Los líderes occidentales debaten sobre una eventual incorporación de Ucrania a la alianza o “garantías de seguridad” que involucrarían al bloque en un enfrentamiento directo con Rusia

Por Eduardo J. Vior (*)
analista internacional

El próximo martes y miércoles los jefes de Estado y de gobierno de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se reúnen en Vilna, capital de Lituania. El tema dominante en su agenda es la eventual incorporación de Ucrania a la organización. Hay voces a favor y otras en contra, pero lo que llama la atención es cuán despreocupadamente se trata una cuestión que, si se resuelve mal, puede poner al mayor bloque militar de la historia en un conflicto directo (ya no por interpósitos actores) con la mayor potencia atómica del mundo en el que se jugaría la existencia misma de la humanidad.

El Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, inició el domingo en Londres su viaje por tres países europeos. Este lunes se reúne con el Primer Ministro británico, Rishi Sunak, tras lo cual visitará al Rey Carlos en el Castillo de Windsor. Se espera que las conversaciones con el monarca incluyan iniciativas sobre el clima. El lunes por la noche, en tanto, el presidente viaja a Vilna, capital de Lituania, para participar los días 11 y 12 de junio en la conferencia cumbre de la OTAN. Se espera que en la agenda se trate la eventual incorporación de Kiev a la alianza, así como el intento de Suecia en el mismo sentido, hasta ahora bloqueado por Turquía. Tras su viaje a Lituania, Biden se dirigirá a Finlandia, el miembro más reciente del bloque militar occidental.

Entre tanto, en una entrevista con Fared Zacaria, periodista estrella de CNN, el mandatario dijo que “No creo que haya unanimidad entre los miembros sobre si incorporar o no a Ucrania a la OTAN ahora”. Biden añadió que “llevará un tiempo” hasta que Ucrania se convierta en miembro de la OTAN. Sin embargo, el jefe de Estado declaró que Washington podría proporcionar a Kiev un apoyo similar al que presta a Israel hasta que Ucrania se incorpore a la OTAN. Dijo que esto implica “proporcionarles el armamento que necesitan, la capacidad de defenderse”. Más importante aún serían las garantías de seguridad que ese status conllevaría. Washington se comprometería a defender a Kiev en cualquier circunstancia, o sea que le daría carta blanca para atacar territorio ruso como Tel Aviv hace con Siria y Líbano.

Ya en un tramo anterior del reportaje Biden defendió la entrega de bombas de racimo a su aliado en el Dniéper. Según dijo, el proporcionar a Ucrania municiones de racimo fue una “decisión difícil”, pero que finalmente se convenció de enviar las controvertidas armas porque Kiev necesita municiones en su contraofensiva contra Rusia.

La Casa Blanca anunció el viernes que el presidente había aprobado la transferencia a Ucrania de ese tipo de armas prohibidas por más de cien países (aunque no por Rusia y EE.UU.). Se trata del último de muchos casos en los que EE.UU. ha proporcionado a Kiev armas que previamente había rehusado.

Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, Dmitri Kuleba, manifestó el pasado sábado que la OTAN acordó “importantes decisiones” sobre Ucrania. “Como resultado de la cumbre en Vilna nuestro camino hacia la alianza será definitivamente más corto. Se trata de un resultado muy importante, del que se nos dijo, como en muchos otros casos, que no se produciría, pero lo logramos junto con nuestros socios más cercanos“, escribió el canciller en su cuenta de Threads (red social propiedad de Meta).

A su vez, también el presidente de Francia, Emmanuel Macron, abandonó su antigua oposición a la ampliación de la Alianza Atlántica y ahora está intentando “acelerar la expansión tanto de la OTAN como de la Unión Europea hacia el este, abriendo el camino a la adhesión de Ucrania”, reportó este sábado Bloomberg. El medio citó declaraciones del mandatario francés en una conferencia en Bratislava (Eslovaquia) el 31 de mayo, que hasta ahora habían pasado desapercibidas, en las que sostuvo que “la cuestión no es si debemos ampliarnos o no, sino cómo debemos hacerlo”, afirmó entonces Macron.

Por el contrario, Alemania abogará por retrasar la adhesión de Ucrania a la OTAN por temor a que el ingreso inmediato pueda provocar una guerra con Rusia, informó también este sábado The Telegraph. Una fuente citada por el diario señaló que Alemania “se muestra reticente ante la perspectiva de ofrecer la adhesión inmediata” y “quiere un proceso y tiempo para desarrollar garantías para bloquear esencialmente el ingreso”.

Según la fuente, Berlín no quiere que los líderes rusos “pongan potencialmente a prueba el artículo 5º de la Carta de Defensa Colectiva de la OTAN, que indica que cualquier Estado miembro atacado desde el exterior tiene derecho a solicitar la intervención militar del resto de los aliados.

En realidad, es al revés: si Rusia quisiera desafiar a la alianza, ya lo habría hecho. En Ucrania no sólo luchan mercenarios de muchos países, sino también oficiales en servicio de las fuerzas especiales de numerosos países miembros de la OTAN. El Kremlin podría haber constatado que existe una intervención formal del bloque occidental a favor de Ucrania y haber atacado objetivos en Rumania, Polonia o los países bálticos. Sin embargo, no lo hizo, porque no tiene interés en escalar el conflicto. Quien tiene interés en hacerlo es el liderazgo ucraniano, para de ese modo involucrar a sus aliados en una guerra mayor contra Rusia. Nadie piensa seriamente que Kiev pueda derrotar a Moscú, no importa cuán grande sea la ayuda militar que reciba. Para Zelensky y su grupo, entonces, la única salida posible es la fuga hacia adelante.

Resulta, pues, extraño que, ante tal cuadro de situación, el liderazgo occidental insista en aumentar su compromiso con Ucrania. La no incorporación formal a la alianza sería una solución solamente, si al mismo tiempo, por los discretos canales de diálogo existentes, Occidente diera a Rusia garantías formales de que controlará efectivamente al gobierno ucraniano, para que no escale la guerra. Si no lo hace y, como propone Biden, le da “garantías de seguridad” similares a las otorgadas hace ya tiempo a Israel, en realidad lo estará empujando a agudizar y ampliar el conflicto.

¿Piensan los estrategas occidentales que Moscú va a retroceder ante una mayor presión? Si es así, no entienden que, en Ucrania, Rusia se está jugando la existencia. Si resulta derrotada, se producirán conmociones internas similares a las de 1917, el gobierno caerá y el territorio del país más grande del mundo será fracturado por sus adversarios en un sinnúmero de republiquetas sin chances de sobrevivir. Ante este panorama, ningún líder ruso sensato puede recular. Sus pares occidentales deberían saberlo y no empujarlos contra la pared.

¿Qué o quién impulsa a los líderes occidentales para que vayan derribando una tras otra todas las barreras que impedían llegar a la catástrofe nuclear? ¿Ha desaparecido la cordura de sus gobiernos, cancillerías y estados mayores? Como cantaba Bob Dylan, “la respuesta está flotando en el viento”.

(*) Articulo difundido por la Agencia TELAM el autor autoriza su difusion en Dossier Geopolitico

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Dossier Geopolitico

2 comentarios
    • Dossier
      Dossier Dice:

      Muchas Gracias Luiz Viera de Melo por vuestras palabras nos retempla el espiritu de seguir comunicando la realidad y la verdad

      Responder

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