Vámonos a la guerra, si es ilegal mejor

Norberto Emmerich

La periodista mexicana Carmen Aristegui informó hace algunos días que el presidente argentino Mauricio Macri otorgó permiso para la instalación de al menos tres bases militares estadounidenses en territorio nacional, en Neuquén (Vaca Muerta), Misiones (Triple Frontera) y Tierra del Fuego (Atlántico Sur).
Dentro del denominado Plan de Reforma y Reorganización del Sistema de Defensa Nacional, el gobierno argentino anunció la publicación en el Boletín Oficial de dos decretos para autorizar el despliegue de las Fuerzas Armadas en la custodia de “objetivos estratégicos” que deberán ser definidos por el Poder Ejecutivo y el apoyo logístico a las fuerzas de seguridad en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo. Lanzar por decreto una Reforma tan ambiciosa y profunda como si fuera una decisión administrativa expresa la falta de convicción del equipo de gobierno.

Dichos objetivos estratégicos pueden incluir activos valiosos para el desarrollo o la supervivencia del Estado, como las reservas naturales, las fuentes de energía, represas hidroeléctricas o instituciones. Se incorporará también el ciberespacio y los activos informáticos. El grado de discrecionalidad para el establecimiento de dichos objetivos se asemeja a la Ley de Seguridad Interior mexicana.

Las Fuerzas Armadas serán empleadas en forma disuasiva o efectiva ante agresiones de origen externo contra la soberanía o la integridad territorial. Los ataques externos pueden provenir de grupos terroristas o narcotraficantes, ya no sólo de otros Estados. En consecuencia dichas problemáticas corresponden a la defensa nacional, no de seguridad interior.

En la reglamentación del Decreto se incorporará la reforma prevista por el ministro de Defensa Oscar Aguad, que busca crear una fuerza de despliegue rápido de 10.000 efectivos para dar apoyo logístico a las fuerzas de seguridad en las fronteras.

La limitación de las actividades militares a “operaciones en defensa de los intereses vitales de la Nación, operaciones en el marco de la ONU u otros organismos internacionales, operaciones encuadradas en la Ley Nº 24.059 y operaciones en apoyo a la comunidad nacional e internacional” es una declamación políticamente correcta sobre el uso apropiado de las Fuerzas Armadas en un formato correspondiente con la adjudicación supranacional de las problemáticas terroristas, como si tal cosa tuviera algún asidero en la realidad.

La Argentina no tiene un nivel de conflicto con el narcotráfico o el terrorismo que amerite el ingreso a un status de emergencia mediante la convocatoria excepcional de las Fuerzas Armadas a ingresar a un escenario operacional totalmente alejado de sus capacidades institucionales y de sus intereses corporativos. Con instrumentos técnicos del siglo XX y concepciones geopolíticas del siglo XVI los militares argentinos no pueden lidiar con problemáticas del siglo XXI, tan sutiles y complejas como el narcotráfico; no están entrenadas para operar con el narcotráfico, aquí mucho menos que en México, Colombia o Brasil, donde también han fracasado. Nuestras fuerzas de seguridad arrastran una larga crisis desde la dictadura hasta aquí, cuando todavía se olfatea el olor amenazante de la prisión. La historia reciente que puede resumirse en la desaparición del ARA San Juan y la suspensión del desfile del 9 de julio no convierte al aumento salarial del 20% ofrecido por el gobierno en una política de Estado. Empujar a los militares hacia situaciones en las que legalmente no pueden estar no recompone la “familia militar”.

El desconocimiento manifiesto de la realidad social concreta de la frontera norte argentina por parte de los decisores políticos enviará soldados a buscar narcotraficantes en Salvador Mazza sin percatarse de que rastrillar el patio de una escuela argentina es violar la soberanía boliviana. Allí se encontrarán con sus pares de la DEA o del Departamento de Defensa estadounidense, cerrando coherentemente el círculo de política exterior con política de seguridad y defensa en un contexto donde el alineamiento con los programas y presupuestos estadounidenses automatizan la toma de decisiones.

El ministro Aguad confirmó que las Fuerzas Armadas comenzarán una guerra contra el narcotráfico, algo que ni las Fuerzas Armadas ni el propio gobierno tienen interés en hacer. Pero las guerras del siglo XXI no se amparan en el fervor patriótico.

 

Norberto Emmerich

Dr en ciencias Políticas

Investigador

 

EL FALSO DILEMA DEFENSA – SEGURIDAD.

 

por Carlos Pissolito y Miguel Barrios

 

Acabamos de escuchar el discurso presidencial en ocasión de la denominada reconversión de las FFAA. Como nos tiene acostumbrados, el Sr. Presidente no expresó nada profundo que merezca algo más que un mero comentario formal.

 

Con mayores esperanzas explicativas fuimos a leer el decreto Nro 727 que reglamenta la Ley de Defensa. Nuestra decepción fue aún mayor, porque tampoco en ese importante documento se consignan ideas que puedan o que merescan ser criticadas.

 

Luego de dos años y medio de gestión, esta administración no sólo no ha atinado a encontrar las respuestas a los problemas que afectan a nuestra Defensa, lo que es más grave, creemos que no está formulando las preguntas conducentes a la satisfacción de las mencionadas respuestas.

 

El primero de esos interrogantes debería haber apuntado a resolver el dilema entre Defensa y Seguridad. Pero, fiel a la línea progresista antimilitar que viene caracterizando a todas las administraciones democráticas, adoptó seguir con la ficción política de una división tajante entre ambas actividades.

 

El principal argumento de quienes sostienen esta diferencia entre las misiones, funciones y atribuciones de las FFAA, solo abocadas a lo primero y a las de seguridad y las policiales exclusivamente dedicadas a lo segundo, es la necesidad política de conceptualizar a estas fuerzas como competidoras indeseables de la vida política nacional.

 

Se toma como punto de origen de esta actitud la negra historia del Proceso MIlitar que asoló a la Argentina en los 70. Pero, de paso, con ello se renuncia a ejercer un verdadero control civil sobre las mismas, para marginarlas en un rincón apartado de la burocracia estatal.

 

Nadie puede negar que esas fuerzas condujeron con una metodología basada en excesos la represión del terrorismo que quiso tomar el poder, en forma violenta, por aquellos años. Y en este sentido, no nos cabe duda de que era necesario y se justificaba una ley de Defensa como la sancionada por el Presidente Raúl Alfonsín en el primer año de su gobierno.

 

Pero, sucede que pasaron casi cuatro décadas y que en ese lapso, los conflictos evolucionaron y mutaron hacia diferentes formas de agresión. Por lo que, hoy, se da la paradoja que lo algunos denominan como “nuevas amenazas”, es que ya no son nuevas.  Baste citar para ello, los famosos y trágicos atentados del 11S, donde quedó claro que la guerra entre Estados quedaría confinada, a partir de ese momento, al arcón de los recuerdos.

 

Más recientemente, las operaciones militares desarrolladas en el Hemisferio Norte, especialmente por parte de Rusia en Ucrania y por las potencias occidentales y por ésta en Siria, evidenciaron el uso de una amplia gama de recursos bélicos y no bélicos conocidos bajo el nombre genérico de  “guerra híbrida” y que tienen por finalidad doblegar a un adversario mediante una multiplicidad de herramientas.

 

Por su parte, en  nuestro Hemisferio Sur, se expandió la epidemia del narcotráfico y el de otras formas de bandolerismos, los que están siempre dispuestas a desafiar a un Estado cada vez más ausente y por qué no decirlo, cada vez más bobo.

 

Llegado a este punto, lo lógico y sensato hubiera sido que las sucesivas administraciones, especialmente la actual y su precedente,  reconocieran el problema de que el cuerpo legal que regula a la Defensa y a la Seguridad no se ajustaba a esta cambiante realidad. Y que, en consecuencia, que debía ser modificado y adaptado.

 

Pero, cómo lo decimos al principio, en lugar de generar una nueva  legislación que se adapte a la nueva situación. El Presidente Mauricio Macri ha preferido  mirar para otro lado, hacer unos simples cambios cosméticos a un decreto. Y de ese modo, transferir las responsabilidades políticas, operativas y jurídicas concretas hacia sus subordinados militares. Tal como procederemos a explicar.

 

Para comenzar por el principio, tenemos que decir que disponemos de tres leyes fundamentales al respecto. La de Defensa, promulgada por el gobierno de Raúl Alfonsín en 1983 y que sostiene que las FFAA son solo aptas para combatir enemigos externos. La de Seguridad, sancionada por Carlos Menem en 1991 y que permite que estas fuerzas  intervengan sin mayores problemas en tareas de apoyo a las fuerzas de seguridad y policiales y que establece la condición –in extremis- del estado de sitio para que lo hagan en forma efectiva mediante operaciones de combate.

 

Por su parte, la de Inteligencia fue promulgada por la administración Fernando de la Rúa en el 2001 y que le prohíbe a las FFAA toda forma de inteligencia interior.

 

De tal modo que si pudiéramos elegir una figura que ilustre el eventual empleo de las FFAA en en cuestiones de seguridad interior, especialmente en el caso de que tuvieran que encarar operaciones de combate, bien podríamos compararlo con el de un elefante en un bazar, con el agregado de que el paquidermo tendría sus ojos vendados. Pues eso sería, precisamente, una fuerza militar operando sin inteligencia en un complejo ambiente operacional como sería del una oparación de seguridad interior.

 

Pero, sin llegar a ese dramático extremo, también, podemos anticipar los resultados concretos de las tibias medidas anunciadas como al pasar. Tales como la custodia de objetivos estratégicos y el refuerzo de determinados sectores calientes de nuestras extensas fronteras para ayudar a combatir el narcotráfico.

 

Para entenderlo mejor el tema, es necesario que saltemos del pulcro mundo de las resoluciones ministeriales al embarrado campo combate, donde mueren las palabras y las órdenes se imparten a viva voz y no por mail o por Whatsapp.

 

Este el mundo de los jerarquías heroicas de los capitanes y de los sargentos. Ya que ellos no pueden darse el lujo de largas apreciaciones jurídicas. Por lo general, las suyas deben ser fulminantes, ya que pueden terminar con la simple y contundente orden de: !Fuego Libre!

 

O en otras palabras, decidiendo el empleo de fuerza mortal para repeler una agresión o para cumplir con su misión. Pero para que esto se haga con criterio, no bastan las cosméticas modificaciones efectuadas a un simple decreto reglamentario. Lo que hace falta en un set de normas conocidas como: “Reglas de Empeñamiento” basadas en un plexo legal superior acorde.

 

Las mismas conforman los criterios sencillos que ayudan a resolver situaciones críticas de combate como son las que se le presentarían, por ejemplo, a una patrulla constituida por gendarmes y personal del Ejército y que fuera recibida a tiros por una partida de narcotraficantes en una lejana y solitaria zona fronteriza.

 

Llegado a este punto nada y en virtud del contradictorio plexo legal vigente. Los gendarmes estarían autorizados a contestar el fuego con fuego o a emplearlo, de ser necesario, para el cumplimiento de su misión. Pero, no así los integrantes de las FFAA, los que lo tendrían vedado  y limitado a las leyes que regulan la legítima defensa.

 

Por supuesto, también, es muy probable que el capitán o el sargento en cuestión, con un empeño digno de mejores causas emplee la totalidad de las armas que dispone, más allá de cualquier proporcionalidad, pues quiere “ganar” el combate. Ergo, no sería extraño que fruto de esa briosa acción, no solo se neutralice la agresión, de paso puede pasar que en el proceso, se produzcan heridos y hasta muertos.

 

También, podría ser el caso que pese a la juventud de nuestros protagonistas, ellos sepan que varios de sus mayores se encuentran actualmente detenidos por haber procedido de manera análoga en los años 70’. Y que , además, hayan sido educados bajo el criterio de que cumplir con una orden no lo librará de de consecuencias legales negativas.

 

Por lo tanto, muy bien podría ser que su conciencia cívico-militar haya madurado lo suficiente y  que se nieguen a cumplir una orden que carece del correspondiente respaldo legal.

 

Llegado a este punto, no puede cabernos duda alguna de que si bien, es responsabilidad de estos jóvenes, hacer todo lo -profesionalmente- posible para desempeñar sus tareas. Mucho más importante es los maduros y experimentados políticos asuman sus responsabilidades para crear las condiciones favorables para que ese combate resulte victorioso y sin consecuencias indeseables para quienes tuvieron el valor de librarlo.

 

No hacerlo de esta manera, no solo implica una cobardía moral, solo comparable con la cobardía de los generales del Proceso militar, implica perder una pelea antes, siquiera de haber comenzado a librarla.

Coronel (R) Ejército Argentino: Lic. en Estrategia y Organización y Postgrado en Defensa en el Institute of World Politics de los EEUU. Fue agregado militar adjunto en los EEUU y director del Centro Argentino para el Entrenamiento de Operaciones de Paz. Dicta conferencias internacionales en manejo de crisis complejas y de reforma del sector Defensa y Seguridad. Es autor de varios libros y de numerosos artículos sobre estos temas.

Doctor en Ciencia Política de la Universidad del Salvador, Buenos Aires, Argentina, Doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad Tecnológica Intercontinental de Asunción del Paraguay y Director Académico del Diplomado Internacional «Experto en Política y Gestión de la Seguridad» del Instituto Universitario Sudamericano en Montevideo, Uruguay. Es autor de libros reconocidos de Defensa y Seguridad.Ha dictado y dicta seminarios,cursos y conferencias

Estuvo a cargo del Lic. en Ciencias Políticas, Carlos Pereyra Mele. Hizo un racconto histórico respecto de los sucesos a nivel mundial que afectan a Suramérica y a la Argentina. Participaron funcionarios públicos, referentes políticos y público interesado en la temática.

Se realizó la conferencia “Los cambios políticos internacionales y argentinos en el siglo XXI” a cargo del Lic. en Ciencias Políticas, Carlos Pereyra Mele, ayer en el salón auditorio de la Universidad de la Cuenca del Plata. La misma dio inicio al Ciclo de Conferencias “Argentina Hoy”, una propuesta de la Casa de Altos Estudios que se desarrollará a lo largo del año con distintos disertantes y que tiene como objetivo el análisis de temas de actualidad. Participaron del evento funcionarios públicos, referentes políticos y público interesado en la temática.

Las palabras de apertura estuvieron a cargo del Rector de la UCP, Mgtr. Ángel Rodríguez, quien agradeció la presencia del disertante y celebró estos espacios de reflexión. Así inició la charla en la cual el Lic. Pereyra Mele, Analista Político y Especialista en Geopolítica Suramericana, profundizó respecto a los cambios que se sucedieron en el siglo 21. En ese sentido hizo referencia a las relaciones internacionales y explicó que “estamos siendo testigos de la ‘multipolaridad’, que tiene como base a tres grandes ejes: Estados Unidos, Rusia y China’.

Durante la exposición, que se extendió por más de dos horas, hizo un repaso histórico respecto de los sucesos a nivel mundial que afectan a Suramérica y a la Argentina. “Latinoamérica debe tener la decisión de conformar un bloque histórico para no quedar olvidados, pero una revolución no se hace con discursos, sino con planificación”, sostuvo el disertante. Más tarde hubo un momento de intercambio, donde el público realizó preguntas al especialista.

Cabe mencionar que el disertante se destaca por ser Director Ejecutivo del sitio www.dossiergeopolitico.com, también fue reconocido con el Premio Cultura 2015 “Arturo Jauretche” por su Labor Docente, es profesor invitado en distintas cátedras de universidades tanto del país como del exterior; además de haber publicado varios libros, participa activamente en distintos medios de comunicación a través de artículos y como columnista.

Recomendación de Dossier Geopolitico
Libro: «Argentina y Brasil industrialización, contexto internacional y relaciones bilaterales (1940-2010)» de Sosa y Dirie
Este libro que cuenta con prólogos de León Pomer y Luiz Alberto Moniz Bandeira, analiza y compara,  en el marco de un contexto mundial versátil que lo condicionó,  el devenir industrial de Argentina y Brasil en el período 1940-2010. Pasa revista a los actores y políticas públicas que influyeron en el desempeño de  cada uno de estos países y caracteriza las particularidades de la relación bilateral en las distintas etapas. También analiza y compara la situación social y laboral en cada uno de los países.
La trayectoria del desempeño industrial de ambos países se presenta clasificada en tres grandes etapas:  la industrial, la neoliberal y la de resistencia al régimen neoliberal globalizante.
El estudio del periodo se presenta en forma secuencial entre los capítulos II y VIII. Sin embargo, cada uno de ellos puede leerse en forma individual dado que corresponden a lapsos distintos, aunque todos ellos están estructurados del mismo modo e incluyen el análisis de la situación en ambos países.
De los autores: Alberto J. Sosa,  y Cristina Dirié, C. (2018). Argentina y Brasil: industrialización, contexto internacional y relaciones bilaterales 1940-2010, Buenos Aires, AmerSur. ISBN 978-987-42-7306-2

El analista internacional Carlos Pereyra Mele, director de Dossier Geopolítico, contextualizó la reunión entre los líderes de Corea del Norte y EEUU en Singapur, tras una semana de importantes eventos que la precedieron. Entrevistado por GPS Internacional en radio Sputnik

AUDIO: https://mundo.sputniknews.com/radio_gps_internacional/201806131079521753-corea-del-norte-eeuu-cumbre-de-lideres/

«Este es un paso más dentro de una nueva reconfiguración global que está ocurriendo aceleradamente en el mundo. EEUU está activando un modelo de estructura global en el que evidentemente hay otros nuevos jugadores que antes no existían», sostuvo Pereyra Mele.

«No hay que dejar de destacar que en estos últimos tiempos Rusia ha tenido una gran influencia dentro de la estructura de Corea. El año pasado se realizó en Vladivostok una reunión que contuvo a los dos bandos del Norte y del Sur y de allí se iniciaron los procesos que luego terminaron en la cumbre de sus representantes», agregó.

«Han ocurrido tres eventos importantes en estos días, casi al mismo tiempo, en distintos continentes. Ocurrió la reunión del G7 en Canadá, del Club Bilderberg en Italia y de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) en China», indicó el analista. «Hay un enfrentamiento de EEUU con Canadá y la Unión Europea con posiciones muy distintas de política nacional e internacional. Si EEUU le aplica sanciones económicas a la Unión Europea su crisis se va a profundizar dramáticamente», añadió. «En la OCS encontramos un reforzamiento de la estructura euroasiática, que viene con acontecimientos previos como las reuniones del Foro Económico de San Petersburgo que ha venido a consolidarse sobre el Foro de Davos, enfrentando al mundo occidental financiero», dijo Pereyra Mele en entrevista con Sputnik y radio M24.

Conferencia del dr. Duguin en el Hotel Ducal de Córdoba, acompañados de Miguel Barrios