La polémica sobre los hidrocarburos hallados por Rusia en el Mar de Weddell es una maniobra anglonorteamericana para adueñarse del continente blanco y que Argentina entregue sus derechos

Por Eduardo J. Vior
analista internacional especial para Dossier Geopolitico

En medio del clima de alarma internacional generado por el supuesto hallazgo por Rusia de un rico yacimiento de hidrocarburos en el Mar de Weddell, Antártida Occidental, comenzaron este martes en Cochín, estado de Kerala, India, la 46ª Reunión Consultiva del Tratado Antártico (ATCM 46, por su nombre en inglés) y la 26ª del Comité de Protección Ambiental (CEP, por su nombre en inglés). Las sesiones, que se extenderán hasta el próximo 30 de mayo, están atravesadas por una dura confrontación entre el mayoritario bloque occidental, por un lado, y Rusia, Sudáfrica, Brasil y China, por el otro. Especialmente Gran Bretaña y EE.UU. están utilizando argumentos ecologistas, para que el organismo de aplicación del Tratado Antártico pase de adoptar sus decisiones por consenso a hacerlo por mayoría, convalidando de este modo la hegemonía occidental sobre el único continente que hasta ahora se había librado de la confrontación por el poder mundial. Al apoyar la postura occidental, el gobierno argentino está convalidando la usurpación británica en el Atlántico Sur.

Desde el pasado 12 de mayo la confrontación entre los bloques mundiales tiene un nuevo escenario: la Antártida. Ese día un brevísimo reporte del canal de BRICS10 en la red X (antes Twitter) informó sobre el hallazgo por Rusia de un  yacimiento de 511 mil millones de barriles de petróleo en el “Territorio Antártico Británico”. Dado que el canal de BRICS no dio ninguna otra información al respecto, rastreando los medios rusos para preparar este informe, sólo se encontró una información del día 11 en la página web de la Administración Nacional de Petróleo y Gas (HAHC, por su nombre en ruso) dando cuenta de una información del mismo día en el periódico londinense The Telegraph en la que se relataba lo tratado el miércoles 8 en una sesión de la Comisión de Auditoría Medioambiental de la Cámara de los Comunes británica.


Título de la información publicada el 11 de mayo por la Administración Nacional de Petróleo y Gas de Rusia


Titular del artículo publicado el 11 de mayo en The Telegraph

Los pocos medios rusos especializados que informaron sobre el tema se basaron en el mismo artículo del diario inglés. Por lo tanto, ésta es la única fuente válida a considerar. ¿Qué pasó en la sesión de la comisión parlamentaria? Cuando los diputados interrogaron al subsecretario de Estado Parlamentario para las Américas, el Caribe y los Territorios de Ultramar David Rutley sobre el yacimiento de petróleo y gas que el buque de investigación geológica Akademik Alexander Karpinski, de la agencia estatal Rosgeologya, habría hallado en el Mar de Weddell, el funcionario declaró que su gobierno confía en la aseveración de Rusia de que se trató sólo de un relevamiento científico. Por el contrario, Klaus Dodds, profesor de Geopolítica en el Royal Holloway College de la Universidad de Londres, opinó en su calidad de experto consultado que, por sus dimensiones, estas exploraciones rusas sólo pueden servir para preparar un proceso de explotación del yacimiento. 

El profesor Dodds es un especialista en historia de la presencia británica en el Atlántico Sur, un enérgico crítico del nacionalismo argentino en general y, en particular, de la reivindicación argentina de la soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgia, Sandwich del Sur y la Antártida Argentina. A partir de su opinión en el Parlamento, Jonathan Leake publicó el día 11 en The Telegraph el artículo que dio inicio a la actual campaña contra la investigación geológica rusa en el continente blanco. Es decir que la opinión pública mundial está discutiendo sobre las opiniones de Dodds tal como fueron reproducidas por Leake.

En el artículo periodístico se afirma que el yacimiento contiene 511.000 millones de barriles, lo que equivaldría a unas 10 veces la cantidad de petróleo extraído en el Mar del Norte en los últimos 50 años y a cuatro veces el volumen total de las reservas de Arabia Saudita. Según sostuvo la mayoría de los miembros de la comisión, las investigaciones rusas en la Antártida Occidental se dirigen a relevar reservas minerales para su posterior explotación. Para Rosgeologiya tales acusaciones no son nuevas. El organismo ha declarado en repetidas ocasiones que sus actividades en la Antártida y los mares adyacentes son de naturaleza científica, que el organismo estatal no se dedica a la exploración de los recursos minerales antárticos y que observa estrictamente sus obligaciones internacionales. 

El objetivo de la investigación científica realizada por sus buques –sigue el descargo de Rosgeologiya- es estudiar desde una perspectiva geológica y geofísica el origen y la estructura de la Antártida así como la estructura y el espesor de la cubierta sedimentaria. Los investigadores se limitan, dicen, a hacer investigación sismológica y no realizan perforaciones, hoy prohibidas por el Tratado Antártico de 1959 y el Protocolo de Protección Ambiental de 1998. La investigación sismológica permite inferir la existencia de un yacimiento, pero no es comparable con la certeza que darían las perforaciones. Del relevamiento científico a la exploración petrolera, entonces, hay un largo trecho.

Además, como señala Metro, un sitio ruso especializado, aun si los científicos rusos tuvieran certeza sobre la presencia de petróleo en el lugar, de poco les serviría. Si bien Rusia tiene bases permanentes en la Antártida desde 1956, carece de la infraestructura como para encarar allí la exploración y explotación petrolífera. Tampoco tiene en los continentes cercanos bases que le permitan sostener tal esfuerzo. Sus expediciones científicas utilizan el puerto de Ciudad del Cabo, pero recientemente EE.UU. amenazó a Suráfrica con sancionarla por pertrechar el buque ruso. Por otra parte, Rusia está impulsando actualmente la exploración y explotación de nuevos campos petrolíferos en la península de Kamchatka, en el noreste de Siberia, frente a Alaska, por lo que no está interesada en la explotación del suelo antártico. Como dijo Metro, “estamos descubriendo el petróleo que van a explotar otros”. 

El buque Akademik Alexander Karpinsky viene realizando estas exploraciones desde 2020 y los británicos lo saben. ¿A qué se debe, entonces, tanto ruido justo en este momento? La respuesta probablemente se halle en la reunión de Cochín. Tanto la ATCM como la CEP son convocadas anualmente en el marco del Artículo IX del Tratado Antártico y reúnen tanto a las doce partes signatarias originales como a otras interesadas, para abordar cuestiones medioambientales, científicas y de gobernanza del continente blanco. Actualmente 56 países son parte del Tratado. 

Los temas principales de la agenda de la 46ª Reunión Consultiva incluyen la planificación estratégica para la gestión sostenible de la Antártida, operaciones políticas y legales, prospección de biodiversidad, inspecciones, intercambio de información y la cooperación en investigación. También se están abordando los impactos del cambio climático, el desarrollo turístico y la sensibilización.

Por su parte, la agenda de la reunión de la CEP se centra en la evaluación ambiental, la gestión y presentación de informes, la respuesta al cambio climático, la protección de áreas marinas y la conservación de la biodiversidad antártica. 

Es llamativo que el conflicto se haya planteado inmediatamente antes de las reuniones de esta semana en India. Como opina Mariano Memolli, ex presidente del Instituto Antártico Argentino (IAI), es razonable inferir que Gran Bretaña está forzando un cambio en el sistema de votación en la ATCM, para que las decisiones, que hoy se toman por consenso, se adopten por mayorías. Con esta modificación claramente prevalecería el número de las delegaciones occidentales. En este caso, no sólo se perjudicarían Rusia y China, sino también, por ejemplo, Argentina, ya que el Reino Unido conseguiría el apoyo de sus aliados para imponer sus planteos sobre las islas del Atlántico Sur conexas a las Malvinas.

Al escribir en The Spectator el fin de semana pasado sobre las “preocupantes” actividades de Rusia, Klaus Dodds instó a aplicar una diplomacia juiciosa. “El interés de Rusia por la Antártida, puso, no va a desaparecer pronto. Gran Bretaña tiene una oportunidad real de liderar una coalición que preserve el lugar del continente como terreno neutral, antes de que la cruda geopolítica interfiera aún más”, advirtió. El profesor Dodds evidentemente tomó ahora en consideración la fortaleza del bloque formado por Rusia, China, Sudáfrica y Brasil y el riego de que una politización desmedida del organismo rector del Tratado Antártico perjudique a todos los miembros. No obstante, no aclaró en qué consistiría la política “neutral” que aconseja para su país.

Evidentemente, la discusión pública sobre el aún no confirmado descubrimiento ruso de petróleo fue impulsada por las potencias occidentales y sus aliados, para obligar a ATCM y CEP a adoptar e implementar decisiones por mayoría. Si bien todavía no ha trascendido cómo se están desarrollando las discusiones (confidenciales), puede suponerse que el actual gobierno argentino se ha alineado con las potencias occidentales contra el bloque de naciones del BRICS10, convalidando así la posición británica, con las consecuencias imaginables para nuestros derechos en el Atlántico Sur y la Antártida Occidental. Ya que la alianza occidental ve frustrado su esfuerzo por imponer su mayoría en el ATCM y el CEP, por lo menos puede consolarse con la entrega sin condiciones de la soberanía argentina.

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