Por Javier Benitez

Menú de armas, ultimátum, y desprecio adicional. Son los cachetazos a mano abierta que Zelenski ha repartido: a Occidente en general en el primero de los casos, a la Unión Europea en el segundo, y a Alemania en particular en el tercero. Así, poco a poco, el actor ucraniano empieza a granjearse a pulso el rechazo de líderes europeos.

‘Yo exijo’

Por no pedir, que no sea, habrá pensado el actor ucraniano que funge como presidente de ese país eslavo. Mejor dicho, por no exigir, que no sea. Así, trepado en ese pedestal de naipes mojados en el que le encaramaron sus titiriteros occidentales, esta versión eslava del más que olvidado y arrumbado en un rincón Juan Guaidó, exige y exige a sus ‘socios’.Pero estas exigencias vienen aderezadas con el toque de desprecio, típico de los déspotas soberbios endiosados. Así, una de las últimas exigencias de este personaje que tiene cuentas ocultas en paraísos fiscales, fue de dinero: la friolera de 7.000 millones de dólares al mes para, según él, cubrir pagos sociales y salarios. Para que se entienda la magnitud del pedido de Zelenski: Ucrania le cobra a Rusia 3.000 millones de dólares por año por el paso de su gas hacia Europa, y el actor está pidiendo a la UE más del doble de esa suma, pero por mes…También Zelenski exigió a la UE que fije un plazo concreto de su renuncia al gas y al petróleo rusos; les entregó la lista de armas que quiere que le provean, y de paso, rechazó y despreció la visita que intentó hacerle el presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier. Algo que el canciller alemán, Olaf Scholz, calificó de «irritante», y que llevó al vicecanciller, Robert Habeck, a decir: «El presidente federal es Alemania. Y por eso, rechazarle una visita, por parte del presidente Zelenski, es rechazar a Alemania». Todo parece indicar que a Occidente se les está escapando la situación de las manos.

Zelenski, ‘actor de cuarta’

«Este personaje que proviene del ‘arte cómico’ –es un actor–, quiere seguir adelante con esta figura extraña, que en el fondo es una clara demostración de que Zelenski realmente no gobierna en Ucrania. Lo que Zelenski está haciendo es cumplir un rol que ‘alguien’ de poderes internacionales, ha decidido que cumpla. Y de allí, es su forma de actuar, su forma de solicitar, su forma de estar poniéndose en este mundo que ha cambiado totalmente», observa al respecto el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele.Entonces, al analista le asalta una interrogante para la que tiene una respuesta: «¿Cuál es el rol de Zelenski en todo esto? El rol de Zelenski en esta conflagración internacional es que él es una persona que no es parte del poder que realmente se está enfrentando, que es OTAN-EEUU versus Rusia-China, porque ese es el gran escenario donde este muchacho, actor de cuarta [pésimo actor] no puede participar. Pero sí le están haciendo jugar el rol necesario para que esa Europa, que había empezado a tener lazos de mayor trascendencia hacia el mundo asiático, se corte», concluye Carlos Pereyra Mele.

AUDIO DE LA ENTREVISTA:

Por Eduardo Bonugli desde Madrid especial para Dossier Geopolitico.

Para agosto o septiembre de este año se espera un escenario nada tranquilo y si de mayor angustia para la economía europea, y que se agravará con la imprevisible crisis que entonces sufrirá de lleno por el rebote de las desastrosas sanciones a Rusia. 

Ocurrirá cuando Bruselas aplique el aumento de las tasas de interés y la anulación de la compra de deuda de los países miembros, por parte del Banco Central Europeo. Ya previstas hace dos años y demoradas por la pandemia, y que desnudan el fracaso de 15 años de políticas impuestas a fuego y dolor de austeridad, desde la crisis del 2008. Aunque Putin sea el culpable virtual y mediático de todo. 

Dos medidas contundentes -y hasta extremas- exigidas ya  como un ultimátum por los halcones del centro de Europa y que Los Mercados dan por descontadas, bajo el argumento de frenar la inflación y de reducir el ritmo de la emisión descontrolada y sin respaldo del euro. 

Ambas decisiones estarían condenadas al fracaso, o al agravamiento de la situación, ya que por un lado, el aumento de los intereses quitaría circulante y con ello caería el consumo pero sin reducir la inflación, porque ésta se origina en el déficit de energía sobre el cual, los sacerdotes financieros europeos no tienen poderes. En ese momento quedaria  oficializada la temida ESTANFLACIÓN, que es la suma de la inflación más el estancamiento. Es decir, cuando se vende menos y a mayor precio. 

Mientras que la negativa del Banco Central a seguir comprando las deudas externas sería como romper la baraja con la que los europeos hacen trampas jugando al solitario.

Sería el FIN del refinanciamiento fácil y automático de deudas impagables. Si realmente toman esta medida, se oirá el grito de » Sálvese quien Pueda» y el único pronóstico creíble estaría dentro de una temible caja de Pandora. 

A todo esto, aún habría que sumarle la enorme e indescifrable burbuja de pérdidas que traerá el rebote de las sanciones a Rusia, más el imparable aumento del precio de la energía y las consecuencias de su escasez. 

Lo que presenta un escenario horroroso para los países mediterráneos, pero que también se expandirá a los países centrales ya que no existe ninguna «barrera sanitaria a los virus financieros» en este viejo continente globalizado e híper conectado. 

Pero no por ello hay que pensar que los halcones financieros del centro de Europa han perdido totalmente la cabeza. En su lógica -y con su avaricia- asumen que éstas medidas arrojarían gasolina al fuego, pero que también necesitan ante la debacle, de blindar con urgencia a su industria financiera -y al 5% de millonarios europeos- ya que el resto de industrias están en estado comatoso y huérfanas de una conducción política capaz de pilotar la nave en medio de tremenda tormenta. Posiblemente entonces se pondría en marcha el anunciado tren de dos velocidades económicas como preludio de la ruptura de la UE. 

Además del malestar social inevitable, que hasta hoy se deriva contra el «demonio Putin» bajo proclamas patrióticas de molaridad, sacrificios y comprensión, en nombre de «los valores europeos».

Pero la ley de la sobrevivencia hará que en algún momento las estrecheces de las familias, del comercio, de la industria y de los estados, -sea verano o invierno- despierten a la realidad estas 500 millones de personas abducidas y desinformadas.

Eduardo Bonugli – Madrid, 15/04/22

Cree que Alemania ya pudo mandar “una señal” a Moscú para reducir su dependencia a partir de 2010, con el boom del ‘shale gas’ de EEUU, que ha dotado a este país de “una nueva capacidad de ejercer el poder en el mundo, con profundas consecuencias en Oriente Medio”

Por Hernán Garcés eldiario.es  14 de abril de 2022 

Helen Thompson, profesora de Economía Política en la Universidad de Cambridge, acaba de publicar el fascinante ‘Disorder: Hard Times in the 21st Century’ (Oxford University Press, 2022), donde analiza, con perspectiva a largo plazo, los orígenes de la frágil situación mundial y, sin quererlo, ofrece una guía imprescindible para seguir y comprender la profundidad de los acontecimientos geopolíticos desencadenados en torno a la guerra en Ucrania.

Para Thompson, el momento actual puede comprenderse bajo la premisa de que “son necesarias varias historias diferentes para identificar las fuerzas causales que actúan, y la convicción de que estas historias deben superponerse”. La académica británica lo consigue al entrelazar los temas geopolíticos, económicos y de política interior en una sola narración. La entrevista, editada por su duración, tuvo lugar por Skype y versa sobre la parte geopolítica del libro.

Usted sostiene que la historia geopolítica del siglo XX es impenetrable si no se comprende el impacto del petróleo. 

En la primera década del siglo XX, la historia geopolítica comienza cuando los Estados más poderosos del mundo toman conciencia de que el futuro del poder militar depende del acceso al petróleo como fuente de energía, y no del carbón. Para Reino Unido, que era la mayor potencia naval a principios del siglo XX, el riesgo de no resolver este problema era verse eclipsado por Estados Unidos, que tenía petróleo en su propio territorio. Para obtener crudo, Reino Unido dependía de su imperio, pero estaba al otro lado del mundo. El resultado es que al comenzar el siglo XX se produce un cambio geopolítico que da mucho mayor poder a EEUU en Eurasia. 

El papel decisivo del petróleo durante y desde la I Guerra Mundial. 

El suministro de petróleo de EEUU a Francia y Reino Unido fue más importante para el fin de ese conflicto que su intervención militar. En los años de entreguerras, para Alemania fue un problema no tener petróleo en su territorio ni imperio que se lo pudiera proporcionar. La política exterior alemana del período de Weimar y el nazi trató de resolver este problema. Al mismo tiempo, Rusia, que se integró en la Unión Soviética (URSS), era junto a EEUU el gran productor mundial de crudo.

Se puede comprender la geopolítica del siglo XX por la dominación mundial como la entrada en forma preeminente de los dos grandes productores de petróleo: EEUU y Rusia. Por otra parte, en 1920 empieza en EEUU el auge de la sociedad de consumo en torno al automóvil. En Europa se consolida a partir de 1960, cuando el petróleo se convierte en la fuente de energía más importante. Si el crudo es indispensable para el poder militar también lo es para la economía, al permitir cubrir las necesidades de la sociedad de consumo. 

La ausencia de petróleo en Europa produce consecuencias geopolíticas que comienzan en la Guerra Fría y duran hasta hoy: la dependencia energética europea de Rusia. 

Al comienzo de la Guerra Fría, a la administración Truman no le agradó que Europa Occidental comprase petróleo a la URSS, como había estado haciendo hasta finales de los años 30. También lo hizo Alemania hasta que invadió la URSS. En la primera década de la Guerra Fría, la posición de EEUU fue firme: Europa debía importar petróleo de Oriente Medio y no del Hemisferio Occidental (EEUU, Venezuela y México), porque los estadounidenses estaban preocupados por su propio suministro a largo plazo.  

¿Cómo se garantiza Europa la seguridad energética en torno a Oriente Medio? 

Gracias al Reino Unido, que después de la II Guerra Mundial seguía conservando una posición imperial en Oriente Medio y, en particular, su base militar en Suez. 

En 1956, la nacionalización del Canal de Suez por el presidente de Egipto, Gamal Nasser, provoca una grave crisis en Europa: pone en riesgo su seguridad energética.

Los británicos se aliaron con franceses e israelíes y emprendieron una acción militar contra Egipto para intentar restablecer el control del canal. Estos países siguieron una lógica estadounidense, pero al presidente Eisenhower le escandalizó esta acción militar.  

¿Por qué EE UU se opuso entonces a la intervención militar de sus aliados? 

La crisis de Suez coincidió con el levantamiento húngaro, reprimido con violencia por los soviéticos, y unas elecciones presidenciales de EEUU. Los estadounidenses intentaban, por un lado, simpatizar con el nacionalismo árabe y, por otro, proteger la existencia de Israel como un país independiente. Mantener este equilibrio era difícil, pero el resultado fue que EEUU ejerció tal presión financiera sobre Reino Unido que obligó a su primer ministro, Anthony Eden, a abandonar la intervención militar en Egipto. Esto indignó a Londres, París y Bonn.

Europa respondió a EEUU.  

Cuando Konrad Adenauer, presidente de Alemania del Oeste, supo por Anthony Eden que Reino Unido se sometía a las presiones de Eisenhower y abandonaba la intervención militar en Suez, viajó a París y le dijo a su homólogo francés: “No tenemos tiempo que perder. Europa será nuestra venganza”.

Y lo que sigue…

Francia llegó a la conclusión de que necesitaba el arma atómica para reducir su dependencia de EEUU en seguridad y tecnología. Lo más importante a largo plazo es que Alemania Occidental e Italia empezaron a importar petróleo soviético. A raíz de esa crisis, a principios de los 60 la URSS construirá el oleoducto Druzhba –amistad en ruso– para transportar su petróleo hasta Europa Occidental. El oleoducto atraviesa Ucrania, por aquel entonces integrada en la URSS; no era un país independiente. A finales de los 60 se reproduce ese esquema cuando la URSS descubre enormes yacimientos de gas en Siberia Occidental. La dinámica se consolidó en Alemania Occidental con la ostpolitik, liderada por Willy Brandt, de acercarse a la URSS como forma de conseguir a largo plazo la unificación alemana.

Desde la crisis de Suez, se consolida en el tiempo el suministro de energía proveniente de la URSS, después Rusia, a Alemania e Italia. 

El razonamiento era que ante la imposibilidad de obtener su suministro energético de sus amigos europeos era mejor confiar en la Unión Soviética y luego en Rusia. 

La guerra de Ucrania y la crítica a Alemania por depender del gas ruso progresan en paralelo. ¿Cuál era la alternativa?

La posición alemana es bastante comprensible durante mucho tiempo. En los años 90, la gran promesa era Azerbaiyán, gran productor de gas, pero hacer llegar la materia prima a Europa era bastante complicado. La otra alternativa era Irán, pero había una serie de dificultades políticas y éticas. Además, en los 90 EEUU empezó a sancionar a empresas europeas que operaban en Irán. No obstante, Alemania podría haber recurrido antes al gas natural licuado (GNL) para diversificar su suministro de energía, cuando Qatar se convirtió en un gran exportador. El momento en el que, creo, se puede decir que Alemania tuvo serias alternativas o, al menos, la posibilidad de mandar una señal a Rusia, fue cuando se produjo el boom del gas de esquisto en EEUU, a partir de 2010.

Usted considera que ese boom del ‘shale gas’ en EEUU es uno de los acontecimientos más importantes del siglo XXI y sin él no se puede comprender el presente, por sus profundas consecuencias geopolíticas. EEUU consigue su independencia energética y compite en el mercado energético mundial.

Sí, y a la vista de lo que está pasando con Rusia, lo pienso más que cuando escribí Disorder. Con el petróleo y el gas de esquisto EEUU posee una nueva capacidad de ejercer el poder en el mundo, con profundas consecuencias en Oriente Medio. En particular, complica su relación con Arabia Saudí, lo que desestabiliza aún más una región ya de por sí complicada de manejar para los estadounidenses.  

Respecto a Europa, fue una ruptura porque Rusia ahora tiene un rival en el mercado europeo de gas. Es un duro golpe para Rusia, que pensaba tener un dominio absoluto del mercado europeo y poder entrar en un futuro en el estadounidense. Para los países con relaciones históricas muy difíciles con Rusia, como Polonia y los países bálticos, el gas estadounidense era un salvavidas. Sin embargo, Alemania no estaba interesada en comprar gas de EEUU: no construyó ningún puerto de GNL para recibirlo. En Europa existía una profunda división entre los países de la UE que esperaban romper con Rusia y recurrir al gas estadounidense y aquellos que se oponían rotundamente.

¿Por qué el Gobierno alemán no diversificó su suministro de gas respecto a Rusia? 

Consideraban que las cosas iban muy bien como estaban. En la década de 2010 era inverosímil que Alemania pudiera eliminar su dependencia del gas ruso, pero al menos podría haber empezado a diversificar su suministro. 

La UE quiere reducir la dependencia del gas ruso en dos tercios antes de final de año. Sin embargo, el ministro de Energía de Qatar afirma que es “casi imposible” sustituir rápidamente los suministros rusos.

Creo que va a llevar bastante tiempo. La idea de que las sanciones energéticas no tendrán consecuencias drásticas en las economías europeas es errónea. Quienes dicen: “Bueno, será un 2% del PIB al año”… no se han parado a pensar en las consecuencias sistémicas. En particular para Alemania, por la gran cantidad de gas que consume su industria. Y las consecuencias se resentirían en el resto del mundo. Los datos no demuestran que los productores de gas esquisto en EEUU vayan a poder compensar el volumen crítico de producción rusa que consume Europa. Qatar podría producir un poco más, pero su producción está atada por contratos a largo plazo con los mercados asiáticos.

En mi opinión, la única forma de que ese cambio se produzca, y en un periodo de tres o cuatros años, es reducir la demanda de gas en Europa, como discutieron los líderes de la UE hace unas semanas en Versalles. Sin embargo, no estoy convencida de que la transición del gas a la electricidad pueda ocurrir tan rápidamente, salvo que se produzca un avance tecnológico en el almacenamiento de la energía solar y eólica. Nadie sabe cuándo va a ocurrir. 

A principios de febrero, China y Rusia se prometieron “una amistad eterna”. Usted explica que la guerra de Irak produjo en China un “replanteamiento estratégico” y su acercamiento energético a Rusia. 

En 1993, ante la falta de suministro interno, China comenzó a importar un volumen significativo de petróleo. La dependencia energética era, desde hacía tiempo, una seria preocupación para su clase dirigente, que siempre había sido muy sensible a la historia económica de Japón en el siglo XX. En particular, a cómo la dependencia energética de Japón jugó un rol importante en su camino hacia la II Guerra Mundial y, después de esta contienda, en sus dificultades de suministro energético.

Mientras Occidente discutía los verdaderos motivos de la guerra en Irak, para Pekín era evidente: EEUU estaba preocupado por su suministro energético a largo plazo y quería integrar a Irak en su esfera de influencia. Pekín se preocupaba de su propio suministro ante un EEUU cada vez más “muscular” en asuntos energéticos, y profundizaba en el llamado “dilema de Malaca” formulado por el presidente de China en 2003 [Hu Jintao].

¿El “dilema de Malaca”?

Consistía en que la demanda china de petróleo, y muchos otros intercambios comerciales, pasaba necesariamente por ese lugar, el estrecho de Malaca. Y un bloqueo naval estadounidense sería una absoluta catástrofe porque no tendrían acceso al suministro de petróleo. China constató que necesitaba diversificar su aprovisionamiento de energía. Sus suministros de Angola y Oriente Medio no eran suficientes: necesitaba a Rusia. Pero la dificultad de construir un oleoducto por la gran distancia entre Siberia y China siempre fue disuasoria para las autoridades chinas. Este cálculo cambió con la caída de Sadam Hussein. Y poco tiempo después, Rusia y China acordaron construir un oleoducto. Después del primer conflicto en Ucrania en 2014, también acordaron construir un gasoducto. Desde el punto de vista de Rusia, era una buena noticia, porque si tenían dificultades con los mercados europeos tenían la capacidad de dar la vuelta en ambos sentidos.

Recientemente ha escrito que “los europeos occidentales se acomodaron bajo la ilusión de que el evidente desorden de las dos últimas décadas no era real”. En mi opinión, un ejemplo de su argumento son las recientes declaraciones del presidente de Francia de que “el mundo de la paz que creíamos eterno parece desmoronarse por completo ante nuestros ojos”. 

En los años 90, en Europa y en algunas partes de EEUU se adopta el relato, por decirlo de algún modo, “del fin de la Historia”. Eso era un delirio ya en los años 90, una década terrible en varias partes del mundo: la Guerra del Golfo, las guerras civiles en África (Congo, Sierra Leona, Ruanda…), la guerra de los Balcanes en Europa, etc.

Es interesante comparar las motivaciones de la Guerra del Golfo por George Bush padre y la guerra de Irak por Bush Junior. Bush I no escondió en ningún momento que la razón principal de EEUU y los aliados para intervenir militarmente –además de la evidente invasión de Kuwait– es el petróleo. En 1990, para un presidente de EEUU la garantía energética justifica una intervención militar, sin que provoque problemas políticos internos. Sin embargo, si saltamos a 2003, la idea de invadir un país por cuestiones energéticas era inaceptable. Por eso el énfasis puesto en otras razones para justificar la Guerra de Irak: las armas de destrucción masiva –que no existían– y exportar la democracia. 

Usted explica este cambio. 

A partir de los años 90, cierta conciencia política europea y americana se desvinculó de las consideraciones materiales económicas y geopolíticas. Por ejemplo, la disolución pacífica de la URSS en 1991 se produjo por una serie de razones materiales que entonces no se entendieron en su totalidad. Sin embargo, presentar la disolución de la URSS como la supuesta victoria de la democracia liberal occidental en términos ideológicos es un pensamiento que se desvincula del mundo material real, económico y geopolítico. Este pensamiento o imaginación política occidental se complacía en pensar que las cuestiones políticas pueden resolverse mediante una contienda de ideales en la que los ideales occidentales están, por utilizar su lenguaje, en el lado correcto de la historia. 

Este pensamiento o imaginación es una limitación para comprender la complejidad del mundo.

A partir de 2016 una serie de cuestiones empezaron a derrumbarse, como, por ejemplo, la inevitabilidad de la integración de la UE, con el Brexit, y que una persona como Donald Trump accediese a la presidencia de EEUU. Pero también en estos últimos años ocurrieron una serie de acontecimientos, con profundas consecuencias geopolíticas, a los que no se ha dado suficiente importancia, ni a sus consecuencias. 

¿Por ejemplo?

A la consolidación de Rusia en Oriente Medio o a cómo la administración Obama fue un verdadero desastre en esa región, desde la perspectiva americana. El ascenso del califato del ISIS, la intervención militar rusa en Siria, la ruptura de las relaciones con Arabia Saudí, especialmente a partir de septiembre de 2013, y dentro de este país, con miembros de la Familia Real torturándose unos a otros en el hotel Ritz; o el horror de Siria.

Lo mismo se puede decir respecto a Ucrania con la anexión de Crimea por Rusia en 2014. Vladímir Putin demostró que no aceptaba la integridad territorial de un país que se encuentra entre Alemania y Rusia. Fue un momento bastante revelador, y no se le dio la importancia suficiente más allá de declaraciones como, por ejemplo, la de Angela Merkel de: “¿Cómo puede ocurrir esto en Europa 25 años después de la caída del muro de Berlín?” Es lo mismo que levantar los brazos y decir que mi imaginación no me permite entender qué está ocurriendo. 

 

https://www.eldiario.es/economia/helen-thompson-sanciones-energia-rusia-tendran-consecuencias-drasticas-economias-europeas_128_8910066.html

Desarrollada por el periodista Lic. Eduardo Luque quien es profesor de Historia por la Universidad Central de Barcelona. Lic. en Pedagogía por la UAB, Lic. en Psicopedagogía. Analista internacional y experto en Geopolítica. Colaborador de RT, HispanTV y articulista Revista el Viejo Topo, Crónica Popular y en Canarias semanal España.

El disertante expuso las dificultades que afectarán a la Unión Europea su alineamiento a las directivas de política exterior de Estados Unidos de Norte America. Y alertó sobre el despliegue que posiblemente desarrollará la OTAN sobre latinoamérica (en la próxima reunión a realizarse en Madrid).

Organizo Dossier Geopolítico DG.

Lic. Carlos Pereyra Mele, Director de Dossier Geopolítico (DG)

por Pepe Escobar.-

El impresionante espectáculo de la UE cometiendo hara-kiri a cámara lenta es algo para todos los tiempos. Al igual que un remake barato de Kurosawa, la película trata en realidad sobre la demolición detonada por el Imperio de las Mentiras de la UE, completa con el posterior desvío de algunas exportaciones clave de productos básicos rusos a los Estados Unidos a expensas de los europeos.

Ayuda tener un 5ésimo la actriz columnista colocó estratégicamente, en este caso la asombrosamente incompetente jefa de la Comisión Europea, Ursula von der Lugen, con un nuevo anuncio vociferante de un paquete de sanciones adicionales: barcos rusos prohibidos en los puertos de la UE; a las empresas de transporte por carretera de Rusia y Bielorrusia se les prohíbe la entrada en la UE; no más importaciones de carbón (más de 4.400 millones de euros al año).

Eso se traduce en la práctica en que el Imperio de las Mentiras sacude a sus clientes / títeres más ricos, occidentales. Rusia, por supuesto, es demasiado poderosa militarmente. El Imperio necesita urgentemente algunas de sus exportaciones clave, especialmente minerales. La misión cumplida en este caso equivale a empujar a la UE a imponer más y más sanciones y colapsar deliberadamente sus economías nacionales, permitiendo a los Estados Unidos recoger todo.

Señal de las consecuencias económicas catastróficas que se avecinan que sienten los europeos en su vida cotidiana (pero no el 5% más rico):inflación devorando salarios y ahorros; las próximas facturas de energía de invierno tienen un golpe medio; productos que desaparecen de los supermercados; reservas de vacaciones casi congeladas; Le Petit Roi Macron en Francia, tal vez hasta una desagradable sorpresa electoral, anunciando que «los cupones de alimentos como en la Segunda Guerra Mundial son posibles».

Tenemos a Alemania enfrentando el fantasma que regresa de la hiperinflación de Weimar; El presidente de BlackRock, Rob Kapito, dijo, en Texas, «por primera vez, esta generación va a ir a una tienda y no podrá obtener lo que quiere»; los agricultores en África no pueden pagar fertilizantes en absoluto este año, reduciendo la producción agrícola en una cantidad capaz de alimentar a 100 millones de personas.

Zoltan Poszar, ex gurú de la Fed de Nueva York y del Tesoro de los Estados Unidos, actual grand vizir de Credit Suisse, ha estado en racha, enfatizando cómo las reservas de materias primas, y aquí Rusia no tiene rival, serán una característica esencial de lo que él llama Bretton Woods III (sin embargo, de hecho, lo que está siendo diseñado por Rusia, China, Irán y la Unión Económica de Eurasia es un post-Bretton Woods).

Poszar comenta que las guerras, históricamente, las ganan aquellos que tienen más alimentos y suministros de energía, en el pasado para alimentar caballos y soldados, hoy para alimentar a los soldados y tanques de combustible y aviones de combate.

China, por cierto, ha acumulado grandes existencias de prácticamente todo.

Poszar señala cómo nuestro actual sistema bretton woods II tiene un impulso deflacionario (globalización, comercio abierto, cadenas de suministro justo a tiempo), mientras que Bretton Woods III proporcionará un impulso inflacionario (desglobalización, autarquía, acaparamiento de materias primas) de cadenas de suministro y gasto militar adicional para poder proteger lo que quedará del comercio marítimo.

Las implicaciones son, por supuesto, abrumadoras. Lo que está implícito, ominosamente, es que este estado de cosas puede incluso conducir a la Tercera Guerra Mundial.

¿Rublegas o GNL americano?

El Club Valdai ha llevado a cabo una discusión de expertos esenciales sobre lo que en The Cradle hemos definido como Rublegas, el verdadero cambio de juego geoeconómico en el corazón de la era posterior al petrodólar. Alexander Losev, miembro del Consejo Ruso de Política Exterior y de Defensa, ofreció los contornos del panorama general. Pero le tocó a Alexey Gromov, Director Jefe de Energía del Instituto de Energía y Finanzas, llegar a detalles cruciales.

Rusia hasta ahora estaba vendiendo gas a Europa por la cantidad de 155 mil millones de metros cúbicos al año. La UE promete retóricamente deshacerse de ella para 2027 y reducir la oferta para fines de 2022 en 100 mil millones de metros cúbicos. Gromov preguntó «cómo», y comentó, «cualquier experto no tiene respuesta. La mayor parte del gas natural de Rusia se envía a través de gasoductos. Esto no puede ser simplemente reemplazado por GNL».

La risible respuesta europea ha sido «empezar a ahorrar», como en «prepárate para estar peor. Reducir la temperatura en los hogares». Gromov señaló cómo, en Rusia, «22 a 25 grados en invierno es la norma. Europa está promoviendo 16 grados como ‘saludable’ y usando suéteres por la noche».

La UE no podrá obtener el gas que necesita de Noruega o Argelia (que está privilegiando el consumo interno). Azerbaiyán podría proporcionar en el mejor de los casos 10 mil millones de metros cúbicos al año, pero «eso tardará 2 o 3 años» en suceder.

Gromov enfatizó que «no hay superávit en el mercado hoy para el GNL de Estados Unidos y Qatar». Y cómo los precios para los clientes asiáticos son siempre más altos. La conclusión es que «para fines de 2022, Europa no podrá reducir significativamente» lo que se compra a Rusia: «podrían reducir en 50 mil millones de metros cúbicos, como máximo». Y los precios en el mercado spot serán más altos, al menos $ 1,300 por metro cúbico.

Un desarrollo importante es que «Rusia ya cambió las cadenas de suministro logístico a Asia». Eso también se aplica al gas y al petróleo:

«Se pueden imponer sanciones si hay un excedente en el mercado. Ahora hay una escasez de al menos 1,5 millones de barriles de petróleo al día. Enviaremos nuestros suministros a Asia, con un descuento». Tal como está, Asia ya está pagando una prima, de 3 a 5 dólares más por barril de petróleo.

Sobre los envíos de petróleo, Gromov también comentó sobre el tema clave de los seguros: «Las primas de seguros son más altas. Antes de Ucrania, todo se basaba en el sistema FOB. Ahora los compradores dicen ‘no queremos correr el riesgo de llevar su carga a nuestros puertos’. Así que están aplicando el sistema CIF, donde el vendedor tiene que asegurar y transportar la carga. Eso, por supuesto, afecta los ingresos».

Un tema absolutamente clave para Rusia es cómo hacer la transición a China como su cliente clave de gas. Se trata de Power of Siberia 2, que alcanzará su capacidad máxima solo en 2024. Y primero se debe construir el interconector a través de Mongolia, «necesitamos 3 años para construir este oleoducto», por lo que todo estará en su lugar solo alrededor de 2025.

En el gasoducto Yamal, «la mayor parte del gas va a Asia. Si los europeos no compran más, podemos redirigir». Y luego está el Arctic LNG 2, que es más grande que Yamal: «la primera fase debería estar terminada pronto, está lista en un 80%». Un problema adicional puede ser planteado por los «no amigos» rusos en Asia: Japón y Corea del Sur. La infraestructura de GNL producida en Rusia todavía depende de tecnologías extranjeras.

Eso es lo que lleva a Gromov a señalar que «el modelo de economía basada en la movilización no es tan bueno». Pero eso es lo que Rusia necesita lidiar al menos a corto y mediano plazo.

Lo positivo es que el nuevo paradigma permitirá «más cooperación dentro de los BRICS»; la ampliación del Corredor Internacional de Transporte Norte Sur (INSTC); y una mayor interacción e integración con «Pakistán, India, Afganistán e Irán».

Solo en términos de Irán y Rusia, los intercambios en el Caspio ya están en proceso, ya que Irán produce más de lo que necesita y está listo para aumentar la cooperación con Rusia en el marco de la asociación estratégica fortalecida.

Geoeconomía hipersónica

Dependía del experto en energía chino Fu Chengyu ofrecer una explicación concisa de por qué el impulso de la UE de reemplazar el gas ruso con GNL estadounidense es, bueno, una quimera. Esencialmente, la oferta de Estados Unidos es «demasiado limitada y demasiado costosa».

Fu Chengyu mostró cómo un proceso largo y complicado depende de cuatro contratos: entre el desarrollador de gas y la compañía de GNL; entre la empresa de GNL y la empresa compradora; entre el comprador de GNL y la empresa de carga (que construye buques); y entre el comprador y el usuario final.

«Cada contrato», ha señalado, «tarda mucho tiempo en terminarse. Sin todos estos contratos firmados, ninguna de las partes invertirá, ya sea en infraestructura o en el desarrollo de campos de gas». Por lo tanto, la entrega real de GNL estadounidense a Europa supone que todos estos recursos interconectados están disponibles, y se mueven como un reloj.

El veredicto de Fu Chengyu es contundente: esta obsesión de la UE por abandonar el gas ruso provocará «un impacto en el crecimiento económico mundial y la recesión. Están empujando a su propia gente, y al mundo. En el sector energético, todos seremos perjudicados».

Fue bastante esclarecedor yuxtaponer la turbulencia geoeconómica que se avecinaba -la obsesión de la UE por eludir el gas ruso y la aparición del rublegas- con las verdaderas razones detrás de la Operación Z en Ucrania, completamente oscurecida por los psyops de los medios occidentales.

Así que envié algunas preguntas a un viejo profesional del Estado Profundo de los Estados Unidos, ahora retirado, y bastante familiarizado con el funcionamiento interno de la antigua OSS, el precursor de la CIA, hasta la demencia neoconservadora.

Sus respuestas fueron bastante aleccionadoras. Comenzó señalando: «Todo el problema de Ucrania es sobre misiles hipersónicos que pueden llegar a Moscú en menos de cuatro minutos. Estados Unidos los quiere allí, en Polonia, Rumania, Estados Bálticos, Suecia, Finlandia. Esto es una violación directa de los acuerdos de 1991 de que la OTAN no se expandirá en Europa del Este. Estados Unidos no tiene misiles hipersónicos ahora, pero debería hacerlo, en un año o dos. Esta es una amenaza existencial para Rusia. Así que tuvieron que ir a Ucrania para detener esto. Los siguientes serán Polonia y Rumania, donde se han construido lanzadores en Rumania y se están construyendo en Polonia».

Publicado en thecradle.co

NR.: desde hace 15 años anunciamos desde nuestros artículos de Dossier Geopolitico,y en Conferencias, artículos periodísticos y medios de comunicación masivos, que el mundo cambia de un unipolarismo a una multipolaridad y que ello significa que 5 siglos de dominio occidental están llegando a su fin; el artículo del gran intelectual portugues Boaventura de Sousa Santos, parece que demuestra que algunos europeos empiezan a entender el cambio epocal, (y de que, no nos equivocamos en los tiempos que vendrían y la dureza de los mismo) y que las consecuencias serán durísimas para “toda” europa, bienvenidos al mundo real S XXI.- Carlos Pereyra Mele Director de Dossier Geopolitico.

POR BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS

Cien años después de la Primera Guerra Mundial, los líderes europeos caminan sonámbulos hacia una nueva guerra total. 

Al igual que en 1914, piensan que la guerra de Ucrania será limitada y de corta duración. En 1914, se decía en los ministerios que la guerra duraría tres semanas. Fueron cuatro años y más de veinte millones de muertos. Tal y como en 1918, hoy domina la posición de que es necesario castigar de manera ejemplar a la potencia agresora para dejarla postrada y humillada durante mucho tiempo. En 1918, la potencia derrotada fue Alemania (y también el Imperio otomano). Hubo voces discordantes (John Maynard Keynes y otros) para quienes la humillación total de Alemania sería desastrosa para la reconstrucción de Europa y para la paz duradera en el continente y el mundo. No fueron escuchadas, y veintiún años después Europa estaba de nuevo en guerra. Siguieron cinco años de destrucción y más de setenta millones de muertos. La historia no se repite y aparentemente no enseña nada, pero sirve para ilustrar y mostrar similitudes y diferencias. Veamos unas y otras a la luz de dos ejemplos.

En 1914, Europa vivía en relativa paz desde hacía cien años, con muchas guerras, pero circunscritas y de corta duración. El secreto de esta paz fue el Congreso de Viena (1814-1815). Esta reunión internacional trataba de poner fin al ciclo de transformación, turbulencia y guerra que había comenzado con la Revolución francesa y que se agravó con las guerras napoleónicas. El pacto con que terminó el Congreso de Viena se firmó nueve días antes de la derrota final de Napoleón en Waterloo. En este congreso dominaron las fuerzas conservadoras y el periodo que siguió se denominó Restauración (del viejo orden europeo). El Congreso de Viena tiene, sin embargo, otra característica por la que vale la pena recordarlo ahora. Fue presidido por un gran estadista austríaco, Klemens von Metternich, cuya preocupación primordial era incorporar a todas las potencias europeas, tanto a las vencedoras como a las vencidas, con el fin de garantizar una paz duradera. Por supuesto, la potencia perdedora (Francia) tendría que sufrir las consecuencias (pérdidas territoriales), pero el pacto fue firmado por ella y el resto de potencias (Austria, Inglaterra, Rusia y Prusia) y con condiciones impuestas a todos para garantizar una paz duradera en Europa. Y así se cumplió.

La principal es que, esta vez, el escenario de la guerra es Europa, pero las partes en conflicto son una potencia europea (Rusia) y una potencia no europea (Estados Unidos). La guerra tiene todas las características de una proxy war, una guerra en la que los contendientes se aprovechan de otro país (Ucrania), el país del sacrificio, para lograr objetivos geoestratégicos que trascienden con creces los de ese país e incluso los de la región en que se integra (Europa).

Hay muchas diferencias en relación con nuestro tiempo. La principal es que, esta vez, el escenario de la guerra es Europa, pero las partes en conflicto son una potencia europea (Rusia) y una potencia no europea (Estados Unidos). La guerra tiene todas las características de una proxy war, una guerra en la que los contendientes se aprovechan de otro país (Ucrania), el país del sacrificio, para lograr objetivos geoestratégicos que trascienden con creces los de ese país e incluso los de la región en que se integra (Europa). Verdaderamente, Rusia solo está en guerra con Ucrania porque está en guerra con la OTAN, una organización cuyo comandante supremo aliado en Europa es «tradicionalmente un comandante estadounidense».[1] Una organización que, sobre todo tras el final de la primera Guerra Fría, ha servido a los intereses geoestratégicos de Estados Unidos. Rusia sacrifica ilegal y brutalmente los principios de autodeterminación de los pueblos, de los que en anteriores contextos geopolíticos fue un importante heraldo, para hacer valer sus preocupaciones de seguridad después de no verlas reconocidas por medios pacíficos y por una innegable nostalgia imperial. Por su parte, desde el final de la primera Guerra Fría, Estados Unidos está decidido a profundizar la derrota de Rusia, una derrota que quizá fue más autoinfligida que provocada por la superioridad del adversario.

Durante un breve período, la disputa diplomática en Washington fue entre la «asociación para la paz» y «la expansión de la OTAN para garantizar la seguridad de los países emergentes del bloque soviético». Con el presidente Clinton fue esta última política la que prevaleció. Por diferentes razones, también para Estados Unidos, Ucrania es el país del sacrificio. La guerra de Ucrania está sujeta al objetivo de infligir una derrota incondicional a Rusia que, preferentemente, ha de durar hasta que se provoque el regime change en Moscú. La duración de la guerra está sujeta a ese objetivo. Si se le permite al Primer Ministro británico decir que las sanciones contra Rusia continuarán, cualquiera que sea la posición de Rusia ahora, ¿cuál es el incentivo de Rusia para poner fin a la guerra? Después de todo, ¿es suficiente que Putin sea derrocado (como le sucedió a Napoleón en 1815) o es Rusia la que tiene que ser derrocada para detener la expansión de China? También hubo regime change en la humillada Alemania de 1918, pero su curso terminaría en Hitler y en una guerra aún más devastadora. La grandeza política del presidente Zelenski podría construirse tanto como el valiente patriota que defiende a su país del invasor hasta la última gota de sangre, como la del valiente patriota que, ante el peligro de tanta muerte inocente y la asimetría de fuerza militar, logra, con el apoyo de sus aliados, una fuerte negociación y una paz digna. El hecho de que hoy prevalezca la primera construcción no resulta de las inclinaciones personales del presidente Zelensky.

Durante las dos guerras mundiales del siglo XX, Europa era el autoproclamado centro del mundo

El segundo ejemplo para ver similitudes y diferencias con el pasado reciente se refiere a la posición geopolítica de Europa. Durante las dos guerras mundiales del siglo XX, Europa era el autoproclamado centro del mundo. Por eso las guerras fueron mundiales. Cerca de cuatro millones de las tropas «europeas» eran en realidad africanas y asiáticas, y muchos miles de muertos no europeos fueron el precio del sacrificio por ser habitantes de colonias en países lejanos envueltos en guerras que no les conciernen. Hoy, Europa es un rincón del mundo, y la guerra en Ucrania lo hará aún más pequeño. Durante siglos fue el extremo de Eurasia, esa gran masa terrestre entre China y la Península Ibérica, por donde circulaban saberes, productos, innovaciones científicas y culturas. Mucho de lo que luego se atribuyó al excepcionalismo europeo (desde la Revolución científica del siglo XVI hasta la Revolución industrial del siglo XIX) no se comprende y no habría ocurrido sin esta circulación multisecular. La guerra en Ucrania, sobre todo si se prolonga, corre el riesgo no sólo de amputar a Europa de una de sus potencias históricas (Rusia), sino también de aislarla del resto del mundo y, muy especialmente, de China. 

La guerra en Ucrania, sobre todo si se prolonga, corre el riesgo no sólo de amputar a Europa de una de sus potencias históricas (Rusia), sino también de aislarla del resto del mundo y, muy especialmente, de China. 

El mundo es inmensamente más grande de aquello que se ve con lentes europeos. Vistos con estos lentes, los europeos nunca se sintieron tan fuertes, tan unidos con su socio mayor, tan confiadamente del lado correcto de la historia, con el mundo del «orden liberal» dominando el planeta y tan suficientemente robustos como para aventurarse en un tiempo a conquistar o, al menos, neutralizar a China, después de haber destruido a su principal socio, Rusia.

Europa y Estados Unidos están orgullosamente casi solos, quizás capaces de ganar una batalla, pero ciertamente en camino a la derrota en la guerra de la historia.

Vistos con lentes no europeos, Europa y Estados Unidos están orgullosamente casi solos, quizás capaces de ganar una batalla, pero ciertamente en camino a la derrota en la guerra de la historia. Más de la mitad de la población mundial vive en países que han decidido no imponer sanciones a Rusia. Muchos de los que votaron (y bien) en la ONU contra la invasión ilegal de Ucrania lo hicieron con justificaciones de su experiencia histórica, que no fue la de ser invadidos por Rusia, sino por Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Israel. Sus decisiones no fueron fruto de la ignorancia, sino de la precaución.

¿Cómo pueden confiar en países que, después de haber creado un sistema de transferencias financieras (SWIFT) con el objetivo de defender las transacciones económicas de la injerencia política, expulsan a un país por motivos políticos? 

¿En países que se arrogan el poder confiscar las reservas financieras y de oro de países soberanos como Afganistán, Venezuela y ahora Rusia? 

¿En países que proclaman la libertad de expresión como un valor universal sacrosanto, pero recurren a la censura en cuanto se sienten desenmascarados por ella? 

¿En países supuestamente amantes de la democracia que no dudan en provocar golpes de Estado cuando los elegidos no convienen a sus intereses? 

¿En países para los cuales, según las conveniencias del momento, el «dictador» Nicolás Maduro puede convertirse repentinamente en un socio comercial? 

El mundo ha perdido la inocencia, si es que alguna vez la tuvo.


FUENTE:https://blogs.publico.es/espejos-extranos/2022/04/05/europa-cien-anos-de-soledad/#md=modulo-portada-fila-de-modulos:4×15-t1;mm=mobile-big

Es de los mejor informados de las redes sociales y habló con Tiempo bajo la condición de confidencialidad. Viejos paradigmas y operaciones informáticas en la campaña.

Por: Alberto López Girondo @algirondo TIEMPO ARGENTINO

Se nota su conocimiento sobre estrategia militar en los posteos que hace regularmente en su cuenta de Twitter @TomELawrence1, pero prefiere escudarse en un lejano homenaje al mítico Lawrence de Arabia porque como alto miembro de la cúpula militar argentina dice no está en condiciones de hablar de temas en que el gobierno nacional, salvo la condena a Rusia, “no se ha expresado más”. De todas maneras, este analista tiene mucho para decir desde el anonimato sobre lo que ocurre en esos campos de batalla que, con datos corroborados por fuentes muy imbuidas del tema, desmienten el carril que muestra la mayoría los grandes medios internacionales.

“Nadie es objetivo –acepta de entrada– y yo no niego estar del lado ruso por el sencillo hecho de que Rusia apoya el reclamo argentino en Malvinas y Ucrania quiere ingresar en la Otan, donde están los ingleses”.

–Se dice que las tropas rusas están empantanadas, y que ahora anuncian una nueva fase para ocultar un fracaso.

–Como decía (Carl von) Clausewitz, la guerra es la continuidad de la política; entonces, el poder político determina los objetivos estratégicos, las herramientas que va a utilizar y en el caso de una guerra, qué herramientas militares va a disponer. Putin, después de ocho años de Donbass, dijo “acá no hay más que hablar” y fijó objetivos militares. Lo que en términos profesionales se llama el Estado Final Estratégico, que era desmilitarizar y desnazificar Ucrania. Cualquier analista tiene que partir de eso y desde ahí empieza a desgranarse todo el planeamiento para cumplir con los objetivos operacionales. Para definir el tema: el ámbito de la estrategia es todo lo que pasa en Ucrania, Europa y EE UU, lo operacional es lo que pasa dentro de Ucrania y lo táctico es lo que pasa en Kiev, Mariupol, Dnieper. Yo me enfoco en lo operacional, lo que pasa en el campo de batalla, en la campaña.

–¿Pero no están trabados en Kiev?

–Hay en eso una trampa informativa. Hace 2500 años Sun Tsu decía que el peor negocio es atacar una ciudad. Y sigue siendo así. Si me dicen “vamos a desnazificar y desmilitarizar”, tengo que pensar en términos de lo que se llama Centros de Gravedad, que es donde está su poder y su libertad. En Malvinas el centro de gravedad de los británicos era el portaaviones, eso les daba libertad de acción y poder; el nuestro era Puerto Argentino. Si hablo de «desmilitarizar y desnazificar», el centro de gravedad está representado por las fuerzas ucranianas que están en Donbass, es ahí donde hay que pegar para lograr el Estado Final Estratégico que fijó Putin.

–¿Qué significa que hay una trampa informativa?

–Operaciones de información y de profecía autocumplida: si decimos que el objetivo de Putin es conquistar Kiev y no la conquista, entonces perdió la guerra. Pero también veo una deformación de 20 años de guerra global contra el terrorismo, donde las ciudades eran el centro de gravedad y objetivos operacionales. Los grupos insurgentes se ocultaban en las ciudades y así reducían las brechas tecnológica y de fuego con las fuerzas regulares. Eso dificultaba la gobernabilidad y la estabilización en el posconflicto. Por eso se peleaba en las ciudades, no porque tuvieran un valor en sí mismo. Nosotros, desde el año ’91, no vemos una guerra convencional, no tenemos el ojo acostumbrado a este tipo de operaciones. Yo creo que muchos siguen presos del paradigma de la guerra contra el terrorismo. Yo interpreto desde mis conocimientos profesionales, pero además leo, consulto fuentes rusas y ellos dicen que el objetivo es Donbass. Lo que veo es que en Kiev ahora hay 12 brigadas y fuera de Kiev hay nada más que dos divisiones rusas. Para atacar necesita una relación de combate de 3 a 1, pero si va a atacar una posición fortificada como una ciudad, necesita una relación de 6 a 1. Hoy no pasan de 1 o 1,5 a 1. Lo que hacen los rusos en Kiev, en Chernihiv, en Sumy, en Jarkov, es aferrar fuerzas, para lo cual le basta una relación de combate de 1 a 1. Porque usted les tapa la salida y desde adentro necesitan una relación de 3 a 1 para atacar.

–¿Qué es aferrar?

–Es no dejar mover a la fuerza, entonces todas esas fuerzas se quedan ahí. Si se van, quedan presas de su propia narrativa, “dejaron la ciudad” y la conquistan los rusos con fuerzas menores. Ese es el movimiento que están haciendo en el norte del país. Por los números que uno ve de los rusos, y yo llevo todos los días la Carta de Situación.

–¿De dónde saca la información? ¿Dónde hay fuentes confiables?

–Tengo una lista en Twitter de cuentas tanto occidentales como rusas, sigo un canal de YouTube ruso que a veces traduce al español, al Ministerio de Defensa británico, a un think tank norteamericano que se llama ISW (Institute for Study of War – https://www.understandingwar.org/), sigo a RUSI (Royal United Services Institute, rusi.org), que fundó en 1831 el duque de Wellington. Yo trato de explicar que en Donbass se está creando una bolsa; para ganar el poder de combate necesario para cerrarla, los rusos tendrán que solucionar el tema Mariupol, donde había seis brigadas ucranianas. Una vez que consigan esto, van a dejar libres dos divisiones más una brigada de infantería de marina y así podrán superar a las brigadas que están en los cuellos de la bolsa.

–¿Pero no está más complicado de lo que parecía?

–Nosotros estamos acostumbrados a todo rápido, todo ya. Se tarda mucho tiempo para este tipo de operaciones. Los norteamericanos en la guerra de Irak, para llegar de Kuwait a Bagdad, que son 550 kilómetros, tardaron cuatro semanas en terrenos que no tienen obstáculos, es un desierto. Ucrania está llena de ríos y los puentes fueron rotos. No es un terreno fácil, salen del invierno. En Malvinas los ingleses desembarcaron el 21 de mayo y hasta Puerto Argentino tardaron 25 días sin nadie en el camino. La velocidad de movimiento de una fuerza militar en una ruta es de 20 km por hora. En combate, con una relación 3 a 1 en un terreno sin fortificar, se avanza 300 metros por hora. Con los tiempos hay que tener mucho cuidado. Pero además no es que los ucranianos están mal preparados y son pocos. Pusieron 200 mil tipos del ejército sobre la mesa y a eso hay que agregarle otros 100 mil de la Guardia Nacional, que no son como nuestra Gendarmería, son fuerzas militares. Los rusos atacaron con 150 mil y ahora están el 175 mil. Eso demuestra que Putin quería un objetivo limitado, no quería que arrasen Ucrania. Que por otro lado es lo que tiene que hacer, porque después le quedaría un problema para el posconflicto. Es como que nosotros vayamos a una guerra contra Uruguay. Por eso fue cuidadoso en abrir corredores humanitarios, evitar el mínimo daño colateral. Yo le veo lógica a esto. Y Mariupol, por lo que veo, en una semana se termina, de ahí se van a tener que reorganizar y mandarse para el norte. Imagino una fase de aferramiento y destrucción de la capacidad operacional ucraniana. Y ellos en realidad no tienen cómo contraatacar. Lo que se ven son solo contraataques en lugares muy focalizados. Además, en Donbass está el corazón económico de Ucrania, por el puerto de Mariupol y la industria. Ucrania se está financiando con lo que la Otan le presta, pero eso se lo va a cobrar, no va a ser gratis.

FUENTE TIEMPO ARGENTINO: https://www.tiempoar.com.ar/mundo/la-estrategia-de-los-rusos-en-territorio-ucraniano-analizada-por-un-alto-mando-argentino/

RECOMENDACION DE DOSSIER GEOPOLITICO: El Centro de Investigación en Geopolítica, Integración Regional y Sistema Mundo (GIS/UFRJ), en colaboración con el portal internacional de noticias Opera Mundi, te invitan a ver el video del evento sobre “la nueva geopolítica europea en el contexto de la guerra”
Fue un Diálogo con Christophe Ventura (Director de Investigación del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas de Francia -IRIS)
Y los debatientes promovieron el diálogo a través de preguntas y el invitado y comentarios sobre el tema en cuestión. realizado el 30/03/2022

Debatientes:

  • Ana Esther Ceceña (Profesora de la UNAM y Coordinadora del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica)
  • Monica Bruckmann (Profesora de la UFRJ, coordinadora del Centro GIS)
  • Breno Altman (Periodista, fundador de Opera Mundi)

El Drama del Pueblo Saharaui ¡¡MATAR AL ÚLTIMO BEDUINO!! 

Es el título de la columna de Eduardo Bonugli, colaborador de Dossier Geopolítico en Madrid, para el Club de La Pluma, donde aborda la última maniobra de España, EEUU y la UE para hacer desaparecer al Pueblo Saharaui y al Frente Polisario del Sahara Occidental, legalizando y premiando la invasión y ocupación del desierto del Sahara por Marruecos, hace 47 años, repleta de matanzas, persecuciones y atrocidades, e incumpliendo las resoluciones de la ONU, en la estrategia anglo sajona por los recursos escondidos bajo las arenas del desierto.

Es un relato actualizado, geográfico e histórico, donde no faltan la prepotencia europea en África, las intrigas de Israel, los dobleces de Francia, la traición a la Liga Árabe, la cruel dictadura marroquí, los acuerdos secretos entre Washington y la monarquía española, el abandono a los que fueron ciudadanos europeos, la negación de los derechos de este pueblo, de la sumisión de Pedro Sánchez y de Bruselas a Trump y a Biden, del odio vernáculo de Marruecos a España, de la inquietud sobre Canarias, Ceuta y Melilla, y del tiro en el pié de Madrid, que ha puesto en peligro su gas de Argelia.

También Eduardo le pregunta a Europa por sus banderas humanistas, por los niños usados como armas de emigración, por el oxígeno que le da a semejante dictadura, por la traición a su doctrina feminista y a los colectivos LGTBI y por los millones de euros que le paga a Marruecos para que tapone la emigración africana. Mientras nos dice que en Europa a nadie le importa el final de los “últimos beduinos”. Que, a diferencia con Ucrania, nadie condena las muertes, la invasión y el incumpliendo de la legalidad internacional. Y que tampoco habrá sanciones económicas para el invasor y para sus cómplices.

Y que no les darán nada más a estas tribus nómadas, salvo el martirio, el abandono y el olvido. Y todo por que son pobres, de piel oscura, cabecitas negras, descamisados e hijos de un dios menor.

Carlos Pereyra Mele

Director de Dossier Geopolitico

La Zona en Conflicto

Especial para Dossier Geopolitico por Eduardo Bonugli Madrid

Una vez más, se va a celebrar una CUMBRE DEL SIGLO, cómo las que se repiten 6 veces al año. Es una de esas reuniones europeas dónde nunca se decide nada, que propondrá faraónicos proyectos para más tarde y que terminará con un discurso solemne e histórico sobre la unidad de Europa y de sus valores históricos.

 La división es profundísima en el organismo para este duelo entre sordos egoístas, del 24 y 25 de Marzo, con dos puntos centrales que parecen imposibles de acordar:

FRENAR EL PRECIO DE LA LUZ -y- SANCIONAR AL PETRÓLEO RUSO.

) La relación indisoluble del precio final de la luz con el precio  internacional del gas es una doctrina intocable para Bruselas que consagra como precio final, el mayor de cualquiera de sus producciones (Hidráulica, nuclear, eólica, solar, carbón o gas). Y cómo el precio del gas está disparado astronómicamente, todas las otras producciones baratas  se han subido a ese precio. Por lo tanto el precio de la luz también se ha disparado astronómicamente, lo que deriva que el lobby energético se ha enquistado en la excusa del Libre Mercado, lo que le garantiza que sus beneficios estén también astronómicamente disparados.

Y en este debate aparecen los países centrales y ricos de una Europa siempre dividida, para defender los márgenes de beneficios empresariales («Marginalidad»).

O sea, es como pagar por un coche mini, el precio de un Mercedes

Mientras que los estados pobres del sur claman por un precio más justo, dependiente solo de un promedio proporcional de los costes de cada producción y no de la especulación financiera, como es ahora.

Todo indica que terminará la cumbre con grandes palabras, con promesas esperanzadoras y con la única recomendación de bajar algún punto porcentual en los impuestos, lo que no traerá ningún alivio en la factura, será otro golpe al presupuesto de los estados y dejará satisfecho solamente a los empresarios energéticos (¡Ojo! Es de traidores llamarles Oligarcas).

) Hoy por hoy, las anunciadas sanciones al petróleo ruso son la causa fundamental del aumento del precio de los carburantes. Aunque esas sanciones aún no se hayan aplicado realmente por la disparidad de intereses en Occidente, pero solo la amenaza ha reventado el techo de su precio, y está provocando un cataclismo social, con epicentro en España pero que puede extenderse cómo la pólvora por toda la Unión. 

No es de extrañar entonces que los «analistas económicos»  rueguen a los dioses financieros, y a Biden, por un  acuerdo final de paz en Ucrania. Única posibilidad real de provocar una bajada importante y rápida del precio internacional del petróleo. 

Por lo tanto, tampoco sería de extrañar que la Comisión Europea, en esta «cumbre del siglo», se lave las manos y se salga por la tangente con otros de sus relatos del «sí pero, no», para no decidir nada. 

Y mucho más cuándo sigue dividida por las diferentes prioridades nacionales sobre su dependencia del gas ruso, que sigue fluyendo hacia Europa a pesar de que Occidente haya declarado LA GUERRA MUNDIAL CONTRA RUSIA. Aunque, los primeros misiles de esa guerra, están explotando en los bolsillos de los europeos.

Eduardo Bonugli

Madrid, 23-03-22

La Comisión Europea deja en manos de los líderes de la UE la decisión de intervenir en el mercado ante la crisis energética

Bruselas no se moja y presenta un abanico de posibles medidas, con sus pros y sus contras, sin apostar por ninguna, a la espera de que los jefes de Gobierno decidan en la cumbre de este jueves y viernes. Eso sí, lanza una propuesta legislativa para garantizar un 80% de reservas de gas para este invierno

Diario El Diario,es Espana: https://www.eldiario.es/economia/comision-europea-deja-manos-lideres-intervenir-mercado-crisis-energetica_1_8854595.html