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Por Sergio Rodríguez Gelfenstein

En fecha tan lejana como el 25 de septiembre de 2011 escribí un artículo titulado “La ONU ha muerto”. Entre otras cosas allí decía que:  “Los acontecimientos de los últimos años signados por una unipolaridad cerrada […] dan cuenta de una ONU inoperante y plegado a la voluntad de los Estados canallas. La resolución unánime que condenó a Irán por la supuesta intención de construir armas atómicas contrasta la existencia de las mismas en países como Israel, India y Pakistán, que poseen la común característica de estar entre los mayores compradores de armas a los fabricantes que son básicamente los países miembros permanentes del Consejo de Seguridad”.

Continuaba más adelante: “La aprobación también unánime de las potencias para autorizar -a través de la resolución 1973- lo que derivó en el bombardeo indiscriminado a las ciudades libias y el asesinato de miles de ciudadanos, muestran una organización que ya no es garante de la paz sino promotora de la guerra. Igual hecho ocurrió durante los recientes acontecimientos en Costa de Marfil, donde el propio Secretario General de la ONU dio órdenes a los Cascos Azules de involucrarse militarmente bajo órdenes de las fuerzas armadas francesas que invadieron el país africano”.

Doce años después, el diagnóstico es el mismo pero la crisis es aún más profunda. La pandemia de Covid 19 evidenció ante el mundo la incapacidad de la organización para gerenciar el combate contra el virus que se constituyó en enemigo común de la humanidad.

En esta batalla, la Organización Mundial de la Salud (OMS fracasó estrepitosamente). En octubre de 2021, 20 meses después de haber comenzado la pandemia sólo el 57% de la población mundial había sido vacunada. La pandemia nunca pudo ser controlada a través de la distribución de vacunas. Los países ricos establecieron una clara distancia de los más pobres.  En enero de 2022, la OMS publicó una guía para priorizar la distribución mundial de las vacunas COVID-19 de manera justa pero ya era demasiado tarde y el plan era defectuoso. Primó la lógica del mercado, del lucro y la ganancia por encima de la lógica de la protección del ser humano, de su salud y su vida. Ello, porque la OMS depende principalmente de la buena voluntad de los países ricos y de las empresas.

Circunstancias similares ocurrieron en la actuación de la OMS durante la gripe A (subtipo H1N1) que atacó al mundo en 2009. Otro ejemplo de error reiterativo de la OMS fue su actuación en 2014 durante la crisis del Ébola. Su incapacidad es recurrente. En el primer caso los gobiernos que siguieron sus recomendaciones acumularon cantidades innecesarias de fármacos antigripales solo en beneficio de las empresas farmacéuticas. Y en el segundo, actuando con extrema pasividad ante la gravedad de la propagación del Ébola, infravalorando el problema . Solo cuando la epidemia estaba ya fuera de control en África Occidental, la directora general declaró una emergencia global.

Hay que decirlo, esa “buena voluntad” mencionada está en relación directa con la decisión de las empresas de actuar cuando observan que el contagio puede afectar sus ganancias y las de los países ricos. Este hecho es violatorio del enciso 3 del artículo 1, Capítulo 1 de la Carta de las Naciones Unidas que establece los propósitos y principios de la ONU y que señala que la organización debe:  “Realizar la cooperación internacional en la solución de problemas internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario, y en el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión”.

Así mismo, el pésimo trabajo de la ONU en el manejo de la pandemia atenta flagrantemente con el artículo 3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU que establece que: “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”. La ONU ha demostrado que no es capaz de garantizar ese derecho y, ni siquiera cumplir con los propósitos que le asigna la Carta. 

En este contexto, la operación militar de Rusia en Ucrania y el reciente conflicto en Palestina pusieron sobre el tapete la inoperancia de la ONU. En ambos casos la organización fue incapaz de impedir que se proyectaran y ejecutaran sendos genocidios sobre los pueblos del Donbass y de Palestina respectivamente. En Ucrania hicieron de la “vista gorda” durante 8 años mientras con extrema crueldad hordas nazi fascistas exterminaban a la población ruso parlante.

El asunto palestino es mucho peor porque la ONU es causante directa del mismo al crear ilegalmente el Estado de Israel cuando no es potestad suya -según la Carta- crear países, pero incluso después de haber decidido tal esperpento jurídico, no ha sido capaz de hacer cumplir la resolución 181 de la Asamblea General, del 29 de noviembre de 1947 que establecía la partición de Palestina en un Estado judío, un Estado árabe y una zona bajo régimen internacional particular. En este caso, tal vez más que en ningún otro, se ha hecho patente el uso de la ONU como un instrumento de la política exterior de Estados Unidos. La ONU ha fallado en su responsabilidad primigenia que era promover y consolidar la paz en el planeta.

En otro ámbito, uno podría preguntarse qué sentido tiene la existencia de la Organización Mundial del Comercio (OMC), otra agencia de la ONU si hasta agosto de 2023, se habían aplicado 26.162 medidas coercitivas unilaterales (mal llamadas sanciones) por parte de Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá Reino Unidos, Suiza y otros países afectando a 30 Estados en todo el mundo. Así, el 28% de la población mundial está impedida de desarrollar su vida con total normalidad. 

Vale decir que en este caso, la Asamblea General de la ONU en su 78° periodo de sesiones, aprobó con 128 votos a favor y 54 en contra una resolución sobre la promoción y protección de los derechos humanos frente a las medidas coercitivas unilaterales. 

Sin embargo, todo es en vano. Las relaciones internacionales no son de derecho sino de poder. La ONU es una estructura sustentada en el poder atómico de 5 países que imponen esa condición al mundo. La institución del veto es una práctica antidemocrática que establece que el mundo tiene que vivir bajo la dictadura de 5 países por la única razón que tienen capacidad de destruir el planeta. Así, esa capacidad es la que establece y sostiene al sistema internacional y su estructura. El planeta vive bajo la permanente contradicción entre el carácter democrático de la Asamblea General y el carácter dictatorial del Consejo de Seguridad.

En la actualidad hay varios casos que exponen el carácter retrógrado de la ONU además de los ya conocidos en Ucrania y Palestina, En este sentido, la República Popular Democrática de Corea (RPDC) ha opinado en torno a que el Comando de la ONU, responsable de vigilar el cumplimiento del armisticio después de la Guerra de Corea de los años 50 del siglo pasado, debe disolverse para “evitar el inicio de una nueva guerra y defender la paz y seguridad en la península de Corea. 

De acuerdo con el comunicado emitido por el gobierno norcoreano, el comando no representa “más que un instrumento de confrontación de Estados Unidos porque no tiene nada que ver con la ONU”. Según Pyongyang,  el comando “vuelve a revelar su naturaleza agresiva, buscando preparar una declaración de confrontación simulando la segunda Guerra de Corea”. Ya en 1975, la Asamblea General de la ONU aprobó dos resoluciones que estipularon la disolución del comando y la retirada de las tropas estadounidenses de la región e incluso, dos antiguos secretarios generales de la ONU, Butros Butros Ghali y Kofi Annan, afirmaron que “el organismo no está bajo el control de Naciones Unidas, sino de Washington”. Ahora -según la denuncia de la RPDC- el Comando “se reactiva como un instrumento de guerra plurinacional, encabezado por Estados Unidos. Se trata de graves acontecimientos que ponen en peligro la seguridad en la región Asia-Pacífico, la península de Corea incluida”. Parece evidente que la ONU está permitiendo ser usada por Estados Unidos para generar otro escenario de conflicto en el planeta.

No podía ser de otra manera cuando el secretario general de la ONU es un hombre proveniente de un país de la OTAN. Hay que recordar que cuando fue primer ministro de Portugal acompañó todas las tropelías de esta agrupación belicista ente ellas la guerra de los Balcanes y la invasión de Afganistán. Difícilmente un personaje de esta estirpe puede tener la ecuanimidad y la neutralidad necesaria para tratar los asuntos que incumben a la organización.  Un mundo justo jamás debe tener a un guerrerista como su máximo líder.

Ya en el pasado,  Europa nos dio ejemplos del liderazgo que la representa. Entre 1972 y 1981, Kurt Waldheim, un político austríaco de extrema derecha fue designado secretario general de la ONU. No importó que Waldheim hubiera sido miembro de la Liga de Estudiantes Nacional-Socialistas Alemanes, una estructura del partido nazi de su país que lo llevó a que incluso formara parte las SA, las tropas de choque del partido nazi que bajo las órdenes directas de Hitler sembraban el terror en los países ocupados. Nada más y nada menos que un nazi fue enviado por Europa para ser secretario general de la ONU.

La actuación respecto de Venezuela no está ajena a su impronta. La ONU ha violentado el Acuerdo de Ginebra que establece una solución amistosa y satisfactoria para las dos partes en el conflicto del Esequibo. Las gigantescas reservas petroleras descubiertas en 2015 en ese territorio en reclamación movilizaron al gobierno de Estados Unidos que ejerciendo presión sobre la ONU logró que el caso fuera enviado de forma ilegal a la Corte Internacional de Justicia (CIJ), un órgano de la ONU que ha decidido actuar sin tener jurisdicción sobre el caso. 

Ya, el anterior secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, un títere de Washington,  había decidido de forma unilateral e ilegal ponerle fin a la figura del buen oficiante. Dando continuidad a esta aberración jurídica, Antonio Guterres -casi desde el mismo momento de su designación- aceptó la demanda que Estados Unidos había iniciado ante  su predecesor, favoreciendo unilateralmente la decisión de Guyana que en realidad es la decisión de la empresa ExxonMobil, que pretende explotar ilegal y unilateralmente los recursos del Esequibo. Guterres es cómplice de este intento de despojo, de la misma manera que lo es la CIJ que, poniéndose al margen de la ley pretende avalar la demanda de Guyana.

Guterres debió consultar a Venezuela para obtener su conformidad respecto de la jurisdicción de la CIJ, tal como lo establece el Acuerdo de Ginebra. Vale agregar que Venezuela no es firmante del protocolo sobre jurisdicción obligatoria de la CIJ por lo que no está obligada a acatar la decisión que tome este organismo. No es Venezuela la que se ha puesto al margen de la ley. Ha sido la organización de Naciones Unidas, una vez más.

Tal vez nadie como el presidente de Brasil, lo ha señalado con tanta precisión: “La ONU de 1945 ya no vale nada en 2023″. Lo dijo espantado por la incapacidad de la organización para detener el genocidio israelí en Palestina. Como es habitual, la dictadura anacrónica del veto ejercida por Estados Unidos he impedido incluso que se detengan las acciones armadas en Gaza. Al respecto Lula dijo: «Solo un país tuvo derecho a vetar y la vetó [la propuesta], y fue Estados Unidos. Esto es incomprensible, no es aceptable. Por eso luchamos para cambiar la ONU” y agregó: «Por eso queremos cambiar el número de [miembros] y cómo funciona y acabar con el derecho de veto»

En este contexto fue el propio gobierno israelí el que se puso al margen del derecho internacional al reconocer públicamente que posee armas nucleares, lo cual le está vedado por la Carta de la ONU. No obstante, la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), otro ente perteneciente a la ONU, tan activa queriendo auditar y controlar a Rusia en el conflicto en Ucrania, ha dado vuelta la cabeza para evitar dar una opinión sobre esta otra situación que…otra vez, pone en entredicho la neutralidad de la ONU y su apego al derecho internacional todo lo cual deteriora la seguridad global, colocando en grave riesgo el régimen de control internacional de armas que la ONU debe sostener, defender y aplicar.

 Washington se ha colocado por encima de la ONU avalando todos los desmanes cometidos por Israel, país que por cierto no ha firmado el Tratado de No Proliferación. Sus 300 bombas termonucleares son un verdadero peligro no sólo para el pueblo palestino sino para todo el planeta, cuando se sabe que las mismas están en manos de estos nuevos nazis del siglo XXI, desbordantes en odio, ávidos de matar y carentes de todo sentido de humanidad. 

La ONU ha fracasado, no tiene sentido de existir. Un mundo nuevo está naciendo. Una organización nueva le debe acompañar.

Por: Sebastián Schulz(*)

El debate presidencial del domingo pasado en Argentina disparó la discusión sobre estrategias de inserción internacional, dinámicas del comercio exterior y alineamientos geopolíticos para el mundo que se viene. ¿Qué dice Javier Milei sobre nuestro vínculo con China?

El debate presidencial del domingo pasado en Argentina abrió una fuerte discusión sobre las estrategias posibles de inserción de nuestro país en el sistema internacional, las dinámicas del comercio exterior y los alineamientos geopolíticos preferibles y necesarios para el mundo que se viene.

El candidato presidencial de Unión por la Patria, Sergio Massa, sostuvo la necesidad de que Argentina aporte a la construcción de un orden internacional multipolar, diversificando marcos de alianzas en un mundo cada vez más interdependiente pero conflictivo.

En este marco, ratificó la centralidad de las alianzas con Brasil, China y la India, sostuvo la importancia de efectivizar el ingreso de nuestro país al BRICS y de diversificar asociaciones con el Sur global en general, lo que aporta a su vez a ganar grados de autonomía relativa para discutir, entre otras cosas, las condiciones para el pago de la deuda con el Fondo Monetario Internacional tomada por el ex presidente Mauricio Macri.

Por otra parte, el candidato de La Libertad Avanza, Javier Milei, fue explícito en su mirada de que Argentina debe alinearse incondicionalmente con el “mundo libre” y romper todo tipo de relaciones diplomáticas con lo que llamó “autocracias” y “comunismos” a nivel internacional, mencionando principalmente a Brasil y China. Analicemos un poco más en detalle qué quiere decir el candidato libertario.

En primer lugar, la alocución de Javier Milei deja expuesto un peligroso desconocimiento de las dinámicas actuales del poder global y de las formas que adoptan las relaciones internacionales en el Siglo XXI. Aunque, hay que decirlo, más que un desconocimiento, Milei utiliza metáforas anacrónicas y propias de la Guerra Fría, como “comunismo” y “mundo libre” para evitar hablar de sus verdaderas intenciones en materia internacional.

Milei sostiene que es posible acusar a China, libremente y sin ningún tipo de pruebas, de “dictadura asesina”, que es posible además romper relaciones diplomáticas con el país asiático, pero que puede a pesar de ello seguir habilitando el comercio bilateral “entre privados”. Esto implica desconocer varios aspectos básicos de cualquier estrategia diplomática internacional. En primer lugar, China es una economía socialista de mercado bajo la dirección política del Partido Comunista de China. La estrategia económica del país (y la actividad de sus grandes empresas) sigue un mandato otorgado por Estado, que es el encargado de la planificación económica nacional. Es lo que Enrique Dussel Peters ha denominado como “omnipresencia del sector público chino”.

Tomemos, por ejemplo, el caso de Paraguay, un país vecino que no reconoce a la República Popular China. Según la “tesis” de Milei, esto no tendría porque impactar en su comercio exterior, ya que el mismo se realiza entre privados. Pero, ¿sorpresa?, mientras que China representa casi el 28% de las compras de Paraguay, las compras chinas a Paraguay representan el 0,3%.

Por otro lado, romper relaciones diplomáticas o afectar la seguridad nacional de un Estado y pretender que eso no afecte en el comercio bilateral “entre privados” es un error grosero de mirada política. Si no, observemos al supuesto “adalid” del “mundo libre”, los Estados Unidos. Tanto bajo la anterior administración de Donald Trump como en la actual de Joe Biden, los Estados Unidos han impulsado un arsenal de sanciones a empresas e individuos considerados “peligrosos” para los intereses naciones de los Estados Unidos. Además, el Estado norteamericano ha restringido o directamente prohibido a sus empresas comerciar bienes considerados “estratégicos” con determinados países, y ha establecido aranceles (impuestos) a productos específicos para proteger su industria nacional. Como vemos, no existe tal “libre mercado” en un contexto de pujas sistémicas como el que estamos atravesando en el actual orden internacional.

De este modo, el candidato libertario busca en realidad desconocer el rol que juegan los Estados como promotores y protectores de los intereses nacionales y como garantes de la regulación de las desigualdades en el poder internacional. Negar a nuestro Estado la posibilidad de aplicar regulaciones que aporten al interés nacional, como lo hace cualquier Estado del mundo, es lisa y llanamente entregar nuestra soberanía a los más poderosos, en este caso, explícitamente a los Estados Unidos.

En este punto, lo que busca Milei en realidad es romper cualquier tipo de relación con Estados mínimamente contestatarios del orden global unipolar atlantista occidental. Busca alinearse acrítica y tajantemente a lo que alguna vez George W. Bush llamó un “Nuevo Siglo Americano”, es decir, la continuidad de la perpetuación de la hegemonía norteamericana a escala global. Para ello, busca darles vía libre a sus empresas amigas para que hagan negocios a nivel internacional, a costa del interés nacional de los/as argentinos/as.

Además, Milei señala con demasiada soltura que es posible reemplazar de un día para el otro a un mercado de 1.400 millones de habilitantes como el chino, que tiene además una clase media con cada vez mayor capacidad de consumo.

A su vez, la consolidación de la República Popular China como el segundo socio comercial de Argentina no fue un hecho que “los privados” consiguieron por su cuenta de un día para el otro, sino que fue producto de una planificada gestión diplomática gubernamental de más de 20 años de continuidad, que incluyo el reconocimiento de la República Popular como economía de mercado y la firma de la Asociación Estratégica en 2004, la elevación de las relaciones bilaterales al estatus de Asociación Estratégica Integral en 2014 y la firma del Memorándum de Entendimiento para construcción conjunta de la Iniciativa de la Franja y la Ruta en 2022.

Milei ignora deliberada e irresponsablemente que la República Popular China se ha consolidado como nuestro segundo socio comercial, e ignora también las enormes posibilidades que significa el mercado chino en un futuro cercano. De hecho, China es el principal importador y exportador global de mercancías y en algunos años se posicionará como el país con mayor Producto Bruto del mundo.

En este marco, no existen sustitutos inmediatos para los productos que China compra hoy a la Argentina. En el caso de la soja, por ejemplo, que representa el 30% de nuestras exportaciones hacia China, el segundo destino de las mismas es Egipto, que aunque es un nuevo socio en los BRICS+, Milei ha dicho que no tiene ninguna intención de ser parte de un bloque que integra a esos países. El otro producto importante es la carne bobina congelada, la cual es comprada casi en su totalidad por China (84% de nuestras exportaciones en ese rubro van a China). Además, para que tengamos en cuenta, China es también el principal comprador mundial de soja (compra el 56% de la soja del mundo) y también el principal comprador mundial de carne bovina congelada (35%). Romper relaciones diplomáticas con China significaría una merma significativa de ingresos a nuestra economía nacional.

Es cierto que la canasta comercial de Argentina y China tienen importantes desbalances que es necesario corregir en lo inmediato. En primer lugar, la composición casi totalmente primaria de nuestras exportaciones, lo que trae aparejado una amenaza de primarización de nuestra economía nacional; en segundo lugar, el déficit comercial que se desprende de lo anterior. Estos puntos y otros han sido marcados como prioritarios en el Memorándum de Entendimiento para la Cooperación en el marco de la Franja y la Ruta de la Seda; es decir, la Argentina tiene importantes posibilidades a partir de fortalecer el comercio con China.

Por otra parte, y en este sentido, Javier Milei habla con demasiada simpleza de un supuesto “mundo libre”, haciendo referencia a los Estados Unidos. Una idea que se ha demostrado completamente equivocada, y que ignora que Estados Unidos ha intentado imponer su modelo económico y social a base de sangre y fuego, que cuenta con una red de más de 800 bases militares alrededor del mundo y que ha propiciado golpes de Estado e intervenciones unilaterales en los cinco continentes. Si existe hoy una manifestación de un “mundo libre”, son aquellos países y bloques regionales que pujan por un impulsar un orden internacional multipolar, en el cual se respeten los modelos de desarrollo nacionales, se impulsen relaciones multilaterales basadas en el respeto mutuo, la coexistencia pacífica y el diálogo de civilizaciones. La mayor iniciativa que existe hoy para concretar un “mundo libre” es la propuesta china de construir una comunidad de destino compartido para la humanidad.

Como en tantos otros temas estratégicos para el interés nacional, Milei no solo desconoce e ignora completamente las nuevas dinámicas del poder en las relaciones internacionales, sino que directamente propone convertir a nuestro país en una semicolonia norteamericana, que rinda pleitesía frente al establishment económico y político estadounidense. Su sueño es ver la bandera de los Estados Unidos flameando sobre nuestro Banco Central. Su “misión” es ver a la Argentina como un ladero sumiso e incondicional de los Estados Unidos, volver a poner de rodillas a nuestro país frente al Fondo Monetario Internacional y romper cualquier tipo de alineamiento estratégico con los países del Sur global. Por ello, reivindica a personajes nefastos como Margaret Thatcher y Ronald Reagan, acepta la idea de entregar la soberanía de las Islas Malvinas y la Antártida, y de romper cualquier tipo de propuesta de integración regional autónoma, propiciando, como ya lo hizo su socio Mauricio Macri, una nueva ola desestabilizadora sobre los gobiernos progresistas de nuestra región.

El orden internacional atraviesa cambios sistémicos. La disputa entre unipolaridad y multipolaridad se monta a su vez sobre dos propuestas de orden global: o vamos hacia una globalización incluyente basada en el diálogo de civilizaciones, los Estados como herramientas de inclusión social y los pueblos como sujetos de la transformación, o vamos hacia una globalización financiera neoliberal, sustentada en la supresión de las soberanías estatales y la primacía de las corporaciones financieras y la especulación.

Esta es la puja que está ordenando el mundo, y el lugar en el que la Argentina se inserte en ella es parte de lo que someterá a votación el domingo 19 de noviembre.

(*) Analista Internacional especialista en China

Publicado en La Ruta China

https://larutachina.com/china-milei-y-la-politica-exterior-argentina/

por Gabriel Merino (*)

No resulta casual que en el balotaje para decidir el próximo presidente de Argentina una de las opciones presidenciales, la fórmula Milei-Villarruel, reivindique el proceso dictatorial de 1976-1983 y el genocidio llevado adelante por parte del instrumento militar. Porque fue justamente el mismo contenido programático de la actual fórmula “libertaria” el que se puso en marcha con el golpe de 1976 y, tanto ayer como hoy, resulta muy difícil imponer dicho proyecto en los marcos democráticos liberales. Una vez más aparece bajo el ropaje de la ‘libertad’ una reacción conservadora. 

El quiebre de 1976-1983 constituye una transformación estructural del país. A partir de allí se inició un proceso de periferialización acelerada o pérdida de ‘densidad nacional’, caracterizado por una caída relativa de PBI per cápita, desindustrialización, pérdida de capacidades científico-tecnológicas, aparición de la pobreza estructural y de la desocupación a gran escala, y la profundización de las condiciones de la dependencia.

Todo esto condicionó de forma estructural los fundamentos de la política exterior a partir de la reducción del poder relativo del país. Es decir, se produjo retroceso profundo de las condiciones ‘objetivas’ y ‘subjetivas’ para el desarrollo de las fuerzas productivas y para el ejercicio real de la soberanía, generando las condiciones para una desnacionalización del Estado en línea con el Consenso de Washington, que se completaría en el años 90’, cuando se establecieron las “relaciones carnales” con Estados Unidos. Esto formó parte de un escenario de restricción del margen de maniobra internacional a partir de la “retomada” de la hegemonía estadounidense bajo un ciclo de expansión financiera y una clausura (a la fuerza) de los proyectos nacionales de desarrollo en la región. El consecuente disciplinamiento de la región y su periferialización fueron evidentes: entre 1980 y 2009 (incluso teniendo en cuenta el alza de los años 2000) América Latina perdió un 30% de su ingreso per cápita en relación al núcleo orgánico del capitalismo mundial o los países centrales, encabezados por el G7.  

En contraste con la región, en ese período se observa una revolucionaria dinámica de crecimiento, desarrollo y ascenso en el poder relativo de Asia Pacífico en general y de China en particular, donde se llevaron adelante políticas y estrategias completamente opuestas a las de América Latina. Estas se centraron en la fortaleza de lo público y la importancia de la autonomía relativa nacional, la planificación estratégica estatal articuladas con la expansión del mercado interno y externo, la políticas centradas en el impulso al desarrollo de las fuerzas productivas con centralidad en la industria y la tecnología, y la orientación del capital financiero hacia la producción a través de la dirección estatal, entre otras cosas. 

Ese es el trasfondo fundamental de lo que se juega en Argentina hace 40 años, con el retorno de una democracia condicionada por un cambio estructural de las relaciones de poder a favor del bloque de poder financiero neoliberal y que vuelve a aparecer con claridad en el próximo balotaje: la consolidación del proceso que se inicia en 1976, la resistencia contra sus tendencias más negativas en escenarios de inestabilidad y ‘grieta’, o la posibilidad de transitar hacia la superación de la tendencia a la involución periférica bajo la construcción de nuevas síntesis político-sociales. 

Estas últimas dos opciones son las que se abren a partir de 2001-2003, para iniciar el ciclo en el que estamos insertos. Allí entra en crisis el modelo neoliberal y aparecen fuerzas políticas y sociales con capacidad de disputar el rumbo del Estado. Forma parte o es la expresión nacional de los primeros síntomas de la crisis de la hegemonía estadounidense y de la globalización neoliberal, que da inicio a una transición histórica-espacial del sistema mundial, que tiene como uno de sus componentes fundamentales los intentos más o menos profundos que se producen en las semiperiferias del sistema –allí donde hay fuerzas nacionales-populares con suficiente capacidad–, de insubordinarse frente al mundo unipolar, el Consenso de Washington y el poder financiero global. La expresión nacional de ese proceso, con sus formas y contenidos específicos, se conjuga en el balotaje Kirchner vs Menem del año 2003, que finalmente no se realiza por la abdicación del último candidato. 

Por ello, al igual que las elecciones de 2003, las opciones en términos del contenido son muy similares. De un lado, la dolarización, la privatización de ‘todo lo que deba ser del estado’, la mercantilización completa del acceso a bienes públicos, el alineamiento absoluto con Estados Unidos (en aquel momento implicaba firmar el ALCA impulsado por Washington) y la definición de precios relativos a favor de las finanzas, la renta de la gran propiedad, los exportadores primarios y los servicios públicos privatizados y en manos de empresas extranjeras. Del otro lado, la renegociación de la deuda, la pesificación de la economía, la recuperación del control estatal en ciertas áreas clave, la desmercantilización parcial del acceso a bienes públicos, la apuesta por la integración regional (MERCOSUR) y por recuperar ciertos márgenes de autonomía relativa –entre la dependencia negociada y la autonomía heterodoxa en los conceptos de Juan Carlos Puig. A ello se le suma el establecimiento de precios relativos en función del entramado productivo local y el fortalecimiento del mercado interno, con un papel importante de la inversión pública. Es decir, la contradicción política que atravesaba en ese momento al territorio nacional y que en la actualidad tiene nuevas formas pero similares componentes, era entre la profundización del proyecto financiero neoliberal, bajo una política exterior para-colonial, o un proyecto nacional neodesarrollista orientado a lo productivo, bajo una política exterior que oscilaba entre la dependencia negociada y la búsqueda de autonomía. 

Hoy los dilemas son muy parecidos aunque en escenarios muy distintos.

También son distintos los intérpretes. Escuchar la ‘burrada’ de que el comercio exterior de un país es un asunto de los privados donde puede ser prescindente el Estado (encima en un contexto de profunda disputa comercial-estatal, con guerras comerciales explícitas desde 2018), hace pensar en la repetida frase de Hegel que la historia parecería repetirse dos veces, la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa. Lo mismo genera escuchar frases del candidato ‘libertario’ de que no va a negociar con ‘comunistas’ en referencia a los gobiernos de Brasil y China, nuestros dos principales socios comerciales, que explican el 32% de nuestro comercio exterior y casi 2 millones de puestos de trabajo. Hasta el propio gobierno dictatorial no tuvo problemas ‘éticos’ en comerciar trigo con la Unión Soviética mientras realizaba un genocidio en nombre de Occidente, sus valores y su Guerra Fría. 

Encrucijada y ‘trilema’ nacional

Los aspectos coyunturales y estructurales colocan a la Argentina en una encrucijada cada vez más acuciante entre, por un lado, permanecer en su condición semi-periférica promoviendo la apropiación /redistribución/ reinversión de la renta en actividades vinculadas con las materias primas y el desarrollo de eslabones de mayor valor agregado de las cadenas, procesos que permiten a la vez mantener cierta jerarquía de potencia media, fortalecida mediante la integración regional con perspectiva autonomista. Y por otro, continuar con actividades cada vez más periféricas vinculadas a un extractivismo de enclave, mayor desintegración a nivel regional y subordinación estratégica al Occidente geopolítico conducido por Estados Unidos Washington en una etapa de declive relativo y bajo un ciclo económico de estancamiento relativo y financiarización. 

Como a comienzos del siglo XIX –aunque bajo realidades históricas, patrones de desarrollo y modos de inserción internacional muy diferentes por parte de las potencias emergentes– en esta transición de poder mundial se abren tres opciones estratégicas. Sin ser excluyentes, el predominio de una u otra opción o el tipo de combinación que se produzca, serán centrales para la resolución de la encrucijada nacional mencionada en la presente transición histórica-espacial del sistema mundial y en un escenario de guerra mundial híbrida. 

La primera opción implica la subordinación estratégica al Occidente geopolítico, conducido por el polo de poder angloestadounidense, que nos ligaría como periferia a un ciclo de estancamiento y financiarización con limitado margen de maniobra. La dolarización terminaría por cerrar el corset, destruyendo el entramado productivo-industrial que aún sobrevive en el país. Esto iría acompañado por la desinversión y/o la desarticulación de todas las capacidades socio-estatales fundamentales que son cruciales para el desarrollo: financiera y monetaria, defensa, control soberano de recursos naturales, ciencia y tecnología, medios nacionales de comunicación y matrices de pensamiento y cultura. 

Una segunda opción, es la neodependencia conectada con la región del Asia Pacífico liderada por China, que se encuentra en plena expansión material e impulsa un nuevo ciclo de acumulación mundial. Bajo un reforzamiento de dicho vínculo se puede garantizar, al menos, el ‘desarrollo del subdesarrollo’ o el crecimiento y el sostenimiento de la condición de semi-periferia exportadora de materias primas a gran escala con ciertos eslabones productivos locales y capacidades socio-estatales nacionales, como también otorgar cierto margen de maniobra y cierta autonomía relativa. Esto no implica romper relaciones con el Occidente geopolítico ni mucho menos, sino limitar los daños más estructurales que puede generar la subordinación periférica y establecer una ‘dependencia negociada’ con intenciones y/o matices autonomistas. Es lo que predomina en discursos, acciones y referentes que rodean al candidato Sergio Massa, quien parece comprender (en tanto cuadro ligado estrechamente con los sectores productivos nacionales, los grupos neodesarrollistas de la UIA y otras entidades de la burguesía local) que la opción de neoliberalismo periférico recargado, con claros componentes neofascistas y alineamiento hemisférico incondicional, puede implicar una política de tierra arrasada y un nuevo ‘industricidio’.     

En tercer lugar, a partir del escenario de oportunidad histórica que presenta la actual transición del sistema mundial, con el ascenso de poderes emergentes y el escenario geopolítico de expansión de la multipolaridad, resulta posible la construcción de una confederación continental a nivel sudamericano que posibilite el desarrollo de un polo regional con alcance global, en línea con un nuevo ordenamiento de carácter multipolar y multicéntrico. Esto posibilitaría aumentar los grados de autonomía relativa y  establecer un núcleo con escala y capacidades estratégicas suficientes con el objetivo de impulsar un proyecto nacional-regional de desarrollo. 

Lo central que está en juego en el balotaje en cuanto a la política exterior es, sencillamente, que ésta esté pensada, proyectada y ejecutada en función de los intereses nacionales y también populares –de la producción y el trabajo– en un escenario mundial donde se pagan mucho más caros que en otros tiempos los errores o los alineamientos ideológicos. La cuestión es tener, por lo menos y con sus debilidades, una estrategia propia.

(*) Sociologo y Doctor en Ciencias Sociales, Rrofesor Universitario colaborador habitual de Dossier Geopolitico

Publicado en «Avion Negro» https://avionnegro.com.ar/contextos/elecciones-politica-exterior-y-el-trilema-nacional/

Por Gonzalo Fiore (*)

Las relaciones comerciales y diplomáticas entre países son elementos cruciales, que moldean su desarrollo y prosperidad. Argentina se encuentra en una encrucijada, enfrentando desafíos y oportunidades en sus vínculos con tres socios comerciales clave: Brasil, China (RPCh) y Vietnam. La propuesta del candidato presidencial Javier Milei de romper relaciones con estos Estados, debido a diferencias ideológicas con sus respectivos gobiernos, revela una visión simplista y equivocada del funcionamiento del sistema internacional, obviando la complejidad de las relaciones comerciales y la importancia de estos mercados para Argentina.

La preocupación internacional respecto de las elecciones argentinas va desde un amplio rango ideológico, tanto desde el gobierno de los EEUU, como las principales autoridades de países europeos, hasta diplomáticos y agregados comerciales en nuestro país. Examinemos los datos concretos para comprender la magnitud de estas relaciones: en 2022, Argentina importó de China un total de US$ 15.855.696, representando el 76% del total de importaciones, mientras que exportó US$ 8.593.470, sobre un total de US$ 88.268.232. Más que una cuestión ideológica, el principal desafío en la relación con China radica en alcanzar un superávit sostenible en el tiempo y fortalecer la exportación de productos con valor agregado. Esto impactaría especialmente en la región centro (donde Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos concentran el 40% del comercio exterior argentino), siendo Brasil y China sus principales socios comerciales.

Brasil, histórico primer socio, comparte una extensa frontera terrestre que desempeña un papel fundamental en las relaciones bilaterales. El trigo y la industria automotriz cordobesa encuentran allí su principal mercado. Similarmente, China se destaca como el principal comprador de la carne bovina cordobesa, siendo Beijing el destino de más del 75% de las exportaciones de carne enfriada y congelada. La propuesta de Milei de cortar vínculos con estos países amenazaría gravemente a la región centro.

Es esencial destacar que ni siquiera EEUU, a pesar de sus tensiones con China, ha planteado nunca romper relaciones comerciales con el gigante asiático. El escenario internacional es complejo e interdependiente, donde las economías complementarias se necesitan mutuamente. Enenderlas en base a ideologías es ignorar la complejidad de las relaciones internacionales; las decisiones en este ámbito deben basarse en intereses económicos y estratégicos, considerando aspectos como empleo, inversión y competitividad.

Las relaciones comerciales en el escenario internacional las llevan adelante los Estados a través de tratados de libre comercio, donde existen regulaciones aduaneras, fitosanitarias y muchas otras, que no pueden establecerse a través de los sujetos privados. Cortar vínculos comerciales con países basándose únicamente en su orientación política no solo es simplista, sino que limitaría las opciones de mercado, afectaría las exportaciones y dificultaría la diversificación económica. En lugar de decisiones impulsivas, es más sensato evaluar las implicaciones económicas a largo plazo, centrándose en la creación de empleo, el aumento de las exportaciones y el desarrollo industrial.

Diversificar y mejorar la estructura productiva de Argentina es imperativo en la actualidad; las relaciones comerciales deben guiarse por intereses económicos y estratégicos en lugar de ideologías: China y Vietnam representan oportunidades para expandir el mercado de exportación y fortalecer la economía argentina. La clave está en aprovechar estas relaciones para mejorar la competitividad y aumentar el valor agregado de las exportaciones, para lograrlo Argentina debe invertir en innovación, tecnología y formación de su fuerza laboral, impulsando la exportación de bienes manufacturados y servicios de calidad.

La apertura al comercio internacional y la búsqueda de superávit comercial deben ir de la mano con políticas que fomenten la competitividad y calidad de los productos argentinos. Es vital no cerrar puertas a oportunidades comerciales basadas en prejuicios. Cortar relaciones comerciales con Brasil, China o Vietnam sería catastrófico para los productores y la industria local argentina; la historia enseña que en política exterior no existen amigos permanentes: sólo alianzas cambiantes en base a intereses. La interdependencia económica es esencial para el crecimiento sostenible y la estabilidad financiera; en este contexto, es fundamental reconocer que las relaciones comerciales van más allá de las preferencias ideológicas de un gobierno, siendo vitales para el bienestar económico y la prosperidad de la Nación. Quien quiera conducir los destinos de un país importante, miembro del G20 y de desarrollo medio como Argentina, no puede ser ajeno a esto.

(*) Gonzalo Fiori integrante de este Colectivo DG2023 publicado en Hoy Dia Cordoba

LA POLÍTICA EXTERIOR DE ARGENTINA, A BALLOTTAGE


Aunque no fue el eje principal de la campaña presidencial, la política exterior de la Argentina adquirió un rol clave en en el tramo final del debate electoral, cuando los dos candidatos para el balotaje del 19 de noviembre, el peronista Sergio Massa y el ultraderechista Javier Milei, expusieron posturas notoriamente contrastantes.

Casi 36 millones de argentinos podrán elegir en el balotaje de este 19 de noviembre a su futuro presidente entre el peronista Sergio Massa (Unión por la Patria) y el ultraderechista Javier Milei (La Libertad Avanza), cuyas posiciones sobre política exterior resaltan el fuerte contraste de sus proyectos de gobierno.

A continuación, exponemos las posturas de Massa y Milei respecto de los principales asuntos de política exterior que esperan al nuevo gobierno, en el contexto de conflictos armados, tensiones geopolíticas y fragmentación económica, una “policrisis” mundial que alcanza inevitablemente a América Latina y al país.

Visión general

LA LIBERTAD AVANZA (LLA): para Milei, un economista ultraliberal, el Estado sólo debe generar las bases de la política exterior y dejar el rol determinante al sector privado, en especial con gobiernos “totalitarios” (cita China y Brasil), con los que promete congelar relaciones. Su gestión diplomática, de todos modos muy ideologizada, sería parte de una “lucha global contra socialistas y estatistas”.

Milei promete estar “alineado con Occidente” y con el “mundo libre”, y tener a Estados Unidos e Israel como aliados principales. “Israel será mi aliado principal y llevaré la embajada argentina de Tel Aviv a Jerusalén”, detalló.

UNIÓN POR LA PATRIA: Massa propone en cambio una política exterior pragmática basada en el interés nacional, que abra nuevos mercados a productos y servicios, y apoye a la producción y el trabajo de calidad de las PyMes, que promueva exportaciones con valor agregado y atraiga desde el Estado inversiones privadas que modernicen el aparato productivo.

«Argentina tiene la responsabilidad de, en un mundo convulsionado, de pensar su política exterior en defensa de su interés. Lo primero que tenemos que tener en claro es la multipolaridad: Argentina tiene que tener relaciones con todos los países que abran los brazos y los mercados para vender trabajo argentino», dijo Massa.

Las relaciones con China

LLA: Milei propone congelar todos los vínculos posibles con China y sólo permitir relaciones entre privados, para que sea una decisión de ellos y no del Estado. “No voy a hacer negocios con ningún comunista. Soy un defensor de la libertad, de la paz y de la democracia. Los comunistas -insistió- no entran ahí. Los chinos no entran ahí”. En el debate del balotaje reafirmó: “Los chinos no quieren hacer beneficencia con nosotros; si no le vendés a ellos, se lo podés vender a otros”.

UxP: en el mismo debate, Massa se preguntó: “¿Quiénes son los principales socios comerciales de la Argentina? Brasil es uno y China es otro. Vamos a defender esa agenda comercial que le da trabajo a dos millones de argentinos” y 28 mil millones de dólares en exportaciones. “La política exterior no se puede regir por caprichos ni ideologías, sino por el interés nacional», razonó.

El rol de EEUU y del FMI

LLA: Milei define a Estados Unidos como “un gran socio estratégico” sin importar su administración de turno, si bien se inclina por los republicanos, y ha expresado simpatías por Donald J. Trump, así como por el brasileño Jair Bolsonaro y otros líderes ultraderechistas. “Me puede gustar más o menos el perfil de los republicanos versus el de los demócratas, pero eso no quiere decir que no considere que Estados Unidos es un gran socio estratégico”, dijo.

En cuanto al Fondo Monetario Internacional (FMI), con el cual Argentina mantiene un programa crediticio por 44 mil millones de dólares, por el préstamo que tomó en 2018 el presidente derechista Mauricio Macri, aliado ahora de Milei para el balotaje, el candidato de LLA dijo que “no debería tener problemas” porque promete un “ajuste fiscal mucho más profundo” que el que demanda el organismo al país.

UxP: Massa anunció que pronto el FMI abrirá una investigación sobre la fuga de capitales del préstamo stand by tomado por Macri y que una comisión revisará por qué el 66% del crédito se usó para financiar el pago a fondos de inversión.

Mientras tanto, postula rediscutir el acuerdo con el Fondo. “El acuerdo que nos dejó Macri es un karma con el que Argentina va a convivir, hasta que le paguemos y lo saquemos de país. Tal como hizo Néstor Kirchner en 2005 y Lula da Silva en Brasil. Hay que volver a tener soberanía en las decisiones”, sostuvo.

El futuro del Mercosur

LLA: para Milei, el Mercosur es “una unión aduanera de mala calidad que produce desvío de comercio y que perjudica a cada uno de los miembros”, y anticipó que buscará dejar el bloque que integra Argentina con Brasil, Uruguay, Paraguay (los cuatro socios fundadores) y Venezuela, más Bolivia en proceso de adhesión.

“El Estado no tiene por qué meterse a decir con quién debo comerciar y con quién no”. En ese sentido, entiende al Mercosur como “el mejor ejemplo del estorbo que causa el Estado”, que “no progresa hacia ningún lado” y que Milei “eliminaría”.

JxC: consideró un “delirio” de su rival romper con el Mercosur que el propio país fundó hace casi cuatro décadas: “Significaría la destrucción de 400.000 o 500.000 empleos en diferentes sectores».

La región tiene «una enorme oportunidad de integrarse y competir juntos en el marco de un mundo en el que la seguridad alimentaria es fundamental», afirmó Massa, y de «trabajar coordinados» en el contexto del Mercosur.

Los BRICS, adentro o afuera

LLA: en línea con su rechazo a mantener vínculos con China o Brasil, socios principales de los BRICS (con Sudáfrica, India y Rusia), para Milei el ingreso de Argentina al bloque -negociado por el gobierno de Alberto Fernández- tiene costos negativos, porque Argentina no tiene fondos para hacer aportes y se convertiría en más deuda, y no se negoció el acceso de empresas argentinas a ese mercado.

UxP: el ministro de Economía, bajo cuya gestión se acordó la incorporación de Argentina a los BRICS a partir de 2024, la ve como una oportunidad comercial clara: 13 provincias tienen como principal destino de exportación a Brasil, 9 a China y 2 a la India, y supone casi un tercio de la venta de trabajo argentina al mundo, dice.

El Vaticano y el Papa

LLA: Milei desató la polémica en plena campaña cuando se difundieron afirmaciones suyas según la cual Francisco era “el representante del maligno en la Tierra”. Luego se desdijo: «No tengo problema en pedir disculpas. Estamos dispuestos a recibirlo en la Argentina, darle los honores de un jefe de Estado y darle los honores propios de jefe espiritual de la Iglesia».

UxP: “Vamos a defender nuestra relación con la Santa Sede”, respondió Massa a Milei, consideró a Francisco “el argentino más importante de la historia” y, en lugar de plantearse una ruptura con el Vaticano, planteó trabajar en 2024 por que el pontífice visite Argentina, como pidieron también los obispos católicos del país.

Las Malvinas y Thatcher

LLA: Milei designó como su futura canciller a Diana Mondino, quien propuso darle un lugar a los habitantes de las Islas Malvinas en eventuales negociaciones bilaterales sobre la disputa de soberanía entre Argentina y el Reino Unido. En el debate pre balotaje, Milei matizó y prometió “agotar todas las instancias diplomáticas para que las islas vuelvan a ser argentinas” pero destacó la figura de Margaret Thatcher -la primera ministra británica que condujo la guerra de 1982- por su rol en la caída del Muro de Berlín, que “aplastó a la izquierda”.

UxP: Massa declaró que «Thatcher es una enemiga de la Argentina, ayer, hoy y siempre. Nuestros héroes son absolutamente innegociables”, y de llegar al poder continuará la política actual de reclamar la apertura de negociaciones bilaterales con Londres sin condicionamientos, como establece la Constitución de 1994, “respetando el modo de vida de sus habitantes» pero no concediendo los términos de una posible “autodeterminación” a la población implantada en las islas por la ocupación británica.

La guerra en Gaza

LLA-UxP: el conflicto en Gaza es uno de los escasos puntos en los que Milei y Massa sostuvieron un acuerdo básico. Ambos, como el resto de los candidatos, repudiaron el ataque del grupo islamista palestino Hamás a poblaciones de la frontera oeste de Israel el 7 de octubre, cuando murieron más de 1.400 personas, aunque la ofensiva israelí sobre la Franja de Gaza ya lleva más de 11.000 víctimas.

“Si soy electo, Hamás será declarada organización terrorista”, anunció Massa. En el primer debate, los dos candidatos condenaron unánimemente el ataque.

Cambio climático y Agenda 2030

LLA: “Todas esas políticas que culpan al ser humano del cambio climático son falsas”, había afirmado Milei en campaña. Toda la evidencia científica indica lo contrario. La temperatura media mundial fue 1,09 °C más alta entre 2011-2020 que entre 1850-1900, por el aumento de las emisiones de dióxido de carbono. En el último debate, amplió: “No niego el cambio climático, lo que digo es que existen en la historia de la Tierra ciclos de temperaturas y este es el quinto”, y anticipó que retirará a Argentina del Acuerdo de París de 2015. También rechazó seguir adhiriendo a la Agenda 2030 de la ONU: “No adherimos al marxismo cultural”.

UxP: Massa consideró que Argentina “no puede tener un presidente que niegue el cambio climático” y rechazó la noción de Milei según la cual contaminar el ambiente es sólo una cuestión de conveniencia económica que se puede autorregular. “Contaminar va contra la casa común y las nuevas generaciones”. En cuanto a la Agenda 2030, Massa apunta a fortalecer el acceso a la vivienda, a reformar el Código Penal para castigar delitos ambientales y a impulsar energías renovables.

Publicado el 14/11/2023 en Embajada Abierta

https://www.embajadaabierta.org/post/la-politica-exterior-de-argentina-a-ballottage

“El verdadero problema de Estados Unidos con China”, por Daron Acemoglu y Simon Johnson

En lugar de asumir que un mayor comercio internacional siempre es bueno para los trabajadores estadounidenses y la seguridad nacional, la administración del presidente estadounidense Joe Biden quiere invertir en capacidad industrial nacional y fortalecer las relaciones de la cadena de suministro con países amigos. Pero por muy bienvenida que sea esa reformulación, es posible que la nueva política no vaya lo suficientemente lejos, especialmente cuando se trata de abordar el problema planteado por China.

El status quo de las últimas ocho décadas fue esquizofrénico. Si bien Estados Unidos siguió una política exterior agresiva (y a veces cínica) consistente en apoyar a dictadores y, en ocasiones, diseñar golpes de estado inspirados por la CIA, también abrazó la globalización, el comercio internacional y la integración económica en nombre de generar prosperidad y hacer que el mundo fuera más amigable con Estados Unidos. intereses.

Ahora que este statu quo se ha derrumbado efectivamente, las autoridades deben articular un reemplazo coherente. Con ese fin, dos nuevos principios pueden formar la base de la política estadounidense. Primero, el comercio internacional debe estructurarse de manera que fomente un orden mundial estable. Si la expansión del comercio pone más dinero en manos de extremistas religiosos o revanchistas autoritarios, la estabilidad global y los intereses estadounidenses se verán afectados. Tal como lo expresó el presidente Franklin D. Roosevelt en 1936, “la autocracia en los asuntos mundiales pone en peligro la paz”.

En segundo lugar, ya no basta con apelar a “ganancias del comercio” abstractas. Los trabajadores estadounidenses necesitan ver los beneficios. Cualquier acuerdo comercial que socave significativamente la calidad y cantidad de los empleos de la clase media estadounidense es malo para el país y su gente, y probablemente provocará una reacción política.

Históricamente, ha habido importantes ejemplos de expansión comercial que han generado relaciones internacionales pacíficas y prosperidad compartida. El progreso logrado desde la cooperación económica franco-alemana posterior a la Segunda Guerra Mundial hasta el Mercado Común Europeo y la Unión Europea es un buen ejemplo. Después de librar guerras sangrientas durante siglos, Europa ha disfrutado de ocho décadas de paz y prosperidad creciente, con algunos contratiempos. Como resultado, los trabajadores europeos están mucho mejor.

Aún así, Estados Unidos tenía una razón diferente para adoptar un mantra de siempre más comercio durante y después de la Guerra Fría: a saber, asegurar ganancias fáciles para las empresas estadounidenses, que ganaban dinero a través del arbitraje fiscal y subcontratando partes de su cadena de producción a países ofreciendo mano de obra a bajo costo.

Aprovechar reservas de mano de obra barata puede parecer coherente con la famosa “ley de la ventaja comparativa” del economista del siglo XIX David Ricardo, que muestra que si cada país se especializa en aquello en lo que es bueno, todos estarán mejor, en promedio. Pero surgen problemas cuando esta teoría se aplica ciegamente en el mundo real.

Sí. Dados los menores costos laborales chinos, la ley de Ricardo sostiene que China debería especializarse en la producción de bienes intensivos en mano de obra y exportarlos a Estados Unidos. Pero todavía hay que preguntarse de dónde proviene esa ventaja comparativa, quién se beneficia de ella y qué implican esos acuerdos comerciales para el futuro.

La respuesta, en cada caso, involucra a las instituciones. ¿Quién tiene derechos de propiedad seguros y protección ante la ley, y cuyos derechos humanos pueden o no ser pisoteados?

La razón por la que el Sur de Estados Unidos suministró algodón al mundo en el siglo XIX no fue simplemente que tuviera buenas condiciones agrícolas y “mano de obra barata”. Fue la esclavitud la que confirió una ventaja comparativa al Sur. Pero este acuerdo tuvo consecuencias nefastas. Los propietarios de esclavos del sur ganaron tanto poder que podrían desencadenar el conflicto más mortífero de la era moderna: la Guerra Civil estadounidense.

No es diferente con el petróleo hoy. Rusia, Irán y Arabia Saudita tienen una ventaja comparativa en la producción de petróleo, por lo que los países industrializados los recompensan generosamente. Pero sus instituciones represivas garantizan que su pueblo no se beneficie de la riqueza de recursos y aprovechan cada vez más las ganancias de su ventaja comparativa para causar estragos en todo el mundo.

China puede parecer diferente, al principio, porque su modelo exportador ha sacado a cientos de millones de personas de la pobreza y ha producido una enorme clase media. Pero China debe su “ventaja comparativa” en el sector manufacturero a instituciones represivas. Los trabajadores chinos tienen pocos derechos y a menudo trabajan en condiciones peligrosas, y el Estado depende de subsidios y crédito barato para apuntalar a sus empresas exportadoras.

Ésta no era la ventaja comparativa que Ricardo tenía en mente. En lugar de beneficiar en última instancia a todos, las políticas chinas se produjeron a expensas de los trabajadores estadounidenses, que perdieron sus empleos rápidamente ante un aumento incontrolado de las importaciones chinas en el mercado estadounidense, especialmente después del acceso de China a la Organización Mundial del Comercio en 2001. La economía china creció, el Partido Comunista de China pudo invertir en un conjunto aún más complejo de tecnologías represivas.

La trayectoria de China no augura nada bueno para el futuro. Puede que todavía no sea un Estado paria, pero su creciente poder económico amenaza la estabilidad global y los intereses estadounidenses. Contrariamente a lo que creían algunos científicos sociales y formuladores de políticas, el crecimiento económico no ha hecho a China más democrática (dos siglos de historia muestran que el crecimiento basado en la extracción y la explotación rara vez lo hace).

Entonces, ¿cómo puede Estados Unidos poner la estabilidad global y a los trabajadores en el centro de la política económica internacional? En primer lugar, se debe disuadir a las empresas estadounidenses de colocar eslabones críticos de la cadena de suministro de manufactura en países como China. El ex presidente Jimmy Carter fue ridiculizado durante mucho tiempo por enfatizar la importancia de los derechos humanos en la política exterior estadounidense, pero tenía razón. La única manera de lograr un orden global más estable es garantizar que prosperen los países genuinamente democráticos.

Los jefes corporativos que buscan ganancias no son los únicos culpables. La política exterior estadounidense ha estado plagada de contradicciones durante mucho tiempo, y la CIA a menudo socavaba regímenes democráticos que no estaban en sintonía con los intereses nacionales o incluso corporativos de Estados Unidos. Es esencial desarrollar un enfoque más basado en principios. De lo contrario, las afirmaciones de Estados Unidos de defender la democracia o los derechos humanos seguirán sonando huecas.

En segundo lugar, debemos acelerar la transición hacia una economía neutra en carbono, que es la única manera de quitarle poder a los petroestados parias (y resulta que también es buena para crear empleos en Estados Unidos). Pero también debemos evitar cualquier nueva dependencia de China para el procesamiento de minerales críticos u otros insumos “verdes” clave. Afortunadamente, hay muchos otros países que pueden suministrarlos de manera confiable, incluidos Canadá, México, India y Vietnam.

Finalmente, la política tecnológica debe convertirse en un componente clave de las relaciones económicas internacionales. Si Estados Unidos apoya el desarrollo de tecnologías que benefician al capital sobre la mano de obra (a través de la automatización, la deslocalización y el arbitraje fiscal internacional), estaremos atrapados en el mismo mal equilibrio del último medio siglo. Pero si invertimos en tecnologías que favorezcan a los trabajadores y que generen mayor experiencia y productividad, tenemos una posibilidad de hacer que la teoría de Ricardo funcione como debería.

Publicado el 13/11/2023 en Project Syndicate por Daron Acemoglu y Simon Johnson

A punto de comenzar el año electoral 2024, la división de la opinión pública sobre el apoyo a la invasión israelí en Gaza influye con fuerza sobre la competencia interpartidaria.

Por Eduardo J Vior Analista Internacional Agencia TELAM el autor autoriza su publicacion en Dossier Geopolitica

El pueblo norteamericano habitualmente no se informa ni se interesa mucho por los temas de la política exterior, pero la gran excepción se da, cuando algún conflicto tiene que ver con Israel. Desde 1967 el lobby judeoamericano ha ido aumentando su influencia, de modo que los avatares de la política mediooriental son vividos en Washington como propios. Este año no es diferente: por un lado, los aspirantes a la candidatura presidencial republicana han puesto unificadamente la solidaridad con Israel en el centro de su enfrentamiento con los demócratas. Éstos, por el contrario, se han dividido entre los sostenedores de Israel, aunque contrarios a Benyamin Netanyahu, y los simpatizantes de la causa palestina. La guerra en Gaza y la campaña electoral en ciernes se mezclan en las pantallas estadounidenses.Las calles de EE.UU. van a decidir gran parte de la actitud de Washington hacia la guerra y van a influir sobre el perfil de los candidatospresidenciales para la compulsa de noviembre de 2024 y sus plataformas.

Durante el debate entre los precandidatos republicanos a la presidencia, organizado por NBC News en Miami el pasado miércoles 8, los líderes compitieron entre sí por mostrar el mayor apoyo a Israel, trazar la línea más dura hacia Irán y hablar más agresivamente sobre el antisemitismo. Los cinco precandidatos dijeron que apoyaban plenamente la campaña militar de
Tel Aviv contra Hamás y que no harían nada para frenar su bombardeo a Gaza. “Yo le diría a Bibi, termina el trabajo con estos carniceros de una vez por todas”, dijo DeSantis, refiriéndose al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu.

“Acaben con ellos, acaben con ellos”, exhortó, por su parte, la ex embajadora ante las Naciones Unidas Nikki Haley refiriéndose a Hamás. “Borren a Hamás del mapa”, dijo, a su vez, el senador por Carolina del Sur Tim Scott. A su turno, el ex gobernador de Nueva Jersey Chris Christie anunció que diría a Netanyahu que “Estados Unidos está dispuesto, no importa lo que necesites”.
Finalmente, el empresario Vivek Ramaswamy, recién llegado a la lid política, declaró que «yo le diría a Bibi que Israel tiene el derecho y la responsabilidad de protegerse”.

La militancia republicana por Israel no responde sólo a motivos ideológicos o estratégicos, sino que,   en   gran   medida,   tiene   un   impulso   religioso.   En   particular,   algunos   evangélicos estadounidenses, conocidos como sionistas cristianos, ven el apoyo a Israel como una obligación para la realización de las profecías apocalípticas. Aunque la mayoría de los cristianos evangélicos apoya al Partido Republicano y, como el evangelismo está tan arraigado en la política exterior estadounidense, ni siquiera los demócratas pueden ignorar sus demandas. 

El evangelismo es un movimiento surgido dentro del protestantismo después de la guerra civil norteamericana (1861-65) que desde el inicio proclamó la creación de un Estado judío en Palestina, es decir, incluso mucho antes del surgimiento del sionismo judío en 1896. Si bien el apoyo de los evangélicos a Israel no era tan manifiesto al principio, tras la victoria israelí en la
Guerra de los Seis Días (1967), que ellos consideraron un milagro y la actualización de la profecía bíblica, la defensa de Israel se convirtió en su máxima prioridad. El lobby judío empezó entonces   a   colaborar   con   estas   iglesias   y   comunidades,   para   influir   sobre   los   políticos estadounidenses.

Según una encuesta del Pew Research Center, el 67% de los evangélicos tiene una opinión positiva de Israel, el 80% cree que el Estado de Israel es el cumplimiento de la profecía bíblica y el 45% afirma que la Biblia influye en sus opiniones sobre Israel. Como los evangélicos son el mayor bloque político de Estados Unidos, sus demandas no son ignoradas. Los grupos de presión
judíos también los animan a movilizarse y presionar al gobierno.

El apoyo evangélico a Israel no se corresponde con el de los propios judíos norteamericanos. Incluso antes del 7 de octubre ya estaba disminuyendo su apoyo a Israel. Ya una encuesta reciente mostraba que, aunque la mayoría de los judíos considera que para su identidad judía es importante   preocuparse   por   Israel,   más   de   la   mitad   desaprueba   el   gobierno   de   derecha-
ultraderecha de ese país. Según otro relevamiento, una cuarta parte de los judíos estadounidenses está de acuerdo en que Israel es un “Estado de apartheid” y una quinta parte de los menores de 40 años no cree que el Estado de Israel tenga derecho a existir.
Estos cambios han venido acompañados por un crecimiento de las organizaciones judías de izquierda como IfNotNow (¿Cuándo si no ahora?) y Jewish Voice for Peace (Voz Judía por la Paz), que condenan desde hace tiempo el trato de Israel a los palestinos.

Estas agrupaciones se ubican en la vanguardia de los llamamientos a un alto el fuego y al fin del apoyo estadounidense
a la guerra de Israel contra Gaza. Desde que comenzó el actual conflicto, en tanto, activistas judíos han cerrado la estación Grand Central de Nueva York y han sido detenidos por acciones como ocupar los pasillos del Congreso y concentrarse frente a la casa del líder de la mayoría del Senado, Chuck Schumer, que también es judío. 

Lógicamente, aún más fuerte que la judía es la crítica de la comunidad musulmana: “el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha ignorado a nuestro pueblo durante la actual crisis de Gaza y nosotros vamos a ignorarlo en las elecciones presidenciales del próximo año”, ha afirmado el presidente del Consejo de Relaciones Islámico-Estadounidenses (CAIR, por su nombre en inglés)
Nihad Awad. “Le dijimos directamente a título personal que, si no pide un alto el fuego inmediato, no obtendrá nuestros votos en 2024”, declaró el dirigente en una entrevista con la agencia estatal de noticias turca Anadolu. Las declaraciones de Awad se produjeron poco después de que Biden, respondiendo a una pregunta, mientras partía para un viaje al estado de Illinois,
dijera que “no hay ninguna posibilidad” de un alto el fuego en la Franja de Gaza.

Este debate público expresa sólo en parte la profunda incidencia de la guerra sobre el estado de ánimo de la población. En una encuesta realizada en agosto pasado sólo el 32% de los estadounidenses describía a Israel como un aliado que comparte los intereses y valores de Estados Unidos. Sin embargo, esa cifra aumentó al 44% en la última encuesta, realizada tras los
atentados del 7 de octubre. Sin embargo, sólo el 36% dijo que es extremadamente o muy importante proporcionar ayuda al ejército de Israel en su lucha contra Hamás y el 40% afirmó que la respuesta militar de Israel en la Franja de Gaza ha ido demasiado lejos. Todavía, el 38% de los encuestados opinó que la respuesta de Israel ha sido más o menos correcta y sólo el 18% dijo
que no ha ido lo suficientemente lejos.

La situación se complica por el interés de los estadounidenses en equilibrar varios objetivos de política exterior. Alrededor de 6 de cada 10 creen que es extremadamente importante o muy importante que Estados Unidos ayude a recuperar a los rehenes retenidos por Hamás en Gaza, mientras que aproximadamente la mitad dijo que es preciso evitar daños a los civiles palestinos o
proporcionar ayuda humanitaria en el territorio.

Entre tanto, según una nueva encuesta de The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research dada a conocer el domingo 5, el 50% de los demócratas aprueba la forma en que Biden ha gestionado el conflicto, mientras que el 46% la desaprueba y los dos grupos divergen sustancialmente en sus opiniones sobre el apoyo de Estados Unidos a Israel. El apoyo de los demócratas a Biden en esta cuestión ha descendido ligeramente desde agosto, cuando una encuesta de AP-NORC reveló que el 57% de los demócratas aprobaba su gestión del conflicto y el 40% la desaprobaba.

La división entre los demócratas se manifiesta también en la Cámara de Representantes. Más de 20 representantes de ese partido votaron el martes 7 a favor de censurar a la representante Rashida Tlaib, la única estadounidense de origen palestino en el Congreso, por sus críticas a Israel y por haber dicho que quiere un alto el fuego en Gaza y haber pedido una “coexistencia
pacífica” entre israelíes y palestinos.

Manifestantes propalestinos piden el alto el fuego Foto AFP
Manifestantes propalestinos piden el alto el fuego / Foto: AFP.

Mientras tanto, las protestas contra la guerra se extienden por todo EE.UU. Manifestantes propalestinos ocuparon el jueves 9 el vestíbulo de The New York Times, exigiendo un alto el fuego inmediato en Gaza y acusando a los medios de comunicación de mostrar parcialidad hacia Israel en su cobertura de la guerra entre Israel y Hamás. Como casi todas las noches desde el 7 de
octubre, miles de personas marcharon anoche por el centro de Manhattan para protestar por los ataques de Israel contra Gaza.

Ya el sábado pasado decenas de miles de personas se congregaron en Washington, para exigir un alto el fuego en Gaza. Los manifestantes dirigieron su ira contra el presidente estadounidense, Joe Biden, acusándole de permitir el genocidio contra los palestinos. “Biden, Biden, you can’t hide; we charge you with genocide,” (“Biden, Biden, no podés esconderte; te acusamos de genocidio”), coreaban los movilizados.

A pesar de las negociaciones en curso, la guerra no tiene todavía visos de terminar y ya se van encendiendo las primeras luminarias para la campaña electoral 2024 que comienza oficialmente en enero próximo con las asambleas ciudadanas en Iowa. La cerrada toma de partido por Israel del Partido Republicano puede servirle para movilizar el voto cristiano sionista, pero no le
agregará nuevos votos en el resto de la población. Por su parte, la división entre los demócratas puede restar puntos a su partido, si no aparece en escena nuevamente Donald Trump y cimenta la unidad de la variopinta coalición hoy mayoritaria.

Si se llegara rápidamente a un cese del fuego en Gaza, muy probablemente el conflicto desaparecerá de las pantallas norteamericanas. Por el contrario, si los enfrentamientos en Asia Occidental se prolongan algunas semanas, influirán fuertemente en los debates políticos al comienzo de la campaña electoral. Con seguridad, la crisis política que sobrevendrá en Israel,
apenas callen las armas, echará una sombra muy pesada sobre la selección de prioridades en política exterior y éste no es un capítulo que vaya a terminar muy rápidamente. Viceversa, el curso de éstas dependerá de los avatares electorales en Washington. Estados Unidos e Israel están demasiado imbricados. como para que uno pueda estornudar sin que el otro se resfríe

FUENTE:

https://www.telam.com.ar/notas/202311/646209-la-guerra-en-asia-occidental-tambien-se-libra-en-eeuu.html

¡¡ LA DESESPERACIÓN DOMINA AL BLOQUE OCCIDENTAL, A MENOS DE DOS MESES DE LA PUESTA EN MARCHA DE LOS BRICS 11 !! Es la alerta del director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, en su columna del Club de La Pluma, quién agrega que el bloque occidental tiene como única alternativa el implementar el caos y la violencia para impedir el irremediable avance del Sur Global. Y que el gigantesco despliegue militar de EEUU en Oriente Medio, incitando a una reacción del mundo árabe por el genocidio palestino, más la elección de Milei con la ruptura de relaciones de Argentina con Brasil y China, son las dos estrategias inmediatas del imperio para evitar que los BRICS tengan el control sobre sus recursos naturales. Además del temor de los anglosajones, a que el acercamiento del nuevo bloque a la OPEP, les haga perder el poder histórico sobre el gas y el petróleo.

AUDIO:

Y muy sentidamente hace un llamado a no interiorizar ni naturalizar la barbarie en directo de Israel contra Palestina, mucho menos la de esos 4.000 niños asesinados salvajemente. Pidiendo que el estupor y la reacción se impongan a la rutina y que nadie olvide que “todo niño es un legado de la humanidad”

Además, y a lo largo del audio, desenmascara el ridículo argumento de que la flota norteamericana y su impresionante logística militar, está en la zona para ayudar al régimen sionista de Tel Aviv “ante una milicia que apenas usa cohetes artesanales”. También, que la extensión del conflicto buscada por Occidente, traería consecuencias catastróficas y terribles para la región, afectando a la potestad de esos países sobre el aprovechamiento de sus propios recursos naturales. Que el divorcio entre Argentina y Brasil rompería el eje políticamente duro en América del Sur entre los dos principales países industrializados de la región, además de ser los mayores productores de alimentos, como los más desarrollados tecnológicamente, lo que imposibilitaría el funcionamiento de uno sin el otro. En tanto que la ruptura con China sería el último y definitivo suicidio económico de Argentina.

Sobre el candidato Milei nos dice que este personaje siniestro y desequilibrado es otra apuesta desesperada de los grupos del poder global occidental, quienes al incentivar su voto, solo procuran instalar en el país un clima de caos y destrucción económica y social, por lo que es necesario convocar a un último esfuerzo para que las urnas derroten a esta falsa opción. Lo que implica que la elección del 19 de Noviembre es trascendental.

Finalmente asegura que el uno de enero del 2024 será el punto de partida de los BRICS 11, con la incorporación de Arabia Saudí, Irán, Egipto, Argentina, Etiopía y Emiratos Árabes Unidos, lo que profundizará el cambio tectónico del nuevo mundo unipolar, por lo que hay que evitar entrar en el juego violento que propone Occidente, con su única y peligrosa estrategia de guerra y muerte.

Eduardo Bonugli (Madrid, 12/11/23)

Decidimos en Dossier Geopolitico por su importancia, ir publicando los videos de las clases de Política Internacional del Analista y Periodista Internacional Pepe Escobar, en su nuevo emprendimiento que organiza bajo el formato de Clases cortas con gran abundancia de información y tocando en cada una de ella, un tema puntual y vital de los gigantescos cambios que llegaron para imponerse, y que solo encuentran una resistencia violenta pero esteril del poder anglosajón atlantista retardatario, de un mundo que ya inició un proceso de transformación, estos programas estas identificados en la Plataforma de Youtube con el Nombre de: Pepe Cafe. (Las clases están en idioma portugues pero se pueden traducir usando las herramientas del Video)

En está tercera reunión virtual: Nuestro tercer café conjunto, realizado desde  Francia, se centra en el concepto de guerras eternas. ¿Quién y por qué los mantiene? Analiza los roles de las principales grandes potencias en este complicado proceso geopolítico.

Prof. Lic. Carlos Pereyra Mele Director de Dossier Geopolitico

SITIO DEL VIDEO TERCERA REUNION: Cómo Rusia y China están rompiendo el obsoleto orden mundial

https://www.youtube.com/watch?v=qpX_rovrf_o

Por Sergio Rodríguez Gelfenstein especial para Dossier Geopolitico

Mientras en Palestina se produce un genocidio en vivo y en directo que ya dura más de un mes, auspiciado y alimentado militarmente por Estados Unidos, Ucrania,..

…la otra hija putativa de Washington se debate en el olvido. Noviembre ha hecho públicas una serie de declaraciones que dan cuenta del estado putrefacto y en fase terminal en que se encuentra Kiev, solo esperando por una extremaunción que sin dudarlo, tendrá repercusiones más allá de sus fronteras.

El primer día de este mes, el jefe del Pentágono, general Lloyd Austin al intervenir en la audiencia del Senado sobre los fondos adicionales afirmó con extraordinaria contundencia que Ucrania no podría ganar el conflicto con Rusia sin el apoyo de Washington. De esta manera se hizo patente algo sabido por los militares desde hace mucho tiempo que los líderes políticos occidentales han pretendido ocultar. Dicho en pocas palabras, el esfuerzo militar de Ucrania depende casi exclusivamente del aporte que haga Estados Unidos para sostenerlo.

Para hacer más evidente la aseveración y tal vez pensando en que podría haber algunas dudas al respecto, solo tres días después, el 4 de noviembre, la secretaria de prensa de la Casa Blanca Karine Jean-Pierre, advirtió que el gobierno de Estados Unidos  “se está quedando sin fondos para financiar los envíos de armas a Ucrania”. En algo que podría parecer risible si no estuvieran en juego miles de vidas humanas,  la vocera afirmó que van a comenzar a entregar “paquetes más pequeños de ayuda”  para ampliar la capacidad de apoyo al régimen de Kiev “durante el mayor tiempo posible”.

Vale recordar que el 20 de octubre, la Casa Blanca pidió al Congreso un nuevo paquete de ayuda para Kiev por un valor de 60.000 millones de dólares. Sin embargo, el pasado jueves 2, la Cámara de Representantes aprobó un proyecto de ley que prevé más de 14.000 millones de dólares en ayuda de emergencia para Israel, pero en el que no se menciona a Ucrania. La explicación vino del congresista republicano Mike Johnson, nuevo líder de la Cámara de Representantes quien destacó que las necesidades de Israel son más “urgentes” que las de Ucrania.

Todo esto ocurre cuando el ministro de Finanzas de Ucrania Serguéi Marchenko informara a la opinión pública que su país se enfrenta a un déficit de 29 mil millones de dólares para 2024 por lo que sin la ayuda de sus aliados occidentales, difícilmente podrá ser superado tal escollo. Marchenko aseguró que veía mucho “cansancio” y “debilidad” entre los socios de Ucrania agregando que a los funcionarios occidentales “les gustaría olvidarse” de las acciones militares, aunque las hostilidades “siguen en curso, a gran escala”.

Agregando datos para avalar la situación, el propio comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, general Valeri Zaluzhny admitió en una entrevista para la revista británica The Economist, que Rusia estaba en una mejor posición en el conflicto armado, describiendo la situación actual en el frente como “un punto muerto” en términos del nivel de tecnología. 

La entrevista de Zaluzhny causó no solo descontento y desmoralización en Ucrania, también terror generalizado entre algunos de sus aliados. En sentido contrario, el presidente Zelenski aseveró que su país no estaba en un punto muerto respecto de Rusia. Afirmó que lo que ocurría era que Moscú tenía una total superioridad aérea que los obligaba a cuidar a sus militares. A continuación esbozó una propuesta para superar tal situación, a partir de la entrega por parte de Occidente delos aviones caza polivalentes F-16 prometidos.

Echándole “más leña al fuego”, al día siguiente, 5 de noviembre el exasesor del jefe de la Oficina Presidencial de Ucrania, Alexéi Arestóvich señaló su conformidad con Zaluzhny al afirmar que Ucrania no podía –en las condiciones actuales- derrotar a Rusia en el campo de batalla. Argumentando a favor de su idea,

Arestóvich aseguró que: “El enemigo es más poderoso en términos económicos, militares, de movilización y de organización, y nuestros socios, de los que dependemos, no están interesados en derrotar a la Federación Rusa».

Lo interesante de esta declaración es que por una parte, fue la primera vez que se refuta públicamente desde Ucrania la idea de que el fracaso de las operaciones depende exclusivamente del aporte de Occidente en armamento y recursos financieros, al incorporar los grandes déficit en materia de recursos humanos y organización en los que la ayuda externa no tiene mayor influencia. Por otro lado, en esta declaración es explícita la dependencia de Occidente para sostener las acciones,  como ya lo había señalado el general Austin.

Este debate que cubre la noticia informativa interna del país, se inserta en una dinámica electoral de cara a los comicios presidenciales del próximo año. Pero Zelenski cerró cualquier posibilidad al respecto al decir que no se pueden hacer elecciones en una situación en la que impera la Ley Marcial.

Aunque se rumoró que el nuevo ministro de defensa Rustem Umérov, vinculado al expresidente Piotr Poroshenko habría presentado una solicitud para destituir a Zaluzhny, tal información fue desmentida por el asesor de la Oficina Presidencial Serguéi Leschenko, quien la caracterizó como una «noticia falsa». No obstante, el mal ya estaba hecho cuando se hizo patente que un sector de la sociedad desea que Zaluzhny se vaya.

Al respecto, la Oficina Presidencial emitió una dura crítica pública a Zaluzhny, pero el presidente no tomó la decisión de destituirlo. Zelenski debe haber tomado nota de las excelentes relaciones de Zaluzhny con los mandos militares de la OTAN y en especial con el secretario de defensa de Estados Unidos. No obstante, hay que entender la dimensión negativa de lo que significa para cualquier país que el jefe de Estado y el jefe de las fuerzas armadas emitan opiniones contradictorias públicamente en particular al referirse a la situación del conflicto en su aspecto bélico. El New York Times señaló que tal situación es expresión de “una brecha emergente entre el liderazgo militar y civil en un momento ya difícil para Ucrania» sobre todo porque “la fisura [entre Zelenski y Zaluzhny] se produce mientras Ucrania está luchando en su esfuerzo de guerra, militar y diplomáticamente».

Esta controversia, fue una vez más motivo para la intervención de Arestóvich a fin de continuar “echando sal en la herida”. Para nadie es un secreto que el exasesor ha manifestado su aspiración a la presidencia. De alguna manera, eso explica su permanente aparición en los medios y en las redes sociales. En este contexto se explica su aparente interés en mediar en la reyerta que evidentemente atenta contra el espíritu de combate de las fuerzas armadas. Arestóvich ha hecho un llamado a Zelenski para que “muestre sensatez” y dirima sus discordias con Zaluzhny. Así mismo le ha hecho saber que está en sus manos “la clave para cambiar la postura de la oposición, de los estadounidenses, de todo el mundo, del Ejército y de la sociedad» aprovechando de decirle que no son los que lo critican y lo instan a hacer las elecciones , los que generan inestabilidad en el país «sino usted mismo, con sus políticas ineficaces que socavan la fe de los ciudadanos en la victoria, los sentimientos en el Ejército, la confianza de los socios y aliados”.

A esta polémica se han ido incorporando algunos de los más influyentes medios de comunicación occidentales. Por ejemplo,…

…la revista “Time”, que ahora se ha tornado -sin tapujos- en fuerte detractora del gobierno de Ucrania, publicó un artículo en el que califica a Zelenski como una persona que vive al margen de la realidad. La aseveración resulta sorprendente sabiendo que este medio informativo está fuertemente ligado a la CIA, principal agencia de inteligencia exterior de Estados Unidos.  

A este respecto, el periodista y expresentador de “Fox News”, Clayton Morris se preguntó: “¿Por qué una revista respaldada por la CIA decide de repente mostrar el verdadero y sombrío panorama de la situación en Ucrania? ¿Para conseguir su apoyo o [para] sentar las bases de algo menos agradable?» Morris afirmó que para escribir el artículo, “Time” consiguió acceder al círculo íntimo de Zelenski y como resultado de ello, se le pudo retratar como un «líder mentalmente inestable y no realizado». 

El artículo, publicado el pasado 30 de octubre hace comentarios sobre Zelenski y su entorno, señalando que el excesivo optimismo fuera de la realidad del presidente ucraniano, incluso a pesar de los fracasos en las operaciones de combate, “obstaculiza los intentos de su equipo de realizar nuevas estrategias e ideas”.

Con extrema dureza, la publicación asegura que Ucrania ya no podrá contar con el recurso humano necesario para utilizar todo el armamento que Occidente le ha prometido. Al mismo tiempo afirma que también conspira contra ello que los funcionarios locales «roban como si no hubiera un mañana».

En el trasfondo de esta disputa  se manifiesta el desacuerdo entre Zaluzhny y Zelenski en la apreciación que cada uno tiene de la situación en el frente ante el fracaso de la contraofensiva. Sobre este asunto, el New York Times llegó a decir que las operaciones de los militares ucranianos no lograron tener «ningún avance» provocando -por el contrario- un gran número de víctimas agregando que «Ucrania está enfrentando ataques intensivos rusos en el este», mientras que el escepticismo en Europa y el partido Republicano de Estados Unidos ha crecido.

Desde el 4 de junio (fecha de inicio de la “contraofensiva”), las fuerzas armadas de Ucrania han tenido 90 mil bajas (entre muertos y heridos graves irrecuperables) así como 557 tanques y 1.900 vehículos blindados destruidos. Para que se tenga una idea del significado de esta cifra baste decir que hasta el momento Occidente ha enviado a Ucrania 595 tanques (de los 830 comprometidos) y 1.550 vehículos blindados.

Rusia por su parte, está realizando operaciones de defensa activa que significa la ejecución de acciones ofensivas a pequeña escala en algunos sectores, centrando sus ataques a través de golpes contra los medios aéreos, los lugares de concentración de tropas y la logística. Debe recordarse que -desde el punto de vista bélico- para Rusia este conflicto tiene básicamente las características de una guerra de desgaste que ya rebasó las posibilidades de Ucrania,  afectando también a Estados Unidos y sobre todo a Europa. 

En este contexto se comienzan a apreciar manifestaciones de desesperación en la élite ucraniana.

Así, se ha comenzado a verificar un llamado a la “comprensión” de Occidente porque según Zelenski las tropas ucranianas están defendiendo «valores comunes» como la democracia, atacados hoy por la autocracia rusa. En el imaginario colectivo se trata de instalar una nueva bipolaridad “democracia vs. autocracia”. El desasosiego de Zelenski invoca a Occidente a luchar contra el peligro ruso que podría “matar a todos” con lo cual le quedaría la puerta abierta para atacar a los países de la OTAN, en cuyo caso “…ustedes enviarán a sus hijos e hijas [a la guerra]. Y el precio será más alto. Es muy importante no perder la voluntad, no perder esta fuerte posición, y no perder su democracia». 

En el colmo de su frustración, el pasado lunes 6 de noviembre el agobiado presidente ucraniano solicitó a “Estados Unidos, la Unión Europea y los países asiáticos” enviar a su país sistemas de defensa aérea o “al menos alquilarlos durante el invierno”.

Lo cierto es que la tal “contraofensiva”  de las Fuerzas Armadas de Ucrania no estuvo a la altura de las esperanzas de Occidente y probablemente haya sido la última oportunidad para Ucrania porque ya no tiene recursos para realizar una operación de envergadura importante en el frente.

Toda esta situación está colocando sobre el tapete la posibilidad de una salida negociada al conflicto si es que la hubiera a estas alturas. El propio Washington Post ha señalado que hubo una posibilidad de resolver diplomáticamente el conflicto ucraniano, pero ya ha desaparecido, toda vez que Rusia tiene una ventaja en el frente y es poco probable que se congele.

Aunque Zelenski se niegue a tal idea, la misma se ha ido extendiendo cada vez más. Por ejemplo, el ministro de Asuntos Exteriores y Europeos de Eslovaquia, Juraj Blanar afirmó sin ambages que el conflicto en Ucrania no tiene solución militar.

Hasta Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y sempiterno belicista, ha tenido que reconocer que la crisis en Asia Occidental ha tenido fuerte impacto en la política hacia Ucrania. En un arranque inusual de honestidad, Borrell afirmó: «Seamos francos, la crisis de Oriente Medio ya está teniendo un impacto duradero en nuestra política en Ucrania». Borrell llamó a buscar una solución al conflicto en Oriente Medio pero no olvidarse de Ucrania porque: » Si Ucrania pierde, nosotros perdemos. Tenemos que mantener nuestra unanimidad y nuestra unidad en el apoyo a Ucrania”.

Como ha dicho el diplomático y analista político internacional indio MK Bhadrahumar: “La guerra de Ucrania está en piloto automático”.  Lo argumenta afirmando que los objetivos estratégicos fijados por el Presidente Vladimir Putin en febrero del año pasado se mantienen incólumes. Pero ahora, “Rusia siente que ha tomado la delantera en la guerra y que eso es irreversible”. 

Aunque Rusia no ha iniciado una gran ofensiva, la preparación para ella es ostensible. Sin embargo, desde hace un mes lo que ocurra en Ucrania estará irremediablemente amarrado al conflicto en Asia Occidental. Esta situación no podrá estar ausente de las apreciaciones políticas y militares. La simultaneidad en el tiempo de ambos acontecimientos y muchos otros que están ocurriendo en variados rincones del planeta, dicen relación con la crisis de Occidente y de Estados Unidos y la incapacidad de mantener su hegemonía unilateral en el globo. 

Parece difícil que Estados Unidos logre lidiar con los dos conflictos al mismo tiempo, sobre todo porque no son los únicos. En paralelo, debe contender con China en el plano económico, manejar su propia crisis interna, sostener el poder colonial que hoy se tambalea en África y generar respuestas a la rebelión silenciosa que se comienza a manifestar de diferentes formas en América Latina y el Caribe sobre todo porque Cuba, Nicaragua y Venezuela han sido capaces de resistir y mantener en alto sus banderas.

Por lo pronto, pareciera extenderse en Estados Unidos la convicción de que Ucrania no le va a ganar la guerra a Rusia, el pesimismo cunde y el pánico inunda los intersticios del poder imperial. No lo sabemos aún, pero tal vez, Ucrania sea la primera batalla ganada en el mundo que está naciendo.

X:@sergioro0701