Entrevista de Javier Benítez a Carlos Pereyra Mele

Sérgio Moro, exministro de Justicia de Brasil y hombre del riñón del presidente, Jair Bolsonaro, golpeó la mesa en el Palacio de Planalto y echó más gasolina a un incendio que devora a la política en su país y deja en una posición delicada al jefe de Estado. Se fue, tirando de la manta, y dejando al descubierto a Bolsonaro.

AUDIO: https://mundo.sputniknews.com/popup/radio/?audio_id=80188467

Capturas de pantalla de una presunta conversación que mantuvo con Bolsonaro. Fue lo que publicó el medio Jornal Nacional-Globo, tras haberlas recibido del propio Sérgio Moro. El contexto: el presidente pide interferir en la investigación de sus diputados aliados.

Moro apeló a la filtración para dar sustento a las acusaciones que lanzó contra Bolsonaro, quien al cesar a Mauricio Valeixo como director de la Policía Federal, ejerció sobre esta institución una interferencia política. Un extremo que Bolsonaro rechazó y Moro ejecutó la acción apenas renunciar a su cargo.

Tras la negación por parte del mandatario, Globo le pidió a Moro que presentara pruebas que respaldaran sus acusaciones. Algo que hizo y desató el escándalo que se suma a los anteriores que viene protagonizando la Administración Bolsonaro.

En opinión de Carlos Pereyra Mele, director de Dossier Geopolítico, la complicada situación de Brasil cobra relevancia a nivel regional por la importancia que tiene, en parte por su ubicación geoestratégica –limita con 10 países en América del sur–, y por su dimensión y potencialidad económica.

«En este escenario se han venido desarrollando en los últimos años unos cambios copérnicos en lo que es la política nacional e internacional que venía sosteniendo Brasil durante décadas», explica el analista en referencia a los anteriores Gobiernos del país sudamericano.

La fama le precede a Moro quien fue el juez que hizo detener al expresidente Luis Inácio Lula da Silva, lo que le impidió que fuera candidato a la presidencia en las elecciones que finalmente ganó Bolsonaro, apunta el experto.

Lo que subyace en la renuncia y posterior denuncia de Sérgio Moro, de acuerdo a Pereyra Mele, «es el intento de Bolsonaro de manipular las investigaciones de la Policía Federal para eliminar las investigaciones sobre sus hijos [aparte de los diputados], fuertemente comprometidos con negociados y con desviaciones de investigaciones de crímenes».

La importancia de Sergio Moro radica en que fue «el hombre que incorporó a las clases medias urbanas al bolsonarismo a través de la famosa presencia de la lucha contra la corrupción, el honestismo, etc. Todo un modelo que se vino trabajando en Brasil a través de los medios de comunicación para implementar la posibilidad de un cambio político, que previamente fue acompañado con el impedimento a Lula da Silva de ser candidato, pero también de un golpe palaciego que dieron a la expresidenta Dilma Rousseff», detalla Pereyra Mele.

Según el analista, Bolsonaro «quiere funcionar a través de un modelo que se llama ‘parálisis institucional’, porque como ha perdido sus alianzas en las Cámaras de diputados y senadores, esto lo ha llevado a apoyar las últimas manifestaciones que hemos visto pidiendo la intervención al Parlamento, o sea, prácticamente instaurar una nueva dictadura. Esta es la realidad de hoy de Brasil», concluye Carlos Pereyra Mele.

Carlos Pereyra Mele

Tal vez el mayor destacado es que la Nación «verdeamarela» dirigida por Jair Messias Bolsonaro ha superado en un aumento vertiginoso el mojón chino en el peligroso camino de ascenso a la cima de Covid 19, acusando 87.187 contagiados y 6.006 fallecidos

El «scratch du oro» se dirige raudamente al próximo hito en la ruta que es el escalón de los 100.000 contagiados, para pasar a formar parte del pequeño y selecto grupo de países que conforman la «élite» de la pandemia que hasta ahora son nueve. El ministro de salud de Brasil, Nelson Teich dice que podrían alcanzar la cifra de 1.000 muertes diarias imputables al virus [1], si continua el ritmo de crecimiento de la pandemia con 6.000 a 7.000nuevos casos detectados por dia. 

El estado de Maranhao en el noreste de Brasil acaba de adoptar el confinamiento total [2]; es el primero en hacerlo por el incontrolable crecimiento de los contagios y el colapso de su débil sistema sanitario. Sin dudas Brasil está atravesando una grave crisis sanitaria junto a una también grave crisis político institucional, cual más grave que la otra, que se retroalimentan. Brasil va camino a convertirse en el próximo centro de la pandemia.

El colapso brasileño de producirse va a tener consecuencias inimaginables para la Argentina, en especial una, que es alejar la posibilidad que juntos afrontemos el «eterno» desafio de la integracion latinoamericana imprescindible en estos tiempos. Por eso nos debe preocupar profundamente, la desgracia de nuestros hermanos y «adversarios» brasileños y el fracaso del «bolsonarismo» [3] debe conducirnos a una profunda introspección y autocrítica. 

Otra noticia es el estallido pandémico de la Rusia de Putin . El dia 15 de abril tenían 25.000 contagiados y 198 fallecidos, al día de hoy 114.000 casos positivos y 1.169 muertos, un crecimiento exponencial de la pandemia, pero con baja tasa de letalidad y mortalidad del virus. Habrá que seguir como sigue esto en la nueva Rusia que hasta ahora la sobrelleva con sobriedad y dignidad.

Una mención para la prolija y ordenada Alemania, con sus 163.000 contagiados y  sus 6.600  muertos, que con su reconocida eficiencia y minuciosidad teutónica trata de evitar que se le escapen los números de contagiados, y oscila entre ajustar el cierre o flexibilizar.

Una buena noticia, viene de Italia y España, caras a nuestros afectos han logrado relantizar el crecimiento de nuevos contagios y denuncian un número decreciente de muertos por dia, que oscilan en el rango de 250 a 300 casos. [4] y [5]

Por último las cabezas del mundo anglosajón, EEUU y el United Kington son los que más muertos y contagiados tienen en el mundo y mayor desmanejo muestran: son el centro de la pandemia. Con un desorden casi caótico y fracaso ruinosos en ambos, siendo el corazón y la mente de ese mundo (al que Francia adhiere por vocación de amanuense y deseos de pertenencia, a un mundo que no le pertenece por historia, cultura y religión). 

Y en este «fracaso del sueño americano e inglés»; no encuentran otra explicación a sus desgracias que echarle la culpa a los chinos. 

El Covid está desnudando la decadencia que marca el final de ese «occidente anglosajón» que sometió al mundo en los últimos 100 años y lo «formateo» según sus pautas culturales, sus valores y principios para colocarlo al servicio de sus intereses. 

El Covid, ese virus “que no tiene vida” pero mata, ha cerrado el ciclo de ese mundo viejo, y ante nuestros ojos desnuda su agotamiento, sus crueldades, sus miserias, sus debilidades,  sus contradicciones, sus vetustos paradigmas, sus mitos y falsedades y lo demuele sin piedad. 

El «Covi» con la crisis que ha desatado, le da inicio a la partida a ese mundo viejo y agotado….y con seguridad sin retono.

Dr. Antonio M. Mitre especial para Dossier Geopolitico

Adaptación y Notas: Carlos Pereyra Mele

[1] Ministro de Salud afirma que Brasil podría alcanzar las 1.000 muertes diarias por coronavirus http://www.motoreconomico.com.ar/america-latina/ministro-de-salud-afirma-que-brasil-podra-alcanzar-las-1000-muertes-diarias-por-coronavirus 

[2] Primer estado de Brasil adopta confinamiento total    https://www.dw.com/es/primer-estado-de-brasil-adopta-confinamiento-total/a-53300157 

[3] Yque ? dice Bolsonaro https://www.elobservador.com.uy/nota/-y-que-dice-bolsonaro-ante-la-cifra-de-5-000-muertes-por-coronavirus-en-brasil-2020429111737 

[4] Bajan las muertes en Italia

https://www.elmundo.es/internacional/2020/04/30/5eaaf5c4fc6c8397408b45c0.html

[5] Segundo dia en España con menos de 300 muertos por Covid-19

https://elpais.com/sociedad/2020-05-01/ultima-hora-del-coronavirus-en-espana-y-el-mundo-en-directo.html

[6] Estados Unidos registró 2.053 nuevas muertes por coronavirus y el total asciende a 62.906

https://www.infobae.com/america/eeuu/2020/05/01/estados-unidos-registro-2053-nuevas-muertes-por-coronavirus-y-el-total-asciende-a-62906/

Por Gonzalo Fiore Viani

Mientras el 50% del planeta aún se mantiene en cuarentenas más o menos estrictas, hay algunas excepciones. Un caso paradigmático de esto ha sido Vietnam. El país del sudeste asiático ha logrado salir durante esta semana de una cuarentena sumamente estricta, sin una sola muerte, y comenzando paulatinamente a retomar un ritmo relativamente normal. A pesar de que seguramente será golpeado por la falta de turismo –que impacta a nivel mundial-, todos los ojos del mundo están puestos sobre la experiencia vietnamita. El país estableció una de las cuarentenas más fuertes del mundo durante el mes de febrero, preocupado por las consecuencias que podría tener el constante intercambio de bienes, servicios, y personas con China. Como saldo, ha logrado contener la Covid-19 con poco menos de trescientos contagios y ninguna muerte. Si bien por ahora continúan prohibidas las grandes reuniones públicas, las clases retomarán la semana próxima y ya comenzaron a abrir fábricas en Hanoi y en la ciudad de Ho Chi Minh.

Prácticamente, desde el momento en que se conoció el brote originario en Wuhan, en enero, el gobierno de Vietnam decidió prohibir todos los vuelos provenientes desde China. A su vez, puso en cuarentena inmediata a todos los viajeros que llegaran desde distintos países, aunque no tuvieran síntomas de ningún tipo. El aceitado aparato de inteligencia estatal y del ejército vietnamita sirvió para rastrear los casos, uno por uno, y luego contenerlos. Evitando de esta manera que se produjera la tan temida transmisión comunitaria desde el minuto cero. El gobierno, encabezado por el presidente Nguyễn Phú Trọng y el primer ministro Nguyễn Xuân Phúc, desconfió de los datos que llegaban de China. Vietnam comprende las particularidades del sistema chino mucho mejor que Occidente e incluso que otros países asiáticos vecinos, debido a que comparte algunas cuestiones ideológicas. Por ello, entienden que en algunas ocasiones, las cifras oficiales no necesariamente son las verdaderas. Esta cautela le permitió tomar medidas inmediatas, sin esperar a que el virus se expanda hasta límites incontrolables.

Vietnam tiene una frontera terrestre de más de 1.300 kilómetros con la República Popular China. La cuál también fue cerrada apenas se conocieron los primeros casos. La influencia del Partido Comunista chino se mantiene en Vietnam desde finales de la guerra con los Estados Unidos, en 1975. A pesar de algunas fricciones y conflictos pasados, el país necesita las inversiones del gigante vecino para sobrevivir y es fuertemente dependiente de su economía. En 1979, fue invadido por la China de Deng Xiaoping debido a que Vietnam se encontraba alineado con la Unión Soviética dentro de la interna que atravesaban los países del entonces llamado bloque comunista. Vietnam había invadido unos meses antes la Kampuchea Democrática, actual Camboya, para terminar con el régimen genocida de Pol Pot y los Jemeres Rojos, por aquel entonces alineado con China. Más acá en el tiempo, se produjo una grave crisis diplomática en 2014. A causa de que la corporación estatal china, National Offshore Oil, instaló una plataforma petrolera en las islas Paracelso, situadas en el mar de la China, que pertenecen a Vietnam, pero por las cuáles mantiene una disputa territorial con la República Popular de China.

Conocido mundialmente por haber derrotado durante el Siglo XX a dos de los ejércitos más importantes del mundo, el francés primero, y el estadounidense después, ahora Vietnam también logró derrotar a la pandemia. A su vez, el gobierno vietnamita ya inició su propia campaña diplomática. Al igual que China, comenzó a enviar a distintos países kits de ayuda médica. Entre ellos, a Estados Unidos, donde envió medio millón de trajes protectores especiales la semana pasada, los cuales fueron agradecidos por el mismo Donald Trump en su cuenta de Twitter. Inclusive los shoppings volvieron a abrir, al igual que los mercados callejeros y los distintos comercios. A pesar de que la capital vietnamita, con 13 millones de habitantes, nunca terminó de parar por completo, la noticia de la vuelta de las actividades y el ritmo regular ha sido recibida con júbilo por sus habitantes.

El 29 de abril justamente se cumplieron 45 años de la reunificación de Vietnam. Tras la independencia de Francia, el país quedó dividido en Vietnam del Norte y del Sur. Cuando las fuerzas del Vietcong terminaron triunfando por sobre el ejército estadounidense y tomaron Saigon, actual Ciudad Ho Chi Minh, terminando así con la guerra de Vietnam y nuevamente convirtiendo al país en uno sólo. Por supuesto, no se realizará ningún tipo de acto masivo, como sí sucedió en 2015, cuando se cumplió el 40 aniversario. Sin embargo, el gobierno vietnamita, que sigue siendo comunista, al menos en los papeles, tiene nuevamente un gran logro para mostrar al mundo. Superaron, en una primera etapa, a una pandemia que todavía sigue manteniendo en jaque al resto de los países. Y que, dada su cercanía geográfica, política, cultural y comercial con el país donde se originó, podría haber significado una catástrofe humanitaria.

Publicado en diario Hoy Dia Cordoba https://www.hoydia.com.ar/opinion/153-analisis-internacional/68868-otra-guerra-ganada-para-vietnam.html

Análisis semanal de Geopolitica de Carlos Pereyra Mele para el equipo del Club de la Pluma, que conduce el Periodista Norberto Ganci por la Radio Web al Mundo

Club de la Pluma: Arte, Ciencia, Cultura, Derechos Humanos, Geopolítica, Deuda Externa, Relatos, Cuentos, Educación, Opinión, Editorial, Efemérides, Comunidades Originarias, Filosofía Y Mucho Más…

TEMAS

  • El Coronavirus vino para mostrar todo lo que estaba mal pero que nadie quería ver !
  • Ahora la situación nos muestra que la “última” globalización toca a su fin -la del Neoliberalismo-, a pesar de sus fanáticos defensores, que quieren sostenerla a capa y espada. 
  • Hoy el “centro” del mundo del siglo XXI, el Estado imprescindible,  etc., me refiero a los EEUU Los últimos 60 dias muestran una debilidad increíble, al no haber un plan nacional de salud, sin respuestas rápidas, racionales que hoy muestras números complicados más de 22 millones de desocupados en pocos días, más de 50000 muertos por Covid-19, dificultades con un elemento clave de su poderio, que fue el “control” mundial por parte de EEUU del petróleo; hoy sin precios afectando a su industria. Hoy EEUU muestra un quiebre en su unidad nacional, sus familias sobreviven con gigantes deudas, reducciónes salariales y ahora por primera vez una generación que reemplaza a otra no tiene un futuro mejor…Buscara la actual administración usar el recurso militar para tratar de ganar la reelección

Siempre una “peste” trajo cambio políticos sociales y económicas, y está vez no será distinto 

Escuchar más en:… 

Carlos Pereyra Mele

Acompañamos el Video de la Conferencia sobre la Geopolitica del Papa Francisco organizado por la “Pastoral Social de la Iglesia Católica Argentina”, a la que adhirió Dossier Geopolitico, dictada por el Prof. Dr. Miguel A. Barrios el próximo viernes pasado

Por Gonzalo Fiore Viani(*)

Por primera vez en la historia el precio del barril de petróleo alcanza niveles negativos en los Estados Unidos. Es decir, los productores están pagando por colocar el crudo en los mercados. Debido a la escasez sin precedentes de demanda, el valor de la materia prima se encuentra en el peor momento. El lunes, el valor del barril cerró a 37,63 centavos de dólar en los Estados Unidos, experimentando un brutal desplome del 305%, y llegó a cero al fin de la semana en los precios de referencia fijados por la West Texas Intermediate (WTI). Esto seguirá afectando a los países productores, y será un nuevo escollo que enfrentará un ya de por sí golpeado gobierno de Donald Trump. 

El presidente había basado el éxito económico de los primeros años de su Administración en la reactivación productiva de los estados petroleros. La Agencia Nacional de Energía (AIE) ya había asegurado, hace una semana, que este sería el peor año de la historia para el sector. En la cotización europea, el Brent, también se llegó a un mínimo histórico, por debajo de los 20 dólares por barril.

Estados Unidos es el mayor productor de crudo del mundo, por encima de Rusia y Arabia Saudita, con 12.000.000 de barriles diarios. El principal importador, a su vez, es China, que se beneficia de la caída de los precios al mismo tiempo que compra 12.500.000 barriles por día. A partir de la caída de la demanda producida por la pandemia, se agotaron los tanques de reserva estadounidenses. Por ello, de manera inédita, los productores llegaron a pagar para colocar el producto en el mercado. 

El país se encuentra virtualmente paralizado debido al coronavirus, aunque Trump llama constantemente a boicotear las cuarentenas establecidas por los gobernadores. En un sistema profundamente federal, el gobierno central no puede pasar sobre las decisiones de los estados federados, por lo que el plan del Presidente de reactivar la economía “lo más pronto posible”, deberá esperar a conseguir los consensos necesarios. Esto parece extremadamente complejo, ya que tanto la oposición como el Gobierno se encuentran con posiciones muy duras; en medio, además, de un año electoral.

De los 100.000.000 de barriles diarios que consumía el mundo previo a la pandemia, se pasó a 80.000.000 por día. Sin embargo, esto podría derrumbarse aún más con el correr de las semanas y los meses. La organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), anunció que reduciría su nivel de producción de 10.000.000 de barriles de crudo por día entre mayo y junio. La guerra comercial desatada durante marzo entre Rusia y Arabia Saudita había hecho caer el precio del barril a niveles históricos hasta entonces. Esto ya había afectado a la producción de crudo estadounidense. No obstante, la estocada final se la ha dado la paralización del país y el cese casi total del consumo. 

A partir del miércoles se estableció como precio de referencia mundial al WTI. Si bien experimentó algunas subas después del desplome del lunes, el panorama no parece muy optimista para los productores. En México se cerraron algunas fábricas temporalmente y se devaluó el peso respecto del dólar más de un 1% en un día. López Obrador (AMLO) aseguró que esto influirá fuertemente en la crisis de la economía mexicana y también en la caída de las finanzas a nivel global. 

Mientras tanto, en algunos países productores de Europa también se viene cotejando la posibilidad de cesar con la producción mientras duran los efectos inmediatos de la pandemia. Lo cierto es que, tomando en cuenta las cotizaciones a futuro, poco parece indicar que este no será el peor año en la historia del sector. Si algo ha quedado claro con esta situación es que el capitalismo no puede funcionar sin consumidores, y el mercado del crudo, por supuesto, no es una excepción.

Ni siquiera durante la crisis del petróleo de 1973, cuando la OPEP embargó las exportaciones petroleras de los países occidentales que habían apoyado a Israel en la guerra de Yom Kippur, el precio del barril estadounidense estuvo tan por los suelos. De entre todos los desafíos que enfrenta el país por estas horas, este podría ser uno de los que mayores golpes le aseste a su economía. Por primera vez, quizás, en la historia misma del capitalismo, se da la paradoja de que algunos de los principales vendedores del mundo tienen que pagar para poder colocar sus productos. Sin dudas, las naciones del planeta se encuentran frente a una disyuntiva histórica. Poco se sabe cómo terminará esta historia, pero también son pocos los que están en condiciones de asegurar que el futuro será exactamente igual al pasado. Seguramente, a quienes les toque analizar las problemáticas globales del futuro, utilizaran los tiempos de la pandemia como un parte aguas de la historia. 

(*) Abogado Experto en Politica Internacional Miembro de Dossier Geopolitico

Publicado en el Diario Hoy Dia Cordoba: https://www.hoydia.com.ar/opinion/153-analisis-internacional/68609-petroleo-pagar-para-vender.html

Por Enrique Lacolla

Con esperable coherencia y aún más pronosticable cinismo los prohombres del neoliberalismo iberoamericano han salido a criticar como “autoritarias” las políticas de emergencia adoptadas por algunos gobiernos frente al Covid 19.

Uno no sabe si reír o llorar cuando lee documentos como el firmado por el escritor Mario Vargas Llosa y el ex presidente Mauricio Macri, refrendado por una larga fila de exponentes del llamado pensamiento neoliberal y por figuras representativas del establishment político y económico de América latina y algunos países de Europa. Ricardo López Murphy, Patricia Bullrich, Marcos Aguinis, Julio Sanguinetti, Álvaro Uribe Vélez, Fernando Savater, Luis Lacalle, el ex presidente de México Ernesto Zedillo y el empresario farmacéutico argentino Alejandro Roemmers, son algunas de las firmas que figuran al pie. La mayoría de los muchos firmantes son potentados. Otros pertenecen a la gleba de bien rentados sirvientes oficiosos del poder sistémico. El propósito del documento es atacar a los intentos de disciplinamiento de la economía a que la irrupción del corona virus está obligando a muchos gobiernos del mundo. Su núcleo conceptual está expresado en sus párrafos finales:

“A ambos lados del Atlántico resurgen el estatismo, el intervencionismo y el populismo con un ímpetu que hace pensar en un cambio de modelo alejado de la democracia liberal y la economía de mercado. 

Queremos manifestar enérgicamente que esta crisis no debe ser enfrentada sacrificando los derechos y libertades que ha costado mucho conseguir. Rechazamos el falso dilema de que estas circunstancias obligan a elegir entre el autoritarismo y la inseguridad, entre el Ogro Filantrópico y la muerte. “

El “Ogro Filantrópico”… El Ogro Filantrópico es el Estado, cuando no se pone al servicio del capital privado. Hablar de sacrificios es también un despropósito. ¿De quiénes son los derechos y libertades que ha costado mucho conseguir? ¿Y a quiénes les han costado mucho? “Las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas” cantaba Atahualpa. Todos los derechos y privilegios que el neoliberalismo ha conquistado en el último medio siglo han provenido del despojo, el atropello y el saqueo de las grandes mayorías. La especulación, la fuga de divisas, la conversión de la economía en una timba donde el dinero se reproduce por sí mismo y no se emplea en la solución de los problemas concretos sino en el montaje de un mecanismo que se ocupa de succionar los recursos de los países más débiles poniéndolos en el cepo de una deuda eterna sin cesar renovada, arrancándoles cualquier posibilidad de invertir en su propio desarrollo…, son los rasgos de la llamada democracia liberal de mercado. Incluso los países desarrollados de occidente –el padre de la criatura- tienen problemas cada vez mayores para regentar esta evolución: el desempleo crece, la juventud carece de metas, la demografía cae y en consecuencia la Unión Europea y EE.UU. se convierten en el receptáculo de una emigración que no desean, pero que necesitan y que ellos mismos incentivan con políticas que apuntan a lograr el control de la periferia desestructurando sus configuraciones nacionales; políticas cuya secuela son las guerras y los desplazamientos poblacionales que arrastran su miseria de un punto a otro del mapa.

Este es el saldo que dejan cuarenta años de capitalismo salvaje. Ahora el Covid 19 viene a transparentar la urgencia de la situación, lo insostenible del sistema, la necesidad de al menos una planificación flexible de la economía. ¿Y a esto cómo responden las “fuerzas vivas” del país? Con la denuncia a un presunto autoritarismo, cuyas puntas estarían dadas por el prudente manejo que se está dando a la cuarentena, que prevé una salida gradual de la misma, y con el requerimiento de una contribución única a las grandes fortunas para ayudar a sostener el andamiaje económico en la situación de crisis extrema que tanto la pandemia como el desquicio que produjo el anterior gobierno -el gobierno de los ricos- en la economía. Son dos requerimientos naturales, modestos y necesarios para poner una punta de racionalidad en una situación que puede escaparse de las manos en cualquier momento.

Pero las proposiciones sensatas, y más aún si son generosas y nobles, repugnan al capitalismo salvaje. Y así tenemos a los figurones del establishment argentino rasgándose las vestiduras porque deben oblar un mínimo de sus portentosas fortunas para el bien general, y exigiendo una inmediata reanudación de la actividad laboral para mantener un flujo económico que seguramente es indispensable, pero para el cual quienes ponen el cuerpo son las masas de gente que se desplazan en los medios masivos de transporte, sitio ideal para dispersar los virus, mientras que los capitostes de la industria o las finanzas permanecen al reparo, conectándose virtualmente desde sus mansiones o moviéndose en sus propios automóviles o helicópteros. Mientras ventean, en la actual crisis y en el desorden y la depresión que se asoman en el mundo entero, una oportunidad para concentrar aún más riqueza bajando la mano sobre empresas, yacimientos o industrias que se bambolean al borde de la quiebra por, entre otras cosas, la brutal baja en el precio del crudo. A la vez que no dejan de advertir, con un escalofrío que les recorre la espalda, los chispazos que empiezan a dejarse ver al final del túnel y que podrían preanunciar un cambio de modelo.

Así pues, con engolada importancia, se tornan en pródigos consejeros de cómo hay que encarar la crisis. El fondo no confesado de su pensamiento es la reapertura de la economía a todo vapor; total, los trabajadores que enferman o mueren siempre pueden ser reemplazados por otros desesperados que esperan su oportunidad para conseguir un empleo, mientras que los dueños de la pelota cuidan la ropa y se dedican a contar las bajas colaterales que produce su inclemente proceder. No es la primera vez que pasa esto en la historia: Bocaccio situó los cuentos de su “licencioso” Decamerón en el ambiente de los jóvenes de buena familia que escapaban de los estragos de la Peste Negra en los hermosos paisajes de la campiña en torno a Florencia.

Ahora bien, esta deplorable imagen de indiferencia moral no puede ocultar los datos de la realidad. El mundo, y nuestro país en particular, están pasando por una coyuntura de las más difíciles. A Alberto Fernández le ha tocado bailar con la más fea. Al desastre económico heredado se le ha sumado la pandemia, que exige un manejo en extremo delicado y que trae en su estela el hundimiento del precio de las “commodities”; en primer lugar el de los combustibles, dejando en el aire la esperanza de recuperación que suponía la explotación de Vaca Muerta. “El campo”, mientras tanto, se niega a liquidar a la baja a parte de su stock acumulado y pone el grito en el cielo ante cualquier insinuación de reforma impositiva que grave sus hasta hace muy poco fabulosas ganancias. Junto a estas preocupaciones, hay que lidiar con los fondos buitres que amenazan con arrastrarnos nuevamente a los tribunales de Nueva York (otra herencia de la era neoliberal, en su etapa menemista). Una delicia.

En medio de este desbarajuste, sin embargo, hay que agradecer a la oportunidad que supimos darnos al votar al actual gobierno, cerrándole el paso a la fauna conservadora del PRO o del PRO ampliado. ¿Podemos imaginarnos lo que sería en la Argentina en ese momento si este desquicio hubiese de ser manejado por Macri y su banda?

FUENTE: http://www.enriquelacolla.com/sitio/notas.php?id=642

Sergio Moro, representaba en este desgobierno brasileño a esa derecha vinculada al empresariado y al discurso del «honestismo». Y a la manipulada “clase media” confundida y aturdida por un plan comunicacion planificado desde los grandes medios que con informaciones falsas y prejuicios sin ‘pruebas” condenó e impidió que Brasil tuviera otro destino que no sea el actual aquelarre, de retroceso económico, social y de dejar de tener una presencia internacional Global y Regional fuerte por una política exterior de alineación a las directivas de Washington. Que la aislaron del Grupo BRICS y de la Integracion suramericana.

Moro fue convocado por Bolsonaro para obtener el apoyo de las clases medias que se levantaron contra el Partido de los Trabajadores (PT) de Lula por el escándalo de Lava Jato, y esa representación ahora se ha caído del gobierno.

Ahora este gobierno de Bolsonaro continuará a la deriva y con una espada de Damocles sobre su cabeza, con la segura iniciación de un Juicio Político ya que el fiscal general de Brasil, Augusto Aras, solicitó formalmente a la Suprema Corte una autorización para investigar las denuncias de Moro contra el presidente, porque «la dimensión de los episodios narrados en la declaración del ministro (Moro) revelarían la práctica de delitos, imputando al presidente, pero también podría caracterizar el delito de denuncia calumniosa».Por ello DOSSIER GEOPOLITICO sostenedor de que la única salida estratégica que tiene Suramerica después de esta pandemia es la consolidación de un estado continental fuerte, Y para ello necesitamos a un Brasil sólido fuerte y participativo del destino del espacio geográfico que comparte con el mundo Hispanoparlante es que difundimos el siguiente Video: –«El odio» describe la campaña de desprestigio impulsada contra Lula da Silva y el Partido de los Trabajadores en Brasil, demostrando cómo ese proceso catapultó a Jair Bolsonaro a la presidencia. El audiovisual realizado por el documentalista argentino Andrés Sal.lari también detalla la participación protagónica del juez Moro, de los medios de comunicación y de Washington en toda la operación.- Que condeno a esta decadencia al actual Brasil que fue planificada por los poderes extracontinentales y con el rol de la derechas liberales y el protestantismo militante en Brasil para entender y comprender el modelo de guerra Híbrida a la que fue sometida la nación Verde Amarilla. y que se entienda en toda América latina el “modelo”

Tras la reciente publicación del libro “Análisis estratégico sobre el panorama mundial en tiempos de la pandemia, desde la Argentina” de la editorial dependiente de la Universidad Nacional de Jujuy; Tiempo de Jujuy entrevisto al Dr. Miguel Barrios, uno de sus autores, para que nos explique de que forma la pandemia del coronavirus está afectando geopolíticamente al mundo.

Prof. Dr. Miguel Ángel Barrios: Dr. En Educación (Universidad Tecnológica Intercontinental – UTIC. Asunción Paraguay). Dr. En Ciencia Política (Universidad del Salvador. Buenos Aires. Argentina). Diploma en Relaciones Internacionales. (Universidad Complutense de Madrid. España). director academico de Dossier Geopolitico; Profesor. Investigador. Consultor. Autor de más de 15 obras de política latinoamericana.

_ ¿Qué es la geopolítica?

_ La geopolítica es disciplina que abarca, de forma transversal, a todas las Ciencias Sociales. En sus comienzos en el siglo XIX era considerada una ciencia autónoma; pero hoy, en mi opinión, es considerada una disciplina.

Solamente los estados o los poderes que ocupen las diferentes dimensiones del espacio poseen poder real

El objeto de estudio de la misma, es la relación de los poderes de los estados y también de las unidades políticas sin territorio en la lucha por los espacios. Es decir es la lucha a lo largo de la historia por ocupar los espacios que nunca son neutros.

La historia es tiempo y espacio, y desde el punto de vista de la geopolítica en esta se da la lucha por la territorialidad.

Solamente los estados o los poderes que ocupen las diferentes dimensiones del espacio poseen poder real, hoy los niveles de espacio de la geopolítica, debido al avance tecnológico de la mundialización, son cinco. Estos son tierra, agua, el aire, espacio ultraterrestre o satelital y el ciberespacio. Los estados deben tener las capacidades de manejarse en los cinco niveles de espacios.

En el caso del agua es como recurso o bien, que cada vez es más escaso, y porque el 80% del comercio se sigue realizando a través de este.

En el caso de américa del sur es una potencia geopolítica, desde el punto de vista de los recursos naturales y materias primas.

Las guerras que se vienen son dos, una es por los recursos naturales y la otra es la cibernética. En la del ciberespacio se encuentra la ciberseguridad y ciberdefensa.

_ ¿Qué se entiende por orden mundial?

_ En política internacional la palabra orden no tiene la misma aplicación que en el lenguaje cotidiano, ya que significa armonía. Para la política internacional el orden es un acuerdo o desacuerdo, entre dos o más actores, sobre los espacios de poder mundial.

_ ¿Cómo era el orden mundial hasta noviembre del 2019?

_ El año pasado se produce el estancamiento de Estados Unidos en el medio oriente, concretamente en Siria, en su búsqueda de llegar a Irán ya que este era su real objetivo para centrarse desde allí contra China. Esa estrategia comenzó en el año 2017.

Cuando implosionó la Unión Soviética parecía que Norte América había ganado por la caída de un extremo de la bipolaridad y con ese evento se llegaría al cierre de la historia. Luego siguió la post guerra fría, que fue el intento de los Estados Unidos, a fines del siglo XX y principios del siglo XXI, de instalar un imperio militar global unipolar durante el gobierno de George W. Bush (h) con la invasión a Asia.

Posteriormente, en la crisis mundial del año 2008 se produce el estancamiento militar y el ascenso geoeconómico de China, con una revolución industrial inédita, ha generado un mundo multipolar en el cual los actores que emergieron fueron EE. UU, de hecho, China; Rusia y la India. Con características de Estados de dimensiones geopolíticas continentales, es decir bioceánicos.

El estancamiento de algunas políticas de Estados Unidos da origen a un mundo multipolar; en donde este deja de ser el único actor en la política internacional y comienzan a aparecer otros países en la escena.

En el caso de Europa entró a un signo de interrogante, porque no lograron la unidad militar ya que quedó prisionera de sus diferencias culturales. Hay tres elementos que hay que distinguir en el Unión Europea que son la OTAN, que es el brazo armado dirigido por cada uno de sus integrantes, el pacto del Tratado de Roma por el que se fueron incorporando distintos países, y la Eurozona  por el cual muchos países adoptaron el Euro como moneda sin ser miembros de la UE.

Por ejemplo Turquía forma parte de la OTAN pero no de la UE y Reino Unido formaba parte de la UE pero nunca adopto el Euro como monedo.

Otro gran interrogante es la de América del Sur por la constante tensión en el enfrentamiento de las doctrinas del Bolivarismo y el Monroismo.  El Bolivarismo es el intento de Simón Bolívar, en el año 1826, en el congreso de Panamá de lograr la unidad continental y el Monroismo es la declaración unilateral del presidente norteamericano, James Monroe, mal llamado intento de unidad pero panamericana, es decir como apéndice de Estados Unidos.  Es decir integracionismo versus panamericanismo.

_ Ante este escenario ¿Qué debe hacer América Latina?

_ Hoy, en mi opinión, no nos queda otra cosa que la integración de América del Sur, más allá de la coyuntura de los gobiernos, a pesar de que esto con Bolsonaro sea muy difícil, porque el núcleo de este proceso es la alianza de Argentina y Brasil.

Por otra parte, hay Estados que no son continentales pero por su carácter regional son muy importantes como son los casos de Turquía e Irán, este último nuclea el mundo Islámico.

_ ¿Son agentes de cambio en la dinámica mundial las epidemias y las pandemias?

_ Yo pienso que sí. A lo largo de la historia toda pandemia ha generado crisis y cambios en diferentes órdenes, lo que sucede es que no suelen percibirse con facilidad al principio. Debemos entender a la crisis es un momento de inflexión o decadencia

Si se lo observa desde el punto de vista estratégico y desde la evolución histórica, podemos ver rápidamente. Por ejemplo, la crisis de las ciudades griegas, fueron producidas por las pestes que comenzaron en Atenas, que data de la guerra del Peloponeso, aproximadamente, en 430 a.c.; a partir de esto entran en decadencia las ciudades griegas porque emerge el imperio de Alejandro.

La modernidad es influida significativamente por la peste negra, a llegar esta desde Asia a Europa, alrededor del año 1350, trajo una crisis económica por la falta de mano de obra. Ahí es cuando aparecen muy lentamente los gremios, porque los campesinos tienen un margen para poder negociar. Sin la peste negra es impensable la modernidad.

Luego, la Gripe Española, en 1918, mal llamada así porque comienza en Estados Unidos y después toma fuerza en España y produce el fallecimiento de cincuenta millones de personas. Las medidas y efectos eran muy similares distanciamiento social, barbijo, crisis económica e higiene.

En las pandemias siempre hay un cambio de época que va más allá de una crisis sanitaria. En el caso del coronavirus, no podemos encapsularnos en su origen es decir si fue Estados Unidos o China, si es natural o de laboratorio. Porque eso hoy no nos conduce a ningún lado, hablando desde la geopolítica, las investigaciones científicas con el tiempo lo determinaran. En el laboratorio de Wuhan trabajaban especialistas tanto ambos países.

_ ¿De qué forma afectó el coronavirus al orden mundial?

_ Esta pandemia es la primera en un mundo globalizado y multipolar, que replantea al capitalismo generando una crisis en tres niveles. La primera es sanitaria, la segunda es económica social y el último es ambiental.

De estos niveles de crisis se desprenden cuatro niveles de gestión, para ir bajando a la política, la gestión de la pandemia, la gestión de la economía, la gestión del confinamiento social y la reconfiguración del orden internacional.

Si analizamos la reconfiguración del orden mundial vemos un potenciamiento de China, una crisis importante de Estados Unidos a tal punto de que tres semanas tiene 22 millones de personas que están solicitando un seguro de desempleo, y una crisis económica inédita que la llevó a un decrecimiento, al punto que pone en riesgo la reelección de Donald Trump. El ocaso de Europa y al mismo tiempo el fortalecimiento de Rusia y una serie de interrogantes en África y América Latina.

Estamos en la fase del agotamiento, casi definitivo, del período neoliberal de la globalización.

Estamos en la fase del agotamiento, casi definitivo, del período neoliberal de la globalización.  Porque la globalización o mundialización comenzó en occidente hace cinco siglos con los descubrimientos geográficos, el capitalismo, la burguesía industrial y el sistema bancario entre otros elementos. El mundo se transformó en un solo sistema, es un proceso histórico y multidimensional.

Muchas veces desde la ideología se confunde esto y se toma como sinónimo de globalización el neoliberalismo, pero este es solo un subperíodo de la globalización, y ahora el mundo está comenzando otro que todavía no se puede definir cuál es.

A partir del coronavirus se pone en discusión que una elite global, denunciada hasta por el Papa Francisco, a través del poder financiero generaba una inequidad más poderosa que los Estados. El dogma de este grupo siempre fue el mercado gobierna y la política administra. Esto hoy terminó y el estado debe volver a asumir su rol en sus actividades espaciales y estratégicas.

_ A China se le acusa de un manejo poco transparente de la información del coronavirus ¿Cómo afecto esto a ese país en el plano de la política internacional?

_ La gestión de como trato la enfermedad China es una agenda occidental, en un mundo multipolar, no se puede analizar a este país solamente desde la óptica de occidente. Por ahora todos estos planteos son parte del terreno de las hipótesis. No se puede obviar la potencialización de China, Estados Unidos acusa a ese país que no ha tenido mucho impacto por el momento.

A quedado al descubierto que el 80% de los insumos farmacéuticos y tecnológicos, relacionados a la medicina, en el mundo son producidos por China y la India, desde barbijos hasta respiradores.

FUENTE: https://tiempodejujuy.com.ar/04/2020/miguel-barrios-en-las-pandemias-siempre-hay-un-cambio-de-epoca-que-va-mas-alla-de-una-crisis-sanitaria/?fbclid=IwAR3bOGNnbogUc7fUyJF2TH6J4RZomydlqBzSlniRC4lnwKw72-LlyrdwcJQ

Estamos viviendo en un estado fallido. El coronavirus no rompió a los EEUU. Reveló lo que ya estaba roto.

George Packer

Cuando el virus llegó aquí, encontró un país con graves condiciones subyacentes y las explotó sin piedad. Las enfermedades crónicas (una clase política corrupta, una burocracia esclerótica, una economía despiadada, un público dividido y distraído) no habían recibido tratamiento durante años. Habíamos aprendido a vivir, incómodos, con los síntomas. Se necesitó la escala y la intimidad de una pandemia para exponer su gravedad, para sorprender a los estadounidenses con el reconocimiento de que estamos en la categoría de alto riesgo.

La crisis exigió una respuesta rápida, racional y colectiva. En cambio, los Estados Unidos reaccionó como Pakistán o Bielorrusia, como un país con una infraestructura de mala calidad y un gobierno disfuncional cuyos líderes eran demasiado corruptos o estúpidos para evitar el sufrimiento masivo. La administración desperdició dos meses irrecuperables para prepararse. Del presidente vino la ceguera voluntaria, el chivo expiatorio, las alardes y las mentiras. De sus bocas salieron teorías conspirativas y curas milagrosas. Algunos senadores y ejecutivos corporativos actuaron, rápidamente, no para evitar el desastre que se avecinaba, sino para aprovecharlo. Cuando un médico del gobierno intentó advertir al público sobre el peligro, la Casa Blanca tomó el micrófono y politizó el mensaje.

Todas las mañanas en el, interminable, mes de marzo, los estadounidenses se despertaban para encontrarse como ciudadanos de un estado fallido. Sin un plan nacional, sin instrucciones coherentes en absoluto, las familias, las escuelas y las oficinas tenían que decidir, por sí mismas, si cerrar y refugiarse. Cuando se descubrió que los kits de prueba, las máscaras, las batas y los ventiladores escaseaban los gobernadores, desesperadamente,  los pidieron. Desde la Casa Blanca, que se estancó y que luego llamó a la empresa privada, la que no pudo cumplir. Los estados y las ciudades se vieron obligados a participar en guerras que los dejaron presa del aumento de los precios y de la especulación empresarial. Los civiles sacaron sus máquinas de coser para tratar de mantener sanos a los trabajadores del hospital mal equipados y a sus pacientes vivos. Rusia, Taiwán y las Naciones Unidas enviaron ayuda humanitaria al poder más rico del mundo: una nación mendiga en un caos total.

Donald Trump vio la crisis casi por completo en términos personales y políticos. Temiendo por su reelección, declaró que la pandemia de coronavirus era una guerra y que él mismo era un presidente en tiempos de guerra. Pero, el líder que nos recuerda es al mariscal Philippe Pétain, el general francés que, en 1940, firmó un armisticio con Alemania, después de la derrota de las defensas francesas y que, luego, formó el régimen pronazi de Vichy. Al igual que Pétain, Trump colaboró ​​con el invasor y abandonó su país en un desastre prolongado. Y, como Francia, en 1940, los Estados Unidos en 2020 se han sorprendido con un colapso que es más grande y más profundo que un líder miserable. Algunas futuras autopsias de la pandemia podrían llamarse “Strange Defeat”, según el estudio contemporáneo del historiador y luchador de la Resistencia Marc Bloch sobre la caída de Francia. A pesar de innumerables ejemplos en todo los Estados Unidos de coraje y de sacrificio individual, el fracaso es nacional. Y debería forzar una pregunta que la mayoría de los estadounidenses nunca han tenido que hacer: ¿Confiamos en nuestros líderes y entre nosotros lo suficiente como para convocar una respuesta colectiva a una amenaza mortal? ¿Somos todavía capaces de autogobernarnos?

Esta es la tercera gran crisis del corto siglo XXI. La primera, el 11 de septiembre de 2001, se produjo cuando los estadounidenses todavía vivían mentalmente en el siglo anterior y el recuerdo de la depresión, la guerra mundial y la guerra fría se mantuvo fuerte. Ese día, la gente en el corazón rural no veía a Nueva York como un aglomerado alienígena de inmigrantes y liberales que merecían su destino; sino como una gran ciudad estadounidense que había sido un éxito para todo el país. Los bomberos de Indiana condujeron 1.200 Km para ayudar al esfuerzo de rescate en la Zona Cero. Nuestro reflejo cívico fue llorar y movilizarnos juntos.

La política partidista y las políticas terribles, especialmente la Guerra de Irak, borraron el sentido de unidad nacional y alimentaron una amargura hacia la clase política que nunca se desvaneció realmente. La segunda crisis, en 2008, la intensificó. En la parte superior, el colapso financiero casi podría considerarse un éxito. El Congreso aprobó un proyecto de ley de rescate bipartidista que salvó al sistema financiero. Los funcionarios salientes de la administración Bush cooperaron con los funcionarios entrantes de la administración Obama. Los expertos de la Reserva Federal y del Departamento del Tesoro utilizaron la política monetaria y fiscal para evitar una segunda Gran Depresión. Los principales banqueros fueron avergonzado, pero no procesados; la mayoría de ellos mantuvo su fortuna y algunos sus trabajos. En poco tiempo estaban de vuelta en el negocio. Un comerciante de Wall Street me dijo que la crisis financiera había sido un «reductor de velocidad».

Todo el dolor duradero se sintió en el medio y en la parte inferior, por los estadounidenses que se endeudaron y que perdieron sus empleos, sus hogares y sus ahorros para la jubilación. Muchos de ellos nunca se recuperaron y los jóvenes que llegaron a la mayoría de edad en la Gran Recesión están condenados a ser más pobres que sus padres. La desigualdad, la fuerza fundamental e implacable en la vida estadounidense desde finales de la década de 1970, empeoró.

Esta segunda crisis generó una profunda brecha entre los estadounidenses: entre las clases altas y bajas, entre los republicanos y los demócratas, entre las personas metropolitanas y las rurales, entre los nativos y los inmigrantes, entre los estadounidenses comunes y sus líderes. Los lazos sociales habían estado bajo una tensión creciente durante varias décadas, y ahora comenzaron a romperse. Las reformas de los años de Obama, por importantes que fueran, en atención médica, regulación financiera, energía verde, solo tuvieron efectos paliativos. La larga recuperación en la última década enriqueció a las corporaciones y a los inversores, arrulló a los profesionales y dejó a la clase trabajadora más atrás. El efecto duradero de la depresión fue aumentar la polarización y desacreditar a la autoridad, especialmente la del gobierno.

Ambas partes tardaron en comprender cuánta credibilidad habían perdido. La política que se avecinaba era populista. Su presagio no era Barack Obama, sino Sarah Palin, la candidata a la vicepresidencia, absurdamente, poco preparada que despreciaba la experiencia y se deleitaba con la celebridad. Ella era la Juan el Bautista de Donald Trump.

Trump llegó al poder como repudio al establecimiento republicano. Pero la clase política conservadora y el nuevo líder pronto llegaron a un acuerdo. Cualesquiera que sean sus diferencias en asuntos como el comercio y la inmigración, compartieron un objetivo básico: despojar los activos públicos en beneficio de los intereses privados. Los políticos y donantes republicanos que querían que el gobierno hiciera lo menos posible por el bien común podrían vivir felices con un régimen que apenas sabía gobernar y se convirtieron en los lacayos de Trump.

Como un niño sin sentido lanzando fósforos en un campo seco, Trump comenzó a inmolar lo que quedaba de la vida cívica nacional. Nunca fingió ser presidente de todo el país, sino que nos enfrentó entre nosotros en términos de raza, sexo, religión, ciudadanía, educación, región y, todos los días de su presidencia, de su partido político. Su principal herramienta de gobierno era mentir. Un tercio del país se encerró en una sala de espejos que creía que era realidad; un tercero se volvió loco con el esfuerzo de aferrarse a la idea de la verdad conocida y un tercero dejó de intentarlo.

Trump adquirió un gobierno federal paralizado por años de asalto ideológico por parte de la Derecha, politización por parte de ambos partidos y desfinanciamiento constante. Se dedicó a terminar el trabajo y destruir el servicio civil profesional. Expulsó a algunos de los funcionarios de carrera más talentosos y experimentados, dejó vacantes los puestos esenciales e instaló leales como comisarios sobre los sobrevivientes cobardes, con un solo propósito: servir a sus propios intereses. Su mayor logro legislativo, uno de los mayores recortes de impuestos de la historia, envió cientos de miles de millones de dólares a las corporaciones y a los ricos. Los beneficiarios acudieron en masa a patrocinar sus resorts y llenar sus bolsillos para la reelección. Si mentir era su medio para usar el poder, la corrupción era su fin.

Este era el panorama estadounidense que estaba abierto al virus: en ciudades prósperas, una clase de trabajadores de escritorio conectados globalmente que dependían de una clase de trabajadores de servicios precarios e invisibles; en el campo, comunidades en descomposición en revuelta contra el mundo moderno; en redes sociales, odio mutuo y vituperación interminable entre los diferentes campos; en la economía, incluso con pleno empleo, una brecha grande y creciente entre el capital triunfante y la mano de obra asediada; en Washington, un gobierno vacío dirigido por un estafador y su partido en bancarrota intelectual; en todo el país, un estado de ánimo de agotamiento cínico, sin visión de una identidad o futuro compartido.

Si la pandemia es realmente una especie de guerra, es la primera que se librará en este suelo en un siglo y medio. La invasión y la ocupación exponen las fallas de una sociedad, exagerando lo que pasa desapercibido o es aceptado en tiempos de paz, aclarando verdades esenciales, elevando el olor a la podredumbre enterrada.

El virus debería haber unido a los estadounidenses contra una amenaza común. Con un liderazgo diferente, podría haberse hecho. En cambio, incluso cuando se extendió de las áreas azules a las rojas, las actitudes se rompieron en líneas partidistas familiares. El virus también debería haber sido un gran nivelador. No tienes que estar en el ejército ni endeudarte para ser un objetivo, solo tienes que ser humano. Pero desde el principio, sus efectos han sido sesgados por la desigualdad que hemos tolerado durante tanto tiempo. Cuando las pruebas para el virus eran casi imposibles de encontrar, los ricos y conectados —la modelo y presentadora de televisión de realidad Heidi Klum, la lista completa de los Brooklyn Nets, los aliados conservadores del presidente— pudieron de alguna manera, hacerse la prueba, a pesar de que muchos no mostraron síntomas La combinación de resultados individuales no hizo nada para proteger a la salud pública. Mientras tanto, las personas comunes con fiebre y escalofríos tuvieron que esperar en largas colas, posiblemente, infecciosas, solo para ser rechazados porque, en realidad, no se estaban sofocando. Una broma en Internet propuso que la única forma de averiguar si tenía el virus era estornudar en la cara de una persona rica.

Cuando se le preguntó a Trump sobre esta injusticia flagrante, expresó su desaprobación, pero agregó: «Tal vez esa ha sido la historia de la vida». La mayoría de los estadounidenses apenas registran este tipo de privilegio especial en tiempos normales. Pero en las primeras semanas de la pandemia provocó indignación, como si, durante una movilización general, se permitiera a los ricos comprar su salida del servicio militar y acumular máscaras antigás. A medida que el contagio se ha extendido, es probable que sus víctimas sean personas pobres, negras y marrones. La gran desigualdad de nuestro sistema de atención médica es evidente a la vista de los camiones refrigerados alineados fuera de los hospitales públicos.

Ahora tenemos dos categorías de trabajo: el esencial y el no esencial. ¿Quiénes han resultado ser los trabajadores esenciales? En su mayoría personas en trabajos mal remunerados que requieren su presencia física y ponen en riesgo su salud directamente: trabajadores de almacenes, repositores, deliveries, conductores de reparto, empleados municipales, empleados de hospitales, asistentes de salud, camioneros de larga distancia. Los médicos y las enfermeras son los héroes de combate de la pandemia, pero el cajero del supermercado con su botella de desinfectante y el conductor del correo con sus guantes de látex son las tropas de suministros y la logística que mantienen intactas las fuerzas de la primera línea. En una economía de teléfonos inteligentes que oculta clases enteras de seres humanos, estamos aprendiendo de dónde provienen nuestros alimentos y bienes, quién nos mantiene vivos. Una orden de rúcula orgánica para bebés en “AmazonFresh” es barata y llega de la noche a la mañana, en parte, porque las personas que la cultivan, clasifican, empacan y entregan tienen que seguir trabajando mientras están enfermos. Para la mayoría de los trabajadores de servicios, la baja por enfermedad resulta ser un lujo imposible. Vale la pena preguntar si aceptamos un precio más alto y una entrega más lenta para que puedan quedarse en casa.

La pandemia también ha aclarado el significado de los trabajadores no esenciales. Un ejemplo es Kelly Loeffler, la senadora republicana junior de Georgia, cuya única calificación para el asiento vacío que le dieron en enero es su inmensa riqueza. Menos de tres semanas en el trabajo, después de una terrible sesión privada sobre el virus, se enriqueció, aún más, con la venta de acciones, luego acusó a los demócratas de exagerar el peligro y les dio a sus electores falsas garantías que bien podrían haberlos matado.  Los impulsos de Loeffler en el servicio público son los de un parásito peligroso. Un cuerpo político que colocaría a alguien así en un alto cargo está muy avanzado en decadencia.

La encarnación más pura del nihilismo político no es el propio Trump sino su yerno y asesor principal, Jared Kushner. En su corta vida, Kushner ha sido promovido, fraudulentamente, como meritocrático y populista. Nació en una familia de bienes raíces adinerada el mes en el que Ronald Reagan ingresó a la Oficina Oval, en 1981, un príncipe de la segunda Edad Dorada. A pesar del mediocre historial académico de Jared, fue admitido en Harvard después de que su padre, Charles, prometió una donación de U$ 2,5 millones a la universidad. El padre ayudó a su hijo con U$ 10 millones en préstamos para comenzar en el negocio familiar, luego Jared continuó su educación de élite en las escuelas de derecho y de negocios de la Universidad de Nueva York, donde su padre había contribuido con U$ 3 millones. Jared pagó el apoyo de su padre con una lealtad feroz, cuando Charles fue sentenciado a dos años en una prisión federal en 2005 por tratar de resolver una disputa legal familiar atrapando al esposo de su hermana con una prostituta y grabando en video el encuentro.

Jared Kushner fracasó como propietario de un rascacielos y como editor de un periódico, pero siempre encontró a alguien que lo rescatara, y su confianza en sí mismo sólo creció. En “American Oligarchs”, Andrea Bernstein describe cómo adoptó la perspectiva de un emprendedor que toma riesgos, un «disruptor» de la nueva economía. Bajo la influencia de su mentor Rupert Murdoch, encontró formas de fusionar sus actividades financieras, políticas y periodísticas. Hizo de los conflictos de intereses su modelo de negocio.

Entonces, cuando su suegro se convirtió en presidente, Kushner rápidamente ganó el poder en una administración que elevó el amateurismo, el nepotismo y la corrupción como sus principios rectores. Mientras se ocupó de la paz en el Medio Oriente, su intromisión sin importancia, no era importante para la mayoría de los estadounidenses. Pero desde que se convirtió en un asesor influyente de Trump sobre la pandemia de coronavirus, el resultado ha sido la muerte en masa.

En su primera semana en el trabajo, a mediados de marzo, Kushner fue coautor del peor discurso de la Oficina Oval, del que se tenga memoria;  interrumpió el trabajo vital de otros funcionarios, pudo haber comprometido los protocolos de seguridad, coqueteado con conflictos de intereses y violado leyes federales, e hizo promesas fatuas que, rápidamente, se convirtieron en polvo. «El gobierno federal no está diseñado para resolver todos nuestros problemas», dijo y explicó cómo aprovecharía sus conexiones corporativas para crear sitios de test del virus al paso. Nunca se materializaron. Los líderes corporativos lo convencieron de que Trump no debería usar la autoridad presidencial para obligar a las industrias a fabricar respiradores; entonces el propio intento de Kushner de negociar un acuerdo con la General Motors fracasó. Sin perder la fe en sí mismo, culpó a los gobernadores estatales de incompetentes y de la falta de los equipos necesarios.

Presenciar a esta brisa trémula, pálida y delgada en medio de una crisis mortal, usnado la jerga de las escuelas de negocios para tapar el fracaso masivo de la administración de su suegro, es comprobar el colapso de todo un enfoque de gobierno. Decir que los expertos científicos y otros funcionarios públicos son los miembros traidores de un «estado profundo»,  que no son trabajadores esenciales y que son marginarlos en favor de los ideólogos y de los aduladores es una amenaza para la salud de la nación. Resulta que las compañías «ágiles» no pueden prepararse para una catástrofe o distribuir productos que salven vidas; solo un gobierno federal competente puede hacerlo. Resulta que todo tiene un costo y años de atacar al gobierno, exprimirlo y agotar su moral, infligen un alto costo que el público tiene que pagar con sus vidas. Todos los programas se cancelaron, las existencias se agotaron y los planes desechados significaron que nos habíamos convertido en una nación de segunda categoría. Luego vino el virus y esta extraña derrota.

La lucha para superar la pandemia también debe ser una lucha para recuperar la salud de nuestro país y construirla de nuevo  o las dificultades y el dolor que estamos soportando nunca serán redimidos. Bajo nuestro liderazgo actual, nada cambiará. Si el 11 de septiembre y el 2008 agotaron la confianza en el antiguo establishment político, 2020 debería acabar con la idea de que la antipolítica es nuestra salvación. Pero poner fin a este régimen, tan necesario y merecido, es solo el comienzo.

Nos enfrentamos a una elección que la crisis deja inevitablemente clara. Podemos permanecer acurrucados en el autoaislamiento, temiendo y evitandonos los unos con los otros, dejando que nuestro vínculo común se desvanezca en la nada. O podemos usar esta pausa en nuestra vida normal para prestar atención a los trabajadores del hospital que sostienen los teléfonos celulares para que sus pacientes puedan despedirse de sus seres queridos; el avión cargado de trabajadores médicos que volaban desde Atlanta para ayudar en Nueva York; los trabajadores aeroespaciales en Massachusetts que exigen que su fábrica se convierta en productora de respiradores; los residentes de La Florida haciendo largas colas porque no podían comunicarse por teléfono con la distante oficina de desempleo; los residentes de Milwaukee que se enfrentaron a interminables esperas, al granizo y al contagio para votar en una elección forzada por jueces partidistas. Podemos aprender de estos días terribles que la estupidez y la injusticia son letales; que, en una democracia, ser ciudadano es un trabajo esencial; que la alternativa a la solidaridad es la muerte. Después de salir de nuestro escondite y quitarnos las máscaras, no debemos olvidar lo que era estar solo.

Traducción: Coronel ® Carlos Pissolito

Fuente: https://www.theatlantic.com/magazine/archive/2020/06/underlying-conditions/610261/