Al optar por Mark Rutte para dirigir la Alianza Atlántica, el bloque occidental confirmó su obediencia a la alianza de la oligarquía financiera mundial con la corporación tecnológica militar
Por Eduardo J. Vior
analista internacional especial para Dossier Geopolitico
El pasado miércoles 26 la reunión de embajadores de los 32 países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) congregada en Bruselas decidió nominar al primer ministro de los Países Bajos, Mark Rutte, como nuevo secretario general de la Organización a partir del próximo 1º de octubre, cuando finalicen los diez años de gestión del noruego Jens Stoltenberg. Durante los 14 años de su desempeño como primer ministro de los Países Bajos Rutte ha aprovechado su estrecha vinculación con la familia real, para reorientar la economía neerlandesa del petróleo hacia las energías renovables y las nuevas tecnologías de la información. Ahora le toca conducir la Alianza Atlántica hacia las guerras tecnológicas del futuro.
Mark Rutte, futuro secretario general de la OTAN
El veterano estadista neerlandés Mark Rutte ascendió el miércoles pasado a secretario general de la OTAN, cargo que asumirá el próximo 1º de octubre, cuando el noruego Jens Stoltenberg finalice sus diez años de desempeño. Así lo determinaron los embajadores de los 32 países miembros reunidos en Bruselas. Rutte será confirmado formalmente como secretario general de la OTAN en la cumbre de julio próximo.
Nacido el 14 de febrero de 1967 en una familia adinerada, su padre había ocupado un alto cargo en la administración colonial en Indonesia, pero regresó a Países Bajos luego de la independencia del país asiático en 1949. En 1992 Mark se graduó en Historia en la Universidad de Leiden y ese mismo año entró a trabajar en la empresa multinacional de capital británico y neerlandés Unilever. Al mismo tiempo se afilió al Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD por su nombre en neerlandés), el que llegó a liderar en 2006.
En 2002 ocupó el cargo de secretario de Estado (viceministro) de Empleo y Asuntos Sociales y en 2004 el de Educación Superior y Ciencia. En 2010 su partido logró la victoria en las parlamentarias y desde entonces hasta ahora ha encabezado cuatro gobiernos consecutivos con distintas coaliciones. Rutte se convirtió así en el primer liberal desde 1918 en el cargo de primer ministro de Países Bajos.
Bajo su liderazgo el país capitalizó la crisis de la deuda europea aplicando una severa política de ajuste, estabilidad monetaria y reducción de las prestaciones sociales y desempeñando un vital rol articulador de las decisiones dentro de la UE. Tras una reforma de la legislación impositiva que hizo del país un virtual paraíso fiscal, la economía neerlandesa se recuperó y creció de forma constante, con importantes reducciones de las tasas de desempleo. Mientras el sur del continente se empobrecía, los Países Bajos participaban de la fiesta financiera atrayendo ahorros e inversiones especulativas.
En 2011 Rutte dijo que los Países Bajos estaban “totalmente comprometidos” con la misión de la OTAN en Libia y, tras el derrocamiento de Muammar Gadaffi, la empresa angloneerlandesa Shell firmó un contrato para la explotación petrolera que, empero, no avanzó por la persistente guerra civil.
En 2014, en tanto, tras el sangriento golpe de Estado en Kiev y el alzamiento de la población rusohablante en Ucrania Oriental, Rutte apoyó al nuevo gobierno golpista. Consecuentemente, tras el derribamiento del avión de Malaysia Airlines Flight 17 sobre el Donetsk, en el que murieron todos sus tripulantes y 287 pasajeros, de los cuales, 68% eran neerlandeses, el gobierno de La Haya acusó al gobierno ruso por el hecho y éste, a su vez, a las milicias neonazis que atacaban Donetsk.
Dos años después, en 2016, Rutte sumó a los Países Bajos a una campaña liderada por EE.UU. de bombardeos contra Siria. Desde 2015 hasta principios de 2018 La Haya destinó, entonces, 70 millones de euros a financiar a al menos a 22 grupos islamistas y a los kurdos que luchaban contra el gobierno de Bashar al Assad. Sólo dejó de hacerlo, cuando la victoria de rusos y sirios sobre el terrorismo islamista lo convenció de la futilidad de su esfuerzo.
Desde febrero del 2022 Rutte es uno de los principales patrocinadores militares de Ucrania y ha tenido un papel clave en la transferencia a ese país y mantenimiento de los aviones de combate F-16. La Haya también proporcionó a Kiev artillería, drones y municiones. Además, en los últimos años los Países Bajos aumentaron el gasto en defensa por encima del 2% del PIB establecido por la OTAN.
En paralelo con la transición hacia las energías “limpias” que Shell comenzó en 2021, el nuevo gobierno de coalición que formó entonces se propuso reducir las emisiones de carbono e invertir en energías renovables. Los Países Bajos aspiran a liderar el desarrollo sostenible fomentando la innovación y las infraestructuras ecológicas. Coherentemente con la agenda “woke” de la política occidental, la coalición gobernante en La Haya apoya también los derechos LGBTQ+, la eutanasia y la despenalización de las drogas.
Sin embargo, el traslado (ordenado por la Justicia británica como resultado del Brexit) de la sede de Shell a Londres dio un duro golpe a la influencia internacional de los Países Bajos. De 2005 a 2022, la empresa tuvo su sede en La Haya, su domicilio social en Londres y contaba con dos tipos de acciones (A y B). En enero de 2022, Shell fusionó las acciones A y B, trasladó su sede a Londres y cambió su nombre legal a Shell plc. Si bien la familia real neerlandesa sigue teniendo una participación determinante en la propiedad del conglomerado, el cambio de sede legal afectó su control sobre la gestión del gigante energético.
La última gran derrota de Rutte se produjo durante su viaje a China a fin de marzo pasado. En ese momento, su ministro de Comercio declaró que defender los intereses de ASML (ASML.AS) era la prioridad número uno del viaje. ASML, el mayor proveedor de equipos para fabricantes de chips informáticos, “es la empresa más importante que tenemos”, dijo Geoffrey van Leeuwen en declaraciones a los medios. Aunque ASML es la mayor empresa de los Países Bajos y la República Popular su segundo mayor mercado después de Taiwán, la empresa se ha enfrentado recientemente a crecientes restricciones a las exportaciones a China por parte de los gobiernos neerlandés y estadounidense, ya que Washington trata de socavar la capacidad de Pekín para fabricar sus propios chips.
Sin embargo, durante la reunión cumbre con Xi Jinping, el pasado 26 de marzo, éste le advirtió que, si los Países Bajos mantienen las sanciones ordenadas por Washington, Beijing va a reorientar sus compras de insumos para la fabricación de semiconductores. La empresa, por su parte, está considerando la posibilidad de mudarse a Vietnam, para eludir las sanciones norteamericanas.
El pilar central del éxito y de la capacidad de Mark Rutte para sobrevivir a las constantes crisis de gabinete es su íntima relación con la pareja real.
En el sistema constitucional de los Países Bajos el monarca tiene una enorme injerencia en el gobierno. El Rey se reúne semanalmente con el Primer Ministro, habla regularmente con los ministros y secretarios de Estado, firma todas las nuevas leyes del Parlamento y los reales decretos y ratifica (como parte del gobierno) los tratados internacionales.
Además de todo ese poder, los Oranje-Nassau son la décima familia neerlandesa más rica, con una fortuna de 1.300 millones de euros. Se desconocen los detalles de sus finanzas, pero se supone que la mayor parte de su patrimonio procede de inversiones en grandes empresas como Shell y KLM. A pesar de esta enorme riqueza personal, la familia percibe sueldos públicos asombrosos. En 2024, el Rey está cobrando del Estado un salario de 1,1 millones de euros. Por ejemplo, el primer ministro Mark Rutte gana 186.414 euros al año, la Reina Máxima, a su vez, recibe 431.000 euros. Además de sus salarios, el presupuesto anual del Rey es de 55 millones de euros. Esto incluye el mantenimiento de los palacios y 245 funcionarios.
También están exentos de los impuestos a la herencia, sobre la renta, de importación y sobre el patrimonio. No obstante, por alguna razón, declaran que pagan impuestos por sus coches. Si el Rey fuera un ciudadano particular, tendría que pagar unos 500.000 euros de impuestos por su salario de 1,1 millones de euros.
La relación de Guillermo y Máxima con Mark Rutte traspasa los límites de las instituciones y la diplomacia. Durante los años de su gobierno la complicidad de ambos con él se ha hecho patente a través de gestos y palabras. Incluso, Rutte y Máxima de Holanda asistieron juntos a la cumbre del G20 celebrada en 2018 en Argentina, dando lugar a malentendidos entre algunos periodistas acreditados que incluso se refirieron a la acompañante de Rutte como “su novia”, sin saber que se trataba de la mismísima Reina de los Países Bajos.
La Reina Máxima, Mark Rutte, Horacio Rodríguez Larreta y su entonces esposa en la gala del Teatro Colón durante la reunión del G20 en Buenos Aires en noviembre de 2018
En 2019 Rutte salió a defender a la Reina ante versiones de que había evadido impuestos, al comprar nuevas propiedades en Argentina, y un año más tarde ocultó al Parlamento la escapada de vacaciones de la familia real a Grecia, cuando toda Europa estaba confinada por la pandemia de COVID19. Además, en su juventud parece haber tenido amoríos con la princesa Mabel, hermana del Rey, a quien conoce desde el tiempo de estudio.
El nombramiento de Mark Rutte como Secretario General de la OTAN es una derrota estrepitosa para Europa.
Bajo su dirección la alianza se va a subordinar aún más acríticamente a la estrategia anglosionista para la fractura y derrota del bloque euroasiático. Junto con las grandes corporaciones de Silicon Valley va a impulsar la robotización y automatización de la guerra, a forzar aún más el aumento de los presupuestos militares de los países miembros y a extender al Ártico y al Antártico la competencia militar entre los bloques.
Con la designación del neerlandés los sectores globalistas procuran también condicionar a priori la estrategia del futuro presidente de Estados Unidos, que, a la luz de los datos actuales, probablemente sea Donald Trump. Este avance de posiciones anticipa un conflicto de poderes que sólo puede revertir en un debilitamiento de la solidaridad política dentro de la Alianza Atlántica.
Al tomar la dirección de la OTAN, los grupos más concentrados de la oligarquía financiera especulativa tecnológica agudizan a la vez el conflicto con Eurasia y la lucha por le hegemonía dentro de Occidente. El preferido de Sus Majestades llega al poder para dar un giro violento de timón y poner la mayor alianza militar de la historia al servicio de los más ricos entre los ricos. ¿Algo puede salir bien?