Entradas

En una nueva clase magistral, el Dr. Francisco Javier Martinez Lopez entrevistado por el laureado periodista mexicano Roberto de la Madrid para su programa «Detrás de la razón»  describe la situación de una Atracción Fatal guerrerista de los europeos que caminan hacia su autodestrucción, direccionados por un sistema financiero manejado por los grupos globalistas anglosajones

Algunos puntos tratados en este programa que Dossier Geopolitico considera muy importante compartir con nuestros miembros y seguidores: Filtración del audio alemán por Rusia; Economía de Guerra en Europa?; Destrucción del Occidente en Territorio Ucraniano; Declaraciones del canciller Alemán; Negocio en Ucrania

Lo nuevo en geopolítica, actualizado cada día de la semana lo traemos aquí en esta Master Class. Rusia, Estados Unidos, Unión Europea, Alemania, India, Francia, China, Irán, Argentina o México los estudiamos a fondo así como sus personajes, desde Biden o Putin hasta Xi Jinping, Macron, Sánchez, Scholz, López Obrador, Trump, Trudeau, Milei, Lula, Maduro, Evo, Boric, Bukele. El mundo vive una crisis a nivel macro que en su violencia más parecería a una guerra mundial.


Los temas presentados:
Cómo occidente está rompiendo Ucrania
Construcción de economía de Guerra: acuerdos bilaterales
Escenario de Guerra: canciller y los misiles Taurus
La gran lavadora de dinero: occidente globalista en Ucrania

Obra: fotografía de Philippe Halsman

Por Pepe Escobar

El Eje de Asimetría está en pleno apogeo. Este eje está compuesto por actores estatales y no estatales que emplean movimientos asimétricos en el tablero de ajedrez global para dejar de lado el orden occidental basado en reglas liderado por Estados Unidos. Y su vanguardia es el movimiento de resistencia yemení Ansarallah.

Ansarallah es absolutamente implacable. Han derribado un dron MQ-9 Reaper de 30 millones de dólares con sólo un misil autóctono de 10.000 dólares.

Son los primeros en el Sur Global en utilizar misiles balísticos antibuque contra barcos comerciales y de la Armada de los EE. UU. que se dirigen a Israel.

A todos los efectos prácticos, Ansarallah está en guerra nada menos que con la Marina de los EE.UU.

Ansarallah ha capturado uno de los vehículos submarinos autónomos (AUV) ultrasofisticados de la Marina estadounidense, el Remus 600 de 1,3 millones de dólares, un dron submarino con forma de torpedo capaz de transportar una enorme carga útil de sensores.

Próxima parada: ¿ingeniería inversa en Irán? El Sur Global espera ansiosamente y ya parece estar dispuesto a utilizar otras monedas en su comercio internacional, que no sean el dólar estadounidense.

Todo lo anterior –una remezcla marítima del siglo XXI de la trayectoria de Ho Chi Minh durante la guerra de Vietnam– deja claro que el Hegemón tal vez ni siquiera califique como un tigre de papel, sino más bien como una sanguijuela de papel.

Lula lo cuenta como lo ve el Sur Global

En el panorama general –vinculado al implacable genocidio perpetrado por Israel en Gaza– aparece un verdadero líder del Sur Global, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.

Lula habló en nombre de Brasil, América Latina, África, los 10 BRICS y la abrumadora mayoría del Sur Global cuando fue al grano y definió la tragedia de Gaza como lo que es: un genocidio. No es de extrañar que los tentáculos sionistas en todo el Norte Global –y también en sus vasallos en el Sur Global– se volvieran locos.

Los genocidas de Tel Aviv declararon a Lula persona non grata en Israel. Sin embargo, Lula no asesinó a más de 29.000 palestinos, la abrumadora mayoría de los cuales eran mujeres y niños.

La historia será implacable: son los genocidas los que eventualmente serán juzgados como personas non grata para toda la humanidad.

Lo que dijo Lula representó a los BRICS 10 en acción: esto obviamente ya fue consensuado antes con Moscú, Beijing, Teherán y, por supuesto, la Unión Africana. Lula habló en Addis Abeba, Etiopía, que es ahora miembro de los 10 BRICS.

A continuación, el presidente brasileño fue extremadamente inteligente al exponer los datos verificados sobre Gaza para que estuviera sobre la mesa durante la reunión de Ministros de Relaciones Exteriores del G20 en Río. Mucho más allá de los BRICS 10, lo que está sucediendo en Gaza es un consenso entre los socios no occidentales del G20 –que en realidad son una mayoría. Sin embargo, nadie debería esperar una actitud consecuente dentro de un G20 dividido. El meollo de la cuestión sigue estando en los hechos sobre el terreno.

La lucha de Yemen por “nuestro pueblo” en Gaza es una cuestión de solidaridad humanista, moral y religiosa: estos son principios fundamentales de las emergentes potencias “civilizatorias” orientales, tanto a nivel interno como en los asuntos internacionales. Esta convergencia de principios ha creado ahora un vínculo directo – extrapolando a las esferas moral y espiritual– entre el Eje de Resistencia en Asia Occidental y el Eje de Resistencia Eslavo en Donbass.

Se debe prestar extrema atención a los plazos. Las fuerzas de la República Popular de Donetsk (RPD) y Rusia han pasado dos años de dura lucha en Novorossiya sólo para llegar a la etapa en la que queda claro – basado en el campo de batalla y en los hechos acumulativos sobre el terreno – que “negociaciones” significan sólo los términos de La rendición de Kiev.

En cambio, la labor del Eje de Resistencia en Asia Occidental ni siquiera ha comenzado. Es justo argumentar que su fuerza y su plena participación soberana aún no se han desplegado (pensemos en Hezbollah e Irán).

El secretario general de Hezbollah, Hassan Nasrallah, con su proverbial sutileza, ha insinuado que, de hecho, no hay nada que negociar sobre Palestina. Y si hubiera un retorno a alguna frontera, ésta sería la de 1948. El Eje de Resistencia entiende que todo el Proyecto Sionista es ilegal e inmoral. Pero la pregunta sigue siendo ¿cómo tirarlo, en la práctica, al basurero de la Historia?

Los posibles escenarios futuros – confesadamente optimistas – incluirían que Hezbollah tomara posesión de Galilea como un paso hacia la eventual retoma de los Altos del Golán ocupados por Israel. Sin embargo, el hecho es que ni siquiera una Palestina unida tiene la capacidad militar para reconquistar las tierras palestinas robadas.

Entonces, las preguntas planteadas por la abrumadora mayoría del Sur Global que apoya a Lula pueden ser: ¿Quién más, aparte de Ansarallah, Hezbollah y Hashd al-Shaabi, se unirá al Eje de Asimetría en la lucha por Palestina? ¿Quién estaría dispuesto a venir a Tierra Santa y morir? (Después de todo, en Donbass, sólo los rusos y los rusófonos mueren por tierras históricamente rusas)

Y eso nos lleva al camino hacia el final: sólo una Operación Militar Especial (SMO) en Asia Occidental, hasta el amargo final, resolverá la tragedia palestina. Una traducción de lo que sucede en todo el Eje de Resistencia Eslavo: “Aquellos que se nieguen a negociar con Lavrov, traten con Shoigu”.

El menú, la mesa y los invitados.

Ese neoconservador de armario, el Secretario de Estado Tony Blinken, dejó salir el gato de la bolsa cuando en realidad definió su tan preciado “orden internacional basado en reglas”: “ Si no estás en la mesa, están en el menú”.

Siguiendo su propia lógica hegemónica, está claro que Rusia y Estados Unidos/OTAN están sobre la mesa, mientras que Ucrania está en el menú. ¿Qué pasa con el Mar Rojo? Los hutíes que defienden Palestina contra Estados Unidos, el Reino Unido e Israel están claramente sobre la mesa, mientras que los vasallos occidentales que apoyan a Israel de manera marítima están claramente en el menú.

Y ese es el problema: la hegemonía – o, en la terminología académica china, “los cruzados”– ha perdido el poder de poner las tarjetas de presentación sobre la mesa. La razón principal de este colapso de la autoridad es la acumulación de reuniones internacionales patrocinadas por la asociación estratégica Rusia-China durante los últimos dos años desde el inicio de la SMO. Se trata de planificación secuencial, con objetivos a largo plazo claramente delineados.

Sólo los estados civilizacionales pueden hacer eso, no los casinos neoliberales plutocráticos.

Negociar con el Hegemón es imposible porque el propio Hegemón impide las negociaciones (ver el bloqueo en serie de resoluciones de alto el fuego en la ONU). Además, la hegemonía sobresale en instrumentalizar a sus élites clientes en todo el Sur Global mediante amenazas o kompromat: véase la reacción histérica de los principales medios de comunicación brasileños ante el veredicto de Lula sobre Gaza.

Lo que Rusia está mostrando al Sur Global, dos años después del inicio de la SMO, es que el único camino para dar una lección a la hegemonía tiene que ser cinético o “técnico-militar”.

El problema es que ningún Estado-nación puede compararse con la superpotencia nuclear/hipersónica/militar Rusa, en la que el 7,5 por ciento del presupuesto del gobierno se dedica a la producción militar. Rusia está y seguirá estando en pie de guerra permanente hasta que las elites de Hegemón entren en razón, y es posible que eso nunca suceda.

Mientras tanto, el Eje de Resistencia de Asia Occidental observa y aprende, día tras día. Siempre es crucial tener en cuenta que para todos los movimientos de resistencia en todo el Sur Global – y eso también incluye, por ejemplo, a los africanos occidentales contra el neocolonialismo francés – las líneas de falla geopolíticas no podrían ser más marcadas.

Es una cuestión de Occidente colectivo versus Islam; el Occidente colectivo versus Rusia; y más temprano que tarde, una parte sustancial de Occidente, incluso a regañadientes, contra China.

El hecho es que ya estamos inmersos en una Guerra Mundial que es a la vez existencial y civilizacional. Mientras nos encontramos en la encrucijada, hay una bifurcación: o una escalada hacia una “acción militar cinética” abierta, o una multiplicación de las guerras híbridas en varias latitudes.

Por lo tanto, le corresponde al Eje de Asimetría, tranquilo y sereno, forjar corredores, pasajes y senderos subterráneos capaces de socavar y subvertir el orden internacional unipolar, basado en reglas, liderado por Estados Unidos.

FUENTE Geoestrategia.es

https://geoestrategia.es/noticia/42446/geoestrategia/la-tercera-guerra-mundial-ya-esta-aqui:-el-eje-de-las-asimetrias-enfrenta-el-orden-basado-en-reglas.html

Por  TELMA LUZZANI

¿Qué quedará de Ucrania después de la guerra? ¿Cómo serán los efectos de esa metamorfosis para Europa y el mundo? Algunos analistas hablan de la partición de Ucrania. Otros se centran en lo que implica la omnipresencia del pulpo financiero Black Rock.

En la última semana se han publicado varios artículos que consideran que la guerra de Ucrania ya tiene un vencedor: Rusia. Esto no significa –aclaran- que los enfrentamientos vayan a terminar en el corto plazo. Todo lo contrario. Pero la derrota de Ucrania es irreversible.

Desde la perspectiva militar, el punto final fue el fracaso de la denominada “contraofensiva ucraniana”, en 2023. A pesar de que la operación fue planificada en Washington y Londres; que contó con el entrenamiento del Pentágono y las Fuerzas Armadas británicas y que fue pertrechada con armamento por la OTAN, Rusia avanzó sobre importantes ciudades llegando a controlar más del 20% del territorio ucraniano.

“En torno a ese territorio, las fuerzas rusas construyeron una barrera defensiva infranqueable y ocuparon una posición privilegiada desde la cual pueden conquistar –si quisieran- las dos principales ciudades de Ucrania: Kiev y Odessa”, escribió José Luis Fiori, profesor emérito de Economía Política Internacional en la Universidad Federal de Río de Janeiro, en su último artículo “La victoria estratégica de Rusia en 2023”. 

No obstante, agrega Fiori, “Estados Unidos e Inglaterra no reconocerán jamás la derrota, debiendo mantener su apoyo al ejército ucraniano aun sabiendo que no existe ninguna posibilidad real de victoria”. Ucrania no es Afganistán, donde el Pentágono se retiró entre gallos y medianoche sin reconocer el descalabro. Aceptar la caída de Ucrania tendría muchas consecuencias: sería blanquear la vulnerabilidad de la OTAN y –aún peor- sería admitir cuatro realidades que la prensa occidental se esfuerza por ningunear
1)    la capacidad de Rusia para vencer en el campo mediático cultural (más del 80% del mundo no se plegó al macartismo occidental en contra de ella);
2)    el poderío militar ruso es capaz de triunfar contra los ejércitos más poderosos sin ayuda de otros países;
3)    la destreza estratégica del Kremlin capitalizó la característica bicontinental de Rusia para desarrollar su potencial económico, diplomático y de integración regional en su flanco asiático mientras se defendía militarmente en su flanco europeo;
4)    el orden multipolar –dada la obvia decadencia anglosajona y europea- ha llegado para quedarse y uno de sus pilares es la desdolarización.

En esta línea también EEUU debería admitir la equivocación garrafal de uno de sus think tank más poderosos, Rand Corporation, que, en su análisis marcaba varias debilidades de Rusia. El informe fantaseaba con insurrecciones internas (contra el gobierno de Vladimir Putin) y hasta con revueltas separatistas, originadas en los desequilibrios militares, económicos y políticos que ocasionaba su enorme extensión territorial. La fortaleza interna de Putin se verá el próximo 17 de marzo, día de la elección presidencial. Según las encuestas occidentales, el 79.9% de los rusos quieren que siga en el Kremlin.

El académico brasileño muestra el tremendo error de cálculo con cifras contundentes: “La previsión inicial de las potencias anglosajonas y sus aliados europeos era que el PBI ruso caía un 30% en 2022, que la inflación alcanzaba el 50% y que el rublo se desvalorizaba en torno al 100% provocando una insurrección contra el gobierno ruso, sobre todo después de la exclusión de la economía rusa del sistema de pagos internacionales hechos en dólares, a través del sistema SWIFT controlado por EEUU y sus socios del G7”.

El uso del dólar en las transacciones externas rusas cayó del 87% (2021) al 24% (2023) pero lejos de lo imaginado, Rusia como potencia energética, mineral, agrícola y atómica se reposicionó muy bien a nivel global y potenció su integración con China e India, además de ayudar a catapultar a los BRICS (entidad que ahora preside) hacia un nuevo nivel. “En 2023, el PBI ruso creció 3,5%; el desempleo cayó 2,9%; su masa salarial creció el 8%; la renta per capita 5% y su producción manufacturera un 9,4%”, subrayó Fiori.

El día después

¿Qué quedará de Ucrania después de la guerra? ¿Cómo serán los efectos de esa metamorfosis para Europa y el mundo? Algunos analistas hablan de la partición de Ucrania. Otros se centran en lo que implica la omnipresencia del pulpo financiero Black Rock en ese país y no descartan que se trate de un ensayo que podría aplicarse en otros países del mundo.

Owen Matthews, quien hace un año daba por muerto político a Putin, escribió el 6 de enero pasado en el semanario británico The Spectator que “la partición de Ucrania ya se ha producido”, aludiendo a que las zonas prorrusas de DonetskLuganskJerson, Zaporizhia y su central nuclear no volverán a Ucrania. “El reto clave es cómo se manejará esa realidad ante el público occidental ya que representaría una profunda humillación para EEUU y sus aliados”, agregó.

A su manera Washington va dando señales. El pasado 14 de enero, el vocero del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca. John Kirby, informó: “La ayuda militar que estábamos proporcionando a Ucrania se ha detenido por completo” por falta de acuerdo en el Congreso. Para el presidente Joseph Biden, en carrera electoral (por ahora), el pedido de asistencia al Congreso se ha convertido en una piedra en el zapato.

Mientras tanto, la guerra sigue debilitando sistemáticamente a los “socios europeos” y ofreciendo frenéticos beneficios tanto a las empresas de la destrucción (industria de armamentos y accesorios de guerra) como a las de reconstrucción postbélica. El fondo buitre BlackRock está en ambas. 

Según un informe de junio 2023, BlackRock maneja activos bajo gestión por 9.4 billones de dólares. Si fuera un país sería el tercero de mayor PBI del mundo después de EEUU (24.7 billones) y China (18.4 billones). Su poder abarca áreas estratégicas como alimentos, petróleo, gas, tecnología, comercio minorista, fabricación de armas, farmacéuticas, bancos, atención médica y transporte global. Tiene acciones en todos los medios de comunicación del mundo y, como explica la periodista Micaela Constantini en su artículo “Black Rock, el gran vencedor en Ucrania”, además de su influencia en las decisiones geopolíticas del mundo maneja los mercados financieros, las resoluciones que impactan en los precios, en la gobernanza y en las estrategias de instituciones claves.

“Es uno de los principales accionistas de las empresas armamentísticas más importantes del mundo, entre ellas, las cinco que más se beneficiaron de la guerra en Ucrania: Lockheed MartinBoeingRaytheonNorthrop Grumman y General Dynamics. En un año de guerra, la cotización en bolsa aumentó para Lockheed Martin un 23%, para Northrop Grumman un 39% y para General Dynamics, un 15%. Además de armas, ofrecen servicios de entrenamiento, asesoramiento, arreglos y provisión de partes y mantenimiento de los productos. También se encargan del lobby a favor de la guerra para que su negocio se sostenga y aumente”, afirma Constantini.

Específicamente en Ucrania, los contratos que el presidente Volodomir Zelensky le firmó al fondo buitre le permiten a BlackRock adueñarse del país entero: tierra, cosechas, redes eléctricas, energía, infraestructura, empresas estratégicas, ayuda internacional e inversiones locales o extranjeras. También administrará la monstruosa deuda que tiene Ucrania. En 1991, cuando cayó la Unión Soviética, Ucrania debía cero dólar. En septiembre pasado el Ministerio de Finanzas reveló que la deuda había alcanzado un record histórico de 133.930 millones de dólares, equivalente a más del 84% del PIB del país proyectado para 2023.

“En septiembre y diciembre de 2022 Zelensky se reunió por videoconferencia con el fundador de BlackRock, Larry Fink, para recibir asesoramiento gratuito sobre la creación de un Fondo de Reconstrucción. En noviembre, firmaron un Memorando de Entendimiento y, en mayo de 2023, Black Rock Financial Market Advisory se convirtió oficialmente en el ‘coordinador’ de todas las gestiones para la reconstrucción de Ucrania. Zelensky se volvió a reunir, esta vez de manera presencial, con la gerencia de la empresa y se decidió la creación de un fondo de inversión para restaurar la economía de Ucrania con la participación de capital público/privado”, explica Micaela Constantini.

Así de simple. Así de trágico.

FUENTE: DIARIO MAR DE AJO https://www.diariomardeajo.com.ar/2024/03/04/ucrania-ya-perdio-y-no-solo-en-el-campo-de-batalla/

Por Andrés Piqueras Observatorio de la Crisis

A principios del siglo XIX el canciller austriaco von Metternich había propuesto la necesidad de instaurar un Concierto Europeo supranacional, por encima de los intereses de cada Estado, como método de defensa común contra las revoluciones. Las diferencias entre el Viejo Orden y el Nuevo que se iba asentando, lo impedirían en la práctica. Fuera de ello, la idea de una Europa Común ya en el siglo XX en realidad no es europea sino estadounidense. La estrategia de Washington tras la Segunda Guerra Mundial para asegurarse su dominio del mundo capitalista estuvo basada en la apertura de los mercados de trabajo europeos a su capital, y de los mercados en general a sus bienes industriales.

Algo en lo que se empeñó muy especialmente y obtuvo de la Alemania vencida, a la que impuso la total apertura de su economía a las mercancías norteamericanas y a su inversión externa directa. Después presionó para una integración de la Europa Occidental a través de tratados que garantizasen la apertura de la economía de cada país a las mercancías de los demás. De esta forma, desde su base alemana, los capitales industriales norteamericanos tendrían a su alcance la totalidad de mercados de la Europa Occidental.

Durante cerca de 30 años EEUU lideró indiscutiblemente el espacio político y económico unificado en que había convertido al hasta entonces conjunto disperso de potencias capitalistas. Sin embargo, a partir de los años 70 del siglo XX los EE.UU., tras desatar la segunda “globalización” (la primera había sido emprendida entre el último cuarto del siglo XIX y el primero del XX), inicia la carrera hacia el liderazgo mundial, rompiendo las reglas del juego con sus antiguos “socios” y financiarizando los entresijos económicos internacionales.

Es por ello que Europa se ve forzada a buscar su reacomodo ante la falta de reglas y el uso de la fuerza militar a conveniencia que presidirán la nueva dinámica hegemónica norteamericana tras la caída del Este.

Las clases dominantes europeas han ido dando los pasos pertinentes para aproximarse al modelo capitalista norteamericano (el más proclive a lo que se ha conocido como “capitalismo salvaje”).

Desde el Tratado de Maastricht de 1992 a la Cumbre de Lisboa de 2001, el rosario de cumbres y acuerdos o tratados que salpican esos 10 años responde a un cuidadoso plan de desregulación de los mercados de trabajo (lo que significa la paulatina destrucción de los derechos y conquistas laborales), de liberalización económica (en detrimento de la intervención de carácter social de los Estados y en beneficio del papel que éstos juegan a favor del gran capital), y de ruptura unilateral, en suma, de los “pactos de clase” que habían mantenido el equilibrio social en la larga postguerra europea, extremando e adelante las desigualdades tanto intra como intersocietales entre los países de la Unión.

La UE se ha venido conformando, pues, como la mayor expresión del capital oligopólico transnacional “financiero”, una vía para puentear los parlamentos y las instituciones locales, sustrayendo las decisiones e intereses del Gran Capital a las luchas de clase a escala estatal que forjaron las distintas expresiones nacionales de la correlación de fuerzas entre el Capital y el Trabajo.

Se trata de una construcción supraestatal destinada a mantener relaciones de desequilibrio entre sus partes, un sistema deficitario-superavitario diseñado para trasvasar riqueza colectiva de unos Estados (la mayoría) a unos pocos (sobre todo Alemania y su “hinterland” centroeuropeo), especialmente mediante el mecanismo de la moneda única.

Constituye el mayor ejemplo mundial de institucionalización del neoliberalismo a escala de un continente entero; el primer experimento de ingeniería social a escala regional o supraestatal en favor de la institucionalidad de las estructuras financieras de dominación.

Si la “Europa socialdemócrata” fue la mayor manifestación del reformismo capitalista cuando éste todavía impulsaba con vigor el desarrollo de las fuerzas productivas, hoy la Unión Europea es el primer experimento de ingeniería social a escala regional o supraestatal en favor de la institucionalidad de las estructuras financieras de dominación.

Supone en sí un cuidadoso plan de desregulación social de los mercados de trabajo y de las condiciones de ciudadanía, que se dota de todo un conjunto de disposiciones y requisitos, de toda una institucionalidad concebida y conformada para ser irreformable (pues requiere de unanimidades casi imposibles para que no sea así).

Se inspiraba la UE en la idea del “constitucionalismo económico” de finales de los pasados años 70, y desarrollada en los años 80 por la flor y nata del neoliberalismo (Buchanan, Milton Friedman, Hayek…) para restringir los poderes económicos, monetarios y fiscales de los gobiernos, “evitando que los gobernantes de turno pudieran tomar decisiones circunstanciales”, según su jerga, y que no quiere decir sino que tales decisiones pudieran estar influidas por las luchas populares. Se trataba, por tanto, de establecer determinados principios obligatorios, inamovibles, fuera quien fuese que llegara al gobierno en cada país.

Pero un derecho petrificado deja ser útil no sólo para las clases populares, sino llegado un punto también para la propia clase capitalista. Así cuando ésta ha querido aumentar aún más el grado de explotación social y ambiental o la “financiarización” de las economías, ha tenido que recurrir a puentear a la propia UE, creando nuevas instancias de eso que ellos llaman “gobernanza”, en definitiva, estructuras de poder dual respecto de la Unión.

Así, por ejemplo, el Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza de la Unión Económica y Monetaria, para consolidar la penetración financiera de los Estados, y el Mecanismo Europeo de Estabilidad, para asegurar los Programas de Ajuste Estructural que garanticen el pago de las deudas en favor del gran capital a interés global acreedor y en detrimento de las condiciones sociales, laborales y, en conjunto, de “seguridad social”, de las poblaciones de los respectivos Estados (ver sobre estas cuestiones, Albert Noguera, El sujeto constituyente. Entre lo viejo y lo nuevo. Trotta. Madrid).

De hecho, si hace falta, se modifican las propias constituciones, de manera que sea “anticonstitucional” intentar cambiar la falta de soberanía nacional, como el tándem PP-PSOE demostró al meter mano al artículo 135, subordinando los derechos sociales reconocidos en la constitución española al pago de la deuda externa.

Ese complicado entramado de blindaje va, por tanto, de la mano de un sistemático debilitamiento de las capacidades de regulación social expresadas a través del Estado, para debilitar todas las opciones democráticas que las poblaciones pudieran conseguir para defenderse.

La des-substanciación de las instituciones de representación popular está garantizada desde el momento en que las decisiones parlamentarias estatales quedan subordinadas a los marcos dictatoriales dados por la UE sobre inflación, déficit presupuestario, deuda pública o tipos de interés, por ejemplo.

Pero el Eje Anglosajón (EEUU + Inglaterra) más la Red Sionista Mundial obligan a Europa a ir más allá en su (auto-)destrucción.

Autodestrucción forzada de Europa

“Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha apostado por la integración militar, política y económica de los países de Europa y Japón en un bloque que controla. A través de la estructura OTAN+, Estados Unidos se aseguró un dominio militar completo dentro del grupo imperialista, desplegando muchas bases militares en…

países derrotados en la Segunda Guerra Mundial, como en Japón (120), Alemania (119) e Italia (45). Esta última alberga a más de 12.000 militares estadounidenses.

Tras la caída de la Unión Soviética y la posterior reunificación de Alemania, la burguesía alemana codiciaba los mercados y la energía de bajo coste de Rusia. Deseaba establecer lazos económicos con Rusia, pero sólo mientras ellos y sus compatriotas franceses pudieran mantener su dominio sin trabas del proyecto europeo, que habían mantenido desde la Segunda Guerra Mundial. Esto significaba establecer dichos lazos, pero excluyendo a los dirigentes políticos rusos de cualquier participación en pie de igualdad en los asuntos, decisiones o estructuras políticas de Europa.

A su vez, la estrategia estadounidense había consistido en evitar cualquier relación estratégica entre Rusia y Alemania, ya que su fuerza combinada crearía un formidable competidor económico en Europa.” (1)

En realidad, este objetivo forma parte del Eje Anglosajón desde el siglo XIX: impedir a toda costa, y digo a “toda costa” con lo que eso significa (asedio, ofensivas económicas y diplomáticas, guerras mundiales, guerra hoy en Ucrania, voladura de los conductos gasíferos, sanciones, golpes de Estado…), que Eurasia pueda constituirse en una entidad política, geoestratégicamente entrelazada. Eso sería el fin de la dominación anglosajona del mundo.

Ahora bien, ¿por qué la clase capitalista industrial alemana acepta hoy que le corten el cuello? Para empezar, hay que insistir en que Alemania es un país ocupado militarmente por EEUU, con miles de tropas y armamento nuclear.

En segundo lugar, hay que tener en cuenta eso que se ha llamado “financiarización de la economía” dentro del capitalismo actual, y que no es sino una alusión a la importancia que cobra la forma autonomizada del capital dinero como capital a interés ficticio en la dinámica de acumulación del capital, lo que supone que las finanzas pasen de jugar un papel importante pero intermediario para la producción, a asumir la responsabilidad del crecimiento mediante una función parasitaria, focalizada principalmente en la extracción rentista.

Se trata de un dinero que busca reproducirse a sí mismo por fuera del capital productivo como capital industrial (es decir, más allá de la generación de nuevo valor como plusvalor), pero que también, y este es el gran juego de la economía capitalista cuando las cosas van mal, puede hacer las veces de dinero-capital, listo para engrasar de nuevo los ejes de aquélla, como si procediera de la valorización del trabajo humano (de ahí su creciente “ficción” y la de la economía que sustenta, aunque pueda hacerla seguir funcionando, a pesar de todo y de los problemas que va acumulando.

Es algo substancialmente diferente de una fase financiera del capital y tiene consecuencias mucho más profundas. Se ha perfilado como un colosal mecanismo de disciplinamiento social, de expropiación universal y de gubernamentalización de las exigencias cada vez más parasitarias del capital.

Así, al menos en las cuatro últimas décadas la capacidad del capital para desmaterializarse y moverse en tiempo instantáneo a escala planetaria en un número creciente de formas, como acciones, pagarés, bonos, bienes inmuebles, bienes raíces y una gran variedad de derivados, especulación sobre alimentos, monedas, energía, incluso el agua, etc., permite a la clase capitalista realizar todo tipo de ganancias usureras y especulativas a corto, medio y largo plazo.

Mucho de todo ese complejo financiero se va centralizando en los grandes fondos de inversión o “fondos buitre” (Vanguard, State Street, Blackrock, entre los más destacados), que a su vez están participados por miríadas de capitales privados de muy distinta procedencia (aunque dominados por personajes y corporaciones privadas sobre todo sionistas). De esta forma tenemos que una empresa alemana que sale a bolsa puede hacerlo tanto en la bolsa estadounidense como en la alemana. Con el tiempo, los accionistas originales de esta empresa pueden vender sus acciones, que ahora cotizan en bolsa. Ya no dependen de la gestión de su patrimonio a través de su inversión en una empresa.

En lugar de ello, contratan a gestores de patrimonio, ya sea a través de empresas como Goldman Sachs o de sus propios asesores, que a su vez invierten los ingresos en efectivo de la venta de acciones. A muchos capitalistas, sus asesores les harán invertir bastante más del 50% de su cartera en la bolsa estadounidense, que se erigió tras los años 80 del siglo pasado en la “atractora” mundial del capital a interés especulativo parasitario.

Las consecuencias económicas, políticas y sociales de este cambio en los mercados de capitales y en la propiedad son enormes. Este nuevo capitalista global —antes «alemán»— se comporta de forma muy parecida a sus homólogos franceses, ingleses, suecos o estadounidenses.

Por lo que este nivel de integración del capital conlleva su desnacionalización, lo que refuerza finalmente la preponderancia de eso que llaman “capital financiero” estadounidense, y por consiguiente, el poder político de Estados Unidos.

“La situación actual de Alemania ilustra claramente la eficacia de este proceso de integración y consolidación económica por parte de Estados Unidos. Según datos de IHS Markit de 2020, sólo el 13,3% del valor del mercado bursátil alemán pertenece a alemanes, mientras que los inversionistas de Norteamérica y el Reino Unido poseen el 58,3% (…) Las principales empresas de la economía alemana no son primordialmente propiedad de alemanes. El valor agregado industrial de Alemania ha descendido del 9% mundial a poco más del 6% en los últimos 18 años. (…)

La pérdida de la energía barata rusa y su adaptación al desacoplamiento con gestión de riesgos serán probablemente desastrosas para su competitividad internacional. En 2022, la inversión extranjera directa (IED) en Alemania disminuyó un 50,4% interanual. (…) En el transcurso de 15 trimestres, a partir del tercer trimestre de 2019, el PIB de Alemania aumentó un mísero 0,6% en total, a precios constantes…” (2)

Esto se traduce para Alemania en una falta de voluntad política soberana y en la aceptación de que su clase capitalista industrial se corte las venas.

“El colapso de la «voluntad nacional», la voluntad de seguir un camino que corresponda a sus intereses capitalistas nacionales, demostrada por Alemania en el contexto de la guerra en Ucrania, muestra que Alemania ha sido derrotada por tercera vez desde principios del siglo XX (…) Estados Unidos seguirá privando a la burguesía alemana de todas las opciones importantes para afirmar posiciones políticas independientes.

Con la ayuda de los vínculos de propiedad del capital que hemos descrito, la burguesía alemana se enfrentará a la subsunción absoluta de las opciones de acción del capital alemán bajo la égida estadounidense. La hostilidad hacia Rusia actúa como motor de la subordinación de Europa a Estados Unidos y como pérdida de cualquier posibilidad de desarrollo independiente.” (3)

La desindustrialización de los centros del Sistema Mundial capitalista y especialmente del Eje Anglosajón ha venido cobrando existencia desde hace décadas, en favor del Mundo Emergente.

Faltaba, sin embargo, Alemania y su hinterland más próximo. El Eje Anglosajón busca eliminar esa competencia, y la del conjunto de la UE, al tiempo que abortaba la posibilidad de la vinculación infraestructural, económica y política de Eurasia. Las sanciones a Rusia se han convertido en un elemento estelar para ese objetivo.

Todo lo cual para Europa en su conjunto tiene unos costos energéticos y económicos de enorme gravedad, que está reportando cuantiosas pérdidas en sus sectores primario e industrial y, en general, la desarticulación de sus economías, con el consiguiente desmontaje de su “capitalismo social” (eso que en otros tiempos llamaron “Estado del Bienestar”). Circunstancia que además de causar el paulatino arruinamiento de sus poblaciones, está tensionando a la propia UE, por ejemplo, hasta el punto de que pronto podría fragmentarse.

Todos sabemos que Alemania no sólo ha sido y es “la locomotora” de Europa, como nos insisten si cesar en los grandes media, sino que también lleva la dirección vicaria de la misma (vicaria de EEUU). Eso quiere decir que si Alemania se entrega con todos los pertrechos y bagajes a EEUU, todos los demás países europeos subalternos, sin soberanía alguna, también. Francia fue la única excepción europea, con su orgulloso “gaullismo”, pero desde la llegada de Sarkozy, cuando De Villepin y los gaullistas fueron derrotados, entrega también su política exterior.

Hoy Macron es uno de los principales guerreristas contra Rusia y acaba de proponer -ante la evidente y por otra parte irremediable derrota de Ucrania- en la muy reciente reunión de París (de 26 de febrero de 2024), con más de 20 dirigentes de la OTAN y su brazo político, la UE, la posibilidad del envío de tropas de la OTAN al campo de batalla ucraniano.

Es decir, parece que los subalternos líderes europeos contemplan dar un paso más en la escalada bélica, convirtiendo de nuevo a Europa en un terrorífico campo de guerra en favor del sostenimiento del liderazgo mundial de EEUU.

En general, como vengo diciendo, la otanización del conjunto de Europa (la del Este en sus formas más agresivas) pasa también por “americanizar” la economía y la sociedad europeas, lo que es sinónimo de completar su conversión al capitalismo salvaje. La UE y su Constitución y Tratados se vienen encargando de ello.

La sumisión europea está claramente completada y exhibida con la guerra proxy en Ucrania del Eje Anglosajón y la Red Sionista Mundial contra Rusia, donde una nueva inmolación europea cobra tintes cada vez más probables.

Ante todo ello, la pregunta que queda por plantearse es si están dispuestos a llegar al enfrentamiento nuclear.

Las declaraciones, amenazas y avisos a sus propias poblaciones de los distintos ministros de la guerra europeos, parecen ominosamente mostrar que es así.

Sea como fuere, y ante estas dramáticas circunstancias, cualquier izquierda ya no sólo mínimamente alternativa, sino con una décima de honradez coherente, debería tener muy claro que romper con la UE deviene vital para poder salvar algunas de las bases sociales de nuestras sociedades y que romper con la OTAN es básico para la propia supervivencia.

Cualquier visión o esperanza de mejora social y de “bienestar económico” dentro de la férula de esas instituciones constituye un tremendo autoengaño, cuando no deliberado colaboracionismo para la destrucción de las sociedades.

Notas

(1) Hiperimperialismo: Una nueva etapa decadente y peligrosa (thetricontinental.org)

(2) Ibid.

(3) Ibid.

FUENTE CEPRID

¡¡ EL FRACASO DE LAS DOCTRINAS MILITARES DE EEUU, DESDE LOS 90 HASTA LA GUERRA DE UCRANIA !!

Es el tema que aborda Carlos Pereyra Mele, director de Dossier Geopolítico en su columna del Club de La Pluma, con un profundo análisis histórico y estratégico que arranca con el fin de la Unión Soviética y el triunfalismo de Washington por la supuesta victoria final del capitalismo. Cuando decían que llegaba “el siglo americano” con EEUU controlando el mundo. Con intelectuales como Fukuyama y su “Fin de la Historia” sin guerras y con el neoliberalismo como dueño de la economía. O el “Choque de las Civilizaciones” de Huntington que hablaba de que Occidente se haría cargo de las naciones periféricas para aplicarles sus valores. Sin embargo, aquel cenit de la “victoria perpetua” les duró muy poco a los anglosajones y a la pusilánime Europa. Y es así como cada día que pasa, todo es más complicado para Occidente y lo contrario para el mundo euroasiático y el Sur Global. Tal cual se puede leer en un artículo de la fundación norteamericana Heritage con el título ”El Ejército Estadounidense es Débil e Incapaz” (https://dossiergeopolitico.com/2024/02/29/8684/)

Y explica cómo, en medio de aquella borrachera de superioridad, los vencedores guardaron las guerras clásicas en el baúl de los recuerdos y crearon nuevas doctrinas militares para conflictos de baja intensidad, reduciendo casi toda su logística a la tecnología punta y a grupos comandos “quirúrgicos” de golpes rápidos sobre enemigos débiles. Decían entonces que las guerras de masas de soldados y de flotas aéreas o navales habían terminado. Y que no había potencias que amenazaran su poder global. Entonces cambiaron su sistema de producción por otro más sofisticado, moderno y rentable para la industria armamentística. Pero, las idas y vueltas de las historia les demostraron que con la supercapacidad tecnológica, o el obsceno poder financiero, no alcanza para vencer a pueblos levantados en armas. Es así como llegaron los oscuros años de las derrotas, con el ejemplo emblemático de la vergonzosa huída de Afganistán, espantados por unas tribus de montañeros de la edad media.

Y nos cuenta Pereyra Mele, que atrapado en esa decadencia crónica, Occidente se enfrenta hoy a la casi segura derrota en Ucrania, desnudando el fracaso absoluto de todas esas teorías militares, al ser obligados -sin estar preparados- a volver a las guerras tradicionales, las de grandes tropas, de artillería, de trincheras, de tanques y de campos embarrados. Y sobre todo, por tener en frente una superpotencia como Rusia.

Con lo que concluye que las guerras, más que ganarse en el campo de batalla, se las gana en el campo de la logística. Que es imprescindible contar con un sistema industrial militar con stock de municiones y de  equipamiento militar a la altura del desafío. Y que aquél que tenga la capacidad de sostener el esfuerzo bélico por mayor tiempo, tiene la posibilidad de vencer a un enemigo mejor armado, mejor equipado o con armas más modernas. Duras lecciones de la realidad, que le llega mal y tarde al bando anglosajón.

Además, a la largo de este audio aborda la comprobada participación de la OTAN en Ucrania, junto a la falaz insinuación de Macrón sobre un supuesto envío de tropas al frente y el ridículo de este presidente, al que parodian rezando: ”Gracias a Dios existe Rusia, a la que podemos culpar de todos los problemas de Francia”

Eduardo Bonugli (Madrid, (03/03/24)

El grafitero francés Lekto, conocido por sus pintadas satíricas sobre Macron, ha creado un mural grande en París.
«Gracias a Dios que existe Rusia a la que podemos culpar de todos los problemas de Francia».

Mientras…se intenta seguir con el relato occidental, la realidad se impone: Rusia sigue su avance en el este de Ucrania con la toma de varios pueblos pequeños cercanos a Avdivka

Las fuerzas rusas disminuyeron temporalmente el ritmo de sus operaciones tras capturar Avdivka, pero desde entonces han aumentado el ritmo de su asalto para continuar avanzando al oeste de la localidad, según los expertos

Fuente: https://www.eldiario.es/internacional/rusia-sigue-avance-ucrania-toma-pueblos-pequenos-cercanos-avdivka_1_10965063.html 

La OTAN en Ucrania: Militares alemanes planean ataques contra el puente de Crimea, según audio filtrado

Fuente

https://www.laarena.com.ar/el-mundo/militares-alemanes-planean-ataques-contra-el-puente-de-crimea-20243214230

“Newsweek”: La CIA asumió un papel central en el conflicto de Ucrania antes de que comenzara

Según el semanario, que cita a «más de una docena» de funcionarios de inteligencia anónimos,

fuente:

https://www.agenzianova.com/es/news/newsweek-la-cia-ha-assunto-un-ruolo-centrale-nel-conflitto-in-ucraina-prima-che-iniziasse/

Ucrania, Gaza y Taiwán son los frentes de la guerra global del Occidente angloamericano

Por Gabriel Merino para el website Tektonikos, el autor autoriza su publicacion en Dossier Geopolitico

Hace unos pocos meses, más precisamente a principios de diciembre del año pasado, la ex primer ministra británica Liz Truss dijo en una entrevista a The Telegraph en Washington DC que las guerras en Ucrania y en Israel, como la cuestión de Taiwán son parte del mismo conflicto contra los “dictadores autoritarios”. 

Truss afirmó que “No son guerras múltiples, son la misma guerra”, en su visita a Estados Unidos para tratar de convencer a los legisladores republicanos cercanos a Donald Trump que apoyen un aporte financiero y un involucramiento aún mayor para las fuerzas pro-occidentales de Ucrania. Para Truss la guerra en Ucrania es “Nuestra Guerra” y constituye un “imperativo estratégico para todos nosotros”.

Meses antes también había afirmado sobre Taiwán que la isla rebelde de China estaba “en la primera línea de la batalla mundial por la libertad”. Y sobre el conflicto Palestina-Israel había afirmado, cuando era primera ministra, que “soy sionista y una gran partidaria de Israel”.

Con otras palabras y bajo el ropaje ideológico occidental —que se aferra a las antinomias con aroma a Guerra Fría del estilo “democracia vs. autocracias”— Truss planteaba con total claridad el nudo del conflicto actual. Si corremos las mediaciones ideológicas, aparece con total claridad la contradicción política central de la actual transición de poder mundial: el Occidente geopolítico conducido por el polo de poder angloamericano —que en términos geoeconómicos conforma el Norte Global—, frente a los polos de poder emergentes, que buscan democratizar la distribución el poder y la riqueza mundial, construir otro ordenamiento mundial —y cuyo ascenso ha cambiado de hecho el mapa del poder, al cual el viejo orden ya no se corresponde. Y esta contradicción —y la necesidad por parte del Occidente geopolítico de detener el desarrollo de un mundo multipolar— es lo que está en el núcleo explicativo de lo que denomino como guerra mundial híbrida.  

Códigos geopolíticos compartidos

Obviamente Liz Truss no expresa a todos los grupos dominantes del Occidente geopolítico. Más bien es cercano a los planteos de que en los Estados Unidos se conoce como los neoconservadores, quienes son parte clave del establishment del Partido Republicano, fueron dominantes durante la era de George W. Bush (2001-2009) y ocuparon importantes espacios de poder durante el gobierno de Donald Trump, aunque con importantes tensiones y conflicto con el magnate nacionalista (son líneas distintas y eso se observa en algunos discusiones geopolíticas y geoestratégicas como lo es el tema Ucrania). 

Si bien Truss y los neoconservadores norteamericanos tienen diferencias con los halcones liberales globalistas que ahora dominan en el gobierno Joe Biden, son parte del establishment anglosajón y comparten un conjunto de códigos geopolíticos e imperativos estratégicos. Entre ellos: 

  1. poner a Ucrania bajo la órbita del Occidente geopolítico para debilitar estructuralmente a Rusia y quitar al gigante Euroasiático de la primera línea de los jugadores geoestratégicos; 
  2. sostener a Israel como una posición de avanza fundamental del Occidente geopolítico en el llamado “Medio Oriente” (aunque allí hay una gran diferencia entre los neoconservadores que defienden el Gran Israel y los halcones liberales que abrevan por la solución de los dos Estados); 
  3. y preservar a toda costa a Taiwán bajo la influencia estratégica Occidental para sostener la cadena de islas y posiciones militares que rodean y contienen a China, evitando que Beijing recupere la isla rebelde para convertirse en una gran potencia marítima (además de terrestre) y que complete su rejuvenecimiento nacional iniciado a partir de la revolución de 1949, que entre otras cosas significa recuperar los territorios desmembrados durante el “Siglo de Humillación”.

Globalizar la OTAN 

También comparten, con matices, el imperativo estratégico de expandir la OTAN. No solo desde Europa hacia el Este, sino también en el Pacífico, a partir de la incorporación de Japón a la alianza atlántica y desarrollando otras iniciativas como el AUKUS anglosajón (Australia, Reino Unidos, Estados Unidos) o el QUAD (diálogo de seguridad cuadrilateral conformado por Estados Unidos, Japón, Australia e India). En varios sectores se resume esta expansión en la idea de la OTAN Global (“Global NATO”), que es el nombre adecuado para definir la mutación que se produjo en la alianza atlantista a partir de los años noventa del siglo pasado: ser una herramienta del Occidente geopolítico para reforzar su supremacía y asegurar estratégicamente el orden mundial unipolar en un capitalismo global transnacionalizado. 

Los tres conflictos mencionados se desarrollan en escenarios clave del tablero euroasiático —cuyo control es una obsesión para el polo anglosajón con el fin de sostener la “supremacía” y la razón de ser de ideas en torno a una OTAN Global. En Ucrania se juega la profundidad de la cabeza de puente en la periferia occidental europea en relación con el corazón continental que tiene como centro al estado ruso. En Medio Oriente, el control de otra región geopolítica clave: centro de Afro-Eurasia, territorio de rutas terrestres y marítimas estratégicas tanto en el presente como a lo largo de la historia, principal región exportadora de hidrocarburos y centro de la civilización islámica. En Asia Pacífico, se juega la posibilidad de sostener el cerco estratégico sobre China y la periferia oriental de Eurasia desde la Segunda Guerra Mundial, en una región que ya se ha convertido en el centro dinámico de la economía mundial bajo el liderazgo de China. 

Grietas

Luego de tres meses de negociaciones y con la negativa de muchos senadores republicanos alineados con Donald Trump a quienes Truss intentó convencer, el Senado estadounidense aprobó el 13 de febrero un paquete de ayuda de 95.300 millones de dólares para Ucrania, Israel y Taiwán: 60.000 millones para Kiev (que se sumaría a los más de 110.000 de millones que ya invirtió desde febrero de 2022), 14.000 millones de dólares para apoyar la guerra de Israel en Gaza, 8.000 millones de dólares para reforzar a Taiwán y  a las fuerzas políticas independentistas pro-estadounidenses y sus socios en el Indo-Pacífico para contrarrestar a China. A ello se le agrega 9.200 millones de dólares en ayuda humanitaria para Gaza. Sin embargo, la ley aún no fue aprobada en la Cámara de Representantes dominada por republicanos trumpistas, que rechazan sobre todo un involucramiento mayor en Ucrania (la parte central del paquete), aunque puedan coincidir con los otros objetivos. 

Tanto aquí, como en otras cuestiones, se puede ver con claridad las internas que surcan a Estados Unidos y al polo de poder anglo-estadounidense, como al Occidente geopolítico, lo cual es parte central del declive del viejo orden unipolar y de la crisis de hegemonía actual. Por ejemplo, no sólo son notorias las diferencias en el frente ucraniano, sino también entre el impulso de un Gran Israel que termine de apropiarse de todos los territorios palestinos (y avance hacia una escalada bélica de otras dimensiones con Irán) o la apuesta a la solución de los dos estados y a genera un equilibrio de poder favorable a Estados Unidos y Occidente en dicha región. También en torno a la cuestión de Taiwán se vio a Francia reacia a seguir los pasos de Washington y Londres de escalar contra China. “La pregunta que debemos responder, como europeos, es la siguiente: ¿Nos interesa acelerar (una crisis) en Taiwán? No”, comentó Macron en una entrevista a Les Echos y Político Europe. “Lo peor sería pensar que los europeos debemos convertirnos en seguidores en este tema y seguir el ejemplo de la agenda de Estados Unidos y de una reacción exagerada de China”, agregó. Estas palabras generaron un profundo malestar en el mundo anglosajón. 

Además, la situación en cada uno de estos escenarios es complicada para Washington y aliados. El devenir de los acontecimientos revela que, más allá de ciertas coyunturas tácticas u obtención de objetivos con dudoso resultado estratégico (como  desconecta a Alemania de la energía rusa y su consecuente desindustrialización), en general se observa avances de las fuerzas emergentes y de las tendencias que apuntan hacia una redistribución del poder mundial contraria al Occidente geopolítico. 

Por ejemplo, volvamos al caso del frente de Ucrania. El establishment occidental estimaba en general que para esta altura la Federación de Rusia estaría con la economía colapsada y el “régimen” político en crisis. Estos análisis se correspondían con el de RAND Corporation de 2019, el cual aconsejaba profundizar el apoyo a las fuerzas ucranianas pro-occidentales (guerra proxy) y aumentar considerablemente las sanciones económicas (guerra económica) con el objetivo de “sobre-extender” y “desequilibrar” a Rusia, para desplazarla del gran juego geopolítico. Incluso hace un año muchos referentes atlantistas insistían con sinceridad analítica (tan honesta como errada) sobre un próximo escenario de derrota estratégica para Rusia en Ucrania. 

Los desaciertos en los diagnósticos 

Pero como en tantos otros escenarios, el error de cálculo de buena parte de las élites occidentales, incluso las más lúcidas, se debe a la incomprensión (o a la no aceptación) del profundo cambio que se ha producido en el mapa del poder mundial. El mundo, en términos sistémicos, ya no es unipolar.

Contra todos los pronósticos, Rusia creció 3,6% en 2023 y el FMI prevé un crecimiento de 2,6% para 2024. Esto se explica tanto por factores endógenos como por el marco de asociaciones en Eurasia y África, en donde sin dudas sobresale el vínculo con China e India (cuyas economías explican buena parte del crecimiento mundial). En el terreno militar, en los últimos 10 meses el Kremlin obtuvo tres victorias importantes en batallas por el control completo del estratégico Oblast de Donetsk: Bajmut, Mariinka y Avdiivka. Esta es la provincia central de las fuerzas pro-rusas desde 2010 (más allá de Crimea obviamente) y núcleo territorial de la insurgencia pro-rusa de 2014, luego del golpe pro-occidental al presidente Viktor Yanúkovich, quien antes fue gobernador de allí. 

La guerra de desgaste propuesta por Moscú se combina, luego del total fracaso de la promocionada “contraofensiva ucraniana” durante la primavera boreal de 2023, con una lenta pero sólida ofensiva, con avances en puntos claves en el frente, que le ha permitido destruir posiciones fortificadas de Kiev en el Donbas, a medida que corroe cada vez más su músculo militar. Allí sobresale la estratégica ciudad de Avdiivka, desde donde las fuerzas ucranianas bombardeaban a objetivos civiles y militares de la ciudad de Donetsk, capital de la provincia homónimo. El desgaste de las fuerzas ucranianas y el vaciamiento de las reservas occidentales, contrasta ahora con la capacidad demostrada por el complejo militar industrial ruso para abastecer el esfuerzo bélico.

En el caso de Oriente Medio, la ofensiva israelí en Gaza, luego de los ataques de Hamás del 7 de octubre que reavivaron dicho conflicto secular, no ha logrado sus objetivos y comienza a tener grandes costos políticos. La organización político-militar Hamas no ha sido derrotada y siguen en su poder gran parte de los rehenes israelíes secuestrados. La brutal ofensiva que siguió al ataque terrorista —y que hace tiempo había sido diseñada como parte de avanzar hacia un “Gran Israel”— está causando decena de miles de víctimas civiles. Esto volvió a exponer al mundo la cárcel a cielo abierto que es Gaza y a poner de manifiesto la negativa absoluta del gobierno israelí a la solución de los dos estados, así como al cumplimiento de las resoluciones de la ONU desde 1967 (lo que profundiza las diferencias en el Occidente geopolítico). Esto intensificó el reclamo internacional y en particular del mundo islámico y de los pueblos árabes, así como obligó tanto al gobierno de los Estados Unidos y a las autoridades de la Unión Europea a ser críticos de la ofensiva israelí. 

Aceleración de la dinámica multipolar

Como se dijo en un artículo anterior, en dicha región se vienen produciendo cambios geopolíticos trascendentales, que se articulan con un proceso global: el reestablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudita auspiciado por Beijing, el ingreso de cuatro países de la región a los BRICS+ (Arabia Saudita, Irán, Emiratos Árabes Unidos y Egipto), el fortalecimiento de la OPEP+ que reúne a los países exportadores de petróleo, en donde se destaca Arabia Saudita, junto a Rusia. La presión sobre el gobierno de Israel por parte de varios de los viejos y los nuevos miembros de los BRICS+ resulta clara: empezando por China que promueve la idea de dar a Palestina una asiento en la ONU y es apoyada por Arabia Saudita, o la presentación de Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia acusando a Israel de conducta genocida y el propio presidente Lula da Silva de Brasil reforzando públicamente la idea del genocidio que está cometiendo Israel contra el pueblo palestino. También Egipto que plantea la posibilidad de romper los acuerdos de Camp David de 1978. 

La dimensión central para entender el devenir de este y los otros conflictos de la guerra mundial híbrida es analizar el escenario político mundial, la escala global que atraviesa y articula de forma específica las dinámicas regionales, nacionales y locales. También las propias contradicciones del Occidente geopolítico, que son parte clave del análisis de dicho escenario. En este sentido, resulta notorio cómo se acelera la dinámica multipolar en línea con los cambios sistémicos que se están produciendo en el mapa del poder mundial. 

Los problemas para el establishment del polo de poder anglo-estadounidense se parecen un poco a los de los Habsburgo en el siglo XVII, con su extendido imperio. Como afirma Paul Kennedy en su muy interesante libro Auge y Caída de las Grandes Potencias (aunque escrito bajo una total perspectiva eurocéntrica) los Habsburgo tenían muchos recursos y poder pero eso no alcanzaba: a) debido a que la revolución militar que se estaba produciendo generaba un masivo aumento de la escala, los costos y la organización de la guerra; b) porque tenían demasiados enemigos a los que combatir y demasiados frentes que defender (Kennedy afirma que España —centro del imperio como hoy lo es EE.UU.— “se parecía a un gran oso caído en un pozo: es más poderoso que cualquiera de los perros que lo atacan, pero no puede enfrentarse a todos sus oponentes y cada vez se siente más agotado”); debido a sus problema productivos (desindustrialización actual) y la dificultad creciente para movilizar recursos, lo que incluye la creciente resistencia de la población a financiar guerras en lugares distantes. 

El trasfondo fundamental de estas tres razonas era que se estaba produciendo un cambio estructural de las correlaciones de fuerzas materiales y políticas. Se fortalecían otros jugadores y aparecían nuevas tendencias. 

Cuando el río suena, es porque trae agua. El gobierno de Javier Milei quiere firmar los «Protocolos Adicionales» del TNP, y el resultado será la muerte del Mercosur.

Pero vamos por partes. El TNP es el Tratado de No Proliferación de 1968. Establece que hay cinco países con armas atómicas que integran el Consejo de Seguridad Permanente de las Naciones Unidas. A esos cinco no se les puede hacer ninguna inspección de arsenales nucleares. 

Luego está el resto de los países signatarios, que reciben inspecciones nucleares sorpresivas. Son frecuentes y profundas cuando tienen programas atómicos pacíficos, y mucho más aún si tienen cierta independencia tecnológica, vale decir si no compran y en cambio diseñan reactores y/o centrales de potencia, si enriquecen uranio o si fabrican agua pesada. Los inspectores tienen autoridad «Full Scope», es decir pueden acceder a todos los laboratorios e instalaciones. Brasil y Argentina hacen todo eso.

El encargado de las Naciones Unidas que ejercer el poder de vigilancia del TNP es el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), dirigido hoy por un argentino, el embajador Rafael Grossi.

Desde 1968 a 1995, ningún gobierno argentino, fuera militar o civil y sin importar de qué partido, quiso firmar el TNP. Brasil tampoco, y por lo mismo. Es totalmente asimétrico, y una pérdida importante de soberanía científica, tecnológica e industrial. Como resumió alguna vez y con elegancia el embajador Julio César Carasales, radical, el TNP es el desarme de los desarmados.

Brasil tampoco quiso firmarlo. Sus gobiernos militares mantuvieron dos programas nucleares, uno civil y orientado a la energía y aplicaciones nucleares, y otro llamado «Paralelo», supuestamente secreto pero a voces, y que se orientaba a desarrollar bombas nucleares. 

Como cada fuerza armada tenía su propio programa paralelo, Brasil tenía cuatro programas nucleares a falta de uno, el Oficial y el Paralelo, como nuestro dólar. Pero como los paralelos no eran cooperativos entre sí sino más bien cerrados y competitivos, no parecen haber logrado nada fuera de despilfarrar recursos económicos y científicos.

Entre 1968 y 1984, la relación entre Brasil y Argentina estuvo muy envenenada por la desconfianza sobre el uso del Paraná. Los brasileños, dueños absolutos de la alta cuenca de ese río gigante, terminaron construyendo sobre el mismo más de 40 represas, la mayor de las cuales es Itaipú. 

Los militares argentinos suponían que en caso de conflicto el Paraná podía ser usado como arma: dejar el río en seco, aguas abajo de Itapú, o liberar decenas de embalses en forma simultánea, y anegar todas las ciudades costeras argentinas en la onda de crecida. Militarmente hablando, no es una hipótesis descabellada. Lo descabellado sería entrar en guerra otra vez con Brasil. En el siglo XIX tuvimos tres, y no se puede decir que hayamos ganado ninguna.

Pero en el Cono Sur los secretos son difíciles de mantener, incluso si son secretos a gritos, como el de Brasil. Durante ese período, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), dirigida en general por contraalmirantes o almirantes, discutió más de una vez si valía la pena desarrollar un programa nuclear armamentista y secreto. Optó por no hacerlo porque aquí no hay secreto que dure mucho, pero sobre todo para no desatar una carrera armamentista regional desaforada con Brasil y con Chile. 

La CNEA se concedió únicamente el «caveat» de que si se verificaba que los brasileños estaban cerca de la bomba, no habría más remedio que ponerse a la par. En realidad, con un programa nuclear basado en la investigación y el desarrollo propios, la CNEA tenía los recursos humanos como para alcanzar y pasar a Brasil caminando. Era nuestra única fortaleza, pero una decisiva. Educación pública desde la primaria a la universidad, y por ende un país lleno de ingenieros.

Y es que los brasileños habían encarado el átomo, tanto en sus aspectos pacíficos como en los otros, por el lado de la transferencia de tecnología. Así encararon su desarrollo metalmecánico e industrial, y con éxito. Pero en un asunto tan estratégico como el nuclear, los miles de pequeños secretos de la tecnología no te los vende nadie, y si lo hacen, te dan gato por liebre, como le pasó a Brasil cuando la República Federal Alemana les vendió, y bien caro, un sistema de toberas para enriquecer uranio que sencillamente no funcionaba. Esa miríada de secretitos, especiamente en ciencia de materiales, los aprendés vos en tus propios laboratorios. Eso nos daba una ventaja impresionante en los sesenta y setenta, y no tanto en equipamiento o en fondos, sino en recursos humanos.

La CNEA no podía decidir sobre estas cuestiones, pero sí aconsejar a los presidentes de la Nación, que en general eran militares, o gobiernos civiles atados con piolines. Pero el prestigio de la CNEA era enorme, los presidentes escuchaban y el resultado fue que nunca hubo ni un intento de bomba atómica argentina. ¿Y por qué? Porque la podíamos hacer de la noche a la mañana, PERO NO NOS CONVENÍA. Las carreras armamentistas nucleares son caras: le costaron la existencia a la URSS, y devoran desde hace medio siglo las economías de la India y Pakistán.

El mejor mensaje para darle al mundo era el argentino: «Usamos el átomo para mejorar la calidad de vida y la de la industria en nuestro país. No tenemos la bomba porque no queremos, no porque no podamos. NO NOS JODAN».

Esta leve ventaja nuestra los militares brasileños también lo sabían y no les hacía maldita la gracia. Pero en medio de tanta rivalidad, supieron negociar con nuestros propios militares un acuerdo tácito, jamás escrito, de no firmar el TNP, y de excusarse angelicalmente ante los EEUU de no hacerlo dado que sospechaban del país vecino. El mismo libreto. 

Eso dio buenos resultados hasta que volvió la democracia a ambos países y de modo muy contundente, aunque por distintas causas. El último marino en dirigir la CNEA, el contraalmirante y reactorista nuclear Carlos Castro Madero, se encargó de comunicar al mundo que la Argentina había desarrollado una minúscula planta de enriquecimiento de uranio en la quebrada de Pilcaniyeu, perdida en medio de la estepa rionegrina, a 60 kilómetros de Bariloche pero casi inaccesible por los malos caminos.

Esto se reveló a fines de 1983 y tras nuestra derrota en Malvinas. A la OTAN le agarró terror. Al cuete, porque la planta de PIlcaniyeu era deliberadamente chica y atrasada, y no había modo en que pudiera enriquecer suficiente uranio a un valor suficientemente alto como para hacer la bomba. Una fotografía satelital bastaba para confirmarlo.

Doblemente al cuete, porque «Pilca» se construyó reactivamente, debido a la prepotencia irracional y territorial de los EEUU. En 1981, cuando la CNEA le vendió a Perú dos reactores nucleares, uno de investigación y otro de producción de radioisótopos, decidió que éramos un país proliferador y nos declararon embargo de uranio enriquecido. Es decir, rompieron contratos de abastecimiento que garantizaban nuestros reactores de investigación y radioisótopos médicos durante décadas.

Pilca todavía hoy tiene el tamaño y las capacidades justas como para decirle a la mafia mundial del enriquecimiento de uranio que nos vendan libremente, no sea cosa de que tengamos que hacer una planta mejor. Los recursos humanos los seguimos teniendo. La plata, no. Pero ya se sabe, la plata viene y va.

Hábil en diplomacia, antes de dar la noticia al mundo Castro Madero fue autorizado por Presidencia para pedir una conversación telefónica con el entonces presidente de Brasil, el general Joao Figueiredo, para anunciarle la existencia de Pilca, y de sus limitaciones. Figueiredo era de Inteligencia. Se rió y felicitó a Castro Madero. Y así quedaron las cosas. 

Y luego, con alguna diferencia cronológica y por causas sumamente distintas, ambos países volvieron a ser democracias representativas y bastante apegadas a sus constituciones nacionales. Ya no alcanzaba con un guiño entre milicos para no firmar el TNP, y la presión de los EEUU era enorme.

Fue entonces que el embajador Adolfo Saracho, creador de la Dirección de Asuntos Nucleares y Desarme, pergeñó una estrategia dramática: invitar al presidente Jose Sarney a visitar Pilca, con todo el acompañamiento científico y militar que quisiera, y acceso pleno. Al canciller Dante Caputo la idea le encantó y también a Alfonsín: la idea era buena, garantizaba la paz, y además era un relanzamiento de imagen de su gobierno, ya bastante desgastado.

Lo que siguió fue el ABACC, que en la práctica empezó a funcionar mucho antes de que se pulieran los detalles en los papeles. En 1991, cuando finalmente se firmaron, hacía años que mandábamos y venían inspectores científicamente capacitados y tecnológicamente equipados. 

Imposible no decir que sin Saracho y sin ABACC jamás hubiera ocurrido algo tan insólito como el Mercosur, la primera alianza aduanera y económica de Sudamérica que, más allá de sus logros, no es un circo diplomático armado por el State Department.

Y así siguieron las cosas, cada cual en su casa y Dios en la de todos, como decía Sancho Panza, hasta que sobrevino Carlos Menem. Entre las muchas cosas que rompió,  firmó el TNP sin avisarle siquiera a Brasil. La relación nuclear con los primos, construida por Alfonsín y Sarney desde 1987, se nos fue al bombo durante muchos años. Nunca nos van a perdonar. 

El ABACC se creó justamente para no tener que firmar el TNP. Brasil inspecciona a la Argentina y la Argentina a Brasil, y nada más. El Consejo de Seguridad Permanente de las Naciones Unidas, formada únicamente por EEUU, Rusia, China, Francia e Inglaterra, está pintado en la pared. No nos inspecciona. Da por buenos los informes del ABACC, y chau.

Ése fue el formato original del ABBAC creado por las cancillerías de Alfonsín y Sarney, y éste es el documento que se firmó en 1991. Brasil garantiza que Argentina no prolifera, y viceversa. Terceros, afuera. Especialmente los grandes proliferadores exentos de toda inspección, es decir los cinco países armamentistas del Consejo de Seguridad Permanente. 

La posición conjunta del ABACC fue que, por supuesto, no se firmaba el TNP por considerarlo un documento asimétrico, y de yapa, anacrónico. Hoy los países con armas nucleares son nueve, le guste o no al Consejo de Seguridad Permanente. Y las potencias económicas, diplomáticas y militares emergentes son otras: las del BRICS ampliado. De modo que el actual Consejo de Seguridad representa al mundo de los años ’50, pero no el de hoy. 

En ese cuadro de grandes cambios históricos en la correlación de poder, el ABACC era un «TNP for two». Y un modelo a seguir por otros países del entonces llamado Tercer Mundo.

Durante un tiempo los EEUU se tuvieron que contentar con esa situación y sonreir. Pero en 1989 se derrumbó la URSS y en 1995 los EEUU se habían vuelto la única superpotencia del planeta. En el cuadro de sometimiento unilateral de las «relaciones carnales», la Cancillería Argentina firmó el TNP, sin siquiera avisarle previamente a Itamaraty.

Mala idea.

Las inspecciones recíprocas del ABBAC sin embargo se mantuvieron, pero en un nuevo formato absurdo. Brasil y la Argentina se controlan entre sí, como siempre, pero arriba está el OIEA que controla a ambos, y controla… el control. Se lo llama «Acuerdo Cuatripartito» porque a los gobiernos de ambos países añade dos partes: el ABACC y el OIEA. Ese organismo de la ONU está controlado por EEUU «ab initio» desde los ’50, pero en 1995 y con ese país puesto en el rol de superpotencia única, no quieras ver.

El Cuatripartito es una fantochada diplomática armada y/o tolerada piadosamente por Brasil. Finge que todo sigue como antes de que Menem firmara el TNP unilateralmente, y obligara así a firmar a Brasil. Brasil tuvo que hacerlo para no quedarse atajando solo en Sudamérica la presión de los EEUU. ¿Quién los paraba a los autodenominados americanos en aquellos años?

Pero si hay un medidor objetivo del enojo brasileño es que desde 1995 no tuvo lugar ningún programa tecnológico conjunto en el área nuclear. Nos vendieron el enriquecido para el CAREM, les vendimos la ingeniería del reactor RBM, punto. Nada más. En enriquecimiento de uranio, los primos avanzaron solos y lo hicieron técnicamente muy bien, con ultracentrifugadoras, un sistema mucho más moderno que el de Pilca, la difusión gaseosa. Eran tiempos de Lula y de CFK, buena onda entre gobiernos. Pudimos haber avanzado juntos en enriquecimiento por láser, algo aún más futurista, pero nada.

En el diseño del motor de su primer submarino nuclear, pasó lo mismo. Y ésa es un área en que tenemos la ventaja de ser diseñadores de reactores desde 1958, y de haber construido el 40% de nuestra primera central nucleoeléctrica, el 55% de la segunda, y el 90% de la tercera. Un motor naval nuclear es una centralita de entre 20 y 300 MW, construida en muy poco espacio. De centrales sabemos. Pero los primos brasucas no nos dieron bola. Y qué decir del CAREM, la central nuclear compacta argentina: en sociedad con Brasil, ya la estaríamos usando y exportando. A espaldas únicamente de la flaca economía argentina, todavía estamos construyendo el prototipo.

En esta conducta hay un componente histórico importante. Brasil fue un imperio antes de volverse un país, y eso no se olvida. También hay un componente geográfico: ese país que antes fue imperio hoy abarca el 50% de la superficie de Sudamérica. Pero por último aunque en primer lugar, está también el hecho de que firmamos con ellos un ABACC para no tener que firmar el TNP, y los traicionamos.

Ahora el OIEA sugiere gentilmente que firmemos los Protocolos Adicionales al TNP, redactados en 1997. En lugar de inspeccionar los sitios nucleares de la Argentina, esto habilita al OIEA a inspeccionar presuntos robos de material físil en TODO el territorio argentino. Ninguna puerta les queda cerrada a los inspectores.

Lo de todo el territorio me preocupa mucho. Ya me resulta intragable que los EEUU, que hemos derrotado en toda licitación de reactores salvo una (Tailandia), pueda acceder a cada detalle del RA-10 (ya quisieran tener uno así), o a la central compacta CAREM, un SMR cuyo diseño copiaron de sobra. Y aún así no están construyendo ningún reactor parecido y nosotros sí. 

Pero «full scope» sobre todo el territorio argentino implica demasiadas cosas. ¿Las universidades y laboratorios no nucleares también? ¿Los lugares donde diseñamos y fabricamos satélites y cohetes también? ¿Las empresas de biotecnología también? Puerta que les cerremos es denuncia ante el OIEA de que estamos «proliferando». Y luego te apilan sanciones de comercio exterior como para aniquilarte. Eso no va a suceder inmediatamente, pero sí en cuanto la Argentina -obviamente no con este gobierno- intente volver al BRICS ampliado, o reconstruir con industria propia su equipamiento militar convencional.

Un buen régimen de inspecciones obligatorias será excelente para nuestras industrias avanzadas. Tan provechoso como la munición para el pato. Bueno, las industrias que quedan…

Pero blanco sobre negro, una segunda puñalada diplomática por la espalda a Brasil firma el acta de defunción del Mercosur. Es exactamente lo que se busca.

Los Protocolos Adicionales no se deben firmar.

Daniel E. Arias

ooooo

Preservando la relación nuclear con Brasil

Hay restos arqueológicos que dan cuenta de actividades de cooperación nuclear entre la Argentina y Brasil, que se remontan a 1960. Sin embargo, visiones rivales que enfrentaban a ambos países por entonces y controversias irresueltas sobre la disposición de los recursos hídricos, impidieron hasta entrados los años ‘80 la firma de algún instrumento amplio sobre los usos pacíficos de la energía nuclear.

En la materia había cuestiones en las que lo natural era que trabajaran (parcial o totalmente) en conjunto: la producción de radioisótopos por ciclotrón, el desarrollo de patrones isotópicos, la protección radiológica, la seguridad nuclear, el reciclado de elementos combustibles, los proyectos energéticos.

Así las cosas, se fueron poniendo en práctica diversos mecanismos bilaterales de cooperación, dirigidos tanto a promover el desarrollo como a fortalecer la confianza mutua y transmitir a la comunidad internacional que ninguno de los dos países intentaba desarrollar o producir armas nucleares. Esto, a su turno, reforzaba la capacidad individual y conjunta en materia nuclear: siempre es bueno recordar que el régimen de no proliferación es asimétrico y que, por lo tanto, las naciones del Sur deben asegurarse un poder negociador básico.

El primero en magnitud fue el acuerdo celebrado en Guadalajara, México, en vigor desde el 12 de diciembre de 1991, luego de su ratificación por los Congresos brasileño y argentino. Cabe destacar que tal ratificación resultó en la promulgación con fuerza de ley de lo establecido en el Acuerdo, ley que es de cumplimento obligatorio y común en Brasil y en la Argentina.

El Acuerdo Bilateral establece un mecanismo de salvaguardias totales y crea el Sistema Común de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (SCCC) y la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC), cuya función es administrar y aplicar el SCCC. Una salvaguardia, en el derecho internacional, es una medida que adopta uno o más países para proteger a su sector productivo nacional frente a un aumento de las importaciones de determinados productos que le causan o amenazan causar un daño grave.

Tanto Brasil como la Argentina tienen acuerdos de salvaguardias vigentes con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) desde los años sesenta y setenta, derivados de acuerdos de cooperación que Brasil había firmado con Estados Unidos y Alemania, y la Argentina con Estados Unidos, Alemania, Canadá y Suiza. Estos Acuerdos, tipo INFCIRC 66, contemplan los casos de cooperación y no abarcan los materiales nucleares involucrados en los programas autónomos de cada país, que actualmente, como consecuencia de las salvaguardias totales establecidas por el Acuerdo Bilateral, están sometidos al SCCC y son verificados y controlados por la ABACC. Por otra parte, y sobre la base del Acuerdo Bilateral, el 13 de diciembre de 1991 se firmó un Acuerdo Cuatripartito de salvaguardias entre la Argentina, el Brasil, la ABACC y el OIEA que hoy bajo la dirección general de un argentino, el embajador Rafael Grossi.

En esencia, los compromisos nucleares entre Buenos Aires y Brasilia han robustecido la democracia en ambos países, han contribuido a que América Latina se consolide como una zona de paz, han facilitado transformar una vieja cultura de la rivalidad, y han significado la concreción de una suerte de “ancla” que compele a los dos a evitar planes nucleares con fines militares. Este gran logro para nosotros, para la relación argentino-brasileña, para Latinoamérica e incluso para el mundo -pues no somos foco de proliferación-, se ha sustentado en principios compartidos y beneficios mutuos. La confianza y trasparencia alcanzadas no son producto de la filantropía, sino de la convergencia de objetivos e intereses.

Por ello, lo que estos párrafos pretenden subrayar es que, hoy más que nunca, en un escenario global turbulento e incierto, debemos preservar lo pactado con Brasil. Por ello, si Argentina firmara un acuerdo de salvaguardias adicionales de manera unilateral (aunque favorable a los propósitos de terceros países) no sólo se malograría severamente la relación con el vecino, sino que se estaría erosionando uno de los mejores y más acertados artefactos institucionales bilaterales y multilaterales que tenemos y que funcionan con seriedad. Cuando algo de esta naturaleza no trasciende, y no forma parte de los programas de chimentos, es porque está rindiendo buenos frutos.

Uno de los méritos de la política exterior democrática argentina en estas cuatro décadas ha sido eludir la improvisación o la sobreactuación en un tema tan sensible. Tenemos cuadros técnicos altamente calificados que han sido una especie de “disco duro” que ha logrado una continuidad poco habitual en nuestra diplomacia, en otros temas. Tenemos un acuerdo político amplio mediante el cual en materia nuclear, especialmente, con Brasil la clave es no innovar: refrendar lo ya alcanzado para garantizar una mayor efectividad futura.

No han faltado pedidos y hasta presiones internacionales para que, por ejemplo, Argentina y Brasil adhiriesen al llamado Protocolo Adicional de 1997. Quizás en alguna ocasión y por razones de conveniencia circunstancial se ha pensado en una adhesión unilateral del país a dicho instrumento, afectando un acuerdo tácito con Brasil de que si hubiera adhesión lo haríamos los dos. El oportunismo se puede convertir en un boomerang para la Argentina. Proceder así no solo dañaría severamente la relación bilateral con nuestro vecino, sino que de hecho levaríamos el “ancla” para que Brasil no se sienta obligado por los compromisos contraídos. Tal cosa, a su turno, afectaría nuestros intereses nacionales. Tampoco eso le conviene a las grandes potencias nucleares. En realidad no hay motivo alguno para que nosotros, para que Brasil, para que la OIEA e incluso para que Estados Unidos horademos, por acción u omisión, las acuerdos nucleares existentes entre Buenos Aires y Brasil.

La Argentina requiere de socios, amigos, acompañantes en esta hora de graves dificultades y grandes desafíos. Tensar, y muy probablemente, deteriorar nuestro vínculo con Brasil sería un despropósito. Procurar buenas relaciones con Washington no requiere estropear los lazos con otras naciones, menos aún con las más próximas. El unilateralismo -sin atributos de poder reales- es un tipo de comportamiento que nos resultará, más temprano que tarde, ruinoso.

Rafael Bielsa y Juan Gabriel Tokatlian

FUENTE: https://agendarweb.com.ar/2024/02/29/el-peligro-de-los-protocolos-del-tratado-de-no-proliferacion-nuclear/

Por Vladimir Projvatilov

El 24 de enero, el inoportuno grupo de expertos estadounidense de Rusia, la Heritage Foundationpublicó su décimo índice anual de fuerza militar del ejército estadounidense , que encontró que las Fuerzas Armadas estadounidenses eran «débiles» y corrían el riesgo de no proteger los intereses nacionales.

«El actual ejército estadounidense corre un riesgo significativo de no poder satisfacer las demandas de un solo conflicto regional importante y participar en una variedad de actividades de presencia y compromiso», dice el informe.

El informe pinta un panorama sombrío del estado de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, y el índice califica su estado actual como «débil» por segundo año consecutivo, «arrojando dudas sobre la capacidad de Estados Unidos para cumplir con sus obligaciones de seguridad y proteger intereses nacionales vitales en todo el mundo».

El informe de 664 páginas concluye que casi ninguna rama del ejército estadounidense está preparada para un conflicto importante. Estos problemas son más pronunciados en la Fuerza Aérea, que los analistas de la Heritage Foundation calificaron como «muy débil» en 2023.

La fuerza militar de la Fuerza Aérea de los EE. UU. se considera muy débil y recibe la calificación más baja posible.

En el apogeo de la Guerra Fría en 1987, la Fuerza Aérea activa tenía 3.082 aviones de combate, 331 bombarderos, 576 aviones de reabastecimiento de combustible aire-aire y 331 aviones de transporte militar. Incluyendo las reservas estratégicas de la Guardia Nacional y la Reserva de la Fuerza Aérea, el total en 1987 fue de 4.468 cazas, 331 bombarderos, 704 aviones de reabastecimiento de combustible y 362 transportes. Después del colapso de la URSS, Estados Unidos comenzó a evaluar sus fuerzas militares por su capacidad para ganar “dos grandes conflictos regionales simultáneos o casi simultáneos”. En los últimos años, según la Fundación Heritage, estas capacidades han disminuido significativamente.

Según cálculos de la Heritage Foundation, la Fuerza Aérea estadounidense contará con 1.932 cazas, 140 bombarderos, 471 aviones de reabastecimiento de combustible y 274 aviones de transporte militar.

Esto representa sólo el 47% de los cazas, el 43% de los bombarderos, el 67% de los aviones de reabastecimiento de combustible y el 76% de los aviones de transporte militar de la Fuerza Aérea “que Estados Unidos tenía disponibles cuando estaba listo para la guerra contra un país adversario.»

«Incluso si el Congreso asignara fondos ilimitados para reactivar las líneas de producción de aviones en caso de conflicto con un adversario, se necesitarían dos o tres años para reponer la Fuerza Aérea», dice el informe.

El índice de fuerza militar de la Fuerza Aérea de los EE. UU. se reduce aún más por el hecho de que sólo se tienen en cuenta los cazas con el llamado código de combate (combat-coded Fighter). Los aviones con código de combate y sus escuadrones asociados son aviones y unidades a las que se les asigna una misión en tiempos de guerra. No se cuentan las aeronaves destinadas a entrenamiento, pruebas operativas y otras misiones que no sean de combate.

Debido a los requisitos adicionales de personal en tiempos de guerra y al hecho de que la mayoría de los escuadrones tienen múltiples aviones que necesitan reparación en un momento dado, mover dos unidades de combate capaces hacia adelante requiere los recursos de aproximadamente tres escuadrones activos. Esto reduce efectivamente el número total de cazas codificados operativos a 571 aviones.

Teniendo en cuenta los cazas codificados en combate de la reserva estratégica, la Fuerza Aérea de los EE. UU. tiene solo 885 cazas que pueden lanzarse a la batalla.

La evaluación del poder de combate real de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos también tiene en cuenta el enorme consumo de misiles suministrados a Ucrania.

Las bajas capacidades de la aviación militar estadounidense se deben, según los analistas de la Heritage Foundation, a la larga vida útil y a la aviónica obsoleta de la mayoría de los aviones de combate.

El hecho de que los cazas F-22 estadounidenses más formidables comenzaron a ser retirados del servicio el año pasado debido, como escribimos, a características de rendimiento insatisfactorias no se menciona en el informe.

En julio de 2009 se interrumpió la producción del F-22, que recibió el poco halagador apodo de Pesadilla Tecnológica.

Tampoco se menciona que los cazas furtivos F-35 de quinta generación son en realidad decepcionantes. No pueden volar en una tormenta, tienen un motor poco fiable, tienen un fuselaje débil, lo que no les permite volar a velocidad supersónica durante mucho tiempo debido al riesgo de destrucción.

En cuanto a la “invisibilidad” del F-35, sólo podrá garantizarse si lleva todos sus misiles dentro del fuselaje. Si los misiles están en eslingas externas, el caza se vuelve visible incluso para los radares más antiguos. Además, incluso con una carga de combate mínima, el F-35 no es sigiloso para los radares rusos y chinos, escribe The Daily Beast .

De hecho, Estados Unidos no tiene cazas de quinta generación listos para el combate y el desarrollo de cazas de sexta generación (y motores para ellos), como escribimos , ha fracasado.

Si la Fundación Heritage hubiera tenido en cuenta la situación con los F-22, F-35 y el fracaso de desarrollos aeronáuticos prometedores, habría tenido que reducir la calificación de la Fuerza Aérea de los EE. UU. a «ningún lugar más débil».

La Marina de los EE. UU. recibió las siguientes calificaciones: muy débil en capacidad, marginal en capacidad y débil en preparación.

Combinado, esto resultó en una calificación general de «débil».

«Durante 10 años, este índice siguió el lento declive de la Armada de los EE. UU, mientras que la Armada china se modernizó y creció a un ritmo rápido», dijo a Fox News Digital Robert Greenaway, director del Centro Ellison para la Seguridad Nacional de la Fundación Heritage . “Mientras tanto, la Armada tenía muy pocos astilleros para respaldar su flota, muy pocos barcos para contrarrestar las amenazas y un liderazgo equivocado que creó una crisis de personal. La mejora de las capacidades por sí sola no compensará esto, y se necesitan medidas concretas para revertir la tendencia al declive”.

El informe de la Heritage Foundation no dice una palabra sobre el hecho de que la Marina de los EE. UU. tiene barcos que son prácticamente inadecuados para participar en una guerra con un adversario de su misma categoría.

El portal The Drive publicó una fotografía del destructor en una forma muy desagradable.

En primer lugar, se trata de los destructores gigantes Zumwalt.

El proyecto más caro de la Armada estadounidense, el superdestructor furtivo USS Zumwalt , se ha convertido en objeto de burla en los medios y las redes sociales. El portal The Drive publicó una fotografía del destructor en una forma muy desagradableEl columnista de la publicación, el renombrado analista militar Tyler Rogoway, señaló: «…la apariencia no muy brillante de un buque de guerra futurista, cuyas placas absorbentes de radio han perdido color y el óxido fluye a lo largo del casco».

Incluso antes de la puesta en servicio de los gigantescos destructores, los expertos militares estadounidenses señalaron el carácter problemático de este proyecto. The National Interest publicó un artículo de Michael Peck en 2015, Battlecruisers: The Glass-Jawed Warship that Failed. “Glass jaw” es jerga del boxeo; este apodo se le dio a los boxeadores que no podían recibir bien un golpe.

Los Zamvolts tienen armas poderosas, “pero ¿qué pasará si al menos un misil los alcanza? Se hundirán o sufrirán graves daños”, escribe Michael Peck. Después de que los tres destructores Zumwalt finalmente se convirtieran en los «elefantes blancos» (equivalente ruso: una maleta sin asa) de la flota estadounidense, el comando de la Marina de los EE. UU. decidió darles al menos algo de significado equipándolos con misiles balísticos intercontinentales en lugar de Tomahawks. Sin embargo, ya se ha perdido el significado de crear y mantener tales barcos en la flota.

En cuanto a la fuerza de ataque de la Armada estadounidense: portaaviones, vale la pena señalar que cuando los hutíes yemeníes comenzaron a atacar a los petroleros que pasaban por el Mar Rojo, tres grupos de ataque de portaaviones estadounidenses entraron rápidamente en aguas en crisis, pero pronto se marcharon aún más rápido. Desde que se convirtieron en buques insignias estadounidenses, está claro que incluso los misiles no muy modernos de los hutíes podrán infligir daños inaceptables a los formidables portaaviones.

Si los analistas de la Heritage Foundation hubieran tenido todo esto en cuenta, la Marina de los EE.UU. también habría tenido que rebajar su calificación a «máxima debilidad».

El Ejército (USArmy) tiene una calificación más alta por parte de la Heritage Foundation que la Fuerza Aérea y la Armada.

Según la Fundación Heritage, para llevar a cabo con éxito operaciones de combate en dos conflictos regionales importantes, el ejército de los EE. UU. necesita tener 500 grupos de combate de brigada, y ahora solo hay 31 disponibles (62% del estándar), por lo que el poder de combate del ejército es calificado como “débil”.

Las capacidades de combate del ejército estadounidense se consideran “marginales” debido a la gran cantidad de armas y equipos militares obsoletos.

La evaluación de la preparación general para el combate es «muy sólida», ya que «el 83% de los 31 grupos de combate de brigada del ejército regular se encuentran en un alto grado de preparación».

El poder militar general del ejército se considera «marginal».

En cuanto al Cuerpo de Marines (MCC), los analistas de la Fundación Heritage creen que su poder de combate es “débil”. Pero dado que este indicador está asociado únicamente con el cumplimiento por parte del número de personal de los estándares introducidos por los propios autores del informe, la dirección de la Infantería de Marina cree que los marines estadounidenses no deberían luchar por el número, sino por el número de bayonetas, cantidad y calidad de armas y equipos militares modernos, y tiene la intención de reducir aún más el número de KMP, entonces la imparcialidad de la evaluación emitida por la Heritage Foundation está en duda.

Las capacidades de combate de los marines se califican como «fuertes» a medida que el comando de los marines moderniza con éxito sus armas.

Calificación de preparación: “Alta”: “La Infantería de Marina ha demostrado un compromiso particularmente enfocado y agresivo para garantizar que sus fuerzas estén listas para operar. El cuerpo es todavía demasiado pequeño, pero sus fuerzas están completamente concentradas en el combate. En consecuencia, el Índice 2024 califica la preparación para el combate del Cuerpo de Marines como «alta».

La rama más nueva de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, la Fuerza Espacial, tenía la misma clasificación general que el Ejército, ubicándose marginalmente en las tres categorías y en general.

Parece que estas estimaciones son falsas y deliberadamente subestimadas, ya que el informe de la Heritage Foundation no tiene en cuenta, entre otras cosas, los satélites Starlink, que utilizan las Fuerzas Armadas de Ucrania y que reciben los datos necesarios de los satélites militares estadounidenses.

El hecho de que se subestime deliberadamente la calificación de la Fuerza Espacial de los Estados Unidos sugiere que el Pentágono considera su desarrollo una prioridad y no quiere revelar sus capacidades reales para librar guerras espaciales.

En general, el informe de la Heritage Foundation no es tanto un documento analítico como un documento de lobby. Los analistas del fondo, como se podría suponer, son muy conscientes de todos los problemas de sus fuerzas armadas y utilizan el sistema de evaluación y calificación que inventaron para promover los intereses del ejército estadounidense y del complejo militar-industrial, que durante las últimas tres décadas se han debilitado significativamente y han perdido su antiguo poder de combate.

El desvanecimiento del poder del imperio colonial: el león británico está cautivo de las ilusiones

Por Antón Veselov

El 23 de enero, el representante permanente adjunto británico ante el Consejo de Seguridad de la ONU, James Kariuki, dijo que, como resultado del conflicto ucraniano, “la modernización militar rusa se retrasó dieciocho años. Ahora la industria de defensa rusa está desmantelando los refrigeradores en partes”. El hecho de que este diplomático en su discurso oficial haya caído al nivel de la prensa amarilla no requiere comentarios. Es difícil imaginar que no conozca la situación real, pero, como suele decirse, el puesto lo obliga. Sólo da instrucciones procedentes de Londres y acordadas con Washington.

En su política antirrusa, las autoridades británicas se han enfurecido y ya no se dan cuenta de que están perdiendo el contacto con la realidad y no tienen en cuenta la lógica elemental. Después de todo, si el complejo militar-industrial ruso, según Kariuki, se dedica a desmantelar electrodomésticos, entonces, ¿cómo puede Rusia resistir con éxito en un frente de 2.000 kilómetros en una guerra por poderes librada contra ella por más de 50 países, mientras que el régimen de Kiev está recibiendo decenas de miles de millones de ayuda, incluidos sistemas de armas modernos? El hecho de que el objetivo principal es Rusia y que los ucranianos son prescindibles, como los proyectiles y los misiles, es obvio. Y la “guerra hasta el último ucraniano” conviene bastante bien a quienes se benefician de ella. Al mismo tiempo, se entiende que los «ucranianos» pueden terminar antes de que se apruebe el próximo paquete de sanciones y, por lo tanto, ya se está considerando la opción de un enfrentamiento directo con Rusia.

Hablando de esta tesis en la Conferencia Internacional sobre Vehículos Blindados (Londres, 24 de enero), el jefe del Estado Mayor británico, general Patrick Sanders, no dijo directamente que esta guerra sería con Rusia, pero señaló que eso es exactamente lo que la OTAN Los aliados en el este y el norte de Europa ya se están preparando para ello. Llamó a la generación actual «de preguerra», uniéndose a la opinión del Ministro de Defensa: Grant Shapps dijo en enero que el mundo estaba pasando de un estado de posguerra a un estado de preguerra.

«Necesitamos un ejército que pueda ampliarse rápidamente para desplegar el primer escalón, apoyar al segundo escalón y entrenar a la reserva que le seguirá», dijo el general Sanders. En su opinión, en los próximos tres años el número de fuerzas armadas británicas debería aumentar de los 73.000 actuales a 120.000, pero esto no será suficiente. No se habla de conscripción o movilización universal (el parlamento del país se opone), pero “esto debería ser un asunto de toda la nación”, afirmó el líder militar, que dejará el cargo en junio.

Y una vez más, a aquellos cegados por la ira hacia Rusia y que acarician el sueño de revivir su antigua grandeza se les niega el sentido de la realidad. El león británico no sólo se ha vuelto decrépito, sino que también le han puesto anteojeras. El Jefe del Estado Mayor, en virtud de su cargo, está obligado a conocer la situación actual de las Fuerzas Armadas, y la situación es deprimente y no le corresponde a Londres amenazar a nadie.

La Marina Real del país que alguna vez fue llamada la “Señora de los Mares” ahora claramente está perdiendo su poder. Sí, hay dos portaaviones, pero no son capaces de entrar en servicio de combate: la flota no puede proporcionar un grupo de escolta de buques de guerra y buques de apoyo. Sí, hay cuatro submarinos nucleares estratégicos del tipo Vanguard, pero el más joven de ellos ya tiene un cuarto de siglo y el número de incidentes aumenta constantemente. La construcción de la próxima generación de barcos del tipo Drentout ha comenzado, pero no entrarán en servicio antes de 10 años. La Royal Navy tiene 30 barcos (incluidas fragatas Tipo 23) que deberían haber sido desmantelados hace diez años.

La participación de la Armada británica en la coalición liderada por Estados Unidos contra Yemen ha terminado en vergüenza. El 22 de enero, la tripulación del dragaminas Chiddingfold perdió el control del barco y chocó con otro dragaminas británico M109 Bangor. Ambos barcos sufrieron graves daños y perdieron su capacidad de combate.

Las fuerzas terrestres tienen 157 tanques Challenger 2 y se ha anunciado un programa para modernizar algunos de ellos al nivel Challenger 3 (con una nueva torreta, protección de blindaje y otras mejoras). Curiosamente, en marzo de 2021, el comité de defensa parlamentario admitió: “Necesitaremos al menos otros cuatro años para tener al menos una división capaz de un combate real”.

El general P. Sanders admitió: el ejército británico no sólo es pequeño y está insuficientemente equipado, sino que es incapaz de entrenar reclutas y reservistas, incluso cuando se le da la orden de hacerlo. Es difícil no estar de acuerdo con esto.

En 2009, las tropas británicas en Irak fueron derrotadas por las fuerzas paramilitares del ejército chií Mahdi; después de una serie de dolorosos ataques, el mando del contingente británico acordó abandonar Basora a cambio de la promesa de no atacar la base principal cerca del aeropuerto. En la posterior operación para restablecer el control sobre esta gran ciudad, sólo participaron tropas estadounidenses e iraquíes; los británicos optaron por sentarse en un lugar relativamente seguro.

En 2010, las tropas británicas fueron rodeadas y bloqueadas por los talibanes en la provincia afgana de Helmand. Inundaron al mando de la coalición con numerosas quejas sobre la escasez de suministros, la falta de helicópteros y vehículos blindados, y exigieron que se enviaran inmediatamente refuerzos de los marines estadounidenses a la zona. En agosto de 2021, los británicos huyeron de Afganistán tan rápidamente que abandonaron documentos que contenían detalles de los empleados afganos y los currículum vitae de los solicitantes de puestos contractuales en la embajada.

British citizens and dual nationals residing in Afghanistan board a military plane for evacuation from Kabul airport, Afghanistan August 16, 2021, in this handout picture obtained by Reuters on August 17, 2021. LPhot Ben Shread/UK MOD Crown copyright 2021/Handout via REUTERS THIS IMAGE HAS BEEN SUPPLIED BY A THIRD PARTY. MANDATORY CREDIT. NO RESALES. NO ARCHIVES. FACES BLURRED AT SOURCE

Esto no quiere decir que los británicos sean malos guerreros. En la historia militar del reino hay muchos ejemplos de coraje y heroísmo; basta recordar a los marineros de los convoyes del norte. Pero los tiempos están cambiando y hoy la profesión militar en Gran Bretaña ya no es tan honorable y el prestigio del servicio militar está cayendo y, en consecuencia, la calidad del contingente está disminuyendo.

En diciembre del año pasado, el Ministerio de Defensa del Reino Unido informó que desde el inicio del Distrito Militar del Norte, 32 mil militares ucranianos han sido entrenados en el país. Es de destacar que en las redes sociales ucranianas existe la opinión de que la principal ventaja de este tipo de entrenamiento es un viaje al extranjero con fondos públicos y la familiarización con la experiencia británica y un mayor estudio de los estándares de la OTAN. Pero en cuanto a la práctica del combate con armas combinadas, las acciones de las tripulaciones de tanques y algunas otras especialidades en condiciones de conflicto de alta intensidad y el uso activo de los tipos más modernos de armas, la pregunta sigue siendo quién debe enseñar a quién. Y el acuerdo de cooperación en materia de seguridad entre Ucrania y Gran Bretaña, firmado en Kiev el 12 de enero, adquiere en este sentido no sólo un sonido ambiguo, sino también irónico. No en vano S. Lavrov lo llamó producto semiacabado.

Macron está engañando a Europa con su “paraguas nuclear”

Por Oleg Ladogin

Ahora Emmanuel Macron se prepara para emprender una campaña contra Rusia. No como Napoleón, por supuesto; no tiene ni habilidad política ni talento estratégico, pero da igual. Bueno, simplemente no puede sentarse en el Palacio del Elíseo, aunque está metido hasta el cuello en problemas internos; mire, tractores agrícolas cargados de estiércol irrumpirán en París. Pero si te tapas la nariz y no prestas atención…

El presidente francés hizo precisamente eso: convocó urgentemente una conferencia de prensa en la que afirmó que los europeos y los franceses, para impedir la victoria de Rusia, tendrían que tomar nuevas decisiones en las próximas semanas y meses. Según él, “dejar que Rusia gane significaría que las reglas del orden internacional que hemos definido ya no podrán respetarse”. Y añadió que no se olvida de «los amigos bálticos, polacos y rumanos, así como de Moldavia y los estados caucásicos», para quienes, en el caso de la Victoria rusa, «la vida se volverá imposible».

En la misma conferencia de prensa, Macron dijo que la industria de defensa francesa ya está preocupada por aumentar la producción y el suministro de armas a Ucrania, en particular obuses César de 155 mm, y que el gobierno está ultimando un acuerdo de seguridad bilateral con Ucrania inspirado en el modelo de seguridad. Acuerdo entre Londres y Kiev. Francia se compromete a entrenar personal militar ucraniano y a suministrar a Ucrania armas para “mantener el frente y proteger el cielo”. En particular, en un futuro próximo las Fuerzas Armadas de Ucrania deberían recibir otros 40 misiles de crucero aire-tierra Skalp-EG, que se utilizaron para atacar el gran buque de desembarco Novocherkassk en el puerto de Feodosia.

El Presidente fue complementado por el ministro francés de las Fuerzas Armadas, Sébastien Lecornu, quien aclaró que la Quinta República se ha comprometido a suministrar a Ucrania 50 bombas aéreas AASM por mes, adaptadas para su uso en aviones ucranianos de estilo soviético. Dado que estas bombas aéreas están equipadas con un módulo de planificación y corrección, estamos hablando del suministro de armas de alta precisión. Y esto también hay que tenerlo en cuenta.

¿Cómo tener en cuenta el hecho de que la actividad militar del presidente francés no surgió de la nada, que fue un insulto al hecho de que en Jarkov, violentos mercenarios de origen francés dieron sus vidas bajo el fuego ruso, y Macron dijo algo así como: «¿Para qué estamos?».

Un rencor muy personal

Como saben, el Ministro de Defensa ucraniano, Rustem Umerov, debía reunirse con su homólogo francés el 18 de enero. Había grandes planes: visitar instalaciones industriales en Francia, celebrar reuniones con representantes del complejo militar-industrial e intercambiar opiniones sobre el apoyo económico-militar a la nueva ofensiva ucraniana. Además, se suponía que Umerov participaría en una conferencia en la que se discutirían los matices de la creación de una determinada «Coalición de Artillería» en interés de Ucrania.

Pero la tarde del 16 de enero, las fuerzas armadas rusas lanzaron un ataque con misiles contra el punto de despliegue temporal de combatientes extranjeros en un hotel de Jarkov, elegido por mercenarios franceses. Sesenta militantes murieron inmediatamente, veinte fueron hospitalizados con heridas de diversa gravedad. Y dos días después, el ministro de Defensa ucraniano, Rustem Umerov, canceló su visita a París, supuestamente “por razones de seguridad”.

De hecho, nada lo amenazaba. Como informaron los medios ucranianos, la visita fue cancelada por París, que consideró a Umerov culpable de no brindar protección a los franceses que lucharon del lado de las Fuerzas Armadas de Ucrania. Pero esta es una versión no oficial. Y después de que el embajador francés en Moscú fuera convocado al Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, el Ministerio de Asuntos Exteriores francés siguió insistiendo en que no había mercenarios franceses en Ucrania.

París no confesó ni siquiera cuando aparecieron en Internet listas de ciudadanos franceses muertos en Jarkov. «No debemos darle mucha importancia a esto, así como a las declaraciones anteriores y futuras (de Rusia), que seguramente se harán«, dijo el jefe militar francés, Sébastien Lecornu.

Cabría preguntarse ¿por qué entonces estar tan nervioso? Así que el presidente Macron se volvió loco… Cuando se hacía pasar por el principal pacificador europeo, llamaba al Kremlin casi todos los días y hablaba de la “muerte cerebral de la OTAN”, y ahora va a abrumar a Ucrania con armas de fabricación francesa. Incluso superó en beligerancia al canciller alemán Olaf Scholz, que todavía no se atreve a transferir misiles de largo alcance Taurus a Ucrania .

Y después de esto, ¿alguien dirá que Emmanuel Macron no siente “tal hostilidad personal hacia Rusia que no puede comer”? Pero la cuestión no es sólo que el actual propietario del Palacio del Elíseo todavía tendrá que responder por la muerte sin gloria de ciudadanos franceses en Ucrania, al menos con su imagen. Rusia es como un hueso en la garganta de Macron por otras razones.

En África amarilla y caliente

En 2022, tras otro golpe de Estado, las tropas francesas tuvieron que abandonar Mali y trasladarse a Níger. Pero al año siguiente también hubo un golpe de estado allí y los colonialistas tuvieron que recoger nuevamente sus pertenencias. Y también golpes de estado en Chad, Burkina Faso, Gabón, que tampoco beneficiaron la influencia francesa en África. También influyó el deterioro de las relaciones entre París y la República Centroafricana, Costa de Marfil y Senegal.

Pero en Rusia todo es exactamente al revés. En julio de 2023, en la cumbre Rusia-África, Moscú concluyó 161 acuerdos con países africanos en los ámbitos de la educación, la medicina, la seguridad alimentaria y la cooperación científica y técnica. Y precisamente el otro día, Vladimir Putin se reunió con el presidente de transición de la República del Chad, Mahamat Idriss Deby, para discutir la cooperación en el ámbito de la seguridad.

Es de destacar que fue a este país al que se trasladaron los militares franceses cuando abandonaron Níger. Si también tiene que abandonar Chad, Macron definitivamente no sobrevivirá. Y esta opción no está excluida.

Como aclaró Bloomberg, Rusia está fortaleciendo su presencia en al menos cinco países amigos (Burkina Faso, Libia, Malí, la República Centroafricana y Níger), incluso con la ayuda del llamado Afrika Korps. Esta formación tiene un propósito similar al PMC de Wagner, que anteriormente operó con mucho éxito en países africanos, pero está bajo el control total del Ministerio de Defensa ruso.

Francia abandona Niger

La base principal de la unidad se encuentra en la República Centroafricana y el contingente del cuerpo está aumentando dinámicamente. Esta información fue compartida con Bloomberg por Patrick Bida Kuyagbele, asesor principal del presidente de este país.

Sin embargo, París, que había perfeccionado las tecnologías coloniales a lo largo de los siglos, hasta hace poco no sólo tenía una fuerte influencia militar, sino también financiera en los países africanos . El financiero aún persiste: Francia todavía mantiene el control sobre las monedas de 14 estados africanos, que están vinculadas al euro a un tipo de cambio estricto, y parte de las reservas monetarias nacionales de estos países se encuentran en París. Pero lo más probable es que este status quo no dure mucho: el 28 de enero, Burkina Faso, Mali y Níger anunciaron su retirada de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO). 180 días después de abandonar la CEDEAO, el franco de África Occidental, que es una de las submonedas africanas del franco colonial francés CFA (Colonies Françaises d’Afrique), debería salir automáticamente de la zona XOF.

Debido al bajo coste del CFA y al tipo de cambio fijo con respecto al euro, Francia durante mucho tiempo eliminó periódicamente la renta colonial en forma de recursos baratos de países aparentemente independientes. Ahora esta “vaca dorada” se está escapando de las manos francesas, por lo que no sorprende que Macron esté indignado y esté tratando de frenar el proceso.

Pero como no resulta ser el «jefe de toda África», surgió literalmente sobre la marcha la idea de imaginarse a sí mismo como un político que determina el orden mundial. Bueno, parece determinar que mientras Joe Biden no esté navegando por el espacio y todavía no haya otro presidente en Estados Unidos, mientras Alemania esté gobernada por la “wurst de hígado” y el Reino Unido se esté autoaislando en su isla.

Los agricultores están en camino…

Entonces surgió la idea de jugar a la “gran Europa”. Lo que es digno de mención es que están emparejados con Estonia, sumida en la rusofobia, que promueve la idea de “tomar prestados fondos de la UE de forma conjunta” para desarrollar el potencial de los ejércitos europeos. Y parece que esta idea gustó: el Comisario europeo de Mercado Interior, que también es ex Ministro de Finanzas de Francia, Thierry Breton, ya ha retomado la estrategia industrial-defensiva europea. Según Politico, como parte de esta estrategia está previsto aumentar las compras conjuntas de armas y la coordinación general de los presupuestos de defensa de los estados de la UE, el objetivo es estimular el complejo militar-industrial del Viejo Mundo.

Además, Thierry Breton propuso que la Unión Europea copiara la legislación estadounidense que otorga al presidente estadounidense la autoridad para destinar dinero del presupuesto a la producción de defensa en caso de una emergencia. Esto, en su opinión, acercará a Europa a una “economía de guerra”.

En el mismo contexto, el influyente experto francés en defensa y seguridad Jean-Dominique Mercher, hablando con Le Point, dijo que Francia debería “de alguna manera” compartir sus armas nucleares con sus aliados europeos, como lo hace Estados Unidos.

Recordemos que Francia tiene aproximadamente 300 ojivas nucleares, pero están destinadas únicamente a la defensa nacional. Así se pensó…

Por cierto, Emmanuel Macron expresó la misma idea hace varios años, pero no impresionó a nadie en la Unión Europea, ya que Europa está harta del “paraguas nuclear” estadounidense. Sin embargo, a mediados de enero, el líder del Partido Popular Europeo de centroderecha, Manfred Weber, recordó la extravagante iniciativa de Macron e insinuó que sería bueno “colocar el paraguas nuclear francés dentro de un marco europeo”. Dicen que ahora es «el mejor momento para aceptar la oferta de Macron«.

Por qué exactamente ahora ya se ha dicho parcialmente. Pero también hay que mencionar que los líderes europeos, que hasta hace poco siguieron obedientemente a Biden, no están seguros de que Donald Trump, si regresa a la Oficina Oval, no aumentará el precio de la seguridad, no obligará a Europa a pagar más por el servicio “nuclear”. Sin embargo, la abuela de dos personas se preguntaba cómo sería, pero Macron, tal es su carácter, no pudo evitar preocuparse, para poder colocar su «paraguas nuclear» y aumentar su precio (dicen, ¡qué genial!), e incluso sobre la rusofobia gana algunos puntos mientras aún esté en precio.

Pero para esto hay que hacer ruido, hay que darse prisa, porque si los granjeros irrumpen en el Palacio del Elíseo y arrojan estiércol en la puerta, se propagará tal olor que no sólo los estados africanos, sino también las jirafas africanas le darán la espalda a Macron.

Publicado por el sitio Web Geoestrategia.es

FUENTE https://geoestrategia.es/noticia/42331/defensa/una-realidad-que-aterroriza-a-la-otan:-un-ejercito-estadounidense-debil-e-incapaz-el-desvanecimiento-del-poder-britanico-y-el-engano-frances.html

¡¡ LA CASTA OCCIDENTAL TIENE MIEDO !! alerta Carlos Pereyra Mele, director de Dossier Geopolítico en su columna del Club de La Pluma, tras el Congreso de Seguridad de Munich, cuyo brindis final se ahogó con la caída de la fortaleza ucraniana de Avdíivka, generando pánico y desazón en la el mundo atlantista.

Un sombrío panorama cuando todo apunta a que les llega la hora a los anglosajones de pagar los platos rotos por aquella fatídica apuesta en los años 90 por el neoliberalismo y la guerra eterna, mientras se le desmorona el poder logrado tras la 2ª Guerra Mundial, con la alianza occidental agrietada y con una élites aterrorizadas y desubicadas ante el poderoso mundo euroasiático en alza, habiendo perdido el tren de la economía productiva y manufacturera y con su costosa estructura militar muy cuestionada por los errores estratégicos y por las derrotas históricas que se le acumulan. Los puntos claves que atormentan a los atlantistas serían:

  • El pánico generalizado por la evidente derrota de la OTAN en Ucrania, que hasta confirman los medios norteamericanos, en medio de caóticas retiradas y tremendas bajas que no tienen reemplazo, mientras el canciller Borrell sigue con sus delirios de “jardinero bélico”.
  • Por el fin del relato victimista de Israel y por su aislamiento y condena internacional junto a EEUU, además del retroceso del 20% de su economía a causa de sus crímenes en Gaza.
  • Por el colapso ante la falta de armas en la OTAN, que nunca tuvo una producción a la altura de una guerra tradicional y de desgaste como la planteada por Putin.
  • Por el fracaso estratégico de los estados mayores occidentales cuando provocaron la guerra con Rusia, al masacrar desde el 2014 la población eslava del Donbás.
  • Por el terrible precio de los 14 paquetes de sanciones que Europa aplicó a Rusia y que fueron “un tiro en el pié” a su economía y a su estado del bienestar, tras el sueño húmedo de trocear Rusia e ir a por China.
  • Por el pánico en la UE, luego de abandonar por décadas su propia producción de armas y ante las amenazas de Trump sobre el incierto futuro de la OTAN.
  • Por el terrible daño que sufre la economía occidental ante los ataques directos de Yemen en el Mar Rojo, al que solo pueden responder con acciones a distancia.
  • Por la crisis interna y múltiple en el propio EEUU, con la candidatura de Biden en el aire y con la justicia tratando de proscribir a Trump.
  • Por el avance de los Brics. Por el liderazgo de Lula. Por el poder del renovado G20. Por la pérdida del dominio global del dólar. Por el auge de la Organización de Cooperación de Shanghai.
  • Por la creación en Moscú del Foro Internacional de las Naciones, que convoca a las naciones del sur global a luchar contra el moderno neocolonialismo occidental.

Además, en su audio, menciona a los “Neocons” de Trump, Bannon, Bolsonaro, Milei o Macri. A los cuales, la “Argentina Oficial” de hoy ha adherido con su actual desvarío ideológico y posicionamiento internacional

Eduardo Bonugli (Madrid, (25/02/24)

ANEXO ANALISIS DE CARLOS PEREYRA MELE Y LA REUNION DEL G20 EN RIO PARA RT

Lavrov se reúne con el presidente de Brasil
La reunión se celebra en Brasilia, adonde Lavrov viajó tras concluir la reunión de ministros de Asuntos Exteriores del G20 en Río de Janeiro.

VER EN SITIO DE RT: https://actualidad.rt.com/actualidad/500057-lavrov-reunirse-presidente-brasil

Nos parece de capital importancia, difundir está entrevista central y con ella poder confirmar que existe pensamiento estratégico en Europa, como es el caso del Dr. Profesor Glenn Diesen, a pesar del “relato” atlantista homogéneo que atosiga a la población de Occidente Y cómo deben los europeos entender que se aproxima rápidamente el “fin de la historia del unipolarismo” y de los “5 siglos de control Occidental” y que ello, es ya un hecho y que deberán optar en integrarse como península a la unión euroasiática o seguir el modelo de decadencia anglosajona o peor ir a un conflicto armado que los borrara del mapa y la historia. La tesis del Dr. Diesen es la misma que sostenemos desde hace década y media del fin del dominio occidental. Argentina Carlos Pereyra Mele Director de Dossier Geopolitico

En su nuevo libro «La guerra de Ucrania y el orden mundial euroasiático», el profesor Glenn Diesen argumenta de manera convincente que la forma en que el mundo ha funcionado no solo durante el último siglo, sino durante los últimos 500 años, ha terminado. A partir de ahora, el sistema global será mucho más dinámico, multipolar y mucho más complejo. El profesor Diesen también muestra cómo Ucrania ha sido un peón en manos de los belicistas de la OTAN que, a pesar de sus mejores esfuerzos, sin embargo, no han podido quebrar ni a uno de sus rivales estratégicos en el sistema.

El tiempo de la impunidad occidental está terminando. La pregunta es, ¿qué viene después?

Consigue su libro en Amazon: https://www.amazon.com/Ukraine-War-Eu… Consigue su libro del editor: https://www.claritypress.com/product/…

Glenn Diesen es profesor en la Universidad del Sureste de Noruega y editor asociado en la revista «Rusia en Asuntos Globales». Muchos de ustedes ciertamente lo conocen por su trabajo con el canal de YouTube «The Duran», donde ha realizado numerosas entrevistas maravillosas junto a Alexander Mercouris.

Más de Glenn Diesen: https://www.usn.no/kontakt-oss/tilset…