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Por Omar Ruiz(*)

“… Hoy todo es política internacional, que juega

dentro o fuera de los países, influenciando la vida de las naciones y de los pueblos en forma decisiva”.

Juan D. Perón, La Hora de los Pueblos, 1968

La política exterior de Argentina durante el gobierno del presidente Alberto Fernández, estuvo contextualizada por la pandemia, la guerra entre Rusia y Ucrania, el endeudamiento heredado y la sequía; y enmarcada en un mundo de interdependencia hegemónica, transición de la dominación económica- financiera anglosajona hacia el poder ascendente de China, resurgimiento de la geopolítica y el nacionalismo, expresada tanto en la disputa en Asia-Pacífico por el control del Mar de China y Taiwán, como en el anticolonialismo en Africa noroccidental, la guerra en Palestina y la proyección global de la OTAN como alianza ofensiva. En esta etapa analizar y, en el plano regional, por la vigencia de proyectos soberanistas en algunos países de América Latina, los intentos de recrear UNASUR y el debate del acuerdo MERCOSUR-UE; y se caracterizó por promover no sin algunas contradicciones, el interés nacional, los principios de soberanía, multipolaridad, multilateralismo, respeto al derecho internacional, integración regional, e inserción comercial.

Si bien el proyecto de Unión por la Patria fue derrotado electoralmente, en el balance de la política exterior de estos cuatro años se pueden destacar muchos logros, señalar errores y reafirmar desafíos para un futuro gobierno de este espacio político renovado.

En estos cuatro años Argentina estuvo integrada al mundo, tanto a Occidente como a Oriente, lejos de la crítica opositora que hoy gobierna y nos aleja de más de la mitad de la humanidad.

Las acciones del gobierno podrían enmarcarse en lo que Juan Carlos Puig denominó “autonomía heterodoxa”, enfoque apropiado para un país de tamaño medio como el nuestro, que reconoce la existencia de distintas potencias globales, no comparte algunos de sus lineamientos y preserva para sí intereses propios, teniendo presente que: 1) no hay políticas de poder sin poder, 2) que las necesidades del país en términos de intereses comerciales y/o renegociación de deudas implican en algunos casos ciertos condicionamientos geopolíticos y 3) que la política exterior y la política interna se influyen mutuamente según la relación de fuerza entre gobierno y factores de poder. 

Comenzando con la prioridad de la Política Exterior Argentina, respecto de “Malvinas” se desarrolló una política soberana que reafirmó en todo momento nuestros derechos sobre las dichas Islas, como también sobre Georgias del Sur, Sándwich del Sur y espacios marítimos correspondientes. Se denunció formalmente el acuerdo Foradori–Duncan de 2016 que era perjudicial para nuestros intereses, y se lo desactivó en la práctica en forma previa; además se logró una victoria diplomática sobre el Reino Unido al conseguir la inclusión del tema Malvinas en la declaración de la Cumbre CELAC – UE de 2023. Se crearon y aprobaron por ley, el Consejo de Estado de Malvinas con representación estatal y civil, la nueva Plataforma Continental y la capacitación obligatoria sobre Malvinas, acciones que mostraron la voluntad del gobierno de concientizar y transitar el camino de la recuperación pacífica del ejercicio efectivo de la soberanía sobre las Islas. Argentina, país marítimo, bicontinental y bioceánico debe profundizar sus acciones geoestratégicas y geoeconómicas en Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, por su importancia geopolítica y sus recursos naturales para el desarrollo del país.

El regreso de Luis Ignacio “Lula” Da Silva a la presidencia de Brasil permitió una sintonía fina entre los dos países más importantes de América del Sur sobre cuestiones tales como los desafíos de la multipolaridad, BRICS, UNASUR, CELAC y el proyecto de una moneda común para intercambios comerciales, entre otros temas.

Desde la presidencia Pro tempore de Argentina en el MERCOSUR, se impulsó un fortalecimiento del bloque regional, un aumento en el comercio intra regional, y la construcción de un bloque para contrapesar las asimetrías en las negociaciones comerciales con la Unión Europea y otros Estados. 

Alberto Fernández promovió el diálogo desde el “Grupo de Puebla” apoyando los procesos de integración regional.

Con el presidente Andrés Manuel López Obrador se acordó la iniciativa para la creación de la agencia espacial latinoamericana y hubo numerosas coincidencias en la Agenda de América Latina y el mundo. 

Asimismo, se profundizó la integración con los gobiernos de Uruguay, Paraguay y Chile, con este último se acordó continuar el proyecto de la red de fibra óptica para conectar el sur de nuestro continente con el sudeste asiático.

En estos cuatro años, Argentina, repudió el golpe de Estado en Bolivia, coordinó con México el salvoconducto del ex Presidente Evo Morales y su posterior asilo; apoyó al actual presidente Luis Arce e impulsó la incorporación plena de Bolivia al MERCOSUR. 

La victoria de Gustavo Petro, celebrada por nuestro gobierno, ha sido muy significativa para poner a Colombia en la línea de presidentes comprometidos con la Patria Grande.

El informe “Bachelet” sobre Venezuela tuvo a Argentina en su posición histórica en defensa de los derechos humanos, al mismo tiempo que rechazó a Juan Guaidó como presidente por su origen no democrático e ilegítimo. 

El presidente Alberto Fernández expresó en distintas reuniones, encuentros y foros virtuales, la necesidad de construir un orden mundial más justo y se pronunció por un capitalismo con rostro humano. 

Un logro importante de la gestión ha sido la decisión, demorada, de incorporarse al grupo de países BRICS, como una forma de adherir a los principios de un mundo multipolar y policéntrico. De mantenerse esta decisión, nos permitiría comerciar con un conjunto de países que representan el 22% de la superficie continental, el 42% de la población mundial, el 24% del PBI mundial y contribuyen con el 16% de las exportaciones y el 15% de las importaciones mundiales de bienes y servicios.

Con China, potencia en ascenso y destino principal de nuestras exportaciones, Argentina sostuvo sus relaciones políticas y comerciales no sin titubeos en temas como la energía nuclear y las centrales hidroeléctricas. Durante estos años China ha sido solidaria con Argentina en la Cuestión Malvinas. 

Con EE.UU., la agenda estuvo ocupada principalmente por el tema de la renegociación de la deuda externa, hubo coincidencias en temas como la lucha contra el cambio climático, y disputas por la Secretaría General de la OEA y la presidencia del BID. 

En el caso de Europa se puso un foco crítico sobre el acuerdo comercial MERCOSUR – Unión Europea, analizando su impacto sobre nuestro sector industrial y laboral, no obstante, la negativa de países como Francia para avanzar.

El presidente Alberto Fernández tuvo una diplomacia activa ante los principales países europeos, promoviendo el reclamo por un trato justo con las deudas de los países en desarrollo.

Con Rusia, que también ha manifestado un apoyo permanente a nuestra soberanía sobre las Islas Malvinas, se estrechó la relación a partir de la entrega solidaria de la vacuna “Sputnik” y se coordinó la solicitud de nuestro ingreso a los BRICS. Tenemos por delante el desafío de aumentar el intercambio comercial y avanzar en proyectos de integración espacial, militar y energética. 

Argentina expresó su apoyo al principio de integridad territorial de los Estados ante la intervención militar de Rusia en Ucrania, llamó a un cese de hostilidades, y pidió una mesa de negociaciones para alcanzar la paz en este conflicto, provocado por la pretensión de la OTAN de expandirse hacia las fronteras de Rusia.

En la guerra entre Israel y Palestina, Argentina condenó tanto los ataques del grupo Hamas contra la población israelí como la represalia de Israel en Gaza exigiendo el cumplimiento del Derecho Internacional Humanitario. Este conflicto tiene un principio de solución, en el cumplimiento de las distintas resoluciones de Naciones Unidas que reconocen la existencia de dos Estados. Asimismo, Argentina, en el marco de la operación denominada “Regreso Seguro”, envió aviones Hércules C-130 con destino a Tel Aviv, para evacuar a más de mil argentinos.

Con India nuestro país avanzó en el fortalecimiento de la cooperación bilateral para incrementar el intercambio comercial y las inversiones, muestra de ello es la cifra récord de más de 5600 millones de dólares en el último año. India es el cuarto socio comercial de Argentina a nivel global (considerando el comercio bilateral total), luego de Brasil, China y Estados Unidos, y también cuarto destino de nuestras exportaciones. 

Durante estos años, ha sido evidente la falta de decisión para concretar e implementar algunas “declaraciones”, sirva como ejemplo la demora en la incorporación a los BRICS, la falta de decisión para impulsar el funcionamiento nuevamente de UNASUR, la indefinición en la compra de los aviones caza polivalentes y otras decisiones que debieron tomarse en materia de defensa. Estos titubeos no son sólo atribuibles a problemas presupuestarios, como siempre se intenta explicar, sino, producto de no saber qué hacer, ante las presiones geopolíticas. Es preciso definir, en que áreas y temas se avanzará con cada potencia internacional.

En Argentina el signo político de gobierno ha cambiado, y todo confirma un alineamiento absoluto con el mundo anglosajón, en un regreso a las “relaciones carnales” de los años 90 con la consiguiente pérdida de autonomía en materia de política exterior y las consecuencias económicas por el debilitamiento de las relaciones con China y Brasil. La violencia verbal (agresión al Presidente de Colombia, Gustavo Petro), las concesiones en materia de soberanía en Malvinas (diálogo con David Cameron) y la torpeza diplomática (poner en cuestión el principio de una sola China con el acercamiento a Taiwán), son muestras claras del delirio y la deriva; y de una posición alejada del interés nacional y que conduce claramente al aislamiento internacional.

A pesar del péndulo de nuestra política exterior, seguimos pensando que Argentina debe asumir como Política de Estado, liderar junto a Brasil un proceso definitivo de integración política, institucional, social, energética, militar, financiera, comercial y ambiental que permita a nuestra región convertirse en un actor con capacidad de influencia mundial. Argentina, para poder incidir en los grandes temas de la agenda internacional como la seguridad internacional y la paz, la crisis climática y el cambio energético, la deuda externa, necesariamente deberá hacerlo desde la integración regional. En este camino resulta clave el fortalecimiento del MERCOSUR, recuperar UNASUR y la incorporación definitiva de Argentina a los BRICS, para contribuir a la construcción de un mundo más humano, sostenible e igualitario.

Omar Ruiz

Magister en Relaciones Internacionales

Ex Legislador Provincial Provincia Cordoba

Red de Capacidades Nacionales

Colaborador de Dossier Geopolitico

Por Alastair Crooke

China y Rusia han estado notablemente tranquilas, observando atentamente el movimiento de las placas tectónicas globales en respuesta a las «dos guerras».

China y Rusia han estado notablemente silenciosas, observando atentamente el movimiento de las placas tectónicas globales en respuesta a las «dos guerras» (la «multiguerra» de Ucrania e Israel). Realmente no es de extrañar; ambos estados pueden sentarse y simplemente observar cómo Biden y su equipo persisten en sus errores estratégicos en Ucrania y en las múltiples guerras de Israel.

El entrelazamiento de las dos guerras, por supuesto, dará forma a la nueva era. Hay riesgos sustanciales, pero por ahora pueden observar cómodamente desde lejos cómo se desarrolla una coyuntura climática en la política mundial, elevando gradualmente el ritmo del desgaste hasta convertirlo en un círculo de fuego.

El punto aquí es que Biden, en el centro de la tormenta, no es un Sun-Tzu sereno. Su política es personal y muy visceral: como escribió Noah Lanard en su análisis forense de Cómo Joe Biden se convirtió en el mejor halcón de Estados Unidos , su propio equipo lo dice claramente: la política de Biden se asienta en sus ‘ kishkes ‘: sus entrañas.

Esto se puede ver en la forma desdeñosa y gráfica en la que Biden se burla del presidente Putin llamándolo «autócrata», y en la forma en que habla de las víctimas del ataque de Hamás que fueron masacradas, agredidas sexualmente y tomadas como rehenes, mientras «el sufrimiento palestino queda vago – si es que se menciona en absoluto”. «Realmente no creo que vea a los palestinos en absoluto» , dice Rashid Khalidi, profesor de Estudios Árabes Modernos en la Universidad de Columbia.

Hay una larga y respetable historia de líderes que toman la decisión correcta espontáneamente desde su inconsciente, sin un cuidadoso cálculo racional. En el mundo antiguo ésta era una cualidad muy apreciada. Odiseo lo exudaba. Se llamaba mêtis. Pero esta capacidad dependía de tener un temperamento desapasionado y la capacidad de ver las cosas «en redondo»; para captar ambas caras de una moneda, diríamos.

Pero, ¿qué sucede si, como da a entender el profesor Khalidi, los ‘ kishkes ‘ están llenos de ira y bilis; simpatía instintiva por Israel, alimentada por una visión anticuada del escenario interno israelí. “Simplemente no parece reconocer la humanidad de [otros]” , como le dijo a Lanard un ex miembro del Equipo Biden.

Bueno, los errores –errores estratégicos– se vuelven inevitables. Y estos errores están atrayendo a Estados Unidos hacia adentro, cada vez más profundamente (como previó la Resistencia). Michael Knights, académico del grupo de expertos neoconservadores del Instituto Washington, señaló :

“Los hutíes están entusiasmados con sus éxitos y no será fácil disuadirlos. Están pasando el mejor momento de sus vidas, enfrentándose a una superpotencia que probablemente no pueda disuadirlos”.

Esto se produce a raíz de una guerra en Ucrania que ya está llegando a su conclusión inevitable. Tanto en Estados Unidos como entre sus aliados en Europa, se reconoce que Rusia ha prevalecido de manera abrumadora y en todos los «ámbitos de conflicto». No hay prácticamente ninguna posibilidad de que esta situación pueda recuperarse, independientemente del dinero o del nuevo «apoyo» occidental.

Los militares ucranianos prueban a diario los frutos amargos de este hecho. Muchos miembros de las clases dominantes de Kiev también lo entienden, pero tienen miedo de hablar. Sin embargo, el grupo de línea dura detrás de Zelensky insiste en seguir adelante con su ilusión de montar una nueva ofensiva.

Sería una muestra de amabilidad para con «aquellos a punto de morir» en otra inútil movilización que Occidente detuviera. El final es inevitable: un acuerdo para poner fin al conflicto en los términos de Rusia.

Ahhh, pero no olvidemos los ‘ kishkes’ de Biden : este resultado significaría que Putin ‘ganará’ y la esperanza de Biden de una guirnalda de victoria se reduciría a cenizas. La guerra debe continuar, incluso si su único logro es disparar misiles de largo alcance directamente contra las ciudades civiles de Rusia (un crimen de guerra).

Es obvio hacia dónde va esto. Biden está en un agujero que sólo puede profundizarse. ¿No puede dejar de cavar? Algunos en Estados Unidos tal vez deseen que lo haga, a medida que las perspectivas electorales demócratas se oscurecen. Pero parece probable que no pueda, porque entonces su enemigo (Putin) «ganaría».

Por supuesto, su némesis ya ganó.

Sobre Israel, Lanard continúa :

“…Biden a menudo ha atribuido su inquebrantable apoyo a Israel… a “una muy, muy larga discusión” con Henry “Scoop” Jackson, un senador notoriamente halcón (una vez descrito como ‘más sionista que los sionistas’).

“Después de que Biden se convirtió en vicepresidente, se mantuvo con su creencia de que ‘no hay luz del día’: («que la paz sólo vendrá si no hay ‘luz del día’ entre Israel y Estados Unidos»). En una memoria publicada el año pasado, Netanyahu escribió que Biden dejó clara su voluntad de ayudar desde el principio: “No tienes demasiados amigos aquí, amigo”, supuestamente dijo Biden . “Soy el único amigo que tienes. Así que llámame cuando lo necesites”.

En 2010, cuando Netanyahu enfureció a Obama con una importante expansión de los asentamientos mientras Biden estaba en Israel; Peter Beinart informó que mientras Biden y su equipo querían manejar la disputa en privado, el bando de Obama tomó una ruta completamente diferente: la Secretaria Clinton le dio a Netanyahu 24 horas para responder, advirtiendo : «Si no cumplen, podría tener consecuencias sin precedentes en las relaciones bilaterales». relaciones, de un tipo nunca antes visto”.

“Biden pronto se puso en contacto con un Netanayhu atónito… Biden socavó completamente al Secretario de Estado [Clinton] y le dio a [Netanyahu] una fuerte indicación de que cualquier cosa que se estuviera planeando en Washington era exaltación – y [que] podía desactivarlo cuando lo consiguiera. atrás».

Cuando Clinton vio la transcripción, “se dio cuenta de que Biden la había arrojado debajo del autobús”, dijo un funcionario. Beinart concluyó:

“que durante un período crítico a principios de la administración Obama, cuando la Casa Blanca contemplaba ejercer una presión real sobre Netanyahu para mantener viva la posibilidad de un Estado palestino, Biden hizo más que cualquier otro funcionario del gabinete para proteger a Netanyahu de esa presión”.

Claramente, tales relatos sitúan a Biden visceralmente a la derecha de algunos miembros del Gabinete de Guerra de Netanyahu: “No vamos a hacer nada más que proteger a Israel”, dijo Biden en un evento para recaudar fondos en diciembre “Ni una sola cosa”.

Ese respaldo inquebrantable es una receta segura para futuros errores estratégicos de Estados Unidos, como habrán supuesto Moscú, Teherán y Beijing.

El ex diplomático israelí y actual conocedor de Washington, Alon Pinkas, considera que aunque una guerra entre Israel y Hezbolá sería devastadora para ambas partes, “¿por qué parece inevitable?”

“Aunque Washington desconfía de tal acontecimiento… Israel parece resignado a la idea. Tanto es así, que un artículo del Washington Post citó a funcionarios estadounidenses expresando “alarma” y estimando que [Netanyahu] está fomentando la escalada como clave para su supervivencia política”.

Sin embargo, ¿qué le dicen los kishkes de Biden? Si una operación militar israelí para ‘mover’ a Hezbolá al norte del Litani ‘parece’ inevitable para Pinkas; y con Israel «resignado a ello», ¿no sería también probable -dado el respaldo inquebrantable de Biden a Israel- que Biden también esté de alguna manera resignado a una guerra?

¿Qué pasa con el informe del Washington Post del domingo de que Biden ha encargado a su personal la tarea de evitar una guerra total entre Israel y Hezbolá?

Ese informe –claramente filtrado a propósito– probablemente tenía más bien como objetivo vacunar a Estados Unidos de la culpa por la complicidad, en caso de que estallara una guerra en el Norte.

¿Fue un mensaje bastante diferente el que se transmitió a través del senador Lindsay Graham a Netanyahu en su reunión del jueves pasado –y a Mohamed Bin Salman (a quien Graham conoció más tarde en su tienda de campaña en el desierto)?, al igual que en 2010, Biden estaba “en silencio” diciéndole a Netanyahu que ¿Ignorar el mensaje de Obama sobre la necesidad de un Estado palestino?

(Las altas figuras estadounidenses no suelen reunirse con el Primer Ministro israelí y posteriormente con el Príncipe Heredero sin tocar la base con el comando de la Casa Blanca).

La clave para comprender la complejidad de lanzar una acción militar en el Líbano reside en la necesidad de verlo desde una perspectiva más amplia: desde la perspectiva de los neoconservadores, enfrentar a Hezbolá invoca los pros y los contras de una «guerra» más amplia de Estados Unidos con Irán. Un conflicto así implicaría aspectos geopolíticos y estratégicos diferentes y más explosivos, ya que tanto China como Rusia tienen una asociación estratégica con Irán.

El enviado estadounidense Hochstein se encuentra en Beirut esta semana y, según se informa, se le ha encomendado la tarea de obligar a las partes libanesa e israelí a cumplir las disposiciones de la (nunca implementada) Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas de 2006.

El gobierno libanés ha propuesto a la ONU una hoja de ruta para implementar la 1701. El ‘mapa’ prevé finalizar un acuerdo sobre los trece puntos fronterizos en disputa y propone demarcar la frontera entre Líbano e Israel en consecuencia. Pero, como señala Pinkas, tal configuración de la cuestión es totalmente engañosa, ya que la Resolución 1701 no es simplemente una disputa territorial no resuelta en el Líbano. El principal foco de la Resolución 1701 fue (y es) el desarme y desplazamiento de Hezbollah, sin embargo, el plan del gobierno libanés no menciona a Hezbollah en absoluto, lo que plantea dudas claras sobre su realismo y propósito.

¿Por qué se persuadiría a Hezbolá para que se desarmara, cuando Netanyahu, junto con el Ministro de Defensa Gallant, han anunciado a través de una declaración conjunta este fin de semana que “la guerra no está llegando a su fin: tanto en Gaza como en las fronteras del norte” con el Líbano?

Gallant, el fin de semana pasado, advirtió claramente que Israel no tolerará que aproximadamente 100.000 residentes israelíes sean desplazados de sus hogares en el norte de Israel y se les impida regresar a sus hogares debido a las amenazas de Hezbolá. Si no surge la solución diplomática de Hochstein (con Hezbolá desarmado y expulsado del sur), entonces Israel, prometió Gallant, tomará acciones militares . “El reloj de arena pronto cambiará”, advirtió.

Quizás lo más desalentador y siniestro de una confrontación militar entre Israel y Hezbollah es su aparente inevitabilidad, concluye Pinkas:

“La sensación de que es una conclusión inevitable. En ausencia de un acuerdo político duradero y mutuamente acordado, y dada la razón de ser de Hezbollah y las motivaciones regionales de Irán, una guerra así puede ser sólo una cuestión de tiempo”.

Entonces, cuando Blinken llegó a Israel, como era de esperar, se enfrentó a un profundo escepticismo sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo con el Líbano para que Hezbolá se retirara al otro lado del río Litani, informa el comentarista israelí Ben Caspit . (¡Bueno, ciertamente, si el tema no se ha planteado en absoluto a Hezbolá!).

Si Israel invadiera el Líbano para intentar expulsar a Hezbolá de la frontera, estaría, por supuesto, invadiendo un Estado miembro soberano de la ONU. Independientemente de las circunstancias, inmediatamente sería denunciado internacionalmente como una agresión ilegal.

Entonces, ¿el objetivo de estas negociaciones es tratar de lograr que el Estado libanés acepte un acuerdo «simplificado» (ignoradas las granjas de Sheba’a) que acepte la 1701 en principio, de modo que no se pueda acusar a Israel de invadir un Estado soberano?

¿Podría ser esto también una táctica, a la que Hezbolá accedió, para evitar la culpa en los círculos libaneses por desencadenar una guerra que dañaría al Estado, al hacer recaer sobre Israel la responsabilidad de lanzar un ataque contra el Líbano? ¿Esta iniciativa 1701 no es más que una farsa centrada en posibles consecuencias legales?

Si es así, ¿cómo afecta esto a cualquier mensaje que Biden pueda estar enviando a Israel por canales secundarios? Sabemos que un conjunto de mensajes estadounidenses enviados a Irán es que Estados Unidos no quiere una guerra con Irán. ¿Está esto preparando el escenario para que Biden vuelva a indicar que su propio apoyo inquebrantable a Israel permanece intacto? Casi con certeza.

Rusia, Irán y China y gran parte del mundo, naturalmente, están observando cómo Estados Unidos se deja arrastrar a una serie de errores estratégicos superpuestos –uno que lleva a otro– que sin duda remodelarán el orden global en su beneficio.

FUENTE https://strategic-culture.su/news/2024/01/15/gut-feelings-make-for-strategic-errors-us-lured-into-battlescape-in-gaza-yemen-and-now-iraq/

Las opiniones individuales no representan necesariamente las de DOSSIER GEOPOLITICO

Por TIBERIO GRAZIANI VISIÓN Y TENDENCIAS GLOBALES (PROYECTO “SOCIETÀ ITALIANA DI GEOPOLITICA”) y miembro de Dossier Geopolitico

Resumen – El artículo propone un intento de aplicar el modelo de arco de crisis a los dos conflictos en curso (Rusia – Ucrania e Israel – Gaza) dentro del contexto más amplio de la transición geopolítica del llamado sistema unipolar a lo que se define como multipolar o policéntrico. . El modelo parece encajar muy bien en el caso del choque entre Moscú y Kiev. La situación parece más compleja en el caso de Israel-Gaza. Sin embargo, la expansión del conflicto en el Mar Rojo parece apoyar la hipótesis de la aplicabilidad del modelo. Se expresan sucintamente algunas breves consideraciones sobre la fragilidad de la Unión Europea . Palabras clave: Arcos de crisis, Choque de civilizaciones, Ucrania, Franja de Gaza

Las dos guerras en curso tienen orígenes diferentes y lejanos en el tiempo.

Las causas de la guerra ruso-ucraniana, si las limitamos al contexto regional, se remontan a los disturbios de Euromaidan en noviembre de hace diez años, la posterior anexión de Crimea por parte de la Federación Rusa, las políticas contra los rusófonos implementadas en Donbass por Kiev y las autoproclamadas repúblicas separatistas de Donetsk y Luhansk. En cambio, el conflicto palestino-israelí, considerando únicamente el alcance regional, se remonta a la guerra civil de junio de 2007, cuando Hamás logró asegurarse el control total de la Franja de Gaza.

En realidad, ambas guerras tienen orígenes mucho más antiguos y, sobre todo, no pueden limitarse simplemente, no sólo en lo que respecta a las causas sino también a los efectos internacionales, a sus respectivas dimensiones regionales. Esto se debe a los importantes intereses de otros actores involucrados, que son tanto locales como globales.

La larga posguerra fría y el momento unipolar

El choque entre la Federación de Rusia y Ucrania es una manifestación dramática del largo período posterior a la Guerra Fría que siguió al colapso soviético; en algunos aspectos, marca su final. Este período de posguerra es, además, extraño y trágico, ya que está marcado por una impresionante serie de acontecimientos militares.

El comienzo de este período de posguerra, tan dramático como su conclusión, se remonta a las guerras de los Balcanes de la década de 1991-2001, que culminaron con la operación de las Fuerzas Aliadas lideradas por la OTAN. Los europeos, todavía bajo los efectos de la breve pero intensa euforia optimista relacionada con la espectacular caída del Muro de Berlín (noviembre de 1989), despertaron abruptamente. En lugar de presenciar el “fin de la historia” (Fukuyama F., The End of the History? en “The National Interest”, verano de 1989, The End of History and the Last Man, 1992), presenciaron, en su propio continente y durante toda una década, una sangrienta guerra civil y las acciones devastadoras de dos operaciones de la Alianza Atlántica, la citada Fuerza Aliada en 2001 y Fuerza Deliberada en 1995.

Situado temporalmente al final de la larga era posterior a la Guerra Fría, el conflicto actual entre rusos y ucranianos es también una guerra civil entre poblaciones eslavas y un choque entre repúblicas postsoviéticas. Sin embargo, a diferencia de las guerras de los Balcanes que estallaron en el momento más crítico del terremoto geopolítico desencadenado por la caída del Muro de Berlín, la disolución de la URSS y el Pacto de Varsovia, esta guerra ocurre después de tres décadas de hegemonía global estadounidense. La conclusión a la que se llega es que representa otro ejemplo de la incapacidad del mundo occidental, particularmente el liderado por Estados Unidos, para gestionar el llamado “momento unipolar”.

En los últimos treinta años, la “Nación Indispensable” –como la definió con orgullo el Presidente Clinton en su segundo discurso inaugural el 20 de enero de 1997 (“ Estados Unidos es la única nación indispensable del mundo ”)- ha demostrado repetidamente tal incapacidad. Esto quedó ampliamente demostrado en el contexto de la guerra contra el terrorismo y la “exportación de democracia con bombas” durante las presidencias de Bush. ¿El ejemplo más reciente? El abandono de Afganistán tras veinte años de guerra, dejando atrás un país devastado y miles de muertos, heridos y discapacitados.

La “Operación Militar Especial” –tal como la definió el Kremlin para la invasión de territorio ucraniano– que comenzó el 24 de febrero de 2022, constituye sin duda una dura respuesta rusa a la penetración gradual de Occidente en la masa continental euroasiática, en particular a la expansión de La OTAN hacia las fronteras occidentales del Estado ruso. Es una respuesta predecible, considerando el breve conflicto ruso-georgiano de agosto de 2008 y la anexión de Crimea en 2014.

La “Operación Militar Especial” de 2022 pone de relieve la irrelevancia de la Unión Europea en términos de planificación de seguridad, su limitada capacidad para definir un papel geopolítico estabilizador distinto en el mundo posbipolar y, en última instancia, su subordinación total y acrítica a Estados Unidos. –su principal aliado– y la OTAN. Esta guerra nos dice, una vez más, que la Unión Europea no sabe concebirse como una entidad autónoma e independiente al margen del contexto occidental dominado por Estados Unidos. Además, al no comprender o no querer comprender el proceso histórico actual, la UE no ve lo que está sucediendo en sus fronteras ni contempla lo que podría ocurrir en el futuro inmediato. Como resultado, constantemente se encuentra dramáticamente desprevenido y, por lo tanto, moralmente culpable por al menos cuatro desastres que persisten o han ocurrido en su vecindad inmediata: a) las guerras de los Balcanes de 1991-2001; b) la desestabilización de Libia en 2011; c) la guerra ruso-ucraniana de 2022; d) la guerra palestino-israelí de 2023, sin mencionar la incapacidad de encontrar una solución al grave problema migratorio a lo largo de tres décadas desde su surgimiento.

En lo que respecta a los países de Europa del Este, directa e indirectamente involucrados, el conflicto ruso-ucraniano ha demostrado, después de tres décadas, que sus clases dominantes –ya sean políticas, económicas o intelectuales– encerradas en su neonacionalismo estrecho y miope, han no han podido desarrollar un proyecto regional autónomo ni presentar una propuesta útil para su papel geopolítico y geoestratégico específico en el nuevo contexto surgido de la disolución de la Unión Soviética, caracterizado por el concurrente proceso de globalización.

Atrapadas entre la seducción ejercida por Bruselas y las presiones atlánticas ejercidas por Londres y Washington, por un lado, y la reinterpretación y reconstrucción de sus identidades nacionales basadas en la rusofobia, por el otro, estas clases dominantes no han aprovechado la oportunidad histórica que les ofrece la Colapso soviético: la opción de emanciparse tanto del Este como del Oeste, de presentarse como un área cohesionada y autónoma, desempeñando el papel de pivote y bisagra entre los países miembros de la Unión Europea y la Federación Rusa.

El miedo al imponente vecino, percibido como peligroso y agresivo (aunque a principios de los años 1990 Rusia difícilmente podía ser considerada un país “peligroso” para sus vecinos), junto con las presiones de la OTAN, llevaron a estos países a unirse primero a la Alianza Atlántica y posteriormente a la Unión Europea. Las clases dominantes de Europa del Este, por tanto, tomaron la decisión no tan sutil de abandonar un campo –el rusocéntrico– para llegar a otro, el euroatlántico, perdiendo así una oportunidad difícil de recuperar: la de posicionarse como centro de intercambio y compensación entre Oriente y Occidente.

Europa del Este, vista en una perspectiva histórica de mediano plazo, pasó de la esfera de influencia soviética a la esfera de influencia atlántica, es decir, de la jaula del Pacto de Varsovia a la jaula del Pacto Atlántico, de un amo a otro. Al elegir el destino de convertirse en la extrema periferia oriental del campo occidental hegemonizado por los Estados Unidos, esta parte de Europa ha elegido convertirse en un arco de crisis permanente entre Occidente y la Federación Rusa.

Choque de civilizaciones: ¿ cui prodest?

Por supuesto, se podría objetar lo escrito hasta ahora de que el conflicto entre Moscú y Kiev es parte de un posible proyecto del Kremlin destinado a restablecer el dominio de Moscú sobre un territorio que primero perteneció al Imperio zarista y luego a la Unión Soviética. . Aunque ciertamente no faltan ecos neoimperiales en el discurso público ruso (por otra parte marginales, pero dignos de atención por su fuerza movilizadora), algunos de los cuales incluso están teñidos de un cierto espiritualismo civilizador ambiguo que interpreta el choque actual en el humeante lenguaje escatológico. términos de enfrentamiento entre el Bien, la Luz y la Tradición (Rusia ortodoxa) y el Mal, la Oscuridad y la Decadencia (el Occidente materialista y ateo); Sin embargo, este posible proyecto, esta hipotética estrategia del Kremlin no resiste una lectura menos emotiva y romántica de los acontecimientos actuales y un análisis de sus causas, así como, en particular, una descripción más objetiva y realista de la situación. los “valores” actuales expresados ​​desde Rusia y Occidente.

Algunas aclaraciones del presidente Putin sobre la superioridad de Rusia en valores respecto a Occidente –que a primera vista parecería respaldar los ecos neoimperialistas y civilizadores mencionados anteriormente– se remontan al choque dialéctico con los principales exponentes políticos del bando contrario. (el “Occidente colectivo”), que equiparan el gobierno de la Federación con una autocracia siguiendo la tradición zarista, acusan al Kremlin de promover teorías oscurantistas y de ejercer un régimen liberticida y opresivo.

Más importantes y llenas de realismo político son las continuas declaraciones de Putin, al menos a partir de su discurso durante la Conferencia de Múnich (2007), sobre la neutralidad de las zonas vecinas a la Federación por sus necesidades de seguridad.

Volviendo al supuesto deseo del Kremlin de restablecer la Rusia imperial o una reedición de lo que fue la Unión Soviética, cabe señalar que la narrativa neoimperial y civilizadora, paradójicamente, se vuelve funcional a la estrategia norteamericana encaminada a mantener el equilibrio global. hegemonía, así como amplia y magistralmente definida por los dos textos canónicos que son sin duda los de Samuel P. Huntington y Zbigniew Brzezinski, autores respectivamente de El choque de civilizaciones y la reconstrucción del orden mundial (1996) y El gran tablero de ajedrez. La primacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos (1997).

En el caso de que el Kremlin sucumbiera a la tentación de la narrativa civilizadora “neoimperial” y – sobre esta base – tomara decisiones estratégicas, caería irremediablemente en la trampa del choque de civilizaciones, exponiéndose a sí mismo y a toda Eurasia. a la proliferación de las crisis previstas por Brzezinski y al peligro de fragmentación de su espacio nacional y de todo el continente, según líneas divisorias religiosas y etnoculturales: en última instancia, cumpliría el sueño, hegemónico y mesiánico al mismo tiempo, de la Estados Unidos, el de ser la nación indispensable, la única dispensadora de civilización y valores.

De la guerra árabe-israelí al conflicto Israel-Hamás

La actual guerra entre la Franja de Gaza y el Estado de Israel comenzó el 7 de octubre de este año con la operación Inundación de Al Aqsa, deseada y organizada por Hamás, a la que Israel reaccionó rápidamente implementando una respuesta desproporcionada con la operación Espadas de Hierro, es una episodio del conflicto árabe-israelí más amplio que comenzó allá por 1948. Constituye la tercera fase del choque directo entre Israel y Gaza. Es decir, sigue a las operaciones Plomo Fundido y Margen Protector, lanzadas por Israel contra Gaza en 2008 y 2014, respectivamente.

Conviene repasar rápidamente el recorrido histórico de este largo conflicto, del que la guerra actual constituye una parte significativa, debido a algunos elementos que lo distinguen de episodios anteriores: la asimetría de los contendientes, la impresionante cantidad de víctimas, en su mayoría niños, la pasividad de la llamada comunidad internacional y de los países árabes, la hibridación entre guerra religiosa y liberación nacional, la estrategia del Eje de resistencia auspiciada por Irán.

Las tres guerras de 1948, 1967 y 1973 son conflictos entre coaliciones árabes e Israel. Son guerras que expresan la voluntad de algunas naciones árabes de resolver la cuestión del pueblo palestino, mediante un enfrentamiento militar, tras la proclamación del Estado de Israel en 1948 por las autoridades sionistas en Palestina. En cierto modo, estas guerras árabe-israelíes son hijas de la Thawra Filasṭīn (Revolución Palestina), la gran revuelta de los árabes palestinos, que duró unos tres años, de 1936 a 1939, contra la política de asentamientos judíos, permitida por los siguientes ingleses. la Declaración Balfour de 1917. La política de asentamientos hizo que la población judía pasara de 80.000 a alrededor de 360.000 unidades en sólo 18 años, creando una importante agitación demográfica y socioeconómica en detrimento de las poblaciones nativas. Palestina, tras la derrota del Imperio Otomano y su disolución, estuvo gobernada de 1920 a 1948 por los británicos (Palestina Mandataria) y se extendió sobre un territorio de aproximadamente 28.000 kilómetros cuadrados. Tras la partición de 1947, el nacimiento del Estado de Israel y los resultados de las tres guerras árabe-israelíes (48, 67, 73), el territorio de lo que fue Palestina bajo el mandato británico está hoy dividido entre Israel (20.770 km2) y el Estado de Palestina (6.020 km2), que incluye Cisjordania (5.655 km2) y la antigua Franja de Gaza (365 km2).

Después de los decepcionantes resultados de las tres guerras árabe-israelíes mencionadas anteriormente, las coaliciones árabes, por diversas razones, se desmoronaron y la población palestina quedó, por así decirlo, abandonada a su propia suerte. De hecho, Egipto y Jordania llegaron a un acuerdo con Israel y firmaron tratados de paz con el Estado judío en 1979 y 1994 respectivamente. Mientras que Siria, Líbano e Irak no reconocieron al Estado de Israel y continuaron apoyando la causa palestina.

A partir de la Guerra de Yom Kippur (1973), la resistencia palestina se expresó de manera asimétrica y con acciones esporádicas, cuyos episodios más relevantes fueron los largos y sangrientos levantamientos que pasaron a la historia como intifadas: la primera intifada o intifada de las piedras, que comenzó el 8 de diciembre de 1987 finalizará aproximadamente seis años después, el 13 de julio de 1993 y la segunda intifada o intifada de al-Aqsa, que comenzó en 2000 y finalizó en 2005.

Es precisamente con las intifadas, en particular la de 1987, que la resistencia palestina más radical comenzará a oponerse al Estado de Israel no sólo en el contexto de una lucha de liberación nacional, sino también en términos de una guerra religiosa. Este es precisamente el caso de la organización islamista Hamás, de inspiración sunita, que nació durante la primera Intifada y logró, a partir de la segunda mitad de 2007, controlar la Franja de Gaza. Este es también el caso de la organización islamista libanesa Hezbollah, de inspiración chiita.

El paso del modelo tradicional de luchas de liberación nacional, basado en el principio de autodeterminación de los pueblos, que logró un claro éxito en la independencia de Argelia y Túnez y constituyó un punto de referencia teórico para la OLP, a la práctica del “ La guerra santa” se debe a varios factores. Entre ellas, es importante destacar las crecientes influencias de Irán, especialmente después de la conclusión de la guerra con Irak, y de los Hermanos Musulmanes en las organizaciones políticas palestinas. Si hasta 1973 la lucha por establecer un Estado palestino involucraba a actores estatales, es decir, los principales Estados de la región (Egipto, Jordania, Siria, Líbano), hoy involucra principalmente a organizaciones radicales, motivadas ideológicamente, que participan en el Eje de Resistencia. Cuyo objetivo no es sólo la liberación de Palestina, sino la lucha total contra Israel y las influencias políticas de Estados Unidos y del propio Israel en la región de Cercano y Medio Oriente.

La fuerte disparidad de fuerzas y de apoyo internacional entre Israel –que goza, recordemos, del apoyo de los EE.UU. y de todo Occidente– y la Franja de Gaza, que cuenta con un apoyo regional, tan radical como fragmentado, vuelve a proponer trágicamente el principio bíblico. Lucha entre el gigante Goliat y David.

Las dos guerras en curso y la transición unimultipolar

Las dos guerras actualmente en curso constituyen dos focos de crisis localizados en regiones específicas de la masa euroasiática capaces de reescribir las estructuras geopolíticas globales.

La desestabilización prolongada de dichas áreas, junto con posibles focos de tensión en otras partes de la masa continental euroasiática, como en el Indo-Pacífico o Asia Central, podrían contribuir a una transición compleja del orden unipolar dominado por Estados Unidos a un mundo más equilibrado, orientado hacia contener la competencia entre naciones y promover la cooperación internacional.

La crisis ruso-ucraniana representa un primer factor que exacerba la fractura entre Europa continental y centrooriental y la Federación de Rusia. De hecho, con el tiempo distancia las posibilidades de colaboración entre Rusia, rica en recursos energéticos, y los países europeos, altamente industrializados pero dependientes de la energía. También retrasa la necesidad de desarrollar una arquitectura de seguridad compartida. Los principales beneficiarios de esta posible división duradera entre Europa y la Federación de Rusia parecen ser Estados Unidos, tanto desde el punto de vista geopolítico como geoestratégico.

El foco de crisis, nunca amainado y recientemente reavivado en Palestina, constituye un segundo factor que a largo plazo interviene para complicar la transición de un orden unipolar a uno multipolar, debido también a la actual equidistancia entre actores globales como Rusia, China y India. Hipotéticamente, si por un lado una actitud pro-Gaza de estos tres países y del Sur global podría acelerar el proceso de transición, por otro lado podría aumentar el riesgo de un conflicto generalizado, si no desencadenarlo con consecuencias impredecibles. Al involucrar indirectamente a las potencias regionales del llamado Sur global, como Irán, Siria y, en ciertos aspectos, también la Turquía de Erdogan (últimamente divergiendo de las indicaciones de Occidente liderado por Estados Unidos), el estallido de la actual crisis palestino-israelí obstaculizaría la capacidad de estos países para avanzar activamente hacia la construcción de un nuevo sistema multipolar o policéntrico. Además, la continuación de esta situación crítica y fuertemente desequilibrada a favor de Israel brindaría a Estados Unidos la oportunidad de utilizar a Israel como fuerza estabilizadora armada (y nuclear) en la región del Cercano y Medio Oriente. Por lo tanto, Israel se posicionaría como un pilar necesario –en sinergia con Turquía o como una alternativa a Ankara en caso de que esta última continúe con su excentricidad con respecto a la alianza atlántica– de la política norteamericana en el Mediterráneo oriental y en la región de Medio Oriente. Una vez más, entre los actores globales, el principal beneficiario geopolítico parece ser la potencia extranjera.

Como se destacó, la aplicación del modelo del arco de crisis para comprender las guerras actuales nos permite analizarlas en el contexto de la transición del orden unipolar al orden generalmente multipolar. También subraya la necesidad de que la potencia en decadencia, Estados Unidos – visiblemente en crisis por la pérdida del papel hegemónico desempeñado hasta ahora, debido a nuevos actores como China e India – adopte una estrategia generalizada para promover áreas de tensión ( geopolítica del caos) en la masa euroasiática. Como era de esperar, este escenario también se extendería a África para contrarrestar las influencias rusas y chinas, con el objetivo de obstaculizar, si no desempoderar, a quienes están dando forma al nuevo orden mundial.

En conclusión, el modelo de foco de crisis nos ayuda a comprender la transición del unipolar al multipolar, aún en proceso de definición. Desde esta perspectiva, los “centros de crisis” parecen ser funcionales a la estrategia estadounidense de frenar la transición en curso hacia un sistema multipolar y apuntar a prolongar la hegemonía unipolar de Washington.

FUENTE: Theory of the Arc of Crisis: Geopolitics and Geostrategy https://www.vision-gt.eu/news/theory-of-the-arc-of-crisis-geopolitics-and-geostrategy/

¡¡ EL 2024 NACE CON CINCO FRENTES DE LUCHA POR EL PODER MUNDIAL, ENTRE EL BLOQUE ANGLOSAJÓN Y EL SUR GLOBAL !! Lo informa el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, en su última columna del año del Club de La Pluma, afirmando que la irreversible transición de la unipolaridad a la multipolaridad se disputará en paralelo al desarrollo de los siguientes procesos:

  • LA GUERRA DE UCRANIA donde se acerca la hora crucial de la derrota de la OTAN.
  • LA CONSOLIDACIÓN DEL MUNDO ISLÁMICO con la unión de suníes y chiítas en la condena al estado genocida israelí.
  • LA LIBERALIZACIÓN ANTICOLONIAL AFRICANA de los regímenes esclavistas europeos y anglosajones.
  • LA TENSIÓN ENTRE TAIWÁN Y CHINA fogoneada por EEUU para mantener su influencia en el Lejano Oriente.
  • LOS ATISBOS INDEPENDENTISTAS EN AMÉRICA LATINA con sus nuevas posturas internacionales por fuera del poder atlantista.

Y mientras analiza en profundidad estos escenarios con su extensa capacidad geopolítica, se lamenta que Argentina se quede fuera de los nuevos horizontes de futuro, a causa del triunfo electoral de un régimen libertario, atlantista, globalista, sionista y fundamentalista, que puede llevar al país a una profunda división y a una gravisima crisis interna, con consecuencias tan impredecibles como peligrosas.

AUDIO:

 También nos habla de V. Putin, liderando el gigantesco cártel mundial de gas y petróleo, del alumbramiento de los BRICS+10, del referéndum en Venezuela por la Guayana Esequiba, y de las declaraciones del jefe del servicio de inteligencia exterior de Rusia, Serguéi Narishkin, quién destacó las diferencias entre el principio geopolítico anglosajón de “DIVIDE Y VENCERÁS”, contra el nuevo principio continental de “UNE Y GOBERNARÁS”.

Y concluye con que el poder imperial occidental, que no permite que exista otro mundo que no sea el de ellos, está en un franco proceso de deterioro ante semejante cambio tectónico, lo que obligará a la futura administración norteamericana, sea del color que fuere, a amoldarse a las nuevas realidades y a las nuevos escenarios geopolíticos, transformados por el mundo euroasiático y del Sur Global y a la vez, que están cambiando el curso de la humanidad de los últimos cinco siglos a una velocidad vertiginosa.

Eduardo Bonugli (Madrid, (17/12/24)

¡¡ 2023 HA SIDO EL MÁS TERRIBLE AÑO DE GENOCIDIOS Y GUERRAS PROXY DE TODO EL SIGLO XXI !!

Así lo afirma el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, en su columna del Club de La Pluma, destacando la paradoja que este año que finaliza coincide con el período de mayor vigencia de organismos y de leyes internacionales que -supuestamente- deberían frenar, condenar y castigar semejantes atrocidades. Pero que por el contrario han vuelto a fracasar vergonzosamente. Con lo que se desnuda la fatal realidad de que si el imperio anglo sajón es el primer y activo promotor de estas desgracias motivadas por sus profundos intereses económicos y geopolíticos en el mundo, y es a la vez el que controla y maneja estos organismos mundiales, no es difícil deducir los motivos por los que los tan ineptos burócratas “de la paz mundial” opten siempre por el cero accionar, con la complicidad de los grandes medios.

Y en ese análisis del 2023, aborda Pereyra Mele el espantoso genocidio palestino a manos del Estado de Israel con la evidente complicidad de EEUU y Europa, también analiza la agonía de Ucrania y su catástrofe humanitaria, poblacional y generacional y cuya derrota ya la reconocen en Occidente, quién a su vez, fue instigador y promotor de tan ruinosa “guerra Proxy”. Nos da cuenta además de la nueva activación del ISIS por parte de la CIA para desestabilizar el Sahel Africano, de donde fueron expulsadas las corruptas empresas europeas con sus métodos esclavistas. Nos habla de la limpieza étnica de Azerbaiyán sobre Nagorno Karabaj, otra en Sudán del Sur con persecución de minorías tribales, el desalojo y exterminio de grupos étnicos en Etiopía y las acciones militares en El Congo contra grupos de tribus.

En cuanto a la actualidad, se refiere en primer lugar al año complicadísimo de Argentina, con su profundo cambio político que lo llevará al aislamiento internacional, tal cual lo demuestran las escasas figuras políticas de peso global que asistieron a la asunción del nuevo presidente, además de los terribles planes económicos anunciados que auguran una grave hecatombe social y humana. También nos habla de la intensa actividad de Putin, con su espectacular viaje a Arabia Saudita y Emiratos, luego de su reunión con el presidente de Irán y el encuentro con las autoridades de Omán, lo cual demuestra que ni Rusia ni Putin están aislados como cuenta el falso relato occidental. Todo ello para establecer nuevos lazos y nuevos acuerdos de índole militar y económico y sobre todo, para profundizar la estrategia sobre los recursos energéticos, teniendo como telón de fondo a los BRICS y su nueva etapa que se inicia el próximo 1º de Enero.

Y concluye el audio con que se continúan produciendo gigantescos cambios a nivel internacional y en el sur global, los cuales Occidente quiere ocultar, especialmente para no asumir la pendiente y el retroceso de los poderes atlantistas encabezados por el poder anglo norteamericano, que marcan el fin histórico de un ciclo imperial y que definen el nuevo ordenamiento mundial de la multipolaridad.

Eduardo Bonugli (Madrid, (10/12/24)

People are seen in front of clouds of black smoke from fires in the aftermath at the scene of an airstrike in Mekele, the capital of the Tigray region of northern Ethiopia. (AP Photo)

Republica Democratica del Congo

Por Jiang Shixue*

Algunas personas han descubierto que la mayoría de los países desarrollados del mundo están en el hemisferio norte y la mayoría de los países en desarrollo están en el hemisferio sur. Por tanto, norte es sinónimo de países desarrollados y sur es idéntico a países en desarrollo. Y las relaciones norte-sur se dan entre países desarrollados y países en desarrollo, mientras la cooperación sur-sur es entre países en desarrollo. Este entendimiento se ha convertido en consenso internacional. Incluso Deng Xiaoping dijo a mediados de la década de 1980 que el orden internacional se caracterizaba por cuatro palabras: este y oeste, y norte y sur, lo que significa que la relación este-oeste se refiere a la que se produce entre países desarrollados y en desarrollo, y la relación norte-sur ocurre entre países socialistas y países capitalistas.

Además de la palabra sur, existe la expresión sur global, que ha aparecido en el círculo académico y los medios de comunicación de todo el mundo. La locución fue acuñada por el activista político estadunidense Carl Oglesby (1935-2011), cuando publicó en 1969 un artículo sobre la guerra de Vietnam en la revista católica Commonwealth. Argumentó que la guerra de Vietnam fue el resultado inevitable de cientos de años de dominio del sur global por el norte global.

Lo sorprendente es que, después de entrar en 2023, el sur global haya atraído una atención sin precedente por muchas personas, tanto a escala internacional como en China. La popularidad de esa expresión puede estar relacionada con las siguientes tres conferencias: la primera fue la Cumbre de la voz del sur global, en India (6/1/23). El anfitrión invitó a 120 países, excluyendo a China. La segunda fue la Conferencia de seguridad de Múnich (17-19/2/23), cuyo panel de discusión se tituló Recalibrando la brújula: cooperación sur-norte. La tercera fue la cumbre del G7 en Hiroshima, Japón (5/23). Este encuentro estableció dos agendas, una de las cuales fue el acercamiento al sur global. Algunos países en desarrollo asistieron a esta cumbre, y en esta oportunidad tampoco fue invitada China.

Pese a la exageración de la frase sur global, hay que señalar que no existe un consenso sobre su definición. Mientras algunos creen que ocurre lo mismo al expresarse acerca del sur, es decir, los países en desarrollo, los países subdesarrollados, los países pobres o los países atrasados; otros sostienen que, al igual que la anticuada frase tercer mundo, mantiene una fuerte connotación política, que refleja la naturaleza del orden mundial dividido entre los países desarrollados y en desarrollo. Otros más tienden a decir que mientras los países en desarrollo reflejan su individualidad, el sur global les presta más atención como un cuerpo colectivo y también resalta los múltiples impactos de la globalización en los países en desarrollo.

Precisamente debido a la falta de un consenso general la gente a menudo aplica el concepto de sur global siguiendo caprichos propios o la interpreta según su comprensión como la definición del término.

Sin importar si la carencia de una definición bien reconocida conduce a confusión y desconcierto académico, es necesario señalar que algunos países, Estados Unidos, en particular, desean expulsar a China de la familia del sur global. De hecho, ya cuando Trump estaba en el poder, Estados Unidos ya había dicho que China no es un país en desarrollo. Por ejemplo, en el Memorando presidencial sobre la reforma del estatus de los países en desarrollo en la Organización Mundial del Comercio (26/7/19), Estados Unidos anunció que nunca aceptó el reclamo de China de tener el estatus de país en desarrollo.

Vale la pena resaltar que las motivaciones de Estados Unidos no surten mayor efecto debido a que el estatus internacional de determinado país no lo deciden unas pocas naciones, sino la comunidad internacional conjunta. En su informe titulado Forjar un sur global (19/12/04), el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ya había incluido a China en la lista del sur global, que comprende más de 130 países en desarrollo.

Es cierto que, a medida que su economía crece rápidamente, el estatus internacional de China ha aumentado cada día. Pero la identidad de China como país en desarrollo no ha cambiado. Según la reciente clasificación por ingresos del Banco Mundial, por ejemplo, China aún está debajo del umbral del grupo de ingresos altos (INB per cápita de 13 mil 846 dólares o más). Aun en el futuro previsible, China seguirá siendo miembro de la gran familia de países en desarrollo y seguirá contribuyendo a la prosperidad común de los mismos mediante la promoción de la cooperación sur-sur. Por tanto, el concepto y aplicación del sur global dejando a China a un lado es una seudo hipótesis o una falsa proposición.

*Profesor distinguido. Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad de Estudios Internacionales de Sichuan

LA JORNADA

FUENTE: https://www.nodal.am/2023/11/el-sur-global-sin-china-es-una-seudohipotesis-por-jiang-shixue/ 

Las opiniones expresadas son responsabilidad exclusiva del autor/autora y no representan necesariamente la posición de Dossier Geopolitico

El cristianismo ortodoxo, el islam moderado y varias corrientes del taoísmo/confucianismo pueden convertirse en las tres civilizaciones principales de una humanidad limpia.

Por Pepe Escobar para la Fundacion de la Cultura Estrategica

Se está redactando el Aviso de Desalojo. Y vendrá en cuatro idiomas. Ruso. farsi. Mandarín. Y por último pero no menos importante, el inglés.

Un placer muy apreciado por la escritura profesional es verse siempre enriquecido por lectores informados. Esta idea sobre el “desalojo” –que vale más que mil tratados geopolíticos– fue ofrecida por uno de mis lectores más sagaces al comentar en una columna.

De manera concisa, lo que tenemos aquí expresa un consenso profundamente sentido en todo el espectro, no sólo en Asia occidental sino también en la mayoría de las latitudes del Sur Global/Mayoría Global.

Lo impensable, en forma de genocidio llevado a cabo en vivo, en tiempo real en cada teléfono inteligente en la tercera década del milenio –que llamé los furiosos años veinte en un libro anterior– ha actuado como un acelerador de partículas, concentrando corazones y mentes.

Aquellos que optaron por incendiar Asia occidental ya se enfrentan a un desagradable revés. Y eso va mucho más allá de la diplomacia ejercida por los líderes del Sur Global.

Por primera vez en mucho tiempo, a través del presidente Xi Jinping, China ha sido más que explícita en términos geopolíticos (un verdadero soberano no puede protegerse cuando se trata de genocidio). La posición inequívoca de China sobre Palestina va mucho más allá de la rutina geoeconómica de promover los corredores comerciales y de transporte de la BRI.

Todo eso mientras el presidente Putin definió el envío de ayuda humanitaria a Gaza como un “deber sagrado”, que en el código ruso incluye, de manera crucial, el espectro militar.

A pesar de todas las maniobras y posturas ocasionales, a todos los efectos prácticos todo el mundo sabe que el actual acuerdo de la ONU está podrido sin posibilidad de reparación y es totalmente impotente cuando se trata de imponer negociaciones de paz significativas, sanciones o investigaciones de crímenes de guerra en serie.

La nueva ONU en ciernes es BRICS 11; en realidad, BRICS 10, considerando que el nuevo caballo de Troya Argentina en la práctica puede quedar relegado a un papel marginal, suponiendo que se incorpore el 1 de enero de 2024 .

Los BRICS 10, liderados por Rusia y China, ambos regulados por una fuerte brújula moral, mantienen su oído en el terreno y escuchan a las calles árabes y a las tierras del Islam. Especialmente su gente, mucho más que sus élites. Este será un elemento esencial en 2024 durante la presidencia rusa de los BRICS.

Incluso sin check out, tendrás que irte.

El orden del día actual en el Nuevo Gran Juego es organizar la expulsión de la Hegemonía de Asia Occidental, lo que constituye un desafío tanto técnico como civilizacional.

Tal como están las cosas, el continuo Washington-Tel Aviv ya es prisionero de su propio dispositivo. Esto no es ningún Hotel California; Es posible que no salgas cuando quieras, pero te verás obligado a marcharte.

Eso puede suceder de una manera relativamente suave (pensemos en Kabul como una remezcla de Saigón) o, si las cosas se ponen feas, puede implicar un Apocalipsis Ahora naval, con costosas bañeras de hierro convertidas en arrecifes de coral suboceánicos y la desaparición de CENTCOM y su proyección AFRICOM. .

El vector crucial desde el principio es cómo Irán –y Rusia– han jugado, año tras año, con infinita paciencia, la estrategia maestra ideada por el general Soleimani, cuyo asesinato en realidad inició los furiosos años veinte.

Una potencia hegemónica desarmada no puede derrotar al “nuevo eje del mal”, Rusia-Irán-China, no sólo en Asia occidental sino también en cualquier lugar de Eurasia, Asia-Pacífico y toda África. La participación directa/normalización del genocidio solo funcionó para acelerar la progresiva e inevitable exclusión de la Hegemonía de la mayor parte del Sur Global.

Todo eso mientras Rusia elabora meticulosamente la integración del Mar Negro, el Mar Caspio, el Mar Báltico (a pesar de la histeria finlandesa), el Ártico y el Mar del Pacífico Noroccidental y China impulsa la integración del Mar de China Meridional.

Xi y Putin son talentosos jugadores de ajedrez y se benefician de asesores estelares del calibre de Patrushev y Wang Yi. China jugar al go geopolítico es un ejercicio de no confrontación: todo lo que necesitas hacer es bloquear la capacidad de movimiento de tu oponente.

Chess and go , en un tándem diplomático, representa un juego en el que no interrumpes a tu oponente cuando se dispara repetidamente en las rodillas. Como beneficio adicional, conseguirás que tu oponente se enfade con más del 90% de la población mundial.

Todo eso conducirá al colapso de la economía de la hegemonía. Y luego puede ser derrotado por defecto.

“Valores” occidentales enterrados bajo los escombros

Mientras Rusia, especialmente a través de los esfuerzos de Lavrov, ofrece al Sur Global/Mayoría Global un proyecto de civilización, centrado en una multipolaridad mutuamente respetuosa, China, a través de Xi Jinping, ofrece la noción de “comunidad con un futuro compartido” y un conjunto de iniciativas, discutidas en detalle. en el Foro de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) celebrado en Beijing en octubre, donde Rusia, no por casualidad, fue el invitado de honor.

Un grupo de académicos chinos enmarca de manera concisa el enfoque como China “creando/facilitando nodos globales para relacionarse/comunicarse y plataformas para colaboración/intercambios prácticos concretos. Los participantes siguen siendo soberanos, contribuyen al esfuerzo común (o simplemente a proyectos específicos) y reciben beneficios que los hacen dispuestos a continuar”.

Es como si Beijing estuviera actuando como una especie de estrella brillante y luz guía.

En marcado contraste, lo que queda de la civilización occidental –ciertamente sin mucho que ver con Montaigne,

Pico della Mirandola o Schopenhauer – se sumerge cada vez más en un Corazón de las Tinieblas autoconstruido (sin la grandeza literaria de Conrad), confrontando la verdadera e irremediablemente horrible cara del individualismo conformista y servil.

Bienvenidos al Nuevo Medievalismo, precipitado por las “aplicaciones asesinas” del racismo occidental, como se argumenta en un brillante libro, Cosmopolitanismo chino , del académico Shuchen Xiang, profesor de Filosofía en la Universidad de Xidan.

Las “aplicaciones asesinas” del racismo occidental, escribe el profesor Xiang, son el miedo al cambio; la ontología del dualismo bivalente; la invención del «bárbaro» como el Otro racial; la metafísica del colonialismo; y la naturaleza insaciable de esta psicología racista. Todas estas “aplicaciones” están ahora explotando, en tiempo real, en Asia occidental. La consecuencia clave es que la construcción de “valores” occidentales ya ha perecido, enterrada bajo los escombros de Gaza.

Ahora, un rayo de luz: se puede argumentar –y volveremos a ello– que el cristianismo ortodoxo, el islam moderado y varias corrientes del taoísmo/confucianismo pueden abrazar el futuro como las tres principales civilizaciones de una humanidad limpia.

Las opiniones expresadas son responsabilidad exclusiva del autor/autora y no representan necesariamente la posición de Dossier Geopolitico

Hace 22 años desde que volvimos a relanzar Dossier Geopolitico, y que venimos sosteniendo esta realidad (que es la única verdad) y que se relanza año a año, que describe el analista internacional Jorge Castro para Clarín Económico…y que a ello, solo se le contrapone una oleada de guerras híbridas periféricas fragmentadas y falsos informes y ataques ideológicos y frenos comerciales de la angloesfera decadente…las firmas multinacionales y transnacionales norteamericanas ovacionan al Presidente Ing. Xi Jinping en USA, porque saben muy bien dónde está el futuro…latinoamérica y los argentinos en especial tomaran nota o seguiran balbuceando eslóganes ridículos de la guerra fría que terminó en 1991 (hace 32 años) como “comunismo o socialismo”…No se si a los millennial, o la generación de cristal, a los -40, o los -30, etc., etc., y muchos otros argie todo esto le entra por un oído y le sale por el otro sin hacer ruido en su «cerebro» con estos datos durísimos para oxidente…pero de lo que si, se, que cada año el poder se irá concentrando y guiando por el mundo euroasiático-asia pacifico, lo demás es idiologismo demodé y falso…la realidad demuestra que no nos equivocamos en los tiempos que vendrían…EL FUTURO LLEGÓ !!!! Carlos Pereyra Mele Director de Dossier Geopolitico

Por JORGE CASTRO ANALISTA INTERNACIONAL

El presidente Xi Jinping señaló ante más de 300 empresarios de primera línea de EE.UU. después de entrevistarse con el Jefe de la Casa Blanca, Joe Biden, entre los que se encontraban Tim Cook titular de Apple, la empresa número 1 de alta tecnología del mundo, Elon Musk propietario de Tesla, la mayor productora de vehículos eléctricos norteamericanos y la segunda de China, y Albert Bourla de Pfizer, la mayor compañía farmacéutica del sistema global, que “…China es al mismo tiempo una economía gigantesca y un enorme mercado interno, y en ella 1.400 millones de chinos llevan a cabo un proceso de profunda modernización, que es una extraordinaria oportunidad que la República Popular ofrece al sistema mundial”. Hay que agregar que el Financial Times subraya que el mandatario chino fue recibido por una “ovación” por sus interlocutores norteamericanos.

Esto significa en términos cuantitativos que el ingreso per cápita de la población china asciende a US$12.600 anuales, y se duplica cada 10 años, lo que implica un alza de 8,1% anual; y el dato estratégico central de esta situación es que ya dispone de una clase media de 500 millones de personas con ingresos comparables a los norteamericanos (US$35.000/45.000 anuales), cuya capacidad de gasto ha desatado el mayor mercado de consumo del sistema global; y a la que la política de “modernización” a la que se refiere Xi Jinping equivale a la participación plena en la Cuarta Revolución Industrial (CRI) – que es el proceso de digitalización completa de la manufactura y los servicios -; y que hoy, con la denominación de “economía digital”, abarca 40% del PBI, y el gobierno chino aspira a cubrir 100% del producto en los próximos 10 años.

Esto ocurre en el país más digitalizado del sistema con 1.100 millones de usuarios de Internet, y donde el despliegue de la Internet móvil (“smartphones”) en la variedad 5-G alcanza ya a más de 700 millones de personas, y cuenta con una infraestructura de más de 50 millones de usinas desplegadas en todo el territorio de la República Popular.

Xi Jinping reiteró ante los empresarios que lo “ovacionaron” lo que sostuvo ante la Cumbre de la APEC (Cooperación Económica Asia Pacífico) que “…el mundo necesita que China y EE.UU trabajen juntos para un futuro mejor”, y subrayó que: “China está preparada y dispuesta para ser una socia y amiga de EE.UU.”.

Por eso el presidente Xi Jinping reiteró que la República Popular va “…a importar US$40 billones de bienes y servicios en los próximos 15 años”, en una relación de 3 a 1 respecto a sus exportaciones; y que su estrategia fundamental consiste en abrir cada vez más su economía, que es la segunda del mundo (US$19 billones /18% del PBI global), buscando atraer en gran escala al capital extranjero, ante todo a las grandes transnacionales norteamericanas, todas ellas representadas en el fervoroso auditorio de San Francisco.

La situación económica de China se puede resumir en los siguientes términos: las ventas al minorista crecieron 7,6% anual en octubre (5,5% por año el mes anterior), en tanto que el PBI industrial se expandió, medido en valor agregado, 4,6% anual en ese mismo periodo; y todo esto implica que el cuarto trimestre del año (que comienza en octubre) la República Popular se expandiría 5,5% anual, con lo que alcanzaría a 5% en el año, una recuperación significativa tras 3 años de pandemia y sus consecuencias.

Por eso este año la República Popular aportaría más de 30% al crecimiento de la economía global (EE.UU. aporta 15% de ese total).

Se da la situación paradójica de que el aporte de EE.UU., la mayor economía del mundo (US$26,4 billones/25% del PBI global) es inferior a la que provoca China; y esto se debe a que la República Popular es la principal socia comercial de 144 países en el mundo.

A partir de octubre, en suma, China experimenta un nítido proceso de recuperación; y ha dispuesto consolidarlo con una inversión adicional de más de 1 billón de yuanes (lo que equivale a US$596.560 millones) en bonos especiales del Tesoro.

La prioridad para la República Popular está centrada en el desarrollo de las nuevas industrias de alta tecnología, con el objetivo de acelerar la transición de la “economía digital” de modo de abarcar a la totalidad de su sistema productivo y de servicios.

Todo indica que la crisis de la etapa post-pandemia, en que la demanda doméstica cayó casi 10 puntos, ha quedado atrás definitivamente, y ahora se ha pasado a una fase de reestructuración de la economía, hasta lograr su plena conversión en una “economía digital” al nivel de la norteamericana.

Para el logro de este objetivo histórico el presidente Xi Jinping reclama el respaldo de los grandes empresarios estadounidenses, lo que ha conseguido notoriamente después de la noche en que lo “ovacionaron”, lo que constituye un signo inequívoco del carácter absolutamente integrado que ha adquirido el capitalismo del siglo XXI por el proceso de la revolución digitalizadora, y esto es sin duda lo decisivo.

fUENTE: https://www.clarin.com/economia/ovacion-empresarios-estadounidenses-xi-jinping_0_cHWwKaxvUL.html 

Tras doce meses de graves tensiones los líderes de EE.UU. y de China acordaron mantener una comunicación permanente para aventar malentendidos y resolver imprevistos.


POR EDUARDO J. VIOR para TELAM el autor autoriza su publicacion en Dossier Geopolitico

En la reunión cumbre que los presidentes de China, Xi Jinping, y de Estados Unidos, Joe Biden, celebraron este miércoles 15 cerca de San Francisco hubo pocos logros. Después de cuatro horas de discusiones, por momentos duras, pero siempre cordiales, los mandatarios convinieron mantener la comunicación bilateral, pero nada más. Es un resultado muy magro para la primera reunión después de doce meses de intensas tensiones que pusieron varias veces al mundo al borde de la guerra, pero un gran avance para la humanidad.

China no busca la hegemonía mundial y no planea librar ninguna guerra con nadie, afirmó el presidente chino, Xi Jinping, este 15 de noviembre tras su encuentro con su homólogo estadounidense, Joe Biden, en el marco de la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) que se celebra en San Francisco. “Cualquiera que sea la etapa de desarrollo que alcancemos, China nunca perseguirá la hegemonía o la expansión y nunca impondrá su voluntad a otros”, citó la agencia estatal de noticias Xinhua al líder chino, quien habló durante una cena de bienvenida organizada por “organizaciones amigas” de EE.UU. Además, Xi subrayó que Pekín “no busca esferas de influencia y no librará una guerra fría o una guerra caliente con nadie”.

Por su parte, después de la reunión cumbre Joe Biden informó en X que “acabo de concluir una jornada de reuniones con el Presidente Xi y creo que han sido algunas de las conversaciones más constructivas y productivas que hemos mantenido. Nos hemos basado en el trabajo de base realizado en los últimos meses de diplomacia entre nuestros países y hemos logrado importantes avances.”

El presidente norteamericano luego dio una conferencia de prensa en la que, al final de la misma, volvió a tildar a su homólogo chino de “dictador”. Ante una pregunta de una reportera sobre si seguía refiriéndose a Xi como un dictador, el mandatario respondió: “Mire, lo es. Es un dictador en el sentido de que es un tipo que dirige un país que es comunista y se basa en una forma de gobierno totalmente diferente a la nuestra”.

No obstante, calificó la reunión como una de las más constructivas y productivas, afirmando que se lograron “progresos reales” en las relaciones bilaterales. Preguntado sobre si confía en Xi, respondió que «como dice el viejo refrán: ‘confía, pero verifica’. En eso estoy».

La reunión entre los presidentes de Estados Unidos y China, Joe Biden y Xi Jinping, se produjo al margen de la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico en San Francisco (California). Biden dio la bienvenida al líder chino en la finca Filoli, una casa de campo y jardines situada a unos 48 km al sur de San Francisco, adonde se trasladarán más tarde para asistir a una cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC).

Durante su encuentro ambos líderes acordaron restablecer las comunicaciones entre sus fuerzas Armadas después de que se rompieran hace más de un año tras la visita de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense, Nancy Pelosi, a la isla de Taiwán. Los presidentes se comprometieron asimismo a frenar la producción de ingredientes para el fentanilo, un narcótico que ha provocado una mortal epidemia en Estados Unidos. Además decidieron realizar conversaciones para limitar el uso de la inteligencia artificial (IA) en la dirección de armas estratégicas.

Por su lado, Xi Jinping reclamó a su homólogo que mantenga la política de “una sola China” y no aliente la independencia de Taiwán, así como que levante las sanciones a la importación china de componentes para sus desarrollos de alta tecnología.

Resumiendo la reunión cumbre, la agencia Xinhua informó que ambos presidentes sostuvieron “un sincero y profundo intercambio de puntos de vista”. En el lenguaje diplomático los términos “franco” o “sincero” aluden a la exposición de puntos de vista encontrados y falta de acuerdo, pero en un buen clima. Más tarde, en un comentario editorial, el órgano de prensa señaló que “la diplomacia de jefes de Estado es la brújula y el ancla de las relaciones entre China y Estados Unidos.” Y continuó: “las relaciones bilaterales China-EE.UU. han seguido avanzando en medio de altibajos”. En ese sentido advirtió que “la competencia entre los grandes países no es la tendencia predominante en los tiempos actuales y no se pueden resolver así los problemas que enfrentan China y Estados Unidos, o el mundo en general. El planeta Tierra es lo suficientemente grande para que los dos países tengan éxito y, si un país progresa, esto significa una oportunidad para el otro“, concluyó.

El balance que los medios norteamericanos hicieron de la reunión es muy crítico. Así, la demócrata CNN comentó este jueves que “Biden se marchó con la esperanza de haber aliviado los riesgos que plantean las fuerzas estadounidenses y chinas que operan en una zona peligrosamente próxima en Asia-Pacífico, que quiere evitar que se convierta en otra crisis mundial políticamente ruinosa durante su campaña de reelección el año que viene. Xi necesitaba demostrar a su electorado interno en la jerarquía comunista que tiene bajo control las relaciones vitales con Estados Unidos en un momento de dificultades económicas. Sin embargo, cerró los importantes pero graduales avances logrados servirán de poco para mitigar los factores subyacentes que impulsan a EEUU y China hacia una rivalidad más peligrosa».

Por su parte, The New York Times, vocero oficioso del Departamento de Estado, tituló “las conversaciones entre Biden y Xi tuvieron pocos resultados, pero dejaron la promesa de futuros encuentros”. En la bajada el medio insiste en que “los informes sobre el encuentro indican que se alcanzaron escasos progresos en los temas que pusieron a ambos países al borde del enfrentamiento”.

Más cercano al Pentágono, el Washington Post tituló “Biden y Xi acuerdan restablecer los lazos militares, lo que contribuye a aliviar las tensiones” y en la bajada aclaró que “los dos líderes también acordaron reforzar la cooperación antidroga con la esperanza de reducir la crisis del fentanilo en Estados Unidos.”

Las respectivas acentuaciones de ambos medios habla por la diferencia entre sus perspectivas: mientras que en el Departamento de Estado reina una visión ideológica neoconservadora y universalista, en el Pentágono predomina todavía un cierto realismo sobre las limitaciones que las circunstancias imponen al poder estadounidense: si tuvo que abandonar el frente ucraniano, para poder concentrarse en el conflicto en Gaza, ¿con qué medios podría desempeñarse en un tercer escenario contra China?

Finalmente, la conservadora cadena Fox tituló que “Biden vuelve a llamar ‘dictador’ a Xi Jinping, mientras China promete ser ‘imparable’ en la reconquista de Taiwán”, refiriéndose, por un lado, a la ya citada declaración del presidente en su conferencia de prensa y, por el otro, a una advertencia que Hua Chunying, vocera de la cancillería china, formuló en X después de la reunión cumbre: “Estados Unidos debe tomar medidas reales para cumplir su compromiso de no apoyar la ‘independencia de Taiwán’, dejar de armar a Taiwán y apoyar la reunificación pacífica de China. China llevará a cabo la reunificación y esto es imparable.”

Para seguir discutiendo las medidas necesarias para controlar el ingreso de precursores químicos para la elaboración de fentanilo, Xi Jinping se reúne este jueves por primera vez, también en San Francisco, con Andrés Manuel López Obrador. El mexicano, a su vez, encontrará este viernes por la misma razón a su colega norteamericano.

Poco, pero mucho. Los resultados de la cumbre entre los presidentes de las dos mayores potencias del mundo fueron magros, pero tangibles. Por lo pronto, ya es mucho que hayan acordado seguir hablando, que sus fuerzas armadas vayan a establecer mecanismos de comunicación para resolver imprevistos y que comiencen a trabajar para limitar el control de la inteligencia artificial sobre el uso de las armas estratégicas. Tanto las complicaciones de la situación internacional como las intensas presiones que las luchas por el poder dentro de cada uno de los países imponen sobre sus liderazgos no les permiten avanzar mucho más allá.

Seguramente habrá altibajos en la relación. Los ideólogos universalistas de un lado y los nacionalistas del otro provocarán choques y malentendidos, pero el mundo no tiene alternativa a la cooperación entre las mayores potencias nucleares.

Argentina, el octavo territorio del mundo y centro de la confrontación por la hegemonía mundial por su situación geográfica entre los dos océanos, de cara a la Antártida, y por sus recursos (agua, minerales, energía, alimentos y una población altamente capacitada y hábil), necesita existencialmente que China y EE.UU. cooperen en el mantenimiento de la paz y el establecimiento de un orden económico internacional justo y en beneficio de todos los pueblos. No tenemos alternativa: o multipolarismo o disgregación nacional.

John DugardCambridge University Press

Traducido para el CEPRID (www.nodo50.org/ceprid) por María Valdés

El 2 de junio de 2022, el presidente Biden publicó un artículo de opinión en el New York Times titulado «Cómo está dispuesto Estados Unidos a ayudar a Ucrania» en el que declaraba que la acción de Rusia en Ucrania «podría marcar el fin del orden internacional basado en reglas y abrir la puerta a la agresión en otros lugares, con consecuencias catastróficas en todo el mundo».(1) No se menciona el derecho internacional. Posteriormente, en una conferencia de prensa al concluir la Cumbre de la OTAN de junio de 2022 en Madrid, advirtió tanto a Rusia como a China que las democracias del mundo «defenderían el orden basado en reglas» (OBR).(2) Una vez más, no se menciona el derecho internacional. El 12 de octubre de 2022, el presidente de los Estados Unidos publicó una Estrategia de Seguridad Nacional que hace repetidas referencias al OBR como la «base de la paz y la prosperidad globales»(3) con sólo una referencia pasajera al derecho internacional.(4) El término «orden basado en reglas» es utilizado con tanta frecuencia por líderes políticos estadounidenses, como el presidente Biden y el secretario de Estado Antony Blinken, que, según el profesor Stephen Walt de la Escuela Kennedy de la Universidad de Harvard, «parece haberse convertido en un requisito laboral para un alto puesto en el aparato de política exterior de Estados Unidos”.(5) La conclusión clara que se puede extraer de esto es que el hecho de que Estados Unidos no invoque el derecho internacional y en su lugar apele en la mayoría de las ocasiones a un «orden internacional basado en reglas» es algo considerado y deliberado.(6)

Otros líderes occidentales también han invocado el «orden internacional basado en reglas» para criticar a los Estados no occidentales, en particular a Rusia y China, por su mala conducta internacional (7) pero tales referencias han sido inconsistentes (8) o usarse indistintamente con el derecho internacional. Un buen ejemplo de esto lo proporciona la Declaración emitida por los Jefes de Estado al concluir la Cumbre de la OTAN en Madrid de 2022, en la que se afirmó que «nos adherimos al derecho internacional y a los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas». Naciones. Estamos comprometidos a defender el orden internacional basado en reglas”.(9) El Primer Ministro de los Países Bajos ha ido aún más lejos al combinar los dos términos en una sola frase al referirse al «orden jurídico internacional basado en reglas».(10) Esto sugiere que otros líderes occidentales, particularmente de la UE, tienen una actitud ambivalente hacia el orden internacional basado en reglas. Si bien están dispuestos a aceptar el lenguaje preferido de Estados Unidos en declaraciones conjuntas con Estados Unidos, insisten, no obstante, en que las relaciones internacionales se rigen por el derecho internacional. Esto quedó claro en una declaración emitida por la UE en las Naciones Unidas cuando Rusia invadió Ucrania.(11) El Reino Unido, por otra parte, invoca con frecuencia el orden internacional basado en reglas.(12)

¿Qué es esta criatura, el «orden internacional basado en reglas», que los líderes políticos estadounidenses han invocado cada vez más desde el final de la Guerra Fría en lugar del derecho internacional? ¿Es un sinónimo inofensivo de derecho internacional, como sugieren los líderes europeos? ¿O es algo más, un sistema destinado a reemplazar el derecho internacional que ha regido el comportamiento de los Estados durante más de 500 años?

En este editorial deseo compartir algunas reflexiones sobre este nuevo fenómeno, en un intento de responder a esta pregunta.

Una búsqueda en los índices de los principales libros de texto de derecho internacional no ayuda. No se menciona el «orden internacional basado en reglas» en una selección aleatoria de tales libros.(13) El relativo silencio de los académicos y profesionales del derecho internacional sobre este tema posiblemente pueda explicarse porque los abogados ven el OBR como el término político para el derecho internacional o como una retórica política inofensiva. Sin embargo, esto es desafortunado ya que ha permitido a los políticos invocar el OBR sin dar una explicación de lo que quieren decir.

1.Dos maneras de ver el ’orden basado en reglas’

Por un lado, puede verse como un concepto desarrollado por politólogos y políticos que pretende ser más o menos sinónimo de derecho internacional. (14) Fundado en un orden internacional liberal, está «basado en principios de gobernanza democrática, la protección de los derechos individuales, la apertura económica y el estado de derecho»(15) y se caracteriza por la igualdad, los derechos humanos, la libertad, el multilateralismo, la libre circulación de mercancías y la seguridad colectiva.(16) En su contenido, va más allá de la estrecha percepción positivista del derecho internacional para incluir el derecho indicativo, incluidas las normas y recomendaciones de las organizaciones internacionales de normalización (17) y conferencias y reglas elaboradas por actores no estatales.

Según este punto de vista, el OBR se basa en principios que constituyen los fundamentos del derecho internacional y además tiene en cuenta las fuentes más amplias del derecho internacional contemporáneo defendidas por muchos académicos. Al igual que el derecho internacional, se basa en los valores de la comunidad internacional consagrados en la Carta de las Naciones Unidas, en tratados multilaterales y normas consuetudinarias que dan efecto a esos valores.

Sin embargo, existe otra perspectiva de lel OBR que requiere consideración.

Los teóricos y comentaristas políticos han tomado la iniciativa en el examen del OBR pero, aparte de aquellos que han criticado al OBR, (18) han prestado escasa atención a la relación con el derecho internacional. Por ejemplo, si bien han anunciado la importancia de los derechos humanos, la autodeterminación, la integridad territorial, la cooperación económica y los principios maternales del derecho internacional, no han considerado el contenido de estos principios en referencia a tratados multilaterales o normas consuetudinarias. o los mecanismos para su aplicación. Están satisfechos con la exposición de valores que no están definidos sin tener en cuenta su fuerza vinculante o aplicabilidad. En resumen, no son reglas tal como las entienden los abogados. Para empeorar las cosas, no han considerado la cuestión de si el OBR y el derecho internacional son compatibles entre sí o si un orden es superior al otro.

La naturaleza indeterminada e indefinida de las «reglas» del OBR y la falta de consideración de su relación con el derecho internacional ha llevado a cuestionar el motivo del recurso al OBR por parte de Estados Unidos. La manera en que Estados Unidos ha justificado aparentes violaciones del derecho internacional por parte de sus propias fuerzas o de sus amigos cercanos ha resultado inevitablemente en una explicación cínica, aunque plausible, de la preferencia de Estados Unidos por el OBR.

Según este punto de vista, el orden internacional basado en normas puede verse como la alternativa de los Estados Unidos al derecho internacional, un orden que resume el derecho internacional tal como lo interpretan los Estados Unidos de acuerdo con sus intereses nacionales, «una quimera, es decir, cualquiera que sea el Estados Unidos y sus seguidores quieren que signifique en un momento dado’. (19) Partiendo de la premisa de que «los propios Estados Unidos están dispuestos a ignorar, evadir o reescribir las reglas siempre que parezcan inconvenientes», (20) se considera que el OBR es amplia, abierta a la manipulación política y a dobles raseros. Según el profesor Stefan Talmon, el OBR «parece permitir reglas especiales en casos especiales -sui generis-«. (21)

2.La razón detrás de la referencia a un «orden internacional basado en reglas»

Hay varias razones que pueden explicar por qué Estados Unidos prefiere invocar un «orden internacional basado en reglas» y no el derecho internacional.

En primer lugar, Estados Unidos no es parte en varios tratados multilaterales importantes que constituyen una característica esencial del derecho internacional. No es parte de la Convención sobre el Derecho del Mar, lo que significa que está obligado a reprender a China por amenazar el «orden internacional basado en reglas» en el Mar Meridional de China en lugar del derecho internacional. (22) No es parte de una serie de tratados fundamentales que rigen el derecho internacional humanitario, incluidos los Protocolos de las Convenciones de Ginebra de 1977 sobre el derecho de la guerra, el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, la Convención sobre Municiones en Racimo y la Convención Antipersonal. Convención sobre la prohibición de las minas. Tampoco es parte de la Convención sobre los Derechos del Niño ni de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. Inevitablemente, esto dificulta que Estados Unidos responsabilice a los Estados por violaciones del derecho internacional humanitario y del derecho de derechos humanos en la medida en que Estados Unidos no considere que estas normas formen parte del derecho internacional consuetudinario.

En segundo lugar, Estados Unidos ha colocado interpretaciones del derecho internacional que justifican el uso de la fuerza (23) y la violación del derecho internacional humanitario que son controvertidos y cuestionados. Su interpretación del derecho de legítima defensa para permitir ataques preventivos (24) y el uso de la fuerza contra insurgentes/militantes caracterizados como terroristas son ampliamente discutidos. (25) El recurso al uso de la fuerza como especie de intervención humanitaria en el bombardeo de Belgrado en 1999, llevado a cabo bajo los auspicios de la OTAN, (26) también está en disputa. Las interpretaciones dadas a las resoluciones del Consejo de Seguridad por parte de Estados Unidos y el Reino Unido para autorizar el uso de la fuerza en Irak en 2003 (27) y Libia en 2011 (28) han sido muy criticados como pretextos ilegales para un cambio de régimen. La denegación del estatuto de prisioneros de guerra a los soldados talibanes detenidos en la Bahía de Guantánamo tras la invasión estadounidense de Afganistán en 2002 ha sido cuestionada porque viola el artículo 4 de la Convención relativa al tratamiento de los prisioneros de guerra. (29) El uso de drones en Afganistán, Irak y Yemen para matar a militantes/terroristas hostiles, que Estados Unidos ha justificado como autodefensa permisible, ha sido criticado como una violación del derecho internacional humanitario y del derecho de los derechos humanos. (30) Parece que Estados Unidos considera más conveniente –y posible– defender interpretaciones impugnadas del derecho internacional de este tipo bajo las ’reglas’ amplias de la RBO que justificarlas bajo las reglas más estrictas del derecho internacional. (31)

En tercer lugar, Estados Unidos no está dispuesto a responsabilizar a algunos Estados, como Israel, por violaciones del derecho internacional. Se tratan como casos sui generis en los que el interés nacional excluye la rendición de cuentas. Este excepcionalismo con respecto a Israel fue explicado detalladamente por Estados Unidos en su declaración conjunta con Israel con motivo de la visita del presidente Biden a Israel en julio de 2022 (32) que reafirma «los vínculos inquebrantables entre nuestros dos países y el compromiso duradero de los Estados Unidos con la seguridad de Israel» y la determinación de los dos estados «de combatir todos los esfuerzos para boicotear o deslegitimar a Israel, negar su derecho a la autosuficiencia» defensa, o señalarlo en cualquier foro, incluidas las Naciones Unidas o la Corte Penal Internacional». Este compromiso explica la negativa constante de Estados Unidos a responsabilizar a Israel por sus repetidas violaciones del derecho humanitario, apoyar el procesamiento de los autores de crímenes internacionales ante la Corte Penal Internacional, condenar sus ataques a Gaza – mejor retratados como una aplicación excesiva de la ocupación de Gaza y no la autodefensa como sostienen los Estados Unidos – (33), insisten en que Israel procese a los asesinos de un ciudadano estadounidense (Shireen Abu Akleh), critican su violación de los derechos humanos según lo establecido tanto por el Consejo de Derechos Humanos como por la Asamblea General, aceptan que Israel aplica una política de apartheid en el Territorio Palestino Ocupado, (34) y oponerse a su anexión de Jerusalén Este. (35) Y, por supuesto, está la negativa de Estados Unidos a reconocer la existencia del arsenal nuclear de Israel o permitir cualquier discusión sobre él en el contexto de la proliferación nuclear en el Medio Oriente. (36) Es posible que tales medidas por parte de Israel se consideren consistentes con el “orden internacional basado en reglas”, incluso si violan reglas básicas del derecho internacional.

Por supuesto, los dobles raseros, el excepcionalismo y la hipocresía son características de las políticas exteriores de los estados que aceptan el derecho internacional y no favorecen al OBR. Semejante conducta debe ser condenada, ya que socava la noción de responsabilidad de todos los Estados, independientemente de su posición y de sus amigos en la comunidad internacional. Las «reglas» amorfas del OBR, sin embargo, hacen que sea más fácil para un estado brindar un trato especial a otro estado y tolerar sus violaciones del derecho internacional. Estados Unidos puede justificar su negativa a responsabilizar a Israel por sus violaciones del derecho internacional argumentando que el derecho internacional tal como lo interpreta Estados Unidos –el OBR– permite ataques a Gaza como autodefensa contra el terrorismo y el asesinato de militantes terroristas mediante drones, la aplicación del apartheid, la anexión de territorio y la continuación de una ocupación que se considera ampliamente ilegal.

Estas explicaciones sobre la invocación preferida de Estados Unidos del OBR no se aplican consistentemente a otros estados de la alianza occidental. La mayoría son partes en la mayoría de los tratados multilaterales. Sólo el Reino Unido participó en todas las controvertidas intervenciones militares mencionadas anteriormente, aunque algunas se llevaron a cabo bajo el paraguas de la OTAN. Y la mayoría de los Estados occidentales han estado dispuestos a responsabilizar a Israel por sus violaciones del derecho internacional, aunque sólo de palabra. Esto probablemente explica por qué los líderes occidentales han utilizado el término OBR indistintamente con el derecho internacional y parecen tratar ambos órdenes como sinónimos. Esto significa que el OBR es en gran medida una orden defendida por Estados Unidos.

3.El debate jurisprudencial entre Rusia, China y Occidente sobre el OBR

Occidente ha utilizado el OBR para juzgar a Rusia y, más recientemente, a China. Esto ha llevado a lo que podría denominarse un debate jurisprudencial entre Rusia y Occidente, en el que Rusia condena a Occidente por abandonar el respeto al derecho internacional en su afirmación del OBR, y Estados Unidos se atiene a su evaluación de la mala conducta de Rusia en términos del OBR.

Sergey Lavrov, el Ministro de Asuntos Exteriores ruso, ha criticado sistemáticamente a Occidente por su recurso a un orden internacional basado en normas. En 2020 declaró que Occidente abogaba por un «orden basado en reglas centrado en Occidente como alternativa al derecho internacional». (37) con el propósito de reemplazar el derecho internacional con métodos no consensuales para resolver disputas internacionales eludiendo el derecho internacional. (38) Explicó que «este término fue acuñado recientemente para camuflar un esfuerzo por inventar reglas en función de los cambios en la situación política para poder presionar a Estados desagradables e incluso a los aliados». (39)

El presidente Putin se ha hecho eco de esta opinión. El 25 de mayo de 2022, el Ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, con motivo del Día de África, leyó una declaración del Presidente Putin en la que, en el contexto de la acción de Rusia en Ucrania, declaraba que: “El principal problema es que un pequeño grupo de países occidentales liderados por Estados Unidos sigue intentando imponer el concepto de un orden mundial basado en reglas a la comunidad internacional. Utilizan esta bandera para promover, sin dudarlo, un modelo unipolar de orden mundial donde hay países excepcionales y todos los demás que deben obedecer al club de los elegidos”. (40)

En 2019, un grupo de académicos rusos produjo un artículo académico en el que concluyen que: “Por lo tanto, hay razones suficientes para pensar que el concepto moderno de “orden basado en reglas” tiene una connotación política, ante todo antirrusa, que se suma a las actuales armas políticas de Occidente… En pocas palabras, el concepto presenta una herramienta para universalizar un proyecto occidental unilateral de orden mundial”. (41)

La guerra de palabras entre Occidente y Rusia sobre el OBR ha entrado ahora en la retórica de la invasión de Ucrania.

Rusia ha violado los principios más fundamentales del derecho internacional y el derecho de la Carta de las Naciones Unidas en su brutal ataque a Ucrania y su igualmente brutal ocupación del país. Ha violado la prohibición del uso de la fuerza, la obligación de respetar la integridad territorial de otro Estado soberano y las normas del derecho de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario. Pese a ello, Estados Unidos ha preferido condenar a Rusia por violar el OBR indefinido cuyas reglas aún no se han enunciado. (42)

Por su parte, Rusia ha criticado a Occidente por actuar de acuerdo con el OBR. Como se muestra arriba, el presidente Putin se quejó de la dependencia de Occidente del OBR en su declaración en el Día de África, el 25 de mayo de 2022. (43) Los precedentes sentados por la generosa interpretación de Occidente de sus obligaciones en virtud del OBR también fueron evidentes en la declaración del presidente Putin de una operación militar especial (es decir, guerra) contra Ucrania el 24 de febrero de 2022. (44) En esta declaración se refirió al bombardeo de Belgrado por parte de la OTAN en 1999, la invasión de Irak en 2003, la intervención en Libia en 2011 y la acción de Estados Unidos en Siria, todos los cuales se basaron en interpretaciones dudosas y controvertidas del derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas. (45) La implicación clara era que Estados Unidos, Occidente y la OTAN habían pretendido actuar de acuerdo con el orden internacional basado en reglas y no con el derecho internacional en estas ocasiones.(46)

Los Estados utilizan con frecuencia el tu quoque o «qué pasa» para desviar las críticas a su propia conducta. La Unión Soviética y ahora la Federación Rusa han utilizado esta defensa contra Estados Unidos durante muchos años. Por ejemplo, ha acusado a Estados Unidos de linchar a afroamericanos, practicar la discriminación racial y apoyar a los Contras en Nicaragua en respuesta a las críticas a su propio historial de derechos humanos. Aunque tu quoque puede ser una estrategia política útil, no es una defensa aceptada en el derecho internacional. Por otro lado, no hay duda de que los precedentes de conducta ilegal serán invocados como una licencia para la legalidad por parte de un Estado delincuente, particularmente cuando se justifican en interpretaciones controvertidas de la ley perteneciente al orden internacional basado en reglas. Según Chatham House, las recientes violaciones del derecho internacional por parte de Estados Unidos han «proyectado una larga sombra sobre la pretensión de Estados Unidos de ser el principal defensor de un sistema internacional basado en reglas». (47)

China también ha afirmado su oposición a un orden basado en reglas. En mayo de 2021, en un debate virtual del Consejo de Seguridad sobre multilateralismo, el Ministro de Relaciones Exteriores Wang Yi declaró que: “Las normas internacionales deben basarse en el derecho internacional y deben ser escritas por todos. No son una patente ni un privilegio de unos pocos. Deben ser aplicables a todos los países y no debe haber lugar para el excepcionalismo ni para dobles raseros”.(48)

En una línea similar, en 2021, Yang Jiechi, director de la Oficina de la Comisión Central de Asuntos Exteriores, afirmó que China defiende el sistema centrado en las Naciones Unidas y el orden internacional respaldado por el derecho internacional y no el «llamado orden internacional basado en reglas» defendido por un pequeño número de países. (49)

4.Las reglas que componen el OBR

A la luz de la acusación tanto de los académicos occidentales como de los líderes políticos de Rusia y China de que Occidente ha propuesto el orden internacional basado en reglas como una alternativa al derecho internacional, no se puede aceptar sin examinar que el OBR es idéntica con el derecho internacional y que este es simplemente un nombre para el derecho internacional preferido por los teóricos y practicantes políticos.

Las reglas que componen el «orden internacional basado en reglas» todavía están por definirse. Hasta el momento no hay indicios de que tomarán la forma de convenciones internacionales generales o particulares según lo entiende el Artículo 38(1)(a) del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia. Además, no sabemos cuál es la naturaleza de estas reglas. Se ha sugerido que «no tienen una cualidad positiva». Más bien, su valor depende de la medida en que sirvan a los intereses y valores de los Estados que los sostienen”.(50) Si existen reglas, el método para su creación sigue siendo un misterio.(51) No sabemos «quién establece en última instancia estas reglas y determina su contenido»,(52) no sabemos si los estados deben dar su consentimiento a estas reglas y, de ser así, cuáles estados. Ciertamente, la Comisión de Derecho Internacional y la Sexta Comisión de la ONU no participan en este proceso. Caritativamente, parece que las reglas son acuerdos tácitos entre un puñado de estados occidentales para los cuales no ha habido un consentimiento claro. Pero el consentimiento es la base del derecho internacional. Según Stefan Talmon, el orden basado en reglas se ha utilizado para exigir a ciertos Estados que cumplan las normas jurídicas internacionales existentes, a las que en realidad no han dado su consentimiento y, por tanto, no están obligados. El término «orden basado en reglas» desdibuja la distinción entre reglas vinculantes y no vinculantes, dando la impresión de que todos los estados y actores internacionales están sujetos a este orden, independientemente de si han dado su consentimiento o no a estas reglas.(53)

El acuerdo judicial no figura en el idioma de la RBO.(54) La Corte Internacional de Justicia probablemente no tendría competencia para conocer de una disputa basada en una ’regla’ del OBR conforme al Artículo 38(1), ya que tales ’reglas’ carecen de contenido y no pueden identificarse como pertenecientes a ninguna fuente reconocida, pero podría hacerlo conforme al Artículo 38(2) si los Estados remitiran una controversia a la Corte para decidir un caso ex aequo et bono.

Las críticas al OBR por no ser considerado una fuente formal de derecho internacional según el artículo 38 del Estatuto de la CIJ pueden cuestionarse por no tener en cuenta los métodos de elaboración de leyes que han ampliado las fuentes de derecho. ley internacional. Como resultado, adopta un enfoque altamente formalista del derecho internacional contemporáneo. Hay sustancia en esta crítica. La manera en que los estados invocan resoluciones no vinculantes de las Naciones Unidas y otras instituciones intergubernamentales, las decisiones de conferencias internacionales y otros organismos normativos y lo que hoy se conoce como «derecho indicativo» deja claro que los estados ven el derecho internacional como un orden fluido y flexible que se ocupa tanto de las normas que generan expectativas como de las reglas y principios reconocidos por el artículo 38. Si se acepta esto, se puede argumentar, el OBR simplemente reconoce la existencia de un orden jurídico contemporáneo libre del formalismo jurídico.

La dificultad de la crítica anterior es que presupone que las «reglas» del «orden basado en reglas» tienen un contenido conocido y van más allá de la afirmación de valores amplios. El respeto de los derechos humanos, la autodeterminación, la integridad territorial, la libertad de navegación, la gobernanza democrática, la libre circulación de mercancías, la apertura económica, etc. son valores importantes que un tribunal puede invocar para ayudarle a interpretar las normas jurídicas, pero no son no normas de derecho tal como se entienden comúnmente. Carecen de definición o contenido. No hay indicios de que estas normas sean vinculantes o aplicables (y, de ser así, cómo), de si pueden restringirse o de si todas las naciones y pueblos las disfrutan. En resumen, el OBR no hace ningún intento de proclamar un orden legal con reglas definidas y procedimientos de elaboración de leyes y solución de disputas.

El OBR es algo más que el derecho internacional. Es un régimen alternativo fuera de la disciplina del derecho internacional que inevitablemente desafía y amenaza el derecho internacional. Caritativamente puede verse como un orden que comprende valores de orden liberal. De manera menos caritativa, puede verse como un orden competitivo defendido por algunos estados occidentales, particularmente Estados Unidos, que busca imponer la interpretación del derecho internacional que mejor promueve los intereses de Occidente, particularmente los de Estados Unidos. A diferencia del derecho internacional, no parece ser un orden universal. Más bien, es un orden empleado por Occidente, de nuevo particularmente por Estados Unidos, para asegurar su dominio.

5.Observaciones finales

Volver a la guerra en Ucrania. En su invasión de Ucrania, la Federación de Rusia ha violado principios fundamentales del derecho internacional, que van desde el uso ilegal de la fuerza y ​​la violación de la integridad territorial de otro Estado soberano hasta violaciones brutales del derecho internacional humanitario y del derecho de los derechos humanos. Estas violaciones del derecho internacional se juzgan mejor por un orden jurídico aceptado y comprendido por todas las naciones del mundo que por un régimen amorfo defendido por una de las partes en conflicto. La declaración emitida por la UE condenando la invasión rusa de Ucrania como una violación del Artículo 2(4) de la Carta de las Naciones Unidas, un crimen de agresión según el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional y una violación de normas imperativas del derecho internacional (55) tiene más peso que la afirmación del presidente Biden de que la invasión viola el orden internacional basado en reglas.(56)

Una última razón para descartar el orden internacional basado en reglas como medio para juzgar el comportamiento de los Estados es que es un obstáculo innecesario y perjudicial para los intentos de llegar a un acuerdo sobre el derecho internacional como un orden universal que gobierne a todos los Estados. Todos los estados tienen sus propias idiosincrasias en lo que respecta a la aplicación del derecho internacional, pero rara vez amenazan la universalidad del derecho internacional. Sin embargo, en la actualidad existen varias divisiones importantes entre los Estados sobre las características y principios cardinales del derecho internacional.

El más notable de ellos es el que existe entre Occidente, por un lado, y Rusia y China, por el otro. Mientras Occidente enfatiza la gobernabilidad democrática, los derechos humanos, el ambientalismo y la globalización, Rusia y China enfatizan la igualdad soberana de los estados, la no intervención en los asuntos internos de los estados, la solución de disputas mediante mecanismos que los estados hayan consentido, la inmunidad de los estados y sus funcionarios, y la condena del doble rasero en el trato a los estados. Este enfoque chino-ruso del derecho internacional quedó detallado en 2016 en la Declaración de la Federación de Rusia y la República Popular China sobre la Promoción del Derecho Internacional.(57)

La adhesión de Occidente tanto a un orden internacional basado en reglas como al derecho internacional socava los esfuerzos por acordar un sistema universal de derecho internacional basado en las mismas reglas, principios y valores fundamentales. Un orden internacional fundado en la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional tal como ha evolucionado desde el final de la Segunda Guerra Mundial es una receta más sólida para la paz que el orden internacional amorfo y discriminatorio basado en normas.

Referencias

(1) J. R. Biden Jr., ‘How the US is Willing to Help Ukraine’, New York Times International Edition, 2 June 2022, 1, at 11.

(2) The White House Briefing Room, ‘Remarks by President Biden in Press Conference (Madrid, Spain)’, The White House, 30 June 2022, available at www.whitehouse.gov/briefing-room/speeches-remarks/2022/06/30/remarks-by-president-biden-in-press-conference-madrid-spain.

(3) The White House, ‘National Security Strategy’, The White House, October 2022, at Introduction, 8, 18, 42, available at www.whitehouse.gov/wp-content/uploads/2022/10/Biden-Harris-Administrations-National-Security-Strategy-10.2022.pdf.

(4) Ibid., at 18, 45.

(5) S. Walt, ‘China Wants a “Rules Based International Order,” Too’, Foreign Policy, 31 March 2021, available at www.belfercenter.org/publication/china-wants-rules-based-international-order-too. See also A. Tuygan, ‘The Rules-based International Order’, Diplomatic Opinion, 10 May 2021, available at www.diplomaticopinion.com/2021/05/10/the-rules-based-international-order/.

(6) Further evidence of President Biden’s determination to avoid reference to international law is provided by an article he wrote shortly after becoming president: J. R. Biden, Jr., ‘Rescuing US Foreign Policy after Trump’, (2020) 99 Foreign Affairs 64. In this wide-ranging account of his proposed foreign policy, there is no mention of international law or the United Nations. NATO does, however, feature prominently in the article.

(7) See the statement of the German Foreign Minister, Annalena Baerbock after the 2022 G20 meeting of foreign ministers where she referred to a shared commitment to the rules-based international order: Außenministerin Annalena Baerbock [@Abaerbock], ‘Liebe @AyorkorBotchwey, @DrAlfredMutua & @mnsanzabaganwa, ich freue mich sehr, mit Ihnen drei starke Partner*innen für die Verteidigung der regelbasierten internationalen Ordnung beim #G7-Treffen in Münster willkommen zu heißen!’, Twitter, 4 November 2022, available at twitter.com/ABaerbock/status/1588503709440700417. See further, R. Falk, ‘“Rule-based International-Order”: A New Metaphor for US Geo-Political Primacy’, Eurasia Review, 1 June 2021, available at www.eurasiareview.com; G. Cross, ‘Rules-based Order: Hypocrisy Masquerading as Principle’, China Daily, 3 May 2022, available at www.chinadailyhk.com/article/269894#Rules-based-order-masquerading-as-principle.

(8) The statements of Australian leaders are interesting. While the former Prime Minister, Scott Morrison, repeatedly used the term ‘rules-based order’ and not ‘international law’, the present Foreign Minister, Penny Wong, refers to international law. See her statement on the occasion of the 2022 G20 meeting of foreign ministers: Sen. The Hon P. Wong, ‘Doorstop Following G20 Foreign Ministers’ Meeting’, Minister for Foreign Affairs, 8 July 2022, available at www.foreignminister.gov.au.

(9) NATO Heads of State and Government, Madrid Summit Declaration, Press Release 095 (2022), available at www.nato.int>cps>natohq>official_texts_196951. For a similar statement see the communique issued after the meeting of foreign ministers of the G7 at St Malo on 6 April 2019: G7 Foreign Ministers, ‘Statement on the Situation in the West of Libya’, G7 France Biarritz, 5 April 2019, available at www.elysee.fr/admin/upload/default/0001/04/fa9bd64d1ab7fc32e4c9508650b83222b0c1a267.pdf.

(10) Prime Minister M. Rutte, ‘Statement by Prime Minister Rutte for the 80th Anniversary of Bilateral Relations between the Netherlands and Australia’, Government of the Netherlands, 16 April 2022, available at www.government.nl/documents/speeches/2022/04/16/statement-prime-minister-rutte-80-year-anniversary-of-bilateral-relations-between-australia-and-the-netherlands.

(11) S. Popan, Statement on behalf of the EU and its Member States at the 76th Session of the General Assembly Special Committee on the Charter of the United Nations and the Strengthening of the Role of the Organization, 3 November 2021, available at www.eeas.europa.eu/delegations/un-new-york/eu-statement-%E2%80%93-united-nations-6th-committee-report-special-committee-un_en?s=63.

(12) See, for example, the statements by Jeremy Hunt, Secretary of State for Foreign and Commonwealth Affairs, in Parliament on 2 April 2019 in the debate in Parliament on the Rules-based International Order: J. Hunt (Secretary of State for Foreign and Commonwealth Affairs), ‘Rules-Based International Order: Debate’, UK Parliament, Hansard, Oral Answers to Questions on Rules-based International order, volume 657, 2 April 2019, column 916, available at https://hansard.parliament.uk>2019-04-02debates. See also British Embassy of Manila, ‘UK Foreign Office Minister Mark Field Visits Philippines, 15–17 August’, British Embassy Manila, 28 August 2018, available at www.gov.uk/government/news/uk-foreign-office-minister-mark-field-visits-philippines-15-17-august.

(13) See, for example, J. Crawford (ed.), Brownlie’s Principles of Public International Law (2018); M. Shaw, International Law (2021); M. Evans (ed.), International Law (2018); J. Crawford, Chance, Order, Change: The Course of International Law (2014); A. Roberts, Is International Law International? (2017).

(14) For an example of a scholarly work that draws no clear distinction between international law and the rules—based order see S. Bashfield and E. Katselli Proukaki, ‘The Rules-based Order, International Law and the British Indian Ocean Territory. Do as I Say, Not as I Do’, (2022) 23 German Law Journal 713.

(15) M. Jorgensen, ‘The Jurisprudence of the Rules-Based Order: The Power of Rules Consistent with but not Binding under International Law’, (2022) 22 Melbourne Journal of International Law 221.

(16) D. Lake, L. Martin and T. Rice, ‘Challenges to the Liberal Order: Reflections on International Organization’, (2021) 75 International Organization 225. See also N. Wright, ‘The UK and the International Rules-Based-System’, Foreign Policy Centre, 8 September 2020, available at www.fpc.org.uk/the-uk-and-the-international-rules-based-system. The October 2022 National Security Strategy of the United States likewise stresses these values as part of its international strategy and by implication associates them with the RBO: supra note 3, particularly at 6, 18.

(17) See the statement by Antony Blinken at the virtual meeting of the Security Council Open Debate on Multilateralism on 7 May 2021, in which he stated that the rules-based order included the commitments of states under international law, the UN Charter and ‘the rules and standards agreed to under the auspices of the WTO and numerous standard-setting organizations’: A. J. Blinken, ‘Secretary Antony J. Blinken Virtual Remarks at the UN Security Council Open Debate on Multilateralism’, U.S. Department of State, 7 May 2021, available at www.state.gov/secretary-antony-j-blinken-virtual-remarks-at-the-un-security-council-open-debate-on-multilateralism/.

(18) See Walt and Tuygan, supra note 5; see Falk and Cross, supra note 7.

(19) Cross, supra note 7. See also R. Mullerson: the rules-based order is ‘based on rules of Washington and not related to international law’, cited in A. N. Vylegzhanin et al., ‘The Term “Rules-Based Order in International Legal Discourse”’, (2021) 2 Moscow Journal of International Law 35.

(20) See Walt, supra note 5.

(21) S. Talmon, ‘Rules-based Order v International Law?’, German Practice in International Law, 20 January 2019, available at www.gpil.jura.uni-bonn.de/2019/01/rules-based-order-v-international-law.

(22) Agence France-Presse, ‘Antony Blinken Warns China to Stop “Aggressive Actions” in Asia-Pacific’, Guardian, 13 December 2021.

(23) According to Richard Falk, ‘[t]he United States has projected more force outside its borders than has any State in the course of the past 75 years’, supra note 7.

(24) In 2002, in the wake of 9/11, President George Bush issued a National Security Strategy approving the use of force in pre-emptive self-defence: The White House, The National Security Strategy of the United States of America, 41 ILM 1478 (2002). For criticism of this doctrine see W. M. Reisman and A. A. Armstrong, ‘The Past and Future of the Claim of Preemptive Self-Defence in International Law’, (2006) 100 AJIL 525. See also the decisions of the International Court of Justice that cast serious doubt on the validity of pre-emptive self-defence: Legal Consequences of the Construction of a Wall in the Occupied Palestinian Territory, Advisory Opinion of 9 July 2004, [2004] ICJ Rep. 136, para. 139; Case Concerning the Armed Activities in the Territory of the Congo (Democratic Republic of the Congo v. Uganda), Judgment of 19 December 2005, [2005] ICJ Rep. 168, paras. 143, 148.

(25) For a full coverage of this argument and the objections to it see D. Tladi and J. Dugard, ‘The Use of Force by States’, in J. Dugard et al. (eds.), Dugard’s International Law: A South African Perspective (2018), 730, at 759.

(26) NATO’s invocation of the doctrine of humanitarian intervention to justify its action was seriously questioned by scholars. See L. Henkin, ‘Editorial Comments: NATO’s Humanitarian Intervention’, (1999) 93 AJIL 824.

(27) United Nations Security Council, Resolution 1441, Un Doc. S/RES/ 1441 (2002); United Nations Security Council, Resolution 678, Un Doc. S/RES/ 678 (1990); United Nations Security Council, Resolution 687, Un Doc. S/RES/ 687 (1991) were invoked creatively by the United States and the United Kingdom to justify the invasion of Iraq and regime change. Critics agree that the United States and the United Kingdom acted unlawfully. See V. Lowe, ‘The Iraq Crisis: What Now?’, (2003) 52 ICLQ 859; P. Sands, Lawless World: America and the Making and Breaking of Global Rules-From FDR’s Atlantic Charter to George Bush’s Illegal War (2005).

(28) United Nations Security Council, Resolution 1973, Un Doc. S/RES/1973 (2011) imposed a no-fly zone and authorized states to take ‘all necessary measures protect civilians’ but was used as a justification for regime change by NATO. See R. Higgins et al., Oppenheim’s International Law: United Nations (2017), 1023, paras. 26, 120.

(29) G. Aldrich, ‘The Taliban, Al Quaeda, and the Determination of Illegal Combatants’, (2002) 96 AJIL 891.

(30) C. Jones, The War Lawyers. The United States, Israel and Juridical Warfare (2020), 193–6; United Nations General Assembly, Report of the Special Rapporteur on Extrajudicial, Summary or Arbitrary Executions, Philip Alston, UN Doc. A/HRC/14/24/Ad 6 (2010); M. Boyle, The Legal and Ethical Implications of Drone Warfare (2017).

(31) According to Ben Scott, ‘Although the US shaped the UN and much of international law, its relationship with these institutions has become increasingly vexed, especially since the 2003 invasion of Iraq. That’s partly why it has fallen back on the rules-based order’: B. Scott, ‘The Trouble with Washington’s Rules-Based Order Gambit’, The Diplomat, 3 August 2021, available at www.thediplomat.com/2021/08/the-trouble-with-washingtons-rules-based-order-gambit.

(32) The White House Briefing Room, ‘The Jerusalem US-Israel Strategic Partnership Joint Declaration’, The White House, 14 July 2022, available at www.whitehouse.gov/briefing-room/statements-releases/2022/07/14/the-jerusalem-u-s-israel-strategic-partnership-joint-declaration/. See also Biden’s statement on the ‘need to sustain our ironclad commitment to Israel’s security’ in his 2020 article in Foreign Affairs, supra note 6, at 73.

(33) See J. Dugard, ‘Legal Consequences of the Construction of a Wall in the Occupied Palestinian Territory’, in E. Bjorge and C. Miles (eds.), Landmark Cases in Public International Law (2017), 539, at 556–7.

(34) B. Samuels, ‘The US State Department Rejects Amnesty’s Apartheid Claim against Israel’, Haaretz, 1 February 2022.

(35) See Falk, supra note 7.

(36) V. Gilinsky and H. Sokolski, ‘Biden Should End US Hypocrisy on Israeli Nukes’, Foreign Policy, 19 February 2022.

(37) Cited in Vylegzhanin et al., supra note 19, at 39.

(38) Ibid., at 51.

(39) Ibid., at 39.

(40) K. K. Klomegah, ‘Russia Renews its Support to Mark Africa Day’, Modern Diplomacy, 27 May 2022, available at www.moderndiplomacy.eu/2022/05/27/russia-renews-its-support-to-mark-africa-day/. See also the statement by President Putin cited by A. Roberts, Is International Law International? (2017), 297.

(41) See Vylegzhanin et al., supra note 19, at 51.

(42) See note 1, supra. As early as 2021 the G7 complained that Russia’s behaviour threatened the RBO: see Vylegzhanin et al., ibid., at 39.

(43) See note 40, supra.

(44) See the text of President Putin’s speech: ‘Full text: Putin’s Declaration of War on Ukraine’, The Spectator, 24 February 2022, available at www.spectator.co.uk/article/full-text-putin-s-declaration-of-war-on-ukraine/.

(45) For an analysis of President Putin’s legal justifications for the Ukraine war see M. Milanovic, ‘What Is Russia’s Legal Justification for Using Force against Ukraine?’, EJIL:Talk!, 24 February 2022, available at www.ejiltalk.org.

(46) See further, Roberts, supra note 13, at 282.

(47) The London Conference, ‘Challenges to the Rules-Based International Order’, Chatham House: The Royal Institute of International Affairs, 2015, available at www.chathamhouse.org/sites/default/files/London%20Conference%202015%20-%20Background%20Papers.pdf.

(48) State Councilor and Foreign Minister W. Yi, ‘Remarks by State Councilor and Foreign Minister Wang Yi at the United Nations Security Council High-level Meeting on the Theme “Maintenance of International Peace and Security: Upholding Multilateralism and the United Nations-centered International System”’, Ministry of Foreign Affairs of the People’s Republic of China, 8 May 2021, available at www.fmprc.gov.cn/mfa_eng/wjdt_665385/zyjh_665391/202105/t20210508_9170544.html.

(49) See Scott, supra note 31.

(50) M. Chalmers, ‘Which Rules, Why there is No Single Rules-based International System’, Occasional Paper, Royal United Services Institute, April 2019.

(51) The October 2022 US National Security Strategy declares that the RBO ‘provides all nations that sign up to the principles an opportunity to participate in and have a role in shaping the rules’, supra note 3. Unfortunately, there is no indication of how this ‘signing up’ may be done.

(52) See Talmon, supra note 21.

(53) See Talmon, ibid.

(54) The US National Security Strategy of October 2022 makes no mention of the International Court of Justice, supra note 3.

(55) See note 11, supra.

(56) See note 1, supra.

(57) Ministry of Foreign Affairs of the Russian Federation, ‘The Declaration of the Russian Federation and the People’s Republic of China on the Promotion of International Law’, 25 June 2016, available at www.fmprc.gov.cn>201608. For a detailed analysis of this Declaration see Roberts, supra note 13, at 290–9.

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