1. Holocausto Nuclear o Derrota Imperialista   

Washington ha iniciado la Cuarta Guerra Mundial en Ucrania. Esta guerra, que es total y planetaria, sólo tiene dos desenlaces posibles: el holocausto nuclear de la especie o una derrota militar contundente de Washington, que obliga al imperialismo a resignarse a una paz convenida, respetando las tres líneas rojas de seguridad no-negociables de Rusia: la autonomía del Donbas y Crimea y la no-adhesión de Ucrania a la OTAN. Lo que no es posible es que su delirio imperial de balcanizar a Rusia se cumpla, tal como no se cumplió para Hitler ni para Napoleón.

2. Guerra total contra Rusia

Vamos a “destruir la economía de Rusia” (wreak havoc) dice Biden y amenaza a todos los Estados del planeta qué, si no se unen a esa estrategia fascista de aniquilación, sufrirán “las consecuencias”. Destruir la economía de un ente biológico significa, por supuesto, condenarlo a la muerte. No es nada nuevo para Biden. Durante el crimen de guerra que fue la agresión militar a Serbia bajo Clinton en 1999, Biden se jactó en la televisión gringa: “I was suggesting we bomb Belgrade. I was suggesting we send American pilots in and take out all the bridges on the Drina. I was suggesting we take out his oil supplies.”

Es lo que los Nazis llamaron «der Totale Krieg” – “la Guerra Total”. En Rusia le costó la vida a 30 millones de personas en la Segunda Guerra Mundial. Hoy, sería la guerra terminal nuclear en el planeta, porque Rusia usaría su capacidad nuclear ante “una amenaza existencial” (existential threat), como advirtió el vocero del presidente Putin, Dmitry Peskov en CNN. 

Y qué persona informada dudaría por un segundo, que el Imperialismo atlántico neofascista encabezado por la nomenclatura delincuencial de Washington sea una “amenaza existencial” para Rusia. Y, por supuesto, para China y el futuro de la humanidad que quiere secuestrar.

3. “Matar Rusos”

En la medida, en que los Demócratas están perdiendo la contienda electoral de noviembre ante Trump y los Republicanos, y su guerra de agresión en Ucrania se estanca, sus capos políticos y sus calibanes mediáticos  ya ni siquiera ocultan sus intenciones imperialistas y su lenguaje  fascista.

Leon Panetta, ex secretario de Defensa de Estados Unidos y director de la CIA bajo Barack Obama; y jefe de gabinete de la Casa Blanca bajo el criminal de guerra Bill Clinton, proclama abiertamente, que «Estamos involucrados en una guerra…con Rusia, lo digamos o no». Y agregó: «Creo que la única forma básica de tratar con Putin en este momento es…proporcionar tanta ayuda militar como sea necesario… La forma en que obtienes influencia es, francamente, entrando y matando rusos».

“We are engaged in a proxy war with Russia, whether we say so or not”…I think the only way basically to deal with Putin right now is to…provide as much military aid as necessary…The way you get leverage is by, frankly, going in and killing Russians.”

El comentario de Panetta se dio un día después de que Biden anunciara el envío de 1.000 millones de dólares adicionales en armas a Ucrania, que se suman a los $2.500 millones en armas entregadas desde 2014 y los 100,000 soldados gringos desplegados en Europa. Y es parte de la campaña mundial de los medios de Murdoch y Soros, que abogan porque Occidente debe promover golpes de Estado en China y Rusia contra Xi y Putin, y de algunos sectores imperialistas, como el Ex Asesor de Seguridad de Trump (sic), John Bolton, para acabar con esos “peligros para el mundo libre” con un ataque nuclear preventivo (preemptive strike).

4. ¿Quién es el Responsable de la Guerra?

La razón de la agresión militar de Washington contra Rusia es el colapso de la Unión Soviética en 1991, y la decisión de Washington de dominar ese espacio post-soviético “liberado” para sus propios intereses: prolongar la supremacía global del imperialismo estadounidense (American Century) y su sistema global unipolar, desmembrar a China y mantener subyugado a sus sátrapas europeos.

Una serie de documentos desclasificados recientemente por los National Security Archives de la Universidad George Washington (http://nsarchive.gwu.edu) muestra, nuevamente, que todas las potencias occidentales que negociaron con la URSS en 1990-91 la retirada de las tropas soviéticas de la República Democrática Alemana y la reunificación alemana, dieron garantías de seguridad contra la expansión de la OTAN hacia el oriente eurasiático a los líderes soviéticos. Entre estos políticos occidentales estuvieron Baker, Bush, Genscher, Kohl, Gates, Mitterrand, Thatcher, Hurd, Major y Woerner. 

La abundante evidencia empírica oficial de las partes involucradas en las negociaciones de 1990-91 confirma irrefutablemente, que la argumentación jurídica-política e histórica de Putin sobre la actual situación en Ucrania y la responsabilidad bélica de la OTAN por la guerra es objetiva y verídica. Mientras Putin habla con la verdad histórica, el imperialismo atlántico miente cínicamente a la humanidad entera para ocultar las raíces de la tragedia en Ucrania, que ha causado.

Washington, la voz dominante del Bloque Imperialista, por supuesto, nunca tuvo intención alguna de cumplir con los acuerdos de no-expansión de 1991. Dos años después de las firmas, la nomenclatura del Partido Demócrata bajo el patrocinio de Biden y los Clinton decidió la expansión hacia las fronteras rusas; decisión que en 1995 se implementó con 38,000 (sic) ataques aéreos de 1000 aviones de guerra de la OTAN contra las fuerzas de Serbia. Posteriormente, en 1999, se consumó la destrucción bélica de Yugoslavia y su balcanización en Estados nuevos, que avanzó cualitativamente la ocupación sangrienta del espacio post-soviético por el Imperialismo yanqui. 

Todas las advertencias de Rusia y de múltiples estrategas (George Kennan) y políticos estadunidenses críticos, de que tal política iba a terminar en una guerra directa con Rusia, cayeron en saco roto. Después de tratar durante 15 años de parar ese cáncer occidental por medios diplomáticos y políticos, un cáncer imperialista que iba a destruir Rusia tal como había destruido a Yugoslavia antes, no le quedó otro medio a Moscú que recurrir a las armas para salvar la integridad territorial y profundidad estratégica militar indispensables para la Nación. Esa es la razón de la “operación militar específica” de Rusia en Ucrania, cuyo único responsable es el Imperialismo Atlántico, es decir, Washington y sus sátrapas europeos, particularmente Gran Bretaña y Polonia, que ya habían jugado el mismo papel en la destrucción imperialista de Irak.

5.  Zelensky: el Goebbels global del Imperialismo Atlántico

Los videos pre-presidenciales de Zelensky, cuando actuaba en la televisión como comediante profesional, demuestran claramente sus tendencias racistas, principalmente contra Rusia y los judíos, al igual que sus tendencias pro-nazis. Tal perfil lo predestinó para jugar el papel de bufón herostrático nuclear en la Endlosung (solución final) del “problema Putin”, implementada a partir de la guerra asimétrica de la OTAN desde su ofensiva militar de 2021-22.

Los talentos telegénicos del comediante racista pro-nazi no pasaron desapercibidos en el Foreign Policy Establishment de Washington, de la CIA, del MI6 británico y del BND alemán. Esos servicios entendieron que el ambicioso comediante era idóneo para jugar el papel de “presidente de Ucrania”, después del golpe de Estado lumpen-oligárquico (revolución de color del Euromaidán), que parcialmente fracasó en 2014. Era ventajoso usar a Zelensky, porque combinaba los dotes propagandísticos y la inescrupulosidad moral del ministro de propaganda nazi, Joseph Goebbels con el servilismo del sátrapa neocolonial nazi Vidkun Quisling. Así llegó el comediante a la presidencia de Kiev y, desde entonces, no ha decepcionado a sus padrinos en Washington, Londres, Berlín y Bruselas.

6. El Criminal de Guerra Zelensky

En términos jurídicos y políticos, Zelensky es un peligroso criminal de guerra con un largo record de crímenes. Bajo su presidencia (mayo, 2019) permitió la matanza de miles de personas en el Donbass por sus batallones nazis, que la cloaca mediática occidental eufemísticamente llama “nacionalistas”; participó en la organización de un fuerte movimiento nazi terrorista (Batallón Azov) a nivel nacional y de una red neonazi internacional, orgánicamente integrados con las estructuras de poder del Estado (ver extensa documentación de Olga Sukharevskaya, “Under the Wolfsangel”, RT, 15.3.2022).

Es responsable, desde 2019, de la preparación de las Fuerzas Armadas Ucranianas y agrupaciones paramilitares para la ofensiva final contra el Donbas y la conquista de Crimea, planeada para marzo de 2022, precedida por las (fracasadas) “revoluciones de color” en Bielorusia (sept 2020) –que la subversiva NED estadunidense había financiado con 34 proyectos de desestabilización– y Kazajistan (enero 2022 ); es el Quisling ucraniano del proyecto de balcanización de Rusia por Washington y sus procónsules europeos.

El comediante saboteó la implementación de los Acuerdos de Minsk (2014/15), que garantizaban la paz en Ucrania con el simple compromiso de no integrarse en la OTAN; fue el responsable de la false flag operation (operación encubierta) para provocar un desastre en la planta nuclear de Zaporozhie, la más grande de Europa; tomó rehén a toda la población masculina de Ucrania entre 18 y 60 años, al prohibir su salida del país; es responsable, desde 2019, de permitir el trabajo de 24 laboratorios militares estadounidenses en Ucrania para la guerra biológica y química en Lugansk, Donetsk y Crimea, pese a que Estados Unidos es el único Estado parte de la “Convención sobre la Prohibición del Desarrollo, Producción y Almacenamiento de Armas Bacteriológicas (biológicas) y Tóxicas y sobre su Destrucción (CAB)” que no ha completado el proceso de eliminación de armas químicas” (Declaración conjunta Rusia-China).

El mismo hijo del presidente Biden, Hunter Biden, un lobbysta profesional ayudó a conseguir millones de dólares del Pentágono para la preparación de la Guerra biológica imperialista contra Rusia.  El diario británico Daily Mail reportó este 26 de marzo, que un memorándum ejecutivo encontrado en la laptop personal de Biden, con fecha de Abril 2014, decía a Hunter Biden que se estaba tratando de intensificar la influencia del equipo de trabajo con los patógenos biológicos: “how we can potentially leverage our team, networks and concepts to assert Ukraine’s cultural and economic independence from Russia and continued integration into Western society.”

Quod erat demostrandum o, en buen romance: Washington preparaba una nueva operación bio-patológica en Rusia, según el patrón del ataque con Covid-19 contra China, en Wuhan.

Last but not least, con sus demandas de no-fly zones, armas nucleares, integración en la OTAN y su participación proactiva y sustanciosa en la actual guerra de agresión estadunidense contra Rusia en el teatro de operaciones Ucrania, Zelensky  es co-responsable material e intelectual de un posible holocausto nuclear.

7. Zelensky: Cínico Mentiroso de la Guerra Propagandística 

Zelensky ejecuta el mismo papel histórico para el imperialismo fascista del Siglo 21, dirigido por Washington, que ejecutaron Joseph Goebbels y Vidkun Quisling para el imperialismo fascista del Siglo 20, guiado por Adolf Hitler. Con un agravante: para ejecutar su papel de Goebbels-Quisling de la Cuarta Guerra Mundial, el heróstrata nuclear Dr. Strangelove juega con el destino de la humanidad entera al provocar la guerra nuclear. 

Su video-propaganda blitz de desinformación global y comunicación estratégica (stratcom) es diseñado y operado por la CIA, el MI6, el State Department y más de 150 public relations firms, encabezado  por el co-fundador de la empresa de relaciones públicas PR Network, Nicky Regazzoni, y el especialista Francis Ingham estrechamente vinculado al gobierno británico (Dan Cohen, Delphi Initiative).

La estratagema preferida actualmente por el Dr. Strangelove nuclear consiste en apelar a los inmensos egos de los presidentes y sus intereses electorales, cuando a cada uno le dice en sus arengas congresales que está destinado a ser el líder del mundo libre y que debe asumir su responsabilidad de ariete global contra la bestia Rusia. Así sucedió en sus recientes performances, con guiones de tipo soap opera y reality show, ante el Congreso gringo, el parlamento inglés y el parlamento alemán, donde frotó con esa cursilería kitsch los egos de los títeres políticos del gran capítal Joseph Robinette Biden, Boris Johnson, Olaf Scholz y de la clase política burguesa congresal.

8. Las Cuatro Guerras Mundiales del Capital

En perspectiva histórica el conflicto en Ucrania es la Cuarta Guerra Mundial Imperialista de los últimos cien años. Sus causas y responsables están científicamente identificados hoy día por los documentos estratégicos desclasificados de sus principales actores.

La Primera Guerra Mundial fue la de 1914-18. Los responsables de la gran matanza que cobró la vida de 10 millones de personas, fueron los gobiernos capitalistas de Londres, Berlín, París y St. Petersburgo. Todos ellos enfrascados en su despiadada lucha crematística-socialdarwinismo por una nueva “Repartición del Mundo” (Lenin). 

La Segunda Guerra Mundial (1939 a 1945) fue iniciada por el imperialismo Nazi de Hitler que trató de destruir la Unión Soviética y lograr la supremacía global para el capitalismo alemán. Al igual que los Nazis, las otras dos potencias imperialistas participantes tenían su propio proyecto histórico de dominación global. El plan estratégico de Hitler se denominaba “Lebensraum” (espacio vital), que hoy es esencialmente la Unión Europea; el de Washington “The Grand Area” y el de Japón “The Greater East Asia Co-Prosperity Sphere”. Cada una de las tres superpotencias imperialistas invocó la esencia de la Doctrina Monroe (1823) como razón geopolítica y justificación jurídica de sus sendos proyectos expansionistas. En Alemania, el famoso constitucionalista Carl Schmitt elaboró la apología jurídica respectiva para el Führer y sus cohortes. En esta segunda repartición crematística del mundo perecieron 50 millones de seres humanos, la mayoría de ellos en Rusia.

La Tercera Guerra Mundial (1945 a 1991), mal llamada “fría” – que incluye las guerras de Corea y Vietnam, donde murieron millones de personas– fue causada por el imperialismo estadounidense en su perenne intento de reemplazar el sistema bipolar global de Socialismo Siglo 20-Capitalismo con el sistema unipolar de la pax americana, con la intención de liquidar al “bloque sino-soviético”, es decir, a Rusia y China, como “sociedades y competidores viables” (Eisenhower) del futuro sistema global.

La actual Cuarta Guerra Mundial se inició con la caída de la Unión Soviética en 1991 y el intento de Washington de prolongar el dominio global del American Century ad calendas grecas, nuevamente con la sucesiva neutralización del “bloque sino-ruso”, de Rusia y China.

9. Defensa total de Rusia

Ante la guerra de agresión total de Washington y sus títeres europeos, al gobierno ruso no le queda otra opción que la defensa total de Rusia y el triunfo militar contundente. Su guerra defensiva de sobrevivencia requiere la concentración de todas las fuerzas internas de Rusia bajo una organización vertical estricta. En buen romance, exige la dictadura funcional temporal interna de la República romana ejercida por un magistrado que establecía Roma en situaciones críticas de emergencias militares o escenarios amenazantes de carácter excepcional. Si los liberales burgueses actuales no quieren ese tipo de Estado de excepción en Rusia, deben luchar ahora contra la dictadura global del Imperialismo atlántico.

El Estado de excepción, la intensificación de la alianza estratégica con China, la reorganización de toda economía rusia hacia su futuro centro de gravitación (Siberia y China), la separación drástica y un cordon sanitaire riguroso en la comunicación con los agresores occidentales, el fortalecimiento de las relaciones exteriores con India, Vietnam, Corea del Norte, los países de América Latina, la sustitución de importaciones tan eficaz y rápida como en la primera agresión gringa de la revolución de color de 2014; la reorientación de los flujos de comercio y capital, cadenas de suministro y valores, el reemplazo del dólar por monedas nacionales, particularmente el yuan/rublo y las CBDC (Central Bank Digital Currencies), y la desconfianza total y desacoplamiento (decoupling) del supuestamente rules based system del capitalismo burgués global, todas estas son vectores de la situación de crisis que Rusia y el mundo vivirán por muchos años.

Pero, cuando termine la crisis –si es que homo sapiens la sobreviva— habrá nacido el Nuevo Orden Mundial multipolar, que el anacrónico capitalismo crematístico actual trata de suprimir como Don Quijote a los molinos de viento en la aurora histórica del orden mundial burgués.

10. Sin Armas nucleares, no hay Soberanía

La soberanía de las naciones tiene hoy día un precio más alto que nunca en la historia. Este precio es doble: la posesión de armas nucleares y la voluntad de utilizarlas en caso de una amenaza existencial para la nación agredida. Sin lugar a dudas, esta es la situación actual de Rusia, como afirmó Biden en su regime change discurso del 26 de marzo en Varsovia refiriéndose al presidente Putin: «For God’s sake, this man cannot remain in power” – “Por el amor a Dios, este hombre no puede seguir en el poder.”

Habiendo fallado el intento de Washington-Unión Europea de lograr el aislamiento y colapso económico total de Rusia, el futuro de las partes beligerantes se decide en el campo de batalla militar. Y la decisión en ese teatro de operaciones es nuclear.

 11. Imperialismo: Principal Peligro Nuclear para la Humanidad

Todas las fuerzas armadas nucleares del mundo están actualmente en alerta de combate, siendo las más importantes las de Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña, Francia, Israel, Pakistán e India. El actor más peligroso de estas fuerzas es, por supuesto, Washington. Con 100,000 tropas desplegadas en Europa, dotado con más de 5,000 armas nucleares y la inquebrantable voluntad imperialista de destruir a los “rivales” Rusia y China, el capitalismo gringo tiene fuerzas materiales, ideológicas, la voluntad criminal y el record criminal para aniquilar a la humanidad por sus intereses imperialistas.

Es el único Estado en la historia, que ha empleado esas Armas de Destrucción Masiva (AMD). Con el agravante, que las usó contra la población civil de Hiroshima y Nagasaki en 1945. Durante la guerra fría Washington planeó, bajo Eisenhower, aniquilar al 71% de la población urbana rusa y al 53% de la población urbana de China mediante un ataque nuclear sorpresivo (preemptive strike, SIOP). Exactamente, lo que Bolton volvió a sugerir ahora públicamente y que está implícito en el discurso de Panetta. En alrededor de 30 ocasiones durante la guerra fría Washington amenazó a otros estados con el uso de un ataque nuclear, lo que es una plena violación del derecho internacional y de la Carta de las Naciones Unidas.

12. Hitler y Biden: Der Totale Krieg

Sergey Lavrov, brillante analista geopolítico y ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, ha comentado acertadamente que Occidente implementa una “guerra híbrida total” contra Rusia, con el fin de “exterminar”  su economía – a “total, hybrid war” to “exterminate” its economy. Ésta, de hecho, es la esencia de la brutal guerra de agresión del imperialismo atlántico contra Rusia, que el liderazgo político-militar ruso ha descifrado correctamente, como la lógica operativa del capitalismo imperialista avanzado del Siglo 21.

En Ucrania se trata de un juego de suma cero, donde la acumulación de beneficios del ganador iguala la suma cero de pérdidas del vencido. No hay “tercera vía” en esta guerra. Para acabar con el cáncer expansionista de Washington, Rusia necesita una victoria militar contundente en Ucrania. Esto significa la destrucción de las estructuras de poder neonazis, militares e imperialistas, que han convertido al país en un Estado fallido y una forward operating base del imperialismo occidental. Ésta es la precondición para una nueva arquitectura mundial de seguridad en Eurasia y el mundo. Sólo con la derrota contundente del Imperialismo Atlántico puede nacer el nuevo sistema mundial multipolar.

Esto es lo que está en juego en la guerra de Ucrania. El destino de la especie. Ni más, ni menos.

DOSSIER GEOPOLITICO: Los artículos e ideas aquí plasmados, son responsabilidad del autor y no corresponden necesariamente con el criterio editorial del Tanuqe de Ideas Dossier Geopolitico

Entrevistado por Gabriel Wainstein y Dani Symcha para el programa Hilando Fino de la Radio de la Universidad Nacional Arturo Jauretche hablamos de los cambios geopoliticos mundiales y sus consecuencias actuales como ejemplo la Guerra en Europa del Este

Entrevistamos al Lic. Carlos Pereyra Mele, politólogo, especialista en geopolítica, director de la plataforma virtual Dossier Geopolítico.
El especialista recorrió la evolución de la geopolítica mundial desde los inicios del siglo XXI, para comprender los antecedentes del actual conflicto bélico que involucra a Rusia, Ucrania y los países de la OTAN.

AUDIO:

“Hay dos modelos en confrontación”, detalló, “esto arrancó a principios del siglo XXI, ya que entre 1991 y 2004, la hegemonía norteamericana fue absoluta.”

Pereyra Mele recordó que los Estados Unidos utilizaron una metodología diseñada por el Pentágono para derribar gobiernos que no le eran afines. “Aplicaron reglas que están perfectamente determinadas, porque existen libros y manuales que las detallan y que se aplicaron en las denominadas «Revoluciones de Colores» mediante las cuales derribaron todos los gobiernos pos-soviéticos en los lugares en los que surgieron nuevas repúblicas y en las denominadas «Primaveras Árabes»”.

“La crisis financiera del 2008 fue un llamado de atención al cual no se le prestó atención y de ella salieron beneficiados los países que integran los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).

También se refirió al conflicto bélico en Siria: Occidente reconoció su apoyo a los llamados “rebeldes moderados”, que luego dieron origen a ISIS y recibió un gigantesco golpe ya que las fuerzas aéreas rusas, el pueblo sirio y tropas especiales de comandos iraníes redujeron el territorio gobernado por los fundamentalistas del 85% al 5% del país.

Un último escalón se dio con la huida de los EE.UU. y la OTAN de Afganistán.

Este panorama se enfrenta con el tándem euroasiático. Asia se consolida como un poder económico y tecnológico que compite con los occidentales. Rusia aumentó fuertemente la relación con China y este país lidera el mayor tratado de libre comercio del mundo, el RECEP, que une a 17 países asiáticos y representa el 30% del comercio mundial.

Pereyra Mele considera que los países europeos permanecen bajo la dominación norteamericana por varios factores: la dependencia económica, a partir del Plan Marshall; la dominación militar a través la OTAN; y la cultural, de una manera similar a la que se aplicó en Latinoamérica. “Todas las élites occidentales fueron formateadas de acuerdo al régimen norteamericano”, explicó.

El especialista también analizó cómo afecta el conflicto ucraniano al desarrollo de la Nueva Ruta de la Seda que propone China y consideró que el fin del conflicto bélico se dé a través de un desguace de Ucrania. Considera que va a haber una Ucrania rusofilia y otra occidental y puede que pierdan regiones en manos de Polonia, Hungría, Bielorrusia y Moldavia, destacó

Por Jim Rickards for The Daily Reckoning

Estados Unidos y sus aliados en la UE y otros en todo el mundo han impuesto a Rusia las sanciones económicas más duras que jamás se hayan aplicado. En el pasado, incluso las naciones directamente en guerra entre sí continuarían pagando las deudas que tenían entre sí.

Dado que esta guerra es en Ucrania, veamos otra guerra que tuvo lugar en la Ucrania actual entre 1854 y 1856, durante la Guerra de Crimea.

Gran Bretaña (y Francia) estaba en guerra con Rusia. Sin embargo, durante la guerra, el gobierno ruso siguió pagando intereses a los tenedores británicos de su deuda. El gobierno británico también siguió pagando sus deudas con el gobierno ruso.

Un ministro británico dijo que las naciones civilizadas deberían pagar sus deudas, incluso con un enemigo durante la guerra.

Pero eso fue entonces y esto es ahora. Estados Unidos y sus aliados europeos fuera de Ucrania ni siquiera están directamente en guerra con Rusia (todavía no), pero aun así impusieron las sanciones económicas más punitivas de la historia.

En gran medida, la economía rusa ha quedado fuera de la economía mundial.

Los efectos durarán décadas

Rusia ha sido expulsada del sistema global de telecomunicaciones financieras SWIFT. Una larga lista de bancos rusos, oligarcas y grandes empresas figura entre los que no pueden realizar transacciones con partes occidentales. Estos incluyen Gazprom (la principal compañía rusa de gas natural), entre otros.

Biden también prohibió las exportaciones de semiconductores, equipos de alta tecnología y otra tecnología a Rusia. Cuando se suma todo, deberíamos esperar una disminución del orden del 25% en el PIB ruso en la primera mitad de 2022. Eso es enorme.

Incluso cuando termine la guerra cinética, probablemente en un mes más o menos, la guerra económica continuará y los efectos en la economía global (no solo en Rusia) durarán décadas. Aún así, Rusia no es un saco de boxeo que recibe golpes sin devolver el golpe.

Lucharán contra las sanciones con sus propias medidas de represalia y con ingeniosas soluciones diseñadas para derrotar las sanciones.

Por ejemplo, Rusia se asociará con China para implementar el sistema de tarjeta de crédito chino (UnionPay) para los consumidores rusos. Esto ocurre después de que Visa y Mastercard terminaron todos los negocios con Rusia. Sus esfuerzos no terminarán ahí.

Buena suerte sancionando el oro ruso

Rusia está trabajando con bancos en China e India para restablecer los canales de pago en moneda fuerte.

Ahora hay una legislación propuesta en el Senado de los EE. UU. para congelar las reservas de oro en poder del Banco Central de Rusia.

Bueno, aquí está el problema: el oro es físico, unas 2.300 toneladas métricas con un valor de unos 150.000 millones de dólares, y está almacenado dentro de Rusia. En realidad, no se puede congelar ni incautar.

La legislación impondría sanciones secundarias de boicot a cualquier parte que ayude a Rusia a transportar o realizar transacciones en oro. Pero esta presunta sanción sería fácil de eludir.

Por ejemplo, si Rusia pone 100 toneladas métricas de oro en un avión y lo lleva a Beijing a cambio de productos manufacturados, no van a emitir exactamente un comunicado de prensa al respecto. Ese es el tipo de transacción que no será detectada por la inteligencia estadounidense.

El oro es un elemento, número atómico 79, y se funde fácilmente y se vuelve a refinar en nuevos lingotes de oro con marcas chinas que no se pueden rastrear. El Banco Central de Rusia puede comprar más oro de los mineros rusos por rublos para compensar el envío.

Nuevamente, ese oro es imposible de rastrear (Rusia y China tienen numerosas refinerías de oro). Si esto es lo mejor que puede hacer EE. UU., entonces Putin no solo está en camino de ganar la guerra de los disparos, sino que también puede ganar la guerra financiera.

Consecuencias no deseadas

Rusia también ha implementado controles de capital que cambiarán el dolor de las sanciones de los prestatarios rusos a los prestamistas occidentales que ahora sufrirán incumplimientos en los bonos rusos que poseen. Y Rusia ha anunciado que suspenderá las exportaciones de importantes productos químicos, metales y gases procesados ​​a cualquier nación que haya sancionado a Rusia.

Estas exportaciones son indispensables para los procesos de fabricación, incluidos los semiconductores, los automóviles y la agricultura. Al final, la mayor parte del dolor económico recaerá sobre la industria y la agricultura occidentales.

Aquí es donde entra en juego la ley de las consecuencias no deseadas. Más del 65 % del gas de neón procesado que se utiliza para alimentar los láseres que fabrican semiconductores proviene de Ucrania. Entre el 35% y el 50% de los metales estratégicos, como el titanio y el aluminio, utilizados en la fabricación de aviones por Boeing y Airbus provienen de Rusia. Gran parte del grano que alimenta a Oriente Medio y África proviene de Ucrania o Rusia.

Rusia también exporta metales utilizados en la producción de baterías para vehículos eléctricos, incluidos litio, cobalto y níquel. La lista sigue encabezada por el petróleo, el gas natural y el carbón, donde Rusia es el principal proveedor de Europa.

Si Rusia sigue adelante, podríamos estar ante el cierre de las principales industrias en todo el mundo, desde los semiconductores (esenciales para automóviles, electrodomésticos, productos electrónicos, etc.) hasta equipos pesados ​​y transporte.

La administración Biden descubrirá por las malas que en un mundo globalizado y densamente conectado, lo que sucede en Rusia no se queda en Rusia. Rusia puede ser la primera víctima de las sanciones estadounidenses. Pero el mundo entero pagará el precio final.

También lo hará el dólar…

Mi visión se está cumpliendo

En 2009, facilité y participé en el primer juego de guerra financiera organizado por el Pentágono. Este juego de guerra se llevó a cabo en el Laboratorio de Análisis de Guerra de alto secreto de los Estados Unidos (nombre en clave: WALRUS) ubicado en el Laboratorio de Física Aplicada, aproximadamente a medio camino entre Washington, DC y Baltimore.

Escribí sobre esto en 2011 en los capítulos 1 y 2 de mi libro Currency Wars . El escenario que presenté en ese momento era que Rusia y China acumularían grandes reservas de oro, unirían su oro y lanzarían una nueva moneda digital respaldada por oro en lugar del dólar estadounidense.

Rusia y China insistirían entonces en que las compras de energía rusa o cualquier producto chino manufacturado se paguen en la nueva moneda. Sería un esfuerzo claro para salir de la hegemonía del dólar estadounidense y protegerse de las sanciones económicas basadas en el dólar estadounidense.

Por supuesto, eso es exactamente lo que está ocurriendo hoy.

La gota que colmó el vaso para Rusia y el mundo

El dólar estadounidense tardó 33 años (1914-1944) en alcanzar su condición de principal moneda de reserva mundial. El dólar perdió su vínculo con el oro en 1971, pero siguió siendo la principal moneda de reserva debido en parte al acuerdo de petrodólares que Nixon y Kissinger lograron en 1974.

El mundo se inundó de dólares a través de una combinación de impresión de dinero de la Reserva Federal y déficit comercial de Estados Unidos.

Las dificultades comenzaron en la década de 1990 y principios de la de 2000, cuando EE. UU. utilizó sanciones financieras para castigar a enemigos como Irán, Corea del Norte, Venezuela y, hasta cierto punto, Rusia. Estados Unidos siguió volviendo a las sanciones una y otra vez.

Ahora que Estados Unidos ha congelado las reservas del Banco Central de Rusia, esta es la última gota para Rusia y el mundo.

Después de todo, si las reservas en dólares ya no son un refugio seguro, ¿quién necesita reservas en dólares? El mundo exigirá algo más confiable que no se pueda congelar a los caprichos de Estados Unidos.

Estados Unidos está destruyendo el valor del dólar al abusar de las sanciones. En el futuro, el dólar no será tan importante. No sucederá de la noche a la mañana, pero las sanciones sin precedentes contra Rusia solo acelerarán el proceso.

Los inversores pueden prepararse para el próximo colapso del dólar aumentando sus asignaciones de oro físico. Esa es la única forma de dinero que no puede congelar o incautar.

Saludos,

Jim Rickards
para El ajuste de cuentas diario

Resumen: Los estudios estratégicos se asientan sobre el fundamento teórico de la tradición realista. En este documento didáctico se exponen los argumentos centrales de varias ramas del realismo contemporáneo para el estudio de la política internacional: realismo clásico, realismo estructural, realismo ofensivo, realismo defensivo y realismo neoclásico.

Por Javier Jordán Profesor Titular de Ciencia Política en la Universidad de Granada y Director de Global Strategy


Introducción

Los estudios estratégicos investigan el comportamiento estratégico de diferentes actores políticos –principalmente Estados– en contextos competitivos. Su interés por el conflicto –no necesariamente armado– le hace coincidir con la corriente realista de las Relaciones Internacionales. Pero la convergencia va más allá del objeto de estudio. Realismo y estudios estratégicos comparten una serie de principios comunes; de hecho, están imbuidos en lo que podríamos denominar ‘filosofía realista’. La misma que inspiró la obra de Sun Tzu, Tucídides, Maquiavelo o Hobbes, así como a las decisiones de estadistas como Richelieu, Bismark o Metternich.

Como tradición filosófica el realismo tiene una visión relativamente pesimista de la naturaleza humana; no es del todo negativa pero sí consciente de sus límites. Coincide con la tradición judeocristiana al identificar un principio de desorden en el corazón humano, que no impide que el hombre o la mujer opten por el bien pero que, a menudo, los lleva a elegir el mal. De ahí se derivan choques de intereses, algunos de los cuales desembocan en enfrentamientos violentos. La justicia no tiene siempre la última palabra al dirimir los conflictos. A menudo quien tiene más poder es quien establece los términos. Según el enfoque realista, esta lógica no explica toda la historia de la Humanidad, pero sí una parte considerable de ella.

Trasladado al estudio de la política internacional, el realismo no se refiere tanto a una filosofía como a un conjunto de teorías académicas que intentan explicar con metodología de las ciencias sociales el comportamiento internacional de los Estados. Dada la formación en Ciencia Política y Relaciones Internacionales de muchos investigadores de estudios estratégicos es natural que utilicen en sus trabajos los marcos teóricos realistas. De este modo, aunque los estudios estratégicos toman elementos de otras teorías de las Relaciones Internacionales, como el liberalismo institucional –por ejemplo, para explicar la continuidad de la OTAN tras el derrumbe del bloque soviético– o del constructivismo –para un concepto tan relevante como el dilema de seguridad–, resulta innegable que la corriente teórica predominante en ellos es la realista.

La asociación con los estudios estratégicos invita a profundizar en las teorías realistas para familiarizarse con sus conceptos fundamentales, diferenciar entre las distintas subcorrientes y conocer algunos de los debates internos del realismo. Este documento didáctico presenta los argumentos centrales de varias ramas de la tradición realista. Su intención es introductoria; ofrece un primer marco de referencia. Si se aspira a conocer en profundidad las teorías realistas, es necesario leer las obras comentadas en este trabajo.

El realismo clásico

El realismo clásico no es una teoría unificada. Bajo esta etiqueta conviven autores que difieren entre sí en presupuesto, objetivos y metodologías (Rose, 1998: 153). No obstante, es un término válido para referirse a los primeros trabajos contemporáneos. La aplicación del término realista en el análisis de la política internacional procede en buena medida del libro de Edward Hallett Carr The Twenty Years’ Crisis, 1919-1939, publicado el mismo año que comenzó la Segunda Guerra Mundial. Carr (2016: 12-18) criticaba el idealismo predominante durante el periodo de entreguerras en el ámbito académico. A su juicio era una perspectiva normativa (deber ser) que no tenía en cuenta los condicionantes reales (lo que realmente es) de la práctica política. Se generaba así una brecha entre los presupuestos teóricos del intelectual y la realidad a la que debía enfrentarse el profesional de la política.

La teoría realista dentro de la disciplina de las Relaciones Internacionales nació así como reacción al supuesto ‘idealismo’ de postulados propios de la corriente liberal, como la armonía de intereses o el internacionalismo, que son el punto de arranque de teorías más elaboradas como la paz democrática, la paz comercial o el institucionalismo liberal. Como alternativa, Carr (2016: 62-63) proponía sentar las bases del enfoque realista sobre los tres principios de Maquiavelo: 1) la historia es una secuencia de causas y efectos cuya lógica puede ser comprendida racionalmente, 2) la teoría se deriva de los hechos y no al revés, y 3) la ética no es suficiente para condicionar la política. Ni Carr ni Maquiavelo niegan la importancia de la moralidad, pero dudan que sea efectiva en ausencia de una autoridad que vele por su cumplimiento.

Como veremos a continuación, existen diferencias notables entre las distintas teorías realistas que han ido desarrollándose desde entonces y no todas asumen íntegramente los postulados de Carr. A pesar de ello, es posible identificar un mínimo común denominador que se puede resumir en los siguientes puntos (Wohlforth, 2010: 133; Tang, 2010: 10):

  • Importancia del grupo. Desde épocas remotas los seres humanos se han asociado con el fin de sobrevivir y satisfacer todo tipo de necesidades. La política tiene lugar entre colectivos, tanto en el plano doméstico como en el internacional, y las dinámicas derivadas de cohesión grupal generan a menudo conflictos con otros grupos. En la actualidad el Estado es la agrupación humana de referencia en gran parte del planeta, y es el principal actor –aunque no el único– de las interacciones globales. De ahí que el realismo centre su atención en el Estado. No obstante, el enfoque realista se puede aplicar también a las interacciones competitivas entre otro tipo de colectividades, tanto hoy en día como en otros momentos de la Historia. La pugna entre las ciudades-estado de la Grecia clásica o entre los señores feudales de la Edad Media resulta explicable desde la lógica realista, igual que los conflictos y alianzas entre grupos tribales y actores no estatales allí donde no existe un Estado funcional en el momento presente.
  • Conducta estratégica. Los actores políticos calculan sus acciones en términos de interés. El egoísmo está enraizado en la naturaleza humana. Su manifestación puede ser más o menos intensa –e incluso se puede superar a favor de actitudes generosas– en función de los valores y virtudes de cada individuo, siendo facilitado o no por las estructuras sociales. La tendencia a defender los intereses propios se aplica también a los actores políticos colectivos, aunque el proceso por el que se agregan intereses y se forman las agendas es evidentemente complejo. El interés nacional es por tanto un constructo, resultado de un proceso político. Pero más allá de la variedad de posibles intereses, el realismo asume que la supervivencia es un interés ineludible de todos los actores políticos colectivos, en particular de los Estados.
  • Anarquía internacional. Además de una evidencia empírica, la ausencia de un gobierno mundial constituye la piedra angular de las teorías realistas, Al no existir una autoridad ejecutiva que garantice el cumplimiento del derecho internacional, los Estados tienen que valerse de sí mismos a la hora de defender sus intereses, incluida por supuesto la supervivencia. De este modo, la estructura del sistema incentiva la desconfianza, la autotutela (autodefensa) e intensifica el cálculo interesado a la hora de alcanzar objetivos en la esfera internacional. La anarquía es a su vez un factor que permite distinguir entre el realismo de la política interna (donde aquella es sustituida por la estructura jerárquica del Estado) y el realismo de la política internacional.
  • Atención al poder relativo. Desde un punto de vista coercitivo, el poder es la capacidad que tiene el actor A para hacer que el actor B haga lo que A quiere aunque B no quiera (Dahl, 1957: 201). El poder puede entenderse de manera absoluta, como la cantidad de recursos de poder –fundamentalmente materiales– que posee un Estado (medido en indicadores como PIB, demografía, capacidades militares, capacidad de extracción y gestión de recursos, etc.), o como poder relativo, comparando esos recursos de poder con los de los demás Estados. Teniendo en cuenta los principios anteriores, en un contexto de actores que persiguen su propio interés y en ausencia de una autoridad suprema que garantice la seguridad y el cumplimiento de la ley, los Estados dependen en último término de sí mismos y de su cuota de poder relativo a la hora de defender sus respectivos intereses. El poder es así el principal criterio del juego político, que en buena medida condiciona sus resultados. Sin embargo, el poder no es el único medio a la hora de generar seguridad. La corriente del realismo defensivo reconoce también la importancia de la cooperación entre Estados y la creación de regímenes de seguridad como vías complementarias.
  • Cautela en el empleo del poder militar. En contra de ciertos clichés que caricaturizan el realismo como belicista, las teorías realistas suelen abogar por la prudencia. La perspectiva realista agudiza la conciencia sobre los límites del poder propio y permanece atenta a la cuota de poder de potenciales rivales. A diferencia de otras corrientes teóricas con ingredientes ideológicos universalistas –como el liberalismo y el marxismo–, el realismo es poco dado a las aventuras militares con tintes de ingeniería social. Por ese motivo, realistas como Morgenthau y George Kennan fueron críticos con la guerra de Vietnam; o, más recientemente, se opusieron a la guerra de Irak de 2003, como fue el caso de John Mearsheimer y Stephen M. Walt. Las teorías realistas recomiendan el equilibrio de poder (interno y externo), antes que la guerra, a la hora de mantener o alterar en beneficio propio la distribución de poder relativo.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial el realismo se convirtió en el enfoque predominante de las Relaciones Internacionales, destacando Hans Morgenthau como uno de sus principales a raí de la publicación en 1948 de Politics among Nations: The Struggle for Power and Peace. Otros autores con perspectivas propias de lo que hoy en día se denomina realismo clásico fueron Reinhold Niebuhr, Nicholas Spykman, Martin Wight, Henry Kissinger, y George F. Kennan, famoso este último por el llamado ‘telegrama largo’ que inspiró entre otros la doctrina de la contención frente a la URSS. Al otro lado del Atlántico podemos encontrar postulados netamente realistas en Guerra y paz entre las naciones de Raymond Aron (1963: 63-86), donde se habla abiertamente del estado de naturaleza hobbesiano de la política internacional y de los límites de la diplomacia, si no va acompañada de otros instrumentos de poder.

En su explicación de la política internacional el realismo clásico presta atención a tres niveles de análisis, que en su obra Man, the State and War, Kenneth N. Waltz (2001: 12-13) denominará las tres imágenes de las relaciones internacionales: el nivel del individuo (en particular, las élites que influyen en la acción exterior), el del Estado (su estructura de poder interna, la ideología que impulsa su acción exterior) y el sistema internacional.  De esos tres niveles, Morgenthau (2006: 4) concede una atención particular al primero. Según este autor, las leyes que rigen la política internacional tienen sus raíces en la naturaleza humana. Las personas sienten el impulso de dominar el entorno que les rodea. Primero su propia vida, después su familia, el entorno social y laboral más cercano y, en la medida de lo posible, otras estructuras sociales. La naturaleza humana es permanente y universal, de modo que esa inclinación hacia el ejercicio del poder (animus dominandi) se encuentra presente en todas las culturas y tiempos históricos, particularmente entre quienes se dedican a la política. Según Morgenthau, a partir de esa constante, unida al cálculo racional de costes y beneficios (es decir, búsqueda de poder y cálculo estratégico) resulta posible entender el comportamiento internacional pasado, presente o futuro. En palabras de Morgenthau (2006: 5): Nos ponemos en el lugar de un estadista que se enfrenta a un determinado problema de política exterior en unas circunstancias concretas, y nos preguntamos qué alternativas racionales tiene, cuál debe elegir y cómo debe afrontar el problema en esas circunstancias (presumiendo siempre que actúa de manera racional) […]. Contrastar esa hipótesis racional con los hechos reales y sus consecuencias dota de significado teórico a los acontecimientos de la política internacional.

El planteamiento de Morgenthau tiene un carácter general. Obviamente, la personalidad, los prejuicios, las preferencias subjetivas, los errores de apreciación o los condicionantes de la política interna pueden afectar el cálculo racional del estadista (Morgenthau, 2006: 7). El realismo no niega la existencia de determinadas conductas irracionales, pero se concentra en la búsqueda de elementos de racionalidad para comprender la política internacional (Morgenthau, 2006: 9-10). Entre esos elementos el más objetivo y, por tanto, la principal clave interpretativa a la hora de entender la política entre las naciones es según Morgenthau (2006: 5) “el concepto de interés definido como poder”. Los Estados intentan aumentar su respectiva cuota de poder. Ese deseo, además de derivarse de la voluntad de poder de los individuos que están al frente del Estado, se explica porque una mayor cuota de poder garantiza la consecución del resto de intereses (de seguridad, prosperidad económica, ideológicos, etc.). Así pues, la política internacional se puede entender en último término como una competencia constante por el poder (Morgenthau, 2006: 29-30). A mayor poder, mayor capacidad para alcanzar el resto de objetivos.

El realismo estructural de Kenneth N. Waltz

Kenneth N. Waltz publicó en 1979 la primera edición de Theory of International Politics. Con ella se iniciaba una nueva corriente conocida como neorrealismo o realismo estructural. Fue a partir de entonces cuando la tradición realista en la que se encuadraban Morgenthau y el resto de los autores mencionados en el epígrafe anterior pasó a conocerse como ‘realismo clásico’.

El propósito de Waltz consistía en desarrollar una teoría parsimoniosa (es decir, sencilla, capaz de explicar un fenómeno complejo con un número reducido de proposiciones) sobre la política internacional. Recordemos lo expuesto líneas atrás; según Waltz, la política internacional puede contemplarse desde tres niveles de análisis (a los que él denomina imágenes): el individuo, el Estado y el sistema internacional. Pues bien, con el fin de conseguir una teoría general, aplicable en principio a cualquier región del mundo y cualquier momento de la historia, Waltz limita su atención a la tercera imagen: la estructura del sistema internacional y a los resultados que de ella se derivan. Por ejemplo, la mayor o menor probabilidad de conflictos armados o de procesos de equilibrio de poder.

Waltz no niega la influencia de los factores propios de la primera y segunda imagen como la ideología, el tipo de régimen político, la ambición de sus líderes, la racionalidad o irracionalidad de estos, etc. pero los deja al margen de su teoría por dos razones:

  • Los condicionantes impuestos por la estructura internacional tienen más influencia en el comportamiento exterior de los Estados que sus particularidades internas. Según Waltz (1986: 343), “cada Estado pone en marcha una política o decide ciertas acciones de acuerdo con sus propios procesos internos, pero sus decisiones se ven configuradas por la presencia continua de otros Estados y por las interacciones entre ellos”.
  • Supondría introducir demasiadas variables y ello dificultaría la construcción de un modelo explicativo. Para elaborar una teoría es preciso abstraerse de la realidad y tratar de simplificarla: identificar los elementos fundamentales y hacer explicaciones y predicciones generales.

Waltz (2010: 68-69) admite que su teoría es insuficiente a la hora de estudiar la política exterior de un determinado país o una intervención militar concreta, ya que para ellos sería necesario prestar atención a los niveles de análisis del individuo y del Estado, tal como hace el realismo neoclásico (que veremos un poco más adelante). Lo que él propone es una teoría general sobre la política internacional, no una teoría de política exterior. Esta diferencia es fundamental.

Pasando así a la tercera imagen, Waltz (2010: 88-99) entiende el sistema internacional como una estructura política compuesta por unidades que interactúan entre sí. Y, como en toda estructura política, hay que prestar atención a tres elementos:

  1. Principio de ordenación (si es un sistema anárquico o jerárquico)
  2. Carácter de las unidades (si son funcionalmente similares o diferenciadas)
  3. Distribución de capacidades

 Según Waltz, cuando los aplicamos al sistema internacional, constatamos que los dos primeros son constantes: estructura anárquica y unidades funcionalmente similares. La inexistencia de una autoridad política efectiva a escala internacional da lugar a la anarquía, y ésta, unida a la búsqueda egoísta del interés y al principio de autotutela, lleva a que los Estados se comporten como unidades funcionalmente similares. Es decir, ninguno se especializa en una función concreta, como sí sucede en otro tipo de sistemas; por ejemplo, en los componentes del hardware de un ordenador. Ningún Estado quiere ser dependiente de los demás y por ello evita la especialización de funciones.

Como consecuencia, el único aspecto del sistema que varía es la distribución de capacidades materiales (actuales y potenciales). El poder de los Estados puede medirse en diferentes esferas: económica, militar, política, demográfica. Pero lo que al final cuenta, según Waltz, es cómo los Estados combinan todos esos recursos para competir eficazmente en el sistema internacional y ocupar una posición predominante. Dicho de otro modo, lo que varía en el sistema es la distribución de poder entre los distintos Estados.

El modelo de Waltz se centra en la política de las grandes potencias porque son ellas las que más influyen en la configuración del sistema. De hecho, el tipo de sistema dependerá de su número (sistema multipolar, bipolar y unipolar). La consideración de gran potencia depende del poder agregado del país; es decir, de la suma de su tamaño físico, población, dotación de recursos, fuerza militar, estabilidad política y competencia. Waltz (2010: 93-95) reconoce la importancia de los actores no estatales en la política internacional, pero prefiere dejarlos al margen con el fin de simplificar su teoría. Sólo entrarían en el hipotético caso de que alcanzaran una relevancia similar a la de las grandes potencias.

Por tanto, la distribución de capacidades materiales constituye la variable independiente del modelo, mientras que la variable dependiente es la estrategia adaptativa que siguen los Estados para garantizar su supervivencia. Waltz (2010: 127-128) destaca dos posibles estrategias:

  • Equilibrio de poder; es la política que adoptan uno o varios Estados con el fin de contrapesar el poder creciente de otro Estado o coalición de Estados. Los medios utilizados pueden ser internos (aumento de la capacidad económica, militar, etc.) o externos (creación de alianzas, debilitamiento de las coaliciones contrarias, etc.). Según Kenneth N. Waltz, para que se produzca el equilibrio de poder basta con que exista un sistema de autotutela con dos o más unidades. Es decir, anarquía y unidades que quieran sobrevivir. El equilibrio de poder ofrece además numersoso ejemplos de países que se han aliado debido a las presiones del sistema internacional (la alteración de la distribución de poder relativo por el incremento de poder de una potencia emergente) y no por la similitud de sus regímenes políticos. Fue el caso de la Francia republicana con la Rusia zarista frente a Alemania antes de la Primera Guerra Mundial; el acercamiento de la China comunista y Estados Unidos en la década de 1970 para contrapesar a la URSS, o lo es actualmente la cercanía entre Estados Unidos y Vietnam para contrapesar a China en pleno siglo XXI. Es decir, esos juegos diplomáticos se explican por la tercera imagen, no tanto por factores de los niveles de análisis del individuo o del Estado. Obviamente, un actor puede hacer caso omiso de las presiones externas (no contrapesando a una potencia regional con aspiraciones hegemónicas) pero pagará un precio por ello.
  • Emulación; los Estados tienden a imitar o a innovar ante las prácticas exitosas de otros. La competición potencia la similitud de atributos y conductas entre los actores del sistema. Se produce una socialización que genera de manera espontánea e informal normas de comportamiento. Se seleccionan las conductas por sus consecuencias, favoreciendo las premiadas y evitando las que llevan al fracaso.

Waltz reconoce la competencia entre Estados pero se distancia de la visión pesimista del realismo clásico sobre la conflictividad en el sistema internacional. Según Waltz, las grandes potencias no se encuentran en una situación permanente de temor mutuo, sino que dirigen gran parte de su atención a cuestiones ajenas a la seguridad, y aceptan vivir con un nivel de seguridad relativamente moderado. En opinión de Waltz (1989: 40), los estadistas sólo persiguen una cantidad ‘apropiada’ de poder, habida cuenta de sus necesidades de seguridad.

Por último, Waltz sostiene que la sencillez de su modelo le permite realizar predicciones generales sobre tendencias del sistema que se repiten en diferentes épocas y lugares. A saber:

  • Los sistemas multipolares son menos estables y, por tanto, con mayor riesgo de guerra que los bipolares
  • La interdependencia es menor en la bipolaridad que en la multipolaridad
  • Es muy improbable, o incluso imposible, que un Estado alcance la hegemonía absoluta ya que el resto de Estado tratarán de contrapesarlo. Por tanto, la unipolaridad podría darse a nivel regional pero no a escala global.

Las aportaciones de Waltz renovaron el enfoque realista y fueron a la vez objeto de numerosas críticas dentro y fuera del propio realismo. Según algunos autores (Buzan, Jones & Little, 1993), el enfoque sistémico de Waltz es incapaz de explicar cómo se producen los cambios en el sistema internacional, ya que su exclusión de la segunda imagen hace difícil entender la conducta de los Estados revisionistas que ponen en peligro su propia seguridad y la del resto al alterar el statu quo. El realismo estructural tampoco explica los casos de infra-equilibrio de poder, aquellos donde determinados países no responden al ascenso de una potencia hostil. Para ello, es necesario acudir a variables de la primera y segunda imagen no contempladas por el realismo estructural (Schweller, 1996). Por otra parte, la teoría de Waltz sólo permite hacer predicciones demasiado generales sobre la conducta de los Estados por lo que, según Robert Keohane (1986) y, más tarde, Wohlforth (2010), no se podría considerar como una auténtica teoría de la política internacional pues no aborda de manera explícita la mayor parte de los fenómenos que tienen lugar en ella.

En Relaciones Internacionales no existe una ‘teoría del todo’, capaz de explicar la totalidad de los comportamientos de los Estados. La principal contribución de Waltz consiste en destacar la importancia los inputs estructurales de la tercera imagen sobre las variables de la primera y segunda imagen; lo cual permite explicar la repetición de determinados comportamientos (en particular el equilibrio de poder) al margen de la similitud o no de los Estados que los protagonizan. Esos condicionantes externos no son sin embargo una camisa de fuerza. Se pueden obviar, pero al hacerlo se han de asumir las consecuencias.

A partir del realismo estructural de Kenneth N. Waltz se han desarrollado nuevas propuestas teóricas encuadradas bajo las etiquetas de realismo defensivo y realismo ofensivo. Antes de pasar a comentar cada una de ellas es oportuno destacar tres aspectos que a menudo son objeto de confusión:

  • La diferencia esencial entre el realismo defensivo y el realismo ofensivo no es que el primero recomienda políticas defensivas y el segundo políticas agresivas. Los adjetivos defensivo y ofensivo llevan a primera vista a engaño. Lo que distingue a ambos realismos es la actitud de los Estados respecto a la distribución de poder relativo. Mientras que para el realismo defensivo los Estados se contentan con un nivel ‘apropiado’ (o limitado) de poder, para el realismo ofensivo las grandes potencias tratan de incrementarlo sin límite, azuzadas por la desconfianza mutua entre ellas.
  • El realismo defensivo y el ofensivo no son complementarios en el plano abstracto. Sus principios teóricos son mutuamente excluyentes. Sin embargo, los dos realismos pueden emplearse a la vez al analizar la realidad, permitiendo distinguir entre Estados que se comportan según los parámetros del realismo ofensivo y Estados que lo hacen según el realismo defensivo. Esto ocurre incluso a nivel regional: por ejemplo, las relaciones entre los países de América del Sur o entre los países de Europa Occidental en la actualidad se explican bien mediante el realismo defensivo; mientras que otras regiones –como Oriente Medio– se entienden mejor desde la perspectiva del realismo ofensivo.
  • Tanto el realismo defensivo como el ofensivo continúan la senda iniciada por Waltz al centrar su atención en la tercera imagen. Por ello, ambos pueden ser correctamente etiquetados como ‘realismo estructural defensivo’ y ‘realismo estructural ofensivo’.

Hechas estas aclaraciones, pasamos a una explicación detallada del realismo ofensivo y defensivo.

El realismo ofensivo

El autor de referencia de esta corriente es John Mearsheimer (2003) con su obra The Tragedy of Great Power Politics. El realismo ofensivo forma parte del realismo estructural, que como acabamos de ver explica el comportamiento exterior de los Estados desde el nivel de análisis del sistema. La estructura internacional, marcada por un lado por la anarquía y, por otro, por la distribución de poder relativo condiciona la política exterior y de defensa. Según Mearsheimer, las potencias tratan de maximizar su poder movidas fundamentalmente por esas presiones sistémicas, no tanto por el tipo de régimen político. Como es lógico, puede haber excepciones y para explicarlas habrá que acudir a teorías que presten mayor atención a los factores internos, como veremos hace el realismo neoclásico.

Mearsheimer centra su teoría en las grandes potencias por ser estas quienes ejercen mayor influencia sobre el sistema internacional. Mearsheimer (2003: 5), define como gran potencia a los Estados con suficiente poder militar para enfrentarse en una guerra abierta a la potencia más poderosa del sistema y, o bien vencerla, o bien debilitarla seriamente, aunque acaben siendo derrotados. Siendo Estados Unidos la principal potencia del sistema en la actualidad, entenderíamos como gran potencia a China, Rusia, India y en menor medida a otros países como Japón, Reino Unido o Francia. Con cierta cautela la propuesta de Mearsheimer se puede aplicar al análisis regional. Como acabo de señalar, las relaciones entre las potencias de Oriente Medio se pueden explicar mediante el realismo ofensivo; y algo similar ocurre con las relaciones entre Rusia y Estados Unidos, y cada vez más entre Estados Unidos y China. Sin embargo, hay otras regiones del mundo que se explican mejor desde el realismo defensivo.

Mearsheimer sostiene que las grandes potencias son revisionistas hasta que logran la hegemonía. Como en la práctica ninguna puede alcanzar dicha posición salvo a escala regional, la relación entre ellas está abocada a una competencia permanente, compatible no obstante con la cooperación en asuntos de interés común, aunque dicha cooperación es difícil de mantener a largo plazo por dos motivos: la atención a las ganancias relativas (por temor a que otra potencia aumente su cuota de poder) y el miedo a ser traicionados. Mearsheimer llega a esta conclusión a partir de los siguientes principios (2003: 30-32):

  • El sistema internacional es anárquico. No hay una autoridad central que proteja a unas potencias de otras
  • Las grandes potencias son actores racionales, y prestan atención a las consecuencias a corto, medio y largo plazo de sus acciones.
  • La supervivencia es el objetivo básico y principal de cualquier Estado. Las grandes potencias pueden perseguir otro tipo de intereses, como promover el bienestar de sus ciudadanos, mantener la cohesión social, extender la democracia o velar por la defensa de los derechos humanos. Pero por encima de todos ellos se encuentra la seguridad nacional.
  • Por definición, las grandes potencias disponen de capacidades para dañarse seriamente unas a otras.
  • Los responsables políticos no conocen con certeza las intenciones de los dirigentes de otros Estados. El incremento de poder de una gran potencia suscita temor e incertidumbre en el resto. Los Estados prestan atención a las capacidades materiales de los demás, no sólo sus intenciones, ya que éstas además de ser difíciles de escrutar pueden variar con el tiempo. Una gran potencia no debe descartar por completo el enfrentamiento futuro con otra gran potencia.

Por tanto, para toda gran potencia el modo principal de garantizar su seguridad consiste en maximizar su poder relativo, acumulando una cuota superior al resto. La premisa básica es poder = seguridad, y el resultado la competición ya que, aunque una gran potencia sea objetivamente superior a las demás, no sabe con certeza si es suficientemente poderosa en el presente o si lo continuará siendo en el futuro. La percepción de inseguridad y la incertidumbre alimentan la competencia constante.

Mearsheimer (2003: 168-233) respalda empíricamente sus argumentos examinando el comportamiento histórico de seis grandes potencias: Japón de 1868 a 1945, Alemania de 1862 a 1945, la Unión Soviética de 1917 a 1991, Italia de 1861 a 1943, Gran Bretaña de 1792 a 1945, y Estados Unidos de 1800 a 1990. Según Mearsheimer, las únicas grandes potencias que defienden el statu quo son aquellas que han alcanzado una posición hegemónica a nivel regional (Estados Unidos en el hemisferio occidental), pero incluso éstas no se sienten cómodas teniendo iguales en otras regiones del mundo (peer competitors) y por ello favorecen el equilibrio de poder entre al menos dos potencias regionales. Si es preciso, intervienen como equilibradores de ultramar (offshore balancers) para evitar la aparición de potencias hegemónicas regionales que puedan medirse con ellas a escala global. Según Mearsheimer (2003: 41), ese fue el motivo que impulsó a Estados Unidos a evitar que la Alemania del Káiser (Primera Guerra Mundial), la Alemania nazi y Japón (Segunda Guerra Mundial), y la Unión Soviética (Guerra Fría) lograran la supremacía regional. En el presente, Washington fomenta el equilibrio de poder contra Irán en Oriente Medio, frente a Rusia en su antigua área de influencia en Europa del Este, y frente a China en Asia Pacífico por similares razones. Cabe inferir por tanto que una Unión Europa con auténtica ‘autonomía estratégica’ tampoco sería acorde con los intereses norteamericanos.

De manera coherente con la teoría realista, el realismo ofensivo otorga un papel central al poder, tanto absoluto como relativo. Mearsheimer (2003: 55-57) distingue entre poder militar y poder latente. El primero se refiere a las fuerzas militares de un país en un momento dado, mientras que el poder potencial se basa en la economía y la población: dos factores clave en la generación de poder militar. Aunque el poder latente nos habla sobre el estado actual y futuro del poder militar de un país, no es sin embargo un indicador definitivo porque:

  • El gobierno puede tomar la decisión de convertir en poder actual/militar sólo una fracción de su poder latente. Por ejemplo, en 1850 Estados Unidos disponía de riqueza para convertirse en una gran potencia militar pero no dio el paso hasta 1898.
  • La conversión de poder latente en poder militar puede realizarse con más o menos efectividad. Durante la Segunda Guerra Mundial la producción de guerra soviética fue muy superior a la alemana, a pesar de que la Alemania nazi arrebató a la URRS buena parte de su territorio occidental.
  • La fuerza militar generada puede tener mayor o menor capacidad de proyección. Cuanto menos proyectable, menor poder militar efectivo.

Según Mearsheimer (2003: 135-137), las fuerzas terrestres constituyen el núcleo de las fuerzas militares al ser indispensables para conquistar y controlar territorios; cuestión suprema en un mundo de Estados territoriales. Las grandes masas de agua limitan considerablemente la proyección de las fuerzas terrestres y su capacidad ofensiva, sobre todo si se enfrentan a una gran potencia. Las fuerzas navales y aéreas juegan también un rol fundamental pero en último término de apoyo a las fuerzas terrestres. Por sí solas son insuficientes como instrumento de coerción frente a grandes potencias.

A la hora de relacionarse con otras potencias, las grandes potencias disponen de un repertorio de opciones estratégicas. Algunas de ellas persiguen maximizar su poder, otras frenar al rival y otras son sencillamente conductas contrarias a la lógica realista (Mearsheimer, 2003: 147-167):

  • Guerra. La incorporación de territorios por la fuerza constituye una opción atractiva cuando las ganancias son acumulables. Así sucedió por ejemplo con la unificación alemana en tiempos de Bismark, o con la expansión territorial de la Unión Soviética y de Israel en el siglo XX. Según Mearsheimer (2003: 39), la agresión no siempre resulta contraproducente. Entre 1815 y 1980 hubo 63 guerras donde se enfrentaron grandes potencias, y el agresor venció en 39 casos, lo que supone aproximadamente un 60 por cien de éxitos. Mearsheimer reconoce que en la actualidad la guerra ha dejado de ser una opción asumible por los enormes daños que provoca a las partes implicadas, incluidos los derivados de la condena internacional. No obstante, continúa habiendo Estados que recurren a ella esperando obtener determinadas ventajas: adquisición de recursos energéticos, creación de franjas de seguridad, neutralización de una potencia rival, etc. La ocupación del sur Líbano por Israel en 1982, la de Kuwait por Irak en 1990, o la de Irak por Estados Unidos en 2003 son prueba de ello. Aunque conociendo su desenlace final, las ganancias fueron más bien un espejismo.
  • Chantaje. Obteniendo concesiones mediante la coerción armada. De entrada, es una opción atractiva porque ofrece resultados a bajo coste, pero es difícil que funcione directamente entre grandes potencias. No obstante, la Alemania nazi antes de la Segunda Guerra Mundial protagonizó dos ejemplos con la anexión de Austria y de los Sudetes sin necesidad de utilizar la fuerza a gran escala.
  • Tentar y desangrar (bait and bleed). Instigando que dos rivales se enzarcen en un conflicto armado prolongado, mientras que quien lo estimula se mantiene al margen, con su fuerza militar intacta. En la práctica es difícil que los Estados caigan en la trampa.
  • Sangrar (bloodletting). En este caso la potencia no ha provocado la guerra donde participa su rival, pero intenta que el conflicto resulte largo y costoso ayudando a quienes se enfrentan a él. Son las famosas guerras por delegación (proxy war), frecuentes durante la Guerra Fría y también en la actualidad.
  • Contrapesar (balancing). Es una estrategia para frenar el incremento de poder de otras potencias. El actor protagonista asume directamente en exclusiva o con otro Estados el equilibrio de poder mediante la disuasión e el enfrentamiento abierto.
  • Pasar la carga a otro (buck-passing). Es una alternativa al contrapeso frente a una amenaza colectiva. Consiste en intentar que otros asuman los costes derivados del equilibrio de poder, manteniéndose al margen. Durante la década de 1930 Francia y Rusia trataron de pasarse la carga una a otra frente a la Alemania nazi. Finalmente, Francia se vio obligada a contrapesar directamente a Hitler pero su derrota en la primavera de 1940 permitió que los nazis pudieran concentrar sus fuerzas en la invasión de Rusia en junio del año siguiente. No es una práctica libre de riesgos.
  • Apostar por el ganador (bandwagoning). En lugar de contrapesar, se opta por unir fuerzas con el potencial oponente para sobrevivir y beneficiarse de los despojos. Es una estrategia a evitar, propia de países débiles y rara vez utilizada por las grandes potencias. Resulta peligrosa porque permite que la potencia amenazante incremente su poder relativo, quedando a su merced. Un ejemplo de bandwagoning sería el alineamiento de Rumanía y Bulgaria con la Alemania nazi.
  • Apaciguamiento (appeasement). Otra opción contraria a la lógica realista. Con el apaciguamiento se intenta modificar la conducta del adversario permitiéndole obtener más poder con la esperanza de que al sentirse más seguro reduzca su agresividad. Sin embargo, el apaciguamiento no disminuye el apetito del agresor y, además, le favorece en términos de poder relativo. Sólo tiene sentido si se busca ganar tiempo para prepararse contra la amenaza. Los acuerdos de Munich en septiembre de 1938 han pasado a la Historia como el epítome del apaciguamiento.

Además de estas opciones, la literatura reciente sobre rivalidad por debajo del umbral de la guerra (conflicto en la zona gris) plantea otros cursos de acción coherentes con la lógica del realismo ofensivo como, por ejemplo, injerencia y desestabilización política, desinformación, coerción económica, ciber-ataques, acciones agresivas de inteligencia, hechos consumados y tácticas de erosión, etc. (Jordán, 2021: 10-15). Esta perspectiva hace más reconocibles conductas propias del realismo ofensivo en la actualidad. Mearsheimer señala que lo común es un comportamiento sutil, que aprovecha la debilidad e indecisión ajena para maximizar el poder, pero que al mismo tiempo se contiene y, si es preciso retrocede de manera táctica, ante la fuerza y la determinación de otras potencias.

Conviene subrayar una vez más que, según Mearsheimer, las principales causas de la conflictividad internacional –incluidas las guerras– se derivan de la arquitectura del sistema internacional. Como ya hemos apuntado, las variables clave a ese respecto son la anarquía y el modo como se distribuye el poder relativo. A partir de ellas Mearsheimer (2003: 337) plantea cuatro posibles escenarios:

  • Bipolaridad no equilibrada. Según Mearsheimer, se trata de una categoría teórica, difícil de encontrar en el mundo real.
  • Bipolaridad equilibrada. Estable, con escasa probabilidad de conflicto armado entre grandes potencias.
  • Multipolaridad equilibrada. Ninguna gran potencia destaca exageradamente sobre el resto. Es menos estable que la bipolaridad pero más que la siguiente categoría.
  • Multipolaridad desequilibrada. Se trata de un sistema compuesto por grandes potencias que contiene un potencial hegemón. La potencia emergente se siente con capacidad de alterar el equilibrio de poder incluso por la fuerza y, al mismo tiempo, el temor que despierta suele suscitar una coalición antihegemónica. La espiral resultante puede acabar en conflicto armado.

Abundando en el argumento, Mearsheimer (2003: 338-346) considera que la guerra es más probable en la multipolaridad que en la bipolaridad por tres razones:

  • En el sistema multipolar hay más diadas potenciales de conflicto entre grandes y pequeñas potencias. En los sistemas bipolares se espera que cada gran potencia proteja a sus aliados, especialmente a los geográficamente cercanos a la potencia rival. Habría sido muy improbable que Estados Unidos hubiera atacado a Polonia o a Checoslovaquia durante la Guerra Fría. Al mismo tiempo, los sistemas bipolares son rígidos y los Estados que no son gran potencia gozan de menor capacidad de maniobra, lo cual reduce también la posibilidad de conflicto entre ellos. Sin embargo, en la multipolaridad las pequeñas potencias son más vulnerables al empleo de la fuerza por parte de las grandes potencias y tienen más libertad a la hora de enfrentarse unas a otras.
  • La multipolaridad favorece losdesequilibrios de poder, más probables cuanto mayor es el número de grandes potencias. Como resultado, dos grandes potencias se pueden unir para atacar a una tercera (Francia y Reino Unido contra Rusia en la guerra de Crimea en 1853-1856) o para conquistar una pequeña potencia (como hicieron Alemania y la URRS con Polonia en 1939).
  • La pluralidad de actores aumenta las probabilidades de que se produzcan errores de cálculo. El orden internacional tiene mayor fluidez en la multipolaridad que en la –comparativamente– más rígida y previsible bipolaridad. El inicio de una relación amistosa con un país puede generar recelos en otro que previamente era amigo o neutral. La ambigüedad de las relaciones dificulta prever el comportamiento de los Estados que se alían o se aliarán con las diferentes potencias, así como calcular la distribución de poder resultante.

La atención que Mearsheimer presta a la guerra se debe tanto a la relevancia inherente del fenómeno bélico en las relaciones entre grandes potencias como a su incidencia a lo largo de los dos últimos siglos de historia. Como ya se he señalado, aunque Mearsheimer (2010: 382) no descarta por ejemplo que pueda producirse un conflicto armado entre China y Estados Unidos en las próximas décadas, lo cierto es que la rivalidad tiende a canalizarse a través del conflicto en la zona gris. En efecto, el interés de Moscú por afianzar su esfera de influencia en el marco de la crisis de Ucrania de 2022, la rivalidad entre potencias regionales en Oriente Medio en la actualidad, o las dinámicas en Asia Pacífico (asertividad de Pekín en la delimitación de las zonas económicas exclusivas, AUKUS, y coaliciones de contrapeso de los países ribereños del Mar de sur de China) resultan fácilmente interpretables desde los parámetros del realismo ofensivo. Si bien las recomendaciones que pueden derivarse han de ser discutidas caso por caso, la teoría de Mearsheimer ofrece un marco de análisis digno de ser tenido en cuenta.

El realismo defensivo

El autor que posiblemente ha sistematizado mejor el realismo defensivo es Shiping Tang con su obra A Theory of Security Strategy for Our Time. Defensive Realism. Según Tang (2010: 19-32), la dicotomía entre realismo ofensivo y defensivo radica en las diferentes estrategias que eligen los Estados para garantizar su seguridad en un contexto de anarquía. En concreto:

  • Intenciones de los otros Estados. Para el realismo ofensivo, el diseño de la estrategia debe asumir lo peor respecto a las intenciones de los demás; mientras que para el realismo defensivo cabe asumir otras posibilidades sin precipitarse en esperar intenciones hostiles por parte del resto de actores. El pesimismo del realismo ofensivo se deriva de la naturaleza trágica de la política internacional explicada en el epígrafe previo.
  • Interés común y cooperación. Por la misma razón, al considerar que los actores tratan de maximizar su poder a expensas de otros Estados, el realismo ofensivo no ve un interés común permanente entre ellos y, por tanto, tampoco considera que la cooperación estable sea una estrategia válida para mejorar la propia seguridad en un entorno de anarquía, más allá de la cooperación en forma de alianzas transitorias antes amenazas compartidas. En contraste, el realismo defensivo no asume que los Estados intenten maximizar continuamente su poder a costa de otros y, al no tener por tanto una actitud necesariamente agresiva, entiende que existe espacio para intereses comunes alcanzables a través de la cooperación.
  • Dos caminos distintos para alcanzar la seguridad. El destino final de un Estado que se conduce por el realismo ofensivo y el de otro que lo hace por el realismo defensivo es el mismo: garantizar seguridad. Pero ambos tratan de llegar a él por caminos opuestos. Según Tang (2010: 29-31), la diferencia esencial entre realismo ofensivo y defensivo radica en la preferencia por distintos tipos de estrategias. Para el realista ofensivo la receta es maximizar el poder respecto al resto de Estados, primero a nivel regional, y después a escala global. Sin embargo, para el realista defensivo esa estrategia suele resultar contraproducente. La prevalencia del dilema de seguridad y la lógica del contrapeso de poder llevan a que el Estado que trate de convertirse en el más poderoso del sistema (regional o global) suscite reacciones por parte del resto, bien mediante contrapeso interno (generando por ejemplo carreras de armamento) o bien mediante contrapeso externo (alianzas contrarias). Por ello, el realismo defensivo recomienda estrategias que, además de favorecer la cooperación, moderen el deseo de prevalecer sobre el resto en términos de poder

Las etiquetas realista ofensivo y realista defensivo aluden a tipos ideales cuando se aplican a Estados concretos. La experiencia empírica es a menudo dinámica. Un Estado puede pasar de una categoría a otra por cambios en el liderazgo de la acción exterior que entrañen un giro estratégico o como consecuencia de la interacción con otros Estados. Por ejemplo, un realista defensivo que responde con estrategias propias del realismo ofensivo ante otro Estado realista ofensivo.

Al mismo tiempo, realismo ofensivo y defensivo no son equivalentes a revisionismo y a favor del statu quo respectivamente. Aunque un Estado revisionista es también a menudo un realista ofensivo, puede darse el caso de que un Estado que defiende el statu quo sea realista ofensivo porque la situación alcanzada beneficia su posición hegemónica dentro del sistema y asegura la continuidad de las ganancias obtenidas mediante una estrategia propia del realismo ofensivo (Tang, 2010: 23-25).

Por otra parte, conviene recordar algo mencionado en el epígrafe anterior. Aunque Tang habla a menudo de ‘agresividad’ al referirse a conductas propias del realismo ofensivo, dicha agresividad no equivale necesariamente a empleo de la fuerza armada. Ciertamente, la guerra ha sido un instrumento utilizado por actores realistas ofensivos a lo largo de la historia para incrementar las ganancias relativas. Sin embargo, la confrontación armada directa –en particular entre Estados– resulta cada vez menos atractiva. Por ello, dicha ‘agresividad’ tiende a canalizarse actualmente a través de conflictos en la zona gris con empleo de estrategias híbridas de carácter coercitivo.

Teniendo así claro que la divisoria entre realismo ofensivo y defensivo radica en las preferencias estratégicas, conviene profundizar algo más en las conductas propias del realismo defensivo. A este respecto, Shiping Tang (2010: 100-106) propone una ‘escalera de estrategias’ que incluye las siguientes opciones de menor a mayor nivel de confrontación:

  • Apaciguamiento (appeasement). No es una estrategia realista, pero puede caerse inadvertidamente en ella si se confunde al otro actor con un realista defensivo cuando en realidad es realista ofensivo. Consiste en ser acomodaticio o conciliador, a pesar de los intentos repetidos por parte del otro actor de aprovecharse de esa buena voluntad. Solo se podría hablar de apaciguamiento si la otra parte es genuinamente agresiva (o, dicho de otro modo, se conduce según el realismo ofensivo). Por tanto, un gesto conciliador no es por sí mismo sinónimo de apaciguamiento.
  • No hacer nada (doing nothing). La no reacción frente a la hostilidad del rival es en sí misma una opción estratégica.
  • Cooperación extensa de seguridad (extensive security cooperation). Es una línea de acción genuinamente realista defensiva para mejorar la seguridad propia, pero tiene sentido solo cuando la otra parte se conduce también según el realismo defensivo. Sería catastrófica si el otro actor es un realista ofensivo.
  • Compromiso (engagement). Es una opción estratégica compleja que trata de lograr un acercamiento hacia el otro actor, favoreciendo la cooperación, pero que se mantiene en guardia frente potenciales abusos de la otra parte. De este modo, la estrategia de compromiso contiene tres elementos: 1) mensaje conciliador (reassurance) para hacer ver que no se albergan intenciones hostiles; 2) una invitación a cooperar –no solo puntual, sino de carácter extensivo– para calibrar las intenciones de la otra parte; y 3) un elemento de disuasión/defensa ante la posibilidad de que el otro actor sea un agresor decidido. La estrategia de compromiso cumple cuatro funciones críticas: 1) transmitir a la otra parte el carácter benigno de las intenciones propias y sondear las intenciones ajenas sin poner en peligro intereses vitales; 2) disuadir a la otra parte o al menos estar preparados frente a la posibilidad de que ésta albergue intenciones hostiles; 3) cambiar las intenciones del otro actor si éste no es un agresor incorregible aunque pudiera tener malas intenciones al comienzo; y 4) ganar tiempo para prepararse ante la posibilidad de que el otro sea un agresor incorregible.
  • Contención (containment). Esta opción estratégica admite dos vertientes. Por un lado, contención pasiva que combina disuasión y defensa, sin ofrecer mensajes conciliadores, pero que solo reacciona frente a los intentos de agresión de la otra parte. Por otro, contención activa que toma la iniciativa y busca obtener una posición de ventaja en términos de poder relativo, incluso provocando al rival y tratando de cambiar su régimen político.
  • Guerra preventiva (preventive war). Diferente de atacar primero ante una agresión inminente (preemptive war) que sí sería una opción aceptable en circunstancias extremas desde el realismo defensivo. Con la guerra preventiva se busca disminuir el poder relativo del oponente antes de que se produzca una transición de poder a favor de éste. La preventive war es una estrategia netamente realista ofensiva. La llamada ‘trampa de Tucídides’, popularizada por el libro de Graham Alison (2017), se refiere así a dinámicas que caen bajo el paraguas de la teoría de John Mearsheimer.

En paralelo a esta escalera de estrategias se sitúa otro abanico de elecciones referido a las alianzas. En un continuum que iría desde las amistosas a las inamistosas, cabría la opción de: 1) aliarse con el otro Estado, 2) mantenerse neutral, 3) pasar la carga a otros (buckpassing), y 4) aliarse contra ese Estado (Tang, 2010: 105).

A partir de todas esas opciones se pueden construir distintas estrategias propias del realismo defensivo. Ante un Estado con intenciones todavía por aclarar, lo más sensato sería una política de compromiso (engagement), enviando un mensaje conciliador e invitando a la cooperación, pero manteniendo al mismo tiempo la cautela hasta que se dilucide el carácter defensivo/ofensivo de la otra parte. Si se confirma que el otro actor se conduce de acuerdo con el realismo defensivo, pasar a una estrategia de cooperación extensa de seguridad (extensive security cooperation) mejoraría la seguridad de ambas partes, evitaría el dilema de seguridad, y podría conducir a una alianza entre ambas.

El realismo defensivo cree en las ventajas de la cooperación incluso cuando existe un conflicto de intereses genuino (no sólo percibido) entre las partes cuando dicho conflicto es reconciliable. En un contexto de actores realistas defensivos la cooperación es preferible a los costes del conflicto –a menudo elevados– y posee así lógica desde una perspectiva interesada y estratégica. En este punto, el realismo defensivo establece puentes con otras teorías de Relaciones Internacionales como el liberalismo y el constructivismo (Tang, 2010: 111-117).

Por el contrario, si se constata que el otro Estado actúa según los parámetros del realismo ofensivo, ya que trata de aprovecharse de las señales benignas enviadas por el realista defensivo, intentando disminuir el poder de éste para maximizar su propia cuota de poder relativo, las opciones de apaciguamiento y no hacer nada sólo tendrían sentido en circunstancias extremas como una manera de ganar tiempo o de pasar la carga a otros. También cabría la opción de aliarse con el actor realista ofensivo frente a un tercer Estado también realista ofensivo pero aún más agresivo. No obstante, en circunstancias normales el apaciguamiento y el hacer nada serían desaconsejables desde una perspectiva realista. Frente a un actor realista ofensivo, la estrategia común es la contención pasiva, combinada con la alianza con otros Estados realistas defensivos, pues para un realista defensivo las alianzas también son defensivas. Desde esta misma perspectiva, las carreras de armamentos serían subóptimas; sólo justificables desde un punto de vista racional frente a un Estado que albergue intenciones hostiles genuinas, no derivadas de un dilema de seguridad.

Así pues, realismo defensivo y realismo ofensivo comparten algunas opciones estratégicas sólo cuando se trata de responder a un actor hostil. Frente a un actor realista ofensivo será difícil poner en marcha medidas de confianza y de seguridad militar (CSBMs en sus siglas en inglés) o acuerdos de limitación de armamentos. Por lo demás, el realismo defensivo se inclina por la moderación y la autocontención como principios guía para favorecer su propia seguridad; de modo que las medidas de disuasión y defensa tratan de no ser provocativas, intentando favorecer la moderación de la otra parte y manteniendo la puerta abierta a un cambio de su actitud hostil. Sin embargo, la contención activa y, en especial, la guerra preventiva en solitario o en coalición serían opciones propias de una política realista ofensiva que busca mejorar su seguridad maximizando el poder propio a expensas del poder de otros actores. Como ya hemos visto, los Estados con estrategias realistas ofensivas tienden a asumir que la otra parte sigue su misma lógica (más poder = más seguridad), por lo que no esperan ni estimulan la moderación en las preferencias estratégicas de aquella (Tang, 2010: 117-125).

El realismo neoclásico

Como tal no existe una única teoría de realismo neoclásico, sino diversas explicaciones agrupadas hace más de dos décadas bajo este término por Gideon Rose (1998: 146) en un artículo seminal publicado en World Politics. Según Rose (1998: 145), esas teorías intentan rellenar el espacio que conscientemente dejó libre Kenneth N. Waltz al excluir los factores internos en su modelo explicativo de la política internacional. El realismo neoclásico trata así de explicar la política exterior de los Estados y, en consecuencia, según Ripsman, Taliaferro y Lobell (2016: 2), la propia política internacional. Para ello presta atención tanto a las variables externas (derivadas del sistema internacional y, por tanto, en línea con el realismo estructural) como a las internas, relacionadas con los dirigentes y demás factores políticos del país (primera y segunda imagen de Kenneth Waltz).         

El realismo neoclásico no se decanta de manera definitiva por las variantes defensiva y ofensiva del realismo estructural; y –esto es importante remarcarlo– no es una teoría contrapuesta frontalmente al realismo estructural sino complementaria, tanto del realismo ofensivo como del defensivo. Lo que sí critica el realismo neoclásico es la pretensión, tanto del realismo estructural ofensivo como del defensivo, de explicar la política exterior como un resultado de la estructura internacional, sin tener en cuenta las variables internas de los Estados (Rose, 1998: 149-150). Además, según los realistas neoclásicos, los inputs sistémicos se ven seriamente condicionados por límites en materia de percepción, claridad de las señales externas, racionalidad y capacidad de generación de poder material a partir de los recursos disponibles. No tener en cuenta dichos condicionantes equivale a caer en un ‘determinismo externo’ (Ripsman, Taliaferro & Lobell, 2016: 19-25).

Pero a pesar de esa crítica, el realismo neoclásico asume la importancia de los factores estructurales y, por tanto, resulta compatible con la perspectiva realista ofensiva o la defensiva en función de las circunstancias. En determinados contextos históricos y regionales resulta adecuada la explicación del realismo ofensivo junto con una perspectiva neoclásica, mientras que en otros es el defensivo quien ofrece una comprensión satisfactoria, empleando en paralelo el realismo neoclásico para ese estudio de caso. Como ya he señalado anteriormente, el realismo ofensivo explica mejor las políticas de equilibrio de poder en largos periodos de los siglos XVII a XIX, las políticas agresivas que originaron la Primera y Segunda Guerras Mundiales, así como la creciente rivalidad entre grandes potencias en el siglo XXI. Sin embargo, para otros contextos históricos y regionales es preferible el realismo defensivo.

De este modo, el realismo neoclásico propone el siguiente esquema de investigación:

  1. La variable independiente es la distribución de poder en el sistema y las capacidades materiales de poder del Estado caso de estudio (por eso es una teoría realista). Como consecuencia, a la hora de establecer los parámetros básicos de la política exterior de un Estado hay que conocer de entrada la posición que éste ocupa en el sistema y su poder material relativo (Rose, 1998: 146). Aquí es donde se puede insertar la perspectiva del realismo ofensivo o del defensivo, según su potencial explicativo para ese caso concreto.
  2. La variable independiente incide sobre un conjunto de variables intervinientes como, por ejemplo, la percepción de los técnicos y decisores de la política exterior, el grado de consenso de las élites y de determinados actores sociales sobre un asunto de la realidad internacional, la fortaleza o fragilidad del sistema político, o la capacidad del gobierno a la hora de extraer recursos para la acción exterior.
  3. La variable dependiente –aquella cuyo cambio se trata de explicar– es un área concreta de la política exterior de un Estado en un momento histórico preciso.

De este modo, los inputs procedentes del sistema internacional impulsan la acción exterior del Estado de una determinada dirección. No obstante, esos inputs ejercen una influencia indirecta y compleja, ya que son filtradas por variables intervinientes de carácter doméstico que obligan a incluir en el análisis elementos de los niveles del individuo y del Estado (tal como hacía el realismo clásico). El realismo neoclásico considera que no existe una ‘cadena de transmisión’ inmediata o perfecta que conecte el poder relativo de los Estados con su comportamiento en la esfera internacional. Por ejemplo, Randall L. Schweller (2004: 171-181) en la ya mencionada teoría del infraequilibrio de poder destaca el rol que desempeñan factores como el consenso de las élites, la fortaleza del gobierno/régimen, la cohesión social y la cohesión de las élites a la hora de explicar por qué no se produce una maniobra de contrapeso ante un poder emergente y amenazante a pesar de que los inputs sistémicos impulsan en esa dirección.

Por tanto, para el realismo neoclásico la comprensión de la política exterior requiere conocer las variables intervinientes del ámbito doméstico. Expresado de otro modo, la acción exterior, como resultado de distintas políticas públicas (defensa, exterior, economía exterior, cooperación, etc.) invita a aplicar el análisis de políticas públicas, algo llamativamente poco desarrollado dentro de los estudios estratégicos y en general en los estudios de política internacional.

Aunque no existe un listado definitivo de variables intervinientes del nivel interno, a título ilustrativo se pueden destacar las siguientes (Rose, 1998; Schweller, 2004; Ripsman, Taliaferro & Lobell, 2016):

  • Percepción de los técnicos y decisores políticos. Según el realismo neoclásico, la percepción de quienes asesoran y toman las decisiones en materia de acción exterior (el presidente, los ministros y los funcionarios que participan en el diseño e implementación de las políticas de exterior y defensa) es tan importante como la magnitud de los recursos materiales del Estado y de su poder relativo dentro del sistema. Como ya advirtió hace décadas Robert Jervis (1979), el modelo de actor racional es insuficiente. Los estadistas y funcionarios son personas de carne y hueso, con valores e intereses y sujetas a errores de percepción. A ello se añaden otros factores relacionados con su personalidad y carácter, que también afectan al modo como se perciben y se responde a los estímulos externos (Byman & Pollack, 2001; Samuels, 2003).
  • Atención de los decisores a diversos planos políticos en su cálculo de costes y beneficios. Los gobernantes pueden actuar de una determinada manera en un nivel (internacional) pero sus objetivos reales se pueden encontrar en otro (regional o nacional). Por ejemplo, pueden desafiar a grandes potencias para ganar prestigio ante su propia población, en contra de lo que dictarían las presiones sistémicas.
  • Cultura estratégica. Entendida como un agregado de creencias, presupuestos, normas, ideas e ideologías políticas, que dan forma a la comprensión de la realidad internacional de las élites políticas, militares, funcionariales e incluso de la opinión pública y que afectan a las decisiones estratégicas de los Estados en materia de acción exterior (Ripsman, Taliaferro & Lobell, 2016: 66-70).
  • Grado de consenso de élites y actores sociales. Las élites gubernamentales no son las únicas protagonistas de la acción exterior. Existen otros actores (grupos empresariales, medios de comunicación, think-tanks, movimientos sociales, etc.) que participan en la valoración de las amenazas, la justificación de los cambios estratégicos, y el diseño e implementación de la política exterior y de defensa. Este hecho añade complejidad a los procesos y requiere negociación entre unos y otros. Los consensos atañen tanto a la percepción de amenazas y oportunidades en el ámbito internacional, como a los intereses particulares de dichos actores internos. Por otra parte, su nivel influencia se ve afectado por el contexto internacional. En periodos de tensión y amenaza evidente su importancia tenderá a ser menor, ya que el ejecutivo priorizará la gestión de las crisis y la respuesta a problemas inmediatos. Pero en momentos de calma y de indefinición de las amenazas o de los intereses estratégicos su influencia puede ser mayor a la hora de configurarlos y priorizarlos.
  • Capacidad de extracción de recursos por parte del Estado. Los trabajos de Fareed Zakaria (1999) y de Jeffrey W. Taliaferro (2009) han cuestionado convincentemente la capacidad de los gobiernos a la hora de extraer y emplear los recursos del país, tal como parece asumir el realismo estructural de Kenneth Waltz al considerar que el poder material absoluto del Estado equivale el poder agregado de las esferas económica, demográfica, militar, etc. La realidad difiera de esa imagen ideal. La capacidad de extracción depende, entre otros factores, de la fortaleza y extensión de las instituciones, del nacionalismo, de la difusión de ideologías estatalistas (o, por el contrario, antiestatalistas), de la percepción de la amenaza por parte de la sociedad (que estará menos dispuesta a asumir sacrificios si el peligro resulta lejano), etc.

El estudio de las variables intervinientes de carácter doméstico explica la preferencia del realismo neoclásico por los métodos cualitativos, los estudios de caso, el process tracing y el análisis contrafactual. Desde la perspectiva del realismo neoclásico, la comprensión profunda del comportamiento exterior de los Estados obliga a especializarse en países y áreas regionales concretas (Rose, 1998: 166-167). Los principios teóricos del realismo neoclásico son generalizables pero su aplicación específica exige un conocimiento derivado de la consulta de fuentes primarias, investigación en los archivos del país, familiaridad con la estructura y funcionamiento real de sus instituciones políticas, etc.

A modo de conclusión

La síntesis ofrecida en este documento didáctico no representa la totalidad de la producción teórica enmarcada en el realismo, pero el conocimiento de las cinco ramas (clásico, estructural, ofensivo, defensivo y neoclásico) es esencial comprender y contextualizar pertenecientes a este tronco común. Aunque en la década de 1990 algunas voces dieron por finalizada la teoría realista, la evolución de la política internacional acaecida desde entonces demuestra su validez explicativa: pasada, presente y –con toda probabilidad– futura.

Referencias

Allison, Graham (2017). Destined for War. Can America and China Escape Thucydides’s Trap?, New York, NY: Houghton Mifflin Harcourt.

Aron, Raymond (1963), Paz y guerra entre las naciones, Madrid: Revista de Occidente.

Buzan, Barry, Jones, Charles & Little, Richard (1993), The Logic of Anarchy: Neorrealism to Structural Realism, New York, NY: Columbia University Press.

Carr, E. H. (2016), The Twenty Years’ Crisis, 1919-1939, London: Palgrave Macmillan.

Daniel L. Byman & Kenneth M. Pollack (2001), “Let Us Now Praise Great Men: Bringing the Statesman Back in,” International Security, Vol. 25, No. 4, pp. 107-146.

Fareed Zakaria (1999), From Wealth to Power: The Unusual Origins of America’s World Role, Princeton, NJ: Princeton University Press.

Jervis, Robert (1976), Perception and Misperception in International Politics, Princeton, NJ: Princeton University Press.

Jordán, Javier (2021), “International Competition Below the Threshold of War: Toward a Theory of Gray Zone Conflict”, Journal of Strategic Security, Vol. 14, No 1, pp. 1-24.

Keohane, Robert O. (1986), “Theory of World Politics: Structural Realism and Beyond”, Robert O. Keohane (ed.). Neorealism and Its Critics, New York, NY: Columbia University Press, pp. 158-203.

Mearsheimer, John J. (2003), The Tragedy of Great Power Politics, New York, NY: Norton.

Mearsheimer, John J. (2010) “The Gathering Storm: China’s Challenge to US power in Asia”, The Chinese Journal of International Politics, Vol. 3, pp. 381-‍396.

Morgenthau, Hans. J. (2006), Politics among Nations: The Struggle for Power and Peace, Boston: MacGraw Hill Higher Education.

Ripsman, Norrin M., Jeffrey W. Taliaferro, & Steven. E. Lobell (2016), Neoclassical Realist Theory of International Politics, New York, NY: Oxford University Press.

Robert A. Dahl (1957), “The Concept of Power”, Behavioral Science, Vol. 2, No 3, pp. 201-215.

Rose, Gideon (1998), “Neoclassical Realism and Theories of Foreign Policy”, World Politics, Vol. 51, No. 1, pp. 144-172.

Samuels, Richard (2003), Machiavelli’s Children. Leaders and Their Legacies in Italy and Japan, Ithaca, NY: Cornell University Press.

Schweller, Randall (1996), “Neorrealism’s Statu Quo Bias: What Security Dilemma?”, Security Studies, Vol. 5, No. 3, pp. 72-107.

Schweller, Randall (2004), “Unanswered Threats: A Neoclassical Realist Theory of Underbalancing”, International Security, Vol. 29, No. 2, pp. 159-201.

Snyder, Glenn H. (2002), “Mearsheimer’s World-Offensive Realism and the Struggle for Security: A Review Essay”, International Security, Vol. 27, No. 1, pp. 149-173

Taliaferro, Jeffrey W. (2009), “Neoclassical Realism and Resource Extraction: State Building for Future War”, Steven E. Lobell, Norrin M. Ripsman & Jeffrey W. Taliaferro, (eds.), Neoclassical Realism, the State and Foreign Policy, New York, Cambridge University Press, pp. 194-226.

Tang, Shiping (2010), A Theory of Security Strategy for Our Time: Defensive Realism, New York, NY: Palgrave MacMillan.

Waltz, Kenneth N. (1986), “Reflection on Theory of International Politics: A Response to My Critics”, Robert O. Keohane (ed.) Neorrealism and its Critics, New York, NY: Columbia University Press, pp. 322-335.

Waltz, Kenneth N. (2001), Man, the State and War. A Theoretical Analysis, New York, NY: Columbia University Press.

Waltz, Kenneth N. (2010), Theory of International Politics, Long Grove, IL: Waveland Press Inc.

Wohlforth, William C. (2010) “Realism”, Christian Reus-Smit, & Duncan Snidal (ed.), The Oxford Handbook of International Relations, Oxford: Oxford University Press, pp. 131-148.


Editado por: Global Strategy. Lugar de edición: Granada (España). ISSN 2695-8937 FUENTE https://global-strategy.org/teorias-realistas-para-comprender-la-politica-internacional/

La geopolítica mundial entró en lo que yo llamaría la “posguerra fría tardía”. 

En otras palabras, hemos entrado en una nueva etapa donde la supremacía estadounidense es superada por la nueva realidad del país: su declive geopolítico.

Por por Carlos Pennaforte socio estrategico de Dossier Geopolitico para LeMondeDiplomatique Brasil

https://diplomatique.org.br/a-parceria-estrategica-entre-moscou-e-beijing-2/

La reunión entre Vladimir Putin y Xi Jinping en febrero de 2022 debe considerarse histórica desde un punto de vista geopolítico y estratégico. Marca el “fin de la Posguerra Fría”, que comenzó en 1989 con la desintegración del llamado bloque socialista y, en diciembre de 1991, con la extinción de la Unión Soviética. Durante la década de 1990, el mundo fue asolado por lo que sería el “fin de la historia” y por la supremacía del liberalismo occidental, por la globalización y consecuentemente por las crisis económicas globales. Y en pleno siglo XXI con la crisis económica de 2008.

La geopolítica mundial entró en lo que yo llamaría la “posguerra fría tardía”. En otras palabras, hemos entrado en una nueva etapa donde la supremacía estadounidense es superada por la nueva realidad del país: su declive geopolítico. Immanuel Wallerstein y Giovanni Arrighi lo señalaron hace más de una década. Y la realidad se está confirmando. El mundo ya no acepta que una nación establezca la agenda mundial. Tanto geopolítica como económicamente.

Para los analistas liberales lo que importa es exclusivamente la economía. La geopolítica misma es despreciada por su visión a corto plazo y se basa en la idea de que el capitalismo occidental sigue siendo el ganador del choque entre socialismo y capitalismo . Sin embargo, el temor a una Rusia fuerte a nivel nacional y bajo un liderazgo fuerte genera preocupación en Washington. En las últimas décadas, Rusia se ha recuperado desde el punto de vista económico, social y militar, emergiendo nuevamente (como en los tiempos de la URSS) como una gran potencia.

El retraso en la “transición al capitalismo liberal-occidental” tanto de rusos como de chinos preocupa a los estadounidenses: hasta ahora no ha habido “revoluciones de terciopelo”. Los países antisistémicos como Rusia y China , que tienen proyectos nacionales propios, son el verdadero problema detrás de la retórica beligerante de Washington, tanto de demócratas como de republicanos, contra Beijing y Moscú.

A pesar del fin de la URSS, los ideólogos de Washington no han abandonado el paradigma del choque entre capitalismo y socialismo y, en especial, Rusia como el mayor obstáculo geopolítico y estratégico de EE.UU. en Europa. Si la alianza militar socialista (Pacto de Varsovia) se desmanteló de inmediato, no ocurre lo mismo con la OTAN desde la década de 1990. En sentido contrario, la OTAN se mantuvo intacta y aumentó su influencia hacia Europa del Este. Letonia, Estonia, Lituania y Hungría, por ejemplo, se convirtieron en miembros de la alianza militar occidental sin razón aparente que creara la necesidad de unirse a ella.

camaradería
Xi Jinping y Vladimir Putin (Crédito: Alexei Druzhinin/Kremlin)

Moscú desde 1991 nunca ha practicado una postura que pueda calificarse de ofensiva contra ningún país de Europa del Este o en términos globales. Su actuación siempre ha estado dentro de las normas y el derecho internacional, a diferencia de Washington. Por otro lado, los gobiernos estadounidenses buscan catalogar a Rusia como una amenaza para la “seguridad” europea o mundial, sin ningún ejemplo concreto.

La retórica de la “amenaza rusa” cobró protagonismo tras la reanudación de Crimea en 2014 y la acción exterior en crear una “revolución de terciopelo” que allanaría el camino para lo que estamos viendo hoy: la inclusión de Ucrania en la OTAN sin motivo alguno. y poner la seguridad de Rusia en una situación delicada. Mirando el tablero geopolítico, Rusia recuperó la península de Crimea (con población mayoritariamente rusa) que fue suya hasta 1956, cuando fue cedida a la entonces Ucrania soviética. Una salida importante para evitar la “primera ola” de intentos de llegada a las fronteras rusas.

La «segunda ola» de la «cabeza de puente» de la OTAN en Ucrania «hacia» Rusia se ha estado desarrollando desde finales de 2021 y ha sido abordada enérgicamente por el Kremlin. En occidente, la guerra informativa liderada por los medios proestadounidenses es intensa. Rusia todavía es vista como la URSS de la era de la Guerra Fría: amenaza al “mundo libre” y ahora a la democracia ucraniana. La transmisión de Washington de la inminente pero no ocurrida “invasión rusa” es un tema recurrente en los medios occidentales.

Lo que está en juego es exclusivamente el derecho de una nación a garantizar las condiciones mínimas de seguridad territorial para su población. ¿No es así como los estadounidenses señalaron la crisis de los misiles cubanos de 1961? Esta es la cuestión de Ucrania en la OTAN. De hecho, queda una pregunta: ¿cuál es el significado de su existencia en la OTAN en el siglo XXI?

Charles Pennaforte tiene un doctorado en Relaciones Internacionales. Profesor de la carrera de Relaciones Internacionales y del Programa de Posgrado en Historia de la Universidad Federal de Pelotas. Coordinador del Laboratorio de Geopolítica, Relaciones Internacionales y Movimientos Antisistémicos (LabGRIMA) y del Grupo de Investigación CNPq Geopolítica y Mercosur (GeoMercosur).

VERSION PORTUGUESA:

A geopolítica mundial entrou no que eu chamaria de “Pós-Guerra Fria Tardia”. Ou seja, entramos em uma nova etapa onde a supremacia estadunidense é superada pela nova realidade do país: o seu declínio geopolítico

O encontro entre Vladimir Putin e Xi Jinping em fevereiro de 2022 deve ser visto como histórico sob o ponto de vista geopolítico e estratégico. Marca o “fim do Pós-Guerra Fria” iniciado em 1989 com a desagregação do então chamado bloco socialista e, em dezembro de 1991, com a extinção da União Soviética. Durante a década de 1990 o mundo foi assolado pelo que seria o “fim da história” e pela supremacia do liberalismo ocidental, pela globalização e consequentemente pelas crises econômicas globais. E no século XXI com crise econômica de 2008.

A geopolítica mundial entrou no que eu chamaria de “Pós-Guerra Fria Tardia”. Ou seja, entramos em uma nova etapa onde a supremacia estadunidense é superada pela nova realidade do país: o seu declínio geopolítico. Immanuel Wallerstein e Giovanni Arrighi já apontaram isso há mais de uma década.  E a realidade vem se confirmando. O mundo não aceita mais que uma nação determine a agenda mundial. Tanto geopolítica como economicamente.

Para os analistas liberais o que importa é exclusivamente a economia. A geopolítica em si é desprezada pela visão de curto alcance e baseada na ideia de que o capitalismo ocidental é, ainda, o vencedor do embate socialismo versus capitalismo.  Contudo, o medo de uma Rússia forte sob o ponto vista nacional e sob uma liderança forte causa preocupação em Washington. Nas últimas décadas a Rússia recuperou-se do ponto vista econômico, social e militar, voltando a despontar (como nos tempos da URRS) como uma grande potência.

A demora na “transição para o capitalismo liberal-ocidental” tanto de russos como de chineses é uma preocupação para os estadunidenses: não ocorreram “revoluções de veludo” até o presente momento.  Países antissistêmicos como a Rússia e a China que possuem projetos nacionais próprios são o verdadeiro problema por trás da retórica beligerante de Washington tanto de democratas como de republicanos contra Beijing e Moscou.

Apesar do fim da URSS, os ideólogos de Washington não abandonaram o paradigma do embate capitalismo versus socialismo e, principalmente, da Rússia como o maior obstáculo geopolítico e estratégico dos EUA na Europa. Se a aliança militar socialista (Pacto de Varsóvia) foi imediatamente desmantelada, o mesmo não ocorreu com a Otan desde a década de 1990. Na direção oposta, a Otan se manteve intacta e aumentou a sua influência em direção ao Leste Europeu. Letônia, Estônia, Lituânia e Hungria, por exemplo, passaram a ser membros da aliança militar ocidental sem nenhum motivo aparente que gerasse a necessidade de ingressar nela.

parceria
Xi Jinping e Vladimir Putin (Créditos: Alexei Druzhinin/Kremlin)

Moscou desde 1991 não nunca praticou uma postura que possa ser classificada como ofensiva contra qualquer país do Leste Europeu ou em termos globais. Sua atuação sempre esteve dentro das normas e do Direito Internacional, ao contrário de Washington.  Por outro lado, os governos estadunidenses procuram classificar a Rússia como uma ameaça à “segurança” europeia ou global, sem nenhum exemplo concreto.

A retórica da “ameaça russa” ganhou destaque após a retomada da Crimeia em 2014 e da atuação externa na criação de uma “revolução de veludo” que abriria caminho para o que estamos vendo hoje: a inclusão da Ucrânia na Otan sem nenhum motivo que justificasse e colocando a segurança da Rússia em uma situação delicada. Olhando o tabuleiro geopolítico, a Rússia recuperou a península da Crimeia (com população de maioria russa) que era sua até 1956, quando foi cedida a então Ucrânia soviética. Uma saída importante para impedir a “primeira onda” de tentativa de chegada às fronteiras russas.

A “segunda onda” para a “cabeça de ponte” da Otan na Ucrânia “rumo” à Rússia está se desenvolvendo desde o final de 2021 e vem sendo enfrentada de maneira enérgica pelo Kremlin. No Ocidente a guerra de informações capitaneada pela mídia pró-EUA é intensa. A Rússia é ainda vista como a URSS dos tempos da Guerra Fria: ameaça o “mundo livre” e agora a democracia ucraniana.  A difusão da por parte de Washington da “invasão russa” iminente, mas que não acontece é tema recorrente na mídia ocidental.

O que está em jogo é exclusivamente o direito de uma Nação garantir as condições mínimas de segurança territorial de sua população. Não foi assim que os estadunidenses assinalaram na Crise dos Mísseis de 1961 em Cuba? Está é a questão da Ucrânia na Otan. Aliás, fica uma pergunta: qual o sentido de sua existência da Otan em pleno século XXI?

Charles Pennaforte é doutor em Relações Internacionais. Professor do curso de Relações Internacionais e do Programa de Pós-Graduação em História da Universidade Federal de Pelotas. Coordenador do Laboratório de Geopolítica, Relações Internacionais e Movimentos Antissistêmicos (LabGRIMA) e do Grupo de Pesquisa CNPq Geopolítica e Mercosul (GeoMercosul).

Retornamos a las tradicionales columnas de todos los viernes de Política Internacional por Radio Belgrano AM 650 de la Ciudad de Buenos Aires Capital de la República Argentina en el Programa «ayer y Hoy» que conduce el Periodista De Renzis

AUDIO:

Invitado por el Profesor mexicano Dr. Jesus Lopez Almejo para su sitio en Youtube: «TuProfeDeRI», dictó una Cátedra extraordinaria el español Dr. Francisco Javier Martinez Lopez, sobre la temática: «Panregiones de Karl Haushofer » en especial un análisis profundo sobre Pan Otomanismo y Pan Turquismo, el neootomanismo, las estrategias de Rusia frente a la OTAN, y el triste papel de la Unión Europea y varias informaciones de gran importancia históricas y documentales que hacen de esta Clase en Video sea imprescindible para los estudiosos serios de la temática de la Geopolítica y las relaciones Internacionales como de la Real Politik. Carlos Pereyra Mele Director de Dossier Geopolitico

La Declaración Conjunta de Rusia y China del pasado 4 de febrero sentó los principios y las normas con las que se proponen superar el caos actual y organizar el Nuevo Orden Mundial.  

Al firmar la incorporación de Argentina a la Nueva Ruta de la Seda y la Franja (BRI, por su nombre en inglés), el presidente Alberto Fernández trajo de China un triunfo mayor. El país se incorporó al Nuevo Orden Mundial en construcción un día después de que Vladimir Putin y Xi Jinping presentaron los principios y normas para organizarlo. Después de tres décadas de dominio imperial único, falta de reglas institucionales, y vaciamiento del sistema de las Naciones Unidas, el Documento Conjunto de los presidentes de Rusia y China sienta bases firmes para superar el caos y poner orden en las relaciones internacionales. Para quienes recién nos incorporamos, es bueno conocerlo para saber hacia dónde vamos y cómo pasamos del viejo al nuevo mundo sufriendo lo menos posible en la transición.

Xi Jinping y Vladimir Putin se reunieron el viernes 4 en Beijing con el pretexto de inaugurar los Juegos Olímpicos de Invierno, pero en realidad para sacar la “Declaración conjunta de la Federación Rusa y la República Popular China sobre las relaciones internacionales en una nueva era y el desarrollo global sostenible” que sus equipos venían redactando desde hace meses. Por su alcance y trascendencia vale la pena analizarlo en detalle.

La introducción del texto caracteriza la transición del unilateralismo a la multipolaridad y los fenómenos concomitantes del cambio de un sistema mundial a otro, pero advierte lo siguiente: “Algunos actores que no representan más que una minoría en la escala internacional siguen defendiendo enfoques unilaterales para abordar las cuestiones internacionales y recurren a la fuerza (…).” Este primer párrafo termina con una convocatoria programática: “Las partes hacen un llamamiento a todos los Estados para que busquen el bienestar para todos y, con estos fines, construyan el diálogo y la confianza mutua, (…) defiendan valores humanos universales como la paz, el desarrollo, la igualdad, la justicia, la democracia y la libertad, respeten el derecho de los pueblos a determinar de forma independiente las vías de desarrollo de sus países (…), busquen una auténtica multipolaridad en la que las Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad desempeñen un papel central y de coordinación, promuevan unas relaciones internacionales más democráticas y garanticen la paz, la estabilidad y el desarrollo sostenible en todo el mundo.” Esta convocatoria estructura todo el documento y organiza sus cuatro apartados:

⦁ I: “Las partes entienden que la democracia es un valor humano universal, más que un privilegio de un número limitado de Estados, y que su promoción y protección es una responsabilidad común de toda la comunidad mundial.

Las partes creen que la democracia es un medio de participación de los ciudadanos en el gobierno de su país con vistas a mejorar el bienestar de la población y aplicar el principio del gobierno popular.”

La democracia es el sistema de gobierno que todos los pueblos ambicionan, pero sus formas son múltiples y sólo cada pueblo tiene el derecho a decidir si la organización de su país expresa y defiende sus valores nacionales. Se trata de una formulación “sustantiva” del principio democrático, que juzga el sistema político más por sus contenidos (participación popular) y sus fines (alcanzar el bienestar para todos) que por sus formas.

⦁ II: “Las partes creen que la paz, el desarrollo y la cooperación son el núcleo del sistema internacional moderno. El desarrollo es un motor clave para garantizar la prosperidad de las naciones. La nueva pandemia de coronavirus en curso supone un serio desafío para el cumplimiento de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Es vital mejorar las relaciones de cooperación en aras del desarrollo mundial y asegurarse de que la nueva etapa de desarrollo mundial se defina por el equilibrio, la armonía y la inclusión”.

El desarrollo armónico de todo el mundo es la condición de posibilidad para que todas las naciones y pueblos puedan organizarse democráticamente.

⦁ III: “Las partes están seriamente preocupadas por los graves problemas de seguridad internacional y creen que los destinos de todas las naciones están interconectados. Ningún Estado puede o debe garantizar su propia seguridad al margen de la seguridad del resto del mundo ni a expensas de la seguridad de otros Estados. La comunidad internacional debe participar activamente en la gobernanza mundial para garantizar una seguridad universal, global, indivisible y duradera.” La democracia y el desarrollo necesitan un contexto seguro en el que estén libres de amenazas a la vida, al trabajo, al hábitat, a la salud, a la educación y donde cada ser humano y cada pueblo pueda alcanzar decentemente un bienestar modesto, pero esa seguridad, para ser tal, debe ser universal integral, sistémica e interdependiente.
E inmediatamente continúa, “Las partes reafirman su firme apoyo mutuo a la protección de sus intereses fundamentales, la soberanía estatal y la integridad territorial y se oponen a la injerencia de fuerzas externas en sus asuntos internos.” Por consiguiente, “La parte rusa reafirma su apoyo al principio de una sola China, confirma que Taiwán es una parte inalienable de China y se opone a cualquier forma de independencia de ésta”.

Del mismo modo, “Rusia y China se oponen a los intentos de fuerzas externas de socavar la seguridad y la estabilidad en las regiones adyacentes, (…) se oponen a las ‘revoluciones de colores’ y aumentarán la cooperación en los ámbitos mencionados.” Y, más generalmente, “Las partes se oponen a una nueva ampliación de la OTAN y hacen un llamamiento a la Alianza del Atlántico Norte para que abandone sus planteamientos ideologizados propios de la guerra fría, respete la soberanía, la seguridad y los intereses de otros países, la diversidad de sus antecedentes civilizatorios, culturales e históricos, y adopte una actitud justa y objetiva hacia el desarrollo pacífico de otros Estados”.

También en este apartado hay largas enumeraciones de las sucesivas denuncias por EE.UU. de los tratados de la época de la Guerra Fría para el control de armamentos, contra la proliferación nuclear y sobre la reducción de los arsenales de armas de alcance medio y largo y los riesgos que tal ruptura de la normativa internacional acarrea al orden mundial. Para los signatarios uno de los componentes centrales de la seguridad internacional es la seguridad jurídica. Pacta sunt servandi, decía la fórmula romana: los pactos están para ser respetados, un principio que las potencias occidentales olvidaron muchas veces.

⦁ IV: “Las partes subrayan que Rusia y China, como potencias mundiales y miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Nacion  es Unidas, tienen la intención de adherirse firmemente a principios morales y de aceptar su responsabilidad, de defender firmemente el sistema internacional y el papel central de coordinación de las Naciones Unidas en los asuntos internacionales, de defender el orden mundial basado en el derecho internacional (…) y de construir conjuntamente relaciones internacionales de nuevo tipo”.

La referencia al rol central del sistema y la Organización de las Naciones Unidas alude a un principio metodológico central del Documento Conjunto: el Nuevo Orden Mundial se está construyendo al mismo tiempo dentro y fuera de las instituciones que gobernaron el viejo. Dentro del sistema, en la medida en que las mismas permitan el desarrollo del multilateralismo en pos de asegurar la paz, la democracia, la seguridad y el bienestar para toda la humanidad. Ambas potencias defienden la vigencia de este sistema, aunque reclaman que en ellas se introduzcan profundas reformas. Al mismo tiempo, promueven la creación de nuevas instituciones fuera del sistema de la ONU, para atender y resolver problemas específicos hasta ahora no previstos. De este modo, la transición se está produciendo pragmáticamente, combinando viejas y nuevas prácticas e instituciones, aunque todavía en medio de un gran desorden.

Entre los párrafos finales de la Declaración hay algunas valoraciones inusuales en documentos diplomáticos o políticos: “Las partes reafirman que las nuevas relaciones interestatales entre Rusia y China son superiores a las alianzas políticas y militares de la época de la Guerra Fría. La amistad entre los dos Estados no tiene límites.” Es decir, que ambas potencias han decidido establecer una «amistad que no conoce límites». «Amistad sin límites» es una fórmula cuidadosamente elegida, para que carezca de sentido para el público occidental, que lo verá sólo como «tópicos piadosos y vagos sin obligaciones vinculantes», pero estará muy claro para quienes proceden de la cultura rusa y china. Da al vínculo un sustento afectivo mucho más profundo que la mera relación política y económica.

La declaración conjunta tiene una enorme lógica interna y mucha sistematicidad: el rechazo al unilateralismo y la defensa del multilateralismo implican remplazar la fórmula norteamericana de “relaciones internacionales ajustadas a reglas”, que nadie define y cambian permanentemente, por el retorno al sistema de las Naciones Unidas como fundamento del orden internacional.

Obviamente ese sistema necesita profundas reformas, pero no se lo puede ni debe abandonar. Inmediatamente después la declaración define la democracia como el único sistema apto para la participación popular en el poder, pero le reconoce tantas formas como culturas hay en el mundo. El multilateralismo y la democracia requieren un entorno seguro, pero la seguridad sólo puede ser integral (política, militar, económica, social y cultural), sistemática e interdependiente.

Consecuentemente, ambas potencias reafirman la soberanía estatal y la intangibilidad de la unidad territorial, un capítulo muy caro para nosotros, los argentinos. Esta reivindicación incluye el principio de no intervención en los asuntos internos de otros estados. Son principios y valores que ambas potencias ya vienen implementando desde hace años mediante la Nueva Ruta de la Seda y la Franja y el Espacio Económico Euro-Asiático (EEEA) liderado por Rusia, pero que ahora adquieren fuerza normativa.

Para los países que, como el nuestro, se han incorporado a la Franja y la Ruta, pero siguen siendo dependientes de EE.UU., se plantea la pregunta de cómo realizar la transición entre el viejo y el nuevo mundo con el menor costo posible. No es casual la coincidencia temporal entre la adhesión argentina, la inauguración de los Juegos Olímpicos con la presencia de doce jefes de Estado y la presentación de la Declaración Conjunta. Por la vulnerabilidad que Argentina padece como producto de los gobiernos procoloniales desde 1955 y agravada en el período 2015-19, nuestro país –como otros de desarrollo medio – no tiene la fuerza como para sentarse a la mesa directiva del nuevo orden mundial, pero tiene el peso e influencia regional suficientes, como para motivar la yuxtaposición de acontecimientos tan relevantes. A través de Argentina Vladimir Putin y Xi Jinping abren a toda Nuestra América (como la llamó José Martí) la puerta del Nuevo Orden Mundial. 

Si Argentina, México y Brasil se integran al proyecto, el continente los seguirá. Ya la presidencia argentina en CELAC puede servir para dar coherencia a las políticas regionales y comenzar a negociar con ambas potencias como un bloque. Este trabajo conjunto puede facilitar sinergias y sacar más provecho de la incorporación. Sin embargo, la coordinación de las tratativas con el bloque euroasiático requiere superar las estrategias integracionistas aplicadas desde la década de 1950, para que el continente confluya en principios básicos de su presencia internacional así como en las políticas monetaria, financiera y de seguridad.

La transición hacia el Nuevo Orden Mundial será conflictiva y traumática. Sólo aquellos países y movimientos que tengan claros sus valores, principios y objetivos podrán saltar de un bote al otro sin caerse al agua.


* Eduardo J. Vior es analista internacional

TELAM: https://www.telam.com.ar/notas/202202/583297-opinion-vior-china-argentina-rusia-orden-internacional.html

Se trata de que el mundo que hoy vivimos y se pretende resetear, es un mundo en el cual, desde el inicio de la pandemia y según datos del FMI, la deuda pública global sobrepasa el producto bruto mundial y la deuda pública y privada del sector no financiero lo triplica.

Jorge Casals LLano

Para evitar confusiones, y como definiciones de geopolítica existen casi tantas como autores que se refieran a ella, bueno resulta comenzar por la que consideramos válida porque incluye, además de los mecanismos que se utilizan para incidir sobre el «orden» global establecido y la estrategia orientada a tal fin, el propio «orden», sea el existente o el que se pretende alcanzar. En el mismo sentido y para evitar confusiones, resulta útil aclarar que se parte para el análisis de la premonición marxista de que un modo de producción no es sustituido por otro hasta que este no haya agotado todas sus posibilidades y también de que el intento de manipulación mediática implícito en la declaración de la necesidad del «gran reinicio» está incluido y forma parte de la estrategia, ahora a lo lampedusa, haciendo parecer que todo cambia para que nada cambie.

Resulta imprescindible precisar, para continuar, que al referirnos al «orden» global existente, o más precisamente, al «orden» global todavía predominante, lo hacemos obviamente refiriéndonos al capitalismo, y más precisamente al capitalismo decadente y que por ello mismo, según el Foro Económico Mundial (Foro de Davos) y la revista The Economist, necesita de un «gran reinicio», y a su también decadente paradigma, EE. UU., que su presidente hoy intenta reconstruir.

No parece necesario, aquí y ahora, detallar cuánto significó el capitalismo para el desarrollo de la humanidad. Al menos una parte de los que habitamos hoy el planeta, en particular aquella que vive en el reducido mundo burgués –ni qué decir del 1 % de ese mundo– y la clase media que lo acompaña, alcanza hoy niveles de vida ni siquiera soñados 100 o 150 años atrás, o incluso a finales del pasado siglo, hace solo más de 20 años; tampoco hace falta referirse a cómo ese mismo capitalismo –cuya existencia solo es posible revolucionando constantemente los  medios de producción y expoliando los recursos del planeta que habitamos– ha puesto al mundo al borde de la catástrofe por el calentamiento global y el cambio climático.

Sin embargo, parece oportuno analizar si el sistema agotó sus posibilidades de funcionar y desarrollarse (y cuánto ello se ajusta al anuncio de Marx), incluso si fuera capaz de mantenerse en los estrechos e inhumanos marcos depredadores del egoísmo liberal burgués a que se nos invita por la élite del poder mundial.

Se trata de que el mundo que hoy vivimos y se pretende resetear, es un mundo en el cual, desde el inicio de la pandemia y según datos del FMI, la deuda pública global sobrepasa el producto bruto mundial y la deuda pública y privada del sector no financiero lo triplica; es un planeta en el que el número de pobres se ha incrementado en más de cien millones y en el que han muerto más de ocho millones, mientras que la riqueza de las farmacéuticas que producen vacunas se ha incrementado en más de 350 000 millones de dólares y en el que la riqueza acumulada de las primeras 11 (considerando los precios de sus acciones en bolsa) representa cerca del 16 % del producto bruto mundial y se desempeña en las esferas de los servicios y medios interactivos, la tecnología de hard y software, el comercio minorista en internet, solo una en semiconductores y también una en petróleo.

Es el mismo mundo en el que se pretende firmar (y seguramente se firmará) un acuerdo que garantice que de estallar una guerra convencional esta no derive en guerra nuclear, aunque todos sabemos que EE. UU. se ha encargado de situar los posibles escenarios del inicio de una nueva guerra lejos de su territorio, lo que les resultaría incluso conveniente de considerarse solo sus estrechos intereses geopolíticos incluyen la reducción de las potencialidades (todas) de los participantes directos en los campos de batalla y crearía destrozos que ellos podrían ayudar a reconstruir, claro, como después de la Segunda Guerra Mundial.

Luego del reseteo (reinicio) el mundo que nos espera, o mejor, el que espera el megacapitalismo, pudiera resumirse a partir de lo publicado en The Economist: El trabajo a distancia se mantendrá, en viviendas más tecnológicas y con las condiciones requeridas; la cantidad y la calidad del trabajo serán medidas por plataformas tecnológicas que lo evaluarán según los resultados; habrá una drástica reducción del empleo, pues la Inteligencia Artificial (IA) reemplazará el trabajo vivo cada vez más aceleradamente, sustituyendo primero las labores más sencillas, comenzando por la producción de bienes y servicios y el comercio minorista y luego las más complejas, incluida la educación, que se modificará, y la atención médica, que también lo hará y cada vez más aceleradamente, aumentarán el ocio, la recreación, la alimentación sana…

Pero por más que se busque nada puede leerse sobre cómo se pretende, con el  «gran reseteo», resolver lo relacionado con la pobreza y el desempleo, incluido el que resulte de la aplicación masiva y acelerada de la Inteligencia Artificial, ni siquiera lo relacionado con la urgencia de resolver los problemas del calentamiento global y el cambio climático luego del fracaso de la Cop26 con sus promesas huecas, tan huecas como las del New Green Deal usamericano o el Pacto Verde europeo, y ni qué hablar sobre la regresión social, la derechización del pensamiento y el cuestionamiento a la democracia, lo que por supuesto incluye a la liberal burguesa, rasgos con cada vez mayor prevalencia en las sociedades del denominado occidente, en particular EE. UU.

Y aunque occidente y el mundo posreseteo pretendan pasarlo por alto, en tanto que el «gran reinicio» se concibe como más capitalismo en el que seguirán imponiéndose y cada vez más las megaempresas, los megabancos y el individualismo exacerbado, nadie puede hoy obviar que el consumo en EE. UU., en gran medida, depende no de lo que produce, sino de lo que produce el socialismo en China, y que la energía que consume Europa no solo depende de la que produce, sino también de la que importa no de occidente, sino de Rusia, y que la interrupción de tales suministros no solo llevaría a su encarecimiento, al desmantelamiento de las actividades productivas y a la liquidación masiva de puestos de trabajo, sino que todo ello agudizaría la crisis y la competencia intercapitalista que profundizaría aún más la ya crisis crónica y acercaría la posibilidad de guerras a las que inevitablemente conduce la competencia propia del capitalismo, pero que ya la humanidad y el mundo en que vive no se pueden permitir.

Fuente: https://www.granma.cu/mundo/2022-01-11/la-geopolitica-global-y-el-gran-reinicio-11-01-2022-22-01-00

Por Wim Dierckxsens y Walter Formento

Introducción 

El fracaso de la política globalista de llamada “agenda climática” o “verde” es un hecho de características significativas, que implica el no avance por el mapa de poder trazado por el Globalismo en 1999-2021 y el no regreso al mapa de poder delineado ya por el Continentalismo estadunidense y su fase posterior Tricontinentalista en 1966-2001.

La puja de poder entre la OTAN y la OCS, que asumen la forma de enfrentamiento entre OTAN vs Rusia en la frontera de Ucrania-Bielorrusia y en la frontera interna Kiev-Donbás en Ucrania marca los límites de la OTAN pos Afganistán 2021 para resolver a su favor los conflictos que plantea y que se le plantean. Para la administración globalista, desde la administración Obama a la de Biden, a través de la OTAN, la crisis en Ucrania es el instrumento para evitar por todos los medios que la UE –Europa- consolide su articulación en el proyecto del Mundo Multipolar. Y, por lo tanto, la recuperación de la unidad estratégica de Europa. Para ello, en primer lugar, el Globalismo a través de la OTAN con base de apoyo en Polonia y Ucrania, busca sabotear con “todos los medios” la puesta en marcha concreta del Gasoducto Nordstream-2, que conectaría de modo directo Rusia-y-Alemania. 

La Iniciativa Globalista llamada Crisis Climática o Alternativa Verde han entrado en un momento de crisis terminal, porque los actores-e-intereses que las promovían han perdido la iniciativa, se han dispersado sus “fuerzas” e incluso están en desarrollo conflictos internos que adquieren cada vez mayor relevancia. Esto, por otro lado, se manifiesta como un regreso de las naciones del sur global a una agenda industrial y energética con iniciativa propia en el marco del multipolarismo ascendente.

Por ello, las “paradas” de suministro de energías fósiles en Europa, que ya está expuesta a las primeras olas de frio, se transforman en fuerzas que movilizan, bloquean y generan nuevas situaciones y escenarios, donde emergen y se consolidan estos actores ascendentes e incluso incluyendo nuevos.

Por ello, las amenazas de operaciones bélicas desde la OTAN no van más allá de su repliegue desordenado en Afganistán y ponen de manifiesto su pérdida de capacidades de proyectar poder económico técnico-militar, económico de inclusión social y estratégico cultural. Solo quedando aun la 4ta Ola de Covid-19, nuevamente tomando a la UE (Alemania-GB-Francia-Italia-etc.) como centro.

El «fracaso» de la COP26 y la agenda de la llamada “crisis climática” de la ONU

Hace 12 años, cuando las llamadas naciones en desarrollo se negaron a limitar su crecimiento económico. Luego, hace 7 años en París 2015, cuando nuevamente las naciones en desarrollo –o periféricas a los países centrales– recibieron carta blanca para seguir aumentando las emisiones. Y cuando llegó el momento de la crisis en 2021, las naciones en desarrollo –ahora participando de la Nueva Ruta de la Seda multipolar-, encabezadas por India, China, Sudáfrica e Irán, sabían claramente que no podían hacer funcionar sus economías sin carbón y otros combustibles fósiles, y mucho menos desarrollar cultivos y aliviar la pobreza. Por ello, el “Acuerdo” perdió respaldo o fuerza. 

Entonces, los organizadores de la ONU aceptaron los Hechos concretos y también cambiar la palabra “eliminación” por “fase descendente” lo cual termino de destruir el Acuerdo. Entonces, ahora, podrán seguir quemando todo el carbón que requieran, durante el tiempo que quieran. Entonces, lo que la COP26 realmente ha acordado se reduce a reunirse nuevamente el próximo año 2022. De hecho, se reconoció que las emisiones seguirían aumentando hasta 2030. Incluso, el llamado “Tercer Mundo” exige cada vez más. Las “naciones en desarrollo” plantean que se incremente el financiamiento para la adaptación al cambio climático, no quieren dinero para paneles solares. Prefieren tenerlo para desarrollar “capacidades” para enfrentar lo que el “cambio climático” de las transnacionales globales “produce” social y ecológicamente.

En la reunión en Glasgow-Escocia del COP26, hemos visto el principio del fin de la agenda climática de la ONU. El final del camino o de una estrategia discursiva del Globalismo que legítimo, desde fines de 1990, la deslocalización industrial desde los países centrales a los periféricos del tercer mundo, como modo de manifestarse el despliegue del Globalismo Unipolar Transnacional. Redefiniendo las realidades e incluso el modo cómo lo denominamos, su conceptualización: de País Central o Desarrollado a Norte Global y de País Periférico o Subdesarrollado a Sur Global. Pero en 2021, 30 años después, en un marco general internacional donde la Iniciativa Estratégica ya paso y está en “manos” de las Naciones que promueven el despliegue de la estrategia Multipolar Plurinacional. 

Esto nos muestra que los llamados “países en desarrollo” de todo el mundo se ponen de pie y se niegan a reducir el consumo de combustibles fósiles, porque saben que no tienen otra alternativa hoy, si su objetivo es desarrollar sus economías, naciones y dar a sus pueblos inclusión social y política, una mayor capacidad de consumo de bienes y servicios económicos y culturales, y una vida mejor. Pero también es claro que los actores trasnacionales-financieros-globales ya no pueden imponer sus condiciones para producir de modo global, según el orden disperso local-nacional que ellos “necesitan”, según un criterio de maximización de tasa de ganancia transnacional global. 

Los precios del gas en la UE, el NS2 y el cierre del oleoducto de Bielorrusia

Los precios europeos del gas natural continúan subiendo después  que  se “observaron” retrasos en el gasoducto Nord Stream 2 a fines de noviembre y, además, ahora un importante gasoducto de crudo de Rusia a Europa ha “detenido temporalmente” los flujos, debido a «reparaciones no programadas». 

El gigante de las exportaciones Transneft escribió: «Se iniciaron reparaciones no programadas en uno de los ramales del oleoducto Druzhba, limitando el flujo en dirección a Polonia durante aproximadamente tres días”. El operador de la sección bielorrusa, dijo que el mantenimiento comenzó el 16 de noviembre. Habiendo restringido el bombeo [de crudo] hacia Adamowa Zastawa [en Polonia] provisionalmente durante tres días, pero el plan para el mes no se revisa», dijo Transneft. 

https://assets.zerohedge.com/s3fs-public/styles/inline_image_mobile/public/inline-images/pipe_1.png?itok=Xnel9rcY

Druzhba es una de las redes de oleoductos más grandes del mundo. Su red se divide en dos y bombea el crudo a una sección norte, Polonia y Alemania, y una parte a la sección sur, Ucrania a Eslovaquia, la República Checa y Hungría.

Las reparaciones no programadas, se producen días después de que el líder bielorruso Alexander Lukashenko  amenazara  con cortar el suministro de gas de tránsito de Rusia a Europa debido a una “crisis migratoria” en la frontera entre Bielorrusia y Polonia. Esto se agrega al ahora retrasado proceso de aprobación para el gasoducto Nord Stream 2.

El regulador de energía de Alemania, anunció el martes que suspendió el proceso de certificación para el nuevo  gasoducto que  conecta Alemania y Rusia, luego de dictaminar que el operador que ésta dentro de Alemania no cumple con las condiciones establecidas por las leyes en Alemania.

La empresa “Nord Stream 2 AG”, que tiene su sede en Zug (Suiza), ha decidido no transformar su forma legal existente. Solo fundar una subsidiaria bajo la ley alemana únicamente para gobernar la parte alemana del oleoducto. Entonces, el índice de referencia europeo para el Gas, ha subido al menos un 33% esta semana. 

El cierre por mantenimiento de Druzhba y el retraso del proceso de certificación de Nord Stream 2 llegan en el peor momento posible. La UE se enfrenta a una crisis energética masiva. Mientras, los niveles de almacenamiento de gas natural en Europa son los más bajos desde 2013. Y estos retrasos “inesperados” en los flujos de gas natural y crudo de Rusia a Europa se dan antes de la  primera ráfaga fría de la temporada invernal, ya que la inflación energética y las interrupciones de la cadena de suministro, debido a la crisis energética y la pandemia, podrían combinarse de un modo “complejo” en un «invierno de descontentos», alimentando inestabilidades socioeconómicas en Europa. 

Estados Unidos, Biden y la “Caída de las reservas SPR

La administración de Biden estaría absolutamente “preocupada” por detener la subida de los precios minoristas de la gasolina en EEUU. Incluso habría hecho una “movida” donde solicito al presidente Xi que liberara parte de la Reserva Estratégica de Petróleo de China, pero JPMorgan-Texas ha confirmado que era «muy poco probable» que esto sucediera. De hecho China accedió pero aún siguió la tendencia al alza del petróleo.

Resulta que el SPR estadounidense ha experimentado reducciones durante 10 semanas consecutivas, durante las cuales se han retirado más de 15 millones de barriles de crudo. 

Como podemos observar la tendencia descendente en el uso y perdida de SPR -reservas estratégicas- viene desde marzo-septiembre de 2020, cuando una serie de crisis internas de poder en EEUU sucedieron ej.: la puja de poder y enfrentamiento entre dos fracciones financieras en el mercado de TICS, que impacto sobre el conjunto de las empresas que cotizan. 

https://assets.zerohedge.com/s3fs-public/styles/inline_image_mobile/public/inline-images/bfm6268.jpg?itok=U7UJ2uom

Con 606 millones de barriles, la SPR está en su nivel más bajo desde 2003, y parece que habrá más caídas. Como señala Bloomberg, la retirada de 3,25 millones de barriles del SPR es la mayor en más de una década. Aunque la tendencia a la perdida de Reservas Estratégicas de Petróleo comenzó en 2011, en la pos crisis financiera global de 2008-2009 y no ha sido revertida aún. 

Desde la liberación coordinada de las reservas de emergencia –SPR- en marzo-septiembre de 2011 y el llamado “levantamiento libio o de Gaddafi” con el “concurrente asesinato de Muammar Gaddafi” en octubre de 2011 por la OTAN, no se habían “gastado” tanto de las cavernas de almacenamiento en una sola semana. Además, también está claro que el “uso” de SPR –Strategic Petroleum Reserve-, del que tanto se habla, se está produciendo sigilosamente. 

Pero hay algo más, a pesar de liberar reservas estratégicas de petróleo               durante 10 semanas seguidas, los precios de la gasolina en el surtidor en EEUU han aumentado más del 7%. Por lo tanto, el uso de reservas estratégicas no está destinado al mercado interno norteamericano. ¿Tal vez están siendo destinadas a consumos presentes y futuros de la OTAN? Como en el 2011. Incluso es importante tomar nota que, EEUU y Biden han decidido dejar de confrontar con las empresas de combustibles fósiles.

https://assets.zerohedge.com/s3fs-public/styles/inline_image_mobile/public/inline-images/bfm37FF_0.jpg?itok=whf9Hypk

Pero, aunque el aumento de voces y diálogos sean crecientes, lo concreto es que el precio del petróleo internacional viene subiendo desde noviembre de 2020 de modo acelerado y sin interrupciones, aunque a partir de octubre-noviembre de 2021 se ha acelerado del mismo modo que lo hizo este febrero-marzo de 2021. 

Putin y Biden, reunión marco y juego de sombras

Estaba confirmado que Vladimir Putin y Joe Biden tendrían lo que se anuncia como una conversación «larga» (mediante video). Teniendo en cuenta las “tensiones extremas” que están teniendo lugar entre Estados Unidos, la OTAN, la UE y Rusia-OCS, este evento es nuevamente definido como un momento decisivo. 

Veamos qué han estado haciendo las dos partes: EEUU ha aumentado las “tensiones” lo más alto posible, tanto con una avalancha de declaraciones belicosas como mediante la participación en ejercicios de «acoso menor» cerca de la frontera rusa. La principal (y única) ventaja de esta estrategia previa a las negociaciones es que cuesta muy poco dinero y tiene un efecto de relaciones públicas, hacia adentro, importante. Las dos principales desventajas de esta estrategia previa a las negociaciones son 1) tienden a llevar arrinconar, limitar los márgenes, a Biden, de modo que cualquier tipo concesión, por razonable que sea, puede ser presentada como una “rendición ante el malévolo Putin” lo que lo debilitaría principalmente hacia adentro de Estados Unidos con los Republicanos comandados por Texas-Florida; y 2) en la Rusia-OCS saben que todo este ruido de sables es solo “humo” y, bien leído, un signo de debilidad. Por lo tanto, es solo una jugada para adentro del Unipolarismo Financiero en EEUU principalmente, pero también para intentar reducir los márgenes de acción en la UE continental de Alemania-Francia-Italia-España-etc., y de Escocia en el RU. 

Rusia ha hecho protestas verbales comparativamente «más fuertes» y ha mencionado «líneas rojas» que el Imperio Global (en la OTAN) ha ignorado por completo. Rusia, también, han realizado movimientos militares reales que han preocupado a la OTAN, incluido el repentino lanzamiento hacia el Pacífico de todos los submarinos estratégicos de la Flota Rusa de ese océano.

El problema podría llegar a plantearse de este modo: «Biden» ha “permitido” que los continentalistas ruso-fóbicos coloquen a la Administración Biden en el mismo rincón, donde esos mismos locos de Texas-Florida “atraparon” a Trump: un lugar donde no hay márgenes para negociaciones significativas. El problema principal es que en el mundo real (a diferencia del Hollywood y del de las TICs-IA), es Rusia-OCS la que está en una posición de fortaleza, mientras que Estados Unidos-OTAN están en una posición de vulnerabilidad significativa, tal como lo muestra la salida de la OTAN de Afganistán y el modo en cómo se constituyó la AUKUS.

En otras palabras, es extremadamente improbable que Rusia-OCS hagan concesiones importantes en algo, aunque solo sea para ganar tiempo. Rusia-OCS no quiere ni necesita una guerra en ningún lado, por lo que probablemente esté dispuesta a hacer concesiones relativamente menores, pero solo políticas. En términos militares, Rusia-OCS están ahora «prestos» y no se retirarán a menos que el llamado Imperio-Global-OTAN otorgue concesiones legalmente vinculantes y verificables para garantizar la seguridad de Rusia en su frontera occidental. 

La cuarta ola de Covid-19: ¿Hay condiciones para una rebelión?

En los últimos días de noviembre, la prensa corporativa y los gobiernos mundiales han producido una increíble cantidad de ruido sobre una nueva variante de COVID, la variante «Omicrón», que se habría detectado en Sudáfrica y Botswana. El pánico actual de la nueva cepa llega después de las “revueltas populares” en Europa contra las amenazas de nuevos cierres de la economía y la imposición “autoritaria” de la vacunación, cuando los casos de COVID-19 estaban aumentando en Europa. Señalan que la 4ta-Ola podría ser más grande que todas las anteriores y, por lo pronto, aún más entre los ya vacunados que los no vacunados. Se observa una “obsesión” para vacunar a toda la población sin excepción. El acento, por el momento, cae más sobre la vacunación obligatoria que sobre el confinamiento. Particularmente porque la 3ra dosis de vacunación podría significativamente limitar el poder de “daño” de la 4ta-Ola u Omicron.

Los vacunados, sin embargo, pueden contribuir justamente al desarrollo de variantes del virus y pueden acelerar la propagación del COVID, afirma el Dr. Günter Kampf, profesor asociado de higiene y medicina ambiental en la Universidad de Medicina Greifswald, Instituto de Higiene y Medicina Ambiental en Alemania. Como se demuestra en la revista del establishment The Lancet. El Dr. Kampf constituye una excepcional voz disidente en el establishment sobre las vacunas COVID-19. La nueva variante de Covid-19, «Omicrón», se observó primero en Sudáfrica, único país africano con niveles altos de vacunación. El Dr. Kampf afirma asimismo que la inmunidad generada por una infección por COVID es más duradera que la inmunidad obtenida por vacunación, ya que la misma pierde rápidamente efectividad.

Según datos del Johns Hopkins, las vacunas tampoco constituyen ningún ´salvavidas´ contra Covid-19 ya que el número total acumulado de muertes relacionadas con la enfermedad Covid-19 en el año 2021 y reportadas al 22 de noviembre en EEUU (con más de un mes por delante), superó la cifra de 386500 casos, cifra por encima de las 385300 muertes observadas en el año 2020. Esto ha sucedido a pesar del hecho que en el año 2020 no se vacunó a ningún estadounidense, contra el 59% de todos los estadounidenses vacunados en 2021. Entonces, nos preguntamos: ¿por qué las personas no pueden tener derecho a elegir si dejar vacunarse o no dejar que una vacuna “entre” en su cuerpo? La único que sabemos fehacientemente es que la élite globalista necesita y está decidida a imponer su ´Económic Reset´: imponer un orden de poder consistente con sus intereses financieros unipolares globalistas.  Este Economic-Reset ya no solo está planteado en relación a los Continentalismos Unipolares norteamericano, del RU, de la UE, etc. Sino también y principalmente al Multipolarismo Pluriversal Plurinacional de los Pueblos. Para ello quiere y necesita fomentar la obediencia masiva a fin de poder imponer el New Reset Global.

Las vacunas Pfizer y AstraZeneca no se habrían aprobado, si los gobiernos hubieran exigido seis meses entre una y otra dosis en lugar de dos, debido a la severa disminución de la eficacia de la vacuna conforme pasan los meses. Lo anterior concluye el epidemiólogo Dr. Paul Elias Alexander, quien fue asesor consultor de evidencia de la pandemia de COVID de la OMS y la OPS en Washington, DC (2020) y ex asesor principal de la política de la pandemia de COVID en salud y servicios humanos (HHS) en Washington, DC, quien publicó un artículo para el Brownstone Institute con una lista de 130 estudios de investigación sobre la inmunidad natural a COVID. El doctor señala que: “Los funcionarios de salud pública y el establishment médico están engañando al público con afirmaciones de que las inyecciones de COVID-19 brindan mayor protección que la inmunidad natural. A diferencia de la  protección a corto plazo que  ofrecen las vacunas, la protección obtenida por la infección ha demostrado ser duradera y amplia.  Lo lógico sería tener un debate sobre qué hacer entonces. 

Observamos, sin embargo, que hay una obsesión a nivel internacional para tener vacunados el 100% de la población a toda costa y aplicar una tercera o cuarta vacuna. Para el mes de diciembre de 2021 podemos esperar la implementación de medidas más autoritarias: más gente vacunada y quienes se resistan podrán estar expuestas a penas cada vez más duras particularmente en EEUU. Los no vacunados serán considerados parias de la sociedad. Las vacunas contra el COVID-19 figuran como el boleto para acceder a los “privilegios” de la vida comunitaria. 

¿Cuál es la razón? Condicionan a la población a la idea de que el ser parte de la sociedad no es un derecho, sino depende de la medida en que uno esté dispuesto a cumplir con los dictados del gobierno, no importa cuáles sean. Estos mandatos de COVID-19 a la vez han creado y podrán crear un nuevo escenario de grandes protestas a nivel internacional, amenazando con otro fracaso para las fuerzas globalistas de poder imponer su Economic Reset. La lucha gira especialmente en torno a la autonomía corporal y la soberanía individual ante el asalto masivo, coercitivo y autoritario y al derecho a la soberanía individual sobre la propia vida.

Hemos de entender que después de la derrota en el COP26-Escocia, los actores globalistas se encuentran en una situación “desesperada” para imponer su Economic Reset de cualquier “modo”. Las transnacionales de la comunicación global y los “gobiernos globalistas” han producido una increíble cantidad de ruido sobre la nueva variante de COVID, la «Omicron». Al igual que con los episodios de histeria-19 en el pasado, la misma fue fomentada por las fuerzas globalistas.

La nueva variante de “histeria” se originó en el Imperial College del Reino Unido. El Imperial College ha sido la fuente de innumerables versiones de la propaganda de una «nueva cepa» de Covid-19 a fin de llevar el “miedo” por terrorismo comunicacional virtual a nivel mundial.  No hay motivo estadístico de alarma sobre esta nueva cepa ya que es una más de las miles y miles de mutaciones en el coronavirus.  

Pero, a partir de la alarma, sí observamos en los últimos días de noviembre y los primeros de diciembre de 2021 un reforzado acuerdo entre el Estado tecno-corporativo global y el gobierno de los Estados Unidos sobre los “mandatos” de las vacunas. Es simplemente la manifestación desesperada de las fuerzas fascistas-globalistas para “derrocar” la república constitucional y anular los derechos individuales. La tarea, sin embargo, no es fácil y podría ser causa no solo de rebeliones callejeras en relación con o producto de choques entre las fracciones oligárquicas de capital que componen a la fracción financiera Globalista-OTAN, Nueva York-San Francisco, y a la fracción financiera Continentalista-SouthCom, Texas-Florida. 

Una encuesta realizada en EEUU por la Sociedad para la Gestión de Recursos Humanos estimó que el 28% de los estadounidenses empleados no están dispuestos a recibir una vacuna anti-COVID, incluso si eso significara perder sus trabajos. Aunque OSHA (la Administración de Salud y Seguridad Ocupacional) exige a los empresarios con más de 100 trabajadores que vacunen a sus empleados. Aquellos que se nieguen a vacunarse, pero conserven sus trabajos, tendrán que dar negativo en la prueba de COVID semanalmente. Las empresas que no exijan que sus empleados se vacunen enfrentan multas de hasta $ 13,653 por tal violación  y 10 veces dicha cifra por violaciones intencionales o repetidas. 

La administración globalista de Biden está recibiendo mucha resistencia. La Corte de Apelaciones del 5to Circuito de los Estados Unidos en Nueva Orleans avaló la decisión de una instancia inferior, de poner en suspenso la orden considerada inconstitucional de Joe Biden para que las empresas con 100 trabajadores o más exijan vacunas contra el COVID-19. El tribunal argumentó que el mandato de la vacuna «plantea serias preocupaciones constitucionales» y excede la autoridad del gobierno federal». El fallo provocó desafíos legales en al menos 27 estados, así como de grupos empresariales y religiosos que argumentan que el mandato es inconstitucional. Hasta ahora, alrededor de 24 estados federales han presentado demandas contra los mandatos de vacunación de Biden. 

También a nivel de ciudades se observa la resistencia. En EEUU ya hay una ciudad en estado de rebelión: La ciudad de Oroville, California, se ha declarado a sí misma una “República Constitucional”, independiente de las órdenes ejecutivas emitidas por el gobierno federal y en protesta por las vacunas obligatorias, los confinamientos y los mandatos de máscaras impuestos por la administración Biden. El vicealcalde Thompson explicó: ´Creo que, en todos lados, pero especialmente en California, el tejido mismo de nuestra nación se encuentra en una encrucijada de cuánta autoridad dejaremos que obtenga el gobierno central. No creo que nadie gane cuando el gobierno central tiene mayor autoridad, enfatizó Thompson´, y agregó que ´cada vez que se pierde la libertad, generalmente se necesita un derramamiento de sangre para recuperarla. También a nivel de grandes fabricantes de automóviles observamos resistencia. Las tres grandes empresas continentalistas anti-globalistas de EEUU: Ford, General Motors y Stellantis, han acordado no exigir vacunas para los miembros del sindicato UAW.

En este punto podría surgir la pregunta: ¿cómo reaccionaría el ejército ante eventuales rebeliones sociales? También aquí nos encontramos con hechos concretos, que sorprenden. La Guardia Nacional de Oklahoma ‘rescindió’ el requisito del Pentágono de que los miembros del servicio reciban la vacuna COVID-19. El Pentágono no puede tomar medidas al respecto porque no es su jurisdicción, las tropas de la Guardia Nacional responden ante sus gobernadores.  

Es cierto también, que la gran mayoría de los fondos de la Guardia Nacional provienen del gobierno federal, que amenaza en cortarlos. Sin embargo, la única forma en que Oklahoma ‘perdería’ cualquier financiamiento federal sería por no cumplir con el Artículo 32, es decir, al ignorar el orden legal de la autoridad civil elegida, en este caso, el propio gobernador de Oklahoma quién está del lado de los “revoltosos”. Pero, en ese caso, el gobierno de Biden, donde dominan los Globalistas (Blackrock-Soros-Yellen-etc.), aparentemente no contaría con el ejército de los Estados Republicanos (la mayoría en números) para poder enfrentar la rebelión. 

Los Estados y Ciudades con población mayoritariamente republicana siguen luchando en todos los niveles contra los mandatos “autoritarios” de los intereses globalistas en el gobierno de Biden. Estos serían los modos y características que va asumiendo la puja de poder entre los intereses y oligarquías financieras Globalistas-vs-Continentalistas en Estados Unidos. Dando forma, modo y contenido a la guerra civil larvada que se viene desarrollando desde que el Gobierno Clinton-Globalista derogo la ley Glass Steagall en 1999, liberando todo el poder de las grandes Bancas Financieras de Inversión para que controlaran y subordinaran a la Banca Comercial. Y a partir de esto a las industrias. Claro que inmediatamente los Continentalistas de Texas-Florida respondieron con los golpes en las llamadas: “Caída de las Torres Gemelas” en 2001 y “Caída del Lehman Bothers-Citigroup” en 2007-08. 

Y, el 9 de diciembre de 2021, un número creciente de diputados y senadores demócratas en la Cámara y el Senado se están uniendo a los republicanos para confrontar rechazando las demandas de los globalistas en el gobierno de Biden, de imponer que las vacunas sean obligatorias. Los oponentes de éste mandato globalista argumentan que es inconstitucional. En este contexto, los tribunales que están tomando medidas para bloquear el mandato de “Biden”, no encontrarían mayor oposición en eventuales apelaciones ante la Corte Suprema. 

Mientras en Europa, el primer ministro británico, Boris Johnson, también en línea con los intereses pro-globalistas, contempla imponer su ronda de restricciones. Mientras, otros líderes europeos solo advierten que no se excedan al imponer otra ronda de bloqueos o estrictos mandatos de vacunas. El director regional de la OMS, Hans Kluge, afirma que se debe considerar el efecto que los mandatos tienen sobre la «confianza pública y pide que las naciones europeas eviten hacer que las vacunas sean obligatorias.  En el Reino Unido, un importante programa de televisión eliminó una encuesta vía Twitter (globalista) luego que mostrara que el 89% se oponen a las vacunas obligatorias, en una muestra de 42 mil encuestados. 

La credibilidad de los políticos ligados a las fuerzas globalistas que perseveran para imponer el Economic Reset a través de mandatos verticales, que esperaban poder implementar a partir del terror, el aislamiento y el ensimismamiento que causa el Covid-19, se pierde y no solo en Estados Unidos. Entonces, ¿qué otra medida les queda a los intereses globalistas para poder imponer su Economic Reset, cuando no pueden avanzar resolviendo la barrera que les imponen los Continentalismos y Localismo oligárquicos en cada nación: EEUU, Gran Bretaña, etc.  

¿Estarán preparando hacer que estalle una gran crisis bursátil, que las fuerzas globalistas han pospuesto hasta la fecha? Esta nueva crisis financiera global para imponer un escenario de guerra financiera globalista, tendrá márgenes para poder imponerla cuando es escenario internacional muestra a los actores multipolares-plurinacionales-pluriversales en la OEEA-OCS con márgenes de maniobra que les permiten hasta ahora neutralizar cualquier escenario de desestabilización global que impulsaran las fuerzas unipolares financieras, ej.: La salida relámpago de la OTAN de Afganistán o La provocación de la OTAN en Kiev contra Rusia, Ucrania y Bielorrusia.  Pronto lo vamos a ver, pero una cosa es segura, el proyecto multipolar sigue consolidando sus posiciones y sorteando los escenarios de guerra militar que le plantea la OTAN en diferentes momentos, situaciones y regiones. Aunque la OTAN este y de muestras de estar en una situación de debilidad técnico militar.

El Regreso del Reino del Medio

Nos encontramos en medio de una transición de carácter civilizatorio, una transición de un mundo Unipolar hacia otro Multipolar. El Proyecto Multipolar, en tanto que iniciativa estratégica del Siglo XXI, no solo es dominante ya en todas las naciones de la masa terrestre continental Eurasiática. También existe una tendencia clara y definida para que las iniciativas de hacer parte a otras naciones como México, Argentina, Brasil, Perú, etc. y regiones como la CELAC, etc., avancen de modo claro. Al igual que para África. Conformando de esto modo un dialogo de civilizaciones pluriversal, plurinacional y multipolar.

Consideramos que la China multipolar en los BRICS, con el proyecto de la Nueva Ruta de la Seda, permite invertir la lógica del valor-capital. La racionalidad económica en China no está autonomizada a partir de valor-capital. El Estado Nacional en China puede invertir la lógica y en estos días de la llamada “Crisis de Evergrande” ya está dando muestras que las inversiones hacia el ámbito improductivo parasitario están siendo frenadas, para evitar su desconexión con la economía real. 

Evergrande, que tenía más de 300.000 millones de dólares en pasivos a junio, se convierte en la mayor ´víctima´ de los esfuerzos del presidente Xi Jinping para tomar medidas enérgicas contra el libre sector inmobiliario y frenar la especulación inmobiliaria. Como señala Bloomberg, «la renuencia de Beijing a rescatar al desarrollador envía una clara señal de que el Partido Comunista no tolerará acumulaciones masivas de deuda que amenacen la estabilidad financiera». También es una señal de que los multimillonarios que hicieron su fortuna con negocios inviables no serán salvados ni rescatados. Por ello, los tenedores de bonos offshore son los últimos en la fila para el pago y ciertamente tendrán que aceptar recortes, posiblemente de un 80%. El mayor perdedor en términos de dólares es el fundador de Evergrande, Hui, quien a partir de la caída en el precio de las acciones de Evergrande ha visto reducir su  riqueza en un 73%, según Bloomberg. 

China hace los mayores esfuerzos para limitar las consecuencias en el mercado inmobiliario más amplio y para reducir el contagio más allá del sector, en un país donde los bienes raíces representan aproximadamente una cuarta parte de la producción económica y hasta el 75% de la riqueza de los hogares. La compañía informó el 5 de diciembre que los representantes del gobierno de Guangdong han ocupado la mayoría de los asientos en un nuevo comité de gestión de riesgos. Estamos, en otras palabras, en camino a la estatización de facto de las empresas privadas en problemas, pero sin salvar a los accionistas y menos aún al capital foráneo.

En lugar de invertir dinero en el circuito improductivo, la otra opción que China tiene, al conducir de facto las empresas, es cambiar la racionalidad económica, es decir, impulsar otro modo de producción que sí tenga respuestas para re-vincularse con lo productivo sin destruir la naturaleza, sin afectar negativamente el medio ambiente. Que, en lugar de acortar la vida media de los productos finales e intermedios, pueda decidir prolongar su vida media. Que pueda priorizar los productos (alargar su vida útil y su calidad) según las necesidades de la población, frenando el consumismo en beneficio exclusivo de las corporaciones y como motor del capitalismo, es lo que lleva claramente al llamado “cambio climático” y a la destrucción de la naturaleza y toda la vida animal. 

Con el desarrollo existente de la Inteligencia Artificial es posible hoy no solo conocer las necesidades populares, no para manipularlas a favor de las ganancias y los intereses exclusivos de los grandes consorcios, para generar productos y servicios en función de la vida misma de los Pueblos, de la Comunidad-Mundo. En un primer momento tal vez en China, pero con la potencialidad de incluir al mundo multipolar como un todo, donde nadie debería estar excluido y, particularmente, tampoco el Pueblo de Estados Unidos.

La Vía Oriental siempre ha construido comunidad e interés comunitario por sobre el interés individual. La Vía Occidental desde el neolítico tardío ha construido sociedad a partir del interés individual y la individualidad. En la vía occidental, a partir de la individualidad no hay modo de construir sociedad que logre alcanzar el Bien Común (Dierckxsens 2013). Nunca a partir de intereses privados en conflicto: entre amos y esclavos, señores feudales y siervos, ni entre capitalistas y trabajadores asalariados que operan en competencia o en conflicto de intereses particulares, hay modo de alcanzar el Bien Común y menos aún en su crisis final. La realidad actual en Occidente se dirige hacia una centralización de riqueza cuasi infinita, en manos de corporaciones económico-financieras en conflicto entre sí, con la exclusión cada vez más consolidada de grandes y crecientes mayorías de población.

En la historia Oriental (así como en la historia de la América precolombina, de Egipto, etc.), se conserva el concepto de lo comunitario/pueblo frente al desarrollo de intereses particulares o individuales occidentales. Es la historia de una comunidad directiva o meritocratica que dirige las obras colectivas para la sociedad como un todo, es decir en principio para las comunidades de base/pueblo. Este bagaje histórico aún se manifiesta en la China de hoy. La meritocracia tiene márgenes de explotar la comunidad de base/pueblo al apropiarse de una parte determinada (mayor o menor) del excedente para sí. Explotación de y en solidaridad con el pueblo no son excluyentes en la historia oriental. Mientras lo colectivo y re-productivo predomina sobre lo privativo, existe mayor legitimación de la meritocracia y si sucede lo contrario, la meritocracia se revela como clase dominante explotadora y en su extremo obsoleta y estalla la rebelión contra esta clase explotadora. 

La caída de una dinastía y consecuente desintegración de la gran comunidad implicó en la historia de China el abandono de las obras re-productivas. Lo cual llevo a que sea sucedida por otra comunidad directiva, a menudo en otro lugar, para volver a integrar comunidades a fin de levantar obras productivas colectivas. Esta es la historia cíclica y milenaria de Oriente en general y de China en particular, donde imperaba por milenios el Modo de Producción Tributario. 

La realidad de hoy es que en los trabajos colectivos (incluyendo la Nueva Ruta de la Seda) que impulsa la actual meritocracia (el partido) predominan los productivos, aunque en la China de hoy no se excluye la apropiación privativa, pero se la controla cada vez más con sanciones, como en el caso de Alibaba y Tencent por ejemplo, por sus fusiones monopolistas. No es extraño en este contexto observar un apoyo popular muy grande para su gobierno socialista en la República Popular de China, con rasgos históricos milenarios claros.

¿Ha formulado China ´Un Nuevo Manifiesto Comunista’?

Durante los últimos días del Foro sobre el Cambio Climático en Escocia (COP26) con su fracaso estructural, que marcó el comienzo del fin de la “agenda globalista de la crisis climática de la ONU”, también tuvo lugar en Pekín el sexto pleno del Partido Comunista de China. En dicho evento, dirigido por Xi Jinping, se adoptó una resolución histórica, solo la tercera en sus 100 años de historia, que presenta una visión para el futuro. Una visión que supone un Hecho Político internacional o geopolítico importante: China está de regreso. El «renacimiento» de China”, que implica en términos económico políticos “volver reposicionarla como centro del Mundo”. En el lugar que le “corresponde” según una historia larga que contiene al menos tres mil años de historia: ubicar al país justo en el centro del mundo, del Mundo Multipolar. Es decir, el regreso del Reino Medio. Claro que, al observar en espacio geográfico-político de China + Rusia + India, esta figura del Reino del Medio o del Heartland + el Rimland muestra su potencia para ser, incluir e integrar a todas las naciones. Pero particularmente neutralizar primero a la OTAN-Globalista e incluir luego a todo Estados Unidos, Gran Bretaña y la UE. 

Ya durante su primer mandato, Xi logró imprimir un nuevo marco de ideas-fuerza político-culturales. El Partido, en tanto que comunidad superior, debería conducir la economía hacia «la nueva era», utilizando mecanismos de regulación y supervisión para orientarla hacia el Bien Común de la comunidad de base – Pueblo. Controlando, por ejemplo, la esfera financiera improductiva parasitaria de la “banca en la sombra” o Shadow Banking, contener la expansión de la deuda pública, orientar el crédito a la inversión productiva y supervisar la extensión del crédito. Pekín no tardó mucho en intervenir en Evergrande ante los riesgos de la esfera financiera, “sin salvar ni considerar de modo preferencial” que puedan existir bancos “demasiado grandes para dejarlos caer”. Beijing –Pekín- ha intensificado, de este modo, sus esfuerzos para frenar a los desarrolladores inmobiliarios muy endeudados y pretende alejarse de un modelo de crecimiento económico impulsado por la inversión y la deuda. 

El papel del partido, en este caso, cumple las funciones de la comunidad directiva general que fomenta las alianzas público-privadas, pero no a costa del Bien Común, controlando el interés privado para priorizar los objetivos e intereses de la comunidad de base en general. El Partido comprendió perfectamente cómo la economía bajo dirección del Estado creaba riqueza y una tecnología que ya alcanza a ser superior a la del Occidente Globalista, a quién ya no teme enfrentar, enfrenta y supera cada vez en más caos, situaciones y regiones. El siguiente paso sería utilizar dicha riqueza para ponerla al servicio del renacimiento general, en el caso chino, de China. Orientar la producción más al consumo interno en un mundo donde globalismo lo ha sumergido en crisis pandémica y orientar este consumo para “reducir” cada vez más las desigualdades, es decir orientarlo más hacia el Pueblo mismo, a la Comunidad de Base – Pueblo.  

A nivel internacional, China busca hacer intercambios económicos, políticos y sociales, pero no la guerra. Esa sería la Pax sínica –China- bajo Xi, todo lo contrario, a la Pax estadounidense, que siempre se basó en la variante de la diplomacia de las cañoneras del Pentágono desde 1898 o con la OTAN luego, desde 1950. Todo muestra que Pekín no está interesado en convertirse en un nuevo hegemón o jefe dominante, ni esto tiene sustento en su trayectoria histórica milenaria. De todos modos, en tiempos de escala de poder Pluriversal, Universal, Global, sería un error estratégico concebir a China por fuera o por arriba de una concepción Universalista de los Pueblos. Sería caer en un error, que no es el caso, que la debilitaría y enfrentaría por ej.: a Rusia-India. 

De manera concisa, estamos hablando del “socialismo con características chinas”, un sistema económico único y siempre mutante. La historia milenaria de China ha demostrado que es capaz de reducir el grado de explotación y que puede acercarse al Bien Común no solo dentro de China sino potencialmente siendo parte y haciendo parte al mundo entero, para poder estar siendo el Reino del Medio. Como ya lo fue a través de la Antigua o Histórica Ruta de la Seda. 

Además, es importante considerar que hoy ya existen condiciones objetivas y subjetivas para que la Humanidad en su conjunto recorra el camino hacia una nueva civilización centrada en el trabajo en beneficio de la Comunidad-Mundo, que logre reducir la apropiación privativa de la riqueza socialmente producida como excedente, para una elite oligárquico-financiera global a costas de la explotación de las mayorías de Pueblos y Naciones. Más y más Naciones y Pueblos en Asia, África, América Latina-y-Caribe e incluso en Europa, se suman y alinean con el Proyecto de un Mundo Multipolar, la Nueva Ruta de la Seda, el nuevo Proyecto-Mundo, mostrando como va ganando terreno un proyecto posible hacia un Mayor Bien Común. En un camino que nunca concluye y siempre tendrá sus desafíos. 

Como ya hemos observado, éste no es un sistema preconcebido sino un proyecto que seguirá abierto a las nuevas necesidades, que nacen y emergen con el tiempo desde la comunidad pueblo/humanidad. Es un proyecto que se plantea sin exclusiones de ningún pueblo ni nación y, por ello, pluriversal, pluricultural y plurinacional, pero con dilemas a solucionar siempre. 

En verdad consideramos que, acorde con la dialéctica de la historia, se requiere de la unidad de estos dos contrarios: de la línea occidental y de la vía oriental de la historia. Esto será posible de lograrse partiendo de la Vía oriental multipolar (África-Asia-América precolombina) y no siguiendo la línea occidental (globalista), la cual sufre su crisis civilizatoria y está desembocando en autoritarismos de carácter fascista. Para lograr la síntesis, al Proyecto Multipolar le faltaría fomentar un mayor bienestar y libertad personal a nivel de los Pueblos en la vía oriental. La lucha por un mundo multipolar-plurinacional-pluriversal constituye el camino plausible para lograr dicha transición.  

Hoy el proyecto multipolar está comenzando a ser compartido concretamente por la mayoría de los pueblos y naciones del mundo y no excluye a ninguno, incluso al pueblo estadounidense y al británico. 

En el Foro globalista sobre el Cambio Climático (COP26), la derrota del proyecto globalista fue contundente, solo 46 de un total de 191 países se comprometieron con su resolución final (eliminar gradualmente el uso de carbón) según Alok Sharma, quien presidía la conferencia. Una enorme mayoría de países votó por la propuesta de los líderes del proyecto Multipolar (China, India, etc.) lo cual demostró una capacidad de convocatoria revolucionaria: ¡Pueblos de todas las naciones uníos! <>>

Bibliografía:

Crooke Alastair, Great transition must be imposed, now or never, https://theparadise.ng , 4 de diciembre de 2021.

Dierckxsens Wim y Formento  Walter, Por una nueva civilización: El proyecto multipolar, Ediciones Acerándonos, Buenos Aires 2021

Dierckxsens Wim, Formento Walter, La perestroika en Estados Unidos. Réquiem para la civilización occidental, Ediciones Acercándonos, Buenos Aires, 2021

Dierckxsens Wim, Formento Walter, “Cambio” climático globalista o diálogo de civilizaciones, ALAI, Ecuador noviembre de 2021

Dierckxsens Wim y Formento Walter, El multipolarismo, paradigma geopolítico hecho realidad. www.alainet.org,  octubre de 2021 

Dierckxsens Wim y Formento Walter, Perestroika: De la caída Soviética a la de Washington – 1989-2020, ALAI, Quito Ecuador, octubre de 2019. 

Dierckxsens Wim y Formento Walter, Del Choque al Dialogo: De la Globalización a la Perestroika en Estados Unidos, ALAI Ecuador, junio de 2020.

Dierckxsens Wim, La Transición hacia una nueva civilización, Casa Editorial ABRIL, La Habana, 2013.

Formento, Walter y Merino, Gabriel. Crisis financiera global, La lucha por la configuración del orden mundial, ISBN: 978-950-754-329-6, Ediciones Continente. CIEPE. Argentina – Buenos Aires, 2011. 

Durden Tyler, Los precios del gas en la UE se disparan por los retrasos de NS2 y el cierre repentino del oleoducto de Bielorrusia (titulo original en inglés), zerohedge 16 de noviembre de 2021.

Durden Tyler, Escobar: el espectáculo de payasos de la OTAN, zerohedge 3 de diciembre de 2021.

Durden Tyler, Evergrande’s Surprisingly Quiet Collapse, zerohedge 7 de diciembre de 2021. 

Escobar Pepe, El nuevo manifiesto comunista de Xi, zeroghedge, 16 de noviembre de 2021.

Homewood Paul , COP26 Ends In Humiliating Failure – Not a Lot of People Know, https://notalotofpeopleknowthat.wordpress.com, 14 de noviembre de 2021

Kampf Guenter, The Lancet Publishes Rare Dissenting Voice on COVID-19, www.transcend.org, 29 de noviembre de 2021.

Marey Philip, Nordstreaming, Rabobank, 9 de diciembre de 2021

Whitehead John W. y Whitehead Nisha, Big brother in disguise total control, Rutherford Institute, https://thevoice.us/metaverse, 18 de noviembre de 2021