Prof. Dr. Miguel Ángel Barrios [1]

El Papa anunció el 7 de diciembre, por medio de la Agencia Católica de Noticias AICA (Oficina de prensa de la Santa Sede en Ciudad del Vaticano), que del 5 al 8 de marzo del 2021 visitara Irak. La visita es en aceptación de la invitación efectuada por el gobierno iraquí y la Iglesia católica local.

El Papa Francisco inicia el viaje más trascendental de sus 8 años de pontificado, y que será el 33 viaje de su papado de casi 8 años. Es el más difícil porque implica un desafío a los terroristas del ISIS, derrotados militarmente pero aun en operaciones. Francisco visitara Irak con un renovado mensaje de paz entre el viernes 5 y el lunes 8. Visitará 6 ciudades recorriendo lo que fue la vieja Mesopotamia de Norte  a sur y será el primer pontífice que pisa Irak, una de las cunas más importantes de la civilización humana, donde nació la escritura y se consolido entre el Éufrates y el Tigris la civilización mesopotámica.

Trataremos de analizar en lo posible los fundamentos teológicos e históricos que busca Francisco. Ante todo consolar a una de las más grandes comunidades católicas en el Oriente Medio. En la época de Saddam Hussein eran un millón y medio (siempre humillados por Saddam) y luego, con la invasión de los Estados Unidos, se calcula que quedan entre 200.000 y 400.000. El Papa seguramente quiere evitar el éxodo, poner en marcha un proceso de reconciliación que en su viaje culminará en la ciudad santa de Najaf con el encuentro con Al-Sistani el patriarca de los shiítas.

El objetivo estratégico del Papa Francisco en los marcos del dialogo interreligioso con el Ayatollah Al-Sistani sin dudas será una consolidación del pontífice en su pontificado. Por donde se lo mire es un viaje de importancia excepcional. El encuentro con el Atatollah Al- Sistani en Najaf será el momento crucial de la gira, porque completa el programa de entendimiento con los musulmanes que comenzó en El Cairo y Abu Dhabi, donde firmó el histórico documento de diálogo con el gran Iman de Al Azhar, Ahmad al Tayeb, máximo punto de referencia de los musulmanes sunitas.

Otra cita con la historia será la visita a la antigua ciudad de Ur, considerada el hogar de Abraham, el profeta común de Judíos, Cristianos y Musulmanes. Abraham es considerado el padre del Monoteísmo.

Consideramos que en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium el Papa Francisco realiza el programa de su misión, porque Evangelización significa misión. Allí destaca en el Capítulo II, la interpretación de los signos de los tiempos desde un discernimiento evangélico y alerta sobre el giro histórico y época de cambio, la era del conocimiento y de la información, el fetichismo del dinero, el mercado divinizado, los ataques a la libertad religiosa de una indiferencia relativa, el consumismo desenfrenado, la cultura de los visible , rápido y superficial, el individualismo post-moderno, y la crisis cultural de las familias.

Esto conlleva para el Papa a una cultura del descarte, de la inequidad y la exclusión, y de la dictadura económica. Y nos invita desde el evangelio a la revolución de la ternura.

Al llegar por primera vez al núcleo del Islam chiita en Irak y en la profundidad de donde surgió la revolución Islámica del año 1979 en Irán con el Ayatollah Jomeini,  el Papa Francisco llega a lo más hondo de la evangelización y el diálogo interreligioso que se alimentan recíprocamente.

En Evangelii Gaudium nos dice: “Los escritos sagrados del Islam conservan partes de la enseñanza cristiana; Jesucristo y María son objetos de profunda veneración y es admirable ver como jóvenes y ancianos, mujeres y varones del Islam son capaces de dedicar tiempo diariamente a la oración y de participar fielmente de sus ritos religiosos”… Este diálogo interreligioso es una condición necesaria para la paz en el mundo y por lo tanto es un deber para los cristianos, así como para otras comunidades religiosas… En este dialogo, siempre amable y cordial, nunca se debe descuidar el vinculo esencial entre dialogo y anuncio, que lleva a la iglesia a mantener e intensificar las relaciones con los no cristianos”. (Papa Francisco. Evangelii Gaudium. Librería Editrice Vaticana. Madrid. 2014. Pag 156).   

Ahora bien, nos volvemos a hacer la pregunta desde un punto de vista más específico, desde una geopolítica de las religiones: ¿Cuál es la importancia de este viaje del Papa a Irak?

Sin duda es el paso más trascendente del período papal de Francisco. ¿Por qué? Porque Irak es territorio caliente, pero más importante que eso es que por primera vez se va a producir un encuentro del Papado con el mundo Shia sin intermediarios, en forma directa. Si bien el epicentro del poder shia mundial es la República Islámica de Irán, todavía no están dadas las condiciones para un viaje del Papa a este territorio central, pero ocurre que Irak es el centro tradicional del mundo shia del Islam. El shiismo es la rama del Islam que sostiene que la sucesión del profeta fue expresada por Dios y Su mensajero en la persona de Ali ibn Abi Talib, su primo y yerno, casado con su hija Fátima y luego once líderes de su dinastía. Todos ellos fueron martirizados salvo el duodécimo que está oculto para reaparecer y llenar la Tierra de justicia como creen los musulmanes.

En Irak se encuentra el centro teológico tradicional más importante del mundo shia hasta la Revolución Islámica. Es el centro teológico de la ciudad de Nayaf donde están enterrados el profeta Adán, Noé y nada menos que el Imam Ali, el primer líder y sucesor del profeta Muhammad para los shiitas. También al norte de Nayaf y sur de Bagdad, se encuentra la ciudad de Karbala, donde está enterrado el Imam Husein y muchos de sus familiares y compañeros que fueran martirizados por Iazid, el tirano omeya que se apoderó del gobierno islámico por la fuerza una vez que su padre, Muawia, lo hiciera heredero al poder contraviniendo las normas islámicas de gobierno. El levantamiento del Imam Husein, hijo del Imam Ali ibn Abi Talib, nieto del profeta y tercer Imam de la Casa del Profeta como sostienen los shias es de los santuarios más importantes del shiismo y del Islam. Todos los años peregrina más de veinticinco millones de personas a ese santuario, algo que no tiene semejanza en ninguna parte del mundo.

En la capital, Bagdad, a donde viajará el Papa, se encuentra el santuario de Kazimia donde están enterrados dos de los doce Imames (líderes sucesores del profeta Muhammad), el Imam Al Kazim, el séptimo Imam y el Imam Yawad, el noveno de los Imames. Al norte de Bagdad se encuentra la ciudad de Samarra donde están enterrados los Imames décimo y onceavo, los Imames Ali Al Hadi y el Imam Hasan Al Askari respectivamente y donde se ocultó el doceavo Imam, el Imam Mahdi cuya aparición esperan los musulmanes para llenar la Tierra de justicia como estaría llena de injusticia según rezan las profecías islámicas.

Dicho esto, ¿siendo que el Shiismo es la escuela islámica que sigue una minoría que no supera el 20 o 25% de la comunidad islámica mundial por qué habría de ser tan importante este viaje del Papa? Porque el centro de gravedad del mundo islámico está ubicado fundamentalmente en Irán y en Irak y es la primera vez que un Papa se llegaría hasta este núcleo central del poder soberano del Islam, despojado de coloniaje.

El Papa Benedicto XVI había hecho su elección acerca de con qué versión del Islam quería relacionarse más, cuando visitó Estambul y entró a la mezquita Azul como muestra de acercamiento y diálogo. Era la versión más occidentalizada del Islam, la turca ex otomana. Luego el Papa Francisco daría un paso más hacia el interior del Islam yendo a Egipto y estableciendo un diálogo fecundo con el Mufti de la Universidad Al Azhar del Cairo, Ahmad Tayeb, cinco veces mencionado y elogiado en la última encíclica, Fratelli Tutti. Pero Egipto es un país dominado por Estados Unidos, y en gran medida, la universidad, la más importante del mundo sunnita, condicionada por la dictadura reinante del general pro norteamericano Al Sisi. Dicho acercamiento más profundo hacia el Islam podía tolerarse por parte del poder occidental por las condiciones de dominio sobre el gobierno militar de Egipto.

Irak es un país en vías de independización total de los lazos cada vez más débiles de Estados Unidos en la región en general y en Irak en particular. Allí se encuentra la autoridad shia más importante después del líder de la República Islámica – el Ayatullah Jamenei – nos referimos al Ayatullah Sistani quien preside el Centro Teológico tradicional de Nayaf y quien diera la orden a todo el pueblo de Irak de armarse para contrarrestar la ola terrorista del ISIS que llegó a pocos kilómetros de Bagdad y Karbalá, es decir el corazón shiita. La orden obedecida hasta el martirio por la mayoría del pueblo iraquí fue fatal para los ambiciosos planes de los terroristas apoyados por Estados Unidos, Arabia Saudita e Israel (según los cables oficiales diplomáticos desclaficados de Wikileaks denunciado por Julian Assange,

En poco tiempo, con la ayuda de los iraníes (el Comandante martirizado Suleimani fue un hombre clave en estas victorias sobre los terroristas), limpiaron la mayoría del territorio de Irak de estos mercenarios. Ahora en venganza por el crimen y martirio del comandante Soleimani y el segundo comandante de la milicia popular de Irak, Al Muhandis, las milicias populares están obligando al resto de las fuerzas norteamericanas presentes aún en territorio iraquí, a retirarse de Irak.

El Ayatollah Sistani no aceptó recibir a ninguna autoridad norteamericana en los años de ocupación desde el 2003, a pesar de la insistencia de estos, con lo cual les enseñó a los estadounidenses la fuerza y resistencia de este gran Ayatollah Shia, que como vimos se verá con el Papa Francisco. La máxima figura religiosa fue uno de las pocas autoridades comprometidas que pudo sobrevivir a la dictadura anti religiosa de Saddam Husein en los días que éste concentraba todo el poder y apoyo de Estados Unidos para hacerle la guerra a Irán.

La visita del Papa a Irak no pudo haberse programado sin la autorización de este hombre, el Ayatollah Sistani, lo que representa un acercamiento y dialogo sin precedentes entre el catolicismo y el shiismo. Existen como antecedentes el intercambio de cartas entre el Imam Jomeini, el líder de la Revolución Islámica de Irán y fundador de la República Islámica con el Papa Juan Pablo II.

El Papa dijo que uno de los objetivos principales de su visita es acompañar a las comunidades cristianas en Bagdad y en las ciudades del norte. Esas ciudades norteñas fueron las más castigadas por los terroristas donde la presencia cristiana se remonta a los orígenes del cristianismo.

Existe una gran diferencia con respecto a la motivación que tenía el Papa Juan Pablo II. Entre quienes se opusieron a su viaje fueron los norteamericanos que sostenían que representaría un apoyo a Saddam que ya había caído en desgracias con sus antiguos amigos.

Esta vez, la cuestión es más profunda. Irak representa no solo la centralidad del shiismo, sino el territorio donde el ISIS perdió la guerra y las comunidades cristianas fueron salvadas por el pueblo iraquí pero fundamentalmente por los shiitas. Aunque esto no sea divulgado en la gran prensa occidental, el Papa y los cristianos iraquíes (como los sirios) lo saben muy bien. Otras características reconocidas del shiismo son su racionalidad – de ahí el vertiginoso desarrollo científico tecnológico e industrial de la República Islámica de Irán – y su elevada moral y profunda espiritualidad con la que han sabido resistir a todas las agresiones imperiales hasta el día de hoy y no dejar de expandirse a pesar de las sanciones más severas que jamás hayan puesto en práctica los estadounidenses según ellos mismos.

Con este viaje se inicia una nueva era en las relaciones entre el Cristianismo católico y el Islam (el cristianismo ortodoxo tiene una relación mucho más estrecha con el Islam por siglos de pacífica convivencia). Todos los saben y el Papa también. Efectivamente, Irak es vecino e íntimo aliado de Irán, el principal opositor a la hegemonía norteamericana en la región (de ahí todos los intentos de Estados Unidos para enfrentar a estos pueblos hermanados por lazos muy fuertes históricos y religiosos).

Es muy probable que intenten evitar este viaje o empañarlo con sucesos que levanten una espesa cortina de renovada islamofobia en general y shiofobia en particular. Pero este encuentro es necesario y las tradiciones proféticas ya lo adelantaron. La religión y la espiritualidad es fundamental en la liberación e independencia de los pueblos y este encuentro promete ser un hito en el proceso de esa liberación. Una antesala de muchísima trascendencia. Los hechos hablarán por sí mismos, pero los analistas debemos saber adelantarnos y ver más allá de lo inmediato. No podemos olvidar que en las tradiciones islámicas el retorno de Jesús está estrechamente ligado a la venida del Imam Mahdi, ambos líderes de parte de Dios para llenar la Tierra de justicia tal como estaba llena de injusticia. Tal como vemos que lo está hoy en día.

Este viaje será un antes y un después en las relaciones entre el mundo católico y el Medio Oriente, especialmente entre el catolicismo y el shiismo. Por lo tanto, tendrá gran repercusión en la mayor reserva del mundo católico que es Latinoamérica, un territorio sediento de justicia igual que el mundo islámico en general y los shiitas en particular. Nada menos que lo esencial, ya que lo demás será dado por añadidura.


[1] Doctor en Educación. Doctor en Ciencia Política.  Director Academico de Dossier Geopolitico – Autor de más de 15 libros de Historia y Política Latinoamericana.

Publicado por la Universidad de San Isidro Dr. Plácido Marín Argentina

Wim Dierckxsens y Walter Formento,  28 de Febrero de 2021

Introducción

En enero de 2021 entramos en una nueva fase de la crisis sistémica del capitalismo. Después de cuatro años sin guerras militares, pero con todos los tipos, formas y modos de contradicciones internas entre las tres facciones de capital financiero en EEUU, resulto declarado Joe Biden presidente de Estados Unidos en unas elecciones tan contradictorias y cuestionadas. En 2016, la posible elección de Hillary Clinton hubiera significado una confrontación directa y casi segura con Rusia. La administración Trump ha resultado en un período de cuatro años sin guerras militares y, ha debilito y “debilito”, al capital financiero unipolar globalista y su brazo militar la OTAN durante 2017-2020, en su capacidad ofensiva. 

Con la administración Biden 2021-2024, como representante de los intereses globalistas, vuelve un gobierno a poner en riesgo al mundo por el carácter bélico de su política exterior y agudizado por la pérdida de capacidades de maniobra en el terreno de la guerra económico financiera y en el terreno de la política internacional en el Consejo de Seguridad como en la Asamblea General de la ONU. No han pasado cinco semanas de la asunción de su administración en el gobierno de Estados Unidos y ya han bombardeado Siria. Putin describió acertadamente esta amenaza en enero de 2021 en el Foro Económico Mundial de Davos (digital en esta oportunidad), al afirmar que “existe la posibilidad de encontrar un colapso real en el desarrollo mundial, plagado de una lucha de todos contra todos, con intentos de resolver contradicciones urgentes mediante la búsqueda de enemigos ´internos y externos´, con la destrucción no solo de los valores tradicionales (…) ´como la familia´, pero también las libertades básicas, incluida la elección y la privacidad”.

En nuestros análisis de los últimos cuatro años hemos analizado estas contradicciones en el mundo con acento en los conflictos internos en EEUU, entre las principales facciones del capital financiero en el “entorno” general de un avance del proyecto multipolar y pluriversal-cultural liderado por China y Rusia principalmente. Un legado importante de Trump ha sido cooperar con la política de un mundo sin conflictos bélicos, pero con una guerra económica contra China, la que en buena medida ha permitido avanzar a China y Rusia con su proyecto multipolar. La ´guerra económica comercial´ de EEUU contra China que inició Trump, ha “empujado” con determinación el proyecto del mundo multipolar y la Nueva Ruta de la Seda en su posible funcionamiento, sin que Occidente (la OTAN GLOBALISTA) haya intervenido con aventuras bélicas. A partir de las sanciones económicas propias a la guerra económica, China ha creado sus propias instituciones internacionales de comercio, su propia moneda digital con proyección mundial e integrando las finanzas con acuerdos económicos con la mayor parte del mundo, incluyendo a la Unión Europea y Japón. La vía hacia una nueva civilización multipolar se torna un tema central para los próximos años. 

Tras meses de negociaciones, un grupo de 14 expertos internacionales llegaron, el pasado 14 de enero, a Wuhan, lugar donde se detectaron los primeros casos oficiales de covid-19, para una investigación de dos semanas. La Misión de la Organización Mundial de la Salud que viajó a China aseguró que la Covid-19 circulaba por Wuhan antes de ser detectado en el mercado. Señalaron que los primeros casos que pudieron identificar son de principios de diciembre. No encontraron pruebas de grandes brotes antes de diciembre. Con lo anterior se hace más probable la factibilidad que ha el virus ha sido introducida durante los juegos olímpicos militares en Wuhan fines de octubre de 2019 donde participaron miles de militares y entre ellos norteamericanos. La responsabilidad quedaría en Occidente, noticia que recibió Biden a días de haber sido instalado. 

Los globalistas han venido preparando desde hace tiempo el ´Economic Reset´ (Gran Reinicio o el Reinicio de la economía real bajo su dominación) y la pandemia debía hacer el trabajo preparatorio, creando miedo  en la población en todas partes del mundo. Planificaron anunciar el Gran Reinicio con bombos y platinos en Davos, durante el Foro Económico Mundial en enero de 2021 (Virtual en 2021), donde los organizadores globalistas se “dieron el lujo” de dar la palabra inaugural a Xi Jinping seguida inmediatamente después por Angela Merkel. El presidente de China dejó en claro que el mundo en su mayoría ya ha optado por la opción del mundo multipolar. Para colmo la canciller de Alemania se manifestó a favor del proyecto multipolar y manifestaba la esperanza de no tener que estar en la situación de tener que “escoger un lado” (uni-polarismo globalista), ante posibles presiones desde Occidente, por un “hipotético” planteo de conflicto bélico. 

Los Big Five (GAFAM, o sea, las redes transnacionales globales Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft), los verdaderos anfitriones de Davos 2021, tuvieron que reconocer que la estrategia del Gran Reinicio o Global Reset ha fracasado, tan sólo una semana después de que asumiera el gobierno la dupla Biden-Harris-(Pelosi). China y Rusia son la vanguardia del proyecto multipolar que, a partir de la Nueva Ruta de la Seda comercial-bancaria-industrial-tecnológica-científica, logra establecer redes de cooperación en todos los continentes y tiene sus últimos grandes saltos con la consolidación de RCEP en el Asia-pacifico y con los acuerdos de Paz y desmilitarización con la India. Biden reacciona inmediatamente levantando la voz. 

El proyecto del Gran Reinicio planteado por el Globalismo Unipolar, desde y ante el Foro Económico Global de Davos, propone la centralización del poder político mundial en manos de una meritocracia corporativa y que dicha meritocracia corporativa, con el CE-IA o Big Five en primera línea, determine centralizadamente las “necesidades y deseos” de los consumidores, en una relación entre Meritocracia Global Directiva-Consumidores Locales individuales en el llano, limitando la producción solo a ciertos  bienes y servicios que se planifican y consideran aceptables. Para entender mejor la alternativa que propone el Globalismo Unipolar a la del Multipolarismo Pluriversal/Universal, sería necesario analizar las raíces históricas de esta vía Oriental hacia otra civilización y contraponerla a la vía Occidental unipolar globalista. En modo resumido, podemos afirmar que en la “línea occidental” de la historia se parte de la concepción que se construye sociedad a partir de individualidad, mientras en la oriental se construye sociedad a partir de comunidad o colectividad. Estas dos vías no tienen la misma posibilidad de construir una civilización nueva que busca orientarse hacia el ´Bien Común´. 

Con Biden en la presidencia, la contradicción entre el Unipolarismo Globalista, encabezado por el Foro Global de capitalistas financieros globales, y el Multipolarismo Pluriversalista, encabezado por China y Rusia, sube al primer plano de las noticias del mundo. Con ello no queremos decir que las contradicciones internas entre facciones de los capitalistas desaparecen, pero pasan a un segundo plano. Las derrotas en el primer mes (20 enero-20 febrero 2021) de gobierno de Biden han sido poco señalados por las grandes plataformas digitales de comunicación. En Estados Unidos podemos señalar que, por segunda vez consecutiva, no han logrado imponer el ´impeachment´ de Trump y con ello tampoco una fractura significativa al interior del partido republicano, que era su gran apuesta. La peor derrota para los Demócratas Globalistas (Clinton, Obama, Pelosi, Harris, Biden, etc) es que Trump, luego de las derrotas de la estrategia de doble-Impeachment para dejarlo fuera de la política, está más vivo que nunca políticamente y retoma iniciativa. Una encuesta de USA Today/Suffolk University, publicada el 21 de febrero,  reveló que alrededor de la mitad de los republicanos están dispuestos a dejar atrás al partido y saltar a un tercer partido liderado por Trump. De quedarse Trump en el partido, el 85% afirmó que votaría por él en una elección general y el 76% dijo que lo apoyaría para la nominación republicana. 

A menos de un mes de la instauración de la administración Biden/Harris también hay fuertes contradicciones internas en el partido demócrata. La ex asesora de Clinton, Naomi Wolf, advirtió el 22 de febrero que en Estados Unidos con la administración Biden: “Nos estamos convirtiendo en un estado totalitario ante los ojos de todos». En otras palabras, podemos esperar crecientes contradicciones internas en el propio Partido Demócrata. La demócrata toledana Marcy Kaptur afirma sentirse alejada del partido Demócrata que ha representado en el Congreso desde 1983 (The Blade, 4 de febrero 2021). Históricamente, los demócratas representaban a las familias que menos tienen y los republicanos a los que tienen más, pero los demócratas están perdiendo a la clase trabajadora, afirma. De los 435 distritos del Congreso, los distritos azules tienden a estar en la parte superior, mientras que los distritos rojos tienden a estar clasificados en la parte inferior y esta tendencia continúa. En el top 25 del país, en términos de ingresos familiares medios, solo hay un distrito republicano. El partido Republicano, en otras palabras, es cada vez más el verdadero partido de los trabajadores y el partido Demócrata el de la ´meritocracia´.

Un escenario que no hemos de descartar es la desintegración de Estados Unidos. Una Perestroika no se despliega de la noche para la mañana. Sin embargo, hay voces al interior del partido republicano, y no exclusivamente en Texas, que hablan de ir a un referéndum para provocar la secesión de EEUU. En otras palabras, un posible escenario futuro no solo es la división o fractura de los partidos Demócrata y Republicano, incluso con un Trump liderando un tercer partido, sino también es posible el camino hacia la Perestroika Norteamericana que se podría desplegar después de noviembre de 2022, a partir de las elecciones de medio término en EEUU. 

Recordemos que, también llevo varios años la desintegración o perestroika de la Unión Soviética, luego de ese punto de inflexión que fue la Caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989 y significo la crisis del bipolarismo resultante de los acuerdos de 1945, de la división del Mundo en dos Bloques de países, EEUU y el Bloque Occidental y la URSS y el bloque oriental. Claro que ya en 1955, se lanza el movimiento de países no alineados MNOAL en Bandung, con India y Egipto encabezándolo y mostrando un camino que llevaría luego a abrir la vía al multipolarismo.

Ante las derrotas en el campo político, a apenas un mes de la nueva administración Biden, el globalismo tiene el desafío de llevar la puja de poder al terreno militar, terreno donde también perdió durante la administración Trump terreno, supremacía e iniciativa estratégica. La decisión de la Unión Europea de mirar hacia el Este y optar por la vía del multipolarismo complica seriamente la posibilidad de utilizar a la OTAN para un conflicto bélico contra Rusia o China. Europa ha perdido la “fe” en el aliado al otro lado del Atlántico y, luego del Brexit 2016-2021 que debilito al eje financiero Londres-Paris, se encuentra en un momento de recuperar la libertad en la toma de las decisiones en sus propias manos, optando más por su propio sistema de defensa. Esto se observa en los grados de libertad de la UE, Alemania, Francia e Italia, en su relación cada vez más cercana al multipolarismo. La misma pugna partidaria interna en EEUU complicaría, por el otro lado, el poder contar fácilmente con el Congreso y el Pentágono para otra aventura bélica. El Congreso ya reaccionó duramente a los bombardeos en Siria (26 de febrero 2021) sin su conocimiento y autorización.  

Hemos entrado ya en un periodo de transición hacia otra civilización. Hemos sostenido ya en más de un trabajo de investigación que el final de una civilización se caracteriza invariablemente por el predominio del trabajo improductivo (por su contenido) sobre el trabajo productivo con la tendencia a la recesión económica, situación muy evidente en el capitalismo en Occidente subordinado desde 2008 claramente al ámbito financiero, provocando una recesión tras otra. En Oriente, por otra parte, observamos más bien un predominio del trabajo productivo sobre el improductivo con la Nueva Ruta dela Seda como estandarte y un consecuente crecimiento económico sostenido, incluso en 2020 con la Pandemia Global de Covid-19. Cada vez en la historia de la humanidad, que lo improductivo subordina a la órbita productiva, se da en un marco de despliegue de una Crisis Sistémica, lo que actualmente observamos desde marzo de 2019 y es el caso de Occidente.

Podemos distinguir en la historia dos vías la construcción de vida humana en común: la “Occidental” y la “Oriental”. La línea occidental busca construir sociedad a partir de intereses particulares en conflicto. La línea oriental construye comunidad e interés comunitario por encima del interés individual. En la modernidad vale afirmar “pienso luego existo”, mientras en Oriente prevalece “somos comunidad luego existimos”. En el capitalismo no hay forma de construir sociedad que logre alcanzar el Bien Común ya que opera a partir de intereses individuales privados en conflicto por la competencia. La tendencia más bien es una centralización de riqueza casi infinita en unas manos corporativas en conflicto entre si y la exclusión de grandes y crecientes mayorías de población que, en su extremo no solo sobran, sino que son y están “sujeto” a ser eliminados, al considerarse una sobrepoblación absoluta. Es decir, la línea occidental pavimento el camino al fascismo del SXX y así también en el siglo XXI.  

En la historia oriental, se conserva el concepto de lo comunitario/pueblo frente al desarrollo de intereses individuales. Es la histórica de una comunidad directiva que dirige las obras colectivas para la sociedad como un todo. Esta meritocracia tiene márgenes de explotar la comunidad inferior/pueblo al apropiarse de una parte determinada del excedente para sí. Explotación de y solidaridad con el pueblo no son excluyentes en la historia oriental. Mientras lo colectivo predomina sobre lo privativo,  existe legitimación y si sucede lo contrario estalla la rebelión. La caída de una dinastía será sucedida por otra que se concentrará de nuevo en obras productivas colectivas, legitimándose. Esta es la historia cíclica y milenaria de China y la realidad de hoy es que los trabajos colectivos predominan, aunque no se excluye la apropiación privativa. No es extraño en este contexto observar un apoyo popular muy grande para su gobierno en China. 

En verdad creemos que, acorde con la dialéctica de la historia, se requiere la unidad de estos dos contrarios (de occidente y oriente) logrando el mayor Bien común posible, pero con una mayor libertad personal. El camino más probable para lograr la transición a esa nueva civilización es aquella que parte de y prioriza lo comunal para liberar luego lo individual, en vez de llevar el interés individual al extremo para construir a partir de ahí lo comunal.  Lo último es el proyecto del Gran Reinicio o Big-Reset del Davos Globalista. De ahí que cada vez más países optan y se suman a la vía o camino multipolar. 

El Globalismo en su trayectoria a la Coyuntura Actual 

Ascenso y caída de los globalistas 

El proceso histórico desde el Unipolarismo transnacional occidental al Multipolarismo pluriversal, se despliega desde la Perestroika soviética de 1987-1991, donde Continentalistas y Globalistas unipolares financieros pactan una tregua, que se manifiesta en el “Consenso de Washington en 1989, que fue formulado y hecho público por iniciativa de los Globalistas desde la City de Londres. Este es el contexto de la Perestroika o Caída de la Unión Soviética en 1991. Luego, en las elecciones generales de noviembre de 1993, triunfa el Partido Demócrata en Estados Unidos, con Bill Clinton como presidente. Con Clinton, los Globalistas llegan por primera vez a la presidencia en Estados Unidos el 20 de enero de 1994. Que se reelegirá en 1997 para un segundo periodo. 

En 1999, Bill Clinton y las Transnacionales Globalistas unipolares derogan la Ley Glass Steagall. Esta Ley (Act) vetaba y bloqueaba que la banca de inversión (fondos financieros de inversión global instituciones todas radicadas en paraísos fiscales hoy principalmente Delaware, Islas Jersey, Luxemburgo, etc.) se asociara con la banca comercial subordinándola y distanciándola de su histórico vínculo con el desarrollo de la industria, la ciencia y la tecnología, con proveer de crédito a la economía real. Tal cual lo observo, estudio y legislo el presidente Franklin D. Roosevelt entre 1929-33, cuando promulgo e impuso la Glass Steagall en junio de 1933 como ley, que impedía y vetaba la existencia de la Banca de Inversión (de timba financiera desde posiciones en paraísos fiscales extra nacional y constitucional). Porque los encontraba actores de poder responsables de provocar la crisis de Wall Street en 1929 en su beneficio, contra la nación y la economía real, en favor de un poder que se relacionaba con los intereses financieros globales angloholandeses.   

Roosevelt no solo lanzo la ley Glass Steagal como bandera en la guerra contra la banca de inversión global, sino que también lanzo, potencio y consolido la alianza entre las cámaras de empresarios industriales y los sindicatos de trabadores obreros y empleados con el llamado New Deal (Pacto Social) entre el capital y el trabajo, constituyendo y sosteniendo el Estado Benefactor como tercera pata del New Deal y garante de que los acuerdos se constituyeran en ley y políticas de gobierno. Este Pacto Social fue la alianza sociopolítica, económica y cultural para constituir un movimiento y fuerza política, que le permitió afrontar y sostener la guerra contra los Globalistas de su tiempo. Esta es la Ley que deroga Bill Clinton en 1999, la que rehabilita y da vía libre a los Fondos Financieros Globales de Inversión. Luego de este hecho crucial, lo que continua es la crisis financiera de las empresas tecnológicas de la información y comunicación PuntoCom en el 2000. 

Luego, los demócratas Globalistas, con Al Gore como candidato, pierden las elecciones del 7 de noviembre de 2000 por una mínima diferencia, obtenida de un recuento “controvertido” de los votos de Florida, que al final dio los electores al colegio electoral, de este modo logran imponerse 271 a 266, por una mínima diferencia lograda de modo “difuso” por los continentalistas Republicanos. Los demócratas Globalistas pierden así las elecciones contra el Republicano anti-globalista George W Bush, oriundo de Texas. Quien será presidente de Estados Unidos en el año de la “Caída” de las Torres ´financieras globales´ Gemelas del 11 de septiembre de 2001. Donde las plataformas de comunicación impusieron el relato que el gran responsable y comandante de esta operación fue Osama Bin Laden. El jeque saudita hijo de una familia de gran poder y gran fortuna por la propiedad de yacimientos de petróleo en Arabia Saudita. Pero, además, socio de la familia Bush y del complejo petrolero fósil de Texas. 

La gran Crisis político estratégica que significo la llamada “Caída” de las Torres -financieras globales- Gemelas de Wall Street en setiembre de 2001. Donde fueron derribadas tres torres, no solo las Torres financieras globales Gemelas sino también la Torre 7, una torre clave y olvidada.

Continentalistas frente Globalistas 2001-2008-2014

George W Bush será reelegido nuevamente en diciembre 2004, estará presente como presidente cuando la crisis financiera global estalle en septiembre de 2008 con la llamada “caída” de la banca financiera global Lehman Brothers, controlada por el globalista supermercado financiero global el CitiTravellers Group. La “Caída” del CitiTravellersGroup arrastro a muchos de los bancos financieros de inversión y a los más grandes bancos comerciales. La gran banca global acuso el golpe, fue dejada caer y la gran banca continentalista JPMorgan, Bank Of America, Goldman Sachs se consolido y creció con la “absorción” de las instituciones en quiebra. 

Luego de esta segunda gran batalla interna del Unipolarismo Financiero, entre Globalistas y Continentalistas norteamericanos, se consolida la fractura entre ambas fracciones del poder financiero transnacional. La lucha seguirá en otros países: Inglaterra, España, Grecia, la UE como un todo. Esta crisis y la lucha entre estos dos grandes actores del poder financiero transnacional, Globalistas (las Cities Financieras Globales de Londres-NY-Paris-Ámsterdam-Milán-etc.) versus Continentalistas norteamericanos, continentalistas británicos, continentalistas europeos (Alemania-Francia-Italia-España-Holanda-etc.) se desplegará bajo diferentes modos y formas hasta el 2013. Cuando Ben Bernanke (presidente de la Reserva Federal y de la City “Global” de Nueva York) inicia el primer golpe de estado financiero global, la primera corrida financiera globalista. 

La gran batalla iniciada por Clinton y los Globalistas con la derogación en 1999 de la ley Glass Steagall de 1933, que prohibía a sus Fondos Financieros de Inversión global operar en EEUU, y la dura respuesta de los continentalistas norteamericanos con la llamada crisis del 2001, que consistió en la “caída” de las Torres Financieras Globales. Seguida, luego, con la gran batalla de 2008 entre Globalistas y Continentalistas norteamericanos donde estos vuelven a realizar una movida, ahora de guerra financiera, que culmina en la Caída del fondo de inversiones globalista, Lehman Brothers y de otros fondos de inversión que resultaron ser “absorbidos” por los continentalistas norteamericanos. Todo esto paralizara la economía real y potenciara la economía financiera, la burbuja financiera, el dinero de helicóptero, la emisión de dinero sin respaldo en la economía real por parte de los bancos centrales de las principales potencias: EEUU, UE y Japón. 

Todo este periodo cierra en el año 2013/14, cuando el presidente de la reserva federal Ben Bernanke, durante el segundo mandato del presidente demócrata Obama, anuncia la decisión de reducir el denominado paquete de estímulos (emisión mensual 85 mil millones de dólares) para los bancos a tasa 0%, lo cual “enciende” la crisis que hace estallar el banco central de EEUU, de la UE, de Japón y que produce fugas simultaneas y muy significativas de capital global invertido en más de 20 países o economías globales emergentes como las empezaba a llamar el Globalismo. 

Este golpe financiero de estado pone de manifiesto, muestra y reconoce por contraparte la existencia de los nuevos actores multipolares en el terreno de lucha de poder mundial. Es justamente en 2013-2016 el momento donde el multipolarismo decide lanzar su propio programa de instituciones financieras multipolares, alternativas a las de Bretton Woods y, lo hará en la Reunión de los BRICS en Fortaleza, Brasil, en junio de 2014. Pero particularmente alternativas al Bretton Woods actualizado de 1971-73, no el del patrón dólar-oro de 1944-1966, sino la versión tricontinentalista norteamericana de 1973 del patrón petro-dólar, la del dólar sin respaldo en el oro sino en la OTAN.

El Multipolarismo frente al Continentalismo 2014-2017  

A partir de 2014-2017 se abrirá ya un nuevo periodo de hechos. Todo se complejiza cuando tanto China como Rusia plantean y avanzan con la estrategia y proyecto multipolar, primero desarrollando aceleradamente sus economías y sus capacidades científico tecnológicas aplicadas a las industrias estratégicas, que producen soberanía y reducen dependencia (mas educación, más salud, previsión social, más inclusión y desarrollo humano integral), hasta poder dar el salto para desplegar sus propias instituciones alternativas a las del TriContinentalismo Pos-Bretton Woods con patrón Petro-Dólar (1966-1971). En síntesis, para desplegar un sistema institucional económico-financiero alternativo al de Bretton Woods: FMI, BM, BID, SWIFT. 

El patrón Petro-Dólar expresa al TriContinentalismo norteamericano, expresa el interés de las multinacionales norteamericanas, las grandes vencedoras en la segunda guerra mundial, guerra que se inició en 1929 con la crisis-guerra financiera multinacional y concluyo en 1944-1950 con los acuerdos de Breton Woods, el mundo dividido en dos, en el Bipolarismo Estados Unidos – Rusia, el occidente-norteamericano y el oriente-Soviético; y el plan Marshall de reconstrucción del polo occidental norteamericano. Desde donde éste reconstruirá, a Europa a partir de la Alemania derrotada y el Asia pacifico a partir del Japón derrotado a base de bombas nucleares.

De la Perestroika norteamericana a Davos 2018-2021

A la crisis sistémica, manifiesta en marzo de 2020, en el proceso general de perestroika norteamericana que se abre en septiembre 2019, se viene a sumar en febrero de 2021 está derrota de los senadores Demócratas Globalistas y algunos senadores republicanos asociados. Derrota en el proceso de impeachment o veto político al expresidente Trump. Donde los pro-impeachment no pudieron movilizar los dos tercios de votos que se requieren para que éste no pueda nunca más hacer política públicamente y presentarse nuevamente para las elecciones a presidente en noviembre de 2024. Particularmente para que no pueda ponerse a frente de un nuevo movimiento político que sea relevante en las internas republicanas de 2022, eligiendo candidatos a gobernadores y en 2024 pueda ser decisivo para postularlo nuevamente como presidente, ya sea por el partido Republicano o incluso en un eventual nuevo partido político bajo su liderazgo. 

Los globalistas perdieron, además, la opción para “sacarlo fuera” de la política, algo que no solo amenaza a los mismos en el partido demócrata sino también a los neo-conservadores pro Globalistas en el Partido Republicano.  Trump, y su movimiento, también son una amenaza para los conservadores continentalistas en el partido republicano por ejemplo en Texas, Florida, etc. Pues estos últimos también lo necesitan para ganar las gobernaciones en sus estados federales en 2022. Esta derrota de la opción de doble impeachment marca un salto hacia adelante de la crisis política y cultural integral en Estados Unidos.

La derrota de la movida política encabezada principalmente por Nancy Pelosi (California) y los Globalistas en el Partido Demócrata y por Mitch MacConnell por el Partido Republicano da muestras que la crisis sistémica, que observamos desde marzo de 2020 en Estados Unidos, ha calado profundo en la estructura económica, cultural, política y social. Esto se manifiesta en la imposibilidad de la oligarquía globalista para “juntar” los dos tercios de los votos en el senado norteamericano. 

La triple fractura expuesta de la oligarquía financiera en Estados Unidos entre Globalistas, Continentalistas y Nacionalistas se observa en la dinámica de la crisis y la puja de poderes que le dan sustrato, es aquello que subyace en el fondo de la imposibilidad de imponer el impeachment y la debilidad cada vez mayor de la oligarquía globalista para poder subordinar a todas las fracciones de la oligarquía en Estados Unidos, a su proyecto y a sus intereses estratégicos.

Esto sucedió justamente cuando una fracción de capital dominante –el capital global- ya no pudo conducir construyendo hegemonía político cultural, porque ya no “tiene” ni la capacidad económica dominante ni los márgenes de fuerza para incluir a otros actores económicos, culturales, sociales y políticos. Esto sucede cuando su camino ascendente en el desarrollo de poder económico global se paraliza y se debilita. Porque la puja contra las fracciones Financieras continentalistas (la norteamericana imponiendo a Trump, la británica imponiendo el Brexit contra la City de Londres; la europea de Alemania-Francia-Italia imponiendo el Brexit también contra las dos Cities, de Paris y de Londres) a nivel mundial se vuelve muy dura, compleja, diversa y de paridad de fuerzas. Porque la fracción globalista ha perdido fuerza relativamente desde 2016 en adelante con el llamado Brexit, que en síntesis refiere a la sublevación de las oligarquías continentalistas en GB, EEUU y Europa continental contra la oligarquía globalista, sus transnacionales y su red de Cities financieras globales. 

Este es el caso para la oligarquía globalista, que construye poder haciendo y proyectándolo desde las “Cities” financieras globales en cada país. A partir y a través de controlar sus bancos centrales imponiendo sus directorios, elegidos por los gerentes de los propios bancos en la city financiera local de cada país. Y sus monedas, que es su modo para subordinar a los gobiernos elegidos democráticamente por la comunidad/pueblo vía una dictadura de la deuda externa, de la moneda y del FMI. 

Controlando la moneda organizan la actividad económica comercial, industrial y el consumo potenciando o des-potenciando la economía nacional pero siempre subordinada, dependiente y subdesarrollada en sus áreas estratégicas que son las que producen soberanía desde la economía nacional. En síntesis, con el objetivo siempre de transformar la economía nacional en una economía local dependiente de la economía global. Todo esto tuvo su punto o periodo de inflexión entre 2008-2014. 

Perestroika y Crisis Sistémica de los Unipolarismos 2016-2021

El 1ro de enero de 2021 entro en vigencia el Brexit. Un tipo de Brexit que se presenta en su modelo que por ahora oscila entre su modelo Duro e Intermedio. Pero claramente anti-globalista, contra el poder de la City Globalista de Londres y la City Globalista de Paris, Amsterdam, etc. La lucha por el Brexit fue y es la lucha por la salida de gran Bretaña de la subordinación al programa estratégico de la City de Londres. Pero también es la lucha por la salida de la Unión Europea (Alemania, Francia, Italia, España, etc.) del programa estratégico de subordinación a la City de Londres y a la City de Paris (al programa globalista angloholandés de una UE subordinada a la city financiera) para recuperar actualizado el histórico programa industrial estratégico de UE liderado por Alemania-Francia-e-Italia, que plantea la City continentalista de Frankfort como el gran centro financiero de la UE, subordinada al poder político de Bruselas, a la Comisión Europea.

La derrota de la City de Londres con el Brexit y la derrota parcial de la City de Nueva York con el Programa Trump, de la oligarquía continentalista norteamericana en conjunto con la oligarquía nacionalista norteamericana, de 2016-2021, crearon las condiciones para la crisis sistémica en Estados Unidos en septiembre 2019 y para la Perestroika Norteamericana partir de marzo-abril de 2020, como resultado de la “dinámica” de la lucha de poder entre estas tres fracciones de oligarquía (Globalista vs Continentalista y Nacionalista). Esto incluso se observará luego, en la posibilidad y capacidad de que Trump pueda salir absuelto el 14 de febrero del doble veto político (impeachment) para poder seguir actuando en política. Situación y escenario que le planteo y sometió el globalismo desde el partido demócrata, con la complicidad expresa de algunos senadores republicanos neoconservadores y socios de los Globalistas encabezados por el senador (R) Mitch MacConnell

El tercer hecho relevante en el debilitamiento de las capacidades de proyectar poder del globalismo fue la pérdida de control de la City Financiera globalista de Hong Kong –HK- por el globalismo, en este hecho coincidieron, desde diferentes posiciones y acciones estratégicas, tanto Xi Jimping como Trump. Luego de estar HK bajo control globalista desde 1842, cuando se impuso el dominio británico. La pérdida del control de las Cities de Londres, de Paris, de HK y la disputa y debilitamiento en la de Nueva York, permiten observar una pérdida significativa en sus capacidades de proyectar e imponer su poder, su programa estratégico.

Este hecho es lo que hace observable Putin en Davos para todos, cuando afirma que: 

la era asociada con los intentos de construir un orden mundial centralizado y unipolar, esta era ha terminado. De hecho, no empezó. Solo se hizo un intento en esta dirección. Pero eso ya pasó. Tal monopolio simplemente por su naturaleza contradecía la diversidad cultural e histórica de nuestra civilización. (…) La realidad es que han surgido en el mundo centros de desarrollo verdaderamente diferentes y se han declarado, con sus propios modelos, sistemas políticos e instituciones sociales distintivos. Y hoy es sumamente importante construir mecanismos de articulación de sus intereses para que la diversidad, la competencia natural entre polos de desarrollo no se transforme en anarquía, una serie de conflictos prolongados.”” Discurso completo de Putin en Davos, 7 de enero de 2021.

El otro gran hecho, en el mismo sentido, fue la construcción y el lanzamiento de los acuerdos de mercado común RCEP, con iniciativa de la China multipolar / multilateral.  Quince países de Asia y Oceanía han firmado el domingo 15 de noviembre de 2020, el acuerdo para formar la mayor asociación comercial del mundo, en lo que representa una gran victoria para la China multipolar-y-multilateral, el principal promotor del proyecto desde que comenzó a negociarse en 2012. La Asociación Económica Integral Regional (RCEP, en sus siglas en inglés), que no incluye a Estados Unidos, abarcará a 2.100 millones de personas y el 30% del PIB mundial.

China, Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda suscribieron el pacto junto a los diez países miembros de la Asean (la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático) integrada por Indonesia, Tailandia, Singapur, Malasia, Filipinas, Vietnam, Myanmar, Camboya, Laos y Brunei. Al término de la cumbre de esta organización, celebrada el 15 noviembre de 2020, siendo Vietnam el país anfitrión. La India, que había decidido retirarse el año pasado de las negociaciones debido a la preocupación de que los bienes baratos chinos pudieran inundar su mercado, podrá incorporarse en el futuro si así lo decide. Pero la firma del Acuerdo RCEP ya implica la consolidación del primer ministro Indio Narendra Modi y de la estrategia general de ser miembro fundador del BRICS multipolar. Una política que viene desarrollando por lo menos desde 2014, cuando se lanzaron las instituciones económicas y financieras de los BRICS como alternativas a las del FMI.

“Estoy encantado de que después de ocho años de complejas negociaciones, finalmente demos hoy por terminadas de manera oficial las negociaciones del RCEP”, ha afirmado el primer ministro vietnamita, Nguyen Xuan Phuc, cuyo país es el presidente de turno de la Asean y un actor históricamente relevante.

“El éxito de las negociaciones, y la firma del acuerdo, representa un espaldarazo económico, pero especialmente político y cultural para Pekín. Como principal motor de esta iniciativa, consolida su influencia en Asia en detrimento de Estados Unidos.” Este hecho fortalece también la posición de dialogo multipolar seguida por el primer ministro de la India Narendra Modi desde siempre. Porque muestra que el camino a seguir es el de dialogo multipolar que resulta en beneficios económicos, pero también en los beneficios que trae la producción y la paz.

Luego, el 10 de febrero de 2021, Pekín y Nueva Delhi, acuerdan la retirada de las fuerzas militares en frontera común. Diluyendo toda posibilidad para las provocaciones y operaciones británicas y norteamericanas, Globalistas y Continentalistas. El comunicado de la cartera de Defensa de Beijing dice que «según el consenso alcanzado durante la novena ronda de negociaciones a nivel de comandantes, las fuerzas indias y chinas comenzaron el 10 de febrero una retirada simultánea planificada de las tropas en la primera línea en las costas sur y norte del lago Pangong Tso».

La batalla por una nueva civilización: Occidente vs Oriente 

El Gran Reinicio: Hacia el Neofascismo del Siglo XXI 

Aunque ya hemos podido observar cómo el globalismo ha sido frenado en su proyección de poder crear/imponer un estado global, no deja de ser importante conocer su proyecto más a fondo. La civilización global unipolar que proponen los globalistas vía Klaus Martin Schwab, fundador del Foro Económico Mundial, es lo que denominan el ´socialismo corporativo´. El cual sería un sistema de dos niveles: a- de «socialismo de la pobreza» en la comunidad mundial de base/pueblo; b- dirigida por una meritocracia de monopolios corporativos, o sea, una comunidad dirigente elitista (GAFAM, BlackRock, etc.).  El Gran Reinicio (Great Reset) se propone una gran reducción de los derechos individuales, incluidos los derechos de propiedad, de la libertad de expresión, de movimiento, de asociación, de religión y del sistema de libre empresa tal como lo conocimos. La pandemia sirvió de vehículo para crear este ambiente.

Implementaría el sistema político con vigilancia inteligente de ciudades habilitada por el 5G (que aún no controla), dando puntaje de crédito social, pasaportes médicos y otros medios de represión para el control social y político. De esta forma pretende lograr al final una sociedad con características y capacidades para alcanzar a la china multipolar comunitaria y así tener como disputarle poder, específicamente. La agenda del «Gran Reinicio»  tiene un conjunto de objetivos formulados por el Foro Económico Mundial que pretendían lanzar en el Foro Digital en enero de 2021. 

1.  Confinamiento perpetuo de pandemia y controles económicos hasta que la población se someta a la tiranía médico-sanitaria. Este proceso continuará en 2021, con eventuales terceras y cuartas olas de Covid-19 y sus mutaciones, que tienen un efecto destructor particularmente sobre la economía. La OIT revela que como resultante de este plan globalista se perdieron en 2020, un equivalente de 225 millones de puestos de trabajo a tiempo completo. Lo cual llevará a que haya cada vez más rebeliones, por ahora solo con conducción desde las elites financieras, y podemos esperar una rebelión cada vez más generalizada. 

2. Pasaportes médicos como prueba de haber sido vacunado y rastreo de contactos como parte de la vida cotidiana. Para poder viajar, obtener un empleo o beneficio social pronto se tendrá que disponer de ese ´pasaporte´ que ya se introdujo en Dinamarca, Suecia y Estonia. La introducción generalizada podrá conllevarnos, según el uso y abuso, a una sociedad orwelliana de control total. Vimos como Alemania y la Unión Europea en su conjunto “fue dejada” sin vacunas en febrero de 2021, a pesar de haberlas pagado y de ser productor de las mismas, lo que a su vez genero protestas dentro de misma. Y el principio de una solución segura podrá venir de acuerdos entre Alemania y Rusia por la vacuna Sputnik V, o de alguna de las vacunas de origen en China, es decir mirando hacia el Este. 

3. La censura y des-plataformas de las voces que se oponen a la agenda. Hemos visto como un presidente de EEUU que no se alineaba con las exigencias globalistas unipolares ha sido silenciado por Twitter, Facebook y otras plataformas. Los republicanos que votaron contra el globalismo (Biden) corren el riesgo de sufrir el mismo destino. Si Biden se atreve hacer algo para poner a las Big Tech, las GAFAM específicamente, bajo control y supervisión del gobierno en Estados Unidos sufriría la misma suerte que Trump.   

Para Robert F. Kennedy, sobrino del presidente John F. Kennedy, el Covid-19 ha creado “una crisis conveniente” a los intereses globalistas Unipolares porque está destruyendo a la clase media, empobreciendo y excluyendo a la mayoría población mundial y haciendo más poderosa a la élite financiera (0,001% de la población mundial) de actores estratégicos que pretenden dirigir el mundo: con nombre y apellido y principalmente las GAFAM, aunque no haya unidad monolítica en ella. Para Kennedy los gobernantes de hoy explotan el miedo para obtener el control sobre las personas, como hizo el fascismo en su tiempo. “Aman la pandemia porque les permite someter a los pueblos”. Y si “encontrar” algo para asustarlos puedes hacer que hagan lo que quieras. Con ello comprendemos que estamos, con el globalismo unipolar, ante el “Fascismo del siglo XXI”.

Estos primeros tres puntos de agenda están en plena marcha. Pudimos observar, sin embargo, que no tuvieron mayor éxito. Lo anterior para nada significa que abandonen su proyecto y objetivos, sino que cambiaran de tácticas, en diferentes fases y de pronto con más agresividad. Lo que sigue es:

  1. Reducir la actividad económica en nombre de detener el «cambio climático». Se pretende lograr una reducción del CO2 (causante aparentemente único del cambio climático) al eliminar drásticamente la energía fósil y todas las empresas que hagan uso de ella. Lo anterior significa, entre otras cosas, la sustitución acelerada del automóvil a combustión de origen fósil o enquisto, por otro a electricidad y con ello el cierre de todas las plantas de generación eléctrica a base de carbón y derivados de petróleo y gas. Es la modalidad de destrucción creativa del siglo XXI descrito por Schumpeter, como el proceso mediante el cual aquellas empresas que no son capaces de innovar y mantener relevancia, han de desaparecer con darwinismo, dejando así su lugar a las empresas innovadoras en energía verde, es decir, en beneficio de las grandes plataformas y en detrimento de otras tantas empresas y empleos que quedaran en la ruina. 

El presentador de Sky News Australia , Cory Bernardi, demuele (28 de febrero 2021 Zero Hedge) el Programa Mundial de Alimentos, la Organización Meteorológica Mundial, la Organización Mundial del Turismo y la Organización Mundial de Comercio: por mentiras, desinformación y lógica pretzel relacionada con el clima para justificar la política. Todas estas autoridades estarían impulsando una agenda: es la misma agenda, para des-carbonizar, desindustrializar y des-empoderar a la población en Occidente. Son parte de un plan concertado para rediseñar el capitalismo en una nueva imagen: la del socialismo.

Lo anterior permite abrir otros interrogantes acerca de hacia dónde nos conduciría realmente el plan globalista. ¿A una reducción de población de 5 mil millones de seres humanos?

Si bien el programa del Gran Reinicio ha sido pospuesto, pero los 4 puntos anteriores están estrechamente entrelazados con el Gran Reinicio o Great Reset o Nuevo Bretton Woods del siglo XXI, que implica:

  1. La centralización del poder político mundial en manos de una comunidad Élite Meritocrática Corporativa a imagen de la historia de China.
  2. La meritocracia corporativa determina centralizadamente las necesidades y deseos de los consumidores limitando la producción a ciertos bienes y servicios que se consideran aceptables.
  3. La supresión de las fronteras nacionales y el fin de la soberanía nacional y la libre determinación.
  4. Un sistema de moneda digital donde toda acción comercial es rastreable para el interés de la Élite Dirigente.  
  5. La introducción de la «Renta Básica Universal» en la que el Gobierno global se convierte en el todopoderoso proveedor del ´bienestar´, gobernando un gran rebaño de personas totalmente dependientes que han de brindar tributo en dinero o trabajo cuando así lo demandan, creando una nueva civilización tributaria. 

El Foro Económico Mundial se imaginaba poder crear de este modo una «economía en espejo de la china» procurando subordinar a China como estado vasallo. Si no lo logran por las “buenas” estará abierta la posibilidad concreta de hacerlo por las “malas”, a fin de crear el primer imperio global. Para lograrlo han de subordinar militarmente no solo a China, en primer lugar, a Rusia y ahora también a la India y a Alemania. Al intentarlo ya amenaza con una nueva guerra mundial, aunque no de modo explícito. En realidad, el fascismo del siglo XXI con la militarización de las relaciones de poder, se podría estar haciendo presente. En este contexto la canciller de Alemania, Angela Merkel, manifestó en el Foro Económico Mundial de fines de enero que “espera no tener que tomar posición entre Este y Oeste”, al tiempo que dejó en claro que “prefiere alinearse con el proyecto del Mundo Multipolar”.   

Una Civilización Alternativa a partir del Multipolarismo 

Como los ´factores de producción´: el trabajo, el capital y la naturaleza (utilizados en la economía vulgar), ya no explican más que el 50% o máximo 70% del crecimiento económico, la economía vulgar atribuye la diferencia a la intervención de la Investigación y Desarrollo (I&D), como un cuarto factor independiente. Con el desarrollo del Big Data (GAFAM) y el Complejo Estratégico de Inteligencia Artificial (CE-IA), esta élite afirma que la ley de valor está superada y fue sustituida por el concepto de “capitalismo cognitivo”.  Se podrá hablar de una economía cognitiva, afirma Samir Amin (2011), solamente cuando existan unas relaciones sociales ya diferentes de aquellas en las que se basa el capitalismo. 

Con la globalización estamos cada vez más ante un capitalismo llevado al extremo. Corporaciones como Microsoft y Apple han desarrollado hardware en su fase más productiva. Con ello se pudo dar auge a las plataformas Virtuales Digitales como Facebook, Netflix y Amazon. A partir de ahí comienza la fase de trabajar en base a enormes agregados de datos (Big Data) que con Inteligencia Artifical (IA) va aún más allá de la recolección de datos. No solo participan cada vez más en el ámbito de la circulación con anuncios para vender productos, sino que son capaces de hacer llegar información prácticamente individualizada a sus usuarios para que cambien sus preferencias, opiniones, estilo de vida, inclinación electoral, etc. En otras palabras, el usuario termina siendo el producto final de la Inteligencia Artificial. También Apple y Google han pasado cada vez más al trabajo de Big Data, entrando en la esfera de circulación a costa de inversiones productivas. El resultado es una economía donde ya casi no hay acumulación de capital y riqueza, sino solo la centralización de la misma en cada vez menos manos corporativas. En esencia estamos yendo más allá del capitalismo. 

En estas condiciones, es ínfima la creación de riqueza en términos de valor. El ´capital´ se fuga del ámbito productivo y se centra en el ámbito de circulación para lograr centralizar la riqueza en cada vez menos manos corporativas. El concepto de valor y capital subsisten, porque la sociedad permanece alienada en el economicismo. Las lógicas de las fuerzas que rigen en esta dirección, nos llevan, afirma Amin, hacia un mundo de barbarie individualista, de elevados grados de exclusión y hasta de eliminación de personas sin valor. Se trata de un sistema neo-tributario basado en el ejercicio de una violencia política sistemática. Con esta descripción podemos comprender mejor la pretendida implementación del Gran Inicio o Great Reset que nos plantea el Globalismo Financiero Unipolar.  

El Gran Reinicio pretende partir del interés privado, buscando lo que llaman el ´Bien Común´, que ellos definan desde arriba. De hecho al recorrer el camino trazado se desemboca en el fascismo del siglo XXI. Mucho más plausible sería partir de un sistema que prioriza el Bien Colectivo para luego, con Inteligencia Artificial, pasar a trazar las necesidades colectivas e individuales, cosa imposible en tiempos soviéticos. Simplemente no existía la tecnología necesaria para poder pensar en una determinación de los intereses colectivos desde la comunidad de base-Pueblo. De este modo, es posible que haya mayor participación comunitaria en la construcción del Bien Colectivo y no solo en lo económico, sino también en lo político y cultural. La síntesis de las dos vías históricas parece encontrarse a través de la línea oriental y no es extraño que la Unión Europea prefiere optar por el mundo multipolar y no por el Unipolarismo globalista.  

La herencia histórica de China en sus relaciones internacionales fue la antigua Ruta de la Seda que hoy con una filosofía parecida está llevando adelante con cada vez más países que se integran. Históricamente estos intercambios solo eran accesoriamente mercantiles, es decir que no estaban basados en el valor de cambio (ley de valor) sino en el valor de uso (las utilidades comparativas). Mientras coexiste el capitalismo y el mercado mundial, China operara con la ley de valor hacia afuera. Por su economía auto-centrada los términos de intercambio desigual con EEUU, por ejemplo, no solo son cada vez menos negativos, sino en cada vez más ámbitos China ha logrado invertir dichos términos. De ahí también la guerra comercial que inició EEUU con Trump y que la administración globalista de Biden-Harris pretende intensificar. Hacia adentro de China puede predominar el concepto de Valor de Uso sobre el Valor de Cambio, esencia para una transición hacia otra civilización poscapitalista financiera. 

Explotación y Bien Común no son mutuamente excluyentes en la historia de China, pero la historia ha demostrado también cuando el trabajo para el Bien Común reduce el grado de explotación. Existen condiciones objetivas para que la humanidad en conjunto recorre el camino hacia una civilización donde se concentra en el trabajo para la colectividad y por la colectividad (Bien Común) y que se logre reducir la explotación a expresiones mínimas. Cada vez más países, en Eurasia incluyendo a Rusia, África, América Latina e incluso en Europa, se alinean con el proyecto multipolar y la Nueva Ruta de la Seda donde prevalece la cooperación por sobre de la explotación, ganando terreno hacia el Bien Común como proceso que avanza pero que también nunca concluye, sigue abierto a las nuevas necesidades de la comunidad pueblo. 

Bibliografía

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EDITORIAL: de la Fundación Cultura Estratégica 12 de Febrero 2021

La alianza militar de la OTAN liderada por Estados Unidos se está acercando cada vez más a aceptar a Ucrania como un nuevo miembro. Este es un paso increíblemente incendiario hacia la guerra que podría convertirse en una conflagración nuclear.

A pesar de las advertencias repetidas y de larga data de Rusia, la alianza militar de la OTAN liderada por Estados Unidos ha indicado que se está acercando cada vez más a aceptar a Ucrania como un nuevo miembro. Este es un paso increíblemente incendiario hacia la guerra que podría convertirse en una conflagración nuclear. Y, de manera risible, esta imprudente iniciativa está impulsada por una alianza que proclama que se trata de defender la paz y la seguridad.

Esta semana, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, recibió al primer ministro ucraniano Denys Shymhal en la sede de la organización en Bruselas. En una conferencia de prensa conjunta, ambos hombres se mostraron optimistas sobre la incorporación de Ucrania a la OTAN. Stoltenberg admitió que la ex República Soviética ha estado pendiente de la membresía de la alianza desde 2008, una escala de tiempo que pone en perspectiva el conflicto más reciente de los últimos casi siete años. También confirmó que las fuerzas de la OTAN han estado aumentando su presencia en el Mar Negro en coordinación con sus homólogos ucranianos. En las últimas semanas, tres buques de guerra estadounidenses se han entrenado con buques de la armada ucraniana para contrarrestar lo que Stoltenberg dice es «agresión rusa».

Ucrania ha sido designada oficialmente «Socio de oportunidades mejoradas» por la OTAN. Lo que hace que uno se pregunte, irónicamente, ¿qué tipo de «oportunidades» se están contemplando?

A todos los efectos, Ucrania ya es prácticamente miembro de la OTAN. Ha participado en operaciones militares conjuntas en el extranjero y, como se ha señalado, recibe ayuda militar, entrenamiento y apoyo logístico.

Pero si Ucrania fuera admitida formalmente en la alianza de la OTAN, se abriría un camino legalizado e inevitable hacia la guerra. Según las reglas de la organización, cualquier nación miembro individual tiene derecho a invocar una cláusula de defensa general que obliga a otros miembros de la OTAN a brindar apoyo militar. Dado que las autoridades gubernamentales en Kiev afirman continuamente que Rusia es un agresor, una opinión compartida por la OTAN, entonces el potencial de una guerra generalizada con Rusia es un peligro abierto si Ucrania se uniera oficialmente a la alianza.

Sin duda, los líderes de la OTAN son conscientes de esta potencial catástrofe y también son conscientes de las profundas preocupaciones de Rusia. Eso explicaría su cauteloso retraso en la admisión de Ucrania en la alianza. Se entiende que Alemania y Francia en particular están en contra de agregar al país a la membresía de la OTAN por temor a que provoque a Rusia.

Es interesante especular por qué Stoltenberg, ex primer ministro noruego y jefe civil nominal de la OTAN, pareció esta semana dar un nuevo impulso a las ambiciones de Ucrania. ¿Podría estar relacionado con el cambio de administración en Estados Unidos? Altos miembros de la administración Biden han declarado públicamente durante las audiencias del Senado su voluntad de aumentar el apoyo militar al gobierno de Kiev en su conflicto con los separatistas prorrusos en el este de Ucrania. Los enviados estadounidenses y europeos en el Consejo de Seguridad de la ONU reiteraron esta semana acusaciones estridentes contra Rusia alegando que Moscú era responsable de prolongar el conflicto en Ucrania. El enviado de Rusia, Vassily Nebenzia, respondió que fueron el régimen de Kiev y sus aliados occidentales quienes no han implementado el acuerdo de paz de Minsk previamente acordado firmado en 2015.

Pero seguramente incluso los patriotas más acérrimos de la OTAN deben darse cuenta de que admitir a Ucrania en las filas sería un puente peligroso demasiado lejos. Lo mismo también para Georgia, otra ex república soviética, que también está en la cola para unirse a la alianza militar. Ambos países ya están en conflicto político con Rusia por el expansionismo de la OTAN, no como ellos o la OTAN lo querrían, por la “agresión rusa”. La OTAN empujó a Georgia a una breve guerra con Rusia en 2008 por los territorios en disputa de Osetia del Sur y Abjasia. Luego, en 2014, un golpe de estado respaldado por la OTAN en Kiev contra un presidente electo condujo a la guerra de baja intensidad en curso en el este de Ucrania. Ese golpe también llevó a Crimea a votar en un referéndum para separarse y unirse a la Federación de Rusia, a la que Occidente se refiere continuamente de manera despectiva como «anexión».

A los cómplices profesionales y bien pagados como Jens Stoltenberg les gusta hilar el engañoso hilo de que la expansión de la OTAN es un «éxito» para la democracia y el estado de derecho. Desde el final de la Guerra Fría en 1991 tras la desaparición de la Unión Soviética, la OTAN no empacó ni se disolvió. En los siguientes 30 años, ha duplicado su membresía de 16 a las 30 naciones constituyentes actuales. Esto fue a pesar de los votos anteriores de los líderes estadounidenses de que no permitirían la ampliación de la OTAN más allá de las antiguas fronteras de la Guerra Fría y el Pacto de Varsovia. Las adiciones más recientes incluyen Montenegro y Macedonia del Norte. Bosnia y Herzegovina se está considerando en los planes de acción para la membresía, y Ucrania y Georgia presumiblemente después de eso.

La implacable expansión de la OTAN hacia las fronteras de Rusia, incluido el estacionamiento de sistemas de misiles, junto con una retórica provocativa y sin fundamento que acusa a Moscú de agresión, están planteando evidentemente una amenaza existencial para la seguridad rusa. Sin embargo, los apologistas de la OTAN hablan alegremente y al estilo orwelliano sobre la promoción de la seguridad, la defensa y el estado de derecho.

Para que no lo olvidemos, Rusia estuvo a punto de ser aniquilada, según la memoria viva, por la agresión militar de la Alemania nazi y sus satélites de Europa oriental cuando hasta 27 millones de soviéticos murieron en la Segunda Guerra Mundial (1939-45).

Las propias reglas supuestas de la OTAN prohíben a la organización admitir países que están involucrados en disputas fronterizas o conflictos internos. Eso claramente debería prohibir a Ucrania y Georgia. Sin embargo, la OTAN dirigida por Estados Unidos está haciendo la vista gorda a sus propias reglas, distorsionando sus intervenciones en estos países como acciones de defensa contra la “agresión rusa”.

Sería ridículo si no fuera tan gravemente serio. La OTAN “justifica” la expansión a Ucrania y Georgia “porque” Rusia tiene fuerzas en el Mar Negro y el Mar de Barents. Esas regiones son parte integral del territorio soberano de Rusia. Esto ocurre mientras Estados Unidos, desde una distancia de más de 6.000 kilómetros de distancia, coloca bombarderos estratégicos B-1 por primera vez en Barents y envía un número creciente de buques de guerra al Mar Negro en violación de los tratados marítimos. ¿Qué sigue? ¿Rusia está acusada de ocupar Moscú?

Los precedentes y el patrón histórico muestran que la garra imperial estadounidense conocida oficialmente como la Organización del Tratado del Atlántico Norte es incapaz de razonar y dialogar inteligentemente. Es una máquina preparada para el enfrentamiento. Por lo tanto, Rusia puede tener que considerar la posibilidad de utilizar otro tipo de lenguaje para transmitir sus preocupaciones de seguridad totalmente legítimas.

Porque la trayectoria actual es un camino a la perdición.

Las opiniones de los contribuyentes individuales no representan necesariamente las de la Fundación Cultura Estratégica y tampoco de Dossier Geopolitico.

Hace décadas China puso en marcha una estrategia conocida como “tecnonacionalismo”: el Estado planifica la inversión en investigación y desarrollo junto con sus grandes empresas tecnológicas para depender menos del extranjero. Ese vínculo entre los sectores público y privado, unido a un plan para influir en los mercados internacionales, ha permitido un gran crecimiento tecnológico en el país. Ahora el liderazgo del gigante asiático en tecnologías como el 5G sorprende e inquieta a sus competidores.

Los dirigentes chinos llevan considerando la tecnología como una prioridad nacional al menos desde los años setenta. Han buscado aunar esfuerzos entre el Estado y el sector empresarial para convertirse en una potencia tecnocientífica e impulsar así su rendimiento económico. La tecnología es esencial para aumentar la productividad y las exportaciones de un país. Pero para China, además, se ha vuelto un medidor de su poder e influencia en el extranjero y un frente clave en el pulso de los últimos años con Estados Unidos.

Washington ha respondido con ataques, sanciones y barreras comerciales contra China y sus grandes empresas tecnológicas. La balanza comercial entre las dos potencias se inclinaba hacia China, y el presidente Donald Trump intentó revertirla durante todo su mandato, centrándose en reducir las importaciones de sus productos, en especial de este sector. Ahora, el presidente chino, Xi Jinping, pretende que el gigante asiático hable frente a frente con sus competidores en los futuros sectores tecnológicos estratégicos con el proyecto Made in China 2025.

Componentes de una estrategia tecnonacionalista

China es uno de los principales exportadores de tecnología en el mundo. Desde finales de los años setenta ha seguido una estrategia tecnonacionalista: inversión en investigación y desarrollo, planificada desde el Estado en conjunto con sus campeones tecnológicos, para reducir su dependencia de tecnologías extranjeras. Este proceso ha combinado un proteccionismo tecnológico y económico cada vez mayor junto con un intervencionismo fuerte que han logrado, entre otras, que la empresa china Huawei lidere el desarrollo de la red 5G.

Potencias como China o Estados Unidos han crecido de la mano de sus campeones en los sectores digital y de las telecomunicaciones. La innovación en este ámbito es crucial, pues también brinda la oportunidad a los países pioneros de establecer los estándares tecnológicos que tendrán que seguir el resto. Una vez se fijan estos estándares, los países receptores de nuevas tecnologías ven frenado su desarrollo porque son relegados a un rol de compradores y se alejan de la producción, lo que genera influencias y dependencias que son fuente de rivalidades políticas. 

Un ejemplo son los protocolos de la comunicación inalámbrica local o Wi-Fi, concebidos en Estados Unidos. Con la formación de la Wi-Fi Alliance en 1999, estos protocolos se convirtieron en los estándares mundiales de la conectividad local (WLAN). Después de que el Instituto de Ingeniería Eléctrica y Electrónica de Estados Unidos estableciera el estándar WLAN en 2001, China alegó motivos de seguridad para diseñar uno propio, WAPI. Pero la seguridad no era la principal preocupación de Pekín. La motivación era más bien económica: el Gobierno chino pretendía obligar a empresas estadounidenses que quisieran vender sus productos en China, como Intel, a equiparlos con este protocolo, pagando por ello a las empresas chinas. WAPI, sin embargo, no se aceptó como estándar internacional y China perdió la batalla contra Intel, que amenazó con parar la venta de los chips necesarios para fabricar la mayoría de ordenadores portátiles chinos.

Con todo, China no es el único país con una estrategia tecnonacionalita. Estados Unidos, Japón y los tigres asiáticos —Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwán— han implementado programas similares desde mediados del siglo XX con inversión en tecnología propia para depender menos de las importaciones. En estos países, el Estado puede financiar el desarrollo tecnológico y mitigar el coste de cualquier fracaso a las empresas que operan en su territorio. Muchas de las corporaciones punteras en el sector tecnológico han tenido fuertes lazos con el aparato estatal y su industria militar. Es el caso de Silicon Valley, en California, la sede de empresas tecnológicas como Apple, Google o Facebook, producto de la unión de capital público y privado estadounidense, o de algunas empresas de la ciudad china de Shenzen, como Huawei, que tiene vínculos con el Ejército chino.

Japón y Corea del Sur también se han beneficiado de una planificación tecnonacionalista de la economía apoyando a sus empresas estratégicas desde la segunda mitad del siglo XX. Los nipones tenían limitado el gasto militar desde el final de la Segunda Guerra Mundial, lo que liberó una importante cantidad de capital que se pudo destinar a financiar tecnologías estratégicas. Durante una guerra comercial que enfrentó a Japón y Estados Unidos entre 1970 y casi entrados los 2000 —pese a ser aliados—, el Gobierno japonés impuso aranceles a las importaciones de productos clave de Estados Unidos para proteger su propio mercado. Entre ellos destacan los semiconductores, componentes básicos de los aparatos electrónicos. Por su parte, Corea del Sur experimentó un crecimiento económico sin igual entre 1970 y 1990 en gran parte gracias a que el Estado financió proyectos de innovación empresarial. Sin embargo, el país más adelantado de la región gracias a la doctrina tecnonacionalista es China.

Del escepticismo de Mao a la apertura de Deng

No fue fácil encarrilar el desarrollo tecnológico en la República Popular China. Después de su fundación en 1949, una élite de científicos y técnicos cercana al Partido Comunista Chino (PCCh) tomó consciencia de la importancia de tener una industria tecnológica propia y apostó por la planificación estatal del desarrollo científico. De esta iniciativa nació el “Plan a largo plazo para el desarrollo de la ciencia y la tecnología” entre 1956 y 1967, que, entre otras, puso los cimientos para el programa nuclear chino y la construcción de una fábrica de semiconductores en la ciudad de Wuxi, cerca de Shanghái. Sin embargo, la relación entre esta élite con el entonces líder del PCCh, Mao Zedong, y el funcionariado del partido no era del todo buena. Mao no apoyó el desarrollo tecnológico con fines comerciales: lo tachó de antirrevolucionario y criticó a la tecnocracia china y soviética, de las que se desvinculó.

El PCCh de los primeros años desconfiaba de los científicos chinos, que habían estudiado en Estados Unidos y Europa gracias a la Academia Sínica, una institución fundada en 1927 durante la etapa de la China nacionalista y trasladada a Taiwán tras la guerra civil china (1945-1949). Mao, además, priorizaba la ciencia de cara a las masas, como la industria ligera y la agricultura, y no para el crecimiento económico. Su postura se agudizó entre 1966 y 1976 con la Revolución Cultural, que ralentizó el progreso tecnológico, provocando el retraso actual en sectores como los semiconductores, en el que China va por detrás de Estados Unidos o Japón.

Pero China cambió de rumbo después de la muerte de Mao en 1976 y con la llegada al poder de Deng Xiaoping en 1978, que se centró en modernizar la economía y abrir el mercado chino. Consciente del poder de la tecnología y sus beneficios económicos, Deng creó zonas económicas especiales en 1980 con un régimen fiscal liviano para atraer inversión y técnicos extranjeros. La mayoría de ellas están en la provincia de Cantón, en la costa sureste, incluida la ciudad de Shenzhen, sede de Huawei y otras grandes empresas tecnológicas como Tencent o ZTE.

Deng también liberalizó la esfera social, permitiendo que las costumbres populares y religiosas del pueblo chino pudieran volver a expresarse con mayor libertad. Así, el vacío de valores que dejó el fin de la autarquía marxista de Mao, unido a la creciente influencia de Occidente en el ámbito tecnológico, se compensaron con la vuelta de la tradición confuciana, reprimida por reaccionaria durante la Revolución Cultural. Otros países confucianos, como Japón o Corea del Sur, se han valido de una estrategia similar para preservar su identidad colectiva por encima de la ética individualista occidental pero sin dejar de fijarse en su desarrollo tecnológico.

Los tres presidentes ingenieros y la consolidación del tecnonacionalismo

El interés por la investigación científica y tecnológica ha sido constante durante el mandato de los líderes que sucedieron a Deng: Jiang Zemin, Hu Jintao y Xi Jinping, los tres con formación de ingenieros. El primero, Jiang, que había recibido ataques del PCCh durante la Revolución Cultural por su trabajo como científico, mostró gran interés por establecer vínculos internacionales de cooperación científica para propulsar el comercio y globalizar la economía. Su Gobierno (1989-2002) también invitó a investigadores extranjeros a trabajar en China. Durante su mandato descendió la ocupación en el sector primario y aumentó mucho en el sector servicios, una tendencia que se consolidó con la llegada de Hu. Este mismo trasvase se refleja en el éxodo rural entre 1989 y 2008, en el que la migración interna ascendió de 30 millones a más de 140 millones de trabajadores.

Jiang Zemin no fue tecnonacionalista del todo, pero impulsó algunas políticas en ese sentido. En los años noventa China dependía en exceso de empresas estadounidenses como Microsoft, IBM o Intel para importar tecnologías de la información, y el PCCh sabía que eso era insostenible. Además, el partido sospechaba que otros países podían acceder a la información de estos productos de forma remota, por lo que empezó a interesarse en los sistemas de encriptación para cifrar sus contenidos y que ningún tercero tuviera acceso a ellos. El Gobierno de Jiang intentó aprobar en 1999 una ley que obligaba a instalar un sistema de encriptación en los dispositivos destinados a su mercado. Las empresas estadounidenses vieron en esta reforma una maniobra china para acceder al código de sus equipos y robar su propiedad intelectual, y obligaron a Washington a intervenir en su defensa. La ley finalmente no se aprobó, pero después otra similar sí.

El mandato de Hu Jintao, que sucedió en el cargo a Jiang en 2002, anunció definitivamente el giro tecnonacionalista. Hu quería continuar el proyecto chino de desarrollo tecnológico, pero mientras sus predecesores habían apostado por producir manufacturas de bajo valor añadido, el nuevo líder comenzó a proveer a China de una industria tecnológica soberana y cada vez más independiente de Occidente. Esta estrategia, bautizada Sociedad Armoniosa y lanzada  alrededor de 2007, pretendía fomentar el consumo interno, redistribuir la riqueza que había generado el crecimiento exorbitado de los años anteriores y convertir a China en una potencia tecnológica mundial. El sucesor de Hu, Xi Jinping, ha consolidado este rumbo tecnonacionalista.

Xi, el proteccionismo tecnonacionalista

La China que Deng Xiaoping había liderado en los años ochenta no poseía una industria autónoma propia y dependía del extranjero. Treinta años después China se había convertido en la segunda economía mundial y recelaba de sus competidores, lo que llevó a Xi Jinping a cerrar al país en sí mismo cuando llegó al poder en 2012. Xi ha buscado aumentar el crecimiento e independencia tecnológica de China a través de proyectos como el Made in China 2025 o el XIV Plan Quinquenal (2021-2025). La apuesta de ambos planes es convertir al país en el líder autónomo de las tecnologías estratégicas del futuro: inteligencia artificial (IA), almacenamiento en la nube, big data, 5G y uno de sus derivados, el internet de las cosas.

El poderío tecnológico de la China de Xi se asienta en varias empresas tecnológicas punteras: Baidu, Alibaba, Tencent, Xiaomi y Huawei, conocidas por el acrónimo BATX(H). La primera es un motor de búsqueda, Alibaba es una plataforma de comercio en línea, Tencent incluye comercio en línea y posee Qzone, una red social parecida a Facebook, y las dos últimas se dedican sobre todo a fabricar terminales y a las telecomunicaciones. Estas empresas son la alternativa china a las estadounidenses GAFAM: Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft. Su auge ha contribuido a que el sector servicios haya representado en 2019 el 53,9% del PIB chino, mientras que al inicio del mandato de Xi era del 45,5%. Las BATX(H) crecen alrededor de un 50% cada año y han sido clave para transformar la economía china, que ha pasado de estar basada en la exportación de materias primas y productos de bajo valor añadido a exportar productos finales de alto valor añadido.  

Baidu, Alibaba y Tencent han aumentado el consumo a nivel interno en China y han reactivado la economía de muchas zonas rurales en los últimos años, uno de los objetivos que se marcó Hu Jintao. Aparte, acumulan capital virtual en forma de big data extraído de la digitalización de numerosos ámbitos de la vida cotidiana de los ciudadanos chinos. A través del WeChat de Tencent, que mezcla red social y mensajería instantánea, o de Alipay, el sistema de pago de Alibaba, estas firmas acumulan datos que luego les permiten desarrollar potentes algoritmos de inteligencia artificial. La IA de Alibaba, por ejemplo, se usa para regular el tráfico en ciudades chinas con altos niveles de contaminación o en la lucha contra la covid-19, en colaboración con el Estado. Por su parte, Baidu cuenta con financiación del Ejército chino para diseñar el China Brain (‘Cerebro Chino’), un proyecto de investigación también centrado en el big data y la interacción humano-máquina.  

El tecnonacionalismo de Xi mezcla intervencionismo y proteccionismo. China limita las inversiones extranjeras en sus empresas para tener el mayor control posible y así conservar la toma de decisiones en el país. En ese sentido, una ley de junio de 2017 permite al Estado acceder a los datos de las empresas chinas en el extranjero. Esta política, sin embargo, frena la segunda fase de la estrategia tecnonacionalista del gigante asiático: su proyección global. Aunque refuerza los vínculos con sus campeones tecnológicos e impide a los competidores acceder a su mercado interno, genera hostilidad en otros países. Distintos Gobiernos desconfían cada vez más de las empresas chinas que operan en su territorio debido al posible acceso del Gobierno chino a datos sensibles con los que trabajan. La actitud de China, por tanto, muestra las tensiones entre una política soberanista en el plano tecnológico y los principios de libre mercado.

El principal hostigador del tecnonacionalismo chino ha sido la Administración Trump, que en especial a finales de su mandato impuso sanciones y restricciones comerciales a las empresas chinas con más proyección, como la plataforma de vídeo Tiktok o Huawei. Esta última ya lidera la investigación del 5G; si su dominio sigue creciendo, las aplicaciones del internet de alta velocidad tendrán que adaptarse a su su estándar. Para evitar este duro golpe para Estados Unidos, Donald Trump hizo lo posible para que Huawei quebrara, inaugurando una política tecnológica proteccionista. El nuevo presidente, Joe Biden, quiere continuarla, lo que reducirá la proyección global de China y retrasará el despliegue del 5G.

La contrapartida del tecnonacionalismo

El objetivo de un estándar es fijar un canon que la comunidad científica, empresas, Gobiernos y consumidores a nivel global puedan utilizar. Pero las potencias en innovación, como Estados Unidos o China, no fijan los estándares de forma desinteresada, sino que buscan beneficio económico y garantías de  ciberseguridad. China tomó consciencia de ello y ahora comprueba cómo su política de subvenciones a los sectores estratégicos da frutos, adelantando al tímido intervencionismo occidental en tecnologías como el 5G. 

Si la rivalidad en el campo de la innovación crece aún más, se corre el riesgo de que aparezcan tecnologías incompatibles entre sí, para perjuicio de toda la sociedad internacional. No obstante, si la interdependencia tecnológica y económica se reduce, puede hacerlo también la tensión entre países, que controlarían más sus propios recursos tecnológicos. El tecnonacionalismo ha hecho de China un polo alternativo al estadounidense y cada vez más independiente de las cadenas de valor internacionales, y Pekín parece estar dispuesta a llegar hasta el final con esta política.

Publicado por El Orden Mundial https://elordenmundial.com/tecnonacionalismo-estrategia-china-potencia-tecnologica-gepolitica/?utm_medium=email&_hsmi=113270504&_hsenc=p2ANqtz–OOmD5SBdpmtaGnIRDHBiEj3bbm3FtdXSV4E1JGOuHAxxRwsqEiSY4OR-Zk3s9o93VbgPVhUMLXmW7_B4h8qa_1kiCrw&utm_content=113270504&utm_source=hs_email

15 años promoviendo semanalmente la Geopolitica; Análisis Radial Semanal de Geopolitica de Carlos Pereyra Mele para el Programa: el Club de la Pluma, que conduce el Periodista Norberto Ganci por la Radio Web al Mundo

TEMAS:

Sigue profundizandose el conflicto entre Atlantistas (EEUU y socios) y Continentalistas (China y sus socios) conflicto que conduce a un mundo Bipolar nuevamente

AUDIO:

La columna dominical de geopolítica para el Club de la Pluma de este domingo, que presenta Carlos Pereyra Mele, director de Dossier Geopolítico, y que se emite desde hace más de 15 años, comienza esta vez por Ecuador y con preguntas muy preocupantes:

¿Habrá elecciones libres en Ecuador?

¿Serán limpias o amañadas?

¿La Comisión Nacional Electoral es parte del fraude denunciado?

¿EEUU permitirá un cambio de política en ese país? 

Luego, el analista viaja a Asia para destacar la firmeza de Irán en la reactivación de su Acuerdo Nuclear firmado con Obama y roto por Trump y su exigencia del levantamiento de las sanciones de EEUU. 

Siguiendo en Asia, nos habla del regreso de Washington a las acciones bélicas, con los bombardeos de Biden en el norte de Siria, que provocaría el reinicio de la guerra y el resurgir del terrorismo internacional, razona porqué EEUU es un invasor y ocupante ilegal en Irak, y nos explica que la estrategia norteamericana allí es “mantener la llama del caos para provocar el conflicto permanente.” 

Luego, el licenciado Pereyra Mele entra de lleno en la Geopolítica de las Vacunas, denunciado el bochornoso propósito económico de las farmacéuticas, que ha alcanzado ya niveles escandalosos. Como Pfizer, que exige al Tercer Mundo, pagos y garantías con activos soberanos. Y recuerda la negativa del gobierno argentino y el silencio cómplice de la oposición, cuando la multinacional pretendió además, los derechos sobre el agua dulce del país. 

También nos explica los detalles de la expulsión de Venezuela del representante de la UE, como respuesta a la política de Bruselas de secundar a EEUU en sus acosos y sanciones a los países que no le son afines. 

Y seguidamente, el experto en geopolítica, aborda el tema central de la columna de hoy, un tema que la prensa generalista no quiere tomar en cuenta: LA DISPUTA MUNDIAL POR EL ATLÁNTICO SUR Y LA ANTÁRTIDA  

Un asunto central, fundamental y complejo de la política mundial de hoy, que tiene  tantas facetas, aristas e interpretaciones que resulta imprescindible escuchar las explicaciones de nuestro director, para entenderlo y formarse una opinión, tratando de componer un rompecabezas con muchos intereses en juego. Un escenario, que guste o no, involucra a Argentina como protagonista central. 

Por ejemplo:

-La presencia de buques de guerra y submarinos nucleares estadounidenses en nuestras aguas.

-El despliegue militar del Comando Sur para tutelar las aguas del entrono y sus maniobras amenazantes.

-La ofensiva de EEUU contra la pesca ilegal, señalando únicamente a China como “ilegal”, y no al resto de flotas “amigas” de Washington.

-La obsesión de Washington por la presencia y el papel de China en su patio trasero.

-El avance de la flota inglesa sobre el continente antártico. 

Estos y otros aspectos que conforman la nueva Doctrina Monroe del siglo XXI que sentencia ”América para los norteamericanos”

Una doctrina adelantada hace tiempo por Dossier Geopolítico, por la cual EEUU, en su evidente declive, necesita acaparar TODO para sí, a la vez que no tiene NADA para ofrecer. Salvo el cansino y gastado relato de sus “valores democráticos” o de una lucha contra la corrupción siempre, supeditada a sus intereses políticos. 

Finalmente, nos habla del anuncio de una Base Rusa de GPS en Argentina, lo que ha provocado la alarma de los analfabetos locuaces de siempre, que se rasgan las vestiduras por una supuesta entrega de soberanía. 

Y como siempre, Carlos Pereyra Mele cierra la columna semanal con una reflexión:

”Estar alertas para no ser sorprendidos en la vorágine de conflictos externos. Y… estar vigilante en nuestra soberanía y en nuestro Interes Nacional” 

Eduardo Bonugli

Tradicionales Columnas de Política Internacional:

De los días Viernes del Director de Dossier Geopolitico, por Radio Belgrano AM 650 de Buenos Aires en el Programa “Ayer y Hoy de Miguel de Renzis; Hoy, entre otros temas, nos habla acerca de los Bombardeos ordenados por el flamante Presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, sobre territorio Sirio.

AUDIO: https://radiocut.fm/audiocut/politica-internacional-con-carlos-alberto-pereyra-mele-1850/#.YDjd-DBKfFw.whatsapp 

Columna de los viernes de Política Internacional en la Televisión por Cablevisión Canal C de Córdoba en el programa “Con Sentido Común” de Alfredo Guruceta; Hoy, entre otros temas: hablamos de la geopolítica de las vacunas el caso Pfizer y los centros financieros globales y el incremento del conflicto bélico de la administración Biden en Irak/Siria a días de la visita de S.S. Francisco a Irak en un nuevo lazo entre el mundo religioso Cristiano Catolico y el islamico Chií, que será un nuevo capitulo de la geopolitica de las Religiones y su importancia en el Nuevo Orden Mundial

POR JUAN GABRIEL TOKATLIAN

Quien no está en busca de amigos es enemigo de sí mismo, escribió Shota Rustaveli, poeta medieval de origen georgiano, en el siglo XII. Para un país como la Argentina que perdió, en 1982, una guerra ante una potencia occidental que ha contado con varios aliados; que ha decidido, por distintos motivos, tener presupuestos de defensa módicos; y que se ciñe constitucionalmente a la recuperación pacífica del territorio en disputa, es un objetivo clave en la estrategia integral hacia las Islas Malvinas ampliar el número de amigos a su legítima causa. Como también lo es lograr que Gran Bretaña tenga cada vez menos acompañamiento y respaldo de la comunidad internacional. En otras palabras, la Argentina debe sumar amigos, entre ellos las grandes potencias y los poderes emergentes y debe procurar que Gran Bretaña los pierda. Y simultáneamente debe preservar el consenso socio-político interno respecto a Malvinas—a pesar de los vaivenes que han ocurrido desde 1983 a la fecha—y aprovechar mejor las fisuras existentes en el Reino Unido respecto a las islas.

La estrategia del victorioso, en este caso, Gran Bretaña, es la que usualmente despliegan los vencedores: asegurar su triunfo con una mayor presencia y control en el territorio disputado; mantener una postura intransigente para así fortalecer sus propios intereses estratégicos; y dilatar lo máximo posible una eventual solución. No es que los británicos sean malvados, es que es así se comportan los victoriosos. En especial si han manejado un vasto imperio.

Y, ¿cuál es la estrategia del perdedor? La historia ofrece lecciones. Hay naciones que, con un gran esfuerzo, firmeza, paciencia y talento, han conseguido recuperar la soberanía. Hechos traumáticos para naciones que bajo distintas circunstancias padecieron pérdidas territoriales pudieron revertirse. En ese sentido, es pertinente recordar lo que señala Robert Putnam sobre la lógica de los juegos de doble tablero—el interno y el externo—en los que se produce una influencia recíproca en lo doméstico y lo internacional y sobre cómo reconciliar los imperativos en esos dos frentes. Subraya que la posición del “halcón” que solo busca satisfacer a los actores y objetivos del tablero interno no necesariamente culmina en logros efectivos, al tiempo que la posición de la “paloma” que se interesa por satisfacer más a actores y objetivos de las contra-partes tampoco obtiene, por lo general, dividendos concretos. En pocas palabras, lo esencial es evitar las posturas extremas y tener preciso un mapa de ruta; una estrategia, que permita avanzar en pos de la recuperación cierta de las islas. 

Por una diplomacia de equidistancia 

En esa dirección, es indispensable poseer un diagnóstico certero del entorno global, así como de la rivalidad creciente entre Estados Unidos y China expresada, en particular, en el terreno de la competencia naval. Bajo ese marco de referencia, por primera vez desde la década de los 80, Londres se ha auto-infligido un error no forzado a raíz del Brexit. Cualquiera sea la interpretación del origen y del alcance de esa decisión refrendada por el voto, Gran Bretaña tiene hoy, al menos temporalmente, menos amistades e influencias en la Unión Europea, al tiempo que produjo una sensación de abandono y frustración entre los isleños en Malvinas, actuando según las preferencias e intereses de Londres (ni siquiera del Reino Unido en su conjunto).

Es muy probable que ello la lleve a acercarse militarmente más a Estados Unidos para asegurar la desequilibrada “relación especial” con Washington que se ha debilitado debido, entre otras cosas, a que Londres ha deteriorado su interlocución con Bruselas. De hecho, desde hace tiempo la relación británico-estadounidense está desbalanceada por la pérdida de poder relativo del Reino Unido que intentará compensar mediante un vínculo más decidido en el campo de la seguridad y la defensa. En el plano naval es muy posible que se estrechen aún más los lazos entre los dos países. Y habrá que ver cómo evolucionan en los hechos esos lazos. Esto tendría que ser una misión central de la inteligencia estratégica de la Argentina, que debiera proponerse el incremento de la cantidad y calidad de los apoyos mundiales y regionales a favor de una solución negociada en torno a la soberanía de las islas.

En otro orden de cosas, he sugerido para América Latina—y retomo el asunto para el caso argentino—el despliegue de la diplomacia de equidistancia frente a Washington y Beijing. Este tipo de diplomacia apunta a disponer de los medios para establecer con la mayor independencia posible las propias prioridades y, a su vez, impedir ser el epicentro de un juego de suma-cero. Esto último demanda mitigar los costos derivados de las respectivas estrategias de proyección de poder en la región de Estados Unidos y de China. Ello no supone una política de confrontación ni de sumisión hacia Estados Unidos y China, sino que se inclina por la prudente cercanía a distancia segura. Por lo anterior, resulta crucial identificar con suficiente precisión las condiciones que pueden habilitar o inhibir el ejercicio de una diplomacia equidistante. Ello significa evaluar los fenómenos, fuerzas y factores internacionales, continentales, regionales (en especial, respecto a Brasil en el contexto de América Latina) y nacionales que pueden hacer viable o inviable tal diplomacia. Se espera que la misma genere beneficios y reduzca los riesgos para un país: por lo tanto, la diplomacia de equidistancia no significa un acto voluntarista carente de cálculo. En el tema de Malvinas, a mi entender esa diplomacia equidistante encontrará un test importante. 

Mirando a Estados Unidos 

En ese sentido, es bueno analizar brevemente la política naval de Estados Unidos y China en torno al Océano Atlántico. Varios documentos e informes durante la administración del Presidente Donald Trump son puntos de referencia ineludibles. En diciembre de 2017 se publicó la Estrategia de Seguridad Nacional estadounidense, que abandonó el énfasis en las amenazas no estatales (Al Qaeda se mencionó en 9 ocasiones) y se concentró en la competencia inter-estatal (nombró a China 33 veces). Una enfoque similar caracterizó la Estrategia de Defensa Nacional de enero de 2018. En diciembre de ese año el Departamento de Defensa presentó un balance de la expansión china remarcando cómo Beijing venía ampliado sus operaciones militares más allá de la vecindad.

En noviembre de 2019 la US-China Economic and Security Review Commission hizo público el informe anual sobre China, en el que se recalcaron las ambiciones globales de Beijing y su voluntad de moldear el escenario internacional, y se señaló que China tenía cierta capacidad de llevar a cabo incursiones expedicionarias en el Océano Atlántico. Cabe subrayar que en este informe, anterior a la asunción del Presidente Alberto Fernández, la Argentina se menciona más veces (26) que la suma de Venezuela (17) y Brasil (7).

En mayo de 2020 la Casa Blanca emitió un informe sobre la aproximación estratégica que se implementaría hacia China. Allí, entre otras cosas, se acusa a Beijing de desplegar “prácticas económicas predatorias”, de tener una “conducta maligna” y de ocupar “el primer lugar en el mundo” en materia de pesca ilegal. En septiembre de ese año el Departamento de Defensa presentó su informe anual sobre China destacando el creciente despliegue naval chino. Tiempo después, en noviembre, el Departamento de Estado difundió otro informe sobre China donde sobresalía la preocupación respecto a Beijing por cuanto “su influencia geopolítica (en América Latina) se expande en el patio trasero de Estados Unidos”. En diciembre de 2020 la US-China Economic and Security Review Commission elevó al Congreso un nuevo informe anual sobre las relaciones bilaterales: allí se mencionaron, en referencia a Beijing, 194 veces el sustantivo amenaza y el verbo amenazar, al tiempo que se indicó el reto que significaba que China tuviera “la capacidad de proyectar poder en el Atlántico Sur. Y en ese mismo mes, la Armada, el Cuerpo de Marines y la Guardia Costera presentaron conjuntamente un informe en el que afirmaron su “alarma ante el creciente poder naval de la República Popular de China”; lo cual hace de Beijing la “más apremiante amenaza estratégica de largo plazo”. El documento enfatizó que China ya no centra su despliegue marítimo en el Pacífico, sino que ha extendido su proyección naval a los Océanos Índico y Atlántic,  al Ártico y a la Antártida. En ese sentido, un investigador (James Jay Carafano) del think-tank conservador The Heritage Foundation, un ex alto consejero (Kiron Skinner) del Secretario de Estado Mike Pompeo y un ex director interino (David Shedd) de la Defense Intelligence Agency reclamaron en el mes final de la administración Trump el diseño de una estrategia para “el patio trasero” estadounidense: la región del Atlántico (de norte a sur) cada vez más disputada. En buena medida ese reclamo pone en evidencia que Estados Unidos no ha podido impedir el acceso de China a ese Océano. No debe sorprender entonces que en su alocución en el Pentágono del 10 de febrero de 2021, el Presidente Joe Biden se refiriera a una nueva Task Force sobre China.

Por lo general las superpotencias modifican poco y lentamente los pilares de su política exterior y de defensa: en el caso de la rivalidad entre Estados Unidos y China es muy probable que haya más continuidad que cambio; una continuidad que posiblemente lleve a exacerbar las tensiones bilaterales. Conviene recordar que Biden como vicepresidente acompañó al Presidente Barack Obama en la idea de que China era más que un competidor temporal y parsimonioso. Entre 2011 y 2012 el mandatario adoptó un conjunto de medidas para “re-equilibrar” la política exterior y de defensa en lo que se conoció como la “estrategia pivote”: una iniciativa diplomática, económica y militar orientada a re-balancear la proyección de Estados Unidos en el Sudeste Asiático, acompañada de una política dirigida a cercar gradualmente a China y limitar su capacidad de acción internacional. Cabe recordar que en la administración inaugurada el 20 de enero de 2021 el Secretario de Estado, Antony Blinken, y la Subsecretaria de Defensa, Kathleen Hicks, fueron arquitectos de aquella estrategia, al tiempo que la Representante Comercial estadounidense, Katherine Tai, ha sido una fuerte crítica de China. En la audiencia de confirmación de Janet Yellen como Secretaria de Tesoro anunció una amplia gama de acciones e instrumentos para frenar las prácticas comerciales abusivas de Beijing, mientras que la Embajadora ante Naciones Unidas, Linda Thomas-Greefield afirmó en la audiencia de confirmación que se comprometía a trabajar “agresivamente contra los esfuerzos malignos de China” en la ONU.

Lo mencionado se refleja de modo distinto y con variado alcance en el Sur global. En lo que hace a América Latina, y como bien expresa un texto elaborado en noviembre de 2020 para los y las congresistas estadounidenses sin distinción partidista, la transformación ha sido considerable. Según el mismo, durante los gobiernos de George W. Bush y Barack Obama, los funcionarios tenían cierta inquietud y reserva respecto a las relaciones entre China y América Latina. Sin embargo, apreciaban de modo relativamente positivo los vínculos económicos. Como parte del seguimiento de esos lazos, entre 2006 y 2015 Washington y Beijing tuvieron 6 rondas de consultas sobre América Latina. Con la llegada al poder de Donald Trump, las fricciones entre Estados Unidos y China fueron creciendo y el tema de Latinoamérica se ubicó en un triángulo más complejo. En ese nuevo marco aumentó la presión de Washington sobre la región bajo la lógica de quienes están con o contra Estados Unidos. Una vez más, como en la Guerra Fría, Washington recurrió a un enfoque agresivo de suma cero. Sin embargo, la Casa Blanca se enfrentó con dos obstáculos: por una parte, la exigencia de acatamiento venía acompañada de una clara ausencia de recursos materiales como compensación. Por otra, en la mayoría de los países del área no había actores poderosos (civiles, militares, empresariales, políticos, partidistas, religiosos) con capacidad de vetar el avance comercial y financiero de Beijing en América Latina. Pero no hay que confundirse, Joe Biden, con estilo y tono distintos a los de Trump, buscará más adhesión a Estados Unidos, mientras Xi Jinping hará sentir el ascenso cada vez más afirmativo de Beijing. 

Mirando al Comando Sur 

Desde hace lustros Washington ha estado reforzando la relevancia y proyección de su Armada como parte de la gran estrategia de preservar su preponderancia. Históricamente el Atlántico Sur ha sido una zona segura y de prioridad secundaria. Eso se ha venido transformando en la medida en que Washington fue identificando una concatenación de diversas amenazas estatales y no estatales en materia de seguridad en el área. En su manifestación regional se puede observar en lo siguiente:

  • desde su creación formal en 1963, el Comando Sur ha sido dirigido por comandantes del Ejército (solo en tres ocasiones lo fue por Marines y una por la Fuerza Aérea);
  • de los últimos cinco comandantes, tres han sido de la Armada. El Almirante James Stavridis (2006-2009), quien reactivó la Cuarta Flota (localizada en Florida) disuelta en 1950 y robusteció la relación con la Escuela Naval de Entrenamiento e Instrucción Técnica de Lanchas Patrulleras (localizada en Mississippi); el Almirante Kurt Tidd (2016-2018) quien destacó que la principal amenaza de China al momento era más económica que militar pero que Estados Unidos debía incrementar la vigilancia y presencia en la región; y el Almirante Craig Faller (2018-a la fecha) quien considera a China (y a Rusia) “actor maligno” que debe ser repelido ante el aumento de su influencia regional.
Almirantes Stavridis, Tidd y Faller, sucesivos jefes del Comando Sur. La hora del poder naval

En síntesis, el Southcom es más que en otros momentos un comando naval. No al azar el teniente de la Armada, Andrew Kramer, reclamaba en un artículo en Proceedings, la publicación emblemática del US Naval Institute, que el precio de la negligencia ante el avance de China en América Latina sería muy caro y que, en consecuencia, era urgente una nueva Doctrina Monroe. En ese contexto, en septiembre de 2020 la Guardia Costera estadounidense presentó la estrategia frente a la pesca ilícita, particularmente orientada contra China. En noviembre de 2020 Estados Unidos señalaba su disposición a colaborar con Chile, Perú, Ecuador y Colombia en su esfuerzo combinado para enfrentar la pesca ilegal china en el Pacífico Sur. En noviembre también, el Vice-Almirante, Don Gabrielson, junto al General Phillip Frietze al frente del US Marine Corps Forces South, presentó el Plan de Apoyo a la Campaña Marítima con el propósito, entre otros, de responder “al resurgimiento de la competencia de largo plazo de China y Rusia”.

Un mes después se inició, con el respaldo del Comando Sur, la Operación Cruz del Sur (Operation Southern Cross); una operación dirigida al combate de la pesca ilegal china en el Atlántico Sur; fenómeno que afecta seriamente a la Argentina. En palabras del Vice-Almirante Steven Poulin, al frente de la Guardia Costera en el área del Atlántico, ese tipo de pesca constituye un “asunto global” que demanda una acción conjunta para su superación. A esto hay que agregar los dichos del Almirante Faller en el sentido de que el objetivo de Estados Unidos es expandir el espacio de competencia en América Latina, en clara referencia a China; en especial.

En resumen, después de finalizada la Guerra Fría el Southcom encontró en las “nuevas amenazas”—en particular, en la “guerra contra las drogas”—una misión que significó, a su vez, un nicho de financiamiento para un comando usualmente inferior en capacidad, poderío e incidencia. El gradual desafío de China para Estados Unidos a nivel global y la proyección económica de Beijing en América Latina en medio de un debilitamiento relativo de los lazos materiales entre Washington y la región le permitieron al Comando Sur ampliar el repertorio de sus misiones y con ello se tornó más relevante la dimensión naval. Paradójicamente, mientras estallaba la Gran Recesión de 2008 en ese mismo año se relanzaba la Cuarta Flota. De ahí en más, y aún con presupuestos austeros, los jefes del Comando Sur fueron localizando en China una de las graves amenazas. La valoración del Atlántico creció también en la medida en que la presencia de Rusia en el Océano fue en aumento. En diciembre de 2020 el Secretario de la Armada, Kenneth Braithwaite, anunció el retorno del US Atlantic Fleet. Cabe destacar que la Fuerza Submarina de la Flota del Atlántico está compuesta de 32 submarinos. En su medida, el Southcom, con la Guardia Costera y el Cuerpo de Marines, procuran un mayor despliegue en el Atlántico como parte de una respuesta de perfil más alto frente a China y en el marco de una competencia geopolítica en franco aumento.

Adicionalmente es relevante tomar en consideración el hecho de que en relación al Océano Atlántico la proyección naval de Rusia es de singular importancia. Tanto los documentos e informes del Pentágono como los del Comando Sur apuntan en esa dirección. Y en ese sentido, es prioritario tener en claro el tipo de vínculo concreto entre Beijing y Moscú: ¿se trata de

  • una amistad estrecha en el campo de la seguridad,
  • un matrimonio de conveniencia temporal,
  • una coalición temática y pragmática,
  • un acercamiento integral,
  • una alianza en gestación,
  • un pacto estratégico?

Discernir eso para la Argentina es y será esencial.

Mirando a China

El ascenso chino es indiscutible. Los datos económicos, sociales, diplomáticos y tecnológicos son elocuentes. En el terreno militar el auge de China no ha implicado una modificación de su política nuclear: su arsenal de ojivas llega a  350, ha sido bastante estable y está por debajo de las cabezas nucleares de Rusia y Estados Unidos. Lo que sí resulta evidente y revelador es su proceso de modernización naval que se intensificó con la llegada al poder del Presidente Xi Jinping en 2013. Es bueno recordar que en noviembre de 2012 el Presidente Hu Jintao había señalado que China debía convertirse en una “potencia marítima”. Ello pudo desarrollarse en el marco de presupuestos de defensa que fueron creciendo por encima del 10% desde 2000 hasta 2016.

En 2015 ese acento naval ganó ímpetu en buena medida como producto de una profunda reestructuración de las fuerzas armadas. Y en ese contexto hubo una doble referencia a la Argentina. Por un lado, US-China Economic and Security Review Commission publicó un informe sobre las relaciones militares entre Buenos Aires y Beijing y sus implicaciones para Estados Unidos. Es importante señalar que dicha comisión no ha hecho ningún estudio sobre Brasil, Venezuela o Cuba y su impacto en la relación entre Estados Unidos y China. Allí el tema central era (y sigue siendo) la Estación de Espacio Lejano ubicada en Neuquén, que fue acordada durante el gobierno de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, aprobada por el Congreso y ratificada y terminada durante la administración del Presidente Mauricio Macri.

Ya en 2015, una marcada preocupación

Por el otro, en marzo de aquel año el republicano Robert O’Brien, quien fuera después Consejero de Seguridad Nacional (septiembre 2018-enero 2021) en la administración de Donald Trump, escribió una nota sobre una posible base china en el Atlántico Sur . Su argumento se centraba en dos posibles alternativas facilitadas por Namibia o por la Argentina. En los dos casos sobresalía un hecho: en ambos países China había logrado localizar sendas estaciones espaciales (la de seguimiento, telemetría y comando de Swakopmund, Namibia es más pequeña y fue construida en 2001). La especulación de O’Brien—que nunca se concretó—era que Namibia le fuera a facilitar a China el puerto de Walvis Bay y que la Argentina retomara, aunque lo consideraba altamente improbable, las Islas Malvinas. El asunto era (y es) relevante pues mientras Estados Unidos tiene unas 800 bases alrededor del mundo, China tiene solo una en Djibouti. Y para los estrategas civiles y militares estadounidenses la creciente proyección de poder e influencia de China necesitará asegurarse el control de puertos y el manejo de bases. Washington se aproxima a Beijing como si fuera su espejo en materia de comportamiento de superpotencia sobreestimando eventuales acciones y medidas como la búsqueda y consolidación de un conjunto de bases en el mundo.

Hacia 2017 China fue configurando una estrategia específica para el Atlántico en el marco del anuncio por parte de Xi Jinping de que el país debía transformase en un “líder global” en 2050 para lo cual la capacidad militar resulta fundamental. En esa dirección, para 2019 Beijing se mostraba dispuesta a patrullar el Océano Atlántico. Sin embargo, sus operaciones se concentraron en el lado africano mas que en el latinoamericano del Atlántico Sur: sus puertos de visita se ubican en África occidental. En breve, China se ha ido convirtiendo en un actor naval de paulatina importancia en ese Océano, aunque es exagerado hablar de China como una potencia marítima en el Atlántico: su presencia efectiva es aún modesta. El despliegue de Beijing no puede ser ignorado pero tampoco sobredimensionado.

Paralelamente, es relevante analizar la evolución de las actividades de China en la Antártida donde posee cuatro estaciones y una quinta por completar en 2022 . A su vez, tanto Beijing como Moscú han incrementado en años recientes su presencia y proyección en el polo Sur. Eso, a su turno, llevó a la administración Trump a anunciar en junio de 2020 un memorándum para salvaguardar los intereses nacionales de Estados Unidos en la Antártida. La dinámica de competencia antártica entre las grandes potencias debiera ser un punto de atención para un país como la Argentina en el que se entrecruzan las Malvinas, el Atlántico Sur y la Antártida.

Un rompehielos chino en la Antártida

Sin duda, todo lo dicho pone de manifiesto el poderío alcanzado por la Armada china y su proyección global. Sin embargo, el poderío militar estadounidense sigue siendo superior y aún en el terreno naval las ventajas de Washington son elocuentes. Esto último se continúa reflejando  con creces en el Océano Atlántico.

Breve reflexión final

La Argentina necesita robustecer un consenso práctico y tener la suficiente calma y creatividad para desplegar una estrategia razonable en torno a Malvinas. Es vital establecer una mucho mejor coordinación respecto a las islas entre la Cancillería, los Ministerios de Defensa y Seguridad y la Agencia Federal de Inteligencia. La descoordinación será cada día más disfuncional para los intereses nacionales del país. Es el momento de una sintonía muy fina.

En el plano internacional es clave acumular amigos, aliados y acompañantes a la causa argentina. Para esto resulta indispensable ubicar la política hacia las islas en el marco de la diplomacia de equidistancia; diplomacia que rechaza la lógica binaria en el sentido de que una política exterior debe ser o ideológica o pragmática. Lo ideológico y lo pragmático siempre informan a la política exterior de un país. La presencia de la ideología (entendida como un conjunto de ideas y creencias) no es necesariamente censurable, ni el pragmatismo (entendido como una preferencia por lo práctico) es inexorablemente virtuoso. El real problema en política exterior es el dogmatismo por lo que la diplomacia de equidistancia es, esencialmente, anti-dogmática. Y en esa dirección sería un error garrafal para el país el dejarse ubicar en medio de la contienda entre Estados Unidos y China, en general, y respecto al Atlántico Sur, en particular, con sus consecuencias imprevisibles para el tema Malvinas. No es hora de internalizar una nueva Guerra Fría sino de procurar un uso estratégico y promisorio de la transición de poder en marcha.

Vicerrector, Universidad Torcuato Di Tella

PUBLICADO EN: https://www.elcohetealaluna.com/el-comando-sur-china-y-las-malvinas/

15 años promoviendo semanalmente la Geopolitica, en este Programa

Análisis Radial Semanal de Geopolitica de Carlos Pereyra Mele para el Programa: el Club de la Pluma, que conduce el Periodista Norberto Ganci por la Radio Web al Mundo. 

TEMAS:

Sigue profundizandose el conflicto entre Atlantistas (EEUU y socios) y Continentalistas (China y sus socios) conflicto que conduce a un mundo Bipolar nuevamente

AUDIO:

La columna dominical de geopolítica para el Club de la Pluma de este domingo, que presenta *Carlos Pereyra Mele,* director de Dossier Geopolítico, comienza con el foco en Sudamérica y sobre todo en Ecuador, donde otra vez la OEA y EEUU están interviniendo y manipulando en la sombra y desde dos frentes

Por un lado, creando confusión con un recuento de votos ilegal para definir la segunda posición entre un banquero y un “seudo” indigenista, y por el otro con un relato armado por la fiscalía de Colombia, que pretende involucrar a Arauz con la guerrilla.

El politólogo nos alerta que el objetivo último de estas maniobras, sería privar el triunfo al candidato “corresísta”. Pretensión que surge de la obsesión de los anglosajones por el avance comercial de China en la región. Todo un complicado nudo de intereses, perfectamente explicado y desentrañado por nuestro director.

Luego se adentra en Chile, hablando de la violencia de los Carabineros, de las próximas elecciones constituyentes y de una suerte de movidas externas que se ciernen sobre la tensa vida política del país trasandino.

Continúa en su ronda por Perú para analizar los recurrentes casos de favoritismo con las vacunas hacia políticos desaprensivos, *situación que se repite tristemente por todo Occidente.* Sigue con un crudo análisis sobre la absoluta falta de representatividad de los partidos políticos, del múltiple fraccionamiento del espacio electoral, de la gran incertidumbre para las próximas elecciones presidenciales y de las injerencias de los grupos transnacionales.

Y termina el bloque con la buena noticia de que Bolivia ha devuelto

el crédito que el FMI otorgó a  la dictadura, en apoyo al golpe de estado de Jeanine Añez en 2019

A seguir, ataca con el plato fuerte de la semana, que no es otro que los primeros pasos de la administración estadounidense. Nos detalla el primer traspié del gobierno con la absolución de Trump y las múltiples consecuencias que se derivan de la misma.

También nos brinda datos sobre la dura pérdida de EEUU de la primera posición como socio de UE, a manos de China.

Luego, Carlos Pereyra Mele se introduce en la geopolítica mundial con la trascendental postura de Macron sobre la OTAN que, de acuerdo a su sólido análisis, avizora una nueva época para Europa y evidentes problemas para EEUU.

Sigue su audio, entrando en las dificultades del “mundo anglófero” por las contradicciones de sus socios en el Pacífico Sur, que están acorralados entre su histórica alianza militar con Washington y los inevitables acuerdos comerciales con China, para mantener vivas sus economías. Un difícil juego entre Dios o El Diablo. Entre armas o negocios.

Y va cerrando la columna con la estrategia internacional del nuevo gobierno norteamericano que confirma sus intenciones de crear conflictividad mundial, en la búsqueda imposible de una hegemonía ya perdida.

Como prueba de ello, los nuevos altos cargos de la Secretaría de Estado (Cancillería), como Anthony Blinken y Victoria Nuland, cuentan con una clara trayectoria en las administraciones de Obama, Bush y Clinton, todos ellos de claros perfiles bélicos y muy activos en alentar vientos de guerra.

Y nos avisa que pasaremos del ¡¡AMÉRICA PRIMERO!! de Trump, al ¡¡AMÉRICA SOBRE EL MUNDO!! de Biden.

Finalmente, nuestro director se despide con una semblanza que ya es una lección de respeto y soberanía para todos:

”América no es solo Estados Unidos. AMÉRICA SOMOS TODOS”

Eduardo Bonugli 

       

Especial para Dossier Geopolitico Por Miguel A. Barrios(*)

El Presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, enfatizó el viernes 19 de febrero en su primer gran discurso internacional desde que llegó a la Casa Blanca el retorno a la cooperación con Europa tras el giro aislacionista de la Administración de Donald Trump.

 “Estados Unidos ha vuelto”, proclamó en la Conferencia de Seguridad de Múnich virtual que lo reunió con líderes europeos. Llamó también a enfrentarse a los riesgos que se ciernen sobre las democracias y a combatir los “abusos económicos y la coerción” de China.

 El cambio de rumbo de la era de Biden respecto a la de Trump en política exterior puede resumirse en algunas frases; el paso del “América primero”, al “América ha vuelto”. “La alianza trasatlántica ha vuelto y no vamos a volver la pista atrás”, resaltó Biden ante el Presidente francés Macrón y la Canciller  alemana Ángela Merkel. “Estados Unidos, insistió Biden está “totalmente comprometido con la OTAN”. De esta crisis estructural, que tiene como retos a la pandemia y la cuarta revolución industrial, los países se hallan en un “punto de inflexión”, entre quienes creen “que la autocracia es el mejor camino” para seguir adelante y quienes creen por el contrario piensan que “la democracia es la mejor manera de afrontar los desafíos”.(https://elpais.com/internacional/2021-02-19/joe-biden-en-su-primera-cumbre-internacional-estados-unidos-ha-vuelto.html).

China se encuentra en una posición central en los desafíos que Estados Unidos identifica y también apuntó hacia Moscú “Putin busca erosionar nuestra alianza trasatlántica porque para el Kremlin es mucho más fácil atacar y amenazar a los países de forma individual, que negociar con una alianza unida”. 

Anunció una política de multilateralismo pero los enemigos de Estados Unidos siguen siendo China, Rusia e Irán. 

 Sobre Irán dijo que su país está dispuesto a “negociar el acuerdo nuclear de 2015, pero también significa responsabilidades”. El Presidente Biden habló también de la crisis climática y del regreso de su país al Acuerdo de París e hizo un llamamiento para que haya energía limpia. 

La Conferencia de Seguridad de Múnich (MSC) es una Conferencia anual sobre políticas de seguridad internacional que ha tenido lugar en la ciudad alemana de Munich desde 1963. Cada año reúne a unas 350 figuras de alto nivel de más de 70 países para participar en un intenso debate sobre los desafíos de la seguridad actual y futuro. 

En este año por primera vez se desarrolló en una sola jornada y de forma virtual teniendo que sortear el reto de la pandemia. El objetivo de este año es unificar esfuerzos y compromisos en asuntos globales como el clima, la pandemia, y el terrorismo. Por supuesto que es una Conferencia que tiene una marcada tendencia occidental. “Este es un evento estadounidense y europeo” expresó Wolfgang Ischinger, director de la MSC. (https://www.dw.com/es/as%C3%AD-se-celebra-la-conferencia-de-seguridad-de-m%C3%BAnich-en-plena-pandemia/a-56630121).

Lo interesante de lo ocurrido en la Conferencia es la quiebra que se está produciendo del consenso estratégico occidental que estuvo vigente en la guerra fría y posguerra fría. 

A diferencia de los propuesto por Biden, el Presidente francés Emmanuel Macrón, señaló que si bien apreciaba la lista de “desafíos comunes” Europa tiene “una agenda que es única”. En su discurso en la Conferencia el Presidente francés hizo hincapié en la “autonomía estratégica” de Europa y sugirió que el nuevo plan de la OTAN debería incluir “un dialogo con Rusia”. En una referencia a su concepto del ejército de la Unión Europea, Macrón comentó que “Es hora de que Europa asuma mucho más la carga de nuestra protección”. (https://sputniknews.com/military/202011221081243098-historic-allies-not-vassals-debate-continues-on-contentious-issue-of-european-army-us-reliance/ ).

La canciller alemana, Ángela Merkel, sin hablar con el estilo directo del francés dejó en claro que “los intereses europeos y estadounidenses no siempre convergerán”.  Alemania sigue siendo uno de los pocos Estados europeos que resiste la presión de Washington con respecto a sus programas que involucran tecnología 5G y el proyecto Nord Strem 2, (nombre con que se conoce un gasoducto que conectará Rusia con Alemania y Europa Central y del Este a través de 1.200 kilómetros por el mar Báltico). (https://sputniknews.com/us/202102211082143247-msc-2021-us-of-today-no-longer-the-one-of-the-cavalry-is-coming-in-europes-eyes-analysts-say/). 

El geopolítico Italiano Tiberio Graziani, director de Visión and Global (https://www.vision-gt.eu/tag/tiberio-graziani/), plantea que los líderes europeos comprendieron “la importancia de la especificidad de su propia identidad y función en la nueva construcción del nuevo sistema mundial”. 

La Conferencia de Seguridad de Múnich ha dejado una serie de interrogantes que como podemos ver pasa por la crisis de las relaciones trasatlánticas y la evolución que pueda tener en el sistema mundial, lo que nos obliga a los sudamericanos a estar atentos ante semejante tensión estratégica. 

(*) Prof. Dr. Miguel Ángel Barrios – Dr. en Educación – Dr. en Ciencia Política

Autor de más de 15 obras de Historia y Políticas Latinoamericana. Director de Dossier Geopolitico

Uno se vislumbra en el posicionamiento de las élites financieras globales y algunos líderes de países occidentales, el otro lo perfilan en sus discursos los líderes de las potencias anti hegemónicas Xi Jinping y Vladimir Putin. Davos entre distopías y esperanzas

POR GUILLERMO WIERZBA FEB 7, 2021 

El Foro Económico Mundial que se reúne anualmente en Davos tiene el objetivo de reunir a grandes empresarios, personas que poseen la concentración más alta de riqueza en el mundo desigual del presente, líderes de las grandes potencias mundiales y gobernantes de países periféricos. La composición de los encuentros de Davos refleja con nitidez el sentido intelectual de los mismos y el tipo de intereses e ideas que resultan hegemónicos.

El Foro de 2021 se realizó con conexión remota y sin presencialidad debido a la pandemia. Así, el tema de la peste constituyó una cuestión dominante del debate. Lo discutido en Davos confirmó que los intelectuales, dirigentes sociales y políticos están visualizando la alta probabilidad de cambios en el funcionamiento de la economía mundial para la pospandemia. Su dirección y profundidad aparece expresada en distintas opiniones, encuentros y manifestaciones que se realizan. Hay quienes hacen postulaciones de cambios radicales, a partir de la exposición desnuda que el despliegue de Covid-19 hizo de un mundo injusto, desigual y con una concentración opulenta de la riqueza conviviendo en sociedades con multitudes humanas sumergidas en la miseria. Otros temen por la caída de los fundamentos de un régimen que los privilegia, y postulan versiones gatopardistas para que cambie algo en función de que nada modifique las relaciones de poder que permitieron las obscenas diferencias con las que las minorías acomodadas y las mayorías oprimidas y excluidas enfrentaron la pandemia. No resulta ocioso señalar que el Summit del G20 en Londres, durante la “crisis de las hipotecas” de 2008, produjo un documento final que se hacía eco del clima de crisis del paradigma neoliberal y asumía la necesidad de cambios que redujeran la desigualdad y la pobreza, promovía mayores regulaciones financieras y criticaba las condiciones previas de la economía mundial. Sin embargo, cuando las aguas se calmaron emergió una lógica de correctivo continuismo de lo preexistente, en la que predominaron planes de consolidación fiscal que hundieron a muchas de las economías periféricas o con mayor debilidad.

Una de las diferencias que aparecieron en los discursos de Davos fue que algunos adherían a la caracterización de que se transitaba la entrada a un período de pospandemia,  mientras otros, como Xi Jinping, subrayaron que proseguían los tiempos de pandemia y que las preocupaciones sobre las características y las políticas necesarias para enfrentarla constituían la cuestión sustantiva de la época. En referencia a las diferentes miradas sobre la post-peste, es imperioso ver que en tiempos de Covid las desigualdades se profundizaron en lugar de mitigarse y no se debe pasar por alto que esta tendencia podría no ser ajena a la sociedad pospandémica.

El capitalismo de los stakeholders 

Esta propuesta debatida en Davos revela una fuerte crisis de ideas e imposibilidad de cambios del capitalismo de la financiarización, en el cual predomina la lógica de maximización de ganancias y el predominio de las remuneraciones a los fondos de inversión financiera por sobre la tasa de beneficios del capital productivo.

La ingenuidad y falta de solvencia académica y teórica del cambio en el capitalismo promovido por los líderes de la mayoría de los países centrales acompañado por las “ideas innovadoras” sobre la sociedad de los empresarios multimillonarios, quedaron expuestas en la propuesta del capitalismo de stakeholders. Su denominación españolizada es “capitalismo de las partes interesadas”, y su axioma clave postula que las empresas desempeñen el papel director de las economías, pero sujetas a una serie de condiciones éticas que incluyen consideraciones respecto de la justicia social, la mitigación de la desigualdad y una actitud activa en el cuidado del medioambiente. Estaría basado en un cambio de la conducta empresaria. Una transformación de carácter “moral” que modificaría el móvil de la empresa capitalista. Consiste en llevar al centro de la escena a lo que dio en llamarse “responsabilidad social empresaria”.

Más que una propuesta realista, los “buenos” promotores del Foro Económico Mundial parecen predicadores de una religión laica. Realizan un llamado a un comportamiento empresarial que mejore el bienestar social. Pretenden ese comportamiento de los poderosos protagonistas de la financiarización. En la lista de ponentes que incluyó el encuentro virtual de hace unos días estaba Larry Fink, el CEO del principal fondo de inversión de Wall Street, Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI, y Marc Benioff, director ejecutivo de Salesforce.com.

En dos cosas el poder hegemónico de Davos resulta taxativo:

  1. El capitalismo resulta indiscutible, y
  2. El sector público no debe manejar la economía. O sea que los paradigmas previos a la contrarrevolución neoconservadora deben quedar bien enterrados.

Hubo una prédica insistente desde la conducción del Foro y sus hegemónicos líderes occidentales respecto a la promoción de la “economía verde”, la urgente reducción de las emanaciones de carbono y la utilización de energías limpias. Pero sin discriminar los deberes de los países desarrollados respecto de los dependientes en esa tarea. También se propugnó la colaboración público-privada para la intensificación de la innovación tecnológica, especialmente de la economía digital. Hubo referencias a mejorar condiciones sociales, como la disminución de la desigualdad y la limitación a la concentración de la economía. El pilar para sostener todo esto sería la empresa privada, pero imbuida de responsabilidad social. No hicieron referencias para terminar con la promoción de la flexibilización laboral, ni para construir sociedades sin desempleo. Sólo un apunte de Angela Merkel planteando que los sectores digitales fueron beneficiados por la pandemia, y los de servicios, perjudicados.

El gran ausente de esta edición del Foro fue el gobierno norteamericano, seguramente por la traumática transición política. Pero fue evidente en el conjunto de las exposiciones la bienvenida a Biden y al final del gobierno del ultraderechista Trump. El motivo, la coincidencia en la restauración del multilateralismo previo a la llegada de este último al poder.

La pospandemia en la mirada de los líderes occidentales

Merkel reconoció que el sistema de salud en Alemania es de carácter individual y no contempla la atención primaria comunitaria. En cambio, reivindicó como una fortaleza de la sociedad alemana el sentimiento de solidaridad. Sentenció que la concentración de la economía debe detenerse. Pero, a la hora de formular una propuesta de organización de la economía posterior a la crisis, la líder conservadora recurre al viejo slogan liberal de la “economía social de mercado” que popularizó Ludwig Erhard, miembro de la sociedad Mont Pellerin –cuna del neoliberalismo— y que fuera pregonado en nuestro país por Álvaro Alsogaray. Merkel le agrega “la responsabilidad social empresaria”, para estar a tono con el eje propuesto por la convocatoria al Foro. Hace algunos diagnósticos progresistas, que revelan una lectura atenta de la realidad, y propuestas gatopardistas,  cuya debilidad refleja la incapacidad, desorientación e imposibilidad para construir un futuro diferente para el capitalismo financiarizado.

Emmanuel Macron hizo una intervención apologética de las décadas de neoliberalismo. Sostuvo que durante ese período accionistas y consumidores se beneficiaron como nunca y elogió los cambios tecnológicos y la modernización productiva durante ese período. Su intervención revela un alto nivel intelectual que no permite presumir como una omisión involuntaria, la no mención de las virtudes que pudo haber tenido la llamada época del “capitalismo de oro”, con su modelo del Estado de bienestar. El Presidente francés es, sin duda, un entusiasta de la economía de libremercado. Pero luego debe situarse en el clima de época de la peste, y señala que el modelo del apogeo del liberalismo neo no es replicable para el futuro, pasando a enunciar consecuencias no menores (asimilables a efectos no deseados o colaterales) del liberalismo neo: la financiarización —cuando asigna sobreremuneración a una facción social—, la pérdida de empleos, el deterioro de los salarios, la externalización del empeoramiento climático. Tampoco ahorró la mención de una amenazante crisis de la desigualdad, de la demanda y climática. Pero en relación a su propuesta de sistema pospandemia, Macron resulta taxativo y coincidente con Merkel en la salida gatopardista.

El Presidente francés hace suya la propuesta del “capitalismo de las partes interesadas”, una definición con pretensiones más académicas que la de “responsabilidad social empresaria”. El gobernante galo advierte que el activismo estatal no puede, ni deber, ser la única –ni la predominante— respuesta para detener las externalidades negativas. Los Presidentes de las naciones hegemónicas de la Unión Europea coinciden en predicar la necesidad de disminuir el gasto fiscal incrementado durante la pandemia y en la vocación de poner un límite a la intervención del Estado. El enunciado de Macron de que no se puede pensar la economía sin lo humano va de la mano con la convocatoria a un cambio de la actitud empresarial que corrija las plagas neoliberales. Ningún cambio de rumbo. Una manifestación de deseos ingenua, o tal vez cínica.

La ministra de Relaciones Exteriores española se pronunció contra el “nacionalismo sanitario” y por una justa distribución de las vacunas a los países pobres. Advirtió sobre la inadmisibilidad del incumplimiento de contratos por parte de los laboratorios respecto a la entrega de esas vacunas para enfrentar la pandemia. También pregonó reglas del juego justas para el mundo digital. Sin embargo, repitió como conceptos de valor estratégico la confianza y la transparencia, una música ligada a la crítica de lo público y la valoración de la iniciativa privada. Cuestión que reforzó con su posición promotora de la alianza-público privada para la investigación y promoción de las medicinas de prevención y atención del virus. 

Continuismo explícito

Los posicionamientos más derechistas y sin revisionismos respecto al neoliberalismo fueron los del presidente israelí Benjamín Netanyahu y el canciller brasileño Ernesto Araujo. El primero reivindicó la continuidad de la desregulación económica, la desburocratización de las reglas y la educación y el mercado libre como pilares del desarrollo económico. Hizo la analogía de las vacunas contra Covid con las municiones para la guerra. Pero exhibió el liderazgo que su país adquirió en la cantidad de vacunados, adjudicándolo a la flexibilidad que tuvo respecto del precio a pagar por las vacunas. El brasileño se refirió a la importancia que tiene el reconocimiento a los Estados Unidos como la superpotencia de la libertad, “porque esa es la garantía para impulsar ese valor en el mundo y en el continente”.  Araujo sentenció que su país recupera, con el gobierno de Bolsonaro, la democracia y la libertad. Propició la dinamización de la OMC como política para promover la apertura económica y la democracia, categorías que emergieron en su discurso como indisolublemente unidas. 

Contrahegemónicos

Xi Jinping afirmó que la “historia avanza y no se vuelve atrás”. Hizo un aporte crítico del tono general del encuentro. Expresó que “no todos los países tienen el mismo sistema social” y que era necesaria la coexistencia pacífica entre los países de distintos regímenes de organización social. Afirmó que sin la comprensión de esa diversidad no habrá progreso social. Llamó a reducir la brecha de desarrollo entre países y advirtió que la pandemia agudiza la polarización entre países ricos y pobres. Se pronunció contra la lógica de la Guerra Fría, y enunció los valores de: paz, desarrollo, igualdad, justicia y libertad. Promovió un sistema internacional en donde no se use la potencia del más fuerte para imponerse frente a los países más chicos en la resolución de diferencias. Manifestó que hoy sigue siendo más importante atender la pandemia como problema clave, expresando que estamos en épocas de seguir pensando la peste, contrastando con las reflexiones centradas en suponer que estamos en tiempos de salida de la pandemia. Reivindicó un multilateralismo de iguales. 

Señaló que China erradicó recientemente la pobreza extrema y definió a su país como de un sistema socialista moderno.

Putin dijo que existe una crisis política mundial, con enfrentamientos violentos y conflictos regionales crecientes. Criticó la concentración de ingresos y la estratificación social en los países más desarrollados. Rechazó el Consenso de Washington, cuyo modelo de crecimiento económico, sostuvo, estuvo basado en el crédito, la deuda y la desregulación. Planteó la necesidad de intervención del Estado para proteger los puestos de trabajo, concibiendo la economía futura con un paradigma de personas viviendo en un entorno de seguridad, con empleo, jubilación, educación y salud. Reivindicó los estímulos fiscales para el desarrollo y reclamó la reducción de la brecha entre países. Hizo una crítica explícita a los Estados Unidos por su política de construcción de enemigos internos y externos. Realizó un llamado explícito a democratizar la disposición de vacunas, advirtiendo sobre la desventaja africana.

Publicado en: El Cohete a la Luna: https://www.elcohetealaluna.com/entre-distopias-y-esperanzas/