Por Omar Ruiz(*)
“… Hoy todo es política internacional, que juega
dentro o fuera de los países, influenciando la vida de las naciones y de los pueblos en forma decisiva”.
Juan D. Perón, La Hora de los Pueblos, 1968
La política exterior de Argentina durante el gobierno del presidente Alberto Fernández, estuvo contextualizada por la pandemia, la guerra entre Rusia y Ucrania, el endeudamiento heredado y la sequía; y enmarcada en un mundo de interdependencia hegemónica, transición de la dominación económica- financiera anglosajona hacia el poder ascendente de China, resurgimiento de la geopolítica y el nacionalismo, expresada tanto en la disputa en Asia-Pacífico por el control del Mar de China y Taiwán, como en el anticolonialismo en Africa noroccidental, la guerra en Palestina y la proyección global de la OTAN como alianza ofensiva. En esta etapa analizar y, en el plano regional, por la vigencia de proyectos soberanistas en algunos países de América Latina, los intentos de recrear UNASUR y el debate del acuerdo MERCOSUR-UE; y se caracterizó por promover no sin algunas contradicciones, el interés nacional, los principios de soberanía, multipolaridad, multilateralismo, respeto al derecho internacional, integración regional, e inserción comercial.
Si bien el proyecto de Unión por la Patria fue derrotado electoralmente, en el balance de la política exterior de estos cuatro años se pueden destacar muchos logros, señalar errores y reafirmar desafíos para un futuro gobierno de este espacio político renovado.
En estos cuatro años Argentina estuvo integrada al mundo, tanto a Occidente como a Oriente, lejos de la crítica opositora que hoy gobierna y nos aleja de más de la mitad de la humanidad.
Las acciones del gobierno podrían enmarcarse en lo que Juan Carlos Puig denominó “autonomía heterodoxa”, enfoque apropiado para un país de tamaño medio como el nuestro, que reconoce la existencia de distintas potencias globales, no comparte algunos de sus lineamientos y preserva para sí intereses propios, teniendo presente que: 1) no hay políticas de poder sin poder, 2) que las necesidades del país en términos de intereses comerciales y/o renegociación de deudas implican en algunos casos ciertos condicionamientos geopolíticos y 3) que la política exterior y la política interna se influyen mutuamente según la relación de fuerza entre gobierno y factores de poder.
Comenzando con la prioridad de la Política Exterior Argentina, respecto de “Malvinas” se desarrolló una política soberana que reafirmó en todo momento nuestros derechos sobre las dichas Islas, como también sobre Georgias del Sur, Sándwich del Sur y espacios marítimos correspondientes. Se denunció formalmente el acuerdo Foradori–Duncan de 2016 que era perjudicial para nuestros intereses, y se lo desactivó en la práctica en forma previa; además se logró una victoria diplomática sobre el Reino Unido al conseguir la inclusión del tema Malvinas en la declaración de la Cumbre CELAC – UE de 2023. Se crearon y aprobaron por ley, el Consejo de Estado de Malvinas con representación estatal y civil, la nueva Plataforma Continental y la capacitación obligatoria sobre Malvinas, acciones que mostraron la voluntad del gobierno de concientizar y transitar el camino de la recuperación pacífica del ejercicio efectivo de la soberanía sobre las Islas. Argentina, país marítimo, bicontinental y bioceánico debe profundizar sus acciones geoestratégicas y geoeconómicas en Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, por su importancia geopolítica y sus recursos naturales para el desarrollo del país.
El regreso de Luis Ignacio “Lula” Da Silva a la presidencia de Brasil permitió una sintonía fina entre los dos países más importantes de América del Sur sobre cuestiones tales como los desafíos de la multipolaridad, BRICS, UNASUR, CELAC y el proyecto de una moneda común para intercambios comerciales, entre otros temas.
Desde la presidencia Pro tempore de Argentina en el MERCOSUR, se impulsó un fortalecimiento del bloque regional, un aumento en el comercio intra regional, y la construcción de un bloque para contrapesar las asimetrías en las negociaciones comerciales con la Unión Europea y otros Estados.
Alberto Fernández promovió el diálogo desde el “Grupo de Puebla” apoyando los procesos de integración regional.
Con el presidente Andrés Manuel López Obrador se acordó la iniciativa para la creación de la agencia espacial latinoamericana y hubo numerosas coincidencias en la Agenda de América Latina y el mundo.
Asimismo, se profundizó la integración con los gobiernos de Uruguay, Paraguay y Chile, con este último se acordó continuar el proyecto de la red de fibra óptica para conectar el sur de nuestro continente con el sudeste asiático.
En estos cuatro años, Argentina, repudió el golpe de Estado en Bolivia, coordinó con México el salvoconducto del ex Presidente Evo Morales y su posterior asilo; apoyó al actual presidente Luis Arce e impulsó la incorporación plena de Bolivia al MERCOSUR.
La victoria de Gustavo Petro, celebrada por nuestro gobierno, ha sido muy significativa para poner a Colombia en la línea de presidentes comprometidos con la Patria Grande.
El informe “Bachelet” sobre Venezuela tuvo a Argentina en su posición histórica en defensa de los derechos humanos, al mismo tiempo que rechazó a Juan Guaidó como presidente por su origen no democrático e ilegítimo.
El presidente Alberto Fernández expresó en distintas reuniones, encuentros y foros virtuales, la necesidad de construir un orden mundial más justo y se pronunció por un capitalismo con rostro humano.
Un logro importante de la gestión ha sido la decisión, demorada, de incorporarse al grupo de países BRICS, como una forma de adherir a los principios de un mundo multipolar y policéntrico. De mantenerse esta decisión, nos permitiría comerciar con un conjunto de países que representan el 22% de la superficie continental, el 42% de la población mundial, el 24% del PBI mundial y contribuyen con el 16% de las exportaciones y el 15% de las importaciones mundiales de bienes y servicios.
Con China, potencia en ascenso y destino principal de nuestras exportaciones, Argentina sostuvo sus relaciones políticas y comerciales no sin titubeos en temas como la energía nuclear y las centrales hidroeléctricas. Durante estos años China ha sido solidaria con Argentina en la Cuestión Malvinas.
Con EE.UU., la agenda estuvo ocupada principalmente por el tema de la renegociación de la deuda externa, hubo coincidencias en temas como la lucha contra el cambio climático, y disputas por la Secretaría General de la OEA y la presidencia del BID.
En el caso de Europa se puso un foco crítico sobre el acuerdo comercial MERCOSUR – Unión Europea, analizando su impacto sobre nuestro sector industrial y laboral, no obstante, la negativa de países como Francia para avanzar.
El presidente Alberto Fernández tuvo una diplomacia activa ante los principales países europeos, promoviendo el reclamo por un trato justo con las deudas de los países en desarrollo.
Con Rusia, que también ha manifestado un apoyo permanente a nuestra soberanía sobre las Islas Malvinas, se estrechó la relación a partir de la entrega solidaria de la vacuna “Sputnik” y se coordinó la solicitud de nuestro ingreso a los BRICS. Tenemos por delante el desafío de aumentar el intercambio comercial y avanzar en proyectos de integración espacial, militar y energética.
Argentina expresó su apoyo al principio de integridad territorial de los Estados ante la intervención militar de Rusia en Ucrania, llamó a un cese de hostilidades, y pidió una mesa de negociaciones para alcanzar la paz en este conflicto, provocado por la pretensión de la OTAN de expandirse hacia las fronteras de Rusia.
En la guerra entre Israel y Palestina, Argentina condenó tanto los ataques del grupo Hamas contra la población israelí como la represalia de Israel en Gaza exigiendo el cumplimiento del Derecho Internacional Humanitario. Este conflicto tiene un principio de solución, en el cumplimiento de las distintas resoluciones de Naciones Unidas que reconocen la existencia de dos Estados. Asimismo, Argentina, en el marco de la operación denominada “Regreso Seguro”, envió aviones Hércules C-130 con destino a Tel Aviv, para evacuar a más de mil argentinos.
Con India nuestro país avanzó en el fortalecimiento de la cooperación bilateral para incrementar el intercambio comercial y las inversiones, muestra de ello es la cifra récord de más de 5600 millones de dólares en el último año. India es el cuarto socio comercial de Argentina a nivel global (considerando el comercio bilateral total), luego de Brasil, China y Estados Unidos, y también cuarto destino de nuestras exportaciones.
Durante estos años, ha sido evidente la falta de decisión para concretar e implementar algunas “declaraciones”, sirva como ejemplo la demora en la incorporación a los BRICS, la falta de decisión para impulsar el funcionamiento nuevamente de UNASUR, la indefinición en la compra de los aviones caza polivalentes y otras decisiones que debieron tomarse en materia de defensa. Estos titubeos no son sólo atribuibles a problemas presupuestarios, como siempre se intenta explicar, sino, producto de no saber qué hacer, ante las presiones geopolíticas. Es preciso definir, en que áreas y temas se avanzará con cada potencia internacional.
En Argentina el signo político de gobierno ha cambiado, y todo confirma un alineamiento absoluto con el mundo anglosajón, en un regreso a las “relaciones carnales” de los años 90 con la consiguiente pérdida de autonomía en materia de política exterior y las consecuencias económicas por el debilitamiento de las relaciones con China y Brasil. La violencia verbal (agresión al Presidente de Colombia, Gustavo Petro), las concesiones en materia de soberanía en Malvinas (diálogo con David Cameron) y la torpeza diplomática (poner en cuestión el principio de una sola China con el acercamiento a Taiwán), son muestras claras del delirio y la deriva; y de una posición alejada del interés nacional y que conduce claramente al aislamiento internacional.
A pesar del péndulo de nuestra política exterior, seguimos pensando que Argentina debe asumir como Política de Estado, liderar junto a Brasil un proceso definitivo de integración política, institucional, social, energética, militar, financiera, comercial y ambiental que permita a nuestra región convertirse en un actor con capacidad de influencia mundial. Argentina, para poder incidir en los grandes temas de la agenda internacional como la seguridad internacional y la paz, la crisis climática y el cambio energético, la deuda externa, necesariamente deberá hacerlo desde la integración regional. En este camino resulta clave el fortalecimiento del MERCOSUR, recuperar UNASUR y la incorporación definitiva de Argentina a los BRICS, para contribuir a la construcción de un mundo más humano, sostenible e igualitario.
Omar Ruiz
Magister en Relaciones Internacionales
Ex Legislador Provincial Provincia Cordoba
Red de Capacidades Nacionales
Colaborador de Dossier Geopolitico
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