Por BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS

Traducción de Antoni Aguiló y José Luis Exeni Rodríguez

En el eje comunicacional del Atlántico Norte vivimos en una guerra de información sin precedentes. La conocí en Estados Unidos durante dos períodos. El primero, durante la guerra de Vietnam, que viví en su momento de crisis final (1969-1971), culminaría con la publicación de los papeles del Pentágono en 1971. El segundo momento fue la guerra de Irak, que comenzó en 2003, y la saga de las armas de destrucción masiva, un engaño político del que resultarían muchos crímenes de guerra. Sin embargo, en Europa nunca había asistido a este tipo de guerra de información, al menos no con la magnitud actual. Se caracteriza por la erosión casi total entre hechos y manipulación de las emociones y las percepciones, entre hipótesis o conjeturas y verdades incuestionables.

En el caso específico de la guerra de Ucrania, la manipulación pretende evitar que la opinión pública y los responsables políticos piensen y decidan sin demasiada presión en la única medida que ahora se requiere: la búsqueda de una paz duradera en Ucrania y en la región para poner fin al sufrimiento del pueblo ucraniano, un pueblo que en estos días comparte el trágico destino de los pueblos palestino, yemení, sirio, saharaui y afgano, a pesar de que sobre estos últimos pese el más profundo silencio. La guerra de la información pretende continuar la guerra de las armas mientras convenga a quienes la promueven. En estas condiciones, no es fácil luchar con los hechos y la experiencia histórica porque, desde el punto de vista de la guerra de información, explicar es justificar, entender es perdonar, contextualizar es relativizar. Aún así, vamos a intentarlo.

1 Para demonizar al enemigo es crucial deshumanizar, es decir, imaginarlo como si hubiera actuado criminalmente y sin provocación. Ahora bien, la condena firme e incondicional de la invasión ilegal de Ucrania (en la que vengo insistiendo desde mi primer artículo sobre el tema) no implica tener que ignorar cómo se ha llegado a esta situación. En este caso, aconsejo leer el libro publicado en 2019, War with Russia?, del profesor emérito de la Universidad de Princeton, Stephen Cohen, recientemente fallecido. Tras examinar con detalle las relaciones entre Estados Unidos y Rusia desde el final de la Unión Soviética y, en el caso de Ucrania, sobre todo desde 2013, Stephen Cohen concluye de este modo: «Las proxy wars [guerras en las que los adversarios utilizan terceros países para perseguir sus objetivos de confrontación bélica] son una característica de la vieja Guerra Fría, son pequeñas guerras en el llamado «Tercer Mundo». […] Rara vez involucraron personal militar soviético o estadounidense, casi siempre solo dinero y armas. Hoy, las proxy wars entre Estados Unidos y Rusia son diferentes, están ubicadas en el centro de la geopolítica y acompañadas por demasiados instructores y posiblemente combatientes estadounidenses y rusos. Ya han estallado dos: en Georgia en 2008, donde las fuerzas rusas se enfrentaron a un ejército georgiano financiado y entrenado con fondos y personal estadounidenses; y en Siria, donde muchos rusos fueron asesinados por las fuerzas anti-Assad respaldadas por Estados Unidos. Moscú no tomó represalias, pero prometió hacerlo cuando hubiera «una próxima vez». Si eso sucede, implicará una guerra entre Rusia y Estados Unidos. El riesgo de un conflicto tan directo sigue creciendo en Ucrania». Así se pronosticó en 2019 la guerra que actualmente martiriza al pueblo ucraniano.

2 Democracia y autocracia. En el lenguaje de Estados Unidos el mundo se divide en dos: democracias (nosotros) y autocracias (ellos). Hace tan solo unos años la división era entre democracias y dictaduras. Autocracia es un término mucho más vago que puede utilizarse para considerar autócrata a un gobierno democrático percibido como hostil, aunque la hostilidad no se derive de las características del régimen. Por ejemplo, en la cumbre por la democracia celebrada en diciembre de 2021, a iniciativa del presidente Biden, no se invitó a países como Argentina y Bolivia, que habían experimentado recientemente vibrantes procesos democráticos, pero que son menos receptivos a los intereses económicos y geoestratégicos de Estados Unidos. En contraste, se invitó a tres países que la Casa Blanca reconoció como democracias problemáticas (el término utilizado fue flawed democracies), con corrupción endémica y abusos de los derechos humanos, pero con interés estratégico para Estados Unidos: Filipinas, para contrarrestar la influencia de China, Pakistán, por su relevancia en la lucha contra el terrorismo, y Ucrania, por su resistencia a la incursión de Rusia. Las reservas en el caso de Ucrania eran comprensibles, ya que unos meses antes los papeles de Pandora habían dado detalles sobre las sociedades offshore del presidente Zelenski, de su esposa y sus asociados. Ahora, Ucrania representa la lucha de la democracia contra la autocracia rusa (que, a escala nacional, debe estar a la par con Ucrania en términos de corrupción y abusos de los derechos humanos). El concepto de democracia pierde, así, buena parte de su contenido político y se convierte en un arma arrojadiza para promover cambios de gobierno que favorezcan los intereses globales de Estados Unidos.

3 Amenazas. Según expertos de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), en 2020, el 40% de las fuerzas militares de Ucrania (un total de 102.000 miembros) eran milicias paramilitares de extrema derecha, armadas, financiadas y entrenadas por Estados Unidos, Inglaterra, Canadá, Francia y Suiza, con miembros de diecinueve nacionalidades. Desde que comenzó la guerra se les han sumado más elementos, algunos provenientes de Medio Oriente, y recibieron más armamento de todos los países de la OTAN. Por lo tanto, Europa corre el riesgo de tener en su seno un nutrido nazi-yihadismo, y no hay garantía de que su alcance se limite a Ucrania. En 1998, el exasesor de seguridad del presidente Carter, Zbigniew Brzezinski, declaró en una entrevista con el Nouvel Observateur: «En 1979, aumentamos la probabilidad de que la URSS invadiera Afganistán… y creamos la oportunidad de darles su Vietnam». No me sorprendería que este playbook de la CIA se esté aplicando ahora en Ucrania. Las recientes declaraciones del secretario general de la OTAN de que «la guerra en Ucrania podría durar meses o incluso años», combinadas con la noticia de Reuters (12 de abril) de que el Pentágono se iba a reunir con los ocho mayores productores de armas para discutir la capacidad de la industria para satisfacer las necesidades de Ucrania «si la guerra con Rusia dura años», deberían haber causado alarma entre los líderes políticos europeos, pero aparentemente solo los motivó a una carrera armamentista. Las consecuencias de un segundo Vietnam ruso serían fatales para Ucrania y para Europa. Rusia (que es parte de Europa) solo será una amenaza para Europa si esta se convierte en una enorme base militar estadounidense. La expansión de la OTAN es, por tanto, la verdadera amenaza para Europa, como dijo hace veinte años el insospechado Henry Kissinger.

4 Doble criterio. La Unión Europea, transformada en caja de resonancia de las decisiones estratégicas de Estados Unidos, defiende como expresión legítima de valores universales (europeos, pero no menos universalizables) el derecho de Ucrania a unirse a la OTAN, mientras Estados Unidos intensifica la integración (véase la US-Ukraine Strategic Defense Partnership, firmada el 31 de agosto de 2021), negando al mismo tiempo que sea inminente. Ciertamente, los líderes europeos no saben que Estados Unidos niega a otros países el derecho reconocido a Ucrania a unirse a un pacto militar; y si lo supieran, no habría ninguna diferencia, tal es el estado de letargo militarista en el que se encuentran. Por ejemplo, las pequeñas Islas Salomón del Océano Pacífico aprobaron un borrador de pacto de seguridad con China en 2021. Estados Unidos reaccionó de inmediato y con alarma ante ese proyecto y envió a altos funcionarios de seguridad a la región para detener la «intensificación de la competencia de seguridad en el Pacífico».

5 La verdad llega demasiado tarde. La guerra de información se basa siempre en una mezcla de verdades selectivas, medias verdades y mentiras puras y duras (las llamadas false flags) organizadas para justificar la acción militar de quienes la promueven. Estoy seguro de que en este momento está en curso una guerra de información tanto en el lado ruso como en el estadounidense/ucraniano, aunque, debido a la censura que nos fue impuesta, sabemos menos sobre lo que sucede en el lado ruso. Tarde o temprano la verdad saldrá a la luz. La tragedia es que siempre llegará demasiado tarde. En este convulso comienzo de siglo tenemos una ventaja: el mundo perdió su inocencia. Julian Assange, por ejemplo, está pagando un altísimo precio por habernos ayudado en este proceso. A los que todavía no han renunciado a pensar con cierta autonomía, les recomiendo la lectura del capítulo de Hannah Arendt, titulado «La mentira en política», del libro Crisis de la República publicado en 1971. Es una brillante reflexión sobre los papeles del Pentágono, una recopilación exhaustiva de datos (entre ellos, muchos crímenes de guerra y muchas mentiras) sobre la guerra de Vietnam, recopilación realizada por iniciativa de uno de los máximos responsables de esa guerra, Robert McNamara.

6 La pregunta que nadie hace. Cuando los conflictos armados son en África o en Oriente Medio, los líderes europeos son los primeros en pedir el cese de las hostilidades y la urgencia de las negociaciones de paz. ¿Por qué cuando la guerra está en Europa los tambores de guerra suenan sin cesar y ningún líder pide que se callen y se escuche la voz de la paz?

Fuente La Razon: https://www.la-razon.com/politico/2022/04/24/la-inconveniente-complejidad/

La milenaria República de La India es el tema central de la columna de geopolítica del Club de La Pluma, del director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, cuando ya se ha transformado en la segunda potencia más importante de Asia, a consecuencia de los profundos cambios en los poderes globales, mientras se confirma que el conflicto de Ucrania es definitivamente un enfrentamiento directo entre Occidente contra el mundo euroasiático en ascenso, siendo Rusia un eslabón clave a destruir por el poder anglosajón, en su desesperada carrera por evitar la debacle de su poder hegemónico.

Nuestro director también nos brinda una clase de historia, geografía, política y economía sobre esta joya cultural única que es la India, con sus 1.400 millones de habitantes. Nacida con los albores de la humanidad, es el séptimo territorio del planeta y una de las primeras potencias económicas del mundo. También fue “la perla” del imperio colonial británico y el sustento más importante de Inglaterra durante un siglo aproximadamente, hasta su abandono en 1949, cuando la dejó sembrada de conflictos latentes que germinaron con los años y que provocaron su partición y las actuales tensiones violentas a las que se enfrenta a lo largo de sus extensas fronteras.

También nos explica el comportamiento geopolítico actual de su dirigencia, que aspira a que la India sea un gigante con contrapeso propio, evitando ser herramienta del resto de potencias y si uno de sus principales socios comerciales. Entienden que su área de influencia directa es el Océano Índico y a través de él, el control de los pasos marítimos al golfo Pérsico y al Mar Rojo y de allí al Mediterráneo. Sin dejar de mirar hacia el África oriental, mientras que sus fundamentales ejes de la política exterior son las buenas relaciones con Estados Unidos, con Rusia y con China.

Además nos explica cómo La India se abstuvo de condenar a Rusia ni acató sanciones en su contra por el conflicto de Ucrania, lo que ha significado un importante gesto hacia Moscú, mientras mantiene una firme posición ante los embates y las presiones de EEUU e Inglaterra. En este caso, nos cuenta como los norteamericanos se han tenido que tragar recientemente su soberbia de mirar al resto del mundo, desde arriba del caballo.

Entre tanto, la India aplica políticas abiertas y pragmáticas para asegurarse la provisión de armamento militar desde todo el mundo, ya que es fundamental para asegurar su enorme territorio. Y en este aspecto, Pereyra Mele se explaya en la histórica relación que tiene con Moscú desde la época de  la URSS. También nos cuenta del desarrollo de su fortísima flota naval. Y destaca el espectacular aumento de las relaciones comerciales con China, que ya alcanzan niveles apabullantes y donde el comercio bilateral entre ambos supera los 125.000 millones de dólares.

Y concluye con que gracias a este conflicto entre la OTAN y Estados Unidos contra Rusia y sus aliados asiáticos, están saliendo a la luz todos estos profundos cambios globales y el ascenso de las nuevas potencias, que han llegado de manera increíblemente veloz y definitiva 

Eduardo Bonugli (Madrid, 24/04/22)

GEOPOLITICA DE LA INDIA
DIASPORA INDIA IMPORTANCIA GEOESTRATEGICA Y MILITAR DE LA INDIA

Por Eduardo VIOR TELAM

Lejos de alinearse contra Rusia, como exige Estados Unidos, el gobierno de Narendra Modi se beneficia de la confrontación entre Washington y Moscú incentivando su rol como actor global

Acosado por la crisis política en su país, Boris Johnson llegó este jueves 21 a Nueva Delhi, para forzar la adhesión de su excolonia a la coalición antirrusa. Arribó tres semanas después de la exitosa visita del canciller ruso, Serguei Lavrov, quien a principios de abril cerró en la capital india acuerdos provechosos para ambas partes y un mes tras la visita de su colega chino, Wang Yi, que distendió las relaciones entre ambos gigantes, muy tensionadas desde los choques en la frontera del Himalaya el año pasado. India quiere aprovechar la confrontación entre EE.UU. y Rusia, para proyectarse hacia la primera liga de la política mundial, pero el camino está plagado de escollos y su elite deberá hacer gala de suma prudencia para no pelearse con tirios ni troyanos.

Johnson llegó el jueves a India en visita de dos días y el viernes por la mañana fue recibido en la residencia presidencial de Rashtrapati Bhavan. Más tarde debía reunirse con el ministro de Relaciones Exteriores, Subrahmanyam Jaishankar, y con el primer ministro Narendra Modi. La relación entre Nueva Delhi y Londres fue elevada a Asociación Estratégica Integral durante una cumbre virtual el año pasado y el intercambio comercial entre ambos países se situó en 15.450 millones de dólares en 2019-20, con ventaja para la nación asiática. El Reino Unido es el sexto mayor inversor en India. Según funcionarios británicos, Boris Johnson aprovechará su estancia para impulsar el Tratado de Libre Comercio que vienen negociando desde principios de este año.

Durante su primera visita a India el primer ministro británico ofrecerá ayudar a su anfitrión a reducir su dependencia del petróleo y los equipos de defensa rusos y fortalecer la cooperación en materia de seguridad, tecnología y salud. Sin embargo, Gran Bretaña no tiene suficiente petróleo ni el tipo de equipamiento militar adecuado para vender a India. El Reino Unido era el tercer socio comercial del país asiático a principios de este siglo, pero el año pasado descendió al puesto 17 y no parece en condiciones de recuperar posiciones. Los mayores socios comerciales de India son Estados Unidos, China y los Emiratos Árabes Unidos.
Por las dudas, el portavoz del primer ministro británico ya avisó que Johnson se abstendrá de aleccionar a su colega indio. Las elites y las masas de ese país reciben mal los intentos moralizantes de los occidentales que ven como resabios de una mentalidad colonialista. No obstante, tratan a sus interlocutores con suma paciencia, porque necesitan las buenas relaciones con Estados Unidos, China y Rusia.

De los tres, Estados Unidos es el país más joven y poderoso. Las relaciones entre ambos países han oscilado a lo largo de la historia entre choques y acercamientos. Al atacar EE.UU. a Afganistán en 2001, la complicidad paquistaní con los talibanes llevó a Washington a estrechar sus vínculos con Nueva Delhi. Desde entonces las relaciones indio-estadounidenses se han desarrollado de forma bastante constante. Sin embargo, el pasado 11 de abril, cuando el secretario de Estado Antony J. Blinken y el de Defensa Lloyd J. Austin recibieron en Washington al ministro de Asuntos Exteriores de India, Subrahmanyam Jaishankar, y a su colega de Defensa, Rajnath Singh, Antony Blinken cuestionó la situación de los derechos humanos en India. Jaishankar respondió inmediatamente que su país también vigila la situación de los derechos humanos en Estados Unidos. Aunque Nueva Delhi ya había dejado en claro que su política exterior se basa en el interés nacional y Washington dice entenderlo, evidentemente la ideología puede más que el interés.

De Estados Unidos los indios necesitan dinero, tecnología y armas. Los estadounidenses, en tanto, quieren que India se convierta en un baluarte contra China, sin tener que invertir ellos fondos ni recursos. Para conseguirlo, intentan regularmente obligar a Nueva Delhi a pagar por el apoyo que le dan, a abrir totalmente su mercado a los productos y servicios norteamericanos, a participar en las iniciativas antichinas y a transformar su modelo de democracia, para adaptarlo a los estándares estadounidenses. Pero, cuanto más presionan, más se resiste India.

Por el contrario, tal como lo ve la elite del gigante surasiático, su país es ya por su propia existencia un contrapeso de China, por lo cual no tiene interés en complicarse la vida entrando en alianzas comprometedoras. El nacionalismo indio no quiere convertirse en un bastión antichino ni en un vasallo estadounidense, sino erigir un fuerte centro de poder asiático y mundial.

Si India se relaciona con Estados Unidos buscando el mutuo beneficio, su trato con China es mucho más complicado. Después de la independencia de India (1947) y de la liberación de China (1949) ambas potencias podrían haberse puesto de acuerdo, pero chocaron por un conflicto sobre el límite trazado por los británicos en 1911, librando en 1962 una guerra que India perdió. En los últimos 60 años indios y chinos no han resuelto la cuestión fronteriza ni superado el sentimiento de desconfianza mutua, pero han aprendido a comerciar con éxito. El año pasado el comercio bilateral entre ambos alcanzó un récord de más de 125.000 millones de dólares. Las exportaciones procedentes de Pekín aumentaron un 46,2%, hasta los 97.520 millones de dólares, mientras que los envíos en sentido inverso crecieron un 34,2%, hasta los 28.140 millones de dólares. O sea que el déficit comercial de India con China aumentó en 69.380 millones de dólares en 2021.

Telam SE

India no busca derrotar a China ni recuperar los territorios perdidos en 1962, sino que Pekín la reconozca como centro de poder paritario. Esto, a su vez, implicaría que China acepte que India tiene una esfera de intereses regionales propia donde China no debe inmiscuirse. Sin embargo, hasta ahora, parece que Pekín no presta suficiente atención a su vecino del sur.

El comercio de Rusia con India es bastante modesto: apenas supera los 10.000 millones de dólares. Sin embargo, Moscú sigue siendo uno de los principales socios de Nueva Delhi. Esto se debe a tres factores: la antigua amistad, la cooperación en industrias críticas y las perspectivas futuras.

La Unión Soviética ayudó en la década de 1960 a India a llevar a cabo un programa de industrialización y a construir una potente industria pesada. Las centrales eléctricas diseñadas por ingenieros soviéticos e indios dieron energía a esta industria, las personas que estudiaron de los libros soviéticos se convirtieron en su reserva de personal y las armas suministradas por la URSS garantizaron su seguridad. La URSS fue neutral en la guerra chino-india de 1962 y apoyó a India en su guerra contra Paquistán en 1971. Estos viejos vínculos están todavía muy presentes en la consciencia nacional india. Durante décadas fue la principal abastecedora de armas del país asiático.

En el ámbito económico, Rusia mantiene sus posiciones en la esfera de la energía nuclear, pero va perdiendo terreno en el campo de la investigación espacial y la cooperación técnico-militar. En parte, las élites indias están tratando de diversificar los vínculos en áreas sensibles, para no repetir la situación de principios de los noventa, cuando tras el colapso de la URSS, India se quedó sin fuente de suministro de componentes para equipos ya adquiridos. Sin embargo, también hay que considerar la incapacidad de Rusia para ofrecer la tecnología y el equipo que India necesita y el creciente retraso del complejo militar-industrial ruso. No obstante, si se ponen en marcha determinados proyectos conjuntos (vehículos aéreos no tripulados, vehículos submarinos, aviación naval), la situación sólo podría revertirse.

No obstante las dificultades, en el proyecto indio de futuro, Rusia aparece como uno de los centros de poder amigos tanto como India en las construcciones geopolíticas de los dirigentes rusos. Ahora que el país eslavo ha perdido acceso a las inversiones y los mercados occidentales, India puede convertirse en punto de transbordo para las inversiones y los bienes occidentales que van a Rusia así como en un mercado para los bienes y la tecnología rusa. En este camino, hace tres semanas ambos países acordaron la venta de 3 millones de barriles de petróleo ruso diarios pagaderos en rublos y rupias. Después de Estados Unidos y China, India es el tercer consumidor mundial de petróleo, del que importa más del 80%. En 2021 compró a Rusia unos 12 millones de barriles de los Urales, lo que hace sólo alrededor del 2% de sus importaciones totales. En realidad, los mayores suministros del año pasado procedieron de Oriente Medio, de EE.UU. y de Nigeria.

Ahora, tras la invasión de Ucrania, hay menos compradores para el crudo ruso de los Urales y su precio ha caído. Aprovechando la coyuntura, entonces, la nación surasiática ha comprado tanto el emblemático Ural, que se embarca desde puertos del oeste, como un raro cargamento de ESPO del Lejano Oriente, habitualmente favorecido por China.

Ambas naciones han acordado asimismo la venta de carbón ruso. En marzo Nueva Delhi compró 1,04 millones de toneladas de las cuales dos tercios procedían de Siberia Oriental. Rusia es el sexto proveedor de carbón coquizable y térmico de India. En tanto, a finales de marzo el ministro del Acero de India, Ramchandra Prasad Singh, anunció que su país tiene previsto duplicar sus importaciones de carbón de coque ruso, un ingrediente clave en la producción de acero. Dijo que India estaba comprando hasta 4,5 millones de toneladas, pero no especificó a qué período se refería. En comparación, en 2021 la UE compró a Rusia 48,7 millones de toneladas de carbón térmico y coquizable, aumentando su volumen de suministro a 5 millones de toneladas al mes en el último tiempo antes de la guerra en Ucrania. Por lo tanto, el intercambio de carbón es muy provechoso para India, pero para Rusia sólo remplaza mínimamente las perdidas exportaciones a Europa.

En las últimas décadas las élites políticas indias han dominado el sutil arte de balancearse entre varios polos, aprendiendo a convertir las diferencias de otras grandes potencias en su beneficio. Si la actual confrontación por Ucrania continúa, empero, India va a tener serios problemas para compatibilizar su entendimiento con Rusia en el manejo de la turbulenta política de Asia Central con su alianza con Estados Unidos y Australia para vigilar el Océano Índico. Además, si Washington se recuesta en el gobierno surgido del reciente golpe de estado parlamentario en Paquistán e India continúa desarrollando su marina al paso actual, India se acercará aún más a Rusia e intentará remplazar a EE.UU. en el Índico. La guerra en Ucrania puede convertir a India en una potencia asiática de primer rango y en una firme aspirante a sentarse a la mesa del poder mundial, pero debe ser paciente y prudente.

El 12 de abril de 2022, fui convocado por el Periodista de Internacionales de los servicios de Radio y Televisión de la Universidad Nacional de Córdoba Mgter. Mariano Saravia (*), para participar como analista invitado al último programa del Ciclo que Organizó y dictó y que  tituló irónicamente: “El Eje del Mal”, donde analizo Historia, Cultura, Política y proyecciones de las potencias emergentes: Rusia, China, Irán, India, para el cierre del Ciclo que trató sobre la la República de la India fui entrevistado por mariano sobre “tendencias geopoliticas actuales de la India”. Carlos Pereyra Mele Director de Dossier Geopolitico

Por gentileza del Mgter Mariano Saravia se pone a disposición de los seguidores de Dossier Geopolitico, la Clase N 5 completa del Curso “el Eje del Mal”, clase clave para entender el milenario mundo de la India.

(*) Mariano Saravia: es periodista, escritor, docente universitario y conferencista. Sus especialidades son la política internacional, el periodismo histórico y los derechos humanos.

Sus artículos y ensayos han sido publicados en publicaciones de Argentina y el exterior. Además, es profesor titular de la materia Política Internacional de las carreras de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Católica de Córdoba.

Un líder carismático e inteligente De Gaulle que supo muy bien porque lo conoció de primera mano al Imperialismo Anglo-Sajón y su métodos de dividir para reinar, (por lo cual se opuso con justa razón al ingreso de Inglaterra a la Comunidad Europea y de realizar una Confederación NO la estructura supranacional que hoy es la Unión Europea), se lo intenta ningunear con que fue un populismo, quizás ese sea el mayor logro de ser reconocido por las grandes mayorías y sus ideales hoy están todavía presente en su Pueblo. Dossier Geopolitico DG.-

por El Orden Mundial

Como doctrina política, el gaullismo se desarrolló en los años sesenta bajo la presidencia de Charles de Gaulle. Hoy lo reivindican desde todo el espectro político francés

¿Qué es el gaullismo y hasta qué punto sigue existiendo en Francia?

El gaullismo es una doctrina política que se desarrolló en Francia durante los años sesenta bajo la presidencia de Charles de Gaulle. La doctrina gaullista, que parte del movimiento político del general francés, se basa en el nacionalismo y la defensa de valores conservadores. Nació como una tercera vía opuesta al liberalismo clásico y al socialismo de la lucha de clases que imperó durante la Guerra Fría.

Por encima de todo, el gaullismo propugna la independencia de Francia frente a cualquier injerencia externa, anteponiendo la soberanía del Estado al poder de las organizaciones internacionales. Su propósito es unir al pueblo francés en torno a un líder capaz de superar la división del eje izquierda-derecha. Para lograrlo, respalda un Estado fuerte y centralizado con un presidente que goza de importantes prerrogativas y es elegido por voto popular. En el ámbito económico, el gaullismo sostiene una planificación estatal caracterizada por una política fiscal expansiva y el impulso de grandes proyectos públicos.

Una doctrina ligada a su líder

El gaullismo está vinculado a la vida de su fundador. Charles de Gaulle fue un hombre clave para Francia en el período de entreguerras. Su labor como oficial durante la Primera Guerra Mundial le valió el reconocimiento del jefe del Estado Mayor, el mariscal Philippe Pétain, de cuyo Consejo de Defensa Nacional fue secretario entre 1937 y 1940.

Francia ya enfrentaba entonces la amenaza de la Alemania nazi. De Gaulle se opuso a la guerra defensiva de su jefe, pero la ruptura se produjo cuando las tropas de Hitler entraron en París. Pétain y el presidente Paul Reynaud firmaron un armisticio con el Tercer Reich; De Gaulle, por el contrario, animó a sus compatriotas a luchar contra la invasión. Un día después de que Pétain solicitara el fin de las hostilidades con el Ejército alemán, De Gaulle pronunció un discurso desde Londres en el que instaba a los franceses a sublevarse contra el régimen colaboracionista de Vichy.

Del retiro al poder

Encumbrado como jefe de la Francia Libre, De Gaulle fue una cara de los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial. El triunfo frente al Eje le llevó a presidir el Gobierno provisional de la República francesa entre 1944 y 1946. Sin embargo, renunció por sus discrepancias con los socialistas y comunistas durante el proceso constituyente. El general no quería reeditar el sistema político de la Tercera República, con un presidente de escasa relevancia y un poder ejecutivo dependiente del Legislativo. Junto al comunismo, el gaullismo se convertiría en la principal corriente de oposición a la Cuarta República.

De Gaulle se retiró de la política en 1953, hastiado por las disputas partidistas, pero regresó cinco años más tarde debido a la crisis por la guerra de independencia en Argelia. Ante la incapacidad del Gobierno para sofocar la rebelión, el presidente René Coty propuso al general como jefe del Ejecutivo. De Gaulle aceptó el cargo con la condición de que la Asamblea Nacional le entregará plenos poderes para redactar una nueva Constitución. De este modo, surgía en 1958 la Quinta República francesa. 

El gaullismo, entre mito patriótico y precursor del populismo

De Gaulle monopolizó el poder en Francia durante una década. El general dotó al país de un sistema político estable y buscó restaurar su estatus internacional. Esa política propició la retirada de Francia de la OTAN en 1966 y generó una crisis en la integración europea con su veto al Reino Unido. De Gaulle defendía una Europa de Estados soberanos e independientes cuyas relaciones se basarán en la cooperación y no en la integración, pero esa propuesta de confederación europea fracasó entre sus socios.

Las protestas de mayo del 68 y la derrota en el referéndum constitucional de 1969 precipitaron la renuncia de De Gaulle en abril. Pese a ello y a su muerte al año siguiente, el gaullismo se mantuvo como una de las principales doctrinas políticas de Francia. Su exaltación del patriotismo y de los valores conservadores ha sido relevante en formaciones de centroderecha, inspirando a los expresidentes Georges Pompidou o Jacques Chirac, mientras que algunas corrientes izquierdistas han reivindicado su dimensión social.

En la actualidad, el mito de De Gaulle todavía es un reclamo entre los electores. Su retórica populista ha inspirado a figuras de todo el espectro político, desde el izquierdista Jean-Luc Mélenchon, pasando por el presidente Emmanuel Macron, hasta los ultraderechistas Marine Le Pen y Éric Zemmour.

fuente El Orden Mundial (EOM)

Dossier Geopolitico suma un nuevo colaborador desde Santiago de Chile el Mgter. JORGE G. A. VERA CASTILLO  Ancien Conseiller Scientifique et de la Coopération à la Mission du Chili auprès de l’Union Européenne à Bruxelles. Magister (c) en Estudios Internacionales, Instituto de Estudios Internacionales – Universidad de Chile. Diplomado de Especialización en Relaciones Internacionales, Instituto de Ciencia Política – Pontificia Universidad Católica de Chile. Ex Consultor CEPAL en Santiago y UNCTAD en Ginebra y Moscú.  Miembro Asociación Chilena del Espacio – ACHIDE. Con su pedido y autorización publicamos el presente artículo que nos remitió y fuera expuesto en la Revista Digital Nueva Diplomacia de Chile.

Lic. Carlos Pereyra Mele Director de Dossier Geopolitico

Cuando al día siguiente de multitudinarias manifestaciones populares en Buenos Aires, y en capitales de provincias argentinas, en frontal enfrentamiento a la dictadura cívico-militar, la portada del diario Clarín, del miércoles 31 de marzo de 1982, destacando, además, palabras del Canciller Nicanor Costa Méndez: “no cederemos ante ninguna intimación”, ya que Gran Bretaña ratificaba “su soberanía sobre las Malvinas”, guiaba la atención hacia esta temática.

En efecto, la valiente protesta callejera, encabezada por el conocido dirigente sindical, de una de las instancias organizativas de la CGT – llamada “Brasil” -, Saúl Edolver Ubaldini, había alcanzado ribetes históricos, el martes 30 de marzo de 1982, bajo sus consignas de lucha: “Pan, Trabajo y Paz”, por masividad y organización grupal persistente, en reagrupamientos, y por la represión policial brutal, sin límites ni miramientos, para impedir acercamientos hacia la Casa Rosada, culminada con más de 1000 detenidos, centenares de heridos y un muerto.

Como no debiéramos olvidar, la Nación Argentina se encontraba, entonces, bajo un feroz régimen dictatorial, desde el 24 de marzo de 1976, siendo encabezado, en cruciales días ya referidos, por aquel General Leopoldo Fortunato Galtieri, y enfrentado a las simbólicas, pero muy significativas, consignas – económica, social y política -, de ese fin de marzo de 1982. Y serían cardinales mensajes para su desgastada y repudiada conducción inhumana represiva.

Visto en retrospectiva histórica, ese martes 30 de marzo de 1982, alcanzó a ser un punto de inflexión logrado por el pueblo argentino, para enfrentarse a la dictadura criminal, en su Política Interior, con una amplia base popular y con demandas sociales muy unificadoras.

La respuesta dictatorial militar fue a través de la Política Exterior, apelando a y usando los sentimientos nacionales y patrióticos, ante una gran motivación entrañable, internalizada y sentida: “la recuperación de las Malvinas”, usurpadas por el Reino Unido, desde 1833.

Conocidos ya son – y han sido ampliamente estudiados y reporteados – los muy dramáticos decursos ulteriores, de la llamada “Guerra de las Malvinas”, iniciada el viernes 2 de abril de 1982, hasta su término, con la rendición argentina, el lunes 14 de junio, del mismo 1982. Y, ya han transcurrido 40 años, desde aquellos aleccionadores y trágicos emprendimientos…

El inútil y obsoleto TIAR; la traicionera alianza estadounidense norteamericana-británica; más otras repudiables conductas de instituciones militares y/o aéreas de algunos países suramericanos, coetáneos en sus regímenes políticos dictatoriales – v.g. el de Chile -, junto a sus insuficientes y precarias condiciones logísticas y de inexperiencia en terrenos inhóspitos, contribuyeron a dejar un reguero de Heroicos 649 combatientes argentinos muertos, aún a nunca olvidar, junto a los muchos jóvenes suicidados y a los hoy Veteranos sobrevivientes.

Lo trascendental, por aproximaciones sucesivas, guiado por la panorámica y puntos de vista del autor, es dejar establecido que, la llamada Cuestión de las Malvinas, debe abordarse desde su esencia, histórica y vital: es una forma de colonialismo, plenamente vigente, aún en estos años iniciales de la tercera década de este siglo XXI. No es un caso más y cualesquiera.

Antes que nada, y, ante todo, es el caso de un anacrónico colonialismo británico que, ya se extiende por 189 años, desde 1833, recorriendo sus andares a través de tres siglos: XIX, XX y XXI, arrastrando y contaminando aguas bajo los puentes de la historia argentina y regional, latinoamericana y caribeña, así también, las muy agitadas y riesgosas aguas del Atlántico Sur.

Así, desde nuestra perspectiva, y para nuestro análisis, hay un contexto-marco ineludible e inescapable, el cual se encuentra en la Resolución 1514 (XV), de la Asamblea General de las Naciones Unidas, del 14 de diciembre de 1960Declaración sobre la Concesión de la Independencia a los Países y Pueblos coloniales.

Para este enfoque, hay que, tener presente, su punto: “1. La sujeción de pueblos a una subyugación, dominación y explotación extranjeras constituye una negación de los derechos humanos fundamentales, es contraria a la Carta de las Naciones Unidas y compromete la causa de la paz y de la cooperación mundiales.” Y, su punto: “2. Todos los pueblos tienen el derecho a la libre determinación; en virtud de este derecho, determinan libremente su condición política y persiguen libremente su desarrollo económico, social y cultural.”

Situados ya en la especificidad y la particularidad del caso Malvinas, es crucial conocer bien la Resolución 2065 (XX), de la Asamblea General de las Naciones Unidas, aprobada el 16 de diciembre de 1965, en su 1398ª sesión plenariaCuestión de las Malvinas (Falkland Islands). Sus textualidades son fundamentales, permanecen inmutables y siempre deben exponerse.

En efecto, en su segundo considerando, aludiendo a la ya mencionada Resolución 1514 (XV), recuerda que, “se inspiró en el anhelado propósito de poner fin al colonialismo en todas partes y en todas sus formas, en una de las cuales se encuadra el caso de las Islas Malvinas (Falkland Islands)”.

Y, su tercer considerando precisó: “Tomando nota de la existencia de una disputa entre los Gobiernos de la Argentina y del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte acerca de la soberanía sobre dichas Islas,

“1. Invita a los Gobiernos de la Argentina y del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte a proseguir sin demora las negociaciones recomendadas por el Comité Especial encargado de examinar la situación con respecto a la aplicación de la Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales a fin de encontrar una solución pacífica al problema, teniendo debidamente en cuenta las disposiciones y los objetivos de la Carta de las Naciones Unidas y de la resolución 1514 (XV) de la Asamblea General, así como los intereses de la población de las Islas Malvinas (Falkland Islands)”.

Es dable dejar constancia, oportunamente, que, bajo síntesis de “Cuestión de las Malvinas”, se debe entender, informativa y pedagógicamente, que, se está refiriendo a la soberanía de las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes.

Por ende, ya está bien establecido, a nivel internacional y regional que, estamos ante un caso de colonialismo, fundamentado e irrefutable. De allí, además, es que, su seguimiento está radicado en el Comité Especial de Descolonización de las Naciones Unidas, en Nueva York, compuesto por 29 países, donde se discute anualmente la Cuestión de las Malvinas.

A mayor abundamiento, desde 2004, figura como tema dentro de la Agenda permanente de la Asamblea General, pudiendo ser tratado en el respectivo Período Ordinario de Sesiones, previa notificación de un Estado Miembro de las Naciones Unidas.

Con posterioridad a lo trágico de 1982, varios años después, ambas partes pudieron, a través de sus agentes diplomáticos respectivos ante Naciones Unidas, Lucio García del Solar, por parte de Argentina, y Crispin Tickell, por el Reino Unido, reanudar negociaciones – siempre infructuosas en cuanto a la “soberanía sobre dichas Islas” -, alcanzándose los Acuerdos de Madrid I y II, de 19 de octubre de 1989, y, de 14 y 15 de febrero de 1990. Estos, más allá, de denominarse ‘acuerdos’, no significaron avances concretos. Solo hicieron menos dificultoso, el camino conducente a la reanudación de relaciones diplomáticas, pos guerra de Malvinas.

Las constantes arrogancias, negaciones y prepotencias del Reino Unido, como resabios de un fenecido imperialismo británico, han impedido, en los hechos, afrontar aquello fundamental, lo cual se ha seguido manifestando hasta la hora presente, ya en el 2022, con sus avances en la militarización de los territorios isleños ocupados y sus espacios marítimos circundantes, en violación constante del Derecho Internacional y Propósitos y Principios de Carta de la ONU.

Asimismo, se agregan, en completa ilegalidad energética internacional, las actividades comerciales vinculadas a la exploración de hidrocarburos en la plataforma continental argentina, en el marco del proyecto “Sea Lion”, en la Cuenca de Malvinas, por parte de empresas del Reino Unido y de Israel, las que, representan un cínico y oprobioso accionar, completamente contrario a las Resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Esto se explicita, en su comprensión, cuando se conocen algunos de los contenidos de la Resolución 31/49, de la Asamblea General de las Naciones Unidas, del 1° de diciembre de 1976, en su 85ª sesión plenariaCuestión de las Islas Malvinas (Falkland Islands):

“2. Expresa su reconocimiento por los continuos esfuerzos realizados por el Gobierno de la Argentina, conforme a las decisiones pertinentes de la Asamblea General, para facilitar el proceso de descolonización y promover el bienestar de la población de las Islas;”.

Constata la conducta de una de las dos partes. Y se anticipa a las inconductas de la otra:

“4. Insta a las partes a que se abstengan de adoptar decisiones unilaterales que entrañen la introducción de modificaciones unilaterales en la situación mientras las Islas están atravesando por el proceso recomendado en las resoluciones arriba mencionadas:” [se trata de las Resoluciones 2065 (XX) y 3160 (XXVIII), de la Asamblea General].

Recordemos que, esta Resolución es de 1976, cinco años y meses antes de abril de 1982, y, es perfectamente aplicable, en su invocación preventiva citada, a los últimos siete años de las acciones unilaterales del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, hasta 2022.

Una segunda gran aproximación convocante y trascendente que, quisiera exponer aquí, es que, el denunciado y diseccionado anacrónico colonialismo británico, se constituye en una verdadera afrenta y desafíos para América Latina y el Caribe como Zona de Paz.

En efecto, bastaría recordar la Declaración Especial sobre la Cuestión de las Islas Malvinas, efectuada en la II Cumbre de nuestra Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), en La Habana, con la mayor asistencia de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno, el 29 de enero de 2014, en algunos acápites de sus contenidos:

“1. Reiteran su más firme respaldo a los legítimos derechos de la República Argentina en la disputa de soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes, y el permanente interés de los países de la región en que los Gobiernos de la República Argentina y del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte reanuden las negociaciones a fin de encontrar, a la mayor brevedad posible, una solución pacífica y definitiva a dicha disputa, …”;

“2. Asimismo, reiteran la importancia de observar lo dispuesto por la Resolución 31/49 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, …”.

Más recientemente, en la Declaración de la Ciudad de México, formulada al término de la VI Cumbre de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno de la CELAC, del 18 de septiembre de 2021, sus puntos 28 y 29, confirman mi apreciación e invocación para entender la Cuestión de las Malvinas como un cardinal tema que, afrenta y desafía a toda nuestra Región:

“28. Se compromete a seguir trabajando en el marco del Derecho Internacional, y en particular, de la Resolución 1514 (XX) de la Asamblea General de las Naciones Unidas, del 14 de diciembre de 1960, para lograr que la región de América Latina y el Caribe pueda ser un territorio libre de colonialismo y colonias.”

“29. Reitera el más firme respaldo regional a los legítimos derechos de la República Argentina en la disputa de soberanía por las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes, así como el permanente interés de los países de la región en la reanudación de negociaciones entre la República Argentina y el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte a fin de encontrar, a la brevedad, una solución definitiva y pacífica a esta disputa, conforme a lo dispuesto por la Resolución 31/49 de la Asamblea General de las Naciones Unidas.”

Pues bien, como es conocido, en la XXII Cumbre de Ministros de Relaciones Exteriores de la CELAC, realizada en Buenos Aires, días viernes 6 y sábado 7 de enero de 2022, la República Argentina recibió la Presidencia Pro Témpore (PPT), de parte de México, país muy dedicado y exitoso en reactivación de la CELAC, en estos tiempos tan complejos, multifacéticamente.

Al cierre de esta muy promisoria XXII Cumbre, presidida por el Señor Ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de la Nación Argentina, Santiago Andrés Cafiero, habló el Presidente Alberto Fernández, para agradecer el “apoyo constante de la CELAC al reclamo tan sencillo, pero tan humano de la Argentina en la Cuestión Malvinas”, en la cual “seremos tan firmes en reclamar la soberanía sobre la tierra usurpada como pacientes a la hora de negociar para que nuestro reclamo prospere.”

El Presidente Alberto Fernández, en notable afirmación de contexto, sostuvo que la CELAC, “no nació para oponerse a alguien, o para inmiscuirse en la vida política o económica de ningún país”, sintetizando: “Somos parte de una Patria Grande, aunque muchos quieran dividirnos y someternos”.

Recientemente, el martes 29 de marzo de 2022, fue publicada una entrevista efectuada, en Russia Today – RT, al Secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur en la Cancillería de la Nación Argentina, el ex diputado mendocino Guillermo Ramón Carmona, la que, contiene una visión muy actualizada y estratégica de la mirada argentina de presente y futuro, al precisar cuatro condiciones, para lograr avanzar en el justo reclamo de soberanía ad hoc.

La primera es “la persistencia en el sostenimiento de la reivindicación de soberanía”; la segunda es “fortalecer el consenso en torno a la soberanía argentina sobre Malvinas; la tercera se refiere a “la presencia argentina en el mar argentino, en la Zona Económica Exclusiva, en la plataforma continental y en la Antártida”, y la cuarta, tiene que ver con las condiciones internacionales, “que no son indiferentes para la resolución del conflicto”.

Finalmente, al igual que el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de Norteamérica contra la República de Cuba, su Gobierno Revolucionario y su Pueblo consciente, la Cuestión de Malvinas, junto con ser un anacrónico colonialismo británico, en contra de la hermana Nación Argentina, constituye, para este autor, asimismo, otra afrenta y desafíos para América Latina y el Caribe como Zona de Paz.

Culmino compartiendo una inquietud muy profunda, a partir de una reflexiva experiencia personal, acaecida estando en una pasantía académica en London School of Economics, en abril de 1980. Se estrenaba en esos días, en plena City, la ópera musical, “Evita” – No llores por mí Argentina. Entradas agotadas para semanas. Pudimos con un muy apreciado colega peruano, conseguir ubicaciones, en función especial para estudiantes, de media tarde, en un teatro de antigua construcción. La hermana Nación Argentina sufría en su total dictadura.

Ciertamente, las luchas anticoloniales, y territorios más afectados directamente, siempre debieron insertarse en correlaciones de fuerzas, en la arena internacional, de sus tiempos. Animus societatis cohesionado, no muy agrietado, así como con una economía en desarrollo creciente, parecieran haber sido factores coadyuvantes de las buenas culminaciones de esas luchas en aquel proceso de descolonización, de comienzos de los años sesenta del siglo XX.

Ahora, nos encontramos en búsqueda de un mundo multipolar, justo, democrático y pacífico. Pero, también, aún, anticolonial, sin amenazas, bloqueos y sanciones ilegales; sin nuevos injerencismos e intervencionismos en los asuntos internos de otros países; sin dobles raseros; sin medidas coercitivas unilaterales; con una seguridad indivisible para todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas.

Así, junto con mi solidaridad más plena, como la luna llena, con el Pueblo argentino en su justa lucha por “la recuperación de las Malvinas” – reto efectivo para las Políticas Exteriores de nuestras Cancillerías de América Latina y el Caribe, y nuevas generaciones emergentes y/o gubernamentales -, me duele conocer información oficial, reciente, dada por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), de la Argentina, con una Pobreza del 37,3%, en el pasado 2021, significando 17.400.000 de habitantes: personas, seres humanos. Y con un 8,2% de indigencia.

Ingente tarea anticolonialista argentina, es una cuestión regional, imperiosa, sinceramente.

FUENTE «Nueva Diplomacia» Chile    http://www.nuevadiplomacia.cl/?p=15826

Especial para Dossier Geopolitico DG, Por: Anthony Medina Rivas Plata

Director de la Escuela Profesional de Ciencia Política y Gobierno UCSM Arequipa Perú

Hasta la fecha actual, los únicos países nórdicos miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) fueron aquellos que la acompañaron desde su fundación en 1949: Islandia, Noruega y Dinamarca. Esto podría cambiar en los próximos meses si los dos países restantes de la región, Suecia y Finlandia, logran concretar su ingreso, para el cual ya han iniciado conversaciones.

Este hecho tiene sumamente preocupado al alto mando del Kremlin, debido a que, con el ingreso de dichos países a la OTAN, tendrían bajo mando enemigo a toda el área colindante al Mar Báltico, con una superficie de 377,000 km2, así como de toda la región nórdica de Europa, con una superficie de 6,126 millones de km2 y una población de 28 millones de personas. En este hipotético espacio ‘OTAN-ampliado’, la frontera ruso-finlandesa se convertiría en un nuevo borde de seguridad con 1,340 km, que se sumarían a los que ya tiene con Estonia (294 km) y Letonia (214 km). Este hecho obligaría a Rusia a multiplicar su gasto militar, el cual tiene un mucho menor margen de expansión debido a las sanciones económicas impuestas por Occidente, y en particular por Estados Unidos.

El interés de ambos países por ingresar a la OTAN es algo que naturalmente se explica a partir de las recientes tensiones que han tenido con Rusia a raíz de la crisis en Ucrania. Desde hace varias semanas, se vienen realizando simulacros de bombardeos rusos en ambos países, a la vez que han sido reportados avistamientos de aviones de combate y submarinos rusos en sus respectivos espacios aéreo y marítimo. 

De entre los 27 países miembros de la Unión Europea, Suecia y Finlandia están dentro de un pequeño grupo que no forma parte de la OTAN, el cual incluye a Austria, Chipre, Malta y la República de Irlanda. No obstante, el nivel de enfrentamiento diplomático generado con Rusia durante las últimas semanas ha llevado a Suecia y Finlandia a tomar una decisión que ni siquiera se llevó a cabo durante los años más conflictivos de la Guerra Fría. Esto es aún más notorio en el caso de Finlandia, que además de compartir con Rusia una de las fronteras más extensas de Europa, ya tiene la experiencia de haber luchado en dos ocasiones contra la Unión Soviética: La primera fue la llamada ‘Guerra de Invierno’, que duró entre noviembre de 1939 y marzo de 1940; y la segunda, en la cual participaron como aliados de la Alemania Nazi, entre 1941 y 1944. Del lado de Suecia, ya es bastante conocida su ‘neutralidad’ política frente a Rusia durante el siglo XX luego de repetidos conflictos con el Imperio Zarista durante los siglos XVIII y XIX. Fue precisamente debido a esta experiencia previa que Suecia logró generar una política de concesiones a los dos bloques enemigos de la Segunda Guerra Mundial con el objetivo de ubicarse al margen; manteniendo después esa misma equidistancia con las dos superpotencias vencedoras.

El acercamiento de estos dos países nórdicos a la Alianza Atlántica tiene una historia de al menos veinticinco años, y se basa en inevitables realidades geopolíticas. Tanto Suecia como Finlandia se unieron a la Alianza por la Paz (‘Partnership for Peace’) que el entonces presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, propuso en 1994 como un mecanismo para que los Estados europeos puedan definir por separado sus relaciones con la OTAN; y posteriormente, durante la primera década de este siglo, han salido continuos informes de los Ministerios de Defensa de ambos países que señalan que la región que rodea el Mar Báltico es un teatro de operaciones clave en caso de guerra. Desde el punto de vista geográfico, hay ciertos puntos de la región que son vitales en caso de un conflicto que involucre a Rusia. La isla de Gotland, ubicada en medio del Mar Báltico sueco, tiene una ubicación adecuada para el despliegue de baterías de escudo que bloqueen un eventual lanzamiento de misiles desde Kaliningrado, territorio ruso ubicado como un enclave entre los territorios de Polonia y Lituania. De igual manera, Finlandia domina el Golfo que lleva su nombre, el cual constituye la ruta de acceso marítimo y aéreo de Rusia hacia el Mar Báltico y el territorio de Kaliningrado.

Si bien durante los últimos años Suecia y Finlandia habían venido sosteniendo conversaciones sobre opciones de colaboración con la OTAN, aún continuaban manteniendo su neutralidad, al menos hasta hace muy poco. Sin embargo, como una evidente reacción a la invasión rusa de Ucrania, el presidente finlandés, Sauli Niinistö, visitó los Estados Unidos para discutir dicha posibilidad. En ese sentido, la opinión pública en ambos países es cada vez más favorable a una membresía en la OTAN; a la vez que existe consenso al interior sobre la medida, con lo que se hace probable que esto se haga efectivo en la próxima cumbre de la alianza en junio. De hecho, estos dos países tienen más argumentos que Ucrania para ser miembros de la OTAN: Son dos de las economías más dinámicas y abiertas del mundo, además de estar dentro de las democracias más sólidas de la Unión Europea. 

La discusión actual entre la comunidad de defensa europea y estadounidense consiste en saber cuáles serían los impactos de dicho acceso en el balance de poder europeo. Si las fuerzas armadas de Suecia y Finlandia no están lo suficientemente preparadas, un conflicto con Rusia podría generar más problemas que beneficios para el bloque atlantista. Es cierto que ambos países tienen ejércitos tecnológicamente avanzados, pero también son bastante pequeños en comparación a los que pueden tener los mayores países del bloque, como Alemania, Francia o Reino Unido; a la vez que su gasto militar está bastante por debajo del promedio europeo. Ambos países están tratando de revertir la tendencia como consecuencia de la guerra en Ucrania, con lo que han aumentado considerablemente su gasto militar, especialmente en su defensa fronteriza, así como la generación de un perímetro de seguridad sólido en el Mar Báltico. Esto, por supuesto, no es algo que se logrará en el corto plazo. Ambos países son conscientes que sería poco realista pensar que Estados Unidos está necesariamente dispuesto a asumir una parte importante de este nuevo compromiso, dada su gran variedad de intereses de seguridad global (especialmente frente a China), así como por la política antes tácita y ahora expresa (al menos desde el gobierno de Donald Trump) de exigir que los aliados europeos en la OTAN sean capaces de asegurar financieramente sus propias capacidades defensivas. 

Sin duda, algunos analistas instarán a apresurar la incorporación de ambos países a la OTAN en caso de un ataque preventivo por parte de Rusia; pero lo cierto es que mientras que Putin esté ocupado en Ucrania, es poco probable que algo así suceda. De igual manera, la medida también fortalecería la posición del presidente ruso al interior de su país, ya que la opinión pública vería confirmados los temores ya expresados por su gobierno desde hace años con respecto a la expansión al este de dicho organismo. Si bien es cierto que Finlandia y Suecia no son Ucrania, una incorporación podría generar más problemas que beneficios a la alianza en caso de que no haya un compromiso real por parte de estos países para hacerse cargo de su propia seguridad, independientemente del incierto ‘paraguas’ que pueda ofrecerles Washington.

El director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, en su columna semanal de geopolítica, del Club de La Pluma nos recuerda aquella frase de “HAZ LO QUE YO DIGO PERO NO LO QUE YO HAGO” para desnudar la hipocresía de Europa cuando paga en rublos, y por bajo cuerda, sus imprescindibles productos energéticos de Rusia, mientras presume de incrementar el suministro de armamento a Ucrania. De igual manera que EEUU ha aumentado la compra de barriles de petróleo a Rusia en un 43%, pero que exige a sus socios que incrementen las sanciones. Y en ese contexto nos recuerda lo que ya anticipó hace tiempo: que Europa nunca sangraría por los ucranianos pero que los hará pelear hasta el último de ellos y sin exponer un solo soldado suyo.

Lo que demuestra que ese pueblo está siendo sacrificado en el altar de las industrias armamentísticas y del poder anglosajón. Y también arrastrado por los cantos de sirena de Occidente de forma fanática y sin lógica ni razón. Por lo que no es extraño que comiencen a rendirse en masa, como ocurrió hace unos días en el puerto de Mariupol, a pesar de la ingente cantidad de armas entregadas por EEUU y Europa. 

Y en el tema de las sanciones, Carlos confirma que no existe ya aquella unidad monolítica entre las dirigencias europeas, luego de aplicar tan ágil y dócilmente las decisiones de Washington, al comprobar que serán sus pueblos los que paguen el duro precio de las mismas, acarreando consecuencias trágicas de hondo calado económico y sociopolítico. Tal cual lo señala el propio FMI en su demoledoras previsiones sobre el aumento de la inflación y de una parálisis en la producción. Una dura realidad que ya está presente y que le lleva a anticipar que habrá “rebelión en la granja”. 

También aborda las recientes elecciones en Francia, que hacen pensar en un posible cambio de actitud de esta potencia nuclear y miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, tras la segunda vuelta electoral. Ya sea por un hipotético triunfo de Le Pen, que anunció la salida de la OTAN y unas nuevas relaciones con Rusia, como la respuesta que debería dar Macrón si triunfa, al contundente desafío que significan esos 60% de votos contrarios a la UE. 

Luego nuestro director compara aquel mandato de la férrea Merkel, con la frágil Alemania de hoy del canciller Scholz y su gobierno de alianzas imposibles, sometido a la estrategia de EEUU, y que acaba de ser humillado por Zelensky al rechazar la visita del presidente alemán a su país. Además de haber sido obligada a cancelar el gasoducto Nord Stream 2, lo que ha hundido sus escasas reservas de gas y que incrementa el descontento y la preocupación de los capitanes de la poderosa industria germana.

También deja en el aire una esperanza para que el viejo continente renuncie a seguir a la saga de los dictados de Washington y Londres, mientras señala la rusofobia instalada por las inteligencias anglosajonas, que acentúa la incapacidad europea para recuperar un posicionamiento internacional con algo de razón y lógica, para volver a su vieja geopolítica y para componer unos nuevos lazos de unidad con ese enorme país europeo que es Rusia. 

Por otra parte nos confirma que la leyenda de que hay un mundo totalmente encolumnado para atacar a Rusia en todos los ámbitos, es realmente una entelequia. Porque según las últimas votaciones sobre qué países sancionan y cuáles no, demuestran que es a la inversa. Que es la OTAN la que está rodeada, no Rusia.

Tal cual quedó demostrado en el último fracaso europeo en estos días en Buenos Aires, en la asamblea de la Eurolat (que reúne parlamentarios europeos y latinoamericanos), dónde América Latina rechazó la postura contra Rusia que querían imponer los europeos, en una nueva demostración de que el mundo está cambiando. 

Lo que deja claro que el devenir de la historia está en frenar la agresividad violenta y salvaje del mundo anglosajón, que busca impedir el desarrollo de las naciones del mundo y la aparición de un nuevo orden mundial multipolar, más justo para los países del sur.

Eduardo Bonugli (Madrid, 17/04/22)

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Por Javier Benitez

Menú de armas, ultimátum, y desprecio adicional. Son los cachetazos a mano abierta que Zelenski ha repartido: a Occidente en general en el primero de los casos, a la Unión Europea en el segundo, y a Alemania en particular en el tercero. Así, poco a poco, el actor ucraniano empieza a granjearse a pulso el rechazo de líderes europeos.

‘Yo exijo’

Por no pedir, que no sea, habrá pensado el actor ucraniano que funge como presidente de ese país eslavo. Mejor dicho, por no exigir, que no sea. Así, trepado en ese pedestal de naipes mojados en el que le encaramaron sus titiriteros occidentales, esta versión eslava del más que olvidado y arrumbado en un rincón Juan Guaidó, exige y exige a sus ‘socios’.Pero estas exigencias vienen aderezadas con el toque de desprecio, típico de los déspotas soberbios endiosados. Así, una de las últimas exigencias de este personaje que tiene cuentas ocultas en paraísos fiscales, fue de dinero: la friolera de 7.000 millones de dólares al mes para, según él, cubrir pagos sociales y salarios. Para que se entienda la magnitud del pedido de Zelenski: Ucrania le cobra a Rusia 3.000 millones de dólares por año por el paso de su gas hacia Europa, y el actor está pidiendo a la UE más del doble de esa suma, pero por mes…También Zelenski exigió a la UE que fije un plazo concreto de su renuncia al gas y al petróleo rusos; les entregó la lista de armas que quiere que le provean, y de paso, rechazó y despreció la visita que intentó hacerle el presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier. Algo que el canciller alemán, Olaf Scholz, calificó de «irritante», y que llevó al vicecanciller, Robert Habeck, a decir: «El presidente federal es Alemania. Y por eso, rechazarle una visita, por parte del presidente Zelenski, es rechazar a Alemania». Todo parece indicar que a Occidente se les está escapando la situación de las manos.

Zelenski, ‘actor de cuarta’

«Este personaje que proviene del ‘arte cómico’ –es un actor–, quiere seguir adelante con esta figura extraña, que en el fondo es una clara demostración de que Zelenski realmente no gobierna en Ucrania. Lo que Zelenski está haciendo es cumplir un rol que ‘alguien’ de poderes internacionales, ha decidido que cumpla. Y de allí, es su forma de actuar, su forma de solicitar, su forma de estar poniéndose en este mundo que ha cambiado totalmente», observa al respecto el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele.Entonces, al analista le asalta una interrogante para la que tiene una respuesta: «¿Cuál es el rol de Zelenski en todo esto? El rol de Zelenski en esta conflagración internacional es que él es una persona que no es parte del poder que realmente se está enfrentando, que es OTAN-EEUU versus Rusia-China, porque ese es el gran escenario donde este muchacho, actor de cuarta [pésimo actor] no puede participar. Pero sí le están haciendo jugar el rol necesario para que esa Europa, que había empezado a tener lazos de mayor trascendencia hacia el mundo asiático, se corte», concluye Carlos Pereyra Mele.

AUDIO DE LA ENTREVISTA:

Por Eduardo Bonugli desde Madrid especial para Dossier Geopolitico.

Para agosto o septiembre de este año se espera un escenario nada tranquilo y si de mayor angustia para la economía europea, y que se agravará con la imprevisible crisis que entonces sufrirá de lleno por el rebote de las desastrosas sanciones a Rusia. 

Ocurrirá cuando Bruselas aplique el aumento de las tasas de interés y la anulación de la compra de deuda de los países miembros, por parte del Banco Central Europeo. Ya previstas hace dos años y demoradas por la pandemia, y que desnudan el fracaso de 15 años de políticas impuestas a fuego y dolor de austeridad, desde la crisis del 2008. Aunque Putin sea el culpable virtual y mediático de todo. 

Dos medidas contundentes -y hasta extremas- exigidas ya  como un ultimátum por los halcones del centro de Europa y que Los Mercados dan por descontadas, bajo el argumento de frenar la inflación y de reducir el ritmo de la emisión descontrolada y sin respaldo del euro. 

Ambas decisiones estarían condenadas al fracaso, o al agravamiento de la situación, ya que por un lado, el aumento de los intereses quitaría circulante y con ello caería el consumo pero sin reducir la inflación, porque ésta se origina en el déficit de energía sobre el cual, los sacerdotes financieros europeos no tienen poderes. En ese momento quedaria  oficializada la temida ESTANFLACIÓN, que es la suma de la inflación más el estancamiento. Es decir, cuando se vende menos y a mayor precio. 

Mientras que la negativa del Banco Central a seguir comprando las deudas externas sería como romper la baraja con la que los europeos hacen trampas jugando al solitario.

Sería el FIN del refinanciamiento fácil y automático de deudas impagables. Si realmente toman esta medida, se oirá el grito de » Sálvese quien Pueda» y el único pronóstico creíble estaría dentro de una temible caja de Pandora. 

A todo esto, aún habría que sumarle la enorme e indescifrable burbuja de pérdidas que traerá el rebote de las sanciones a Rusia, más el imparable aumento del precio de la energía y las consecuencias de su escasez. 

Lo que presenta un escenario horroroso para los países mediterráneos, pero que también se expandirá a los países centrales ya que no existe ninguna «barrera sanitaria a los virus financieros» en este viejo continente globalizado e híper conectado. 

Pero no por ello hay que pensar que los halcones financieros del centro de Europa han perdido totalmente la cabeza. En su lógica -y con su avaricia- asumen que éstas medidas arrojarían gasolina al fuego, pero que también necesitan ante la debacle, de blindar con urgencia a su industria financiera -y al 5% de millonarios europeos- ya que el resto de industrias están en estado comatoso y huérfanas de una conducción política capaz de pilotar la nave en medio de tremenda tormenta. Posiblemente entonces se pondría en marcha el anunciado tren de dos velocidades económicas como preludio de la ruptura de la UE. 

Además del malestar social inevitable, que hasta hoy se deriva contra el «demonio Putin» bajo proclamas patrióticas de molaridad, sacrificios y comprensión, en nombre de «los valores europeos».

Pero la ley de la sobrevivencia hará que en algún momento las estrecheces de las familias, del comercio, de la industria y de los estados, -sea verano o invierno- despierten a la realidad estas 500 millones de personas abducidas y desinformadas.

Eduardo Bonugli – Madrid, 15/04/22