Por Aleksandr Dugin

La visita del presidente iraní, Massoud Pezeshkian, a Rusia, además de su encuentro con Vladimir Vladimirovich Putin y la firma de un amplio acuerdo de cooperación entre nuestros países, es un hito geopolítico muy importante. Estamos hablando de que, tanto desde el punto de vista comercial y económico como desde el punto de vista del desarrollo de las altas tecnologías, recursos y sistema de seguridad, se está creando realmente un bloque militar-político y económico ruso-iraní que multiplica el potencial tanto de Rusia como de Irán.

Irán recibe el apoyo militar, económico y defensivo de Rusia, así como el acceso a determinadas tecnologías rusas, sumamente importantes y que principalmente tienen que ver con el desarrollo de la energía nuclear iraní. Rusia, por su parte, obtiene el acceso potencial y real al Océano Índico. En otras palabras, se está solucionando una vieja tarea de nuestra geopolítica, que históricamente hemos intentado resolver de diversas maneras, incluso mediante tratados amistosos. Pero ahora estamos más cerca que nunca de hacer realidad el sueño de nuestros generales rusos de tiempos del Imperio y obtener de ese modo el acceso a los mares cálidos, lo cual no hemos podido conseguir en el pasado. Pero Irán, a su vez, obtiene acceso al vasto territorio de Eurasia y al Ártico.

Todo esto es mutuamente beneficioso y multiplica tanto nuestro potencial que resulta difícil de imaginar sus implicaciones reales. Durante muchos años, incluso décadas, yo participe en la preparación de este tratado y puedo revelar que durante mucho tiempo hubo una enorme resistencia al mismo tanto dentro de Rusia como de Irán. Esto no puede explicarse sino mediante la actuación de nuestros enemigos estratégicos, los globalistas, que utilizaron directa e indirectamente todas sus redes dentro de ambos países para sabotear este tratado aprovechándose de la diferencia psicológica y las tradiciones diplomáticas entre nosotros y los iraníes. Los globalistas hicieron todo lo posible para sembrar contradicciones y conflictos entre Rusia e Irán por detalles técnicos menores.

Sin embargo, gracias a los increíbles esfuerzos de personas que han permanecido en gran medida en la sombra este tratado se ha firmado hoy. Desde el punto de vista geopolítico, es un gran cambio. El factor geopolítico más fiable, importante y fuerte de este acuerdo es lo que se conoce como «integración meridional», es decir, la integración a lo largo del eje Norte-Sur (frente a la mucho más compleja y problemática integración Este-Oeste). Y cuanto más eficaz sea, cuanto más impulso se dé a este acercamiento entre el Norte y el Sur, más libre de conflictos y más armoniosa será la convivencia en nuestra región, sin hablar de la multiplicación de nuestra autonomía.

También es importante señalar que el acuerdo actual entre Rusia e Irán se firma en vísperas de la toma de posesión de Donald Trump y en el mismo momento en que Trump anuncia sus planes de integración Norte-Sur: de ahí la idea de Canadá como 51º Estado y la anexión de Groenlandia, lo que por supuesto reforzaría las capacidades de Estados Unidos. Con ello, Trump se aleja del modelo globalista de integración Este-Oeste, que siempre crea conflictos, problemas y guerras.

Así pues, ahora mismo estamos estableciendo las perspectivas de esta integración geopolítica vertical y meridional. Y es muy importante que la integración meridional de Eurasia con el Este vaya en paralelo con la integración meridional en el Oeste, en el hemisferio occidental. Y esto no se contradice, sino que, al contrario, crea zonas de seguridad controladas exclusivamente por centros soberanos tanto en el Este como en el Oeste.

También es significativo que este acuerdo llegue en los días del acuerdo entre Israel y Hamás. Hace casi un año y medio Israel lanzó una guerra en Gaza y un genocidio total contra la población palestina con tal de destruir a Hamás. Pero como ahora ha llegado a un acuerdo con Hamás, eso significa que Hamás no ha sido destruido. Y la mayoría de los expertos internacionales dicen que Israel aceptó la derrota, incluso después de haber cometido un enorme número de crímenes de guerra, atrocidades, exterminando a los palestinos… aun así este fue el resultado.

Sí, Israel ha asestado un golpe colosal tanto en el Líbano como en Siria y ha arrasado Gaza. ¿Y entonces? ¿Y cuáles son los resultados políticos? En Israel, los sionistas de extrema derecha lo entienden perfectamente. Los ministros Itamar Ben-Gvir y Bezalel Smotrich, que iniciaron una estrategia tan brutal en Gaza, pero acabaron sin lograr nada, siguen animando una operación sanguinaria con tal de imponer su sueño de un «Gran Israel». Como resultado, la imagen de Israel ha sido demonizado en la comunidad internacional.

Israel ha perdido su antigua imagen de «víctima». Y esto los asusta. La religión secular del Holocausto, que dominó Occidente durante muchos años, ha quedado prácticamente abolida. Israel no fue una víctima esta vez, sino un agresor, un cruel verdugo y un ser despiadado. Sí, los judíos, como muchos otros pueblos, fueron víctimas de un genocidio durante la Segunda Guerra Mundial. Pero ahora un genocidio perpetrado por el Estado judío contra los palestinos se ha llevado a cabo y esto supone un duro golpe para el prestigio a nivel internacional de Israel.

Por supuesto, este acuerdo entre Israel y Hamás fue en parte también un golpe para el mundo chií. Pero ahora, gracias al acuerdo estratégico ruso-iraní de hoy, el equilibrio de poder en Oriente Medio está cambiando. Rusia, a diferencia de Irán, no es un adversario de Israel, pero a partir de ahora actuamos como garante de la seguridad de nuestros aliados, ya que Israel depende de nuestros adversarios occidentales. Y esto también crea un nuevo acuerdo estratégico en Eurasia con una alianza ruso-iraní y, más ampliamente, ruso-chií mediante la integración geopolítica meridional del Norte-Sur.

En resumen, es muy difícil valorar el acontecimiento de hoy. Repito, llevamos décadas impulsándolo y superando enormes dificultades por el camino. Y me alegro sinceramente de que hoy se vaya a firmar este acuerdo sobre una asociación estratégica global a gran escala. Se trata realmente de un acuerdo muy importante y de un momento histórico muy importante, realmente clave. Por ello, quiero dar las gracias especialmente a todas las personas (a menudo invisibles, pero muy importantes) que han hecho posible este acuerdo.

Y lo que es más importante, nunca dejo de admirar la sabiduría de nuestro Comandante Supremo, que comprende perfectamente no sólo las prioridades estratégicas en política, sino que con la más fina habilidad diplomática elige el momento para concluir los tratados y acuerdos simbólicos más importantes.

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera

FUENTE https://www.geopolitika.ru/es/article/el-avance-geopolitico-ruso-gracias-al-tratado-con-iran-rusia-llega-al-oceano-indico

En un acuerdo detallado de asociación estratégica firmado la semana pasada en Moscú, las potencias euroasiáticas Rusia e Irán lanzaron un desafío al orden global liderado por Estados Unidos y pusieron sobre aviso a su nuevo presidente entrante.

Por Pepe Escobar

En geopolítica, el momento lo es todo. El viernes pasado, en Moscú, sólo tres días antes de la investidura del presidente estadounidense Donald Trump en Washington, los principales líderes de los BRICS, el presidente ruso Vladimir Putin y el presidente iraní Masoud Pezeshkian, firmaron un Acuerdo de Asociación Estratégica Integral, detallado en 47 artículos, el doble de los del reciente acuerdo entre Rusia y Corea del Norte.  

Esta asociación estratégica ahora está escrita en piedra justo cuando la enorme e impagable deuda del gobierno de Estados Unidos alcanza una cifra sin precedentes de 36,1 billones de dólares, equivalente a 106.400 dólares por estadounidense, y justo cuando la participación de Estados Unidos en la economía global cae por debajo del 15 por ciento por primera vez, según cifras del Banco Mundial y el FMI.

En marcado contraste, la asociación estratégica entre Rusia e Irán apunta a solidificar aún más el impulso interconectado de organizaciones multilaterales cruciales encargadas de organizar el nuevo mundo multimodal : BRICS+, la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) y la Unión Económica Euroasiática (UEE).   

Digamos que se trata de un momento histórico en el largo y continuo proceso de integración euroasiática o, como lo interpreta en gran medida la mayoría global, un desafío directo y soberano al moribundo “orden internacional basado en reglas” impuesto por Occidente.    

La amplia alianza estratégica entre Teherán y Moscú impulsa la colaboración en los ámbitos de seguridad y defensa, y pone especial énfasis en el desarrollo sin problemas del Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC), un eje transeurasiático que une a Rusia, Irán e India, consolidando a Irán como un centro de tránsito clave para el gas y los bienes rusos vendidos a varios socios afroeurasiáticos.

Mapa del Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC).

Reescribiendo las reglas de la guerra asimétrica

Es esclarecedor destacar la propia interpretación que hace Putin de la asociación, a la que califica de “documento innovador” que establece “objetivos ambiciosos” centrados en el “desarrollo sostenible”.

Agregó que Rusia e Irán  están alineados en “la mayoría” de las cuestiones de política exterior, son naciones independientes y que ambas naciones civilizacionales “resisten la presión externa y se oponen a las sanciones ilegítimas”.   

El ministro de Asuntos Exteriores iraní, Abbas Araghchi, destacó cómo la asociación  reemplaza “el unilateralismo por la cooperación y el respeto ”, en un acuerdo destinado a proporcionar a Irán y Rusia las herramientas para construir “ un nuevo orden en el que la cooperación reemplazará a la hegemonía  y el respeto reemplazará a la imposición”.

Ahora, pasemos a los detalles. Si bien el acuerdo no constituye una alianza militar formal, la asociación institucionaliza intercambios militares al más alto nivel, desde ejercicios conjuntos y desarrollo de armas hasta proyectos de intercambio de inteligencia. 

Moscú venderá inevitablemente aviones de combate Sukhoi S-30, misiles Pantsir, Tok y Buk y sistemas de defensa S-400 (y en el futuro cercano, S-500) para la defensa aérea iraní contra posibles casos de aventurerismo entre Estados Unidos e Israel, mientras compra una amplia gama de misiles y drones fabricados en Irán. También se impulsarán los intercambios sobre investigación en inteligencia artificial. Tanto Irán como Rusia están en la primera línea mundial de la reescritura de las reglas de la guerra asimétrica.

El acuerdo estipula que Rusia prestará “asistencia” a Irán. En la práctica, eso significa no sólo armas, sino también la defensa de Teherán ante las Naciones Unidas y otras fuerzas internacionales contra amenazas diplomáticas y la minimización de los efectos de sanciones económicas perjudiciales. 

Y si ocurriera un ataque contra Irán, Rusia, por supuesto, no colaboraría con el atacante: ni información ni permiso para usar territorio ruso para ataques o incursiones. 

La infraestructura energética es un pilar esencial de la alianza y apuntará a mejorar la situación de Irán en medio de una economía interna en deterioro. Rusia proporcionará tecnologías energéticas de última generación para desarrollar la vasta (pero aún pendiente de modernización) infraestructura energética iraní, las redes de gasoductos y el comercio de gas natural licuado (GNL) en constante expansión. 

El día del acuerdo, el ministro de Energía ruso, Sergei Tsivilev, proporcionó nuevos detalles sobre un nuevo acuerdo de 30 años para construir un gasoducto en el mar Caspio entre Gazprom y la Compañía Nacional de Gas de Irán (NIGC), que incluirá a Azerbaiyán y probablemente buscará alejar a Bakú de posiciones hostiles en la región. Rusia cubrirá los costos de infraestructura y, esencialmente, proporcionará gas a Irán y a algunos de sus vecinos.   

El volumen proyectado de 55.000 millones de metros cúbicos al año una vez completado el proyecto es comparable a la capacidad del gas gemelo Nord Stream de la Unión Europea, saboteado sigilosamente por los estadounidenses, como reveló en 2022 el veterano periodista de investigación Seymour Hersh .

Este acuerdo energético es esencial para Teherán porque, si bien posee las segundas reservas de gas más grandes del planeta (34 billones de metros cúbicos, solo detrás de Rusia), sufre escasez interna, especialmente en invierno. La mayoría de las vastas reservas de gas del país no se exploran debido a las sanciones estadounidenses que se han impuesto desde hace décadas. 

Mejorando el “laboratorio del futuro” 

En el frente geoeconómico, Rusia e Irán están en el centro de uno de los corredores de conectividad claves del siglo XXI : el INSTC, que une a tres BRICS (el otro es India), es inmune a las sanciones y constituye una alternativa mucho más rápida y barata al otrora indispensable Canal de Suez.

El otro corredor es la Ruta del Mar del Norte (NSR) que atraviesa el Ártico, que los chinos llaman Ruta de la Seda del Hielo o Ruta de la Seda Polar. China se define a sí misma como un “estado cercano al Ártico”.

Mapa de las principales rutas marítimas mundiales y pasos alternativos del Ártico, incluidas las rutas del Noroeste y del Noreste.

El INSTC es la integración euroasiática en su máxima expresión y se convierte en un proyecto de conectividad fundamental para los BRICS. Las repercusiones geoeconómicas son asombrosas, ya que el INSTC acelerará el proceso dentro de los BRICS+ de eludir el sistema financiero internacional dominado por el dólar estadounidense. 

Rusia e Irán ya comercian intensamente con sus propias monedas y criptomonedas, mientras trabajan para perfeccionar un mecanismo confidencial que les permita eludir por completo el sistema de mensajería bancaria global SWIFT, con sede en Bélgica. El siguiente paso es configurar una red de pagos que abarque toda Eurasia, que estará vinculada a un mecanismo BRICS en evolución, y ya se están discutiendo y probando varias opciones en lo que solo puede describirse como “un laboratorio del futuro”.     

La proverbial histeria imperial que define la alianza como el nuevo capítulo del nuevo “eje del mal” (al que se suman Corea del Norte y China para colmo) es irrelevante. El momento geopolítico, una vez más, es inestimable, sumado a la reacción contra la demencia de las sanciones. 

Por cierto, la demencia seguirá siendo intrínseca al eje occidental liderado por Estados Unidos. El jefe de la Inseguridad Nacional, Jack Sullivan, antes de su patética salida, sugirió a la Casa Blanca un ataque a las instalaciones nucleares de Irán antes del inicio de Trump 2.0, algo que habría hundido inmediatamente al presidente republicano entrante en el ojo del huracán: una guerra masiva en Asia occidental. 

El problema es que el círculo de fuego sionista que rodea a Trump está, de hecho, heredando estos planes de ataque de la administración saliente de Biden, y están lejos de encontrar oposición en todo el Estado Profundo de Estados Unidos; por lo tanto, la demencia nunca se detiene. Considerando la arrogancia que impregna el Imperio del Caos, no habrá ningún grupo de realistas que realmente comprenda las ramificaciones de la entente estratégica entre Rusia e Irán.   

La mentalidad de guerras eternas que devastó grandes porciones de Afganistán, Irak, Libia, Siria, Gaza, Ucrania y otros lugares ahora está siendo ligeramente modificada. Sin embargo, los neoconservadores y neoliberales permanentemente empleados que han controlado la política exterior estadounidense durante décadas no desaparecerán. La diferencia es que ahora Rusia e Irán, en estrecha cooperación, están desafiando directamente al  Imperio del Caos, recargado. 

FUENTE https://thecradle-co.translate.goog/articles-id/28527?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=wapp

Las opiniones expresadas en este artículo no reflejan necesariamente las de The Cradle y de Dossier Geopolitico

Por Patricio Serendero  

El fin de este año confirma que las tendencias en la política mundial de cuestionamiento del orden existente de un mundo unipolar que se manifiestan desde el inicio del siglo XXI, se han acentuado y continúan su marcha inexorable hacia un mundo multipolar. Un mundo marcado por la disputa capitalista mundial por recursos energéticos, alimenticios y áreas de influencia. Esto está generando numerosas guerras y provocando una gran inestabilidad económica, política y social. Solo cuando la apropiación y redistribución de los recursos energéticos mundiales y zonas de influencia de los países más ricos estén más o menos establecidas por la fuerza económica, política y militar en última instancia, entonces será posible una época de una cierta estabilidad y paz relativas. Estabilidad y paz que no serán naturalmente eternas, porque el ciclo de las crisis capitalistas, sus luchas económicas y sus guerras se repetirá inexorablemente hasta el fin de este tipo de sociedad.

La victoria rusa en Ucrania contra la OTAN el próximo año, marcará el inicio de un nuevo ciclo en la geopolítica mundial. Un ciclo de alto riesgo para la Humanidad. La realidad actual continúa mostrando claramente que los dueños de la riqueza mundial no tienen problemas en iniciar guerras con su secuela de muerte de millones y la desintegración completa de países. Tal son los ejemplos de Ucrania, Palestina y Siria hoy, descuartizadas en pedazos donde los ganadores en el campo de batalla toman parte de sus territorios como botín de guerra. Los desplazados de sus países forzados a huir  suman millones. Tampoco la clase oligárquica mundial tiene cualquier problema en apoyar grupos terroristas para derribar gobiernos y propiciar atentados terroristas. El grupo terrorista que ha tomado el poder en Siria por ejemplo, Hayat Tahrir al-Sham (HTS), ha sido declarado como terrorista por la ONU, Inglaterra, EEUU, Israel y Turquía. Igual que su jefe, Abu Mohammed al-Jolani cuya cabeza tiene un precio de 100 millones de dólares ofrecidos por EEUU. HTS tiene su origen en el grupo Estado Islámico (2011) y luego como fracción que se separó de Al-Qaeda. Ese es su origen. Grupo al que la prensa occidental se apresura a darle hoy el beneficio de la duda de que estaría cambiando su postura radical por una progresista[i] o incluso humanista[ii]. El conocido lavado de imagen para justificar lo injustificable. Irónicamente los países que lo apoyan hoy tienen una nutrida legislación anti-terrorista!.

La constante principal de fondo de todo el período que se abre, inestable y peligroso, que durará largas décadas del siglo XXI, será la continuación de la acumulación de la riqueza en pocas manos, un fenómeno económico inherente al Capitalismo. Sus consecuencias solo pueden significar un mayor poder de decisión de esta elite oligárquica en la política y economía mundiales. Elite conocida hoy como globalista, entre otras cosas partidaria de un gobierno mundial de unas pocas corporaciones transnacionales.

La derrota militar y política de la OTAN en Ucrania le parece inaceptable al gigante americano. Una parte importante de sus clases dirigentes piensan que continua siendo la mayor potencia mundial. Lo que determina en gran medida la lucha de EEUU en todos los planos contra sus rivales económicos y militares, China y Rusia por mantener dicho poder. Lucha que se da en el mundo entero y que ha llevado a algunos a afirmar que ya estamos en la Tercera Guerra Mundial. Esta será la segunda constante del período.

En Ucrania, EEUU vía la OTAN luchará todavía duramente – a pesar de su derrota inminente- provocando a Rusia como último recurso, recurriendo a crecientes atentados terroristas como los vemos hoy.  Busca con esto una respuesta descontrolada de esta para así obtener la justificación de una guerra ahora formal contra la OTAN. Lo que nos llevaría al borde mismo del abismo nuclear. No sabemos si esta opción suicida se mantendrá durante el próximo gobierno norteamericano. La política exterior de EEUU la decide el “Estado profundo”, sus grandes corporaciones y las empresas del complejo militar-industrial e ideológicamente sus centros de pensamiento como la Corporacion Rand y otros. Los gobiernos responden a esos intereses. Sin embargo algunos piensan que el gobierno de Trump puede hacer cambiar esto. Por ejemplo decidiendo enfocarse más en los serios problemas económicos y sociales internos. Trump hará, en su estilo claro, lo que las grandes corporaciones manden. No olvidemos que el complejo militar-industrial vende permanentemente armas, municiones y equipos de todo tipo para 850 o más bases americanas en el mundo! ¿Alguien cree que están dispuestos a perder eso por las supuestas veleidades pacifistas de un Presidente? Los emperadores romanos, brillantes o estúpidos no determinaban lo grueso de la política imperial y su accionar. Tampoco los gobernantes de EEUU.

De allí que esperamos continuidad en su política externa. EEUU seguirá incentivando “primaveras árabes” en Eurasia[iii], como por ejemplo en Georgia, Moldavia o su región autónoma Transnitsria entre otros, para mantener la influencia que tiene en algunos países y agregando otros para el hostigamiento de  Rusia y China, sus enemigos declarados. El reciente golpe de Estado patrocinado por EEUU en Bangladesh es parte de ese objetivo. La caída de Siria pretende entre otros objetivos desestabilizar Rusia y China en sus fronteras. Todas operaciones de guerra no militar tendientes a debilitar y acosar al enemigo estratégico. Además de apropiarse totalmente de su petróleo o al menos de su comercio. Tal como en Libia o Irak.

Con Trump EEUU continuará y profundizará las sanciones comerciales no solo contra sus enemigos principales. El imprevisible millonario ha dicho que aplicará sanciones a los países BRICS con un aumento de 100% en las tarifas aduaneras si no utilizan el dólar en sus transacciones internacionales. Amenaza que ha hecho extensiva a cualquier otro país que no obedezca sus dictados. Estas declaraciones no pasan de ser hoy bravuconadas de alguien que no siendo todavía jefe de Estado se permite decir cualquier cosa. El problema de esto es que EEUU ya no tiene la fuerza para imponer su voluntad en todo el mundo. Aunque todavía lo consigue con muchos países. Como en Chile por ejemplo, ideológicamente dominado por el modelo neoliberal inventado en EEUU y uno de sus alumnos más aventajados.

Todavía respecto de Ucrania digamos que algunos analistas sugieren que esta quedaría dividida en tres grandes sectores una vez terminada la guerra (ver diagrama). Rusia se quedaría con todo el Donbas conquistado en el Oeste ( donde están los territorios más ricos de Ucrania) más Odessa en el sureste. Hungría y Polonia se apoderarían de sendas regiones en el Oeste. El centro sería lo que quede de Ucrania, cuyo estatuto tendrá que ser aquel de no pertenencia a la OTAN, uno de los objetivos esenciales de Rusia para cualquier negociación de paz.

Ucrania después de las negociaciones según F. Moragón. Visto en en canal: Derribando los Mitos de la Política de E. Bistoletti.

https://www.youtube.com/watch?v=KOP07VwhzbI

La caída de Siria

En el Medio Oriente la cosa se ve todavía peor para el período que se inicia. La caída en Siria del régimen de Basher al-Asad el pasado 8 de diciembre, donde existía un estado de guerra civil desde 2011, ha sido propiciada entre otros grupos por el HTS, también conocido como Entidad de Liberación del Levante. Grupo terrorista que ha contado con el apoyo militar y logístico de EEUU, Israel y Turquía, además del Reino Unido. Han participado además otros grupos que controlan distintas partes del territorio sirio y que luchan entre sí. De allí que la situación promete un estado de guerra civil que durará mucho tiempo. Pero no solo habrá guerra civil en Siria sino que probablemente se hará extensiva en todo el Medio Oriente involucrando a Irán. Israel, el actual actor predominante en la región se enfrenta a Irán pero también a Turquía que ha participado activamente en el derrocamiento de al-Asad con la milicia que apoya: el Ejército Nacional Sirio. Israel y Turquía han desplegado en estos primeros días sus ejércitos en territorio sirio con fines de anexión. Israel por ejemplo ya se ha apropiado de lo que le restaba a Siria de los Altos del Golan y ha tomado el monte Hermon, justo encima de Damasco. Utiliza su fuerza aérea para bombardear zonas declaradas como enemigas. Pero no justamente a los grupos terroristas que ha armado desde 2011 tal como había denunciado la periodista Serena Shim, asesinada en 2014[iv]. No sabemos si Israel hará primero la guerra a Turquía o a Irán,  enemigo ancestral del sionismo, lo que servirá la geoestrategia de EEUU por el control que tiene sobre el petróleo sirio, y los numerosos oleoductos y gasoductos existentes y que hacen de Siria una zona de tráfico de hidrocarburos desde Asia y las monarquías árabes hacia Occidente. EEUU controlaba en 2019 el 70% de los recursos energéticos del país vía grupos guerrilleros que apoyaba. El 30% restante lo controlaba el gobierno[v]. La caída de Siria también sirve a las monarquías del Golfo Pérsico como Arabia Saudita, que ve debilitada a Irán al perder su influencia en Siria. Turquía tiene también ambiciones económicas alrededor del petróleo como país de transporte de este desde los países del Golfo. Ocupa hoy la zona donde viven turcos otomanos de Siria. Siendo ahora Siria una tierra peligrosa de nadie, será más segura Turquía para el transporte de hidrocarburos a Europa. De allí que para el actual gobierno turco apoyar un movimiento declarado terrorista por ellos mismos no representa un problema. El fin siempre justifica los medios. Sobre todo en Política.

Otra de las consecuencias de la caída de Siria es que ahora podrá concretizarse la construcción del gasoducto Catar-Arabia Saudita-Jordania-Siria-Turquía, diseñado para atravesar Siria y ofrecer a Europa una alternativa al gas ruso. Este proyecto compite con aquel para traer petróleo desde Irán pasando por Irak y justamente Siria (denominado Oleoducto de la Amistad). Dos proyectos en competición aparte de los oleoductos ya existentes en Siria. Ya desde 2009, ante la oposición de al-Asad al gasoducto desde Qatar, la inteligencia de EEUU había decidido que era preciso una intervención en Siria para derribar su gobernante. La UE – muy interesada en estos proyectos – cooperaba políticamente acusando al-Asad de crímenes de guerra y desarrollo de armas químicas. Desde entonces comenzó la guerra civil. He aquí la razón profunda para esta intervención utilizando grupos terroristas con el apoyo de los varios países interesados en el negocio. Una estrategia donde se evita enviar tropas propias para la consecución de un objetivo. Siga usted los caminos del petróleo y gas y comprenderá gran parte de las guerras en el mundo de hoy.

La existencia de varios grupos terroristas en presencia, entre ellos Al-Qaeda e ISIS  y también una parte del ejército sirio cuyos miembros están a ser asesinados, así como los curdos apoyados por EEUU promete un volcán para el país y su destrucción asegurada. Siria como Ucrania, probablemente será dividida en pedazos conforme la fuerza que tengan las potencias en disputa. Rusia tiene bases militares allí. Le interesaba una Siria amiga como protección de su área de influencia. No sabemos a esta altura que va a acontecer con ellas. Lo concreto es que el país reina el caos total y la vendetta contra los miembros del ejército sirio está en pleno desarrollo. La prensa occidental siempre dirigida por los mismos poderosos dueños de todo calla estos crímenes y ve con velada simpatía aunque con aparente neutralidad los terroristas en el poder. Se imaginan los lectores si esto hubiese sido hecho por una guerrilla de izquierda?

El retroceso de la Unión Europea

Otra característica del nuevo período que se abre es el papel secundario en el mundo que ahora jugará la Unión Europea (UE) y Europa en general. Por imposición de EEUU a través de la OTAN se había propuesto propiciar una derrota estratégica a Rusia, comenzando por destruir su economía aplicando sanciones de todo tipo. Como es bien sabido hoy, toda esta política resultó exactamente en su contrario. A pesar de la propaganda occidental, Rusia es hoy un país más fuerte en todos los aspectos. Los países europeos en cambio, y en gran parte a causa de su política con Alemania y Francia a la cabeza, están sumidos en una grave crisis económica y política. Ya tenían antes problemas económicos serios donde los parámetros de crecimiento económico eran mínimos durante largos años previos a la guerra de Ucrania. Solo que la guerra y las sanciones económicas contra Rusia (más de mil sanciones diversas) han tenido como resultado profundizar y acelerar el declinar de estos países. Siendo Europa una región sin recursos energéticos, con la excepción del petróleo de Noruega, dependía de Rusia y su gas barato durante largos decenios. Con el acto terrorista de la voladura de los gasoductos bajo el mar que llevaban el gas desde Rusia a Alemania (hecho nunca reconocido como tal en Occidente), ha significado un problema insoluble para la industria europea. Europa ya no es hoy una referencia principal como potencia económica. Potencia militar como UE no lo ha sido nunca, ocupada militarmente en varios de sus países por EEUU desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Algo de lo que paradójicamente Occidente acusaba a Rusia en los tiempos de la URSS a propósito de la realidad del Pacto de Varsovia y el dominio absoluto de Rusia en los países que lo conformaban. Predominio de EEUU sobre Europa que hoy el destemplado Presidente electo Trump se encarga de recordar groseramente. Deben seguir comprándonos gas y armas o de lo contrario aplicaremos sanciones económicas de todo tipo contra vuestros productos. Y tienen que mantener la OTAN. Si quieren protección, deben pagar por ello.

Es difícil pensar hoy en la posible autonomía estratégica de Europa como dice un ex-embajador español[vi]. Para que ello ocurra Europa debería terminar con su política de sumisión a EEUU y terminar con la OTAN. Difícil. Salvo, que Trump decida el mismo terminar con la alianza atlántica a contrapelo de los intereses del complejo-militar de su país. Algo muy poco probable. Europa  además tendrá que necesariamente re-establecer las relaciones con Rusia que tan buenos resultados dieron durante largas décadas. Igualmente deberá reformar de raíz la Unión Europea como institución burocratizada, cuyas políticas económicas ineficientes y una legislación paralizante impiden la competitividad y la innovación, tal como lo ha denunciado el demoledor informe de Mario Draghi, el ex-jefe del Banco Central Europeo. Veremos como se resuelve dicha pugna.

Desconfianza en líderes políticos

Una tercera constante que se mantendrá en el nuevo período  es la creciente desconfianza y desaprobación de la población mundial en sus dirigentes políticos. Hay una profunda crisis de los valores que supuestamente representaba el régimen democrático. No es solo en Chile que en general la mal llamada clase política favorece no a sus electores sino a las empresas que financian sus campañas. Es un fenómeno mundial del Capitalismo “democrático”. La población europea por ejemplo, que rechaza mayoritariamente sus gobiernos haciéndolos caer uno a uno estos días, observa como estos continúan dirigiendo a Europa en una guerra contra Rusia que esa mayoría no quiere. De igual manera, el actual gobierno de EEUU, viola sistemáticamente la voluntad popular  haciendo lo contrario del programa del ganador de las elecciones, contrario a la guerra. Son todos ejemplos de que los gobiernos del capitalismo no gobiernan en el interés de sus pueblos sino de sus elites. Y en el caso europeo, de elites extranjeras.

El accionar de los gobiernos de la democracia, dado el aumento de la concentración de la riqueza en pocas manos, verá acentuarse la influencia de la clase dominante en la elaboración de políticas públicas. La descarada intervención judicial en Rumanía para desconocer el triunfo legítimo en las elecciones presidenciales de ese país, obtenido por el candidato Calin Georgescu opuesto a la guerra de Ucrania, con la disculpa que hubo una grosera y masiva intervención rusa, la campaña neo-macartista en toda Europa para silenciar en redes sociales y otros medios cualquiera voz disidente con la posición belicista y suicida de los actuales dirigentes europeos, o la actitud del Presidente francés de desconocer el veredicto de las urnas dos veces consecutivas colocando primeros ministros que no representan ninguna de las fuerzas vencedoras en las elecciones, son otros ejemplos de un sistema cada vez más autoritario donde la opinión y decisión de las grandes mayorías que los han elegido simplemente no cuenta.

Reactivación de la doctrina Monroe

En cuanto a América Latina, veremos un reforzamiento de la doctrina Monroe por parte del Tío Sam. Esa de “América para los americanos”. Esta será la cuarta constante del período. Esto, por la pérdida relativa de influencia de EEUU en la región en las últimas décadas, como consecuencia de las crecientes relaciones económicas y diplomáticas de los países latinoamericanos con China. Además de la incorporación del gigante Brasil y otros países a los BRICS, visto por EEUU como su enemigo. Para varios de ellos como se sabe, China es su principal socio comercial, entre ellos Chile. EEUU podrá exigir a nuestros países escoger entre “nosotros” o “ellos”. Esto, porque en un contexto de pérdida de su influencia en el mundo, EEUU no puede permitirse también perder su hegemonía en nuestra América. Las provocaciones de Trump tratando a Canadá como un estado más de la Unión, gritando que va a recuperar el Canal de Panamá o amenazando a México con altas tarifas a sus productos exportados a EEUU, donde la velada amenaza ha sido la de nombrar a un ex-oficial de la CIA como embajador, no dejan lugar a dudas de cual será política que se nos aplicará. Ni hablar además que Cuba y Venezuela no tendrán tregua alguna en su bloqueo y sanciones.

Reforzar el papel de patrón en A. Latina es hoy un imperativo para EEUU. Las recientes actividades y acciones político-militares del Comando Sur en varios países de la región, aquella división del Ejército de EEUU para el control sobre nuestra América, donde tiene más de 75 bases militares así lo confirman[vii]. Actividad creciente particularmente desde hace dos años que no debe dejar dudas sobre una política amenazante en la región. Como referimos arriba, a EEUU le preocupa sobremanera el que su rival chino haya penetrado en la economía y finanzas de nuestro sub-continente. La construcción del gigantesco puerto de Chancay en Perú es una de sus últimas obras. Será interesante ver como se posicionan Brasil, México, Argentina y Colombia en el período que se abre. ¿Serán capaces de llegar a desarrollar alianzas político-económicas para mejor defender sus intereses y posición en el mundo?  No olvidemos que teniendo en juego los intereses nacionales, los países pequeños tienden a luchar  juntos para mantener su independencia y soberanía frente a los grandes, independientemente de los gobiernos que tengan en cualquier momento. O al menos eso debería ser en teoría su actitud como enseña la geopolítica. López Obrador, su sucesora Sheinbaum, Lula y Petro entienden esto perfectamente. En Chile, dada la conocida posición ideológica pro-EEUU de la clase empresarial nada de eso podrá acontecer. Los gobiernos de turno responden a esos poderes.

El poderío chino

La realidad del período que comienza está marcada también obviamente por el predominio indiscutible de China en el comercio mundial así como en varios campos tecnológicos incluida la investigación en tecnología espacial y nanotecnología, además de estrechar su relacionamiento político y diplomático con numerosos países. Un gran desafío al poder de EEUU. Los asiáticos ocupan el primer lugar en el registro de nuevas patentes en tecnología por ejemplo, algo de la mayor importancia para la necesaria innovación. China es la cabeza de los BRICS como alianza de muchos países en la lucha por la defensa de sus intereses. Los BRICS superan hoy al G7 en el PIB PPA[viii] . También en la superficie que controlan y la cantidad de población mundial que representan. China, además, cuya política es pensada siempre para el muy largo plazo, pretende destronar el dólar como moneda preferida en los intercambios internacionales. Eso es lo que defiende con fuerza en los BRICS. Veremos en este período el continuo lento pero seguro avance de este proceso en esa dirección. Un objetivo irrenunciable y el que se verá acelerado al tener en cuenta que EEUU aumente las tarifas de aranceles y otras sanciones. Cuando esto se concretice a través de la moneda BRICS, producirá ciertamente el golpe más duro contra el imperio americano tal como lo conocemos. Habrá un antes y después en la Historia Mundial de los últimos dos siglos cuando esto acontezca.

En sus relaciones comerciales con el mundo, China actúa en lo esencial como cualquier otra potencia económica. Compra en general materias primas, recursos naturales y alimentos a los países subdesarrollados y les vende productos terminados con valor agregado. Las cifras del comercio chileno con el gigante asiático son un buen ejemplo de esto. Afianza sus lazos comerciales invirtiendo sobre todo en infraestructura y participando activamente en el financiamiento de proyectos a través de sus bancos de inversión privados y públicos. De acuerdo con un informe del Banco Mundial y otros, China ha realizado en los últimos 20 años préstamos a 22 países latinoamericanos por más de $USD 240.000.000. Préstamos difíciles a veces de pagar dado unos términos negativos del intercambio. Se exporta mucho menos que lo que se importa desde China creando balanzas de pago deficitarias[ix].

El secreto de este indiscutible éxito económico de China han sido los bajos precios. Pero habrá un momento en que los salarios de los trabajadores chinos tendrán que subir así como las regulaciones medioambientales que aumentan los costos de producción. La música entonces será diferente.

Por otra parte, China hace parte hoy de ese orden mundial que critica. Una gran contradicción a resolver. De hecho, es miembro del Consejo de Seguridad de la ONU así como miembro del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. Estas últimas las entidades por antonomasia del Capitalismo mundial, hoy en manos de EEUU. Pero también es la cabeza de los BRICS, opuesto a estos o al menos en sus políticas. En algún punto de su desarrollo tendrá que resolver si se decide a luchar por tomar ese poder del Capitalismo en el mundo y continuarlo, o de romper este modelo y construir el Socialismo. Hasta ahora ellos dicen que la suya es una sociedad socialista con particularidades chinas. Tienen razón algunos analistas que dicen que China es más bien una sociedad capitalista con características chinas. La Historia mostrará finalmente hacia donde quieren llegar. Algo que nadie puede predecir hoy.

En cuanto a Poder militar, la realidad mundial a partir de ahora está marcada por el poderío militar incontestable de Rusia. La derrota de la OTAN, que ha ensayado lo mejor de su armamento militar en Ucrania así lo demuestra. Esto es absolutamente verdad referido a la guerra convencional.

Las armas de la guerra hoy son completamente distintas a las cualquiera otra guerra de la Historia. Primacía de misiles de todo tipo y drones aéreos y marítimos, satélites espías y de comunicación, así como la fundamental componente de guerra electrónica e informática lo han cambiado todo. Y en esta nueva y moderna guerra los rusos han tomado la delantera en cuanto desarrollo tecnológico. Y esta supremacía tiene y tendrá consecuencias en los equilibrios y luchas de Poder futuras.

La constatación del fracaso del capitalismo neoliberal

Una última constante de la situación mundial, a la vista de lo arriba expuesto,  es la constatación del fracaso del capitalismo. Al menos el capitalismo neoliberal occidental en todos los campos de la acción humana. Un sistema y modelo que hace agua por todos lados. Un mercado que ya no es libre, porque el proteccionismo actual se impone y el objetivo monopolista de las empresas está siempre presente; una responsabilidad financiera olvidada por los más ricos que permite crisis económicas unas detrás de las otras; una ilegitimidad creciente de sus gobiernos; proletarización de largos segmentos de la población antes de clase media; una destrucción medioambiental galopante; un control creciente de las conciencias utilizando una máquina universal de propaganda ideológica que inunda todos los espacios del pensamiento; represión del Estado contra cualquier disidencia de la narrativa oficial, el que se da medios policiales cada vez más costosos e intrusivos sobre la vida privada; privatización de toda tarea humana que permita obtener lucros; un individualismo creciente que niega la esencia social del ser humano; unos dirigentes políticos que velan por su interés personal y no por aquel de sus votantes, cayendo frecuentemente en la corrupción, lo que aumenta la desconfianza y rabia de los electores; un sistema de dominación en fin injusto e inhumano, donde de manera creciente los DDHH no son respetados por los Estados.

Son estos entre muchos, otros indicadores de una derrota estructural del modelo de sociedad que nos han vendido las últimas décadas como el único posible y el que se pretende insistentemente de llevarlo a todos los confines de la Tierra. Un modelo que no caerá por si solo. Tendrán que ser los propios trabajadores los encargados de construir sociedades más prósperas, dignas, justas y pacíficas. Y cuanto antes, mejor. Porque mientras tanto, la pobreza, la inestabilidad, la inseguridad, la desconfianza, la injusticia y la guerra continuarán imperando en el diario vivir. Un panorama desolador para el futuro de nuestra descendencia.

Patricio Serendero

[i] Ver por ejemplo el artículo de la BBC “El nuevo líder de Siria rompió realmente con su pasado radical islámico?”,

BBC News, 20/12/2024 donde se afirma que dicho grupo está siendo genuino en su deseo de cambio(sic).

[ii] https://noticias.uol.com.br/colunas/walter-maierovitch/2024/12/16/siria-promete-novo-jihadismo-pragmatico-da-para-acreditar.htm

[iii] Eurasia: Europa + Asia, la región geopolítica propuesta con este nombre en 1904 por A. Mackinder y que EEUU se encargará siempre de mantener dividida conforme su estrategia secular. Según Mackinder, quien gobernaría Eurasia gobernaría el mundo. De allí la dominación de EEUU sobre Europa utilizando la OTAN.

[iv] Decimos asesinada porque existen serias sospechas que los responsables de su muerte en un accidente de automóvil  fueron los servicios de inteligencia turcos que ella misma había denunciado en TV dos días antes por estar en la lista de blancos a abatir.

[v]  “La geopolitica de los gasoductos lo es todo en el conflicto sirio”, Misión Verdad, Portal digital CubaSi, 10/12/2024

[vi]  Comentarios del ex-embajador I. Gracia Valdecasas entrevistado en el canal de Rubén Gisbert en https://www.youtube.com/watch?v=SLEFjyWFaEk

[vii] “La amenaza militar de EEUU en Latinoamérica”, en portal digital Rebelión visto el 23 de Diciembre de 2024

[viii] El PIB PPA (Producto Interno Bruto por Paridad del Poder Adquisitivo) es la medición que permite medir el producto interno bruto de un país, eliminando las diferencias de precios existentes entre cada país.

[ix] Ver el interesante artículo  “La dificil disyuntiva que tienen los países latinoamericanos en su relación con China”, M. Hernández, Rebelión, 3/12/2024

FUENTE CLARIN CL https://www.elclarin.cl/2024/12/29/proyecciones-geopoliticas-2025-guerras-e-inestabilidad-marcan-el-nuevo-ciclo-mundial/

 
Por Massimiliano Vino DISSIPATIO.IT

La humanidad y el hardware son los dos componentes fundamentales en la carrera tecnológica del siglo XXI. Alessandro Aresu, en su último libro «Geopolítica de la inteligencia artificial» (Feltrinelli, 2024), reconstruye las historias y las luchas internas de poder de los hombres que están revolucionando el mundo: jugadores empedernidos como Musk y a menudo megalómanos como Palmer Luckey o Peter Thiel. de la misma ética feroz del capitalismo y del sueño americano que dio origen a sus empresas.

La inteligencia artificial es lo más concreto que puede afectar al destino y objetivos de las comunidades humanas. Más allá de cualquier retórica catastrofista o su ciega exaltación, el juego actual es exquisitamente humano y material. La piedra angular es la tendencia fundamental de nuestro tiempo, es decir, la creciente concentración de hombres, ideas e innovaciones en los dos polos atractivos más importantes del planeta: Estados Unidos y China.

Al leer «Geopolítica de la inteligencia artificial» de Alessandro Aresu, uno no puede evitar sentirse sorprendido y encantado por esta danza concéntrica lenta y constante que toca los diferentes rincones del gran Occidente o del Sur Global, de la América profunda y costera, de la Vieja Europa. y el Lejano Oriente, se desarrolla a través de prodigiosas intuiciones y luchas por el poder. Tanto entre individuos como entre empresas o imperios. La visión que tenemos por delante es la de un intrincado laberinto con rasgos novelescos, en el que millones de pequeñas piezas perfilan el rostro del desafío tecnológico global.

El hilo conductor de la discusión, centro esencial de la obra, es un chico desconocido de origen taiwanés, que emigró a Oneida, en Kentucky, y se hizo conocido entre sus nuevos conciudadanos americanos como Jensen Huang. Hoy una verdadera leyenda. Antes de eso, hubo un largo camino de investigación humana sobre la inteligencia artificial, ya en los años 40 a partir del juego de imitación y del test de Alan Turing y materializado por el chico de Oneida, que llegó como un perfecto desconocido a los años 70. Estados Unidos, y por su pasión por los videojuegos.

Se puede decir que los orígenes de nuestra idea de inteligencia artificial son las tarjetas gráficas de videojuegos. A partir de la necesidad cada vez más necesaria de realizar la misma operación simultáneamente, como por ejemplo hacer que el sistema visual y el sistema nervioso reconozcan un trozo de rascacielos, se activa el camino de la memoria. Es decir, lo que se llama computación paralela:

“Con la llegada de la GPU ( Unidad de procesamiento gráfico) de NVIDIA y su capacidad de computación paralela, de repente se pudieron crear mundos de juego con gráficos complejos y detallados, cada «decoración» (elemento gráfico) se procesó en paralelo para crear una ‘experiencia inmersiva que «Había sido impensable antes».

NVIDIA, la creación de Jensen, está en el centro del proceso . El sol en el centro del sistema. Pero otras historias se cruzan con él y su rotundo éxito. La computación paralela ha estado entrelazada con la investigación sobre la conciencia y la inteligencia humanas desde los albores de la humanidad moderna. 

¿Qué son en realidad? Comprender esto es esencial para lograr una imitación más clara del cerebro humano. Y viceversa. 

Aparentemente es la formación la que determina la calidad y da forma a las herramientas de aprendizaje de las redes neuronales. Un mecanismo que a través de experiencias y errores determina también la proliferación de las GPU. Toda la historia de la humanidad y la continua remodulación de su relación intelectual con el conocimiento se basa en el error. Del error dependerá también  el destino final de estas redes neuronales artificiales, marcadas por el mosaico infinito de hardware .

La nueva «explosión cámbrica», analizada por el brillante investigador de origen chino Fei-Fei Li, otro protagonista de la aventura de la inteligencia artificial, es el triunfo de una nueva «forma de vida» a través de la vista, como ocurrió hace apenas millones de años. años antes. Ver y saber reconocer, a través del entrenamiento y los continuos tropiezos, traduce el juego de imitación en realidad. Es una prerrogativa que se ha perfeccionado en el hombre y en la máquina que poco a poco aprende y traduce en contenidos. 

Pero la máquina no es nada sin el aparato humano del que depende. El destino manifiesto de la ocaso de la civilización occidental global liderada por Estados Unidos y quizás China reside en el papel cada vez más imponente asumido por los herreros divinos, por el Prometeo moderno que Spengler (citado en Aresu) sugiere en el apogeo del ciclo euro-occidental. :

“No sólo el nivel sino la propia subsistencia de la industria depende de la existencia de cientos de miles de mentes calificadas y bien entrenadas que dominen y avancen incansablemente la técnica. El ingeniero es verdaderamente el gobernante silencioso y el destino de la industria mecánica. Su pensamiento es como posibilidad lo que la máquina es como realidad”.

Los niveles simbólico y metafísico parecen estar indisolublemente entrelazados en la propia antropización material de la historia geológica de la Tierra. Y quizás en la superación misma de lo humano. Spengler definió la filosofía y las matemáticas de Descartes y Leibniz como la clara ejemplificación del florecimiento definitivo de una nueva civilización en nada similar a la clásica grecorromana. La sensación de infinito numérico y espacial emana del cálculo infinitesimal. Resuena y culmina en la incompletitud de Gödel. Está injertado en la aterradora admiración leibniziana hacia ese gran caldero de religión y pensamiento tradicional chino que es el I-Ching . Líneas continuas y líneas discontinuas como sistemas binarios . El cálculo del destino que se traduce en la búsqueda de la verdad, a través de la conversión en patrones. 

El plan, sin embargo, no es nada sin el impulso científico y luego industrial que construye civilizaciones mecánicas  .

Aresu, que ya ha dedicado dos libros antes que este último al fortalecimiento del capitalismo político al estilo americano y chino , destaca cómo el industrialismo y la aceleración se injertan en la profundidad antropológica, cultural e histórica de las comunidades individuales, como necesarios para su misma supervivencia. Evitar conocerlos supone faltar a la cita con el principal reto del momento.

Si Japón fue el primero, ante el poder de Occidente, en optar por aprender «sin temor» y convertirse en una potencia industrial para no sucumbir, hoy las grandes comunidades asiáticas comparten una suerte similar. Con China a la cabeza. 

Un desafío manufacturero, compuesto por búsqueda de talento, innovación continua, regulación pública y seguridad nacional.

Si NVIDIA tiene la capacidad de cruzar las fronteras nacionales del imperio americano y también hacer negocios con los chinos, donde gran parte de los pedidos de los gigantes de la alta tecnología dependen del pedido público, la seguridad nacional sólo en este caso ejerce una función de contención. Las cadenas de suministro y la dependencia mutua que garantizaron un par de décadas de orden global unipolar dentro de la globalización estadounidense ya no tienen ninguna razón para existir hoy.

El Celeste Imperio y el Occidente crepuscular, ya sea que hayan llegado metafísicamente a su etapa terminal , sostenidos mecánicamente sólo por aparatos técnicos, o que aún estén vitales y vigorizados por su propia esencia antropológica e histórica, se desafiarán mutuamente. Usando IA. 

Con los chinos ansiosos ferozmente de abrirse a ese vasto infinito dominado por las flotas germánicas, normandas e inglesas, convertidas en americanas, fruto de la búsqueda de lo ilimitado matemático y filosófico de la civilización eurooccidental. Y con los estadounidenses, que son el cerebro hacia el que convergen todas las energías restantes de sus socios, satélites y aliados europeos.

Un torbellino cada vez más acelerado de mentes jóvenes y ambiciosas huyen de la regulación de la vieja y exhausta Europa, sostenidos por su propio bienestar material creciente, consecuencia directa de la desvinculación del instinto de supervivencia, garantizado por la protección militar y tecnológica estadounidense. , para ir a Estados Unidos . Alimentando cada vez más su prodigiosa brecha respecto a cualquier posible rival.

En todo caso, distribuir dividendos entre los aliados moribundos:

“¿Cuál es entonces el papel de Europa? ¿Cuál quieres que sea? Somos los muertos vivientes. Para darnos un tono, nos llamamos sonámbulos. La brecha con Estados Unidos era grande hace diez años: ha crecido y no hay razón para pensar que no seguirá creciendo”.

Talentos y maestros de Italia, China, Israel y aquellos que huyen de Europa se sienten atraídos por Estados Unidos. La inteligencia artificial, producto de la mente y el genio europeos, no tiene voz y voto en el Viejo Continente. Red de centros de estudios e investigación. De excelencia técnica y humanística. Lo que falta es el elemento más importante y decisivo que elude a un continente que todavía se cree una potencia y que evita cada vez más el retorno de la Historia: falta el hardware. Falta fabricación. Industria, en el sentido más estricto del término. Así como la voluntad o capacidad económica para sustentarlo.

Sin «tomar en serio» la industria de los videojuegos, más que el papel de personajes (y jugadores) como Elon Musk y Peter Thiel, más allá del carácter pintoresco de este último a su manera, hecho de arrebatos públicos y delirio transhumanista, se corre el riesgo de mirando tu dedo y perdiendo de vista la luna. La luna son los microprocesadores . Los componentes técnicos que, más que cualquier temor legítimo a una «revuelta de las máquinas» y a la extinción de la raza humana «suplantada por la inteligencia artificial», son el verdadero núcleo de la cuestión. 

Y al mismo tiempo, la producción de microprocesadores, la guerra de los chips entre China y Estados Unidos, acompañan las ambiciones espaciales de Starlink y la guerra de los datos y de las redes sociales en curso entre las dos superpotencias. 

Acompañan, pero no son decisivos. Primero están la geopolítica, la geografía, las condiciones económicas, materiales, antropológicas y políticas; y luego viene la inteligencia artificial en todas sus aplicaciones o protagonistas. Desde las inversiones (incluidas las políticas) de Elon Musk, sus indudables capacidades industriales, hasta la reconstrucción de un cinturón manufacturero estadounidense , para contrarrestar más eficazmente la gigantesca capacidad de producción de la República Popular. Desde la valorización de talentos que han emigrado a Estados Unidos, incluido Jensen Huang, hasta la financiación masiva de investigaciones científicas, estrechamente relacionadas con la producción y el espíritu empresarial y que nunca son un fin en sí mismas. 

Entrar en la dimensión geopolítica y material del desafío actual a la inteligencia artificial significa, por tanto, atribuirle el valor adecuado y su mayor límite, que sin duda sigue siendo el hombre. Genes humanos, convergencias políticas humanas y polos atractivos, comunidades humanas que luchan por la hegemonía tecnológica y quizás global:

“La IA permanece exactamente donde la colocamos, solo puede hacer aquello para lo que la entrenamos y solo puede influir en aquello a lo que están conectados sus resultados. Como resultado, los humanos siempre decidiremos cuánto poder de decisión ceder a los modelos de inteligencia artificial. Nunca tomarán el poder solos. Sólo tendrán el poder que les demos.»

Citada en el texto, junto con otras numerosas referencias literarias fruto del inmenso conocimiento del autor, que aún atestiguan el vínculo indisoluble (que olvidamos) entre el conocimiento humanístico-filosófico-literario y la producción técnico-científica, se encuentra la obra maestra de Frank Herbert, Dune . Consagrada hoy, una vez más, en los cines, sorprende por el profundo factor humano inherente a sus decorados de ciencia ficción.

La orden religiosa femenina de las Bene Gesserit encabeza la aspiración de liberación de la humanidad. No las máquinas que superan al hombre, ni la esclavización de otros humanos por medio de las máquinas, sino el desarrollo de la mente de los hombres, que lejos de encogerse y dejarse acostumbrar a sus serviles criaturas artificiales, se esfuerzan continuamente más allá. : «No construiréis una máquina que falsifique una mente humana», afirma la Reverenda Madre de la Bene Gesserit en la primera conversación con el joven Paul Atreides. 

“La Gran Revuelta nos liberó de una muleta. Obligó a la mente humana a desarrollarse”.

La mente humana de hoy son los cientos de miles de mantenedores humanos dispersos en centros de datos y fábricas que consumen mucha energía («molinos satánicos») en todo el este de Asia, desde Malasia hasta Vietnam y Singapur, la seguridad de la cadena de suministro y las guerras comerciales entre Washington y Beijing, centradas en la «capital» de los microprocesadores: Taipei, la isla del quizás inminente apocalipsis nuclear.

Y los «héroes» de la revolución de nuestro tiempo también son humanos, vestidos con chaquetas de cuero como Jensen, jugadores empedernidos como Musk y a menudo megalómanos como Palmer Luckey o Peter Thiel , productos de la misma ética feroz del capitalismo y del sueño americano que floreció. Nvidia.

Humana y con fuertes implicaciones geopolíticas, es también la fuga de cerebros de Europa y su reducción a una «potencia reguladora», mientras la Historia se la traga sin demasiados elogios junto con su propia miopía en sectores cada vez más cruciales como el de la propia IA. en lugar de en criptografía o en control de datos y en el desarrollo de su propia industria espacial seria: los únicos participantes en la disputa global están convencidos de que la lucha ha terminado, cuando en realidad apenas ha comenzado. Una lucha de la que quizás ninguna célula del gran organismo antrópico terrestre podrá escapar:

“La integridad del cuerpo depende del flujo sanguíneo y del flujo nervioso, sensibles a las más mínimas necesidades de cada célula… cada cosa, célula, ser, no es permanente… lucha por la continuidad del flujo interno”

FUENTE DISSIPATIO.IT https://www.dissipatio.it/nvidia-videogiochi-dune/

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Dossier Geopolitico

El Mundo 2025 segun el Eurocentrismo CIDOB:

El mundo en 2025: diez temas que marcarán la agenda internacional

El mundo en 2025

Texto finalizado el 15 de diciembre de 2024. Esta Nota Internacional es el resultado de la reflexión colectiva del equipo de investigación de CIDOB. Coordinada y editada por Carme Colomina, en el proceso de redacción ha contado con aportaciones de Inés Arco, Anna Ayuso, Jordi Bacaria, Pol Bargués, Javier Borràs, Víctor Burguete, Anna Busquets, Daniel Castilla, Carmen Claudín, Patrizia Cogo, Francesc Fàbregues, Oriol Farrés, Marta Galceran, Blanca Garcés, Patrícia Garcia-Duran, Víctor García, Seán Golden, Rafael Grasa, Josep M. Lloveras, Bet Mañé, Ricardo Martinez, Esther Masclans, Oscar Mateos, Pol Morillas, Francesco Pasetti, Roberto Ortiz de Zárate, Héctor Sánchez, Eduard Soler i Lecha, Laia Tarragona i Alexandra Vidal.  

2025 arranca con más preguntas que respuestas. El mundo ya ha votado y ahora toca ver qué políticas nos esperan; qué impacto tendrán las nuevas agendas ganadoras; ¿hasta dónde llegará la imprevisibilidad de Trump 2.0? ¿Estamos ante un Trump factor de cambio o ante aspavientos y fuegos de artificio político?

En 2025 se hablará de tregua, pero no de paz. La ofensiva diplomática ganará terreno en Ucrania, mientras la caída del régimen sirio de Bashar al-Assad abre una transición política incierta. Estos movimientos pondrán a prueba un sistema internacional incapaz de resolver las causas estructurales de los conflictos.

El mundo se debate entre la gesticulación de los nuevos liderazgos, los escenarios cambiantes que están redibujando conflictos enquistados, y una rivalidad chino-estadounidense que puede derivar en una guerra comercial y tecnológica. El miedo, como dinámica que impregna políticas, tanto en el campo migratorio como en las relaciones internacionales, gana terreno en 2025.

2025 será un año de resaca poselectoral. El mundo ya ha votado, y lo ha hecho, en muchos casos, desde el enojo, el malestar o el miedo. Más de 1.600 millones de personas pasaron por las urnas en 2024 y, en general, lo hicieron para castigar a los partidos en el poder. La lista de gobernantes derrotados es larga: demócratas estadounidenses, conservadores británicos, el macronismo en Francia, o la izquierda portuguesa. Incluso aquellos que han resistido han salido debilitados, como atestiguan el descalabro electoral del Gobierno de Ishiba Shigeru en Japón, o las coaliciones necesarias en la India de Narendra Modi y la Sudáfrica de Cyril Ramaphosa.

El ciclón electoral de 2024 ha dejado la democracia un poco más magullada, porque los países que experimentan descensos netos en el desempeño democrático superan con creces a los que logran avanzar. Según el informe The Global State of Democracy 2024, cuatro de cada nueve estados están en peor situación democrática que antes y aproximadamente solo uno de cada cuatro ha mejorado en su calidad. 

2025 es el año del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y de una nueva andadura institucional en la Unión Europea (UE) cimentada en unos apoyos parlamentarios históricamente débiles. La volatilidad democrática de Occidente colisiona con la hiperactividad geopolítica del Sur Global y la virulencia de los focos de conflicto bélico. Por eso, 2025 arranca con muchas más preguntas que respuestas. Con los resultados electorales en la mano, ahora toca ver qué políticas nos esperan; qué impacto tendrán las nuevas agendas ganadoras; ¿hasta dónde llegará la imprevisibilidad de Trump 2.0? Y, sobre todo, ¿estamos ante un Trump factor de cambio o ante aspavientos y fuegos de artificio político?

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Aunque Estados Unidos sea hoy una potencia en repliegue y el poder se haya dispersado hacia nuevos actores –públicos y privados– que desafían desde hace tiempo la hegemonía de Washington, el retorno de Donald Trump a la presidencia obliga al mundo a reubicarse. Los equilibrios geopolíticos globales y los diferentes conflictos abiertos –especialmente en Ucrania y Oriente Medio–, así como la lucha contra el cambio climático o los niveles de imprevisibilidad de un orden internacional en proceso de mutación estarán pendientes del nuevo inquilino de la Casa Blanca. La caída del régimen sirio de Bashar al-Assad abre una transición política incierta, que refuerza la idea de que 2025 será un año necesitado de procesos diplomáticos que acompañen los reequilibrios geopolíticos que se avecinan.

Estamos también en un mundo todavía lastrado por el impacto de la COVID-19. Cinco años después de la pandemia del coronavirus, muchos países aún están luchando contra la deuda pública que asumieron para combatir el daño económico y social de aquella crisis sanitaria global. La pandemia nos dejó un mundo más endeudado, más digitalizado e individualista, donde han ido ganando terreno las respuestas discordantes entre los grandes poderes globales; donde los objetivos climáticos, económicos y geopolíticos son cada vez más divergentes. En este mundo no chocan únicamente las políticas, sino también los discursos. Las viejas fracturas sociales y culturales se han intensificado: desde las guerras culturales a la lucha por el control de la información y de las burbujas algorítmicamente construidas en las redes sociales. Las elecciones en Estados Unidos, Pakistán, India, Rumanía, Moldova o Georgia dieron buena cuenta del poder desestabilizador de los relatos alternativos.

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Por todo ello, la resaca electoral estadounidense no será de las que se combaten con descanso y consomé. El propio Trump se encargará de magnificar las gesticulaciones políticas con las que volverá al despacho oval a partir del próximo 20 de enero. Pero, más allá del ruido retórico, cuesta discernir qué respuestas se articularán: hasta qué punto nos adentramos en un año que reforzará todavía más los diques de contención y repliegue que han ido bunquerizando las sociedades y fragmentando la hiperconectividad global; o, por el contrario, veremos emerger una aún tímida voluntad de pensar políticas alternativas que den respuestas a las verdaderas causas del malestar e intenten recomponer consensos cada vez más frágiles. 

1- EGOPOLÍTICA E INDIVIDUALISMO

2025 es el año de la gesticulación y los personalismos. No solo veremos la emergencia de nuevos liderazgos, sino también de nuevos actores políticos. La irrupción del magnate Elon Musk en la campaña y el nuevo Gobierno de Donald Trump personifica este cambio en el ejercicio del poder. El hombre más rico del mundo, con el megáfono más potente de la sociedad digitalizada, entra en la Casa Blanca para ejercer de mano derecha del presidente. Musk es un poder global, detentor de una agenda política y unos intereses privados, que muchos gobiernos democráticos no saben cómo gestionar. En esta reconfiguración del poder, tanto público como privado, la industria de las criptomonedas representó casi la mitad de todo el dinero pagado por grandes corporaciones a los comités de acción política (PAC, por sus siglas en inglés) en 2024, según un informe de la ONG progresista Public Citizen

La pasada legislatura –de 2020 a 2024– se caracterizó por el llamado «negacionismo electoral»:  el resultado de una de cada cinco elecciones fue cuestionado por alguno de los candidatos o partidos perdedores. En 2025 este negacionismo ha llegado al despacho oval. El mito del triunfador narcisista ha salido reforzado por las urnas. Es la victoria del ego por encima del carisma. Algunos la llaman la «egopolítica».

Cada vez más, abundan las voces que desafían el statu quo de unas democracias en crisis. La antipolítica se consolida ante unos partidos tradicionales cada vez más alejados de sus votantes históricos. El propio Trump se considera el líder de un «movimiento» (Make America Great Again o MAGA) que trasciende la realidad del Partido Republicano. Estas nuevas figuras antisistema han ido ganando espacios, aliados y referentes. Desde el fenómeno comunicacional e iliberal del presidente argentino, Javier Milei –que en octubre tendrá su primera gran reválida con la celebración de elecciones parlamentarias–, a Calin Georgescu, el candidato ultraderechista a la presidencia de Rumanía que se hizo un hueco contra todo pronóstico, sin el apoyo de un partido detrás, y gracias a una campaña antisistema dirigida a los jóvenes a través de TikTok. Es el último ejemplo que nos ha dejado un 2024 que ha visto también la irrupción en el Parlamento Europeo del español Alvise Pérez y su Se Acabó la Fiesta, con más de 800.000 votos, o del youtuber chipriota, Fidias Panayiotou, cuyos logros hasta el momento incluyen haber pasado una semana en un ataúd y conseguido abrazar a un centenar de celebridades, incluido Elon Musk.  

Todo ello incide también sobre una Europa con liderazgos débiles y parlamentos fragmentados; con la locomotora francoalemana de la integración europea más frágil que nunca. Precisamente el hiperpresidencialismo de Emmanuel Macron, quién también abrazó la idea del movimiento En Marcha para desmantelar el sistema de partidos tradicionales de la V República, tendrá que navegar este 2025 convertido en un pato cojo, sin la posibilidad de volver a convocar elecciones legislativas hasta junio. Alemania, por su parte, pasará por las urnas en febrero con su modelo económico gripado, un malestar social rampante, y con dudas sobre las garantías de claridad y fortaleza política que puedan arrojar unas elecciones que tienen a los ultras de Alternativa por Alemania (AfD) como segunda fuerza en intención de voto en los sondeos.

En 2025 arreciará también el drama político de Filipinas entre los dos clanes políticos más poderosos del país, por la tóxica relación entre el presidente Ferdinand «Bongbong» Marcos y la vicepresidenta Sara Duterte, con amenazas de muerte y acusaciones de corrupción incluidas. El retorno a la política del expresidente Rodrigo Duterte, apodado «el Trump de Asia», que en noviembre registró su candidatura para la alcaldía de Davao, y la celebración de las elecciones de mitad de mandato en mayo incrementarán el nivel de tensión y división interna que vive el archipiélago. En cambio, 2024 cierra con señales de resistencia desde Corea del Sur. El presidente Yoon Suk-yeol, considerado también un outsider que triunfó en las llamadas elecciones de los incel de 2022, se encontró frente a una movilización popular y de los principales sindicatos del país tras declarar la ley marcial como respuesta al bloqueo institucional. El Parlamento coreano ha votado a favor de iniciar un proceso de impeachment para destituir a Yoon Suk-yeol y, si tira adelante, el país celebrará elecciones antes de primavera. 

El año arranca, asimismo, con un individualismo reforzado. Estamos ante un mundo más emocional y menos institucional. Si el miedo o la rabia se han convertido en el estímulo movilizador que determina el voto, esta creciente sensación de desesperanza es preocupantemente alta entre los jóvenes. En las elecciones europeas de 2024, se produjo un descenso de la participación electoral entre los menores de 25 años. Solo el 36% de los votantes de este grupo de edad acudió a las urnas, lo que supone una disminución del 6% respecto de la participación en las elecciones de 2019. Entre los jóvenes que no votaron, un 28% adujo, como razón principal, la falta de interés en la política (porcentaje superior al 20% de la población adulta en general); un 14% mencionó la desconfianza en la política, y el 10% sintió que su voto no cambiaría nada. Además, según el Global Solidarity Report, la generación Z se siente menos ciudadana del mundo que las generaciones anteriores, lo que revierte una tendencia observada durante varias décadas. Esto es así tanto en los países ricos como en los más pobres. El propio informe señala también la percepción de fracaso de las instituciones internacionales a la hora de generar impactos positivos tangibles (como la reducción de las emisiones de carbono o las muertes relacionadas con los conflictos). Por todo ello, el desencanto se mezcla con una crisis profunda de solidaridad. Las personas de los países más ricos «tienen significativamente menos probabilidades de respaldar las declaraciones de solidaridad que las de los países menos ricos», y este desapego es especialmente evidente cuando se trata de apoyar la opción de si los organismos internacionales deberían tener el derecho de hacer cumplir las posibles soluciones.

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2- TREGUAS SIN PAZ 

La convulsión geopolítica global cierra el año con el colapso inesperado del régimen sirio de Bashar al-Assad. Pero, también, con el encuentro a tres bandas entre Donald Trump, Volodimir Zelenski y Emmanuel Macron en París, en el marco de la reapertura de Notre Dame. Los compases diplomáticos y la aceleración bélica colisionan en las agendas políticas internacionales. Y Rusia, convertida en el hilo conductor que hilvana los últimos acontecimientos en Siria y Ucrania, se encarga de mandar el recordatorio de que cualquier movimiento diplomático deberá pasar también por Moscú. En este contexto, en 2025 se hablará de alto el fuego, pero no de paz. 

Los anuncios electorales de un Trump decidido a acabar con la guerra en Ucrania «en 24 horas» llevaron, de entrada, a una intensificación bélica sobre el terreno con varias acciones: la aparición en escena de soldados norcoreanos de apoyo a las tropas rusas; la autorización a Ucrania para utilizar misiles ATACMS estadounidenses para atacar territorio ruso; y el cierre temporal de algunas embajadas occidentales en Kíev por motivos de seguridad. Las especulaciones sobre una posible negociación han aumentado el riesgo de una escalada táctica para reforzar posiciones antes de empezar a hablar de treguas y concesiones. 

Si bien, en 2025, la ofensiva diplomática ganará terreno, está por ver cuál es el plan, quién se sentará a la mesa, y que disposición real de llegar a un acuerdo tendrán las partes. Ucrania se debate entre la fatiga de la guerra y la necesidad de unos apoyos militares y garantías de seguridad que la administración Trump puede dejar en suspenso. Aunque, ante el escenario de la imprevisibilidad trumpista, tampoco hay que excluir las eventuales consecuencias que podría tener para Vladimir Putin el hecho de no aceptar una negociación propuesta por la nueva administración estadounidense. Trump está decidido a dejar huella desde el minuto uno de su presidencia, y eso también podría significar, en un momento de enfado, mantener la apuesta militar por reforzar al ejército ucraniano. 

Se trata, también, de una batalla esencial para Europa, que deberá luchar para no verse excluida de una negociación sobre el futuro inmediato de un Estado llamado a ser miembro de la UE y en el cual se decide, en estos momentos, la seguridad del continente. Una Unión que contará a partir de enero con el polaco Donald Tusk al frente de la presidencia rotatoria de los veintisiete, y con la exprimera ministra de Estonia, Kaja Kallas, estrenándose como jefa de la diplomacia europea y que, ahora, siente el vértigo de un Trump tomando la delantera de una paz apresurada mientras los estados miembros han sido incapaces de consensuar una estrategia sobre los distintos escenarios que pueden abrirse en el futuro inmediato. 

En cualquier caso, Oriente Medio ha demostrado ya la fragilidad y el crédito limitado de esta estrategia de cese de hostilidades sin capacidad ni consensos suficientes para buscar soluciones duraderas. La tregua acordada en la guerra que Israel libra contra Hezbolá en Líbano tiene más de descanso bélico que de primer paso hacia la resolución del conflicto. Los bombardeos y ataques aéreos posteriores al alto el fuego indican la fragilidad, cuando no vacuidad, de un plan en el que las partes no creen. Entretanto, la guerra en Gaza, donde ya se cuentan más de 44.000 muertos, ha entrado en su segundo año de devastación, convertida en el telón de fondo de esta lucha por la recomposición de la influencia regional, pero con un Donald Trump decidido a impulsar un acuerdo de alto el fuego y liberación de rehenes incluso antes de tomar posesión del cargo el 20 de enero.

2025 arranca con un cambio de objetivos en la región, pero sin pacificación. Mientras el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, dejaba claro que su prioridad ahora era centrarse en Irán, la escalada regional aceleraba inesperadamente el final del régimen de Bashar al-Assad. Con una Rusia desgastada en Ucrania, con Irán en plena debilidad económica y estratégica, y Hezbolá diezmada por los ataques de Israel, el presidente sirio se quedó sin los apoyos exteriores que habían sostenido una dictadura carcomida. La guerra civil enquistada desde las revueltas árabes de 2011 entra en un nuevo escenario, que cambia también el equilibrio de poderes en Oriente Medio. Entramos en unos meses de recomposición geopolítica profunda porque Siria lleva años convertida en un campo de batalla indirecto para las relaciones de Estados Unidos con Rusia, Irán y Arabia Saudí.

Nos encontramos, por tanto, ante unos escenarios completamente abiertos, donde cualquier propuesta de negociación que se plantee tendrá más de movimiento estratégico que de paso previo para abordar las causas fundamentales de los conflictos. Y, sin embargo, estos movimientos diplomáticos –que responden, sobre todo, a iniciativas individuales y personalistas– pondrán a prueba, una vez más, un sistema internacional lastrado por la ineficacia a la hora de lograr amplios consensos globales o de servir como plataformas para resolver disputas. 

3-PROTECCIONISMO Y AUSTERIDAD

El retorno de Donald Trump a la presidencia intensifica este desafío al orden global. Si en su primer mandato ya decidió retirar a Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y del Acuerdo climático de París, ahora le precede el anuncio de una guerra comercial en ciernes. La fragmentación geoeconómica ya existente en 2023 se impusieron cerca de 3.000 medidas de restricción del comercio, casi el triple que en 2019, según el FMI tendrá que lidiar ahora con una aceleración de la espiral proteccionista si la nueva administración estadounidense cumple su promesa de elevar los aranceles hasta el 60% sobre los productos chinos; hasta un 25% para Canadá y México si no toman medidas drásticas contra el fentanilo o la llegada de migrantes a la frontera estadounidense; y entre el 10% a 20% para el resto de su aliados. En 2025 la Organización Mundial del Comercio (OMC) cumple 30 años desde su creación y lo hace con una amenaza de guerra comercial en el horizonte que refleja el estado de crisis institucional que bloquea al árbitro del comercio internacional.

Por todo ello, los países buscan fortalecer sus posiciones a través de una pluralidad de alianzas. El mundo es cada vez más plurilateral. India expande sus acuerdos de libre comercio con el Reino Unido y en América Latina. La UE, por su parte, afrontará finalmente, en 2025, una difícil carrera de obstáculos para ratificar el largamente negociado acuerdo con Mercosur. Además, el trumpismo refuerza esta transaccionalidad: alimenta la posibilidad de alianzas más imprevisibles y la necesidad de adaptación. Entre los que ya han empezado a recalcular objetivos y aliados se encuentra la UE. Es de esperar que los países europeos realicen más compras de gas natural licuado y artículos de defensa a Estados Unidos para apaciguar a Trump. A pesar de que la presión estadounidense y el perfil de la nueva Comisión Europea parece anticipar una posición más dura de Bruselas respecto a China en el ámbito económico, tampoco es descartable que veamos nuevas tensiones entre socios comunitarios respecto al grado de flexibilidad de su estrategia de reducción de riesgos (de-risking). Una retirada estadounidense de los compromisos globales de lucha contra el cambio climático, por ejemplo, avivaría la necesidad de alianzas entre Bruselas y Beijing en este terreno. Asimismo, está por ver si la emergencia de unos países europeos más acomodaticios con esta dependencia geopolítica de China puede abrir una nueva línea de fractura entre los estados miembros.

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Ante tanta incertidumbre, vuelven también las recetas de disciplina fiscal. Brasil, con un Lula da Silva cada vez más delicado de salud, cierra el año anunciando recortes en el gasto público por valor de casi 12.000 millones de dólares; el argentino Javier Milei se enorgullece de liderar «la política de austeridad más dura del mundo»; y el nuevo secretario de Hacienda y Crédito Público mexicano, Rogelio Ramírez de la O, ha prometido una reducción del déficit fiscal en 2025 a partir de aplicar austeridad en la administración pública y recortar el gasto de Petróleos Mexicanos (Pemex). En el Reino Unido, el primer ministro, el laborista Keir Starmer, ha abrazado la «dura realidad fiscal» presupuestaria y prevé recaudar alrededor de 40.000 millones de libras aumentando impuestos y recortando gastos para abordar el déficit fiscal.

También la UE se prepara para afrontar el proteccionismo estadounidense desde la consciencia de su propia debilidad, con el eje francoalemán averiado y su modelo económico cuestionado. París y Berlín se encuentran en un momento de introspección, y los cantos de sirena de la austeridad vuelven a recorrer algunas capitales comunitarias. En Francia, la división parlamentaria dificulta el acuerdo para evitar una eventual crisis de deuda, mientras que en Alemania será el próximo Gobierno, aquel que salga elegido de las elecciones anticipadas del 23 de febrero, quién deba abordar el estancamiento y la falta de competitividad de su economía.

Aunque en 2025 la inflación pierde protagonismo, todavía están por ver los efectos de lo que Trump llama «Maganomics». En Estados Unidos, la implantación de aranceles y la potencial merma de la fuerza laboral como consecuencia de «deportaciones masivas», unido a las rebajas de impuestos, podrían incrementar la inflación en el país y limitar la capacidad de la Reserva Federal de seguir bajando los tipos de interés. Si bien el control republicano de ambas cámaras legislativas y su mayoría en el Tribunal Supremo puede facilitar la adopción de estas medidas, llevar a cabo las deportaciones se antoja mucho más difícil a tenor de los desafíos legales y logísticos que comporta.

Por otro lado, a pesar de los ahorros generados por una posible reducción de la administración pública y los ingresos procedentes de los aranceles, la organización independiente Committee for a Responsible Federal Budget estima que las medidas de Trump podrían incrementar el déficit de manera significativa y situar la deuda en una senda que supere el 140% del PIB en 10 años, desde el 99% actual. Esto significa que los inversores serán más exigentes a la hora de comprar deuda estadounidense ante el riesgo de una crisis fiscal. También será clave observar si tienen éxito los intentos de socavar las agencias regulatorias independientes o la independencia del banco central.

La previsión del FMI de crecimiento global para 2025 es del 3,2%, una tasa muy similar a la estimada para 2024, pero inferior a la dinámica prepandémica. Sin embargo, esta cifra enmascara diferencias significativas por regiones, donde la fortaleza de Estados Unidos y algunas economías asiáticas emergentes contrastaría con la debilidad de Europa y China, así como el acelerado cambio que se está produciendo a nivel global del consumo de bienes al consumo de servicios. En Asia, la atención estará centrada en la renqueante economía China, lastrada por su sector inmobiliario, y cómo su liderazgo responderá ante las nuevas restricciones comerciales, de inversión y tecnológicas de Estados Unidos. De momento, las principales economías asiáticas cierran 2024 a contracorriente de las medidas de austeridad previstas en Europa y América. Tanto China como Japón han anunciado paquetes de estímulo económico, mientras que, en Seúl, la voluntad de recortar el presupuesto para 2025 por parte de la oposición ha llevado al caos político doméstico.   

En este contexto, es de esperar un incremento de la inseguridad económica y una aceleración de la fragmentación de la economía global, donde ya es observable el mayor acercamiento entre países afines. Algunos estados clave en la reglobalización, como Vietnam o México, que hasta ahora habían actuado como intermediarios atrayendo importaciones e inversión chinas y aumentando sus exportaciones a Estados Unidos, verán comprometido su modelo ante la presión de la nueva administración estadounidense. Por otra parte, la bajada de los tipos de interés a nivel global permitirá a algunos países de bajos ingresos volver a acceder a los mercados financieros, si bien alrededor de un 15% de ellos se encuentran en situación crítica por sobreendeudamiento y otro 40% corre un gran riesgo de seguir el mismo camino.

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4- DESMANTELAMIENTO INSTITUCIONAL GLOBAL 

Se acelera el desacomplejamiento de este mundo sin normas. La erosión de los compromisos y de los marcos de seguridad internacionales, así como el aumento de la impunidad, se han convertido en una constante en este ejercicio anual de CIDOB. Incluso, en 2025 la crisis de la cooperación multilateral puede llegar a su punto más álgido si el personalismo toma la delantera y daña, todavía más, los espacios consensuados de resolución de conflictos, esto es, desde Naciones Unidas, a la Corte Penal Internacional (CPI) o la OMC. Estamos en un mundo ya de por sí menos cooperativo y más defensivo, pero ahora el debate sobre la financiación de esta arquitectura institucional post-1945 puede contribuir a redoblar la debilidad estructural del multilateralismo. Estados Unidos tiene actualmente una deuda con Naciones Unidas de 995 millones de dólares del presupuesto ordinario y otros 862 millones para operaciones de mantenimiento de la paz; el retorno de Trump podría comportar una pérdida aún mayor de financiamiento para la organización, lo que impediría su funcionamiento óptimo. 

Está por ver si, a pesar de la rivalidad geopolítica, hay áreas dónde el acuerdo entre potencias es aún posible. Seguimos en un mundo marcado por la desigualdad, acrecentada por las cicatrices de la pandemia. Así, desde 2020, la distancia entre los países más y menos desarrollados aumenta de manera estable. En 2023, el 51% de los países con un índice de desarrollo humano (IDH) más bajo no habían recuperado el nivel previo a la COVID-19, versus el 100% de aquellos con un IDH elevado. En este contexto, será crucial observar los resultados de la IV Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, que tendrá lugar en Sevilla en 2025. 

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Además, 2024 cerró con el intento de Brasil de buscar un acuerdo, en el marco del G-20, para gravar a las fortunas más grandes del mundo con un impuesto anual del 2% sobre el patrimonio neto total de los superricos, aquellos con un capital superior a los 1.000 millones de dólares. Pero la propuesta de Lula da Silva, de momento, ha quedado en un debate. Y, aunque Estados Unidos es, de lejos, el país de entre las naciones más industrializadas, donde una proporción mucho mayor de la riqueza y los ingresos nacionales va a parar al 1% más rico, la llegada de la entente Donald Trump y Elon Musk al poder en Washington dificultará, todavía más, las posibilidades de aprobar tal impuesto. 

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Asimismo, en octubre de 2024, Israel aprobó leyes que prohíben el funcionamiento de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Medio (UNRWA) en el país y reducen sus actividades en Gaza y los territorios ocupados de Cisjordania, al limitar el contacto entre actores gubernamentales israelíes y la agencia. Esta legislación entrará en vigor a finales de enero de 2025, lo que agravará la catástrofe humanitaria en Gaza. Si bien la mayor parte de países que suspendieron temporalmente su financiación a la UNRWA han vuelto a cumplir con sus contribuciones, Estados Unidos le retiró 230 millones de dólares. La movilización de la comunidad internacional para garantizar la supervivencia de la UNRWA, una vez entre en vigor la ley israelí, será clave para mostrar la resiliencia de la acción humanitaria o si, por el contrario, se agrava el desmoronamiento de otro de los pilares de Naciones Unidas. 

Igualmente, el desmantelamiento de las instituciones y las normas democráticas ha afectado a los espacios de protesta de la sociedad civil, ya sea en el propio Estados Unidos, en Georgia o en Azerbaiyán. Por su parte, la violencia política azotó México, donde se estima que hasta 30 candidatos fueron asesinados antes de las elecciones presidenciales de 2024, y se impuso la prohibición de manifestarse en Mozambique. 2024 siguió siendo un año tumultuoso a gran escala, marcado por la violencia en múltiples regiones: desde la lucha persistente contra Al Shabaab en África Oriental y la escalada bélica regional en Oriente Medio, a los más de 60.000 muertos que arroja ya la guerra en Sudán. Los niveles de conflictividad global se han duplicado desde 2020, con un aumento del 22% tan solo en el último año. 

El espacio para la paz disminuye: en 2025, la UE finalizará diferentes misiones de capacitación o construcción de paz en Malí, la República Centroafricana o Kosovo, mientras que el número de misiones de mantenimiento de la paz de Naciones Unidas también se reducirá en África. Asimismo, de no prorrogarse, el 31 de agosto terminará el mandato extendido de la Fuerza Interina de las Naciones Unidas para Líbano (UNIFIL), integrada por unos 10.000 cascos azules de 50 países distintos desplegados en el sur del país y que fueron objeto de ataques israelíes durante la incursión contra Hezbolá. Todos estos movimientos reflejan tanto los cambios más amplios que se están produciendo en el sistema de seguridad internacional como la crisis de legitimidad que sufren las operaciones de mantenimiento de la paz de Naciones Unidas. Aun así, en mayo de 2025, se celebrará el VIII Foro Interministerial para el futuro de estas operaciones y la revisión quinquenal de la arquitectura internacional para la construcción de paz, en un momento en que la organización trata de recuperar parte de su relevancia en países presos por la violencia como Haití o Myanmar.

Así, mientras crece la violencia política, la justicia internacional se debilita. Basta observar la división que las órdenes de arresto dictadas por la CPI contra el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y su exministro de defensa, Yoav Gallant, han provocado en la comunidad internacional, incluso entre los países europeos que reconocen el alto tribunal. Francia se negó a cumplir con la decisión, debido a la supuesta inmunidad de las partes no firmantes del Estatuto de Roma, mientras que Italia la trató de «inviable». Una respuesta que contrasta con la firmeza de los países europeos frente a las órdenes de arresto emitidas para Vladímir Putin o el líder de la junta militar en Myanmar, Min Aung Hlaing. Con Trump en la Casa Blanca, esta situación no mejorará. Si bien la oposición de Estados Unidos a la CPI ha sido tradicionalmente bipartidista, la política de línea dura de la primera administración Trump hacia la Corte fue mucho más allá de la denuncia retórica, traduciéndose en sanciones contra el propio tribunal y sus funcionarios, que la administración Biden levantó posteriormente. 

¿Qué países sabrán navegar mejor en este desmantelamiento gradual del orden global? En 2025 seguiremos con un Sur Global geopolíticamente muy movilizado, y en pleno refuerzo de una institucionalización alternativa, que se amplía y gana voz y presencia global, aunque sin un consenso sobre un nuevo orden reformado o revisionista. En este marco, Brasil se prepara para presidir otros dos foros internacionales estratégicos en 2025: el BRICS+ y la COP 30. En cuanto a África, el continente se ha convertido en un laboratorio de un mundo multialineado, con el aterrizaje de actores como India, los países del Golfo o Turquía, que ahora compiten con y complementan a potencias tradicionales, como Rusia y China. A finales de 2024, Chad y Senegal reclamaron el final de la cooperación militar con Francia, incluyendo el cierre de bases militares, en una búsqueda de afirmar su soberanía. Sudáfrica, por su parte, acogerá el G-20, siendo la primera vez que un actor africano celebra esta cumbre en su territorio, tras la inclusión de la Unión Africana (UA) al grupo. Con ello se cerrará el ciclo de cuatro años en los que esta cumbre se ha celebrado en países del Sur Global. Y, en Asia, se empiezan a intuir algunos procesos de pacificación: desde la reducción de tensiones en la frontera entre China e India, con la retirada de tropas en los Himalayas, al retorno de las cumbres trilaterales entre Corea del Sur, Japón y China, tras cinco años de pausa. La región se repliega en sí misma ante la incertidumbre que plantea el 2025. 

5- CHOQUE TECNOLÓGICO Y PRESIÓN (DES)REGULADORA 

En 2025, la competición tecnológica entre Estados Unidos y China se acelerará aún más. Las últimas semanas de la presidencia de Joe Biden han contribuido a reforzar el escenario de choque entre Beijing y Washington, lo que marcará el nuevo ciclo político. El 2 de diciembre de 2024, la implementación de una tercera ronda de control de exportaciones hacia China, con la colaboración de aliados estadounidenses como Japón o Corea del Sur, redujo, todavía más, la posibilidad de adquirir diferentes tipos de equipamiento y software para la fabricación de semiconductores. China, por su parte, respondió con un veto a la exportación de galio, germanio y antimonio, componentes clave para la producción de semiconductores, y con un mayor control sobre el grafito, imprescindible para las baterías de litio. 

Más allá de esta confrontación bipolar, en 2025 veremos como el proteccionismo tecnológico irá ganando adeptos. Países del Sur Global han empezado a introducir aranceles contra la industria tecnológica china, aunque con otros objetivos. Mientras países como México y Turquía instrumentalizan los aranceles para tratar de forzar nuevas inversiones chinas en su territorio –especialmente en el ámbito de los vehículos eléctricos–, otros, como Sudáfrica, lo hacen para proteger a sus productores locales. Canadá también anunció un arancel del 100% a las importaciones de automóviles eléctricos chinos, siguiendo el ejemplo de la UE y Estados Unidos, a pesar de no tener ningún fabricante de vehículos eléctricos propio al que proteger.

En este escenario, para Xi Jinping, 2025 será un año para reevaluar la estrategia que ha permitido a China conseguir el liderazgo en cinco de las 13 áreas de tecnologías emergentes, según Bloomberg: drones, paneles solares, baterías de litio, refinamiento de grafeno y la alta velocidad ferroviaria. No obstante, una década después del inicio del plan Made in China 2025 –su hoja de ruta hacia la autosuficiencia–, el desarrollo y la innovación del sector de los semiconductores en China se ha visto ralentizado, debido a su incapacidad de acceder tanto a chips más avanzados como a la maquinaria para producirlos o a softwares más punteros. 

Con el retorno de Trump al poder, ¿puede escalar la guerra por los semiconductores? En campaña, el presidente electo acusó a Taiwán de «robar el negocio de los chips» a Estados Unidos. Sin embargo, en 2025, la Taiwan Semiconductor Manufacturing Company Limited (SMC) empezará la producción a gran escala de circuitos integrados en su fábrica del país norteamericano. La inversión en Arizona del principal fabricante de chips de Taiwán fue anunciada por la primera administración Trump, así que no es difícil imaginar otra futura ronda de inversiones por parte de la nueva administración republicana para reforzar la seguridad de la cadena de suministro. 

Además, la influencia de Elon Musk en la Casa Blanca también promete una mayor simbiosis entre Silicon Valley y el Pentágono. La competición tecnológica y el aumento de los conflictos en el mundo han despertado de nuevo el apetito de las Big Tech por los contratos públicos en el ámbito de la defensa, por lo que, con el retorno de Trump, sus líderes esperan recoger los beneficios de sus inversiones en la campaña presidencial. Apenas dos días después de las elecciones de noviembre de 2024, Amazon y dos compañías punteras en IA, como son Anthropic y Palantir, firmaron una colaboración para desarrollar y proveer a los servicios de inteligencia y de defensa estadounidenses con nuevas aplicaciones y modelos de IA. Así, es posible que el consenso alcanzado en abril de 2024 entre Biden y Xi Jinping de «desarrollar la IA en el sector militar de forma prudente y responsable» quede obsoleto bajo la nueva administración Trump. 

Pero la hipertecnificación va más allá del ámbito militar, ya que cada vez atraviesa más sectores de la administración en más países distintos. La entrada en vigor del Pacto sobre Migración y Asilo en Europa, por ejemplo, irá acompañado de la introducción de nuevas medidas de vigilancia tecnológica: desde el despliegue de drones y de sistemas de IA en frontera, en estados como Grecia, a la modificación del sistema EURODAC –la base de datos de la UE que registra a los demandantes de asilo– para recopilar datos biométricos de personas migrantes. Ello consolidará un modelo de vigilancia y discriminación hacia este colectivo. 

También está por ver el impacto de las nuevas mayorías políticas en Estados Unidos y la UE en materia de gobernanza tecnológica. Tras un intenso período de creación de regulación y de acción judicial en los tribunales contra el poder monopolístico de las grandes tecnológicas, en 2025 asistiremos a una desaceleración –que no reducción– de la implementación de nuevas medidas contra las Big Tech. Las nuevas prioridades políticas en la Unión, además, pondrán el acento tecnológico en la seguridad por encima de la competencia, y veremos emerger un debate interno sobre la regulación existente, ya sea por si esta puede implementarse de forma efectiva o si ha sido demasiado ambiciosa. Un giro que contrasta con la tendencia reguladora, especialmente en el uso de la IA, que se despliega en el resto del mundo, desde Corea del Sur a América Latina. 

Finalmente, Naciones Unidas proclamó el 2025 como el Año Internacional de la Ciencia y Tecnología Cuántica (IYQ, por sus siglas en inglés). La computación cuántica es una rama de la informática que permitirá desarrollar ordenadores más potentes que podrán manejar algoritmos más complejos, lo que ayudará a dar un salto de gigante en la investigación científica, la sanidad, la ciencia del clima, el sector energético o las finanzas. Microsoft y la empresa tecnológica Atom Computing han anunciado que empezarán a comercializar en 2025 su primer ordenador cuántico. Y, a su vez, Google ha presentado también Willow, un chip cuántico que resuelve en cinco minutos una tarea que un superordenador tardaría cuatrillones de años en completar. Esta nueva generación de superordenadores aprovecha el conocimiento de la mecánica cuántica –la parte de la física que estudia las partículas atómicas y subatómicas– para superar las limitaciones de la informática clásica, permitiendo realizar multitud de operaciones simultáneas.  

6- ¿UNA «TERCERA ERA NUCLEAR»?

Mientras la complejidad algorítmica se acelera, los debates sobre la seguridad nuclear nos retrotraen al pasado: desde un nuevo auge en la nuclearización, al recurso constate de la amenaza nuclear como intimidación. Con una arquitectura de seguridad global cada vez más débil, la carrera armamentística internacional avanza acelerada y sin guardarraíles. Según el Stockholm International Peace Institute (SIPRI), tanto la cantidad como el tipo de armas nucleares en desarrollo se ha incrementado durante el último año, a medida que la disuasión nuclear vuelve a ganar terreno en la estrategia de los nueve estados que almacenan o han detonado armas nucleares. Por todo ello, los riesgos de un accidente o de un error de cálculo seguirán muy presentes en 2025, tanto en Ucrania como en Irán.

Precisamente, coincidiendo con los 1.000 días de la invasión rusa de Ucrania y la escalada bélica sobre el terreno, Vladimir Putin impulsó cambios en la doctrina nuclear rusa, reduciendo el umbral para el uso de armas nucleares. El texto actualizado dice que un ataque de un Estado no nuclear contra Rusia, si es respaldado por una potencia nuclear, será tratado como un ataque conjunto contra Rusia. Para reforzar su mensaje, el Kremlin amenazó con usar el misil supersónico ruso Oreshnik sobre Ucrania, un proyectil que puede llevar seis cabezas nucleares y viajar a 10 veces la velocidad del sonido. En este contexto, el despliegue de soldados norcoreanos para apoyar a Rusia en el frente ucraniano, a finales de 2024, supone también la implicación de otra potencia nuclear en el conflicto, y abre nuevas incógnitas sobre qué recibirá Pyongyang a cambio. Al respecto, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, señalaba el aumento del apoyo ruso al desarrollo de capacidades armamentísticas y nucleares del régimen de Kim Jong-un. Como resultado, la amenaza de una potencial desestabilización del equilibrio en la península coreana y la vuelta al poder de Trump han reavivado, todavía más, el debate nuclear en Seúl y Tokio, que ya había ido ganando fuerza desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania.

También se pueden producir cambios en la política nuclear de Estados Unidos. El Proyecto 2025, el manual ultraconservador que pretende guiar a la administración Trump, aboga por la reanudación de las pruebas nucleares en el desierto de Nevada aun cuando detonar una bomba nuclear subterránea violaría el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBT, por sus siglas en inglés), que Estados Unidos firmó en 1996. Bajo la primera administración Trump, la industria de las armas nucleares ya experimentó un auge. Esta vez, sin embargo, los expertos consideran que, de llevarse a cabo el programa, ello significaría la acumulación más dramática de armas nucleares desde el inicio de la administración Reagan, hace unas cuatro décadas.

En paralelo, los dos estados nucleares europeos –Francia y el Reino Unido– también se encuentran en un proceso de modernización del sector. El Gobierno británico está inmerso desde 2021 en una ampliación de su arsenal de cabezas nucleares y, como miembro del acuerdo trilateral del AUKUS junto a Estados Unidos y Australia, formará en 2025 a centenares de oficiales australianos en la gestión de reactores nucleares para preparar a Canberra en su futura adquisición de submarinos propulsados con energía nuclear. También Francia está desarrollando su propio diseño de submarino «de última generación». 

Además, 2025 será un año decisivo para el programa nuclear de Irán. Se aproxima la fecha límite para que las potencias mundiales pongan en marcha el mecanismo de reactivación de todas las sanciones que se levantaron en el acuerdo que ponía freno a la expansión nuclear iraní, el llamado Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés). De momento, Teherán ya ha advertido que, si vuelven las sanciones, Irán se retirará del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). La amenaza alimenta todavía más los factores de riesgo de la escalada bélica en Oriente Medio y la posibilidad de que Israel se plantee atacar instalaciones nucleares iraníes. 

Asimismo, se ha reactivado el debate nuclear en Europa, que sigue los pasos de una tendencia global. Se espera que la producción de energía nuclear rompa récords mundiales en 2025, a medida que más países invierten en reactores para impulsar el cambio hacia una economía global que busca superar el carbón y diversificar las fuentes energéticas. La UE, que se encuentra en un momento crítico para intentar satisfacer la demanda energética a la vez que impulsa el crecimiento económico, también vive un nuevo ímpetu del debate nuclear. Aproximadamente una cuarta parte de la energía de la Unión es nuclear, y más de la mitad se produce en Francia. En total, hay más de 150 reactores en funcionamiento en territorio comunitario. El pasado mes de abril, 11 países de la UE (Bélgica, Bulgaria, Croacia, Chequia, Finlandia, Francia, Hungría, Italia, Países Bajos, Polonia y Suecia) firmaron una declaración que instaba a los reguladores a «liberar plenamente» el potencial de la energía nuclear y a «habilitar condiciones de financiación» para apoyar la ampliación de la vida útil de los reactores nucleares existentes. Italia se plantea renunciar a ser el único miembro del G-7 sin plantas de energía nuclear y levantar la prohibición que pesa sobre el despliegue de «nuevas tecnologías de reactores nucleares». Un posible retorno de los cristianodemócratas de la CDU a la cancillería alemana, tras las elecciones del próximo mes de febrero, podría reabrir el debate sobre la decisión tomada por Angela Merkel en 2023 de cerrar el último reactor nuclear que operaba en el país.

Finalmente, Taiwán, pese al fuerte rechazo nuclear tras la catástrofe de Fukushima en su vecindario, también se encuentra en plena reflexión sobre la energía nuclear, en un año donde se cerrará la última central todavía en funcionamiento. En efecto, la necesidad de hacer frente a la demanda creciente de producción de semiconductores debido al auge de la IA, que apuntábamos en el punto anterior, ha tensionado enormemente el consumo energético del país. El Gobierno taiwanés no es el único que se encuentra en esta tesitura. Microsoft está ayudando a reactivar la planta nuclear Three Mile Island, en Pensilvania, que cerró en 2019, mientras Google (propiedad de Alphabet) y Amazon están invirtiendo en tecnología nuclear de próxima generación.

7- URGENCIAS CLIMÁTICAS SIN LIDERAZGO COLECTIVO

2024 habrá sido el año más cálido del que se tenga registro. También habrá sido el primero en el que la temperatura media haya superado en más de 1,5°C los niveles preindustriales, lo que marca una nueva escalada de la crisis climática y el fracaso de los intentos por mantener la temperatura global por debajo de ese umbral. Solo hasta junio de 2024, los fenómenos climáticos extremos ya habían causado daños económicos por valor de más de 41.000 millones de dólares y afectado a millones de personas en todo el mundo. Y, sin embargo, la lucha global por la mitigación está cada vez más falta de liderazgo político. Lo demuestran los debates y los resultados de la COP29 celebrada en Bakú el pasado mes de noviembre, donde todos los esfuerzos políticos se dedicaron a una sola batalla: la financiación. Aun así, el compromiso de los países ricos de aportar 300.000 millones de dólares al año para 2035 se considera insuficiente para cubrir las necesidades de los países más pobres y garantizar justicia climática. El coste de la mitigación y la adaptación para los países en desarrollo se estima alrededor de entre 5 y 6,8 billones de dólares hasta 2030. Además, el pesimismo bebe de los hechos: si bien los países desarrollados adoptaron, en 2009, el compromiso de dedicar 100.000 millones de dólares al año para financiar el clima, no se llegó a cumplir con este objetivo hasta el año 2022. 

En Bakú, un Norte Global bajo la estela de la victoria de Donald Trump y la influencia de una agenda política que ha relegado el clima a un segundo plano frente a la inflación o los precios de la energía decidió no pelear la batalla de la mitigación. Si en la COP28 de Dubái se dijo por primera vez que el mundo debía iniciar una transición para dejar atrás los combustibles fósiles, en la COP29 esto ni siquiera se mencionó. 2025 será un año para medir compromisos, tanto financieros como de acción. Los países firmantes del Acuerdo de París (2015) deberán presentar los planes de acción nacionales para demostrar que están cumpliendo con los compromisos de mitigación acordados. Esta nueva ronda de contribuciones nacionales tiene su fecha de entrega prevista para febrero, pero es probable que muchos países no lleguen a tiempo y que su nivel de ambición no esté a la altura de lo que la ciencia y la emergencia climática reclaman. 

Además, Estados Unidos segundo emisor mundial de gases de efecto invernadero después de China podrían asestar un nuevo golpe a la lucha global contra el cambio climático si Donald Trump decide volver a retirar a su país del Acuerdo de París, como ya hizo en su primer mandato. Más complicado lo tendría, sin embargo, para salir de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), el tratado que sustenta dicho acuerdo y las conversaciones multilaterales sobre el clima. Sin embargo, esta no es la única incertidumbre de la «transición verde» estadounidense. La elección por parte de Trump de Chris Wright, un ejecutivo petrolero de Liberty Energy y negacionista de la crisis climática, para dirigir el Departamento de Energía puede volver a priorizar los combustibles fósiles frente a los objetivos de energía verde.

También la nueva Comisión Europea deberá decidir qué papel quiere jugar en este «invierno geopolítico» que frena los esfuerzos para reducir las emisiones que calientan el planeta. Las nuevas mayorías políticas dificultarán a la UE actuar como un actor unitario en cuestiones climáticas, como se ha puesto de manifiesto recientemente en el Parlamento Europeo con la polémica decisión de aplazar y suavizar la ley europea contra la deforestación. Así, en 2025 veremos como crece la tensión en el seno de la UE para reducir la regulación y los estándares medioambientales.

Mientras el progreso global en la lucha por la mitigación se ralentiza y el liderazgo de Estados Unidos queda vacío, China expande su ambición y su influencia. En 2025 hay esperanzas puestas en la transición energética china y en su nuevo papel de contribuyente financiero voluntario al acuerdo sellado en Bakú. Según los expertos, el consumo de carbón y las emisiones de CO2 de China podrían alcanzar su pico en 2025  cinco años antes de su objetivo. Los avances climáticos que alcance China tendrán no solo un impacto evidente para el planeta, sino también para los intereses económicos y energéticos del gigante asiático. Parte de la transición económica de China después de la pandemia ha ido dirigida a incentivar el desarrollo y la implementación de energías renovables, convirtiéndose en el sector que más contribuyó al crecimiento económico del país en 2023. Pero, a su vez, también tiene implicaciones geopolíticas: cuánto más crece su consumo energético de renovables, más disminuye la dependencia a la importación de hidrocarburos de terceros países, incluida a Rusia.  Según el viceprimer ministro Ding Xuexiang, China ha dedicado 24.500 millones de dólares para la financiación climática global desde 2016. Con una mayor presión por parte de Bruselas para que China aumente sus contribuciones, es posible que veamos al país asiático tratando de mejorar su imagen mediante un mayor activismo climático este 2025.

No obstante, los grandes protagonistas en renovables son los países del Sur Global. Según un estudio publicado por el think tank RMI, la adopción de estas tecnologías por parte de países del Sur va a un ritmo y una escala mucho mayor que en los del Norte. La Agencia Internacional de Energía (AIE) estima que las nuevas instalaciones de energía solar y eólica de estos países han crecido un 60% en 2024, con Brasil, Marruecos y Vietnam a la cabeza, registrando una mayor tasa de adopción de estas energías que parte de Europa y Estados Unidos. 

La celebración en 2025 de la COP30 en Brasil, uno de los países más ambiciosos en sus compromisos climáticos, alimenta aún más las expectativas y las esperanzas de un nuevo ímpetu global en la lucha contra el cambio climático, que tenga en cuenta las necesidades y reclamos del Sur Global. Si bien se espera que el discurso de la adaptación, una demanda histórica de estos países, empiece a ganar terreno en la agenda internacional y local, el cambio de narrativa podría esconder nuevos retos: por un lado, la necesidad de pensar en un mundo más allá del incremento de 1,5ºC de temperatura; y, por otro, el riesgo de aumentar las desigualdades entre comunidades y países con más capacidad de adaptación, ya que la pobreza está directamente relacionada con la resiliencia de un país a los riesgos climáticos y su capacidad para recuperarse de ellos. Esto coloca a los países en desarrollo en una situación de riesgo considerable, y la brecha de adaptación es cada vez más amplia.

8- GÉNERO: FIN DE LOS CONSENSOS

En 2025 se agrava la polarización entorno a los consensos de género. Mientras las agendas conservadoras ganan terreno político, los acuerdos internacionales que, desde las últimas décadas, han permitido avanzar en la igualdad de género, vuelven a discutirse. Por un lado, 2025 será un año de celebración de dos hitos internacionales para los derechos de las mujeres: el 30.º aniversario de la Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing, adoptada tras la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer (1995), y el 25.º aniversario de la Resolución 1325 (2000) del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas sobre Mujeres, Paz y Seguridad (MPS). La conmemoración de ambos acuerdos, adoptados en un momento marcado por el optimismo y los éxitos de movimientos feministas transnacionales, invitarán a reflexionar sobre los consensos perdidos, los retos existentes y la falta de voluntad política para llegar a su total adopción e implementación. Por el otro lado, destaca el Foro Generación Igualdad, iniciado en 2021 para la celebración de los 20 años de la Resolución 1325, con el objetivo de alcanzar avances consolidados en los derechos de las mujeres y niñas en cinco años, tendrá que dar cuentas de sus compromisos no alcanzados. Según la asociación Population Matters,  uno de cada tres países no ha realizado ningún avance en materia de género desde 2015, y la situación de las mujeres ha empeorado en 18 países, especialmente en Afganistán y Venezuela.  

La dificultad de encontrar nuevos consensos, liderazgos y voluntad política se hace patente en el intento de adoptar nuevos planes internacionales para proteger los derechos de mujeres y niñas. Según los datos de WILPF, el 30% de los Planes de Acción Nacional (PAN) para la implementación doméstica de la Agenda MPS expiraron hace más de dos años, y las estrategias nacionales de 32 países u organizaciones regionales finalizarán entre 2024 y 2025, lo que abrirá una incógnita sobre su actualización y renovación en un contexto internacional marcado por la conflictividad, el auge de la extrema derecha y la polarización entorno al género. En 2025, también finalizarán dos acuerdos para promover la igualdad de género que deberán ser renegociados: la Estrategia de Igualdad de Género del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Plan de Acción en materia de Género III (GAP III, por sus siglas en inglés) de la UE. En este último caso, se hace difícil vislumbrar una Comisión tan comprometida con la igualdad de género como fue el primer mandato de Ursula Von der Leyen, durante el cual se adoptó la Directiva para la Violencia contra las Mujeres o se completó la adhesión de la UE al Convenio de Estambul. Sin embargo, en los primeros pasos de su segundo mandato, se empiezan a entrever las dificultades para seguir por la misma senda. Si bien en su presentación de las líneas políticas para la nueva Comisión, Von der Leyen declaró su compromiso con la igualdad de género y el colectivo LGBTIQ, el equipo de comisarios propuestos por los gobiernos de la Unión ya ha desafiado su voluntad de liderar una Comisión paritaria. De los 27 miembros del ejecutivo de Bruselas, solo 11 son mujeres –incluyendo a la propia presidenta y a la Alta Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, la estonia Kaja Kallas. Además, la figura de la Comisaria para la Gestión de Crisis y para la Igualdad –competencia que fue introducida por primera vez en 2019–, como su cargo indica, ahora también se encargará de la gestión y prevención de crisis, diluyéndose, así, el énfasis en el ámbito de la paridad de género. Asimismo, con un Parlamento Europeo más derechizado y con un mayor número de gobiernos comunitarios liderados por formaciones de extrema derecha y antifeministas, difícilmente se podrá avanzar en medidas progresistas. 

En este contexto, el retorno de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos augura otro duro revés para la igualdad de género, especialmente en el ámbito de los derechos para la salud sexual y reproductiva. La llegada al poder de candidatos republicanos siempre va acompañada de la recuperación de la llamada «política de Ciudad de México» (también conocida como Global Gag Rule), que impone serias restricciones internacionales a los derechos de salud sexual y reproductiva. Se trata de una política que prohíbe a las ONG del sector de la salud ofrecer servicios de aborto legal y seguro e, incluso, hacer activismo para la reforma de leyes contra la interrupción voluntaria del embarazo en sus propios países si reciben financiación estadounidense –aunque lo hagan con sus propios fondos. Pero esta restricción no sólo se queda en el ámbito de la ayuda al desarrollo. Entre otras medidas que recoge, de nuevo, el Project 2025, se incluye la eliminación de lenguaje para la igualdad de género, la orientación sexual y la identidad de género, o la protección de derechos de salud sexual y reproductiva en futuras resoluciones de Naciones Unidas, pero también en la política y las regulaciones domésticas de Estados Unidos. 

En 2017, países como Suecia y Canadá –entonces los únicos países que habían adoptado una política exterior feminista– corrieron a suplir el vacío dejado por el cambio de prioridades estadounidenses, con la articulación de proyectos internacionales como el SheDecides, que buscaba canalizar el apoyo político internacional para garantizar la «autonomía corporal» de mujeres en todo el mundo. Sin embargo, desde 2022, con Suecia abandonando la bandera del feminismo en política exterior, y otros países como Canadá, Francia o Alemania, concentrados en sus próximas elecciones y en la inestabilidad política doméstica a la que deberán enfrentarse en 2025, resulta difícil imaginar liderazgos y financiamiento alternativos. Europa vive su propia involución. 

Pero los retrocesos en los consensos políticos al más alto nivel no se quedan ahí. Tras las elecciones estadounidenses, el acoso y la misoginia han ido copando las redes sociales con comentarios como «Tu cuerpo, mi decisión» (your body, my choice), con un incremento de hasta el 4.600% de este mensaje en Twitter/X. La violencia cibernética contra las mujeres está al alza: según un estudio de 2023, alrededor de un 98% de las deep fakes son pornográficas y afectan a mujeres. Dichos escándalos se han multiplicado con la IA, abriéndose un debate sobre la regulación y posible criminalización de estos casos. 

9- DEPORTACIÓN DE MIGRANTES Y DERECHOS

2024 cierra con el retorno de miles de refugiados sirios hacia su país. Después de 14 años de guerra civil, la caída del régimen de Bashar al-Assad ha generado esperanzas en un país con la mayor crisis de desplazamiento forzado del mundo, según Naciones Unidas, con más 7,2 millones de desplazados internos –más de dos tercios de la población del país– y 6,2 millones de refugiados, principalmente alojados en los países vecinos de Egipto, Irak, Jordania, Líbano y Turquía. Sin embargo, a pesar de la incertidumbre del momento político y de que los combates siguen abiertos sobre el terreno, algunos países de la UE (Alemania, Italia, Suecia, Dinamarca, Finlandia o Bélgica) se han apresurado a suspender las solicitudes de asilo de miles de refugiados sirios, y otros, como Grecia o Austria, han tomado medidas para su expulsión. El Gobierno austríaco incluso ha puesto en marcha un programa de deportación que está reevaluando la situación de unos 40.000 sirios a los que se les había concedido el estatus de refugiado en el país en los últimos cinco años. Todos estos movimientos agravan, aún más, el debate entre socios europeos acerca del concepto de «tercer país seguro» que tanto han criticado las organizaciones sociales. 

2025 será un año de deportaciones. Lo será a nivel discursivo y operativo. La inmigración ha sido la piedra angular de la carrera política de Donald Trump y, en su segunda campaña presidencial, prometió ejecutar la mayor deportación de la historia. ¿Cómo se llevará a término? Está por ver si asistiremos a deportaciones escenificadas, o cuál puede ser el impacto real en el mercado laboral estadounidense de una política que, según múltiples estudios, no es un juego de suma cero en favor de los trabajadores autóctonos: porque los inmigrantes no regularizados trabajan en ocupaciones diferentes a los nacidos en Estados Unidos, porque crean demanda de bienes y servicios, y porque contribuyen a la salud fiscal del país a largo plazo. Asimismo, hay dudas sobre la sostenibilidad económica de este tipo de políticas, sobre todo ante la perspectiva del crecimiento de flujos y el aumento dramático en el número de deportaciones que ya ha habido en Estados Unidos desde la pandemia (de unas 300.000 personas al año). No obstante, la victoria de Trump disparó en la bolsa el valor de empresas que se dedican a deportar migrantes, al monitoreo o la vigilancia de la frontera, así como a la gestión de centros de reclusión. La industria de la deportación va al alza.

Además, la deportación ya no es únicamente un instrumento del Norte Global. Irán se plantea deportaciones masivas de afganos; el sistema de deportación turco se ha reforzado con cientos de millones de euros provenientes de la UE; y también Túnez está llevando a cabo «expulsiones colectivas» ilegales de inmigrantes con fondos de la Unión. Por su parte, Egipto aplica, desde hace meses, detenciones masivas y devoluciones forzadas de refugiados sudaneses

A nivel europeo, en 2025 los estados miembros de la UE tienen que presentar sus planes nacionales de implementación del nuevo Pacto sobre Migración y Asilo. Su entrada en vigor está prevista para 2026, pero España ha pedido que las nuevas herramientas en materia de control de fronterizo y de reparto de personas migrantes puedan empezar a usarse ya el próximo verano. Sin embargo,  el pacto nace ya impugnado por algunos estados miembros, que piden reemplazarlo por un modelo que permita el traslado de los migrantes a centros de internamiento situados en países extracomunitarios considerados seguros. En este sentido, la decisión de Italia, el pasado agosto, de abrir dos centros de este tipo en Albania, aunque acabó en un sonoro fracaso judicial para el Gobierno de Giorgia Meloni, fue un claro adelanto de la creciente tensión existente entre política y estado de derecho. En este contexto, además, en 2025 los jueces pueden empezar a notar con mayor intensidad la falta de herramientas para la protección de los derechos de asilo y refugio, en un contexto global que lleva años finiquitando la protección internacional. La guerra en Gaza –que en su primer año ha llevado al desplazamiento forzoso del 85% de su población– ilustra el fracaso estrepitoso del derecho internacional, tanto en el ámbito humanitario como en el del asilo.

El miedo, como dinámica que impregna políticas, tanto en el campo migratorio como en las relaciones internacionales, ganará terreno en 2025. Por eso, la escenificación de la deportación se ha convertido en un instrumento simbólico de disuasión. La criminalización del migrante –que se siente señalado– y el discurso de la carga social que explotan determinados gobiernos con una agenda de recorte público, marcan la pauta en un sistema internacional cada vez más obsesionado por la protección de las fronteras y menos interesado (y equipado) en garantizar una migración segura y regular. 

10- MILITARIZACIÓN DE LA INSEGURIDAD

En este mundo de instituciones débiles, se multiplican los resquicios por los que se cuela y expande el crimen organizado. Las redes que articulan y coordinan la delincuencia constituyen negocios multimillonarios, transnacionales, con jerarquías y alianzas estratégicas. Mientras el orden global se fragmenta, la geopolítica de las mafias evoluciona con nuevos actores y un cambio de metodología: en lugar de competir, los grupos del crimen organizado están cooperando cada vez más, compartiendo elementos de las cadenas de suministro globales para el tráfico de drogas y personas, los delitos ambientales, la falsificación de medicamentos o la minería ilegal  –que en algunos países, como Perú o Colombia, generan igual o más dinero que el narcotráfico–. Redes globales que van de China a Estados Unidos y de Colombia a Australia, a través de «narcosubmarinos», explican la diversificación de negocios y escenarios; pero también su capacidad de penetrar estructuras de poder y erosionar el estado de derecho, porque se dan en un contexto de incremento de la corrupción de los estados y de sus sistemas judiciales y de seguridad. 

En Ecuador, por ejemplo, uno de los puntos calientes del tráfico de drogas a escala mundial, el Gobierno ha declarado la guerra a 22 organizaciones criminales y habla de «conflicto armado interno». Puerto Príncipe, la capital de Haití, es hoy una ciudad tomada por la violencia de grupos criminales enfrentados por disputas territoriales, que han llevado a las distintas bandas armadas a tomar el control de vecindarios, de comisarías de policía, y hasta bloquear temporalmente el aeropuerto. La última escalada de violencia ha dejado un saldo de casi 4.000 muertes y más de 700.000 desplazados dentro del país, de acuerdo con datos de la Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Por su parte, la crisis geopolítica del fentanilo, que tiene su epicentro en México, como productor consolidado de esta droga sintética desde la pandemia de la COVID-19, se ha convertido en un problema bilateral de primer orden con Estados Unidos y Canadá, y en una amenaza para América Central. 

También en Europa. Ciudades portuarias como MarsellaRoterdam o Amberes son puntos de llegada e incautación de droga. La delincuencia organizada es el mayor reto al que se enfrenta actualmente el Gobierno sueco, con 195 tiroteos y 72 atentados con bombas, que se han cobrado 30 vidas solo en este último año. Con la globalización, esta nueva realidad hiperconectada ha llegado, incluso, a las islas del Pacífico, que ahora ocupan un lugar más destacado en el tablero estratégico internacional por la proliferación de compromisos comerciales, diplomáticos y de seguridad. Ello ha transformado también el panorama criminal de la región, con la presencia de las tríadas y los sindicatos asiáticos, los cárteles de América Central y del Sur, y bandas de moteros  ilegalizadas en Australia y Nueva Zelanda.

Según el Índice Global de crimen organizado, por lo menos el 83% de la población mundial vive en países con niveles elevados de criminalidad, cuando en 2021 era el 79%. Si el crimen organizado es uno de los ganadores de este nuevo orden fragmentado, con el aumento de la violencia se han impuesto también las políticas de securitización. En América Latina, por ejemplo, la apuesta clara por la militarización de la seguridad, –buscando soluciones nacionales (de contención de la violencia) a lo que es un desafío transnacional– ha favorecido respuestas de «mano dura».

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El mundo se rearma. Con el aumento de la conflictividad, como las guerras en Ucrania y Oriente Medio, también crecen los ingresos por ventas de armas y servicios militares. Según el SIPRI, 2025 será el año con más gasto militar desde hace mucho tiempo. En este escenario, la presión sobre los países miembros de la OTAN para aumentar su gasto en defensa vivirá un nuevo momento de tensión con el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca, pero también por la propia imprevisibilidad del contexto internacional. En los próximos meses, la Alianza Atlántica deberá gestionar distintas fracturas internas: por un lado, por la demanda para aumentar el gasto en Defensa al 3,5% del PIB; i, por otro, por las diferencias entre aliados en cuanto a las estrategias utilizadas contra Rusia. Países como Polonia o los del Báltico reclaman una postura más agresiva contra Moscú, mientras que otros miembros, como Hungría o Turquía, buscan mantener un enfoque más neutral. Esto podría complicar la formulación de una estrategia unificada frente a las amenazas de Rusia y a los futuros escenarios geopolíticos en Ucrania. Además, Trump desafió en campaña el compromiso de defensa mutua que garantiza el artículo v del Tratado de la OTAN. Si la nueva administración estadounidense adopta una postura más aislacionista, los aliados europeos podrían cuestionar la fiabilidad de Estados Unidos como pilar de su seguridad. También crece en la UE la preocupación por el riesgo percibido sobre ciertos componentes esenciales o sobre las infraestructuras de cableado submarino, que son críticos para la conectividad y la economía global, especialmente después de distintos episodios de supuestos sabotajes como los registrados en el mar Báltico estos últimos meses. 

Finalmente, la creciente militarización de la periferia marítima de China también está generando nuevos temores securitarios en el continente asiático. Beijing promueve, cada vez con más vehemencia, una visión chinocéntrica en el Indopacífico. Ello hace temer que, para este 2025, se produzca un aumento de la agresividad en la estrategia china de convertir Asia Oriental en su esfera de influencia exclusiva.

En este contexto, la aceleración geopolítica multiplica los interrogantes tanto para los analistas como para los propios actores de las relaciones internacionales. El mundo se debate entre la gesticulación de los nuevos liderazgos, los escenarios cambiantes que están redibujando conflictos enquistados, y una rivalidad chino-estadounidense que puede derivar en una guerra comercial y tecnológica a corto plazo. Ante este horizonte, los esfuerzos de multialineamiento que muchos países del mundo intentan desplegar, con la seguridad como núcleo central, se vuelven cada vez más complejos a medida que arrecia la confrontación entre las grandes potencias globales. 

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FUENTE CIDOB https://www.cidob.org/publicaciones/el-mundo-en-2025-diez-temas-que-marcaran-la-agenda-internacional

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no representan necesariamente el punto de vista de Dossier Geopolitico

Por Alejandro Marcó del Pont

Tropezar no es malo, encariñarse con la piedra sí (Alberto Sardiñas)

En un mundo definido por tensiones comerciales y el ascenso de China como potencia económica, las corporaciones estadounidenses y las instituciones gubernamentales han entrado en una lucha interna sobre el futuro de la política comercial de Estados Unidos. La presidencia de Donald Trump introdujo políticas arancelarias agresivas que buscaban reducir la dependencia de China y fomentar la autosuficiencia económica del país. Sin embargo, estas medidas pueden colisionar con los intereses del llamado «Estado profundo» estadounidense, un entramado de actores clave en defensa, diplomacia y economía que tradicionalmente ha priorizado la integración global y la estabilidad comercial que le ha redituado grandes beneficios.

Esta disputa interna revela fracturas profundas en la estrategia de política exterior de Estados Unidos. Poco pueden pesar las decisiones de un presidente, las políticas son más bien moldeadas por intereses corporativos y burocráticos. Mientras algunas compañías respaldan las políticas de Trump, otros las rechazan abiertamente debido a su impacto en los mercados internacionales y en la competitividad estadounidense.

Desde su llegada al poder, Donald Trump impulsó una agenda económica nacionalista basada en el eslogan «América primero». Las políticas arancelarias hacia China fueron el pilar de esta estrategia, con el objetivo de repatriar empleos e industrias a Estados Unidos, especialmente en regiones desindustrializadas. Reducir el déficit comercial con China, al desincentivar las importaciones mediante tarifas y presionar a Beijing para obtener concesiones en temas tecnológicos y comerciales.

Aunque estas medidas generaron beneficios a corto plazo para sectores industriales tradicionales, como la manufactura y el acero, también tuvieron consecuencias adversas. Por ejemplo, los costos de productos importados aumentaron significativamente, afectando a los consumidores estadounidenses, mientras que empresas tecnológicas como Apple, Tesla e Intel, altamente dependientes de cadenas de suministro en China, se encontraron atrapadas entre cumplir con las políticas de Washington o mantener su acceso al mercado chino.

La nueva presidencia de Trump augura nuevos corto circuitos, pero esta vez, es más claro que parte del poder real de Estados Unidos están en disputa. Según Karthik Sankaran, investigador del Quincy Institute for Responsible Statecraft, clasifica las corporaciones estadounidenses según sus estrategias frente al mercado chino y las políticas de Washington. Estas categorías reflejan las tensiones entre intereses económicos y políticos, y recientemente han sido actualizadas para capturar la complejidad de la situación actual. Las nuevas categorías incluyen:

1. Expansionistas pragmáticos: Corporaciones que buscan maximizar beneficios manteniendo fuertes relaciones comerciales con China. Ejemplos destacados son Tesla y Qualcomm. Tesla, por ejemplo, obtiene el 25% de sus ingresos (12.000 millones de dólares anuales) del mercado chino y depende de componentes críticos como baterías.

2. Aislacionistas estratégicos: Empresas alineadas con la narrativa de «América Primero», que buscan reducir la dependencia de importaciones chinas y repatriar su producción a Estados Unidos. Fabricantes de acero y automotrices como Ford lideran este grupo, apoyados por subsidios estatales.

3. Diversificadores cautos: Compañías tecnológicas como Intel, que obtienen un porcentaje significativo de ingresos de China (26% en el caso de Intel, equivalente a 21.000 millones de dólares), pero buscan reducir riesgos diversificando sus cadenas de suministro hacia otros mercados como el sudeste asiático.

4.  Mediadores financieros: Actores como Wall Street y cadenas minoristas como Walmart, que priorizan la estabilidad económica. Estas corporaciones presionan para evitar interrupciones comerciales que puedan perjudicar tanto a la economía global como a los consumidores estadounidenses.

La siguiente tabla resume la dependencia de sectores clave estadounidenses del comercio con China y su impacto en las disputas internas:

El «Estado profundo» estadounidense, compuesto por actores clave en el Departamento de Defensa, el Departamento de Comercio, Wall Street y otras instituciones, ha desempeñado un papel crucial en oponerse a las políticas económicas de Trump y es posible que hagan nuevamente. Aunque este término suele asociarse con teorías conspirativas, en este contexto se refiere al conjunto de intereses corporativos y burocráticos que influyen en las decisiones de política exterior y económica de Estados Unidos.

Por ejemplo, Tesla y Qualcomm han capitalizado su relación con China para expandir sus ingresos, por otro lado, empresas como Lockheed Martin, con menos del 1% de sus ingresos provenientes de este país, abogan por restricciones más severas para contener el ascenso tecnológico de Beijing. Sin embargo, empresa del complejo bélico como Boeing sus ingresosprovenientes deChina representan aproximadamente el 12% de sus ingresos estimados en U$S 8 mil millones anuales. La dependencia de insumos de Boeing también juega un papel determinante, obtiene piezas y componentes de proveedores chinos, y tiene acuerdos de fabricación conjunta en el país. Estas tensiones reflejan cómo la política exterior estadounidense sirve como herramienta para beneficiar a ciertos sectores corporativos en detrimento de otros.

Wall Street y las grandes corporaciones, donde hay actores como Walmart, Apple y BlackRock han presionado intensamente para suavizar las políticas arancelarias de Trump. Estas empresas argumentan que las tarifas interrumpen las cadenas de suministro globales, aumentan los costos de producción y reducen su competitividad internacional. Por ejemplo, Apple obtiene el 19% de sus ingresos de China y depende en más del 90% de insumos chinos, lo que la hace especialmente vulnerable a cualquier interrupción comercial.

El choque entre las políticas de Trump y el «Estado profundo» no solo es práctico, sino también ideológico. Mientras Trump impulsó un aislacionismo económico basado en la autosuficiencia, el «Estado profundo» históricamente ha creado y favorecido la globalización como herramienta para fortalecer la posición económica y militar de Estados Unidos e incrementar sus beneficios. Esta discrepancia quedó evidente en las divisiones dentro de las mismas instituciones gubernamentales y corporaciones, que se han alineado en bandos opuestos.

La disputa entre Trump y el «Estado profundo» refleja tensiones fundamentales en la estrategia de política exterior de Estados Unidos. Por un lado, las políticas arancelarias de Trump buscaron proteger la economía nacional y reducir la dependencia de China. Por otro lado, los actores del «Estado profundo» y muchas corporaciones se oponen a estas medidas, priorizando sus ganancias a la integración comercial.

En última instancia, esta lucha interna no solo define el presente de la política económica estadounidense, sino que también determinará su capacidad para competir en un mundo globalizado. Si bien no hay soluciones simples, la habilidad de Estados Unidos para equilibrar la seguridad económica nacional con la integración global será clave para su posición como potencia económica en el siglo XXI.

Fuente: https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2024/12/26/la-nueva-geopolitica-corporativa-la-guerra-del-estado-profundo/

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Dossier Geopolitico

Por Sergio Rodríguez Gelfenstein

A dos semanas de la entronización de Donald Trump como presidente de Estados Unidos me voy a aventurar a hacer algunas apreciaciones acerca de las perspectivas del nuevo gobierno, en primer lugar sobre su política exterior sobre todo después de sus arrogantes declaraciones confrontacionales con México, Panamá, Venezuela y Dinamarca (por Groenlandia).

Al respecto se puede concluir que la impertinencia es un rasgo de personalidad del nuevo mandatario estadounidense que mezcla con una mirada empresarial agresiva como forma de lograr sus objetivos.  Antes de asumir su primer gobierno, tras haber ganado las elecciones en 2016 y cuando procedía a designar  a los miembros de la administración, su mejor amigo Steven Witkoff le recomendó que no incorporara a John Bolton al gabinete. Le contestó que era una recomendación tardía porque ya lo había hecho.

Ahora, Trump opina que al construir su primer gobierno debió aceptar muchas imposiciones porque él no era político, no tenía experiencia, no controlaba al partido republicano, ni a sus senadores y representantes, tampoco a los medios ni a las redes sociales.

Esa situación ha cambiado ahora. Ocho años después, Trump aprecia que a pesar de que Bolton le hizo gran daño a su primera administración, también lo había ayudado porque siendo tan odiado por todos, hacía el trabajo sucio, tras lo cual él llegaba a dialogar ya sobre una situación en la que se había creado un espacio para negociar y hasta para ceder, con lo cual, muchas veces pudo capitalizar “el arreglo” de las controversias. Era el viejo juego del “policía malo y el policía bueno” aplicado a la política.

Este relato refleja en gran medida la forma como Trump se propone actuar en política exterior. En el fondo, su principal objetivo es detener a China y a ello va a volcar la mayor parte de sus energías. 

Por ejemplo,…

…las presiones sobre Panamá no persiguen el objetivo de apoderarse del Canal sino sacar a China de ese país. Ahora, ya puso el tema sobre la mesa de negociaciones y cuando le pida al gobierno panameño que tome medidas contra China, va a aparecer como si estuviera cediendo respecto de su objetivo de apoderarse del Canal. Es decir, va a “ceder” en ese objetivo a cambio de que Panamá expulse a China de su territorio. 

…De la misma manera ocurre con Groenlandia, al final terminará controlando el territorio sin necesidad de apoderarse de él, lo cual también será considerado como una cesión de su parte.

Si se consideran todos los nombramientos de personajes leales al margen del establishment hechos por Trump (ver mi artículo anterior “¿Que hará Marco Rubio?”), quisiera reiterar que la pregunta más importante sigue siendo cuál será el rol del departamento de Estado en la ejecución de la política exterior de Estados Unidos.

La respuesta es que se dedicará a ejercer presión para restarle espacio a China en el mundo y en especial en América Latina y el Caribe donde Rubio tiene firmes relaciones con gobiernos, partidos y dirigentes de la derecha y la extrema derecha algunos de los cuales son también considerados como amigos por China. De manera que este también será un escenario en disputa, toda vez que -quisiera insistir-  China será el objetivo número 1 de la política exterior de Estados Unidos y no precisamente para cooperar, al contrario será para entorpecer los vínculos bilaterales e impedir que -aunque China no se lo haya propuesto- le dispute a Washington la hegemonía global.

Si esto es así, valdría la pena preguntarse porque Trump nombró a Rubio en la secretaría de Estado, sabiendo que no confía en él porque es un “halcón” leal a los neoconservadores. Y la respuesta es que a pesar de que el próximo presidente -a diferencia de su primer gobierno- controla hoy al partido republicano, todavía existen algunos senadores que mantienen autonomía y que podrían enfrentarlo como se ha visto en el hecho de que muy probablemente Trump tenga que desistir del nombramiento de Pete Hegseth como secretario de defensa por la resistencia que tiene entre senadores de su propio partido. Trump los necesita, sobre todo para garantizar el nombramiento de algunas figuras de su gabinete particularmente Tulsi Gabbard proveniente del partido demócrata y a quien sus antiguos colegas no desean en el cargo por conocer muchos secretos internos.  

Por otro lado, es un hecho cierto que Trump retomará la “guerra comercial” contra China estableciendo nuevas tarifas comerciales y elevando otras a fin de que Beijing se vea obligada a devaluar su moneda, encareciendo sus exportaciones y afectando su comercio. Las economías latinoamericanas altamente importadoras de China se verán afectadas por esta medida.  

De igual forma, como instrumento de análisis, no debe obviarse que Trump tiene una personalidad caracterizada por decisiones intempestivas y generación de incertidumbre como instrumentos de coerción. Esto conduce a que gobiernos y cancillerías se vean limitadas en su capacidad de prever acontecimientos. Trump no actúa a partir de una ideología definida. Solo lo mueve el afán de conseguir ganancias para Estados Unidos, en particular para las corporaciones y los ricos. 

El establishment es su enemigo porque éste ha apostado por la economía especulativa y de servicios y Trump pretende volver a una situación en la que Estados Unidos sustente su economía en la producción. Esto explica algunos de los nombramientos de Trump dirigidos a enfrentar al establishment, en particular Tulsi Gabbard como directora de inteligencia nacional y Hash Patel como director del FBI.

Trump pretende prolongar en el futuro su control del Estado a través del vicepresidente J.D. Vance que es su “delfín”. Solo que Vance si tiene una ideología definida alejada de los cánones tradicionales. La emergencia de Trump en política y la búsqueda de la extensión de su influencia en el tiempo, es expresión de las grandes contradicciones que sufre el sistema político estadounidense que se está alejando de la dicotomía demócrata-republicana o izquierda-derecha tradicional. 

En ambos partidos se vive una crisis de identidad. Entre los demócratas hay una corriente neoconservadora atlantista que se enfrenta al viejo partido que propició el estado de bienestar, que no desea la guerra y que cree en la necesidad de incrementar la inversión social, todo lo cual manifiesta una discusión no resuelta. Sin embargo, sacaron a Bernie Sanders del camino de mala manera y de forma ilegal, dejando claro que la derecha de ese partido (que en Estados Unidos es considerado “de izquierda”) es la que manda.

Por su parte, el partido republicano, vieja organización conservadora y reaccionaria, se debate también entre la corriente tradicionalista y el trumpismo anti-establishment que propone una nueva forma de hacer política. En primera instancia, Trump se plantea intervenir el partido republicano para que la nueva generación Vance lo controle a fin de “hacer a América grande de nuevo”. Si ello no es posible, es probable que Trump apunte a crear una organización política propia atrayendo sectores de ambas partes del bipartidismo tradicional del país.

Vance tiene un consistente hilo de pensamiento sustentado en la supremacía blanca y la lucha contra el establishment al que considera retrógrado e inmovilizador. En esa medida, se asume como promotor de una clase dominante vinculada a estos principios y a una férrea defensa de la religión tradicional. Curiosamente, tiene una gran identificación con la clase obrera estadounidense, pero -por supuesto- no en términos marxistas sino dentro de la concepción capitalista de viejo cuño. Rechaza las grandes corporaciones y los monopolios, a quienes considera responsables de estar destruyendo el capitalismo, toda vez que su práctica conduce a dar al traste con la base de la economía capitalista que es la competencia. Todo esto genera un mar de contradicciones que dificultan la comprensión de lo que está ocurriendo 

Lo cierto es que esta compleja situación se evidenció en los resultados de los comicios, la extrema derecha como un todo cubrió el espectro electoral al estar presente tanto en el bando demócrata como en el republicano. Por eso, más allá que Trump haya representado al partido republicano, lo cierto es que está naciendo una tercera fuerza. Tal vez las expresiones más nítidas sean el nombramiento de Gabbard, una demócrata de formación y convicción, y de Robert Kennedy Jr. un demócrata de pura cepa y alcurnia como secretario de Salud y Servicios Humanos. En esta dimensión, también se debe comprender el apoyo de los negros y los latinos a Trump quien es abiertamente racista y supremacista. Ha quedado claro que los discursos tradicionales son parte del pasado.

Lo único que importa ahora es la economía y la solución de los problemas económicos de las mayorías. Ya no cabe la tradicional distinción propia de la sociedad estadounidense entre los que tienen formación universitaria y los que no. Precisamente, la segregación a partir de criterios como éste son los que han arrojado en manos de Trump a importantes sectores excluidos de la sociedad.

…En resumen, Trump va a orientar su gobierno básicamente a solucionar problemas de la política interna. En cuanto al exterior, el centro de la inquietud estará puesto en China. Tratará de resolver el problema de Ucrania porque no está dispuesto a seguir desangrando la economía estadounidense. La confrontación con China tiene un componente de largo plazo y sistémico y uno de corto plazo y coyuntural… 

…Este último es el que fundamenta su apoyo a Taiwán, pero por las mismas razones anteriores, no es una línea roja para Trump. Lo seguirá apoyando porque necesita las fábricas de chips de la isla. Cuando logre la autosuficiencia en esa materia, Taiwán dejará de ser un asunto álgido para Estados Unidos. Trump no está dispuesto a seguir sosteniendo un asunto que le significa una gran erogación de recursos y que tuvo su origen en la guerra fría. No es a través de Taiwán que Trump estructurará la confrontación estratégica con China.

Hay que reiterarlo, Trump tiene como método lanzar temas que no están en agenda para medir las respuestas que se originan en el enunciado. Así, cuando el asunto se pone en boga, ya está preparada y avanzada la implementación de medidas a tomar. Sus temas principales de política exterior serán China, migración y energía y en torno a ellos se estructurará su accionar.

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Dossier Geopolitico

Invitado por la periodista Alejandra Piaggio y el historiador antropólogo y analista internacional Jose Luis Munoz Aspiri, para el programa: Una Mirada Austral que se transmite por FM Radio Cristal 94,9 realizamos una serie de análisis sobre la actualidad internacional y nacional sobre Política Internacional y que le depara a los argentinos este 2025

NdR: Adjuntamos distintas versiones sobre las tendencias 2025 de Think Thank oXidentales (escribimos occidentales con X y no con «cc» por que Occidente se ha «oxidado» en su rol de creador de ideas transformadoras y avanzadas en contrario sensus el mundo multipolar y Sur Global crecen en «ideas» nuevas y poder) Carlos Pereyra Mele

Por Blas Moreno

La vuelta de Donald Trump al poder es el asunto del año. ¿Qué influencia tendrá en la guerra de Ucrania, Oriente Próximo o China?

El mundo en 2025: claves para entender lo que viene

2025 podría parecer un año en que cambiará todo. Vuelve Donald Trump y con él vuelven la imprevisibilidad, el pragmatismo y las decisiones radicales. Están preocupados en Kiev, Teherán, Pekín, Bruselas o Ciudad de México. Se frotan las manos en Tel Aviv, Moscú, Budapest o San Salvador. Todo el mundo está expectante. 

Sin embargo, 2025 no supondrá un giro tan drástico. Con Trump probablemente se recortará el apoyo a Ucrania, se exacerbarán las tensiones con China, se dará carta blanca a Israel, se impondrán barreras comerciales, crecerá la extrema derecha, aumentará el rechazo a la inmigración y sufrirán el multilateralismo y el derecho internacional.

Pero todas estas tendencias ya estaban ahí. Aunque Trump protagonizará el 2025, su vuelta no va a traer un cambio estructural ni será la causante de todo. Más bien es un síntoma y un acelerador de derivas que ya hemos ido viendo en los últimos años. 

Vuelve la guerra comercial

Uno de los asuntos más importantes de 2025 será el regreso de la guerra comercial. Trump ha declarado que su palabra favorita es “arancel”. Como en su primer mandato, adoptará una política comercial agresiva contra China, pero no solo: ya ha amenazado con una tasa general a las importaciones de entre el 10 y 20%, de al menos el 25% para sus vecinos Canadá y México y hasta del 60% para China.

No está claro que Trump pueda aprobar estos aranceles sin la aprobación del Congreso. Tampoco si pretende hacerlo o si es una forma de presión diplomática a países como Canadá y México para que hagan más para controlar la entrada de inmigración y fentanilo en Estados Unidos. Incluso no es seguro que, de aprobarse, los aranceles lleguen inmediatamente. Lo más probable es que no sean tan extremos y que se impongan por fases a partir del verano.

Cronología 2024 eom def
Tras un 2024 convulso, la imprevisibilidad de Donald Trump marcará el 2025.

Aun así, las previsiones son preocupantes, en particular para China. Su economía no pasa por el mejor momento y se estima que la guerra comercial podría restarle un 0,5% de crecimiento en 2025, dejándolo en apenas el 4% y el 3% en 2026. Pekín no responderá con un arancel total a Estados Unidos, pero sí a productos concretos, y tratará de estimular su mercado interno flexibilizando su política monetaria. Otro perjudicado será Alemania, que se prevé que acabe 2024 en recesión y se estanque en un 0% de crecimiento en 2025.

Algunos países se beneficiarán de la tensión comercial con China. India o Vietnam se están posicionando como alternativa a las fábricas del gigante asiático, aunque el trasvase no está siendo tan rápido como se había augurado. India volverá a ocupar titulares en 2025, después de convertirse en el país más poblado del mundo en 2024: este año probablemente superará a Japón como la cuarta economía global, por detrás de Estados Unidos, China y Alemania, consolidándose como una gran potencia en ascenso. 

Con todo, la guerra comercial dañará la economía global. Los aranceles ralentizarán el crecimiento y harán subir la inflación, lo que podría llevar a los bancos centrales a moderar su bajada de tipos. Además, agravarán una crisis latente de deuda soberana: muchos Gobiernos acumularon grandes déficits para salir de la pandemia y ahora, con el crecimiento estancado y el dólar encareciéndose, les será más difícil pagar sus préstamos. En 2025 hasta 54 países, un récord, destinarán más del 10% de su presupuesto nacional a pagar intereses de deuda. Es una enorme losa para países con Gobiernos autoritarios, alto desempleo joven y gran tensión social, como Pakistán, Egipto o Nigeria, donde podrían estallar disturbios.

Europa tiembla ante Trump

La guerra comercial llega en un contexto de descomposición política para la Unión Europea. Aunque acaba de constituirse la nueva Comisión, las dos potencias de la UE, Alemania y Francia, están en crisis: Alemania celebrará unas elecciones anticipadas el 23 de febrero que ganará el partido conservador CDU, partidario de la ortodoxia fiscal y las barreras a la inmigración. El probable nuevo canciller, Friedrich Merz, tendrá que gobernar en coalición con los socialdemócratas o los verdes. Los ultras de AfD no entrarán en el Gobierno pero podrían quedar segundos, un resultado histórico cuando se cumplen ochenta años del fin de la Alemania nazi.

En Francia, el presidente Emmanuel Macron nombró a finales de 2024 un nuevo primer ministro de centro liberal, François Bayrou. Pero Bayrou cuenta con menos apoyos que su antecesor, Michel Barnier, quien fue derrotado en una moción de censura. Por tanto, es probable que el nuevo Gobierno también caiga o que, para salir de la parálisis, se convoquen nuevas elecciones legislativas anticipadas a partir de julio, un año después de las anteriores. Antes de eso, el 31 de marzo, se sabrá si la líder ultra Marine Le Pen queda inhabilitada para presentarse a las elecciones presidenciales de 2027, que espera ganar.

Entretanto, un sector a vigilar este año en Europa será el agrario. Productos como la aceituna y el vino españoles, junto a otros del campo europeo, sufrirán por los aranceles estadounidenses. También podría generar tensión la entrada en vigor del acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur, que se firmó en diciembre pero todavía no se ha ratificado. Varios países de la UE, capitaneados por Francia, se oponen y no es descartable que el acuerdo descarrile, sobre todo si los agricultores salen a protestar en Francia, Alemania, Bélgica, Países Bajos o España.

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Los aranceles de Trump no serán la única causa de preocupación para Europa. El estadounidense siempre ha sido crítico con la OTAN y con la falta de inversión en defensa de los europeos (España es el socio que menos porcentaje de su PIB destina, un 1,28%, lejos del 2% comprometido). Trump presionará para que se aumente el gasto e incluso ha amenazado con abandonar la OTAN, en otro ejemplo de su estilo negociador. No lo hará —ni siquiera está claro que pueda hacerlo—, pero puede boicotearla desde dentro. Le bastaría con retirar a su embajador, reducir su aportación o desentenderse del compromiso de defensa mutua para que la OTAN quedara en entredicho, y la defensa europea, comprometida.

La nueva Administración Trump traerá otros ataques al multilateralismo y las organizaciones internacionales. Se espera que vuelva a sacar a Estados Unidos del Acuerdo de París, como ya hizo en 2017. Esto pondrá en peligro los esfuerzos globales contra el cambio climático a solo un lustro de cumplirse el plazo de la Agenda 2030 y en un año, 2025, en el que se confiaba que el mundo llegaría al pico de emisiones.

También habrá tensiones entre Estados Unidos y sus aliados en foros como el Nafta —el acuerdo comercial con México y Canadá— o el G7, que reúne a las siete mayores economías occidentales. Trump también atacará a la ONU, la Organización Mundial de Comercio y los tribunales internacionales que están juzgando a Israel por la guerra en Gaza: la Corte Internacional de Justicia y la Corte Penal Internacional. En este contexto se cumplirán ochenta años del final de la Segunda Guerra Mundial, y las conmemoraciones mostrarán más división que unión entre Estados Unidos, Europa, Rusia o China, antiguos aliados en aquel conflicto.

¿Alto el fuego en Ucrania?

La llegada de Trump y la debilidad de Europa no son buenas noticias para Ucrania. En 2025 se cumplen tres años de la invasión rusa a gran escala. Hasta ahora los ucranianos han mantenido el pulso, pero serán incapaces de ganar sin apoyo. Al contrario: se acercan poco a poco a la derrota mientras pierden terreno en el Donbás y Kursk. Por esa razón, es probable que este año veamos negociaciones entre Ucrania y Rusia.

La solución definitiva para Ucrania no llegará en 2025, pero sí es probable un alto el fuego o al menos una negociación

Trump ha criticado la entrega de armas a Ucrania y se espera que recorte la ayuda militar para presionar a Kiev a negociar con Moscú. Ya tiene una propuesta inicial que incluye aplazar la entrada de Ucrania en la OTAN, crear una zona desmilitarizada fortificada en torno a la línea de frente y permitir que Rusia conserve los territorios ocupados. A cambio, Ucrania seguiría recibiendo armas occidentales. La zona desmilitarizada estaría custodiada por fuerzas europeas, obligando de paso a Europa a hacerse cargo del problema.

Pese a que estas propuestas parezcan tabú para el Gobierno ucraniano, puede que no tenga más remedio que aceptarlas. Más de la mitad de la población ya está de acuerdo con negociar para acabar la guerra cuanto antes, incluso a costa de ceder territorio a Rusia, aunque no hay que descartar tensiones internas si el acuerdo es humillante para Ucrania. También en Europa occidental se está reduciendo el apetito por seguir apoyando a Ucrania. La solución definitiva no llegará en 2025, pero sí es probable un alto el fuego o al menos una negociación.

Sin embargo, Trump también podría sorprendernos redoblando el apoyo a Ucrania. Pretende acabar con la guerra rápidamente y pactando: dijo poder hacerlo en veinticuatro horas. Pero si tras proponer un plan de paz y presionar a Ucrania para negociar, percibe que Rusia no es receptiva, podría decidir que la manera más rápida de cerrar el conflicto es asegurando una derrota rusa.

Rusia, por tanto, tiene buenas cartas para este 2025, pero las tornas podrían torcerse. Su economía y sus fuerzas militares están muy castigadas por la guerra. Y Vladímir Putin tiene otros frentes de los que preocuparse. Bielorrusia celebra elecciones presidenciales el 26 de enero: no serán limpias, pero en las últimas, en 2020, el fraude electoral masivo provocó manifestaciones contra el dictador Aleksandr Lukashenko, aliado del Kremlin, que a punto estuvieron de derrocarle. Las protestas podrían repetirse este año. Georgia, por su parte, también entra en 2025 entre graves disturbios contra la deriva autoritaria y prorrusa del Gobierno.

Rearme y tensiones en Asia

Los países asiáticos que dependen de Estados Unidos para su defensa tomarán nota del fin del apoyo a Ucrania. Japón, Corea del Sur, Taiwán, Filipinas o Vietnam son aliados históricos de Washington o se han acercado en los últimos años para protegerse del auge de China y la agresividad de Corea del Norte. Seguirán tratando de mantener buenos lazos con Trump, pero algunos de ellos, como Japón o Corea, pensarán cada vez más seriamente en aumentar sus capacidades militares: sus dos Ejecutivos, conservadores y detractores de Pekín y Pionyang, están a favor del rearme.

Con todo, Corea del Sur podría cambiar de Gobierno antes de final de año: tras su intento de autogolpe, el presidente, Yoon Suk Yeol, ha sido suspendido. El Tribunal Constitucional debe decidir en los próximos seis meses si le destituye, en cuyo caso se celebrarían elecciones en máximo sesenta días. Pero no es improbable que Yoon supere el proceso y siga como presidente. Corea del Norte, reforzado por las ayudas económicas de Rusia, aprovechará la crisis política interna de su vecino para ganar legitimidad en la península y seguir haciendo tests balísticos.

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La gran pregunta en Asia en los últimos tiempos es cuándo China invadirá Taiwán. Trump también ha estado amenazando a la isla con exigir un pago a cambio de su defensa. Mientras, China ha aumentado sus maniobras militares en el estrecho en las últimas semanas de 2024. Pero nada hace pensar que la temida invasión llegará este año. La economía china sufriría mucho con el ataque, que además sería muy difícil y pondría a medio mundo en su contra. Por el contrario, es mucho más probable que se agraven los choques en el mar del Sur de China, donde los buques chinos ya han tenido encontronazos con pesqueros filipinos en las aguas que se disputan ambos países. 

Se consolida el reequilibrio en Oriente Próximo

La región más convulsa de 2024, Oriente Próximo, no lo será tanto en 2025. Israel ha salido claro vencedor de su choque contra Irán y sus aliados, en particular Hezbolá y Hamás, y ya ningún actor regional puede hacerle sombra. Mucho menos con Trump, que dará incluso más manga ancha al Gobierno israelí. El primer ministro, Benjamín Netanyahu, tiene asegurada su supervivencia política gracias a estas victorias. A cambio, podría ofrecerle a Trump un alto el fuego en Gaza a principios de año, un éxito en política exterior para el magnate republicano nada más llegar a la Casa Blanca.

La violencia y la ocupación israelíes seguirán extendiéndose por los territorios palestinos. La opción de los dos Estados es ya una quimera

Sin embargo, la violencia y la ocupación israelíes no dejarán de extenderse por los territorios palestinos. La causa palestina seguirá suscitando solidaridad internacional, pero sin efectos prácticos: la opción de los dos Estados es ya una quimera. No es probable que Netayahu llegue tan lejos como para anexionarse Cisjordania, pero seguirá construyendo asentamientos y mantendrá la ocupación militar de la Franja de Gaza. Nada de eso impedirá que Israel siga acercándose a las monarquías del Golfo o, incluso, que normalice relaciones con Arabia Saudí este mismo año, con la mediación de Estados Unidos.

Otro país que mejorará sus relaciones con Israel es la Siria post-Asad. Todavía es pronto para saber hasta qué punto su nuevo Gobierno aplicará una agenda islamista: por ahora parecen más centrados en la reconstrucción institucional y física del país, al que ya han empezado a volver miles de refugiados. Pero la represión a los críticos y las minorías será una preocupación en 2025. El principal grupo rebelde, HTS, domina el Gobierno de forma casi incontestada, así que no es probable un nuevo conflicto civil. El nuevo régimen está tratando de acercarse a Arabia Saudí y asentar relaciones cordiales con Estados Unidos, Europa, Israel y Turquía.

Mapa fin guerra Siria rebeldes control caída régimen Asad ordeandor
El futuro de Siria dependerá de la relación entre los principales grupos rebeldes.

Pero sí conviene vigilar la situación de los kurdos, que controlan el noreste del país con apoyo de Estados Unidos. Trump ya ha amenazado con retirar las tropas del país, y Turquía, hostil a la causa kurda, prepara una invasión para acabar con su autonomía. También está por ver qué pasará con las dos importantes bases militares rusas en Siria: Rusia, antiguo aliado de Asad, tiene en Tartús su único puerto en el Mediterráneo, y ya está negociando con el nuevo Gobierno para conservarlo.

Mucho peor lo tienen Irán y Hezbolá. Irán vivirá un repliegue en 2025: su red de alianzas ha sido destruida y su influencia se reduce en Líbano, Siria e Irak. Su economía está estancada por las sanciones y el régimen está muy cuestionado a nivel interno. Por si fuera poco, el líder supremo Alí Jamenei cumplirá 86 años en abril. Cuando fallezca, su sucesión provocará inestabilidad en el país. La llegada de Trump agravará la presión, y podría llevar a Irán a acelerar su programa nuclear justo cuando se cumplen diez años de la entrada en vigor del acuerdo que debería haberlo impedido.

Hezbolá, la milicia chií libanesa, sigue siendo un grupo poderoso y con un gran apoyo social en Líbano, pero su primacía ya no es incuestionable en el país. Su debilidad y la caída de la dictadura de Asad, tradicionalmente influyente en Líbano y aliada de Hezbolá, ofrecen una oportunidad al país para renovar su descompuesto sistema político y reducir la influencia de Irán y sus aliados. La elección de un nuevo presidente prevista para enero, tras dos años de vacancia, será una prueba de ello.

Venezuela y otros países a vigilar

Dos países que también donde la presión de la Administración Trump podría traer cambios son Venezuela y Cuba. El nuevo secretario de Estado, Marco Rubio, es un cubanoamericano conservador muy crítico con las dictaduras izquierdistas latinoamericanas. La expectación es total en Venezuela, que celebra su investidura presidencial el 10 de enero: debería asumir el cargo el opositor Edmundo Gonzalez, pero lo más probable es que Nicolás Maduro conserve el poder.

Cuba, por su parte, vive una crisis social sin precedentes que se podría agravar con la presión renovada de Estados Unidos y la posible muerte de Raúl Castro, de 93 años, último sostén del régimen. No es probable un cambio de sistema, pero sí protestas o un aumento de la emigración, que ya ha hecho que el país pierda casi un 20% de su población desde 2022. Washington también aumentará la presión contra Nicaragua y otros países de Centroamérica para que controlen la migración, lo que reforzará a Nayib Bukele, presidente de El Salvador, adalid de la mano dura y simpatizante de Trump.

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La mayoría de los conflictos que seguirán en 2025 se concentran en África subsahariana.

Otros países donde la inestabilidad arreciará en 2025 son Sudán, sumido en la peor guerra civil del momento, o Myanmar, donde la junta militar pierde terreno cada día frente a las milicias rebeldes, aunque no colapsará tan rápido como el régimen sirio. También Mozambique, donde llegará al cargo un nuevo presidente en enero entre acusaciones de fraude, graves protestas, un conflicto en el norte y los estragos de un ciclón reciente. Camerún, por su parte, celebrará unas elecciones que perpetuarán en el poder al anciano dictador Paul Biya, de 91 años, si la oposición no logra impedirlo.

Un test para la democracia diferente al de 2024 

2024 fue el año electoral más importante de la historia. 2025 no traerá tantas elecciones ni tan importantes para sus democracias, pero destacan cuatro en América Latina: Ecuador, Bolivia, Chile y Argentina. Las dos primeras, ambas presidenciales, en febrero y agosto, serán tensas: Ecuador por la espiral de violencia del narco que vive el país y Bolivia por la grave división interna entre las dos facciones del partido gobernante, lideradas por el expresidente Evo Morales y el presidente Luis Arce.

Chile celebra elecciones presidenciales en noviembre y la izquierda perderá el poder tras cuatro años de presidencia de Gabriel Boric. De hecho, es probable que sea la primera vez en la historia reciente que haya dos candidatos de derechas en el balotaje, entre ellos el ultraderechista José Antonio Kast. Al otro lado de los Andes, el también ultra presidente argentino Javier Milei se enfrenta a un test en las elecciones legislativas de octubre, en las que no se juega el cargo pero sí comprobará si sus radicales reformas económicas tienen el apoyo de la población.

Parecida situación vivirá Italia, que celebra elecciones municipales y en varias regiones en septiembre. La coalición derechista liderada por Giorgia Meloni llega dividida y frente a una izquierda reforzada. No es probable, pero una derrota grave en regiones como el Véneto, tradicional feudo derechista, podría romper la coalición y hacer caer el Gobierno de Meloni. Quien seguro dejará el poder es el primer ministro canadiense Justin Trudeau: tras diez años en el cargo, su desgaste le hará perder las elecciones legislativas de este otoño frente al Partido Conservador, partidario de limitar la inmigración.

El mayor test para la democracia en 2025 será la agenda ultra de Trump y el poder de los magnates tecnológicos

Con todo, el mayor test para la democracia en 2025 no vendrá del lado electoral, sino de la agenda ultra de Trump y del poder de los magnates tecnológicos. El presidente, más ideologizado y poderoso que en 2016, pretende impulsar una agenda radical de recorte de impuestos y deportación de inmigrantes que, sumado a la guerra comercial, tendrá un alto coste económico. La aplicación del polémico Proyecto 2025, con el que los trumpistas predenten restringir el aborto y los derechos LGTBI, o desmantelar la Administración, generarán crispación y protestas en un Estados Unidos muy polarizado.

Elon Musk será uno de los protagonistas del año por su enorme influencia en el Gobierno de Estados Unidos. Tanta, que ya se le considera un presidente en la sombra. Musk usará su poder para difundir su ideología, propagar desinformación, apoyar a ultras en Hungría o Alemania y aumentar la influencia pública de las grandes tecnológicas privadas. No tardarán en aflorar los choques personales entre dos ególatras como Musk y Trump, y no es descartable que Trump expulse al dueño de Tesla de la Casa Blanca antes de que acabe el año. Pero incluso así, el creciente poder de individuos como Musk, o su aliado Peter Thiel, supone el mayor riesgo para la democracia en este 2025.

FUENTE: https://elordenmundial.com/mundo-2025-claves-trump-guerra-comercial-elecciones-democracia/

Blas Moreno @Blas_More

Madrid, 1994. Codirector y editor jefe de El Orden Mundial. Relaciones Internacionales (inglés) en la URJC.

NdR: Adjuntamos distintas versiones sobre las tendencias 2025 de Think Thank oXidentales (escribimos occidentales con X y no con «cc» por que Occidente se ha «oxidado» en su rol de creador de ideas transformadoras y avanzadas en contrario sensus el mundo multipolar y Sur Global crecen en «ideas» nuevas y poder) Carlos Pereyra Mele

Enero: toma de posesión de Donald Trump

Donald Trump será investido presidente para un segundo mandato el 20 de enero. Rompiendo el protocolo, varios jefes de Estado han sido invitados a la ceremonia, entre ellos Xi Jinping, Giorgia Meloni y Viktor Orbán —también se espera la asistencia de Marine Le Pen y Matteo Salvini—.

  • Aunque Trump ganó las elecciones presidenciales de noviembre arrasando en todos los estados indecisos, sólo el 49,72% del electorado votó por el republicano frente al 48,25% de Harris, el 2º margen más estrecho de los últimos 60 años.
  • En el Congreso, Trump tendrá muy poco margen de maniobra. Los republicanos llegarán a la Cámara de Representantes el 3 de enero con la mayoría más corta de la historia: sólo 220 escaños de 435. Además, se espera que tres escaños republicanos queden vacantes a principios de año hasta que se celebren elecciones especiales. En el Senado, los márgenes del GOP serán algo más holgados, con 53 elegidos (de 100). Las divisiones en la bancada republicana de la Cámara de Representantes durante la votación en diciembre de la ley de gastos temporales dejaron entrever cómo será el 119 Congreso: un partido desunido obligado a lidiar con una derecha extremista y ultraconservadora.

Elegido sobre un programa que promete «volver a poner el país en orden», Trump querrá sin duda actuar con rapidez. Se espera que busque un acuerdo de alto al fuego entre Ucrania y Rusia, que ponga a Musk y Ramaswamy al frente de una comisión presidencial para «desmantelar la burocracia gubernamental», que lance un programa de deportación masiva de inmigrantes ilegales supervisado por su «zar de fronteras» Tom Homan y que indulte a los alborotadores que participaron en el asalto al Capitolio.

  • Otras prioridades para los primeros meses de Trump en el cargo son la eliminación de las regulaciones que restringen las perforaciones de petróleo y gas, la imposición de aranceles y la aplicación de recortes fiscales. La única constante que debería guiar el segundo mandato de Trump es el fortalecimiento del ejecutivo y el rechazo de la separación de poderes: esto podría implicar, en particular, la derogación de la Ley de Control de Embargos de 1974, como recomiendan los autores del Proyecto 2025. Leer más
  • Trump ha anunciado su intención de retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París y de la OMS. Si bien estas acciones eran esperadas, su expansionismo territorial es más sorprendente: ha amenazado con recuperar el control del Canal de Panamá y, en su felicitación navideña, volvió a especular con que Canadá se convertiría en el 51º Estado de Estados Unidos, llamando «gobernador» al primer ministro Justin Trudeau, al tiempo que reiteraba sus pretensiones sobre Groenlandia. Leer más

Entre los otros acontecimientos a seguir en enero: Inicio de la presidencia polaca del Consejo de la Unión Europea y entrada de Rumanía y Bulgaria en Schengen el día 1; elección del presidente libanés el día 9; investidura en Venezuela el 10; segunda vuelta de las elecciones presidenciales croatas el día 12; Foro Económico Mundial de Davos del 20 al 24; elecciones presidenciales en Bielorrusia el día 26; conmemoración del 80 aniversario de la liberación de Auschwitz el día 27; Año Nuevo chino el día 29.

Febrero: elecciones alemanas

Los alemanes acuden a las urnas el 23 de febrero para las elecciones federales.

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  • Según los últimos sondeos, la CDU/CSU se situaría en cabeza con el 32,0% de los votos (+7,9 puntos respecto a 2021), seguida de la AfD con el 18,8% (+8,6). Los partidos de la coalición gubernamental (SPD, Verdes, FDP) sufren importantes pérdidas (-10,1%, -1,1%, -7,9% respectivamente), mientras que la nueva Alianza Sarah Wagenknecht (BSW) obtiene un 5,7% (42 escaños).
  • Así, la CDU/CSU parece el partido mejor situado para formar un gobierno de coalición y Friedrich Merz el canciller más probable (aquí su retrato), posiblemente con el SPD (352 escaños juntos, la mayoría está fijada en 316), los Verdes (333 escaños) o el FDP (si este último supera la barrera del 5% para entrar en el Bundestag, los sondeos lo sitúan actualmente en el 3,6%). Sin embargo, las negociaciones de coalición dependerán sin duda de cuestiones clave como la guerra en Ucrania y el debate sobre el freno de la deuda. Leer más
  • En materia de defensa, la CDU/CSU propone la creación de un Consejo de Seguridad Nacional y la elaboración de una nueva estrategia de seguridad nacional. En cuanto a los gastos militares, considera que el objetivo actual del 2% del PIB fijado por la OTAN es un «límite inferior». Los Verdes, por su parte, también quieren invertir más del 2%, mientras que el programa del SPD mantiene un planteamiento similar y ambiguo al del canciller Scholz, incluso sobre Ucrania. Un posible punto de convergencia con la administración de Trump: para la CDU/CSU, China es percibida como un competidor sistémico.
  • En el frente económico, tanto el SPD como los Verdes apoyan una reforma del freno de la deuda para facilitar la inversión, mientras que la CDU/CSU pretende financiar sus propuestas mediante una reforma del sistema de subsidios al desempleo y de las prestaciones sociales. En política migratoria, la CDU/CSU aboga por externalizar los procedimientos de asilo a terceros países y se centra en las expulsiones y la reforma de la ley de asilo a nivel europeo.

Entre otros acontecimientos a seguir en febrero: Cumbre Unión Europea-Reino Unido el 4; elecciones en Ecuador el 9; cumbre de la IA en París los días 10 y 11; conferencia de seguridad de Múnich presidida por Stoltenberg del 14 al 16; tercer aniversario de la invasión a gran escala de Ucrania por Rusia el 24.

Marzo: la hora de la verdad para el nuevo ejecutivo sirio

El mandato del gobierno de transición nombrado en diciembre por el grupo HTS finaliza el 1 de marzo. Todavía no se ha anunciado ninguna fecha para la celebración de elecciones.

  • Tras la huida de Bashar al-Assad a Moscú y la toma de Damasco por HTS, Mohammed al-Bashir fue nombrado primer ministro de un gobierno de transición el 10 de diciembre. Se espera que la nueva administración permanezca en el poder hasta el 1 de marzo de 2025.
  • El nuevo hombre fuerte de Siria, el líder de HTS, Ahmed al-Sharaa (cuyo nombre de guerra es Julani), advirtió a mediados de diciembre que los «numerosos problemas» a los que se enfrenta el país hacían improbable la celebración de elecciones y la redacción de una nueva Constitución a corto plazo, de acuerdo con la Resolución 2254 del Consejo de Seguridad de la ONU. Añadió que el país tardaría hasta cuatro años en celebrar sus primeras elecciones. Leer más

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  • Es probable que una serie de escollos ralenticen considerablemente el proceso de transición y, posteriormente, la reconstrucción del país. En una entrevista concedida a Wassim Nasr en diciembre, Al-Sharaa se refirió en particular a la tarea de registrar a los millones de votantes sirios dispersos por el mundo, que habría que llevar a cabo antes de organizar nuevas elecciones.
  • Aunque el régimen de Damasco ha cambiado y el dictador Bashar al-Assad parece haber perdido todo el poder en el país, el nuevo gobierno no controla todo el territorio: el ejército israelí ocupa más de cien kilómetros cuadrados en el suroeste, el norte es un campo de batalla entre kurdos y milicias apoyadas por Ankara, Estados Unidos aún tiene 2 mil soldados en el país y los grupos terroristas permanecen en el este del país. Leer más

Entre otros acontecimientos a seguir en marzo: 97ª ceremonia de los Óscar el 3; primer Consejo Europeo del año el 20-21 presidido por António Costa; organización de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Rumanía el 23.

Abril: cumbre sobre IA en Ruanda 

Los días 3 y 4 de abril, Ruanda acogerá una cumbre sobre IA. Esta reunión tendrá lugar dos meses después de la Cumbre sobre IA de París, que se celebrará del 10 al 11 de febrero.

  • El tema de la cumbre será «La IA y el dividendo demográfico de África: reinventar las oportunidades económicas para la mano de obra africana», mientras que la Cumbre de Acción sobre Inteligencia Artificial, que se celebrará en París, «se centrará en acciones concretas para garantizar que el desarrollo y despliegue de la IA beneficie a nuestras sociedades, nuestras economías y el medio ambiente, y lo haga en aras del interés público y respetando el bien común».
  • Sólo el 7% de las empresas estadounidenses participantes en una encuesta de opinión afirman tener intención de adoptar la IA en los próximos meses, y entre el 5 y el 6% dicen estar utilizándola ya para producir bienes y servicios. En 2023, el 8% de las empresas de la Unión afirmaron estar utilizando tecnologías de inteligencia artificial, lo que supone un aumento de apenas el 0,4% respecto a 2021 (ChatGPT se lanzó en noviembre de 2022).

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  • A pesar de las bajas tasas de adopción, se están gastando más de 1.000 millones de dólares en centros de datos, con importantes implicaciones para las redes eléctricas. Según un estudio de Bloomberg, más de tres cuartas partes de los desequilibrios entre tensión y corriente en la red eléctrica estadounidense se producen a menos de 80 km de estos centros.

A partir del 2 de abril, a falta de visado, los ciudadanos de la Unión tendrán que obtener una Autorización Electrónica de Viaje (ETA) para viajar al Reino Unido.

Mayo: 80 años del final de la guerra

El 8 de mayo de 1945, Europa celebrará en su territorio el 80º aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial, en medio de un conflicto de recuerdos.

  • El 8 de mayo se celebra tradicionalmente en Europa Occidental, Europa Central (incluida Ucrania) y Europa del Norte. Sin embargo, es el 25 de abril en Italia, el 5 de mayo en los Países Bajos y Dinamarca, y sobre todo el 9 de mayo en los Balcanes y la antigua URSS (excluidos Ucrania y los países bálticos). El desfile de Moscú suele ser un momento de triunfo para el poder. El primer ministro eslovaco, Fico, ha aceptado la invitación de Vladimir Putin para 2025, acercándose cada vez más a Rusia. En Europa Occidental aún no se ha anunciado ninguna gran conmemoración internacional. En junio de 2024, el presidente ucraniano Zelenski fue invitado a celebrar el 80 aniversario del desembarco de Normandía.

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  • Polonia, el país que se llevó la peor parte de la guerra en proporción a su población (16%, incluidos 3 millones de judíos), estará en el centro de esta secuencia. Como presidente del Consejo de la Unión Europea a partir del 1 de enero, bajo el lema «¡Seguridad, Europa!», Varsovia se esforzará por promover la defensa europea. El mismo mes, mayo, se celebran las elecciones presidenciales polacas: la victoria de Rafał Trzaskowski, candidato de la Coalición Cívica, partido del primer ministro Donald Tusk, podría desbloquear las reformas liberales vetadas por el actual presidente Andrzej Duda. Sin embargo, el candidato de Ley y Justicia (PiS), Karol Nawrocki, sube en las encuestas.

También en mayo, es probable que la OMS adopte el «acuerdo mundial sobre pandemias», el primero de este tipo para promover una mayor cooperación internacional.

Junio: 35ª Cumbre de la OTAN en La Haya

Del 24 al 25 de junio, los Países Bajos acogerán la reunión anual de la OTAN.

  • Será la primera cumbre bajo el mandato de Mark Rutte, que asumirá el cargo de secretario general el 1 de octubre de 2024. También será la primera reunión de la Alianza desde el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
  • La cuestión del gasto en defensa estará en el centro de los debates. Donald Trump ha dicho en repetidas ocasiones que no «protegerá» a los miembros de la OTAN que no «paguen sus facturas». Aunque se supone que los países miembros deben gastar el 2% de su PIB en defensa, la cumbre podría allanar el camino hacia nuevos objetivos. La inversión en defensa colectiva de los aliados pasó del 1,43% al 2,02% de su PIB entre 2014 y 2024. Con un 4,7% de su PIB dedicado a defensa en 2025, Polonia es el país europeo que más gasta. España e Italia siguen por debajo del 2%. Leer más
  • Rutte ya indicó que, en un contexto geopolítico complejo, la cifra del 2% era un suelo y no un techo. La reunión de La Haya podría abrir un debate formal sobre el aumento de este objetivo al menos al 3% del PIB. Según un informe del Financial Times, el equipo de transición de Donald Trump ha informado a los europeos que, una vez que tome posesión, el presidente electo pedirá a sus aliados que dediquen el 5% de su PIB a defensa (es decir, 915 mil millones de euros al año, frente a los 345 mil millones actuales de los países europeos). Leer más

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  • Aunque Kiev está principalmente interesado en entrar en la OTAN, el presidente ucraniano ha abierto el debate sobre otras garantías de seguridad estadounidenses y europeas. Una de estas opciones es enviar fuerzas de mantenimiento de la paz sobre el terreno, pero ningún país aliado se ha comprometido aún a enviar soldados a Ucrania.

Tras las dos primeras conferencias en Nueva York en 2017 y Lisboa en 2022, Francia y Costa Rica organizan conjuntamente la tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos en Niza del 9 al 13 de junio.

Julio: ¿hacia una nueva disolución en Francia?

Un año después del decreto de disolución de la Asamblea Nacional del 9 de junio de 2024, el presidente Macron tendrá la posibilidad de volver a disolverla a partir de julio de 2025.

  • Algunos expertos constitucionalistas creen que la disolución sería posible tan pronto como 1 año + 1 día después del decreto anterior, es decir, el 10 de junio de 2025. En cambio, la mayoría coincide en 1 año + 1 día después de la segunda vuelta de las elecciones legislativas, es decir, el 8 de julio de 2025. El escrutinio tendría que celebrarse entonces entre 21 y 40 días después del decreto, es decir, a mediados de agosto, lo que sugiere que el presidente podría esperar en cambio hasta el otoño.

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  • En diciembre, Emmanuel Macron declaró que no deseaba disolver de nuevo la Asamblea, ni renunciar a su mandato, que se extiende hasta 2027. Mientras que Reagrupación Nacional obtuvo el 29% de los votos en la primera vuelta y el 32% en la segunda de 2024, el último sondeo para las elecciones presidenciales de 2027 muestra a Marine Le Pen con un 36% si se opusiera a Édouard Philippe, y un 38% frente a Gabriel Attal.
  • Disolución o no, la vida política francesa en 2025 estará marcada por una gran incertidumbre, en una Asamblea fragmentada en la que es probable que caigan los primeros ministros. Nunca en la historia de la V República los gobiernos han sido tan cortos como bajo el segundo mandato de Macron. Leer más

En julio también comenzará el semestre de Presidencia danesa del Consejo de la Unión Europea y se celebrará el 1700 aniversario del Primer Concilio de Nicea.

Agosto: BRICS y multipolaridad

A partir del 1 de enero de 2025, Brasil ostentará la presidencia rotatoria de los BRICS, que debería seguir ampliando y reforzando su cooperación el próximo año. La cumbre anual del grupo se celebrará en torno al mes de agosto.

  • La cumbre de Kazán fue la primera reunión del grupo tras la ampliación a seis países más aprobada en 2023 en Johannesburgo. Fue en esa ocasión cuando los miembros de los BRICS aprobaron oficialmente la creación de una nueva categoría de Estados «socios». Leer más
  • A partir del 1 de enero, nueve de estos países se implicarán en los trabajos del grupo y participarán en las sesiones especiales de las cumbres y en las reuniones de los ministros de Asuntos Exteriores: Bielorrusia, Bolivia, Indonesia, Kazajstán, Cuba, Malasia, Tailandia, Uganda y Uzbekistán. Otros cuatro países podrían añadirse a esta lista durante 2025.

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  • Se espera que la presidencia brasileña de los BRICS mantenga la apertura del grupo a los países del Sur, continuando la inversión en la lucha contra el cambio climático, el hambre y la pobreza, así como facilitando a los países en desarrollo el acceso a vacunas y medicamentos.
  • Uno de los principales objetivos de Rusia dentro de los BRICS es reforzar la integración al tiempo que «desdolariza» las economías del grupo. Aunque Lula se declaró partidario de «sustituir el dólar estadounidense por las monedas nacionales en el comercio internacional», en Kazán no se lograron avances significativos. El BRICS bridge», un sistema de intercambio bancario alternativo al SWIFT impulsado por Moscú, quedó fuera de la declaración de la cumbre.

También se conmemorará el 80 aniversario de los bombardeos nucleares de Hiroshima y Nagasaki, el 6 y 9 de agosto de 1945.

Septiembre: vuelta a la política y crisis del multilateralismo

Septiembre supondrá el regreso de un mes de reuniones internacionales en la era Trump 2.0.

  • La 80ª sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas tendrá lugar en un contexto en el que la capacidad de acción de las instituciones multilaterales está siendo puesta a prueba en Ucrania y Gaza. El secretario general, Antonio Guterres, ha recibido críticas tanto de Kiev como de Israel, donde ha sido declarado persona non grata. No cabe duda de que el segundo mandato de Trump debilitará aún más el sistema mundial: si el primero sirve de algo, el multilateralismo selectivo y la primacía de los intereses estadounidenses darán lugar a un orden mundial más fragmentado.
  • El Fondo Monetario Internacional celebrará sus reuniones de otoño en Washington en octubre. El FMI prevé actualmente un crecimiento mundial del 3,2% para 2025 (idéntico al de 2024). La economía estadounidense crecerá un 2,2% (frente al 2,8% de 2024), mientras que la zona euro podría registrar un crecimiento del 1,2% (frente al 0,8% de este año). El FMI también prevé que el crecimiento en China se ralentice del 4,8% en 2024 al 4,5% en 2025. Sin embargo, estas cifras no tienen en cuenta las repercusiones económicas de las futuras políticas de Donald Trump: según el Instituto Peterson, un aumento global de los aranceles del 10% costaría a la economía estadounidense un 1% de crecimiento.

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  • Dado que la inflación en la eurozona se acerca al objetivo del 2% del Banco Central Europeo, se espera una mayor relajación de la política monetaria en 2025. Esta tendencia podría verse reforzada si la adopción de nuevos aranceles por parte de Estados Unidos agrava la desaceleración económica en la Unión. Por otro lado, medidas como los aranceles, los recortes fiscales y una política fiscal expansiva podrían favorecer un repunte de la inflación estadounidense, lo que llevaría a la Reserva Federal a ralentizar el ritmo de normalización de la política monetaria. Aunque Donald Trump ha criticado con frecuencia al presidente de la Fed, Jerome Powell, ha afirmado que no lo destituirá antes del final de su mandato, previsto para mayo de 2026.

El 21 de septiembre, un eclipse solar será visible en la Antártida, el Pacífico y Oceanía.

Octubre: elecciones parlamentarias en Argentina

El 26 de octubre, los argentinos acudirán a las urnas para las elecciones legislativas: estarán en juego la mitad de los escaños de la Cámara de Diputados y un tercio de los del Senado.

  • El escrutinio será la primera prueba electoral para la coalición de Milei, La Libertad Avanza, que busca reforzar su base territorial.
  • Una victoria daría a Milei la mayoría en el Congreso, donde actualmente está en minoría, lo que (en cierto modo) limita su capacidad de gobernar, aunque sus discursos son siempre muy virulentos contra la oposición, sus equipos consiguen negociar entre bastidores para que se aprueben leyes. Milei consiguió aprobar una ley fundamental para su mandato –un proyecto ómnibus con 660 artículos– gracias a una coalición de circunstancias con diputados macristas, peronistas disidentes y radicales.

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  • Tras un año en el poder, Milei sigue siendo la figura política más popular de Argentina, sobre todo entre los sectores más pudientes de la población: desde su llegada al poder, ha recortado en un 74% la financiación de las pensiones, la educación, la salud, la ciencia, la cultura y el desarrollo social. Ha cerrado 13 ministerios y despedido a unos 30 mil funcionarios. Al mismo tiempo, el país tiene cinco millones más de pobres y sufre una recesión económica.

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  • En un país cuya economía depende del valor de la moneda estadounidense, la brecha limitada y controlada entre el dólar oficial y el dólar azul (o paralelo) ha contribuido a crear una cierta imagen de estabilidad. La prometida dolarización no se ha producido y la eliminación de los controles de cambio sigue siendo la principal misión del gobierno de Milei en 2025.

Entre otros acontecimientos a tener en cuenta en octubre: 2º aniversario del 7 de octubre de 2023; elecciones parlamentarias en la República Checa entre los partidos del actual primer ministro Petr Fiala (ODS, CRE) y su sucesor Andrej Babiš (ANO, PfE).

Noviembre: ¿una COP 30 más exitosa?

Del 10 al 21 de noviembre, la ciudad brasileña de Belém acogerá la COP 30, que marca el décimo aniversario del Acuerdo de París. Tras una decepcionante COP 29 en Bakú, las expectativas son altas para la presidencia brasileña.

  • Brasil ha prometido objetivos más ambiciosos para la COP30. Se espera que los debates se centren, en particular, en la aplicación de las recomendaciones de la Evaluación Global para que las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional estén más en consonancia con los objetivos del Acuerdo de París, y en la intensificación de la financiación climática como parte de la «hoja de ruta de Bakú a Belém a 1.300 billones», con especial énfasis en el riesgo que supone para los hábitats el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero.
  • Brasil ha anunciado sus nuevos objetivos climáticos, que pretenden reducir las emisiones netas de gases de efecto invernadero entre un 59% y un 67% para 2035, en comparación con los niveles de 2005. Los países miembros del Acuerdo de París tienen hasta febrero de 2025 para presentar sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional revisadas.

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  • Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, las políticas actuales sitúan al mundo en la senda de los 2,9 °C de calentamiento para finales de siglo, aunque esta cifra podría reducirse a 2,4-2,6 °C si se cumplen todas las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional existentes.
  • Mientras que es probable que el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ponga en peligro el compromiso de Estados Unidos en la lucha contra el calentamiento global, China, por otro lado, superará su objetivo para 2030 en materia de energía solar y eólica desde 2025, alcanzando una capacidad estimada de 1.720 GW.

Entre otros acontecimientos a tener en cuenta en noviembre, elecciones presidenciales en Chile el 16 de noviembre, Sudáfrica acogerá la Cumbre del G20 en Johannesburgo del 22 al 23 de noviembre.

Diciembre: impasses presupuestarios

En diciembre de 2025, como en 2024, los gobiernos nacionales de los 27 Estados miembros (pero también las instituciones europeas) tendrán muchos problemas para aprobar un presupuesto.

  • El actual Marco Financiero Plurianual (MFP) a escala europea abarca el periodo 2021-2027. Las negociaciones para el próximo deben comenzar en 2025, y se espera una propuesta inicial de la Comisión en primavera. En su comparecencia ante el Parlamento, el nuevo Comisario de Presupuesto, el polaco Piotr Serafin, subrayó que el futuro presupuesto europeo podría superar el 1% del PIB de la Unión debido a las nuevas prioridades europeas, como la defensa y la tecnología digital. En 2024 se votó el presupuesto para el año siguiente (2025), tras muchas idas y venidas entre el Consejo y el Parlamento. El plan de recuperación NextGenerationEU también llegará a su fin en 2026, y se espera que el año que viene se debata una posible prórroga o el uso de los fondos no gastados para financiar inversiones conjuntas en defensa e industrialización.

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  • En los Estados miembros, es probable que continúen las tensiones presupuestarias. En Francia, con o sin disolución, el panorama político seguirá dividido y la aprobación de un presupuesto sin el 49-3 parece imposible. En España, las próximas elecciones legislativas no se celebrarán hasta 2027, por lo que es probable que se mantenga la coalición en torno al PSOE de Pedro Sánchez, que depende en gran medida de los independentistas catalanes y de la izquierda radical. En Alemania, aunque parece probable que Merz se convierta en canciller tras las elecciones de febrero, es poco probable que tenga mayoría y tendrá que vérselas con el SPD o los Verdes. Bélgica sigue sin gobierno 6 meses después de las elecciones de junio, y es probable que cualquier mayoría que surja en 2025 sea frágil; lo mismo ocurre en Bulgaria. En Rumanía, es probable que el caos electoral de diciembre de 2024 perturbe todo el año 2025.

Entre otros acontecimientos a tener en cuenta en diciembre: Entra en vigor la ley de la Unión sobre deforestación; 1er aniversario de la caída de Bashar al-Assad en Siria; último Consejo Europeo del año los días 18 y 19 de diciembre.

FUENTE https://legrandcontinent.eu/es/2024/12/31/2025-en-doce-puntos-clave-el-calendario-geopolitico-para-el-proximo-ano-1/