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Del atlantismo al polo euroasiático. El conflicto en Ucrania como anuncio de una nueva configuración globalSergio Rodríguez Gelfenstein y Jorge Elbaum, Prólogo Carlos Pereyra Mele

El pasado 2 de junio arribé a Argentina a fin de realizar una gira promocional de mi libro más reciente escrito una vez más junto al colega y amigo argentino Jorge Elbaum. Esta obra, titulada “Del atlantismo al polo euroasiático. El conflicto en Ucrania como anuncio de una nueva configuración global» viene a ser una trilogía junto a “Imperialismo pandémico. América Latina en la nueva configuración geopolítica” (2020) y “La OTAN contra el mundo. El conflicto en Ucrania como expresión del cambio de época” (2022) todos editados por el sello Acercándonos.

Además de recrear la cotidianidad de los últimos cuatro años signados por la pandemia y el conflicto en Ucrania, en una saga, con estas tres entregas, hemos pretendido dar cuenta de las transformaciones que se han ido verificando -en esta aún breve etapa de la historia- como consecuencia de estos dos acontecimientos que están estremeciendo     tanto la dermis como la epidermis del sistema internacional.

En esta última entrega, “Del atlantismo al polo euroasiático…” estamos tomando nota de la profunda mutación que está acaeciendo en el mundo tras la operación militar especial de Rusia en Ucrania.

La obra se aboca a seguir el curso militar del conflicto y las reformulaciones que ha hecho la OTAN para responder a una dinámica que generada por su ambicioso deseo de expansión, siguió un curso no deseado para sus intereses.

Así mismo, se recoge el nuevo ritmo que le está imprimiendo China a la dinámica global en un contexto de cambio de territorialidad y, como consecuencia de lo anterior, la reacción de Occidente, su apoyo a la expansión del neonazismo y el fascismo y el rechazo a la búsqueda de una necesaria paz multilateral.

Finalmente, el libro se hace cargo de estudiar las repercusiones que estos eventos están teniendo en América Latina y el Caribe, de la misma manera que aporta elementos de análisis para comprender los sustentos que acuden a argumentar que -en el trasfondo- como sello de los tiempos que vivimos, está emergiendo una nueva configuración global.

En el prólogo el destacado analista internacional argentino y excepcional estudioso de la geopolítica Carlos Pereyra-Mele señala que:” El libro, con sus 174 páginas ágiles, claras y directas, nos impone la célebre frase de Montesquieu: “El culpable del inicio de una guerra generalmente no es el “culpable”, sino el que la hizo “inevitable”.

Y en su texto nos confirman que EL MUNDO DE YALTA Y DE POTSDAM HA FENECIDO arrastrando con él a sus estructuras claves como la ONU y Bretton Word. Todo ello luego de la desaparición de la URSS, cuando el triunfalismo de EE. UU. y sus socios, le llevaron a afirmar, bajo el auspicio de los neocons norteamericanos y de la versión económica del neoliberalismo, que el siglo XXI sería el Siglo Americano. Sin embargo, solo 23 años después, tan grandiosa pretensión hace aguas por todos los frentes y está inmersa en una crisis profundísima, especialmente por el crecimiento de los “países marginales o revisionistas”, tradicionalmente ninguneados por las élites anglosajonas.

 Resulta evidente que ambos autores, además al ser habitantes del “hóspito» territorio suramericano, -todo lo contrario a inhóspito- no cargan con las taras del supremacismo seudo intelectual y político del eurocentrismo y de la angloesfera. Lo que les permite analizar el mundo por venir desde la tierra “hóspita” de Suramérica, contraria al “inhóspito” mundo occidental, con un pensamiento original -el de los autores- y que nos exige repensar todo de nuevo, o sea a pensar distinto, dando espacio y validez al decir de Vasconcelos sobre “nuestra raza cósmica”, que nos permite diferenciarnos de aquel pensamiento imperial y hegemónico”.

Con la organización de Acercándonos Ediciones, en esta ocasión haremos presentaciones en las ciudades de Buenos Aires, Gualeguaychú, Concordia, Paraná, Rosario, Río Tercero, San Luis, Mendoza, Villa Mercedes y La Plata en un recorrido que nos llevará a algunas de las principales ciudades del país. Los eventos han sido auspiciados por organizaciones sociales, sindicales, políticas y estudiantiles nacionales y provinciales.

Twitter: @sergioro0701

Por Fernando del Pino Calvo-Sotelo publicado en su Blog

5 de junio de 2023

En la guerra de Ucrania la clase política y periodística occidental continúa enredándose en una ficción que cada vez se aleja más de la realidad. Sin embargo, hasta la mentira burda propia de la propaganda bélica debería tener sus límites, porque llegará un momento en que caerá el telón y la farsa quedará al descubierto. Veritas filia temporis.

La inevitable caída de Bajmut, que adelanté hace unos meses[1], es un ejemplo de ello. Los medios occidentales han procurado minimizar la relevancia del hecho argumentando que la ciudad carecía de importancia estratégica y distrayendo al público con la incursión de un pequeño grupo enviado a la muerte al otro lado de la frontera rusa para lograr un titular de un día. Sin embargo, Bajmut es un relevante nudo de carreteras y vías de ferrocarril cuya defensa tenía una “importancia estratégica capital”, pues era “clave para la estabilidad de todo el frente[2]”, según el comandante en jefe del ejército ucraniano, el competente general Zaluzhny, del que, por cierto, no se tienen señales de vida creíbles desde hace semanas (de estar fuera de combate, el bando ucraniano habría sufrido un serio golpe en un momento crucial).

Por otro lado, Zelensky y sus publicistas hicieron de Bajmut un icono de la defensa ucraniana hasta el extremo de que, cuando Zelensky visitó EEUU en diciembre y habló ante el Congreso norteamericano, entregó teatralmente una bandera firmada “por los defensores de la ciudad” y mencionó “Bajmut” nada menos que ocho veces en su discurso.

Esto explica que insistiera en defenderla a toda costa entre aparentes discrepancias con su Estado Mayor, que consideraba la defensa desproporcionadamente costosa en vidas humanas[3]. Está claro que enviar a soldados a la muerte desde la seguridad de un búnker en Kiev o mientras se está de tournée por ciudades occidentales es más fácil que ir en persona a primera línea con un fusil de asalto.

Bajmut ha sido tomada exactamente un año después de la toma de Mariupol, una fecha simbólica para los rusos. La probabilidad de que esto sea una coincidencia es muy baja, lo que hace creer que Rusia podía haber tomado la ciudad mucho antes, pero prefirió dejar un corredor abierto para que Ucrania sacrificara más hombres. La imagen mediática que se ha querido trasladar de oleadas de soldados rusos suicidas chocándose con las defensas ucranianas en ataques frontales es absurda. Los rusos han aprendido de sus errores iniciales y se mueven ahora de forma metódica, sin prisa, siguiendo criterios militares y no políticos, al contrario que Ucrania. Así, el papel de la infantería del grupo mercenario Wagner ha sido más bien identificar dónde se encontraban las fuerzas ucranianas para que la artillería del ejército regular ruso machacara su posición antes de avanzar. Ése es el motivo de que en Bajmut no haya quedado piedra sobre piedra y de que la ratio de bajas del atacante frente al defensor haya sido la inversa a lo habitual.

Según algunas fuentes, al atraer y lograr concentrar e inmovilizar tantas tropas ucranianas en un área tan pequeña, Rusia habría logrado aniquilar el equivalente a cuatro divisiones del ejército ucraniano (unos 60.000 hombres) gracias a su vasta superioridad en artillería, cuyo volumen de fuego es diez veces superior a la de Ucrania, como reconocen fuentes occidentales. No olviden que entre el 65% y el 75% de las bajas en un conflicto de estas características están causadas por la artillería.

Dado que gran parte de las fuerzas entrenadas por países de la OTAN han sido reservadas para una eventual ofensiva, muchos defensores ucranianos enviados a la ciudad eran reclutas novatos, adolescentes, mayores de 50 o pobres de zonas rurales lanzados a la muerte sin ningún entrenamiento previo, como denunció el Wall Street Journal la semana pasada[4]. En la misma línea, hace un par de meses el Washington Post entrevistó a un teniente coronel ucraniano que describió la falta de munición y de experiencia de combate de las tropas y confesó el sombrío estado de ánimo en el frente. Su batallón de 500 hombres había sufrido un 100% de bajas (100 muertos y 400 heridos), y los nuevos soldados novatos que le enviaban “tiraban sus armas y echaban a correr” al primer sonido de disparos. El teniente coronel “confiaba en un milagro” en la cacareada ofensiva ucraniana, que daba por hecho que se realizaría, aunque acabara “en una masacre”[5].

No podemos perder de vista que los tercos números siempre han apuntado a una inevitable victoria rusa, más aún en una guerra de desgaste. Ambos contendientes han demostrado probado valor y espíritu de lucha, pero los rusos gozan de una vasta superioridad militar y de enormes reservas, con una ventaja demográfica de 5 a 1, una ventaja en artillería de 10 a 1, clarísima superioridad aérea y electrónica y un sorprendente arsenal de misiles de precisión.

La guerra siempre es un horror. Aunque las siguientes cifras deban tomarse con cautela, fuentes solventes estiman que los ucranianos han podido sufrir alrededor de 180.000-220.000 muertos y los rusos entre 30.000 y 40.000, proporción inversa a lo que cuentan los medios, pero congruente con la diferencia de volumen de fuego. De ser ciertos estos datos, Ucrania habría perdido tres cuerpos de ejército en un año y le quedaría un último cartucho, una fuerza “ofensiva” constituida por los pocos carros de combate occidentales (de muy distinto estado operativo) y las divisiones recompuestas por hombres entrenados por la OTAN en estos meses, pero sigue careciendo de apoyo aéreo y artillero digno de tal nombre.

“Si tus enemigos son más poderosos y fuertes que tú, no los atacarás, sino que evitarás con sumo cuidado toda posibilidad de enfrentamiento directo”. La advertencia de Sun-Tzu no parece haber sido escuchada por los titiriteros de Zelensky, que parecen creer que una ofensiva, por pírrica que sea, puede convertirse en un éxito propagandístico y desequilibrar a Rusia. Quizá tengan razón, pero creo que en el mejor de los casos será como la fallida ofensiva alemana de las Ardenas de 1944 y, en el peor, como la suicida Carga de la Brigada Ligera británica en la guerra de Crimea (1854).

Napoleón decía que la clave “de las grandes batallas” se resumía en saber esperar, trasladarse con rapidez y concentrarse oportunamente. Con un frente de 1.500 kilómetros en el que los defensores rusos se encuentran dispersos, el contendiente ucraniano, aun siendo más débil, puede abrir una brecha en un golpe de audacia si cuenta con el efecto sorpresa y concentra adecuadamente sus fuerzas. Sin embargo, el necesario secreto dificulta la preparación, la habitual maniobra de distracción diluye la potencia del ataque y la imprescindible rapidez de avance puede verse comprometida de modo impredecible. Además, si Rusia detectara una concentración de fuerzas en retaguardia éstas serían diezmadas antes de entrar en combate, como quizá esté ocurriendo ya.

Según fuentes rusas ayer se produjo un primer ataque ucraniano que fue repelido con grandes bajas entre los atacantes, incluyendo 1/3 de los carros de combate utilizados. Este ataque puede haber sido el comienzo de la ofensiva o la típica maniobra de distracción. En cualquier caso, si la ofensiva finalmente se produce y es inicialmente exitosa, los medios occidentales lo publicitarán como un éxito rotundo, pero sería ésta una conclusión precipitada: antes o después dicha ofensiva perderá fuelle y será detenida en seco. Con su frialdad característica, Rusia absorberá, detendrá, contraatacará y arrollará. Lejos de defender territorio a toda costa (salvo en ciudades estratégicas), realizará retiradas tácticas y se centrará en destruir metódicamente la capacidad militar ucraniana, que es su verdadero objetivo.

Ante el horror de esta guerra hay que denunciar una y otra vez que el provocador de este conflicto ha sido el gobierno de EEUU, que despreció los intentos por parte de Rusia de alcanzar un acuerdo de seguridad mutua ante una amenaza que consideraba existencial.

En palabras de alguien tan poco sospechoso como el norteamericano John Mearsheimer, graduado en West Point y conocido teórico en relaciones internacionales, “Putin estaba profundamente comprometido a lograr un acuerdo negociado e hizo todo lo posible durante años para explicar a EEUU por qué [una Ucrania hostil] no era aceptable para Rusia”[6].

Los argumentos esgrimidos sobre un supuesto expansionismo ruso nostálgico de la extinta URSS son construcciones realizadas a posteriori con fines propagandísticos. ¿Dónde está la evidencia del expansionismo de Rusia en los 22 años que llevaba el autócrata Putin en el poder antes de la invasión? ¿En qué documentos de seguridad y estrategia occidentales – España incluida – se mencionaba el expansionismo ruso como la gran amenaza para Europa antes de febrero del 2022? Déjenme que les responda: en ninguno. Rusia ha sido un enemigo artificialmente creado, y su pasado reciente como miembro del G8 parece querer olvidarse:

Los norteamericanos contaban con que las sanciones económicas iban a dañar seriamente a Rusia, pero éstas han fracasado (al menos a corto plazo), pues su PIB apenas descendió un 2% en 2022 y se espera que crezca muy ligeramente en 2023. Por su lado, las sanciones autoimpuestas por la sumisa UE, gobernada por una burocracia inepta que vive en su torre de marfil, han golpeado a los ciudadanos europeos con una gran inflación y una inestabilidad energética estructural, de modo que la recíproca dependencia de Rusia ha sido sustituida por una asimétrica y mucho más cara dependencia de EEUU. Las sanciones también han dañado a las empresas europeas, que se han visto obligadas a malvender sus activos en Rusia a toda prisa y a precio de saldo a compradores rusos. Pero si en Bruselas no están sobrados de inteligencia, en Berlín no le andan a la zaga: tras torpedear su propia economía, el gobierno alemán ha aceptado la humillación de mirar hacia otro lado mientras EEUU o sus “socios” presuntamente le saboteaban su más importante infraestructura energética, el gaseoducto Nord Stream 2.

Los amagos occidentales sobre la potencial incorporación de Ucrania a la OTAN, desde que en la Cumbre del 2008 ésta acordara – a iniciativa de EEUU – que Ucrania y Georgia se incorporaran a la organización[7], sólo pueden calificarse de peligrosa provocación. EEUU siempre ha sabido que la pertenencia de Ucrania a la OTAN era “la más roja de las líneas rojas para la élite rusa y no sólo para Putin”, como escribió el actual director de la CIA y ex embajador en Moscú, William Burns, en sus memorias (publicadas en 2019), en las que añadía:  “En más de dos años y medio de conversaciones con personajes clave de Rusia, desde los más cavernícolas del Kremlin hasta los liberales más críticos con Putin, aún no me he encontrado con nadie que no viera la entrada de Ucrania en la OTAN como una desafío directo a los intereses de Rusia[8]”. ¿Qué hacía la “defensiva” OTAN entrenando y armando desde el 2014 a Ucrania, un país no miembro con una política agresiva hacia una potencia nuclear?

Asimismo, hay que denunciar que esta guerra pudo haber acabado en pocas semanas, pero EEUU y Reino Unido decidieron alargarla y boicotearon las negociaciones entre las partes que tuvieron lugar en marzo del 2022 en Turquía. En efecto, Occidente intervino para “bloquear” cualquier acuerdo y levantar a Ucrania de la mesa, en palabras del ex primer ministro de Israel[9], corroboradas por el ministro de Asuntos Exteriores turco[10]. Hasta entonces el conflicto apenas había causado muertos, pero para algunos debilitar a Rusia bien valía sacrificar un país pobre y lejano del que nadie se acordará cuando todo haya acabado y la vida de centenares de miles de personas. Naturalmente, nada de esto podría haber ocurrido sin la inmoral complicidad del corrupto gobierno ucraniano[11], que traicionó sus promesas electorales de distensión con Rusia y arrojó a su propio pueblo al precipicio ante un adversario implacable que no podía perder.

En resumen, caben pocas dudas de que EEUU provocó el conflicto y alargó innecesariamente la guerra. Por eso, no debe sorprendernos que el 85% del planeta que no es Norteamérica o sus colonias europeas contemple estupefacto la hipocresía anglosajona. ¿Éstos son “los valores” de los que presume Occidente y afirma defender la OTAN?

El conflicto entre EEUU y Rusia que se desarrolla sobre suelo ucraniano no sólo ha puesto de manifiesto el frío horror de la guerra o la impasibilidad de los psicópatas del poder de ambos bandos frente a la pérdida de vidas humanas, sino el estado de mentira permanente que ha alcanzado nuestra sociedad y la inmoralidad de un Occidente que ha perdido el juicio.

[1] También nos han mentido sobre Ucrania – Fernando del Pino Calvo-Sotelo (fpcs.es)
[2] Zaluzhny destaca la “importancia estratégica capital” de defender Bajmut – SWI swissinfo.ch
[3] Bild: Zelensky, Zaluzhnyi have conflicting views on Bakhmut (kyivindependent.com)
[4] 36 Hours in Bakhmut: One Unit’s Desperate Battle to Hold Back the Russians – WSJ
[5] Ukraine short of skilled troops and ammunition as losses and pessimism grow – The Washington Post
[6] John Mearsheimer Ukraine Salon – YouTube
[7] NATO – Official text: Bucharest Summit Declaration issued by NATO Heads of State and Government (2008), 03-Apr.-2008
[8] The Back Channel, by William J. Burns, Random House 2020
[9] Western Bloc Led by ‘Aggressive’ Boris Johnson Ruined Russia-Ukraine Peace Deal, Leading to Year-Long Bloodshed, Says Ex-Israel PM (ibtimes.sg)
[10] Turkish FM says some NATO states want Ukrainian war to continue – Türkiye News (hurriyetdailynews.com)
[11] Ukraine’s Zelensky Is Challenged by Return of Domestic Political Troubles – WSJ

FUENTE FPCS: https://www.fpcs.es/la-lenta-derrota-de-ucrania/

Genocidio y terrorismo contra civiles rusos. Es el que patrocina y fomenta el Occidente colectivo. El régimen de Kiev, que no mueve un pelo sin el conocimiento y la autorización de la angloesfera, se ha agenciado definitivamente a estos métodos. El canciller ruso, Serguéi Lavrov, denunció que Occidente está dispuesto a apoyar el genocidio de Kiev.

Por Javier Benitez

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Occidente cada vez más solo y desesperado

Lo anteriormente expuesto va de la mano con la idea de EEUU y sus vasallos de asestarle una derrota estratégica a Rusia, pero que al ver que militarmente no pueden lograrlo, apelan al ataque sistemático contra la población civil. Algo que vienen haciendo desde el año 2014, pero que ante una derrota inminente del mundo unipolar que EEUU se niega a aceptar, estos métodos son cada vez más frecuentes.

Una derrota que pasa por no aceptar bajo ningún concepto llegar a acuerdos de paz con Rusia, tal como los líderes occidentales han venido manifestando a través de diferentes voces, a cuál de ellas más belicistas: políticos y altos cargos de EEUU y de la Unión Europea. Y el envío de armas de Occidente a Ucrania, a sabiendas de que el régimen de Zelenski utiliza buena parte de ellas para atacar a civiles, no hace más que dejar las cosas cada vez más claras en este sentido.

En este contexto, Lavrov se muestra escéptico a que la idea elaborada por los líderes africanos sobre un plan de paz pueda ser aplicada para la resolución del conflicto y advierte que Washington y Londres han declarado reiteradamente que no puede ser aceptado otro plan que no sea la llamada la fórmula para la paz de Zelenski. Enfatizó que el G7, la OTAN y la UE exigen que todos se adhieran a ella.

Y es que en la Cumbre del G20 celebrada a mediados de noviembre pasado en Indonesia, Zelenski propuso una ‘fórmula de 10 puntos para restaurar la paz en Ucrania’ a la que Lavrov aludió de esta manera: «Esta fórmula significa la salida de las tropas rusas y la retirada de Rusia de todos los territorios: Crimea, Donbás y los nuevos territorios, Zaporozhie y Jersón. Luego, un tribunal sobre Rusia, sobre los dirigentes rusos. Tras esto el pago de las reparaciones, por así decirlo. Y solo después de todo esto, Ucrania aceptará amablemente firmar un tratado de paz».

Lavrov añadió: «Zelenski declaró hace tres años o un par de años, que si alguien se siente ruso entre los ciudadanos ucranianos ‘se vaya a Rusia’ por el bien del futuro de sus hijos y nietos. Los señores Danílov y Podoliak también dijeron que tras la devolución de Crimea y los territorios orientales de Ucrania, exterminarían todo lo ruso que hubiera allí hasta la aniquilación física de los ciudadanos rusos».

Entonces, Lavrov arremetió: «Esta postura de Occidente y su adhesión únicamente a esta fórmula bárbara y atroz de Zelenski significa que están dispuestos a apoyar el genocidio. No tengo nada más que añadir aquí», concluyó.

Vale la pena recordar que el 16 de mayo, el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, informó que en nombre de los países africanos habló con sus pares Putin y Zelenski, y manifestó que ambos aceptaron recibir en sus respectivas capitales, una misión de paz encabezada por seis jefes de Estado africanos.

El director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, señala que «realmente [son] espantosas las declaraciones de los ‘líderes’ que ejercen el poder del régimen en Kiev, y que evidentemente demuestran que su verdadero rol es profundizar el conflicto, desarrollar la guerra hasta las últimas instancias, como se dice, ‘hasta el último ucraniano’. Todo esto que estamos escuchando, y que no es ninguna novedad, es consecuencia de una decisión total y absoluta asumida por algunos países líderes de lo que en su momento fue la hegemonía occidental sobre el mundo».

Publicado y Difundidopor Radio Sputnik Internacional Moscu: https://sputniknews.lat/20230531/guerrerismo-fomento-del-terrorismo-y-del-genocidio-lo-unico-que-le-queda-a-occidente-1140040536.html

Por M.K.Bhadrakumar  28 de mayo

La operación duró 224 días y se convirtió en una batalla épica. Ucrania pagó un alto precio con sangre al tratar de retener a Bahamut, que llegó a llamarse una “picadora de carne”. 

Los analistas estadounidenses han enumerado veinticinco brigadas ucranianas y al menos 9 batallones y 5 regimientos,  un despliegue estimado de 120.000 soldados como mínimo, lanzados a la batalla por Kiev. Se estima que un 70% de bajas significaría que Ucrania sufrió más de 70.000 muertos y heridos.  Es una derrota devastadora. 

La doctrina militar convencional dice que un ejército que ataca a una fuerza atrincherada necesitará al menos tres veces más soldados que la fuerza defensora en las fortificaciones. Pero los combatientes de Wagner, que suman 32.000 combatientes, se enfrentaron a una fuerza de representación de la OTAN casi 4 veces mayor en número y equipada con armamento moderno. 

La conmoción por la aplastante derrota quedó reflejada en los rostros del presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, y del presidente de Ucrania, Vladimir Zelensky, cuando se enfrentaron a los medios de comunicación en Hiroshima, pocas horas después de que apareciera la declaración del Kremlin. Al leer un texto preparado, Biden anunció, en un importante cambio de política, que EE. UU. «Lanzaría algunos nuevos esfuerzos conjuntos con nuestros socios para entrenar a pilotos ucranianos en un avión de combate de cuarta generación como el F-16». 

Mientras tanto, en una serie de incidentes llamativos, Ucrania comenzó a atacar objetivos en Rusia con armas suministradas por Estados Unidos y Gran Bretaña. Ha habido ataques esporádicos de artillería y misiles Himars contra civiles rusos en ciudades fronterizas; dos ataques con drones al Kremlin; y los misiles de crucero británicos Storm Shadow atacan objetivos en Rusia. En un caso particular, la semana pasada, hubo una incursión transfronteriza en la región de Belgorod con vehículos y armas suministrados por Estados Unidos. Pero ninguno de estos ataques puede considerarse como un «cambio de juego».

Si bien EE.UU. y el resto de la OTAN fingen ignorar estos ataques, el hecho clave es que Ucrania obtiene datos de objetivos que solo las fuentes de inteligencia de la OTAN pueden proporcionar. Por lo tanto, se ha roto la línea roja de décadas que se remonta a la Guerra Fría, es decir, que ni EE. UU. ni Rusia atacarían el territorio del otro bando directa o indirectamente. (Sostuvieron las barandillas incluso durante la yihad afgana en la década de 1980).

Va a haber consecuencias. La primera señal llegó con la noticia de que ya se están desplegando armas nucleares en Bielorrusia y el ministro de Defensa, Sergey Shoigu, estuvo en Minsk para firmar el acuerdo necesario que detalla la logística del despliegue.  Biden dijo a los periodistas el viernes después de regresar de Japón que su reacción al despliegue ruso es “extremadamente negativa”.

Pero en realidad, la intención de Moscú es dotar a Bielorrusia de una capacidad disuasoria contra cualquier movimiento precipitado de la OTAN, como cortar el acceso a Kaliningrado. Por cierto, Estados Unidos también ha mantenido armas nucleares en suelo europeo durante muchos años. 

Pero siempre puede surgir un punto crítico. El próximo ejercicio de la OTAN, cuyo nombre en código es Air Defender 23 (del 12 al 23 de junio), será el ejercicio militar más importante jamás realizado sobre los cielos europeos y el ejercicio de despliegue de fuerzas aéreas más extenso en la historia de la alianza occidental, en el que participarán 25 países de la OTAN, 10.000 efectivos militares y aproximadamente 220 aviones. 

Para citar a Larry Johnson, conocido bloguero estadounidense y exanalista de la CIA, “una operación de entrenamiento de este tamaño y escala en el contexto de las crecientes tensiones en la región es como encender una cerilla en un tanque de almacenamiento de gasolina”. Dicho esto, a nivel táctico, el ejército ruso también se está posicionando para nuevas operaciones para completar la liberación de Donbass, después de haber obtenido el control de Bahamut, que es un importante centro de comunicaciones a través del cual pasó toda la logística ucraniana a lo largo del arco de Donetsk hasta Seversk. hasta ahora.

Un informe en Izvestia el miércoles dijo, citando la opinión de expertos, que Avdiivka y Maryinka son «los siguientes en la fila… para que no haya bombardeos en la ciudad de Donetsk… Luego, tendremos que apagar el gran arco de Donetsk, desde Ugledar a Seversk con acceso». a Konstantinovka y Slavyansk. Estas son las dos últimas ciudades de la gran aglomeración de Donbass, seguidas de la estepa (que conduce hacia el río Dniéper) donde será muy difícil que el enemigo aguante”. 

Nuevamente, los combatientes de Wagner están siendo reemplazados por fuerzas regulares rusas para futuras operaciones. El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, dijo en una entrevista en la televisión rusa el viernes: “Es difícil decir dónde está el punto de ruptura… Obviamente, el grado de participación directa e indirecta en este conflicto por parte de los países del Occidente colectivo está aumentando día a día. Esto puede prolongar el conflicto, pero no cambiará el rumbo drásticamente. No puede cambiar el rumbo en absoluto. Rusia seguirá adelante con la operación, y Rusia garantizará sus intereses de una forma u otra y logrará los objetivos designados”. 

Mientras tanto, Rusia ha estado realizando una intensa campaña de bombardeos para dificultar que Kiev reúna la mano de obra y la potencia de fuego necesarias para lanzar y mantener una operación ofensiva más allá de unos pocos días, y está intensificando sus operaciones en   general para diezmar las capacidades militares de Ucrania. 

El “conocido desconocido” es cómo la campaña electoral estadounidense de 2024 afectará la trayectoria de la guerra. El cambio de Biden en el F-16 puede verse como una reacción instintiva. Incluso el general Mark Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto, admite que el F-16 no es un «arma mágica».

Mientras tanto, Rusia sigue investigando las intenciones de Estados Unidos . En una entrevista con la prestigiosa revista International Affairs, el viceministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergey Ryabkov, dijo el viernes que “la élite gobernante estadounidense se ha consolidado en gran medida sobre una base antirrusa, independientemente de la afiliación partidaria. En mi opinión, la situación se está convirtiendo en una fuerza mayor”.

Sin embargo, Ryabkov, quien es la “persona clave” de más alto rango para las relaciones con los EE. UU. en el Ministerio de Relaciones Exteriores, también agregó: “No importa cómo resulten las cosas, estamos dispuestos a mantener el diálogo con quien se mantiene o con quien llegue al poder en los EE. UU.”

Por lo tanto, la renuncia de Ucrania a la adhesión a la OTAN y la UE y el regreso al estado neutral de países no alineados seguirá siendo una de las condiciones clave para un proceso de paz exitoso en Ucrania. 

La gran pregunta es hasta dónde llegará la OTAN en su próxima cumbre en julio en Vilnius; o, ¿significaría esto la membresía plena de Ucrania o algo más? La probabilidad de que se tomen decisiones importantes en Vilnius puede, quizás, descartarse.

Curiosamente, el Kremlin se entusiasmó instintivamente con la idea de una llamada telefónica a Putin “a su debido tiempo”, expresada por el canciller alemán Olaf Scholz poco después de su regreso a Berlín de la cumbre del G7 en Hiroshima. Berlín se ha opuesto constantemente a cualquier movimiento precipitado de la OTAN a propósito de la membresía de Ucrania.

En una entrevista con el Wall Street Journal el viernes para celebrar su centenario, Henry Kissinger también comentó que “la oferta de incluir a Ucrania en la OTAN fue un grave error y condujo a esta guerra”. Kissinger abogó, en cambio, por una mayor claridad en la postura de Rusia sobre Europa, señalando que si bien Rusia está interesada en fomentar los lazos con Europa para su propio desarrollo, también es cautelosa ante las amenazas potenciales provenientes de Occidente.

La «Picadora de Carne Rusa» en Bajmut una derrota devastadora

En nuestra tradicional Columna dominical de Geopolitica que difundimos desde hace 16 años a través del Club de la Pluma, en está oportunidad planteamos en primer término la importancia de la segunda vuelta electoral en la República de Turquía donde no estaba en juego una reelección mas del lider Recep Tayyip Erdogan que luego de dos décadas en el poder, el líder del Partido de la Justicia y el Desarrollo gobernaria el país cinco años más o si ganaba su opositor el atlantista y pro anglosajón Kemal Kiliçdaroglu el rol de Turquía sería de distanciamiento con el mundo Euroasiático y los BRICS. La columna como es grabada los días jueves no se podía saber el resultado de las mismas pero si la de su importancia para el nuevo orden mundial que a pasos agigantados se está desarrollando en estos tiempos. [Cuando escribimos estas líneas para difundir la columna en nuestra web de Dossier Geopolitico el bando encabezado por Erdogan, ha obtenido un amplio triunfo electoral y por lo tanto se consolida el Bloque del Sur Global]

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En segundo término analizamos la importancia y la diferencia de las Cumbres que se han estado desarrollando en el Mundo que se diferencian en objetivos organizados por el Sur y el Norte Global.

Y aquí debemos entender la importancia de los mismos y sus grandes diferencias; el Sur Global organizó varias Cumbres todas proactivas en bien de sus sociedades, para fomentar el desarrollo comercial, tecnológico e Industrial, el desacople de la dólar dependencia para las transacciones internacionales y la utilización de nuevos formatos que reemplacen al Sistema Bancario administrado como arma por EEUU el: SWIFT. 

Las Cumbre del Sur Global, fueron:

La que organizó China en la Ciudad de XIAN, donde reunió a Kazajstán, Uzbekistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y donde se establecieron grandes acuerdos de inversión para incrementar la interconectividad ferroviaria, aumentar el intercambio turístico y el intercambio comercial con grandes inversiones Chinas y que son claves para profundizar los acuerdos y el rol clave de estos países en el Corazón de Asia Central para el proyecto geopolitico Chino de la Nueva Ruta de la Seda para el Siglo XXI.

La reunión del Foro Rusia Mundo Musulman en la Ciudad de Kazán, la capital y de la República de Tartaristán, en Rusia. Reunión que reunió a 85 países del mundo religioso Musulman y que con está es la 14 reunión que se realiza, lo importante es que asistieron cientos de empresarios de esas naciones y se alcanzaron grandes acuerdos entre los asistentes. Paralelamente se desarrolló la 32ª Cumbre de la Liga Árabe realizada en Arabia Saudita, donde fue reincorporada la República Arabe Siria; y que en su documento final expresaran lo siguiente…“Esperamos que esto contribuya a apoyar la estabilidad de la República Árabe Siria, preservar su integridad territorial, reanudar su papel natural en el mundo árabe y la importancia de continuar e intensificar los esfuerzos destinados a ayudar a Siria a superar su crisis”, destaca el texto. Las naciones árabes hicieron hincapié además en el cese de la injerencia de países extranjeros en sus asuntos internos, a la vez que expresaron su negativa a apoyar la formación de grupos armados y milicias fuera del ámbito de las instituciones estatales.

La Cumbre entre Irán e Indonesia El presidente iraní, Ebrahim Raisi, se reunió con su homólogo indonesio, Joko Widodo, en un viaje de dos días destinado a reforzar los lazos económicos entre ambas naciones de mayoría musulmana en medio de las crecientes tensiones geopolíticas mundiales. La mayor economía del sudeste asiático busca nuevos mercados para diversificar sus opciones de exportación y reducir su dependencia de los socios comerciales tradicionales, muchos de los cuales se han visto afectados por el debilitamiento de la economía mundial y los riesgos geopolíticos.

Con estas cumbre podemos apreciar las  tendencias del Sur Global de incrementar el diálogo aumentar el flujo comercial entre sus integrantes y aumentar su peso económico político sin recurrir al expediente único que tiene el Norte Global que no es otro que aumentar las tensiones incrementar carreras armamentísticas y no respetar a los pueblos por sus decisiones soberanas de tener un destino por fuera de la “dependencia” que es lo que quiere ser el modelo Oxidental basados en normas y reglas (por ellos administradas y decididas sin el consentimiento de la mayoría de los pueblos del mundo)

Cumbres Atlantistas Occidentales:

Hiroshima: el G7 cada vez más reducido, en realidad el G9 (que suma dos burócratas de la UE no elegidos), impone una agenda única de más sanciones a Rusia; más armas para el vacío negro de Ucrania; y más conferencias sobre China.

Lisboa: la reunión anual de Bilderberg, un festival atlantista/OTAN, se lleva a cabo en un hotel no tan secreto completamente cerrado. Tema principal en la agenda; guerra -híbrida y de otro tipo- a los “RIC” en BRICS (Rusia, India, China).

Prof. Lic Carlos Pereyra Mele

Director de Dossier Geopolitico

ANEXO

Difundimos la importante entrevista realizada al Dr. Francisco Javier Martínez en el Programa “Detrás de la Razón” que conduce el Periodista Roberto de la Madrid sobre las cumbres que hicimos referencia en la columna de Geopolitica del Club de la Pluma, con amplia información sobre los participantes y los profundos acuerdos alcanzados

PROGRAMA SUR vs NORTE GLOBAL: Cumbres de destrucción y muerte del 27 de mayo del 2023

Cuando un importante analista del Ejército de EE.UU. pretende instruir a nuestros países sobre nuestras relaciones con China, da signos de que la potencia hegemónica ha perdido su ubicación

Por Eduardo J. Vior analista internacional El Autor autoriza su publicacion en Dossier Geopolitico Fuente TELAM

En esta columna habitualmente no se analizan textos sino procesos. Sin embargo, cuando los textos emanan de un centro de poder y tienen un estilo prescriptivo, debe suponerse que su mensaje se traducirá en directivas que van a influir sobre la realidad, en este caso la latinoamericana. Por ello es bueno leerlos con atención.

Desde hace algún tiempo muchos analistas internacionales en el continente recibimos sin solicitarlo hasta dos o tres veces por semana los artículos de Robert Evan Ellis, profesor investigador de Estudios Latinoamericanos en el Instituto de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra del Ejército de los Estados Unidos, especializado en las relaciones de la región con China y otros actores no occidentales. Desde hace veinte años el profesor Ellis investiga y asesora al Comando Sur del ejército norteamericano sobre las políticas para la contención de la influencia asiática sobre nuestra región. Por eso ha parecido relevante en este caso analizar “Carrera hacia el fondo: China y la lógica autodestructiva de la diplomacia transaccional en las Américas”, que el autor publicara en abril pasado y distribuyó esta semana.

El texto comienza con una constatación: “Para ser claro, creo firmemente que los Estados Unidos pueden hacer mucho más para apoyar el desarrollo económico de la región y la lucha contra la corrupción endémica, (…).” En esta frase inicial se supone, primero, que EE.UU. apoya el desarrollo económico de la región y, segundo, que colabora en la lucha contra la corrupción. Si por desarrollo se entiende un crecimiento autosostenido del PBI que se reproduce equilibradamente en todos los sectores económicos y regiones del país, permitiendo al mismo tiempo la superación de la pobreza extrema y el mejoramiento paulatino de las condiciones de vida de la mayoría de la población, no hay en el siglo y medio de presencia norteamericana en América Latina y el Caribe ninguna evidencia empírica de que ésta haya contribuido a alcanzar estas metas. Por otra parte, si por corrupción se conciben los pagos indebidos y dádivas de empresas o personas privadas a funcionarios públicos a cambio de decisiones políticas que les sean favorables, debe tenerse en cuenta que todas las investigaciones serias sobre la materia han demostrado que estas transferencias siempre entran por algún lado al sistema bancario o financiero y, como es conocido, algunos de los principales “paraísos fiscales” están en el estado de Delaware o en las Islas Vírgenes norteamericanas.

Pocas líneas más adelante el autor devela el sentido del título de su contribución: “Aunque me frustra el persistente fracaso de Washington para ayudar mejor a la región (…), me preocupa también la lógica errónea, tanto en Washington como en la región, de que la respuesta al ‘avance de China’ es un enfoque fundamentalmente transaccional para que intentemos ‘superar’ la oferta de Pekín.” Que Washington ofrece poco a la región y recibe mucho en forma de remesas de beneficios, tanto legales como ilegales, y de términos de intercambio, es indudable. Que, por consiguiente, entre sus dirigentes cunda la preocupación, cuando ven cuánto ofrece la República Popular, es entendible.

Una visión similar se registraría del lado latinoamericano: “Por su parte, nuestros socios latinoamericanos tienen razón al anteponer sus propios intereses a la competencia entre grandes potencias, pero hacerlo no significa aceptar al pretendiente que ofrece a los que están en el poder un gran proyecto de infraestructuras con beneficios colaterales o un ‘trato de realeza’ en una visita de Estado.” O sea que en ambos lados la perspectiva “transaccional” (me relaciono mejor con quién más me da) resulta justificada. Es interesante que para este autor ningún actor tenga finalidades propias, ni Estados Unidos ni los líderes latinoamericanos. Todos estarían actuando por el mero beneficio inmediato.

No se entiende en este contexto de qué modo el analista arriba a la prescripción de cuál debiera ser la conducta “correcta” de los dirigentes de la región: “La búsqueda del verdadero ‘interés propio’ de América Latina exige que se seleccionen sus interlocutores y los modos de relacionarse con ellos de una manera tal que, teniendo en cuenta la corrupción y las debilidades institucionales de la región, se maximice la probabilidad de que el compromiso genere un verdadero beneficio duradero para el país, al tiempo que se minimice el riesgo de ser atrapados por un socio depredador o de quedar entrampado en un ciclo de dependencia, sin poder denunciar los malos comportamientos del socio.”

En este párrafo es llamativo el conocimiento superior que el columnista se atribuye sobre cuáles serían “los verdaderos intereses propios” de América Latina. En realidad, este afán normativo parece constituir el meollo del artículo. El analista deja su lugar al predicador que indica el camino de la verdad. Es problemático, empero, cuando “el predicador” representa oficiosamente el pensamiento del mayor ejército del mundo.

Todavía se añade el remanido argumento del espionaje: “Desde que la ley de Inteligencia Nacional de China de 2017 obliga a las empresas chinas a entregar información que sea de utilidad para el Estado chino, la huella digital de China cada vez más presente en toda la región hace cada vez más difícil para las empresas que operan allí proteger sus procesos básicos y su propiedad intelectual, como para los funcionarios de los gobiernos latinoamericanos
proteger sus asuntos personales y deliberaciones oficiales contra filtraciones.” Da la impresión de que el autor se está refiriendo a la Agencia Nacional de Inteligencia (NIA, por su nombre en inglés) de EE.UU., a sus empresas de comunicaciones y al espionaje sistemático que realizan innumerables agencias del Estado norteamericano. ¿Existe el espionaje bueno y el espionaje malo o ambos, en manos de potencias extranjeras, atentan contra la soberanía de las naciones y la libertad de sus pueblos?

Al final del artículo aparece el consejo: “Washington necesita desesperadamente hacer más por América Latina y el Caribe, pero más importante es que debe convencer a la región que tome mejores decisiones en su propio interés a largo plazo, y estar preparado para ayudarla en ese camino.”

Descartando la mala intención, el artículo llama la atención por su falta de ubicación: se coloca en una posición magisteril, apostrofando a los líderes regionales, para que sigan el camino correcto, que sería alejarse de China. Reconoce que los Estados Unidos no ofrecen nada comparable a las inversiones de la República Popular, pero advierte contra las malas intenciones de ésta. Desconoce y no asume la larga historia de violencia, corrupción y sometimiento de América Latina y el Caribe a manos de su patria. Es poco creíble, entonces, el dedo acusador hacia Oriente.

Todos los hegemonismos son malos. Sería deseable un orden mundial en el que todas las naciones se traten con respeto y se escuchen mutuamente. Pero que una potencia hegemónica como EE.UU. pierda el sentido de realidad, desconozca la madurez de la identidad latinoamericana y caribeña y pretenda seguir tratándonos como infantes es peligroso, porque desconoce la realidad y, cuando la mayor potencia militar del mundo se aparta de la realidad, sus acciones se tornan irreflexivas y pueden ocasionar un terrible daño. Es malo estar dominado por un Imperio, pero terrible estarlo por un Imperio sin sentido de realidad.

Con el “liderazgo” del G7 sumido en un pantano pegajoso de superficialidad intelectual, previsiblemente la única agenda en el Japón colonizado eran más sanciones a Rusia. Pepe Escobar 20 de mayo   Fundación de la Cultura Estratégica

Comencemos con una descripción gráfica de dónde se encuentran realmente el Norte Global y el Sur Global.

1. Xian, antigua capital imperial y centro clave de las Antiguas Rutas de la Seda: Xi Jinping organiza la cumbre China-Asia Central, a la que asisten todos los «stans» de Heartland (Kazajstán, Uzbekistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán).

La declaración final enfatiza la cooperación económica y “una posición resuelta” contra las revoluciones de color inventadas por Hegemon. Eso amplía lo que la Organización de Cooperación de Shanghai (SCO) y la Iniciativa Belt and Road (BRI) ya están implementando. En la práctica, la cumbre sella que la asociación estratégica Rusia-China protegerá el Heartland.

2. Kazan: el foro Rusia-Mundo Islámico une no solo a los líderes religiosos sino también a los principales empresarios de no menos de 85 naciones. La Rusia multipolar procedió en paralelo a la Cumbre de la Liga Árabe en Jeddah, que dio la bienvenida a Siria a la “familia árabe”. Las naciones árabes se comprometieron unánimemente a poner fin a la «interferencia extranjera» para siempre.

3. Hiroshima: el G7 cada vez más reducido, en realidad el G9 (que suma dos burócratas de la UE no elegidos), impone una agenda única de más sanciones a Rusia; más armas para el vacío negro de Ucrania; y más conferencias sobre China.

4. Lisboa: la reunión anual de Bilderberg, un festival atlantista/OTAN, se lleva a cabo en un hotel no tan secreto completamente cerrado. Tema principal en la agenda; guerra -híbrida y de otro tipo- a los “RIC” en BRICS (Rusia, India, China).

Podría haber estado en Xian, o probablemente en Kazan. En cambio, cumpliendo un compromiso anterior, estuve en Ibiza y luego deseché la idea de volar a Lisboa como una pérdida de tiempo. Permíteme compartir contigo la razón: llámalo un pequeño cuento de las Baleares, rompiendo el compromiso característico de que lo que sucede en el deep house sudoroso y oscilante de Ibiza se queda en Ibiza.

Fui invitado a una reunión empresarial de primer nivel, en su mayoría española, pero también con portugueses, alemanes, británicos y escandinavos: ejecutivos de muy alto nivel, en bienes raíces, gestión de activos, banca de inversión. Nuestro panel se tituló “Cambios geopolíticos globales y sus consecuencias”. Antes del panel, se invitó a los participantes a votar sobre lo que más les preocupaba en lo que respecta al futuro de su negocio. El número uno fue la inflación y las tasas de interés. El número dos era la geopolítica. Eso presagiaba un debate muy animado por delante.

Cuando un hagiógrafo de la UE se vuelve loco

Poco sabía yo, y la audiencia, que eso se convertiría en un viaje salvaje. La primera presentación provino del director de un “Centro de Política Europea” en Copenhague. Se anuncia a sí misma como profesora de ciencias políticas y es asesora del jefe de la UE, Gardener Borrell.

Bueno, adopté una postura de gato de Cheshire después del tsunami de clichés arrojados sobre los «valores europeos» y los malvados rusos, además de que ella estaba «asustada» por el futuro de Europa. Al menos el alivio inmediato fue proporcionado por el impecablemente diplomático Lanxin Xiang, un personaje adorable, siempre con una sonrisa alegre en su rostro, y uno de los pocos expertos líderes en China que realmente sabe de lo que está hablando, en un inglés fluido.

Lanxin Xiang, entre otros logros, es profesor emérito del Graduate Institute of International and Development Studies en Ginebra; director del Instituto de Política de Seguridad del Instituto Nacional de China para el Intercambio Internacional de la OCS; y director ejecutivo de la Fundación Washington para Estudios Europeos. Esta es una columna  que escribí sobre él y su trabajo, publicada en octubre de 2020.

El profesor Xiang ofreció una exposición magistral sobre la obsesión estadounidense de fabricar un “problema de Taiwán” y cómo Europa, ya oprimida por la guerra de poder de Estados Unidos contra Rusia, debe tener mucho cuidado cuando se trata de sermonear a China.

Cuando fue mi turno, fui a matar, descartando todos esos lugares comunes de los comunicados de prensa de la UE como tonterías absolutas y enfatizando cómo los proverbiales «intereses estadounidenses» ya se están comiendo viva a Europa. Expliqué lo más brevemente posible todo el trasfondo geopolítico de la guerra en Ucrania.

Bueno, todo esto se entregó a los principales empresarios que consumen The Economist, Financial Times y Bloomberg como sus principales fuentes de información. Su reacción diría mucho.

Como era de esperar, el burócrata pagado por la UE se asustó por completo y, gritando de indignación, cumplió con el guión predeterminado, de amenazar con abandonar el escenario a acusarme de ser «pagado por el Kremlin». Le pedí, a quemarropa, que “me contradijera, con hechos”. No se proporcionaron hechos. Solo miedo y desconcierto, mezclados con insinuaciones de cancelar la cultura.

Para su gran mérito, el moderador con gran experiencia, Struan Robertson de Bank of America Merrill Lynch, mantuvo las cosas civilizadas, dando más tiempo para que Lanxin Xiang explicara la mentalidad china y abrió el debate para una secuencia de muy buenas preguntas.

Al final, al público le encantó. Muchos vinieron a agradecerme personalmente información a la que nunca tendrán acceso en El País, Le Monde o The Economist. Una minoría en la sala estaba simplemente atónita, pero nuestro debate al menos debe haberlos dejado reflexionando sobre muchas nociones preconcebidas.

Es mérito total de los principales organizadores, José María Pons y la directora del programa Cristina García-Peri, albergar un debate de este tipo en la fabulosa Ibiza, en España, territorio privilegiado de la OTAN. En la situación actual, esto sería absolutamente imposible en Francia o Alemania, sin mencionar Escandinavia o esos países bálticos dementes.

No hay forma de contrarrestar las narrativas fabricadas que repiten como loros los burócratas y los burócratas pagados por la UE, excepto ridiculizándolos, en sus caras. Se ponen furiosos y apenas logran tartamudear cuando se exponen sus mentiras. Por ejemplo, una de las preguntas de la sala, realizada por un empresario alemán de primer nivel, enumeró una letanía de hechos oscuros sobre la «democracia» ucraniana que la EUrocracia prohíbe absolutamente.

Lo que sucedió en Ibiza encaja con lo que sucedió en la Hiroshima bombardeada con armas nucleares por EE.UU. (los hegemónicos no se disculpan) y en ese hotel cerrado de Lisboa.

Con el “liderazgo” del G7 sumido en un pantano pegajoso de superficialidad intelectual, previsiblemente la única agenda en el Japón colonizado eran más sanciones a Rusia, impuestas a terceros países y a empresas en los sectores energético e industrial militar; más armas al vacío negro ucraniano; y una nueva obsesión ridícula y contraproducente de acumular la «contención» de China por supuesta «coerción económica».

En las fotografías, por cierto, no es un G7 cada vez más pequeño lo que aparece: sino un G9 belicista, aumentado artificialmente por esa patética pareja de eurócratas no elegidos, Charles Michel y Pustula von der Lugen.

En lo que respecta a la verdadera Mayoría Global, o Sur Global, esto se parece más a un G-Less Than Zero. Cuanto más se “expanden” las Guerras de Sanciones ilegales y sin sentido, más se aleja la mayoría absoluta del Sur Global del Occidente colectivo, diplomática, geopolítica y geoeconómicamente.

Y es por eso que la principal agenda de Bilderberg en el hotel secuestrado de Lisboa era renovar la coordinación entre la OTAN y los atlantistas en una guerra, híbrida o de otro tipo, contra la fuerza impulsora de los BRICS; los RIC (Rusia, India, China).

Había otros elementos en el menú, desde la IA hasta la aguda crisis bancaria, desde la «transición energética» hasta los «desafíos fiscales», sin mencionar el proverbial «liderazgo estadounidense».

Pero cuando estás en la misma habitación, gente como Stoltenberg de la OTAN; la directora de inteligencia estadounidense Avril Haines; el director senior de Planificación Estratégica del Consejo de Seguridad Nacional, Thomas Wright; el presidente de Goldman Sachs, John Waldron; Jefe Jardinero Borrell (cuyo secuaz estaba en Ibiza); el vicepresidente de Brookfield Asset Management, Mark Carney (uno de sus ejecutivos también en Ibiza); el Comandante Supremo Aliado en Europa, Christopher Cavoli; y la viceprimera ministra canadiense Chrystia Freeland, entre otros cómplices atlantistas, la trama es evidente:

Es la guerra contra el mundo multipolar. Al menos podemos bailarlo en Ibiza.

Por Enrique Lacolla

¿Será capaz la Argentina de ponerse a la altura de la seriedad del momento que vive el globo? El peronismo, hasta aquí núcleo del movimiento nacional, requiere con urgencia renovarse o transformarse en otra cosa.

La semana pasada evaluamos el momento histórico que vive el planeta ante el cada vez más evidente desplazamiento del eje de los asuntos mundiales de occidente a oriente. Ahora bien, aunque los datos objetivos indican que el grueso de la economía mundial gravitará en torno a China y al eje euroasiático conformado por China, Rusia e India, que actuará como imán respecto a los países del medio oriente y a los que se asoman al espacio del Indo-Pacífico; y aunque parece evidente que de esta deriva va a surgir una multipolaridad que terminará con la supremacía anglosajona en la regulación de los asuntos mundiales, es evidente también que este curso acarrea el híper belicismo de Washington. O al menos de los sectores más pesados e influyentes de su establishment, que no se resignan a perder el papel hegemónico que se habían arrogado. Esto se pone de manifiesto en la acelerada carrera por desintegrar a Rusia, que arrancó no bien cayó la URSS y que ha culminado en la guerra de Ucrania; en la procesión de intervenciones militares, intrigas golpistas, embargos, presiones diplomáticas e injerencias de todo tipo en un mundo donde Estados Unidos ha sembrado alrededor de 700 bases miliares en todos los continentes. Esto requiere de los desaforados presupuestos armamentísticos que año tras año vota el Congreso estadounidense y que en este ejercicio supera los 800 mil millones de dólares.

Esta mezcla de expansionismo e histeria de parte del imperialismo norteamericano, que se apresura a adelantarse a las amenazas y que desearía extirparlas de raíz antes de que se hagan demasiado fuertes para poder eliminarlas de un saque (“la trampa de Tucídides”), se ha convertido en un elemento de desestabilización permanente y será el rasgo que, por un lapso imposible de prever, caracterizará al presente y al futuro próximo. Hay que adecuarse a este escenario, lo que va a requerir, de países como el nuestro, una dosis considerable de “savoir faire” de parte de sus estamentos dirigentes y asimismo de una firmeza y de una habilidad maniobrera que les permitan navegar en aguas turbulentas.

En este contexto, la visita de Lula a China y la línea general de su política exterior son un ejemplo. Un ejemplo tanto de la seriedad de su visión geoestratégica como de la iracundia que su firmeza puede excitar en la cima del sistema. Más allá de los importantes acuerdos comerciales y económicos suscritos con China y del nombramiento de Dilma Rouseff como presidenta del Banco del BRICS, refiriéndose a Ucrania Lula dijo que “la actitud de Estados Unidos y de la Unión Europea incentiva la guerra”. Esto provocó una reacción escandalizada en Washington, donde el vocero del Consejo Nacional de Seguridad, John Kirby, durante una conferencia de prensa en la Casa Blanca, afirmó que “Brasil está repitiendo como un loro la propaganda rusa y china sin observar para nada los hechos”.

No es una reacción muy académica la de Mr. Kirby. Tratar de loro al mandatario de un gran país amigo y considerar que su punto de vista remeda al de los enemigos de Estados Unidos es insolente y autoritario (para decir lo menos), muy en la línea de las declaraciones de George W. Bush cuando, al proclamar “la guerra al terrorismo”, afirmó que “quien no está con nosotros está contra nosotros”. La actitud norteamericana respecto al “patio trasero” no ha variado sustancialmente desde los días de la política del garrote preconizada por Theodore Roosevelt a principios del siglo XX. Se ha moderado el lenguaje, se han cuidado un poco las formas, pero de cuando en cuando, como en esta ocasión, la intemperancia de fondo atraviesa la superficie.

Ahora bien, ¿los países de la región seguirán sometiéndose modosamente al diktat imperialista, o intentarán sumarse a la corriente de cambio que se manifiesta en el planeta, arrancándose de una dependencia secular y buscando opciones que favorezcan su desarrollo con socios predispuestos a hacer negocios sin imponer cláusulas leoninas? Salvo en los casos de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua, todos los intentos anteriores que procuraron hacerlo terminaron en fracasos, aunque muchos de ellos representaron un salto adelante en la adquisición de una conciencia soberana y en el lanzamiento de programas de desarrollo que alteraron en parte la estructura semicolonial en la que esos países estaban insertos. Es difícil precisar los alcances de esas experiencias, que fueron múltiples y variopintas. Pero el México de la revolución, hasta Cárdenas incluido; el Brasil de Vargas, la Argentina de Perón, el Perú de Velasco Alvarado y la Bolivia de las distintas y dolorosas experiencias del MNR y del MAS ilustran la compleja y a menudo heroica voluntad por abrirse paso a un nivel más libre de existencia, que alienta en el espíritu de estos países.

¿Y por casa cómo andamos?

Frente a este tipo de requerimiento, ¿cómo estamos nosotros al día de hoy? No vamos a hacernos ilusiones. El imperio sigue resuelto a morder y no nos va a ahorrar ninguna imposición. Y nuestra casta política y en especial los estamentos intelectuales y mediáticos que deberían concurrir a oponerse a esa imposición y a ilustrar e interpretar la resistencia, no terminan de aflorar con la claridad que sería de desear. Intérpretes aislados que conocen el paño y son certeros en el diagnóstico hay muchos, pero toda capacidad crítica se disipa si no existe un corpus orgánico que la incluya y la ponga en actividad. O si su prédica no irradia en la masa y en el grueso de la clase política y de los empresarios que, más allá de sus diferencias, sepan reconocer donde está el interés sustancial argentino frente al cual no puede haber distingos. Este interés no puede ser otro que el desarrollo soberano de las posibilidades que tiene el país en relación a sus necesidades sociales y a su proyección geoestratégica. La tarea no es imposible si se extirpa a la burguesía compradora enquistada en los puestos de comando de las finanzas, de los medios y de parte de la casta empresaria. Ese estamento se ha convertido en una máquina de impedir gracias a su asociación con el imperialismo, del cual forma parte como su apéndice necesario.

El problema es que no se advierten síntomas de reacción en la fuerza que nos gobierna ni en lo que se puede considerar como oposición y que se nuclea esencialmente en sectores de la clase media alta y la clase media no alta pero con aspiraciones.

Los estamentos en que se basó la acción originalmente renovadora del peronismo han modificado su composición como resultado de la reducción relativa de la masa proletaria, de la proliferación del trabajo informal y de la aparición de la economía de mera subsistencia, a lo que se suma la degradación que suponen la crisis del sistema educativo y la inexistencia de contenciones y orientaciones claras tanto en la sociedad como en el ámbito familiar. Esto ha sido el resultado de la presión ejercida durante décadas por el neoliberalismo, vector ideológico de la riqueza concentrada en los grandes núcleos financieros del mundo desarrollado, que coopta a sus agentes entre los sectores más predispuestos a jugar ese papel en el mundo subdesarrollado. La expresión concreta de esa presión se ejerció en Argentina tras el derrocamiento de Perón en 1955, con el gobierno de facto que intentó destruir su legado hasta 1959; luego en la época de la llamada “revolución argentina”, de 1966 a 1972; durante dictadura cívico-militar del 76 al 83; en el gobierno de Carlos Menem, de 1989 a 1999, y en el ejercicio de Mauricio Macri, de 2015 a 2019. Como se ve, durante un espacio de tiempo más que considerable. Lo más grave es que cada una de esas intervenciones, hayan sido consecuencias de golpes militares o de elecciones, se distinguieron por su carácter drástico, que apeló a trámites sangrientos en el caso de los golpes militares, o a procedimientos que se apartaban de un registro democrático y apelaban a expedientes como los decretos-ley para gobernar a espaldas del Congreso, en el caso de los gobiernos elegidos por procedimientos regulares. Cada una de esas intervenciones multiplicó su efecto devastador por la rapidez con que infligían daños casi irreversibles al patrimonio nacional, dejando un territorio devastado tras de sí; y al siguiente gobierno, connotado por una vocación nacional, abocado a un trabajo de reconstrucción fatigoso y complicado por la guerra mediática y el obstruccionismo practicado por los sectores del privilegio. Un trabajo de Sísifo, realmente.

Y bien, sería hora de que este tema recurrente en nuestra historia sea empiece a ser cancelado aprovechando justamente las modificaciones en los equilibrios mundiales que se están precipitando. Pero, ¿cómo? ¿Y con quién? El actual gobierno, que pudo haber suministrado un principio de salida, fracasó en encontrarla. Es verdad que debió afrontar problemas que le llovieron encima sin tener responsabilidad por ellos. En primer lugar el abrumador peso de la deuda contraída por el gobierno Macri como consecuencia de su política económica irresponsable y en el fondo deliberadamente criminosa. En segundo lugar la pandemia, que aventó durante dos años la posibilidad de la recuperación de la actividad productiva. Y por fin la sequía, la más grande en un siglo, que está costando ya 20 mil millones de dólares. Pero nada de esto excusa la timidez con que encaró, o no encaró en absoluto, los problemas básicos que nos afligen. Se dirá que el gobierno estuvo y está dividido dentro de sí mismo, pero eso no arregla ni explica nada. Es verdad que el presidente Alberto Fernández y la gente de que se rodeó son de una moderación que asusta, que no se resolvieron a atacar ni la reforma judicial ni la impositiva, que recularon en cuanto se presentó la oportunidad de clavar una pica en Flandes con el asunto Vicentín, que no hicieron nada para dar vigencia a la lucha contra los oligopolios de prensa, y, por fin, que negociaron un acuerdo con el FMI que no negoció nada y nos dejó en el páramo, sin posibilidades de afrontar los sucesivos vencimientos. En la otra vereda del Frente de Todos, el cristinismo suministró, primero, los elementos para una polémica sorda y, luego, cuando se hizo evidente que el buque hacía agua, para una discusión ruidosa que tampoco sirve de mucho, pues no se resuelve en un debate franco en torno a los temas cardinales y en cambio se parece a una cortina de humo para excusar a posteriori lo que se ratificó en el momento en que se debía tomar la decisión. Como el acuerdo con el FMI.

Hago referencia al FdT sin preocuparme demasiado de la oposición pues esta, desde el punto de vista de un nacionalismo popular y racional, no cuenta mucho o es precisamente el factor que concurre a bloquear una salida porque, en el caso del PRO, es la expresión consciente de las fuerzas que pugnan por sujetar a la Argentina en una posición sumisa. En el de los radicales es la continuidad de lo que comenzó siendo en el 45 una rivalidad con el peronismo por una clientela electoral y luego degeneró, por imperio de las circunstancias, en un resentimiento de clase que nunca se ha disuelto del todo. Las izquierdas, por su lado, nunca han encontrado una vía orgánica a través de la cual manifestarse y han permanecido marginales al movimiento de masas, captado por el peronismo. En cuanto al caso de los “libertarios” son un fenómeno propio de la antipolítica que deviene del hartazgo que generan los debates en torno a temas inconducentes y la reiterada manifestación de impotencia que las fuerzas tradicionales ostentan frente a los problemas de fondo. Se trata por supuesto de un rechazo que se verifica desde la ignorancia, azuzada por un personaje que bordea la paranoia y que sólo puede contribuir, dada su vocación anti-estatal y su confesada pasión por el libre mercado absoluto, al triunfo del bando oligárquico y, probablemente, a una catástrofe social que sólo podrá solventarse mediante una salida autoritaria. Del signo que sea.

De proseguir este gobierno y el que lo suceda con la actitud modosa que nuestra dirigencia ha adoptado en torno al tema de temas, el problema de la deuda ilegítima que nos agobia, no habrá salida. La disposición del imperio, como ha podido palparse por la naturaleza de las comunicaciones y los trascendidos que se derivaron de la visita del presidente Fernández a Joe Biden y de las visitas de la jefa del Comando Sur, generala Laura Richardson, no deja lugar a dudas: no piensa conceder nada, salvo palabras de aliento. Nada de Atucha 3 con financiación china; nada de puerto de aguas profundas en Quequén, también respaldado en gran parte con capitales de ese origen; nada de aviones de combate de origen sino-paquistaní para reequipar a la fuerza aérea argentina; interés sumo del gobierno de Washington para que empresas norteamericanos exploten (y monopolicen, de ser posible) los yacimientosde litio que Argentina posee y que se extienden en una nueva “triple frontera” con Bolivia y Chile… Estos temas esenciales del debate y que deben formar parte (junto a otros no menos importantes como los que hacen a la gestión del comercio exterior y al carácter injusto de nuestro sistema impositivo) hoy casi no figuran en la agenda política, que en cambio abunda en intrigas, insultos, puñaladas traperas y fanfarronadas. ¿La dirigencia argentina se apresta a perder otro momento de cambio mundial para seguir apegada a su vieja rutina de zancadillas y juegos de masacre? Afortunadamente la crisis mundial que está en curso tiene para largo; tal pueda ser que en ese espacio madure algo nuevo que surja de las entrañas del pueblo y se conecte con los fermentos del pensamiento nacional que subsisten en medio del barullo, erigiéndose en un punto de referencia en torno al cual agruparse. Pero no hay que perder tiempo.

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El viernes el presidente Alberto Fernández anunció que no presentaría su candidatura a presidente para el próximo mandato. Es una decisión que oxigena un poco el espacio, pero que debería ser seguida por un sinceramiento real del escenario. No parece que sea demasiado exigir del estamento político plataformas electorales consistentes, provistas de proyectos concretos, y de cuyo incumplimiento se pueda pedir cuentas.

FUENTE ENRIQUE LACOLLA: http://www.enriquelacolla.com/sitio/notas.php?id=756

Por Sergio Rodríguez Gelfenstein

Durante la primera semana de la operación militar especial (OME) de Rusia en Ucrania, en febrero del año pasado, las tropas rusas llegaron a las cercanías de Kiev y Járkov, las dos principales ciudades de Ucrania. Durante un mes permanecieron ahí. El mundo esperaba impaciente el momento en que el Kremlin ordenara la ofensiva para tomar la capital. Sin embargo, el 1° de abril las fuerzas militares rusas se retiraron sin sufrir bajas. De inmediato, la prensa occidental comenzó a vociferar con abrumador estruendo que Rusia había sufrido una gran derrota y que se había visto obligada a retirarse en medio de grandes pérdidas humanas y materiales. No pudieron mostrar ninguna prueba de tales pérdidas. Había comenzado el show de la mentira y las fake news en el conflicto de Ucrania.

Un poco más de un año después del inicio de la OME, vale la pena preguntarse: ¿Era un objetivo de Rusia tomar Kiev y producir una fulminante derrota de Ucrania? A la luz de los acontecimientos no parece haber sido ese el objetivo. Las misiones enunciadas por el propio presidente Putin fueron expresadas con claridad desde el principio: impedir el genocidio que se preparaba para las repúblicas de Donetsk y Lugansk,  desmilitarizar y desnazificar Ucrania. En este razonamiento no se puede entonces, evaluar el desarrollo de las acciones a partir de objetivos que han emergido de think tanks occidentales o de los medios trasnacionales de desinformación, no de quienes decidieron y planificaron la operación.

Para todos aquellos que hablan de plazos no cumplidos, de lentitud en el desarrollo de las acciones combativas, de colapsos inminentes de la economía rusa, de certeza en los cercanos y perentorios vencimientos de los arsenales de misiles y municiones rusas, hay que decirles que eso no es más que desesperada propaganda occidental encaminada a engañar a ingenuos, ignorantes, e incautos.

El único plazo que se ha escuchado en el último año no vino de dirigente ruso alguno, sino del presidente de China, Xi Jinping cuando al despedirse de su homólogo ruso tras su reunión en el Kremlin le dijo: “Se están produciendo cambios que no hemos visto en cien años ysomos nosotros quienes los estamos liderando juntos”. No había inmediatez, cortoplacismo, ni visión coyuntural del conflicto, sino una profunda reflexión de largo plazo, estratégica y de análisis del carácter estructural de las transformaciones que están ocurriendo. He ahí la verdadera dimensión de lo que se está viviendo.

Una serie de hechos dan cuenta de que no es Rusia quien está perdiendo la guerra, El 16 de febrero pasado se informó que los arsenales de los países europeos estaban vacíos a causa del conflicto en Ucrania, En este contexto, los ministros de Defensa occidentales se preguntaban con qué recursos y por cuánto tiempo podrían seguir apoyando a Kiev. Mateusz Morawiecki, primer ministro de Polonia, el aliado más cercano de Ucrania declaró en enero que Occidente ya está «cansado» del conflicto en Ucrania.

A su vez, el secretario de Defensa británico, Ben Wallace, declaró  que las Fuerzas Armadas ucranianas deberían utilizar las municiones con más moderación, como lo hacen en la OTAN. Wallace precisó que uno de los objetivos del programa de entrenamiento de los militares ucranianos es que «combatan al estilo occidental«. Cualquiera que sabe un poquito de estos asuntos sabe que una transformación operacional, logística y de la preparación combativa, no se puede hacer en el corto plazo, mucho menos en el marco del desarrollo de una guerra.

Por su parte, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg explicó que la capacidad de producción de armas de los aliados de Ucrania es inferior al ritmo con el que Kiev las consume. Afirmó que: «El ritmo actual de gasto en municiones de Ucrania es muchas veces superior a nuestro ritmo actual de producción«, lo que —acentuó— “pone a nuestras industrias de defensa bajo presión”.

Ucrania ha tenido 257 mil muertos entre soldados, instructores y oficiales de la OTAN además de mercenarios de varios países según datos aportados por el propio ministro de defensa de Ucrania Oleksii Reznikov, recogidos en un informe que le hiciera al secretario de defensa de Estados Unidos Lloyd Austin durante su visita a Washington y que fuera citado por el Mossad israelí en un informe filtrado a la prensa. Estos datos dan cuenta de las grandes dificultades de reposición de pérdidas de Ucrania, cuando 25% de su población, la mayoría jóvenes ha salido del país o se encuentra ya, bajo soberanía rusa. Solo en Artemovsk/Bajmut, Ucrania ha tenido entre 9 y 11 mil soldados muertos por mes, la mayoría novatos combatientes sin entrenamiento que han caído en lo que se ha denominado “la máquina de moler carne de Bajmut”

Un país que además ha perdido más de 120 mil km² de territorio recuperado por Rusia (casi el 20% de la superficie total de Ucrania) y 234 mil heridos y cuya capacidad de combate ha sido afectada por la destrucción de 407 aviones, 228 helicópteros, 3.764 drones, 8.699 tanques y vehículos blindados 4.606 sistemas de artillería, 415 sistemas antiaéreos ucranianos, 9.552 vehículos militares especiales y 1.086 sistemas de lanzacohetes múltiples, no parece creíble que esté ganando la guerra.

El discurso de moda ahora es el de la próxima contraofensiva ucraniana en la que nadie cree, habida cuenta de los documentos de inteligencia filtrados recientemente en Estados Unidos. En esta situación, uno podría preguntarse: Si la OTAN y Ucrania están preparando una ofensiva, ¿por qué se empeñan en perder soldados en una ciudad como Bajmut, ocupada ya por Rusia en un 80% y que dados los últimos acontecimientos caerá tarde o temprano?

Por su parte, Rusia sigue entrenando a sus decenas de miles de movilizados, la gran mayoría de los cuales llevan meses de preparación y una parte ya está en la zona de la OME cubriendo posiciones y realizando tareas de apoyo. Rusia está preparando una ofensiva pero nadie sabe cuándo se realizará. ¿Quién ha visto que la dirección principal de una operación, las fuerzas y medios a emplear y la situación de los aseguramientos combativos y de retaguardia se ventilen en los medios de comunicación y que cualquiera opine sobre ellos? Solo gente que en su vida ha visto un fusil y menos ha estado jamás en combate. Son “generales de internet y play station”.

Entendámoslo mejor en palabras del General de Brigada Erich Vad, quien fungió como asesor de la ex canciller federal de Alemania Ángela Merkel desde 2006 hasta 2013:“Entonces surge la pregunta ¿qué debería suceder con las entregas de los tanques? Para apoderarse de Crimea o el Donbass, los tanques Leopards no son suficientes. En el este de Ucrania, en la zona de Bajmut, los rusos avanzan sistemáticamente. Con toda seguridad habrán conquistado por completo el Donbass en poco tiempo. Solo hay que considerar la superioridad numérica de los rusos sobre Ucrania. Rusia puede movilizar hasta dos millones de reservistas. Occidente puede enviar 100 Marder y 100 Leopards allí, esto no cambiará en nada en la situación militar general. Y la pregunta más importante es cómo poner fin a un conflicto de este tipo, con la potencia nuclear más poderosa del mundo, sin entrar en una tercera guerra mundial…”

Todo responde a una decisión que solo tiene objetivos mediáticos por parte de Ucrania y de la OTAN, los generales estadounidenses y sus aliados saben que desde el punto de vista militar es un total absurdo mantener una ciudad (Artemovsk/Bajmut) a punto de caer y en la cual tienen una posición estratégica en total desventaja (casi rodeados, con una cadena de suministros casi inexistente, con bajas cuantiosas), mientras el alto mando ruso si ve que sus soldados serían expuestos a riesgos innecesarios y con desventaja absoluta, se retirarían a otra posición para seguir luchando en mejores condiciones como ocurrió en Jerson donde se produjo durante un mes, una retirada al otro lado del río Dniéper de 105 mil civiles, 35 mil soldados y alrededor de 40 mil equipos militares… sin una sola baja, en lo que se puede caracterizar como una brillante operación militar liderada y conducida por el general Serguéi Surovikin.

Hoy, las fuerzas ucranianas están muy diezmadas y debilitadas, si esas unidades caen en la defensa del Donbass, no habrá fortificaciones o ciudades importantes entre ese territorio y Kiev. El campo estará abierto para una ofensiva rusa…o para una negociación, tal vez, tardía para Ucrania.  Por eso la importancia de la batalla de Artemovsk/Bajmut. Después de logrado ese objetivo, a las fuerzas armadas rusas solo les faltará conquistar Slaviansk y Kramatorsk y se habrá terminado todo, cumpliéndose así, el primer objetivo de la OME.

Esta es la explicación de la seguidilla de visitas diplomáticas que los presidentes de España, Francia, la presidenta de la Comisión Europea y el alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de Europa han hecho o están por hacer a Beijing. ¿Por qué ahora? La razón de esos viajes a China podría tener su explicación en el desgaste económico no controlado de los recursos militares en Ucrania y la incapacidad de Europa y Estados Unidos para suplirlos, lo que ha ido creando una situación cada vez más crítica en los países europeos. Ya el FMI informó que Alemania y el Reino Unido tendrán crecimiento negativo de su PIB en 2023. Por eso, buscan que los aliados de Moscú, en particular China, logren en la mesa de negociaciones lo que la OTAN no ha logrado en el terreno bélico.

Hay que recordar que el 15 de marzo de 2022 la vocera de la Casa Blanca Jen Psaki afirmó jubilosa que: «Hemos aplastado completamente la economía [de Rusia]. Por su parte, el 26 de agosto del año pasado en la sesión final de las conferencias de los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Madrid,  el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell afirmó que: “La guerra está en un momento decisivo y quien toma la iniciativa en este momento ya no es Rusia, Rusia ya ha perdido la guerra”. Tendrán que tragarse sus palabras porque además, ahora ya no saben qué hacer.

Twitter:@sergioro0701

Autorizado por su autor la publcacion del presente documento

CONFERENCIA DEL DR. RODRIGUEZ GELFENSTEIN EN LA APERTURA DE LA DIPLOMATURA DE GEOPOLITICA EN LA UNIVERSIUDAD MILITAR VENEZOLANA

POR MK BHADRAKUMAR

El presidente ruso, Vladimir Putin, viajó el lunes a los “nuevos territorios” del país de las regiones de Lugansk y Kherson/Zaporozhye para evaluar la situación militar. 

Ha comenzado la cuenta atrás para el “contraataque” ucraniano. La llegada del sistema de misiles Patriot a Ucrania atestigua la magnitud de la movilización para imponer grandes pérdidas a Rusia. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, realizó hoy una visita sorpresa a Kiev, la primera desde que comenzó la guerra. 

Los documentos filtrados del Pentágono se muestran escépticos sobre el éxito de la contraofensiva ucraniana, pero Moscú hace sus propias valoraciones. En primer lugar, los neoconservadores no van a desconectar el régimen de Zelensky, ya que eso significa abrir la caja de Pandora cuando el presidente Biden está a punto de anunciar su candidatura para un segundo mandato como presidente y no puede aceptar que Ucrania esté perdiendo la guerra. 

En realidad, Ucrania sufre una hemorragia. Está en la naturaleza de las guerras de desgaste que, en algún momento, el lado más débil se rompe y, por lo tanto, el final llega muy rápido. Así fue como en Siria, donde una vez que se ganó la Batalla de Alepo de 5 años en diciembre de 2016, las fuerzas gubernamentales barrieron el país en una serie de victorias militares que pusieron fin al conflicto. 

La guerra de desgaste en Ucrania puede parecer «estancada», pero el factor decisivo será qué lado está infligiendo el mayor número de bajas. No hay duda de que a pesar de la asistencia militar, de inteligencia, financiera y económica masiva de Occidente, las fuerzas rusas han aplastado al lado ucraniano a lo largo de la línea de contacto.

El embajador ruso en el Reino Unido dijo recientemente que la proporción de pérdidas en la guerra de desgaste es de aproximadamente siete soldados ucranianos por cada soldado ruso.  Para poner las cosas en perspectiva, los informes de los medios occidentales estiman que alrededor de 35.000 soldados ucranianos participarán en la próxima contraofensiva a lo largo de la línea del frente de 950 km, ¡mientras que Putin tiene constancia de que las fuerzas de reserva rusas en la línea del frente llegan a 160.000 soldados!     

El sistema de defensa aérea ucraniano se encuentra en un estado crítico. Los rusos tienen un predominio de la artillería y los rusos han fortificado fuertemente la línea del frente en los últimos 5-6 meses en múltiples capas de defensa como minas, movimientos de tierra y bolardos para impedir el avance de los tanques, etc. 

Línea de fortificación de Rusia

Esta es una táctica desesperada para Ucrania, que ha perdido una gran parte de sus soldados más experimentados (estimado en 120,000 bajas), para enfrentarse a los rusos que tienen superioridad aérea y superior en misiles, superioridad en defensa aérea y superioridad en artillería, y superioridad en mano de obra entrenada. , sobre todo.   

Las áreas que Putin eligió visitar, Kherson/Zaporozhya y Lugansk, son donde más se espera la contraofensiva ucraniana. Putin escuchó de los comandantes la situación militar y, por supuesto, con toda seguridad, eso será un aporte para sus decisiones sobre las contraestrategias rusas, tanto defensivas como ofensivas. 

A pesar de las filtraciones del Pentágono y el consiguiente desorden y confusión en Washington y las capitales europeas (y Kiev), el contraataque ucraniano seguirá adelante para recuperar al menos parte del territorio perdido. Este es un tiro desesperado de los dados. 

Sin embargo, el pensamiento delirante todavía prevalece en Washington. Esto se desprende de un artículo reciente en Foreign Affairs escrito en coautoría por dos veteranos del establecimiento de EE. UU., el ex funcionario del Departamento de Estado Richard Haass y Charles Kupchan, miembro principal del Consejo de Relaciones Exteriores, titulado Occidente necesita una nueva estrategia en Ucrania . : Un plan para pasar del campo de batalla a la mesa de negociaciones . 

El artículo se apega en gran medida a los mitos generados por los neoconservadores —que las operaciones militares especiales de Rusia fracasaron y que la guerra «resultó mucho mejor para Ucrania de lo que la mayoría predijo»— pero tiene destellos ocasionales de realismo. Se basa en el estribillo actualmente en boga en Washington de que “el resultado más probable del conflicto no es una victoria ucraniana completa sino un sangriento punto muerto”. 

Haas y Kupchan escribieron que “para cuando termine la ofensiva anticipada de Ucrania, Kiev también puede animarse a la idea de un acuerdo negociado, habiendo dado lo mejor de sí en el campo de batalla y enfrentando restricciones crecientes tanto en su propia mano de obra como en la ayuda del exterior. ” 

Los autores toman nota de paso que el liderazgo de Rusia también tiene opciones y cálculos, ya que las sanciones occidentales no han logrado paralizar la economía rusa, el apoyo popular a la guerra sigue siendo alto (más del 70%) y Moscú siente que el tiempo está de su lado como el poder permanente. de Ucrania y sus partidarios occidentales y su determinación se desvanecerá y Rusia debería ser capaz de expandir sustancialmente sus conquistas territoriales.

Fundamentalmente, Haas y Kupchan provienen de otro planeta.  No pueden comprender que Rusia nunca aceptará un escenario en el que el conflicto termine con un alto el fuego, pero la OTAN continuará reforzando las capacidades militares de Ucrania e integrará constantemente a Kiev en la alianza . 

¿Por qué Rusia querría jugar otro juego de sillas musicales mientras Occidente formaliza la membresía de Ucrania en la OTAN, es decir, acepta una repetición del grotesco interregno entre los Acuerdos de Minsk de 2015 y las operaciones militares especiales de Rusia? 

La visita de Putin a los nuevos territorios en esta coyuntura crucial con la guerra de desgaste en un punto de inflexión transmite una poderosa señal de que Rusia también tiene un plan ofensivo y no le corresponde a Biden hacer sonar el silbato y cancelar la guerra de poder, por pura fuerza. fatiga o distracciones apremiantes en Asia-Pacífico o debido a grietas en la unidad occidental o cualquier otra cosa. 

Del mismo modo, es improbable que Rusia pueda reconciliarse alguna vez con el régimen de Zelensky, al que Moscú ve como un títere de la administración Biden. Pero, ¿cómo es posible que Biden se deshaga o pierda de vista a Zelensky mientras los esqueletos se agitan en el armario familiar? 

Lo que es más importante, la opinión pública rusa espera que Putin cumpla la promesa que hizo al ordenar las operaciones militares especiales. Cualquier cosa menos que eso significará que decenas de miles de vidas rusas perecieron en vano. 

No está en la esencia de la personalidad política de Putin ignorar la oleada de opinión rusa, o pasar por alto la psique nacional herida mientras se reproducen imágenes del desalojo forzoso de cientos de monjes de   Pechersk Lavra, el complejo del monasterio de cuevas ortodoxas del siglo XI en el corazón de Kiev, tildados de quintacolumnistas rusos. Fue un movimiento político calculado por parte de Zelensky con el estímulo occidental tácito. ( aquí y aquí )

Lo que los neoconservadores en los EE. UU. aún tienen que comprender es que no lograron subyugar a Rusia a pesar de todas las humillaciones vertidas sobre su honor nacional, su orgullosa historia y su envidiablemente rica cultura. ¿Por qué Rusia se normalizaría con estados que se apropiaron de su riqueza soberana e impusieron sanciones tan draconianas para sangrar y debilitar su economía?

La secretaria del Tesoro de EE. UU., Janet Yellen, admitió en CNN que las sanciones pueden, en última instancia, poner en riesgo la hegemonía del dólar estadounidense.  Pero sus comentarios no van lo suficientemente lejos. 

Mientras tanto, la asociación estratégica entre Rusia y China se ha fortalecido, y la señal de esta semana es la voluntad de Moscú de coordinarse con Beijing para contrarrestar los desafíos militares en el Lejano Oriente.  (Vea mi blog China, Rusia circula vagones en Asia-Pacífico ) 

Rusia está lejos de estar aislada y disfruta de una profundidad estratégica en la comunidad internacional. Considerando que, durante el último período de un año, el declive sistémico de Occidente y la menguante influencia global de los EE. UU. se ha convertido en un proceso histórico inexorable. 

FUENTE https://www.indianpunchline.com/ukraine-stalemate-in-an-attritional-war/