En el día en que se cumplen una década del lanzamiento de la Iniciativa de la Franja y la ruta, el sinólogo argentino Sebastián Schultz analiza que con el proyecto, China construye una “globalización incluyente” y asegura que en él América Latina “es una zona estratégica” que debe aprovecharlo impulsando la unidad continental.

Por Sebastián Schulz. autoriza su publicacion en Dossier Geopolitico

Septiembre de 2023 marca el aniversario de un hecho de gran trascendencia histórica y geopolítica. Uno de esos hechos que, vistos en perspectiva, marcarán un antes y un después en la historia de la humanidad. Hace diez años, un 7 de septiembre de 2013, durante una visita oficial a la República de Kazajstán, el presidente chino Xi Jinping anunció la propuesta de crear una serie de corredores económicos que emularan la milenaria “Ruta de la Seda”. Un mes después, en Indonesia, el presidente de la República Popular China extendió la iniciativa más allá de lo terrestre, y propuso crear una “Ruta de la Seda Marítima” que conectara los puertos (y, a través de ellos, a los pueblos) alrededor del mundo.

La denominación de “Nueva Ruta de la Seda” pretendía hacer un paralelismo con la histórica Ruta de la Seda de la época de Zheng He y Marco Polo. Durante más de mil años, China fue el centro del dinamismo económico del mundo, y a través de la “Ruta de la Seda” se transportaban productos exóticos, pero también se conectaban pueblos, civilizaciones, culturas, se compartieron conocimientos, principalmente entre Asia y Europa, pero también entre China y sus naciones vecinas. La nominación de “Ruta de la Seda” se la debemos a Ferdinand von Richthofen, alemán, ya que la seda era un producto sumamente preciado por los europeos. Pero la novedosa iniciativa de Xi Jinping no pretendía reconstruir “una ruta” ni tampoco comerciar específicamente seda.

A través de la idea de “Nueva Ruta de la Seda”, el gobierno chino pretendió presentar una nueva herramienta para el desarrollo a un mundo plagado de crisis y tensiones. La convocatoria estuvo orientada principalmente a los países emergentes y en desarrollo (el llamado “Sur global”), y recuperaba la idea de que el comercio era un componente central del vínculo entre los pueblos, de que el desarrollo de una nación estaba estrechamente vinculada al desarrollo de las otras, y que la paz y la estabilidad eran condiciones necesarias para garantizar la calidad de vida de los pueblos. Cuando hubo paz y floreció el comercio, pueblos y naciones coexistieron armónicamente, retroalimentándose a través de un diálogo sincrético entre civilizaciones. Cuando hubo guerra, crisis y falta de estabilidad, la histórica Ruta de la Seda mermó su importancia y los pueblos sufrieron las consecuencias.

La rebautizada “Iniciativa de la Franja y la Ruta” (IFR) nació al calor de un orden internacional en cuestión, caracterizado entre otras cosas por la pérdida de hegemonía de los Estados Unidos, el fin del unipolarismo y la crisis de legitimidad de las instituciones internacionales creadas por los acuerdos de Bretton Woods después de la segunda guerra mundial. A su vez, la IFR se propuso como una herramienta para ayudar a los países en desarrollo a paliar los impactos de la crisis económica y financiera global, la brecha de infraestructura, las crisis sanitarias, políticas, ecológicas, etc.

En medio de la proliferación de las tensiones globales, la República Popular China propuso al mundo la “Iniciativa de la Franja y la Ruta”, como una propuesta para reconstruir lazos comerciales, pero también sociales, políticos y culturales, entre pueblos y naciones distantes, pero las cuales son todas ellas pertenecientes a una comunidad de destino compartido para la humanidad.

Si bien originalmente la propuesta contemplaba 6 corredores que conectaban Asia, África y Europa, la Iniciativa de la Franja y la Ruta se ha expandido hasta incluir nuevas regiones geográficas, así como también ha diversificado sus dimensiones de cooperación. De este modo, desde hace algunos años se ha comenzado a hablar de una Ruta de la Seda digital, la Ruta de la Seda espacial e incluso la Ruta de la Seda Polar. Por otro lado, también se han mencionado otras variables de la iniciativa, como por ejemplo la “Ruta de la Seda de la Salud” (que ha ganado protagonismo en el marco de la pandemia de Covid-19), la “Ruta de la Seda verde”, entre otras. América Latina y el Caribe (ALC), en tanto, fue considerada por el gobierno chino en 2017 como una extensión natural de la Ruta de la Seda Marítima.

En líneas generales, la Iniciativa de la Franja y la Ruta es esencialmente un proyecto productivo sustentado en la economía real, que contempla el financiamiento para la construcción de vías ferroviarias, carreteras terrestres, aeropuertos, proyectos energéticos, parques industriales y puertos para agilizar el comercio entre los países involucrados. Lo cual no es menor, teniendo en cuenta el contraste entre la iniciativa de China y la creciente financiarización económica que atraviesa el Norte global, el aumento de la especulación financiera y las burbujas, y la proliferación de corridas cambiarias que afectan principalmente a las economías en desarrollo.

A su vez, podemos señalar dos características distintivas de la Nueva Ruta de la Seda. En primer lugar, la IFR no es un paquete cerrado, sino que es un proceso abierto que se define sobre la marcha y en el cual se pueden integrar todos los interesados para darle forma. La incapacidad de definir con precisión a la IFR y sus proyectos genera incomodidad en occidente, que busca siempre establecer blancos y negros a la hora de caracterizar las iniciativas extranjeras. Sin embargo, la IFR retoma el legado denguista de “cruzar el río tanteando las piedras”, es decir, se va redefiniendo a partir de las experiencias prácticas y se va enriqueciendo con la incorporación de nuevos proyectos.

Por otra parte, China explicita el espíritu de la Nueva Ruta de la Seda en términos sumamente abiertos, siendo los acuerdos comerciales no un fin en sí mismo, sino un medio para facilitar un desarrollo “centrado en las personas”. En este sentido, la IFR es mas bien una serie de principios que guían la cooperación que una enumeración de posibles proyectos. Firmando el Memorándum de Adhesión a la IFR, las partes se comprometen a circunscribir la cooperación a determinados principios básicos, como la búsqueda del beneficio mutuo, la no injerencia en asuntos internos, el respeto por los modelos de desarrollo nacionales, la amplia consulta, el respeto por la legislación local, la paz entre las naciones, entre otras. Mediante la IFR, China busca construir un nuevo tipo de relaciones internacionales, recuperando y actualizando los Principios de Coexistencia Pacífica emanados de Bandung, respetando la Carta de las Naciones Unidas y poniendo las necesidades de los pueblos en el centro de las políticas.

Así, mediante la IFR, China construye una “globalización incluyente”, también llamada “globalización con características chinas”, que consiste en crear corredores económicos, políticos y sociales que impulsen la cooperación entre pueblos y naciones en todo el mundo. Si la globalización neoliberal se caracteriza por priorizar la acumulación de capital en cada vez menos manos, la globalización incluyente busca potenciar las capacidades nacionales a través de la cooperación internacional. Si la globalización neoliberal busca homogeneizar las culturas y cosmovisiones a los parámetros de consumo occidentales, la globalización incluyente se realiza respetando la diversidad y la heterogeneidad de civilizaciones que coexisten en el mundo. Si la globalización neoliberal prioriza lo financiero y especulativo por sobre lo productivo, la globalización incluyente va de la mano de la economía real como vector del desarrollo.

Por ello, decimos que la IFR es una herramienta que aporta a la construcción de un mundo multipolar. Contrario a lo que se sostiene desde un sector de occidente, la IFR no busca crear un mundo “centrado en China”, sino un orden donde haya múltiples polos de poder conviviendo y cooperando en forma armónica y pacífica.

El fuerte respaldo internacional a la Iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda se expresó en la rápida aceptación que generó, principalmente, entre los países emergentes. Según datos del gobierno chino, en tan solo diez años, más de 150 países han firmado el Memorándum de Entendimiento para adherir a la iniciativa, se han impulsado más de 3.000 proyectos de cooperación y se ha destinado casi 1 billón de dólares en inversiones. A su vez, desde su creación, los proyectos de la IFR han ayudado a crear 420.000 puestos de trabajo y como consecuencia de sus políticas se ha sacado a casi 40 millones de personas de la pobreza fuera de China.

Entre los países que ya son parte de la IFR, 22 de ellos pertenecen a América Latina y el Caribe (ALC). Nuestra región es una zona estratégica para la IFR, en tanto representa el 13,6% de la superficie global, tiene una población de 640 millones de habitantes (más del 8% de la población mundial) y representa en su conjunto un PBI (PPA) de 12.5 mil millones de dólares, superior al de la India (el tercer PBI mundial). A su vez, ALC posee una de las principales reservas hidrocarburíferas del mundo (22% de las reservas de petróleo), es una de las principales regiones de producción de alimentos del mundo (es la tercera superficie mundial con mayor tierra cultivable, además de que es una de las más productivas), es una de las principales reservas de biodiversidad del mundo, una de las principales reservas de agua dulce del mundo y es una de las principales reservas de litio del mundo, mineral fundamental en la carrera tecnológica.

En este marco, la participación de ALC en la Iniciativa de la Franja y la Ruta representa una oportunidad para romper los lazos de dependencia que históricamente han ligado a nuestra región con los Estados Unidos, pensando en el desarrollo de un proyecto productivo industrial soberano y socialmente inclusivo. Por ello, no es casual la reacción norteamericana frente a la creciente presencia china en la región, y en este marco se encuentran los intentos de funcionarios y medios estadounidenses de sabotear los proyectos de infraestructura enmarcados en la Ruta de la Seda.

La reconfiguración del mapa de poder mundial es un hecho innegable en el orden internacional actual. El acercamiento entre China y América Latina y el Caribe es trascendental, y en este marco la Iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda tiene una importancia estratégica. Para aprovechar esta oportunidad, los países de la región deben impulsar la unidad continental, para construir los umbrales de poder necesarios para ser parte del nuevo orden internacional en formación.

Publicado en la revista web Dangdai

Por Aleksandr Dugin

Lo ocurrido en la XV Cumbre de los BRICS en Johannesburgo es verdaderamente histórico. Aunque el Presidente de Rusia, fundador de los BRICS, no haya participado en ella, no deja de ser un punto de inflexión en la historia moderna. El orden mundial está cambiando ante nuestros ojos. Repitamos el significado de los cambios tectónicos en curso.

Inicialmente, «BRIC» era un acrónimo de cuatro países -Brasil, Rusia, India, China- que el economista Jim O’Neill propuso en 2001 para resumir las características de países con economías en activo desarrollo que pretenden alcanzar al Occidente desarrollado en una serie de parámetros fundamentales. En este sentido, los países BRIC han pasado a entenderse como lo que Immanuel Wallerstein denominó «países semiperiféricos». En la concepción del sistema-mundo de Wallerstein, el mundo se dividía en tres zonas:

  1. El núcleo (el Occidente rico),
     
  2. La semiperiferia (es decir, los BRIC), y
     
  3. La periferia (el Sur pobre).

El propio Wallerstein, en el espíritu de la ideología trotskista, predijo el colapso de los países de la semiperiferia. Las élites, en su opinión, se integrarían en el sistema occidental (un ejemplo típico es la oligarquía rusa, así como los magnates financieros de la India y en parte de China). Y las masas oprimidas y arruinadas por estas élites se verían obligadas a deslizarse hacia el proletariado mundial, es decir, a igualarse con la periferia. En este concepto, la migración mundial es el principal motor de esta estratificación de la semiperiferia en una élite colonial que aspira a convertirse en el núcleo (es decir, a unirse a Occidente) y una subclase internacional, donde los emigrantes laborales se igualarán y mezclarán con la empobrecida población local.

Otra definición de los países BRIC es la de «segundo mundo». De nuevo, el «primer mundo» es el Occidente rico y el «tercer mundo» son los países irremediablemente atrasados. El «segundo mundo» es estrictamente intermedio: viven mucho mejor que el tercer mundo, pero están muy por detrás del «primer mundo».

Así que los países BRIC dieron muestras de autoconciencia y en 2006, por iniciativa del presidente ruso Vladimir Putin, decidieron formar un club de países del «segundo mundo» o «semiperiféricos».

Resultó que los BRIC se basaban en cuatro civilizaciones:

  1. Brasil, que es una civilización distintiva de Iberoamérica;
     
  2. Rusia-Eurasia (al fin y al cabo, los eslavófilos y euroasiáticos entendían Rusia como una civilización independiente, un estado-mundo);
     
  3. India y;
     
  4. China, cuya identidad civilizaciones y antigüedad no plantean ningún interrogante.

Así que resultó que los países de la semiperiferia o del segundo mundo no son sólo un cierto nivel de desarrollo económico o una etapa en el camino de la modernización según las líneas occidentales, sino civilizaciones antiguas y bastante distintivas. Así, muchos vieron la creación del BRIC como un club multipolar y, por tanto, como una confirmación de la razón de Samuel Huntington, que predijo un retorno a las civilizaciones y un sistema multipolar en el futuro, que sustituiría a la división bipolar del mundo (sobre el principio de campo socialista/campo capitalista) en lugar del mundo unipolar proclamado por liberales y globalistas («el fin de la historia» de Fukuyama, principal oponente de Huntington).

Cuatro civilizaciones o Estados-Civilización (Zhang Weiwei) se unieron al BRIC en la primera etapa. Y el principio de la asociación era situarse fuera de la zona de influencia dominante de la hegemonía occidental. Cada una de las civilizaciones tenía sus propias justificaciones fundamentales para su propia soberanía:

  • La economía, el sistema financiero y la demografía de China;
     
  • India también economía, demografía y alta tecnología;
     
  • Rusia – recursos, armas nucleares y una historia política de obstinada afirmación de la soberanía frente a Occidente;
     
  • Brasil – economía, industria y demografía.

En un principio, el BRIC se mostró muy cauto y amante de la paz, pero de algún modo se ha presentado discretamente como pilar de una alternativa a la unipolaridad, rechazando la rígida hegemonía del «Occidente colectivo» (la OTAN y otras organizaciones rígidamente unipolares dominadas por Estados Unidos). Mientras que la civilización occidental se autoproclamaba como la única -la civilización en singular-, que es la esencia del globalismo y la unipolaridad, los países BRIC representaban civilizaciones soberanas e independientes, diferentes de Occidente, con una larga historia y un sistema de valores tradicionales completamente original. Y el club multipolar ha expresado así su determinación de defender este estado de cosas en el futuro.

Al mismo tiempo, cada uno de los países BRIC es algo más que un país.

Brasil, la mayor potencia de Sudamérica, representaba a todo el continente iberoamericano.

Rusia, China e India tienen por sí solas la escala suficiente para ser consideradas civilizaciones. Pero también son más que Estados-nación.

Rusia es la vanguardia de Eurasia, el «Gran Espacio» euroasiático.

China es responsable de una zona importante de las potencias vecinas de Indochina. El proyecto «Un cinturón, una ruta» traza con precisión la zona de influencia en expansión del polo chino.

India también está extendiendo su influencia más allá de sus fronteras, al menos hasta Bangladesh y Nepal.

Cuando Sudáfrica se unió a los países BRIC en 2011 (de ahí el acrónimo BRICS: la «C» al final de Sudáfrica), el continente quedó simbólicamente representado por este país africano de mayor tamaño.

Pero el acontecimiento más importante en la historia de los BRICS tuvo lugar en la XV Cumbre, celebrada del 22 al 24 de agosto de 2023 en Johannesburgo. Aquí se tomó la decisión histórica de admitir a 6 países más en la organización: Argentina, Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos. Cada uno de estos países, al ingresar en el club multipolar, trajo consigo algo mucho más que otra solicitud de participación en asociaciones internacionales, que ya abundan sin el BRICS.

La adhesión de cuatro potencias islámicas -el Irán chií y la Arabia Saudí suní, los EAU y Egipto- fue fundamental. De esta forma, se consolidó la participación directa en el mundo multipolar de toda la civilización islámica, representada tanto por la rama suní como por la chií.

Además, junto con Brasil de habla portuguesa, Argentina de habla hispana, otra potencia fuerte e independiente, se unió al BRICS. Ya a mediados del siglo XX, los teóricos de la unificación de Sudamérica en un gran espacio consolidado –sobre todo el general argentino Juan Perón y el presidente brasileño Getúlio Vargas– consideraban el acercamiento de Brasil y Argentina como el acorde decisivo de este proceso. De lograrse, el proceso de integración de la ecúmene iberoamericana (A. Buela) sería irreversible. Y esto es exactamente lo que está ocurriendo ahora en el contexto de la adhesión de las dos principales potencias de América del Sur -Brasil y Argentina- al club multipolar. No es casualidad que los globalistas se enfurecieran tanto ante el mero hecho de la adhesión de Argentina a los BRICS, movilizando a todos sus agentes de influencia en la política argentina para impedirlo.

La aceptación de Etiopía es también altamente simbólica. Es el único país africano que se ha mantenido independiente durante toda la época colonial, preservando su soberanía, su independencia y su cultura única (los etíopes son el pueblo cristiano más antiguo). Junto con Sudáfrica, Etiopía refuerza su presencia en el club multipolar del continente africano.

De hecho, en la nueva composición del BRICS obtenemos un modelo completo de unión de los 6 polos – civilizaciones, «Espacios Mayores» que sólo existen en el planeta. Con la excepción de Occidente, que sigue desesperado por preservar su hegemonía y su estructura unipolar. Pero ahora no se enfrenta a países dispares y fragmentados, llenos de contradicciones internas y externas, sino a una fuerza unida de la mayoría de la humanidad, decidida a construir un mundo multipolar.

Este mundo multipolar está formado por las siguientes civilizaciones:

  1. Occidente (EEUU+UE y sus vasallos, lo que incluye, por desgracia, al otrora orgulloso y original Japón);
     
  2. China (+Taiwán) con sus satélites;
     
  3. Rusia (como integradora de todo el espacio euroasiático);
     
  4. India y su zona de influencia;
     
  5. América Latina (con el núcleo de Brasil+Argentina);
     
  6. África (Sudáfrica+Etiopía, con Malí, Burkina Faso, Níger, etc., saliendo de la influencia colonial francesa).
     
  7. Mundo islámico (en sus dos versiones: Irán chiíta, Arabia Saudí suní, EAU, Egipto).

Así pues, tenemos la estructura del mundo heptapolar, compuesto por 7 civilizaciones de pleno derecho, algunas de las cuales ya están plenamente formadas (Occidente, China, Rusia, India) y otras (el mundo islámico, África, América Latina) están en camino.

Al mismo tiempo, en el contexto del mundo heptapolar, una especie de heptarquía emergente, una civilización -la occidental- reclama la hegemonía, mientras que las otras seis le niegan este derecho, aceptando sólo un orden multipolar y reconociendo a Occidente como sólo una de las civilizaciones, junto con otras.

Así pues, la razón de Samuel Huntington, que veía el futuro en el retorno de las civilizaciones, se ha confirmado en la práctica, mientras que la falacia de la tesis de Fukuyama, que creía que la hegemonía mundial del Occidente liberal (el fin de la historia) ya se ha alcanzado, se ha hecho evidente. Por lo tanto, a Fukuyama sólo le queda dar lecciones a los neonazis ucranianos, la última esperanza de los globalistas para detener el inicio de la multipolaridad, por la que hoy lucha Rusia en Ucrania.

Agosto de 2023 puede considerarse el cumpleaños del mundo multipolar -y aún más precisamente heptapolar-.

La heptarquía ya está aquí. Ya es hora de examinar más de cerca cómo interpretan los propios polos civilizacionales la situación en la que se encuentran.

FUENTE Geopolitika.ru

https://www.geopolitika.ru/es/article/un-mundo-heptapolar

La incorporación al bloque no alineado conlleva para nuestro país enormes oportunidades, pero implica diseñar una estrategia realista y asumir responsabilidades en el liderazgo mundial

por Eduardo J. Vior
analista internacional Dossier Geopolitico

Tras la adhesión de Argentina a BRICS, el pasado jueves 24, la mayoría de los medios argentinos se centró en las posibilidades comerciales, financieras y las inversiones en infraestructura que pueden generarse a partir de nuestra entrada al bloque. Sin embargo, nadie mencionó la posibilidad que se nos ofrece, para intercambiar recursos energéticos, minerales y alimenticios por un financiamiento que nos libre del endeudamiento actual, ni las responsabilidades que nos caben como parte del gobierno mundial en ciernes. Nuestro nuevo bloque de pertenencia puede organizar sinergias positivas para reubicarnos en el mundo, pero demanda inteligencia y flexibilidad.

La negociación en Johannesburgo fue extremadamente difícil y complicada. India quería tres nuevos miembros y China, hasta diez. Finalmente se llegó a un compromiso con seis: Egipto, Irán, Arabia Saudita (AS), Emiratos Árabes Unidos (EAU), Argentina y Etiopía. Rusia apoyó la incorporación de Egipto, China apostó por Irán, EAU y AS. La India, por el contrario, no se sentía cómoda con tres nuevos miembros musulmanes (AS, EAU, Egipto), pero Rusia apaciguó sus temores. En tanto, Brasil y China apoyaron a Argentina, porque nosotros tenemos enormes problemas, pero somos para Pekín un proveedor clave de materias primas y para Brasil, un socio indispensable. Por su parte, Sudáfrica apoyó a Etiopía, para sumar otro miembro africano no árabe.

India se tranquilizó, cuando el ministro de Exteriores ruso Serguéi Lavrov le aseguró que falta mucho para implantar una nueva moneda única de los BRICS. Lavrov comprendió que Nueva Delhi está absolutamente aterrorizada por las sanciones que podría decretar EEUU, si se involucra excesivamente en BRICS. Tanto es así que, según versiones, a pedido de Francia Nueva Delhi habría vetado el ingreso de Argelia. El primer ministro Modi tiene una conducta ambivalente entre BRICS y su adhesión a la estrategia norteamericana para el área Indo-Pacífico. Por eso frena la mayor integración y expansión de BRICS.

A partir de la presidencia rotatoria rusa en BRICS desde el 1º de enero de 2024 se incluirán progresivamente más socios y, seguramente, en la cumbre de BRICS11 que se celebrará en Kazán, Rusia, en octubre de 2024 se anunciará una nueva ronda de incorporaciones. Así pues, es posible que pronto avancemos hacia el BRICS20 en camino hacia el BRICS40.

Todo lo anterior respeta los principios geográficos y trasmite la noción de que BRICS representa al Sur Global, pero la jugada va mucho más allá. Lo que realmente importa ahora es ampliar el comercio intrabloque en las monedas nacionales de sus socios. Así lo subrayó la presidenta del Nuevo Banco de Desarrollo (NDB), Dilma Rousseff, en su informe a la cumbre sudafricana, a pesar de que el presidente brasileño Lula da Silva volvió a insistir en la importancia de tener un grupo de trabajo para debatir sobre una moneda común de los BRICS. De hecho, este grupo viene trabajando ya desde el año pasado, pero se ha orientado más bien hacia el intercambio en las monedas de los cinco miembros precedentes, la llamada R5 por la coincidencia de que todas las monedas de los países hasta hora miembros comienzan con “R” (real, rublo, rupia, renminbi [yuan] y rand). Con la ampliación del grupo esta discusión se hace aún más compleja.

El presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, elogió públicamente el informe de la presidenta del NDB sobre los primeros nueve años de la institución, pero la propia Dilma volvió a subrayar que el banco pretende que sólo el 30 por ciento del total de préstamos se otorgue en monedas diferentes al dólar estadounidense. Este inmenso volumen de operaciones en dólares hace al Banco muy sensible a las sanciones estadounidenses, por lo que la modificación de su estatuto está a la orden del día.

A diferencia de India, a Mohammed bin Salman de Arabia Saudita no le importa jugar fuerte en BRICS. Es uno de los principales productores de energía del mundo y una de sus prioridades es cortejar a su principal cliente energético (Pekín), preparando el camino para el petroyuan. No lo ve como contradictorio con su inmensa tenencia en dólares y euros. Precisamente, el principal avance geopolítico y geoeconómico de la reunión de Sudáfrica se da en los mercados de la energía y las materias primas. Al incorporar a Irán, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, el BRICS11 se convierte instantáneamente en una potencia en petróleo y gas. Controla ya el 39% de las exportaciones mundiales de petróleo, el 45,9% de las reservas certificadas y al menos el 47,6% de todo el petróleo producido en el mundo, a los que se suma el potencial exportador de gas natural que Argentina puede desarrollar en los próximos años. Con la posible incorporación en 2024 de Venezuela, Argelia y Kazajistán como nuevos miembros, el BRICS11 podría controlar hasta el 90% de todo el petróleo y el gas comercializado en el mundo.

La alianza de los BRICS incluye ahora a dos de los tres principales productores de petróleo del mundo, Arabia Saudita (nº 2) y Rusia (nº 3), lo que probablemente socavará en el futuro aún más la influencia de Estados Unidos (nº 1) sobre los mercados energéticos mundiales. Si, además, las operaciones se liquidan en divisas locales, el petrodólar se hundirá. EE.UU. perderá su capacidad de amenazar y presionar al mundo con su control del mercado energético. Éste era el objetivo principal de Rusia y China al impulsar enérgicamente la expansión del grupo.

Podría pensarse que BRICS11 es puramente una coalición antiestadounidense. Sin embargo, como señala el geopolítico ruso Fyodor Lukyanov: “Difícilmente podemos hablar de una orientación antioccidental: con la excepción de Rusia y ahora quizá Irán, ninguno de los participantes actuales y probablemente futuros [BRICS] quiere oponerse abiertamente a Occidente. Sin embargo, esto refleja la era venidera, en la que la política de la mayoría de los Estados es una constante elección de socios para resolver sus problemas, y puede haber diferentes contrapartes para diferentes problemas.”

Este juego de alianzas cruzadas puede tener su estreno en la 18ª Cumbre del G20 que se reunirá el 9 y 10 de septiembre próximos en Nueva Delhi, India. Pensado otrora como un organismo de concertación entre el G7 y representantes del G77 + China, en los últimos años se convirtió en un campo de batalla entre el G7, Rusia y China. Si las potencias occidentales hacen gala de pragmatismo, el encuentro en India puede servir para hallar soluciones de interés común. Lamentablemente, todo indica lo contrario: la cumbre amenaza con convertirse en una batalla campal entre el G7 (plenamente representado en la conferencia) y el BRICS11 (siete de sus miembros estarán en la capital india) y, por lo tanto, no conducir a ningún acuerdo.

¿Qué tiene que ver este desarrollo con la candente realidad argentina? El hecho de que la negociación del ministro Sergio Massa con el FMI en Washington recién se resolvió favorablemente, cuando se supo que los cinco socios originales del BRICS habían admitido a Argentina como nuevo miembro del bloque es la clave para las futuras negociaciones a varias bandas que nuestro país puede encarar, para salir de nuestra angustiosa situación actual y ocupar nuestro lugar en el nuevo liderazgo mundial. Estamos encadenados al FMI, al que aún debemos 46.000 millones de dólares, pero contamos con recursos (gas, litio, alimentos y trabajadores altamente capacitados) que otros socios de BRICS11 necesitan. Al ingresar al bloque de países emergentes, también nos sumaremos al Nuevo Banco de Desarrollo (NDB), su entidad para el financiamiento de obras de infraestructura. Somos también miembros del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura. Por ejemplo, algunos socios recién incorporados, como Arabia Saudita, cuentan con ingentes recursos financieros y pueden tener interés en nuestra oferta o en financiar proyectos comunes entre Argentina y otros participantes. Las posibilidades de triangulación son enormes.

Si, como se discute, se modificara la carta del NDB, para convertirlo también en Banco de crédito, nuestras chances de obtener financiamiento barato para saldar la deuda con el FMI se potenciarían.

El ingreso al comité directivo del Sur Global ofrece innumerables posibilidades para armar nuevos esquemas de relacionamiento internacional, pero exige pensar en redes. Ya no hay un centro único al que haya que halagar y ante el que haya que postrarse, para obtener migajas escasas y caras. Ahora hay que armar combinaciones triangulares y hasta cuadrangulares, pero para ello hay que tener inteligencia estratégica y conducción centralizada. Este objetivo se torna tanto más perentorio, cuanto que a Argentina no la beneficiaría que la reunión del G20 se convierta en una batalla entre trincheras enfrentadas. Necesitamos alianzas móviles y flexibles. Enorme desafío para redefinir la ubicación de nuestro país en el mundo.

Publicado en TELAM

https://www.telam.com.ar/notas/202308/638717-argentina-brics-oportunidad-opinion.html

“Si Argentina no ingresa a los BRICS se perderán los próximos 50 años”


La afirmación es del analista geopolítico Carlos Pereyra Mele. Con él y otros especialistas, el programa Redacción Abierta analizó la importancia de la incorporación al bloque de países.

El 1 de enero de 2024 Argentina ingresaría a los Brics. Además de nuestro país, otros cinco lo harán, se trata de Egipto, Etiopía, Arabia Saudita, Irán y Emiratos Árabes. Hasta el momento, el bloque está conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. 

¿Qué son los BRICS? ¿De qué sirve a Argentina esta inclusión? Para responder estas preguntas y comprender qué significa este ingreso, el programa Redacción Abierta invitó a Eduardo González Olguin, Licenciado en Economía y docente de la UNC; Marcelo Taborda, analista internacional; y Carlos Pereyra Mele, analista geopolítico.

“Esto es entrar al mundo. Es una puerta muy grande a la política económica de China, que se convertirá en una potencia hegemónica. Es realmente entrar al escenario grande por la posibilidad económica que se abre”, sostuvo González Olguín. 

“Es un cambio histórico y además tectónico, algo que ocurre cada siglo o siglo y medio. Los Brics son los representantes de las potencias emergentes, poderes que surgen por fuera del escenario de occidente. Es el sur global que se está lanzando al mundo, que hasta hace unos años era ninguneado por G7”, explicó Pereyra Mele.

Según detallaron los especialistas, respecto de la importancia económica del bloque, a principio del Siglo 21 el G7 representaba el 70% del PBI mundial, hoy el 32%. mientras que los Brics representaban el 5%, hoy el 32,6%. 

“Los Brics con las nuevas incorporaciones, lograron aglutinar el 80% de los recursos petrolíferos y gasíferos del mundo”, detalló el analista geopolítico.

Por su parte, Taborda insistió que hay que destacar esta integración y ser parte de un escenario mayor, además de valorar este momento histórico donde otros grupos están perdiendo espacio y lo seguirán perdiendo según todas las estimaciones para 2050. 

No obstante, los candidatos presidenciales de la oposición rechaza la oportunidad de esta incorporación. Por un lado Javier Milei, dijo: “No nos vamos a alinear con comunistas”;  por otro, Patricia Bullrich, expresó: “Argentina bajo nuestro Gobierno no estará en Brics”.

“Hablar de China o Rusia como comunistas es un anacronismo total, suelta a panfletos o discursos efectistas para ganar adherentes. Y respecto a Bullrich, queda evidente la doble vara con la que se mide el asunto, ya que cuando ellos fueron Gobierno hablaban de la China milenaria”, señaló el analista internacional. 

“Sería paradójico que un  gobierno de derecha, proempresario, terminé embromando al sector empresario e industrial, que incluso se manifestó a favor. Es un mercado de más de 3 mil millones de personas”, dijo el economista.  

También, en relación a estas posturas, Pereyra Mele afirmó: “Es una oportunidad histórica, la incorporación implica integrar el nuevo sistema mundo, en el que la disputa es geopolítica. Si Argentina no ingresa a los BRICS se perderán los próximos 50 años. En ese caso, las próximas generaciones se olviden de las posibilidades de crecimiento y desarrollo. El otro bando -al que dice pertenecer la oposición- hasta ahora sólo nos han ofrecido endeudamiento, más crisis y más ajuste”. 

Links del Video de la entrevista realizado por el Programa “Redacción Abierta” en Canal 10 de la Tv abierta de la Universidad Nacional de Córdoba (Cba24n):

https://www.cba24n.com.ar/medios/canal-10/redaccion-abierta/-si-argentina-no-ingresa-a-los-brics-se-perderan-los-proximos-50-anos–_a64ee93a97ce9ee4ffde5d02e

Por Daniela Diaz corresponsal de Sputnik en Mexico

El analista mexicano en asuntos internacionales Alfredo Jalife-Rahme reflexiona con Sputnik las implicaciones geopolíticas que acarrean consigo los acuerdos y decisiones tomadas en la XV Cumbre de los BRICS, que concluyó este 24 de agosto en Johannesburgo.

La adhesión de seis nuevos países (Argentina, Irán, Arabia Saudita, Etiopía, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos) al bloque BRICS, el uso de las monedas nacionales en orden de la desdolarización y la exigencia de una mayor participación de los países en desarrollo en las organizaciones internacionales fueron algunos de los temas claves de la declaración final del encuentro.

Este año, 67 jefes de Estado estuvieron invitados a la Cumbremientras que más de una veintena de países expresaron su deseo de unirse al grupo. Y es que, actualmente, el bloque BRICS, fundado en 2009 y presidido actualmente por Sudáfrica, representa más del 31,5% del Producto Interno Bruto (PIB) global y el 42% de la población mundial.

«Yo le llamo la ‘cumbre tectónica’. No es una cumbre común y corriente, ni siquiera es histórica, va más allá, es tectónica», asevera Alfredo Jalife-Rahme al explicar la importancia de esta cumbre en el escenario geopolítico contemporáneo.

Y es que, de acuerdo con el experto mexicano y autor del libro Ucrania, primera guerra híbrida mundial. Fractura de la biosfera, en la reunión se discutieron temas de gran calado como el comercio con las monedas de los países miembro, además de la adhesión de seis nuevos países, de los cuales la mayoría son potencias petroleras y energéticas.

«En mi opinión, si uno analiza bien, cuatro países [Arabia Saudita, Irán, los Emiratos Árabes Unidos y Egipto], sin dejar de lado Argentina, que es una potencia de litio y gasera aquí en la región de Neuqué, en Vaca Muerta, el sello principal es el fin del petrodólar y el inicio del petroyuán«, sentencia.

Aunado a esto, tanto los Emiratos Árabes Unidos como Arabia Saudita tienen importantes reservas de divisas y «ahí es donde van a apuntalar al petroyuán, con el que ya están haciendo negocios», explica el también académico de la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM),

En resumen, subraya Jalife-Rahme, la cumbre es «la preponderancia del petróleo y del gas».

«Es el auge de la multipolaridad»

El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, recordó que se habían recibido 23 solicitudes de adhesión a la asociación y la razón del «crecimiento explosivo» de los BRICS, en su opinión, es la comprensión de los países acerca de los procesos mundiales, en momentos en que Occidente quiere mantener su hegemonía política, económica y comercial.

Al respecto, el analista destaca que la expansión de los BRICS es reflejo de la fuerza política y económica que tienen Rusia y China a nivel global.

«El problema del G-7 es que no le ha dado beneficios al sur global. Hoy hay una gran competencia entre el G7, que va de caída y que son más globalistas, y los BRICS, que son más soberanistas, [dominan]la cuestión energética y van al alza», apunta.

«Es el auge de la multipolaridad y el inicio de una rápida desdolarización», observa Alfredo Jalife-Rahme.

Durante la primera jornada de la Cumbre (el 22 de agosto), el presidente ruso, Vladímir Putin, señaló en su discurso que el proceso de desdolarización en las transacciones entre los países de los BRICS es irreversible.

«Cobra fuerza un objetivo e irreversible proceso de desdolarización de nuestros vínculos económicos. Se están realizando esfuerzos para desarrollar mecanismos eficaces de mutuos acuerdos y de control monetario y financiero», profundizó el líder del país eslavo.

Al respecto, Jalife-Rahme apunta que, si bien la desdolarización ya comenzó, este proceso será largo y de todo ello, dijo, depende también del contexto económico estadounidense.

«Esto toma tiempo y nadie sabe con exactitud, porque va a depender mucho de la situación interna de Estados Unidos, de Rusia, de China; es decir, tenemos que leer bien todos estos factores. Pero lo que sucedió en Johannesburgo es un paso [en el proceso de desdolarización]», afirma.

Un bloque con horizonte

Para Jalife-Rahme es innegable que el bloque de los BRICS va a seguir fortaleciéndose y expandiéndose, lo cual, asevera, es «inversamente proporcional a lo que pasa con Estados Unidos y el bloque del G7».

Asimismo, señala, el bloque demuestra tener horizonte al hacer declaratorias como la necesidad de ampliar el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para incorporar de forma permanente a países como la India, Sudáfrica o Brasil, un punto que fue puesto sobre la mesa principalmente por el presidente brasileño Lula da Silva.

«Son declaratorias que te marcan el horizonte. Yo lo que veo es un horizonte que tienen los países de los BRICS», sentencia.

A pesar de esto, el analista de ascendencia libanesa asegura que, al igual que el proceso de desdolarización, los cambios de fondo en organismos internacionales como la ONU son temas que tomarán tiempo, pero el hecho de que se pongan en el mapa geopolítico marca un horizonte libre de unilateralismos.

FUENTE SPUTNIK:

https://sputniknews.lat/20230825/jalife-rahme-la-reunion-de-los-brics-fue-una-cumbre-tectonica-y-el-auge-de-la-multipolaridad-1143008350.html

EL INGRESO DE ARGENTINA A LOS BRICS Y LA CUMBRE DE JOHANNESBURGO es el gran tema geopolítico del momento, que el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, en su columna del Club de La Pluma, aborda con todo detalle, señalando que el histórico acontecimiento, con repercusiones tectónicas en el mundo, ha señalado a Argentina el lugar donde debe estar. También que “el futuro ha llegado” y que es el momento histórico de dejar de ser dependientes de Occidente y de abandonar su sistema neocolonial, donde somos un simple proveedor de materias primas, a cambio de casi nada. Además de que con el Sur Global podemos comenzar a resolver una deuda externa impagable e infinita, También enfatiza que el país debe subirse al tren de los Brics para ser artífice de la nueva historia del mundo, toda vez que las naciones más ricas y productivas del organismo han confiado muy especialmente en Argentina, más allá de los ridículos agoreros que quieren asustarnos con los fantasmas huecos y gastados del comunismo y las autocracias.

AUDIO:

Y nos recuerda que la decisión de ser parte de los Brics depende ahora de los ciudadanos y que ella no puede quedar en manos de personajes siniestros y retardatarios que deliran con una neoesclavitud del siglo 19 al servicio del poder anglosajón, que viene desde entonces usufructuado todas nuestras riquezas y dejándonos solo deudas y miserias. Por ello nos alienta con: ¡¡Argentinos a las cosas!! Que es tiempo de ponernos en marcha. Que entendamos la realidad. Que tenemos un escenario de futuro donde el Sur Global ya está conformando un nuevo sistema mundo. Y que ese nuevo orden nos brinda un horizonte de oportunidades.

En cuanto a la Cumbre de los Brics, Carlos profundiza en la dimensión del movimiento tectónico que ha producido, a la vez que desmenuza la concentración -entre sus miembros- de la mayoría de la producción de energías y de reservas naturales del mundo, mientras analiza con datos y fechas, el espectacular ascenso del Sur Global y la desesperante caída de los registros económicos de Occidente y del G7 en los últimos 20 años.

También nos deja muy interesantes reflexiones:

  • Los Brics son el símbolo de la insubordinación y de la rebelión a los poderes históricos de los últimos 200 años.
  • La Cumbre de Los Brics significa la ruptura total y absoluta del modelo implementado en los 90 por EEUU y sus socios.
  • Es un organismo que día a día va sumando propuestas de naciones que quieren ingresar en él.
  • La cumbre ha sido el certificado de defunción del mundo unipolar y del neocolonialismo del norte sobre el sur.
  • El mito de Francis Fukuyama sobre “El Fin de la Historia” y del imperio eterno de EEUU se ha derrumbado. Lo que viene ahora es “Otra nueva Historia”
  • Esto demuestra que la historia no se detiene, que la historia depara sorpresas y que la historia da revanchas
  • No se trata de un milagro ni de ninguna magia. Es la evolución de la geopolítica global, anticipada paso a paso por Dossier Geopolítico desde hace tres lustros.

Eduardo Bonugli (Madrid, 27/08/23)

Finalmente y luego de muchas idas y venidas, operaciones cruzadas y  filtraciones dudosas, la cumbre de los BRICS de Johannesburgo concluyó con la propuesta de ampliar con 6 miembros más este espacio de cooperación mundial conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. A partir del 1º de enero de 2024 se sumarían Arabia Saudita, Argentina, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán.

Por Gabriel Merino Analista Internacional que autoriza su publicacion en Dossier Geopolitico

Se ‘sumarían’ está potencial porque lo de Argentina está por verse. Tanto Javier Milei y Patricia Bullrich, dos de los tres principales candidatos presidenciales,  dijeron en plena campaña electoral que ‘rechazarían’ la incorporación a un club en el que más de 30 países hacen cola para entrar. Un acto más de demostración de una profunda ceguera ideológica propia de una reacción conservadora que se presenta, como en otros momentos históricos, bajo el ropaje de la ‘libertad’ para justamente coartar libertades a los individuos, a los trabajadores y a la nación en la defensa de sus intereses.

Los BRICS son un espacio o foro vinculado al Sur Global y a las potencias emergentes o re-emergentes de dimensiones continentales –salvo Sudáfrica que sumó después, en 2011. Constituye un espacio fundamental del nuevo escenario geopolítico progresivamente multipolar (con ciertos rasgos bipolares), lo cual es una de las dimensiones de la crisis de la hegemonía estadounidense. De hecho, un elemento que reúne a este espacio heterogéneo, con diferentes modelos políticos y económicos y que está lejos de ser un bloque, es el rechazo al mundo unipolar y al excluyente dominio occidental. Es ante todo un foro de cooperación económica y social, pero también un espacio político que está diciendo, especialmente después de la gran crisis económica de 2008/2009, que las reglas de juego no las pueden poner solamente el 1% del 10% de la población mundial, representada en los grupos dominantes de los países del G7 y en los centros financieros del Norte Global.

Esta convergencia es lo que explica que en la cumbre de Sudáfrica, además de la ampliación de los BRICS, se hayan planteado algunos pasos para avanzar en una arquitectura monetaria-financiera mundial alternativa (no necesariamente contrapuesta) a la del Dólar-Reserva Federal, Wall Street y Londres, que permita quebrar los mecanismo estructurales de transferencia de riqueza de la periferia al centro. Apuntan a ello el fortalecimiento y la ampliación del Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS y el otorgamiento de créditos en monedas de los países miembros, junto con los avances de los intercambios comerciales también en monedas propias. Además, se oficializó que se estudiará la conformación de una moneda de referencia de los BRICS. No es algo nuevo, sino que se plantea desde 2014, pero cada vez tiene más fuerza.

También hay que destacar que con la incorporación de los nuevos miembros, los BRICS reunirán cerca del 46% de la población mundial (suma 4% más con las seis incorporaciones) y casi el 36% del  PIB global (PPA). Además, los BRICS+ sumados representan el 40% de la producción total de gas y el 45% de la de petróleo, lo que hace temblar el petro-dólar. Por su parte, Argentina agrega un enorme potencial en términos energéticos (como también en minerales estratégicos), además de la importancia relativa que tiene en la producción mundial de alimentos, su influencia regional en alianza con Brasil y los países del MERCOSUR, y por tener una economía de ingresos medios cuyo PIB ocupa el puesto 24º en términos nominales y el 29º a paridad de poder adquisitivo.

Hay un conjunto de preguntas que resultan clave en el abordaje del escenario político y económico mundial actual ¿Por qué a partir de la Pandemia y de la gran escalada que se produjo en el conflicto en Ucrania, hay un enorme listado de alrededor de 30 países con intenciones de integrarse al BRICS? ¿Por qué un espacio multilateral de los poderes emergentes que desafían (más allá de sus intenciones) el viejo ordenamiento mundial bajo dominio de Estados Unidos y del Occidente geopolítico acaba de sumar a 6 países?¿Por qué es importante el ingreso de Argentina y qué elementos contribuyen a eso?

Resulta evidente que esto indica un fortalecimiento de los actores/fuerzas que se encontraban subordinados en el sistema mundial y en su ordenamiento geopolítico. Los BRICS expresan esta insubordinación de la semiperiferia (los también llamados países de ingresos medios) frente al viejo centro o núcleo orgánico del capitalismo mundial que dominan la tecnología avanzada, el comercio mundial y las finanzas, reforzado por su poder militar. En términos políticos, representa un avance relativo de las potencias regionales y medias que se traduce en una vertiginosa redistribución del poder mundial. Ello se aceleró con la Pandemia (también con la escalada en la guerra mundial híbrida a partir de la guerra en Ucrania), que actuó como catalizador acelerando las tendencias fundamentales de la transición de poder mundial, como el ascenso relativo de los poderes emergentes.

Intercambio comercial y nueva realidad económica

Argentina y la región, necesariamente, forman parte de ese proceso socio histórico de cambio estructural, donde la región de Asia del Pacífico y el Índico, encabezada por China, es el gran motor de la economía mundial, y es prácticamente el único que realmente funciona. El comercio exterior argentino refleja año a año esta transformación de lo que Robert Cox llama la estructura histórica del orden mundial: una configuración particular de fuerzas que incluyen ideas, instituciones y capacidades materiales.

Un dato central en esta última dimensión es que el intercambio comercial de Argentina con Estados Unidos y la Unión Europea suma 23% y llega a poco más del 25% si se toma también Canadá y México (USMCA). En comparación, el intercambio comercial con Brasil, China e India, tres socios clave del BRICS, representa el 36% del total; y si consideramos el conjunto del MERCOSUR y la ASEAN (Asociación de Naciones de Asia sudoriental), en donde se encuentran otros importantes postulantes al BRICS, la suma llega al 46,5%.

En otras palabras, el mundo emergente ya es parte central de la realidad económica de Argentina, lo cual se refleja en muchas otras dimensiones, como en los 17 grandes proyectos de inversión de China en el país acordados o re-acordados en las últimas reuniones, o también en la utilización de yuanes para hacer frente a una situación extrema de restricción externa por la sequía y pagos bajos presión al FMI, en el cual Beijing terminó convirtiéndose temporalmente en prestamista de última instancia.

La tendencia es a que sea cada vez más importante e intentar frenar eso –como proponen los Milei y los Bullrich o como se ha hecho en buena medida desde hace casi 10 años– sólo trae como resultado un mayor estancamiento y periferialización nacional. En lugar de haber continuado y profundizado el salto cualitativo de cara al mundo emergente a partir de 2014, de la mano del fortalecimiento de la autonomía nacional y regional, Argentina y la región entró a partir de esos años en un pantano del que no logra salir.

Los números importan en tanto nos permiten representarnos la realidades que nos circundan, dimensionar magnitudes y trazar mapas mentales. En una nota de hace unos meses atrás sobre el tema, titulada Del G7 a los BRICS: sobre el cambio estructural en el mapa del poder mundial, señalé que en 1982 los países del G7 (Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia y Japón) representaban el 50% de la economía mundial medida a paridad de poder adquisitivo (PPA) —que nos permite medir el nivel de vida real de las personas y la producción real de bienes y servicios— o reunían el 70% del PIB mundial en términos nominales —que es lo que le interesa al capital. En otras palabras, el dominio económico del Norte Global representado en esos siete países era contundente hace 40 años. Además, sus grandes empresas, sus redes financieras y tecnologías controlaban el conjunto de economía-mundo; y en términos ideológicos dichos países eran las sociedades a emular y portaban la geocultura dominante, que había subsumido a las grandes culturas universales.  La ya desaparecida URSS o la propia China aparecían como gigantes en otras dimensiones —en términos militares,  territoriales o demográficos. Por su poder, tenían un lugar en la mesa de las grandes potencias, pero no representaba un desafío sistémico.

Los países que hoy conforman los BRICS en 1982 representaban apenas el 10% de la economía mundial a precios de poder adquisitivo y mucho menos si la medición la hacemos en términos nominales. Sin embargo, sólo cuatro décadas después –un instante en términos históricos– los BRICS superaron a los países del G7 en el PBI (PPA) mundial, 32% a 31% respectivamente. Claro que ahí el que pesa sobre todo es China, pero India aparece en el tercer puesto (luego de EE.UU.), Rusia en el quinto y Brasil en el octavo. Por otro lado, si bien la brecha todavía es importante en términos del PIB nominal a favor del G7, 44% a 27% respectivamente, esta se va achicando de forma acelerada.

En otras palabras, hay una enorme transformación geoeconómica del sistema mundial que forma parte de una tendencia secular que se profundiza año a año y va necesariamente de la mano con la redistribución del poder mundial. De hecho, según el FMI, entre China (aun con sus ‘problemas’ económicos a la salida de la pandemia) e India explicarán este año ¡la mitad! del crecimiento global35% y 15% respectivamenteen tanto Europa 7,1% y el conjunto del continente americano que incluye a EEUU 13,7%. Hoy son los motores que verdaderamente andan.

La nueva realidad geopolítica mundial

Durante la Cumbre de los BRICS de 2014 en Fortaleza, Brasil, ya comenzaba a hablarse de BRICSA, por la posible incorporación de Argentina. El país bajo el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner estaba bajo la embestida de los Fondos Buitres, lo que obligó a una especie de default declarado por la propia justicia estadounidense. Ello iba de la mano de fuertes presiones del Occidente geopolítico y del poder financiero global en la región. La caída de los precios de las materias primas, la aparición de la Alianza del Pacífico que fracturó UNASUR y el desarrollo de importantes tensiones al interior de las propias fuerzas nacionales populares por el rumbo a seguir, marcaban un escenario de debilidad.

En ese contexto, Argentina acordó una Asociación Estratégica Integral con China, junto a un swap en yuanes de 11.000 millones de dólares y varios proyectos de infraestructura. Además, participó junto a los demás países de UNASUR, de la cumbre mencionada, en la que se crearon dos organismos financieros internacionales. Un Nuevo Banco de Desarrollo con un capital inicial de 100.000 millones de dólares (que en un símbolo de reparación histórica hoy preside Dilma Rousseff, anfitriona de dicha cumbre de 2014 y luego desplazada por un golpe). Y un fondo mediante un Acuerdo de Reservas de Contingencia (símil FMI) con un capital inicial de 50.000 millones de dólares, para hacer frente a problemas de balanza de pagos, corridas, etc. Claramente estaba surgiendo al calor de un nuevo momento geopolítico mundial —que coincide con el inicio de la guerra en Ucrania en abril de 2014— una incipiente nueva arquitectura financiera mundial de los países emergentes, paralela a la arquitectura creada luego de la Segunda Guerra Mundial, y dominada por Estados Unidos y el Occidente geopolítico.

Si bien la idea de la incorporación de Argentina a los BRICS en ese entonces era menos real de lo que llegó a decirse —incluso por la propia oposición de la cancillería brasileña al respecto que, en buena medida, ahora también se oponía pero fue contrarrestada por la enorme voluntad y trabajo de  Lula—, lo cierto es que forma parte de un proceso lógico. La posibilidad de construir un polo de poder en el sur del continente Americano, desde el cual participar con voz propia en un escenario relativamente multipolar y de creciente regionalización, implica a la vez converger con el mundo emergente ya que ello supone la construcción de otro ordenamiento mundial. Es decir, lo que atrae de los BRICS a las fuerzas político sociales del Sur Global es la necesidad de redistribuir el poder y la riqueza mundial y democratizar el sistema en términos reales.

Las reglas de juego fueron escritas por Occidente cuando se encontraba en la cúspide de su poder mundial, luego de conquistar el 84% del territorio del planeta —dominio que continuó bajo un formato neocolonial luego de 1945. Pero hoy en día eso ya no es así, los grandes espacios continentales y las grandes culturas otrora subordinadas ahora quieren discutir un nuevo ordenamiento y participar en la redacción de las reglas de juego. A partir de allí, incluso sin quererlo, impulsan un cambio sistémico.

Tampoco se debe olvidar que también existen las contratendencias, lo cual se expresa como lucha político estratégica mundial y en los patios traseros en particular. Ello atraviesa cada territorio y se expresa de forma molecular. En América del Sur las batalla por intentar avanzar en función de los intereses nacionales adquiere una relevancia central. Es lo que se juega en las actuales elecciones en Argentina, aunque esa es solo una de las dimensiones en que se produce la disputa. No debemos olvidar que, al igual que algunos personajes porteños, Bolsonaro asumió como soldado clave de la cruzada Occidental contra la amenaza comunista china y su vicepresidente terminó declarando su “matrimonio inevitable” con Beijing. Por esas vueltas que da la vida, “o mito” volvió al final de su mandato a los BRICS con el caballo cansado. Derecha desembozada y extrañamente anti-mercado tomar nota.

Tampoco es tan sencillo que funcionen las estrategias que intentan promover contratendencias. Mientras en Washington y en el Occidente geopolítico calcularon que el Covid-19 iba a hacer colapsar China, comparándolo con lo que fue el desastre de “Chernóbil” para la URSS o analizan que una guerra en Ucrania iba a “desequilibrar y sobre extender” a Rusia, con la posibilidad de que colapse el “régimen de Putin”, la realidad señala otro rumbo. Por eso el centenario y lúcido cuadro imperial Henry Kissinger advierte sobre la nueva situación, muy distinta al de la Guerra Fría bajo la etapa de Hegemonía estadounidense, e insiste en la necesidad de aceptar las nuevas condiciones en el mapa del poder para desde allí elaborar una estrategia eficaz. A los Estados Unidos y a las élites occidentales les cuesta aceptar esta nueva realidad, pero no hacerlo podría ser catastrófico en palabras de Kissinger. Imaginen lo que habrá pensado cuando, luego de ver a Irán y Arabia Saudita retomar los vínculos diplomáticos y establecer acuerdos bajo el auspicio de China, ahora vio al gran aliado saudí junto con su otrora enemigo regional, entrar juntos  a los BRICS.

Publicado en Avion Negro:

La decisión del bloque no alineado de incorporar a nuestro país nos instala en un sistema internacional diferente y nos da acceso al Nuevo Banco de Desarrollo (NDB)

Por Eduardo Vior para TELAM que autoriza su publicacion en Dossier Geopolitico

Este columnista terminaba su artículo anterior, esta misma semana, expresando el deseo de que Argentina pudiera subirse al tren que desde Johannesburgo ha partido raudo hacia el futuro. Gracias a Lula da Silva el deseo se ha hecho realidad. Las y los argentinos nunca estaremos suficientemente agradecidos al presidente brasileño por habernos sacado del infierno y sentado en la cabina de mando del mundo que se aproxima.

La lucha fue dura: hasta el último minuto el gobierno sudafricano, presionado por su vicepresidente Paul Mashatile, se resistió a la ampliación del bloque. A India le era indiferente, porque no tiene a quien incorporar, pero Rusia, China y Brasil estaban urgidas. Brasil, porque nos necesita adentro para poder comerciar con nosotros en yuanes y, vía nuestra venidera adhesión al Nuevo Banco de Desarrollo (NDB, por su nombre en inglés), por la posibilidad de acceder a créditos baratos para inversión en infraestructura (por ej., el segundo tramo del gasoducto de Vaca Muerta).

A pesar de las oscilaciones de la política exterior de Argentina en los últimos tres años, también a Rusia le interesa nuestra incorporación, primero, para contrabalancear la hegemonía continental de EE.UU. con otro miembro más del BRICS en el Cono Sur; segundo, porque Rusia mira hacia la Antártida y el Atlántico Sur y no quiere regalarlos a la alianza anglosajona. Finalmente, también porque aspira a reflotar los proyectos en energía y transportes que quedaron congelados al comenzar la guerra en Ucrania.

China ha sido la mayor interesada en nuestra incorporación, porque necesita ir completando la instalación de los pilares de su nueva construcción del mundo. En cada región del globo quiere tener interlocutores confiables y de peso con los cuales tratar en los términos de la Carta de las Naciones Unidas y de los cinco principios de la coexistencia pacífica adoptados en 1955 por la Conferencia de Bandung que diera origen al Movimiento de Países No Alineados.

De eso se trata: cansados de la violación permanente del Derecho Internacional y de las promesas incumplidas por las potencias occidentales, cada vez más países del mundo buscan un sistema internacional en el que se respeten las normas de la convivencia, sin hegemonismos y sin instrumentar el poder financiero de unos pocos para imponer condiciones políticas y alineamientos automáticos.

¿Para qué sirve a Argentina incorporarse al bloque de países no alineados poco antes de una elección presidencial decisiva? En primer lugar, porque ancla la ubicación internacional de nuestro país en un nuevo sistema que respeta la autodeterminación de los pueblos y asegura la no injerencia en los asuntos internos. Recordemos que, aunque el gobierno de Mauricio Macri no intensificó los lazos políticos con China, por ejemplo, nunca descuidó el intercambio comercial. Difícilmente podría un eventual gobierno de derecha contrariar las perspectivas de negocios que se abren ahora para las empresas argentinas.

De continuar la coalición actual en el gobierno, por el contrario, la pertenencia al BRICS otorga una posición de fuerza para futuras negociaciones con los organismos financieros occidentales. Todavía hace un mes la burocracia del FMI nos hacía esperar al final de sus vacaciones, para decidir si nos transfería los fondos que tan angustiosamente necesitamos. Con la incorporación al BRICS en puerta, no sólo debió resignar que el peso se devaluara sólo el 20% (de todos modos, mucho), sino que –contra todos los pronósticos agoreros- accedió a transferir los 7.500 millones que necesitamos para llegar a las elecciones. No fue bondad, sino cálculo: si no lo hacían, habríamos sufrido un cimbronazo, pero el dinero habría llegado desde Beijing.

¿Se resuelven así todos nuestros problemas? De ninguna manera. Pero ahora caminamos sobre otro parquet para encararlos. Podemos negociar más tranquilos con los bancos públicos y privados extranjeros, podemos rechazar los condicionamientos políticos, atender el mercado interno y relanzar los proyectos de transporte y energía que aseguren un desarrollo sostenido, equilibrado y con justicia social.

Por lo pronto, la mayor urgencia reside en ingresar al NDB y en acordar con Brasil el intercambio en yuanes. La segunda prioridad está en ganar las elecciones y consolidar un proyecto nacional y popular.

El ingreso al BRICS no e un cheque en blanco. Todos nuestros nuevos socios aman la previsibilidad. Argentina debe dar continuidad y consistencia a su política mundial. Junto a la prioridad que tienen las relaciones con Brasil, debemos reconstruir el vínculo con todos nuestros vecinos y encarar los planes de infraestructura que a ellos también interesan. Hay mucho que hacer para revivir Unasur. América Central, México y el Caribe también nos reclaman.

Aprovechemos la nueva plataforma para acceder al poderoso mercado africano y potenciemos nuestra pertenencia a la Iniciativa de la Franja y la Ruta para abrir los mercados asiáticos. Todo ello sin pelearnos con las potencias occidentales, pero imponiéndoles un trato respetuoso. Entrando al BRICS seguimos relacionándonos con nuestros socios habituales, pero desde otro lugar.

La tarea no es fácil, pero el premio es grande: por fin estaremos sentados en la cabina de mando del nuevo orden mundial. Por un segundo no perdimos el tren al futuro.

https://www.telam.com.ar/notas/202308/638087-brics-argentina-insercion-mundial.html

Entre este martes y el jueves la 15ª cumbre del bloque emergente congrega a numerosos países del Sur Global, para dar al mundo un gobierno de paz, justicia e igualdad

Por Eduardo J. Vior analista internacional

Los líderes de los cinco principales países emergentes (Brasil, China, India, Rusia y Sudáfrica) están reunidos esta semana en la capital sudafricana, para fijar las reglas de juego de la nueva gobernanza mundial, dar directivas para el funcionamiento de su brazo financiero, determinar los criterios para la incorporación de nuevos miembros, organizar la cooperación con actores externos, definir los modos de la cooperación con distintas asociaciones regionales y/o temáticas y dotarse de la organicidad mínima necesaria, para hacer valer sus posiciones en los foros internacionales. Quienes se sumen ahora, estarán en la cabina de mando del mundo del futuro. Quienes no lo hagan, verán desde un banco de la estación cómo se aleja el tren.

Más de 60 países fueron invitados a la cumbre, entre ellos Argentina, Venezuela, Bolivia, Arabia Saudita, Turquía, Irán, Egipto e Indonesia. Nuestro país, sin embargo, sólo participará el jueves en un foro virtual. Más de cuarenta líderes de Estado confirmaron su participación. El presidente sudafricano Cyril Ramaphosa, el líder chino Xi Jinping, el primer ministro indio Narendra Modi y el mandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva están presentes en la cumbre. El ministro de Asuntos Exteriores ruso Serguéi Lavrov representa al presidente Vladímir Putin, quien sólo participará en la reunión por videoconferencia, para evitar a Sudáfrica un conflicto con la Corte Penal Internacional, que ha dictado una orden de captura contra el líder ruso.

El primer día de la cumbre, el 22 de agosto, tuvo lugar un foro empresarial. Más tarde esta misma jornada, los líderes de los países participantes pronunciaron discursos y posteriormente se reunieron a puerta cerrada. El segundo día incluye dos sesiones: una cerrada que durará una hora y media y una abierta que durará aproximadamente dos horas. Se espera que el último día de la cumbre se centre en conversaciones con líderes de los países no miembros.

El lema de la XVa Cumbre es “BRICS y África: Asociarse para un crecimiento mutuamente acelerado, un desarrollo sostenible y un multilateralismo inclusivo”. En la cumbre se abordan cuestiones geopolíticas y de cooperación económica. Entre los temas centrales se encuentran la incorporación de nuevos miembros, el incremento en el uso de las monedas nacionales de los países miembros en los intercambios dentro del bloque y, posiblemente, el desarrollo futuro de un sistema común de pagos, estrechamente relacionado con el tema de la desdolarización. También se desarrollarán estrategias para el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB, por su nombre en inglés), órgano financiero del boque.

Irán, Argentina y Argelia han solicitado formalmente su ingreso en el bloque y unos veinte países más han anunciado sus planes de adhesión. Sin embargo, aún no está claro, si al final de la reunión serán incorporados nuevos miembros. Esta incertidumbre, aparentemente, ha motivado a nuestro gobierno a participar en la cumbre sólo virtualmente el último día en la reunión de los cinco miembros actuales con el BRICS+.

Por su parte, según informó Télam, el presidente brasileño adelantó este martes que pedirá el ingreso de Argentina al mecanismo Brics, abrió la posibilidad de pagar en yuanes el comercio bilateral y sostuvo que nuestro gobierno argentino está “preso” por el préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI). Hablando en el programa “Conversación con el presidente”, que se emite todos los martes por la red brasileña de medios públicos, Lula dijo que “defiendo que nuestros hermanos de Argentina puedan participar de los BRICS. Vamos a ver en la reunión si será ahora o en dos meses o en el futuro, pero es importante que Argentina entre a los BRICS”, aseguró.

El Ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, acuñó una definición concisa sobre el grupo: “Los países BRICS son como cinco dedos: cortos o largos si están extendidos, pero un puño poderoso si está cerrado”. Cómo cerrar estos dedos en un puño poderoso ha sido el trabajo de algunos sherpas en la preparación de la cumbre.

La verdadera novedad del encuentro en Sudáfrica es la acelerada transformación de BRICS en una coalición de Estados que representan al Sur Global. La principal tarea de la cumbre es, entonces, establecer los criterios para la admisión de nuevos países. Probablemente, los primeros en unirse a BRICS serán países con un volumen de negocios económico y una posición geopolítica importante.

Además de los ya mencionados candidatos a la incorporación está  reación privilegiada de BRICS con África. El presidente sudafricano Cyril Ramaphosa ha invitado a no menos de 67 líderes de África y del Sur Global a participar en las reuniones del BRICS-Africa Outreach y en los Diálogos BRICS+. De concretarse, esta participación masiva implicaría la inclusión total de África y del Sur Global en los procesos relevantes de decisión sobre la política mundial.

Puede afirmarse que Irán se encuentra en una posición privilegiada para incorporarse a BRICS, porque ya tiene asociaciones estratégicas con Rusia y con China y participa con India en el Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC, por su nombre en inglés).

A pesar de los avances del proceso de expansión del grupo, los “cinco dedos” se mostrarán relativamente prudentes en el frente de la desdolarización. Los sherpas ya han confirmado extraoficialmente que no habrá anuncio oficial de una nueva moneda, sino más bien más comercio bilateral y multilateral utilizando las propias divisas de los miembros, por ahora, el famoso R5 (renminbi [yuan], rublo, real, rupia y rand).

El líder bielorruso Aleksandr Lukashenko fue el primero en evocar un golpe político crucial que podría producirse más adelante, cuando la incorporación de nuevos miembros al BRICS esté en marcha: la fusión del bloque con la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS). Muchos analistas se hacen eco de la propuesta de Lukashenko.

Los principales impulsores de los BRICS son Rusia y China, con India algo menos influyente por una serie de complejas razones. En la OCS, Rusia, China, India, Irán y Pakistán se sientan a la misma mesa. El enfoque euroasiático de la OCS puede trasladarse fácilmente al BRICS+. Ambas organizaciones avanzan hacia la multipolaridad y, sobre todo, están comprometidas con la desdolarización en todos los frentes. Sin embargo, si el BRICS impulsa la convergencia con la OCS, debería tomar medidas adecuadas, para reequilibrar el desbalance que se produciría a favor de Eurasia.

Con esta 15ª cumbre el BRICS deja de ser un club de naciones emergentes, para convertirse en el nodo articulador de la nueva arquitectura para un gobierno del mundo en base al Derecho Internacional y la Carta de las Naciones Unidas. Paz, justicia e igualdad para todos los miembros de la comunidad humana son sus pilares.

El desarrollo será largo y estará plagado de dificultades, pero ya es irreversible. ¡Qué lindo sería que Argentina aborde el tren antes de que tome demasiada velocidad!

PUBLICADO EN TELAM

Sergio Pintado entrevista a Carlos Pereyra Mele Director de Dossier Geopolitico

Que Brasil ingrese de forma permanente al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas es crucial para derribar «las grandes trabas para remodernizar» la organización, dijo a Sputnik el analista Carlos Pereyra Mele. El experto aseguró que el Consejo de Seguridad debe adaptarse a «nuevas realidades» en las que Occidente ha perdido la hegemonía.

La necesidad de ampliar el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para incorporar de forma permanente a países como la India, Sudáfrica o Brasil fue uno de los puntos que el presidente brasileño tocó con énfasis en la cumbre de los BRICS que se desarrolla en la ciudad sudafricana de Johannesburgo.

Durante un pódcast oficial en la previa a la cumbre, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, aseguró que Brasil «reivindica que varios países puedan entrar en el Consejo de Seguridad como miembros permanentes», recordando que solo dos de los cinco integrantes del grupo —China y Rusia— tienen asiento permanente.

En un diálogo con Sputnik, el analista Carlos Pereyra Mele recordó que el ingreso como miembro permanente al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas es un anhelo de Brasil desde la década de 1970, aunque en aquel momento lo hacía bajo la influencia de EEUU y en el marco de Guerra Fría.

«Ahora esa posición ha variado ampliamente porque Brasil pasó de considerarse un subimperio dentro de un imperio mayor a sentirse un primus inter pares (el primero entre sus pares) en América Latina», sostuvo.

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Para Pereyra Mele, el pedido de Brasil se relaciona a la necesidad de «una reforma general de Naciones Unidas» y sus organismos, que no han sufrido modificaciones significativas desde el final de la Segunda Guerra Mundial. En efecto, la integración del Consejo de Seguridad hasta el día de hoy (con EEUU, Reino Unido, Francia, Rusia y China como miembros permanentes) se mantiene incambiada desde 1945, más allá de que los miembros no permanentes rotan periódicamente.

«Las grandes trabas para remodernizar Naciones Unidas están en el Consejo de Seguridad, que no solo debe ser ampliado sino que debe incorporar a las nuevas realidades como Brasil e India, gigantes económicos y demográficos», aseveró el analista.

Pereyra Mele consideró que las Naciones Unidas no están logrando dar soluciones a los conflictos que se presentan actualmente en el mundo, además de que no consigue hacer valer el derecho internacional.

«En la asamblea de Naciones Unidas, el 93% vota levantar las sanciones a Cuba y, sin embargo, se siguen manteniendo por uno o dos miembros, lo que hace que sean totalmente ilegítimas», especificó.

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Para el experto, no es casual que Brasil reflote esta propuesta en el marco de la cumbre de los BRICS, ya que el grupo que integra junto a China, Rusia, India y Sudáfrica representa «un cambio muy profundo en ese esquema histórico» que se arrastra desde mediados del siglo XX y en el que el orden global era pautado por EEUU y Europa.

El analista consideró que la primacía de Occidente está hoy «en franca discusión» y una de las demostraciones es que «el G7 pierde cada vez más influencia y poder» y agrupa menos porcentaje del PIB mundial que los BRICS.

Pereyra Mele apuntó que también están en «tela de juicio» otras instituciones que, al igual que la ONU, datan de mediados del siglo XX como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, los cuales también ameritarían una reestructuración. De todos modos, consideró que estos organismos van perdiendo influencia ante, por ejemplo, el Banco de los BRICS, que se alza con una importante capacidad de préstamo.

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El experto también destacó la importancia de que los demás países suramericanos respalden el pedido de Brasil de acceder al Consejo de Seguridad, dejando de lado el «pensamiento corto» que puede haber en Gobiernos de la región.

«Es muy importante que uno de los nuestros esté presente en una estructura de alto poder global. Es muy importante estar presentes al menos a través de un vocero calificado», sostuvo.

FUENTE PUBLICADO EN SPUTNIK LATINOAMERICA:

https://sputniknews.lat/20230824/modernizar-el-consejo-de-seguridad-de-onu-otro-gran-objetivo-para-brasil-y-los-brics-1142975447.html