Entradas

Ponencia en el Simposio Internacional “Descolonización y cooperación en el Sur global”

El colonialismo un cáncer que debe ser erradicado en el siglo XXI (II y final) 

Shanghái, 12 de noviembre de 2024.

Sergio Rodríguez Gelfenstein

Estimados colegas y amigos:   Hemos sido convocados a este trascendente evento sobre “Descolonización y cooperación global” en un momento en que el mundo se debate en una crisis que pareciera avizorar una transición hacia un mundo mejor.

Diversas manifestaciones señalan este rumbo que ya no será de hegemonía global occidental. Aquellos discursos triunfalistas provenientes de Estados Unidos y Europa que recorrieron el mundo señalando “el fin de la historia” y una próxima “guerra de civilizaciones” están siendo superados por el devenir de los acontecimientos en diversas latitudes y longitudes del planeta. Ello anuncia el declive del colonialismo como fenómeno consustancial al capitalismo. En el nuevo mundo que amanece ya ningún país podrá someter a otros de la misma manera que en el pasado lo hicieran las potencias europeas primero y Estados Unidos después. El mundo multipolar que está surgiendo solo tendrá viabilidad si la cooperación sustituye a la competencia, la paz a la guerra y la amistad al conflicto.

Tres eventos recientes de incidencia global: la pandemia de COVID19, la Operación Militar de Rusia en Ucrania y el genocidio sionista en Palestina, han producido sustanciales cambios en el planeta. La alianza de China y Rusia, la emergencia de otros centros de poder regional y global, la creación y fortalecimiento de los BRICS y otras instancias multilaterales también regionales y globales, son expresión diáfana de ese mundo que está naciendo. La economía mundial está mutando al tiempo que el eje de la geopolítica global se está trasladando del Atlántico norte hacia el gran espacio euroasiático donde se gesta cada vez más la conducción de la política mundial.

El proyecto estratégico de la Ruta de la Seda manifiesta la posibilidad cierta de construir relaciones económicas desde la perspectiva de ganar-ganar beneficiosa para todas las naciones del planeta. Ni Estados Unidos ni Europa pueden evitarlo ni económica, ni política ni militarmente. Sus últimos esfuerzos se manifiestan en el terreno financiero y en el cultural. Pero son los últimos estertores de una fiera que fenece cuando ya no tiene capacidad para seguir ejerciendo su dominio. La paradoja es que esto los hace más peligrosas: resistirán con todos los instrumentos a su alcance el declive y cese de su economía. 

La crisis que vivimos es civilizatoria y sólo puede ser comprendida, en su verdadera magnitud, desde una perspectiva multidimensional. Los países occidentales y del norte global, parecieran no tener capacidad para superar la crisis. Al contrario, todos sus pasos recientes apuntan a involucrarse más en ella y profundizarla.

El carácter multidimensional de la crisis viene dado porque se manifiesta en los terrenos de la alimentación, la energía, la ecología y el ambiente y la cultura, pero también en lo político, social, económico, financiero y lo que es peor, en lo ético y moral.  No tenemos tiempo ni espacio en esta ocasión para exponer en toda su dimensión como se manifiesta la crisis global en cada una de estas áreas. 

Como dice el filósofo boliviano Rafael Bautista, el ascenso de las potencias emergentes no sólo reequilibra el poder global sino que hace posible descentralizar la economía y la política globales. La disposición centro-periferia es lo que ya no puede mantenerse; con el ascenso de los BRICS se reivindican culturas y civilizaciones que el mundo moderno las consideró arcaicas y superadas del todo. India y China vuelven a tener la importancia global anterior a la modernidad. Por eso no es raro que una buena parte de la literatura estadounidense hable del “choque de civilizaciones”. Occidente se siente amenazada por el despertar de las civilizaciones que supuso atrasadas, lo cual no hace sino desmentir su presunta superioridad civilizatoria.

En ese contexto, el primer mundo ya no es más un modelo civilizatorio. Y la economía que patrocinó por cinco siglos ya no es más sostenible. Energéticamente el mundo ya no puede seguir el modelo de consumo occidental. Estados Unidos con el 6% de la población mundial, consume el 25% de la energía. Como no la tiene, y sobre todo como no la tendrá, sale a buscarla donde existe en abundancia, en algunos países se la entregan sin remilgos, pero en otros, gobierno y pueblo dignos se resisten a ser maltratados, a ceder su soberanía y a renunciar al usufructo de bienes que le son propios.  Entonces se usa la fuerza pero cada vez mayor cantidad de pueblos y países en el planeta se resisten. En esa medida la imposición colonial se está haciendo más difícil. Como dice Bautista “La colonización ya no sería posible de reeditarse en el siglo XXI”.

Esta lucha entraña también un combate en los marcos ideológicos toda vez que aquellos intentos de sometimiento en este plano manifiestan la patente intencionalidad de establecer patrones universales de comportamiento, coaccionado también para que en términos conceptuales, las relaciones internacionales justifiquen esta práctica. La idea eurocéntrica y occidentalizada de las ciencias sociales y humanas tienen el objetivo de justificar la dependencia imponiendo una lógica que expone la unilateralidad de la civilización occidental, intentando ocultar que nuestro planeta es multicivilizacional y multi cultural. 

De esta manera, si aceptamos que el mundo avanza hacia la multipolaridad, debemos aceptar también que tenemos la obligación de construir miradas distintas desde cada uno de los potenciales polos de poder (y debo decir que América Latina y el Caribe aspira a ser uno de ellos) para que podamos ver al mundo desde lo que fuimos, lo que somos y lo que queremos ser. En esa dimensión fuimos colonizados, nos liberamos parcialmente logrando la independencia política y no queremos que ninguna persona en el planeta tenga que sufrir por causa de esta calamidad. Así, debemos proponernos construir un cuerpo teórico y conceptual propio que nos dé una perspectiva propia conducente a asumir una posición que cuestione y combata la visión occidental en un ámbito holístico de la sociedad, el Estado y las relaciones internacionales.

Ya es evidente que la filosofía y la ciencia política occidental están en declive como instrumentos de control y sujeción global ante el empuje de civilizaciones hasta ahora marginadas y excluidas. Occidente no tiene capacidad para comprender al mundo y ofrecer respuestas acertadas que pongan al ser humano en el centro de todas las preocupaciones y las atenciones. La pandemia de COVIG19 y el genocidio en Palestina son evidencias irrefutables de esta afirmación. 

Recurro nuevamente a Rafael Bautista quien citando al reconocido historiador de la Universidad de Yale, Paul Kennedy, recuerda que este sostiene que los asuntos internacionales no andan bien en el mundo político y social y que incluso estarían comenzando a desmoronarse, tanto institucional como discursivamente. Pero este desmoronamiento lo ve como un atentado al “mundo libre”, siendo incapaz, según Bautista de ver que se trata del desmoronamiento cultural-civilizatorio de la propia hegemonía occidental, es decir, del llamado “mundo libre”.

El mundo occidental y sus sustentos filosóficos y políticos emergidos en primera instancia de la democracia ateniense que tuvieron sus sustento en Aristóteles, Platón y Sócrates entre otros, y que se desarrollaron a lo largo del tiempo teniendo en la revolución francesa y la revolución industrial en Inglaterra de los siglos XVII, XVIII y XIX poderosos impulso institucional se vinieron a consolidar tras el fin de la segunda guerra mundial primero y la desaparición del mundo bipolar y la Unión Soviética después. Todo ello le ha permitido construir una “verdad” geopolítica acorde sus intereses y sus valores que tienen en la hegemonía y en una visión universal de la cultura sus principales pilares. El colonialismo es parte de esos valores, de esos principios como instrumento de dominio y control. En esa medida, luchar contra el colonialismo, es luchar por la construcción de un mundo más justo, equitativo y democrático que consagre la igualdad jurídica de todos los pueblos y países del planeta. Por eso, como dice Bautista “tiene sentido hablar de una descolonización de la geopolítica”.

Pero esta lucha y esta transición que entraña una transformación estructural del planeta en términos de las instituciones, de la cultura, de la democracia y e las relaciones internacionales debe hacerse desde la perspectiva de todos. No puede ser como la Carta de la ONU que fue elaborada solo por 51 países manteniendo a la amplia mayoría marginada y excluida del debate, incluida a casi toda África, Asia y el Caribe. Hoy el mundo está configurado por 194 países, no podemos seguir gobernador por una minoría que se asume como la “comunidad internacional”. Luchas contra el colonialismo en el siglo XXI es darle voz a aquellos pueblos y territorios que aun no lo tienen

Si, la mayoría del planeta logra imponerse y estar a la altura para de asumir la conducción de la transición civilizatoria, otro mundo es posible, pero debe hacerse sobre un nuevo trato, es decir, se debería fundar otra organización que ordene las relaciones internacionales en el planeta porque evidentemente la Organización de Naciones Unidas (ONU) no está capacitada para ello 

Pero aceptando que hemos sido convocados a este evento bajo la lógica actual, no podemos olvidar que, como dice la convocatoria a esta reunión: “El 14 de diciembre de 1960, la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU) adoptó la Resolución 1514 (XV), “Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales”, en la que se declaraba inequívocamente la necesidad de poner fin al colonialismo en todas sus formas y manifestaciones de manera rápida e incondicional. Sin embargo, hasta el día de hoy, casi 2 millones de personas siguen viviendo a la sombra del colonialismo, y las secuelas del colonialismo siguen afectando a los antiguos países coloniales a través de la política de poder, la infiltración cultural y la construcción del discurso. Mientras tanto, la colonización en sus formas económicas, financieras, tecnológicas e ideológicas, así como otras formas de neocolonialismo, plantea desafíos para todos los países del Sur global”. Este es y debe ser nuestro norte. 

No obstante, aunque el trabajo ONU ha conducido a la descolonización tal de más de 80 países desde su fundación, en este momento solo reconoce la existencia de sólo 17 colonias, pero según organizaciones especializadas en el asunto, en realidad la lista debería incluir a más de 60 colonias alrededor del mundo. 

Lamentablemente, hoy nos reunimos porque, aunque parezca increíble, cuando ya estamos bastante adentrados en el siglo XXI este tema que debió ser parte de la historia y de un asunto recordado como algo nefasto que no debe seguir ocurriendo, se sigue extendiendo por nuestro planeta como una mancha negra en la historia de la humanidad. Es nuestro deber conocer, denunciar, y luchar contra este flagelo hasta exterminarlo definitivamente de la faz de la tierra. 

Estimados colegas y amigos. Vengo de Venezuela, de América Latina y el Caribe. Una región que ha vivido y vive la afrenta colonial en su total expresión.  Realizamos este evento en un año en que nuestra región conmemora algunos eventos que marcaron la pauta de la lucha anticolonial, por la independencia y la autodeterminación de nuestros pueblos.  

Para los latinoamericanos y en particular para los sudamericanos, 2024 es el año del bicentenario de las batallas de Junín y Ayacucho, libradas por los ejércitos patriotas contra el colonialismo español en el territorio del Perú, extirpando para siempre el colonialismo de la América meridional antes española. Todavía hubo que seguir luchando casi 75 años más para que tras la derrota del ejército español en Cuba, este país hermano y Puerto Rico accedieran a su independencia, eso sí, mediatizada por la intervención militar de Estados Unidos que fue derrotada definitivamente en Cuba en 1959, mientras que aún mantiene a los boricuas en una situación de subordinación colonial.

Hoy, doscientos años después, el Reino Unido, Francia, los Países Bajos y Estados Unidos siguen poseyendo territorios en nuestra región, bajo administración colonial. El Reino Unidos controla Anguila, Bermudas, Montserrat y las islas Caimán, Malvinas, las Vírgenes Británicas, así como Turcas y Caicos. Francia, bajo subterfugios legales administra Cayena, Guadalupe y Martinica. Estados Unidos a las islas Vírgenes y a Puerto Rico y los Países Bajos a Curazao, Aruba, Bonaire, Saba, San Eustaquio y San Martín. 

Puerto Rico es una colonia clásica de Estados Unidos desde 1898. Entre 1952 y 1953 Washington hizo ante la ONU un simulacro en el que aparentaba el inicio de un proceso descolonizador. Posteriormente sus poderes ejecutivo, legislativo y judicial desmintieron aquel teatro, especialmente a través de la ley promesa y la junta de control fiscal. El estado colonial ha sumido a Puerto Rico en una situación de pobreza, desigualdad social, deterioro de la economía y la calidad de vida. Tras 126 años de colonialismo, el pueblo de Puerto Rico sigue luchando. Es la hora de la descolonización de Puerto Rico.

Las islas Malvinas están situadas en el Mar Argentino a unos 600 km, aproximadamente, de la costa patagónica, poseen una superficie de 11.718 kilómetros cuadrados. Incluyen dos islas principales, Soledad y Gran Malvina, y aproximadamente 200 islotes más pequeños.

A partir del año 1765 fueron ocupadas por las autoridades españolas del Virreinato del Río de la Plata y en 1816 asumidas como territorio integrante de la soberanía argentina. En la década de 1820 las autoridades argentinas con asiento en Buenos Aires tomaron posesión de las islas el 10 de junio de 1829. El 3 de enero de 1833 las islas Malvinas fueron usurpadas por la fuerza por Gran Bretaña que expulsaron a los residentes argentinos e iniciaron una ocupación colonial sistemática que se extiende hasta el día de hoy.

Desde el siglo XIX se suman las resoluciones naciones e internacionales que exigen al Reino Unido la devolución de las islas. El 2 de abril de 1982 se inició la Operación Militar del Rosario, que recuperó las islas, situación que permitió que flameara el pabellón argentino hasta el 14 de junio de 1982.

La Constitución Nacional argentina, en su reforma vigente desde el año 1994, expresa en su Disposición Transitoria Primera que “la Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional. La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes y conforme a los principios del Derecho Internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino.”

Algunas de estos territorios, mantienen su estatus colonial encubierto bajo distintas modalidades de engaño ante la mirada impertérrita de la ONU que, en el caso del colonialismo como en muchos otros, ha mostrado total inoperancia, incapacidad y falta de voluntad para decidir la desaparición total de este flagelo.

Para nosotros, los latinoamericanos, la victoria de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824 y la capitulación firmada por el general español Canterac en representación de la corona española significaron –de hecho– el reconocimiento de la independencia del Perú y de toda la América del Sur en términos del derecho internacional. También fue el colofón para un largo período de casi 15 años de movilizaciones, pronunciamientos, declaraciones, batallas y victorias a favor de la libertad de las repúblicas americanas antes españolas. Ayacucho fue la consumación de un esfuerzo conjunto encaminado a derrotar a la monarquía, el absolutismo y el dominio extranjero en la América meridional.

La participación en Ayacucho de oficiales y soldados de un ejército compuesto por venezolanos, colombianos, ecuatorianos, peruanos, chilenos, rioplatenses y altoperuanos, reunidos en torno a los mismos ideales, mostraron la fuerza superior de una unidad que fue capaz de sobreponerse a la inferioridad numérica para imponerse en base a la calidad superior de sus combatientes, jefes, oficiales y generales.

Para nuestro Libertador Simón Bolívar significó el compromiso cumplido hecho en su juramento del Monte Sacro, Italia en 1803, la realización de ideales esbozados en la Carta de Jamaica en 1815 y la posibilidad cierta de concretar los preceptos institucionales delineados en su discurso en el Congreso de Angostura en 1819. El esfuerzo en pro de la independencia había concluido. Entonces, comenzó una batalla no menor para vencer intereses mezquinos de clase, sector o grupo y, en favor de la defensa de la soberanía nacional y la consolidación de la unidad de las naciones de Nuestra América. En eso estamos todavía.

La magnanimidad del hecho no puede ocultar que sabedor de la inminente victoria, dos días antes de la batalla, metido de lleno en la problemática del Perú, sabedor del acontecimiento decisivo que estaba a punto de ocurrir en la guerra, informado de las resistencias que algunos sectores conservadores de las repúblicas americanas estaban haciendo para impedir la unidad necesaria y después de constatar que en Bogotá (tras su destitución como jefe del ejército), se daban pasos sin su conocimiento y/o aprobación, Bolívar entendió que debía apresurar la marcha que condujera a la realización de la gran Asamblea que allanara el camino a la unidad de las repúblicas hispanoamericanas. 

El 7 de diciembre de 1824, casi en la víspera de que se produjera el combate decisivo, desde Lima, Bolívar emitió una circular dirigida desde la más alta magistratura del Perú a los jefes de gobiernos de las repúblicas americanas antes españolas (Colombia, México, Río de la Plata, Chile y Guatemala) convocándolos a un magno evento continental a realizarse en Panamá. En Ayacucho se consolidó la independencia y en Panamá, dos años después se inició el camino de América Latina y el Caribe hacia su integración.

Estimados colegas y amigos, históricamente China ha sufrido mucho a causa del colonialismo y de los tratados desiguales. Desde su creación, la República Popular China ha mantenido una postura firme en apoyo de los esfuerzos de descolonización emprendidos por países y pueblos de Asia, África y América Latina, al tiempo que se opone vehementemente a todas las formas de colonialismo. 

En fecha tan lejana como octubre de 1960, durante una visita a China de Ferhat Abbas, presidente del gobierno provisorio de la República Argelina (cuando todavía no era independiente y luchaba por su libertad que finalmente se concretó el 5 de julio de 1962), se reunió con el líder chino Mao Zedong y el presidente Lui Chao Chi. Al concluir la estadía de varios días, Abbas firmó una declaración conjunta suscrita por la parte china por el primer ministro Chou En Lai que en alguna de sus partes dice que: “…reconocen que la lucha de los movimientos de liberación nacional en los países colonizados y semi colonizados, la acción de los pueblos del mundo por la democracia y el progreso social, aportan una contribución importante. Las dos partes se felicitan de constatar que el movimiento de los pueblos del mundo contra el imperialismo se sigue desarrollando con amplitud y profundidad”.

Más adelante agrega que:” Ambas partes tienen la firme convicción de que mientras persistan en la lucha y formen un amplio frente unido antimperialista podrán golpear y derrotar al imperialismo y al colonialismo, conquistarán y salvaguardarán su independencia nacional, asegurando la paz mundial” 

Estimados colegas y amigos, como dice la convocatoria este evento: “En la nueva era, China también ha propuesto conceptos como “Una comunidad de futuro compartido para la humanidad”, “Tres iniciativas globales” y “Una nueva forma de civilización humana” que trascienden y superan los escollos e influencias del discurso colonial”. 

Para eso estamos aquí, para debatir y definir nuevas alternativas y propuestas que por una parte denuncien las injusticias del colonialismo, y por la otra, insten al mundo a tomar medidas muchos más efectivas para eliminar este flagelo que afecta la decencia de la humanidad y perjudica la convivencia civilizacional en el planeta. 

Espero que estos dos días sean de fructífera labor y que salgamos de aquí con nuevos bríos para hacer cumplir la resolución 1514 (XV) que señala inequívocamente la “necesidad de poner fin al colonialismo en todas sus formas y manifestaciones de manera rápida e incondicional”.

Muchas gracias

www.sergioro07.blogspot.com

Por MK BHADRAKUMAR

El presidente ruso, Vladimir Putin, emitió un comunicado el jueves sobre los dos ataques con armas occidentales de largo alcance en territorio ruso el   19 y 21 de noviembre y el ataque reactivo de Moscú a una instalación dentro del complejo industrial de defensa de Ucrania en la ciudad de Dnepropetrovsk con un misil balístico hipersónico no nuclear hasta ahora desconocido llamado Oreshnik. 

El viernes, en una reunión en el Kremlin con los altos mandos militares , Putin volvió a abordar el tema y aclaró que Oreshnik no está realmente en una etapa “experimental”, como había determinado el Pentágono, sino que su producción en serie ya ha comenzado. 

“Dada la particular fuerza de esta arma, su potencia, se pondrá en servicio en las Fuerzas de Misiles Estratégicos”, añadió. “También es importante que, junto con el sistema Oreshnik, en Rusia se estén probando varios sistemas similares. Según los resultados de las pruebas, estas armas también entrarán en producción. En otras palabras, tenemos toda una línea de sistemas de mediano y corto alcance”. 

Putin reflexionó sobre el contexto geopolítico: “La actual situación militar y política en el mundo está determinada en gran medida por los resultados de la competencia en la creación de nuevas tecnologías, nuevos sistemas de armas y desarrollo económico”. 

En pocas palabras, la escalada de tensiones autorizada por el presidente estadounidense Joe Biden ha tenido un efecto contraproducente. ¿Biden ha mordido más de lo que podía masticar? Esto es lo primero. 

Al parecer, Estados Unidos decidió que las “líneas rojas” de Putin y la disuasión nuclear de Rusia eran cosa de retórica. Washington no tenía ni idea de la existencia de un arma maravillosa como el Oreshnik en el arsenal ruso, que es tan demoníacamente aterradora como un misil nuclear en su puro potencial apocalíptico destructivo, pero que salvará vidas humanas. Putin añadió con calma que Rusia tiene la intención de avisar con antelación a los civiles para que se aparten del camino antes de que el Oreshnik se dirija a su objetivo designado para aniquilarlo. La conmoción y el asombro en las capitales occidentales hablan por sí solos. Biden evitó hacer comentarios sobre el tema cuando los periodistas le preguntaron. 

El Oreshnik no es una actualización de los viejos sistemas de la era soviética, sino que “se basa completamente en innovaciones modernas de vanguardia”, subrayó Putin. Izvestia informó que el Oreshnik es una nueva generación de misiles rusos de alcance intermedio con un alcance de 2.500-3.000 km y potencialmente de 5.000 km, pero no intercontinental, equipado con múltiples vehículos de reentrada con objetivos independientes (MIRV), es decir, con ojivas de separación con unidades de guía individuales. Tiene una velocidad entre Mach 10 y Mach 11 (superior a 12.000 km por hora). 

El diario ruso Readovka informó que con una carga útil de combate estimada de 1.500 kilogramos, elevándose a una altura máxima de 12 kilómetros y moviéndose a una velocidad de Mach 10, el Oreshnik lanzado desde la base rusa en Kaliningrado atacaría Varsovia en 1 minuto 21 segundos; Berlín, 2 min 35 s; París, 6 min 52 s; y Londres, 6 min 56 s. 

En su declaración del jueves, Putin afirmó que “hoy en día no hay forma de contrarrestar este tipo de armas. Los misiles atacan objetivos a una velocidad de Mach 10, es decir, de 2,5 a 3 kilómetros por segundo. Los sistemas de defensa aérea que existen actualmente en el mundo y los sistemas de defensa antimisiles que están creando los estadounidenses en Europa no pueden interceptar este tipo de misiles. Es imposible”. 

De hecho, ha nacido una belleza terrible, pues Oreshnik no es sólo un arma hipersónica eficaz ni un arma estratégica ni un misil balístico intercontinental, sino que su poder de impacto es tal que, cuando se utiliza en masa y en combinación con otros sistemas de precisión de largo alcance, su efecto y potencia están a la altura de las armas estratégicas. Sin embargo, no es un arma de destrucción masiva, sino un arma de alta precisión.

La producción en serie implica que se están desplegando decenas de Oreshnik, lo que significa que ningún grupo de personal de los EE.UU./OTAN ni ninguna unidad de inteligencia de objetivos angloamericana en los búnkeres de Kiev o Lvov están a salvo por más tiempo. 

Oreshnik es también una señal para el presidente entrante de Estados Unidos, Donald Trump, que no deja de pedir hasta la saciedad un acuerdo inmediato para poner fin a la guerra. Irónicamente, Oreshnik se ha desarrollado sólo como reacción de Moscú a la dura decisión que adoptó en 2019 el entonces presidente estadounidense Trump de retirarse unilateralmente del tratado soviético-estadounidense de 1987 sobre fuerzas nucleares de alcance intermedio (INF). Por lo tanto, esto también indica que la confianza de Moscú en Trump es casi nula. 

Para dejar en claro este punto, el mismo día que Oreshnik salió de su silo, Tass publicó una entrevista inusual con un importante miembro de un grupo de expertos ruso afiliado al Ministerio de Asuntos Exteriores y al Kremlin: Andrey Sushentsov, director de programa del Club de Discusión Valdai, decano del Departamento de Relaciones Internacionales MGIMO del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso y miembro del Consejo Científico del Consejo de Seguridad Ruso. 

Los siguientes extractos de la entrevista, claros y sorprendentes, deberían disipar la hipótesis de que hay algo especial entre Trump y Putin: 

  • “Trump está considerando poner fin a la crisis ucraniana, no por simpatía hacia Rusia, sino porque reconoce que Ucrania no tiene posibilidades reales de ganar. Su objetivo es preservar a Ucrania como una herramienta para los intereses estadounidenses, centrándose en congelar el conflicto en lugar de resolverlo. En consecuencia, bajo el gobierno de Trump, la estrategia a largo plazo de contrarrestar a Rusia persistirá. Estados Unidos sigue beneficiándose de la crisis ucraniana, independientemente de qué administración esté en el poder”.
  • “Estados Unidos ha recuperado su posición como principal socio comercial de la Unión Europea por primera vez en años. Son los europeos los que soportan la carga financiera de prolongar la crisis ucraniana, mientras que a Estados Unidos no le interesa resolverla. En cambio, les conviene más congelar el conflicto, mantener a Ucrania como herramienta para debilitar a Rusia y como foco persistente en Europa para mantener su enfoque de confrontación.”
  • “Trump ha hecho numerosas declaraciones que difieren de las políticas de la administración de Joe Biden. Sin embargo, el sistema estatal estadounidense es una estructura inercial que se resiste a las decisiones que considera contrarias a los intereses estadounidenses, por lo que no todas las ideas de Trump se materializarán”.
  • “Trump tendrá un período de dos años antes de las elecciones legislativas de mitad de mandato, durante el cual tendrá cierta libertad para impulsar sus políticas en el Senado y la Cámara de Representantes. Después de eso, sus decisiones podrían enfrentar resistencia tanto en el país como por parte de los aliados de Estados Unidos”.

No nos engañemos: Rusia no se hace ilusiones. Putin no dudará en cumplir las condiciones que esbozó en junio para resolver el conflicto: la retirada de las tropas ucranianas de Donbass y Novorossiya; el compromiso de Kiev de abstenerse de unirse a la OTAN; el levantamiento de todas las sanciones occidentales contra Rusia; y el establecimiento de una Ucrania no alineada y libre de armas nucleares. 

Está claro que esta guerra seguirá su curso hasta llegar a su única conclusión lógica, que es la victoria rusa. El vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, Dmitri Medvedev, tiene toda la razón cuando dijo ayer en una entrevista con Al Arabiya que el uso del misil Oreshnik “cambia el curso” del conflicto ucraniano. 

Las capitales occidentales tendrán que aceptar la realidad de que las posibilidades de escalada de la guerra están llegando a su fin. No se equivoquen: si se intenta otro ataque ATAMCS dentro de Rusia, tendrá consecuencias devastadoras para Occidente. 

El presidente serbio, Aleksandar Vucic, lo expresó muy bien: “Si ustedes [la OTAN] creen que pueden atacar todo en territorio ruso con logística y armas occidentales sin obtener una respuesta, y que Putin no usará las armas que considere necesarias, entonces no lo conocen o son anormales”.

FUENTE: https://www.indianpunchline.com/a-defining-moment-in-the-ukraine-war/

Por: Anthony Medina Rivas Plata (Perú). Lic. en Ciencia Política y Mg. en Políticas Públicas. Profesor de Ciencia Política de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y de la Universidad Católica de Santa María. Egresado del U.S. Foreign Policy Program de la Universidad de Delaware (Estados Unidos). Que autoriza a Dossier Geopolitico a publicar su articulo

Las discusiones sobre temas internacionales en el Perú suelen estar mal enfocadas, tanto por la propia dinámica de las redes sociales (en donde las voces autorizadas suelen tener el mismo peso que las de influencers, trolls y comentaristas de ocasión), como del efecto que estas generan en las filias y fobias que nacieron como producto de la segunda vuelta del 2021 y de la coyuntura posterior a la caída del gobierno de Pedro Castillo. Evaluamos conflictos internacionales asumiendo bandos en países que no son el nuestro (¿eres demócrata o republicano?, ¿estás con Israel o con Hamás?, ¿eres chavista u opositor?, etc.), mientras que a la vez convertimos problemas estrictamente internos/domésticos en problemas de seguridad internacional; como cuando Fernando Belaúnde culpaba a la Unión Soviética y a la Comintern de la aparición de Sendero Luminoso o como cuando Alan García culpaba a los chilenos y al chavismo continental de los conflictos sociales en Bagua y Tía María. Debido a esta antilógica, no podemos evaluar de manera fría y realista las causas de la victoria de Donald Trump como del impacto que su futuro gobierno tendrá en nuestro país.

¿Por qué ganó Trump?


La victoria de Trump se debe principalmente a su agenda proteccionista en política económica y a la incapacidad del Partido Demócrata de ofrecer una alternativa que incluya a los trabajadores “blue collar” que perdieron sus empleos debido a la deslocalización industrial iniciada en los años 70, así como de la creciente privatización de los servicios públicos y del encarecimiento del precio de los alimentos y del costo de la vivienda. El llamado “progresismo”, la “ideología de género”, George Soros y todos los lugares comunes del conservadurismo alt-right pueden haber tenido una cierta influencia en la opinión pública a la hora de votar (sobre todo entre los más jóvenes), pero no son ni de lejos la razón por la cual Trump ganó las elecciones. Pero de ser así, ¿por qué entonces seguimos pensando que las últimas elecciones en Estados Unidos fueron una especie de referéndum anti-izquierdista?


¿El problema es el comunismo o el capitalismo?


Hace más de 10 años, la politóloga norteamericana Nancy Fraser acuñó el concepto “neoliberalismo progresista” para referirse a un conjunto de políticas postmateriales que posteriormente fueron identificadas con el movimiento “woke”: Feminismo, LGTBI, aborto, antirracismo e inclusión forzada de minorías étnicas en los medios y la cultura; las cuales fueron implementadas desde inicios de los 90’s por las administraciones demócratas de Bill Clinton en adelante (inalteradas por sus sucesores republicanos, por cierto). Hasta aquí, parecería que la teoría de Fraser coincidiría con la de influencers alt-right como Agustín Laje, pero esto es un error. Mientras que Laje culpa al “marxismo cultural” de promover una conspiración en contra de la vida, la familia y la propiedad privada; lo que Fraser señala es que el wokismo no es sino la mano izquierda del capitalismo en su variante neoliberal.


En su último libro, titulado “Globalismo”, Laje opina que la soberanía de los Estados está en riesgo como producto de la cooptación de los organismos internacionales por parte del activismo izquierdista global, el cual tendría como objetivo la creación de un régimen comunista mundial controlada por las élites en donde los vínculos sociales tradicionales desaparecen y la soberanía de los Estados es destruida. El libro de Laje intenta justificar teóricamente el discurso que el presidente argentino Javier Milei realizó en el Foro Económico Mundial en Davos el pasado enero: las élites mundiales son de izquierda, controlan los organismos internacionales, y las políticas que proponen son comunistas. Por supuesto, el libro de Laje no señala en qué momento el movimiento comunista mundial posterior a la disolución de la URSS se volvió millonario y logró “cooptar” dichos organismos. Por el contrario, Fraser, menos conocida en el mundo de las redes sociales y de los TikToks de minuto y medio, señala que la destrucción de la vida, la familia y la propiedad no se produce como consecuencia del wokismo, sino como consecuencia de políticas neoliberales de privatización, desregulación, tercerización, financiarización y oligarquización de la economía norteamericana; en la cual la izquierda institucional, representada por el Partido Demócrata, ha seguido al pie de la letra la doctrina económica de republicanos como Ronald Reagan y George H. W. Bush (padre), utilizando al progresismo como una especie de “premio de consuelo” para con sus bases izquierdistas frente a su incapacidad de producir cambios en el modelo económico estadounidense. Aquí tocaría preguntarse si la razón por la cual las generaciones jóvenes (millenials/centennials) deciden no tener hijos tiene más que ver con que no les alcance el dinero para llegar a fin de mes o con el ver a lesbianas o transexuales en alguna película de Netflix o Disney.


¿De qué manera el progresismo refuerza al capitalismo?


Para ilustrar el concepto de neoliberalismo progresista, Fraser en su artículo de 2013 “How feminism became capitalism’s handmaiden” (“¿Cómo el feminismo se convirtió en la mucama del capitalismo?”) señala que el movimiento feminista de los Estados Unidos dejó de defender reivindicaciones colectivas de clase para enfocarse estrictamente en una política neoliberal de “cuotas” de acceso de mujeres al mercado laboral; absolutamente compatibles con las políticas antisindicales y de desregulación de derechos laborales iniciadas por Reagan en los años 80. Efectivamente, si el único cambio que propone el Partido Demócrata es el de reemplazar a los patrones hombres blancos y educados en Universidades Ivy League por patronas mujeres blancas y educadas en Universidades Ivy League, mientras las empleadas latinas que trabajan para ellas no tienen ni para pagar el alquiler; entonces no debería sorprendernos que el mal llamado “voto latino” se haya inclinado por un Trump que propone cortar la competencia de migrantes ilegales y el retorno de los trabajos que se fueron a China y al Sudeste Asiático desde la época de Nixon en adelante. La victoria de Trump por segunda vez es la mayor derrota que el neoliberal-progresismo ha enfrentado en toda su historia; y en consecuencia es el fin de una forma de hacer política que en los Estados Unidos se había vuelto inamovible desde los años 90.


Pero nuevamente, si ya es bastante claro que las preocupaciones de los votantes son principalmente económicas, ¿entonces por qué el movimiento conservador, tan activo en redes sociales, sigue diciendo que su prioridad es la lucha contra de los woke, las ONGs y la izquierda? Obviamente, porque la única forma de hacer que la gente vote por políticas contrarias a sus intereses es desviando su atención con cortinas de humo como las del “marxismo cultural” y la “ideología de género”; dirigiendo sentimientos antiprogresistas, ya sea contra la “casta” en Argentina, los “burócratas de Bruselas” en Reino Unido, las “élites globalistas” en Estados Unidos o contra los “caviares” en el Perú. Si los conservadores dijeran la verdad sobre lo que quieren hacer con la economía no sacarían ni el 1% de los votos. Esto puede llegar a niveles esquizofrénicos, como en el caso de Argentina donde mucha gente es capaz de seguir tolerando políticas económicas abiertamente antipopulares y regresivas, como las que el señor Milei viene ejecutando en contra de ellos. No importa si hoy el costo de vida en Argentina es el más alto de América Latina (superando incluso a algunos países europeos) o que la pobreza haya llegado al 53% como producto de sus políticas de ajuste estructural; al parecer, lo realmente importante para muchos argentinos es que hayan eliminado el Ministerio de la Mujer y el llamado “lenguaje inclusivo” en los documentos de gestión pública. En ese sentido, la llamada “batalla” contra el “marxismo cultural” no es más que una cortina de humo que oculta la verdadera batalla: una de carácter estrictamente económico en la que, por supuesto, el pueblo es el enemigo.


Conclusiones


Vemos entonces que evaluar la victoria de Trump implica evaluar la contradicción entre un patrón de voto y el resultado de las políticas públicas implementadas desde el gobierno una vez tomado el poder. Los norteamericanos quieren más producción local y no más importaciones de China; más regulaciones bancarias y no más derivados financieros; más servicios públicos de calidad y no más privatizaciones. Pero hacer eso implicaría que Trump rompa definitivamente con los sectores libertarios y anarcocapitalistas (los más acérrimos antiizquierdistas existentes en Estados Unidos hoy) que lo apoyaron durante su campaña de 2016, así como con muchos de los amigos millonarios que se beneficiaron de las políticas de desregulación que implementó en su primer gobierno. Aún no sabemos cuáles serán las reales políticas económicas que implementará Trump a partir del 20 de enero de 2025 (ya sabemos que una cosa es la campaña y otra el gobierno), pero por ahora, de acuerdo con el índice de Bloomberg Billionaires Index, magnates como Elon Musk, Jeff Bezos o los “progres” Bill Gates y Mark Zuckerberg han visto multiplicadas sus fortunas en los días posteriores a la victoria de Trump debido al incremento del valor de las acciones de sus empresas. Qué tanto beneficiará al pueblo norteamericano el aumento de la riqueza de los multimillonarios es una pregunta aparte.

El director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, en su columna del Club de La Pluma nos hace ver con fina ironía, que EL MUNDO SIGUE GIRANDO LUEGO DE LAS ELECCIONES EN EEUU ante la exagerada ola de especulaciones sobre el triunfo de Trump, por parte de “un ejército de expertos” haciendo proyecciones, análisis, hipótesis y futurología (imposibles de corroborar) e intentando disimular el vergonzoso papel de esos expertos y del poder mediático, cuando atosigaron de forma intencionada a la opinión pública con sus falsas -que no erróneas- encuestas de “empate técnico” sobre una elecciones que el republicano liquidó a pocas horas de cerrar las urnas, ganando ampliamente y en ambas cámaras legislativas, que se suman al control de la Corte Suprema de Justicia y arrasando con votos blancos, negros, latinos, obreros, etc.

Lo que significa que la gente votó con el bolsillo y con la memoria, con desilusión e incertidumbre, en su innata defensa propia, castigando sin piedad a los demócratas y demoliendo sin paliativos a los supuestos ataques informáticos rusos o chinos. Lo que ha dado paso a esta nueva operación psicológica de CATÁSTROFE sobre el nuevo gobierno, para ocultar la realidad geopolítica global, que sigue siendo tan angustiante y caótica para EEUU como antes del 5 de Noviembre.

Y dejando de lado toda ésta espuma de especulaciones a futuro, Pereyra Mele señala en el audio las graves y concretas dolencias que afectan a ésta Norteamérica pos electoral, al ser políticamente una viciosa República Imperial, al canceroso “estado profundo” que le consume, al contra poder totalitario de los lobby de la industria militar, petrolero, farmacéutico y de Whall Sreet, a su oligarquía de millonarios improductivos, a las matanzas entre civiles como rutina de una sociedad violenta y al trágico flagelo mortal de la droga instalada definitivamente en sus calles.

Todo un escenario demoledor que no puede ser compensado con su poderío militar ni con el dominio de los mares, defendiendo un “atlantismo” en decadencia, frente al “continentalismo” asiático en auge y luego de haber roto sus propias doctrinas y reglas históricas que le dieron su poder imperial, como el haberpermitido la alianza rusa-china y otras de segundo orden que conciernen a Irán y la India, además de seguir creando monstruos como Zelenky y Netanyahu y generando frentes de guerra que irremediablemente terminan en derrota militar.

Y finaliza con una breve y concisa referencia a las elecciones, reflexionando que si Trump no administra esta decadencia con cierta habilidad y maniobrabilidad, la crisis de Occidente será grave y profunda y con posibilidad de provocar un conflicto nuclear.

Eduardo Bonugli (Madrid (17/11/24)

Javier Benitez de radio Sputnik entrevista al Director de Dossier Geopolitico Carlos Peeyra Mele

A Europa le falta cerebro. Es lo que manifestó el presidente de Rusia, Vladímir Putin, en la sesión plenaria del XXI Foro Internacional de Discusiones Valdái, en la ciudad rusa de Sochi. De acuerdo al mandatario, eso es lo que afirman colegas expertos de su entorno, al referirse a decisiones económicas de los europeos.

AUDIO DE LA ENTREVISTA

Donde no hay, no hay

‘Lo que la naturaleza no da, Salamanca no presta’, dice el viejo refrán, que cae como anillo al dedo a las actuales autoridades de la Unión Europea, salvo excepciones, como la de Hungría, o Eslovaquia.

En este sentido, en su intervención en la sesión plenaria del XXI Foro Internacional de Debates Valdái en la ciudad rusa de Sochi el presidente ruso, Vladímir Putin, declaró que en Europa las decisiones económicas las toman políticos que no tienen nada que ver con la economía.

«No quiero ofender a nadie, ¡Dios me libre! Esto no va a sonar muy bien: pregunto a mis colegas, los expertos, qué le falta ahora a Europa. La respuesta es: le falta cerebro. No porque sean estúpidos, sino porque las decisiones económicas las toman políticos que no tienen nada que ver con la economía. Las decisiones se politizan, no se calculan, no se basan en la realidad», explicó.

De esta manera comentó Putin la liquidación de los contratos de gas y la agenda verde. «Algo noble: la lucha por el clima. ¿Nos alarma a todos? Sí, y asusta a algunos. Pero asustar a propósito para imponer decisiones que son irrealizables, eso no es justo para los votantes», observó el jefe del Kremlin.

«Este es un discurso clave [de Putin] que lo tendrán que analizar mucho los europeos y los occidentales. Creo que es una pieza fundamental para entender el nuevo mundo que se está desarrollando. Justamente se hace en uno de los foros, el de Valdái, que es donde los intelectuales, los economistas, los expertos en política internacional, etc., se reúnen, y que ha venido prácticamente a suplantar al de Davos, en el sentido de que va marcando caminos, va marcando nuevas sendas. Y allí este discurso de Vladímir Putin ha sido muy ejemplar y con un claro direccionamiento hacia donde se dirige el mundo y tendrá que ser estudiado en profundidad en vista, de acá a un par de años, de todo lo que se dijo en estos días, cómo se ha cumplido», señala el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele.

«En lo que hace referencia Vladímir Putin de una Europa que está descerebrada, es evidente. Europa no tiene pensamiento propio, tiene un accionar de grupos económicos, que a su vez, con el asunto de la globalización se han hecho transnacionales. Es decir, están por encima de las naciones. Entonces, ¿qué rol juegan los políticos en ese aspecto? Ser simplemente la cadena de transmisión de rdenes supranacionales, que por supuesto, no benefician a quienes realmente los han puesto en ese lugar para ‘dirigir el país’, instrumentar las políticas que correspondan para llevar adelante al país a un mejor puerto», observa el analista.

«Esa falta de cerebro a la que hace referencia Putin, se ha visto claramente porque, de una forma totalmente disciplinada, subordinada, Europa […] está como en piloto automático. El problema es, al piloto automático, ¿quién es el que le ha puesto la dirección, las coordenadas hacia donde hay que ir? Evidentemente no han sido los políticos europeos, han sido poderes supranacionales y también una superpotencia a la que ellos han decidido subordinarse alegremente, y concluir que operan, además, bajo un paraguas que viene a ser una falsedad hipócrita, que son las famosas normas y reglas que dicen que defienden cuando hacen estas maniobras a las que han llevado a esta crisis. Ahí es donde se demuestra en la práctica real esa falta de conducción y de cerebro centralizado que deberían tener los europeos para poder haber seguido una vía de desarrollo que los afecta porque es un ‘enfermo en terapia intensiva'», concluye Pereyra Mele.

FUENTE SPUTNIK: https://noticiaslatam.lat/20241112/se-tenia-que-decir-y-se-dijo-a-europa-le-falta-cerebro-afirmo-putin-1158966308.html

AUDACY PODCAST: https://www.audacy.com/podcast/al-contado-a7e2c/episodes/se-tenia-que-decir-y-se-dijo-putin-afirma-que-a-europa-le-falta-cerebro-f6645

Por Eleonora Gosman PERFIL 27 años de cobertura en Brasil como corresponsal. Entrevistó a todos los presidentes brasileños desde 1995, salvo el último. Autora del site Brasil 7 días. La autora autoriza a Dossier Geopolitico su difusion

Como organizador de la Cumbre, Brasil pretende que cada palabra de la declaración final tenga el máximo consenso. Pero hay obstáculos considerables y una de esas dificultades procede nada menos que de Buenos Aires, porque Milei pretende hacer valer sus reservas sobre algunos puntos.

SAN PABLO | No es apenas una reunión de las potencias occidentales  la cumbre que se inicia el próximo lunes en Río de Janeiro. El G20 ofrece un elemento diferencial sobre otros foros, que es el hecho de estar integrado por 19 países y dos bloques continentales. Son parte del grupo Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, Rusia, Sudáfrica y Turquía. Y en cuanto a las dos organizaciones regionales, una es la Unión Europea que figura entre los miembros fundadores (en 1999) y la otra es la Unión Africana, que se incorporó en 2023. Pese a la variedad política y económica que caracteriza ese foro de naciones, o tal vez por esa razón, los temas en debate tienen chances de llegar a algunos resultados para mejorar las condiciones internacionales.


Todavía no se sabe qué grado de consenso logrará este nuevo G20, ya que aborda temas diferentes y difíciles de consensuar: desde la “gobernabilidad del mundo” y la “Alianza contra el Hambre y la Pobreza”, hasta los cambios climáticos y la imposición de un Tributo Internacional a las grandes fortunas. Hay además un objetivo que concierne a los países del Mercosur y que apuntaría a aprovechar la cita para avanzar en el acuerdo con la Unión Europea, largamente demorado. Ese es uno de los asuntos que vendrá a discutir con Javier Milei el presidente francés Emmanuel Macron, quién inicia hoy una visita a Buenos Aires. 

En Río de Janeiro los representantes, o “sherpas”, de cada país, ya comenzaron las negociaciones palabra por palabra de la declaración final. La función recayó en la Argentina sobre el abogado y político Federico Pinedo, a cargo de conducir los arreglos definitivos en total consonancia con las posiciones de la Casa Rosada. 

La  tarea de Pinedo no parece fácil desde que la posturas del gobierno nacional se han vuelto más rígidas y resistentes, en relación a la casi totalidad de los asuntos abordados en esta cúpula mundial. Milei, quién acaba de retornar de Estados Unidos donde se reunió con el futuro presidente americano Donald Trump, reveló una tendencia a diferir en 180 grados de las posiciones brasileñas. Es lo que se ha visto en los últimos días de reuniones de los sherpas, a puertas cerradas, en un hotel del Aeropuerto Santos Dumont. 

La diplomacia de Brasil, el país que tuvo a su cargo la organización de esta cumbre, pretende que cada palabra de la declaración final tenga el máximo consenso. Pero sabe que hay obstáculos considerables para llegar a una postura única de las 19 naciones y los dos bloques regionales. Uno de las dificultades procede nada menos que de Buenos Aires, donde el presidente argentino pretende hacer valer sus reservas en los distintos asuntos abordados en la cumbre,  como las cuestiones del tributo mundial sobre los ultra ricos, los desastres climáticos y de los derechos de las mujeres y de las minorías.

Putin no irá al G20 en Brasil porque la orden de detención en su contra perturbaría la cumbre

Milei vendrá acompañado esta vez por el flamante canciller Gerardo Werthein, que sustituyó recientemente a Diana Mondino en el comando del Palacio San Martín. Según comentaron en Brasilia, el presidente tendrá oportunidad de discursear ante sus colegas del mundo en dos oportunidades y, según esas mismas fuentes, todo indica que hablará sobre un asunto muy caro a los socios brasileños: la reforma de la gobernabilidad global, o sea, de organismos internacionales como el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el FMI y el Banco Mundial. En la Casa Rosada indicaron que no habrá una reunión bilateral con Lula da Silva; aunque tampoco puede descartarse del todo. 

Un gran ausente en la Cumbre


En esta oportunidad hay un gran ausente: Rusia. Ocurre que el hacha de la Corte Penal Internacional pende sobre el cuello del presidente Vladimir Putin y éste podría perder su libertad si se traslada a territorios de Occidente, como es el caso de Brasil, la nación organizadora en 2024. Lo cierto es que aún, con esa defección, en esta cita están presentes jefes de Estado de variadas ideologías, aunque siempre dentro del contexto del sistema capitalista. Esta vez parecen coincidir sobre la necesidad de “democratizar” la gobernanza mundial. El caso más emblemático de las disparidades ideológicas y políticas es sin dudas el del estadounidense Joe Biden  con su colega chino Xi Jinping. No obstante esas grandes distancias, ambos estuvieron reunidos esta semana en Lima.

El nuevo “equilibrio” mundial figura, sin duda, entre los temas centrales de la cumbre que debe durar hasta el martes próximo en el Museo de Arte Moderno de la playa del Flamengo. Brasil, obviamente, es uno de los países más interesados en promover la reforma de las Naciones Unidas, cuyo Consejo de Seguridad responde todavía hoy al esquema vigente desde 1945. Este organismo de 5 países (Estados Unidos, China, Rusia, Francia e Inglaterra), cuenta con una herramienta: el veto,  con el que decide en última instancia la vigencia de medidas adoptadas en la ONU. Lo que se busca es ampliar la cantidad de miembros permanentes del CS con otras naciones de distintos continentes. 

El G20 y la crisis capitalista

Hasta ahora, la iniciativa menciona la inclusión de India, de Brasil, de Sudáfrica, de Japón y de Alemania; y hay probabilidades de un avance específico en esa dirección. No por acaso, los organizadores brasileños de la cumbre decidieron incorporar la cuestión a la cita previa del G20 Social, que ocurre por estas horas en Boulevard Olímpico carioca. De acuerdo con los diplomáticos de Brasil, “las discusiones buscan mapear los desafíos y proponer directrices para una gobernabilidad mundial más inclusiva y democrática”.

Celso Amorim, ex canciller y actual jefe de la Asesoría Especial del Presidente de la República Lula da Silva, hizo una reseña de las asimetrías mundiales que producen grandes distorsiones, inclusive entre continentes. Puso como ejemplo la estructura del Fondo Monetario Internacional, donde EE.UU. tiene un peso decisivo por cuenta de ser quien aporta la mayor cantidad de recursos. Con los mismos argumentos, cuestionó también al Banco Mundial y las propias Naciones Unidas. “Esa desigualdad estructural es una de las mayores trabas para que esas instituciones sean capaces de enfrentar las crisis globales, redistribuir recursos y promover la justicia social y ambiental”, tal como reveló el economista de Corea del Sur Ha Joon Chang. 

Para Amorim, un diplomático que tiene una relación no sólo laboral sino también de amistad con el presidente Lula, esta cumbre del G20 “abre un espacio para repensar” esta cuestión. Y, a seguir, destaco el papel de los bloque regionales en el equilibrio de las hegemonías tradicionales, entre los que mencionó específicamente al BRICS. Es ni más ni menos que el grupo integrado, originalmente, por Rusia, China, India, Brasil y África del Sur; y que ahora incorporó a Egipto, Etiopía, Irán y los Emiratos Árabes Unidos.   

El coreano del Sur, Ha Joon Chang, numeró los grandes problemas económicos globales que impiden una mejora global. Apuntó contra el neoliberalismo, que a su juicio perpetúa la dependencia de los países en desarrollo. Señaló concretamente: “No puede haber una única regla económica para todos, porque eso sólo beneficia a los países ricos”. Se refería, como es obvio, a la necesidad de admitir las diferencias entre naciones ricas, medianas y pobres; pero al mismo tiempo defendió la necesidad de crear mecanismos de financiamiento más justos y transparentes; a la vez que debe ser garantizada la transferencia de tecnología.

FUENTE PERFIL: https://www.perfil.com/noticias/columnistas/a-brasil-le-preocupan-las-diferencias-con-argentina-en-el-g20.phtml

La mayoría de los objetivos internacionales del reelecto presidente o no son realistas o suponen cambios internos demasiado profundos o requieren acuerdos difícilmente concretables

por Eduardo J. Vior
analista internacional

Donald Trump fue reelecto el martes 5 como presidente de los Estados Unidos y gobernará, por lo menos los dos primeros años, con una acumulación de poder que debería permitirle cumplir su agenda sin problemas. Sin embargo, al menos en la política exterior sus propuestas no son practicables, dependen de cambios internos demasiado profundos o requieren acuerdos internacionales que al día de hoy no se ven como posibles. Claro que al votante norteamericano medio no le interesa demasiado la política exterior, pero estos temas tienen claras implicaciones internas. ¿Qué chances tiene el futuro mandatario de no decepcionar a sus votantes en este campo?

El núcleo del programa económico electoral (la baja de impuestos y la liberalización del mercado energético) puede concretarse rápidamente dado que el Partido Republicano, ha conquistado la mayoría en ambas cámaras del Congreso. Asimismo, el traspaso de la política educacional a los estados, el pase a disponibilidad de un gran número de funcionarios y empleados del gobierno federal, el fin de la política de género, la derogación de medidas de protección del medio ambiente y muchas decisiones de valor simbólico dirigidas a galvanizar a su base son también sencillas de tomar.


Donald Trump hablando sobre la seguridad fronteriza y la delincuencia migrante durante una parada de campaña en Austin, el mes pasado. Credit…Kenny Holston/The New York Times

Por el contrario, otras –especialmente aquéllas que implican a uno o más países extranjeros- son más difíciles de encarar. Frecuentemente durante la campaña el ahora presidente ha anunciado que el primer día de su gobierno comenzará la deportación de los estimados 11 millones de inmigrantes indocumentados, mayormente procedentes de América Latina y el Caribe. Además de deportaciones masivas, la estrategia incluye expulsiones expeditas, nuevas restricciones para la entrada al país de ciudadanos de países de mayoría musulmana, la restitución del Título 42, el restablecimiento del Programa “Quédate en México” y restringir la política de asilo. 

Analistas y ONG calculan que a Trump le costaría miles de millones de dólares aplicar su plan de deportación. También podría tener un impacto dramático en la economía, ya que industrias como la construcción, la hostelería y la agricultura perderían masas de trabajadores. Asimismo faltan los ingentes recursos humanos y materiales que serían necesarios para detener y deportar a millones de personas. Los expertos dudan también de que pueda hacerlo con ayuda del Ejército y de policías estaduales y locales, como argumentan los republicanos.

Principalmente México se vería afectado. Durante los dos últimos gobiernos de Estados Unidos, Se calcula que unos cuatro millones de los inmigrantes indocumentados proceden de México. Si estas personas son deportadas, esa nación perdería el equivalente a 63 mil millones de dólares en remesas, que es lo que se estima que estos indocumentados enviaron en 2023. México también podría verse presionado, como en el pasado, para aceptar a migrantes venezolanos, nicaragüenses o cubanos, a quienes a veces no puede deportar a sus países de origen. México se ha convertido en una extensión de las políticas fronterizas de la Casa Blanca. Seguramente, el gobierno de Morena buscará retardar, ya que no puede impedir, las deportaciones, pero otras amenazas acechan a  la relación binacional.

Donald Trump prometió en campaña aranceles, acuerdos comerciales renegociados e incluso una intervención militar contra los cárteles mexicanos. Aprovechando la zona de libre comercio de América del Norte, muchas empresas chinas producen ahora en México y este país se ha convertido en la mayor fuente de importaciones de Estados Unidos. 


Numerosas empresas chinas se han establecido en México para aprovechar el libre comercio con EE.UU. y Canadá

Como no puede cancelar el Tratado de Libre Comercio que él mismo actualizó en 2019, el futuro presidente amenaza con implantar aranceles de 25% a las importaciones procedentes de México, si este país no detiene el flujo hacia el norte de migrantes y de precursores para la producción de fentanilo. 

Sin embargo, nada es tan fácil como parece. Trump también ha amenazado con imponer aranceles del 100 por ciento —o incluso del 200 por ciento— a los vehículos importados de su vecino del sur. Esto podría asestar un duro golpe a una industria que exporta a Estados Unidos cerca de 90 mil millones de dólares en vehículos terminados, lo que representa alrededor del 5 por ciento del PIB de México. Sin embargo, dada la estrecha interconexión entre las cadenas de producción de ambos países, una medida como ésta perjudicaría también a las empresas y consumidores estadounidenses. Ya imponer el 25% mencionado le pegaría tremendo empujón a la inflación dentro de EE.UU.

La hace poco asumida presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha dicho en repetidas ocasiones que México colaboraría con cualquier líder de EE.UU., incluido Trump. “Va a haber buena relación con los Estados Unidos, estoy convencida de ello”, afirmó en una de sus “mañaneras”. En su momento, Andrés Manuel López Obrador fue capaz de convencer a Donald Trump que él se encargaría de controlar la frontera. Habrá que ver si la ingeniera gobernante tiene el mismo poder de persuasión.

El segundo capítulo más importante de la política exterior que pretende ejecutar Donald Trump concierne la guerra en Ucrania. El equipo de transición del presidente electo —quien en su discurso de victoria prometió “detener las guerras”— está elaborando escenarios para poner fin al conflicto ucraniano, informó The Wall Street Journal el miércoles 6 con referencia a informantes anónimos.

De acuerdo al medio, el nuevo plan consiste, primero, en que Kiev se comprometa a no unirse a la OTAN durante al menos 20 años; segundo, en que la línea del frente “quedaría básicamente fija” según la situación en el terreno, tercero, que Rusia y Ucrania acordarían una zona desmilitarizada de casi 1.300 kilómetros y, cuarto, que Estados Unidos aportaría los fondos necesarios para la reconstrucción de Ucrania tras la firma del armisticio con Rusia. “A cambio, EE.UU. seguiría bombeando a Ucrania con armas, para disuadir un futuro ataque ruso”, según las fuentes citadas por el diario.

El expresidente Trump y el presidente de Ucrania Zelensky se reúnen en Nueva York el 27 de septiembre de 2024. Alex Kent/Getty Images
Donald Trump y el presidente de Ucrania Zelensky se reunieron en New York el 27 de septiembre de 2024.

La propuesta que trascendió está aún muy lejos de la realidad. Rusia está avanzando en todos los frentes y por el momento no tiene interés en negociar la paz, hasta alcanzar algunos objetivos estratégicos. Cuando los consiga, probablemente exija la rendición de Ucrania, su desarme, su neutralización permanente y la entrega de los principales criminales nazis. Es poco probable que acepte negociar por menos que esto.

En paralelo EE.UU. y la UE deberían acceder a levantar las sanciones económicas y comerciales contra Rusia y devolver los fondos incautados por Bruselas. Precisamente, la elección de Donald Trump ha desatado discusiones en los bancos occidentales sobre el posible levantamiento de las sanciones, según informó el Financial Times. 

Las diferencias entre ambos países son inmensas y nadie espera con realismo que Trump las pueda resolver rápidamente. Cuanto más se cargue la mesa, más difícil serán las negociaciones, pero cada tema que se postergue es el preanuncio de una crisis en el futuro.

La primera llamada telefónica del exterior que Donald Trump aceptó en la noche del triunfo provino de Benyamin Netanyahu. “La conversación fue cálida y cordial. Ambos acordaron trabajar juntos por la seguridad de Israel y hablaron sobre la amenaza iraní”, aseguró un comunicado oficial sobre la conversación. 

Donald Trump y Benjamín Netanyahu durante su último encuentro en Palm Beach, (Florida, Estados Unidos)
Donald Trump y Benjamín Netanyahu durante su último encuentro en Palm Beach, (Florida)

Trump y Netanyahu tienen una relación de larga data, que se movió en zigzag, pero que en los últimos años fluye sin problemas: los dos coinciden en que Irán es el enemigo, que es necesario liberar a los 101 rehenes secuestrados en Gaza que se supone todavía viven y que la situación en Asia Occidental sólo mejorará con un acuerdo diplomático que incluya a Arabia Saudita como pieza clave.

Si pretende tener éxito en esa región, Trump deberá resolver un dilema: para liberar a los rehenes tiene que negociar con Irán y Hamas, pero a la vez autorizaría la provisión de material bélico e información de inteligencia a Israel que Biden había embargado a pocos meses de las elecciones presidenciales para contener el voto de origen árabe. Y a este complejo escenario geopolítico se debe añadir la posibilidad de una nueva represalia ya anunciada por Teherán. Si Irán vuelve a atacar, la respuesta de Netanyahu puede complicar el rol mediador del presidente electo.

La situación regional es muy diferente a la de 2016, cuando Trump ganó su primer mandato y aún a la de 2021, cuando abandonó la Casa Blanca. Los Estados árabes del Golfo tienen hoy una posición mucho más fuerte, son menos dependientes de Estados Unidos y están mucho más interconectados con otras partes del orden multipolar en surgimiento. 


El Consejo de Cooperación del Golfo (GCC, por su nombre en inglés) se ha convertido en un actor potente de la política de Asia Occidental

Al mismo tiempo, el Golfo se ha vuelto más indispensable para la política regional estadounidense. Trump es visto en el Golfo como un hombre sin una noción clara de lo que sucede en la región. Su política regional estará condicionada por el lobby proisraelí, por un lado, y por los grupos de presión del Golfo, por el otro. La cuestión crucial será saber cuán mancomunados trabajarán los lobistas árabes en cuestiones clave como Palestina e Irán y el Eje de la Resistencia.

Trump confía en poder apoyarse en Mohamed bin Salman, el heredero del trono saudita, para firmar un “Acuerdo de Abraham” con los países árabes de la región y con Israel. Sin embargo, aunque Riad finalmente no concretó su incorporación a BRICS+, es consciente de la superioridad militar de Irán y de las ventajas que le ofrece su nueva relación con China. La República Popular ofrece un mercado inagotable para su petróleo, aporta cuantiosas inversiones en infraestructura y ha tendido una red de relaciones regionales y más allá en la que los sauditas se mueven con comodidad. New York y Londres, no obstante, siguen siendo excelentes plazas financieras. Del otro lado, la locura mesiánica de Israel amenaza con hacer estallar una gran guerra regional y la integridad territorial del reino.

Donald Trump's former Iran envoy, Brian Hook
El ex enviado de Donald Trump a Irán, Brian Hook

Mientras tanto, los primeros indicios sobre los posibles nombramientos en el futuro gobierno republicano permiten prever un sensible endurecimiento de la política hacia la República Islámica de Irán. La supuesta participación en el equipo de transición del Departamento de Estado de Brian Hook, ex enviado especial de Trump para Irán, es una señal nítida de endurecimiento hacia Teherán. 

Former US ambassador to Germany Richard Grenell.
El ex embajador de EE.UU. en Alemania, Richard Grenell.

Se habla asimismo de Richard Grenell, ex embajador de EE.UU. en Alemania durante el primer mandato de Trump, quien tuvo un papel activo durante su reciente campaña y acompañó al líder republicano en su reunión con Volodymir Zelensky en septiembre pasado. A Grenell se lo menciona para algún cargo destacado en el equipo de política exterior de Trump. El ex embajador es un “trumpista” duro que durante su estadía en Berlín chocó con la entonces Canciller Angela Merkel y en una reciente entrevista desaconsejó presionar a Ucrania, para que ceda territorios a Rusia a cambio de la paz. También criticó que el gobierno saliente hubiera autorizado al presidente iraní Masud Pezeshkian a ir a New York, para participar en la Asamblea General de la ONU en octubre pasado.

Former national security advisor Robert O'Brien.
El ex asesor de seguridad nacional Robert O’Brien.

Otro ex alto asesor de seguridad nacional de Trump que está siendo considerado posiblemente para Secretario de Estado es Robert O’Brien, quien anteriormente se desempeñó como negociador de rehenes del presidente electo y más tarde como asesor de seguridad nacional. Es un ferviente crítico del Acuerdo Nuclear de 2015 (JCPOA, por su nombre en inglés). El ex asesor de seguridad nacional sostiene que Irán debe hacer grandes concesiones no sólo en su programa nuclear, sino también en el de cohetes balísticos y en sus intervenciones regionales, puntos concordantes con las exigencias de Trump cuando se retiró del JCPOA.

Con estos o similares nombramientos se acumulan vertiginosamente los indicios de que en los primeros meses del año próximo en Asia Occidental se agudizará el enfrentamiento entre Israel e Irán. No obstante, Trump sigue afirmando querer que la guerra allí termine cuanto antes. En una llamada telefónica antes de las elecciones, el presidente electo dijo al primer ministro israelí que antes del día de la toma de posesión pusiera fin a las principales operaciones militares en Gaza. Para ello es muy probable que Trump y su equipo den a Israel mucho margen de maniobra, incluida la transferencia de ciertas armas para terminar de aniquilar a los gazatíes lo antes posible. Esto implica apoyar a Netanyahu en la aplicación del “plan de los generales” para desplazar a los 300.000 palestinos que todavía sobreviven en el norte de la Franja de Gaza o exterminarlos, si se resisten a la deportación. 

Indudablemente esta escalada de la agresión israelí contra sus vecinos y en los territorios ocupados no va a acabar con la guerra sino todo lo contrario. Israel puede masacrar a los gazatíes en el norte y afirmar su ocupación de la mitad de la Franja, pero la resistencia se va a desplazar y habrá nuevos teatros de operaciones. Si Netanyahu recibe una luz verde de Washington, buscará también ocupar la mitad sur de Líbano, lo que necesariamente provocará una reacción del Eje de la Resistencia. El escalamiento de la guerra está programado, si Trump no frena drásticamente a Israel.

President Donald Trump meets with China's President Xi Jinping at the start of their bilateral meeting at the G20 leaders summit in Osaka, Japan, June 29, 2019.
El presidente Donald Trump se reunió con el presidente Xi Jinping en la cumbre de líderes del G20 en Osaka, Japón, el 29 de junio de 2019. Éste fue su último diálogo personal hasta el momento.

El cuarto capítulo de la política exterior anunciada por Donald Trump que será determinante de la suerte de su gobierno y del devenir mundial concierne la relación con China. En la actualidad, este país es uno de los tres principales mercados de exportación para 32 estados de EE.UU., con más de 70.000 empresas estadounidenses trabajando allí y 930.000 puestos de trabajo en EE.UU. respaldados sólo por las exportaciones a la República Popular. 

Con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca la relación entre ambos países se dirige hacia aguas turbulentas. El presidente Xi Jinping envió una felicitación a Trump el jueves 7 haciendo hincapié en la cooperación por encima de la confrontación. Estas manifestaciones insinúan que, por ahora, Beijing tiene la esperanza de conservar cierto diálogo y estabilidad en el vínculo binacional. Sin embargo, es probable que los 100 primeros días de Trump sean una montaña rusa. Bajo Biden los departamentos del Tesoro y de Comercio gestionaban las conversaciones económicas con China a través de grupos de trabajo, centrados en la estabilidad macroeconómica y la cooperación regulatoria. Estos canales estructurados ayudaron a garantizar un diálogo abierto sobre cuestiones como los aranceles, las restricciones tecnológicas y la estabilidad financiera. Por el contrario, la conocida preferencia de Trump por la diplomacia personal podría llevar al desmantelamiento de estos canales.


Durante su sorpresiva visita a China, Elon Musk  se reunió con el primer ministro Li Qiang en Beijing el pasado 28 de abril de 2024.

En este caso Beijing podría buscar canales alternativos para gestionar las relaciones con Trump. Un intermediario potencial es Elon Musk, cuyas profundas inversiones en la República Popular, en particular a través de Tesla, lo convierten en un enlace natural con el liderazgo chino. 

Trump ya ha anunciado que desea aumentar los aranceles sobre los productos chinos en el 10% y en algunos rubros hasta el 60%. Lo justifica no sólo con argumentos comerciales sino especialmente con la necesidad de “desacoplar” ambas economías, es decir, romper la estrecha interrelación desarrollada en los últimos 40 años y que las empresas norteamericanas “relocalicen” sus enteras cadenas de producción dentro de EE.UU.

Las repercusiones económicas a corto plazo podrían ser alarmantes. Las empresas inundarán los puertos para importar mercancías antes de que entren en vigor los aranceles, disparando los costos de transporte y almacenamiento que necesariamente recaerían sobre los hogares estadounidenses de rentas más bajas. Este aumento de los costos se mantendría por muchos años, porque la industria norteamericana no está en condiciones de sustituir rápidamente estas importaciones. Las repercusiones se extenderían a todos los sectores que dependen de las cadenas de suministro transnacionales, desde la electrónica a la automoción, y podrían sacudir la economía estadounidense. Por otra parte, ninguna empresa seria cierra sin más las instalaciones que tanto le costó construir en China, para trasladarlas a Estados Unidos sin garantías de ganancias. Además, por más sanciones que Washington aplique al comercio con y la inversión en China, las posiciones que los norteamericanos abandonen allí serán rápidamente ocupadas por sus competidores. Después de una corta transición el poderío chino aumentará, mientras que no hay certeza de que EE.UU. mejore así su posición internacional.

En síntesis, puede afirmarse que la agenda de política exterior anunciada por Donald Trump durante su campaña electoral es irrealizable y que cualquier paso que dé en esta dirección sólo puede ocasionar el caos y graves crisis internacionales. Quizás pueda imponer a México la militarización de la frontera binacional, como ya lo hizo en 2019, y que el gobierno de Claudia Sheinbaum aumente la presión sobre los cárteles narcos. Puede llegar también a deportar a algunos miles de inmigrantes indocumentados, pero siempre estará lejos de los cacareados once millones. A poco andar tendrá que buscar algún subterfugio para incumplir su promesa.

Tampoco podrá alcanzar una paz rápida en el este de Europa y mucho menos evitar el desmoronamiento de Ucrania. Para ello ya es demasiado tarde. En los meses venideros deberá afrontar una intensificación de la guerra y decidir, si se involucra o deja que Kiev se desmorone.

Mucho más graves pueden ser, empero, las consecuencias de su irrestricto apoyo a los crímenes de Benyamin Netanyahu. Habrá que ver en qué punto de la escalada se baja del bólido que avanza raudo contra el muro, pisa el freno o se deja arrastrar a una catástrofe generalizada.

Finalmente, aunque parezca paradójico, es en la relación con China donde puede ganar más y mejores posiciones, si actúa cuerdamente. Lejos del “desacople” entre ambos países y de la “relocalización” de inversiones norteamericanas, el pragmatismo chino puede ofrecerle suculentas compensaciones que mostrar en casa.

Todo depende, claro, de que deje de lado la retórica electoral y aplique el sentido común.

Javier Benitez entrevista al Director de Dossier Geopolitico Carlos Pereyra Mele

El canciller de Rusia, Serguéi Lavrov, saludó el interés de Turquía por acercarse a los BRICS. Asimismo, incidió en el atractivo de este grupo, cuya seña de identidad es el respeto a la Carta de la ONU. Mientras, el jefe de la Cámara de Comercio e Industria alemana afirmó que los signos de desindustrialización en el país son cada vez más claros.

El pragmatismo del sur global supera a Occidente

En una entrevista que concedió al periódico turco Hürriyet, Lavrov afirmó que Rusia es partidaria de ampliar los lazos de los BRICS con los países de la mayoría global, sobre todo, con los que apoyan el multilateralismo, llevan adelante una política exterior soberana e independiente, y no se suman a las sanciones unilaterales del Occidente colectivo.

“Saludamos el interés de Turquía por acercarse a los BRICS. Esto confirma el atractivo de la asociación basada en el respeto a la Carta de la ONU, la apertura, el pragmatismo y la no directividad frente a terceros”, declaró al medio turco el jefe de la diplomacia rusa.

AUDIO:

En opinión del director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, podemos observar al respecto que lo que antes atraía era un polo de concentración, o querer integrar una asociación que favoreciera a la nación que intentaba acceder a ella. “Hoy está claramente demostrado que la Unión Europea, en primer lugar, no es ni tanta unión, ni tan europea”.

Y mientras los países del sur global siguen avanzando en sus agendas de crecimiento y desarrollo, el jardín de Josep Borrell se marchita a pasos agigantados. Así, el director de la Cámara de Comercio e Industria alemana [DIHK], Martin Wansleben, afirmó que “los signos de desindustrialización son cada vez más claros”.

Mencionó que la principal representante de los trabajadores de VW, Daniela Cavallo, dijo que la compañía cerraría al menos tres fábricas en Alemania, despediría a 30.000 trabajadores, y recortaría los salarios en un 10%, y hasta un 18% en algunos casos. En este contexto, el 30 de octubre VW informó una caída en el beneficio neto del 64%, interanual, en el tercer trimestre, atribuible principalmente a las débiles ventas de sus automóviles en China.

Esto se produce tras meses de noticias igualmente escalofriantes. Ya en febrero el fabricante de electrodomésticos Miele dijo que trasladaría parte de su producción a Polonia, lo que afectará a 700 puestos de trabajo en Gütersloh, en Renania del Norte-Westfalia, la sede de la empresa familiar de 125 años de antigüedad. En tanto, Continental, proveedor de automóviles, está eliminando 7.000 puestos de trabajo y cerrando plantas. Por su parte, el fabricante de neumáticos francés Michelin está eliminando 1.500 puestos de trabajo en Alemania y cerrando fábricas. Y en julio, ZF Friedrichshafen, otro proveedor alemán de automóviles, informó que para 2028 eliminaría 14.000 puestos de trabajo.

“Todos estos datos vienen a echar por tierra toda una mitología que por lo menos se nos ha trasladado a los pueblos periféricos de la importancia que tenían los países centrales tradicionales que durante uno o dos siglos han estado controlando el desarrollo y las capacidades globales. Lo que está sucediendo en Alemania se va a ver replicado en otras regiones. Cuando se hacen esas deslocalizaciones de industrias, como en el caso citado de una empresa que se va a Polonia, allí no van a pagar mejores sueldos que en Alemania. Por supuesto que para que les dé ganancia, el recorte va a ir siempre al lugar más débil, que es la cadena de sueldos de sus operarios”, apunta Pereyra Mele.

Un nuevo estudio del DIHK de Wansleben está repleto de cifras alarmantes. En él se revela que un tercio de todas las empresas y dos quintos de las firmas industriales encuestadas tienen previsto reducir sus inversiones en Alemania. Solo un 19% de las firmas industriales califican su situación actual de “buena”, mientras que un 35% la califica de “mala”.

FUENTE: https://noticiaslatam.lat/20241107/rusia-y-turquia-congenian-y-avanzan-mientras-alemania-descarrila-en-plena-debacle-europea-1158844753.html

Por Pepe Escobar

Abróchense los cinturones: pase lo que pase, el terremoto de Trump seguramente será un viaje lleno de baches.

En la escala política de Richter, eso fue un asesino, literalmente. Lo que se suponía que iba a ser un espectáculo totalitario liberal fue barrido brutalmente, sin contemplaciones, del parque, de cualquier parque. Incluso antes del día de las elecciones, el pensamiento crítico era consciente de lo que estaba en juego. Con fraude, Kamala gana. Sin fraude, Trump gana. Hubo, en el mejor de los casos, intentos (fallidos) de fraude. La pregunta clave sigue siendo: ¿qué quiere realmente el Estado profundo de Estados Unidos?

Mi bandeja de entrada está llena de informes llorosos de los think tanks estadounidenses que se preguntan, incrédulos, por qué Kamala podría perder. Es bastante sencillo, aparte de su absoluta incompetencia y absoluta mediocridad, que literalmente se ríe a carcajadas.

El legado de la administración de la que formó parte es espantoso: desde Crash Test Dummy hasta Little Butcher Blinkie.

En lugar de preocuparse por la lamentable situación que se vive a todos los niveles en torno a esa entidad mítica, el “pueblo estadounidense”, decidieron invertirlo todo en una guerra de poder fabricada por los neoconservadores para infligir una “derrota estratégica” a Rusia, robando activos rusos, desatando un tsunami de sanciones, enviando una serie de armas prodigiosas . La militarización de Ucrania provocó la muerte de innumerables ucranianos y la inevitable y inminente humillación cósmica de la OTAN en el suelo negro de Novorossiya.

Invirtieron todo para apoyar un genocidio en Gaza llevado a cabo con un enorme arsenal de armas estadounidenses: una operación de limpieza étnica y exterminio codificada según el espacio vital, dirigida por un grupo de psicópatas talmúdicos y comercializada bajo el “orden internacional basado en reglas” arrojado por Butcher Blinkie en cada reunión bilateral o multilateral.

No es de extrañar que Asia occidental y el Sur global en general no tardaran en recibir el mensaje de lo que podría pasarle a cualquiera que se atreviera a ir en contra de los “intereses” del Hegemón. De ahí el contragolpe: el fortalecimiento de los BRICS y BRICS+, celebrado ante todo el mundo hace dos semanas en Kazán.

Al menos esta administración tuvo un mérito: fortalecer los vínculos entre las principales “amenazas existenciales” para el Hegemón: los tres BRICS (Rusia, China, Irán), más la indomable RPDC. Todo eso en contraste con una magra victoria táctica –que puede no durar mucho-: el vasallaje absoluto de Europa.

Colgando a Ucrania del cuello de Europa

Por supuesto, la política exterior no gana las elecciones estadounidenses. Los propios estadounidenses tendrán que resolver sus dilemas o sumergirse en una guerra civil. En cuanto al grueso de la Mayoría Global, no se hace ilusiones. El mensaje codificado de Trumpquake es que el lobby sionista gana, otra vez. Tal vez no de manera tan unánime si consideramos todas las corrientes de neoconservadores y sionistas. Wall Street gana otra vez (Larry Fink, de BlackRock, lo dijo incluso antes del día de las elecciones). Y los silos prominentes en todo el Estado Profundo también ganan otra vez. Eso plantea una pregunta modificada: ¿qué pasa si Trump se siente lo suficientemente envalentonado después del 25 de enero como para lanzar una purga estalinista del Estado Profundo?

El día de las elecciones se celebró casi simultáneamente con la reunión anual del Club Valdai en Sochi , donde la superestrella, como era de esperar, fue el eminente geopolítico Serguéi Karaganov. Por supuesto, se refirió directamente a las guerras eternas del Imperio: “Vivimos en tiempos bíblicos”.

Incluso antes del terremoto de Trump, Karaganov enfatizó con calma: “Venceremos a Occidente en Ucrania, sin recurrir a medios extremos”. Y eso “permitirá una retirada pacífica de los EE.UU., que se convertirán en una superpotencia normal”. Europa, mientras tanto, “se quedará al margen de la Historia”.

Todo esto es muy acertado. Pero después Karaganov introdujo un concepto sorprendente: “La guerra en Ucrania es un reemplazo de la Tercera Guerra Mundial. Después, podemos acordar algún tipo de orden en Eurasia”.

Esa sería la “indivisibilidad de la seguridad” propuesta por Putin a Washington –y rechazada– en diciembre de 2021, parte de la “Gran Asociación Euroasiática” que fue conceptualizada por el propio Karaganov.

El problema, sin embargo, es su conclusión: “Hagamos de la guerra de Ucrania la última gran guerra del siglo XXI  ”.

Ahí está el quid de la cuestión: la verdadera guerra importante es en realidad la que enfrenta a Eretz Israel contra el Eje de la Resistencia en Asia Occidental.

Hagamos una breve parada en Europa antes de llegar al meollo del asunto. El terremoto de Trump está listo para colgar a Ucrania del cuello de Europa como un albatros más grande que la vida. La respuesta es la siguiente: que salga el dinero estadounidense que financia el Proyecto Ucrania, nacido para perder, y que entre el dinero alemán que llena las arcas del lobby armamentístico dentro del complejo MICIMATT (complejo militar-industrial-congresional-inteligencia-medios-académico-think tank) acuñado por Ray McGovern.

El Tesoro de Estados Unidos ha emitido un memorando interno válido hasta el 30 de abril de 2025 –cuando Trump ya cumplirá tres meses en el poder– permitiendo transacciones con bancos rusos sobre todo lo relacionado con petróleo, gas natural, madera y cualquier forma de uranio.

En cuanto a la crédula Unión Europea dirigida por Bruselas, ellos pagarán la pesada carga de armar el remanente de Ucrania mientras aceptan ola tras ola de nuevos refugiados y dicen adiós a cualquiera de sus fondos ya invertidos en ese enorme agujero negro.

Cuidado con ese aspirante a Tony Soprano

El terremoto de Trump, si se toma en su sentido literal, seguramente convertirá aún más al dólar estadounidense en un arma; Trump ha amenazado, públicamente, con

incluir en la lista negra a cualquier nación que utilice otras monedas para el comercio internacional. Los socios del BRICS y del BRICS+ lo han registrado; y eso acelerará la prueba de todos los modelos en el laboratorio del BRICS, lo que conducirá a un sistema de liquidación comercial alternativo de múltiples capas.

Los BRICS y la mayoría global también saben que Trump, de hecho, aprobó las sanciones a Nordstream , cuando recientemente se refirió a “matar” a Nord Stream. Y también saben que hizo menos que nada durante Trump 1.0 para encontrar una solución a la guerra por poderes en Ucrania.

Ahora llegamos al punto decisivo. Trump destruyó personalmente el JCPOA (el acuerdo nuclear con Irán) negociado por el P5+1 (los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania). Moscú –y Pekín– saben perfectamente cómo esto condujo a una mayor desestabilización de toda Asia occidental, en conjunción con el asesinato del general Soleimani ordenado por Trump, que dio inicio a lo que yo llamé los furiosos años veinte .

Por último, pero no por ello menos importante, Trump negoció el grandilocuentemente llamado “Acuerdo del Siglo”: los Acuerdos de Abraham, que, de implementarse, enterrarán para siempre cualquier posibilidad de una solución de dos Estados entre Israel y Palestina.

El acuerdo, que puede considerarse tan nefasto como la declaración Balfour de 1917, puede estar en coma, pero el amigo de WhatsApp de MbS, Jared Kushner, ha vuelto y, sin duda, renovará la presión. MbS todavía no ha tomado una decisión en lo que respecta a los BRICS. Trump se volverá loco si MbS empieza a navegar cada vez más por el camino del petroyuan.

Todo esto nos lleva a un personaje sumamente nefasto, Mike Pompeo, un aspirante a Tony Soprano que es un serio candidato a convertirse en jefe del Pentágono. Eso significaría grandes problemas en el futuro. Pompeo fue director de la CIA y secretario de Estado durante la era Trump 1.0. Es un ultrahalcón en cuanto a Rusia, China y, especialmente, Irán.

Podría decirse que la pregunta urgente a partir de ahora es si Trump –cuya vida fue salvada por Dios, según su propia interpretación– hace lo que sus donantes súper ricos esperan de él, nombra a Pompeo y a otros gánsteres para puestos clave e invierte en la guerra de Israel contra Irán y el Eje de la Resistencia.

Si ese es el caso, no tendrá que preocuparse por otro francotirador fallido. Pero si realmente intenta llevar adelante su propio juego independiente, no hay duda de que será un hombre muerto que camina.

Así que toda la Mayoría Global espera con gran expectación. ¿Cómo se traducirá el terremoto de Trump en la esfera geopolítica del MAGA? Las apuestas seguras se centran en el uso extensivo de empresas militares privadas (PMC) para “misiones” de política exterior e “intervenciones” militares seleccionadas y dirigidas. Los objetivos podrían incluir a cualquier actor del Sur Global, desde México (para “asegurar la frontera”) hasta Venezuela (la doctrina Monroe para “asegurar el petróleo”), Yemen (para “asegurar el Mar Rojo”) y, por supuesto, Irán (una campaña de bombardeos masivos para “asegurar Israel”).

En pocas palabras: no habrá nuevas guerras (como prometió Trump), sólo unas cuantas incursiones selectivas, y una guerra híbrida a toda marcha. Brasil, cuidado: Trumpquake no tolerará que un miembro verdaderamente soberano del BRICS aumente su influencia en el “hemisferio occidental”.

Abróchense los cinturones: pase lo que pase, el terremoto de Trump seguramente será un viaje lleno de baches.

FUENTE: https://strategic-culture.su/news/2024/11/07/trumpquake/

Las opiniones de los colaboradores individuales no representan necesariamente las de Dossier Geopolitico.

Aunque no avanza en ningún frente y la situación económica de Israel es catastrófica, Netanyahu persiste en su guerra en seis frentes esperando que el eventual triunfo de Trump traiga un milagro

por Eduardo J. Vior
analista internacional especial para Dossier Geopolitico

Un día antes de las elecciones en Estados Unidos se especula mucho en los medios occidentales sobre la actitud que pueda adoptar uno u otro candidato hacia el conflicto de Asia Occidental en caso de llegar a la presidencia. Mientras tanto, el gobierno israelí sigue masacrando impunemente a la población de Gaza y bombardeando a la población civil de Líbano. El régimen sionista no oculta su intención de conquistar el sur del país y erradicar a su población árabe, tal como hizo en 1948 en el actual territorio de su Estado y lo está haciendo ahora en Gaza y Cisjordania. El proyecto mesiánico, imperialista y racista del “Gran Israel” sigue avanzando y no parece que nadie pueda frenarlo. ¿O sí? 


Mapa de la Franja de Gaza

Luego del sonado fracaso del ataque sionista contra Irán el sábado 26, Israel ha intensificado la aplicación del llamado “plan de los generales” para erradicar a la población palestina del norte de la Franja de Gaza, mientras insiste en el desgaste de la población libanesa con bombardeos permanentes. Según un informe de Hezbolá emitido el jueves 31, las pérdidas sionistas desde el inicio de la guerra terrestre en Líbano el pasado 1º de octubre ascienden a más de 95 muertos y 900 heridos entre oficiales y soldados a los que hay que sumar un considerable equipamiento. Estas pérdidas no incluyen las bajas ni los daños causados por los ataques con misiles y drones dentro de Israel mismo. 

El gobierno israelí no ha contradicho estos datos. Al contrario, el líder opositor israelí Yair Lapid dijo el domingo 27 que casi 12 000 soldados han muerto o resultado heridos en la guerra en curso. “Más de 11 000 soldados fueron heridos y otros 890 han muerto”, reveló Lapid en declaraciones al oficialista Canal 12 de Israel en un balance de las bajas en el ejército israelí desde el 7 de octubre de 2023. Señaló, además, que más de ocho mil israelíes heridos necesitan servicios de rehabilitación.

Durante la semana pasada 30 soldados israelíes fueron abatidos en la Franja de Gaza y en Líbano. Según informaron los medios israelíes el domingo pasado, 30 soldados sionistas han muerto la semana pasada en batallas en la Franja de Gaza y el sur del Líbano. Sin embargo, ni la creciente crítica internacional ni la resistencia palestina ni las protestas dentro del país detienen el genocidio. Por el contrario, el domingo 3 el primer ministro Benyamin Netanyahu anunció desde la frontera israelo-libanesa que el objetivo de las operaciones en el país vecino es “alejar a Hezbolá de la frontera, hasta más allá del Río Litani”. Se trata de ocupar la misma faja de unos 50 km de ancho que Israel mantuvo entre su primera invasión en Líbano en 1982 y la retirada en 1994.

 https://geoestrategia.eu/fotos/editor/43619/p1476.jpg
El ejército israelí ha intensificado en el norte de Gaza el “plan de los generales” para erradicar a la población palestina

Los indescriptibles horrores que se están produciendo en Gaza forman parte de una estrategia conocida como el “Plan de los Generales”, cuyo objetivo es expulsar al mayor número posible de los 300.000 palestinos que permanecen en el norte de Gaza, mientras se mata de hambre o se asesina directamente a los que se resisten y se quedan. Fue presentado por el general de división retirado Giora Eiland al gabinete del primer ministro israelí en septiembre pasado y Netanyahu lo avaló diciendo que el plan “tiene mucho sentido”. 

Soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en la Franja de Gaza.
Soldados israelíes en el norte de la Franja de Gaza

El uso del hambre como arma de guerra resultó embarazoso para los partidarios de Netanyahu en la Casa Blanca, que apoyan con entusiasmo el genocidio, aunque desean evitar una reacción de los votantes estadounidenses que pueda hacerles perder las elecciones. Así, el 13 de octubre Antony Blinken envió una carta en la que exigía públicamente a Netanyahu que aumentara la ayuda a Gaza, pero dio a Netanyahu un plazo de 30 días para cumplir la exigencia. Cuando el 13 de noviembre se cumpla el plazo, no habrá en Washington gobierno con fuerza suficiente como para hacer cumplir la exigencia de Blinken.

Tel Aviv está aprovechando al máximo una oportunidad creada por primera vez el 7 de octubre del año pasado. Cuando Hamás lanzó la Operación Tormenta de Al-Aqsa, bajo la Directiva Aníbal el ejército israelí utilizó helicópteros de ataque, aviones no tripulados y tanques no sólo para repeler a los atacantes sino también para quemar a cientos de sus propios ciudadanos en los kibbutzim y en la fiesta electrónica. Al disfrazar estas horribles muertes como obra de Hamás, Israel creó una oportunidad única para evacuar la Franja de Gaza.

Esto no es simplemente un conflicto regional o una guerra, sino un intento deliberado de borrado y limpieza étnica que se está llevando a cabo en tiempo real, mientras el mundo entero, aparte del Eje de Resistencia de Asia Occidental, observa en silencio. Sin embargo, el gabinete ultraderechista sabe que su tiempo es escaso. Sus enemigos son cada día más poderosos y sus aliados más débiles. Entonces apresura la huida hacia adelante, hacia una guerra regional generalizada. Según el Canal 13 de televisión israelí, inmediatamente antes del ataque del 26 de octubre contra Irán, Yoav Galant envió un mensaje “secreto y urgente” a todos los miembros del gabinete ministerial en el que reclamó que se actualizaran los objetivos de guerra. Respecto a Gaza, sugirió esforzarse por “crear una situación sin amenazas militares”. Para el frente libanés, en tanto, propuso “crear condiciones de seguridad que permitan a los residentes del norte de Israel regresar a sus hogares lo antes posible”. En lo referente a Irán, por su parte, el ministro enfatizó la necesidad de “contener, pero al mismo tiempo mantener distancia del conflicto directo” con este país.

A pesar del anuncio de Netanyahu, Israel sólo avanza en el norte de la Franja de Gaza. En el sur de Líbano la situación militar está estancada. A manos de Irán ha sufrido un fuerte golpe que no pudo replicar y sigue inerme ante el hostigamiento yemenita. Esta situación en los frentes, junto con el ascenso del número de víctimas propias, la crisis económica y el aislamiento internacional están minando el apoyo de la población al gobierno nacionalista y racista. 

Todavía el 1º de octubre, horas antes del ataque iraní, BBC titulaba. “Cómo subió la popularidad de Netanyahu en Israel tras los ataques contra Hezbolá”. Por el contrario, el 26 de octubre una encuesta del oficialista Canal 12 mostró que un 60% de los israelíes desconfía del primer ministro contra un 36% que lo apoya. El 55% de los encuestados calificó como “pobre” el desempeño del primer ministro en el conflicto, mientras que el 41% lo evaluó de manera positiva. Además, alrededor de la mitad de los consultados está a favor de realizar nuevas elecciones lo antes posible, aunque el plazo vence a finales de 2026. El cansancio de guerra cunde entre la población, pero aún no alcanza para cambiar el rumbo político y militar.

Si bien la coalición de derecha-ultraderecha siempre fue rechazada por el centroizquierda liberal, la agudización de ese enfrentamiento es un síntoma importante de la polarización y creciente aislamiento del régimen. Después de que el domingo 27 el director del liberal Haaretz, Amos Schocken, acusara a Israel de imponer un “régimen cruel de apartheid” a los palestinos y pidiera sanciones internacionales contra sus líderes, varios ministerios israelíes han cortado relaciones con el diario y han pedido que se boicotee su cobertura sobre el gobierno. “Al gobierno no le importa imponer un cruel régimen de apartheid a la población palestina. Desestima los costos que supone para ambas partes defender los asentamientos (en Cisjordania ocupada) mientras combate a los luchadores por la libertad palestinos a los que Israel llama terroristas”, dijo Schocken el domingo en una conferencia celebrada por su periódico en Londres.

Según los medios israelíes, el director de Haaretz también describió la situación en Gaza y en Cisjordania como una “segunda Nakba (catástrofe)”, en referencia al éxodo palestino por la guerra de 1948. El Canal 12 de la televisión israelí apuntó, por su parte, que el boicot del gobierno podría incluir la suspensión de toda la publicidad y los anuncios, tanto de la versión impresa como digital.


El costo de la guerra

Mientras tanto, la guerra de Netanyahu sigue desangrando la economía de Israel:

  1. Israel sufre una desaceleración económica más aguda que los otros 37 países de la OCDE. El PIB israelí bajó un 4,1 % tras el ataque de Hamás en octubre de 2023 y descendió sucesivamente un 1,1 % y un 1,4 % en los dos primeros trimestres de este año.
  2. El Banco de Israel había pronosticado que el crecimiento económico para 2024 sería del 2,8 %, pero ahora lo rebajó al 1,5 %, fundamentalmente por las ramas ligadas a la defensa y seguridad interior.
  3. Para 2025, la guerra contra los palestinos habrá costado U$S 67.000 millones que Israel no tiene y no se sabe de dónde obtendrá.
  4. En consecuencia, los pagos de la deuda irán encareciéndose por los intereses. El déficit fiscal subió del 4,1 % del PIB al 7,8 %. La calificación crediticia del país bajó de A+ a A y seguirá descendiendo si se agrava su guerra contra Líbano.
  5. El bloqueo de los hutíes yemenitas contra el transporte de bienes de y hacia Israel a través del Estrecho de Bab el Mandeb causa un impacto masivo en la economía de Israel. 
  6. La movilización de 360.000 reservistas, el desplazamiento de 120.000 israelíes y el bloqueo de 140.000 palestinos de Cisjordania para volver a sus puestos de trabajo en Israel dejaron una enorme crisis laboral que repercute en la parálisis de numerosos sectores.
  7.  Al desempleo hay que sumar la interrupción en las cadenas de suministro y la pérdida de inversores debido a la falta de confianza en el país sionista que conducirá a una quiebra de empresas.
  8. Los inversores temen que al boicot de Turquía y de otras naciones se le sumen otros Estados y creen que el gobierno israelí se verá forzado a subir los impuestos para seguir costeando su guerra.

Ni el estancamiento de las operaciones militares ni el creciente cansancio de la población israelí han persuadido todavía al gobierno de Tel Aviv de la necesidad de negociar seriamente sendos ceses de hostilidades en Gaza y Líbano. Si bien los negociadores se han reencontrado en Doha, Qatar, a principios de la semana pasada, no han avanzado ni un ápice. El jueves 31, Taher al-Nunu, alto cargo de Hamás, avisó que el grupo rechazaría cualquier propuesta que permitiera reanudar las hostilidades en una fecha posterior. Benyamin Netanyahu, a su vez, insiste en que cualquier acuerdo permita más tarde retomar las hostilidades, mientras que el ministro de Finanzas israelí, el ultraderechista Bezalel Smotrich, afirmó en una entrevista concedida al diario israelí Makor Rishon que “el ejército israelí permanecerá en la Franja de Gaza durante muchos años”.

Entre tanto, en su última entrevista con Tucker Carlson el jueves 31, el líder republicano afirmó la necesidad de acabar con la guerra en Asia Occidental, porque amenaza involucrar a EE.UU. Este cálculo, empero, implica –al igual que todos los proyectos de acuerdo que han fracasado- que el sionismo es racional y actuar en función de sus intereses más que de su ideología.

Tucker Carlson: Trump is angry dad giving 'vigorous spanking' to America
Este jueves 31 Tucker Carlson entrevistó en público a Donald Trump

Desde su origen como movimiento pentecostal en los Estados Unidos de la “Reconstrucción” después de la guerra civil de 1861 a 1865 el sionismo siempre fue un movimiento mesiánico, colonialista y racista. También cuando fue impuesto por el Barón de Rothschild dentro del judaísmo. Sin embargo, hasta el ascenso del Likud al gobierno israelí en 1977 mantuvo ciertos controles racionales. Fue la conjunción de neoliberalismo, nacionalismo y mesianismo religioso la que lo hizo salirse de madre. Las tres corrientes estrecharon la interpenetración entre el proceso norteamericano y el israelí. Cada vez que se estrecharon los límites de la expansión norteamericana el sionismo se volvió más agresivo y esta tendencia se mantiene. Ariel Sharon invadió Líbano durante la crisis de 1981-83; Benyamin Netanyahu hizo lo mismo en 2006, cuando EE.UU. se había estancado en Irak. Hoy, con el Imperio a la defensiva en Asia Occidental y en retirada en Ucrania, Israel se presenta nuevamente como la punta de lanza para recuperar terreno, al mismo tiempo que el sionismo va concretizando su ideal de “Gran Israel” del Nilo al Éufrates. 

No basta, empero, el cálculo racional sobre las ganancias y pérdidas de cada bando. El aislamiento de Israel y su crisis económica han estrechado su espacio de maniobra y forzado la formación de una coalición extremista que juega a va banque. El gobierno de Benyamin Netanyahu no puede parar la guerra, porque es su razón de ser. Sólo la ilusión de limpiar étnicamente Gaza, Cisjordania y el sur de Líbano la mantiene unida. 

Eretz Yisrael Greater Israel - Openclipart
Mapa del “Gran Israel” soñado por el sionismo

La elite norteamericana, a su vez, no puede detenerlo, porque ambos partidos están inficionados por el lobby sionista, a la vez financiero y armamentista. La elección norteamericana de mañana no decidirá todavía la suerte de Asia Occidental. Israel sólo puede ser detenido mediante la combinación de una firme respuesta militar del Eje de la Resistencia, su aislamiento internacional y una crisis política que paralice a EE.UU. Y para que los tres factores se conjuguen aún faltan algunos pasos, aunque quizás no demasiado tiempo.