En el programa “Falta Envido” por Radio EME, el profesor Miguel Barrios brindó la primer entrevista sobre la Historia de América Latina. 


El reconocido historiador Miguel Barrios presentó su ciclo de charlas sobre la Historia de América Latina en el programa “Falta Envido”, con la conducción de Luis Moro. El mismo se transmite todos los domingos de 10 a 12, por Radio EME.

Allí el profesor Barrios mantuvo la primera entrevista sobre la formación de la historia latinoamericana. Esto segmento contará con cuatro entregas en total.

Y vos la podés repasar nuevamente por RADIO EME: Santa Fe FM 96.3 – Reconquista FM 93.3 – Rafaela FM 96.9 – San Justo FM 103.1 – Vera FM 101.3 – San Cristóbal FM 94.3 – Tostado FM 98.1 – San Javier FM 102.3 – Sunchales FM 94.9 – San Jorge FM 90.3 – Ceres FM 97.5 – Villa Ocampo FM 97.7

Escucha la entrevista completa con Miguel Barrios: https://soundcloud.com/user-753793602/formacion-de-america-latina-curso-de-historia-prof-miguel-barrios

[NR. de Dossier Geopolitico: En un lejano mayo de 2003, un pensador inglés John Gray ya adelantaba la decadencia de EEUU y sus socios europeos, este y muchos otros analistas de renombre anglosajones ya conjeturaban lo que está pasando 17 años después, estos pensadores y otros suramericanos y nuestras propias investigaciones y conclusiones nos permitieron en pleno auge del “Pensamiento políticamente correcto” y del “mundo uno” que lo que se avecinaba era un modelo multipolar de varios ejes de Poder y que hoy los mismos publicistas de esas ideas viejas que sostenian el Fin de la Historia y otras posturas de subordinación automática al Imperio Americano. Se sorprenden y tratan de aclarar para no quedar fuera de la realidad y la historia que los deja mal parados. La Pandemia solo hizo unificar todos las contradicciones y debilidades del “occidente” anglosajón; pero NO es el responsable de los cambios que hace mucho tiempo que vienen produciéndose frente a sus ojos y no lo veían.  Gray dice: “La división transatlántica tiene peligros, entre ellos la guerra comercial. Aun así, es una tontería intentar renovar la Alianza Atlántica. Las fuerzas que trabajan en la dirección de un mundo multipolar son demasiado fuertes para resistir por mucho tiempo. Los europeos no apoyarán las políticas estadounidenses que consideran mal concebidas y arrogantes, y con razón. A los Estados Unidos les resultará cada vez más difícil mantener la carga antinatural del imperio. Tal vez sea hora de que los estadounidenses y los europeos abracen el mundo multipolar que se acerca de todos modos, y aprendieron a enfrentar sus riesgos.”(2003). Pidio el BREXIT porque inglaterra es un peligro para una Europa independiente. Veremos si los europeos aprendieron algo de este pensador. Carlos Pereyra Mele]

Por John N. Gray(*)

Es improbable un referéndum sobre el euro antes de las próximas elecciones, principalmente porque Tony Blair, después de haber sobrevivido a un riesgo real para su cargo de primer ministro sobre la guerra de Irak, no querrá llevar su suerte demasiado lejos. Pero si el Primer Ministro vuelve a jugar su futuro, los verdaderos europeos deben esperar que falle.

Esta es una de las paradojas del debate europeo en Gran Bretaña. Entre los que se oponen a la integración británica en la UE, pocos entienden que el efecto más probable de que Gran Bretaña permanezca adosada será acelerar la evolución de algo parecido a un estado europeo. Del mismo modo, aquellos que anhelan fervientemente que Gran Bretaña ingrese más de cerca a las instituciones europeas rara vez comprenden que, al hacerlo, las deformaría y bloquearía el desarrollo de una alternativa europea al modelo angloamericano. Por lo tanto, los fanáticos del Partido Conservador que resisten cada movimiento de Gran Bretaña hacia vínculos más estrechos con Europa continental están ayudando al euro-federalismo, mientras que los idealistas que anhelan que Gran Bretaña se convierta en un país completamente europeo están debilitando cualquier posibilidad de que Europa siga su propio camino. .

Es importante que Europa siga ese camino. Un coro de voces transatlánticas sinceras nos dice que es peligroso para Europa y Estados Unidos separarse y que la tendencia debería resistirse. Están equivocados. El orden mundial actual, con su único poder dominante, es insostenible. Cualesquiera que sean las ambiciones de la administración Bush, Estados Unidos no está en condiciones, militar, económica y culturalmente, para un papel imperial global. Un nuevo mundo multipolar necesita una Europa más asertiva. Los europeos y los estadounidenses estarán mejor cuando acepten que la era de la hegemonía estadounidense ha terminado.

Hablar del fin de la hegemonía estadounidense después de la guerra de Irak puede parecer paradójico, pero esa guerra demostró los límites del poder estadounidense. La campaña militar en Irak fue un éxito notable, pero se llevó a cabo porque Turquía negó el acceso a las fuerzas estadounidenses. El gobierno turco hizo esto a pesar de los enormes incentivos económicos ofrecidos por los estadounidenses. Tenía pocas opciones. La guerra fue tan extensa y profundamente impopular en Turquía que cualquier otra política planteó riesgos para el régimen. Hay una presunción en Washington de que Estados Unidos puede permitirse ignorar la voz de la calle en los países musulmanes. La postura de Turquía muestra que esto es un engaño.

Las limitaciones del poderío militar de Estados Unidos son igualmente claras en el contexto del Iraq de la posguerra. La política estadounidense se basó en la convicción de que la mayoría iraquí quiere algo como la democracia occidental. Aparte de la especulación fuertemente partidista de algunos exiliados iraquíes, nunca hubo mucha evidencia de esta creencia y los acontecimientos desde que terminó la guerra han demostrado que carece de fundamento. Si la mayoría chiíta de Iraq quiere democracia, es de tipo teocrático al estilo iraní, no de ninguna variedad liberal occidental. Al destruir el estado baazista, los estadounidenses no sólo derribaron una brutal tiranía, sino que también demolieron uno de los regímenes seculares más antiguos de Oriente Medio. Parece que no se les ocurrió que, en estas circunstancias, el poder pasaría a los mulás.

En Irak, el resultado es dejar a los Estados Unidos en un dilema. Las fuerzas estadounidenses no están entrenadas para actuar como un ejército de ocupación. La preocupación primordial del Pentágono con la «protección de la fuerza» impide a los soldados cualquier contacto cercano con las personas que dicen haber liberado. En este contexto, no es sorprendente que las fuerzas estadounidenses hayan recurrido a la fuerza letal contra las manifestaciones pacíficas. Es probable que tales incidentes aumenten a medida que surjan estructuras de poder indígenas alrededor de los mulás para lidiar con la anarquía que siguió al colapso del régimen baazista.

Manifiestamente, el ejército estadounidense no posee las habilidades que se necesitan en circunstancias como estas. Incluso si lo hiciera, no tendría los recursos. La doctrina de Rumsfeld, supuestamente reivindicada por el éxito de la guerra, exige fuerzas pequeñas y altamente móviles equipadas con la última tecnología. Esto solo puede significar una reducción en el tamaño del ejército estadounidense. Simplemente no habrá suficientes botas en el suelo para sostener la desordenada ocupación de tipo colonial que se requerirá.

Sobre todo, no está claro que el público estadounidense pagará el precio de la sangre del imperio. Un pequeño pero constante flujo de bolsas para cadáveres seguramente será el precio de una ocupación estadounidense de Irak de larga duración. Los ataques del 11 de septiembre pueden haber hecho que los estadounidenses estén más preparados para tolerar las cargas de la guerra, incluida una reducción de sus libertades de gran alcance. Pero esto no significa que aceptarán una corriente interminable de bajas. Hoy, como en períodos anteriores, la cultura estadounidense alberga una fuerte tensión de aislacionismo. Estados Unidos puede volverse en contra de las políticas de Bush en el Medio Oriente si involucran compromisos onerosos de dinero y personal, por no mencionar el tipo de ataques contra estadounidenses que acabamos de ver en Riad. Sin embargo, parece necesaria una presencia militar considerable a largo plazo para que Estados Unidos conserve el control del país.

La confusión de la administración Bush en Iraq ejemplifica una incoherencia mayor en el pensamiento estadounidense. Bajo la influencia de los ideólogos neoconservadores, Estados Unidos se ha embarcado en una misión imperial que no tiene los medios ni la voluntad para sostener. No hay nada nuevo en el imperialismo estadounidense. A pesar de su autoimagen anticolonial, Estados Unidos ha disfrutado durante mucho tiempo de los privilegios del imperio en América Latina, y ha utilizado su control de las instituciones transnacionales como el FMI para explotar a los países en desarrollo en la moda imperialista clásica.

Lo nuevo es la escala de las ambiciones estadounidenses. Estados Unidos busca afianzar un régimen global unipolar en un momento en que su dependencia del resto del mundo nunca ha sido mayor. La teoría de la sobre extensión imperial estadounidense desarrollada por Paul Kennedy de la Universidad de Yale en The Rise and Fall of the Great Powers , publicada en 1987, puede haber sido prematura, pero fue profética al capturar el desajuste entre las ambiciones imperiales estadounidenses y la creciente debilidad económica estadounidense.

La debilidad actual del dólar muestra cuán vulnerable se ha vuelto Estados Unidos. En parte, refleja una comprensión tardía de que las afirmaciones hechas para la productividad única del modelo estadounidense fueron en gran parte fraudulentas. Los escándalos revelados en Enron y otras compañías estadounidenses no fueron solo ejemplos de excesos corporativos. Sugieren que las extravagantes afirmaciones que se hicieron para el modelo estadounidense de capitalismo en la década de 1990 bien podrían haberse basado en cocinar los libros. Si los inversores internacionales están huyendo del dólar por el euro, una razón es que sospechan que cuando compraron activos estadounidenses en la década de 1990, fueron robados.

Además de mostrar cuán ampliamente está desacreditado el modelo económico de Estados Unidos, la debilidad del dólar es una señal de que un mundo multipolar ya es una realidad. La hostilidad hacia las políticas de Medio Oriente de Estados Unidos puede ser una de las razones por las cuales los sauditas están desviando algunos de sus recursos hacia Europa. Del mismo modo, la resistencia al régimen monetario global liderado por Estados Unidos es claramente un factor en el reciente llamado del primer ministro de Malasia, Mahathir Mohamed, para que la compañía petrolera estatal de Malasia abandone el dólar por el euro. Vale la pena recordar que Irak convirtió sus reservas de divisas de dólares a euros en octubre de 2000. En ese momento, la opinión económica experta era prácticamente unánime de que esto resultaría un error costoso. De hecho, debido a que el euro se apreció enormemente, el régimen iraquí obtuvo una buena ganancia del intercambio.

El efecto de la arrogancia estadounidense es aumentar la resistencia al poder estadounidense, y Europa es fundamental en esta reacción global. Estados Unidos puede intimidar a los pequeños estados recordándoles el destino de Yemen, un país desesperadamente pobre cuya economía casi fue destruida cuando Estados Unidos cortó la ayuda en represalia por su oposición a la primera guerra del Golfo. No puede intimidar a la UE de la misma manera. Además de la creciente fortaleza del euro, las actitudes europeas sobre cuestiones de guerra y paz reflejan las de la comunidad internacional, no la entidad ficticia invocada por los EE. UU. Para sellar sus decisiones unilaterales, sino la comunidad real que forma la mayoría en todas las instituciones transnacionales. .

Estados Unidos está solo al ver la guerra preventiva como un instrumento legítimo de política exterior. No es solo Europa la que encuentra la mezcla peculiar de oscuridad oscura maniquea y optimismo salvaje de Pelagio que da forma a las políticas estadounidenses hoy en día extrañas, repugnantes y peligrosas. También lo hacen Rusia, China, India, Japón, gran parte de África y América Latina y todo el mundo islámico. Al hablar en favor de una diplomacia sobria contra los despotricados y el acoso estadounidense, Europa habla por prácticamente todo el mundo.

Lo que el mundo necesita no es la curación de las tensiones euroamericanas, tal como lo predican los piadosos atlantistas, sino un contrapeso europeo al poder estadounidense. La Alianza Atlántica fue un subproducto de los conflictos europeos internos del siglo XX: dos guerras civiles y la consiguiente guerra fría. Ahora que esos conflictos han pasado, Europa y América están volviendo a ser lo que eran en el siglo XIX: civilizaciones que, a pesar de sus raíces comunes, crecen en direcciones muy diferentes. Europa y América están divididas no solo por sus intereses económicos y políticas exteriores divergentes, sino también por sus valores y visiones del mundo. Estoy seguro de que las perspectivas europeas están más cerca de la realidad, pero ningún argumento disipará las ilusiones que animan la política exterior estadounidense. Solo la historia puede hacer eso.

Hay dos grandes obstáculos para que Europa actúe como un freno para el poder estadounidense. El primero es la propia Europa. Cargada con una moneda cuya fuerza actual simplemente agrava sus problemas económicos, profundamente dividida y aun así unida a ideas obsoletas de armonización vertical, la UE está tan lejos de ser capaz de actuar como una fuerza coherente y efectiva en el mundo como lo ha hecho. alguna vez fue. Internamente, no es exactamente un semillero de fuerzas progresivas. En varios países, la extrema derecha ha regresado, explotando los efectos secundarios sociales de la globalización para lanzar un ataque contra inmigrantes y minorías. Militarmente, todavía está lejos de desarrollar cualquier fuerza operativa de reacción rápida, y los gobiernos europeos muestran pocas señales de aceptar los grandes aumentos en el gasto de defensa que serán necesarios para que la UE tenga la capacidad de actuar independientemente de los Estados Unidos. Europa se ha convertido en la voz de la comunidad internacional y el euro es una alternativa viable al dólar. Sin embargo, en términos de proyectar su poder en el mundo, la UE aún no está cerca de enfrentar un desafío efectivo para los Estados Unidos.

El segundo obstáculo es Gran Bretaña, y más particularmente Tony Blair. Aquí la dificultad no es, como sostienen los proeuropeos, el hecho de que el Primer Ministro no haya reunido el coraje para convocar un referéndum sobre el euro y, por lo tanto, cumplir su ambición de poner a Gran Bretaña en el corazón de Europa. El verdadero problema es que si Blair llevara a Gran Bretaña más profundamente en Europa, las perspectivas de que la UE se convierta en un freno para el poder estadounidense, que en la actualidad son leves, se reducirían a cero. Cuando llegó al poder por primera vez, varios comentaristas identificaron a Blair como un demócrata cristiano europeo. Si eso fue cierto, ya no lo es. En su visión del mundo, el Primer Ministro es ahora un neoconservador de pleno derecho. Él ve el poder estadounidense como la encarnación del progreso y ve a Europa principalmente como un impedimento para las políticas estadounidenses. Si Blair logra su sueño de llevar a Gran Bretaña al corazón de Europa, el resultado será dividir irrevocablemente a la UE. En cada tema de importancia, Gran Bretaña se pondrá del lado de los «nuevos» países europeos que están forjando lazos bilaterales con los Estados Unidos. Siempre que pueda, Gran Bretaña frustrará los intentos de la «vieja» Europa de convertir a la UE en una fuerza distinta y capaz, si es necesario, de oponerse a los Estados Unidos.

Mientras sirva para una agenda blairita, la integración más profunda de Gran Bretaña en la UE significa el final de cualquier proyecto europeo digno de ese nombre. No solo en asuntos exteriores y de defensa sino también en política económica y social, el objetivo de Gran Bretaña será «modernizar» Europa en un modelo angloamericano. Se instará a Europa continental a emular los servicios públicos de Gran Bretaña, un proceso difícil que puede llevar algo de tiempo, dado que significaría destruir los servicios incomparablemente más fáciles de usar que disfrutan ahora. Se les impartirán conferencias sobre las virtudes del sistema de pensiones británico, ahora en gran medida privatizado, un sistema que ha dejado a un gran número de personas en la penuria en la vejez. Se les pedirá que desregulen sus industrias de comunicaciones, lo que facilitará que una visión estadounidense del mundo domine los medios. En breve,

La muy difamada «vieja Europa» se ajustará mucho mejor al mundo multipolar emergente que a las visiones retrospectivas de atlantistas como Blair. Si Europa tiene futuro, es una alternativa a los Estados Unidos. Si el presidente Chirac realmente entiende esto, entonces, en el espíritu de Charles de Gaulle, vetará la apuesta de Gran Bretaña por ser miembro del euro.

Ya sea que Europa logre o no enfrentar un desafío al poder de Estados Unidos, es probable que Europa y América sigan separándose. Esta es una tendencia que debería ser bienvenida, no opuesta. Los europeos y los estadounidenses no necesitan convertirse en enemigos una vez que dejan de ser socios. Pueden hacer negocios sin pretender que sus valores y puntos de vista sobre el mundo son los mismos. No necesitan afectar una armonía forzada para cooperar en beneficio mutuo.

La división transatlántica tiene peligros, entre ellos la guerra comercial. Aun así, es una tontería intentar renovar la Alianza Atlántica. Las fuerzas que trabajan en la dirección de un mundo multipolar son demasiado fuertes para resistir por mucho tiempo. Los europeos no apoyarán las políticas estadounidenses que consideran mal concebidas y arrogantes, y con razón. A los Estados Unidos les resultará cada vez más difícil mantener la carga antinatural del imperio. Tal vez sea hora de que los estadounidenses y los europeos abracen el mundo multipolar que se acerca de todos modos, y aprendieron a enfrentar sus riesgos.

(*) John N. Gray (South Shields, County Durham, Reino Unido, 17 de abril de 1948) es un teórico y filósofo de la ciencia política británico. Es profesor en cursos sobre pensamiento europeo, en la London School of Economics. Algunas de sus obras más destacadas son: Falso amanecer. Los engaños del capitalismo global (1998), Perros de paja (2002) y Misa negra. La religión apocalíptica y la muerte de la utopía (2007), que han tenido gran relevancia e influencia en el campo de la teoría política.

TRADUCCION y ADAPTACION: Lic. Juan Martin Gonzalez Cabañas

FUENTE: https://www.newstatesman.com/node/157664

La decisión del Fiscal General de EEUU, William Barr, de retirar los cargos contra el general Michael Flynn, quien fuera acusado de mentir al FBI en la conocida como ‘trama rusa’, provocó un efecto boomerang inesperado para el autor de toda esta telaraña: se desentrañó la verdadera trama, la del expresidente demócrata, el ‘Obamagate’. Entrevista a Pereyra Mele

AUDIO: https://mundo.sputniknews.com/popup/radio/?audio_id=56963577

El Despacho Oval

Que el Despacho Oval ha sido y será escenario de las cuestiones más inverosímiles o inconcebibles hasta la infamia, no es un secreto. Y si no, que se lo pregunten a Bill Clinton o Barack Obama, o en su defecto, a Mónica Lewinsky o a Donald Trump, este último el más reciente damnificado, conocido oficialmente, de acciones ejecutadas desde allí.

El nunca bien ponderado Premio Nobel de la Paz, quien ‘avaló’ en su momento avaló ese galardón llevando más guerra y destrucción a más lugares, y quien a su vez tiene el récord de expulsiones de inmigrantes de su país, tejió una telaraña para intrigar contra Trump e intentar poner de rodillas a un país al que considera su enemigo: Rusia.

El Russiagate nació muerto, por más palos que tuvo aguantando sus velas para que el viento hiciera avanzar esa maquinaria grotesca: ya fueran líderes mundiales, organizaciones, o medios de comunicación al servicio. Pero como siempre pasa, no pudo tapar el sol con un dedo, y la verdad salió a la luz.

Obama toca a rebato

La elucubración de Obama, es decir, el Obamagate, tocó a su fin gracias al Fiscal General de EEUU, William Barr, quien retiró los cargos contra el general Michael Flynn, asesor de Seguridad Nacional de Trump en sus primeras horas de Gobierno. Flynn fue fulminado apenas asumir el cargo acusado de mentir al FBI acerca de sus conversaciones con el entonces embajador de Rusia en EEUU, Serguéi Kislyak. Una conversación que no hubiera tenido mayores consecuencias si hubiera sido con el embajador de otro país. Pero para Obama fue todo un filón.

Tras la decisión de Barr, Obama se vio acorralado y emprendió huida hacia delante contra la Justicia de su país, un país libre, y donde supuestamente la Justicia debe ser independiente, y donde expresarse en determinados términos contra un presidente que ostenta el cargo, o contra una institución como la Justicia, está reñido con su tradición más democrática.

Como aquel a quien se le descubre in fraganti, el ‘Nobel’ atizó con su verbo a la desesperada. Sentenció que retirar los cargos contra Flynn ponía en peligro el Estado de Derecho y que «no hay ningún precedente que se pueda encontrar de una persona acusada de perjurio que se salga con la suya». Pero, ¿acaso ya no lo había puesto él en cuestión a ‘su’ Estado de Derecho?

Breve historia

Despacho Oval, 5 de enero de 2017. En una reunión, altos cargos de inteligencia informan a Obama sobre la llamada telefónica entre Flynn y Kislyak. Entonces fuerzan su relato: venden esa conversación como una injerencia de Rusia en las elecciones de 2016 cuando Trump se alzó con la victoria, algo insoportable para Obama y todo su partido.

Tras la reunión, el presidente pide al entonces director del FBI, James Comey, y a la entonces Fiscal General adjunta Sally Yates, que se quedaran. Se unieron el entonces vicepresidente Joe Biden —actual candidato a la presidencia de EEUU— y la asesora de Seguridad Nacional Susan Rice.  

Curiosamente, esta reunión tuvo lugar el día después de que el FBI decidiera cerrar formalmente su investigación sobre los presuntos vínculos de Flynn con Rusia, pero antes de decidir mantenerla abierta después de enterarse de sus llamadas interceptadas a Kislyak. Faltaban apenas 15 días para que Trump asumiera como presidente.  

Registros recientemente desclasificados del FBI del caso Flynn, que fueron entregados a los abogados de Flynn, sacaron a la luz una nota manuscrita en la cual un alto funcionario del FBI se preguntó en aquella investigación sobre si el objetivo de entrevistar a Flynn sobre sus llamadas al embajador ruso era «hacer que lo despidieran» o hacer que mintiera.

«Así que todo el asunto fue orquestado y montado dentro del FBI, Clapper, Brennan y en la reunión del Despacho Oval ese día con el Presidente Obama», dijo a Fox News  Sydney Powell, abogado de Flynn. 

El director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, constata la denuncia de Trump contra Obama por haber planificado y organizado en su momento, junto con las estructuras del poder que administraba, el montaje de una subestructura para que cuando asumiera la presidencia, causarle el mayor desgaste posible e introducir el tema del Russiagate. «Acusación que careció de pruebas y que luego se fue disolviendo y que ha terminado con que el Fiscal General de EEUU, William Barr, exonerara de las acusaciones al general Flynn», advierte el analista.

Mele recuerda que desde el Partido Demócrata no hablaron nunca de Cambridge Analytica que sí tuvo mucha influencia a través de las redes sociales a la hora de torcer la voluntad de los ciudadanos sobre a quién votar en aquellas elecciones.

«Ya han pasado varios años de esto y vemos que fue todo un montaje político, lo cual nos lleva a preguntarnos cosas. ¿Es posible que la primera potencia militar del mundo, cuyas decisiones tienen un tremendo efecto en el globo, haga que tengamos que estar inmersos en estas acciones políticas, típicas de países tercermundistas o Estados fallidos, donde realmente el juego del poder pase por chicanas, acusaciones infundadas, agresiones verbales, y utilizando el aparato del Estado para dañar al oponente político?», cuestiona Carlos Pereyra Mele.

El Director de Dossier Geopolitico Carlos Pereyra Mele en los estudios centrales de Radio Sputnik Moscu Rusia

Al decir de la Soberanía, como poder político supremo que corresponde a un Estado independiente sin interferencias externas o extranjeras (strictus sensu), en el concepto clásico de esta acepción, y por otra parte el Big Data (grandes datos o datos masivos), entendida como termino evolutivo que describe cualquier cantidad voluminosa de datos estructurados, semiestructurados y no estructurados que tienen el potencial de ser extraídos para obtener información; sin dudas constituye todo un dilema su correcto ensamble, para un funcionamiento no solo adecuado u óptimo de los mismos en el modo conceptual sino también para volcarlos en la praxis cotidiana que hoy día demanda el nuevo entorno en que nos hallamos inmersos y del cual no podemos ni debemos estar ajenos.

La nueva era tecnológica no solo ha venido para quedarse, sino que nos obliga permanentemente a repensar conceptos y cuestiones atinentes a nuestro cotidiano vivir en el mundo digital que nos rodea y del cual el Ciberespacio ocupa un rol más que fundamental puesto que no solo es el ámbito de información que se encuentra implementado dentro de los ordenadores y de las redes digitales de todo el mundo, sino que ha pasado a convertirse en el corazón de un sistema supranacional, al constituirse en una nueva dimensión del planeta, acoplándose a los elementos clásicos (territorio, subsuelo, atmosfera y espacio ultraterrestre) pero con un particularidad que los antes mencionados no poseen que es un espacio ilimitado, pero que al igual que las otros elementos, este puede ser también colonizado, como también objeto de lucha y poder.

Otro de los conceptos fundamentales que no podemos dejar fuera de este trabajo es la Ciberética puesto que constituye un condimento indispensable para crear los basamentos fuertes, adecuados y correctos en las nuevas conceptualizaciones que nos regirán; y esto es debido a que la Ciberetica cuida el manejo del gran caudal de información que se encuentra dentro del Ciberespacio, porque no toda la información que se halla inmersa es buena, y si es buena no es confiable, y en esto quienes somos usuarios, nosotros tenemos el deber de revisar una y otra vez la información que compartimos, puesto que una irresponsabilidad podría costar muy caro, no en dimensiones económicas exclusivamente sino socialmente, un claro ejemplo de ello es como se maneja inescrupulosamente los datos en la pandemia que estamos atravesando creando todo tipo de microclimas en detrimento de la sociedad misma, al compartir y opinar sin el mínimo conocimiento, por ejemplo tecnológico desde un lugar cómodo de nuestros hogares.

También es importante mencionar que esta pandemia del coronavirus, ha dado fundamento a un país como China, que en ese país asiático se ha podido controlar dicho brote mucho más rápido que en EEUU y Europa debido al control soberano que tiene ese Estado sobre los datos personales de sus ciudadanos, posibilitando así la implementación de técnicas avanzadas de análisis que han podido hacer frente a esta emergencia sanitaria. 

Ahora bien, volviendo al tema principal en cuestión en profundidad, la soberanía de los Estados guste o no pasan si o si por la parte digital, es decir por la soberanía digital, y este debate en pugna en la actualidad, debería pasar por darle a la sociedad un futuro digital, a través de la posta del poder y control sobre sus datos personalísimos, sus datos privados; esto sin dudas contribuirá a garantizar el derecho de las personas a la privacidad en el ámbito virtual, como por ejemplo permitiendo compartir sus datos en aras del interés público, y con el consentimiento propio de las personas que conformamos ese nuevo tercer entorno.

Por ejemplo, este tema en Europa el debate sobre quien es el propietario de los datos personales digitales y como se comparten últimamente había saltado a los titulares hace un par de años por el caso Facebook y Cambridge Analityca y ello es así dado que la privacidad y la seguridad constan entre los principales desafíos de la economía digital. Un informe realizado respecto a esta cuestión, expresa que las empresas, cooperativas, las comunidades locales y los ciudadanos podrán utilizar esos datos para desarrollar servicios basados en datos que respondan mejor a las necesidades individuales y comunitarias. Esto sin dudas supone replantearse las espinosas cuestiones relacionadas con la propiedad, el control y la gestión de datos personales desde un punto de vista económico, jurídico, normativo y técnico.

En Latinoamérica, región donde aún estamos varios pasos atrás respecto de países asiáticos o de potencias mundiales como EEUU y Rusia en materia tecnológica, más aún con problemas de conectividad aun en varios lugares y nuestro país no es ajeno a ello, problemas de Vulnerabilidad, que sin dudas es donde más se notan los daños que se provocan, da como resultado que nuestros países de la región no están preparados de la mejor forma ente este nuevo escenario. Por ello al hablar de Soberanía Tecnología y el manejo del Big Data en Latinoamérica y en buena parte del mundo, un gran porcentaje del tráfico de Internet, transitan por servidores de EEUU para llegar a destino, constituyendo de esta manera, una concepción adversa a lo que entendemos por soberanía y en este caso digital, esto sin dudas es un tema inherente a la Ciberseguridad, que está avasallada por interés foráneos que obedecen a las grandes multinacionales tecnológicas (Google, Amazon, Apple, Facebook, Microsoft en Silicon Valley o ahora Alibaba en China). Un ejemplo que escandalizo al mundo se dio con las denuncias de Edward Snowden sobre Ciberespionaje constituyeron un campanazo de alerta respecto a los peligros de un sistema capaz de vigilar a todo el mundo todo el tiempo.

Todo lo mencionado ut-supra constituye una de las grandes misiones que tienen las nuevas generaciones en esta parte del globo terráqueo, a los efectos de lograr más temprano que tarde la tan ansiada Soberanía Tecnológica.

El fenómeno de los datos masivos está modificando la forma de generar conocimiento, la toma de decisiones, la economía y las empresas y -por supuesto- el sistema de organización político-social. Hay una visión positiva de este cambio: sin dudas, es una oportunidad para el negocio, para la administración pública y para la investigación, puesto que genera nuevos conocimientos y permite tomar decisiones predictivas y no reactivas. Pero también hay una visión crítica que alerta de que el panóptico digital al que aludía un prestigioso autor, es un mundo lleno de incertidumbres, que hace a las personas vulnerables porque viven en casas de cristal.

Esto es así porqué su vida está registrada en decenas de centros de datos en manos de empresas privadas monopolistas que hacen un uso lucrativo. También las hace vulnerables, porqué delegan en los algoritmos su capacidad de decisión, confiando en la habilidad de la inteligencia artificial para tomar mejores decisiones dado que los algoritmos nos conocen más que nosotros mismos. Pero estos algoritmos no son neutros: invisibilizan a las minorías y favorecen los discursos imperantes y, por tanto, aumentan las desigualdades sociales.

En un contexto tan complejo, el control de los datos y el agente que lo ejerce son aspectos claves y estratégicos. Ejercer la soberanía de datos, es decir gobernar los datos, implica ir más allá de la soberanía tecnológica, centrada en el uso de software no propietario y de código libre, en la interoperabilidad y en el uso de formatos estándares; y abarca también los aspectos identitarios, metodológicos, de gestión y legales de estos datos. Sin olvidar la necesidad de introducir aspectos éticos y de responsabilidad social en su gobernanza. Su gestión involucra a todos: a la administración, a la sociedad y las personas, porque todas estas entidades son parte interesada (término que en inglés se conoce como stakeholders), tal cual lo mencionáramos repetitivamente más arriba.

En fin, si bien estas temáticas importantes y por demás imperativas principalmente para nuestra región y los países que la constituyen, el tiempo ya empezó ayer, puesto que este nuevo tiempo en que ya hace tiempo transitamos y ha pasado y sigue transitando a un ritmo vertiginoso no espera. La Soberanía Digital, la Cibersguridad, la Gobernanza (también un elemento primordial en todo esto) sería altamente positivo si se lo realiza con políticas concertadas y teniendo como eje la integración como lo expresa un experto en la materia, con doble N de innovación; que se actuara de manera individual; y ese ámbito bien podría ser el Mercosur u otro organismo regional, para no solo tratar la Ciberseguridad en materia Soberana sino también la Ciberdefensa, a través de un Consejo de Ciberdefensa Latinoamericano.

Por ultimo entendemos que el Big Data si bien es un gran reto, también es una gran oportunidad, a los fines de lograr en menor lapso posible poner en marcha un programa acorde a los acontecimientos y la velocidad del tiempo en que transcurre la vida hoy, todo ello con el objeto de luchar y perseguir esa tan ansiada Soberanía Tecnológica, cuyo principal eje pasa por los datos (generador de riqueza) de las personas y las cosas, esto lo decimos sin dudas, porque es el transporte por donde transita el mundo virtual e informacional, del que cada día que pasa somos más parte, en los albores del siglo XXI que demanda esta temática con urgencia.

Dr. Mario Ramón Duarte Abogado (UCASAL) Juez Administrativo de Faltas Sauce (Ctes.) M/C Especialista Derecho Faltas y Contravencional (UCSF)

Miembro Dossier Geopolítico/Cees (CBA. ARG) (CABA-ARG). Colaborador CENEGRI (RJ. BRA.) Esp. Ciberseguridad y Ciberdefensa

FUENTES CONSULTADAS

https://blogs.publico.es/el-cuarto-poder-en-red/2018/04/19/soberania-tecnologica-para-combatir-al-capitalismo-digital/

https://cordis.europa.eu/article/id/123499-digital-sovereignty-power-to-the-people/es

https://www.alainet.org/es/articulo/166392

https://www.alainet.org/es/articulo/190548

…un artículo muy interesante para empezar a conocer a la China actual desde una mirada más profunda que tiene que ver con su historia y cultura y que ayuda a desmitificar algunas falsas creencias. Dossier Geopolitico

Por Miguel Iradier

Desde Occidente, tendemos a juzgar a la China actual más por su presencia económica y el impacto de su desarrollo material en el resto del mundo que por las necesidades internas en el desarrollo de su historia; dando así una prioridad abrumadora a la óptica geopolítica sobre la cultural, que debería tener al menos una importancia comparable.

De hecho, es fácil ver que el impacto global de China va a depender en gran medida de cómo acierte a encajar todo este periodo y el futuro previsible dentro de un marco histórico para el que desearía el menor número de cambios. Para la cultura china el sentido de la continuidad a gran escala es fundamental, y a largo plazo siempre hará cuanto pueda por asimilar y hacer indetectable el origen de las influencias extranjeras. Ya lo ha conseguido en buena medida con el marxismo y el capitalismo, que pierden tanto de su significado original en la traducción que ya no se sabe si denominar al sistema chino «socialismo de mercado» o «capitalismo de estado».

El impulso de la modernidad se sigue sintiendo como anómalo para gran parte de la población mundial, que sólo la padece como proceso de colonización cultural y pérdida de sus formas propias. Pero si en la mayor parte de los países esta aculturación es un proceso pasivo y reactivo asociado fundamentalmente a la sociedad de consumo, en China se presentó en primer lugar como una destrucción activa en el fenómeno sin precedentes de la Revolución Cultural, y sólo después adoptó las ubicuas formas del consumo. Esta profunda herida autoinflingida reclamará todavía durante mucho tiempo algún tipo de reparación, e incluso podría provocar excesos por compensación.

Quienes dicen que China quiere dominar el mundo mienten como bellacos y lo saben perfectamente. La aspiración al dominio global y sin fronteras es cosa propia de la economía-mundo del modelo liberal, que tuvo su epicentro en Londres en el siglo diecinueve y en Nueva York en el siglo veinte. Por el contrario, China ha sido por más de dos mil años un imperio-mundo, es decir, un sistema que se atiene a unos límites naturales, como por ejemplo los que tuvo el antiguo imperio romano.

A lo que puede aspirar China en todo caso es a volver a ser el centro de gravedad de todo el sudeste asiático con la huella de la cultura confuciana, como lo ha sido durante tantos siglos; pero esto es algo casi inevitable puesto que tiene cerca del 80 por ciento de su población y además es el origen de esa cultura. Sólo la sobreproyección estadounidense en la región, puramente coyuntural, y nuestro hábito moderno de pensar en términos nacionales, impide percibir lo que a escala histórica ha sido la norma.

Para China, como imperio-mundo, la condición ideal ha sido y será siempre la autosuficiencia. Otra cosa muy diferente es que en una situación tremendamente empobrecida no haya tenido otra forma rápida de recuperarse que a través de la exportación y un modelo mercantilista. Ese modelo, todavía presente, le obliga a asegurarse proveedores de materias primas así como mercados para sus recurrentes problemas de sobreproducción. La Iniciativa de la Franja y la Ruta responde igualmente a esas necesidades, así como a un giro progresivo en las asociaciones comerciales.

Dicho de otro modo, no se trata de expansionismo sino de asegurar la viabilidad del modelo en el futuro; el reflejo que lo mueve no es la conquista sino la conservación. Históricamente, incluso cuando más se ha extendido hacia el Asia Central, ha sido sobre todo para mejor garantizar su defensa. En cualquier caso, el Estado del Centro ha estado más definido por su continuidad cultural que por la oscilación de sus fronteras.

En el sistema chino el Partido Comunista permite la explotación de los trabajadores en nombre del desarrollo a la vez que juega su papel de última instancia capaz de reparar o mitigar las injusticias.  Este es el «camino medio» por el que se ha optado, que los críticos más radicales de la izquierda no pueden dejar de ver como un arreglo hipócrita. Un arreglo con una lógica vertical, y una estricta separación entre gobernantes y gobernados.

Sin duda, si algo sería de desear en la China actual, no es una mayor apertura a los flujos de capital extranjeros, como querría la plutocracia internacional, sino más socialismo y más participación popular —incluso aunque sólo fuera para mantener el equilibrio; pero a pesar de todo, el sistema mixto chino, en comparación con la furia privatizadora neoliberal que impera en la mayor parte del mundo, parece todo un modelo de cordura.

Sabemos que el capitalismo sin freno ni contrapesos sólo puede llevarnos a la catástrofe; como el gobierno chino es un ejemplo casi único de cómo ejercer estos contrapesos, su influencia tendría que verse en todas partes como básicamente benéfica —si no fuera por la malevolencia de la propaganda del único imperio que lo quiere todo y no tolera que se le escape ni un pedacito de tarta.

Piénsese que en otras épocas pasadas la economía china podía suponer un 30, un 40 por ciento o incluso más de la riqueza mundial, y los europeos ni siquiera sabían que existía ese Imperio.  Un 30 o 40, o incluso 50 por ciento de la riqueza mundial que, además, se basaba en su propio talento y trabajo y no en el saqueo de países ajenos [1]. Ahora, es aproximadamente de una sexta parte o un 16 por ciento del producto global, y se nos dice que quieren comerse el mundo. ¿A qué viene tanta histeria?

Es cierto que el modelo chino ni es exportable, ni se ha pretendido exportar jamás. Pero en Europa teníamos economías mixtas prósperas, en países como en Francia, hasta hace sólo unas pocas décadas; lo que es del todo irrazonable es el extremo hasta el que hemos llegado. El problema no es que el modelo chino no sea exportable ni quiera serlo, el problema es que en el resto de países ya ni siquiera se puede plantear que el estado ponga coto a los intereses de las corporaciones.

China intenta mantener siempre el equilibrio y la reciprocidad, tanto en sus relaciones exteriores como en sus asuntos internos; no es nada difícil de entender, después de todo, aunque en la práctica se convierta en un difícil arte de los compromisos. Con todo no se trata sólo de diplomacia, sino de un componente ético que en esta tradición política se le supone a la clase gobernante. La imagen política que hoy ofrecen los Estados Unidos, por el contrario, es la del desequilibrio, el abuso, el chantaje y la desconsideración más extremas.

Sería verdaderamente increíble si China llegara alguna vez a ser la primera potencia de un mundo que ni siquiera entiende y en el que bastante ha tenido con adaptarse. Es hasta impensable, para el que conozca mínimamente cómo funciona el sistema financiero mundial, y los otros sistemas de dominio paralelos. China no está a punto de devorar el mundo, es ella la que está cercada y hostigada por doquier. Tendría la más decidida simpatía de todos nosotros si no fuera por el nefasto y tóxico influjo de los medios de propaganda neocoloniales que dan el tono en casi todo el mundo.

Decir que los chinos, el otro por antonomasia, son una amenaza para el bienestar de los occidentales, es la forma perfecta de desviar la atención de los que realmente nos sojuzgan y expolian. Estos otros son mucho más otros todavía, tanto que ni siquiera tienen cara, o al menos nunca se las ve en la pantalla. Parece mentira que la gente pueda llegar a morder este anzuelo, pero lo hace, por que lo importante de la propaganda no es su verosimilitud, sino su insistencia y su ubicuidad. Así que podemos estar seguros de que la cosa no sólo va a continuar, sino que aumentará el volumen de los megáfonos.

La tentación cibernética

En realidad China tiene que lidiar más con un tiempo y ritmo que se le imponen, que con los delicados lineamientos geopolíticos. El tiempo del que hablamos es el de la propia modernidad, ahora revestido con los atributos del tsunami tecnológico y digital; un tiempo acelerado perpetuamente y cada vez más ajeno a la naturaleza, un tiempo regido por la lógica neoliberal de disolverlo absolutamente todo salvo la concentración del poder a través del capital.

Y aquí, de nuevo, nos engañamos con respecto a China. Puesto que ya lidera frentes estratégicos como la 5G, se ve a esta nación como particularmente dotada para estar en la punta de lanza del avance tecnológico; pero aunque estos despliegues no dejen de ser una exhibición de músculo y parezcan asumir la iniciativa, en el fondo son una reacción, o si se quiere, una sobrerreacción. China no controla la lógica de este gran proceso, sino que intenta lo mejor que puede no ser un juguete suyo. Trata de dominar sus formas, pero no controla su dinámica, su impulso ni su contenido. Es aquí donde se encuentran los mayores peligros.

Se dice que las tres grandes fuentes de inspiración de la cultura china han sido el confucianismo, el taoísmo y el budismo. A estas hay que sumar, sobre todo en lo tocante a las formas del gobierno, la mal llamada «escuela legalista» desarrollada desde Han Fei, o incluso mucho antes, si se quiere, por sabios como Guan Zhong. A esta escuela sería mejor denominarla «realismo tecnocrático», u objetivismo de los estándares de gobierno. Sin duda la tendencia tecnocrática es muy fuerte en la China actual, y su tradición de objetivismo en los estándares se ve como una suerte de aproximación al desafío que supone la tecnología.

Para la clase dirigente china es muy fuerte la tentación tecnocrática de crear un sistema cerrado de realimentación cibernética en tiempo real que procure controlarlo todo. Si Chile ya estaba a punto de aplicar su famoso proyecto Cybersyn en los años setenta cuando mataron a Allende, imagínese uno lo que pueden llegar a conseguir los gobernantes de esta gran nación con la tecnología actual y la que ya está en ciernes [2].

Un sistema así puede parecer idóneo para mantener las jerarquías a la vez que se controlan los flujos monetarios o se negocia permanentemente la descentralización y la participación popular. La tentación es aún mayor si se tiene en cuenta que China no está sola en el mundo, sino que es continuamente hostigada por unos Estados Unidos que procuran desestabilizar el país por todos los medios a su alcance —y la cibernética no es sino la teoría del control y la estabilidad. Cibernética y gobierno son la misma palabra, el kybernetes es el timonel.

El destino de China se está definiendo tanto o más por este tipo de procesos temporales que por el juego de inclusiones y exclusiones de la geopolítica. Pero no sólo el de China, pues no debemos olvidar que las mismas técnicas son ya aplicadas en el resto del mundo por los grandes gigantes digitales de cuyo nombre no quiero acordarme —gigantes que por lo demás también «colaboran» estrechamente con los gobiernos occidentales, aunque en una relación de fuerzas totalmente diferente.

El símbolo de la cibernética sería la serpiente que se muerde la cola. Los gobernantes del gran dragón asiático parecen estar aún más compelidos a apropiarse de estos mecanismos de realimentación debido a que para ellos equivaldría a inmunizarse contra los desestabilizadores peligros de una tecnología ya de por sí tan difícil de controlar —igual que la plutocracia occidental procura utilizarla para aislarse de las masas y controlarlas.

Pero el dataísmo es sólo una religión sustitutiva que no puede ocultar sus abismales carencias. En China, como en cualquier otra parte. Lo más extremo de todo es que la mentalidad china ni siquiera puede ver la ciencia y la tecnología occidentales como algo suyo propio, sino que sigue siendo un cuerpo extraño, incluso con todos estos titánicos desarrollos. De aquí puede surgir lo peor y lo mejor; lo peor es que se limiten a reproducir las formas, lo mejor, que lleguen al fondo de la cuestión.

A los chinos le fascinan los cangrejos, con los que comparten el mismo reflejo atávico por defenderse y agarrar. El otro símbolo que mejor los define es la balanza, con su búsqueda del equilibrio. El primero es el símbolo del pueblo, el segundo, el de la clase dirigente. Casualmente coinciden con las casas del zodíaco de Cáncer y Libra, los dos signos cardinales que marcan el comienzo del verano y el otoño, y, en el calendario chino, el centro de ambas estaciones.

Esos serían los puntos nodales del espíritu chino dentro de la rueda del año, el primer símbolo de la totalidad para todos nosotros. Curiosamente, los signos homólogos del calendario chino son la oveja y el perro, que no definen tan agudamente esta constelación. Siempre hay algo de ti mismo que sólo pueden ver bien los otros; no sé si nos preguntamos qué es lo que de nosotros mejor comprenden los chinos.

Capitalismo y marxismo son la tesis y la antítesis en la bomba de tiempo que es la modernidad. Cada uno de ellos oscila entre la disolución y la concentración del capital, y una correlativa depauperación y aglutinamiento de la opinión pública: vienen a encarnar la «doble contradicción» de la que ya hablaba Mao, la cruz del timón en una dialéctica que no se basa en la superación idealista hegeliana ni en la idea de la historia como proceso irreversible.

El capitalismo y el marxismo tienen cada uno su propia astucia de la razón, y la idea china de equilibrio en el gobierno, la suya; pero no hace falta decir que la expectativa de aglutinamiento de la opinión pública por el marxismo falló estrepitosamente, en parte porque el capitalismo ha conseguido crear todo tipo de cuñas, y en parte porque el propio marxismo no tiene ningún derecho divino a reclamar la exclusividad ni de la oposición ni de la resistencia a la corriente dominante.

El problema es que el sistema operativo que lo lleva todo sigue siendo el liberal, y la crítica marxista o cualquier otra son externas tanto a su diseño y funcionamiento como a su uso. El sistema operativo es la tecnociencia moderna en su conjunto. Sin un cambio en el sistema operativo, el capitalismo liberal juega siempre con las cartas marcadas y tiene todas las de ganar.

Por supuesto, es totalmente falso decir que los chinos carecen de iniciativa —no hay más que ver que no pueden estarse quietos. Por el contrario, han demostrado de sobra una fe inconmovible en la acción continua y perseverante. Otras cosa, bien diferente, es que conozcan las múltiples ventajas de no manifestarla; o que su sistema político no aliente precisamente la expresión de los puntos de vista personales. O que tengan sobre sus hombros una modernización a la que no tienen por dónde coger.

Por esa misma fe inconmovible en la mejora y rectificación continuas, hoy la gran tentación de la clase dirigente es el Sistema Cibernético Autónomo, un monstruo autorreferencial que tanto se parece a ese otro gran animal que es la sociedad. Pero sería un gran error contentarse con eso, y, además, todo lo que tiende a cerrarse a la perfección sobre sí mismo invita a la precipitación del desastre, porque pierde el contacto con lo más básico de la realidad.

Eso es lo que ahora más necesita China para intentar abordar el magno problema de una nueva síntesis cultural a la altura de la agresión de la modernidad: un contacto con esa realidad básica que no esté mediado por el oportunismo político o las coordenadas socioeconómicas. Hace más de mil quinientos años algo parecido lo desencadenó la penetración el budismo, que ha sido hasta ahora casi la única «invasión benéfica» que ha padecido china, aun sin ignorar las múltiples intrigas y reacciones adversas que provocaron en las tradiciones ya asentadas.

Una invasión mucho más modesta y reciente, aunque no despreciable, fue la del piano europeo en la sensibilidad extremo oriental, que es como si las nubes le hubieran abierto un claro a la Luna. Al menos demuestra que también lo occidental puede sintonizar con las fibras más profundas de esta cultura, siempre que exista la zona de contacto y la imprescindible afinidad.

Si el instinto reflejo de los chinos es agarrar como los cangrejos y no soltar la presa, también han demostrado que saben devolver con creces aquello que se les da de buena de fe y sin motivos ulteriores. Se dice que el chino es el menos idealista de los pueblos, y en cierto sentido bien que puede ser cierto, pero las historias de compromiso y sacrificio heroico de incontables monjes, campesinos y rebeldes de todo tipo dicen otra cosa, y su conmovedor ejemplo aún no se ha borrado. Y los chinos, a diferencia de los japoneses, saben apreciar la mezcla de lo cómico, lo trágico y lo sublime de un personaje como el Quijote.

Sólo cuando damos sacamos lo más profundo de nosotros mismos. No deja de ser detestable que las relaciones entre China y Occidente estén dominadas por los intereses más inmediatos y mezquinos, y que no haya una voluntad por llegar a zonas más profundas de nuestro interés común. Incluso la mayor parte de las «relaciones e intercambios culturales» no es apenas más que diplomacia y negocios. Es otra de las muchas cosas contra las que nos debemos rebelar.

El gran problema actual para la cultura china no es la asimilación de la tecnología, sino del núcleo duro histórico de la ciencia moderna y cómo este se extiende y se difunde hasta llegar a las partes más blandas o adaptables, que justamente son las relativas a la categoría de la información. Y su inserción, precisamente, dentro de parámetros afines a los de su espíritu objetivista, las ideas más básicas del taoísmo, el eje interno del confucianismo y la identidad en el budismo Chan de lo inmanente y lo trascendental.

El sueño tecnocrático-cibernético equivale a tener circulando al genio de la lámpara en un vaso cuidadosamente diseñado para que a la vez trabaje para uno y no se escape. Claro que de tanto atormentarlo, lo más probable es que al final consiga liberarse. La moraleja es que al final uno sólo puede contar con su propio espíritu y no con espíritus encadenados, y esto se aplica por igual a Occidente.

El eje interno y culminación del confucianismo es la doctrina del Medio Invariable o Zhongyong, que además es el punto natural de conexión con el taoísmo y la doctrina trascendental budista. El significado de este Medio Invariable se ha perdido casi por completo, y líderes políticos como Mao Zedong revelan por sus comentarios que no tenían ni idea de a qué puede referirse este concepto, puesto que no tiene nada que ver con el «eclecticismo». Esto no debe sorprendernos, si ya Confucio había dicho que hacía mucho que era raro seguirlo entre los hombres. Tendría que ser evidente que la doctrina del Medio no es la degradación última del confucianismo, sino su aspecto más elevado.

En un libro reciente he intentado rastrear algunas conexiones absolutamente básicas de este núcleo duro de la ciencia europea, el cálculo y la mecánica clásica, con la doctrina del Medio Invariable, lo reversible e irreversible en el taoísmo, el plano trascendental del conocimiento o la problemática de los estándares y la teoría de la medida. Claro que la relación es tan obvia que   me pareció innecesaria hacerla más explícita. Ciertamente no lo he hecho pensando sólo en la cultura china, sino sobre todo por una problemática común aún por resolver y sobre la que la ciencia moderna ha preferido pasar página [3].

Creo que estos asuntos fundamentales, tan ocultados, son mucho más interesantes que los abracadabras de la ciencia contemporánea y además tienen mucho más potencial —para el que sepa aprovecharlo, evidentemente.

El contacto de la tradición china con la ciencia moderna parecía una tarea imposible, si se tiene en cuenta, no sólo la dificultad del científico chino por interiorizar su espíritu, sino la destitución ocurrida con la tradición propia. Sin embargo creo que aquí hemos empezado a conectar ambas esferas de una forma verdaderamente natural. Lo único que puedo decir es que me parece que este camino debería seguirse, y que vale tanto para el Este como para el Oeste.

En un artículo próximo expondremos la estrategia del dedo meñique, o cómo desviar el tsunami tecnológico con el mínimo esfuerzo.

Notas

[1] Los Estados Unidos de América también llegaron a tener el 50 por ciento de la riqueza mundial en 1945; pero, aunque entonces la mayor parte de esa riqueza era producción interna, ese país llevaba a sus espaldas medio siglo de aventura neocolonial en Latinoamérica, el Pacífico, Filipinas o la propia China. Además, en 1945 la mayor parte de la riqueza en todo el mundo había sido destruida en una guerra en la que Estados Unidos había intervenido a conciencia para consolidar su hegemonía antes que para «defender la libertad».

[2] «El proyecto Synco o proyecto Cybersyn fue el intento chileno de planificación económica controlada en tiempo real, desarrollado en los años del gobierno de Salvador Allende, entre 1971 y 1973. En esencia, se trataba de una red de máquinas de teletipo que comunicaba a las fábricas con un único centro de cómputo en Santiago, donde se controlaba a las máquinas empleando los principios de la cibernética. El principal arquitecto del sistema fue el científico británico Stafford Beer». https://es.wikipedia.org/wiki/Cybersyn

[3] Miguel Iradier, «Pole of inspiration —Math, Science and Tradition», en hurqualya.net . Está disponible en español en entradas sucesivas del blog.

Publicado por nuestro socio estrategico Geopolitica de Rusia, y autorizado por el autor subido a hurqualya.net: https://www.geopolitica.ru/es/article/china-en-el-espacio-y-en-el-tiempo

Publicado en https://www.hurqualya.net/china-in-space-and-time/#more-1960

CHINA IN SPACE AND TIME

From the West, we tend to judge today’s China more by its economic presence and the impact of its material development on the rest of the world than by the internal needs in the development of its history; thus giving an overwhelming priority to the geopolitical perspective over the cultural one, which should have at least a comparable importance.

In fact, it is easy to see that China’s overall impact will depend to a large extent on how well it manages to fit this whole period and the foreseeable future into a historical framework for which it would like as little change as possible. A sense of continuity on a large scale is fundamental to Chinese culture, and in the long term it will always do its best to assimilate and make the origin of foreign influences undetectable. It has already achieved this to a large extent with Marxism and capitalism, which lose so much of their original meaning in translation that it is no longer known whether to call the Chinese system “market socialism” or “state capitalism”.

The momentum of modernity is still felt as anomalous for a large part of the world’s population, which only suffers the process of cultural colonization in exchange for the loss of its own forms. But if in most countries this acculturation is a passive and reactive process associated mainly with the consumer society, in China first took the form of an active destruction in the unprecedented phenomenon of the Cultural Revolution, and only later adopted the ubiquitous forms of consumerism. This deep self-inflicted wound will still demand some sort of reparation for a long time to come, and could even lead to some overcompensation.

Those who say that China wants to dominate the world are just retelling us the usual Fu Manchu novels, and they know it perfectly well. Were we to take Wallerstein distinction between world-economies and world-empires, it is clear that the global hegemony has been embodied in the liberal model with its center at London in the nineteenth century and in New York in the twentieth century. On the contrary, China has been for more than two thousand years a world-empire, that is to say, a world-system that, like the Ancient Roman Empire, only exists comfortably within certain natural limits. Globalization is the condition to which China has had to adapt.

The natural thing for China is to be the centre of gravity of the whole Southeast Asia with the mark of Confucian culture, as it has been for so many centuries; but this is almost inevitable since she has about 80 percent of its population in addition to be the origin and reference of this culture. Only the circumstantial American overprojection in the region and our modern habit of thinking in national terms prevents us from perceiving what historically has been the norm.

For China, as a world empire, the ideal condition has been and will always be self-sufficiency. It is quite another thing that in a tremendously impoverished situation it has had no other quick way to recover than through export and a mercantilist model. That model, still present, obliges it to secure suppliers of raw materials as well as markets for its recurrent problems of overproduction. The Belt and Route Initiative also responds to these needs, as well as to a progressive shift in trade partnerships.

In other words, it is not a question of expansionism but of ensuring the viability of the model in the future; these moves are not motivated by a spirit of conquest, but of conservation. Historically, even when China extended its dominions more deeply into Central Asia, as in the Tang dynasty, the consolidation of the defense was the main motivation. In any case, the Middle Kingdom has been more defined by its cultural continuity than by the oscillation of its borders.

In the current Chinese system the Communist Party allows the exploitation of the workers in the name of development while playing its role as the last resort capable of redressing or mitigating injustices. This is the “middle way” that has been chosen, which the radical criticism of the left cannot help but see as a hypocritical compromise. A compromise with a marked vertical logic and a strict separation between the governors and the governed.

Certainly, if anything is to be desired in today’s China, it is not greater openness to foreign capital flows, as the international plutocracy would like, but more socialism and more popular participation —if only to maintain the balance; but nevertheless, the Chinese mixed system, compared to the neoliberal privatizing fury that prevails in most of the world, looks like a model of sanity and good sense.

We know that capitalism without restraint and counterweights can only lead to catastrophe; since the Chinese government is an almost unique example of how to exercise these counterweights, its overall influence would have to be seen everywhere as basically beneficial —were it not for the venom of the propaganda of the one empire that wants it all and does not tolerate the loss of a single piece of pie.

Think that in the past the Chinese economy could account for 30, 40 or even more of the world’s wealth, and Europeans did not even know that such an empire existed. A 30, 40 or even 50 percent of the world’s wealth that was based on their own talent and work and not on the plundering of other countries. [1] Now it is about one-sixth or 16 percent of the global product, and we are told they want to devour the world. Why such hysteria? We all know the answer.

It is true that the Chinese model is neither exportable nor has it ever been intended to be exported. But in Europe we had prosperous mixed economies, in countries like France, until only a few decades ago; what is completely unreasonable is how far we have come. The problem is not that the Chinese model is not exportable, the problem is that now in most of the developed countries one cannot even consider that the state can put severe constraints on corporate interests.

China always tries to maintain balance and reciprocity, both in the foreign relations and the internal affairs; this is not difficult to understand, after all, even if in practice it becomes a difficult art of compromises. However, this is not just a matter of diplomacy, but involves also an ethical component that in this political tradition the ruling class tries to assume. The political image that the United States projects today, by contrast, is one of extreme imbalance, blackmail, abuse and disregard.

It would be truly incredible if China were ever to become the first power in a world that it does not even understand and in which it has had enough to adapt. It is even unthinkable, for anyone who has even the slightest idea of how the global financial system works, and all the other parallel systems of domination. China is not about to devour the world, on the contrary its main rival tries to encircle it persevering in all sorts of harassment. It would have the most decided sympathy of us all were it not for the nefarious and toxic influence of the neocolonial media of propaganda that sets the tone in almost the entire world.

To say that the Chinese, the other par excellence, are a threat to the welfare of Westerners, is the perfect way to divert attention from those who really subjugate and plunder us. These “others” are much more alien than anything, so much so that they do not have even faces, or at least one will never see them on the screen. It seems unbelievable that people can take this bait, but they do, because the important thing about propaganda is not the plausibility, but the insistence and pervasiveness. So we can be sure that not only this state of affairs will continue, but that they will turn up the noise of the megaphones.

The cybernetic temptation

In reality, China has to deal more with the time and rhythm imposed on it than with the delicate geopolitical lineaments. The time we are talking about is that of modernity itself, now coated with the attributes of the technological and digital tsunami; a time perpetually accelerated and increasingly alien to nature, a time governed by the neoliberal logic of dissolving absolutely everything except the concentration of power through capital.

And here, again, we are deluding ourselves about China. Since it already leads on strategic fronts such as 5G, this nation is seen as particularly well positioned to be at the forefront of technological development; but even if these kind of deployments really take the lead and are an exhibition of muscle, at heart they are a reaction, or if one prefers, an overreaction. China does not control the logic of this great process, but tries its best not to be a subject of it. It tries to master its forms, but does not control the dynamics, the momentum or the content. This is where the greatest dangers lie.

It is well known that the three main sources of inspiration for Chinese culture have been Confucianism, Taoism and Buddhism. To these three a fourth must be added, especially with regard to the forms of government and the shape of the state: the so-called “Legalist school” developed since Han Fei, or going back further, since Shen Buhai and Shang Yang or even since Guan Zhong. This “Legalism” or Fajia would be better called “technocratic realism”, or objectivism of government standards. Undoubtedly the technocratic trend is very strong in China today, and its tradition of objectivism in standards is seen as a way more akin to tackle with the challenge of technology.

For the Chinese ruling class the technocratic temptation of creating a closed cybernetic system with feedback in real time that seeks to control everything is really strong. If Chile was already on the verge of implementing its famous Cybersyn project in the 1970s when Allende was killed, imagine what the rulers of this great nation can achieve with today’s technology and the developments already in the making [2].

Such a system may seem ideal for maintaining hierarchies while controlling monetary flows or permanently negotiating decentralization and popular participation. The temptation is even greater when one considers that China is not alone in the world, but permanently harassed by a United States that tries to destabilize the country by every means at its disposal —and cybernetics is nothing but the theory of control and stability. Cybernetics and governance are the same word, the kybernetes being the helmsman.

China’s destiny is being defined as much or more by this type of temporal process than by the interplay of inclusions and exclusions of geopolitics. But not only China’s, because we must not forget that the same techniques are already being applied in the rest of the world by the great digital giants —giants that also “collaborate” closely with Western governments, although in a totally different balance of powers.

The symbol of cybernetics would be the snake that bites its own tail. The rulers of the great Asian dragon seem to be even more compelled to make their own these kind of feedback mechanisms because for them it would be tantamount to immunizing themselves against the destabilizing dangers of a technology already so difficult to control —just as the Western plutocracy seeks to use it to isolate itself from the masses and control them.

But dataism is only a substitute religion that cannot hide its abysmal shortcomings. In China, as elsewhere. Most extreme of all is that the Chinese mentality cannot even see Western science and technology as its own, but remains a foreign body, even with all these titanic developments. From this the worst and the best can arise; the worst is that they merely reproduce the forms, the best, that they get to the bottom of it.

The Chinese are fascinated by crabs, with which they share the same atavistic reflex for defending and grabbing. The other symbol that best defines them is the balance. The first is the symbol of the people, the second of the ruling class. They match with the zodiac houses of Cancer and Libra, the two cardinal signs that mark the beginning of summer and autumn, and, in the Chinese calendar, the centre of both seasons.

These would be the nodal points of the Chinese spirit within the wheel of the year, the first symbol of wholeness for us all. Interestingly, the homologous signs of the Chinese calendar are the sheep and the dog, which do not define so sharply this specific constellation. There is always something about yourself that only others can see well; I do not know if we ask ourselves what it is about us that the Chinese perceive best.

Capitalism and Marxism are the thesis and antithesis in the time bomb that is modernity. Each of them oscillates between the dissolution and concentration of capital, and a correlative impoverishment and agglutination of public opinion: they come to embody the “double contradiction” that Mao Zedong already spoke of, the cross of the helm in a dialectics that is not based on the Hegelian idealist sublation or on the idea of history as an irreversible progress.

Capitalism and Marxism each have their own cunning of reason, and the Chinese idea of equilibrium in government, its own too; but it goes without saying that the expectation of bringing together the majorities by Marxism failed miserably in the West, partly because capitalism has managed to create all sorts of wedges, and partly because Marxism itself has no divine right to claim exclusivity for either opposition or resistance to the abuses of capital.

The problem is that the operating system that runs it all is still the liberal one, and Marxist or any other criticism is external both to its design and operation as to its use. The operating system is modern technoscience as a whole. Without a change in the operating system, liberal capitalism set the rules and always has the time on its side.

Of course, it is totally false to say that the Chinese lack initiative —one just have to see that they cannot stand still. On the contrary, they have demonstrated an unshakable faith in continuous and persevering action. That they know the many advantages of not showing it is a different issue; or that their political system does not exactly encourage the expression of personal views. Or that they have on their shoulders a modernization that they cannot grip.

The Autonomous Cybernetic System, a self-referential monster so similar to the Great Animal that is society, is so much a temptation for the ruling class on account of that same unshakable faith in continuous improvement and rectification. But it would be a great mistake to be content with that —everything that tends to close in on itself is courting disaster, as it loses contact with the most basic reality.

This is what China needs most now in order to attempt to tackle the great problem of a new cultural synthesis up to the challenge of modernity: contact with this basic reality that is not mediated by political opportunism or socio-economic coordinates. More than fifteen centuries ago, something similar was triggered by the penetration of Buddhism, which has so far been almost the only “beneficial invasion” that China has suffered, without ignoring the multiple intrigues and adverse reactions that it provoked in the already established traditions.

A much more modest and recent, though not negligible, invasion was that of the European piano in the Far East sensibility, that it was like giving a pond to the moonlight. At least it shows that the West can also tune in to the deepest fibers of this culture, provided that there is a contact zone and the indispensable affinity.

If the first instinct of the Chinese is to grab like the crabs and hold on, they have also shown that they know how to give back what is given to them in good faith and without ulterior motives. It is said that the Chinese are the least idealistic of people, and in an important sense this might be true, but the stories of heroic commitment and sacrifice of countless monks, peasants, and rebels of all kinds along the centuries say otherwise, and their moving example has not yet been erased. And the Chinese, unlike the Japanese, appreciate the mixture of the comic, the tragic and the sublime of a character like Don Quixote.

Only when we give do we bring out the deepest of ourselves. It is sad that relations between China and the West are dominated by the most immediate and petty interests, and that there is no willingness to reach deeper areas of our common ground. Even most of cultural relations and exchanges are hardly more than diplomacy and business. It is one of the many things we should rebel against.

The great problem for Chinese culture today is not the assimilation of technology, but of the historical hard core of modern science and how this spreads to the softer adaptable parts, which are precisely those relating to the category of information. And its insertion, precisely, within parameters akin to those of its objectivist spirit, the most basic ideas of Taoism, the internal axis of Confucianism and the identity in Chan Buddhism of the immanent and the transcendental.

The technocratic-cybernetic dream is equivalent to having the genie of the lamp circulating in a glass carefully designed to both work for you and not escape. Of course, if you torment the genie so much, chances are that he will eventually break free. The moral is that in the end one can only count on one’s own spirit and not on bound spirits, and this applies equally to the West —but maybe the West does not even suspect where their chains are.

The internal axis and culmination of Confucianism is the Doctrine of the Mean or Zhongyong, which is also the natural point of connection with Taoism and the transcendental Buddhist doctrine. The meaning of this doctrine has been almost completely lost, and political leaders such as Mao Zedong reveal by their commentaries that they were totally clueless about its intention, since it has nothing to do with “eclecticism”. This should not surprise us, if Confucius himself had already said that it had long been rare among people. It should be evident that the Invariable Mean is not the ultimate degradation of Confucianism, but its highest aspect.

In a recent book I have tried to trace some basic connections of this hard core of European science, calculus and classical mechanics, with the doctrine of the Invariable Mean, the reversible and irreversible in Taoism, the transcendental plane of knowledge or the problem of standards and measurement theory. Of course, sometimes the relations are so obvious that it seemed to me unnecessary to make it more explicit. Certainly I have not write it only with the Chinese culture in mind, but thinking of a common problem still to be solved and on which modern science has preferred to turn the page [3].

I believe that these fundamental issues, so hidden, are much more interesting than the hocus-pocus of contemporary science and also have much more potential —for anyone who knows how to take advantage of it.

The contact of the Chinese tradition with modern science seemed an impossible task, if we take into account not only the difficulty of the Chinese scientist to interiorize its spirit, but also the destitution occurred with their own tradition. However, I believe that here we have begun to connect both spheres in a truly natural way. The only thing I can say is that I think this path should be followed, and that it applies to both the East and the West.

In a forthcoming article we will discuss the little finger strategy, or how to deflect the technological tsunami with minimal effort.

Notes

[1] The United States of America also had about 50 percent of the world’s wealth in 1945; but, although at that time most of that wealth resulted from domestic production, that country was carrying on half a century of neocolonial adventure in Latin America, the Pacific, the Philippines or China. Moreover, by 1945 most of the world’s wealth had been destroyed in a war in which the United States had intervened in earnest to consolidate its hegemony rather than to “defend freedom”.

[2] “Project Cybersyn was the Chilean attempt at controlled economic planning in real time, developed in the years of the government of Salvador Allende, between 1971 and 1973. In essence, it was a network of teletype machines that connected factories to a single computer center in Santiago, where the machines were controlled using the principles of cybernetics. The main architect of the system was the British scientist Stafford Beer”. https://es.wikipedia.org/wiki/Cybersyn

[3] Miguel Iradier, “Pole of inspiration —Math, Science and Tradition”.

Por Vijay Prashad (*)

El 23 de marzo, el secretario general de la ONU, António Guterres, pidió un al alto al fuego. “La furia del virus ilustra la locura de la guerra”, dijo. En un informe reciente, el Armed Conflict Location & Event Data Project (Proyecto de datos sobre localización y acontecimientos de conflictos armados) escribió que “el llamado a un alto al fuego mundial no ha tenido el resultado deseado”. Desde Afganistán hasta Yemen, los tambores de la guerra siguen sonando, y el horror continúa definiendo la vida social.

Una pandemia mundial no es solo un momento para acciones urgentes, también es un momento para reflexionar, un tiempo para reconsiderar las prioridades. Pero no ha sido el caso para quienes tienes el hábito de la guerra y la paciencia de un jabalí. A pesar de la gravedad del COVID-19, el gobierno de Estados Unidos está precipitándose a una guerra alucinatoria con China, culpándola por el virus, amenazando con perjudicarla a cada paso. El Comando Indo-Pacífico de EE. UU. solicitó 20.000 millones de dólares adicionales para financiar la creación de un muro de misiles para amenazar a China (en un documento llamado Decreto de Autorización de Defensa Nacional: Recuperar la ventaja, traducción libre). Junto con el Gran Confinamiento, llega una atmósfera de guerra. Es una locura vernos caer en el conflicto cuando las personas debiéramos estar encontrando formas de cooperar.

En el Boletín 18 (2020), entrevisté a Abdallah El Harif sobre el belicismo contra China. El Harif es un fundador de Democratic Way (Camino Democrático, un partido de izquierda radical de Marruecos), fue su primer secretario nacional y ahora es el secretario nacional adjunto a cargo de las relaciones internacionales. El Harif es ingeniero y estudió en Mines ParisTech. Fue miembro de a organización marroquí clandestina que luchó contra la dictadura del rey Hassan II y estuvo encarcelado por diecisiete años por su rol en la lucha por la democracia y el socialismo. El Harif y yo hemos escrito un llamado a la paz, que espero que puedan leer y difundir.

El 15 de marzo de 1950, el Consejo Mundial de la Paz envió el “Llamado de Estocolmo” un texto breve que llamaba a prohibir las armas nucleares y que llegaría a ser firmado por casi 2 millones de personas. El llamado estaba conformado por tres puntos elegantes:

*Exigimos la proscripción de las armas atómicas como instrumentos de intimidación y asesinato en masa de los pueblos. Exigimos un control internacional estricto para hacer cumplir esta medida.

*Consideramos que cualquier gobierno que utilice primero armas nucleares contra cualquier otro país estará cometiendo un crimen contra la humanidad y debe ser tratado como un criminal de guerra.

*Convocamos a hombres y mujeres de buena voluntad en todo el mundo a firmar este llamado.

Hoy, 70 años después, el arsenal nuclear es mucho más letal, e incluso las armas convencionales disponibles eclipsan a las bombas atómicas que Estados Unidos lanzó sobre Hiroshima y Nagasaki en 1945. En 1950, habían 304 ojivas nucleares en el mundo (299 en EE. UU.), mientras ahora hay 13.355 a nivel mundial (5.800 en EE.UU.) y cada una de ellas es mucho más destructiva que las los primeros años de esta terrible tecnología. Algo como el Llamado de Estocolmo es imperativo actualmente.

El llamado a prohibir las armas de destrucción masiva no es un asunto abstracto, sino que apunta directamente a un bloque de países, liderado por Estados Unidos, que persisten obstinadamente en usar la fuerza para mantener y extender su dominio global. En medio de esta pandemia mundial, Estados Unidos amenaza con profundizar los conflictos con China, Irán y Venezuela, incluyendo la movilización de un grupo de portaaviones navales para embargar efectivamente los puertos venezolanos, y la movilización de buques al golfo Pérsico para desafiar el derecho de los barcos iraníes a las aguas internacionales. Mientras tanto, Estados Unidos dijo que posicionará una agresiva batería de misiles y de radares antimisiles en un anillo alrededor de China. Ninguno de estos países —China, Irán o Venezuela— ha hecho ningún movimiento agresivo contra Estados Unidos, es EE. UU. quien ha impuesto el conflicto. Si se redacta un llamado ahora, no puede hacerse de un modo anémico y universal. Cualquier llamado a la paz en nuestro tiempo debe ser un llamado específico contra el belicismo imperialista que emana de —aunque no es solo realizado por— Washington, DC.

Nuestra evaluación de la imposición de un estado de guerra por parte de Estados Unidos se basa en cuatro puntos:

*Estados Unidos ya tiene el arsenal militar más grande y la mayor presencia militar del mundo. De acuerdo a los datos más recientes, el gobierno de estadounidense gastó al menos 732.000 millones de dólares en su ejército en 2019; decimos “al menos” porque hay desembolsos secretos de fondos para las enormes alas de inteligencia que no son de conocimiento público. De 2018 a 2019, EE. UU. aumentó su presupuesto militar en un 5,3%, una cantidad similar al total del presupuesto militar de Alemania. Casi el 40% del gasto militar mundial es estadounidense. Tienen un total de más de 500 bases militares en prácticamente todos los países del mundo. La Armada de Estados Unidos tiene 20 de los 44 portaaviones activos en el mundo, mientras sus aliados tienen otros 21; esto significa que controlan 41 de los 44 portaaviones (China tiene dos y Rusia uno). No hay ninguna duda sobre la superioridad abrumadora de la fuerza militar estadounidense.

*Actualmente Estados Unidos está usando toda su capacidad para expandir su dominación nuclear y convencional al espacio y a la guerra cibernética con el Comando Espacial (restablecido en 2019) y el Cibercomando (creado en 2009). EE. UU. desarrolló un interceptor de misiles balísticos (SM-3) que ya probaron en el espacio, y está testeando armamento muy sofisticado como armas de haces de partículas, armas de plasma y bombardeo cinético. En 2017, Trump anunció el compromiso de su gobierno con este nuevo tipo de armamento. El gobierno estadounidense gastará al menos 481.000 millones de dólares entre 2018 y 2024 para desarrollar nuevos sistemas de armas avanzadas, incluyendo vehículos autónomos, sistemas contra drones, armas cibernéticas y robótica. La armada del país ya probó su Arma Hipersónica Avanzada, que puede viajar a 5 mach (alrededor de 3.800 millas por hora, cinco veces la velocidad del sonido), por lo que puede alcanzar cualquier lugar del planeta dentro de una hora. Esta arma es parte del programa Conventional Prompt Global Strike (Programa de ataque mundial rápido) del ejército de Estados Unidos.

*El complejo militar estadounidense ha desarrollado su programa de guerra híbrida. Este programa incluye una serie de técnicas para debilitar gobiernos y proyectos políticos, incluyendo la movilización del poder estadounidense sobre las instituciones internacionales (como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el servicio de transferencias SWIFT) para evitar que los gobiernos gestionen la actividad económica básica, el uso del poder diplomático estadounidense para aislar gobiernos, el uso de métodos sanciones para evitar que empresas privadas hagan negocios con ciertos gobiernos, el uso de la guerra de información para convertir a gobiernos o fuerzas políticas en criminales o terroristas, etc. Este poderoso conjunto de instrumentos es capaz —a plena luz del día— de desestabilizar gobiernos y justificar cambios de régimen.

*El gobierno de EE. UU, junto con sus socios de la OTAN y los fabricantes de armas estadounidenses y europeos, continúan inundando el mundo con las armas más mortíferas. Los cinco exportadores de armas más grandes (Lockheed Martin, Boeing, Northrop Grumman, Raytheon, y General Dynamics) están en Estados Unidos. Solo estas cinco empresas representan el 35% de las ventas de las 100 empresas de armas más grandes del mundo en 2018 (las cifras más actuales); mientras el total de la venta de armas de EE. UU. representa el 59% de todas las ventas de armas ese año. Esto es un aumento de 7,2% sobre las ventas del país en 2017. Estas armas son vendidas a países que debieran estar gastando sus preciados excedentes en educación, salud y programas de alimentos. Por ejemplo, en África occidental y África del norte, la mayor amenaza a los pueblos no son solo los terroristas en sus Toyota Hilux, sino también los comerciantes de armas en las habitaciones de hoteles con aire acondicionado.

El mundo en el que fue escrito el Llamado de Estocolmo es muy diferente del mundo en que vivimos hoy. Es necesario un nuevo llamado. Lo desarrollamos mientras discutíamos en Bouficha, Túnez, así que llamémoslo el Llamado de Bouficha.

Nosotros, los pueblos del mundo:

**Nos oponemos al belicismo del imperialismo estadounidense, que busca imponer guerras peligrosas en un planeta que ya está frágil.

**Nos oponemos a la saturación del mundo con armas de todo tipo, que enardecen conflictos y a menudo conducen procesos políticos hacia guerras interminables.

**Nos oponemos al uso del poder militar para evitar el desarrollo social de los pueblos del mundo. Defendemos el derecho de los países a construir su soberanía y su dignidad.

(*) Historiador y periodista indio, autor de numerosas obras, entre ellas ‘The Darker Nations: A People’s History of the Third World and The Poorer Nations: A Possible History of the Global South’, ha sido profesor del Trinity College y actualmente es director del Instituto Tricontinental en Delhi.

Fuente: https://www.sinpermiso.info/textos/el-llamado-de-bouficha-contra-los-preparativos-de-guerra

Análisis semanal de Geopolitica de Carlos Pereyra Mele para el equipo del Club de la Pluma, que conduce el Periodista Norberto Ganci por la Radio Web al Mundo

Club de la Pluma: Arte, Ciencia, Cultura, Derechos Humanos, Geopolítica, Deuda Externa, Relatos, Cuentos, Educación, Opinión, Editorial, Efemérides, Comunidades Originarias, Filosofía Y Mucho Más…

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Reunión de la Asamblea Nacional de China

Por primera vez después de 35 años China está Asamblea nacional no tratara el Crecimiento económico sino de la forma de posicionarse geopolitica y Geoestrategia China tras la Pandemia Como reflejo las Bolsas “occidentales’ cayeron

Analizamos las declaraciones del Gral Chino Qiao Liang (autor de la doctrina de Guerra Irrestricta), sobre cómo ve el sistema Mundo y el enfrentamiento con EEUU, con información imperdible 

The Economist se despide de la globalización. The Economist, portavoz globalista de la dupla Rothschild/Soros, se despide de “la mayor Era de la globalización

Se observa el ascenso multipolar de Rusia/China/India/Irán/Turquía/Pakistán

Elecciones en EEUU y el “Obamagate”

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Dossier Geopolitico difunde este artículo de Asia Times del analista internacional Pepe Escobar, dando su visión, sobre las declaraciones del General Qiao Liang, a la revista Zijing con sede en Hong Kong ( Bauhinia)   Titulado: “No deberíamos bailar al ritmo de Norteamérica” (publicado en Dossier geopolitico el 20/5/2020), donde desenmascara sin dar nombres a varios “expertos occidentales” sobre China que le erraron el vizcachazo sobre la situación económica y política -como se dice en el campo Argentino-, y solo hacen un juego de fake News y de análisis muy ligeros e idiologistas y que son muy consecuentes con los planes de la derecha EEUU que encabeza el ideólogo de la misma Steve Bannon y que en argentina tiene varios publicistas

Carlos Pereyra Mele y Miguel A. Barrios – Dossier Geopolitico

China actualiza su «Arte de la guerra (híbrida)» 

Por Pepe Escobar Asia Times 19 de mayo

El general chino Qiao Liang argumenta: «Si tenemos que bailar con los lobos, no debemos bailar al ritmo de los Estados Unidos»

En 1999, Qiao Liang, entonces coronel de la fuerza aérea en el Ejército Popular de Liberación, y Wang Xiangsui, otro coronel de alto rango, causaron un tremendo alboroto con la publicación de La guerra sin restricciones: el plan maestro de China para destruir América.

La guerra sin restricciones era esencialmente el manual del EPL para la guerra asimétrica: una actualización del Arte de la guerra de Sun Tzu. En el momento de la publicación original, con China aún muy lejos de su actual influencia geopolítica y geoeconómica, el libro se concibió como un enfoque defensivo, lejos de la sensacionalista «destruir América» ​​añadida al título para publicación estadounidense en 2004

Ahora el libro está disponible en una nueva edición y Qiao Liang, como general retirado y director del Consejo de Investigación sobre Seguridad Nacional, ha resurgido en una entrevista bastante reveladora publicada originalmente en la edición actual de la revista Zijing con sede en Hong Kong ( Bauhinia).

El general Qiao no es miembro del Politburó con derecho a dictar una política oficial. Pero algunos analistas con los que hablé están de acuerdo en que los puntos clave que él hace a título personal son bastante reveladores del pensamiento PLA ( Ejercito Popular de Liberación). Revisemos algunos de los aspectos más destacados.

Bailando con lobos

La mayor parte de su argumento se concentra en las deficiencias de la manufactura estadounidense: «¿Cómo puede Estados Unidos hoy querer librar una guerra contra la mayor potencia manufacturera del mundo mientras su propia industria está vaciada?»

Un ejemplo, en referencia a Covid-19, es la capacidad de producir respiradores: “De más de 1.400 piezas necesarias para un ventilador, más de 1.100 deben ser producidas en China, incluido el ensamblaje final. Ese es el problema de los Estados Unidos hoy. Tienen tecnología de punta, pero no los métodos y la capacidad de producción. Por eso tienen que depender de la producción china «.

El general Qiao descarta la posibilidad de que Vietnam, Filipinas, Bangladesh, India y otras naciones asiáticas puedan reemplazar la mano de obra barata de China: «Piense en cuál de estos países tiene más trabajadores calificados que China. ¿Qué cantidad de recursos humanos de nivel medio y alto se produjo en China en estos últimos 30 años? ¿Qué país está educando a más de 100 millones de estudiantes en los niveles secundario y universitario? La energía de todas estas personas aún está lejos de ser liberada para el desarrollo económico de China»

Reconoce que el poder militar estadounidense incluso en tiempos de epidemia y dificultades económicas siempre es capaz de «interferir directa o indirectamente en la cuestión del estrecho de Taiwán» y encontrar una excusa para «bloquear y sancionar a China y excluirla de Occidente». Agrega que «como país productor, todavía no podemos satisfacer a nuestra industria manufacturera con nuestros propios recursos y depender de nuestros propios mercados para consumir nuestros productos».

En consecuencia, argumenta, es «bueno» que China participe en la causa de la reunificación, «pero siempre es malo si se hace en el momento equivocado». Solo podemos actuar en el momento adecuado. No podemos permitir que nuestra generación cometa el pecado de interrumpir el proceso del renacimiento de la nación china «.

El general Qiao aconseja: «No piensen que solo la soberanía territorial está vinculada a los intereses fundamentales de una nación. Otros tipos de soberanía (económica, financiera, de defensa, alimentaria, de recursos, soberanía biológica y cultural) están todos vinculados a los intereses y la supervivencia de las naciones y son componentes de la soberanía nacional.

Para detener el movimiento hacia la independencia de Taiwán, «aparte de la guerra, deben tenerse en cuenta otras opciones. Podemos pensar en los medios para actuar en la inmensa zona gris entre la guerra y la paz, e incluso podemos pensar en medios más particulares, como el lanzamiento de operaciones militares que no conducirán a la guerra, pero que pueden implicar un uso moderado de la fuerza «.

En una formulación gráfica, el general Qiao piensa que “si tenemos que bailar con los lobos, no debemos bailar al ritmo de los Estados Unidos. Deberíamos tener nuestro propio ritmo, e incluso tratar de romper su ritmo, para minimizar su influencia. Si el poder estadounidense está blandiendo su bastón, es porque ha caído en una trampa «.

En pocas palabras, para el general Qiao, “China primero debe mostrar prueba de determinación estratégica para resolver la cuestión de Taiwán, y luego paciencia estratégica. Por supuesto, la premisa es que debemos desarrollar y mantener nuestra fuerza estratégica para resolver la cuestión de Taiwán por la fuerza en cualquier momento «.

Los guantes están apagados

Ahora compare el análisis del general Qiao con el obvio hecho geopolítico y geoeconómico de que Pekín responderá rápidamente a cualquier táctica de guerra híbrida desplegada por el gobierno de los Estados Unidos. Los guantes definitivamente están fuera.

La expresión del patrón oro ha aparecido en un editorial sin restricciones del Global Times: “Debemos tener claro que hacer frente a la represión de los Estados Unidos será el enfoque clave de la estrategia nacional de China. Deberíamos mejorar la cooperación con la mayoría de los países. Se espera que EE. UU. contenga las líneas de frente internacionales de China, y debemos eliminar este complot de EE. UU. y hacer de la rivalidad entre China y EE. UU. un proceso de aislamiento de EEUU.

Un corolario inevitable es que la ofensiva total para paralizar a Huawei será respondida y golpeada en especies, apuntando a Apple, Qualcomm, Cisco y Boeing, incluso incluyendo «investigaciones o suspensiones de su derecho a hacer negocios en China».

Entonces, a todos los efectos prácticos, Beijing ha presentado públicamente su estrategia para contrarrestar las afirmaciones del tipo «Podríamos cortar toda la relación» del presidente estadounidense Donald Trump.

Una matriz tóxica de racismo y anticomunismo es responsable del sentimiento predominantemente anti-chino en los Estados Unidos, que abarca al menos el 66% de toda la población. Trump lo aprovechó instintivamente y lo volvió a empaquetar como su tema de campaña de reelección, totalmente aprobado por Steve Bannon.

El objetivo estratégico es perseguir a China en todo el espectro. El objetivo táctico es forjar un frente anti-China en todo Occidente: otra instancia de cerco, estilo de guerra híbrida, centrada en la guerra económica.

Esto implicará una ofensiva concertada, tratando de hacer cumplir los embargos y tratando de bloquear los mercados regionales a las empresas chinas. La ley será la norma. Incluso congelar los activos chinos en los EE. UU. ya no es una propuesta descabellada.

Cada posible ramificación de la Ruta de la Seda, en el frente de la energía, los puertos, la Ruta de la Seda de la Salud, la interconexión digital, tendrá un objetivo estratégico. Aquellos que soñaban con que Covid-19 podría ser el pretexto ideal para un nuevo Yalta, uniendo a Trump, Xi y Putin, pueden descansar en paz.

La «Contención» irá a toda marcha. Un buen ejemplo es el almirante Philip Davidson, jefe del Comando Indo-Pacífico, que pide $ 20 mil millones por un «cordón militar robusto» desde California hasta Japón y por la costa del Pacífico, completo con «redes de ataques de precisión altamente sobrevivibles» a lo largo del borde del Pacifico  y «fuerzas conjuntas rotativas basadas en el avance» para contrarrestar la «amenaza renovada que enfrentamos de la gran competencia de poder».

Davidson argumenta que, «sin un disuasivo convencional válido y convincente, China y Rusia se verán envalentonadas a tomar medidas en la región para suplantar los intereses estadounidenses».

Mira el Congreso del Pueblo

Desde el punto de vista de grandes extensiones del Sur Global, la incandescencia actual, extremadamente peligrosa, o Nueva Guerra Fría, se interpreta principalmente como el final progresivo de la hegemonía de la coalición occidental en todo el planeta.

Aún así, el hegemón pide sin rodeos a muchas naciones que se posicionen una vez más en una guerra global contra el terrorismo «estás con nosotros o contra nosotros».

En la sesión anual del Congreso Nacional del Pueblo, que comenzará este viernes, veremos cómo China se enfrentará a su principal prioridad: reorganizarse en el país después de la pandemia.

Por primera vez en 35 años, Beijing se verá obligado a renunciar a sus objetivos de crecimiento económico. Esto también significa que el objetivo de duplicar el PIB y el ingreso per cápita para 2020 en comparación con 2010 también se pospondrá.

Lo que deberíamos esperar es un énfasis absoluto en el gasto interno, y la estabilidad social, en una lucha por convertirse en un líder mundial, incluso si eso no se pasa por alto por completo.

Después de todo, el presidente Xi Jinping dejó en claro a principios de esta semana que un «desarrollo y despliegue de la vacuna Covid-19 en China, cuando esté disponible», no estará sujeto a la lógica de Big Pharma, pero «se convertirá en un bien público mundial. Esta será la contribución de China para garantizar la accesibilidad y asequibilidad de las vacunas en los países en desarrollo «. El Sur Global está prestando atención.

Internamente, Beijing impulsará el apoyo a las empresas estatales que son fuertes en innovación y toma de riesgos. China siempre desafía las predicciones de los «expertos» occidentales. Por ejemplo, las exportaciones aumentaron 3.5% en abril, cuando los expertos pronosticaron una disminución de 15.7%. El superávit comercial fue de $ 45.3 mil millones, cuando los expertos pronosticaron solo $ 6.3 mil millones.

Beijing parece identificar claramente la brecha que se extiende entre Occidente, especialmente Estados Unidos, que se está hundiendo en el territorio de facto de la Nueva Gran Depresión con una China que está a punto de reactivar el crecimiento económico. El centro de gravedad del poder económico mundial sigue avanzando, inexorablemente, hacia Asia.

Guerra híbrida? Posiblemente.

Fuente ASIA TIMES

[Dossier Geopolitico rescata este artículo traducido del francés, por ALAI,  realizado al General Qiao Liang, autor de la doctrina militar del Ejército Popular de China conocida como: “Guerra Irrestricta” [1], en el mismo destacamos que la entrevista es realizada en plena pandemia y donde desde lo estratégico están lanzadas todas las fuerzas euroasiáticas contra las Atlantistas; y es importante en estos tiempos donde la fake News y de análisis muy ligeros -puro idiologismo- con sus claros conceptos sobre:

  • China Vs EEUU
  • Ciencia y Tecnología
  • Industria y relocalización
  • China y Taiwán
  • Economía “Real” y Financiera global
  • Epidemia y nuevo orden mundial

Quizás la síntesis del artículo, es cuando dice: Mientras China siga siendo fuerte y se fortalezca, nadie podrá derribarla con supuestas reivindicaciones de responsabilidad. China debe tener confianza en sí misma.]

Carlos Pereyra Mele y Miguel A. Barrios – Dossier Geopolitico

 Entrevista con el General Qiao Liang

No deberíamos bailar al ritmo de Norteamérica (o cómo China concibe su rol en el mundo)

Por Wei Dongsheng, Zhuang Lei

Qiao Liang es un General retirado de la Fuerza Aérea China. Es profesor en la Universidad de Defensa Nacional y ha publicado muchos libros de estrategia, uno de los cuales ha sido el famoso Unrestricted Warfare (La guerra sin límites). Es director del Consejo de Investigación en Seguridad Nacional y miembro de la Asociación de escritores chinos. Está hablando aquí a título privado y su palabra no compromete al gobierno chino. Sin embargo, lo que está diciendo está relativamente en línea con el marco de pensamiento de las más altas autoridades chinas.

El general Qiao Liang fue entrevistado por los periodistas Wei Dongsheng y Zhuang Lei en el número de mayo de 2020 de Bauhinia (Zijing), una revista china publicada en Hong Kong. También disponible aquí traducida en francés.

Actualmente, la situación de nueva epidemia coronaria ha sido controlada en China. Todas las partes del país están presionando urgentemente para que se reanude el trabajo y la producción. Sin embargo, no debe pasarse por alto que la propagación de la epidemia mundial y la reacción en cadena resultante pueden tener una secundaria y enorme “onda expansiva” en China. Recientemente, los Estados Unidos han puesto en marcha operaciones de evacuación en varios países y han pedido a todas las empresas estadounidenses en China que evacuen. Trump ha firmado la “Taipei Act” en medio de la epidemia. Como dice el refrán, cuando las cosas van mal, salen los demonios, así que ¿qué intención está detrás de estos actos aberrantes en los Estados Unidos? ¿Cuál será el principal impacto de esta epidemia en el panorama mundial? ¿Estallará un conflicto entre China y Estados Unidos? En el contexto actual, ¿cómo debería responder China?

Los Estados Unidos contra China

Reportero: Recientemente, los Estados Unidos han comenzado a evacuar a los chinos del extranjero en muchos países. Además, el ejército estadounidense también ha movilizado la base militar de Cheyenne Mountain, convocó a millones de fuerzas de reserva y advirtió a los ciudadanos y soldados estadounidenses en el extranjero. La realidad es que Estados Unidos se han convertido en el país más duro del mundo, y es obviamente más seguro para los americanos permanecer en países extranjeros que en su propio país. ¿Por qué es necesario activar la evacuación de los chinos en el extranjero en tales circunstancias? Como algunos medios de comunicación creen que no es infundado, ¿indican estas circunstancias que “una guerra mundial está a punto de estallar”?

Qiao Liang: Mi opinión es exactamente la opuesta en este tema. Los Estados Unidos han tomado estas medidas en un momento en que la epidemia se está contrayendo completamente. Los Estados Unidos son un país muy vigilante y creo que estas prácticas son medidas de precaución oportunas para evitar que la gente aproveche la oportunidad de “conspirar” en contra de los Estados Unidos. Eso parece un poco ridículo ya que ningún país está utilizando actualmente el peligro de los Estados Unidos como pretexto para molestarlos. Por supuesto, no se puede descartar que las organizaciones terroristas puedan hacer algo, pero es poco probable que la mayoría de los países tengan la capacidad de atacar a los Estados Unidos. Si bien es cierto que nadie los atacará, deben sin embargo tomar precauciones.

Los Estados Unidos se encuentran actualmente en una época de epidemia, no de crisis económica o de otro tipo de crisis interna. En lo absoluto, la guerra externa no puede resolver el problema de la epidemia ni desviar la atención de la crisis interna. Además, los Estados Unidos están movilizando actualmente los cuatro sectores económicos principales, más de 150 bases están infectadas y cuatro portaaviones y un submarino nuclear están parados. Algunos dicen que hay que evitar que se llegue a los extremos. ¿Pero el problema es realmente que se pueda llegar a extremos? ¿Qué escalada? ¿Puede esto mitigar la epidemia en los Estados Unidos?

Algunos dicen que la guerra de hoy es un asunto de alta tecnología. Los Estados Unidos tienen un claro liderazgo en alta tecnología. Por lo tanto, no está fuera de duda que todavía pueden ser capaces de librar una guerra de alta tecnología frente a la epidemia. Esto parece bastante razonable, e incluso irrefutable. Pero la alta tecnología depende de la industria manufacturera. Tener capacidad de inversión y desarrollo no se traduce automáticamente en capacidad de alta tecnología, y la transformación de la capacidad de inversión y desarrollo en medios de alta tecnología es indispensable, lo cual depende de uno de los factores más importantes que es la capacidad de fabricación. En otras palabras, la batalla final sigue siendo la fabricación. A juzgar por la situación actual de la industria manufacturera de EE.UU. que está en declive, si ahora quiere hacer la guerra a cualquier país, se está comiendo su arsenal de armas y equipos. Si EE.UU. quiere luchar contra el país fabricante más grande cuando su industria manufacturera se ha agotado, ¿cómo lo hará? Están agotando sus stocks, ¿y qué pasa si no hay más aumento posterior? Eso es lo que debe preocupar a los americanos, incluyendo a los que son optimistas sobre los Estados Unidos hoy en día.

Mucha gente no lo ve, pensando que la fuerza de la ciencia y la tecnología americana puede permitirles hacer todo. En efecto, la fuerza científica y tecnológica de los Estados Unidos es importante, pero si la investigación y el desarrollo no pueden convertirse en productos a gran escala, ello equivale de hecho a otorgarse un grado de fuerza tecnológica y científica sin resolver el problema. Por ejemplo, en los Estados Unidos, la detección de los ácidos nucleicos del nuevo coronavirus permitiría modernizar seis generaciones de equipo médico e instrumentos más avanzados de generación en generación. Podemos ver que el poder científico y tecnológico de los Estados Unidos es realmente avanzado, pero ¿cuántos de estos dispositivos se pueden producir? ¿Puede este equipo ser usado por los americanos? Aunque el equipo de pruebas es muy avanzado, ¿qué pasa con el sistema médico? Para detectar a estos pacientes, si no hay suficiente equipo médico y no hay suficientes ventiladores, el problema no se puede resolver y miles de personas tendrán que morir.

En este sentido, la empresa americana Medtronic violó completamente sus derechos de propiedad intelectual sobre su respirador y dejó que otros países, incluida China, lo produjeran. ¿Por qué? ¿Sería porque las consideraciones humanas y morales prevalecieron en este caso? No niego que exista esa posibilidad, pero lo que me parece más importante es que los estadounidenses no tienen la capacidad de producir los respiradores cuyas propiedad y patentes son de ellos. De las 1.400 partes del ventilador, más de 1.100 tienen que ser producidas en China, incluyendo el ensamblaje final. Ese es el problema en los Estados Unidos hoy en día. Tienen tecnología avanzada, pero no tienen métodos de producción y capacidad, por lo que tienen que depender de la producción china.

Lo mismo ocurre con la guerra. Hoy en día, la guerra sigue siendo una industria manufacturera. Algunos dicen que la guerra hoy en día es una confrontación de redes, que el chip es el rey. Es cierto que los chips juegan un papel imprescindible en la guerra moderna de alta tecnología. Pero el chip en sí no puede luchar, el chip debe ser instalado en varias armas y equipos, y todo tipo de armas y equipos deben ser producidos primero por una fuerte industria manufacturera. Se admite que los Estados Unidos se basaron en una fuerte industria manufacturera para ganar la Primera y la Segunda Guerra Mundial.

No hay nada malo en ello. Pero, ¿los Estados Unidos todavía tienen una industria manufacturera lo suficientemente fuerte para ganar la Primera y la Segunda Guerra Mundial? Durante medio siglo, después de que el dólar se separara del oro, los Estados Unidos han utilizado gradualmente el dólar para beneficiar al mundo. De hecho, ha abandonado su industria manufacturera de gama baja y se ha transformado gradualmente en un país de industrias fantasmas. Si el mundo está en paz y todo el mundo está en paz con los demás, no hay ningún problema. Los EE.UU. imprimen dólares para comprar productos de todo el mundo, y todo el mundo trabaja para los EE.UU. Todo eso está muy bien. Pero en caso de epidemia o guerra, ¿puede un país sin industria manufacturera ser considerado un país poderoso? Aunque los Estados Unidos sigan teniendo alta tecnología, dólares y tropas estadounidenses, todas estas cosas necesitan apoyo en términos de fabricación. Sin la manufactura, ¿quién apoyará a su alta tecnología? ¿Quién apoyará a su dólar? ¿Quién apoyará al ejército estadounidense?

La respuesta de China a esto es continuar manteniendo, desarrollando y mejorando su industria manufacturera, no sólo para mejorar, sino también para mantener la fabricación tradicional. Es imposible modernizar toda esta capacidad de producción. Si todos ellos fueran mejorados y reemplazados, la fabricación tradicional sería abandonada. Cuando los Estados Unidos necesitan un gran número de máscaras como lo hacen hoy en día, el país entero ni siquiera tiene una línea de producción completa. En tales circunstancias, no puede responder a la epidemia con la misma rapidez y fuerza que China. Por lo tanto, no subestimen la fabricación de gama baja y no consideren la fabricación de gama alta como el único objetivo del desarrollo manufacturero de China. No se puede prescindir de las habilidades de mantenimiento y gestión doméstica.

Además, también tenemos que ver que la eficaz campaña anti-epidémica de China, además de las medidas introducidas por el gobierno, demuestra que las medidas correctivas fueron muy oportunas y que la gente cooperó mucho, y que una cosa inventada por los Estados Unidos ha sido beneficiosa, quiero decir la Internet. Algunas cosas como el pago en línea, el comercio electrónico y los servicios de mensajería vinieron de los Estados Unidos, pero ¿dónde prosperaron finalmente estos inventos americanos? En China. China ha adoptado Internet, el Internet de las cosas, poniendo la red y especialmente la nube al servicio del comercio electrónico, de la producción y de la vida en la sociedad moderna. Podría decirse que está a la cabeza en este ámbito. Aunque la propiedad intelectual no está en nuestras manos y el servidor raíz no está en nuestra posesión, esto no impide que lo usemos para su mejor beneficio.

Hay muchas razones para esto, y son complejas. Sin embargo, se puede ver que somos mejores que otros países en el uso de la alta tecnología y las nuevas tecnologías, lo que se debe a la gran capacidad de aprendizaje de los chinos. Debemos seguir cultivando nuestro liderazgo en este sentido. Además de las cualidades del sistema chino, también debemos aprender de los demás y luego aplicar lo que hemos aprendido para aprovecharlo. Esta es nuestra fuerza frente a un futuro impredecible si estalla una nueva epidemia.

Industria y relocalización

Reportero: Algunos medios de comunicación han informado que Kudlow, presidente de la Conferencia Económica Nacional de la Casa Blanca, ha pedido la retirada de todas las empresas estadounidenses de China y ha dicho que el gobierno de EE.UU. reembolsará el 100 por ciento de los gastos de regreso de China. ¿Significa esto que los Estados Unidos se están preparando para “desvincularse” de China y acelerar gradualmente el ritmo? ¿Desempeñará los Estados Unidos un papel positivo en la mejora de la industria manufacturera local? ¿Cuál es el verdadero objetivo de alentar a las empresas nacionales a abandonar China?

Qiao Liang: En mi opinión, no es tan fácil para los países desarrollados “desacoplarse” de China y reanudar la fabricación local. El dilema es que si se quiere reanudar la fabricación, hay que estar mentalmente preparado, o compartir las mismas dificultades y dolores con China, y recibir igual salario por igual trabajo, de modo que los productos y la mano de obra estén al mismo precio que en China (de lo contrario los productos no serán más competitivos que la fabricación china). Esto equivale a renunciar a la hegemonía de la moneda y al poder de fijar el precio de los productos y bajar desde la cima de la cadena alimentaria; o seguir en la cima de la cadena alimentaria, de modo que los ingresos de los empleados sigan siendo más de 7 veces superiores a los de China, haciendo que el producto no sea competitivo y las empresas no sean rentables. Si se persigue el primer objetivo, los Estados Unidos y Occidente tendrán que volver al nivel de los países ordinarios, especialmente los Estados Unidos. Si esto no es posible, el regreso de las industrias manufactureras a los Estados Unidos y a Occidente será sólo un producto de la imaginación.

El argumento de que Vietnam, Filipinas, Bangladesh, India y otros países probablemente se conviertan en sustitutos de la mano de obra barata en China es en realidad sólo una cuestión de contar la población. Pero pensemos cuál de los países mencionados tiene más trabajadores capacitados que China. Aunque los ingresos chinos aumentan año tras año, el dividendo del trabajo se agota, pero ¿cuántos recursos humanos de gama media y alta se han producido en China en los últimos 30 años? ¿Quién ha capacitado a más de 100 millones de estudiantes universitarios y de postgrado? La energía de este cuerpo de personas está todavía lejos de ser desatada en el desarrollo económico de China. Por lo tanto, dejar que la mano de obra barata de otros países sustituya a la fabricada en China es una ilusión.

En cuanto a los que dicen que Occidente puede utilizar muchos robots para complementar la fabricación localizada, no se puede decir que esta posibilidad sea inexistente, pero si los robots se utilizan realmente para restaurar la manufactura local en los Estados Unidos o en otros países occidentales, incluido Japón, ¿cómo se puede resolver el problema de la tasa de empleo? El uso de un gran número de robots significa que una mayor proporción de la fuerza de trabajo está desempleada. La fuerza de trabajo ha disminuido. ¿Qué debería hacer el gobierno de los Estados Unidos? ¿Qué pasa con los gobiernos de los países occidentales? ¿Realmente tienen los medios financieros para alimentar en vano al ejército de desempleados de estos países? Pero si no los apoyas, ¿quién votará por su propia llegada al poder? Claramente, el presidente Trump y el presidente Abe (Japón) no pensaron bien esto cuando apoyaron el regreso a su mercado local de sus respectivas compañías radicadas en China.

Los occidentales son conscientes de la importancia de restaurar la industria manufacturera y son conscientes del estado de aflicción en el que se encuentra su economía real. Si esta conciencia es real es otra cuestión. Lo importante es preguntar: cuando un país como Estados Unidos se da cuenta de que debe reanudar la fabricación, ¿puede realmente reanudar la fabricación? En realidad es muy difícil.

De hecho, después de la crisis financiera internacional de 2008, los Estados Unidos ya se han dado cuenta de las consecuencias del colapso de la industria. La actual epidemia tampoco ha puesto de relieve la dolorosa ausencia de las industrias manufactureras que más desesperadamente carecen de medios de vida para las personas, pero ¿cuán fácil es reanudar la fabricación? ¿Dónde están los contratistas, ingenieros y trabajadores cualificados? El costo de la mano de obra en los Estados Unidos es siete veces más alto que en China. ¿Cómo se pueden crear beneficios corporativos? Incluso si el gobierno reduce los impuestos y si los empleados reducen automáticamente sus salarios a la mitad, son medidas de emergencia a corto plazo. Porque los impuestos serán recortados, así como los ingresos fiscales de los Estados Unidos. ¿Cómo mantenemos un fuerte poder nacional y militar? ¿Es posible un salario bajo en tiempos extraordinarios, es posible en tiempos normales? Además, los ingresos personales se reducirán a la mitad y el consumo también se reducirá a la mitad. ¿Cómo se puede estimular la producción? Si la producción no aumenta, el PBI disminuirá, ¿puede Estados Unidos entonces mantener su posición como líder mundial? Donald Trump no debe haber pensado en estas cuestiones cuando hizo las promesas mencionadas. Además, si la industria manufacturera se recupera, los productos deben venderse, se generará un superávit y la hegemonía del dólar sólo puede lograrse proporcionando al mundo liquidez, es decir debe aceptarse a través del déficit. Dado que otros países no aceptarán la hegemonía del dólar si no utilizan dólares, los Estados Unidos también deben hacer frente a una economía deficitaria.

La caña de azúcar no es dulce en ambos extremos y para dar liquidez a los demás es necesario comprar productos de otras personas. Pero si revives la industria manufacturera, no necesitas comprar productos de otras personas. De esa manera, habrá menos dólares que fluyan a otros países, y cuando otros países comercien entre sí, tendrán que encontrar otras monedas. ¿Seguirá habiendo una hegemonía del dólar? Más importante aún, la recuperación de la industria manufacturera dañará seriamente los intereses de los grupos de capital financiero de los Estados Unidos. ¿Qué puede hacer Wall Street? ¿Qué puede hacer la Reserva Federal? El enfoque de Trump es diferente al de los anteriores presidentes de EE.UU. de los últimos 50 años. Los anteriores presidentes de EE.UU. durante cinco décadas mantuvieron la hegemonía del dólar, y ahora Trump quiere revivir la industria manufacturera. Con un golpe tan subversivo en los Estados Unidos, hay una mayor posibilidad de que las finanzas y la economía virtual no se recuperen. Como resultado, el imperio está en peligro.

China no ha renunciado en invadir Taiwán…

Reportero: Recientemente, Trump firmó el “Taipei Act” que fue firmado justo cuando la nueva epidemia americana de neumonía coronaria estaba en su apogeo. Eligieron intervenir en el tema de Taiwán en ese momento. ¿Qué los impulsó a interferir en los asuntos internos de China? ¿Qué impacto tendrá esto en la relación entre China y los Estados Unidos y en las relaciones a través del Estrecho de Taiwán? Algunos medios de comunicación creen que la actual epidemia en los Estados Unidos es grave y que ya no tenemos tiempo para la automedicación. Debemos aprovechar esta oportunidad para resolver la cuestión de Taiwán. ¿Qué piensa de esto?

Qiao Liang: ¿Es este el mejor momento para resolver el asunto de Taiwán? Lo primero que hay que considerar es si China se encuentra actualmente en un punto crítico en el proceso de renacimiento nacional. En este momento, China se enfrenta a una situación compleja que nunca se ha visto en el mundo moderno, especialmente en una situación en la que los Estados Unidos están ignorando totalmente a China. Si estamos trabajando para resolver el problema de Taiwán, ¿es posible que nos perdamos de vista y que esto pueda interrumpir el proceso de recuperación de China?

En segundo lugar, ¿la solución a la cuestión de Taiwán está parcial o totalmente relacionada con la gran revitalización de la nación china? Si no se resuelve de inmediato, ¿eso no deja tiempo para impulsar el proceso de rejuvenecimiento nacional?

En tercer lugar, ¿la cuestión de si el Estrecho de Taiwán entrará en guerra depende del número de medidas adoptadas por los Estados Unidos sobre la cuestión de Taiwán o de la actitud de China? ¿Depende del juicio de China sobre la situación internacional y la situación interna (en mi opinión, el juicio sobre esta última es mejor que sobre la primera)? En cuarto lugar, ¿la naturaleza de la cuestión de Taiwán es una cuestión de las relaciones sino-americanas, o es simplemente una cuestión de las relaciones entre los dos países? ¿Puede resolverse plenamente la cuestión de Taiwán antes de que se resuelva el conflicto entre China y los Estados Unidos? Si se resuelve de antemano, ahora, ¿el precio que China tendrá que pagar será mayor o menor, y cuál será el impacto en el transporte chino?

Aunque hayamos entendido las preguntas anteriores, habrá una pregunta más que surgirá, obligándonos a seguir pensándolas y a tratar de responder. Aunque los Estados Unidos se encuentran en una situación de epidemia y dificultades económicas, todavía tienen poder militar para interferir directa o indirectamente en la cuestión del Estrecho de Taiwán. Elegir Wutong daría a los Estados Unidos una buena excusa para bloquear y sancionar a China y aislarla del mundo occidental, y al mismo tiempo daría a los estadounidenses la oportunidad de dejar de lado sus propias dificultades y debilitarnos porque los Estados Unidos y China son muy conscientes de que China sigue siendo muy dependiente de los recursos y mercados extranjeros. Como país productor todavía no podemos satisfacer nuestra industria manufacturera con nuestros propios recursos y depender de nuestro propio mercado para digerir nuestros productos. Por lo tanto, en la actualidad, si pensamos que esta es la mejor oportunidad para recuperar Taiwán, ¿no será también algo bueno para los Estados Unidos y algunos países malintencionados? Estos factores externos son también factores que debemos tener plenamente en cuenta al momento de tomar decisiones.

Sin lugar a dudas, es bueno que los chinos lleven a cabo la gran causa de la reunificación, pero siempre es un error si se hace lo correcto en el momento equivocado. Sólo podemos actuar en el momento adecuado. No debemos tomar una decisión estúpida que nos haga perder todo el tiempo. No podemos permitir que nuestra generación cometa el pecado de interrumpir el proceso de renacimiento de la nación china. En lo que respecta a la cuestión de la tierra, la mayoría de la gente sigue teniendo una forma tradicional de pensar. En definitiva, lo que predomina en última instancia es la sensibilidad de los pequeños agricultores que aman la tierra. Ampliada, la soberanía territorial se considera sinónima de soberanía nacional. Pero no puede por sí misma abarcar el pleno significado de la soberanía nacional moderna.

En el mundo actual, la soberanía económica, la soberanía financiera, la soberanía cibernética, la soberanía de la defensa, la soberanía de los recursos, la soberanía alimentaria, la soberanía de las inversiones, la soberanía biológica, la soberanía cultural, la soberanía de los discursos y otros aspectos relacionados con los intereses y la supervivencia de los países forman parte de la soberanía nacional. No piense que sólo la soberanía territorial está vinculada a los intereses fundamentales del país. Otras soberanías forman parte también de los intereses fundamentales, a veces incluso de mayor prioridad que la soberanía territorial y que son cuestiones de vida o muerte.

Por ejemplo, para salvar su propia economía, los Estados Unidos no dudan en vender billones de divisas, de modo que sus reservas de divisas se diluyen con el agua. La guerra comercial les ha obligado a utilizar los bienes físicos contra las ganancias y en cambio a ser robado mediante aranceles más altos. Los intereses económicos de China se han visto muy afectados y la soberanía económica se ha visto gravemente debilitada. Pero también los EE.UU son incapaces de proteger esta soberanía. Por el momento, aunque tenga la facultad de proteger la integridad territorial, ¿cree que todo está bien, no puede considerar otras cuestiones de soberanía que son igual de importantes, si no más importantes? Quien conoce el problema de esta manera no es una persona verdaderamente moderna.

No digo esto para decir que la cuestión territorial no es importante, sino para subrayar que, como sujeto moderno, hay que entender que las demás soberanías del país son tan importantes como la integridad territorial y que no hay que perderlas de vista. La cuestión territorial no puede plantearse por encima de otras soberanías, aunque no debe descuidarse. Al mismo tiempo sin embargo, también debemos preguntarnos si la cuestión de la “independencia de Taiwán” no podría llevarnos demasiado lejos si consideramos la guerra como un medio para resolver este asunto. Frente al apoyo de los Estados Unidos y los países occidentales, ¿podemos hacer algo? No necesariamente. Para frenar la “independencia de Taiwán” deben considerarse más opciones además de las opciones de guerra. Podemos pensar en formas de actuar en la enorme zona gris entre la guerra y la paz, e incluso podemos considerar medios más específicos, como el lanzamiento de operaciones militares que no desencadenen una guerra pero que puedan consistir en un uso moderado de la fuerza para disuadir la “independencia de Taiwán”.

Algunos se preguntan si el uso de la fuerza no es una guerra. Creo que es un obvio malentendido. Cuando los Estados Unidos bombardearon la embajada china en Yugoslavia o decapitaron el mando de la Guardia Revolucionaria (Irán), ¿podría decirse que fue una guerra contra China o Irán? No. ¿Fue una operación militar? Sí, fue una operación militar. Porque usó la fuerza. Para resolver los problemas de las “operaciones militares no bélicas”, deberíamos aprender de los americanos con una mente abierta. Siempre hay más soluciones que problemas. Hay un problema, y puede haber diez soluciones. La clave es cómo elegimos la mejor solución.

¿Por qué hacer el análisis y el posicionamiento anterior? Es porque, en mi opinión, el Congreso de los Estados Unidos y el Gobierno introdujeron el “Taipei Act” en este preciso mismo momento. La intención no es arrinconar a China. Es principalmente porque el gobierno, el Congreso y los políticos de los EE.UU. están luchando internamente tanto con los problemas de la epidemia como con los problemas de la falta de manufactura, porque es necesario para ellos deshacerse de su propio dilema y que no hay ninguna solución en absoluto. Por eso, los Estados Unidos no pueden dejar a China “en paz”, quieren reunir a sus oponentes, crear molestia, desgastar energía, hacer que se disperse y usar este método para darse oportunidades de respirar y ganar tiempo. Al mismo tiempo, este método de dispersar la energía y el poder conduce al debilitamiento de nuestra fuerza nacional y obstaculiza los progresos. Tal es la principal intención de los Estados Unidos tratando de añadir caos a China.

En cuanto al impacto en China, creo que si debemos bailar con los lobos, no debemos bailar al ritmo de los Estados Unidos. Deberíamos tener nuestro propio ritmo, e incluso intentar romper su ritmo en pos de minimizar su influencia. Si el poder americano se ha dado vuelta, palo, entonces se encuentra en una trampa. No podemos permitir que los EE.UU. caven fosas una por una para nosotros (el Taipei Act siendo la última para China) y saltar a las fosas una por una. En lugar de saltar a la fosa, tenemos que compensar su impacto. Hay algunas cosas que podemos ignorar, algunas cosas que podemos ignorar de una manera que a los americanos no les gusta. Los americanos nos hacen preguntas ahora y nosotros las respondemos. Pero ¿no podemos cambiar nuestra forma de pensar, plantear nosotros también preguntas y dejar que los americanos las respondan? Todos estos métodos son formas de compensar la influencia de los Estados Unidos, incluyendo la forma en que están utilizando el tema de Taiwán para afectarnos.

La influencia de la actitud de los políticos americanos en las relaciones entre las dos orillas del Estrecho sin duda alegrará a las autoridades de Tsai Ing-wen (presidenta de Taiwán). ¿Pero no se cuentan historias los taiwaneses, inclusive Tsai Ing-wen? ¿Hasta qué punto los americanos mantendrán sus promesas con Taiwán? Los estadounidenses alientan la independencia de Taiwán, pero ¿habrá realmente un riesgo de guerra para Taiwán cuando se castigue la independencia de Taiwán mientras el Congreso de EE.UU. proclama “nunca dejaremos que nuestra juventud se desangre por la cuestión de Taiwán”? Sin mencionar que aunque los americanos dejen que su juventud se desangre por la cuestión de Taiwán, puede que no sea suficiente para contrarrestar la determinación y la capacidad de China de incorporar a Taiwán. ¿Qué pasará con la independencia de Taiwán si los americanos no sangran por ella? ¿Qué pasará con las autoridades británicas en Taiwán? En este momento creo que Tsai Ing-wen tiene muchas cosas en la cabeza. Por ejemplo, hasta el día de hoy, todavía no se atreve a enarbolar abiertamente la bandera de la independencia de Taiwán y sólo se atreve a dar un pequeño paso adelante, diciendo que Taiwán es de hecho un país. Sólo se ha atrevido a llegar hasta ahí, pero no más allá de esto. Debido a que ir más lejos hará enojar a 1.400 millones de personas, puede tener consecuencias inimaginables y desastrosas para cualquier país o región.

China debe mostrar primero una determinación estratégica para resolver el problema de Taiwán y luego tener paciencia estratégica. Por supuesto, esa premisa es que debemos desarrollar y mantener nuestra fuerza estratégica para resolver en todo momento la cuestión de Taiwán por la fuerza.

Epidemia y nuevo orden mundial

Reportero: Todo el mundo habla del impacto de la epidemia en el mundo, refiriéndose a acontecimientos tan importantes como la Primera y la Segunda Guerra Mundial y la desintegración de la Unión Soviética. ¿Qué piensa de esta declaración? ¿Cómo la epidemia cambiará el escenario global?

Qiao Liang: El impacto de la nueva epidemia de neumonía coronaria en el mundo, por ser un evento actual pero aún en fermentación, puede ser considerado un evento tan significativo como los conocidos en el pasado, e incluso puede estar relacionado con la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial y la caída de la Unión Soviética. Todos estos eventos están al mismo nivel. Creo que tal juicio está fundamentalmente en consonancia con los hechos y no está exagerado. Pero la mayoría de la gente no lo percibe así.

De hecho, el nuevo coronavirus en sí mismo no está teniendo un efecto tan significativo. Al menos hasta ahora, no ha sido tan trágico como las dos guerras mundiales, que sin embargo no pudieron cambiar el panorama internacional de la noche a la mañana, como lo hizo el colapso de la Unión Soviética. No es la primera vez que el hombre se enfrenta a una epidemia y no todas las epidemias provocan un cambio tan significativo. Para cualquier cambio, la causa externa es el factor desencadenante y la causa interna es el factor decisivo. Esta epidemia es sólo la gota que colmará el vaso de este ciclo de globalización y la fuerza motriz que lo impulsa.

Si esta epidemia se produjera en los años 50 y 60, ¿realmente pensaríamos que pondría a los Estados Unidos en una situación tan embarazosa y a Europa en una situación tan incomoda? ¿Por qué la epidemia que está ocurriendo hoy en día es tan molestosa para todo el mundo occidental? Lo importante no es saber cuán terrible es la epidemia sino darse cuenta de que tanto los Estados Unidos como Occidente han tenido su hora de gloria y que ahora se han enfrentado a esta epidemia mientras se encuentran en declive. La epidemia llega en este momento global, e incluso si es sólo una ramita, puede romper la espalda del camello que ya tiene problemas para caminar. Esta es la razón la más profunda.

¿Por qué los países occidentales han dado este paso? Podemos pensar en eso. Durante la última mitad de siglo, los Estados Unidos encabezaron el camino, luego Europa y Occidente siguieron el ejemplo. Se embarcaron en un camino económico virtual y abandonaron gradualmente la economía real. Para estos países, esta tendencia puede parecer una ventaja que los países desarrollados están obteniendo a cambio de nada, pero en realidad ha desgastado sus fuerzas vivas. De hecho, es la misma razón por la que la antigua Roma se derrumbó gradualmente en el período posterior debido a su arrogancia y su extravagancia que finalmente condujo al colapso de su imperio.

Creo que después de la epidemia, los Estados Unidos y los países occidentales ciertamente tratarán de volver a ponerse de pie. Muchas personas todavía confían en los Estados Unidos y en los países occidentales, es decir creen que tienen una gran capacidad para corregir los errores. Pero los errores sólo pueden corregirse con fuerza económica y suficiente confianza. En el pasado, los americanos corregían los errores y nunca se quejaban de los demás. Ahora que los americanos ya no pueden corregir sus propios errores, empiezan a culpar a otros. Los países occidentales también han pasado la pelota a China, e incluso algunos de nuestros amigos en los principios se han encontrado en la misma situación y han hecho lo mismo. La razón fundamental de esto es que a cualquiera que no tenga la capacidad de corregir sus errores automáticamente le gusta pasar la pelota. Fantasean que es simplemente imposible restaurar su propia economía y pasar la pelota para poder repararla y corregirla. De hecho, los occidentales deberían pensar en muchos aspectos de esta secuencia, incluyendo su sistema médico y su sistema de valores. Cuando se enfrentaron a la epidemia, estos sistemas estaban casi indefensos. ¿Cuál es la razón de esto? Si no lo pueden resolver, ¿pueden resolver el problema simplemente culpando a China? Así como la guerra no puede ser usada para derrotar la epidemia, también es imposible pasar la pelota para corregir los errores propios.

Creo que Occidente pasará por lo menos una docena de meses a dos años después de la epidemia para reparar su propia economía y reparar su propio trauma. En este proceso, las denominadas responsabilidades y reivindicaciones hacia China serán todas extravagantes y terminarán desapareciendo ante una situación post-epidémica más grave. China debe tener suficiente confianza en sí misma para saber que mientras pueda seguir siendo lo suficientemente fuerte y mantener con tenacidad su capacidad productiva, nadie podrá perjudicarla.

Cuando los Estados Unidos son fuertes, ¿quién puede culparlos por la propagación del SIDA? La gente no ha culpado a los Estados Unidos porque las fuerzas expedicionarias americanas trajeron a Europa la gripe que estalló en los Estados Unidos al final de la Primera Guerra Mundial y que finalmente fue llamada la gripe española. ¿Por qué nadie culpó a los Estados Unidos? Fue debido a la fuerza de los Estados Unidos en ese momento. Mientras China siga siendo fuerte y se fortalezca, nadie podrá derribarla con supuestas reivindicaciones de responsabilidad. China debe tener confianza en sí misma.

(Traducción del francés: François Soulard).

FUENTE ALAI: https://www.alainet.org/es/articulo/206685 

[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_irrestricta

[NR ante prácticamente un silencio cómplice de casi todos los medios “occidentales” anglosajones sobre esta 73 Asamblea Mundial de la Salud y sus trascendentales temas tratados Dossier Geopolitico (DG), reproduce este artículo del Embajador Indio Bhadrakumar]

por M. K. BHADRAKUMAR (*)

Asia Times – 19 de mayo de 2020

La reunión virtual de la Asamblea Mundial de la Salud del 18 al 19 de mayo ha puesto de relieve la política de la pandemia de Covid-19 en el ámbito internacional. La WHA es el órgano de toma de decisiones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 194 miembros.

La reunión virtual tuvo lugar en el contexto de las sensacionales afirmaciones del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump y su secretario de estado Mike Pompeo, en las últimas semanas de que están en posesión de «enorme evidencia» para respaldar su teoría de que COVID-19 se originó en el Instituto Wuhan de virología.

La OMS acordó examinar las «lecciones aprendidas» de las respuestas de los países miembros. Propone realizar una «evaluación integral» en respuesta a un proyecto de moción, co patrocinado por los 54 estados miembros del Grupo Africano. El documento de la conferencia en la reunión WHA fue respaldado por países que incluyeron a los 27 estados miembros de la Unión Europea y no nombró ni a China ni a Wuhan.

Ni Trump ni Pompeo participaron en el evento WHA. En cambio, delegaron al Secretario de Salud de los Estados Unidos, Alex Azar, quien disparó contra la OMS por permitir que el brote de coronavirus «se descontrolara». Sin nombrar a China, culpó a «al menos un estado miembro» por haberse «burlado de sus obligaciones de transparencia, a un costo tremendo para el mundo entero».

Mientras tanto, la Casa Blanca ha comenzado a señalar que Trump puede tener dudas sobre el congelamiento de los fondos estadounidenses para la OMS. Trump había eviscerado anteriormente a la OMS, alegando que China lo controlaba y que era muy negligente en los primeros días del brote de la corona.

El viernes por la noche, Tucker Carlson, de Fox News, quien está cerca de Trump, dio la noticia de que la administración de Trump estaba «a punto de reanudar la financiación estadounidense» de la OMS. Carlson emitió un borrador de carta preparado por la Casa Blanca que decía que a pesar de las «deficiencias» de la OMS, Trump quería ver a la organización a la altura de su potencial «durante esta crisis global» y, por lo tanto, decidió «trabajar con la OMS y acepta pagar lo que China paga en contribuciones señaladas «.

Un día después, el sábado, en un tweet a Lou Dobbs de Fox Business, que es otro presentador de televisión favorito del presidente, Trump señaló: «Lou, este es solo uno de los numerosos conceptos bajo los cuales pagaríamos el 10% de lo que hemos estado pagando durante muchos años, igualando pagos mucho más bajos de China. No han tomado la decisión final. Todos los fondos están congelados. ¡Gracias!»

La última postura de Trump no se trata de castigar a la OMS, sino que tiene como objetivo llevar los pagos futuros de Estados Unidos al organismo estrictamente a la par con los de China. Pero Xi ha elevado el listón a u$s 2 mil millones. Trump se encuentra entre la roca y un lugar difícil.

Agitar la sinofobia puede ayudar a Trump a desviar la atención del público de su mal manejo de la crisis de Covid en Estados Unidos, donde las muertes se acercan al 100.000. Pero no ha podido producir una pizca de evidencia para implicar a la OMS en un encubrimiento o para corroborar la escandalosa acusación de que el coronavirus saltó de un laboratorio chino. La ola de críticas de la comunidad internacional ha afectado la posición global de los EEUU.

La OMS acordó el lunes una llamada de más de 110 países para una revisión independiente de la respuesta mundial al coronavirus. China ha dado una sorpresa al respaldar tal investigación. El otro elemento polémico impulsado por los Estados Unidos, la admisión de Taiwán como «observador» en la OMS, tampoco encontró tracción.

El documento de la conferencia WHA dice que una investigación buscará «identificar la fuente zoonótica del virus y la ruta de introducción a la población humana, incluido el posible papel de los anfitriones intermedios, incluso a través de esfuerzos como misiones de campo científicas y colaborativas». Ni China ni Wuhan han sido nombrados.

Claramente, China ha pasado a la ofensiva diplomática. El presidente chino, Xi Jinping, aceptó la invitación para dirigirse a la WHA y pronunció un discurso histórico. Xi anunció una serie de medidas concretas para impulsar la lucha mundial contra COVID-19, incluida la prestación de ayuda internacional.

Es importante destacar que Xi anunció: «China proporcionará u$s 2 mil millones durante dos años para ayudar con la respuesta COVID-19 y con el desarrollo económico y social en los países afectados, especialmente los países en desarrollo». Él ha arrojado el guante a Trump para presentar una oferta equivalente.

Xi también hizo un anuncio dramático de que «el desarrollo y despliegue de la vacuna COVID-19 en China, cuando esté disponible, se convertirá en un bien público mundial. Esta será la contribución de China para garantizar la accesibilidad y asequibilidad de las vacunas en los países en desarrollo «. Esto pone a Trump en un aprieto. La estimación de Trump es que se pueden ganar toneladas de dinero comercializando en el extranjero cualquier vacuna fabricada en los EE. UU. A un precio exorbitante, como hacen las compañías farmacéuticas occidentales.

Xi dijo que China reforzará el apoyo a los países más afectados bajo la mayor presión del servicio de la deuda para que puedan superar las dificultades actuales. Anunció la disposición de China para implementar la Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda del G20 para los países más pobres.

En retrospectiva, el secretario general de la OMS, Tedros Adhanom (ex Ministro de Salud y Ministro de Relaciones Exteriores de Etiopía) hizo lo correcto al mantener su posición. En un desaire a Trump, los participantes en la reunión virtual, incluidos países europeos como Francia, expresaron su rotundo apoyo a la OMS. No será una vista agradable ahora que Trump se doblegue ante un líder africano.

Las noticias de Ginebra sugieren el surgimiento de China en el escenario mundial. Todo este episodio subraya una vez más el constante drenaje de la influencia estadounidense en los asuntos mundiales.

India haría bien en tener esto en cuenta. Era completamente innecesario que el Ministro de Asuntos Exteriores, S Jaishankar, se apresurara a salvar la reputación de Pompeo (y los Estados Unidos) en este mórbido asunto en la víspera de la reunión de la WHA. Corresponde totalmente a Pompeo producir la «enorme evidencia» sobre el llamado virus Wuhan. ¿Por qué Jaishankar debe apresurarse a cubrir su trasero? Huele a desorden exhibicionista indigno de la India

(*) Embajador (R); Columnista de los periódicos hindúes y Deccan Herald Indian, Rediff.com, Asia Times and Strategic Culture Foundation, Moscú.

Cargos anteriores: diplomático de carrera durante 30 años en el Servicio Exterior de la India: sirvió en la Embajada de la India en Moscú (1975-1977; 1987-1998); Subsecretario (1977-1979), Secretario Conjunto (1992-1995), Director (1989-1991), División Irán-Pakistán-Afganistán y Unidad de Cachemira, Ministerio de Relaciones Exteriores; ocupó cargos en las misiones indias en Bonn, Colombo, Seúl; Encargado de Negocios, embajadas indias en Kuwait y Kabul; Alto Comisionado Interino / Adjunto en Islamabad; Embajador en Turquía y Uzbekistán. Intereses de investigación: política exterior india, relaciones ruso-indias, Pakistán, Afganistán y Asia Central, seguridad energética, Asia-Pacífico y Medio Oriente. Autor de numerosas publicaciones en India y en el extranjero sobre Rusia, Asia Central, China, Afganistán, Pakistán, Irán y Oriente Medio, así como sobre cuestiones energéticas y seguridad regional.

Aporte del articulo, realizado por el Dr. Antonio Merched Mitre DG Cordoba