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Al incorporar a la Unión Africana (UA), el G20 toma en cuenta el retroceso de Occidente, el avance del Sur Global y la necesidad de concertación para resolver los graves problemas actuales

por Eduardo J. Vior analista internacional que autoriza su publicacion en Dossier Geopolitico

Quizás el mejor resultado de la cumbre del G20 que se acaba de reunir en Nueva Delhi es que no haya pasado casi nada. La suave diplomacia india logró moderar el comunicado final, para que reafirmara el principio de la solución pacífica de los conflictos territoriales entre los países, pero sin condenar a Rusia. Se reivindicó la necesidad de un acuerdo global para combatir el cambio climático, pero no se acordaron medidas cuantificables. Se reclama un cambio en la gobernanza financiera mundial, pero no se avanzó en la condena a las prácticas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM). El mayor éxito de la conferencia, empero, fue de naturaleza organizativa: la incorporación de la Unión Africana (UA) como miembro permanente del Grupo que ahora pasa a tener 21 integrantes. África es el nuevo gran actor regional en la gobernanza del mundo.

La Unión Africana (UA) celebró el sábado su 24º cumpleaños. Como regalo, la UA se convirtió el mismo día en nuevo miembro del Grupo de los 20 (G20). La UA fue admitida en la organización (que incluye a 19 de las principales economías del mundo y a la Unión Europea) en su reunión del sábado en Nueva Delhi.

“Damos la bienvenida a la Unión Africana como miembro permanente del G20 y creemos firmemente que su inclusión en el G20 contribuirá significativamente a abordar los retos globales de nuestro tiempo”, reza la declaración final de la cumbre. La incorporación de la UA es un gran éxito personal del primer ministro indio, Narendra Modi, que desde hace tiempo venía bregando por el ingreso de la UA a la organización.
Los miembros del G20 -que incluye a Estados Unidos, Rusia, India, China y la UE- representan alrededor del 85% del PBI mundial, más del 75% del comercio mundial y aproximadamente dos tercios de la población mundial. Sin embargo, el bloque ha perdido efectividad por la rivalidad entre Occidente, por un lado, Rusia y China, por el otro, y por el auge de nuevas instituciones multilaterales más representativas de naciones anteriormente marginadas.

La reunión del G20 se celebró pocas semanas después de que BRICS se reuniera en Johannesburgo (Sudáfrica) y anunciara su propia ampliación. Seis nuevos miembros (Argentina, Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos) fueron admitidos en el bloque que se presenta como una alternativa para la gobernanza mundial.

El G20 se congregó, empero, también una semana antes de que en La Habana sesione el Grupo de los 77 más China (G77+China). Este foro de 134 países de todas las longitudes del Sur Global es el mayor grupo de coordinación intergubernamental dentro de las Naciones Unidas. Sus integrantes representan dos tercios de los miembros del sistema de la ONU y el 80 por ciento de la población mundial. Si bien no cuenta con representaciones regionales, como la próxima Cumbre del Sur (que el G77+China organiza a intervalos irregulares) debe realizarse en África, tendrá gran relevancia el nuevo peso de la UA.

Desde hace tiempo la Unión Africana aspira a desempeñar un papel más importante en los asuntos mundiales. En su Agenda 2063 -el proyecto y plan maestro del continente para transformar África en la potencia mundial del futuro- una de las siete aspiraciones “es que África se presente como actor y socio mundial fuerte, unido, resistente e influyente”.

Además de los intensos esfuerzos diplomáticos de la UA, su éxito en la adhesión al G20 se debió al creciente peso del continente en la economía mundial Según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo UNCTAD, por su nombre en inglés), con la población más joven y de más rápido crecimiento del mundo, esta región del globo se está convirtiendo en un imán para los mercados y productos de consumo. Mientras tanto, la Área Continental Africana de Libre Comercio (ACFTA, por su nombre en inglés) ha desbloqueado aún más la vitalidad económica y el potencial de mercado de la región.

Desde su creación la UA ha contribuido significativamente a la paz, la estabilidad y el desarrollo del continente y ha acumulado una fuerza considerable. El organismo continental también ha coordinado eficazmente a sus 55 miembros, para hablar como uno solo en la escena internacional.

Además del peso específico que la organización continental ha adquirido, la conformidad de las potencias occidentales con la incorporación de la UA al G20 puede explicarse también por el temor a que, de lo contrario, el continente se vuelque completamente a la esfera de influencia ruso-china. 47 países africanos se han incorporado ya a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por su nombre en inglés), mientras que 40 países del continente establecieron acuerdos de distinta índole en la Cumbre Rusia-África de julio pasado en San Petersburgo.

La adhesión de la UA al G20 es de importancia mundial. El ascenso colectivo de los mercados emergentes y los países en desarrollo está cambiando radicalmente el panorama mundial. El Sur Global, incluidos muchos países africanos, ha perseguido constantemente la autonomía estratégica y se ha convertido en un actor indispensable en los asuntos internacionales. El ingreso de la UA al G20 ha dado un nuevo impulso a este proceso.
Al ceder posiciones en la redacción del documento final de la cumbre y aceptar la incorporación de la representación regional africana, Estados Unidos y sus aliados han hecho importantes concesiones, para asegurar la supervivencia del G20, aunque en el futuro sólo sirva como espacio de intercambios entre el Norte residual y el resto del mundo. La particular combinación de encuentros tan relevantes en poco más de dos semanas no es el resultado de una azarosa planificación de cronogramas diplomáticos, sino la puesta en escena del traspaso del mando mundial. En las tres instancias África tiene un lugar central.

Publicado por la Agencia TELAM

Ante la ausencia de los principales líderes euroasiáticos, la 18ª Cumbre de los países más desarrollados y emergentes amenaza convertirse sólo en una tribuna retórica

por Eduardo J. Vior analista internacional

El presidente Alberto Fernández viajará esta semana a Nueva Delhi, para participar en la 18ª Cumbre del G20, el devaluado foro de las naciones con el mayor PBI del mundo, que tendrá lugar en Nueva Delhi, India, el sábado 9 y el domingo 10 de septiembre con el lema“Una tierra, una familia, un futuro”. Desde su creación en 2008 este encuentro anual ofrecía la oportunidad para que los líderes del G7 y de los países emergentes debatieran y adoptaran acuerdos sobre la economía mundial. Sin embargo, el clima de cooperación entre las potencias se deterioró crecientemente desde 2014 hasta su ruptura el año pasado y las reuniones del G20 se convirtieron en asambleas declamatorias en las que los contrincantes se quejan del otro sin posibilidades de acuerdo alguno. Consecuentemente, los presidentes de Rusia y China han anunciado que este año no concurrirán y se harán representar respectivamente por el canciller y por el primer ministro. ¿Qué utilidad tiene participar en un encuentro de tan poca importancia?

India ocupa este año la presidencia rotativa del grupo. Antes la tuvo Indonesia y a partir del 1º de diciembre la desempeñará Brasil. Los puntos principales de la agenda para la reunión de este años son la financiación de iniciativas para sobrellevar el cambio climático, la aceleración del progreso hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fijados por la ONU en 2015, para cumplir la Agenda 2030, la transformación tecnológica y el desarrollo de la infraestructura pública digital y las medidas necesarias para que el desarrollo sea liderado por las mujeres, entre otros. Según diplomáticos indios, además, la Unión Africana podría ser incluida como miembro permanente en el G20.

El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, comprometió su asistencia al encuentro, pero el presidente chino, Xi Jinping, se hará representar por el primer ministro Li Qiang y el ruso, por su ministro de Relaciones Exteriores Sergei Lavrov. Además de los jefes de Estado y de gobierno de los veinte miembros, otros diez países y representantes de once organizaciones internacionales y/o multilaterales están invitados al encuentro en Nueva Delhi. Sin embargo, llama mucho la atención la falta de invitación a representantes de organismos con orientación multipolar, como el Nuevo Banco de Desarrollo de BRICS, la Unión Económica Euroasiática (UEEA) o el G77+China.

Uno de los temas candentes de la cumbre será la reforma del sistema financiero internacional. Joe Biden instará a que en el FMI y el Banco Mundial se adopten reformas para acelerar y mejorar la asistencia a los países en desarrollo. Hablando con la prensa el pasado 29 de agosto el Asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, afirmó en la ocasión que ambos organismos de crédito deben ofrecer una mejor alternativa de apoyo al desarrollo y financiación frente a lo que calificó de “préstamos coercitivos e insostenibles” de China. El sesgo confrontacional de la propuesta indica su intención política.

Por su parte, en un intercambio mediático el jueves pasado en Washington Joe Biden declaró que esperaba que Xi Jinping asista a la Cumbre del G20. “Espero que asista”, dijo Biden, mientras algunos funcionarios estadounidenses sugerían que una reunión bilateral sería más probable en la conferencia de Cooperación Económica Asia-Pacífico (Apec, por su nombre en inglés) en San Francisco en noviembre.

Sin embargo, ni China ni Rusia aceptan que los norteamericanos les fijen la agenda. En primer lugar, la principal reforma de los organismos financieros internacionales que a los miembros de BRICS11 y del G77+China interesa discutir es la del gobierno de los mismos: éste debe ser paritario, reclaman, o por lo menos reflejar el poder económico real de cada uno de los países representados en los directorios de ambas instituciones. De nada servirá aumentar el capital del FMI y el BM, si no se revisan los criterios para el otorgamiento y seguimiento de los préstamos y los organismos no se abstienen de intervenir en la política de los países deudores.

En segundo lugar, la insistencia de la diplomacia norteamericana en mostrar a Xi Jinping como contrario al diálogo se contradice con la información circulante sobre los intensos contactos que ambos gobiernos vienen sosteniendo desde fines del año pasado. Cuando la negociación madure y se pueda mostrar un acuerdo en público, el presidente chino se avendrá a un encuentro bilateral con su colega norteamericano en el momento y el lugar que a ambos convenga. Las especulaciones de la prensa occidental al respecto son pura propaganda.

Previsiblemente, durante la cumbre se producirán entre los líderes occidentales y el ministro ruso Lavrov choques sobre la guerra en Ucrania. Probablemente también Washington critique a Beijing por las alegadas violaciones a los derechos humanos de las poblaciones de Xinjiang y Tibet. En este clima de disputa no es esperable que la cumbre alcance algo más que una declaración vacua y rimbombante. En cambio, quizás sirva de marco para discretos diálogos bilaterales a espaldas de las cámaras y los celulares.

En las cumbres de 2008 y 2009, durante la crisis financiera, las reuniones del G20 sirvieron para que los líderes acordaran una serie de medidas para rescatar el sistema económico mundial, pero las cumbres posteriores han tenido menos éxito como consecuencia de las tensiones entre las potencias mundiales. A diferencia de la ONU, donde se supone que el secretario general puede mediar entre las partes (aunque el poder de veto de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad ha paralizado la toma de decisiones), en G20 todo se sostiene sobre la confianza y el respeto entre los participantes.

Al degradar la cumbre a un foro de retórica, los líderes occidentales han vaciado de sentido las reuniones.

Mientras que la reciente cumbre de BRICS+ que terminó incorporando a nuestro país demostró la eficacia de un encuentro internacional entre países con modelos diferentes y hasta antagónicos, si se hace con respeto y sin ideología, no es previsible que la reunión de Nueva Delhi tenga más alcance que una huera declaración. Más vale hacerse la rabona a las reuniones plenarias y concentrarse en las bilaterales. Falta mucho para que vuelva a haber organismos multilaterales de concertación entre las potencias que compiten por el liderazgo mundial.

Articulo publicado por la Agencia TELAM

El periodista Federico Dal Cortivo entrevistó al Director de Dossier Geopolitico Prof. Lic. Carlos Pereyra Mele para la Revista Italiana de Geopolitica EURASIA fundada en el 2004, sobre la importancia del ingreso de Argentina a los BRICS y sus trascendencia en el Continentalismo Suramericano y el rol del Sur Global a partir del ingreso de los nuevos 6 miembros. Dossier Geopolitico

P – ¿Cuál es su visión de los BRICS?

R – Sin duda, el surgimiento de los BRICS +(Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) constituye el mayor y más trascendental proyecto geopolítico y geoeconómico global del siglo XXI, que marca el declive definitivo de la dominación anglosajona en los últimos años. Además, al NO ser un organismo ideológico pero SI geopolítico, posiciona a los países del Sur del mundo en el centro del escenario del poder mundial por su extraordinario poder económico, industrial y tecnológico y sus inmensos recursos naturales, mientras que los hegemónicos poder del último de los sucesivos imperios occidentales, que desde 1492 hasta hoy han colonizado, conquistado y destruido civilizaciones, pueblos y países de la llamada «periferia», imponiendo códigos y valores que con el tiempo han sido desenmascarados como hipócritas y contradictorios, además de servir sólo a sus propios intereses. 

Es así como los BRICS + , como organización multipolar, multilateral y multicultural de países muy diferentes, pero unidos por una vocación común de desarrollo económico pragmático, justo e independiente, marca un CAMBIO NO SÓLO HISTÓRICO, SINO TECTÓNICO DEL NUEVO MUNDO, imponiendo un sistema de multipolaridad en la gobernanza mundial , sepultando definitivamente la unipolaridad hegemónica autoproclamada por Estados Unidos a finales del siglo pasado, cuando los ideólogos del imperio dominante decretaron el «Fin de la Historia». Una predicción tan fallida como arrogante y triunfalista, que no duró 30 años. 

Además, con el gigantesco cambio que están provocando los BRICS+, se entrelazan tres continentes (África, América y Asia, sus países y pueblos), que son los “olvidados por el mundo rico”, permitiendo, entre otras cosas, que los asiáticos Las civilizaciones-ecumenes (en particular las chinas e indias) revierten el ostracismo de los últimos 150 años bajo el poder británico (que sigue siendo sólo una excepción en la historia) y devuelven a Oriente al punto de referencia global, como lo fue en la antigüedad. en la Edad Media y en gran parte de la modernidad.  

Permiten también la correcta visibilización del continente africano, de su propia civilización, de su historia, de su cultura y de sus pueblos, dando valor a su humanidad y a sus potencialidades, como mínima reivindicación de los siglos de dolor, sangre y pobreza. impuestas por los crueles imperios occidentales.  

Y además, reconocen la particularidad étnica sudamericana, derivada de la mezcla de pueblos e imperios precolombinos con los europeos que llegaron con la conquista y con las oleadas de emigrantes, que dieron origen a otra civilización particular y diferente, a pesar de que que los modelos occidentales siempre han tratado de aplastar sus raíces indígenas. Y como dijo el gran Vasconcelos mexicano, “nuestra raza cósmica es algo nuevo”. 

P – La reciente cumbre de los BRICS en Johannesburgo ratificó la entrada de seis nuevos estados –Argentina, Irán, Egipto, Arabia Saudita, Etiopía y Emiratos Árabes Unidos– a partir del 1 de enero de 2024. ¿Cuáles cree que serán las repercusiones geopolíticas y económicas? ¿Esta ampliación anunciada hace tiempo en todo el mundo? 

R – En primer lugar, la ampliación de los BRICS, así como la larga lista de países en espera de ser miembros, demuestran el rotundo éxito político de la cumbre, que valida a la organización como el único valor creciente del mundo multipolar, al tiempo que demuestra su rápido desarrollo y crecimiento y las grandes expectativas que despierta en todo el mundo, excepto en el pequeño grupo de la llamada “comunidad internacional”. 

De hecho, prefiero dejar que algunos datos hablen por sí solos. 

Con esta ampliación, los BRICS reunirán a casi el 46% de la población mundial (un 4% más con la adhesión de nuevos países). 

Representarán el 36% del PIB mundial (según la paridad de poder adquisitivo, o PPA), el 25% de las exportaciones, el 40% de la producción total de gas y el 43% de la producción de petróleo.  

El ingreso de Argentina provocará que sume un 32,1% de las reservas de litio.  

China ya posee el 80% de las reservas mundiales de tierras raras, a lo que sumaremos el control del 63% del uranio enriquecido nuclearmente del mundo, con un 38% ruso y un 25% chino.  

Mientras que Estados Unidos importa desde Rusia el 25% del uranio quemado por sus 94 plantas. Y producen el 20% de la electricidad de Estados Unidos. 

 Y para no aburrirnos con más datos sobre la suficiencia de los recursos naturales y las reservas energéticas que recolecta, así como la creciente inercia de sus transacciones comerciales, el avance de las vías de comunicación e infraestructuras y el nacimiento de nuevas monedas que sustituyen al dólar. , agrego sólo el concepto político de que el avance de los BRICS + y el surgimiento del Sur Global es una realidad imposible de ignorar, a pesar de los esfuerzos de anglosajones y europeos. Digo lo mismo respecto de la evidente y prolongada retirada de todo Occidente. 

Estoy convencido de que desde el fin de la URSS en 1991 todo es una lucha geopolítica y no ideológica, por lo que la cumbre BRICS+ rompe el mito de que el Sur no hizo ni participó en la historia reciente de la humanidad. Por el contrario, se revierte definitivamente la condena de ser un área dependiente y periférica para el suministro de recursos naturales y humanos para el desarrollo capitalista y económico del mundo occidental. Todo esto se acabó. 

Por eso repito: no sólo estamos ante un cambio histórico, sino también un cambio tectónico. 

P – América Latina ya puede contar con dos grandes estados del BRICS como son Brasil y Argentina. ¿Cuáles son los posibles escenarios para el continente latinoamericano? ¿Ves en el horizonte la entrada de otras naciones?

R – Centraré mi respuesta en los países de América del Sur, ya que tanto América del Norte como América Central responden a sus propias coordenadas geopolíticas diferentes. Es obvio y no casual que la presencia conjunta de Brasil y Argentina en los BRICS+ es algo buscado y promovido por las potencias de la organización, en su estrategia de fortalecer el Sur del mundo e inducir un apoyo real a estos estados que actúe como contrapeso al poder de Estados Unidos.  

En otras palabras, estamos ante un escenario disputado entre el Norte y el Sur, y es fundamental que los dos países más importantes del subcontinente estén del lado de los BRICS+, mientras que el eje Brasilia – Buenos Aires, fortalecido por una relación comercial y relación histórica muy importante entre ambos países, es la mejor puerta de entrada posible para que otros países de la región ingresen a la organización con las espaldas cubiertas. 

Además, considerando que tanto Brasil como Argentina son países que sólo limitan con el Atlántico, una de las necesidades fundamentales de la región sería incorporar a los BRICS  países limítrofes con países que tienen costas con el Océano Pacífico, para asegurar una conexión marítima directa con Asia –la nueva capital del mundo– y hacer prácticamente de América del Sur una enorme isla bioceánica con todos los aspectos positivos que ello implicaría desde el punto de vista geoestratégico. 

Este proyecto es una vieja aspiración de ambos países que se remonta a mediados del siglo XX, cuando los movimientos populares y nacionales de Getulio Vargas en Brasil y Juan Perón en Argentina rompieron con la ecuación de autoaniquilación impuesta por Estados Unidos e instalada las bases de una cooperación transformadora e industrializada y proveedora de alimentos procesados ​​y minerales: que, a pesar de las trampas y golpes de Estado estadounidenses, dieron lugar al actual y fortísimo eje comercial y estratégico entre ambos países. 

Un capítulo importante de la historia que parece una reedición, gracias también a la incansable batalla del presidente Lula da Silva para preparar una etapa con más naciones incorporadas y con gigantescas oportunidades de futuro. 

P- Estados Unidos estableció con su “Doctrina Monroe” que América del Sur sería su “patio trasero” y lo es desde 1823. Como decía Simón Bolívar, “Estados Unidos parece destinado por la Providencia a someter a toda América con hambre y miseria en el nombre de la libertad”. En su opinión, ¿cuál podría ser la respuesta de Washington a corto y mediano plazo al incendio provocado por los BRICS en su patio trasero? 

 R – No tengo ninguna duda de que Estados Unidos hará lo que históricamente siempre ha hecho en su política exterior hacia América del Sur. Es decir, impedir el desarrollo al sur del Río Grande, boicotear cualquier alternativa de unidad de los pueblos americanos y recurrir a todas las herramientas, desde intervenciones directas por la fuerza, golpes suaves, ahogamientos financieros, sanciones, bloqueos, desestabilización social, terrorismo mediático, etc.  

Lo hicieron durante la Guerra Fría y lo hacen hoy con sus guerras híbridas. Se trata ni más ni menos que de la aplicación de la clásica doctrina Monroe: “América para los americanos”.

Y más ahora que sufre el vértigo de la debacle , lo que la hace aún más peligrosa, ya que sabe que no puede competir en la zona con inversiones o transferencias tecnológicas e industriales procedentes de China, India, el Sudeste Asiático o Rusia. . A lo que hay que sumar que los pueblos de la región están reconociendo el duro precio de la alianza con los anglosajones, que no pueden ofrecer nada más allá de sus planteamientos bélicos y que con el Sur Global pueden explotar su potencial y sus recursos. 

P- Argentina se encamina hacia las elecciones presidenciales del 22 de octubre de este año; el presidente saliente es el peronista Alberto Fernández. ¿Cómo fue recibido por la población su ingreso a los BRICS, quiénes son las fuerzas pro-BRICS además del partido peronista en el poder y quiénes son las fuerzas que se enfrentarán para llegar a la Casa Rosada? 

 R – Primero que nada, quiero aclarar que el actual gobierno argentino es una especie de coalición entre el peronismo y el progresismo de tipo europeo, siendo el presidente Alberto Fernández parte de este último sector.  

Y se sabe que el progresismo, o la izquierda occidental, no está influenciada por los BRICS, que odian a Rusia y detestan a China e Irán. En cambio, el peronismo, doctrinalmente una Tercera Posición, se adapta perfectamente a los postulados del Sur Global. 

En cuanto a la población, se puede decir que acogieron con gran satisfacción el ingreso de Argentina a los BRICS+, porque cualquier ciudadano de la calle sabe que nuestros dos principales socios comerciales –desde hace años– son Brasil y China, mientras que los que saben lo saben. de los obstáculos históricos que se imponen permanentemente a los productos alimenticios argentinos, tanto en Estados Unidos como en la UE. 

En mi opinión, creo que el gobierno nacional no ha comunicado muy bien este ingreso a BRICS+, ni el verdadero alcance e importancia del mismo. Además, aún no lo ha colocado como eje de la campaña para las elecciones presidenciales de octubre, dejando claro que las inquietudes y prioridades de los ciudadanos hoy son sobre todo soportar los efectos de una inflación que supera el 10% mensual.  

También es justo reconocer que el ejecutivo estuvo muy agobiado en negociaciones durísimas con el FMI debido a la deuda dejada por el anterior gobierno neoliberal y que sumió al país en una gravísima crisis económica. El propio gobierno cerró un acuerdo parcial con el FMI casi la misma semana en que se dio a conocer la invitación por la cumbre de Johannesburgo. Entonces todo está todavía en desarrollo. 

También quiero subrayar que diez días antes de la cumbre el grupo que dirigí, «Dossier Geopolítico», presentó un documento a gobiernos, líderes políticos y sociales, pidiendo que los dos ejes de nuestra política exterior sean la incorporación a los BRICS+ y el lanzamiento del proyecto “Sur Global” junto con Brasil. 

En cuanto a la oposición, los dos partidos claramente neoliberales, el PRO/UCR y los llamados libertarios, han rechazado el ingreso de Argentina al BRICS+ con una despiadada campaña de desinformación y confusión, ayudada por los grandes medios monopólicos, creando dudas entre la población con hipócritas y falaces argumentos de pseudomoralidad y enarbolando los siempre hipócritas “valores occidentales”. 

Pero en general, la mayoría de los argentinos entienden que BRICS+ es nuestra única salida a la actual crisis económica causada por la ideología neoliberal.

Publicado por la Revista Italiana EURASIA: Esta nueva revista de estudios geopolíticos es promover, estimular y difundir la investigación y la ciencia geopolítica en el ámbito de la comunidad científica nacional e internacional, así como sensibilizar acerca de las temáticas eurasiáticas al mundo político, intelectual, militar, económico y de la información. La perspectiva de EURASIA no pretende limitarse a las relaciones internacionales en sentido estricto, sino explorar también la cuestión fundamental referente a la influencia que ejercen sobre las “representaciones” geopolíticas pasadas y actuales, así como sobre los escenarios futuros, las relaciones culturales y espirituales entre los pueblos que habitan la masa continental eurasiática.

Sitio Web Italiano Ariannae Ditrice: https://www.ariannaeditrice.it/articoli/brics-e-america-latina

Los golpes de estado en África  están derribando la estructura neocolonial instalada por Occidente -especialmente por Francia- para el libre usufructo de sus recursos naturales, mientras la población ha entendido que soplan nuevos vientos globales que les pueden permitir alcanzar unos justos niveles de desarrollo y de bienestar.

Así aborda Carlos Pereyra Mele, director de Dossier Geopolítico el tema central de su columna del Club de La Pluma, quién sintetiza la actual situación, con un poema africano que dice ”… allá por la década de 1960 nos dieron una fotocopia de la independencia de nuestros países. Hoy, en el siglo XXI, venimos a por el documento original.

AUDIO:

Y explica que se trata de una profundísima transformación, que se extiende como un reguero de pólvora por el continente africano, como parte del cambio tectónico global liderado por los BRICS+, que pone fin a 200 años de encerronas del mundo occidental para el saqueo de recursos de los países de la periferia, y en consonancia con las doctrinas antiimperialista y anticolonialista fijadas por la cumbre África Rusia de hace un mes en Moscú. Mientras que este proceso también es una respuesta positiva a la estrategia china en el continente, quién en paralelo al negocio mixto de transformación de sus riquezas básicas, concreta inversiones y proyectos para el desarrollo de la región y de su población. Todo lo contrario de lo hecho por Occidente durante siglos.

 Y al respecto, denuncia la hipocresía de Europa que hoy se rasga las vestiduras por una democracia que nunca existió ni permitió en África, instalando por décadas, diferentes modelos de oligarquías corruptas, debidamente actualizadas, para servir a los intereses de las multinacionales occidentales, a la par que generaba dolor y miseria en el pueblo autóctono. Y señala a Francia como el más “escandaloso de los colonialismos” mientras se arroga los famosos valores de la Revolución Francesa.

También analiza otros puntos claves como:

  • La secuencia de los golpes de estado con esta motivación desde el año 2020.
  • Un detallado informe de los países y sus recursos, cuyo acceso está perdiendo Europa, y que es el único motivo real de la agresividad y las amenazas que profieren desde el viejo continente.
  • Un profundo análisis de las motivaciones y de las condiciones objetivas que han desatado esta cadena de golpes de estado.
  • La evidencia de la situación caótica que esto crea en Europa, en detrimento de sus capacidades tecnológicas, industriales y científicas, que la llevan a la decadencia y a la pérdida de su poder histórico.

Finalmente, Pereyra Mele, reflexiona que estos cambios tectónicos marcan velozmente el fin del dominio occidental de hace cinco siglos sobre sus antiguas colonias que dicen: ¡¡ BASTA !! Y reclaman una independencia real y la igualdad entre las naciones del mundo.

Eduardo Bonugli (Madrid, 03/09/23)

Mapa de los países miembro de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), incluidos aquellos sancionados tras un golpe de Estado – AFP / AFP / NALINI LEPETIT-CHELLA

Por Sergio Rodríguez Gelfenstein

Los acontecimientos a la vista hacen evidente que Rusia, a pesar que no ha logrado aún obtener plenamente los objetivos originalmente planeados, va imponiendo su lógica en el conflicto en Ucrania. Y tal vez ese sea el resultado final que habrá de producirse, es decir Rusia terminará ganando la guerra sin obtener todas las metas que se había propuesto.

Para Rusia, la amenaza que en algún momento significaba que Ucrania se incorporara a la OTAN, ahora ha sido sustituida por la amenaza que encarna la decisión de la organización guerrerista occidental de derrotar a Moscú, producir un cambio de régimen e incluso, desintegrarla.

En este sentido, para Rusia, este diferendo, que la obligó a realizar una operación militar especial en salvaguarda de su soberanía e integridad territorial, se ha transformado en un conflicto existencial. Por ello, a partir de los objetivos iniciales que condujeron a la incorporación de cinco provincias de mayoría ruso parlantes que pertenecieron a Ucrania: Crimea, Donetsk, Lugansk, Jerson y Zaporozhie,  que aun sin haber recuperado su territorio a plenitud, conforman el 23% del territorio anterior de Ucrania, se ha pasado a la posibilidad de que Rusia se proponga  ocupar otras 4 provincias, también de mayoría ruso parlante: Odessa, Nikolaiev, Dniepropetrovsk y Járkov que junto a las anteriores configurarían un total de 43% de lo que fue Ucrania.

Esto transformaría a ese país en un Estado disfuncional, no solo porque perdería su salida al mar, sino que también porque Polonia, Hungría y Rumania reclamarían territorios ancestralmente propios, habitados por minorías de esos países.

Para Occidente ha quedado claro que la continuidad de la expansión de la OTAN que comenzó en 1999, siguió en 2004 y pretendió continuar en 2008 con la entrada de Georgia y Ucrania a la organización, no está ni estará exenta de dificultades, como lo atestigua el actual conflicto.

Occidente, que en 2010, en la Cumbre de la OTAN en Lisboa habló de una nueva fase de cooperación con Rusia e incluso de crear una “verdadera asociación estratégica”, ahora supone a Moscú como un enemigo peligroso al que hay que contener y debilitar. Hoy Europa y Estados Unidos consideran a Rusia una “amenaza existencial”. Por eso su apuesta de “todo o nada”. Para Washington la situación es aún peor. Está en juego su credibilidad y su capacidad de proteger. Una derrota en Ucrania tendrá repercusiones estratégicas.

La OTAN no solo perdería el aval de ser una organización que aporta seguridad, sino que el maniqueo discurso de sus líderes en torno a que están librando una confrontación entre “jardín y selva” como la definió Josep Borrell,  Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad o entre “democracia y autocracia” como lo manifestó el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quedaría en entredicho.

En este marco, su objetivo es derrotar a Rusia, debilitándola hasta el punto de que deje de ser una potencia, desmembrándola y desarticulando su capacidad de ser un actor internacional importante y un protagonista del mundo del mañana.

En el contexto, Ucrania ha dejado de jugar un papel principal. Su función es secundaria. En este momento, para Kiev, lo único que cobra valor es una victoria militar, la derrota de Rusia y su expulsión de los territorios que Moscú ha reivindicado como propios después de los referéndums realizados en septiembre de 2022. Kiev ve la salvación y por supuesto el futuro de su existencia en la incorporación a la OTAN y a la Unión Europea, para que así, en los hechos pueda ser un “país occidental”.

Analizado de esta manera , este conflicto está en punto muerto hasta que se produzca la victoria de uno de los contendientes. Hoy, la confrontación ha llegado a un punto de suma cero que encara un “todo o nada” existencial en el que la ocupación de territorios a la viaja usanza dejó de ser relevante para dar paso a la búsqueda del desgasta del enemigo. Es verdad que la guerra se libra en el campo de batalla, pero como nunca antes en la historia,  ahora hay que valorar también que se están enfrentando la capacidad económica del Estado ruso vs. la capacidad económica de Occidente, el potencial productivo de armamentos y municiones de Rusia vs. el de Occidente y la competencia de cada parte para la movilización, capacitación y puesta en plena disposición combativa de las tropas. No hay que olvidar que “ la guerra es la continuación de la política” y que “la política es la expresión concentrada de la economía”.

Y en esta lógica, Rusia ha sacado la mejor parte y está ganando la guerra. Ha fortalecido sus líneas defensivas hasta hacerlas impenetrables. Ucrania ha pagado un alto costo. Se calcula en 45 mil las bajas definitivas desde el comienzo de la “contraofensiva” hace tres meses, cifra a la que hay que agregar decenas de miles de heridos y un número muy alto de armamento y equipos destruidos en el intento frustrado de vulnerar el sistema de defensa creado por Rusia. La llamada “contraofensiva” ucraniana ha sido un total fracaso, hoy ya aceptado por líderes políticos y sobre todo militares, medios de comunicación y tanques de pensamiento occidentales.

La abrumadora superioridad rusa sobre Ucrania en cuanto a la potencia de fuego (misiles, artillería y aviación) y su preminencia en relación a la capacidad de movilización de tropas, han establecido una distancia muy difícil de superar. Ni siquiera el mil millonario apoyo económico, financiero, y logístico de Occidente ha podido cambiar la ecuación.

El resultado de la guerra vendrá dado por los efectos del desgaste, las capacidades logísticas, de armamento, equipos, por las potencialidades que se tengan para la reposición del recurso humano, pero también por las posibilidades de la economía y la industria de armamento donde la supremacía de Rusia es muy evidente.

Las guerras terminan con un armisticio, una negociación o una derrota y rendición de una de las partes. En la situación actual no hay posibilidad alguna de llegar a un tratado de paz. Las acuerdos que se hubieron podido hacer a partir de los Protocolos de Minsk en 2014 o las negociaciones ruso-ucranianas de marzo del año pasado, ya no son posibles. En uno y otro caso fueron torpedeadas por Occidente y utilizadas para fines que nada tenían que ver con la paz. Los objetivos de los dos bandos en pugna son absolutos al tiempo que cada parte entiende que está en juego su existencia.

Hoy, el tema territorial es irreconciliable, lo cual amenaza con una guerra larga que terminará con la derrota y rendición de una de las partes (muy presumiblemente de Ucrania, dado el estado de su economía). Todo ello traerá consecuencias para los contendientes, para la región y para el mundo.

X: @sergioro0701

Por Aleksandr Dugin

Lo ocurrido en la XV Cumbre de los BRICS en Johannesburgo es verdaderamente histórico. Aunque el Presidente de Rusia, fundador de los BRICS, no haya participado en ella, no deja de ser un punto de inflexión en la historia moderna. El orden mundial está cambiando ante nuestros ojos. Repitamos el significado de los cambios tectónicos en curso.

Inicialmente, «BRIC» era un acrónimo de cuatro países -Brasil, Rusia, India, China- que el economista Jim O’Neill propuso en 2001 para resumir las características de países con economías en activo desarrollo que pretenden alcanzar al Occidente desarrollado en una serie de parámetros fundamentales. En este sentido, los países BRIC han pasado a entenderse como lo que Immanuel Wallerstein denominó «países semiperiféricos». En la concepción del sistema-mundo de Wallerstein, el mundo se dividía en tres zonas:

  1. El núcleo (el Occidente rico),
     
  2. La semiperiferia (es decir, los BRIC), y
     
  3. La periferia (el Sur pobre).

El propio Wallerstein, en el espíritu de la ideología trotskista, predijo el colapso de los países de la semiperiferia. Las élites, en su opinión, se integrarían en el sistema occidental (un ejemplo típico es la oligarquía rusa, así como los magnates financieros de la India y en parte de China). Y las masas oprimidas y arruinadas por estas élites se verían obligadas a deslizarse hacia el proletariado mundial, es decir, a igualarse con la periferia. En este concepto, la migración mundial es el principal motor de esta estratificación de la semiperiferia en una élite colonial que aspira a convertirse en el núcleo (es decir, a unirse a Occidente) y una subclase internacional, donde los emigrantes laborales se igualarán y mezclarán con la empobrecida población local.

Otra definición de los países BRIC es la de «segundo mundo». De nuevo, el «primer mundo» es el Occidente rico y el «tercer mundo» son los países irremediablemente atrasados. El «segundo mundo» es estrictamente intermedio: viven mucho mejor que el tercer mundo, pero están muy por detrás del «primer mundo».

Así que los países BRIC dieron muestras de autoconciencia y en 2006, por iniciativa del presidente ruso Vladimir Putin, decidieron formar un club de países del «segundo mundo» o «semiperiféricos».

Resultó que los BRIC se basaban en cuatro civilizaciones:

  1. Brasil, que es una civilización distintiva de Iberoamérica;
     
  2. Rusia-Eurasia (al fin y al cabo, los eslavófilos y euroasiáticos entendían Rusia como una civilización independiente, un estado-mundo);
     
  3. India y;
     
  4. China, cuya identidad civilizaciones y antigüedad no plantean ningún interrogante.

Así que resultó que los países de la semiperiferia o del segundo mundo no son sólo un cierto nivel de desarrollo económico o una etapa en el camino de la modernización según las líneas occidentales, sino civilizaciones antiguas y bastante distintivas. Así, muchos vieron la creación del BRIC como un club multipolar y, por tanto, como una confirmación de la razón de Samuel Huntington, que predijo un retorno a las civilizaciones y un sistema multipolar en el futuro, que sustituiría a la división bipolar del mundo (sobre el principio de campo socialista/campo capitalista) en lugar del mundo unipolar proclamado por liberales y globalistas («el fin de la historia» de Fukuyama, principal oponente de Huntington).

Cuatro civilizaciones o Estados-Civilización (Zhang Weiwei) se unieron al BRIC en la primera etapa. Y el principio de la asociación era situarse fuera de la zona de influencia dominante de la hegemonía occidental. Cada una de las civilizaciones tenía sus propias justificaciones fundamentales para su propia soberanía:

  • La economía, el sistema financiero y la demografía de China;
     
  • India también economía, demografía y alta tecnología;
     
  • Rusia – recursos, armas nucleares y una historia política de obstinada afirmación de la soberanía frente a Occidente;
     
  • Brasil – economía, industria y demografía.

En un principio, el BRIC se mostró muy cauto y amante de la paz, pero de algún modo se ha presentado discretamente como pilar de una alternativa a la unipolaridad, rechazando la rígida hegemonía del «Occidente colectivo» (la OTAN y otras organizaciones rígidamente unipolares dominadas por Estados Unidos). Mientras que la civilización occidental se autoproclamaba como la única -la civilización en singular-, que es la esencia del globalismo y la unipolaridad, los países BRIC representaban civilizaciones soberanas e independientes, diferentes de Occidente, con una larga historia y un sistema de valores tradicionales completamente original. Y el club multipolar ha expresado así su determinación de defender este estado de cosas en el futuro.

Al mismo tiempo, cada uno de los países BRIC es algo más que un país.

Brasil, la mayor potencia de Sudamérica, representaba a todo el continente iberoamericano.

Rusia, China e India tienen por sí solas la escala suficiente para ser consideradas civilizaciones. Pero también son más que Estados-nación.

Rusia es la vanguardia de Eurasia, el «Gran Espacio» euroasiático.

China es responsable de una zona importante de las potencias vecinas de Indochina. El proyecto «Un cinturón, una ruta» traza con precisión la zona de influencia en expansión del polo chino.

India también está extendiendo su influencia más allá de sus fronteras, al menos hasta Bangladesh y Nepal.

Cuando Sudáfrica se unió a los países BRIC en 2011 (de ahí el acrónimo BRICS: la «C» al final de Sudáfrica), el continente quedó simbólicamente representado por este país africano de mayor tamaño.

Pero el acontecimiento más importante en la historia de los BRICS tuvo lugar en la XV Cumbre, celebrada del 22 al 24 de agosto de 2023 en Johannesburgo. Aquí se tomó la decisión histórica de admitir a 6 países más en la organización: Argentina, Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos. Cada uno de estos países, al ingresar en el club multipolar, trajo consigo algo mucho más que otra solicitud de participación en asociaciones internacionales, que ya abundan sin el BRICS.

La adhesión de cuatro potencias islámicas -el Irán chií y la Arabia Saudí suní, los EAU y Egipto- fue fundamental. De esta forma, se consolidó la participación directa en el mundo multipolar de toda la civilización islámica, representada tanto por la rama suní como por la chií.

Además, junto con Brasil de habla portuguesa, Argentina de habla hispana, otra potencia fuerte e independiente, se unió al BRICS. Ya a mediados del siglo XX, los teóricos de la unificación de Sudamérica en un gran espacio consolidado –sobre todo el general argentino Juan Perón y el presidente brasileño Getúlio Vargas– consideraban el acercamiento de Brasil y Argentina como el acorde decisivo de este proceso. De lograrse, el proceso de integración de la ecúmene iberoamericana (A. Buela) sería irreversible. Y esto es exactamente lo que está ocurriendo ahora en el contexto de la adhesión de las dos principales potencias de América del Sur -Brasil y Argentina- al club multipolar. No es casualidad que los globalistas se enfurecieran tanto ante el mero hecho de la adhesión de Argentina a los BRICS, movilizando a todos sus agentes de influencia en la política argentina para impedirlo.

La aceptación de Etiopía es también altamente simbólica. Es el único país africano que se ha mantenido independiente durante toda la época colonial, preservando su soberanía, su independencia y su cultura única (los etíopes son el pueblo cristiano más antiguo). Junto con Sudáfrica, Etiopía refuerza su presencia en el club multipolar del continente africano.

De hecho, en la nueva composición del BRICS obtenemos un modelo completo de unión de los 6 polos – civilizaciones, «Espacios Mayores» que sólo existen en el planeta. Con la excepción de Occidente, que sigue desesperado por preservar su hegemonía y su estructura unipolar. Pero ahora no se enfrenta a países dispares y fragmentados, llenos de contradicciones internas y externas, sino a una fuerza unida de la mayoría de la humanidad, decidida a construir un mundo multipolar.

Este mundo multipolar está formado por las siguientes civilizaciones:

  1. Occidente (EEUU+UE y sus vasallos, lo que incluye, por desgracia, al otrora orgulloso y original Japón);
     
  2. China (+Taiwán) con sus satélites;
     
  3. Rusia (como integradora de todo el espacio euroasiático);
     
  4. India y su zona de influencia;
     
  5. América Latina (con el núcleo de Brasil+Argentina);
     
  6. África (Sudáfrica+Etiopía, con Malí, Burkina Faso, Níger, etc., saliendo de la influencia colonial francesa).
     
  7. Mundo islámico (en sus dos versiones: Irán chiíta, Arabia Saudí suní, EAU, Egipto).

Así pues, tenemos la estructura del mundo heptapolar, compuesto por 7 civilizaciones de pleno derecho, algunas de las cuales ya están plenamente formadas (Occidente, China, Rusia, India) y otras (el mundo islámico, África, América Latina) están en camino.

Al mismo tiempo, en el contexto del mundo heptapolar, una especie de heptarquía emergente, una civilización -la occidental- reclama la hegemonía, mientras que las otras seis le niegan este derecho, aceptando sólo un orden multipolar y reconociendo a Occidente como sólo una de las civilizaciones, junto con otras.

Así pues, la razón de Samuel Huntington, que veía el futuro en el retorno de las civilizaciones, se ha confirmado en la práctica, mientras que la falacia de la tesis de Fukuyama, que creía que la hegemonía mundial del Occidente liberal (el fin de la historia) ya se ha alcanzado, se ha hecho evidente. Por lo tanto, a Fukuyama sólo le queda dar lecciones a los neonazis ucranianos, la última esperanza de los globalistas para detener el inicio de la multipolaridad, por la que hoy lucha Rusia en Ucrania.

Agosto de 2023 puede considerarse el cumpleaños del mundo multipolar -y aún más precisamente heptapolar-.

La heptarquía ya está aquí. Ya es hora de examinar más de cerca cómo interpretan los propios polos civilizacionales la situación en la que se encuentran.

FUENTE Geopolitika.ru

https://www.geopolitika.ru/es/article/un-mundo-heptapolar

La gobernanza china es muy paciente, planifica a largo plazo y, si hace falta, corrige y se adapta. Aquí, da igual, esté quien esté en el gobierno, se siguen aplicando las mismas recetas, ya caducadas y fracasadas

— Los BRICS celebran una cumbre marcada por la ampliación de un bloque que pretende desafiar la hegemonía de EEUU

Por Juan Laborda para el Diario.es

La palabra BRICS —Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica— fue una ocurrencia que allá por los años 90 se sacó de su chistera el economista de Goldman Sachs Jim O’Neill para referirse a aquellos países emergentes cuya actividad económica, sobre todo industrial, no paraba de crecer, y que, poco a poco, ganaban peso en la economía global. Sin embargo, nadie por aquella época fue capaz de prever lo que ya son hoy en día, no solo desde un punto de vista económico, sino, y, sobre todo, geopolítico, un contrapoder en toda regla a la hegemonía occidental de los dos últimos siglos.

El nexo en común que une a todos ellos, tanto a los países que inicialmente formaban parte del acrónimo BRICS, como aquellos que hace unos pocos días han decidido que se les unirán el año que viene —Irán, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Argentina, Egipto y Etiopía— es su hartazgo de los países occidentales, muy especialmente del dominio blanco y anglosajón. Nos perciben como imperialistas, cínicos, racistas, y con una moralina barata alrededor de un término manoseado hasta niveles nauseabundos, la democracia. Y ahí tienen razón. Nuestras democracias han devenido en Totalitarismos Invertidos, donde al final unas élites económicas y burocráticas acaban imponiendo sus deseos al resto de la ciudadanía. Y todo ello en nombre de lo que “es correcto”.

Pero por encima de todos ellos destaca por su pujanza económica, tecnológica, educativa, y militar, China. En el momento actual ningún país occidental puede hacer frente a la gobernanza china. La perversión política, económica y social en que se han convertido nuestras democracias —sociedades donde se expande sin freno la desigualdad, en beneficio de unas élites caprichosas y egoístas, y donde hay un claro empeoramiento de las condiciones de vida, sobre todo de los más jóvenes— sin duda alguna lo ha facilitado. Además, la gobernanza china es muy paciente, planifica a largo plazo, y, si hace falta, corrige y se adapta. Si ha habido errores, no duda en cambiar de dirección con tal de conseguir los objetivos de largo plazo. Aquí, da igual, esté quien esté en el gobierno, se siguen aplicando las mismas recetas, ya caducadas y fracasadas. Todo por favorecer ciertos instintos de clase.

La política económica de China

Los últimos 150 años son, en la interpretación china, un paréntesis del que han aprendido los errores. Bajo esta interpretación, lo que estamos viendo se puede resumir en una frase: “China is not emerging. It is re-emerging”. Nadie, ni siquiera los Estados Unidos, puede competir con un país con un desarrollo tecnológico, como es el caso de China, que además tiene un control estatal de la tierra, de la banca y una planificación estratégica de largo plazo. Solo un conflicto de orden militar puede frenar aquello que es inevitable. Por eso, en beneficio de toda la humanidad, lo más sensato es asumir la nueva realidad multipolar y cooperar.

Donde sin duda la visión de largo plazo del país del lejano Oriente ha quedado perfectamente plasmada es en la política económica. Para entender las expectativas de futuro en los distintos ejes de la política de China, es fundamental aproximarse a Xulio Ríos y su Observatorio de la Política China. Ríos nos recuerda cómo a mediados de diciembre de 2020 tuvo lugar la Conferencia Central sobre Trabajo Económico, que se vio complementada con la celebración de la primera Conferencia Central sobre el Trabajo relacionado con la Gobernanza Integral, que se celebró entre el 16 y el 17 de noviembre de ese mismo año. Ambas piezas formaban parte de una misma agenda que marcaba el rumbo de China en los próximos años tanto en lo político como en lo económico.

Según Xulio Ríos lo más llamativo era la brutal crítica que desde el gobierno se hacía a los gigantes nacionales de Internet “por estar demasiado concentrados en el éxito rápido y obsesionados con monetizar su gran base de usuarios cuando lo que deberían hacer es invertir en innovación tecnológica y obtener mayores beneficios dentro de ese sector”. Se les conminaba además a que “hicieran más por asumir la responsabilidad en la promoción de la innovación en ciencia y tecnología, fundamental responsabilidad social de ese tipo de empresas”. Y reiteraba la importancia de los nuevos reglamentos en curso para “erradicar el monopolio de la industria, con 27 empresas, entre ellas Alibaba, Tencent y JD.com en la lista”. Todo ello coincidió con la reunión del Buró Político del 11 de diciembre de ese mismo 2020 en la que se subrayó el “papel estratégico de la ciencia y la tecnología”, al tiempo que se pidió el “fortalecimiento de los esfuerzos antimonopolios y la prevención de la insalubre expansión del capital”.

En paralelo, cabe destacar igualmente el incremento de la vigilancia sobre los casos “demasiado grandes para fracasar”, multiplicando los controles para evitar riesgos sistémicos asociados a las empresas tecnológicas y el mercado de micropagos. Se trataba de una estrategia diseñada para fortalecer los esfuerzos antimonopolio y la prevención de una “insalubre expansión de capital”. En la Conferencia Central de Trabajo Económico se enunció el objetivo de fortalecer las tecnologías estratégicas nacionales con esfuerzos que incluían aprovechar al máximo el papel del Estado en la organización de las principales innovaciones científicas y tecnológicas. Es decir, el sector público iba a desempeñar en el futuro un papel de mayor significación en este ámbito. Las iniciativas del PCCh apuntaban claramente a limitar el poder de las grandes empresas privadas del sector a través del impulso de regulaciones restrictivas que afectarán tanto a su tamaño como a sus actividades a fin de que no pongan en riesgo ni la seguridad financiera, ni económica, ni política del país.

Desde el país del lejano Oriente decidían meter mano sin titubear en dos temas que constituyen ya un cáncer en Occidente: la financiarización de la economía y las empresas demasiado grandes para quebrar. No se permite, ni se va a permitir, monetizar beneficios a costa de inversiones futuras en ciencias y tecnología, y tampoco se permitirá que las empresas alcancen un tamaño que ponga en riesgo la seguridad financiera, económica y política de China. Sin duda han estudiado juiciosamente las debilidades de Occidente y han aprendido la lección. ¿Nosotros? ¡Me temo que aún no! Los intereses de clase mandan.

Fuente El Diario.es

Link: https://www.eldiario.es/opinion/zona-critica/inexorable-periodo-hegemonia-china_129_10475930.html

“Si Argentina no ingresa a los BRICS se perderán los próximos 50 años”


La afirmación es del analista geopolítico Carlos Pereyra Mele. Con él y otros especialistas, el programa Redacción Abierta analizó la importancia de la incorporación al bloque de países.

El 1 de enero de 2024 Argentina ingresaría a los Brics. Además de nuestro país, otros cinco lo harán, se trata de Egipto, Etiopía, Arabia Saudita, Irán y Emiratos Árabes. Hasta el momento, el bloque está conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. 

¿Qué son los BRICS? ¿De qué sirve a Argentina esta inclusión? Para responder estas preguntas y comprender qué significa este ingreso, el programa Redacción Abierta invitó a Eduardo González Olguin, Licenciado en Economía y docente de la UNC; Marcelo Taborda, analista internacional; y Carlos Pereyra Mele, analista geopolítico.

“Esto es entrar al mundo. Es una puerta muy grande a la política económica de China, que se convertirá en una potencia hegemónica. Es realmente entrar al escenario grande por la posibilidad económica que se abre”, sostuvo González Olguín. 

“Es un cambio histórico y además tectónico, algo que ocurre cada siglo o siglo y medio. Los Brics son los representantes de las potencias emergentes, poderes que surgen por fuera del escenario de occidente. Es el sur global que se está lanzando al mundo, que hasta hace unos años era ninguneado por G7”, explicó Pereyra Mele.

Según detallaron los especialistas, respecto de la importancia económica del bloque, a principio del Siglo 21 el G7 representaba el 70% del PBI mundial, hoy el 32%. mientras que los Brics representaban el 5%, hoy el 32,6%. 

“Los Brics con las nuevas incorporaciones, lograron aglutinar el 80% de los recursos petrolíferos y gasíferos del mundo”, detalló el analista geopolítico.

Por su parte, Taborda insistió que hay que destacar esta integración y ser parte de un escenario mayor, además de valorar este momento histórico donde otros grupos están perdiendo espacio y lo seguirán perdiendo según todas las estimaciones para 2050. 

No obstante, los candidatos presidenciales de la oposición rechaza la oportunidad de esta incorporación. Por un lado Javier Milei, dijo: “No nos vamos a alinear con comunistas”;  por otro, Patricia Bullrich, expresó: “Argentina bajo nuestro Gobierno no estará en Brics”.

“Hablar de China o Rusia como comunistas es un anacronismo total, suelta a panfletos o discursos efectistas para ganar adherentes. Y respecto a Bullrich, queda evidente la doble vara con la que se mide el asunto, ya que cuando ellos fueron Gobierno hablaban de la China milenaria”, señaló el analista internacional. 

“Sería paradójico que un  gobierno de derecha, proempresario, terminé embromando al sector empresario e industrial, que incluso se manifestó a favor. Es un mercado de más de 3 mil millones de personas”, dijo el economista.  

También, en relación a estas posturas, Pereyra Mele afirmó: “Es una oportunidad histórica, la incorporación implica integrar el nuevo sistema mundo, en el que la disputa es geopolítica. Si Argentina no ingresa a los BRICS se perderán los próximos 50 años. En ese caso, las próximas generaciones se olviden de las posibilidades de crecimiento y desarrollo. El otro bando -al que dice pertenecer la oposición- hasta ahora sólo nos han ofrecido endeudamiento, más crisis y más ajuste”. 

Links del Video de la entrevista realizado por el Programa “Redacción Abierta” en Canal 10 de la Tv abierta de la Universidad Nacional de Córdoba (Cba24n):

https://www.cba24n.com.ar/medios/canal-10/redaccion-abierta/-si-argentina-no-ingresa-a-los-brics-se-perderan-los-proximos-50-anos–_a64ee93a97ce9ee4ffde5d02e

EL INGRESO DE ARGENTINA A LOS BRICS Y LA CUMBRE DE JOHANNESBURGO es el gran tema geopolítico del momento, que el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, en su columna del Club de La Pluma, aborda con todo detalle, señalando que el histórico acontecimiento, con repercusiones tectónicas en el mundo, ha señalado a Argentina el lugar donde debe estar. También que “el futuro ha llegado” y que es el momento histórico de dejar de ser dependientes de Occidente y de abandonar su sistema neocolonial, donde somos un simple proveedor de materias primas, a cambio de casi nada. Además de que con el Sur Global podemos comenzar a resolver una deuda externa impagable e infinita, También enfatiza que el país debe subirse al tren de los Brics para ser artífice de la nueva historia del mundo, toda vez que las naciones más ricas y productivas del organismo han confiado muy especialmente en Argentina, más allá de los ridículos agoreros que quieren asustarnos con los fantasmas huecos y gastados del comunismo y las autocracias.

AUDIO:

Y nos recuerda que la decisión de ser parte de los Brics depende ahora de los ciudadanos y que ella no puede quedar en manos de personajes siniestros y retardatarios que deliran con una neoesclavitud del siglo 19 al servicio del poder anglosajón, que viene desde entonces usufructuado todas nuestras riquezas y dejándonos solo deudas y miserias. Por ello nos alienta con: ¡¡Argentinos a las cosas!! Que es tiempo de ponernos en marcha. Que entendamos la realidad. Que tenemos un escenario de futuro donde el Sur Global ya está conformando un nuevo sistema mundo. Y que ese nuevo orden nos brinda un horizonte de oportunidades.

En cuanto a la Cumbre de los Brics, Carlos profundiza en la dimensión del movimiento tectónico que ha producido, a la vez que desmenuza la concentración -entre sus miembros- de la mayoría de la producción de energías y de reservas naturales del mundo, mientras analiza con datos y fechas, el espectacular ascenso del Sur Global y la desesperante caída de los registros económicos de Occidente y del G7 en los últimos 20 años.

También nos deja muy interesantes reflexiones:

  • Los Brics son el símbolo de la insubordinación y de la rebelión a los poderes históricos de los últimos 200 años.
  • La Cumbre de Los Brics significa la ruptura total y absoluta del modelo implementado en los 90 por EEUU y sus socios.
  • Es un organismo que día a día va sumando propuestas de naciones que quieren ingresar en él.
  • La cumbre ha sido el certificado de defunción del mundo unipolar y del neocolonialismo del norte sobre el sur.
  • El mito de Francis Fukuyama sobre “El Fin de la Historia” y del imperio eterno de EEUU se ha derrumbado. Lo que viene ahora es “Otra nueva Historia”
  • Esto demuestra que la historia no se detiene, que la historia depara sorpresas y que la historia da revanchas
  • No se trata de un milagro ni de ninguna magia. Es la evolución de la geopolítica global, anticipada paso a paso por Dossier Geopolítico desde hace tres lustros.

Eduardo Bonugli (Madrid, 27/08/23)

Finalmente y luego de muchas idas y venidas, operaciones cruzadas y  filtraciones dudosas, la cumbre de los BRICS de Johannesburgo concluyó con la propuesta de ampliar con 6 miembros más este espacio de cooperación mundial conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. A partir del 1º de enero de 2024 se sumarían Arabia Saudita, Argentina, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán.

Por Gabriel Merino Analista Internacional que autoriza su publicacion en Dossier Geopolitico

Se ‘sumarían’ está potencial porque lo de Argentina está por verse. Tanto Javier Milei y Patricia Bullrich, dos de los tres principales candidatos presidenciales,  dijeron en plena campaña electoral que ‘rechazarían’ la incorporación a un club en el que más de 30 países hacen cola para entrar. Un acto más de demostración de una profunda ceguera ideológica propia de una reacción conservadora que se presenta, como en otros momentos históricos, bajo el ropaje de la ‘libertad’ para justamente coartar libertades a los individuos, a los trabajadores y a la nación en la defensa de sus intereses.

Los BRICS son un espacio o foro vinculado al Sur Global y a las potencias emergentes o re-emergentes de dimensiones continentales –salvo Sudáfrica que sumó después, en 2011. Constituye un espacio fundamental del nuevo escenario geopolítico progresivamente multipolar (con ciertos rasgos bipolares), lo cual es una de las dimensiones de la crisis de la hegemonía estadounidense. De hecho, un elemento que reúne a este espacio heterogéneo, con diferentes modelos políticos y económicos y que está lejos de ser un bloque, es el rechazo al mundo unipolar y al excluyente dominio occidental. Es ante todo un foro de cooperación económica y social, pero también un espacio político que está diciendo, especialmente después de la gran crisis económica de 2008/2009, que las reglas de juego no las pueden poner solamente el 1% del 10% de la población mundial, representada en los grupos dominantes de los países del G7 y en los centros financieros del Norte Global.

Esta convergencia es lo que explica que en la cumbre de Sudáfrica, además de la ampliación de los BRICS, se hayan planteado algunos pasos para avanzar en una arquitectura monetaria-financiera mundial alternativa (no necesariamente contrapuesta) a la del Dólar-Reserva Federal, Wall Street y Londres, que permita quebrar los mecanismo estructurales de transferencia de riqueza de la periferia al centro. Apuntan a ello el fortalecimiento y la ampliación del Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS y el otorgamiento de créditos en monedas de los países miembros, junto con los avances de los intercambios comerciales también en monedas propias. Además, se oficializó que se estudiará la conformación de una moneda de referencia de los BRICS. No es algo nuevo, sino que se plantea desde 2014, pero cada vez tiene más fuerza.

También hay que destacar que con la incorporación de los nuevos miembros, los BRICS reunirán cerca del 46% de la población mundial (suma 4% más con las seis incorporaciones) y casi el 36% del  PIB global (PPA). Además, los BRICS+ sumados representan el 40% de la producción total de gas y el 45% de la de petróleo, lo que hace temblar el petro-dólar. Por su parte, Argentina agrega un enorme potencial en términos energéticos (como también en minerales estratégicos), además de la importancia relativa que tiene en la producción mundial de alimentos, su influencia regional en alianza con Brasil y los países del MERCOSUR, y por tener una economía de ingresos medios cuyo PIB ocupa el puesto 24º en términos nominales y el 29º a paridad de poder adquisitivo.

Hay un conjunto de preguntas que resultan clave en el abordaje del escenario político y económico mundial actual ¿Por qué a partir de la Pandemia y de la gran escalada que se produjo en el conflicto en Ucrania, hay un enorme listado de alrededor de 30 países con intenciones de integrarse al BRICS? ¿Por qué un espacio multilateral de los poderes emergentes que desafían (más allá de sus intenciones) el viejo ordenamiento mundial bajo dominio de Estados Unidos y del Occidente geopolítico acaba de sumar a 6 países?¿Por qué es importante el ingreso de Argentina y qué elementos contribuyen a eso?

Resulta evidente que esto indica un fortalecimiento de los actores/fuerzas que se encontraban subordinados en el sistema mundial y en su ordenamiento geopolítico. Los BRICS expresan esta insubordinación de la semiperiferia (los también llamados países de ingresos medios) frente al viejo centro o núcleo orgánico del capitalismo mundial que dominan la tecnología avanzada, el comercio mundial y las finanzas, reforzado por su poder militar. En términos políticos, representa un avance relativo de las potencias regionales y medias que se traduce en una vertiginosa redistribución del poder mundial. Ello se aceleró con la Pandemia (también con la escalada en la guerra mundial híbrida a partir de la guerra en Ucrania), que actuó como catalizador acelerando las tendencias fundamentales de la transición de poder mundial, como el ascenso relativo de los poderes emergentes.

Intercambio comercial y nueva realidad económica

Argentina y la región, necesariamente, forman parte de ese proceso socio histórico de cambio estructural, donde la región de Asia del Pacífico y el Índico, encabezada por China, es el gran motor de la economía mundial, y es prácticamente el único que realmente funciona. El comercio exterior argentino refleja año a año esta transformación de lo que Robert Cox llama la estructura histórica del orden mundial: una configuración particular de fuerzas que incluyen ideas, instituciones y capacidades materiales.

Un dato central en esta última dimensión es que el intercambio comercial de Argentina con Estados Unidos y la Unión Europea suma 23% y llega a poco más del 25% si se toma también Canadá y México (USMCA). En comparación, el intercambio comercial con Brasil, China e India, tres socios clave del BRICS, representa el 36% del total; y si consideramos el conjunto del MERCOSUR y la ASEAN (Asociación de Naciones de Asia sudoriental), en donde se encuentran otros importantes postulantes al BRICS, la suma llega al 46,5%.

En otras palabras, el mundo emergente ya es parte central de la realidad económica de Argentina, lo cual se refleja en muchas otras dimensiones, como en los 17 grandes proyectos de inversión de China en el país acordados o re-acordados en las últimas reuniones, o también en la utilización de yuanes para hacer frente a una situación extrema de restricción externa por la sequía y pagos bajos presión al FMI, en el cual Beijing terminó convirtiéndose temporalmente en prestamista de última instancia.

La tendencia es a que sea cada vez más importante e intentar frenar eso –como proponen los Milei y los Bullrich o como se ha hecho en buena medida desde hace casi 10 años– sólo trae como resultado un mayor estancamiento y periferialización nacional. En lugar de haber continuado y profundizado el salto cualitativo de cara al mundo emergente a partir de 2014, de la mano del fortalecimiento de la autonomía nacional y regional, Argentina y la región entró a partir de esos años en un pantano del que no logra salir.

Los números importan en tanto nos permiten representarnos la realidades que nos circundan, dimensionar magnitudes y trazar mapas mentales. En una nota de hace unos meses atrás sobre el tema, titulada Del G7 a los BRICS: sobre el cambio estructural en el mapa del poder mundial, señalé que en 1982 los países del G7 (Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia y Japón) representaban el 50% de la economía mundial medida a paridad de poder adquisitivo (PPA) —que nos permite medir el nivel de vida real de las personas y la producción real de bienes y servicios— o reunían el 70% del PIB mundial en términos nominales —que es lo que le interesa al capital. En otras palabras, el dominio económico del Norte Global representado en esos siete países era contundente hace 40 años. Además, sus grandes empresas, sus redes financieras y tecnologías controlaban el conjunto de economía-mundo; y en términos ideológicos dichos países eran las sociedades a emular y portaban la geocultura dominante, que había subsumido a las grandes culturas universales.  La ya desaparecida URSS o la propia China aparecían como gigantes en otras dimensiones —en términos militares,  territoriales o demográficos. Por su poder, tenían un lugar en la mesa de las grandes potencias, pero no representaba un desafío sistémico.

Los países que hoy conforman los BRICS en 1982 representaban apenas el 10% de la economía mundial a precios de poder adquisitivo y mucho menos si la medición la hacemos en términos nominales. Sin embargo, sólo cuatro décadas después –un instante en términos históricos– los BRICS superaron a los países del G7 en el PBI (PPA) mundial, 32% a 31% respectivamente. Claro que ahí el que pesa sobre todo es China, pero India aparece en el tercer puesto (luego de EE.UU.), Rusia en el quinto y Brasil en el octavo. Por otro lado, si bien la brecha todavía es importante en términos del PIB nominal a favor del G7, 44% a 27% respectivamente, esta se va achicando de forma acelerada.

En otras palabras, hay una enorme transformación geoeconómica del sistema mundial que forma parte de una tendencia secular que se profundiza año a año y va necesariamente de la mano con la redistribución del poder mundial. De hecho, según el FMI, entre China (aun con sus ‘problemas’ económicos a la salida de la pandemia) e India explicarán este año ¡la mitad! del crecimiento global35% y 15% respectivamenteen tanto Europa 7,1% y el conjunto del continente americano que incluye a EEUU 13,7%. Hoy son los motores que verdaderamente andan.

La nueva realidad geopolítica mundial

Durante la Cumbre de los BRICS de 2014 en Fortaleza, Brasil, ya comenzaba a hablarse de BRICSA, por la posible incorporación de Argentina. El país bajo el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner estaba bajo la embestida de los Fondos Buitres, lo que obligó a una especie de default declarado por la propia justicia estadounidense. Ello iba de la mano de fuertes presiones del Occidente geopolítico y del poder financiero global en la región. La caída de los precios de las materias primas, la aparición de la Alianza del Pacífico que fracturó UNASUR y el desarrollo de importantes tensiones al interior de las propias fuerzas nacionales populares por el rumbo a seguir, marcaban un escenario de debilidad.

En ese contexto, Argentina acordó una Asociación Estratégica Integral con China, junto a un swap en yuanes de 11.000 millones de dólares y varios proyectos de infraestructura. Además, participó junto a los demás países de UNASUR, de la cumbre mencionada, en la que se crearon dos organismos financieros internacionales. Un Nuevo Banco de Desarrollo con un capital inicial de 100.000 millones de dólares (que en un símbolo de reparación histórica hoy preside Dilma Rousseff, anfitriona de dicha cumbre de 2014 y luego desplazada por un golpe). Y un fondo mediante un Acuerdo de Reservas de Contingencia (símil FMI) con un capital inicial de 50.000 millones de dólares, para hacer frente a problemas de balanza de pagos, corridas, etc. Claramente estaba surgiendo al calor de un nuevo momento geopolítico mundial —que coincide con el inicio de la guerra en Ucrania en abril de 2014— una incipiente nueva arquitectura financiera mundial de los países emergentes, paralela a la arquitectura creada luego de la Segunda Guerra Mundial, y dominada por Estados Unidos y el Occidente geopolítico.

Si bien la idea de la incorporación de Argentina a los BRICS en ese entonces era menos real de lo que llegó a decirse —incluso por la propia oposición de la cancillería brasileña al respecto que, en buena medida, ahora también se oponía pero fue contrarrestada por la enorme voluntad y trabajo de  Lula—, lo cierto es que forma parte de un proceso lógico. La posibilidad de construir un polo de poder en el sur del continente Americano, desde el cual participar con voz propia en un escenario relativamente multipolar y de creciente regionalización, implica a la vez converger con el mundo emergente ya que ello supone la construcción de otro ordenamiento mundial. Es decir, lo que atrae de los BRICS a las fuerzas político sociales del Sur Global es la necesidad de redistribuir el poder y la riqueza mundial y democratizar el sistema en términos reales.

Las reglas de juego fueron escritas por Occidente cuando se encontraba en la cúspide de su poder mundial, luego de conquistar el 84% del territorio del planeta —dominio que continuó bajo un formato neocolonial luego de 1945. Pero hoy en día eso ya no es así, los grandes espacios continentales y las grandes culturas otrora subordinadas ahora quieren discutir un nuevo ordenamiento y participar en la redacción de las reglas de juego. A partir de allí, incluso sin quererlo, impulsan un cambio sistémico.

Tampoco se debe olvidar que también existen las contratendencias, lo cual se expresa como lucha político estratégica mundial y en los patios traseros en particular. Ello atraviesa cada territorio y se expresa de forma molecular. En América del Sur las batalla por intentar avanzar en función de los intereses nacionales adquiere una relevancia central. Es lo que se juega en las actuales elecciones en Argentina, aunque esa es solo una de las dimensiones en que se produce la disputa. No debemos olvidar que, al igual que algunos personajes porteños, Bolsonaro asumió como soldado clave de la cruzada Occidental contra la amenaza comunista china y su vicepresidente terminó declarando su “matrimonio inevitable” con Beijing. Por esas vueltas que da la vida, “o mito” volvió al final de su mandato a los BRICS con el caballo cansado. Derecha desembozada y extrañamente anti-mercado tomar nota.

Tampoco es tan sencillo que funcionen las estrategias que intentan promover contratendencias. Mientras en Washington y en el Occidente geopolítico calcularon que el Covid-19 iba a hacer colapsar China, comparándolo con lo que fue el desastre de “Chernóbil” para la URSS o analizan que una guerra en Ucrania iba a “desequilibrar y sobre extender” a Rusia, con la posibilidad de que colapse el “régimen de Putin”, la realidad señala otro rumbo. Por eso el centenario y lúcido cuadro imperial Henry Kissinger advierte sobre la nueva situación, muy distinta al de la Guerra Fría bajo la etapa de Hegemonía estadounidense, e insiste en la necesidad de aceptar las nuevas condiciones en el mapa del poder para desde allí elaborar una estrategia eficaz. A los Estados Unidos y a las élites occidentales les cuesta aceptar esta nueva realidad, pero no hacerlo podría ser catastrófico en palabras de Kissinger. Imaginen lo que habrá pensado cuando, luego de ver a Irán y Arabia Saudita retomar los vínculos diplomáticos y establecer acuerdos bajo el auspicio de China, ahora vio al gran aliado saudí junto con su otrora enemigo regional, entrar juntos  a los BRICS.

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