¡¡ LA LUCHA GLOBAL ES ENTRE ATLANTISTAS Y CONTINENTALISTAS !! 

Lo afirma una vez más el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, en su columna del Club de La Pluma, ante los interrogantes que se abren con las cumbres telefónicas de Putin y Trump, y de las que sobresale “el buen feeling” entre ellos. En tanto que considera que la guerra de Ucrania sigue y que no se va a detener sólo por dos conversaciones a distancia. Mientras que define a los Continentalistas como el “Triángulo de Hierro” entre Rusia, China e Irán -sólidamente aliados- más la posible incorporación de la India, mientras que el Atlantismo Occidental -radicalizado y en caótica desconexión- se atrinchera desesperado en Europa para continuar la guerra como sea, con unos líderes sin legitimidad, con personajes monstruosos como Zelensky y con una burócrata que nadie eligió, como Úrsula Von der Layen, que ha impuesto dictatorialmente un rearme de 80 mil millones de euros que liquidarán el “estado del bienestar”, que hundirán el avance tecnológico de los países miembros y todo ello, sin que Europa pueda llegar a ser una potencia militar global.

AUDIO:

En el audio también destaca que:

• Que Trump, con sus cabildeos, estaría haciendo un control de daños ante el evidente derrumbe del imperio estadounidense.

• Que se confirma el suicidio militar de Zelenski en Kurks, que es palmario que NO manda y SÍ obedece a Inglaterra y que ha tratado de “bastardear” las conversaciones de paz, atacando en simultáneo a instalaciones energéticas rusas.

• Qué Putin no aceptará fuerzas de la OTAN en Ucrania, como fantasea Francia y Reino Unido, y que no permitirá una agresión directa Irán, en tanto que se burló -con datos del PIB- de la debilidad económica del G7.

• Que es inmutable la alianza entre Rusia y China, a pesar de las de la prensa imperial, y que el Continentalismo crece regionalmente en África a pesar del terrorismo anglosajón y que hasta en América del Sur se “cuecen las habas” por el auge y éxito de los Brics.

• Que ésta locura belicista global fue instaurada tanto por los demócratas como por los republicanos estadounidenses, con la complicidad de Europa, para intentar mantener inútilmente la hegemonía anglosajona, cuya debacle comenzó en el 2005.

Y reflexiona con que en estos tiempos borrascosos de niebla guerrera, hay que entender al mundo desde la realidad geográfica -como lo establece la ciencia de la geopolítica- y más en ésta transición histórica con cambios tectónicos, en que el ejemplo del desarrollo imparable de nueva Ruta de La Seda confirma el liderazgo global asiático, el del  Sur Global y el los BRICS hacia un nuevo mundo multipolar, a pesar del belicismo, del terrorismo y de la desestabilización desesperada impuesta por Imperio Atlantista que naufraga en sus propias aguas. 

Eduardo Bonugli (Madrid, (23/03/25)

La Ruta de la seda terrestre y maritima para salir del encierro que durante siglos impusieron los Atlantistas (G7) a los Continentalistas BRICS+

Javier Benitez entrevista al Director de Dossier Geopolitico Carlos Pereyra Mele 

La Unión Europea está fundida, y el ‘plan Kallas’ lo dejó al desnudo. La iniciativa de la guerrerista jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, pretendía regar a Ucrania con 40.000 millones de euros. Cuando naufragó, bajó sus pretensiones a 5.000 millones, y tampoco cuajó. Ahora, las dádivas serán a voluntad, para lo que Francia pasa la gorra.

AUDIO:

Misión: pasar la gorra

El ‘mendigo de Kiev’ Volodímir Zelenski se desesperó, cuando el pasado 20 de marzo en la cumbre en Bruselas, vio que los 40.000 millones de euros que, a pedido de Kallas, esperaba como a una mensualidad, se le escurrían como agua entre las manos. Entonces, la ideóloga lanzó a los líderes europeos una contraoferta a la baja: 5.000 millones de euros so pretexto de adquirir 2 millones de cartuchos de munición a corto plazo.

Zelenski pidió de todas las formas posibles a sus socios europeos –hasta con señales de humo– que le dieran la venia, pero Francia, Italia y España, aparte de la habitual Hungría, no lo vieron tan claro y dieron carpetazo al asunto.

Y como no hay dos sin tres, el documento final de la cumbre señala que la Unión Europea está dispuesta a brindar ayuda militar a Ucrania de manera voluntaria, pero acorde a las competencias y capacidades de cada país miembro del bloque.

En este escenario, el primer ministro de Hungría, Viktor Orban, lanzó un mensaje demoledor. «La UE no tiene ni un céntimo; ha gastado todo su dinero. Cuando habla de querer seguir armando a Ucrania, mantener el Ejército ucraniano, financiar el funcionamiento del Estado ucraniano en general o reconstruir Ucrania, lo hace de tal manera que, al sacar la bolsa, no encontrará ni una moneda», aseveró Orban durante una entrevista con un medio local.

Y por si alguien duda de la verdad de las palabras de líder húngaro, la miseria se deja ver en Francia. De los creadores del ‘mendigo de Kiev’, ahora llega ‘el mendigo de París’. Y es que Francia creó cuentas bancarias especiales para los ciudadanos que quieran «invertir sus ahorros en financiar los esfuerzos bélicos» del país, según el ministro de Economía francés, Eric Lombard. Traducido: Francia no tiene ni un céntimo para armas y ha empezado a mendigar dinero haciendo una colecta entre sus ciudadanos. Parece que los sablazos que el Gobierno galo ya les propina a base de impuestos no son suficientes para París.

El Dr. Carlos Pereyra Mele, director de Dossier Geopolítico, entiende que es evidente que hay una falta concreta de proyecto y de plan político de la Unión Europea. «Porque fue rechazado el paquete de esta señora Kallas […] quien quiere arrastrar a todo el continente europeo a un conflicto […] Ahora estamos viendo la realidad. Lo que está haciendo Francia, no solamente es pasar la gorra, sino que es mostrar la zanahoria delante del burro, para que siga tirando del carro. Lamentablemente, todos sabemos que es un gasto improductivo el de la producción de armamentos porque si se usan, hay que producir más, pero si no se usan, también es improductivo. El área de armamentismo es de pérdidas, de la que únicamente se pueden dar el lujo las superpotencias económicas para sostener su seguridad y su defensa», sostiene el analista.

Ante este panorama, las así llamadas potencias militares europeas dicen que están preparando un plan que busca reemplazar el rol de EEUU en la OTAN en un lapso de 5 a 10 años, según afirmaron a Financial Times varios funcionarios familiarizados con el asunto. La pregunta que surge es: ¿con qué dinero?

«El principal escollo que tiene todo esto es una cosa que se llama ‘dinero, dinero y más dinero’. Entonces, ¿de dónde sale el dinero? Y va a salir de la expoliación de los países y de su reducción del Estado del bienestar a estándares mínimos y los europeos van a verse degradados en su calidad de vida, como ya lo vienen siendo», concluye Pereyra Mele.

Fuente: https://noticiaslatam.lat/20250323/europa-no-tiene-ni-para-cerillas-del-mendigo-de-kiev-al-mendigo-de-paris–1161682923.html 

Por  Emanuele Tardino

Tortura de cristianos y chiítas. Actos de violencia contra civiles que no fueron reivindicados pero tampoco reprimidos. Un yihadismo conveniente, que deja espacio para el favor de actores externos. He aquí toda la hipocresía de un Occidente que tiende la mano al terrorismo, entre hipocresías y derrotas de la nueva dirección firmada por HTS.

Siria, Valle de los Cristianos, Universidad Al Hawash, 10 de enero de 2025. Los hombres de Hayat Tahrir al Sham requisan algunas salas de la universidad para convertirlas en salas de oración dedicadas a los musulmanes: un gesto en sí mismo inofensivo y, desde un punto de vista islámico, virtuoso; Sin embargo, esta acción adquiere un significado completamente diferente si se observa el contexto. El Valle de los Cristianos, en árabe Waad al Nazarà, es una zona geográfica del oeste de Siria, cerca de la frontera con Líbano, que incluye varias aldeas del distrito de Homs.

Esta zona está poblada por aproximadamente 250.000 personas, el 80% de las cuales son cristianas, principalmente ortodoxas pero también católicas y de otras denominaciones, y ha sido así durante milenios, incluso bajo control otomano: de ahí el nombre del valle. En los días posteriores al 10, HTS organizó un desfile con armas de asalto y megáfonos. durante el cual cientos de manifestantes sunitas de otras provincias y milicias, a los que se sumaron numerosos combatientes extranjeros (en su mayoría chechenos), declararon su dominio sobre el valle, entre cánticos de guerra.

Mientras tanto, en las afueras de Homs, un grupo de yihadistas detiene un autobús y registra e interroga a los pasajeros: al descubrir a dos cristianos, les obligan a renunciar a su fe y, cuando se niegan, les azotan públicamente en la espalda, delante de los demás pasajeros. En los mismos días, en Dummar, antes del ascenso de las fuerzas rebeldes, uno de los barrios más pacíficos de Damasco, HTS ejecuta al alcalde y expone su cuerpo a la barbarie de sus militantes. Mientras tanto, todavía el 15 de enero, entre Al Ghouta y Al Qasa’a, barrios cristianos de Damasco, un predicador wahabí comienza a amenazar a la gente por su, en su opinión, promiscuidad, caminando armado con un Kalashnikov: es luego neutralizado por los lugareños que lo desarman y lo expulsan; Sin embargo, al día siguiente regresó a la zona acompañado de otros cinco compañeros de armas, quienes abrieron fuego hacia lo alto de los edificios, hiriendo a una persona.

Y eso no es todo: las milicias yihadistas en la primera semana de este año intentaron entrar en el Líbano, abriendo fuego contra el ejército regular libanés, con malos resultados y siendo empujadas hacia Siria. Todos estos episodios pueden parecer ajenos a la alta dirección de Al Sharaa, pero es importante recordar que el nuevo régimen ha situado como ministro de Justicia al yihadista Shadi Alwaisi, famoso por las sentencias de ejecución a adúlteros e infieles a la sharia que pronunció durante su militancia en Al Nusra, el frente padre de HTS, siempre al lado de Al Sharaa (en la época Al Jolani). 

¿Pero por qué no se ha hablado en absoluto de estos hechos en los grandes medios de comunicación?  Turquía ha financiado varios experimentos de comunicaciones con el ahora extinto régimen de Assad: un ejemplo es el Ejército Nacional Sirio. En cuanto a HTS, el apoyo de Turquía es innegable, especialmente en las zonas del noroeste, alrededor de Alepo, los primeros en caer: si se observa el armamento de que disponen, especialmente los vehículos, los drones y las tecnologías de guerra más sofisticadas, se puede reconocer el origen turco. De hecho, las fuerzas especiales turcas nunca han negado su participación en el entrenamiento de militantes salafistas sirios desde 2016, como recuerda Aaron Zelin, experto en Daesh y extremismo islámico del Washington Institute for Near East Policy; También recuerda cómo Al Jolani había mantenido conversaciones con funcionarios estadounidenses antes de 2018.

Sin embargo, es importante destacar las fluctuaciones en estas relaciones: en 2018, en el momento del intento de Assad de retomar Idlib, Al Jolani se mostró decepcionado por la (falta de) respuesta de Turquía, calificándola de «un socio poco fiable», a pesar de haber aceptado la instalación de varias torres de vigilancia turcas al otro lado de la frontera siria, un gesto que no fue apreciado por sus colaboradores en Al Qaeda, para quienes según la Shariya es impensable que una fuerza extranjera tenga autoridad dentro de las fronteras de su propio estado; Posteriormente Turquía respondió a la denuncia de Al Jolani calificando a HTS de organización terrorista.

Sin embargo, hay que reconocer el mérito de la considerable autofinanciación de la milicia: desde su afiliación al EI hasta la de Al Qaeda, se estima que mediante extorsiones y secuestros, como la mafia italiana durante los Años de Plomo, la organización ha recaudado más de 94 millones de dólares , una suma significativa, también gracias a los intercambios de prisioneros con el gobierno de Asad, Irán, Líbano e incluso Italia.

La falta de rigor doctrinal de su líder, la fragmentación interna con frentes provenientes de varias milicias disueltas y reunidas, el origen masivo de los combatientes extranjeros (alrededor de la mitad de los militantes), la inestabilidad de las relaciones con los partidarios más cercanos, la toma de los Altos del Golán por parte de Israel a la que el nuevo régimen aún no ha respondido, la esperanza expresada por Al Sharaa con respecto a la política exterior de Rusia y la América de Trump y el guiño a los medios de comunicación occidentales llevan a pensar que tal vez el verdadero aliado de HTS debería buscarse en Occidente, echando un vistazo a qué estados tienen fines expansionistas compatibles con los objetivos de Al Sharaa, incluso a costa de las vidas de las minorías , en primer lugar entre las que se encuentran los cristianos y los no menos amenazados alauitas, estos últimos acusados ​​de haber favorecido a Assad.

FUENTE: https://www.dissipatio.it/cronache-di-siria/

Por Federico Rucco Contropiano

Según un informe publicado por el Instituto alemán de Kiel, Europa en su conjunto ha destinado 132.000 millones de euros a Ucrania en estos tres años (70 en ayuda financiera y humanitaria y 62 en ayuda militar) frente a los 114.000 millones de EEUU (64 en armas y 50 en ayuda financiera y humanitaria).

Se trata por tanto de una cifra muy alejada de los 350.000 millones de dólares anunciados por Trump y de los 500.000 millones que EEUU pretende obtener como compensación por la explotación de los recursos minerales ucranianos.

También hay que tener en cuenta que la ayuda militar se destina al menos a tres ámbitos: la OTAN, la Unión Europea y los Estados individuales.

En la UE, Estonia y Dinamarca son los países que han destinado más del 2,5% a la ayuda a Ucrania. En contraste, potencias económicas como Alemania, el Reino Unido y los Estados Unidos gastaron menos del 0,2% de su PIB anual. The Economist señaló que Letonia y Lituania contribuyeron con el 2% de su PIB de antes de la guerra.

La contribución a Ucrania de Francia, Italia y España se cuantifica en torno al 0,1% del PIB. En términos absolutos, Alemania fue el mayor donante de Europa, con una contribución total de 17.000 millones de euros, seguida por el Reino Unido con 15.000 millones de euros y Dinamarca con 8.000 millones de euros.

El 11 de febrero, fuentes diplomáticas en Bruselas anunciaron que los aliados de la OTAN han proporcionado a Ucrania 51.000 millones de euros en ayuda militar en 2024, superando ampliamente los 40.000 millones prometidos en la cumbre de Washington, y que el 60 por ciento de estos suministros proceden de aliados europeos.

El sitio web especializado Analisi Difesa desmiente luego las noticias falsas sobre el gasto militar de Rusia. Se trata de cifras infladas deliberadamente para justificar el rearme y el aumento del gasto militar en los países europeos.

Para ello, se cita un estudio del 22 de febrero del Observatorio de Cuentas Públicas Italianas, dirigido por Carlo Cottarelli, que desmiente la narrativa reciente, apoyada sobre todo por fuentes atlánticas como el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos a favor del crecimiento de los presupuestos militares europeos, según la cual el gasto militar ruso en 2024 (146.000 millones de dólares) habría superado el gasto europeo en términos reales (457.000 millones de dólares), alcanzando los 461.000 millones.

Un análisis más equilibrado de la confrontación en torno al gasto militar cuestionaría la narrativa según la cual Europa no está preparada para una confrontación militar con Moscú, al menos en términos de los recursos financieros asignados a Defensa.

Según el estudio del Observatorio, el gasto global de los países europeos es un 58% superior al de Rusia, lo que pone de relieve un panorama muy diferente al que informan algunos medios internacionales.

La confusión – escribe el OCPI – surge de la comparación entre dos datos incoherentes, la fórmula de gasto de defensa utilizada para Rusia y el presupuesto de defensa utilizado para Europa. Si se utilizara también la definición de la OTAN ( Gastos de Defensa) para Europa , el gasto europeo ascendería a 493.100 millones (1,9% del PIB), más de treinta mil millones más que el gasto ruso.

La OCPI señala luego un segundo error presente en el mismo estudio del IISS en el que el gasto militar ruso se evalúa a tipos de cambio PPP (dólares internacionales) mientras que el gasto europeo se expresa en dólares actuales. Esto subestima el gasto europeo porque el nivel de precios en Europa es significativamente inferior al de Estados Unidos (aunque no tanto como en el caso de Rusia).

En un mundo que, según el IISS, ha aumentado el gasto militar general a un récord de 2,46 billones de dólares en 2024, en comparación con 2,24 billones de dólares en 2023 (un 7,4% más), Moscú gasta en términos absolutos un tercio de los países europeos (146.000 millones, equivalentes al 6,7% del PIB), pero estos países afirman temer una invasión rusa.

Por lo tanto, los datos de Europa también deberían convertirse a tipos de cambio PPP. Así, el gasto militar europeo, según la definición de la OTAN, asciende a 730.000 millones de dólares internacionales en 2024, un 58% más que los 462.000 millones gastados por Rusia, concluye el OCPI.

Evaluar el gasto militar ruso en 462 mil millones de dólares, es decir, 316 mil millones más que los 146 efectivamente asignados, parece confirmar que la tendencia, muy extendida durante la primera Guerra Fría, de inflar el gasto militar de Moscú para justificar un gasto militar elevado está volviendo a ponerse de moda, tanto porque las razones por las que las armas y las municiones en Rusia cuestan menos están vinculadas a diferentes evaluaciones: acceso a grandes reservas de materias primas, bajo coste de la energía, producción casi totalmente nacional y empresas controladas por el Estado que han eliminado los beneficios porque «trabajan para la patria», no para los accionistas como las occidentales.

Si sumamos el gasto militar estadounidense al europeo, en 2024 llegamos a 1.343 billones y si añadimos el gasto canadiense, el de la OTAN supera los 1.350 billones de dólares, más de nueve veces el gasto ruso que en 2025 se espera que alcance el 7,6% del PIB con un crecimiento del 13,7 por ciento respecto al año pasado.

Estados Unidos pide a Europa que gaste más, hasta el 5 por ciento del PIB, justo cuando Washington gasta el 3,3 por ciento en Defensa y planea con la actual administración recortar el presupuesto del Pentágono en 50.000 millones (8 por ciento) anuales a partir del próximo año fiscal, llevándolo de unos 900 a unos 600.000 millones de dólares al final del mandato de Donald Trump: una cifra no muy alejada del gasto global de las naciones europeas.

Según el estudio de Analisi Difesa, el objetivo de EEUU parece ser el de «ampliar su mercado» y vender a los europeos (bajo amenaza de aranceles) los sistemas de armas «made in USA» que en el futuro se comprarán en cantidades reducidas para las fuerzas armadas estadounidenses.

Además, si los países europeos aumentaran su gasto militar al tres por ciento del PIB, como lo solicitó el Secretario General de la OTAN, Mark Rutte, el presupuesto general aumentaría en otros 250 mil millones de dólares, superando los 700 mil millones. Si el gasto de los países alcanzara el 5 por ciento del PIB, como pretende Trump, se sumarían 800.000 millones al presupuesto global, lo que superaría el billón, una cifra nunca alcanzada ni siquiera por Estados Unidos.

Ya hoy la relación entre EEUU y Europa en términos de gasto militar parece menos desequilibrada (en términos financieros, no en términos de capacidades militares expresadas) si observamos que los fondos asignados por EEUU son ligeramente menos del doble de los de Europa (886 mil millones contra 457), pero el presupuesto americano incluye una potente tríada nuclear y el hecho de que el instrumento militar está desplegado en todo el mundo, principalmente en el Indo-Pacífico, no sólo en el teatro europeo.

Las recientes tensiones en Estados Unidos y Europa por las negociaciones iniciadas por la administración Trump para poner fin al conflicto en Ucrania han puesto de relieve la idea de que Europa debe ocuparse de su propia defensa.

Un estudio del Instituto Bruegel y del Instituto de Kiel estima que, sin Estados Unidos, para ser autosuficiente en defensa, la Unión Europea tendría que gastar 250.000 millones de euros adicionales al año a corto plazo para crear 50 nuevas brigadas con 300.000 nuevos soldados y compensar a los soldados estadounidenses actualmente en Europa y a los que llegarían en caso de un ataque a la OTAN.

FUENTE CEPRID: https://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2964

Por Michael Roberts Then Extrecession, Traducido para el CEPRID por María Valdés

Ucrania: un desastre humano

Se cumple el tercer año de la guerra entre Ucrania y Rusia. Después de tres años de guerra, la invasión rusa de Ucrania ha causado pérdidas asombrosas al pueblo y la economía de Ucrania. Hay varias estimaciones del número de civiles y militares ucranianos (muertos más heridos): 46.000 civiles y tal vez 500.000 soldados. Las bajas militares rusas son aproximadamente las mismas. Millones han huido al extranjero y muchos más millones han sido desplazados de sus hogares dentro de Ucrania. Una evaluación confidencial ucraniana a principios de 2024, publicada por el Wall Street Journal, situó las pérdidas de tropas ucranianas en 80.000 muertos y 400.000 heridos. Según cifras del gobierno, en la primera mitad de 2024, murió en Ucrania tres veces más personas de las que nacieron, informó el WSJ. En el último año, las pérdidas ucranianas han sido cinco veces mayores que las de Rusia, y Kiev pierde al menos 50.000 militares al mes.

El PIB de Ucrania ha caído un 25% y otros 7,1 millones de ucranianos viven ahora en la pobreza.

El daño que sufren quienes se quedan en Ucrania es inmenso. Las pérdidas de aprendizaje de los niños ucranianos son especialmente preocupantes: Ucrania acabará con incorporaciones de menor calidad a su fuerza laboral debido a las interrupciones en el proceso de aprendizaje causadas por la guerra (y antes de eso, por la COVID-19). Se estima que estas pérdidas ascienden a unos 90.000 millones de dólares, o casi tanto como las pérdidas de capital físico hasta la fecha. Los estudios también muestran que una guerra durante los primeros cinco años de vida de una persona se asocia con una disminución de alrededor del 10% en los puntajes de salud mental cuando tiene entre 60 y 70 años. El problema no son solo las bajas de guerra y la economía, sino también el daño a largo plazo para los ucranianos que se quedan.

A pesar de la guerra, el año pasado se produjo una modesta recuperación económica. Las exportaciones de energía aumentaron bruscamente. Los puertos de Ucrania en el Mar Negro siguen funcionando y el comercio fluye hacia el oeste a lo largo del Danubio y, en menor medida, por tren. Mientras tanto, la agricultura se ha recuperado. Aun así, la fabricación de hierro y acero sigue siendo una fracción de su nivel anterior a la guerra: de 1,5 millones de toneladas mensuales antes de la guerra a sólo 0,6 millones mensuales.

Pero Ucrania carece de mano de obra apta para producir o ir a la guerra. La tasa de desempleo en Ucrania fue del 16,8% en enero, pero aún así sigue habiendo escasez de trabajadores porque los trabajadores cualificados han abandonado el país y la mayoría de los demás han sido movilizados en las fuerzas armadas. La situación es tan mala que se ha hablado de movilizar a los jóvenes de entre 18 y 25 años que actualmente están exentos, pero esto es muy impopular y reduciría aún más el empleo civil.

Ucrania sigue dependiendo totalmente del apoyo de Occidente. Necesita al menos 40.000 millones de dólares al año para mantener los servicios públicos, apoyar a su población y mantener la producción. Depende de la UE para esa financiación civil, mientras que depende de los EE.UU. para toda su financiación militar: una «división del trabajo» directa. Además, el FMI y el Banco Mundial han ofrecido asistencia monetaria, pero, en este caso, Ucrania tiene que demostrar que tiene «sostenibilidad», es decir, que es capaz de devolver en algún momento los préstamos. De modo que si los préstamos bilaterales de los EE.UU. y los países de la UE (y se trata principalmente de préstamos, no de ayuda directa) no se materializan, el FMI no puede ampliar su programa de préstamos.

Esto nos lleva de nuevo a lo que sucederá con la economía de Ucrania, si y cuando la guerra con Rusia llegue a su fin. Según la última estimación del Banco Mundial, Ucrania necesitará 486.000 millones de dólares en los próximos diez años para recuperarse y reconstruirse, suponiendo que la guerra termine este año. Eso es casi tres veces su PIB actual. Los daños directos de la guerra ya han alcanzado casi los 152.000 millones de dólares, con cerca de 2 millones de viviendas –alrededor del 10% del parque total de viviendas de Ucrania– dañadas o destruidas, así como 8.400 kilómetros de autopistas, carreteras y otras carreteras nacionales, y casi 300 puentes. Alrededor de 5,9 millones de ucranianos permanecieron desplazados fuera del país y los desplazados internos ascendieron a unos 3,7 millones.

Lo que queda de los recursos de Ucrania (los que no se anexionó Rusia) se ha vendido a empresas occidentales. En total, el 28% de las tierras cultivables de Ucrania está ahora en manos de una mezcla de oligarcas ucranianos, corporaciones europeas y norteamericanas, así como del fondo soberano de riqueza de Arabia Saudita. Nestlé ha invertido 46 millones de dólares en una nueva instalación en la región occidental de Volyn, mientras que el gigante alemán de medicamentos y pesticidas Bayer planea invertir 60 millones de euros en la producción de semillas de maíz en la región central de Zhytomyr. MHP, la mayor empresa avícola de Ucrania, es propiedad de un ex asesor del presidente ucraniano Poroshenko. MHP ha recibido más de una quinta parte de todos los préstamos del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD) en los últimos dos años. MHP emplea a 28.000 personas y controla alrededor de 360.000 hectáreas de tierra en Ucrania, una superficie mayor que Luxemburgo, miembro de la UE.

El gobierno ucraniano está comprometido con una solución de «libre mercado» para la economía de posguerra que incluiría nuevas rondas de desregulación del mercado laboral por debajo incluso de los estándares laborales mínimos de la UE, es decir, condiciones de explotación laboral; y recortes en los impuestos corporativos y sobre la renta hasta el hueso; junto con la privatización total de los activos estatales restantes. Sin embargo, las presiones de una economía de guerra han obligado al gobierno a dejar estas políticas en un segundo plano por ahora, con las demandas militares dominando.

El objetivo del gobierno de Ucrania, la UE, el gobierno de los EE.UU., las agencias multilaterales y las instituciones financieras estadounidenses que ahora se encargan de recaudar fondos y asignarlos a la reconstrucción es restaurar la economía ucraniana como una especie de zona económica especial, con dinero público para cubrir las posibles pérdidas del capital privado. Ucrania también quedará libre de sindicatos, regímenes y regulaciones fiscales severas para las empresas y cualquier otro obstáculo importante a las inversiones rentables del capital occidental en alianza con los antiguos oligarcas ucranianos.

Fuentes ucranianas estiman que el coste de restaurar la infraestructura (financiación del esfuerzo bélico (municiones, armas, etc.), pérdidas de viviendas, bienes raíces comerciales, compensaciones por muerte y lesiones, costos de reasentamiento, apoyo a la renta, etc.) y pérdida de ingresos actuales y futuros ascenderá a 1 billón de dólares, o seis años del PIB anual anterior de Ucrania. Eso es aproximadamente el 2,0% del PIB de la UE por año o el 1,5% del PIB del G7 durante seis años. Para finales de esta década, incluso si la reconstrucción va bien y suponiendo que se restablezcan todos los recursos de la Ucrania de antes de la guerra (es decir, la industria y los minerales del este de Ucrania están en manos de Rusia), entonces la economía todavía estaría un 15% por debajo de su nivel anterior a la guerra. Si no, la recuperación será aún más larga.

Rusia: la economía de guerra

La invasión rusa de Ucrania a principios de 2022 para apoderarse de las cuatro provincias de habla rusa del Donbass, en el este de Ucrania, ha dado irónicamente un impulso a la economía. En 2023, el crecimiento del PIB real fue del 3,6% y de más del 3% en 2024. La economía de guerra de Rusia se mantiene.

En los últimos tres años de guerra, Rusia ha logrado sortear las sanciones, al tiempo que invierte casi un tercio de su presupuesto en gastos de defensa. También ha podido aumentar el comercio con China y vender su petróleo a nuevos mercados, en parte utilizando una flota paralela de petroleros para eludir el límite de precios que los países occidentales esperaban que redujera el tesoro de guerra del país. La mitad de su petróleo y petróleo se exportó a China en 2023. Se convirtió en el principal proveedor de petróleo de China. Las importaciones chinas a Rusia han aumentado más del 60% desde el comienzo de la guerra, ya que el país ha podido suministrar a Rusia un flujo constante de bienes, incluidos automóviles y dispositivos electrónicos, llenando el vacío de las importaciones de bienes occidentales perdidas. El comercio entre Rusia y China alcanzó los 240.000 millones de dólares en 2023, un aumento de más del 64% desde 2021, antes de la guerra.

Sin embargo, la guerra ha intensificado la grave escasez de mano de obra. Al igual que Ucrania, Rusia sufre ahora una desesperada escasez de personal, aunque por razones diferentes. Incluso antes de la guerra, la fuerza laboral rusa se estaba reduciendo debido a causas demográficas naturales. Luego, al comienzo de la guerra en 2022, alrededor de tres cuartos de millón de trabajadores rusos y extranjeros, la clase media en TI, finanzas y gestión, abandonaron el país. Mientras tanto, el ejército ruso está reclutando a decenas de miles de hombres en edad de trabajar. Entre 10.000 y 30.000 trabajadores se unen al ejército cada mes, alrededor del 0,5 por ciento de la oferta total. Eso ha beneficiado a los trabajadores rusos que no están en las fuerzas armadas y tienen seguridad en el empleo, ya que los gerentes se muestran reacios a despedir a nadie.

Los salarios han aumentado en dos dígitos, la pobreza y el desempleo están en mínimos históricos. En los últimos tres trimestres, los salarios de los trabajadores con ingresos más bajos del país han aumentado más rápido que en cualquier otro segmento de la sociedad, registrando una tasa de crecimiento anual de alrededor del 20%. El gobierno está gastando masivamente en apoyo social para las familias, aumentos de pensiones, subsidios hipotecarios y compensaciones para los familiares de los que sirven en el ejército.

Pero la inflación se ha disparado y el rublo se ha depreciado significativamente frente al dólar, obligando al banco central ruso a elevar su tasa de interés a más del 20%.

Una economía de guerra significa que el Estado interviene e incluso anula la toma de decisiones del sector capitalista en beneficio del esfuerzo bélico nacional. La inversión estatal reemplaza a la inversión privada. Irónicamente, en el caso de Rusia esto se ha acelerado por la retirada de las empresas occidentales de los mercados rusos y por las sanciones. El Estado ruso ha absorbido entidades extranjeras y/o las ha revendido a capitalistas rusos comprometidos con el esfuerzo bélico.

El gasto en nuevas construcciones, equipos de alta tecnología y nuevos equipos alcanzó un máximo de 12 años de 14,4 billones de rublos (136.400 millones de dólares), un 10 por ciento más que el año anterior. La tasa de crecimiento de la inversión superó la tasa de crecimiento del PIB por un margen más amplio que en cualquier otro momento de los 15 años anteriores, según el Centro de Análisis Macroeconómico y Pronósticos a Corto Plazo con sede en Moscú.

Los principales destinos de las inversiones, hasta ahora inéditas, del país son la sustitución de importaciones, la infraestructura en el este y la producción militar. La ingeniería mecánica, que incluye la fabricación de productos metálicos terminados (armas), ordenadores, óptica y electrónica y equipos eléctricos, es uno de los sectores de mayor crecimiento de las inversiones.

Muchos economistas occidentales pronostican un colapso de la economía rusa, como lo vienen afirmando desde hace tres años. La aguda escasez de mano de obra, la inflación persistente y creciente causada por el aumento del gasto militar y las sanciones cada vez más severas provocarán, según se afirma, una crisis económica que obligará a Moscú a abandonar sus objetivos en Ucrania y a poner fin a la guerra en términos más aceptables para Kiev y sus aliados.

Muchos analistas han atribuido estas señales de sobrecalentamiento al elevado gasto en la guerra en Ucrania, señalando un gasto militar récord que se espera que haya alcanzado más del 7% del PIB en 2024. Como se espera que el gasto en defensa aumente casi un 25% este año, lo que representa alrededor del 40% del gasto del gobierno federal, algunos han planteado la posibilidad de que Rusia caiga en una «estanflación», que combina una alta inflación con un crecimiento bajo o nulo.

Pero a pesar de librar la guerra más intensa en Europa desde 1945, Moscú ha logrado financiarla con modestos déficits presupuestarios de entre el 1,5 y el 2,9% del PIB desde 2022. Como resultado, el Kremlin apenas ha tenido que endeudarse para financiar la guerra. Los ingresos fiscales generados por la actividad interna se han disparado desde que comenzó la guerra. Con alrededor del 15% del PIB, Rusia tiene la relación deuda estatal/PIB más baja de las economías del G20. Por lo tanto, a pesar de estar aislada de la mayoría de las fuentes externas de capital, Rusia sigue siendo más que capaz de financiar la inversión interna y el gasto público con sus propios recursos.

En los últimos dos años, Rusia ha registrado un superávit en su cuenta corriente de alrededor del 2,5% del PIB. Mientras Rusia pueda seguir exportando grandes volúmenes de petróleo, es poco probable que esto cambie. Los ingresos de Rusia por petróleo y gas aumentaron un 26% el año pasado hasta los 108.000 millones de dólares, incluso cuando la producción diaria de condensado de petróleo y gas disminuyó en 2024 en un 2,8%, según funcionarios del gobierno ruso citados por Reuters. A pesar de seguir siendo el país más sancionado del mundo en 2024, Rusia exportó un récord de 33,6 millones de toneladas de gas natural licuado (GNL) ese año, lo que supone un aumento del 4% respecto al año anterior.

El Instituto de Finanzas Internacionales (IIF) ha pronosticado una disminución del precio de equilibrio fiscal del petróleo (la cantidad necesaria para equilibrar el gasto presupuestario) de Rusia a 77 dólares por barril para 2025, respaldada por una recuperación de los ingresos del petróleo y el gas. Al mismo tiempo, el precio de equilibrio externo del petróleo (el precio necesario para equilibrar la cuenta corriente externa), de 41 dólares por barril, es el segundo más bajo entre los principales exportadores de hidrocarburos. Eso significa que el precio actual del petróleo de los Urales supera con creces esos puntos de equilibrio.

Pero ninguna de estas inversiones en «economía de guerra» apoyará el crecimiento de la productividad de Rusia a largo plazo. La economía de guerra de Rusia volverá a la acumulación capitalista cuando termine la guerra. Y la economía rusa sigue estando fundamentalmente vinculada a los recursos naturales. Depende de la extracción más que de la fabricación. La producción bélica es básicamente improductiva para la acumulación de capital a largo plazo. Rusia sigue estando tecnológicamente atrasada y depende de las importaciones de alta tecnología. Incluso con estímulos fiscales masivos, todavía no ha producido tecnologías aptas para un mercado de exportación competitivo más allá de las armas y la energía nuclear, con las primeras ya aprobadas y la segunda a punto de serlo. Rusia no es un actor sustancial en ninguna de las tecnologías de vanguardia, desde la inteligencia artificial hasta la biotecnología.

La crisis demográfica, la calidad cada vez menor de la educación universitaria, la ruptura de los vínculos con las escuelas internacionales y la fuga de cerebros exacerban estos problemas. Es probable que la brecha tecnológica se amplíe, y Rusia dependerá cada vez más de las importaciones chinas y de la ingeniería inversa (copia). El crecimiento potencial del PIB real de Rusia probablemente no supere el 1,5% anual, ya que el crecimiento está limitado por el envejecimiento y la disminución de la población y las bajas tasas de inversión y productividad.

La economía de guerra rusa está bien situada para continuar la guerra durante varios años más si es necesario, pero cuando la guerra termine, Putin puede enfrentarse a una caída significativa de la producción y el empleo. El mensaje subyacente es que la debilidad de la inversión, la productividad y la rentabilidad del capital ruso, incluso excluyendo las sanciones, significa que Rusia seguirá siendo económicamente débil durante el resto de esta década.

El presidente Trump ha declarado que busca un acuerdo de paz mediante negociaciones directas con Rusia, lo que significaría el fin del apoyo financiero y militar de Estados Unidos a Ucrania. Los actuales dirigentes ucranianos se oponen a cualquier acuerdo que suponga la pérdida de territorio y cualquier veto a la futura adhesión a la OTAN. Los dirigentes europeos han declarado que respaldarán a Ucrania y seguirán financiando la guerra y proporcionando apoyo militar.

Trump quiere recuperar lo que el gobierno estadounidense ha gastado hasta ahora en Ucrania, así como garantías para futuros gastos destinados a reconstruir la economía. Se ha quejado de las enormes transferencias de fondos a Ucrania sin justificar. Esto es una desinformación. La mayor parte de los fondos que Estados Unidos asignó a Ucrania se quedaron en el país para financiar la base industrial de defensa nacional y reponer los arsenales estadounidenses. Los fabricantes de armas estadounidenses están obteniendo enormes beneficios de esta guerra.

Ahora Trump exige que Ucrania ceda a Estados Unidos el 50% de sus derechos sobre los minerales de «tierras raras» a cambio de que entregue los 500.000 millones de dólares necesarios para la reconstrucción de posguerra. Trump: «Quiero que nos den algo por todo el dinero que hemos aportado y voy a intentar que se resuelva la guerra y que se acabe con toda esa muerte. Pedimos tierras raras y petróleo, todo lo que podamos conseguir». Como dijo el senador estadounidense Lindsey Graham: «Esta guerra es por dinero… El país más rico de toda Europa en minerales de tierras raras es Ucrania, con un valor de entre dos y siete billones de dólares... Así que Donald Trump va a hacer un trato para recuperar nuestro dinero, para enriquecernos con minerales raros…» El problema es que aproximadamente la mitad de estos depósitos (con un valor de entre 10 y 12 billones de dólares) se encuentran en zonas controladas por Rusia.

Todo esto es sólo otro indicio de que los activos de Ucrania van a ser repartidos por las potencias occidentales. El mes pasado, el presidente ucraniano Zelenskyy firmó una nueva ley que amplía la privatización de los bancos estatales en el país. Esto sigue al anuncio del gobierno ucraniano en julio de su programa «Privatización a Gran Escala 2024», que pretende impulsar la inversión extranjera en el país y recaudar dinero para el atribulado presupuesto nacional de Ucrania. Entre los grandes activos que se prevé privatizar actualmente se encuentran el mayor productor de mineral de titanio del país, un productor líder de productos de hormigón y una planta de minería y procesamiento. Ucrania previó privatizar las aproximadamente 3.500 empresas estatales del país en una ley de 2018, que decía que los ciudadanos y las empresas extranjeras podrían convertirse en propietarios. Cientos de empresas de menor escala están siendo privatizadas ahora, generando ingresos de 9.600 millones de UAH (181 millones de libras esterlinas) en los últimos dos años. Se trata de un subprograma de siete años denominado SOERA (actividad de reforma de las empresas estatales en Ucrania), financiado por USAID y con el Ministerio de Asuntos Exteriores del Reino Unido como socio menor. SOERA trabaja para “promover la privatización de determinadas empresas estatales y desarrollar un modelo de gestión estratégica para aquellas que permanezcan en propiedad estatal”.

El capital británico también se está relamiendo. Documentos del Ministerio de Asuntos Exteriores británico publicados recientemente señalan que la guerra ofrece “oportunidades” para que Ucrania implemente “algunas reformas de enorme importancia”. “El Reino Unido espera que las empresas británicas obtengan beneficios de la reconstrucción de Ucrania”, observa un informe sobre la ayuda británica a Ucrania elaborado a principios de este año por el organismo de control de la ayuda, ICAI.

La invasión de Putin ha llevado al pueblo ucraniano a manos de un gobierno pro libre mercado y antilaboral que permitirá al capital occidental apoderarse de los activos de Ucrania y explotar su reducida fuerza laboral. Tal vez eso era inevitable: de los oligarcas prorrusos y prooccidentales de antes de la guerra, al capital occidental de ahora.

La guerra no sólo ha destruido a Ucrania, sino que ha debilitado gravemente la economía europea, ya que los costes de producción se han disparado con la pérdida de las importaciones de energía barata de Rusia. Pero parece que los líderes europeos quieren continuar la guerra incluso si Trump se retira. Están luchando desesperadamente por conseguir fondos para hacerlo y para proporcionar más ayuda militar al asediado gobierno ucraniano. Algunos líderes están proponiendo enviar tropas a Ucrania. Así que «guerra, no paz».

Igual de mala es la decisión de la OTAN y de los principales líderes de Europa de duplicar el gasto en defensa, que para finales de la década representa un promedio del 1,9% del PIB, supuestamente para resistir los inminentes ataques rusos si Putin logra la paz este año. Esta decisión se justifica de forma ridícula con el argumento de que el gasto en “defensa” “es el mayor beneficio público de todos” ( Bronwen Maddox, directora de Chatham House, el “think-tank” de relaciones internacionales que principalmente presenta las opiniones del estado militar británico). Maddox concluyó que: “el Reino Unido puede tener que endeudarse más para pagar el gasto en defensa que necesita tan urgentemente. En el próximo año y más allá, los políticos tendrán que prepararse para recuperar dinero mediante recortes a los beneficios por enfermedad, las pensiones y la atención médica… Al final, los políticos tendrán que persuadir a los votantes para que renuncien a parte de sus beneficios para pagar la defensa”. El mismo mensaje nos llega del líder del partido ganador en las elecciones alemanas.

Esto significará una enorme desviación de las inversiones en servicios y prestaciones públicas muy necesarios y en inversiones tecnológicas hacia una producción de armas improductiva y destructiva, lo que genera una enorme incertidumbre sobre el futuro de Europa como entidad económica líder durante el resto de esta década y más allá.

FUENTE CEPRID https://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2963

Wang Wen Universidad china de Renmin en Guancha

El segundo mandato de Donald Trump puede no ser del todo malo para todos los países, especialmente para China. Según muchos internautas chinos, las políticas de Trump han fortalecido inadvertidamente a su país. Por esta razón, el lema de “ Chuan Jianguo ”, que significa “ Hacer grande a China ”, se ha vuelto popular .

El primer mandato de Trump contribuyó al ascenso de China de al menos tres maneras importantes.

En primer lugar, para muchos chinos, su presidencia ha destrozado la imagen de Estados Unidos como modelo de democracia, revelando el caos político y las profundas divisiones sociales del país. Durante décadas, algunos chinos habían idealizado a Estados Unidos como un “ país hermoso ” (la traducción literal del nombre chino para Estados Unidos). Sin embargo, las acciones de Trump han proporcionado lo que algunos describen como una “ lección política ”, transformando las percepciones y fomentando una mayor apreciación por la estabilidad y la gobernanza de China.

En segundo lugar, Trump ha ayudado a acelerar el impulso de China hacia la independencia tecnológica. Hace más de 20 años, el gobierno chino comenzó a promover la innovación en ciencia y tecnología, aunque muchos creían que no había límites en este campo.

Solo con eventos como el arresto de la directora financiera de Huawei, Meng Wanzhou, en 2018, y la represión a las empresas tecnológicas chinas, el país decidió involucrarse plenamente en la innovación. En 2024, China alcanzó hitos importantes en independencia tecnológica, con avances en la fabricación de semiconductores. Este cambio se puso de relieve por las exportaciones récord de chips en 2024, que superaron los 159 mil millones de dólares, duplicando las cifras de 2018.

En tercer lugar, la guerra comercial de Trump con China ha provocado una rápida reestructuración del comercio global, lo que ha llevado a más chinos a reconocer que el mundo es mucho más grande que Estados Unidos. A través de iniciativas como la Iniciativa del Cinturón y la Ruta, China ha fortalecido sus relaciones con las naciones del Sur Global. Entre 2018 y 2024, el comercio con estos países aumentó más de un 40%, mientras que la dependencia comercial de China respecto de Estados Unidos cayó del 17% al 11%.

En retrospectiva, la experiencia combinada del primer mandato de Trump y las políticas de contención de China de Biden durante los últimos ocho años han fortalecido la posición de China en el mediano plazo .

Desde una perspectiva a largo plazo, China ha obtenido una ventaja psicológica estratégica para lidiar con un posible Trump 2.0.

Los medios de comunicación y los centros de estudios chinos han reaccionado a la posibilidad de un regreso de Trump con relativa calma, en comparación con la creciente ansiedad en Europa y Canadá. Beijing parece confiado, ya que enfrentó guerras comerciales y bloqueos tecnológicos durante el primer mandato de Trump.

China no provocará activamente a Trump 2.0, pero si continúan las políticas agresivas de Estados Unidos, como las guerras comerciales o las restricciones tecnológicas, China responderá con contramedidas calculadas y, en última instancia, emergerá aún más fuerte.

El 7 de enero de 2025, tanto China como Estados Unidos enfrentaron desastres naturales. Un terremoto de magnitud 6,8 ​​sacudió el condado de Dingri, en el Tíbet, mientras un gran incendio arrasó Los Ángeles.

En el Tíbet, las autoridades chinas pasaron rápidamente de la fase de emergencia a la fase de recuperación, reubicando a 50.000 residentes en un solo día. Mientras tanto, el incendio en Los Ángeles ardió más de 10 días, exacerbado por conflictos políticos y mala gestión.

La rápida respuesta de China al terremoto, que pasó del socorro al reasentamiento, contrastó marcadamente con la prolongada crisis en Los Ángeles, donde los líderes políticos intercambiaron acusaciones mientras los incendios causaban más estragos que los ataques del 11 de septiembre. Estas respuestas contradictorias ponen de relieve las debilidades de la gestión de crisis y la gobernanza en Estados Unidos.

Mientras gran parte del mundo no occidental permanece relativamente en calma, el neofascismo al estilo de Trump está causando pánico al otro lado del Atlántico, especialmente en Europa y Canadá. Ahora están surgiendo preguntas en los niveles más altos de la diplomacia internacional: ¿Dinamarca perderá Groenlandia? ¿Perderá la OTAN el apoyo militar de EE.UU.? ¿Se convertirá Canadá en el estado número 51? Estos conceptos, antes considerados absurdos, ahora se discuten abiertamente.

Para muchos en China, es poco probable que el impacto global de Trump 2.0 supere al de Trump 1.0. De hecho, para 2025, muchos en los países no occidentales creen que Trump 2.0 se centrará principalmente en los asuntos internos, con turbulencias ocasionales entre los aliados occidentales. Los observadores no occidentales saben bien que Trump 2.0 no pondrá fin a la guerra entre Rusia y Ucrania en un día. No resolverá el conflicto israelí-palestino a corto plazo. Los aranceles del 60% no impedirán el crecimiento del comercio a largo plazo de China. No detendrá, ni puede detener, el continuo ascenso de China.

Es probable que Trump 2.0 continúe retirándose de los acuerdos internacionales, incluidos el clima y la Organización Mundial del Comercio. ¿El resultado? La desintegración gradual de la hegemonía global de Estados Unidos.

Si esta tendencia continúa, Trump 2.0 podría empujar a Estados Unidos hacia el estatus de potencia regional, adoptando el aislacionismo.

Independientemente de la escala del impacto de Trump (ya sean guerras comerciales, conflictos tecnológicos o retiros de tratados), China está bien preparada para lo peor. Como lo ha hecho en el pasado, China tiene la capacidad de convertir los desafíos en oportunidades.

En 2028, el pueblo chino tendrá más confianza que nunca para decir: “Gracias, Trump”.

Wang Wen, Universidad china de Renmin en Guancha: «Si a China se le permite liderar la cuarta revolución tecnológica, esto sin duda significará el declive oficial de la civilización occidental».

Confluencia entre liderazgo tecnológico y poder mundial en el Mundo Moderno

Síntesis de la disertación del Director de Dossier Geopolitico, en la CGT Historia de Córdoba sobre el Conflicto de Europa del este Guerra de la OTAN vs Fed. Rusa, desarrollado en el Taller de Actualidad Internacional, juntos a destacados disertantes de Córdoba y nacionales organizado por el Ateneo del Pensamiento Peronista -APP- el dia 13 de Marzo del 2025

Tema de Carlos Pereyra Mele: Guerra entre Rusia, la OTAN y Ucrania.

Cuando la Unión Soviética se disolvió en 1991, se firmó un acuerdo entre Mijail Gorvachov y George Bush que establecía la obligación para la OTAN de no expandirse más al este.

En 1994, Clinton decidió unilateralmente desechar ese acuerdo de no expansión de la OTAN, y en 1999 la OTAN se expandió a Hungría, Polonia y República Checa.

La Rusia de Boris Yeltsin protestó formalmente pero nadie en Occidente reparó en la violación del acuerdo, y Rusia no quiso escalar bélicamente porque esos países están lejos de la frontera rusa.

Luego en 2004 la OTAN siguió expandiéndose violando el acuerdo de 1994, incorporando a Estonia, Letonia, Lituania, Bulgaria, Rumania, Eslovenia y Eslovaquia.

Empezó la reacción Rusia: En 2007 Putin dijo «basta, paren, suficiente», pero la diplomacia de Occidente decidió ignorar.

Luego en 2008 la OTAN decidió iniciar las tratadistas para la incorporación de Ucrania y Georgia, países limítrofes con Rusia.

Rusia volvió a protestar formalmente señalando que si ellos decidieron tener bases en Canadá o México, EEUU iniciaría una guerra inmediatamente. Occidente siguió ignorando.

Rusia decidió entonces declarar la guerra a Georgia por tal motivo (casus belli), como todos conocemos y Georgia quedó pulverizada. La guerra terminó con un cese al fuego impulsado por Rusia, que estableció una fuerza de paz mixta y dejó dividida a Osetia del Sur en dos autoridades rivales. Osetia del Sur se convierte de facto en independiente, pero internacionalmente reconocida como parte de Georgia.

En 2010 EEUU instaló misiles en Polonia y Rumania, violando de nuevo el acuerdo de 1994.

Ese mismo año 2010, el pueblo ucraniano eligió de Presidente a Viktor Yanukovic, bajo un programa de gobierno que prometía neutralidad entre Rusia y la OTAN.

En 2014 Rusia y Ucrania firmaron un acuerdo en que Rusia buscaba el arriendo de Sebastopol por 25 años. No había ninguna intención de anexar Crimea ni Donbas.

Pero en 2014 EEUU operó para derrocar a Yanukovic, evento probado con la famosa y escandalosa llamada que se filtró entre Victoria Nuland y el embajador americano en Ucrania, Geoffrey Pyatt.

Luego llegaron los Tratados de Minsk I y  Minsk II (este último estableció autonomía para las regiones rusoparlantes del este de Ucrania. Este acuerdo fue apoyado de forma unánime por el Consejo de Seguridad de la ONU.

Pero EEUU y la nueva Ucrania intervenida decidieron que no sería obligatorio 

Ucrania masacró a varios miles de ciudadanos rusoparlantes en el Donbass con Zelensky como autor intelectual y principal organizador de las riadas genocidas.

Luego en 2022 EEUU reclamó el derecho de poner misiles «dondequiera» en Ucrania, y Blinken le dijo a Lavrov que EEUU pondría sistemas de misiles en cualquier lugar de Europa y no solo en Ucrania.

Y ese fue el casus belli por el que Rusia decide declarar la guerra a Ucrania: hacer respetar la obligación de la OTAN de no expandirse al este. Ni más ni menos.

La intención de Putin con la guerra es detener el avance de la OTAN (obligada desde 1994 a no expandirse) y obligar a Zelensky a firmar la neutralidad.

Zelensky estaba listo al séptimo día de iniciada la guerra para firmar la neutralidad con Putin. Pero a último minuto Zelensky decidió declinar la firma por directa solicitud de Joe Biden.

La idea era incorporar a Ucrania, Rumania, Bulgaria, Turquía y Georgia en un anillo de bloqueo a Rusia al Mar Negro.

La guerra continúa hasta hoy. Y debido a la decisión de Biden y Zelensky, más de 1 millón de ucranianos han muerto en una guerra sin sentido.

Esta es toda la verdad histórica, ni más ni menos, de los acontecimientos entre Rusia, Ucrania y la OTAN. 

Y como vemos NO se trató de que NO se respetara las normas y las reglas, mas el derecho internacional, pero la angloesfera le importa poco y nada respetar esas posiciones y su alternativa es solo la guerra y el caos.

Todo lo demás es confusión instrumentada por analfabetos locuaces bien pagados (llamados periodistas especializados o Grupos de interés que usan sus ONGs o Think Tank para imponer un relato falso favorable a los agentes del atlantismo) y que con la censura mediática y de redes instaló férreamente  “democráticamente” La Unión Europea lo que hace que sus poblaciones no entienden una pizca de todo lo que pasa en esa zona del mundo y que consumen la amarga hiel de la propaganda belicista de la OTAN/UE y hasta Biden en EEUU se seguía con el libreto, sin mayor pensamiento crítico.  Hasta el reciente cambio en la administración de USA con Donald Trump, que pareciera encauzar el diálogo con las potencia y poner a EEUU en pie ante tanto deterioro causado por las administraciones demócratas y de las que él también ha tenido responsabilidad en su primer mandato, pronto veremos si esto se encamina a terminar con un Tratado de Paz concreto duradero o se transforma en un conflicto de largo tiempo 

Carlos Pereyra Mele Analista geopolitico

Director Dossier Geopolitico

por Thierry Meyssan

Desde hace un mes la acumulación de acontecimientos críticos alrededor de Estados Unidos, de Ucrania y de la Unión Europea está resultando cada vez más difícil de interpretar ya que cada una de las potencias implicadas trata de disimular sus cartas. Los dirigentes europeos asumen una posición aparentemente estúpida, asegurando que persisten en su apoyo a los nacionalistas integristas ucranianos mientras que los gobiernos de Estados Unidos y Rusia ya se han puesto de acuerdo sobre la necesidad de restaurar la paz. Pero es posible que las reuniones diplomáticas de muy alto nivel estén sirviendo para escamotear otro asunto: la prevención de una importante crisis económica en Occidente. En ese caso, Washington tiene que aterrorizar a sus aliados para obligarlos a asumir el peso de la deuda estadounidense.

La desdolarización –o sea, el hecho de prescindir del dólar estadounidense en los intercambios internacionales y circunscribir su uso únicamente al mercado interno de Estados Unidos– ha sido desde hace tiempo como el “abominable hombre de las nieves”, todo el mundo ha oído hablar de él… pero nadie está seguro de haberlo visto.

Pero, ante las medidas coercitivas unilaterales –las mal llamadas “sanciones” cuya aplicación Estados Unidos impuso a sus aliados para castigar a Irán y posteriormente a Rusia–, las autoridades rusas han creado un Sistema de Transferencia de Mensajes Financieros (SPFS), China estableció un Sistema de Pagos Interbancarios (CIPS) y la Unión Europea se dotó del Instrumento Europeo de Apoyo a los Intercambios Comerciales (INSTEX). ¿Resultado? El uso de dólar estadounidense ha perdido terreno, un 25%, en los intercambios internacionales.

Eso sucede mientras que la deuda pública de Estados Unidos se eleva en este momento a la astronómica suma de 34 000 millardos de dólares [1] y sólo una tercera parte de esa suma colosal está en manos de inversionistas extranjeros, según la publicación especializada Forbes [2]. Si ciertos acreedores de Estados Unidos, principalmente China y Arabia Saudita, exigieran el pago de lo que se les debe, eso desataría una crisis económica de proporciones similares, como mínimo, a la de 1929.

Son numerosos los economistas que regularmente advierten sobre esa posibilidad. Pero, según Jon Hartley, de la Hoover Institution, a pesar de esas advertencias los bancos centrales no han reducido el volumen de dólares acumulados en sus reservas de divisas desde el inicio del conflicto en Ucrania.

El 20 de febrero, una videoconferencia impartida por el analista Jim Bianco, y mencionada repetidamente por la agencia Bloomberg [3], sacó nuevamente a la luz esas inquietudes.

Según el analista Jim Bianco, la administración Trump sigue actualmente un plan que denomina “el Acuerdo Mar-a-Lago”. La administración Trump espera restructurar radicalmente la carga de la deuda estadounidense reorganizando el comercio mundial a través de los derechos de aduana o aranceles, devaluando el dólar y, a fin de cuentas, reduciendo el costo de su deuda. El objetivo de todo eso sería poner la industria estadounidense en igualdad de condiciones con las de sus competidores en todo el mundo.

El principio que implementa el “Acuerdo Mar-a-Lago” tiene que ver con un artículo de Stephen Miran, del Manhattan Institute [4] y es precisamente Miran la persona que el presidente Trump ha designado para presidir el Consejo de Asesores Económicos (CEA) de la Casa Blanca. El 22 de enero, el propio Donald Trump pronunció, por videoconferencia ante el Foro de Davos, un discurso que parece apuntar en ese sentido.

La denominación misma del “Acuerdo Mar-a-Lago” es una referencia al “Acuerdo del Plaza” de 1985, en el que Estados Unidos adoptó una política tendiente a reducir el valor del dólar para reactivar las exportaciones estadounidenses. En la práctica, debido al mal manejo de los mecanismos financieros, la reactivación de la economía de Estados Unidos provocó una grave recesión en Japón.

El 21 y el 22 de enero pasados, Donald Trump reunió a los ministros de Finanzas del G7 y los jefes de los bancos centrales en su residencia de Mar-a-Lago. Y parece que los recibió diciéndoles: «De aquí no sale nadie hasta que hayamos llegado a un acuerdo sobre el dólar.» [5] El acuerdo antes mencionado cuenta por consiguiente con la aprobación de los aliados de Washington.

La idea central sería que el Tesoro estadounidense emita obligaciones del Estado federal que no acumulen intereses (los llamados “cupones cero”), obligaciones que sólo podrían cambiarse por dinero al contado al cabo de 100 años. Washington debería obligar sus aliados a convertir sus préstamos –o sea, la deuda estadounidense– en “cupones cero”.

Si aceptamos como bueno este análisis, tenemos entonces que reinterpretar varias acciones del presidente Trump, como la cuestión de los aranceles o derechos de aduana y su decisión de crear un fondo soberano. Vistos desde ese ángulo, esos actos de la administración Trump parecen mucho menos erráticos de lo que dice la prensa internacional. De hecho, parecen más bien totalmente lógicos.

Eso nos lleva a plantear que Donald Trump está tratando de aplicar un control de daños ante el posible derrumbe económico del “imperio estadounidense” de Joe Biden. Trump estaría actuando de hecho como lo hicieron en su momento Yuri Andropov, Konstantin Chernenko y Mijaíl Gorbachov, quienes trataron de hacer un “control de daños” ante el derrumbe inminente del “imperio soviético” de Leonid Brejnev.

Si llamo la atención sobre esta hipótesis es sobre todo porque, en mi opinión, el golpe de Estado que tuvo lugar en Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001 no tuvo otro objetivo que retardar el derrumbe ya previsible del “imperio estadounidense”. Las dos últimas décadas han sido sólo un plazo de gracia que, lejos de resolver el problema, lo ha hecho mucho más complejo.

Tratemos de recordar: en 1989 el ruso Mijaíl Gorbachov, primer secretario del Partido Comunista de la Unión Soviética, decide reducir los gastos del Estado, corta brusca e implacablemente la ayuda a los aliados de la URSS y, de hecho, los deja libres. Al mismo tiempo, la población de Alemania oriental (la RDA) derriba el muro de Berlín, mientras que los polacos llevan miembros del sindicato Solidaridad al senado y a la cámara baja de su país. Esos cambios marcan el fin del imperialismo del ucraniano Leonid Brejnev, quien desde 1968 había impuesto a todos los aliados de la URSS la obligación de adoptar, defender y preservar el modelo económico de Moscú.

Lo que hoy estamos viendo es probablemente un proceso similar: Donald Trump, presidente de Estados Unidos, disuelve el “imperio estadounidense”, como trató de desmantelarlo en 2017 [6]. El 28 de julio de 2017, en los primeros días de su primer mandato presidencial, Donald Trump había reorganizado el Consejo de Seguridad Nacional sacando de ese órgano al director de la CIA y al jefe del Estado Mayor Conjunto. Aquella medida dio lugar a 3 semanas de batallas internas en Washington, que terminarían con la renuncia forzosa del consejero de seguridad nacional que Donald Trump acababa de nombrar, el general Michael Flynn. En aquel momento, el general Flint se apartó de la escena pública, pero después de un tiempo reanudó su actividad entre los seguidores de Donald Trump y actualmente organiza en Mar-a-Lago reuniones para los grupos opositores de los países aliados de Washington.

Esta vez, Donald Trump ha iniciado su mandato desviando prudentemente la atención de la opinión pública estadounidense hacia la eventual anexión de toda la plataforma continental norteamericana, desde Groenlandia hasta el Canal de Panamá, mientras trabaja para liquidar la guerra en Ucrania y desmantelar la Unión Europea.

Si mi hipótesis es justa, no hay que creer ni una palabra de las amenazas de anexión de territorios, como Canadá, y no creer tampoco que Estados Unidos retira sus tropas de Europa para enfrentarse a China. Tendríamos que admitir más bien que Washington abandona militarmente a sus “aliados” europeos. Puede verse, sin embargo, que mientras abandona a Alemania, Estados Unidos apuesta por Polonia para organizar Europa central, aunque sea a costa de permitir que los polacos anexen la Galitzia oriental –que hoy es parte de Ucrania.

También tendríamos que prepararnos a ser testigos de cómo Estados Unidos abandona a sus aliados del Medio Oriente, con excepción de Israel. Efectivamente, Washington acaba de reanudar el suministro de armamento a Israel y está iniciando contactos más o menos discretos con Irán a través de Rusia, mientras permite que Arabia Saudita y Turquía se repartan el Medio Oriente.

Volviendo a los últimos acontecimientos en Europa, la competición entre Francia y Reino Unido por liderear la defensa europea no debería verse quizás como una oposición a la paz en Ucrania. Francia y Reino Unido no tienen posibilidades reales de reemplazar el apoyo militar de Estados Unidos a Europa. Se trata más bien de determinar el papel que cada uno de esos dos países va a desempeñar en Europa.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, espera desarrollar su enfoque de una defensa europea basada en el arsenal nuclear francés, mientras que el primer ministro británico, Keir Starmer, trata de explotar la situación actual en provecho de Londres. El presidente Macron está consciente de que la Unión Europea, basada en el antiguo poderío económico de Alemania, está en vías de extinción y que el presidente estadounidense Donald Trump apuesta más bien por la “Iniciativa de los Tres Mares”, elaborada alrededor de Polonia. En respuesta, el presidente Macron podría reactivar el “Triángulo de Weimar” (Alemania-Francia-Polonia) para tratar de conservar al menos cierto margen de maniobra. Por su parte, partiendo del mismo análisis que Macron y teniendo en cuenta el retroceso de la OTAN, el primer ministro británico Starmer buscará mantener a Alemania lo más alejada posible de Rusia –exactamente la misma política exterior que Londres ha venido aplicando durante siglo y medio.

Observen ustedes que tanto los aliados europeos de Estados Unidos como China y Arabia Saudita probablemente verán como una estafa la propuesta de aceptar “cupones cero” en lugar del pago de la colosal deuda estadounidense. Rusia, por el contrario, debería respaldar a Estados Unidos en esa maniobra. En efecto, en el momento del desmantelamiento de la URSS, Rusia atravesó toda una década de recesión y de graves crisis internas, pero hoy necesita a Estados Unidos para no verse a solas con China.

ANEXOS

[1] 1 millardo = 1 000 millones

[2] “Why Trump’s ‘Mar-A-Lago Accord’ Would Financially Matter To You”, Erik Sherman, Forbes, 23 de febrero de 2025.

[3] “‘Mar-a-Lago Accord’ chatter is geting Wall Street attention”; “Jim Bianco on What a ‘Mar-a-Lago Accord’ could mean for the economy”, Tracy Alloway y Joe Wiesenthal, Bloomberg, 20 y 25 de febrero de 2025.

[4“A User’s Guide to Restructuring the Global Trading System”, Stephen Miran, Hudson Bay Capital, noviembre de 2025.

[5] «Et Donald Trump fit entrer Mar-a-Lago dans la légende du dollar» [En español, “Y Donald Trump hizo entrar Mar-a-Lago en la leyenda del dólar”], Nessim Ait-Kacimi, Les Échos, 25 de febrero de 2025.

[6] «Donald Trump disuelve la organización del imperialismo estadounidense», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 30 de enero de 2017

FUENTE RED VOLTAIRE: https://www.voltairenet.org/article221902.html

Las opiniones de los autores no representan necesariamente las de DOSSIER GEOPOLITICO

Por Alberto Cruz

CEPRID

La mal llamada Unión Europea, cada vez más desunida, es en estos momentos cualquier cosa menos “democrática”. Ya no esconde su miedo, ni sus filias neonazis, ni su deriva belicista con perogrulladas estériles como “los valores democráticos” y todas esas historias para niños tan habituales hasta hace nada. El plan de rearme que ha presentado la presidenta del Consejo Europeo de 800.000 millones de euros para “la defensa” indica que la población europea va a ser sacrificada en aras de la guerra y del lucro de los de siempre.

No es un decir, es una realidad porque lo primero que recoge ese plan es derogar el Plan de Estabilidad y Crecimiento, aprobado inicialmente en 1997 y cuya última modificación es de 2023, nunca implementado en su totalidad. Eso significa, lisa y claramente, la derogación oficial de la llamada «Europa social». Porque en el plan de Von der Leyen se prevé que 650.000 millones de esos 800.000 reclamados para armas salgan de ahí (1).

Durante años los plutócratas de Bruselas han impuesto políticas de austeridad draconianas, recortado servicios públicos, atención sanitaria, educación y bienestar, todo en nombre del sagrado equilibrio presupuestario. Destruyeron países como Grecia en ello (y la supuesta izquierda se dejó degollar en aras del altar de sacrificios europeo). Y ahora todas las restricciones, esas políticas de austeridad, no se van a aplicar para las armas pero se mantienen para todo lo demás, es decir, no habrá ninguna mejora en la vida de los pueblos europeos. Lo que sorprende es la nula oposición popular a ello. El nivel de sumisión de la población europea, con muy escasas excepciones que vienen más del espectro más derechista que de los supuestos progresistas. Vivir para ver.

Los datos sobre el declive inexorable europeo se multiplican, pero no hay reacción. Lo penúltimo es que la organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) acaba de publicar un estudio afirmando que «las sanciones contra Rusia provocarán un fuerte aumento del déficit de pescado en la UE por el aumento de precios y la grave escasez de productos pesqueros populares» (2). Porque el grado de estupidez de los “dirigentes” europeos llega hasta el extremo de que, como en Alemania, se imponen sanciones al abadejo (una especie de bacalao) y que se pesca sobre todo el aguas rusas. La rusofobia patológica de Europa se manifiesta en cosas como estas, sin sentido alguno: en Alemania es muy popular una comida de palitos de pescado (Alaskan saithe), de los que se consumen ni más ni menos que 5’2 millones de unidades diarias, cuya materia prima es el abadejo que se captura en aguas rusas desde hace mucho tiempo. Como esas aguas están cerca de Alaska, en Alemania decidieron evitar la referencia a Rusia y por eso lleva el nombre que lleva. Pero eso no cambia el origen.

Pues bien, los plutócratas europeos han vuelto a tomar psicotrópicos y, por iniciativa de Alemania, han decidió en 2023 incluir el abadejo en los paquetes de sanciones contra Rusia (y van 16 ya). El simple anuncio hizo que el precio de esta comida popular haya subido el 42%. Eso ya de por sí es grave, pero lo es más cómo ha repercutido no solo en la industria pesquera, como reconoce ahora el informe de la FAO, sino que está empezando a desaparecer de los mercados y del consumo popular. Añádase a eso la larga lista de empresas alemanas que están paradas o han quebrado: Agfa, Polaroid, Praktiker, Hertie, Karstadt, Kaufhof, KaDeWe, Body Shop, Woolwort, Varta. Eso por no hablar de la industria automovilística, toda en decadencia (incluso la hasta ahora intocable Mercedes Benz ha decidido despedir a 12.000 trabajadores, que se suman a los despidos en Volkswagen, en Audi, etc.), y la situación de toda Europa en el pelotón de cola de la manufactura industrial. Hoy día Alemania se sitúa en el puesto 32 del mundo en manufactura industrial, por debajo de países como Colombia, Indonesia, Tailandia, o Malasia.

No es el único país europeo que está tan abajo: solo hay dos países, España y Polonia, que superan la media mundial que se considera idóneo para el crecimiento de un país y que se sitúa en el índice 50. La media de la eurozona está en estos momentos en el 46 mientras que el país que lidera este índice, India, está en el 58.

Teniendo en cuenta estos datos, es curioso que la presidenta de la UE haya acudido recientemente a India a pedir que este país se sume a la campaña contra Rusia (27 y 28 de febrero). Formalmente la visita a India era para tratar de la posible firma de un acuerdo de libre comercio, el acceso de los productos europeos -que se enfrentan a unos aranceles altos impuestos por India para los automóviles y el vino, por ejemplo- y, lo más importante, que India colabore en las sanciones contra Rusia. Mostrando su nivel intelectual, Von der Leyen dijo que «la guerra de Rusia en Ucrania amenaza a la India no menos que a Europa». El nivel intelectual de la “dirigencia europea” no llega al nivel del asa de un cubo cuando dice esto habiendo sancionado a empresas indias “por intentar eludir las sanciones”. Colonialismo en estado puro.

Cuando India lidera estadísticas como la del sector manufacturero mientras la UE está hundida, decir esto es una perfecta estupidez que indica a todo el mundo el nivel intelectual que hay hoy en Europa. Sobre todo porque India ha demostrado en estos tres años que lleva el conflicto ucraniano, ese que da tanto miedo a los plutócratas, que los recursos energéticos rusos son vitales para ella. Justo lo contrario que han hecho los vasallos europeos, que han aceptado la presión de EEUU y se han desindustrializado.

Pensar el que el zombi en que se ha convertido ahora la Unión Europea puede presionar a India es de locos, pero este es el nivel, además de hacer una demostración práctica de una total ignorancia sobre India, una ignorancia colonial: el primer país que visitó Modi tras su reelección como presidente el año pasado fue a Rusia. Es más, en la respuesta oficial de India a la pretensión europea de que se sumase a las sanciones contra Rusia no deja lugar a la duda: “India no reconoce las sanciones y no tiene intención de cambiar su política. Las sanciones no son un método diplomático a menos que sean introducidas por las Naciones Unidas».

Es sangrante que mientras la ciudadanía europea se enfrenta a una crisis económica sin precedentes -de la que Alemania es el exponente más claro-, con una inflación galopante y un poder adquisitivo en caída libre, el zombi europeo hable tan alegremente de miles de millones para armas. Para armas, no para mantequilla. Y los llamados «socialdemócratas» europeos lo apoyan reforzando tal aberración con un llamamiento «Por una Europa libre y fuerte», mientras en el Estado español la gente de Sumar dice que cuestionar todo esto (el armamentismo, la OTAN y demás) es «un eslogan del siglo pasado».

¿Una Europa fuerte sin sanidad, sin educación, sin pensiones… sin europeos? Bueno, está bien. La pobreza, el desempleo, la crisis energética provocada por el abandono de las muy baratas fuentes energéticas rusas han surgido como las setas, o mejor, como pasa la luz por el cristal: sin tocarlo ni mancharlo.

Desde febrero de 2022 nos hemos desayunado, comido y cenado con que se nos decía que Putin se moría, que los soldados rusos robaban las lavadoras en el Donbás para recuperar los chips, que peleaban con palas y caballos, que tenían los calcetines agujereados, que se quedaban sin tanques y sin misiles y muchas cosas por el estilo y, pese a todo eso, son un peligro que nos amenaza por lo que hay que responder con 800.000 millones de euros en armas y evitar ese peligro.

El intento de recuperar protagonismo

Esto no es casual. Viene precedido de varios movimientos que indican cómo Europa tiene miedo a la irrelevancia y los plutócratas creen que así recuperarán protagonismo. Hace tiempo que está en la irrelevancia, como fiel vasallo de su señor estadounidense, pero desde la victoria de Trump en las elecciones de EEUU ese sentimiento ha aflorado sin traba alguna. Fue el esperpéntico Secretario General de la OTAN quien dijo por primera vez en diciembre del año pasado, que se gastaba mucho en pensiones, sanidad y bienestar social vario y que eso tenía que ir para la guerra. Cuando Trump, ya presidente, decidió iniciar conversaciones con Rusia para normalizar relaciones – la paz en Ucrania aún está muy lejos – Europa entró en pánico total y ha decidido dar el salto hacia el abismo.

Fue Gran Bretaña la que inició el movimiento convocando una reunión en Londres el día siguiente a la histórica reprimenda pública que sufrió Zelenski en EEUU. Una reunión grotesca donde se vio a un personaje como este flanqueado por los «líderes» de las potencias neocoloniales en decadencia vendiendo un circo de «lucha por la democracia y contra el totalitarismo». No era solo una reunión para apoyar a este sujeto, sino contra Trump. Estuvieron presentes presentes varios países europeos, pero contando con y actuando para los demócratas estadounidenses, para Soros, para los Rothschild, para los BlackRock. La convicción que existía hasta ese momento de que al zombi europeo le interesa provocar un conflicto a Trump alargando la guerra en Ucrania hasta 2026 para dar tiempo a que los demócratas recuperen el Congreso y el Senado en EEUU se convertía en certeza.

La actitud de Zelenski en la reunión con Trump solo podía tener una explicación: los países europeos (Francia, Gran Bretaña y Alemania, sobre todo) le habían convencido para que volase todos los puentes con Trump garantizándole protección dado que las visitas previas de Macron y Stramer a Trump no condujeron al objetivo principal: que EEUU proporcionase garantías de seguridad a las «fuerzas de paz» británico-francesas en Ucrania. En su loca cabeza, un hipotético ataque ruso a esas fuerzas obligaría a EEUU, como garante, a atacar a Rusia. Es más que probable que a eso fuera a lo que refería Trump cuando acusó a Zelenski de provocar la III Guerra Mundial. Trump será un bocazas, pero no es un imbécil. Y menos quienes le asesoran. De ahí también que Trump hubiese dicho, antes y después, que las «fuerzas de paz» son asunto de Europa.

Como mínimo, Macron y Starmer querían obligar a EEUU a interrumpir las negociaciones bilaterales con Rusia. Esa fue otra de las pretensiones de Zelenski en esa histórica reunión de la que salió vapuleado. No es casualidad que Trump se comunicara con Macron y Starmer de una manera manifiestamente poco ceremoniosa, especialmente a Macron, a quien no recibió sino que fue una empleada del servicio de protocolo. Y a Starmer le espetó, también públicamente, que si la valiente y audaz Gran Bretaña podría enfrentarse sola a Rusia.

Europa está al borde del abismo. Está haciendo lo posible y lo imposible para descarrillar cualquier acuerdo de paz, por lejana que esté, porque se ha convertido en un actor irrelevante, un extra en política internacional. Ya ni siquiera es un actor de reparto.

Porque es imposible no notar las contradicciones más obvias de todo este esperpento: Gran Bretaña, un país que ya no pertenece al zombi conocido como Unión Europea, ejerce como eje y mando de todo el resto de países europeos con ideas absurdas como crear una «tregua temporal» para salvar lo que queda del ejército neonazi, y luego bombear rápidamente armas al país mientras se celebran oficialmente «conversaciones de paz» y posicionar a sus escuálidos ejércitos en Ucrania en un intento de cambiar el equilibrio de poder sobre el terreno. Todo esto, no hace falta decirlo, se basa en la esperanza de que EEUU mantenga su compromiso de “cubrir” todo el escenario europeo con su fuerza nuclear.

Es un plan de niños o mejor, de locos, sin posibilidad alguna. Pero como son burros con anteojeras solo se ven a sí mismos y a su paranoia antirrusa. Están presos de sus propias narrativas sin ver que Rusia los ve y que no está jugando en una reunión de niños: justo cuando terminaba la reunión de Londres bombardeó un carguero que transportaba armas británicas desde Turquía.

Esto tiene que ver con la historieta de Macron, que intenta quitar protagonismo al británico Starmer, diciendo que «como primer paso hacia la paz tiene que haber una tregua en el aire, en el mar y en relación con la infraestructura energética». Da por hecho que los rusos son estúpidos y que van a renunciar a sus ventajas en el aire y en el mar, por donde llega una parte importante del suministro de armas a los neonazis, como ha quedado claro con este ataque. Y que la infraestructura energética no es vital para lo que queda de fuerza militar de los neonazis.

Por alguna razón que se me escapa, salvo que una tregua solo favorece a quien se retira, esto de la tregua no lo propuso Occidente cuando los rusos se retiraron de Jarkov y Jerson o en los primeros días de la «operación Kursk» (donde, por cierto, los rusos ya han recuperado el 75% del territorio que lograron ocupar los neonazis).

Europa sabe que su mundo, ese que manejaban (en lo que la dejaba EEUU) ya no existe. Ha sido cómplice de la expansión de la OTAN, lo que desencadenó el conflicto, ha sido cómplice de la enemistad con China (lo de los aranceles a los coches eléctricos ha sido la puntilla a la industria europea, como comentaba más arriba), ha apoyado el genocidio en Gaza, ha llevado a sus países a la recesión y todo por seguir como fiel vasallo a EEUU. Pero ahora EEUU está a otra cosa y Europa se ha quedado con el culo al aire. Y ha visto su desnudez y ha entrado en pánico.

Notas

(1) https://ec.europa.eu/commission/presscorner/detail/sv/statement_25_673

(2) https://openknowledge.fao.org/server/api/core/bitstreams/f12f4e9b-15c8-4466-8cc2-aa50596e9818/content

Alberto Cruz es periodista, politólogo y escritor. Su nuevo libro es “Las brujas de la noche. El 46 Regimiento “Taman” de aviadoras soviéticas en la II Guerra Mundial”, editado por La Caída con la colaboración del CEPRID y que ya va por la tercera edición.

albercruz@eresmas.com

FUENTE CEPRID: https://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2967

Las opiniones del autor no representan necesariamente las de Dossier Geopolitico

Por Pepe Escobar

Putin nunca sacrificará las demandas de “indivisibilidad de la seguridad” que Rusia planteó a Washington en diciembre de 2021 y que no recibieron respuesta alguna.

El “alto el fuego” anunciado con su característica grandilocuencia por el equipo de Trump 2.0 debería verse como un kabuki de mal gusto dentro de una matrioska barata.

A medida que vamos quitando las máscaras sucesivas, la última que queda en el interior de la matrioska es una pequeña bailarina travesti despierta: una Minsk 3 disfrazada de drag.

Ahora es el momento de un nuevo “alto el fuego”: el presidente Putin, solo en uniforme por segunda vez desde el inicio de la SMO, muy serio, visita la línea del frente en Kursk.

Finalmente, la clave para la verdadera operación de desprendimiento: la conferencia de prensa de Putin después de su reunión con Lukashenko en Moscú.

¿Alto el fuego? Por supuesto. Lo apoyamos. Y luego, metódica y diplomáticamente, el presidente ruso, con un estilo Caravaggio, aplicó un claroscuro total a cada detalle geopolítico y militar de la estrategia estadounidense. Una deconstrucción artística y consumada.

Resultado final: la pelota vuelve a estar en manos de Donald Trump. Dicho sea de paso, el líder del Imperio del Caos, en proceso de renovación, no tiene (la cursiva es mía) la última palabra.

El arte del matiz diplomático

Así es como funciona la diplomacia al más alto nivel: algo fuera del alcance de los patanes norteamericanos como Rubio.

Putin tuvo la gentileza de agradecer “al presidente de los Estados Unidos, el señor Trump, por prestar tanta atención a la resolución del conflicto”.

Al fin y al cabo, los estadounidenses también parecen estar implicados en “lograr una noble misión, una misión para detener las hostilidades y la pérdida de vidas humanas”.

Luego pasó al grano: “Este alto el fuego debería conducir a una paz duradera y eliminar las causas iniciales de esta crisis”.

Como en todos los casos, Rusia deberá satisfacer sus imperativos clave, ampliamente conocidos desde al menos junio de 2024. Al fin y al cabo, es Rusia quien está ganando la guerra en el campo de batalla, no Estados Unidos, ni la ya fragmentada OTAN, ni mucho menos Ucrania.

Putin se mantuvo firme respecto del alto el fuego: “Estamos a favor”.

Pero hay matices; una vez más, se llama diplomacia. Empezando por la verificación, posiblemente el núcleo del razonamiento de Putin:

¿Cómo se usarán estos 30 días? ¿Para continuar la movilización forzada en Ucrania? ¿Para recibir más armas? ¿Para entrenar a las unidades recién movilizadas? ¿O no se hará nada de esto?

¿Cómo se resolverán los problemas de control y verificación? ¿Cómo podemos garantizar que nada de esto ocurra? ¿Cómo se organizará el control?

Espero que todos entiendan esto con sentido común. Son asuntos muy serios.

No: la eurocracia colectiva, sumida en una rusofobia demente, no entiende el “sentido común”.

Una vez más, Putin se remitió diplomáticamente a la «necesidad de colaborar con nuestros socios estadounidenses. Quizás hable con el presidente Trump».

Así que habrá otra llamada telefónica pronto.

Trump, por su parte, perennemente flotando en las nubes de grandilocuencia, ya aplicó su “influencia” en las negociaciones, incluso antes de la respuesta detallada de Putin al kabuki del alto el fuego.

Intensificó las sanciones al petróleo, al gas y al sector bancario de Rusia, permitiendo que la exención a las ventas de petróleo ruso expire esta semana.

Esto significa en la práctica que los vasallos de la UE y otros “aliados” de ese tipo ya no pueden comprar petróleo ruso sin evadir las sanciones estadounidenses.

Incluso antes de eso, elementos de la banda criminal de Kiev pedían más sanciones contra Rusia como parte de un plan de «paz». Trump, obviamente, accedió, eludiendo una vez más la diplomacia básica. Solo aquellos con un coeficiente intelectual inferior a cero pueden creer que Moscú apoyará un alto el fuego/»proceso de paz» donde se le sancione por intentar poner fin a una guerra que, de hecho, está ganando en el campo de batalla, desde el Donbás hasta Kursk.

Las sanciones deberán ser el eje central de las posibles negociaciones entre Estados Unidos y Rusia. Al menos una parte de esos miles tendrá que desaparecer desde el principio. Lo mismo ocurre con los aproximadamente 300.000 millones de dólares en activos rusos «incautados» (es decir, robados), la mayoría de los cuales se encuentran en Bruselas.

Anexo, luego existo

El cuadro de alto el fuego de Caravaggio realizado por Putin revela que no tiene absolutamente ningún interés en antagonizar al notoriamente volcánico Trump, o en poner en peligro la posibilidad de una distensión entre Estados Unidos y Rusia en ciernes.

En cuanto a Kiev y los euro-chihuahuas, permanecen en el menú, y no en la mesa.

Como era de esperar, los principales medios de comunicación occidentales, como una ola de detritos tóxicos que golpea una costa prístina, están haciendo girar la idea de que Putin dijo “Nyet” a la táctica del cese del fuego como preludio para frustrar cualquier negociación al respecto.

Estos especímenes no entenderían el significado de “diplomacia” ni siquiera si fuera un cometa perforando el cielo.

En cuanto a la historia sobre los británicos “ayudando” a los estadounidenses y a los ucranianos a urdir la táctica del cese del fuego, eso ni siquiera puede considerarse un sketch de mala calidad de Monty Python.

Las clases dirigentes británicas, el MI6, sus medios de comunicación y centros de investigación, simplemente aborrecen cualquier negociación. Están en guerra frontal con Rusia, y su plan A —no hay plan B— sigue siendo el mismo: infligir una «derrota estratégica» a Moscú, como bien sabe el SVR.

El meollo del asunto es el Mar Negro. El análisis de Vladimir Karasev, según explicó a TASS, es acertado: «Los británicos ya han entrado en la ciudad de Odesa, que consideran un lugar clave. Sus servicios especiales están muy involucrados allí. Los británicos no ocultan su deseo de establecer una base naval en Odesa».

Odessa forma parte del amplio menú de recursos de Ucrania, en tesis, ya entregados a los británicos en virtud del turbio –y completamente ilegal– acuerdo de 100 años firmado entre Starmer y la sudadera sudorosa de Kiev.

Según las notas al pie del turbio acuerdo y de la nota «hecha en la sombra», Zelensky ya entregó a los británicos todo tipo de control sobre minerales, plantas de energía nuclear, instalaciones subterráneas de almacenamiento de gas, puertos clave (incluido Odessa) y plantas de energía hidroeléctrica.

En cuanto a la saga de minerales y tierras raras en curso en 404, o lo que quede de ella, los británicos compiten ferozmente con los estadounidenses. La CIA, obviamente, está al tanto. Todo esto se va a complicar enseguida.

Un debate serio en círculos bien informados de Moscú es que Putin jamás sacrificará las exigencias de «indivisibilidad de la seguridad» que Rusia planteó a Washington en diciembre de 2021, y que no obtuvo respuesta. La OTAN, por supuesto, jamás las aceptará. La decisión final la tendrá que tomar el presidente de Estados Unidos.

Y eso nos lleva al papel finalmente patético de la OTAN, ilustrado gráficamente por el Presidente de Estados Unidos, en la Oficina Oval, expandiendo alegremente su impulso para anexar tanto a Canadá como a Groenlandia (ambos parte de la OTAN) justo en frente del lamentable títere holandés Tutti Frutti o-Rutti, el Secretario General de la OTAN.

Aquella losa amorfa de rancio queso gouda holandés no sólo no dijo ni pío sobre las anexiones: brillaba como un bebé delante de Trump.

Eso fue la OTAN al desnudo: la Voz de su Amo gobierna a su antojo, y decida lo que decida, incluso la «seguridad» y la integridad territorial de los Estados miembros podrían estar en peligro. Así que vuelvan a jugar en su arenero. Adelante, a la próxima llamada telefónica entre Putin y Trump.

FUENTE : https://strategic-culture.su/news/2025/03/14/putin-peels-off-masks-of-the-ceasefire-kabuki/

Las opiniones de los colaboradores individuales no representan necesariamente las de la Fundación Cultura Estratégica y las de DOSSIER GEOPOLITICO/