Mediante la división del territorio entre el Mediterráneo y el Éufrates el Imperio retoma el control de Asia Occidental y separa al bloque euroasiático de la insurgencia regional y africana
Eduardo J. Vior
analista internacional especial para Dossier Geopolitico
Pocas veces en una guerra mundial tanto dependió de tan poco: la desintegración por desidia de la República Árabe Siria aleja a Rusia de Asia Occidental, rompe la unidad geográfica del Eje de la Resistencia, da a Israel una comunicación terrestre con sus aliados kurdos y azerbaiyanos y con Turquía, que después de cien años vuelve al centro del Creciente Fértil, y reinstala allí el juego sectario de las potencias occidentales.
La recolonización de Palestina se acelera en la medida en que Eurasia retrocede alejándose del Mediterráneo y de África. Al asumir el mando el 20 de enero, Donald Trump encontrará el escenario que pidió, pero deberá lidiar con nuevas constelaciones de poder en Asia Occidental.
Áreas controladas por las distintas facciones al 8 de diciembre
Los bombardeos israelíes contra puertos sirios en la norteña provincia de Latakia este martes 10 y contra bases y unidades militares en todo el país el día anterior marcanro, sin solución de continuidad, el pasaje de la destrucción del Estado sirio a la guerra faccional que se avecina. Con los ataques el Estado sionista quiere impedir que el armamento del disuelto Ejército Árabe Sirio (SAA, por su nombre en inglés) caiga en manos de los milicianos proturcos que asaltaron el poder el domingo pasado. Por eso mismo, ante la incertidumbre que reina Washington todavía no ha reconocido al nuevo régimen. Su gobierno se manifestó dispuesto a dar el placet a los nuevos dirigentes sirios, a condición de que “se proteja a las minorías y se evite el terrorismo”.
El colapso del SAA en diez días y la huida de Assad de Damasco a primera hora del domingo anunciaron la disolución de Siria. Bashar al Assad no fue derrotado por ejército alguno, sino por la corrupción, el narcotráfico y su falta de voluntad para organizar la resistencia. Si bien el aliado ruso recuperó Alepo en 2019 y logró en 2022 un acuerdo con Turquía y los rebeldes que congeló los combates, la guerra iniciada en 2011 nunca terminó.
Unos ocho millones de sirios salieron del país desde entonces, de los cuales más de dos millones residen en Turquía y más de uno en Alemania. La reconstrucción del país apenas avanzó y la economía sólo se mantenía a nivel de subsistencia. Lo poco de equilibrio que quedaba ha desaparecido con la pérdida del Estado. La anarquía se impone.
Milicianos islamistas festejan el 9 de diciembre en Damasco el poder recibido
El pasado lunes 9 se produjo el traspaso (arreglado por Rusia) del gobierno por el saliente primer ministro Mohammed al-Jalali a Mohammed al-Bashir, encargado de la gestión por el jefe de Hayat Tahrir al-Sham (Organización para la Liberación del Levante, HTS por su nombre en árabe), Abu Muhammad al-Golani. Al Bashir era previamente jefe del “Gobierno de Salvación” en la norteña provincia de Idleb y es miembro de HTS. Varias escenas mostraron asimismo actos de robo, saqueo y caos, incluido el robo de dinero del Banco Central y la destrucción de entidades de servicio.
La transición gubernamental coincide con “medidas propuestas para disolver todos los grupos paramilitares y unificarlos bajo el mando de operaciones militares”, según informaron fuentes del nuevo poder. La propuesta de fusión de las organizaciones armadas que remplazaron a al Assad responde a la idea de evitar luchas interfaccionales, pero ya se anuncia como irrealizable.
Sin embargo, con la sabiduría que da la experiencia imperial británica, la agencia Reuters titulaba este lunes 9 que “La caída de Assad aviva el temor de que resurja el islamismo”. En efecto, de las prisiones abiertas el domingo salieron toda clase de internos, también centenares de miembros del Estado Islámico (EI).
Entre tanto se intensificaron los bombardeos israelíes contra instalaciones militares y navales en todo el país (250 el lunes, 130 el martes) y el ejército israelí ocupó la mitad oriental del Monte Hermón y la llamada “zona de contacto” al pie del Golán, acercándose a 20 km de Damasco.
Las tropas israelíes ocuparon al este y norte del Golán una faja de terreno dos veces más grande que Gaza
Por su parte, el primer ministro israelí, Benyamín Netanyahu, afirmó este lunes que su país no abandonará la región anexionada siria de los Altos del Golán. “Los Altos del Golán serán para siempre una parte inseparable de Israel”, afirmó el mandatario. Al mismo tiempo defendió el despliegue de fuerzas en territorio sirio, al este del macizo.
Todos los actores internacionales dudan de que el nuevo régimen pueda asegurar el control sobre una porción importante del territorio sirio. HTS es una milicia mercenaria compuesta por combatientes de distintos orígenes (muchos de ellos son uzbecos, turcomanos y uigures), ricamente financiada por dinero israelí, británico y norteamericano. Hasta hace poco era protegida por Turquía y estaba aliada con el Ejército Nacional Sirio (SNA, por su nombre en inglés), una milicia dirgida directamente desde Ankara. Carece de toda base étnica o religiosa y, por lo tanto, no tiene arraigo territorial en región alguna del país. Se sostuvo en Idlib, porque sus patrones la alimentaban, pero desconoce la compleja realidad étnica, cultural y confesional de la civilización más antigua (7.000 años) y más compleja de Asia Occidental. No queda claro cuáles serán sus vínculos con Turquía en el próximo tiempo.
El 9 de diciembre combatientes de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) lideradas por los kurdos inspeccionan vehículos y equipos militares dañados y abandonados en el aeropuerto internacional de Qamishli, antigua base militar conjunta sirio-rusa, en la ciudad nororiental siria de Qamishli.
Consecuentemente, cada partido interno o externo hará rápidamente valer sus intereses. Es altamente probable que Turquía establezca en Alepo un gobierno propio como antesala de la reincorporación de la provincia a su territorio. Los kurdos pretenden mantener su autonomía en el norte, pero dependen de la protección norteamericana. Las Fuerzas Democráticas Kurdas de Siria (SDF, por su nombre en inglés) han perdido en los últimos días el control de crecientes franjas de territorio al este de Afrin (provincia de Alepo), incluidas las ciudades de Tell Rifaat y Manbij, situadas al oeste del río Éufrates, a manos del SNA y ahora resisten su ofensiva al este del río.
Con el apoyo de los ataques aéreos turcos los islamistas avanzaron el martes 10 hacia la ciudad de Kobani. Con Rusia, el Estado sirio e Irán fuera de juego, los kurdos sirios tienen menos margen para cerrar acuerdos que garanticen su protección, y quedaron a merced de Estados Unidos, que tiene unos 900 soldados estacionados en el noreste de Siria para garantizar el saqueo del petróleo y que EI no resurja (más de lo que ellos necesitan). El presidente Joe Biden dijo el domingo que Estados Unidos planea mantener sus fuerzas sobre el terreno, pero no se sabe qué hará Donald Trump, que en 2019 ordenó su retirada, aunque luego la contradijo bajo la presión bipartidista del Congreso.
El Estado Islámico está recuperando el control del desierto central. Combatientes del EI han matado este martes 10 al menos a 54 personas en la región de Homs, todas ellas, al parecer, antiguos miembros del gobierno de Bashar al Asad que intentaron huir tras su caída el sábado.
Un factor mayor en el nuevo juego político será la producción y exportación de Captagon. La fenetilina (INN), también conocida como anfetaminoetilteofilina y anfetilina, es una unión química de anfetamina y teofilina que se comporta como un profármaco para las dos drogas antes mencionadas. Se comercializa para su uso como psicoestimulante bajo las marcas Captagon, Biocapton y Fitton.
En Asia Occidental y Central su producción fue creciendo desde la década de 1980 y es ampliamente utilizada por los grupos islamistas para estimular a sus combatientes, pero también como medio transable pare llenar sus arcas. Desde 2016 su producción creció en Siria y, aparentemente, su exportación era una de las fuentes de divisas del gobierno de al Assad. Desde su caída el domingo pasado la producción y el tráfico prácticamente han cesado, pero seguramente pronto estarán nuevamente circulando, por lo que puede esperarse una feroz lucha por el mercado entre las facciones que se han adueñado del país.
Base naval rusa de Tartús, en la ciudad de Tartús, provincia de Latakia
Aún no está claro, si Rusia va a defender sus bases en Tartus y Hmeimim, en la norteña Latakia. Si se decide a hacerlo, va a aprovechar el repliegue hacia allí de la 25º División de fuerzas especiales para reorganizar una mínima versión del SAA. Israel probablemente extienda su dominio a toda la frontera sirio-libanesa en el afán de cercar a Hezbolá y poder intervenir en los principales centros urbanos del país, ya que nadie sabe quién los controlará en el vital eje Alepo-Hama-Homs-Damasco-Deraa.
La tragedia en Siria es garantía de nuevos millones de refugiados, del crecimiento del fanatismo religioso, del terrorismo y del miedo en países que hasta hace poco se consideraban seguros. Tras las purgas contra alauitas y militares patriotas, comenzará una lucha sectaria más tradicional. Ante este telón de fondo, es muy probable que los terroristas e islamistas de todo tipo, incluidos los de los países del Cáucaso y Asia Central, quieran regresar a sus países económicamente más viables, teniendo en cuenta la posibilidad de reubicarse en Rusia. A esto hay que añadir los intereses encontrados de las potencias.
Según explicaba este lunes un artículo en el diario oficialista turco Hürriyet, Ankara planea trabajar en tres direcciones: en primer lugar, quiere impulsar “el correcto funcionamiento del proceso de transición en Siria y la construcción de una nueva Siria”, es decir, un país sin Estado central fuerte y repartido entre distintos poderes. Turquía aspira en esta reorganización a convertirse en la “potencia protectora” del eje central. La segunda línea es la lucha contra el PKK y las YPG (el Partido de los Trabajadores de Kurdistán y las Unidades de Protección Popular, organizaciones de autodefensa de los kurdos). “En tercer lugar, agrega el artículo, garantizar el regreso a su país de los refugiados sirios que se encuentran en el nuestro”.
Nada induce a observadores racionales a ser optimistas respecto a lo que suceda en Siria y sus repercusiones internacionales. Por cierto, Israel recibió por primera vez en la historia una ruta terrestre hacia Turquía, Azerbaiyán, los territorios kurdos y la Unión Europea (UE) y la posibilidad de anexionarse Cisjordania y parte de Gaza, sin que nadie reclame seriamente. Su ocupación al este del Golán va a perdurar por años.
Francia, en tanto, se ha convertido en el primer país occidental en felicitar a los islamistas por su victoria en Siria y, si Rusia es expulsada de sus bases en Latakia, al quedar afectada su comunicación con las tropas rusas desplegadas en África, beneficiará la restauración del dominio neocolonial francés allí.
A su vez, los alauitas, chiítas y cristianos de todo el país han huido hacia Latakia, provincia mayormente alauita y cristiana. En esencia, la región costera se está convirtiendo en un nuevo enclave etno-confesional.
Rusia está en contacto con los grupos militantes que han tomado el poder en Siria. Al parecer, allí se discutirá el futuro de las bases rusas. Estados Unidos, por su parte, seguirá ocupando la zona de At-Tanf y el noreste del país. El propio Irán ha retirado sus efectivos del país. Hezbolá, en tanto, ha retirado sus unidades a territorio libanés. El ejército libanés está reforzando la seguridad fronteriza con Siria. Irak, por lo que le toca, sigue desplazando tanques y brigadas mecanizadas al confín con Siria. También se observan allí destacamentos de la milicia chiita Hashd Shaabi. Turquía, finalmente, pretende eliminar la presencia kurda al menos al oeste del Éufrates y los territorios adyacentes serán ocupados por el Ejército Nacional Sirio. Los territorios al este del Éufrates también están amenazados.
Más allá de las fronteras sirias hay que prever ahora que Israel quiera anexionarse Gaza y Cisjordania y fragmentar Líbano para debilitar a Hezbolá.
La desaparición de la República Árabe Siria multiconfesional es un duro golpe para Irán. Durante décadas Siria sirvió como un corredor vital para el suministro de armas y apoyo a Hezbolá en Líbano y una plataforma política para consolidar un frente antioccidental y antiisraelí. Si el nuevo poder islamista aliado a Turquía se consolida en Damasco, será un freno para la política regional de Teherán. Si, como es más probable, el país se desangra en una interminable guerra entre sectas, la República Islámica –tal como hizo en Irak- puede encontrar algunos aliados y participar del juego local.
A cierta distancia, mucho depende de que Georgia pueda repeler la actual campaña desestabilizadora. Si el golpe de estado triunfa allí, el Cáucaso se convertirá en una frontera porosa para los terroristas islamistas que retornan de Siria. Rusia quedará muy vulnerable.
La derrota de Siria seguramente hará modificar al liderazgo ruso el paso de su avance en Ucrania. Ante la creciente amenaza en su flanco sur, probablemente deba considerar las condiciones de negociación que propone Donald Trump.
También China debe repensar su juego en Asia Occidental. En los últimos años había acrecido su influencia como única garante de la paz y del comercio libre, pero, ante el debilitamiento de Irán y el desorden que se anuncia en la región, su rol queda relativizado por la capacidad caotizante que han recuperado las potencias occidentales.
La desintegración del Estado sirio separa al bloque euroasiático del Mediterráneo y el Mar Rojo y disminuye su influencia sobre África.
Por el contrario, la Alianza Atlántica ha conseguido un frente continuo desde el Mar Ártico hasta el Océano Índico. Un muro de 5.000 km de largo separa ahora a Oriente de Occidente.
Si Donald Trump pretende desacoplar a Occidente bajo la égida norteamericana del Oriente continental, el primer gran paso ha sido dado. La cuestión reside en saber cuánto aguantará.