…un artículo muy interesante para empezar a conocer a la China actual desde una mirada más profunda que tiene que ver con su historia y cultura y que ayuda a desmitificar algunas falsas creencias. Dossier Geopolitico

Por Miguel Iradier

Desde Occidente, tendemos a juzgar a la China actual más por su presencia económica y el impacto de su desarrollo material en el resto del mundo que por las necesidades internas en el desarrollo de su historia; dando así una prioridad abrumadora a la óptica geopolítica sobre la cultural, que debería tener al menos una importancia comparable.

De hecho, es fácil ver que el impacto global de China va a depender en gran medida de cómo acierte a encajar todo este periodo y el futuro previsible dentro de un marco histórico para el que desearía el menor número de cambios. Para la cultura china el sentido de la continuidad a gran escala es fundamental, y a largo plazo siempre hará cuanto pueda por asimilar y hacer indetectable el origen de las influencias extranjeras. Ya lo ha conseguido en buena medida con el marxismo y el capitalismo, que pierden tanto de su significado original en la traducción que ya no se sabe si denominar al sistema chino «socialismo de mercado» o «capitalismo de estado».

El impulso de la modernidad se sigue sintiendo como anómalo para gran parte de la población mundial, que sólo la padece como proceso de colonización cultural y pérdida de sus formas propias. Pero si en la mayor parte de los países esta aculturación es un proceso pasivo y reactivo asociado fundamentalmente a la sociedad de consumo, en China se presentó en primer lugar como una destrucción activa en el fenómeno sin precedentes de la Revolución Cultural, y sólo después adoptó las ubicuas formas del consumo. Esta profunda herida autoinflingida reclamará todavía durante mucho tiempo algún tipo de reparación, e incluso podría provocar excesos por compensación.

Quienes dicen que China quiere dominar el mundo mienten como bellacos y lo saben perfectamente. La aspiración al dominio global y sin fronteras es cosa propia de la economía-mundo del modelo liberal, que tuvo su epicentro en Londres en el siglo diecinueve y en Nueva York en el siglo veinte. Por el contrario, China ha sido por más de dos mil años un imperio-mundo, es decir, un sistema que se atiene a unos límites naturales, como por ejemplo los que tuvo el antiguo imperio romano.

A lo que puede aspirar China en todo caso es a volver a ser el centro de gravedad de todo el sudeste asiático con la huella de la cultura confuciana, como lo ha sido durante tantos siglos; pero esto es algo casi inevitable puesto que tiene cerca del 80 por ciento de su población y además es el origen de esa cultura. Sólo la sobreproyección estadounidense en la región, puramente coyuntural, y nuestro hábito moderno de pensar en términos nacionales, impide percibir lo que a escala histórica ha sido la norma.

Para China, como imperio-mundo, la condición ideal ha sido y será siempre la autosuficiencia. Otra cosa muy diferente es que en una situación tremendamente empobrecida no haya tenido otra forma rápida de recuperarse que a través de la exportación y un modelo mercantilista. Ese modelo, todavía presente, le obliga a asegurarse proveedores de materias primas así como mercados para sus recurrentes problemas de sobreproducción. La Iniciativa de la Franja y la Ruta responde igualmente a esas necesidades, así como a un giro progresivo en las asociaciones comerciales.

Dicho de otro modo, no se trata de expansionismo sino de asegurar la viabilidad del modelo en el futuro; el reflejo que lo mueve no es la conquista sino la conservación. Históricamente, incluso cuando más se ha extendido hacia el Asia Central, ha sido sobre todo para mejor garantizar su defensa. En cualquier caso, el Estado del Centro ha estado más definido por su continuidad cultural que por la oscilación de sus fronteras.

En el sistema chino el Partido Comunista permite la explotación de los trabajadores en nombre del desarrollo a la vez que juega su papel de última instancia capaz de reparar o mitigar las injusticias.  Este es el «camino medio» por el que se ha optado, que los críticos más radicales de la izquierda no pueden dejar de ver como un arreglo hipócrita. Un arreglo con una lógica vertical, y una estricta separación entre gobernantes y gobernados.

Sin duda, si algo sería de desear en la China actual, no es una mayor apertura a los flujos de capital extranjeros, como querría la plutocracia internacional, sino más socialismo y más participación popular —incluso aunque sólo fuera para mantener el equilibrio; pero a pesar de todo, el sistema mixto chino, en comparación con la furia privatizadora neoliberal que impera en la mayor parte del mundo, parece todo un modelo de cordura.

Sabemos que el capitalismo sin freno ni contrapesos sólo puede llevarnos a la catástrofe; como el gobierno chino es un ejemplo casi único de cómo ejercer estos contrapesos, su influencia tendría que verse en todas partes como básicamente benéfica —si no fuera por la malevolencia de la propaganda del único imperio que lo quiere todo y no tolera que se le escape ni un pedacito de tarta.

Piénsese que en otras épocas pasadas la economía china podía suponer un 30, un 40 por ciento o incluso más de la riqueza mundial, y los europeos ni siquiera sabían que existía ese Imperio.  Un 30 o 40, o incluso 50 por ciento de la riqueza mundial que, además, se basaba en su propio talento y trabajo y no en el saqueo de países ajenos [1]. Ahora, es aproximadamente de una sexta parte o un 16 por ciento del producto global, y se nos dice que quieren comerse el mundo. ¿A qué viene tanta histeria?

Es cierto que el modelo chino ni es exportable, ni se ha pretendido exportar jamás. Pero en Europa teníamos economías mixtas prósperas, en países como en Francia, hasta hace sólo unas pocas décadas; lo que es del todo irrazonable es el extremo hasta el que hemos llegado. El problema no es que el modelo chino no sea exportable ni quiera serlo, el problema es que en el resto de países ya ni siquiera se puede plantear que el estado ponga coto a los intereses de las corporaciones.

China intenta mantener siempre el equilibrio y la reciprocidad, tanto en sus relaciones exteriores como en sus asuntos internos; no es nada difícil de entender, después de todo, aunque en la práctica se convierta en un difícil arte de los compromisos. Con todo no se trata sólo de diplomacia, sino de un componente ético que en esta tradición política se le supone a la clase gobernante. La imagen política que hoy ofrecen los Estados Unidos, por el contrario, es la del desequilibrio, el abuso, el chantaje y la desconsideración más extremas.

Sería verdaderamente increíble si China llegara alguna vez a ser la primera potencia de un mundo que ni siquiera entiende y en el que bastante ha tenido con adaptarse. Es hasta impensable, para el que conozca mínimamente cómo funciona el sistema financiero mundial, y los otros sistemas de dominio paralelos. China no está a punto de devorar el mundo, es ella la que está cercada y hostigada por doquier. Tendría la más decidida simpatía de todos nosotros si no fuera por el nefasto y tóxico influjo de los medios de propaganda neocoloniales que dan el tono en casi todo el mundo.

Decir que los chinos, el otro por antonomasia, son una amenaza para el bienestar de los occidentales, es la forma perfecta de desviar la atención de los que realmente nos sojuzgan y expolian. Estos otros son mucho más otros todavía, tanto que ni siquiera tienen cara, o al menos nunca se las ve en la pantalla. Parece mentira que la gente pueda llegar a morder este anzuelo, pero lo hace, por que lo importante de la propaganda no es su verosimilitud, sino su insistencia y su ubicuidad. Así que podemos estar seguros de que la cosa no sólo va a continuar, sino que aumentará el volumen de los megáfonos.

La tentación cibernética

En realidad China tiene que lidiar más con un tiempo y ritmo que se le imponen, que con los delicados lineamientos geopolíticos. El tiempo del que hablamos es el de la propia modernidad, ahora revestido con los atributos del tsunami tecnológico y digital; un tiempo acelerado perpetuamente y cada vez más ajeno a la naturaleza, un tiempo regido por la lógica neoliberal de disolverlo absolutamente todo salvo la concentración del poder a través del capital.

Y aquí, de nuevo, nos engañamos con respecto a China. Puesto que ya lidera frentes estratégicos como la 5G, se ve a esta nación como particularmente dotada para estar en la punta de lanza del avance tecnológico; pero aunque estos despliegues no dejen de ser una exhibición de músculo y parezcan asumir la iniciativa, en el fondo son una reacción, o si se quiere, una sobrerreacción. China no controla la lógica de este gran proceso, sino que intenta lo mejor que puede no ser un juguete suyo. Trata de dominar sus formas, pero no controla su dinámica, su impulso ni su contenido. Es aquí donde se encuentran los mayores peligros.

Se dice que las tres grandes fuentes de inspiración de la cultura china han sido el confucianismo, el taoísmo y el budismo. A estas hay que sumar, sobre todo en lo tocante a las formas del gobierno, la mal llamada «escuela legalista» desarrollada desde Han Fei, o incluso mucho antes, si se quiere, por sabios como Guan Zhong. A esta escuela sería mejor denominarla «realismo tecnocrático», u objetivismo de los estándares de gobierno. Sin duda la tendencia tecnocrática es muy fuerte en la China actual, y su tradición de objetivismo en los estándares se ve como una suerte de aproximación al desafío que supone la tecnología.

Para la clase dirigente china es muy fuerte la tentación tecnocrática de crear un sistema cerrado de realimentación cibernética en tiempo real que procure controlarlo todo. Si Chile ya estaba a punto de aplicar su famoso proyecto Cybersyn en los años setenta cuando mataron a Allende, imagínese uno lo que pueden llegar a conseguir los gobernantes de esta gran nación con la tecnología actual y la que ya está en ciernes [2].

Un sistema así puede parecer idóneo para mantener las jerarquías a la vez que se controlan los flujos monetarios o se negocia permanentemente la descentralización y la participación popular. La tentación es aún mayor si se tiene en cuenta que China no está sola en el mundo, sino que es continuamente hostigada por unos Estados Unidos que procuran desestabilizar el país por todos los medios a su alcance —y la cibernética no es sino la teoría del control y la estabilidad. Cibernética y gobierno son la misma palabra, el kybernetes es el timonel.

El destino de China se está definiendo tanto o más por este tipo de procesos temporales que por el juego de inclusiones y exclusiones de la geopolítica. Pero no sólo el de China, pues no debemos olvidar que las mismas técnicas son ya aplicadas en el resto del mundo por los grandes gigantes digitales de cuyo nombre no quiero acordarme —gigantes que por lo demás también «colaboran» estrechamente con los gobiernos occidentales, aunque en una relación de fuerzas totalmente diferente.

El símbolo de la cibernética sería la serpiente que se muerde la cola. Los gobernantes del gran dragón asiático parecen estar aún más compelidos a apropiarse de estos mecanismos de realimentación debido a que para ellos equivaldría a inmunizarse contra los desestabilizadores peligros de una tecnología ya de por sí tan difícil de controlar —igual que la plutocracia occidental procura utilizarla para aislarse de las masas y controlarlas.

Pero el dataísmo es sólo una religión sustitutiva que no puede ocultar sus abismales carencias. En China, como en cualquier otra parte. Lo más extremo de todo es que la mentalidad china ni siquiera puede ver la ciencia y la tecnología occidentales como algo suyo propio, sino que sigue siendo un cuerpo extraño, incluso con todos estos titánicos desarrollos. De aquí puede surgir lo peor y lo mejor; lo peor es que se limiten a reproducir las formas, lo mejor, que lleguen al fondo de la cuestión.

A los chinos le fascinan los cangrejos, con los que comparten el mismo reflejo atávico por defenderse y agarrar. El otro símbolo que mejor los define es la balanza, con su búsqueda del equilibrio. El primero es el símbolo del pueblo, el segundo, el de la clase dirigente. Casualmente coinciden con las casas del zodíaco de Cáncer y Libra, los dos signos cardinales que marcan el comienzo del verano y el otoño, y, en el calendario chino, el centro de ambas estaciones.

Esos serían los puntos nodales del espíritu chino dentro de la rueda del año, el primer símbolo de la totalidad para todos nosotros. Curiosamente, los signos homólogos del calendario chino son la oveja y el perro, que no definen tan agudamente esta constelación. Siempre hay algo de ti mismo que sólo pueden ver bien los otros; no sé si nos preguntamos qué es lo que de nosotros mejor comprenden los chinos.

Capitalismo y marxismo son la tesis y la antítesis en la bomba de tiempo que es la modernidad. Cada uno de ellos oscila entre la disolución y la concentración del capital, y una correlativa depauperación y aglutinamiento de la opinión pública: vienen a encarnar la «doble contradicción» de la que ya hablaba Mao, la cruz del timón en una dialéctica que no se basa en la superación idealista hegeliana ni en la idea de la historia como proceso irreversible.

El capitalismo y el marxismo tienen cada uno su propia astucia de la razón, y la idea china de equilibrio en el gobierno, la suya; pero no hace falta decir que la expectativa de aglutinamiento de la opinión pública por el marxismo falló estrepitosamente, en parte porque el capitalismo ha conseguido crear todo tipo de cuñas, y en parte porque el propio marxismo no tiene ningún derecho divino a reclamar la exclusividad ni de la oposición ni de la resistencia a la corriente dominante.

El problema es que el sistema operativo que lo lleva todo sigue siendo el liberal, y la crítica marxista o cualquier otra son externas tanto a su diseño y funcionamiento como a su uso. El sistema operativo es la tecnociencia moderna en su conjunto. Sin un cambio en el sistema operativo, el capitalismo liberal juega siempre con las cartas marcadas y tiene todas las de ganar.

Por supuesto, es totalmente falso decir que los chinos carecen de iniciativa —no hay más que ver que no pueden estarse quietos. Por el contrario, han demostrado de sobra una fe inconmovible en la acción continua y perseverante. Otras cosa, bien diferente, es que conozcan las múltiples ventajas de no manifestarla; o que su sistema político no aliente precisamente la expresión de los puntos de vista personales. O que tengan sobre sus hombros una modernización a la que no tienen por dónde coger.

Por esa misma fe inconmovible en la mejora y rectificación continuas, hoy la gran tentación de la clase dirigente es el Sistema Cibernético Autónomo, un monstruo autorreferencial que tanto se parece a ese otro gran animal que es la sociedad. Pero sería un gran error contentarse con eso, y, además, todo lo que tiende a cerrarse a la perfección sobre sí mismo invita a la precipitación del desastre, porque pierde el contacto con lo más básico de la realidad.

Eso es lo que ahora más necesita China para intentar abordar el magno problema de una nueva síntesis cultural a la altura de la agresión de la modernidad: un contacto con esa realidad básica que no esté mediado por el oportunismo político o las coordenadas socioeconómicas. Hace más de mil quinientos años algo parecido lo desencadenó la penetración el budismo, que ha sido hasta ahora casi la única «invasión benéfica» que ha padecido china, aun sin ignorar las múltiples intrigas y reacciones adversas que provocaron en las tradiciones ya asentadas.

Una invasión mucho más modesta y reciente, aunque no despreciable, fue la del piano europeo en la sensibilidad extremo oriental, que es como si las nubes le hubieran abierto un claro a la Luna. Al menos demuestra que también lo occidental puede sintonizar con las fibras más profundas de esta cultura, siempre que exista la zona de contacto y la imprescindible afinidad.

Si el instinto reflejo de los chinos es agarrar como los cangrejos y no soltar la presa, también han demostrado que saben devolver con creces aquello que se les da de buena de fe y sin motivos ulteriores. Se dice que el chino es el menos idealista de los pueblos, y en cierto sentido bien que puede ser cierto, pero las historias de compromiso y sacrificio heroico de incontables monjes, campesinos y rebeldes de todo tipo dicen otra cosa, y su conmovedor ejemplo aún no se ha borrado. Y los chinos, a diferencia de los japoneses, saben apreciar la mezcla de lo cómico, lo trágico y lo sublime de un personaje como el Quijote.

Sólo cuando damos sacamos lo más profundo de nosotros mismos. No deja de ser detestable que las relaciones entre China y Occidente estén dominadas por los intereses más inmediatos y mezquinos, y que no haya una voluntad por llegar a zonas más profundas de nuestro interés común. Incluso la mayor parte de las «relaciones e intercambios culturales» no es apenas más que diplomacia y negocios. Es otra de las muchas cosas contra las que nos debemos rebelar.

El gran problema actual para la cultura china no es la asimilación de la tecnología, sino del núcleo duro histórico de la ciencia moderna y cómo este se extiende y se difunde hasta llegar a las partes más blandas o adaptables, que justamente son las relativas a la categoría de la información. Y su inserción, precisamente, dentro de parámetros afines a los de su espíritu objetivista, las ideas más básicas del taoísmo, el eje interno del confucianismo y la identidad en el budismo Chan de lo inmanente y lo trascendental.

El sueño tecnocrático-cibernético equivale a tener circulando al genio de la lámpara en un vaso cuidadosamente diseñado para que a la vez trabaje para uno y no se escape. Claro que de tanto atormentarlo, lo más probable es que al final consiga liberarse. La moraleja es que al final uno sólo puede contar con su propio espíritu y no con espíritus encadenados, y esto se aplica por igual a Occidente.

El eje interno y culminación del confucianismo es la doctrina del Medio Invariable o Zhongyong, que además es el punto natural de conexión con el taoísmo y la doctrina trascendental budista. El significado de este Medio Invariable se ha perdido casi por completo, y líderes políticos como Mao Zedong revelan por sus comentarios que no tenían ni idea de a qué puede referirse este concepto, puesto que no tiene nada que ver con el «eclecticismo». Esto no debe sorprendernos, si ya Confucio había dicho que hacía mucho que era raro seguirlo entre los hombres. Tendría que ser evidente que la doctrina del Medio no es la degradación última del confucianismo, sino su aspecto más elevado.

En un libro reciente he intentado rastrear algunas conexiones absolutamente básicas de este núcleo duro de la ciencia europea, el cálculo y la mecánica clásica, con la doctrina del Medio Invariable, lo reversible e irreversible en el taoísmo, el plano trascendental del conocimiento o la problemática de los estándares y la teoría de la medida. Claro que la relación es tan obvia que   me pareció innecesaria hacerla más explícita. Ciertamente no lo he hecho pensando sólo en la cultura china, sino sobre todo por una problemática común aún por resolver y sobre la que la ciencia moderna ha preferido pasar página [3].

Creo que estos asuntos fundamentales, tan ocultados, son mucho más interesantes que los abracadabras de la ciencia contemporánea y además tienen mucho más potencial —para el que sepa aprovecharlo, evidentemente.

El contacto de la tradición china con la ciencia moderna parecía una tarea imposible, si se tiene en cuenta, no sólo la dificultad del científico chino por interiorizar su espíritu, sino la destitución ocurrida con la tradición propia. Sin embargo creo que aquí hemos empezado a conectar ambas esferas de una forma verdaderamente natural. Lo único que puedo decir es que me parece que este camino debería seguirse, y que vale tanto para el Este como para el Oeste.

En un artículo próximo expondremos la estrategia del dedo meñique, o cómo desviar el tsunami tecnológico con el mínimo esfuerzo.

Notas

[1] Los Estados Unidos de América también llegaron a tener el 50 por ciento de la riqueza mundial en 1945; pero, aunque entonces la mayor parte de esa riqueza era producción interna, ese país llevaba a sus espaldas medio siglo de aventura neocolonial en Latinoamérica, el Pacífico, Filipinas o la propia China. Además, en 1945 la mayor parte de la riqueza en todo el mundo había sido destruida en una guerra en la que Estados Unidos había intervenido a conciencia para consolidar su hegemonía antes que para «defender la libertad».

[2] «El proyecto Synco o proyecto Cybersyn fue el intento chileno de planificación económica controlada en tiempo real, desarrollado en los años del gobierno de Salvador Allende, entre 1971 y 1973. En esencia, se trataba de una red de máquinas de teletipo que comunicaba a las fábricas con un único centro de cómputo en Santiago, donde se controlaba a las máquinas empleando los principios de la cibernética. El principal arquitecto del sistema fue el científico británico Stafford Beer». https://es.wikipedia.org/wiki/Cybersyn

[3] Miguel Iradier, «Pole of inspiration —Math, Science and Tradition», en hurqualya.net . Está disponible en español en entradas sucesivas del blog.

Publicado por nuestro socio estrategico Geopolitica de Rusia, y autorizado por el autor subido a hurqualya.net: https://www.geopolitica.ru/es/article/china-en-el-espacio-y-en-el-tiempo

Publicado en https://www.hurqualya.net/china-in-space-and-time/#more-1960

CHINA IN SPACE AND TIME

From the West, we tend to judge today’s China more by its economic presence and the impact of its material development on the rest of the world than by the internal needs in the development of its history; thus giving an overwhelming priority to the geopolitical perspective over the cultural one, which should have at least a comparable importance.

In fact, it is easy to see that China’s overall impact will depend to a large extent on how well it manages to fit this whole period and the foreseeable future into a historical framework for which it would like as little change as possible. A sense of continuity on a large scale is fundamental to Chinese culture, and in the long term it will always do its best to assimilate and make the origin of foreign influences undetectable. It has already achieved this to a large extent with Marxism and capitalism, which lose so much of their original meaning in translation that it is no longer known whether to call the Chinese system “market socialism” or “state capitalism”.

The momentum of modernity is still felt as anomalous for a large part of the world’s population, which only suffers the process of cultural colonization in exchange for the loss of its own forms. But if in most countries this acculturation is a passive and reactive process associated mainly with the consumer society, in China first took the form of an active destruction in the unprecedented phenomenon of the Cultural Revolution, and only later adopted the ubiquitous forms of consumerism. This deep self-inflicted wound will still demand some sort of reparation for a long time to come, and could even lead to some overcompensation.

Those who say that China wants to dominate the world are just retelling us the usual Fu Manchu novels, and they know it perfectly well. Were we to take Wallerstein distinction between world-economies and world-empires, it is clear that the global hegemony has been embodied in the liberal model with its center at London in the nineteenth century and in New York in the twentieth century. On the contrary, China has been for more than two thousand years a world-empire, that is to say, a world-system that, like the Ancient Roman Empire, only exists comfortably within certain natural limits. Globalization is the condition to which China has had to adapt.

The natural thing for China is to be the centre of gravity of the whole Southeast Asia with the mark of Confucian culture, as it has been for so many centuries; but this is almost inevitable since she has about 80 percent of its population in addition to be the origin and reference of this culture. Only the circumstantial American overprojection in the region and our modern habit of thinking in national terms prevents us from perceiving what historically has been the norm.

For China, as a world empire, the ideal condition has been and will always be self-sufficiency. It is quite another thing that in a tremendously impoverished situation it has had no other quick way to recover than through export and a mercantilist model. That model, still present, obliges it to secure suppliers of raw materials as well as markets for its recurrent problems of overproduction. The Belt and Route Initiative also responds to these needs, as well as to a progressive shift in trade partnerships.

In other words, it is not a question of expansionism but of ensuring the viability of the model in the future; these moves are not motivated by a spirit of conquest, but of conservation. Historically, even when China extended its dominions more deeply into Central Asia, as in the Tang dynasty, the consolidation of the defense was the main motivation. In any case, the Middle Kingdom has been more defined by its cultural continuity than by the oscillation of its borders.

In the current Chinese system the Communist Party allows the exploitation of the workers in the name of development while playing its role as the last resort capable of redressing or mitigating injustices. This is the “middle way” that has been chosen, which the radical criticism of the left cannot help but see as a hypocritical compromise. A compromise with a marked vertical logic and a strict separation between the governors and the governed.

Certainly, if anything is to be desired in today’s China, it is not greater openness to foreign capital flows, as the international plutocracy would like, but more socialism and more popular participation —if only to maintain the balance; but nevertheless, the Chinese mixed system, compared to the neoliberal privatizing fury that prevails in most of the world, looks like a model of sanity and good sense.

We know that capitalism without restraint and counterweights can only lead to catastrophe; since the Chinese government is an almost unique example of how to exercise these counterweights, its overall influence would have to be seen everywhere as basically beneficial —were it not for the venom of the propaganda of the one empire that wants it all and does not tolerate the loss of a single piece of pie.

Think that in the past the Chinese economy could account for 30, 40 or even more of the world’s wealth, and Europeans did not even know that such an empire existed. A 30, 40 or even 50 percent of the world’s wealth that was based on their own talent and work and not on the plundering of other countries. [1] Now it is about one-sixth or 16 percent of the global product, and we are told they want to devour the world. Why such hysteria? We all know the answer.

It is true that the Chinese model is neither exportable nor has it ever been intended to be exported. But in Europe we had prosperous mixed economies, in countries like France, until only a few decades ago; what is completely unreasonable is how far we have come. The problem is not that the Chinese model is not exportable, the problem is that now in most of the developed countries one cannot even consider that the state can put severe constraints on corporate interests.

China always tries to maintain balance and reciprocity, both in the foreign relations and the internal affairs; this is not difficult to understand, after all, even if in practice it becomes a difficult art of compromises. However, this is not just a matter of diplomacy, but involves also an ethical component that in this political tradition the ruling class tries to assume. The political image that the United States projects today, by contrast, is one of extreme imbalance, blackmail, abuse and disregard.

It would be truly incredible if China were ever to become the first power in a world that it does not even understand and in which it has had enough to adapt. It is even unthinkable, for anyone who has even the slightest idea of how the global financial system works, and all the other parallel systems of domination. China is not about to devour the world, on the contrary its main rival tries to encircle it persevering in all sorts of harassment. It would have the most decided sympathy of us all were it not for the nefarious and toxic influence of the neocolonial media of propaganda that sets the tone in almost the entire world.

To say that the Chinese, the other par excellence, are a threat to the welfare of Westerners, is the perfect way to divert attention from those who really subjugate and plunder us. These “others” are much more alien than anything, so much so that they do not have even faces, or at least one will never see them on the screen. It seems unbelievable that people can take this bait, but they do, because the important thing about propaganda is not the plausibility, but the insistence and pervasiveness. So we can be sure that not only this state of affairs will continue, but that they will turn up the noise of the megaphones.

The cybernetic temptation

In reality, China has to deal more with the time and rhythm imposed on it than with the delicate geopolitical lineaments. The time we are talking about is that of modernity itself, now coated with the attributes of the technological and digital tsunami; a time perpetually accelerated and increasingly alien to nature, a time governed by the neoliberal logic of dissolving absolutely everything except the concentration of power through capital.

And here, again, we are deluding ourselves about China. Since it already leads on strategic fronts such as 5G, this nation is seen as particularly well positioned to be at the forefront of technological development; but even if these kind of deployments really take the lead and are an exhibition of muscle, at heart they are a reaction, or if one prefers, an overreaction. China does not control the logic of this great process, but tries its best not to be a subject of it. It tries to master its forms, but does not control the dynamics, the momentum or the content. This is where the greatest dangers lie.

It is well known that the three main sources of inspiration for Chinese culture have been Confucianism, Taoism and Buddhism. To these three a fourth must be added, especially with regard to the forms of government and the shape of the state: the so-called “Legalist school” developed since Han Fei, or going back further, since Shen Buhai and Shang Yang or even since Guan Zhong. This “Legalism” or Fajia would be better called “technocratic realism”, or objectivism of government standards. Undoubtedly the technocratic trend is very strong in China today, and its tradition of objectivism in standards is seen as a way more akin to tackle with the challenge of technology.

For the Chinese ruling class the technocratic temptation of creating a closed cybernetic system with feedback in real time that seeks to control everything is really strong. If Chile was already on the verge of implementing its famous Cybersyn project in the 1970s when Allende was killed, imagine what the rulers of this great nation can achieve with today’s technology and the developments already in the making [2].

Such a system may seem ideal for maintaining hierarchies while controlling monetary flows or permanently negotiating decentralization and popular participation. The temptation is even greater when one considers that China is not alone in the world, but permanently harassed by a United States that tries to destabilize the country by every means at its disposal —and cybernetics is nothing but the theory of control and stability. Cybernetics and governance are the same word, the kybernetes being the helmsman.

China’s destiny is being defined as much or more by this type of temporal process than by the interplay of inclusions and exclusions of geopolitics. But not only China’s, because we must not forget that the same techniques are already being applied in the rest of the world by the great digital giants —giants that also “collaborate” closely with Western governments, although in a totally different balance of powers.

The symbol of cybernetics would be the snake that bites its own tail. The rulers of the great Asian dragon seem to be even more compelled to make their own these kind of feedback mechanisms because for them it would be tantamount to immunizing themselves against the destabilizing dangers of a technology already so difficult to control —just as the Western plutocracy seeks to use it to isolate itself from the masses and control them.

But dataism is only a substitute religion that cannot hide its abysmal shortcomings. In China, as elsewhere. Most extreme of all is that the Chinese mentality cannot even see Western science and technology as its own, but remains a foreign body, even with all these titanic developments. From this the worst and the best can arise; the worst is that they merely reproduce the forms, the best, that they get to the bottom of it.

The Chinese are fascinated by crabs, with which they share the same atavistic reflex for defending and grabbing. The other symbol that best defines them is the balance. The first is the symbol of the people, the second of the ruling class. They match with the zodiac houses of Cancer and Libra, the two cardinal signs that mark the beginning of summer and autumn, and, in the Chinese calendar, the centre of both seasons.

These would be the nodal points of the Chinese spirit within the wheel of the year, the first symbol of wholeness for us all. Interestingly, the homologous signs of the Chinese calendar are the sheep and the dog, which do not define so sharply this specific constellation. There is always something about yourself that only others can see well; I do not know if we ask ourselves what it is about us that the Chinese perceive best.

Capitalism and Marxism are the thesis and antithesis in the time bomb that is modernity. Each of them oscillates between the dissolution and concentration of capital, and a correlative impoverishment and agglutination of public opinion: they come to embody the “double contradiction” that Mao Zedong already spoke of, the cross of the helm in a dialectics that is not based on the Hegelian idealist sublation or on the idea of history as an irreversible progress.

Capitalism and Marxism each have their own cunning of reason, and the Chinese idea of equilibrium in government, its own too; but it goes without saying that the expectation of bringing together the majorities by Marxism failed miserably in the West, partly because capitalism has managed to create all sorts of wedges, and partly because Marxism itself has no divine right to claim exclusivity for either opposition or resistance to the abuses of capital.

The problem is that the operating system that runs it all is still the liberal one, and Marxist or any other criticism is external both to its design and operation as to its use. The operating system is modern technoscience as a whole. Without a change in the operating system, liberal capitalism set the rules and always has the time on its side.

Of course, it is totally false to say that the Chinese lack initiative —one just have to see that they cannot stand still. On the contrary, they have demonstrated an unshakable faith in continuous and persevering action. That they know the many advantages of not showing it is a different issue; or that their political system does not exactly encourage the expression of personal views. Or that they have on their shoulders a modernization that they cannot grip.

The Autonomous Cybernetic System, a self-referential monster so similar to the Great Animal that is society, is so much a temptation for the ruling class on account of that same unshakable faith in continuous improvement and rectification. But it would be a great mistake to be content with that —everything that tends to close in on itself is courting disaster, as it loses contact with the most basic reality.

This is what China needs most now in order to attempt to tackle the great problem of a new cultural synthesis up to the challenge of modernity: contact with this basic reality that is not mediated by political opportunism or socio-economic coordinates. More than fifteen centuries ago, something similar was triggered by the penetration of Buddhism, which has so far been almost the only “beneficial invasion” that China has suffered, without ignoring the multiple intrigues and adverse reactions that it provoked in the already established traditions.

A much more modest and recent, though not negligible, invasion was that of the European piano in the Far East sensibility, that it was like giving a pond to the moonlight. At least it shows that the West can also tune in to the deepest fibers of this culture, provided that there is a contact zone and the indispensable affinity.

If the first instinct of the Chinese is to grab like the crabs and hold on, they have also shown that they know how to give back what is given to them in good faith and without ulterior motives. It is said that the Chinese are the least idealistic of people, and in an important sense this might be true, but the stories of heroic commitment and sacrifice of countless monks, peasants, and rebels of all kinds along the centuries say otherwise, and their moving example has not yet been erased. And the Chinese, unlike the Japanese, appreciate the mixture of the comic, the tragic and the sublime of a character like Don Quixote.

Only when we give do we bring out the deepest of ourselves. It is sad that relations between China and the West are dominated by the most immediate and petty interests, and that there is no willingness to reach deeper areas of our common ground. Even most of cultural relations and exchanges are hardly more than diplomacy and business. It is one of the many things we should rebel against.

The great problem for Chinese culture today is not the assimilation of technology, but of the historical hard core of modern science and how this spreads to the softer adaptable parts, which are precisely those relating to the category of information. And its insertion, precisely, within parameters akin to those of its objectivist spirit, the most basic ideas of Taoism, the internal axis of Confucianism and the identity in Chan Buddhism of the immanent and the transcendental.

The technocratic-cybernetic dream is equivalent to having the genie of the lamp circulating in a glass carefully designed to both work for you and not escape. Of course, if you torment the genie so much, chances are that he will eventually break free. The moral is that in the end one can only count on one’s own spirit and not on bound spirits, and this applies equally to the West —but maybe the West does not even suspect where their chains are.

The internal axis and culmination of Confucianism is the Doctrine of the Mean or Zhongyong, which is also the natural point of connection with Taoism and the transcendental Buddhist doctrine. The meaning of this doctrine has been almost completely lost, and political leaders such as Mao Zedong reveal by their commentaries that they were totally clueless about its intention, since it has nothing to do with “eclecticism”. This should not surprise us, if Confucius himself had already said that it had long been rare among people. It should be evident that the Invariable Mean is not the ultimate degradation of Confucianism, but its highest aspect.

In a recent book I have tried to trace some basic connections of this hard core of European science, calculus and classical mechanics, with the doctrine of the Invariable Mean, the reversible and irreversible in Taoism, the transcendental plane of knowledge or the problem of standards and measurement theory. Of course, sometimes the relations are so obvious that it seemed to me unnecessary to make it more explicit. Certainly I have not write it only with the Chinese culture in mind, but thinking of a common problem still to be solved and on which modern science has preferred to turn the page [3].

I believe that these fundamental issues, so hidden, are much more interesting than the hocus-pocus of contemporary science and also have much more potential —for anyone who knows how to take advantage of it.

The contact of the Chinese tradition with modern science seemed an impossible task, if we take into account not only the difficulty of the Chinese scientist to interiorize its spirit, but also the destitution occurred with their own tradition. However, I believe that here we have begun to connect both spheres in a truly natural way. The only thing I can say is that I think this path should be followed, and that it applies to both the East and the West.

In a forthcoming article we will discuss the little finger strategy, or how to deflect the technological tsunami with minimal effort.

Notes

[1] The United States of America also had about 50 percent of the world’s wealth in 1945; but, although at that time most of that wealth resulted from domestic production, that country was carrying on half a century of neocolonial adventure in Latin America, the Pacific, the Philippines or China. Moreover, by 1945 most of the world’s wealth had been destroyed in a war in which the United States had intervened in earnest to consolidate its hegemony rather than to “defend freedom”.

[2] “Project Cybersyn was the Chilean attempt at controlled economic planning in real time, developed in the years of the government of Salvador Allende, between 1971 and 1973. In essence, it was a network of teletype machines that connected factories to a single computer center in Santiago, where the machines were controlled using the principles of cybernetics. The main architect of the system was the British scientist Stafford Beer”. https://es.wikipedia.org/wiki/Cybersyn

[3] Miguel Iradier, “Pole of inspiration —Math, Science and Tradition”.

Dossier Geopolitico difunde este artículo de Asia Times del analista internacional Pepe Escobar, dando su visión, sobre las declaraciones del General Qiao Liang, a la revista Zijing con sede en Hong Kong ( Bauhinia)   Titulado: “No deberíamos bailar al ritmo de Norteamérica” (publicado en Dossier geopolitico el 20/5/2020), donde desenmascara sin dar nombres a varios “expertos occidentales” sobre China que le erraron el vizcachazo sobre la situación económica y política -como se dice en el campo Argentino-, y solo hacen un juego de fake News y de análisis muy ligeros e idiologistas y que son muy consecuentes con los planes de la derecha EEUU que encabeza el ideólogo de la misma Steve Bannon y que en argentina tiene varios publicistas

Carlos Pereyra Mele y Miguel A. Barrios – Dossier Geopolitico

China actualiza su «Arte de la guerra (híbrida)» 

Por Pepe Escobar Asia Times 19 de mayo

El general chino Qiao Liang argumenta: «Si tenemos que bailar con los lobos, no debemos bailar al ritmo de los Estados Unidos»

En 1999, Qiao Liang, entonces coronel de la fuerza aérea en el Ejército Popular de Liberación, y Wang Xiangsui, otro coronel de alto rango, causaron un tremendo alboroto con la publicación de La guerra sin restricciones: el plan maestro de China para destruir América.

La guerra sin restricciones era esencialmente el manual del EPL para la guerra asimétrica: una actualización del Arte de la guerra de Sun Tzu. En el momento de la publicación original, con China aún muy lejos de su actual influencia geopolítica y geoeconómica, el libro se concibió como un enfoque defensivo, lejos de la sensacionalista «destruir América» ​​añadida al título para publicación estadounidense en 2004

Ahora el libro está disponible en una nueva edición y Qiao Liang, como general retirado y director del Consejo de Investigación sobre Seguridad Nacional, ha resurgido en una entrevista bastante reveladora publicada originalmente en la edición actual de la revista Zijing con sede en Hong Kong ( Bauhinia).

El general Qiao no es miembro del Politburó con derecho a dictar una política oficial. Pero algunos analistas con los que hablé están de acuerdo en que los puntos clave que él hace a título personal son bastante reveladores del pensamiento PLA ( Ejercito Popular de Liberación). Revisemos algunos de los aspectos más destacados.

Bailando con lobos

La mayor parte de su argumento se concentra en las deficiencias de la manufactura estadounidense: «¿Cómo puede Estados Unidos hoy querer librar una guerra contra la mayor potencia manufacturera del mundo mientras su propia industria está vaciada?»

Un ejemplo, en referencia a Covid-19, es la capacidad de producir respiradores: “De más de 1.400 piezas necesarias para un ventilador, más de 1.100 deben ser producidas en China, incluido el ensamblaje final. Ese es el problema de los Estados Unidos hoy. Tienen tecnología de punta, pero no los métodos y la capacidad de producción. Por eso tienen que depender de la producción china «.

El general Qiao descarta la posibilidad de que Vietnam, Filipinas, Bangladesh, India y otras naciones asiáticas puedan reemplazar la mano de obra barata de China: «Piense en cuál de estos países tiene más trabajadores calificados que China. ¿Qué cantidad de recursos humanos de nivel medio y alto se produjo en China en estos últimos 30 años? ¿Qué país está educando a más de 100 millones de estudiantes en los niveles secundario y universitario? La energía de todas estas personas aún está lejos de ser liberada para el desarrollo económico de China»

Reconoce que el poder militar estadounidense incluso en tiempos de epidemia y dificultades económicas siempre es capaz de «interferir directa o indirectamente en la cuestión del estrecho de Taiwán» y encontrar una excusa para «bloquear y sancionar a China y excluirla de Occidente». Agrega que «como país productor, todavía no podemos satisfacer a nuestra industria manufacturera con nuestros propios recursos y depender de nuestros propios mercados para consumir nuestros productos».

En consecuencia, argumenta, es «bueno» que China participe en la causa de la reunificación, «pero siempre es malo si se hace en el momento equivocado». Solo podemos actuar en el momento adecuado. No podemos permitir que nuestra generación cometa el pecado de interrumpir el proceso del renacimiento de la nación china «.

El general Qiao aconseja: «No piensen que solo la soberanía territorial está vinculada a los intereses fundamentales de una nación. Otros tipos de soberanía (económica, financiera, de defensa, alimentaria, de recursos, soberanía biológica y cultural) están todos vinculados a los intereses y la supervivencia de las naciones y son componentes de la soberanía nacional.

Para detener el movimiento hacia la independencia de Taiwán, «aparte de la guerra, deben tenerse en cuenta otras opciones. Podemos pensar en los medios para actuar en la inmensa zona gris entre la guerra y la paz, e incluso podemos pensar en medios más particulares, como el lanzamiento de operaciones militares que no conducirán a la guerra, pero que pueden implicar un uso moderado de la fuerza «.

En una formulación gráfica, el general Qiao piensa que “si tenemos que bailar con los lobos, no debemos bailar al ritmo de los Estados Unidos. Deberíamos tener nuestro propio ritmo, e incluso tratar de romper su ritmo, para minimizar su influencia. Si el poder estadounidense está blandiendo su bastón, es porque ha caído en una trampa «.

En pocas palabras, para el general Qiao, “China primero debe mostrar prueba de determinación estratégica para resolver la cuestión de Taiwán, y luego paciencia estratégica. Por supuesto, la premisa es que debemos desarrollar y mantener nuestra fuerza estratégica para resolver la cuestión de Taiwán por la fuerza en cualquier momento «.

Los guantes están apagados

Ahora compare el análisis del general Qiao con el obvio hecho geopolítico y geoeconómico de que Pekín responderá rápidamente a cualquier táctica de guerra híbrida desplegada por el gobierno de los Estados Unidos. Los guantes definitivamente están fuera.

La expresión del patrón oro ha aparecido en un editorial sin restricciones del Global Times: “Debemos tener claro que hacer frente a la represión de los Estados Unidos será el enfoque clave de la estrategia nacional de China. Deberíamos mejorar la cooperación con la mayoría de los países. Se espera que EE. UU. contenga las líneas de frente internacionales de China, y debemos eliminar este complot de EE. UU. y hacer de la rivalidad entre China y EE. UU. un proceso de aislamiento de EEUU.

Un corolario inevitable es que la ofensiva total para paralizar a Huawei será respondida y golpeada en especies, apuntando a Apple, Qualcomm, Cisco y Boeing, incluso incluyendo «investigaciones o suspensiones de su derecho a hacer negocios en China».

Entonces, a todos los efectos prácticos, Beijing ha presentado públicamente su estrategia para contrarrestar las afirmaciones del tipo «Podríamos cortar toda la relación» del presidente estadounidense Donald Trump.

Una matriz tóxica de racismo y anticomunismo es responsable del sentimiento predominantemente anti-chino en los Estados Unidos, que abarca al menos el 66% de toda la población. Trump lo aprovechó instintivamente y lo volvió a empaquetar como su tema de campaña de reelección, totalmente aprobado por Steve Bannon.

El objetivo estratégico es perseguir a China en todo el espectro. El objetivo táctico es forjar un frente anti-China en todo Occidente: otra instancia de cerco, estilo de guerra híbrida, centrada en la guerra económica.

Esto implicará una ofensiva concertada, tratando de hacer cumplir los embargos y tratando de bloquear los mercados regionales a las empresas chinas. La ley será la norma. Incluso congelar los activos chinos en los EE. UU. ya no es una propuesta descabellada.

Cada posible ramificación de la Ruta de la Seda, en el frente de la energía, los puertos, la Ruta de la Seda de la Salud, la interconexión digital, tendrá un objetivo estratégico. Aquellos que soñaban con que Covid-19 podría ser el pretexto ideal para un nuevo Yalta, uniendo a Trump, Xi y Putin, pueden descansar en paz.

La «Contención» irá a toda marcha. Un buen ejemplo es el almirante Philip Davidson, jefe del Comando Indo-Pacífico, que pide $ 20 mil millones por un «cordón militar robusto» desde California hasta Japón y por la costa del Pacífico, completo con «redes de ataques de precisión altamente sobrevivibles» a lo largo del borde del Pacifico  y «fuerzas conjuntas rotativas basadas en el avance» para contrarrestar la «amenaza renovada que enfrentamos de la gran competencia de poder».

Davidson argumenta que, «sin un disuasivo convencional válido y convincente, China y Rusia se verán envalentonadas a tomar medidas en la región para suplantar los intereses estadounidenses».

Mira el Congreso del Pueblo

Desde el punto de vista de grandes extensiones del Sur Global, la incandescencia actual, extremadamente peligrosa, o Nueva Guerra Fría, se interpreta principalmente como el final progresivo de la hegemonía de la coalición occidental en todo el planeta.

Aún así, el hegemón pide sin rodeos a muchas naciones que se posicionen una vez más en una guerra global contra el terrorismo «estás con nosotros o contra nosotros».

En la sesión anual del Congreso Nacional del Pueblo, que comenzará este viernes, veremos cómo China se enfrentará a su principal prioridad: reorganizarse en el país después de la pandemia.

Por primera vez en 35 años, Beijing se verá obligado a renunciar a sus objetivos de crecimiento económico. Esto también significa que el objetivo de duplicar el PIB y el ingreso per cápita para 2020 en comparación con 2010 también se pospondrá.

Lo que deberíamos esperar es un énfasis absoluto en el gasto interno, y la estabilidad social, en una lucha por convertirse en un líder mundial, incluso si eso no se pasa por alto por completo.

Después de todo, el presidente Xi Jinping dejó en claro a principios de esta semana que un «desarrollo y despliegue de la vacuna Covid-19 en China, cuando esté disponible», no estará sujeto a la lógica de Big Pharma, pero «se convertirá en un bien público mundial. Esta será la contribución de China para garantizar la accesibilidad y asequibilidad de las vacunas en los países en desarrollo «. El Sur Global está prestando atención.

Internamente, Beijing impulsará el apoyo a las empresas estatales que son fuertes en innovación y toma de riesgos. China siempre desafía las predicciones de los «expertos» occidentales. Por ejemplo, las exportaciones aumentaron 3.5% en abril, cuando los expertos pronosticaron una disminución de 15.7%. El superávit comercial fue de $ 45.3 mil millones, cuando los expertos pronosticaron solo $ 6.3 mil millones.

Beijing parece identificar claramente la brecha que se extiende entre Occidente, especialmente Estados Unidos, que se está hundiendo en el territorio de facto de la Nueva Gran Depresión con una China que está a punto de reactivar el crecimiento económico. El centro de gravedad del poder económico mundial sigue avanzando, inexorablemente, hacia Asia.

Guerra híbrida? Posiblemente.

Fuente ASIA TIMES

[Dossier Geopolitico rescata este artículo traducido del francés, por ALAI,  realizado al General Qiao Liang, autor de la doctrina militar del Ejército Popular de China conocida como: “Guerra Irrestricta” [1], en el mismo destacamos que la entrevista es realizada en plena pandemia y donde desde lo estratégico están lanzadas todas las fuerzas euroasiáticas contra las Atlantistas; y es importante en estos tiempos donde la fake News y de análisis muy ligeros -puro idiologismo- con sus claros conceptos sobre:

  • China Vs EEUU
  • Ciencia y Tecnología
  • Industria y relocalización
  • China y Taiwán
  • Economía “Real” y Financiera global
  • Epidemia y nuevo orden mundial

Quizás la síntesis del artículo, es cuando dice: Mientras China siga siendo fuerte y se fortalezca, nadie podrá derribarla con supuestas reivindicaciones de responsabilidad. China debe tener confianza en sí misma.]

Carlos Pereyra Mele y Miguel A. Barrios – Dossier Geopolitico

 Entrevista con el General Qiao Liang

No deberíamos bailar al ritmo de Norteamérica (o cómo China concibe su rol en el mundo)

Por Wei Dongsheng, Zhuang Lei

Qiao Liang es un General retirado de la Fuerza Aérea China. Es profesor en la Universidad de Defensa Nacional y ha publicado muchos libros de estrategia, uno de los cuales ha sido el famoso Unrestricted Warfare (La guerra sin límites). Es director del Consejo de Investigación en Seguridad Nacional y miembro de la Asociación de escritores chinos. Está hablando aquí a título privado y su palabra no compromete al gobierno chino. Sin embargo, lo que está diciendo está relativamente en línea con el marco de pensamiento de las más altas autoridades chinas.

El general Qiao Liang fue entrevistado por los periodistas Wei Dongsheng y Zhuang Lei en el número de mayo de 2020 de Bauhinia (Zijing), una revista china publicada en Hong Kong. También disponible aquí traducida en francés.

Actualmente, la situación de nueva epidemia coronaria ha sido controlada en China. Todas las partes del país están presionando urgentemente para que se reanude el trabajo y la producción. Sin embargo, no debe pasarse por alto que la propagación de la epidemia mundial y la reacción en cadena resultante pueden tener una secundaria y enorme “onda expansiva” en China. Recientemente, los Estados Unidos han puesto en marcha operaciones de evacuación en varios países y han pedido a todas las empresas estadounidenses en China que evacuen. Trump ha firmado la “Taipei Act” en medio de la epidemia. Como dice el refrán, cuando las cosas van mal, salen los demonios, así que ¿qué intención está detrás de estos actos aberrantes en los Estados Unidos? ¿Cuál será el principal impacto de esta epidemia en el panorama mundial? ¿Estallará un conflicto entre China y Estados Unidos? En el contexto actual, ¿cómo debería responder China?

Los Estados Unidos contra China

Reportero: Recientemente, los Estados Unidos han comenzado a evacuar a los chinos del extranjero en muchos países. Además, el ejército estadounidense también ha movilizado la base militar de Cheyenne Mountain, convocó a millones de fuerzas de reserva y advirtió a los ciudadanos y soldados estadounidenses en el extranjero. La realidad es que Estados Unidos se han convertido en el país más duro del mundo, y es obviamente más seguro para los americanos permanecer en países extranjeros que en su propio país. ¿Por qué es necesario activar la evacuación de los chinos en el extranjero en tales circunstancias? Como algunos medios de comunicación creen que no es infundado, ¿indican estas circunstancias que “una guerra mundial está a punto de estallar”?

Qiao Liang: Mi opinión es exactamente la opuesta en este tema. Los Estados Unidos han tomado estas medidas en un momento en que la epidemia se está contrayendo completamente. Los Estados Unidos son un país muy vigilante y creo que estas prácticas son medidas de precaución oportunas para evitar que la gente aproveche la oportunidad de “conspirar” en contra de los Estados Unidos. Eso parece un poco ridículo ya que ningún país está utilizando actualmente el peligro de los Estados Unidos como pretexto para molestarlos. Por supuesto, no se puede descartar que las organizaciones terroristas puedan hacer algo, pero es poco probable que la mayoría de los países tengan la capacidad de atacar a los Estados Unidos. Si bien es cierto que nadie los atacará, deben sin embargo tomar precauciones.

Los Estados Unidos se encuentran actualmente en una época de epidemia, no de crisis económica o de otro tipo de crisis interna. En lo absoluto, la guerra externa no puede resolver el problema de la epidemia ni desviar la atención de la crisis interna. Además, los Estados Unidos están movilizando actualmente los cuatro sectores económicos principales, más de 150 bases están infectadas y cuatro portaaviones y un submarino nuclear están parados. Algunos dicen que hay que evitar que se llegue a los extremos. ¿Pero el problema es realmente que se pueda llegar a extremos? ¿Qué escalada? ¿Puede esto mitigar la epidemia en los Estados Unidos?

Algunos dicen que la guerra de hoy es un asunto de alta tecnología. Los Estados Unidos tienen un claro liderazgo en alta tecnología. Por lo tanto, no está fuera de duda que todavía pueden ser capaces de librar una guerra de alta tecnología frente a la epidemia. Esto parece bastante razonable, e incluso irrefutable. Pero la alta tecnología depende de la industria manufacturera. Tener capacidad de inversión y desarrollo no se traduce automáticamente en capacidad de alta tecnología, y la transformación de la capacidad de inversión y desarrollo en medios de alta tecnología es indispensable, lo cual depende de uno de los factores más importantes que es la capacidad de fabricación. En otras palabras, la batalla final sigue siendo la fabricación. A juzgar por la situación actual de la industria manufacturera de EE.UU. que está en declive, si ahora quiere hacer la guerra a cualquier país, se está comiendo su arsenal de armas y equipos. Si EE.UU. quiere luchar contra el país fabricante más grande cuando su industria manufacturera se ha agotado, ¿cómo lo hará? Están agotando sus stocks, ¿y qué pasa si no hay más aumento posterior? Eso es lo que debe preocupar a los americanos, incluyendo a los que son optimistas sobre los Estados Unidos hoy en día.

Mucha gente no lo ve, pensando que la fuerza de la ciencia y la tecnología americana puede permitirles hacer todo. En efecto, la fuerza científica y tecnológica de los Estados Unidos es importante, pero si la investigación y el desarrollo no pueden convertirse en productos a gran escala, ello equivale de hecho a otorgarse un grado de fuerza tecnológica y científica sin resolver el problema. Por ejemplo, en los Estados Unidos, la detección de los ácidos nucleicos del nuevo coronavirus permitiría modernizar seis generaciones de equipo médico e instrumentos más avanzados de generación en generación. Podemos ver que el poder científico y tecnológico de los Estados Unidos es realmente avanzado, pero ¿cuántos de estos dispositivos se pueden producir? ¿Puede este equipo ser usado por los americanos? Aunque el equipo de pruebas es muy avanzado, ¿qué pasa con el sistema médico? Para detectar a estos pacientes, si no hay suficiente equipo médico y no hay suficientes ventiladores, el problema no se puede resolver y miles de personas tendrán que morir.

En este sentido, la empresa americana Medtronic violó completamente sus derechos de propiedad intelectual sobre su respirador y dejó que otros países, incluida China, lo produjeran. ¿Por qué? ¿Sería porque las consideraciones humanas y morales prevalecieron en este caso? No niego que exista esa posibilidad, pero lo que me parece más importante es que los estadounidenses no tienen la capacidad de producir los respiradores cuyas propiedad y patentes son de ellos. De las 1.400 partes del ventilador, más de 1.100 tienen que ser producidas en China, incluyendo el ensamblaje final. Ese es el problema en los Estados Unidos hoy en día. Tienen tecnología avanzada, pero no tienen métodos de producción y capacidad, por lo que tienen que depender de la producción china.

Lo mismo ocurre con la guerra. Hoy en día, la guerra sigue siendo una industria manufacturera. Algunos dicen que la guerra hoy en día es una confrontación de redes, que el chip es el rey. Es cierto que los chips juegan un papel imprescindible en la guerra moderna de alta tecnología. Pero el chip en sí no puede luchar, el chip debe ser instalado en varias armas y equipos, y todo tipo de armas y equipos deben ser producidos primero por una fuerte industria manufacturera. Se admite que los Estados Unidos se basaron en una fuerte industria manufacturera para ganar la Primera y la Segunda Guerra Mundial.

No hay nada malo en ello. Pero, ¿los Estados Unidos todavía tienen una industria manufacturera lo suficientemente fuerte para ganar la Primera y la Segunda Guerra Mundial? Durante medio siglo, después de que el dólar se separara del oro, los Estados Unidos han utilizado gradualmente el dólar para beneficiar al mundo. De hecho, ha abandonado su industria manufacturera de gama baja y se ha transformado gradualmente en un país de industrias fantasmas. Si el mundo está en paz y todo el mundo está en paz con los demás, no hay ningún problema. Los EE.UU. imprimen dólares para comprar productos de todo el mundo, y todo el mundo trabaja para los EE.UU. Todo eso está muy bien. Pero en caso de epidemia o guerra, ¿puede un país sin industria manufacturera ser considerado un país poderoso? Aunque los Estados Unidos sigan teniendo alta tecnología, dólares y tropas estadounidenses, todas estas cosas necesitan apoyo en términos de fabricación. Sin la manufactura, ¿quién apoyará a su alta tecnología? ¿Quién apoyará a su dólar? ¿Quién apoyará al ejército estadounidense?

La respuesta de China a esto es continuar manteniendo, desarrollando y mejorando su industria manufacturera, no sólo para mejorar, sino también para mantener la fabricación tradicional. Es imposible modernizar toda esta capacidad de producción. Si todos ellos fueran mejorados y reemplazados, la fabricación tradicional sería abandonada. Cuando los Estados Unidos necesitan un gran número de máscaras como lo hacen hoy en día, el país entero ni siquiera tiene una línea de producción completa. En tales circunstancias, no puede responder a la epidemia con la misma rapidez y fuerza que China. Por lo tanto, no subestimen la fabricación de gama baja y no consideren la fabricación de gama alta como el único objetivo del desarrollo manufacturero de China. No se puede prescindir de las habilidades de mantenimiento y gestión doméstica.

Además, también tenemos que ver que la eficaz campaña anti-epidémica de China, además de las medidas introducidas por el gobierno, demuestra que las medidas correctivas fueron muy oportunas y que la gente cooperó mucho, y que una cosa inventada por los Estados Unidos ha sido beneficiosa, quiero decir la Internet. Algunas cosas como el pago en línea, el comercio electrónico y los servicios de mensajería vinieron de los Estados Unidos, pero ¿dónde prosperaron finalmente estos inventos americanos? En China. China ha adoptado Internet, el Internet de las cosas, poniendo la red y especialmente la nube al servicio del comercio electrónico, de la producción y de la vida en la sociedad moderna. Podría decirse que está a la cabeza en este ámbito. Aunque la propiedad intelectual no está en nuestras manos y el servidor raíz no está en nuestra posesión, esto no impide que lo usemos para su mejor beneficio.

Hay muchas razones para esto, y son complejas. Sin embargo, se puede ver que somos mejores que otros países en el uso de la alta tecnología y las nuevas tecnologías, lo que se debe a la gran capacidad de aprendizaje de los chinos. Debemos seguir cultivando nuestro liderazgo en este sentido. Además de las cualidades del sistema chino, también debemos aprender de los demás y luego aplicar lo que hemos aprendido para aprovecharlo. Esta es nuestra fuerza frente a un futuro impredecible si estalla una nueva epidemia.

Industria y relocalización

Reportero: Algunos medios de comunicación han informado que Kudlow, presidente de la Conferencia Económica Nacional de la Casa Blanca, ha pedido la retirada de todas las empresas estadounidenses de China y ha dicho que el gobierno de EE.UU. reembolsará el 100 por ciento de los gastos de regreso de China. ¿Significa esto que los Estados Unidos se están preparando para “desvincularse” de China y acelerar gradualmente el ritmo? ¿Desempeñará los Estados Unidos un papel positivo en la mejora de la industria manufacturera local? ¿Cuál es el verdadero objetivo de alentar a las empresas nacionales a abandonar China?

Qiao Liang: En mi opinión, no es tan fácil para los países desarrollados “desacoplarse” de China y reanudar la fabricación local. El dilema es que si se quiere reanudar la fabricación, hay que estar mentalmente preparado, o compartir las mismas dificultades y dolores con China, y recibir igual salario por igual trabajo, de modo que los productos y la mano de obra estén al mismo precio que en China (de lo contrario los productos no serán más competitivos que la fabricación china). Esto equivale a renunciar a la hegemonía de la moneda y al poder de fijar el precio de los productos y bajar desde la cima de la cadena alimentaria; o seguir en la cima de la cadena alimentaria, de modo que los ingresos de los empleados sigan siendo más de 7 veces superiores a los de China, haciendo que el producto no sea competitivo y las empresas no sean rentables. Si se persigue el primer objetivo, los Estados Unidos y Occidente tendrán que volver al nivel de los países ordinarios, especialmente los Estados Unidos. Si esto no es posible, el regreso de las industrias manufactureras a los Estados Unidos y a Occidente será sólo un producto de la imaginación.

El argumento de que Vietnam, Filipinas, Bangladesh, India y otros países probablemente se conviertan en sustitutos de la mano de obra barata en China es en realidad sólo una cuestión de contar la población. Pero pensemos cuál de los países mencionados tiene más trabajadores capacitados que China. Aunque los ingresos chinos aumentan año tras año, el dividendo del trabajo se agota, pero ¿cuántos recursos humanos de gama media y alta se han producido en China en los últimos 30 años? ¿Quién ha capacitado a más de 100 millones de estudiantes universitarios y de postgrado? La energía de este cuerpo de personas está todavía lejos de ser desatada en el desarrollo económico de China. Por lo tanto, dejar que la mano de obra barata de otros países sustituya a la fabricada en China es una ilusión.

En cuanto a los que dicen que Occidente puede utilizar muchos robots para complementar la fabricación localizada, no se puede decir que esta posibilidad sea inexistente, pero si los robots se utilizan realmente para restaurar la manufactura local en los Estados Unidos o en otros países occidentales, incluido Japón, ¿cómo se puede resolver el problema de la tasa de empleo? El uso de un gran número de robots significa que una mayor proporción de la fuerza de trabajo está desempleada. La fuerza de trabajo ha disminuido. ¿Qué debería hacer el gobierno de los Estados Unidos? ¿Qué pasa con los gobiernos de los países occidentales? ¿Realmente tienen los medios financieros para alimentar en vano al ejército de desempleados de estos países? Pero si no los apoyas, ¿quién votará por su propia llegada al poder? Claramente, el presidente Trump y el presidente Abe (Japón) no pensaron bien esto cuando apoyaron el regreso a su mercado local de sus respectivas compañías radicadas en China.

Los occidentales son conscientes de la importancia de restaurar la industria manufacturera y son conscientes del estado de aflicción en el que se encuentra su economía real. Si esta conciencia es real es otra cuestión. Lo importante es preguntar: cuando un país como Estados Unidos se da cuenta de que debe reanudar la fabricación, ¿puede realmente reanudar la fabricación? En realidad es muy difícil.

De hecho, después de la crisis financiera internacional de 2008, los Estados Unidos ya se han dado cuenta de las consecuencias del colapso de la industria. La actual epidemia tampoco ha puesto de relieve la dolorosa ausencia de las industrias manufactureras que más desesperadamente carecen de medios de vida para las personas, pero ¿cuán fácil es reanudar la fabricación? ¿Dónde están los contratistas, ingenieros y trabajadores cualificados? El costo de la mano de obra en los Estados Unidos es siete veces más alto que en China. ¿Cómo se pueden crear beneficios corporativos? Incluso si el gobierno reduce los impuestos y si los empleados reducen automáticamente sus salarios a la mitad, son medidas de emergencia a corto plazo. Porque los impuestos serán recortados, así como los ingresos fiscales de los Estados Unidos. ¿Cómo mantenemos un fuerte poder nacional y militar? ¿Es posible un salario bajo en tiempos extraordinarios, es posible en tiempos normales? Además, los ingresos personales se reducirán a la mitad y el consumo también se reducirá a la mitad. ¿Cómo se puede estimular la producción? Si la producción no aumenta, el PBI disminuirá, ¿puede Estados Unidos entonces mantener su posición como líder mundial? Donald Trump no debe haber pensado en estas cuestiones cuando hizo las promesas mencionadas. Además, si la industria manufacturera se recupera, los productos deben venderse, se generará un superávit y la hegemonía del dólar sólo puede lograrse proporcionando al mundo liquidez, es decir debe aceptarse a través del déficit. Dado que otros países no aceptarán la hegemonía del dólar si no utilizan dólares, los Estados Unidos también deben hacer frente a una economía deficitaria.

La caña de azúcar no es dulce en ambos extremos y para dar liquidez a los demás es necesario comprar productos de otras personas. Pero si revives la industria manufacturera, no necesitas comprar productos de otras personas. De esa manera, habrá menos dólares que fluyan a otros países, y cuando otros países comercien entre sí, tendrán que encontrar otras monedas. ¿Seguirá habiendo una hegemonía del dólar? Más importante aún, la recuperación de la industria manufacturera dañará seriamente los intereses de los grupos de capital financiero de los Estados Unidos. ¿Qué puede hacer Wall Street? ¿Qué puede hacer la Reserva Federal? El enfoque de Trump es diferente al de los anteriores presidentes de EE.UU. de los últimos 50 años. Los anteriores presidentes de EE.UU. durante cinco décadas mantuvieron la hegemonía del dólar, y ahora Trump quiere revivir la industria manufacturera. Con un golpe tan subversivo en los Estados Unidos, hay una mayor posibilidad de que las finanzas y la economía virtual no se recuperen. Como resultado, el imperio está en peligro.

China no ha renunciado en invadir Taiwán…

Reportero: Recientemente, Trump firmó el “Taipei Act” que fue firmado justo cuando la nueva epidemia americana de neumonía coronaria estaba en su apogeo. Eligieron intervenir en el tema de Taiwán en ese momento. ¿Qué los impulsó a interferir en los asuntos internos de China? ¿Qué impacto tendrá esto en la relación entre China y los Estados Unidos y en las relaciones a través del Estrecho de Taiwán? Algunos medios de comunicación creen que la actual epidemia en los Estados Unidos es grave y que ya no tenemos tiempo para la automedicación. Debemos aprovechar esta oportunidad para resolver la cuestión de Taiwán. ¿Qué piensa de esto?

Qiao Liang: ¿Es este el mejor momento para resolver el asunto de Taiwán? Lo primero que hay que considerar es si China se encuentra actualmente en un punto crítico en el proceso de renacimiento nacional. En este momento, China se enfrenta a una situación compleja que nunca se ha visto en el mundo moderno, especialmente en una situación en la que los Estados Unidos están ignorando totalmente a China. Si estamos trabajando para resolver el problema de Taiwán, ¿es posible que nos perdamos de vista y que esto pueda interrumpir el proceso de recuperación de China?

En segundo lugar, ¿la solución a la cuestión de Taiwán está parcial o totalmente relacionada con la gran revitalización de la nación china? Si no se resuelve de inmediato, ¿eso no deja tiempo para impulsar el proceso de rejuvenecimiento nacional?

En tercer lugar, ¿la cuestión de si el Estrecho de Taiwán entrará en guerra depende del número de medidas adoptadas por los Estados Unidos sobre la cuestión de Taiwán o de la actitud de China? ¿Depende del juicio de China sobre la situación internacional y la situación interna (en mi opinión, el juicio sobre esta última es mejor que sobre la primera)? En cuarto lugar, ¿la naturaleza de la cuestión de Taiwán es una cuestión de las relaciones sino-americanas, o es simplemente una cuestión de las relaciones entre los dos países? ¿Puede resolverse plenamente la cuestión de Taiwán antes de que se resuelva el conflicto entre China y los Estados Unidos? Si se resuelve de antemano, ahora, ¿el precio que China tendrá que pagar será mayor o menor, y cuál será el impacto en el transporte chino?

Aunque hayamos entendido las preguntas anteriores, habrá una pregunta más que surgirá, obligándonos a seguir pensándolas y a tratar de responder. Aunque los Estados Unidos se encuentran en una situación de epidemia y dificultades económicas, todavía tienen poder militar para interferir directa o indirectamente en la cuestión del Estrecho de Taiwán. Elegir Wutong daría a los Estados Unidos una buena excusa para bloquear y sancionar a China y aislarla del mundo occidental, y al mismo tiempo daría a los estadounidenses la oportunidad de dejar de lado sus propias dificultades y debilitarnos porque los Estados Unidos y China son muy conscientes de que China sigue siendo muy dependiente de los recursos y mercados extranjeros. Como país productor todavía no podemos satisfacer nuestra industria manufacturera con nuestros propios recursos y depender de nuestro propio mercado para digerir nuestros productos. Por lo tanto, en la actualidad, si pensamos que esta es la mejor oportunidad para recuperar Taiwán, ¿no será también algo bueno para los Estados Unidos y algunos países malintencionados? Estos factores externos son también factores que debemos tener plenamente en cuenta al momento de tomar decisiones.

Sin lugar a dudas, es bueno que los chinos lleven a cabo la gran causa de la reunificación, pero siempre es un error si se hace lo correcto en el momento equivocado. Sólo podemos actuar en el momento adecuado. No debemos tomar una decisión estúpida que nos haga perder todo el tiempo. No podemos permitir que nuestra generación cometa el pecado de interrumpir el proceso de renacimiento de la nación china. En lo que respecta a la cuestión de la tierra, la mayoría de la gente sigue teniendo una forma tradicional de pensar. En definitiva, lo que predomina en última instancia es la sensibilidad de los pequeños agricultores que aman la tierra. Ampliada, la soberanía territorial se considera sinónima de soberanía nacional. Pero no puede por sí misma abarcar el pleno significado de la soberanía nacional moderna.

En el mundo actual, la soberanía económica, la soberanía financiera, la soberanía cibernética, la soberanía de la defensa, la soberanía de los recursos, la soberanía alimentaria, la soberanía de las inversiones, la soberanía biológica, la soberanía cultural, la soberanía de los discursos y otros aspectos relacionados con los intereses y la supervivencia de los países forman parte de la soberanía nacional. No piense que sólo la soberanía territorial está vinculada a los intereses fundamentales del país. Otras soberanías forman parte también de los intereses fundamentales, a veces incluso de mayor prioridad que la soberanía territorial y que son cuestiones de vida o muerte.

Por ejemplo, para salvar su propia economía, los Estados Unidos no dudan en vender billones de divisas, de modo que sus reservas de divisas se diluyen con el agua. La guerra comercial les ha obligado a utilizar los bienes físicos contra las ganancias y en cambio a ser robado mediante aranceles más altos. Los intereses económicos de China se han visto muy afectados y la soberanía económica se ha visto gravemente debilitada. Pero también los EE.UU son incapaces de proteger esta soberanía. Por el momento, aunque tenga la facultad de proteger la integridad territorial, ¿cree que todo está bien, no puede considerar otras cuestiones de soberanía que son igual de importantes, si no más importantes? Quien conoce el problema de esta manera no es una persona verdaderamente moderna.

No digo esto para decir que la cuestión territorial no es importante, sino para subrayar que, como sujeto moderno, hay que entender que las demás soberanías del país son tan importantes como la integridad territorial y que no hay que perderlas de vista. La cuestión territorial no puede plantearse por encima de otras soberanías, aunque no debe descuidarse. Al mismo tiempo sin embargo, también debemos preguntarnos si la cuestión de la “independencia de Taiwán” no podría llevarnos demasiado lejos si consideramos la guerra como un medio para resolver este asunto. Frente al apoyo de los Estados Unidos y los países occidentales, ¿podemos hacer algo? No necesariamente. Para frenar la “independencia de Taiwán” deben considerarse más opciones además de las opciones de guerra. Podemos pensar en formas de actuar en la enorme zona gris entre la guerra y la paz, e incluso podemos considerar medios más específicos, como el lanzamiento de operaciones militares que no desencadenen una guerra pero que puedan consistir en un uso moderado de la fuerza para disuadir la “independencia de Taiwán”.

Algunos se preguntan si el uso de la fuerza no es una guerra. Creo que es un obvio malentendido. Cuando los Estados Unidos bombardearon la embajada china en Yugoslavia o decapitaron el mando de la Guardia Revolucionaria (Irán), ¿podría decirse que fue una guerra contra China o Irán? No. ¿Fue una operación militar? Sí, fue una operación militar. Porque usó la fuerza. Para resolver los problemas de las “operaciones militares no bélicas”, deberíamos aprender de los americanos con una mente abierta. Siempre hay más soluciones que problemas. Hay un problema, y puede haber diez soluciones. La clave es cómo elegimos la mejor solución.

¿Por qué hacer el análisis y el posicionamiento anterior? Es porque, en mi opinión, el Congreso de los Estados Unidos y el Gobierno introdujeron el “Taipei Act” en este preciso mismo momento. La intención no es arrinconar a China. Es principalmente porque el gobierno, el Congreso y los políticos de los EE.UU. están luchando internamente tanto con los problemas de la epidemia como con los problemas de la falta de manufactura, porque es necesario para ellos deshacerse de su propio dilema y que no hay ninguna solución en absoluto. Por eso, los Estados Unidos no pueden dejar a China “en paz”, quieren reunir a sus oponentes, crear molestia, desgastar energía, hacer que se disperse y usar este método para darse oportunidades de respirar y ganar tiempo. Al mismo tiempo, este método de dispersar la energía y el poder conduce al debilitamiento de nuestra fuerza nacional y obstaculiza los progresos. Tal es la principal intención de los Estados Unidos tratando de añadir caos a China.

En cuanto al impacto en China, creo que si debemos bailar con los lobos, no debemos bailar al ritmo de los Estados Unidos. Deberíamos tener nuestro propio ritmo, e incluso intentar romper su ritmo en pos de minimizar su influencia. Si el poder americano se ha dado vuelta, palo, entonces se encuentra en una trampa. No podemos permitir que los EE.UU. caven fosas una por una para nosotros (el Taipei Act siendo la última para China) y saltar a las fosas una por una. En lugar de saltar a la fosa, tenemos que compensar su impacto. Hay algunas cosas que podemos ignorar, algunas cosas que podemos ignorar de una manera que a los americanos no les gusta. Los americanos nos hacen preguntas ahora y nosotros las respondemos. Pero ¿no podemos cambiar nuestra forma de pensar, plantear nosotros también preguntas y dejar que los americanos las respondan? Todos estos métodos son formas de compensar la influencia de los Estados Unidos, incluyendo la forma en que están utilizando el tema de Taiwán para afectarnos.

La influencia de la actitud de los políticos americanos en las relaciones entre las dos orillas del Estrecho sin duda alegrará a las autoridades de Tsai Ing-wen (presidenta de Taiwán). ¿Pero no se cuentan historias los taiwaneses, inclusive Tsai Ing-wen? ¿Hasta qué punto los americanos mantendrán sus promesas con Taiwán? Los estadounidenses alientan la independencia de Taiwán, pero ¿habrá realmente un riesgo de guerra para Taiwán cuando se castigue la independencia de Taiwán mientras el Congreso de EE.UU. proclama “nunca dejaremos que nuestra juventud se desangre por la cuestión de Taiwán”? Sin mencionar que aunque los americanos dejen que su juventud se desangre por la cuestión de Taiwán, puede que no sea suficiente para contrarrestar la determinación y la capacidad de China de incorporar a Taiwán. ¿Qué pasará con la independencia de Taiwán si los americanos no sangran por ella? ¿Qué pasará con las autoridades británicas en Taiwán? En este momento creo que Tsai Ing-wen tiene muchas cosas en la cabeza. Por ejemplo, hasta el día de hoy, todavía no se atreve a enarbolar abiertamente la bandera de la independencia de Taiwán y sólo se atreve a dar un pequeño paso adelante, diciendo que Taiwán es de hecho un país. Sólo se ha atrevido a llegar hasta ahí, pero no más allá de esto. Debido a que ir más lejos hará enojar a 1.400 millones de personas, puede tener consecuencias inimaginables y desastrosas para cualquier país o región.

China debe mostrar primero una determinación estratégica para resolver el problema de Taiwán y luego tener paciencia estratégica. Por supuesto, esa premisa es que debemos desarrollar y mantener nuestra fuerza estratégica para resolver en todo momento la cuestión de Taiwán por la fuerza.

Epidemia y nuevo orden mundial

Reportero: Todo el mundo habla del impacto de la epidemia en el mundo, refiriéndose a acontecimientos tan importantes como la Primera y la Segunda Guerra Mundial y la desintegración de la Unión Soviética. ¿Qué piensa de esta declaración? ¿Cómo la epidemia cambiará el escenario global?

Qiao Liang: El impacto de la nueva epidemia de neumonía coronaria en el mundo, por ser un evento actual pero aún en fermentación, puede ser considerado un evento tan significativo como los conocidos en el pasado, e incluso puede estar relacionado con la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial y la caída de la Unión Soviética. Todos estos eventos están al mismo nivel. Creo que tal juicio está fundamentalmente en consonancia con los hechos y no está exagerado. Pero la mayoría de la gente no lo percibe así.

De hecho, el nuevo coronavirus en sí mismo no está teniendo un efecto tan significativo. Al menos hasta ahora, no ha sido tan trágico como las dos guerras mundiales, que sin embargo no pudieron cambiar el panorama internacional de la noche a la mañana, como lo hizo el colapso de la Unión Soviética. No es la primera vez que el hombre se enfrenta a una epidemia y no todas las epidemias provocan un cambio tan significativo. Para cualquier cambio, la causa externa es el factor desencadenante y la causa interna es el factor decisivo. Esta epidemia es sólo la gota que colmará el vaso de este ciclo de globalización y la fuerza motriz que lo impulsa.

Si esta epidemia se produjera en los años 50 y 60, ¿realmente pensaríamos que pondría a los Estados Unidos en una situación tan embarazosa y a Europa en una situación tan incomoda? ¿Por qué la epidemia que está ocurriendo hoy en día es tan molestosa para todo el mundo occidental? Lo importante no es saber cuán terrible es la epidemia sino darse cuenta de que tanto los Estados Unidos como Occidente han tenido su hora de gloria y que ahora se han enfrentado a esta epidemia mientras se encuentran en declive. La epidemia llega en este momento global, e incluso si es sólo una ramita, puede romper la espalda del camello que ya tiene problemas para caminar. Esta es la razón la más profunda.

¿Por qué los países occidentales han dado este paso? Podemos pensar en eso. Durante la última mitad de siglo, los Estados Unidos encabezaron el camino, luego Europa y Occidente siguieron el ejemplo. Se embarcaron en un camino económico virtual y abandonaron gradualmente la economía real. Para estos países, esta tendencia puede parecer una ventaja que los países desarrollados están obteniendo a cambio de nada, pero en realidad ha desgastado sus fuerzas vivas. De hecho, es la misma razón por la que la antigua Roma se derrumbó gradualmente en el período posterior debido a su arrogancia y su extravagancia que finalmente condujo al colapso de su imperio.

Creo que después de la epidemia, los Estados Unidos y los países occidentales ciertamente tratarán de volver a ponerse de pie. Muchas personas todavía confían en los Estados Unidos y en los países occidentales, es decir creen que tienen una gran capacidad para corregir los errores. Pero los errores sólo pueden corregirse con fuerza económica y suficiente confianza. En el pasado, los americanos corregían los errores y nunca se quejaban de los demás. Ahora que los americanos ya no pueden corregir sus propios errores, empiezan a culpar a otros. Los países occidentales también han pasado la pelota a China, e incluso algunos de nuestros amigos en los principios se han encontrado en la misma situación y han hecho lo mismo. La razón fundamental de esto es que a cualquiera que no tenga la capacidad de corregir sus errores automáticamente le gusta pasar la pelota. Fantasean que es simplemente imposible restaurar su propia economía y pasar la pelota para poder repararla y corregirla. De hecho, los occidentales deberían pensar en muchos aspectos de esta secuencia, incluyendo su sistema médico y su sistema de valores. Cuando se enfrentaron a la epidemia, estos sistemas estaban casi indefensos. ¿Cuál es la razón de esto? Si no lo pueden resolver, ¿pueden resolver el problema simplemente culpando a China? Así como la guerra no puede ser usada para derrotar la epidemia, también es imposible pasar la pelota para corregir los errores propios.

Creo que Occidente pasará por lo menos una docena de meses a dos años después de la epidemia para reparar su propia economía y reparar su propio trauma. En este proceso, las denominadas responsabilidades y reivindicaciones hacia China serán todas extravagantes y terminarán desapareciendo ante una situación post-epidémica más grave. China debe tener suficiente confianza en sí misma para saber que mientras pueda seguir siendo lo suficientemente fuerte y mantener con tenacidad su capacidad productiva, nadie podrá perjudicarla.

Cuando los Estados Unidos son fuertes, ¿quién puede culparlos por la propagación del SIDA? La gente no ha culpado a los Estados Unidos porque las fuerzas expedicionarias americanas trajeron a Europa la gripe que estalló en los Estados Unidos al final de la Primera Guerra Mundial y que finalmente fue llamada la gripe española. ¿Por qué nadie culpó a los Estados Unidos? Fue debido a la fuerza de los Estados Unidos en ese momento. Mientras China siga siendo fuerte y se fortalezca, nadie podrá derribarla con supuestas reivindicaciones de responsabilidad. China debe tener confianza en sí misma.

(Traducción del francés: François Soulard).

FUENTE ALAI: https://www.alainet.org/es/articulo/206685 

[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_irrestricta

por Sergio Rodríguez Gelfenstein, doctor en estudios políticos de la Universidad de Los Andes

EN SU DESESPERACIÓN POR LA PÉRDIDA DE SU HEGEMONÍA LOS ESTADOS UNIDOS ESCALARÁ SU ATAQUE CONTRA CHINA

Casi al finalizar el año pasado escribí un artículo que titulé: “2019: primer año de la confrontación estratégica entre Estados Unidos y China”. Algunos lo catalogaron de alarmista y me escribieron (incluso un colega chino), para decirme que era exagerado. Eso fue el 19 de diciembre, solo unos días después, el último del año, China notificó a la OMS y al mundo el surgimiento del brote de un virus desconocido hasta ese momento.

El alba del año 2020 no presagiaba el alcance que habría de tener este hecho para la humanidad, su posterior irradiación a todo el planeta llevó a que el 11 de marzo, la OMS decretara al ya conocido como coronavirus COVID-19 como pandemia. Las implicaciones subsecuentes aún están en curso. Variadas conjeturas –desde las más apocalípticas hasta las más optimistas- están emergiendo como visiones de futuro del mundo que habrá de sobrevenir.

Por mi parte, por muchos esfuerzos que hago, todavía no alcanzo a visualizar el curso de los acontecimientos en toda su dimensión. Cuando arribo a ciertas conclusiones, nuevas variables se cruzan en el razonamiento, haciendo interminable el análisis de la perspectiva y las consecuencias que se podrían avizorar.

Por supuesto, el contexto de las relaciones internacionales no está ajeno a este raciocinio. En el ámbito estratégico de la disciplina quedará por ver cómo evolucionan las relaciones entre China y Estados Unidos, que a mi juicio es el factor determinante para concluir alguna hipótesis respecto del mundo del futuro.

En el artículo antes mencionado –repito- sin que apareciera aún el COVID-19 en el horizonte, aseguraba que el conflicto entre los dos mayores potencias mundiales era mucho más que una “guerra comercial” como profusamente se aseguraba en espacios académicos, mediáticos, políticos y diplomáticos. Afirmaba también, que este trance “…se enfoca en discrepancias de tipo político e ideológico de carácter antagónico y estructural que no tienen solución…”. Así mismo, alertaba en el sentido de que había que tener cuidado porque “…en política la no comprensión y la confusión entre las dimensiones estratégica y táctica suelen conducir a errores de extrema gravedad, y consecuencias que dejan improbables secuelas” y que los acuerdos alcanzados en la disputa comercial entre los dos países eran “…solo una pausa que [debía] ser entendida en esa dimensión…”

Ya en octubre del año pasado, el presidente Trump creó la Corporación Financiera de Desarrollo Internacional de Estados Unidos con un presupuesto de 60.000 millones de dólares (tres veces mayor que el de la agencia antecesora) a fin de conceder préstamos, garantías de préstamos y seguros a empresas dispuestas a hacer negocios en naciones en vías de desarrollo Con el claro objetivo de contrarrestar la influencia geopolítica de China, el presidente estadounidense se propuso confrontar la iniciativa de “Un cinturón y una ruta”, incluso contraviniendo su propuesta de campaña que apuntaba a reducir y eliminar en algunos casos, la ayuda internacional.

Este vuelco de política exterior -contrario a lo que se pudiera suponer- no obedece a un repentino cambio de opinión del atribulado Trump, sino a su desesperada necesidad de intentar bloquear los efectos de la expansión de la cooperación internacional de China que se expresa en el financiamiento de grandes proyectos en Asia, Europa del Este, América Latina y el Caribe y África.

Lamentablemente, la pausa acordada en enero fue rota antes de tiempo, el COVID-19 fue su causante. Cuando el ambiente negociador y de distensión que llevó a tal tregua a mediados del primer mes del año, podría haber sido un buen preludio para desarrollar la cooperación en medio de la pandemia, pudo más la confrontación estratégica de carácter ideológico que el interés de atreverse a actuar de forma articulada para dar respuesta al peor peligro que ha desafiado a la humanidad durante este siglo y desde el fin de la segunda guerra mundial.

En el orden táctico, ningún análisis puede obviar que los dos partidos del sistema político de Estados Unidos están incapacitados para desprenderse de la campaña electoral de cara a los comicios de noviembre, lo cual los motivó a usar la pandemia como instrumento de propaganda. En este sentido, la hasta febrero, segura victoria de Trump ha comenzado a ponerse en entredicho tras su deplorable manejo de la pandemia durante los últimos dos meses.

En el lado demócrata, como era de esperarse Bernie Sanders se rindió temprano ante la avalancha de recursos financieros de sus oponentes con los que no pudo competir por lo que tristemente llamó a apoyar a Joe Biden firmando de esa manera su acta de defunción política. Aunque Biden no se diferencia mucho de Trump, el mayor problema es que está entrando en una natural etapa de demencia senil como informa ABC Internacional, lo que hace que no se acuerde de sus dichos, llegando incluso a olvidar lo que tiene que exponer en sus discursos, muchas veces desvariando sobre hechos, cifras y nombres. Así, en noviembre, Estados Unidos se debatirá entre un sicópata y un demente, complicando aun más el porvenir de la humanidad.

En este sentido, la cancillería china expresó el pasado 27 de abril “su enérgica oposición a ser involucrada en la política electoral de Estados Unidos”, en respuesta a un memorándum de 57 páginas exhibido por el medio periodístico «Polític» en el que se exhorta a los candidatos republicanos a resolver la crisis de la COVID-19 atacando agresivamente a China a través de tres enfoques principales que deben ser acometidos: 1. “China causó el virus al ´ocultarlo, 2. Los demócratas son ´suaves con China, y 3. Los republicanos ´impulsarán sanciones contra China por su papel en la propagación de esta pandemia`.

En este contexto, Trump ha optado por el ataque contra China para desatar un nacionalismo populista que en el corto plazo lo lleve a ganar las elecciones y más tarde, continuar el esfuerzo iniciado hace dos años para apartar a China de su línea de desarrollo que –si bien limitada por la pandemia- ha cobrado nuevos ímpetus tras enfrentarla exitosamente para, con posterioridad, colaborar con la OMS y más de 80 países del mundo con el mismo objetivo.

La opción de Estados Unidos por la confrontación ha tenido un repunte sobre todo en este último mes cuando pareciera que el COVID-19 se ha salido de las manos de Trump y su gobierno. Ya el primer día de abril, funcionarios estadounidenses y de otros países occidentales trataron de culpar a China por la pandemia, acusándola de encubrir la cifra real de infectados y desinformar sobre el COVID-19. También afirmaron que le reclamarán a China después que la pandemia pase.

En particular, en la campaña anti china ha destacado Peter Navarro, asesor comercial del presidente, quien se ha transformado en uno de los más insaciables enemigos de China en la Casa Blanca, acusando al país asiático de “un encubrimiento que retrasó seis semanas la respuesta mundial”. En una entrevista, Navarro llegó a decir que “China sabía desde mediados de diciembre, que tenía casos de transmisión de coronavirus de persona a persona”.

La respuesta de Beijing fue contundente, Hua Chunying vocera de la cancillería expresó que: “Las mentiras contadas por este político estadounidense no valen la pena refutarlas. Me di cuenta de que durante esa entrevista, incluso el periodista lo interrumpió varias veces y señaló que estaba [haciendo perder] el tiempo de todos”, calificando además sus comentarios como “desvergonzados” al culpar sin pruebas a China por el coronavirus, asegurando de la misma manera que Estados Unidos “debería dejar de politizar un problema de salud y centrarse en la seguridad de su pueblo”.

Por su parte, en otra entrevista, el día 16 el Secretario de Defensa de Estados Unidos, Mark Esper, continuó la línea de ataque al afirmar que China fue “engañosa” y “no transparente” al informar sobre la epidemia. China respondió diciendo que esta falacia es exactamente la misma que la de algunos otros políticos de Estados Unidos y que esta excusa de culpar a otro no era nada nuevo.

En este marco, un grupo de abogados estadounidenses lanzó una acción legal histórica para demandar a China por billones de dólares, acusando a sus líderes de negligencia por permitir que estallara el brote de coronavirus, y luego encubrirlo. La demanda colectiva que involucra a miles de demandantes de 40 países, se presentó en Florida el mes pasado. El estratega jefe de la acusación, Jeremy Alters, aseguró que «los líderes de China deben rendir cuentas por sus acciones».

Todo esto fue echado por la borda por el propio doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos quien en rueda de prensa el 17 de abril desde la propia Casa Blanca rechazó la teoría conspirativa de que el nuevo coronavirus fue creado y escapó de un laboratorio chino, según informó Business Insider.

En la continuación de la ofensiva anti china el 22 de abril, un grupo de 16 senadores republicanos pidió al presidente Donald Trump que obligue a los países solicitantes de reestructuración de deuda o ayuda económica a dar cuenta a Washington de sus compromisos con Beijing. Asímismo, Mac Thornberry, jefe del Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes presentó un proyecto de ley en el Congreso con el apoyo de republicanos y demócratas con miras a crear un fondo de 6.000 millones de dólares para reforzar el potencial disuasorio contra China.

Ante similares acusaciones por parte del secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, China se vio obligada a dar una respuesta al margen de su tradicional práctica diplomática. En un artículo publicado en el Diario del Pueblo, órgano del partido comunista de China, escrito por Zhu Feng, decano del prestigioso Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de Nanjing se esboza una muy dura réplica a Estados Unidos en la figura de Pompeo que es expresión de un nuevo lenguaje para las relaciones internacionales de China.

Después de catalogar al ex jefe de la CIA y actual secretario de Estado como “el oficial más arrogante de la administración de Donald Trump a la hora de atacar a China”, Zhu expone que: “La identidad política de la derecha republicana, la arrogancia de la élite estadounidense y las ambiciones políticas personales constituyen el ´gen político` anti-chino del secretario de Estado” .

Agregó que “…el ataque de Pompeo contra China es típico de la postura hegemónica de los políticos de derecha estadounidenses que se caracteriza porque primero, “Estados Unidos siempre tiene la razón y es el ´dueño de la verdad`, lo que permite la distorsión y la manipulación de los hechos. Segundo, Estados Unidos es el poder más grande del mundo y puede obligar a las organizaciones y al derecho internacional a someterse a las cogniciones e interpretaciones estadounidenses. […] tiene derecho a abandonar las convenciones, pero otros países ´tienen` que respetar el derecho internacional y permitir que Estados Unidos anule las organizaciones internacionales y otros países soberanos”.

La caracterización que se hace de Pompeo y de otros políticos por su condición política de “derecha”, hace referencia a un aspecto ideológico no habitual en las relaciones internacionales de China, ni siquiera en el ámbito académico, que toma nota de contradicciones que van mucho más allá de lo estrictamente comercial o incluso -en este caso- de la contradictoria visión en el manejo de la pandemia. Así, se incursiona en un plano que ha sido conscientemente obviado desde Beijing incluso ante el ostensible involucramiento de Estados Unidos en el apoyo a la desestabilización de Hong Kong y en su intervención como soporte de la administración de Taiwán en clara violación de los propios acuerdos bilaterales en materia de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y China.

No se sabe aún cuál será el devenir del mundo tras el fin de la pandemia, tampoco se puede prever con certeza el rumbo que tomará una inminente reestructuración de las relaciones internacionales, pero lo que sí parece seguro es que en su desesperación por la pérdida de la hegemonía global, Estados Unidos escalará sus ataques contra China. A diferencia del pasado, pareciera que esta vez, Beijing no se quedará de brazos cruzados.

FUENTE: Observatorio de la Crisis: https://observatoriocrisis.com/2020/05/06/china-no-se-quedara-de-brazos-cruzados/

Por Pepe Escobar(*), periodista experto en asuntos internacionales.

Se está produciendo un cambio radical en el actual paradigma. La economía de EEUU puede encogerse hasta un 40% en el primer semestre de 2020… Y China, que ya es la mayor economía del mundo en Paridad en Poder Adquisitivo (PPP), puede convertirse pronto en la mayor economía incluso en términos del tipo de cambio.

El mundo post-Cierre del Planeta –  que todavía es un espejismo nebuloso – bien podría necesitar una moneda post-pandemia. En ese escenario el candidato más seria es el yuan digital fiduciario.

El mes pasado, el Banco Popular de China (PBOC) confirmó que bancos en cuatro regiones chinas están usando el nuevo yuan digital. Sin embargo, aún todavía no hay un calendario para el lanzamiento oficial de lo que se llama Pago Electrónico en Moneda Digital (DCEP).

El gobernador del Banco Popular de China, Yi Gang, ha confirmado que además de los pilotos realizados en Suzhou, Xiong’an, Chengdu y Shenzhen se está pensando probar la nueva moneda en las Olimpiadas de Invierno de 2022.

Según Yi, «se ha hecho progresos importantes»,  pero “seremos muy cautelosos. Controlaremos todo tipo de riesgos. Hemos diseñado un sistema con estrictas medidas para impedir cualquier intensión de blanquear dinero

El pago electrónico es parte de la hoja de ruta de China, que eventualmente puede conducir al reemplazo del dólar estadounidense como moneda de reserva mundial. China está a la cabeza en el desarrollo de una moneda digital.

Este sistema pagos digitales está siendo utilizados por gigantes tecnológicos como Tencent y Ant Financial y una aplicación móvil desarrollada por el Banco Agrícola de China (ABC) está funcionando en WeChat – con una interfaz del Banco Popular Chino – que ya utilizan establecimientos como Starbucks, McDonald’s y Subway.

China avanza rápidamente en todo el espectro digital. La criptomoneda basada en los famosos Blockchain (cadena de bloques) está pensada no sólo para propósitos domésticos sino también para el comercio global. Un comité estatal, compuesta por ejecutivos del PBOC, Baidu, Tencent y el Ministerio de Industria y Tecnologías de la Información están supervisando directamente su implementación.

Una moneda respaldada por el oro

Pero, ¿qué significa todo esto?

Fuentes bancarias de Hong Kong me han dicho que Beijing no está interesado en que el yuan reemplace al dólar americano. La posición oficial de China es que el dólar estadounidense debería ser sustituido por una cesta de monedas (dólar, euro, yuan, yen) aprobado por el FMI. Esto eliminaría la pesada carga que podría recaer sobre el yuan, como moneda de reserva mundial.

Sin embargo esta explicación es insuficiente. Bien podría ser una táctica de distracción en medio de una guerra de información. Una cesta de divisas bajo el FMI implica el control de los EEUU… y esto no es exactamente lo que China quiere.

El meollo del asunto es que un yuan digital y soberano puede estar respaldado por el oro. Esto no está confirmado, todavía, pero el oro podría servir como un respaldo directo a los bonos y a la moneda. Lo que es seguro es que una vez que Pekín anuncie una moneda digital respaldada por oro, el dólar estadounidense será golpeado por un rayo.

Bajo este nuevo marco, las naciones no necesitaran dólares para comerciar con China, lo harán en yuanes digitales . Y Beijing tampoco tendría que imprimir yuanes sin respaldo – como es el caso del dólar de estadounidense.

De todas maneras, el Yuan digital estará respaldado por la enorme cantidad de bienes y servicios hechos en China – y no por un Imperio transoceánico con 800 bases en todo el mundo. El valor del yuan digital será decidido por el mercado, como sucede con el bitcoin.

Todo este proceso lleva años de debate. A finales de la primera década del 2000 – en las reuniones de los BRICS-  Rusia y China plantearon el tema. La estrategia para prescindir del dólar estadounidense empezó por el comercio bilateral (en sus propias monedas) entre Rusia y China.

La estrategia de Beijing está cuidadosamente calibrada. Junto con acumular metódicamente oro en cantidades masivas (al igual que Rusia) China ha estado promoviendo el uso de los medios de pago electrónicos, asegurándose al mismo tiempo de no posicionar al yuan como un competidor estratégico.

Ahora en un próximo escenario post-pandemia Beijing puede hacer un movimiento decisorio. Antes del comienzo de la epidemia la gran mayoría de los  dirigentes chinos estaban convencidos que su país está viviendo bajo un ataque de “guerra hibrida” por parte del gobierno de Trump . Ahora esta guerra está alcanzando un punto álgido y al parecer las relaciones bilaterales sólo empeorarán.

Salvo el primer semestre de 2020, China sigue siendo una economía con un crecimiento insuperable . Es la nación con mayor capacidad productiva e innovadora – en vías de alcanzar un nivel tecnológico superior con el programa “Made in China 2025” – . Y para no olvidar, recientemente fue capaz de ganar la «guerra popular» contra el Covid-19 en un tiempo récord.

Pero luego, está el llamado “poder blando”. Beijing necesita tener a su lado al Sur Global . El gobierno de los Estados Unidos lo sabe muy bien; por tanto no es de extrañar que la campaña publicitaria para tratar de presentar a China como «culpable» de la expansión del COVID-19

» Llegada a la meta con fallo fotográfico»

Una ventaja clave del yuan digital soberano es que Beijing no necesita hacer flotar un yuan de papel, que por cierto está siendo dejado de lado en China, ya que prácticamente todo el mundo está usando el pago electrónico.

El yuan digital, utilizando la tecnología de las cadenas de bloques ( Blockchain), flotará automáticamente, pasando así por alto el casino mundial financiero controlado por los Estados Unidos.

La cantidad de moneda digital soberana es fija. Con esto se eliminará una plaga económica : la llamada expansión cuantitativo (QE), que es el medio que los Bancos Centrales han utilizado para salvar al capital financiero.

Un moneda digital soberana debería ser el medio preferido para el comercio, porque se podrían hacer  transferencias de dinero sin obstáculos geográficos y, como guinda del pastel, los bancos no deberían cobrar escandalosas comisiones como intermediarios.

Como el propósito de las criptodivisas es liberarse de la estructura centralizada que goza el dólar, por supuesto que el Imperio colocará todos tipos de  obstáculos en el camino. Habrá aullidos en Wall Street que acusarán al Banco Chino de ser capaz de confiscar los fondos digitales.

Sin embargo no solo China está trabajando en una moneda cripto-monedas también lo está haciendo EEUU, el Reino Unido, Rusia y la India . Por razones obvias, el Banco de Pagos Internacionales (el Banco Central de Bancos Centrales) es muy consciente  que el futuro es ahora.

Las conclusiones de una investigación en más de 50 Bancos Centrales es incontestable: estamos frente a una «llegada a la meta con fallo fotográfico». ¿Quién se llevará el premio mayor?

(*) para Strategic Culture Foundation

Artículo original en inglés : « Get Ready for the Next Game-Changer : China’s Digital Yuan, ’Backed By Gold’ ? »

Por Pepe Escobar Asia Times

Hegel vio que la historia se movía de este a oeste: «Europa es el fin de la historia, Asia el principio».

Abróchense los cinturones de seguridad: la guerra híbrida de EE. UU. contra China está destinada a una aceleración frenética, ya que los informes económicos ya están identificando a Covid-19 como el punto de inflexión cuando realmente comenzó el siglo asiático, realmente euroasiático.

La estrategia de Estados Unidos sigue siendo, esencialmente, el dominio del espectro completo, con la Estrategia de Seguridad Nacional obsesionada por las tres principales «amenazas» de China, Rusia e Irán. China, en cambio, propone una «comunidad de destino compartido» para la humanidad, principalmente dirigida al Sur Global.

La narrativa predominante de los EE. UU. en la guerra de información en curso ahora está grabada: Covid-19 fue el resultado de una filtración de un laboratorio chino de guerra biológica. China es responsable. China mintió y China tiene que pagar.

La nueva táctica normal de demonización sin parar en China es implementada no solo por funcionarios burdos del complejo industrial-militar-vigilancia-medios. Necesitamos profundizar mucho más para descubrir cómo estas actitudes están profundamente arraigadas en el pensamiento occidental, y luego migraron al «fin de la historia» de los Estados Unidos. (Aquí hay secciones de un excelente estudio, «Inhabilitando al Este: El encuentro de la Ilustración con Asia», de Jurgen Osterhammel 2018).

Solo los blancos civilizados

Mucho más allá del Renacimiento, en los siglos XVII y XVIII, cada vez que Europa se refería a Asia se trataba esencialmente de condicionar el comercio a la religion. El cristianismo reinaba supremo, por lo que era imposible pensar excluyendo a Dios.

Al mismo tiempo, los doctores de la Iglesia estaban profundamente perturbados de que en el mundo santificado una sociedad muy bien organizada pudiera funcionar en ausencia de una religión trascendente. Eso los molestó aún más que esos «salvajes» descubiertos en las Américas.

Cuando comenzó a explorar lo que se consideraba el «Lejano Oriente», Europa se vio envuelta en guerras religiosas. Pero al mismo tiempo se vio obligado a confrontar otra explicación del mundo, y eso alimentó algunas tendencias antirreligiosas subversivas en toda la esfera de la Ilustración.

Fue en esta etapa que los doctos europeos  comenzaron a cuestionar la filosofía china, que inevitablemente tuvieron que degradar al estado de una mera «sabiduría» mundana porque escapó de los cánones del pensamiento griego y agustiniano. Esta actitud, por cierto, todavía reina hoy.

Así que teníamos lo que en Francia se describía como chinoiseries, una especie de admiración ambigua, en la que China era considerada como el ejemplo supremo de una sociedad pagana.

Pero entonces la Iglesia comenzó a perder la paciencia con la fascinación de los jesuitas con China. La Sorbona fue castigada. Una bula papal, en 1725, prohibió a los cristianos que practicaban ritos chinos. Es bastante interesante notar que los filósofos sinófilos y los jesuitas condenados por el Papa insistieron en que la «verdadera fe» (cristianismo) estaba «prefigurada» en textos antiguos chinos, específicamente confucianistas.

La visión europea de Asia y el «Lejano Oriente» fue conceptualizada principalmente por una poderosa tríada alemana: Kant, Herder y Schlegel. Kant, por cierto, también fue geógrafo, y Herder un historiador y geógrafo. Podemos decir que la tríada fue la precursora del orientalismo occidental moderno. Es fácil imaginar una historia corta de Borges con estos tres.

Por mucho que hayan estado al tanto de China, India y Japón, para Kant y Herder Dios estaba por encima de todo. Había planeado el desarrollo del mundo en todos sus detalles. Y eso nos lleva a la difícil cuestión de la raza.

Rompiendo con el monopolio de la religión, las referencias a la raza representaron un cambio epistemológico real en relación con los pensadores anteriores. Leibniz y Voltaire, por ejemplo, eran sinófilos. Montesquieu y Diderot eran sinófobos. Ninguno explicaba las diferencias culturales por raza. Montesquieu desarrolló una teoría basada en el clima. Pero eso no tenía una connotación racial: era más como un enfoque étnico.

La gran oportunidad se produjo a través del filósofo y viajero francés Francois Bernier (1620-1688), que pasó 13 años viajando por Asia y en 1671 publicó un libro titulado La Description des Etats du Grand Mogol, de l ”Indoustan, du Royaume de Cachemire, etc. Voltaire, hilarantemente, lo llamó Bernier el Mogol, ya que se convirtió en una estrella contando sus cuentos a la corte real. En un libro posterior, Nouvelle Division de la Terre par les Differentes Especes ou Races d’Homme qui l’Habitent, publicado en 1684, el «Mogol» distinguió hasta cinco razas humanas.

Todo esto se basó en el color de la piel, no en las familias o el clima. Los europeos fueron colocados mecánicamente en la cima, mientras que otras razas fueron consideradas «feas». Posteriormente, David Hume retomó la división de la humanidad en hasta cinco razas, siempre basada en el color de la piel. Hume proclamó al mundo anglosajón que solo los blancos eran civilizados; otros eran inferiores. Esta actitud aún es generalizada. Ver, por ejemplo, esta patética diatriba publicada recientemente en Gran Bretaña.

Dos asias

El primer pensador en llegar a una teoría de la raza amarilla fue Kant, en sus escritos entre 1775 y 1785, argumenta David Mungello  en «El Gran Encuentro de China y el Oeste, 1500-1800» , 1999.

Kant califica a la «raza blanca» como «superior», la «raza negra» como «inferior» (por cierto, Kant no condenó la esclavitud), la «raza de cobre» como «débil» y la «raza amarilla» como intermediario . Las diferencias entre ellos se deben a un proceso histórico que comenzó con la «raza blanca», considerada la más pura y original, los otros no son más que bastardos.

Kant subdividió Asia por países. Para él, Asia Oriental significaba Tíbet, China y Japón. Consideró a China en términos relativamente positivos, como una mezcla de razas blancas y amarillas.

Herder fue definitivamente más suave. Para él, Mesopotamia era la cuna de la civilización occidental, y el Jardín del Edén estaba en Cachemira, «el paraíso del mundo». Su teoría de la evolución histórica se convirtió en un éxito rotundo en Occidente: Oriente era un bebé, Egipto era un bebé, Grecia era joven. El Asia oriental de Herder consistía en el Tíbet, China, Cochinchina, Tonkin, Laos, Corea, el Tartario Oriental y Japón, países y regiones afectados por la civilización china.

Schlegel era como el precursor de un hippie californiano de los años 60. Era un entusiasta sánscrito y un estudiante serio de las culturas orientales. Dijo que «en Oriente debemos buscar el romanticismo más elevado». India fue la fuente de todo, «toda la historia del espíritu humano». No es de extrañar que esta idea se haya convertido en el mantra para toda una generación de orientalistas. Ese fue también el comienzo de una visión dualista de Asia en todo Occidente que todavía predomina hoy en día.

Entonces, en el siglo XVIII, habíamos establecido completamente una visión de Asia como una tierra de servidumbre y cuna del despotismo y el paternalismo en agudo contraste con una visión de Asia como una cuna de civilizaciones. La ambigüedad se convirtió en la nueva normalidad. Asia era respetada como madre de civilizaciones, incluidos los sistemas de valores, e incluso madre de Occidente. Paralelamente, Asia fue degradada, despreciada o ignorada porque nunca había alcanzado el alto nivel de Occidente, a pesar de su ventaja.

Esos déspotas orientales

Y eso nos lleva a The Big Guy: Hegel. Hiper bien informado – leyó informes de ex jesuitas enviados desde Beijing – Hegel no escribe sobre el «Lejano Oriente» sino solo sobre el Este, que incluye Asia Oriental, esencialmente el mundo chino. A Hegel no le importa mucho la religión como a sus predecesores. Habla sobre Oriente desde el punto de vista del estado y la política. En contraste con Schlegel, amigable con los mitos, Hegel ve a Oriente como un estado de naturaleza en el proceso de alcanzar un comienzo de la historia, a diferencia del África negra, que vio revolcarse en el lodo de un estado bestial.

Para explicar la bifurcación histórica entre un mundo estancado y otro en movimiento, que conduce al ideal occidental, Hegel dividió a Asia en dos.

Una parte estaba compuesta por China y Mongolia: un mundo pueril de inocencia patriarcal, donde no se desarrollan contradicciones, donde la supervivencia de los grandes imperios atestigua el carácter «insustancial», inmóvil y ahistórico de ese mundo.

La otra parte era Vorderasien («Asia anterior u occidental»), uniendo el actual Medio Oriente y Asia Central, desde Egipto hasta Persia. Este es un mundo ya histórico.

Estas dos regiones enormes también se subdividen. Entonces, al final, el Asiatische Welt de Hegel (mundo asiático) se divide en cuatro: primero, las llanuras de los ríos Amarillo y Azul, las altas mesetas, China y Mongolia; segundo, los valles del Ganges y el Indo; tercero, las llanuras del Oxus (hoy Amur-Darya) y Jaxartes (hoy Sir-Darya), las mesetas de Persia, los valles del Tigris y el Éufrates; y cuarto, el valle del Nilo.

Es fascinante ver cómo en la Filosofía de la Historia (1822-1830) Hegel termina separando a India como una especie de intermediario en la evolución histórica. Así que, al final, como mostró Jean-Marc Moura en «L’Extreme Orient selon GWF Hegel, Philosophie de l’Histoire et Imaginaire Exotique», un «Oriente fragmentado, del cual India es el ejemplo, y un Oriente inmóvil, bloqueado en quimera, de la cual el Lejano Oriente es la ilustración «.

Para describir la relación entre Oriente y Occidente, Hegel utiliza un par de metáforas. Uno de ellos, bastante famoso, presenta el sol: «La historia de los viajes mundiales de este a oeste, Europa es el fin de la historia y Asia el comienzo». Todos sabemos a dónde nos condujeron las desastrosas escisiones del «fin de la historia».

La otra metáfora es la de Herder: Oriente es la «juventud de la historia», pero China ocupa un lugar especial debido a la importancia de los principios confucianistas que privilegian sistemáticamente el papel de la familia.

Por supuesto, nada de lo descrito anteriormente es neutral en términos de comprensión de Asia. La doble metáfora, usando el sol y la madurez, no podía sino confortar a Occidente en su narcisismo, que luego fue heredado de Europa por los Estados Unidos «excepcionales». Implícito en esta visión está el inevitable complejo de superioridad, en el caso de los Estados Unidos, aún más agudo porque legitimado por el curso de la historia.

Hegel pensó que la historia debe evaluarse en el marco del desarrollo de la libertad. Bueno, China e India son ahistóricas, la libertad no existe, a menos que sea traída por una iniciativa proveniente del exterior.

Y así es como el famoso «despotismo oriental» evocado por Montesquieu y la posible, a veces inevitable y siempre valiosa intervención occidental son, al mismo tiempo, totalmente legitimados. No deberíamos esperar que este estado de ánimo occidental cambie pronto, si es que lo hace. Sobre todo porque China está a punto de volver como número uno.

Presentamos un análisis elaborado por el Licenciado en Ciencias Politicas Juan Martin González Cabañas sobre: las tendencias Geo-estratégicas globales 2040, que realizo el Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEES).

Dicho informe es de antes de desencadenarse esta Pandemia que nos afecta, pero en general es de una gran actualidad e importancia. Pero fundamentalmente es cómo debe realizarse una prospección de tipo geopolitico, que tiene sus reglas y sus objetivos claros y definidos a estudiar, decimos esto, pues por estos tiempos vemos un estallido de “expertologos” en geopolitica, que apenas se les pregunta por las teorias geopoliticas de: Ritter Humboldt, Ratzel, Kjellen, Spykman, Strausz Hope, Douhuet, hacen agua, porque no se saben de que estamos hablando. Por ello es muy importante destacar el esfuerzo analitico de Juan Martin González Cabañas, un joven investigador de fuste.

Lic Carlos Pereyra Mele – Director de Dossier Geopolitica 

Tendencias geo-estratégicas globales 2040

PANORAMA DE TENDENCIAS GEOPOLÍTICAS: HORIZONTE 2040

Por Juan Martin González Cabañas 

  • Introducción:

Síntesis y análisis de la publicación “Panorama de Tendencias Geopolíticas; horizonte 2040” elaborado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEES).

  • Presentación

La publicación “Panorama de Tendencias Geopolíticas; horizonte 2040” elaborada por el Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEES) reúne posibles escenarios y tendencias geopolíticas globales para el periodo 2020-2040 (incluso con previsiones de largo plazo posteriores).

Para la elaboración de estos documentos se han consultado a 200 expertos, de distintas organizaciones españolas civiles y militares, procedentes de las Fuerzas Armadas, compañías y universidades.

Es un trabajo de análisis prospectivo sobre el mundo actual y su posible evolución hasta el año 2040. Para ello, se han definido cinco macro-factores: el factor físico, el factor humano, el factor económico, el factor sociopolítico y el factor militar. 

A su vez, cada uno de estos factores agrupa el estudio individual de dieciocho áreas temáticas por separado, si bien, relacionadas entre sí en mayor o menor grado.

Así, el factor físico agrupa: el cambio climático, los espacios comunes globales, el sector espacial y el ciberespacio. Por su parte, el factor humano engloba: la demografía, la desigualdad de género, las religiones y la educación. El factor económico se organiza en l recursos no energéticos, energía, la geoeconomía y los objetivos de desarrollo sostenible. Respecto al factor sociopolítico, este encuadra la comunicación, la globalización, y los fundamentos sociopolíticos (cultura, creencias e ideas). Por último el factor militar analiza la era de la información, la tecnología y la conflictividad. 

Cada una de las dieciocho áreas finaliza con unas implicaciones para la seguridad a nivel mundial, regional y nacional.

Prospectiva de tendencias geo-estratégicas

Factor físico

  • Espacios comunes globales

En esta sección bajo los códigos de una visión geopolítica clásica expresa una inquietud prospectiva por posibles futuras tensiones geo-estratégicas ante la presencias de potencias emergentes no occidentales (como China, India y Rusia) así como actores no estatales en zonas de transición geográficas, arterias de trasporte marítimo, la competencias por recursos naturales, la presión sobre las zonas comunes por donde se trasladan esos recursos, y las implicancias del cambio climático en el tablero global.  

Teniendo en cuenta estos escenarios se destaca la iniciativa OBOR (Nueva Ruta de la Seda) de China como una estrategia para tener rutas de acceso alternativo ante una eventual tensión marítima que la pueda involucrar.  

En retrospectiva teniendo en cuenta anteriores etapas históricas, esta visión prospectiva nos plantea un periodo futuro de competencias entre grandes potencias (¿en un escenario tendiente hacia la multipolaridad tal vez?).

  • El sector espacial

En esta sección se analizan los posibles escenarios futuros que implican una mayor  actividad espacial (que debido a la mejora tecnológica reduciría económicamente el costo de la explotación del espacio exterior) de las grandes potencias que irían desde actividades ya conocidas como la mayor presencia de satélites, así como nuevas:                               explotación de recursos espaciales, turismo espacial. Las continuas actividades de estos actores también implicaría posibles nuevas tensiones en este reciente ámbito geopolítico, como disputas por orbitas, zonas de explotación,  basura espacial. 

Los sistemas espaciales se convertirán en infraestructuras críticas para el desarrollo económico y social y, por tanto, en objetivos valiosos para Estados así como organizaciones terroristas y criminales. También serán vitales para las fuerzas armadas y los cuerpos y fuerzas de seguridad de las naciones más desarrolladas. La posibilidad de desplegar sistemas de armas y la necesidad de proteger los activos en órbita llevarán a una progresiva militarización del espacio, pese a las ambiguas restricciones de los tratados y principios internacionales vigentes, y a las nuevas estructuras de cooperación y gobernanza internacionales que se pudieran desarrollar.”

  • El ciberespacio

Los pilares de la nueva revolución cibernética en la actualidad y que tendrán importantes implicancias a futuro son: la computación en la nube (The Cloud), el Big Data (BD), el  internet de las cosas (IOT), el Blockchain (cadenas de bloques) la Inteligencia Artificial (IA) y el 5G.

Se menciona también como la dependencia tecnológica requerirá sistemas de seguridad cibernéticos acordes a las amenazas que pueden vulnerar la infraestructura informática. 

Por otro lado, las leyes y normativas de protección de datos del consumidor y de responsabilidad, serán cada vez más necesarias para resguardar los posibles riesgos que implican el almacenamiento y uso masivo de por parte de gobiernos y grandes corporaciones que podrían usarlo en sus propios beneficios.

La cooperación internacional (por ejemplo a través de bloques regionales) en temas de ciberseguridad será fundamental.

  • El cambio climático                                                                                                                             

Es un cambio global inequívoco y traerá grandes implicancias, aunque estas se manifiestan de distinto grado a distinto a nivel (como locales y regionales) implicando grandes tensiones. Esta última tendencia implicara el aumento de desastres naturales (olas extremas de calor o frio, precipitaciones extremas, incendios forestales). Los países en desarrollo (los que menos impacto tienen en el cambio climático) son los que más sufrirán sus consecuencias. 

  • El impacto sobre las poblaciones está relacionado también con su situación política, económica y social, al incrementar las desigualdades existentes y aumentar los factores de tensión y la inseguridad.
  • La temperatura de la superficie terrestre continuará aumentando a los largo del siglo XXI. Se prevé que las emisiones de gas efecto invernadero (GEI) aumenten entre el 37% y el 52% para 2050, lo que provocará un incremento de temperatura de entre 1,7º y 2,4ºC.
  • Las proyecciones climáticas señalan un aumento en el número y gravedad de desastres naturales en regiones vulnerables y con poca capacidad de adaptación (como el Sahel. El MENA y el sudeste asiático) lo que empujaría a unos 720 millones de personas a una situación de pobreza extrema en el periodo 2010-2050. 
  • Por cada grado que aumente la temperatura de la superficie del planeta, alrededor de un 7% de la población mundial sufrirá una reducción mínima del 20% de sus recursos hídricos renovables.
  • ACNUR estima que en 2050 podría haber entre 150 y 1000 millones de desplazados (refugiados climáticos) como consecuencia del cambio climático, aunque la cifra más probable se sitúe alrededor de los 200 millones.
  • El calentamiento global agravará problemas como la pobreza, la inseguridad alimentaria, la degradación del medio ambiente y la fragilidad de los Estados

Factor humano

  • Demografía

Los cambios demográficos reducirán la influencia de Occidente y consolidara el ascenso de nuevas potencias. Los factores demográficos contribuirán al surgimiento de nuevas potencias, que erosionarán el liderazgo global de Occidente y constituirán la nueva geometría polimórfica que se está conformando en el campo de las relaciones internacionales.

El crecimiento demográfico sumado al cambio climático implicara una tensión por el acceso a los recursos, estos factores serán foco de potenciales disputas.

En 2030, se prevé que el declive demográfico de Europa habrá comenzado. A fines del siglo Asia comenzará también su declive demográfico, aunque seguirá aportando más de la mitad de la población mundial. África continuará con su crecimiento imparable hasta constituir más de la cuarta parte de la población mundial. Para finales de 2050 se estima que seis países africanos (Angola, Burundi, Níger, Somalia, Tanzania y Zambia) habrán triplicado su población, por lo que el continente africano duplicará el número de habitantes actuales.

Se estima que 50% del crecimiento demográfico mundial se concentrará en la India y en los países de mayorías musulmanas como: Nigeria, República Democrática del Congo, Paquistán, Etiopía, Tanzania, Uganda e Indonesia.

La falta de integración de los inmigrantes a las zonas de la UE, podría ser un foco de tensiones y conflictos.

  • Religiones

Entre los cristianos se prevé el crecimiento de las sectas protestantes en América y en África. Los cristianos seguirán siendo mayoritarios en el mundo hasta 2100, fecha en la que es probable que el islam les sobrepase por un punto porcentual (34,9%), si no se modifican los parámetros demográficos actuales.

Continuará el crecimiento y expansión de nuevos sectores radicalizados: el protestantismo evangélico en EE.UU, la hindutva en la India, el salafismo y el islamismo wahabí en Oriente Medio, el pentecostalismo en África y América Latina.. Un denominador común de estos nuevos movimientos será el despliegue de organizaciones con potencial político.

  • Educación

Las instituciones educativas tradicionales serán progresivamente sustituidas por un aprendizaje apoyado en internet, donde el profesor será un mediador entre los estudiantes, la tecnología y el conocimiento.

Los trabajadores deberán actualizar sus conocimientos durante su vida laboral para adaptarse al permanente desarrollo tecnológico.

El cóctel de un incremento migratorio, un mejor y más barato acceso a la tecnología y a las redes sociales, la desigualdad educativa y académica, el subempleo de graduados y la fuerte competencia en el mercado laboral plantea un escenario proclive a los conflictos sociales.

Factor económico

La competencia por los recursos, en aumento por el crecimiento demográfico, la rápida urbanización y el cambio climático, provocará nuevas tensiones, riesgos e incertidumbres en las relaciones internacionales. El crecimiento de las potencias asiáticas transforma las materias primas en un factor geopolítico y de seguridad.

El crecimiento exponencial de China y otras potencias asiáticas podría provocar que la garantía de acceso a materias primas vitales ocupe una posición central en la seguridad internacional, dada la creciente demanda de recursos vitales (agua y tierra productiva), así como de tierras raras. Esto plantearía un panorama de competencia geoestratégica por los recursos.

El área Asia-Pacífico sustituirá a Occidente como el escenario central económico y va adquirir mayor peso en el proceso de la globalización.

La formación de nuevos bloques económicos, aún incipientes, irá conformando un nuevo orden con características más proteccionistas

Nuevas instituciones financieras surgirán y se consolidaran para dar respuesta a las necesidades de los países emergentes, compitiendo con la arquitectura financiera dominada por Occidente surgida luego de la segunda guerra mundial.

El avance tecnológico posibilitará nuevos métodos financieros basados en dinero virtual o criptomonedas, especialmente en los países emergentes, con lo que se evita la volatilidad del tipo de cambio y las tasas e impuestos asociados al crédito bancario.

El G7 podría ver caer su aporte al PBI mundial alrededor del 20% l, mientras que el E7 (China, India, Brasil, México, Rusia, Indonesia y Turquía) aumentaría su participación hasta casi el 50% del mismo, impulsado fundamentalmente por China y la India, quienes podrían ser las mayores economías mundiales

El escenario será una economía global a tres velocidades: Europa y Japón con un crecimiento estancado; China y la India, con tasas muy superiores de crecimiento, y los EE. UU., con crecimientos moderados, pero viendo erosionado su poder y su capacidad de influencia.

China, gracias a su crecimiento acelerado, aumentará su capacidad militar. Su posicionamiento global, cada vez será más asertivo, lo que provocará fricciones con los países que comparten sus espacios marítimos, así como con los EE.UU y Japón.

La economía mundial seguirá hacia un escenario globalizado de máxima competitividad. Solo aquellos Estados capaces de innovar y de adaptarse, en un mundo cada vez más integrado, serán capaces de tener éxito

La economía circular será la piedra angular del crecimiento sostenible.

La salud de la población será uno de los grandes desafíos del siglo XXI. La globalización, el cambio climático, los conflictos, el auge de la urbanización y el progreso tecnológico constituyen factores de riesgo en la aparición de pandemias a nivel global.  (Pág 109)

  • Energía

El consumo de energía, por lo que el crecimiento en la demanda de energía se producirá fundamentalmente en los países emergentes.

El petróleo seguirá siendo, a corto y medio plazo, el recurso energético de mayor consumo e impacto geoestratégico

Las consecuencias derivadas del cambio climático podrían aumentar el grado de compromiso medioambiental y acelerar la implantación de las energías renovables. En cualquier caso, la progresiva concienciación y presión pública favorecerán en mayor o menor medida, a las políticas de energía renovable.

Las tierras raras necesarias para nuevo desarrollos tecnológicos, con sus reservas concentradas en pocos lugares del mundo, aumentarán su importancia geoestratégica.

Factor sociopolítico

La globalización no es necesariamente un fenómeno pacifico que favorece la estabilidad,  al comprimir  tiempo y espacio, y al aumentar la interdependencia, aumenta las oportunidades pero también aumenta la vulnerabilidad ante los flujos y crisis que se producen a nivel global en las distintas realidades locales. 

La globalización es un proceso dinámico y hegeliano de racionalización hecho sobre la base de la cultura occidental pero el cual cada vez desplaza más su peso económico hacia Asia pacífico. Se podría plantear un escenario de un orden multipolaridad, en tanto que se están conformando dos masas geopolíticas que dividen de forma notable al mundo. 

La globalización mantendrá la tendencia a la regionalización, en una era posthegemónica de occidente, donde los polos principales seguirán siendo Occidente y Asia-Pacífico, cuyo desarrollo continuará, alterando los equilibrios geoeconómicos del mundo, forjando un nuevo balance de poder.

  • En un mundo globalizado convivirán sociedades líquidas con sociedades sólidas, con una creciente tensión entre ellas

En Occidente seguirá imponiéndose progresivamente un modelo de sociedad líquida, como resultado de una era post-moralista, que predica el triunfo de una ética indolora que rechaza y desacredita el compromiso comunitario. 

En otras áreas del globo, la modernidad líquida será cada vez más rechazada como decadente. Estas sociedades, sólidamente asentadas en creencias o convicciones, religiosas, étnicas o políticas, recuperarán discursos más cohesivos e integradores.

  • Democracias de audiencias y crisis de representación 

En occidente el liderazgo se seguirá midiendo por  la capacidad de seducir en el corto plazo. Los argumentos políticos y de razón seguirán estando subyugados por el predominio de la imagen (videopolitica).               

  • Una elite global trasnacional

Se consolidara una aristocrática trasnacional cosmopolita con un creciente poder de influencia que afectará transversalmente a los discursos y agendas políticas. Ante este fortalecimiento de los actores trasnacionales, los Estados se esforzaran por contrapesar su creciente influencia (clivaje globalismo vs soberanismo).

Factor militar

  • La tecnología

La capacidad de integración del factor tecnológico será el elemento decisivo de toda estrategia de defensa nacional.

La guerra de la información, cada vez más apoyada sobre las diferentes tecnologías, será progresivamente más real y decisiva. Así mismo, el ciberespacio y el espacio exterior se irán imponiendo como nuevas dimensiones geopolíticas. Tecnologías como el Internet de las cosas permitiría unificar a todos los elementos unidos en una red (unidades humanas, robóticas, teledirigidas). La automatización de sistemas de armas implicara grandes dilemas éticos.

Conflictividad

  • Escenario de multipolaridad atenuada

El mundo tendrá un escenario multipolar atenuado teniendo como principales actores militares a China y los Estados Unidos. Le seguirán en menor medida otras potencias, Rusia, la India y, en su caso, una Unión Europea militarmente integrada. Solo las grandes potencias serán capaces de desarrollar todo el espectro de las operaciones militares y tener un desarrollo tecnológico militar competitivo.

  • Guerras hibridas la  zona gris entre la guerra y la paz

Las guerras serán cada vez más híbridas, más grises y más urbanas, con una combinación de operaciones convencionales y no convencionales, guerra cibernética y manipulación de la opinión pública extranjera y de la propia.

  • Unidades militares pequeñas altamente capacitadas y tecnificadas

Los ejercititos se medirán por su capacidad de incorporar tecnología a sus unidades militares en el campo operativo. El Big Data será un elemento de gran apoyo para los mandos a todo nivel. 

  • Ciberdefensa 

Los ejércitos que cuenten con personal mejor formado en los nuevos entornos tecnológicos tendrán ventaja. En este campo, las potencias tecnológicas, como China y Estados Unidos,  India y Rusia, estarán mejor posicionadas. 

Conclusión: Una era de inquietud 

En base  a visión prospectiva que nos plantea la publicación Panorama de Tendencias Geopolíticas; horizonte 2040 viviremos una época de grandes cambios en todo el mundo que afectaran todos los ámbitos humanos, cambios que plantean múltiples desafíos.              


Con estos cambios la consecuente  de incertidumbre que ellos implican, en nuestra capacidad de comprensión, adaptación y decisión sobre ellos. Para navegar en este mundo, con estos escenarios, se requerirá del pensamiento estratégico, visiones pragmáticas de todos los acontecimientos y ámbitos, para abordarlos y gestionarlos.

En el ámbito geopolítico y de las relaciones internacionales, los cambios económicos, demográficos, sociopolíticos y militares, podríamos observar un nuevo orden en el equilibrio de poder: con un continente asiático en ascenso y un occidente con su influencia en declive. Esta posible nueva distribución del poder  (futura geometría del poder) podría ser de un orden de tipo multipolar atenuado con EEUU y China como sus dos principales actores, seguidos por Estado continentales industriales como India, Rusia y una Unión Europa (lo suficientemente cohesionada). 

Una mayor variedad de polos de poder global, implicaría un orden y un mercado geopolítico más competitivo, lo que podría ser tanto un desafío así como una oportunidad para el resto de los países en el mundo, más relegados del sistema internacional. 

Ámbitos más recientes (como dimensiones geopolíticas) cada vez obtendrán más relevancia estratégica como el ciberespacio, el espacio del exterior y el cambio climático.      

La globalización seguirá vigente como proceso, pero de forma más fraccionada, con
una naturaleza más regionalista, surgirán nuevas dinámicas e instituciones en consecuencia.  

  • En un mundo globalizado convivirán sociedades líquidas con sociedades sólidas 

En Occidente seguirá el modelo de sociedad líquida, basado en una ética individualista y material que rechaza connotaciones comunitarias. Esta ética podría agravar la fragmentación y polarización en las sociedades occidentales. 

Por otro lado el modelo de sociedades sólidas, más propio actualmente de sociedad no occidentales, basadas en elementos identitarios, podría correr con la ventaja de tener más resilencia, a través de su carácter más cohesivo,  frente a un mundo en constante agitación.  

  • La importancia de la Geotecnologia 

El avance tecnológico será cada vez más determinante como elemento estratégico de los Estados, no solo  para el crecimiento económico y el desarrollo de las sociedades sino también para su seguridad. En esto las grandes potencias, con sus grandes escalas en la dotación de estos factores (usualmente Estados continentales industriales) correrán con ventaja

FUENTE: http://www.ieee.es/Galerias/fichero/OtrasPublicaciones/Nacional/2019/panorama_de_tendencias_geopoliticas_2040.pdf

Tal vez el mayor destacado es que la Nación «verdeamarela» dirigida por Jair Messias Bolsonaro ha superado en un aumento vertiginoso el mojón chino en el peligroso camino de ascenso a la cima de Covid 19, acusando 87.187 contagiados y 6.006 fallecidos

El «scratch du oro» se dirige raudamente al próximo hito en la ruta que es el escalón de los 100.000 contagiados, para pasar a formar parte del pequeño y selecto grupo de países que conforman la «élite» de la pandemia que hasta ahora son nueve. El ministro de salud de Brasil, Nelson Teich dice que podrían alcanzar la cifra de 1.000 muertes diarias imputables al virus [1], si continua el ritmo de crecimiento de la pandemia con 6.000 a 7.000nuevos casos detectados por dia. 

El estado de Maranhao en el noreste de Brasil acaba de adoptar el confinamiento total [2]; es el primero en hacerlo por el incontrolable crecimiento de los contagios y el colapso de su débil sistema sanitario. Sin dudas Brasil está atravesando una grave crisis sanitaria junto a una también grave crisis político institucional, cual más grave que la otra, que se retroalimentan. Brasil va camino a convertirse en el próximo centro de la pandemia.

El colapso brasileño de producirse va a tener consecuencias inimaginables para la Argentina, en especial una, que es alejar la posibilidad que juntos afrontemos el «eterno» desafio de la integracion latinoamericana imprescindible en estos tiempos. Por eso nos debe preocupar profundamente, la desgracia de nuestros hermanos y «adversarios» brasileños y el fracaso del «bolsonarismo» [3] debe conducirnos a una profunda introspección y autocrítica. 

Otra noticia es el estallido pandémico de la Rusia de Putin . El dia 15 de abril tenían 25.000 contagiados y 198 fallecidos, al día de hoy 114.000 casos positivos y 1.169 muertos, un crecimiento exponencial de la pandemia, pero con baja tasa de letalidad y mortalidad del virus. Habrá que seguir como sigue esto en la nueva Rusia que hasta ahora la sobrelleva con sobriedad y dignidad.

Una mención para la prolija y ordenada Alemania, con sus 163.000 contagiados y  sus 6.600  muertos, que con su reconocida eficiencia y minuciosidad teutónica trata de evitar que se le escapen los números de contagiados, y oscila entre ajustar el cierre o flexibilizar.

Una buena noticia, viene de Italia y España, caras a nuestros afectos han logrado relantizar el crecimiento de nuevos contagios y denuncian un número decreciente de muertos por dia, que oscilan en el rango de 250 a 300 casos. [4] y [5]

Por último las cabezas del mundo anglosajón, EEUU y el United Kington son los que más muertos y contagiados tienen en el mundo y mayor desmanejo muestran: son el centro de la pandemia. Con un desorden casi caótico y fracaso ruinosos en ambos, siendo el corazón y la mente de ese mundo (al que Francia adhiere por vocación de amanuense y deseos de pertenencia, a un mundo que no le pertenece por historia, cultura y religión). 

Y en este «fracaso del sueño americano e inglés»; no encuentran otra explicación a sus desgracias que echarle la culpa a los chinos. 

El Covid está desnudando la decadencia que marca el final de ese «occidente anglosajón» que sometió al mundo en los últimos 100 años y lo «formateo» según sus pautas culturales, sus valores y principios para colocarlo al servicio de sus intereses. 

El Covid, ese virus “que no tiene vida” pero mata, ha cerrado el ciclo de ese mundo viejo, y ante nuestros ojos desnuda su agotamiento, sus crueldades, sus miserias, sus debilidades,  sus contradicciones, sus vetustos paradigmas, sus mitos y falsedades y lo demuele sin piedad. 

El «Covi» con la crisis que ha desatado, le da inicio a la partida a ese mundo viejo y agotado….y con seguridad sin retono.

Dr. Antonio M. Mitre especial para Dossier Geopolitico

Adaptación y Notas: Carlos Pereyra Mele

[1] Ministro de Salud afirma que Brasil podría alcanzar las 1.000 muertes diarias por coronavirus http://www.motoreconomico.com.ar/america-latina/ministro-de-salud-afirma-que-brasil-podra-alcanzar-las-1000-muertes-diarias-por-coronavirus 

[2] Primer estado de Brasil adopta confinamiento total    https://www.dw.com/es/primer-estado-de-brasil-adopta-confinamiento-total/a-53300157 

[3] Yque ? dice Bolsonaro https://www.elobservador.com.uy/nota/-y-que-dice-bolsonaro-ante-la-cifra-de-5-000-muertes-por-coronavirus-en-brasil-2020429111737 

[4] Bajan las muertes en Italia

https://www.elmundo.es/internacional/2020/04/30/5eaaf5c4fc6c8397408b45c0.html

[5] Segundo dia en España con menos de 300 muertos por Covid-19

https://elpais.com/sociedad/2020-05-01/ultima-hora-del-coronavirus-en-espana-y-el-mundo-en-directo.html

[6] Estados Unidos registró 2.053 nuevas muertes por coronavirus y el total asciende a 62.906

https://www.infobae.com/america/eeuu/2020/05/01/estados-unidos-registro-2053-nuevas-muertes-por-coronavirus-y-el-total-asciende-a-62906/

Por Gonzalo Fiore Viani

Mientras el 50% del planeta aún se mantiene en cuarentenas más o menos estrictas, hay algunas excepciones. Un caso paradigmático de esto ha sido Vietnam. El país del sudeste asiático ha logrado salir durante esta semana de una cuarentena sumamente estricta, sin una sola muerte, y comenzando paulatinamente a retomar un ritmo relativamente normal. A pesar de que seguramente será golpeado por la falta de turismo –que impacta a nivel mundial-, todos los ojos del mundo están puestos sobre la experiencia vietnamita. El país estableció una de las cuarentenas más fuertes del mundo durante el mes de febrero, preocupado por las consecuencias que podría tener el constante intercambio de bienes, servicios, y personas con China. Como saldo, ha logrado contener la Covid-19 con poco menos de trescientos contagios y ninguna muerte. Si bien por ahora continúan prohibidas las grandes reuniones públicas, las clases retomarán la semana próxima y ya comenzaron a abrir fábricas en Hanoi y en la ciudad de Ho Chi Minh.

Prácticamente, desde el momento en que se conoció el brote originario en Wuhan, en enero, el gobierno de Vietnam decidió prohibir todos los vuelos provenientes desde China. A su vez, puso en cuarentena inmediata a todos los viajeros que llegaran desde distintos países, aunque no tuvieran síntomas de ningún tipo. El aceitado aparato de inteligencia estatal y del ejército vietnamita sirvió para rastrear los casos, uno por uno, y luego contenerlos. Evitando de esta manera que se produjera la tan temida transmisión comunitaria desde el minuto cero. El gobierno, encabezado por el presidente Nguyễn Phú Trọng y el primer ministro Nguyễn Xuân Phúc, desconfió de los datos que llegaban de China. Vietnam comprende las particularidades del sistema chino mucho mejor que Occidente e incluso que otros países asiáticos vecinos, debido a que comparte algunas cuestiones ideológicas. Por ello, entienden que en algunas ocasiones, las cifras oficiales no necesariamente son las verdaderas. Esta cautela le permitió tomar medidas inmediatas, sin esperar a que el virus se expanda hasta límites incontrolables.

Vietnam tiene una frontera terrestre de más de 1.300 kilómetros con la República Popular China. La cuál también fue cerrada apenas se conocieron los primeros casos. La influencia del Partido Comunista chino se mantiene en Vietnam desde finales de la guerra con los Estados Unidos, en 1975. A pesar de algunas fricciones y conflictos pasados, el país necesita las inversiones del gigante vecino para sobrevivir y es fuertemente dependiente de su economía. En 1979, fue invadido por la China de Deng Xiaoping debido a que Vietnam se encontraba alineado con la Unión Soviética dentro de la interna que atravesaban los países del entonces llamado bloque comunista. Vietnam había invadido unos meses antes la Kampuchea Democrática, actual Camboya, para terminar con el régimen genocida de Pol Pot y los Jemeres Rojos, por aquel entonces alineado con China. Más acá en el tiempo, se produjo una grave crisis diplomática en 2014. A causa de que la corporación estatal china, National Offshore Oil, instaló una plataforma petrolera en las islas Paracelso, situadas en el mar de la China, que pertenecen a Vietnam, pero por las cuáles mantiene una disputa territorial con la República Popular de China.

Conocido mundialmente por haber derrotado durante el Siglo XX a dos de los ejércitos más importantes del mundo, el francés primero, y el estadounidense después, ahora Vietnam también logró derrotar a la pandemia. A su vez, el gobierno vietnamita ya inició su propia campaña diplomática. Al igual que China, comenzó a enviar a distintos países kits de ayuda médica. Entre ellos, a Estados Unidos, donde envió medio millón de trajes protectores especiales la semana pasada, los cuales fueron agradecidos por el mismo Donald Trump en su cuenta de Twitter. Inclusive los shoppings volvieron a abrir, al igual que los mercados callejeros y los distintos comercios. A pesar de que la capital vietnamita, con 13 millones de habitantes, nunca terminó de parar por completo, la noticia de la vuelta de las actividades y el ritmo regular ha sido recibida con júbilo por sus habitantes.

El 29 de abril justamente se cumplieron 45 años de la reunificación de Vietnam. Tras la independencia de Francia, el país quedó dividido en Vietnam del Norte y del Sur. Cuando las fuerzas del Vietcong terminaron triunfando por sobre el ejército estadounidense y tomaron Saigon, actual Ciudad Ho Chi Minh, terminando así con la guerra de Vietnam y nuevamente convirtiendo al país en uno sólo. Por supuesto, no se realizará ningún tipo de acto masivo, como sí sucedió en 2015, cuando se cumplió el 40 aniversario. Sin embargo, el gobierno vietnamita, que sigue siendo comunista, al menos en los papeles, tiene nuevamente un gran logro para mostrar al mundo. Superaron, en una primera etapa, a una pandemia que todavía sigue manteniendo en jaque al resto de los países. Y que, dada su cercanía geográfica, política, cultural y comercial con el país donde se originó, podría haber significado una catástrofe humanitaria.

Publicado en diario Hoy Dia Cordoba https://www.hoydia.com.ar/opinion/153-analisis-internacional/68868-otra-guerra-ganada-para-vietnam.html

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  • El Coronavirus vino para mostrar todo lo que estaba mal pero que nadie quería ver !
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  • Hoy el “centro” del mundo del siglo XXI, el Estado imprescindible,  etc., me refiero a los EEUU Los últimos 60 dias muestran una debilidad increíble, al no haber un plan nacional de salud, sin respuestas rápidas, racionales que hoy muestras números complicados más de 22 millones de desocupados en pocos días, más de 50000 muertos por Covid-19, dificultades con un elemento clave de su poderio, que fue el “control” mundial por parte de EEUU del petróleo; hoy sin precios afectando a su industria. Hoy EEUU muestra un quiebre en su unidad nacional, sus familias sobreviven con gigantes deudas, reducciónes salariales y ahora por primera vez una generación que reemplaza a otra no tiene un futuro mejor…Buscara la actual administración usar el recurso militar para tratar de ganar la reelección

Siempre una “peste” trajo cambio políticos sociales y económicas, y está vez no será distinto 

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Carlos Pereyra Mele