. (2010), Theory of International Politics, Long Grove, IL: Waveland Press Inc.

Wohlforth, William C. (2010) “Realism”, Christian Reus-Smit, & Duncan Snidal (ed.), The Oxford Handbook of International Relations, Oxford: Oxford University Press, pp. 131-148.


Editado por: Global Strategy. Lugar de edición: Granada (España). ISSN 2695-8937 FUENTE https://global-strategy.org/teorias-realistas-para-comprender-la-politica-internacional/

La geopolítica mundial entró en lo que yo llamaría la “posguerra fría tardía”. 

En otras palabras, hemos entrado en una nueva etapa donde la supremacía estadounidense es superada por la nueva realidad del país: su declive geopolítico.

Por por Carlos Pennaforte socio estrategico de Dossier Geopolitico para LeMondeDiplomatique Brasil

https://diplomatique.org.br/a-parceria-estrategica-entre-moscou-e-beijing-2/

La reunión entre Vladimir Putin y Xi Jinping en febrero de 2022 debe considerarse histórica desde un punto de vista geopolítico y estratégico. Marca el “fin de la Posguerra Fría”, que comenzó en 1989 con la desintegración del llamado bloque socialista y, en diciembre de 1991, con la extinción de la Unión Soviética. Durante la década de 1990, el mundo fue asolado por lo que sería el “fin de la historia” y por la supremacía del liberalismo occidental, por la globalización y consecuentemente por las crisis económicas globales. Y en pleno siglo XXI con la crisis económica de 2008.

La geopolítica mundial entró en lo que yo llamaría la “posguerra fría tardía”. En otras palabras, hemos entrado en una nueva etapa donde la supremacía estadounidense es superada por la nueva realidad del país: su declive geopolítico. Immanuel Wallerstein y Giovanni Arrighi lo señalaron hace más de una década. Y la realidad se está confirmando. El mundo ya no acepta que una nación establezca la agenda mundial. Tanto geopolítica como económicamente.

Para los analistas liberales lo que importa es exclusivamente la economía. La geopolítica misma es despreciada por su visión a corto plazo y se basa en la idea de que el capitalismo occidental sigue siendo el ganador del choque entre socialismo y capitalismo . Sin embargo, el temor a una Rusia fuerte a nivel nacional y bajo un liderazgo fuerte genera preocupación en Washington. En las últimas décadas, Rusia se ha recuperado desde el punto de vista económico, social y militar, emergiendo nuevamente (como en los tiempos de la URSS) como una gran potencia.

El retraso en la “transición al capitalismo liberal-occidental” tanto de rusos como de chinos preocupa a los estadounidenses: hasta ahora no ha habido “revoluciones de terciopelo”. Los países antisistémicos como Rusia y China , que tienen proyectos nacionales propios, son el verdadero problema detrás de la retórica beligerante de Washington, tanto de demócratas como de republicanos, contra Beijing y Moscú.

A pesar del fin de la URSS, los ideólogos de Washington no han abandonado el paradigma del choque entre capitalismo y socialismo y, en especial, Rusia como el mayor obstáculo geopolítico y estratégico de EE.UU. en Europa. Si la alianza militar socialista (Pacto de Varsovia) se desmanteló de inmediato, no ocurre lo mismo con la OTAN desde la década de 1990. En sentido contrario, la OTAN se mantuvo intacta y aumentó su influencia hacia Europa del Este. Letonia, Estonia, Lituania y Hungría, por ejemplo, se convirtieron en miembros de la alianza militar occidental sin razón aparente que creara la necesidad de unirse a ella.

camaradería
Xi Jinping y Vladimir Putin (Crédito: Alexei Druzhinin/Kremlin)

Moscú desde 1991 nunca ha practicado una postura que pueda calificarse de ofensiva contra ningún país de Europa del Este o en términos globales. Su actuación siempre ha estado dentro de las normas y el derecho internacional, a diferencia de Washington. Por otro lado, los gobiernos estadounidenses buscan catalogar a Rusia como una amenaza para la “seguridad” europea o mundial, sin ningún ejemplo concreto.

La retórica de la “amenaza rusa” cobró protagonismo tras la reanudación de Crimea en 2014 y la acción exterior en crear una “revolución de terciopelo” que allanaría el camino para lo que estamos viendo hoy: la inclusión de Ucrania en la OTAN sin motivo alguno. y poner la seguridad de Rusia en una situación delicada. Mirando el tablero geopolítico, Rusia recuperó la península de Crimea (con población mayoritariamente rusa) que fue suya hasta 1956, cuando fue cedida a la entonces Ucrania soviética. Una salida importante para evitar la “primera ola” de intentos de llegada a las fronteras rusas.

La «segunda ola» de la «cabeza de puente» de la OTAN en Ucrania «hacia» Rusia se ha estado desarrollando desde finales de 2021 y ha sido abordada enérgicamente por el Kremlin. En occidente, la guerra informativa liderada por los medios proestadounidenses es intensa. Rusia todavía es vista como la URSS de la era de la Guerra Fría: amenaza al “mundo libre” y ahora a la democracia ucraniana. La transmisión de Washington de la inminente pero no ocurrida “invasión rusa” es un tema recurrente en los medios occidentales.

Lo que está en juego es exclusivamente el derecho de una nación a garantizar las condiciones mínimas de seguridad territorial para su población. ¿No es así como los estadounidenses señalaron la crisis de los misiles cubanos de 1961? Esta es la cuestión de Ucrania en la OTAN. De hecho, queda una pregunta: ¿cuál es el significado de su existencia en la OTAN en el siglo XXI?

Charles Pennaforte tiene un doctorado en Relaciones Internacionales. Profesor de la carrera de Relaciones Internacionales y del Programa de Posgrado en Historia de la Universidad Federal de Pelotas. Coordinador del Laboratorio de Geopolítica, Relaciones Internacionales y Movimientos Antisistémicos (LabGRIMA) y del Grupo de Investigación CNPq Geopolítica y Mercosur (GeoMercosur).

VERSION PORTUGUESA:

A geopolítica mundial entrou no que eu chamaria de “Pós-Guerra Fria Tardia”. Ou seja, entramos em uma nova etapa onde a supremacia estadunidense é superada pela nova realidade do país: o seu declínio geopolítico

O encontro entre Vladimir Putin e Xi Jinping em fevereiro de 2022 deve ser visto como histórico sob o ponto de vista geopolítico e estratégico. Marca o “fim do Pós-Guerra Fria” iniciado em 1989 com a desagregação do então chamado bloco socialista e, em dezembro de 1991, com a extinção da União Soviética. Durante a década de 1990 o mundo foi assolado pelo que seria o “fim da história” e pela supremacia do liberalismo ocidental, pela globalização e consequentemente pelas crises econômicas globais. E no século XXI com crise econômica de 2008.

A geopolítica mundial entrou no que eu chamaria de “Pós-Guerra Fria Tardia”. Ou seja, entramos em uma nova etapa onde a supremacia estadunidense é superada pela nova realidade do país: o seu declínio geopolítico. Immanuel Wallerstein e Giovanni Arrighi já apontaram isso há mais de uma década.  E a realidade vem se confirmando. O mundo não aceita mais que uma nação determine a agenda mundial. Tanto geopolítica como economicamente.

Para os analistas liberais o que importa é exclusivamente a economia. A geopolítica em si é desprezada pela visão de curto alcance e baseada na ideia de que o capitalismo ocidental é, ainda, o vencedor do embate socialismo versus capitalismo.  Contudo, o medo de uma Rússia forte sob o ponto vista nacional e sob uma liderança forte causa preocupação em Washington. Nas últimas décadas a Rússia recuperou-se do ponto vista econômico, social e militar, voltando a despontar (como nos tempos da URRS) como uma grande potência.

A demora na “transição para o capitalismo liberal-ocidental” tanto de russos como de chineses é uma preocupação para os estadunidenses: não ocorreram “revoluções de veludo” até o presente momento.  Países antissistêmicos como a Rússia e a China que possuem projetos nacionais próprios são o verdadeiro problema por trás da retórica beligerante de Washington tanto de democratas como de republicanos contra Beijing e Moscou.

Apesar do fim da URSS, os ideólogos de Washington não abandonaram o paradigma do embate capitalismo versus socialismo e, principalmente, da Rússia como o maior obstáculo geopolítico e estratégico dos EUA na Europa. Se a aliança militar socialista (Pacto de Varsóvia) foi imediatamente desmantelada, o mesmo não ocorreu com a Otan desde a década de 1990. Na direção oposta, a Otan se manteve intacta e aumentou a sua influência em direção ao Leste Europeu. Letônia, Estônia, Lituânia e Hungria, por exemplo, passaram a ser membros da aliança militar ocidental sem nenhum motivo aparente que gerasse a necessidade de ingressar nela.

parceria
Xi Jinping e Vladimir Putin (Créditos: Alexei Druzhinin/Kremlin)

Moscou desde 1991 não nunca praticou uma postura que possa ser classificada como ofensiva contra qualquer país do Leste Europeu ou em termos globais. Sua atuação sempre esteve dentro das normas e do Direito Internacional, ao contrário de Washington.  Por outro lado, os governos estadunidenses procuram classificar a Rússia como uma ameaça à “segurança” europeia ou global, sem nenhum exemplo concreto.

A retórica da “ameaça russa” ganhou destaque após a retomada da Crimeia em 2014 e da atuação externa na criação de uma “revolução de veludo” que abriria caminho para o que estamos vendo hoje: a inclusão da Ucrânia na Otan sem nenhum motivo que justificasse e colocando a segurança da Rússia em uma situação delicada. Olhando o tabuleiro geopolítico, a Rússia recuperou a península da Crimeia (com população de maioria russa) que era sua até 1956, quando foi cedida a então Ucrânia soviética. Uma saída importante para impedir a “primeira onda” de tentativa de chegada às fronteiras russas.

A “segunda onda” para a “cabeça de ponte” da Otan na Ucrânia “rumo” à Rússia está se desenvolvendo desde o final de 2021 e vem sendo enfrentada de maneira enérgica pelo Kremlin. No Ocidente a guerra de informações capitaneada pela mídia pró-EUA é intensa. A Rússia é ainda vista como a URSS dos tempos da Guerra Fria: ameaça o “mundo livre” e agora a democracia ucraniana.  A difusão da por parte de Washington da “invasão russa” iminente, mas que não acontece é tema recorrente na mídia ocidental.

O que está em jogo é exclusivamente o direito de uma Nação garantir as condições mínimas de segurança territorial de sua população. Não foi assim que os estadunidenses assinalaram na Crise dos Mísseis de 1961 em Cuba? Está é a questão da Ucrânia na Otan. Aliás, fica uma pergunta: qual o sentido de sua existência da Otan em pleno século XXI?

Charles Pennaforte é doutor em Relações Internacionais. Professor do curso de Relações Internacionais e do Programa de Pós-Graduação em História da Universidade Federal de Pelotas. Coordenador do Laboratório de Geopolítica, Relações Internacionais e Movimentos Antissistêmicos (LabGRIMA) e do Grupo de Pesquisa CNPq Geopolítica e Mercosul (GeoMercosul).

Por Alexander Duguin

En el flujo de noticias, especialmente acaloradas en Occidente, que se relacionan con Ucrania, la retirada de los ciudadanos estadounidenses y de la UE de su territorio, así como la información filtrada a los medios de que Kiev transfiere apresuradamente la infraestructura de las agencias gubernamentales y los puestos de mando a el oeste del país – es difícil decir y pensar en otra cosa.

Entonces,  invasión .

Evidentemente, no consideraremos la opción que  preparamos de forma consciente y coherente . ¿Porqué ahora? ¿Por qué no en 2014, cuando la situación era mucho más favorable? Así que dejemos esta hipótesis a un lado. El Kremlin no acepta una solución contundente, incluso una situación que no nos conviene en absoluto.

Queda una cosa : Occidente realmente quiere la invasión y está haciendo todo lo posible para que suceda .

¿Qué obtiene Estados Unidos de esto? La ruptura entre Rusia y Europa y la consolidación del bloque de la OTAN que se desmorona ante nuestros ojos, así como un pretexto para el derrumbe de todas las posibles sanciones a Rusia, hasta provocar un levantamiento de las élites rusas contra Putin, si es que la la propiedad que han robado es requisada simultánea e instantáneamente en el extranjero (como ellos piensan). Buen plan, por cierto. Para ellos. Razonable.

Y si Rusia no opta por la invasión, entonces  puede verse obligada a hacerlo . Esto se resuelve de manera bastante simple: mediante  el inicio de una operación punitiva de las Fuerzas Armadas de Ucrania en el Donbass . Casi todas las fuerzas listas para el combate e incluso las que no están listas para el combate ahora se encuentran allí. Y si Rusia no se agrava en este caso, entonces puedes tomar Donbass e ir a Crimea. Y luego, todo de nuevo, con el mismo objetivo. Y es casi seguro que Rusia decidirá tomar medidas activas en una situación crítica. Incluso sin esperar a Crimea.

Por lo tanto, si asumimos que Washington está detrás de toda esta historia, más precisamente, el liderazgo globalista actual de los Estados Unidos (Biden & Co.) y los «halcones» de apoyo moral de Gran Bretaña, que están hambrientos de hardcore geopolítico y que se quedan sin   mucho después del Brexit

Por supuesto, la OTAN no luchará directamente por Ucrania. Por lo tanto, quienes temen un Apocalipsis nuclear se preocupan en vano. A lo que Occidente está tratando de arrastrarnos a toda costa no es a la Tercera Guerra Mundial en el sentido pleno, pero aun así es una guerra, una  guerra de mediana intensidad . Al mismo tiempo, no tenemos elección:  luchar o no luchar . Occidente tiene los medios para asegurarse de que  no podamos luchar . Por desgracia, eso es exactamente lo que es. Tras los acontecimientos de 2014, la reunificación con Crimea y la liberación de Donbass, Washington podría  iniciar en cualquier momento una reacción en cadena irreversible de guerra .. La pausa se debió en gran medida a Trump, quien no favoreció particularmente la geopolítica y se centró en los asuntos domésticos. Además, su nacionalismo americano -de ala paleoconservadora- permitía bastante la multipolaridad. Y su enfrentamiento con los globalistas (con el mismo “Pantano”,  Pantano , que nunca vació) lo empujó aún más a construir una política exterior en contraste con ellos. De ahí las acusaciones dirigidas a él de simpatía por Rusia. No tenía ninguna simpatía particular por Rusia. Pero había una sincera antipatía hacia los globalistas.  Y eso fue suficiente. Tan pronto como el partido globalista de halcones liberales y neoconservadores regresó a la Casa Blanca junto con Biden,  la geopolítica atlántica regresó con él.. En consecuencia, activar la mina ucraniana fue en adelante solo una cuestión de técnica. Podría – en cualquier momento. Y decidimos que ahora es el momento adecuado.

En la actualidad, parece que la invasión planeada por Washington  está a punto de comenzar . Contra nuestra voluntad. Pero no podemos dejar de responder a las acciones punitivas activas en el Donbass, si es que comienzan. . Pero esto simplemente no depende de Moscú. Kiev, por supuesto, está jugando por tiempo. ¿Quién quiere perder un país o al menos ahogarlo en sangre? Y la OTAN no va a salvar a nadie. Aunque sólo sea para derramar más sangre eslava. Pero Washington insiste en su agenda. De ahí la obvia negativa a tomar en serio las demandas de Rusia a la OTAN y la gestión completamente fea de la inglesa Elizabeth Truss con respecto a Rostov y Voronezh. Esto no es solo un signo de completa incompetencia, sino también de esa indiferencia hacia las realidades del mundo ruso, incluida Ucrania, que, de hecho, experimentan los globalistas. Les importan un comino estos nombres eslavos de asentamientos difíciles de pronunciar. Ya viven en el paradigma de la invasión y actúan  como si hubiera tenido lugar . El curso habitual de una guerra híbrida: lo que está por suceder se describe como si ya hubiera sucedido .

Oficialmente, Moscú dirá hasta el final: «¡No a la guerra!» – y así es, así debe ser. Pero si solo dependiera  de  nosotros, entonces tal comportamiento sería el factor determinante. Y así … Pero imaginemos que Occidente llevará la situación al punto de no retorno, y la invasión forzada aún tendrá lugar.

Los tabloides occidentales ya están llenos de escenarios de cómo sucederá esto y cómo resultará. A veces las imágenes son bastante realistas, a veces más allá delirantes. Pero casi en todas partes hay una captura exitosa por parte de los rusos del este de Ucrania y Kiev y la construcción de una nueva línea de defensa para la resistencia rusofóbica en el oeste de Ucrania. Y allí, en esta cabeza de puente de reserva, que ahora, quizás, ya se está equipando, el acceso directo de la OTAN en el curso de una emergencia es bastante realista. Lviv podría convertirse en la capital temporal de lo que Occidente reconoce como «Ucrania». Y a partir de ahí se desarrollará una actividad militar-terrorista a gran escala.

¿Esto no te recuerda nada? ¿La lucha por el trono de Kiev entre los príncipes de Vladimir y Galicia-Volyn no se desarrolló según el mismo escenario? Y la propia Kiev pasó de mano en mano hasta que perdió su importancia, pasando de ser una gran capital a una ciudad de provincias de tercera categoría. Conocemos la continuación: dos partes casi iguales del mundo ruso han ido por caminos diferentes. Vladimir, más tarde Moscovita Rus se convirtió en un poderoso imperio mundial. Los rusos de los territorios occidentales resultaron ser una subclase despreciada en la Europa oriental católica. Aquí está el precio de la corona enviada por el Papa, el orgulloso Príncipe Daniel de Galicia… Occidente siempre hace lo mismo: promete ayudar y salvar, y luego cínicamente lo abandona. Vemos esto en la caída de Tsargrad o en el destino de Saakashvili.

Y aquí es donde comienza lo inesperado. Es costumbre creer que el  partido ruso y la geopolítica euroasiática  establecen objetivos extremadamente ambiciosos y los expanden al máximo, aunque especulativamente, pero todo en política (y no solo) comienza con la idea:  la frontera de Rusia-Eurasia, el mundo ruso. . Y es correcto. Pero con respecto a Ucrania occidental, vale la pena hacer una reserva. El perfil etnosociológico, histórico y psicológico de estas áreas, con la excepción de los rusos subcarpáticos y una serie de grupos adecuadamente ortodoxos de Volhynia, es tal que  no se prestan a la integración en Eurasia . Devueltos a un solo estado por Stalin, los habitantes de Zapadenschina nunca aceptaron el Imperio. Fueron ellos quienes se convirtieron en la  fuerza impulsora de la extrema rusofobia ucraniana., que al final es probable que ponga fin a este estado fallido.

Además, Occidente quiere hacerse un hueco allí. Y vale la pena pensar en  permitirle hacer esto  (liberando, por supuesto, a los Rusyns y a aquellos que quieren estar de nuestro lado). De lo contrario, incluso si logramos establecer el control sobre toda Ucrania (lo que los atlantistas nos obligarán provocativamente a hacer), este principio occidental nunca se reconciliará y encontrará formas de socavar desde dentro cualquier gobierno neutral y equilibrado de la futura Ucrania. o la política que surgirá en su lugar. Y las instituciones políticas de este país en su estado actual son tan monstruosas que sería absolutamente imprudente abandonarlas esperando la lealtad de las fuerzas integracionistas. Y finalmente aunque puedan incitarnos a invadir, ciertamente no seremos incitados al terror contra un pueblo verdaderamente hermano, nuestro propio pueblo . Esto significa que tendremos que lidiar con este horror de Galicia-Volyn sin cesar. Incluso Stalin fracasó en reeducarlos, y no se puso de acuerdo con los medios.

Por lo tanto, vale la pena considerar: ¿por qué  no dejarlos solos ? ¿Y por qué no lanzar el estado ucraniano, y al mismo tiempo el nuestro, porque se necesita un renacimiento eslavo completo, de nuevo? Zapadenschina puede seguir siendo «Ucrania» (que, por supuesto, no reconocemos) o cambiar su nombre a «Bandera-stan». Pero existe la oportunidad de construir algo nuevo desde la parte sana de este país  .

Tenga en cuenta: Crimea está fuera del control de este país, Donbass se ha ido. Pero dividir en partes lo que no tiene posibilidades históricas de ocurrir es algo indigno y miope. Salvemos a todos a la vez, pero solo a aquellos que estén listos para esto o al menos permitan tal giro de los acontecimientos . Los occidentales no permiten esto, no están listos para la reunificación y no lo estarán.

A veces, estirar demasiado los límites del «Gran Espacio» está plagado de colapsos. Es necesario tomar sólo lo que  se puede asimilar y proteger de forma fiable . Por cierto, Stalin era muy consciente de esto en relación con Europa, pensando en las versiones de su «finlandización», es decir, «neutralización». Hasta el final  de nuestra  Europa del Este, incluso no puede ser. Y era extremadamente peligroso obligarla a hacer esto en contra de su voluntad.

Esto no es más que reflexiones geopolíticas. No tengo ninguna información clasificada y no llamo a nadie a nada. Solo análisis. Y en el curso de este análisis, llegué a la conclusión de que en caso de invasión, ¡y solo en este caso! – la cuestión de los territorios occidentales de la actual Ucrania debe resolverse de la manera más delicada y cautelosa. Construir un Imperio -y más difícil aún, resucitar un Imperio perdido- es la más alta de las artes, y no un proceso lineal, ni mucho menos monótono.

Fuente Geopolitica.ru https://www.geopolitica.ru/article/sudba-ukrainskoy-gosudarstvennosti

Si Europa comienza a trabajar en una nueva arquitectura de seguridad y defensa ya no habrá lugar para la OTAN.

Wim Dierckxsens, Walter Formento

Introducción

Para evitar el desarrollo del Oriente Multipolar, a partir de las Nuevas Rutas de la Seda y la incorporación de la Unión Europea (UE) de modo integral a las mismas, las fuerzas globalistas “construyen” a Ucrania en Estado-Tapón[1] en 2014, mediante un golpe de estado que desde entonces ha provocado un genocidio. Llamativamente, el objetivo estratégico sería “frenar” que la UE[2] pueda seguir ´moviéndose´ en una política y dirección hacia una mayor “articulación” en el Multipolarismo.

Obstruir su camino hacia al “Este”, hacia donde ya tiene actualmente sus mayores mercados económicos. Impedir que se mueva en dirección a profundizar su asociación con Rusia y China, con el Proyecto Multipolar. Frenar la iniciativa de profundizar la articulación de la UE –Alemania, Francia, Italia, España, etc.- Obstruir todo esto es el objetivo estratégico de la OTAN-Globalista, más que contener la iniciativa estratégica de Rusia y de China, que es al menos el modo en como aparece su retórica.

Los conflictos más significativos creados por los globalistas en la década pasada han sido los de Ucrania (el Maidan de 2014) y el de Siria (la invasión del 2014 y 2012-2022). Ambos conflictos fueron “diseñados y construidos” por los Intereses Transnacionales Globalistas y su brazo armado la OTAN para levantar un nuevo “Gran Muro” que separe e impida el desarrollo de la articulación económica, comercial y política entre la UE, Rusia, China y la India. Ambos conflictos fueron diseñados también para sublevar a las poblaciones islamistas radicales (asociadas al Isis-Globalista) en regiones dentro de Rusia, China e India. De modo que puedan operar como base-de-maniobra para “instalar” guerras civiles en el territorio de sus principales oponentes.

Con el objetivo de imponer o “colocar” un gobierno “títere”, a partir del “Maidán”[3],[4] (21 de noviembre- 23 de febrero de 2014) la OTAN dio curso en Ucrania con la destitución del presidente pro ruso Víctor Yanukóvich. En realidad, fue una operación de golpe de estado y desembarque construida por la OTAN.  El golpe fue denunciado por la población de las zonas sur y este del país. Las protestas contra el nuevo gobierno fueron particularmente fuertes en la península de Crimea. El 16 de marzo de 2014 se realizó un referéndum con un apoyo del 97% para la secesión de Crimea de Ucrania. El 17 de mayo fue proclamada la independencia y el 18 la adhesión de Crimea a Rusia.

El golpe en Ucrania tenía como objetivo llevar el enfrentamiento contra Rusia a un nivel más alto, ´legitimando´ por fuera y contrariando las regulaciones de las Naciones Unidas (ONU), la implementación de sanciones drásticas al país. En síntesis, imponer el bloqueo del flujo de gas natural y petróleo desde Rusia hacia Alemania y la UE.

En la contraofensiva, Rusia busca una nueva estructura de seguridad para el mundo cumpliendo precisamente con la Carta de la ONU, al señalar que hubo un ilegitimo golpe de Estado en Ucrania, que hubo un genocidio neofascista[5] en Ucrania, que hubo otras guerras ilegitimas de la OTAN en Europa, con bombardeos ilegítimos sobre Belgrado, por ejemplo. Que sí hubo un referéndum legítimo en Crimea para ser parte de Rusia. De este modo, Putin obliga a la OTAN a volver al derecho y por escrito.

Con la acumulación de fuerzas rusas en las fronteras de Ucrania, Putin busco que la OTAN deje de “contener” a la Unión Europea –Alemania, Francia, Italia, etc., mediante el “control” del gobierno de Ucrania (desde el Maidan de 2014). Con este bloqueo, la UE no pueda avanzar por el camino del acuerdo diplomático de Minsk-II[6]. En concreto, Putin pidió que los acuerdos de Minsk II (que Hollande, Merkel y Putin habían obligado a firmar tanto a Ucrania como al Donbass) sean respetados y que la OTAN “deje de” “instrumentar” a Ucrania contra la UE y contra Rusia.

Es de conocimiento público que la administración globalista de Biden[7] instrumento lo necesario para que Ucrania “organizara” un hecho de bandera falsa, para logar que se observe mediante las estructuras globalistas de comunicación de la “posverdad” una inminente “invasión rusa a Ucrania”. La invasión de la OTAN aparecería como si fuera un “desembarco” en defensa de Ucrania y en contra de la “agresión” de Rusia. El presidente Zelensky aparentemente se negó a hacerlo, porque entonces la UE nunca permitiría que Ucrania sea parte de la UE, que es su gran objetivo. Ucrania necesita a la UE porque perdió a su principal socio comercial (Rusia) debido al golpe de estado anti-ruso de la administración globalista de Obama, OTAN, en 2014: El Maidan.

El presidente Zelensky aparentemente estaba haciendo todo lo posible para cumplir con la UE pero no con la OTAN-Global-EEUU. Importante es saber que para Alemania y la UE, lo principal son el Gas de Rusia y el comercio con China[8]. Por lo tanto, si esto es real entonces lo que la OTAN ha realizado en Ucrania es un golpe de estado, para subordinar a la UE y controlarla. De ese modo, golpea y resta una “pieza” importante al Multipolarismo: la Unión Europea. Pero, al analizar más profundamente, el golpe en Ucrania era necesario para que la OTAN no se debilite estratégicamente. Sin la OTAN, las fuerzas globalistas están literalmente desarmadas frente a la articulación económica y política de la UE con China y Rusia.

El hecho es que la administración Biden y el Reino Unido han logrado tomar el control de Kiev, pero no de toda Ucrania. No lo lograron específicamente sobre el Donbass, que limita con Rusia, ni con Crimea, con su posición clave en el Mar Negro. Esta realidad favorece a Rusia, pero debilita a la UE y más en concreto a Alemania-Francia-Italia, frente a la OTAN, que encuentra ahí su misión. La misma intenta debilitar a la UE, pero al no lograrlo (al salir unos países de la organización) sería una derrota de la OTAN de carácter estratégico.

Por ello, una salida pensada de las fuerzas globalistas sería “pasar el mando” de la OTAN hacia la Unión Europea. De esta forma no saldrían de la OTAN. Una movida de este tipo no descartable, porque desde 2014-2016 (Brexit) los intereses estratégicos globalistas tienen problemas en Estados Unidos y también en el RU. La UE, sin embargo, cada vez más busca profundizar su relación ya económica, política y estratégica con el Multipolarismo en Rusia y China. La OTAN de los Globalistas, ni con mando europeo podría llevar a una solución que beneficie a la UE, porque está aún dominada militarmente (aunque ya no hegemonizada) por los intereses estratégicos de las transnacionales globales anglo-norteamericanas.

De todos modos, cada vez más analistas consideran que existe un escenario para el 2022, donde los “Demócratas” pierden el control del senado y probamente también del congreso de EEUU. Una derrota electoral en las elecciones legislativas (o de medio término) de noviembre de 2022, debilitaría todos los escenarios para tratar de sostener una “posición influyente y fuerte” en el mundo. La confrontación entre fracciones del poder financiero en torno a las elecciones significa una crisis interna que podría salirse del control.

Si a esto sumamos que la moral entre los congresistas demócratas está por el piso. Treinta demócratas de la Cámara ya han renunciado y optaron por la pensión antes de terminar su período ya que saben que la mayoría demócrata está ´condenada´. Entre los republicanos las renuncias no llegan ni a la mitad de los casos y para colmo los escaños abiertos son más fáciles de llenar por los republicanos que por un demócrata. La impopularidad de Biden está peor que la de Trump, a sus 13 meses de haber asumido la presidencia, y una derrota estratégica, como la que se vislumbra en Ucrania, empeoraría aún más la situación. A partir de una derrota electoral en EEUU, la UE si obtendría mayores grados de libertad para avanzar en tomar distancia de los intereses Globalistas (Lagarde (BCE)- Schwab (Davos)-etc.).

Es preciso señalar que EEUU ha amenazado con sanciones, Francia y Alemania son los que han hecho las propuestas de salida diplomática y Rusia toma decisiones que convergen en esa misma dirección: nada de tropas de la OTAN en las fronteras rusas. Para evitar la derrota estratégica del proyecto globalista, es probable que las fuerzas globalistas de la OTAN hayan estado “negociando” incluso algún tipo de “acuerdo” con la UE. Para que ésta encabece la OTAN y “negocie” con Rusia-China para que no quedar excluidos.

Los intereses y fuerzas globalistas no tienen nación donde replegarse ni retroceder de manera “ordenada”. No están comprometidas ni con EEUU ni con GB y ambas naciones ya están en situación de convulsión política, social y militar interna. Pero la UE-Industrialista (Alemania-Francia-España-Italia-etc.) ya tiene cuestiones concretas acordadas y avanzadas con el Multipolarismo. El principal mercado de compra y venta es la China multipolar y su principal proveedor de gas natural para generar energía eléctrica y calefacción es la Rusia multipolar. Rusia en caso de “crisis”, y cierre de Nord Stream2, bien podría relocalizar ese volumen de gas natural en China.

Los europeos deberían de avanzar en la decisión de tomar la “batuta” de los globalistas en la OTAN o buscar su integración al proyecto multipolar. La combinación de ambas opciones resulta prácticamente imposible. Si Europa puede comenzar a trabajar en la nueva arquitectura de seguridad y defensa, implica que no hay lugar para la OTAN. Bajo presiones de Rusia, la OTAN deberá de retirarse primero que nada de Europa del Este. Luego que Vladimir Putin (por recomendación de la Duma) reconociera la independencia de las repúblicas de Dontesk y Lugansk en Ucrania, como primera movida anticipa un mayor espacio para que la Unión Europea se conecte con el multipolarismo. Francia y Alemania tienen todo para aprovechar este hecho y para retomar su “peso específico” en la UE, alejándose del globalismo unipolar y por tanto de la OTAN.

El presidente de EEUU, Joe Biden no desplegará ningún soldado estadounidense en ningún lugar dentro de Ucrania. Biden ha emitido una orden ejecutiva que prohíbe cualquier nueva inversión o comercio con las dos nuevas repúblicas. Y ha de seguir consultando con sus aliados tanto sobre una solución diplomática como sobre sanciones contra Rusia. Estados Unidos no considera el movimiento de tropas rusas en la región del Donbass como un nuevo paso.

La jugada de Putin significa de hecho punto de torsión que cambia la situación y abre un nuevo momento histórico. El Multipolarismo avanza y el Unipolarismo Globalista retrocede ante la capacidad de iniciativa, tanto en lo económico comercial como técnico-militar. Si el Reino Unido (la no-globalista) quiere sobrevivir, deberá ponerse del lado de los ganadores del conflicto (la UE-Alemania-Francia-Etc.), y dejar que EEUU se “entienda” en su propia crisis interna de perestroika norteamericana y, por ello, en un proceso de aislamiento creciente.

En cuanto a posibles sanciones a Rusia podemos afirmar que no habrá expulsión de Rusia del SWIFT y Europa hará, en la medida de lo posible, negocios con Rusia en euros y ya no en dólares, lo que implica un adiós al dólar como moneda internacional de referencia en 2022, como ya indicaron este año numerosos referentes económicos, políticos y analistas en espacios como Keiser Report.

Tampoco habrá bloqueo a la operatividad y bombeo del gasoducto NordStream-2 de Rusia-a-Alemania. El canciller de Alemania, Olaf Scholz, ordenó detener el proceso de “certificación” del gasoducto Nord Stream 2, que es más una medida técnica administrativa que política. Todo parece indicar que, a pesar de la negativa estadounidense y de la OTAN de aceptar los acuerdos de Minsk II, Rusia logró una solución no militar para tener un resultado de hecho. Es un triunfó de lo político sobre lo militar y un hecho que puede garantizar la paz para Europa.

El multipolarismo: Beneficios sin Límite entre Estados

Aprovechando la apertura de los Juegos Olímpicos de Invierno 2022 en Pekín, a comienzos de febrero de 2022, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, y su homólogo chino, Xi Jinping se reunieron. Para mostrar que Rusia no es quien depende del NordStream-2 sino la Unión Europea. Putin y Xi Jinping tuvieron una reunión centrada en un nuevo contrato para el suministro de 10 mil millones de metros cúbicos de gas al año desde el Lejano Oriente de Rusia a China. Rosneft y la Corporación Nacional de Petróleo de China (CNPC) han firmado, además, un acuerdo para el suministro de 100 millones de toneladas de crudo a China a través de Kazajistán durante 10 años.

En este escenario, Xi Jinping ha destacado que “Rusia y China constituyen «un pilar fiable» para unir al mundo a la hora de superar las crisis y defender la igualdad, haciendo realidad conjuntamente el auténtico multilateralismo[9], con un espíritu democrático”. Expresan el concepto de acuerdos entre Estados de Mutuo Beneficio Sin Límites. En conjunto se comprometen a intensificar el trabajo con este concepto para aumentar la cooperación entre Rusia, en el marco de la Unión Económica EuroAsiática –UEEA-, y Pekín, en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta –NRS-.

Es preciso saber también que, ante la eventual amenaza de sanciones económicas mediante la instrumentación Globalista del SWIFT, se ha configurado un transcendental rectángulo euroasiático donde Rusia opera en óptimas relaciones con los otros tres vértices: China, India e Irán.  El acuerdo estratégico entre China e Irán por 25 años (la colisión de la Ruta de la Seda con el Gran Reset anglosajón), marcó a su vez la pauta para otra asociación estratégica por 20 años entre Rusia e Irán. Su objetivo principal es ir-más-allá del sistema bancario SWIFT, del cual el sistema bancario de Irán ya fue desconectado. Desde el punto de vista geoeconómico y geopolítico, los acuerdos implican hacer converger los anhelos de la Organización de Cooperación de Shanghái –OCS-, de la Unión Económica Euroasiática –UEEA-, el 15-RCEP y el BRICS, como señala Pepe Escobar[10] (https://bit.ly/35lEstf).

El bloqueo (sin estar claros sobre aun de la causa) el año pasado del Canal de Suez (que costó 9 mil millones de dólares a la economía mundial), ha elevado el perfil del Corredor Internacional de Transporte Norte Sur (INSTC), como un corredor de tránsito multimodal alternativo más barato y rápido entre India y Rusia con Irán como centro. El corredor es una ruta comercial (un 40% más corta y un 30% más barata que la ruta vía el canal de Suez) que conecta Mumbai (Bombay) por mar con Irán, atravesándolo por tierra y luego, vía el mar Caspio, a Rusia para llegar por tierra a Moscú o más allá, incluyendo Ucrania.

Los miembros fundadores son India, Rusia e Irán, último país por donde cruza también la Nueva ruta de la Seda desde China hacia Viena y más allá (Ver mapa arriba). Los trabajos para desplegar el corredor comenzaron en 2002. Desde entonces, la membresía en el INSTC se ha expandido para incluir 10 países más: Azerbaiyán, Armenia, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Turquía, Ucrania, Siria, Bielorrusia y Omán. Integrando de este modo al Asia Central con Eurasia y teniendo a Irán en el centro por medio de la Nueva Ruta de Seda –NRS-.

La administración Biden levantó las sanciones al programa nuclear de Irán (impuestas por fuera del derecho de la ONU), también en la segunda semana de febrero. Europa es el gran ganador al tener, Rusia mediante, acceso al gas y al petróleo barato de Irán.  En este contexto, Putin cubrió inteligentemente sus “apuestas” con los europeos al cerrar un trato con Hungría, que será el modelo para próximos acuerdos.  Porque una vez que quede claro que EEUU y el Reino Unido ya no podrán detener al Nordstream-2, entonces podrán comenzar los nuevos acuerdos de oleoductos en Europa del Este y del Sur, desde el campo masivo de Irán en el Caspio.

La democracia económica y jurídica en China

La difícil situación financiera de Evergrande Group, que ha afectado a las empresas chinas desarrolladoras de construcción y de los mercados financieros mundiales desde el año pasado, obtuvo un indulto en enero después de que los inversores extranjeros acordaron extender la fecha de pago de un bono en yuanes. Los desarrolladores chinos se enfrentaron a una restricción de liquidez sin precedentes debido a las normas regulatorias del Estado a los préstamos, lo que llevaba a una serie de impagos de deuda en el extranjero, rebajas en las calificaciones crediticias y ventas masivas de acciones y bonos de los mismos.

Ante la crisis, los reguladores del gobierno favorecieron las reinversiones de la deuda e intentan apuntalar la confianza de los inversores y compradores de viviendas. Suavizando así el impacto económico con el enfoque en la estabilidad interna. Para ello, el enfoque está concentrado principalmente en los compradores de viviendas y, en segundo lugar, en los trabajadores y las contrapartes contratistas, es decir en la economía real. Para luego frenar la economía especulativa de los inversores extranjeros y nacionales. La disciplina del mercado es prioridad y esto no solo se aplica para el sector inmobiliario. En síntesis, se procura la estabilidad de la economía real y que todos los costos sean “pagados” por el capital especulativo e improductivo. En China no hay empresas demasiado grandes como para no dejarles caer –ToBigToFail[11]-, lo que ha sido la causa de las burbujas especulativas en Occidente o Norte-Global.

Los analistas de JPMorgan, defensores de los inversores extranjeros, consideran la desaceleración del mercado inmobiliario como la mayor amenaza para la estabilidad económica de China, señalando que una desaceleración de 5 puntos porcentuales en la inversión podría reducir directa e indirectamente el crecimiento del PIB hasta en 0,7 puntos porcentuales. La tendencia histórica indicaba que el crecimiento económico de China ya estaba a la baja pasando de 14.2% en 2007, 7.8% en 2013, 5.9% en 2019 y 5.15 % como promedio de 2020 y 2021 y con una expectativa de otra leve baja para 2022 (5.1%), una cifra envidiable en un entorno económico mundial enfrentando una crisis profunda, pero con un PBI-PPParidad en aumento ya desde el 2020, reemplazando mercado externo por consumo interno de masas en desarrollo.

La cadena de suministro global podrá estar afectada por los cierres en la economía durante la pandemia Covid-19, conllevando a la inflación. Para la economía china la planificación siempre ha sido el eje central a pesar de la convivencia con el capitalismo en el propio país y el mundo. Ante el creciente riesgo de un colapso económico, que se refleja a través de una irrupción en las cadenas de productos y servicios, China acumula en los últimos años preventivamente la mitad del suministro mundial de cereales. China ya ha observado sequías, inundaciones y plagas, y lo único que Pekín no puede permitirse es el descontento de su Pueblo, provocado por la escasez de alimentos o una fuerte alza de sus precios, por las razones que fueran.

A lo largo de la historia de China, la escasez de alimentos ha provocado disturbios populares. Fueron un factor que contribuyó a los levantamientos que derrocaron a las dinastías chinas. El Estado chino como comunidad superior o meritocracia/Partido ha creado modernas ´pirámides´ de granos para alimentar a sus comunidades de Base/Pueblo[12] en tiempos de escasez. Ante los ojos occidentales el país puede considerarse que no respeta los derechos humanos, como el derecho individual a la vida. Pero Occidente no sabe lo que es el Bien Común y, el derecho al alimento y a la vida para todos.

Las importaciones chinas de soja, maíz y trigo se multiplicaron en los últimos años con crecientes compras a Argentina, Brasil, EEUU y otras naciones. Las importaciones de carne de res, cerdo, lácteos y frutas se multiplicaron por 4 o 5.  Los planificadores centrales gastaron $ 98.1 mil millones en la importación de alimentos en 2020, 4.6 veces más que una década antes, según la Administración General de Aduanas de China.  El hecho es que hoy China mantiene niveles históricamente altos de frijoles y granos almacenados en las 310 instalaciones (¨pirámides modernas¨) de COFCO-Group (un importante procesador de alimentos de propiedad estatal china) en la parte noreste del país, según Nikkei Asia.

Los datos del Departamento de Agricultura de EEUU muestran que China tendría el 69% de las reservas de maíz del mundo en la primera mitad del año de 2022, el 60% de su arroz y el 51% de su trigo. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación estimó que hay escasez de alimentos y el índice de precios de los alimentos se encuentra actualmente en su máximo de los últimos diez años, con el consecuente peligro concreto de hambrunas. Ningún país en Occidente ha pensado aun en la seguridad alimentaria de su pueblo-comunidad y la capacidad de poder alimentarse la ha “dejado” al mecanismo de un “dios mercado” excluyente, con el ´derecho individual a la vida´ sin medios a su alcance.

Hemos señalado en trabajos anteriores que China está en camino de regular la economía hacia el socialismo en el camino que el Modo de Producción Tributario histórico[13] recorrió en la antigüedad, en líneas generalesEl modo en cómo el Partido (meritocracia) crea sus ´pirámides´ de reservas alimentarias para su Comunidad de Base/Pueblo es fiel reflejo de estar yendo por el camino del Bien Común para el pueblo. Ahora, el Partido da un paso adelante al pretender que las necesidades y la voluntad del Pueblo deben estar mejor dirigidas hacia la comunidad superior, y que la voluntad del pueblo se vea reflejada en los trabajos y realizaciones. En otras palabras, buscando e impulsando una democracia económica y política, un modo de democracia que en Occidente aún no se puede ni soñar. Li Zhanshu, en tanto que presidente del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional y miembro del Comité Permanente del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China (PCCh), tiene como mandato “enfatizar la conversión de las fortalezas del sistema de asambleas populares en eficacia de gobernanza”[14].

Li pidió a la asamblea crear-producir propuestas para legislar los mecanismos y plataformas necesarias para desarrollar la democracia popular, atravesando lo más integralmente posible los niveles del proceso de China para asegurar que todo el trabajo sea un creciente reflejo de la voluntad y necesidades del pueblo. La oferta económica (con Inteligencia Artificial en 5G / 6G) tiene que “ser orientada” cada vez más por las necesidades concretas del pueblo y no por una oferta según los intereses de empresas, tanto privadas como gubernamentales. Esta es, en otras palabras, una lucha contra el consumismo, la obsolescencia programada, etc. También pidió mejorar el trabajo de las asambleas populares, brindar fuertes salvaguardas legales para impulsar el proceso y camino de modernización del sistema (5G) y la capacidad de China para la gobernanza y la construcción integral de un país socialista moderno.

22-Feb-2022

Bibliografía

Wim Dierckxsens y Walter Formento, Por una nueva civilización: El proyecto multipolar, Editorial Acercandonos, Buenos Aires 2021

Wim Dierckxsens y Walter Formento, La perestroika en Estados Unidos, Réquiem para la civilización occidental, Editorial Acercandonos, Buenos Aires, 2021

Wim Dierckxsens y Walter Formento, Multipolarismo vs Unipolarismo: Amenaza de guerra o caída del Imperio, ALAI, enero de 2022

Cheng Feng, Occidente, no Rusia, se enfrenta a un atolladero ucraniano, Asia Times, 28 de enero de 2022

Tyler Durden, La disputa de la OTAN estalla cuando Letonia critica los vínculos inmorales e hipócritas de Alemania con Rusia y China, Zero Hedge, 29 de enero de 2022.

Victor Davis Hanson: Por qué Putin no ha sido disuadido, zero hedge, 29 de enero de 2022

Amanda Mars, Ucrania pone a Biden ante otro desafío en la política interna y la relación con los aliados, El País 30 de enero de 2022

Mike Shedlock, La batalla por la integración europea ha fracasado y Rusia proporciona la prueba, MishTalk.com, 31 de enero de 2022

Brandon Smith La agenda de reinicio globalista ha fallado: ¿es Ucrania el plan B?, Alt-Market.us, 31 de enero de 2022

Michael Every, Rusia está preparada para declarar la guerra económica a Occidente, infligiendo un «enorme dolor económico», Rabobank, 2 de febrero de 2022

Tom Luongo, ¿Sobrevivirán Lagarde y el BCE a este punto de inflexión en la geopolítica?, Zero Hedge, 16 de febrero de 2022

Tyler Durden, La moral está baja»: el aumento de las jubilaciones de los demócratas de la Cámara de Representantes alcanza el nivel más alto en 30 años, Zero Hedge, 20 de febrero de 2022

Ben Weingarten, El régimen gobernante de Estados Unidos no teme a la desinformación… teme a la verdad, Zero Hedge, 19 de febrero de 2022

Tyler Durden, «La moral está baja»: el aumento de las jubilaciones de los demócratas de la Cámara de Representantes alcanza el nivel más alto en 30 años, Zero Hedge, 20 de febrero de 2022


[1] Se considera un Estado tapón o colchón a un país independiente, normalmente pequeño, ubicado geográficamente entre dos potencias mayores con intereses enfrentados. En teoría, la presencia del Estado tapón evita que las dos potencias se enfrenten o, al menos, reduce ese riesgo. No obstante, la sola existencia de un Estado tapón no es sinónimo de paz entre las dos potencias rivales, para lo que son necesarios otros mecanismos diplomáticos.

[2] La UE pos Brexit –sin Londres ni Inglaterra ni el RU-

[3] El bombardeo de Belgrado en marzo de 1999 durante 78 días despertó a Rusia y ya era obvio para Putin como jefe de gobierno que la intención final era bombardear Moscú hasta destruir toda capacidad y reducirla también a la condición de Estado Vasallo. A fines de diciembre de 1999, Yeltsin renunció y Putin se convirtió en presidente interino, conservando el puesto de jefe de Gobierno. Al inaugurarse el siglo XXI, Rusia comenzó no solo una fuerte remilitarización sino también un acercamiento a China que se consolida en 2014. Pero era también China, que había comprendido estratégicamente los objetivos de la OTAN-Globalista, en el Maidan en Ucrania, quién también tomo la decisión de consolidar una relación estratégica con la Rusia presidida por Putin.

Pekín observó que la OTAN había cerrado sus accesos marítimos y la “caída” de Rusia cerraría sus accesos al mundo por tierra. Por ello Pekín comprendió también que Rusia podría ser el próximo en ser bombardeado. La creciente presencia de barcos de guerra estadounidenses en aguas chinas fueron argumentos contundentes para comprender que en tal caso la OTAN, y los intereses unipolares globalitas, controlarían todos los recursos naturales, razón suficiente para estar juntos como sostén del proyecto de la Nueva Ruta de la Seda.

La Ruta de la Seda tendría como propósito el integrar el continente de Eurasia para garantizar la obtención de recursos naturales por vía terrestre (petróleo y gas natural en primer lugar con Rusia) y no depender de la vía marítima en lo inmediato, controlada por buques de guerra de EEUU. Con Rusia como principal productor de energía fósil, China garantizaría el abastecimiento de su energía. Con la integración progresiva de países a la Nueva Ruta de la Seda, China se aprovisionaría no solo de recursos naturales para no solo lograr mayor soberanía, sino incluso una posición estratégica para controlar Eurasia entera y poder tener acceso al mundo. Pero estos objetivos son solo posibles planteando una concepción multipolar de las relaciones internacionales. Respetando, integrando y potenciando a cada una de las naciones y regiones en un todo multipolar poliédrico, plurinacional y pluriversal.

 2021: Año del Final de la Era del Dólar. Son precisamente las sanciones de EEUU contra Rusia, las que han acelerado al Multipolarismo en los años posteriores a 2014, hasta 2020. Wim Dierckxsens, Walter Formento, 02/06/2021. https://www.alainet.org/es/articulo/212486

[4] En Ucrania, Occidente apoyó un golpe inconstitucional contra un gobierno elegido, perpetrado, entre otros, por guardias de asalto fascistas/neonazis (Svoboda, Sector Derecho) instrumentalizado por la inteligencia estadounidense. Después de un contragolpe ruso, el presidente Barack Obama proclamó que cualquier referendo en Crimea «violaría la constitución ucraniana y violaría el derecho internacional».

Es solo el último ejemplo en la violación serial del «derecho internacional». El registro diario es enorme, e incluye: Los bombardeos de Serbia por la OTAN durante 78 días en 1999 para permitir la secesión de Kosovo; la invasión de EE.UU. en 2003 y la subsiguiente billonaria ocupación y creación de una guerra civil en Iraq; los bombardeos de Libia de la OTAN/AFRICOM en 2011 invocando R2P («la responsabilidad de proteger») como cobertura para provocar un cambio de régimen; la inversión de EE.UU. en la secesión del Sur de Sudán, rico en petróleo, para que China tenga otro dolor de cabeza geopolítico; y la inversión estadounidense en una perenne guerra civil en Siria.

[5] Un genocidio producido por fuerzas de choque “neofascistas” bajo comando estratégico de la OTAN-Globalista, nuevamente.

[6] Minsk II es el nombre del acuerdo, firmado el 12 de febrero de 2015, en el que los gobernantes de Alemania, Francia, Rusia y Ucrania buscaron aliviar la guerra del Donbás [«7 puntos clave del alto el fuego en Ucrania», https://www.bbc.com/mundo/ultimas_noticias/2015/02/150212_ultnot_ucrania_rusia_ acuerdo_ alto _el _fuego_jp. Consultado el 15 de febrero de 2015]. La conferencia que se llevó a cabo, supervisada por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), fue organizada como respuesta al fracaso del primer cese de fuego. Algunas de las medidas acordadas incluían un alto el fuego incondicional para ser observado por la OSCE, a partir del 15 de febrero, la retirada de las armas pesadas del frente de combate, la liberación de los prisioneros de guerra, y la reforma constitucional en Ucrania.

[7] JOE BIDEN JR, CONVIERTE EL GAS EN LA PESADILLA UCRANIANA: Joe Biden fue el hombre de Obama para las relaciones con Ucrania y, al mismo tiempo, permitió que su hijo Hunter tomara dinero de un controvertido oligarca del gas. Los antecedentes de la conexión de Kiev.  … los eventos tienen el potencial de dañar masivamente a Joe Biden y su credibilidad en medio de la campaña de las primarias demócratas para las elecciones presidenciales de EE.UU. de 2020.

Y de eso se trata: a mediados de mayo de 2014, se anunció que Hunter Biden contrataría a una compañía de gas ucraniana, tres meses después de que Occidente acogiera con beneplácito la revolución de Maidan y en medio de la agitación de la guerra que se desarrollaba en el este de Ucrania. Se dice que el grupo ucraniano Burisma transfirió a Hunter Biden 50.000 dólares al mes durante varios años, según varios informes de prensa. Por Benjamin Postor, 25 de septiembre de 2019, 21:07

[8] Algo que también es así para la Inglaterra industrial que exporta bienes industriales y tiene su principal mercado en China.

[9] Recordemos el Multilateralismo también puede ser planteado coordinado desde una instancia Unipolar de Interés-Poder, como el Globalismo Unipolar Multilateral plantea y ha practicado desde 2001-2022 donde es dominante. La Multilateralidad refiere a los puntos de apoyo real (grupos transnacionales de poder, bancos centrales o etc.) del interés financiero Unipolar Global. Además, ésta unipolaridad globalista necesita también negar las naciones como actores estatales, para afirmar a los actores Empresas Transnacionales Globales –ETNs-. El Multipolarismo que estamos observando en despliegue y en desarrollo se nos muestra Multilateral, reconociendo la plurinacionalidad y pluri-regionalidad-o-bloques de los actores y la Pluriversidad –pluralidad de los actores estatales- por oposición a la Universalidad.

[10] Raisi fue a Sochi y Moscú listo para ofrecer a Putin una sinergia esencial para enfrentar un Imperio unipolar en decadencia cada vez más propenso al irracionalismo. Lo dejó claro al comienzo de sus tres horas de conversaciones con Putin: nuestra relación renovada no debe ser «a corto plazo o posicional, será permanente y estratégica».

[11] Modo de referirse en EEUU y GB a las grandes Empresas Transnacionales Financieras que son el Poder Real (Estado Profundo) detrás de los gobiernos elegidos electoralmente y del sistema institucional político permanente.

[12] Por una nueva civilización: El proyecto multipolar. En la modernidad (occidental) vale afirmar “pienso luego existo”, mientras en la vía oriental prevalece históricamente “somos comunidad luego existimos”.

 Wim Dierckxsens, Walter Formento, 02/12/2021. https://www.alainet.org/es/articulo/214505

[13]  Escobar Pepe, El nuevo manifiesto comunista de Xi, 16 de noviembre de 2021; y Wim Dierckxsens y Walter Formento, ¿La Crisis del Globalismo puede dar paso a una revolución mundo?, ALAI diciembre de 2021

[14] Li Zhanshu — Presidente del Comité Permanente de la XIII Asamblea Popular Nacional de China. http://spanish.xinhuanet.com/2018-03/18/c_137046457.htm ; http://spanish.peopledaily.com.cn/n3/ 2021/1220/c31621-9934698.html

Autorizado por su autor Dr. Walter Formento: https://www.alainet.org/es/articulo/214982

Con la columna de esta semana del Club de La Pluma, el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, nos lleva de viaje por las profundidades de África, un territorio ignorado por los medios de comunicación, salvo cuando magnifican una desgracia humanitaria, lo que supone la intención de Occidente por mantenerlo oculto, quizás para que no se conozca lo que allí ocurre.

Y analiza este tema al reflujo de las próximas elecciones en Francia. Un país que aunque cuenta con unos registros que la ubican a la cabeza del orden mundial, también ese estatus le está obligando a una serie de imposibles inversiones, ya que es un estado cuya economía y poder dependen de su presencia colonial en aquel continente, de cuyos riquezas y recursos naturales se nutre desde hace siglos, lo que en verdad significa que África le aporta la mayor parte de su sustento económico.

Un flujo de riquezas ajenas que le ha permitido presumir del mito de “La Grandeur Francesa”. Una leyenda instaurada por DeGaulle, que se va reduciendo a una nostálgica fama, burdamente romántica que esconde una explotación secular y dramática de millones de seres humanos. Cuando en la actualidad, Francia es sacudida por la creciente fragilidad económica y política de su estado, que se refleja en serios conflictos sociales que destiñen su etiqueta “glamourosa”.

Con estos antecedentes, nuestro director nos detalla con gran precisión, el extenso despliegue geopolítico francés en África y la verdadera dimensión de su imperio neo colonial, mayor aún que la Commonwehalth Británica, con una influencia sobre el 45% del territorio, debido a la gran cantidad de países que controla, a los mecanismos que se sirve para imponer un férreo control sobre esos estados, a las trampas monetarias impuestas y a su poderosa presencia militar de todo tipo, que le sirve para imponer una implacable mano de hierro, simulada bajo ese falso guante de seda que Occidente llama COLABORACIÓN PARA EL DESARROLLO. Todo ello con el visto bueno de EEUU, como no podía ser de otra manera. Y para confirmar tal presencia, basta con decir que el 40% de las empresas en África son Francesas, que controlan la producción de uranio y que se privilegia de su producción petrolera.

Y todo coincide cuando gana protagonismo El Sáhel, esa zona que limita al norte con el desierto del Sahara y al sur con la sabana sudanesa, afectada por la presencia del terrorismo yihadista que se activó cuando la destrucción de Libia, propiciada por Francia y que provocó que la poderosa fuerza de choque de los Tuaregs volvieran muy fuertemente equipados al desierto y con la intención de independizarse. Por eso, hoy en día, el Sháel es una zona altamente peligrosa, en la cual Francia también pierde poder y presencia, como en el caso de Malí, que expulsó a los asesores franceses y a su base militar. O cómo la anunciada retirada de Burkina Faso que se asemeja a la humillante derrota de EEUU en Afganistán .Lo que está dejado un gran vacío de poder que se va ocupando por asesores militares rusos como por agentes económicos chinos. Lo que confirma otra nueva y gigantesca derrota geopolítica europea y francesa, y otro paso adelante de la alianza euroasiática que consolida su despliegue.

También Pereyra Mele se pregunta ¿Qué pasaría, si los países africanos consiguieran escapar del modelo económico y colonial que le han impuesto Europa? Ese modelo que le impide unirse regionalmente y transformarse en otra expresión del “Continentalismo”. Un modelo que se impone en el nuevo orden Mundial, mientras las viejas potencias intentan mantenerse por allí de forma desesperada y en cuanto aumenta el poder de esos pueblos a la sombra de las nuevas potencias emergentes

Finalmente, este esclarecedor relato deja en el aire una imperativa e inquietante duda: ¿QUÉ SERIA HOY DE FRANCIA, SI NO FUERA POR SUS COLONIAS AFRICANAS?

Eduardo Bonugli (Madrid, 20/02/22)

PARA MAYOR INFORMACION:

La Francáfrica o el imperio neocolonial francés: https://elordenmundial.com/la-francafrica-imperio-neocolonial-frances/

Mali: La invasión por la OTAN de Libia en 2011 desestabilizó toda la región: https://spanish.almanar.com.lb/591857

Francia, frente a su espejo geopolítico: la búsqueda interminable de la ‘grandeur’ perdida: https://www.elconfidencial.com/mundo/europa/2022-02-17/francia-en-2022-elecciones-busqueda-grandeur-perdida_3361111/

LA ACTUALIDAD EN DOSSIER GEOPOLITICO:

Brújula para orientarse en el golpe de Estado en Burkina Faso

https://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2676

Declaración del CADTM África relativa a las sanciones de la CEDAO y la UEMOA contra Malí

https://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2677

Cómo Francia está perdiendo influencia en el norte de África

https://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2678

El neocolonialismo francés en África se desmorona

https://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2679

El colaborador de Dossier Geopolítico en Madrid, Eduardo Bonugli, aborda en el Club de La Pluma de esta semana, lo que llama LA COSA NOSTRA BANCARIA. Una sofisticada red de poder y control protegida por una blindada ingeniería informática, con la cual los bancos registran y manejan todo tipo de información sensible a los ciudadanos, sin ningún tipo de control estatal o judicial y bajo un ridículo código de auto control. En resumen, lo saben todo de uno y no se les escapa nada, siendo la viga central del sistema neoliberal y la más dura de sus dictaduras blandas.

Es lo que se conoce como SOCIEDAD BANCARIZADA. La que ha derrumbado el muro de seguridad, de libertad y de intimidad de la gente, por la cual los bancos son ya, hasta ministros de economía que recortan salarios, gastos sociales y derechos laborales. También son policías, espías, inspectores de hacienda, vendedores de ollas y lo que sea. Bajo la batuta de su jefe mayor, el FMI y sus delincuentes gerentes convictos, son los que conforman esta intocable “Cosa Nostra” bajo el padrinazgo de la UE. Mientras que van creando el ambiente para la estocada final a las libertades, con la eliminación del circulante de billetes y monedas. Además son el eslabón neurálgico de los paraísos fiscales, confirmando que es imposible transferir semejantes cifras de dinero, sin la participación de algún estamento bancario.

Políticamente, impusieron la especulación financiera por encima de la industria y el trabajo. Y a ese mamarracho le llaman “INDUSTRIA FINANCIERA”. Siendo la Banca esa hija tonta del sistema, que a cada rato necesita de rescates públicos para pagar sus vicios. Y es tan inútil que tienen que darle una permanente mordida sobre cada renovación de los pagos de la deuda. Mientras que abusan de las comisiones bancarias para tapar sus agujeros. Por cierto, hablando de la usura, ahora es legal, y meritoria. De lo contrario, habría una multitud de delincuentes de traje y corbata. Sin olvidar que fue la banca globalizada la que aplastó y absorbió aquellas solidarias Cajas de Ahorros, que desparecieron de un plumazo en nombre de Los Mercados y para evitar la competencia. Y que sus diferentes accionariados están atados al grupo internacional BLACK ROCK, que a su vez maneja los medios de comunicación. Lo que le garantiza la censura sobre cualquier tufo relacionado con los bancos. También fue el sistema bancario el causante de la burbuja inmobiliaria del 2008 que derivó en la nacionalización de unas pérdidas colosales.

Mientras que en el año 21, le pegaron una patada a la doctrina capitalista para hacer una brutal concentración de entidades, y creando otro oligopolio como ya se hizo con la luz, los teléfonos, el gas y los combustibles. Y con ello los bancos se embolsaron 7.300 millones de euros y se dieron el gustazo patronal de despedir a 16 mil empleados. Con estos achiques justifican la mala atención al público, a quien se le trata como si fuese una peste. Y en más media a los mayores, llegando hasta maltratar a personas que solo buscan cambio de billetes por monedas

Otro tema es el desprecio a los derechos de los consumidores, mientras que hay casos como el de una sentencia multimillonaria contra las bancos que fue dejada sin efecto por ser “demasiada costosa” como si no lo fuese para cualquier otro condenado. También está la explotación laborar, ante unos sindicatos domesticados, por objetivos comerciales abusivos, o por no pagar las horas extras, o por prolongar los horarios laborales. Otro tema gravoso es el discrecional manejo de la lista de morosos, sin comprobación ni participación de la justicia, donde los bancos son juez y parte. Además del trato denigrante a los emigrantes, según nacionalidad, barrio y oficina. Con total impunidad y a veces a capricho del director de turno.

Y Eduardo termina la columna con un dato que no necesita ningún comentario: El sueldo que paga el estado al director de la mayor entidad rescatada, supera los 4 millones de euros al año, lo que se traduce en unos 2.000 euros / hora.

Carlos Pereyra Mele (13/02/22)
Director de Dossier Geopolítico

LA ACTUALIDAD EN DOSSIER

En el mismo momento que Dossier Geopolítico publicaba el escrito «LA COSA NOSTRA BANCARIA», sobre la dictadura blanda de los bancos en Europa,  este diario español publicaba un artículo que confirma lo dicho en nuestro espacio sobre la abusiva Bancarización de Europa,  la explotación laboral, el pésimo trato al público, los brutales beneficios paralelos a miles de despidos, y el imperio absoluto e impune de los banqueros sobre las bases democráticas de los estados, la justicia y los gobiernos

Cómo es costumbre con la prensa, esta nota no entra en el análisis de las consecuencias políticas y económicas del tema, ya que lo tienen prohibido por la férrea  censura del poder financiero.

Para más información, en el escrito hay otros links que amplían el tema, además de los elocuentes comentarios de los lectores a pié de nota.

https://www.eldiario.es/economia/cara-b-ere-banca-trabajadores-quedan-hay-estres-bestia_1_8757361.html

Por Miguel A. Barrios (*)

Esta catástrofe desnudó falencias, diríamos impensables en el siglo XXI. Pero, sólo asumiéndola desde una visión arquitectónica (desde el gobierno) y agonal (desde todos los sectores) podemos llegar a ver el ovillo de las respuestas de ahora y futuras.

En primer lugar, la bajante del Paraná fue considerada como uno de los principales desastres climáticos del año 2021. Queremos recalcar que los incendios empezaron a notarse, considerablemente, a principios del mes de octubre del año pasado con un agravante: la provincia de Corrientes en cualquier estudio de la Argentina ya es una provincia más forestal que ganadera, superando a la provincia de Misiones, la provincia clásica por excelencia en materia maderera.

Esto está trayendo profundas consecuencias en la estructura socioeconómica ganadera de la provincia, la extranjerización de la tierra y un cambio en la cultura del trabajo (se ve a través del pasaje del peón de campo al obrero industrial).

En este aspecto, si el sistema educativo no acompaña esta realidad, desde políticas públicas que partan de este escenario desde las provincias, el paisaje puede tornarse desolador.

Este siniestro iniciado en octubre del 2021 como decíamos, empezó -paulatinamente-  a afectar con fuerza a la Argentina y a la región para la producción y la población local, además del daño ocasionado al ecosistema.

El caso concreto que nos afectó fue la sequía del río Paraná, que se extendió a tres países. Hizo que el Río Paraná, una parte vital de la economía de la región y se encuentre en su nivel más bajo en los últimos 77 años y ha afectado a los medios de subsistencia en Brasil, en la Argentina y en el Paraguay.

El río que se extiende a lo largo de más de 4.880 km desempeña un papel fundamental en la región como fuente de energía hidroeléctrica y una ruta comercial importante.

Los bajos niveles están asociados a la reducción de las precipitaciones. La sequía afecta enormemente a la región. La Argentina depende del río para exportar el 80% de sus productos agrícolas. Otro impacto es la terrible frecuencia de los incendios forestales, una cultura del uso del fuego en la zona; como así, también, en menor medida los incendios, incluso intencionales, producto de peleas entre vecinos o productores.

Descartamos que haya actores extranjeros o internos que realizan sabotaje intencional, como afirman rumores malintencionados.

Los expertos han sugerido que tanto el cambio climático como la deforestación -que a su vez es una causa del cambio climático- podrían haber contribuido a la actual sequía. Por otro lado, no podemos obviar los escasos resultados de la Cumbre Mundial de Glasgow sobre «El Cambio Climático» en el 2021.

Yendo al meollo de la cuestión, destacamos que en 1996 fue creado a nivel nacional «El Plan Nacional de Manejo del Fuego» en respuesta a los incrementos de los incendios rurales registrados en el país. El mismo depende del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y la Ley 26.815 establece la operatividad jurisdiccional en lo local,provincial y nacional. Como el ente coordinador y en la letra de la Ley establece prolijamente la cadena de actuación y responsabilidades.

Pero en la práctica queda en evidencia su inutilidad como consecuencia de la superposición de funciones de los organismos integrantes del Plan. Es decir que éste no cumple con la eficacia y eficiencia que se desprende de la Ley. Y podemos considerarlo un fracaso.

Y más aún, a pesar que cada provincia cuenta con un organismo específico como sugiere la Ley, el resultado es una gestión descentralizada y desacoplada entre Nación/Provincias y entre Provincias/Provincias o Municipios, donde los verdaderos héroes son los Bomberos Voluntarios o la Defensa Civil; pero que en este nivel de catástrofe son ampliamente superadas.

En el año 2015 la Ministra de Seguridad Patricia Bullrrich, presentó «un cambio de paradigma». Este «programa» facilitaba a todas las agencias del Estado actuar en la prevención, respuesta y recuperación de las crisis y emergencias.

En el 2016 se aprobaba por la Ley 27.287 en ambas Cámaras a instancia del Ejecutivo con el denominado «cambio de paradigma» De esta forma nacía el Sistema Nacional para la Gestión Integral del Riesgo dependiente del Ministerio de Seguridad.

Al SINAGIR lo componen 70 entidades nacionales entre Ministerios, Secretarías, entes autárquicos, etc. y que generan dos graves e irreversibles daños:

  • Al ser un organismo gigantesco, tecno-burocrático y horizontal no funciona en absoluto. Es un rotundo fracaso nuevamente del Estado como resultado de las malas políticas de los gobiernos.
  • Y el segundo gravísimo error es que diluye absolutamente el papel de la única institución que posee capacidad ante las emergencias y catástrofes que son las FFAA.

Entre las misiones subsidiarias en los Libros Blanco de Defensa del mundo y en las Directivas de las Políticas de Defensa Nacional, en el caso de la Argentina está, por ejemplo, establecida las tareas de colaborar con las autoridades civiles en la mitigación de desastres naturales y emergencias. Basta estudiar la misión de las FFAA.

Pero el SINAGIR anuló de hecho esta misión estratégica de las FFAA al trasladar esta misión de Defensa a Seguridad.

La intervención directa de las FFAA, por supuesto bajo conducción política del Presidente y del Ministro de Defensa y el Estado Mayor Conjunto ante todo tipo de desastres naturales es uno de los roles más importantes de las FFAA en cualquier país serio y organizado.

Las FFAA poseen capacidad logística y la distribución en todo el país, una cultura organizacional adecuada y una unidad en la cadena de mandos que resulta esencial para actuar con rapidez.

Las FFAA argentinas como la de cualquier país serio, poseen la capacidad de dar respuestas rápidas, coordinadas y apropiadas a fin de salvaguardar la vida de las personas afectadas en la zona de desastre y garantizar el envío efectivo de ayuda humanitaria que contribuya a mitigar la crisis presentada.

Las FFAA argentinas (posee la mayor cantidad de helicópteros de toda América del Sur, por dar un ejemplo) y son una institución especializada para intervenir mediante acciones inmediatas cuando se presenta la emergencia o el desastre debido a que dispone de personal militar especializados en la temática y medios envidiables aéreos, terrestres y navales con enormes capacidades técnicas.

(*) Miguel Ángel Barrios-Argentina – Dr. en Ciencias de la Educación  – Dr. en Ciencia Política – Director Academico de Dossier Geopolitico

 

EE.UU. exige garantías a Rusia a pesar de su respuesta de que no prevé ningún ataque contra Ucrania

El analista y director ejecutivo de Dossier Geopolítico Carlos Alberto Pereyra Mele califica de una «comedia y un show» la situación ocurrida durante esta jornada tras los pedidos de garantías de EE.UU. a pesar de que Rusia incluyó en su respuesta escrita que no prevé ningún ataque contra Ucrania y opina que se trata de una presión más mediática que militar.

VIDEO ENTREVISTA EN RT HACE 2 HORAS