Primera transacción de GNL en yuanes de China a través de la Bolsa de Petróleo y Gas Natural de Shanghái. La han completado la petrolera nacional china CNOOC y la francesa TotalEnergies. Esto es la consolidación en actos y hechos concretos de los cambios sistémicos económicos globales, según el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele.

Más pasos para combatir al dólar

Los números dicen que se vendieron aproximadamente 65.000 toneladas de Gas Natural Licuado [GNL] importado desde Emiratos Árabes Unidos, esto último confirmado por TotalEnergies a la agencia Reuters.

Vale la pena recordar que, durante una visita a Riad en diciembre pasado, el presidente de China, Xi Jinping, anunció que su país utilizaría plenamente la bolsa de Shanghái como plataforma para liquidar en yuanes las transacciones de petróleo y gas.

Y es que, en años recientes, Pekín ha incidido precisamente en liquidar las transacciones de petróleo y gas en yuanes para establecer su moneda a escala internacional, por un lado, y por el otro, debilitar el dominio del dólar en el comercio mundial. Algo en lo está en línea, por ejemplo, con Rusia, que ha adoptado cada vez más el yuan en medio de las sanciones occidentales.

Y es que, durante la visita a Moscú del presidente de China, Xi Jinping, el mandatario ruso, Vladímir Putin, anunció que apoya el uso del yuan en el comercio con los países de Asia, América Latina y África.

A esto hay que sumarle que días pasados, Arabia Saudí aprobó la decisión de unirse a la Organización de Cooperación de Shanghái [OCS], mientras Riad construye una asociación a largo plazo con China, pese a las preocupaciones de seguridad de EEUU.

Formado en 2001 e integrado inicialmente por Rusia, China y antiguos Estados soviéticos en Asia Central, la OCS se ha ampliado para incluir a India y Pakistán con miras a desempeñar un papel más importante como contrapeso a la influencia occidental en la región, a lo que hay que sumarle que el año pasado también Irán firmó documentos para ser miembro de pleno derecho.

Según el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, «esto es la consolidación en actos y hechos concretos de los cambios sistémicos y económicos globales que demuestran que hay una transferencia violenta, por la velocidad y por la cantidad de movimientos económicos a nivel internacional, que va desplazando el poderío occidental que ha determinado hasta hace poco tiempo, que ellos fueron amos y señores de las finanzas internacionales, del comercio internacional, del transporte internacional, y poniendo a su vez, reglas y normas que debían cumplir terceros países, si no, procedían a sancionarlo».

SPUTNIK: https://sputniknews.lat/20230404/china-rusia-y-otros-paises-preparan-un-coctel-mortal-para-el-dolar-1137679368.html

Mondo cane: Por Gonzalo Fiori

El reconocimiento de Honduras a la República Popular China (RPCh) es uno más, dentro de una lista cada vez más larga de países que dejan de reconocer a Taiwán.

La política de «una sola China» es una política adoptada por varios países y organizaciones internacionales, que reconoce a la RPCh como el único gobierno legítimo que representa a China. Esta política se basa en la idea de que tanto Taiwán como China continental son parte de una sola China, y que el gobierno de la RPC es el único gobierno que representa a China en su conjunto. En términos prácticos, esto significa que los países que siguen esta política no reconocen oficialmente a Taiwán como un Estado soberano e independiente, sino que lo ven como parte de China.

Aunque Taiwán tiene su propio gobierno, economía y fuerzas armadas, no es reconocido como un Estado soberano por la mayoría de los países del mundo. La decisión diplomática del gobierno hondureño liderado por Xiomara Castro cumple con las promesas de campaña, pero, a su vez, representa un nuevo desafío a Estados Unidos, en una región que históricamente Washington consideró como su “patio trasero”.

Apenas quedan 13 países con embajadas en Taipei, que todavía no reconocen a la RPCh, éstos son: Belice, Guatemala, Haití, Islas Marshall, Nauru, Palaos, Paraguay, San Vicente y las Granadinas, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, Suazilandia, Tuvalu, y la Santa Sede. Es importante mencionar que la mayoría de estos países son naciones muy pequeñas, con relaciones diplomáticas limitadas, y, en la gran mayoría de los casos, fuertemente dependientes de EEUU. En el caso de la Santa Sede, la cuestión adquiere otros ribetes, debido a la cuestión religiosa y las persecuciones que sufrió la iglesia católica tras la revolución de Mao Tse Tung y la proclamación de la República Popular el 1 de octubre de 1949. Sin embargo, ésto también está comenzando a cambiar, ya que hace tiempo se discute la posibilidad de una eventual visita del papa Francisco a China; de hecho, en 2018 se firmó un Acuerdo Provisional entre la Santa Sede y Beijing, de contenido confidencial. Mediante ese acto, se normalizó la situación de la iglesia en China, al volver a la plena comunión con Roma a los obispos nombrados sin mandato papal.

Taiwán llegó a tener hasta 56 aliados diplomáticos al momento en que perdió el reconocimiento de la ONU, en 1971. Ese número no hizo más que bajar, y se había reducido a sólo 22 cuando la presidenta Tsai Ing-wen asumió el cargo, en 2016. La postura oficial de Beijing, adoptada en el documento que establece las relaciones diplomáticas con Tegucigalpa, asegura: “Sólo hay una China en el mundo, y el gobierno de la República Popular China es el único gobierno legal que representa a toda China. Taiwán es una parte inalienable del territorio de China”. Los últimos países centroamericanos en reconocer a la RPCh habían sido Nicaragua en 2021, El Salvador en 2018, y Panama en 2017.

Costa Rica fue el primer país centroamericano en establecer relaciones diplomáticas con la RPCh, en 2007, abriendo la puerta al resto de sus vecinos y a una mayor entrada de China en el escenario regional. Con estos cambios, actualmente, apenas Guatemala y Belice mantienen relaciones diplomáticas con Taiwán en Centroamérica.

El antecesor de Tsai en el cargo, Ma Ying-jeou, visitó Beijing el lunes 27 de marzo, en lo que sin dudas es una visita de ribetes históricos, ya que se trata del primer mandatario taiwanes en visitar la China continental desde el final de la guerra civil y el triunfo comunista de 1949.

Aún así, las tensiones y los rumores de una anexión por la fuerza crecen desde 2021, y Washington parece más involucrado que nunca en asegurar su influencia sobre la isla. No obstante, lo más probable es que, cuando efectivamente se produzca esta unificación, no sea mediante el uso de la fuerza sino a través del soft power (poder blando) chino, algo que, sin dudas, les ha reportado enormes beneficios en su disputa para que la mayoría de los países del mundo revoquen su reconocimiento a Taiwán como un país y lo consideren una parte más de China. No parecería haber motivos concretos para que Beijing decida hacer otra cosa.

Hoy dia Cordoba https://hoydia.com.ar/columnistas/analisis-internacional/china-cada-vez-mas-consolidada-en-centroamerica/

ÖZKER KOCADALPolitics Today

Un orden multipolar en Medio Oriente definitivamente no está garantizado, pero parece ser la opción más probable. El orden regional multipolar se está gestando en el Medio Oriente, la preponderancia de los EEUU está disminuyendo y las potencias emergentes, principalmente China y Rusia, están profundizando su participación en la región.

Para EEUU, Oriente Medio ha ido perdiendo importancia y la región de Asia Pacífico se considera económica y militarmente más vital. El suministro estable de petróleo de Oriente Medio ya no es una de las principales preocupaciones de EE. UU., ya que el auge de la producción de petróleo de esquisto en América del Norte contribuye a la independencia energética.

Las invasiones mal terminadas de Afganistán e Irak mostraron los límites del poder y la influencia de EEUU en la región, lo que hace que los políticos estadounidenses estén menos dispuestos a desempeñar un papel importante en los asuntos de Oriente Medio. La escalada de violencia más reciente entre Israel y los palestinos en Jenin fue recibida con simples llamados a la calma por parte de EEUU y el presidente Biden hasta ahora no ha estado dispuesto a reiniciar el proceso de paz en Medio Oriente. A medida que disminuye el interés de Estados Unidos en la región, las potencias emergentes de China y Rusia están cada vez más interesadas en fortalecer sus lazos con Oriente Medio.

Los antiguos aliados de EEUU en Oriente Medio, Egipto, Israel, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Turquía, están formando nuevas alianzas intrarregionales y extrarregionales.

Los Acuerdos de Abraham (2020) terminaron en gran medida con el aislamiento de Israel en la región, a nivel oficial, ya que establecieron relaciones diplomáticas con los Emiratos Árabes Unidos y Baréin. En 2020, Marruecos también reconoció a Israel y Sudán declaró tal intención, que aún no se ha materializado. Después de cuatro años de ruptura, las relaciones diplomáticas entre Israel y Turquía se restablecieron en diciembre de 2022. Incluso las relaciones de Arabia Saudita con Israel están mejorando, aunque todavía no se vislumbra una normalización entre los dos. En resumen, Israel ya no está aislado oficialmente y, por lo tanto, depende menos de los EE. UU. para su seguridad.

Egipto, Arabia Saudita, Turquía y los Emiratos Árabes Unidos están estableciendo lazos más fuertes con China y Rusia. Egipto y China tienen lazos económicos y militares de rápido crecimiento, y Egipto es uno de los principales países de enfoque de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China.

Los dos países llaman a su relación una “asociación estratégica”. Arabia Saudita está fortaleciendo sus lazos estratégicos con China. El presidente chino, Xi Jinping, visitó Riad en diciembre de 2022 y las dos partes acordaron que “ apoyan firmemente los intereses fundamentales de cada uno”.” y fortalecería su asociación en energía y defensa. El presidente Jinping también se reunió con representantes de otros estados del Golfo productores de petróleo y los países de la Liga Árabe en la misma visita, y pidió el uso del yuan chino, en lugar de dólares estadounidenses, en las transacciones de petróleo y gas, y prometió que China continuaría con su grandes volúmenes de importaciones de petróleo de la región.

El aumento del comercio con la región no está impulsado simplemente por el petróleo, también hay una fuerte demanda de productos chinos en el Medio Oriente. Lo más sorprendente es que las tecnologías de Huawei prohibidas por los EEUU, como su equipo 5G, son bienvenidas en los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita. La negativa de EEUU a vender ciertas armas de tecnología avanzada a varios países de Medio Oriente, junto con el enfoque de Rusia en su guerra en Ucrania, han llevado a China a convertirse en «el proveedor secundario de armas elegido por muchos países de Medio Oriente » en 2022.

Egipto, Arabia Saudita y Turquía ya son socios del diálogo de la Organización de Cooperación de Shanghai.

Rusia también está incursionando en la región más allá de sus alianzas regionales ya arraigadas, por ejemplo, con Siria. La cooperación entre Arabia Saudita y Rusia es particularmente fuerte en la OPEP+, donde ambos países buscan reducir los suministros de petróleo para evitar una caída en los precios del petróleo. La alianza petrolera de Arabia Saudita con Rusia es una preocupación seria para los EEUU, y los políticos estadounidenses argumentan que esta alianza beneficia a Rusia por continuar con su invasión de Ucrania . Egipto y Turquía también tienen estrechos vínculos con Rusia.

La compra por parte de Turquía del sistema de defensa aérea S400 de fabricación rusa y la construcción en curso de la primera planta de energía nuclear turca por parte de una empresa estatal rusa son ejemplos notables del fortalecimiento de la relación turco-rusa. En julio de 2022, Egipto y Rusia firmaron un acuerdo para la primera planta de energía nuclear de Egipto para disgusto de Occidente, que impuso sanciones económicas a Rusia debido a la guerra en Ucrania. Tanto Egipto como Turquía han mantenido la neutralidad en la guerra entre Rusia y Ucrania y optaron por no implementar ninguna sanción económica contra Rusia. Ese también es el caso con todos los demás aliados importantes de EE. UU. en el Medio Oriente: ni los Emiratos Árabes Unidos, ni Israel o Arabia Saudita han tomado partido en la guerra.

China mantiene una estrecha relación con Irán, el principal rival de Estados Unidos en la región. El comercio entre Irán y China proporciona a Irán el efectivo que tanto necesita para su supervivencia económica frente a las sanciones impuestas a Teherán por parte de Estados Unidos por su programa nuclear. Aunque Irán está preocupado por la creciente cooperación de China con Arabia Saudita, hasta ahora China ha logrado desarrollar sus lazos con los dos países rivales. Estados Unidos está particularmente preocupado por el aumento de las importaciones de petróleo barato de China desde Irán.

China debilita la influencia estadounidense en Medio Oriente e Irán sostiene su economía a través del comercio con China.

No hay razón para que China e Irán abandonen un comercio de beneficio mutuo. La relación entre Irán y Rusia también se está profundizando a medida que Irán suministra a Rusia drones y otros equipos militares en su guerra contra Ucrania, y Rusia sigue siendo un aliado iraní clave para contrarrestar las sanciones dirigidas por Estados Unidos.

Las potencias regionales de Oriente Medio parecen haberse beneficiado ya de la disminución del interés de Estados Unidos en la región. Los crecientes lazos con China y Rusia permiten a los actores regionales en el Medio Oriente resistir la influencia de los Estados Unidos. Sin embargo, esto no implica una ruptura de sus relaciones con los EEUU. Egipto, Israel, los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Turquía no van a separarse de los EEUU. Es más probable que se aferren al término medio, ya que no aliados totalmente comprometidos ni rivales de los EE. UU. Si los actores regionales continúan ese camino, es posible que estemos presenciando el surgimiento de un orden multipolar en el Medio Oriente, uno que no está dominado por ningún actor externo o regional.

Por otro lado, la creciente influencia de China en Medio Oriente es un hecho que no necesariamente significa reemplazar a los EEUU. Los chinos están interesados ​​​​en mejorar sus lazos económicos y comerciales con Medio Oriente, pero no hay evidencia de ningún plan de presencia militar. en la región. Estados Unidos sigue siendo la principal potencia en Oriente Medio, aunque su influencia está en declive. Es probable que los actores regionales en el Medio Oriente exploten las rivalidades entre EE. UU. y China y entre EEUU y Rusia a nivel global y regional para fortalecer sus posiciones. Un orden multipolar en el Medio Oriente definitivamente no es el resultado garantizado de alianzas cambiantes y vínculos crecientes entre potencias regionales y emergentes, pero parece ser la opción más probable.

Özker Kocadal es profesor asistente de relaciones internacionales en la Universidad Internacional de Chipre. Tiene un doctorado en política de la Universidad de Exeter. Su investigación se centra en la resolución pacífica de conflictos intraestatales, particularmente en la mediación y la consolidación de la paz, así como en la política de potencia media, la migración internacional y la política de tecnologías de vigilancia.

Salman Rafi Sheikh New Eastern Outlook

El conflicto militar entre Rusia y Ucrania (como también los aliados de Ucrania en la OTAN) ha traído algunos cambios muy interesantes a la economía política internacional. 

Si bien este conflicto ha llevado a Europa, que trabaja bajo la inmensa presión de los EEUU, a detener su compra de petróleo y gas a Rusia, también ha permitido que Rusia desvíe sus recursos, tanto materiales como de otro tipo, a regiones que antes estaban al margen de su lista de prioridades. En otras palabras, mientras que Occidente pensó que sería capaz de «aislar» a Rusia empujándola fuera de Europa, este «retroceso» ha llevado a la «gran entrada» de Rusia en otros lugares. Esto es más evidente en África, donde Moscú se ha convertido claramente en un gran jugador. Durante la cumbre Rusia-África celebrada recientemente en Moscú, Vladimir Putin seguramente reajustó las prioridades de Moscú con respecto a África.

Este fue un evento muy exitoso, ya que la próxima cumbre se llevará a cabo del 26 al 29 de julio en San Petersburgo, lo que indica el ritmo actual de la integración Rusia-África. Occidente, por supuesto, está paranoico al respecto, ya que ve la expansión rusa en el continente africano a expensas de su propia influencia.

Pero lo que es aún más preocupante para Occidente no es solo la creciente huella de Moscú en África. En realidad, es la geopolítica detrás de este compromiso lo que preocupa a Occidente. Para Rusia (como también para sus aliados, incluida China), África podría ser uno de los líderes globales en el mundo multipolar que tanto Rusia como China intentan construir para deshacerse de la hegemonía unilateral estadounidense. De hecho, Putin transmitió este mensaje a sus invitados de África muy claramente cuando dijo que “estamos listos para dar forma conjunta a la agenda global, trabajar juntos para fortalecer las relaciones interestatales justas y equitativas y mejorar los mecanismos para una cooperación económica mutuamente beneficiosa”.

El mensaje de Putin es un claro contraste con la forma en que Occidente, especialmente las antiguas potencias coloniales, se ven hoy en África. Hay un descontento generalizado. Como señaló un informe de 2022 en el New York Times , “En los últimos años ha habido un fuerte aumento de las críticas a Francia en sus antiguas colonias en África, arraigado en la sensación de que las prácticas colonialistas y las actitudes paternalistas nunca terminaron realmente”.

Rusia, por el contrario, está ofreciendo comercio en lugar de dominación colonial en un período por lo demás “post” colonial. Además de ser el mayor exportador de armas al continente durante muchos años, Moscú también ha incrementado sus exportaciones de petróleo a África, especialmente desde el inicio de su operación militar en Ucrania. Rusia envió 214.000 barriles por día de productos de petróleo refinado a África en diciembre de 2022, aproximadamente tres veces más que en diciembre de 2021.

Una gran cantidad de petróleo ruso va a países de África occidental, como Ghana, por primera vez desde 2018. Los países del norte de África, como Marruecos, han aumentado sus compras de petróleo ruso. Las importaciones marroquíes de diésel ruso, que se situaron en torno a los 600.000 barriles para todo 2021, aumentaron hasta los 2 millones de barriles en enero. Túnez, que tampoco importó casi ningún producto petrolero ruso en 2021, tomó 2,8 millones de barriles de productos petroleros rusos en enero y, según se informa, importó otros 3,1 millones de barriles el mes siguiente.

Lo que realmente destaca es el hecho de que muchos estados africanos se están rebelando contra la influencia de sus antiguos amos coloniales y, en cambio, se están vinculando con Rusia, dice mucho sobre el estado actual de la política internacional. 

África, tal como está, está lejos de seguir a Estados Unidos en su intento de crear una coalición mundial contra Rusia. África, por el contrario, está siguiendo la política que mejor sirve a sus intereses, ya que continúa comprando petróleo ruso a pesar de la amenaza de sanciones estadounidenses. Este es claramente un vistazo rápido a cómo sería la política internacional en un entorno multipolar.

Por lo tanto, el papel de África en la creación de un mundo multipolar no es insignificante. Está jugando un papel igualmente importante a través de sus profundos lazos con China. Por un lado, dado que la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés) de China es un movimiento contra la geopolítica estadounidense de la contención de China, no se puede negar que la participación activa de África en la BRI de China está derrotando esta misma política de contención y facilitando el ascenso de China como potencia mundial.

Hoy en día, China es el mayor inversor extranjero en África, con un comercio bilateral que alcanzó los 254.000 millones de dólares estadounidenses en 2021 y los 282.000 millones de dólares estadounidenses en 2022.

De esto, las exportaciones chinas a África fueron de 165.000 millones de dólares estadounidenses, mientras que importó bienes de África por valor de 117.000 millones de dólares estadounidenses. Aunque la balanza comercial está a favor de China, China ya ha permitido que decenas de naciones africanas comiencen a exportar algunos bienes libres de impuestos. La nueva política incluye más de 8.800 productos básicos, y China tiene como objetivo aumentar las importaciones africanas a 300.000 millones de dólares para 2025. África, por lo tanto, se beneficia de sus lazos comerciales con China.

Dado que Rusia es el mayor proveedor de armas para África y China es el mayor inversionista, está claro que África está bastante bien vinculada con lo que EEUU llama «poderes revisionistas» empeñados en deshacer el sistema global unilateral dominado por EEUU. 

África es un continente clave donde este desmantelamiento del orden del viejo mundo está ocurriendo activamente a través de una coalición entre las fuerzas africanas locales y las potencias externas. Para las muchas naciones africanas que destrozan las banderas de sus antiguos amos coloniales, los lazos con China y Rusia son un mecanismo crucial que podría ayudarlos a evitar las capas de neocolonialismo de manera mucho más efectiva que hasta ahora. Para Rusia y China, cuanto más se opongan estos estados africanos a sus antiguos amos coloniales, mejor para el mundo multipolar que están tratando de construir.

Salman Rafi Sheikh, investigador-analista de Relaciones Internacionales y asuntos internos y externos de Pakistán.

El Shuangrong

Academia China de Ciencias Sociales

Introducción El 26 de marzo de 2023, China y Honduras establecieron formalmente relaciones diplomáticas. Este movimiento ha despertado una preocupación generalizada en el mundo exterior. Algunos comentaristas señalaron que, como un país pequeño en América Central, Honduras está dentro de la «esfera de influencia» altamente sensible de los Estados Unidos, y su establecimiento independiente de relaciones diplomáticas con China parece significar que el control de los Estados Unidos en esta región se ha debilitado. Entonces, ¿cuál es exactamente la tendencia? Para entender este tema, primero debemos analizar la política de la «Doctrina Monroe» y sus últimos cambios detrás de la estrategia estadounidense hacia América Latina.

Este artículo hace un análisis en profundidad de la evolución de la «Doctrina Monroe» y la estrategia de Estados Unidos hacia América Latina. El autor señaló que al comienzo de la fundación de los Estados Unidos, trató de evitar que los poderes externos influyeran en sus áreas circundantes, y luego desarrolló gradualmente el principio llamado «Doctrina Monroe». Con la expansión de los Estados Unidos, el núcleo de la Doctrina Monroe ha cambiado de «América estadounidense» a un imperio global. Sin embargo, la inversión de EEUU en los recursos de América Latina siempre ha sido limitada, y a EEUU no le importa el desarrollo de América Latina, sino que solo excluye políticamente a otros países de influir en América Latina. Después de la crisis financiera de 2008, la hegemonía de EEUU se aflojó y se redujo su estrategia hacia América Latina. Para revivir su hegemonía en América Latina, las administraciones de Obama, Trump y Biden adoptaron diferentes estrategias en un intento por restaurar la influencia política y económica en América Latina. Pero es muy difícil lograr este objetivo: Primero, hay una falta de ánimo excepto por México; el papel de América Latina en la economía política de los Estados Unidos está decayendo. La segunda es que a Estados Unidos le resulta difícil mantener un equilibrio entre metas globales y metas regionales, lo que a su vez afecta su inversión en América Latina; por ejemplo, aunque la administración Biden prometió invertir en Centroamérica, aún no lo ha hecho.

Esto puede explicar en parte por qué los países latinoamericanos, incluido Honduras, necesitan urgentemente buscar nuevas salidas de desarrollo. El autor recuerda que China, como el mayor factor extraterritorial que afecta la economía del Hemisferio Occidental, es el blanco principal de la nueva Doctrina Monroe de los Estados Unidos, y debe evitar que la cooperación chino-latinoamericana caiga en la trampa geopolítica de la Doctrina Monroe.

La Evolución de la «Doctrina Monroe» y la Estrategia de Estados Unidos hacia América Latina

La «Doctrina Monroe» se considera la piedra angular de la política estadounidense hacia América Latina y el Caribe (en adelante, «América Latina»). «Una doctrina de política exterior que lleva el nombre de un presidente estadounidense ha disfrutado de un apoyo popular más profundo, una aclamación pública más amplia y una vida más larga que cualquier otra doctrina de política exterior que lleve el nombre de un presidente estadounidense. También ha brindado una mayor utilidad política a los estadounidenses».

Con motivo del nacimiento de la «Declaración de Monroe» hace casi 200 años, exploro por qué la Doctrina Monroe ha tenido tanta longevidad. La evolución de su connotación. La efectividad de la Doctrina Monroe, el auge y la caída de la hegemonía estadounidense y la relación entre la estrategia estadounidense hacia América Latina. Nos dará una idea de cómo las grandes potencias manejan sus relaciones con los países vecinos en el proceso de su ascenso, cómo equilibrar la relación entre la hegemonía regional y la hegemonía global, y cómo China, como la fuerza externa más grande de América Latina además del Estados Unidos, puede evitar los riesgos geopolíticos de la Doctrina Monroe. Este artículo partirá de la perspectiva de la hegemonía regional. Revisar y discutir la relación entre la Doctrina Monroe y la evolución de la hegemonía estadounidense, así como la estrategia de los EEUU y las ganancias y pérdidas en diferentes períodos de hegemonía.

Evolución de la «Doctrina Monroe»

La Declaración de Monroe es el punto de partida para que Estados Unidos construya su hegemonía. Posteriormente, Estados Unidos continuó dándole nuevas connotaciones de acuerdo con las necesidades de expansión de la hegemonía, y planteó una serie de inferencias de la Doctrina Monroe, convirtiéndose en una herramienta para la expansión de la hegemonía estadounidense. Una política defensiva basada en el aislacionismo se transformó en una política ofensiva que busca la hegemonía regional y global en las Américas. Con el crecimiento de la hegemonía estadounidense, el espíritu de la Doctrina Monroe cambió gradualmente de «América estadounidense» y pasó de las limitaciones espaciales del hemisferio occidental a «Mundo estadounidense». Estados Unidos también ha pasado de ser un «gran país en el continente americano» a una potencia hegemónica en el hemisferio occidental, una superpotencia mundial y un imperio global. Sin embargo, con el declive de la hegemonía estadounidense, la Doctrina Monroe tradicional tiende a regresar.

(1) Connotación de la «Doctrina Monroe»

En 1823, el canciller británico George Canning propuso trabajar con los Estados Unidos para detener la expansión colonial de la «Santa Alianza» en las Américas. Pero por sugerencia del Secretario de Estado John Quincy Adams en su discurso del Estado de la Unión ante el Congreso el 2 de diciembre de 1823, el presidente de los Estados Unidos, James Monroe, publicó la Declaración de Monroe sobre la política de los Estados Unidos en las Américas, advirtiendo a los países europeos que no consideren las Américas como un lugar para una futura colonización, afirmando que no permanecería indiferente ante cualquier forma de intervención europea.

El principio de exclusión está en el corazón del Manifiesto de Monroe. En ese momento, el presidente Monroe dejó de lado al Reino Unido y emitió una política dirigida solo a Europa; su verdadera intención no era solo oponerse a la Santa Alianza, sino también oponerse a la colonización y expansión británica en las Américas. El principio luego evolucionó para excluir todos los poderes extraterritoriales. El principio de exclusión en la Declaración de Monroe se refiere no sólo a la exclusión geográfica, sino también a la exclusión del sistema político. El presidente Monroe declaró claramente: «Es imposible que las naciones de los Aliados extiendan sus instituciones políticas a cualquier parte de América sin poner en peligro nuestra paz y felicidad. La Doctrina Monroe es establecer barreras ideológicas y diplomáticas entre el viejo mundo y el nuevo mundo». Esto significa que la Doctrina Monroe no solo excluye a los países fuera de la región de la geografía del Hemisferio Occidental, sino que también excluye del Hemisferio Occidental a las ideologías que no son reconocidas por los Estados Unidos, es decir, «Países dentro de la jurisdicción de los Estados Unidos que deben adoptar un sistema político y económico en el que los intereses estratégicos no representen una amenaza», proporcionando así una justificación ideológica para los Estados Unidos más adelante. Esto sentó las bases para la injerencia en los asuntos latinoamericanos.

La Declaración de Monroe es el primer principio de estrategia diplomática presentado por los Estados Unidos después de la independencia, y es una declaración de política exterior emitida unilateralmente para establecer una esfera de influencia en las Américas. Su propósito es establecer un sistema del Hemisferio Occidental independiente de Europa y completamente dominado por los Estados Unidos. Este sistema es una concepción estratégica de los Estados Unidos como un país importante desde su independencia. Thomas Jefferson, el padre de la independencia estadounidense, le confió una vez al famoso geógrafo alemán Alexander von Humboldt: «Estados Unidos tiene un hemisferio propio, y debe tener su propio sistema de intereses independiente, y no puede someterse al sistema de intereses europeo”. Sin embargo, cuando se presentó la Declaración de Monroe, Estados Unidos aún no tenía poder para evitar que los países europeos colonizaran las Américas. La Doctrina Monroe no significaba que Estados Unidos estuviera legalmente comprometido a defender la Doctrina Monroe, como el Secretario de Estado Henry Clay en la administración sucesora del Presidente Monroe le había dicho claramente al presidente mexicano. Por lo tanto, el enfoque del anuncio del presidente Monroe de la Declaración no fue si Estados Unidos era capaz de implementarla, sino «el sabio descubrimiento de la tendencia de los tiempos», es decir, Estados Unidos se había convertido en «una gran potencia en el continente americano» e hizo un juramento estratégico de incluir a las Américas en su propia esfera de influencia. Resolvió una pregunta fundamental en la estrategia exterior estadounidense a principios del siglo XIX, «si Estados Unidos quiere ser un imperio dentro del sistema político europeo o el sol de un sistema completamente independiente». Puede decirse que la Declaración de Monroe estableció el objetivo de los Estados Unidos de construir una hegemonía regional monopólica en el Hemisferio Occidental, y este objetivo ha estado presente en toda la diplomacia de los Estados Unidos con América Latina.

(2) La «Doctrina Monroe» y la expansión territorial de los Estados Unidos

La Declaración de Monroe rara vez se mencionó durante muchos años después de su publicación en 1823. En apoyo de la expansión territorial a partir de la década de 1840, el presidente James Knox Polk (1845–1849) y otros expansionistas revivieron los principios de la Declaración Monroe, acuñando el término «Doctrina Monroe» y desarrollando la «Inferencia Polk» de la Doctrina Monroe.

En 1845, el presidente Polk invocó por primera vez los principios de la Declaración de Monroe en su Discurso sobre el Estado de la Unión para defender los derechos de los Estados Unidos sobre el Territorio de Oregón, afirmando que el concepto estadounidense de «equilibrio de poder» propuesto por Gran Bretaña y Francia (un fuerte México, un Texas independiente, una América del Norte británica fuerte que incluía una gran parte de la costa de Oregón e incluso una California independiente), especialmente el reclamo británico del Territorio de Oregón era incompatible con los principios de la Declaración de Monroe. Esto proporcionó la justificación para que Estados Unidos anexara Texas, ocupara «todo Oregón», extendiera la frontera de Texas hasta el Río Grande y adquiriera California y la península de Yucatán. El corolario Polk de la Doctrina Monroe no solo justifica la intervención de Estados Unidos contra las amenazas existentes, sino que también racionaliza la acción contra posibles amenazas. La Doctrina Monroe abrió así los Estados Unidos a América. Sobre todo la política agresiva hacia América Latina.

En el siglo XIX, Estados Unidos siguió invocando la Doctrina Monroe para la expansión territorial. En 1870, el presidente Ulysses S. Grant, quien intentó anexar la República Dominicana, propuso al Senado la «Grant Inference» de la Doctrina Monroe para promover este objetivo, declarando que «ningún territorio en este continente puede ser transferido a un país europeo». En 1895, durante el proceso de resolución de la disputa fronteriza entre la Guayana Británica y Venezuela, el entonces Secretario de Estado de los EEUU, Richard Olney, propuso la «Inferencia Olney» de la Doctrina Monroe, declarando que «hoy, los Estados Unidos están en este continente, Dios esrealmente soberano, y sus mandamientos son leyes». Este movimiento marcó el reconocimiento de Gran Bretaña de la Doctrina Monroe y la hegemonía de los Estados Unidos en el Hemisferio Occidental.

Por la Guerra Hispanoamericana en 1898, los Estados Unidos expulsaron a los españoles de las Américas, y los Estados Unidos básicamente completaron su expansión territorial en América Latina. A principios del siglo XX continuaba la práctica de oponerse a la adquisición de territorios por parte de potencias extranjeras en América Latina, y el objeto de aplicación incluía también países extranjeros fuera de Europa, y las condiciones de aplicación eran más amplias. En 1912, la Logia del Secretario de Estado de los Estados Unidos (Henry Cabot Lodge) propuso prohibir a las potencias y fuerzas extranjeras adquirir tierras en el Hemisferio Occidental para obtener un «control real» (Poder Práctico de Control).

(3) La «Doctrina Monroe» y la intervención estadounidense en América Latina

Desde finales del siglo XIX hasta principios del siglo XX, con el crecimiento de su fuerza y ​​la exclusión de las principales potencias del Hemisferio Occidental, Estados Unidos básicamente estableció su hegemonía en América Latina. La intervención de Estados Unidos en América Latina se ha convertido desde entonces en el rasgo o sinónimo más importante de la Doctrina Monroe.

Ante el cobro armado de la deuda de los países latinoamericanos por parte de las potencias europeas, mientras se oponía a la intervención de las potencias europeas, el presidente Theodore Roosevelt Jr. propuso la «Inferencia Roosevelt» de la Doctrina Monroe, expresando que ante el «comportamiento imprudente» de los países en el Hemisferio Occidental, Estados Unidos, como país civilizado, quiere intervenir y ejercer el poder de «policía internacional». La Declaración de Monroe inicialmente solo mencionaba indirectamente que los sistemas de los países americanos eran diferentes a los de Europa. Theodore Roosevelt afirmaba claramente que Estados Unidos podía interferir en los países latinoamericanos de acuerdo con sus asuntos internos, lo que se consideraba un derecho de Estados Unidos. Siguiendo este corolario, pudo intervenir proactivamente en otros países americanos mientras no estaban siendo interferidos por las potencias europeas. Roosevelt incluso planteó la idea de una intervención colectiva, cuando sugirió que EEUU, si fuera necesario, «ponga fin a la interferencia sin ayuda en los asuntos internos de otras naciones. Con la cooperación de otras naciones, tendremos más orden en este hemisferio y menos hostilidad». En 2001, Estados Unidos impulsó a la Organización de los Estados Americanos a aprobar la Carta Democrática Americana, en la que podemos ver la sombra del razonamiento de Roosevelt, poniendo así el manto de «acción colectiva» a la intervención estadounidense en América Latina.

La deducción de Roosevelt marcó el comienzo de una nueva era de interferencia estadounidense en los asuntos internos de América Latina. Desde 1898 hasta 1934, Estados Unidos realizó más de 30 intervenciones militares en países de América Central y el Caribe. Después de la Guerra Fría, la Doctrina Monroe se asoció con las políticas antisoviéticas y anticomunistas. En este momento tenía tanto la intención de excluir a los poderes externos como el contenido de interferir en los asuntos internos de América Latina. George Kennan, el inventor de la «política de contención», presentó el «Corolario Kennan» de la Doctrina Monroe después de viajar por América Latina en 1950, argumentando que los países latinoamericanos eran vulnerables a la «infiltración comunista», por lo que debía utilizarse para hacer frente a la amenaza del comunismo emergente en América Latina incluso el uso de las dictaduras. En el contexto de la agitación interna en los países centroamericanos en la década de 1980, una presentación de 1984 al Director William Joseph Casey por parte del Subdirector de Inteligencia de la CIA Rovert Gates durante la Administración Reagan de un memorando establecía que se debía apoyar a la oposición nicaragüense, de lo contrario la Doctrina Monroe sería abandonada.

La intervención de Estados Unidos en América Latina es producto de estructuras de poder desiguales entre Estados Unidos y América Latina, y su trasfondo está arraigado en el racismo de la cultura estadounidense. El erudito estadounidense Lars Schultz enumeró en detalle los prejuicios racistas de los Estados Unidos hacia América Latina en su libro «Under America: A History of American Policy on Latin America». En el siglo XIX, la teoría de la jerarquía civilizatoria prevaleció en Europa y EEUU. John Quincy Adams y sus contemporáneos creían que los católicos eran inferiores a los protestantes, los hispanos a los anglosajones y la piel negra a la blanca. En el proceso de anexión del territorio mexicano, Estados Unidos utilizó el lema de «mejorar la civilización» ​​para encubrir su comportamiento codicioso. Theodore Roosevelt escribió años después: «Es inevitable, y en interés de toda la humanidad, que el pueblo estadounidense por fin expulse a los mexicanos de sus escasamente pobladas provincias del norte» y abogó por la intervención preventiva en los países latinoamericanos para evitar que América Latina “se convierta en presa de revolucionarios, gobiernos corruptos y extranjeros depredadores». El presidente Woodrow Wilson incluso consideró la intervención de Estados Unidos en América Latina como «la misión civilizada del país», «extender los beneficios del gobierno republicano a los países incivilizados y mal gobernados del mundo tiene como objetivo crear estabilidad y eliminar la base para la intervención europea».

(4) El fuerte retorno de la “Nueva Doctrina Monroe” y la “Vieja Doctrina Monroe”

A principios del siglo XX, EEUU se había convertido en una potencia mundial económica y militarmente. El 16 de diciembre de 1907, la Gran Flota Blanca de la Marina de los EEUU partió del fondeadero de Hampton en Virginia para navegar alrededor del mundo, y los EEUU aparecieron en el escenario mundial como un país poderoso.

Con el crecimiento de la hegemonía de los EEUU, la política exterior de los EEUU comenzó a deshacerse del aislacionismo y, en cambio, participó activamente en los asuntos internacionales. La Doctrina Monroe también se ha convertido en una herramienta para que la hegemonía de los EEUU se expanda en el mundo.

A medida que EEUU avanza hacia el escenario mundial, ya no está satisfecho con ejercer el poder policial internacional en América Latina, sino que quiere ejercer el poder policial en el mundo. Theodore Roosevelt, hablando ante el Congreso en 1902, declaró que «la creciente complejidad e interdependencia de las relaciones políticas y económicas internacionales ha impuesto a todas las grandes naciones en la órbita de la civilización una obligación cada vez mayor de insistir en una conducta policial adecuada para las tareas mundiales». Durante la Primera Guerra Mundial, el presidente Wilson interpretó la Doctrina Monroe como «un principio político global sin restricciones de espacio regional, proporcionando así una justificación para la influencia global de los Estados Unidos». La Doctrina Monroe comenzó a evolucionar hacia el «Mundo Americano».

En 1991 terminó la Guerra Fría, la Unión Soviética se desintegró y Estados Unidos se convirtió en la única superpotencia del mundo. La hegemonía global de Estados Unidos hizo de la Doctrina Monroe un verdadero «mundo americano». El nuevo intervencionismo promovido por Estados Unidos y los países occidentales en la posguerra fría bajo el pretexto del humanitarismo y la defensa de los valores universales es esencialmente una versión ampliada de la Doctrina Monroe. Después del «Incidente del 11 de septiembre», la administración de George W. Bush, que perseguía la teoría del nuevo imperialismo, gritó directamente por boca de los periodistas estadounidenses que «el destino de Estados Unidos es convertirse en el policía del mundo». Condoleezza Rice, entonces Secretaria de Estado de EEUU, expresó la misma opinión que el razonamiento de Roosevelt: “La globalización, si bien aumenta la fortaleza de algunos países, también ha expuesto y exacerbado las fallas de muchos otros países: estos países son demasiado débiles o están mal gobernados para lidiar con desafíos domésticos y no puede evitar que esos desafíos se propaguen y desestabilicen el orden internacional. En este entorno estratégico, la voluntad y la capacidad de los países para cumplir con sus responsabilidades soberanas en el hogar y en el extranjero es de suma importancia para nuestra seguridad nacional». La base real de la Doctrina Monroe ha cambiado debido a la hegemonía global de los Estados Unidos, las esferas de influencia, que son el concepto central de la Doctrina Monroe, han perdido su significado, porque «el mundo entero se ha convertido en la esfera de influencia de Estados Unidos. Muchas esferas de influencia han dado paso a Una esfera de influencia: los fuertes aún imponen su voluntad sobre los débiles. El resto del mundo se ve obligado a jugar en gran medida según las reglas de los Estados Unidos o enfrentar altos costos que van desde duras sanciones al cambio total de régimen”. América Latina parece haber entrado en un período de «post-Doctrina Monroe».

Ya al ​​final de la Guerra Fría, Gadis Smith, profesor de historia en la Universidad de Yale en los EEUU, señaló: «La desintegración de la Unión Soviética eliminó todas las amenazas externas en el Hemisferio Occidental, y la Doctrina Monroe ya no es útil». Muchos años después, la Doctrina Monroe es inútil. O la teoría de la obsolescencia se ha convertido en una política abierta de la administración Obama. En noviembre de 2013, el entonces secretario de Estado de los Estados Unidos, John Kerry, declaró el fin de la Doctrina Monroe en un discurso en la Organización de los Estados Americanos. El presidente Obama también declaró en 2014 que «la era de los imperios y las esferas de influencia ha terminado».

Sin embargo, mientras declaraba obsoleta la Doctrina Monroe, la administración Obama lanzó una política de reequilibrio en Asia para contener la estrategia de China y propuso remodelar el liderazgo estadounidense en América Latina. Este enfoque contradictorio no solo refleja la ansiedad estratégica provocada por la crisis de globalización liderada por EEUU y el rápido ascenso de China, sino que también refleja el dilema estratégico que debe buscar para cooperar con las principales potencias bajo la crisis financiera internacional de 2008. Por otro lado, frente al ascenso colectivo de gobiernos de izquierda en América Latina, Estados Unidos es impotente para enfrentarse a la mayoría de los países latinoamericanos. Por lo tanto, la tentación de frenar la Doctrina Monroe es una prueba de la determinación estratégica de la administración Obama. En cuanto a la presencia de China y otros países fuera de la región en América Latina, la administración Obama no adoptó la política de exclusión de la Doctrina Monroe, sino que implementó una política de monitoreo y compromiso. En 2015, aunque la administración Obama normalizó las relaciones con Cuba, emitió la Orden Ejecutiva 13692 el 8 de marzo de 2015, que inició sanciones contra Venezuela. Se puede decir que EEUU nunca ha renunciado realmente a la Doctrina Monroe, sino que implementó la «Doctrina Monroe sin el nombre de Doctrina Monroe». En cierto sentido, esta es una «Nueva Doctrina Monroe», que es un producto deformado de la «Vieja Doctrina Monroe» basada en la hegemonía del imperio estadounidense en la era de la globalización.

Si llegará la era de la «doctrina post-Munroe» no es una proposición real. Como afirmó el presidente de los Estados Unidos, Grover Cleveland, ya en 1895, «Los principios de la Doctrina Monroe se aplican a todas las etapas de nuestra vida nacional y no quedarán obsoletos mientras exista nuestra República». El retorno de la vieja Doctrina Monroe se ha convertido en una necesidad histórica. Ya en las elecciones generales de EEUU de 2000, Patrick Buchanan, como candidato del Partido Reformista, el tercero en la arena política, criticó el fundamento político de la Doctrina posterior a Monroe. La estrategia de globalización dominada durante la Guerra Fría erosionó la fundación hegemónica de los Estados Unidos. «La vigilancia global trabaja para descentralizar Estados Unidos y abrir las fronteras al comercio desequilibrado, la inmigración ilegal y el terrorismo». Estados Unidos quiere volver a la Doctrina Monroe, porque “la Doctrina Monroe es un aislacionismo que no interviene en conflictos lejanos”. Al mismo tiempo, su Doctrina Monroe mejorada empujó a Estados Unidos aún más al aislacionismo. En opinión de Buchanan, «el problema más inmediato y grave que enfrenta EEUU en el hemisferio occidental es la inmigración masiva». Más importante aún, para «mantener un país, una nación», se deben adoptar nuevas restricciones de inmigración para acabar con la inmigración ilegal, especialmente de México. Su propuesta política es «desplegar militares en la frontera mexicana» para frenar a «terribles refugiados, inmigrantes, terroristas» y promover el traspaso del poder en Cuba. Incluso abogó por la separación de Estados Unidos de América Latina, argumentando que mientras «ningún régimen hostil construya una fortaleza en este hemisferio», EEUU no debería preocuparse por los gobiernos de América Central y del Sur.

Las ideas antiglobalización, antilibre comercio, antiinmigración y el regreso a la Doctrina Monroe del presidente Trump son exactamente las mismas que las de Buchanan. En septiembre de 2018, en la ceremonia de apertura del debate general de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, Trump declaró que la Doctrina Monroe era una vez más una política exterior formal de los Estados Unidos, rechazando la injerencia de otros países en los asuntos del Hemisferio Occidental y los propios Estados Unidos. En 2018, Tillerson, entonces Secretario de Estado de EEUU, pronunció un discurso sobre temas del Hemisferio Occidental en la Universidad de Texas. Durante la sesión de preguntas y respuestas, dijo que «la Doctrina Monroe es un logro», y consideró que la doctrina ha mantenido los valores democráticos del Hemisferio Occidental. “La Doctrina Monroe está viva y coleando”, dijo Bolton, exasesor de seguridad nacional de Trump, en un discurso ante grupos del exilio cubano. La política latinoamericana caracterizada por la tradicional Doctrina Monroe, primero, adopta una política de exclusión y contención dirigida principalmente en China, y considera a China como la mayor amenaza para el liderazgo de los Estados Unidos en América Latina y sus intereses. El segundo es volver a fortalecer su política de intervención en América Latina. En el tema cubano, la administración Trump anuló la política de compromiso con Cuba implementada durante la administración Obama y aumentó las sanciones económicas. Y en enero de 2021, el gobierno cubano será incluido nuevamente en la lista de países que apoyan el terrorismo internacional. En el tema venezolano, la administración Trump ha reconocido al gobierno de oposición y ha ejercido una presión extrema sobre el gobierno de Maduro. La tercera es adoptar medidas más extremas que Buchanan en el tema migratorio, como construir un muro fronterizo y repatriar refugiados a gran escala. Muchos académicos chinos y extranjeros han llamado a la política latinoamericana de Trump la “Nueva Doctrina Monroe”, pero en realidad sus políticas son más como un regreso a la Doctrina Monroe tradicional.

La administración Biden, que es muy crítica con la Doctrina Trump, rara vez menciona directamente la Doctrina Monroe, pero aún considera a América Latina como la esfera de influencia de los Estados Unidos. A diferencia de Trump, quien comparó a América Latina con el patio trasero de Estados Unidos, dijo que «todo lo que está al sur de la frontera mexicana es el patio delantero de Estados Unidos». En su política hacia América Latina, la administración Biden básicamente ha mantenido la política de Trump, rechazó la influencia de China y otras potencias extranjeras y básicamente continuó con su política hacia Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Evolución de la hegemonía estadounidense y rasgos de esta estrategia hacia América Latina

Muchos eruditos famosos que discuten la «estrategia» o la «gran estrategia» tienden a comenzar desde la perspectiva de los objetivos y los medios, y la definen como un arte científico que utiliza de manera integral varios medios para lograr un determinado gran objetivo, centrándose en los medios estratégicos. El núcleo de la estrategia de EEUU hacia América Latina es utilizar diferentes medios políticos para lograr la hegemonía regional, pero, en esencia, la definición de objetivos y el uso de medios y recursos estratégicos están sujetos a la fuerza y ​​el estatus nacional real. Por lo tanto, la estrategia de EEUU hacia América Latina ha evolucionado con cambios en su hegemonía.

(1) Las características de la estrategia estadounidense hacia América Latina en la era de la hegemonía

Durante mucho tiempo después de que se propusiera la Declaración de Monroe, el objetivo de la expansión de la hegemonía y la defensa de los Estados Unidos en el hemisferio occidental estuvo dirigido principalmente a las potencias europeas, no a América Latina.

En 1889, la intención original de los EEUU de construir el Sistema Panamericano era «prevenir la guerra entre los países americanos» para no «inducir la invasión europea y poner en peligro la Declaración de Monroe». En 1930, J. Reuben Clark, entonces subsecretario del Departamento de Estado de los EEUU, se quejó en el «Memorándum de Clark» escrito por su organización de que la Doctrina Monroe era una política de los EEUU dirigida a Europa y no a América Latina.

Después de la Primera Guerra Mundial, el Hemisferio Occidental entró en una era dominada por la hegemonía de los EEUU. Como no había retadores hegemónicos y amenazas internas obvias, los EEUU intervinieron sin escrúpulos en América Latina, especialmente en algunos países vecinos, mientras ignoraban las demandas de desarrollo de los países latinoamericanos. . Debido a que los países latinoamericanos en general estaban insatisfechos con la política de intervención de la Doctrina Monroe, y considerando la tensión internacional antes de la Segunda Guerra Mundial, la administración de Franklin Delano Roosevelt propuso la política del «buen vecino» en 1933. Esta es la primera estrategia de Estados Unidos y América Latina que intenta ir más allá de la Doctrina Monroe de política de intervención.

Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos consolidó aún más su hegemonía en América Latina y el mundo, y el estatus de América Latina en la diplomacia estadounidense decayó. EEUU no tiene una estrategia general y de largo plazo para América Latina para liderar el desarrollo de América Latina. Solo cuando se desafía la hegemonía de los EEUU, los EEUU responderán de manera preventiva. La política de respuesta de EEUU hacia América Latina es pasiva y unidireccional. Hay dos medios políticos principales: uno es aumentar la ayuda o proporcionar más preferencias comerciales para promover el desarrollo, y el otro es sancionar o interferir con los países latinoamericanos. Estas dos prácticas se pueden comparar con el dicho tradicional de «la zanahoria y el palo». Tras la victoria de la Revolución Cubana en 1959, la «Alianza para el Progreso» impulsada por el presidente Kennedy se centró principalmente en ayudar y promover el desarrollo de América Latina. En la década de 1980, el presidente Reagan adoptó una política de «palo y zanahoria» en respuesta a la penetración de la Unión Soviética en América Central y la crisis centroamericana. Mientras aumentaba la intervención en los países centroamericanos, también implementó cierta asistencia para la región y preferencias comerciales como el Proyecto de la Cuenca del Caribe en 1983. Sin embargo, cuando se eliminaron las amenazas externas, la política de Estados Unidos hacia América Latina volvió a la vieja senda de abandono e intervención, cayendo así en un ciclo de abandono y respuesta de tensión. En 1973, un académico estadounidense publicó un artículo en «Foreign Affairs» y señaló que «Estados Unidos no tiene una política latinoamericana, excepto una política de negligencia benigna». Traerá consecuencias negativas para Estados Unidos en los campos de política, economía y seguridad.

En la era del dominio de la hegemonía, la política de Estados Unidos hacia América Latina se basó principalmente en el realismo. La intervención es el principal medio para que implemente el poder coercitivo en América Latina y una de las principales características de la Doctrina Monroe. Estados Unidos implementó un plan de recuperación europeo en los primeros días de la Guerra Fría, brindó una gran ayuda a Europa a través del Plan Marshall y no tenía un plan similar para América Latina, y les dijo a los países latinoamericanos que dependieran del comercio en lugar de la ayuda. Esto «causó un profundo resentimiento en América Latina». Además, la intervención de Estados Unidos en América Latina ha generado tensión en las relaciones y un fuerte sentimiento antiestadounidense en los países latinoamericanos. «Desde la independencia hasta mediados del siglo XX, el sentimiento antiestadounidense afectó a todos los grupos sociales importantes de América Latina. Los campesinos, los trabajadores, los miembros de la clase media y las élites se resintieron en algún momento por ser explotados o despreciados por Estados Unidos». La intervención e invasión de Estados Unidos a Guatemala, Nicaragua, Cuba, Panamá, Haití y otros países pequeños de América Central y el Caribe a menudo han llevado a Estados Unidos a «peligrosos vórtices». La crisis de los misiles en Cuba en 1962 y la lucha de la administración Reagan con la Unión Soviética en América Central en la década de 1980 casi arrastraron a Estados Unidos al torbellino de la guerra.

La política de Estados Unidos hacia América Latina a menudo está atrapada en contradicciones, como se quejó una vez el ex embajador de Estados Unidos, John Bartello Martin: «Si seguimos manteniendo relaciones con ellos, nos acusarán de entrometernos; si los ignoramos, nos acusarán de preocuparnos por Bangladesh, en lugar de sus vecinos». Debido a la enorme desigualdad de las estructuras de poder entre los Estados Unidos y América Latina, aunque los países latinoamericanos a menudo expresaron su descontento durante gran parte del tiempo, «la relación general entre los Estados Unidos y la mayor parte de América Latina fue fuerte. Y amable». Debido a que los países latinoamericanos dependen de Estados Unidos y carecen de autonomía estratégica, Estados Unidos es tanto un problema como una solución para ellos. Esto también confirma el dicho clásico del teórico realista Tucídides: «Los fuertes pueden hacer todo lo que tienen el poder de hacer, y los débiles solo pueden aceptar lo que deben aceptar».

(2) Cambios en la estrategia de Estados Unidos hacia América Latina en la era poshegemónica

En el siglo XXI se han producido nuevos cambios en las relaciones internacionales del mundo y del hemisferio occidental, uno de ellos es que se ha desafiado y debilitado la hegemonía de Estados Unidos, lo que también ha traído nuevos rasgos a la política estadounidense hacia América Latina.

(1) El declive de la hegemonía estadounidense y la era poshegemónica

La eficacia de la Doctrina Monroe y el benigno abandono de América Latina por parte de Estados Unidos se basan en la hegemonía monopólica de EEUU sobre América Latina. Sin embargo, con el fortalecimiento de la autonomía estratégica de los países latinoamericanos y la creciente presencia de potencias extranjeras en América Latina, la hegemonía de EEUU en América Latina está siendo cuestionada. En 2006, el académico estadounidense Peter Hakim publicó un artículo en la revista Foreign Affairs advirtiendo que «Washington está perdiendo América Latina». En mayo de 2008, el Consejo de Relaciones Exteriores de los EEUU publicó un informe liderado por más de 20 académicos y políticos estadounidenses famosos, declarando que «la era de la hegemonía estadounidense en América Latina ha terminado». Desde entonces, la crisis financiera internacional de 2008, el ascenso acelerado de China, la nueva epidemia del coronavirus y la ruptura política interna han afectado aún más la hegemonía global de los EEUU. El presidente boliviano Morales declaró una vez que «América Latina ya no es una colonia de los Estados Unidos». El presidente mexicano López también hizo la última afirmación: «En lo que respecta a los Estados Unidos, es imposible continuar con la Doctrina Monroe o el lema ’América es estadounidense’». Tanto a nivel nacional como regional ha disminuido significativamente. En este sentido, también se puede decir que la estrategia estadounidense hacia América Latina ha entrado en una “era post-hegemónica”.

(2) En la era posterior a la hegemonía, EEUU ha ajustado su enfoque estratégico en América Latina

La era posterior a la hegemonía fue inaugurada por la administración Obama. En este momento, el enfoque de la estrategia diplomática de EEUU pasó de la cooperación entre grandes potencias y la lucha contra el terrorismo a la competencia entre grandes potencias, y China se ha convertido en el objetivo principal de la estrategia de competencia entre grandes potencias de EEUU.

En respuesta al rápido ascenso de China, la administración Obama implementó una estrategia de reequilibrio asiático contra China después de asumir el cargo en 2009. Pero en el contexto de la crisis financiera internacional de 2008, EEUU necesitaba la ayuda de China. Por lo tanto, la administración Obama adoptó una estrategia híbrida contra China: por un lado, una política de compromiso, integración e inclusión; por otro, una estrategia implícita de contención, equilibrio o disuasión. En América Latina, aunque «EEUU considera que el creciente papel de China es un nuevo desafío que enfrenta en el hemisferio occidental», debido a la limitada influencia de China en América Latina en ese momento, se concentró principalmente en el campo de comercio. La administración Obama no consideró que la cooperación entre China y América Latina fuese una gran amenaza, y adoptó una actitud de espera y vigilancia sobre si China podía transformar su influencia económica en América Latina en influencia política en el futuro. A través de consultas estratégicas chino-estadounidenses sobre asuntos latinoamericanos, la administración Obama esperaba mejorar la transparencia del comercio y la inversión de China en América Latina. William Burns, el subsecretario de Estado de la administración Obama, dijo en 2011: «No debemos preocuparnos por los intereses económicos asiáticos (chinos) en nuestro hemisferio occidental. La relación existente es transparente y se siguen las reglas».

Con la intensificación de la competencia estratégica entre China y Estados Unidos, EEUU considera cada vez más a China como su mayor competidor y amenaza, y las dos partes en Estados Unidos básicamente han llegado a un consenso sobre esto. El 18 de diciembre de 2017, el primer Informe de estrategia de seguridad nacional publicado por la administración Trump declaró que «la competencia estratégica entre naciones, no el terrorismo, es el tema principal de la seguridad nacional de EEUU”. China es el principal «competidor estratégico». Al mismo tiempo, Estados Unidos considera que el desarrollo de las relaciones chino-latinoamericanas es una amenaza para Estados Unidos. En 2018, el entonces secretario de Estado, Rex Tillerson, acusó abiertamente a China de «buscar ganancias a corto plazo y dependencia a largo plazo de América Latina», calificando a China como un «actor depredador en nuestro hemisferio». La administración Biden ha continuado con la estrategia de Trump de competencia entre grandes potencias, considerando a China como «un competidor que plantea un serio desafío para la prosperidad, la seguridad y los valores democráticos estadounidenses».

Además, Estados Unidos siempre ha considerado el ascenso colectivo de las fuerzas de izquierda en América Latina, especialmente la política antiestadounidense seguida por la izquierda radical en, la estrategia de diversificación de las relaciones exteriores y la política de equilibrio suave contra Estados Unidos como una amenaza a su hegemonía y sus intereses. Con el fortalecimiento de la autonomía estratégica de los países latinoamericanos, el control de los Estados Unidos sobre los asuntos internos y externos de América Latina se está debilitando y es cada vez más difícil para los EEUU obtener la plena cooperación de los países latinoamericanos en su estrategia global. Tomemos como ejemplo el conflicto Rusia-Ucrania. Aunque la mayoría de los países latinoamericanos criticaron las acciones militares de Rusia contra Ucrania, no siguieron a Estados Unidos en temas delicados como las sanciones a Rusia y la ayuda militar a Ucrania, y mantuvieron una posición relativamente independiente. Por lo tanto, en la era post-hegemónica, es un desafío importante para los Estados Unidos fortalecer su influencia y control sobre América Latina y reintroducir a América Latina en el camino estratégico de los Estados Unidos.

Los problemas de seguridad no tradicionales como la inmigración y el contrabando de drogas traídos a los EEUU por la globalización también son desafíos importantes para su seguridad. Entre ellos, los problemas de inmigración no solo causan problemas de seguridad, sino también conflictos políticos y culturales. A algunos conservadores les preocupa que el rápido crecimiento de la población latina desafíe la cultura dominante y la identidad nacional de los EEUU. Esto también hace que Buchanan, Trump y otros políticos conservadores aboguen por la Doctrina Monroe, que es más aislacionista. Desde 2013, debido a la continua recesión económica en América Latina, la intensificación de la pandemia de coronavirus de 2019 y la consecuente recesión económica, y el impacto de la política estadounidense de máxima presión sobre Venezuela, el flujo de inmigrantes irregulares hacia Estados Unidos ha alcanzado niveles sin precedentes y se ha convertido en un factor influyente en un tema importante de la seguridad nacional de los Estados Unidos.

(3) La tendencia a la contracción de la estrategia estadounidense hacia América Latina en la era poshegemónica

El erudito Graham Alison, quien propuso la «trampa de Tucídides», cree que «la esencia de la estrategia es usar recursos para enfrentar desafíos abrumadores». Con el declive de la hegemonía estadounidense y los recursos limitados, la estrategia hacia América Latina se está reduciendo, mostrando una tendencia a volverse cada vez más norteamericana.

Sus políticas se reflejan principalmente en dos aspectos: Primero, la posición de México en la estrategia de Estados Unidos hacia América Latina es cada vez más importante. Estados Unidos ha logrado que la economía de América del Norte esté cada vez más integrada a través del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y el T-MEC revisado. Esto no sólo satisface básicamente las importantes preocupaciones de Estados Unidos sobre seguridad industrial y seguridad energética, sino que también hace que el comercio y la inversión entre EEUU y América Latina se concentren cada vez más en América del Norte. En 2021, México representará el 76% de las importaciones estadounidenses y el 61% de las exportaciones estadounidenses de la región. En la competencia económica entre China y Estados Unidos, la estrategia de Estados Unidos de reconfigurar la cadena industrial global hará de México, América Central y el Caribe los destinos cercanos a la costa, lo que promoverá aún más la integración económica de América del Norte. La segunda es que la región del Gran Caribe ha atraído la atención de la seguridad y la mayor parte de la ayuda de los Estados Unidos. Después de que Obama asumiera el cargo, Estados Unidos firmó varios acuerdos para promover el desarrollo y la seguridad con países de la región y proporcionó una gran cantidad de fondos. Entre ellos, proporcionó 12 mil millones dedólares en ayuda a Colombia en el año fiscal 2000-2021, y un total de 3,3 mil millones en la Iniciativa Mérida dirigida a México y Centroamérica en el año fiscal 2008-2021. Tras la expiración del plan Mérida, Estados Unidos y México renovaron el acuerdo «Marco Bicentenario México-Estados Unidos para la Seguridad, Salud Pública y Comunidades Seguras» en octubre de 2021. En 2010, Estados Unidos separó a Centroamérica del Plan Mérida e implementó la «Iniciativa de Seguridad Regional Centroamericana» y la «Iniciativa de Seguridad de la Cuenca del Caribe».Cuando Biden asumió, prometió aportar al menos 4 mil millones en ayuda, para el desarrollo de Centroamérica y el sur de México.

La contracción de la estrategia estadounidense hacia América Latina es un reflejo realista del declive de su hegemonía. Cuando se presentó la Declaración de Monroe en 1823, el objetivo hegemónico de Estados Unidos era «no contra todo el continente, sino sólo contra América del Norte y el Caribe». Alfred Thayer Mahan, un conocido estratega y teórico geopolítico estadounidense, propuso una vez que «las preocupaciones de seguridad de los EEUU terminan en el río Amazonas, y no hay necesidad de implementar la Doctrina Monroe al sur del río». La proximidad geográfica siempre ha sido valorada por Estados Unidos. Durante la crisis centroamericana de la década de 1980, el entonces secretario de Estado, Schultz, llamó a esta región la «tercera frontera» de los Estados Unidos (tercera frontera), diciendo que «si esta región (Centroamérica) es hostil a nuestro régimen gobernado, o si se convierte en un sitio de disturbios sociales a largo plazo, las implicaciones para nuestra propia economía y sociedad serían de hecho sustanciales». En 1997, el presidente Bill Clinton incluso declaró a los EEUU un «país caribeño». Después del incidente del «9-11», Bush Jr. extendió la «tercera frontera» de los Estados Unidos hasta el Caribe. Con el desarrollo de la globalización, la proximidad geográfica de esta región ha aumentado la influencia mutua de los factores de seguridad. La inestabilidad política y económica, el clima extremo causado por el cambio climático y la propagación de la epidemia han ampliado la influencia mutua entre los países de esta región y han afectado cada vez más la vida cotidiana de los Estados Unidos. Se han vuelto «internacionales y problemas domésticos» para los Estados Unidos. Por ello, fortalecer el foco en esta región se ha convertido en el área prioritaria de la estrategia de EEUU hacia América Latina.

Estrategia de Estados Unidos hacia América Latina en la era poshegemónica

En la era de la poshegemonía, cómo impulsar la hegemonía de Estados Unidos en América Latina es una tarea común que enfrentan los dos partidos. El objetivo planteado por el presidente Obama durante las elecciones de 2008 fue «remodelar el liderazgo de los EEUU en América Latina». El objetivo de la administración Trump de «hacer que EEUU vuelva a ser grande» también se proyecta a América Latina, con el objetivo de devolver la Doctrina Monroe. La administración Biden enfatizó la importancia de la región latinoamericana para EEUU «Debido a los fuertes lazos comerciales, las tradiciones democráticas comunes y los lazos familiares, ninguna región tiene más influencia en EEUU que el hemisferio occidental», y propuso revivir la alianza con América Latina.

En la era poshegemónica, EEUU no ha cambiado fundamentalmente su marco estratégico para la democracia, la prosperidad y la seguridad en América Latina desde el final de la Guerra Fría. Aunque Trump persiguió el realismo de principios y el aislacionismo, buscando acabar con el orden liberal liderado por Estados Unidos y la diplomacia unilateralista teñida de poder, la inercia de la política exterior estadounidense le dificultó subvertir este marco estratégico. El informe de la administración Trump sobre el Marco Estratégico del Hemisferio Occidental publicado en 2020 dejó en claro que «el objetivo principal del compromiso de EEUU con el Hemisferio Occidental es apoyar una región próspera, segura y democrática». Las administraciones de Trump y Biden han adoptado diferentes políticas y tácticas.

(1) Estrategias de Promoción de la Democracia

Promover la democracia no solo está en línea con las características ideológicas de la Doctrina Monroe, sino también una de las estrategias para promover el orden liberal internacional global en el período posterior a la Guerra Fría.

Bajo esta estrategia, Estados Unidos se compromete a evitar «retrocesos democráticos potenciales». E implementar una serie de acciones para promover la democracia a través de la Organización de los Estados Americanos. Entre ellos, la Carta Democrática Americana adoptada en septiembre de 2001 creó una garantía institucional colectiva para la democratización del Hemisferio Occidental. A través de este mecanismo, Estados Unidos desempeñó un papel rol en la promoción de la democracia en las Américas.

Sin embargo, la estrategia de promover la democracia también trae ciertos desafíos a la estrategia de EEUU hacia América Latina. Desde la elección del presidente venezolano Chávez en 1998, un grupo de gobiernos latinoamericanos de izquierda llegó al poder a través de elecciones democráticas, lo que trajo algunos desafíos políticos a los Estados Unidos. Aunque el presidente Trump expresó dudas sobre los beneficios de promover la democracia en los Estados Unidos, los conservadores todavía creen que promover la democracia en América Latina es de interés para los Estados Unidos. En 2022, Colombia, el principal aliado de Estados Unidos en Sudamérica, ha logrado un histórico giro a la izquierda, que ha causado un fuerte malestar en Estados Unidos, pero el senador conservador estadounidense Marco Rubio cree que «mientras haya democracia, Colombia estará bien. Pueden elegir a una persona con la que no estamos de acuerdo, puede que no nos gusten todas las decisiones que toman, pero al final tendrán que gobernarse a sí mismos mediante la moderación de los votantes, los votantes los castigarán a ellos y a su partido. Sin democracia, pueden hacer lo que quieran, eso suele ser lo que desencadena guerras y crisis».

Además, los conservadores también creen que promover la democracia en América Latina es una elección estratégica que Estados Unidos tiene que hacer en la era poshegemónica. En la era de la globalización, es una opción inevitable para los países latinoamericanos fortalecer los lazos económicos con las potencias externas. Cuando Estados Unidos no puede proporcionar a América Latina opciones alternativas para el comercio, la inversión y los préstamos financieros, es imposible pedir a los países latinoamericanos que renuncien a la cooperación con China y otras grandes potencias fuera de la región. Por otro lado, cuando los países latinoamericanos interactúan con China, Estados Unidos supervisa a través de iniciativas anticorrupción, cooperación en seguridad y asistencia en seguridad para asegurarse de que no planteen grandes desafíos de seguridad para Estados Unidos. De hecho, está utilizando la promoción de la democracia como herramienta de hegemonía. Las narrativas de «democracia» y «autoritarismo», o «democracia» y «autoritarismo», diriguiéndose a China y Rusia, fortalecen la unidad de sus aliados e imponen restricciones extremas a Cuba, Venezuela y Nicaragua, lo que Trump llamó el «triángulo de la tiranía». La presión proporciona una excusa. El entonces Secretario de Estado, Pompeo, declaró en su discurso del 2 de diciembre de 2019: «Tratamos de dejar en claro moral y estratégicamente que el autoritarismo es una amenaza en nuestro hemisferio. Es una amenaza para nosotros en los Estados Unidos. No podemos tolerar estos regímenes que invitan a los malos actores y tratan de convertir las democracias aliadas en dictaduras». En su estrategia para promover la democracia, Estados Unidos necesita especialmente ganarse a los países latinoamericanos para expandir el campo de los países «democráticos». En la Cumbre de la Democracia Global convocada por la administración Biden en diciembre de 2021, se invitó a participar a 25 gobiernos y activistas de la sociedad civil de países de América Latina. Estados Unidos apoya a Costa Rica, Panamá y República Dominicana en 2021 para formar la Alianza para el Desarrollo Democrático. En julio de 2022, Estados Unidos tomó la delantera en la firma de un acuerdo para promover la cadena de suministro con los países de la Alianza Democrática, como «la forma más práctica de estimular el crecimiento de la Alianza para el Desarrollo Democrático mientras se promueven los intereses de Estados Unidos».

Aun así, promover la democracia como herramienta estratégica de Estados Unidos en el orden liberal global también es un arma de doble filo. Dado que la democracia es la base de la legitimidad política en el continente americano, la posibilidad de una intervención militar directa de Estados Unidos en la región ha disminuido. Frente a los gobiernos de izquierda en América Latina que llegaron al poder a través de elecciones democráticas, tiene que ampliar su tolerancia hacia las diversas democracias de América Latina. Estados Unidos ha estado insatisfecho durante mucho tiempo con las fuerzas radicales de izquierda en Venezuela que han estado en el poder durante más de 20 años, pero la administración de Obama ha moderado relativamente al gobierno de Chávez y solo lanzó sanciones contra el gobierno de Maduro en una etapa posterior.

De hecho, una estrategia de promoción de la democracia no impediría la intervención de EEUU en América Latina y renegaría de su compromiso con la democracia. Desde principios del siglo XXI, muchos gobiernos de izquierda en América Latina se han enfrentado a «golpes de estado» o crisis políticas controvertidas. Estos países incluyen a Venezuela (2002), Honduras (2009), Paraguay (2012), Brasil (2016), Bolivia (2019) y Perú (2022). Estados Unidos muchas veces no profundiza en la legalidad procesal. En cambio, apoya a gobiernos que llegan al poder después de golpes o crisis en diversos grados.

El enfoque de la estrategia de promoción de la democracia de EEUU ha pasado de promover elecciones democráticas a la gobernabilidad democrática, entre ellos, el fortalecimiento de la gobernabilidad judicial y la lucha contra la corrupción se han convertido en el enfoque de la promoción de la gobernabilidad democrática de la administración Biden en América Latina, especialmente en América Central. El propósito de este cambio es mejorar el nivel de gobernabilidad de los países latinoamericanos y crear un ambiente favorable para la inversión de los Estados Unidos y las empresas. Lo más notable es el Engellist lanzado por Estados Unidos en diciembre de 2020, que se ha convertido en un medio importante para que Estados Unidos tome medidas enérgicas contra los funcionarios corruptos en Centroamérica. Aquellos en la lista de Engel no solo tendrán prohibido ingresar a los Estados Unidos, sino que también pueden estar sujetos a sanciones adicionales, como la congelación de activos. EEUU ha impuesto sanciones judiciales sin precedentes contra funcionarios corruptos en América Latina, incluidos altos funcionarios actuales y exjefes de gobierno en América Latina, como el vicepresidente de Paraguay Hugo Adalberto Velázquez Moreno, el expresidente de Honduras Hernández Juan Orlando Hernande (en el cargo de 2014 a 2022), expresidente de Paraguay Horacio Cartes en el cargo de 2013 a 2018, y expresidente de Panamá Ricardo Martinelli. Sin embargo, el compromiso de la administración Biden con el objetivo a largo plazo de la gobernabilidad democrática también ha causado tensión entre EEUU y los aliados tradicionales, como El Salvador y Guatemala, a corto plazo.

(2) Estrategias de Promoción de la Prosperidad

La prosperidad y la estabilidad de los países latinoamericanos están en los intereses de los Estados Unidos, que es el consenso de todas las administraciones. Esto se considera un medio importante para promover la prosperidad de los EEUU y reducir las amenazas a la seguridad, como la inmigración ilegal y el contrabando de drogas de los países latinoamericanos a los EEUU. También es una necesidad para hacer frente a la penetración y expansión de potencias extranjeras en América Latina. A pesar de esto, EEUU todavía no presta atención continua al desarrollo de América Latina, y la estrategia para promover la prosperidad está más al servicio de la estrategia global de Estados Unidos y el desarrollo económico nacional. China es uno de los mayores factores externos además de los Estados Unidos que afectan a América Latina, especialmente el desarrollo económico. El objetivo principal de la estrategia del gobierno de los Estados Unidos para promover la prosperidad de América Latina es enfrentar los desafíos de China.

La administración Obama utilizó el libre comercio como protección contra la competencia estratégica de China. En noviembre de 2009 y junio de 2013, impulsó sucesivamente las negociaciones de la Asociación Transpacífica (TPP) y la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP), con la esperanza de establecer un acuerdo multilateral transregional que excluya a China. Quiso incorporar a los países latinoamericanos a los pactos transregionales de Estados Unidos, en particular al Acuerdo Transpacífico, que «vincularía los mercados asiáticos de rápido crecimiento con las democracias sólidas de las Américas». Con este fin, el presidente Obama, quien originalmente se oponía al libre comercio, impulsó la ratificación de los tratados de libre comercio bilaterales entre Estados Unidos y Colombia y con Panamá (2012). También apoyó la “Iniciativa del Arco del Pacífico” (2009), que apoya el establecimiento de la Alianza del Pacífico, una organización regional latinoamericana que favorece el libre comercio, y espera que a través de ellos, los países latinoamericanos del Pacífico sean incluidos en el círculo económico dominado por los Estados Unidos.

Hay muchas similitudes en las estrategias de las administraciones de Trump y Biden para promover la prosperidad en América Latina, ambas han pasado del comercio a la inversión y la cooperación en la cadena industrial. Trump, que se opone a la globalización y al libre comercio, se retiró inmediatamente del Acuerdo de Asociación Transpacífico tras asumir el cargo en 2017, lo que provocó el fracaso de la estrategia comercial de Obama y el deseo de Ecuador y Uruguay de negociar tratados de libre comercio con Estados Unidos. En respuesta al desarrollo de la iniciativa «Belt and Road» de China en América Latina, Trump propuso el «Growth in the Americas» (Crecimiento en las Américas) en 2018, que es financiado por la Corporación Financiera de Desarrollo Internacional de los Estados Unidos para promover energía y otras infraestructuras en América Latina. Biden propuso la «Asociación Americana para la Prosperidad Económica». El 27 de enero de 2023, Estados Unidos firmó la Declaración Conjunta sobre la Asociación de las Américas para la Prosperidad Económica con Barbados, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Dominica, Ecuador, México, Panamá, Perú y Uruguay. Se compromete a «mejorar la diversidad, la sostenibilidad y la resiliencia de las cadenas de suministro y promover la infraestructura de calidad mediante la expansión de los vínculos comerciales regionales». Sin embargo, con los recursos limitados invertidos por Estados Unidos, es cuestionable si puede competir con la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China.

Además, con el fin de mejorar la seguridad de la cadena industrial de EEUU, promover el desacoplamiento de la cadena industrial de China y promover el retorno de las industrias manufactureras, ha adoptado a América Latina como sucesora de Nearshoring y Friendshoring en su estrategia para promover la reestructuración de la cadena industrial global. La administración Trump había planeado lanzar un plan para promover el «regreso a las Américas» de la cadena de producción en el período posterior de la administración, con la intención de utilizar incentivos financieros para alentar a las empresas estadounidenses a transferir instalaciones de producción en Asia a los Estados Unidos y países latinoamericanos, pero hasta ahora no se ha realizado. En abril de 2022, los miembros del Congreso propusieron la Ley de Nearshoring del Hemisferio Occidental, que alentaría a las empresas estadounidenses a trasladar los cambios de su cadena de suministro a América Latina. Los países latinoamericanos han mostrado un profundo interés en la estrategia de subcontratación de los Estados Unidos de near-shoring y friendly-shoring, con la esperanza de beneficiarse del proceso de reestructuración de la cadena industrial global, expandir la inversión y promover el desarrollo de sus propias industrias. Sin embargo, el hecho de que la externalización cercana y amigable en tierra pueda beneficiar a los países latinoamericanos depende de muchas condiciones, como el arbitraje laboral, el apoyo industrial, los acuerdos de libre comercio, las condiciones de inversión y el tamaño del mercado. Con excepción de México y algunos países centroamericanos, es difícil para la mayoría de los países latinoamericanos convertirse en un lugar para la transferencia industrial. Según el informe del Banco Interamericano de Desarrollo, la respuesta es, con la quizás excepción de México, que la reestructuración de la cadena de valor global no traerá beneficios significativos a corto plazo para la región.

(3) Estrategia de seguridad

La seguridad es el principal pilar de la política estadounidense hacia América Latina. A partir de la administración de Obama, ya no incluyó el terrorismo como un problema de seguridad prioritario, sino que consideró los problemas de seguridad no tradicionales, como el contrabando de drogas, el crimen organizado y la inmigración ilegal causada por la apertura de fronteras, como amenazas importantes para la seguridad de Estados Unidos.

Al resolver estos problemas de seguridad no tradicionales, especialmente el de combatir la inmigración ilegal, Trump ha tenido grandes conflictos estratégicos con la administración anterior de Obama y la administración posterior de Biden. Cuando la administración Obama llegó al poder, propuso una reforma migratoria para regularizar la inmigración ilegal. La administración Biden se comprometió a establecer un sistema de inmigración justo, ordenado y humano y fortalecer la asistencia a los países de origen de inmigrantes. «Abordar las causas profundas de la inseguridad humana y la migración irregular, incluida la pobreza, la violencia criminal y la corrupción». La administración Biden también firmó la «Declaración de Los Ángeles sobre Inmigración y Protección» con algunos países latinoamericanos en junio de 2022, buscando el apoyo de los países latinoamericanos para resolver los problemas de inmigración y abogando por compartir la responsabilidad. La administración Trump mostró una fuerte tendencia al aislacionismo en el tema migratorio, promoviendo la construcción del muro fronterizo entre Estados Unidos y México, tratando de excluir a los inmigrantes de la frontera estadounidense y adoptando medidas duras. Por ejemplo, en 2019 amenazó con cortar la ayuda a El Salvador, Guatemala y Honduras en el “Triángulo Norte” de Centroamérica, tratando de obligar a los gobiernos de estos países a frenar el flujo de inmigrantes hacia Estados Unidos y firmó un acuerdo de seguridad de terceros que permite a los Estados Unidos enviar solicitantes de refugiados de terceros países transferidos a estos países. Sin embargo, ninguna estrategia puede resolver los problemas de seguridad que aquejan a los Estados Unidos sin abordar el desequilibrio económico entre los Estados Unidos y los países latinoamericanos y el déficit de gobernabilidad en los países latinoamericanos.

Conclusión

Casi 200 años después de su nacimiento, la «Doctrina Monroe» siempre ha sido la pista central de la política de Estados Unidos hacia América Latina.

En este sentido, es exitosa como estrategia regional. Sin embargo, el éxito de la Doctrina Monroe es difícil de replicar porque está determinado por condiciones geopolíticas especiales. Estados Unidos está geográficamente lejos del centro político del mundo. Tal como dijo el erudito realista ofensivo estadounidense Mearsheimer: «Es difícil para los competidores extranjeros atacar a Estados Unidos al otro lado del océano». Más importante aún, el trasfondo ideológico de la Doctrina Monroe es la política del poder, y la interferencia y el poder son sus características esenciales. En una era en la que los intereses de todos los países son interdependientes en la globalización y hoy se ha establecido el sistema de gobernanza multilateral mundial, aunque la política de poder no se ha eliminado por completo, la mayoría de los países la han dejado de lado. El concepto de cooperación ganar-ganar defendido por una comunidad de destino de la humanidad es el camino correcto para el ascenso de las grandes potencias. El retorno de la Doctrina Monroe por parte de los Estados Unidos y volver a provocar la competencia entre las grandes potencias también va en contra de la tendencia de los tiempos.

La vitalidad a largo plazo de la Doctrina Monroe se basa en la hegemonía de los Estados Unidos. Con el declive de la hegemonía estadounidense, el ascenso de las potencias emergentes y el fortalecimiento de la autonomía estratégica de los países latinoamericanos, la racionalidad de los objetivos de la Doctrina Monroe y la eficacia de sus medios enfrentarán grandes desafíos. Desde la administración de Obama, Estados Unidos ha querido revivir su hegemonía en América Latina, pero debido a las diferencias en las ideas políticas, los conflictos políticos entre los gobiernos estadounidenses se están expandiendo. Este conflicto refleja el conflicto entre las dos teorías del liberalismo y el realismo tras el declive de la hegemonía estadounidense y el dilema de la estrategia estadounidense hacia América Latina. Hay dos opciones para que EEUU salga de este dilema en su estrategia hacia América Latina: o actualizar su concepto diplomático, o revivir la hegemonía.

En la era posterior a la hegemonía, el gobierno de los EEUU eligió unánimemente el objetivo de revivir la hegemonía en América Latina, tratando de restaurar la influencia política y económica. Sin embargo, es muy difícil para los Estados Unidos lograr este objetivo. Primero, hay una falta de ánimo de lucro. A excepción de México, el estatus político y económico de América Latina en los Estados Unidos ha decaído. Tomando como ejemplo las exportaciones de productos minerales, la participación de Estados Unidos en las exportaciones totales de minerales de América Latina cayó del 14,37% en 1990 al 9,51% en 2000 y al 1,8% en 2020. A medida que Estados Unidos logra la autosuficiencia energética en 2019, la importancia de la energía latinoamericana para Estados Unidos ha disminuido significativamente y su participación en las importaciones de petróleo crudo de Estados Unidos ha disminuido del 27,4 % en 2005 al 22,7 % en 2021. La estrategia de EEUU hacia América Latina carece de fines lucrativos y es difícil mantener una continuidad estratégica. Si bien los problemas de seguridad no tradicionales, como la inmigración ilegal, son importantes para la seguridad geopolítica de los Estados Unidos, estos problemas están entrelazados y arraigados, y es difícil resolverlos en el corto plazo, lo que obliga al retorno del aislacionismo estadounidense. En segundo lugar, es difícil para EEUU mantener un equilibrio entre los objetivos globales y regionales, lo que afectará la inversión de EEUU en recursos latinoamericanos. Estados Unidos participa en una competencia estratégica con China en todo el mundo, y la administración Biden está involucrada en el conflicto Rusia-Ucrania, lo que crea incertidumbre sobre cuántos recursos puede proporcionar a América Latina. Cuando el presidente Biden visitó México en enero de 2023, le informó claramente al presidente mexicano: «Nuestra responsabilidad no se limita al hemisferio occidental. Está en Europa central, Asia, Medio Oriente y África. Tenemos múltiples enfoques». Sin embargo, a mediados de 2022, Estados Unidos no ha realizado ninguna inversión, lo que demuestra que la política de Estados Unidos hacia América Latina está estirada.

El regreso de la Doctrina Monroe significa el renacimiento de la política de poder estadounidense, y China, como el mayor factor externo que afecta la economía del Hemisferio Occidental, es el objetivo principal de la Doctrina Monroe después del regreso.

Por lo tanto, China debe evitar que la cooperación China-América Latina caiga en la trampa geopolítica de la Doctrina Monroe. Al mismo tiempo, también debemos ver que, en gran medida, Estados Unidos considera a China como la principal amenaza en el hemisferio occidental debido al miedo y la ansiedad estratégica, en lugar de las acciones reales de China. El principal objetivo de China en América Latina es promover la cooperación económica y comercial, no busca establecer la hegemonía, ni pretende utilizar a los países latinoamericanos para dañar la seguridad de los Estados Unidos. La cooperación entre China y América Latina puede promover la prosperidad y la estabilidad de los países latinoamericanos, y la prosperidad y la estabilidad de América Latina benefician a los intereses de los Estados Unidos. Por lo tanto, es más de interés tanto para China y Estados Unidos como para los países latinoamericanos fortalecer el diálogo estratégico chino-estadounidense y esforzarse por cambiar la percepción de Estados Unidos en lugar de una confrontación directa.

Este artículo fue publicado originalmente en el Número 1, 2023 de «Estudios Latinoamericanos» del Instituto de Estrategia Internacional, Escuela del Partido del Comité Central del Partido Comunista de China

CEPRID https://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2786

Occidente está atrapado entre el sentimiento público que ideó y la realidad sobre el terreno escribe Alastair Crooke.

Cambio estratégico consecuente : al salir de su reunión con Vladimir Putin, Xi Jinping le dijo a Putin: «Se avecina un cambio que no ha sucedido en 100 años, y estamos impulsando este cambio juntos».

La ‘Entente’ se selló durante horas de conversaciones durante dos días, y en medio de una plétora de documentos firmados. Dos estados poderosos han formado una dualidad que, al casar una gigantesca base manufacturera con el preeminente proveedor de materias primas y el armamento avanzado y la inteligencia diplomática de Rusia, deja a los EE. UU. en la sombra. Un asiento en las sombras (asumido a través de la voluntad o la incapacidad de contemplar una transición tan radical) refleja a los EE. UU. de espaldas a la participación en el mundo multipolar que se desarrolla.

Con EE. UU. esclavizado por la hegemonía, el surgimiento de una trifurcación global es inevitable, incluidas las tres esferas de la guerra comercial: Eurasia, liderada por Rusia y China; Sur global influenciado por India, y con EE. UU. dominando la UE y Anglo-Sphere.

Pero esa no era la esencia de lo que el presidente Xi quiso decir con ‘cambio’; el comercio, el intercambio militar y el cambio del sistema monetario ya estaban ‘cocidos’. Lo que Xi y Putin están sugiriendo es que debemos dejar de lado los viejos espectáculos del orientalismo occidental, mediante los cuales nos hemos acostumbrado a ver el mundo y a pensarlo de manera diferente y de diversas maneras.

La transformación nunca es fácil. ¿Cómo está reaccionando la clase política estadounidense? = Se agita salvajemente. Está profundamente asustado por la manifestación de esta nueva entente. Ha arremetido, como de costumbre, con un torrente de propaganda: Putin obtuvo poco de la visita, la pompa y la ceremonia de Xi; Xi fue una ‘visita al lado de la cama’ de un paciente enfermo; Rusia humillada al convertirse en una colonia china de recursos y, para colmo, la cumbre no logró encontrar una solución para Ucrania.

Toda esta propaganda es una tontería, por supuesto. Estos son bulos lanzados a los vientos. Washington comprende cuán convincente es la narrativa china: China busca la armonía, la paz y una forma de vida significativa para todos. Estados Unidos, sin embargo, representa dominación, divide y contiene, y sangrientas guerras eternas de tipo colonial (en el meme de China).

La narrativa de Xi tiene tracción, no solo en el mundo de los ‘rechazados a ser alineados’, sino también significativamente dentro de ‘Otra América’. Incluso resuena un poco en una Europa que, por lo demás, es totalmente «de hojalata».

El problema aquí es que estas ‘dos ​​Américas’, la Oligarquía titulada y la ‘Otra América’, simplemente no pudieron dialogar entre sí, y se han retirado a esferas separadas: las plataformas tecnológicas occidentales (como Twitter) estaban a sabiendas configurado para no escuchar precisamente ‘Otra América’. Y para cancelar, o desplataformar, las voces contrarias. El esquema anti-ruso de hoy es otro derivado más de la ‘psicología del empujón’, originalmente probada durante el encierro: luego, la ‘ciencia’ (según lo determinado por los gobiernos) ofreció ‘certidumbre’ pública y, al mismo tiempo, avivó el temor de que cualquier incumplimiento de las reglas del gobierno pueden conducir a la muerte.

La certeza moral (reivindicada por seguir la ‘Ciencia’) dio justificación para juzgar con dureza, condenar y desestimar a las personas que de alguna manera cuestionaron el Encierro. La estratagema psicológica geopolítica de hoy, un derivado del precedente Lockdown, es ‘pegar’ a la esfera geopolítica la posición despierta de tolerancia cero hacia el cuestionamiento de supuestos principios ‘que son inviolables’ (como los Derechos Humanos). Por lo tanto, el esquema utiliza la ‘claridad’ narrativa de la ‘invasión ilegal, no provocada y criminal de Ucrania’ de Rusia para dar al público occidental el sentido satisfactorio de rectitud necesario para juzgar con dureza similar, expulsar del empleo y denigrar públicamente a cualquiera que exprese su apoyo a Rusia.

Esto se considera un éxito de inteligencia, al contribuir al objetivo de mantener el ‘compartir la carga’ de la OTAN, y al garantizar una expresión occidental generalizada de ‘indignación moral’ en todo lo relacionado con Rusia.

La ‘Estrategia de la certeza’ de Occidente puede haber funcionado, ya que engañosamente ha encendido una furia moral dentro de un gran segmento de la opinión pública. Sin embargo, también puede ser una trampa: al lanzar una propaganda tan cargada de emociones; la fuerza de este último ahora limita las opciones occidentales (en un momento en que las circunstancias de la guerra de Ucrania han cambiado mucho de lo que se esperaba). Occidente ahora está atrapado por esa opinión pública que ve cualquier compromiso que no sea una capitulación completa de Rusia como una violación de sus ‘principios inviables’.

La noción de exponer las diferentes facetas de un conflicto (que se encuentra en el quid de la mediación), proporcionando diferentes perspectivas, se vuelve intolerable cuando se compara con la rectitud ‘en blanco y negro’. Los medios occidentales sostienen que Xi y Putin son tan moralmente deficientes que muchos temen ser despreciados por estar en el lado equivocado de la falla ‘moral’ en un tema tan polémico.

En particular, esta estratagema no funciona en el resto del mundo, donde el wokism tiene poca tracción.

Sin embargo, existe un sustrato de preocupación de la clase dominante sobre esta técnica de negación. Surgen dos problemas reales: primero, ¿puede Estados Unidos sobrevivir sin la hegemonía estadounidense? ¿Qué lazos, qué significado nacional, qué visión podría sustituir para mantener unida a una nación tan diversa? ¿Es convincente la ‘modernidad como vencedora de la historia’ en el contexto de la degeneración cultural contemporánea? Si la ‘modernidad’ desoladora de hoy se produce sólo a costa de la soledad personal y la pérdida de la autoestima (que es el síntoma reconocido de la alienación que surge de la separación de las raíces comunitarias), ¿vale la pena entonces la ‘modernidad’ tecnológica? ¿O puede algún retorno a los valores anteriores convertirse en el requisito previo que guíe a un modo diferente de modernidad? – uno que trabaja con la corriente, en lugar de contra la corriente del arraigo cultural.

Esta es la pregunta clave planteada por los presidentes Xi y Putin (a través del concepto de estado-nación civilizacional).

En segundo lugar, EE. UU. ha pasado de ser un ejército a ser esencialmente una hegemonía financiada que busca rentas. ¿Qué precio tendría la perdurable prosperidad comercial de EE. UU. en caso de que EE. UU. perdiera la hegemonía del dólar? El ‘privilegio’ del dólar ha sostenido durante mucho tiempo la prosperidad estadounidense. Pero las sanciones estadounidenses, las incautaciones de activos y los nuevos arreglos monetarios plantean la pregunta: ¿ha cambiado tanto el orden global que la hegemonía del dólar, más allá de los EE. UU. y sus dependencias, ya no es sostenible?

Las clases dominantes occidentales están seguras de la respuesta: la hegemonía política y del dólar están interconectadas. Mantener el poder, enriquecer a los ‘mil millones de oro’, significa sostener ambos, incluso cuando las élites pueden ver claramente que la narrativa estadounidense está perdiendo fuerza en todo el mundo y los estados están migrando a nuevos bloques comerciales.

Ese ‘Otro Estados Unidos’ no está tan seguro de que vean la carnicería asociada con las interminables intervenciones de Estados Unidos como ‘vale la pena’. También existe una corriente de pensamiento subyacente de que un sistema financiero, que depende de «soluciones» cada vez mayores y cada vez mayores de estimulantes financieros, es saludable (en la creación de desigualdades) o que su apalancamiento piramidal puede mantenerse a largo plazo.

Hace algunos años, cuando Nathan Gardels hablaba con Lee Kuan Yew de Singapur, este último dijo : “Para Estados Unidos, ser desplazado… por un pueblo asiático despreciado durante mucho tiempo y despreciado como decadente, débil, corrupto e inepto, es emocionalmente muy difícil de aceptar. ” . Yew predijo: “ El sentido de supremacía cultural de los estadounidenses hará que este ajuste sea muy difícil”.

Igualmente, para China, que ha tenido una larga y continua historia como gran potencia, ser bloqueada por un ‘pueblo de la nada’ es intolerable.

l’Entente es un trago amargo para Occidente. Durante una generación, separar a Rusia de China ha sido un objetivo primordial de EE. UU., tal como lo prescribió originalmente Zbig Brzezinski: contener tanto a Rusia como a China mediante la exacerbación de las disputas regionales (Ucrania, Taiwán) era el juego de suma cero, con Rusia como primer objetivo. (forzar un giro hacia Occidente a través de la implosión económica) y luego pasar a contener a China, pero solo a China. (Sí, algunos en Occidente creían que un giro ruso hacia el oeste era muy factible).

Un ex subsecretario de Estado de EE. UU., Wess Mitchell, escribió en la revista National Interest : Para evitar que China se apodere de Taiwán: ¡Detengan a Rusia en Ucrania! En pocas palabras, el punto de Mitchell era: «Si EE. UU. infligiera suficiente dolor a Putin por su apuesta en Ucrania», entonces Xi implícitamente estaría contenido.

Entonces, contener a Rusia a través de Ucrania fue ‘eso’: «Si Estados Unidos va a amenazar con sanciones catastróficas contra Rusia por Ucrania, es mejor que sean catastróficas, porque la credibilidad del sistema financiero liderado por Estados Unidos para castigar la agresión a gran escala – está en la línea”, advirtió Mitchell. “Estados Unidos solo tendrá una oportunidad de demostrar esa credibilidad, y Ucrania lo es”.

Mitchell continuó,

“La buena noticia en todo esto es que Ucrania le ha dado a EE. UU. una ventana momentánea y perecedera para actuar con decisión y no solo para lidiar con la situación en Ucrania, sino también para disuadir un movimiento contra Taiwán… El impacto de la brutalidad de Putin en galvanizar a los europeos compartir la carga es un cambio de juego para la estrategia global de EE. UU. Con Alemania gastando más en defensa en los próximos años que Rusia ($ 110 mil millones anuales frente a $ 62 mil millones), Estados Unidos podrá concentrar más de sus fuerzas convencionales disponibles en disuadir a China”.

¿’Una ventana momentánea’? Pero aquí estaba el desajuste atroz: EE. UU. apostaba por el » momento perecedero «, pero Rusia se preparaba para una guerra a largo plazo . Las sanciones financieras no funcionaron; El aislamiento de Rusia no sucedió; y la estrategia de contención contribuyó más bien a desestabilizar el sistema financiero global en detrimento de Occidente.

La Administración Biden había apostado todo por una estrategia de contención destinada a evitar una guerra en dos frentes, una estrategia que no ha funcionado como se esperaba. Más que eso, el derribo del globo chino y los subsiguientes gritos de guerra anti-chinos que emanaron de todos los rincones de EE. UU. convencieron a los chinos de que su anterior intento de distensión con EE. UU. y Europa en noviembre en el G20 de Bali estaba «muerto en el agua’.

China recalibrada; y preparado para la guerra. (Como mínimo, una sanción de Guerra Fría, pero en definitiva, de Guerra Caliente). A todo vapor con l’Entente . La estrategia de divide y vencerás de Brzezinski se había hundido por debajo de la línea de flotación.

Occidente ahora está arrinconado: no puede sostener la guerra contra Rusia y China, pero su exagerada y deliberadamente engañosa manipulación de la opinión pública para crear la «cohesión» occidental hace que la reducción de la tensión sea casi imposible.

El público de EE. UU. y Europa ahora ve a Rusia y China en los tonos más oscuros del Demiurgo maniqueo. Se les ha dicho repetidamente que Rusia se encuentra al borde del colapso total y que Ucrania ‘está ganando’. La mayoría de los estadounidenses, la mayoría de los europeos creen esto. Muchos han venido a denigrar a estos nuevos adversarios.

La clase dirigente estadounidense no puede retroceder. Sin embargo, no tiene los medios para librar una guerra en dos frentes. La trampa consiste en propaganda derivada de un esquema anterior de Lockdown que fue diseñado para asustar y desinformar al público. Uno de sus objetivos principales era hacer que la duda o el escepticismo pareciera moralmente irresponsable dentro del discurso público. De manera similar, el nuevo esquema de control público occidental mediante el cual los presidentes Xi y Putin parecen tan moralmente deficientes que gran parte del público teme criticar la guerra contra Rusia, se ha convertido en un bumerán. Esa ‘certeza’ significa que sería moralmente irresponsable retirarse de una guerra, incluso de una que se está perdiendo. La guerra ahora debe proceder a la derrota del régimen ucraniano, un resultado mucho más humillante de lo que hubiera sido un final negociado. Pero la opinión pública no permitirá nada menos que la humillación de Putin. Occidente está atrapado entre el sentimiento público que ideó y la realidad sobre el terreno.

De esta manera, Occidente cayó en su propia ‘trampa de certeza’.

Fuente Fundacion de la Cultura Estrategica https://strategic-culture.org/news/2023/03/27/lentente-is-a-bitter-pill-for-the-west/

Alastair CROOKE Exdiplomático británico, fundador y director del Foro de Conflictos con sede en Beirut.

La visita de Xi Jinping en Moscú hizo visible la nueva configuración del mundo centrada en la alianza ruso-china que la torpeza estadounidense consolidó

Por Eduardo J. Vior – analista internacional El autor autoriza su publicación en Dossier Geopolitico, originalmente publicado en TELAM

“En la actualidad, China se encuentra en el mejor periodo de desarrollo desde el comienzo de los tiempos modernos y el mundo está inmerso en un gran cambio sin precedentes en un siglo, y ambos procesos están entrelazados y se incentivan mutuamente.” (Xi Jinping, en reiteradas ocasiones)

Joe Biden lo logró: la insistencia de la elite neoconservadora anglonorteamericana en atacar al mismo tiempo a Rusia y a China, su tendencia a tratar ambos conflictos como confrontaciones radicales sobre visiones del mundo, la insoportable presión que ejercen sobre el resto del planeta para obligarlo a alinearse y la amenaza de seguir escalando los conflictos hasta el duelo final han unido estrechamente a dos potencias que antes se entendían, pero que nunca habían llegado al estrecho vínculo actual, si la presión anglosajona no los hubiera empujado a hacerlo.

Vladimir Putin y Xi Jinping se encontraron este lunes y martes para hacer frente a la presión de la alianza atlántica y, sobre todo, para diseñar el orden que propondrán al resto del mundo para después del episodio ucraniano. Saben que el Imperio anglosajón aún tiene fuerza, que el bloque euroasiático no puede ni debe intentar moldear el mundo a su gusto y que en cada región del planeta están surgiendo actores regionales que reclaman su papel y no están dispuestos a subordinarse a nadie más. Entenderse con ellos es la clave del futuro y a esta cuestión se dedicaron conversando en el Kremlin.

Aún antes de su cumbre ambos explicaron sus propuestas al público del otro país en sendos artículos de opinión. La visión de Putin -centrada en una “asociación con vistas al futuro”- se expuso en el Diario del Pueblo de China, mientras que la de Xi se publicó en la Gaceta Rusa y en el sitio web de la agencia estatal RIA Novosti y gira en torno al inicio de un nuevo capítulo de cooperación y desarrollo compartido.

Durante su primera reunión, el lunes 20, los presidentes hablaron durante cuatro horas y media. Esta conversación, en la que no se omitieron las diferencias de enfoque y estilo, se dedicó a los lineamientos de la multipolaridad en construcción, que necesariamente debe empezar por hallar una solución para Ucrania. Como era previsible, hubo muy pocas filtraciones de los responsables por la agenda. No obstante, hubo una bastante significativa referida a su “intercambio en profundidad” sobre Ucrania. Putin subrayó cortesmente que respeta la posición de China, expresada en el plan de doce puntos de Pekín para la resolución del conflicto y que ha sido completamente rechazado por Washington. Sin embargo, el líder del Kremlin dejó en claro que la posición rusa sigue siendo férrea: desmilitarización, neutralidad de Ucrania y confirmación de los cambios territoriales por documentos internacionales validados por árbitros confiables.

Precisamente en este sentido, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso descartó por completo cualquier papel de Estados Unidos, Reino Unido, Francia o Alemania en las futuras negociaciones sobre Ucrania, ya que no los considera neutrales.

El gobierno chino entiende la percepción rusa de la amenaza que se cierne desde Ucrania y que ha sido confirmada por el belicismo occidental. Sin embargo, la República Popular está muy apegada a la Carta de la Naciones Unidas y a los principios de la coexistencia pacífica y rechaza la modificación violenta de las fronteras. Mucho más discorda con el objetivo ruso de querer recuperar los “territorios históricos” por sus implicaciones internacionales. Si se aceptara sin ambages la reunificación de “territorios históricos”, Pekín teme verse amenazado por las reivindicaciones de tibetanos, turcomanos y mongoles sobre su territorio y así le iría a todos los países. De todos modos, subraya la responsabilidad de Occidente en la ruptura del orden jurídico internacional y busca la forma de restaurarlo, satisfaciendo las necesidades de seguridad de todos los actores (el principio chino de la seguridad compartida).

En la reunión del martes 21, en tanto, ambos líderes se dedicaron a las cuestiones económicas. Rusia ya ocupa el primer lugar como proveedor de gas natural a China, superando a Turkmenistán y Catar. La mayor parte del fluido se envía por el gasoducto Poder de Siberia, de 3.000 km, puesto en marcha en diciembre de 2019. El ducto e extiende desde Siberia Oriental hasta la provincia nororiental china de Heilongjiang. Para multiplicar los envíos, en tanto, ambas potencias están negociando aceleradamente con Mongolia el tendido del oleoducto Poder de Siberia II que, a través del país estepario, llevará el petróleo de Siberia Central al norte de China.

Putin y Xi acordaron asimismo la realización de 79 proyectos conjuntos por valor de más de 165.000 millones de dólares. El abanico abarca desde gas natural licuado (GNL) hasta construcción aeronáutica, fabricación de máquinas herramienta, investigación espacial, agroindustria y corredores económicos mejorados.

En este contexto el presidente chino afirmó que quiere vincular los proyectos de la Nueva Ruta de la Seda (BRI, por su nombre en inglés) con la Unión Económica Euroasiática (UEEA). Es natural que la BRI y la UEEA se interrelacionen. China ya ha firmado un acuerdo de cooperación económica con la asociación económica liderada por Rusia y la mayoría de los miembros de la misma lo son también de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) y están asociados al Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (ABII, por su nombre en inglés). La red de organismos de integración euroasiáticos ya existe desde hace algunos años, pero la coyuntura bélica está acelerando ahora su integración.

Al mismo tiempo que los líderes de Rusia y China estaban reunidos en el Kremlin, en la Duma (parlamento) Federal sesionaba la conferencia parlamentaria “Rusia-África en el mundo multipolar”, preparatoria de la segunda cumbre Rusia-África del próximo julio. En la reunión interparlamentaria participaron delegados de más de 40 de los 53 países africanos. Con gran sentido mediático, Putin eligió este preciso momento para condonar más de 20.000 millones de dólares de deuda de los países africanos con Rusia. Si bien Pekín es el principal socio comercial de la mayoría de los países del continente negro, Moscú se está convirtiendo aceleradamente en su proveedor de cereales y en un valioso aliado para restablecer el orden y la seguridad.

También en Asia Occidental Rusia y China actúan totalmente en sincronía. El reciente restablecimiento de relaciones entre Arabia Saudita e Irán fue hilvanado por Rusia mediante discretas gestiones en Bagdad y Omán que condujeron a la firma del acuerdo en Pekín. Moscú también coordina el acercamiento entre Siria y Turquía. No obstante, la relación rusa con Irán (ahora bajo el estatus de asociación estratégica) se mantiene por separado.

No hay vuelta atrás en la demolición de los restos de la Pax Americana, pero el camino será arduo y demorará mucho tiempo. La torpeza de la elite neoconservadora anglosajon aceleró esta vez el paso de la historia, pero no siempre será así. Hay que prepararse también para la dura resistencia que Occidente presentará ante la pérdida de su hegemonía. Ningún león entrega sin lucha su dominio sobre la selva.

La cumbre Xi-Putin consagró definitivamente a China y Rusia como socios estratégicos integrales a largo plazo y comprometidos a desarrollar una seria competencia geopolítica y geoeconómica con las hegemonías occidentales en declive. Este es el perfil del nuevo mundo que adquirió nitidez en Moscú esta semana. Putin lo definió anteriormente como una nueva política anticolonial. Ahora se presenta como una colcha de retazos multipolar.

Rusia es el puente ineludible para unir Europa y Asia, pero el centro del nuevo mundo está en China. Tanto lo acepta Putin que recomendó usar el yuan como moneda de cambio con África, América Latina y Asia. Con cada región del mundo la potencia asiática se asocia de un modo diferente. No rehúye su imbricación con la economía mundo capitalista, pero pone límites a su hegemonismo. Se une estrechamente a Rusia, pero no olvida el resto del mundo. Con África, Asia y América Latina negocia de país a país, pero prefiere hacerlo con grandes bloques regionales. China vuelve a estar en el centro del mundo, de un mundo complejo y conflictivo, pero con menos dominación y más convivencia, y Rusia es su socio preferido.

Carlos Pereyra Mele, centra su columna del Club de La Pluma nuevamente en el análisis del conflicto en el Cáucaso, con Georgia desde la mirada Geopolitica para comprender la importancia de este posible Ucrania 2.0, al estar este país sufriendo otra de las «Revoluciones de Colores» orquestadas por los anglosajones y sus ONG, y también las nulas consecuencias de la “orden” de captura de Putin y sin olvidar que está semana visita Moscú el Presidente de China Xi Jinping para conversar con su homólogo V. Putin en un encuentro de una trascendencia global de gran importancia 

La tonta decisión de ordenar la captura del Presidente  de la Federación Rusa Vladimir Putin por parte de un organismo que cada vez pierde el poco o nulo prestigio que supuestamente tenia, me refiero al Tribunal Penal Internacional, mientras las grandes potencias no se subordinada a su jurisdicción empezando por EEUU, China, India, Rusia, o sea, todo propaganda de baja nivel e inutil. Pero parece que hace falta seguir confundiendo a los extraviados habitantes de está región llamada occidente.

Mientras necesitan pareciera que los occidentales necesitan mas confusiones y delirios propagandísticos actualmente, para minimizar la gravedad de “otra’ nueva crisis financiera “oxidental” y que van!!!…y como no hay buenas noticias de la guerra híbrida global proxy en Ucrania ni en el frente económico inflación crisis políticas sociales en Inglaterra y Francia, etc., tenemos estos escapismos.  

Por ello es importante el análisis de carácter geopolitico y geoestrategico para entender lo que ocurrió y ocurre en Georgia País del Cáucaso Sur que está en una zona clave limitrofe con el Mar Negro, Turquia Rusia Armenia y Azerbaiyan, pequeno pais de apenas 70.000km2 con 3.700.000 habitantes que ya sufrio una revolucion de colores en el 2003 “La revolucion de las rosas” y en el 2008 entro en conflicto con Rusia y en menos de una semana Georgia perdio dos regiones Abjasia y Osetia del Sur. Porque aqui la OTAN quiere establecer lo que se denomina la Geopolitica de los 3 Mares (Baltico, Negro y Mediterraneo)

La Geopolitica de los 3 Mares el viejo modelo de Cinturon de aislamiento de Rusia anterior a la Guerra Fria
Aqui podemos apreciar la importancia de Georgia para lograr controlar parte del Mar Negro y conectar con la Geopolitica de los 3 Mares

El sábado 18/3/2023, invitado por el conductor del programa “Detrás de la razón”, Programa periodismo de Alto Impacto e independiente basado en la integridad informativa. Sin ninguna corporación, televisora, grandes millonarios o cadenas de gobiernos que “financian” el mismo, dirigido por el galardonado Periodista Roberto de la Madrid, fuimos invitados el catedrático español Eduardo Luque y el Director de Dossier Geopolitico Carlos Pereyra Mele, para analizar en profundidad el posible segundo frente que está organizando la angloesfera y su brazo militar la OTAN en el Cáucaso Sur desestabilizando la República de Georgia e iniciar una “Ucrania 2.0” en ese sector y para ello utilizando los conocidos métodos injerencista de las ONG financiadas por oligarcas occidentales o por estructuras como la USAID o la NED y también otras que responden a la Unión Europea. Por supuesto como la realidad es un movimiento constante y debido a las últimas noticias del pedido de captura por parte del TPI del Presidente de Rusia Vladimir Putin y la caída o derribo del Drone de la air force de USA en el mar Negro cerca de Crimea, fue analizado en dicho programa.

por Gabriel Merino el autor autoriza la publicación en Dossier Geopolitico de su artículo

…En el conflicto ucraniano, como en toda guerra, hubo una serie de errores de cálculo por parte de los distintos protagonistas. Pero sin dudas, uno de los que más se destaca es el cálculo de que profundizar al máximo posible la guerra económica contra Rusia —iniciada a partir de 2014— iba a desmoronar su economía. Argumentos no faltaban para tal razonamiento….

No sólo debido a que el poder financiero y la primacía del dólar hacen de las sanciones una especie de “arma de destrucción masiva” en poder de EE.UU. y el polo anglo-estadounidense —como pudimos ver en la región en el caso de Venezuela a partir de 2016—, sino por la interdependencia entre Rusia y Europa. Rusia proveyó en 2021 el 41% del gas, el 27% del petróleo y el 47% del carbón que consumió Europa. La dependencia europea —cuya ruptura implicaba enormes costos para Bruselas, que probablemente sí estaban calculados por las corporaciones hidrocarburíferas al otro lado del Atlántico— también significaba una enrome dependencia para Moscú, ¿a quién iría a vender Rusia semejante cantidad de hidrocarburos y, además, quién se iba a animar a comprarlos?

Uno de los posibles compradores sustitutos fue la respuesta casi obvia para los tiempos que corren: China. Digo, para los tiempos que corren porque…

…era completamente improbable pensar que Beijing desafiara de tal manera a Washington hace sólo una década, un suspiro, medido en tiempos históricos…

En el transcurso de 2022, China aumentó el 75% las importaciones de petróleo, gas y carbón de Rusia, y se aceleraron los proyectos de interconexión energética entre Moscú y Beijing, como ya había ocurrido a partir de 2014 cuando estalló el conflicto bélico en Ucrania y se inició una nueva fase en la crisis del orden mundial. Pero a los últimos movimientos para profundizar la asociación político-estratégica euroasiática, se le agrega la profundización del intercambio comercial y financiero en las monedas propias en detrimento del dólar —un movimiento que comenzó en 2014-2015, cuando Moscú y Beijing comienzan a desarrollar sistemas de pago alternativos al SWIFT, el SPFS y el CIPS respectivamente—, para romper ese monopolio dominado por el poder financiero del Norte Global.

Lo que estaba menos claro —sobre todo para visiones ancladas en el pasado o que reproducen la narrativa de la guerra fría protagonizada por EE.UU y la URSS para representar el mundo actual, queriéndolo encerrar en esa vieja bipolaridad tan distinta y distante a la realidad actual— era el papel de India. Esta potencia emergente del sur de Asia, que en breve será el país más poblado del mundo superando a China con 1.400 millones de personas (18% de la población mundial),

…fue en realidad el gran comprador de los hidrocarburos que los rusos dejaron de venderle a Europa. Esto se puede observar claramente en el gráfico de Bloomberg, al igual que el enigmático y creciente destino asiático “desconocido” del petróleo ruso, todo un dato en sí mismo. India, tercer mayor importador de petróleo del mundo, pasó de comprar el 1% del petróleo ruso a casi el 30% y, además, con nada menos que un 30% de descuento en promedio, lo cual le da una gran ventaja competitiva

como también a China, el gran taller industrial de un mundo cada vez más asiático—. Y además, Nueva Delhi compra en monedas distintas al dólar para evitar las sanciones, golpeando así en un aspecto sensible a la primacía del dólar que desde los años setenta del siglo XX se asienta en el petrodólar, es decir, en la comercialización mundial del petróleo en dólares.

India también anunció que le compraría a Rusia el carbón que Europa embargó y que lo haría en yuanes, para sorpresa y disgusto de la gran mayoría de analistas y de Washington que veían en el gigante del Índico un activo completamente alineado en la cruzada antichina. Esto también muestra que la weaponization del dólar por parte de EE.UU. tiene importantes costos al desmoronarse la realidad unipolar, pudiendo transformase en un bumerán y quebrar uno de los principales elementos en el que todavía conserva la primacía el ex hegemón.

A partir de la escalada bélica en territorio ucraniano, expresión regional de un conflicto mundial, también avanzó el desarrollo del Corredor de Transporte Internacional Norte-Sur (conocido como INSTC, por sus siglas en inglés), para unir la ciudad india de Bombay con la ciudad rusa de San Petersburgo. Éste cuenta con otro jugador clave en el tablero euroasiático y uno de los “malos” para el relato occidental: Irán. El Corredor es una gran red de 7.200 kilómetros (4.474 millas) de vías férreas, carreteras y rutas marítimas que conectan Rusia e India a través de Irán, pasando por el Mar Caspio y el Cáucaso. Supone un ahorro de casi dos semanas de tiempo de viaje de la ruta tradicional por el Mar Rojo, el canal de Suez y el Mediterráneo, y es entre 30% y 40% más económica. Pero sobre todo, es más segura para las potencias emergentes ya que, a diferencia de la ruta tradicional,

…no está controlada por bases militares de EEUU y el Reino Unido, la jefatura de la OTAN….

…Y como se sabe, un elemento central del análisis estratégico es el control de rutas comerciales, una clave del poder y de la acumulación del capital a nivel mundial.

Parte de la dinámica multipolar que se quiere resaltar es el acuerdo al que han llegado Irán y Arabia Saudita para restablecer los vínculos diplomáticos y reabrir las respectivas embajadas. Esto podría modificar drásticamente la situación geopolítica y geoestratégica en Oriente Próximo, o Asia Sudoccidental, en favor de la pacificación. Algo que resulta clave es que el mediador fue China, con muy buen vínculo político y como principal socio comercial de ambos países, lo que resulta todo un síntoma de los tiempos de posthegemonía anglo-estadounidense. El creciente acercamiento de Arabia Saudita, que era un aliado clave del polo anglo-estadounidense, a China y a los polos de poder emergentes, o los acuerdos con Rusia en la OPEP+, también son expresiones de un cambio de época. En lo que sería un movimiento de alto impacto, tanto Irán como Arabia Saudita ingresarían próximamente al club de los BRICS, como Argentina, y además Riad podría sumarse a la Organización para la Cooperación de Shanghái liderada por China y Rusia.

Es importante destacar que la posición de India tampoco resulta una sorpresa. Posee con Rusia un vínculo histórico que se remonta a los tiempos de la Unión Soviética, luego de la independencia del imperio británico. La asociación estratégica entre ambas potencias euroasiáticas tiene por los menos seis ejes fundamentales y uno de ellos es el de la Defensa. Rusia posee el segundo complejo industrial militar más importante del mundo y ello se refleja en que es el segundo exportador mundial de armas, con 21% del total mundial entre 2015-2019, por detrás de Estados Unidos con el 36%. Los principales destinos de exportación son India y China, en ese orden. Es decir que Rusia vende armas de primer nivel mundial a las dos grandes potencias emergentes de Asia, cada una con casi el 20% de la población mundial.

A su vez, para India es clave el vínculo con Rusia para contrabalancear a China, con quien posee importantes conflictos limítrofes y tensiones estratégicas, más allá de que Beijing sea el principal socio comercial de Nueva Delhi, algo propio de este mundo de profunda interdependencia, de cooperación, a la vez que enfrentamiento. Rusia es el gran punto de equilibrio entre la India y China. Además, las tres potencias comparten un conjunto de espacios institucionales emergentes que defino como un nuevo multilateralismo multipolar que se solapa y a la vez se contrapone con la institucionalidad del viejo orden globalista unipolar: el ya mencionado BRICS, pero también la estratégica Organización para la Cooperación de Shanghái que se inició en 2001 como germen de nuevas tendencias históricas, a la que ahora también se sumó Irán.

India, por otro lado, forma parte de la iniciativa estratégica denominada QUAD, junto a EE.UU., Japón y Australia, para contener a China en lo que los estadounidenses llaman “la región Indo-Pacífico”. Pero Nueva Delhi se resiste a alinearse contra Rusia. Es decir, en las antinomias atlantistas, India es parte del “mundo libre” pero también de las “autocracias” a las que hay que derrotar como misión histórica. Por eso mismo, las fuerzas globalistas apuntan cada vez con más fuerza al gobierno de Narendra Modi, al que antes veían como un ejemplo de “democracia”, y ahora es visto como otro “autócrata”, algo similar a lo que ocurrió con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan.

En este sentido, más que como concepto para caracterizar un régimen político particular, el concepto de “democracia”

que desde nuestra perspectiva confunde el concepto de república liberal con el de democracia

parecería utilizarse más bien como una vara de alineamiento relativo con las fuerzas dominantes del polo del poder anglo-estadounidense, representado como “Occidente” en términos geopolíticos. El problema es que con la aceleración de la multipolaridad relativa, según esta perspectiva, cada vez quedan menos alineados, digo, menos “demócratas”.

Como reconocen y lamentan Josh Holder, Lauren Leatherby, Anton Troianovski y Weiyi Cai en un artículo publicado en la usina globalista liberal New York Times y reproducido por Clarín (27-02-2023), “Occidente intentó aislar a Rusia, pero no dio resultado”. Un plano en el que se focalizan es el comercial, donde señalan que unos cuantos países han llenado el vacío que dejó “Occidente” al aumentar las exportaciones a Rusia a niveles muy por encima de los anteriores a la guerra. Entre ellos sobresalen los ya mencionados India y China, pero también Turquía, miembro prominente de la OTAN: “A pesar de que Turquía ha vendido armas a Ucrania, el presidente Recep Tayyip Erdogan ha impulsado un mayor flujo de mercancía hacia Rusia, lo que perjudica mucho la serie de sanciones impuestas por Occidente.”. Es decir, un país clave de la OTAN boicotea la guerra económica lanzada por la OTAN para destruir la economía rusa. Esto también resulta clave, porque estos países quebraron otro elemento fundamental de la guerra económica contra Rusia en el marco del conflicto en Ucrania: el bloqueo de insumos, piezas, bienes de capital y bienes intermedios fundamentales para la producción, que hubiera dinamitado la estructura productiva de Rusia.

En América Latina, a pesar de ser el viejo “patio trasero” de EE.UU., la situación también dista de ser de alineamiento con Washington y se impone la situación de multipolaridad —y con ello, la tensión entre conformar un polo propio en el Sur de América y ser otra manifestación del crecientemente insubordinado Sur Global, o aceptar el lugar de periferia subordinada al “hemisferio occidental” en situación de declive relativo. Por un lado, la mayor parte de los países de la región votaron a favor de la resolución de la ONU impulsada por los países de la OTAN que condena la invasión de Rusia a Ucrania, mostrando alineamiento “hemisférico”. El apoyo fue menor cuando se votó la suspensión de Rusia en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, destacándose la posición neutral y por lo tanto no favorable a la resolución por parte de México y Brasil, los dos principales países de la región, aunque sorprendió Argentina en su alineamiento con Washington en esa votación. Pero cuando se quiso involucrar a la región directamente en la guerra, por ejemplo, con la solicitud de envío de armamento a Kiev, claramente hubo un rechazo bastante extendido. Resonaron las respuestas de Brasil y Colombia a favor de la Paz.

Por otro lado, los países de América Latina participan cada vez más de iniciativas del mundo emergente protagonizadas por China junto a otras potencias euroasiáticas como Rusia e India, como la Iniciativa de la Franja y la Ruta, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura o el BRICS con la probable ampliación e incorporación de Argentina y, quizás, también de México, etc. Es destacable la realidad material que sustenta esta dinámica geopolítica y que otorga mayores márgenes de maniobra a los países de la región para intentar romper su lugar tradicional de “patio trasero”; no sólo China es el principal socio comercial e inversor (en términos de flujos) de Suramérica, sino que se observa un creciente papel de los países de Asia como socios comerciales:

en el año 2000, Asia representaba uno de cada diez dólares del comercio de América Latina, en tanto que en 2018, esa cifra alcanzó uno de cada cuatro; y si quitamos a México, de cuyo comercio el 80% es con EE.UU., dicha cifra aumenta considerablemente.

***

La guerra en Ucrania expresión de la transición geopolítica contemporánea que tiene como uno de sus elementos centrales el desplazamiento del centro de poder hacia Asia— ha mostrado asociaciones y alineamientos esperables, y otros no tanto. O por lo menos, que rompen los esquemas dualistas de bloques fijos en pugna, construidos por las usinas del Occidente geopolítico conducido por las fuerzas globalistas, intentando encerrar en ciertas antinomias de guerra fría la compleja realidad de un mundo multipolar, con el fin de presionar a través de alineamientos políticos y estratégicos. Obviamente, resulta necesario aclarar que esta multipolaridad no deja de ser relativa, en tanto que asimétrica. Además, tiene rasgos bipolares por el protagonismo de la tensión entre EEUU y China como principal expresión interestatal del conflicto sistémico entre el viejo polo dominante y los nuevos polos emergentes y, por lo tanto, expresión dominante en el tablero geopolítico mundial que adopta la contradicción principal que atraviesa al sistema mundial en crisis y transformación. También es necesario aclarar otra cuestión clave: dicha multipolaridad es una expresión superficial para referirnos a las tendencias estructurales que hacen a una crisis de hegemonía y captar algunas de sus dinámicas fundamentales. De hecho, puede haber una dinámica multipolar dentro de un ciclo de hegemonía (como durante la hegemonía británica), pero la actual multipolaridad es en esencia una expresión de la crisis de hegemonía y desorden mundial.

Sin compartir necesariamente su perspectiva teórica, resulta interesante traer a colación una idea de Robert Gilpin cuando desarrolla la teoría de la guerra hegemónica, 

Recuperando a Tucídides : “Guerras como esta no son meras contiendas entre Estados rivales, sino hitos políticos que marcan las transiciones de una época histórica hacia la siguiente”.

El mapa del poder mundial ha cambiado estructuralmente y la guerra es expresión de ello. Como se señaló hace más de una década en América Latina en plena oleada nacional-popular, que también fue y es expresión de la crisis de hegemonía, nos encontramos en un cambio de época. Muchas/os se resisten a aceptarlo.

Gabriel Merino

Gabriel Merino

Sociólogo y doctor en Ciencias Sociales. Investigador Adjunto CONICET – Instituto de Investigación en Humanidades y Ciencias Sociales, UNLP. Profesor en UNLP y Universidad Nacional de Mar del Plata. Miembro del Instituto de Relaciones Internacionales y Co-coordinador de «China y el mapa del poder mundial», CLACSO.