El analista internacional Gabriel Merino: sostiene que el Gobierno tiene un enfoque desactualizado en política exterior, con alineamientos automáticos y una “diplomacia amateur” que lo enfrenta con potencias emergentes como China y le hace perder oportunidades al país. “Ser bravucón a nivel internacional tiene costos políticos”, sostiene.
El presidente Javier Milei acaba de terminar una nueva gira internacional, donde aprovechó para volver a mostrarse como un “líder del polo de libertad” frente a un presunto “avance socialista” a nivel global. Sin embargo, esta política de alineamientos automáticos podría hacer que Argentina pierda importantes oportunidades e inversiones, asegura el analista internacional Gabriel Merino. “Hay una mentalidad de Guerra Fría, como si aún hubiera dos polos en pugna cuando en realidad es un mundo multipolar”, asegura Merino. Aunque es cierto que existen actualmente fuertes tensiones geopolíticas entre China y Estados Unidos, que lo llevan a hablar de una “guerra mundial híbrida”, Merino cree que el nuevo escenario trae tanto riesgos como oportunidades para los países de América Latina, que “si tienen una estrategia de desarrollo propia pueden lograr un mayor margen de maniobra” entre las potencias y encontrar nuevas oportunidades de inversión y financiamiento.
Merino es sociólogo, doctor en Ciencias Sociales, docente e investigador de Conicet y en la Universidad de La Plata. Se ha especializado en estudios de transición de poder global, el conflicto entre China y Estados Unidos, los poderes emergentes y América Latina. Al momento de esta entrevista se encontraba en China como parte de sus actividades académicas y desde allí dialogó con Río Negro.
Pregunta: ¿Cómo se ha visto allí en China todo el tema de las de las últimas rispideces con Estados Unidos respecto a los aranceles?
Respuesta: Hay un perspectiva muy crítica en China, lo ven como parte las estrategias de Estados Unidos para tratar de frenar el desarrollo y ascenso de China, son distintas políticas de contención, que ya cobraron mucha fuerza desde el gobierno de Donald Trump con la guerra comercial, la guerra tecnológica que está desarrollando Joe Biden con la “Ley de Chips” y otras cuestiones. Así que esto lo ven como parte de esa de ese proceso
P: ¿China tiene pensado tomar algunas medidas o todavía están procesando?
R: Ellos siempre toman medidas, solo que lo hacen con menos publicidad o son menos rimbombantes. Tienen otra lógica, pero sí, claramente ellos siempre toman alguna medida que perjudica los Estados Unidos. Por ejemplo en su momento, con toda la guerra comercial que lanzó Trump a China y a muchos otros países, inclusive aliados, porque este conjunto de reglamentaciones afectan no solo China sino también a Europa, forman parte de un proceso de proteccionista más fuerte, no solo contra China. China disminuyó la compra de soja a un conjunto de estados norteamericanos que eran votantes de Trump y eso impactó, porque los propios votantes trumpistas se quejaron de como les estaba perjudicando la guerra comercial contra China. Esto obligó a Estados Unidos a negociar entonces, ahora yo creo que van a ser procesos similares, ¿no?. Más allá de las formas, que van a tomar medidas es seguro.
China, que es un gran consumidor de la carne de Argentina, ya está pensando en cómo la puede sustituir por carne brasileña, porque es un socio más confiable».Gabriel Merino, analista internacional.
P: más allá de este de este caso puntual, vos en tus trabajos hablas sobre cómo se está reconfigurando el poder geopolítico global a partir de esta emergencia de China como potencia económica, tecnológica y militar y la relativa declinación que está teniendo Estados Unidos. ¿como ves el escenario internacional actual?
R: Lo que estamos viendo ahora es una aceleración de un conjunto de tendencias de la transición histórica del poder mundial que está en curso, ese declinio relativo de Estados Unidos y ascenso relativo de China y otras potencias, se verifica día a día en distintos aspectos con políticas económicas sociales militares. Se puede ver que se profundiza esa tendencia. De hecho, por ejemplo podemos ver la adhesión reciente de cinco países al BRICS + , cuatro de ellos del Medio Oriente . O podemos ver que por ejemplo que el año pasado el 50% de lo que creció el PBI mundo lo explica Asia, un 35% China y 15% de India. O el dominio absoluto de China en la fabricación y exportación de vehículos eléctricos, clave para la transición energética o posfósil. La otra tendencia clave que se profundiza es que vamos a un mundo cada vez más multipolar, con una contradicción muy fuerte entre el viejo mundo unipolar de predominio estadounidense versus estas fuerzas emergentes. Esa contradicción lleva a conflictos crecientes, sobre todo porque como ha pasado en otro momento de la historia y por las características de que estamos viendo ahora del presente, el viejo hegemón intenta frenar a esos poderes emergentes y una de las formas en que intenta frenarlos son medidas o intervenciones y conflictos como se puede ver en el caso de Taiwán. Yo hablo de que se desarrolla como una especie de guerra mundial híbrida.
P: Que se ven por ejemplo en Ucrania, Medio Oriente…
R: No es casualidad que Liz Truss, la exprimera ministra británica, dijera hace poco que la guerra en Ucrania, el conflicto Palestina- Israel en Gaza y Taiwán son parte de la misma guerra. O que el último paquete de ayuda de EE.UU a Ucrania por 60.000 millones de dólares incluyera también financiamiento para Taiwán y para Israel. Y también en África o conflictos como la guerra económica, las sanciones, la guerra tecnológica. Eso es parte de lo que yo denomino como “Guerra Mundial Híbrida”, un conjunto iniciativas políticas, militares y económicas para «contener» a Beijing.
P: ¿Y a nosotros como como país que no ocupamos un lugar central dentro dentro de la economía global o geoestratégica, como cómo nos impacta nosotros esta guerra híbrida global?
R: Primero, las tensiones geopolíticas son cada vez mayores y cada país tiene que tener mucha capacidad de maniobra. Si no tienes capacidad de maniobra, es probable que navegues mal la tormenta. Aumentan los riesgos, por el lado de América Latina va a haber muchas presiones por parte de los Estados Unidos para tratar de asegurar el viejo patio trasero, que ya empezó a resquebrajarse. Si miramos a Sudamérica, ya aparece como China actor central en el juego económico, así que bueno Estados Unidos va a intentar presionar de distintas formas y apoyar a grupos a grupos locales que se alineen con Washington, aún cuando perjudiquen intereses nacionales. Por ejemplo no vender determinados productos a China o a Asia pro cierto alineamiento o se detengan ciertas inversiones. Por otra parte, también es un escenario de oportunidades, para América Latina, que si tiene una estrategia de desarrollo puede tener mayor margen de maniobra y encontrar distintos socios comerciales, inversiones, oportunidades de desarrollo. Es un escenario que puede propiciar también que en Sudamérica o el Cono Sur se pueda constituir como un polo de poder, aunque sea secundario en el escenario multipolar, maniobrando entre los gigantes. En lugar de ser actores secundarios o sin capacidad de establecer estrategia propia se puede establecer un polo emergente.
P: ¿ Como ves el giro de política exterior de Javier Milei?
R: Bueno, Milei ha definido un alineamiento total con Estados Unidos y un enfrentamiento con los poderes emergentes en general, como China, Rusia y Brasil. Eso es negativo para argentina en materia de comercio, asociaciones, inversiones. Hoy tenés distintos foros o grupos de contacto emergentes, o financiamiento alternativo a los tradicionales como el nuevo banco de desarrollo de los BRICS. Ese alineamiento no es tan conveniente, porque tanto Estados Unidos como Europa están en una fase de estancamiento económico relativo, y un crecimiento basado en un proceso de financiarización, o sea, de mucho impulso financiero. Hoy Estados Unidos tiene una deuda por encima del 100% de su PBI, e entonces su crecimiento es más bien financiero, si uno está atado a eso termina teniendo costos muy grandes: procesos de hiperendeudamiento, muchas inversiones financieras, pero no en la economía real. Son las famosas bicicletas financieras, que no generan crecimiento real. Bueno, atarse también a ese eso es un escenario en lo económico no muy conveniente. Y por otro lado hay una política exterior ultraideologizada, básicamente Milei tiene una mirada ideológica del mundo, no tanto estratégica y por eso su alineamiento con el gobierno de Israel, EE.UU. y el Reino Unido que puede ser muy muy negativo para para Argentina.
P: de hecho de Argentina decidió salir de los BRICS
R: Esa fue una oportunidad perdida grande, imagínate que nuestros dos principales socios comerciales son Brasil y China. Encima China tiene una perspectiva de crecimiento muy grande, puede meter a 400 millones de personas más en la clase media en la próxima década que podrían consumir productos de Argentina. Bueno, con el banco del BRICS podría se fuente de financiamiento. Pero además los países que están en ese bloque y los que se va a sumar son los países que están emergiendo y son parte del crecimiento global que se viene, entonces cuando Argentina se distancia ese mundo emergente significa que tiene una mala lectura. Es una mentalidad de Guerra Fría como si aún hubiera dos bloques, dos polos y no es así, es un mundo multipolar. Por ejemplo, Brasil juega en los BRICS y este nuevo mundo emergente pero al mismo tiempo tiene buena relación o intenta tener buena relación con Estados Unidos y Occidente. Entonces me parece que hay también una mala lectura del mundo, se entra en esa narrativa de nueva Guerra Fría es muy errada.
P: En los países latinoamericanos ha predominado el pragmatismo tratar de balancear los intereses, como Uruguay, Brasil, Chile.
R: Incluso Brasil con Bolsonaro, que intentó un fuerte alineamiento con EE.UU. cuando estaba Trump en plena guerra comercial con China, debió escuchar a su misma ministra de negocios, que salió a decir que China era un socio fundamental para el país y Bolsonaro dejó de hablar tanto y fue más pragmático. Su vice, Hamilton Murao, viajó a China cinco días y dijo que la relación con China era un matrimonio inevitable.
P: ¿qué escenarios imaginás para el futuro?
R: Yo veo tres escenarios: uno que Argentina y los países de la región sigan ese camino de alineamiento y subordinación absoluta, de “periferialización”, seguir siendo patio trasero. Otro más pragmático, intermedio, que es mantener cierto alineamiento geopolítico con Estados Unidos y Occidente y en terminos geoeconómicos abrirse a otras iniciativas con los BRICS, China y el Asia Pacífico. Y un tercer escenario, que seria más positivo para la región pero para el cual hoy no hay tantas condiciones de desarrollo por la situación política y económica argentina y de la región, que sería tratar de armar un centro, un “polo emergente” con más autonomía, con desarrollo de capacidades estratégicas aprovechando este mundo en transición, aprovechando los distintos vínculos que se abre, aprovechando esta dinámica multipolar que puede abrir oportunidades. De esos tres escenarios, creo que el gobierno argentino actual tomó el peor.
P: ¿ Qué visión se tiene en China de lo que pasa en Argentina?
R: A nivel gubernamental no sé, pero en el mundo académico sí me preguntan sobre lo que hace el gobierno de Milei, cuesta entenderlo. China, por ejemplo, que es un gran consumidor de la carne de Argentina, ya está pensando en cómo la puede sustituir por la carne brasileña, con quien hace mejores negocios, porque es un socio más confiable. Porque ellos no hablan de aliados sino de “socios”, para que no sea algo rígido. Argentina tendría la oportunidad de avanzar con las represas del Sur que serían claves para el desarrollo energético nacional y de la Patagonia. Bueno, eso se traba nuevamente, ya venía con demoras y mucho retraso. O abandonamos los proyectos de centrales nucleares que firmamos con China, uno con tecnología china, otra con tecnología canadiense. Todo eso que podía generar una oportunidad para fortalecer nuestra propia tecnología y el sistema nuclear al sumar dos centrales con finamiento de China, se aleja. Se abandona por presiones geopolíticas, pero tampoco es que quien te presiona te dice: yo te ayudo a construir otras dos centrales nucleares. Entonces ahí Argentina desaprovecha oportunidades y el camino elegido es el peor, por lejos. Además porque hay una sobreactuación que en términos internacionales tiene muchos costos. Una cosa es lo que uno puede hacer para la política doméstica, pero la política internacional tiene otros códigos. No se puede ser un bravucón en la política internacional. Hay mucha ignorancia, una canciller no puede decir “los chinos son todos iguales”. No solo muestra ignorancia, sino que es una política muy berreta, muy amateur, que sorprende a esta altura.