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Occidente está atrapado entre el sentimiento público que ideó y la realidad sobre el terreno escribe Alastair Crooke.

Cambio estratégico consecuente : al salir de su reunión con Vladimir Putin, Xi Jinping le dijo a Putin: «Se avecina un cambio que no ha sucedido en 100 años, y estamos impulsando este cambio juntos».

La ‘Entente’ se selló durante horas de conversaciones durante dos días, y en medio de una plétora de documentos firmados. Dos estados poderosos han formado una dualidad que, al casar una gigantesca base manufacturera con el preeminente proveedor de materias primas y el armamento avanzado y la inteligencia diplomática de Rusia, deja a los EE. UU. en la sombra. Un asiento en las sombras (asumido a través de la voluntad o la incapacidad de contemplar una transición tan radical) refleja a los EE. UU. de espaldas a la participación en el mundo multipolar que se desarrolla.

Con EE. UU. esclavizado por la hegemonía, el surgimiento de una trifurcación global es inevitable, incluidas las tres esferas de la guerra comercial: Eurasia, liderada por Rusia y China; Sur global influenciado por India, y con EE. UU. dominando la UE y Anglo-Sphere.

Pero esa no era la esencia de lo que el presidente Xi quiso decir con ‘cambio’; el comercio, el intercambio militar y el cambio del sistema monetario ya estaban ‘cocidos’. Lo que Xi y Putin están sugiriendo es que debemos dejar de lado los viejos espectáculos del orientalismo occidental, mediante los cuales nos hemos acostumbrado a ver el mundo y a pensarlo de manera diferente y de diversas maneras.

La transformación nunca es fácil. ¿Cómo está reaccionando la clase política estadounidense? = Se agita salvajemente. Está profundamente asustado por la manifestación de esta nueva entente. Ha arremetido, como de costumbre, con un torrente de propaganda: Putin obtuvo poco de la visita, la pompa y la ceremonia de Xi; Xi fue una ‘visita al lado de la cama’ de un paciente enfermo; Rusia humillada al convertirse en una colonia china de recursos y, para colmo, la cumbre no logró encontrar una solución para Ucrania.

Toda esta propaganda es una tontería, por supuesto. Estos son bulos lanzados a los vientos. Washington comprende cuán convincente es la narrativa china: China busca la armonía, la paz y una forma de vida significativa para todos. Estados Unidos, sin embargo, representa dominación, divide y contiene, y sangrientas guerras eternas de tipo colonial (en el meme de China).

La narrativa de Xi tiene tracción, no solo en el mundo de los ‘rechazados a ser alineados’, sino también significativamente dentro de ‘Otra América’. Incluso resuena un poco en una Europa que, por lo demás, es totalmente «de hojalata».

El problema aquí es que estas ‘dos ​​Américas’, la Oligarquía titulada y la ‘Otra América’, simplemente no pudieron dialogar entre sí, y se han retirado a esferas separadas: las plataformas tecnológicas occidentales (como Twitter) estaban a sabiendas configurado para no escuchar precisamente ‘Otra América’. Y para cancelar, o desplataformar, las voces contrarias. El esquema anti-ruso de hoy es otro derivado más de la ‘psicología del empujón’, originalmente probada durante el encierro: luego, la ‘ciencia’ (según lo determinado por los gobiernos) ofreció ‘certidumbre’ pública y, al mismo tiempo, avivó el temor de que cualquier incumplimiento de las reglas del gobierno pueden conducir a la muerte.

La certeza moral (reivindicada por seguir la ‘Ciencia’) dio justificación para juzgar con dureza, condenar y desestimar a las personas que de alguna manera cuestionaron el Encierro. La estratagema psicológica geopolítica de hoy, un derivado del precedente Lockdown, es ‘pegar’ a la esfera geopolítica la posición despierta de tolerancia cero hacia el cuestionamiento de supuestos principios ‘que son inviolables’ (como los Derechos Humanos). Por lo tanto, el esquema utiliza la ‘claridad’ narrativa de la ‘invasión ilegal, no provocada y criminal de Ucrania’ de Rusia para dar al público occidental el sentido satisfactorio de rectitud necesario para juzgar con dureza similar, expulsar del empleo y denigrar públicamente a cualquiera que exprese su apoyo a Rusia.

Esto se considera un éxito de inteligencia, al contribuir al objetivo de mantener el ‘compartir la carga’ de la OTAN, y al garantizar una expresión occidental generalizada de ‘indignación moral’ en todo lo relacionado con Rusia.

La ‘Estrategia de la certeza’ de Occidente puede haber funcionado, ya que engañosamente ha encendido una furia moral dentro de un gran segmento de la opinión pública. Sin embargo, también puede ser una trampa: al lanzar una propaganda tan cargada de emociones; la fuerza de este último ahora limita las opciones occidentales (en un momento en que las circunstancias de la guerra de Ucrania han cambiado mucho de lo que se esperaba). Occidente ahora está atrapado por esa opinión pública que ve cualquier compromiso que no sea una capitulación completa de Rusia como una violación de sus ‘principios inviables’.

La noción de exponer las diferentes facetas de un conflicto (que se encuentra en el quid de la mediación), proporcionando diferentes perspectivas, se vuelve intolerable cuando se compara con la rectitud ‘en blanco y negro’. Los medios occidentales sostienen que Xi y Putin son tan moralmente deficientes que muchos temen ser despreciados por estar en el lado equivocado de la falla ‘moral’ en un tema tan polémico.

En particular, esta estratagema no funciona en el resto del mundo, donde el wokism tiene poca tracción.

Sin embargo, existe un sustrato de preocupación de la clase dominante sobre esta técnica de negación. Surgen dos problemas reales: primero, ¿puede Estados Unidos sobrevivir sin la hegemonía estadounidense? ¿Qué lazos, qué significado nacional, qué visión podría sustituir para mantener unida a una nación tan diversa? ¿Es convincente la ‘modernidad como vencedora de la historia’ en el contexto de la degeneración cultural contemporánea? Si la ‘modernidad’ desoladora de hoy se produce sólo a costa de la soledad personal y la pérdida de la autoestima (que es el síntoma reconocido de la alienación que surge de la separación de las raíces comunitarias), ¿vale la pena entonces la ‘modernidad’ tecnológica? ¿O puede algún retorno a los valores anteriores convertirse en el requisito previo que guíe a un modo diferente de modernidad? – uno que trabaja con la corriente, en lugar de contra la corriente del arraigo cultural.

Esta es la pregunta clave planteada por los presidentes Xi y Putin (a través del concepto de estado-nación civilizacional).

En segundo lugar, EE. UU. ha pasado de ser un ejército a ser esencialmente una hegemonía financiada que busca rentas. ¿Qué precio tendría la perdurable prosperidad comercial de EE. UU. en caso de que EE. UU. perdiera la hegemonía del dólar? El ‘privilegio’ del dólar ha sostenido durante mucho tiempo la prosperidad estadounidense. Pero las sanciones estadounidenses, las incautaciones de activos y los nuevos arreglos monetarios plantean la pregunta: ¿ha cambiado tanto el orden global que la hegemonía del dólar, más allá de los EE. UU. y sus dependencias, ya no es sostenible?

Las clases dominantes occidentales están seguras de la respuesta: la hegemonía política y del dólar están interconectadas. Mantener el poder, enriquecer a los ‘mil millones de oro’, significa sostener ambos, incluso cuando las élites pueden ver claramente que la narrativa estadounidense está perdiendo fuerza en todo el mundo y los estados están migrando a nuevos bloques comerciales.

Ese ‘Otro Estados Unidos’ no está tan seguro de que vean la carnicería asociada con las interminables intervenciones de Estados Unidos como ‘vale la pena’. También existe una corriente de pensamiento subyacente de que un sistema financiero, que depende de «soluciones» cada vez mayores y cada vez mayores de estimulantes financieros, es saludable (en la creación de desigualdades) o que su apalancamiento piramidal puede mantenerse a largo plazo.

Hace algunos años, cuando Nathan Gardels hablaba con Lee Kuan Yew de Singapur, este último dijo : “Para Estados Unidos, ser desplazado… por un pueblo asiático despreciado durante mucho tiempo y despreciado como decadente, débil, corrupto e inepto, es emocionalmente muy difícil de aceptar. ” . Yew predijo: “ El sentido de supremacía cultural de los estadounidenses hará que este ajuste sea muy difícil”.

Igualmente, para China, que ha tenido una larga y continua historia como gran potencia, ser bloqueada por un ‘pueblo de la nada’ es intolerable.

l’Entente es un trago amargo para Occidente. Durante una generación, separar a Rusia de China ha sido un objetivo primordial de EE. UU., tal como lo prescribió originalmente Zbig Brzezinski: contener tanto a Rusia como a China mediante la exacerbación de las disputas regionales (Ucrania, Taiwán) era el juego de suma cero, con Rusia como primer objetivo. (forzar un giro hacia Occidente a través de la implosión económica) y luego pasar a contener a China, pero solo a China. (Sí, algunos en Occidente creían que un giro ruso hacia el oeste era muy factible).

Un ex subsecretario de Estado de EE. UU., Wess Mitchell, escribió en la revista National Interest : Para evitar que China se apodere de Taiwán: ¡Detengan a Rusia en Ucrania! En pocas palabras, el punto de Mitchell era: «Si EE. UU. infligiera suficiente dolor a Putin por su apuesta en Ucrania», entonces Xi implícitamente estaría contenido.

Entonces, contener a Rusia a través de Ucrania fue ‘eso’: «Si Estados Unidos va a amenazar con sanciones catastróficas contra Rusia por Ucrania, es mejor que sean catastróficas, porque la credibilidad del sistema financiero liderado por Estados Unidos para castigar la agresión a gran escala – está en la línea”, advirtió Mitchell. “Estados Unidos solo tendrá una oportunidad de demostrar esa credibilidad, y Ucrania lo es”.

Mitchell continuó,

“La buena noticia en todo esto es que Ucrania le ha dado a EE. UU. una ventana momentánea y perecedera para actuar con decisión y no solo para lidiar con la situación en Ucrania, sino también para disuadir un movimiento contra Taiwán… El impacto de la brutalidad de Putin en galvanizar a los europeos compartir la carga es un cambio de juego para la estrategia global de EE. UU. Con Alemania gastando más en defensa en los próximos años que Rusia ($ 110 mil millones anuales frente a $ 62 mil millones), Estados Unidos podrá concentrar más de sus fuerzas convencionales disponibles en disuadir a China”.

¿’Una ventana momentánea’? Pero aquí estaba el desajuste atroz: EE. UU. apostaba por el » momento perecedero «, pero Rusia se preparaba para una guerra a largo plazo . Las sanciones financieras no funcionaron; El aislamiento de Rusia no sucedió; y la estrategia de contención contribuyó más bien a desestabilizar el sistema financiero global en detrimento de Occidente.

La Administración Biden había apostado todo por una estrategia de contención destinada a evitar una guerra en dos frentes, una estrategia que no ha funcionado como se esperaba. Más que eso, el derribo del globo chino y los subsiguientes gritos de guerra anti-chinos que emanaron de todos los rincones de EE. UU. convencieron a los chinos de que su anterior intento de distensión con EE. UU. y Europa en noviembre en el G20 de Bali estaba «muerto en el agua’.

China recalibrada; y preparado para la guerra. (Como mínimo, una sanción de Guerra Fría, pero en definitiva, de Guerra Caliente). A todo vapor con l’Entente . La estrategia de divide y vencerás de Brzezinski se había hundido por debajo de la línea de flotación.

Occidente ahora está arrinconado: no puede sostener la guerra contra Rusia y China, pero su exagerada y deliberadamente engañosa manipulación de la opinión pública para crear la «cohesión» occidental hace que la reducción de la tensión sea casi imposible.

El público de EE. UU. y Europa ahora ve a Rusia y China en los tonos más oscuros del Demiurgo maniqueo. Se les ha dicho repetidamente que Rusia se encuentra al borde del colapso total y que Ucrania ‘está ganando’. La mayoría de los estadounidenses, la mayoría de los europeos creen esto. Muchos han venido a denigrar a estos nuevos adversarios.

La clase dirigente estadounidense no puede retroceder. Sin embargo, no tiene los medios para librar una guerra en dos frentes. La trampa consiste en propaganda derivada de un esquema anterior de Lockdown que fue diseñado para asustar y desinformar al público. Uno de sus objetivos principales era hacer que la duda o el escepticismo pareciera moralmente irresponsable dentro del discurso público. De manera similar, el nuevo esquema de control público occidental mediante el cual los presidentes Xi y Putin parecen tan moralmente deficientes que gran parte del público teme criticar la guerra contra Rusia, se ha convertido en un bumerán. Esa ‘certeza’ significa que sería moralmente irresponsable retirarse de una guerra, incluso de una que se está perdiendo. La guerra ahora debe proceder a la derrota del régimen ucraniano, un resultado mucho más humillante de lo que hubiera sido un final negociado. Pero la opinión pública no permitirá nada menos que la humillación de Putin. Occidente está atrapado entre el sentimiento público que ideó y la realidad sobre el terreno.

De esta manera, Occidente cayó en su propia ‘trampa de certeza’.

Fuente Fundacion de la Cultura Estrategica https://strategic-culture.org/news/2023/03/27/lentente-is-a-bitter-pill-for-the-west/

Alastair CROOKE Exdiplomático británico, fundador y director del Foro de Conflictos con sede en Beirut.

Por JOAQUÍN LABARTA LIPRANDI(*) El autor autoriza su publicación en Dossier Geopolitico

Semana tras semana, escuchamos a dirigentes de todo el arco político destacar la importancia de los recursos naturales con los que aún cuenta, en forma cuantiosa, la Argentina. Todos hablan del litio, de Vaca Muerta, del acuífero guaraní o de la Antártida como reservorio mundial de agua dulce, entre otros. Todos, bajo diferentes ópticas, centran las posibilidades de desarrollo y generación de divisas en ellos. Pero, casi nadie nos cuenta que para poder disponer de esos valiosos y estratégicos recursos para todos los argentinos, debemos cuidarlos y defenderlos de las apetencias foráneas, y también de algunas ambiciones internas, que no logran imaginar su aprovechamiento en beneficio de las grandes mayorías. La defensa de estos recursos en el mundo actual requerirá, cada vez más, de una inversión creciente y sostenida en insumos de defensa y capacitación de nuestras fuerzas armadas.

La disputa actual por la soberanía de nuestra patria está situada centralmente en el Atlántico Sur. La vigencia del Tratado Antártico concluye en 2048, que es a la vuelta de la esquina. En ese momento nuestras soberanas pretensiones coincidirán con las del Reino Unido de Gran Bretaña y la hermana República de Chile. Quienes no lleguen a esa instancia con musculatura política y militar, perderán la batalla por los recursos, y por ende, por la soberanía y por nuestra segunda y definitiva independencia. Es nuestra responsabilidad como dirigentes generar la diplomacia y utilizar los factores de presión políticos en ese sentido, factores a los que debemos agregarle uno clave y con frecuencia olvidado, que es el militar disuasivo.

El mundo no parece dirigirse hacia un idilio pacifista, menos aún en las zonas ricas en recursos naturales estratégicos. Continuar siendo una región de paz dependerá en gran parte de nuestro poder militar disuasivo. Como en cualquier negociación, más aún en las diplomáticas, las posibilidades de obtener el mayor rédito para la patria no solo estarán dadas por la destreza del negociador o negociadores, sino por su respaldo y fortaleza. Pretender negociar, con algún mínimo éxito, en un país que ha visto disminuida su capacidad disuasiva real, es por lo menos ingenuo.

Por eso nuestra tesis, que parece provocadora, es en realidad una obviedad. Argentina necesita invertir en la recuperación de sistemas de armas perdidos o debilitados, ya que la inversión en defensa, hoy, es infinitamente más económica que el riesgo que suscita no poder preservar nuestros recursos estratégicos.

Debemos recuperar con urgencia la capacidad de operar cazas bombarderos interceptores. Necesitamos recuperar la capacidad submarina y así realizar la plena vigilancia y control de nuestra plataforma marítima. Las adquisiciones necesarias para la recuperación de sistemas de armas necesitan, a su vez, de aliados regionales e internacionales dispuestos a transferir tecnología.

También necesitamos de la ciencia e investigación aplicadas a la defensa, ya que sin proyección militar sobre el Atlántico Sur, nuestros recursos estratégicos están en peligro. Estamos trabajando en ese sentido, pero la tarea no debe detenerse bajo ningún punto de vista.

La Ley del Fondo Nacional de la Defensa (FONDEF) es un paso enorme en este sentido. El Proyecto de Presupuesto 2023 contempla $160.000 millones para inversión en recuperación, modernización y/o incorporación de material. Entre los proyectos a destacar se encuentra la construcción de un buque logístico polar, complementario al rompehielos Almirante Irízar, para ampliar la capacidad de transporte en las campañas antárticas. En el astillero estatal Tandanor se encuentra en desarrollo el proyecto del buque polar de apoyo logístico antártico, con capacidad para el transporte de 12.000 toneladas y hangar para dos helicópteros Sea King, con el fin de fortalecer el abastecimiento a las doce bases argentinas en el continente antártico.

Otro proyecto central es la modernización y recuperación de la Base Conjunta Petrel, que pasará a ser permanente. El plan es convertirla en el polo logístico más importante de la Antártida. Esta base se encuentra en una ubicación estratégica y volverá a ser permanente en el invierno de 2023, luego de 48 años de inactividad, producto de un incendio en 1974. Petrel debería ser el corazón argentino en la Antártida, con dos pistas de aterrizaje cruzadas, para potenciar su operatividad ante inclemencias climáticas, y una base modelo, completamente modernizada. Tanto la construcción de una nueva base, como las pistas, están entre nuestros objetivos de corto plazo en el Ministerio de Defensa.

Por último, la Base Naval Integrada de Ushuaia, emplazada en un punto estratégico para todas las naciones con proyección antártica, prevé la construcción de un muelle y la incorporación de maquinarias y equipos para asistencia logística, con el objetivo de prestar servicios a terceros países.

La mención de estos 3 proyectos, entre los actuales 91 en curso con financiamiento FONDEF, no es casual. Responde a la visión bicontinental que la Argentina debe instaurar de cara a las disputas actuales y próximas en el Atlántico Sur, de las cuales seremos o bien activos participantes, o bien víctimas inermes.

Potenciar la innovación productiva, sustituir importaciones y adquirir capacidades productivas y tecnológicas es el objetivo primordial. No solo en términos de recursos, sino de decisión política de todo el arco nacional para que estos objetivos se concreten.

Quienes deseamos la paz y continuar siendo una región de paz en el mundo, debemos ser los mayores propulsores de la recuperación de las capacidades militares argentinas, ya que nuestra indefensión conjugada con nuestros vastos recursos naturales, son una invitación al desastre. De nuestra generación depende reaccionar por el futuro de las próximas.

(*) JOAQUÍN LABARTA LIPRANDI Abogado y Escribano, se ha desempeñado como Director General de Administración para la Logística del Ministerio de Defensa en dos oportunidades y actualmente es Subsecretario del Servicio Logístico de la Defensa.

Originalmente fue publicado en el Destape Web

La visita de Xi Jinping en Moscú hizo visible la nueva configuración del mundo centrada en la alianza ruso-china que la torpeza estadounidense consolidó

Por Eduardo J. Vior – analista internacional El autor autoriza su publicación en Dossier Geopolitico, originalmente publicado en TELAM

“En la actualidad, China se encuentra en el mejor periodo de desarrollo desde el comienzo de los tiempos modernos y el mundo está inmerso en un gran cambio sin precedentes en un siglo, y ambos procesos están entrelazados y se incentivan mutuamente.” (Xi Jinping, en reiteradas ocasiones)

Joe Biden lo logró: la insistencia de la elite neoconservadora anglonorteamericana en atacar al mismo tiempo a Rusia y a China, su tendencia a tratar ambos conflictos como confrontaciones radicales sobre visiones del mundo, la insoportable presión que ejercen sobre el resto del planeta para obligarlo a alinearse y la amenaza de seguir escalando los conflictos hasta el duelo final han unido estrechamente a dos potencias que antes se entendían, pero que nunca habían llegado al estrecho vínculo actual, si la presión anglosajona no los hubiera empujado a hacerlo.

Vladimir Putin y Xi Jinping se encontraron este lunes y martes para hacer frente a la presión de la alianza atlántica y, sobre todo, para diseñar el orden que propondrán al resto del mundo para después del episodio ucraniano. Saben que el Imperio anglosajón aún tiene fuerza, que el bloque euroasiático no puede ni debe intentar moldear el mundo a su gusto y que en cada región del planeta están surgiendo actores regionales que reclaman su papel y no están dispuestos a subordinarse a nadie más. Entenderse con ellos es la clave del futuro y a esta cuestión se dedicaron conversando en el Kremlin.

Aún antes de su cumbre ambos explicaron sus propuestas al público del otro país en sendos artículos de opinión. La visión de Putin -centrada en una “asociación con vistas al futuro”- se expuso en el Diario del Pueblo de China, mientras que la de Xi se publicó en la Gaceta Rusa y en el sitio web de la agencia estatal RIA Novosti y gira en torno al inicio de un nuevo capítulo de cooperación y desarrollo compartido.

Durante su primera reunión, el lunes 20, los presidentes hablaron durante cuatro horas y media. Esta conversación, en la que no se omitieron las diferencias de enfoque y estilo, se dedicó a los lineamientos de la multipolaridad en construcción, que necesariamente debe empezar por hallar una solución para Ucrania. Como era previsible, hubo muy pocas filtraciones de los responsables por la agenda. No obstante, hubo una bastante significativa referida a su “intercambio en profundidad” sobre Ucrania. Putin subrayó cortesmente que respeta la posición de China, expresada en el plan de doce puntos de Pekín para la resolución del conflicto y que ha sido completamente rechazado por Washington. Sin embargo, el líder del Kremlin dejó en claro que la posición rusa sigue siendo férrea: desmilitarización, neutralidad de Ucrania y confirmación de los cambios territoriales por documentos internacionales validados por árbitros confiables.

Precisamente en este sentido, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso descartó por completo cualquier papel de Estados Unidos, Reino Unido, Francia o Alemania en las futuras negociaciones sobre Ucrania, ya que no los considera neutrales.

El gobierno chino entiende la percepción rusa de la amenaza que se cierne desde Ucrania y que ha sido confirmada por el belicismo occidental. Sin embargo, la República Popular está muy apegada a la Carta de la Naciones Unidas y a los principios de la coexistencia pacífica y rechaza la modificación violenta de las fronteras. Mucho más discorda con el objetivo ruso de querer recuperar los “territorios históricos” por sus implicaciones internacionales. Si se aceptara sin ambages la reunificación de “territorios históricos”, Pekín teme verse amenazado por las reivindicaciones de tibetanos, turcomanos y mongoles sobre su territorio y así le iría a todos los países. De todos modos, subraya la responsabilidad de Occidente en la ruptura del orden jurídico internacional y busca la forma de restaurarlo, satisfaciendo las necesidades de seguridad de todos los actores (el principio chino de la seguridad compartida).

En la reunión del martes 21, en tanto, ambos líderes se dedicaron a las cuestiones económicas. Rusia ya ocupa el primer lugar como proveedor de gas natural a China, superando a Turkmenistán y Catar. La mayor parte del fluido se envía por el gasoducto Poder de Siberia, de 3.000 km, puesto en marcha en diciembre de 2019. El ducto e extiende desde Siberia Oriental hasta la provincia nororiental china de Heilongjiang. Para multiplicar los envíos, en tanto, ambas potencias están negociando aceleradamente con Mongolia el tendido del oleoducto Poder de Siberia II que, a través del país estepario, llevará el petróleo de Siberia Central al norte de China.

Putin y Xi acordaron asimismo la realización de 79 proyectos conjuntos por valor de más de 165.000 millones de dólares. El abanico abarca desde gas natural licuado (GNL) hasta construcción aeronáutica, fabricación de máquinas herramienta, investigación espacial, agroindustria y corredores económicos mejorados.

En este contexto el presidente chino afirmó que quiere vincular los proyectos de la Nueva Ruta de la Seda (BRI, por su nombre en inglés) con la Unión Económica Euroasiática (UEEA). Es natural que la BRI y la UEEA se interrelacionen. China ya ha firmado un acuerdo de cooperación económica con la asociación económica liderada por Rusia y la mayoría de los miembros de la misma lo son también de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) y están asociados al Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (ABII, por su nombre en inglés). La red de organismos de integración euroasiáticos ya existe desde hace algunos años, pero la coyuntura bélica está acelerando ahora su integración.

Al mismo tiempo que los líderes de Rusia y China estaban reunidos en el Kremlin, en la Duma (parlamento) Federal sesionaba la conferencia parlamentaria “Rusia-África en el mundo multipolar”, preparatoria de la segunda cumbre Rusia-África del próximo julio. En la reunión interparlamentaria participaron delegados de más de 40 de los 53 países africanos. Con gran sentido mediático, Putin eligió este preciso momento para condonar más de 20.000 millones de dólares de deuda de los países africanos con Rusia. Si bien Pekín es el principal socio comercial de la mayoría de los países del continente negro, Moscú se está convirtiendo aceleradamente en su proveedor de cereales y en un valioso aliado para restablecer el orden y la seguridad.

También en Asia Occidental Rusia y China actúan totalmente en sincronía. El reciente restablecimiento de relaciones entre Arabia Saudita e Irán fue hilvanado por Rusia mediante discretas gestiones en Bagdad y Omán que condujeron a la firma del acuerdo en Pekín. Moscú también coordina el acercamiento entre Siria y Turquía. No obstante, la relación rusa con Irán (ahora bajo el estatus de asociación estratégica) se mantiene por separado.

No hay vuelta atrás en la demolición de los restos de la Pax Americana, pero el camino será arduo y demorará mucho tiempo. La torpeza de la elite neoconservadora anglosajon aceleró esta vez el paso de la historia, pero no siempre será así. Hay que prepararse también para la dura resistencia que Occidente presentará ante la pérdida de su hegemonía. Ningún león entrega sin lucha su dominio sobre la selva.

La cumbre Xi-Putin consagró definitivamente a China y Rusia como socios estratégicos integrales a largo plazo y comprometidos a desarrollar una seria competencia geopolítica y geoeconómica con las hegemonías occidentales en declive. Este es el perfil del nuevo mundo que adquirió nitidez en Moscú esta semana. Putin lo definió anteriormente como una nueva política anticolonial. Ahora se presenta como una colcha de retazos multipolar.

Rusia es el puente ineludible para unir Europa y Asia, pero el centro del nuevo mundo está en China. Tanto lo acepta Putin que recomendó usar el yuan como moneda de cambio con África, América Latina y Asia. Con cada región del mundo la potencia asiática se asocia de un modo diferente. No rehúye su imbricación con la economía mundo capitalista, pero pone límites a su hegemonismo. Se une estrechamente a Rusia, pero no olvida el resto del mundo. Con África, Asia y América Latina negocia de país a país, pero prefiere hacerlo con grandes bloques regionales. China vuelve a estar en el centro del mundo, de un mundo complejo y conflictivo, pero con menos dominación y más convivencia, y Rusia es su socio preferido.

por Pepe Escobar (Desde Moscú)

Esta semana, en Moscú, los líderes chino y ruso revelaron su compromiso conjunto para rediseñar el orden global, una empresa que «no se ha visto en 100 años».

Lo que acaba de tener lugar en Moscú es nada menos que una nueva Yalta, que, por cierto, está en Crimea. Pero a diferencia de la trascendental reunión del presidente estadounidense Franklin Roosevelt, el líder soviético Joseph Stalin y el primer ministro británico Winston Churchill, en la Crimea gobernada por la URSS en 1945, esta es la primera vez en, posiblemente cinco siglos, que ningún líder político de Occidente establece la agenda mundial.

Son el presidente chino Xi Jinping y el presidente ruso Vladimir Putin quienes dirigen ahora el espectáculo multilateral y multipolar. Los excepcionalistas occidentales pueden desplegar sus rutinas de lloriqueo tanto como quieran: nada cambiará la espectacular óptica ni la sustancia subyacente de este orden mundial en desarrollo, especialmente para el Sur Global.

Lo que Xi y Putin se proponen hacer se explicó en detalle antes de su cumbre, en dos artículos de opinión escritos por los propios presidentes. Como un ballet ruso altamente sincronizado, la visión de Putin se expuso en el Diario del Pueblo de China, centrándose en una «asociación con vistas al futuro», mientras que la de Xi se publicó en la Gaceta Rusa y en el sitio web de RIA Novosti, centrándose en un nuevo capítulo de cooperación y desarrollo común.

Desde el comienzo de la cumbre, los discursos tanto de Xi como de Putin llevaron a la mayoría de la gente de la  OTAN a un frenesí histérico de ira y envidia: la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Maria Zakharova, captó perfectamente el ambiente cuando comentó que Occidente estaba «echando espuma por la boca«.

La portada de la Gaceta Rusa del lunes fue icónica: Putin recorriendo la Mariupol libre de nazis, charlando con los residentes, junto al artículo de opinión de Xi. Esa fue, en pocas palabras, la tajante respuesta de Moscú a la maniobra del MQ-9 Reaper de Washington y a los chanchullos del tribunal canguro de la Corte Penal Internacional (CPI). «La OTAN está siendo humillada a conciencia en Ucrania.

Durante su primera reunión «informal», Xi y Putin hablaron durante no menos de cuatro horas y media. Al final, Putin acompañó personalmente a Xi a su limusina. Esta conversación fue de verdad: trazar los lineamientos de la multipolaridad, que empieza con una solución para Ucrania.

Como era de esperar, hubo muy pocas filtraciones de los sherpas, pero sí una bastante significativa sobre su «intercambio en profundidad» sobre Ucrania. Putin subrayó cortésmente que respeta la posición de China, expresada en el plan de 12 puntos de Pekín para la resolución del conflicto, que ha sido completamente rechazado por Washington. Pero la posición rusa sigue siendo férrea: desmilitarización, neutralidad ucraniana y consagración de los nuevos hechos sobre el terreno.

Paralelamente, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso descartó por completo un papel de Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Alemania en las futuras negociaciones sobre Ucrania: no se les considera mediadores neutrales.

Una manta multipolar patchwork (1)

El día siguiente giró en torno a los negocios: desde la cooperación energética y «técnico-militar» hasta la mejora de la eficacia de los corredores comerciales y económicos que atraviesan Eurasia.

Rusia ya ocupa el primer lugar como proveedor de gas natural a China -superando a Turkmenistán y Qatar-, la mayor parte a través del gasoducto Power of Siberia, de 3.000 km, que va desde Siberia hasta la provincia nororiental china de Heilongjiang, puesto en marcha en diciembre de 2019. Las negociaciones sobre el oleoducto Power of Siberia II a través de Mongolia avanzan rápidamente.

La cooperación chino-rusa en alta tecnología se disparará: 79 proyectos por valor de más de 165.000 millones de dólares. Todo, desde gas natural licuado (GNL) hasta construcción aeronáutica, construcción de máquinas herramienta, investigación espacial, agroindustria y corredores económicos mejorados.

El presidente chino dijo explícitamente que quiere vincular los proyectos de la Nueva Ruta de la Seda a la Unión Económica Euroasiática (UEEA). Esta interpolación BRI-UEEA es una evolución natural. China ya ha firmado un acuerdo de cooperación económica con la UEEA. Las ideas del superestratega macroeconómico ruso Sergey Glazyev por fin están dando sus frutos.

Y por último, pero no por ello menos importante, habrá un nuevo impulso hacia los acuerdos mutuos en monedas nacionales, y entre Asia y África, y América Latina. A efectos prácticos, Putin respaldó el papel del yuan chino como nueva moneda comercial de elección mientras prosiguen los complejos debates sobre una nueva moneda de reserva respaldada por oro y/o materias primas.

Esta ofensiva económica y empresarial conjunta enlaza con la ofensiva diplomática concertada entre Rusia y China para rehacer vastas franjas de Asia Occidental y África.

La diplomacia china funciona como la matrioska (muñecas rusas apilables) en lo que se refiere a transmitir mensajes sutiles. No es ni mucho menos una coincidencia que el viaje de Xi a Moscú coincida exactamente con el 20º aniversario del «Shock and Awe» estadounidense y de la invasión, ocupación y destrucción ilegales de Irak.

Paralelamente, más de 40 delegaciones africanas llegaron a Moscú un día antes que Xi para participar en la conferencia parlamentaria «Rusia-África en el mundo multipolar«, preparatoria de la segunda cumbre Rusia-África del próximo mes de julio.

Los alrededores de la Duma parecían los viejos tiempos del Movimiento de Países No Alineados (MNOAL), cuando la mayor parte de África mantenía estrechas relaciones antiimperialistas con la URSS.

Putin eligió este preciso momento para condonar más de 20.000 millones de dólares de deuda africana.

En Asia Occidental, Rusia-China actúan totalmente en sincronía. Asia Occidental. El acercamiento entre Arabia Saudí e Irán fue en realidad impulsado por Rusia en Bagdad y Omán: fueron estas negociaciones las que condujeron a la firma del acuerdo en Pekín. Moscú también coordina las conversaciones de acercamiento entre Siria y Turquía. La diplomacia rusa con Irán -ahora bajo el estatus de asociación estratégica- se mantiene en una vía separada.

Fuentes diplomáticas confirman que la inteligencia china, a través de sus propias investigaciones, está ahora plenamente segura de la enorme popularidad de Putin en toda Rusia, e incluso dentro de las élites políticas del país. Eso significa que las conspiraciones del tipo de cambio de régimen están fuera de cuestión. Esto fue fundamental para la decisión de Xi y del Zhongnanhai (cuartel general central de China para funcionarios del partido y del Estado) de «apostar» por Putin como socio de confianza en los próximos años, considerando que podría presentarse y ganar las próximas elecciones presidenciales. China siempre apuesta por la continuidad.

Así que la cumbre Xi-Putin selló definitivamente a China-Rusia como socios estratégicos integrales a largo plazo, comprometidos a desarrollar una seria competencia geopolítica y geoeconómica con las hegemonías occidentales en declive.

Este es el nuevo mundo nacido en Moscú esta semana. Putin lo definió anteriormente como una nueva política anticolonial. Ahora se presenta como una mosaico (patchwork) de retazos multipolar. No hay vuelta atrás en la demolición de los restos de la Pax Americana.

Cambios que no se han producido en 100 años

En Antes de la hegemonía europea: The World System A.D. 1250-1350, Janet Abu-Lughod construyó una narrativa cuidadosamente elaborada que muestra el orden multipolar imperante cuando Occidente «iba a la zaga de Oriente«. Más tarde, Occidente sólo «se adelantó porque Oriente estaba temporalmente desorganizado«.

Puede que estemos asistiendo a un cambio histórico similar en ciernes, traspasado por un renacimiento del confucianismo (respeto a la autoridad, énfasis en la armonía social), el equilibrio inherente al Tao y el poder espiritual de la ortodoxia oriental. Se trata, en efecto, de una lucha de civilizaciones.

Moscú, que por fin da la bienvenida a los primeros días soleados de la primavera, proporcionó esta semana una ilustración más grande que la vida de «semanas en las que pasan décadas» en comparación con «décadas en las que no pasa nada«.
Los dos presidentes se despidieron de forma conmovedora.

Xi: «Ahora hay cambios que no se han producido en 100 años. Cuando estamos juntos, impulsamos estos cambios».

Putin: «Estoy de acuerdo».

Xi: «Cuídate, querido amigo».

Putin: «Buen viaje».

Brindemos por el amanecer de un nuevo día, desde las tierras del Sol Naciente hasta las estepas euroasiáticas.

Las opiniones expresadas en este artículo no reflejan necesariamente las de Dossier Geopolitico

-Traducido desde el inglés para piensaChileMartin Fischer

*Fuente: The Cradle.

Nota del Traductor:

  1. El patchwork es el arte de unir telas de diferentes colores y tamaños (retales) utilizando múltiples técnicas para llegar a formar distintos motivos y objetos útiles o simplemente decorativos (colchas, manteles, cojines, tapices, cuadros, cestas, cajas, etc.).

Carlos Pereyra Mele, centra su columna del Club de La Pluma nuevamente en el análisis del conflicto en el Cáucaso, con Georgia desde la mirada Geopolitica para comprender la importancia de este posible Ucrania 2.0, al estar este país sufriendo otra de las «Revoluciones de Colores» orquestadas por los anglosajones y sus ONG, y también las nulas consecuencias de la “orden” de captura de Putin y sin olvidar que está semana visita Moscú el Presidente de China Xi Jinping para conversar con su homólogo V. Putin en un encuentro de una trascendencia global de gran importancia 

La tonta decisión de ordenar la captura del Presidente  de la Federación Rusa Vladimir Putin por parte de un organismo que cada vez pierde el poco o nulo prestigio que supuestamente tenia, me refiero al Tribunal Penal Internacional, mientras las grandes potencias no se subordinada a su jurisdicción empezando por EEUU, China, India, Rusia, o sea, todo propaganda de baja nivel e inutil. Pero parece que hace falta seguir confundiendo a los extraviados habitantes de está región llamada occidente.

Mientras necesitan pareciera que los occidentales necesitan mas confusiones y delirios propagandísticos actualmente, para minimizar la gravedad de “otra’ nueva crisis financiera “oxidental” y que van!!!…y como no hay buenas noticias de la guerra híbrida global proxy en Ucrania ni en el frente económico inflación crisis políticas sociales en Inglaterra y Francia, etc., tenemos estos escapismos.  

Por ello es importante el análisis de carácter geopolitico y geoestrategico para entender lo que ocurrió y ocurre en Georgia País del Cáucaso Sur que está en una zona clave limitrofe con el Mar Negro, Turquia Rusia Armenia y Azerbaiyan, pequeno pais de apenas 70.000km2 con 3.700.000 habitantes que ya sufrio una revolucion de colores en el 2003 “La revolucion de las rosas” y en el 2008 entro en conflicto con Rusia y en menos de una semana Georgia perdio dos regiones Abjasia y Osetia del Sur. Porque aqui la OTAN quiere establecer lo que se denomina la Geopolitica de los 3 Mares (Baltico, Negro y Mediterraneo)

La Geopolitica de los 3 Mares el viejo modelo de Cinturon de aislamiento de Rusia anterior a la Guerra Fria
Aqui podemos apreciar la importancia de Georgia para lograr controlar parte del Mar Negro y conectar con la Geopolitica de los 3 Mares

El sábado 18/3/2023, invitado por el conductor del programa “Detrás de la razón”, Programa periodismo de Alto Impacto e independiente basado en la integridad informativa. Sin ninguna corporación, televisora, grandes millonarios o cadenas de gobiernos que “financian” el mismo, dirigido por el galardonado Periodista Roberto de la Madrid, fuimos invitados el catedrático español Eduardo Luque y el Director de Dossier Geopolitico Carlos Pereyra Mele, para analizar en profundidad el posible segundo frente que está organizando la angloesfera y su brazo militar la OTAN en el Cáucaso Sur desestabilizando la República de Georgia e iniciar una “Ucrania 2.0” en ese sector y para ello utilizando los conocidos métodos injerencista de las ONG financiadas por oligarcas occidentales o por estructuras como la USAID o la NED y también otras que responden a la Unión Europea. Por supuesto como la realidad es un movimiento constante y debido a las últimas noticias del pedido de captura por parte del TPI del Presidente de Rusia Vladimir Putin y la caída o derribo del Drone de la air force de USA en el mar Negro cerca de Crimea, fue analizado en dicho programa.

por Gabriel Merino el autor autoriza la publicación en Dossier Geopolitico de su artículo

…En el conflicto ucraniano, como en toda guerra, hubo una serie de errores de cálculo por parte de los distintos protagonistas. Pero sin dudas, uno de los que más se destaca es el cálculo de que profundizar al máximo posible la guerra económica contra Rusia —iniciada a partir de 2014— iba a desmoronar su economía. Argumentos no faltaban para tal razonamiento….

No sólo debido a que el poder financiero y la primacía del dólar hacen de las sanciones una especie de “arma de destrucción masiva” en poder de EE.UU. y el polo anglo-estadounidense —como pudimos ver en la región en el caso de Venezuela a partir de 2016—, sino por la interdependencia entre Rusia y Europa. Rusia proveyó en 2021 el 41% del gas, el 27% del petróleo y el 47% del carbón que consumió Europa. La dependencia europea —cuya ruptura implicaba enormes costos para Bruselas, que probablemente sí estaban calculados por las corporaciones hidrocarburíferas al otro lado del Atlántico— también significaba una enrome dependencia para Moscú, ¿a quién iría a vender Rusia semejante cantidad de hidrocarburos y, además, quién se iba a animar a comprarlos?

Uno de los posibles compradores sustitutos fue la respuesta casi obvia para los tiempos que corren: China. Digo, para los tiempos que corren porque…

…era completamente improbable pensar que Beijing desafiara de tal manera a Washington hace sólo una década, un suspiro, medido en tiempos históricos…

En el transcurso de 2022, China aumentó el 75% las importaciones de petróleo, gas y carbón de Rusia, y se aceleraron los proyectos de interconexión energética entre Moscú y Beijing, como ya había ocurrido a partir de 2014 cuando estalló el conflicto bélico en Ucrania y se inició una nueva fase en la crisis del orden mundial. Pero a los últimos movimientos para profundizar la asociación político-estratégica euroasiática, se le agrega la profundización del intercambio comercial y financiero en las monedas propias en detrimento del dólar —un movimiento que comenzó en 2014-2015, cuando Moscú y Beijing comienzan a desarrollar sistemas de pago alternativos al SWIFT, el SPFS y el CIPS respectivamente—, para romper ese monopolio dominado por el poder financiero del Norte Global.

Lo que estaba menos claro —sobre todo para visiones ancladas en el pasado o que reproducen la narrativa de la guerra fría protagonizada por EE.UU y la URSS para representar el mundo actual, queriéndolo encerrar en esa vieja bipolaridad tan distinta y distante a la realidad actual— era el papel de India. Esta potencia emergente del sur de Asia, que en breve será el país más poblado del mundo superando a China con 1.400 millones de personas (18% de la población mundial),

…fue en realidad el gran comprador de los hidrocarburos que los rusos dejaron de venderle a Europa. Esto se puede observar claramente en el gráfico de Bloomberg, al igual que el enigmático y creciente destino asiático “desconocido” del petróleo ruso, todo un dato en sí mismo. India, tercer mayor importador de petróleo del mundo, pasó de comprar el 1% del petróleo ruso a casi el 30% y, además, con nada menos que un 30% de descuento en promedio, lo cual le da una gran ventaja competitiva

como también a China, el gran taller industrial de un mundo cada vez más asiático—. Y además, Nueva Delhi compra en monedas distintas al dólar para evitar las sanciones, golpeando así en un aspecto sensible a la primacía del dólar que desde los años setenta del siglo XX se asienta en el petrodólar, es decir, en la comercialización mundial del petróleo en dólares.

India también anunció que le compraría a Rusia el carbón que Europa embargó y que lo haría en yuanes, para sorpresa y disgusto de la gran mayoría de analistas y de Washington que veían en el gigante del Índico un activo completamente alineado en la cruzada antichina. Esto también muestra que la weaponization del dólar por parte de EE.UU. tiene importantes costos al desmoronarse la realidad unipolar, pudiendo transformase en un bumerán y quebrar uno de los principales elementos en el que todavía conserva la primacía el ex hegemón.

A partir de la escalada bélica en territorio ucraniano, expresión regional de un conflicto mundial, también avanzó el desarrollo del Corredor de Transporte Internacional Norte-Sur (conocido como INSTC, por sus siglas en inglés), para unir la ciudad india de Bombay con la ciudad rusa de San Petersburgo. Éste cuenta con otro jugador clave en el tablero euroasiático y uno de los “malos” para el relato occidental: Irán. El Corredor es una gran red de 7.200 kilómetros (4.474 millas) de vías férreas, carreteras y rutas marítimas que conectan Rusia e India a través de Irán, pasando por el Mar Caspio y el Cáucaso. Supone un ahorro de casi dos semanas de tiempo de viaje de la ruta tradicional por el Mar Rojo, el canal de Suez y el Mediterráneo, y es entre 30% y 40% más económica. Pero sobre todo, es más segura para las potencias emergentes ya que, a diferencia de la ruta tradicional,

…no está controlada por bases militares de EEUU y el Reino Unido, la jefatura de la OTAN….

…Y como se sabe, un elemento central del análisis estratégico es el control de rutas comerciales, una clave del poder y de la acumulación del capital a nivel mundial.

Parte de la dinámica multipolar que se quiere resaltar es el acuerdo al que han llegado Irán y Arabia Saudita para restablecer los vínculos diplomáticos y reabrir las respectivas embajadas. Esto podría modificar drásticamente la situación geopolítica y geoestratégica en Oriente Próximo, o Asia Sudoccidental, en favor de la pacificación. Algo que resulta clave es que el mediador fue China, con muy buen vínculo político y como principal socio comercial de ambos países, lo que resulta todo un síntoma de los tiempos de posthegemonía anglo-estadounidense. El creciente acercamiento de Arabia Saudita, que era un aliado clave del polo anglo-estadounidense, a China y a los polos de poder emergentes, o los acuerdos con Rusia en la OPEP+, también son expresiones de un cambio de época. En lo que sería un movimiento de alto impacto, tanto Irán como Arabia Saudita ingresarían próximamente al club de los BRICS, como Argentina, y además Riad podría sumarse a la Organización para la Cooperación de Shanghái liderada por China y Rusia.

Es importante destacar que la posición de India tampoco resulta una sorpresa. Posee con Rusia un vínculo histórico que se remonta a los tiempos de la Unión Soviética, luego de la independencia del imperio británico. La asociación estratégica entre ambas potencias euroasiáticas tiene por los menos seis ejes fundamentales y uno de ellos es el de la Defensa. Rusia posee el segundo complejo industrial militar más importante del mundo y ello se refleja en que es el segundo exportador mundial de armas, con 21% del total mundial entre 2015-2019, por detrás de Estados Unidos con el 36%. Los principales destinos de exportación son India y China, en ese orden. Es decir que Rusia vende armas de primer nivel mundial a las dos grandes potencias emergentes de Asia, cada una con casi el 20% de la población mundial.

A su vez, para India es clave el vínculo con Rusia para contrabalancear a China, con quien posee importantes conflictos limítrofes y tensiones estratégicas, más allá de que Beijing sea el principal socio comercial de Nueva Delhi, algo propio de este mundo de profunda interdependencia, de cooperación, a la vez que enfrentamiento. Rusia es el gran punto de equilibrio entre la India y China. Además, las tres potencias comparten un conjunto de espacios institucionales emergentes que defino como un nuevo multilateralismo multipolar que se solapa y a la vez se contrapone con la institucionalidad del viejo orden globalista unipolar: el ya mencionado BRICS, pero también la estratégica Organización para la Cooperación de Shanghái que se inició en 2001 como germen de nuevas tendencias históricas, a la que ahora también se sumó Irán.

India, por otro lado, forma parte de la iniciativa estratégica denominada QUAD, junto a EE.UU., Japón y Australia, para contener a China en lo que los estadounidenses llaman “la región Indo-Pacífico”. Pero Nueva Delhi se resiste a alinearse contra Rusia. Es decir, en las antinomias atlantistas, India es parte del “mundo libre” pero también de las “autocracias” a las que hay que derrotar como misión histórica. Por eso mismo, las fuerzas globalistas apuntan cada vez con más fuerza al gobierno de Narendra Modi, al que antes veían como un ejemplo de “democracia”, y ahora es visto como otro “autócrata”, algo similar a lo que ocurrió con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan.

En este sentido, más que como concepto para caracterizar un régimen político particular, el concepto de “democracia”

que desde nuestra perspectiva confunde el concepto de república liberal con el de democracia

parecería utilizarse más bien como una vara de alineamiento relativo con las fuerzas dominantes del polo del poder anglo-estadounidense, representado como “Occidente” en términos geopolíticos. El problema es que con la aceleración de la multipolaridad relativa, según esta perspectiva, cada vez quedan menos alineados, digo, menos “demócratas”.

Como reconocen y lamentan Josh Holder, Lauren Leatherby, Anton Troianovski y Weiyi Cai en un artículo publicado en la usina globalista liberal New York Times y reproducido por Clarín (27-02-2023), “Occidente intentó aislar a Rusia, pero no dio resultado”. Un plano en el que se focalizan es el comercial, donde señalan que unos cuantos países han llenado el vacío que dejó “Occidente” al aumentar las exportaciones a Rusia a niveles muy por encima de los anteriores a la guerra. Entre ellos sobresalen los ya mencionados India y China, pero también Turquía, miembro prominente de la OTAN: “A pesar de que Turquía ha vendido armas a Ucrania, el presidente Recep Tayyip Erdogan ha impulsado un mayor flujo de mercancía hacia Rusia, lo que perjudica mucho la serie de sanciones impuestas por Occidente.”. Es decir, un país clave de la OTAN boicotea la guerra económica lanzada por la OTAN para destruir la economía rusa. Esto también resulta clave, porque estos países quebraron otro elemento fundamental de la guerra económica contra Rusia en el marco del conflicto en Ucrania: el bloqueo de insumos, piezas, bienes de capital y bienes intermedios fundamentales para la producción, que hubiera dinamitado la estructura productiva de Rusia.

En América Latina, a pesar de ser el viejo “patio trasero” de EE.UU., la situación también dista de ser de alineamiento con Washington y se impone la situación de multipolaridad —y con ello, la tensión entre conformar un polo propio en el Sur de América y ser otra manifestación del crecientemente insubordinado Sur Global, o aceptar el lugar de periferia subordinada al “hemisferio occidental” en situación de declive relativo. Por un lado, la mayor parte de los países de la región votaron a favor de la resolución de la ONU impulsada por los países de la OTAN que condena la invasión de Rusia a Ucrania, mostrando alineamiento “hemisférico”. El apoyo fue menor cuando se votó la suspensión de Rusia en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, destacándose la posición neutral y por lo tanto no favorable a la resolución por parte de México y Brasil, los dos principales países de la región, aunque sorprendió Argentina en su alineamiento con Washington en esa votación. Pero cuando se quiso involucrar a la región directamente en la guerra, por ejemplo, con la solicitud de envío de armamento a Kiev, claramente hubo un rechazo bastante extendido. Resonaron las respuestas de Brasil y Colombia a favor de la Paz.

Por otro lado, los países de América Latina participan cada vez más de iniciativas del mundo emergente protagonizadas por China junto a otras potencias euroasiáticas como Rusia e India, como la Iniciativa de la Franja y la Ruta, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura o el BRICS con la probable ampliación e incorporación de Argentina y, quizás, también de México, etc. Es destacable la realidad material que sustenta esta dinámica geopolítica y que otorga mayores márgenes de maniobra a los países de la región para intentar romper su lugar tradicional de “patio trasero”; no sólo China es el principal socio comercial e inversor (en términos de flujos) de Suramérica, sino que se observa un creciente papel de los países de Asia como socios comerciales:

en el año 2000, Asia representaba uno de cada diez dólares del comercio de América Latina, en tanto que en 2018, esa cifra alcanzó uno de cada cuatro; y si quitamos a México, de cuyo comercio el 80% es con EE.UU., dicha cifra aumenta considerablemente.

***

La guerra en Ucrania expresión de la transición geopolítica contemporánea que tiene como uno de sus elementos centrales el desplazamiento del centro de poder hacia Asia— ha mostrado asociaciones y alineamientos esperables, y otros no tanto. O por lo menos, que rompen los esquemas dualistas de bloques fijos en pugna, construidos por las usinas del Occidente geopolítico conducido por las fuerzas globalistas, intentando encerrar en ciertas antinomias de guerra fría la compleja realidad de un mundo multipolar, con el fin de presionar a través de alineamientos políticos y estratégicos. Obviamente, resulta necesario aclarar que esta multipolaridad no deja de ser relativa, en tanto que asimétrica. Además, tiene rasgos bipolares por el protagonismo de la tensión entre EEUU y China como principal expresión interestatal del conflicto sistémico entre el viejo polo dominante y los nuevos polos emergentes y, por lo tanto, expresión dominante en el tablero geopolítico mundial que adopta la contradicción principal que atraviesa al sistema mundial en crisis y transformación. También es necesario aclarar otra cuestión clave: dicha multipolaridad es una expresión superficial para referirnos a las tendencias estructurales que hacen a una crisis de hegemonía y captar algunas de sus dinámicas fundamentales. De hecho, puede haber una dinámica multipolar dentro de un ciclo de hegemonía (como durante la hegemonía británica), pero la actual multipolaridad es en esencia una expresión de la crisis de hegemonía y desorden mundial.

Sin compartir necesariamente su perspectiva teórica, resulta interesante traer a colación una idea de Robert Gilpin cuando desarrolla la teoría de la guerra hegemónica, 

Recuperando a Tucídides : “Guerras como esta no son meras contiendas entre Estados rivales, sino hitos políticos que marcan las transiciones de una época histórica hacia la siguiente”.

El mapa del poder mundial ha cambiado estructuralmente y la guerra es expresión de ello. Como se señaló hace más de una década en América Latina en plena oleada nacional-popular, que también fue y es expresión de la crisis de hegemonía, nos encontramos en un cambio de época. Muchas/os se resisten a aceptarlo.

Gabriel Merino

Gabriel Merino

Sociólogo y doctor en Ciencias Sociales. Investigador Adjunto CONICET – Instituto de Investigación en Humanidades y Ciencias Sociales, UNLP. Profesor en UNLP y Universidad Nacional de Mar del Plata. Miembro del Instituto de Relaciones Internacionales y Co-coordinador de «China y el mapa del poder mundial», CLACSO.

El director de Dossier Geopolitico, Carlos Pereyra Mele, centra su columna del Club de La Pluma en el análisis del conflicto en el Cáucaso, con Georgia en el centro de la actualidad, al estar este país sufriendo otra de las «Revoluciones de Colores» orquestadas por los anglosajones y sus ONG, además de la complicidad de Europa y de toda la gran prensa del sistema. Un intento de golpe de estado -blando-, que abre otro frente de la guerra híbrida global de la OTAN contra el mundo todo.

Además aborda la otra gran noticia del momento, con China como actor central y universal, al patrocinar el acuerdo histórico de las dos mayores potencias musulmanas de la humanidad -Arabia Saudí e Irán- que restablecen así sus relaciones diplomática con el intercambio de embajadores y la coordinación de sus intereses económicos y de seguridad. Lo que implica un terrible revés para  Estados Unidos e Israel y  sitúa a China como un gigante operador y negociador geopolítico del mundo.

También nos informa la reelección por otro cinco años de Xi Jinping como líder máximo de la potencia asiática, que entre otros avances, lidera sobre 37 de las 44 tecnologías de punta, lo  que redobla su poder al ser un país muy avanzado tecnológicamente y a la vez, una enorme fuente de materias primas y de recursos naturales.

Por otra parte, nos cuenta  cómo India reguló su capacidad de intercambio comercial con Alemania, con Rusia, con Israel, con Birmania, con Sri Lanka y con Malasia, todo en rupias como moneda de intercambio. Lo que está provocando la ira de Washington, quién en su desesperación, no tiene otra reacción que huir hacia delante con más conflictividad y belicismo, sin obtener beneficio para sí, mientras provoca demasiado sufrimiento al resto del mundo.

Cómo tal cual lo está haciendo EEUU en Ucrania, que mientras alienta esa terrible picadora de carne de los ucranianos, se contradice día a día en todos sus relatos y en sus marchas y contramarchas, ante un posible reconocimiento de la derrota o en una remontada tan imposible como ficticia. Mientras delira con el presagio ridículo de que la victoria rusa en Bahamut será el fin de Putin (?), en un intento desesperado por seguir engañando a los ciudadanos occidentales.

En suma, Pereyra Mele, nos dibuja el más certero escenario geopolitico del momento, a partir del conflicto en Georgia y su estratégico enclave  geográfico en el Cáucaso, entre Turquía, Rusia y Armenia. Otro punto neurálgico de una Asia en pleno desarrollo, en paralelo al fortalecimiento del nuevo orden multipolar. Que también tiene repercusiones en nuestro continente, con la estrategia del terror y la amenaza de EEUU -vía Comando Sur- para frenar a cualquier precio, la influencia en la zona de China, Rusia y resto de potencias emergentes.

Eduardo Bonugli

Madrid, 12/03/23

Georgia entre el Mar Negro, Rusia, Azerbaiyan,Armenia y Turquia y con dos regiones perdidas Abjasia y Osetia del Sur

POR MK BHADRAKUMAR

El acuerdo anunciado el viernes en Pekín sobre la normalización de las relaciones diplomáticas entre Arabia Saudí e Irán y la reapertura de sus embajadas es un hecho histórico. Va mucho más allá de una cuestión de relaciones entre Arabia Saudí e Irán. La mediación de China significa que estamos presenciando un cambio profundo de las placas tectónicas en la geopolítica del siglo XXI. 

El comunicado conjunto emitido el viernes en Pekín comienza diciendo que el acuerdo saudí-iraní se alcanzó “en respuesta a la noble iniciativa del presidente Xi Jinping”. El comienzo dramático continúa afirmando que Arabia Saudita e Irán han expresado su “aprecio y gratitud” a Xi Jinping y al gobierno chino “por albergar y patrocinar las conversaciones y los esfuerzos que realizó para su éxito”. 

El comunicado conjunto también mencionó a Irak y Omán por fomentar el diálogo entre Arabia Saudita e Irán durante 2021-2022. Pero lo destacado es que Estados Unidos, que ha sido tradicionalmente la potencia dominante en la política de Asia occidental durante casi ocho décadas, no está en la imagen.

Sin embargo, se trata de la reconciliación entre las dos mayores   potencias regionales en la región del Golfo Pérsico. La reducción de EE.UU. denota una ruptura colosal de la diplomacia estadounidense. Seguirá siendo una marca negra en el legado de política exterior del presidente Biden. 

Pero Biden debe asumir la culpa por ello. Un fracaso tan catastrófico se debe en gran medida a su fervor por imponer sus dogmas neoconservadores como complemento del poderío militar de Estados Unidos y a la frecuente insistencia del propio Biden en que el destino de la humanidad depende del resultado de una lucha cósmica entre la democracia y la autocracia. 

China ha demostrado que la hipérbole de Biden es delirante y choca con la realidad. Si la retórica moralista e irreflexiva de Biden enajenó a Arabia Saudita, sus intentos de reprimir a Irán se encontraron con la obstinada resistencia de Teherán. Y, en el análisis final, Biden literalmente llevó tanto a Riad como a Teherán a buscar fuerzas compensatorias que los ayudaran a hacer retroceder su   actitud opresiva y autoritaria.

La humillante exclusión de Estados Unidos del centro de la escena política de Asia Occidental constituye un “momento Suez” para la superpotencia, comparable a la crisis que vivió el Reino Unido en 1956, que obligó a los británicos a sentir que su proyecto imperial había llegado a un callejón sin salida y la antigua forma de hacer las cosas —poner a las naciones más débiles en línea como obligaciones ostensibles del liderazgo global— ya no iba a funcionar y solo conduciría a un ajuste de cuentas desastroso. 

La parte asombrosa aquí es el puro poder mental y los recursos intelectuales y el «poder blando» que China ha puesto en juego para burlar a los EE. UU. Estados Unidos tiene al menos 30 bases militares en Asia occidental, cinco solo en Arabia Saudita, pero ha perdido el manto del liderazgo. Ahora que lo pienso, Arabia Saudita, Irán y China hicieron su anuncio histórico el mismo día en que Xi Jinping fue elegido para un tercer mandato como presidente. 

Lo que estamos viendo es una nueva China bajo el liderazgo de Xi Jinping trotando sobre la loma alta. Sin embargo, está adoptando una postura modesta que no reclama laureles para sí mismo. No hay señales del ‘síndrome del Reino Medio’, contra el cual habían advertido los propagandistas estadounidenses. 

Por el contrario, para la audiencia mundial, especialmente países como India o Vietnam, Turquía, Brasil o Sudáfrica, China ha presentado un ejemplo saludable de cómo un mundo multipolar democratizado puede funcionar en el futuro: cómo es posible anclar la diplomacia de las grandes potencias en políticas, comercio e interdependencia consensuales y conciliatorios y promover un resultado en el que todos salgan ganando. 

Implícito en esto hay otro gran mensaje: China como factor de equilibrio y estabilidad global. No son solo Asia-Pacífico y Asia Occidental quienes están observando. La audiencia también incluye África y América Latina; de hecho, todo el mundo no occidental que forma la gran mayoría de la comunidad mundial conocida como el Sur Global. 

Lo que la pandemia y la crisis de Ucrania han sacado a la superficie es la realidad geopolítica latente acumulada a lo largo de décadas de que el Sur Global rechaza las políticas de neomercantalismo seguidas por Occidente disfrazadas de ‘internacionalismo liberal’. 

Occidente persigue un orden internacional jerárquico. Nada menos que el jefe de política exterior de la UE, Josep Borrell, soltó esto recientemente en un momento de descuido con un toque de tono racista cuando dijo desde una plataforma pública que «Europa es un jardín». El resto del mundo es una jungla, y la jungla podría invadir el jardín.

Mañana, China también podría estar desafiando la hegemonía estadounidense sobre el hemisferio occidental. El reciente documento del Ministerio de Relaciones Exteriores de China titulado ‘ La hegemonía estadounidense y sus peligros ‘ nos dice que Beijing ya no estará a la defensiva. 

Mientras tanto, se está produciendo un realineamiento de fuerzas en el escenario mundial con China y Rusia de un lado y Estados Unidos del otro. ¿No transmite un gran mensaje que en la víspera del histórico anuncio en Beijing el viernes, el ministro de Relaciones Exteriores de Arabia Saudita, el Príncipe Faisal bin Farhan Al Saud, aterrizó repentinamente en Moscú en una «visita de trabajo» y se reunió con Asuntos Exteriores? Ministro Sergey Lavrov, que estaba visiblemente encantado? ( aquí ,  aquí  y   aquí  ) 

Por supuesto, nunca sabremos qué papel habría jugado Moscú entre bastidores en coordinación con Beijing para construir puentes entre Riad y Teherán. Todo lo que sabemos es que Rusia y China coordinan activamente sus movimientos de política exterior. Curiosamente, el 6 de marzo, el presidente Putin mantuvo una  conversación telefónica con el presidente de Irán, Ebrahim Raisi.  

Audacia de la esperanza 

Sin duda, la geopolítica de Asia occidental nunca volverá a ser la misma. Siendo realistas, ha aparecido el primer gorrión de la primavera pero el hielo se derritió a sólo tres o cuatro varas de la orilla. No obstante, los rayos del sol dan esperanza, señalando días más cálidos por venir. 

Es concebible que Riad no acepte más los complots diabólicos tramados en Washington y Tel Aviv para crear una alianza contra Irán en el oeste de Asia. Tampoco está en el ámbito de la posibilidad de que Arabia Saudita sea parte de cualquier ataque estadounidense-israelí contra Irán. 

Esto aísla gravemente a Israel en la región y deja a Estados Unidos sin dientes. En términos sustantivos, dispersa los febriles esfuerzos de la administración Biden últimamente para engatusar a Riad para que se una a los Acuerdos de Abraham. 

Sin embargo, de manera significativa, un comentario en Global Times señaló con cierta audacia que el acuerdo entre Arabia Saudita e Irán “estableció un ejemplo positivo para otros temas candentes regionales, como la relajación y la solución del conflicto israelí-palestino. Y en el futuro, China podría desempeñar un papel importante en la construcción de un puente para que los países resuelvan problemas espinosos de larga data en el Medio Oriente, tal como lo hizo esta vez”. 

De hecho, el comunicado conjunto emitido en Beijing dice: “Los tres países [Arabia Saudita, Irán y China] expresaron su entusiasmo por realizar todos los esfuerzos para mejorar la paz y la seguridad regionales e internacionales”. ¿Puede China sacar un conejo del sombrero? El tiempo dirá.

Sin embargo, por el momento, el acercamiento saudí-iraní ciertamente tendrá consecuencias positivas en los esfuerzos hacia un acuerdo negociado en Yemen y Siria, así como en la situación política en el Líbano.

El comunicado conjunto enfatiza que Arabia Saudita e Irán tienen la intención de revivir el Acuerdo General de Cooperación en los Campos de Economía, Comercio, Inversiones, Tecnología, Ciencia, Cultura, Deportes y Juventud de 1998. En general, la estrategia de máxima presión de la administración Biden hacia Irán se ha derrumbado y las sanciones de Occidente contra Irán se están volviendo ineficaces. Las opciones políticas de Estados Unidos sobre Irán se han reducido. Irán gana profundidad estratégica para negociar con EE.UU. 

La vanguardia de las sanciones estadounidenses radica en las restricciones sobre el comercio de petróleo de Irán y el acceso a los bancos occidentales. Es completamente concebible que una reacción violenta esté a punto de comenzar cuando Rusia, Irán y Arabia Saudita, tres de los principales países productores de petróleo y gas, comiencen a acelerar su búsqueda de mecanismos de pago sin pasar por el dólar estadounidense. 

China ya está discutiendo tal acuerdo con Arabia Saudita e Irán. Las transacciones comerciales y económicas entre China y Rusia intentan evitar el dólar estadounidense para los pagos. Es bien entendido que cualquier erosión significativa en el estatus del dólar como ‘moneda mundial’ no sólo significará la perdición de la economía estadounidense sino que paralizará la capacidad de EE.UU. para librar ‘guerras eternas’ en el exterior e imponer su hegemonía global. 

La conclusión es que la reconciliación entre Arabia Saudita e Irán también es un precursor de su inducción como miembros BRICS   en un futuro cercano. Sin duda, ya existe un entendimiento ruso-chino sobre este punto. La membresía BRICS de Arabia Saudita e Irán restablecerá radicalmente la dinámica de poder en el sistema internacional.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de DG.

Fuente: https://www.indianpunchline.com/china-steps-up-a-new-era-has-dawned-in-world-politics/ 

Las “dos sesiones” que se han celebrado en Pekín esta semana confirman la insalvable fractura del sistema mundial y el temor que inspira la agresividad estadounidense. 

Por Eduardo VIOR que autoriza su publicación en DG. original en TELAM

El viernes (10/3/2023)  por la mañana Xi Jinping fue electo unánimemente como presidente de la República Popular de China y de la Comisión Militar Central. La elección tuvo lugar durante la sesión anual del 14º Congreso Nacional del Pueblo (CNP), que se desarrolló durante la semana. A su vez, Han Zheng, representante del Grupo de Shanghai, fue electo vicepresidente. 

Paralelamente ha sesionado la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CCPPCh), el máximo organismo asesor del país. Ambas reuniones constituyen lo que en la República Popular se conoce como “las dos sesiones”, que siempre se realizan a esta altura del año, para evaluar la marcha del gobierno, adoptar decisiones y planificar el desarrollo en los siguientes doce meses. Este año, sin embargo, por el creciente peso de China en el orden mundial y por los nubarrones que oscurecen el horizonte internacional, la reunión legislativa y la consultiva han adquirido una importancia especial para el futuro de la humanidad. China se siente seriamente amenazada y está preparando su defensa. 

Gracias a la reforma de la Constitución en 2017, Xi fue electo ahora para un tercer período de cinco años. Es la primera vez desde la muerte en 1976 de Mao Zedong (el fundador de la República Popular en 1949) que un dirigente del Partido Comunista (PCCh) puede ejercer por tanto tiempo la jefatura del Estado. Dadas las protestas que se produjeron el año pasado contra los cierres de actividad durante el último pico de la pandemia de coronavirus, los medios occidentales dudaban de que el presidente fuera reelecto. Sin embargo, mostrándose como un gran conductor, cedió a los reclamos populares, controló la posterior difusión de la pandemia, dejó que la actividad económica recobrara ímpetu y alcanzó ahora la unidad con el grupo neoliberal de Shanghai. China anuncia así una tasa de crecimiento del 5 por ciento para 2023 y Xi salió fortalecido como líder de una unidad patriótica hasta hace poco inconcebible. Para demostrarlo, el miércoles se mostró con los delegados militares a la Asamblea. 

Al dirigirse a diputados del ejército y la policía en la sesión legislativa, el presidente chino insistió este miércoles 8 en la necesidad de integrar mejor las estrategias nacionales. El jefe del Estado, ratificado este viernes también como jefe del Ejército Popular de Liberación (EPL), exhortó a impulsar la innovación científica y tecnológica, para alcanzar rápidamente la autosuficiencia del país. Debe reforzarse, dijo, la resiliencia de las cadenas industriales y de suministro. Asimismo, el mandatario instó a coordinar la construcción de grandes infraestructuras, a acelerar la creación de reservas nacionales y a ponerlas al servicio de la seguridad nacional. Mostrándose como parte de la poderosa delegación militar a la reunión legislativa y exhortando a aumentar la autosuficiencia, el jefe del Estado chino advirtió a la nación y al mundo que su país se está preparando aceleradamente para afrontar una grave agresión externa. 

En esta doble sesión del CNP y de la CCPPCh, una institución donde trabajan otros partidos aliados y personalidades que asesoran en las leyes, proponen y pueden sugerir cambios al gobierno, se decidió que el presupuesto de defensa, el segundo más grande del mundo detrás del norteamericano, aumentará a unos 225.000 millones de dólares (7,2% respecto del año anterior). Tal como afirmó el saliente primer ministro Li Keqiang, este aumento se sostiene por el crecimiento de la economía, que experimenta una recuperación sólida después de tres años de ralentización por la pandemia. 

Luego de dejar atrás las restricciones por el Covid, la economía china está mostrando señales de un rebote más fuerte de lo esperado. Muestra de que el repunte es generalizado es que los diez mayores valores del país que cotizan en EE.UU. subieron el miércoles, aumentando colectivamente su valor de mercado en más de 25.000 millones de dólares. El repunte de China también está impulsando la industria manufacturera en Tailandia, Vietnam y Taiwán. 

Lo interesante de este crecimiento es que al mismo tiempo las economías occidentales entran en estancamiento o incluso en recesión. Mientras que se espera que Estados Unidos crezca este año sólo un 0,1%, Europa lo hará en 0,7%. El hecho de que China espere un crecimiento robusto implica que las economías occidentales y la china se están desacoplando. Gracias a las medidas proteccionistas antichinas que EE.UU. viene adoptando consecuentemente desde 2018, podríamos estar entrando en una gran divergencia entre dos de las mayores economías del mundo. Si Occidente experimenta cinco años de crecimiento lento -lo que es perfectamente posible-, mientras que la economía china sigue creciendo al ritmo previsto, antes de 2030 China se convertirá en primera economía mundial. 

Durante la sesión legislativa plenaria también habló el canciller entrante, Qin Gang, quien advirtió que las acciones de EE.UU. están llevando hacia un enfrentamiento entre ambas potencias. El ministro especificó que están en juego los intereses fundamentales de los dos pueblos que abarcan comercio, tecnología, los derechos humanos, Taiwán y la guerra en Ucrania. Si Washington no cambia de rumbo, dijo, “habrá conflicto y confrontación”. 

Al divergir los ciclos de las dos mayores potencias, crece en EE.UU. el recelo hacia China: si vuelven a abrir las fronteras, temen, los productos chinos los inundarán y las empresas asiáticas controlarán la economía norteamericana. Si se cierran como ahora, en cambio, la República Popular continuará expandiéndose en Eurasia, África y América Latina, desplazando a las inversiones estadounidenses. Incapaz de sentarse a dialogar con Pekín y de impulsar un ciclo de innovación que le permita competir exitosamente, la elite norteamericana reacciona amenazadora. Incluso voces en Washington aconsejan atacar a China ahora, cuando todavía hay una cierta paridad de fuerzas. La combinación entre la creciente divergencia económica y la paranoia norteamericana hacen tener lo peor. Se entiende que China quiera protegerse y opte por el autosostenimiento, pero a los demás ¿quién nos protege? 

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Fuente TELAM https://www.telam.com.ar/notas/202303/622170-china-eeuu.html