Entradas

Por Sergio Rodríguez Gelfenstein especial para Dossier Geopolitico

Mientras en Palestina se produce un genocidio en vivo y en directo que ya dura más de un mes, auspiciado y alimentado militarmente por Estados Unidos, Ucrania,..

…la otra hija putativa de Washington se debate en el olvido. Noviembre ha hecho públicas una serie de declaraciones que dan cuenta del estado putrefacto y en fase terminal en que se encuentra Kiev, solo esperando por una extremaunción que sin dudarlo, tendrá repercusiones más allá de sus fronteras.

El primer día de este mes, el jefe del Pentágono, general Lloyd Austin al intervenir en la audiencia del Senado sobre los fondos adicionales afirmó con extraordinaria contundencia que Ucrania no podría ganar el conflicto con Rusia sin el apoyo de Washington. De esta manera se hizo patente algo sabido por los militares desde hace mucho tiempo que los líderes políticos occidentales han pretendido ocultar. Dicho en pocas palabras, el esfuerzo militar de Ucrania depende casi exclusivamente del aporte que haga Estados Unidos para sostenerlo.

Para hacer más evidente la aseveración y tal vez pensando en que podría haber algunas dudas al respecto, solo tres días después, el 4 de noviembre, la secretaria de prensa de la Casa Blanca Karine Jean-Pierre, advirtió que el gobierno de Estados Unidos  “se está quedando sin fondos para financiar los envíos de armas a Ucrania”. En algo que podría parecer risible si no estuvieran en juego miles de vidas humanas,  la vocera afirmó que van a comenzar a entregar “paquetes más pequeños de ayuda”  para ampliar la capacidad de apoyo al régimen de Kiev “durante el mayor tiempo posible”.

Vale recordar que el 20 de octubre, la Casa Blanca pidió al Congreso un nuevo paquete de ayuda para Kiev por un valor de 60.000 millones de dólares. Sin embargo, el pasado jueves 2, la Cámara de Representantes aprobó un proyecto de ley que prevé más de 14.000 millones de dólares en ayuda de emergencia para Israel, pero en el que no se menciona a Ucrania. La explicación vino del congresista republicano Mike Johnson, nuevo líder de la Cámara de Representantes quien destacó que las necesidades de Israel son más “urgentes” que las de Ucrania.

Todo esto ocurre cuando el ministro de Finanzas de Ucrania Serguéi Marchenko informara a la opinión pública que su país se enfrenta a un déficit de 29 mil millones de dólares para 2024 por lo que sin la ayuda de sus aliados occidentales, difícilmente podrá ser superado tal escollo. Marchenko aseguró que veía mucho “cansancio” y “debilidad” entre los socios de Ucrania agregando que a los funcionarios occidentales “les gustaría olvidarse” de las acciones militares, aunque las hostilidades “siguen en curso, a gran escala”.

Agregando datos para avalar la situación, el propio comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, general Valeri Zaluzhny admitió en una entrevista para la revista británica The Economist, que Rusia estaba en una mejor posición en el conflicto armado, describiendo la situación actual en el frente como “un punto muerto” en términos del nivel de tecnología. 

La entrevista de Zaluzhny causó no solo descontento y desmoralización en Ucrania, también terror generalizado entre algunos de sus aliados. En sentido contrario, el presidente Zelenski aseveró que su país no estaba en un punto muerto respecto de Rusia. Afirmó que lo que ocurría era que Moscú tenía una total superioridad aérea que los obligaba a cuidar a sus militares. A continuación esbozó una propuesta para superar tal situación, a partir de la entrega por parte de Occidente delos aviones caza polivalentes F-16 prometidos.

Echándole “más leña al fuego”, al día siguiente, 5 de noviembre el exasesor del jefe de la Oficina Presidencial de Ucrania, Alexéi Arestóvich señaló su conformidad con Zaluzhny al afirmar que Ucrania no podía –en las condiciones actuales- derrotar a Rusia en el campo de batalla. Argumentando a favor de su idea,

Arestóvich aseguró que: “El enemigo es más poderoso en términos económicos, militares, de movilización y de organización, y nuestros socios, de los que dependemos, no están interesados en derrotar a la Federación Rusa».

Lo interesante de esta declaración es que por una parte, fue la primera vez que se refuta públicamente desde Ucrania la idea de que el fracaso de las operaciones depende exclusivamente del aporte de Occidente en armamento y recursos financieros, al incorporar los grandes déficit en materia de recursos humanos y organización en los que la ayuda externa no tiene mayor influencia. Por otro lado, en esta declaración es explícita la dependencia de Occidente para sostener las acciones,  como ya lo había señalado el general Austin.

Este debate que cubre la noticia informativa interna del país, se inserta en una dinámica electoral de cara a los comicios presidenciales del próximo año. Pero Zelenski cerró cualquier posibilidad al respecto al decir que no se pueden hacer elecciones en una situación en la que impera la Ley Marcial.

Aunque se rumoró que el nuevo ministro de defensa Rustem Umérov, vinculado al expresidente Piotr Poroshenko habría presentado una solicitud para destituir a Zaluzhny, tal información fue desmentida por el asesor de la Oficina Presidencial Serguéi Leschenko, quien la caracterizó como una «noticia falsa». No obstante, el mal ya estaba hecho cuando se hizo patente que un sector de la sociedad desea que Zaluzhny se vaya.

Al respecto, la Oficina Presidencial emitió una dura crítica pública a Zaluzhny, pero el presidente no tomó la decisión de destituirlo. Zelenski debe haber tomado nota de las excelentes relaciones de Zaluzhny con los mandos militares de la OTAN y en especial con el secretario de defensa de Estados Unidos. No obstante, hay que entender la dimensión negativa de lo que significa para cualquier país que el jefe de Estado y el jefe de las fuerzas armadas emitan opiniones contradictorias públicamente en particular al referirse a la situación del conflicto en su aspecto bélico. El New York Times señaló que tal situación es expresión de “una brecha emergente entre el liderazgo militar y civil en un momento ya difícil para Ucrania» sobre todo porque “la fisura [entre Zelenski y Zaluzhny] se produce mientras Ucrania está luchando en su esfuerzo de guerra, militar y diplomáticamente».

Esta controversia, fue una vez más motivo para la intervención de Arestóvich a fin de continuar “echando sal en la herida”. Para nadie es un secreto que el exasesor ha manifestado su aspiración a la presidencia. De alguna manera, eso explica su permanente aparición en los medios y en las redes sociales. En este contexto se explica su aparente interés en mediar en la reyerta que evidentemente atenta contra el espíritu de combate de las fuerzas armadas. Arestóvich ha hecho un llamado a Zelenski para que “muestre sensatez” y dirima sus discordias con Zaluzhny. Así mismo le ha hecho saber que está en sus manos “la clave para cambiar la postura de la oposición, de los estadounidenses, de todo el mundo, del Ejército y de la sociedad» aprovechando de decirle que no son los que lo critican y lo instan a hacer las elecciones , los que generan inestabilidad en el país «sino usted mismo, con sus políticas ineficaces que socavan la fe de los ciudadanos en la victoria, los sentimientos en el Ejército, la confianza de los socios y aliados”.

A esta polémica se han ido incorporando algunos de los más influyentes medios de comunicación occidentales. Por ejemplo,…

…la revista “Time”, que ahora se ha tornado -sin tapujos- en fuerte detractora del gobierno de Ucrania, publicó un artículo en el que califica a Zelenski como una persona que vive al margen de la realidad. La aseveración resulta sorprendente sabiendo que este medio informativo está fuertemente ligado a la CIA, principal agencia de inteligencia exterior de Estados Unidos.  

A este respecto, el periodista y expresentador de “Fox News”, Clayton Morris se preguntó: “¿Por qué una revista respaldada por la CIA decide de repente mostrar el verdadero y sombrío panorama de la situación en Ucrania? ¿Para conseguir su apoyo o [para] sentar las bases de algo menos agradable?» Morris afirmó que para escribir el artículo, “Time” consiguió acceder al círculo íntimo de Zelenski y como resultado de ello, se le pudo retratar como un «líder mentalmente inestable y no realizado». 

El artículo, publicado el pasado 30 de octubre hace comentarios sobre Zelenski y su entorno, señalando que el excesivo optimismo fuera de la realidad del presidente ucraniano, incluso a pesar de los fracasos en las operaciones de combate, “obstaculiza los intentos de su equipo de realizar nuevas estrategias e ideas”.

Con extrema dureza, la publicación asegura que Ucrania ya no podrá contar con el recurso humano necesario para utilizar todo el armamento que Occidente le ha prometido. Al mismo tiempo afirma que también conspira contra ello que los funcionarios locales «roban como si no hubiera un mañana».

En el trasfondo de esta disputa  se manifiesta el desacuerdo entre Zaluzhny y Zelenski en la apreciación que cada uno tiene de la situación en el frente ante el fracaso de la contraofensiva. Sobre este asunto, el New York Times llegó a decir que las operaciones de los militares ucranianos no lograron tener «ningún avance» provocando -por el contrario- un gran número de víctimas agregando que «Ucrania está enfrentando ataques intensivos rusos en el este», mientras que el escepticismo en Europa y el partido Republicano de Estados Unidos ha crecido.

Desde el 4 de junio (fecha de inicio de la “contraofensiva”), las fuerzas armadas de Ucrania han tenido 90 mil bajas (entre muertos y heridos graves irrecuperables) así como 557 tanques y 1.900 vehículos blindados destruidos. Para que se tenga una idea del significado de esta cifra baste decir que hasta el momento Occidente ha enviado a Ucrania 595 tanques (de los 830 comprometidos) y 1.550 vehículos blindados.

Rusia por su parte, está realizando operaciones de defensa activa que significa la ejecución de acciones ofensivas a pequeña escala en algunos sectores, centrando sus ataques a través de golpes contra los medios aéreos, los lugares de concentración de tropas y la logística. Debe recordarse que -desde el punto de vista bélico- para Rusia este conflicto tiene básicamente las características de una guerra de desgaste que ya rebasó las posibilidades de Ucrania,  afectando también a Estados Unidos y sobre todo a Europa. 

En este contexto se comienzan a apreciar manifestaciones de desesperación en la élite ucraniana.

Así, se ha comenzado a verificar un llamado a la “comprensión” de Occidente porque según Zelenski las tropas ucranianas están defendiendo «valores comunes» como la democracia, atacados hoy por la autocracia rusa. En el imaginario colectivo se trata de instalar una nueva bipolaridad “democracia vs. autocracia”. El desasosiego de Zelenski invoca a Occidente a luchar contra el peligro ruso que podría “matar a todos” con lo cual le quedaría la puerta abierta para atacar a los países de la OTAN, en cuyo caso “…ustedes enviarán a sus hijos e hijas [a la guerra]. Y el precio será más alto. Es muy importante no perder la voluntad, no perder esta fuerte posición, y no perder su democracia». 

En el colmo de su frustración, el pasado lunes 6 de noviembre el agobiado presidente ucraniano solicitó a “Estados Unidos, la Unión Europea y los países asiáticos” enviar a su país sistemas de defensa aérea o “al menos alquilarlos durante el invierno”.

Lo cierto es que la tal “contraofensiva”  de las Fuerzas Armadas de Ucrania no estuvo a la altura de las esperanzas de Occidente y probablemente haya sido la última oportunidad para Ucrania porque ya no tiene recursos para realizar una operación de envergadura importante en el frente.

Toda esta situación está colocando sobre el tapete la posibilidad de una salida negociada al conflicto si es que la hubiera a estas alturas. El propio Washington Post ha señalado que hubo una posibilidad de resolver diplomáticamente el conflicto ucraniano, pero ya ha desaparecido, toda vez que Rusia tiene una ventaja en el frente y es poco probable que se congele.

Aunque Zelenski se niegue a tal idea, la misma se ha ido extendiendo cada vez más. Por ejemplo, el ministro de Asuntos Exteriores y Europeos de Eslovaquia, Juraj Blanar afirmó sin ambages que el conflicto en Ucrania no tiene solución militar.

Hasta Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y sempiterno belicista, ha tenido que reconocer que la crisis en Asia Occidental ha tenido fuerte impacto en la política hacia Ucrania. En un arranque inusual de honestidad, Borrell afirmó: «Seamos francos, la crisis de Oriente Medio ya está teniendo un impacto duradero en nuestra política en Ucrania». Borrell llamó a buscar una solución al conflicto en Oriente Medio pero no olvidarse de Ucrania porque: » Si Ucrania pierde, nosotros perdemos. Tenemos que mantener nuestra unanimidad y nuestra unidad en el apoyo a Ucrania”.

Como ha dicho el diplomático y analista político internacional indio MK Bhadrahumar: “La guerra de Ucrania está en piloto automático”.  Lo argumenta afirmando que los objetivos estratégicos fijados por el Presidente Vladimir Putin en febrero del año pasado se mantienen incólumes. Pero ahora, “Rusia siente que ha tomado la delantera en la guerra y que eso es irreversible”. 

Aunque Rusia no ha iniciado una gran ofensiva, la preparación para ella es ostensible. Sin embargo, desde hace un mes lo que ocurra en Ucrania estará irremediablemente amarrado al conflicto en Asia Occidental. Esta situación no podrá estar ausente de las apreciaciones políticas y militares. La simultaneidad en el tiempo de ambos acontecimientos y muchos otros que están ocurriendo en variados rincones del planeta, dicen relación con la crisis de Occidente y de Estados Unidos y la incapacidad de mantener su hegemonía unilateral en el globo. 

Parece difícil que Estados Unidos logre lidiar con los dos conflictos al mismo tiempo, sobre todo porque no son los únicos. En paralelo, debe contender con China en el plano económico, manejar su propia crisis interna, sostener el poder colonial que hoy se tambalea en África y generar respuestas a la rebelión silenciosa que se comienza a manifestar de diferentes formas en América Latina y el Caribe sobre todo porque Cuba, Nicaragua y Venezuela han sido capaces de resistir y mantener en alto sus banderas.

Por lo pronto, pareciera extenderse en Estados Unidos la convicción de que Ucrania no le va a ganar la guerra a Rusia, el pesimismo cunde y el pánico inunda los intersticios del poder imperial. No lo sabemos aún, pero tal vez, Ucrania sea la primera batalla ganada en el mundo que está naciendo.

X:@sergioro0701

El conflicto inicialmente trajo ganancias tácticas para los EE. UU., pero ahora ha llevado a pérdidas estratégicas crecientes.

Por  Ivan Timofeev, director de programas del Club Valdai.

Los últimos acontecimientos en el conflicto palestino-israelí son una indicación del creciente desequilibrio en el sistema existente de relaciones internacionales. Esto se caracteriza por el surgimiento de nuevas guerras, la reanudación de enfrentamientos de larga data con considerables pérdidas humanas y el riesgo de una mayor escalada. Al reclamar el liderazgo internacional y el papel de garante del orden internacional existente, Estados Unidos una vez más no ha logrado evitar la explosión de otro punto de inflamación. Todavía existe la posibilidad de que la nueva crisis quede aislada y se evite que desemboque en un combate armado entre los principales actores regionales. Pero el hecho mismo de que esté surgiendo tal situación sugiere que el tejido del orden posterior a la Guerra Fría se está desgarrando cada vez más frecuentemente sobre los restos del sistema bipolar, alguna vez dirigido por Moscú y Washington. Estos acontecimientos son cada vez más difíciles de corregir. 

Los acontecimientos en Oriente Medio han empujado las hostilidades en Ucrania a un segundo plano de la agenda de los medios. Mientras tanto, incluso allí la situación difícilmente respalda la permanencia del antiguo status quo. Las cosas serían diferentes si Rusia hubiera regresado a la condición de potencia derrotada y Kiev y sus patrocinadores occidentales hubieran finalmente consolidado los resultados del colapso de la Unión Soviética.

Pero los hechos cuentan una historia diferente. La costosa y costosa contraofensiva del ejército ucraniano no ha logrado sus objetivos. El ejército ruso está aumentando lenta pero inevitablemente la presión en el frente. Las sanciones económicas no han provocado el colapso de la economía del país. A pesar de los graves daños, se está adaptando rápidamente a las nuevas condiciones. Los intentos de aislar políticamente a Moscú tampoco han funcionado. Para los socios occidentales de las autoridades de Kiev, el conflicto resulta cada vez más caro. El precio podría aumentar a medida que las Fuerzas Armadas de Ucrania se vean despojadas de equipos de fabricación soviética y crezca la necesidad de nuevos suministros. La economía de Ucrania también necesita inyecciones de efectivo externas ante las pérdidas militares, el fracaso demográfico y los persistentes problemas de gobernabilidad, incluida la corrupción.

Si el conflicto ucraniano fuera el único desafío de Estados Unidos para controlar el orden posbipolar, podría haber menos riesgos. Los aliados occidentales podrían centrar todos sus esfuerzos en contrarrestar a Moscú. Pero su difusión en otras direcciones complica seriamente el problema. Habrá que dispersar recursos no sólo para contener a China sino también para apagar incendios donde no deberían haber comenzado. Con toda probabilidad, Washington podrá brindar a Israel un importante apoyo militar y diplomático, limitando así el estallido de otro conflicto. Pero cualquier conflagración de este tipo requiere una concentración de recursos materiales y financieros que son limitadas incluso para una potencia como Estados Unidos. Esto es tanto más cierto cuanto que hay otros problemas sin resolver.

Años de esfuerzos para impedir que Corea del Norte (la RPDC) creciera militarmente han fracasado. Pyongyang ahora tiene armas nucleares y los medios para lanzarlas. La crisis en las relaciones entre Estados Unidos y Rusia ofrece a la RPDC una ventana de oportunidad: un posible aumento de la cooperación con Rusia iría en contra de los objetivos de Estados Unidos. En cambio, en este ámbito, Moscú solía ser un problema mucho menor para Washington. La situación con Irán es similar. La retirada de Estados Unidos del JCPOA en 2018 no llevó a Irán a abandonar sus posiciones sobre su programa de misiles y su política en Oriente Medio. En cambio, creó las condiciones para que Teherán regresara a su desarrollo nuclear. Tanto en el caso de la RPDC como en el de Irán, una solución militar al problema no es óptima.

Otros incendios latentes persisten. Afganistán ha sido en gran medida olvidado, pero las fuerzas hostiles a Estados Unidos y Occidente se están fortaleciendo allí. En Siria, el gobierno del presidente Bashar Assad sigue en el poder a pesar de las sanciones y los intentos de aislamiento. En África, los aliados de Estados Unidos están perdiendo influencia. Los terroristas, los narcotraficantes y las redes criminales transnacionales no han desaparecido. Ha sido posible combatirlos en estrecha coordinación con otros actores importantes y coordinar políticas con ellos sobre la base del Consejo de Seguridad de la ONU. Pero el antiguo nivel de confianza se ha visto socavado. Y en las condiciones actuales de “guerra híbrida” con Rusia y crecientes contradicciones con China, será más difícil abordar eficazmente estos problemas.

Al mismo tiempo, el conflicto ucraniano parece ser la clave del orden posbipolar. El inicio de la ofensiva rusa en 2022 dio a Estados Unidos varias ventajas tácticas inmediatas. Washington tiene una poderosa palanca de influencia sobre sus aliados en Europa. La OTAN ha recibido una nueva oportunidad y el proceso de ampliación del bloque está en marcha. La prolongada resistencia de los principales países de Europa occidental a las persistentes demandas estadounidenses de aumentar su gasto en defensa y sus compras de armas finalmente se ha roto. Por tanto, la militarización de Europa avanzará a un ritmo rápido. Pero los países europeos tendrán que pagarlo ellos mismos, desviando recursos de las prioridades civiles. Las condiciones están dadas para que los estadounidenses se apoderen de al menos parte del mercado energético europeo; Lo que el expresidente estadounidense Donald Trump sólo podía soñar se ha logrado casi de la noche a la mañana.

Otro éxito táctico crítico ha sido el control total sobre Kiev. Estados Unidos determina en gran medida la capacidad de llevar a cabo operaciones militares y sostener la economía. El control de Ucrania, o de una parte importante de ella, destruye las perspectivas de un resurgimiento del «imperio soviético», al menos en el teatro europeo.

Sin embargo, desde el punto de vista estratégico, el conflicto ha creado graves problemas para Estados Unidos. El principal es la pérdida de Rusia como posible aliado, o al menos como potencia que no interfiere con Washington. A principios del siglo XX y XXI, se daban todas las condiciones para tal vínculo con Moscú. Además, la propia Rusia estaba dispuesta a mantener relaciones de asociación equitativas con Estados Unidos, siempre que se tuvieran en cuenta sus intereses, especialmente en el espacio postsoviético. Moscú no se ha fijado el objetivo de “revivir la URSS” ni ha intentado reformatear la ex URSS. En todos los temas clave de la agenda global, Rusia ha cooperado con Estados Unidos o se ha abstenido de oponerse activamente durante mucho tiempo. Se puede discutir quién es el culpable de la creciente confrontación mutua, pero las posiciones de las partes son diametralmente opuestas. Lo que importa son los resultados: Estados Unidos ha terminado con una potencia importante entre sus implacables oponentes: Rusia.

Moscú está construyendo estrechos vínculos con China, que Washington considera una amenaza a largo plazo. El costo del conflicto con Rusia para Estados Unidos se medirá no sólo por su apoyo a Ucrania sino también por el enorme precio que implica contener el tándem ruso-chino y abordar problemas en los que Rusia puede dañar con entusiasmo a Estados Unidos. El hecho de que la propia Rusia también salga perdiendo, en parte, no mejora la situación para Washington. 

En resumen, los logros tácticos del conflicto en Ucrania resultaron combinarse con una importante derrota diplomática para Washington en forma de una multiplicación de adversarios influyentes cuando estaban dadas todas las condiciones para evitarla. Para la UE, los costos estratégicos son aún más significativos. La proximidad geográfica de los combates y los mayores riesgos para la seguridad de un choque militar intencionado o no con Rusia juegan un papel aquí. China, por otra parte, está fortaleciendo su posición. Beijing ha ganado tranquilidad en sus vastas fronteras norteñas, un gran mercado ruso y la dispersión de los recursos estadounidenses. 

No se puede descartar que, en tales condiciones, Estados Unidos y sus aliados reconsideren sus nociones de derrotar a Rusia en el conflicto de Ucrania a cualquier precio. La gran pregunta es si Moscú cambiará su enfoque. Rusia está decidida a luchar por sus intereses a largo plazo. La confianza en cualquier propuesta occidental es cercana a cero. La quema del liderazgo estadounidense en la estufa de la cocina política mundial reduce aún más la motivación para apoyar cualquier compromiso sin la plena consideración de los intereses rusos. El resultado del conflicto ucraniano, cuando llegue, será una etapa fundamental en el orden que está tomando forma ante nuestros ojos.

¡EL IMPERIO OCCIDENTAL CRUJE Y MUERE SANGRIENTAMENTE! dice el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, en su columna del Club de La Pluma, y agrega que los conflictos de hoy día son parte del ajuste de cuentas de su propio sistema, a causa de los asuntos mal y falsamente cerrados entre los bandos vencedores de la Segunda Guerra Mundial, y luego ocultados mientras mantuvieron la supremacía mundial. Asuntos que vuelven al tapete ante el cambio total de un escenario que no tiene ninguna igualdad con aquella circunstancia. Y que por ello, la evidente crisis terminal de su imperio, que fue importante durante 5 siglos y dominante en los últimos 200 años, lo sentencia a sufrir las consecuencias del viejo proverbio: DE AQUELLOS BARROS, ESTOS LODOS. Semejante derrota estratégica arrastra hoy a los anglosajones y a los europeos, a una cruel, desesperada y fragmentada guerra híbrida global contra el  mundo ascendente del Sur Global, que le va ganando la batalla por la primacía del poder mundial.

AUDIO: 

Y enfatiza que esa es la verdadera razón -la de esconder tan histórico fracaso- por la que quieren hacernos creer que la guerra de Ucrania empezó en febrero del 2022, o que el holocausto palestino nació este 7 de octubre, o que la tensión en Taiwán es de apenas unos años, o que los conflictos de Oriente Medio son recientes, o que los levantamientos africanos contra Francia son una novedad, etc. Por el contrario, Pereyra Mele profundiza con datos y verdades demostradas, de que todas estas terribles tragedias son causas y consecuencias del histórico colonialismo depredador y totalitario del Imperialismo Occidental. Quién ahora, en su desesperada decadencia, pone a la humanidad frente a un futuro complicado y peligroso, precisamente porque si bien Occidente posee armas de destrucción masiva, la gran novedad -y la gran diferencia con el pasado- es que el Sur global también dispone de las mismas armas. Lo que nos obliga a no olvidar que las guerras son las principales parturientas de la historia.

Finalmente reitera que son aquellos barros los que hoy están transformando la historia, los que determinan el fin del ciclo de la dominación occidental y los que producen el gran cambio tectónico global, donde también entramos los latinoamericanos y fundamentalmente los americanos del Sur. Y que por lo tanto, es tiempo de asumirlo, de entenderlo y de participar en el mismo.

Eduardo Bonugli (Madrid, 29/10/23)

El tablero Geopolítico se estremece con los conflictos de Europa del este y Asia sudoccidental, otra master class de nuestro colega Francisco Javier Martinez para el galardonado programa Detrás de la razón? que conduce el prestigioso periodista mexicano Roberto de la Madrid

Carlos Pereyra Mele Director de Dossier Geopolitico

Erdogan da golpe de timón
¿Cómo reacciona Putin y cómo la OTAN tendría más poder?
¿Esto beneficia a EEUU?
¿Cómo el espionaje por su parte hace lo suyo?
¿Y cómo el Ártico deshiela la guerra?
No te pierdas las respuestas en esta Master Class con Javier Martínez en Detrás de la Razón.

El único país que podría distraer a Occidente de Ucrania es Israel. Pero Estados Unidos y sus aliados están cayendo en una trampa existencial si creen que será más fácil obtener una victoria en Asia occidental que en Europa.

Pepe Escobar publicado en The Cradle y autoriza su publicacion en Dossier Geopolitico

La asociación estratégica Rusia-Irán, con China entre bastidores, está tendiendo una trampa elaborada, teñida de Sun Tzu, para la hegemonía en Asia occidental. 

Aparte de Israel, no hay ninguna entidad en el planeta capaz de desviar la atención, en un instante, de la espectacular debacle de Occidente en Ucrania. 

Los belicistas a cargo de la política exterior estadounidense, no exactamente incondicionales bismarckianos, creen que si el Proyecto Ucrania es inalcanzable, el Proyecto Solución Final en Palestina podría ser, en cambio, pan comido (limpieza étnica). 

Sin embargo, un escenario más plausible es que Irán-Rusia –y el nuevo “eje del mal” Rusia-China-Irán- tengan todo lo necesario para arrastrar a la Hegemonía a un segundo atolladero. Se trata de utilizar los movimientos propios y desconcertados del enemigo para desequilibrarlo y desorientarlo hasta el olvido.

Las ilusiones de la Casa Blanca de que las Guerras Eternas en Ucrania e Israel están inscritas en el mismo noble impulso de la “democracia” y son esenciales para los intereses nacionales de Estados Unidos, ya han resultado contraproducentes, incluso entre la opinión pública estadounidense. 

Eso no impide  que gritos y susurros a lo largo de la circunvalación revelen que los neoconservadores estadounidenses, aliados de Israel, están aumentando el ritmo para provocar a Irán, mediante una proverbial bandera falsa que conduciría a un ataque estadounidense. Ese escenario de Armagedón encaja perfectamente con la psicopatía bíblica del Primer Ministro israelí Benjamín Netanyahu. 

Los vasallos se verían obligados a obedecer dócilmente. Los jefes de Estado de la OTAN se han dirigido directamente a visitar Israel para demostrar su apoyo incondicional a Tel Aviv, incluidos Kyriakos Mitsotakis de Grecia,Giorgia Meloni de Italia , Rishi Sunak de Gran Bretaña, Olaf Scholz de Alemania, el inquilino senil de la Casa Blanca y Emmanuel Macron de Francia. 

Vengar el “siglo de la humillación” árabe 

Hasta ahora, el movimiento de resistencia libanés Hezbollah ha mostrado una moderación extraordinaria al no morder ningún anzuelo. Hezbolá apoya a la resistencia palestina en su conjunto y hasta hace unos años tuvo serios problemas con Hamás, con quien chocó en Siria. Por cierto, Hamás, aunque parcialmente financiado por Irán, no está dirigido a Irán. Por mucho que Teherán apoye la causa palestina, los grupos de resistencia palestinos toman sus propias decisiones. 

La gran noticia es que todos estos problemas se están disolviendo ahora. Tanto Hamás como la Jihad Islámica Palestina (YIP) viajaron al Líbano para visitar en persona al secretario general de Hezbolá, Hassan Nasrallah, esta semana. Eso explica la unidad de propósito –o lo que el Eje de Resistencia de la región llama la “Unidad de Frentes”.   

Aún más reveladora fue la visita de Hamás a Moscú esta semana, que fue recibida con impotente furia israelí. La delegación de Hamás estuvo encabezada por un miembro de su Politburó, Abu Marzouk. El Viceministro de Asuntos Exteriores iraní, Ali Bagheri, vino especialmente desde Teherán y se reunió con dos de los adjuntos clave del Ministro de Asuntos Exteriores ruso, Lavrov, Sergei Ryabkov y Mikhail Galuzin.  

Eso significa que Hamás, Irán y Rusia están negociando en la misma mesa. 

Hamás ha llamado a unirse a los millones de palestinos en la diáspora, así como a todo el mundo árabe y a todas las tierras del Islam. De manera lenta pero segura, se puede discernir un patrón: ¿podría el mundo árabe –y grandes sectores del Islam- estar a punto de unirse significativamente para vengar su propio “siglo de humillación” – tal como lo hicieron los chinos después de la Segunda Guerra Mundial con Mao Zedong y Deng? ¿ Xiaoping ? 

Beijing, a través de su sofisticada diplomacia, ciertamente lo está insinuando a actores clave, incluso antes de que se alcanzara a principios de este año el innovador acercamiento entre Irán y Arabia Saudita, mediado por Rusia y China. 

Eso por sí solo no frustrará la perpetua obsesión neoconservadora de Estados Unidos por bombardear infraestructura crítica en Irán. Con un valor inferior a cero cuando se trata de ciencia militar, estos neoconservadores ignoran cómo las represalias iraníes atacarían -con precisión- a todas y cada una de las bases estadounidenses en Irak y Siria, siendo el Golfo Pérsico un caso abierto. 

El incomparable analista militar ruso Andrei Martyanov ha demostrado lo que podría pasar con esas costosas bañeras de hierro estadounidenses en el Mediterráneo oriental en caso de un ataque israelí contra Irán.   

Además, hay al menos  1.000 soldados estadounidenses en el norte de Siria robando el petróleo del país, lo que también se convertiría en un objetivo instantáneo. 

Ali Fadavi ,  comandante en jefe adjunto del CGRI, fue al grano: “Tenemos tecnologías en el campo militar que nadie conoce, y los estadounidenses las sabrán cuando las usemos”.

Un ejemplo de esto son los misiles hipersónicos Fattah iraníes, primos del Khinzal y el DF-27, que viajan a Mach 15 y son capaces de alcanzar cualquier objetivo en Israel en 400 segundos.  

Y añádase a esto la sofisticada guerra electrónica rusa (EW). Como se confirmó en Moscú hace seis meses, en lo que respecta a la interconexión militar, los iraníes dijeron a los rusos en la misma mesa: «Todo lo que necesiten, sólo pídanlo». Lo mismo se aplica a la inversa, porque el enemigo mutuo es el mismo.

Se trata del Estrecho de Ormuz 

El meollo de la cuestión en cualquier estrategia ruso-iraní es el Estrecho de Ormuz, por el que transita al menos el 20 por ciento del petróleo mundial (casi 17 millones de barriles diarios) más el 18 por ciento del gas natural licuado (GNL), lo que equivale a al menos 3.5 mil millones de pies cúbicos por día.  

Irán es capaz de bloquear el Estrecho de Ormuz en un instante. Para empezar, eso sería una especie de retribución de justicia poética para Israel que pretende engullir, ilegalmente, todo el gas natural multimillonario  descubierto frente a las costas de Gaza : ésta es, dicho sea de paso, una de las razones absolutamente claves de la limpieza étnica de Palestina. 

Sin embargo, el verdadero problema será derribar la estructura de derivados de 618 billones de dólares diseñada por Wall Street , como lo han confirmado durante años los analistas de Goldman Sachs y JP Morgan, así como los operadores independientes de energía del Golfo Pérsico. 

Entonces, cuando las cosas se pongan feas – y mucho más allá de la defensa de Palestina y en un escenario de Guerra Total – no sólo Rusia e Irán sino también actores clave del mundo árabe a punto de convertirse en miembros de BRICS 11 – como Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos – tienen lo necesario para derribar el sistema financiero estadounidense en cualquier momento que quieran.  

Como subraya un Estado profundo de la vieja escuela, ahora en negocios en Europa Central: 

“Las naciones islámicas tienen la ventaja económica. Pueden hacer estallar el sistema financiero internacional cortando el petróleo. No tienen que disparar ni un solo tiro. Irán y Arabia Saudita se están aliando. La crisis de 2008 requirió 29 billones de dólares para resolverse, pero ésta, si ocurriera, no podría resolverse ni siquiera con 100 billones de dólares en instrumentos fiduciarios”.

Como me dijeron los comerciantes del Golfo Pérsico, un escenario posible es que la OPEP comience a sancionar a Europa, primero desde Kuwait y luego extendiéndose de un país de la OPEP a otro y a todos los países que están tratando al mundo musulmán como enemigos y carne de guerra. 

El Primer Ministro iraquí, Mohammed Shia al-Sudani, ya ha advertido que el envío de petróleo a los mercados occidentales podría retrasarse debido a lo que Israel está perpetrando en Gaza. El Ministro de Asuntos Exteriores iraní, Hossein Amir-Abdollahian, ya ha pedido, oficialmente, un embargo total de petróleo y gas por parte de los países islámicos contra las naciones –esencialmente vasallas de la OTAN– que apoyan a Israel.

De modo que los sionistas cristianos en Estados Unidos, aliados con el activo neoconservador Netanyahu, que amenaza con atacar a Irán, tienen el potencial de derribar todo el sistema financiero mundial.

Guerra eterna contra Siria, remezclada  

Bajo el volcán actual, la  asociación estratégica Rusia-China ha sido extremadamente cautelosa. Para el mundo exterior, su posición oficial mutua es la de negarse a ponerse del lado de Palestina o de Israel; pedir un alto el fuego por motivos humanitarios; pedir una solución de dos Estados; y respetar el derecho internacional. Todas sus iniciativas en la ONU han sido debidamente saboteadas por el Hegemón. 

Tal como están las cosas, Washington ha rechazado luz verde para la invasión terrestre israelí de Gaza. La razón principal es la prioridad inmediata de Estados Unidos: ganar algo de tiempo para expandir la guerra a Siria, “acusada” de ser el punto de tránsito clave de las armas iraníes hacia Hezbollah. Esto también significa reabrir el mismo viejo frente de guerra contra Rusia. 

En Moscú no hay ilusiones. El aparato de inteligencia sabe bien que agentes israelíes del Mossad han estado asesorando a Kiev mientras Tel Aviv suministraba armas a Ucrania bajo serias presiones estadounidenses. Esto enfureció a los  siloviki y pudo haber constituido un error fatal de Israel.

Los neoconservadores, por su parte, nunca paran. Están lanzando una amenaza paralela: si  Hezbolá ataca a Israel con algo más que unos pocos cohetes –y eso simplemente no sucederá– la base aérea rusa Hmeimim en Latakia será “eliminada” como una “advertencia” a Irán.

Esto ni siquiera se considera niños jugando en el arenero. Después de los ataques israelíes en serie contra los aeropuertos civiles de Damasco y Alepo, Moscú ni siquiera pestañeó antes de ofrecer sus instalaciones de Hmeimim a Siria, con autorización para los vuelos de carga del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (CGRI), según algunas fuentes de inteligencia rusas. Netanyahu no albergará exactamente un deseo de muerte bombardeando una base aérea rusa totalmente A2/AD (anti-acceso/denegación de área).  

Moscú también ve claramente lo que podrían estar haciendo esas costosas bañeras de hierro estadounidenses en el Mediterráneo oriental. La respuesta ha sido rápida: los Mig-31K están patrullando el espacio aéreo neutral sobre el Mar Negro las 24 horas del día, los 7 días de la semana, equipados con Khinzals hipersónicos, que sólo tardarían seis minutos en visitar el Mediterráneo.   

En medio de toda esta locura neoconservadora, con el Pentágono desplegando una formidable variedad de armamento y activos “no revelados” en el Mediterráneo oriental, ya sea que el objetivo sea Hezbollah, Siria, Irán, Rusia o todos los anteriores, tanto China como Corea del Norte . –parte del nuevo “eje del mal” inventado por Estados Unidos- han indicado que no serán meros espectadores. 

La Armada china está, a todos los efectos prácticos, protegiendo a Irán a distancia. Sin embargo, aún más contundente ha sido una declaración del primer ministro Li Qiang, algo inusualmente contundente y poco común en la diplomacia china: 

«China seguirá apoyando firmemente a Irán en la salvaguardia de su soberanía nacional, integridad territorial y dignidad nacional, y se opondrá firmemente a cualquier fuerza externa que interfiera en los asuntos internos de Irán».

Nunca olvidemos que China e Irán están unidos por una asociación estratégica integral. Mientras tanto, el primer ministro ruso, Mikhail Mishustin, reforzó la asociación estratégica entre Rusia e Irán en una reunión con el primer vicepresidente de Irán, Mohammad Mokhber.

Recuerda a esos comedores de arroz de Corea. 

Las milicias pro-Irán a lo largo del Eje de Resistencia mantienen un grado cuidadosamente moderado de confrontación contra Israel, cercano al ataque y fuga de la guerrilla. Todavía no participarán en ataques masivos. Pero todas las apuestas están canceladas si Israel invade Gaza. Está claro que el mundo árabe, a pesar de todas sus enormes contradicciones internas, simplemente no tolerará la masacre de civiles. 

Sin rodeos, en la incendiaria coyuntura actual, la potencia hegemónica ha  encontrado la salida a su humillación del Proyecto Ucrania. Creen erróneamente que la misma vieja Guerra Eterna reavivada en Asia occidental puede ser “modulada” a voluntad. Y si dos guerras se convierten en un inmenso lastre político, como sucederá, ¿qué más hay de nuevo? Simplemente iniciarán una nueva guerra en el “Indo-Pacífico”. 

Nada de eso engaña a Rusia-Irán y su gélido seguimiento del agitado Hegemón en cada paso del camino. Es esclarecedor recordar lo que  ya predecía Malcolm X en 1964 :

“Unos comedores de arroz lo echaron de Corea. Sí, lo echaron de Corea. Comedores de arroz con nada más que zapatos deportivos, un rifle y un plato de arroz lo tomaron a él, sus tanques y su napalm, y todas esas otras acciones que se supone que debe realizar y lo hicieron cruzar el Yalu. ¿Por qué? Porque ya pasó el día en que pueda ganar en el terreno”. 

Las opiniones expresadas en este artículo no reflejan necesariamente las de The Cradle y Dossier Geopolitico

Por Giorgio Shani que fuera publicado en Geopolitika.ru en Español, que reproduce Dossier Geopolitico 

El asesinato de Hardeep Singh Nijjar, un líder sij canadiense, a manos de supuestos agentes del Estado indio a las puertas de la gurdwara de Surrey, en la Columbia Británica, en junio de 2023, desencadenó un importante incidente diplomático entre India y Canadá. Nijjar era un líder religioso acusado por India de liderar la proscrita Fuerza de los Tigres de Khalistán. Aunque había nacido en el estado indio de Punjab, era ciudadano canadiense, y su asesinato a manos de dos militantes no identificados con presuntos vínculos con India en suelo canadiense fue descrito por el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, como «una violación inaceptable de nuestra soberanía». Independientemente de la presunta implicación del Estado indio, el asesinato de Nijjar tiene implicaciones más amplias que las relaciones indocanadienses. Arroja luz sobre el fenómeno del nacionalismo sij y la relación entre la diáspora sij y su «patria» en el Punjab. Además, cuestiona el significado de la identidad y la soberanía sij en un mundo globalizado.

Los sijs son una comunidad cultural y religiosa distintiva del sur de Asia con una diáspora activa y una patria territorial. Se distinguen porque la mayoría de los sijs varones llevan el pelo sin cortar con turbantes y pueden llevar espadas ceremoniales llamadas kirpans, de acuerdo con las enseñanzas de su décimo y último gurú, Gobind Singh. Hay unos 26 millones de sijs en todo el mundo, y la gran mayoría vive en el estado indio de Punjab, donde son una ligera mayoría. El Punjab es su patria y Amritsar es la Jerusalén o Meca sij, donde se encuentra el santuario más sagrado, Sri Harmandir Sahib, en el complejo del Templo Dorado.

Unos 2-3 millones de sijs forman una diáspora dispersa por todo el mundo. Entre ellos hay colonos que emigraron a los antiguos dominios del Imperio Británico, incluido Canadá y sus colonias. Muchos, sin embargo, se vieron obligados a huir del Punjab durante la guerra civil que estalló entre militantes sijs y el gobierno central tras el asalto del Templo Dorado de Amritsar, santuario del sijismo, por tropas indias por orden de la primera ministra india Indira Gandhi en 1984. Posteriormente, Gandhi fue asesinada por su guardaespaldas sij, lo que provocó un pogromo, supuestamente organizado por miembros del partido gobernante, el Congreso Nacional Indio (INC), en el que murieron tres mil personas. Esto desembocó en una guerra civil en el Punjab, ya que varios grupos militantes, algunos de los cuales apoyaban claramente la creación de un estado sij separado de Khalistan, se rebelaron contra el gobierno central. Puede que algunos de ellos contaran con el respaldo de Pakistán, pero gozaban de cierta legitimidad en el Punjab, ya que el gobierno central suspendió las elecciones y desplegó fuerzas armadas para aplastar el movimiento por la «autodeterminación nacional» con un coste estimado de 30.000 vidas.

Aunque la «normalidad» volvió al Punjab a mediados de la década de 1990 con el restablecimiento de las elecciones democráticas, el khalistán siguió viviendo en la diáspora, especialmente en sociedades multiculturales como Canadá, que recibió a muchos emigrantes del Punjab. Hace tres décadas, Benedict Anderson (1992) sugirió que el nacionalismo sij en Canadá era una forma de «nacionalismo a distancia», con lo que quería decir «nacionalismo sin responsabilidad». De hecho, Nijjar estaba haciendo campaña a favor de un referéndum en Canadá sobre la independencia de Jalistán cuando fue asesinado a tiros. Los sijs representan el 2% de la población de Canadá, más o menos lo mismo que en la India. Mientras que hoy en día los principales problemas del Punjab, predominantemente agrícola, son los suicidios de agricultores debido a la elevada carga de la deuda -la liberalización prevista del sector agrícola desató las protestas de los agricultores hace tres años-, el desempleo juvenil y una epidemia de drogas, el fantasma del Khalistán sigue acechando en la diáspora. A continuación, considero tres razones.

Una razón es que la soberanía sij está encarnada; es decir, los sijs llevan símbolos que les recuerdan que forman parte de una comunidad religiosa y política: la Khalsa. La orden del Khalsa, o «comunidad de los puros», fue fundada por el décimo y último Gurú Gobind Singh (1658-1707). Guru Gobind confirió autoridad espiritual al Libro Sagrado Sij del Granth Sahib y autoridad secular a la comunidad de sijs bautizados a través de la doctrina del Guru Panth, el cuerpo corporativo de la comunidad (Khalsa colectivo) en el que su espíritu está eternamente presente. Esto ha dado lugar a un discurso que identifica a los sijs como una comunidad tanto política como religiosa que comparte mitos y recuerdos colectivos relacionados con el establecimiento de la orden Khalsa y el posterior imperio del maharajá Ranjit, que en su día gobernó un imperio que se extendía hasta las fronteras del Afganistán moderno. Aunque en la práctica el imperio de Ranjit Singh era multiconfesional, los sijs eran una «minoría dominante» y tras su muerte los británicos necesitaron dos guerras para anexionarse formalmente el territorio. A los sijs se les recuerda su historia cada vez que visitan el gurudwara, su lugar de culto.

La segunda razón es que la India ya no puede pretender ser un Estado laico. A diferencia de las versiones norteamericana y francesa del laicismo, el laicismo indio siempre se ha basado en el reconocimiento de las diferencias religiosas y culturales en la esfera pública. En teoría, se suponía que el Estado debía ser un árbitro neutral entre las reivindicaciones contrapuestas de las comunidades religiosas y mantener una «distancia de principio» respecto a la religión. En la práctica, sin embargo, el Estado indio surgió después de que los británicos dividieran por la fuerza no sólo el subcontinente sino también el Punjab en una India de mayoría hindú y un Pakistán de mayoría musulmana. Los sijs se encontraron en el centro de los acontecimientos. Se pusieron del lado de la India, pero muchos se convirtieron en refugiados obligados a huir de la limpieza étnica en Pakistán.

Los intentos de encontrar una patria dentro de la India dieron sus frutos con la reorganización lingüística del Punjab. Los sijs declararon el punjabí, ampliamente hablado por todas las comunidades religiosas del Punjab, como lengua propia. Mientras buscaban una mayor autonomía dentro de la India, el gobierno central bajo el liderazgo de India Gandhi intentó dividir a la comunidad sij patrocinando a militantes. Esto tuvo consecuencias desagradables, ya que lanzaron una brutal campaña de intimidación contra los hindúes y los miembros de las sectas minoritarias sijs. Finalmente, el Estado trató de reprimir a los militantes que se habían refugiado en el complejo del Templo Dorado. En su intento de «expulsarlos», las tropas indias, muchas de las cuales eran también sijs, profanaron el Templo Dorado, matando a muchos peregrinos. A partir de este momento, gran parte de la comunidad sij estuvo en guerra con el Estado indio. Aunque el Estado consiguió finalmente reprimir el movimiento, ya no podía reivindicar el laicismo. Ni siquiera la elección del primer ministro sij Manmohan Singh consiguió apaciguar a muchos sijs. La posterior aparición del nacionalismo hindú, apoyado por el gobernante Partido Bharatiya Janata (BJP), intensificó la consolidación de la identidad nacional india en torno a un núcleo étnico hindú. Bajo el mandato del primer ministro Narendra Modi, India se convirtió en un Estado hindú o Rastra hindú.

Sin embargo, quizá la razón más importante sea que el orden internacional actual sólo reconoce a las naciones que pueden reclamar la condición de Estado. Los sijs pueden haber sido una nación incluso antes de la independencia del dominio colonial británico. La reivindicación de la condición de Estado de los sijs se basa, como hemos argumentado Gurharpal Singh y yo en nuestro reciente libro Nacionalismo sij, en un núcleo étnico punjabí, ya que el sijismo no es una religión conversa, una lengua punjabí y una patria territorial. Sin embargo, todos estos componentes de la nacionalidad sij pueden ser discutidos. De hecho, la propia nación se considera mejor como una «comunidad imaginada». Lo que es innegable es que los sijs tienen su propio sistema político, que evolucionó a partir del movimiento akali para recuperar el control de los gurdwaras bajo el dominio colonial británico. La creación del Comité Shiromani Gurdwara Prabandhak proporcionó a los sijs un mecanismo para regular los gurdwaras. Se celebraron elecciones competitivas para controlar el Comité, que estaba dominado por varias facciones del Shiromani Akali Dal, el principal partido político sij. Sin embargo, el control del Comité no se extendió a la diáspora, donde surgieron diversas facciones comprometidas con la creación de una patria sij. Hardeep Singh Nijjar era el líder de una de esas facciones que organizó el referéndum sobre el Khalistán. La acusación de la implicación del Estado indio, si se confirma, no hará más que subrayar lo que muchas minorías, especialmente los musulmanes, han sostenido durante mucho tiempo como un hecho: la India bajo el gobierno del BJP es una patria para los hindúes.

A pesar del racismo arraigado y a menudo violento al que se enfrentan muchos sijs en la diáspora, en muchos sentidos los sijs se han convertido en una «minoría modelo». El éxito de muchos emigrantes sijs a la hora de integrarse en la sociedad multicultural canadiense puede verse en la elección del practicante sij con turbante Jagmeet Singh como líder del Nuevo Partido Democrático, un socio electoral crucial del primer ministro Justin Trudeau. Sin embargo, a muchos sijs de la diáspora les sigue resultando difícil viajar fuera de Jalistán. Ofrecí tres razones: la soberanía sij está encarnada en Khalsa; la India se está convirtiendo en un rashtra hindú; y el orden internacional actual da prioridad al reconocimiento de las naciones que pueden reclamar la condición de Estado. En resumen, el khalistán sigue proyectando una larga sombra sobre la diáspora.

Fuente: https://www.e-ir.info/2023/09/27/the-sikh-diaspora-in-the-shadow-of-khalistan/

Traducción: Enric Ravello Barber

Javier Benitez de Radio Sputnik (Moscu), entrevista al Director de Dossier Geopolitico Carlos Pereyra Mele

No subir el precio de los proyectiles. Lo pidió el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, a la industria militar occidental, que ha disparado los precios de los armamentos. El jefe de la Alianza Atlántica lanzó el desesperado mensaje que roza la mendicidad durante el Foro de la Industria de Defensa de la OTAN, celebrado en Suecia.

Desesperación económica

Está claro que Stoltenberg se confundió de ventanilla. Confundió a una de las industrias más salvajes del capitalismo occidental, como lo es la militar, con una suerte de Hermanas de la Caridad. Al menos así se desprende de un reciente mensaje que lanzó a la industria armamentística occidental, un ruego que seguramente no dará en el blanco.

AUDIO DE LA ENTREVISTA

«Hemos acordado aumentar las compras de equipos y municiones, hemos asegurado la demanda, ahora tenemos que garantizar el aumento de los suministros. El reto aquí es que cuando aumentamos la demanda, queremos más suministros, no precios más altos», lanzó como un llanto. Algo que, además, deja al desnudo la catastrófica situación económica por la que atraviesa el Occidente colectivo como consecuencia de alimentar el conflicto ucraniano.

Entonces, es en momentos como estos en que todo el mundo ve que al Occidente colectivo se le empiezan a ver las costuras.

«Parece que Stoltenberg desconoce las reglas tradicionales del liberalismo económico, que cuando hay un bien que escasea, hace falta producir más. Y cuando se produce más, el que lo produce, también quiere ganar más. Eso es una regla de oro histórica del sistema capitalista y que no se rige por las supuestas normas y reglas que quieren imponer desde puestos burocráticos», explica el director de Dossier Geopolítico, el Dr. Carlos Pereyra Mele.

Lo pide Stoltenberg cuando el gigante armamentista alemán Rheinmetall ha aumentado bastante los precios de las municiones pagadas por el Gobierno germano desde el inicio del conflicto en Ucrania, según Die Welt. Así, el pasado 10 de julio una agencia dependiente del Ministerio de Defensa de Alemania firmó un nuevo acuerdo marco con Rheinmetall para el suministro de proyectiles de calibre 155 milímetros, tanto para sí, como para el régimen de Kiev.

El convenio es por 1.200 millones de euros, y vigente hasta 2029. Rheinmetall está obligada a suministrar 333.333 proyectiles de este tipo. De esta cifra, se desprende que el precio de la unidad ronda los 3.600 euros. El monto es alto, dado que antes del inicio del conflicto ucraniano, en febrero de 2022, las mismas municiones tenían un coste de 2.000 euros.

Pero eso no es nada. Y es que el presidente del Comité Militar de la OTAN, el almirante estadounidense Rob Bauer, informó que el precio de un proyectil de artillería de la OTAN de calibre 155 mm se cuadriplicó desde el inicio del conflicto ucraniano. Bauer dijo a Reuters que «el precio de un solo proyectil de artillería ha pasado de 2.000 a 8.000 euros», ya que «producimos un cartucho de artillería que únicamente sirve para el arma para la que lo fabricamos».

«Seguir invirtiendo dinero forma parte de la metodología que ha adoptado EEUU con el tema de declarar guerras infinitas, mediante las cuales el gran beneficiario es el complejo industrial militar tecnológico norteamericano», concluye el Dr. Carlos Pereyra Mele.

La guerra entre Israel y Gaza constituye la enésima pieza de ajedrez del mundo occidental en el tablero geopolítico, equivalente a esas otras ya utilizadas, y en su mayoría fallidas y rotas, como Afganistán, Irak, Libia, Egipto, Siria, Ucrania…

Por Juan Laborda publicado en el Diario.es

Resulta absolutamente descorazonador observar cómo languidecen nuestras democracias. Especialmente triste y desolador resulta otear cmo los dirigentes europeos hacen un seguidismo genuflexo hacia una visión del mundo, la anglosajona, que es absolutamente incompatible con la búsqueda de una paz global. El mundo multipolar en el que ya nos encontramos, por mucho que les pese a algunos dirigentes occidentales, requiere de una cooperación que respete la heterogeneidad de los pueblos. Pero eso es incompatible con la actual clase dirigente política y económica de los Estados Unidos, temerosa de perder el control del planeta. Aún no se han dado cuenta, pero ya lo han perdido. Muchos países ya han peridido el miedo a no seguir las consignas dictadas desde Washington y Londres.

La guerra entre Israel y Gaza constituye la enésima pieza de ajedrez del mundo occidental en el tablero geopolítico, equivalente a esas otras ya utilizadas, y en su mayoría fallidas y rotas, como Afganistán, Irak, Libia, Egipto, Siria, Ucrania… El problema es que antes, desde Occidente, se podía manipular a la audiencia bajo una cortina de humo, simulando la recreación de Hollywood en esa magnífica película, ‘Wag the Dog’ (‘Cortina de humo’, en España). Tratar de reducir el brutal atentado terrorista de Hamás a un guion donde se nos presenta como los buenos del mismo a quienes llevan décadas incumpliendo las resoluciones de la ONU, montando un apartheid contra todo un pueblo, el palestino, resulta, como mínimo, grotesco.

Occidente y las democracias tienen mucho que perder en este conflicto. Si no ponen límites a los crímenes de lesa humanidad que está perpetrando Israel y continúan haciendo una distinción entre muertos de primera y de segunda, nuestro declive se acelerará, muy especialmente el de los Estados Unidos. Se están cumpliendo dos escenarios políticos aditivos. Por un lado, la anticipación política de Frank Biancheri, politólogo francés, uno de los padres de las becas Erasmus, hecha allá por 2010, y según la cual nos encaminábamos a un conflicto global por no deshacerse Europa del yugo anglosajón. Por otro lado, y, como consecuencia de lo anterior, no descarto que al final también se cumpla el pronóstico del matemático y sociólogo noruego Johan Galtung, que anticipó la pérdida del poder global de Estados Unidos en la década que nos encontramos.

Las previsiones de Frank Biancheri y Johan Galtung

Pero vayamos por partes. Europa tuvo la oportunidad de cambiar la hoja de ruta, de impulsar un modelo cooperativo global, lo que pasaba sin duda por desligarse definitivamente del diktat anglosajón. Ese momento fue la Gran Recesión. Pero no lo hizo. Como consecuencia entramos en un escenario alternativo de conflicto. Recomiendo la lectura atenta de un libro visionario, del gran Franck Biancheri, uno de los impulsores de las becas Erasmus, ‘The World Crisis: The Path to the World Afterwards’. Biancheri detallaba dos escenarios: cooperación o caos. Y quien decidía era Europa. Al final, la senda seguida por Europa nos encamina a un mundo en conflicto, que Bianchieri predijo con más de 10 años de antelación (Afganistán, Libia, Egipto, Siria, Ucrania… o lo que ahora puede acontecer en Oriente Próximo).

El problema de fondo es que el imperio dominante, el estadounidense, se encuentra bajo la certeza de que en poco tiempo va a perder su hegemonía en favor de otro, el chino. Detrás de todo, una realidad: nadie puede competir con China, que aprovechó el hueco y la oportunidad que le dio Occidente. Va a recuperar el trono mundial que ejerció durante milenios. Los últimos 150 años son, en la interpretación china, un paréntesis del que han aprendido los errores.

Lo que estamos viendo se puede resumir en la frase: “China is not emerging. It is re-emerging.” Estados Unidos lo sabe y trata de ganar tiempo e influencia para, llegado el momento, no quedar descolocado, o, peor todavía, esparcir conflictos en distintas áreas del mundo que podrían terminar en una escalada de guerra global.

Este razonamiento lo mantengo desde que empecé a analizar las derivadas políticas del sistema de gobernanza actual, el Neoliberalismo, del Totalitarismo Invertido Actual al Fascismo. El impulso tecnológico y educativo de China es tan potente que es imparable. Nadie puede competir con un país con un desarrollo tecnológico como es el caso de China, que además tiene un control estatal de la tierra y de la banca y una planificación estratégica de largo plazo. Solo un conflicto de orden militar puede frenar aquello que es inevitable. El peligro es que desde los Estados Unidos se haga esta interpretación.

Ello me permite introducir, finalmente, la Teoría de Conflictos del sociólogo y matemático noruego Johan Galtung, quien predijo, entre otras cosas, el colapso de la Unión Soviética y advirtió que el poder global de Estados Unidos colapsará en la década actual. Galtung hace ya muchos años desarrolló una teoría del conflicto, basada en la idea de sincronizar y reforzar mutuamente las contradicciones, y que utiliza para hacer sus pronósticos.

El modelo se fundamenta en comparar el ascenso y la caída de 10 imperios históricos. En 1996, escribió un artículo científico publicado por el Instituto de Análisis y Resolución de Conflictos de la Universidad George Mason advirtiendo que Estados Unidos pronto seguiría el mismo camino que las construcciones imperiales anteriores: declinan y caen. Pero el libro principal que establece el pronóstico de Galtung lo publicó en 2009, ‘The Fall of the American Empire’, donde presenta las 15 contradicciones que se sincronizan y refuerzan mutuamente, y que afligen al país norteamericano y que, según él, conducirán a que el poder global de Estados Unidos termine en esta década. El problema es que durante esta fase de decadencia es probable que Estados Unidos pase por una fase de “fascismo” reaccionario que provendría de la capacidad de una tremenda violencia global; una visión de la excepción estadounidense como la “nación más apta”; una creencia en una próxima guerra final entre el bien y el mal. Pero si sus aliados dejen de comportarse como tales, tendrán que valerse por sí mismos. Lo que predice Galtung es que el apoyo de sus otrora aliados no continuará más allá de la década actual. Veremos.

Fuente: https://www.eldiario.es/opinion/zona-critica/geopolitica-occidental-agrieta-marchas-aceleradas_129_10608089.html 

Por: Sebastián Schulz que autoriza su publicacion en Dossier Geopolitico

El 17 y 18 de octubre, Beijing recibirá a delegaciones de más de 110 países, que viajarán a China para participar del Tercer Foro de la Franja y la Ruta para la Cooperación Internacional. El evento, a su vez, se realizará en el marco del décimo aniversario de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR), al cumplirse diez años desde que el actual presidente Xi Jinping presentó en sociedad tanto la Ruta de la Seda terrestre como la Ruta de la Seda marítima.

Desde el lanzamiento de la Iniciativa en 2013 a esta parte, más de 150 países y 30 organizaciones internacionales han firmado sus respectivos Memorándums de Entendimiento para incorporarse a la propuesta. 47 países africanos, 10 países de Oceanía, 29 europeos, 22 latinoamericanos y caribeños y 42 asiáticos ya construyen conjuntamente una Iniciativa que llegó para reconfigurar las relaciones de poder a nivel internacional.

La masiva aceptación que ha tenido la Iniciativa de la Franja y la Ruta en el mundo (y, sobre todo, de los países emergentes y en desarrollo) no es casual. En un contexto de grandes cambios tectónicos que atraviesa el orden mundial, en los cuales se conjugan una crisis de las relaciones de producción, una crisis de la potencia hegemónica y una crisis del orden interestatal, la Iniciativa de la Franja y la Ruta llegó para cubrir un vacío de alternativas para promover el desarrollo de los países del Sur global.

En estos 10 años, mediante la Iniciativa de la Franja y la Ruta se han impulsado más de 3.000 proyectos de cooperación construidos de forma conjunta, lo que equivale a más de un billón de dólares en inversiones. En concreto, y mientras gran parte de occidente alienta la construcción de muros que separan pueblos y promueve la destrucción de países enteros a través de la guerra, la Iniciativa de la Franja y la Ruta se ha materializado en la construcción de puentes, carreteras, puertos, aeropuertos, vías ferroviarias, escuelas, viviendas y hospitales. La IFR ha comenzado a reconectar los lazos que las potencias occidentales han intentado destruir durante más de quinientos años.

Aunque la Iniciativa de la Franja y la Ruta se centre en la promoción de corredores económicos, en los cuales los proyectos de infraestructura tienen una centralidad estructural, la IFR es mucho más que infraestructura. La nueva Ruta de la Seda es ante todo un camino para la paz, la cooperación sur-sur, la integración inclusiva, los intercambios recíprocos y el diálogo de civilizaciones. Es una iniciativa que intenta demostrar que otro mundo es posible.

Al recuperar el espíritu de la milenaria Ruta de la Seda, que conectó pueblos y civilizaciones durante más de mil años, promovió la cooperación pacífica y el desarrollo mutuo, la IFR representa un puente que conecta el pasado, el presente y el futuro. La IFR es fruto de su tiempo y su espacio, es posible porque recupera los principios históricos de la milenaria civilización china, pero los mixtura con los valores promovidos por el Partido Comunista de China en la actualidad. La IFR no hubiese sido posible sin un contexto internacional de cambios estructurales, en donde el Sur global emerge planteando la necesidad de un orden mundial alternativo, y tampoco hubiese sido posible sin una dirigencia china que comprendió el rol que China debe jugar en la actual época histórica. En este marco, el reciente Libro Blanco que el Consejo de Estado de China publicó sobre la IFR señala que la iniciativa “está comprometida con la construcción de un futuro próspero que diverja del colonialismo explotador del pasado, evite las transacciones coercitivas y unilaterales, rechace el modelo de dependencia centro-periferia y se niegue a desplazar la crisis a otros o explotar a los vecinos para su propio interés”.

Al permitir aumentar los niveles de vida de los pueblos y las capacidades nacionales de cada uno de los países participantes, respetando los modelos nacionales de desarrollo y las idiosincrasias locales, la Iniciativa de la Franja y la Ruta contribuye a la construcción de un orden internacional multipolar. Al fomentar el dialogo de civilizaciones, el respeto por las tradiciones culturales y reconocer la heterogeneidad de pueblos que existen en el mundo, la IFR contribuye también a impulsar un orden mundial pluriversal. En este sentido, la IFR no es un fin en si mismo, sino un medio para construir un mundo mejor.

La humanidad se enfrenta a desafíos sin precedentes. Frente a la persistencia del unilateralismo, el hegemonismo y el intervencionismo promovidos por occidente, frente a la posibilidad de una catástrofe ambiental producida por el ánimo irrefrenable de lucro del capitalismo globalizado, frente a la constante amenaza de guerra propuesta por la OTAN y frente a la incapacidad del actual modo de producción de resolver la desigualdad, el hambre y la exclusión, la Iniciativa de la Franja y la Ruta representa una esperanza para el Sur global. No es la respuesta ni la solución a todos los problemas de la humanidad, pero sí expresa la materialización concreta de la posibilidad de construir una comunidad de destino compartido para la humanidad, en la cual pueblos, naciones y civilizaciones puedan coexistir armónicamente.

Por Enrique Lacolla de sus sitio Web, que autoriza su publicacion

Las elecciones de pasado domingo aportan cierta tranquilidad. El país ha reaccionado ante la amenaza supuesta por el desvarío anarco-capitalista de Javier Milei y las proposiciones exterminadoras de Patricia Bullrich.

Muchos analistas de los oligopolios mediáticos se devanan los sesos ante la “sorpresa” que habrían significado las elecciones del pasado domingo, en las cuales Sergio Massa y Unión por la Patria dieron vuelta el resultado de las PASO. Y se enredan en deliberaciones sobre el carácter proteico del peronismo, sobre su aptitud para transformarse, sobre la imposibilidad de erradicarlo, etc.

En el fondo lo que manifiestan es su propia incapacidad para desentrañar las claves del país en que viven. Y su antipatía visceral por esta sociedad, capaz de engendrar semejante fenómeno.

Porque pensar que el resultado de las elecciones es la consecuencia de una astucia política, de la habilidad de Sergio Massa para capitalizar las falencias de sus adversarios, o de la fatalidad social que significaría la persistencia de una adhesión irracional a una bandería política, similar a la que se puede sentir por un club de fútbol, es de un simplismo extremo, que prescinde del conjunto de factores que definen un cotejo electoral. En primer término, las plataformas. Porque por primera vez, quizá, los participantes de una contienda electoral argentina expusieron de manera transparente no sólo sus objetivos de máxima (que no suelen ser los más importantes porque por lo general se resumen en una promesa de felicidad y paz para todos) sino los expedientes prácticos con los que pretenden alcanzarlos, que son los que realmente definen a los primeros. Grosso modo, la plataforma de Unión por la Patria postuló las banderas que tradicionalmente han caracterizado al peronismo, salvo en el período menemista, durante el cual este las invirtió en un acto de traición sin parangón en su historia. Es decir, que en esta ocasión el peronismo volvió a reafirmar explícitamente el rol del Estado en el desarrollo económico, en la seguridad social, en la educación y en la planificación a gran escala. En qué medida podrá llevar adelante este propósito, de ganar la segunda vuelta, dependerá de múltiples cuestiones, empezando por el dato decisivo de cómo gestionará la apabullante deuda con el FMI heredada del gobierno de Mauricio Macri; pero la línea general está clara.

Los otros dos postulantes con peso para meterse en el balotaje, Juntos por el Cambio y la Libertad Avanza, más allá de la composición abigarrada del primero, que ostentaba resquebrajamientos entre el PRO y los radicales, se asemejaban por su programa económico básico y se distinguían por su propósito de erigirse en el relevo de los peronistas en el gobierno. “Juntos” naufragó por los celos de Macri –que prefirió apuñalar por la espalda a su heredero Rodríguez Larreta antes que verse suplantado por él-, y por la inepcia y la pobrísima imagen de Patricia Bullrich.

En cuanto a los “libertarios”, que habían picado en punta en las PASO, constituían y constituyen un fenómeno novedoso, bien que detestable, conjugan una conducción con rasgos de improvisación, irresponsabilidad y locura, con una clientela electoral conformada en gran parte por jóvenes con el cerebro vaciado por la desinformación, el bombardeo mediático y una bronca legítima ante la falta de perspectivas laborales y la amenaza de una pobreza crónica. A ellos, y a la sociedad en general, el “anarco-capitalista” Javier Milei ofreció y sigue ofreciendo una dieta “salvadora” que propone, entre otras cosas, la abolición de la moneda nacional, el tráfico de órganos, la liquidación del estado como agente ordenador de la economía, la privatización de YPF, de Aerolíneas Argentinas, del litio, de Vaca Muerta, de la salud pública y de las jubilaciones. Y de paso abomina del Papa argentino, representación del “Maligno” que se habría asentado en la colina Vaticana, en Roma.

Ante esta propuesta programática y estos dislates, ¿hace falta que los observadores de los oligopolios de prensa se pregunten todavía qué extraño hechizo proyecta el peronismo para que una vez y otra vuelva a enarbolar con éxito sus banderas de justicia social, libertad política y soberanía económica? No parecen caer en la cuenta de que estas postulaciones no son las insignias de un partido o un movimiento, sino las herramientas de todo país que se respete.

Fue un voto en defensa propia lo que se impuso el domingo. Es por esto que la propuesta de unidad nacional o de frente nacional que ha lanzado Sergio Massa tiene sentido.

El país está en crisis dentro de un mundo en crisis. Las coordenadas de la economía global están cambiando y no precisamente a favor del orden de cosas que los exponentes del neoliberalismo propugnan. El futuro es un tembladeral poblado de tantas amenazas como promesas, y requiere de claridad de miras, ponderación y firmeza para ser enfrentado.

Sergio Massa parece poseer estas cualidades y una mirada geoestratégica que le permitiría medir el escenario global con una precisión que no suele ser habitual entre los exponentes de nuestra clase política. El escenario regional es clave y no son casuales las manifestaciones de simpatía que le han prodigado los presidentes de Brasil y México. López Obrador expresó un franco regocijo ante el resultado de las elecciones y están frescas las palabras de Lula al despedir a Massa durante su más reciente visita a Brasil: “Haga lo que tenga que hacer, pero sobre todo gane, gane las elecciones”.

Porque, en efecto, más allá de las inevitables oscilaciones que exige la gestión del poder en circunstancias como las actuales, importa que este se encuentre en manos seguras. O, si se entiende que pedir seguridad es un poco utópico en los tiempos que corren, un poder que se apoye sobre una base social cuya razón de ser sea inescindible de su arraigo a la tierra. Obreros, clase media, empresariado pymes, pequeños productores rurales, profesionales, militares, representan una mayoría activa que tiene objetivos que no se pueden separar del territorio que los contiene. Este público, este pueblo, no tiene que coincidir ideológicamente en una sola doctrina sino que puede repartirse entre visiones diversas del mundo, pero conservando una identidad básica: la que confieren el respeto a los valores fundantes de la democracia, del orden constitucional y del interés nacional.

No se puede dar nada como adquirido por adelantado. Falta la segunda vuelta.

Hay que ganarla para poder activar una prosperidad que parecería estar a la vuelta de la esquina. Las expectativas económicas son buenas por el requerimiento global de productos primarios que produce el país, pero es obvio que el desarrollo no va a venir con un retorno a la exportación de “commodities” sino con la exportación de “commodities” con valor agregado, y que estas sólo cobrarán su pleno sentido si sirven de base para un desarrollo estructural que refuerce el tramado social e integre acabadamente el país a la región. Los augures de la reacción por supuesto no vacilarán en atribuir a las condiciones que se presume serán favorables cualquier éxito de una gestión “populista”, tal y como lo hicieron con Néstor Kirchner cuando, junto a Roberto Lavagna, hicieron emerger al país de la crisis del 2001.

Pero, ¿alguna vez se preguntaron cuál hubiera sido el destino de los superávits comerciales de esos años si hubieran sido manejados por la cáfila de fugadores de capitales que poblaron las administraciones de Carlos Menem, Domingo Cavallo, Fernando de la Rúa y Mauricio Macri?

Por esto hay que cuidar los resultados obtenidos en esta elección. Hay que abrir el juego político con el radicalismo, la izquierda y con quienes quieran sumarse; establecer coincidencias y fijar políticas de estado en torno a la deuda, a la preservación de la subsistencia de las grandes mayorías, a la alineación exterior y a las prioridades del desarrollo. Por suerte, los reflejos defensivos funcionaron el domingo. De aquí en adelante hay que imaginar su reversión a una función de ataque. No sucederá de un día para otro, pero conviene empezar ahora.

FUENTE: http://www.enriquelacolla.com/sitio/notas.php?id=775