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Por Wolfgang Münchau director de Eurointelligence.

La UE no está en condiciones de alinearse con Washington frente a Pekín. Sería catastrófico para la economía e insostenible desde el punto de vista político.

He aquí un par de estadísticas dirigidas a todos los académicos, miembros de fundaciones y periodistas ilusos que creen que el poder de la Unión Europea se está desplazando hacia el Este.

Tres de los 27 países que la integran —Alemania, Francia e Italia— representan más de la mitad del PIB de la Unión. Los 11 países del centro y el este de Europa suman poco más del 10%. Además, Alemania, Francia e Italia son los principales socios comerciales de China en la UE. En cuestión de política industrial, el centro de gravedad de los Veintisiete descansa firmemente en el oeste.

El apoyo del presidente de Francia, Emmanuel Macron, a una relación industrial estrecha con China causó estupor a muchos analistas del Reino Unido y Estados Unidos, pero a muy poca gente en Europa occidental. Este es uno de los pocos asuntos en los que el canciller alemán, Olaf Scholz, coincide con Macron. Los franceses no están de acuerdo con la reforma de las pensiones de su presidente, pero sí con su política exterior. Giorgia Meloni, la primera ministra italiana, tampoco es amiga del presidente francés, pero está en el mismo bando que él cuando se trata de China. El país asiático es un gran inversor en Italia.

Basta con fijarse en las relaciones entre la Unión Europea y China desde la posición de las empresas industriales europeas. En pocos años, las compañías se han quedado sin Reino Unido como socio comercial privilegiado. También han perdido a Rusia. No pueden permitirse perder, además, a China. Ciertamente, Europa del Este tiene otras prioridades. La guerra de Ucrania ha dado a sus políticos una presencia en los medios de comunicación que antes les había sido negada. Ellos son los más firmes transatlantistas de la Unión, pero sería un error pensar que hablan en nombre de los Veintisiete. Simplemente, coinciden con la posición de Reino Unido en muchos asuntos.

La pregunta concreta a la que la Unión Europa se enfrentará pronto es si secundar a Estados Unidos, del que depende para su seguridad, en una posición de enfrentamiento con China, o esforzarse por ser más independiente de los estadounidenses, con todas las consecuencias que semejante paso conllevaría.

Se trata de un interrogante perfectamente legítimo. Recuerdo que ya era la gran cuestión cuando se introdujo el euro en 1999. Muchos nos preguntábamos entonces si la Unión Europea debía convertir la moneda común en un instrumento geopolítico como alternativa al dólar estadounidense. No fue así. Por el contrario, el papel del dólar en la política de seguridad estadounidense y mundial se ha reforzado desde entonces. Estados Unidos, por ejemplo, ha desarrollado el instrumento de las sanciones financieras indirectas, que impone a terceros países que incumplen las políticas estadounidenses. Estas sanciones se han convertido en un medio primordial de la política de seguridad.

Pero los europeos han descubierto para su consternación que este es un poder que Estados Unidos no duda en utilizar también contra ellos. La semana pasada, el Gobierno de Joe Biden impuso sanciones a un banco húngaro por sus vínculos con Moscú. Antes había ejercido ese poder para obligar al cumplimiento de sus sanciones sobre el gasoducto Nord Stream 2.

La actual Administración estadounidense también ha promulgado la Ley de Reducción de la Inflación, un programa de subvenciones medioambientales que la Unión Europea considera una medida hostil porque incentiva el traslado de empresas europeas a Estados Unidos. Las elecciones presidenciales de 2024 y el posible regreso de Donald Trump son otros nubarrones en el horizonte. Los europeos son muy conscientes de que tener a Joe Biden en la presidencia estadounidense probablemente sea lo mejor que puede pasar para las relaciones trasatlánticas. La cuestión, por tanto, no es solo si los europeos quieren alinearse con Estados Unidos, sino si un futuro Gobierno estadounidense querrá alinearse con Europa.

Una invasión en toda regla de Taiwán por parte de China nos acercaría a la hora de la verdad en este debate. Está claro que la dependencia europea de Estados Unidos para su defensa restringe su libertad de maniobra. Pero no veo de qué manera la UE puede ponerse totalmente del lado estadounidense en un conflicto total con China por Taiwán. ¿Accedería a congelar las reservas oficiales chinas como hizo el año pasado con Rusia? ¿Y a dejar de invertir en el país asiático? No lo creo. La economía de la Unión no está hecha para unas relaciones al estilo de la Guerra Fría, porque se ha vuelto demasiado dependiente de las cadenas de suministro mundiales.

Como en tantas otras ocasiones, la posición de Alemania podría ser decisiva. Las relaciones con China son también fuente de discordia en la coalición tripartita de Scholz. Los Verdes mantienen una actitud crítica hacia el país asiático. El SPD del canciller simpatiza con la postura más matizada de Macron. Los Verdes opinan que el SPD está repitiendo con China el mismo error que cometió antes con Rusia, al crear nuevas dependencias.

Es un argumento de peso, pero pasa por alto tres realidades: las dependencias ya existen, son grandes y son muy difíciles de evitar. Por ejemplo, China controla la mayor parte del mercado mundial de litio, un metal fundamental para la producción de baterías eléctricas. También tiene prácticamente el monopolio de algunas tierras raras. Rusia disfruta de una sólida posición en el mercado de otros dos importantes metales industriales: el aluminio y el paladio. La industria alemana depende en gran medida de estas materias primas.

Mi predicción es que el grupo de presión alemán prochino saldrá ganador de este debate. El asunto también tiene la capacidad de reavivar la alianza francoalemana. Las relaciones entre Alemania y Francia han tenido sus altibajos; a menudo permanecen latentes durante años, pero cuando de verdad importa, suelen activarse.

La realidad de fondo de la Europa actual es que no puede liberarse fácilmente de su relación con China, de la misma manera que no puede liberarse de Estados Unidos. La Unión Europa necesita a los dos y compaginará sus relaciones con ambos mundos lo mejor que pueda. Los intereses de los núcleos económicos de la vieja Europa serán los que determinarán en última instancia las políticas. No hay cambio de poder.

El único cambio que detecto es que lo que opina Reino Unido de la Unión Europea tiene menos peso que antes.

Wolfgang Münchau es director de www.eurointelligence.com

FUENTE: https://www.eurointelligence.com/column/macron-was-right

Por Pepe Escobar.

…el sur de Eurasia está salpicado de fronteras conflictivas, como en Cachemira, Armenia-Azerbaiyán, Tayikistán-Kirguistán. El Hegemón está obligado a invertir en un recrudecimiento de los conflictos militares por las fronteras en disputa, así como de las tendencias separatistas (por ejemplo, en Baluchistán). Abundan las operaciones negras de la CIA.


Nunca debe subestimarse la disonancia cognitiva colectiva que muestra la jauría de hienas de rostros pulidos que dirige la política exterior estadounidense.

Y, sin embargo, esos psicópatas neocon straussianos han logrado un éxito táctico. Europa es un barco de tontos que se dirige a Escila y Caribdis, con cómplices como Le Petit Roi de Francia y el canciller salchichas de hígado de Alemania cooperando en la debacle, con las galerías ahogándose en una vorágine de moralismo histérico.

Son los que dirigen el Hegemón los que están destruyendo Europa. No Rusia.

Pero luego está La Gran Imagen del Nuevo Gran Juego 2.0.

Dos analistas rusos, por medios diferentes, han elaborado una hoja de ruta sorprendente, bastante complementaria y realista.

El general Andrei Gurulyov, retirado, es ahora miembro de la Duma. Considera que la guerra OTAN vs. Rusia en suelo ucraniano no terminará hasta 2030, cuando Ucrania básicamente habría dejado de existir.

Su fecha límite es 2027-2030, algo que hasta ahora nadie se ha atrevido a predecir. Y «dejar de existir«, según Gurulyov, significa realmente desaparecer de cualquier mapa. Implícita está la conclusión lógica de la Operación Militar Especial -reiterada una y otra vez por el Kremlin y el Consejo de Seguridad: la desmilitarización y desnazificación de Ucrania; el estatus neutral; la no pertenencia a la OTAN; y la «indivisibilidad de la seguridad», por igual, para Europa y el espacio postsoviético.

Así que hasta que no tengamos estos hechos sobre el terreno, Gurulyov está diciendo esencialmente que el Kremlin y el Estado Mayor ruso no harán ninguna concesión. Nada de un «conflicto congelado» impuesto por el Cinturón o un falso alto el fuego, que todo el mundo sabe que no se respetará, igual que nunca se respetaron los acuerdos de Minsk.

Y, sin embargo, Moscú, tenemos un problema. Por mucho que el Kremlin insista siempre en que ésta no es una guerra contra los hermanos y primos eslavos ucranianos -lo que se traduce en que no habrá Shock’n Awe al estilo estadounidense pulverizando todo lo que esté a la vista-, el veredicto de Gurulyov implica que la destrucción del actual Estado ucraniano, canceroso y corrupto es una necesidad.

Un informe de situación exhaustivo de la encrucijada crucial, tal y como está, argumenta correctamente que si Rusia estuviera en Afganistán durante 10 años, y en Chechenia, todos los periodos combinados, durante otros 10 años, la SMO actual – descrita de otro modo por algunas personas muy poderosas en Moscú como una «casi guerra» – y encima contra toda la fuerza de la OTAN, bien podría durar otros 7 años.

El informe de situación también argumenta correctamente que para Rusia el aspecto cinético de la «casi guerra» ni siquiera es el más relevante.

En lo que a todos los efectos prácticos es una guerra a muerte contra el neoliberalismo occidental, lo que realmente importa es un Gran Despertar ruso, que ya está en marcha:

El objetivo de Rusia es emerger en 2027-2030 no como un mero ‘vencedor’ erguido sobre las ruinas de algún país ya olvidado, sino como un Estado que ha vuelto a conectar con su arco histórico, se ha encontrado a sí mismo, ha restablecido sus principios, su valentía en la defensa de su visión del mundo.

Sí, se trata de una guerra civilizacional, como ha argumentado magistralmente  Alexander Dugin. Y se trata de un renacimiento civilizacional. Y, sin embargo, para los psicópatas neoconservadores straussianos, eso no es más que otra estratagema para sumir a Rusia en el caos, instalar una marioneta y robar sus recursos naturales.

Fuego en el agujero

El análisis de Andrei Bezrukov complementa perfectamente el de Gurulyov ( aquí, en ruso). Bezrukov es un antiguo coronel del SVR (la inteligencia exterior rusa) y ahora profesor de la cátedra de Análisis Aplicado de los Problemas Internacionales del MGIMO y presidente del think tank Consejo de Política Exterior y de Defensa.

Bezrukov sabe que el Imperio no se tomará a la ligera la humillación masiva de la OTAN en Ucrania. E incluso antes del posible plazo de 2027-2030 propuesto por Gurulyov, argumenta, está destinado a incendiar el sur de Eurasia, desde Turquía hasta China.

El presidente Xi Jinping, en su memorable visita al Kremlin el mes pasado, dijo al presidente Putin que el mundo está experimentando cambios «no vistos en 100 años«.

Bezrukov, apropiadamente, nos recuerda el estado de las cosas entonces:

En los años que van de 1914 a 1945, el mundo se encontraba en el mismo estado intermedio en el que se encuentra ahora. Aquellos treinta años cambiaron el mundo por completo: de los imperios y los caballos a la aparición de dos potencias nucleares, la ONU y el vuelo transatlántico. Estamos entrando en un periodo similar, que esta vez durará unos veinte años.

Europa, previsiblemente, «se marchitará», pues «ya no es el centro absoluto del universo«. En medio de esta redistribución del poder, Bezrukov retoma uno de los puntos clave de un análisis seminal desarrollado en el pasado reciente por Andre Gunder Frank: «Hace 200-250 años, el 70% de la fabricación estaba en China e India. Estamos volviendo a más o menos ahí, lo que también se corresponderá con el tamaño de la población«.

Así que no es de extrañar que la región de más rápido desarrollo – que Bezrukov caracteriza como «el sur de Eurasia» – pueda convertirse en una «zona de riesgo«, potencialmente convertida por el Hegemón en un enorme barril de poder.

Describe cómo el sur de Eurasia está salpicado de fronteras conflictivas, como en Cachemira, Armenia-Azerbaiyán, Tayikistán-Kirguistán. El Hegemón está obligado a invertir en un recrudecimiento de los conflictos militares por las fronteras en disputa, así como de las tendencias separatistas (por ejemplo, en Baluchistán). Abundan las operaciones negras de la CIA.

Aun así, Rusia podrá salir adelante, según Bezrukov: «Rusia tiene grandes ventajas, porque somos el mayor productor de alimentos y proveedor de energía. Y sin energía barata no habrá progreso ni digitalización. Además, somos el vínculo entre Oriente y Occidente, sin el cual el continente no puede vivir, porque el continente tiene que comerciar. Y si el Sur arde, las rutas principales no serán por los océanos del Sur, sino por el Norte, principalmente por tierra«.

El mayor desafío para Rusia será mantener la estabilidad interna:

Todos los Estados se dividirán en dos grupos en este punto de inflexión histórico: los que puedan mantener la estabilidad interna y avanzar razonablemente, sin derramamiento de sangre, hacia el siguiente ciclo tecnológico, y los que sean incapaces de hacerlo, que se salgan del camino, que florezca un sangriento enfrentamiento interno como el que tuvimos hace cien años. Estos últimos retrocederán entre diez y veinte años, se lamerán posteriormente las heridas y tratarán de ponerse a la altura de los demás. Así que nuestro trabajo es mantener la estabilidad interna.

Y ahí es donde el Gran Despertar insinuado por Gurulyov, o el hecho de que Rusia vuelva a conectar con su verdadero ethos civilizacional, como sostendría Dugin, desempeñará su papel unificador.

Aún queda mucho camino por recorrer, y una guerra contra la OTAN que ganar. Mientras tanto, en otras noticias, los hackeos hegemónicos están dando vueltas, del Atlántico Norte se ha trasladado al sur de China. Buenas noches y buena suerte.

Traducción del observatprio de Trabajadores en Lucha link: https://observatoriodetrabajadores.wordpress.com/2023/04/24/la-venganza-del-imperio-incendiar-el-sur-de-eurasia-pepe-escobar/


*Pepe Escobar es columnista de The Cradle, redactor jefe de Asia Times y analista geopolítico independiente centrado en Eurasia. Desde mediados de la década de 1980 ha vivido y trabajado como corresponsal extranjero en Londres, París, Milán, Los Ángeles, Singapur y Bangkok. Es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007), Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge, Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009), 2030 (Nimble Books, 2020). Su ultimo libro es Raging Twenties (Nimble, 2021)

Nota del Observatorio de Trabajadores en Lucha

Escila y Caribdis son dos monstruos marinos de la mitología griega situados en orillas opuestas de un estrecho canal de agua, tan cerca que los marineros intentando evitar a Caribdis terminarían por pasar muy cerca de Escila y viceversa.

Fuente original: Strategic Culture Foundation

Por Rafael Poch de Feliu

En el concurso de dementes que empuja hacia una gran guerra y a la definitiva irrelevancia mundial de la Unión Europea, Polonia juega un papel de vanguardia.

Miroslaw Hermaszewski (1941-2022) fue el primer y, hasta la fecha, único astronauta polaco. En 1978 formó parte de la tripulación de la Soyuz 30 y cumplió misión en la estación orbital soviética Saliut-6. Después de eso, alcanzó el generalato y fue condecorado con la medalla de “Héroe de la Unión Soviética”, la más alta distinción de la URSS raramente concedida a extranjeros. Muchos años después del hundimiento del bloque del Este, en julio de 2013, el jubilado astronauta concedió una entrevista al canal de televisión polaco TVN 24 en la que ofreció detalles desconocidos de su biografía. En Polonia se conmemoraba entonces el setenta aniversario de las “masacres de Volinia” es decir la aniquilación de entre 70.000 y 100.000 civiles polacos a manos del brazo armado de la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN), el llamado Ejército Insurgente Ucraniano (UPA). Hermaszewski nació en un pueblo de Volinia llamado Lípniki y tenía dieciocho meses cuando las unidades del UPA llegaron al pueblo una noche de finales de marzo de 1943.

”Asesinaron a 182 personas de nuestro pueblo, entre ellos dieciocho de nuestra familia inmediata, mi abuelo murió de siete golpes de bayoneta en la cabeza”, explicó. El pequeño Miroslaw se salvó de milagro, porque su madre lo tomó en brazos y huyó con él campo a través. “Los bandidos vieron que una mujer corría con un niño en brazos y empezaron a dispararnos”. Uno de ellos les persiguió y disparó a la madre en la cabeza a corta distancia pero falló, solo fue herida en la sien y en la oreja, cayó inconsciente y el niño huyó. (1)

Al día siguiente de aquella entrevista, el parlamento polaco aprobó una resolución sobre las matanzas de polacos del periodo 1942-1945 en Volinia y Galitzia oriental, territorios que habían pertenecido a la segunda república polaca hasta la disolución del estado polaco de 1939, condenando la masacre de “alrededor de 100.000 ciudadanos polacos, hombres, mujeres, ancianos y niños” a manos de los nacionalistas ucranianos de Ucrania Occidental. La resolución consideraba que, “la dimensión organizada y masiva del crimen de Volinia lo caracteriza como una limpieza étnica con aspectos de genocidio”. Al mismo tiempo, el parlamento expresaba su agradecimiento “a los ucranianos que actualmente ayudan a documentar los crímenes y conmemorar a las víctimas”, pese a que el gobierno ucraniano no autoriza excavaciones en los escenarios de las matanzas.

En septiembre de 2016 el parlamento ucraniano, la Verjóvnaya Rada, rechazó las consideraciones de la cámara polaca con cuatro argumentos: 1- que los polacos también mataron ucranianos, 2- que el número de víctimas polacas no pudo exceder los 30.000, porque en aquellos momentos en Volinia no había tanta población, 3- que “está bien establecido” que los perpetradores fueron agentes de la policía secreta soviética disfrazados de combatientes de la OUN /UPA (pese a que desde junio de 1941 la región estaba ocupada por los alemanes y los soviéticos se habían retirado, derrotados) y que 4- evocar este asunto solo sirve a los intereses rusos. (2)

Saco esto a colación para ilustrar el hecho de la complejidad de las relaciones polaco-ucranianas. Polonia ha acogido ejemplarmente a centenares de miles de ucranianos que han huido de la guerra. Es el segundo país de Europa, después de Rusia, que más refugiados ucranianos ha recibido. Polonia es también el país más antiruso y más proamericano del continente. Solo un 2% de los polacos expresan una opinión favorable a Rusia, según una encuesta del Pew Research Center de primavera del año pasado, que también daba un máximo continental de opiniones favorables a Estados Unidos (91%). Esa opinión echa sus raíces muy lejos, en toda una serie de experiencias históricas mutuamente desastrosas y bien conocidas, tanto con el zarismo como durante el estalinismo, cuando centenares de miles de polacos perecieron o fueron deportados por el régimen soviético, y, más en general, en una divergencia histórica, cultural y religiosa con Rusia muy viva.

Entre 1572 y 1791 la elección de los reyes polacos por los nobles, que a veces implicaba a cuarenta mil o cincuenta mil de ellos, fue norma en Polonia. El rey electo estaba atado por el llamado “pacta conventa”, una suerte de contrato que detallaba las obligaciones del rey hacia la nobleza. Si se compara las relaciones de aquella caótica monarquía republicana, nobiliaria y católica, con las de la autocracia ortodoxa moscovita, en las que el “gosudar” (soberano) se definía por atar bien corto a sus boyardos, y donde la nobleza estaba totalmente supeditada a la corte, el contraste entre las culturas políticas de ambos países no puede ser más agudo y da lugar a verdaderas patologías.

Con Putin los polacos rechazaron la mano tendida de Moscú, por ejemplo reconociendo directamente y asumiendo la responsabilidad por las matanzas estalinistas de Katyn. Cuando en abril de 2010 el avión que conducía a la plana mayor del país a un acto conmemorativo de aquellas matanzas se estrelló cerca de Smolensk por obvias negligencias polacas, la nación prefirió ver en la tragedia un atentado ruso pese al cúmulo de evidencias en contra registradas en la caja negra… La extrema beligerancia del gobierno polaco en el actual conflicto es resultado de todo este complejo de experiencias históricas, diferencias y patologías.

Ningún gobierno europeo se ha mostrado más proclive y entusiasta con que la OTAN intervenga abiertamente en la guerra contra Rusia. Los polacos son siempre los primeros a la hora de apoyar el envío de todo tipo de armas, son los terceros que más ayuda militar han prestado a Ucrania, solo por detrás de Estados Unidos e Inglaterra, gastan proporcionalmente mas que nadie en “defensa” y están reforzando su ejército a marchas forzadas junto a su fronteras con Ucrania y Bielorrusia. Según algunas estimaciones muy difíciles de verificar ya hay miles de soldados polacos en Ucrania luchando de forma extraoficial, es decir formalmente licenciados o en excedencia del ejército polaco. Pero lo que importa aquí es retener que en el actual conflicto Polonia tiene sus propios intereses, sus propios motivos, sus propios proyectos, y marca su propio juego. ¿Qué decir del juego polaco? Pues que históricamente ha sido siempre fiel a aquella observación de Balzac, casado con una polaca nacida en Ucrania, que ya en el siglo XIX advertía que “si hay un precipicio, el polaco se tira por el”.

En época moderna, gran parte de Ucrania Occidental perteneció a Polonia desde 1918 hasta 1939, y en épocas anteriores los polacos dominaron enormes zonas de la actual Ucrania. En el siglo XVI se creó la llamada “República de las dos naciones” formada por el reino de Polonia y el Gran Ducado de Lituania. Duró hasta finales del XVIII y dominó, además de sus dos matrices, los territorios de Bielorrusia, gran parte de las actuales Estonia, Letonia y Ucrania, y zonas de la Rusia meridional. En aquella época la influencia polaca y sus ejércitos llegaron a Moscú, enviaron a Varsovia enjaulado al zar de Rusia, donde fue ejecutado, e incluso impusieron un breve zar en Moscú, en lo que en la historia rusa se conoce como “época turbulenta”. Aquella “gran Polonia” se extendía por casi un millón de kilómetros cuadrados y dejó en Varsovia y Cracovia un recuerdo de grandeza que siempre ha sido muy difícil compaginar con las realidades de una nación obligada a convivir con los tres colosos de su entorno: Prusia, Austria-Hungría y Rusia. Llevarse mal con todos ellos equivalía a una sentencia de muerte, pero eso es, precisamente, lo que hicieron los polacos: tirarse por el precipicio de Balzac y pagar por ello el correspondiente precio.

Entre la destrucción de la vieja república polaca, en 1795 y el fin de la Primera Guerra Mundial, en 1918, el estado polaco dejó de existir. Fueron 123 años, cinco largas generaciones en los que Polonia solo conoció el dominio extranjero y la opresión política de prusianos, rusos, y austro-húngaros. En esa larga travesía del desierto, los polacos se metieron en un avispero de múltiples hostilidades; en Rusia contra los lituanos, en Austria /Hungría contra los ucranianos de Galitzia oriental y contra los checos, y en la mayoría de las ciudades polacas contra los judíos cuyo sionismo militante levantaba cabeza. Luchar contra todos, sin calcular las propias fuerzas y las del adversario, es una vieja tradición polaca. Una doble hostilidad geopolíticamente suicida, contra alemanes y rusos, dictó su segunda gran extinción como estado en 1939, con el pacto Molotov/Ribbentrop y el enésimo reparto territorial y maltrato del país, ahora entre Alemania y la URSS.

La gran Polonia/Lituania de los siglos XVII y XVIII

¿De donde viene esa predisposición nacional al suicidio? La primera estrofa de su himno nacional, “Jeszcze Polska nie zginela” (“Polonia aún no ha muerto”), la proclama con orgullo. Norman Davies, el principal historiador británico de la nación, cuya obra rezuma simpatía hacía esa actitud polaca, la explica como virtud al observar que “todos los principales países europeos pasaron por la experiencia romántica, pero en Polonia fue particularmente intensa. Se puede pensar que ofreció el elemento principal de su cultura moderna”. (3) Sea como fuere, los polacos están regresando ahora a sus típicos delirios nacionales a propósito de la guerra de Ucrania. En el centro de esos delirios la idea de recrear la gran Polonia del Mariscal Pilsudski.

En los años veinte el caudillo polaco Jósef Pilsudski, rescató la tradición de grandeza imperial de aquella República aristocrática polaca de los siglos XVII y XVIII para formular su proyecto de federación desde el Báltico hasta el Mar Negro bajo liderazgo polaco, el llamado Miedzymorze o Intermarium. Aquel espacio entre los dos mares estaba enfocado a la disolución de Rusia, primero en su encarnación zarista/imperial y luego soviética. En su actual Constitución (1997), Polonia se declara sucesora de “las mejores tradiciones” de aquella primera república, bajo la cual los campesinos ucranianos estuvieron sometidos al doble yugo de los latifundistas polacos y del catolicismo. Desde la disolución de la URSS y la integración de Polonia en la Unión Europea, la idea de una “tercera Europa” liberada de lo que el primer ministro Mateusz Morawiecki describe como “dictadura franco-germana” de la UE, está presente en la mentalidad de la derecha polaca y encaja con los intereses de Washington en el continente.

En un artículo publicado el 26 de marzo por la revista Foreign Policy, Dalibor Rohac, un autor neocón del “American Enterprise Institute” evocaba la conveniencia de un nuevo Intermarium, una unión polaco-ucraniana que contenga a Rusia y desbarate definitivamente al competidor europeo. “Ambos países”, decía, “se enfrentan a amenazas de Rusia, Polonia forma parte de la UE y de la OTAN, así que si formaran un estado federal o confederal común con una misma política exterior y de defensa, Ucrania se integraría inmediatamente en la UE y en la OTAN” “Se formaría así el mayor país de la UE (segundo en población tras Alemania) y su primera potencia militar, ofreciendo un contrapeso más que adecuado al tandem franco-alemán. Para Estados Unidos sería una forma de asegurar el flanco oriental de Europa frente a la agresión rusa a cargo de un país con una comprensión muy clara de la amenaza de Rusia”, decía. El precedente de la reunificación alemana, en la que la RFA engulló a la RDA, “demuestra que tal operación es posible si hay voluntad política”, señalaba el articulista, dejando caer de paso el detalle de que de esa forma, Estados Unidos podría desentenderse del coste de la reconstrucción de Ucrania, lastre que recaería íntegramente en el club del cual Kíev ya sería miembro… La guinda del artículo era la frase con la que concluía y que resume tanto las intenciones de Washington como las ambiciones de Varsovia: “El futuro de Ucrania es demasiado importante como para dejarlo en manos de Bruselas, París y Londres”. (4)

El 5 de abril el diario polaco Rzeczpospolita recogió la idea en un artículo del politólogo Tomasz Grzegorz Grosse de la Universidad de Varsovia, titulado, Reconstruyamos la República de Polonia, esta vez con Ucrania. (5) Se trata de, “construir un sistema de seguridad sólido en Europa central-oriental” que haga posible “una mayor intervención de Estados Unidos en el Pacífico” contra China, escribía el autor. “También los expertos polacos aconsejan la reconstrucción de la histórica República de las dos naciones, profundizando la cooperación entre los países de nuestra región, al principio principalmente polacos y ucranianos”, decía.

El mismo día de la publicación del artículo, el Presidente Zelenski realizaba su primera visita oficial a Polonia, donde fue condecorado con la orden polaca del “Águila blanca” y declaró la “amistad por los siglos” entre Polonia y Ucrania. “Entre los dos países no debe haber fronteras políticas, económicas ni sobre todo históricas”, dijo el Presidente ucraniano en lo que parecía una velada referencia a las matanzas de polacos en Volinia y Galitzia de los años cuarenta. Pocos días después, el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki visitaba Washington, reclamando el liderazgo de la “tercera Europa” para su país: “Polonia quiere convertirse en la base de la seguridad europea. Nuestros vecinos de Occidente fueron los primeros en cometer el gran error de una estrecha cooperación energética con Rusia, y ahora su posición hacia Ucrania no es la misma de Estados Unidos o de Polonia”, dijo en abierta referencia a las últimas declaraciones de Emmanuel Macron contra el “vasallaje” europeo realizadas a su regreso de la visita oficial a China. “Los aliados de Europa occidental y Estados Unidos no pueden o no quieren armar y entrenar suficientemente a las tropas ucranianas para lograr una victoria espectacular”, decía Tomasz Grzegorz Grosse en el mencionado artículo. “Somos la piedra angular perfecta de las relaciones europeo-estadounidenses”, proclamó Morawiecki en Washington, criticando a “aquellos líderes europeos que quieren un alto el fuego rápido en Ucrania, prácticamente a cualquier precio”.

Polonia se está convirtiendo en un nudo de concentración de tropas junto a Bielorrusia y Ucrania”, dice en Moscú Konstantín Zatulin, vicepresidente del comité para las relaciones con el entorno ex soviético de la Duma de Rusia. Según fuentes de la inteligencia de Estados Unidos citadas por el periodista Seymour Hersh en su último artículo, en Polonia y Rumanía hay dos brigadas aerotransportadas, la 81 y la 101, es decir veinte mil soldados de Estados Unidos, perfectamente preparadas para una intervención militar en Ucrania, sin que se sepa cuál es el plan y el objetivo de la Casa Blanca en esta guerra. (6) La respuesta rusa a esa tendencia ha sido el anuncio de desplegar armas nucleares tácticas en Bielorrusia, bajo estricto control ruso, el mismo estatuto que rige la presencia de esas mismas armas americanas en Turquía, Bélgica, Holanda, Italia y Alemania para torear los artículos 1 y 2 del acuerdo de no proliferación nuclear.

En el concurso de dementes que nos empuja hacia una gran guerra y a la definitiva irrelevancia mundial de la Unión Europea, Polonia ya está jugando un papel de vanguardia.

Notas

(1)Hermaszewski wspomina historie swojej rodziny podczas rzezi wolynskiej / Hermaszewski recuerda la historia de su familia durante la masacre de Volinia, en :ONET Wiadomosci,11 de julio de 2013.

(2) Citado por Nicolai N. Petro, 2023; The Tragedy of Ukraine.

(3) Davies en Hearth of Europe: A short History of Poland, 1984.

(4) It’s Time to Bring Back the Polish-Lithuanian Union (foreignpolicy.com)

(5) Tomasz Grzegorz Grosse: Odbudujmy Rzeczpospolitą. Tym razem z Ukrainą – rp.pl

(6) Seymour Hersh, Trading with the enemy.

Por Sergio Rodríguez Gelfenstein

Durante la primera semana de la operación militar especial (OME) de Rusia en Ucrania, en febrero del año pasado, las tropas rusas llegaron a las cercanías de Kiev y Járkov, las dos principales ciudades de Ucrania. Durante un mes permanecieron ahí. El mundo esperaba impaciente el momento en que el Kremlin ordenara la ofensiva para tomar la capital. Sin embargo, el 1° de abril las fuerzas militares rusas se retiraron sin sufrir bajas. De inmediato, la prensa occidental comenzó a vociferar con abrumador estruendo que Rusia había sufrido una gran derrota y que se había visto obligada a retirarse en medio de grandes pérdidas humanas y materiales. No pudieron mostrar ninguna prueba de tales pérdidas. Había comenzado el show de la mentira y las fake news en el conflicto de Ucrania.

Un poco más de un año después del inicio de la OME, vale la pena preguntarse: ¿Era un objetivo de Rusia tomar Kiev y producir una fulminante derrota de Ucrania? A la luz de los acontecimientos no parece haber sido ese el objetivo. Las misiones enunciadas por el propio presidente Putin fueron expresadas con claridad desde el principio: impedir el genocidio que se preparaba para las repúblicas de Donetsk y Lugansk,  desmilitarizar y desnazificar Ucrania. En este razonamiento no se puede entonces, evaluar el desarrollo de las acciones a partir de objetivos que han emergido de think tanks occidentales o de los medios trasnacionales de desinformación, no de quienes decidieron y planificaron la operación.

Para todos aquellos que hablan de plazos no cumplidos, de lentitud en el desarrollo de las acciones combativas, de colapsos inminentes de la economía rusa, de certeza en los cercanos y perentorios vencimientos de los arsenales de misiles y municiones rusas, hay que decirles que eso no es más que desesperada propaganda occidental encaminada a engañar a ingenuos, ignorantes, e incautos.

El único plazo que se ha escuchado en el último año no vino de dirigente ruso alguno, sino del presidente de China, Xi Jinping cuando al despedirse de su homólogo ruso tras su reunión en el Kremlin le dijo: “Se están produciendo cambios que no hemos visto en cien años ysomos nosotros quienes los estamos liderando juntos”. No había inmediatez, cortoplacismo, ni visión coyuntural del conflicto, sino una profunda reflexión de largo plazo, estratégica y de análisis del carácter estructural de las transformaciones que están ocurriendo. He ahí la verdadera dimensión de lo que se está viviendo.

Una serie de hechos dan cuenta de que no es Rusia quien está perdiendo la guerra, El 16 de febrero pasado se informó que los arsenales de los países europeos estaban vacíos a causa del conflicto en Ucrania, En este contexto, los ministros de Defensa occidentales se preguntaban con qué recursos y por cuánto tiempo podrían seguir apoyando a Kiev. Mateusz Morawiecki, primer ministro de Polonia, el aliado más cercano de Ucrania declaró en enero que Occidente ya está «cansado» del conflicto en Ucrania.

A su vez, el secretario de Defensa británico, Ben Wallace, declaró  que las Fuerzas Armadas ucranianas deberían utilizar las municiones con más moderación, como lo hacen en la OTAN. Wallace precisó que uno de los objetivos del programa de entrenamiento de los militares ucranianos es que «combatan al estilo occidental«. Cualquiera que sabe un poquito de estos asuntos sabe que una transformación operacional, logística y de la preparación combativa, no se puede hacer en el corto plazo, mucho menos en el marco del desarrollo de una guerra.

Por su parte, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg explicó que la capacidad de producción de armas de los aliados de Ucrania es inferior al ritmo con el que Kiev las consume. Afirmó que: «El ritmo actual de gasto en municiones de Ucrania es muchas veces superior a nuestro ritmo actual de producción«, lo que —acentuó— “pone a nuestras industrias de defensa bajo presión”.

Ucrania ha tenido 257 mil muertos entre soldados, instructores y oficiales de la OTAN además de mercenarios de varios países según datos aportados por el propio ministro de defensa de Ucrania Oleksii Reznikov, recogidos en un informe que le hiciera al secretario de defensa de Estados Unidos Lloyd Austin durante su visita a Washington y que fuera citado por el Mossad israelí en un informe filtrado a la prensa. Estos datos dan cuenta de las grandes dificultades de reposición de pérdidas de Ucrania, cuando 25% de su población, la mayoría jóvenes ha salido del país o se encuentra ya, bajo soberanía rusa. Solo en Artemovsk/Bajmut, Ucrania ha tenido entre 9 y 11 mil soldados muertos por mes, la mayoría novatos combatientes sin entrenamiento que han caído en lo que se ha denominado “la máquina de moler carne de Bajmut”

Un país que además ha perdido más de 120 mil km² de territorio recuperado por Rusia (casi el 20% de la superficie total de Ucrania) y 234 mil heridos y cuya capacidad de combate ha sido afectada por la destrucción de 407 aviones, 228 helicópteros, 3.764 drones, 8.699 tanques y vehículos blindados 4.606 sistemas de artillería, 415 sistemas antiaéreos ucranianos, 9.552 vehículos militares especiales y 1.086 sistemas de lanzacohetes múltiples, no parece creíble que esté ganando la guerra.

El discurso de moda ahora es el de la próxima contraofensiva ucraniana en la que nadie cree, habida cuenta de los documentos de inteligencia filtrados recientemente en Estados Unidos. En esta situación, uno podría preguntarse: Si la OTAN y Ucrania están preparando una ofensiva, ¿por qué se empeñan en perder soldados en una ciudad como Bajmut, ocupada ya por Rusia en un 80% y que dados los últimos acontecimientos caerá tarde o temprano?

Por su parte, Rusia sigue entrenando a sus decenas de miles de movilizados, la gran mayoría de los cuales llevan meses de preparación y una parte ya está en la zona de la OME cubriendo posiciones y realizando tareas de apoyo. Rusia está preparando una ofensiva pero nadie sabe cuándo se realizará. ¿Quién ha visto que la dirección principal de una operación, las fuerzas y medios a emplear y la situación de los aseguramientos combativos y de retaguardia se ventilen en los medios de comunicación y que cualquiera opine sobre ellos? Solo gente que en su vida ha visto un fusil y menos ha estado jamás en combate. Son “generales de internet y play station”.

Entendámoslo mejor en palabras del General de Brigada Erich Vad, quien fungió como asesor de la ex canciller federal de Alemania Ángela Merkel desde 2006 hasta 2013:“Entonces surge la pregunta ¿qué debería suceder con las entregas de los tanques? Para apoderarse de Crimea o el Donbass, los tanques Leopards no son suficientes. En el este de Ucrania, en la zona de Bajmut, los rusos avanzan sistemáticamente. Con toda seguridad habrán conquistado por completo el Donbass en poco tiempo. Solo hay que considerar la superioridad numérica de los rusos sobre Ucrania. Rusia puede movilizar hasta dos millones de reservistas. Occidente puede enviar 100 Marder y 100 Leopards allí, esto no cambiará en nada en la situación militar general. Y la pregunta más importante es cómo poner fin a un conflicto de este tipo, con la potencia nuclear más poderosa del mundo, sin entrar en una tercera guerra mundial…”

Todo responde a una decisión que solo tiene objetivos mediáticos por parte de Ucrania y de la OTAN, los generales estadounidenses y sus aliados saben que desde el punto de vista militar es un total absurdo mantener una ciudad (Artemovsk/Bajmut) a punto de caer y en la cual tienen una posición estratégica en total desventaja (casi rodeados, con una cadena de suministros casi inexistente, con bajas cuantiosas), mientras el alto mando ruso si ve que sus soldados serían expuestos a riesgos innecesarios y con desventaja absoluta, se retirarían a otra posición para seguir luchando en mejores condiciones como ocurrió en Jerson donde se produjo durante un mes, una retirada al otro lado del río Dniéper de 105 mil civiles, 35 mil soldados y alrededor de 40 mil equipos militares… sin una sola baja, en lo que se puede caracterizar como una brillante operación militar liderada y conducida por el general Serguéi Surovikin.

Hoy, las fuerzas ucranianas están muy diezmadas y debilitadas, si esas unidades caen en la defensa del Donbass, no habrá fortificaciones o ciudades importantes entre ese territorio y Kiev. El campo estará abierto para una ofensiva rusa…o para una negociación, tal vez, tardía para Ucrania.  Por eso la importancia de la batalla de Artemovsk/Bajmut. Después de logrado ese objetivo, a las fuerzas armadas rusas solo les faltará conquistar Slaviansk y Kramatorsk y se habrá terminado todo, cumpliéndose así, el primer objetivo de la OME.

Esta es la explicación de la seguidilla de visitas diplomáticas que los presidentes de España, Francia, la presidenta de la Comisión Europea y el alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de Europa han hecho o están por hacer a Beijing. ¿Por qué ahora? La razón de esos viajes a China podría tener su explicación en el desgaste económico no controlado de los recursos militares en Ucrania y la incapacidad de Europa y Estados Unidos para suplirlos, lo que ha ido creando una situación cada vez más crítica en los países europeos. Ya el FMI informó que Alemania y el Reino Unido tendrán crecimiento negativo de su PIB en 2023. Por eso, buscan que los aliados de Moscú, en particular China, logren en la mesa de negociaciones lo que la OTAN no ha logrado en el terreno bélico.

Hay que recordar que el 15 de marzo de 2022 la vocera de la Casa Blanca Jen Psaki afirmó jubilosa que: «Hemos aplastado completamente la economía [de Rusia]. Por su parte, el 26 de agosto del año pasado en la sesión final de las conferencias de los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Madrid,  el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell afirmó que: “La guerra está en un momento decisivo y quien toma la iniciativa en este momento ya no es Rusia, Rusia ya ha perdido la guerra”. Tendrán que tragarse sus palabras porque además, ahora ya no saben qué hacer.

Twitter:@sergioro0701

Autorizado por su autor la publcacion del presente documento

CONFERENCIA DEL DR. RODRIGUEZ GELFENSTEIN EN LA APERTURA DE LA DIPLOMATURA DE GEOPOLITICA EN LA UNIVERSIUDAD MILITAR VENEZOLANA

POR MK BHADRAKUMAR

El presidente ruso, Vladimir Putin, viajó el lunes a los “nuevos territorios” del país de las regiones de Lugansk y Kherson/Zaporozhye para evaluar la situación militar. 

Ha comenzado la cuenta atrás para el “contraataque” ucraniano. La llegada del sistema de misiles Patriot a Ucrania atestigua la magnitud de la movilización para imponer grandes pérdidas a Rusia. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, realizó hoy una visita sorpresa a Kiev, la primera desde que comenzó la guerra. 

Los documentos filtrados del Pentágono se muestran escépticos sobre el éxito de la contraofensiva ucraniana, pero Moscú hace sus propias valoraciones. En primer lugar, los neoconservadores no van a desconectar el régimen de Zelensky, ya que eso significa abrir la caja de Pandora cuando el presidente Biden está a punto de anunciar su candidatura para un segundo mandato como presidente y no puede aceptar que Ucrania esté perdiendo la guerra. 

En realidad, Ucrania sufre una hemorragia. Está en la naturaleza de las guerras de desgaste que, en algún momento, el lado más débil se rompe y, por lo tanto, el final llega muy rápido. Así fue como en Siria, donde una vez que se ganó la Batalla de Alepo de 5 años en diciembre de 2016, las fuerzas gubernamentales barrieron el país en una serie de victorias militares que pusieron fin al conflicto. 

La guerra de desgaste en Ucrania puede parecer «estancada», pero el factor decisivo será qué lado está infligiendo el mayor número de bajas. No hay duda de que a pesar de la asistencia militar, de inteligencia, financiera y económica masiva de Occidente, las fuerzas rusas han aplastado al lado ucraniano a lo largo de la línea de contacto.

El embajador ruso en el Reino Unido dijo recientemente que la proporción de pérdidas en la guerra de desgaste es de aproximadamente siete soldados ucranianos por cada soldado ruso.  Para poner las cosas en perspectiva, los informes de los medios occidentales estiman que alrededor de 35.000 soldados ucranianos participarán en la próxima contraofensiva a lo largo de la línea del frente de 950 km, ¡mientras que Putin tiene constancia de que las fuerzas de reserva rusas en la línea del frente llegan a 160.000 soldados!     

El sistema de defensa aérea ucraniano se encuentra en un estado crítico. Los rusos tienen un predominio de la artillería y los rusos han fortificado fuertemente la línea del frente en los últimos 5-6 meses en múltiples capas de defensa como minas, movimientos de tierra y bolardos para impedir el avance de los tanques, etc. 

Línea de fortificación de Rusia

Esta es una táctica desesperada para Ucrania, que ha perdido una gran parte de sus soldados más experimentados (estimado en 120,000 bajas), para enfrentarse a los rusos que tienen superioridad aérea y superior en misiles, superioridad en defensa aérea y superioridad en artillería, y superioridad en mano de obra entrenada. , sobre todo.   

Las áreas que Putin eligió visitar, Kherson/Zaporozhya y Lugansk, son donde más se espera la contraofensiva ucraniana. Putin escuchó de los comandantes la situación militar y, por supuesto, con toda seguridad, eso será un aporte para sus decisiones sobre las contraestrategias rusas, tanto defensivas como ofensivas. 

A pesar de las filtraciones del Pentágono y el consiguiente desorden y confusión en Washington y las capitales europeas (y Kiev), el contraataque ucraniano seguirá adelante para recuperar al menos parte del territorio perdido. Este es un tiro desesperado de los dados. 

Sin embargo, el pensamiento delirante todavía prevalece en Washington. Esto se desprende de un artículo reciente en Foreign Affairs escrito en coautoría por dos veteranos del establecimiento de EE. UU., el ex funcionario del Departamento de Estado Richard Haass y Charles Kupchan, miembro principal del Consejo de Relaciones Exteriores, titulado Occidente necesita una nueva estrategia en Ucrania . : Un plan para pasar del campo de batalla a la mesa de negociaciones . 

El artículo se apega en gran medida a los mitos generados por los neoconservadores —que las operaciones militares especiales de Rusia fracasaron y que la guerra «resultó mucho mejor para Ucrania de lo que la mayoría predijo»— pero tiene destellos ocasionales de realismo. Se basa en el estribillo actualmente en boga en Washington de que “el resultado más probable del conflicto no es una victoria ucraniana completa sino un sangriento punto muerto”. 

Haas y Kupchan escribieron que “para cuando termine la ofensiva anticipada de Ucrania, Kiev también puede animarse a la idea de un acuerdo negociado, habiendo dado lo mejor de sí en el campo de batalla y enfrentando restricciones crecientes tanto en su propia mano de obra como en la ayuda del exterior. ” 

Los autores toman nota de paso que el liderazgo de Rusia también tiene opciones y cálculos, ya que las sanciones occidentales no han logrado paralizar la economía rusa, el apoyo popular a la guerra sigue siendo alto (más del 70%) y Moscú siente que el tiempo está de su lado como el poder permanente. de Ucrania y sus partidarios occidentales y su determinación se desvanecerá y Rusia debería ser capaz de expandir sustancialmente sus conquistas territoriales.

Fundamentalmente, Haas y Kupchan provienen de otro planeta.  No pueden comprender que Rusia nunca aceptará un escenario en el que el conflicto termine con un alto el fuego, pero la OTAN continuará reforzando las capacidades militares de Ucrania e integrará constantemente a Kiev en la alianza . 

¿Por qué Rusia querría jugar otro juego de sillas musicales mientras Occidente formaliza la membresía de Ucrania en la OTAN, es decir, acepta una repetición del grotesco interregno entre los Acuerdos de Minsk de 2015 y las operaciones militares especiales de Rusia? 

La visita de Putin a los nuevos territorios en esta coyuntura crucial con la guerra de desgaste en un punto de inflexión transmite una poderosa señal de que Rusia también tiene un plan ofensivo y no le corresponde a Biden hacer sonar el silbato y cancelar la guerra de poder, por pura fuerza. fatiga o distracciones apremiantes en Asia-Pacífico o debido a grietas en la unidad occidental o cualquier otra cosa. 

Del mismo modo, es improbable que Rusia pueda reconciliarse alguna vez con el régimen de Zelensky, al que Moscú ve como un títere de la administración Biden. Pero, ¿cómo es posible que Biden se deshaga o pierda de vista a Zelensky mientras los esqueletos se agitan en el armario familiar? 

Lo que es más importante, la opinión pública rusa espera que Putin cumpla la promesa que hizo al ordenar las operaciones militares especiales. Cualquier cosa menos que eso significará que decenas de miles de vidas rusas perecieron en vano. 

No está en la esencia de la personalidad política de Putin ignorar la oleada de opinión rusa, o pasar por alto la psique nacional herida mientras se reproducen imágenes del desalojo forzoso de cientos de monjes de   Pechersk Lavra, el complejo del monasterio de cuevas ortodoxas del siglo XI en el corazón de Kiev, tildados de quintacolumnistas rusos. Fue un movimiento político calculado por parte de Zelensky con el estímulo occidental tácito. ( aquí y aquí )

Lo que los neoconservadores en los EE. UU. aún tienen que comprender es que no lograron subyugar a Rusia a pesar de todas las humillaciones vertidas sobre su honor nacional, su orgullosa historia y su envidiablemente rica cultura. ¿Por qué Rusia se normalizaría con estados que se apropiaron de su riqueza soberana e impusieron sanciones tan draconianas para sangrar y debilitar su economía?

La secretaria del Tesoro de EE. UU., Janet Yellen, admitió en CNN que las sanciones pueden, en última instancia, poner en riesgo la hegemonía del dólar estadounidense.  Pero sus comentarios no van lo suficientemente lejos. 

Mientras tanto, la asociación estratégica entre Rusia y China se ha fortalecido, y la señal de esta semana es la voluntad de Moscú de coordinarse con Beijing para contrarrestar los desafíos militares en el Lejano Oriente.  (Vea mi blog China, Rusia circula vagones en Asia-Pacífico ) 

Rusia está lejos de estar aislada y disfruta de una profundidad estratégica en la comunidad internacional. Considerando que, durante el último período de un año, el declive sistémico de Occidente y la menguante influencia global de los EE. UU. se ha convertido en un proceso histórico inexorable. 

FUENTE https://www.indianpunchline.com/ukraine-stalemate-in-an-attritional-war/

Carlos Pereyra Mele, director de Dossier Geopolítico, aborda en la columna del Club de La Pluma, la oportunista estrategia mediática de los últimos días, en esconder  las noticias sobre Ucrania, como si esa guerra no existiese y en una parodia de aquel famoso film titulado: “SIN NOVEDAD EN EL FRENTE”. Y todo para no desvelar una realidad desastrosa para Occidente, luego de meses de mentiras, expectativas de victorias ficticias y de una ruso fobia cercana a la paranoia. En contrapartida, esa misma prensa ha creado una conmoción global por la supuesta filtración de un niño de 21 años, de millares de documentos del Pentágono, publicados por el New York Times, NO negados por Washington y puestos en duda por Moscú.

Y lo primero que señala nuestro director de esa filtración, son los detalles de la corrupción del héroe de Occidente,  Zelenski corroborada por el jefe de la CIA, sobre la desaparición de 400 millones de dólares del dinero enviado desde EEUU para gastos administrativos. Por lo que el cómico de Kiev ya estaría marcado y sentenciado por Washington y con un destino similar al del otro personaje de risa y también héroe occidental, Juan Guaidó.

También destaca que las filtraciones se dan en el marco de un enfrentamiento interno en el propio Pentágono, donde un grupo quiere asumir los daños y acabar con la guerra de Ucrania, para dedicarse luego a frenar a China. Mientras que el otro sector, que responde al gran negociado de la guerra, insiste en acentuarla, aunque genere tensiones nucleares cercanas a un holocausto mundial. Y agrega que los generales norteamericanos reconocen que Ucrania está imposibilitada de hacer algún tipo de contraofensiva importante que pueda cambiar el curso de la contienda.

Sobre el viaje de Lula a China, Pereyra Mele deja su análisis en manos de los expertos compañeros brasileños del Club de La Pluma, y se vuelca analizar los informes de la norteamericana Statista, con datos del FMI y del Banco Mundial, sobre Las 10 primeras potencias económicas del mundo en 1992, y los compara con los previstos para 2024, -apenas 30 años después- con un resultado espectacular a favor de China, Asia y el sur global, y hundiendo las posiciones occidentales, especialmente las europeas, lo que demuestra la envergadura del cambio mundial que estamos viviendo.

También hace referencia al presidente Macrón, con millones de franceses furiosos en la calles, quién ha bloqueado la financiación de mil millones de euros de la UE para fabricar municiones para Ucrania, lo que interpreta cómo un lento desprendimiento de los súbditos europeos de Estados Unidos, en esta Guerra Híbrida Proxy, impuesta en suelo europeo, con muertos europeos y con la ruina económica de los europeos.

Todo para demonizar a la Federación Rusa y atacar luego a China.

Eduardo Bonugli (Madrid, 15/04/23)

Pepe Escobar 15 de abril Fondo de la Cultura Estrategica

Esta es la historia de dos peregrinos que siguen el camino que realmente importa en el joven siglo XXI ; uno procedente de la OTAN y otro de los BRICS.

Comencemos con Le Petit Roi, Emmanuel Macron. Imagínalo con una sonrisa de plástico en la cara paseando junto a Xi Jinping en Guangzhou. Siguiendo el sonido largo y suave del clásico «High Mountain and Flowing Water», ingresan al Baiyun Hall  para escucharlo interpretado por el Guqin de 1000 años de antigüedad (un hermoso instrumento). Saben la fragancia del té de 1000 años de antigüedad y reflexionan sobre el auge y la caída de las grandes potencias en el nuevo milenio.

¿Y qué le dice Xi a Le Petit Roi? Él explica que cuando escuchas esta música eterna tocada por este instrumento eterno, esperas estar en compañía de un amigo íntimo; estás en sintonía tanto como la alta montaña y el agua que fluye. Ese es el significado más profundo del antiguo cuento de los músicos Yu Boya y Zhong Ziqi, hace 25 siglos en el Reino de Chu: amistad íntima. Solo los amigos íntimos pueden entender la música.

Y con eso, como explicaron los eruditos chinos, Xi trajo a colación el concepto de Zhiyin. Después de la muerte de Zhong Ziqi, Yu Boya rompió su Guqin: pensó que nadie más podía entender su música. Su historia imprimió el término “Zhiyin”: alguien que entiende de música, con el significado adicional de amigos cercanos que pueden entenderse completamente entre sí.

Todas las apuestas están cerradas sobre sí un títere narcisista como Macron alguna vez será lo suficientemente culto como para comprender el mensaje sutil y sofisticado de Xi: aquellos que lo entienden son verdaderas almas gemelas. Además, sus amos no enviaron a Macron a Beijing y Guangzhou para unir almas, sino para tratar de inclinar a Xi hacia la OTAN en Rusia/Ucrania.

Su lenguaje corporal es un claro indicativo, completo con cruzar los brazos demostrando aburrimiento. Es posible que al principio haya sido impermeable a la noción de que la verdadera amistad requiere comprensión y aprecio mutuos.

Pero entonces sucedió algo extraordinario. El mensaje de Xi puede haber tocado un punto clave en las torturadas profundidades internas del narcisista Petit Roi. ¿Qué pasa si, en las relaciones internacionales, la comprensión y el aprecio mutuos son la clave para que las naciones encuentren un terreno común y trabajen juntas hacia objetivos comunes?

¡Qué noción revolucionaria; no exactamente el “orden internacional basado en reglas” impuesto por el Hegemón.

¿Eres un verdadero soberano?

Al invitar a Le Petit Roi a China y pasar personalmente no menos de 6 horas con su invitado, Xi promulgó lo mejor de la diplomacia milenaria. Le recordó a su invitado la turbulenta historia entre Francia y las potencias anglosajonas; y habló de soberanía.

La subtrama sutil clave: «Europa» piensa mucho en estar subordinada al Hegemon y minimiza lo mejor posible la turbulencia económica masiva cuando llega el Día de la Confrontación con los EE. UU. Implícita es la prioridad de Beijing de romper los crecientes intentos de EE. UU. de rodear a China.

Entonces, Xi trató a Francia como un verdadero soberano potencial incluso bajo la UE; o separándose un poco del dogma de la UE.

Por supuesto, otro mensaje clave estaba implícito bajo esta invitación confuciana al crecimiento epistemológico. Para aquellos que no estén dispuestos a ser amistosos con China debido a las complejas capas geopolíticas, nunca será demasiado tarde para que Beijing muestre el lado menos “amigable” del estado chino, si se presenta la situación.

Traducción: si Occidente apuesta por Total Machiavelo, China aplicará Total Sun Tzu. Incluso si Beijing prefiera las relaciones internacionales bajo la égida de la Belleza, la Bondad y la Verdad en lugar de “estás con nosotros o contra nosotros”, la guerra del terror y la demencia de sanciones.

Entonces, ¿Petit Roi tuvo un momento de «camino a Damasco»? El veredicto está abierto. Literalmente asustó al Hegemón con su  arrebato de que Europa debe resistir la presión para convertirse en «seguidores de América». Eso está bastante en sintonía con los 51 puntos acordados por Beijing y París, con énfasis en las «preocupaciones legítimas de seguridad de todas las partes».

Los estadounidenses se asustaron aún más cuando Macron afirmó que Europa debería convertirse en una «tercera superpotencia» independiente. Le Petit Roi incluso avanzó algunos pequeños pasos a favor de la desdolarización (ciertamente bajo la supervisión de sus maestros financieros) y no a favor de Forever Wars.

Así que los estadounidenses, presas del pánico, tuvieron que enviar a la quinta columna alemana Annalena “360 Grados” Bearbock a toda prisa a Beijing para tratar de deshacer los arrebatos de Le Petit Roi y reafirmar el guión oficial de Washington Dictates Bruselas. Nadie, en ningún lugar, prestó la menor atención.

Eso se sumó a la trama secundaria más evidente de toda la historia: cómo la dominatriz de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, fue tratada por Beijing como algo peor que irrelevante. Un erudito chino la describió mordazmente como “simplemente el portavoz de una organización canina sin dientes. Incluso su ladrido suena como los gemidos de un perro con una enfermedad terminal que está a punto de ser sacrificado”.

El “perro con enfermedad terminal” tuvo que pasar por el control de pasaportes y aduanas (“¿Algo que declarar”?) Sin estatus diplomático. Sin invitación oficial. Sin soberanía. Y no, no puedes tomar el tren especial de alta velocidad junto a Macron para ir a Guangzhou. Así que aquí hay otro mensaje, este bastante gráfico: no te metas con el espíritu del Reino Medio de 3000 años de antigüedad.

Lula y “Zhiyin”

Los principales académicos chinos quedaron absolutamente fascinados con la aplicación de estratagemas diplomáticas que habían sido tan útiles hace 25 siglos, ahora recreadas en el escenario global del camino a la multipolaridad.

Algunos piden una nueva “Estrategia para los Estados Combatientes” reescrita para el siglo XXI . 

La enorme mesa redonda establecida por el protocolo chino con la «jungla» en el medio y Macron y von der Leyen posicionados como para una entrevista de trabajo fue un éxito monstruoso en Weibo y Wechat. 

Eso condujo a discusiones interminables sobre cómo China ahora finalmente puede «abrir una brecha entre los bárbaros«.

En comparación con todo este alboroto, la historia del presidente brasileño Lula viniendo a Shanghai y Beijing se lee como una ilustración gráfica de Zhiyin.

Lula fue  por la yugular desde el principio, durante la toma de posesión de la ex presidenta Dilma Rousseff  como nueva presidenta del NDB, el banco BRICS.

En un lenguaje simple y directo que cualquiera, desde el Sahara hasta Siberia, puede entender, Lula dijo : “Todas las noches me pregunto por qué todos los países deberían estar atados al dólar para el comercio. ¿Por qué no podemos comerciar en nuestras propias monedas? ¿Y por qué no tenemos el compromiso de innovar?”.

Directamente implícito está el hecho de que los BRICS+ en expansión deberían diseñar y promover su propia moneda (el largo y complejo proceso ya ha comenzado), además de permitir el comercio en monedas nacionales.

El poderoso mensaje de Lula fue dirigido a todo el Sur Global

Un ejemplo brasileño es el ICBC de China que establece una cámara de compensación en Brasil que permite el intercambio directo entre yuanes y reales.

No es de extrañar que el periódico oficial de la CIA, el Washington Post, echando espuma por la boca, emitiera de inmediato el veredicto del Estado Profundo: Lula no está obedeciendo el dictado del «orden internacional basado en reglas».

Eso significa que el Estado Profundo vendrá tras Lula y su gobierno, una y otra vez, y  hará lo posible para desestabilizarlo. Porque lo que dijo Lula es exactamente lo que Saddam Hussein y el coronel Gadaffi dijeron, y trataron de implementar, en el pasado.

Así que Lula necesitará toda la ayuda que pueda conseguir. Introduzca, una vez más, «Zhiyin».

Así recibió oficialmente Xi a Lula en Beijing. Muy pocas personas en todo el mundo, no chinas, entienden que cuando alguien de la talla de Xi te dice, justo enfrente de ti, que eres “un viejo amigo de China”, eso es todo.

Todas las puertas están abiertas. Ellos confían en ti, te abrazan, te protegen, te escuchan, te ayudan en momentos de necesidad y siempre harán todo lo posible para mantener la amistad cerca de sus corazones.

Y eso termina, por ahora, nuestra historia de «amigos íntimos» que toman el camino a Beijing. El amigo BRICS ciertamente entendió todo lo que hay que saber. En cuanto al Pequeño Rey de la OTANista europea Francia está que sueña con convertirse en un verdadero líder soberano, la hora de la verdad está llamando a su puerta.

Por Enrique Lacolla

Más allá del caos informativo que nos rodea, se hace evidente que el enfrentamiento entre dos formas de organizar el mundo –la unipolar y la multipolar- está ingresando a una fase de movilidad extrema.

Por estos días se han producido hechos que están poniendo en evidencia un fenómeno que venía anunciándose desde hacía tiempo, pero que recién ahora empieza ponerse de manifiesto. El imperio se resquebraja. El imperio, es decir, USA en primerísimo término, y luego Gran Bretaña y lo que genéricamente se suele definir como el norte desarrollado, que en el último medio siglo adoptó como credo económico el neoliberalismo y que, tras el derrumbe de la URSS, apuntó a lograr la hegemonía global. El dilema ahora parecería ser: ¿se impondrá este modelo unipolar, fundado en una globalización asimétrica en la cual el norte oprime al sur[i], o emergerá un mundo multipolar dotado de una diversidad de opciones?

Entre los hechos más sonados que dan el alerta respecto de lo que está sucediendo debe inscribirse la visita del presidente de Brasil, Inacio Lula da Silva, a China, y el nombramiento de la ex presidenta de ese país, Dilma Rousseff, como titular del Banco del BRICS. La conjunción de economías tan poderosas como las de China, Rusia, India, Brasil y Sudáfrica en una entidad financiera plantea la posibilidad de que el mundo vaya saliendo, gradualmente, de la hegemonía del dólar, y el hecho de que sea una latinoamericana la que encabece a ese banco, abre buenas perspectivas para la región. Por supuesto que se trata de procesos largos y en el curso de los cuales pueden aparecer muchas sorpresas, pero un dato parece indiscutible: el desarrollo precipitado por el conflicto en Ucrania ha dispersado por el panorama internacional una gran cantidad de cápsulas explosivas de liberación lenta, que irán detonando más pronto que tarde, durante la próxima década al menos.

Un símbolo espectacular de las modificaciones tectónicas que se anuncian lo da la aproximación entre el Irán shiíta y la Arabia saudita sunita…

…Estas dos potencias se han aproximado gracias a la gestión de China y Rusia, a la reconsideración de los saudíes acerca de la conveniencia de seguir adhiriendo sin discusión a la tutela norteamericana, tan abrumadora y eventualmente tan cambiante; y a la evidencia del hecho de que la superpotencia ya no dispone de los recursos económicos y de la cohesión social que le permitía reclutar masas de soldados por el sistema de la conscripción para mandarlos a servir –y eventualmente a morir- en territorios lejanos. Las ventajas tecnológicas son decisivas para ganar una batalla, pero para consolidar el triunfo suele ser necesario ocupar el terreno, y en este plano de exigencias, incluso para una potencia como Estados Unidos, los requisitos pueden resultar desmesurados pues el humor social no se regula tan administrativamente como una empresa.

Que a Washington le preocupa sobremanera la aproximación persa-saudí quedó revelado hace ya tres años, cuando Donald Trump autorizó el asesinato del general iraní Qasam Soleimani, quien se encontraba inmerso en negociaciones para aproximar a su país con la monarquía saudita. Hoy observamos que esa reacción criminal no fue suficiente para lograr su objetivo.

Pero incluso políticos o gobiernos que se encuentran alineados dentro del esquema de la estrategia atlantista dan muestras de disconformidad respecto de los dictados de Washington. Emmanuel Macron fue uno de los exponentes del establishment occidental que emprendió el camino de Pekín en plena crisis por el estatus de Taiwán, incentivada por las provocaciones norteamericanas que insinúan un reconocimiento de esa isla como un estado independiente, a pesar de que esta siempre formó parte integral de China, como lo demuestra el hecho de que durante un tiempo asumió, bajo el paraguas norteamericano, la representación de ese país en las Naciones Unidas.[ii] A su retorno Macron afirmó, entre otras cosas, que en su opinión no había que involucrarse en conflictos (como el estatus de Taiwán) que a Europa no le competían.

Por otro lado, la creciente inestabilidad social, la inflación y el rebote que tienen los embargos a los productos rusos en la misma Unión Europea, que instrumenta esas medidas por orden de Estados Unidos sin provecho propio alguno -por el contrario, comprándose problemas de envergadura- están creando situaciones insostenibles para los gobiernos a cargo, que han de tragarse sapos como el sabotaje del Nord Stream Dos, que proveía gas ruso a Alemania, por acción de comandos presumiblemente estadounidenses y noruegos. España acaba de rebelarse contra el consejo de Bruselas -que invita a no adquirir productos rusos o a hacerlo a precios muy inferiores a los del mercado-, adquiriendo un 172 % por ciento más de gas envasado a Rusia que el año pasado, descargándolo a veces de tanqueros detenidos en aguas internacionales y estacionándolo en su territorio. Este incremento se vincula también a un considerable aumento en las compras del gas en el mercado spot, es decir en un mercado financiero donde se pueden comprar o vender activos al contado. Empresas internacionales de compraventa de gas usan a España como base de operaciones. “Traen aquí ese cargamento y luego o bien lo colocan en el mercado español o vuelven a sacarlo y lo llevan a otro sitio”, publica El Confidencial, de España.

Al lado de estos datos duros, hay una parafernalia de informaciones que mezclan con alegre irresponsabilidad las fake news sobre bajas, moral de los combatientes rusos y especulaciones tácticas sobre lo que podría ocurrir en el frente.

La misma alegre irresponsabilidad con la que Finlandia y Suecia se precipitan hacia los brazos de la OTAN. Hay filtraciones del Pentágono que provocan escándalo pero que no dicen nada que no pueda ser previsto por los especialistas militares de cualquiera de dos bandos. Estados Unidos monta grandes maniobras con navales con Filipinas y moviliza a Japón para que abandone la política puramente defensista que había adoptado por imposición norteamericana después de la segunda guerra mundial, y apreste a sus fuerzas armadas para tareas que podrían exceder sus fronteras naturales. China replica a estas movidas con unas maniobras imponentes en el estrecho de Taiwán, mientras que Rusia… aparentemente deja al payaso Zelensky y a sus secuaces cocinándose en su propia salsa, a la espera de la famosa contraofensiva urdida por la OTAN y con la que la alianza atlántica piensa desgastar a los rusos hasta sacrificar al último ucraniano.

El mundo se mueve. ¿Terminará este movimiento en una hecatombe? ¿O en un período caótico y violento, pero que eluda el desastre definitivo y abra nuevos caminos? Quién lo sabe. Pero el imperio empieza a vacilar sobre sus fundamentos.

¿Tendremos en Argentina el tino y la decisión necesarios para aprovechar la ocasión y buscar una salida a nuestra decadencia?

[i] Los ricos oprimen a los pobres en todas partes, sin diferenciaciones geográficas. Pero, al concentrarse la riqueza –“El Gran Dinero”-en los países más desarrollados, se consiente que allí se produzca un cierto grado de derrame, atemperando –o disimulando- las penurias de los que tienen menos.

[ii] La historia de Taiwán resume muchos rasgos del cinismo, las paradojas y las contradicciones de la política exterior, en especial la de Washington. Vieja colonia de los portugueses, que la nombraron Formosa, la isla fue ocupada por Japón después de la guerra chino-japonesa de 1894. La derrota nipona en 1945 la devolvió a China, por entonces bajo el gobierno del Kuomintang. Derrotado Chiang Kai Shek por los comunistas de Mao en 1949, buscó refugio en ese lugar, donde quedaría amparado por la VII flota norteamericana. Taiwán usurparía la representación de China en la ONU hasta 1971, fecha en la cual, como consecuencia de la dramática inversión de alianzas determinada por la aproximación entre Washington y Pekín favorecida por el cisma chino-soviético, el escaño de China en el Consejo de Seguridad pasaría a manos de la república popular.

FUENTE SITIO WEB DE ENRIQUE LACOLLA http://www.enriquelacolla.com/sitio/notas.php?id=755

La visión europea sobre una Europa Geopolitico Por Luis Francisco Rey Arroyo, coronel del Ejército de Tierra España (Artillería), DEM (ret.)

Este documento es copia del original que ha sido publicado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos en el siguiente enlace.

La guerra en Ucrania ha puesto en evidencia las luces y las sombras de la actual situación política de la Unión Europea (UE). Por un lado, la UE ha conseguido actuar de forma coordinada y coherente en esta crisis; por otro lado, las disensiones internas entre los Estados miembros, crean desconcierto y dan una imagen de debilidad y desunión a propios y extraños.

Gracias a un contexto geopolítico favorable y bajo el paraguas de seguridad de los Estados Unidos (EE. UU.), el concepto de seguridad de la UE basado en la interdependencia y la soberanía compartida en instituciones comunes ha sido viable y exitoso.

Sin embargo, en el contexto actual de competencia por la hegemonía mundial, esa fórmula de seguridad no parece ser tan viable, puesto que el idioma que utilizan las grandes potencias enfrentadas es el del poder, por lo que parece necesario que la UE (no cada uno de los 27 por su cuenta) pueda utilizar, para su propia seguridad y defensa, ese idioma sin ambages.

Asimismo, con independencia del resultado de la guerra, Rusia seguirá siendo una fuente de inestabilidad geopolítica por muchos años y la lucha de EE. UU. por mantener su hegemonía mundial puede desplazar ese paraguas de seguridad con el que Europa hasta el momento actual se ha protegido.

Introducción

Desde hace más de un lustro, con cada crisis, el debate —casi permanente sobre «geopolítica», «poder» o «autonomía estratégica»— se acentúa en el seno de la Unión Europea (UE).

En esta nueva crisis provocada por la guerra en Ucrania, las más altas autoridades políticas de la Comisión Europea, de forma reiterada y enérgica, anunciaron el
«nacimiento de la Europa geopolítica»1 y subrayaron la necesidad de que «la UE tiene que aprender a usar el idioma del poder»2. Pese a esa insistencia parece que, como en crisis anteriores, los hechos no coinciden con lo que se anuncia. La retórica de la Comisión y las posturas políticas de los Estados miembros no coinciden, pues estos últimos están condicionados, entre otras razones, por sus intereses políticos y económicos, sus distintos grados de percepción de la amenaza, su identidad nacional o su falta de identidad europea y sus puntos de vista sobre la pérdida de soberanía en política exterior y defensa3 que, previsiblemente y entre otras consideraciones, puede conllevar dar el paso hacia una Europa geopolítica.

Tras el primer aniversario del inicio de la invasión rusa en Ucrania es plenamente reconocida la determinación, constancia y firmeza con la que la UE está actuando de forma coordinada y coherente en esta crisis y nos empieza a transmitir la sensación de que ya no es necesario seguir alimentando a la supuesta «recién nacida Europa geopolítica».

En un momento histórico en el que los equilibrios geopolíticos están mutando, desde el ataque de Rusia a Ucrania en 2014, se ha puesto de manifiesto que la actual capacidad de disuasión de la UE no es suficiente para evitar la guerra en suelo europeo; parece necesario que la UE, como poco, deba estar totalmente cohesionada en política exterior, convenientemente dotada en el ámbito de seguridad y defensa, más unida políticamente, y debidamente organizada estructuralmente para afrontar los nuevos retos geopolíticos que le permita garantizar una disuasión creíble.

Por esa razón, parece oportuno preguntarnos si ¿es posible que se forje una «Europa geopolítica» que pueda dar una respuesta apropiada a esos retos o, por el contrario, se trata de algo inalcanzable y poco realista?

Además, sea cual sea el resultado de la guerra, Rusia seguirá siendo una fuente de inestabilidad geopolítica por muchos años.
Por ello, gane o pierda Rusia, una Europa geopolítica inconclusa y con EE. UU. fuertemente comprometido en el Indopacífico son escenarios posibles a los que Occidente en general y Europa en particular se pueden enfrentar.

Con esos escenarios en mente, en este trabajo se pretende analizar la problemática existente en la UE con respecto a su nacimiento como una entidad geopolítica con capacidad de ser un actor estratégico creíble, contestar a la pregunta antes formulada y estudiar las posibles transformaciones en ese ámbito que puedan afectar a Europa en un futuro.

Para ello, este artículo, en primer lugar, trata de analizar la situación existente en la UE sobre la «Europa geopolítica» y el «idioma del poder», posteriormente, se esbozan las transformaciones geopolíticas que confluyen en esta crisis y, por último, se enumeran unas conclusiones.

La «Europa geopolítica» y el «idioma del poder»

La reflexión «Europa se forjará en las crisis y será la suma de las soluciones adoptadas para esas crisis» que Jean Monnet —considerado uno de los padres de la UE— dejó en sus memorias parece estar de plena actualidad. Y así lo fue cuando, el 1 de marzo de 2022, en una histórica alocución ante el pleno extraordinario de la Eurocámara para debatir la invasión rusa de Ucrania, el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad / vicepresidente de la Comisión (AR/VP) afirmó: «Creo que este es el momento en el que está naciendo la Europa geopolítica. Esa es la partida de nacimiento de la Europa geopolítica. El momento en que tomamos conciencia del reto al que nos enfrentamos. El momento en el que Europa debe hacer frente a sus responsabilidades…»4.

Si suponemos que la Brújula Estratégica (BE)5 fuera ese tímido primer paso hacia la Europa geopolítica, no será hasta 20256 cuando sabremos con certeza si hemos empezado de verdad esa andadura. Siendo optimistas y siguiendo una posible evolución, a ese ritmo, no sería hasta dentro de doce años cuando esa recién nacida empiece a hablar. En consecuencia, nos podríamos preguntar ¿cuál será el idioma que empleará?

Si de lo que se trata es de que la Unión Europea «haga frente a sus responsabilidades», es decir, que pueda ser un actor estratégico de primer orden, ese idioma no debe ser otro que el «idioma del poder»7.

Colin Hay8 en su artículo «Political theory and the concept of power» define el poder como «la capacidad de los actores —ya sean individuales o colectivos— de ‘tener un efecto’ sobre el contexto que define el rango de posibilidades de otros»9. En definitiva, un actor (individual o colectivo) tiene poder, cuando al ejercitarlo, posee la capacidad de lograr sus fines en comparación con otros actores con los que interactúa.

El idioma del poder es extraño al ideario primigenio de la Unión cuyo objetivo era reemplazar la política del poder —que trajo tantas guerras y conflictos en Europa— por el entonces nuevo concepto de seguridad basado en la interdependencia y la soberanía compartida en instituciones comunes.

Gracias a un contexto geopolítico favorable que se ha ido manteniendo desde la creación de la UE, ese concepto de seguridad —a la sombra de los EE. UU.— ha sido, hasta el momento, viable y exitoso.

Así las cosas, bajo el paraguas de seguridad de los EE. UU. y de su liderazgo global, Europa ha podido llevar a cabo su política en beneficio de su economía y de la expansión de sus ideales democráticos a la vez que se reducían sus capacidades militares de una forma abrumadora.

En la Estrategia Global de la Unión Europea (EUSG)10, publicada el 28 de junio de 2016, se aprecia un cambio de rumbo significativo con respecto a la narrativa que hasta ese momento se usaba. En cierta medida, la UE modera la postura reflejada en la Estrategia Europea de Seguridad (EES) de 200311 de influir y cambiar el entorno internacional. Esa política no llegó a funcionar de la forma deseada, debido a que pocos países vecinos mostraron interés en la idea de que a cambio de ayuda financiera y una potencial integración en la UE, debían comprometerse a realizar las debidas reformas democráticas y de mercado. Por ello, haciendo frente a la realidad del momento12 la UE pasó a reconocer la necesidad de «asumir una mayor responsabilidad en nuestra seguridad», desarrollar la política de defensa de la UE y tener «un nivel adecuado de ambición y autonomía estratégica».

En este sentido, es necesario aclarar que la UE tiene la gran desventaja de ser una organización internacional con veintisiete miembros que deciden sobre cuestiones de política exterior y de seguridad por unanimidad, lo que obviamente dificulta la toma de decisiones. En general, cada Estado miembro por sí solo puede decidir el envío de sus tropas al extranjero en unas pocas horas sin muchas restricciones internas o externas. En cambio, la UE, en su conjunto, para llevar a cabo ese mismo trámite requiere un largo proceso que implica múltiples fases de preparación y consulta, a lo que hay que añadir la alta probabilidad de que por el camino pueda ser bloqueado. Lo que significa que, en crisis urgentes, cuando se trata del empleo de la fuerza militar y cada minuto cuenta, la UE no parece ser un actor creíble.

En el contexto actual, en que el idioma utilizado por las grandes potencias es el del poder, parece imprescindible que la UE necesite que, en principio y como mínimo, su estructura y organización interna, su Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) y su Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD)13 se empezaran a alinear con lo que supondría dar ese paso para hacerse más fuerte geopolíticamente. Lo que en ningún caso podría significar que pretendiera desprenderse del vínculo transatlántico, ni que abandonara su ideario primigenio.

En la Brújula Estratégica que se publicó el 21 de marzo de 2022 y cuya redacción se vio afectada por la invasión de Ucrania, el 24 de febrero de 2022 (24F), hay bastantes medidas que pretenden fortalecer esa defensa, el detalle está en que estas se hacen a través de los Estados miembros o de la OTAN, pero no de la UE, cosa que deja claro que, independientemente de lo que digan las más altas autoridades de la Comisión, la realidad es que no hay voluntad de avanzar hacia esa supuesta Europa geopolítica.

Es más, en el texto de la BE de forma repetida se hace referencia al artículo 42, apartado 7, del Tratado de la Unión Europea14 relativo a la asistencia mutua entre Estados miembros, que ni es conocido por la mayoría de los europeos, ni su capacidad de disuadir a un agresor externo sea comparable al art. 5 del Tratado del Atlántico Norte, con el que, hasta cierto punto, se podría equiparar.

Las transformaciones geopolíticas

La toma de Crimea en febrero de 2014, la invasión del Dombás en agosto de ese año y la nueva invasión rusa a Ucrania el 24F son hechos que nos pueden hacer pensar que, en las áreas de influencia más próximas de la UE, el mundo no se ha movido de manera ostensible en la dirección que, hace veinte años, se pretendía en la Estrategia Europea de Seguridad (EES) de 200315 de «construir seguridad en nuestro vecindario» y expandir los «valores democráticos de la UE».

En concreto Rusia no ha ido en esa dirección, ha mirado hacia Asia y, de nuevo, ha traído la guerra a suelo europeo, es decir que, en este caso, no ha funcionado lo de
«construir seguridad en nuestro vecindario» ni lo de expandir los «valores democráticos de la UE», ni la disuasión para evitar la guerra.

Como parte integrante de la política exterior y de seguridad común de la Unión (PESC), la PCSD ha dado origen a estructuras políticas y militares internas de la Unión, lo que ha permitido misiones y operaciones militares y civiles en el extranjero.

Las dos grandes potencias, Rusia y China, vienen desafiando el orden internacional establecido desde hace años y perciben a Occidente en decadencia y débil.

Los desafíos que Rusia ha ido llevando a cabo durante el último decenio han ido aumentando progresivamente y con ellos sus ambiciones y motivaciones políticas. Estas, de una forma u otra, se han ido obviando por la UE, pensando primero que Rusia podría evolucionar hacia un sistema democrático Occidental y después que con sanciones económicas el problema se podría resolver. Sanciones que cuando se aplicaron como consecuencia de la intervención militar en Crimea en 2014, ni disuadieron a Rusia, ni impidieron que muchos miembros de la UE negociaran acuerdos comerciales y energéticos con ella.

Incluso desde antes de la intervención militar de 2014, esas relaciones comerciales y energéticas con los países de la UE han sido y están siendo utilizadas por Rusia como un instrumento para conseguir una ventaja geopolítica y militar, dado que, en vez de invertir la riqueza obtenida para evolucionar hacia un sistema democrático, la utilizaba para fortalecerse militarmente y llevar a cabo una estrategia geopolítica expansionista. Otros resultados históricos de ello fueron, por ejemplo: la ocupación de facto de Osetia del Sur y Abjasia, la guerra ruso-ucraniana 2014-2023…, y la intervención en Siria para apoyar a las fuerzas del presidente Bashar al-Asad.

Este último desafío ruso —la invasión rusa a Ucrania el 24F— por un lado ha creado un grave problema internacional, está poniendo en peligro la seguridad en Europa y ha erosionado uno de los cimientos en los que se apoyaron los fundadores de la Unión, que era el evitar nuevas guerras en suelo europeo; y por otro lado, ha fortalecido a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

A su vez, China también ha ido endureciendo sus actitudes con respecto a Occidente y ejercitando su poder como una gran potencia, ha usado todas las formas de coerción: políticas, económicas, cívico-militares y militares (reivindicaciones territoriales, aumento de su presencia militar y la creación de islas artificiales entre otras). Es decir, la República Popular actúa, al igual que Rusia, para transformar su entorno geopolítico.

El presidente Xi en el 20º Congreso del Partido Comunista Chino afirmó: «Nuestro país ha entrado en un período de desarrollo en el que las oportunidades, riesgos y desafíos estratégicos son concurrentes, y las incertidumbres y los factores imprevistos están aumentando […] Debemos ser más conscientes por tanto de los peligros potenciales, estar preparados para hacer frente a los peores escenarios…». Asimismo, resaltó la modernización del Ejército de Liberación Popular para convertirse en fuerzas de primer nivel antes del 2049.

China y Rusia han percibido amenazas de Occidente y comparten una relación política cada vez más estrecha. La amistad entre los líderes autoritarios de esos dos países, que concurren, como se ha citado anteriormente, en su visión negativa hacia un Occidente en declive y en sus deseos de resarcimiento por los agravios históricos, convierte esta situación en otro elemento de transformación geoestratégica a vigilar.

Esa unión de visiones y ambiciones de Pekín y Moscú complican los frágiles equilibrios geopolíticos en la actual competencia global por el poder con Occidente y nos acerca al mundo multipolar que Rusia y sobre todo China han estado desarrollando durante varios años y que viene a representar su lucha por la desvinculación geoestratégica del poder occidental.

Sin olvidar sus diferencias geográficas, históricas, raciales y culturales, es decir sus diferencias geopolíticas. No parece, en principio, que China y Rusia lleguen a tener una especie de alianza asiática emulando a la OTAN en la que un ataque armado contra una de ellas sea considerado como un ataque dirigido contra la otra.

En el momento actual, parece que Rusia y China mantienen esa unión de amistad de sus líderes que comparten las mismas visiones y ambiciones con respecto a Occidente. Al igual que antes del 24F, esos estrechos lazos se han puesto de manifiesto en el VII Foro Económico Oriental en Vladivostok16 y en la reunión XXII Reunión del Consejo de jefes de Estados miembros de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS)17 en Samarcanda. Conviene aclarar que la OCS no es ni una alianza político-militar intergubernamental como lo es la OTAN, ni representa una unión económica al estilo de la UE.

En este punto es necesario añadir que Putin y numerosas autoridades rusas, con cierta insistencia en los últimos años, están respaldando un ideario geopolítico que denominan «eurasianismo»18. De forma muy resumida, el «eurasianismo» que en la actualidad lo denominan «neoeurasianismo» es un movimiento político y cultural de Rusia que apoya una ideología que promueve la grandeza ruso-asiática.

Además, las sanciones económicas de Occidente con motivo de la guerra en Ucrania están impulsando un cambio de la orientación económica y política de Rusia, antes predominantemente europea, hacia una euroasiática. A la vez, entre otros factores, parece que les está haciendo evolucionar hacia una «gran asociación eurasiática». Lo que, de ser así, produciría un desequilibrio geoestratégico importante.

Poco a poco, parece que China irá apoyando la economía rusa a medida que su dependencia energética de Rusia sea mayor —puesto que podría convertirse en el mayor importador de petróleo y gas de Rusia— y llegue a consolidar su propio sistema de pago internacional. Lo que podría convertir a China en un actor geoestratégico comparable con EE. UU.

En esas circunstancias, el rol futuro de Rusia, bajo una fuerte dependencia de la economía y el sistema financiero chino, podría no coincidir exactamente con el que parece que publicita el presidente de Rusia, Vladimir Putin —el mundo ruso o «русский мир; Russkiy Mir»— para convertirse en realidad en un actor bajo la esfera de poder chino.

No obstante, en el contexto actual de transformaciones y competitividad geopolítica, todas esas tramoyas de alianzas pueden y deben interpretarse como parte de la guerra de la desinformación desarrolladas con el fin de engañar a los líderes políticos y a la opinión pública tanto Occidental, como global incluida la propia de la Federación rusa. Dado que no resulta verosímil que Rusia y China de una forma inminente vayan a unir sus fuerzas, ni que las relaciones entre Rusia y China hayan sido establecidas, en exclusiva, con el fin de contener a Occidente, habida cuenta la complementariedad económica entre una Rusia rica en recursos y una China ávida de materias primas y energía.

A este respecto, vigilar la deriva que pueda tomar esa asociación militar entre China y Rusia es una necesidad prioritaria pues en el caso de que siga reforzándose e incrementándose, podría llegar a comprometer seriamente los equilibrios geopolíticos y la seguridad internacional e incluso podría poner en jaque el entramado de alianzas de EE. UU. en Asia-Pacífico y en Europa. En fin, lo que no se puede pasar por alto son los riesgos reales que emanen de la cooperación militar y de seguridad entre Rusia y China.

Otro escenario posible y no menos preocupante sería un colapso de la Federación Rusa, que pudiera dar como resultado un Estado fallido. Expertos rusos como Andei Kolesnikov hablan de un posible «colapso total de todo» y el editor de Rusia y Europa del Este de The Economist, Arkady Ostrovsky en su artículo titulado «Russia risks becoming ungovernable and descending into chaos» afirma que «la guerra de Putin está convirtiendo a Rusia en un Estado fallido»19.

En consecuencia, esos escenarios por poco probables que pudieran parecer —puesto que números expertos vaticinan una salida negociada del conflicto— son, si cabe, los más peligrosos y por ello debemos estar preparados para poderlos afrontar.

Todo ello se complica si además tenemos en cuenta que en la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de los EE. UU. (ESN)20, adoptada por la Administración Biden el 12 de octubre de 2022, se deja claro que la guerra en Ucrania no ha supuesto ninguna alteración en la decisión de EE. UU. de priorizar su competición con China, pese a la amenaza que supone Rusia.

Es más, la ESN 2022 declara que en los «primeros años de esta década decisiva, se establecerán las condiciones de la competencia geopolítica y, al mismo tiempo, se acotará la ventana de oportunidades para afrontar los desafíos compartidos»; pone de manifiesto la intención de «configurar el orden internacional»; ve a China como «el único competidor con la intención de reformar el orden internacional y tener, cada vez más, el poder económico, diplomático, militar y tecnológico para hacerlo»; establece a la región del Indopacífico como su terreno de juego prioritario en esa competición con China y, a su vez, subraya la necesidad de «contener a una Rusia peligrosa».

Conclusiones

La guerra en Ucrania ha puesto en evidencia las luces y las sombras de la actual situación política de la UE. Por un lado, tenemos la firmeza, la determinación, la rapidez y la unidad de acción con la que la UE está actuando de forma coordinada y coherente en esta crisis y, por otro lado, la falta de cohesión en política exterior, los graves déficits de capacidad militar, las disensiones internas y las diferencias entre el discurso político de las más altas autoridades de la Comisión defendiendo la «Europa geopolítica» y los hechos.

En efecto, la posible falta de voluntad política de los Estados miembros en dar ese salto que, unido a un insuficiente sentimiento de identidad europea de sus gentes y la aparente falta de liderazgo y convicción europeísta de los líderes de las principales potencias de la UE, hacen que sea muy poco probable que a corto o medio plazo la UE pueda forjar una «Europa geopolítica».

Asimismo, con independencia del resultado de la guerra, Rusia seguirá siendo una fuente de inestabilidad geopolítica por muchos años y entre los muchos resultados finales posibles —aunque pudieran ser considerados como poco probables— Rusia como vencedora de la guerra en Ucrania podría continuar con sus ambiciones geopolíticas invadiendo otros países de Europa y como perdedora, como afirman algunos expertos, podría acabar como un Estado satélite de China, o que pudiera llegar a ser un Estado fallido. Si a ello le añadimos que, en esas circunstancias, EE. UU. estuviera totalmente inmerso en su lucha de poder hegemónico con China, el futuro de Europa, sin una capacidad real de ser un único actor estratégico, no parece ser halagüeño.

Es más, la ESN 2022 deja claro que ahora para EE. UU. el Indopacífico es su terreno de juego prioritario y deja a Europa en un segundo orden de prioridad. Lo que implica que a medida que se vaya endurecido la competencia hegemónica entre las dos superpotencias y EE. UU. tenga que inclinar su balanza cada vez más hacia el Indopacífico, ese proceso de cambio geopolítico (ya patente) debería, en su caso, tenerse en cuenta para modular la velocidad con la que la UE deba evolucionar hacia una Europa geopolítica.

Luis Francisco Rey Arroyo, coronel del Ejército de Tierra (Artillería), DEM (ret.)

Referencias:

1 Para poner en su contexto y pese a la controversia relacionada con los distintos puntos de vista sobre
«geopolítica», a efectos de este trabajo, sin pretender definirla y de una forma muy escueta; comúnmente se acepta que la geopolítica viene a relacionar territorio, situación y medio ambiente (la parte «geo») con política y poder.

2 Josep Borrell ya en su audiencia de confirmación el 7 de octubre de 2019, mencionó la frase: «The EU has to learn to use the language of power» («La UE tiene que aprender a usar el idioma del poder»). Se prefiere traducir
«language» por «idioma» y no por «lenguaje».

3 Aunque ya hayan renunciado a su soberanía monetaria. Los países que aún no han adoptado la moneda única pero que se incorporarán a la zona del euro cuando reúnan las condiciones necesarias son Bulgaria, Chequia, Hungría, Polonia, Rumanía y Suecia. Dinamarca, en lo que respecta a la moneda única, optó por mantener su moneda nacional tras su adhesión a la UE.

4 Disponible en: https://www.eeas.europa.eu/eeas/russian-aggression-against-ukraine-speech-high- representativevice-president-josep-borrell-ep_en [consulta: 9/1/2023].

5 https://data.consilium.europa.eu/doc/document/ST-7371-2022-INIT/es/pdf [consulta: 9/1/2023].

6 BE: «A partir del análisis de amenazas revisado que realizaremos en 2025 y en función de la consecución de los objetivos clave previstos, el alto representante presentará propuestas para una posible revisión de la presente Brújula Estratégica».

7 https://www.europarl.europa.eu/news/es/press-room/20190926IPR62260/audiencia-con-el-candidato-a-alto- representante-josep-borrell [consulta: 9/1/2023].

8 Colin Hay es profesor de Ciencias Políticas en el Instituto de Estudios Políticos de París y profesor afiliado de Análisis Político en la Universidad de Sheffield, editor en jefe adjunto de la revista Comparative European Politics y director editorial de la revista New Political Economy.

9 HAY, Colin. «Divided by a Common Language: Political Theory and the Concept of Power», Politics. 17(1), 1997, pp. 45-52, p. 50.

10 https://eeas.europa.eu/archives/docs/top_stories/pdf/eugs_es_.pdf [consulta: 9/1/2023].

11 https://data.consilium.europa.eu/doc/document/ST-15895-2003-INIT/en/pdf [consulta: 9/1/2023].

12 En aquel momento: en el este de Europa, se vulneró el orden de seguridad europeo; al mismo tiempo, el terrorismo y la violencia causaron estragos en el norte de África, Oriente Próximo, y en la propia Europa.

13 La política común de seguridad y defensa (PCSD) ofrece un marco de la Unión en el ámbito de la defensa y la gestión de crisis, incluidas la cooperación y la coordinación en materia de defensa entre los Estados miembros.

14 Art. 42, apdo. 7: «Si un Estado miembro es objeto de una agresión armada en su territorio, los demás Estados miembros le deberán ayuda y asistencia con todos los medios a su alcance, de conformidad con el
artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas. Ello se entiende sin perjuicio del carácter específico de la política de seguridad y defensa de determinados Estados miembros».

15 https://data.consilium.europa.eu/doc/document/ST-15895-2003-INIT/en/pdf [consulta: 15/1/2023].

16 El objetivo del foro es fomentar la inversión en el Extremo Oriente ruso y el establecimiento de vínculos comerciales entre Rusia y los países de la región de Asia-Pacífico.

17 La OCS fue fundada en 2001 por China, Kazajistán, Kirguistán, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán, para discutir asuntos económicos y de seguridad en Asia Central, con un enfoque hacia la lucha contra el terrorismo y el fortalecimiento de los vínculos comerciales. Tras recorrer un largo camino, ha llegado a convertirse en la organización regional más grande del mundo, concentrando más de la mitad de la población de nuestro planeta.

18 MOSTAFA, G. «The Concept of ‘Eurasia’: Kazakhstan’s Eurasian Policy and its Implications», Journal of Eurasian Studies, 4(2). 2013, pp. 160–170. Ver apartado 3 Russian Eurasianism. https://doi.org/10.1016/j.euras.2013.03.006 [consulta: 15/1/2023].

19 https://www.economist.com/the-world-ahead/2022/11/18/russia-risks-becoming-ungovernable-and-descending- into-chaos [consulta: 31/1/2023].

20 https://www.whitehouse.gov/wp-content/uploads/2022/11/8-November-Combined-PDF-for-Upload.pdf [consulta: 15/1/2023].

PUBLICADO EN ATALAYAR

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Dossier Geopolitico (R)

por Thierry Meyssan

Muchos observadores están pronosticando una nueva guerra mundial. Y es cierto que algunos grupos se plantean la posibilidad de un conflicto y se preparan para ello. Sin embargo, los Estados son razonables y en realidad se plantean más bien una “separación amigable”, una división del planeta en dos mundos diferentes, en dos mundos separados: un mundo unipolar y un mundo multipolar. Pero no es imposible que estemos viviendo un tercer escenario, un escenario donde el «Imperio estadounidense» simplemente se derrumba, como su rival soviético en el pasado.

Los «straussianos estadounidenses», los «nacionalistas integristas ucranianos», los «sionistas revisionistas» israelíes y los «militaristas» japoneses desean una guerra generalizada. Pero están solos y no son movimientos de masas. Por ahora, ningún Estado va por ese camino.

Alemania, con 100 000 millones de euros, y Polonia, con muchos menos dinero, han emprendido un gran proceso de rearme. Pero ninguno de esos dos países parece impaciente de medirse con Rusia.

Australia y Japón también están invirtiendo en armamento. Pero ninguno de esos dos países dispone de un ejército autónomo.

Estados Unidos no logra reclutar la sangre fresca que necesita para renovar las filas de sus fuerzas armadas y tampoco logra crear armas nuevas. Sólo se limita a mantener la producción en serie del armamento concebido en los años 1980. Pero todavía cuenta con el arma nuclear.

Rusia ya modernizó sus fuerzas armadas y ahora se organiza para renovar los volúmenes de munición que está utilizando en Ucrania y para producir en serie sus nuevas armas, con las que nadie puede competir por ahora. China está por su parte en medio de un proceso de rearme, con vista a garantizar la seguridad en Extremo Oriente y, a largo plazo, para garantizar también la protección de sus rutas comerciales. Mientras tanto, la India comienza a verse a sí misma como una potencia marítima.

En medio de este panorama no se vislumbra quién pudiera desear una Guerra Mundial ni quién pudiera ser capaz de desatarla.

Contrariamente a lo que afirman en sus discursos, los dirigentes franceses no están preparándose en lo absoluto para una guerra de alta intensidad [1]. La ley francesa de programación militar, adoptada para 10 años, prevé la construcción de un portaviones nuclear, pero al mismo tiempo reduce las fuerzas terrestres. Eso indica que los gobernantes franceses quieren incrementar las posibilidades de «proyección» de las fuerzas armadas de Francia, mientras dejan de lado la defensa del territorio nacional. París sigue razonando como una potencia colonial mientras que el mundo se torna multipolar. Estamos viendo una situación clásica, los generales se preparan para la guerra pasada mientras ignoran la realidad que ya está a las puertas.

La Unión Europea está poniendo en aplicación su «Brújula Estratégica». La Comisión Europea coordina las inversiones militares de los países miembros de la UE. En la práctica, todos siguen el mismo juego pero todos persiguen objetivos diferentes. La Comisión Europea, por su parte, trata de asumir el control de las decisiones sobre el financiamiento de los ejércitos nacionales, decisiones que hasta ahora dependían de los parlamentos nacionales. Eso pudiera permitir la construcción de un imperio, pero no permite declarar una guerra generalizada.

Es evidente que cada país sigue su propio juego. Pero, exceptuando a Rusia y China, ninguno está preparándose para una guerra de alta intensidad.

Lo que estamos viendo es más bien una redistribución de las cartas. Este mes, Washington envía a Europa a Liz Rosenberg y Brian Nelson, dos especialistas de las medidas coercitivas unilaterales –las mal llamadas «sanciones»–, cuya misión consiste en obligar los aliados de Estados Unidos a obedecer [2]. Según la fórmula acuñada por George Bush Jr. al inicio de la «guerra contra el terrorismo», Liz Rosenberg y Brian Nelson recordarán a los “aliados” europeos que para Washington «¡quien no está con nosotros, está contra nosotros!»… o sea contra los intereses estadounidenses.

Sobre Liz Rosenberg hay que decir que es eficaz y que carece de escrúpulos. Fue ella quien se encargó de dinamitar la economía siria, condenando millones de sirios a la miseria porque la República Árabe Siria se atrevió a resistir y a derrotar a los matones del Imperio yanqui.

Los discursos de pistolero del Far West hollywoodense al estilo de George Bush Jr., los razonamientos en términos de “buenos y malos”, están fracasando con Turquía, país que ya vivió la intentona golpista de 2016 y el terremoto del 6 de febrero de 2023. En Ankara ya saben que no hay nada bueno que esperar de Washington y Turquía ya está pleno acercamiento a la Organización de Cooperación de Shanghái.

Pero esa retórica parece tener posibilidades de funcionar con los europeos, todavía fascinados por la ilusión de poderío que aún logra proyectar Estados Unidos. Claro, ese poderío está en plena decadencia… pero los europeos también lo están. En Europa nadie parece haber sacado todavía la enseñanza más que evidente de la voladura de los gasoductos Nord Stream y Nord Stream 2 –construidos con la participación conjunta de Rusia, Alemania, Francia y Países Bajos. Las víctimas occidentales no sólo aceptaron el golpe sin chistar sino que incluso bajan la cabeza y aceptan pasivamente otros castigos por crímenes que no cometieron.

El resultado es que vamos hacia un mundo divido en dos bloques: de un lado estarán la superpotencia estadounidense y sus vasallos y del otro lado tendremos el mundo multipolar. En términos de población, el bloque occidental viene siendo un 13% de la población mundial mientras que el mundo multipolar representa el 87%.

Las instituciones internacionales ya casi no pueden funcionar y podrían cayendo en un letargo o siendo disueltas. Los primeros ejemplos que nos vienen a la mente son la salida de Rusia del Consejo de Europa [3] y los asientos vacíos de los países de Europa occidental en el Consejo del Ártico durante el año de la presidencia rusa. Otras organizaciones simplemente pierden su razón de ser, como la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) que supuestamente debía hacer posible el diálogo este–oeste. Y sólo el interés que Rusia y China todavía conceden a la ONU puede preservarla a corto plazo, aunque Estados Unidos ya sueña con convertirla en un club reservado sólo para sus aliados.

También habrá cambios en el bloque occidental. Alemania fue hasta ahora el líder económico del continente europeo. Pero, para cerrar el camino a cualquier posibilidad de un acercamiento alemán a Rusia, Washington quiere que Alemania se circunscriba al oeste de Europa y deje el centro en manos de Polonia. Así que Alemania y Polonia están en pleno rearme para imponerse en sus zonas respectivas de influencia. Pero, cuando el astro estadounidense comience a declinar, es muy posible que Alemania y Polonia acaben luchando entre sí.

En sus momentos finales, la Unión Soviética abandonó a sus aliados y vasallos. Al comprobar que ya no era capaz de resolver los problemas, la URSS puso fin a su apoyo económico a Cuba y luego abandonó a sus vasallos de Pacto de Varsovia, antes de llegar a su derrumbe final. Hoy estamos viendo el inicio de ese mismo proceso.

La primera guerra de Estados Unidos en el Golfo Pérsico, los atentados del 11 de septiembre de 2001 y todas las guerras estadounidenses en el Medio Oriente ampliado, la expansión territorial de la OTAN y el conflicto ucraniano sólo habrán aportado tres décadas más de vida al imperio estadounidense. Pero la existencia de este último se apoyaba fundamentalmente en la de su rival soviético, cuya desaparición priva al imperio estadounidense de su razón de ser. Así que ya es tiempo de que también desaparezca.

Thierry Meyssan