Por Tiberio Graziani colaborador de Dossier Geopolitico

«Hay suficiente en la tierra para las necesidades de todos, pero no para la codicia de unos pocos».

Mohandas K. Gandhi

«El estatus de potencia de segunda clase, que una comunidad internacional todopoderosa concede a muchas naciones […], ya no puede aplicarse a la India del siglo XXI».

Olivier Guillard

«Como resultado de la estrategia global de Estados Unidos y de su búsqueda de hegemonía, India y China están sometidas a una presión significativa. Son las naciones más pobladas del mundo y no pueden ser fácilmente influenciadas y controladas.»

A.S. Hasan

El crecimiento económico de la India

Al igual que China, aunque a un ritmo más lento (en torno al 6% anual), India también ha registrado una tasa de crecimiento económico tan elevada en los últimos quince años que puede incluirse entre las cuatro economías más importantes del planeta en las proyecciones para 2020 realizadas por el Banco Mundial y el FMI. Otro dato relevante, que siempre debe tenerse en cuenta cuando se analizan naciones caracterizadas por una masa demográfica masiva (1.028.610.328 habitantes en el caso de la República de Bhārat, según el censo de 2001), es también su porcentaje de crecimiento anual, que, aunque no es elevado, de hecho sólo ronda el 1,6% (1998-2003), constituye un parámetro de evaluación importante e indispensable cuando se trata de comprender el papel y el peso que India adquirirá a nivel mundial en las próximas décadas.

Pasar del 11º puesto en la clasificación de las mayores economías del mundo al 4º es el objetivo tanto del gobierno de Manmohan Singh, padre de las reformas «liberalistas» y exponente de la coalición liderada por el Partido del Congreso, como de la oposición compuesta, nacional y antiliberal, que ve como aliados objetivos al Partido Popular (Partido Bharatiya Janata), considerado de derechas según los esquemas occidentales, al Partido Comunista de la India y al Partido Comunista Marxista-Leninista de la India.

La adopción de un modelo particular de «desarrollo», que favorece una especialización considerable en el sector terciario avanzado y un interés específico por la investigación científica y tecnológica, ha permitido a la India ganarse para sí, dentro de la economía mundial, el papel de «atractor global» de los sectores de servicios e investigación científica, con especial referencia a ámbitos económicamente «sensibles» como el farmacéutico y el de la tecnología de la información, que siempre han estado vigilados por EE.UU. y el Reino Unido. Esto ha causado una gran preocupación en estos países y ha dado lugar a normas y reglamentos defensivos; recientemente (2005), por poner sólo un ejemplo, el Senado estadounidense aprobó una medida para excluir de las compras gubernamentales a las empresas que hayan subcontratado (aunque sólo sea 50 puestos de trabajo) en los últimos cinco años.

Los gobiernos indios de la última década, además de apoyar el crecimiento económico del país y facilitar su participación gradual en la economía mundial mediante una diplomacia pragmática, han puesto en marcha amplios programas para modernizar las infraestructuras viarias, ferroviarias, portuarias y aeroportuarias del país, así como la red de suministro energético. Estos programas, sin embargo, tienen dificultades para llegar a buen puerto debido a las tensiones internas generadas por el enfrentamiento entre la tendencia profundamente «liberalista» del actual gobierno y la oposición.

Una estrategia multipolar

India, al igual que el otro coloso asiático, China, intenta sacar provecho de su reciente auge económico también en el ámbito internacional, dándose a conocer y siendo reconocida no sólo como «socio» ocasional y teóricamente «estratégico», sino también, y sobre todo, como potencia nuclear y miembro constituyente de un nuevo orden planetario.

De hecho, a partir del análisis de sus acciones de política exterior, India parece haber comprendido plenamente el momento histórico actual, que se caracteriza por ser un periodo de transición entre el anterior sistema bipolar y un futuro sistema multipolar en formación. Un periodo histórico de transición, nos gustaría subrayar, en el que el grado de ruptura parece haber alcanzado su clímax, ya que la incierta «regencia unipolar» de la hiperpotencia estadounidense muestra cada vez más signos de su declive, entre los que mencionamos: el «atolladero» iraquí, la aceptación a regañadientes de la política nuclear india, la cooperación ruso-china en el ámbito militar, las relaciones «especiales» entre algunos países sudamericanos, principalmente Brasil y Venezuela, con China, India y Rusia.

La conciencia, metabolizada por la India, de que se encuentra en un proceso de transición hacia un nuevo orden mundial y la experiencia que ha adquirido como potencia regional desde el día de su independencia (15 de agosto de 1947) hasta principios de los años 90, subrayada simbólicamente en varias ocasiones (en 1955, con ocasión de la Conferencia de Bandung de los «países no alineados», en 1974, con los primeros experimentos nucleares), la obligan a asumir una responsabilidad no sólo regional, sino mundial.

Una responsabilidad que se deriva precisamente del papel geopolítico que Nueva Delhi desempeñó durante la segunda mitad del siglo pasado. La Unión India, de hecho, mucho antes que China y otras naciones importantes de lo que se llamaba, en la publicidad de la época, el «tercer mundo», se dio cuenta de que el sistema bipolar se encontraba en un equilibrio precario y, por ello, se convirtió en la madrina del movimiento de los países no alineados y en la «correctora» de la brecha entre Estados Unidos y el «bloque soviético», adhiriéndose a acuerdos de amistad con este último. Hay que recordar que la amistad con la Unión Soviética también se vio reforzada por las fricciones entre Pekín y Nueva Delhi, que desembocaron, como sabemos, en los enfrentamientos armados de 1962-63 y, sobre todo, con la elección china de formar parte del acuerdo nixoniano Washington-Islamabad-Pekín.

El papel de «intermediario» que la India asumió en el marco del sistema geopolítico anterior le permite, sin embargo, reforzar esta vez sus lazos con Moscú sobre la base de la paridad y de una mayor autonomía, mientras que su participación en el movimiento de los no alineados la convierte en candidata a ser, junto con Rusia y China, uno de los países rectores de un hipotético sistema multipolar. Para confirmar esta estrategia, cabe mencionar los recientes acuerdos firmados con China sobre los conflictos fronterizos y la colaboración tecnológica y científica en el campo de la energía.

El establecimiento de un eje Moscú-Pekín-Nueva Delhi parece, pues, un hecho establecido. A este acuerdo, geopolíticamente relevante para la autonomía de la masa continental euroasiática de la tutela estadounidense, le falta un colgante vital e insustituible, el que la emanciparía por completo, del Atlántico al Pacífico, y haría posible una pax euroasiática: el eje europeo París-Berlín-Moscú.

Para no frustrar la labor de los gobiernos de Moscú, Pekín y Nueva Delhi en la construcción de un nuevo sistema que tenga en cuenta las peculiaridades y aspiraciones nacionales, y para tener, sobre todo, un papel equitativo en la futura configuración multipolar, corresponde a los responsables europeos hacer una elección funcional del campo en interés de sus propios pueblos y del continente euroasiático.

FUENTE Geopolitika.ru

Si Netanyahu se ve obligado a prologar la tregua en Gaza, para que Hamás libere a todos los rehenes, la situación política de los palestinos podría influir sobre Tel Aviv.

Por Eduardo Vior Analista Internacional

Finalmente este viernes ha entrado en vigor en Gaza el alto el fuego acordado por Israel y Hamás con la mediación de Catar. Al firmar este miércoles el acuerdo, el gobierno israelí cedió a la presión interna e internacional, para que acceda a un canje de los rehenes en manos de Hamás por prisioneros palestinos encerrados en las cárceles israelíes. Como después de 40 días de combates las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) no han derrotado a la resistencia palestina ni liberado a los rehenes, la fractura del gobierno y de la sociedad israelí, la ambigüedad de la política norteamericana hacia el conflicto de Gaza y el vuelco de la mayor parte de la opinión pública occidental a favor de los palestinos dificultan que Benyamin Netanyahu retome las hostilidades después de la tregua. Además de que este resultado reabriría la crisis política interna, la influencia internacional de Israel se vería sumamente afectada.

Tras la liberación por Hamás de seis mujeres y niños israelíes y siete inmigrantes tailandeses secuestrados el pasado 7 de octubre, Israel ha permitido este viernes la salida de prisión de  39 palestinos, algunos detenidos desde hace muchos años.

El miércoles por la mañana el Emirato de Catar comunicó que el Estado de Israel y el Movimiento de Resistencia Islámica Hamás habían acordado una pausa humanitaria de cuatro días en la Franja de Gaza, que el jueves se extendió por uno más. Según el mismo, las partes cesan las operaciones militares en todas las zonas de la Franja de Gaza y la Fuerza Aérea israelí sus vuelos sobre el sur del enclave, mientras que en el norte los bombardeos sólo se suspenderían diariamente durante seis horas. Además, se permite la entrada de ayuda humanitaria al sur del territorio. Israel se ha comprometido también a no detener a los palestinos de la Franja, mientras dure la tregua, y a garantizar su libertad de circulación por la carretera que une el norte y el sur del enclave. Cincuenta rehenes israelíes, especialmente mujeres y niños menores de 19 años, serán liberados por grupos a cambio de 150 presos políticos palestinos.

Antes de que entrara en vigencia el acuerdo, Israel extendió hasta la noche del jueves los bombardeos a áreas de Gaza que no había atacado antes y sus tropas detuvieron a miembros del personal médico y sanitario que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estaba evacuando del devastado Hospital al Shifa en el norte de la Franja. Cientos de cohetes y proyectiles de artillería cayeron en esas horas sobre el campo de refugiados de Jabalia y sobre el centro de la Franja. Las autoridades gazatíes denunciaron que en esos bombardeos Israel lanzó bombas de fósforo blanco.

Foto AFP
Foto: AFP

Si bien el gobierno de coalición derechista-ultraderechista anunció que no permitirá el regreso de los desplazados a sus hogares en el norte de la Franja, este mismo viernes decenas de miles de palestinos desafiaron la prohibición y retornaron a sus barrios buscando a seres queridos que yacen bajo los escombros y tratando de rescatar sus enseres.

También en la frontera norte este vienes se han calmado los intensos intercambios de artillería y los ataques aéreos entre Hizbolá y el ejército israelí. En una reunión celebrada en Washington el jueves el presidente norteamericano Joe Biden pidió a Netanyahu que también en la frontera con Líbano se pacte un cese al fuego, pero el primer ministro israelí eludió una definición.

En principio, alrededor de 201 rehenes siguen en manos de Hamás y varios miles de palestinos en las cárceles de la ocupación israelí. El primer ministro hace como que EE.UU. le ha impuesto este acuerdo, para no perder imagen frente a los halcones en su gabinete, pero, según informes del portal norteamericano Politico, fue él quien el 14 de noviembre imploró a un alto funcionario del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos que se firmara el acuerdo. Es que no podía soportar más la presión pública de los familiares de los rehenes con el apoyo de la oposición parlamentaria. El jefe de gobierno sabe que nunca podrá liberarlos por medios militares, pero no podía dar el brazo a torcer.

Tanto el gobierno israelí como el estadounidense están sumamente preocupados por la certeza de que el cese del fuego permitirá a periodistas de todo el mundo documentar la devastación que han provocado los bombardeos israelíes y la invasión de su ejército. Las imágenes del horror van a volcar decisivamente a la opinión pública occidental contra Israel e imposibilitar la reanudación de los combates. Desde el 7 de octubre decenas de trabajadores de prensa han muerto en Gaza a manos de los militares israelíes y aun en medios de prensa habitualmente proisraelíes se ha generalizado un sentimiento de solidaridad profesional con los colegas perseguidos y asesinados. Los colegas van a realizar ahora un festival de fotos y videos.

Durante los 40 días de operaciones Hamás sufrió terribles pérdidas. Según informaciones de la inteligencia militar israelí, las unidades palestinas en el norte de Gaza han sido rodeadas, han sido expulsadas de numerosos barrios y han debido abandonar la mayor parte de su territorio en el norte de Gaza. Sin embargo, múltiples filmaciones demuestran que los resistentes han seguido luchando desde la red de túneles que las FDI sólo parcialmente pudieron destruir. Por las dudas, el ministro de Defensa israelí Yoav Gallant, uno de los duros del gabinete, declaró el jueves 23 que después de la tregua se reanudarán las hostilidades “por, por lo menos, dos meses más”. Previendo este tipo de amenazas, ya unas horas antes el ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Hossein Amirabdollahian, avisó al margen de una reunión que mantuvo en Líbano con el líder de Hizbolá, Sayed Hassen Nasrallá, que, si Israel no respeta la tregua, “el ámbito de la guerra se va a expandir”.

Foto AFP
Foto: AFP

Si bien a costas de 15.000 civiles muertos (40% de los cuales, niños), decenas de miles de heridos y la destrucción de toda la infraestructura civil en el norte de la Franja de Gaza así como de las viviendas de 1,8 millones de civiles, Hamás consiguió todos los objetivos que se planteó para esta operación: impidió que los israelíes rescataran a sus rehenes y, en cambio, los canjea por prisioneros palestinos. Gracias a la difusión que tuvieron los bombardeos y los combates terrestres, ante la opinión pública mundial mostró a Israel como un Estado que viola masivamente los derechos humanos. También volvió a colocar la independencia y soberanía de Palestina al tope de la agenda mundial. Además, arrebató a la Autoridad Palestina el liderazgo sobre toda su nación. Finalmente, para los palestinos lo más importante, destruyó el mito de la invencibilidad de las FDI.

Israel, por el contrario, no propuso objetivos tangibles. Sus líderes prometieron liberar a los rehenes por las armas y acabar con Hamás, pero al cabo de 40 días de invasión no pudieron liberara ningún rehén y las milicias gazatíes les dieron batalla hasta el último minuto. Ahora, tras el inicio de la tregua se plantean distintos cursos de acción, cada uno con desarrollos diferentes.

En primer lugar, puede preverse que durante el presente cese de hostilidades aumente la presión internacional, para que Israel lo prolongue. De hecho, al filtrar la disposición de su gobierno de extender el alto el fuego un día más por cada 10 rehenes suplementarios que libere Hamás, Bibi Netnyahu insinuó que accedería a una extensión del acuerdo. Israel también puede preferir una pausa más larga, para recuperar su economía y su turismo. Por otra parte, aun con la intención de reanudar los combates cuando termine la tregua, una pausa más larga permitiría a las FDI estudiar la red de túneles bajo la Franja, reagruparse, remplazar el cuantioso material dañado y organizarse para una nueva ofensiva en el sur de la Franja que duraría meses.

Es poco probable que Hamás reanude por sí las hostilidades, porque la población palestina está pidiendo un respiro, para recuperarse de la masacre que ha sufrido y porque la organización islamista ha ganado ante los mediadores (Egipto y Catar) un reconocimiento político que no quiere dilapidar.

Si, por el contrario, Netanyahu decide reanudar las operaciones contra la opinión interna y externa y después de que Hamás usó la pausa para reagruparse y rearmarse, no sólo aumentará el número de bajas civiles, sino también las ya altas pérdidas humanas y de material de sus fuerzas armadas, sin alcanzar objetivo militar alguno y en medio de un creciente aislamiento internacional.

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Si no lo hace, la victoria por puntos que alcanzó la resistencia palestina con este acuerdo se convertirá en un triunfo político aplastante. Es posible que para disminuir el efecto de esta derrota, Israel vuelque su furia sobre Cisjordania. Se sucedería, entonces, una ola de asesinatos, detenciones y secuestros de palestinos. Recientes anuncios de grupos de la resistencia iraquí, empero, dan cuenta de preparativos para apoyar a la población de Cisjordania a través de Jordania, sin que el rey Abdalá II pueda detenerlos.

Si se llegara a esta situación. la coalición gobernante en Israel debería optar entre negociar un acuerdo global que regule todas las relaciones de su país con Palestina y las naciones vecinas o arriesgar una guerra regional. Si opta por la primera alternativa, tan contraria a su política, perderá el gobierno. Si elige la segunda, aislará a Israel de la comunidad internacional, porque EE.UU. tampoco la podrá acompañar y sufrirá a la vez una derrota política y militar.

No sólo Israel enfrenta un dilema, también el liderazgo norteamericano está preocupado por la situación humanitaria en Gaza y por la revuelta de los jóvenes demócratas de quienes no puede prescindir en vísperas del año electoral. Es indudable que Biden aumentará su presión sobre Israel, para que llegue a un acuerdo duradero con los palestinos.

La influencia política y económica que las elites sionistas ejercen en EE.UU., Europa Occidental y otros países se basa en el supuesto de que su Estado es el único representante genuino de Occidente en Asia Occidental y de que es invencible. Sin embargo, el fracaso de la respuesta israelí ante la operación palestina del 7 de octubre descascara ese barniz de invulnerabilidad. Sus lobistas, representantes y aliados van a tener ahora que esforzarse mucho para justificar el trato privilegiado que reclaman en las relaciones internacionales. Quien hoy se identifique con Israel para hacer negocios o carrera política no habrá hecho una buena apuesta.

Las opiniones expresadas son responsabilidad exclusiva del autor/autora y no representan necesariamente la posición de la agencia TELAM y de Dossier Geopolitico

Estados Unidos se embarca en una guerra por poderes contra Irán Por M. K. BHADRAKUMAR

El portaaviones USS Dwight D. Eisenhower transita por el Canal de Suez hacia el Golfo Pérsico, 4 de noviembre de 2023

Está en marcha un despliegue naval masivo de Estados Unidos en un amplio arco del llamado Gran Medio Oriente, que se extiende desde Creta en el Mediterráneo oriental, hasta el Mar Rojo y Bab el Mandeb y el Golfo de Adén y hasta   el Golfo de Omán. Esta exhibición disuasoria puede transformarse en operaciones ofensivas a gran escala y tiene como objetivo reelaborar los alineamientos geopolíticos y devolverlos a los ritmos tradicionales de las rivalidades intrarregionales en la región del Golfo. 

Los observadores de barcos dijeron por primera vez que, a partir del jueves, el portaaviones USS Dwight D. Eisenhower y sus escoltas navegaban justo a las afueras del Estrecho de Ormuz en el Golfo de Omán y se acercaban al Golfo Pérsico. Un funcionario del Pentágono confirmó la ubicación pero no dijo si el portaaviones ingresará al Golfo Pérsico pasando por el Estrecho de Ormuz. 

La concentración naval estadounidense en la región también incluye otro grupo de ataque de portaaviones, el USS Ford y sus escoltas, que la semana pasada se alejó de la costa israelí y ahora está reposicionado al sur de Creta, según observadores de barcos, aparentemente. más allá del alcance de los misiles del Hezbollah del Líbano. 

Además de los dos grupos de ataque de portaaviones, el despliegue estadounidense también incluye un Bataan Amphibious Ready Group de tres barcos con la 26.ª Unidad Expedicionaria de los Marines y varios destructores de misiles guiados: el USS Bataan y el USS Carter Hall  que operan en la parte norte del Mar Rojo. y el USS Mesa Verde  en el Mediterráneo Oriental junto con el buque de mando USS Mount Whitney .

Además, hay cierto número de submarinos de ataque estadounidenses en la región, pero el Pentágono normalmente no revela sus ubicaciones, excepto por una rara revelación reciente por parte del Comando Central de Estados Unidos sobre el tránsito el 5 de noviembre del submarino nuclear de misiles guiados USS Florida hacia el este de Suez. 

La explicación más obvia para una acumulación naval tan formidable es que es parte del esfuerzo estadounidense por mantener contenido el conflicto actual en el sur de Israel y Gaza. Hezbollah continúa disparando cohetes y misiles antitanque hacia Israel desde el Líbano; Grupos militantes chiítas respaldados por Irán están atacando bases estadounidenses en Irak y Siria; y los rebeldes hutíes en Yemen están disparando misiles hacia Israel.  Durante el período transcurrido desde el 17 de octubre, ha habido al menos 58 ataques contra bases estadounidenses, la mayoría en Irak.

La opinión más dura en Estados Unidos es que los grupos militantes que atacan a las fuerzas estadounidenses están actuando a instancias de Irán. Esta acusación es un viejo fantasma entre Estados Unidos e Israel y sigue surgiendo cada vez que Irán está en la mira y/o se requiere un juego de culpas.  La opinión de los expertos, incluso en Estados Unidos, siempre se ha mostrado cautelosa al respecto.

Los observadores veteranos estiman que, si bien Teherán está ayudando abiertamente a los diversos grupos de resistencia que operan en Medio Oriente a hacer retroceder a Estados Unidos e Israel, eso no convierte exactamente a estos grupos en “representantes iraníes”. Así, resultó que Irán fue tomado por sorpresa por el ataque de Hamás contra Israel el 7 de octubre.   Según Reuters, en una reunión reciente en Teherán con Ismail Haniyeh, el presidente del buró político del grupo, el líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, planteó esto arriba. 

En cualquier caso, es un hecho conocido que el establishment estadounidense es muy consciente de las realidades de su situación con Irán y no ha dudado en utilizar canales secundarios para apoyarse en Teherán y utilizar sus buenos oficios con los grupos militantes chiítas que operan. en Irak que actúen con moderación. Pero la conclusión es que Irán también tiene sus limitaciones en tiempos tan extraordinarios como el actual, cuando el odio y la ira hacia Estados Unidos e Israel han aumentado a un crescendo en los países musulmanes. 

Curiosamente, coincidiendo con la llegada del portaaviones USS Dwight D. Eisenhower y sus escoltas a las aguas del Estrecho de Ormuz, el International Maritime Security Construct [IMSC], un consorcio de países con sede en Bahréin, cuyo objetivo oficial declarado es mantenimiento del orden y la seguridad en el Golfo Pérsico, el Golfo de Omán, el Golfo de Adén y el Mar Rojo Meridional, en particular en lo que respecta a la seguridad marítima de las rutas mundiales de suministro de petróleo: emitió un aviso el jueves para los buques que viajan a través de los accesos a Bab al Mandeb y el Mar Rojo. y aconseja específicamente que “al elegir rutas, oriente hacia crear la distancia máxima posible desde las aguas yemeníes”. 

Dos días después, el ejército israelí dijo que los hutíes de Yemen en realidad se habían apoderado de un carguero en el sur del Mar Rojo cuando navegaba de Turkiye a la India; Aunque el ejército agregó que el barco no era propiedad israelí y no tenía israelíes entre su tripulación, los detalles de propiedad en las bases de datos públicas de transporte marítimo asociaban a los propietarios del barco con Ray Car Carriers, que fue fundada por Abraham “Rami” Ungar, conocido como uno de de los hombres más ricos de Israel. 

No hace falta mucho ingenio para darse cuenta de que Estados Unidos, que ya está dolido por la humillación de que los hutíes derribaran recientemente un avión no tripulado estadounidense  MQ-9 Reaper  sobre aguas internacionales, está actuando contra los hutíes. Esto necesita algunas explicaciones.

La cuestión es que el IMSC es una “coalición de dispuestos” encabezada por Estados Unidos fuera del ámbito de la misión de la Organización Marítima Internacional, la agencia especializada de las Naciones Unidas, “para promover un transporte marítimo seguro, ambientalmente racional, eficiente y sostenible a través de la cooperación”. «

Se creó en 2019 en el contexto de la guerra en Yemen y comprende, entre otros, los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita de la región del Golfo. Su leitmotiv fue contrarrestar el eje Irán-Houthi durante la intervención saudita-emiratí en Yemen, esencialmente, como parte de la estrategia de contención de Estados Unidos contra Irán, que dominaba la política regional en ese momento. 

Significativamente, si la Administración Biden planea atacar a los hutíes y lo hace parecer un ataque de represalia/punitivo y, con ese fin, está invocando la plataforma IMSC, que pertenece a una era pasada antes del acercamiento entre Arabia Saudita e Irán negociado por China,   que se convierte en una brillante estratagema geopolítica donde Estados Unidos espera lograr múltiples objetivos y matar muchos pájaros con una sola flecha.

Estos objetivos van desde derribar a Irán uno o dos niveles en el folklore regional de la dinámica de poder; abrir una brecha entre Arabia Saudita e Irán en un momento   en que la amistad entre los dos rivales tradicionales está frustrando los planes de Estados Unidos de “integrar” a Israel; restablecer la conmoción y el asombro ante el poder estadounidense en Medio Oriente (y a nivel mundial); mantener abiertas las líneas navieras del Mar Rojo para los buques israelíes; y, en términos estratégicos, dominar las vías fluviales del Mar Rojo que conducen al Canal de Suez.

Por cierto, últimamente el Mar Rojo es testigo de una disputa entre grandes potencias: China tiene una base naval en Djibouti y Rusia espera establecer una base de submarinos en Sudán; Eritrea es un estado litoral virulentamente antiestadounidense en el Mar Rojo; y Estados Unidos está intentando desesperadamente un cambio de régimen en Etiopía, el país más grande del continente africano, que mantiene relaciones muy amistosas con Rusia.  

¿Un atolladero para Estados Unidos?

Aún más curioso es el momento en que el grupo de portaaviones estadounidense se encuentra en la región del Golfo Pérsico. El Ministerio de Relaciones Exteriores de China anunció el domingo que una delegación compuesta por ministros de Relaciones Exteriores árabes e islámicos visitará China del 20 al 21 de noviembre para mantener una “comunicación y coordinación profunda” con Beijing “sobre formas de reducir la intensidad del actual conflicto palestino-israelí, proteger civiles y buscar una solución justa a la cuestión palestina”. La delegación está compuesta por el Ministro de Asuntos Exteriores saudita, el Príncipe Faisal bin Farhan Al Saud, el Viceprimer Ministro y Ministro de Asuntos Exteriores de Jordania, Ayman Safadi, el Ministro de Asuntos Exteriores de Egipto, Sameh Shoukry, el Ministro de Asuntos Exteriores de Indonesia, Retno Marsudi, el Ministro de Asuntos Exteriores palestino, Riyad Al-Maliki, y el Secretario General de la Organización de Asuntos Islámicos. Cooperación Hussein Brahim Taha. 

El desarrollo anterior es una iniciativa saudita. No hay duda de que el acercamiento colectivo de los países musulmanes a China como su principal interlocutor en la etapa actual del conflicto palestino-israelí es un rechazo diplomático a Estados Unidos. En pocas palabras, la unidad árabe también se está convirtiendo en una espina clavada para el presidente Biden en un momento en que a Estados Unidos le resulta cada vez más difícil bloquear el impulso chino-árabe para un alto el fuego en Gaza y contrarrestar la condena internacional de la horrible violencia de Israel contra el Pueblo palestino, especialmente en el Sur Global. 

Al atacar a los hutíes de Yemen, el plan de juego de la administración Biden es socavar el acercamiento entre Arabia Saudita e Irán aprovechando la antipatía saudí hacia los hutíes, por un lado, y burlándose de Teherán, por el otro. Básicamente, Estados Unidos espera devolverle el dinero a Irán con la misma moneda. 

Como lo expresó un artículo de opinión en Hill: “Es hora de que Biden y sus principales asesores en su equipo de seguridad nacional… deban asumir una defensa activa atacando duramente y sin disculpas a los representantes iraníes, cuando presenten una amenaza, no después de que ya hayan atacado”. . Y la causa probable debe ser lo suficientemente buena para proteger a los miembros de nuestro servicio que manejan bases remotas en Irak y Siria… sangrar la nariz es la única respuesta que Irán entiende, y precisamente la respuesta que Estados Unidos debe dar”.  

La Administración Biden ya debe estar sintiendo que las operaciones israelíes contra Hamás no están llegando a ninguna parte y pueden convertirse en un largo viaje de un día a la noche, gracias a la obstinada negativa del Estado sionista a afrontar su culpa y su vergüenza o a aceptar una solución de dos Estados al problema. Cuestión palestina. La opinión pública estadounidense se está volviendo escéptica sobre el manejo de la situación por parte de Biden y los aliados de Estados Unidos se sienten preocupados. De hecho, el propio Israel es una casa profundamente dividida. 

Mientras tanto, el aislamiento diplomático de Estados Unidos en Medio Oriente está alcanzando hoy un nivel sin precedentes. La gran pregunta es si a través de la coerción –“poder inteligente”– es posible recuperar el terreno perdido donde el quid de la cuestión es que ya no se confía en Estados Unidos en Medio Oriente. Además, Irán posee la patente del “poder inteligente”, que ha perfeccionado como herramienta diplomática durante las últimas cuatro décadas con éxito para protegerse de los desafíos existenciales de Estados Unidos. 

Estados Unidos corre el riesgo de verse enredado con los grupos de resistencia, que no tienen nada que perder y mucho que ganar si crean un atolladero para Washington. El quid de la cuestión es que los grupos de resistencia operan en sus países de origen y disfrutan de amplias redes de apoyo social. Esto, por lo tanto, se convierte, en última instancia, en una batalla desigual. Si vale la pena correr el riesgo –todo con el fin de levantar la debilitada moral israelí– debería ser una cuestión de examen de conciencia para la Administración Biden antes de embarcarse en otra guerra eterna en el Medio Oriente. 

Por MK BHADRAKUMAR de su pagina India Puchline

La próxima primera visita del presidente iraní, Ebrahim Raisi, a Arabia Saudita el 13 de noviembre marca un hito en el acercamiento entre los dos países mediado por China en marzo. La relación está adquiriendo rápidamente un nivel cualitativamente nuevo de solidaridad en el contexto del conflicto palestino-israelí. 

Esto marca un cambio en las placas tectónicas de la política regional, que durante mucho tiempo ha estado dominada por Estados Unidos, pero que ya no lo está. La última iniciativa China-EAU del lunes para promover un alto el fuego en Gaza se completó con un extraordinario espectáculo de diplomacia en la sede de la ONU en Nueva York cuando los enviados de los dos países leyeron juntos una declaración conjunta a los medios. Estados Unidos no estaba a la vista. 

Los acontecimientos ocurridos desde el 7 de octubre dejan muy claro que los intentos de Estados Unidos de integrar a Israel en su vecindad musulmana en sus propios términos son una quimera, es decir, a menos y hasta que Israel esté dispuesto a convertir su espada en rejas de arado. La ferocidad de los ataques de venganza israelíes contra el pueblo de Gaza –“animales”–   huele a racismo y genocidio. 

Irán conoció desde siempre la bestialidad del régimen sionista. Arabia Saudita también debe sentirse aliviada tras la llamada de atención de que, ante todo, debe aprender a vivir en su región. 

Raisi se dirige a Arabia Saudita en el contexto de un cambio histórico en la dinámica de poder. El rey Salman invitó a Raisi a hablar sobre los crímenes de Israel contra los palestinos en Gaza en una cumbre especial de estados árabes, de la que será anfitrión en Riad. Esto significa una profunda comprensión saudita de que incluso su voluntad de involucrarse en los Acuerdos de Abraham bajo la persuasión estadounidense ha alienado al público árabe. 

Hay una falacia en el discurso occidental sobre un eje Rusia-China-Irán en Asia occidental. Esta es una mala interpretación sin sentido. Un triple principio coherente de política exterior que Irán aplicó desde la Revolución Islámica de 1979 es que, en primer lugar, su autonomía estratégica es sagrada; dos, los países de la región deben tomar su destino en sus propias manos y resolver ellos mismos los problemas regionales sin involucrar a potencias extrarregionales, y tres, fomentar la unidad musulmana, por largo y sinuoso que parezca ese camino. 

Este principio tenía graves limitaciones debido a la fuerza de las circunstancias, principalmente, en las condiciones generadas por la política colonial de divide y vencerás aplicada por Estados Unidos. Las circunstancias incluso fueron diseñadas deliberadamente, como la guerra entre Irak e Irán, donde Estados Unidos alentó a los estados regionales a colaborar con Saddam Hussein para lanzar una agresión contra Irán para obstaculizar la revolución islámica en su infancia. 

Otro episodio doloroso fue el conflicto sirio. Allí, nuevamente, Estados Unidos hizo campaña activamente entre los estados de la región para lograr un cambio de régimen en Damasco con el objetivo final de atacar a Irán utilizando los grupos terroristas que Washington incubó en el Iraq ocupado. 

En Siria, Estados Unidos logró brillantemente enfrentar a los estados regionales entre sí y el resultado es evidente en las ruinas de lo que solía ser el corazón palpitante de la civilización islámica. En el punto álgido del conflicto, varias agencias de inteligencia occidentales operaban libremente en Siria ayudando a los grupos terroristas a arrasar el país cuyo pecado capital era que, al igual que Irán, también dio primacía a su autonomía estratégica y a sus políticas exteriores independientes durante la guerra fría. y las épocas posteriores a la guerra fría por igual. 

Baste decir que Estados Unidos e Israel tuvieron gran éxito en fragmentar el Medio Oriente musulmán exagerando las percepciones de amenaza y convenciendo a varios Estados árabes del Golfo de que enfrentaban amenazas directas o incluso ataques de representantes iraníes, así como el presunto apoyo iraní a los movimientos disidentes.

Por supuesto, Estados Unidos lo aprovechó vendiendo enormes volúmenes de armas y, lo que es más importante, para convertir al petrodólar en un pilar clave del sistema bancario occidental. En cuanto a Israel, se benefició directamente de demonizar a Irán para desviar la atención de la cuestión palestina, que siempre ha sido el tema central de la crisis de Oriente Medio.

Baste decir que la implementación del acuerdo Irán-Arabia Saudita-China ha reducido la hostilidad que existió entre Riad y Teherán durante la mayor parte de las últimas décadas. Ambos países buscaron aprovechar el impulso generado por el éxito de las conversaciones secretas de Beijing con respecto a su compromiso de no interferencia. Sin embargo, hay que señalar que las relaciones entre los países árabes del Golfo e Irán ya han mejorado significativamente en los últimos dos años. 

Lo que los analistas occidentales pasan por alto es que los estados ricos del Golfo están hartos de su vida subalterna como compinches de Estados Unidos. Quieren priorizar su vida nacional en las direcciones que elijan y con socios que los respeten, evitando cualquier mentalidad de suma cero, a diferencia de la era de la Guerra Fría, por razones ideológicas o dinámicas de poder. 

Por eso, la Administración Biden no puede aceptar que los saudíes trabajen hoy con Rusia en la plataforma de la OPEP+ para cumplir su compromiso de realizar recortes extra voluntarios en el suministro de petróleo, mientras también negocian con Estados Unidos sobre tecnología nuclear y, al mismo tiempo, avanzan en el ámbito diplomático. colabora con Beijing para sofocar el incendio iniciado en el Levante hace un mes y evitar que se propague al resto de la región de Asia occidental. 

Evidentemente, los sauditas ya no se alegran ante la perspectiva de una confrontación entre Estados Unidos e Irán. Por otro lado, saudíes e iraníes comparten la preocupación de que su nuevo pensamiento, que prima el desarrollo, se disipe a menos que haya estabilidad y seguridad regionales.

Por lo tanto, es pura ingenuidad por parte de Washington incluir a Hezbolá, Hamás e Irán como un solo grupo (como hizo Blinken durante su última visita a Tel Aviv el lunes) y yuxtaponerlo con el resto de la región. El rumor de que Hezbolá y Hamás son movimientos “terroristas” está a punto de quedar al descubierto. A decir verdad, ¿en qué se diferencian del Sinn Féin, que históricamente estuvo asociado con el IRA? 

Semejante ingenuidad pone de relieve la absurda iniciativa estadounidense, israelí e india de crear un QUAD 2 de Asia occidental (“I2U2”), que hoy parece ridículo, o el complot quijotesco tramado recientemente en Nueva Delhi durante la cumbre del G20 para que los saudíes se suban al proyecto de la India. -Proyecto del Corredor Medio Oriente-Europa, con la esperanza de que “integre” a Israel y cree negocios para el puerto de Haifa, aísle a Irán y Turquía, destruya el Corredor Internacional Norte-Sur liderado por Rusia y muestre el dedo medio a la Franja y la Ruta de Beijing. Mientras que la vida es real. 

Teniendo todo en cuenta, es la gira regional del secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, a Israel y su cumbre con un grupo selecto de estados árabes en Ammán durante el último fin de semana lo que se ha convertido en un momento decisivo en la crisis de Gaza.

Los ministros de Asuntos Exteriores árabes se negaron rotundamente a aceptar cualquiera de las odiosas propuestas presentadas por Blinken con intenciones maliciosas de preservar los intereses judíos:   “pausa humanitaria” en lugar de alto el fuego; campos de refugiados para la gente de Gaza que escapa de los horribles y brutales ataques de Israel que serían financiados con dinero árabe pero que eventualmente conducirían a asentamientos judíos en Gaza; los contornos de un acuerdo de posguerra para Gaza que dejará que los escombros sean manejados por la Autoridad Palestina y que la reconstrucción sea financiada por los estados del Golfo mientras Israel continúa dominando el territorio en la importantísima esfera de la seguridad; impedir que Irán acuda al rescate de Hezbollah y Hamas mientras son puestos en picadoras de carne israelíes de fabricación estadounidense. 

Era pura hipocresía. Los ministros de Asuntos Exteriores árabes hablaron al unísono para articular su contrapropuesta a la de Blinken: un alto el fuego inmediato. El presidente Biden parece ver finalmente la señal en la pared, aunque, intrínsecamente, sigue siendo el sionista número uno del mundo, como alguien lo llamó una vez, y sus motivaciones se derivan en gran medida de su propia supervivencia política a medida que se acercan las elecciones de 2024. cerca. 

Sea como fuere, lo más probable es que ahora sea cuestión de tiempo antes de que la comunidad global insista en detener al Estado de apartheid israelí. Porque, cuando los países musulmanes se unen, son ellos los que toman las decisiones en el orden mundial multipolar emergente. Su exigencia de que una solución al problema palestino no admita más demoras ha ganado resonancia, incluso en el hemisferio occidental. 

Después de más de un mes de iniciados los enfrentamientos en Gaza EE.UU. e Israel se han quedado sin un plan realista para salir de la crisis y se acercan a una gran derrota política y moral.

Por Eduardo Vior Analista Internacional que autoriza su publicacion en Dossier Geopolitico realizado para Agencia TELAM

A 32 días de comenzada la actual guerra en Gaza, con un ingente apoyo norteamericano Israel está demostrando su conocida superioridad militar, sin poder, empero, derrotar a los milicianos palestinos que controlan la Franja. Si bien Washington reta públicamente al gobierno de Benyamin Netanyahu, lo sigue pertrechando abundantemente y mandó a la región dos amenazantes grupos navales. Sin embargo, el pueblo israelí no parece entusiasmado por ir a una guerra sin metas ni tiempos previsibles y la opinión pública internacional se está apartando aceleradamente de Israel. Entre tanto, la población civil de Gaza es la víctima principal de este sangriento juego geopolítico. Pronto la presión interna e internacional se hará insostenible y los aliados en Washington y Tel Aviv deberán plantearse cómo salir del pantano en el que se han metido.

En el décimo día de reocupación de la Franja de Gaza las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), que ya en días anteriores cerraron el cerco en torno a la ciudad de Gaza (en el norte de la Franja), están procurando avanzar a lo largo de la costa, para cerrar completamente el cerco y evitar que los comandos palestinos ataquen Israel por mar. La operación está resultando sumamente costosa, porque los milicianos surgen a cada momento de la red de túneles, atacan a los blindados israelíes y vuelven rápidamente a sus refugios. El ejército israelí afirma haber dado muerte a algunos mandos del Movimiento de Resistencia Islámica Hamás, pero los combates se suceden sin pausa y ningún mando se ha rendido a las fuerzas atacantes.

Según fuentes palestinas, más de 900.000 civiles están todavía en la sitiada ciudad de Gaza sin atreverse a abandonarla por los riesgos de bombardeo que acechan en el camino. Más de 10.500 civiles, de los cuales 4.328 niños, han perdido la vida por los bombardeos. Por su parte, el Ministerio de Salud israelí informó que en un mes 7.262 heridos han llegado a los hospitales como consecuencia de la guerra. Un millón y medio de los 2,5 millones de habitantes  de la Franja han sido desplazados y debieron buscar refugio en escuelas, hospitales y templos religiosos de distintas confesiones que, no obstante, a menudo son bombardeados sin miramientos. El 46% de las muertes entre civiles se produjo en el sur del territorio, que según el gobierno israelí sería territorio seguro.

Mientras tanto, en El Cairo y en Catar se suceden las negociaciones para alcanzar un canje de rehenes israelíes por prisioneros palestinos, pero hasta ahora sin éxito. .El obstáculo principal es la negativa israelí a cesar las hostilidades durante tres días, para que se pueda realizar el intercambio.

En este escenario cruzado por rumores, versiones y declaraciones contrapuestas tuvieron una gran resonancia declaraciones que el ex primer ministro israelí Ehud Barak (1999-2001) hizo este martes al medio digital norteamericano Politico. Según el también ex ministro de Defensa, a Israel sólo le quedan unas semanas para eliminar a Hamás, ya que la opinión pública -sobre todo en Estados Unidos- se está inclinando rápidamente en contra de sus ataques contra Gaza. El político laborista también sugirió que una fuerza árabe multinacional podría tomar el control de Gaza después de la campaña militar, para preparar el regreso de la Autoridad Palestina de Mahmud Abbas como relevo de Hamás. No obstante, Barak subrayó que la vuelta a la diplomacia encaminada a la creación de un Estado palestino era una perspectiva muy remota.

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Foto: AFP

El dirigente observó también que en los últimos días había cambiado la retórica de los funcionarios estadounidenses, con un creciente coro de llamamientos a una pausa humanitaria. Le preocupa asimismo que esté disminuyendo la simpatía generada hacia Israel inmediatamente después del 7 de octubre, cuando las fuerzas unificadas de la resistencia palestina lanzaron el ataque terrorista más mortífero contra Israel en los 75 años de historia del Estado. “Se ve que la ventana se está cerrando. Tendremos que llegar a un acuerdo con las exigencias estadounidenses en las próximas dos o tres semanas, probablemente antes”.

Las declaraciones de Ehud Barak trasmiten la urgencia estadounidense, para que el ejército israelí liquide a Hamás y se retire de la Franja de Gaza. Oficialmente EE.UU. se opone a la reocupación israelí de la Franja, pero no quiere devolvérsela a Hamás que la gobierna desde 2007 por el voto democrático de los gazatíes. Habida cuenta, empero, del rechazo generalizado de la población a la Autoridad Palestina presidida por el octogenario Abbas por su entrega a Occidente y su corrupción, es ilusorio pensar que ésta pudiera volver a gobernar la Franja. La idea de que una fuerza militar árabe plurinacional lo haga transitoriamente, por otra parte, remite a los llamados “Acuerdos de Abraham” de 2020 entre Israel, Baréin y los Emiratos Árabes Unidos. A este proyecto de Donald Trump debía sumarse ahora Arabia Saudita, pero se retrajo inmediatamente después del 7 de octubre. En la situación actual tales acuerdos están en el freezer y tratar de reactivarlos es una ilusión.

Cualquier acercamiento árabe-israelí se ha hecho aún más impensable, después de que el domingo pasado la revista +972 Magazine difundió un documento del servicio de inteligencia israelí con un plan para Gaza. El documento propone al gobierno israelí tres opciones para terminar exitosamente la invasión a la Franja: “1) Derrocar al gobierno de Hamás y unificar a Gaza y Cisjordania bajo el gobierno de la Autoridad Palestina; 2) crear un nuevo Estado árabe independiente», es decir no palestino ni elegido por los palestinos, para gobernar la Franja bajo las directrices de Israel o 3) desplazar a la población no combatiente de la Franja hacia el norte de Sinaí”. Se trata de una región desértica bajo jurisdicción egipcia donde los palestinos desplazados serían hacinados en campamentos de refugiados. Según el documento de la inteligencia israelí, esta tercera opción es ‘la más viable’ y beneficiosa para los intereses a largo plazo» del Estado de Israel”. La idea de este plan es sencillamente despoblar la Franja de Gaza o, al menos, su mitad norte y anexarla a Israel. Significativamente, frente a la costa dela Franja comienza un gigantesco yacimiento submarino de gas que se extiende frente a Israel, Líbano y Siria hasta Chipre y Grecia.

Para poner en práctica cualquiera de las tres opciones, las FDI deberían derrotar tan decisivamente a las milicias palestinas que toda resistencia sea impensable por mucho tiempo. Sin embargo, sobre el terreno las cosas son diferentes. Según informan fuentes fiables, el sistema de túneles que construyó Hamás debajo de Gaza es a la vez una enorme obra de ingeniería y un desafío político y militar que Israel difícilmente pueda superar y, seguramente, no en el corto plazo y mucho menos con los escasos 320.000 efectivos que hoy tiene movilizados en todo el país.

La red de túneles construida por debajo de la Franja comenzó a extenderse desde 2007, cuando Hamás llegó al poder. Al principio eran rutas para el contrabando con Egipto e Israel, pero se transformaron en una fortaleza subterránea. El sistema de bunkers y pasajes de 2 m de ancho por 2 m de alto reforzados por concreto tiene una extensión total aproximada de 500 km a una profundidad que va de los 30 a los 70 metros. Hay un total de 1.300 pasadizos que conectan arsenales y alojamiento para tropas. El sistema subterráneo de Hamás cuenta con una red de comunicación por cable para evitar intercepciones, un acceso independiente a internet y sistemas de ventilación y energía autónomos alimentados con combustible. Al estar construidos en una de las zonas más densamente pobladas del mundo, este entramado subterráneo está montado por debajo de viviendas, escuelas, hospitales y zonas comerciales.

Hamas elaboró un sistema muy complejo de entradas y ventilación que se confunde con el entramado urbano. Hay una deliberada planificación, para mezclar el sistema de túneles con las zonas civiles y para hacer más difícil la tarea de neutralizarlos. Los centros de mando y arsenales están a 70 metros de profundidad. A excepción de algún artefacto atómico, no hay un arma capaz de llegar tan profundo. No hay en el arsenal israelí una bomba o misil convencional que pueda perforar tantos metros de tierra, el concreto de la superficie y el refuerzo de los túneles. Ni tampoco la cantidad suficiente para demoler 500 km de túneles.
La lógica indica, entonces, que se debe tomar el sistema subterráneo por asalto y por tierra, con una gran fuerza militar para controlar las entradas y al mismo tiempo combatir en la superficie. Sería una batalla simultánea en dos planos con un enorme costo en bajas militares y civiles. Es decir que al mismo tiempo Israel debería enfrentar una batalla urbana, tomar precauciones para evitar la mayor cantidad de bajas civiles que puedan ser usadas por la propaganda de Hamás y sus aliados e ir simultáneamente ubicando y tomando los sitios que conducen a los túneles. Una vez dentro de ellos, las tropas israelíes deberían enfrentar el desconocimiento del laberinto de corredores, sitios de derrumbe programados, minas, explosivos direccionales, espacios preparados para emboscadas, ataques suicidas, tramos que podrían ser inundados para frenar el avance, el riesgo para los 222 rehenes usados como escudos humanos y la seguridad de que su avance es monitoreado por cámaras instaladas en puntos clave.

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La conclusión es que, a pesar de que el primer ministro Benyamin Netanyahu insiste en que sus fuerzas ocuparán Gaza por un tiempo indefinido, Israel no puede conquistar la Franja y mucho menos ocuparla. En consecuencia, en algún momento va a tener que aceptar un alto el fuego y negociar políticamente.

Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel especularon al principio de las hostilidades con la expansión de la guerra a toda la región. Para Washington el mejor escenario era que el Eje de la Resistencia (Irán, Hezbolá, Siria, las milicias chiítas iraquíes y los huti yemenitas) atacaran frontalmente a Israel y las tropas norteamericanas repartidas por toda la región. Entonces EE.UU. habría involucrado a Rusia en un segundo frente de guerra que ésta difícilmente soporte, habría comprometido a Irán, cuando se han levantado temporariamente las sanciones occidentales, y habría roto el frente árabe-iraní costosamente articulado por China. Para ello el Pentágono mandó al Mediterráneo Oriental y al Mar Rojo a dos potentes grupos navales. Pero los estrategas de la Casa Blanca no contaron con la visión de largo plazo del Ayatolá Jamenei y del secretario general de Hezbolá Sayed Nasralá.

Precisamente, sobre el discurso del líder libanés del pasado viernes 3 el analista israelí Nitzan Sadan comentó lo siguiente: “Ayer me di cuenta de que Abdel Nasser no puede compararse con el líder de Hezbolá. Gamal Abdel Nasser, a pesar de su inteligencia, cedió ante el entusiasmo y el populismo, se volvió imprudente y perdió la guerra con nosotros. En cuanto a Nasrallá, que podría haber ganado la popularidad de cientos de millones con una sola palabra, prefirió perder su popularidad, para lograr una victoria aplastante en el futuro. Este hombre es excepcional, es aterrador.”

Efectivamente, los líderes de Irán y Hezbolá dejaron sin aplicación a las enormes fuerzas estadounidenses en el Mediterráneo Oriental, el Mar Rojo y decenas de bases en toda la región. Si no hay extensión de la guerra y el ejército israelí no puede vencer a Hamás, pronto deberá acceder a un alto el fuego y negociar. Entonces, en algún momento no muy lejano deberá retirarse de la Franja. Será el instante en que estalle la crisis política interna, el gobierno sea depuesto y los israelíes tengan que ir nuevamente a las urnas en medio de una feroz fractura de la sociedad y la cultura del país.

La situación en Asia Occidental se ha transformado radicalmente. Ya no se trata de un conflicto nacional entre israelíes y palestinos. Israel se ha convertido en un país mesiánico que pretende expandirse indefinidamente en nombre del mandato bíblico. Consecuentemente, la causa palestina ha unificado a los pueblos de la región, musulmanes o no, árabes, turcos o persas. Al convertirse en un conflicto entre civilizaciones, la lucha por la independencia palestina se ha hecho ubicua, multidimensional y omnipresente.

La alianza antiisraelí tiene tiempo, porque tiene una población numerosa, convencida de la justeza de su lucha anticolonial y motivada. Además, tiene los recursos económicos, políticos, diplomáticos y militares para un enfrentamiento a largo plazo.
Occidente (e Israel como su puntal regional), por el contrario, sólo tiene la fuerza militar y no tiene tiempo, porque la competencia entre bloques lo acucia.

Los únicos que sólo cuentan con su dignidad y su capacidad de sacrificio son los pobladores de Gaza. A ellos corresponde la mayor dedicación humanitaria.

FUENTE: https://www.telam.com.ar/notas/202311/645921-las-ventanas-se-van-cerrando.html

Por Giorgio Shani que fuera publicado en Geopolitika.ru en Español, que reproduce Dossier Geopolitico 

El asesinato de Hardeep Singh Nijjar, un líder sij canadiense, a manos de supuestos agentes del Estado indio a las puertas de la gurdwara de Surrey, en la Columbia Británica, en junio de 2023, desencadenó un importante incidente diplomático entre India y Canadá. Nijjar era un líder religioso acusado por India de liderar la proscrita Fuerza de los Tigres de Khalistán. Aunque había nacido en el estado indio de Punjab, era ciudadano canadiense, y su asesinato a manos de dos militantes no identificados con presuntos vínculos con India en suelo canadiense fue descrito por el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, como «una violación inaceptable de nuestra soberanía». Independientemente de la presunta implicación del Estado indio, el asesinato de Nijjar tiene implicaciones más amplias que las relaciones indocanadienses. Arroja luz sobre el fenómeno del nacionalismo sij y la relación entre la diáspora sij y su «patria» en el Punjab. Además, cuestiona el significado de la identidad y la soberanía sij en un mundo globalizado.

Los sijs son una comunidad cultural y religiosa distintiva del sur de Asia con una diáspora activa y una patria territorial. Se distinguen porque la mayoría de los sijs varones llevan el pelo sin cortar con turbantes y pueden llevar espadas ceremoniales llamadas kirpans, de acuerdo con las enseñanzas de su décimo y último gurú, Gobind Singh. Hay unos 26 millones de sijs en todo el mundo, y la gran mayoría vive en el estado indio de Punjab, donde son una ligera mayoría. El Punjab es su patria y Amritsar es la Jerusalén o Meca sij, donde se encuentra el santuario más sagrado, Sri Harmandir Sahib, en el complejo del Templo Dorado.

Unos 2-3 millones de sijs forman una diáspora dispersa por todo el mundo. Entre ellos hay colonos que emigraron a los antiguos dominios del Imperio Británico, incluido Canadá y sus colonias. Muchos, sin embargo, se vieron obligados a huir del Punjab durante la guerra civil que estalló entre militantes sijs y el gobierno central tras el asalto del Templo Dorado de Amritsar, santuario del sijismo, por tropas indias por orden de la primera ministra india Indira Gandhi en 1984. Posteriormente, Gandhi fue asesinada por su guardaespaldas sij, lo que provocó un pogromo, supuestamente organizado por miembros del partido gobernante, el Congreso Nacional Indio (INC), en el que murieron tres mil personas. Esto desembocó en una guerra civil en el Punjab, ya que varios grupos militantes, algunos de los cuales apoyaban claramente la creación de un estado sij separado de Khalistan, se rebelaron contra el gobierno central. Puede que algunos de ellos contaran con el respaldo de Pakistán, pero gozaban de cierta legitimidad en el Punjab, ya que el gobierno central suspendió las elecciones y desplegó fuerzas armadas para aplastar el movimiento por la «autodeterminación nacional» con un coste estimado de 30.000 vidas.

Aunque la «normalidad» volvió al Punjab a mediados de la década de 1990 con el restablecimiento de las elecciones democráticas, el khalistán siguió viviendo en la diáspora, especialmente en sociedades multiculturales como Canadá, que recibió a muchos emigrantes del Punjab. Hace tres décadas, Benedict Anderson (1992) sugirió que el nacionalismo sij en Canadá era una forma de «nacionalismo a distancia», con lo que quería decir «nacionalismo sin responsabilidad». De hecho, Nijjar estaba haciendo campaña a favor de un referéndum en Canadá sobre la independencia de Jalistán cuando fue asesinado a tiros. Los sijs representan el 2% de la población de Canadá, más o menos lo mismo que en la India. Mientras que hoy en día los principales problemas del Punjab, predominantemente agrícola, son los suicidios de agricultores debido a la elevada carga de la deuda -la liberalización prevista del sector agrícola desató las protestas de los agricultores hace tres años-, el desempleo juvenil y una epidemia de drogas, el fantasma del Khalistán sigue acechando en la diáspora. A continuación, considero tres razones.

Una razón es que la soberanía sij está encarnada; es decir, los sijs llevan símbolos que les recuerdan que forman parte de una comunidad religiosa y política: la Khalsa. La orden del Khalsa, o «comunidad de los puros», fue fundada por el décimo y último Gurú Gobind Singh (1658-1707). Guru Gobind confirió autoridad espiritual al Libro Sagrado Sij del Granth Sahib y autoridad secular a la comunidad de sijs bautizados a través de la doctrina del Guru Panth, el cuerpo corporativo de la comunidad (Khalsa colectivo) en el que su espíritu está eternamente presente. Esto ha dado lugar a un discurso que identifica a los sijs como una comunidad tanto política como religiosa que comparte mitos y recuerdos colectivos relacionados con el establecimiento de la orden Khalsa y el posterior imperio del maharajá Ranjit, que en su día gobernó un imperio que se extendía hasta las fronteras del Afganistán moderno. Aunque en la práctica el imperio de Ranjit Singh era multiconfesional, los sijs eran una «minoría dominante» y tras su muerte los británicos necesitaron dos guerras para anexionarse formalmente el territorio. A los sijs se les recuerda su historia cada vez que visitan el gurudwara, su lugar de culto.

La segunda razón es que la India ya no puede pretender ser un Estado laico. A diferencia de las versiones norteamericana y francesa del laicismo, el laicismo indio siempre se ha basado en el reconocimiento de las diferencias religiosas y culturales en la esfera pública. En teoría, se suponía que el Estado debía ser un árbitro neutral entre las reivindicaciones contrapuestas de las comunidades religiosas y mantener una «distancia de principio» respecto a la religión. En la práctica, sin embargo, el Estado indio surgió después de que los británicos dividieran por la fuerza no sólo el subcontinente sino también el Punjab en una India de mayoría hindú y un Pakistán de mayoría musulmana. Los sijs se encontraron en el centro de los acontecimientos. Se pusieron del lado de la India, pero muchos se convirtieron en refugiados obligados a huir de la limpieza étnica en Pakistán.

Los intentos de encontrar una patria dentro de la India dieron sus frutos con la reorganización lingüística del Punjab. Los sijs declararon el punjabí, ampliamente hablado por todas las comunidades religiosas del Punjab, como lengua propia. Mientras buscaban una mayor autonomía dentro de la India, el gobierno central bajo el liderazgo de India Gandhi intentó dividir a la comunidad sij patrocinando a militantes. Esto tuvo consecuencias desagradables, ya que lanzaron una brutal campaña de intimidación contra los hindúes y los miembros de las sectas minoritarias sijs. Finalmente, el Estado trató de reprimir a los militantes que se habían refugiado en el complejo del Templo Dorado. En su intento de «expulsarlos», las tropas indias, muchas de las cuales eran también sijs, profanaron el Templo Dorado, matando a muchos peregrinos. A partir de este momento, gran parte de la comunidad sij estuvo en guerra con el Estado indio. Aunque el Estado consiguió finalmente reprimir el movimiento, ya no podía reivindicar el laicismo. Ni siquiera la elección del primer ministro sij Manmohan Singh consiguió apaciguar a muchos sijs. La posterior aparición del nacionalismo hindú, apoyado por el gobernante Partido Bharatiya Janata (BJP), intensificó la consolidación de la identidad nacional india en torno a un núcleo étnico hindú. Bajo el mandato del primer ministro Narendra Modi, India se convirtió en un Estado hindú o Rastra hindú.

Sin embargo, quizá la razón más importante sea que el orden internacional actual sólo reconoce a las naciones que pueden reclamar la condición de Estado. Los sijs pueden haber sido una nación incluso antes de la independencia del dominio colonial británico. La reivindicación de la condición de Estado de los sijs se basa, como hemos argumentado Gurharpal Singh y yo en nuestro reciente libro Nacionalismo sij, en un núcleo étnico punjabí, ya que el sijismo no es una religión conversa, una lengua punjabí y una patria territorial. Sin embargo, todos estos componentes de la nacionalidad sij pueden ser discutidos. De hecho, la propia nación se considera mejor como una «comunidad imaginada». Lo que es innegable es que los sijs tienen su propio sistema político, que evolucionó a partir del movimiento akali para recuperar el control de los gurdwaras bajo el dominio colonial británico. La creación del Comité Shiromani Gurdwara Prabandhak proporcionó a los sijs un mecanismo para regular los gurdwaras. Se celebraron elecciones competitivas para controlar el Comité, que estaba dominado por varias facciones del Shiromani Akali Dal, el principal partido político sij. Sin embargo, el control del Comité no se extendió a la diáspora, donde surgieron diversas facciones comprometidas con la creación de una patria sij. Hardeep Singh Nijjar era el líder de una de esas facciones que organizó el referéndum sobre el Khalistán. La acusación de la implicación del Estado indio, si se confirma, no hará más que subrayar lo que muchas minorías, especialmente los musulmanes, han sostenido durante mucho tiempo como un hecho: la India bajo el gobierno del BJP es una patria para los hindúes.

A pesar del racismo arraigado y a menudo violento al que se enfrentan muchos sijs en la diáspora, en muchos sentidos los sijs se han convertido en una «minoría modelo». El éxito de muchos emigrantes sijs a la hora de integrarse en la sociedad multicultural canadiense puede verse en la elección del practicante sij con turbante Jagmeet Singh como líder del Nuevo Partido Democrático, un socio electoral crucial del primer ministro Justin Trudeau. Sin embargo, a muchos sijs de la diáspora les sigue resultando difícil viajar fuera de Jalistán. Ofrecí tres razones: la soberanía sij está encarnada en Khalsa; la India se está convirtiendo en un rashtra hindú; y el orden internacional actual da prioridad al reconocimiento de las naciones que pueden reclamar la condición de Estado. En resumen, el khalistán sigue proyectando una larga sombra sobre la diáspora.

Fuente: https://www.e-ir.info/2023/09/27/the-sikh-diaspora-in-the-shadow-of-khalistan/

Traducción: Enric Ravello Barber

Por: Sebastián Schulz que autoriza su publicacion en Dossier Geopolitico

El 17 y 18 de octubre, Beijing recibirá a delegaciones de más de 110 países, que viajarán a China para participar del Tercer Foro de la Franja y la Ruta para la Cooperación Internacional. El evento, a su vez, se realizará en el marco del décimo aniversario de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR), al cumplirse diez años desde que el actual presidente Xi Jinping presentó en sociedad tanto la Ruta de la Seda terrestre como la Ruta de la Seda marítima.

Desde el lanzamiento de la Iniciativa en 2013 a esta parte, más de 150 países y 30 organizaciones internacionales han firmado sus respectivos Memorándums de Entendimiento para incorporarse a la propuesta. 47 países africanos, 10 países de Oceanía, 29 europeos, 22 latinoamericanos y caribeños y 42 asiáticos ya construyen conjuntamente una Iniciativa que llegó para reconfigurar las relaciones de poder a nivel internacional.

La masiva aceptación que ha tenido la Iniciativa de la Franja y la Ruta en el mundo (y, sobre todo, de los países emergentes y en desarrollo) no es casual. En un contexto de grandes cambios tectónicos que atraviesa el orden mundial, en los cuales se conjugan una crisis de las relaciones de producción, una crisis de la potencia hegemónica y una crisis del orden interestatal, la Iniciativa de la Franja y la Ruta llegó para cubrir un vacío de alternativas para promover el desarrollo de los países del Sur global.

En estos 10 años, mediante la Iniciativa de la Franja y la Ruta se han impulsado más de 3.000 proyectos de cooperación construidos de forma conjunta, lo que equivale a más de un billón de dólares en inversiones. En concreto, y mientras gran parte de occidente alienta la construcción de muros que separan pueblos y promueve la destrucción de países enteros a través de la guerra, la Iniciativa de la Franja y la Ruta se ha materializado en la construcción de puentes, carreteras, puertos, aeropuertos, vías ferroviarias, escuelas, viviendas y hospitales. La IFR ha comenzado a reconectar los lazos que las potencias occidentales han intentado destruir durante más de quinientos años.

Aunque la Iniciativa de la Franja y la Ruta se centre en la promoción de corredores económicos, en los cuales los proyectos de infraestructura tienen una centralidad estructural, la IFR es mucho más que infraestructura. La nueva Ruta de la Seda es ante todo un camino para la paz, la cooperación sur-sur, la integración inclusiva, los intercambios recíprocos y el diálogo de civilizaciones. Es una iniciativa que intenta demostrar que otro mundo es posible.

Al recuperar el espíritu de la milenaria Ruta de la Seda, que conectó pueblos y civilizaciones durante más de mil años, promovió la cooperación pacífica y el desarrollo mutuo, la IFR representa un puente que conecta el pasado, el presente y el futuro. La IFR es fruto de su tiempo y su espacio, es posible porque recupera los principios históricos de la milenaria civilización china, pero los mixtura con los valores promovidos por el Partido Comunista de China en la actualidad. La IFR no hubiese sido posible sin un contexto internacional de cambios estructurales, en donde el Sur global emerge planteando la necesidad de un orden mundial alternativo, y tampoco hubiese sido posible sin una dirigencia china que comprendió el rol que China debe jugar en la actual época histórica. En este marco, el reciente Libro Blanco que el Consejo de Estado de China publicó sobre la IFR señala que la iniciativa “está comprometida con la construcción de un futuro próspero que diverja del colonialismo explotador del pasado, evite las transacciones coercitivas y unilaterales, rechace el modelo de dependencia centro-periferia y se niegue a desplazar la crisis a otros o explotar a los vecinos para su propio interés”.

Al permitir aumentar los niveles de vida de los pueblos y las capacidades nacionales de cada uno de los países participantes, respetando los modelos nacionales de desarrollo y las idiosincrasias locales, la Iniciativa de la Franja y la Ruta contribuye a la construcción de un orden internacional multipolar. Al fomentar el dialogo de civilizaciones, el respeto por las tradiciones culturales y reconocer la heterogeneidad de pueblos que existen en el mundo, la IFR contribuye también a impulsar un orden mundial pluriversal. En este sentido, la IFR no es un fin en si mismo, sino un medio para construir un mundo mejor.

La humanidad se enfrenta a desafíos sin precedentes. Frente a la persistencia del unilateralismo, el hegemonismo y el intervencionismo promovidos por occidente, frente a la posibilidad de una catástrofe ambiental producida por el ánimo irrefrenable de lucro del capitalismo globalizado, frente a la constante amenaza de guerra propuesta por la OTAN y frente a la incapacidad del actual modo de producción de resolver la desigualdad, el hambre y la exclusión, la Iniciativa de la Franja y la Ruta representa una esperanza para el Sur global. No es la respuesta ni la solución a todos los problemas de la humanidad, pero sí expresa la materialización concreta de la posibilidad de construir una comunidad de destino compartido para la humanidad, en la cual pueblos, naciones y civilizaciones puedan coexistir armónicamente.

  • El canciller iraní, Hosein Amir Abdolahian (dcha.), se reúne con el secretario del Consejo de Seguridad Nacional de Armenia, Armen Grigoryan, en Teherán.El canciller iraní, Hosein Amir Abdolahian (dcha.), se reúne con el secretario del Consejo de Seguridad Nacional de Armenia, Armen Grigoryan, en Teherán.

Irán reitera que la crisis en el Cáucaso puede resolverse mediante el formato 3+3, o sea, la participación de los actores internos y sin injerencia extranjera.

El canciller iraní, Hosein Amir Abdolahian, en una reunión mantenida este martes con el secretario del Consejo de Seguridad Nacional de Armenia, Armen Grigoryan, en Teherán, abordó los últimos acontecimientos en la región del Cáucaso y abogó por la activación del mecanismo de cooperación en formato 3+3 —compuesto por los tres países del Cáucaso Meridional, Armenia, Georgia y Azerbaiyán, además de Rusia, Turquía e Irán.

Al reafirmar la política inmutable y de principios de la República Islámica para salvaguardar las fronteras internacionales y la integridad territorial de los países de la región, enfatizó la necesidad de resolver los problemas regionales a través de la cooperación entre los países de la región.

En este contexto, calificó el formato 3+3 como un “mecanismo eficaz para resolver los problemas regionales sin interferencia de potencias extranjeras”.

El jefe de Diplomacia iraní, además, manifestó la disposición de Teherán a enviar ayuda humanitaria a los desplazados internos en Nagorno-Karabaj, una región sin salida al mar en el Cáucaso, reconocida internacionalmente como parte de Azerbaiyán, aunque está poblada principalmente por personas de etnia armenia.

Irán: Cualquier cambio geopolítico en la región alimenta la crisis | HISPANTV

Un alto funcionario iraní afirma que cualquier cambio en la geopolítica de la región causará inseguridad e inestabilidad y agravará la crisis.

En otro momento, Amir Abdolahian expresó su satisfacción por la tendencia creciente de las relaciones Irán-Armenia y manifestó su esperanza de que el volumen del comercio entre los dos países aumente al nivel objetivo de tres mil millones de dólares al acelerar la implementación de acuerdos conjuntos.

Asimismo, subrayó la importancia de elaborar un documento de cooperación integral y de largo plazo para ampliar y profundizar las relaciones bilaterales.

Grigoryan, por su parte, elogió las crecientes relaciones económicas entre ambos países y en consonancia con los objetivos fijados por Teherán y Ereván.

También, expresó su gratitud por las posiciones de principio de Irán en apoyo de la integridad territorial de Armenia y acogió con satisfacción el marco de negociación 3+3. “Armenia considera importante y constructivo el papel de Irán en los acontecimientos en el Cáucaso Meridional y el establecimiento de una paz duradera (en la región)”, agregó.

El 19 de septiembre, Azerbaiyán lanzó lo que llamó una “operación antiterroristas” en Nagorno-Karabaj para tomar el control del territorio separatista y tal vez poner fin a un conflicto de tres décadas, Azerbaiyán acusó a Armenia de acumular tropas en la zona, mientras Ereván catalogó el plan de Bakú como una “agresión a gran escala contra el pueblo” armenio de Nagorno-Karabaj.

La operación terminó el 20 de septiembre, después de que el Ejército azerbaiyano derrotara a las fuerzas armenias en 24 horas e hiciera que los separatistas aceptaran deponer las armas, bajo un alto el fuego mediado por Rusia.

Irán, país vecino de Armenia y Azerbaiyán, siempre ha invitado a las dos partes a la moderación y el diálogo, advirtiendo de que “esa alarmante violencia” amenaza la estabilidad regional. Además, Teherán ha enfatizado reiteradamente su rechazo a cualquier cambio geopolítico en la región, hecho que le interesa mucho a Israel.

sre/mkh

FUENTE HISPANTV

https://www.hispantv.com/noticias/politica/572855/formato-resolver-problemas-caucaso

Para asegurarse el petróleo del Mar Caspio, Washington, Londres y Tel Aviv apoyan a Ankara y Bakú contra el pueblo armenio sin importarles las consecuencias catastróficas que sobrevendrán

Por Eduardo J. Vior
analista internacional

Ante la falta de apoyo de su propio país y de la comunidad internacional, los habitantes del enclave armenio de Nagorno Karabaj (Alto Karabaj, Arstaj en armenio) se rindieron ante la ofensiva del ejército azerí y disolvieron la república que habían proclamado en 1988. Temeroso de una masacre, entonces, el 83% de los 120.000 habitantes del macizo transcaucásico emigraron al territorio de la República de Armenia. Con el éxodo terminaron 2.200 años de asentamiento armenio en la comarca. El gobierno de Ereván no hizo nada. Por su parte, el contingente ruso de mantenimiento de la paz se limitó a mediar entre los contendientes y dispuso la logística para el traslado de la población. Los medios occidentales sólo supieron acusar a Rusia de haber abandonado a los armenios y las Naciones Unidas mandaron este último fin de semana una misión humanitaria que constató que el enclave está vacío. La soledad de Armenia cuando sus habitantes son expulsados de territorios ancestrales preanuncia lo que puede suceder, si el país no cambia de rumbo: un nuevo genocidio se anuncia al sur del Cáucaso.

El parlamento de Armenia votó el martes 3 a favor de adherirse a la Corte Penal Internacional (CPI). Desde el Ministerio de Exteriores ruso comentaron que esta decisión de Ereván tendrá consecuencias muy negativas para las relaciones con Moscú, ya que los países que reconocen el tribunal internacional están obligados a arrestar a Putín, si pone un pie en sus territorios, porque está acusado de la deportación de niños ucranianos. Las autoridades armenias sostienen que su adhesión a la CPI busca frenar la agresión de Azerbaiyán, pero no queda claro cómo puede ayudar esta adhesión a revertir el desplazamiento forzoso de la población de Nagorno Karabaj.

El 1º de enero de 2024 la no reconocida República de Nagorno-Karabaj (Artsaj, en armenio) deja de existir. El decreto correspondiente fue firmado el pasado sábado 30 por el jefe de la república, Samvel Shahramanyan. La población del enclave quedó en libertad de decidir, si permanecía en él o buscaba acogida en el territorio de Armenia, pero la inmensa mayoría votó con los pies: al día sábado ya cien mil habitantes de la región (83% del total) habían huido hacia la madre patria que los abandonó.

Los hechos se dan tras una ofensiva relámpago llevada a cabo por el ejército azerí el19 de septiembre pasado. En dos días de combate los milicianos armenios mataron a 200 soldados enemigos, pero, faltos de armas pesadas y de todo apoyo desde la República de Armenia, con la mediación de la fuerza de paz rusa, se rindieron y depusieron las armas. Estos últimos combates terminaron con unos 200 soldados fallecidos de cada lado, mientras que al menos 170 personas murieron tras la explosión de un depósito de combustible que fue tomado por los refugiados en su huida por la única vía que conecta el enclave montañoso con la República de Armenia.

En tanto, la ONU envió este fin de semana una misión a Nagorno Karabaj, la primera en 30 años, para evaluar las necesidades humanitarias. Desde el lugar los enviados constataron que ya no había casi nadie. “Ahogado el niño, María tapa el pozo”, citaba mi abuela asturiana.

En verde se indica el enclave armenio de Nagorno Karabaj (Artsaj, en armenio), en realidad distante unos 50 km de la frontera armenia

Nagorno Karabaj es un macizo montañoso habitado por armenios desde 200 años antes de nuestra era. En 1923 la naciente Unión Soviética le dio autonomía dentro de los límites de Azerbaiyán, pero en 1988, cuando la URSS ya se estaba desintegrando, la población armenia proclamó la independencia de la República de Nagorno Karabaj, que no fue nunca reconocida por nadie. Hasta 1994 duró una guerra con Azerbaiyán en la que murieron más de 30.000 personas. Tras el armisticiolos armenios tomaron control de la región y de los territorios periféricos.

Ya gobernando el actual primer ministro liberal Nicol Pashinián, en 2020 se produjo la segunda guerra, que dejó unos 6.500 muertos.Aprovechando la sorpresa y la falta de preparación de Armenia,Azerbaiyán recuperó entonces zonas de Nagorno Karabaj y territorios circundantes. Las autoridades armenias presentaron en ese momento una denuncia ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), pero sin resultados. La guerra terminó en pocos días gracias a la mediación de Rusia, que estacionó un contingente de paz en torno al enclave. Sin embargo, las escaramuzas se repitieron periódicamente.

En ese momento la mediación rusa cerró con ambas partes un compromiso beneficioso para todos: Armenia reconocía la soberanía de Azerbaiyán sobre el enclave, pero éste último se comprometía a respetar la autonomía del macizo. A cambio, Rusia lo apoyaría en la construcción de una carretera que vinculara el territorio azerí con el enclave de Nayiyeván, entre Armenia y Turquía, en el que vive casi medio millón de azeríes. La ruta debía ajustarse a la frontera armenio-iraní, el llamado “corredor de Zangezur”. Por su parte, Rusia obtenía una carretera que atravesaría Bakú y Ereván. Armenia se habría abierto al comercio internacional e Irán habría tenido la tranquilidad de que el gestor fuera Rusia.

No obstante, el armisticio de noviembre de 2020 no fue respetado ni por Bakú ni por Ereván. Moscú tampoco hizo gran cosa para que se cumpliera. Bakú quería la apertura del corredor de Zangezur bajo control de guardias rusos, pero Ereván no tomó ninguna medida. En consecuencia, Bakú siguió provocando escaramuzas en Artsaj y Syunik (provincia armenia en el sureste, fronteriza con Azerbaiyán) y omitió construir otra carretera que permitiría a los armenios viajar de ida y vuelta a Artsaj. De hecho, Bakú bloqueó el enclave.

El corredor de Zangezur es la carretera (abajo en el mapa) que une Azerbaiyán con su enclave de Nayichevan bordeando la frontera iraní

Pashinián nunca ocultó su alineamiento antirruso. Ya hace años en la Asamblea Nacional armenia lideró la fracción Éxodo, contraria a los acuerdos con Rusia, y en 2018 llegó al poder gracias a una “revolución de colores”. Su alineamiento con el multimillonario judío húngaro George Soros lo identifica como un agente relevante en la estrategia británica para Asia Occidental.

Después de nuevos choques entre ambos países, en septiembre de 2022 Pashinián reconoció públicamente que Nagorno Karabaj es parte de Azerbaiyán y en mayo de 2023 aceptó reconocer la soberanía de Azerbaiyán dentro de las fronteras soviéticas, es decir, incluyendo Nagorno Karabaj. Vladímir Putín tomó entonces nota de dicho reconocimiento y el presidente azerí Ilham Aliev aseguró que su país y Armenia podrían firmar un tratado de paz antes de 2024, si Ereván mantiene su reconocimiento.

Sin embargo, hace un mes Armenia se negó a albergar los ejercicios militares de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), el pacto de seguridad de Asia Central presidido por Rusia, y en su lugar invitó al ejército estadounidense a adiestrarse en Armenia. Al mismo tiempo su esposa, Anna Hakobián, visitó Ucrania y llevó “ayuda humanitaria”. Finalmente, Samantha Power, exasesora de seguridad nacional de Barack Obama (2008-13) y directora de la agencia de asistencia exterior USAID (financiadora de muchas operaciones encubiertas) estuvo hace una semana en Ereván y en Bakú. El cambio de bando es completo.

Cuando el 19 de septiembre los azeríes atacaron Nagorno Karabaj, aun sufriendo algunas bajas el contingente ruso de paz se limitó a mediar un cese el fuego y la evacuación de la población civil. Cien mil habitantes del enclave buscaron refugio en Armenia. Es una población enojada.Están enojados con Azerbaiyán por el bombardeo que los obligó a huir y con Turquía por apoyar y armar al agresor, pero no están enojados con Rusia. De hecho, muchos van a continuar su diáspora hacia allí. Están sobre todo enojados con el gobierno armenio, como muchos de sus compatriotas en la propia Armenia, como se vio en las brutalmente reprimidas protestas masivas. Hasta 350 manifestantes han sido detenidos y muchos fueron golpeados por las fuerzas de seguridad. Previsiblemente, Pashinián acusó al Kremlin por los disturbios.

El cristianismo llegó a Armenia a mediados del siglo I y el país es oficialmente cristiano desde 301. La Iglesia Apostólica Armenia es el pilar de la nacionalidad. No es de extrañar, entonces, que, ante la defección del gobierno, los sacerdotes estén pidiendo la devolución del poder al pueblo para salvar a la nación.

En Armenia se espera una nueva guerra. Primero será Syunik, la región que separa Azerbaiyán de su enclave en Nayicheván, y luego todo el país. Como pueblo túrquico, Azerbaiyán está apoyado por Turquía y ambos por Israel, que busca abrir un segundo frente contra Irán. De hecho, Teherán ha avisado que no permitirá que se corte su vinculación terrestre con Armenia, porque necesita tener expedita la vía hacia Rusia. Si las fuerzas militares azeríes osan invadir el sur de Armenia, Irán responderá. En la vereda opuesta, los británicos (Rothschild, BP/Shell) trabajan con Aliyev para acceder a Bakú y a los recursos de Asia Central. El conflicto en el Cáucaso Sur enfrenta a los principales bloques geopolíticos.

Estados Unidos ha conquistado en la región una posición importante, para amenazar a Rusia desde el sur, a Irán desde el norte y penetrar en Asia Central. Joe Biden ha ofrecido toda su ayuda al primer ministro Pashinián, sobre todo para que éste se mantenga en el poder, porque se esperan masivas protestas contra su rendición. Sin embargo, habida cuenta de la negativa del Congreso a mandar más ayuda a Ucrania, es poco probable que la Casa Blanca pueda (y quiera) sostener a su subordinado en Ereván en caso de guerra contra un aliado fuerte como Aliyev.

Por su parte, Rusia mantiene una posición legalista y no intervencionista. Afirma mantenerse en el cumplimiento del acuerdo de paz de 2020. Putín espera que Pashinián caiga pronto y que en Ereván suba un gobierno más amigable. Mientras tanto, no puede romper los lazos con Turquía, porque la política pendular de Recep T. Erdogan ha sido muy útil en el manejo de la crisis ucraniana y para sortear las sanciones occidentales. También necesita a Azerbaiyán, porque por allí pasa el Corredor de Transporte Norte-Sur que enlaza Rusia con Irán e India. Moscú no puede ceder el Cáucaso y Asia Central ante las provocaciones occidentales. Por lo tanto, Putín tratará de restablecer su papel como mediador junto con Irán. En el momento adecuado hará sentir la fuerza necesaria para convencer a las partes de la necesidad de un compromiso.

La situación en Armenia va a seguir deteriorándose y la continuidad de la agresión azerí es altamente probable. La nación cristiana más vieja del mundo no puede sobrevivir sola y Estados Unidos no puede ni quiere sostenerla seriamente. En Ereván deberá darse un cambio de rumbo. De la resolución de la crisis política interna dependerá su supervivencia.

LA GUERRA RELÁMPAGO ENTRE ARMENIA Y AZERBAIYÁN, que rápidamente desapareció de los titulares de prensa, es el tema de la columna del Club de la Pluma del director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, explicando este conflicto de las profundidades del Asia Central, que ya cuenta con más de un centenar de muertos y dónde, a pesar de la distancia, vuelven a aparecer los intereses de EEUU, con miles y miles de desplazados que lo han perdido todo, sin que se haya escuchado la voz de Europa por sus derechos humanos, a pesar del peligro cierto de una brutal limpieza étnica. Un conflicto que se ha cebado con la minoría de armenios de Nagorno Karabaj, un enclave en la república de Azerbaiyán, que fue abandonada a su suerte por el gobierno de su vecina madre patria -Armenia- mientras las fuerzas de Azerbaiyán le cercaban y masacraban desde hace meses.

A lo largo del audio, Pereyra Mele aborda las claves de un asunto en que la OTAN quiere incorporar a esos dos países a su organización para meter una nueva cuña contra Rusia, con bases militares en su frontera y para explotar sus inmensos yacimientos de gas tan imprescindibles para Europa, mientras explica la historia milenaria que encierra la región, la importancia estratégica de sus países, los intereses geopolíticos que involucran al Mar Caspio, Turquía, Irán, Rusia, las repercusiones en China, Arabia Saudita e Israel y sus valiosos recursos naturales tan necesarios para los imperios occidentales.

En suma, un rico territorio siempre amenazado por la desestabilización estratégica y sistemática de los anglosajones  apuntando a Rusia y que ahora pretende afectar a la Ruta de La Seda. Todo ello a través de un conflicto que estalla a gran velocidad y que trata de instalar un cambio geopolítico en la región utilizando -y destruyendo- algunas naciones pequeñas para que sean cuñas descartables en su desesperada obsesión por entorpecer el crecimiento del Sur Global

Eduardo Bonugli (Madrid, 01/10/23)