El Mundo 2025 segun el Eurocentrismo CIDOB:

El mundo en 2025: diez temas que marcarán la agenda internacional

El mundo en 2025

Texto finalizado el 15 de diciembre de 2024. Esta Nota Internacional es el resultado de la reflexión colectiva del equipo de investigación de CIDOB. Coordinada y editada por Carme Colomina, en el proceso de redacción ha contado con aportaciones de Inés Arco, Anna Ayuso, Jordi Bacaria, Pol Bargués, Javier Borràs, Víctor Burguete, Anna Busquets, Daniel Castilla, Carmen Claudín, Patrizia Cogo, Francesc Fàbregues, Oriol Farrés, Marta Galceran, Blanca Garcés, Patrícia Garcia-Duran, Víctor García, Seán Golden, Rafael Grasa, Josep M. Lloveras, Bet Mañé, Ricardo Martinez, Esther Masclans, Oscar Mateos, Pol Morillas, Francesco Pasetti, Roberto Ortiz de Zárate, Héctor Sánchez, Eduard Soler i Lecha, Laia Tarragona i Alexandra Vidal.  

2025 arranca con más preguntas que respuestas. El mundo ya ha votado y ahora toca ver qué políticas nos esperan; qué impacto tendrán las nuevas agendas ganadoras; ¿hasta dónde llegará la imprevisibilidad de Trump 2.0? ¿Estamos ante un Trump factor de cambio o ante aspavientos y fuegos de artificio político?

En 2025 se hablará de tregua, pero no de paz. La ofensiva diplomática ganará terreno en Ucrania, mientras la caída del régimen sirio de Bashar al-Assad abre una transición política incierta. Estos movimientos pondrán a prueba un sistema internacional incapaz de resolver las causas estructurales de los conflictos.

El mundo se debate entre la gesticulación de los nuevos liderazgos, los escenarios cambiantes que están redibujando conflictos enquistados, y una rivalidad chino-estadounidense que puede derivar en una guerra comercial y tecnológica. El miedo, como dinámica que impregna políticas, tanto en el campo migratorio como en las relaciones internacionales, gana terreno en 2025.

2025 será un año de resaca poselectoral. El mundo ya ha votado, y lo ha hecho, en muchos casos, desde el enojo, el malestar o el miedo. Más de 1.600 millones de personas pasaron por las urnas en 2024 y, en general, lo hicieron para castigar a los partidos en el poder. La lista de gobernantes derrotados es larga: demócratas estadounidenses, conservadores británicos, el macronismo en Francia, o la izquierda portuguesa. Incluso aquellos que han resistido han salido debilitados, como atestiguan el descalabro electoral del Gobierno de Ishiba Shigeru en Japón, o las coaliciones necesarias en la India de Narendra Modi y la Sudáfrica de Cyril Ramaphosa.

El ciclón electoral de 2024 ha dejado la democracia un poco más magullada, porque los países que experimentan descensos netos en el desempeño democrático superan con creces a los que logran avanzar. Según el informe The Global State of Democracy 2024, cuatro de cada nueve estados están en peor situación democrática que antes y aproximadamente solo uno de cada cuatro ha mejorado en su calidad. 

2025 es el año del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y de una nueva andadura institucional en la Unión Europea (UE) cimentada en unos apoyos parlamentarios históricamente débiles. La volatilidad democrática de Occidente colisiona con la hiperactividad geopolítica del Sur Global y la virulencia de los focos de conflicto bélico. Por eso, 2025 arranca con muchas más preguntas que respuestas. Con los resultados electorales en la mano, ahora toca ver qué políticas nos esperan; qué impacto tendrán las nuevas agendas ganadoras; ¿hasta dónde llegará la imprevisibilidad de Trump 2.0? Y, sobre todo, ¿estamos ante un Trump factor de cambio o ante aspavientos y fuegos de artificio político?

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Aunque Estados Unidos sea hoy una potencia en repliegue y el poder se haya dispersado hacia nuevos actores –públicos y privados– que desafían desde hace tiempo la hegemonía de Washington, el retorno de Donald Trump a la presidencia obliga al mundo a reubicarse. Los equilibrios geopolíticos globales y los diferentes conflictos abiertos –especialmente en Ucrania y Oriente Medio–, así como la lucha contra el cambio climático o los niveles de imprevisibilidad de un orden internacional en proceso de mutación estarán pendientes del nuevo inquilino de la Casa Blanca. La caída del régimen sirio de Bashar al-Assad abre una transición política incierta, que refuerza la idea de que 2025 será un año necesitado de procesos diplomáticos que acompañen los reequilibrios geopolíticos que se avecinan.

Estamos también en un mundo todavía lastrado por el impacto de la COVID-19. Cinco años después de la pandemia del coronavirus, muchos países aún están luchando contra la deuda pública que asumieron para combatir el daño económico y social de aquella crisis sanitaria global. La pandemia nos dejó un mundo más endeudado, más digitalizado e individualista, donde han ido ganando terreno las respuestas discordantes entre los grandes poderes globales; donde los objetivos climáticos, económicos y geopolíticos son cada vez más divergentes. En este mundo no chocan únicamente las políticas, sino también los discursos. Las viejas fracturas sociales y culturales se han intensificado: desde las guerras culturales a la lucha por el control de la información y de las burbujas algorítmicamente construidas en las redes sociales. Las elecciones en Estados Unidos, Pakistán, India, Rumanía, Moldova o Georgia dieron buena cuenta del poder desestabilizador de los relatos alternativos.

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Por todo ello, la resaca electoral estadounidense no será de las que se combaten con descanso y consomé. El propio Trump se encargará de magnificar las gesticulaciones políticas con las que volverá al despacho oval a partir del próximo 20 de enero. Pero, más allá del ruido retórico, cuesta discernir qué respuestas se articularán: hasta qué punto nos adentramos en un año que reforzará todavía más los diques de contención y repliegue que han ido bunquerizando las sociedades y fragmentando la hiperconectividad global; o, por el contrario, veremos emerger una aún tímida voluntad de pensar políticas alternativas que den respuestas a las verdaderas causas del malestar e intenten recomponer consensos cada vez más frágiles. 

1- EGOPOLÍTICA E INDIVIDUALISMO

2025 es el año de la gesticulación y los personalismos. No solo veremos la emergencia de nuevos liderazgos, sino también de nuevos actores políticos. La irrupción del magnate Elon Musk en la campaña y el nuevo Gobierno de Donald Trump personifica este cambio en el ejercicio del poder. El hombre más rico del mundo, con el megáfono más potente de la sociedad digitalizada, entra en la Casa Blanca para ejercer de mano derecha del presidente. Musk es un poder global, detentor de una agenda política y unos intereses privados, que muchos gobiernos democráticos no saben cómo gestionar. En esta reconfiguración del poder, tanto público como privado, la industria de las criptomonedas representó casi la mitad de todo el dinero pagado por grandes corporaciones a los comités de acción política (PAC, por sus siglas en inglés) en 2024, según un informe de la ONG progresista Public Citizen

La pasada legislatura –de 2020 a 2024– se caracterizó por el llamado «negacionismo electoral»:  el resultado de una de cada cinco elecciones fue cuestionado por alguno de los candidatos o partidos perdedores. En 2025 este negacionismo ha llegado al despacho oval. El mito del triunfador narcisista ha salido reforzado por las urnas. Es la victoria del ego por encima del carisma. Algunos la llaman la «egopolítica».

Cada vez más, abundan las voces que desafían el statu quo de unas democracias en crisis. La antipolítica se consolida ante unos partidos tradicionales cada vez más alejados de sus votantes históricos. El propio Trump se considera el líder de un «movimiento» (Make America Great Again o MAGA) que trasciende la realidad del Partido Republicano. Estas nuevas figuras antisistema han ido ganando espacios, aliados y referentes. Desde el fenómeno comunicacional e iliberal del presidente argentino, Javier Milei –que en octubre tendrá su primera gran reválida con la celebración de elecciones parlamentarias–, a Calin Georgescu, el candidato ultraderechista a la presidencia de Rumanía que se hizo un hueco contra todo pronóstico, sin el apoyo de un partido detrás, y gracias a una campaña antisistema dirigida a los jóvenes a través de TikTok. Es el último ejemplo que nos ha dejado un 2024 que ha visto también la irrupción en el Parlamento Europeo del español Alvise Pérez y su Se Acabó la Fiesta, con más de 800.000 votos, o del youtuber chipriota, Fidias Panayiotou, cuyos logros hasta el momento incluyen haber pasado una semana en un ataúd y conseguido abrazar a un centenar de celebridades, incluido Elon Musk.  

Todo ello incide también sobre una Europa con liderazgos débiles y parlamentos fragmentados; con la locomotora francoalemana de la integración europea más frágil que nunca. Precisamente el hiperpresidencialismo de Emmanuel Macron, quién también abrazó la idea del movimiento En Marcha para desmantelar el sistema de partidos tradicionales de la V República, tendrá que navegar este 2025 convertido en un pato cojo, sin la posibilidad de volver a convocar elecciones legislativas hasta junio. Alemania, por su parte, pasará por las urnas en febrero con su modelo económico gripado, un malestar social rampante, y con dudas sobre las garantías de claridad y fortaleza política que puedan arrojar unas elecciones que tienen a los ultras de Alternativa por Alemania (AfD) como segunda fuerza en intención de voto en los sondeos.

En 2025 arreciará también el drama político de Filipinas entre los dos clanes políticos más poderosos del país, por la tóxica relación entre el presidente Ferdinand «Bongbong» Marcos y la vicepresidenta Sara Duterte, con amenazas de muerte y acusaciones de corrupción incluidas. El retorno a la política del expresidente Rodrigo Duterte, apodado «el Trump de Asia», que en noviembre registró su candidatura para la alcaldía de Davao, y la celebración de las elecciones de mitad de mandato en mayo incrementarán el nivel de tensión y división interna que vive el archipiélago. En cambio, 2024 cierra con señales de resistencia desde Corea del Sur. El presidente Yoon Suk-yeol, considerado también un outsider que triunfó en las llamadas elecciones de los incel de 2022, se encontró frente a una movilización popular y de los principales sindicatos del país tras declarar la ley marcial como respuesta al bloqueo institucional. El Parlamento coreano ha votado a favor de iniciar un proceso de impeachment para destituir a Yoon Suk-yeol y, si tira adelante, el país celebrará elecciones antes de primavera. 

El año arranca, asimismo, con un individualismo reforzado. Estamos ante un mundo más emocional y menos institucional. Si el miedo o la rabia se han convertido en el estímulo movilizador que determina el voto, esta creciente sensación de desesperanza es preocupantemente alta entre los jóvenes. En las elecciones europeas de 2024, se produjo un descenso de la participación electoral entre los menores de 25 años. Solo el 36% de los votantes de este grupo de edad acudió a las urnas, lo que supone una disminución del 6% respecto de la participación en las elecciones de 2019. Entre los jóvenes que no votaron, un 28% adujo, como razón principal, la falta de interés en la política (porcentaje superior al 20% de la población adulta en general); un 14% mencionó la desconfianza en la política, y el 10% sintió que su voto no cambiaría nada. Además, según el Global Solidarity Report, la generación Z se siente menos ciudadana del mundo que las generaciones anteriores, lo que revierte una tendencia observada durante varias décadas. Esto es así tanto en los países ricos como en los más pobres. El propio informe señala también la percepción de fracaso de las instituciones internacionales a la hora de generar impactos positivos tangibles (como la reducción de las emisiones de carbono o las muertes relacionadas con los conflictos). Por todo ello, el desencanto se mezcla con una crisis profunda de solidaridad. Las personas de los países más ricos «tienen significativamente menos probabilidades de respaldar las declaraciones de solidaridad que las de los países menos ricos», y este desapego es especialmente evidente cuando se trata de apoyar la opción de si los organismos internacionales deberían tener el derecho de hacer cumplir las posibles soluciones.

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2- TREGUAS SIN PAZ 

La convulsión geopolítica global cierra el año con el colapso inesperado del régimen sirio de Bashar al-Assad. Pero, también, con el encuentro a tres bandas entre Donald Trump, Volodimir Zelenski y Emmanuel Macron en París, en el marco de la reapertura de Notre Dame. Los compases diplomáticos y la aceleración bélica colisionan en las agendas políticas internacionales. Y Rusia, convertida en el hilo conductor que hilvana los últimos acontecimientos en Siria y Ucrania, se encarga de mandar el recordatorio de que cualquier movimiento diplomático deberá pasar también por Moscú. En este contexto, en 2025 se hablará de alto el fuego, pero no de paz. 

Los anuncios electorales de un Trump decidido a acabar con la guerra en Ucrania «en 24 horas» llevaron, de entrada, a una intensificación bélica sobre el terreno con varias acciones: la aparición en escena de soldados norcoreanos de apoyo a las tropas rusas; la autorización a Ucrania para utilizar misiles ATACMS estadounidenses para atacar territorio ruso; y el cierre temporal de algunas embajadas occidentales en Kíev por motivos de seguridad. Las especulaciones sobre una posible negociación han aumentado el riesgo de una escalada táctica para reforzar posiciones antes de empezar a hablar de treguas y concesiones. 

Si bien, en 2025, la ofensiva diplomática ganará terreno, está por ver cuál es el plan, quién se sentará a la mesa, y que disposición real de llegar a un acuerdo tendrán las partes. Ucrania se debate entre la fatiga de la guerra y la necesidad de unos apoyos militares y garantías de seguridad que la administración Trump puede dejar en suspenso. Aunque, ante el escenario de la imprevisibilidad trumpista, tampoco hay que excluir las eventuales consecuencias que podría tener para Vladimir Putin el hecho de no aceptar una negociación propuesta por la nueva administración estadounidense. Trump está decidido a dejar huella desde el minuto uno de su presidencia, y eso también podría significar, en un momento de enfado, mantener la apuesta militar por reforzar al ejército ucraniano. 

Se trata, también, de una batalla esencial para Europa, que deberá luchar para no verse excluida de una negociación sobre el futuro inmediato de un Estado llamado a ser miembro de la UE y en el cual se decide, en estos momentos, la seguridad del continente. Una Unión que contará a partir de enero con el polaco Donald Tusk al frente de la presidencia rotatoria de los veintisiete, y con la exprimera ministra de Estonia, Kaja Kallas, estrenándose como jefa de la diplomacia europea y que, ahora, siente el vértigo de un Trump tomando la delantera de una paz apresurada mientras los estados miembros han sido incapaces de consensuar una estrategia sobre los distintos escenarios que pueden abrirse en el futuro inmediato. 

En cualquier caso, Oriente Medio ha demostrado ya la fragilidad y el crédito limitado de esta estrategia de cese de hostilidades sin capacidad ni consensos suficientes para buscar soluciones duraderas. La tregua acordada en la guerra que Israel libra contra Hezbolá en Líbano tiene más de descanso bélico que de primer paso hacia la resolución del conflicto. Los bombardeos y ataques aéreos posteriores al alto el fuego indican la fragilidad, cuando no vacuidad, de un plan en el que las partes no creen. Entretanto, la guerra en Gaza, donde ya se cuentan más de 44.000 muertos, ha entrado en su segundo año de devastación, convertida en el telón de fondo de esta lucha por la recomposición de la influencia regional, pero con un Donald Trump decidido a impulsar un acuerdo de alto el fuego y liberación de rehenes incluso antes de tomar posesión del cargo el 20 de enero.

2025 arranca con un cambio de objetivos en la región, pero sin pacificación. Mientras el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, dejaba claro que su prioridad ahora era centrarse en Irán, la escalada regional aceleraba inesperadamente el final del régimen de Bashar al-Assad. Con una Rusia desgastada en Ucrania, con Irán en plena debilidad económica y estratégica, y Hezbolá diezmada por los ataques de Israel, el presidente sirio se quedó sin los apoyos exteriores que habían sostenido una dictadura carcomida. La guerra civil enquistada desde las revueltas árabes de 2011 entra en un nuevo escenario, que cambia también el equilibrio de poderes en Oriente Medio. Entramos en unos meses de recomposición geopolítica profunda porque Siria lleva años convertida en un campo de batalla indirecto para las relaciones de Estados Unidos con Rusia, Irán y Arabia Saudí.

Nos encontramos, por tanto, ante unos escenarios completamente abiertos, donde cualquier propuesta de negociación que se plantee tendrá más de movimiento estratégico que de paso previo para abordar las causas fundamentales de los conflictos. Y, sin embargo, estos movimientos diplomáticos –que responden, sobre todo, a iniciativas individuales y personalistas– pondrán a prueba, una vez más, un sistema internacional lastrado por la ineficacia a la hora de lograr amplios consensos globales o de servir como plataformas para resolver disputas. 

3-PROTECCIONISMO Y AUSTERIDAD

El retorno de Donald Trump a la presidencia intensifica este desafío al orden global. Si en su primer mandato ya decidió retirar a Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y del Acuerdo climático de París, ahora le precede el anuncio de una guerra comercial en ciernes. La fragmentación geoeconómica ya existente en 2023 se impusieron cerca de 3.000 medidas de restricción del comercio, casi el triple que en 2019, según el FMI tendrá que lidiar ahora con una aceleración de la espiral proteccionista si la nueva administración estadounidense cumple su promesa de elevar los aranceles hasta el 60% sobre los productos chinos; hasta un 25% para Canadá y México si no toman medidas drásticas contra el fentanilo o la llegada de migrantes a la frontera estadounidense; y entre el 10% a 20% para el resto de su aliados. En 2025 la Organización Mundial del Comercio (OMC) cumple 30 años desde su creación y lo hace con una amenaza de guerra comercial en el horizonte que refleja el estado de crisis institucional que bloquea al árbitro del comercio internacional.

Por todo ello, los países buscan fortalecer sus posiciones a través de una pluralidad de alianzas. El mundo es cada vez más plurilateral. India expande sus acuerdos de libre comercio con el Reino Unido y en América Latina. La UE, por su parte, afrontará finalmente, en 2025, una difícil carrera de obstáculos para ratificar el largamente negociado acuerdo con Mercosur. Además, el trumpismo refuerza esta transaccionalidad: alimenta la posibilidad de alianzas más imprevisibles y la necesidad de adaptación. Entre los que ya han empezado a recalcular objetivos y aliados se encuentra la UE. Es de esperar que los países europeos realicen más compras de gas natural licuado y artículos de defensa a Estados Unidos para apaciguar a Trump. A pesar de que la presión estadounidense y el perfil de la nueva Comisión Europea parece anticipar una posición más dura de Bruselas respecto a China en el ámbito económico, tampoco es descartable que veamos nuevas tensiones entre socios comunitarios respecto al grado de flexibilidad de su estrategia de reducción de riesgos (de-risking). Una retirada estadounidense de los compromisos globales de lucha contra el cambio climático, por ejemplo, avivaría la necesidad de alianzas entre Bruselas y Beijing en este terreno. Asimismo, está por ver si la emergencia de unos países europeos más acomodaticios con esta dependencia geopolítica de China puede abrir una nueva línea de fractura entre los estados miembros.

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Ante tanta incertidumbre, vuelven también las recetas de disciplina fiscal. Brasil, con un Lula da Silva cada vez más delicado de salud, cierra el año anunciando recortes en el gasto público por valor de casi 12.000 millones de dólares; el argentino Javier Milei se enorgullece de liderar «la política de austeridad más dura del mundo»; y el nuevo secretario de Hacienda y Crédito Público mexicano, Rogelio Ramírez de la O, ha prometido una reducción del déficit fiscal en 2025 a partir de aplicar austeridad en la administración pública y recortar el gasto de Petróleos Mexicanos (Pemex). En el Reino Unido, el primer ministro, el laborista Keir Starmer, ha abrazado la «dura realidad fiscal» presupuestaria y prevé recaudar alrededor de 40.000 millones de libras aumentando impuestos y recortando gastos para abordar el déficit fiscal.

También la UE se prepara para afrontar el proteccionismo estadounidense desde la consciencia de su propia debilidad, con el eje francoalemán averiado y su modelo económico cuestionado. París y Berlín se encuentran en un momento de introspección, y los cantos de sirena de la austeridad vuelven a recorrer algunas capitales comunitarias. En Francia, la división parlamentaria dificulta el acuerdo para evitar una eventual crisis de deuda, mientras que en Alemania será el próximo Gobierno, aquel que salga elegido de las elecciones anticipadas del 23 de febrero, quién deba abordar el estancamiento y la falta de competitividad de su economía.

Aunque en 2025 la inflación pierde protagonismo, todavía están por ver los efectos de lo que Trump llama «Maganomics». En Estados Unidos, la implantación de aranceles y la potencial merma de la fuerza laboral como consecuencia de «deportaciones masivas», unido a las rebajas de impuestos, podrían incrementar la inflación en el país y limitar la capacidad de la Reserva Federal de seguir bajando los tipos de interés. Si bien el control republicano de ambas cámaras legislativas y su mayoría en el Tribunal Supremo puede facilitar la adopción de estas medidas, llevar a cabo las deportaciones se antoja mucho más difícil a tenor de los desafíos legales y logísticos que comporta.

Por otro lado, a pesar de los ahorros generados por una posible reducción de la administración pública y los ingresos procedentes de los aranceles, la organización independiente Committee for a Responsible Federal Budget estima que las medidas de Trump podrían incrementar el déficit de manera significativa y situar la deuda en una senda que supere el 140% del PIB en 10 años, desde el 99% actual. Esto significa que los inversores serán más exigentes a la hora de comprar deuda estadounidense ante el riesgo de una crisis fiscal. También será clave observar si tienen éxito los intentos de socavar las agencias regulatorias independientes o la independencia del banco central.

La previsión del FMI de crecimiento global para 2025 es del 3,2%, una tasa muy similar a la estimada para 2024, pero inferior a la dinámica prepandémica. Sin embargo, esta cifra enmascara diferencias significativas por regiones, donde la fortaleza de Estados Unidos y algunas economías asiáticas emergentes contrastaría con la debilidad de Europa y China, así como el acelerado cambio que se está produciendo a nivel global del consumo de bienes al consumo de servicios. En Asia, la atención estará centrada en la renqueante economía China, lastrada por su sector inmobiliario, y cómo su liderazgo responderá ante las nuevas restricciones comerciales, de inversión y tecnológicas de Estados Unidos. De momento, las principales economías asiáticas cierran 2024 a contracorriente de las medidas de austeridad previstas en Europa y América. Tanto China como Japón han anunciado paquetes de estímulo económico, mientras que, en Seúl, la voluntad de recortar el presupuesto para 2025 por parte de la oposición ha llevado al caos político doméstico.   

En este contexto, es de esperar un incremento de la inseguridad económica y una aceleración de la fragmentación de la economía global, donde ya es observable el mayor acercamiento entre países afines. Algunos estados clave en la reglobalización, como Vietnam o México, que hasta ahora habían actuado como intermediarios atrayendo importaciones e inversión chinas y aumentando sus exportaciones a Estados Unidos, verán comprometido su modelo ante la presión de la nueva administración estadounidense. Por otra parte, la bajada de los tipos de interés a nivel global permitirá a algunos países de bajos ingresos volver a acceder a los mercados financieros, si bien alrededor de un 15% de ellos se encuentran en situación crítica por sobreendeudamiento y otro 40% corre un gran riesgo de seguir el mismo camino.

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4- DESMANTELAMIENTO INSTITUCIONAL GLOBAL 

Se acelera el desacomplejamiento de este mundo sin normas. La erosión de los compromisos y de los marcos de seguridad internacionales, así como el aumento de la impunidad, se han convertido en una constante en este ejercicio anual de CIDOB. Incluso, en 2025 la crisis de la cooperación multilateral puede llegar a su punto más álgido si el personalismo toma la delantera y daña, todavía más, los espacios consensuados de resolución de conflictos, esto es, desde Naciones Unidas, a la Corte Penal Internacional (CPI) o la OMC. Estamos en un mundo ya de por sí menos cooperativo y más defensivo, pero ahora el debate sobre la financiación de esta arquitectura institucional post-1945 puede contribuir a redoblar la debilidad estructural del multilateralismo. Estados Unidos tiene actualmente una deuda con Naciones Unidas de 995 millones de dólares del presupuesto ordinario y otros 862 millones para operaciones de mantenimiento de la paz; el retorno de Trump podría comportar una pérdida aún mayor de financiamiento para la organización, lo que impediría su funcionamiento óptimo. 

Está por ver si, a pesar de la rivalidad geopolítica, hay áreas dónde el acuerdo entre potencias es aún posible. Seguimos en un mundo marcado por la desigualdad, acrecentada por las cicatrices de la pandemia. Así, desde 2020, la distancia entre los países más y menos desarrollados aumenta de manera estable. En 2023, el 51% de los países con un índice de desarrollo humano (IDH) más bajo no habían recuperado el nivel previo a la COVID-19, versus el 100% de aquellos con un IDH elevado. En este contexto, será crucial observar los resultados de la IV Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, que tendrá lugar en Sevilla en 2025. 

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Además, 2024 cerró con el intento de Brasil de buscar un acuerdo, en el marco del G-20, para gravar a las fortunas más grandes del mundo con un impuesto anual del 2% sobre el patrimonio neto total de los superricos, aquellos con un capital superior a los 1.000 millones de dólares. Pero la propuesta de Lula da Silva, de momento, ha quedado en un debate. Y, aunque Estados Unidos es, de lejos, el país de entre las naciones más industrializadas, donde una proporción mucho mayor de la riqueza y los ingresos nacionales va a parar al 1% más rico, la llegada de la entente Donald Trump y Elon Musk al poder en Washington dificultará, todavía más, las posibilidades de aprobar tal impuesto. 

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Asimismo, en octubre de 2024, Israel aprobó leyes que prohíben el funcionamiento de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Medio (UNRWA) en el país y reducen sus actividades en Gaza y los territorios ocupados de Cisjordania, al limitar el contacto entre actores gubernamentales israelíes y la agencia. Esta legislación entrará en vigor a finales de enero de 2025, lo que agravará la catástrofe humanitaria en Gaza. Si bien la mayor parte de países que suspendieron temporalmente su financiación a la UNRWA han vuelto a cumplir con sus contribuciones, Estados Unidos le retiró 230 millones de dólares. La movilización de la comunidad internacional para garantizar la supervivencia de la UNRWA, una vez entre en vigor la ley israelí, será clave para mostrar la resiliencia de la acción humanitaria o si, por el contrario, se agrava el desmoronamiento de otro de los pilares de Naciones Unidas. 

Igualmente, el desmantelamiento de las instituciones y las normas democráticas ha afectado a los espacios de protesta de la sociedad civil, ya sea en el propio Estados Unidos, en Georgia o en Azerbaiyán. Por su parte, la violencia política azotó México, donde se estima que hasta 30 candidatos fueron asesinados antes de las elecciones presidenciales de 2024, y se impuso la prohibición de manifestarse en Mozambique. 2024 siguió siendo un año tumultuoso a gran escala, marcado por la violencia en múltiples regiones: desde la lucha persistente contra Al Shabaab en África Oriental y la escalada bélica regional en Oriente Medio, a los más de 60.000 muertos que arroja ya la guerra en Sudán. Los niveles de conflictividad global se han duplicado desde 2020, con un aumento del 22% tan solo en el último año. 

El espacio para la paz disminuye: en 2025, la UE finalizará diferentes misiones de capacitación o construcción de paz en Malí, la República Centroafricana o Kosovo, mientras que el número de misiones de mantenimiento de la paz de Naciones Unidas también se reducirá en África. Asimismo, de no prorrogarse, el 31 de agosto terminará el mandato extendido de la Fuerza Interina de las Naciones Unidas para Líbano (UNIFIL), integrada por unos 10.000 cascos azules de 50 países distintos desplegados en el sur del país y que fueron objeto de ataques israelíes durante la incursión contra Hezbolá. Todos estos movimientos reflejan tanto los cambios más amplios que se están produciendo en el sistema de seguridad internacional como la crisis de legitimidad que sufren las operaciones de mantenimiento de la paz de Naciones Unidas. Aun así, en mayo de 2025, se celebrará el VIII Foro Interministerial para el futuro de estas operaciones y la revisión quinquenal de la arquitectura internacional para la construcción de paz, en un momento en que la organización trata de recuperar parte de su relevancia en países presos por la violencia como Haití o Myanmar.

Así, mientras crece la violencia política, la justicia internacional se debilita. Basta observar la división que las órdenes de arresto dictadas por la CPI contra el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y su exministro de defensa, Yoav Gallant, han provocado en la comunidad internacional, incluso entre los países europeos que reconocen el alto tribunal. Francia se negó a cumplir con la decisión, debido a la supuesta inmunidad de las partes no firmantes del Estatuto de Roma, mientras que Italia la trató de «inviable». Una respuesta que contrasta con la firmeza de los países europeos frente a las órdenes de arresto emitidas para Vladímir Putin o el líder de la junta militar en Myanmar, Min Aung Hlaing. Con Trump en la Casa Blanca, esta situación no mejorará. Si bien la oposición de Estados Unidos a la CPI ha sido tradicionalmente bipartidista, la política de línea dura de la primera administración Trump hacia la Corte fue mucho más allá de la denuncia retórica, traduciéndose en sanciones contra el propio tribunal y sus funcionarios, que la administración Biden levantó posteriormente. 

¿Qué países sabrán navegar mejor en este desmantelamiento gradual del orden global? En 2025 seguiremos con un Sur Global geopolíticamente muy movilizado, y en pleno refuerzo de una institucionalización alternativa, que se amplía y gana voz y presencia global, aunque sin un consenso sobre un nuevo orden reformado o revisionista. En este marco, Brasil se prepara para presidir otros dos foros internacionales estratégicos en 2025: el BRICS+ y la COP 30. En cuanto a África, el continente se ha convertido en un laboratorio de un mundo multialineado, con el aterrizaje de actores como India, los países del Golfo o Turquía, que ahora compiten con y complementan a potencias tradicionales, como Rusia y China. A finales de 2024, Chad y Senegal reclamaron el final de la cooperación militar con Francia, incluyendo el cierre de bases militares, en una búsqueda de afirmar su soberanía. Sudáfrica, por su parte, acogerá el G-20, siendo la primera vez que un actor africano celebra esta cumbre en su territorio, tras la inclusión de la Unión Africana (UA) al grupo. Con ello se cerrará el ciclo de cuatro años en los que esta cumbre se ha celebrado en países del Sur Global. Y, en Asia, se empiezan a intuir algunos procesos de pacificación: desde la reducción de tensiones en la frontera entre China e India, con la retirada de tropas en los Himalayas, al retorno de las cumbres trilaterales entre Corea del Sur, Japón y China, tras cinco años de pausa. La región se repliega en sí misma ante la incertidumbre que plantea el 2025. 

5- CHOQUE TECNOLÓGICO Y PRESIÓN (DES)REGULADORA 

En 2025, la competición tecnológica entre Estados Unidos y China se acelerará aún más. Las últimas semanas de la presidencia de Joe Biden han contribuido a reforzar el escenario de choque entre Beijing y Washington, lo que marcará el nuevo ciclo político. El 2 de diciembre de 2024, la implementación de una tercera ronda de control de exportaciones hacia China, con la colaboración de aliados estadounidenses como Japón o Corea del Sur, redujo, todavía más, la posibilidad de adquirir diferentes tipos de equipamiento y software para la fabricación de semiconductores. China, por su parte, respondió con un veto a la exportación de galio, germanio y antimonio, componentes clave para la producción de semiconductores, y con un mayor control sobre el grafito, imprescindible para las baterías de litio. 

Más allá de esta confrontación bipolar, en 2025 veremos como el proteccionismo tecnológico irá ganando adeptos. Países del Sur Global han empezado a introducir aranceles contra la industria tecnológica china, aunque con otros objetivos. Mientras países como México y Turquía instrumentalizan los aranceles para tratar de forzar nuevas inversiones chinas en su territorio –especialmente en el ámbito de los vehículos eléctricos–, otros, como Sudáfrica, lo hacen para proteger a sus productores locales. Canadá también anunció un arancel del 100% a las importaciones de automóviles eléctricos chinos, siguiendo el ejemplo de la UE y Estados Unidos, a pesar de no tener ningún fabricante de vehículos eléctricos propio al que proteger.

En este escenario, para Xi Jinping, 2025 será un año para reevaluar la estrategia que ha permitido a China conseguir el liderazgo en cinco de las 13 áreas de tecnologías emergentes, según Bloomberg: drones, paneles solares, baterías de litio, refinamiento de grafeno y la alta velocidad ferroviaria. No obstante, una década después del inicio del plan Made in China 2025 –su hoja de ruta hacia la autosuficiencia–, el desarrollo y la innovación del sector de los semiconductores en China se ha visto ralentizado, debido a su incapacidad de acceder tanto a chips más avanzados como a la maquinaria para producirlos o a softwares más punteros. 

Con el retorno de Trump al poder, ¿puede escalar la guerra por los semiconductores? En campaña, el presidente electo acusó a Taiwán de «robar el negocio de los chips» a Estados Unidos. Sin embargo, en 2025, la Taiwan Semiconductor Manufacturing Company Limited (SMC) empezará la producción a gran escala de circuitos integrados en su fábrica del país norteamericano. La inversión en Arizona del principal fabricante de chips de Taiwán fue anunciada por la primera administración Trump, así que no es difícil imaginar otra futura ronda de inversiones por parte de la nueva administración republicana para reforzar la seguridad de la cadena de suministro. 

Además, la influencia de Elon Musk en la Casa Blanca también promete una mayor simbiosis entre Silicon Valley y el Pentágono. La competición tecnológica y el aumento de los conflictos en el mundo han despertado de nuevo el apetito de las Big Tech por los contratos públicos en el ámbito de la defensa, por lo que, con el retorno de Trump, sus líderes esperan recoger los beneficios de sus inversiones en la campaña presidencial. Apenas dos días después de las elecciones de noviembre de 2024, Amazon y dos compañías punteras en IA, como son Anthropic y Palantir, firmaron una colaboración para desarrollar y proveer a los servicios de inteligencia y de defensa estadounidenses con nuevas aplicaciones y modelos de IA. Así, es posible que el consenso alcanzado en abril de 2024 entre Biden y Xi Jinping de «desarrollar la IA en el sector militar de forma prudente y responsable» quede obsoleto bajo la nueva administración Trump. 

Pero la hipertecnificación va más allá del ámbito militar, ya que cada vez atraviesa más sectores de la administración en más países distintos. La entrada en vigor del Pacto sobre Migración y Asilo en Europa, por ejemplo, irá acompañado de la introducción de nuevas medidas de vigilancia tecnológica: desde el despliegue de drones y de sistemas de IA en frontera, en estados como Grecia, a la modificación del sistema EURODAC –la base de datos de la UE que registra a los demandantes de asilo– para recopilar datos biométricos de personas migrantes. Ello consolidará un modelo de vigilancia y discriminación hacia este colectivo. 

También está por ver el impacto de las nuevas mayorías políticas en Estados Unidos y la UE en materia de gobernanza tecnológica. Tras un intenso período de creación de regulación y de acción judicial en los tribunales contra el poder monopolístico de las grandes tecnológicas, en 2025 asistiremos a una desaceleración –que no reducción– de la implementación de nuevas medidas contra las Big Tech. Las nuevas prioridades políticas en la Unión, además, pondrán el acento tecnológico en la seguridad por encima de la competencia, y veremos emerger un debate interno sobre la regulación existente, ya sea por si esta puede implementarse de forma efectiva o si ha sido demasiado ambiciosa. Un giro que contrasta con la tendencia reguladora, especialmente en el uso de la IA, que se despliega en el resto del mundo, desde Corea del Sur a América Latina. 

Finalmente, Naciones Unidas proclamó el 2025 como el Año Internacional de la Ciencia y Tecnología Cuántica (IYQ, por sus siglas en inglés). La computación cuántica es una rama de la informática que permitirá desarrollar ordenadores más potentes que podrán manejar algoritmos más complejos, lo que ayudará a dar un salto de gigante en la investigación científica, la sanidad, la ciencia del clima, el sector energético o las finanzas. Microsoft y la empresa tecnológica Atom Computing han anunciado que empezarán a comercializar en 2025 su primer ordenador cuántico. Y, a su vez, Google ha presentado también Willow, un chip cuántico que resuelve en cinco minutos una tarea que un superordenador tardaría cuatrillones de años en completar. Esta nueva generación de superordenadores aprovecha el conocimiento de la mecánica cuántica –la parte de la física que estudia las partículas atómicas y subatómicas– para superar las limitaciones de la informática clásica, permitiendo realizar multitud de operaciones simultáneas.  

6- ¿UNA «TERCERA ERA NUCLEAR»?

Mientras la complejidad algorítmica se acelera, los debates sobre la seguridad nuclear nos retrotraen al pasado: desde un nuevo auge en la nuclearización, al recurso constate de la amenaza nuclear como intimidación. Con una arquitectura de seguridad global cada vez más débil, la carrera armamentística internacional avanza acelerada y sin guardarraíles. Según el Stockholm International Peace Institute (SIPRI), tanto la cantidad como el tipo de armas nucleares en desarrollo se ha incrementado durante el último año, a medida que la disuasión nuclear vuelve a ganar terreno en la estrategia de los nueve estados que almacenan o han detonado armas nucleares. Por todo ello, los riesgos de un accidente o de un error de cálculo seguirán muy presentes en 2025, tanto en Ucrania como en Irán.

Precisamente, coincidiendo con los 1.000 días de la invasión rusa de Ucrania y la escalada bélica sobre el terreno, Vladimir Putin impulsó cambios en la doctrina nuclear rusa, reduciendo el umbral para el uso de armas nucleares. El texto actualizado dice que un ataque de un Estado no nuclear contra Rusia, si es respaldado por una potencia nuclear, será tratado como un ataque conjunto contra Rusia. Para reforzar su mensaje, el Kremlin amenazó con usar el misil supersónico ruso Oreshnik sobre Ucrania, un proyectil que puede llevar seis cabezas nucleares y viajar a 10 veces la velocidad del sonido. En este contexto, el despliegue de soldados norcoreanos para apoyar a Rusia en el frente ucraniano, a finales de 2024, supone también la implicación de otra potencia nuclear en el conflicto, y abre nuevas incógnitas sobre qué recibirá Pyongyang a cambio. Al respecto, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, señalaba el aumento del apoyo ruso al desarrollo de capacidades armamentísticas y nucleares del régimen de Kim Jong-un. Como resultado, la amenaza de una potencial desestabilización del equilibrio en la península coreana y la vuelta al poder de Trump han reavivado, todavía más, el debate nuclear en Seúl y Tokio, que ya había ido ganando fuerza desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania.

También se pueden producir cambios en la política nuclear de Estados Unidos. El Proyecto 2025, el manual ultraconservador que pretende guiar a la administración Trump, aboga por la reanudación de las pruebas nucleares en el desierto de Nevada aun cuando detonar una bomba nuclear subterránea violaría el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBT, por sus siglas en inglés), que Estados Unidos firmó en 1996. Bajo la primera administración Trump, la industria de las armas nucleares ya experimentó un auge. Esta vez, sin embargo, los expertos consideran que, de llevarse a cabo el programa, ello significaría la acumulación más dramática de armas nucleares desde el inicio de la administración Reagan, hace unas cuatro décadas.

En paralelo, los dos estados nucleares europeos –Francia y el Reino Unido– también se encuentran en un proceso de modernización del sector. El Gobierno británico está inmerso desde 2021 en una ampliación de su arsenal de cabezas nucleares y, como miembro del acuerdo trilateral del AUKUS junto a Estados Unidos y Australia, formará en 2025 a centenares de oficiales australianos en la gestión de reactores nucleares para preparar a Canberra en su futura adquisición de submarinos propulsados con energía nuclear. También Francia está desarrollando su propio diseño de submarino «de última generación». 

Además, 2025 será un año decisivo para el programa nuclear de Irán. Se aproxima la fecha límite para que las potencias mundiales pongan en marcha el mecanismo de reactivación de todas las sanciones que se levantaron en el acuerdo que ponía freno a la expansión nuclear iraní, el llamado Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés). De momento, Teherán ya ha advertido que, si vuelven las sanciones, Irán se retirará del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). La amenaza alimenta todavía más los factores de riesgo de la escalada bélica en Oriente Medio y la posibilidad de que Israel se plantee atacar instalaciones nucleares iraníes. 

Asimismo, se ha reactivado el debate nuclear en Europa, que sigue los pasos de una tendencia global. Se espera que la producción de energía nuclear rompa récords mundiales en 2025, a medida que más países invierten en reactores para impulsar el cambio hacia una economía global que busca superar el carbón y diversificar las fuentes energéticas. La UE, que se encuentra en un momento crítico para intentar satisfacer la demanda energética a la vez que impulsa el crecimiento económico, también vive un nuevo ímpetu del debate nuclear. Aproximadamente una cuarta parte de la energía de la Unión es nuclear, y más de la mitad se produce en Francia. En total, hay más de 150 reactores en funcionamiento en territorio comunitario. El pasado mes de abril, 11 países de la UE (Bélgica, Bulgaria, Croacia, Chequia, Finlandia, Francia, Hungría, Italia, Países Bajos, Polonia y Suecia) firmaron una declaración que instaba a los reguladores a «liberar plenamente» el potencial de la energía nuclear y a «habilitar condiciones de financiación» para apoyar la ampliación de la vida útil de los reactores nucleares existentes. Italia se plantea renunciar a ser el único miembro del G-7 sin plantas de energía nuclear y levantar la prohibición que pesa sobre el despliegue de «nuevas tecnologías de reactores nucleares». Un posible retorno de los cristianodemócratas de la CDU a la cancillería alemana, tras las elecciones del próximo mes de febrero, podría reabrir el debate sobre la decisión tomada por Angela Merkel en 2023 de cerrar el último reactor nuclear que operaba en el país.

Finalmente, Taiwán, pese al fuerte rechazo nuclear tras la catástrofe de Fukushima en su vecindario, también se encuentra en plena reflexión sobre la energía nuclear, en un año donde se cerrará la última central todavía en funcionamiento. En efecto, la necesidad de hacer frente a la demanda creciente de producción de semiconductores debido al auge de la IA, que apuntábamos en el punto anterior, ha tensionado enormemente el consumo energético del país. El Gobierno taiwanés no es el único que se encuentra en esta tesitura. Microsoft está ayudando a reactivar la planta nuclear Three Mile Island, en Pensilvania, que cerró en 2019, mientras Google (propiedad de Alphabet) y Amazon están invirtiendo en tecnología nuclear de próxima generación.

7- URGENCIAS CLIMÁTICAS SIN LIDERAZGO COLECTIVO

2024 habrá sido el año más cálido del que se tenga registro. También habrá sido el primero en el que la temperatura media haya superado en más de 1,5°C los niveles preindustriales, lo que marca una nueva escalada de la crisis climática y el fracaso de los intentos por mantener la temperatura global por debajo de ese umbral. Solo hasta junio de 2024, los fenómenos climáticos extremos ya habían causado daños económicos por valor de más de 41.000 millones de dólares y afectado a millones de personas en todo el mundo. Y, sin embargo, la lucha global por la mitigación está cada vez más falta de liderazgo político. Lo demuestran los debates y los resultados de la COP29 celebrada en Bakú el pasado mes de noviembre, donde todos los esfuerzos políticos se dedicaron a una sola batalla: la financiación. Aun así, el compromiso de los países ricos de aportar 300.000 millones de dólares al año para 2035 se considera insuficiente para cubrir las necesidades de los países más pobres y garantizar justicia climática. El coste de la mitigación y la adaptación para los países en desarrollo se estima alrededor de entre 5 y 6,8 billones de dólares hasta 2030. Además, el pesimismo bebe de los hechos: si bien los países desarrollados adoptaron, en 2009, el compromiso de dedicar 100.000 millones de dólares al año para financiar el clima, no se llegó a cumplir con este objetivo hasta el año 2022. 

En Bakú, un Norte Global bajo la estela de la victoria de Donald Trump y la influencia de una agenda política que ha relegado el clima a un segundo plano frente a la inflación o los precios de la energía decidió no pelear la batalla de la mitigación. Si en la COP28 de Dubái se dijo por primera vez que el mundo debía iniciar una transición para dejar atrás los combustibles fósiles, en la COP29 esto ni siquiera se mencionó. 2025 será un año para medir compromisos, tanto financieros como de acción. Los países firmantes del Acuerdo de París (2015) deberán presentar los planes de acción nacionales para demostrar que están cumpliendo con los compromisos de mitigación acordados. Esta nueva ronda de contribuciones nacionales tiene su fecha de entrega prevista para febrero, pero es probable que muchos países no lleguen a tiempo y que su nivel de ambición no esté a la altura de lo que la ciencia y la emergencia climática reclaman. 

Además, Estados Unidos segundo emisor mundial de gases de efecto invernadero después de China podrían asestar un nuevo golpe a la lucha global contra el cambio climático si Donald Trump decide volver a retirar a su país del Acuerdo de París, como ya hizo en su primer mandato. Más complicado lo tendría, sin embargo, para salir de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), el tratado que sustenta dicho acuerdo y las conversaciones multilaterales sobre el clima. Sin embargo, esta no es la única incertidumbre de la «transición verde» estadounidense. La elección por parte de Trump de Chris Wright, un ejecutivo petrolero de Liberty Energy y negacionista de la crisis climática, para dirigir el Departamento de Energía puede volver a priorizar los combustibles fósiles frente a los objetivos de energía verde.

También la nueva Comisión Europea deberá decidir qué papel quiere jugar en este «invierno geopolítico» que frena los esfuerzos para reducir las emisiones que calientan el planeta. Las nuevas mayorías políticas dificultarán a la UE actuar como un actor unitario en cuestiones climáticas, como se ha puesto de manifiesto recientemente en el Parlamento Europeo con la polémica decisión de aplazar y suavizar la ley europea contra la deforestación. Así, en 2025 veremos como crece la tensión en el seno de la UE para reducir la regulación y los estándares medioambientales.

Mientras el progreso global en la lucha por la mitigación se ralentiza y el liderazgo de Estados Unidos queda vacío, China expande su ambición y su influencia. En 2025 hay esperanzas puestas en la transición energética china y en su nuevo papel de contribuyente financiero voluntario al acuerdo sellado en Bakú. Según los expertos, el consumo de carbón y las emisiones de CO2 de China podrían alcanzar su pico en 2025  cinco años antes de su objetivo. Los avances climáticos que alcance China tendrán no solo un impacto evidente para el planeta, sino también para los intereses económicos y energéticos del gigante asiático. Parte de la transición económica de China después de la pandemia ha ido dirigida a incentivar el desarrollo y la implementación de energías renovables, convirtiéndose en el sector que más contribuyó al crecimiento económico del país en 2023. Pero, a su vez, también tiene implicaciones geopolíticas: cuánto más crece su consumo energético de renovables, más disminuye la dependencia a la importación de hidrocarburos de terceros países, incluida a Rusia.  Según el viceprimer ministro Ding Xuexiang, China ha dedicado 24.500 millones de dólares para la financiación climática global desde 2016. Con una mayor presión por parte de Bruselas para que China aumente sus contribuciones, es posible que veamos al país asiático tratando de mejorar su imagen mediante un mayor activismo climático este 2025.

No obstante, los grandes protagonistas en renovables son los países del Sur Global. Según un estudio publicado por el think tank RMI, la adopción de estas tecnologías por parte de países del Sur va a un ritmo y una escala mucho mayor que en los del Norte. La Agencia Internacional de Energía (AIE) estima que las nuevas instalaciones de energía solar y eólica de estos países han crecido un 60% en 2024, con Brasil, Marruecos y Vietnam a la cabeza, registrando una mayor tasa de adopción de estas energías que parte de Europa y Estados Unidos. 

La celebración en 2025 de la COP30 en Brasil, uno de los países más ambiciosos en sus compromisos climáticos, alimenta aún más las expectativas y las esperanzas de un nuevo ímpetu global en la lucha contra el cambio climático, que tenga en cuenta las necesidades y reclamos del Sur Global. Si bien se espera que el discurso de la adaptación, una demanda histórica de estos países, empiece a ganar terreno en la agenda internacional y local, el cambio de narrativa podría esconder nuevos retos: por un lado, la necesidad de pensar en un mundo más allá del incremento de 1,5ºC de temperatura; y, por otro, el riesgo de aumentar las desigualdades entre comunidades y países con más capacidad de adaptación, ya que la pobreza está directamente relacionada con la resiliencia de un país a los riesgos climáticos y su capacidad para recuperarse de ellos. Esto coloca a los países en desarrollo en una situación de riesgo considerable, y la brecha de adaptación es cada vez más amplia.

8- GÉNERO: FIN DE LOS CONSENSOS

En 2025 se agrava la polarización entorno a los consensos de género. Mientras las agendas conservadoras ganan terreno político, los acuerdos internacionales que, desde las últimas décadas, han permitido avanzar en la igualdad de género, vuelven a discutirse. Por un lado, 2025 será un año de celebración de dos hitos internacionales para los derechos de las mujeres: el 30.º aniversario de la Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing, adoptada tras la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer (1995), y el 25.º aniversario de la Resolución 1325 (2000) del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas sobre Mujeres, Paz y Seguridad (MPS). La conmemoración de ambos acuerdos, adoptados en un momento marcado por el optimismo y los éxitos de movimientos feministas transnacionales, invitarán a reflexionar sobre los consensos perdidos, los retos existentes y la falta de voluntad política para llegar a su total adopción e implementación. Por el otro lado, destaca el Foro Generación Igualdad, iniciado en 2021 para la celebración de los 20 años de la Resolución 1325, con el objetivo de alcanzar avances consolidados en los derechos de las mujeres y niñas en cinco años, tendrá que dar cuentas de sus compromisos no alcanzados. Según la asociación Population Matters,  uno de cada tres países no ha realizado ningún avance en materia de género desde 2015, y la situación de las mujeres ha empeorado en 18 países, especialmente en Afganistán y Venezuela.  

La dificultad de encontrar nuevos consensos, liderazgos y voluntad política se hace patente en el intento de adoptar nuevos planes internacionales para proteger los derechos de mujeres y niñas. Según los datos de WILPF, el 30% de los Planes de Acción Nacional (PAN) para la implementación doméstica de la Agenda MPS expiraron hace más de dos años, y las estrategias nacionales de 32 países u organizaciones regionales finalizarán entre 2024 y 2025, lo que abrirá una incógnita sobre su actualización y renovación en un contexto internacional marcado por la conflictividad, el auge de la extrema derecha y la polarización entorno al género. En 2025, también finalizarán dos acuerdos para promover la igualdad de género que deberán ser renegociados: la Estrategia de Igualdad de Género del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Plan de Acción en materia de Género III (GAP III, por sus siglas en inglés) de la UE. En este último caso, se hace difícil vislumbrar una Comisión tan comprometida con la igualdad de género como fue el primer mandato de Ursula Von der Leyen, durante el cual se adoptó la Directiva para la Violencia contra las Mujeres o se completó la adhesión de la UE al Convenio de Estambul. Sin embargo, en los primeros pasos de su segundo mandato, se empiezan a entrever las dificultades para seguir por la misma senda. Si bien en su presentación de las líneas políticas para la nueva Comisión, Von der Leyen declaró su compromiso con la igualdad de género y el colectivo LGBTIQ, el equipo de comisarios propuestos por los gobiernos de la Unión ya ha desafiado su voluntad de liderar una Comisión paritaria. De los 27 miembros del ejecutivo de Bruselas, solo 11 son mujeres –incluyendo a la propia presidenta y a la Alta Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, la estonia Kaja Kallas. Además, la figura de la Comisaria para la Gestión de Crisis y para la Igualdad –competencia que fue introducida por primera vez en 2019–, como su cargo indica, ahora también se encargará de la gestión y prevención de crisis, diluyéndose, así, el énfasis en el ámbito de la paridad de género. Asimismo, con un Parlamento Europeo más derechizado y con un mayor número de gobiernos comunitarios liderados por formaciones de extrema derecha y antifeministas, difícilmente se podrá avanzar en medidas progresistas. 

En este contexto, el retorno de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos augura otro duro revés para la igualdad de género, especialmente en el ámbito de los derechos para la salud sexual y reproductiva. La llegada al poder de candidatos republicanos siempre va acompañada de la recuperación de la llamada «política de Ciudad de México» (también conocida como Global Gag Rule), que impone serias restricciones internacionales a los derechos de salud sexual y reproductiva. Se trata de una política que prohíbe a las ONG del sector de la salud ofrecer servicios de aborto legal y seguro e, incluso, hacer activismo para la reforma de leyes contra la interrupción voluntaria del embarazo en sus propios países si reciben financiación estadounidense –aunque lo hagan con sus propios fondos. Pero esta restricción no sólo se queda en el ámbito de la ayuda al desarrollo. Entre otras medidas que recoge, de nuevo, el Project 2025, se incluye la eliminación de lenguaje para la igualdad de género, la orientación sexual y la identidad de género, o la protección de derechos de salud sexual y reproductiva en futuras resoluciones de Naciones Unidas, pero también en la política y las regulaciones domésticas de Estados Unidos. 

En 2017, países como Suecia y Canadá –entonces los únicos países que habían adoptado una política exterior feminista– corrieron a suplir el vacío dejado por el cambio de prioridades estadounidenses, con la articulación de proyectos internacionales como el SheDecides, que buscaba canalizar el apoyo político internacional para garantizar la «autonomía corporal» de mujeres en todo el mundo. Sin embargo, desde 2022, con Suecia abandonando la bandera del feminismo en política exterior, y otros países como Canadá, Francia o Alemania, concentrados en sus próximas elecciones y en la inestabilidad política doméstica a la que deberán enfrentarse en 2025, resulta difícil imaginar liderazgos y financiamiento alternativos. Europa vive su propia involución. 

Pero los retrocesos en los consensos políticos al más alto nivel no se quedan ahí. Tras las elecciones estadounidenses, el acoso y la misoginia han ido copando las redes sociales con comentarios como «Tu cuerpo, mi decisión» (your body, my choice), con un incremento de hasta el 4.600% de este mensaje en Twitter/X. La violencia cibernética contra las mujeres está al alza: según un estudio de 2023, alrededor de un 98% de las deep fakes son pornográficas y afectan a mujeres. Dichos escándalos se han multiplicado con la IA, abriéndose un debate sobre la regulación y posible criminalización de estos casos. 

9- DEPORTACIÓN DE MIGRANTES Y DERECHOS

2024 cierra con el retorno de miles de refugiados sirios hacia su país. Después de 14 años de guerra civil, la caída del régimen de Bashar al-Assad ha generado esperanzas en un país con la mayor crisis de desplazamiento forzado del mundo, según Naciones Unidas, con más 7,2 millones de desplazados internos –más de dos tercios de la población del país– y 6,2 millones de refugiados, principalmente alojados en los países vecinos de Egipto, Irak, Jordania, Líbano y Turquía. Sin embargo, a pesar de la incertidumbre del momento político y de que los combates siguen abiertos sobre el terreno, algunos países de la UE (Alemania, Italia, Suecia, Dinamarca, Finlandia o Bélgica) se han apresurado a suspender las solicitudes de asilo de miles de refugiados sirios, y otros, como Grecia o Austria, han tomado medidas para su expulsión. El Gobierno austríaco incluso ha puesto en marcha un programa de deportación que está reevaluando la situación de unos 40.000 sirios a los que se les había concedido el estatus de refugiado en el país en los últimos cinco años. Todos estos movimientos agravan, aún más, el debate entre socios europeos acerca del concepto de «tercer país seguro» que tanto han criticado las organizaciones sociales. 

2025 será un año de deportaciones. Lo será a nivel discursivo y operativo. La inmigración ha sido la piedra angular de la carrera política de Donald Trump y, en su segunda campaña presidencial, prometió ejecutar la mayor deportación de la historia. ¿Cómo se llevará a término? Está por ver si asistiremos a deportaciones escenificadas, o cuál puede ser el impacto real en el mercado laboral estadounidense de una política que, según múltiples estudios, no es un juego de suma cero en favor de los trabajadores autóctonos: porque los inmigrantes no regularizados trabajan en ocupaciones diferentes a los nacidos en Estados Unidos, porque crean demanda de bienes y servicios, y porque contribuyen a la salud fiscal del país a largo plazo. Asimismo, hay dudas sobre la sostenibilidad económica de este tipo de políticas, sobre todo ante la perspectiva del crecimiento de flujos y el aumento dramático en el número de deportaciones que ya ha habido en Estados Unidos desde la pandemia (de unas 300.000 personas al año). No obstante, la victoria de Trump disparó en la bolsa el valor de empresas que se dedican a deportar migrantes, al monitoreo o la vigilancia de la frontera, así como a la gestión de centros de reclusión. La industria de la deportación va al alza.

Además, la deportación ya no es únicamente un instrumento del Norte Global. Irán se plantea deportaciones masivas de afganos; el sistema de deportación turco se ha reforzado con cientos de millones de euros provenientes de la UE; y también Túnez está llevando a cabo «expulsiones colectivas» ilegales de inmigrantes con fondos de la Unión. Por su parte, Egipto aplica, desde hace meses, detenciones masivas y devoluciones forzadas de refugiados sudaneses

A nivel europeo, en 2025 los estados miembros de la UE tienen que presentar sus planes nacionales de implementación del nuevo Pacto sobre Migración y Asilo. Su entrada en vigor está prevista para 2026, pero España ha pedido que las nuevas herramientas en materia de control de fronterizo y de reparto de personas migrantes puedan empezar a usarse ya el próximo verano. Sin embargo,  el pacto nace ya impugnado por algunos estados miembros, que piden reemplazarlo por un modelo que permita el traslado de los migrantes a centros de internamiento situados en países extracomunitarios considerados seguros. En este sentido, la decisión de Italia, el pasado agosto, de abrir dos centros de este tipo en Albania, aunque acabó en un sonoro fracaso judicial para el Gobierno de Giorgia Meloni, fue un claro adelanto de la creciente tensión existente entre política y estado de derecho. En este contexto, además, en 2025 los jueces pueden empezar a notar con mayor intensidad la falta de herramientas para la protección de los derechos de asilo y refugio, en un contexto global que lleva años finiquitando la protección internacional. La guerra en Gaza –que en su primer año ha llevado al desplazamiento forzoso del 85% de su población– ilustra el fracaso estrepitoso del derecho internacional, tanto en el ámbito humanitario como en el del asilo.

El miedo, como dinámica que impregna políticas, tanto en el campo migratorio como en las relaciones internacionales, ganará terreno en 2025. Por eso, la escenificación de la deportación se ha convertido en un instrumento simbólico de disuasión. La criminalización del migrante –que se siente señalado– y el discurso de la carga social que explotan determinados gobiernos con una agenda de recorte público, marcan la pauta en un sistema internacional cada vez más obsesionado por la protección de las fronteras y menos interesado (y equipado) en garantizar una migración segura y regular. 

10- MILITARIZACIÓN DE LA INSEGURIDAD

En este mundo de instituciones débiles, se multiplican los resquicios por los que se cuela y expande el crimen organizado. Las redes que articulan y coordinan la delincuencia constituyen negocios multimillonarios, transnacionales, con jerarquías y alianzas estratégicas. Mientras el orden global se fragmenta, la geopolítica de las mafias evoluciona con nuevos actores y un cambio de metodología: en lugar de competir, los grupos del crimen organizado están cooperando cada vez más, compartiendo elementos de las cadenas de suministro globales para el tráfico de drogas y personas, los delitos ambientales, la falsificación de medicamentos o la minería ilegal  –que en algunos países, como Perú o Colombia, generan igual o más dinero que el narcotráfico–. Redes globales que van de China a Estados Unidos y de Colombia a Australia, a través de «narcosubmarinos», explican la diversificación de negocios y escenarios; pero también su capacidad de penetrar estructuras de poder y erosionar el estado de derecho, porque se dan en un contexto de incremento de la corrupción de los estados y de sus sistemas judiciales y de seguridad. 

En Ecuador, por ejemplo, uno de los puntos calientes del tráfico de drogas a escala mundial, el Gobierno ha declarado la guerra a 22 organizaciones criminales y habla de «conflicto armado interno». Puerto Príncipe, la capital de Haití, es hoy una ciudad tomada por la violencia de grupos criminales enfrentados por disputas territoriales, que han llevado a las distintas bandas armadas a tomar el control de vecindarios, de comisarías de policía, y hasta bloquear temporalmente el aeropuerto. La última escalada de violencia ha dejado un saldo de casi 4.000 muertes y más de 700.000 desplazados dentro del país, de acuerdo con datos de la Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Por su parte, la crisis geopolítica del fentanilo, que tiene su epicentro en México, como productor consolidado de esta droga sintética desde la pandemia de la COVID-19, se ha convertido en un problema bilateral de primer orden con Estados Unidos y Canadá, y en una amenaza para América Central. 

También en Europa. Ciudades portuarias como MarsellaRoterdam o Amberes son puntos de llegada e incautación de droga. La delincuencia organizada es el mayor reto al que se enfrenta actualmente el Gobierno sueco, con 195 tiroteos y 72 atentados con bombas, que se han cobrado 30 vidas solo en este último año. Con la globalización, esta nueva realidad hiperconectada ha llegado, incluso, a las islas del Pacífico, que ahora ocupan un lugar más destacado en el tablero estratégico internacional por la proliferación de compromisos comerciales, diplomáticos y de seguridad. Ello ha transformado también el panorama criminal de la región, con la presencia de las tríadas y los sindicatos asiáticos, los cárteles de América Central y del Sur, y bandas de moteros  ilegalizadas en Australia y Nueva Zelanda.

Según el Índice Global de crimen organizado, por lo menos el 83% de la población mundial vive en países con niveles elevados de criminalidad, cuando en 2021 era el 79%. Si el crimen organizado es uno de los ganadores de este nuevo orden fragmentado, con el aumento de la violencia se han impuesto también las políticas de securitización. En América Latina, por ejemplo, la apuesta clara por la militarización de la seguridad, –buscando soluciones nacionales (de contención de la violencia) a lo que es un desafío transnacional– ha favorecido respuestas de «mano dura».

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El mundo se rearma. Con el aumento de la conflictividad, como las guerras en Ucrania y Oriente Medio, también crecen los ingresos por ventas de armas y servicios militares. Según el SIPRI, 2025 será el año con más gasto militar desde hace mucho tiempo. En este escenario, la presión sobre los países miembros de la OTAN para aumentar su gasto en defensa vivirá un nuevo momento de tensión con el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca, pero también por la propia imprevisibilidad del contexto internacional. En los próximos meses, la Alianza Atlántica deberá gestionar distintas fracturas internas: por un lado, por la demanda para aumentar el gasto en Defensa al 3,5% del PIB; i, por otro, por las diferencias entre aliados en cuanto a las estrategias utilizadas contra Rusia. Países como Polonia o los del Báltico reclaman una postura más agresiva contra Moscú, mientras que otros miembros, como Hungría o Turquía, buscan mantener un enfoque más neutral. Esto podría complicar la formulación de una estrategia unificada frente a las amenazas de Rusia y a los futuros escenarios geopolíticos en Ucrania. Además, Trump desafió en campaña el compromiso de defensa mutua que garantiza el artículo v del Tratado de la OTAN. Si la nueva administración estadounidense adopta una postura más aislacionista, los aliados europeos podrían cuestionar la fiabilidad de Estados Unidos como pilar de su seguridad. También crece en la UE la preocupación por el riesgo percibido sobre ciertos componentes esenciales o sobre las infraestructuras de cableado submarino, que son críticos para la conectividad y la economía global, especialmente después de distintos episodios de supuestos sabotajes como los registrados en el mar Báltico estos últimos meses. 

Finalmente, la creciente militarización de la periferia marítima de China también está generando nuevos temores securitarios en el continente asiático. Beijing promueve, cada vez con más vehemencia, una visión chinocéntrica en el Indopacífico. Ello hace temer que, para este 2025, se produzca un aumento de la agresividad en la estrategia china de convertir Asia Oriental en su esfera de influencia exclusiva.

En este contexto, la aceleración geopolítica multiplica los interrogantes tanto para los analistas como para los propios actores de las relaciones internacionales. El mundo se debate entre la gesticulación de los nuevos liderazgos, los escenarios cambiantes que están redibujando conflictos enquistados, y una rivalidad chino-estadounidense que puede derivar en una guerra comercial y tecnológica a corto plazo. Ante este horizonte, los esfuerzos de multialineamiento que muchos países del mundo intentan desplegar, con la seguridad como núcleo central, se vuelven cada vez más complejos a medida que arrecia la confrontación entre las grandes potencias globales. 

Tendències 2025_9

FUENTE CIDOB https://www.cidob.org/publicaciones/el-mundo-en-2025-diez-temas-que-marcaran-la-agenda-internacional

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no representan necesariamente el punto de vista de Dossier Geopolitico

Por Alejandro Marcó del Pont

Tropezar no es malo, encariñarse con la piedra sí (Alberto Sardiñas)

En un mundo definido por tensiones comerciales y el ascenso de China como potencia económica, las corporaciones estadounidenses y las instituciones gubernamentales han entrado en una lucha interna sobre el futuro de la política comercial de Estados Unidos. La presidencia de Donald Trump introdujo políticas arancelarias agresivas que buscaban reducir la dependencia de China y fomentar la autosuficiencia económica del país. Sin embargo, estas medidas pueden colisionar con los intereses del llamado «Estado profundo» estadounidense, un entramado de actores clave en defensa, diplomacia y economía que tradicionalmente ha priorizado la integración global y la estabilidad comercial que le ha redituado grandes beneficios.

Esta disputa interna revela fracturas profundas en la estrategia de política exterior de Estados Unidos. Poco pueden pesar las decisiones de un presidente, las políticas son más bien moldeadas por intereses corporativos y burocráticos. Mientras algunas compañías respaldan las políticas de Trump, otros las rechazan abiertamente debido a su impacto en los mercados internacionales y en la competitividad estadounidense.

Desde su llegada al poder, Donald Trump impulsó una agenda económica nacionalista basada en el eslogan «América primero». Las políticas arancelarias hacia China fueron el pilar de esta estrategia, con el objetivo de repatriar empleos e industrias a Estados Unidos, especialmente en regiones desindustrializadas. Reducir el déficit comercial con China, al desincentivar las importaciones mediante tarifas y presionar a Beijing para obtener concesiones en temas tecnológicos y comerciales.

Aunque estas medidas generaron beneficios a corto plazo para sectores industriales tradicionales, como la manufactura y el acero, también tuvieron consecuencias adversas. Por ejemplo, los costos de productos importados aumentaron significativamente, afectando a los consumidores estadounidenses, mientras que empresas tecnológicas como Apple, Tesla e Intel, altamente dependientes de cadenas de suministro en China, se encontraron atrapadas entre cumplir con las políticas de Washington o mantener su acceso al mercado chino.

La nueva presidencia de Trump augura nuevos corto circuitos, pero esta vez, es más claro que parte del poder real de Estados Unidos están en disputa. Según Karthik Sankaran, investigador del Quincy Institute for Responsible Statecraft, clasifica las corporaciones estadounidenses según sus estrategias frente al mercado chino y las políticas de Washington. Estas categorías reflejan las tensiones entre intereses económicos y políticos, y recientemente han sido actualizadas para capturar la complejidad de la situación actual. Las nuevas categorías incluyen:

1. Expansionistas pragmáticos: Corporaciones que buscan maximizar beneficios manteniendo fuertes relaciones comerciales con China. Ejemplos destacados son Tesla y Qualcomm. Tesla, por ejemplo, obtiene el 25% de sus ingresos (12.000 millones de dólares anuales) del mercado chino y depende de componentes críticos como baterías.

2. Aislacionistas estratégicos: Empresas alineadas con la narrativa de «América Primero», que buscan reducir la dependencia de importaciones chinas y repatriar su producción a Estados Unidos. Fabricantes de acero y automotrices como Ford lideran este grupo, apoyados por subsidios estatales.

3. Diversificadores cautos: Compañías tecnológicas como Intel, que obtienen un porcentaje significativo de ingresos de China (26% en el caso de Intel, equivalente a 21.000 millones de dólares), pero buscan reducir riesgos diversificando sus cadenas de suministro hacia otros mercados como el sudeste asiático.

4.  Mediadores financieros: Actores como Wall Street y cadenas minoristas como Walmart, que priorizan la estabilidad económica. Estas corporaciones presionan para evitar interrupciones comerciales que puedan perjudicar tanto a la economía global como a los consumidores estadounidenses.

La siguiente tabla resume la dependencia de sectores clave estadounidenses del comercio con China y su impacto en las disputas internas:

El «Estado profundo» estadounidense, compuesto por actores clave en el Departamento de Defensa, el Departamento de Comercio, Wall Street y otras instituciones, ha desempeñado un papel crucial en oponerse a las políticas económicas de Trump y es posible que hagan nuevamente. Aunque este término suele asociarse con teorías conspirativas, en este contexto se refiere al conjunto de intereses corporativos y burocráticos que influyen en las decisiones de política exterior y económica de Estados Unidos.

Por ejemplo, Tesla y Qualcomm han capitalizado su relación con China para expandir sus ingresos, por otro lado, empresas como Lockheed Martin, con menos del 1% de sus ingresos provenientes de este país, abogan por restricciones más severas para contener el ascenso tecnológico de Beijing. Sin embargo, empresa del complejo bélico como Boeing sus ingresosprovenientes deChina representan aproximadamente el 12% de sus ingresos estimados en U$S 8 mil millones anuales. La dependencia de insumos de Boeing también juega un papel determinante, obtiene piezas y componentes de proveedores chinos, y tiene acuerdos de fabricación conjunta en el país. Estas tensiones reflejan cómo la política exterior estadounidense sirve como herramienta para beneficiar a ciertos sectores corporativos en detrimento de otros.

Wall Street y las grandes corporaciones, donde hay actores como Walmart, Apple y BlackRock han presionado intensamente para suavizar las políticas arancelarias de Trump. Estas empresas argumentan que las tarifas interrumpen las cadenas de suministro globales, aumentan los costos de producción y reducen su competitividad internacional. Por ejemplo, Apple obtiene el 19% de sus ingresos de China y depende en más del 90% de insumos chinos, lo que la hace especialmente vulnerable a cualquier interrupción comercial.

El choque entre las políticas de Trump y el «Estado profundo» no solo es práctico, sino también ideológico. Mientras Trump impulsó un aislacionismo económico basado en la autosuficiencia, el «Estado profundo» históricamente ha creado y favorecido la globalización como herramienta para fortalecer la posición económica y militar de Estados Unidos e incrementar sus beneficios. Esta discrepancia quedó evidente en las divisiones dentro de las mismas instituciones gubernamentales y corporaciones, que se han alineado en bandos opuestos.

La disputa entre Trump y el «Estado profundo» refleja tensiones fundamentales en la estrategia de política exterior de Estados Unidos. Por un lado, las políticas arancelarias de Trump buscaron proteger la economía nacional y reducir la dependencia de China. Por otro lado, los actores del «Estado profundo» y muchas corporaciones se oponen a estas medidas, priorizando sus ganancias a la integración comercial.

En última instancia, esta lucha interna no solo define el presente de la política económica estadounidense, sino que también determinará su capacidad para competir en un mundo globalizado. Si bien no hay soluciones simples, la habilidad de Estados Unidos para equilibrar la seguridad económica nacional con la integración global será clave para su posición como potencia económica en el siglo XXI.

Fuente: https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2024/12/26/la-nueva-geopolitica-corporativa-la-guerra-del-estado-profundo/

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Por  Lorenzo Cerani

En la crisis que experimentan los órdenes democráticos, el ciudadano común carece cada vez más de arraigo en un sistema compartido de símbolos: es imposible para las instituciones y los líderes construir repertorios de imágenes fuertes que actúen como pegamento social. Es urgente que la política vaya acompañada de la construcción de mitos compartidos para contrarrestar su pérdida de credibilidad.

n el mundo contemporáneo, la dimensión política está experimentando un estado de decadencia y está cada vez más sumergida en los dispositivos técnicos del Capital en su cuarta fase de revolución industrial, que ve el surgimiento de la industria de alta tecnología y el amanecer del capitalismo de vigilancia que nos describe Shoshana Zuboff. La democracia representativa parece reducida a una parálisis debido al creciente descontento de votantes alejados del palacio del poder que se han convertido en una elite sin anclaje popular , y como resultado del poder excesivo de los espíritus animales capitalistas y de las corporaciones transnacionales que erosionan los derechos de los ciudadanos. Estados y conducen fatalmente de la polis a la apolis, a la desterritorialización con efectos nocivos de desarraigo de la soberanía nacional. La escena política está dominada por la personalización, por el individualismo generalizado, por el indiferentismo ético, por el humor posmoderno en un completo vacío general, como subrayó el sociólogo francés G. Lipovetsky.

Al mismo tiempo, la globalización se acerca a su fin después del período dorado de hegemonía indiscutida de los Estados , con el surgimiento de archipiélagos desglobalizados con muchos dominios compitiendo entre sí y con marcos de valores de referencia divergentes. La guerra ruso-ucraniana en este sentido representó la ruptura con el autoengaño propagado por los defensores de la unipolaridad estadounidense sobre el fin de la historia y el triunfo del estilo de vida estadounidense con la afirmación del modelo democrático liberal, el colapso del fe parareligiosa proeuropea y de AntiEuropa entendida como una prótesis geopolítica americana incapaz de encontrar su propio camino.

Y de la misma manera está el surgimiento de lo que años atrás se había calificado de «talasopolítica» dado por la aceleración de las comunicaciones, la desaparición de la localización geográfica para la geopolítica y la disolución de las ideologías gracias al triunfo de la tecnología a escala planetaria. lo que impone nuevas estructuras y nuevas lógicas en la escena política internacional. 

Para escapar de las garras de la crisis general (tanto dentro de nuestro perímetro nacional como proyectada hacia las fronteras de Europa del Este, donde se están recogiendo los frutos de las políticas americanas de provocación de la federación rusa, como recuerda Benjamin Abelow) tal vez sea necesario volver a una base simbólica común, a una mitología fundacional capaz de hacernos resistir el impacto. No es casualidad que precisamente en vísperas de un terremoto político para el establishment tradicionalmente atrincherado en edificios romanos como la victoria de los partidos populistas verdes y amarillos, se publicara un ágil ensayo que pretendía actualizar el valor fuente de la mitopoeya: el anhelo La búsqueda de fundamentos espirituales se topó con el impulso del cambio y el derrocamiento de grupos políticos débiles. 

Después de todo, el mito siempre ha representado el punto más alto de una peculiar visión imaginativa que en sus interminables producciones constituye el receptáculo de las imágenes depositadas en la psique colectiva de la humanidad , no la oscuridad oscurantista opuesta a una aséptica Aüfklarung . La mitología siempre ha interrogado al hombre sobre su lugar en el ser de las cosas, da sentido a su camino existencial y resemantiza la realidad exterior en la línea de una geografía religiosa que permite al creyente sentirse reconfortado y dotarse de certezas a partir de estos relatos ejemplares. . Y el mito, si bien permite una ruptura con el tiempo cotidiano al documentar la irrupción de lo sagrado garantizando la experimentación de una plenitud absoluta, siempre ha entrelazado su camino con el de la política , por ser pegamento social y por el efecto benéfico que produce. un nuevo encantamiento del mundo transitable de la explotación política. 

Es bien conocida la distinción entre un mito tecnificado, degradado en su sentido más auténticamente antropogénico, hecha por Kerènyi, que luego encuentra su radicalización en las páginas de su alumno italiano Furio Jesi con la teoría de la «máquina mitológica»: aquí se trata de de comprender que descartando por completo la naturaleza mítica de lo humano o soñando con domesticarlo de forma inofensiva se corre el riesgo de un suicidio espiritual de manera reduccionista . Jesi tiene toda la razón cuando desmitifica ferozmente los mitologemas basados ​​en la violencia y la discriminación, pero surge la sospecha de que su deconstrucción del primordialismo de los mitólogos, la crítica de que tomen literalmente los materiales mitológicos que se combinan y desordenan sin un significado preciso, ignora la dimensión arquetípica de la especie, la necesidad de un orden simbólico al que recurrir para contener el peso del sinsentido , de la insignificancia. El hambre de mito, si es cierto que en la era de los extremos descrita por Hobsbawm ha producido inmensos desastres con su explotación en clave política totalitaria, puede así encontrar nuevas trayectorias para canalizar la beneficiosa capacidad específicamente humana de revivir estas imágenes enterradas en el inconsciente de la especie, con mejores propósitos. 

Por otra parte, como ya enseñaba el análisis sociológico a finales del siglo XIX, el hombre no puede ser descrito como totalmente dueño de sí mismo y cuando pasa a formar parte de grandes grupos no sigue ninguna racionalidad gélida, convirtiéndose en presa de poderes hipnóticos irracionalistas inducidos por por líderes carismáticos que esperan subyugar su voluntad. En el siglo XX asistimos al debate sobre los mitos en el que participaron estudiosos de diferentes orígenes ideológicos como TW Adorno, M. Horkheimer, H. Blumenberg, O. Marquard, K. Hübner: la manzana de la discordia estaba representada por la funcionalidad del mito y desde los aspectos míticos de la misma racionalidad instrumental instaurada en Occidente. Incluso en ese caso, lo que estaba en juego era la imposibilidad de dicotomizar de manera abstracta entre el espíritu de geometría típico de las matemáticas y el razonamiento lógico-deductivo y el espíritu de refinamiento de las referencias simbólicas a esa galaxia de imágenes arquetípicas que informan la vida cotidiana. 

Si históricamente los regímenes de los campos de concentración han recurrido al patrimonio simbólico de la humanidad para fortalecer su control sobre las mentes de los individuos, para distorsionar mejor su espíritu crítico y debilitar su reactividad ante los dictados de los autócratas de la época, es precisamente para aprovechar el Ola mítica y reactivar los proyectos de ingeniería social y mitopoética permitiría liberar al individuo del atomismo liberal al que lo condena el sistema actual . Si tanto el nazifascismo como el comunismo (con los diversos ejemplos del culto a la personalidad del Soviet Supremo que llevaron a Barthes a hablar de la mitología del estalinismo) en sus diferencias irreductibles insistieron en la construcción de un imaginario compacto, entonces si la política espera una El acercamiento con su propio votante de referencia debe dar el paso obligado de capturar su vena mitopoética. Al dar cuerpo al anhelo de significados fuertes en las profundidades del inconsciente colectivo, la política podría transformarse en una «gran política» neonietzscheana dedicada a la construcción de estilizaciones de seres humanos dignas de las tareas históricas de hoy. Sólo así será posible salir del impasse histórico al que nos ha condenado la fe en los mitos del progreso y en la razón instrumental moderna, como un pálido reflejo de la luz resplandeciente que emana de nuestro simbolismo interior, en el origen de la necrosis nihilista que amenaza la estabilidad social e institucional del sistema democrático. 

En este sentido, se hace inteligible una lectura exegética de los impulsos telúricos que animan la actividad política, de los tropismos invisibles que llevan a una figura líder a sintonizar con las necesidades populares hasta el punto de expresarlas , convirtiéndose en los vectores de comunicación, las correas de transmisión y el Sismógrafos de estados de ánimo de las multitudes. Lo que los movimientos populistas han entendido, además, a diferencia de los partidos sistémicos más enclaustrados y de mentalidad más estrecha respecto de sus posiciones de clase, consiste en la base extraracional de su electorado: no querían tranquilizar, sino erigirse como Caballos de Troya de una fractura político-política del movimiento social radical, dando origen a mitologías y representaciones parareligiosas en las que actuaban como heroicos defensores del demos atacado por las fuerzas titánicas de los poderes económicos, etc.

Actualizar estas energías demoníacas (E. Laclau, por ejemplo, propuso desde la izquierda un uso del populismo similar al hecho por los publicistas de derecha en nuestro país) transformándolas en beneficio de una propuesta política seria es la ardua tarea de nuestros tiempos, de lo contrario aumentará la brecha entre la sala de control y el electorado. 

FUENTE DISSIPATIO IT. https://www.dissipatio.it/fame-di-mito/

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Por Sergio Rodríguez Gelfenstein

A dos semanas de la entronización de Donald Trump como presidente de Estados Unidos me voy a aventurar a hacer algunas apreciaciones acerca de las perspectivas del nuevo gobierno, en primer lugar sobre su política exterior sobre todo después de sus arrogantes declaraciones confrontacionales con México, Panamá, Venezuela y Dinamarca (por Groenlandia).

Al respecto se puede concluir que la impertinencia es un rasgo de personalidad del nuevo mandatario estadounidense que mezcla con una mirada empresarial agresiva como forma de lograr sus objetivos.  Antes de asumir su primer gobierno, tras haber ganado las elecciones en 2016 y cuando procedía a designar  a los miembros de la administración, su mejor amigo Steven Witkoff le recomendó que no incorporara a John Bolton al gabinete. Le contestó que era una recomendación tardía porque ya lo había hecho.

Ahora, Trump opina que al construir su primer gobierno debió aceptar muchas imposiciones porque él no era político, no tenía experiencia, no controlaba al partido republicano, ni a sus senadores y representantes, tampoco a los medios ni a las redes sociales.

Esa situación ha cambiado ahora. Ocho años después, Trump aprecia que a pesar de que Bolton le hizo gran daño a su primera administración, también lo había ayudado porque siendo tan odiado por todos, hacía el trabajo sucio, tras lo cual él llegaba a dialogar ya sobre una situación en la que se había creado un espacio para negociar y hasta para ceder, con lo cual, muchas veces pudo capitalizar “el arreglo” de las controversias. Era el viejo juego del “policía malo y el policía bueno” aplicado a la política.

Este relato refleja en gran medida la forma como Trump se propone actuar en política exterior. En el fondo, su principal objetivo es detener a China y a ello va a volcar la mayor parte de sus energías. 

Por ejemplo,…

…las presiones sobre Panamá no persiguen el objetivo de apoderarse del Canal sino sacar a China de ese país. Ahora, ya puso el tema sobre la mesa de negociaciones y cuando le pida al gobierno panameño que tome medidas contra China, va a aparecer como si estuviera cediendo respecto de su objetivo de apoderarse del Canal. Es decir, va a “ceder” en ese objetivo a cambio de que Panamá expulse a China de su territorio. 

…De la misma manera ocurre con Groenlandia, al final terminará controlando el territorio sin necesidad de apoderarse de él, lo cual también será considerado como una cesión de su parte.

Si se consideran todos los nombramientos de personajes leales al margen del establishment hechos por Trump (ver mi artículo anterior “¿Que hará Marco Rubio?”), quisiera reiterar que la pregunta más importante sigue siendo cuál será el rol del departamento de Estado en la ejecución de la política exterior de Estados Unidos.

La respuesta es que se dedicará a ejercer presión para restarle espacio a China en el mundo y en especial en América Latina y el Caribe donde Rubio tiene firmes relaciones con gobiernos, partidos y dirigentes de la derecha y la extrema derecha algunos de los cuales son también considerados como amigos por China. De manera que este también será un escenario en disputa, toda vez que -quisiera insistir-  China será el objetivo número 1 de la política exterior de Estados Unidos y no precisamente para cooperar, al contrario será para entorpecer los vínculos bilaterales e impedir que -aunque China no se lo haya propuesto- le dispute a Washington la hegemonía global.

Si esto es así, valdría la pena preguntarse porque Trump nombró a Rubio en la secretaría de Estado, sabiendo que no confía en él porque es un “halcón” leal a los neoconservadores. Y la respuesta es que a pesar de que el próximo presidente -a diferencia de su primer gobierno- controla hoy al partido republicano, todavía existen algunos senadores que mantienen autonomía y que podrían enfrentarlo como se ha visto en el hecho de que muy probablemente Trump tenga que desistir del nombramiento de Pete Hegseth como secretario de defensa por la resistencia que tiene entre senadores de su propio partido. Trump los necesita, sobre todo para garantizar el nombramiento de algunas figuras de su gabinete particularmente Tulsi Gabbard proveniente del partido demócrata y a quien sus antiguos colegas no desean en el cargo por conocer muchos secretos internos.  

Por otro lado, es un hecho cierto que Trump retomará la “guerra comercial” contra China estableciendo nuevas tarifas comerciales y elevando otras a fin de que Beijing se vea obligada a devaluar su moneda, encareciendo sus exportaciones y afectando su comercio. Las economías latinoamericanas altamente importadoras de China se verán afectadas por esta medida.  

De igual forma, como instrumento de análisis, no debe obviarse que Trump tiene una personalidad caracterizada por decisiones intempestivas y generación de incertidumbre como instrumentos de coerción. Esto conduce a que gobiernos y cancillerías se vean limitadas en su capacidad de prever acontecimientos. Trump no actúa a partir de una ideología definida. Solo lo mueve el afán de conseguir ganancias para Estados Unidos, en particular para las corporaciones y los ricos. 

El establishment es su enemigo porque éste ha apostado por la economía especulativa y de servicios y Trump pretende volver a una situación en la que Estados Unidos sustente su economía en la producción. Esto explica algunos de los nombramientos de Trump dirigidos a enfrentar al establishment, en particular Tulsi Gabbard como directora de inteligencia nacional y Hash Patel como director del FBI.

Trump pretende prolongar en el futuro su control del Estado a través del vicepresidente J.D. Vance que es su “delfín”. Solo que Vance si tiene una ideología definida alejada de los cánones tradicionales. La emergencia de Trump en política y la búsqueda de la extensión de su influencia en el tiempo, es expresión de las grandes contradicciones que sufre el sistema político estadounidense que se está alejando de la dicotomía demócrata-republicana o izquierda-derecha tradicional. 

En ambos partidos se vive una crisis de identidad. Entre los demócratas hay una corriente neoconservadora atlantista que se enfrenta al viejo partido que propició el estado de bienestar, que no desea la guerra y que cree en la necesidad de incrementar la inversión social, todo lo cual manifiesta una discusión no resuelta. Sin embargo, sacaron a Bernie Sanders del camino de mala manera y de forma ilegal, dejando claro que la derecha de ese partido (que en Estados Unidos es considerado “de izquierda”) es la que manda.

Por su parte, el partido republicano, vieja organización conservadora y reaccionaria, se debate también entre la corriente tradicionalista y el trumpismo anti-establishment que propone una nueva forma de hacer política. En primera instancia, Trump se plantea intervenir el partido republicano para que la nueva generación Vance lo controle a fin de “hacer a América grande de nuevo”. Si ello no es posible, es probable que Trump apunte a crear una organización política propia atrayendo sectores de ambas partes del bipartidismo tradicional del país.

Vance tiene un consistente hilo de pensamiento sustentado en la supremacía blanca y la lucha contra el establishment al que considera retrógrado e inmovilizador. En esa medida, se asume como promotor de una clase dominante vinculada a estos principios y a una férrea defensa de la religión tradicional. Curiosamente, tiene una gran identificación con la clase obrera estadounidense, pero -por supuesto- no en términos marxistas sino dentro de la concepción capitalista de viejo cuño. Rechaza las grandes corporaciones y los monopolios, a quienes considera responsables de estar destruyendo el capitalismo, toda vez que su práctica conduce a dar al traste con la base de la economía capitalista que es la competencia. Todo esto genera un mar de contradicciones que dificultan la comprensión de lo que está ocurriendo 

Lo cierto es que esta compleja situación se evidenció en los resultados de los comicios, la extrema derecha como un todo cubrió el espectro electoral al estar presente tanto en el bando demócrata como en el republicano. Por eso, más allá que Trump haya representado al partido republicano, lo cierto es que está naciendo una tercera fuerza. Tal vez las expresiones más nítidas sean el nombramiento de Gabbard, una demócrata de formación y convicción, y de Robert Kennedy Jr. un demócrata de pura cepa y alcurnia como secretario de Salud y Servicios Humanos. En esta dimensión, también se debe comprender el apoyo de los negros y los latinos a Trump quien es abiertamente racista y supremacista. Ha quedado claro que los discursos tradicionales son parte del pasado.

Lo único que importa ahora es la economía y la solución de los problemas económicos de las mayorías. Ya no cabe la tradicional distinción propia de la sociedad estadounidense entre los que tienen formación universitaria y los que no. Precisamente, la segregación a partir de criterios como éste son los que han arrojado en manos de Trump a importantes sectores excluidos de la sociedad.

…En resumen, Trump va a orientar su gobierno básicamente a solucionar problemas de la política interna. En cuanto al exterior, el centro de la inquietud estará puesto en China. Tratará de resolver el problema de Ucrania porque no está dispuesto a seguir desangrando la economía estadounidense. La confrontación con China tiene un componente de largo plazo y sistémico y uno de corto plazo y coyuntural… 

…Este último es el que fundamenta su apoyo a Taiwán, pero por las mismas razones anteriores, no es una línea roja para Trump. Lo seguirá apoyando porque necesita las fábricas de chips de la isla. Cuando logre la autosuficiencia en esa materia, Taiwán dejará de ser un asunto álgido para Estados Unidos. Trump no está dispuesto a seguir sosteniendo un asunto que le significa una gran erogación de recursos y que tuvo su origen en la guerra fría. No es a través de Taiwán que Trump estructurará la confrontación estratégica con China.

Hay que reiterarlo, Trump tiene como método lanzar temas que no están en agenda para medir las respuestas que se originan en el enunciado. Así, cuando el asunto se pone en boga, ya está preparada y avanzada la implementación de medidas a tomar. Sus temas principales de política exterior serán China, migración y energía y en torno a ellos se estructurará su accionar.

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Dossier Geopolitico

Invitado por la periodista Alejandra Piaggio y el historiador antropólogo y analista internacional Jose Luis Munoz Aspiri, para el programa: Una Mirada Austral que se transmite por FM Radio Cristal 94,9 realizamos una serie de análisis sobre la actualidad internacional y nacional sobre Política Internacional y que le depara a los argentinos este 2025

Invitado por el destacado periodista Alfredo Guruceta para su Programa «Con Sentido Común» en el último día del año 2024, realizamos un balance del 2024 y las tendencias Geopolíticas y Geoestratégicas del 2025 por le Canal «C» de Cablevisión de Córdoba y por Flow

VIDEO DE LA ENTREVISTA

NdR: Adjuntamos distintas versiones sobre las tendencias 2025 de Think Thank oXidentales (escribimos occidentales con X y no con «cc» por que Occidente se ha «oxidado» en su rol de creador de ideas transformadoras y avanzadas en contrario sensus el mundo multipolar y Sur Global crecen en «ideas» nuevas y poder) Carlos Pereyra Mele

Por Blas Moreno

La vuelta de Donald Trump al poder es el asunto del año. ¿Qué influencia tendrá en la guerra de Ucrania, Oriente Próximo o China?

El mundo en 2025: claves para entender lo que viene

2025 podría parecer un año en que cambiará todo. Vuelve Donald Trump y con él vuelven la imprevisibilidad, el pragmatismo y las decisiones radicales. Están preocupados en Kiev, Teherán, Pekín, Bruselas o Ciudad de México. Se frotan las manos en Tel Aviv, Moscú, Budapest o San Salvador. Todo el mundo está expectante. 

Sin embargo, 2025 no supondrá un giro tan drástico. Con Trump probablemente se recortará el apoyo a Ucrania, se exacerbarán las tensiones con China, se dará carta blanca a Israel, se impondrán barreras comerciales, crecerá la extrema derecha, aumentará el rechazo a la inmigración y sufrirán el multilateralismo y el derecho internacional.

Pero todas estas tendencias ya estaban ahí. Aunque Trump protagonizará el 2025, su vuelta no va a traer un cambio estructural ni será la causante de todo. Más bien es un síntoma y un acelerador de derivas que ya hemos ido viendo en los últimos años. 

Vuelve la guerra comercial

Uno de los asuntos más importantes de 2025 será el regreso de la guerra comercial. Trump ha declarado que su palabra favorita es “arancel”. Como en su primer mandato, adoptará una política comercial agresiva contra China, pero no solo: ya ha amenazado con una tasa general a las importaciones de entre el 10 y 20%, de al menos el 25% para sus vecinos Canadá y México y hasta del 60% para China.

No está claro que Trump pueda aprobar estos aranceles sin la aprobación del Congreso. Tampoco si pretende hacerlo o si es una forma de presión diplomática a países como Canadá y México para que hagan más para controlar la entrada de inmigración y fentanilo en Estados Unidos. Incluso no es seguro que, de aprobarse, los aranceles lleguen inmediatamente. Lo más probable es que no sean tan extremos y que se impongan por fases a partir del verano.

Cronología 2024 eom def
Tras un 2024 convulso, la imprevisibilidad de Donald Trump marcará el 2025.

Aun así, las previsiones son preocupantes, en particular para China. Su economía no pasa por el mejor momento y se estima que la guerra comercial podría restarle un 0,5% de crecimiento en 2025, dejándolo en apenas el 4% y el 3% en 2026. Pekín no responderá con un arancel total a Estados Unidos, pero sí a productos concretos, y tratará de estimular su mercado interno flexibilizando su política monetaria. Otro perjudicado será Alemania, que se prevé que acabe 2024 en recesión y se estanque en un 0% de crecimiento en 2025.

Algunos países se beneficiarán de la tensión comercial con China. India o Vietnam se están posicionando como alternativa a las fábricas del gigante asiático, aunque el trasvase no está siendo tan rápido como se había augurado. India volverá a ocupar titulares en 2025, después de convertirse en el país más poblado del mundo en 2024: este año probablemente superará a Japón como la cuarta economía global, por detrás de Estados Unidos, China y Alemania, consolidándose como una gran potencia en ascenso. 

Con todo, la guerra comercial dañará la economía global. Los aranceles ralentizarán el crecimiento y harán subir la inflación, lo que podría llevar a los bancos centrales a moderar su bajada de tipos. Además, agravarán una crisis latente de deuda soberana: muchos Gobiernos acumularon grandes déficits para salir de la pandemia y ahora, con el crecimiento estancado y el dólar encareciéndose, les será más difícil pagar sus préstamos. En 2025 hasta 54 países, un récord, destinarán más del 10% de su presupuesto nacional a pagar intereses de deuda. Es una enorme losa para países con Gobiernos autoritarios, alto desempleo joven y gran tensión social, como Pakistán, Egipto o Nigeria, donde podrían estallar disturbios.

Europa tiembla ante Trump

La guerra comercial llega en un contexto de descomposición política para la Unión Europea. Aunque acaba de constituirse la nueva Comisión, las dos potencias de la UE, Alemania y Francia, están en crisis: Alemania celebrará unas elecciones anticipadas el 23 de febrero que ganará el partido conservador CDU, partidario de la ortodoxia fiscal y las barreras a la inmigración. El probable nuevo canciller, Friedrich Merz, tendrá que gobernar en coalición con los socialdemócratas o los verdes. Los ultras de AfD no entrarán en el Gobierno pero podrían quedar segundos, un resultado histórico cuando se cumplen ochenta años del fin de la Alemania nazi.

En Francia, el presidente Emmanuel Macron nombró a finales de 2024 un nuevo primer ministro de centro liberal, François Bayrou. Pero Bayrou cuenta con menos apoyos que su antecesor, Michel Barnier, quien fue derrotado en una moción de censura. Por tanto, es probable que el nuevo Gobierno también caiga o que, para salir de la parálisis, se convoquen nuevas elecciones legislativas anticipadas a partir de julio, un año después de las anteriores. Antes de eso, el 31 de marzo, se sabrá si la líder ultra Marine Le Pen queda inhabilitada para presentarse a las elecciones presidenciales de 2027, que espera ganar.

Entretanto, un sector a vigilar este año en Europa será el agrario. Productos como la aceituna y el vino españoles, junto a otros del campo europeo, sufrirán por los aranceles estadounidenses. También podría generar tensión la entrada en vigor del acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur, que se firmó en diciembre pero todavía no se ha ratificado. Varios países de la UE, capitaneados por Francia, se oponen y no es descartable que el acuerdo descarrile, sobre todo si los agricultores salen a protestar en Francia, Alemania, Bélgica, Países Bajos o España.

Grafico https://elordenmundial.com/mapas-y-graficos/comercio-union-europea-estados-unidos-guerra-aranceles/embed/#?secret=mgL0yL6hKA#?secret=NiGmAJzWnd

Los aranceles de Trump no serán la única causa de preocupación para Europa. El estadounidense siempre ha sido crítico con la OTAN y con la falta de inversión en defensa de los europeos (España es el socio que menos porcentaje de su PIB destina, un 1,28%, lejos del 2% comprometido). Trump presionará para que se aumente el gasto e incluso ha amenazado con abandonar la OTAN, en otro ejemplo de su estilo negociador. No lo hará —ni siquiera está claro que pueda hacerlo—, pero puede boicotearla desde dentro. Le bastaría con retirar a su embajador, reducir su aportación o desentenderse del compromiso de defensa mutua para que la OTAN quedara en entredicho, y la defensa europea, comprometida.

La nueva Administración Trump traerá otros ataques al multilateralismo y las organizaciones internacionales. Se espera que vuelva a sacar a Estados Unidos del Acuerdo de París, como ya hizo en 2017. Esto pondrá en peligro los esfuerzos globales contra el cambio climático a solo un lustro de cumplirse el plazo de la Agenda 2030 y en un año, 2025, en el que se confiaba que el mundo llegaría al pico de emisiones.

También habrá tensiones entre Estados Unidos y sus aliados en foros como el Nafta —el acuerdo comercial con México y Canadá— o el G7, que reúne a las siete mayores economías occidentales. Trump también atacará a la ONU, la Organización Mundial de Comercio y los tribunales internacionales que están juzgando a Israel por la guerra en Gaza: la Corte Internacional de Justicia y la Corte Penal Internacional. En este contexto se cumplirán ochenta años del final de la Segunda Guerra Mundial, y las conmemoraciones mostrarán más división que unión entre Estados Unidos, Europa, Rusia o China, antiguos aliados en aquel conflicto.

¿Alto el fuego en Ucrania?

La llegada de Trump y la debilidad de Europa no son buenas noticias para Ucrania. En 2025 se cumplen tres años de la invasión rusa a gran escala. Hasta ahora los ucranianos han mantenido el pulso, pero serán incapaces de ganar sin apoyo. Al contrario: se acercan poco a poco a la derrota mientras pierden terreno en el Donbás y Kursk. Por esa razón, es probable que este año veamos negociaciones entre Ucrania y Rusia.

La solución definitiva para Ucrania no llegará en 2025, pero sí es probable un alto el fuego o al menos una negociación

Trump ha criticado la entrega de armas a Ucrania y se espera que recorte la ayuda militar para presionar a Kiev a negociar con Moscú. Ya tiene una propuesta inicial que incluye aplazar la entrada de Ucrania en la OTAN, crear una zona desmilitarizada fortificada en torno a la línea de frente y permitir que Rusia conserve los territorios ocupados. A cambio, Ucrania seguiría recibiendo armas occidentales. La zona desmilitarizada estaría custodiada por fuerzas europeas, obligando de paso a Europa a hacerse cargo del problema.

Pese a que estas propuestas parezcan tabú para el Gobierno ucraniano, puede que no tenga más remedio que aceptarlas. Más de la mitad de la población ya está de acuerdo con negociar para acabar la guerra cuanto antes, incluso a costa de ceder territorio a Rusia, aunque no hay que descartar tensiones internas si el acuerdo es humillante para Ucrania. También en Europa occidental se está reduciendo el apetito por seguir apoyando a Ucrania. La solución definitiva no llegará en 2025, pero sí es probable un alto el fuego o al menos una negociación.

Sin embargo, Trump también podría sorprendernos redoblando el apoyo a Ucrania. Pretende acabar con la guerra rápidamente y pactando: dijo poder hacerlo en veinticuatro horas. Pero si tras proponer un plan de paz y presionar a Ucrania para negociar, percibe que Rusia no es receptiva, podría decidir que la manera más rápida de cerrar el conflicto es asegurando una derrota rusa.

Rusia, por tanto, tiene buenas cartas para este 2025, pero las tornas podrían torcerse. Su economía y sus fuerzas militares están muy castigadas por la guerra. Y Vladímir Putin tiene otros frentes de los que preocuparse. Bielorrusia celebra elecciones presidenciales el 26 de enero: no serán limpias, pero en las últimas, en 2020, el fraude electoral masivo provocó manifestaciones contra el dictador Aleksandr Lukashenko, aliado del Kremlin, que a punto estuvieron de derrocarle. Las protestas podrían repetirse este año. Georgia, por su parte, también entra en 2025 entre graves disturbios contra la deriva autoritaria y prorrusa del Gobierno.

Rearme y tensiones en Asia

Los países asiáticos que dependen de Estados Unidos para su defensa tomarán nota del fin del apoyo a Ucrania. Japón, Corea del Sur, Taiwán, Filipinas o Vietnam son aliados históricos de Washington o se han acercado en los últimos años para protegerse del auge de China y la agresividad de Corea del Norte. Seguirán tratando de mantener buenos lazos con Trump, pero algunos de ellos, como Japón o Corea, pensarán cada vez más seriamente en aumentar sus capacidades militares: sus dos Ejecutivos, conservadores y detractores de Pekín y Pionyang, están a favor del rearme.

Con todo, Corea del Sur podría cambiar de Gobierno antes de final de año: tras su intento de autogolpe, el presidente, Yoon Suk Yeol, ha sido suspendido. El Tribunal Constitucional debe decidir en los próximos seis meses si le destituye, en cuyo caso se celebrarían elecciones en máximo sesenta días. Pero no es improbable que Yoon supere el proceso y siga como presidente. Corea del Norte, reforzado por las ayudas económicas de Rusia, aprovechará la crisis política interna de su vecino para ganar legitimidad en la península y seguir haciendo tests balísticos.

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La gran pregunta en Asia en los últimos tiempos es cuándo China invadirá Taiwán. Trump también ha estado amenazando a la isla con exigir un pago a cambio de su defensa. Mientras, China ha aumentado sus maniobras militares en el estrecho en las últimas semanas de 2024. Pero nada hace pensar que la temida invasión llegará este año. La economía china sufriría mucho con el ataque, que además sería muy difícil y pondría a medio mundo en su contra. Por el contrario, es mucho más probable que se agraven los choques en el mar del Sur de China, donde los buques chinos ya han tenido encontronazos con pesqueros filipinos en las aguas que se disputan ambos países. 

Se consolida el reequilibrio en Oriente Próximo

La región más convulsa de 2024, Oriente Próximo, no lo será tanto en 2025. Israel ha salido claro vencedor de su choque contra Irán y sus aliados, en particular Hezbolá y Hamás, y ya ningún actor regional puede hacerle sombra. Mucho menos con Trump, que dará incluso más manga ancha al Gobierno israelí. El primer ministro, Benjamín Netanyahu, tiene asegurada su supervivencia política gracias a estas victorias. A cambio, podría ofrecerle a Trump un alto el fuego en Gaza a principios de año, un éxito en política exterior para el magnate republicano nada más llegar a la Casa Blanca.

La violencia y la ocupación israelíes seguirán extendiéndose por los territorios palestinos. La opción de los dos Estados es ya una quimera

Sin embargo, la violencia y la ocupación israelíes no dejarán de extenderse por los territorios palestinos. La causa palestina seguirá suscitando solidaridad internacional, pero sin efectos prácticos: la opción de los dos Estados es ya una quimera. No es probable que Netayahu llegue tan lejos como para anexionarse Cisjordania, pero seguirá construyendo asentamientos y mantendrá la ocupación militar de la Franja de Gaza. Nada de eso impedirá que Israel siga acercándose a las monarquías del Golfo o, incluso, que normalice relaciones con Arabia Saudí este mismo año, con la mediación de Estados Unidos.

Otro país que mejorará sus relaciones con Israel es la Siria post-Asad. Todavía es pronto para saber hasta qué punto su nuevo Gobierno aplicará una agenda islamista: por ahora parecen más centrados en la reconstrucción institucional y física del país, al que ya han empezado a volver miles de refugiados. Pero la represión a los críticos y las minorías será una preocupación en 2025. El principal grupo rebelde, HTS, domina el Gobierno de forma casi incontestada, así que no es probable un nuevo conflicto civil. El nuevo régimen está tratando de acercarse a Arabia Saudí y asentar relaciones cordiales con Estados Unidos, Europa, Israel y Turquía.

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El futuro de Siria dependerá de la relación entre los principales grupos rebeldes.

Pero sí conviene vigilar la situación de los kurdos, que controlan el noreste del país con apoyo de Estados Unidos. Trump ya ha amenazado con retirar las tropas del país, y Turquía, hostil a la causa kurda, prepara una invasión para acabar con su autonomía. También está por ver qué pasará con las dos importantes bases militares rusas en Siria: Rusia, antiguo aliado de Asad, tiene en Tartús su único puerto en el Mediterráneo, y ya está negociando con el nuevo Gobierno para conservarlo.

Mucho peor lo tienen Irán y Hezbolá. Irán vivirá un repliegue en 2025: su red de alianzas ha sido destruida y su influencia se reduce en Líbano, Siria e Irak. Su economía está estancada por las sanciones y el régimen está muy cuestionado a nivel interno. Por si fuera poco, el líder supremo Alí Jamenei cumplirá 86 años en abril. Cuando fallezca, su sucesión provocará inestabilidad en el país. La llegada de Trump agravará la presión, y podría llevar a Irán a acelerar su programa nuclear justo cuando se cumplen diez años de la entrada en vigor del acuerdo que debería haberlo impedido.

Hezbolá, la milicia chií libanesa, sigue siendo un grupo poderoso y con un gran apoyo social en Líbano, pero su primacía ya no es incuestionable en el país. Su debilidad y la caída de la dictadura de Asad, tradicionalmente influyente en Líbano y aliada de Hezbolá, ofrecen una oportunidad al país para renovar su descompuesto sistema político y reducir la influencia de Irán y sus aliados. La elección de un nuevo presidente prevista para enero, tras dos años de vacancia, será una prueba de ello.

Venezuela y otros países a vigilar

Dos países que también donde la presión de la Administración Trump podría traer cambios son Venezuela y Cuba. El nuevo secretario de Estado, Marco Rubio, es un cubanoamericano conservador muy crítico con las dictaduras izquierdistas latinoamericanas. La expectación es total en Venezuela, que celebra su investidura presidencial el 10 de enero: debería asumir el cargo el opositor Edmundo Gonzalez, pero lo más probable es que Nicolás Maduro conserve el poder.

Cuba, por su parte, vive una crisis social sin precedentes que se podría agravar con la presión renovada de Estados Unidos y la posible muerte de Raúl Castro, de 93 años, último sostén del régimen. No es probable un cambio de sistema, pero sí protestas o un aumento de la emigración, que ya ha hecho que el país pierda casi un 20% de su población desde 2022. Washington también aumentará la presión contra Nicaragua y otros países de Centroamérica para que controlen la migración, lo que reforzará a Nayib Bukele, presidente de El Salvador, adalid de la mano dura y simpatizante de Trump.

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La mayoría de los conflictos que seguirán en 2025 se concentran en África subsahariana.

Otros países donde la inestabilidad arreciará en 2025 son Sudán, sumido en la peor guerra civil del momento, o Myanmar, donde la junta militar pierde terreno cada día frente a las milicias rebeldes, aunque no colapsará tan rápido como el régimen sirio. También Mozambique, donde llegará al cargo un nuevo presidente en enero entre acusaciones de fraude, graves protestas, un conflicto en el norte y los estragos de un ciclón reciente. Camerún, por su parte, celebrará unas elecciones que perpetuarán en el poder al anciano dictador Paul Biya, de 91 años, si la oposición no logra impedirlo.

Un test para la democracia diferente al de 2024 

2024 fue el año electoral más importante de la historia. 2025 no traerá tantas elecciones ni tan importantes para sus democracias, pero destacan cuatro en América Latina: Ecuador, Bolivia, Chile y Argentina. Las dos primeras, ambas presidenciales, en febrero y agosto, serán tensas: Ecuador por la espiral de violencia del narco que vive el país y Bolivia por la grave división interna entre las dos facciones del partido gobernante, lideradas por el expresidente Evo Morales y el presidente Luis Arce.

Chile celebra elecciones presidenciales en noviembre y la izquierda perderá el poder tras cuatro años de presidencia de Gabriel Boric. De hecho, es probable que sea la primera vez en la historia reciente que haya dos candidatos de derechas en el balotaje, entre ellos el ultraderechista José Antonio Kast. Al otro lado de los Andes, el también ultra presidente argentino Javier Milei se enfrenta a un test en las elecciones legislativas de octubre, en las que no se juega el cargo pero sí comprobará si sus radicales reformas económicas tienen el apoyo de la población.

Parecida situación vivirá Italia, que celebra elecciones municipales y en varias regiones en septiembre. La coalición derechista liderada por Giorgia Meloni llega dividida y frente a una izquierda reforzada. No es probable, pero una derrota grave en regiones como el Véneto, tradicional feudo derechista, podría romper la coalición y hacer caer el Gobierno de Meloni. Quien seguro dejará el poder es el primer ministro canadiense Justin Trudeau: tras diez años en el cargo, su desgaste le hará perder las elecciones legislativas de este otoño frente al Partido Conservador, partidario de limitar la inmigración.

El mayor test para la democracia en 2025 será la agenda ultra de Trump y el poder de los magnates tecnológicos

Con todo, el mayor test para la democracia en 2025 no vendrá del lado electoral, sino de la agenda ultra de Trump y del poder de los magnates tecnológicos. El presidente, más ideologizado y poderoso que en 2016, pretende impulsar una agenda radical de recorte de impuestos y deportación de inmigrantes que, sumado a la guerra comercial, tendrá un alto coste económico. La aplicación del polémico Proyecto 2025, con el que los trumpistas predenten restringir el aborto y los derechos LGTBI, o desmantelar la Administración, generarán crispación y protestas en un Estados Unidos muy polarizado.

Elon Musk será uno de los protagonistas del año por su enorme influencia en el Gobierno de Estados Unidos. Tanta, que ya se le considera un presidente en la sombra. Musk usará su poder para difundir su ideología, propagar desinformación, apoyar a ultras en Hungría o Alemania y aumentar la influencia pública de las grandes tecnológicas privadas. No tardarán en aflorar los choques personales entre dos ególatras como Musk y Trump, y no es descartable que Trump expulse al dueño de Tesla de la Casa Blanca antes de que acabe el año. Pero incluso así, el creciente poder de individuos como Musk, o su aliado Peter Thiel, supone el mayor riesgo para la democracia en este 2025.

FUENTE: https://elordenmundial.com/mundo-2025-claves-trump-guerra-comercial-elecciones-democracia/

Blas Moreno @Blas_More

Madrid, 1994. Codirector y editor jefe de El Orden Mundial. Relaciones Internacionales (inglés) en la URJC.

NdR: Adjuntamos distintas versiones sobre las tendencias 2025 de Think Thank oXidentales (escribimos occidentales con X y no con «cc» por que Occidente se ha «oxidado» en su rol de creador de ideas transformadoras y avanzadas en contrario sensus el mundo multipolar y Sur Global crecen en «ideas» nuevas y poder) Carlos Pereyra Mele

Enero: toma de posesión de Donald Trump

Donald Trump será investido presidente para un segundo mandato el 20 de enero. Rompiendo el protocolo, varios jefes de Estado han sido invitados a la ceremonia, entre ellos Xi Jinping, Giorgia Meloni y Viktor Orbán —también se espera la asistencia de Marine Le Pen y Matteo Salvini—.

  • Aunque Trump ganó las elecciones presidenciales de noviembre arrasando en todos los estados indecisos, sólo el 49,72% del electorado votó por el republicano frente al 48,25% de Harris, el 2º margen más estrecho de los últimos 60 años.
  • En el Congreso, Trump tendrá muy poco margen de maniobra. Los republicanos llegarán a la Cámara de Representantes el 3 de enero con la mayoría más corta de la historia: sólo 220 escaños de 435. Además, se espera que tres escaños republicanos queden vacantes a principios de año hasta que se celebren elecciones especiales. En el Senado, los márgenes del GOP serán algo más holgados, con 53 elegidos (de 100). Las divisiones en la bancada republicana de la Cámara de Representantes durante la votación en diciembre de la ley de gastos temporales dejaron entrever cómo será el 119 Congreso: un partido desunido obligado a lidiar con una derecha extremista y ultraconservadora.

Elegido sobre un programa que promete «volver a poner el país en orden», Trump querrá sin duda actuar con rapidez. Se espera que busque un acuerdo de alto al fuego entre Ucrania y Rusia, que ponga a Musk y Ramaswamy al frente de una comisión presidencial para «desmantelar la burocracia gubernamental», que lance un programa de deportación masiva de inmigrantes ilegales supervisado por su «zar de fronteras» Tom Homan y que indulte a los alborotadores que participaron en el asalto al Capitolio.

  • Otras prioridades para los primeros meses de Trump en el cargo son la eliminación de las regulaciones que restringen las perforaciones de petróleo y gas, la imposición de aranceles y la aplicación de recortes fiscales. La única constante que debería guiar el segundo mandato de Trump es el fortalecimiento del ejecutivo y el rechazo de la separación de poderes: esto podría implicar, en particular, la derogación de la Ley de Control de Embargos de 1974, como recomiendan los autores del Proyecto 2025. Leer más
  • Trump ha anunciado su intención de retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París y de la OMS. Si bien estas acciones eran esperadas, su expansionismo territorial es más sorprendente: ha amenazado con recuperar el control del Canal de Panamá y, en su felicitación navideña, volvió a especular con que Canadá se convertiría en el 51º Estado de Estados Unidos, llamando «gobernador» al primer ministro Justin Trudeau, al tiempo que reiteraba sus pretensiones sobre Groenlandia. Leer más

Entre los otros acontecimientos a seguir en enero: Inicio de la presidencia polaca del Consejo de la Unión Europea y entrada de Rumanía y Bulgaria en Schengen el día 1; elección del presidente libanés el día 9; investidura en Venezuela el 10; segunda vuelta de las elecciones presidenciales croatas el día 12; Foro Económico Mundial de Davos del 20 al 24; elecciones presidenciales en Bielorrusia el día 26; conmemoración del 80 aniversario de la liberación de Auschwitz el día 27; Año Nuevo chino el día 29.

Febrero: elecciones alemanas

Los alemanes acuden a las urnas el 23 de febrero para las elecciones federales.

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  • Según los últimos sondeos, la CDU/CSU se situaría en cabeza con el 32,0% de los votos (+7,9 puntos respecto a 2021), seguida de la AfD con el 18,8% (+8,6). Los partidos de la coalición gubernamental (SPD, Verdes, FDP) sufren importantes pérdidas (-10,1%, -1,1%, -7,9% respectivamente), mientras que la nueva Alianza Sarah Wagenknecht (BSW) obtiene un 5,7% (42 escaños).
  • Así, la CDU/CSU parece el partido mejor situado para formar un gobierno de coalición y Friedrich Merz el canciller más probable (aquí su retrato), posiblemente con el SPD (352 escaños juntos, la mayoría está fijada en 316), los Verdes (333 escaños) o el FDP (si este último supera la barrera del 5% para entrar en el Bundestag, los sondeos lo sitúan actualmente en el 3,6%). Sin embargo, las negociaciones de coalición dependerán sin duda de cuestiones clave como la guerra en Ucrania y el debate sobre el freno de la deuda. Leer más
  • En materia de defensa, la CDU/CSU propone la creación de un Consejo de Seguridad Nacional y la elaboración de una nueva estrategia de seguridad nacional. En cuanto a los gastos militares, considera que el objetivo actual del 2% del PIB fijado por la OTAN es un «límite inferior». Los Verdes, por su parte, también quieren invertir más del 2%, mientras que el programa del SPD mantiene un planteamiento similar y ambiguo al del canciller Scholz, incluso sobre Ucrania. Un posible punto de convergencia con la administración de Trump: para la CDU/CSU, China es percibida como un competidor sistémico.
  • En el frente económico, tanto el SPD como los Verdes apoyan una reforma del freno de la deuda para facilitar la inversión, mientras que la CDU/CSU pretende financiar sus propuestas mediante una reforma del sistema de subsidios al desempleo y de las prestaciones sociales. En política migratoria, la CDU/CSU aboga por externalizar los procedimientos de asilo a terceros países y se centra en las expulsiones y la reforma de la ley de asilo a nivel europeo.

Entre otros acontecimientos a seguir en febrero: Cumbre Unión Europea-Reino Unido el 4; elecciones en Ecuador el 9; cumbre de la IA en París los días 10 y 11; conferencia de seguridad de Múnich presidida por Stoltenberg del 14 al 16; tercer aniversario de la invasión a gran escala de Ucrania por Rusia el 24.

Marzo: la hora de la verdad para el nuevo ejecutivo sirio

El mandato del gobierno de transición nombrado en diciembre por el grupo HTS finaliza el 1 de marzo. Todavía no se ha anunciado ninguna fecha para la celebración de elecciones.

  • Tras la huida de Bashar al-Assad a Moscú y la toma de Damasco por HTS, Mohammed al-Bashir fue nombrado primer ministro de un gobierno de transición el 10 de diciembre. Se espera que la nueva administración permanezca en el poder hasta el 1 de marzo de 2025.
  • El nuevo hombre fuerte de Siria, el líder de HTS, Ahmed al-Sharaa (cuyo nombre de guerra es Julani), advirtió a mediados de diciembre que los «numerosos problemas» a los que se enfrenta el país hacían improbable la celebración de elecciones y la redacción de una nueva Constitución a corto plazo, de acuerdo con la Resolución 2254 del Consejo de Seguridad de la ONU. Añadió que el país tardaría hasta cuatro años en celebrar sus primeras elecciones. Leer más

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  • Es probable que una serie de escollos ralenticen considerablemente el proceso de transición y, posteriormente, la reconstrucción del país. En una entrevista concedida a Wassim Nasr en diciembre, Al-Sharaa se refirió en particular a la tarea de registrar a los millones de votantes sirios dispersos por el mundo, que habría que llevar a cabo antes de organizar nuevas elecciones.
  • Aunque el régimen de Damasco ha cambiado y el dictador Bashar al-Assad parece haber perdido todo el poder en el país, el nuevo gobierno no controla todo el territorio: el ejército israelí ocupa más de cien kilómetros cuadrados en el suroeste, el norte es un campo de batalla entre kurdos y milicias apoyadas por Ankara, Estados Unidos aún tiene 2 mil soldados en el país y los grupos terroristas permanecen en el este del país. Leer más

Entre otros acontecimientos a seguir en marzo: 97ª ceremonia de los Óscar el 3; primer Consejo Europeo del año el 20-21 presidido por António Costa; organización de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Rumanía el 23.

Abril: cumbre sobre IA en Ruanda 

Los días 3 y 4 de abril, Ruanda acogerá una cumbre sobre IA. Esta reunión tendrá lugar dos meses después de la Cumbre sobre IA de París, que se celebrará del 10 al 11 de febrero.

  • El tema de la cumbre será «La IA y el dividendo demográfico de África: reinventar las oportunidades económicas para la mano de obra africana», mientras que la Cumbre de Acción sobre Inteligencia Artificial, que se celebrará en París, «se centrará en acciones concretas para garantizar que el desarrollo y despliegue de la IA beneficie a nuestras sociedades, nuestras economías y el medio ambiente, y lo haga en aras del interés público y respetando el bien común».
  • Sólo el 7% de las empresas estadounidenses participantes en una encuesta de opinión afirman tener intención de adoptar la IA en los próximos meses, y entre el 5 y el 6% dicen estar utilizándola ya para producir bienes y servicios. En 2023, el 8% de las empresas de la Unión afirmaron estar utilizando tecnologías de inteligencia artificial, lo que supone un aumento de apenas el 0,4% respecto a 2021 (ChatGPT se lanzó en noviembre de 2022).

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  • A pesar de las bajas tasas de adopción, se están gastando más de 1.000 millones de dólares en centros de datos, con importantes implicaciones para las redes eléctricas. Según un estudio de Bloomberg, más de tres cuartas partes de los desequilibrios entre tensión y corriente en la red eléctrica estadounidense se producen a menos de 80 km de estos centros.

A partir del 2 de abril, a falta de visado, los ciudadanos de la Unión tendrán que obtener una Autorización Electrónica de Viaje (ETA) para viajar al Reino Unido.

Mayo: 80 años del final de la guerra

El 8 de mayo de 1945, Europa celebrará en su territorio el 80º aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial, en medio de un conflicto de recuerdos.

  • El 8 de mayo se celebra tradicionalmente en Europa Occidental, Europa Central (incluida Ucrania) y Europa del Norte. Sin embargo, es el 25 de abril en Italia, el 5 de mayo en los Países Bajos y Dinamarca, y sobre todo el 9 de mayo en los Balcanes y la antigua URSS (excluidos Ucrania y los países bálticos). El desfile de Moscú suele ser un momento de triunfo para el poder. El primer ministro eslovaco, Fico, ha aceptado la invitación de Vladimir Putin para 2025, acercándose cada vez más a Rusia. En Europa Occidental aún no se ha anunciado ninguna gran conmemoración internacional. En junio de 2024, el presidente ucraniano Zelenski fue invitado a celebrar el 80 aniversario del desembarco de Normandía.

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  • Polonia, el país que se llevó la peor parte de la guerra en proporción a su población (16%, incluidos 3 millones de judíos), estará en el centro de esta secuencia. Como presidente del Consejo de la Unión Europea a partir del 1 de enero, bajo el lema «¡Seguridad, Europa!», Varsovia se esforzará por promover la defensa europea. El mismo mes, mayo, se celebran las elecciones presidenciales polacas: la victoria de Rafał Trzaskowski, candidato de la Coalición Cívica, partido del primer ministro Donald Tusk, podría desbloquear las reformas liberales vetadas por el actual presidente Andrzej Duda. Sin embargo, el candidato de Ley y Justicia (PiS), Karol Nawrocki, sube en las encuestas.

También en mayo, es probable que la OMS adopte el «acuerdo mundial sobre pandemias», el primero de este tipo para promover una mayor cooperación internacional.

Junio: 35ª Cumbre de la OTAN en La Haya

Del 24 al 25 de junio, los Países Bajos acogerán la reunión anual de la OTAN.

  • Será la primera cumbre bajo el mandato de Mark Rutte, que asumirá el cargo de secretario general el 1 de octubre de 2024. También será la primera reunión de la Alianza desde el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
  • La cuestión del gasto en defensa estará en el centro de los debates. Donald Trump ha dicho en repetidas ocasiones que no «protegerá» a los miembros de la OTAN que no «paguen sus facturas». Aunque se supone que los países miembros deben gastar el 2% de su PIB en defensa, la cumbre podría allanar el camino hacia nuevos objetivos. La inversión en defensa colectiva de los aliados pasó del 1,43% al 2,02% de su PIB entre 2014 y 2024. Con un 4,7% de su PIB dedicado a defensa en 2025, Polonia es el país europeo que más gasta. España e Italia siguen por debajo del 2%. Leer más
  • Rutte ya indicó que, en un contexto geopolítico complejo, la cifra del 2% era un suelo y no un techo. La reunión de La Haya podría abrir un debate formal sobre el aumento de este objetivo al menos al 3% del PIB. Según un informe del Financial Times, el equipo de transición de Donald Trump ha informado a los europeos que, una vez que tome posesión, el presidente electo pedirá a sus aliados que dediquen el 5% de su PIB a defensa (es decir, 915 mil millones de euros al año, frente a los 345 mil millones actuales de los países europeos). Leer más

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  • Aunque Kiev está principalmente interesado en entrar en la OTAN, el presidente ucraniano ha abierto el debate sobre otras garantías de seguridad estadounidenses y europeas. Una de estas opciones es enviar fuerzas de mantenimiento de la paz sobre el terreno, pero ningún país aliado se ha comprometido aún a enviar soldados a Ucrania.

Tras las dos primeras conferencias en Nueva York en 2017 y Lisboa en 2022, Francia y Costa Rica organizan conjuntamente la tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos en Niza del 9 al 13 de junio.

Julio: ¿hacia una nueva disolución en Francia?

Un año después del decreto de disolución de la Asamblea Nacional del 9 de junio de 2024, el presidente Macron tendrá la posibilidad de volver a disolverla a partir de julio de 2025.

  • Algunos expertos constitucionalistas creen que la disolución sería posible tan pronto como 1 año + 1 día después del decreto anterior, es decir, el 10 de junio de 2025. En cambio, la mayoría coincide en 1 año + 1 día después de la segunda vuelta de las elecciones legislativas, es decir, el 8 de julio de 2025. El escrutinio tendría que celebrarse entonces entre 21 y 40 días después del decreto, es decir, a mediados de agosto, lo que sugiere que el presidente podría esperar en cambio hasta el otoño.

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  • En diciembre, Emmanuel Macron declaró que no deseaba disolver de nuevo la Asamblea, ni renunciar a su mandato, que se extiende hasta 2027. Mientras que Reagrupación Nacional obtuvo el 29% de los votos en la primera vuelta y el 32% en la segunda de 2024, el último sondeo para las elecciones presidenciales de 2027 muestra a Marine Le Pen con un 36% si se opusiera a Édouard Philippe, y un 38% frente a Gabriel Attal.
  • Disolución o no, la vida política francesa en 2025 estará marcada por una gran incertidumbre, en una Asamblea fragmentada en la que es probable que caigan los primeros ministros. Nunca en la historia de la V República los gobiernos han sido tan cortos como bajo el segundo mandato de Macron. Leer más

En julio también comenzará el semestre de Presidencia danesa del Consejo de la Unión Europea y se celebrará el 1700 aniversario del Primer Concilio de Nicea.

Agosto: BRICS y multipolaridad

A partir del 1 de enero de 2025, Brasil ostentará la presidencia rotatoria de los BRICS, que debería seguir ampliando y reforzando su cooperación el próximo año. La cumbre anual del grupo se celebrará en torno al mes de agosto.

  • La cumbre de Kazán fue la primera reunión del grupo tras la ampliación a seis países más aprobada en 2023 en Johannesburgo. Fue en esa ocasión cuando los miembros de los BRICS aprobaron oficialmente la creación de una nueva categoría de Estados «socios». Leer más
  • A partir del 1 de enero, nueve de estos países se implicarán en los trabajos del grupo y participarán en las sesiones especiales de las cumbres y en las reuniones de los ministros de Asuntos Exteriores: Bielorrusia, Bolivia, Indonesia, Kazajstán, Cuba, Malasia, Tailandia, Uganda y Uzbekistán. Otros cuatro países podrían añadirse a esta lista durante 2025.

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  • Se espera que la presidencia brasileña de los BRICS mantenga la apertura del grupo a los países del Sur, continuando la inversión en la lucha contra el cambio climático, el hambre y la pobreza, así como facilitando a los países en desarrollo el acceso a vacunas y medicamentos.
  • Uno de los principales objetivos de Rusia dentro de los BRICS es reforzar la integración al tiempo que «desdolariza» las economías del grupo. Aunque Lula se declaró partidario de «sustituir el dólar estadounidense por las monedas nacionales en el comercio internacional», en Kazán no se lograron avances significativos. El BRICS bridge», un sistema de intercambio bancario alternativo al SWIFT impulsado por Moscú, quedó fuera de la declaración de la cumbre.

También se conmemorará el 80 aniversario de los bombardeos nucleares de Hiroshima y Nagasaki, el 6 y 9 de agosto de 1945.

Septiembre: vuelta a la política y crisis del multilateralismo

Septiembre supondrá el regreso de un mes de reuniones internacionales en la era Trump 2.0.

  • La 80ª sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas tendrá lugar en un contexto en el que la capacidad de acción de las instituciones multilaterales está siendo puesta a prueba en Ucrania y Gaza. El secretario general, Antonio Guterres, ha recibido críticas tanto de Kiev como de Israel, donde ha sido declarado persona non grata. No cabe duda de que el segundo mandato de Trump debilitará aún más el sistema mundial: si el primero sirve de algo, el multilateralismo selectivo y la primacía de los intereses estadounidenses darán lugar a un orden mundial más fragmentado.
  • El Fondo Monetario Internacional celebrará sus reuniones de otoño en Washington en octubre. El FMI prevé actualmente un crecimiento mundial del 3,2% para 2025 (idéntico al de 2024). La economía estadounidense crecerá un 2,2% (frente al 2,8% de 2024), mientras que la zona euro podría registrar un crecimiento del 1,2% (frente al 0,8% de este año). El FMI también prevé que el crecimiento en China se ralentice del 4,8% en 2024 al 4,5% en 2025. Sin embargo, estas cifras no tienen en cuenta las repercusiones económicas de las futuras políticas de Donald Trump: según el Instituto Peterson, un aumento global de los aranceles del 10% costaría a la economía estadounidense un 1% de crecimiento.

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  • Dado que la inflación en la eurozona se acerca al objetivo del 2% del Banco Central Europeo, se espera una mayor relajación de la política monetaria en 2025. Esta tendencia podría verse reforzada si la adopción de nuevos aranceles por parte de Estados Unidos agrava la desaceleración económica en la Unión. Por otro lado, medidas como los aranceles, los recortes fiscales y una política fiscal expansiva podrían favorecer un repunte de la inflación estadounidense, lo que llevaría a la Reserva Federal a ralentizar el ritmo de normalización de la política monetaria. Aunque Donald Trump ha criticado con frecuencia al presidente de la Fed, Jerome Powell, ha afirmado que no lo destituirá antes del final de su mandato, previsto para mayo de 2026.

El 21 de septiembre, un eclipse solar será visible en la Antártida, el Pacífico y Oceanía.

Octubre: elecciones parlamentarias en Argentina

El 26 de octubre, los argentinos acudirán a las urnas para las elecciones legislativas: estarán en juego la mitad de los escaños de la Cámara de Diputados y un tercio de los del Senado.

  • El escrutinio será la primera prueba electoral para la coalición de Milei, La Libertad Avanza, que busca reforzar su base territorial.
  • Una victoria daría a Milei la mayoría en el Congreso, donde actualmente está en minoría, lo que (en cierto modo) limita su capacidad de gobernar, aunque sus discursos son siempre muy virulentos contra la oposición, sus equipos consiguen negociar entre bastidores para que se aprueben leyes. Milei consiguió aprobar una ley fundamental para su mandato –un proyecto ómnibus con 660 artículos– gracias a una coalición de circunstancias con diputados macristas, peronistas disidentes y radicales.

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  • Tras un año en el poder, Milei sigue siendo la figura política más popular de Argentina, sobre todo entre los sectores más pudientes de la población: desde su llegada al poder, ha recortado en un 74% la financiación de las pensiones, la educación, la salud, la ciencia, la cultura y el desarrollo social. Ha cerrado 13 ministerios y despedido a unos 30 mil funcionarios. Al mismo tiempo, el país tiene cinco millones más de pobres y sufre una recesión económica.

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  • En un país cuya economía depende del valor de la moneda estadounidense, la brecha limitada y controlada entre el dólar oficial y el dólar azul (o paralelo) ha contribuido a crear una cierta imagen de estabilidad. La prometida dolarización no se ha producido y la eliminación de los controles de cambio sigue siendo la principal misión del gobierno de Milei en 2025.

Entre otros acontecimientos a tener en cuenta en octubre: 2º aniversario del 7 de octubre de 2023; elecciones parlamentarias en la República Checa entre los partidos del actual primer ministro Petr Fiala (ODS, CRE) y su sucesor Andrej Babiš (ANO, PfE).

Noviembre: ¿una COP 30 más exitosa?

Del 10 al 21 de noviembre, la ciudad brasileña de Belém acogerá la COP 30, que marca el décimo aniversario del Acuerdo de París. Tras una decepcionante COP 29 en Bakú, las expectativas son altas para la presidencia brasileña.

  • Brasil ha prometido objetivos más ambiciosos para la COP30. Se espera que los debates se centren, en particular, en la aplicación de las recomendaciones de la Evaluación Global para que las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional estén más en consonancia con los objetivos del Acuerdo de París, y en la intensificación de la financiación climática como parte de la «hoja de ruta de Bakú a Belém a 1.300 billones», con especial énfasis en el riesgo que supone para los hábitats el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero.
  • Brasil ha anunciado sus nuevos objetivos climáticos, que pretenden reducir las emisiones netas de gases de efecto invernadero entre un 59% y un 67% para 2035, en comparación con los niveles de 2005. Los países miembros del Acuerdo de París tienen hasta febrero de 2025 para presentar sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional revisadas.

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  • Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, las políticas actuales sitúan al mundo en la senda de los 2,9 °C de calentamiento para finales de siglo, aunque esta cifra podría reducirse a 2,4-2,6 °C si se cumplen todas las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional existentes.
  • Mientras que es probable que el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ponga en peligro el compromiso de Estados Unidos en la lucha contra el calentamiento global, China, por otro lado, superará su objetivo para 2030 en materia de energía solar y eólica desde 2025, alcanzando una capacidad estimada de 1.720 GW.

Entre otros acontecimientos a tener en cuenta en noviembre, elecciones presidenciales en Chile el 16 de noviembre, Sudáfrica acogerá la Cumbre del G20 en Johannesburgo del 22 al 23 de noviembre.

Diciembre: impasses presupuestarios

En diciembre de 2025, como en 2024, los gobiernos nacionales de los 27 Estados miembros (pero también las instituciones europeas) tendrán muchos problemas para aprobar un presupuesto.

  • El actual Marco Financiero Plurianual (MFP) a escala europea abarca el periodo 2021-2027. Las negociaciones para el próximo deben comenzar en 2025, y se espera una propuesta inicial de la Comisión en primavera. En su comparecencia ante el Parlamento, el nuevo Comisario de Presupuesto, el polaco Piotr Serafin, subrayó que el futuro presupuesto europeo podría superar el 1% del PIB de la Unión debido a las nuevas prioridades europeas, como la defensa y la tecnología digital. En 2024 se votó el presupuesto para el año siguiente (2025), tras muchas idas y venidas entre el Consejo y el Parlamento. El plan de recuperación NextGenerationEU también llegará a su fin en 2026, y se espera que el año que viene se debata una posible prórroga o el uso de los fondos no gastados para financiar inversiones conjuntas en defensa e industrialización.

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  • En los Estados miembros, es probable que continúen las tensiones presupuestarias. En Francia, con o sin disolución, el panorama político seguirá dividido y la aprobación de un presupuesto sin el 49-3 parece imposible. En España, las próximas elecciones legislativas no se celebrarán hasta 2027, por lo que es probable que se mantenga la coalición en torno al PSOE de Pedro Sánchez, que depende en gran medida de los independentistas catalanes y de la izquierda radical. En Alemania, aunque parece probable que Merz se convierta en canciller tras las elecciones de febrero, es poco probable que tenga mayoría y tendrá que vérselas con el SPD o los Verdes. Bélgica sigue sin gobierno 6 meses después de las elecciones de junio, y es probable que cualquier mayoría que surja en 2025 sea frágil; lo mismo ocurre en Bulgaria. En Rumanía, es probable que el caos electoral de diciembre de 2024 perturbe todo el año 2025.

Entre otros acontecimientos a tener en cuenta en diciembre: Entra en vigor la ley de la Unión sobre deforestación; 1er aniversario de la caída de Bashar al-Assad en Siria; último Consejo Europeo del año los días 18 y 19 de diciembre.

FUENTE https://legrandcontinent.eu/es/2024/12/31/2025-en-doce-puntos-clave-el-calendario-geopolitico-para-el-proximo-ano-1/

Por Daniel Symcha que autoriza su publicación en Dossier Geopolitico

En el año 2007 el General de cuatro estrellas del ejército estadounidense y ex comandante supremo aliado de la OTAN en el periodo 1997-2000, Wesley Clark durante una entrevista en el medio estadounidense “Democracy now” conducido por la periodista Amy Goodman, afirmó haber tenido conocimiento de la nueva la estrategia militar de los EEUU diez días después de los ataques del 11 de septiembre de 2001. Clark dijo públicamente que un ex oficial de su Estado Mayor en su oficina del Pentágono había recibido un memorando de la oficina del entonces Secretario de Defensa Donald Rumsfeld, que describía cómo los EEUU iban a eliminar a siete países en cinco años, empezando por Irak, y continuando luego por Libia, Líbano, Somalía, Sudán, Siria y, finalmente, Irán.

Veintitrés años después alternando entre las “Revoluciones de Colores” (Yugoslavia, Ucrania, Georgia, Kirguistán y Líbano) del periodo que va del año 2000 al 2005; las “Primaveras Árabes” (Kuwait, Sudán, Jordania, Siria, Egipto, Irak, Marruecos, Palestina, Bahrein, Túnez, Libia, Sáhara Occidental y Yemen) en el periodo que va del año 2010 al 2012; las intervenciones militares directas mediante alianzas como en el caso de Kuwait, Afganistán e Irak; el apoyo a las intervenciones de aliados como Israel o incentivando y solventando grupos insurgentes armados, vemos que no solamente se cumplió lo denunciado por el entonces General Clark sino que se consolidó un arco de fuego en torno a Rusia y China y se instaló un proceso socio económico que menoscaba la economía europea bajando las capacidades productivas y depreciando su moneda en el mercado mundial.

Estrategia del caos

Si bien más allá de las invasiones a Panamá y Granada los EEUU no han tenido ninguna victoria militar de manera singular, la anglosfera se especializa en elaborar alianzas que permitan mantener el status quo de dominación a escala global potenciando las capacidades de intervención. Un claro ejemplo de ello es el primitivo UKUSA (United Kingdom – United States of America Agreement) del año 1946, que posteriormente dará lugar a la alianza denominada “Los cinco ojos” un acuerdo de cooperación en inteligencia entre cinco países: Estados Unidos, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, Canadá, Australia, Nueva Zelanda.

Otro de los ejemplos es la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) del año 1949 que involucra a 30 países y tuvo intervenciones militares de acuerdo a los intereses geopolíticos anglo-norteamericanos: Guerra del Golfo (En 1990 y 1991, la OTAN llevó a cabo las operaciones Anchor Guard y Ace Guard, a petición de Turquía); Bosnia y Herzegovina (Embargo de armas y zona de exclusión aérea); Kosovo (Con el envío de una fuerza de 3.700 hombres en 1999 y la realización de una campaña aérea contra las fuerzas serbias); Afganistán (En 2003 se hizo cargo de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad, ISAF, del Consejo de Seguridad de la ONU); Somalia (Desde 2008, llevan a cabo una serie de operaciones navales antipiratería); Libia (En 2011 estableció una zona de exclusión aérea e inició ataques aéreos a las fuerzas libias); Ucrania (Desde la “Revolución Naranja” y luego la anexión rusa de Crimea en 2014, la OTAN ha intensificado sus operaciones de vigilancia aérea y apoyo a las fuerzas ucranianas).

La desestabilización lograda en la región del Magreb, es decir, el norte de África y de los países de la región oriental del Mar Mediterráneo implicó un costo social muy alto para Europa continental y un fuerte impacto para las estructuras políticas que se encontraban bajo la influencia de la OTAN y su red de organizaciones destinadas a contrarrestar las amenazas híbridas implementando nuevos conceptos estratégicos de gobernanza partir de fomentar redes intergubernamentales e intersectoriales bajo un mismo criterio lo cual impactó sobre la construcción de sentido en la población civil europea, permitiendo asimilar las acciones militares sin prever las consecuencias de las mismas sobre las sociedades. Ejemplo de esto es el Hybrid Coe (Centro Europeo de Excelencia para la Lucha contra las Amenazas Híbridas) con sede en Helsinki, Finlandia (Hybrid Coe, 2014).

La crisis militar y social europea donde se mueve la OTAN y los magros logros obtenidos viene a poner en claro la incapacidad demostrada por la organización para hacer frente a la defensa de los intereses vitales de Europa lo cual quedó en evidencia durante la veloz expansión de un ataque biológico, como fue  la pandemia del Covid 19.

La creación de organizaciones armadas

La participación de mercenarios en las guerras no es un asunto nuevo. Ya Maquiavelo planteaba la necesidad de evitar su uso porque no se podía garantizar su lealtad.

EEUU apoyó, mediante las ganancias del negocio de la droga entre las comunidades negras de la Costa Oeste norteamericana coordinado por la CIA, a los contrarrevolucionarios en Nicaragua. El descubrimiento de este sistema de financiación ilegal le costó la vida al periodista Gary Webb del periódico San Jose Mercury News. Mucho antes el gobierno norteamericano mediante la CIA financió a los grupos anticastristas que fueron derrotados en Bahía Cochinos, Cuba. Caso similar sucedió con los Talibanes durante la ocupación rusa en Afganistán.

Podríamos enumerar cientos de casos, pero lo cierto es que el armado y financiamiento de grupos armados alrededor del planeta es moneda corriente para la política exterior norteamericana en su estrategia del caos.

Centrándonos en Oriente Medio, Al-Qaeda se formó a fines de los años 80 del siglo XX, cuando un grupo de voluntarios árabes, respaldados por Estados Unidos, se unió a la lucha de los muyahidines que enfrentaban la ocupación soviética en Afganistán (BBC, 2004). Estado Islámico (ISIS) surgió como una organización terrorista cercana a Al Qaeda para enfrentar la invasión de Irak en 2003 pero todos sus atentados posteriores son contra intereses y objetivos europeos, no norteamericanos a excepción del atropellamiento del año 2017 en Nueva York, algo no muy profesional ya que murieron más argentinos (5) que norteamericanos (2).

Hacia 1989 se formó el DAESH, es decir el “Estado Islámico en el Levante” (África), un grupo terrorista paramilitar de naturaleza yihadista wahabita que se unirá a Al-Qaeda en 1999 para recibir entrenamiento y financiación. En 2014 se separan de Al-Qaeda  y declararon un Califato en territorio de Irak y Siria (Arroyo, 2021) y proyectarán poder sobre países del África, zona de influencia europea.

El movimiento de resistencia islámica “Hamás” surgió por primera vez en 1987 pero las primeras raíces del movimiento surgieron a mediados de la década de 1940, con el establecimiento de los Hermanos Musulmanes en Gaza quienes desarrollaban actividades educativas religiosas y culturales, no militares. Hacia los años 60 del siglo XX comienza dentro de la organización un “movimiento correctivo” que incluye el manejo de armamento y se une este segmento a la FATAH, organización político-militar palestina, fundada en 1958 en Kuwait. Esta unidad tendrá su final en los acontecimientos de 1970 conocidos como “Septiembre Negro”. El ex Presidente Egipcio Hosni Mubarak, acusará a Israel de crear Hamas para combatir desde adentro la resistencia de la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) (Essam, 2024).

Hamas llevará adelante un ataque sobre la población civil israelí el 7 de octubre de 2023 lo que desencadenará una avanzada militar de Israel sobre la Franja de Gaza primero y posteriormente contra el Líbano. Este ataque, perfectamente registrado audiovisualmente y difundido en redes sociales, no afectó infraestructura crítica ni infraestructura militar clave salvo la creación de sentido en la opinión pública.

Irán, Ucrania y Taiwán

Un punto estratégico de alta importancia geopolítica se encuentra al sur de la península arábiga, en Yemen, puerta de acceso al Mar Rojo y por lo tanto al canal de Suez. En Yemen se desarrolló una de las “Primaveras Árabes que terminó con la presidencia de Ali Abdullah Saleh, asumiendo el gobierno el mayor general del ejército yemení, Abd al-Rahman Rabbuh al-Mansur al-Hadi hasta el año 2022 donde cede el mando al Consejo de Liderazgo Presidencial. En 2014 luego de un intento de Golpe de Estado, comienza una guerra civil que dura hasta el presente con cuatro actores: la República de Yemen, El Movimiento Ansar-Allah, también conocido como «Hutí», Al- Qaeda y  La coalición liderada por Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos. Las fuerzas hutíes atacan a toda embarcación de bandera israelí, norteamericana o anglosajona que navegue por el estrecho de Bab el-Mandeb en solidaridad con la población de Gaza asediada por las fuerzas armadas israelíes. Los rebeldes hutíes contarían con el respaldo logístico y armamentístico de Irán.

Mientras tanto, en 2014 en Ucrania era derrocado el presidente Viktor Yanukovich a partir de la revolución denominada “Euromaidan” donde tuvo una activa participación en las revueltas Victoria Nuland, Subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos del gobierno norteamericano y lobista de las principales empresas productoras de armamentos de su país, entre las que se General Dynamics, Northrop Grumman y otras corporaciones cuyas ganancias crecen en proporción al belicismo de la política exterior de Estados Unidos (Boron, 2022).

Tras la caída de Yanukovich asume el gobierno Petró Poroshenko quien busca sumar a Ucrania a la OTAN y lleva adelante una serie de medidas contra la influencia rusa y la población rusoparlante en el país lo que genera reclamos sociales siendo el punto máximo el incendio de la sede de la Central Sindical de Odessa donde murieron 47 manifestantes que pedían un referéndum para alcanzar la autonomía de los Óblast de Crimea, Odessa, Donetsk, Jerson, Zaporiyia y Lugansk donde comienzan movimientos separatistas. En 2019, electo Volodímir  Zelensky, actor, comediante, abogado y político ucraniano, profundizará las medidas de  Poroshenko, solicitará el urgente ingreso a la OTAN y concentrará tropas en el límite de las regiones sublevadas lo que utilizará Rusia como excusa para organizar una “misión militar especial” destinada a proteger a las poblaciones rusoparlantes y a las regiones que se declararon independientes mediante un referéndum.

Mientras tanto, Gran Bretaña se suma al Acuerdo Integral y Progresivo para la Asociación Transpacífico, un pacto comercial histórico acordado en 2018 entre 11 países incluidos Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam.

En paralelo, en marzo de 2023, Estados Unidos, Reino Unido y Australia llevaron adelante el AUKUS, un plan para crear una nueva flota de submarinos de propulsión nuclear de cara a poder hacerle frente a una proyección del poder militar chino.

En este contexto se incrementaron las tensiones con China por la presencia de legisladores norteamericanos en Taiwán así como también por el posicionamiento de naves de combate de la Séptima Flota norteamericana en las proximidades de la isla. Este es el escenario donde el Presidente Argentino promete a la Generala Richardson, Jefa del Comando Sur Norteamericano, que la base multipropósito argentina ubicada en Ushuaia será de uso compartido con las tropas norteamericanas. 

Aproximación indirecta y política norteamericana

En este contexto global, se desarrollan en 2024 las elecciones en los EEUU las cuales ganó de manera contundente, Donald Trump quien promete terminar con la guerra de Ucrania. Durante este tiempo se incrementa una serie de acciones armadas, la mayoría de carácter asimétrico, en todo oriente medio volviendo a tener presencia organizaciones terroristas que operan conjuntamente sobre puntos de interés para la hegemonía norteamericana como Siria o el Líbano; se incrementa la tensión entre Israel e Irán con ataques directos; Israel ataca a Gaza en represalia a Hamás; Yemen ataca a Israel; la Alianza Árabe con apoyo británico y norteamericano atacan a los rebeldes en Yemen; se producen revueltas en Georgia; Talibanes atacan puestos fronterizos pakistaníes; recrudecimiento de los ataques de las filiales de Estado Islámico y Al Qaeda en Burkina Faso, Malí o Níger; la Liga Musulmana de Pakistán-Nawaz contra el gobierno pakistaní;  los cortes de fibra óptica submarina en el Mar Báltico y el cierre del paso de gas por Ucrania hacia Europa.

La retirada de los Demócratas de la administración norteamericana parece incluir un campo minado a escala global basado en la post legalidad “una situación en la que el derecho interno e internacional se manipula, se desconoce o se quiebra a expensas de un bifronte Estado gendarme que opera con escasa rendición de cuentas hacia adentro y con excesivo despliegue militar hacia afuera” (Tokatlian, 2012).

Se han activado todos los dispositivos estatales y paraestatales bajo la órbita del poder hegemónico para que jueguen de manera simultánea en todo el tablero geopolítico. Así podemos ver como fuerzas irregulares no estatales de supuesto origen islámico como el ISIS alcanzan altos niveles de organización, sincronización, control territorial e intervenciones cada vez más violentas, pero no atacando objetivos israelíes o norteamericanos sino territorios y objetivos europeos o musulmanes tal como lo fueron los atentados en París de noviembre del año 2015 contra bares en Saint Denis, la toma de rehenes en la sala de conciertos Bataclan y explosiones en los alrededores del Estadio de Francia; el atentado en la sala de conciertos Crocus City Hall, en Krasnogorsk en las afueras de Moscú, la capital rusa (Roth, 2024) o la masacre de Kermán, en el sur de Irán con 103 muertos. (Di Bussolo, 2024) 

Mientras tanto a excepción de los elementos de la Armada estadounidense desplegados en las proximidades de las mencionadas zonas de crisis, las tropas estadounidenses luego de la retirada de Afganistán, se encuentran acantonadas y a la espera en diferentes posiciones como la Base Aérea de Al Udeid en Qatar, la Base Aérea de Incirlik en Turquía, la Base Aérea de Ali Al Salem en Kuwait y la Base Naval de Bahrain, ubicada en la isla de Juffair, en el Reino de Bahréin (Schaer, 2024). Posiciones estratégicas para las operaciones militares de Estados Unidos en la región como por ejemplo soporte de inteligencia para Israel y las fuerzas irregulares que operan a favor de intereses norteamericanos, apoyo aéreo y ataques con misiles y, sobre todo, estar preparados para que cuando las operaciones híbridas comiencen a generar malestar social, poder avanzar sobre el objetivo final, Irán.

Están dados todos los elementos y los pasos de una estrategia de aproximación indirecta (Hart, 1960) que tan bien describe en su obra el franco británico Basil Henry Liddéll Hart…

…un dinamismo entre los diferentes frentes de combate que dispersan la atención, recursos y esfuerzos de quien en verdad es el objetivo principal de una estrategia militar planteada en 2001, Irán

Daniel Symcha

Bibliografía de referencia

Arroyo, C. (21 de Abril de 2021). Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo. Obtenido de https://observatorioterrorismo.com/apuntes/trayectoria-historica-de-daesh-origenes-y-evolucion-hasta-la-actualidad/ 

BBC. (22 de Julio de 2004). BBC. Obtenido de BBC: https://www.bbc.co.uk/spanish/specials/1548_guia_al_qaeda/page3.shtml 

Boron, A. (1 de Febrero de 2022). Página 12. Obtenido de Página 12: https://www.pagina12.com.ar/398803-victoria-nuland-un-personaje-sombrio-en-la-crisis-de-ucrania 

Di Bussolo, A. (4 de Enero de 2024). Vaticano News. Obtenido de Vaticano News: https://www.vaticannews.va/es/mundo/news/2024-01/iran-atentado-kerman-mausoleo-soleimani-victimas-isis.html 

Essam, L. (17 de Enero de 2024). BBC. Obtenido de BBC: https://www.bbc.com/mundo/articles/cg3vxwnderno 

Hart, B. (1960). Estrategia, la aproximación indirecta. Ciudad autónoma de Buenos Aires: 1884 Círculo Militar.

Hybrid Coe. (2014). Hybrid Coe. Obtenido de Hybrid Coe: https://www.hybridcoe.fi/who-what-and-how/ 

Roth, A. (23 de Marzo de 2024). Islamic State’s deadly Moscow attack highlights its fixation with Russia. Londres, Londres, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.

Schaer, C. (30 de Enero de 2024). Deutsche Welle. Obtenido de Deutsche Welle: https://www.dw.com/es/tropas-de-eeuu-en-oriente-medio-en-la-l%C3%ADnea-de-fuego/a-68125615 

Tokatlian, J. G. (2012). Crisis y redistribución del poder mundial. Revista CIDOB d’Afers Internacionals, 25-41.

Balance geopolítico de un año que vivimos peligrosamente – Por Carlos Pereyra Mele, Radio Belgrano AM650 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires – Argentina

Tradicional columna de Política Internacional del Prof. Lic. Carlos Pereyra Mele -de los días viernes-, analizando las políticas y la geoestrategias del año 2024 de los distintos Estados, Continentes y factores de Poder Global y sus proyecciones para el 2025, para el Programa «De Ayer a Hoy», que conduce el destacado periodista Miguel A. De Renzis por Radio Belgrano AM650 de Buenos Aires, República Argentina.

Buen año 2025

Lic. Carlos Pereyra Mele
Director de Dossier Geopolitico