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¡¡ LA LUCHA GLOBAL ES ENTRE ATLANTISTAS Y CONTINENTALISTAS !! 

Lo afirma una vez más el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, en su columna del Club de La Pluma, ante los interrogantes que se abren con las cumbres telefónicas de Putin y Trump, y de las que sobresale “el buen feeling” entre ellos. En tanto que considera que la guerra de Ucrania sigue y que no se va a detener sólo por dos conversaciones a distancia. Mientras que define a los Continentalistas como el “Triángulo de Hierro” entre Rusia, China e Irán -sólidamente aliados- más la posible incorporación de la India, mientras que el Atlantismo Occidental -radicalizado y en caótica desconexión- se atrinchera desesperado en Europa para continuar la guerra como sea, con unos líderes sin legitimidad, con personajes monstruosos como Zelensky y con una burócrata que nadie eligió, como Úrsula Von der Layen, que ha impuesto dictatorialmente un rearme de 80 mil millones de euros que liquidarán el “estado del bienestar”, que hundirán el avance tecnológico de los países miembros y todo ello, sin que Europa pueda llegar a ser una potencia militar global.

AUDIO:

En el audio también destaca que:

• Que Trump, con sus cabildeos, estaría haciendo un control de daños ante el evidente derrumbe del imperio estadounidense.

• Que se confirma el suicidio militar de Zelenski en Kurks, que es palmario que NO manda y SÍ obedece a Inglaterra y que ha tratado de “bastardear” las conversaciones de paz, atacando en simultáneo a instalaciones energéticas rusas.

• Qué Putin no aceptará fuerzas de la OTAN en Ucrania, como fantasea Francia y Reino Unido, y que no permitirá una agresión directa Irán, en tanto que se burló -con datos del PIB- de la debilidad económica del G7.

• Que es inmutable la alianza entre Rusia y China, a pesar de las de la prensa imperial, y que el Continentalismo crece regionalmente en África a pesar del terrorismo anglosajón y que hasta en América del Sur se “cuecen las habas” por el auge y éxito de los Brics.

• Que ésta locura belicista global fue instaurada tanto por los demócratas como por los republicanos estadounidenses, con la complicidad de Europa, para intentar mantener inútilmente la hegemonía anglosajona, cuya debacle comenzó en el 2005.

Y reflexiona con que en estos tiempos borrascosos de niebla guerrera, hay que entender al mundo desde la realidad geográfica -como lo establece la ciencia de la geopolítica- y más en ésta transición histórica con cambios tectónicos, en que el ejemplo del desarrollo imparable de nueva Ruta de La Seda confirma el liderazgo global asiático, el del  Sur Global y el los BRICS hacia un nuevo mundo multipolar, a pesar del belicismo, del terrorismo y de la desestabilización desesperada impuesta por Imperio Atlantista que naufraga en sus propias aguas. 

Eduardo Bonugli (Madrid, (23/03/25)

La Ruta de la seda terrestre y maritima para salir del encierro que durante siglos impusieron los Atlantistas (G7) a los Continentalistas BRICS+

Por Michael Roberts Then Extrecession, Traducido para el CEPRID por María Valdés

Ucrania: un desastre humano

Se cumple el tercer año de la guerra entre Ucrania y Rusia. Después de tres años de guerra, la invasión rusa de Ucrania ha causado pérdidas asombrosas al pueblo y la economía de Ucrania. Hay varias estimaciones del número de civiles y militares ucranianos (muertos más heridos): 46.000 civiles y tal vez 500.000 soldados. Las bajas militares rusas son aproximadamente las mismas. Millones han huido al extranjero y muchos más millones han sido desplazados de sus hogares dentro de Ucrania. Una evaluación confidencial ucraniana a principios de 2024, publicada por el Wall Street Journal, situó las pérdidas de tropas ucranianas en 80.000 muertos y 400.000 heridos. Según cifras del gobierno, en la primera mitad de 2024, murió en Ucrania tres veces más personas de las que nacieron, informó el WSJ. En el último año, las pérdidas ucranianas han sido cinco veces mayores que las de Rusia, y Kiev pierde al menos 50.000 militares al mes.

El PIB de Ucrania ha caído un 25% y otros 7,1 millones de ucranianos viven ahora en la pobreza.

El daño que sufren quienes se quedan en Ucrania es inmenso. Las pérdidas de aprendizaje de los niños ucranianos son especialmente preocupantes: Ucrania acabará con incorporaciones de menor calidad a su fuerza laboral debido a las interrupciones en el proceso de aprendizaje causadas por la guerra (y antes de eso, por la COVID-19). Se estima que estas pérdidas ascienden a unos 90.000 millones de dólares, o casi tanto como las pérdidas de capital físico hasta la fecha. Los estudios también muestran que una guerra durante los primeros cinco años de vida de una persona se asocia con una disminución de alrededor del 10% en los puntajes de salud mental cuando tiene entre 60 y 70 años. El problema no son solo las bajas de guerra y la economía, sino también el daño a largo plazo para los ucranianos que se quedan.

A pesar de la guerra, el año pasado se produjo una modesta recuperación económica. Las exportaciones de energía aumentaron bruscamente. Los puertos de Ucrania en el Mar Negro siguen funcionando y el comercio fluye hacia el oeste a lo largo del Danubio y, en menor medida, por tren. Mientras tanto, la agricultura se ha recuperado. Aun así, la fabricación de hierro y acero sigue siendo una fracción de su nivel anterior a la guerra: de 1,5 millones de toneladas mensuales antes de la guerra a sólo 0,6 millones mensuales.

Pero Ucrania carece de mano de obra apta para producir o ir a la guerra. La tasa de desempleo en Ucrania fue del 16,8% en enero, pero aún así sigue habiendo escasez de trabajadores porque los trabajadores cualificados han abandonado el país y la mayoría de los demás han sido movilizados en las fuerzas armadas. La situación es tan mala que se ha hablado de movilizar a los jóvenes de entre 18 y 25 años que actualmente están exentos, pero esto es muy impopular y reduciría aún más el empleo civil.

Ucrania sigue dependiendo totalmente del apoyo de Occidente. Necesita al menos 40.000 millones de dólares al año para mantener los servicios públicos, apoyar a su población y mantener la producción. Depende de la UE para esa financiación civil, mientras que depende de los EE.UU. para toda su financiación militar: una «división del trabajo» directa. Además, el FMI y el Banco Mundial han ofrecido asistencia monetaria, pero, en este caso, Ucrania tiene que demostrar que tiene «sostenibilidad», es decir, que es capaz de devolver en algún momento los préstamos. De modo que si los préstamos bilaterales de los EE.UU. y los países de la UE (y se trata principalmente de préstamos, no de ayuda directa) no se materializan, el FMI no puede ampliar su programa de préstamos.

Esto nos lleva de nuevo a lo que sucederá con la economía de Ucrania, si y cuando la guerra con Rusia llegue a su fin. Según la última estimación del Banco Mundial, Ucrania necesitará 486.000 millones de dólares en los próximos diez años para recuperarse y reconstruirse, suponiendo que la guerra termine este año. Eso es casi tres veces su PIB actual. Los daños directos de la guerra ya han alcanzado casi los 152.000 millones de dólares, con cerca de 2 millones de viviendas –alrededor del 10% del parque total de viviendas de Ucrania– dañadas o destruidas, así como 8.400 kilómetros de autopistas, carreteras y otras carreteras nacionales, y casi 300 puentes. Alrededor de 5,9 millones de ucranianos permanecieron desplazados fuera del país y los desplazados internos ascendieron a unos 3,7 millones.

Lo que queda de los recursos de Ucrania (los que no se anexionó Rusia) se ha vendido a empresas occidentales. En total, el 28% de las tierras cultivables de Ucrania está ahora en manos de una mezcla de oligarcas ucranianos, corporaciones europeas y norteamericanas, así como del fondo soberano de riqueza de Arabia Saudita. Nestlé ha invertido 46 millones de dólares en una nueva instalación en la región occidental de Volyn, mientras que el gigante alemán de medicamentos y pesticidas Bayer planea invertir 60 millones de euros en la producción de semillas de maíz en la región central de Zhytomyr. MHP, la mayor empresa avícola de Ucrania, es propiedad de un ex asesor del presidente ucraniano Poroshenko. MHP ha recibido más de una quinta parte de todos los préstamos del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD) en los últimos dos años. MHP emplea a 28.000 personas y controla alrededor de 360.000 hectáreas de tierra en Ucrania, una superficie mayor que Luxemburgo, miembro de la UE.

El gobierno ucraniano está comprometido con una solución de «libre mercado» para la economía de posguerra que incluiría nuevas rondas de desregulación del mercado laboral por debajo incluso de los estándares laborales mínimos de la UE, es decir, condiciones de explotación laboral; y recortes en los impuestos corporativos y sobre la renta hasta el hueso; junto con la privatización total de los activos estatales restantes. Sin embargo, las presiones de una economía de guerra han obligado al gobierno a dejar estas políticas en un segundo plano por ahora, con las demandas militares dominando.

El objetivo del gobierno de Ucrania, la UE, el gobierno de los EE.UU., las agencias multilaterales y las instituciones financieras estadounidenses que ahora se encargan de recaudar fondos y asignarlos a la reconstrucción es restaurar la economía ucraniana como una especie de zona económica especial, con dinero público para cubrir las posibles pérdidas del capital privado. Ucrania también quedará libre de sindicatos, regímenes y regulaciones fiscales severas para las empresas y cualquier otro obstáculo importante a las inversiones rentables del capital occidental en alianza con los antiguos oligarcas ucranianos.

Fuentes ucranianas estiman que el coste de restaurar la infraestructura (financiación del esfuerzo bélico (municiones, armas, etc.), pérdidas de viviendas, bienes raíces comerciales, compensaciones por muerte y lesiones, costos de reasentamiento, apoyo a la renta, etc.) y pérdida de ingresos actuales y futuros ascenderá a 1 billón de dólares, o seis años del PIB anual anterior de Ucrania. Eso es aproximadamente el 2,0% del PIB de la UE por año o el 1,5% del PIB del G7 durante seis años. Para finales de esta década, incluso si la reconstrucción va bien y suponiendo que se restablezcan todos los recursos de la Ucrania de antes de la guerra (es decir, la industria y los minerales del este de Ucrania están en manos de Rusia), entonces la economía todavía estaría un 15% por debajo de su nivel anterior a la guerra. Si no, la recuperación será aún más larga.

Rusia: la economía de guerra

La invasión rusa de Ucrania a principios de 2022 para apoderarse de las cuatro provincias de habla rusa del Donbass, en el este de Ucrania, ha dado irónicamente un impulso a la economía. En 2023, el crecimiento del PIB real fue del 3,6% y de más del 3% en 2024. La economía de guerra de Rusia se mantiene.

En los últimos tres años de guerra, Rusia ha logrado sortear las sanciones, al tiempo que invierte casi un tercio de su presupuesto en gastos de defensa. También ha podido aumentar el comercio con China y vender su petróleo a nuevos mercados, en parte utilizando una flota paralela de petroleros para eludir el límite de precios que los países occidentales esperaban que redujera el tesoro de guerra del país. La mitad de su petróleo y petróleo se exportó a China en 2023. Se convirtió en el principal proveedor de petróleo de China. Las importaciones chinas a Rusia han aumentado más del 60% desde el comienzo de la guerra, ya que el país ha podido suministrar a Rusia un flujo constante de bienes, incluidos automóviles y dispositivos electrónicos, llenando el vacío de las importaciones de bienes occidentales perdidas. El comercio entre Rusia y China alcanzó los 240.000 millones de dólares en 2023, un aumento de más del 64% desde 2021, antes de la guerra.

Sin embargo, la guerra ha intensificado la grave escasez de mano de obra. Al igual que Ucrania, Rusia sufre ahora una desesperada escasez de personal, aunque por razones diferentes. Incluso antes de la guerra, la fuerza laboral rusa se estaba reduciendo debido a causas demográficas naturales. Luego, al comienzo de la guerra en 2022, alrededor de tres cuartos de millón de trabajadores rusos y extranjeros, la clase media en TI, finanzas y gestión, abandonaron el país. Mientras tanto, el ejército ruso está reclutando a decenas de miles de hombres en edad de trabajar. Entre 10.000 y 30.000 trabajadores se unen al ejército cada mes, alrededor del 0,5 por ciento de la oferta total. Eso ha beneficiado a los trabajadores rusos que no están en las fuerzas armadas y tienen seguridad en el empleo, ya que los gerentes se muestran reacios a despedir a nadie.

Los salarios han aumentado en dos dígitos, la pobreza y el desempleo están en mínimos históricos. En los últimos tres trimestres, los salarios de los trabajadores con ingresos más bajos del país han aumentado más rápido que en cualquier otro segmento de la sociedad, registrando una tasa de crecimiento anual de alrededor del 20%. El gobierno está gastando masivamente en apoyo social para las familias, aumentos de pensiones, subsidios hipotecarios y compensaciones para los familiares de los que sirven en el ejército.

Pero la inflación se ha disparado y el rublo se ha depreciado significativamente frente al dólar, obligando al banco central ruso a elevar su tasa de interés a más del 20%.

Una economía de guerra significa que el Estado interviene e incluso anula la toma de decisiones del sector capitalista en beneficio del esfuerzo bélico nacional. La inversión estatal reemplaza a la inversión privada. Irónicamente, en el caso de Rusia esto se ha acelerado por la retirada de las empresas occidentales de los mercados rusos y por las sanciones. El Estado ruso ha absorbido entidades extranjeras y/o las ha revendido a capitalistas rusos comprometidos con el esfuerzo bélico.

El gasto en nuevas construcciones, equipos de alta tecnología y nuevos equipos alcanzó un máximo de 12 años de 14,4 billones de rublos (136.400 millones de dólares), un 10 por ciento más que el año anterior. La tasa de crecimiento de la inversión superó la tasa de crecimiento del PIB por un margen más amplio que en cualquier otro momento de los 15 años anteriores, según el Centro de Análisis Macroeconómico y Pronósticos a Corto Plazo con sede en Moscú.

Los principales destinos de las inversiones, hasta ahora inéditas, del país son la sustitución de importaciones, la infraestructura en el este y la producción militar. La ingeniería mecánica, que incluye la fabricación de productos metálicos terminados (armas), ordenadores, óptica y electrónica y equipos eléctricos, es uno de los sectores de mayor crecimiento de las inversiones.

Muchos economistas occidentales pronostican un colapso de la economía rusa, como lo vienen afirmando desde hace tres años. La aguda escasez de mano de obra, la inflación persistente y creciente causada por el aumento del gasto militar y las sanciones cada vez más severas provocarán, según se afirma, una crisis económica que obligará a Moscú a abandonar sus objetivos en Ucrania y a poner fin a la guerra en términos más aceptables para Kiev y sus aliados.

Muchos analistas han atribuido estas señales de sobrecalentamiento al elevado gasto en la guerra en Ucrania, señalando un gasto militar récord que se espera que haya alcanzado más del 7% del PIB en 2024. Como se espera que el gasto en defensa aumente casi un 25% este año, lo que representa alrededor del 40% del gasto del gobierno federal, algunos han planteado la posibilidad de que Rusia caiga en una «estanflación», que combina una alta inflación con un crecimiento bajo o nulo.

Pero a pesar de librar la guerra más intensa en Europa desde 1945, Moscú ha logrado financiarla con modestos déficits presupuestarios de entre el 1,5 y el 2,9% del PIB desde 2022. Como resultado, el Kremlin apenas ha tenido que endeudarse para financiar la guerra. Los ingresos fiscales generados por la actividad interna se han disparado desde que comenzó la guerra. Con alrededor del 15% del PIB, Rusia tiene la relación deuda estatal/PIB más baja de las economías del G20. Por lo tanto, a pesar de estar aislada de la mayoría de las fuentes externas de capital, Rusia sigue siendo más que capaz de financiar la inversión interna y el gasto público con sus propios recursos.

En los últimos dos años, Rusia ha registrado un superávit en su cuenta corriente de alrededor del 2,5% del PIB. Mientras Rusia pueda seguir exportando grandes volúmenes de petróleo, es poco probable que esto cambie. Los ingresos de Rusia por petróleo y gas aumentaron un 26% el año pasado hasta los 108.000 millones de dólares, incluso cuando la producción diaria de condensado de petróleo y gas disminuyó en 2024 en un 2,8%, según funcionarios del gobierno ruso citados por Reuters. A pesar de seguir siendo el país más sancionado del mundo en 2024, Rusia exportó un récord de 33,6 millones de toneladas de gas natural licuado (GNL) ese año, lo que supone un aumento del 4% respecto al año anterior.

El Instituto de Finanzas Internacionales (IIF) ha pronosticado una disminución del precio de equilibrio fiscal del petróleo (la cantidad necesaria para equilibrar el gasto presupuestario) de Rusia a 77 dólares por barril para 2025, respaldada por una recuperación de los ingresos del petróleo y el gas. Al mismo tiempo, el precio de equilibrio externo del petróleo (el precio necesario para equilibrar la cuenta corriente externa), de 41 dólares por barril, es el segundo más bajo entre los principales exportadores de hidrocarburos. Eso significa que el precio actual del petróleo de los Urales supera con creces esos puntos de equilibrio.

Pero ninguna de estas inversiones en «economía de guerra» apoyará el crecimiento de la productividad de Rusia a largo plazo. La economía de guerra de Rusia volverá a la acumulación capitalista cuando termine la guerra. Y la economía rusa sigue estando fundamentalmente vinculada a los recursos naturales. Depende de la extracción más que de la fabricación. La producción bélica es básicamente improductiva para la acumulación de capital a largo plazo. Rusia sigue estando tecnológicamente atrasada y depende de las importaciones de alta tecnología. Incluso con estímulos fiscales masivos, todavía no ha producido tecnologías aptas para un mercado de exportación competitivo más allá de las armas y la energía nuclear, con las primeras ya aprobadas y la segunda a punto de serlo. Rusia no es un actor sustancial en ninguna de las tecnologías de vanguardia, desde la inteligencia artificial hasta la biotecnología.

La crisis demográfica, la calidad cada vez menor de la educación universitaria, la ruptura de los vínculos con las escuelas internacionales y la fuga de cerebros exacerban estos problemas. Es probable que la brecha tecnológica se amplíe, y Rusia dependerá cada vez más de las importaciones chinas y de la ingeniería inversa (copia). El crecimiento potencial del PIB real de Rusia probablemente no supere el 1,5% anual, ya que el crecimiento está limitado por el envejecimiento y la disminución de la población y las bajas tasas de inversión y productividad.

La economía de guerra rusa está bien situada para continuar la guerra durante varios años más si es necesario, pero cuando la guerra termine, Putin puede enfrentarse a una caída significativa de la producción y el empleo. El mensaje subyacente es que la debilidad de la inversión, la productividad y la rentabilidad del capital ruso, incluso excluyendo las sanciones, significa que Rusia seguirá siendo económicamente débil durante el resto de esta década.

El presidente Trump ha declarado que busca un acuerdo de paz mediante negociaciones directas con Rusia, lo que significaría el fin del apoyo financiero y militar de Estados Unidos a Ucrania. Los actuales dirigentes ucranianos se oponen a cualquier acuerdo que suponga la pérdida de territorio y cualquier veto a la futura adhesión a la OTAN. Los dirigentes europeos han declarado que respaldarán a Ucrania y seguirán financiando la guerra y proporcionando apoyo militar.

Trump quiere recuperar lo que el gobierno estadounidense ha gastado hasta ahora en Ucrania, así como garantías para futuros gastos destinados a reconstruir la economía. Se ha quejado de las enormes transferencias de fondos a Ucrania sin justificar. Esto es una desinformación. La mayor parte de los fondos que Estados Unidos asignó a Ucrania se quedaron en el país para financiar la base industrial de defensa nacional y reponer los arsenales estadounidenses. Los fabricantes de armas estadounidenses están obteniendo enormes beneficios de esta guerra.

Ahora Trump exige que Ucrania ceda a Estados Unidos el 50% de sus derechos sobre los minerales de «tierras raras» a cambio de que entregue los 500.000 millones de dólares necesarios para la reconstrucción de posguerra. Trump: «Quiero que nos den algo por todo el dinero que hemos aportado y voy a intentar que se resuelva la guerra y que se acabe con toda esa muerte. Pedimos tierras raras y petróleo, todo lo que podamos conseguir». Como dijo el senador estadounidense Lindsey Graham: «Esta guerra es por dinero… El país más rico de toda Europa en minerales de tierras raras es Ucrania, con un valor de entre dos y siete billones de dólares... Así que Donald Trump va a hacer un trato para recuperar nuestro dinero, para enriquecernos con minerales raros…» El problema es que aproximadamente la mitad de estos depósitos (con un valor de entre 10 y 12 billones de dólares) se encuentran en zonas controladas por Rusia.

Todo esto es sólo otro indicio de que los activos de Ucrania van a ser repartidos por las potencias occidentales. El mes pasado, el presidente ucraniano Zelenskyy firmó una nueva ley que amplía la privatización de los bancos estatales en el país. Esto sigue al anuncio del gobierno ucraniano en julio de su programa «Privatización a Gran Escala 2024», que pretende impulsar la inversión extranjera en el país y recaudar dinero para el atribulado presupuesto nacional de Ucrania. Entre los grandes activos que se prevé privatizar actualmente se encuentran el mayor productor de mineral de titanio del país, un productor líder de productos de hormigón y una planta de minería y procesamiento. Ucrania previó privatizar las aproximadamente 3.500 empresas estatales del país en una ley de 2018, que decía que los ciudadanos y las empresas extranjeras podrían convertirse en propietarios. Cientos de empresas de menor escala están siendo privatizadas ahora, generando ingresos de 9.600 millones de UAH (181 millones de libras esterlinas) en los últimos dos años. Se trata de un subprograma de siete años denominado SOERA (actividad de reforma de las empresas estatales en Ucrania), financiado por USAID y con el Ministerio de Asuntos Exteriores del Reino Unido como socio menor. SOERA trabaja para “promover la privatización de determinadas empresas estatales y desarrollar un modelo de gestión estratégica para aquellas que permanezcan en propiedad estatal”.

El capital británico también se está relamiendo. Documentos del Ministerio de Asuntos Exteriores británico publicados recientemente señalan que la guerra ofrece “oportunidades” para que Ucrania implemente “algunas reformas de enorme importancia”. “El Reino Unido espera que las empresas británicas obtengan beneficios de la reconstrucción de Ucrania”, observa un informe sobre la ayuda británica a Ucrania elaborado a principios de este año por el organismo de control de la ayuda, ICAI.

La invasión de Putin ha llevado al pueblo ucraniano a manos de un gobierno pro libre mercado y antilaboral que permitirá al capital occidental apoderarse de los activos de Ucrania y explotar su reducida fuerza laboral. Tal vez eso era inevitable: de los oligarcas prorrusos y prooccidentales de antes de la guerra, al capital occidental de ahora.

La guerra no sólo ha destruido a Ucrania, sino que ha debilitado gravemente la economía europea, ya que los costes de producción se han disparado con la pérdida de las importaciones de energía barata de Rusia. Pero parece que los líderes europeos quieren continuar la guerra incluso si Trump se retira. Están luchando desesperadamente por conseguir fondos para hacerlo y para proporcionar más ayuda militar al asediado gobierno ucraniano. Algunos líderes están proponiendo enviar tropas a Ucrania. Así que «guerra, no paz».

Igual de mala es la decisión de la OTAN y de los principales líderes de Europa de duplicar el gasto en defensa, que para finales de la década representa un promedio del 1,9% del PIB, supuestamente para resistir los inminentes ataques rusos si Putin logra la paz este año. Esta decisión se justifica de forma ridícula con el argumento de que el gasto en “defensa” “es el mayor beneficio público de todos” ( Bronwen Maddox, directora de Chatham House, el “think-tank” de relaciones internacionales que principalmente presenta las opiniones del estado militar británico). Maddox concluyó que: “el Reino Unido puede tener que endeudarse más para pagar el gasto en defensa que necesita tan urgentemente. En el próximo año y más allá, los políticos tendrán que prepararse para recuperar dinero mediante recortes a los beneficios por enfermedad, las pensiones y la atención médica… Al final, los políticos tendrán que persuadir a los votantes para que renuncien a parte de sus beneficios para pagar la defensa”. El mismo mensaje nos llega del líder del partido ganador en las elecciones alemanas.

Esto significará una enorme desviación de las inversiones en servicios y prestaciones públicas muy necesarios y en inversiones tecnológicas hacia una producción de armas improductiva y destructiva, lo que genera una enorme incertidumbre sobre el futuro de Europa como entidad económica líder durante el resto de esta década y más allá.

FUENTE CEPRID https://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2963

Síntesis de la disertación del Director de Dossier Geopolitico, en la CGT Historia de Córdoba sobre el Conflicto de Europa del este Guerra de la OTAN vs Fed. Rusa, desarrollado en el Taller de Actualidad Internacional, juntos a destacados disertantes de Córdoba y nacionales organizado por el Ateneo del Pensamiento Peronista -APP- el dia 13 de Marzo del 2025

Tema de Carlos Pereyra Mele: Guerra entre Rusia, la OTAN y Ucrania.

Cuando la Unión Soviética se disolvió en 1991, se firmó un acuerdo entre Mijail Gorvachov y George Bush que establecía la obligación para la OTAN de no expandirse más al este.

En 1994, Clinton decidió unilateralmente desechar ese acuerdo de no expansión de la OTAN, y en 1999 la OTAN se expandió a Hungría, Polonia y República Checa.

La Rusia de Boris Yeltsin protestó formalmente pero nadie en Occidente reparó en la violación del acuerdo, y Rusia no quiso escalar bélicamente porque esos países están lejos de la frontera rusa.

Luego en 2004 la OTAN siguió expandiéndose violando el acuerdo de 1994, incorporando a Estonia, Letonia, Lituania, Bulgaria, Rumania, Eslovenia y Eslovaquia.

Empezó la reacción Rusia: En 2007 Putin dijo «basta, paren, suficiente», pero la diplomacia de Occidente decidió ignorar.

Luego en 2008 la OTAN decidió iniciar las tratadistas para la incorporación de Ucrania y Georgia, países limítrofes con Rusia.

Rusia volvió a protestar formalmente señalando que si ellos decidieron tener bases en Canadá o México, EEUU iniciaría una guerra inmediatamente. Occidente siguió ignorando.

Rusia decidió entonces declarar la guerra a Georgia por tal motivo (casus belli), como todos conocemos y Georgia quedó pulverizada. La guerra terminó con un cese al fuego impulsado por Rusia, que estableció una fuerza de paz mixta y dejó dividida a Osetia del Sur en dos autoridades rivales. Osetia del Sur se convierte de facto en independiente, pero internacionalmente reconocida como parte de Georgia.

En 2010 EEUU instaló misiles en Polonia y Rumania, violando de nuevo el acuerdo de 1994.

Ese mismo año 2010, el pueblo ucraniano eligió de Presidente a Viktor Yanukovic, bajo un programa de gobierno que prometía neutralidad entre Rusia y la OTAN.

En 2014 Rusia y Ucrania firmaron un acuerdo en que Rusia buscaba el arriendo de Sebastopol por 25 años. No había ninguna intención de anexar Crimea ni Donbas.

Pero en 2014 EEUU operó para derrocar a Yanukovic, evento probado con la famosa y escandalosa llamada que se filtró entre Victoria Nuland y el embajador americano en Ucrania, Geoffrey Pyatt.

Luego llegaron los Tratados de Minsk I y  Minsk II (este último estableció autonomía para las regiones rusoparlantes del este de Ucrania. Este acuerdo fue apoyado de forma unánime por el Consejo de Seguridad de la ONU.

Pero EEUU y la nueva Ucrania intervenida decidieron que no sería obligatorio 

Ucrania masacró a varios miles de ciudadanos rusoparlantes en el Donbass con Zelensky como autor intelectual y principal organizador de las riadas genocidas.

Luego en 2022 EEUU reclamó el derecho de poner misiles «dondequiera» en Ucrania, y Blinken le dijo a Lavrov que EEUU pondría sistemas de misiles en cualquier lugar de Europa y no solo en Ucrania.

Y ese fue el casus belli por el que Rusia decide declarar la guerra a Ucrania: hacer respetar la obligación de la OTAN de no expandirse al este. Ni más ni menos.

La intención de Putin con la guerra es detener el avance de la OTAN (obligada desde 1994 a no expandirse) y obligar a Zelensky a firmar la neutralidad.

Zelensky estaba listo al séptimo día de iniciada la guerra para firmar la neutralidad con Putin. Pero a último minuto Zelensky decidió declinar la firma por directa solicitud de Joe Biden.

La idea era incorporar a Ucrania, Rumania, Bulgaria, Turquía y Georgia en un anillo de bloqueo a Rusia al Mar Negro.

La guerra continúa hasta hoy. Y debido a la decisión de Biden y Zelensky, más de 1 millón de ucranianos han muerto en una guerra sin sentido.

Esta es toda la verdad histórica, ni más ni menos, de los acontecimientos entre Rusia, Ucrania y la OTAN. 

Y como vemos NO se trató de que NO se respetara las normas y las reglas, mas el derecho internacional, pero la angloesfera le importa poco y nada respetar esas posiciones y su alternativa es solo la guerra y el caos.

Todo lo demás es confusión instrumentada por analfabetos locuaces bien pagados (llamados periodistas especializados o Grupos de interés que usan sus ONGs o Think Tank para imponer un relato falso favorable a los agentes del atlantismo) y que con la censura mediática y de redes instaló férreamente  “democráticamente” La Unión Europea lo que hace que sus poblaciones no entienden una pizca de todo lo que pasa en esa zona del mundo y que consumen la amarga hiel de la propaganda belicista de la OTAN/UE y hasta Biden en EEUU se seguía con el libreto, sin mayor pensamiento crítico.  Hasta el reciente cambio en la administración de USA con Donald Trump, que pareciera encauzar el diálogo con las potencia y poner a EEUU en pie ante tanto deterioro causado por las administraciones demócratas y de las que él también ha tenido responsabilidad en su primer mandato, pronto veremos si esto se encamina a terminar con un Tratado de Paz concreto duradero o se transforma en un conflicto de largo tiempo 

Carlos Pereyra Mele Analista geopolitico

Director Dossier Geopolitico

Por Pepe Escobar

Putin nunca sacrificará las demandas de “indivisibilidad de la seguridad” que Rusia planteó a Washington en diciembre de 2021 y que no recibieron respuesta alguna.

El “alto el fuego” anunciado con su característica grandilocuencia por el equipo de Trump 2.0 debería verse como un kabuki de mal gusto dentro de una matrioska barata.

A medida que vamos quitando las máscaras sucesivas, la última que queda en el interior de la matrioska es una pequeña bailarina travesti despierta: una Minsk 3 disfrazada de drag.

Ahora es el momento de un nuevo “alto el fuego”: el presidente Putin, solo en uniforme por segunda vez desde el inicio de la SMO, muy serio, visita la línea del frente en Kursk.

Finalmente, la clave para la verdadera operación de desprendimiento: la conferencia de prensa de Putin después de su reunión con Lukashenko en Moscú.

¿Alto el fuego? Por supuesto. Lo apoyamos. Y luego, metódica y diplomáticamente, el presidente ruso, con un estilo Caravaggio, aplicó un claroscuro total a cada detalle geopolítico y militar de la estrategia estadounidense. Una deconstrucción artística y consumada.

Resultado final: la pelota vuelve a estar en manos de Donald Trump. Dicho sea de paso, el líder del Imperio del Caos, en proceso de renovación, no tiene (la cursiva es mía) la última palabra.

El arte del matiz diplomático

Así es como funciona la diplomacia al más alto nivel: algo fuera del alcance de los patanes norteamericanos como Rubio.

Putin tuvo la gentileza de agradecer “al presidente de los Estados Unidos, el señor Trump, por prestar tanta atención a la resolución del conflicto”.

Al fin y al cabo, los estadounidenses también parecen estar implicados en “lograr una noble misión, una misión para detener las hostilidades y la pérdida de vidas humanas”.

Luego pasó al grano: “Este alto el fuego debería conducir a una paz duradera y eliminar las causas iniciales de esta crisis”.

Como en todos los casos, Rusia deberá satisfacer sus imperativos clave, ampliamente conocidos desde al menos junio de 2024. Al fin y al cabo, es Rusia quien está ganando la guerra en el campo de batalla, no Estados Unidos, ni la ya fragmentada OTAN, ni mucho menos Ucrania.

Putin se mantuvo firme respecto del alto el fuego: “Estamos a favor”.

Pero hay matices; una vez más, se llama diplomacia. Empezando por la verificación, posiblemente el núcleo del razonamiento de Putin:

¿Cómo se usarán estos 30 días? ¿Para continuar la movilización forzada en Ucrania? ¿Para recibir más armas? ¿Para entrenar a las unidades recién movilizadas? ¿O no se hará nada de esto?

¿Cómo se resolverán los problemas de control y verificación? ¿Cómo podemos garantizar que nada de esto ocurra? ¿Cómo se organizará el control?

Espero que todos entiendan esto con sentido común. Son asuntos muy serios.

No: la eurocracia colectiva, sumida en una rusofobia demente, no entiende el “sentido común”.

Una vez más, Putin se remitió diplomáticamente a la «necesidad de colaborar con nuestros socios estadounidenses. Quizás hable con el presidente Trump».

Así que habrá otra llamada telefónica pronto.

Trump, por su parte, perennemente flotando en las nubes de grandilocuencia, ya aplicó su “influencia” en las negociaciones, incluso antes de la respuesta detallada de Putin al kabuki del alto el fuego.

Intensificó las sanciones al petróleo, al gas y al sector bancario de Rusia, permitiendo que la exención a las ventas de petróleo ruso expire esta semana.

Esto significa en la práctica que los vasallos de la UE y otros “aliados” de ese tipo ya no pueden comprar petróleo ruso sin evadir las sanciones estadounidenses.

Incluso antes de eso, elementos de la banda criminal de Kiev pedían más sanciones contra Rusia como parte de un plan de «paz». Trump, obviamente, accedió, eludiendo una vez más la diplomacia básica. Solo aquellos con un coeficiente intelectual inferior a cero pueden creer que Moscú apoyará un alto el fuego/»proceso de paz» donde se le sancione por intentar poner fin a una guerra que, de hecho, está ganando en el campo de batalla, desde el Donbás hasta Kursk.

Las sanciones deberán ser el eje central de las posibles negociaciones entre Estados Unidos y Rusia. Al menos una parte de esos miles tendrá que desaparecer desde el principio. Lo mismo ocurre con los aproximadamente 300.000 millones de dólares en activos rusos «incautados» (es decir, robados), la mayoría de los cuales se encuentran en Bruselas.

Anexo, luego existo

El cuadro de alto el fuego de Caravaggio realizado por Putin revela que no tiene absolutamente ningún interés en antagonizar al notoriamente volcánico Trump, o en poner en peligro la posibilidad de una distensión entre Estados Unidos y Rusia en ciernes.

En cuanto a Kiev y los euro-chihuahuas, permanecen en el menú, y no en la mesa.

Como era de esperar, los principales medios de comunicación occidentales, como una ola de detritos tóxicos que golpea una costa prístina, están haciendo girar la idea de que Putin dijo “Nyet” a la táctica del cese del fuego como preludio para frustrar cualquier negociación al respecto.

Estos especímenes no entenderían el significado de “diplomacia” ni siquiera si fuera un cometa perforando el cielo.

En cuanto a la historia sobre los británicos “ayudando” a los estadounidenses y a los ucranianos a urdir la táctica del cese del fuego, eso ni siquiera puede considerarse un sketch de mala calidad de Monty Python.

Las clases dirigentes británicas, el MI6, sus medios de comunicación y centros de investigación, simplemente aborrecen cualquier negociación. Están en guerra frontal con Rusia, y su plan A —no hay plan B— sigue siendo el mismo: infligir una «derrota estratégica» a Moscú, como bien sabe el SVR.

El meollo del asunto es el Mar Negro. El análisis de Vladimir Karasev, según explicó a TASS, es acertado: «Los británicos ya han entrado en la ciudad de Odesa, que consideran un lugar clave. Sus servicios especiales están muy involucrados allí. Los británicos no ocultan su deseo de establecer una base naval en Odesa».

Odessa forma parte del amplio menú de recursos de Ucrania, en tesis, ya entregados a los británicos en virtud del turbio –y completamente ilegal– acuerdo de 100 años firmado entre Starmer y la sudadera sudorosa de Kiev.

Según las notas al pie del turbio acuerdo y de la nota «hecha en la sombra», Zelensky ya entregó a los británicos todo tipo de control sobre minerales, plantas de energía nuclear, instalaciones subterráneas de almacenamiento de gas, puertos clave (incluido Odessa) y plantas de energía hidroeléctrica.

En cuanto a la saga de minerales y tierras raras en curso en 404, o lo que quede de ella, los británicos compiten ferozmente con los estadounidenses. La CIA, obviamente, está al tanto. Todo esto se va a complicar enseguida.

Un debate serio en círculos bien informados de Moscú es que Putin jamás sacrificará las exigencias de «indivisibilidad de la seguridad» que Rusia planteó a Washington en diciembre de 2021, y que no obtuvo respuesta. La OTAN, por supuesto, jamás las aceptará. La decisión final la tendrá que tomar el presidente de Estados Unidos.

Y eso nos lleva al papel finalmente patético de la OTAN, ilustrado gráficamente por el Presidente de Estados Unidos, en la Oficina Oval, expandiendo alegremente su impulso para anexar tanto a Canadá como a Groenlandia (ambos parte de la OTAN) justo en frente del lamentable títere holandés Tutti Frutti o-Rutti, el Secretario General de la OTAN.

Aquella losa amorfa de rancio queso gouda holandés no sólo no dijo ni pío sobre las anexiones: brillaba como un bebé delante de Trump.

Eso fue la OTAN al desnudo: la Voz de su Amo gobierna a su antojo, y decida lo que decida, incluso la «seguridad» y la integridad territorial de los Estados miembros podrían estar en peligro. Así que vuelvan a jugar en su arenero. Adelante, a la próxima llamada telefónica entre Putin y Trump.

FUENTE : https://strategic-culture.su/news/2025/03/14/putin-peels-off-masks-of-the-ceasefire-kabuki/

Las opiniones de los colaboradores individuales no representan necesariamente las de la Fundación Cultura Estratégica y las de DOSSIER GEOPOLITICO/

¡¡ TIEMPOS BORRASCOSOS PARA LA REPÚBLICA IMPERIAL !! pronostica el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele en su columna del Club de La Pluma, ante la lucha intestina de las élites occidentales entre los triunfalistas de Trump contra los globalistas derrotados, que se han atrincherado en Europa tras el falso símil de aquel pacto del siglo XIX, de “La Entente Cordiale Franco Británica”, buscando una unidad imposible en el viejo continente, para continuar una guerra contra Rusia que ya han perdido, en tanto que Trump exige darla por acabada con un acuerdo de paz directo con Putin, que sellaría el fracaso definitivo de la estrategia imperial en destruir a Rusia para luego cercar a China. A lo que Europa responde abrazándose a un acabado Zelensky -símbolo y peón de la catástrofe- y con exigencias cercanas al ridículo, obviamente rechazadas por Moscú.

AUDIO:

A lo largo del audio, aborda y analiza la secuencia de los últimos acontecimientos tales como:

• El enfrentamiento verbal en la Casa Blanca, que no fue un show ni una trampa, y sí mostró la realidad del “personaje Zelensky” que sabe que el fin de la guerra será su propio final.

• La encerrona previa de Macron y Starmer a Trump, con un “tratado de paz” que solo sería un alto el fuego por 30 días para transformar a Ucrania en una especie de las “2 Coreas” y el despliegue de tropas europeas en Ucrania. Hipótesis tan fantasiosas para Europa como inaceptables para Rusia.

• Que la NO firma del tratado por los recursos minerales y tierras raras fue porque Ucrania exigía que EEUU fuera el “garante de seguridad” contra Rusia. Condición también descartada de plano por la administración Trump.

• La sobreactuada reacción de los europeos con “sus cumbres” repletas de rispideces y elucubrando con unas fuerzas armadas propias en tanto que alientan el conflicto a pesar de que aumenta el rechazo a mandar tropas a Ucrania y a las dudas sobre el esfuerzo económico anunciado.

• Que en este momento la guerra continúa, perdiendo Ucrania más territorios y más vidas, mientras que Moscú no tiene prisas por negociar una paz que no sea concreta, real, y factible de cumplir, además de que reconozca todos sus objetivos.

• Que Inglaterra, que encabeza con Francia el grupo de países europeos “rebeldes” a Trump, no seguirá ese rumbo de choque contra EEUU porque pesan más sus lealtades anglosajones y porque la UE es garantía de divisiones y conflictos internos.

Finalmente, Pereyra Mele reflexiona que en estos momentos es crucial tanto la neutralidad del Sur global, cómo el NO castigar a Rusia y el fortalecer las bases de los BRICS+ para tener un sitio en la futura mesa de negociaciones del nuevo orden mundial, en tanto que se aproxima la guerra comercial del gobierno de Trump a nivel global por lo que habría que pensar en grande y vislumbrar correctamente todos los escenarios, más allá de los TIEMPOS BORRASCOSOS EN LA REPÚBLICA IMPERIAL

Eduardo Bonugli (Madrid, (09/03/25)

Ajedrez de geopolítica: Movimientos inesperados, movimientos que esconden otros, o que distraen. Hay peones, hay caballos, hay alfiles, torres, reina y rey. Todos juegan, todos tienen su rol. En Radio Sputnik, ‘Ajedrez de geopolítica’. Donde conocemos todo lo que se juega y todo lo que se decide. Conduce Javier Benítez. que entrevista al Director de Dossier Geopolitico Carlos Pereyra Mele.

El presidente de Rusia, Vladímir Putin, destacó las acciones del Ejército ruso que condujeron al inicio de conversaciones entre el gigante euroasiático y Occidente. Y mientras representantes de Moscú y Washington volvieron a reunirse, ahora en Estambul, el mandatario de EEUU, Donald Trump, humilló al primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer.

AUDIO:

Honor a quienes lo merecen

«Los cambios dinámicos que se producen hoy en el panorama internacional son en gran parte resultado del coraje y la resiliencia de nuestras Fuerzas Armadas, nuestros héroes. Fueron ellos, con su valor, con sus victorias diarias, quienes crearon las condiciones para el inicio de un diálogo serio, un diálogo sobre una solución fundamental a la crisis ucraniana y a otras crisis», manifestó Putin durante una reunión de la junta directiva del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB, por sus siglas en ruso).

Al respecto, el Dr. Carlos Pereyra Mele, director de Dossier Geopolítico, expresa que en la política exterior y en la diplomacia hay dos vías para alcanzar los objetivos. El analista apunta que «una es la vía diplomática, de negociación, de arreglo, de concesiones, de diálogo, y la otra es a través del sistema de defensa y seguridad militar».

«Es evidente que la primera opción fue imposible con el régimen de Kiev, que no es justamente el principal jugador de todo este gran conflicto, sino que es una parte utilizable por parte de la OTAN, y en su momento, por las distintas administraciones estadounidenses, que impidieron todo accionar de tipo diplomático para llegar a un acuerdo. Y cuando se llegó a un acuerdo, lo traicionaron, como fue el caso de Minsk I y Minsk II, con los que se intentó una vía pacífica para solucionar el conflicto interno que ocurría en Ucrania. Todos ya sabemos perfectamente que fueron boicoteados por los mismos que tenían que ser garantes, diplomáticamente hablando, porque Angela Merkel, excanciller alemana, y el expresidente francés François Hollande, reconocieron públicamente que fue una trampa montada contra el Gobierno ruso», detalla el experto.

En este sentido, el analista añade que «entonces ocurrió lo que siempre ocurre con una potencia: se pasa a la fase dos que es la del enfrentamiento militar directo, que ha sido la consecuencia no haber dialogado y de no haber llegado a acuerdos firmes y haberlos respetado [por parte de Ucrania, Francia y Alemania]». «En esa situación es muy clara la declaración de Vladímir Putin al elogiar los éxitos y la valentía de sus tropas que enfrentan a uno de los ejércitos más numerosos de Europa», subraya Pereyra Mele.

En este sentido, también el jueves 27 de febrero, tuvo lugar una reunión Estambul entre representantes de Rusia y EEUU, en la que se acordaron medidas para garantizar la financiación de las actividades de las misiones diplomáticas de ambos países sobre la base de la reciprocidad, y crear las condiciones necesarias para que los diplomáticos cumplan con sus obligaciones, informó el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso el 28 de febrero.

El diálogo avanzó en formato experto entre el director del Departamento del Atlántico Norte del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Alexandr Darchiev, y la subsecretaria adjunta de Estado estadounidense, Sonata Coulter. Se debatieron en profundidad las formas de superar los numerosos aspectos «irritantes heredados de anteriores administraciones estadounidenses», según la Cancillería rusa.

En este escenario, también el pasado 27 de febrero, el primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, visitó al presidente de EEUU, Donald Trump. Según medios estadounidenses, el líder británico no recibió lo que esperaba de esta reunión. «Trump no pareció conmoverse ante el pedido desesperado de Starmer de un compromiso más firme de EEUU para proteger a Ucrania», afirma el medio, señalando que el líder estadounidense dijo no a todo.

Tal vez lo más preocupante para Starmer y otros aliados de la OTAN fue la «indiferencia» del presidente sobre si Washington respondería militarmente en caso de que las tropas británicas fueran atacadas en Ucrania. «No necesitan mucha ayuda. Pueden cuidarse muy bien», dijo Trump.

FUENTE SPUTNIK https://noticiaslatam.lat/20250302/putin-honra-a-los-soldados-rusos-crearon-las-condiciones-para-resolver-la-crisis-ucraniana-1161399485.html

Por Alastair Crooke

Trump no cree en la mentira primaria que pretende ser el pegamento que mantiene unida toda la estructura geopolítica de la UE.

Los bits van cayendo en un patrón definido: un patrón previamente preparado.

En la Conferencia de Seguridad de Munich, el Secretario de Defensa Hegseth nos dio cuatro «no»: no a la permanencia de Ucrania en la OTAN; no a la vuelta a las fronteras anteriores a 2014; no a los mecanismos de salvaguardia de las fuerzas de paz del «Artículo 5» y «no» a la presencia de tropas estadounidenses en Ucrania. Y, como broche de oro, añadió que las tropas estadounidenses en Europa no son «para siempre» e incluso puso un signo de interrogación sobre la continuidad de la OTAN.

¡Bastante claro! Estados Unidos claramente se está distanciando de Ucrania y tiene intención de normalizar las relaciones con Rusia.

Luego, el vicepresidente Vance lanzó su petardo entre las élites europeas allí reunidas. Dijo que las élites se habían apartado de los valores democráticos “compartidos”; que dependían excesivamente de la represión y la censura de sus pueblos (y que eran propensas a encerrarlos); y, sobre todo, criticó el cordón sanitario europeo (“cortafuegos”) por el cual los partidos europeos que no pertenecen al centro-izquierda son considerados políticamente non gratos : “Es una falsa “amenaza”, sugirió. ¿De qué tienen tanto miedo en realidad? ¿Tienen tan poca confianza en su “democracia”?

Estados Unidos, insinuó, ya no apoyará a Europa si ésta continúa reprimiendo a sus electores, deteniendo a ciudadanos por delitos de expresión y, en particular, cancelando elecciones, como se hizo recientemente en Rumania . “Si uno se presenta a las elecciones con miedo a sus propios votantes”, dijo Vance, “no hay nada que Estados Unidos pueda hacer por uno”.

¡Ay! Vance les había dado donde más les dolía.

Es difícil decir qué fue lo que más desencadenó el catatónico colapso europeo: ¿fue el temor a que Estados Unidos y Rusia se unieran para formar un gran nexo de poder, privando así a Europa de volver a deslizarse a lomos del poder estadounidense, mediante la noción engañosa de que todo estado europeo debe tener un acceso excepcional al «oído» de Washington?

¿O fue el fin del culto a Ucrania y a Zelenski, tan apreciado entre la élite europea como el «pegamento» en torno al cual se podía imponer una falsa unidad e identidad europeas? Probablemente ambos factores contribuyeron a la furia .

Que Estados Unidos, en esencia, abandonara a Europa a sus propias ilusiones sería un acontecimiento calamitoso para la tecnocracia de Bruselas.

Muchos pueden suponer perezosamente que el doble acto de Estados Unidos en Munich fue sólo otro ejemplo de la conocida afición trumpiana a lanzar iniciativas «extrañas» destinadas a escandalizar y a derribar paradigmas congelados. ¡Los discursos de Munich lograron exactamente eso! Pero eso no los convierte en accidentales, sino más bien en partes que encajan en un panorama más amplio.

Ahora está claro que el ataque relámpago de Trump contra el Estado administrativo estadounidense no habría podido llevarse a cabo a menos que se hubiera planificado y preparado cuidadosamente durante los últimos cuatro años.

La oleada de órdenes ejecutivas presidenciales que Trump emitió al comienzo de su presidencia no fue una casualidad. El destacado abogado constitucionalista estadounidense Johnathan Turley y otros abogados dicen que las órdenes estaban bien redactadas desde el punto de vista jurídico y que se entendía claramente que se producirían impugnaciones legales. Es más, el equipo de Trump acoge con agrado esas impugnaciones.

¿Qué está pasando? El recién confirmado director de la Oficina de Gestión Presupuestaria (OBM), Russ Vought, dice que su Oficina se convertirá en el “interruptor de encendido y apagado” de todos los gastos del Ejecutivo en virtud de las nuevas órdenes ejecutivas. Vought llama al remolino resultante la aplicación del radicalismo constitucional. Y Trump ahora ha emitido la orden ejecutiva que restablece la primacía del Ejecutivo como mecanismo de control del gobierno.

Vaught, que estuvo en OBM en Trump 01, está seleccionando cuidadosamente el terreno para una guerra financiera total contra el Estado Profundo. Se librará primero en la Corte Suprema, que el equipo de Trump espera ganar con confianza (Trump tiene la mayoría conservadora de 6-3). El nuevo régimen se aplicará luego en todas las agencias y departamentos de estado. Esperemos gritos de dolor.

La cuestión aquí es que el Estado Administrativo –alejado del control ejecutivo– se ha arrogado prerrogativas como la inmunidad ante el despido y la autoridad autoadjudicada para dar forma a las políticas, creando un sistema estatal dual, dirigido por tecnócratas no electos, que, al implantarse en departamentos como Justicia y el Pentágono, han evolucionado hasta convertirse en el Estado profundo estadounidense.

Sin embargo, el artículo 2 de la Constitución dice muy claramente: el poder ejecutivo recaerá en el presidente de Estados Unidos (sin condiciones ni peros). Trump pretende que su administración recupere ese poder ejecutivo perdido. De hecho, lo perdió hace mucho tiempo. Trump también está reclamando el derecho del ejecutivo a despedir a «servidores del Estado» y a «eliminar» gastos innecesarios a su discreción, como parte de un requisito previo ejecutivo unitario.

Por supuesto, el Estado administrativo está contraatacando. El artículo de Turley se titula: Nos están quitando todo lo que tenemos: demócratas y sindicatos lanzan una lucha existencial. Su objetivo ha sido paralizar la iniciativa de Trump mediante el uso de jueces politizados para emitir órdenes de alejamiento. Muchos abogados de la corriente dominante creen que la afirmación de Trump de un Ejecutivo Unitario es ilegal. La pregunta es si el Congreso puede establecer agencias diseñadas para actuar independientemente del Presidente; y cómo se compagina eso con la separación de poderes y el Artículo Dos que otorga un poder ejecutivo incondicional a un solo funcionario electo: el Presidente de los Estados Unidos.

¿Cómo es posible que los demócratas no lo hayan previsto? El abogado Robert Barnes afirma, en esencia , que el «blitzkrieg» estaba «excepcionalmente bien planificado» y que se había discutido en los círculos de Trump desde finales de 2020. Este último equipo había surgido de un cambio generacional y cultural en Estados Unidos. Este último había dado lugar a un ala libertaria/populista con raíces en la clase trabajadora que a menudo había servido en el ejército, pero que había llegado a despreciar las mentiras neoconservadoras (especialmente las del 11 de septiembre) que provocaron guerras interminables. Estaban más animados por el viejo adagio de John Adams de que «Estados Unidos no debería ir al extranjero en busca de monstruos para matar».

En resumen, no formaban parte del mundo anglosajón WASP; provenían de una cultura diferente que recordaba el tema de Estados Unidos como república, no como imperio. Esto es lo que se ve en Vance y Hegseth: una vuelta al precepto republicano de que Estados Unidos no debería involucrarse en las guerras europeas. Ucrania no es la guerra de Estados Unidos.

Al parecer, el Estado Profundo no estaba prestando atención a lo que un grupo de populistas atípicos, apartados del enrarecido ambiente de conversación de Washington, estaban haciendo: ellos (los atípicos) estaban planeando un ataque concertado contra el grifo del gasto federal, identificado como el punto débil sobre el cual se podría presentar un desafío constitucional que descarrilaría, en su totalidad, los gastos del Estado Profundo.

Parece que un factor de sorpresa ha sido la disciplina del equipo de Trump: «no hay filtraciones». Y, en segundo lugar, que quienes participaron en la planificación no provienen de la angloesfera predominante, sino de una rama de la sociedad que se sintió ofendida por la guerra de Irak y que culpa a la «angloesfera» de «arruinar» a Estados Unidos.

De modo que el discurso de Vance en Munich no fue disruptivo, sólo por el hecho de ser disruptivo; de hecho, estaba alentando a la audiencia a recordar los primeros valores republicanos. Esto es lo que quería decir con su queja de que Europa se había alejado de “nuestros valores compartidos”, es decir, los valores que animaban a los estadounidenses que buscaban escapar de la tiranía, los prejuicios y la corrupción del Viejo Mundo. Vance estaba reprendiendo (con bastante cortesía) a las élites europeas por volver a caer en los viejos vicios europeos.

Vance también estaba insinuando implícitamente que los libertarios conservadores europeos deberían emular a Trump y actuar para deshacerse de sus «Estados administrativos» y recuperar el control sobre el poder ejecutivo. «Derriben los cortafuegos», aconsejó.

¿Por qué? Porque probablemente considera que el Estado tecnocrático de “Bruselas” no es nada más que una rama pura del Estado profundo estadounidense y, por lo tanto, es muy probable que intente torpedear y hundir la iniciativa de Trump de normalizar las relaciones con Moscú.

Si Vance tenía esa intuición, estaba en lo cierto. Macron convocó casi de inmediato una «reunión de emergencia» del «partido de la guerra» en París para estudiar cómo frustrar la iniciativa estadounidense. Sin embargo, la reunión fracasó y, según se dice, terminó en disputas y acritud.

Resultó que Europa no podía reunir una fuerza militar de «punta afilada» mayor de 20.000-30.000 hombres. Scholtz se opuso en principio a su participación; Polonia se opuso por ser un vecino cercano de Ucrania; e Italia guardó silencio. Sin embargo, Starmer, después de Munich, llamó inmediatamente a Zelenski para decirle que Gran Bretaña veía a Ucrania en un camino irrevocable hacia la membresía de la OTAN, contradiciendo así directamente la política estadounidense y sin el apoyo de otros estados. Trump no olvidará esto, como tampoco olvidará el papel anterior de Gran Bretaña en apoyar el insulto de Rusiagate durante su primer mandato.

Sin embargo, la reunión subrayó las divisiones y la impotencia de Europa. Europa ha quedado marginada y su autoestima está muy dañada. En esencia, Estados Unidos dejaría a Europa librada a sus propias ilusiones, lo que sería calamitoso para la autocracia de Bruselas.

Sin embargo, mucho más trascendental que la mayoría de los acontecimientos de los últimos días fue cuando Trump, hablando con Fox News después de asistir a Daytona, desestimó la falacia de Zelensky de que Rusia quiere invadir países de la OTAN. “No estoy de acuerdo con eso; ni siquiera un poco”, replicó Trump.

Trump no cree en la mentira primaria que pretende ser el pegamento que mantiene unida toda esta estructura geopolítica de la UE. Porque, sin la “amenaza rusa” y sin que Estados Unidos crea en la mentira globalista fundamental, no puede haber ninguna pretensión de que Europa necesite prepararse para una guerra con Rusia. Europa, en última instancia, tendrá que llegar a reconciliar su futuro como periferia en Eurasia.

FUENTE https://strategic-culture.su/news/2025/02/26/america-as-republic-not-as-empire-europe-sound-and-fury-after-jaw-dropping-pivots-in-us-policy/

Ante la abrumadora velocidad de los acontecimientos globales en desarrollo, el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, titula su columna del Club de La Pluma con ¡¡ COMIENZA EL GRAN JUEGO SIGLO XXI !! emulando el mismo nombre del conflicto del siglo XIX por el que británicos y rusos se disputaron el Asia Central. Y dada la forma trepidante en que está cambiando el mundo a una velocidad de vértigo, nos ofrece una apretada cronología de hechos ocurridos en los últimos días, a partir del 12 de febrero, cuando Trump informó de “su muy productiva” llamada telefónica a Putin, con la manifiesta intención de sellar el fin de la guerra de Ucrania. Lo que cayó como un balde de agua helada sobre los ánimos de Europa y Ucrania, y que los ha sumido en tal estado catatónico y desesperado, que apenas han podido responder de forma inconexa y bastante anárquica a tan comprometida situación. Y a partir de esa fecha, nos enumera los episodios que se sucedieron día a día y que demuestran el profundo cisma generalizado que divide y encona a las facciones  ya casi irreconciliables del bloque occidental anglosajón sionista, en franca ruptura.

AUDIO:

• Ese día, el Secretario de Defensa de EEUU comunicaba a la OTAN que la guerra de Ucrania debe terminar porque Washington ya no priorizará la seguridad de Europa y que dejaba de ser su garante, para enfocarse en asegurar la frontera de su país y en evitar la guerra con China. Además de que ya no se tolera una relación desequilibrada e injusta entre su país y Europa.

• Ese mismo día, el vicepresidente JD Vance, en la Conferencia de Seguridad de Múnich, les espetó a sus aliados, y sin miramiento, que la peor amenaza de Europa es la propia Europa, además de que ya no comparte los Valores de EEUU y que camina en una deriva no democrática al anular resultados electorales adversos y por cancelar partidos críticos. Lo que causó alto revuelo, indignación y profundo abatimiento. Sobre todo con lo que …ha llegado a su fin el privilegio de aprovecharse de los Estados Unidos.

• Entre tanto, desde Londres se oyeron voces autorizadas reconociendo que “por décadas Europa ha ignorado que la paciencia de EEUU sobre su defensa se había agotado.” Y The Guardian escribió “… la disputa entre ambos no es ya por el reparto de la carga militar sino que está en cuestión la propia alianza entre ambos.”

• El 16 de febrero, un medio londinense destacó “… que los atónitos líderes europeos comprobaron que terminaban las  décadas de una diplomacia que encumbró a la OTAN como la alianza militar más exitosa de la historia moderna.”

• En tanto que la respuesta de los europeos se centró en una fracasada mini cumbre convocada por Macrón que terminó en un “sálvese quien pueda”  además de declaraciones de algunos jefes comunitarios totalmente decepcionados y angustiados al saber que “…Europa se enterará del acuerdo de paz por la prensa”.

El audio, además de otros análisis geopolíticos, también se refiere a los duros epítetos y desafíos que Trump le lanzó a Zelensky, de los ecos optimistas llegados de Arabia Saudita por las negociaciónes entre EEUU y Rusia, y de la conmemoración, el próximo 9 de mayo, del 80 aniversario de la rendición alemana ante el Ejército Rojo, donde podrían encontrarse –ante la notable ausencia de Europa Putin con Trump y con el presidente chino, Xi Jinping.

Lo que demuestra que el GRAN JUEGO DEL SIGLO XXI acompaña el profundo cambio de los tiempos y la llegada del nuevo orden multipolar global.

Eduardo Bonugli (Madrid, (23/02/25)

Vice Presidente de EEUU J Vance en la Conferencia de Seguridad de Munich Febrero 2025

Por Aleksandr Dugin Geopolitika.ru

Hace ochenta años, el 4 de febrero de 1945, las Potencias Aliadas celebraron la Conferencia de Yalta, la cual predeterminó el orden mundial que surgió tras la derrota de la Alemania nazi. La derrota era ya inevitable y los líderes de los bandos victoriosos – el mundo soviético y el mundo capitalista liberal occidental – sentaron las bases del orden de la posguerra.

Este orden se caracterizó por el hecho de que sólo existían dos bandos, dos bloques con dos ideologías diferentes, quienes se repartían el mundo distribuyéndose zonas de influencia. Y este modelo se mantuvo en general hasta la disolución de la Organización del Pacto de Varsovia y, finalmente, el colapso de la URSS. Después de eso, el mundo de Yalta desapareció, dando paso a un orden mundial unipolar que ocupó el lugar del mundo bipolar.

Por lo tanto, no es de extrañar que la USAID, una organización de espionaje y terrorista, tuviera que ver con la creación de la Rusia postsoviética: la Constitución de Yeltsin, los nuevos Códigos Fiscales y de la Tierra, etcétera, fueron escritos por esta organización. Fue el triunfo del mundo unipolar y la destrucción de Yalta.

Ahora se está preparando una reunión entre Putin y Trump. Sí, se trata de dos grandes figuras políticas, dos gobernantes que representan a dos civilizaciones. Pero su reunión no se convertirá en una «Nueva Yalta» ni tampoco predeterminará los parámetros del futuro, es decir, del mundo multipolar. Ni Putin ni Trump son suficientes para decidir el futuro de la humanidad. Además, Rusia carece de un elemento muy importante para participar plenamente en la creación de una nueva arquitectura global: la victoria sobre el globalismo en Ucrania. Al igual que Stalin derrotó a Hitler en la Gran Guerra Patria, Putin debe obtener la victoria en Ucrania.

Sí, nos dirigimos hacia esa victoria y estoy seguro de que sucederá, pero sólo después de que logremos la victoria sobre Ucrania habrá negociaciones verdaderamente significativas entre Rusia y la civilización occidental. Sin embargo, ni siquiera estas negociaciones determinarán la arquitectura definitiva del futuro, porque un mundo multipolar requiere la participación de otras civilizaciones. Al menos de China e India. Por lo tanto, será una construcción con cuatro representantes.

Por otro lado, Europa se aleja cada vez más de Estados Unidos y representa un modelo geopolítico diferente, siendo otro actor potencial. Tampoco podemos olvidar el mundo islámico con sus mil millones de representantes, ni África y América Latina. Son otros tres actores civilizacionales cuyas opiniones no pueden ser ignoradas a la hora de construir el futuro.

Pero el nuevo orden mundial está surgiendo en medio de la guerra civil de los trumpistas contra el «Estado profundo», es decir, la cúpula fanática de los globalistas en los Estados Unidos. Resulta muy diciente que los demócratas hayan organizado una manifestación de apoyo a la USAID cerrada por Trump y Musk, entendiendo que en las entrañas de esta organización se guardaban documentos que podrían usarse contra los líderes del Partido Demócrata e incluso contra los republicanos.

En consecuencia, esta es la razón por la que Estados Unidos está ahora en medio de una guerra civil y Trump tiene que ganarla con tal de construir un nuevo Estados Unidos. Nosotros tenemos que ganar nuestra guerra en Ucrania, derrotar a los globalistas y sus títeres en el campo de batalla. China, India, África y América Latina tendrán que superar también muchos retos y ni hablar del mundo islámico, que ahora mismo está sufriendo frente al «Gran Israel».

Por lo tanto, repito, no hemos llegado todavía a la creación de una nueva Yalta, un momento donde dos bandos habían derrotado a un tercero y se preparaban a darle forma a un ciclo de la historia mundial. Estamos todavía en guerra y tal vez incluso en el umbral de una verdadera gran guerra. Sólo cuando veamos el final de estas guerras, cuando veamos quién es el vencedor y quién el vencido, entonces podremos hablar de una verdadera reunión de los líderes de las grandes potencias para establecer una nueva estructura y un nuevo orden mundial.

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera

FUENTE: https://www.geopolitika.ru/es/article/dugin-en-directo-una-nueva-yalta-el-orden-mundial-despues-de-la-victoria

Por Pepe Escobar

Nunca estuvo previsto que esto sucediera en Yalta, aunque puede que algún día se produzca Yalta 2.0.

Nunca se pensó que esto fuera Yalta, aunque puede que algún día se convierta en Yalta 2.0. En el desfile del Día de la Victoria en Moscú del próximo 9 de mayo, que celebrará los 80 años del fin de la Gran Guerra Patria y la derrota de la Alemania nazi, Putin, como anfitrión, y Xi Jinping, como invitado de honor, estarán en la ciudad. También podría estar Donald Trump. ¿Por qué no hacer que todos ellos se suban a un avión a Crimea y escenifiquen una Yalta 2.0 en –dónde más– Yalta?

“De esto están hechos los dulces sueños”, como dicen los metafísicos pop de Eurythmics. Mientras tanto, no fuimos a Yalta, ni siquiera a Reykjavik; pasamos cuatro largas horas y media en el palacio real de Ed-Diriyah, en el valle de Wadi Hanifa. Rusia y Estados Unidos finalmente se sentaron a debatir como adultos, por primera vez en tres años.

Se proporcionó una dosis deliciosa de entusiasmo, todo relacionado con el hecho de que las partes están involucradas en “trabajar para normalizar las relaciones diplomáticas”. Hasta hace tres meses –bajo la administración del Cadáver en la Casa Blanca y su Secretario de Genocidio– esa posibilidad era tan remota como la de un meteorito que se estrellara en la Tierra (eso sucederá, pero en un futuro lejano).

El secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, realizó la hazaña sobrehumana de al menos no chocar frente al poderoso Lavrov, el diplomático de mayor rango del planeta. Lavrov y Rubio acordaron crear un mecanismo de consulta para eliminar los “irritantes” (terminología estadounidense) en las relaciones entre Estados Unidos y Rusia, y cooperar en “cuestiones de interés geopolítico común”, según el Departamento de Estado. BRICS podría no ser uno de ellos.

La eliminación de los “irritantes” puede interpretarse fácilmente como un código para Trump 2.0, que intenta encontrar formas de salir del tsunami anterior de sanciones y guerra económica que sólo produjo reacciones espectaculares.

Como era de esperar, los estadounidenses subrayaron que “una sola reunión no es suficiente para resolver el conflicto ucraniano”. Por supuesto que no. El asesor presidencial Yuri Ushakov señaló que el propio Putin decidirá cuándo comenzarán los “contactos con EE.UU. sobre Ucrania” y quiénes serán los negociadores rusos.

Lavrov desmintió por completo la existencia de un plan de tres etapas para Ucrania, que incluye un alto el fuego, elecciones y la firma de un acuerdo final. Tras examinar cuidadosamente los antecedentes hasta el momento, Lavrov siempre ha mantenido que Estados Unidos es “capaz de no llegar a un acuerdo”.

El enviado especial de Trump, Steve Witkoff, se mostró positivamente radiante:

“No podríamos haber imaginado un mejor resultado después de esta sesión”. Bueno, Witkoff ciertamente siguió el dinero –la máxima prioridad de Trump– cuando él y la delegación estadounidense se quedaron completamente “sorprendidos” al enterarse de que “las empresas estadounidenses perdieron 300 mil millones de dólares por salir de Rusia”, como reveló el director general del Fondo Ruso de Inversión Directa, Kirill Dmitriev.

Al igual que sucedió con el fiasco de los BRICS, parece que el equipo de Trump tampoco ha estado haciendo su tarea en el frente empresarial.

Cómo se ganó la guerra geoeconómica

A juzgar por lo ocurrido en Riad, es demasiado pronto para jactarse de que Washington, bajo el mando de Trump 2.0, ha declarado que Ucrania –y su insignificante narcoführer– están acabados. De alguna forma sobrevivirá un remanente de Ucrania, pero no está nada claro “qué” será la Ucrania de posguerra.

En cuanto a Rusia, que está a la vanguardia del diseño de un nuevo orden mundial, parece que ese es el caso. Está comenzando un Nuevo Gran Juego, a eones de distancia de la invención original (británica) del siglo XIX, y mucho más cercano a cómo se percibía un Nuevo Gran Juego a principios de la década de 2010, cuando los chinos idearon el concepto de las Nuevas Rutas de la Seda.

Cuando Washington y Rusia proclaman ahora que “consideran los intereses del otro”, eso automáticamente significa que el Imperio del Caos está perdiendo su influencia anterior y ahora se ve obligado a sentarse en la mesa y escuchar (Lavrov enfatizó que realmente nos escuchamos ).

Cuando ambas delegaciones subrayan que es muy complicado programar una reunión personal entre Trump y Putin, eso puede interpretarse sin duda como un código para describir cómo el Estado profundo de Estados Unidos se verá obligado a presentar lo que es de facto una derrota estratégica absoluta en una guerra por poderes fallida.

Más allá del proverbial torrente de manipulaciones sobre cuáles son los verdaderos motivos de Trump para acercarse a Rusia, generando incluso deliciosas insinuaciones de un alucinatorio viaje en alfombra mágica (al son de Steppenwolf y Jefferson Airplane), es muy posible que esto sea solo un viaje ficticio.

O algo mucho más siniestro: Trump preparando a la chusma europea para una nueva Gran Guerra contra Rusia antes de 2030, con los estadounidenses observando desde lejos.

Lo que es seguro es que Trump quiere normalizar las relaciones con Rusia para dejar de perder dinero en Ucrania –que esos tontos europeos paguen– y concentrarse en el verdadero meollo del asunto: la guerra tecnológica y geoeconómica con China, que Pekín ya ha ganado en varios niveles sin lanzar un solo HIMARS, concentrándose en cambio en los logros del plan Made in China 2025.

En cuanto a los testaferros de la UE, que Trump aborrece rotundamente, se reunieron en París para un glorioso no-evento contra-cumbre: la Liga de Perdedores, discutiendo, qué más, su Guerra Eterna, y cómo van a enviar sus fuerzas de “mantenimiento de la paz” –que no tienen, con armas que no tienen– a Ucrania.

Ese perro callejero que se hace pasar por primer ministro británico promete poner “soldados sobre el terreno” mientras la tóxica Medusa von der Lugen sigue vociferando con su rabioso y belicista chihuahua. Incluso otros perros rabiosos como Polonia, junto con los caniches de Alemania, Italia y España dijeron “no” a la avalancha de botas Dr. Martens británicas.

Tal como están las cosas, lo que ocurrió en Riad fue sólo un primer paso: una suerte de reconciliación entre Estados Unidos y Rusia, como la larga distensión de fines de los años 1960 y mediados de los años 1970; Gorbachov-Reagan en 1986-1989 y Gorbachov-Daddy Bush en 1989-1991 (que terminó con el colapso de la URSS); y Medvedev-Obama en 2009 (que terminó con la destrucción de Libia).

Por el momento, no tenemos ningún dato, salvo lo que las fuerzas rusas siguen creando en los campos de batalla de Novorossiya. Estos nuevos hechos sobre el terreno harán que las cosas sean aún más desesperadas para los estadounidenses, ya que la ultra problemática negociación sobre Ucrania se prolongará al menos durante unos meses.

La última palabra la tiene un Lavrov más sobrio: “Cuando los intereses nacionales coinciden, debemos hacer todo lo posible para aunar esfuerzos en esa dirección, en beneficio de proyectos mutuamente beneficiosos, tanto en el ámbito geopolítico como en el económico”. Lavrov está convencido de que ahora los estadounidenses “entienden mejor nuestra posición”.

¿Será así o será sólo otro capítulo de un reality show implacable? Que comience realmente el Nuevo Gran Juego.

FUENTE: https://strategic-culture.su/news/2025/02/19/let-the-new-great-game-begin/