Roberto Uzal (*)
Los cambios tecnológicos en curso, más los que ya han preanunciado su ocurrencia en el futuro próximo, afectarán al bienestar de las personas y a la “Riqueza de las Naciones” más de lo que ya lo hubiese afectado ningún otro acontecimiento o conjunto de acontecimientos en la historia de la humanidad. Dichos cambios tecnológicos podrán ser el sustento de un reposicionamiento con ventajas para algunos estados naciones y, como contrapartida, otros retrocederán, en términos relativos, hacia una suerte de “Edad de Piedra Tecnológica” como consecuencia de una incorrecta gestión del cambio por parte del liderazgo político.
El desempeño de Toomas Hendrik Ilves, como presidente de Estonia (2006 – 2016), es un ejemplo muy claro del impacto positivo, en el bienestar de un país pequeño, de aparentemente modestas posibilidades, debido a su reposicionamiento global basado en haber adoptado, como factor crítico de éxito esencial, las inversiones en el desarrollo de capacidades propias en alta tecnología.
Al respecto, los líderes políticos no deberían dejar de conocer en detalle que, la avalancha de datos, información y conocimiento que derivan de las actividades humanas en estos días, están empujando hacia la obsolescencia a capítulos importantes de la Tecnología Informática tales como “Sistemas de Archivos” y “Programas Gestores de Bases de Datos”. Los inmensos volúmenes de datos, de información y de conocimiento a ser almacenados y gestionados, la variedad que los caracteriza en la actualidad y la velocidad con la que se espera estén disponibles los resultados de su explotación, están provocando su reemplazo por conceptos y herramientas tales como Big Data y Data Analytics.
Se sabe, y además también se ha difundido globalmente que, Big Data y Data Analytics se han utilizado exitosamente para cambiar / influir en el parecer del electorado de importantes países durante la realización de comicios (caso “Cambridge Analytics”). Por otro lado, Big Data y Data Analytics podrían ser utilizados por gobernantes talentosos para brindar servicios gubernamentales personalizados a cada uno de sus conciudadanos, con un enfoque de alta eficiencia y, asimismo, con una notable eficacia.
El “caso Gari Kasparov” (Campeon Mundial de Ajedrez vencido repetidamente por el computador Deep Blue) se extenderá a ingenieros de diseño, a gerentes de manufactura y a cirujanos con distintas especialidades (entre otras profesiones). Dicho fenómeno, anunciado hace setenta años por el legendario matemático John von Neumann, ha sido denominado “Singularidad Tecnológica”. El gobierno de EEUU, asociado con corporaciones empresariales, está preparando profesionales para el momento en el cual los ingenieros informáticos muten de “programar computadoras” a “negociar con las computadoras” como una de las consecuencias de la “Singularidad Tecnológica”. Políticos talentosos, de diversos países, respetando el correspondiente “factor de escala”, seguramente propiciarán el diseño de esquemas análogos para sus estados naciones. Existen indicios numerosos y concurrentes señalando que ya tenemos muy cercana a la citada “Singularidad Tecnológica”.
Nuestros líderes políticos deberían estar informados y con cierto nivel de detalle, respecto de los anuncios de Google e IBM referidos al éxito del desarrollo de los primeros prototipos de computadores cuánticos. La migración desde las actuales computadoras basadas en la microelectrónica a las sustentadas por la mecánica cuántica producirá resultados espectaculares. No exageramos al predecir que contaremos con computadores un millón de veces más rápidos y con un poder de cómputo inimaginable. Sería de buena práctica de la gestión gubernamental apoyar fuertemente, en nuestro país, a los grupos de científicos que están orientados a la computación cuántica. Un adecuado posicionamiento internacional, en computación cuántica, sería beneficioso para Argentina.
Tendríamos una excelente noticia para nuestro país si nuestros líderes políticos estudiaran en detalle lo que se ha denominado “Ley de Moore”. George E. Moore, co fundador de Intel, al graficar en un sistema de ejes cartesianos ortogonales “transcurso del tiempo / prestaciones de sus productos” se encontró que dicha relación no se correspondía con una línea recta (caso de las tecnologías lineales) sino que quedaba representada en una curva exponencial creciente. De allí surgió la denominación “tecnologías exponenciales” que señala a emprendimientos como la computación cuántica, CRISPR (edición del ADN), aspectos sofisticados de la tecnología nuclear, ingeniería genética en general, diseño y construcción de “ciudades inteligentes” y otros ámbitos tecnológicos posicionados en la frontera del conocimiento.
Una de las ventajas comparativas de Argentina a nivel regional e incluso global lo es la creatividad tecnológica de nuestros tecnólogos y científicos. Sería maravilloso que nuestros gestores gubernamentales apostaran dando prioridades a las tecnologías exponenciales de manera de que, en la composición del Producto Bruto Interno de Argentina, las tecnologías exponenciales aportaran de manera muy significativa. Esto último se estima que es viable y, por otro lado, muy conveniente y auspicioso.
Todos sabemos que la intervención humana en las “líneas de producción” registra un notorio decrecimiento con el pasaje del tiempo. Llegará el momento en el cual, entre el conjunto de artefactos computacionales que agregan valor en una planta industrial y el “entorno Cíber” de dicha planta, desaparecerán las “interfaces humanas”. Cuando dichas “interfaces humanas” hayan desaparecido en su totalidad, se dirá que dicho país ha ingresado plenamente en la Cuarta Revolución Industrial.
Viene al caso recordar que, la interacción de dos tecnólogos de altísimo nivel, Enrique Mosconi y Manuel Savio, con dos de los más sobresalientes estadistas de la historia argentina, Marcelo T. de Alvear e Hipólito Irigoyen, dio por resultado la clara inserción de nuestro país en la Segunda Revolución Industrial, cuestión entonces reconocida globalmente.
No sería nada malo para Argentina que, nuestros gobernantes y otros líderes políticos, interactuando con tecnólogos claramente posicionados, planearan y colaboraran en que se reconozca que Argentina, sin dudas, está en el proceso de posicionamiento pleno como país inmerso en la Cuarta Revolución Industrial.
Lo señalado en el párrafo anterior no es utópico; al respecto y como ejemplos de sustento se señala: Un científico argentino está en vías de conciliar las inconsistencias manifestadas por décadas entre la mecánica relativista y la mecánica cuántica (Juan Martín Maldacena). La “Conjetura de Maldacena” es un tema insoslayable para todo físico teórico en el mundo. Muy pocos países poseen centros de excelencia en formación y en investigación como lo es el Instituto Balseiro. Son escasos en el planeta centros de Investigación Aplicada / Producción del nivel de INVAP. Hay muy pocos países en el mundo que tengan una producción, en la Investigación Científica, equivalente a la registrada en la Argentina entre el Programa de Incentivo a la Investigación Científica en Universidades Nacionales y el Consejo Nacional de Investigaciones Técnicas y Científicas (Conicetc). La Universidad de Buenos Aires claramente está posicionada entre las primeras ochenta del mundo considerando más de 4000 universidades en dicha comparación.
Finalmente se propone una tesis que deriva de los contenidos de este artículo. Se estima que la citada tesis podría ser sólidamente sustentada por los interesados en estudiar la relación Política – Alta Tecnología: “Un mejor lugar para vivir para nuestros hijos y nietos derivará de que Argentina claramente sea reconocida globalmente como un país líder en tecnologías exponenciales. Una economía basada en tecnologías lineales (tecnologías asociadas a commodities) podrá llegar a brindar excelentes niveles de vida pero, acotados en el tiempo y restringidos a determinados grupos o sectores; no impactarán significativamente en el país como un todo”. Es posible y necesario que líderes políticos de la estirpe de Alvear, Irigoyen y varios otros planeen y ejecuten las acciones necesarias para transformar a Argentina en un estado modelo en el ámbito de la concepción, desarrollo y usufructúo de las tecnologías exponenciales.
(*) Director de la Maestría en Ciberdefensa y Ciberseguridad – UBA