Javier Benitez entrevista al Director de Dossier Geopolitico Carlos Pereyra Mele 

La Unión Europea está fundida, y el ‘plan Kallas’ lo dejó al desnudo. La iniciativa de la guerrerista jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, pretendía regar a Ucrania con 40.000 millones de euros. Cuando naufragó, bajó sus pretensiones a 5.000 millones, y tampoco cuajó. Ahora, las dádivas serán a voluntad, para lo que Francia pasa la gorra.

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Misión: pasar la gorra

El ‘mendigo de Kiev’ Volodímir Zelenski se desesperó, cuando el pasado 20 de marzo en la cumbre en Bruselas, vio que los 40.000 millones de euros que, a pedido de Kallas, esperaba como a una mensualidad, se le escurrían como agua entre las manos. Entonces, la ideóloga lanzó a los líderes europeos una contraoferta a la baja: 5.000 millones de euros so pretexto de adquirir 2 millones de cartuchos de munición a corto plazo.

Zelenski pidió de todas las formas posibles a sus socios europeos –hasta con señales de humo– que le dieran la venia, pero Francia, Italia y España, aparte de la habitual Hungría, no lo vieron tan claro y dieron carpetazo al asunto.

Y como no hay dos sin tres, el documento final de la cumbre señala que la Unión Europea está dispuesta a brindar ayuda militar a Ucrania de manera voluntaria, pero acorde a las competencias y capacidades de cada país miembro del bloque.

En este escenario, el primer ministro de Hungría, Viktor Orban, lanzó un mensaje demoledor. «La UE no tiene ni un céntimo; ha gastado todo su dinero. Cuando habla de querer seguir armando a Ucrania, mantener el Ejército ucraniano, financiar el funcionamiento del Estado ucraniano en general o reconstruir Ucrania, lo hace de tal manera que, al sacar la bolsa, no encontrará ni una moneda», aseveró Orban durante una entrevista con un medio local.

Y por si alguien duda de la verdad de las palabras de líder húngaro, la miseria se deja ver en Francia. De los creadores del ‘mendigo de Kiev’, ahora llega ‘el mendigo de París’. Y es que Francia creó cuentas bancarias especiales para los ciudadanos que quieran «invertir sus ahorros en financiar los esfuerzos bélicos» del país, según el ministro de Economía francés, Eric Lombard. Traducido: Francia no tiene ni un céntimo para armas y ha empezado a mendigar dinero haciendo una colecta entre sus ciudadanos. Parece que los sablazos que el Gobierno galo ya les propina a base de impuestos no son suficientes para París.

El Dr. Carlos Pereyra Mele, director de Dossier Geopolítico, entiende que es evidente que hay una falta concreta de proyecto y de plan político de la Unión Europea. «Porque fue rechazado el paquete de esta señora Kallas […] quien quiere arrastrar a todo el continente europeo a un conflicto […] Ahora estamos viendo la realidad. Lo que está haciendo Francia, no solamente es pasar la gorra, sino que es mostrar la zanahoria delante del burro, para que siga tirando del carro. Lamentablemente, todos sabemos que es un gasto improductivo el de la producción de armamentos porque si se usan, hay que producir más, pero si no se usan, también es improductivo. El área de armamentismo es de pérdidas, de la que únicamente se pueden dar el lujo las superpotencias económicas para sostener su seguridad y su defensa», sostiene el analista.

Ante este panorama, las así llamadas potencias militares europeas dicen que están preparando un plan que busca reemplazar el rol de EEUU en la OTAN en un lapso de 5 a 10 años, según afirmaron a Financial Times varios funcionarios familiarizados con el asunto. La pregunta que surge es: ¿con qué dinero?

«El principal escollo que tiene todo esto es una cosa que se llama ‘dinero, dinero y más dinero’. Entonces, ¿de dónde sale el dinero? Y va a salir de la expoliación de los países y de su reducción del Estado del bienestar a estándares mínimos y los europeos van a verse degradados en su calidad de vida, como ya lo vienen siendo», concluye Pereyra Mele.

Fuente: https://noticiaslatam.lat/20250323/europa-no-tiene-ni-para-cerillas-del-mendigo-de-kiev-al-mendigo-de-paris–1161682923.html 

Por  Emanuele Tardino

Tortura de cristianos y chiítas. Actos de violencia contra civiles que no fueron reivindicados pero tampoco reprimidos. Un yihadismo conveniente, que deja espacio para el favor de actores externos. He aquí toda la hipocresía de un Occidente que tiende la mano al terrorismo, entre hipocresías y derrotas de la nueva dirección firmada por HTS.

Siria, Valle de los Cristianos, Universidad Al Hawash, 10 de enero de 2025. Los hombres de Hayat Tahrir al Sham requisan algunas salas de la universidad para convertirlas en salas de oración dedicadas a los musulmanes: un gesto en sí mismo inofensivo y, desde un punto de vista islámico, virtuoso; Sin embargo, esta acción adquiere un significado completamente diferente si se observa el contexto. El Valle de los Cristianos, en árabe Waad al Nazarà, es una zona geográfica del oeste de Siria, cerca de la frontera con Líbano, que incluye varias aldeas del distrito de Homs.

Esta zona está poblada por aproximadamente 250.000 personas, el 80% de las cuales son cristianas, principalmente ortodoxas pero también católicas y de otras denominaciones, y ha sido así durante milenios, incluso bajo control otomano: de ahí el nombre del valle. En los días posteriores al 10, HTS organizó un desfile con armas de asalto y megáfonos. durante el cual cientos de manifestantes sunitas de otras provincias y milicias, a los que se sumaron numerosos combatientes extranjeros (en su mayoría chechenos), declararon su dominio sobre el valle, entre cánticos de guerra.

Mientras tanto, en las afueras de Homs, un grupo de yihadistas detiene un autobús y registra e interroga a los pasajeros: al descubrir a dos cristianos, les obligan a renunciar a su fe y, cuando se niegan, les azotan públicamente en la espalda, delante de los demás pasajeros. En los mismos días, en Dummar, antes del ascenso de las fuerzas rebeldes, uno de los barrios más pacíficos de Damasco, HTS ejecuta al alcalde y expone su cuerpo a la barbarie de sus militantes. Mientras tanto, todavía el 15 de enero, entre Al Ghouta y Al Qasa’a, barrios cristianos de Damasco, un predicador wahabí comienza a amenazar a la gente por su, en su opinión, promiscuidad, caminando armado con un Kalashnikov: es luego neutralizado por los lugareños que lo desarman y lo expulsan; Sin embargo, al día siguiente regresó a la zona acompañado de otros cinco compañeros de armas, quienes abrieron fuego hacia lo alto de los edificios, hiriendo a una persona.

Y eso no es todo: las milicias yihadistas en la primera semana de este año intentaron entrar en el Líbano, abriendo fuego contra el ejército regular libanés, con malos resultados y siendo empujadas hacia Siria. Todos estos episodios pueden parecer ajenos a la alta dirección de Al Sharaa, pero es importante recordar que el nuevo régimen ha situado como ministro de Justicia al yihadista Shadi Alwaisi, famoso por las sentencias de ejecución a adúlteros e infieles a la sharia que pronunció durante su militancia en Al Nusra, el frente padre de HTS, siempre al lado de Al Sharaa (en la época Al Jolani). 

¿Pero por qué no se ha hablado en absoluto de estos hechos en los grandes medios de comunicación?  Turquía ha financiado varios experimentos de comunicaciones con el ahora extinto régimen de Assad: un ejemplo es el Ejército Nacional Sirio. En cuanto a HTS, el apoyo de Turquía es innegable, especialmente en las zonas del noroeste, alrededor de Alepo, los primeros en caer: si se observa el armamento de que disponen, especialmente los vehículos, los drones y las tecnologías de guerra más sofisticadas, se puede reconocer el origen turco. De hecho, las fuerzas especiales turcas nunca han negado su participación en el entrenamiento de militantes salafistas sirios desde 2016, como recuerda Aaron Zelin, experto en Daesh y extremismo islámico del Washington Institute for Near East Policy; También recuerda cómo Al Jolani había mantenido conversaciones con funcionarios estadounidenses antes de 2018.

Sin embargo, es importante destacar las fluctuaciones en estas relaciones: en 2018, en el momento del intento de Assad de retomar Idlib, Al Jolani se mostró decepcionado por la (falta de) respuesta de Turquía, calificándola de «un socio poco fiable», a pesar de haber aceptado la instalación de varias torres de vigilancia turcas al otro lado de la frontera siria, un gesto que no fue apreciado por sus colaboradores en Al Qaeda, para quienes según la Shariya es impensable que una fuerza extranjera tenga autoridad dentro de las fronteras de su propio estado; Posteriormente Turquía respondió a la denuncia de Al Jolani calificando a HTS de organización terrorista.

Sin embargo, hay que reconocer el mérito de la considerable autofinanciación de la milicia: desde su afiliación al EI hasta la de Al Qaeda, se estima que mediante extorsiones y secuestros, como la mafia italiana durante los Años de Plomo, la organización ha recaudado más de 94 millones de dólares , una suma significativa, también gracias a los intercambios de prisioneros con el gobierno de Asad, Irán, Líbano e incluso Italia.

La falta de rigor doctrinal de su líder, la fragmentación interna con frentes provenientes de varias milicias disueltas y reunidas, el origen masivo de los combatientes extranjeros (alrededor de la mitad de los militantes), la inestabilidad de las relaciones con los partidarios más cercanos, la toma de los Altos del Golán por parte de Israel a la que el nuevo régimen aún no ha respondido, la esperanza expresada por Al Sharaa con respecto a la política exterior de Rusia y la América de Trump y el guiño a los medios de comunicación occidentales llevan a pensar que tal vez el verdadero aliado de HTS debería buscarse en Occidente, echando un vistazo a qué estados tienen fines expansionistas compatibles con los objetivos de Al Sharaa, incluso a costa de las vidas de las minorías , en primer lugar entre las que se encuentran los cristianos y los no menos amenazados alauitas, estos últimos acusados ​​de haber favorecido a Assad.

FUENTE: https://www.dissipatio.it/cronache-di-siria/

Por Federico Rucco Contropiano

Según un informe publicado por el Instituto alemán de Kiel, Europa en su conjunto ha destinado 132.000 millones de euros a Ucrania en estos tres años (70 en ayuda financiera y humanitaria y 62 en ayuda militar) frente a los 114.000 millones de EEUU (64 en armas y 50 en ayuda financiera y humanitaria).

Se trata por tanto de una cifra muy alejada de los 350.000 millones de dólares anunciados por Trump y de los 500.000 millones que EEUU pretende obtener como compensación por la explotación de los recursos minerales ucranianos.

También hay que tener en cuenta que la ayuda militar se destina al menos a tres ámbitos: la OTAN, la Unión Europea y los Estados individuales.

En la UE, Estonia y Dinamarca son los países que han destinado más del 2,5% a la ayuda a Ucrania. En contraste, potencias económicas como Alemania, el Reino Unido y los Estados Unidos gastaron menos del 0,2% de su PIB anual. The Economist señaló que Letonia y Lituania contribuyeron con el 2% de su PIB de antes de la guerra.

La contribución a Ucrania de Francia, Italia y España se cuantifica en torno al 0,1% del PIB. En términos absolutos, Alemania fue el mayor donante de Europa, con una contribución total de 17.000 millones de euros, seguida por el Reino Unido con 15.000 millones de euros y Dinamarca con 8.000 millones de euros.

El 11 de febrero, fuentes diplomáticas en Bruselas anunciaron que los aliados de la OTAN han proporcionado a Ucrania 51.000 millones de euros en ayuda militar en 2024, superando ampliamente los 40.000 millones prometidos en la cumbre de Washington, y que el 60 por ciento de estos suministros proceden de aliados europeos.

El sitio web especializado Analisi Difesa desmiente luego las noticias falsas sobre el gasto militar de Rusia. Se trata de cifras infladas deliberadamente para justificar el rearme y el aumento del gasto militar en los países europeos.

Para ello, se cita un estudio del 22 de febrero del Observatorio de Cuentas Públicas Italianas, dirigido por Carlo Cottarelli, que desmiente la narrativa reciente, apoyada sobre todo por fuentes atlánticas como el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos a favor del crecimiento de los presupuestos militares europeos, según la cual el gasto militar ruso en 2024 (146.000 millones de dólares) habría superado el gasto europeo en términos reales (457.000 millones de dólares), alcanzando los 461.000 millones.

Un análisis más equilibrado de la confrontación en torno al gasto militar cuestionaría la narrativa según la cual Europa no está preparada para una confrontación militar con Moscú, al menos en términos de los recursos financieros asignados a Defensa.

Según el estudio del Observatorio, el gasto global de los países europeos es un 58% superior al de Rusia, lo que pone de relieve un panorama muy diferente al que informan algunos medios internacionales.

La confusión – escribe el OCPI – surge de la comparación entre dos datos incoherentes, la fórmula de gasto de defensa utilizada para Rusia y el presupuesto de defensa utilizado para Europa. Si se utilizara también la definición de la OTAN ( Gastos de Defensa) para Europa , el gasto europeo ascendería a 493.100 millones (1,9% del PIB), más de treinta mil millones más que el gasto ruso.

La OCPI señala luego un segundo error presente en el mismo estudio del IISS en el que el gasto militar ruso se evalúa a tipos de cambio PPP (dólares internacionales) mientras que el gasto europeo se expresa en dólares actuales. Esto subestima el gasto europeo porque el nivel de precios en Europa es significativamente inferior al de Estados Unidos (aunque no tanto como en el caso de Rusia).

En un mundo que, según el IISS, ha aumentado el gasto militar general a un récord de 2,46 billones de dólares en 2024, en comparación con 2,24 billones de dólares en 2023 (un 7,4% más), Moscú gasta en términos absolutos un tercio de los países europeos (146.000 millones, equivalentes al 6,7% del PIB), pero estos países afirman temer una invasión rusa.

Por lo tanto, los datos de Europa también deberían convertirse a tipos de cambio PPP. Así, el gasto militar europeo, según la definición de la OTAN, asciende a 730.000 millones de dólares internacionales en 2024, un 58% más que los 462.000 millones gastados por Rusia, concluye el OCPI.

Evaluar el gasto militar ruso en 462 mil millones de dólares, es decir, 316 mil millones más que los 146 efectivamente asignados, parece confirmar que la tendencia, muy extendida durante la primera Guerra Fría, de inflar el gasto militar de Moscú para justificar un gasto militar elevado está volviendo a ponerse de moda, tanto porque las razones por las que las armas y las municiones en Rusia cuestan menos están vinculadas a diferentes evaluaciones: acceso a grandes reservas de materias primas, bajo coste de la energía, producción casi totalmente nacional y empresas controladas por el Estado que han eliminado los beneficios porque «trabajan para la patria», no para los accionistas como las occidentales.

Si sumamos el gasto militar estadounidense al europeo, en 2024 llegamos a 1.343 billones y si añadimos el gasto canadiense, el de la OTAN supera los 1.350 billones de dólares, más de nueve veces el gasto ruso que en 2025 se espera que alcance el 7,6% del PIB con un crecimiento del 13,7 por ciento respecto al año pasado.

Estados Unidos pide a Europa que gaste más, hasta el 5 por ciento del PIB, justo cuando Washington gasta el 3,3 por ciento en Defensa y planea con la actual administración recortar el presupuesto del Pentágono en 50.000 millones (8 por ciento) anuales a partir del próximo año fiscal, llevándolo de unos 900 a unos 600.000 millones de dólares al final del mandato de Donald Trump: una cifra no muy alejada del gasto global de las naciones europeas.

Según el estudio de Analisi Difesa, el objetivo de EEUU parece ser el de «ampliar su mercado» y vender a los europeos (bajo amenaza de aranceles) los sistemas de armas «made in USA» que en el futuro se comprarán en cantidades reducidas para las fuerzas armadas estadounidenses.

Además, si los países europeos aumentaran su gasto militar al tres por ciento del PIB, como lo solicitó el Secretario General de la OTAN, Mark Rutte, el presupuesto general aumentaría en otros 250 mil millones de dólares, superando los 700 mil millones. Si el gasto de los países alcanzara el 5 por ciento del PIB, como pretende Trump, se sumarían 800.000 millones al presupuesto global, lo que superaría el billón, una cifra nunca alcanzada ni siquiera por Estados Unidos.

Ya hoy la relación entre EEUU y Europa en términos de gasto militar parece menos desequilibrada (en términos financieros, no en términos de capacidades militares expresadas) si observamos que los fondos asignados por EEUU son ligeramente menos del doble de los de Europa (886 mil millones contra 457), pero el presupuesto americano incluye una potente tríada nuclear y el hecho de que el instrumento militar está desplegado en todo el mundo, principalmente en el Indo-Pacífico, no sólo en el teatro europeo.

Las recientes tensiones en Estados Unidos y Europa por las negociaciones iniciadas por la administración Trump para poner fin al conflicto en Ucrania han puesto de relieve la idea de que Europa debe ocuparse de su propia defensa.

Un estudio del Instituto Bruegel y del Instituto de Kiel estima que, sin Estados Unidos, para ser autosuficiente en defensa, la Unión Europea tendría que gastar 250.000 millones de euros adicionales al año a corto plazo para crear 50 nuevas brigadas con 300.000 nuevos soldados y compensar a los soldados estadounidenses actualmente en Europa y a los que llegarían en caso de un ataque a la OTAN.

FUENTE CEPRID: https://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2964

Por Michael Roberts Then Extrecession, Traducido para el CEPRID por María Valdés

Ucrania: un desastre humano

Se cumple el tercer año de la guerra entre Ucrania y Rusia. Después de tres años de guerra, la invasión rusa de Ucrania ha causado pérdidas asombrosas al pueblo y la economía de Ucrania. Hay varias estimaciones del número de civiles y militares ucranianos (muertos más heridos): 46.000 civiles y tal vez 500.000 soldados. Las bajas militares rusas son aproximadamente las mismas. Millones han huido al extranjero y muchos más millones han sido desplazados de sus hogares dentro de Ucrania. Una evaluación confidencial ucraniana a principios de 2024, publicada por el Wall Street Journal, situó las pérdidas de tropas ucranianas en 80.000 muertos y 400.000 heridos. Según cifras del gobierno, en la primera mitad de 2024, murió en Ucrania tres veces más personas de las que nacieron, informó el WSJ. En el último año, las pérdidas ucranianas han sido cinco veces mayores que las de Rusia, y Kiev pierde al menos 50.000 militares al mes.

El PIB de Ucrania ha caído un 25% y otros 7,1 millones de ucranianos viven ahora en la pobreza.

El daño que sufren quienes se quedan en Ucrania es inmenso. Las pérdidas de aprendizaje de los niños ucranianos son especialmente preocupantes: Ucrania acabará con incorporaciones de menor calidad a su fuerza laboral debido a las interrupciones en el proceso de aprendizaje causadas por la guerra (y antes de eso, por la COVID-19). Se estima que estas pérdidas ascienden a unos 90.000 millones de dólares, o casi tanto como las pérdidas de capital físico hasta la fecha. Los estudios también muestran que una guerra durante los primeros cinco años de vida de una persona se asocia con una disminución de alrededor del 10% en los puntajes de salud mental cuando tiene entre 60 y 70 años. El problema no son solo las bajas de guerra y la economía, sino también el daño a largo plazo para los ucranianos que se quedan.

A pesar de la guerra, el año pasado se produjo una modesta recuperación económica. Las exportaciones de energía aumentaron bruscamente. Los puertos de Ucrania en el Mar Negro siguen funcionando y el comercio fluye hacia el oeste a lo largo del Danubio y, en menor medida, por tren. Mientras tanto, la agricultura se ha recuperado. Aun así, la fabricación de hierro y acero sigue siendo una fracción de su nivel anterior a la guerra: de 1,5 millones de toneladas mensuales antes de la guerra a sólo 0,6 millones mensuales.

Pero Ucrania carece de mano de obra apta para producir o ir a la guerra. La tasa de desempleo en Ucrania fue del 16,8% en enero, pero aún así sigue habiendo escasez de trabajadores porque los trabajadores cualificados han abandonado el país y la mayoría de los demás han sido movilizados en las fuerzas armadas. La situación es tan mala que se ha hablado de movilizar a los jóvenes de entre 18 y 25 años que actualmente están exentos, pero esto es muy impopular y reduciría aún más el empleo civil.

Ucrania sigue dependiendo totalmente del apoyo de Occidente. Necesita al menos 40.000 millones de dólares al año para mantener los servicios públicos, apoyar a su población y mantener la producción. Depende de la UE para esa financiación civil, mientras que depende de los EE.UU. para toda su financiación militar: una «división del trabajo» directa. Además, el FMI y el Banco Mundial han ofrecido asistencia monetaria, pero, en este caso, Ucrania tiene que demostrar que tiene «sostenibilidad», es decir, que es capaz de devolver en algún momento los préstamos. De modo que si los préstamos bilaterales de los EE.UU. y los países de la UE (y se trata principalmente de préstamos, no de ayuda directa) no se materializan, el FMI no puede ampliar su programa de préstamos.

Esto nos lleva de nuevo a lo que sucederá con la economía de Ucrania, si y cuando la guerra con Rusia llegue a su fin. Según la última estimación del Banco Mundial, Ucrania necesitará 486.000 millones de dólares en los próximos diez años para recuperarse y reconstruirse, suponiendo que la guerra termine este año. Eso es casi tres veces su PIB actual. Los daños directos de la guerra ya han alcanzado casi los 152.000 millones de dólares, con cerca de 2 millones de viviendas –alrededor del 10% del parque total de viviendas de Ucrania– dañadas o destruidas, así como 8.400 kilómetros de autopistas, carreteras y otras carreteras nacionales, y casi 300 puentes. Alrededor de 5,9 millones de ucranianos permanecieron desplazados fuera del país y los desplazados internos ascendieron a unos 3,7 millones.

Lo que queda de los recursos de Ucrania (los que no se anexionó Rusia) se ha vendido a empresas occidentales. En total, el 28% de las tierras cultivables de Ucrania está ahora en manos de una mezcla de oligarcas ucranianos, corporaciones europeas y norteamericanas, así como del fondo soberano de riqueza de Arabia Saudita. Nestlé ha invertido 46 millones de dólares en una nueva instalación en la región occidental de Volyn, mientras que el gigante alemán de medicamentos y pesticidas Bayer planea invertir 60 millones de euros en la producción de semillas de maíz en la región central de Zhytomyr. MHP, la mayor empresa avícola de Ucrania, es propiedad de un ex asesor del presidente ucraniano Poroshenko. MHP ha recibido más de una quinta parte de todos los préstamos del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD) en los últimos dos años. MHP emplea a 28.000 personas y controla alrededor de 360.000 hectáreas de tierra en Ucrania, una superficie mayor que Luxemburgo, miembro de la UE.

El gobierno ucraniano está comprometido con una solución de «libre mercado» para la economía de posguerra que incluiría nuevas rondas de desregulación del mercado laboral por debajo incluso de los estándares laborales mínimos de la UE, es decir, condiciones de explotación laboral; y recortes en los impuestos corporativos y sobre la renta hasta el hueso; junto con la privatización total de los activos estatales restantes. Sin embargo, las presiones de una economía de guerra han obligado al gobierno a dejar estas políticas en un segundo plano por ahora, con las demandas militares dominando.

El objetivo del gobierno de Ucrania, la UE, el gobierno de los EE.UU., las agencias multilaterales y las instituciones financieras estadounidenses que ahora se encargan de recaudar fondos y asignarlos a la reconstrucción es restaurar la economía ucraniana como una especie de zona económica especial, con dinero público para cubrir las posibles pérdidas del capital privado. Ucrania también quedará libre de sindicatos, regímenes y regulaciones fiscales severas para las empresas y cualquier otro obstáculo importante a las inversiones rentables del capital occidental en alianza con los antiguos oligarcas ucranianos.

Fuentes ucranianas estiman que el coste de restaurar la infraestructura (financiación del esfuerzo bélico (municiones, armas, etc.), pérdidas de viviendas, bienes raíces comerciales, compensaciones por muerte y lesiones, costos de reasentamiento, apoyo a la renta, etc.) y pérdida de ingresos actuales y futuros ascenderá a 1 billón de dólares, o seis años del PIB anual anterior de Ucrania. Eso es aproximadamente el 2,0% del PIB de la UE por año o el 1,5% del PIB del G7 durante seis años. Para finales de esta década, incluso si la reconstrucción va bien y suponiendo que se restablezcan todos los recursos de la Ucrania de antes de la guerra (es decir, la industria y los minerales del este de Ucrania están en manos de Rusia), entonces la economía todavía estaría un 15% por debajo de su nivel anterior a la guerra. Si no, la recuperación será aún más larga.

Rusia: la economía de guerra

La invasión rusa de Ucrania a principios de 2022 para apoderarse de las cuatro provincias de habla rusa del Donbass, en el este de Ucrania, ha dado irónicamente un impulso a la economía. En 2023, el crecimiento del PIB real fue del 3,6% y de más del 3% en 2024. La economía de guerra de Rusia se mantiene.

En los últimos tres años de guerra, Rusia ha logrado sortear las sanciones, al tiempo que invierte casi un tercio de su presupuesto en gastos de defensa. También ha podido aumentar el comercio con China y vender su petróleo a nuevos mercados, en parte utilizando una flota paralela de petroleros para eludir el límite de precios que los países occidentales esperaban que redujera el tesoro de guerra del país. La mitad de su petróleo y petróleo se exportó a China en 2023. Se convirtió en el principal proveedor de petróleo de China. Las importaciones chinas a Rusia han aumentado más del 60% desde el comienzo de la guerra, ya que el país ha podido suministrar a Rusia un flujo constante de bienes, incluidos automóviles y dispositivos electrónicos, llenando el vacío de las importaciones de bienes occidentales perdidas. El comercio entre Rusia y China alcanzó los 240.000 millones de dólares en 2023, un aumento de más del 64% desde 2021, antes de la guerra.

Sin embargo, la guerra ha intensificado la grave escasez de mano de obra. Al igual que Ucrania, Rusia sufre ahora una desesperada escasez de personal, aunque por razones diferentes. Incluso antes de la guerra, la fuerza laboral rusa se estaba reduciendo debido a causas demográficas naturales. Luego, al comienzo de la guerra en 2022, alrededor de tres cuartos de millón de trabajadores rusos y extranjeros, la clase media en TI, finanzas y gestión, abandonaron el país. Mientras tanto, el ejército ruso está reclutando a decenas de miles de hombres en edad de trabajar. Entre 10.000 y 30.000 trabajadores se unen al ejército cada mes, alrededor del 0,5 por ciento de la oferta total. Eso ha beneficiado a los trabajadores rusos que no están en las fuerzas armadas y tienen seguridad en el empleo, ya que los gerentes se muestran reacios a despedir a nadie.

Los salarios han aumentado en dos dígitos, la pobreza y el desempleo están en mínimos históricos. En los últimos tres trimestres, los salarios de los trabajadores con ingresos más bajos del país han aumentado más rápido que en cualquier otro segmento de la sociedad, registrando una tasa de crecimiento anual de alrededor del 20%. El gobierno está gastando masivamente en apoyo social para las familias, aumentos de pensiones, subsidios hipotecarios y compensaciones para los familiares de los que sirven en el ejército.

Pero la inflación se ha disparado y el rublo se ha depreciado significativamente frente al dólar, obligando al banco central ruso a elevar su tasa de interés a más del 20%.

Una economía de guerra significa que el Estado interviene e incluso anula la toma de decisiones del sector capitalista en beneficio del esfuerzo bélico nacional. La inversión estatal reemplaza a la inversión privada. Irónicamente, en el caso de Rusia esto se ha acelerado por la retirada de las empresas occidentales de los mercados rusos y por las sanciones. El Estado ruso ha absorbido entidades extranjeras y/o las ha revendido a capitalistas rusos comprometidos con el esfuerzo bélico.

El gasto en nuevas construcciones, equipos de alta tecnología y nuevos equipos alcanzó un máximo de 12 años de 14,4 billones de rublos (136.400 millones de dólares), un 10 por ciento más que el año anterior. La tasa de crecimiento de la inversión superó la tasa de crecimiento del PIB por un margen más amplio que en cualquier otro momento de los 15 años anteriores, según el Centro de Análisis Macroeconómico y Pronósticos a Corto Plazo con sede en Moscú.

Los principales destinos de las inversiones, hasta ahora inéditas, del país son la sustitución de importaciones, la infraestructura en el este y la producción militar. La ingeniería mecánica, que incluye la fabricación de productos metálicos terminados (armas), ordenadores, óptica y electrónica y equipos eléctricos, es uno de los sectores de mayor crecimiento de las inversiones.

Muchos economistas occidentales pronostican un colapso de la economía rusa, como lo vienen afirmando desde hace tres años. La aguda escasez de mano de obra, la inflación persistente y creciente causada por el aumento del gasto militar y las sanciones cada vez más severas provocarán, según se afirma, una crisis económica que obligará a Moscú a abandonar sus objetivos en Ucrania y a poner fin a la guerra en términos más aceptables para Kiev y sus aliados.

Muchos analistas han atribuido estas señales de sobrecalentamiento al elevado gasto en la guerra en Ucrania, señalando un gasto militar récord que se espera que haya alcanzado más del 7% del PIB en 2024. Como se espera que el gasto en defensa aumente casi un 25% este año, lo que representa alrededor del 40% del gasto del gobierno federal, algunos han planteado la posibilidad de que Rusia caiga en una «estanflación», que combina una alta inflación con un crecimiento bajo o nulo.

Pero a pesar de librar la guerra más intensa en Europa desde 1945, Moscú ha logrado financiarla con modestos déficits presupuestarios de entre el 1,5 y el 2,9% del PIB desde 2022. Como resultado, el Kremlin apenas ha tenido que endeudarse para financiar la guerra. Los ingresos fiscales generados por la actividad interna se han disparado desde que comenzó la guerra. Con alrededor del 15% del PIB, Rusia tiene la relación deuda estatal/PIB más baja de las economías del G20. Por lo tanto, a pesar de estar aislada de la mayoría de las fuentes externas de capital, Rusia sigue siendo más que capaz de financiar la inversión interna y el gasto público con sus propios recursos.

En los últimos dos años, Rusia ha registrado un superávit en su cuenta corriente de alrededor del 2,5% del PIB. Mientras Rusia pueda seguir exportando grandes volúmenes de petróleo, es poco probable que esto cambie. Los ingresos de Rusia por petróleo y gas aumentaron un 26% el año pasado hasta los 108.000 millones de dólares, incluso cuando la producción diaria de condensado de petróleo y gas disminuyó en 2024 en un 2,8%, según funcionarios del gobierno ruso citados por Reuters. A pesar de seguir siendo el país más sancionado del mundo en 2024, Rusia exportó un récord de 33,6 millones de toneladas de gas natural licuado (GNL) ese año, lo que supone un aumento del 4% respecto al año anterior.

El Instituto de Finanzas Internacionales (IIF) ha pronosticado una disminución del precio de equilibrio fiscal del petróleo (la cantidad necesaria para equilibrar el gasto presupuestario) de Rusia a 77 dólares por barril para 2025, respaldada por una recuperación de los ingresos del petróleo y el gas. Al mismo tiempo, el precio de equilibrio externo del petróleo (el precio necesario para equilibrar la cuenta corriente externa), de 41 dólares por barril, es el segundo más bajo entre los principales exportadores de hidrocarburos. Eso significa que el precio actual del petróleo de los Urales supera con creces esos puntos de equilibrio.

Pero ninguna de estas inversiones en «economía de guerra» apoyará el crecimiento de la productividad de Rusia a largo plazo. La economía de guerra de Rusia volverá a la acumulación capitalista cuando termine la guerra. Y la economía rusa sigue estando fundamentalmente vinculada a los recursos naturales. Depende de la extracción más que de la fabricación. La producción bélica es básicamente improductiva para la acumulación de capital a largo plazo. Rusia sigue estando tecnológicamente atrasada y depende de las importaciones de alta tecnología. Incluso con estímulos fiscales masivos, todavía no ha producido tecnologías aptas para un mercado de exportación competitivo más allá de las armas y la energía nuclear, con las primeras ya aprobadas y la segunda a punto de serlo. Rusia no es un actor sustancial en ninguna de las tecnologías de vanguardia, desde la inteligencia artificial hasta la biotecnología.

La crisis demográfica, la calidad cada vez menor de la educación universitaria, la ruptura de los vínculos con las escuelas internacionales y la fuga de cerebros exacerban estos problemas. Es probable que la brecha tecnológica se amplíe, y Rusia dependerá cada vez más de las importaciones chinas y de la ingeniería inversa (copia). El crecimiento potencial del PIB real de Rusia probablemente no supere el 1,5% anual, ya que el crecimiento está limitado por el envejecimiento y la disminución de la población y las bajas tasas de inversión y productividad.

La economía de guerra rusa está bien situada para continuar la guerra durante varios años más si es necesario, pero cuando la guerra termine, Putin puede enfrentarse a una caída significativa de la producción y el empleo. El mensaje subyacente es que la debilidad de la inversión, la productividad y la rentabilidad del capital ruso, incluso excluyendo las sanciones, significa que Rusia seguirá siendo económicamente débil durante el resto de esta década.

El presidente Trump ha declarado que busca un acuerdo de paz mediante negociaciones directas con Rusia, lo que significaría el fin del apoyo financiero y militar de Estados Unidos a Ucrania. Los actuales dirigentes ucranianos se oponen a cualquier acuerdo que suponga la pérdida de territorio y cualquier veto a la futura adhesión a la OTAN. Los dirigentes europeos han declarado que respaldarán a Ucrania y seguirán financiando la guerra y proporcionando apoyo militar.

Trump quiere recuperar lo que el gobierno estadounidense ha gastado hasta ahora en Ucrania, así como garantías para futuros gastos destinados a reconstruir la economía. Se ha quejado de las enormes transferencias de fondos a Ucrania sin justificar. Esto es una desinformación. La mayor parte de los fondos que Estados Unidos asignó a Ucrania se quedaron en el país para financiar la base industrial de defensa nacional y reponer los arsenales estadounidenses. Los fabricantes de armas estadounidenses están obteniendo enormes beneficios de esta guerra.

Ahora Trump exige que Ucrania ceda a Estados Unidos el 50% de sus derechos sobre los minerales de «tierras raras» a cambio de que entregue los 500.000 millones de dólares necesarios para la reconstrucción de posguerra. Trump: «Quiero que nos den algo por todo el dinero que hemos aportado y voy a intentar que se resuelva la guerra y que se acabe con toda esa muerte. Pedimos tierras raras y petróleo, todo lo que podamos conseguir». Como dijo el senador estadounidense Lindsey Graham: «Esta guerra es por dinero… El país más rico de toda Europa en minerales de tierras raras es Ucrania, con un valor de entre dos y siete billones de dólares... Así que Donald Trump va a hacer un trato para recuperar nuestro dinero, para enriquecernos con minerales raros…» El problema es que aproximadamente la mitad de estos depósitos (con un valor de entre 10 y 12 billones de dólares) se encuentran en zonas controladas por Rusia.

Todo esto es sólo otro indicio de que los activos de Ucrania van a ser repartidos por las potencias occidentales. El mes pasado, el presidente ucraniano Zelenskyy firmó una nueva ley que amplía la privatización de los bancos estatales en el país. Esto sigue al anuncio del gobierno ucraniano en julio de su programa «Privatización a Gran Escala 2024», que pretende impulsar la inversión extranjera en el país y recaudar dinero para el atribulado presupuesto nacional de Ucrania. Entre los grandes activos que se prevé privatizar actualmente se encuentran el mayor productor de mineral de titanio del país, un productor líder de productos de hormigón y una planta de minería y procesamiento. Ucrania previó privatizar las aproximadamente 3.500 empresas estatales del país en una ley de 2018, que decía que los ciudadanos y las empresas extranjeras podrían convertirse en propietarios. Cientos de empresas de menor escala están siendo privatizadas ahora, generando ingresos de 9.600 millones de UAH (181 millones de libras esterlinas) en los últimos dos años. Se trata de un subprograma de siete años denominado SOERA (actividad de reforma de las empresas estatales en Ucrania), financiado por USAID y con el Ministerio de Asuntos Exteriores del Reino Unido como socio menor. SOERA trabaja para “promover la privatización de determinadas empresas estatales y desarrollar un modelo de gestión estratégica para aquellas que permanezcan en propiedad estatal”.

El capital británico también se está relamiendo. Documentos del Ministerio de Asuntos Exteriores británico publicados recientemente señalan que la guerra ofrece “oportunidades” para que Ucrania implemente “algunas reformas de enorme importancia”. “El Reino Unido espera que las empresas británicas obtengan beneficios de la reconstrucción de Ucrania”, observa un informe sobre la ayuda británica a Ucrania elaborado a principios de este año por el organismo de control de la ayuda, ICAI.

La invasión de Putin ha llevado al pueblo ucraniano a manos de un gobierno pro libre mercado y antilaboral que permitirá al capital occidental apoderarse de los activos de Ucrania y explotar su reducida fuerza laboral. Tal vez eso era inevitable: de los oligarcas prorrusos y prooccidentales de antes de la guerra, al capital occidental de ahora.

La guerra no sólo ha destruido a Ucrania, sino que ha debilitado gravemente la economía europea, ya que los costes de producción se han disparado con la pérdida de las importaciones de energía barata de Rusia. Pero parece que los líderes europeos quieren continuar la guerra incluso si Trump se retira. Están luchando desesperadamente por conseguir fondos para hacerlo y para proporcionar más ayuda militar al asediado gobierno ucraniano. Algunos líderes están proponiendo enviar tropas a Ucrania. Así que «guerra, no paz».

Igual de mala es la decisión de la OTAN y de los principales líderes de Europa de duplicar el gasto en defensa, que para finales de la década representa un promedio del 1,9% del PIB, supuestamente para resistir los inminentes ataques rusos si Putin logra la paz este año. Esta decisión se justifica de forma ridícula con el argumento de que el gasto en “defensa” “es el mayor beneficio público de todos” ( Bronwen Maddox, directora de Chatham House, el “think-tank” de relaciones internacionales que principalmente presenta las opiniones del estado militar británico). Maddox concluyó que: “el Reino Unido puede tener que endeudarse más para pagar el gasto en defensa que necesita tan urgentemente. En el próximo año y más allá, los políticos tendrán que prepararse para recuperar dinero mediante recortes a los beneficios por enfermedad, las pensiones y la atención médica… Al final, los políticos tendrán que persuadir a los votantes para que renuncien a parte de sus beneficios para pagar la defensa”. El mismo mensaje nos llega del líder del partido ganador en las elecciones alemanas.

Esto significará una enorme desviación de las inversiones en servicios y prestaciones públicas muy necesarios y en inversiones tecnológicas hacia una producción de armas improductiva y destructiva, lo que genera una enorme incertidumbre sobre el futuro de Europa como entidad económica líder durante el resto de esta década y más allá.

FUENTE CEPRID https://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2963

Por Alberto Cruz

CEPRID

La mal llamada Unión Europea, cada vez más desunida, es en estos momentos cualquier cosa menos “democrática”. Ya no esconde su miedo, ni sus filias neonazis, ni su deriva belicista con perogrulladas estériles como “los valores democráticos” y todas esas historias para niños tan habituales hasta hace nada. El plan de rearme que ha presentado la presidenta del Consejo Europeo de 800.000 millones de euros para “la defensa” indica que la población europea va a ser sacrificada en aras de la guerra y del lucro de los de siempre.

No es un decir, es una realidad porque lo primero que recoge ese plan es derogar el Plan de Estabilidad y Crecimiento, aprobado inicialmente en 1997 y cuya última modificación es de 2023, nunca implementado en su totalidad. Eso significa, lisa y claramente, la derogación oficial de la llamada «Europa social». Porque en el plan de Von der Leyen se prevé que 650.000 millones de esos 800.000 reclamados para armas salgan de ahí (1).

Durante años los plutócratas de Bruselas han impuesto políticas de austeridad draconianas, recortado servicios públicos, atención sanitaria, educación y bienestar, todo en nombre del sagrado equilibrio presupuestario. Destruyeron países como Grecia en ello (y la supuesta izquierda se dejó degollar en aras del altar de sacrificios europeo). Y ahora todas las restricciones, esas políticas de austeridad, no se van a aplicar para las armas pero se mantienen para todo lo demás, es decir, no habrá ninguna mejora en la vida de los pueblos europeos. Lo que sorprende es la nula oposición popular a ello. El nivel de sumisión de la población europea, con muy escasas excepciones que vienen más del espectro más derechista que de los supuestos progresistas. Vivir para ver.

Los datos sobre el declive inexorable europeo se multiplican, pero no hay reacción. Lo penúltimo es que la organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) acaba de publicar un estudio afirmando que «las sanciones contra Rusia provocarán un fuerte aumento del déficit de pescado en la UE por el aumento de precios y la grave escasez de productos pesqueros populares» (2). Porque el grado de estupidez de los “dirigentes” europeos llega hasta el extremo de que, como en Alemania, se imponen sanciones al abadejo (una especie de bacalao) y que se pesca sobre todo el aguas rusas. La rusofobia patológica de Europa se manifiesta en cosas como estas, sin sentido alguno: en Alemania es muy popular una comida de palitos de pescado (Alaskan saithe), de los que se consumen ni más ni menos que 5’2 millones de unidades diarias, cuya materia prima es el abadejo que se captura en aguas rusas desde hace mucho tiempo. Como esas aguas están cerca de Alaska, en Alemania decidieron evitar la referencia a Rusia y por eso lleva el nombre que lleva. Pero eso no cambia el origen.

Pues bien, los plutócratas europeos han vuelto a tomar psicotrópicos y, por iniciativa de Alemania, han decidió en 2023 incluir el abadejo en los paquetes de sanciones contra Rusia (y van 16 ya). El simple anuncio hizo que el precio de esta comida popular haya subido el 42%. Eso ya de por sí es grave, pero lo es más cómo ha repercutido no solo en la industria pesquera, como reconoce ahora el informe de la FAO, sino que está empezando a desaparecer de los mercados y del consumo popular. Añádase a eso la larga lista de empresas alemanas que están paradas o han quebrado: Agfa, Polaroid, Praktiker, Hertie, Karstadt, Kaufhof, KaDeWe, Body Shop, Woolwort, Varta. Eso por no hablar de la industria automovilística, toda en decadencia (incluso la hasta ahora intocable Mercedes Benz ha decidido despedir a 12.000 trabajadores, que se suman a los despidos en Volkswagen, en Audi, etc.), y la situación de toda Europa en el pelotón de cola de la manufactura industrial. Hoy día Alemania se sitúa en el puesto 32 del mundo en manufactura industrial, por debajo de países como Colombia, Indonesia, Tailandia, o Malasia.

No es el único país europeo que está tan abajo: solo hay dos países, España y Polonia, que superan la media mundial que se considera idóneo para el crecimiento de un país y que se sitúa en el índice 50. La media de la eurozona está en estos momentos en el 46 mientras que el país que lidera este índice, India, está en el 58.

Teniendo en cuenta estos datos, es curioso que la presidenta de la UE haya acudido recientemente a India a pedir que este país se sume a la campaña contra Rusia (27 y 28 de febrero). Formalmente la visita a India era para tratar de la posible firma de un acuerdo de libre comercio, el acceso de los productos europeos -que se enfrentan a unos aranceles altos impuestos por India para los automóviles y el vino, por ejemplo- y, lo más importante, que India colabore en las sanciones contra Rusia. Mostrando su nivel intelectual, Von der Leyen dijo que «la guerra de Rusia en Ucrania amenaza a la India no menos que a Europa». El nivel intelectual de la “dirigencia europea” no llega al nivel del asa de un cubo cuando dice esto habiendo sancionado a empresas indias “por intentar eludir las sanciones”. Colonialismo en estado puro.

Cuando India lidera estadísticas como la del sector manufacturero mientras la UE está hundida, decir esto es una perfecta estupidez que indica a todo el mundo el nivel intelectual que hay hoy en Europa. Sobre todo porque India ha demostrado en estos tres años que lleva el conflicto ucraniano, ese que da tanto miedo a los plutócratas, que los recursos energéticos rusos son vitales para ella. Justo lo contrario que han hecho los vasallos europeos, que han aceptado la presión de EEUU y se han desindustrializado.

Pensar el que el zombi en que se ha convertido ahora la Unión Europea puede presionar a India es de locos, pero este es el nivel, además de hacer una demostración práctica de una total ignorancia sobre India, una ignorancia colonial: el primer país que visitó Modi tras su reelección como presidente el año pasado fue a Rusia. Es más, en la respuesta oficial de India a la pretensión europea de que se sumase a las sanciones contra Rusia no deja lugar a la duda: “India no reconoce las sanciones y no tiene intención de cambiar su política. Las sanciones no son un método diplomático a menos que sean introducidas por las Naciones Unidas».

Es sangrante que mientras la ciudadanía europea se enfrenta a una crisis económica sin precedentes -de la que Alemania es el exponente más claro-, con una inflación galopante y un poder adquisitivo en caída libre, el zombi europeo hable tan alegremente de miles de millones para armas. Para armas, no para mantequilla. Y los llamados «socialdemócratas» europeos lo apoyan reforzando tal aberración con un llamamiento «Por una Europa libre y fuerte», mientras en el Estado español la gente de Sumar dice que cuestionar todo esto (el armamentismo, la OTAN y demás) es «un eslogan del siglo pasado».

¿Una Europa fuerte sin sanidad, sin educación, sin pensiones… sin europeos? Bueno, está bien. La pobreza, el desempleo, la crisis energética provocada por el abandono de las muy baratas fuentes energéticas rusas han surgido como las setas, o mejor, como pasa la luz por el cristal: sin tocarlo ni mancharlo.

Desde febrero de 2022 nos hemos desayunado, comido y cenado con que se nos decía que Putin se moría, que los soldados rusos robaban las lavadoras en el Donbás para recuperar los chips, que peleaban con palas y caballos, que tenían los calcetines agujereados, que se quedaban sin tanques y sin misiles y muchas cosas por el estilo y, pese a todo eso, son un peligro que nos amenaza por lo que hay que responder con 800.000 millones de euros en armas y evitar ese peligro.

El intento de recuperar protagonismo

Esto no es casual. Viene precedido de varios movimientos que indican cómo Europa tiene miedo a la irrelevancia y los plutócratas creen que así recuperarán protagonismo. Hace tiempo que está en la irrelevancia, como fiel vasallo de su señor estadounidense, pero desde la victoria de Trump en las elecciones de EEUU ese sentimiento ha aflorado sin traba alguna. Fue el esperpéntico Secretario General de la OTAN quien dijo por primera vez en diciembre del año pasado, que se gastaba mucho en pensiones, sanidad y bienestar social vario y que eso tenía que ir para la guerra. Cuando Trump, ya presidente, decidió iniciar conversaciones con Rusia para normalizar relaciones – la paz en Ucrania aún está muy lejos – Europa entró en pánico total y ha decidido dar el salto hacia el abismo.

Fue Gran Bretaña la que inició el movimiento convocando una reunión en Londres el día siguiente a la histórica reprimenda pública que sufrió Zelenski en EEUU. Una reunión grotesca donde se vio a un personaje como este flanqueado por los «líderes» de las potencias neocoloniales en decadencia vendiendo un circo de «lucha por la democracia y contra el totalitarismo». No era solo una reunión para apoyar a este sujeto, sino contra Trump. Estuvieron presentes presentes varios países europeos, pero contando con y actuando para los demócratas estadounidenses, para Soros, para los Rothschild, para los BlackRock. La convicción que existía hasta ese momento de que al zombi europeo le interesa provocar un conflicto a Trump alargando la guerra en Ucrania hasta 2026 para dar tiempo a que los demócratas recuperen el Congreso y el Senado en EEUU se convertía en certeza.

La actitud de Zelenski en la reunión con Trump solo podía tener una explicación: los países europeos (Francia, Gran Bretaña y Alemania, sobre todo) le habían convencido para que volase todos los puentes con Trump garantizándole protección dado que las visitas previas de Macron y Stramer a Trump no condujeron al objetivo principal: que EEUU proporcionase garantías de seguridad a las «fuerzas de paz» británico-francesas en Ucrania. En su loca cabeza, un hipotético ataque ruso a esas fuerzas obligaría a EEUU, como garante, a atacar a Rusia. Es más que probable que a eso fuera a lo que refería Trump cuando acusó a Zelenski de provocar la III Guerra Mundial. Trump será un bocazas, pero no es un imbécil. Y menos quienes le asesoran. De ahí también que Trump hubiese dicho, antes y después, que las «fuerzas de paz» son asunto de Europa.

Como mínimo, Macron y Starmer querían obligar a EEUU a interrumpir las negociaciones bilaterales con Rusia. Esa fue otra de las pretensiones de Zelenski en esa histórica reunión de la que salió vapuleado. No es casualidad que Trump se comunicara con Macron y Starmer de una manera manifiestamente poco ceremoniosa, especialmente a Macron, a quien no recibió sino que fue una empleada del servicio de protocolo. Y a Starmer le espetó, también públicamente, que si la valiente y audaz Gran Bretaña podría enfrentarse sola a Rusia.

Europa está al borde del abismo. Está haciendo lo posible y lo imposible para descarrillar cualquier acuerdo de paz, por lejana que esté, porque se ha convertido en un actor irrelevante, un extra en política internacional. Ya ni siquiera es un actor de reparto.

Porque es imposible no notar las contradicciones más obvias de todo este esperpento: Gran Bretaña, un país que ya no pertenece al zombi conocido como Unión Europea, ejerce como eje y mando de todo el resto de países europeos con ideas absurdas como crear una «tregua temporal» para salvar lo que queda del ejército neonazi, y luego bombear rápidamente armas al país mientras se celebran oficialmente «conversaciones de paz» y posicionar a sus escuálidos ejércitos en Ucrania en un intento de cambiar el equilibrio de poder sobre el terreno. Todo esto, no hace falta decirlo, se basa en la esperanza de que EEUU mantenga su compromiso de “cubrir” todo el escenario europeo con su fuerza nuclear.

Es un plan de niños o mejor, de locos, sin posibilidad alguna. Pero como son burros con anteojeras solo se ven a sí mismos y a su paranoia antirrusa. Están presos de sus propias narrativas sin ver que Rusia los ve y que no está jugando en una reunión de niños: justo cuando terminaba la reunión de Londres bombardeó un carguero que transportaba armas británicas desde Turquía.

Esto tiene que ver con la historieta de Macron, que intenta quitar protagonismo al británico Starmer, diciendo que «como primer paso hacia la paz tiene que haber una tregua en el aire, en el mar y en relación con la infraestructura energética». Da por hecho que los rusos son estúpidos y que van a renunciar a sus ventajas en el aire y en el mar, por donde llega una parte importante del suministro de armas a los neonazis, como ha quedado claro con este ataque. Y que la infraestructura energética no es vital para lo que queda de fuerza militar de los neonazis.

Por alguna razón que se me escapa, salvo que una tregua solo favorece a quien se retira, esto de la tregua no lo propuso Occidente cuando los rusos se retiraron de Jarkov y Jerson o en los primeros días de la «operación Kursk» (donde, por cierto, los rusos ya han recuperado el 75% del territorio que lograron ocupar los neonazis).

Europa sabe que su mundo, ese que manejaban (en lo que la dejaba EEUU) ya no existe. Ha sido cómplice de la expansión de la OTAN, lo que desencadenó el conflicto, ha sido cómplice de la enemistad con China (lo de los aranceles a los coches eléctricos ha sido la puntilla a la industria europea, como comentaba más arriba), ha apoyado el genocidio en Gaza, ha llevado a sus países a la recesión y todo por seguir como fiel vasallo a EEUU. Pero ahora EEUU está a otra cosa y Europa se ha quedado con el culo al aire. Y ha visto su desnudez y ha entrado en pánico.

Notas

(1) https://ec.europa.eu/commission/presscorner/detail/sv/statement_25_673

(2) https://openknowledge.fao.org/server/api/core/bitstreams/f12f4e9b-15c8-4466-8cc2-aa50596e9818/content

Alberto Cruz es periodista, politólogo y escritor. Su nuevo libro es “Las brujas de la noche. El 46 Regimiento “Taman” de aviadoras soviéticas en la II Guerra Mundial”, editado por La Caída con la colaboración del CEPRID y que ya va por la tercera edición.

albercruz@eresmas.com

FUENTE CEPRID: https://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2967

Las opiniones del autor no representan necesariamente las de Dossier Geopolitico

Por Pepe Escobar

Putin nunca sacrificará las demandas de “indivisibilidad de la seguridad” que Rusia planteó a Washington en diciembre de 2021 y que no recibieron respuesta alguna.

El “alto el fuego” anunciado con su característica grandilocuencia por el equipo de Trump 2.0 debería verse como un kabuki de mal gusto dentro de una matrioska barata.

A medida que vamos quitando las máscaras sucesivas, la última que queda en el interior de la matrioska es una pequeña bailarina travesti despierta: una Minsk 3 disfrazada de drag.

Ahora es el momento de un nuevo “alto el fuego”: el presidente Putin, solo en uniforme por segunda vez desde el inicio de la SMO, muy serio, visita la línea del frente en Kursk.

Finalmente, la clave para la verdadera operación de desprendimiento: la conferencia de prensa de Putin después de su reunión con Lukashenko en Moscú.

¿Alto el fuego? Por supuesto. Lo apoyamos. Y luego, metódica y diplomáticamente, el presidente ruso, con un estilo Caravaggio, aplicó un claroscuro total a cada detalle geopolítico y militar de la estrategia estadounidense. Una deconstrucción artística y consumada.

Resultado final: la pelota vuelve a estar en manos de Donald Trump. Dicho sea de paso, el líder del Imperio del Caos, en proceso de renovación, no tiene (la cursiva es mía) la última palabra.

El arte del matiz diplomático

Así es como funciona la diplomacia al más alto nivel: algo fuera del alcance de los patanes norteamericanos como Rubio.

Putin tuvo la gentileza de agradecer “al presidente de los Estados Unidos, el señor Trump, por prestar tanta atención a la resolución del conflicto”.

Al fin y al cabo, los estadounidenses también parecen estar implicados en “lograr una noble misión, una misión para detener las hostilidades y la pérdida de vidas humanas”.

Luego pasó al grano: “Este alto el fuego debería conducir a una paz duradera y eliminar las causas iniciales de esta crisis”.

Como en todos los casos, Rusia deberá satisfacer sus imperativos clave, ampliamente conocidos desde al menos junio de 2024. Al fin y al cabo, es Rusia quien está ganando la guerra en el campo de batalla, no Estados Unidos, ni la ya fragmentada OTAN, ni mucho menos Ucrania.

Putin se mantuvo firme respecto del alto el fuego: “Estamos a favor”.

Pero hay matices; una vez más, se llama diplomacia. Empezando por la verificación, posiblemente el núcleo del razonamiento de Putin:

¿Cómo se usarán estos 30 días? ¿Para continuar la movilización forzada en Ucrania? ¿Para recibir más armas? ¿Para entrenar a las unidades recién movilizadas? ¿O no se hará nada de esto?

¿Cómo se resolverán los problemas de control y verificación? ¿Cómo podemos garantizar que nada de esto ocurra? ¿Cómo se organizará el control?

Espero que todos entiendan esto con sentido común. Son asuntos muy serios.

No: la eurocracia colectiva, sumida en una rusofobia demente, no entiende el “sentido común”.

Una vez más, Putin se remitió diplomáticamente a la «necesidad de colaborar con nuestros socios estadounidenses. Quizás hable con el presidente Trump».

Así que habrá otra llamada telefónica pronto.

Trump, por su parte, perennemente flotando en las nubes de grandilocuencia, ya aplicó su “influencia” en las negociaciones, incluso antes de la respuesta detallada de Putin al kabuki del alto el fuego.

Intensificó las sanciones al petróleo, al gas y al sector bancario de Rusia, permitiendo que la exención a las ventas de petróleo ruso expire esta semana.

Esto significa en la práctica que los vasallos de la UE y otros “aliados” de ese tipo ya no pueden comprar petróleo ruso sin evadir las sanciones estadounidenses.

Incluso antes de eso, elementos de la banda criminal de Kiev pedían más sanciones contra Rusia como parte de un plan de «paz». Trump, obviamente, accedió, eludiendo una vez más la diplomacia básica. Solo aquellos con un coeficiente intelectual inferior a cero pueden creer que Moscú apoyará un alto el fuego/»proceso de paz» donde se le sancione por intentar poner fin a una guerra que, de hecho, está ganando en el campo de batalla, desde el Donbás hasta Kursk.

Las sanciones deberán ser el eje central de las posibles negociaciones entre Estados Unidos y Rusia. Al menos una parte de esos miles tendrá que desaparecer desde el principio. Lo mismo ocurre con los aproximadamente 300.000 millones de dólares en activos rusos «incautados» (es decir, robados), la mayoría de los cuales se encuentran en Bruselas.

Anexo, luego existo

El cuadro de alto el fuego de Caravaggio realizado por Putin revela que no tiene absolutamente ningún interés en antagonizar al notoriamente volcánico Trump, o en poner en peligro la posibilidad de una distensión entre Estados Unidos y Rusia en ciernes.

En cuanto a Kiev y los euro-chihuahuas, permanecen en el menú, y no en la mesa.

Como era de esperar, los principales medios de comunicación occidentales, como una ola de detritos tóxicos que golpea una costa prístina, están haciendo girar la idea de que Putin dijo “Nyet” a la táctica del cese del fuego como preludio para frustrar cualquier negociación al respecto.

Estos especímenes no entenderían el significado de “diplomacia” ni siquiera si fuera un cometa perforando el cielo.

En cuanto a la historia sobre los británicos “ayudando” a los estadounidenses y a los ucranianos a urdir la táctica del cese del fuego, eso ni siquiera puede considerarse un sketch de mala calidad de Monty Python.

Las clases dirigentes británicas, el MI6, sus medios de comunicación y centros de investigación, simplemente aborrecen cualquier negociación. Están en guerra frontal con Rusia, y su plan A —no hay plan B— sigue siendo el mismo: infligir una «derrota estratégica» a Moscú, como bien sabe el SVR.

El meollo del asunto es el Mar Negro. El análisis de Vladimir Karasev, según explicó a TASS, es acertado: «Los británicos ya han entrado en la ciudad de Odesa, que consideran un lugar clave. Sus servicios especiales están muy involucrados allí. Los británicos no ocultan su deseo de establecer una base naval en Odesa».

Odessa forma parte del amplio menú de recursos de Ucrania, en tesis, ya entregados a los británicos en virtud del turbio –y completamente ilegal– acuerdo de 100 años firmado entre Starmer y la sudadera sudorosa de Kiev.

Según las notas al pie del turbio acuerdo y de la nota «hecha en la sombra», Zelensky ya entregó a los británicos todo tipo de control sobre minerales, plantas de energía nuclear, instalaciones subterráneas de almacenamiento de gas, puertos clave (incluido Odessa) y plantas de energía hidroeléctrica.

En cuanto a la saga de minerales y tierras raras en curso en 404, o lo que quede de ella, los británicos compiten ferozmente con los estadounidenses. La CIA, obviamente, está al tanto. Todo esto se va a complicar enseguida.

Un debate serio en círculos bien informados de Moscú es que Putin jamás sacrificará las exigencias de «indivisibilidad de la seguridad» que Rusia planteó a Washington en diciembre de 2021, y que no obtuvo respuesta. La OTAN, por supuesto, jamás las aceptará. La decisión final la tendrá que tomar el presidente de Estados Unidos.

Y eso nos lleva al papel finalmente patético de la OTAN, ilustrado gráficamente por el Presidente de Estados Unidos, en la Oficina Oval, expandiendo alegremente su impulso para anexar tanto a Canadá como a Groenlandia (ambos parte de la OTAN) justo en frente del lamentable títere holandés Tutti Frutti o-Rutti, el Secretario General de la OTAN.

Aquella losa amorfa de rancio queso gouda holandés no sólo no dijo ni pío sobre las anexiones: brillaba como un bebé delante de Trump.

Eso fue la OTAN al desnudo: la Voz de su Amo gobierna a su antojo, y decida lo que decida, incluso la «seguridad» y la integridad territorial de los Estados miembros podrían estar en peligro. Así que vuelvan a jugar en su arenero. Adelante, a la próxima llamada telefónica entre Putin y Trump.

FUENTE : https://strategic-culture.su/news/2025/03/14/putin-peels-off-masks-of-the-ceasefire-kabuki/

Las opiniones de los colaboradores individuales no representan necesariamente las de la Fundación Cultura Estratégica y las de DOSSIER GEOPOLITICO/

Por Sergio Rodríguez Gelfenstein

Si la conquista y colonización forzada fue una desgracia para los pueblos del sur, el que a vastas regiones de América hayan llegado los españoles primero que otras potencias coloniales fue una doble desgracia. A finales del siglo XV, España se encontraba en un proceso de transición hacia la Edad Moderna, marchando a la zaga de buena parte de Europa en este sentido.

La culminación de la Reconquista a fines del siglo XV tuvo como resultado la expulsión violenta de los musulmanes de la península ibérica y la convergencia política y territorial de las principales coronas españolas, las de Castilla y Aragón. A esa unión monárquica se incorporaron poco después otros reinos lográndo así la completa unión peninsular hispánica, o ibérica, en el marco de una monarquía común.

El título de Católicos concedido a los reyes de España por el papa Alejandro VI en 1496,  hizo referencia en su momento a la concreta adscripción religiosa de la monarquía y a su defensa de la fe católica. Con ello, los procesos de conquista y colonización se realizaron no solo en nombre de un poder político, también de un poder divino. Ambos fueron usados para desatar el peor genocidio cometido jamás en la historia de la humanidad. 

Así, la historia nos enseña con lujo de detalles, lo que hizo esa raza maldita venida de allende los mares. Tal vez no sería correcto culpar a los españoles de hoy de los desmanes que cometieron sus antepasados, salvo porque lo siguen reivindicando como si fuera un pretérito glorioso que además niega la consumación del asesinato de  alrededor de 56 millones de seres humanos, el 90% de la población del Abya Yala de entonces.

Después de 332 años de ocupación salvaje fueron derrotados y se tuvieron que ir. Pero aun se quedaron en Cuba y Puerto Rico por 74 años más. Todo esto vino a mi mente cuando leí que el actual presidente del gobierno español Pedro Sánchez, intentando rechazar las recientes medidas tomadas contra Europa por la administración del presidente Donald Trump,  dijera palabras más, palabras menos, que buena parte de la riqueza de Estados Unidos había sido obtenida gracias a Europa… y vaya que España ha jugado un papel relevante en ese sentido. Lo que extraña es que sus líderes lo reivindiquen como algo positivo.

Ya  en febrero de 1819, España cedió gustosamente a Estados Unidos los territorios de Florida y Oregón y la navegación por el río Misisipi  a cambio de que Washington la apoyara en su lucha contra los independentistas del sur. A través del Tratado Adams-Onis o Tratado Transcontinental, España aceptó algunas migajas, entre otras que Estados Unidos “respetará” su posesión de Texas y los límites de California. Sabemos lo que ocurrió después con estos territorios, que incrementaron la “riqueza” de Estados Unidos. Pero el secretario de Estado John Quincy Adams, posteriormente presidente de Estados Unidos ni siquiera aceptó hacer una promesa formal,  se limitó solo a una declaración verbal  sobre estos asuntos. 

Mucho antes, por lo menos desde 1801, Estados Unidos había mostrado su interés en apoderarse de Cuba. Algunas décadas después, una vez más, España acudió gustosa a incrementar la riqueza de Estados Unidos. En diciembre de 1898, una España acostumbrada a que se le impusieran acuerdos ignominiosos, firmó con Estados Unidos el Tratado de París mediante el cual renunció a la “soberanía y propiedad de Cuba” al tiempo que cedía -en favor de la riqueza de Estados Unidos-  Puerto Rico, las islas Guam y el archipiélago de las Filipinas. Claro, España permitió que Estados Unidos se introdujera en la guerra de independencia de Cuba cuando los irredentos mambises tenían prácticamente ganada la contienda. 

En el artículo 7 del tratado, España renunciaba a todo reclamo de indemnización de “cualquier género” y en el artículo 8 entregaba todas sus haciendas y patrimonios en estos territorios. Es tan grande la estulticia y la cobardía de las élites españolas a lo largo de la historia que el Tratado de París en su artículo 16 dice textualmente: “Queda entendido que cualquier obligación aceptada en este Tratado por los Estados Unidos con respecto a Cuba está limitada  al tiempo que dure su ocupación en esta isla; pero al terminar dicha ocupación aconsejarán al gobierno que se establezca en la isla que acepte las mismas obligaciones”.

Así, en 1901 se estableció la Enmienda Platt que fue incorporada a la Constitución de Cuba limitando su independencia y entronizando un sistema neocolonial para el control y dominio de la isla. Este engendro tuvo “validez” hasta 1934, pero desapareció en realidad  del horizonte político de Cuba, con el triunfo de la revolución en 1959. El Tratado de París fue una gran contribución de  España -una vez más- para aumentar la riqueza de Estados Unidos, tan necesitado de ello.

Siguiendo su práctica entreguista, años después, en 1975, España ya ni siquiera sin firmar un tratado, entregó su posesión en el Sahara Occidental a la putrefacta monarquía marroquí. Parecía que su absoluta carencia de dignidad manifestada en favor de Estados Unidos, también se expresaría en África en apoyo a otros entes que también “necesitaban” la ayuda de Europa para incrementar su riqueza. En noviembre de ese año a través de la Operación Golondrina prepararon la evacuación urgente del territorio saharaui de las fuerzas armadas hasta entonces ocupantes y sus propiedades.

A través de un oscuro personaje llamado José Solís, España le manifestó al monarca alauita de Marruecos, Hassan II, su disposición de abandonar el Sahara de inmediato, solo a cambio de que Marruecos “cubriera las formas y salvara los compromisos de España” y que la monarquía borbónica estaba de acuerdo en que el Sahara pasara a estar bajo soberanía marroquí. Fue una actuación tan deshonrosa que hasta las propias fuerzas armadas españolas ocupantes la rechazaron. 

Después de eso, Hassan II y su hijo, el actual monarca, han tenido el dinero suficiente para comprar a las élites españolas, esta vez para contribuir a elevar su propia riqueza y la de otros líderes europeos necesitados de alimentar su pecunio personal. No se ha podido hacer nada, para cambiar la situación. La ignominia y la desvergüenza está presente en el ADN de las élites españolas sean estas monárquicas o políticas. Es una condición natural para su repulsiva existencia. 

A mediados del siglo pasado, cuando finalizó la segunda guerra mundial, Estados Unidos ideó el Plan Marshall que fue “vendido” como el esfuerzo de Washington para la reconstrucción de la Europa devastada por la guerra. En realidad, el Plan Marshall fue el instrumento mediante el cual – en medio de la guerra fría- Estados Unidos se compró Europa para confrontar a la Unión Soviética.

Pero una vez desaparecida ésta y finalizada la contienda ideológica del siglo XX, Europa dejó de ser necesaria para Washington. Sin embargo las élites atlantistas que han gobernado en ambos lados del océano durante los últimos 35 años, siguieron construyendo la ficción de que seguían siendo aliados, socios y amigos.

Hoy, cuando el presidente Trump está poniendo las cosas en su sitio, Europa está tomando nota de un carácter parásito y dependiente que la llevó a nutrir el poder de  Estados Unidos  en detrimento de sus propios pueblos. Ahora, constata que, como ciertos adminículos que se usan y se botan, Estados Unidos la está lanzando al estercolero de la historia de donde nunca más podrá salir.

Europa habida cuenta de la decisión de sus élites, es nadie, entre otras cosas porque no tiene ninguna riqueza material: dependía de Rusia para tener energía barata que le servía para  garantizar su desarrollo industrial y tecnológico y renunció a ello para -contribuyendo a la riqueza de Estados Unidos- comprarla tres veces más cara. Ahora, están sumidos en una profunda crisis económica de la que no saben cómo salir.

Depende de China para su intercambio económico, sobre todo desde 2021 cuando Beijing se transformó en su principal socio comercial y aún cuando en 2023 cedió ese sitial nuevamente a Estados Unidos, hoy, en medio de su crisis, se han visto obligados a recurrir al gigante asiático para no profundizar su dependencia de Washington.

Depende de Estados Unidos para su defensa. Ese sometimiento le salía muy barato mientras enarbolaban el fantasma de una probable invasión rusa que nunca ha ocurrido pero que las élites atlantistas de Washington “compraban” porque les interesaba. No obstante, cuando a partir de las más elementales normas del capitalismo, Trump se ha propuesto cobrar por el servicio prestado, se han desmoronado y no tienen respuesta por lo que han optado por exhibir su mediocridad con total desfachatez. 

Además, como no tienen una robusta industria militar propia, en el momento en que se han propuesto reforzar su potencial militar, tendrán que comprar armas en Estados Unidos -por lo menos en la primera etapa- contribuyendo de esa manera con la ampliación de la riqueza de Estados Unidos.

Si Pedro Sánchez cree que decirle esto a Trump, va a cambiar el estado de las cosas, solo expone su pequeñez mental, su carencia de comprensión de lo que está ocurriendo en el mundo y su insignificancia como político y estadista. 

No se podría esperar otra cosa de él habida cuenta de la sangre que corre por sus venas y el ADN de su estirpe … si lo sabremos nosotros aquí, en Nuestra América.

sergioro07.blogspot.com 

 Las opiniones de los colaboradores individuales no representan necesariamente las de DOSSIER GEOPOLITICO

Por Sergio Pintado de Sputnik que entrevista a Silvina Romano y a Carlos Pereyra Mele

Luego de 10 años, Luis Almagro culmina un ciclo al frente de la OEA marcado por la «sumisión total a Washington», el apoyo a un golpe de Estado en Bolivia y la amenaza de una invasión a Venezuela. Dos analistas consultados por Sputnik reflexionaron sobre cómo Almagro «llevó al límite» a la OEA como herramienta de EEUU contra los «díscolos».

Con la inminente elección de un nuevo secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), el uruguayo Luis Almagro se encamina a abandonar el puesto que ocupó durante una década y que lo tuvo como uno de los principales portavoces de las presiones de Washington contra los países latinoamericanos, incrementando el descrédito de una organización cada vez menos confiable.

Si bien Almagro llegó a la OEA impulsado, entre otros, por el Gobierno uruguayo de José Mujica (2010-2025) del que había sido canciller, pronto demostró su frecuente coincidencia con la política exterior estadounidense y, particularmente, con la agenda de Donald Trump, que alcanzó la Casa Blanca por primera vez poco después.

«Durante la gestión de Almagro se consolidaron algunas tendencias históricas de la OEA como la sumisión a EEUU, el principal ‘accionista’ de la organización. Pero, además, Almagro construyó una marca propia, muy personalista y en la línea del primer Gobierno de Trump y con el núcleo de republicanos afines a Trump en Miami», afirmó a Sputnik la politóloga argentina Silvina Romano.

La experta, una de las autoras del libro La OEA en tiempos de Almagro, admitió que la OEA siempre fue, desde su creación en 1948, un instrumento a través del cual Washington buscó imponer al resto del continente «su noción de la democracia y el desarrollo» y el american way of life. Aun así, consideró que el organismo aún era visto por algunos países como un instrumento «de diplomacia» que podía servir para la solución de controversias.

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Romano subrayó que Almagro «eliminó esa característica del organismo y en vez de hacer diplomacia ejerció el intervencionismo directo en la política interna de los países y generó discordia», lo que en definitiva es «todo lo contrario a lo que debería esperarse de un organismo interamericano».

Para la analista, el episodio «más bochornoso» de la gestión de Almagro se dio con el apoyo de la OEA al golpe de Estado en Bolivia en 2019, cuando el propio secretario general acusó al entonces presidente boliviano Evo Morales (2006-2019) de fraude electoral, sin datos fehacientes que sustentaran esa hipótesis.

«Almagro profundizó la inestabilidad y propició un golpe de Estado convencional puro y duro en Bolivia, con un legado de violencia, muertes y desinstitucionalización muy fuerte. La OEA es responsable de eso y todos esperábamos que Almagro tuviera que rendir cuentas, pero parece que se irá impune», afirmó Romano.

La analista también apuntó como otro de los puntos oscuros de la gestión Almagro el apoyo explícito a una posible intervención armada en Venezuela en 2018, con el objetivo de derrocar al presidente Nicolás Maduro. «Se plegó a EEUU en esa amenaza que prácticamente planteó una situación de guerra que hacía mucho no se veía en la región«, recordó.

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También en diálogo con Sputnik, el analista geopolítico Carlos Pereyra Mele definió al período de Almagro al frente de la OEA como una época de «sumisión total a las directivas de Washington» pero contextualizó esto dentro de la historia de una organización que nunca se apartó demasiado de ese camino.

Para el experto, el organismo tiene un problema desde su origen, cuando EEUU se aseguró el control sobre esa plataforma al financiarla y asegurar que su sede estuviera en la capital estadounidense. El debilitamiento se acentuó, de acuerdo al experto, cuando se incorporaron las excolonias europeas en el Caribe, diluyendo el poder que tenían los estados soberanos latinoamericanos al otorgar «un voto por país».

«El voto de Brasil tiene la misma potestad que el de Trinidad y Tobago, cuando sabemos que esa no es la real dimensión del poder en nuestra América. Por lo tanto, el poder latinoamericano se fue diluyendo y quedando a la saga de esta organización, que es fruto de la Guerra Fría», sostuvo Pereyra Mele.

El experto advirtió que, si bien en la actualidad EEUU ya no es el «Estado hegemónico» en la región como lo era en la época de postguerra en la nación la OEA, el organismo «siguió siendo una herramienta muy útil para los gobiernos norteamericanos de turno», especialmente en la tarea de «bloquear a todos los países díscolos de la región». Ello explica, fundamentalmente, el «castigo a Cuba», expulsada de la organización en 1962, o los más recientes embates contra Venezuela o Bolivia.

Pereyra Mele aseguró que la OEA «ha perdido credibilidad» al punto en que países como Venezuela han decidido directamente dejar de participar y «es un reflejo de algo que no existe más» porque «no representa los intereses reales de la región». «Todo esto genera un descrédito que ha llevado a una pérdida sustancial de importancia que terminará, seguramente, con el deterioro final de esta organización«, auguró.

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En efecto, el experto comparó la pérdida de relevancia de la OEA con la del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que «ha perdido la influencia que tenía» en la región en favor, por ejemplo, del Banco de los BRICS y la consolidación de China como principal socio comercial de la mayoría de los países latinoamericanos.

La CELAC, alternativa natural a la OEA

Para Romano, los diez años de Almagro en la OEA «terminaron de borrar» las pocas esperanzas de que la OEA tuviera, al menos, una apuesta por la diplomacia en la región americana. Por eso, consideró que la gestión del uruguayo «ha presionado para el nacimiento o el refuerzo de organismos de diplomacia y encuentro regional por fuera de la OEA».

«Es muy difícil que la OEA vuelva a revestirse de legitimidad luego de la gestión de Almagro y es urgente que encontremos institucionalidades alternativas porque en el tablero geopolítico de hoy, una de las únicas vías para que América Latina tenga voz y voto y pueda mejorar sus condiciones es la unidad regional», afirmó la analista.

Pereyra Mele apuntó especialmente a la presencia de EEUU y Canadá como uno de los grandes problemas de la OEA. «Mientras tengamos organismos donde la anglosfera tenga suficiente poder y suficiente relación desequilibrada, como en la OEA con EEUU y Canadá, no servirá porque será un mal espejo en el que se reflejan mal las situaciones de la región«, explicó.

Tras la desaparición de la Unasur, ese foco se ha colocado, remarcó Romano, sobre la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), organización que nuclea a los 33 países de las Américas, excepto EEUU y Canadá.

Pereyra Mele consideró, en tanto, que la CELAC podría agrupar a su vez a «organismos regionales» que contemplen de forma más específica las realidades de los diferentes «subcontinentes» de América y que, juntos, puedan «desarrollar una política más acorde a nuestros modelos de soberanía si queremos formar parte del nuevo orden mundial«.

Por: Prof Dr. Anthony Medina Rivas Plata (1) especial para Dossier Geopolitico

Una anécdota poco conocida en la historia de la diplomacia digital se produjo en el año 2020 en Perú; cuando las cuentas de Twitter de las Embajadas de Estados Unidos y China empezaron a acusarse mutuamente de depredar los recursos pesqueros del mar peruano. El 22 de septiembre, la Embajada de EE. UU en Perú a través de un tweet realizó una alerta sobre la presencia de una flota de más de 300 barcos procedentes de China en la costa peruana; informando que dichos barcos estaban realizando una sobrepesca en la zona, generando enormes daños ecológicos y económicos. Pocos minutos después la Embajada China salía no sólo a desmentir lo señalado por la Embajada estadounidense, sino a acusarla de difundir fake news. 

Las tensiones entre ambos países por la situación peruana, si bien siempre han sido de bajo perfil, han ido en aumento; debido a la presencia cada vez más grande de China en la economía peruana. Dicha presencia se ha consolidado con la inauguración del nuevo Megapuerto de Chancay en noviembre de 2024; del cual la empresa Cosco Shipping, una empresa estatal china, posee la titularidad de sus activos. 

Pero no es solamente Chancay. Desde el año 2014, China se ha convertido en el principal socio comercial del Perú, y la “relación estratégica” que establecieron en consecuencia de ello alcanza a los principales sectores de la economía peruana: agrícola, pesquero, energético y portuario. Esto se ha logrado de manera asimétrica, permitiendo el control por parte de empresas chinas (muchas de ellas estatales) de activos estratégicos peruanos sin una mayor supervisión o presencia del Estado Peruano. En ese sentido, las empresas estatales peruanas son pocas y débiles, y la crisis de régimen que actualmente vive el país (6 presidentes en 9 años) ha debilitado de manera crítica la capacidad del Estado para regular la inversión extranjera. La política peruana de acercamiento a China ha sido una consecuencia de dos políticas de Estado: la proyección a la región Asia-Pacífico desde el ingreso del Perú a APEC en 1997 (Fujimori) y su política de apertura a través de Tratados de Libre Comercio Bilaterales, tendencia seguida por el Perú al menos desde el año 2002 (Toledo-García-Humala).  

Para entender la importancia que China ha venido logrando en la economía del Perú, comparémosla con la balanza comercial que dicho país tiene con los Estados Unidos. Desde la implementación del TLC Perú-EE.UU. en 2009, las exportaciones peruanas hacia Estados Unidos han mostrado un crecimiento sostenido, alcanzando un total de 101.005 millones de dólares en los primeros quince años de vigencia del acuerdo. De este total, el 51,1% correspondió a productos no tradicionales (manufacturas e industria). En el último año evaluado (febrero 2023 – enero 2024), las exportaciones peruanas a Estados Unidos sumaron 9.090,7 millones de dólares, lo que representó un incremento del 5,3% en comparación con el año anterior. Del monto total exportado en ese período, el 98,7% correspondió a subpartidas con acceso libre de aranceles.

Entre los productos tradicionales que exporta el Perú, la minería es uno de los principales. En el último año evaluado, las exportaciones de cátodos y secciones de cátodos de cobre refinado aumentaron en 255,5 millones de dólares. Asimismo, los derivados del petróleo registraron un crecimiento significativo, con un incremento del 165,5% en comparación con el año anterior. Por otro lado, dentro de los productos no tradicionales, el sector agropecuario ha mostrado un crecimiento notable, con un aumento de 362,1 millones de dólares en las exportaciones durante el último año. Destacan productos como los arándanos frescos y las uvas frescas, con incrementos de 360,4 millones y 194,1 millones de dólares, respectivamente. En el año 2023, Estados Unidos se consolidó como el segundo socio comercial de Perú, representando el 13,6% del total de las exportaciones peruanas, con un valor de 8.602 millones de dólares y un crecimiento del 19,8% en comparación con 2022; siendo una relación comercial por épocas deficitaria y por épocas superavitaria para ambos países.

Esta relación económica, que es sumamente importante para el Perú, empezó a ser disputada por China. El TLC firmado en 2009 y en vigor desde marzo de 2010 ha permitido un crecimiento sostenido del intercambio comercial. Desde 1998 hasta 2023, las exportaciones peruanas a China han experimentado una tasa promedio anual de crecimiento del 19.3%, mientras que las importaciones desde China han crecido a una tasa promedio anual del 17.3%. Este dinamismo ha hecho que China se posicione como el destino principal de las exportaciones peruanas y la fuente primaria de sus importaciones. El volumen de comercio bilateral ha alcanzado niveles históricos. En 2022, las exportaciones peruanas a China totalizaron 20,891 millones de dólares, representando el 33% del total de exportaciones del país. Al mismo tiempo, las importaciones desde China sumaron 15,789 millones de dólares, equivalentes al 26.2% del total de importaciones peruanas. Estos valores reflejan el rol preponderante que ha adquirido China en la economía peruana, tanto como mercado de destino para sus productos primarios como en la provisión de bienes manufacturados esenciales para la industria y el consumo interno.

Las exportaciones peruanas a China están fuertemente concentradas en productos tradicionales, con la minería como el sector predominante. En 2022, el 91% de las exportaciones a China correspondieron a minerales, con el cobre como el principal producto exportado, alcanzando un valor de 14,291 millones de dólares, lo que representó el 70.8% del total del rubro. Otros minerales importantes en la canasta exportadora incluyen el hierro, con 1,691 millones de dólares (8.4%), el plomo con 1,304 millones de dólares (6.5%) y el zinc con 770 millones de dólares (3.8%). Además, el sector pesquero ha jugado un papel relevante en las exportaciones, con la harina de pescado alcanzando los 1,416 millones de dólares en ventas a China, lo que representa el 7% del total de exportaciones tradicionales hacia ese país.

A pesar de la fuerte dependencia de los productos tradicionales, las exportaciones no tradicionales han mostrado un crecimiento sostenido, aunque aún representan una porción menor del comercio bilateral. En 2022, las exportaciones no tradicionales a China sumaron 706 millones de dólares, con los sectores agropecuario, pesquero y textil como los más destacados. El sector agropecuario lideró estas exportaciones con un valor de 356 millones de dólares, equivalente al 50.4% del total de productos no tradicionales exportados a China. Los productos pesqueros representaron el 32.6% con 230 millones de dólares, mientras que el sector textil aportó 46.6 millones de dólares, equivalente al 6.6%. Estos datos reflejan un esfuerzo por diversificar la canasta exportadora y aprovechar las oportunidades en nuevos mercados dentro de China, aunque el peso de las exportaciones sigue estando fuertemente inclinado hacia los productos básicos. Finalmente, en el ámbito de las importaciones, Perú ha consolidado a China como su principal proveedor de bienes manufacturados. Los productos importados desde China incluyen maquinaria, productos electrónicos, textiles y juguetes, siendo una fuente clave para el abastecimiento de bienes industriales y de consumo. 

Estados Unidos ha visto de manera crítica la creciente relación económica de China con Perú. A pesar de que Estados Unidos es el cuarto mayor inversor extranjero en el Perú (con un 11%) frente a Reino Unido (18%), España (17%) y Chile (12%); dicho país ha sido crítico con el rol que han cobrado las empresas chinas (especialmente las estatales) en sectores como los de electricidad y minería. En abril de 2023, la empresa italiana Enel vendió la totalidad de sus activos en Perú a China Southern Grid International para dar energía eléctrica al norte de Lima; mientras que la empresa chilena Luz del Sur fue vendida a Three Gorges Corporation; con lo cual el 100% de la energía eléctrica de la capital del Perú (una de las capitales más grandes de Sudamérica, con casi 13 millones de personas) es controlada por un solo país: la República Popular China. La preocupación de Estados Unidos con la inversión china trasciende el tema económico y se convierte en uno de seguridad; siendo que China ya dejó de ser un socio meramente comercial para el intercambio de productos. En la última visita de Xi Jingping a Lima durante la cumbre de APEC del pasado Noviembre de 2024; la presidenta peruana Dina Boluarte destacó la promoción de la inversión china en Perú como un objetivo estratégico de su gobierno. No le falta razón, considerando que la relación con China es una de las muy pocas cosas que se han mantenido constantes a nivel de política pública en el Perú en las últimas dos décadas. 

Aunque no debería serlo, esta situación empieza a volverse problemática para el Perú. Asesores cercanos al presidente Donald Trump han criticado abiertamente el proyecto chino del Megapuerto en Chancay y han señalado que podrían imponer aranceles de hasta 60% a todos los productos que ingresen al mercado estadounidense a través de Chancay; a pesar de que los productos que van a los Estados Unidos salen principalmente por el puerto del Callao, mientras que por Chancay salen principalmente productos destinados a China y viceversa.

Al mismo tiempo, el Congreso Peruano aprobó un acuerdo para el ingreso de tropas norteamericanas armadas al Perú, con el objetivo de realizar ejercicios militares en 16 localidades peruanas durante todo el año 2025. Considerando que algunos funcionarios clave del gobierno de Trump han opinado que Chancay puede servir como una base militar china (el Djibouti de Sudamérica) para suministros, logística y reparación de buques; en Perú deben tener claro que su neutralidad política en medio del conflicto entre China y Estados Unidos puede ser forzada a terminar en algún momento. ¿Pero cuándo llegará ese momento?

Varios analistas suelen ver un “alineamiento” de los estados sudamericanos con China como un resultado automático de su peso económico, y esto no es necesariamente cierto. La ‘gran estrategia’ de Trump en el Hemisferio Occidental se extiende desde Groenlandia hasta Panamá; pero no incluye a Sudamérica dentro de ella; por lo que puede ser más flexible en su política comercial con países pequeños cuyo déficit comercial no le es excesivamente oneroso (como es el caso de Perú; a diferencia de Argentina y Brasil con quien ya tiene conflictos por los nuevos aranceles impuestos al acero). Trump sabe que es imposible lograr superávit en el 100% de sus balanzas comerciales; por lo que puede seguir manteniendo sus preferencias arancelarias con Perú a cambio de presencia militar y de un cambio en los patrones de la cooperación internacional más orientados a la inversión extranjera directa de cara a contrapesar los proyectos Belt and Road en América del Sur. Si, por el contrario, el gobierno de Trump decide imponer aranceles a las exportaciones peruanas o sanciones a empresas peruanas en el marco del TLC; las posiciones pro-chinas en el establishment peruano se fortalecerán. Sin duda, este ha sido un difícil equilibrio que hasta el momento el gobierno peruano ha sabido mantener. Lo que no sabemos es por cuánto tiempo este equilibrio será posible, y por cuál de los dos países se decantará la posición final del Perú. 

1 Licenciado en Ciencia Política y Magíster en Políticas Públicas.

Doctorando en Relaciones Internacionales del IRI-UNLP.

Por Elena Fritz

El European Council on Foreign Relations (ECFR), uno de los think tanks más influyentes de la UE, presenta un «plan de cinco puntos» que arrastra a Europa a una guerra por poder con Rusia.

Los estrategas de política exterior de Europa han ideado algo nuevo, y podría ser su proyecto más peligroso hasta la fecha. El ECFR, uno de los think tanks más influyentes de la UE, presenta un «plan de cinco puntos» que supuestamente hará a Europa más segura. Sin embargo, quien lea el documento pronto se dará cuenta de que no se trata de seguridad, sino de una estrategia de escalada que llevará a Europa a una guerra por poder con Rusia.

Las propuestas del ECFR son una pesadilla de sobreconfianza, ingenuidad geopolítica y locura económica. Uno se pregunta inevitablemente: ¿Alguien en Bruselas tiene todavía una visión clara de la realidad?

Un plan sin consideración por las pérdidas

El plan del ECFR se basa en cinco puntos clave:

    – El masivo rearme de Ucrania, financiado con fondos de la UE.

    – Nuevas sanciones contra Rusia, a pesar de que las anteriores han dañado más a Europa que a Moscú.

    – Una agenda europea de alto el fuego que se definirá sin Rusia.

    – Una obligación de rearme para la UE, con un aumento del gasto en defensa hasta el tres por ciento del PIB.

    – La pretensión de reemplazar a EE. UU. como potencia líder, a pesar de que Europa depende militar, económica y geopolíticamente de Washington.

¿Suena como un plan? No, suena como una ilusión peligrosa. Porque detrás de esta agenda hay una fatídica suposición: que la UE es una gran potencia que puede determinar lo que sucede en el mundo.

Pero la realidad es diferente.

Europa está económicamente debilitada, socialmente profundamente dividida y políticamente incapacitada. Mientras Rusia convierte su economía en producción bélica y los EE. UU. se retiran cada vez más de la escalada directa, los burócratas de la UE sueñan con dirigir la política mundial con sanciones y transferencias de dinero. Esto no es una estrategia, es megalomanía.

Europa no puede reemplazar a EE. UU.

Uno de los puntos más extraños del documento del ECFR es la idea de que la UE pueda ocupar el lugar de EE. UU. Solo se necesita actuar con determinación, se dice, y entonces Europa podrá «marcar el tono». Pero para reemplazar a EE. UU., la UE tendría que poseer primero el poder militar, financiero y estratégico de Washington. Y eso es precisamente lo que falta:

    – Militarmente: La UE no tiene un ejército propio y depende completamente de la OTAN. La idea de que Bruselas pueda de repente actuar como una potencia militar líder es absurda.

    – Financieramente: Mientras los EE. UU. controlan el dólar y dirigen los flujos financieros globales, la UE está económicamente debilitada y luchando contra tendencias recesivas.

    – Estratégicamente: Los EE. UU. pueden permitirse una flexibilidad geopolítica a través de sus redes globales. La UE, por otro lado, se ha metido en un callejón sin salida, donde se encuentra sin opciones propias.

Entonces, ¿qué queda de la idea de que Europa podría ponerse a la cabeza del juego geopolítico? Nada, excepto pensamiento ilusorio.

Un barril sin fondo: ¿Quién se beneficia de los miles de millones para Ucrania?

El ECFR exige para Ucrania 40 mil millones de euros en 2025, y inversiones a largo plazo equivalentes al 0,25 por ciento del PIB de la UE. Pero no hay respuestas claras a la pregunta crucial: ¿A dónde va realmente ese dinero?

Hoy en día, Ucrania está económicamente colapsada, la producción industrial está en ruinas y millones de personas han huido. Cada euro que fluye hacia Kiev financia ya sea la guerra o desaparece en redes de corrupción.

Los estrategas de la UE parecen no aprender nada de esto. Siguen inyectando dinero de los contribuyentes en una estructura que ya no funciona. ¿El resultado? Los ciudadanos de Europa pagan la factura, y Ucrania sigue siendo un estado en crisis permanente.

¿Rusia debe capitular? El ECFR exige lo imposible

Particularmente provocadora es la exigencia del ECFR de que Rusia se someta a un «plan de reparaciones» occidental. Moscú debería pagar reparaciones, limitar sus armas de largo alcance y cumplir con las directrices de Bruselas.

Pero quien crea que Rusia se someterá a un dictado de la UE ignora la realidad geopolítica. Los tiempos en que Europa podía dictar condiciones a Rusia han pasado.

En realidad, Moscú reacciona a esta confrontación con aún más determinación. Mientras Occidente se pierde en debates sobre el suministro de armas, Rusia ha transformado su industria en economía de guerra, ha aumentado masivamente la producción de armas y ha forjado nuevas alianzas globales.

En otras palabras: la UE intenta trabajar con una postura amenazante, pero le falta el poder para imponer sus propias amenazas.

Europa ya no tiene tiempo para juegos de planificación

Mientras Bruselas aún discute sobre nuevos gastos en defensa, otros actores ya están actuando. Rusia está ampliando su capacidad de producción militar. China fortalece sus redes económicas y geopolíticas. Los EE. UU. se preparan para una nueva dirección de política exterior después de las elecciones.

Europa, por su parte, se pierde en teorías y espera que las sanciones y los paquetes financieros cambien el rumbo de la historia.

Pero el tiempo para tales ilusiones se ha acabado. Europa no está del lado de los ganadores en este conflicto, y es hora de que lo reconozca.

Conclusión: La política bélica de Europa conduce al abismo

El plan del ECFR no es un concepto de seguridad, sino una receta para una catástrofe geopolítica. Una política de rearme sin base económica. Una estrategia de sanciones que causa más daño a Europa que a Rusia. Una escalada militar para la cual Europa no está preparada. Una idea utópica de reemplazar a EE. UU. como potencia líder, sin los medios de poder necesarios.

La UE se encuentra en un punto de inflexión. ¿Seguirá siendo un vasallo de Washington que tropieza ciegamente en un conflicto? ¿O finalmente encontrará una estrategia independiente basada en la diplomacia, la estabilidad económica y un cálculo de poder inteligente?

Si Europa no se despide pronto de estas fantasías peligrosas, se avecina un futuro en el que el continente no será el «líder del mundo libre», sino solo el próximo campo de batalla geopolítico.

FUENTE: https://www.geopolitika.ru/es/article/el-ultimo-acto-de-europa-como-el-plan-del-ecfr-lleva-la-ue-al-abismo