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Por Sebastián Schulz para Tektonikos que autoriza su publicacion en Dossier Geopolitico

Una pelea clave del siglo XXI en la que China y su modelo dan pasos gigantes. 

El sistema mundial contemporáneo atraviesa por un conjunto de cambios y transiciones de carácter estructural que, probablemente, reconfiguren la dinámica del poder en las relaciones internacionales venideras. No solo está en crisis el orden mundial configurado luego de los acuerdos de Bretton Woods en 1944, sino que estamos ante la emergencia de un nuevo ciclo histórico, que viene a reemplazar aquel cimentado, por lo menos, desde finales del siglo XV. 

Nos referimos al cambio del centro del dinamismo económico internacional experimentado a partir de la crisis de las economías occidentales y el ascenso de China y la India (entre otros) como nuevos polos de acumulación, una mudanza del centro del dinamismo geopolítico desde el Atlántico hacia el Pacífico, una mudanza civilizatoria desde Occidente hacia Oriente y una mudanza tendencial del poder desde el Norte Global hacia el Sur Global. En estos procesos, se visualiza un aumento del umbral de poder de los países emergentes y en desarrollo, que comienzan a disputar en áreas clave del poder internacional.

La capacidad de encabezar y conducir la transición histórica en curso está dada por la posibilidad de posicionarse a la vanguardia del proceso de cambio tecnológico. Quien pueda dominar las tecnologías de última generación será, en última instancia, quien tenga la capacidad de articular y coordinar los ciclos productivos y financieros, quien pueda desarrollar tecnologías militares de última generación y quien pueda tener la capacidad de construir y moldear nuevas subjetividades sociales.

Es por ello que la llamada “carrera tecnológica” ha adquirido una preponderancia especial en el siglo XXI. No basta con alcanzar el primer lugar en los indicadores de PIB nacional, ser el mayor exportador e importador mundial de bienes y servicios ni ser el motor manufacturero global, si eso no va a acompañado de un desarrollo científico y tecnológico que permita encabezar la nueva revolución industrial. Posicionarse a la vanguardia de los nuevos ciclos tecnológicos permite a Estados y/o corporaciones coordinar y administrar el régimen de acumulación a escala planetaria. Es por ello que la carrera/guerra tecnológica es la principal puja geopolítica del siglo XXI.

La República Popular China se encuentra actualmente encabezando varios de los procesos vinculados con los nuevos ciclos tecnológicos, lo que ha despertado las alarmas en las potencias occidentales.

Según un informe publicado por Le Monde, durante 2022 las empresas chinas alcanzaron el 34% de las patentes de 5G, mientras las surcoreanas representaron el 24,5%. En cuanto a las empresas norteamericanas, entre las que se destacan Intel y Qualcomm, su proporción pasó de 17% en relación a las patentes 4G a solo 13% de las 5G. Además, China también encabeza el rubro de solicitud de patentes, lo que habla del rol que está teniendo la innovación en el proceso económico chino.

La Inteligencia Artificial

La avanzada del nuevo ciclo tecnológico es la Inteligencia Artificial (IA), que se ha llevado gran parte de la investigación y el desarrollo en los últimos años. La posibilidad de dotar a las máquinas de herramientas para el procesamiento de datos y gestión de operaciones de forma automática sin dudas revolucionará no solo la producción sino la sociedad misma.

Para posicionarse a la vanguardia del desarrollo de la Inteligencia Artificial se requiere fundamentalmente una cosa: datos. Son el insumo necesario para que los algoritmos puedan desarrollarse de una mejor manera y perfeccionar sus operaciones. Los datos, como se dice, son el “nuevo petróleo”. Por ello, las aplicaciones de redes sociales (y todas las aplicaciones en general) buscan de forma desesperada acceder a nuestros datos, pujando por captar nuestra atención y que interactuemos dejando “huellas” que son utilizadas para el perfeccionamiento de sus algoritmos. 

Pero en este punto, Occidente tiene un problema. Los 276 millones de personas que cuentan con su propio dispositivo móvil en Estados Unidos no se comparan con los cerca de 975 millones de usuarios en China. Las aplicaciones chinas, en este marco, tienen más del triple de posibilidades de perfeccionar sus algoritmos y encabezar la carrera por la IA. China no es solo la “Arabia Saudita de los datos”, como bien sostiene Kai Fu Lee, sino que las aplicaciones estadounidenses (y occidentales en general) tienen vetado el acceso al público chino. Los datos en China son un recurso de interés nacional.

Empresas y Estado. Innovación, dirección y planificación

Existe una similitud importante entre el desarrollo de la Inteligencia Artificial tanto en China como en Occidente. En ambos lugares, la investigación y el desarrollo de IA es llevada adelante prácticamente en su totalidad por empresas privadas. Para el caso chino, se destacan los casos de Baidu, Huawei, Alibaba, Tencent o ByteDance (TikTok). No es que no existan desarrollos estatales de IA, pero los grandes desarrollos corresponden a corporaciones privadas.

Sin embargo, una diferencia importante radica en el tamaño de cada conglomerado. Según el ranking Global 500 elaborado por la Revista Forbes, mientras que las estadounidenses como Apple, Alphabet (Google), Microsoft o Meta, contaron en 2023 con ingresos anuales cercanos a los 393,3 mil millones de dólares (mmd), 282,8 mmd, 198,3 mmd y 116,6 mmd respectivamente, las corporaciones chinas tuvieron en general desempeños más modestos: Alibaba 126,8 mmd, Huawei 95,5 mmd y Tencent 82,4 mmd. Las empresas estadounidenses son hoy mucho más grandes en escala que las chinas, aunque las empresas de China vienen creciendo a un ritmo constante desde hace más de 10 años.

Sin embargo, la principal diferencia entre el desarrollo de IA en China y en Occidente es la fuerte dirección estatal en el fomento, regulación y guía de la innovación en el sector. En el país asiático, es el Estado el que promueve la competencia, regula los estándares, guía los principios y objetivos, financia y promueve el desarrollo de IA siguiendo las directrices guiadas por el interés nacional y planteadas por el Comité Nacional de Desarrollo y Reforma y otras áreas del Estado.

El gobierno de China ha creado en los últimos años diferentes organismos y legislaciones para promover el uso éticamente adecuado de la IA. Por ejemplo, China solicitó públicamente opiniones sobre las «Medidas para la gestión de servicios de inteligencia artificial generativa» en abril de 2023 y publicó oficialmente los resultados en julio del mismo año. En diciembre de 2023 la Academia China de Tecnología de la Información y las Comunicaciones creó el «Grupo de Trabajo de Ética Tecnológica» con el objetivo de llevar a cabo investigaciones sobre la gobernanza ética de la Inteligencia Artificial, así como también publicitar, educar y capacitar sobre la ética de la IA.

El impulso de la innovación como principal vector del crecimiento económico chino está claramente planteado en el nuevo concepto de desarrollo de Xi Jinping, mediante el cual se alienta fuertemente a empresas e individuos a ser creativos en la innovación tecnológica, con el objetivo explícito de liderar la nueva revolución industrial. Según Xi Jinping, la innovación es el motor que debe guiar el desarrollo de China en las próximas décadas.

Bajo estos parámetros, el Consejo de Estado de China publicó en 2017 el Plan de Desarrollo de la Nueva Generación de Inteligencia Artificial, en el cual no solo se señala que la inteligencia artificial se ha convertido en un nuevo foco de competencia internacional, sino que también plantea que liderar el desarrollo de la misma es clave para mantener la estabilidad social.

Desde 2017 a esta parte, China ha destinado una enorme cantidad de recursos a la investigación y el desarrollo de IA, y para 2022 cinco Universidades chinas estaban entre las 10 mejores instituciones de desarrollo de IA. A su vez, por iniciativa gubernamental, en 2020 se montó la llamada “isla de la IA” (AIsland, por su acrónimo en inglés) en la ciudad de Zhangjiang, un laboratorio a cielo abierto de experimentación que cubre un área de 66 mil metros cuadrados y en la cual están radicadas múltiples empresas de alto nivel que se especializan en IA, inteligencia de datos (big data), computación en la nube, cadena de bloques (blockchain) y otras tecnologías de vanguardia. El área de Pudong, a su vez, tiene hoy casi 500 empresas de IA, lo que representa más de un tercio de las empresas de IA de Shanghái.

Pero a la par de promover la innovación, el Estado ejerce un fuerte control sobre las corporaciones chinas, para que se ajusten al interés nacional y no afecten áreas sensibles de la sociedad y la economía nacional. Esto ha llevado al gobierno a importantes enfrentamientos con las grandes empresas tecnológicas, como fueron por ejemplo los casos de Tencent, Ant Group (Alibaba), Didi, entre otros.

Desde fines del 2020 se endurecieron las leyes antimonopolio y se presentaron nuevas directrices para controlar a las principales empresas del sector. A su vez, mediante la Administración Estatal de Regulación del Mercado, se crearon dos herramientas clave para encuadrarlas: fuerte lucha en contra de la competencia desleal y limitación del uso que las empresas hacen de los datos de los usuarios.

De hecho, recientemente el gobierno chino ha establecido regulaciones a las corporaciones que están desarrollando programas de IA generativa (similares a ChatGPT), entre ellas, la más importante es la obligatoriedad de registrar sus algoritmos ante el gobierno si sus servicios pueden influir en la opinión pública o pueden “movilizar” al público.

Otro ejemplo de la manera en que China pone por delante el bienestar social y el desarrollo con equidad es la regulación de los videojuegos online. El gobierno los calificó de “opio espiritual” y estableció límites a la cantidad de tiempo que los jóvenes chinos pueden estar frente a las pantallas. En el Economic Information Daily de Xinhua un teórico experto fue más allá indicando en un artículo que “ninguna industria puede desarrollarse de forma que destruya una generación”. En el caso de Didi, el gobierno acusó a la empresa de violar la protección de datos personales de sus usuarios y prohibió la descarga de la aplicación hasta no regularizar la situación.

Por otra parte, el gobierno chino ha obligado a las grandes corporaciones, como Alibaba y Tencent, a aportar parte de sus ganancias para el achicamiento de la brecha digital, el desarrollo de zonas industriales en conjunto con los gobiernos locales, y el sistema de atención primaria de la salud, entre otras mejoras.

Pueblocentrismo y ética de la prosperidad común para una comunidad de destino compartido

El desarrollo de la Inteligencia Artificial en China difiere claramente de Occidente, al señalar el Gobierno que está guiado por la ética de la prosperidad común. Una ética que pone al ser humano y su bienestar espiritual y material en el centro de las políticas de Estado. Pero no al ser humano en tanto sujeto individual, sino en tanto miembro de una comunidad. Por ello, la IA en China tiene el objetivo de potenciar a la comunidad cuidando el interés nacional, propiciar la armonía y la estabilidad, en un orden internacional plagado de tensiones, conflictos y amenazas.

La agencia de noticias Xinhua definió a la prosperidad común como un objetivo básico del marxismo y un ideal del pueblo chino desde la antigüedad. Esta idea recupera la concepción “pueblocentrista” de Xi Jinping, es decir, que las personas son el núcleo sobre el que se sustentan las políticas del gobierno de China.

La ética de la prosperidad común se contrapone con varios principios básicos de la cosmovisión occidental, entre ellos, en que no es el ánimo de lucro el que guía el desarrollo de la Inteligencia Artificial china, ya que, a pesar de ser desarrollada por corporaciones privadas, la innovación se da en un marco de regulación estatal que pondera, por sobre todas las cosas, el interés nacional. 

En 2017, el entonces viceministro de Ciencia y Tecnología, Wang Zhigang, afirmó que “como cualquier otra tecnología nueva, la IA puede traer problemas como el desempleo, la alteración de la ética social e incluso un desafío a los principios de las relaciones internacionales”. El Estado chino ha planteado que a medida que los modelos de IA se vuelvan más poderosos, la cooperación internacional para establecer límites éticos será fundamental. En noviembre de 2023, durante la Cumbre Mundial de Internet en Wuzhen, el Presidente Xi propuso la Iniciativa Global de Gobernanza de la Inteligencia Artificial, y llamó a poner las tecnologías de IA a disposición del público en términos de código abierto.

De este modo, la propuesta china en materia de Inteligencia Artificial está en plena sintonía con la iniciativa del líder chino de construir una “comunidad de destino compartido para la humanidad”, en la cual el ser humano sea el que domine a las máquinas, y no las máquinas (como un eufemismo para ocultar que, detrás de los algoritmos, están las corporaciones) dominen al ser humano.

Fuente https://tektonikos.website/la-geopolitica-de-la-inteligencia-artificial/

Por Filippo Massetti

Para comprender hacia dónde irá el continente africano, resulta útil releer a Carl Schmitt, quizá centrándose en el concepto de Nomos, el ordenamiento concreto de la Tierra. Una clase media enorme, grandes recursos y una población muy joven: el siglo africano ya está aquí. ¿Y qué papel jugará Italia en el partido?

El continente africano está en constante agitación, protagonista de disturbios y enfrentamientos, guerrillas y pobreza, explotación y gestión empresarial del poder. La República Democrática del Congo, el Congo, Ruanda, Uganda, Kenia y otras naciones africanas han estado durante décadas en lucha interna entre sí por el control de porciones de territorio y recursos naturales estratégicos, por un lado, y por el otro, para establecer fronteras claras , en cuyos pliegues proliferan inevitablemente los enfrentamientos tribales e interétnicos. El corazón de África Central es un lugar donde los grupos separatistas y paramilitares todavía luchan y matan; militarizando cada región geográfica y contribuyendo a desintegrar cualquier posibilidad de unidad popular y nacional.

La cuestión africana no puede dejar de ponernos en tela de juicio , como italianos y como europeos. Comprender cómo interpretar y qué tipo de futuro puede tener el continente africano es una de las claves fundamentales para comprender los desafíos globales contemporáneos en nombre de una política más equitativa, soberana y reflexiva, que se oponga a las grandes aglomeraciones de poder privado que mueren de hambre y empobrecen. todo el planeta. Para situar geopolíticamente a África en el tercer milenio es necesario recurrir a algunos grandes autores , estudiosos de la filosofía política que han marcado una época con sus ideas e interpretaciones. Carl Schmitt , cuyos libros de enorme éxito son un punto de referencia imprescindible para cualquiera que quiera adentrarse en el mundo de la geopolítica, el derecho y la filosofía política, ha vinculado gran parte de su influencia a conceptos clarividentes capaces de guiar a cualquiera que los estudie en el mar magnum. de las relaciones globales e internacionales. Procedemos brevemente a analizar algunos de ellos, poniendo especial énfasis en los axiomas de la Tierra y el Mar. La historia de las relaciones políticas entre grandes potencias y naciones siempre se ha caracterizado por encuentros, enfrentamientos, diplomacia, guerras, objetivos de conquista y reivindicaciones territoriales, alianzas, intercambios comerciales, religiosos y culturales. En una brillante colección de algunos de sus ensayos, titulada Estado, gran espacio, Nomos , Schmitt analiza la importancia de la forma estatal como motor para el crecimiento y desarrollo del derecho, los pueblos y las naciones europeas. En particular, Schmitt se centra ampliamente en la construcción -jurídica, histórica, diplomática, económica y política- del Estado moderno, encarnándolo en una institución típicamente nacida del espacio geográfico europeo: el Estado moderno, liberal, legal y burgués es una especie peculiar. característico de la Vieja Europa, punto de llegada de un proceso centenario compuesto de grandes páginas de historia y conflictos -sociales, artísticos, religiosos-.

Pensar en una forma de Estado distinta a la que Schmitt define como  ius publicum europaeum no sólo es impermeable, sino, según el autor, técnicamente imposible . 

La idea-Estado nació y se desarrolló en Europa y, en principio, no puede exportarse a otros continentes; al menos no en métodos y estructuras ya probados y conocidos . Si nos encontramos en una situación en la que la forma estatal ya no es la excepción sino la regla, significa que nos enfrentamos a un cortocircuito que está en la base y en la raíz del proceso de consolidación de las naciones individuales. Si todas las poblaciones o grupos étnicos del mundo se proclaman estados entonces hay que deducir que ninguno de ellos es un estado. La forma del Estado moderno es el resultado de la política de excepción y de los reinos soberanos europeos y no puede duplicarse en este sentido. Otra categoría metafísica y política importante es la de Gran Espacio -en alemán  Großen Raum : con este término Schmitt define todas aquellas áreas de influencia (de un estado, de una política exterior, de una campaña militar) enmarcadas en una gran política expansionista, tanto desde un punto de vista geopolítico y cultural. Grandes Espacios, hoy como ayer, están presentes en Oriente y Occidente: el del imperio americano en el Pacífico y en todo Occidente es un gran espacio; era un gran espacio el del Imperio de Su Majestad Británica en la India o el del Zar de todas las Rusias hasta Siberia. Hoy en día se puede identificar un gran espacio chino, ruso y americano, así como casos individuales presentes tanto en Oriente Medio como en Asia y África. Este último, junto con Europa, a nivel de política exterior y geopolítica, representa un gran espacio que -tristemente- sufre los apetitos y esferas de influencia de otros -comenzando por las pretensiones colonialistas norteamericanas que todavía hoy están muy presentes-. Para no correr el riesgo de ser un gran espacio en venta a bajo precio, primero debemos pensar en nosotros mismos como un gran espacio unido espiritual, social, cultural y políticamente: características todas de las que África y Europa carecen en mayor o menor medida por diferentes motivos.

Si por un lado la Unión Europea ha logrado la unidad monetaria, financiera y comercial, también es evidente que le falta una verdadera unidad económica, cultural y política. Bruselas, al igual que Estrasburgo, no ha sabido fusionar el archipiélago europeo, cuna de riquezas paisajísticas, artísticas, religiosas, tradicionales y arquitectónicas, prefiriendo dar espacio al largo brazo  del lobby, de los poderes empresariales y privados. ¿Y qué pasa con África? Es urgente aquí introducir las dos categorías geopolíticas más famosas modeladas por Carl Schmitt:  Tierra y Mar.  Según el autor alemán, en el choque clandestino entre las grandes potencias por el control de las esferas de influencia globales se pueden rastrear, en términos generales, claras divisiones entre las potencias marítimas y las potencias terrestres. Retomando dos figuras mitológicas presentes en las Sagradas Escrituras y en la tradición judía, Behemoth, el monstruo terrestre, se perfila en antítesis de Leviatán, el monstruo marino.

La lucidez y brillantez, así como la escritura fluida y esclarecedora, con la que Schmitt analiza estas categorías en su insuperable y extraordinario escrito titulado Tierra y mar. Una reflexión sobre la historia del mundo -publicada en 1942, en plena Segunda Guerra Mundial- transmite perfectamente la idea de la importancia de estos conceptos a nivel filosófico, geopolítico y geohistórico. Es posible detectar el choque entre potencias terrestres y potencias marítimas desde la historia de la antigüedad : Roma oponiéndose a Cartago, el Imperio Británico compitiendo con el Imperio Ruso por la disputa de Asia Central y la India, el Imperio oceánico americano que conquista la hegemonía mundial en el Cenizas de una Unión Soviética demasiado ligada a la masa continental de referencia. El futuro de la geopolítica se decidió y se decide todavía entre la Tierra y el Mar: ¿cuántos conflictos se pueden explicar todavía según esta lectura? ¿Qué importancia tiene el significado del concepto de  lima , de frontera, en el desarrollo de la política internacional? ¿Cuánto eso del control de los mares, de los estrechos, de los océanos, de los cuellos de botella? Hay otra criatura mitológica, que representa el poder del Aire  -y por extensión de la guerra aérea, la aviación, los misiles, las bombas nucleares- que es la del Ziz, un pájaro de raro poder y rapacidad que busca sobresalir tanto sobre Behemoth como sobre Leviatán. Es superfluo subrayar la importancia de controlar el elemento aire -aviones, espacio, conexiones con antenas y repetidores, conexión a Internet, incursiones y cazabombarderos- después de dos décadas del tercer milenio.

A partir de este excursus, resulta difícil situar al continente africano , motor del futuro demográfico, de desarrollo y de sostenibilidad del planeta: a pesar de estar rodeado de agua, no es exactamente un Leviatán: no existe ninguna potencia militar ni estratégica. capaz de asumir tal tarea- ni Behemoth, incluso si en su interior se libran batallas todos los días por tal o cual reclamo territorial. Mucho menos un Ziz: demasiado irregular, demasiado conflictivo, demasiado presa de multinacionales que explotan el apoyo oculto de gobiernos democráticos títeres. Fuera de estas categorías, África -cuyo desarrollo en el sentido más amplio tendrá que ser abordado tarde o temprano por una política italiana y europea con visión de futuro: China ya lo está haciendo con resultados significativos y excelentes- puede estar representada en una final Categoría schmittiana, la de Nomos , el ordenamiento concreto de la Tierra . En el umbral de las dos guerras mundiales el  Nomos  fue identificado con el  ius publicum europeaum ; Posteriormente quedó en equilibrio entre las dos esferas de influencia estadounidense y soviética resultantes de la Guerra Fría. Después de la caída del Muro de Berlín, a pesar de una fase que dejó entrever un largo liderazgo unipolar yanqui, la racionalidad de la tecnología (que Schmitt define acertadamente como «desencadenada») se convirtió en el pilar más claro del  Nomos  de la Tierra.

¿Y si la nueva llamada, el nuevo desafío del espíritu mundial de los tiempos, debe encontrarse en el grito de renovación, de prosperidad, de espiritualidad y de igualdad que también y sobre todo proviene de África? África como nuevo  Nomos  de la Tierra, el globo terráqueo como retorno a un sano e indisoluble equilibrio entre el Cielo y la Tierra, lo Sagrado y lo Humano, la Política de los hombres y el Reino de Dios.

FUENTE: https://www.dissipatio.it/lafrica-e-carl-schmitt/?mc_cid=938dcafa1d&mc_eid=32edf24106 

Por Gabriel Merino que autoriza su publicacion en Dossier Geopolitico

Con su ampliación, el grupo se consolida como la voz insubordinada del Sur Global. 

En el 2001 el gerente del banco de inversiones Goldman Sachs, Jim O’Neil, encargado de la expansión global de la corporación financiera desde la City de Londres, fue quien acuñó el acrónimo BRIC (aludiendo a la palabra ladrillo en inglés, brick) para referirse a Brasil, Rusia, India y China como grandes mercados emergentes donde presentar atención. Estos países presentaban altas tasas de crecimiento, que comenzaban a superar en su aporte a la expansión de la economía mundial al G7, el grupo de las siete economías más importantes del Norte Global, conformado por Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Francia, Alemania, Italia y Japón. O’Neil también remarcaba en esos años que una de las razones para prestarles atención era el hecho de que el PIB nominal de China ya superaba al de Italia en el año 2001. 

Para entender la profundidad y la velocidad del cambio en la economía mundial y en la cartografía del poder en las últimas décadas, podemos observar que veinte años después el PIB nominal de China es nueve veces más grande que el de Italia y se eleva a diez veces más grande si ajustamos su producto (PBI) al poder adquisitivo real (PPA). Además, podemos agregar que, en estos términos, la India cuadruplica a la economía italiana, Rusia casi que la duplica y Brasil la supera en un 30%. Todas ellas estaban, por supuesto, muy por detrás en 2001.  

La órbita económica es sólo una de las dimensiones en la que se expresa el profundo proceso socio-histórico de transformación del sistema mundial que tiene a los BRICS en el centro. El ascenso de estos países expresa a fuerzas emergentes que provienen del Sur Global (salvo Rusia), representan a una gran mayoría mundial y poseen territorios de dimensiones continentales, salvo Sudáfrica que se agregó en 2011 al espacio como representante africano. Además, articulan a buena parte de las grandes culturas con base en grandes civilizaciones históricas, que fueron subordinadas por las potencias atlánticas del Occidente geopolítico en su ascenso imperial. Ahora, con la ampliación a cinco países más, esta realidad se extiende al incorporar a países del mundo islámico árabe y persa.

En este sentido, para entender a los BRICS resulta necesario observar que expresan un ascenso e insubordinación de las grandes semiperiferias del sistema mundial, protagonizada por potencias emergentes de escala continental en articulación global. Esto está transformando estructuralmente el propio sistema mundial y haciendo volar por los aires el orden mundial al establecerse otra correlación de fuerzas, lo cual es resistido por el Occidente geopolítico conducido por el polo de poder anglo-estadounidense. De hecho, no resulta casual la aparición de los BRICS en la escena internacional en 2009, luego de la gran crisis de 2008, cuando se produce una bisagra en el capitalismo global y, con ello, un nuevo momento geopolítico, a partir del cual se consolida la situación de la crisis de la hegemonía estadounidense (o anglo-estadounidense como prefiero denominar). 

Desde su primera Cumbre de líderes en Ekaterimburgo, Rusia, se resalta la necesidad de democratizar el orden mundial unipolar, atendiendo a una nueva realidad, y aparece la necesidad de avanzar hacia un sistema de divisas menos dependiente del dólar, que sea “estable, predecible y más diversificado.”

Con la pandemia que se desató en 2020 se aceleraron las tendencias fundamentales de la actual transición del sistema mundial, entre otras el declive relativo del Occidente geopolítico y el ascenso de China y de Asia en general. Ese año se produjo un quiebre significativo en la economía global, con fuerte carga simbólica: los países agrupados en los BRICS superaron a los países del G7 en el porcentaje que representan sus respectivas economías medidas en PIB a paridad de poder adquisitivo (PPA). Esta tendencia secular, que avanza desde los años 80 bajo el liderazgo central de la locomotora China, continuó su curso luego de 2020 y probablemente vaya a continuar. Hasta el momento los intentos de Estados Unidos y el Occidente geopolítico para revertir estas tendencias —que se manifiestan en guerra global contra el terrorismo, la guerra comercial, la guerra tecnológica y la guerra económica a través de sanciones, o impulso de conflictos internos a los estados considerados rivales, etc.— no solo no han logrado sus objetivos, sino que parecieran haber impulsado aún más la crisis de hegemonía y transformación del sistema mundial. El economista y sociólogo italiano Giovanni Arrighi analizó esto en relación con la guerra global contra el terrorismo y cómo ello terminó “beneficiando” de forma indirecta a China, quien resultó ser el gran “ganador”. Es parte del cambio de época actual.

Los BRICS+

La ampliación del espacio en los BRICS+ da cuenta de la extensión de este proceso a otros territorios del Sur Global, con importantes implicancias geopolíticas. No resulta casual que desde 2021-2022 más de 20 países solicitaron el ingreso a una de las nuevas instituciones multilaterales fundamentales del mundo multipolar en desarrollo.    

Tres meses después de la Cumbre del G7 en Hiroshima, Japón, donde el viejo mundo unipolar volvió a dictar a las mayorías mundiales lo que debían hacer (aunque ya sin mucho éxito), se realizó en septiembre de 2023 la cumbre de los BRICS de Johannesburgo, Sudáfrica. Allí se concluyó con la propuesta de invitar a seis países a formar parte del bloque partir del 1º de enero de 2024: Arabia Saudita, Argentina, Egipto, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Etiopía e Irán. 

Ahora los BRICS+ reúnen más de 45% de la población mundial y casi 36% del producto global (PBI PPA). Además, sus miembros representan 40% de la producción total de gas y 45% de la de petróleo, lo que tiene un gran impacto en el mercado mundial de hidrocarburos y en su comercialización mediante dólar —cuestión clave en el sistema monetario mundial post abandono del patrón oro en 1971, centrado en el petro-dólar. En este sentido, el BRICS+ agrupa en un mismo espacio de cooperación económico y político al gran taller industrial del mundo y nuevo centro económico emergente que es China, y a otra gran plataforma industrial en ascenso como es la India, con los grandes productores de materias primas y especialmente de energía. A la vez que cuenta con la segunda y la tercera poderes de defensa del mundo (Rusia y China) y la primera potencia nuclear (Rusia).    

La incorporación de cuatro países del llamado Oriente Medio y tres de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) es clave por el papel central de dicha región como principal fuente de exportación mundial de hidrocarburos. También porque se incorpora al BRICS+ la gran cultura islámica (tanto árabe como persa), lo que profundiza el camino de diálogo de “civilizaciones”. Y además, por el lugar geopolítico. Colocada como “cinturón de quiebra” (shatterbelt) por parte de actores importantes de pensamiento estratégico anglo-estadounidense, esta región geopolítica se presenta para el Occidente geopolítico como un territorio en disputa, donde domina la fragmentación y la falta de unidad política, y en el cual los grandes jugadores geoestratégicos tienen sus puntos de apoyo y compiten por la influencia, a la vez que entran en el juego de las propias potencias regionales. 

En este sentido, el “Oriente Medio” se estableció como una zona de gran convergencia y choque de fuerzas y, por lo tanto, como una gran zona de inestabilidad. Para los neoconservadores del Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (conocido como PNAC por sus siglas en inglés), que dominaron en la administración de George W. Bush y luego se fueron imponiendo en buena medida con Donald Trump, esta región se estableció como un territorio prioritario a controlar para mantener la supremacía estadounidense en el siglo XXI. 

En estos marcos geopolíticos y geoestratégicos deben analizarse las invasiones y guerras de Afganistán e Irak, lugares clave de la llamada Guerra Global Contra el Terror, así como también el conflicto en Siria y Libia o la guerra híbrida con Irán por parte de Estados Unidos y aliados. Sin embargo, la situación en esta región está cambiando a pasos acelerados. A los malos resultados obtenidos en Afganistán e Irak por parte de Estados Unidos y aliados, se le sumó el fracaso de la política de cambio de régimen en Siria, cuyo gobierno contó con el apoyo de Irán y de Rusia para sostenerse en este conflicto clave de la Guerra Mundial Híbrida y Fragmentada en curso. Por su parte, Moscú volvió a ser un protagonista central en la región, como parte de su regreso como gran jugador geoestratégico mundial. 

Por otro lado, la presencia de China es cada vez mayor, convirtiéndose en el principal actor económico de “Oriente Medio” o el centro de Afro-Eurasia. El acuerdo entre Irán y China en 2021 fue un hecho fundamental en este sentido, en tanto debilitó estructuralmente la guerra económica contra el país persa por parte del Occidente geopolítico y brindó las bases materiales para su ingreso en las grandes asociaciones Eurasiáticas, consolidando el triángulo mortal para la primacía estadounidense en el mega continente hipotetizado por Zbigniew Brzezinski: Beijing-Moscú-Teherán. 

También resulta importante en el análisis el avance del corredor China-Asia Central-Asia Occidental de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR) que va desde Xinjiang hasta el mar Mediterráneo pasando por Irán, Irak, Siria y Turquía entre otros países. Así como también son para destacar los acuerdos de Beijing con Arabia Saudita y E.A.U., entre los que se incluyen el pago en yuanes de los hidrocarburos que importa China. 

El reestablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudita bajo la mediación de China y la consecuente disminución de las tensiones entre estos dos actores protagonistas de un conflicto regional permanente, sacudió el tablero geopolítico mundial al modificar sustancialmente el escenario regional. 

Debe mencionarse dentro de las reconfiguraciones geopolíticas recientes el accionar conjunto de la OPEP (en donde se destaca el peso de Arabia Saudita), junto a Rusia (convergencia denominada como OPEP+) para sostener el precio mundial del petróleo, a pesar de las presiones de Estados Unidos y el Occidente geopolítico para bajar el precio en plena escalada de la guerra en Ucrania. El reino saudí claramente ha cambiado su juego. 

Con la incorporación de Egipto a los BRICS Plus o BRICS+ se agrega una de las cinco potencias de “Oriente Medio” o de la región central de Afro-Eurasia, que administra una ruta comercial estratégica, el canal de Suez, y es la bisagra terrestre entre África y Asia Occidental. Habitado por 112 millones de personas, heredero de una civilización histórica y en pleno impulso modernizador a partir de la construcción de una nueva capital, Egipto es la tercera economía del continente en tamaño, luego de Nigeria y Sudáfrica, y es uno de los países más relevantes de África —un continente va a tener un lugar cada vez más influyente en los asuntos mundiales en las próximas décadas y donde está en crisis la hegemonía occidental establecida a partir de la colonización europea. Se trata de un país exportador de hidrocarburos y, como Arabia Saudita, un aliado importante de los Estados Unidos y el Occidente geopolítico en la región, pero que ahora está reequilibrando su posición. Además, también posee un significativo intercambio comercial con China y Rusia, y tiene importantes relaciones con Moscú a nivel militar, en proyectos de energía nuclear y en la industria del gas.  

En el caso de Etiopía se trata del segundo país por población en África (120 millones) y la sexta economía del continente. Es un actor importante por su cultura e historia, marcadas por ser el segundo país del mundo en adoptar oficialmente el cristianismo luego de Armenia y por ser el territorio de importantes reinos y de un imperio que duró más de 700 años, desde 1270 a 1975. A su vez, junto a Liberia fueron los únicos Estados africanos que mantuvieron su independencia durante el reparto de África por parte de los imperios coloniales europeos y sólo estuvo ocupada por Italia entre 1936 y 1941. Etiopía es un país influyente en el estratégico cuerno de África y se encuentra lindante a la región llamada “Medio Oriente” o el centro de Afro-Eurasia. Aunque se trate de un país sin acceso directo al mar, por su influencia en Somalía e inserción histórica en la zona, en donde se encuentra Djibouti y Eritrea, se trata de un país importante en relación a las rutas del Mar Rojo y del Océano Índico, y particularmente en relación al estratégico estrecho de Mandeb. La inclusión del país africano coincide, además, con el establecimiento de acuerdo amplio entre los Emiratos Árabes Unidos y Etiopía.

Argentina queda afuera 

El posible ingreso de Argentina, que finalmente fue descartado por su nuevo gobierno, tenía varios aspectos para destacar. Argentina es miembro del G-20 (hubiera sido el séptimo BRICS que también es de del G-20), representa la tercera economía en América Latina y la segunda de América del Sur después de Brasil, y se destaca como un importante productor mundial de alimentos. Además, posee un gran potencial en la producción de minerales (que ya está en pleno despliegue y algunos de los cuales son centrales para la transición energética en curso como el litio) y también en la elaboración de hidrocarburos (posee la tercera reserva de gas más grande del planeta). A su vez, es el principal productor sudamericano de software, tiene un buen nivel de formación de su fuerza de trabajo (“capital humano”) y posee importantes capacidades científico-tecnológicas para ser un país semi-periférico de tamaño medio. En materia geopolítica es de destacar su proyección sobre la Antártida y su carácter bicontinental, su gran litoral marítimo de 4.500 km. sobre el Atlántico Sur y, por supuesto, su lugar clave en la Cuenca del Plata, espacio nuclear de América del Sur desde el cual construir una confederación continental y un centro económico emergente. 

En este sentido, su ingreso a los BRICS junto a Brasil podría haber fortalecido la sinuosa y disputada construcción de un bloque regional —que colisiona con los intereses hemisféricos de los Estados Unidos— para consolidar el desarrollo de un polo en América del Sur que converja con otros poderes emergentes en un escenario de creciente multipolaridad relativa. 

El desarrollo continental y universal se articula y forma parte de un mismo proceso contradictorio y plural de insubordinación de la semiperiferia, que adopta particulares características en el “patio trasero” de la vieja potencia hegemónica y del Occidente geopolítico durante cinco siglos.

La contradicción entre el regionalismo autonomista y el regionalismo “abierto” o neoliberal, entre la integración de Nuestra América o la integración “hemisférica” bajo la doctrina Monroe, se articula con la contradicción principal del sistema mundial en transición entre las fuerzas unipolares y las fuerzas multipolares, es decir, entre el Occidente geopolítico y el Norte Global (conducido por las fuerzas dominantes anglo-estadounidenses) frente a los poderes emergentes y el Sur Global.

Argentina y la región, necesariamente, forman parte de ese proceso sociohistórico de cambio estructural, liderado por las fuerzas emergentes de Asia.

De hecho, el comercio exterior argentino refleja año a año esta transformación. El intercambio comercial de Argentina con Estados Unidos y la Unión Europea en conjunto representa 23% del total del país y llega a poco más de 25% si se toma también Canadá y México (USMCA), perdiendo peso año a año. En comparación, el intercambio comercial con Brasil, China e India, tres socios clave del BRICS, representa el 36% del total, y si consideramos el conjunto del MERCOSUR y la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático), en donde se encuentran otros importantes postulantes al BRICS, llega al 46,5%. 

En otras palabras, el mundo emergente ya es parte central de la realidad económica de Argentina y de la región, lo cual se refleja en muchas otras dimensiones. Frenar esa tendencia hacia la confluencia con las fuerzas en desarrollo con el objetivo de alinear al país a los intereses de los Estados Unidos y del Occidente geopolítico sólo pude traer como resultado estancamiento y periferialización. En términos estructurales, es la política que, con matices y contradicciones, se impone en parte desde hace 10 años, en lugar de haber continuado y profundizado el reequilibrio hacia el mundo emergente, de la mano del fortalecimiento de la autonomía nacional y regional. A partir de esos años, Argentina y la región entraron en un pantano del que no logran salir. 

Original publicado en TEKTONIKOS: https://tektonikos.website/los-brics-y-el-cambio-en-el-mapa-del-poder-mundial/

Por Fernando Ruiz Heiland Docente en la Ecole Royale Militaire (Bélgica)

El año comenzó con el Foro Económico Mundial en Davos, donde analistas económicos y políticos estaban impacientes por escuchar al nuevo presidente de la Argentina en su primera intervención en una conferencia internacional, con las tensiones geopolíticas internacionales como telón de fondo. Durante el evento, Javier Milei aleccionó al mundo, advirtiendo sobre los riesgos de que Occidente abandone los principios del capitalismo liberal.

Esta es una opinión que comparto con Milei, tal como lo expresé en algunos artículos en Bélgica, como el publicado en el diario La Libre el 15 de septiembre de 2023. En él sostengo que Occidente debe reafirmar los beneficios de un sistema de precios y de competencia en las economías capitalistas.

Sin embargo, debo diferenciar mi postura de la forma en que Milei se expresó en Davos, metiendo en el mismo saco a comunistas, socialistas, socialdemócratas y a cualquiera que desde el centro cuestione el resultado al que nos pueden llevar ciertos mercados. Esta posición simplemente ignora que Occidente está asociado a un sistema de democracias capitalistas y dista mucho de un utópico anarcoliberalismo.

A medida que avanzaba el mes, nos encontramos en Europa con una situación recurrente: el 30 de enero, las rutas francesas, belgas y de otros países europeos se vieron bloqueadas por manifestaciones de agricultores.

Contrariamente a lo que podría pensarse, los agricultores no reclaman un aumento de subvenciones, sino una intervención sobre los precios, algo inimaginable para la mayoría de los economistas.

Para los argentinos que no lo sepan, vale la pena aclarar las cosas: sí, la agricultura en Europa está fuertemente subvencionada y los agricultores reciben dinero del gobierno en sus cuentas bancarias (no sólo los desempleados reciben dinero). Una de las razones de esta estrategia de intervención es la autosuficiencia alimentaria.

Viraje a la derecha en Francia

Al mismo tiempo, Gabriel Attal, el primer ministro francés, pronunció su discurso de política general ante la asamblea legislativa del país.

En su alocución, Attal delineó claramente un enfoque dirigido a desburocratizar el Estado francés, avanzando hacia políticas de derecha conservadoras. Entre las propuestas presentadas, se encuentran la reforma del seguro de desempleo para incentivar la búsqueda activa de trabajo, la reducción de impuestos y la creación de penas de interés educativo para los menores delincuentes de menos de 16 años, entre otras medidas.

Este discurso, en consonancia con la nueva ley de inmigración y la lógica de seguridad defendida por el presidente francés, confirma el viraje hacia la derecha del gobierno de Emmanuel Macron.

Algunas personas en Argentina podrían sentirse inclinadas a afirmar que el discurso del presidente Milei en Davos sirvió para iluminar a los líderes mundiales sobre los beneficios del liberalismo frente a las políticas de los “zurdos” (la izquierda). No obstante, esa percepción dista más de 2.000 leguas de la realidad.

El enfoque del gobierno de Emmanuel Macron se orienta cada vez más a reforzar la identidad nacional francetener sa, distanciándose de las propuestas liberales o libertarias.

En el contexto argentino, estas políticas podrían interpretarse como una inclinación hacia un nacionalismo de derecha. Macron ha compartido su visión sobre el futuro de Francia y de Europa en foros internacionales como Davos, donde subrayó la importancia de las reformas económicas y el reforzamiento de la soberanía europea. Sus políticas buscan impulsar inversiones públicas en sectores estratégicos, abarcando desde la tecnología de semiconductores y la agricultura hasta las energías renovables y la nuclear.

El sueño utópico de libertad

Milei debe despertar de su sueño utópico de libertad en el mundo occidental.

La realidad contemporánea muestra que la libertad capitalista de Occidente está siendo desafiada no tanto por una izquierda comunista, como por el surgimiento de derechas nacionalistas.

Ni el actual gobierno de Estados Unidos, ni la mayoría de los líderes europeos, ni siquiera una posible futura administración de Donald Trump, parecen alinearse o estar convencidos por las propuestas de libertad / libertarias promovidas por Milei.

El escenario internacional actual no es favorable a Milei. Las figuras emblemáticas del liberalismo económico, como Milton Friedman y Friedrich Hayek, llevan décadas muertos, y acontecimientos históricos clave como la disolución de la Unión Soviética o los gobiernos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher son cosa del pasado.

Gabriel Attal aún no había nacido en esos tiempos. En este contexto, Milei se encuentra en la posición de que entablar diálogo no con las figuras históricas a las que admira, sino con los líderes actuales, quienes tienden hacia políticas más estratégicas e intervencionistas. La realidad política actual difiere considerablemente de la época en que florecieron las ideologías defendidas por Milei. Intervencionismo en Europa

Un tema que llegará sobre la escena en los próximos días es que el acuerdo Unión Europea (UE)-Mercosur está muerto, no por inclinaciones de izquierda sino por un fuerte giro hacia el intervencionismo nacionalista por parte de Europa.

Los europeos van a decidir defender a sus agricultores. En respuesta a las crecientes protestas, Macron busca una excepción francesa que proteja la agricultura no sólo de Francia sino de toda la UE, lo que ha llevado a solicitar el fin de las negociaciones con el Mercosur.

Aceptar un acuerdo con la UE bajo las condiciones exigidas por los agricultores europeos podría resultar desfavorable para los países del Mercosur (aunque todavía Milei desee tirarse al vacío).

La situación actual exige que Milei despierte de su utopismo libertario, y quizá ya esté empezando a comprender esta necesidad. Ante los desafíos que enfrenta, su posible vía de escape para evitar un fracaso puede ser la adopción de políticas nacionalistas, actualmente silenciadas, pero latentes en su armado político.

La pregunta clave es si Milei estará dispuesto a aceptarlas. Esto no sólo supondría un cambio significativo en su postura ideológica, sino que también podría representar un giro estratégico a la hora de navegar en el complejo panorama político actual.

Publicado en la Voz del Interior https://suscripcion.lavoz.com.ar/?limit=true&msg=exclusivo&continue=https://www.lavoz.com.ar/opinion/un-desafio-para-javier-milei-el-giro-de-europa-hacia-una-derecha-intervencionista/

La opinion del autor no necesariamente conicide con las de Dossier Geopolitico

Los agricultores franceses cercan Paris

Ante las próximas derrotas en Ucrania y Medio Oriente y la desdolarización creciente, un EE.UU. dividido ocupa Latinoamérica para frenar a China

Por Eduardo J. Vior(*)
analista internacional

La combinación de previsibles derrotas político-militares, pérdida de competitividad, desdolarización de vastas regiones del mundo y la creciente división ideológica y cultural dentro del campo occidental conducen a un aceleramiento de los movimientos tectónicos que están haciendo temblar el mundo desde hace dos años. En particular, del modo en que se resuelva la lucha por el poder en Estados Unidos dependerá el curso de su confrontación con la República Popular de China por la organización del mundo, es decir, entre la competencia pacífica y la guerra nuclear.

El fracaso de la contraofensiva ucraniana en el pasado verano boreal y la interrupción de las transferencias legales de fondos de Estados Unidos al país europeo permiten aseverar que Ucrania no puede ganar la guerra que inició contra Rusia hace diez años. Después del fracaso de la contraofensiva en Zaporiyia y la pérdida de decenas de miles de efectivos, los avances rusos en Donetsk, Lugansk y Járkov han puesto al ejército de Kiev a la defensiva. 

Fracturada por intensas luchas de poder, que, en realidad, reflejan las diferentes estrategias que compiten en Washington, Ucrania sólo puede retrasar la ofensiva rusa, si construye una eficiente línea defensiva. Aun así, su derrota militar es una cuestión de tiempo. En algún momento de los próximos meses su frente cederá y deberá aceptar las condiciones que Rusia imponga para firmar la paz. Probablemente, en ese momento los servicios occidentales comenzarán una guerra de guerrillas con los restos del ejército ucraniano, pero no podrán ocultar la derrota política y militar de la OTAN.

Entre tanto, en Asia Occidental el Imperio también está retrasando su derrota. Al plantearse objetivos desmedidos y demasiado ligados a la supervivencia personal del primer ministro Benyamin Netanyahu, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) se empantanaron en una guerra en varios frentes que no pueden ganar y la masacre contra la población de la Franja de Gaza ha cambiado la visión que… 

la opinión pública mundial tenía de Israel: ahora lo ve mayoritariamente como un Estado genocida.

Mientras tanto, EE.UU. insiste en multiplicar los frentes. Primero, atacó a Yemen junto con Gran Bretaña y un puñado de aliados, pero no pudo evitar que el comercio israelí tuviera que abandonar el estrecho de Bab el Mandeb y se desviará por el Cabo de Buena Esperanza (4.500km más). Las pérdidas del Estado sionista ascienden entre tanto a decenas de miles de millones de dólares.

Al bombardear este viernes 2 bases de milicias pro iraníes en Siria e Irak, los norteamericanos cayeron en la trampa del Eje de la Resistencia liderado por Irán y extendieron la guerra de Gaza

Su presencia en ambos países representa una cuña en el frente de la Resistencia y le permite desde hace doce años robar el petróleo de Siria. Para peor, su Fuerza Aérea esperó cinco días para bombardear, tiempo suficiente para que las milicias vaciaran las instalaciones. Evidentemente, Washington quiso enviar a Teherán una advertencia sin dañarla, pero es peor, ya que los bombardeos justifican a las milicias que los atacan permanentemente en ambos países y amplían la guerra de Gaza.

Después de cuatro meses de guerra, Israel no ha podido vencer a la resistencia palestina, la mitad de sus fuerzas están comprometidas en la frontera con Líbano, la guerrilla palestina en Cisjordania no cesa en sus ataques y los yemeníes han dañado su comercio. 

Además, la división de su liderazgo y la oposición de gran parte de la población al gobierno de Benyamin Netanyahu ponen un serio límite a su esfuerzo de guerra. Si, además, sus aliados occidentales insisten en ampliar el teatro de operaciones, más integral y abarcadora será la negociación que el Eje de la Resistencia imponga a Israel y los norteamericanos. EE.UU. está a punto de perder su hegemonía en Asia Occidental e Israel ha quedado a la defensiva, con el consecuente fracaso de su proyecto expansionista.

La estrategia neoconservadora de guerra permanente es desde la presidencia de Ronald Reagan (1981-89) el correlato necesario de la hegemonía del capital financiero especulativo concentrado, no sólo, porque la guerra continua alimenta la industria armamentista, sino también, porque abrir a los tiros nuevas posibilidades de inversión en el exterior resultaba hasta hace poco más rápido que invertir en el desarrollo de la tecnología y la industria nacionales. Expandiendo la deuda pública se podía comprar todo a precio vil en el exterior y se fomentaba un lucrativo negocio para bancos y fondos de inversión que se enriquecen con las obligaciones del Estado. Además evitaba el crecimiento de clases trabajadoras que luego obligaran a los más ricos a ceder algo de su poder y propiedad.

Cuarenta años de concentración de la riqueza en una ínfima oligarquía super rica creó una mayoría empobrecida e impulsó la resistencia de sectores productivos que consideran tanta guerra un despilfarro y reclaman el cierre del mercado norteamericano para recuperar su competitividad. Razones históricas y anclajes ideológicos hicieron que los neoconservadores globalistas vayan de la mano con liberales universalistas y todo tipo de corrección política (la llamada cultura woke). Quienes defienden el mercado interno, en cambio, se vistieron de reaccionarios, racistas, xenófobos y machistas.

http://consorciociudadano.org/wp-content/uploads/2017/07/American-Flag-Dry-Drought-Cracked.jpg

Desde principios de la década pasada Estados Unidos está irremisiblemente partido en dos facciones irreconciliables. En el comienzo de la campaña para las elecciones presidenciales de noviembre próximo, entonces, la fractura se agravó y el país está en pleno conflicto constitucional por la grave crisis migratoria en la frontera sur. 

En medio de la campaña electoral ambos partidos aprovechan la tragedia de los inmigrantes para ganar puntos. Durante meses se negoció en el Senado un compromiso bipartidista por el cual los demócratas se avendrían a un cierre total de la frontera mexicana a cambio de que los republicanos votarán nuevas partidas de ayuda a Ucrania. Este compromiso se desinfló en la medida en que Donald Trump se fue perfilando como el futuro candidato presidencial republicano. Tanto él como Joe Biden tienen ahora más interés en polarizar que en resolver la crisis. Al hacerlo, empero, llevaron el país al borde de la ruptura.

Los gobernadores de 25 estados (la mitad del país) y los fiscales federales de 26 de ellos han manifestado su apoyo a la rebeldía de Texas contra la orden de la Corte Suprema de EE.UU., para que el estado de la Estrella Solitaria (de su bandera) retire el alambre de púas que ha colocado en un tramo de su frontera con México en el litoral del Río Bravo. La cerca de 48 kilómetros a orillas del río Bravo forma parte de la estrategia del gobernador republicano de Texas, Greg Abbott, para evitar la llegada de migrantes. Su colega de Florida, el republicano Ron DeSantis, y la precandidata del mismo partido Nikki Haley se han solidarizado con la rebeldía texana.

Demócratas y republicanos insisten en agudizar la fractura del país, sin hacerse cargo de las consecuencias que puedan sobrevenir. En el resto del mundo, en tanto, cunde la desconfianza. 

No sólo Estados Unidos se caracteriza por incumplir sus compromisos y promesas, sino que su división actual permite dudar de la solidez de los compromisos que sus gobiernos contraigan, ya que no se sabe si el próximo gobierno los honrará. 

Si la política estadounidense suscita desconfianza, es lógico que su moneda pierda credibilidad. 

El secuestro de 300.000 millones de dólares de depósitos privados y públicos de Rusia en bancos occidentales como resultado de las sanciones de 2022 y el robo de las reservas áureas de Venezuela en Londres muestran un sistema económico y financiero occidental que incumple sistemáticamente las reglas de la economía capitalista mundial. No puede reclamar previsibilidad quien actúa arbitrariamente y cambia sus decisiones de un día a otro.

Esta pérdida de la confianza de muchos países hacia EE.UU. está llevando a cada vez más naciones emergentes a abandonar el dólar y buscar asociaciones internacionales más respetuosas de las reglas. Por eso BRICS ha duplicado este año la cantidad de sus miembros. La presidencia rotativa rusa de BRICS 10 durante 2024 ha puesto los términos del intercambio entre sus miembros en el tope de agenda. Un grupo de expertos está analizando los posibles mecanismos de pago dentro del bloque, incluyendo las monedas digitales y la interacción de los sistemas de pago, pero por lo pronto se dará prioridad al pago en monedas nacionales. Rusia y China así como Rusia  Irán ya comercian en sus monedas nacionales. Dentro de la Unión Económica Euroasiática se está implementando un mecanismo de conversión entre las monedas nacionales y otros países del Sur están siguiendo el ejemplo. Aunque todavía minoritaria, la desdolarización avanza en el mundo.

Ante su pérdida de influencia en Europa, Asia y África, EE.UU. se está haciendo fuerte en América Latina y el Caribe. 

Mientras acuerda con Ecuador, Perú y Paraguay el ingreso de fuerzas militares, retoma las sanciones contra Venezuela, impide la normalización de Haití, incrementa su intervención militar en Guyana y desequilibra Argentina. El Comando Sur está aumentando la militarización de la región de un modo como no sucedía desde la década de 1970. Al mismo tiempo, la militarización de las fuerzas de seguridad de los países de la región y la intervención de sus ejércitos en tareas policiales desguarnecen el territorio y favorecen a las redes de narcotráfico.

No sólo los recursos minerales, sino especialmente el transporte y las comunicaciones son de especial interés para la intervención norteamericana. Incapacitados para competir con China, los Estados Unidos busca desmembrar los estados latinoamericanos y anular su control del territorio, para impedir a futuro el surgimiento en la región de un bloque defensivo. Cualquiera que sea el resultado de las elecciones presidenciales de noviembre próximo, esta política se mantendrá en lo sustancial. 

Sin embargo, esta actitud propia del perro del hortelano es de patas cortas. Quien mucho abarca, poco aprieta. Mucho menos, si no ofrece alternativas de desarrollo a cambio del sometimiento. En algún momento se relaja la vigilancia y/o se combinan dos o más crisis simultáneas y el mecanismo de control salta por los aires.

De acuerdo a la mayoría de las previsiones de los organismos internacionales en la próxima década China superará a EE.UU. como primera potencia del mundo y en 2037 será la mayor economía del mundo. Ya adelantada tecnológicamente a su competidor en 35 de 37 sectores de vanguardia. Aunque EE.UU. sigue teniendo el mayor PBI total, China ya en 2022 lo superó en cuanto al poder adquisitivo por persona. Mientras que en 2023 su PBI creció en 5,5%, la economía norteamericana se incrementó en 2,5% y la del resto de los miembros del G7 permaneció estancada.

En la última década y media China ha sido el motor principal del crecimiento económico del mundo, aportando el 35% del crecimiento del PBI nominal del globo, mientras que Estados Unidos ha contribuido en un 27%. Aunque ambos países tienen un serio problema de deuda pública, las acreencias totales contra China ascendían en septiembre pasado a U$S 47,5 billones, mientras que Estados Unidos debía U$S 70 billones. Para refinanciar su deuda, EE.UU. depende de mantener una política de altas tasas de interés que, si bien benefician a su economía, dañan el crecimiento global. China, por el contrario, sigue aumentando el consumo e incrementando su presencia internacional como forma de sobrellevar la deuda.

La competencia entre ambas potencias se centra actualmente en el comercio, las finanzas y las tecnologías de punta. 

Estados Unidos tiene serios problemas para competir con China en los mercados del Sur Global y por eso busca cerrarlos a las inversiones chinas. Al mismo tiempo bloquea el acceso de su competidor a los últimos desarrollos tecnológicos, aunque sin resultados duraderos. Algo más de éxito tiene en el mercado financiero, si bien, gracias a la ampliación de BRICS 10 y al proyecto de la Franja y la Ruta, la República Popular puede encarar emprendimientos de grandes dimensiones que atraen inversiones importantes.

En la rivalidad entre ambos centros del mundo asoma ya India que, a punto de superar al tercero en retroceso (Alemania)..

…se apresta a disputar con ambos mercados e inversiones. Todavía no representa un problema, pero se prevé que las pujas por desplazar a uno u otro comenzarán antes del fin de la década.

A esta altura de la competencia hegemónica pesan mucho las diferentes estrategias políticas y culturales. Mientras que EE.UU. sigue recurriendo a su fuerza militar y a la imposición de su voluntad, China está desarrollando un entretejido de redes concéntricas y multipolares en las que todos los actores ganan a la vez. Si bien Beijing carece de la ideología universalista de su contrincante, la confianza que genera su tratamiento respetuoso de las diferencias le está deparando grandes éxitos.En el corto plazo, hasta las elecciones presidenciales de noviembre próximo, puede anticiparse que Estados Unidos intentará sostener a la vez el esfuerzo militar en Ucrania, Asia Occidental y en el Mar de la China Meridional. Al mismo tiempo mantendrá la presión sobre América Latina y el Caribe y sobre Europa. En esta sobreextensión de su esfuerzo de guerra reside precisamente su debilidad. Cualquier evento que se produzca en algún escenario de conflicto puede quebrar su línea defensiva y tendrá repercusiones en el resto del mundo. Habrá que armarse de paciencia y estar atentos a cualquier grieta que aparezca en la armadura.

(*) Dr. Eduardo Vior es miembro de Dossier Geopolitico

Por Omar Ruiz(*)

“… Hoy todo es política internacional, que juega

dentro o fuera de los países, influenciando la vida de las naciones y de los pueblos en forma decisiva”.

Juan D. Perón, La Hora de los Pueblos, 1968

La política exterior de Argentina durante el gobierno del presidente Alberto Fernández, estuvo contextualizada por la pandemia, la guerra entre Rusia y Ucrania, el endeudamiento heredado y la sequía; y enmarcada en un mundo de interdependencia hegemónica, transición de la dominación económica- financiera anglosajona hacia el poder ascendente de China, resurgimiento de la geopolítica y el nacionalismo, expresada tanto en la disputa en Asia-Pacífico por el control del Mar de China y Taiwán, como en el anticolonialismo en Africa noroccidental, la guerra en Palestina y la proyección global de la OTAN como alianza ofensiva. En esta etapa analizar y, en el plano regional, por la vigencia de proyectos soberanistas en algunos países de América Latina, los intentos de recrear UNASUR y el debate del acuerdo MERCOSUR-UE; y se caracterizó por promover no sin algunas contradicciones, el interés nacional, los principios de soberanía, multipolaridad, multilateralismo, respeto al derecho internacional, integración regional, e inserción comercial.

Si bien el proyecto de Unión por la Patria fue derrotado electoralmente, en el balance de la política exterior de estos cuatro años se pueden destacar muchos logros, señalar errores y reafirmar desafíos para un futuro gobierno de este espacio político renovado.

En estos cuatro años Argentina estuvo integrada al mundo, tanto a Occidente como a Oriente, lejos de la crítica opositora que hoy gobierna y nos aleja de más de la mitad de la humanidad.

Las acciones del gobierno podrían enmarcarse en lo que Juan Carlos Puig denominó “autonomía heterodoxa”, enfoque apropiado para un país de tamaño medio como el nuestro, que reconoce la existencia de distintas potencias globales, no comparte algunos de sus lineamientos y preserva para sí intereses propios, teniendo presente que: 1) no hay políticas de poder sin poder, 2) que las necesidades del país en términos de intereses comerciales y/o renegociación de deudas implican en algunos casos ciertos condicionamientos geopolíticos y 3) que la política exterior y la política interna se influyen mutuamente según la relación de fuerza entre gobierno y factores de poder. 

Comenzando con la prioridad de la Política Exterior Argentina, respecto de “Malvinas” se desarrolló una política soberana que reafirmó en todo momento nuestros derechos sobre las dichas Islas, como también sobre Georgias del Sur, Sándwich del Sur y espacios marítimos correspondientes. Se denunció formalmente el acuerdo Foradori–Duncan de 2016 que era perjudicial para nuestros intereses, y se lo desactivó en la práctica en forma previa; además se logró una victoria diplomática sobre el Reino Unido al conseguir la inclusión del tema Malvinas en la declaración de la Cumbre CELAC – UE de 2023. Se crearon y aprobaron por ley, el Consejo de Estado de Malvinas con representación estatal y civil, la nueva Plataforma Continental y la capacitación obligatoria sobre Malvinas, acciones que mostraron la voluntad del gobierno de concientizar y transitar el camino de la recuperación pacífica del ejercicio efectivo de la soberanía sobre las Islas. Argentina, país marítimo, bicontinental y bioceánico debe profundizar sus acciones geoestratégicas y geoeconómicas en Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, por su importancia geopolítica y sus recursos naturales para el desarrollo del país.

El regreso de Luis Ignacio “Lula” Da Silva a la presidencia de Brasil permitió una sintonía fina entre los dos países más importantes de América del Sur sobre cuestiones tales como los desafíos de la multipolaridad, BRICS, UNASUR, CELAC y el proyecto de una moneda común para intercambios comerciales, entre otros temas.

Desde la presidencia Pro tempore de Argentina en el MERCOSUR, se impulsó un fortalecimiento del bloque regional, un aumento en el comercio intra regional, y la construcción de un bloque para contrapesar las asimetrías en las negociaciones comerciales con la Unión Europea y otros Estados. 

Alberto Fernández promovió el diálogo desde el “Grupo de Puebla” apoyando los procesos de integración regional.

Con el presidente Andrés Manuel López Obrador se acordó la iniciativa para la creación de la agencia espacial latinoamericana y hubo numerosas coincidencias en la Agenda de América Latina y el mundo. 

Asimismo, se profundizó la integración con los gobiernos de Uruguay, Paraguay y Chile, con este último se acordó continuar el proyecto de la red de fibra óptica para conectar el sur de nuestro continente con el sudeste asiático.

En estos cuatro años, Argentina, repudió el golpe de Estado en Bolivia, coordinó con México el salvoconducto del ex Presidente Evo Morales y su posterior asilo; apoyó al actual presidente Luis Arce e impulsó la incorporación plena de Bolivia al MERCOSUR. 

La victoria de Gustavo Petro, celebrada por nuestro gobierno, ha sido muy significativa para poner a Colombia en la línea de presidentes comprometidos con la Patria Grande.

El informe “Bachelet” sobre Venezuela tuvo a Argentina en su posición histórica en defensa de los derechos humanos, al mismo tiempo que rechazó a Juan Guaidó como presidente por su origen no democrático e ilegítimo. 

El presidente Alberto Fernández expresó en distintas reuniones, encuentros y foros virtuales, la necesidad de construir un orden mundial más justo y se pronunció por un capitalismo con rostro humano. 

Un logro importante de la gestión ha sido la decisión, demorada, de incorporarse al grupo de países BRICS, como una forma de adherir a los principios de un mundo multipolar y policéntrico. De mantenerse esta decisión, nos permitiría comerciar con un conjunto de países que representan el 22% de la superficie continental, el 42% de la población mundial, el 24% del PBI mundial y contribuyen con el 16% de las exportaciones y el 15% de las importaciones mundiales de bienes y servicios.

Con China, potencia en ascenso y destino principal de nuestras exportaciones, Argentina sostuvo sus relaciones políticas y comerciales no sin titubeos en temas como la energía nuclear y las centrales hidroeléctricas. Durante estos años China ha sido solidaria con Argentina en la Cuestión Malvinas. 

Con EE.UU., la agenda estuvo ocupada principalmente por el tema de la renegociación de la deuda externa, hubo coincidencias en temas como la lucha contra el cambio climático, y disputas por la Secretaría General de la OEA y la presidencia del BID. 

En el caso de Europa se puso un foco crítico sobre el acuerdo comercial MERCOSUR – Unión Europea, analizando su impacto sobre nuestro sector industrial y laboral, no obstante, la negativa de países como Francia para avanzar.

El presidente Alberto Fernández tuvo una diplomacia activa ante los principales países europeos, promoviendo el reclamo por un trato justo con las deudas de los países en desarrollo.

Con Rusia, que también ha manifestado un apoyo permanente a nuestra soberanía sobre las Islas Malvinas, se estrechó la relación a partir de la entrega solidaria de la vacuna “Sputnik” y se coordinó la solicitud de nuestro ingreso a los BRICS. Tenemos por delante el desafío de aumentar el intercambio comercial y avanzar en proyectos de integración espacial, militar y energética. 

Argentina expresó su apoyo al principio de integridad territorial de los Estados ante la intervención militar de Rusia en Ucrania, llamó a un cese de hostilidades, y pidió una mesa de negociaciones para alcanzar la paz en este conflicto, provocado por la pretensión de la OTAN de expandirse hacia las fronteras de Rusia.

En la guerra entre Israel y Palestina, Argentina condenó tanto los ataques del grupo Hamas contra la población israelí como la represalia de Israel en Gaza exigiendo el cumplimiento del Derecho Internacional Humanitario. Este conflicto tiene un principio de solución, en el cumplimiento de las distintas resoluciones de Naciones Unidas que reconocen la existencia de dos Estados. Asimismo, Argentina, en el marco de la operación denominada “Regreso Seguro”, envió aviones Hércules C-130 con destino a Tel Aviv, para evacuar a más de mil argentinos.

Con India nuestro país avanzó en el fortalecimiento de la cooperación bilateral para incrementar el intercambio comercial y las inversiones, muestra de ello es la cifra récord de más de 5600 millones de dólares en el último año. India es el cuarto socio comercial de Argentina a nivel global (considerando el comercio bilateral total), luego de Brasil, China y Estados Unidos, y también cuarto destino de nuestras exportaciones. 

Durante estos años, ha sido evidente la falta de decisión para concretar e implementar algunas “declaraciones”, sirva como ejemplo la demora en la incorporación a los BRICS, la falta de decisión para impulsar el funcionamiento nuevamente de UNASUR, la indefinición en la compra de los aviones caza polivalentes y otras decisiones que debieron tomarse en materia de defensa. Estos titubeos no son sólo atribuibles a problemas presupuestarios, como siempre se intenta explicar, sino, producto de no saber qué hacer, ante las presiones geopolíticas. Es preciso definir, en que áreas y temas se avanzará con cada potencia internacional.

En Argentina el signo político de gobierno ha cambiado, y todo confirma un alineamiento absoluto con el mundo anglosajón, en un regreso a las “relaciones carnales” de los años 90 con la consiguiente pérdida de autonomía en materia de política exterior y las consecuencias económicas por el debilitamiento de las relaciones con China y Brasil. La violencia verbal (agresión al Presidente de Colombia, Gustavo Petro), las concesiones en materia de soberanía en Malvinas (diálogo con David Cameron) y la torpeza diplomática (poner en cuestión el principio de una sola China con el acercamiento a Taiwán), son muestras claras del delirio y la deriva; y de una posición alejada del interés nacional y que conduce claramente al aislamiento internacional.

A pesar del péndulo de nuestra política exterior, seguimos pensando que Argentina debe asumir como Política de Estado, liderar junto a Brasil un proceso definitivo de integración política, institucional, social, energética, militar, financiera, comercial y ambiental que permita a nuestra región convertirse en un actor con capacidad de influencia mundial. Argentina, para poder incidir en los grandes temas de la agenda internacional como la seguridad internacional y la paz, la crisis climática y el cambio energético, la deuda externa, necesariamente deberá hacerlo desde la integración regional. En este camino resulta clave el fortalecimiento del MERCOSUR, recuperar UNASUR y la incorporación definitiva de Argentina a los BRICS, para contribuir a la construcción de un mundo más humano, sostenible e igualitario.

Omar Ruiz

Magister en Relaciones Internacionales

Ex Legislador Provincial Provincia Cordoba

Red de Capacidades Nacionales

Colaborador de Dossier Geopolitico

¡¡ EL 2024 SERÁ EL AÑO BISAGRA DE LOS GRANDES CAMBIOS GEOPOLÍTICOS !!

Lo afirma el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, en su columna del Club de La Pluma, a cuyo directores agradece su valiente militancia en la comunicación social, en tiempos tan peligrosos de esta Argentina de Milei, donde todo ha saltado por los aires, con una gravísima situación política y económica y con un final tan abierto como impredecible. Y que adquiere ribetes estrambóticos con la “ridícula clase de anarco liberalismo” que este personaje dio en Davos, a los corruptos capitalistas millonarios globales que dominan este mundo de injusticias y de guerras.

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Y señala muy especialmente la cantidad récord de elecciones a jefes de estado en todo el orbe, que convocan al 50% de la población mundial y que acompañarán los históricos cambios tectónicos del año 2024. Unos comicios que abarcaran a Rusia, India, EEUU, la Unión Europea, posiblemente el Reino Unidos y muchos otros estados, cuando ya se produjeron las de Taiwán, donde el partido separatista pro OTAN no consiguió la mayoría absoluta, en perjuicio de la estrategia estadounidense de profundizar el conflicto interno creado para dividir China.

También aborda la actualidad geopolítica analizando los más importantes escenarios mundiales tales como:

  • LA GUERRA DE UCRANIA, su derrota tácita, la tragedia demográfica y el fin de la ayuda económica de EEUU y la UE.
  • LOS HUTÍES DE YEMEN han puesto en jaque a las estructuras geoeconómicas del mundo con medios baratísimos, a pesar de la parafernalia militar de Washington, quién además ha desnudado su soledad internacional con una coalición raquítica de aliados.
  • EL CRIMEN DE LESA HUMANIDAD DE ISRAEL por el genocidio de palestinos, que ha pesar del rechazo mundial, sigue contando con la complicidad de EEUU y Europa y especialmente de una aplastante mayoría de hebreos.
  • LA RESPUESTA MILITAR DE IRÁN con su contundente ataque a las bases terroristas pro OTAN, en Irak, en Siria y en la propia Pakistán. Dando un fortísimo mensaje a Israel y a su vieja y fallida obsesión por crear una coalición junto a EEUU para destruirle.

Finalmente, Pereyra Mele anuncia que en próximos programas abordará la grave situación en América del Sur ante el accionar de “supuestos narco terroristas” en Ecuador, que puede propiciar y justificar la intervención norteamericana en toda la región, como fórmula para aislar a los estados e impedir su unificación geopolítica.

Eduardo Bonugli (Madrid, (21/01/24)

Carlos Pereyra Mele Director de Dossier Geopolitico columna Radial de Geopolitica

Por Alastair Crooke

China y Rusia han estado notablemente tranquilas, observando atentamente el movimiento de las placas tectónicas globales en respuesta a las «dos guerras».

China y Rusia han estado notablemente silenciosas, observando atentamente el movimiento de las placas tectónicas globales en respuesta a las «dos guerras» (la «multiguerra» de Ucrania e Israel). Realmente no es de extrañar; ambos estados pueden sentarse y simplemente observar cómo Biden y su equipo persisten en sus errores estratégicos en Ucrania y en las múltiples guerras de Israel.

El entrelazamiento de las dos guerras, por supuesto, dará forma a la nueva era. Hay riesgos sustanciales, pero por ahora pueden observar cómodamente desde lejos cómo se desarrolla una coyuntura climática en la política mundial, elevando gradualmente el ritmo del desgaste hasta convertirlo en un círculo de fuego.

El punto aquí es que Biden, en el centro de la tormenta, no es un Sun-Tzu sereno. Su política es personal y muy visceral: como escribió Noah Lanard en su análisis forense de Cómo Joe Biden se convirtió en el mejor halcón de Estados Unidos , su propio equipo lo dice claramente: la política de Biden se asienta en sus ‘ kishkes ‘: sus entrañas.

Esto se puede ver en la forma desdeñosa y gráfica en la que Biden se burla del presidente Putin llamándolo «autócrata», y en la forma en que habla de las víctimas del ataque de Hamás que fueron masacradas, agredidas sexualmente y tomadas como rehenes, mientras «el sufrimiento palestino queda vago – si es que se menciona en absoluto”. «Realmente no creo que vea a los palestinos en absoluto» , dice Rashid Khalidi, profesor de Estudios Árabes Modernos en la Universidad de Columbia.

Hay una larga y respetable historia de líderes que toman la decisión correcta espontáneamente desde su inconsciente, sin un cuidadoso cálculo racional. En el mundo antiguo ésta era una cualidad muy apreciada. Odiseo lo exudaba. Se llamaba mêtis. Pero esta capacidad dependía de tener un temperamento desapasionado y la capacidad de ver las cosas «en redondo»; para captar ambas caras de una moneda, diríamos.

Pero, ¿qué sucede si, como da a entender el profesor Khalidi, los ‘ kishkes ‘ están llenos de ira y bilis; simpatía instintiva por Israel, alimentada por una visión anticuada del escenario interno israelí. “Simplemente no parece reconocer la humanidad de [otros]” , como le dijo a Lanard un ex miembro del Equipo Biden.

Bueno, los errores –errores estratégicos– se vuelven inevitables. Y estos errores están atrayendo a Estados Unidos hacia adentro, cada vez más profundamente (como previó la Resistencia). Michael Knights, académico del grupo de expertos neoconservadores del Instituto Washington, señaló :

“Los hutíes están entusiasmados con sus éxitos y no será fácil disuadirlos. Están pasando el mejor momento de sus vidas, enfrentándose a una superpotencia que probablemente no pueda disuadirlos”.

Esto se produce a raíz de una guerra en Ucrania que ya está llegando a su conclusión inevitable. Tanto en Estados Unidos como entre sus aliados en Europa, se reconoce que Rusia ha prevalecido de manera abrumadora y en todos los «ámbitos de conflicto». No hay prácticamente ninguna posibilidad de que esta situación pueda recuperarse, independientemente del dinero o del nuevo «apoyo» occidental.

Los militares ucranianos prueban a diario los frutos amargos de este hecho. Muchos miembros de las clases dominantes de Kiev también lo entienden, pero tienen miedo de hablar. Sin embargo, el grupo de línea dura detrás de Zelensky insiste en seguir adelante con su ilusión de montar una nueva ofensiva.

Sería una muestra de amabilidad para con «aquellos a punto de morir» en otra inútil movilización que Occidente detuviera. El final es inevitable: un acuerdo para poner fin al conflicto en los términos de Rusia.

Ahhh, pero no olvidemos los ‘ kishkes’ de Biden : este resultado significaría que Putin ‘ganará’ y la esperanza de Biden de una guirnalda de victoria se reduciría a cenizas. La guerra debe continuar, incluso si su único logro es disparar misiles de largo alcance directamente contra las ciudades civiles de Rusia (un crimen de guerra).

Es obvio hacia dónde va esto. Biden está en un agujero que sólo puede profundizarse. ¿No puede dejar de cavar? Algunos en Estados Unidos tal vez deseen que lo haga, a medida que las perspectivas electorales demócratas se oscurecen. Pero parece probable que no pueda, porque entonces su enemigo (Putin) «ganaría».

Por supuesto, su némesis ya ganó.

Sobre Israel, Lanard continúa :

“…Biden a menudo ha atribuido su inquebrantable apoyo a Israel… a “una muy, muy larga discusión” con Henry “Scoop” Jackson, un senador notoriamente halcón (una vez descrito como ‘más sionista que los sionistas’).

“Después de que Biden se convirtió en vicepresidente, se mantuvo con su creencia de que ‘no hay luz del día’: («que la paz sólo vendrá si no hay ‘luz del día’ entre Israel y Estados Unidos»). En una memoria publicada el año pasado, Netanyahu escribió que Biden dejó clara su voluntad de ayudar desde el principio: “No tienes demasiados amigos aquí, amigo”, supuestamente dijo Biden . “Soy el único amigo que tienes. Así que llámame cuando lo necesites”.

En 2010, cuando Netanyahu enfureció a Obama con una importante expansión de los asentamientos mientras Biden estaba en Israel; Peter Beinart informó que mientras Biden y su equipo querían manejar la disputa en privado, el bando de Obama tomó una ruta completamente diferente: la Secretaria Clinton le dio a Netanyahu 24 horas para responder, advirtiendo : «Si no cumplen, podría tener consecuencias sin precedentes en las relaciones bilaterales». relaciones, de un tipo nunca antes visto”.

“Biden pronto se puso en contacto con un Netanayhu atónito… Biden socavó completamente al Secretario de Estado [Clinton] y le dio a [Netanyahu] una fuerte indicación de que cualquier cosa que se estuviera planeando en Washington era exaltación – y [que] podía desactivarlo cuando lo consiguiera. atrás».

Cuando Clinton vio la transcripción, “se dio cuenta de que Biden la había arrojado debajo del autobús”, dijo un funcionario. Beinart concluyó:

“que durante un período crítico a principios de la administración Obama, cuando la Casa Blanca contemplaba ejercer una presión real sobre Netanyahu para mantener viva la posibilidad de un Estado palestino, Biden hizo más que cualquier otro funcionario del gabinete para proteger a Netanyahu de esa presión”.

Claramente, tales relatos sitúan a Biden visceralmente a la derecha de algunos miembros del Gabinete de Guerra de Netanyahu: “No vamos a hacer nada más que proteger a Israel”, dijo Biden en un evento para recaudar fondos en diciembre “Ni una sola cosa”.

Ese respaldo inquebrantable es una receta segura para futuros errores estratégicos de Estados Unidos, como habrán supuesto Moscú, Teherán y Beijing.

El ex diplomático israelí y actual conocedor de Washington, Alon Pinkas, considera que aunque una guerra entre Israel y Hezbolá sería devastadora para ambas partes, “¿por qué parece inevitable?”

“Aunque Washington desconfía de tal acontecimiento… Israel parece resignado a la idea. Tanto es así, que un artículo del Washington Post citó a funcionarios estadounidenses expresando “alarma” y estimando que [Netanyahu] está fomentando la escalada como clave para su supervivencia política”.

Sin embargo, ¿qué le dicen los kishkes de Biden? Si una operación militar israelí para ‘mover’ a Hezbolá al norte del Litani ‘parece’ inevitable para Pinkas; y con Israel «resignado a ello», ¿no sería también probable -dado el respaldo inquebrantable de Biden a Israel- que Biden también esté de alguna manera resignado a una guerra?

¿Qué pasa con el informe del Washington Post del domingo de que Biden ha encargado a su personal la tarea de evitar una guerra total entre Israel y Hezbolá?

Ese informe –claramente filtrado a propósito– probablemente tenía más bien como objetivo vacunar a Estados Unidos de la culpa por la complicidad, en caso de que estallara una guerra en el Norte.

¿Fue un mensaje bastante diferente el que se transmitió a través del senador Lindsay Graham a Netanyahu en su reunión del jueves pasado –y a Mohamed Bin Salman (a quien Graham conoció más tarde en su tienda de campaña en el desierto)?, al igual que en 2010, Biden estaba “en silencio” diciéndole a Netanyahu que ¿Ignorar el mensaje de Obama sobre la necesidad de un Estado palestino?

(Las altas figuras estadounidenses no suelen reunirse con el Primer Ministro israelí y posteriormente con el Príncipe Heredero sin tocar la base con el comando de la Casa Blanca).

La clave para comprender la complejidad de lanzar una acción militar en el Líbano reside en la necesidad de verlo desde una perspectiva más amplia: desde la perspectiva de los neoconservadores, enfrentar a Hezbolá invoca los pros y los contras de una «guerra» más amplia de Estados Unidos con Irán. Un conflicto así implicaría aspectos geopolíticos y estratégicos diferentes y más explosivos, ya que tanto China como Rusia tienen una asociación estratégica con Irán.

El enviado estadounidense Hochstein se encuentra en Beirut esta semana y, según se informa, se le ha encomendado la tarea de obligar a las partes libanesa e israelí a cumplir las disposiciones de la (nunca implementada) Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas de 2006.

El gobierno libanés ha propuesto a la ONU una hoja de ruta para implementar la 1701. El ‘mapa’ prevé finalizar un acuerdo sobre los trece puntos fronterizos en disputa y propone demarcar la frontera entre Líbano e Israel en consecuencia. Pero, como señala Pinkas, tal configuración de la cuestión es totalmente engañosa, ya que la Resolución 1701 no es simplemente una disputa territorial no resuelta en el Líbano. El principal foco de la Resolución 1701 fue (y es) el desarme y desplazamiento de Hezbollah, sin embargo, el plan del gobierno libanés no menciona a Hezbollah en absoluto, lo que plantea dudas claras sobre su realismo y propósito.

¿Por qué se persuadiría a Hezbolá para que se desarmara, cuando Netanyahu, junto con el Ministro de Defensa Gallant, han anunciado a través de una declaración conjunta este fin de semana que “la guerra no está llegando a su fin: tanto en Gaza como en las fronteras del norte” con el Líbano?

Gallant, el fin de semana pasado, advirtió claramente que Israel no tolerará que aproximadamente 100.000 residentes israelíes sean desplazados de sus hogares en el norte de Israel y se les impida regresar a sus hogares debido a las amenazas de Hezbolá. Si no surge la solución diplomática de Hochstein (con Hezbolá desarmado y expulsado del sur), entonces Israel, prometió Gallant, tomará acciones militares . “El reloj de arena pronto cambiará”, advirtió.

Quizás lo más desalentador y siniestro de una confrontación militar entre Israel y Hezbollah es su aparente inevitabilidad, concluye Pinkas:

“La sensación de que es una conclusión inevitable. En ausencia de un acuerdo político duradero y mutuamente acordado, y dada la razón de ser de Hezbollah y las motivaciones regionales de Irán, una guerra así puede ser sólo una cuestión de tiempo”.

Entonces, cuando Blinken llegó a Israel, como era de esperar, se enfrentó a un profundo escepticismo sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo con el Líbano para que Hezbolá se retirara al otro lado del río Litani, informa el comentarista israelí Ben Caspit . (¡Bueno, ciertamente, si el tema no se ha planteado en absoluto a Hezbolá!).

Si Israel invadiera el Líbano para intentar expulsar a Hezbolá de la frontera, estaría, por supuesto, invadiendo un Estado miembro soberano de la ONU. Independientemente de las circunstancias, inmediatamente sería denunciado internacionalmente como una agresión ilegal.

Entonces, ¿el objetivo de estas negociaciones es tratar de lograr que el Estado libanés acepte un acuerdo «simplificado» (ignoradas las granjas de Sheba’a) que acepte la 1701 en principio, de modo que no se pueda acusar a Israel de invadir un Estado soberano?

¿Podría ser esto también una táctica, a la que Hezbolá accedió, para evitar la culpa en los círculos libaneses por desencadenar una guerra que dañaría al Estado, al hacer recaer sobre Israel la responsabilidad de lanzar un ataque contra el Líbano? ¿Esta iniciativa 1701 no es más que una farsa centrada en posibles consecuencias legales?

Si es así, ¿cómo afecta esto a cualquier mensaje que Biden pueda estar enviando a Israel por canales secundarios? Sabemos que un conjunto de mensajes estadounidenses enviados a Irán es que Estados Unidos no quiere una guerra con Irán. ¿Está esto preparando el escenario para que Biden vuelva a indicar que su propio apoyo inquebrantable a Israel permanece intacto? Casi con certeza.

Rusia, Irán y China y gran parte del mundo, naturalmente, están observando cómo Estados Unidos se deja arrastrar a una serie de errores estratégicos superpuestos –uno que lleva a otro– que sin duda remodelarán el orden global en su beneficio.

FUENTE https://strategic-culture.su/news/2024/01/15/gut-feelings-make-for-strategic-errors-us-lured-into-battlescape-in-gaza-yemen-and-now-iraq/

Las opiniones individuales no representan necesariamente las de DOSSIER GEOPOLITICO

Por Pepe Escobar

Incluso si el país 404 es completamente derrotado en 2024, una vez más es imperativo subrayarlo: esto está lejos de terminar.

Jugadores seleccionados diseminados por los silos de poder de Beltway, trabajando diligentemente como mensajeros para las personas que realmente dirigen el espectáculo en la Hegemonía, han llegado a la conclusión de que una confrontación sin límites con Rusia llevaría al colapso de toda la OTAN; deshacer décadas de férreo control estadounidense sobre Europa; y, en última instancia, provocar la caída del Imperio.

Tarde o temprano, jugar juegos arriesgados encontraría las líneas rojas indestructibles incorporadas en el objeto ruso inamovible.

Las élites estadounidenses son más inteligentes que eso. Pueden sobresalir en el riesgo calculado. Pero cuando hay tanto en juego, saben cuándo protegerse y cuándo retirarse.

No vale la pena arriesgar la “pérdida” de Ucrania –ahora un imperativo gráfico– con la pérdida de todo el viaje hegemónico. Sería demasiado que perder para el Imperio.

Así que, incluso cuando se desesperan cada vez más por la acelerada caída imperial en un abismo geopolítico y geoeconómico, están cambiando frenéticamente la narrativa, un ámbito en el que sobresalen.

Y eso explica por qué los desconcertados vasallos europeos en la UE controlada por la OTAN están ahora en pánico total.

Esta semana Davos ofreció montones de ensalada orwelliana. Los mensajes clave y frenéticos: la guerra es paz. Ucrania no está perdiendo (las cursivas son mías) y Rusia no está ganando. Por lo tanto, Ucrania necesita mucho más armamentismo.

Sin embargo, incluso al noruego Wood Stoltenberg se le dijo que siguiera la nueva línea que importa: “La OTAN no se está moviendo hacia Asia. Es China la que se está acercando a nosotros”. Esto ciertamente añade un nuevo significado extraño a la noción de placas tectónicas en movimiento.

Mantenga el motor de Forever Wars en funcionamiento

Hay un vacío total de “liderazgo” en Washington. No existe ningún “Biden”. Just Team Biden: una combinación corporativa que incluye mensajeros de bajo costo como el neoconservador de facto Little Blinkie. Hacen lo que les dicen los “donantes” ricos y los intereses financieros-militares que realmente dirigen el espectáculo, recitando las mismas viejas líneas saturadas de clichés día tras día, actores secundarios en un Teatro del Absurdo.

Sólo una exposición es suficiente.

Periodista: “¿Están funcionando los ataques aéreos en Yemen?”

El Presidente de los Estados Unidos: “Bueno, cuando usted dice trabajar, ¿están deteniendo a los hutíes? No. ¿Van a continuar? Sí.»

Lo mismo que pasa por “pensamiento estratégico” se aplica a Ucrania.

La potencia hegemónica no está siendo atraída a luchar en Asia occidental, por mucho que el acuerdo genocida en Tel Aviv, junto con los sioconservadores estadounidenses, quiera arrastrarla a una guerra contra Irán.

Aún así, la máquina imperial está siendo dirigida para mantener el motor de Forever Wars funcionando, sin parar, a diferentes velocidades.

Las élites a cargo son mucho más clínicas que todo el Equipo Biden. Saben que no ganarán en lo que pronto será el país 404. Pero la victoria táctica, hasta ahora, es enorme: enormes ganancias gracias al frenético uso de armas; destripar totalmente la industria y la soberanía europeas; reducir a la UE al subestatus de un humilde vasallo; y de ahora en adelante habrá mucho tiempo para encontrar nuevos guerreros sustitutos contra Rusia, desde fanáticos polacos y bálticos hasta toda la galaxia takfiri-neo ISIS.

Desde Platón hasta la OTAN , puede que sea demasiado pronto para afirmar que todo ha terminado para Occidente. Lo que casi ha terminado es la batalla actual, centrada en el país 404. Como subraya el propio Andrei Martyanov, correspondía a Rusia, una vez más, “comenzar a desmantelar lo que hoy se ha convertido en la casa de los demonios y del horror en Occidente y por Occidente”. , y lo está haciendo nuevamente al estilo ruso: derrotándolo en el campo de batalla”.

Esto complementa el análisis detallado expresado sobre la nueva granada de mano en un libro del historiador francés Emmanuel Todd.

Sin embargo, la guerra está lejos de terminar. Como dejó muy claro Davos una vez más, no se darán por vencidos.

La sabiduría china dicta que “cuando quieras herir a un hombre con una flecha, primero golpea a su caballo. Cuando quieras capturar a todos los bandidos, primero captura a su jefe”.

El “jefe” –o jefes– ciertamente están lejos de ser capturados. BRICS+ y la desdolarización pueden tener una oportunidad de lograrlo a partir de este año.

El final plutocrático

Bajo este marco, incluso la corrupción masiva entre Estados Unidos y Ucrania que implica círculos y círculos de robo de la generosa “ayuda” estadounidense, como reveló recientemente el ex parlamentario ucraniano Andrey Derkach, es un mero detalle.

No se ha hecho ni se hará nada al respecto. Después de todo, el propio Pentágono no pasa todas las auditorías. Estas auditorías, por cierto, ni siquiera incluyeron los ingresos de la enorme operación multimillonaria de heroína en Afganistán, con Camp Bondsteel en Kosovo establecido como centro de distribución para Europa. Las ganancias fueron embolsadas por agentes de inteligencia estadounidenses de forma clandestina.

Cuando el fentanilo reemplazó a la heroína como plaga interna de Estados Unidos, no tenía sentido seguir ocupando Afganistán, que posteriormente fue abandonado después de dos décadas en puro estilo Helter Skelter, dejando atrás más de 7 mil millones de dólares en armas.

Es imposible describir todos estos anillos concéntricos de corrupción y crimen organizado institucionalizado centrados en el Imperio a un Occidente colectivo con lavado de cerebro. Los chinos, una vez más, al rescate. Taoísta Zhuangzi (369 – 286 aC): “No se puede hablar del océano con una rana que vive en un pozo, no se puede describir el hielo a un mosquito estival y no se puede razonar con un ignorante”.

A pesar de la humillación cósmica de la OTAN en Ucrania, esta guerra indirecta contra Rusia, contra Europa y contra China sigue siendo la mecha que podría encender una Tercera Guerra Mundial antes del final de esta década. Quien lo decidirá es una plutocracia extremadamente enrarecida. No, Davos no: estos son sólo sus portavoces payasos.

Rusia ha reactivado un sistema de fábrica militar a la velocidad del rayo, con una capacidad que ahora es aproximadamente 15 veces mayor que en enero de 2022. A lo largo de la línea del frente hay alrededor de 300.000 soldados, además de en la retaguardia dos ejércitos de pinzas de cientos de miles de tropas móviles en cada pinza. estar preparado para crear un doble envolvimiento del ejército ucraniano y aniquilarlo.

Incluso si el país 404 es completamente derrotado en 2024, una vez más es imperativo subrayarlo: esto está lejos de terminar. Los dirigentes de Beijing entienden perfectamente que la hegemonía es un desastre en tal desintegración, en camino a la secesión, que la única manera de mantenerlo unido sería una guerra mundial. Es hora de releer a TS Eliot en más de un sentido: “Tuvimos la experiencia pero perdimos el significado, / y el acercamiento al significado restaura la experiencia”.

FUENTE: https://strategic-culture.su/news/2024/01/19/the-ukraine-charade-revisited/

Las opiniones dindividuales no representan necesariamente las de DOSSIER GEOPOLITICO



POR TYLER DURDEN

Emmanuel Todd, historiador, demógrafo, antropólogo, sociólogo y analista político, forma parte de una especie en extinción: uno de los pocos exponentes que quedan de la intelectualidad francesa de la vieja escuela, heredero de aquellos como Braudel, Sartre, Deleuze y Foucault que deslumbraron a sucesivos jóvenes. Generaciones de la Guerra Fría desde Occidente hasta Oriente.

La primera pepita de su último libro,  La Défaite de L’Occident  (“La derrota de Occidente”) es el pequeño milagro de haber sido publicado la semana pasada en Francia, justo dentro de la esfera de la OTAN: un libro como una granada de mano, de un pensador independiente, basado en hechos y datos verificados, que hace saltar por los aires todo el edificio de la rusofobia erigido en torno a la “agresión” del “zar” Putin.

Otra razón clave fue su libro de 2002  Apres L’Empire , una especie de avance de la decadencia y caída del Imperio publicado unos meses antes de Shock & Awe in Iraq.

Ahora Todd, en lo que ha definido como su último libro (“Cerré el círculo”) se permite ir a por todas y describir meticulosamente la derrota no sólo de Estados Unidos sino de Occidente en su conjunto, centrándose su investigación en y en torno a la guerra en Ucrania.

Teniendo en cuenta el ambiente tóxico de la OTAN, donde reinan la rusofobia y la cultura de la cancelación, y cada desviación es punible, Todd ha tenido mucho cuidado de no enmarcar el proceso actual como una victoria rusa en Ucrania (aunque eso está implícito en todo lo que describe, desde varios indicadores de paz social a la estabilidad general del “sistema Putin”, que es “un producto de la historia de Rusia, y no la obra de un solo hombre”).

Más bien, se centra en las razones clave que han llevado a la caída de Occidente. Entre ellos: el fin del Estado-nación; desindustrialización (que explica el déficit de la OTAN en la producción de armas para Ucrania); el “grado cero” de la matriz religiosa de Occidente, el protestantismo; el fuerte aumento de las tasas de mortalidad en Estados Unidos (mucho más altas que en Rusia), junto con los suicidios y homicidios; y la supremacía de un nihilismo imperial expresado por la obsesión con Forever Wars.

El colapso del protestantismo

Todd analiza metódicamente, en secuencia, Rusia, Ucrania, Europa del Este, Alemania, Gran Bretaña, Escandinavia y finalmente El Imperio. Centrémonos en los que serían los 12 Grandes Éxitos de su notable ejercicio.

1. Al inicio de la  Operación Militar Especial  (SMO) en febrero de 2022, el PIB combinado de Rusia y Bielorrusia era sólo el 3,3% del Occidente combinado (en este caso, la esfera de la OTAN más Japón y Corea del Sur). Todd está asombrado de cómo este 3,3% capaz de producir más armas que todo el coloso occidental no sólo está ganando la guerra sino que está reduciendo las nociones dominantes de la “economía política neoliberal” (tasas del PIB) al caos.

2. La “soledad ideológica” y el “narcisismo ideológico” de Occidente, incapaz de comprender, por ejemplo, cómo “todo el  mundo musulmán  parece considerar a Rusia como un socio y no como un adversario”.

3. Todd evita la noción de “estados weberianos”, evocando una deliciosa compatibilidad de visión entre Putin y el practicante de la realpolitik estadounidense John Mearsheimer. Debido a que se ven obligados a sobrevivir en un entorno donde sólo importan las relaciones de poder, los Estados actúan ahora como “agentes hobbesianos”. Y eso nos lleva a la noción rusa de un Estado-nación, centrado en la “soberanía”: la capacidad de un Estado para definir independientemente sus políticas internas y externas, sin interferencia extranjera de ningún tipo.

4. La implosión, paso a paso, de la cultura WASP, que condujo, “desde los años 1960”, a “un imperio privado de centro y de proyecto, un organismo esencialmente militar gestionado por un grupo sin cultura (en el sentido antropológico) ”. Este es Todd definiendo a los neoconservadores estadounidenses.

5. Estados Unidos como entidad “postimperial”: sólo una cáscara de maquinaria militar privada de una cultura impulsada por la inteligencia, que conduce a una “expansión militar acentuada en una fase de contracción masiva de su base industrial”. Como subraya Todd, “la guerra moderna sin industria es un oxímoron”.

6. La trampa demográfica: Todd muestra cómo los estrategas de Washington “olvidaron que un estado cuya población disfruta de un alto nivel educativo y tecnológico, incluso si está disminuyendo, no pierde su poder militar”. Ese es exactamente el caso de Rusia durante los años de Putin.

7. Aquí llegamos al meollo del argumento de Todd: su reinterpretación post-Max Weber de La ética protestante y el espíritu del capitalismo, publicada hace poco más de un siglo, en 1904/1905: “Si el protestantismo fue la matriz para la ascensión del Occidente, su muerte, hoy, es la causa de la desintegración y la derrota”.

Todd define claramente cómo la “Revolución Gloriosa” inglesa de 1688, la Declaración de Independencia Americana de 1776 y la Revolución Francesa de 1789 fueron los verdaderos pilares del Occidente liberal. En consecuencia, un “Occidente” ampliado no es históricamente “liberal”, porque también diseñó el “fascismo italiano, el nazismo alemán y el militarismo japonés”.

En pocas palabras, Todd muestra cómo el protestantismo impuso la alfabetización universal a las poblaciones que controlaba, “porque todos los fieles deben acceder directamente a las Sagradas Escrituras. Una población alfabetizada es capaz de lograr un desarrollo económico y tecnológico. La religión protestante modeló, por accidente, una fuerza laboral superior y eficiente”. Y es en este sentido que Alemania estuvo “en el corazón del desarrollo occidental”, incluso si la Revolución Industrial tuvo lugar en Inglaterra.

La formulación clave de Todd es indiscutible: “El factor crucial del ascenso de Occidente fue el apego del protestantismo a la alfabetización”.

Además, el protestantismo, subraya Todd, está dos veces en el corazón de la historia de Occidente: a través del impulso educativo y económico -con el miedo a la condenación y la necesidad de sentirse elegido por Dios engendrando una ética de trabajo y una moralidad colectiva fuerte- y a través de la idea de que los hombres son desiguales (recordemos la carga del hombre blanco).

El colapso del protestantismo no pudo sino destruir la ética del trabajo en beneficio de la codicia de las masas: es decir, el NEOLIBERALISMO.

Transgenerismo y el culto a lo falso

8. La aguda crítica de Todd al espíritu de 1968 merecería un libro completamente nuevo. Se refiere a “una de las grandes ilusiones de la década de 1960, entre la revolución sexual angloamericana y Mayo del 68 en Francia”; “creer que el individuo sería mayor si se liberara de lo colectivo”. Eso condujo a una debacle inevitable: “Ahora que estamos libres, en masa, de creencias metafísicas, fundacionales y derivadas, comunistas, socialistas o nacionalistas, vivimos la experiencia del vacío”. Y así nos convertimos en “una multitud de enanos miméticos que no se atreven a pensar por sí mismos, pero se revelan tan capaces de intolerancia como los creyentes de la antigüedad”.

9. El breve análisis de Todd sobre el significado más profundo del transgenerismo destroza por completo la Iglesia del Despertar, desde Nueva York hasta la esfera de la UE, y provocará ataques de ira en serie. Muestra cómo el transgénero es “una de las banderas de este nihilismo que ahora define a Occidente, este impulso por destruir, no sólo las cosas y los seres humanos, sino la realidad”.

Y hay una ventaja analítica adicional: “La ideología transgénero dice que un hombre puede convertirse en mujer y una mujer puede convertirse en hombre. Esta es una afirmación falsa y, en este sentido, cercana al corazón teórico del nihilismo occidental”. La cosa empeora cuando se trata de las ramificaciones geopolíticas. Todd establece una conexión mental y social lúdica entre este culto a lo falso y el comportamiento tambaleante del Hegemón en las relaciones internacionales. Ejemplo: el objetivo nuclear iraní logrado con Obama se convirtió en un régimen de sanciones duras con Trump. Todd: “La política exterior estadounidense es, a su manera, fluida en materia de género”.

10. El “suicidio asistido” en Europa. Todd nos recuerda cómo Europa al principio era la pareja franco-alemana. Luego, después de la crisis financiera de 2007/2008, esto se convirtió en “un matrimonio patriarcal, en el que Alemania como cónyuge dominante ya no escucha a su pareja”. La UE abandonó cualquier pretensión de defender los intereses de Europa: se aisló de la energía y el comercio con su socio Rusia y se autosancionó. Todd identifica, correctamente, el eje París-Berlín reemplazado por el eje Londres-Varsovia-Kiev: ese fue “el fin de Europa como actor geopolítico autónomo”. Y eso ocurrió sólo 20 años después de la oposición conjunta de Francia y Alemania a la guerra neoconservadora contra Irak.

11. Todd define correctamente a la OTAN al sumergirse en “su inconsciente”: “Observamos que su mecanismo militar, ideológico y psicológico no existe para proteger a Europa Occidental, sino para controlarla”.

12. Junto con varios analistas en Rusia, China, Irán y entre independientes en Europa, Todd está seguro de que la obsesión de Estados Unidos –desde los años 1990- por aislar a Alemania de Rusia conducirá al fracaso: “Tarde o temprano, colaborarán , ya que “sus especializaciones económicas los definen como complementarios”. La derrota en Ucrania abrirá el camino, ya que una “fuerza gravitacional” seduce recíprocamente a Alemania y Rusia.

Antes de eso, y a diferencia de prácticamente cualquier “analista” occidental en la  esfera principal de la OTAN , Todd entiende que Moscú va a ganar contra toda la OTAN, no solo contra Ucrania, aprovechando una ventana de oportunidad identificada por Putin a principios de 2022. Todd apuesta en una ventana de 5 años, es decir, un final para 2027. Es esclarecedor compararlo con el Ministro de Defensa Shoigu, registrado el año pasado: la SMO terminará en 2025.

Cualquiera que sea el plazo, en todo esto está incorporada una victoria total de Rusia, en la que el ganador dictará todos los términos. Ni negociaciones, ni alto el fuego, ni conflicto congelado, tal y como la Hegemonía está ahora desesperada dando vueltas.

Davos representa El triunfo de Occidente

El amplio mérito de Todd, tan evidente en el libro, es utilizar la historia y la antropología para llevar al diván la falsa conciencia de la sociedad occidental. Y así es como, centrándose, por ejemplo, en el estudio de estructuras familiares muy específicas en Europa, logra explicar la realidad de una manera que escapa por completo a las masas colectivas occidentales con lavado de cerebro que persisten bajo el turboneoliberalismo.

No hace falta decir que el libro de Todd, basado en la realidad, no será un éxito entre las élites de Davos. Lo que está sucediendo esta semana en Davos ha sido inmensamente esclarecedor. Todo está a la vista.

De todos los sospechosos habituales: la tóxica Medusa von der Leyen de la UE; el belicista Stoltenberg de la OTAN ; BlackRock, JP Morgan y una variedad de mandamases estrechando la mano de su sudorosa sudadera de juguete en Kiev: el mensaje del “Triunfo de Occidente” es monolítico.

La guerra es paz. Ucrania  no  está perdiendo (las cursivas son mías) y Rusia no está ganando. Si no está de acuerdo con nosotros (en cualquier aspecto), será censurado por “incitación al odio”. Queremos el Nuevo Orden Mundial, piensen lo que piensen ustedes, humildes campesinos, y lo queremos ahora.

Y si todo lo demás falla, una Enfermedad X prefabricada vendrá a por ti.

FUENTE: https://www.zerohedge.com/geopolitical/escobar-how-west-was-defeated

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