POR Aleksandr Dugin

La revolución de Trump

En estos momentos todos en Rusia y en el mundo se encuentran perplejos: se preguntan, ¿qué está pasando en los Estados Unidos? Sólo unos pocos expertos de nuestro país – en particular Alexander Yakovenko – comprenden realmente la importancia de los cambios que ocurren en los Estados Unidos. Yakovenko dijo con razón que “es una revolución”. Y realmente lo es.

El presidente electo Trump y su grupo de colaboradores más cercanos, entre los que destaca el apasionado Elon Musk, están realizando una actividad casi revolucionaria. Trump aún no ha tomado posesión de su cargo, algo que ocurrirá el 20 de enero, pero América y Europa ya han empezado a temblar. Se trata de un tsunami ideológico y geopolítico que, francamente, nadie esperaba. Muchos esperaban que, una vez elegido, Trump – como ocurrió en parte en el primer mandato de su presidencia – volviera a una política más o menos convencional, aunque con rasgos carismáticos y espontáneos. Sin embargo, ya se puede decir que no será así. Trump es una revolución. Precisamente en este periodo antes del traspaso del poder de Biden a Trump es cuando tiene sentido analizar de la manera más seria posible lo que está pasando en los Estados Unidos, porque, sin duda, algo está pasando allí, y es algo muy importante.

El Estado Profundo y la historia del ascenso estadounidense

En primer lugar, habría que aclarar cómo en primer lugar – dado el poder del Estado Profundo – pudo Trump haber sido elegido en primer lugar. Esto requiere una explicación bastante extensa.

El Estado Profundo en EEUU es el núcleo del aparato estatal donde se encuentra su élite ideológica y económica. El Estado, las empresas y la educación en EEUU son un único sistema de vasos comunicantes que no se encuentra para nada separados. A esto se añaden las tradicionales sociedades secretas y clubes estadounidenses que solían desempeñar el papel de centros de comunicación entre las élites. Todo este complejo suele denominarse Estado Profundo. En este caso, los dos partidos principales – los demócratas y los republicanos – son dos caras de la misma moneda que expresan variaciones de un único modelo ideológico-político y económico encarnado por el Estado Profundo. El equilibrio entre ellos está diseñado sólo para corregir algunos puntos menores, manteniendo una conexión con la sociedad en su conjunto.

Tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos pasó por dos etapas: la época de la Guerra Fría con la URSS y el campo socialista (1947-1991) y el periodo del mundo unipolar o “fin de la historia” (1991-2024). En la primera etapa, EEUU era un socio igualitario con la URSS, y en la segunda, derrotó completamente a su oponente y se convirtió en la única superpotencia (o hiperpotencia) mundial político-ideológica. El Estado Profundo – no los partidos ni ninguna otra institución – se convirtió en el sujeto-portador de esta idea de la dominación mundial.

Desde la década de 1990 esta dominación empezó a adquirir el carácter de una ideología liberal de izquierdas. Su fórmula era una combinación de los intereses del gran capital internacional y la cultura individualista progresista. Esta estrategia fue adoptada en su mayor parte por el Partido Demócrata estadounidense y entre los republicanos contó con el apoyo de los “neoconservadores”. La idea principal era la convicción de que sólo quedaba por delante un crecimiento lineal y constante: tanto de la economía estadounidense como de la economía mundial, así como la expansión planetaria del liberalismo y de los valores liberales. Todos los Estados y sociedades del mundo parecían haber adoptado el modelo estadounidense: democracia política representativa, economía de mercado capitalista, ideología individualista y cosmopolita de los derechos humanos, tecnología digital, cultura posmoderna centrada en Occidente. El Estado profundo estadounidense compartía esta agenda y actuaba como garante de su imposición en la realidad.

Samuel Huntington y la invitación a corregir el rumbo

Sin embargo, ya desde principios de la década de 1990 se alzaron voces entre los intelectuales estadounidenses que advertían de la falacia a largo plazo de este planteamiento. Samuel Huntington fue quien mejor expresó esta postura al pronosticar un “choque de civilizaciones”, la multipolaridad y una crisis de la globalización centrada en Occidente. En su lugar, sugirió que la identidad estadounidense debía reforzarse en lugar de diluirse y que las demás sociedades occidentales debían unirse en el marco de una única civilización occidental, ya no global, sino regional. Pero en aquel momento parecía que esto no era más que el exceso de cautela por parte escépticos particulares. Y el Estado Profundo se puso totalmente del lado de los optimistas del “fin de la historia”, es decir, de Francis Fukuyama, el principal oponente de Huntington. Esto es lo que explica el curso continuo de los sucesivos presidentes de EE.UU.: Clinton, Bush, Obama (aunque la primera presidencia de Trump no encaja en esta lógica) y Biden. Tanto demócratas como republicanos (Bush hijo) expresaron una única estrategia político-ideológica del Estado Profundo: globalismo, liberalismo, unipolaridad y hegemonía.

Un rumbo tan optimista para los globalistas comenzó a enfrentarse a problemas ya a principios de la década de 2000. Rusia dejó de seguir ciegamente a Estados Unidos y empezó a reforzar su soberanía. Esto se hizo especialmente notable después del discurso de Putin en Munich en 2007, los acontecimientos en Georgia 2008 y culminó con la reunificación con Crimea en 2014 y el inicio de la Operación Militar Especial en el 2022. Todo esto iba completamente en contra de los planes de los globalistas. China, especialmente bajo el mandato de Xi Jinping, comenzó a aplicar una política independiente, beneficiándose de la globalización, pero levantando una dura barrera contra ella en cuanto su lógica entraba en conflicto con los intereses nacionales y amenazaba con debilitar la soberanía. En el mundo islámico crecían las protestas esporádicas contra Occidente, tanto a nivel de deseo de mayor independencia como de rechazo a los valores liberales que se imponían. En la India el Primer Ministro N. Modi llegó al poder con ayuda de los nacionalistas de derechas y los tradicionalistas. El sentimiento anticolonial comenzó a crecer África y los países de América Latina empezaron a sentirse cada vez más independientes de Estados Unidos y de Occidente en general. Esto llevó a la creación de los BRICS como prototipo de un sistema internacional multipolar en gran medida independiente de Occidente.

El Estado Profundo estadounidense se enfrenta a un grave problema: seguir insistiendo en su proyecto e ignorar el crecimiento antagonismo mundial, tratando de suprimirlo a través de los flujos de información, las narrativas dominantes y, finalmente, mediante la censura directa en los medios de comunicación y las redes sociales, o tener en cuenta estas tendencias y buscar una nueva respuesta a las mismas, cambiando su estrategia básica ante una realidad que ya no se corresponde con la valoración subjetiva de una serie de analistas estadounidenses.

Trump y el Estado Profundo

La primera presidencia de Trump todavía parecía un accidente, un fallo técnico. Sí, Trump llegó al poder en medio de una ola de populismo, apoyándose en aquellos círculos estadounidenses que cada vez más se daban cuenta de la inaceptabilidad de la agenda globalista y rechazaban lo woke (término usado por el liberalismo de izquierda para hablar del hiperindividualismo, políticas de género, feminismo, LGBT*, cultura de la cancelación, promoción de la migración, incluida la migración ilegal, teoría racial crítica, etc.). Fue entonces cuando se empezó a hablar del Estado Profundo en Estados Unidos. Había una contradicción creciente entre éste y el sentir de las amplias masas populares.

Pero entre 2016 y 2020 el Estado Profundo no tomó en serio a Trump y este último no logró aplicar reformas estructurales como presidente. Tras el final del primer mandato de Trump, el Estado Profundo respaldó a Biden y al Partido Demócrata, impulsando las elecciones y ejerciendo una presión sin precedentes sobre Trump, viéndolo como una amenaza para la unipolaridad globalista que Estados Unidos había estado siguiendo durante décadas con cierto éxito. De ahí el lema de campaña de Biden: Build Back Better, es decir, “Volvamos a construir, pero mejor”. Esto significaba: tras el “fracaso” de la primera administración Trump deberíamos volver a implementar la agenda liberal globalista.

Pero todo cambió entre 2020 y 2024. Aunque Biden, apoyándose en el Estado Profundo, restauró el curso anterior esta vez tuvo que demostrar que todos los indicios de la crisis del globalismo no eran más que “propaganda del enemigo”, “obra de agentes de Putin o China” y “maquinaciones de grupos marginales internos”.

Biden, apoyándose en la cúpula del Partido Demócrata estadounidense y en los “neoconservadores”, trató de presentar sus argumentos de tal manera que defendía que no se trataba de una crisis real, ni de problemas, ni del hecho de que la realidad contradecía cada vez más las ideas y los proyectos de los liberal-globalistas, sino de la necesidad de aumentar la presión sobre sus oponentes ideológicos: infligir una derrota estratégica a Rusia, frenar la expansión regional de China (el proyecto del Cinturón y la Franja), sabotear a los BRICS y otras tendencias de la multipolaridad, suprimir las tendencias populistas en EEUU y Europa e incluso eliminar a Trump (legal, política y físicamente). De ahí el fomento de métodos terroristas y el endurecimiento de la censura liberal de izquierdas. De hecho, fue bajo Biden cuando el liberalismo se convirtió finalmente en un sistema totalitario.

El Estado Profundo siguió apoyando a Biden y a los globalistas (entre sus representantes más significativos en Europa estaban Boris Johnson y Keir Starmer, Emmanuel Macron y Ursula von der Leyen). Las estructuras del ultra-globalista Soros también se han vuelto extremadamente activas, no sólo penetrando en todas las instituciones europeas, sino también desarrollando una actividad frenética para derrocar a Modi en la India, para preparar nuevas revoluciones de colores en el espacio post-soviético (Moldavia, Georgia, Armenia) y derrocar regímenes neutrales o incluso hostiles a los globalistas en el mundo islámico, como era el caso de Bangladesh y Siria.

Pero esta vez el apoyo del Estado Profundo estadounidense a los globalistas no fue incondicional, sino condicional. Biden y sus seguidores tenían que ganar, demostrando que no había nada malo con el globalismo y que se trataba de un problema técnico que podía resolverse con violencia ideológica, mediática, económica, política y terrorista. Fue el Estado Profundo el que actuó como juez en este caso.

Biden perdió la confianza del Estado Profundo

Pero Biden no tuvo éxito por múltiples razones. La Rusia de Putin no se rindió y soportó una presión sin precedentes: sanciones, un enfrentamiento con el régimen terrorista ucraniano, que contaba con el apoyo de todos los países occidentales, desafíos a la economía y un fuerte descenso en la venta de recursos naturales y la incapacidad de acceder a la alta tecnología. Rusia superó todo esto y Biden no consiguió ganarle a Rusia. China tampoco dio marcha atrás y prosiguió su guerra comercial con EE.UU. sin sufrir pérdidas críticas. Modi no fue derrotado en la campaña electoral. Los BRICS celebraron una excelente cumbre en Kazán, en el territorio de Rusia, la cual está en guerra con Occidente. Se produjo el ascenso de la multipolaridad. Israel, violando todas las reglas y normas internacionales, cometió un genocidio contra Gaza y Líbano, anulando cualquier retórica globalista, y Biden no tuvo más remedio que apoyarlo.

Lo más importante es que Trump no se rindió, consolidando el Partido Republicano a su alrededor a una escala sin precedentes y continúo radicalizando la agenda populista. De hecho, en torno a Trump surgió gradualmente una ideología independiente. Su tesis principal era que el globalismo había sido derrotado y que su crisis no era obra de sus enemigos o de la propaganda, sino del estado actual del mundo. En consecuencia, era necesario seguir el camino de S. Huntington, no el de Fukuyama, volver a la política del realismo y a las raíces de la identidad americana (más amplia – occidental), dejar los experimentos woke y las perversiones. En una palabra, ajustar la ideología americana a los canones del liberalismo clásico temprano, basado en el proteccionismo y el nacionalismo. Ese es el proyecto de MAGA: Make America Great Again.

El Estado Profundo cambió sus prioridades

Precisamente porque Trump logró defender su posición en el horizonte del espacio ideológico estadounidense, el Estado Profundo no dejó que los demócratas lo eliminaran. Biden (también debido al atrofiamiento de sus facultades) fracasó en su proyecto del Build Back Better, no convenció a nadie y eso llevó a que el Estado Profundo reconociera la crisis del globalismo y sus viejos métodos de difusión.

Por eso esta vez le dio a Trump la oportunidad de ser elegido e incluso de reunir a su alrededor a un grupo radical de trumpistas ideológicos, representados por figuras tan pintorescas como Elon Musk, J.D. Vance, Peter Thiel, Robert Kennedy Jr., Tulsi Gabbard, Kash Patel, Pete Hegseth, Tucker Carlson e incluso Alex Jones.

El problema es el siguiente: el Estado Profundo estadounidense, habiendo reconocido a Trump, se ha dado cuenta de la necesidad objetiva de revisar la estrategia global ideológica, geopolítica, diplomática, etcétera, de los Estados Unidos. Todo será sujeto a una minuciosa revisión a partir de ahora. Trump y el trumpismo, o más ampliamente el populismo, resultaron ser no un fallo técnico, no un cortocircuito accidental, sino una manifestación de una crisis real y fundamental del globalismo e incluso su fin.

El actual mandato de Trump no es sólo un episodio en la alternancia de demócratas y republicanos que perseguían los mismos objetivos custodiados y apoyados por el Estado Profundo independientemente de los resultados electorales de los partidos, sino que se trata del comienzo de un nuevo giro en la historia de la hegemonía estadounidense. Es una profunda revisión de su estrategia, su ideología, su diseño y sus estructuras.

El trumpismo como posliberalismo

Analicemos ahora de cerca los contornos ideológicos del trumpismo. El vicepresidente Vance se autodenomina explícitamente “posliberal”. Esto significa una ruptura completa y total con el liberalismo de izquierdas que se ha establecido en Estados Unidos en las últimas décadas. El Estado Profundo, que no tiene ideología alguna, está ahora aparentemente dispuesto a aceptar esta revisión del liberalismo e incluso promocionar un desmantelamiento del mismo. Así, ante nuestros ojos, el trumpismo está adquiriendo los rasgos de una ideología independiente, en muchos aspectos directamente opuesta al liberalismo de izquierdas que dominaba hasta hace muy poco.

El trumpismo como ideología es heterogéneo y tiene varias corrientes, pero su estructura general ya está más o menos clara. En primer lugar, el trumpismo niega el globalismo, el liberalismo de izquierdas (progresismo) y lo woke.

El trumpismo como negación del globalismo

El trumpismo rechaza abiertamente el globalismo, es decir, creer que toda la humanidad es un mercado único y un espacio cultural donde las fronteras entre los Estados-nación son cada vez más difusas debido a que los mismos Estados las suprimen progresivamente, transfiriendo sus competencias a autoridades supranacionales (como la UE). Los globalistas creen que esto conducirá al establecimiento de un Gobierno Mundial, como han declarado explícitamente Klaus Schwab, Bill Gates y George Soros. Todos los habitantes de la Tierra se convierten en ciudadanos del mundo (cosmopolitas) y reciben los mismos derechos en el contexto de un entorno económico, tecnológico, cultural y social común. La agenda de la pandemia y medioambiental son una herramienta de ese proceso conocido como el Great Reset.

Eso es completamente inaceptable para el trumpismo. En su lugar, el trumpismo insiste en la preservación de los Estados-nación o en su integración en civilizaciones, al menos en el contexto de la civilización occidental, donde el papel de Estados Unidos es unir a Occidente en torno a sí mismo. Pero unirse no bajo la égida de la ideología liberal globalista, sino bajo el estandarte del trumpismo. Esto recuerda mucho a S. Huntington, que abogaba por la consolidación de Occidente como un medio para confrontar a otras civilizaciones. En general, a esto se le denomina “realismo” en las relaciones internacionales, que reconoce la soberanía nacional y no exige su abolición. Un corolario del rechazo al globalismo es la crítica a la vacunación y a la agenda verde. En este caso, figuras como Bill Gates y George Soros son consideradas la encarnación del mal.

El trumpismo como anti-wokismo

Los trumpistas igualmente se oponen a la ideología woke (literalmente despierto) que consistente en:

⦁ En la política de género y la legalización de la perversión;

⦁ En la teoría racial crítica que llama a los pueblos anteriormente oprimidos a vengarse de los blancos;

⦁ En el fomento de la migración, incluida la ilegal;

⦁ En la cultura de la cancelación y la censura liberal;

⦁ Y el postmodernismo.

En lugar de estos valores “progresistas” y antitradicionales de los liberales, el trumpismo llama a volver a los valores tradicionales (como los entiende EEUU y la civilización occidental), siendo esta una ideología anti-wokista.

En lugar de la teoría de la infinidad de géneros posibles se proclama que solo existen dos géneros naturales. Los transexuales y la comunidad LGBT* son considerados como perversiones marginales y no como una norma social. Se rechaza el feminismo y su virulenta crítica de la masculinidad y el patriarcado, lo que significa que la masculinidad y el papel de los hombres en la sociedad recuperan su posición central. Ya nadie tiene que pedir perdón por ser hombre. Por eso al trumpismo se le llama a veces bro-revolution, “la revolución de los hombres”.

En lugar de la teoría racial crítica se proclama la rehabilitación de la civilización blanca, pero el racismo blanco sólo es característico de las corrientes más extremistas del trumpismo. Por lo general, se limita a un simple rechazo de la crítica a los blancos por parte de los no blancos, siempre y cuando estos últimos no exijan el arrepentimiento obligatorio de los blancos.

Trumpismo vs. migración

El trumpismo exige restricciones a la inmigración y la prohibición total de los inmigrantes ilegales con su deportación. Los trumpistas exigen una identidad nacional común: se supone que todos los que llegan a las sociedades occidentales procedentes de otras civilizaciones y culturas deben aceptar los valores tradicionales occidentales, en lugar de dejarlos hacer lo que quieran como insiste el multiculturalismo liberal. El trumpismo es especialmente duro contra los inmigrantes ilegales y el flujo de inmigrantes procedentes de América Latina, que está cambiando el equilibrio étnico en Estados enteros, donde los latinos se están convirtiendo en mayoría. Además, les preocupan las comunidades islámicas, que también están en constante crecimiento y no aceptan categóricamente las actitudes y exigencias occidentales (sobre todo teniendo en cuenta que los liberales no les exigieron que lo hicieran, sino que, por el contrario, consintieron a las minorías de todas las maneras posibles). Desde otro punto de vista, principalmente económico, los trumpistas tienen una actitud extremadamente negativa hacia China y sus negocios en EEUU. Muchos de ellos exigen la confiscación directa de los territorios e industrias que posee China en Estados Unidos.

Los afroamericanos no son considerados un gran problema, pero cuando empiezan a unirse en comunidades políticas agresivas como BLM (Black Lives Matter) y convierten a criminales y drogadictos en héroes (como en el caso de George Floyd), los trumpistas reaccionan con dureza y decisión. Está claro que la historia de Floyd y su “canonización” pronto será revisada.

El trumpismo frente a la censura liberal de izquierdas

Los trumpistas se oponen totalmente a la censura liberal de izquierdas bajo el pretexto de la corrección política y la lucha contra el extremismo, los liberales han construido un elaborado sistema de manipulación de la opinión pública, aboliendo de hecho la libertad de expresión, tanto en los principales medios de comunicación como en las redes sociales que controlan. Cualquiera que se opusiera mínimamente o se desviara de la agenda liberal de izquierdas era inmediatamente tachado de “extrema derecha”, “racista”, “fascista” y “nazi”, siendo sometido a la exclusión, ataques constantes, persecución legal e incluso la cárcel. La censura se hizo gradualmente total y el trumpismo, junto con otros movimientos antiglobalistas (principalmente en Rusia), así como las corrientes populistas europeas o los partidarios de la multipolaridad, se convirtieron en su objetivo principal.

Las élites liberales consideraron abiertamente a los ciudadanos de a pie como elementos débiles e inconscientes de la sociedad y redefinieron la democracia, ya no como el “gobierno de la mayoría” sino como el “gobierno de la minoría”. Todo lo que no coincidía con la agenda liberal de izquierdas era etiquetado como “noticias falsas”, “propaganda de Putin”, teorías conspirativas y opiniones extremistas peligrosas que requerían medidas punitivas. Así, la zona de lo aceptable se redujo drásticamente y todo lo que difería de los dogmas del liberalismo woke y ultraizquierdista fue reconocido como inadmisible, perseguido y atacado. Esto se aplicó a todos los principios del liberal-mundialismo: género, migración, teoría racial crítica, vacunación, etcétera. De hecho, el liberalismo se volvió totalitario y totalmente intolerante, entendiendo por “inclusividad” únicamente a quienes apoyaban el liberalismo.

El trumpismo rechaza radicalmente esto y exige el retorno de la libertad de expresión, abolida gradualmente en las últimas décadas. No se debe dar preferencia a ninguna ideología y se debe defender la libertad de opinión de todo el espectro ideológico, desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda, siendo ese uno de los elementos centrales del trumpismo.

Trumpismo vs. postmodernismo

Los trumpistas también rechazan el posmodernismo, que suele asociarse a las tendencias liberales de izquierda “progresistas” en la cultura y el arte. Al mismo tiempo, el trumpismo aún no ha desarrollado su propio estilo y se limita a desplazar a la cultura posmodernista de su pedestal y a reclamar una diversificación de las actividades culturales. En general, el posmodernismo y su inherente nihilismo activo son opuestos a la defensa del trumpismo de los valores tradicionales: religión, deporte, familia, moralidad, etc. En su mayoría, los partidarios del trumpismo no son intelectuales sofisticados y exigen más bien una relativización de la dictadura posmoderna y una reconsideración de convertir al arte en algo degenerado.

Pero algunos ideólogos del trumpismo, por el contrario, proponen asumir la posmodernidad como tal de manos de los liberales de izquierda y construir un posmodernismo alternativo, un “posmodernismo de derecha”, por así decirlo. Llaman a adoptar el principio de la ironía y la deconstrucción, volviéndolo contra las fórmulas y cánones liberal izquierdistas, aunque anteriormente se hayan utilizado contra los tradicionalistas y conservadores.

Ya en la primera campaña electoral de Trump, sus partidarios se unieron en la plataforma 4chan, iniciando una producción en serie de memes irónicos y discursos absurdistas burlándose y provocando deliberadamente a los liberales. Algunos de ellos (como Curtis Yarvin o Nick Land) fueron incluso más allá y plantearon la tesis de una “Ilustración Oscura”, ofreciendo una lectura contraliberal de la misma e incluso pidiendo la instauración de una monarquía en EE.UU. El segundo al mando de Trump y que sin duda aseguró su victoria, Elon Musk, combina los valores tradicionales y la política de derechas con una carrera futurista hacia el futuro y un énfasis en el desarrollo tecnológico, algo posmoderno. Peter Thiel, uno de los mayores empresarios de Silicon Valley, sigue la misma línea.

De Hayek a Soros y viceversa.

La historia política de la humanidad en el último siglo, desde el punto de vista de los liberales de izquierda, ha pasado del liberalismo clásico a su versión izquierdista e incluso de extrema izquierda. Mientras que los liberales clásicos permitían las perversiones, pero sólo a nivel individual, nunca las convirtieron en norma, y mucho menos en ley. Los liberales progresistas han hecho exactamente lo contrario a lo que hacían los viejos liberales: han empezado a erradicar cualquier forma de identidad colectiva, llegando el individualismo hasta el absurdo.

Podemos rastrear este proceso a través del ejemplo de tres figuras icónicas de la ideología liberal del siglo XX: Friedrich von Hayek, el fundador del neoliberalismo, creía que debíamos rechazar cualquier ideología que prescribiera lo que un individuo debía pensar y hacer. Esto no dejaba de ser el viejo liberalismo clásico, que celebraba la libertad individual total y un mercado sin restricciones. Su discípulo Karl Popper desarrolló su crítica a las ideologías totalitarias del fascismo y el comunismo, lo que incluía a Platón y Hegel. Aunque los tintes totalitarios de Popper son ya claramente perceptibles. Popper llamaba a los liberales y partidarios del liberalismo como defensores de la “sociedad abierta”, y a todos los que piensan de otro modo los llamaba “enemigos de la sociedad abierta” e incluso prescribe que deben ser eliminados deliberadamente antes de que puedan perjudicar a la “sociedad abierta” o interferir en su formación. El discípulo de Popper, George Soros, da un paso más en esta dirección, llamando al derrocamiento de cualquier régimen antiliberal, apoyando a los movimientos más radicales – a menudo terroristas – que se oponen a regímenes tribalistas y castigando, criminalizando y eliminando sin piedad a los oponentes de la “sociedad abierta” en Occidente. Soros declaró que Trump, Putin, Modi, Xi Jinping y Orban eran sus enemigos personales y comenzó a luchar activamente contra ellos (utilizando el enorme capital obtenido a través de la especulación). Fue él quien ideó las revoluciones de colores en Europa del Este contra la antigua Unión Soviética al igual que en el mundo islámico,e incluso en el sudeste asiático y África. Apoyó plenamente medidas atroces para restringir las libertades personales durante la pandemia, promoviendo la vacunación universal forzosa y persiguiendo con dureza a cualquier disidente cobarde. El nuevo liberalismo se volvió descaradamente totalitario, extremista y terrorista.

El trumpismo propone invertir esta secuencia Hayek-Popper-Soros y volver al principio, es decir, al liberalismo permisivo antitotalitario y clásico de von Hayek. Algunos trumpistas van incluso más lejos y piden volver al tradicionalismo americano que precedió a la Guerra Civil estadounidense.

Contradicciones dentro del trumpismo

Nuestro anterior repaso da una idea de los contornos más generales de la ideología del trumpismo. Sin embargo, se puede observar que dentro del trumpismo existen varias corrientes, en parte antagónicas, dentro de un movimiento general. Todos los trumpistas comparten en mayor o menor medida los puntos antes mencionados, pero ponen sus acentos en uno u otro punto, incluso entrando en contradicción con otras corrientes del movimiento.

Una de las líneas divisorias es lo que recientemente se ha denominado “el conflicto entre los tecnócratas de derechas y los tradicionalistas de derechas”: la derecha tecnológica y la derecha tradicional. El líder indiscutible y símbolo de los tecnócratas de derechas es Elon Musk que combina el futurismo tecnológico (tech right), las promesas de un vuelo humano a Marte, el desarrollo de nuevas tecnologías con la promoción de valores conservadores y el apoyo activo al populismo de derechas. Su posición es bien conocida y ahora está siendo evaluada por Occidente.

Incluso antes de la toma de posesión de Trump, Musk comenzó a promover activamente una nueva agenda conservadora de derechas en su red social x.com, contraponiéndose a la agenda de Soros. Este último estaba tejiendo activamente una red liberal de izquierdas a nivel mundial, sobornando a políticos y cambiando regímenes en países hostiles a él, así como en países neutrales e incluso amigos. Ahora Elon Musk ha retomado esta tarea, y probablemente contará con el apoyo de Zuckerberg, el creador de Meta**, que recientemente se alineó con el trumpismo y prometió abolir la censura woke en sus redes Instagram** y Facebook**. Musk y el creador de PayPal Peter Thiel, junto con Zuckerberg, representan a los “tecnócratas de derechas”.

Pero dentro de Estados Unidos existe otra línea trumpista representado principalmente por Steve Bannon, exasesor de seguridad nacional de Trump (durante su primer mandato). Bannon y sus partidarios han sido apodados “tradicionalistas de derecha” (trad right).

El conflicto surgió en torno a la concesión de permisos de residencia a inmigrantes legales, que Musk apoyó y Bannon rechazó tajantemente. Esto último articuló las posiciones del nacionalismo estadounidense, cuyos partidarios son también el apoyo electoral más importante de Trump, exigiendo procedimientos más complicados para obtener la ciudadanía estadounidense y esgrimiendo la tesis “América para los americanos”. Muchos apoyaron a Bannon, quien señaló a Musk que hacía poco que se había unido a los conservadores, mientras que los nacionalistas estadounidenses llevaban décadas luchando. Así es como en el trumpismo vemos las contradicciones entre el globalismo de derechas, el futurismo y la tecnocracia, por un lado, y el nacionalismo de derechas, por otro. Esta polémica ha sido abordada recientemente con ingenio por el cómico estadounidense antiwoke Sam Hyde.

Ha surgido otra línea de confrontación entre los trumpistas proisraelíes y antisraelíes. Es sabido que Trump, el vicepresidente Vance y Pet Hegseth, nominado como secretario de Defensa estadounidense en la nueva administración, se encuentran entre los partidarios incondicionales de Israel. La elección de Trump fue probablemente en parte consecuencia de su postura proisraelí y de su pleno apoyo personal a Netanyahu. El lobby judío es extremadamente fuerte en Estados Unidos.

Pero al mismo tiempo, realists como John Mearsheimer, Jeffrey Sachs o el famoso periodista inconformista y reportero de investigación Alex Jones no aceptan categóricamente esta vertiente del trumpismo, insistiendo en que Estados Unidos debería adoptar una visión más sobria del equilibrio de poder en Oriente Próximo y seguir una política de sus intereses directos, que la mayoría de las veces no coinciden en absoluto con los intereses de Israel. Al mismo tiempo, los partidarios de Trump pueden ocupar posiciones diferentes en estos dos asuntos. Por ejemplo, Alex Jones, que critica a Israel, apoya a Musk, mientras que el oponente de Musk, Steve Bannon, apoya a Israel.

Trumpismo y teoría generacional

Merece la pena decir unas palabras sobre la teoría generacional desarrollada hace algún tiempo por un par de autores, William Strauss y Neil Howe que servirá para explicar en cierta medida el lugar que ocupa el trumpismo en la historia política y social estadounidense.

Según su teoría en Estados Unidos existe un sistema de ciclos grandes (de unos 85 años, la duración convencional de la vida humana) y ciclos pequeños. Cada gran ciclo (saeculum, siglo) consta de cuatro partes o vueltas. Estas cuatro partes pueden considerarse como cuatro estaciones. La primera se llama “Alta” y se corresponde a la primavera. El segundo se llama “Despertar” y corresponde al verano. El tercero se llama “Desenvolvimiento” corresponde al otoño. Y la cuarta se llama “Crisis”, que se corresponde al invierno. Cada ciclo dura aproximadamente 21 años y va acompañado de una determinada generación. Por eso la teoría se denomina “teoría de las generaciones”. Se suele hacer referencia a ella cuando se utilizan expresiones como “la gran generación” (1900-1923), “la generación silenciosa” (1923-1943), “la generación del baby boom” (1943-1963), “la generación X” (1963-1984), “la generación Y” (1984-2004) o “la generación Z o millennials” (2004-2024).

La teoría Strauss-Howe describe los años 40-50 del siglo XX como la primera generación del gran ciclo. Se trata de la primera vuelta del “gran ciclo” que los autores denominan “Alto”. Este periodo se caracteriza por una poderosa movilización de la población, el auge social y el fortalecimiento de las instituciones sociales. Es una época de entusiasmo, optimismo, solidaridad y valores fuertes. Sigue el segundo ciclo: los años 60-70 del siglo XX, el “Despertar”. Es la época donde todo se centra en el mundo interior: la época de los hippies, los psicodélicos y las búsquedas espirituales. Paralelamente, se produce un giro hacia el individualismo (espiritual) y comienza la corrosión de la solidaridad social. Es la época de la música rock y la liberación de las costumbres. Luego llega el ciclo de la descomposición gradual: los años 80-90 del siglo XX, es decir, el “Desenvolvimiento”. Se pasa del individualismo espiritual al individualismo cotidiano y materialista. La sociabilidad se corroe y descompone. Los hippies y el rock clásico son sustituidos por el punk (sin futuro), el techno y la música industrial. De la década de 2000 a la de 2020 se produce el ciclo de la “Crisis”, el actual, marcado por el atentado terrorista de los fundamentalistas islámicos contra el Centro de Comercio Libre de Nueva York: el 11 de septiembre. Le sigue la intensa intervención de EEUU en diferentes partes del mundo, luego la pandemia y la guerra en Ucrania. El tejido social se desintegra por completo. El optimismo se desvanece. La sociedad degenera rápidamente. Es la agonía final del último ciclo donde republicanos incompetentes o demócratas imbéciles llegan al poder: Bush Jr., el narcisista de Obama, el viejo demente de Joe Biden. El individualismo promueve la legalización de la perversión, el wokismo, las políticas de género, el posthumanismo y la ecología profunda.

La elección del 2024 se dio en el contexto de la teoría generacional del cambio de ciclo (saeculum). El trumpismo representa el Nuevo Siglo y el momento del comienzo de un nuevo ciclo, uno “Alto”. Todas las tendencias del siglo anterior, y especialmente de la “Crisis”, se dejan de lado. El liberalismo en forma de wokismo es descartado. El próximo ciclo comienza con nuevas actitudes, principios y reglas. Trump pone fin a la “Crisis” y marca la transición hacia lo “Alto”.

Esta teoría generacional tuvo una recepción bastante favorable por parte de los académicos, pero cuando los liberales se dieron cuenta de que esta teoría estaba socavando su credibilidad ideológica, la atacaron mordazmente, tratando de demostrar que no era científica. Irónicamente, la disputa sobre si es científica o acientífica determinó el resultado de las elecciones de 2024 y la victoria de Trump sobre una parte del Estado Profundo. Es probable que algunas partes del Estado Profundo estén familiarizadas con la “teoría Strauss-Howe” y la consideren seriamente. En caso de ser real esta teoría, entonces no debe sorprendernos el rápido desmantelamiento que esta sufriendo el liberalismo de izquierdas y sus estructuras, no tiene sentido considerar el trumpismo como algo pasajero y temporal, tras lo cual habrá un retorno a todo lo anterior. Lo más probable es que ese retorno no vuelva a producirse, ya que el gran ciclo ha cambiado. Al menos si esta teoría es correcta. Hasta ahora parece bastante convincente.

La geopolítica del trumpismo

Pasemos ahora a otro aspecto del trumpismo: la política exterior, lo cual requiere que estudiemos en detalle el americanocentrismo y al expansionismo estadounidense.

Los ejemplos más claros son los anuncios de Trump sobre la anexión de Canadá como Estado 51, la compra de Groenlandia, el control del Canal de Panamá y el cambio de nombre del Golfo de México por el de Golfo de América. Todos estos son signos claros de un realismo ofensivo en las relaciones internacionales y, además, un retorno a la Doctrina Monroe después de un siglo de dominio de la Doctrina Wilson. La Doctrina Monroe del siglo XIX proclamaba que la prioridad de la política exterior estadounidense era establecer el control sobre el continente norteamericano y, en parte, sobre el sudamericano, con el fin de debilitar o eliminar la influencia de las potencias europeas del Viejo Mundo sobre el Nuevo Mundo. La Doctrina Wilson, esbozada tras la Primera Guerra Mundial, se convirtió en la hoja de ruta de los globalistas estadounidenses al desplazar el centro de atención de EEUU como Estado-nación a una misión planetaria de extender las normas de la democracia liberal a toda la humanidad y mantener sus estructuras a escala mundial. Los mismos Estados Unidos pasaron a un segundo plano frente a esta misión internacional.

Durante la Gran Depresión Estados Unidos se desinteresó por la Doctrina Wilson, pero tras la Segunda Guerra Mundial volvieron a ella. De hecho, ha dominado las últimas décadas. En este caso, por supuesto, no importaba quién fuera el dueño de Canadá, Groenlandia o el Canal de Panamá: todos ellos eran regímenes liberal-democráticos controlados por la élite globalista.

Hoy Trump cambia drásticamente este enfoque: los EE.UU. como Estado vuelve a “importar” y exige que Canadá, Dinamarca y Panamá se sometan ya no al Gobierno Mundial (que Trump está disolviendo), sino a Washington, los EE.UU. y el mismo Trump, como  líder carismático del ciclo de lo “Alto”. El mapa de Estados Unidos con cincuenta y un Estados (si se cuenta Puerto Rico), Groenlandia y el Canal de Panamá ilustra vívidamente este giro de la Doctrina Wilson a la Doctrina Monroe.

Desmantelamiento de los regímenes globalistas en Europa

Lo que más ha desconcertado a Occidente es la rapidez con la que los trumpistas, incluso antes de asumir el poder, han comenzado a aplicar su programa a nivel internacional. Por ejemplo, Elon Musk en la red social X comenzó una campaña activa en diciembre del 2024 para eliminar a los líderes indeseables (para los trumpistas) en los Estados Unidos de América. Anteriormente esto lo hacían las estructuras de Soros para favorecer a los globalistas. Musk, sin perder tiempo, comenzó a realizar campañas similares, pero sólo a favor de los antiglobalistas y populistas europeos como “Alternativa para Alemania” y su líder Alice Weidel, Nigel Farage en Gran Bretaña y Marine Le Pen en Francia. También contra el gobierno danés, que no quería renunciar voluntariamente a Groenlandia, y Trudeau en Canadá, que se oponía a que su país se convirtiera en el verdadero 51º Estado de EEUU.

Los globalistas europeos, que son eslabones de la red que estaba antes en el poder, estaban completamente desconcertados y objetaron la interferencia directa de EE.UU. en la política europea, a lo que Musk y los trumpistas señalaron razonablemente que en su momento ninguno de ellos se quejó de Soros y su interferencia. ¡Ahora ha llegado una nueva versión! Si EE.UU. es el señor del mundo, entonces obedezcan, al igual que obedecieron a Obama, Biden y Soros, es decir, al Estado Profundo.

Musk, y muy probablemente Thiel, Zuckerberg y otros magnates de las redes globales, han comenzado a desmantelar el sistema globalista – principalmente en Europa – y a llevar al poder a líderes populistas que comparten las ideas y estrategias de los trumpistas. Quienes encajan en su modelo serían la Hungría de Orbán, la Eslovaquia de Fico y la Italia de Meloni, es decir, aquellos regímenes que ya habían apostado por los valores tradicionales y se oponían a los globalistas con mayor o menor resistencia.

Pero los trumpistas pretenden cambiar el poder por cualquier medio necesario en el resto de los países, haciendo lo mismo que sus predecesores globalistas. Ahora bien, una campaña sin precedentes ha sido lanzada por Musk contra Keir Starmer en Gran Bretaña, donde ha sido expuesto como un apologista e incluso brindado apoyo a “bandas de inmigrantes y violadores paquistaníes en el Reino Unido”. Si un ataque tan duro viene de Washington, entonces los británicos lo toman en serio. Musk está haciendo algo similar contra Macron y los liberales alemanes que intentan frenar el ascenso del populismo de derechas de Alternativa para Alemania.

Europa ya era proamericana, pero ahora Washington cambió de ideología al menos en 90 grados, si es que no lo hizo en 180 grados. Y tal giro resulta insoportable para los gobernantes europeos, que acaban de aprender a seguir los deseos de su amo como obedientes animales amaestrados en un circo. Se les exige que denuncien de inmediato aquello a lo que han servido fielmente (o más bien, cínica y falsamente) y que juren lealtad a la nueva ideología trumpista. Algunos jurarán, otros se resistirán. Pero el proceso se ha puesto en marcha: los trumpistas están demoliendo a los liberales y globalistas en Europa siguiendo las ideas de Huntington. Los trumpistas necesitan un Occidente consolidado como civilización integrada geopolítica e ideológicamente. De hecho, hablan de crear un Imperio estadounidense abiertamente.

El consenso antichino del trumpismo

Otra línea fundamental de los trumpistas en política internacional es la oposición a China. Para ellos, representa una combinación de lo que odian del liberalismo de izquierdas y del globalismo: la ideología de izquierdas y el internacionalismo. La RPC encarna ambas cosas a sus ojos y la asocian con las políticas de los globalistas estadounidenses.

Por supuesto, la China moderna es un fenómeno mucho más complejo, pero el consenso trumpista es que China, como bastión de la civilización no blanca y no occidental, ha utilizado la globalización en su beneficio y no sólo se ha elevado a la categoría de polo independiente, sino que también ha comprado gran parte de la industria, los negocios y las tierras estadounidenses. La deslocalización de la industria al sudeste asiático en busca de mano de obra más barata ha despojado a EEUU de su potencial industrial, de su soberanía y ha hecho al país dependiente del exterior. Además, la ideología particular de China la hace ingobernable a los ojos de Washington. Los trumpistas culpan del milagro chino a los globalistas y China es su principal enemigo. En comparación con China, Rusia parece un problema secundario y, de momento, no interesa. En cambio, China se está convirtiendo en el enemigo número uno. Una vez más, toda la culpa del desorden mundial se atribuye a los globalistas estadounidenses.

La tendencia proisraelí del trumpismo

El segundo tema importante del trumpismo en política exterior es el apoyo a Israel y a la extrema derecha israelí. Ya hemos dicho que no existe consenso entre los propios trumpistas sobre el tema, pues existe una facción anti-israelí, pero en general la mayoría son proisraelíes debido a la teoría protestante del judeocristianismo, que asume la llegada del Masiaj judío como el momento de la conversión de los judíos al cristianismo y su rechazo del islam. La islamofobia de los trumpistas alimenta su solidaridad con Israel (y viceversa), lo que en general influye en su política hace el Oriente Medio.

En este sentido, el polo chií del islam, el más activo en su política antiisraelí, es visto por los trumpistas como el principal mal de todos. De ahí su violento rechazo a Irán, a los chiíes iraquíes y a los houthis yemeníes, así como a los alauíes de Siria. El trumpismo tiene un duro sesgo antichií y, en general, es leal al sionismo de derechas y de extrema derecha.

Trumpismo vs. Latinos

El factor latino es crucial desde el punto de vista de la política interior estadounidense. Aquí también es importante S. Huntington, que hace varias décadas llamó la atención sobre el hecho de que la principal amenaza para la identidad norteamericana y los WASP (White Anglo-Saxon Protestant, protestante anglosajón blanco) eran los flujos de inmigración latinoamericana, que tiene una identidad católica-latina completamente diferente. Hasta cierto punto, sostiene Huntington, los anglosajones fueron capaces de asimilar a otros pueblos por medio del melting pot, pero con los flujos masivos de latinos hacen eso imposible.

De ahí que la fobia hacia la migración en los Estados Unidos sea tan importante, especialmente su aversión a la migración masiva procedente de países latinoamericanos. Fue contra esta ola que Trump comenzó a construir el Gran Muro durante su primer mandato en la presidencia.

Esto también influye en la actitud del trumpismo hacia los países latinoamericanos: los ven como izquierdistas y una fuente de criminalidad. El regreso de la Doctrina Monroe significa que EE.UU. debe controlar a los países latinoamericanos, lo cual conduce directamente al deterioro de las relaciones con México y, en particular, el control total del Canal de Panamá.

El olvido de Rusia y Ucrania

Rusia parece ser un factor sin importancia en la política internacional de los trumpistas. No tienen una ideología rusofoba a priori como los globalistas, pero tampoco sienten mucha simpatía por Rusia. Hay algunos rusófilos entre los trumpistas que creen que Rusia es una parte de la civilización cristiana blanca y que resulta terrible e imprudente empujarla hacia los chinos. Pero son una minoría. Para la mayoría de los trumpistas, Rusia es simplemente irrelevante. Económicamente, no representa una competencia seria (a diferencia de China), no tiene una gran diáspora en los Estados Unidos y el conflicto con Ucrania es algo regional, sin importancia, que los globalistas (enemigos de los trumpistas) son responsables de provocar.

Por supuesto, sería bueno poner fin al conflicto en Ucrania, pero si esto no es posible, los trumpistas dejarán la solución a los regímenes globalistas europeos, que se agotarán y debilitarán en tal confrontación. Y esto solo beneficia a los trumpistas. Ucrania, por otra parte, no es algo importante y significativo y sólo llama la atención de los tumpistas por las para denunciar el aventurismo corrupto de un Obama y Biden. Por supuesto, en el conflicto ruso-ucraniano los trumpistas no son pro-rusos, pero no apoyan a Ucrania, especialmente como sucedió bajo la administración de Biden.

La multipolaridad pasiva del trumpismo

Merece la pena considerar la actitud del trumpismo ante la multipolaridad. La teoría de un mundo multipolar es difícilmente aceptable para ellos. El trumpismo es una nueva versión de la hegemonía estadounidense, pero la unipolaridad tiene aquí un contenido y una naturaleza completamente distintos al globalismo. En el centro del sistema mundial está Estados Unidos y sus valores tradicionales, es decir, el Occidente cristiano blanco, bastante patriarcal, pero que también reconoce la libertad, el individuo y el mercado. A todos los demás se les invita a seguir a Occidente o a quedar fuera de su zona de prosperidad y desarrollo.  No existe inclusividad, sino exclusividad. Occidente es un club al que hay que esforzarse para entrar.

Por lo tanto, a los trumpistas no les importan en absoluto las demás civilizaciones. Si insisten en su propio camino, que lo hagan. Es peor para ellos. Pero si quieren unirse a Occidente, tendrán que pasar una serie de exámenes. Y seguirán siendo sociedades de segunda clase. Es decir, no se trata de una multipolaridad activa y afirmativa, sino pasiva y permisiva: dicen que no podéis ser Occidente, sed vosotros mismos. Los trumpistas no van a construir un mundo multipolar, pero no tienen nada en contra. Surgirá de todos modos por un principio residual. No todo el mundo puede ser Occidente y el resto puede esforzarse por alcanzar este objetivo o aceptar seguir siendo ellos mismos.

Multipolaridad intraamericana

El elemento más importante de la ideología del trumpismo es que se concentra en los problemas internos de Estados Unidos. Las tesis de MAGA y America First lo enfatizan. Por eso los trumpistas se enfrentan al fenómeno de la multipolaridad no tanto en política exterior como en política interior. Sí, buscan establecer la hegemonía estadounidense sobre nuevas bases ideológicas, pero la política interior sigue siendo su prioridad. El trumpismo se enfrente principalmente con el mismo Estados Unidos y no le interesa la multipolaridad o las civilizaciones independientes.

La teoría del mundo multipolar considera que existen siete grandes civilizaciones: occidental, ruso-euroasiática, china, india, islámica, africana y latinoamericana. Todas ellas forman una estructura heptarquial, en la que algunos polos ya están consolidados en Estados-Civilizaciones, mientras que otros se encuentran en un estado virtual. Este (con el añadido de la civilización japonesa-budista) es exactamente el escenario que describió Huntington. En política exterior, el trumpismo no se preocupa demasiado por la heptarquía. A diferencia de los globalistas, los trumpistas no tienen interés en sabotear la multipolaridad y atacar a los BRICS, pero tampoco están claramente interesados en promover la multipolaridad. Por lo tanto, la heptarquía se deja de lado frente a la política interna, siendo esta última una prioridad. Estamos hablando de diásporas masivas y a veces muy significativas en Estados Unidos. Desde que se han abolido las normas del wokismo y la inclusividad, vuelve a ser posible hablar libremente de razas, etnias e identidades religiosas en EEUU.

El gran problema, como hemos visto, es la diáspora latina que amenaza la propia identidad WASP de Estados Unidos, la cual está erosionando rápidamente. De ahí la demonización de todo lo que se asocia con los latinos: la mafia étnica, el flujo de inmigrantes a través del muro, la distribución de drogas por parte de los cárteles latinoamericanos, el comercio de bienes vivos, etcétera. La imagen que los estadounidenses tienen de América Latina es negativa y destructiva. Por lo tanto, el polo latinoamericano es visto de forma oscura, lo que ya empieza a reflejarse en el deterioro de las relaciones con México. La Doctrina Monroe, que Trump ha hecho resurgir, presupone el dominio incondicional de EEUU en el Nuevo Mundo, lo que contradice claramente la formación de un polo independiente en América Latina. Aquí los trumpistas se radicalizarán más o menos.

El segundo factor interno es la creciente sinofobia. China es el principal competidor económico y financiero de EEUU, y la presencia de un poderoso factor chino en la economía norteamericana no hace sino exacerbar el tema. Este polo de la heptarquía tanto dentro como fuera de EEUU es considerado como hostil.

El mundo islámico ha sido tradicionalmente un adversario para los conservadores estadounidenses de derechas. El apoyo incondicional a Israel, por extremas que sean sus acciones, también está determinado en parte por la islamofobia. Las comunidades musulmanas están ampliamente representadas en los EEUU y en Occidente en su conjunto y los trumpistas son su enemigo.

El factor indio es completamente distinto. En la actualidad hay una enorme diáspora hindú en los Estados Unidos y en algunos sectores, sobre todo en Silicon Valley, predominan los hindúes. Los colaboradores más cercanos de Trump, como Vivek Ramaswamy y Kash Patel, son hindúes. El Vicepresidente Vance tiene una esposa hindú. Y Tulsi Gabbard, de etnia maorí de Hawai, ha adoptado el hinduismo como religión. Y aunque un segmento nacionalista de los trumpistas – en particular Steve Bannon y Ann Coulter – ha empezado recientemente a pronunciarse en contra de la creciente influencia de los hindúes en Estados Unidos y en el círculo íntimo de Trump, la actitud general de los trumpistas hacia la India como polo dentro y fuera de Estados Unidos es positiva. Además, no ocultan su aspiración de convertir a la India en el principal proveedor de mano de obra industrial barata en lugar de China. En otras palabras, la actitud hacia la civilización hindú es más bien positiva.

El problema de África como tal no preocupa mucho a los trumpistas, pero este polo se conceptualiza principalmente a través del problema de los afroamericanos dentro de Estados Unidos. Su consolidación racial en oposición a los blancos, promovida por los globalistas, es vista como una amenaza. Por lo tanto, es probable que aquí prevalezca el factor de una mayor asimilación del segmento afroamericano y la oposición a su aislamiento. Esto también afectará a la regularización de la emigración de los africanos en Estados Unidos.

Otro miembro de la heptarquía es Rusia. Pero, a diferencia de las demás civilizaciones, la presencia de rusos en EEUU es extremadamente limitada. No representan ninguna masa étnica y la mayoría de las veces están plenamente integrados en los sistemas socioculturales de EEUU, fusionándose con la población blanca junto con representantes de otras naciones europeas. Por eso Rusia como polo no es tomada en cuenta por los trumpistas. La URSS fue en su momento el principal oponente geopolítico de EEUU y de Occidente en su conjunto. A veces esta imagen se proyecta sobre la Rusia moderna, pero esta imagen hostil fue tan activamente explotada por los globalistas en la etapa anterior que ha agotado completamente su contenido negativo. Para los trumpistas Rusia es más bien indiferente y no hostil. Aunque hay corrientes tanto rusófobos como rusófilos (menos numerosas) dentro del trumpismo.

Así pues, las actitudes de los trumpistas hacia la multipolaridad vendrán determinadas en gran medida por los procesos intraestadounidenses.

Así pues, el trumpismo es una ideología. Tiene dimensiones tanto político-filosóficas como geopolíticas. Poco a poco, se expresará de forma más nítida y clara, pero ya es fácil identificar sus principales características.

Notas:

* El movimiento está reconocido como extremista y prohibido en el territorio de Rusia.

** La actividad de Meta (redes sociales Facebook e Instagram) está prohibida en Rusia por extremista.

Traducción de Juan Gabriel Caro River

FUENTE: https://www.geopolitika.ru/es/article/el-trumpismo-como-ideologia

JAVIER BENITEZ (Sputnik Internacional) entrevista a CARLOS PEREYRA MELE

El presidente de EEUU, Donald Trump, declaró que los países BRICS se enfrentarán a aranceles de 100% si no apoyan al dólar y buscan imponer una nueva moneda. Por otra parte, un medio estadounidense advierte que los planes de la Comisión Europea de imponer aranceles a los fertilizantes rusos serán «un triple fracaso».

Disparos con balas de fogueo

Trump afirmó en sus redes sociales que «no hay ninguna posibilidad de que los BRICS sustituyan al dólar estadounidense en el comercio internacional, ni en ninguna otra parte. Y cualquier país que lo intente debería decir: ¡hola a los aranceles y adiós a EEUU!».

AUDIO:

«Vamos a exigir a estos países, aparentemente hostiles, que se comprometan a no crear una nueva moneda de los BRICS ni apoyar ninguna otra moneda que sustituya al poderoso dólar estadounidense, o se enfrentarán a aranceles de 100% y tendrán que decir adiós a la posibilidad de vender [mercancías] a la maravillosa economía estadounidense», agregó.

«Comentaría esto con una vieja frase que se le atribuye a Galileo Galilei cuando salió del tribunal de la Santa Inquisición en el año 1633, que dicen que dijo ‘E pur si muove’: ‘y, sin embargo, se mueve’. Recordemos que se decía que todos los planetas giraban alrededor de la tierra, y no alrededor del sol, y Galileo sostenía la teoría real. Pero tuvo que abjurar de lo que había dicho», explica el Dr. Carlos Peryra Mele, director de Dossier Gepolítico.

En este sentido, añade que «esto viene en referencia» a la situación que plantea Trump. «Pareciese ser que el mundo no existe para esta nueva Administración de Donald Trump. Parece ser que el mundo, el planeta tierra, todos los países, todos los habitantes, todos sus recursos, todo, giran alrededor de un centro ‘único, estupendo, maravilloso’ que es EEUU de Norteamérica», ironiza el experto. Agrega que «la realidad es que el mundo es mucho más diverso y distinto de lo que plantea esta teoría, estos momentos que quiere implementar el Trump 2.0 en su segunda Administración».

Por otra parte, un medio estadounidense advierte que los planes de la Comisión Europea de imponer aranceles a los fertilizantes rusos debían suponer una «triple victoria» para la UE –medidas contra la generación de ingresos de Rusia, ayuda a la producción nacional de fertilizantes y prevención de subidas de precios–, pero «es más bien un triple fracaso».

Los fabricantes europeos de fertilizantes llevan meses advirtiendo de que, ante el recorte de las exportaciones de gas natural a Europa, Moscú está convirtiendo su gas barato en fertilizante barato y enviándolo a la UE. Algo que, según el medio, ha permitido a Rusia mantener un valioso flujo de efectivo.

Según el periódico, el plan «se arriesga a no mermar significativamente los ingresos de Rusia y a dejar en la estacada a los productores europeos de fertilizantes; mientras que los agricultores, que dependen del producto ruso barato para mantener sus costos bajos, dicen que no pueden permitirse los costos adicionales».

«La Unión Europea era un gigante económico, pero un enano en política exterior y cero [0] en geopolítica. Al transformarse hoy en día prácticamente en un brazo económico de la OTAN, que todos sabemos que es administrada y manejada por los EEUU, está sufriendo las consecuencias de esa falta de política estratégica propia, de doctrina económica propia, y se ha sumado al proyecto anglosajón, y quiso de alguna forma impedir el crecimiento de los que hoy en día también sigue amenazando, que son los BRICS», concluye Pereyra Mele.

FUENTE RADIO SPUTNIK INTERNACIONAL https://noticiaslatam.lat/20250204/aranceles-y-sanciones-estan-los-necios-y-luego-estan-eeuu-y-europa-1160978526.html

Muy profundo todo lo que dice JUAN ANTONIO AGUILAR
Y es pragmáticamente duro con la Unión Europea, y en su opinión de que la única solución para Europa es el derrumbe absoluto y de repente de su estructura oligárquica, tipo URSS, sin espacio ni tiempo para una liquidación programada.

¡¡UN ESTALLIDO!!

Y recuperar la vieja cultura que va desde las soberanías nacionales hasta la recuperación de la familia cómo embrión de un humanismo en comunidad.

Además de tejer alianzas justas entre los países europeos y apostar a alianzas racionales y pragmáticas con TODAS las potencias del globo.

Claramente, suena a utopía, tan «imposible» como «posible» fue la caída repentina de la potencia soviética.

29 enero, 2025 Eduardo Luque

Donald Trump se ha convertido en el máximo exponente de una nueva etapa en las relaciones internacionales. Podríamos calificarla como de «neoliberalismo soberanista». Este modelo combina el proteccionismo económico y las aspiraciones de un Estado fuerte que pretende expandirse. En ese proceso, el choque con otras potencias constituye una necesidad casi vital.

El modelo que inaugura Trump es la reacción directa al globalismo predominante en las últimas décadas. En este contexto, América Latina se transformará, como ya lo es, al igual que África, en un campo de disputa entre Estados Unidos y potencias como China o Rusia, países que buscan moldear la región según sus intereses estratégicos, aunque con métodos diametralmente opuestos a los norteamericanos.

En sus discursos, Trump enarbola la doctrina del «destino manifiesto», un concepto que se consolidó en el imaginario colectivo estadounidense en el siglo XIX y que justifica las aspiraciones expansionistas de este país. La idea nació y se expandió en los círculos protestantes blancos del denominado Segundo Gran Despertar entre 1795 y 1835. Fue el presidente William McKinley, muy admirado por Trump, quien defendió en aquel momento la política de aranceles y el expansionismo imperial. Siguiendo la estela del presidente decimonónico, Trump promete convertir a Estados Unidos en «la envidia de todos los países» mediante políticas que combinen el aislamiento estratégico y el intervencionismo selectivo. Desde el control del Canal de Panamá hasta la exploración de Marte, el “presidente” ha declarado su intención de proyectar la hegemonía estadounidense hacia horizontes «nuevos y bellos».

El ascenso del nuevo inquilino de la Casa Blanca marca no solo el declive del globalismo, sino que también arrastra a las instituciones que lo sostenían, como el FMI, el Banco Mundial, la OCDE o la propia ONU. Estos pilares del orden global de la posguerra se verán relegados o reformados bajo la presión de esta nueva doctrina. Figuras políticas como Giorgia Meloni en Italia, Viktor Orbán en Hungría y Jair Bolsonaro en Brasil encarnan o han encarnado variaciones locales de este modelo, lo que evidencia su alcance global.

El expresidente Biden, en su momento, mantuvo una política que reflejaba el globalismo tradicional representado por los demócratas. Aunque nominalmente la administración Trump represente otra cosa, no se producirá una ruptura absoluta entre un período y otro, sino que habrá una continuidad entre este viejo globalismo y el nuevo «neoliberalismo nacionalista». Trump propone un modelo económico que insiste en los procesos de acumulación por desposesión de forma acelerada. América Latina jugará un papel crucial debido a su proximidad geográfica y la riqueza de recursos naturales que alberga. Sin embargo, este cambio no está exento de contradicciones. Las élites dominantes, nacidas al calor de la globalización, han pugnado entre ellas y amenazan con fracturas internas ante la presión de este nuevo paradigma. Los «centros ideológicos y políticos» tradicionales se desdibujan, siendo sustituidos en la gobernanza mundial por reuniones y encuentros en los que los nuevos actores (la nueva oligarquía tecno-comunicacional nucleada alrededor de Trump) colisionan. No veremos, como se teoriza, la aparición de un “gobierno mundial” que gire en torno a la denominada clase capitalista transnacional (aunque el proceso de concentración de capitales, tal y como advertía Lenin, se acelere). Las contradicciones entre los diferentes grupos de poder lo impiden. Por otro lado, aún son necesarios los Estados y las normativas que construyen y que permiten a las grandes compañías maximizar sus beneficios.

Trump no escogerá el poder “blando” del que habla Emmanuel Todd, sino que optará por un enfoque más agresivo que combine políticas proteccionistas y acciones de fuerza para consolidar su hegemonía. Entramos en un espacio donde la violencia y la coacción serán, nuevamente, el pan nuestro de cada día.

Estados Unidos buscará sustituir las importaciones necesarias para su industria por materias primas provenientes del subcontinente latinoamericano, consolidando cadenas de valor regionales que respalden la economía de la metópoli. Sin embargo, esta estrategia afronta limitaciones. China se ha posicionado fuertemente, invirtiendo cientos de miles de millones para acceder a materias primas mediante la creación de infraestructuras portuarias y de telecomunicaciones de todo tipo, utilizando ampliamente créditos blandos. Vemos cómo personajes como Bolsonaro en su momento o Milei ahora, a pesar de su feroz anticomunismo, negocian con el gigante chino. Estados Unidos intentará contrarrestarlo recurriendo al intervencionismo militarizado y autoritario para mejorar su posición global. Esta nueva “ruta de la seda norteamericana” tendrá un enfoque coercitivo, en contraste con la aproximación económica de China. En un contexto de desglobalización y regionalización de las cadenas de valor, América Latina será el epicentro de esta disputa estratégica. Las presiones de Estados Unidos se incrementarán, utilizando pretextos como la «guerra contra las drogas» y otras narrativas que justificarán la presencia militar y el control territorial en la región.

Vamos a presenciar un desarrollo importante de las cadenas regionales de valor. Estas son redes de producción y comercio que se desarrollan dentro de una región específica. Por ejemplo, en América Latina, un país podría extraer materias primas, otro procesarlas y un tercero ensamblar los productos terminados. Estados Unidos pretende reinterpretar esta doctrina, centrándose en el proceso extractivo en el país vasallo, pero trasladando la producción, que incrementa el valor agregado, a los propios Estados Unidos. El nuevo comandante militar del Comando Sur, en su discurso de toma de posesión, lo señalaba: «Siempre estaremos allí para las naciones con ideas afines, que compartan nuestros valores, nuestra democracia, nuestro Estado de derecho y los derechos humanos».

Trump llama a la reindustrialización del país, mientras China opta por desarrollar las cadenas internacionales de valor que se extienden más allá de las fronteras regionales. Aunque todo esto puede ser solo un sueño, Norteamérica enfrenta retos inmensos, y no es menor la baja calidad educativa de su población, provocada por los sucesivos procesos de privatización que ha sufrido el sistema educativo. Accidentes como el del puerto de Baltimore enfrentan enormes dificultades para ser subsanados, mientras los incendios en Los Ángeles señalan las enormes flaquezas de las infraestructuras del país. Mientras tanto, el desarrollo tecnológico en China asombra por su tamaño y eficacia. China seguirá siendo la “fábrica del mundo”. En 2024, los grandes almacenes Walmart importaban de China por valor de 49.000 millones de dólares, el 11,2% de las importaciones norteamericanas desde ese país, que sumaron en ese período la friolera de 448.000 millones de dólares. Desde el más humilde clavo hasta la maquinaria más sofisticada comienzan a tener el marchamo de “made in China”. Trump pretende paliar la situación a golpe de aranceles, pero: ¿cómo suplir esas importaciones cuando se ha perdido, a lo largo de varias décadas, un tejido industrial que ha emigrado hacia China o India? Cuando se imponen tasas, los productos se encarecen. Al final, el perjudicado por efecto de la inflación es el propio consumidor norteamericano, puesto que hoy por hoy Norteamérica no tiene alternativa a las importaciones chinas.

Aunque Trump reniegue de la realidad, estamos inmersos en un proceso de transición energética global que demanda enormes cantidades de recursos estratégicos como litio, cobalto y níquel, muchos de los cuales se encuentran en América Latina. Entre 2025 y 2050, se cree que la demanda de estos materiales se multiplicará por diez. En este escenario, países como Bolivia, Argentina y Chile serán clave, no solo por su abundancia en recursos naturales, sino también por su capacidad para negociar con ambas potencias. Mientras China desarrollará infraestructuras viales y portuarias para facilitar el acceso a estos recursos, Estados Unidos intensificará su presencia militar en la región, justificando estas acciones con el pretexto de combatir amenazas como el narcotráfico o el terrorismo. La creación de bases militares en puntos clave, como las Islas Galápagos en Ecuador, es uno de los ejemplos más visibles de este enfoque. Esto exacerbará las desigualdades en la región y generará tensiones sociales y políticas.

El senador Marco Rubio es una figura clave en la administración de Trump y será un arquitecto importante de la política exterior hacia América Latina. De origen cubano y con una postura marcadamente hostil hacia la izquierda latinoamericana, Rubio ha promovido sanciones económicas y respaldará intervenciones políticas contra gobiernos progresistas en la región. Aún se recuerda cómo participó supervisando la operación en el golpe de Estado en Bolivia en 2019. Rubio también actúa como un enlace directo entre los intereses empresariales estadounidenses y las élites locales en América Latina, favoreciendo políticas que beneficien a Washington. Este enfoque garantiza, como hemos señalado, una continuidad entre el viejo globalismo de los demócratas y el «neoliberalismo nacionalista» promovido ahora por Trump.

La falsa nube de debate que quiere generar Trump es el narcotráfico. Existen dos modelos principales para abordar el problema. Por un lado, está el enfoque que busca atacar las causas estructurales, adoptado por países como México y Colombia. Este modelo se centra en combatir la pobreza, reducir la desigualdad y crear oportunidades económicas para las comunidades más vulnerables. Al tratar las raíces del problema, se busca limitar el atractivo que tienen para los más pobres las actividades ilícitas. Ejemplos de esto incluyen programas de desarrollo comunitario, estrategias de reducción de cultivos mediante incentivos legales y un enfoque más humanitario hacia las comunidades afectadas por el narcotráfico. El segundo modelo es el liderado por Estados Unidos, que históricamente ha implementado un enfoque represivo, basado en la militarización y en el desarrollo de un entramado carcelario que es el mayor del mundo en relación con la población. Este modelo represivo persigue, en paralelo, la militarización de territorios estratégicos para Estados Unidos, estableciendo bases militares en regiones y países clave bajo el pretexto de combatir el narcotráfico.

Estos dos enfoques reflejan visiones contradictorias sobre cómo abordar un problema complejo. Mientras que México y Colombia apuestan por soluciones integrales y de largo plazo, el modelo estadounidense prioriza la respuesta inmediata y la demostración de fuerza, ignorando intencionadamente las causas profundas del problema. La «guerra contra las drogas» será reutilizada como una herramienta política para justificar la intervención en países clave. Evidentemente, estas bases militares que se proyectan no solo servirán, en realidad no se utilizarán para eso, en operaciones antidrogas, sino como puntos de influencia estratégica que refuercen la presencia militar estadounidense frente a la creciente expansión china en la región. El debate iniciado por el general Alvin Holsey a cargo de la IV Flota sobre el puerto de Chancay en Perú, financiado y construido por China, es un ejemplo. Evidentemente, según el nuevo general a cargo del Comando Sur de Estados Unidos, ese puerto ha sido construido para que la marina de guerra china tenga un punto de desembarco cerca de las costas norteamericanas. Refiriéndose a eso, dijo: «Nuestros adversarios han establecido una fuerte presencia, poniendo en peligro la seguridad y la estabilidad en todo el continente americano».

Ante estas presiones externas, la izquierda latinoamericana enfrenta múltiples retos. América Latina necesita construir un modelo de integración regional que priorice la sostenibilidad y la justicia social, acompañado de reformas tributarias progresivas. Uno de los grandes problemas de las fuerzas progresistas es que no se puede mantener una política social sostenida en el tiempo confiando únicamente en el incremento del precio de las materias primas, sin abordar el problema de la redistribución y el desarrollo de un sistema impositivo. Por otro lado, sigue sin resolverse el traspaso de los poderes entre un “líder carismático” y un líder “corriente”. También aquí, la integración latinoamericana en los BRICS puede servir de contrapeso a las imposiciones norteamericanas. Será un proceso complejo. Pudimos ver en la reunión de los BRICS en Kazán cómo Brasil (Lula), por imposición de Estados Unidos, vetaba la integración de Venezuela. Brasil se ha comportado como un país subimperialista y dependiente de Washington; lo vimos ahora y también en la época de Chávez, cuando el propio Lula se opuso a la creación del Banco de Desarrollo Latinoamericano.

FUENTE: EL VIEJO TOPO https://www.elviejotopo.com/topoexpress/trump-america-latina-y-el-declive-del-globalismo/

La noticia del momento es la presentación por parte de China de su IA, DeepSeek. Se habla de pánico en Silicon Valley y en los mercados tecnológicos. Porque el producto es gratuito y de fuentes abiertas. A la par de que requiere menos recursos computacionales. Otra batalla que, probablemente, pierdan los EEUU. Y ya tienen muchas en su haber.

Coronel (RE) Carlos Pissolito

Presidente de la Asociación Cascos Azules.

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Hay un nuevo modelo de IA que no genera imágenes o videos, pero en todo lo demás es de lo mejor que existe. Sobre todo si el usuario necesita un servicio gratuito. Se llama DeepSeek y todos deberían tenerlo como su primera opción. El modelo navega en tiempo real y supera a Perplexity que creció con la misión de destronar a los navegadores.

Si los controles estadounidenses a las exportaciones de semiconductores avanzados tenían como objetivo frenar el progreso de la inteligencia artificial en China, terminaron estimulado la innovación. «Hacer más con menos» ese leitmotiv de marketing que se instaló en las tecnológicas al fin de la pandemia, fue el gran driver que siguió una empresa China para hacer lo que parecía imposible. 

Al no poder depender únicamente del hardware más reciente, empresas como DeepSeek, con sede en Hangzhou , se vio obligada a encontrar soluciones creativas y lo que no es un detalle menor además es Open Source (y usa la reconocida licencia del MIT). 

DeepSeek lanzó su modelo R1, utilizando técnicas avanzadas como aprendizaje de refuerzo puro para crear un modelo que no solo está entre los más formidables del mundo, sino que es completamente de código abierto, lo que lo hace disponible para que cualquier persona en el mundo (esta disponible en Hugging Face) lo examine, lo modifique y desarrolle.

DeepSeek-R1 demuestra que China no está fuera de la carrera de la IA y, de hecho, puede dominar el desarrollo mundial de la IA con su sorprendente estrategia de código abierto. Al abrir el código fuente de modelos competitivos, las empresas chinas pueden aumentar su influencia global para dar forma a los estándares y prácticas internacionales de IA. 

Los proyectos de código abierto también atraen talento y recursos globales para contribuir al desarrollo chino de la IA. La estrategia permite además a China extender su alcance tecnológico a los países en desarrollo, potencialmente incorporando sus sistemas de IA (y, por extensión, sus valores y normas) a la infraestructura digital global.

«No veo que sea en sí China la que esta superando a Estados Unidos. Esa lectura es errónea. Lo que estamos viendo es que los modelos Open Source superan a los cerrados. DeepSeek aprovechó las investigaciones basadas en código abierto como PyTorch y Llama, y sobre eso agregaron nuevas ideas. Y como además ellos también publicaron todo otras personas se beneficiarán. Ese es el poder del Open Source», dice Yann LeCum, VP&Chief Scientist de Meta

El rendimiento de DeepSeek-R1 es comparable al de los mejores modelos de razonamiento de OpenAI en una variedad de tareas, incluidas las matemáticas, la codificación y el razonamiento complejo. Por ejemplo, en el punto de referencia de matemáticas AIME 2024, DeepSeek-R1 obtuvo un 79,8 % en comparación con el 79,2 % de OpenAI-o1. En el punto de referencia MATH-500, DeepSeek-R1 logró un 97,3 % frente al 96,4 % de o1. 

En las tareas de codificación, DeepSeek-R1 alcanzó el percentil 96,3 en Codeforces, mientras que o1 alcanzó el percentil 96,6, aunque es importante tener en cuenta que los resultados del punto de referencia pueden ser imperfectos y no deben sobreinterpretarse.

Pero lo más destacable es que DeepSeek logró esto en gran medida gracias a la innovación, en lugar de depender de los últimos chips informáticos.

Introdujeron nuevas ideas como MLA (atención latente multicabezal), que reduce el uso de memoria a solo un 5-13% de la arquitectura MHA (atención multicabezal) comúnmente utilizada. MHA es una técnica ampliamente utilizada en IA para procesar múltiples flujos de información simultáneamente, pero requiere mucha memoria.

Para que su modelo sea aún más eficiente, DeepSeek creó la estructura DeepSeekMoESparse. «MoE» significa Mixture-of-Experts (mezcla de expertos), lo que significa que el modelo utiliza solo un pequeño subconjunto de sus componentes (o «expertos») para cada tarea, en lugar de ejecutar todo el sistema. La parte «dispersa» se refiere a cómo se activan solo los expertos necesarios, lo que ahorra potencia de procesamiento y reduce costos.

La arquitectura de DeepSeek-R1 tiene 671 mil millones de parámetros, pero solo 37 mil millones se activan durante el funcionamiento, lo que demuestra una notable eficiencia computacional. La empresa publicó un informe técnico completo en GitHub, que ofrece transparencia sobre la arquitectura del modelo y el proceso de entrenamiento. El código fuente abierto que lo acompaña incluye la arquitectura del modelo, el proceso de entrenamiento y los componentes relacionados, lo que permite a los investigadores comprender y replicar completamente su diseño.

Estas innovaciones permiten que el modelo de DeepSeek sea potente y significativamente más asequible que el de sus competidores. Esto ya ha desencadenado una guerra de precios de inferencia (el costo que se paga por la devolución que hace el sistema de IA al pedido del usuario) en China, que probablemente se extenderá al resto del mundo.

DeepSeek cobra una pequeña fracción de lo que cuesta OpenAI-o1 por el uso de la API. Esta drástica reducción de los costos podría democratizar el acceso a capacidades avanzadas de IA, lo que permitiría a organizaciones más pequeñas e investigadores individuales aprovechar herramientas de IA potentes que antes estaban fuera de su alcance.

DeepSeek también es el pionero en la destilación de las capacidades de su gran modelo en modelos más pequeños y eficientes. Estos modelos destilados, que van desde 1.500 millones a 70.000 millones de parámetros, también son de código abierto, lo que proporciona a la comunidad de investigación herramientas potentes y eficientes para una mayor innovación.

Al poner sus modelos a disposición de forma gratuita para uso comercial, destilación y modificación, DeepSeek logró una verdadera revolución dentro de la comunidad global de IA y establece uevos estándares de transparencia en el desarrollo de IA.

DeepSeek fue fundada por Liang Wenfeng, de 40 años, uno de los principales inversores en metodologías Quants de China. Su fondo de cobertura, High-Flyer, financia la investigación de inteligencia artificial de la empresa.

En una entrevista poco frecuente en China, el fundador de DeepSeek, Liang, lanzó una advertencia a OpenAI: «Ante las tecnologías disruptivas, las ventajas que crea el código cerrado son temporales. Ni siquiera el enfoque de código cerrado de OpenAI puede impedir que otros se pongan al día».  La fuerza del código abierto resurgió como lo fuera en los inicicios de la empresa OpenAI, a la que de Open ya solo le queda el nombre. 

FUENTE AGENDAR: https://agendarweb.com.ar/2025/01/28/deepseek-la-inteligencia-artificial-china-con-codigo-abierto-que-aspira-a-destronar-a-las-demas/

Por Aleksandr Dugin

La visita del presidente iraní, Massoud Pezeshkian, a Rusia, además de su encuentro con Vladimir Vladimirovich Putin y la firma de un amplio acuerdo de cooperación entre nuestros países, es un hito geopolítico muy importante. Estamos hablando de que, tanto desde el punto de vista comercial y económico como desde el punto de vista del desarrollo de las altas tecnologías, recursos y sistema de seguridad, se está creando realmente un bloque militar-político y económico ruso-iraní que multiplica el potencial tanto de Rusia como de Irán.

Irán recibe el apoyo militar, económico y defensivo de Rusia, así como el acceso a determinadas tecnologías rusas, sumamente importantes y que principalmente tienen que ver con el desarrollo de la energía nuclear iraní. Rusia, por su parte, obtiene el acceso potencial y real al Océano Índico. En otras palabras, se está solucionando una vieja tarea de nuestra geopolítica, que históricamente hemos intentado resolver de diversas maneras, incluso mediante tratados amistosos. Pero ahora estamos más cerca que nunca de hacer realidad el sueño de nuestros generales rusos de tiempos del Imperio y obtener de ese modo el acceso a los mares cálidos, lo cual no hemos podido conseguir en el pasado. Pero Irán, a su vez, obtiene acceso al vasto territorio de Eurasia y al Ártico.

Todo esto es mutuamente beneficioso y multiplica tanto nuestro potencial que resulta difícil de imaginar sus implicaciones reales. Durante muchos años, incluso décadas, yo participe en la preparación de este tratado y puedo revelar que durante mucho tiempo hubo una enorme resistencia al mismo tanto dentro de Rusia como de Irán. Esto no puede explicarse sino mediante la actuación de nuestros enemigos estratégicos, los globalistas, que utilizaron directa e indirectamente todas sus redes dentro de ambos países para sabotear este tratado aprovechándose de la diferencia psicológica y las tradiciones diplomáticas entre nosotros y los iraníes. Los globalistas hicieron todo lo posible para sembrar contradicciones y conflictos entre Rusia e Irán por detalles técnicos menores.

Sin embargo, gracias a los increíbles esfuerzos de personas que han permanecido en gran medida en la sombra este tratado se ha firmado hoy. Desde el punto de vista geopolítico, es un gran cambio. El factor geopolítico más fiable, importante y fuerte de este acuerdo es lo que se conoce como «integración meridional», es decir, la integración a lo largo del eje Norte-Sur (frente a la mucho más compleja y problemática integración Este-Oeste). Y cuanto más eficaz sea, cuanto más impulso se dé a este acercamiento entre el Norte y el Sur, más libre de conflictos y más armoniosa será la convivencia en nuestra región, sin hablar de la multiplicación de nuestra autonomía.

También es importante señalar que el acuerdo actual entre Rusia e Irán se firma en vísperas de la toma de posesión de Donald Trump y en el mismo momento en que Trump anuncia sus planes de integración Norte-Sur: de ahí la idea de Canadá como 51º Estado y la anexión de Groenlandia, lo que por supuesto reforzaría las capacidades de Estados Unidos. Con ello, Trump se aleja del modelo globalista de integración Este-Oeste, que siempre crea conflictos, problemas y guerras.

Así pues, ahora mismo estamos estableciendo las perspectivas de esta integración geopolítica vertical y meridional. Y es muy importante que la integración meridional de Eurasia con el Este vaya en paralelo con la integración meridional en el Oeste, en el hemisferio occidental. Y esto no se contradice, sino que, al contrario, crea zonas de seguridad controladas exclusivamente por centros soberanos tanto en el Este como en el Oeste.

También es significativo que este acuerdo llegue en los días del acuerdo entre Israel y Hamás. Hace casi un año y medio Israel lanzó una guerra en Gaza y un genocidio total contra la población palestina con tal de destruir a Hamás. Pero como ahora ha llegado a un acuerdo con Hamás, eso significa que Hamás no ha sido destruido. Y la mayoría de los expertos internacionales dicen que Israel aceptó la derrota, incluso después de haber cometido un enorme número de crímenes de guerra, atrocidades, exterminando a los palestinos… aun así este fue el resultado.

Sí, Israel ha asestado un golpe colosal tanto en el Líbano como en Siria y ha arrasado Gaza. ¿Y entonces? ¿Y cuáles son los resultados políticos? En Israel, los sionistas de extrema derecha lo entienden perfectamente. Los ministros Itamar Ben-Gvir y Bezalel Smotrich, que iniciaron una estrategia tan brutal en Gaza, pero acabaron sin lograr nada, siguen animando una operación sanguinaria con tal de imponer su sueño de un «Gran Israel». Como resultado, la imagen de Israel ha sido demonizado en la comunidad internacional.

Israel ha perdido su antigua imagen de «víctima». Y esto los asusta. La religión secular del Holocausto, que dominó Occidente durante muchos años, ha quedado prácticamente abolida. Israel no fue una víctima esta vez, sino un agresor, un cruel verdugo y un ser despiadado. Sí, los judíos, como muchos otros pueblos, fueron víctimas de un genocidio durante la Segunda Guerra Mundial. Pero ahora un genocidio perpetrado por el Estado judío contra los palestinos se ha llevado a cabo y esto supone un duro golpe para el prestigio a nivel internacional de Israel.

Por supuesto, este acuerdo entre Israel y Hamás fue en parte también un golpe para el mundo chií. Pero ahora, gracias al acuerdo estratégico ruso-iraní de hoy, el equilibrio de poder en Oriente Medio está cambiando. Rusia, a diferencia de Irán, no es un adversario de Israel, pero a partir de ahora actuamos como garante de la seguridad de nuestros aliados, ya que Israel depende de nuestros adversarios occidentales. Y esto también crea un nuevo acuerdo estratégico en Eurasia con una alianza ruso-iraní y, más ampliamente, ruso-chií mediante la integración geopolítica meridional del Norte-Sur.

En resumen, es muy difícil valorar el acontecimiento de hoy. Repito, llevamos décadas impulsándolo y superando enormes dificultades por el camino. Y me alegro sinceramente de que hoy se vaya a firmar este acuerdo sobre una asociación estratégica global a gran escala. Se trata realmente de un acuerdo muy importante y de un momento histórico muy importante, realmente clave. Por ello, quiero dar las gracias especialmente a todas las personas (a menudo invisibles, pero muy importantes) que han hecho posible este acuerdo.

Y lo que es más importante, nunca dejo de admirar la sabiduría de nuestro Comandante Supremo, que comprende perfectamente no sólo las prioridades estratégicas en política, sino que con la más fina habilidad diplomática elige el momento para concluir los tratados y acuerdos simbólicos más importantes.

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera

FUENTE https://www.geopolitika.ru/es/article/el-avance-geopolitico-ruso-gracias-al-tratado-con-iran-rusia-llega-al-oceano-indico

Por Alastair Crooke

La «extraña derrota» es la de la «curiosa» incapacidad de Europa para entender a Ucrania o su mecánica militar.

El ensayista y estratega militar Aurelien ha escrito un artículo titulado La extraña derrota (original en francés ) . La «extraña derrota» es la de la «curiosa» incapacidad de Europa para comprender a Ucrania o su mecánica militar.

Aurelien destaca la extraña falta de realismo con la que Occidente ha abordado la crisis —

“…y la disociación casi patológica del mundo real que muestra en sus palabras y acciones. Sin embargo, incluso mientras la situación se deteriora y las fuerzas rusas avanzan por todas partes, no hay señales de que Occidente esté adoptando una concepción más realista, y es muy probable que siga viviendo en su construcción alternativa de la realidad hasta que sea expulsado por la fuerza”.

El autor continúa explicando con cierto detalle (omitido aquí) por qué la OTAN no tiene una estrategia para Ucrania ni un plan operativo real:

“Sólo cuenta con una serie de iniciativas ad hoc, unidas entre sí por aspiraciones vagas que no tienen conexión con la vida real, más la esperanza de que ‘algo [beneficioso] ocurrirá’. Nuestros actuales líderes políticos occidentales nunca han tenido que desarrollar tales habilidades. Sin embargo, en realidad es peor que eso: al no haber desarrollado esas habilidades, al no tener asesores que las hayan desarrollado, no pueden entender realmente lo que están haciendo los rusos, cómo y por qué lo están haciendo. Los líderes occidentales son como espectadores que no conocen las reglas del ajedrez o del Go, y están tratando de averiguar quién está ganando”.

“¿Cuál era exactamente su objetivo? Ahora ya no se permiten respuestas como “enviar un mensaje a Putin”, “complicar la logística rusa” o “mejorar la moral en casa”. Lo que quiero saber es qué se espera en términos concretos. ¿Cuáles son los resultados tangibles de su “mensaje”? ¿Pueden garantizar que se entenderá? ¿Han previsto las posibles reacciones de los rusos? ¿Y qué harán entonces?”

El problema esencial, concluye Aurelien sin rodeos, es que:

“Nuestras clases políticas y sus parásitos no tienen idea de cómo manejar tales crisis, o incluso de cómo entenderlas. La guerra en Ucrania involucra fuerzas que son órdenes de magnitud mayores que las que cualquier nación occidental ha desplegado en operaciones desde 1945 … En lugar de objetivos estratégicos reales, sólo tienen eslóganes y propuestas fantasiosas”.

En términos fríos, el autor explica que, por razones complejas relacionadas con la naturaleza de la modernidad occidental, las élites liberales simplemente no son competentes ni profesionales en materia de seguridad y no comprenden su naturaleza.

El crítico cultural estadounidense Walter Kirn hace afirmaciones bastante similares en un contexto muy diferente, pero relacionado: Los incendios de California y la crisis de competencia de Estados Unidos .

“Los Ángeles está en llamas, pero los líderes de California parecen impotentes, desenmascarando una generación de inversión pública en servicios no esenciales [que deja a las autoridades tambaleándose en medio de la prevista ocurrencia de los incendios]”.

En un podcast de Joe Rogan a principios de este mes, un bombero dijo : «Simplemente será el viento adecuado y el fuego comenzará en el lugar adecuado y quemará Los Ángeles hasta el océano, y no hay nada que podamos hacer al respecto» .

Kirn observa:

“Este no es el primer incendio o serie de incendios en Malibú. Hace apenas unos años hubo grandes incendios. Siempre los hay. Son inevitables. Pero, tras haber construido esta gigantesca ciudad en un lugar tan vulnerable, se pueden tomar medidas para contener y evitar lo peor”.

“Echarle la culpa al cambio climático, como digo, es algo maravilloso que uno se dice a sí mismo, pero nada de esto empezó ayer. Mi único punto es éste: ¿ha hecho todo lo posible para prepararse para una situación inevitable, ineludible, que quizá en escala difiera de la del pasado, pero ciertamente no en naturaleza? ¿Están sus líderes a la altura de la tarea? No hay muchos indicios de que lo estén. No han sido capaces de lidiar con cuestiones como la falta de vivienda sin incendios. Así que la cuestión de si se han hecho todas esas cosas, si se han hecho bien, si había suficiente agua en las bocas de incendio, si funcionaban, cosas así, y si el departamento de bomberos estaba debidamente capacitado o tenía el personal adecuado, todas esas preguntas van a surgir”.

“En lo que respecta a la crisis de competencia, creo que habrá material de sobra para presentarla como algo agravado por la incompetencia. California es un estado que se ha hecho famoso por gastar mucho dinero en cosas que no funcionan, en líneas ferroviarias de alta velocidad que nunca se construyen, en todo tipo de proyectos de construcción y proyectos de infraestructura que nunca se llevan a cabo. Y en ese contexto, creo que esto será devastador para la estructura de poder de California”.

“Pero en un sentido más amplio, esto va a recordar a la gente que una política que durante años se ha basado en el lenguaje y en construcciones filosóficas como la equidad, etc., va a ser vista como un fracaso en el aspecto más esencial, a saber, en la protección de las personas. Y el hecho de que estas personas sean poderosas, influyentes y privilegiadas va a hacer que eso suceda más rápido y de manera más notoria”.

A lo que su colega, el periodista Matt Taibbi, responde:

“ Pero, en un sentido más amplio, tenemos una crisis de competencia en este país. Ha tenido un enorme impacto en la política estadounidense”. Kirn: “[Los estadounidenses] van a querer preocuparse menos por las cuestiones filosóficas y/o incluso políticas de largo plazo de equidad y demás, predigo, y van a querer establecer una expectativa mínima de competencia en materia de desastres naturales. En otras palabras, este es un momento en el que las prioridades cambian y creo que se avecina un gran cambio, un gran cambio, porque parece que hemos estado lidiando con problemas de lujo, y ciertamente hemos estado lidiando con los problemas de otros países, Ucrania o quien sea, con una financiación masiva. Hay gente en Carolina del Norte ahora mismo que todavía se está recuperando de una inundación y está pasando por un momento muy difícil con la llegada del invierno, lo que no ocurre de la misma manera en Los Ángeles, o con la consolidación del invierno, supongo”;

“De cara al futuro, no se trata de una cuestión de culpas, sino de qué va a querer la gente, qué va a valorar la gente, qué va a valorar, si sus prioridades van a cambiar. Creo que cambiarán radicalmente. Los Ángeles será una piedra de toque y será una piedra de toque para un nuevo enfoque del gobierno”.

Así pues, tenemos este «divorcio de la realidad» y la consiguiente «crisis de competencia», ya sea en California, Ucrania o Europa. ¿Dónde están las raíces de este malestar? El escritor estadounidense David Samuels cree que ésta es la respuesta :

“En sus últimos días en el cargo… el presidente Barack Obama tomó la decisión de poner al país en un nuevo rumbo. El 23 de diciembre de 2016, firmó la Ley de Lucha contra la Propaganda y la Desinformación Extranjeras, que utilizó el lenguaje de la defensa de la patria para lanzar una guerra de información ofensiva y sin fin, una guerra que fusionó la infraestructura de seguridad con las plataformas de redes sociales, donde supuestamente se estaba librando la guerra”.

Sin embargo, el colapso de la pirámide mediática del siglo XX y su rápida sustitución por plataformas monopólicas de redes sociales habían hecho posible que la Casa Blanca de Obama vendiera políticas –y reconfigurara actitudes y prejuicios sociales– de maneras enteramente nuevas.

Durante los años de Trump, Obama utilizó estas herramientas de la era digital para crear un tipo de centro de poder enteramente nuevo para sí mismo, uno que giraba en torno a su posición única como líder titular, aunque deliberadamente nunca nombrado, de un Partido Demócrata que logró remodelar a su propia imagen, escribe Samuels.

La máquina de «estructura de permisos» que Barack Obama y David Axelrod (un consultor político de Chicago muy exitoso) construyeron para reemplazar al Partido Demócrata era en esencia un dispositivo para lograr que la gente actuara en contra de sus creencias sustituyéndolas por creencias nuevas y «mejores» mediante la aplicación controlada y apalancada de presión social desde arriba hacia abajo, convirtiendo efectivamente el constructo de Axelrod en «una máquina de pensamiento omnipotente», sugiere Samuels:

“El término ‘cámaras de eco’ describe el proceso mediante el cual la Casa Blanca y su penumbra más amplia de centros de estudios y ONG crearon deliberadamente una clase completamente nueva de expertos que se acreditaban mutuamente en las redes sociales para avanzar afirmaciones que antes habrían sido consideradas marginales o no creíbles”.

El objetivo era que un pelotón de ayudantes, armados con ordenadores portátiles o teléfonos inteligentes, «corrieran» con el último meme inspirador del Partido y lo repitieran de inmediato, una y otra vez, en todas las plataformas, dando la apariencia de una marea abrumadora de consenso que llenaba el país y, de ese modo, dando a la gente la «estructura de permiso» de un aparente asentimiento público amplio para creer en proposiciones que antes nunca habrían apoyado.

“Este análisis falló en el mismo punto en que falló el análisis del equipo de Obama sobre Trump: los magos de la máquina de la estructura de permisos se habían convertido en prisioneros de la maquinaria que habían construido. El resultado fue un mundo espejo de rápido movimiento que podía generar la velocidad necesaria para cambiar la apariencia de “lo que la gente cree” de la noche a la mañana. La variante digital recién acuñada de la “opinión pública” se basaba en los algoritmos que determinan cómo se propagan las modas en las redes sociales, en los que la masa multiplicada por la velocidad es igual al impulso, siendo la velocidad la variable clave”.

“Durante los cuatro años siguientes, parecía que se estaba extendiendo una fiebre a cada paso, y nadie era inmune. Esposas, hijos, colegas y supervisores en el trabajo comenzaron a recitar, con la fuerza de verdaderos creyentes, consignas que habían aprendido la semana anterior. Fue todo este aparato, no solo la capacidad de crear tuits ingeniosos o impactantes, lo que constituyó la nueva forma de poder del partido”.

“Pero al final la fiebre se disipó”. La credibilidad de las Élites implosionó.

El relato de Samuels equivale a una dura advertencia sobre el peligro que supone abrir una distancia entre una realidad subyacente y una realidad inventada que podría ser comunicada y gestionada con éxito desde la Casa Blanca. “ Esta posibilidad abrió la puerta a un nuevo potencial de desastre a gran escala, como la guerra en Irak” , sugiere Samuels (Samuels no menciona específicamente a Ucrania, aunque esto está implícito en todo el argumento).

Esto –tanto la historia de Obama, contada por David Samuels, como la historia de Walter Kirn sobre California– refuerza el punto de Aurelien sobre Ucrania y la incompetencia militar europea y la falta de profesionalismo en el terreno: se trata de permitir que se abra un cisma entre la narrativa artificial y la realidad, “ lo que ”, advierte Samuels, “ es decir que, con suficiente dinero, los agentes podrían crear y poner en funcionamiento redes de activistas y expertos que se reforzaran mutuamente para validar un arco de mensajes que cortocircuitaría los métodos tradicionales de validación y análisis, y llevaría a actores incautos y a miembros de la audiencia por igual a creer que cosas en las que nunca habían creído; o incluso oído hablar antes: eran de hecho no sólo plausibles, sino que ya eran ampliamente aceptadas dentro de sus grupos específicos de pares”.

Constituye el camino al desastre, incluso con riesgo de desastre nuclear en el caso del conflicto de Ucrania. ¿La “crisis de competencia” que se extiende a un terreno tan variado provocará un replanteamiento como insiste Walter Kirn, un escritor sobre cambio cultural?

fuente https://strategic–culture-su.translate.goog/news/2025/01/20/competency-crisis-proliferating-west/?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=wapp

as opiniones de los colaboradores individuales no representan necesariamente las de la Fundación Cultura Estratégica. y de Dossier Geopolitico

En un acuerdo detallado de asociación estratégica firmado la semana pasada en Moscú, las potencias euroasiáticas Rusia e Irán lanzaron un desafío al orden global liderado por Estados Unidos y pusieron sobre aviso a su nuevo presidente entrante.

Por Pepe Escobar

En geopolítica, el momento lo es todo. El viernes pasado, en Moscú, sólo tres días antes de la investidura del presidente estadounidense Donald Trump en Washington, los principales líderes de los BRICS, el presidente ruso Vladimir Putin y el presidente iraní Masoud Pezeshkian, firmaron un Acuerdo de Asociación Estratégica Integral, detallado en 47 artículos, el doble de los del reciente acuerdo entre Rusia y Corea del Norte.  

Esta asociación estratégica ahora está escrita en piedra justo cuando la enorme e impagable deuda del gobierno de Estados Unidos alcanza una cifra sin precedentes de 36,1 billones de dólares, equivalente a 106.400 dólares por estadounidense, y justo cuando la participación de Estados Unidos en la economía global cae por debajo del 15 por ciento por primera vez, según cifras del Banco Mundial y el FMI.

En marcado contraste, la asociación estratégica entre Rusia e Irán apunta a solidificar aún más el impulso interconectado de organizaciones multilaterales cruciales encargadas de organizar el nuevo mundo multimodal : BRICS+, la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) y la Unión Económica Euroasiática (UEE).   

Digamos que se trata de un momento histórico en el largo y continuo proceso de integración euroasiática o, como lo interpreta en gran medida la mayoría global, un desafío directo y soberano al moribundo “orden internacional basado en reglas” impuesto por Occidente.    

La amplia alianza estratégica entre Teherán y Moscú impulsa la colaboración en los ámbitos de seguridad y defensa, y pone especial énfasis en el desarrollo sin problemas del Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC), un eje transeurasiático que une a Rusia, Irán e India, consolidando a Irán como un centro de tránsito clave para el gas y los bienes rusos vendidos a varios socios afroeurasiáticos.

Mapa del Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC).

Reescribiendo las reglas de la guerra asimétrica

Es esclarecedor destacar la propia interpretación que hace Putin de la asociación, a la que califica de “documento innovador” que establece “objetivos ambiciosos” centrados en el “desarrollo sostenible”.

Agregó que Rusia e Irán  están alineados en “la mayoría” de las cuestiones de política exterior, son naciones independientes y que ambas naciones civilizacionales “resisten la presión externa y se oponen a las sanciones ilegítimas”.   

El ministro de Asuntos Exteriores iraní, Abbas Araghchi, destacó cómo la asociación  reemplaza “el unilateralismo por la cooperación y el respeto ”, en un acuerdo destinado a proporcionar a Irán y Rusia las herramientas para construir “ un nuevo orden en el que la cooperación reemplazará a la hegemonía  y el respeto reemplazará a la imposición”.

Ahora, pasemos a los detalles. Si bien el acuerdo no constituye una alianza militar formal, la asociación institucionaliza intercambios militares al más alto nivel, desde ejercicios conjuntos y desarrollo de armas hasta proyectos de intercambio de inteligencia. 

Moscú venderá inevitablemente aviones de combate Sukhoi S-30, misiles Pantsir, Tok y Buk y sistemas de defensa S-400 (y en el futuro cercano, S-500) para la defensa aérea iraní contra posibles casos de aventurerismo entre Estados Unidos e Israel, mientras compra una amplia gama de misiles y drones fabricados en Irán. También se impulsarán los intercambios sobre investigación en inteligencia artificial. Tanto Irán como Rusia están en la primera línea mundial de la reescritura de las reglas de la guerra asimétrica.

El acuerdo estipula que Rusia prestará “asistencia” a Irán. En la práctica, eso significa no sólo armas, sino también la defensa de Teherán ante las Naciones Unidas y otras fuerzas internacionales contra amenazas diplomáticas y la minimización de los efectos de sanciones económicas perjudiciales. 

Y si ocurriera un ataque contra Irán, Rusia, por supuesto, no colaboraría con el atacante: ni información ni permiso para usar territorio ruso para ataques o incursiones. 

La infraestructura energética es un pilar esencial de la alianza y apuntará a mejorar la situación de Irán en medio de una economía interna en deterioro. Rusia proporcionará tecnologías energéticas de última generación para desarrollar la vasta (pero aún pendiente de modernización) infraestructura energética iraní, las redes de gasoductos y el comercio de gas natural licuado (GNL) en constante expansión. 

El día del acuerdo, el ministro de Energía ruso, Sergei Tsivilev, proporcionó nuevos detalles sobre un nuevo acuerdo de 30 años para construir un gasoducto en el mar Caspio entre Gazprom y la Compañía Nacional de Gas de Irán (NIGC), que incluirá a Azerbaiyán y probablemente buscará alejar a Bakú de posiciones hostiles en la región. Rusia cubrirá los costos de infraestructura y, esencialmente, proporcionará gas a Irán y a algunos de sus vecinos.   

El volumen proyectado de 55.000 millones de metros cúbicos al año una vez completado el proyecto es comparable a la capacidad del gas gemelo Nord Stream de la Unión Europea, saboteado sigilosamente por los estadounidenses, como reveló en 2022 el veterano periodista de investigación Seymour Hersh .

Este acuerdo energético es esencial para Teherán porque, si bien posee las segundas reservas de gas más grandes del planeta (34 billones de metros cúbicos, solo detrás de Rusia), sufre escasez interna, especialmente en invierno. La mayoría de las vastas reservas de gas del país no se exploran debido a las sanciones estadounidenses que se han impuesto desde hace décadas. 

Mejorando el “laboratorio del futuro” 

En el frente geoeconómico, Rusia e Irán están en el centro de uno de los corredores de conectividad claves del siglo XXI : el INSTC, que une a tres BRICS (el otro es India), es inmune a las sanciones y constituye una alternativa mucho más rápida y barata al otrora indispensable Canal de Suez.

El otro corredor es la Ruta del Mar del Norte (NSR) que atraviesa el Ártico, que los chinos llaman Ruta de la Seda del Hielo o Ruta de la Seda Polar. China se define a sí misma como un “estado cercano al Ártico”.

Mapa de las principales rutas marítimas mundiales y pasos alternativos del Ártico, incluidas las rutas del Noroeste y del Noreste.

El INSTC es la integración euroasiática en su máxima expresión y se convierte en un proyecto de conectividad fundamental para los BRICS. Las repercusiones geoeconómicas son asombrosas, ya que el INSTC acelerará el proceso dentro de los BRICS+ de eludir el sistema financiero internacional dominado por el dólar estadounidense. 

Rusia e Irán ya comercian intensamente con sus propias monedas y criptomonedas, mientras trabajan para perfeccionar un mecanismo confidencial que les permita eludir por completo el sistema de mensajería bancaria global SWIFT, con sede en Bélgica. El siguiente paso es configurar una red de pagos que abarque toda Eurasia, que estará vinculada a un mecanismo BRICS en evolución, y ya se están discutiendo y probando varias opciones en lo que solo puede describirse como “un laboratorio del futuro”.     

La proverbial histeria imperial que define la alianza como el nuevo capítulo del nuevo “eje del mal” (al que se suman Corea del Norte y China para colmo) es irrelevante. El momento geopolítico, una vez más, es inestimable, sumado a la reacción contra la demencia de las sanciones. 

Por cierto, la demencia seguirá siendo intrínseca al eje occidental liderado por Estados Unidos. El jefe de la Inseguridad Nacional, Jack Sullivan, antes de su patética salida, sugirió a la Casa Blanca un ataque a las instalaciones nucleares de Irán antes del inicio de Trump 2.0, algo que habría hundido inmediatamente al presidente republicano entrante en el ojo del huracán: una guerra masiva en Asia occidental. 

El problema es que el círculo de fuego sionista que rodea a Trump está, de hecho, heredando estos planes de ataque de la administración saliente de Biden, y están lejos de encontrar oposición en todo el Estado Profundo de Estados Unidos; por lo tanto, la demencia nunca se detiene. Considerando la arrogancia que impregna el Imperio del Caos, no habrá ningún grupo de realistas que realmente comprenda las ramificaciones de la entente estratégica entre Rusia e Irán.   

La mentalidad de guerras eternas que devastó grandes porciones de Afganistán, Irak, Libia, Siria, Gaza, Ucrania y otros lugares ahora está siendo ligeramente modificada. Sin embargo, los neoconservadores y neoliberales permanentemente empleados que han controlado la política exterior estadounidense durante décadas no desaparecerán. La diferencia es que ahora Rusia e Irán, en estrecha cooperación, están desafiando directamente al  Imperio del Caos, recargado. 

FUENTE https://thecradle-co.translate.goog/articles-id/28527?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=wapp

Las opiniones expresadas en este artículo no reflejan necesariamente las de The Cradle y de Dossier Geopolitico

Por Patricio Serendero  

El fin de este año confirma que las tendencias en la política mundial de cuestionamiento del orden existente de un mundo unipolar que se manifiestan desde el inicio del siglo XXI, se han acentuado y continúan su marcha inexorable hacia un mundo multipolar. Un mundo marcado por la disputa capitalista mundial por recursos energéticos, alimenticios y áreas de influencia. Esto está generando numerosas guerras y provocando una gran inestabilidad económica, política y social. Solo cuando la apropiación y redistribución de los recursos energéticos mundiales y zonas de influencia de los países más ricos estén más o menos establecidas por la fuerza económica, política y militar en última instancia, entonces será posible una época de una cierta estabilidad y paz relativas. Estabilidad y paz que no serán naturalmente eternas, porque el ciclo de las crisis capitalistas, sus luchas económicas y sus guerras se repetirá inexorablemente hasta el fin de este tipo de sociedad.

La victoria rusa en Ucrania contra la OTAN el próximo año, marcará el inicio de un nuevo ciclo en la geopolítica mundial. Un ciclo de alto riesgo para la Humanidad. La realidad actual continúa mostrando claramente que los dueños de la riqueza mundial no tienen problemas en iniciar guerras con su secuela de muerte de millones y la desintegración completa de países. Tal son los ejemplos de Ucrania, Palestina y Siria hoy, descuartizadas en pedazos donde los ganadores en el campo de batalla toman parte de sus territorios como botín de guerra. Los desplazados de sus países forzados a huir  suman millones. Tampoco la clase oligárquica mundial tiene cualquier problema en apoyar grupos terroristas para derribar gobiernos y propiciar atentados terroristas. El grupo terrorista que ha tomado el poder en Siria por ejemplo, Hayat Tahrir al-Sham (HTS), ha sido declarado como terrorista por la ONU, Inglaterra, EEUU, Israel y Turquía. Igual que su jefe, Abu Mohammed al-Jolani cuya cabeza tiene un precio de 100 millones de dólares ofrecidos por EEUU. HTS tiene su origen en el grupo Estado Islámico (2011) y luego como fracción que se separó de Al-Qaeda. Ese es su origen. Grupo al que la prensa occidental se apresura a darle hoy el beneficio de la duda de que estaría cambiando su postura radical por una progresista[i] o incluso humanista[ii]. El conocido lavado de imagen para justificar lo injustificable. Irónicamente los países que lo apoyan hoy tienen una nutrida legislación anti-terrorista!.

La constante principal de fondo de todo el período que se abre, inestable y peligroso, que durará largas décadas del siglo XXI, será la continuación de la acumulación de la riqueza en pocas manos, un fenómeno económico inherente al Capitalismo. Sus consecuencias solo pueden significar un mayor poder de decisión de esta elite oligárquica en la política y economía mundiales. Elite conocida hoy como globalista, entre otras cosas partidaria de un gobierno mundial de unas pocas corporaciones transnacionales.

La derrota militar y política de la OTAN en Ucrania le parece inaceptable al gigante americano. Una parte importante de sus clases dirigentes piensan que continua siendo la mayor potencia mundial. Lo que determina en gran medida la lucha de EEUU en todos los planos contra sus rivales económicos y militares, China y Rusia por mantener dicho poder. Lucha que se da en el mundo entero y que ha llevado a algunos a afirmar que ya estamos en la Tercera Guerra Mundial. Esta será la segunda constante del período.

En Ucrania, EEUU vía la OTAN luchará todavía duramente – a pesar de su derrota inminente- provocando a Rusia como último recurso, recurriendo a crecientes atentados terroristas como los vemos hoy.  Busca con esto una respuesta descontrolada de esta para así obtener la justificación de una guerra ahora formal contra la OTAN. Lo que nos llevaría al borde mismo del abismo nuclear. No sabemos si esta opción suicida se mantendrá durante el próximo gobierno norteamericano. La política exterior de EEUU la decide el “Estado profundo”, sus grandes corporaciones y las empresas del complejo militar-industrial e ideológicamente sus centros de pensamiento como la Corporacion Rand y otros. Los gobiernos responden a esos intereses. Sin embargo algunos piensan que el gobierno de Trump puede hacer cambiar esto. Por ejemplo decidiendo enfocarse más en los serios problemas económicos y sociales internos. Trump hará, en su estilo claro, lo que las grandes corporaciones manden. No olvidemos que el complejo militar-industrial vende permanentemente armas, municiones y equipos de todo tipo para 850 o más bases americanas en el mundo! ¿Alguien cree que están dispuestos a perder eso por las supuestas veleidades pacifistas de un Presidente? Los emperadores romanos, brillantes o estúpidos no determinaban lo grueso de la política imperial y su accionar. Tampoco los gobernantes de EEUU.

De allí que esperamos continuidad en su política externa. EEUU seguirá incentivando “primaveras árabes” en Eurasia[iii], como por ejemplo en Georgia, Moldavia o su región autónoma Transnitsria entre otros, para mantener la influencia que tiene en algunos países y agregando otros para el hostigamiento de  Rusia y China, sus enemigos declarados. El reciente golpe de Estado patrocinado por EEUU en Bangladesh es parte de ese objetivo. La caída de Siria pretende entre otros objetivos desestabilizar Rusia y China en sus fronteras. Todas operaciones de guerra no militar tendientes a debilitar y acosar al enemigo estratégico. Además de apropiarse totalmente de su petróleo o al menos de su comercio. Tal como en Libia o Irak.

Con Trump EEUU continuará y profundizará las sanciones comerciales no solo contra sus enemigos principales. El imprevisible millonario ha dicho que aplicará sanciones a los países BRICS con un aumento de 100% en las tarifas aduaneras si no utilizan el dólar en sus transacciones internacionales. Amenaza que ha hecho extensiva a cualquier otro país que no obedezca sus dictados. Estas declaraciones no pasan de ser hoy bravuconadas de alguien que no siendo todavía jefe de Estado se permite decir cualquier cosa. El problema de esto es que EEUU ya no tiene la fuerza para imponer su voluntad en todo el mundo. Aunque todavía lo consigue con muchos países. Como en Chile por ejemplo, ideológicamente dominado por el modelo neoliberal inventado en EEUU y uno de sus alumnos más aventajados.

Todavía respecto de Ucrania digamos que algunos analistas sugieren que esta quedaría dividida en tres grandes sectores una vez terminada la guerra (ver diagrama). Rusia se quedaría con todo el Donbas conquistado en el Oeste ( donde están los territorios más ricos de Ucrania) más Odessa en el sureste. Hungría y Polonia se apoderarían de sendas regiones en el Oeste. El centro sería lo que quede de Ucrania, cuyo estatuto tendrá que ser aquel de no pertenencia a la OTAN, uno de los objetivos esenciales de Rusia para cualquier negociación de paz.

Ucrania después de las negociaciones según F. Moragón. Visto en en canal: Derribando los Mitos de la Política de E. Bistoletti.

https://www.youtube.com/watch?v=KOP07VwhzbI

La caída de Siria

En el Medio Oriente la cosa se ve todavía peor para el período que se inicia. La caída en Siria del régimen de Basher al-Asad el pasado 8 de diciembre, donde existía un estado de guerra civil desde 2011, ha sido propiciada entre otros grupos por el HTS, también conocido como Entidad de Liberación del Levante. Grupo terrorista que ha contado con el apoyo militar y logístico de EEUU, Israel y Turquía, además del Reino Unido. Han participado además otros grupos que controlan distintas partes del territorio sirio y que luchan entre sí. De allí que la situación promete un estado de guerra civil que durará mucho tiempo. Pero no solo habrá guerra civil en Siria sino que probablemente se hará extensiva en todo el Medio Oriente involucrando a Irán. Israel, el actual actor predominante en la región se enfrenta a Irán pero también a Turquía que ha participado activamente en el derrocamiento de al-Asad con la milicia que apoya: el Ejército Nacional Sirio. Israel y Turquía han desplegado en estos primeros días sus ejércitos en territorio sirio con fines de anexión. Israel por ejemplo ya se ha apropiado de lo que le restaba a Siria de los Altos del Golan y ha tomado el monte Hermon, justo encima de Damasco. Utiliza su fuerza aérea para bombardear zonas declaradas como enemigas. Pero no justamente a los grupos terroristas que ha armado desde 2011 tal como había denunciado la periodista Serena Shim, asesinada en 2014[iv]. No sabemos si Israel hará primero la guerra a Turquía o a Irán,  enemigo ancestral del sionismo, lo que servirá la geoestrategia de EEUU por el control que tiene sobre el petróleo sirio, y los numerosos oleoductos y gasoductos existentes y que hacen de Siria una zona de tráfico de hidrocarburos desde Asia y las monarquías árabes hacia Occidente. EEUU controlaba en 2019 el 70% de los recursos energéticos del país vía grupos guerrilleros que apoyaba. El 30% restante lo controlaba el gobierno[v]. La caída de Siria también sirve a las monarquías del Golfo Pérsico como Arabia Saudita, que ve debilitada a Irán al perder su influencia en Siria. Turquía tiene también ambiciones económicas alrededor del petróleo como país de transporte de este desde los países del Golfo. Ocupa hoy la zona donde viven turcos otomanos de Siria. Siendo ahora Siria una tierra peligrosa de nadie, será más segura Turquía para el transporte de hidrocarburos a Europa. De allí que para el actual gobierno turco apoyar un movimiento declarado terrorista por ellos mismos no representa un problema. El fin siempre justifica los medios. Sobre todo en Política.

Otra de las consecuencias de la caída de Siria es que ahora podrá concretizarse la construcción del gasoducto Catar-Arabia Saudita-Jordania-Siria-Turquía, diseñado para atravesar Siria y ofrecer a Europa una alternativa al gas ruso. Este proyecto compite con aquel para traer petróleo desde Irán pasando por Irak y justamente Siria (denominado Oleoducto de la Amistad). Dos proyectos en competición aparte de los oleoductos ya existentes en Siria. Ya desde 2009, ante la oposición de al-Asad al gasoducto desde Qatar, la inteligencia de EEUU había decidido que era preciso una intervención en Siria para derribar su gobernante. La UE – muy interesada en estos proyectos – cooperaba políticamente acusando al-Asad de crímenes de guerra y desarrollo de armas químicas. Desde entonces comenzó la guerra civil. He aquí la razón profunda para esta intervención utilizando grupos terroristas con el apoyo de los varios países interesados en el negocio. Una estrategia donde se evita enviar tropas propias para la consecución de un objetivo. Siga usted los caminos del petróleo y gas y comprenderá gran parte de las guerras en el mundo de hoy.

La existencia de varios grupos terroristas en presencia, entre ellos Al-Qaeda e ISIS  y también una parte del ejército sirio cuyos miembros están a ser asesinados, así como los curdos apoyados por EEUU promete un volcán para el país y su destrucción asegurada. Siria como Ucrania, probablemente será dividida en pedazos conforme la fuerza que tengan las potencias en disputa. Rusia tiene bases militares allí. Le interesaba una Siria amiga como protección de su área de influencia. No sabemos a esta altura que va a acontecer con ellas. Lo concreto es que el país reina el caos total y la vendetta contra los miembros del ejército sirio está en pleno desarrollo. La prensa occidental siempre dirigida por los mismos poderosos dueños de todo calla estos crímenes y ve con velada simpatía aunque con aparente neutralidad los terroristas en el poder. Se imaginan los lectores si esto hubiese sido hecho por una guerrilla de izquierda?

El retroceso de la Unión Europea

Otra característica del nuevo período que se abre es el papel secundario en el mundo que ahora jugará la Unión Europea (UE) y Europa en general. Por imposición de EEUU a través de la OTAN se había propuesto propiciar una derrota estratégica a Rusia, comenzando por destruir su economía aplicando sanciones de todo tipo. Como es bien sabido hoy, toda esta política resultó exactamente en su contrario. A pesar de la propaganda occidental, Rusia es hoy un país más fuerte en todos los aspectos. Los países europeos en cambio, y en gran parte a causa de su política con Alemania y Francia a la cabeza, están sumidos en una grave crisis económica y política. Ya tenían antes problemas económicos serios donde los parámetros de crecimiento económico eran mínimos durante largos años previos a la guerra de Ucrania. Solo que la guerra y las sanciones económicas contra Rusia (más de mil sanciones diversas) han tenido como resultado profundizar y acelerar el declinar de estos países. Siendo Europa una región sin recursos energéticos, con la excepción del petróleo de Noruega, dependía de Rusia y su gas barato durante largos decenios. Con el acto terrorista de la voladura de los gasoductos bajo el mar que llevaban el gas desde Rusia a Alemania (hecho nunca reconocido como tal en Occidente), ha significado un problema insoluble para la industria europea. Europa ya no es hoy una referencia principal como potencia económica. Potencia militar como UE no lo ha sido nunca, ocupada militarmente en varios de sus países por EEUU desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Algo de lo que paradójicamente Occidente acusaba a Rusia en los tiempos de la URSS a propósito de la realidad del Pacto de Varsovia y el dominio absoluto de Rusia en los países que lo conformaban. Predominio de EEUU sobre Europa que hoy el destemplado Presidente electo Trump se encarga de recordar groseramente. Deben seguir comprándonos gas y armas o de lo contrario aplicaremos sanciones económicas de todo tipo contra vuestros productos. Y tienen que mantener la OTAN. Si quieren protección, deben pagar por ello.

Es difícil pensar hoy en la posible autonomía estratégica de Europa como dice un ex-embajador español[vi]. Para que ello ocurra Europa debería terminar con su política de sumisión a EEUU y terminar con la OTAN. Difícil. Salvo, que Trump decida el mismo terminar con la alianza atlántica a contrapelo de los intereses del complejo-militar de su país. Algo muy poco probable. Europa  además tendrá que necesariamente re-establecer las relaciones con Rusia que tan buenos resultados dieron durante largas décadas. Igualmente deberá reformar de raíz la Unión Europea como institución burocratizada, cuyas políticas económicas ineficientes y una legislación paralizante impiden la competitividad y la innovación, tal como lo ha denunciado el demoledor informe de Mario Draghi, el ex-jefe del Banco Central Europeo. Veremos como se resuelve dicha pugna.

Desconfianza en líderes políticos

Una tercera constante que se mantendrá en el nuevo período  es la creciente desconfianza y desaprobación de la población mundial en sus dirigentes políticos. Hay una profunda crisis de los valores que supuestamente representaba el régimen democrático. No es solo en Chile que en general la mal llamada clase política favorece no a sus electores sino a las empresas que financian sus campañas. Es un fenómeno mundial del Capitalismo “democrático”. La población europea por ejemplo, que rechaza mayoritariamente sus gobiernos haciéndolos caer uno a uno estos días, observa como estos continúan dirigiendo a Europa en una guerra contra Rusia que esa mayoría no quiere. De igual manera, el actual gobierno de EEUU, viola sistemáticamente la voluntad popular  haciendo lo contrario del programa del ganador de las elecciones, contrario a la guerra. Son todos ejemplos de que los gobiernos del capitalismo no gobiernan en el interés de sus pueblos sino de sus elites. Y en el caso europeo, de elites extranjeras.

El accionar de los gobiernos de la democracia, dado el aumento de la concentración de la riqueza en pocas manos, verá acentuarse la influencia de la clase dominante en la elaboración de políticas públicas. La descarada intervención judicial en Rumanía para desconocer el triunfo legítimo en las elecciones presidenciales de ese país, obtenido por el candidato Calin Georgescu opuesto a la guerra de Ucrania, con la disculpa que hubo una grosera y masiva intervención rusa, la campaña neo-macartista en toda Europa para silenciar en redes sociales y otros medios cualquiera voz disidente con la posición belicista y suicida de los actuales dirigentes europeos, o la actitud del Presidente francés de desconocer el veredicto de las urnas dos veces consecutivas colocando primeros ministros que no representan ninguna de las fuerzas vencedoras en las elecciones, son otros ejemplos de un sistema cada vez más autoritario donde la opinión y decisión de las grandes mayorías que los han elegido simplemente no cuenta.

Reactivación de la doctrina Monroe

En cuanto a América Latina, veremos un reforzamiento de la doctrina Monroe por parte del Tío Sam. Esa de “América para los americanos”. Esta será la cuarta constante del período. Esto, por la pérdida relativa de influencia de EEUU en la región en las últimas décadas, como consecuencia de las crecientes relaciones económicas y diplomáticas de los países latinoamericanos con China. Además de la incorporación del gigante Brasil y otros países a los BRICS, visto por EEUU como su enemigo. Para varios de ellos como se sabe, China es su principal socio comercial, entre ellos Chile. EEUU podrá exigir a nuestros países escoger entre “nosotros” o “ellos”. Esto, porque en un contexto de pérdida de su influencia en el mundo, EEUU no puede permitirse también perder su hegemonía en nuestra América. Las provocaciones de Trump tratando a Canadá como un estado más de la Unión, gritando que va a recuperar el Canal de Panamá o amenazando a México con altas tarifas a sus productos exportados a EEUU, donde la velada amenaza ha sido la de nombrar a un ex-oficial de la CIA como embajador, no dejan lugar a dudas de cual será política que se nos aplicará. Ni hablar además que Cuba y Venezuela no tendrán tregua alguna en su bloqueo y sanciones.

Reforzar el papel de patrón en A. Latina es hoy un imperativo para EEUU. Las recientes actividades y acciones político-militares del Comando Sur en varios países de la región, aquella división del Ejército de EEUU para el control sobre nuestra América, donde tiene más de 75 bases militares así lo confirman[vii]. Actividad creciente particularmente desde hace dos años que no debe dejar dudas sobre una política amenazante en la región. Como referimos arriba, a EEUU le preocupa sobremanera el que su rival chino haya penetrado en la economía y finanzas de nuestro sub-continente. La construcción del gigantesco puerto de Chancay en Perú es una de sus últimas obras. Será interesante ver como se posicionan Brasil, México, Argentina y Colombia en el período que se abre. ¿Serán capaces de llegar a desarrollar alianzas político-económicas para mejor defender sus intereses y posición en el mundo?  No olvidemos que teniendo en juego los intereses nacionales, los países pequeños tienden a luchar  juntos para mantener su independencia y soberanía frente a los grandes, independientemente de los gobiernos que tengan en cualquier momento. O al menos eso debería ser en teoría su actitud como enseña la geopolítica. López Obrador, su sucesora Sheinbaum, Lula y Petro entienden esto perfectamente. En Chile, dada la conocida posición ideológica pro-EEUU de la clase empresarial nada de eso podrá acontecer. Los gobiernos de turno responden a esos poderes.

El poderío chino

La realidad del período que comienza está marcada también obviamente por el predominio indiscutible de China en el comercio mundial así como en varios campos tecnológicos incluida la investigación en tecnología espacial y nanotecnología, además de estrechar su relacionamiento político y diplomático con numerosos países. Un gran desafío al poder de EEUU. Los asiáticos ocupan el primer lugar en el registro de nuevas patentes en tecnología por ejemplo, algo de la mayor importancia para la necesaria innovación. China es la cabeza de los BRICS como alianza de muchos países en la lucha por la defensa de sus intereses. Los BRICS superan hoy al G7 en el PIB PPA[viii] . También en la superficie que controlan y la cantidad de población mundial que representan. China, además, cuya política es pensada siempre para el muy largo plazo, pretende destronar el dólar como moneda preferida en los intercambios internacionales. Eso es lo que defiende con fuerza en los BRICS. Veremos en este período el continuo lento pero seguro avance de este proceso en esa dirección. Un objetivo irrenunciable y el que se verá acelerado al tener en cuenta que EEUU aumente las tarifas de aranceles y otras sanciones. Cuando esto se concretice a través de la moneda BRICS, producirá ciertamente el golpe más duro contra el imperio americano tal como lo conocemos. Habrá un antes y después en la Historia Mundial de los últimos dos siglos cuando esto acontezca.

En sus relaciones comerciales con el mundo, China actúa en lo esencial como cualquier otra potencia económica. Compra en general materias primas, recursos naturales y alimentos a los países subdesarrollados y les vende productos terminados con valor agregado. Las cifras del comercio chileno con el gigante asiático son un buen ejemplo de esto. Afianza sus lazos comerciales invirtiendo sobre todo en infraestructura y participando activamente en el financiamiento de proyectos a través de sus bancos de inversión privados y públicos. De acuerdo con un informe del Banco Mundial y otros, China ha realizado en los últimos 20 años préstamos a 22 países latinoamericanos por más de $USD 240.000.000. Préstamos difíciles a veces de pagar dado unos términos negativos del intercambio. Se exporta mucho menos que lo que se importa desde China creando balanzas de pago deficitarias[ix].

El secreto de este indiscutible éxito económico de China han sido los bajos precios. Pero habrá un momento en que los salarios de los trabajadores chinos tendrán que subir así como las regulaciones medioambientales que aumentan los costos de producción. La música entonces será diferente.

Por otra parte, China hace parte hoy de ese orden mundial que critica. Una gran contradicción a resolver. De hecho, es miembro del Consejo de Seguridad de la ONU así como miembro del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. Estas últimas las entidades por antonomasia del Capitalismo mundial, hoy en manos de EEUU. Pero también es la cabeza de los BRICS, opuesto a estos o al menos en sus políticas. En algún punto de su desarrollo tendrá que resolver si se decide a luchar por tomar ese poder del Capitalismo en el mundo y continuarlo, o de romper este modelo y construir el Socialismo. Hasta ahora ellos dicen que la suya es una sociedad socialista con particularidades chinas. Tienen razón algunos analistas que dicen que China es más bien una sociedad capitalista con características chinas. La Historia mostrará finalmente hacia donde quieren llegar. Algo que nadie puede predecir hoy.

En cuanto a Poder militar, la realidad mundial a partir de ahora está marcada por el poderío militar incontestable de Rusia. La derrota de la OTAN, que ha ensayado lo mejor de su armamento militar en Ucrania así lo demuestra. Esto es absolutamente verdad referido a la guerra convencional.

Las armas de la guerra hoy son completamente distintas a las cualquiera otra guerra de la Historia. Primacía de misiles de todo tipo y drones aéreos y marítimos, satélites espías y de comunicación, así como la fundamental componente de guerra electrónica e informática lo han cambiado todo. Y en esta nueva y moderna guerra los rusos han tomado la delantera en cuanto desarrollo tecnológico. Y esta supremacía tiene y tendrá consecuencias en los equilibrios y luchas de Poder futuras.

La constatación del fracaso del capitalismo neoliberal

Una última constante de la situación mundial, a la vista de lo arriba expuesto,  es la constatación del fracaso del capitalismo. Al menos el capitalismo neoliberal occidental en todos los campos de la acción humana. Un sistema y modelo que hace agua por todos lados. Un mercado que ya no es libre, porque el proteccionismo actual se impone y el objetivo monopolista de las empresas está siempre presente; una responsabilidad financiera olvidada por los más ricos que permite crisis económicas unas detrás de las otras; una ilegitimidad creciente de sus gobiernos; proletarización de largos segmentos de la población antes de clase media; una destrucción medioambiental galopante; un control creciente de las conciencias utilizando una máquina universal de propaganda ideológica que inunda todos los espacios del pensamiento; represión del Estado contra cualquier disidencia de la narrativa oficial, el que se da medios policiales cada vez más costosos e intrusivos sobre la vida privada; privatización de toda tarea humana que permita obtener lucros; un individualismo creciente que niega la esencia social del ser humano; unos dirigentes políticos que velan por su interés personal y no por aquel de sus votantes, cayendo frecuentemente en la corrupción, lo que aumenta la desconfianza y rabia de los electores; un sistema de dominación en fin injusto e inhumano, donde de manera creciente los DDHH no son respetados por los Estados.

Son estos entre muchos, otros indicadores de una derrota estructural del modelo de sociedad que nos han vendido las últimas décadas como el único posible y el que se pretende insistentemente de llevarlo a todos los confines de la Tierra. Un modelo que no caerá por si solo. Tendrán que ser los propios trabajadores los encargados de construir sociedades más prósperas, dignas, justas y pacíficas. Y cuanto antes, mejor. Porque mientras tanto, la pobreza, la inestabilidad, la inseguridad, la desconfianza, la injusticia y la guerra continuarán imperando en el diario vivir. Un panorama desolador para el futuro de nuestra descendencia.

Patricio Serendero

[i] Ver por ejemplo el artículo de la BBC “El nuevo líder de Siria rompió realmente con su pasado radical islámico?”,

BBC News, 20/12/2024 donde se afirma que dicho grupo está siendo genuino en su deseo de cambio(sic).

[ii] https://noticias.uol.com.br/colunas/walter-maierovitch/2024/12/16/siria-promete-novo-jihadismo-pragmatico-da-para-acreditar.htm

[iii] Eurasia: Europa + Asia, la región geopolítica propuesta con este nombre en 1904 por A. Mackinder y que EEUU se encargará siempre de mantener dividida conforme su estrategia secular. Según Mackinder, quien gobernaría Eurasia gobernaría el mundo. De allí la dominación de EEUU sobre Europa utilizando la OTAN.

[iv] Decimos asesinada porque existen serias sospechas que los responsables de su muerte en un accidente de automóvil  fueron los servicios de inteligencia turcos que ella misma había denunciado en TV dos días antes por estar en la lista de blancos a abatir.

[v]  “La geopolitica de los gasoductos lo es todo en el conflicto sirio”, Misión Verdad, Portal digital CubaSi, 10/12/2024

[vi]  Comentarios del ex-embajador I. Gracia Valdecasas entrevistado en el canal de Rubén Gisbert en https://www.youtube.com/watch?v=SLEFjyWFaEk

[vii] “La amenaza militar de EEUU en Latinoamérica”, en portal digital Rebelión visto el 23 de Diciembre de 2024

[viii] El PIB PPA (Producto Interno Bruto por Paridad del Poder Adquisitivo) es la medición que permite medir el producto interno bruto de un país, eliminando las diferencias de precios existentes entre cada país.

[ix] Ver el interesante artículo  “La dificil disyuntiva que tienen los países latinoamericanos en su relación con China”, M. Hernández, Rebelión, 3/12/2024

FUENTE CLARIN CL https://www.elclarin.cl/2024/12/29/proyecciones-geopoliticas-2025-guerras-e-inestabilidad-marcan-el-nuevo-ciclo-mundial/

 
Por Massimiliano Vino DISSIPATIO.IT

La humanidad y el hardware son los dos componentes fundamentales en la carrera tecnológica del siglo XXI. Alessandro Aresu, en su último libro «Geopolítica de la inteligencia artificial» (Feltrinelli, 2024), reconstruye las historias y las luchas internas de poder de los hombres que están revolucionando el mundo: jugadores empedernidos como Musk y a menudo megalómanos como Palmer Luckey o Peter Thiel. de la misma ética feroz del capitalismo y del sueño americano que dio origen a sus empresas.

La inteligencia artificial es lo más concreto que puede afectar al destino y objetivos de las comunidades humanas. Más allá de cualquier retórica catastrofista o su ciega exaltación, el juego actual es exquisitamente humano y material. La piedra angular es la tendencia fundamental de nuestro tiempo, es decir, la creciente concentración de hombres, ideas e innovaciones en los dos polos atractivos más importantes del planeta: Estados Unidos y China.

Al leer «Geopolítica de la inteligencia artificial» de Alessandro Aresu, uno no puede evitar sentirse sorprendido y encantado por esta danza concéntrica lenta y constante que toca los diferentes rincones del gran Occidente o del Sur Global, de la América profunda y costera, de la Vieja Europa. y el Lejano Oriente, se desarrolla a través de prodigiosas intuiciones y luchas por el poder. Tanto entre individuos como entre empresas o imperios. La visión que tenemos por delante es la de un intrincado laberinto con rasgos novelescos, en el que millones de pequeñas piezas perfilan el rostro del desafío tecnológico global.

El hilo conductor de la discusión, centro esencial de la obra, es un chico desconocido de origen taiwanés, que emigró a Oneida, en Kentucky, y se hizo conocido entre sus nuevos conciudadanos americanos como Jensen Huang. Hoy una verdadera leyenda. Antes de eso, hubo un largo camino de investigación humana sobre la inteligencia artificial, ya en los años 40 a partir del juego de imitación y del test de Alan Turing y materializado por el chico de Oneida, que llegó como un perfecto desconocido a los años 70. Estados Unidos, y por su pasión por los videojuegos.

Se puede decir que los orígenes de nuestra idea de inteligencia artificial son las tarjetas gráficas de videojuegos. A partir de la necesidad cada vez más necesaria de realizar la misma operación simultáneamente, como por ejemplo hacer que el sistema visual y el sistema nervioso reconozcan un trozo de rascacielos, se activa el camino de la memoria. Es decir, lo que se llama computación paralela:

“Con la llegada de la GPU ( Unidad de procesamiento gráfico) de NVIDIA y su capacidad de computación paralela, de repente se pudieron crear mundos de juego con gráficos complejos y detallados, cada «decoración» (elemento gráfico) se procesó en paralelo para crear una ‘experiencia inmersiva que «Había sido impensable antes».

NVIDIA, la creación de Jensen, está en el centro del proceso . El sol en el centro del sistema. Pero otras historias se cruzan con él y su rotundo éxito. La computación paralela ha estado entrelazada con la investigación sobre la conciencia y la inteligencia humanas desde los albores de la humanidad moderna. 

¿Qué son en realidad? Comprender esto es esencial para lograr una imitación más clara del cerebro humano. Y viceversa. 

Aparentemente es la formación la que determina la calidad y da forma a las herramientas de aprendizaje de las redes neuronales. Un mecanismo que a través de experiencias y errores determina también la proliferación de las GPU. Toda la historia de la humanidad y la continua remodulación de su relación intelectual con el conocimiento se basa en el error. Del error dependerá también  el destino final de estas redes neuronales artificiales, marcadas por el mosaico infinito de hardware .

La nueva «explosión cámbrica», analizada por el brillante investigador de origen chino Fei-Fei Li, otro protagonista de la aventura de la inteligencia artificial, es el triunfo de una nueva «forma de vida» a través de la vista, como ocurrió hace apenas millones de años. años antes. Ver y saber reconocer, a través del entrenamiento y los continuos tropiezos, traduce el juego de imitación en realidad. Es una prerrogativa que se ha perfeccionado en el hombre y en la máquina que poco a poco aprende y traduce en contenidos. 

Pero la máquina no es nada sin el aparato humano del que depende. El destino manifiesto de la ocaso de la civilización occidental global liderada por Estados Unidos y quizás China reside en el papel cada vez más imponente asumido por los herreros divinos, por el Prometeo moderno que Spengler (citado en Aresu) sugiere en el apogeo del ciclo euro-occidental. :

“No sólo el nivel sino la propia subsistencia de la industria depende de la existencia de cientos de miles de mentes calificadas y bien entrenadas que dominen y avancen incansablemente la técnica. El ingeniero es verdaderamente el gobernante silencioso y el destino de la industria mecánica. Su pensamiento es como posibilidad lo que la máquina es como realidad”.

Los niveles simbólico y metafísico parecen estar indisolublemente entrelazados en la propia antropización material de la historia geológica de la Tierra. Y quizás en la superación misma de lo humano. Spengler definió la filosofía y las matemáticas de Descartes y Leibniz como la clara ejemplificación del florecimiento definitivo de una nueva civilización en nada similar a la clásica grecorromana. La sensación de infinito numérico y espacial emana del cálculo infinitesimal. Resuena y culmina en la incompletitud de Gödel. Está injertado en la aterradora admiración leibniziana hacia ese gran caldero de religión y pensamiento tradicional chino que es el I-Ching . Líneas continuas y líneas discontinuas como sistemas binarios . El cálculo del destino que se traduce en la búsqueda de la verdad, a través de la conversión en patrones. 

El plan, sin embargo, no es nada sin el impulso científico y luego industrial que construye civilizaciones mecánicas  .

Aresu, que ya ha dedicado dos libros antes que este último al fortalecimiento del capitalismo político al estilo americano y chino , destaca cómo el industrialismo y la aceleración se injertan en la profundidad antropológica, cultural e histórica de las comunidades individuales, como necesarios para su misma supervivencia. Evitar conocerlos supone faltar a la cita con el principal reto del momento.

Si Japón fue el primero, ante el poder de Occidente, en optar por aprender «sin temor» y convertirse en una potencia industrial para no sucumbir, hoy las grandes comunidades asiáticas comparten una suerte similar. Con China a la cabeza. 

Un desafío manufacturero, compuesto por búsqueda de talento, innovación continua, regulación pública y seguridad nacional.

Si NVIDIA tiene la capacidad de cruzar las fronteras nacionales del imperio americano y también hacer negocios con los chinos, donde gran parte de los pedidos de los gigantes de la alta tecnología dependen del pedido público, la seguridad nacional sólo en este caso ejerce una función de contención. Las cadenas de suministro y la dependencia mutua que garantizaron un par de décadas de orden global unipolar dentro de la globalización estadounidense ya no tienen ninguna razón para existir hoy.

El Celeste Imperio y el Occidente crepuscular, ya sea que hayan llegado metafísicamente a su etapa terminal , sostenidos mecánicamente sólo por aparatos técnicos, o que aún estén vitales y vigorizados por su propia esencia antropológica e histórica, se desafiarán mutuamente. Usando IA. 

Con los chinos ansiosos ferozmente de abrirse a ese vasto infinito dominado por las flotas germánicas, normandas e inglesas, convertidas en americanas, fruto de la búsqueda de lo ilimitado matemático y filosófico de la civilización eurooccidental. Y con los estadounidenses, que son el cerebro hacia el que convergen todas las energías restantes de sus socios, satélites y aliados europeos.

Un torbellino cada vez más acelerado de mentes jóvenes y ambiciosas huyen de la regulación de la vieja y exhausta Europa, sostenidos por su propio bienestar material creciente, consecuencia directa de la desvinculación del instinto de supervivencia, garantizado por la protección militar y tecnológica estadounidense. , para ir a Estados Unidos . Alimentando cada vez más su prodigiosa brecha respecto a cualquier posible rival.

En todo caso, distribuir dividendos entre los aliados moribundos:

“¿Cuál es entonces el papel de Europa? ¿Cuál quieres que sea? Somos los muertos vivientes. Para darnos un tono, nos llamamos sonámbulos. La brecha con Estados Unidos era grande hace diez años: ha crecido y no hay razón para pensar que no seguirá creciendo”.

Talentos y maestros de Italia, China, Israel y aquellos que huyen de Europa se sienten atraídos por Estados Unidos. La inteligencia artificial, producto de la mente y el genio europeos, no tiene voz y voto en el Viejo Continente. Red de centros de estudios e investigación. De excelencia técnica y humanística. Lo que falta es el elemento más importante y decisivo que elude a un continente que todavía se cree una potencia y que evita cada vez más el retorno de la Historia: falta el hardware. Falta fabricación. Industria, en el sentido más estricto del término. Así como la voluntad o capacidad económica para sustentarlo.

Sin «tomar en serio» la industria de los videojuegos, más que el papel de personajes (y jugadores) como Elon Musk y Peter Thiel, más allá del carácter pintoresco de este último a su manera, hecho de arrebatos públicos y delirio transhumanista, se corre el riesgo de mirando tu dedo y perdiendo de vista la luna. La luna son los microprocesadores . Los componentes técnicos que, más que cualquier temor legítimo a una «revuelta de las máquinas» y a la extinción de la raza humana «suplantada por la inteligencia artificial», son el verdadero núcleo de la cuestión. 

Y al mismo tiempo, la producción de microprocesadores, la guerra de los chips entre China y Estados Unidos, acompañan las ambiciones espaciales de Starlink y la guerra de los datos y de las redes sociales en curso entre las dos superpotencias. 

Acompañan, pero no son decisivos. Primero están la geopolítica, la geografía, las condiciones económicas, materiales, antropológicas y políticas; y luego viene la inteligencia artificial en todas sus aplicaciones o protagonistas. Desde las inversiones (incluidas las políticas) de Elon Musk, sus indudables capacidades industriales, hasta la reconstrucción de un cinturón manufacturero estadounidense , para contrarrestar más eficazmente la gigantesca capacidad de producción de la República Popular. Desde la valorización de talentos que han emigrado a Estados Unidos, incluido Jensen Huang, hasta la financiación masiva de investigaciones científicas, estrechamente relacionadas con la producción y el espíritu empresarial y que nunca son un fin en sí mismas. 

Entrar en la dimensión geopolítica y material del desafío actual a la inteligencia artificial significa, por tanto, atribuirle el valor adecuado y su mayor límite, que sin duda sigue siendo el hombre. Genes humanos, convergencias políticas humanas y polos atractivos, comunidades humanas que luchan por la hegemonía tecnológica y quizás global:

“La IA permanece exactamente donde la colocamos, solo puede hacer aquello para lo que la entrenamos y solo puede influir en aquello a lo que están conectados sus resultados. Como resultado, los humanos siempre decidiremos cuánto poder de decisión ceder a los modelos de inteligencia artificial. Nunca tomarán el poder solos. Sólo tendrán el poder que les demos.»

Citada en el texto, junto con otras numerosas referencias literarias fruto del inmenso conocimiento del autor, que aún atestiguan el vínculo indisoluble (que olvidamos) entre el conocimiento humanístico-filosófico-literario y la producción técnico-científica, se encuentra la obra maestra de Frank Herbert, Dune . Consagrada hoy, una vez más, en los cines, sorprende por el profundo factor humano inherente a sus decorados de ciencia ficción.

La orden religiosa femenina de las Bene Gesserit encabeza la aspiración de liberación de la humanidad. No las máquinas que superan al hombre, ni la esclavización de otros humanos por medio de las máquinas, sino el desarrollo de la mente de los hombres, que lejos de encogerse y dejarse acostumbrar a sus serviles criaturas artificiales, se esfuerzan continuamente más allá. : «No construiréis una máquina que falsifique una mente humana», afirma la Reverenda Madre de la Bene Gesserit en la primera conversación con el joven Paul Atreides. 

“La Gran Revuelta nos liberó de una muleta. Obligó a la mente humana a desarrollarse”.

La mente humana de hoy son los cientos de miles de mantenedores humanos dispersos en centros de datos y fábricas que consumen mucha energía («molinos satánicos») en todo el este de Asia, desde Malasia hasta Vietnam y Singapur, la seguridad de la cadena de suministro y las guerras comerciales entre Washington y Beijing, centradas en la «capital» de los microprocesadores: Taipei, la isla del quizás inminente apocalipsis nuclear.

Y los «héroes» de la revolución de nuestro tiempo también son humanos, vestidos con chaquetas de cuero como Jensen, jugadores empedernidos como Musk y a menudo megalómanos como Palmer Luckey o Peter Thiel , productos de la misma ética feroz del capitalismo y del sueño americano que floreció. Nvidia.

Humana y con fuertes implicaciones geopolíticas, es también la fuga de cerebros de Europa y su reducción a una «potencia reguladora», mientras la Historia se la traga sin demasiados elogios junto con su propia miopía en sectores cada vez más cruciales como el de la propia IA. en lugar de en criptografía o en control de datos y en el desarrollo de su propia industria espacial seria: los únicos participantes en la disputa global están convencidos de que la lucha ha terminado, cuando en realidad apenas ha comenzado. Una lucha de la que quizás ninguna célula del gran organismo antrópico terrestre podrá escapar:

“La integridad del cuerpo depende del flujo sanguíneo y del flujo nervioso, sensibles a las más mínimas necesidades de cada célula… cada cosa, célula, ser, no es permanente… lucha por la continuidad del flujo interno”

FUENTE DISSIPATIO.IT https://www.dissipatio.it/nvidia-videogiochi-dune/

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