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Por Edgar Chacón Morales para Semanario Universidad Costa Rica

Hay una situación mundial que cada día queda más evidente y los acontecimientos así lo muestran: el cambio en el orden mundial.

Por un lado, los países BRICS como bloque y por otro, países en relaciones bilaterales, proponen y dan lugar a transacciones comerciales dejando por fuera al dólar.

Los países BRICS, ponen en marcha planes para echar a andar su propio banco y su moneda de negocios: El yuan se perfila en este sentido y la Rupia también levanta la mano.

En cuanto a la gestión del Banco, Dilma Rousseff de Brasil, es designada como directora de la institución. Tomó posesión en estos días, con la presencia del presidente Luis Ignacio Lula da Silva, en la sede del Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS, en Shanghai, China.

Con cien mil millones de dólares de capital, el Banco tomará operaciones, que en mucho han desarrollado hasta ahora, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

Es un deber ético y de justicia darle su lugar al reconocimiento para la expresidenta de Brasil y desearle éxitos, luego del paso por insultos, vejámenes e injusticias a los que fue sometida por los serviles de los poderes neoliberales.

El presidente Lula, viajó acompañado por una delegación de empresarios y políticos, al país que es el principal socio comercial de Brasil. (El Mundo)

En fechas recientes, han visitado China, Emmanuel Macron de Francia, acompañado de la comerciante Úrsula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea; Pedro Sánchez, de España y Olaf Scholz de Alemania.

Al presidente Macron se le ha llamado el “…niño prodigio de la banca…” (Reuters) y también “Un empleado de los Rothschild…”. (Pedro Fernández)

En esa visita, Macron se demarcó de Estados unidos, por lo que fue tratado de traidor por políticos estadounidenses. (France 24)

Por su parte, Japón levanta la voz en el G7/OTAN, se deslinda y “pide permiso” para comprarle petróleo a la Federación Rusa. Estados Unidos hace una excepción y “le da permiso”. Japón comprará a más de 60 dólares el barril, precio tope puesto por “occidente.” Lo pagará a 100 dólares o más, por barril, (Negocios.TV)

Además, en un escenario en el que países como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Irak y Omán, anuncian que retiran más de un millón de barriles diarios del mercado. (Público)

También estos países, ya han planteado negocios fuera de la hegemonía del dólar y países de ASEAN, sudeste asiático, “discuten abandonar al dólar y al euro en sus tratativas comerciales y su principal potencia geoeconómica, Indonesia…, invita a sus socios regionales a cesar el uso de las tarjetas de crédito Visa y MasterCard para evitar las repercusiones de las sanciones occidentales contra Rusia”. (News Desk)

Cabe esperar cuáles serán las reacciones de Estados unidos al respecto.

En otro orden de cosas, China logró que Arabia Saudita e Irán se dieran la mano y por lo tanto, plantear algunos acuerdos consecuentes, entre ellos se vislumbran respectivos pasos hacia la paz en Yemen, por lo pronto un alto al fuego, en un conflicto que lleva ya varios años.

Si bien, en este conflicto están presente elementos culturales, religiosos, de cosmovisión, entre Sunitas con apoyo de Arabia Saudita y Chiitas con apoyo de Irán, no son los únicos elementos: Intereses geoeconómicos y geopolíticos, juegan en la situación.

En este orden de asuntos, debe tenerse en cuenta que la base del petrodólar se ve afectada, pues venía desde los años 70 del siglo pasado, por gestiones del presidente Nixon, quien cambió el respaldo del dólar, del patrón oro, al respaldo del petróleo de Arabia Saudita, dando origen a los petrodólares, lo que este país estaría “poniendo en revisión”.

El acuerdo entre Irán y Arabia Saudita conlleva el restablecimiento de relaciones diplomáticas; acuerdos para intercambio de actividades económicas como el turismo; visita por parte de Arabia Saudita a Yemen, para arreglos de paz, entre otros. (Liu Sibaya)

En este escenario geopolítico, la explosión de un dron de Estados Unidos en Siria provocó la muerte de nueve civiles. Cabe preguntarse: ¿Es para causar discordia entre chiitas y sunitas apoyados por Irán y Arabia Saudita, respectivamente? El presidente Biden dijo que esto se debió a la protección y defensa de intereses y ciudadanos de Estados Unidos, ya que había fallecido un “contratista” de ese país.

Caben de nuevo algunas preguntas: ¿Se trataba en realidad de un mercenario, cumpliendo alguna misión? ¿Es un “Plan del dólar para conservar su hegemonía…”? (The MXFam) ¿Se trata de provocar conflictos, en relación con los acuerdos Irán/Arabia Saudita? ¿Hay alguna relación con las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos?

Con relación a esto último y a los sucesos judiciales alrededor del ¿aspirante? Donald Trump: ¿Estamos frente a la presencia de “law fare”, en el propio Estados Unidos? Derivará esto en favor de la campaña de Donald Trump?

Al respecto, Donald Trump, se refirió al presidente Joe Biden, en los siguientes términos: “Puedes tomar a cinco de los peores presidentes de la historia de EEUU, ponerlos juntos, y no harán tanto daño como el que hizo Biden en sólo 15 meses. Mató el sueño americano en un año”. (Granma.cu)

Por otro lado, en su mencionada visita a China, Von der Leyen,  refiriéndose a los sucesos en Ucrania, “exigió” que China no enviara armas a la Federación Rusa. (France 24), como si la OTAN no enviara armas a Ucrania.

En cuanto al conflicto en Ucrania, que la Unión Europea piense en una “hoja de ruta” o guía para un plan de paz, es una intención que está en la vía de parar ese conflicto, y no apoyar la insistencia en el mismo, pese a intereses presentes y con lo que implica en el ámbito mundial.

Debe tenerse presente que, Estados Unidos, basa su hegemonía, fundamentalmente en dos elementos: Su fuerza militar; y el dólar, como vehículo de transacciones, de la mano sistema Swift.

Como lo demuestran los acontecimientos relatados antes, el dólar está siendo obviado en distintas transacciones. Su fuerza militar, está en momentos de desafíos fuertes.

Otro elemento que el G7/OTAN arguye, es la defensa del sistema internacional basado en reglas. ¿Reglas de quién; reglas que las puso quién; ¿que le sirven a quién y que las manipula quién, al servicio de sus intereses?

Queda claro también que el neoliberalismo impulsado por el capital globalista “forodaviano”, impulsor de respectivas guerras y agresiones, que ha contado con el Partido Demócrata y figuras como Barak Obama y Bill Clinton antes y ahora Joe Biden, está encontrando un fuerte valladar a sus planes.

Por lo visto, a los países guiados por el neoliberalismo se les reduce su escenario exterior, a la vez que afrontan problemas internos. Así las cosas, a los países que conforman la Unión Europea les esperan por lo menos tres retos: ganar credibilidad internacional; confianza al interior de sus sociedades y pensarse como conjunto de países.

Por América Latina, Brasil es el país que está tomando, con la decisión consecuente, esta oportunidad histórica.

La democracia de este lado del mundo, occidental y cristiano debe fortalecerse como sistema organizativo justo y equitativo.

Para quienes piensen, de manera pesimista, que la alternativa multipolar/unipolar, sólo se trata de cambiar de “director de orquesta”, se hace necesario aclarar, que son visiones y formas diferentes de organizar la convivencia internacional y la gestión de la humanidad, el planeta y la vida.

FUENTE SEMANARIO UNIVERSIDAD https://semanariouniversidad.com/opinion/acontecimientos-de-geoeconomia-y-geopolitica-senales-claras-del-inicio-del-proceso-de-descenso-de-la-hegemonia-usa-g7-otan/

por Gabriel Merino el avion Negro

Todas las noches me pregunto por qué todos los países tienen que comerciar respaldados por el dólar (…) ¿Por qué no podemos comerciar respaldados con nuestras propias monedas? ¿Quién decidió que el dólar fuera la moneda (global) tras la desaparición del patrón oro? ¿Por qué no el yuan o el real o el peso? Lula da Silva durante la visita a China en abril de 2023

¿Nos encontramos en una larga marcha —lenta pero inexorable— hacia la desdolarización del sistema mundial? Probablemente sí. No es un proceso inexorable —en última instancia es el resultado de la pugna entre fuerzas político-sociales, mediadas por los estados y otras instituciones— pero es hoy la tendencia dominante, que se aceleró a partir de la escalada en la guerra en Ucrania y la utilización generalizada del dólar como gran arma económica por parte de Estados Unidos. Sin embargo, en términos regionales, esta realidad puede ser distinta.

El abandono del patrón oro de la libra esterlina en 1931 (junto con una devaluación del 24%) expresó su fin como la moneda del sistema capitalista mundial, en correspondencia con el quiebre de la hegemonía del imperialismo británico. Pero ello no implicó que en sus colonias y semicolonias deje de ser la libra la moneda dominante. Es más, Londres buscó defender a sangre y fuego, donde tuvo capacidad, su imperio financiero y territorial con la respectiva utilización de su moneda.

Si nos trasladamos al presente, podría decirse que el declive global del dólar no se traducirá necesariamente de forma lineal en su “patio trasero”. Es más, seguramente emergerán muchas propuestas de dolarización como parte de una disputa regional que forma parte de una disputa mundial (lo queramos o no).

La moneda, en tanto institución económica fundamental, es un indicador clave de poder. La autonomía relativa de un territorio y su soberanía efectiva, las relaciones de dependencia y la dinámica centro-periferia, o la proyección de poder de una potencia tienen su correlato en materia monetaria. No resulta casual que la “Argentina bimonetaria”, que se funda a partir de 1976, vaya de la mano del proceso de periferialización y pérdida de densidad nacional del país, en línea con la región.

Janet Abu-Lughod escribe en su libro Antes de la hegemonía europea: el sistema mundial de1250-1350, que: “Los comerciantes venezianos y genoveses, hasta la segunda mitad del siglo XIII, empleaban monedas de oro de Constantinopla y de Egipto en lugar de las propias, lo que indica su status semiperiférico en el comercio mundial”. Tanto la República de Venecia como la de Génova ya eran importantes centros comerciales, políticos y militares del Mediterráneo, y tenían un papel clave incluso en el comercio con Asia, pero en los años anteriores a su apogeo todavía ocupaban un lugar secundario. Una clave de ello es que debían comerciar en las monedas de otros países, los imperios territoriales o centros de poder principales: Bizancio, Egipto e incluso China.

Hoy la discusión que plantea Lula tiene similitudes con la que se planteaban en su momento Génova y Venecia “¿Por qué no podemos comerciar respaldados con nuestras propias monedas?”. Y ello, aunque a primera vista no parezca, está directamente relacionado con el planteo central de Cristina Fernández de Kirchner en el último tiempo: “El principal problema que tiene el país es la economía bimonetaria”. Es una cuestión de poder.

Las condiciones “materiales”

En diciembre de 2009, ante los crecientes costos de financiamiento de la deuda externa, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner avanzó con la creación del Fondo del Bicentenario para el Desendeudamiento y la Estabilidad, con el fin garantizar los vencimientos de deuda durante 2010 con las reservas del Banco Central que sumaban 47.000 millones de dólares.

La decisión tenía mucha lógica. A la Argentina le pagaban tasas cercanas a 0% por sus reservas depositadas en el exterior (0,25% para ser más preciso, negativas en términos reales), mientras que debía pagar tasas exorbitantes del orden del 10% o más para tomar deuda. La brecha de tasas —entre lo que pagan por nuestras reservas y lo que nosotros pagamos de tasa— se complementa con la  gran cantidad de reservas que debe tener un país periférico y semi-periférico para evitar shocks externos o procesos de desestabilización. Esta condición sistémica se impuso como realidad material especialmente desde los años setenta y ochenta del siglo XX, con el desarrollo del capitalismo global financiarizado, bajo el proyecto neoliberal, desarrollándose en la práctica otro mecanismo estructural de extracción de excedente del Sur Global hacia el Norte Global. En este sentido, aparece como una suerte de “tributo” al capital financiero del Norte global que deben pagar los países periféricos y semiperiféricos (85% de la población mundial antes del ascenso de China).

En otras palabras, un país dependiente debe acumular reservas para sostener la moneda y evitar shocks externos. Además, la mayor parte de los países cuentan con poco margen de maniobra para hacer política monetaria, la cual termina siendo procíclica, es decir, si están en un ciclo negativo esta tiende hacia el ajuste —como trata de asegurar el FMI en la periferia, en tanto comisariado del capital financiero transnacional del Norte Global, a contramano de lo que hacen en el centro. En caso de que un país intente insubordinarse a dicha situación, puede exponerse a fuertes golpes especulativos y presiones financieras, que varían según el poder relativo de los estados y sus sistemas financieros-monetarios y la situación macroeconómica del país en particular.

En contraposición, EE.UU. puede mantener enormes déficits estructurales comercial y fiscal, financiar su inmenso presupuesto militar, vivir muy por encima de lo que produce y tener un gran margen de política monetaria para actuar de acuerdo a los ciclos. Se trata del “privilegio exorbitante” del dólar al que se refería el ministro de finanzas francés, Valéry Giscard, exacerbado a partir de los años setenta con el abandono del patrón dólar-oro. A pesar de las quejas de Giscard, a ese club de los privilegiados se suman, además de los demás países anglosajones que son parte del polo dominante del sistema financiero global (y quienes controlan casi en su totalidad finanzas en negro a través de sus paraísos fiscales), el eje franco-alemán de la zona euro y Japón con el yen, aunque como socios menores. Entre los “privilegios” está el de la capacidad de hacer la guerra económica, usando al dólar como un arma.

A estas cuestiones se refieren Galípolo y Haddad (actual ministro de economía de Brasil), en el escrito en donde proponen avanzar en una moneda común: “La utilización del poder monetario en el ámbito internacional renueva el debate sobre la relación entre moneda, soberanía y capacidad de autodeterminación de los pueblos, sobre todo en países con monedas consideradas no convertibles. Al no ser aceptadas estas monedas como medio de pago y reserva de valor en el mercado internacional, sus gestores están más sujetos a las limitaciones impuestas por la volatilidad del mercado financiero internacional.”.

El problema es que escapar de estas condiciones materiales no es meramente una cuestión de voluntad política, aunque sin ella sea imposible. A partir de la voluntad política pueden construirse las condiciones que permitan ganar en márgenes de maniobra (construir nuevas condiciones objetivas). Pero sin dichas condiciones, un país que decida actuar como un Estado central —tener política monetaria y financiera contracíclica o evitar acumular grandes reservas que pagan un “tributo” al capital financiero transnacional— es probable que termine en una situación de debilidad macroeconómica y crisis, con una economía con alta inflación y/o bimonetaria como sus manifestaciones. La cuestión es estructural. Eso nos lleva a ver no sólo los instrumentos nacionales sino la necesidad de construir instrumentos regionales. Resulta imprescindible la escala.

La escala

En los años cincuenta del siglo pasado quedó en evidencia que Argentina no tenía la escala suficiente para constituirse en un centro o polo de desarrollo por sí mismo. La puesta en marcha de un proyecto de desarrollo industrial y soberano —luego de que se habían esfumado las condiciones para desarrollarse como semicolonia próspera en 1931, con el declive del imperio británico y la realidades geopolíticas y económicas del hegemón emergente— comenzó a chocar con un conjunto de restricciones clave, entre ellas el tamaño del mercado interno y la fortaleza geopolítica para resistir las presiones contrarias a que se establezca un polo de desarrollo alternativo al sur del hemisferio occidental.

El problema de la escala es lo que claramente expresa Juan Domingo Perón en el texto “Confederaciones Continentales” de 1951, cuando afirma que “Ni Argentina, ni Brasil, ni Chile aisladas pueden soñar con la unidad económica indispensable para enfrentar un destino de grandeza.”. Sin embargo, desde el núcleo de aglutinación conformado por el Nuevo ABC —acrónimo de la alianza entre Argentina, Brasil y Chile que recupera del barón de Río Branco— se pude “intentar desde aquí la unidad latinoamericana con una base operativa polifásica con inicial impulso indetenible”. Hacia fines de los años setenta, también en Brasil quedó en evidencia este problema de escala —que se manifiesta tanto en la esfera geopolítica como económica.

El conjunto de problemas económicos o imposibilidades para el desarrollo de la fragmentación regional también lo había advertido en 1949, bajo la perspectiva estructuralista, Raúl Prebisch, afirmando que el  “fraccionamiento de los mercados es, pues, otro de los límites del desarrollo industrial de nuestros países. Pero lejos de ser infranqueable, es de aquellos que una política clarividente de interdependencia económica podría remover con gran beneficio recíproco.”.

Como observa Alberto Methol Ferré, en el siglo XX había surgido un nuevo umbral para el desarrollo y el ejercicio efectivo de la soberanía: los Estados Continentales Industriales. Desde otra perspectiva, el italiano Giovanni Arrighi observa lo mismo y desarrolla la categoría de complejos agrario-industrial-militares integrados de escala continental como nuevos contenedores de poder del siglo XX, que desplazaban a los viejos Estados metropolitanos de escala más pequeña, aunque con imperios coloniales formales. En otras palabras, Sin Escala No Hay Posibilidad del Desarrollo o de construir un país con Justicia Social, Soberanía Política e Independencia Económica, conceptos relativos a la posición de la región en el sistema mundial, que incluye tanto la dimensión inter-estatal como en la división internacional del trabajo. Y la dimensión central de esta cuestión es política, a partir de lo cual deben resolverse los elementos estructurales.

En los años ochenta, cuando el declive periférico se había puesto en marcha de forma inexorable en las condiciones planteadas y frente a las desastrosas implicancias de las salidas neoliberales y reprimarizantes para países de tamaños medios como los nuestros, los presidentes de Argentina y Brasil, Raúl Alfonsín y José Sarney volvieron a intentar hacer resurgir la estrategia de la integración. En ese escenario, en 1987 surge la propuesta del Gaucho, una moneda común entre ambos países, en línea con la declaración de Iguazú de 1985, donde se cimentaron los pilares de la asociación argentino-brasileña, que luego posibilitaría avanzar hacia la construcción del  MERCOSUR junto a Uruguay y Paraguay. Podría interpretarse casi como una respuesta defensiva, ya que no había destino para el sector industrial sin al menos garantizar cierto mercado regional, y no había escala suficiente bajo las fronteras nacionales o de “patria chica” para enfrentar la condición de semiperiferia dependiente en declive. En los complicados años ochenta, que luego se recordarán en materia económica y social como “la década perdida”, se imponía como imperiosa necesidad la unidad del conjunto de los miembros de la cuenca del Plata.

En la década de los 2000 y bajo nuevos vientos políticos opuestos al neoliberalismo, el Consenso de Washington y las inevitables consecuencias económicas y sociales del proceso de periferialización de la región (desindustrialización, pérdida de capacidades científico-tecnológicas y de defensa, caída de los ingresos medios en relación al Norte Global conformado por el G7, etc.), reapareció la agenda integracionista en una perspectiva de regionalismo autonomista y desarrollista. Y con ello, nuevamente, la idea de una integración monetaria y financiera. Una de las propuestas centrales fue la del sucre (unidad de cuenta) y el Sistema Unitario de Compensación Regional (SUCRE) en los países del ALBA. También se planteó la creación del Banco del Sur —como fondo monetario, banco de desarrollo y organización prestamista— propuesto por Argentina a Brasil en 2002, firmado en 2007 y cuya primera reunión se produjo en Venezuela en 2013. Este organismo se fondearía con las reservas de los países miembros, posibilitando que dichos recursos impulsen el trabajo y la producción nacional, en lugar de fondear al capital financiero del Norte Global a cambio de nada. Por otro lado, Argentina y Brasil acordaron en 2008 un sistema de pagos para comerciar en las monedas propias.

Uno de los gobiernos que más insistió para avanzar con el banco del Sur y un sistema monetario unificado a nivel regional fue el de Ecuador. En dicho país, la crisis de 1999 derivó en la dolarización de la economía, una salida que también se planteó en Argentina entre 1999 y 2001, donde confluían sectores del poder local y del Norte, en particular lo que denominamos las fuerzas “americanistas”, que tienen como premisa geoestratégica central la proyección continental. De hecho, la clara disputa entre el ALCA y el MERCOSUR se completaba, aunque no de forma lineal, con el debate entre dolarización o pesificación.

El ecuatoriano Rafael Correa observó que no había forma de salir de la dolarización de su economía, que restringía completamente su política monetaria y sus políticas de desarrollo, sin un esquema regional. Probablemente esto también se aplique al problema de cómo salir de economía bimonetaria de Argentina, frente a la realidad de nuestra semidolarización.

Como desde hace setenta años, por distintas razones —entre las cuales la dimensión de la puja geopolítica y la falta de determinación en la vocación continental son sin dudas claves— estas iniciativas estratégicas no lograron consolidarse. Y el problema es que la falta de “materialidad” en la integración continental, es decir, la dificultad para construir condiciones materiales necesarias y de escala continental para el desarrollo de las fuerzas productivas, fue un cuello de botella central para los proyectos nacionales populares emergentes durante la primera década del siglo XXI en América del Sur. Tanto como la llamada restricción externa (o la falta de dólares) fenómenos que están articulados.

No resulta casual el estancamiento regional desde hace una década (América Latina muestra desde 2013 la peor tasa de crecimiento del mundo) cuando confluyen procesos geopolíticos (desarrollo de la “III Guerra Mundial por pedacitos” en palabras del Papa Francisco I o de una Guerra Mundial Híbrida y Fragmentada, con  fuertes presiones a nivel regional para restaurar la condición de “Patio Trasero”), económicos  (caída de los precios de las materias primas) y políticos (giro neoliberal-conservador y abandono del regionalismo autonomista).

La coyuntura

Cuando hace unos meses se presentó la idea de una moneda común entre Argentina y Brasil, el ministro de economía argentino, Sergio Massa, resaltó la importancia de la iniciativa para enfrentar el problema del declive del comercio regional: “En los últimos 10 años hemos perdido casi un 40% del comercio bilateral, eso nos impone desafíos y además nos impone obligaciones de trabajo”. El comercio entre ambos países alcanzó los U$D 28.600 millones en 2022, recuperándose a niveles de 2014, pero todavía muy por debajo de los U$D 39.000 millones que se registró en 2011, máximo histórico.

Desde 2011 no sólo cae el comercio entre Argentina y Brasil, lo cual se corresponde a nivel MERCOSUR como se ve en gráfico, sino también del conjunto del bloque a nivel mundial. Ello está en estrecha relación con la caída de los precios de las materias primas en la economía mundial, que afectó a los principales productos de la exportación de la región (con excepciones como la del cobre) y nos recuerda la mayor sensibilidad a los shocks externos de los países exportadores de materias primas.

En este sentido, se observa una dinámica del comercio intrabloque que es dependiente del comercio total, desde el cual se obtienen divisas. Es decir, el comercio regional está en relación subordinada al fenómeno de la “restricción externa” (comúnmente llamada “falta de dólares”). Y ello es así, entre otras razones, por la falta de instrumentos regionales monetarios y financieros que permitan un desacople relativo de esta cuestión. A su vez, estos instrumentos podrían eliminar la inestabilidad cambiaria en la región que, como plantea el mexicano Oscar Ugarteche, crea incertidumbres y limita el comercio sudamericano.

Otro proceso estructural que afecta al comercio regional es el de la primarización del perfil exportador de nuestras economías, que también va de la mano con la desintegración y la falta de escala. En el caso de Brasil es claro: las exportaciones máquinas y equipamientos de transporte y artículos manufacturados pasaron de casi 50% en el año 2000 a un poco más de 25% en 2019. Y su principal socio comercial es China, convertido en el gran taller industrial del mundo. Cuanto más primarizado sea nuestro perfil comercial, menos comercio a nivel regional habrá, ya que lógicamente nuestro comercio será para abastecer a los principales centros industriales a nivel mundial, en donde obviamente ahora se destaca China, cuyo PIB industrial es igual a la suma del PIB industrial de EE.UU., Alemania y Japón.

Hoy nos encontramos en un proceso de regionalización mundial (lo que no implica una tendencia hacia la “desglobalización” total) y un mundo crecientemente multipolar, con ciertos rasgos bipolares. Ello es parte de la crisis del ciclo de hegemonía de Estados Unidos o anglo-estadounidense y su quiebre, pero que todavía retiene el poder financiero y monetario global. Sin embargo, la disminución del 10% en los últimos diez años del dólar como moneda de reserva y como medio de pago global muestran un proceso que probablemente se profundice en los próximos años. La participación del dólar en las reservas de divisas se encuentra actualmente en el 59%, el nivel más bajo desde 1995. Además, muchas economías del sudeste asiático están liquidando cada vez más los pagos entre sí directamente, sin utilizar el dólar, y varios bancos centrales de Asia —desde el Pacífico a “Oriente Medio” o Asia Sudoccidental— están desarrollando líneas de intercambio también de divisas bilaterales.

¿Vamos hacia un mundo multimonetario o de bloque de divisas? Hoy se están creando las condiciones para el desarrollo de ese posible escenario. La propia weaponization del dólar (su utilización como arma para la guerra económica) acelera dicho proceso: en un año, el yuan chino pasó del 2% en las transacciones financieras globales al 4,5%. Si observamos los ciclos de hegemonía en el sistema mundo capitalista, las etapas de su crisis y su expresión en la órbita económica, se observa primero la pérdida de la primacía productiva por parte del hegemón (aparecen nuevos “talleres del mundo”), luego en el comercio mundial y, por último, en la moneda y finanzas. Probablemente estemos en entrando a esa última fase y allí va a haber una disputa central, que se definirá en relación a un proceso global.

En esta disputa la región juega un papel importante, quizás como último refugio del dólar o, por el contrario, a partir del alejamiento de su condición de “Patio Trasero” de Washington, aprovechando las nuevas condiciones mundiales para ganar en grados de autonomía relativa. En este escenario, el dilema real es entre dolarización o moneda común —que en principio no es una moneda única, sino una unidad de cuenta común. Esta es una de las dimensiones centrales del dilema regional más amplio entre el declive periférico o la constitución de un polo emergente en la transición de poder mundial. No resulta casual que hoy, como en 1999-2001, la dolarización vuelva al debate público en Argentina, de cara al próximo escenario electoral y en medio de una gran disputa regional y global.

En otras palabras, el avance hacia una multipolaridad relativa con rasgos bipolares y las tendencias hacia una mayor regionalización en el mapa del poder mundial determinan la necesidad de construir un polo de poder regional. De lo contrario, las consecuencias son caer en procesos de mayor periferialización y subdesarrollo relativo como se observaron con claridad en los últimos años. Ello no sólo implica estar excluidos de las grandes decisiones globales, sino también ser territorio expuesto a disputas e intervenciones para asegurar “patios traseros”. Este es el marco necesario para discutir la moneda común. En una década nos encontraremos “Unidos o Dolarizados”.

Gabriel Merino Sociólogo y doctor en Ciencias Sociales. Investigador Adjunto CONICET – Instituto de Investigación en Humanidades y Ciencias Sociales, UNLP. Profesor en UNLP y Universidad Nacional de Mar del Plata. Miembro del Instituto de Relaciones Internacionales y Co-coordinador de «China y el mapa del poder mundial», CLACSO.

FUENTE EL AVION NEGRO: https://avionnegro.com.ar/contextos/moneda-comun-del-sur-o-dolarizacion/

Por Enrique Lacolla

¿Será capaz la Argentina de ponerse a la altura de la seriedad del momento que vive el globo? El peronismo, hasta aquí núcleo del movimiento nacional, requiere con urgencia renovarse o transformarse en otra cosa.

La semana pasada evaluamos el momento histórico que vive el planeta ante el cada vez más evidente desplazamiento del eje de los asuntos mundiales de occidente a oriente. Ahora bien, aunque los datos objetivos indican que el grueso de la economía mundial gravitará en torno a China y al eje euroasiático conformado por China, Rusia e India, que actuará como imán respecto a los países del medio oriente y a los que se asoman al espacio del Indo-Pacífico; y aunque parece evidente que de esta deriva va a surgir una multipolaridad que terminará con la supremacía anglosajona en la regulación de los asuntos mundiales, es evidente también que este curso acarrea el híper belicismo de Washington. O al menos de los sectores más pesados e influyentes de su establishment, que no se resignan a perder el papel hegemónico que se habían arrogado. Esto se pone de manifiesto en la acelerada carrera por desintegrar a Rusia, que arrancó no bien cayó la URSS y que ha culminado en la guerra de Ucrania; en la procesión de intervenciones militares, intrigas golpistas, embargos, presiones diplomáticas e injerencias de todo tipo en un mundo donde Estados Unidos ha sembrado alrededor de 700 bases miliares en todos los continentes. Esto requiere de los desaforados presupuestos armamentísticos que año tras año vota el Congreso estadounidense y que en este ejercicio supera los 800 mil millones de dólares.

Esta mezcla de expansionismo e histeria de parte del imperialismo norteamericano, que se apresura a adelantarse a las amenazas y que desearía extirparlas de raíz antes de que se hagan demasiado fuertes para poder eliminarlas de un saque (“la trampa de Tucídides”), se ha convertido en un elemento de desestabilización permanente y será el rasgo que, por un lapso imposible de prever, caracterizará al presente y al futuro próximo. Hay que adecuarse a este escenario, lo que va a requerir, de países como el nuestro, una dosis considerable de “savoir faire” de parte de sus estamentos dirigentes y asimismo de una firmeza y de una habilidad maniobrera que les permitan navegar en aguas turbulentas.

En este contexto, la visita de Lula a China y la línea general de su política exterior son un ejemplo. Un ejemplo tanto de la seriedad de su visión geoestratégica como de la iracundia que su firmeza puede excitar en la cima del sistema. Más allá de los importantes acuerdos comerciales y económicos suscritos con China y del nombramiento de Dilma Rouseff como presidenta del Banco del BRICS, refiriéndose a Ucrania Lula dijo que “la actitud de Estados Unidos y de la Unión Europea incentiva la guerra”. Esto provocó una reacción escandalizada en Washington, donde el vocero del Consejo Nacional de Seguridad, John Kirby, durante una conferencia de prensa en la Casa Blanca, afirmó que “Brasil está repitiendo como un loro la propaganda rusa y china sin observar para nada los hechos”.

No es una reacción muy académica la de Mr. Kirby. Tratar de loro al mandatario de un gran país amigo y considerar que su punto de vista remeda al de los enemigos de Estados Unidos es insolente y autoritario (para decir lo menos), muy en la línea de las declaraciones de George W. Bush cuando, al proclamar “la guerra al terrorismo”, afirmó que “quien no está con nosotros está contra nosotros”. La actitud norteamericana respecto al “patio trasero” no ha variado sustancialmente desde los días de la política del garrote preconizada por Theodore Roosevelt a principios del siglo XX. Se ha moderado el lenguaje, se han cuidado un poco las formas, pero de cuando en cuando, como en esta ocasión, la intemperancia de fondo atraviesa la superficie.

Ahora bien, ¿los países de la región seguirán sometiéndose modosamente al diktat imperialista, o intentarán sumarse a la corriente de cambio que se manifiesta en el planeta, arrancándose de una dependencia secular y buscando opciones que favorezcan su desarrollo con socios predispuestos a hacer negocios sin imponer cláusulas leoninas? Salvo en los casos de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua, todos los intentos anteriores que procuraron hacerlo terminaron en fracasos, aunque muchos de ellos representaron un salto adelante en la adquisición de una conciencia soberana y en el lanzamiento de programas de desarrollo que alteraron en parte la estructura semicolonial en la que esos países estaban insertos. Es difícil precisar los alcances de esas experiencias, que fueron múltiples y variopintas. Pero el México de la revolución, hasta Cárdenas incluido; el Brasil de Vargas, la Argentina de Perón, el Perú de Velasco Alvarado y la Bolivia de las distintas y dolorosas experiencias del MNR y del MAS ilustran la compleja y a menudo heroica voluntad por abrirse paso a un nivel más libre de existencia, que alienta en el espíritu de estos países.

¿Y por casa cómo andamos?

Frente a este tipo de requerimiento, ¿cómo estamos nosotros al día de hoy? No vamos a hacernos ilusiones. El imperio sigue resuelto a morder y no nos va a ahorrar ninguna imposición. Y nuestra casta política y en especial los estamentos intelectuales y mediáticos que deberían concurrir a oponerse a esa imposición y a ilustrar e interpretar la resistencia, no terminan de aflorar con la claridad que sería de desear. Intérpretes aislados que conocen el paño y son certeros en el diagnóstico hay muchos, pero toda capacidad crítica se disipa si no existe un corpus orgánico que la incluya y la ponga en actividad. O si su prédica no irradia en la masa y en el grueso de la clase política y de los empresarios que, más allá de sus diferencias, sepan reconocer donde está el interés sustancial argentino frente al cual no puede haber distingos. Este interés no puede ser otro que el desarrollo soberano de las posibilidades que tiene el país en relación a sus necesidades sociales y a su proyección geoestratégica. La tarea no es imposible si se extirpa a la burguesía compradora enquistada en los puestos de comando de las finanzas, de los medios y de parte de la casta empresaria. Ese estamento se ha convertido en una máquina de impedir gracias a su asociación con el imperialismo, del cual forma parte como su apéndice necesario.

El problema es que no se advierten síntomas de reacción en la fuerza que nos gobierna ni en lo que se puede considerar como oposición y que se nuclea esencialmente en sectores de la clase media alta y la clase media no alta pero con aspiraciones.

Los estamentos en que se basó la acción originalmente renovadora del peronismo han modificado su composición como resultado de la reducción relativa de la masa proletaria, de la proliferación del trabajo informal y de la aparición de la economía de mera subsistencia, a lo que se suma la degradación que suponen la crisis del sistema educativo y la inexistencia de contenciones y orientaciones claras tanto en la sociedad como en el ámbito familiar. Esto ha sido el resultado de la presión ejercida durante décadas por el neoliberalismo, vector ideológico de la riqueza concentrada en los grandes núcleos financieros del mundo desarrollado, que coopta a sus agentes entre los sectores más predispuestos a jugar ese papel en el mundo subdesarrollado. La expresión concreta de esa presión se ejerció en Argentina tras el derrocamiento de Perón en 1955, con el gobierno de facto que intentó destruir su legado hasta 1959; luego en la época de la llamada “revolución argentina”, de 1966 a 1972; durante dictadura cívico-militar del 76 al 83; en el gobierno de Carlos Menem, de 1989 a 1999, y en el ejercicio de Mauricio Macri, de 2015 a 2019. Como se ve, durante un espacio de tiempo más que considerable. Lo más grave es que cada una de esas intervenciones, hayan sido consecuencias de golpes militares o de elecciones, se distinguieron por su carácter drástico, que apeló a trámites sangrientos en el caso de los golpes militares, o a procedimientos que se apartaban de un registro democrático y apelaban a expedientes como los decretos-ley para gobernar a espaldas del Congreso, en el caso de los gobiernos elegidos por procedimientos regulares. Cada una de esas intervenciones multiplicó su efecto devastador por la rapidez con que infligían daños casi irreversibles al patrimonio nacional, dejando un territorio devastado tras de sí; y al siguiente gobierno, connotado por una vocación nacional, abocado a un trabajo de reconstrucción fatigoso y complicado por la guerra mediática y el obstruccionismo practicado por los sectores del privilegio. Un trabajo de Sísifo, realmente.

Y bien, sería hora de que este tema recurrente en nuestra historia sea empiece a ser cancelado aprovechando justamente las modificaciones en los equilibrios mundiales que se están precipitando. Pero, ¿cómo? ¿Y con quién? El actual gobierno, que pudo haber suministrado un principio de salida, fracasó en encontrarla. Es verdad que debió afrontar problemas que le llovieron encima sin tener responsabilidad por ellos. En primer lugar el abrumador peso de la deuda contraída por el gobierno Macri como consecuencia de su política económica irresponsable y en el fondo deliberadamente criminosa. En segundo lugar la pandemia, que aventó durante dos años la posibilidad de la recuperación de la actividad productiva. Y por fin la sequía, la más grande en un siglo, que está costando ya 20 mil millones de dólares. Pero nada de esto excusa la timidez con que encaró, o no encaró en absoluto, los problemas básicos que nos afligen. Se dirá que el gobierno estuvo y está dividido dentro de sí mismo, pero eso no arregla ni explica nada. Es verdad que el presidente Alberto Fernández y la gente de que se rodeó son de una moderación que asusta, que no se resolvieron a atacar ni la reforma judicial ni la impositiva, que recularon en cuanto se presentó la oportunidad de clavar una pica en Flandes con el asunto Vicentín, que no hicieron nada para dar vigencia a la lucha contra los oligopolios de prensa, y, por fin, que negociaron un acuerdo con el FMI que no negoció nada y nos dejó en el páramo, sin posibilidades de afrontar los sucesivos vencimientos. En la otra vereda del Frente de Todos, el cristinismo suministró, primero, los elementos para una polémica sorda y, luego, cuando se hizo evidente que el buque hacía agua, para una discusión ruidosa que tampoco sirve de mucho, pues no se resuelve en un debate franco en torno a los temas cardinales y en cambio se parece a una cortina de humo para excusar a posteriori lo que se ratificó en el momento en que se debía tomar la decisión. Como el acuerdo con el FMI.

Hago referencia al FdT sin preocuparme demasiado de la oposición pues esta, desde el punto de vista de un nacionalismo popular y racional, no cuenta mucho o es precisamente el factor que concurre a bloquear una salida porque, en el caso del PRO, es la expresión consciente de las fuerzas que pugnan por sujetar a la Argentina en una posición sumisa. En el de los radicales es la continuidad de lo que comenzó siendo en el 45 una rivalidad con el peronismo por una clientela electoral y luego degeneró, por imperio de las circunstancias, en un resentimiento de clase que nunca se ha disuelto del todo. Las izquierdas, por su lado, nunca han encontrado una vía orgánica a través de la cual manifestarse y han permanecido marginales al movimiento de masas, captado por el peronismo. En cuanto al caso de los “libertarios” son un fenómeno propio de la antipolítica que deviene del hartazgo que generan los debates en torno a temas inconducentes y la reiterada manifestación de impotencia que las fuerzas tradicionales ostentan frente a los problemas de fondo. Se trata por supuesto de un rechazo que se verifica desde la ignorancia, azuzada por un personaje que bordea la paranoia y que sólo puede contribuir, dada su vocación anti-estatal y su confesada pasión por el libre mercado absoluto, al triunfo del bando oligárquico y, probablemente, a una catástrofe social que sólo podrá solventarse mediante una salida autoritaria. Del signo que sea.

De proseguir este gobierno y el que lo suceda con la actitud modosa que nuestra dirigencia ha adoptado en torno al tema de temas, el problema de la deuda ilegítima que nos agobia, no habrá salida. La disposición del imperio, como ha podido palparse por la naturaleza de las comunicaciones y los trascendidos que se derivaron de la visita del presidente Fernández a Joe Biden y de las visitas de la jefa del Comando Sur, generala Laura Richardson, no deja lugar a dudas: no piensa conceder nada, salvo palabras de aliento. Nada de Atucha 3 con financiación china; nada de puerto de aguas profundas en Quequén, también respaldado en gran parte con capitales de ese origen; nada de aviones de combate de origen sino-paquistaní para reequipar a la fuerza aérea argentina; interés sumo del gobierno de Washington para que empresas norteamericanos exploten (y monopolicen, de ser posible) los yacimientosde litio que Argentina posee y que se extienden en una nueva “triple frontera” con Bolivia y Chile… Estos temas esenciales del debate y que deben formar parte (junto a otros no menos importantes como los que hacen a la gestión del comercio exterior y al carácter injusto de nuestro sistema impositivo) hoy casi no figuran en la agenda política, que en cambio abunda en intrigas, insultos, puñaladas traperas y fanfarronadas. ¿La dirigencia argentina se apresta a perder otro momento de cambio mundial para seguir apegada a su vieja rutina de zancadillas y juegos de masacre? Afortunadamente la crisis mundial que está en curso tiene para largo; tal pueda ser que en ese espacio madure algo nuevo que surja de las entrañas del pueblo y se conecte con los fermentos del pensamiento nacional que subsisten en medio del barullo, erigiéndose en un punto de referencia en torno al cual agruparse. Pero no hay que perder tiempo.

                                                                         …..

El viernes el presidente Alberto Fernández anunció que no presentaría su candidatura a presidente para el próximo mandato. Es una decisión que oxigena un poco el espacio, pero que debería ser seguida por un sinceramiento real del escenario. No parece que sea demasiado exigir del estamento político plataformas electorales consistentes, provistas de proyectos concretos, y de cuyo incumplimiento se pueda pedir cuentas.

FUENTE ENRIQUE LACOLLA: http://www.enriquelacolla.com/sitio/notas.php?id=756

Pepe Escobar 15 de abril Fondo de la Cultura Estrategica

Esta es la historia de dos peregrinos que siguen el camino que realmente importa en el joven siglo XXI ; uno procedente de la OTAN y otro de los BRICS.

Comencemos con Le Petit Roi, Emmanuel Macron. Imagínalo con una sonrisa de plástico en la cara paseando junto a Xi Jinping en Guangzhou. Siguiendo el sonido largo y suave del clásico «High Mountain and Flowing Water», ingresan al Baiyun Hall  para escucharlo interpretado por el Guqin de 1000 años de antigüedad (un hermoso instrumento). Saben la fragancia del té de 1000 años de antigüedad y reflexionan sobre el auge y la caída de las grandes potencias en el nuevo milenio.

¿Y qué le dice Xi a Le Petit Roi? Él explica que cuando escuchas esta música eterna tocada por este instrumento eterno, esperas estar en compañía de un amigo íntimo; estás en sintonía tanto como la alta montaña y el agua que fluye. Ese es el significado más profundo del antiguo cuento de los músicos Yu Boya y Zhong Ziqi, hace 25 siglos en el Reino de Chu: amistad íntima. Solo los amigos íntimos pueden entender la música.

Y con eso, como explicaron los eruditos chinos, Xi trajo a colación el concepto de Zhiyin. Después de la muerte de Zhong Ziqi, Yu Boya rompió su Guqin: pensó que nadie más podía entender su música. Su historia imprimió el término “Zhiyin”: alguien que entiende de música, con el significado adicional de amigos cercanos que pueden entenderse completamente entre sí.

Todas las apuestas están cerradas sobre sí un títere narcisista como Macron alguna vez será lo suficientemente culto como para comprender el mensaje sutil y sofisticado de Xi: aquellos que lo entienden son verdaderas almas gemelas. Además, sus amos no enviaron a Macron a Beijing y Guangzhou para unir almas, sino para tratar de inclinar a Xi hacia la OTAN en Rusia/Ucrania.

Su lenguaje corporal es un claro indicativo, completo con cruzar los brazos demostrando aburrimiento. Es posible que al principio haya sido impermeable a la noción de que la verdadera amistad requiere comprensión y aprecio mutuos.

Pero entonces sucedió algo extraordinario. El mensaje de Xi puede haber tocado un punto clave en las torturadas profundidades internas del narcisista Petit Roi. ¿Qué pasa si, en las relaciones internacionales, la comprensión y el aprecio mutuos son la clave para que las naciones encuentren un terreno común y trabajen juntas hacia objetivos comunes?

¡Qué noción revolucionaria; no exactamente el “orden internacional basado en reglas” impuesto por el Hegemón.

¿Eres un verdadero soberano?

Al invitar a Le Petit Roi a China y pasar personalmente no menos de 6 horas con su invitado, Xi promulgó lo mejor de la diplomacia milenaria. Le recordó a su invitado la turbulenta historia entre Francia y las potencias anglosajonas; y habló de soberanía.

La subtrama sutil clave: «Europa» piensa mucho en estar subordinada al Hegemon y minimiza lo mejor posible la turbulencia económica masiva cuando llega el Día de la Confrontación con los EE. UU. Implícita es la prioridad de Beijing de romper los crecientes intentos de EE. UU. de rodear a China.

Entonces, Xi trató a Francia como un verdadero soberano potencial incluso bajo la UE; o separándose un poco del dogma de la UE.

Por supuesto, otro mensaje clave estaba implícito bajo esta invitación confuciana al crecimiento epistemológico. Para aquellos que no estén dispuestos a ser amistosos con China debido a las complejas capas geopolíticas, nunca será demasiado tarde para que Beijing muestre el lado menos “amigable” del estado chino, si se presenta la situación.

Traducción: si Occidente apuesta por Total Machiavelo, China aplicará Total Sun Tzu. Incluso si Beijing prefiera las relaciones internacionales bajo la égida de la Belleza, la Bondad y la Verdad en lugar de “estás con nosotros o contra nosotros”, la guerra del terror y la demencia de sanciones.

Entonces, ¿Petit Roi tuvo un momento de «camino a Damasco»? El veredicto está abierto. Literalmente asustó al Hegemón con su  arrebato de que Europa debe resistir la presión para convertirse en «seguidores de América». Eso está bastante en sintonía con los 51 puntos acordados por Beijing y París, con énfasis en las «preocupaciones legítimas de seguridad de todas las partes».

Los estadounidenses se asustaron aún más cuando Macron afirmó que Europa debería convertirse en una «tercera superpotencia» independiente. Le Petit Roi incluso avanzó algunos pequeños pasos a favor de la desdolarización (ciertamente bajo la supervisión de sus maestros financieros) y no a favor de Forever Wars.

Así que los estadounidenses, presas del pánico, tuvieron que enviar a la quinta columna alemana Annalena “360 Grados” Bearbock a toda prisa a Beijing para tratar de deshacer los arrebatos de Le Petit Roi y reafirmar el guión oficial de Washington Dictates Bruselas. Nadie, en ningún lugar, prestó la menor atención.

Eso se sumó a la trama secundaria más evidente de toda la historia: cómo la dominatriz de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, fue tratada por Beijing como algo peor que irrelevante. Un erudito chino la describió mordazmente como “simplemente el portavoz de una organización canina sin dientes. Incluso su ladrido suena como los gemidos de un perro con una enfermedad terminal que está a punto de ser sacrificado”.

El “perro con enfermedad terminal” tuvo que pasar por el control de pasaportes y aduanas (“¿Algo que declarar”?) Sin estatus diplomático. Sin invitación oficial. Sin soberanía. Y no, no puedes tomar el tren especial de alta velocidad junto a Macron para ir a Guangzhou. Así que aquí hay otro mensaje, este bastante gráfico: no te metas con el espíritu del Reino Medio de 3000 años de antigüedad.

Lula y “Zhiyin”

Los principales académicos chinos quedaron absolutamente fascinados con la aplicación de estratagemas diplomáticas que habían sido tan útiles hace 25 siglos, ahora recreadas en el escenario global del camino a la multipolaridad.

Algunos piden una nueva “Estrategia para los Estados Combatientes” reescrita para el siglo XXI . 

La enorme mesa redonda establecida por el protocolo chino con la «jungla» en el medio y Macron y von der Leyen posicionados como para una entrevista de trabajo fue un éxito monstruoso en Weibo y Wechat. 

Eso condujo a discusiones interminables sobre cómo China ahora finalmente puede «abrir una brecha entre los bárbaros«.

En comparación con todo este alboroto, la historia del presidente brasileño Lula viniendo a Shanghai y Beijing se lee como una ilustración gráfica de Zhiyin.

Lula fue  por la yugular desde el principio, durante la toma de posesión de la ex presidenta Dilma Rousseff  como nueva presidenta del NDB, el banco BRICS.

En un lenguaje simple y directo que cualquiera, desde el Sahara hasta Siberia, puede entender, Lula dijo : “Todas las noches me pregunto por qué todos los países deberían estar atados al dólar para el comercio. ¿Por qué no podemos comerciar en nuestras propias monedas? ¿Y por qué no tenemos el compromiso de innovar?”.

Directamente implícito está el hecho de que los BRICS+ en expansión deberían diseñar y promover su propia moneda (el largo y complejo proceso ya ha comenzado), además de permitir el comercio en monedas nacionales.

El poderoso mensaje de Lula fue dirigido a todo el Sur Global

Un ejemplo brasileño es el ICBC de China que establece una cámara de compensación en Brasil que permite el intercambio directo entre yuanes y reales.

No es de extrañar que el periódico oficial de la CIA, el Washington Post, echando espuma por la boca, emitiera de inmediato el veredicto del Estado Profundo: Lula no está obedeciendo el dictado del «orden internacional basado en reglas».

Eso significa que el Estado Profundo vendrá tras Lula y su gobierno, una y otra vez, y  hará lo posible para desestabilizarlo. Porque lo que dijo Lula es exactamente lo que Saddam Hussein y el coronel Gadaffi dijeron, y trataron de implementar, en el pasado.

Así que Lula necesitará toda la ayuda que pueda conseguir. Introduzca, una vez más, «Zhiyin».

Así recibió oficialmente Xi a Lula en Beijing. Muy pocas personas en todo el mundo, no chinas, entienden que cuando alguien de la talla de Xi te dice, justo enfrente de ti, que eres “un viejo amigo de China”, eso es todo.

Todas las puertas están abiertas. Ellos confían en ti, te abrazan, te protegen, te escuchan, te ayudan en momentos de necesidad y siempre harán todo lo posible para mantener la amistad cerca de sus corazones.

Y eso termina, por ahora, nuestra historia de «amigos íntimos» que toman el camino a Beijing. El amigo BRICS ciertamente entendió todo lo que hay que saber. En cuanto al Pequeño Rey de la OTANista europea Francia está que sueña con convertirse en un verdadero líder soberano, la hora de la verdad está llamando a su puerta.

Por Javier Benitez que entrevista a Carlos Pereyra Mele

En su visita a Xi Jinping, Lula da Silva fue contundente: pidió acabar con el dominio comercial del dólar. Y es que EEUU ha sometido a todo el planeta durante décadas con la dictadura de su divisa en las transacciones comerciales entre países para así poder repartir su propia inflación entre el resto del mundo y, de paso, pagar su propia deuda.

Lo único que le queda al dólar es que le hagan la extremaunción: le están dando por todos lados. Como suele decir una frase coloquial, con un toque de humor negro, que se usa en algún país latinoamericano cuando alguien o algo se enfrenta a una situación irreversible: «Dale un besito al muerto, que se cierra el cajón».

Y eso es lo que debería estar haciendo EEUU en estos momentos, porque su gran arma de poderío global, que ha hecho que el mundo entero cargue con su inflación, o pague su deuda, y además alimente su industria armamentística, está en franco trayecto final. A un end of the road. Y la más reciente estocada se la ha dado el presidente de Brasil, Luis Inacio Lula da Silva, durante su visita a China. AUDIO:

Esta decisión, que vienen tomando en los últimos tiempos varios países, para dejar de utilizar el dólar es una fórmula que pretende frenar lo que ha estado haciendo EEUU con su moneda, dice al respecto el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele.

«El sistema económico norteamericano, además de ser mucho más débil de lo que se lo preveía, tiene serias dificultades hoy en día de expandir más allá de sus límites esa gigantesca deuda externa, y que muy pronto le va a pasar factura», señala el analista.

En su discurso en el Nuevo Banco de Desarrollo del BRICS —Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica—, durante la ceremonia de toma de posesión de Dilma Rousseff como presidenta de esa institución financiera este jueves, dijo Lula: “Todas las noches me pregunto por qué todos los países tienen que basar su comercio en el dólar. ¿Por qué no podemos comerciar con nuestras propias monedas? ¿Quién fue el que decidió que el dólar fuera la moneda tras la desaparición del patrón oro? Necesitamos una moneda que transforme a los países en una situación más pacífica, porque en la actualidad hay que correr detrás del dólar para exportar”. El auditorio de dignatarios chinos y brasileños estalló y aplaudió a rabiar al mandatario brasileño.

«Esto representa que los acuerdos de Bretton Woods terminaron. Bretton Woods fue la decisión, prácticamente finalizando la Segunda Guerra Mundial, donde se estableció una serie de institutos y fórmulas en las que iba a manejarse la economía post Segunda Guerra Mundial, donde surgen dos organismos controlando, dominando y siendo la herramienta del poder norteamericano: el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que técnicamente aparecen como dos organismos ligados a las Naciones Unidas, pero en el fondo todos sabemos que fue la herramienta de control financiero global que estableció EEUU a partir de ese momento, y como moneda para realizar todo tipo de transacción, se impuso, sí o sí, la utilización del dólar a nivel internacional», explica Pereyra Mele.

Lula en caballo ganador

Mientras, este 13 de abril, al reunirse con su anfitrión chino, Lula disparó a discreción.

«Ayer visitamos Huawei en una demostración de que queremos decirle al mundo que no tenemos prejuicios en nuestras relaciones con los chinos. Nadie va a prohibir que Brasil mejore su relación con China», dijo el mandatario brasileño en una reunión abierta entre ambos líderes.

Hay que recordar que EEUU considera a la empresa china como un riesgo para la seguridad nacional, y que la Unión Europea, que anda desesperada detrás de China, busca expulsar a Huawei de todo su territorio, con Alemania como abanderado de esta iniciativa.

«Esto representa que Brasil ha decidido encolumnarse con los países del Sur Global, los países emergentes. Sabe que el sistema económico, comercial, industrial, tecnológico, científico se ha volcado definitivamente hacia el mundo euroasiático. Cuando decimos ‘mundo euroasiático’ es porque incorporamos a la Federación de Rusia, a la Organización de Cooperación de Shanghái [OCS], que incluye a casi todos los países asiáticos, y eso ha creado un bloque que a su vez tiene gigantesca influencia fundamentalmente en África y Medio Oriente, y por supuesto también en Latinoamérica», concluye Carlos Pereyra Mele.

FUENTE RADIOS SPUTNIK INTERNACIONAL https://sputniknews.lat/20230415/al-enemigo-ni-agua-el-brics-decidido-a-reventar-al-dolar-1138166306.html

Por Enrique Lacolla

Más allá del caos informativo que nos rodea, se hace evidente que el enfrentamiento entre dos formas de organizar el mundo –la unipolar y la multipolar- está ingresando a una fase de movilidad extrema.

Por estos días se han producido hechos que están poniendo en evidencia un fenómeno que venía anunciándose desde hacía tiempo, pero que recién ahora empieza ponerse de manifiesto. El imperio se resquebraja. El imperio, es decir, USA en primerísimo término, y luego Gran Bretaña y lo que genéricamente se suele definir como el norte desarrollado, que en el último medio siglo adoptó como credo económico el neoliberalismo y que, tras el derrumbe de la URSS, apuntó a lograr la hegemonía global. El dilema ahora parecería ser: ¿se impondrá este modelo unipolar, fundado en una globalización asimétrica en la cual el norte oprime al sur[i], o emergerá un mundo multipolar dotado de una diversidad de opciones?

Entre los hechos más sonados que dan el alerta respecto de lo que está sucediendo debe inscribirse la visita del presidente de Brasil, Inacio Lula da Silva, a China, y el nombramiento de la ex presidenta de ese país, Dilma Rousseff, como titular del Banco del BRICS. La conjunción de economías tan poderosas como las de China, Rusia, India, Brasil y Sudáfrica en una entidad financiera plantea la posibilidad de que el mundo vaya saliendo, gradualmente, de la hegemonía del dólar, y el hecho de que sea una latinoamericana la que encabece a ese banco, abre buenas perspectivas para la región. Por supuesto que se trata de procesos largos y en el curso de los cuales pueden aparecer muchas sorpresas, pero un dato parece indiscutible: el desarrollo precipitado por el conflicto en Ucrania ha dispersado por el panorama internacional una gran cantidad de cápsulas explosivas de liberación lenta, que irán detonando más pronto que tarde, durante la próxima década al menos.

Un símbolo espectacular de las modificaciones tectónicas que se anuncian lo da la aproximación entre el Irán shiíta y la Arabia saudita sunita…

…Estas dos potencias se han aproximado gracias a la gestión de China y Rusia, a la reconsideración de los saudíes acerca de la conveniencia de seguir adhiriendo sin discusión a la tutela norteamericana, tan abrumadora y eventualmente tan cambiante; y a la evidencia del hecho de que la superpotencia ya no dispone de los recursos económicos y de la cohesión social que le permitía reclutar masas de soldados por el sistema de la conscripción para mandarlos a servir –y eventualmente a morir- en territorios lejanos. Las ventajas tecnológicas son decisivas para ganar una batalla, pero para consolidar el triunfo suele ser necesario ocupar el terreno, y en este plano de exigencias, incluso para una potencia como Estados Unidos, los requisitos pueden resultar desmesurados pues el humor social no se regula tan administrativamente como una empresa.

Que a Washington le preocupa sobremanera la aproximación persa-saudí quedó revelado hace ya tres años, cuando Donald Trump autorizó el asesinato del general iraní Qasam Soleimani, quien se encontraba inmerso en negociaciones para aproximar a su país con la monarquía saudita. Hoy observamos que esa reacción criminal no fue suficiente para lograr su objetivo.

Pero incluso políticos o gobiernos que se encuentran alineados dentro del esquema de la estrategia atlantista dan muestras de disconformidad respecto de los dictados de Washington. Emmanuel Macron fue uno de los exponentes del establishment occidental que emprendió el camino de Pekín en plena crisis por el estatus de Taiwán, incentivada por las provocaciones norteamericanas que insinúan un reconocimiento de esa isla como un estado independiente, a pesar de que esta siempre formó parte integral de China, como lo demuestra el hecho de que durante un tiempo asumió, bajo el paraguas norteamericano, la representación de ese país en las Naciones Unidas.[ii] A su retorno Macron afirmó, entre otras cosas, que en su opinión no había que involucrarse en conflictos (como el estatus de Taiwán) que a Europa no le competían.

Por otro lado, la creciente inestabilidad social, la inflación y el rebote que tienen los embargos a los productos rusos en la misma Unión Europea, que instrumenta esas medidas por orden de Estados Unidos sin provecho propio alguno -por el contrario, comprándose problemas de envergadura- están creando situaciones insostenibles para los gobiernos a cargo, que han de tragarse sapos como el sabotaje del Nord Stream Dos, que proveía gas ruso a Alemania, por acción de comandos presumiblemente estadounidenses y noruegos. España acaba de rebelarse contra el consejo de Bruselas -que invita a no adquirir productos rusos o a hacerlo a precios muy inferiores a los del mercado-, adquiriendo un 172 % por ciento más de gas envasado a Rusia que el año pasado, descargándolo a veces de tanqueros detenidos en aguas internacionales y estacionándolo en su territorio. Este incremento se vincula también a un considerable aumento en las compras del gas en el mercado spot, es decir en un mercado financiero donde se pueden comprar o vender activos al contado. Empresas internacionales de compraventa de gas usan a España como base de operaciones. “Traen aquí ese cargamento y luego o bien lo colocan en el mercado español o vuelven a sacarlo y lo llevan a otro sitio”, publica El Confidencial, de España.

Al lado de estos datos duros, hay una parafernalia de informaciones que mezclan con alegre irresponsabilidad las fake news sobre bajas, moral de los combatientes rusos y especulaciones tácticas sobre lo que podría ocurrir en el frente.

La misma alegre irresponsabilidad con la que Finlandia y Suecia se precipitan hacia los brazos de la OTAN. Hay filtraciones del Pentágono que provocan escándalo pero que no dicen nada que no pueda ser previsto por los especialistas militares de cualquiera de dos bandos. Estados Unidos monta grandes maniobras con navales con Filipinas y moviliza a Japón para que abandone la política puramente defensista que había adoptado por imposición norteamericana después de la segunda guerra mundial, y apreste a sus fuerzas armadas para tareas que podrían exceder sus fronteras naturales. China replica a estas movidas con unas maniobras imponentes en el estrecho de Taiwán, mientras que Rusia… aparentemente deja al payaso Zelensky y a sus secuaces cocinándose en su propia salsa, a la espera de la famosa contraofensiva urdida por la OTAN y con la que la alianza atlántica piensa desgastar a los rusos hasta sacrificar al último ucraniano.

El mundo se mueve. ¿Terminará este movimiento en una hecatombe? ¿O en un período caótico y violento, pero que eluda el desastre definitivo y abra nuevos caminos? Quién lo sabe. Pero el imperio empieza a vacilar sobre sus fundamentos.

¿Tendremos en Argentina el tino y la decisión necesarios para aprovechar la ocasión y buscar una salida a nuestra decadencia?

[i] Los ricos oprimen a los pobres en todas partes, sin diferenciaciones geográficas. Pero, al concentrarse la riqueza –“El Gran Dinero”-en los países más desarrollados, se consiente que allí se produzca un cierto grado de derrame, atemperando –o disimulando- las penurias de los que tienen menos.

[ii] La historia de Taiwán resume muchos rasgos del cinismo, las paradojas y las contradicciones de la política exterior, en especial la de Washington. Vieja colonia de los portugueses, que la nombraron Formosa, la isla fue ocupada por Japón después de la guerra chino-japonesa de 1894. La derrota nipona en 1945 la devolvió a China, por entonces bajo el gobierno del Kuomintang. Derrotado Chiang Kai Shek por los comunistas de Mao en 1949, buscó refugio en ese lugar, donde quedaría amparado por la VII flota norteamericana. Taiwán usurparía la representación de China en la ONU hasta 1971, fecha en la cual, como consecuencia de la dramática inversión de alianzas determinada por la aproximación entre Washington y Pekín favorecida por el cisma chino-soviético, el escaño de China en el Consejo de Seguridad pasaría a manos de la república popular.

FUENTE SITIO WEB DE ENRIQUE LACOLLA http://www.enriquelacolla.com/sitio/notas.php?id=755

El Shuangrong

Academia China de Ciencias Sociales

Introducción El 26 de marzo de 2023, China y Honduras establecieron formalmente relaciones diplomáticas. Este movimiento ha despertado una preocupación generalizada en el mundo exterior. Algunos comentaristas señalaron que, como un país pequeño en América Central, Honduras está dentro de la «esfera de influencia» altamente sensible de los Estados Unidos, y su establecimiento independiente de relaciones diplomáticas con China parece significar que el control de los Estados Unidos en esta región se ha debilitado. Entonces, ¿cuál es exactamente la tendencia? Para entender este tema, primero debemos analizar la política de la «Doctrina Monroe» y sus últimos cambios detrás de la estrategia estadounidense hacia América Latina.

Este artículo hace un análisis en profundidad de la evolución de la «Doctrina Monroe» y la estrategia de Estados Unidos hacia América Latina. El autor señaló que al comienzo de la fundación de los Estados Unidos, trató de evitar que los poderes externos influyeran en sus áreas circundantes, y luego desarrolló gradualmente el principio llamado «Doctrina Monroe». Con la expansión de los Estados Unidos, el núcleo de la Doctrina Monroe ha cambiado de «América estadounidense» a un imperio global. Sin embargo, la inversión de EEUU en los recursos de América Latina siempre ha sido limitada, y a EEUU no le importa el desarrollo de América Latina, sino que solo excluye políticamente a otros países de influir en América Latina. Después de la crisis financiera de 2008, la hegemonía de EEUU se aflojó y se redujo su estrategia hacia América Latina. Para revivir su hegemonía en América Latina, las administraciones de Obama, Trump y Biden adoptaron diferentes estrategias en un intento por restaurar la influencia política y económica en América Latina. Pero es muy difícil lograr este objetivo: Primero, hay una falta de ánimo excepto por México; el papel de América Latina en la economía política de los Estados Unidos está decayendo. La segunda es que a Estados Unidos le resulta difícil mantener un equilibrio entre metas globales y metas regionales, lo que a su vez afecta su inversión en América Latina; por ejemplo, aunque la administración Biden prometió invertir en Centroamérica, aún no lo ha hecho.

Esto puede explicar en parte por qué los países latinoamericanos, incluido Honduras, necesitan urgentemente buscar nuevas salidas de desarrollo. El autor recuerda que China, como el mayor factor extraterritorial que afecta la economía del Hemisferio Occidental, es el blanco principal de la nueva Doctrina Monroe de los Estados Unidos, y debe evitar que la cooperación chino-latinoamericana caiga en la trampa geopolítica de la Doctrina Monroe.

La Evolución de la «Doctrina Monroe» y la Estrategia de Estados Unidos hacia América Latina

La «Doctrina Monroe» se considera la piedra angular de la política estadounidense hacia América Latina y el Caribe (en adelante, «América Latina»). «Una doctrina de política exterior que lleva el nombre de un presidente estadounidense ha disfrutado de un apoyo popular más profundo, una aclamación pública más amplia y una vida más larga que cualquier otra doctrina de política exterior que lleve el nombre de un presidente estadounidense. También ha brindado una mayor utilidad política a los estadounidenses».

Con motivo del nacimiento de la «Declaración de Monroe» hace casi 200 años, exploro por qué la Doctrina Monroe ha tenido tanta longevidad. La evolución de su connotación. La efectividad de la Doctrina Monroe, el auge y la caída de la hegemonía estadounidense y la relación entre la estrategia estadounidense hacia América Latina. Nos dará una idea de cómo las grandes potencias manejan sus relaciones con los países vecinos en el proceso de su ascenso, cómo equilibrar la relación entre la hegemonía regional y la hegemonía global, y cómo China, como la fuerza externa más grande de América Latina además del Estados Unidos, puede evitar los riesgos geopolíticos de la Doctrina Monroe. Este artículo partirá de la perspectiva de la hegemonía regional. Revisar y discutir la relación entre la Doctrina Monroe y la evolución de la hegemonía estadounidense, así como la estrategia de los EEUU y las ganancias y pérdidas en diferentes períodos de hegemonía.

Evolución de la «Doctrina Monroe»

La Declaración de Monroe es el punto de partida para que Estados Unidos construya su hegemonía. Posteriormente, Estados Unidos continuó dándole nuevas connotaciones de acuerdo con las necesidades de expansión de la hegemonía, y planteó una serie de inferencias de la Doctrina Monroe, convirtiéndose en una herramienta para la expansión de la hegemonía estadounidense. Una política defensiva basada en el aislacionismo se transformó en una política ofensiva que busca la hegemonía regional y global en las Américas. Con el crecimiento de la hegemonía estadounidense, el espíritu de la Doctrina Monroe cambió gradualmente de «América estadounidense» y pasó de las limitaciones espaciales del hemisferio occidental a «Mundo estadounidense». Estados Unidos también ha pasado de ser un «gran país en el continente americano» a una potencia hegemónica en el hemisferio occidental, una superpotencia mundial y un imperio global. Sin embargo, con el declive de la hegemonía estadounidense, la Doctrina Monroe tradicional tiende a regresar.

(1) Connotación de la «Doctrina Monroe»

En 1823, el canciller británico George Canning propuso trabajar con los Estados Unidos para detener la expansión colonial de la «Santa Alianza» en las Américas. Pero por sugerencia del Secretario de Estado John Quincy Adams en su discurso del Estado de la Unión ante el Congreso el 2 de diciembre de 1823, el presidente de los Estados Unidos, James Monroe, publicó la Declaración de Monroe sobre la política de los Estados Unidos en las Américas, advirtiendo a los países europeos que no consideren las Américas como un lugar para una futura colonización, afirmando que no permanecería indiferente ante cualquier forma de intervención europea.

El principio de exclusión está en el corazón del Manifiesto de Monroe. En ese momento, el presidente Monroe dejó de lado al Reino Unido y emitió una política dirigida solo a Europa; su verdadera intención no era solo oponerse a la Santa Alianza, sino también oponerse a la colonización y expansión británica en las Américas. El principio luego evolucionó para excluir todos los poderes extraterritoriales. El principio de exclusión en la Declaración de Monroe se refiere no sólo a la exclusión geográfica, sino también a la exclusión del sistema político. El presidente Monroe declaró claramente: «Es imposible que las naciones de los Aliados extiendan sus instituciones políticas a cualquier parte de América sin poner en peligro nuestra paz y felicidad. La Doctrina Monroe es establecer barreras ideológicas y diplomáticas entre el viejo mundo y el nuevo mundo». Esto significa que la Doctrina Monroe no solo excluye a los países fuera de la región de la geografía del Hemisferio Occidental, sino que también excluye del Hemisferio Occidental a las ideologías que no son reconocidas por los Estados Unidos, es decir, «Países dentro de la jurisdicción de los Estados Unidos que deben adoptar un sistema político y económico en el que los intereses estratégicos no representen una amenaza», proporcionando así una justificación ideológica para los Estados Unidos más adelante. Esto sentó las bases para la injerencia en los asuntos latinoamericanos.

La Declaración de Monroe es el primer principio de estrategia diplomática presentado por los Estados Unidos después de la independencia, y es una declaración de política exterior emitida unilateralmente para establecer una esfera de influencia en las Américas. Su propósito es establecer un sistema del Hemisferio Occidental independiente de Europa y completamente dominado por los Estados Unidos. Este sistema es una concepción estratégica de los Estados Unidos como un país importante desde su independencia. Thomas Jefferson, el padre de la independencia estadounidense, le confió una vez al famoso geógrafo alemán Alexander von Humboldt: «Estados Unidos tiene un hemisferio propio, y debe tener su propio sistema de intereses independiente, y no puede someterse al sistema de intereses europeo”. Sin embargo, cuando se presentó la Declaración de Monroe, Estados Unidos aún no tenía poder para evitar que los países europeos colonizaran las Américas. La Doctrina Monroe no significaba que Estados Unidos estuviera legalmente comprometido a defender la Doctrina Monroe, como el Secretario de Estado Henry Clay en la administración sucesora del Presidente Monroe le había dicho claramente al presidente mexicano. Por lo tanto, el enfoque del anuncio del presidente Monroe de la Declaración no fue si Estados Unidos era capaz de implementarla, sino «el sabio descubrimiento de la tendencia de los tiempos», es decir, Estados Unidos se había convertido en «una gran potencia en el continente americano» e hizo un juramento estratégico de incluir a las Américas en su propia esfera de influencia. Resolvió una pregunta fundamental en la estrategia exterior estadounidense a principios del siglo XIX, «si Estados Unidos quiere ser un imperio dentro del sistema político europeo o el sol de un sistema completamente independiente». Puede decirse que la Declaración de Monroe estableció el objetivo de los Estados Unidos de construir una hegemonía regional monopólica en el Hemisferio Occidental, y este objetivo ha estado presente en toda la diplomacia de los Estados Unidos con América Latina.

(2) La «Doctrina Monroe» y la expansión territorial de los Estados Unidos

La Declaración de Monroe rara vez se mencionó durante muchos años después de su publicación en 1823. En apoyo de la expansión territorial a partir de la década de 1840, el presidente James Knox Polk (1845–1849) y otros expansionistas revivieron los principios de la Declaración Monroe, acuñando el término «Doctrina Monroe» y desarrollando la «Inferencia Polk» de la Doctrina Monroe.

En 1845, el presidente Polk invocó por primera vez los principios de la Declaración de Monroe en su Discurso sobre el Estado de la Unión para defender los derechos de los Estados Unidos sobre el Territorio de Oregón, afirmando que el concepto estadounidense de «equilibrio de poder» propuesto por Gran Bretaña y Francia (un fuerte México, un Texas independiente, una América del Norte británica fuerte que incluía una gran parte de la costa de Oregón e incluso una California independiente), especialmente el reclamo británico del Territorio de Oregón era incompatible con los principios de la Declaración de Monroe. Esto proporcionó la justificación para que Estados Unidos anexara Texas, ocupara «todo Oregón», extendiera la frontera de Texas hasta el Río Grande y adquiriera California y la península de Yucatán. El corolario Polk de la Doctrina Monroe no solo justifica la intervención de Estados Unidos contra las amenazas existentes, sino que también racionaliza la acción contra posibles amenazas. La Doctrina Monroe abrió así los Estados Unidos a América. Sobre todo la política agresiva hacia América Latina.

En el siglo XIX, Estados Unidos siguió invocando la Doctrina Monroe para la expansión territorial. En 1870, el presidente Ulysses S. Grant, quien intentó anexar la República Dominicana, propuso al Senado la «Grant Inference» de la Doctrina Monroe para promover este objetivo, declarando que «ningún territorio en este continente puede ser transferido a un país europeo». En 1895, durante el proceso de resolución de la disputa fronteriza entre la Guayana Británica y Venezuela, el entonces Secretario de Estado de los EEUU, Richard Olney, propuso la «Inferencia Olney» de la Doctrina Monroe, declarando que «hoy, los Estados Unidos están en este continente, Dios esrealmente soberano, y sus mandamientos son leyes». Este movimiento marcó el reconocimiento de Gran Bretaña de la Doctrina Monroe y la hegemonía de los Estados Unidos en el Hemisferio Occidental.

Por la Guerra Hispanoamericana en 1898, los Estados Unidos expulsaron a los españoles de las Américas, y los Estados Unidos básicamente completaron su expansión territorial en América Latina. A principios del siglo XX continuaba la práctica de oponerse a la adquisición de territorios por parte de potencias extranjeras en América Latina, y el objeto de aplicación incluía también países extranjeros fuera de Europa, y las condiciones de aplicación eran más amplias. En 1912, la Logia del Secretario de Estado de los Estados Unidos (Henry Cabot Lodge) propuso prohibir a las potencias y fuerzas extranjeras adquirir tierras en el Hemisferio Occidental para obtener un «control real» (Poder Práctico de Control).

(3) La «Doctrina Monroe» y la intervención estadounidense en América Latina

Desde finales del siglo XIX hasta principios del siglo XX, con el crecimiento de su fuerza y ​​la exclusión de las principales potencias del Hemisferio Occidental, Estados Unidos básicamente estableció su hegemonía en América Latina. La intervención de Estados Unidos en América Latina se ha convertido desde entonces en el rasgo o sinónimo más importante de la Doctrina Monroe.

Ante el cobro armado de la deuda de los países latinoamericanos por parte de las potencias europeas, mientras se oponía a la intervención de las potencias europeas, el presidente Theodore Roosevelt Jr. propuso la «Inferencia Roosevelt» de la Doctrina Monroe, expresando que ante el «comportamiento imprudente» de los países en el Hemisferio Occidental, Estados Unidos, como país civilizado, quiere intervenir y ejercer el poder de «policía internacional». La Declaración de Monroe inicialmente solo mencionaba indirectamente que los sistemas de los países americanos eran diferentes a los de Europa. Theodore Roosevelt afirmaba claramente que Estados Unidos podía interferir en los países latinoamericanos de acuerdo con sus asuntos internos, lo que se consideraba un derecho de Estados Unidos. Siguiendo este corolario, pudo intervenir proactivamente en otros países americanos mientras no estaban siendo interferidos por las potencias europeas. Roosevelt incluso planteó la idea de una intervención colectiva, cuando sugirió que EEUU, si fuera necesario, «ponga fin a la interferencia sin ayuda en los asuntos internos de otras naciones. Con la cooperación de otras naciones, tendremos más orden en este hemisferio y menos hostilidad». En 2001, Estados Unidos impulsó a la Organización de los Estados Americanos a aprobar la Carta Democrática Americana, en la que podemos ver la sombra del razonamiento de Roosevelt, poniendo así el manto de «acción colectiva» a la intervención estadounidense en América Latina.

La deducción de Roosevelt marcó el comienzo de una nueva era de interferencia estadounidense en los asuntos internos de América Latina. Desde 1898 hasta 1934, Estados Unidos realizó más de 30 intervenciones militares en países de América Central y el Caribe. Después de la Guerra Fría, la Doctrina Monroe se asoció con las políticas antisoviéticas y anticomunistas. En este momento tenía tanto la intención de excluir a los poderes externos como el contenido de interferir en los asuntos internos de América Latina. George Kennan, el inventor de la «política de contención», presentó el «Corolario Kennan» de la Doctrina Monroe después de viajar por América Latina en 1950, argumentando que los países latinoamericanos eran vulnerables a la «infiltración comunista», por lo que debía utilizarse para hacer frente a la amenaza del comunismo emergente en América Latina incluso el uso de las dictaduras. En el contexto de la agitación interna en los países centroamericanos en la década de 1980, una presentación de 1984 al Director William Joseph Casey por parte del Subdirector de Inteligencia de la CIA Rovert Gates durante la Administración Reagan de un memorando establecía que se debía apoyar a la oposición nicaragüense, de lo contrario la Doctrina Monroe sería abandonada.

La intervención de Estados Unidos en América Latina es producto de estructuras de poder desiguales entre Estados Unidos y América Latina, y su trasfondo está arraigado en el racismo de la cultura estadounidense. El erudito estadounidense Lars Schultz enumeró en detalle los prejuicios racistas de los Estados Unidos hacia América Latina en su libro «Under America: A History of American Policy on Latin America». En el siglo XIX, la teoría de la jerarquía civilizatoria prevaleció en Europa y EEUU. John Quincy Adams y sus contemporáneos creían que los católicos eran inferiores a los protestantes, los hispanos a los anglosajones y la piel negra a la blanca. En el proceso de anexión del territorio mexicano, Estados Unidos utilizó el lema de «mejorar la civilización» ​​para encubrir su comportamiento codicioso. Theodore Roosevelt escribió años después: «Es inevitable, y en interés de toda la humanidad, que el pueblo estadounidense por fin expulse a los mexicanos de sus escasamente pobladas provincias del norte» y abogó por la intervención preventiva en los países latinoamericanos para evitar que América Latina “se convierta en presa de revolucionarios, gobiernos corruptos y extranjeros depredadores». El presidente Woodrow Wilson incluso consideró la intervención de Estados Unidos en América Latina como «la misión civilizada del país», «extender los beneficios del gobierno republicano a los países incivilizados y mal gobernados del mundo tiene como objetivo crear estabilidad y eliminar la base para la intervención europea».

(4) El fuerte retorno de la “Nueva Doctrina Monroe” y la “Vieja Doctrina Monroe”

A principios del siglo XX, EEUU se había convertido en una potencia mundial económica y militarmente. El 16 de diciembre de 1907, la Gran Flota Blanca de la Marina de los EEUU partió del fondeadero de Hampton en Virginia para navegar alrededor del mundo, y los EEUU aparecieron en el escenario mundial como un país poderoso.

Con el crecimiento de la hegemonía de los EEUU, la política exterior de los EEUU comenzó a deshacerse del aislacionismo y, en cambio, participó activamente en los asuntos internacionales. La Doctrina Monroe también se ha convertido en una herramienta para que la hegemonía de los EEUU se expanda en el mundo.

A medida que EEUU avanza hacia el escenario mundial, ya no está satisfecho con ejercer el poder policial internacional en América Latina, sino que quiere ejercer el poder policial en el mundo. Theodore Roosevelt, hablando ante el Congreso en 1902, declaró que «la creciente complejidad e interdependencia de las relaciones políticas y económicas internacionales ha impuesto a todas las grandes naciones en la órbita de la civilización una obligación cada vez mayor de insistir en una conducta policial adecuada para las tareas mundiales». Durante la Primera Guerra Mundial, el presidente Wilson interpretó la Doctrina Monroe como «un principio político global sin restricciones de espacio regional, proporcionando así una justificación para la influencia global de los Estados Unidos». La Doctrina Monroe comenzó a evolucionar hacia el «Mundo Americano».

En 1991 terminó la Guerra Fría, la Unión Soviética se desintegró y Estados Unidos se convirtió en la única superpotencia del mundo. La hegemonía global de Estados Unidos hizo de la Doctrina Monroe un verdadero «mundo americano». El nuevo intervencionismo promovido por Estados Unidos y los países occidentales en la posguerra fría bajo el pretexto del humanitarismo y la defensa de los valores universales es esencialmente una versión ampliada de la Doctrina Monroe. Después del «Incidente del 11 de septiembre», la administración de George W. Bush, que perseguía la teoría del nuevo imperialismo, gritó directamente por boca de los periodistas estadounidenses que «el destino de Estados Unidos es convertirse en el policía del mundo». Condoleezza Rice, entonces Secretaria de Estado de EEUU, expresó la misma opinión que el razonamiento de Roosevelt: “La globalización, si bien aumenta la fortaleza de algunos países, también ha expuesto y exacerbado las fallas de muchos otros países: estos países son demasiado débiles o están mal gobernados para lidiar con desafíos domésticos y no puede evitar que esos desafíos se propaguen y desestabilicen el orden internacional. En este entorno estratégico, la voluntad y la capacidad de los países para cumplir con sus responsabilidades soberanas en el hogar y en el extranjero es de suma importancia para nuestra seguridad nacional». La base real de la Doctrina Monroe ha cambiado debido a la hegemonía global de los Estados Unidos, las esferas de influencia, que son el concepto central de la Doctrina Monroe, han perdido su significado, porque «el mundo entero se ha convertido en la esfera de influencia de Estados Unidos. Muchas esferas de influencia han dado paso a Una esfera de influencia: los fuertes aún imponen su voluntad sobre los débiles. El resto del mundo se ve obligado a jugar en gran medida según las reglas de los Estados Unidos o enfrentar altos costos que van desde duras sanciones al cambio total de régimen”. América Latina parece haber entrado en un período de «post-Doctrina Monroe».

Ya al ​​final de la Guerra Fría, Gadis Smith, profesor de historia en la Universidad de Yale en los EEUU, señaló: «La desintegración de la Unión Soviética eliminó todas las amenazas externas en el Hemisferio Occidental, y la Doctrina Monroe ya no es útil». Muchos años después, la Doctrina Monroe es inútil. O la teoría de la obsolescencia se ha convertido en una política abierta de la administración Obama. En noviembre de 2013, el entonces secretario de Estado de los Estados Unidos, John Kerry, declaró el fin de la Doctrina Monroe en un discurso en la Organización de los Estados Americanos. El presidente Obama también declaró en 2014 que «la era de los imperios y las esferas de influencia ha terminado».

Sin embargo, mientras declaraba obsoleta la Doctrina Monroe, la administración Obama lanzó una política de reequilibrio en Asia para contener la estrategia de China y propuso remodelar el liderazgo estadounidense en América Latina. Este enfoque contradictorio no solo refleja la ansiedad estratégica provocada por la crisis de globalización liderada por EEUU y el rápido ascenso de China, sino que también refleja el dilema estratégico que debe buscar para cooperar con las principales potencias bajo la crisis financiera internacional de 2008. Por otro lado, frente al ascenso colectivo de gobiernos de izquierda en América Latina, Estados Unidos es impotente para enfrentarse a la mayoría de los países latinoamericanos. Por lo tanto, la tentación de frenar la Doctrina Monroe es una prueba de la determinación estratégica de la administración Obama. En cuanto a la presencia de China y otros países fuera de la región en América Latina, la administración Obama no adoptó la política de exclusión de la Doctrina Monroe, sino que implementó una política de monitoreo y compromiso. En 2015, aunque la administración Obama normalizó las relaciones con Cuba, emitió la Orden Ejecutiva 13692 el 8 de marzo de 2015, que inició sanciones contra Venezuela. Se puede decir que EEUU nunca ha renunciado realmente a la Doctrina Monroe, sino que implementó la «Doctrina Monroe sin el nombre de Doctrina Monroe». En cierto sentido, esta es una «Nueva Doctrina Monroe», que es un producto deformado de la «Vieja Doctrina Monroe» basada en la hegemonía del imperio estadounidense en la era de la globalización.

Si llegará la era de la «doctrina post-Munroe» no es una proposición real. Como afirmó el presidente de los Estados Unidos, Grover Cleveland, ya en 1895, «Los principios de la Doctrina Monroe se aplican a todas las etapas de nuestra vida nacional y no quedarán obsoletos mientras exista nuestra República». El retorno de la vieja Doctrina Monroe se ha convertido en una necesidad histórica. Ya en las elecciones generales de EEUU de 2000, Patrick Buchanan, como candidato del Partido Reformista, el tercero en la arena política, criticó el fundamento político de la Doctrina posterior a Monroe. La estrategia de globalización dominada durante la Guerra Fría erosionó la fundación hegemónica de los Estados Unidos. «La vigilancia global trabaja para descentralizar Estados Unidos y abrir las fronteras al comercio desequilibrado, la inmigración ilegal y el terrorismo». Estados Unidos quiere volver a la Doctrina Monroe, porque “la Doctrina Monroe es un aislacionismo que no interviene en conflictos lejanos”. Al mismo tiempo, su Doctrina Monroe mejorada empujó a Estados Unidos aún más al aislacionismo. En opinión de Buchanan, «el problema más inmediato y grave que enfrenta EEUU en el hemisferio occidental es la inmigración masiva». Más importante aún, para «mantener un país, una nación», se deben adoptar nuevas restricciones de inmigración para acabar con la inmigración ilegal, especialmente de México. Su propuesta política es «desplegar militares en la frontera mexicana» para frenar a «terribles refugiados, inmigrantes, terroristas» y promover el traspaso del poder en Cuba. Incluso abogó por la separación de Estados Unidos de América Latina, argumentando que mientras «ningún régimen hostil construya una fortaleza en este hemisferio», EEUU no debería preocuparse por los gobiernos de América Central y del Sur.

Las ideas antiglobalización, antilibre comercio, antiinmigración y el regreso a la Doctrina Monroe del presidente Trump son exactamente las mismas que las de Buchanan. En septiembre de 2018, en la ceremonia de apertura del debate general de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, Trump declaró que la Doctrina Monroe era una vez más una política exterior formal de los Estados Unidos, rechazando la injerencia de otros países en los asuntos del Hemisferio Occidental y los propios Estados Unidos. En 2018, Tillerson, entonces Secretario de Estado de EEUU, pronunció un discurso sobre temas del Hemisferio Occidental en la Universidad de Texas. Durante la sesión de preguntas y respuestas, dijo que «la Doctrina Monroe es un logro», y consideró que la doctrina ha mantenido los valores democráticos del Hemisferio Occidental. “La Doctrina Monroe está viva y coleando”, dijo Bolton, exasesor de seguridad nacional de Trump, en un discurso ante grupos del exilio cubano. La política latinoamericana caracterizada por la tradicional Doctrina Monroe, primero, adopta una política de exclusión y contención dirigida principalmente en China, y considera a China como la mayor amenaza para el liderazgo de los Estados Unidos en América Latina y sus intereses. El segundo es volver a fortalecer su política de intervención en América Latina. En el tema cubano, la administración Trump anuló la política de compromiso con Cuba implementada durante la administración Obama y aumentó las sanciones económicas. Y en enero de 2021, el gobierno cubano será incluido nuevamente en la lista de países que apoyan el terrorismo internacional. En el tema venezolano, la administración Trump ha reconocido al gobierno de oposición y ha ejercido una presión extrema sobre el gobierno de Maduro. La tercera es adoptar medidas más extremas que Buchanan en el tema migratorio, como construir un muro fronterizo y repatriar refugiados a gran escala. Muchos académicos chinos y extranjeros han llamado a la política latinoamericana de Trump la “Nueva Doctrina Monroe”, pero en realidad sus políticas son más como un regreso a la Doctrina Monroe tradicional.

La administración Biden, que es muy crítica con la Doctrina Trump, rara vez menciona directamente la Doctrina Monroe, pero aún considera a América Latina como la esfera de influencia de los Estados Unidos. A diferencia de Trump, quien comparó a América Latina con el patio trasero de Estados Unidos, dijo que «todo lo que está al sur de la frontera mexicana es el patio delantero de Estados Unidos». En su política hacia América Latina, la administración Biden básicamente ha mantenido la política de Trump, rechazó la influencia de China y otras potencias extranjeras y básicamente continuó con su política hacia Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Evolución de la hegemonía estadounidense y rasgos de esta estrategia hacia América Latina

Muchos eruditos famosos que discuten la «estrategia» o la «gran estrategia» tienden a comenzar desde la perspectiva de los objetivos y los medios, y la definen como un arte científico que utiliza de manera integral varios medios para lograr un determinado gran objetivo, centrándose en los medios estratégicos. El núcleo de la estrategia de EEUU hacia América Latina es utilizar diferentes medios políticos para lograr la hegemonía regional, pero, en esencia, la definición de objetivos y el uso de medios y recursos estratégicos están sujetos a la fuerza y ​​el estatus nacional real. Por lo tanto, la estrategia de EEUU hacia América Latina ha evolucionado con cambios en su hegemonía.

(1) Las características de la estrategia estadounidense hacia América Latina en la era de la hegemonía

Durante mucho tiempo después de que se propusiera la Declaración de Monroe, el objetivo de la expansión de la hegemonía y la defensa de los Estados Unidos en el hemisferio occidental estuvo dirigido principalmente a las potencias europeas, no a América Latina.

En 1889, la intención original de los EEUU de construir el Sistema Panamericano era «prevenir la guerra entre los países americanos» para no «inducir la invasión europea y poner en peligro la Declaración de Monroe». En 1930, J. Reuben Clark, entonces subsecretario del Departamento de Estado de los EEUU, se quejó en el «Memorándum de Clark» escrito por su organización de que la Doctrina Monroe era una política de los EEUU dirigida a Europa y no a América Latina.

Después de la Primera Guerra Mundial, el Hemisferio Occidental entró en una era dominada por la hegemonía de los EEUU. Como no había retadores hegemónicos y amenazas internas obvias, los EEUU intervinieron sin escrúpulos en América Latina, especialmente en algunos países vecinos, mientras ignoraban las demandas de desarrollo de los países latinoamericanos. . Debido a que los países latinoamericanos en general estaban insatisfechos con la política de intervención de la Doctrina Monroe, y considerando la tensión internacional antes de la Segunda Guerra Mundial, la administración de Franklin Delano Roosevelt propuso la política del «buen vecino» en 1933. Esta es la primera estrategia de Estados Unidos y América Latina que intenta ir más allá de la Doctrina Monroe de política de intervención.

Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos consolidó aún más su hegemonía en América Latina y el mundo, y el estatus de América Latina en la diplomacia estadounidense decayó. EEUU no tiene una estrategia general y de largo plazo para América Latina para liderar el desarrollo de América Latina. Solo cuando se desafía la hegemonía de los EEUU, los EEUU responderán de manera preventiva. La política de respuesta de EEUU hacia América Latina es pasiva y unidireccional. Hay dos medios políticos principales: uno es aumentar la ayuda o proporcionar más preferencias comerciales para promover el desarrollo, y el otro es sancionar o interferir con los países latinoamericanos. Estas dos prácticas se pueden comparar con el dicho tradicional de «la zanahoria y el palo». Tras la victoria de la Revolución Cubana en 1959, la «Alianza para el Progreso» impulsada por el presidente Kennedy se centró principalmente en ayudar y promover el desarrollo de América Latina. En la década de 1980, el presidente Reagan adoptó una política de «palo y zanahoria» en respuesta a la penetración de la Unión Soviética en América Central y la crisis centroamericana. Mientras aumentaba la intervención en los países centroamericanos, también implementó cierta asistencia para la región y preferencias comerciales como el Proyecto de la Cuenca del Caribe en 1983. Sin embargo, cuando se eliminaron las amenazas externas, la política de Estados Unidos hacia América Latina volvió a la vieja senda de abandono e intervención, cayendo así en un ciclo de abandono y respuesta de tensión. En 1973, un académico estadounidense publicó un artículo en «Foreign Affairs» y señaló que «Estados Unidos no tiene una política latinoamericana, excepto una política de negligencia benigna». Traerá consecuencias negativas para Estados Unidos en los campos de política, economía y seguridad.

En la era del dominio de la hegemonía, la política de Estados Unidos hacia América Latina se basó principalmente en el realismo. La intervención es el principal medio para que implemente el poder coercitivo en América Latina y una de las principales características de la Doctrina Monroe. Estados Unidos implementó un plan de recuperación europeo en los primeros días de la Guerra Fría, brindó una gran ayuda a Europa a través del Plan Marshall y no tenía un plan similar para América Latina, y les dijo a los países latinoamericanos que dependieran del comercio en lugar de la ayuda. Esto «causó un profundo resentimiento en América Latina». Además, la intervención de Estados Unidos en América Latina ha generado tensión en las relaciones y un fuerte sentimiento antiestadounidense en los países latinoamericanos. «Desde la independencia hasta mediados del siglo XX, el sentimiento antiestadounidense afectó a todos los grupos sociales importantes de América Latina. Los campesinos, los trabajadores, los miembros de la clase media y las élites se resintieron en algún momento por ser explotados o despreciados por Estados Unidos». La intervención e invasión de Estados Unidos a Guatemala, Nicaragua, Cuba, Panamá, Haití y otros países pequeños de América Central y el Caribe a menudo han llevado a Estados Unidos a «peligrosos vórtices». La crisis de los misiles en Cuba en 1962 y la lucha de la administración Reagan con la Unión Soviética en América Central en la década de 1980 casi arrastraron a Estados Unidos al torbellino de la guerra.

La política de Estados Unidos hacia América Latina a menudo está atrapada en contradicciones, como se quejó una vez el ex embajador de Estados Unidos, John Bartello Martin: «Si seguimos manteniendo relaciones con ellos, nos acusarán de entrometernos; si los ignoramos, nos acusarán de preocuparnos por Bangladesh, en lugar de sus vecinos». Debido a la enorme desigualdad de las estructuras de poder entre los Estados Unidos y América Latina, aunque los países latinoamericanos a menudo expresaron su descontento durante gran parte del tiempo, «la relación general entre los Estados Unidos y la mayor parte de América Latina fue fuerte. Y amable». Debido a que los países latinoamericanos dependen de Estados Unidos y carecen de autonomía estratégica, Estados Unidos es tanto un problema como una solución para ellos. Esto también confirma el dicho clásico del teórico realista Tucídides: «Los fuertes pueden hacer todo lo que tienen el poder de hacer, y los débiles solo pueden aceptar lo que deben aceptar».

(2) Cambios en la estrategia de Estados Unidos hacia América Latina en la era poshegemónica

En el siglo XXI se han producido nuevos cambios en las relaciones internacionales del mundo y del hemisferio occidental, uno de ellos es que se ha desafiado y debilitado la hegemonía de Estados Unidos, lo que también ha traído nuevos rasgos a la política estadounidense hacia América Latina.

(1) El declive de la hegemonía estadounidense y la era poshegemónica

La eficacia de la Doctrina Monroe y el benigno abandono de América Latina por parte de Estados Unidos se basan en la hegemonía monopólica de EEUU sobre América Latina. Sin embargo, con el fortalecimiento de la autonomía estratégica de los países latinoamericanos y la creciente presencia de potencias extranjeras en América Latina, la hegemonía de EEUU en América Latina está siendo cuestionada. En 2006, el académico estadounidense Peter Hakim publicó un artículo en la revista Foreign Affairs advirtiendo que «Washington está perdiendo América Latina». En mayo de 2008, el Consejo de Relaciones Exteriores de los EEUU publicó un informe liderado por más de 20 académicos y políticos estadounidenses famosos, declarando que «la era de la hegemonía estadounidense en América Latina ha terminado». Desde entonces, la crisis financiera internacional de 2008, el ascenso acelerado de China, la nueva epidemia del coronavirus y la ruptura política interna han afectado aún más la hegemonía global de los EEUU. El presidente boliviano Morales declaró una vez que «América Latina ya no es una colonia de los Estados Unidos». El presidente mexicano López también hizo la última afirmación: «En lo que respecta a los Estados Unidos, es imposible continuar con la Doctrina Monroe o el lema ’América es estadounidense’». Tanto a nivel nacional como regional ha disminuido significativamente. En este sentido, también se puede decir que la estrategia estadounidense hacia América Latina ha entrado en una “era post-hegemónica”.

(2) En la era posterior a la hegemonía, EEUU ha ajustado su enfoque estratégico en América Latina

La era posterior a la hegemonía fue inaugurada por la administración Obama. En este momento, el enfoque de la estrategia diplomática de EEUU pasó de la cooperación entre grandes potencias y la lucha contra el terrorismo a la competencia entre grandes potencias, y China se ha convertido en el objetivo principal de la estrategia de competencia entre grandes potencias de EEUU.

En respuesta al rápido ascenso de China, la administración Obama implementó una estrategia de reequilibrio asiático contra China después de asumir el cargo en 2009. Pero en el contexto de la crisis financiera internacional de 2008, EEUU necesitaba la ayuda de China. Por lo tanto, la administración Obama adoptó una estrategia híbrida contra China: por un lado, una política de compromiso, integración e inclusión; por otro, una estrategia implícita de contención, equilibrio o disuasión. En América Latina, aunque «EEUU considera que el creciente papel de China es un nuevo desafío que enfrenta en el hemisferio occidental», debido a la limitada influencia de China en América Latina en ese momento, se concentró principalmente en el campo de comercio. La administración Obama no consideró que la cooperación entre China y América Latina fuese una gran amenaza, y adoptó una actitud de espera y vigilancia sobre si China podía transformar su influencia económica en América Latina en influencia política en el futuro. A través de consultas estratégicas chino-estadounidenses sobre asuntos latinoamericanos, la administración Obama esperaba mejorar la transparencia del comercio y la inversión de China en América Latina. William Burns, el subsecretario de Estado de la administración Obama, dijo en 2011: «No debemos preocuparnos por los intereses económicos asiáticos (chinos) en nuestro hemisferio occidental. La relación existente es transparente y se siguen las reglas».

Con la intensificación de la competencia estratégica entre China y Estados Unidos, EEUU considera cada vez más a China como su mayor competidor y amenaza, y las dos partes en Estados Unidos básicamente han llegado a un consenso sobre esto. El 18 de diciembre de 2017, el primer Informe de estrategia de seguridad nacional publicado por la administración Trump declaró que «la competencia estratégica entre naciones, no el terrorismo, es el tema principal de la seguridad nacional de EEUU”. China es el principal «competidor estratégico». Al mismo tiempo, Estados Unidos considera que el desarrollo de las relaciones chino-latinoamericanas es una amenaza para Estados Unidos. En 2018, el entonces secretario de Estado, Rex Tillerson, acusó abiertamente a China de «buscar ganancias a corto plazo y dependencia a largo plazo de América Latina», calificando a China como un «actor depredador en nuestro hemisferio». La administración Biden ha continuado con la estrategia de Trump de competencia entre grandes potencias, considerando a China como «un competidor que plantea un serio desafío para la prosperidad, la seguridad y los valores democráticos estadounidenses».

Además, Estados Unidos siempre ha considerado el ascenso colectivo de las fuerzas de izquierda en América Latina, especialmente la política antiestadounidense seguida por la izquierda radical en, la estrategia de diversificación de las relaciones exteriores y la política de equilibrio suave contra Estados Unidos como una amenaza a su hegemonía y sus intereses. Con el fortalecimiento de la autonomía estratégica de los países latinoamericanos, el control de los Estados Unidos sobre los asuntos internos y externos de América Latina se está debilitando y es cada vez más difícil para los EEUU obtener la plena cooperación de los países latinoamericanos en su estrategia global. Tomemos como ejemplo el conflicto Rusia-Ucrania. Aunque la mayoría de los países latinoamericanos criticaron las acciones militares de Rusia contra Ucrania, no siguieron a Estados Unidos en temas delicados como las sanciones a Rusia y la ayuda militar a Ucrania, y mantuvieron una posición relativamente independiente. Por lo tanto, en la era post-hegemónica, es un desafío importante para los Estados Unidos fortalecer su influencia y control sobre América Latina y reintroducir a América Latina en el camino estratégico de los Estados Unidos.

Los problemas de seguridad no tradicionales como la inmigración y el contrabando de drogas traídos a los EEUU por la globalización también son desafíos importantes para su seguridad. Entre ellos, los problemas de inmigración no solo causan problemas de seguridad, sino también conflictos políticos y culturales. A algunos conservadores les preocupa que el rápido crecimiento de la población latina desafíe la cultura dominante y la identidad nacional de los EEUU. Esto también hace que Buchanan, Trump y otros políticos conservadores aboguen por la Doctrina Monroe, que es más aislacionista. Desde 2013, debido a la continua recesión económica en América Latina, la intensificación de la pandemia de coronavirus de 2019 y la consecuente recesión económica, y el impacto de la política estadounidense de máxima presión sobre Venezuela, el flujo de inmigrantes irregulares hacia Estados Unidos ha alcanzado niveles sin precedentes y se ha convertido en un factor influyente en un tema importante de la seguridad nacional de los Estados Unidos.

(3) La tendencia a la contracción de la estrategia estadounidense hacia América Latina en la era poshegemónica

El erudito Graham Alison, quien propuso la «trampa de Tucídides», cree que «la esencia de la estrategia es usar recursos para enfrentar desafíos abrumadores». Con el declive de la hegemonía estadounidense y los recursos limitados, la estrategia hacia América Latina se está reduciendo, mostrando una tendencia a volverse cada vez más norteamericana.

Sus políticas se reflejan principalmente en dos aspectos: Primero, la posición de México en la estrategia de Estados Unidos hacia América Latina es cada vez más importante. Estados Unidos ha logrado que la economía de América del Norte esté cada vez más integrada a través del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y el T-MEC revisado. Esto no sólo satisface básicamente las importantes preocupaciones de Estados Unidos sobre seguridad industrial y seguridad energética, sino que también hace que el comercio y la inversión entre EEUU y América Latina se concentren cada vez más en América del Norte. En 2021, México representará el 76% de las importaciones estadounidenses y el 61% de las exportaciones estadounidenses de la región. En la competencia económica entre China y Estados Unidos, la estrategia de Estados Unidos de reconfigurar la cadena industrial global hará de México, América Central y el Caribe los destinos cercanos a la costa, lo que promoverá aún más la integración económica de América del Norte. La segunda es que la región del Gran Caribe ha atraído la atención de la seguridad y la mayor parte de la ayuda de los Estados Unidos. Después de que Obama asumiera el cargo, Estados Unidos firmó varios acuerdos para promover el desarrollo y la seguridad con países de la región y proporcionó una gran cantidad de fondos. Entre ellos, proporcionó 12 mil millones dedólares en ayuda a Colombia en el año fiscal 2000-2021, y un total de 3,3 mil millones en la Iniciativa Mérida dirigida a México y Centroamérica en el año fiscal 2008-2021. Tras la expiración del plan Mérida, Estados Unidos y México renovaron el acuerdo «Marco Bicentenario México-Estados Unidos para la Seguridad, Salud Pública y Comunidades Seguras» en octubre de 2021. En 2010, Estados Unidos separó a Centroamérica del Plan Mérida e implementó la «Iniciativa de Seguridad Regional Centroamericana» y la «Iniciativa de Seguridad de la Cuenca del Caribe».Cuando Biden asumió, prometió aportar al menos 4 mil millones en ayuda, para el desarrollo de Centroamérica y el sur de México.

La contracción de la estrategia estadounidense hacia América Latina es un reflejo realista del declive de su hegemonía. Cuando se presentó la Declaración de Monroe en 1823, el objetivo hegemónico de Estados Unidos era «no contra todo el continente, sino sólo contra América del Norte y el Caribe». Alfred Thayer Mahan, un conocido estratega y teórico geopolítico estadounidense, propuso una vez que «las preocupaciones de seguridad de los EEUU terminan en el río Amazonas, y no hay necesidad de implementar la Doctrina Monroe al sur del río». La proximidad geográfica siempre ha sido valorada por Estados Unidos. Durante la crisis centroamericana de la década de 1980, el entonces secretario de Estado, Schultz, llamó a esta región la «tercera frontera» de los Estados Unidos (tercera frontera), diciendo que «si esta región (Centroamérica) es hostil a nuestro régimen gobernado, o si se convierte en un sitio de disturbios sociales a largo plazo, las implicaciones para nuestra propia economía y sociedad serían de hecho sustanciales». En 1997, el presidente Bill Clinton incluso declaró a los EEUU un «país caribeño». Después del incidente del «9-11», Bush Jr. extendió la «tercera frontera» de los Estados Unidos hasta el Caribe. Con el desarrollo de la globalización, la proximidad geográfica de esta región ha aumentado la influencia mutua de los factores de seguridad. La inestabilidad política y económica, el clima extremo causado por el cambio climático y la propagación de la epidemia han ampliado la influencia mutua entre los países de esta región y han afectado cada vez más la vida cotidiana de los Estados Unidos. Se han vuelto «internacionales y problemas domésticos» para los Estados Unidos. Por ello, fortalecer el foco en esta región se ha convertido en el área prioritaria de la estrategia de EEUU hacia América Latina.

Estrategia de Estados Unidos hacia América Latina en la era poshegemónica

En la era de la poshegemonía, cómo impulsar la hegemonía de Estados Unidos en América Latina es una tarea común que enfrentan los dos partidos. El objetivo planteado por el presidente Obama durante las elecciones de 2008 fue «remodelar el liderazgo de los EEUU en América Latina». El objetivo de la administración Trump de «hacer que EEUU vuelva a ser grande» también se proyecta a América Latina, con el objetivo de devolver la Doctrina Monroe. La administración Biden enfatizó la importancia de la región latinoamericana para EEUU «Debido a los fuertes lazos comerciales, las tradiciones democráticas comunes y los lazos familiares, ninguna región tiene más influencia en EEUU que el hemisferio occidental», y propuso revivir la alianza con América Latina.

En la era poshegemónica, EEUU no ha cambiado fundamentalmente su marco estratégico para la democracia, la prosperidad y la seguridad en América Latina desde el final de la Guerra Fría. Aunque Trump persiguió el realismo de principios y el aislacionismo, buscando acabar con el orden liberal liderado por Estados Unidos y la diplomacia unilateralista teñida de poder, la inercia de la política exterior estadounidense le dificultó subvertir este marco estratégico. El informe de la administración Trump sobre el Marco Estratégico del Hemisferio Occidental publicado en 2020 dejó en claro que «el objetivo principal del compromiso de EEUU con el Hemisferio Occidental es apoyar una región próspera, segura y democrática». Las administraciones de Trump y Biden han adoptado diferentes políticas y tácticas.

(1) Estrategias de Promoción de la Democracia

Promover la democracia no solo está en línea con las características ideológicas de la Doctrina Monroe, sino también una de las estrategias para promover el orden liberal internacional global en el período posterior a la Guerra Fría.

Bajo esta estrategia, Estados Unidos se compromete a evitar «retrocesos democráticos potenciales». E implementar una serie de acciones para promover la democracia a través de la Organización de los Estados Americanos. Entre ellos, la Carta Democrática Americana adoptada en septiembre de 2001 creó una garantía institucional colectiva para la democratización del Hemisferio Occidental. A través de este mecanismo, Estados Unidos desempeñó un papel rol en la promoción de la democracia en las Américas.

Sin embargo, la estrategia de promover la democracia también trae ciertos desafíos a la estrategia de EEUU hacia América Latina. Desde la elección del presidente venezolano Chávez en 1998, un grupo de gobiernos latinoamericanos de izquierda llegó al poder a través de elecciones democráticas, lo que trajo algunos desafíos políticos a los Estados Unidos. Aunque el presidente Trump expresó dudas sobre los beneficios de promover la democracia en los Estados Unidos, los conservadores todavía creen que promover la democracia en América Latina es de interés para los Estados Unidos. En 2022, Colombia, el principal aliado de Estados Unidos en Sudamérica, ha logrado un histórico giro a la izquierda, que ha causado un fuerte malestar en Estados Unidos, pero el senador conservador estadounidense Marco Rubio cree que «mientras haya democracia, Colombia estará bien. Pueden elegir a una persona con la que no estamos de acuerdo, puede que no nos gusten todas las decisiones que toman, pero al final tendrán que gobernarse a sí mismos mediante la moderación de los votantes, los votantes los castigarán a ellos y a su partido. Sin democracia, pueden hacer lo que quieran, eso suele ser lo que desencadena guerras y crisis».

Además, los conservadores también creen que promover la democracia en América Latina es una elección estratégica que Estados Unidos tiene que hacer en la era poshegemónica. En la era de la globalización, es una opción inevitable para los países latinoamericanos fortalecer los lazos económicos con las potencias externas. Cuando Estados Unidos no puede proporcionar a América Latina opciones alternativas para el comercio, la inversión y los préstamos financieros, es imposible pedir a los países latinoamericanos que renuncien a la cooperación con China y otras grandes potencias fuera de la región. Por otro lado, cuando los países latinoamericanos interactúan con China, Estados Unidos supervisa a través de iniciativas anticorrupción, cooperación en seguridad y asistencia en seguridad para asegurarse de que no planteen grandes desafíos de seguridad para Estados Unidos. De hecho, está utilizando la promoción de la democracia como herramienta de hegemonía. Las narrativas de «democracia» y «autoritarismo», o «democracia» y «autoritarismo», diriguiéndose a China y Rusia, fortalecen la unidad de sus aliados e imponen restricciones extremas a Cuba, Venezuela y Nicaragua, lo que Trump llamó el «triángulo de la tiranía». La presión proporciona una excusa. El entonces Secretario de Estado, Pompeo, declaró en su discurso del 2 de diciembre de 2019: «Tratamos de dejar en claro moral y estratégicamente que el autoritarismo es una amenaza en nuestro hemisferio. Es una amenaza para nosotros en los Estados Unidos. No podemos tolerar estos regímenes que invitan a los malos actores y tratan de convertir las democracias aliadas en dictaduras». En su estrategia para promover la democracia, Estados Unidos necesita especialmente ganarse a los países latinoamericanos para expandir el campo de los países «democráticos». En la Cumbre de la Democracia Global convocada por la administración Biden en diciembre de 2021, se invitó a participar a 25 gobiernos y activistas de la sociedad civil de países de América Latina. Estados Unidos apoya a Costa Rica, Panamá y República Dominicana en 2021 para formar la Alianza para el Desarrollo Democrático. En julio de 2022, Estados Unidos tomó la delantera en la firma de un acuerdo para promover la cadena de suministro con los países de la Alianza Democrática, como «la forma más práctica de estimular el crecimiento de la Alianza para el Desarrollo Democrático mientras se promueven los intereses de Estados Unidos».

Aun así, promover la democracia como herramienta estratégica de Estados Unidos en el orden liberal global también es un arma de doble filo. Dado que la democracia es la base de la legitimidad política en el continente americano, la posibilidad de una intervención militar directa de Estados Unidos en la región ha disminuido. Frente a los gobiernos de izquierda en América Latina que llegaron al poder a través de elecciones democráticas, tiene que ampliar su tolerancia hacia las diversas democracias de América Latina. Estados Unidos ha estado insatisfecho durante mucho tiempo con las fuerzas radicales de izquierda en Venezuela que han estado en el poder durante más de 20 años, pero la administración de Obama ha moderado relativamente al gobierno de Chávez y solo lanzó sanciones contra el gobierno de Maduro en una etapa posterior.

De hecho, una estrategia de promoción de la democracia no impediría la intervención de EEUU en América Latina y renegaría de su compromiso con la democracia. Desde principios del siglo XXI, muchos gobiernos de izquierda en América Latina se han enfrentado a «golpes de estado» o crisis políticas controvertidas. Estos países incluyen a Venezuela (2002), Honduras (2009), Paraguay (2012), Brasil (2016), Bolivia (2019) y Perú (2022). Estados Unidos muchas veces no profundiza en la legalidad procesal. En cambio, apoya a gobiernos que llegan al poder después de golpes o crisis en diversos grados.

El enfoque de la estrategia de promoción de la democracia de EEUU ha pasado de promover elecciones democráticas a la gobernabilidad democrática, entre ellos, el fortalecimiento de la gobernabilidad judicial y la lucha contra la corrupción se han convertido en el enfoque de la promoción de la gobernabilidad democrática de la administración Biden en América Latina, especialmente en América Central. El propósito de este cambio es mejorar el nivel de gobernabilidad de los países latinoamericanos y crear un ambiente favorable para la inversión de los Estados Unidos y las empresas. Lo más notable es el Engellist lanzado por Estados Unidos en diciembre de 2020, que se ha convertido en un medio importante para que Estados Unidos tome medidas enérgicas contra los funcionarios corruptos en Centroamérica. Aquellos en la lista de Engel no solo tendrán prohibido ingresar a los Estados Unidos, sino que también pueden estar sujetos a sanciones adicionales, como la congelación de activos. EEUU ha impuesto sanciones judiciales sin precedentes contra funcionarios corruptos en América Latina, incluidos altos funcionarios actuales y exjefes de gobierno en América Latina, como el vicepresidente de Paraguay Hugo Adalberto Velázquez Moreno, el expresidente de Honduras Hernández Juan Orlando Hernande (en el cargo de 2014 a 2022), expresidente de Paraguay Horacio Cartes en el cargo de 2013 a 2018, y expresidente de Panamá Ricardo Martinelli. Sin embargo, el compromiso de la administración Biden con el objetivo a largo plazo de la gobernabilidad democrática también ha causado tensión entre EEUU y los aliados tradicionales, como El Salvador y Guatemala, a corto plazo.

(2) Estrategias de Promoción de la Prosperidad

La prosperidad y la estabilidad de los países latinoamericanos están en los intereses de los Estados Unidos, que es el consenso de todas las administraciones. Esto se considera un medio importante para promover la prosperidad de los EEUU y reducir las amenazas a la seguridad, como la inmigración ilegal y el contrabando de drogas de los países latinoamericanos a los EEUU. También es una necesidad para hacer frente a la penetración y expansión de potencias extranjeras en América Latina. A pesar de esto, EEUU todavía no presta atención continua al desarrollo de América Latina, y la estrategia para promover la prosperidad está más al servicio de la estrategia global de Estados Unidos y el desarrollo económico nacional. China es uno de los mayores factores externos además de los Estados Unidos que afectan a América Latina, especialmente el desarrollo económico. El objetivo principal de la estrategia del gobierno de los Estados Unidos para promover la prosperidad de América Latina es enfrentar los desafíos de China.

La administración Obama utilizó el libre comercio como protección contra la competencia estratégica de China. En noviembre de 2009 y junio de 2013, impulsó sucesivamente las negociaciones de la Asociación Transpacífica (TPP) y la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP), con la esperanza de establecer un acuerdo multilateral transregional que excluya a China. Quiso incorporar a los países latinoamericanos a los pactos transregionales de Estados Unidos, en particular al Acuerdo Transpacífico, que «vincularía los mercados asiáticos de rápido crecimiento con las democracias sólidas de las Américas». Con este fin, el presidente Obama, quien originalmente se oponía al libre comercio, impulsó la ratificación de los tratados de libre comercio bilaterales entre Estados Unidos y Colombia y con Panamá (2012). También apoyó la “Iniciativa del Arco del Pacífico” (2009), que apoya el establecimiento de la Alianza del Pacífico, una organización regional latinoamericana que favorece el libre comercio, y espera que a través de ellos, los países latinoamericanos del Pacífico sean incluidos en el círculo económico dominado por los Estados Unidos.

Hay muchas similitudes en las estrategias de las administraciones de Trump y Biden para promover la prosperidad en América Latina, ambas han pasado del comercio a la inversión y la cooperación en la cadena industrial. Trump, que se opone a la globalización y al libre comercio, se retiró inmediatamente del Acuerdo de Asociación Transpacífico tras asumir el cargo en 2017, lo que provocó el fracaso de la estrategia comercial de Obama y el deseo de Ecuador y Uruguay de negociar tratados de libre comercio con Estados Unidos. En respuesta al desarrollo de la iniciativa «Belt and Road» de China en América Latina, Trump propuso el «Growth in the Americas» (Crecimiento en las Américas) en 2018, que es financiado por la Corporación Financiera de Desarrollo Internacional de los Estados Unidos para promover energía y otras infraestructuras en América Latina. Biden propuso la «Asociación Americana para la Prosperidad Económica». El 27 de enero de 2023, Estados Unidos firmó la Declaración Conjunta sobre la Asociación de las Américas para la Prosperidad Económica con Barbados, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Dominica, Ecuador, México, Panamá, Perú y Uruguay. Se compromete a «mejorar la diversidad, la sostenibilidad y la resiliencia de las cadenas de suministro y promover la infraestructura de calidad mediante la expansión de los vínculos comerciales regionales». Sin embargo, con los recursos limitados invertidos por Estados Unidos, es cuestionable si puede competir con la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China.

Además, con el fin de mejorar la seguridad de la cadena industrial de EEUU, promover el desacoplamiento de la cadena industrial de China y promover el retorno de las industrias manufactureras, ha adoptado a América Latina como sucesora de Nearshoring y Friendshoring en su estrategia para promover la reestructuración de la cadena industrial global. La administración Trump había planeado lanzar un plan para promover el «regreso a las Américas» de la cadena de producción en el período posterior de la administración, con la intención de utilizar incentivos financieros para alentar a las empresas estadounidenses a transferir instalaciones de producción en Asia a los Estados Unidos y países latinoamericanos, pero hasta ahora no se ha realizado. En abril de 2022, los miembros del Congreso propusieron la Ley de Nearshoring del Hemisferio Occidental, que alentaría a las empresas estadounidenses a trasladar los cambios de su cadena de suministro a América Latina. Los países latinoamericanos han mostrado un profundo interés en la estrategia de subcontratación de los Estados Unidos de near-shoring y friendly-shoring, con la esperanza de beneficiarse del proceso de reestructuración de la cadena industrial global, expandir la inversión y promover el desarrollo de sus propias industrias. Sin embargo, el hecho de que la externalización cercana y amigable en tierra pueda beneficiar a los países latinoamericanos depende de muchas condiciones, como el arbitraje laboral, el apoyo industrial, los acuerdos de libre comercio, las condiciones de inversión y el tamaño del mercado. Con excepción de México y algunos países centroamericanos, es difícil para la mayoría de los países latinoamericanos convertirse en un lugar para la transferencia industrial. Según el informe del Banco Interamericano de Desarrollo, la respuesta es, con la quizás excepción de México, que la reestructuración de la cadena de valor global no traerá beneficios significativos a corto plazo para la región.

(3) Estrategia de seguridad

La seguridad es el principal pilar de la política estadounidense hacia América Latina. A partir de la administración de Obama, ya no incluyó el terrorismo como un problema de seguridad prioritario, sino que consideró los problemas de seguridad no tradicionales, como el contrabando de drogas, el crimen organizado y la inmigración ilegal causada por la apertura de fronteras, como amenazas importantes para la seguridad de Estados Unidos.

Al resolver estos problemas de seguridad no tradicionales, especialmente el de combatir la inmigración ilegal, Trump ha tenido grandes conflictos estratégicos con la administración anterior de Obama y la administración posterior de Biden. Cuando la administración Obama llegó al poder, propuso una reforma migratoria para regularizar la inmigración ilegal. La administración Biden se comprometió a establecer un sistema de inmigración justo, ordenado y humano y fortalecer la asistencia a los países de origen de inmigrantes. «Abordar las causas profundas de la inseguridad humana y la migración irregular, incluida la pobreza, la violencia criminal y la corrupción». La administración Biden también firmó la «Declaración de Los Ángeles sobre Inmigración y Protección» con algunos países latinoamericanos en junio de 2022, buscando el apoyo de los países latinoamericanos para resolver los problemas de inmigración y abogando por compartir la responsabilidad. La administración Trump mostró una fuerte tendencia al aislacionismo en el tema migratorio, promoviendo la construcción del muro fronterizo entre Estados Unidos y México, tratando de excluir a los inmigrantes de la frontera estadounidense y adoptando medidas duras. Por ejemplo, en 2019 amenazó con cortar la ayuda a El Salvador, Guatemala y Honduras en el “Triángulo Norte” de Centroamérica, tratando de obligar a los gobiernos de estos países a frenar el flujo de inmigrantes hacia Estados Unidos y firmó un acuerdo de seguridad de terceros que permite a los Estados Unidos enviar solicitantes de refugiados de terceros países transferidos a estos países. Sin embargo, ninguna estrategia puede resolver los problemas de seguridad que aquejan a los Estados Unidos sin abordar el desequilibrio económico entre los Estados Unidos y los países latinoamericanos y el déficit de gobernabilidad en los países latinoamericanos.

Conclusión

Casi 200 años después de su nacimiento, la «Doctrina Monroe» siempre ha sido la pista central de la política de Estados Unidos hacia América Latina.

En este sentido, es exitosa como estrategia regional. Sin embargo, el éxito de la Doctrina Monroe es difícil de replicar porque está determinado por condiciones geopolíticas especiales. Estados Unidos está geográficamente lejos del centro político del mundo. Tal como dijo el erudito realista ofensivo estadounidense Mearsheimer: «Es difícil para los competidores extranjeros atacar a Estados Unidos al otro lado del océano». Más importante aún, el trasfondo ideológico de la Doctrina Monroe es la política del poder, y la interferencia y el poder son sus características esenciales. En una era en la que los intereses de todos los países son interdependientes en la globalización y hoy se ha establecido el sistema de gobernanza multilateral mundial, aunque la política de poder no se ha eliminado por completo, la mayoría de los países la han dejado de lado. El concepto de cooperación ganar-ganar defendido por una comunidad de destino de la humanidad es el camino correcto para el ascenso de las grandes potencias. El retorno de la Doctrina Monroe por parte de los Estados Unidos y volver a provocar la competencia entre las grandes potencias también va en contra de la tendencia de los tiempos.

La vitalidad a largo plazo de la Doctrina Monroe se basa en la hegemonía de los Estados Unidos. Con el declive de la hegemonía estadounidense, el ascenso de las potencias emergentes y el fortalecimiento de la autonomía estratégica de los países latinoamericanos, la racionalidad de los objetivos de la Doctrina Monroe y la eficacia de sus medios enfrentarán grandes desafíos. Desde la administración de Obama, Estados Unidos ha querido revivir su hegemonía en América Latina, pero debido a las diferencias en las ideas políticas, los conflictos políticos entre los gobiernos estadounidenses se están expandiendo. Este conflicto refleja el conflicto entre las dos teorías del liberalismo y el realismo tras el declive de la hegemonía estadounidense y el dilema de la estrategia estadounidense hacia América Latina. Hay dos opciones para que EEUU salga de este dilema en su estrategia hacia América Latina: o actualizar su concepto diplomático, o revivir la hegemonía.

En la era posterior a la hegemonía, el gobierno de los EEUU eligió unánimemente el objetivo de revivir la hegemonía en América Latina, tratando de restaurar la influencia política y económica. Sin embargo, es muy difícil para los Estados Unidos lograr este objetivo. Primero, hay una falta de ánimo de lucro. A excepción de México, el estatus político y económico de América Latina en los Estados Unidos ha decaído. Tomando como ejemplo las exportaciones de productos minerales, la participación de Estados Unidos en las exportaciones totales de minerales de América Latina cayó del 14,37% en 1990 al 9,51% en 2000 y al 1,8% en 2020. A medida que Estados Unidos logra la autosuficiencia energética en 2019, la importancia de la energía latinoamericana para Estados Unidos ha disminuido significativamente y su participación en las importaciones de petróleo crudo de Estados Unidos ha disminuido del 27,4 % en 2005 al 22,7 % en 2021. La estrategia de EEUU hacia América Latina carece de fines lucrativos y es difícil mantener una continuidad estratégica. Si bien los problemas de seguridad no tradicionales, como la inmigración ilegal, son importantes para la seguridad geopolítica de los Estados Unidos, estos problemas están entrelazados y arraigados, y es difícil resolverlos en el corto plazo, lo que obliga al retorno del aislacionismo estadounidense. En segundo lugar, es difícil para EEUU mantener un equilibrio entre los objetivos globales y regionales, lo que afectará la inversión de EEUU en recursos latinoamericanos. Estados Unidos participa en una competencia estratégica con China en todo el mundo, y la administración Biden está involucrada en el conflicto Rusia-Ucrania, lo que crea incertidumbre sobre cuántos recursos puede proporcionar a América Latina. Cuando el presidente Biden visitó México en enero de 2023, le informó claramente al presidente mexicano: «Nuestra responsabilidad no se limita al hemisferio occidental. Está en Europa central, Asia, Medio Oriente y África. Tenemos múltiples enfoques». Sin embargo, a mediados de 2022, Estados Unidos no ha realizado ninguna inversión, lo que demuestra que la política de Estados Unidos hacia América Latina está estirada.

El regreso de la Doctrina Monroe significa el renacimiento de la política de poder estadounidense, y China, como el mayor factor externo que afecta la economía del Hemisferio Occidental, es el objetivo principal de la Doctrina Monroe después del regreso.

Por lo tanto, China debe evitar que la cooperación China-América Latina caiga en la trampa geopolítica de la Doctrina Monroe. Al mismo tiempo, también debemos ver que, en gran medida, Estados Unidos considera a China como la principal amenaza en el hemisferio occidental debido al miedo y la ansiedad estratégica, en lugar de las acciones reales de China. El principal objetivo de China en América Latina es promover la cooperación económica y comercial, no busca establecer la hegemonía, ni pretende utilizar a los países latinoamericanos para dañar la seguridad de los Estados Unidos. La cooperación entre China y América Latina puede promover la prosperidad y la estabilidad de los países latinoamericanos, y la prosperidad y la estabilidad de América Latina benefician a los intereses de los Estados Unidos. Por lo tanto, es más de interés tanto para China y Estados Unidos como para los países latinoamericanos fortalecer el diálogo estratégico chino-estadounidense y esforzarse por cambiar la percepción de Estados Unidos en lugar de una confrontación directa.

Este artículo fue publicado originalmente en el Número 1, 2023 de «Estudios Latinoamericanos» del Instituto de Estrategia Internacional, Escuela del Partido del Comité Central del Partido Comunista de China

CEPRID https://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2786

El director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, luego de rendir homenaje a la los héroes de la Guerra de las Malvinas en su nuevo aniversario, dedica básicamente la columna del Club de La Pluma ha explicitar los grandes cambios tectónicos globales y ha demostrar una realidad incontestable, muy diferente a la nube de falsedades de la propaganda occidental. Una realidad que para EEUU y aliados, es mucho más dura de lo que se habla. Además de que, sí o sí, tendrán que negociar unas nuevas relaciones comerciales, ya que no pueden doblegar a China en ese campo, ni tampoco pueden desengancharse de la maquinaria productiva del gigante asiático y de su entorno.

También nos habla del miedo en Occidente por los cambios en marcha y de su profunda crisis de pensamientos, lo que le origina un cúmulo de incertidumbres al verse enfrentado y sobrepasado por un poderoso Oriente y por sus valores culturales, históricos, filosóficos, políticos y socio económicos, mientras crecen sus inseguridades al comprobar cómo en los 23 años de este siglo, Asia va recuperando el poder y el liderazgo del que fue desplazada hace 200 años. Y cómo la centralidad mundial ha pasado de un modelo euro centrista a un modelo Asia-Pacífico.

Y para argumentar esta realidad, Pereyra Mele desarrolla números muy duros del PBI global y de sus tendencias, que aseguran que en los próximos 10 años, los países asiáticos encabezarán y dominarán los primeros puestos de esa lista. Además hace la contundente comparativa del PIB mundial desde 1975 hasta hoy, dando resultados muy alarmantes y deprimentes para el atlantismo. Y analiza la fragilidad manifiesta del G7 a manos de un “incómodo e indisciplinado” G20. Luego, presenta los datos oficiales de la ONU sobre la evolución de las patentes que muestran cómo Occidente también está perdiendo esta batalla fundamental en el terreno industrial y tecnológico. Sin dejar de lado la gran ofensiva de las monedas locales, con el Yuan a la cabeza, que está haciendo perder el monopolio del dólar en las transacciones comerciales, lo que debilitará aún más -y quizás fatalmente- a las economías occidentales.

Finalmente lanza un claro mensaje a los sudamericanos para que dejen de rendir pleitesía a los inventos y a las ocurrencias de EEUU, tales como la reciente Cumbre de la Democracia, y  para que rechacen las campañas de miedo de los agentes locales del sistema sobre los peligros del cambio. Y para que asuman decisiones trascendentales e históricas que los posicionen en este nuevo mundo real que está cambiando aceleradamente, y que es el único orden geopolítico mundial del que pueden aprovechar beneficios y desarrollos, además de poder defender y valorar, con mejores condiciones, sus recursos naturales y sus capacidades humanas.

Eduardo Bonugli (Madrid, 02/04/23)

DATOS A CONSIDERAR EN UN ANALISIS GEOPOLITICO POR CARLOS PEREYRA MELE

El punto de inflexión paradójicamente se dio con la ultima globalizacion instrumentada por el Hegemon Norteamericano que de acuerdo con su visión de tipo ideológica/teológica usando el llamado “Destino Manifiesto” y de la “Nación Insustituible” creo luego del fin de la URSS que se establece el Siglo XXI como el Siglo “Americano” que en el mismo 2001 (torres gemelas) empezó su propia decadencia con la Guerra infinita y su hiper despliegue militar sobre el planeta tierra, mientras las periferias empezaban a surgir y transformándose primero en Países resistentes a la globalización en su propio territorios luego ejerciendo influencia en su zona o región cercana y finalmente estableciendo líneas rojas 

TOP TEN 2023 PBI GLOBAL

  1. Estados Unidos: 25.035 billones de dólares.
  2. China: 18.321 billones de dólares.
  3. Japón: 4.301 billones de dólares.
  4. Alemania: 4.031 billones de dólares.
  5. India: 3.469 billones de dólares.
  6. Reino Unido: 3.199 billones de dólares.
  7. Francia: 2.778 billones de dólares.
  8. Canadá: 2.200 billones de dólares.

G7 VERSUS BRICS y G20

El G7 queda frenado en sus posiciones mientras va perdiendo peso en la economía a nivel global, recordemos que en 1975 cuando se creó, representaba el 70% del PIB mundial, en 2000 el 55% y hoy representa el 46%.

Los BRICS, que a inicios de 2000 contaban con el 8% del PIB global, hoy cuentan con más del 22% y el 42% de la población a nivel mundial, en este escenario van tomando fuerza en el plano geopolítico con una proyección de superar económicamente al G7 en la próxima década

Pero el mayor éxito se ve en que los BRICS mas el acuerdo de Cooperación de Shangai, mas la incorporación próximamente de Países africanos Asiáticos y Latinoamericanos supera ampliamente al G7 LA CLAVE A TENER EN CUENTA ES EL G20

PATENTES 2000 y en el 2023

Dato de ONU año 2000 Oficina de Patentes: el 75% patente eran 50% EEUU luego Alemania Japón; y mas lejos: Israel, Suiza, China solo el 1%. Año 2020 En los últimos 3 años casi la mitad de las patentes y luego están los Modelos de utilidad debajo de protección de las patentes 95% de las presentadas Huawei 5G la empresa que mas presenta patentes 3G correo electrónico (europa Siemens/Nokia) 4G (EEUU-Apple/Samsung 5G (ZTE Huawei las 2 China) EEUU creo una agencia de la CIA para controlar a Huawei

La importancia de la información para tomas de decisiones

China en la economía mundial es que es la principal socia comercial de 144 países en el mundo sobre 192 representados en Naciones Unidas; y por eso responde por 35% del crecimiento de la economía global en la última década, y al mismo tiempo el intercambio bilateral con EE.UU. ascendió el año pasado a US$639.490 millones, récord histórico absoluto.

Por JOAQUÍN LABARTA LIPRANDI(*) El autor autoriza su publicación en Dossier Geopolitico

Semana tras semana, escuchamos a dirigentes de todo el arco político destacar la importancia de los recursos naturales con los que aún cuenta, en forma cuantiosa, la Argentina. Todos hablan del litio, de Vaca Muerta, del acuífero guaraní o de la Antártida como reservorio mundial de agua dulce, entre otros. Todos, bajo diferentes ópticas, centran las posibilidades de desarrollo y generación de divisas en ellos. Pero, casi nadie nos cuenta que para poder disponer de esos valiosos y estratégicos recursos para todos los argentinos, debemos cuidarlos y defenderlos de las apetencias foráneas, y también de algunas ambiciones internas, que no logran imaginar su aprovechamiento en beneficio de las grandes mayorías. La defensa de estos recursos en el mundo actual requerirá, cada vez más, de una inversión creciente y sostenida en insumos de defensa y capacitación de nuestras fuerzas armadas.

La disputa actual por la soberanía de nuestra patria está situada centralmente en el Atlántico Sur. La vigencia del Tratado Antártico concluye en 2048, que es a la vuelta de la esquina. En ese momento nuestras soberanas pretensiones coincidirán con las del Reino Unido de Gran Bretaña y la hermana República de Chile. Quienes no lleguen a esa instancia con musculatura política y militar, perderán la batalla por los recursos, y por ende, por la soberanía y por nuestra segunda y definitiva independencia. Es nuestra responsabilidad como dirigentes generar la diplomacia y utilizar los factores de presión políticos en ese sentido, factores a los que debemos agregarle uno clave y con frecuencia olvidado, que es el militar disuasivo.

El mundo no parece dirigirse hacia un idilio pacifista, menos aún en las zonas ricas en recursos naturales estratégicos. Continuar siendo una región de paz dependerá en gran parte de nuestro poder militar disuasivo. Como en cualquier negociación, más aún en las diplomáticas, las posibilidades de obtener el mayor rédito para la patria no solo estarán dadas por la destreza del negociador o negociadores, sino por su respaldo y fortaleza. Pretender negociar, con algún mínimo éxito, en un país que ha visto disminuida su capacidad disuasiva real, es por lo menos ingenuo.

Por eso nuestra tesis, que parece provocadora, es en realidad una obviedad. Argentina necesita invertir en la recuperación de sistemas de armas perdidos o debilitados, ya que la inversión en defensa, hoy, es infinitamente más económica que el riesgo que suscita no poder preservar nuestros recursos estratégicos.

Debemos recuperar con urgencia la capacidad de operar cazas bombarderos interceptores. Necesitamos recuperar la capacidad submarina y así realizar la plena vigilancia y control de nuestra plataforma marítima. Las adquisiciones necesarias para la recuperación de sistemas de armas necesitan, a su vez, de aliados regionales e internacionales dispuestos a transferir tecnología.

También necesitamos de la ciencia e investigación aplicadas a la defensa, ya que sin proyección militar sobre el Atlántico Sur, nuestros recursos estratégicos están en peligro. Estamos trabajando en ese sentido, pero la tarea no debe detenerse bajo ningún punto de vista.

La Ley del Fondo Nacional de la Defensa (FONDEF) es un paso enorme en este sentido. El Proyecto de Presupuesto 2023 contempla $160.000 millones para inversión en recuperación, modernización y/o incorporación de material. Entre los proyectos a destacar se encuentra la construcción de un buque logístico polar, complementario al rompehielos Almirante Irízar, para ampliar la capacidad de transporte en las campañas antárticas. En el astillero estatal Tandanor se encuentra en desarrollo el proyecto del buque polar de apoyo logístico antártico, con capacidad para el transporte de 12.000 toneladas y hangar para dos helicópteros Sea King, con el fin de fortalecer el abastecimiento a las doce bases argentinas en el continente antártico.

Otro proyecto central es la modernización y recuperación de la Base Conjunta Petrel, que pasará a ser permanente. El plan es convertirla en el polo logístico más importante de la Antártida. Esta base se encuentra en una ubicación estratégica y volverá a ser permanente en el invierno de 2023, luego de 48 años de inactividad, producto de un incendio en 1974. Petrel debería ser el corazón argentino en la Antártida, con dos pistas de aterrizaje cruzadas, para potenciar su operatividad ante inclemencias climáticas, y una base modelo, completamente modernizada. Tanto la construcción de una nueva base, como las pistas, están entre nuestros objetivos de corto plazo en el Ministerio de Defensa.

Por último, la Base Naval Integrada de Ushuaia, emplazada en un punto estratégico para todas las naciones con proyección antártica, prevé la construcción de un muelle y la incorporación de maquinarias y equipos para asistencia logística, con el objetivo de prestar servicios a terceros países.

La mención de estos 3 proyectos, entre los actuales 91 en curso con financiamiento FONDEF, no es casual. Responde a la visión bicontinental que la Argentina debe instaurar de cara a las disputas actuales y próximas en el Atlántico Sur, de las cuales seremos o bien activos participantes, o bien víctimas inermes.

Potenciar la innovación productiva, sustituir importaciones y adquirir capacidades productivas y tecnológicas es el objetivo primordial. No solo en términos de recursos, sino de decisión política de todo el arco nacional para que estos objetivos se concreten.

Quienes deseamos la paz y continuar siendo una región de paz en el mundo, debemos ser los mayores propulsores de la recuperación de las capacidades militares argentinas, ya que nuestra indefensión conjugada con nuestros vastos recursos naturales, son una invitación al desastre. De nuestra generación depende reaccionar por el futuro de las próximas.

(*) JOAQUÍN LABARTA LIPRANDI Abogado y Escribano, se ha desempeñado como Director General de Administración para la Logística del Ministerio de Defensa en dos oportunidades y actualmente es Subsecretario del Servicio Logístico de la Defensa.

Originalmente fue publicado en el Destape Web

La periodista amiga del Tanque de Ideas Dossier Geopolitico, Eleonora Gosman analiza la propuesta de Paz de Brasil que está estudiando el Gobierno Ruso, desde San pablo Brasil

SAN PABLO (ELEONORA GOSMAN).-El vicecanciller ruso Mikhail Galuzin reconoció hoy que el gobierno de Vladimir Putin analiza la propuesta de paz que el presidente Lula da Silva propone como salida para la guerra con Ucrania iniciada hace un año.  En declaraciones a la agencia Tass, una herencia del pasado soviético, el diplomático dio señales de que el Kremlin estaría interesado en buscar salidas. Es cierto que el alto funcionario eligió mencionar el tema este jueves, justamente horas antes que la Asamblea Extraordinaria de las Naciones Unidas votara la nueva resolución sobre el conflicto.

Brasil tuvo un éxito: la advertencia de la ONU, contra la invasión rusa a Ucrania contiene la enmienda propuesta por la diplomacia de Itamaraty.  Insta específicamente “al cese de las hostilidades” y recalca “la necesidad de alcanzar cuanto antes una paz general, justa y duradera en Ucrania, en consonancia con los principios de la Carta de las Naciones Unidas”. Fue justamente ese punto el que pareció convencer a Galuzin del papel que eventualmente podría jugar Lula da Silva con otros presidentes en la intermediación entre las partes.

“Me gustaría señalar que Rusia valoriza la posición de equilibrio de Brasil en la actual situación internacional, y su rechazo a medidas coercitivas unilaterales que tomó Estados Unidos y sus aliados contra nuestro país. Apreciamos también la recusación de Brasil de proveer de armas y municiones para el régimen de Kiev” sostuvo Galuzin.

Vale recordar que el comunicado conjunto firmado entre Lula y el presidente Joe Biden, durante la visita del brasileño a Washington hace 12 días, ambos jefes de Estado manifestaron que “lamentan la violación de la integridad territorial de Ucrania por Rusia y el anexado posterior de partes de su territorio, como violaciones flagrantes del derecho internacional”. Los jefes de Estado coincidieron en “demandar una paz justa y duradera”.

Muchos especialistas han notado una cierta “suavidad” del término “lamentar” frente al de “condenar”, utilizado en la jerga de estas declaraciones. Y adjudicaron esa connotación más leve al efectivo interés de Brasil de formar un “Club de Paz”, con aquellas naciones que puedan servir con eficacia en la intermediación entre ambos contendientes.

A diferencia de las demandas norteamericana y europea, Brasil no llama a la inmediata salida de las tropas rusas de territorio ucraniano. Plantea, en cambio, el “cese de las hostilidades” como condición sine qua non para dar inicio a las negociaciones. El vicecanciller ruso indicó, en ese sentido que la mediación propuesta por Brasil “en base a los intereses de todos los actores” merece el respeto de Moscú.

Los primeros días de marzo (posiblemente entre el 10 y el 15), Lula viajará a China y se encontrará con Xi Jinping, en una visita de Estado. Así como ocurrió con Biden, en la Casa Blanca, a quien le planteó la integración del “club de paz”, el gobernante brasileño le presentará la misma propuesta a su colega chino.

No obstante, a juzgar por las declaraciones del canciller ucraniano Mytro Kuleba, las intenciones de su país no parecen ser las de avanzar en la línea de la paz. En la Asamblea de la Onu dijo que cada paso se puede implementar en la medida en que exista una fuerte voluntad de paz. Y eso, agregó, implica “dejar de esconderse detrás de la máscara de la neutralidad”. Añadió en ese sentido que “los llamados a evitar la entrega de armas y municiones a Ucrania están muy fuera de lugar. Es perfectamente legítimo ayudar a una nación que ha sido atacada y se está defendiendo. Además, es ilegal y contrario a la Carta de la ONU dar ayuda militar al agresor”.

Brasil, y específicamente el propio Lula, jamás justificaron a Moscú por la invasión al país vecino. Pero, con el nuevo presidente que inició su tercer mandato el 1º de enero, se impuso la idea de la viabilidad de “una intermediación”. Tal como indican los medios locales, la recepción de esa iniciativa en Occidente fue cuanto menos “fría”. Linda Thomas-Greenfield, representante de Estados Unidos, expresó el relativo interés norteamericano de llegar a una paz en los términos planteados por la diplomacia brasileña. “En el primer aniversario de este conflicto, veremos dónde están las naciones del mundo que dicen defender la paz en Ucrania”. Añadió que Estados Unidos le había pedido a Rusia que se detuviera, que retrocediera hasta sus fronteras y enviara sus tropas, tanques y aviones de regreso a sus cuarteles. “Por entonces, solicitamos que trajera diplomáticos a la mesa de negociaciones, pero ya era demasiado tarde: el presidente Putin había elegido la guerra”. Contrario a lo que sería una opción por la paz, Washington sugirió hoy que formulará un paquete de nuevas sanciones contra Moscú, en el marco de la próxima realización del G20.