Con una respuesta medida y política al ataque de Tel Aviv contra el consulado de Teherán en Damasco, la República Islámica gana la iniciativa en Asia Occidental

por Eduardo J. Vior
analista internacional especial para Dossier Geopolitico

Este sábado a la noche Irán disparó más de 300 drones y varios cohetes de crucero sobre objetivos militares en Israel. A pesar de que la “cúpula  de hierro” antiaérea que protege al Estado sionista logró derribar más del 90% de los proyectiles, la masividad del ataque permitió a suficientes piezas filtrarse, como para producir severos daños en una base aérea del sur y otra de inteligencia en el norte. Sólo una niña resultó herida. 

La evidencia de que Israel es vulnerable se sumó al desasosiego entre la población que ya había producido el domingo anterior el anuncio de que sus tropas se habían retirado de Gaza. Durante la semana pasada varios comentaristas certificaron la derrota de su país en los seis meses de invasión al territorio gazatí y las subsecuentes amenazas del gobierno de derecha/ultraderecha contra Irán se evidenciaron vacuas, porque el presidente norteamericano Joe Biden prohibió a Benyamin Netanyahu  responder al ataque persa. Irán ha ocupado el centro del escenario regional en un cambio epocal que repercutirá en todos los frentes.

Durante su bombardeo de este fin de semana Irán sólo atacó objetivos militares de Israel y casi no produjo víctimas. Este domingo el mayor general Hossein Salami, jefe del Cuerpo de Guardias de la Revolución Islámica (IRGC, por su nombre en inglés), advirtió sobre respuestas aún más duras, si Israel decide tomar represalias. Por su parte, Mohammad Bagueri, jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas iraníes, reveló que el cuartel general de la inteligencia israelí en el Monte Hermón y la base militar de Nevatim fueron atacados y destruidos con éxito utilizando misiles balísticos y de crucero. La base aérea de Nevatim  está ubicada en el desierto de Néguev, en el sur de Israel, desde donde el ejército de este país el 1º de abril atacó con sus F 35 el consulado iraní en Damasco, asesinando a Mohammad Reza Zahedi, comandante de la Fuerza Quds (Jerusalén) de operaciones exteriores de la IRGC, y a otros seis altos mandos. Se estima que siete cohetes impactaron en el aeropuerto. Por su parte, el portavoz del ejército israelí admitió este domingo que el objetivo fue dañado.

Irán ha dado por concluida su represalia, pero su oferta de cese al fuego en Gaza fue rechazada por Israel. Los EE.UU. y la UE quieren que todo termine en este punto, pero lo más probable es que Israel lance su propia represalia. Sin embargo, por ahora, según versiones del sensacionalista Yedioth Ahronoth, tras la conversación telefónica que Netanyahu y Biden mantuvieron este domingo, Tel Aviv ha postergado toda respuesta.

El ataque iraní sucedió al retiro, el domingo 7, de las tropas israelíes que habían invadido la Franja de Gaza seis meses antes. La guerra estalló tras un ataque contra Israel perpetrado por Hamás y otras tres  organizaciones palestinas el 7 de octubre de 2023, en el que, según cifras israelíes, murieron 1.200 personas, en su mayoría civiles. Durante la incursión fueron tomadas como rehenes 253 personas. Algunos fueron canjeados por prisioneros palestinos que estaban en las prisiones israelíes, pero todavía hay unos 130 retenidos en Gaza, si bien se presume que al menos 34 están muertos.

Según el ejército israelí, unos 600 de sus soldados han muerto desde entonces y muchos miles han sido heridos. Al menos 33.000 personas, la mayoría de ellas mujeres y niños, fueron muertos por los ataques israelíes. Según la ONU, el 85% de la población de la Franja de Gaza, donde viven más de 2,3 millones de personas, se ha visto obligada a evacuar sus hogares por los ataques de Israel. El mes pasado un informe de Integrated Food Security Phase Classification, una respetada red internacional de información sobre el hambre, advirtió sobre una hambruna inminente en Gaza. Según la ONU, se espera que la mitad de la población de la Franja de Gaza (1,11 millones de personas) enfrente condiciones alimenticias catastróficas.

Sin embargo, no fue el desastre humanitario el que forzó la retirada israelí de la Franja de Gaza. Mucho más importantes fueron la llamada de Biden a Netanyahu tras el ataque israelí al consulado iraní en Damasco; la incapacidad israelí para acabar con la resistencia palestina; la falta de reservistas para las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI); la crisis económica en Israel tras seis meses de movilización; las manifestaciones masivas contra Netanyahu dentro del país reclamando la liberación de los rehenes así como aquéllas contra Israel en el exterior; la negociación en El Cairo entre Israel y Hamás con la mediación de Egipto y Qatar; la guerra de desgaste que la milicia libanesa Hezbolá lleva contra el norte de Israel y, sobre todo, el temor norteamericano al estallido de una gran guerra regional con Irán que obligaría a EE.UU. a defender a Israel y llevaría a la confrontación directa con Rusia y China, aliados de la República Islámica.

Imagen cedida por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) de tropas israelíes realizando una operación militar en la Franja de Gaza. | Foto:Xinhua/Fuerzas de Defensa de Israel
El ejército israelí no pudo destruir a la Resistencia Palestina

Respetables analistas israelíes, tanto civiles como militares, constataron la semana pasada la derrota de su país en Gaza. Varios factores se aducen para fundamentar este aserto:

El primer fracaso de las FDI ha sido estratégico. El ejército de Israel sólo ha logrado a medias los objetivos de guerra de sus políticos (destruir las capacidades militares de Hamás; sacarlo del poder en Gaza y rescatar a los rehenes). A pesar de la destrucción producida, Hamás está lejos de ser destruido. 

El segundo fracaso de los militares israelíes consistió en la forma en que llevaron a cabo esta guerra, específicamente los altos niveles de destrucción y muerte de civiles, así como los saqueos que las propias tropas filmaron.

El tercer fracaso deviene de su obstrucción de los esfuerzos internacionales por llevar ayuda a los habitantes de Gaza. Los militares impidieron sistemáticamente la llegada de los socorros para la población civil y atacaron a  las organizaciones humanitarias ante las cámaras de todo el mundo provocando numerosas bajas entre los cooperantes civiles.

El balance de la situación actual es pésimo para Israel y sus aliados occidentales:

  1. Con su represalia del sábado 13 Irán asestó un golpe demoledor al prestigio de la “cúpula de hierro”. Demostró su inutilidad ante un ataque masivo y escalonado con enjambres de drones a los que suceden diferentes categorías de cohetes. En la última década y media la República Islámica ha incentivado especialmente el desarrollo de tecnologías propias en estas áreas y cuenta con decenas de miles de proyectiles de fabricación fácil y económica.
  2. Tras la derrota en Gaza y la vergüenza que las FDI pasaron esa noche, la desazón cunde entre la población israelí. Durante más de medio siglo se le inculcó un sentimiento de superioridad racial que hoy se ve desautorizado por la realidad. Le falta orientación y apoyo para cambiar su forma de ver el conflicto.
  3. Al mismo tiempo, tanto la población palestina como los pueblos árabes y el propio pueblo iraní (del que 40% está sumido en la pobreza) se sienten reivindicados frente a una potencia que perciben como opresiva y amenazadora. Este nuevo estado de ánimo va a tener inmediatas consecuencias políticas.
  4. Irán ha pasado a tener la iniciativa regional y ha puesto en entredicho a aquellos monarcas y mandatarios árabes y turcos que temían enfrentarse a Israel.
  5. Si bien para la Casa Blanca es un alivio que, por ahora, se haya evitado una guerra regional que podría involucrar a toda la alianza occidental, el poderío alcanzado por Irán la obligará a tomarlo en cuenta como un interlocutor serio o tratar de destruirlo en una conflagración mayor.
  6. Finalmente, Rusia y China han obtenido la confirmación de que su estrategia de jugar a ganar tiempo ha sido correcta. Si la derrota de Israel se confirma, sólo necesitan esperar hasta que Ucrania caiga y las potencias occidentales se avengan a una negociación sobre el orden global.

De todas maneras, no es de esperar que el gobierno de Israel acepte sin más la situación actual. La oposición interna ya está agitando para provocar la caída del gabinete y la modificación de las leyes que el año pasado recortaron el poder de la Suprema Corte. Además, si Netanyahu abandona el gobierno, se verá confrontado con los juicios por corrupción que lo acosan.

Tampoco las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) se conformarán con la derrota que sufrieron y buscarán la revancha. Es previsible que recrudezca la represión sobre los palestinos y que, al menos esporádicamente, continúen los bombardeos sobre Gaza. No hay que descartar la multiplicación de los atentados terroristas en Irán dirigidos desde las bases israelíes en el Kurdistán iraquí. Más improbable, empero, es que las FDI se atrevan a atacar frontalmente a Irán, aunque sea en el próximo tiempo. 

El nuevo balance de fuerzas en Asia Occidental repercutirá sobre la guerra en Ucrania. A menos de que las facciones más duras dentro de la alianza occidental se impongan y comprometan a la OTAN a un enfrentamiento directo con Rusia, Irán ha demostrado que la alianza euroasiática por ahora es invencible en el campo de batalla. Pero también ha evidenciado su disposición a negociar. Esperemos que todos los involucrados se hayan dado cuenta.

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