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Por Omar Ruiz(*)

“… Hoy todo es política internacional, que juega

dentro o fuera de los países, influenciando la vida de las naciones y de los pueblos en forma decisiva”.

Juan D. Perón, La Hora de los Pueblos, 1968

La política exterior de Argentina durante el gobierno del presidente Alberto Fernández, estuvo contextualizada por la pandemia, la guerra entre Rusia y Ucrania, el endeudamiento heredado y la sequía; y enmarcada en un mundo de interdependencia hegemónica, transición de la dominación económica- financiera anglosajona hacia el poder ascendente de China, resurgimiento de la geopolítica y el nacionalismo, expresada tanto en la disputa en Asia-Pacífico por el control del Mar de China y Taiwán, como en el anticolonialismo en Africa noroccidental, la guerra en Palestina y la proyección global de la OTAN como alianza ofensiva. En esta etapa analizar y, en el plano regional, por la vigencia de proyectos soberanistas en algunos países de América Latina, los intentos de recrear UNASUR y el debate del acuerdo MERCOSUR-UE; y se caracterizó por promover no sin algunas contradicciones, el interés nacional, los principios de soberanía, multipolaridad, multilateralismo, respeto al derecho internacional, integración regional, e inserción comercial.

Si bien el proyecto de Unión por la Patria fue derrotado electoralmente, en el balance de la política exterior de estos cuatro años se pueden destacar muchos logros, señalar errores y reafirmar desafíos para un futuro gobierno de este espacio político renovado.

En estos cuatro años Argentina estuvo integrada al mundo, tanto a Occidente como a Oriente, lejos de la crítica opositora que hoy gobierna y nos aleja de más de la mitad de la humanidad.

Las acciones del gobierno podrían enmarcarse en lo que Juan Carlos Puig denominó “autonomía heterodoxa”, enfoque apropiado para un país de tamaño medio como el nuestro, que reconoce la existencia de distintas potencias globales, no comparte algunos de sus lineamientos y preserva para sí intereses propios, teniendo presente que: 1) no hay políticas de poder sin poder, 2) que las necesidades del país en términos de intereses comerciales y/o renegociación de deudas implican en algunos casos ciertos condicionamientos geopolíticos y 3) que la política exterior y la política interna se influyen mutuamente según la relación de fuerza entre gobierno y factores de poder. 

Comenzando con la prioridad de la Política Exterior Argentina, respecto de “Malvinas” se desarrolló una política soberana que reafirmó en todo momento nuestros derechos sobre las dichas Islas, como también sobre Georgias del Sur, Sándwich del Sur y espacios marítimos correspondientes. Se denunció formalmente el acuerdo Foradori–Duncan de 2016 que era perjudicial para nuestros intereses, y se lo desactivó en la práctica en forma previa; además se logró una victoria diplomática sobre el Reino Unido al conseguir la inclusión del tema Malvinas en la declaración de la Cumbre CELAC – UE de 2023. Se crearon y aprobaron por ley, el Consejo de Estado de Malvinas con representación estatal y civil, la nueva Plataforma Continental y la capacitación obligatoria sobre Malvinas, acciones que mostraron la voluntad del gobierno de concientizar y transitar el camino de la recuperación pacífica del ejercicio efectivo de la soberanía sobre las Islas. Argentina, país marítimo, bicontinental y bioceánico debe profundizar sus acciones geoestratégicas y geoeconómicas en Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, por su importancia geopolítica y sus recursos naturales para el desarrollo del país.

El regreso de Luis Ignacio “Lula” Da Silva a la presidencia de Brasil permitió una sintonía fina entre los dos países más importantes de América del Sur sobre cuestiones tales como los desafíos de la multipolaridad, BRICS, UNASUR, CELAC y el proyecto de una moneda común para intercambios comerciales, entre otros temas.

Desde la presidencia Pro tempore de Argentina en el MERCOSUR, se impulsó un fortalecimiento del bloque regional, un aumento en el comercio intra regional, y la construcción de un bloque para contrapesar las asimetrías en las negociaciones comerciales con la Unión Europea y otros Estados. 

Alberto Fernández promovió el diálogo desde el “Grupo de Puebla” apoyando los procesos de integración regional.

Con el presidente Andrés Manuel López Obrador se acordó la iniciativa para la creación de la agencia espacial latinoamericana y hubo numerosas coincidencias en la Agenda de América Latina y el mundo. 

Asimismo, se profundizó la integración con los gobiernos de Uruguay, Paraguay y Chile, con este último se acordó continuar el proyecto de la red de fibra óptica para conectar el sur de nuestro continente con el sudeste asiático.

En estos cuatro años, Argentina, repudió el golpe de Estado en Bolivia, coordinó con México el salvoconducto del ex Presidente Evo Morales y su posterior asilo; apoyó al actual presidente Luis Arce e impulsó la incorporación plena de Bolivia al MERCOSUR. 

La victoria de Gustavo Petro, celebrada por nuestro gobierno, ha sido muy significativa para poner a Colombia en la línea de presidentes comprometidos con la Patria Grande.

El informe “Bachelet” sobre Venezuela tuvo a Argentina en su posición histórica en defensa de los derechos humanos, al mismo tiempo que rechazó a Juan Guaidó como presidente por su origen no democrático e ilegítimo. 

El presidente Alberto Fernández expresó en distintas reuniones, encuentros y foros virtuales, la necesidad de construir un orden mundial más justo y se pronunció por un capitalismo con rostro humano. 

Un logro importante de la gestión ha sido la decisión, demorada, de incorporarse al grupo de países BRICS, como una forma de adherir a los principios de un mundo multipolar y policéntrico. De mantenerse esta decisión, nos permitiría comerciar con un conjunto de países que representan el 22% de la superficie continental, el 42% de la población mundial, el 24% del PBI mundial y contribuyen con el 16% de las exportaciones y el 15% de las importaciones mundiales de bienes y servicios.

Con China, potencia en ascenso y destino principal de nuestras exportaciones, Argentina sostuvo sus relaciones políticas y comerciales no sin titubeos en temas como la energía nuclear y las centrales hidroeléctricas. Durante estos años China ha sido solidaria con Argentina en la Cuestión Malvinas. 

Con EE.UU., la agenda estuvo ocupada principalmente por el tema de la renegociación de la deuda externa, hubo coincidencias en temas como la lucha contra el cambio climático, y disputas por la Secretaría General de la OEA y la presidencia del BID. 

En el caso de Europa se puso un foco crítico sobre el acuerdo comercial MERCOSUR – Unión Europea, analizando su impacto sobre nuestro sector industrial y laboral, no obstante, la negativa de países como Francia para avanzar.

El presidente Alberto Fernández tuvo una diplomacia activa ante los principales países europeos, promoviendo el reclamo por un trato justo con las deudas de los países en desarrollo.

Con Rusia, que también ha manifestado un apoyo permanente a nuestra soberanía sobre las Islas Malvinas, se estrechó la relación a partir de la entrega solidaria de la vacuna “Sputnik” y se coordinó la solicitud de nuestro ingreso a los BRICS. Tenemos por delante el desafío de aumentar el intercambio comercial y avanzar en proyectos de integración espacial, militar y energética. 

Argentina expresó su apoyo al principio de integridad territorial de los Estados ante la intervención militar de Rusia en Ucrania, llamó a un cese de hostilidades, y pidió una mesa de negociaciones para alcanzar la paz en este conflicto, provocado por la pretensión de la OTAN de expandirse hacia las fronteras de Rusia.

En la guerra entre Israel y Palestina, Argentina condenó tanto los ataques del grupo Hamas contra la población israelí como la represalia de Israel en Gaza exigiendo el cumplimiento del Derecho Internacional Humanitario. Este conflicto tiene un principio de solución, en el cumplimiento de las distintas resoluciones de Naciones Unidas que reconocen la existencia de dos Estados. Asimismo, Argentina, en el marco de la operación denominada “Regreso Seguro”, envió aviones Hércules C-130 con destino a Tel Aviv, para evacuar a más de mil argentinos.

Con India nuestro país avanzó en el fortalecimiento de la cooperación bilateral para incrementar el intercambio comercial y las inversiones, muestra de ello es la cifra récord de más de 5600 millones de dólares en el último año. India es el cuarto socio comercial de Argentina a nivel global (considerando el comercio bilateral total), luego de Brasil, China y Estados Unidos, y también cuarto destino de nuestras exportaciones. 

Durante estos años, ha sido evidente la falta de decisión para concretar e implementar algunas “declaraciones”, sirva como ejemplo la demora en la incorporación a los BRICS, la falta de decisión para impulsar el funcionamiento nuevamente de UNASUR, la indefinición en la compra de los aviones caza polivalentes y otras decisiones que debieron tomarse en materia de defensa. Estos titubeos no son sólo atribuibles a problemas presupuestarios, como siempre se intenta explicar, sino, producto de no saber qué hacer, ante las presiones geopolíticas. Es preciso definir, en que áreas y temas se avanzará con cada potencia internacional.

En Argentina el signo político de gobierno ha cambiado, y todo confirma un alineamiento absoluto con el mundo anglosajón, en un regreso a las “relaciones carnales” de los años 90 con la consiguiente pérdida de autonomía en materia de política exterior y las consecuencias económicas por el debilitamiento de las relaciones con China y Brasil. La violencia verbal (agresión al Presidente de Colombia, Gustavo Petro), las concesiones en materia de soberanía en Malvinas (diálogo con David Cameron) y la torpeza diplomática (poner en cuestión el principio de una sola China con el acercamiento a Taiwán), son muestras claras del delirio y la deriva; y de una posición alejada del interés nacional y que conduce claramente al aislamiento internacional.

A pesar del péndulo de nuestra política exterior, seguimos pensando que Argentina debe asumir como Política de Estado, liderar junto a Brasil un proceso definitivo de integración política, institucional, social, energética, militar, financiera, comercial y ambiental que permita a nuestra región convertirse en un actor con capacidad de influencia mundial. Argentina, para poder incidir en los grandes temas de la agenda internacional como la seguridad internacional y la paz, la crisis climática y el cambio energético, la deuda externa, necesariamente deberá hacerlo desde la integración regional. En este camino resulta clave el fortalecimiento del MERCOSUR, recuperar UNASUR y la incorporación definitiva de Argentina a los BRICS, para contribuir a la construcción de un mundo más humano, sostenible e igualitario.

Omar Ruiz

Magister en Relaciones Internacionales

Ex Legislador Provincial Provincia Cordoba

Red de Capacidades Nacionales

Colaborador de Dossier Geopolitico

En su discurso en el Foro de Davos, Javier Milei se la agarró con enemigos imaginarios, mientras los representantes del capital concentrado lo miraban con cierto estupor

Por Gonzalo Fiore Viani integrante de Dossier Geopolitico, para INFOBAE 19/1/2024

En el primer discurso que dio Donald Trump como presidente de los Estados Unidos ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, dijo que el futuro le pertenecía a los patriotas y a los Estados fuertes. En su primer discurso como presidente de Argentina, ante el Foro de Davos, Javier Milei decidió decir todo lo contrario, al asegurar que el Estado nunca es la solución, sino un problema. El presidente se la agarró con enemigos imaginarios y no se salvó nadie: afirmó que los nazis, los fascistas, los comunistas, los socialdemócratas, los demócratas cristianos, entre otros sectores de la vida política, “son lo mismo”, ya que todos apuntan al colectivismo y al dirigismo estatal.

Cuando Milei dice que el capitalismo sacó a cientos de millones de personas de la pobreza es cierto, pero lo que omite es que el capitalismo que lo hizo fue el capitalismo fordista, productivo, con fuerte presencia estatal, con dirigentes como Roosevelt y las políticas post New Deal. La curva descendente de inclusión social, y la ascendente de concentración de la riqueza y crecimiento de la desigualdad, se disparó, justamente, a partir del capitalismo financiero y especulador que Milei tanto reivindica: el de Reagan y Thatcher. El único capitalismo que reivindica el presidente argentino es el del gran capital concentrado, quienes lo miraron con cierto estupor mientras daba su discurso en Davos. Nunca habían visto allí semejante despliegue de conceptos erróneos y acusaciones contra todos los líderes mundiales de Occidente.

Sería imposible desmontar, una por una, las falacias del discurso de Milei.

Ni el feminismo entorpece el desarrollo del capitalismo -más bien, todo lo contrario, incluyendo a la mitad de la población en la rueda de la producción y del consumo-, ni el cambio climático es un invento del “marxismo cultural”, ni el Foro de Davos está “contaminado por el socialismo”, ni se puede pensar en un desarrollo capitalista serio solo con el capital privado, sin una interrelación entre el sector público y los privados. Si alguien lo sabe a ciencia cierta a eso, son los mismos asistentes al Foro de Davos. Tampoco resisten análisis las comparaciones que hizo en su discurso el presidente de distintas y heterogéneas expresiones políticas, como la social democracia europea o la democracia cristiana con experiencias totalitarias como fueron el nazismo, el fascismo, o el comunismo soviético.

El presidente no solo atacó al 99% de los dirigentes políticos internacionales, sino que también se burló en su cuenta de la red social X del presidente del foro, el economista alemán Klaus Schwaub, quien lo presentó en su disertación y no puede ser acusado de pertenecer al “socialismo”. Schwab ha expresado su visión sobre la necesidad de una transformación profunda en la forma en que las sociedades y las economías funcionan para abordar los desafíos globales actuales. Su pensamiento se centra en la idea de que estamos en medio de una revolución tecnológica que está transformando fundamentalmente la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos. Schwab aboga por la colaboración entre gobiernos, empresas y la sociedad civil para aprovechar los beneficios de la tecnología y abordar sus desafíos. Schwab ha destacado la importancia de la sostenibilidad y la responsabilidad social corporativa en el desarrollo económico. Su enfoque incluye aspectos como la inclusión social, la equidad de género y la atención a los impactos ambientales. Es decir, todo aquello que fue duramente criticado por el presidente argentino durante su alocución.

Hoy ningún dirigente importante del mundo, ni siquiera los chinos, reivindican el comunismo como la mejor forma de gobierno para el resto de los países. Lo que sí se discute, ya como un problema imposible de ignorar, es la necesidad imperiosa de llevar adelante acciones que contribuyan a revertir o al menos frenar el cambio climático, de profundizar la inclusión de las mujeres y las diversidades sexuales en el marco de un capitalismo con rostro humano, que no profundice las desigualdades, sino que garantice un verdadero piso de oportunidades lo más iguales posibles para todos aquellos que quieran desarrollar su vida en una libertad real y no solo declarativa. Porque no existe libertad cuando existen los monopolios, la concentración extrema de los recursos en pocas manos y el hambre.

El Muro de Berlín y el telón de acero cayeron hace más de 30 años, y en el mundo hoy nadie discute el sistema capitalista y pocos discuten sus instituciones como tal. China es parte del Fondo Monetario Internacional y uno de los principales socios de la Unión Europea y América Latina, con una fuerte interdependencia con los Estados Unidos.

Ninguno de los países supuestamente denominados “comunistas” atacan el sistema capitalista. Quienes critican en mayor medida las instituciones multilaterales son, paradójicamente, dirigentes como Trump, el húngaro Viktor Orbán o dirigentes como la francesa Marine Le Pen, todos referentes del jefe de Estado argentino. Milei, al decir que los principales dirigentes mundiales están “contaminados por el socialismo” también lo hace.

Estar incluido en el mundo hoy no es ser un adalid del bando capitalista de la Guerra Fría, terminada en 1989/1991, sino abogar por un sistema internacional más justo y equitativo. El presidente argentino está empecinado en encabezar un bando de una guerra que terminó hace más de treinta años, con aliados y enemigos imaginarios. El discurso del presidente muestra una retórica que choca con la realidad contemporánea, atrapado en un tiempo que ya pasó. La actualidad demanda colaboración, sostenibilidad y equidad, mientras que Milei se aferra a argumentos desfasados.

En un mundo donde el comunismo no tiene ninguna relevancia, ni siquiera en las películas de Hollywood, la postura de Milei podría aislar a Argentina y dejarla al margen de las transformaciones necesarias para enfrentar los desafíos globales.

FUENTE INFOBAE

https://www.infobae.com/opinion/2024/01/19/la-guerra-fria-termino-hace-30-anos-lo-sabra-el-presidente/

Gonzalo Fiori Viani Analista Internacional

Entrevista que me realizara el primero de enero de 2024 el periodista Afredo Guruceta para su programa «Con Sentido Común» para el Canal C de Cablevisión y por Flow de Personal en toda Argentina y Uruguay

En dicho programa analizamos los problemas globales que se arrastran de 2023 y que harán metástasis para un occidente en franco proceso de crisis muy especialmente el mundo de la esfera anglosajona. Conversamos del cambio tectónico que está en proceso de profundización con la ampliación de los BRICS originales a los BRICS + con la llegada de Arabia Saudita, Emirato Árabes Unidos, la República Islámica de Irán, la República de Egipto y la República de Etiopía lamentando que por una acto de irracionalidad ideologista el gobierno de Javier Milei impide que Argentina se incorpore a ese exclusivo Club de potencias en crecimiento.

Hablamos de que la MULTIPOLARIDAD exige a sus integrantes tener la potestad de la SOBERANÍA, ejercerla para integrar ese grupo de Potencias Emergentes y que infelizmente la administración de Milei (que no tiene ningún cheque en blanco para ejercer el poder ya que solo logró rozando un 30% de la población con su voto directo y se ve reflejado en los puestos de Diputados y Senadores nacionales) con sus primeras medidas va en contra de cualquier sistema de soberanía nacional ya que abrió al país a la injerencia económica del capital extarnjero que se verá reflejado en lo político social a la brevedad.

Los invitamos a ver la entrevista en video por el Canal de YouTube de «Con Sentido Común»

Buen 2024

Carlos Pereyra Mele 

Este deterioro en la Unión Europea ha estado marcado por una crisis económica profunda, causada por haber seguido absolutamente todas las directrices que Washington dio a Bruselas para enfrentar a la Federación de Rusia. Así lo entiende el director de Dossier Geopolítico Carlos Pereyra Mele.

Javier Benitez de Radio Sputnik entrevista a Carlos Pereyra Mele

AUDIO

Europa ‘no existe’

Según Pereyra Mele, «el problema de la Unión Europea [UE] es que siempre careció de política exterior, porque se la marcan desde EEUU y Reino Unido». «No tiene política de defensa, porque la manejan EEUU e Inglaterra a través de la OTAN».

Pero los problemas estructurales y de soberanía del bloque comunitario no se detienen allí. En este sentido, el analista añade que «en política monetaria, [la UE] tiene una moneda propia que va a la zaga de lo que pasa con el dólar, y que a su vez se ha visto con fuertes cimbronazos desde el año 2012, cuando hubo una fuerte crisis del euro, a partir de la cual empezó a darle a la maquinita [imprimir billetes] para seguir sobreviviendo con una moneda que cada vez vale menos«.

«Todo ese combo ha hecho que la UE deje de ser la alternativa que supuestamente soñaron sus fundadores, que era crear un poder continental y enfrentarse a las otras potencias continentales, como EEUU, China, Rusia y la misma India», concluye Pereyra Mele.

El experto explica que «los cambios tectónicos que durante 15 años se vinieron analizando, exponiendo, a nivel internacional, se han acelerado, se han profundizado y hoy en día están en una clara demostración de que el mundo realmente ha cambiado. Lo que era en su momento una tesis, con una antítesis – que eran los grupos occidentales que intentaban imponerse, como siempre había sido, sobre el sur global–, ha dado como resultado una nueva situación».

«Esta nueva situación es que el sur global ha logrado empezar a salir de la tradicional dependencia histórica a la que lo sometió Occidente. El sur global no es una posición geográfica, es una demostración de que vuelven a surgir muchos pueblos que fueron dominados, colonizados, controlados, explotados, en muchos casos, tremendamente atacados, como fueron los viejos imperios asiáticos, especialmente el de China, el de India, etc., así como numerosos pueblos africanos. Y todo eso pareció que era a perpetuidad, y la realidad es que la historia no se detiene, y fue marcando una nueva realidad que arranca en este siglo XXI», detalla el analista.

Pereyra Mele concluye que «los BRICS son una versión contrapuesta al proyecto anglosajón norteamericano y sus socios europeos de beneficiarse con la globalización. Ahí podemos encontrar a los BRICS».

Mi última columna del año 2023 de Política Internacional, para el programa de «Ayer y Hoy» de Radio Belgrano AM650 de BsAs, que conduce el periodista Miguel De Renzis, donde en una apretada síntesis analizamos los temas que seguirán instalado en el 2024 y los grandes cambios mundiales en pleno desarrollo. Lic. Carlos Pereyra Mele – Director de Dossier Geopolitico    

AUDIO

https://ar.radiocut.fm/radiostation/belgrano650/listen/2023/12/29/08/20/00/

¡¡ EL 2024 NACE CON CINCO FRENTES DE LUCHA POR EL PODER MUNDIAL, ENTRE EL BLOQUE ANGLOSAJÓN Y EL SUR GLOBAL !! Lo informa el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, en su última columna del año del Club de La Pluma, afirmando que la irreversible transición de la unipolaridad a la multipolaridad se disputará en paralelo al desarrollo de los siguientes procesos:

  • LA GUERRA DE UCRANIA donde se acerca la hora crucial de la derrota de la OTAN.
  • LA CONSOLIDACIÓN DEL MUNDO ISLÁMICO con la unión de suníes y chiítas en la condena al estado genocida israelí.
  • LA LIBERALIZACIÓN ANTICOLONIAL AFRICANA de los regímenes esclavistas europeos y anglosajones.
  • LA TENSIÓN ENTRE TAIWÁN Y CHINA fogoneada por EEUU para mantener su influencia en el Lejano Oriente.
  • LOS ATISBOS INDEPENDENTISTAS EN AMÉRICA LATINA con sus nuevas posturas internacionales por fuera del poder atlantista.

Y mientras analiza en profundidad estos escenarios con su extensa capacidad geopolítica, se lamenta que Argentina se quede fuera de los nuevos horizontes de futuro, a causa del triunfo electoral de un régimen libertario, atlantista, globalista, sionista y fundamentalista, que puede llevar al país a una profunda división y a una gravisima crisis interna, con consecuencias tan impredecibles como peligrosas.

AUDIO:

 También nos habla de V. Putin, liderando el gigantesco cártel mundial de gas y petróleo, del alumbramiento de los BRICS+10, del referéndum en Venezuela por la Guayana Esequiba, y de las declaraciones del jefe del servicio de inteligencia exterior de Rusia, Serguéi Narishkin, quién destacó las diferencias entre el principio geopolítico anglosajón de “DIVIDE Y VENCERÁS”, contra el nuevo principio continental de “UNE Y GOBERNARÁS”.

Y concluye con que el poder imperial occidental, que no permite que exista otro mundo que no sea el de ellos, está en un franco proceso de deterioro ante semejante cambio tectónico, lo que obligará a la futura administración norteamericana, sea del color que fuere, a amoldarse a las nuevas realidades y a las nuevos escenarios geopolíticos, transformados por el mundo euroasiático y del Sur Global y a la vez, que están cambiando el curso de la humanidad de los últimos cinco siglos a una velocidad vertiginosa.

Eduardo Bonugli (Madrid, (17/12/24)

Entrevista a Carlos Pereyra Mele Director de Dossier Geopolítico sobre las proyecciones geopolíticas y de Política Exterior del gobierno de Argentina, encabezado por Javier Milei, por el galardonado periodista mexicano Roberto de la Madrid para su programa Detrás de la Razón?

SE HUNDE EL PESO | Termina la fiesta y comienza la EMERGENCIA | El Presidente saca la MOTOSIERRA

Está decidido. El presidente de Rusia, Vladímir Putin, ha anunciado que volverá a postularse a la reelección en los próximos comicios de 2024. Putin dio a conocer su decisión en una ceremonia celebrada en el Kremlin, al responder a una pregunta de Artiom Zhoga, portavoz del Parlamento de la República Popular de Donetsk.

Javier Benitez entrevista a Carlos Pereyra Mele para Radio Sputnik

AUDIO DE LA ENTREVISTA

Cuestión existencial

Zhoga, padre del fallecido comandante del batallón de reconocimiento Esparta, pidió personalmente a Putin que participe en las presidenciales, alegando que todavía queda mucho trabajo por hacer. «Usted es nuestro presidente, nosotros somos su equipo, lo necesitamos, Rusia lo necesita», afirmó Zhoga, a lo que el jefe del Kremlin respondió: «Sí, lo haré». «Vivimos en una época en que hay que tomar decisiones», dijo Putin, al aseverar que no abandonará al pueblo y se postulará.

Para el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, se trata de «una reacción lógica la de Vladímir Putin la de presentarse nuevamente para seguir conduciendo férreamente el Estado de la Federación de Rusia, viendo el entorno en que se está desenvolviendo el conflicto».

El analista detalló: «Nosotros tenemos un dicho criollo muy importante, que dice: ‘No se puede cambiar de caballo a mitad del río’. Y esto hace referencia a una situación que es lógica, y creo que viene muy bien esta ‘imagen’ para hablar de esto, ya que [está] en pleno desarrollo de un conflicto fundamental en el que está inmersa la Federación de Rusia, que es un conflicto existencial: no es un conflicto más, como podría ser quizá un conflicto […] en algún otro de menor envergadura, o aún en una lucha antiterrorista, etc. Acá lo que estamos viviendo es algo existencial, y [Putin es] quien está conduciendo el conflicto, con un objetivo claro y concreto que es la supervivencia del Estado de la Federación de Rusia tal como lo conocemos, y el fortalecimiento del mismo, requiere que la conducción siga estando centralizada en la misma persona que hasta ahora está llevando adelante este desenvolvimiento del conflicto», señala el experto.

«Si uno ve estos últimos 23 años, Putin parece que es el hombre del destino que ha tenido Rusia, y que la ha sacado del deterioro y de la catástrofe que vivió luego del paso del tsunami neoliberal y el desmantelamiento del Estado ruso», concluye Pereyra Mele.

¡¡ 2023 HA SIDO EL MÁS TERRIBLE AÑO DE GENOCIDIOS Y GUERRAS PROXY DE TODO EL SIGLO XXI !!

Así lo afirma el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, en su columna del Club de La Pluma, destacando la paradoja que este año que finaliza coincide con el período de mayor vigencia de organismos y de leyes internacionales que -supuestamente- deberían frenar, condenar y castigar semejantes atrocidades. Pero que por el contrario han vuelto a fracasar vergonzosamente. Con lo que se desnuda la fatal realidad de que si el imperio anglo sajón es el primer y activo promotor de estas desgracias motivadas por sus profundos intereses económicos y geopolíticos en el mundo, y es a la vez el que controla y maneja estos organismos mundiales, no es difícil deducir los motivos por los que los tan ineptos burócratas “de la paz mundial” opten siempre por el cero accionar, con la complicidad de los grandes medios.

Y en ese análisis del 2023, aborda Pereyra Mele el espantoso genocidio palestino a manos del Estado de Israel con la evidente complicidad de EEUU y Europa, también analiza la agonía de Ucrania y su catástrofe humanitaria, poblacional y generacional y cuya derrota ya la reconocen en Occidente, quién a su vez, fue instigador y promotor de tan ruinosa “guerra Proxy”. Nos da cuenta además de la nueva activación del ISIS por parte de la CIA para desestabilizar el Sahel Africano, de donde fueron expulsadas las corruptas empresas europeas con sus métodos esclavistas. Nos habla de la limpieza étnica de Azerbaiyán sobre Nagorno Karabaj, otra en Sudán del Sur con persecución de minorías tribales, el desalojo y exterminio de grupos étnicos en Etiopía y las acciones militares en El Congo contra grupos de tribus.

En cuanto a la actualidad, se refiere en primer lugar al año complicadísimo de Argentina, con su profundo cambio político que lo llevará al aislamiento internacional, tal cual lo demuestran las escasas figuras políticas de peso global que asistieron a la asunción del nuevo presidente, además de los terribles planes económicos anunciados que auguran una grave hecatombe social y humana. También nos habla de la intensa actividad de Putin, con su espectacular viaje a Arabia Saudita y Emiratos, luego de su reunión con el presidente de Irán y el encuentro con las autoridades de Omán, lo cual demuestra que ni Rusia ni Putin están aislados como cuenta el falso relato occidental. Todo ello para establecer nuevos lazos y nuevos acuerdos de índole militar y económico y sobre todo, para profundizar la estrategia sobre los recursos energéticos, teniendo como telón de fondo a los BRICS y su nueva etapa que se inicia el próximo 1º de Enero.

Y concluye el audio con que se continúan produciendo gigantescos cambios a nivel internacional y en el sur global, los cuales Occidente quiere ocultar, especialmente para no asumir la pendiente y el retroceso de los poderes atlantistas encabezados por el poder anglo norteamericano, que marcan el fin histórico de un ciclo imperial y que definen el nuevo ordenamiento mundial de la multipolaridad.

Eduardo Bonugli (Madrid, (10/12/24)

People are seen in front of clouds of black smoke from fires in the aftermath at the scene of an airstrike in Mekele, the capital of the Tigray region of northern Ethiopia. (AP Photo)

Republica Democratica del Congo

El papel de los liderazgos y el fenómeno de ciertas creencias juega un papel central en el ascenso de corrientes reaccionarias. Cómo puede afectar las relaciones internacionales del país si la agenda gira hacia ellas.

Por Bernabé Malacalza y Juan Gabriel Tokatlian

9 de octubre de 2023

Es notable que, a pesar de algunas menciones o acusaciones, la política exterior no haya sido abordada de manera sustancial en los debates presidenciales de la primera vuelta. Resulta sorprendente dado que en la actualidad es prácticamente imposible eludir la naturaleza “interméstica” de la agenda de un país, que implica una interconexión constante entre asuntos internacionales y domésticos. Esto se vuelve aún más relevante considerando la necesidad apremiante de establecer una hoja de ruta ante el vertiginoso proceso de transición de poder, influencia y prestigio en el ámbito mundial.

A pesar de la falta de debate público sobre este asunto, hemos observado algunas declaraciones y otros lineamientos más elaborados que nos llevan a considerar la posibilidad de que, por primera vez en la historia de la Argentina, se implemente lo que en estudios de los últimos lustros se llamó una política exterior conspiratoria. Por lo tanto, dedicamos aquí nuestro análisis a explorar cómo se abordó la relación entre conspiración y política exterior, así como sus implicaciones. También examinamos las posibles limitaciones de una política exterior conspiratoria y los mecanismos de reaseguro disponibles para mitigar sus efectos negativos.

Conspiración y política exterior

La disciplina de las Relaciones Internacionales aborda múltiples temáticas mediante diversos paradigmas y enfoques y a partir de distintos niveles de análisis. Existen perspectivas que enfatizan la gravitación de la política interna en la política exterior, la influencia del régimen político y, en ese contexto, el rol crucial del individuo — el líder, el decisor último, el mandatario — en determinadas coyunturas. Los estilos de conducción, los rasgos de personalidad, las motivaciones subyacentes, el mapa cognitivo y el sistema de creencias de los hombres y mujeres al frente del ejecutivo pueden incidir significativamente en los cursos de acción diplomática que persigue un país. También se estudia la relevancia del “entorno próximo” al tomador de decisión: el tipo de formación, de conocimiento y de experiencia en materia internacional, el ambiente intelectual de aquellos cercanos al poder, el grado de apertura o bloqueo ante la información que proviene de la realidad, los intereses inmediatos de quienes asesoran al jefe de Estado, y el conjunto de ideas y visiones del mundo que posee el círculo íntimo cercano al gobernante.

Recientemente, una literatura novedosa sobre política internacional estudió, mediante investigaciones comparativas, el vínculo entre ésta, el papel de los liderazgos y el fenómeno de la conspiración. Este fenómeno en la política exterior pasó de ser un tema marginal a recibir más atención y un tratamiento riguroso en la última década debido, en gran medida, al surgimiento de varios líderes con argumentos y prácticas conspirativas. Esto se reflejó en trabajos sobre política exterior como señalan los escritos, entre otros, de Tim Aistrope y Roland Bleike, “Conspiracy and foreign policy”; Thorsten Wojczewsk, “Conspiracy theories, right-wing populism and foreign policy: The case of Alternative for Germany”; y Feliciano de Sá Guimarães, Davi Cordeiro Moreira, Irma Dutra de Oliveira e Silva, y Anna Carolina Raposo de Mello, “Conspiracy Theories and Foreign Policy Narratives: Globalism in Jair Bolsonaro’s Foreign Policy”.

Más que acercarse a la conspiración como un acto deliberado de un grupo que se reúne con fines dañinos, malévolos o ilegales, los estudios académicos se centran en el análisis del sentido y alcance de las percepciones y narrativas relacionadas con la formulación de una política exterior de tipo conspiratoria. No se trata tanto de examinar el comportamiento paranoico de algunas personas con propósitos siniestros, sino de comprender cómo se construyen argumentaciones plagada de complots, y confabulaciones y tergiversaciones para legitimar ciertas prácticas en el ámbito internacional.

En este contexto, el ascenso de corrientes reaccionarias, que en algunos casos llegan a radicalizarse o adoptar posturas extremistas, en diversos países del mundo se debe, en parte, a la habilidad y capacidad de líderes políticos (y su séquito) para influir en la opinión pública mediante el uso de eslóganes impactantes, declaraciones agresivas, gestos provocativos, explicaciones sensacionalistas y mensajes falaces. Algunos estudios (Bruno Gabriel Salvador Casara, Caterina Suitner y Jolanda Jetten, “The Impact of Economic Inequality on Conspiracy Beliefs”) señalan que la desigualdad económica puede alimentar creencias conspirativas; otros enfatizan la cuestión de la precariedad socio-económica (Jais Adam-Troian, María Chayinka, María Paola Paladino, Özden Lelis Ulug, Jeroen vaes y Pascal Wagner-Egger, “Of Precarity and Conspiracy: Introducing a Socio-Functional Model of Conspiracy Beliefs”) y su nexo con la aceptación de dichas creencias; y aún otros destacan que el narcisismo puede ser un buen predictor de tales creencias (Taylor J. Cosgrove y Christopher P. Murphy, “Narcissistic Suscetibility to Conspiracy Beliefs Exaggerated by Education, Reduced by Cognitive Reflextion”).

Ahora bien, ¿cómo se construye y sostiene el pensamiento que subyace a ciertos anuncios, promesas o medidas basada en una narrativa conspiratoria? A lo largo del tiempo, este tipo de pensamiento tiende a proliferar en momentos de crisis y en situaciones que conducen a una genuina ansiedad social y a la búsqueda desesperada de soluciones urgentes entre la población. Sirven para personificar el miedo, creando un relato que implanta amenazas. La desinformación se emplea de manera deliberada en un mundo altamente tecnológico y receptivo a las comunicaciones. Al mismo tiempo, se recurre a argumentos anticientíficos para negar, por ejemplo, la existencia del coronavirus, afirmar que la Tierra es plana o propagar falsas pseudo-teorías, como la creencia errónea de que el 5G, utilizado en redes de telefonía celular y que emplea señales transmitidas mediante ondas de radio, es responsable de la pandemia. Esto se hace con el propósito de captar a incautos, de engañar a personas desprevenidas o para continuar desinformando, ya sea mientras se busca el poder o una vez que se lo alcanzó. De esta manera, sus relatos reemplazan la ciudadanía por creyentes, la diplomacia por cofrades, y los diagnósticos del mundo por un maniqueísmo que respalda nociones sobre fuerzas internas y externas que coadyuvan, por ejemplo, a la decadencia nacional.

¿Cuáles son las condiciones que propician la formación de este pensamiento y cómo se gesta en las élites? Podemos identificar al menos cuatro factores. En primer lugar, este tipo de pensamiento conspiratorio en la política exterior suele derivar de una mirada altamente ideologizada que se alimenta de apreciaciones dogmáticas. Ello no se relaciona necesariamente con la dicotomía izquierda-derecha, sino que se basa en atacar a una serie de ideas y conceptos que son identificados como perjudiciales o malignos y que, en consecuencia, deben ser combatidos y erradicados. Desde esta perspectiva por ejemplo, la integración con los vecinos se percibe como algo potencialmente perjudicial, ya que se cree que podría ser utilizada por ciertos líderes y naciones para promover formas de vida y concepciones que son contrarias a las que se defienden en el ámbito doméstico. Se parte de la suposición de que existen fuerzas del “mal” que conspiran a nivel mundial (y regional) en contra de las ideas supremas del “bien”, que solo el líder esclarecido conoce y defiende.

En segundo lugar, una política exterior estimulada por la conspiración a menudo sirve para fomentar la auto-afirmación. Los líderes que promueven narrativas conspiratorias intentan convencer a su audiencia de que son quienes han descubierto los tentáculos ocultos o subterráneos en el frente interno y en el ámbito internacional. Esto genera un ambiente de intriga en el que se sugiere la existencia de una conspiración global, respaldada por organizaciones como, por ejemplo, Naciones Unidas, cuyo propósito sería el establecimiento de un gobierno universal, la supresión de la soberanía de los Estados nacionales y la imposición de una agenda social intrusiva y engañosa. Algunos critican a esta institución por imponer “ideales universalistas” inadmisibles, mientras que otros la atacan por supuestamente socavar los valores de las “sociedades libres”. Los compromisos multilaterales se perciben como una “camisa de fuerza” impuesta a los países como resultado de un supuesto pacto o contubernio tenebroso. La clasificación de la ONU como “maligna” no se limita a la retórica, sino que se manifestó en propuestas extremas como el rechazo a acuerdos, la suspensión de financiamiento a organismos y acusaciones temerarias como sucedió en la gestión del presidente Donald Trump.

En tercer lugar, el pensamiento conspiratorio remite a la existencia de una comunidad epistémica selecta. Quienes sostienen estas teorías se consideran a sí mismos como los “iluminados” que poseen un conocimiento especial, al mismo tiempo que desacreditan como “ignorantes” a quienes no comparten sus puntos de vista. El efecto de ello es una polarización inflexible, caracterizada por ataques personales; lo cual obstaculiza el diálogo y la negociación, así como la posibilidad de alcanzar acuerdos básicos en áreas clave de la política pública — incluida la política internacional. Y en cuarto lugar, existe una tendencia a concebir una especie de “refundación” en esta mirada conspiratoria. Se critica a la mayoría o a todos los mandatarios y políticas pasadas y se presenta al nuevo líder como alguien que puede revelar la verdad, destruir lo anterior y proporcionar un horizonte superador. Se considera que las tradiciones diplomáticas y la noción de continuidad en la política exterior son errores que llevaron a un país a la postración o a la pérdida de poder e influencia. Se postula que solo un cambio drástico puede poner fin a lo anterior y establecer una diplomacia con nuevos aliados y enemigos claramente identificados, a menudo personificados en líderes vistos como parte de las indeseables ‘continuidades’. Esta aproximación generalmente conlleva una serie de comportamientos predecibles, que pueden incluir la adopción de medidas en contra de ciertas contra-partes internacionales o la promoción de políticas específicas en línea con las creencias conspiratorias. En la política exterior, los países parecieran dividirse en “puros” e “impuros”; lo que hace que las relaciones con estos últimos sean intransigentes y prácticamente innegociables. No obstante, las políticas exteriores conspiratorias suelen también justificarse como una estrategia política para abordar la incertidumbre y la inestabilidad global. Se apela a que de ese modo se reducirán, por ejemplo, los costos de la globalización o el globalismo, según el caso, presentándose como una forma de proteger el país en lugar de exponerlo al peligro que se percibe en el mundo exterior. Abordar estas preocupaciones, se asume, puede contribuir a fortalecer la cohesión social que se fracturó en sociedades muy afectadas por el desempleo, la pobreza y la desigualdad o por un largo período de declive.

La importancia de los reaseguros de la Argentina

En años recientes se conocieron políticas exteriores conspiratorias en algunos países y se aprecia, aún en casos extremos, que existieron salvaguardas, dispositivos, tradiciones, contrapesos y manifestaciones que evitaron el enraizamiento de dinámicas conspirativas en el frente internacional. En nuestro caso, la política exterior experimentó fluctuaciones durante los 40 años de democracia, con períodos de acuerdo y desacuerdo, a veces con una mayor priorización de los asuntos internos sobre los internacionales; a veces con políticas de Estado de facto y otras con marchas y contramarchas. No obstante, existen “mínimos comunes” que constituyen garantías, incluso durante períodos cortos que buscan alterar radicalmente ciertos pilares cruciales de la política exterior. Estas “coincidencias no explicitadas” entre actores políticos y fuerzas sociales pueden funcionar como mecanismo de reaseguro frente a intentos de desmantelar patrones sostenidos y valiosos en nuestras relaciones exteriores.

Para ello, Argentina cuenta con su Cancillería, su cuerpo diplomático y un historial reconocido: subsiste una suerte de “disco duro” que refleja la existencia de una carrera profesional con funcionarios calificados. También pervive una comunidad epistémica compuesta por políticos, intelectuales, ex ministros y ministras, académicos, comunicadores, expertos en los partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil — además de una audiencia ciudadana interesada en asuntos de política exterior — dispuesta a proteger principios básicos de actuación internacional, ya sea a través de la movilización social, las investigaciones rigurosas, y la conversación pública en formas comunicativas diversas. La colaboración entre estos actores, la movilización social y la presencia pública son herramientas fundamentales para evitar giros dramáticos y potencialmente muy costosos, previniendo así daños irreversibles.

Es crucial destacar que, a pesar de las consecuencias negativas que una política exterior conspiratoria tendría en Argentina, con su enfoque “anti” o de “shock” en torno a áreas temáticas como el multilateralismo, la integración regional, el Mercosur, las relaciones estratégicas con Brasil, el vínculo con China, la búsqueda de justicia global y el reforzamiento de regímenes internacionales como el de derechos humanos, entre otros, existen contrapesos en cada uno de estos ejes que pueden mitigar los efectos de liderazgos promotores de eventuales políticas exteriores conspirativas.

En primer lugar, mientras quienes defienden las políticas exteriores conspiratorias perciben a la ONU y el multilateralismo como reliquias obsoletas, los diplomáticos argentinos desempeñaron y lo continúan desempeñando un papel crucial a nivel multilateral para prevenir la guerra, el uso de la fuerza y la proliferación nuclear en el sistema internacional. Asimismo, Argentina desempeñó un papel activo en la formación de expertos y diplomáticos que accedieron a puestos clave en organismos internacionales, como los destacados ejemplos de Rafael Grossi, quien se desempeña como director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA); de Celeste Saulo, quien ocupa el cargo de secretaria general de la Organización Meteorológica Mundial; de Frida Armas Pfirter, que fue designada jueza del Tribunal Internacional del Derecho del Mar; y de Andrea Pochak, quien fue electa para integrar la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Contra la creencia de que los poderosos inevitablemente prevalecerán y que los países más débiles solo tienen la opción de acatar, América Latina — con un compromiso decisivo de la Argentina — aún se mantiene como una zona de paz y no se vio involucrada en confrontaciones bélicas de otras partes del mundo. Incluso cuando hubo la posibilidad de que estemos directamente implicados en conflictos como el de Ucrania, enviando armas y/o tropas, ningún gobierno de la región, independientemente de su ideología, tomó esa medida.

En segundo lugar, mientras que el pensamiento conspiratorio insinúa una postura anti-latinoamericana, anti-integracionista y anti-Mercosur, lo que podría conducir a un antagonismo innecesario e imprudente en las relaciones con los países vecinos, es importante destacar que existen continuidades ya establecidas que serían gravosas de desmantelar. Con Brasil, podríamos encontrarnos en una situación preocupante en la que se tomen medidas unilaterales sin consultar, los desacuerdos sean inflexibles y las tensiones bilaterales aumenten. Esto podría llevar al extremo de formar sistemas de alineamientos abiertamente contrapuestos en política exterior, donde cada país se apegue a una gran potencia diferente. Sin embargo, es importante recordar que hay un acervo institucional ya consolidado que actúa como un dispositivo reasegurador. En la década de los 80 y hasta principios de los 90, funcionarios, políticos, militares, académicos y comunicadores convergieron en la necesidad de abandonar las hipótesis de conflicto mutuo. 

La creación de Mercosur y la fundación de la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares son ejemplos claros, entre muchos, de cómo se establecieron compromisos duraderos y vitales para el interés nacional argentino. El hecho de haber transformado una cultura de rivalidad en una cultura de amistad entre Buenos Aires y Brasilia es un logro colectivo y compartido, y revertir esta situación sería extremadamente perjudicial.

En tercer lugar, aunque una variante del pensamiento conspiratorio adopte un carácter “revisionista” frente al crecimiento de Asia, especialmente de China, que se percibe como un “imperio autocrático en ascenso”, es fundamental recordar que la profundización de la relación entre China y Argentina avanzó en la última década, independientemente de los gobiernos nacionales en el poder. Aquellos que argumentan que las acciones agresivas de China no deben pasar desapercibidas, incluso si están disfrazadas como operaciones comerciales normales, no pueden ignorar la relevancia que tiene China para la ampliación de las reservas del Banco Central, el financiamiento de obras de infraestructura, como destino de nuestras exportaciones, y en tanto potencia de proyección internacional. A pesar de los intentos de ciertos voceros cercanos a la narrativa conspiratoria de generar una atmósfera similar a una nueva Guerra Fría, las principales coaliciones y partidos políticos del país, en la práctica, evitaron internalizarla, teniendo en cuenta los altos costos que generó en su momento y por décadas la “primera” Guerra Fría. La invocación hoy del anti-comunismo como guía de la diplomacia es anacrónica, extravagante e infecunda.

En cuarto lugar, aunque una política exterior conspiratoria ataca a organismos que considera “satélites” de la ONU, como la CEPAL, la FAO, la UNESCO y la Organización Mundial de la Salud (OMS), es esencial reconocer que el papel de estos organismos es determinante en la arquitectura internacional en temas cruciales para los países en desarrollo. Estos temas están intrínsecamente relacionados con la promoción de un orden internacional más justo, como la seguridad alimentaria, la erradicación del hambre, el desarrollo sostenible, el derecho a la educación y el derecho a la salud. No obstante, es importante destacar que existe una fuerte tradición y reputación en nuestro cuerpo diplomático, así como un acervo histórico que enfatiza la importancia de reclamar contra las injusticias del orden internacional, reconocer las asimetrías entre el Norte y el Sur Global en foros mundiales y regionales y promover iniciativas que busquen acortar esa brecha. El costo de desmantelar una política diplomática consolidada a lo largo de décadas sería significativo. Hay asuntos claves que podrían sufrir retrocesos inquietantes y elevados si el país busca apartarse de estas instancias que se hacen eco de las posiciones del sur global y de los países en desarrollo, así como de la región latinoamericana. Para el caso, alejarse de los pares del sur y de América Latina y alinearse casi exclusivamente con Occidente podría tener efectos nocivos en el reclamo histórico del país en torno a Malvinas.

Y en quinto lugar, el pensamiento conspiratorio podría tener un efecto muy negativo en uno de los pilares de la política exterior argentina, que es la defensa interna y la promoción internacional de los derechos humanos. Aunque voceros cercanos a este razonamiento critican las actitudes de la Comisión de Derechos Humanos por otorgar un asiento a gobiernos no democráticos (lo cual es práctica estándar al incluir a todos los miembros de Naciones Unidas con asientos rotativos), es importante destacar que el compromiso del país, no de un gobierno en particular, con los derechos humanos desde el retorno a la democracia alcanzó su punto más alto recientemente, cuando un argentino, Federico Villegas, asumió la presidencia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU en 2022. 

A pesar de que surgieron voces notorias (aunque no marginales) que reivindican la dictadura, desde el histórico juicio a las juntas militares — reconocido por ser el primer enjuiciamiento en el mundo a una dictadura militar bajo procedimientos del Estado de Derecho — casi la totalidad de los actores respaldaron los avances judiciales y legislativos para condenar los delitos de lesa humanidad y defender el derecho a la verdad. 

El negacionismo no es parte de la cultura democrática alcanzada y sostenida durante cuatro décadas. Los derechos humanos son un activo esencial del perfil argentino en el mundo y como tal es registrado por las contrapartes del país y en los foros internacionales y continentales. Son ya parte del interés nacional y una regresión tendría una consecuencia devastadora para la imagen de la Argentina.

Además, el pensamiento conspiratorio en diversas partes del mundo manifestó una fuerte oposición a la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un acuerdo que fue aprobado en 2015 por todos los Estados miembros de las Naciones Unidas. Esta agenda abarca 17 objetivos para hacer frente a la creciente pobreza, las desigualdades y la urgente crisis climática. Quienes se adhieren a la perspectiva conspiratoria consideran esta agenda como “intrusiva” y la acusan de promover principios “redistributivos” de justicia social que rechazan. Por tal razón, propagaron discursos con un marcado sesgo anti-ambientalista y argumentos anti-científicos, cuestionando la responsabilidad de los países en la aceleración del cambio climático y desestimando los compromisos multilaterales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. También se opusieron a la “igualdad de género”, pues aluden que no respeta la diferencia biológica de la sexualidad entre hombre y mujer y destruye la institución de la familia tradicional. 

No obstante, es importante destacar que Argentina mantuvo un perfil activo en la promoción de derechos humanos de primera, segunda y tercera generación, tanto en la Asamblea General de las Naciones Unidas como en diversos organismos internacionales, independientemente de los gobiernos de turno. Esto incluyó un compromiso continuo con la protección del medio ambiente y la lucha contra las desigualdades, aspectos que son parte integral de la agenda de derechos humanos que el país respaldó a nivel internacional.

A modo de reflexión final

La disciplina de las Relaciones Internacionales ha fundamentado y documentado la existencia de políticas exteriores conspiratorias en diferentes latitudes. Además, se ha acumulado un conjunto de experiencias que merecen un estudio más sistemático y comparativo para identificar rasgos compartidos. Por lo tanto, tenemos un conocimiento de cómo se manifiestan estas políticas exteriores conspiratorias, comprendiendo sus motivaciones, lógicas, modus operandi, e implicaciones, así como las limitaciones y respuestas a las mismas. Es importante destacar que las referencias de estudios comparados no indican un éxito absoluto ni un fracaso total, ya que existen ejemplos pasados y vigentes de políticas exteriores conspiratorias que demuestran esto. No obstante, es cierto que hubo casos que han mostrado sus limitaciones, y es evidente que estas políticas dejan huellas que es preferible evitar para no caer en giros contundentes ni vaivenes contraproducentes que pueden perjudicar los intereses nacionales.

Es relevante reconocer que, aunque existen políticas exteriores conspiratorias, también contamos con la presencia y vigencia de mecanismos de reaseguro. Hoy, por primera vez en la Argentina, existe la probabilidad de que se despliegue una política exterior de este tipo, y esto merece atención. En caso de que sea factible su implementación, es importante disponer de formas de argumentación, organización, manifestación y acción que minimicen el daño potencial de una experiencia de política exterior conspiratoria en el país.

FUENTE: https://cenital.com/la-politica-exterior-conspiratoria-un-riesgo-inadvertido-para-la-argentina/ 

Las opiniones expresadas son responsabilidad exclusiva del autor/autora y no representan necesariamente la posición de Dossier Geopolitico

Bernabe Malacalza: Doctor en Ciencias Sociales. Investigador del CONICET. Profesor en Universidad Nacional de Quilmes y Universidad Torcuato Di Tella.

Juan Gabriel Tokatlian: Vicerrector de la Universidad Torcuato Di Tella.