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Por M. K. BHADRAKUMAR indian punchline 9 de Julio 2023

A veces, uno desearía que Winston Churchill también hubiera dejado una cita perenne con respecto a la diplomacia rusa, similar a su épica sobre la política rusa, que sigue siendo imbatible   : “Las intrigas políticas del Kremlin son comparables a una pelea de bulldogs debajo de una alfombra. Un forastero solo escucha los gruñidos, y cuando ve que los huesos salen volando de debajo, es obvio quién ganó”. 

El desafío del jefe renegado de Wagner, Yevgeny Prigozhin, al régimen en Rusia aparentemente se ha convertido en una pelea de bulldogs. Lo último que escuchamos es que el oligarca está de vuelta en Rusia y posiblemente se dirige a Moscú. Los locuaces comentaristas rusos se han callado. 

Esto coincide, extrañamente, con una revelación sensacional de NBC News sobre la diplomacia Track-2 entre los estadounidenses y los rusos sobre la guerra de Ucrania. La filtración de los medios en Washington coincidió con una declaración conciliadora del Kremlin de que Moscú está abierto a un intercambio de prisioneros que involucra al periodista del Wall Street Journal, Evan Gershkovich. Las autoridades rusas permitieron que el embajador estadounidense visitara a Gershkovich en la prisión por primera vez el viernes. 

El asesor de seguridad nacional de EE. UU., Jake Sullivan, respondió desde entonces que “estamos preparados para hacer cosas difíciles para que nuestros ciudadanos regresen a casa, incluido llevar a Evan a casa”. Los intercambios de prisioneros crearon tradicionalmente una sensación de «sentirse bien» en la relación ruso-estadounidense y proporcionaron un entorno para realizar transacciones comerciales serias.

Pero la retórica rusa sigue caliente. Inmediatamente después de las acciones de Prigozhin, el 27 de junio, un antiguo experto del Kremlin, el profesor Sergey Karaganov, presidente honorario del Consejo de Política Exterior y de Defensa de Rusia, escribió un artículo provocador titulado Una decisión difícil pero necesaria en Rusia en asuntos globales, argumentando que lo mejor ¡La forma de obligar a Occidente a retroceder será que Moscú restablezca el miedo a la escalada atómica!   Karaganov tiene una mente dialéctica, como lo atestiguaría cualquiera que lo haya conocido. 

Por otro lado, una semana después, Ivan Timofeev, una estrella en ascenso entre los expertos en política exterior vinculados al Kremlin, intervino para moderar las escalofriantes palabras de Karaganov. En un artículo presentado por RT, financiado por el Kremlin, titulado  Por qué Rusia y EE. UU. nunca volverán al estado de cosas anterior a 2022 , Timofeev recordó que si la crisis actual en las relaciones entre Rusia y EE. atribuirse principalmente a la «diplomacia activa de Vladimir Putin para construir relaciones constructivas con los EE. UU. y la UE en todos los frentes», que se basó en su esperanza de que «el área de la ex URSS siguiera siendo un campo neutral de cooperación». La esperanza de Putin se desvaneció cuando “gradualmente quedó claro que habría cada vez menos inclusión (por parte de Occidente) hacia Rusia”. 

Sin embargo, lo que dejó sin aliento es un artículo del 2 de julio en el diario del gobierno ruso Rossiyskaya Gazeta, titulado La era de la confrontación, escrito nada menos que por Dmitry Medvedev, ex presidente y vicepresidente del Consejo de Seguridad (Politburó postsoviético). ) Medvedev es cualquier cosa menos un hombre unidimensional, como lo demostraron su presidencia y su amable trato con los líderes occidentales. Medvedev concluyó su ensayo de la siguiente manera: 

“De hecho, estamos dispuestos a buscar compromisos razonables, como ha dicho repetidamente el presidente de Rusia. Son posibles, pero con la comprensión de varios puntos fundamentales. En primer lugar, nuestros intereses deben tenerse en cuenta al máximo: no debe haber más anti-Rusia en principio, de lo contrario todo terminará muy mal tarde o temprano. El régimen nazi de Kiev debe ser aniquilado… Qué lo reemplazará, no lo sabemos, así como qué quedará de la antigua Independiente (Ucrania). Pero Occidente tendrá que aceptar esto.

“En segundo lugar, todos los resultados obtenidos con tanto esfuerzo de la confrontación total deben consolidarse en un nuevo documento como el Acta de Helsinki (1975)… En tercer lugar, es probable que se requiera una cuidadosa reunión de la ONU y otras organizaciones internacionales. Sólo es posible con pleno respeto a los derechos de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad…”

La señal del ensayo de Medvedev es que el estado de ánimo ruso está cambiando salvajemente. Parece haber tirones y contratiros de los grupos de interés. El factor «X» de hoy es hasta qué punto el asunto Prigozhin afectará el cambio de humor. (Sullivan dio una respuesta intrigante cuando se le preguntó al respecto el viernes: “Con respecto a la pregunta de si las acciones recientes de Prigozhin y las consecuencias de eso crean nuevas aperturas u oportunidades: no puedo decir que lo haya percibido directamente, pero , por supuesto, esta es una historia que se sigue escribiendo día a día, así que habrá que ver cómo siguen las cosas en Moscú”.

Diplomacia vía 2 

Según la divulgación de NBC News , el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, se reunió con un grupo de ex altos funcionarios de seguridad nacional de EE. UU. en abril en Nueva York durante varias horas “con el objetivo de sentar las bases para las negociaciones para poner fin a la guerra en Ucrania”. 

El informe decía: “En la agenda estaban algunos de los temas más espinosos de la guerra en Ucrania, como el destino del territorio controlado por Rusia que Ucrania quizás nunca pueda liberar y la búsqueda de una rampa de salida diplomática difícil de alcanzar que podría ser tolerable. a ambos lados… las discusiones han tenido lugar con el conocimiento de la administración de Biden pero no bajo su dirección”.

Quizá con la mirada puesta en la audiencia nacional, Jake Sullivan, mientras confirmaba la reunión de Lavrov en Nueva York, añadió la advertencia de que la “reunión no contó con la participación del gobierno de los Estados Unidos. El gobierno de Estados Unidos no pasó mensajes a través de esa reunión. El gobierno de los Estados Unidos no buscó buscar la diplomacia, directa, indirecta o de otra manera, a través de esa reunión, punto”. 

La sesión informativa de Sullivan en la Casa Blanca el viernes antes del viaje de Biden a Europa para asistir a la cumbre de la OTAN (del 11 al 12 de julio) en Vilnius fue perceptiblemente «diplomática» tanto en tono como en contenido, destacando que la cumbre no «será un hito, sino Ucrania aún tiene que dar más pasos antes de ingresar en la OTAN”. 

Sobre las garantías de seguridad de la OTAN para Ucrania, Sullivan respondió: “No creo que Vilnius vaya a ser el lugar donde escribiremos la historia final. Continuará evolucionando a medida que avanzamos”. Esencialmente, Sullivan señaló que el presidente Biden aún debe desarrollar   un pensamiento que transmitió durante una entrevista en la Casa Blanca con Fareed Zakaria de CNN el viernes (que se transmitirá hoy). 

A partir de los detalles disponibles, Biden aparentemente dejó en claro que Ucrania está lejos de estar lista para ser miembro de la OTAN; ni hay unanimidad entre los aliados de la OTAN sobre si incorporar o no a Ucrania en la familia en medio de una guerra. Biden reflexionó que incluso cuando Ucrania califica para ser miembro de la OTAN, lo cual es un proceso largo en sí mismo, una de las cosas que EE. UU. puede hacer es brindar seguridad a Ucrania para defenderse, como lo hace con Israel, es decir, “si si hay un acuerdo de paz, si hay un cese al fuego, si hay un acuerdo de paz”.

Estados Unidos se encuentra en un dilema, ya que la ofensiva ucraniana en la que se depositaron tantas esperanzas no logró despegar. El ejército ruso ha frustrado con éxito los ataques ucranianos, causando muchas bajas. En ningún momento durante la ofensiva de un mes, las fuerzas ucranianas pudieron acercarse a las fortificaciones rusas en capas. Alrededor de 20.000 soldados ucranianos han muerto hasta el momento y una parte significativa del armamento que Kiev recibió de Occidente ha sido destruida. 

Cientos de miles de soldados rusos con enormes cantidades de armaduras se han posicionado al otro lado de la frontera con Ucrania, listos para una ofensiva masiva. Una gran concentración de tropas rusas cerca de la región norte de Kharkov es siniestra. En efecto, no hay nada que impida que Moscú venza al ejército ucraniano y cree nuevos hechos sobre el terreno. 

Eso puede explicar las palabras tranquilizadoras de Sullivan en la conferencia de prensa: “El presidente ha sido muy claro desde el comienzo de este conflicto sobre dos cosas que han sido inquebrantables. Primero, Estados Unidos no va a la guerra con Rusia en Ucrania. Y segundo, Estados Unidos no está proporcionando armas a Ucrania para atacar a Rusia. No alentamos ni permitimos ataques en territorio ruso desde Ucrania… (estos) “dos preceptos fundamentales han sido ciertos desde el principio, siguen siendo ciertos hoy y lo serán también mañana”.

Sin embargo, no hay consenso dentro de la alianza sobre el camino a seguir. De hecho, el desánimo se está mostrando, ya que están surgiendo recriminaciones entre los aliados de la OTAN. Biden vetó la candidatura del secretario de Defensa británico Ben Wallace como próximo secretario general de la OTAN. La línea de línea dura del Reino Unido causa inquietud en Washington.  (Ver  Biden caminará por la cuerda floja diplomática en la cumbre de la OTAN pero cada vez es más complicado,  Politico, 8 de julio de 2023)

En otros lugares, funcionarios ucranianos amargados se quejan de que los han engañado. Los aliados bálticos de EE. UU. y Polonia también están en peligro, mientras que Europa occidental está cayendo en una crisis. La turbulencia en Francia puede extenderse. 

Para Biden personalmente también, las incertidumbres son muy agudas, ya que su candidatura a la reelección no está cuajada en la opinión interna y el Comité de Nominación Demócrata tiene un trabajo poco envidiable de coordinación de una estrategia para establecer una “marca de partido” ganadora. Claramente, la prioridad de Biden es, de una forma u otra, mantener la guerra de poder hasta noviembre de 2024. Lo que significa que no se debe permitir que Rusia gane la guerra y dé muerte repentina al sistema de alianzas transatlánticas; Ucrania no debería perder la guerra para que no se produzca una debacle similar a la de Afganistán; y, lo más importante, lograr todo esto sin poner “botas en el suelo” que el pueblo estadounidense nunca aprobará. 

Moscú siente que Jake Sullivan, siendo el administrador electoral de facto de Biden, tiene un papel crucial para garantizar que la guerra de Ucrania se mantenga estable. Pero entonces, las elecciones de 2024 en Rusia (en mayo) y EE. UU. (noviembre) están generando presiones, limitaciones y obligaciones comparables para ambos liderazgos. Lo cual debería haber sido algo bueno que sucediera idealmente, pero eso está lejos de ser el caso aquí. 

Sin duda, Putin puede escuchar el rugido chirriante de la opinión pública en Rusia exigiendo un impulso militar total para poner fin a la guerra en los términos de Moscú. La guerra de desgaste ha llegado a su final lógico. Esta también es una demanda clave de Prigozhin. 

FUENTE:

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Dossier Geopolitico

La subida de tipos de interés por parte de la Reserva Federal llevará a la economía de EEUU a la recesión. Es por lo que apuestan, nada más y nada menos, que los inversores del Tesoro. Al menos eso es lo que les sugiere la inversión de la curva de rendimiento. La recesión de EEUU, ya no se puede parar, ni esconder.

Javier Benitez de Radio Sputnik entrevista a Carlos Pereyra Mele de Dossier Geopolitico

EEUU caerá en recesión: hasta los inversores del Tesoro lo afirman

Los números cantan

Y es que los costos de endeudamiento del Gobierno de EEUU a corto plazo excedieron sus equivalentes a largo plazo por el margen más amplio en tres meses: la brecha se acerca rápidamente al récord de 42 años alcanzado durante la crisis bancaria regional en marzo, según el Financial Times.

«El Financial Times, como todos sabemos, es una especie de ‘Biblia’ a consultar por todos los ‘grandes especialistas’ del régimen económico capitalista de occidental», señala el director de Dossier Geopolítico Carlos Pereira Mele.

De acuerdo al medio, esta situación, conocida como curva de rendimiento invertida, medida más comúnmente como la diferencia entre los rendimientos del Tesoro a dos y 10 años, ha precedido a todas las recesiones en las últimas cinco décadas.

Mele avisa que esta declaración del Financial Times viene a confirmar lo que ya sabíamos: que el mundo occidental marcha hacia la recesión, pero la responsabilidad es de las conducciones políticas que han estado al frente en los últimos años, tanto de EEUU, como de la Unión Europea, como del Reino Unido, que eso es en definitiva lo que se llama ‘el concierto de las naciones democráticas’, o ‘el bloque occidental y cristiano'».

«Lo que nos dice el Finacial Times es que todo lo que habíamos estado expresando en muchas otras oportunidades, que las sanciones aplicadas al mundo Asia–Pacífico, se iban a transformar en un búmeran, y ese búmeran se va a transformar en inflación y recesión», subraya Carlos Pereyra Mele.

Por finian CUNNINGHAM Ex editor y escritor de las principales organizaciones de medios de comunicación. Ha escrito extensamente sobre asuntos internacionales, con artículos publicados en varios idiomas. 11 de junio de 2023

Verificación de la realidad: los belicistas Gran Bretaña y los EE. UU. están llevando al mundo al abismo.

El primer ministro británico, Rishi Sunak, fue a Washington la semana pasada, con la gorra en la mano, pregonando un trato nefasto. Después del Brexit, Gran Bretaña está buscando un pacto comercial bilateral muy codiciado con los Estados Unidos, y para aprovechar el favor del Tío Sam, los británicos están ofreciendo intensificar su papel como provocadores en jefe en la guerra de poder contra Rusia.

El presidente estadounidense Joe Biden y Sunak elogiaron los tópicos habituales sobre la “relación especial” de sus naciones durante el viaje de dos días del primer ministro británico a Washington. Sunak agregó un nuevo epíteto empalagoso, refiriéndose a Estados Unidos y Gran Bretaña como la “alianza indispensable” del mundo.

Encabezando su agenda en la cumbre de la Casa Blanca estaba el conflicto en Ucrania, Rusia, China y los asuntos comerciales.

Biden y Sunak dieron a conocer una “Declaración del Atlántico” que promete una cooperación más estrecha en economía, seguridad, inteligencia militar y artificial entre Estados Unidos y Gran Bretaña.

Pero lo que faltaba de manera crucial por parte de los EE. UU. era cualquier compromiso concreto con un nuevo acuerdo comercial bilateral. Cuando Gran Bretaña abandonó la Unión Europea en 2020, la salida histórica de ese bloque comercial se hizo calculadamente con la aspiración de asegurar un acuerdo comercial especial alternativo con los Estados Unidos.

El gobierno conservador se comprometió con los votantes británicos a asegurar un pacto comercial entre EE. UU. y el Reino Unido en las últimas elecciones generales de 2019. Sin embargo, casi cuatro años después, Londres no está más cerca de atarse a la balsa estadounidense después de separarse de la UE. Esa situación a la deriva ha causado una agitación económica y política sin precedentes en Gran Bretaña.

Sunak es el tercer primer ministro británico con el que Biden ha tenido tratos como presidente, lo que refleja la política inestable en Gran Bretaña provocada por sus tribulaciones posteriores al Brexit.

Asegurar un acuerdo comercial con Estados Unidos es una necesidad prioritaria para Londres. A medida que Washington, bajo la administración de Biden, adopta políticas económicas más proteccionistas, Gran Bretaña desea obtener concesiones para acceder a la economía estadounidense.

Esta coyuntura tensa es lo que hace que el papel de Londres como secuaz global de Washington sea más peligroso de lo habitual. Para ganar favores económicos, Gran Bretaña está más dispuesta que nunca a intensificar las hostilidades imperiales estadounidenses hacia Rusia y China. Esas hostilidades están impulsadas por el propio declive imperial de Washington como la supuesta “única superpotencia” y “hegemonía mundial”.

Durante su reunión en la Casa Blanca, Sunak presentó deliberadamente a Gran Bretaña y Estados Unidos como los dos principales partidarios militares de Ucrania en la guerra contra Rusia. También dijo que Gran Bretaña asumiría un papel de liderazgo en la consolidación de la nueva alianza militar, AUKUS, entre Australia, el Reino Unido y los EE. UU. Esa alianza, que implica el suministro de submarinos de propulsión nuclear a Australia, tiene como objetivo explícito enfrentar a China en el Asia-Pacífico. En un intento afectado de sonar profundo, Sunak dijo que la seguridad del Atlántico era “indivisible” de la seguridad en Asia-Pacífico.

En el conflicto de Ucrania durante los últimos 16 meses, Gran Bretaña se ha distinguido como el provocador en jefe de la OTAN. Mientras estaba en Washington, Sunak se jactó de que Gran Bretaña suministraba tanques de combate, misiles de largo alcance y entrenaba a pilotos ucranianos en los aviones de combate F-16 de fabricación estadounidense que pronto se entregarían.

El primer ministro británico también se impuso servilmente la tarea de impulsar a otros miembros europeos de la alianza de la OTAN a aumentar su apoyo militar (es decir, comprar las armas del Pentágono) para Ucrania. Para deleite de Washington, sin duda.

La guerra en Ucrania está llegando a una etapa más peligrosa de confrontación directa de la OTAN con Rusia. La “guerra no declarada” hasta ahora puede convertirse en un conflicto total entre estados con armas nucleares.

Mientras Sunak visitaba la Casa Blanca (era su cuarta reunión con Biden en cuatro meses), el régimen de Kiev respaldado por la OTAN comenzó su tan esperada contraofensiva contra las fuerzas rusas. Hubo informes de tanques suministrados por la OTAN destruidos en los últimos combates.

Los misiles de crucero Storm Shadow suministrados recientemente por Gran Bretaña, con un alcance de 300 km, el más largo entre todos los misiles de la OTAN suministrados hasta ahora, han estado apuntando a territorio ruso. Algunas de las armas británicas han alcanzado centros civiles causando muertes.

Londres también ha suministrado proyectiles de artillería con uranio empobrecido al ejército ucraniano, que Moscú ha condenado furiosamente como equivalente a “lanzar bombas sucias”.

Gran Bretaña ha enviado la mayor cantidad de fuerzas especiales de los 31 estados miembros de la OTAN para ayudar a Ucrania en el terreno.

La Gran Bretaña posterior al Brexit se encuentra en un dilema creado por ella misma. Ha perdido influencia en la UE, el bloque comercial más grande del mundo, pero los vanidosos sueños de Londres de una “Gran Bretaña Global” no se han materializado. Lejos de ahi. La economía y la sociedad de Gran Bretaña se están derrumbando bajo su propio peso de pobreza, desigualdad y corrupción (como la esposa multimillonaria de Sunak que no paga sus impuestos en Gran Bretaña).

Estados Unidos, a pesar de toda la retórica sobre tener una “relación especial”, no le ha dado a Gran Bretaña un salvavidas en la forma de un acuerdo comercial bilateral a medida. Cortada a la deriva, Londres es una entidad peligrosa (más peligrosa de lo habitual, eso es). La coacción económica puede hacer que Gran Bretaña se muestre más solícita con el Tío Sam para desempeñar su papel de ejecutor imperial.

La pérfida Albion ya ha sido fundamental en la orquestación de varias provocaciones a Rusia durante el conflicto de Ucrania. Para los belicistas en Washington que quieren impulsar una confrontación con Rusia y China, el bulldog británico necesitado está en condiciones adecuadas para actuar como un perro de ataque aún más feroz.

Curiosamente, Biden se refirió a su reunión con Sunak como similar al primer encuentro entre Franklin D Roosevelt y Winston Churchill en la Casa Blanca para planificar la invasión del Día D en Europa. La arrogancia y la distorsión delirante de la historia son asombrosas.

“Y confío en que el Reino Unido y los Estados Unidos continuarán liderando el mundo hacia una mayor paz, prosperidad y seguridad para todos”, dijo Biden.

Verificación de la realidad: los belicistas Gran Bretaña y los EE. UU. están llevando al mundo al abismo.

FUENTE: https://strategic-culture.org/news/2023/06/11/britain-poses-as-uncle-sam-war-enforcer-in-return-for-much-needed-trade-deal/ 

Cuando un importante analista del Ejército de EE.UU. pretende instruir a nuestros países sobre nuestras relaciones con China, da signos de que la potencia hegemónica ha perdido su ubicación

Por Eduardo J. Vior analista internacional El Autor autoriza su publicacion en Dossier Geopolitico Fuente TELAM

En esta columna habitualmente no se analizan textos sino procesos. Sin embargo, cuando los textos emanan de un centro de poder y tienen un estilo prescriptivo, debe suponerse que su mensaje se traducirá en directivas que van a influir sobre la realidad, en este caso la latinoamericana. Por ello es bueno leerlos con atención.

Desde hace algún tiempo muchos analistas internacionales en el continente recibimos sin solicitarlo hasta dos o tres veces por semana los artículos de Robert Evan Ellis, profesor investigador de Estudios Latinoamericanos en el Instituto de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra del Ejército de los Estados Unidos, especializado en las relaciones de la región con China y otros actores no occidentales. Desde hace veinte años el profesor Ellis investiga y asesora al Comando Sur del ejército norteamericano sobre las políticas para la contención de la influencia asiática sobre nuestra región. Por eso ha parecido relevante en este caso analizar “Carrera hacia el fondo: China y la lógica autodestructiva de la diplomacia transaccional en las Américas”, que el autor publicara en abril pasado y distribuyó esta semana.

El texto comienza con una constatación: “Para ser claro, creo firmemente que los Estados Unidos pueden hacer mucho más para apoyar el desarrollo económico de la región y la lucha contra la corrupción endémica, (…).” En esta frase inicial se supone, primero, que EE.UU. apoya el desarrollo económico de la región y, segundo, que colabora en la lucha contra la corrupción. Si por desarrollo se entiende un crecimiento autosostenido del PBI que se reproduce equilibradamente en todos los sectores económicos y regiones del país, permitiendo al mismo tiempo la superación de la pobreza extrema y el mejoramiento paulatino de las condiciones de vida de la mayoría de la población, no hay en el siglo y medio de presencia norteamericana en América Latina y el Caribe ninguna evidencia empírica de que ésta haya contribuido a alcanzar estas metas. Por otra parte, si por corrupción se conciben los pagos indebidos y dádivas de empresas o personas privadas a funcionarios públicos a cambio de decisiones políticas que les sean favorables, debe tenerse en cuenta que todas las investigaciones serias sobre la materia han demostrado que estas transferencias siempre entran por algún lado al sistema bancario o financiero y, como es conocido, algunos de los principales “paraísos fiscales” están en el estado de Delaware o en las Islas Vírgenes norteamericanas.

Pocas líneas más adelante el autor devela el sentido del título de su contribución: “Aunque me frustra el persistente fracaso de Washington para ayudar mejor a la región (…), me preocupa también la lógica errónea, tanto en Washington como en la región, de que la respuesta al ‘avance de China’ es un enfoque fundamentalmente transaccional para que intentemos ‘superar’ la oferta de Pekín.” Que Washington ofrece poco a la región y recibe mucho en forma de remesas de beneficios, tanto legales como ilegales, y de términos de intercambio, es indudable. Que, por consiguiente, entre sus dirigentes cunda la preocupación, cuando ven cuánto ofrece la República Popular, es entendible.

Una visión similar se registraría del lado latinoamericano: “Por su parte, nuestros socios latinoamericanos tienen razón al anteponer sus propios intereses a la competencia entre grandes potencias, pero hacerlo no significa aceptar al pretendiente que ofrece a los que están en el poder un gran proyecto de infraestructuras con beneficios colaterales o un ‘trato de realeza’ en una visita de Estado.” O sea que en ambos lados la perspectiva “transaccional” (me relaciono mejor con quién más me da) resulta justificada. Es interesante que para este autor ningún actor tenga finalidades propias, ni Estados Unidos ni los líderes latinoamericanos. Todos estarían actuando por el mero beneficio inmediato.

No se entiende en este contexto de qué modo el analista arriba a la prescripción de cuál debiera ser la conducta “correcta” de los dirigentes de la región: “La búsqueda del verdadero ‘interés propio’ de América Latina exige que se seleccionen sus interlocutores y los modos de relacionarse con ellos de una manera tal que, teniendo en cuenta la corrupción y las debilidades institucionales de la región, se maximice la probabilidad de que el compromiso genere un verdadero beneficio duradero para el país, al tiempo que se minimice el riesgo de ser atrapados por un socio depredador o de quedar entrampado en un ciclo de dependencia, sin poder denunciar los malos comportamientos del socio.”

En este párrafo es llamativo el conocimiento superior que el columnista se atribuye sobre cuáles serían “los verdaderos intereses propios” de América Latina. En realidad, este afán normativo parece constituir el meollo del artículo. El analista deja su lugar al predicador que indica el camino de la verdad. Es problemático, empero, cuando “el predicador” representa oficiosamente el pensamiento del mayor ejército del mundo.

Todavía se añade el remanido argumento del espionaje: “Desde que la ley de Inteligencia Nacional de China de 2017 obliga a las empresas chinas a entregar información que sea de utilidad para el Estado chino, la huella digital de China cada vez más presente en toda la región hace cada vez más difícil para las empresas que operan allí proteger sus procesos básicos y su propiedad intelectual, como para los funcionarios de los gobiernos latinoamericanos
proteger sus asuntos personales y deliberaciones oficiales contra filtraciones.” Da la impresión de que el autor se está refiriendo a la Agencia Nacional de Inteligencia (NIA, por su nombre en inglés) de EE.UU., a sus empresas de comunicaciones y al espionaje sistemático que realizan innumerables agencias del Estado norteamericano. ¿Existe el espionaje bueno y el espionaje malo o ambos, en manos de potencias extranjeras, atentan contra la soberanía de las naciones y la libertad de sus pueblos?

Al final del artículo aparece el consejo: “Washington necesita desesperadamente hacer más por América Latina y el Caribe, pero más importante es que debe convencer a la región que tome mejores decisiones en su propio interés a largo plazo, y estar preparado para ayudarla en ese camino.”

Descartando la mala intención, el artículo llama la atención por su falta de ubicación: se coloca en una posición magisteril, apostrofando a los líderes regionales, para que sigan el camino correcto, que sería alejarse de China. Reconoce que los Estados Unidos no ofrecen nada comparable a las inversiones de la República Popular, pero advierte contra las malas intenciones de ésta. Desconoce y no asume la larga historia de violencia, corrupción y sometimiento de América Latina y el Caribe a manos de su patria. Es poco creíble, entonces, el dedo acusador hacia Oriente.

Todos los hegemonismos son malos. Sería deseable un orden mundial en el que todas las naciones se traten con respeto y se escuchen mutuamente. Pero que una potencia hegemónica como EE.UU. pierda el sentido de realidad, desconozca la madurez de la identidad latinoamericana y caribeña y pretenda seguir tratándonos como infantes es peligroso, porque desconoce la realidad y, cuando la mayor potencia militar del mundo se aparta de la realidad, sus acciones se tornan irreflexivas y pueden ocasionar un terrible daño. Es malo estar dominado por un Imperio, pero terrible estarlo por un Imperio sin sentido de realidad.

Quince líderes de Asia, África y Europa se dieron cita en cita en Samarcanda en una cumbre que marca la consolidación del nuevo orden multipolar aunque todos los países de esa mayoría participan de las cadenas mundiales de producción que dominan EE.UU. y Europa Occidental. Por Hernando Kleimans Telam autorizado por su autor para ser publicado en Dossier Geopolitico

La milenaria Samarcanda, capital del imperio de Tamerlán con sus mezquitas irrepetibles y el panteón donde descansa el temible Timur, es el centro del mundo. Quince líderes mundiales se dieron cita en la antigua ciudad uzbeka, alto centro intelectual que albergó a Ibn Sina (Avicena para los occidentales), uno de los filósofos y científicos más importantes del mundo árabe cuando Europa era un árido continente poblado por bárbaros y América todavía no había sido hollada por la conquista.

Los quince líderes de Asia, África y Europa discutieron la coyuntura internacional y la consolidación del nuevo orden multipolar.
La cumbre de la mayoría mundial fue precisamente eso: el símbolo del establecimiento del mundo multipolar. Yuri Ushakov, asesor del presidente ruso Vladímir Putin, advirtió que se trata de una “impetuosa e inexorable transformación de todo el conjunto de vínculos y relaciones internacionales, de la política y de la economía mundial, se afirma el nuevo modelo sobre la base de una auténtica multipolaridad y de un real diálogo”.

Esta mayoría mundial se consolida, unifica esfuerzos y va creando sus propias reglas de juego en los asuntos del planeta, en momentos en que el mundo unipolar se desmorona con gran rapidez. Esa consolidación marcha por un camino absolutamente desconocido, superando inercias, seculares diferencias, temores propios. La conformación actual de la mayoría mundial se origina en los marcos que fundó y aún controla el mundo unipolar. El “milagro” chino partió de su ingreso al mercado y las transferencias de los EE.UU. La India recibe de ese mismo mercado tecnología e inversiones. Todos los países de esa mayoría participan de las cadenas mundiales de producción, surgidas bajo el patronazgo y a iniciativa de los EE.UU. y Europa Occidental. Corren todavía el riesgo, por sostener políticas independientes, de ser “desconectados” de los bienes de la civilización, en cuya distribución Washington aún juega un papel central.

El movimiento de los países emergentes hacia una mayor libertad del dólar o del euro, del FMI o del Club de París, la creación de nuevos sistemas de comunicación económica, política o militar entre ellos y la conformación de plataformas cohesionadas para el enfoque conjunto de la situación internacional son las vías de acceso que transitan hacia el nuevo orden multipolar mundial.
No es un proceso de rápida ejecución. El mundo unipolar tiene 500 años de dominio político y militar, que impedirá su desarme en un corto tiempo. El camino hacia su superación se inició a mediados del siglo pasado, cuando los líderes del entonces Tercer Mundo: el indio Jawaharlal Nehru, el egipcio Gamal Abdel Nasser y el indonesio Sukarno fundaron el Movimiento de No Alineados. Un movimiento que contó con la plena adhesión de otros líderes como Juan Perón y Iosip Broz Tito. El desafío de los ahora conocidos como países emergentes es el que recoge la OCSh.

Del original quinteto de Shanghai formado en 1996 por China, Rusia, Kazajstán, Tadzhikistán y Kirguistán a la OCSh panasiática y euroasiática pasó más de un cuarto de siglo, La necesidad de una respuesta coordinada y dinámica ante la agresividad globalizadora y el dictado hegemónico del mundo multipolar terminó por consolidar la alianza. Su objetivo final es el desarrollo independiente contra los dictados de una nueva globalización, la anglosajona liderada por Washington, con la Unión Europea como fracturado aliado en una crisis cada vez más detonante.

La política exterior de los países de la OCSh es contundentemente favorable al mundo multipolar, esgrimiendo tres consignas fundamentales: estabilidad, seguridad y desarrollo. Pero si hasta esta cumbre las cumbres eran un punto de discusión de algunos proyectos generales, ahora sus miembros plantean la concreta cooperación en cuestiones geopolíticas y geoestratégicas.
“Nos corresponde -afirmó el presidente de Kazajstán Kasim-Yomart Tokaev- transformar la OCSh en una plataforma económica mundial. Hoy nuestra organización reúne a las economías del mundo en dinámico desarrollo y con un colosal potencial”.

La dinámica de crecimiento de la OCSh está intrínsecamente relacionada con el desarrollo del nuevo orden multipolar. En esta cumbre, además de los anteriores miembros: Rusia, China, India, Pakistán, Kazajstán, Kirguistán, Tadzhikistán y Uzbekistán, se registró el ingreso de Irán como miembro pleno y de la solicitud como tal de Belarrús. Estuvieron presentes Mongolia (una de las economías con mayor crecimiento por su riqueza en minerales), Afganistán (con los talibanes consolidando su estado y abjurando del terrorismo), Turquía (el gran favorecido por el paso de cereales y gas rusos hacia el sur de Europa), Arabia Saudita (socia directa de Rusia en la conducción de la OPEP y principal proveedora de China), Egipto (principal receptor del cereal ruso) y los países del Golfo Pérsico: Emiratos Árabes Unidos, Kuweit y Bahrein.

Una primera lectura de este listado revela la conformación de un poderoso subpolo islámico, con obvias y antiguas tensiones internas pero dispuesto a no ser más un objeto del colonialismo unipolar, sino un sujeto del sistema de nuevas relaciones internacionales.

También podemos hablar de un importante componente budista: Nepal, Shri-Lanka, Cambodgia y Mianma. A ellos podrán agregárseles Vietnam, Indonesia, Malasia y Tailandia, con los que ya se mantienen negociaciones.

De esta manera, el nuevo orden multipolar tiene ya una estructura definida y una interacción en crecimiento entre sus distintas organizaciones. Con la OCSh se entrelazan los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica por ahora), la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) integrada por Armenia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguistán, Rusia y Tadzhikistán, la Unión Económica Euroasiática (Armenia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguizia y Rusia). Existen fuertes lazos comunicantes también con la Liga Árabe y la Unión Africana. Nuestra CELAC todavía no está integrada en este nuevo universo, aunque existen contactos con sus representantes.

Todas estas organizaciones plantean entre sí en el área económica importantes proyectos de desarrollo tecnológico, agroindustrial, energético y de transporte. Rusia, Kazajstán, Uzbekistán y Pakistán trabajan en el tendido del gasoducto “Fuerza de Siberia II” que llevará el fluido hasta el Golfo de Bengala.

En un encuentro tripartito, China, Mongolia y Rusia acordaron el tendido del ferrocarril que desde Rusia atravesará Mongolia y llegará a China, así como su cooperación en la traza de un segundo gasoducto troncal que llevará el gas ruso a los dos países. Entre los trascendidos surgidos de este encuentro, destaca el que prevé la participación de Corea del Norte en ambos proyectos, tanto con mano de obra como con equipos técnicos.

El proyecto de base es el chino “una franja, una ruta”, que prevé una intrincada red de cooperación desde la península de Kamchatka hasta el mar Báltico, pasando por los países de Asia Central, el mundo árabe, el Magreb africano e incluso el sur europeo. Nuevas carreteras, ferrocarriles de ultravelocidad, aviones diseñados en conjunto, exploraciones conjuntas del cosmos lejano, desarrollos agroindustriales compartidos, son algunos de los temas de este proyecto épico.

Las organizaciones multipolares se han convertido en el mayor oponente y la más concreta alternativa a los nuevos intentos de dominio mundial que plantea el proyecto anglosajón de globalización. Ahora alienado y desaforado con sanciones y amenazas a diestra y siniestra. A China que “ya va a ver” si se junta con Rusia y si reafirma su soberanía sobre Taiwán. A la India que no compre petróleo y gas ruso. A Turquía que no adquiera armamento defensivo ruso y chino. A Arabia Saudita que aumente la extracción de petróleo aun a costa de romper la OPEP. Al Brasil que se adhiera a las sanciones cuando los principales mercados brasileños son sus socios de los BRICS. A Rusia, que no utilice su armamento atómico (algo rigurosamente reglamentado por la doctrina militar del Kremlin) y no emplee armas químicas, cuando Rusia las ha desmantelado en 2017 con supervisión del organismo internacional pertinente.

Conviene recordar que los Estados Unidos fueron los únicos en ejecutar un bombardeo atómico sobre Hiroshima y Nagasaki, matando a cientos de miles de civiles japoneses. Además, Washington no se ha plegado a la convención de destrucción de armas químicas…

Joe Biden afirm que los Estados Unidos estn interesados en la fragmentacin del orden mundial Foto AFP
Joe Biden afirmó que los Estados Unidos están interesados en la fragmentación del orden mundial. / Foto: AFP

Jack Sullivan, consejero de seguridad nacional del presidente Joe Biden, afirmó abiertamente que los Estados Unidos están interesados en la fragmentación del orden mundial y la supervisión de una red de alianzas locales. En el foro anual Defense One, hace algunos meses, Sullivan declaró que el sistema de relaciones internacionales encabezados por la ONU desaparece gradualmente, algo que “conviene a los Estados Unidos”.

Esta estrategia destructora del orden mundial se verifica en la formación de algunas nuevas alianzas locales, siempre dirigidas por Washington. Entre ellas QUAD (diálogo de seguridad entre Australia, India, EE.UU. y Japón), AKUS (alianza político-militar entre Australia, Gran Bretaña y los EE.UU.), la frustrada “Cumbre por la Democracia” y otras.

Änjali Kaur, funcionaria de la USAID para Asia, declaró en el Congreso norteamericano: “Los EE.UU. consideran críticamente importante dividir las economías de los países del Asia Central de la rusa y la china”.

No tiene demasiado éxito este intento. Ni siquiera con los países asiáticos que todavía no están en la OCSh, como Japón. En agosto, Tokio aumentó en flecha la importación de GNL (Gas Natural Licuado) de Rusia. En comparación con el período análogo del año anterior, el incremento fue del 211,2%, según informó el propio Ministerio de Finanzas japonés.

China, según Le Figaro, “confirma su respaldo a Rusia en contraposición a los planes de los EE.UU. de aislar” a ambos países y agrega “Rusia para China hoy es un socio clave en la confrontación con Washington en la arena internacional”. La participación del presidente chino Xi Jinping en la cumbre de Samarcanda, en su primera salida al exterior luego de la pandemia del coronavirus, testimonia la solidez del régimen chino en vísperas del XX Congreso del Partido Comunista Chino, acontecimiento clave en la continuidad del propio Xi.

Xin Jinping y Vladimir Putin dos de las principales figuras que se encontraron en Uzbekistan Foto AFP
Xin Jinping y Vladimir Putin, dos de las principales figuras que se encontraron en Uzbekistan. / Foto: AFP

Vladímir Putin, quien acaba de conseguir el respaldo de más del 80% del electorado en reciente comicios regionales y municipales, concurrió con un frente interno ampliamente consolidado y orientado hacia el final victorioso de la confrontación en Ucrania, en la que, según Putin, el ejército ruso “sólo ha mostrado una pequeña parte de su potencial”.

El encuentro de ambos líderes en el marco de la cumbre de la OCSh ha tenido un significado simbólico ya que sólo marcaron lineamientos para fortalecer su intercambio comercial que este año llegará a los 200.000 millones de dólares. Lo trascendente es que ambos fundamentaron su disposición a encaminar el orden mundial “en una dirección más justa y razonable”.

Hace medio siglo apareció la teoría del “millardo de oro”, encargada por el Club de Roma, que pretextando amenazas de un apocalipsis global a corto plazo, proponía un exhaustivo control del equilibrio traducido en un gobierno mundial, descartando soberanías y derechos nacionales sobre recursos. Los padrinos fueron Rockefeller y Soros. El resto de los países periféricos fueron considerados como los miserables que deberían supervivir como pudieran.

Global Times, el vocero oficioso del Partido Comunista Chino, señaló: “la esencia de la mentalidad occidental es considerar la geopolítica exclusivamente como un juego donde tienen que haber vencedores y vencidos”. No hay confianza, cuanto menos, con la OTAN.

La reciente sanción de un préstamos por 5.000 millones de dólares para “ayuda militar” a Taiwán, dispuesta por el senado norteamericano, es un ejemplo de ello. Pero también vuelve a empujar a Washington a un callejón sin salida diplomática. China ya manifestó que esta decisión es una injerencia en sus asuntos internos. El congreso estadounidense resolvió confirmar las obligaciones contraídas por Washington en 1979, de defender la isla en caso de sufrir ella una agresión. Como lo explicitaron en el Congreso, la resolución se dictó “ante la amenaza de una agresión china”…

Para Beijing, esta decisión “cambia la política tradicional de los EE.UU. en relación con la convención de una sola China”.
En su afán por “desenganchar” la OCSh del resto de países del Pacífico, Washington anunció su intención de “asegurar” la defensa de Japón de “posibles amenazas” tomando en consideración además de los tipos tradicionales de armamento, su arsenal nuclear, según declaró Lloyd Austin, ministro de Defensa de los EE.UU.

Pero los intentos de mantener su papel hegemónico le fracasan a Washington y sus aliados. No consiguen asimilar los cambios estructurales que se están produciendo en el mundo. El sistema internacional de relaciones cambió y en vez de ordenarse verticalmente, desde un solo centro de dictado, ahora lo hace en forma horizontal entre todos los países. Además, el vector principal del sistema gira definitivamente desde Occidente a Oriente.

La OCSh se ha convertido, especialmente luego de esta “multitudinaria” cumbre, en un factor independiente y decisivo de la realidad política internacional. A partir de Samarcanda, se fortalecen además de la cooperación económica, la lucha contra el terrorismo y el soporte a la estabilidad regional y mundial.

El presidente kasajo Tokaev propuso en la cumbre de Samarcanda incrementar la cooperación entre los departamentos de defensa y los servicios especiales de los estados miembros de la OCSh. A principios de año, Tokoaev superó un golpe de estado financiado por el narcotráfico con ayuda de la OTSC y de la OCSh.

Dada la absoluta falta de publicidad a la declaración final de la cumbre OCSh, he aquí sus principales puntos:

-Inadmisibilidad de la adopción unilateral de sanciones económicas, a excepción de las adoptadas por el Consejo de Seguridad de la ONU.

-Ampliación de la utilización de divisas nacionales en los cálculos mutuos.

-Adscripción a la no difusión del arma atómica en el mundo y continuidad del desarme nuclear.

-Inadmisibilidad de utilizar la agenda climática para sancionar restricciones.

-Ampliación de la OCSh como modo de garantizar la seguridad y estabilidad en la región.

-Inadmisibilidad de injerencia en asuntos de otros estados so pretexto de confrontar al terrorismo. Los países de la OCSh condenan al terrorismo y están dispuestas a liquidar activamente las condiciones que lo faciliten.

-Necesidad del ulterior fortalecimiento de la cooperación internacional en la lucha contra la difusión del coronavirus.

-Regulación en Afganistán para fortalecer la seguridad de los países de la OCSh.

Los miembros plenos y asociados de la OCSh superan el 82% de la población del planeta y producen casi el 30% del PIB mundial pero lo más importante es que la economía de estos países se desarrolla a ritmos mayores que los mundiales y, como dato concluyente, en muchos casos ese desarrollo se combina entre todos.

Esto contrasta de una manera expresa con la situación en las economías de los Estados Unidos y la Unión Europea. Con una inflación que supera el 10% (algo inusitado para ellos) y reducción de la actividad que ya amenaza con transformarse en recesión. En Alemania, por ejemplo, el centro analítico Ifo de Munich advierte que el aumento de precios sobre el gas y la energía eléctrica asestó a la economía germana “un golpe demoledor” pues conducirá a la caída en un 0,3% del PBI en 2023. El mismo centro había pronosticado en junio un incremento del 3,7% del PIB para ese año.

En los Estados Unidos, el aumento inflacionario ya se acerca a los dos dígitos y la efervescencia social está en un punto de ebullición muy peligroso. El conflicto sindical en los ferrocarriles amenaza desde la semana pasada con paralizar el transporte vital de hidrocarburos y cereales pero, fundamentalmente, con el desabastecimiento de alimentos. La Cámara de Comercio de los EE.UU. calificó la huelga ferroviaria como “una catástrofe económica nacional”.

El politólogo estadounidense Harlan Kenneth Ullman, en su artículo en «The Hill» afirma que Estados Unidos, al tratar de hacer frente a presuntas amenazas a gran escala en el país y en el extranjero al mismo tiempo, absolutizó el concepto de enemigo. «Los dos partidos estadounidenses son incapaces de gobernar conjuntamente el país. Cada uno considera a los opositores políticos un mal absoluto. Y en 2024, dos ancianos planean postularse para presidente», concluye con dureza Ullman, refiriéndose al actual presidente demócrata Joe Biden y a su oponente, el expresidente republicano Donald Trump.

«Lo peor -añade-, es que este mal y esta bilis se está extendiendo más allá de nuestras fronteras y se aplica a China, Rusia y adversarios menores. Si la trayectoria de las relaciones con Beijing y Moscú no cambia diametralmente, ambos países pronto lo harán» para convertirse en amenazas existenciales. La afirmación del presidente Biden de que enfrentar a China y Rusia, así como a Irán y Corea del Norte, es una especie de batalla sagrada entre la democracia y la autocracia sólo agrega combustible a una estéril confrontación, absolutamente pasada de moda.

Ullman, consejero “senior” del Consejo del Atlántico, fundado en 1961 en la OTAN, tras enumerar las contrariedades norteamericanas en política exterior, recuerda que “las perspectivas económicas en la mayoría de los norteamericanos no son agradables”.

Un contexto interno, en ambas sedes del poder unipolar, que además de dificultar la realización de una política internacional estable y coherente con el mundo actual, puede perjudicar grandemente el futuro real de supervivencia de la humanidad.
Unos 200 países asistieron a la inauguración de la 77 sesión de la Asamblea General de Naciones Unidas. El subtexto fundamental radica en la expectativa si la organización mundial, fundada en 1945 con el objeto de garantizar un futuro sin guerras para la Humanidad y de fundar condiciones apropiadas para el desarrollo económico, político y social de esa misma Humanidad, de toda la Humanidad, está en condiciones de cumplir hoy con su tarea. Si puede funcionar libremente, independiente de las presiones y los subterfugios que la condicionan y la alienan por parte del poder hegemónico unipolar.

En el orden del día que deberán aprobar los asambleístas de la ONU para el año próximo figuran temas claves como el combate contra las pandemias, el cambio climático, el desarrollo sostenible, los derechos humanos y los conflictos y las crisis. Pero el tema más importante, sin dudas, es el propio futuro de las Naciones Unidas. La crisis de autoridad y fiabilidad que afecta cada vez más a la organización es, precisamente, la que facilita su dependencia de ese poder hegemónico y le impide jugar su rol fundamental de coordinador en el mundo multipolar. La única herramienta de que dispone para superar las crisis.

Como ejemplo baste su vergonzosa inacción ante la descarada actitud de Washington, que impidió hasta último momento la entrega de visados para las delegaciones de países como Rusia, Irán o Corea del Norte. Esta violación de sus obligaciones como país anfitrión de la ONU mereció apenas una advertencia por parte de colaboradores del secretario general…

Como en todo parto, hay un momento en que la crisis debe cambiar de calidad y dejar que surja la nueva vida. Este es el hecho. Todos nosotros, seres humanos, asistimos a ese parto y también somos parte de él. La cumbre de la OCSh es un poderoso catalizador de esta coyuntura. Será bueno y prudente preparar a la Argentina, nuestro país, para incorporarse al proceso de cambios. Llega el momento de las definiciones.

El punto crítico…

El Colaborador de Dossier Geopolitico desde el “viejo mundo” Eduardo Bonugli nos envía las impresiones de la “última” Cumbre de la OTAN realizada en Madrid del 29 al 30 de junio de 2022. Cuando se cumple el 40º aniversario de la adhesión de España a la Alianza Atlántica. Dossier Geopolitico DG

Dicen que no hay nada tan espectacular que el canto de un cisne en el preludio de su muerte. Y en eso, la cumbre de la OTAN en Madrid, cumplió con su primera parte. 

Fueron 24 horas de fanfarria imperial, 72 millones de euros, a 50 mil por minuto, 10 mil agentes de seguridad, 3 mil periodistas acreditados, 7 mil gestores bélicos de primera. Y todos los chiches de top moda de guerra, seguridad, control, espionaje y represión. 

Lujo, derroche y ostentación. Cena de 14 platos. El museo del Prado como restaurante. Vestidos de primera marca, trajes de 3 mil euros, zapatos exclusivos y todos compitiendo por la mejor foto para los incondicionales de sus países. Hasta en la competencia de las corbatas se demostró el profundo quiebre de la OTAN. 

Mandatarios con los recelos a flor de piel. Esperando con desconfianza el veneno de la traición. Con gestos que desnudan los rencores. Enfrentados todos contra todos por intereses y prioridades antagónicas. Sólo les une el pánico a la cercanía del precipicio y les separa casi todo de lo importante de cada uno. 

El mismo día que España se levantó con la inflación récord desde 40 años, con los datos de pobreza trepando, con el PIB por los suelos, con los combustibles más caros que nunca, con las hipotecas asfixiando, sin petróleo ni gas, y… con el precio de una sandía a 13€. Pero daba igual. Nada como ser la capital del mundo.

¡¡Y creérselo!! 

Ardor guerrero, cuchillo en los dientes, miles de millones en armas y promesas de que rusos y chinos se quemarán en el infierno. Porque todos los problemas de «los buenos» vienen de Vladimir Putin y de Xi Jinping. Desde la inflación hasta la deuda impagable de Occidente, es culpa de Rusia y de China. 

Y los emigrantes como nuevo demonio del mundo libre. El llamado «FRENTE SUR» ha subido al podio de la larga lista de enemigos del mundo anglosajón. Pobres, desarmados, andrajosos y cabecitas negras.  Eternas víctimas del abuso imperial, son ahora objetivos a liquidar como sea, por las tropas justicieras de la civilización. 

La bandera de la lucha contra la contaminación también fue pasto del festival de la demagogia. Mientras Occidente en pleno, regresa al tiempo de las cavernas energéticas, con el carbón y lo nuclear como última alternativa. El precio a pagar por el tiro en el pié de las sanciones a Rusia. 

Tampoco faltó el éxtasis mediático a todo volumen. Con editoriales esperpénticos como que la OTAN es un organización pacifista o que la reina Leticia fue la gran estadista del encuentro. Una carrera agobiante por la adulación y la demagogia.

Y la prensa comprometida con los recursos geopolíticos de la reina. Como el regalo a Bill Biden de las mejores alpargatas del reino. O de los tomates ecológicos. O de su bello porte al dar la mano. Todos profundos análisis de una prensa de altura. 

Y así España volvió a ser imperio mundial por el tiempo que separa a dos telediarios. Aunque sea por prestar la cancha a cambio de nada. Un chute de moral efímero y hueco, para un país ninguneado por sus socios, en graves apuros económicos y al que usan de peón de descarte en la pugna por el norte de África. 

Una OTAN con sus pesos pesados cómo cadáveres políticos. Aquellos que no resisten una elección más. Biden, Johnson, Scholz, Draghi, Macron y Sánchez, se han ganado a pulso su jubilación en el próximo turno de las urnas. Y son ellos, los desahuciados e incompetentes dirigentes, los que imponen un mundo más militarizado que nunca. 

Una cumbre sin nada que debatir. Sólo tragar con las órdenes ya dadas por el sheriff y repetir hasta el exceso el mismo relato de terror, peligro y amenazas. Y de paso, el aviso de Biden a Sánchez que la base española se agranda con más acorazados. ¡¡A mandar, jefe!! 

Y Turquía con su regalo envenenado. Aceptando la entrada de Suecia y Finlandia, a cambio de todas sus pretensiones, pero arrinconando a la OTAN en sus contradicciones sobre sus falsos valores democráticos. 

LA MAYOR SUBASTA OCCIDENTAL DE ARMAS encontró su mejor sitio en el Palacio de Exposiciones de Madrid, sede de la cumbre de la OTAN. Un complejo destinado a ferias comerciales de envergadura y que ha batido su récord de negocios con ésta colosal compraventa de armas de guerra, destrucción y mortalidad. 

Con Boris Johnson haciendo de las suyas como supuesto experto en cuadros, mientras fustiga a Bruselas con el rescoldo del BREXIT. Esa misma Europa que obedece a ciegas al inglés, las órdenes guerreras que manda el macho alfa norteamericano, por ser su único aliado europeo de verdad. Su inconfundible pelambrera, que apenas se mantiene en el gobierno inglés, cubre de sombras y humillación a la pusilánime y débil Unión Europea. 

Lo que realmente aturdió en la cumbre, fue el terrible silencio sobre los 37 migrantes asesinados en la frontera sur del mundo occidental. En Melilla. ¡¡Ni una palabra!! En honor y gloria al otro macho alfa del Mediterráneo: Marruecos. Un aliado férreo de EEUU. Y de cuyo apetito secular sobre los territorios españoles de Canarias, Ceuta y Melilla ha hecho suplicar a Madrid para que Washington le eche un cable y le frene.

¡¡Ni pensar!! Biden se hizo el sordo, y por las dudas, se negó a compartir una conferencia de prensa con Pedro Sánchez. 

Y Zelensky, como la llama incombustible de los valores occidentales, también ocupó su trono reservado a los dioses. Bajo los acordes de la filarmónica de Kiev y con el fondo de su perorata pidiendo más armas y billetes. Más sangre. Más muertes. 

También las cúpulas oligárquicas de las izquierdas tuvieron su momento. Aquellas de los 80 cuando tomaban las calles al grito del ¡¡OTAN NO!! La mayor parte de esa izquierda, la arrepentida y «responsable», se adhirió a la causa imperial norteamericana, y la otra, la quejosa, se plegó a la doctrina de que la OTAN está más fuerte que nunca por culpa de Putin. CARTÓN LLENO PARA EL IMPERIO. 

Al paseo imperial no le faltó el Desfile de Triunfo del emperador, a lomos de «La Bestia». Su Cadillac One, tipo James Bond. El que gasta 64 litros por cada 100 km. Con metralleta y lanza granada. Acompañado de su flota de 30 cochazos y la escolta de 1.300 agentes. ¡¡Su particular manera de no contaminar el ambiente!! 

Y así pasó la cumbre. Dejando el rastro obsceno de la ostentación del poder global de las armas. Que puso a Madrid en estado de sitio. Con extensos cortes de energía y caída de la señal de Internet. Y con un enorme perjuicio económico para empresarios y comerciantes de la ciudad. Todo bien gastado y bien pagado para los amantes de la nostalgia. Por revivir por un instante, aquel añejo y perdido tufo imperial. 

Este cisne llamado OTAN cantó con todo esplendor, su triste balada fatalista. Prometiendo más guerras, muertes, pobrezas, emigraciones forzadas, ruina de países y dolor. Para destruir a quienes les haga sombra. A quiénes trabajan y construyen bienes, riquezas y progreso. A quiénes tienen recursos y los quieren utilizar. 

Finalizado tan fastuoso circo, propio de la época de los romanos, queda la esperanza que los cambios globales traigan otros aires de humanidad y que éste CISNE NEGRO haya dado su último cante. 

Eduardo Bonugli – 

30/06/22

Erdogan logro destruir la credibilidad de defensores progresistas de los DDHH a los Nordicos Suecia y Finlandia

¿De verdad Estados Unidos no está en guerra en Ucrania?

Por Bonnie Kristian – periodista e integrante de Defense Priorities, un centro de pensamiento sobre política exterior. Publicado en The New York Times

En el periodo de más de tres meses de la invasión rusa en Ucrania, el gobierno de Biden ha dicho muchas cosas sobre la guerra. Tuvo que desdecirse de algunas de ellas casi de inmediato, como cuando resultó que la afirmación del presidente Biden de que Vladimir Putin no puede permanecer en el poder no era un llamado al cambio de régimen. En otros puntos, su retórica se ha intensificado con el paso del tiempo: en marzo, el objetivo de Estados Unidos era ayudar a Ucrania a defenderse; para finales de abril, “debilitar” a Rusia.

Eso sí, hay una declaración del gobierno que ha sido muy consistente: Estados Unidos no entrará en guerra con Rusia a causa de Ucrania.

“No buscamos que haya guerra entre la OTAN y Rusia”, escribió el presidente Biden en The New York Times a finales de mayo. “A pesar de mi gran desacuerdo con Putin y de que sus acciones me parecen indignantes, Estados Unidos no intentará provocar su destitución en Moscú. Mientras Estados Unidos o nuestros aliados no sean atacados, no participaremos en este conflicto de manera directa, ni enviando tropas estadounidenses a luchar en Ucrania ni atacando a las fuerzas rusas”.

Gran parte de los elogios y de la crítica de la política de Biden en Ucrania aceptan su versión de los hechos. Pero lo que me pregunto es si los estadounidenses podremos identificar con toda confianza en qué momento comenzamos a participar en una guerra.

La historia cuenta de varios presidentes que, a pesar de haber insistido en que no tenían ninguna intención de participar en una guerra, un buen día lo hicieron. “Nos mantuvo fuera de la guerra”, decía el eslogan de la campaña de reelección del presidente Woodrow Wilson en 1916; no obstante, Wilson nos condujo a la Primera Guerra Mundial tan solo a un mes de haber iniciado su segundo mandato, justo después de describir la intervención estadounidense como inevitable.

Durante la campaña presidencial de 1964, el presidente Lyndon B. Johnson prometió que no iba a “enviar a jóvenes estadounidenses a 15.000 o 16.000 kilómetros de casa para hacer lo que los jóvenes asiáticos deberían estar haciendo por sí mismos”. Pero en febrero de 1965, a solo un mes de su toma de posesión, Johnson autorizó la campaña de bombardeos conocida como operación Rolling Thunder. Un mes más tarde, había “jóvenes estadounidenses” en Vietnam.

Esa historia ilustra la incierta vida de anaquel de las promesas presidenciales (quizá todavía más en época electoral) de mantenernos fuera de una guerra: aunque sean ciertas en el momento en el que las hacen, nada nos garantiza que se mantengan en el futuro.

Con todo y esta incertidumbre, al menos en el caso de la Primera Guerra Mundial y de Vietnam, el cambio de no participar en la guerra a participar en ella fue patente, y todos los estadounidenses supieron en qué momento ocurrió ese cambio. Como la línea divisoria era muy clara, los presidentes podían hacer promesas honestas de mantenerse al margen de la guerra, y los ciudadanos podían decir exactamente cuándo se habían roto esas promesas.

El problema en décadas recientes, en especial después de los ataques del 11 de septiembre, es que hemos pasado a un modelo de conflictos armados perpetuos, en que las delimitaciones en cuanto a cronología, geografía y propósitos son ambiguas. La línea entre lo que se considera guerra y lo que no es muy tenue, por lo que es mucho más difícil identificar en qué momento pasamos de un estado al otro.

Esto se debe en parte a los avances tecnológicos, como la guerra de drones y los ciberataques, que permiten cometer en otros países actos que en otras circunstancias se considerarían acciones de guerra (asesinar a adversarios, destruir edificios, afectar instalaciones nucleares) sin que un solo soldado estadounidense abandone el territorio estadounidense. También tiene que ver con la función ejecutiva de la guerra: aunque el Congreso no ha hecho una declaración formal de guerra desde 1942, varios presidentes han aprovechado las amplias facultades para el caso de guerra otorgadas a George W. Bush en 2002, que le permitieron autorizar el uso de la fuerza militar.

¿Podría decirse que estamos en guerra en Pakistán o Somalia, por ejemplo, donde hemos emprendido ataques con drones contra Al Qaeda, el Estado Islámico y los militantes talibanes en Pakistán desde 2004 y contra Al Shabab en Somalia desde 2011? ¿Estamos en guerra en Níger, lugar al que se enviaron fuerzas estadounidenses y donde cuatro soldados estadounidenses fueron asesinados en una emboscada en octubre de 2017?

Estados Unidos nunca ha anunciado formalmente su participación en la guerra civil en Yemen, pero una coalición dirigida por los sauditas asesinó a civiles con ojivas nucleares fabricadas en Estados Unidos y seleccionó objetivos con ayuda de los estadounidenses.

Nuestro papel en el conflicto en Yemen, que ya cumplió siete años, ha sido de tal importancia que muchos expertos están convencidos de que, sin nuestra presencia, la coalición encabezada por los sauditas intentaría llegar a un acuerdo de paz. Ha sido de tal importancia que los legisladores estadounidenses, incluida una mayoría bipartidista de senadores en 2019 y los representantes Pramila Jayapal, demócrata por Washington, y Peter DeFazio, demócrata por Oregon, este año, lo catalogaron como una contravención al Artículo I de la Constitución, que le otorga al Congreso poderes para declarar la guerra, y a la Resolución de Poderes de Guerra, de 1973, que delimita con toda claridad, en cuanto a naturaleza y plazos, las acciones militares ordenadas por el presidente.

Esos legisladores llegaron a la conclusión de que cruzamos la línea en Yemen, aunque no quede muy claro dónde está esa línea. 

Y lo que hicimos en Yemen se parece mucho a lo que estamos haciendo en Ucrania. El mes pasado, información filtrada por funcionarios estadounidenses reveló que Estados Unidos ayudó a Ucrania a asesinar a generales rusos y atacar un buque de guerra de ese país, y Biden autorizó un paquete de ayuda de 40.000 millones de dólares para Ucrania, que en gran parte se destinará a ayuda militar como armamento e intercambio de inteligencia. El proyecto de ley, que Jayapal y DeFazio votaron a favor de aprobar, se suma a otros miles de millones de dólares de apoyo militar. El gobierno de Biden también anunció este mes que enviará a Ucrania sistemas de cohetes que, en teoría, podrían alcanzar objetivos dentro del territorio de Rusia, y se ha informado que planea venderle al gobierno ucraniano cuatro drones que pueden armarse con misiles Hellfire.

¿Estamos en guerra en Ucrania? Si estuviéramos en la posición del otro, si las autoridades rusas admitieran haber ayudado a asesinar a algunos generales estadounidenses o hundir un buque de la fuerza naval de Estados Unidos, dudo que nos parecería una situación ambigua. Por lo menos deberíamos decir que lo que Estados Unidos está haciendo en Ucrania no es no estar en guerra. Si hasta ahora hemos evitado decir que es una guerra, y podemos seguir haciéndolo, solo es porque la definición de esa palabra se ha vuelto poco clara.

Bonnie Kristian (@bonniekristian) es autora del libro de próxima publicación Untrustworthy: The Knowledge Crisis Breaking Our Brains, Polluting Our Politics, and Corrupting Christian Community. Es columnista de Christianity Today e investigadora en el centro de pensamiento sobre política exterior Defense Priorities.

Tras 110 días de guerra está claro que EE.UU. ha sometido a Europa y que Rusia vencerá al régimen de Kiev. ¿Para qué prolonga, entonces, Occidente el sufrimiento de su aliada?

Por Eduardo J. VIOR TELAM

A casi cuatro meses de comenzada la guerra en Ucrania, desde el punto de vista militar es indudable que Rusia vencerá. También parece haber sobrellevado satisfactoriamente la ola de sanciones occidentales contra su economía. EE.UU., por su parte, puso nuevamente a funcionar su complejo industrial militar y sometió a Europa, obligándola a pagar carísimos los alimentos y la energía. Que Rusia prolongue la guerra hasta alcanzar sus objetivos, se entiende. Pero, ¿para qué siguen las potencias occidentales enviando a Ucrania toneladas de armas que no equilibran la superioridad de Rusia en el campo de batalla, multiplican las pérdidas de vidas y la destrucción de la economía del país y escalan el conflicto? ¿Es intención o automatismo?

Este miércoles 15 el jefe del Estado Mayor Conjunto (JEME) de las Fuerzas Armadas estadounidenses, el general Mark Milley, ha calculado las pérdidas del ejército ucraniano. Se cree que éste está perdiendo alrededor de 100 personas al día y que tiene de 100 a 300 heridos. Por su parte, el sábado pasado, por primera vez, Oleksiy Arestovich, el principal asesor de Zelensky, admitió en una entrevista que desde el comienzo de la Operación Militar Especial de Rusia, Ucrania ha perdido unas diez mil personas. Se supone que se refirió sólo a los militares muertos, porque el número de bajas civiles y el de heridos es mucho mayor, como indica el que se esté preparando la movilización de las mujeres.

A principios de esta semana podía dibujarse el siguiente cuadro de la situación militar: las fuerzas aliadas de Rusia y las milicias de las repúblicas secesionistas de Lugansk y Donetsk han recuperado el 97% del territorio de las antiguas provincias del mismo nombre, Rusia recupera posiciones que había perdido hace un mes en la provincia de Járkov y sostiene las posiciones en el sur. Falta poco para que tome la totalidad de los territorios habitados por población rusohablante. En este contexto, no se entiende la utilidad militar de los permanentes bombardeos ucranianos contra la población civil de la ciudad de Donetsk.

 Foto AFP
Foto AFP

Por su parte, el diario británico The Independent, citando un informe de inteligencia, ofreció el sábado 11 un gran análisis sobre el equilibrio de las fuerzas rusas y ucranianas: las tropas ucranianas son 20 veces inferiores a las rusas en artillería, 40 veces en municiones y 12 veces en alcance. Además, la parte ucraniana se ha quedado casi completamente sin cohetes antitanque, aunque sigue teniendo los MLRS Grad y los obuses que alcanzan un máximo de 20-30 km. Del mismo modo, carece de armas para golpear la artillería rusa de largo alcance. Por su descoordinación con otros sistemas de armas, la incorporación creciente de cañones autopropulsados de gran calibre de origen francés y norteamericano aumenta los daños civiles, pero no aumenta la eficacia militar. A su vez, los rusos disponen de numerosos cohetes operativos a muchas decenas e incluso cientos de kilómetros. Se da una situación de «absoluta desigualdad en el campo de batalla, por no hablar del completo dominio de la aviación enemiga en el aire», dice el informe británico. Como consecuencia, entre las tropas ucranianas cunde el desaliento y aumenta la deserción.

Existe además un efecto colateral que se venía advirtiendo desde el inicio: la entrega compulsiva de armamentos está alimentando un mercado negro en el cual se puede adquirir un sistema Javelin estadounidense por unos 30 mil dólares, cuando sólo el misil cuesta 170 mil dólares y el centro de control unos 200 mil más. Organizaciones delictivas de todo tipo están aprovechando la ocasión para conseguir una amplia variedad de armas y se sospecha que no sólo portátiles. Las posibilidades de que sean utilizadas con fines criminales en cualquier parte del mundo son aterradoras, si se piensa que se han entregado misiles anti buques costeros que nadie sabe a dónde terminan.

Ante este panorama, a los líderes occidentales no se les ocurre nada mejor que enviar armas aún más potentes. Así, este martes 14 el subsecretario de Defensa para Asuntos Políticos de EE.UU., Colin Kahl informó que Estados Unidos proporcionará a Ucrania misiles guiados pesados con un alcance de 70 km para su uso con los lanzadores de cohetes múltiples HIMARS. Según Kahl, el sistema de cohetes de artillería de alta movilidad vendrá con cohetes guiados GMLRS. Con este equipo militar no se requiere un consumo masivo de municiones, ya que se trata de un sistema de alta precisión y potencia cuya efectividad es comparable al «efecto de un ataque aéreo». Así Ucrania podría atacar más profundamente el territorio ruso, dañando objetivos civiles, pero serán inútiles para los militares, porque desde hace tiempo las fuerzas aliadas evitan las grandes concentraciones y utilizan pequeñas unidades móviles.

Foto Xinhua
Foto Xinhua

En este contexto no es de extrañar que el profesor de Relaciones Internacionales Andrew Latham, de la Universidad Macalester en Minnesota, haya llegado el martes 7 a la conclusión de que “Ucrania no puede vencer”. El resultado de esta guerra no puede ser una Ucrania independiente. Es obvio que la parte oriental es para Rusia y la occidental quedará bajo la influencia de Polonia.

El profesor Latham califica este escenario como una victoria incondicional del Kremlin, porque una de las principales tareas de la Operación Militar Especial era impedir la expansión de la OTAN y la fragmentación de Ucrania la excluiría de la esfera de influencia de la alianza.

A esta altura de la guerra van quedando claras las respectivas estrategias de la OTAN y de Rusia. Ambas se dividen en dos campos, el económico y el militar. La apuesta de la OTAN fue empujar a la guerra a Moscú utilizando como anzuelo a Ucrania, a quien le dio todas las garantías de que intervendría en su apoyo para derrotar a Rusia.

En el campo militar se planificó inundar el país con armas antitanques y aéreos portátiles de distintos alcances y, dado que ya habían previsto la falta de voluntad de resistencia de la mayoría del pueblo ucraniano, generar un sistema de guerrillas sostenido por la organización atlantista, introduciendo mercenarios bajo la cobertura de ser voluntarios. No existen las resistencias populares que inventó la propaganda occidental. En el Donbass la población recibe como libertadores a los rusos y chechenos, mientras que en las regiones más occidentalizadas se debió prohibir la salida a los hombres en edad de combatir y ahora comienzan a convocar a las mujeres.

En el plano económico la situación no es mejor para la Alianza Atlántica. No ha conseguido el apoyo diplomático esperado, al punto de que Silvio Berlusconi ha dicho públicamente que apenas el 25% del mundo se ha coaligado contra Rusia. Moscú ha compensado rápidamente las sanciones occidentales reorientando sus exportaciones hacia otros mercados. De todos modos, la mitad de los miembros de la UE sigue comprando gas a Rusia y lo paga en rublos. Como no pueden comprar petróleo directamente, hay países europeos que lo adquieren a armadores griegos o a refinerías indias, por supuesto que mucho más caro. Al mismo tiempo, al haber minado Ucrania el acceso a sus puertos sobre el Mar Negro, impide la salida del trigo que Europa necesita. Las distribuidoras de alimentos y de energía están aprovechando la coyuntura para aumentar los precios. En economías sin mecanismos de ajuste, tasas de inflación que rondan el 7% anual hunden a poblaciones enteras que ya vivían al borde de la pobreza. En el hemisferio norte está a punto de comenzar el verano. Habrá que ver de qué manera reaccionan los europeos, cuando al hambre sumen el frío.

Ucrania ya no está de moda, incluso los «socios extranjeros» están cansados de ella. Así lo afirmó Zelensky durante un encuentro con periodistas el pasado martes 7. Este “cansancio” de los líderes occidentales se hizo más que evidente en el choque verbal que el fin de semana pasado tuvo el presidente norteamericano con miembros del gobierno ucraniano. En una escapada de la Cumbre de las Américas Joe Biden concurrió el viernes 10 en Los Angeles a una cena con donantes del Partido Demócrata. Preguntado sobre el desencadenamiento de la guerra, el mandatario contó que el presidente de Ucrania «no quería oír» las advertencias sobre la invasión rusa. Biden dijo que «no había duda» de que Vladimir Putin había estado planeando «entrar», pero Volodymir Zelensky había desoído las advertencias de EE.UU.

 Foto AFP
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Con sumo disgusto reaccionó el portavoz presidencial ucraniano, Serhiy Nykyforov, a las declaraciones de Biden. Según él, su presidente había pedido en repetidas ocasiones a los socios internacionales que impusieran sanciones de forma preventiva, para obligar a Rusia a retirar las tropas estacionadas en la frontera con Ucrania. «Y aquí ya podemos decir que nuestros socios no quisieron escucharnos», dijo.

Las declaraciones del jefe de la Casa Blanca son, por lo menos, ambiguas: ¿quiso decir que ellos sabían que Putin de todos modos invadiría Ucrania y que Zelensky no quiso escucharlos? En ese caso, cabe la pregunta sobre qué le habrían aconsejado: ¿negociar o iniciar a su vez una guerra preventiva? ¿Por qué han seguido sosteniendo al mandatario ucraniano, si es tan negligente y obcecado? Por el contrario, si el presidente quiere decir que Zelensky debió haber negociado para impedir la invasión, ¿por qué no lo han presionado en los cuatro últimos meses para que negocie?

Parece aún faltar mucho para que Rusia y Ucrania negocien. La experiencia y el sentido común indican que quien tiene chance de vencer en una guerra la sigue hasta alcanzar alguno de sus objetivos, pero que, quien sabe que no puede vencer busca un alto el fuego, por lo menos para ganar tiempo. Sin embargo, el liderazgo ucraniano sigue enviando al frente a miles de reclutas inexpertos y, a pesar de las quejas de Kiev por el insuficiente apoyo recibido, la dirigencia occidental le sigue mandando armas, entrena a sus tropas y envía mercenarios.

“La OTAN busca conseguir que Ucrania pague el menor precio posible por la paz cuando se siente en la mesa de negociaciones con Rusia”, ha afirmado este domingo el secretario general del bloque militar, Jens Stoltenberg, de visita en Finlandia. «Nuestro apoyo miliar es un método de reforzar sus posiciones en la mesa de negociaciones cuando se sienten para conseguir un acuerdo de paz, ojalá sea pronto», indicó. No parece una alternativa realista, ya que, mientras Ucrania se niegue a negociar, Rusia seguirá su ofensiva y su contendiente será cada vez más débil. Por lo tanto, tendrá menos poder a la hora de negociar. Stoltenberg da la impresión de no saber a dónde quiere llegar y, entonces, sigue mandando armas de modo automático, para justificar su ceguera.

A esta falta de claridad sobre los objetivos occidentales contribuyen poderosamente también las contradictorias señales que emite el gobierno norteamericano. Mientras que Joe Biden, veterano de la Guerra Fría, insiste en advertir que, si Rusia utiliza armas nucleares tácticas para acabar la guerra en Ucrania, EE.UU. responderá con la misma moneda, miembros del Consejo de Seguridad Nacional declaran oficiosamente a los medios que “tal vez baste con adecuadas respuestas convencionales”. La claridad, consecuencia y coherencia de los mensajes que den los líderes de las principales potencias es una condición indispensable de la paz mundial. Tanto aliados como adversarios necesitan conocer el rumbo de la mayor superpotencia, para poder organizar racionalmente su actuación. La previsibilidad es un ingrediente esencial para el restablecimiento de la paz mundial. En EE.UU., empero, no queda claro quién fija la línea del gobierno ni cuáles son sus objetivos.

La derrota de Ucrania es ineluctable y el envío de armas occidentales sólo prolonga la guerra a costas de más vidas y de una mayor destrucción de la economía ucraniana. Un conflicto así sólo se lo puede resolver dialogando y cediendo lo necesario como para garantizar la seguridad de Rusia y la supervivencia de Ucrania, aunque sea en dimensiones reducidas.

En un momento tan peligroso debería haber en Occidente un liderazgo firme y unificado que dé a Rusia señales claras y la seguridad de que lo que se acuerde será de cumplimiento efectivo, pero no es el caso. La extrema oligarquización del capitalismo norteamericano y la subordinación del Estado a los intereses de unas pocas corporaciones y personas han esmerilado la autoridad presidencial. A esta condición estructural hay que añadir la debilidad física y neurológica del presidente. Así, cada fracción dentro del gobierno y de la alianza sigue su propio juego. Sólo algunos aparatos burocráticos, como el Pentágono, tienen consciencia de los límites impasables. Nadie en Washington o en Bruselas tiene el poder para fijar objetivos claros y consensuados, cada uno atiende su juego y todos lo hacen automáticamente.

Occidente no tiene en la guerra que se libra en Ucrania objetivos alcanzables y se limita a prolongar el conflicto enviando armas con la vana esperanza de mejorar la posición ucraniana en la venidera negociación. El problema es que, mandando equipamiento sin clara orientación política arriesga que los dirigentes de Kiev quieran subir la apuesta jugando a va banque y, atacando a Rusia, provoquen su reacción contra los proveedores de las armas. Mientras los líderes de la OTAN no cesen de mandar armas y no impongan a sus aliados en Kiev que negocien en serio, el riesgo de una extensión y ampliación de la guerra se mantendrá alto. Roguemos para que la razón vuelva a Occidente.

Todos los tratadistas históricos militares han escrito sobre el quiebre, en la II Guerra Mundial que causó la derrota alemana en Stalingrado, quien después de esa derrota ya carecio de la posibilidad de tener la iniciativa y solo se redujo a frenar el avance ruso -fallido- hasta la Caida de Berlin en manos del Ejército Rojo en mayo de 1945. 

Por ello, en estas columnas radiales en el Club de la Pluma, en noviembre del 2016, afirme que la victoria en la Batalla por la Ciudad Siria de Alepo, por parte del Ejército Arabe Sirio apoyado por las fuerzas aeroespaciales rusas y las unidades de hezbolá fue el “stalingrado” de los Yijadistas (los famosos “rebeldes moderados”), apoyados por el Eje: EEUU/UK y varios países de la OTAN, involucrados en darles equipamiento, financiamiento, instrucción e inteligencia a esos grupos de mercenarios terrorista. Nunca mas los terroristas tuvieron la posibilidad de tener la ofensiva o iniciar una ofensiva importante. Debo destacar que muchos comunicadores a partir de está clasificación usaron el término para definir un antes y un después en la Guerra impuesta a Siria.

Ahora estamos ante una situación similar, está semana cayo definitivamente el ultimo reducto que sin ningun posibilidad de escape o de causar daño al estar rodeados y sin posibilidad de recibir ningún tipo de ayuda los efectivos del Ejército Ucraniano y del Batallón Azov (milicias paramilitares neonazis) que fueran incorporadas legalmente por el Régimen de Kiev a la estructuras de sus FFAA. En la Ciudad Portuaria de Mariupol, está derrota en toda la linea -que patéticamente e infantilmente a sido tratada por Kiev -Zelensky- y la prensa occidental de EVACUACIÓN, es una DERROTA en toda la línea, por ello nos atrevemos a afirmar que está batalla final es el “stalingrado” Ucraniano, con está victoria la Federacion Rusia y las dos repúblicas de Donetsk y Lugansk. Ahora controlan todo el litoral del Mar de Azov tiene conexión total terrestre con la península de Crimea ya no depende solo del Puente entre Crimea y Rusia, y además le permitio capturar y poner nuevamente en funcionamiento el gran acueducto que envía agua potable del Río Dniéper y que hasta antes del 2014 había sido la fuente hídrica que transformó a Crimea en una península de gran producción agrícola.

 

Queremos destacar que en este tema de las Operaciones Militares y doctrinas militares, Dossier Geopolitico desarrollo el 14/5/2022 una conferencia dictada por el Coronel Carlos Pissolito que adelantó estos puntos, y se puede ver:  (https://www.youtube.com/watch?v=L2QoACQy3nQ&t=3702s)

Pero además esa DERROTA en Mariupol, libera tropas para operar en el Este, y ya se ciernen sobre una gran masa de tropas del ejército ucraniano, dos alternativas o una retirada o quedar encerrados en una bolsa donde caerían alrededor 16.000 efectivos y correr la misma suerte que los militares y los paramilitares de Mariupol. Y también aquí como en Alepo estamos en presencia de una nueva derrota de la OTAN pues estos cercados de Mariupol contaban con la asistencia y asesoramiento de militares de la OTAN en la batalla.

Un apartado especial le dedicamos en nuestra columna de geopolitica de hoy es a la tan cacareada OTAN y sus extraños apoyos a Ucrania, mientras los miembros de la Unión Europea se deshace en contradicciones de como comprar los productos energéticos faltantes igual que los alimentarios; y pensamos en voz alta, que: fuera de EEUU/UK y Canadá la OTAN hoy, es una armada brancaleonica, sinceramente creemos que las FFAA de Polonia pueden combatir junto a las Alemanas -con sus viejos rencores-; que los Griegos pueden luchar junto a las tropas de Turquía -con quienes todavía tienen el conflicto de Chipre sin resolver- o que las tropas Italianas pueden combatir en conjunto con las tropas balcánicas es mas me animaria a decir de una convivencia complicada entre las FFAA de Francia y el Reino Unido, los demas integrantes su apoyo es mas moral que efectivo desde lo militar. Lo único que sí tenemos seguro es que la guerra de Ucrania ha servido muy directamente a los complejos industriales militares de EEUU, la UK y algún que otro europeo.

Finalmente podemos decir que UCRANIA PERDIÓ LA GUERRA y SOLO LE QUEDA DESANGRARSE en beneficio de los complejos industriales militares 

Y la pregunta final con la que cerramos está columna dominical es qué actitud tomará el mando anglosajón liderado por EEUU y seguido por UK, si seguir interviniendo a cuentagotas como ahora o involucrarse totalmente en el terreno lo que llevaría con total seguridad, que pasemos al estadio de Guerra de Alta Complejidad -Nuclear seguramente-

Todo un dilema para las gerontocracias de USA y de un Boris Jhonson cada día mas cercano a la destitución 

Lic. Carlos Pereyra Mele

Director de Dossier Geopolitico

La mirada perdida y la desazón ante el futuro incierto de los altos oficiales de de la wehrmacht del VI Ejercito Aleman rendidos en Stalingrado 
«Ellos murieron para que alemania viviera«, por lo menos la propaganda nazi no dio la patetica version de evacuacion de Stalingrado como la prensa occidental de Mariupol
Yihadistas se rinden en Alepo Siria La mirada perdida y la desazón ante el futuro incierto
Los del batallón paramilitar neonazi Azov se rinden en Mariupol; Las mismas miradas pérdidas y la desazón ante el futuro incierto

En su intervención ante el Congreso de EEUU, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, realizó una serie de pedidos a los políticos norteamericanos, tales como una zona de exclusión aérea en Ucrania, entre otros. En este sentido, el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, sentenció que Zelenski es un personaje intrascendente.

Puesta en escena del actor Zelenski

Por no pedir, que no sea. En su stand-up ante el Congreso de EEUU, Zelenski sacó la lista de la compra y empezó a pedir: zona de exclusión aérea en Ucrania, o en su defecto, la provisión de sistemas antiaéreos S-300, y también pidió crear una suerte de nueva alianza militar, de la que su país forme parte.Al respecto, Zelenski señaló que las instituciones de seguridad existentes no funcionan en la actualidad, por lo que propuso crear nuevas herramientas que reaccionen rápidamente a los nuevos desafíos. Con lo de ‘instituciones de seguridad existentes, no quedó claro si se refería a la OTAN, a la que en su momento el presidente de Francia, Emmanuel Macron, le diagnosticó muerte cerebral, y de la que el expresidente de EEUU Donald Trump, la sentenció obsoleta.Es raro que Zelenski pida la creación de una nueva instancia militar supranacional, cuando por otro lado, se confiesa consciente de que su país no ingresará a la OTAN para mantener un estatus neutral, tal como lo pide Rusia en uno de sus puntos de las negociaciones que mantienen ambas partes.

La ‘importancia’ de Zelenski

Pereyra Mele incide en que «las declaraciones que haga el señor Zelenski, sinceramente ya carecen de todo tipo de lógica, y que, por supuesto no hay que tomarlas literalmente, sino que es muy posible que sea la repetición de algún tipo de libreto el cual se le ha acercado para que diga».En este sentido, el analista observa que «en la práctica hemos podido observar que Zelenski no tiene el control absoluto de nada. Zelenski está prácticamente abandonado por todos los supuestos aliados que en su momento le dijeron ‘vayan y peleen que nosotros vamos’: el ‘nosotros vamos’ nunca llegó. Es más, le han dicho que no van a ir. Entonces me parece que es una puesta en escena de algo que realmente está fuera de toda lógica y de toda forma de razonamiento».»Evidentemente que no se debe, ni siquiera perder el tiempo en analizar estas cosas, porque sinceramente [Zelenski] es un personaje secundario, y que además no tiene ningún tipo de importancia en este gigantesco conflicto que ocupa a las súper potencias. Venir a proponer nuevos organismos fuera de los que ya están, venir a proponer nuevas fórmulas de cómo se deben enfrentar los peligros… ¿Quiénes van a ser los que van a hacer el listado de países peligrosos y países no peligrosos?», reflexiona el experto.Pereyra Mele incide en que «estamos viviendo un cambio histórico en la humanidad, donde las estructuras de la Segunda Guerra Mundial, empezando por las Naciones Unidas, y siguiendo por organismos financieros como el Fondo Monetario Internacional, están totalmente en tela de juicio, están que tienen que ser reformados o refundarse, etc., y no podemos estar discutiendo supuestas hipótesis que nos plantea este personaje de segundo nivel, intrascendente, y que no tiene siquiera el control absoluto de su región».

«Zelenski tendrá que asumir el rol de derrotado. Esa es la verdad de la situación. Ponerse a discriminar si Zelenski tiene razón, ya a esta altura no tiene ningún sentido esa discusión», sentencia el experto.

«Creo que el Congreso de EEUU, sinceramente, si vamos a hablar en potestad de lo que tenían, ya no es ni la sombra de lo que era: no ejerce prácticamente ningún tipo de influencia directa sobre el presidente o los altos mandos del Ejército norteamericano, por lo tanto, creo que las palabras que se digan en el Congreso [de EEUU], son palabras lanzadas al viento», concluye el analista.