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Javier Benitez de Sputnik entrevista a Carlos Pereyra Mele

Las sanciones contra Rusia y la ‘barra libre’ que Europa le dio a Ucrania en sus exportaciones a territorio comunitario causan un grave daño de difícil solución a la economía del Viejo Continente. Además, Volodímir Zelenski afirmó que Kiev no prolongará el acuerdo para el tránsito del gas ruso a los países de la UE que vence a finales de 2024.

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El comercio de Rusia sigue creciendo, mientras Europa no tiene salida

Al respecto, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, remarcó que los europeos, al importar gas de otros países, “tendrán que pagar mucho más, haciendo a su industria menos competitiva”. Y precisamente Alemania es un ejemplo paradigmático en esto.

En este contexto, Gazprom aumentó un 37% el suministro de gas a China entre enero y agosto de este 2024, frente al mismo período de 2023, según comunicó el director ejecutivo de la empresa, Alexéi Miller. Asimismo, las partes planean aumentar los volúmenes de entrega del recurso energético.

Mientras, Rusia Pakistán mantienen conversaciones sobre el suministro de gas natural licuado para las necesidades a largo plazo de Islamabad, según declaró a Sputnik la portavoz de la Cancillería paquistaní, Mumtaz Zahra Baloch.

Para el doctor Carlos Pereyra Mele, director de Dossier Geopolítico, estas son todas situaciones que llevan a comprender que lo que está fracasando acá es el plano estratégico.

“En el plano táctico, pueden hacer todo este tipo de acciones, pero en el plano estratégico, los europeos siguen siendo dependientes del gas y el petróleo ruso. Lo estamos viendo a diario. Siguen dependiendo de los minerales estratégicos que vienen de África. Siguen dependiendo del mercado asiático para tratar de vender todo lo que fabrican. En estas tres áreas que hemos nombrado por último, han empezado a tener serias dificultades y todo ello les ha llevado a que no sean competitivos, reduzcan sus producciones, y que todo eso, por supuesto, en el corto plazo se verá reflejado en crisis sociales, políticas y económicas del total de la Unión Europea”, sentencia Pereyra Mele.

El analista concluye que es evidente que la dirigencia europea “no está a la altura de las circunstancias, y que tampoco tienen ningún tipo de solución para los graves problemas que ellos mismos crearon”.

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por Gabriel Merino el autor autoriza la publicación en Dossier Geopolitico de su artículo

…En el conflicto ucraniano, como en toda guerra, hubo una serie de errores de cálculo por parte de los distintos protagonistas. Pero sin dudas, uno de los que más se destaca es el cálculo de que profundizar al máximo posible la guerra económica contra Rusia —iniciada a partir de 2014— iba a desmoronar su economía. Argumentos no faltaban para tal razonamiento….

No sólo debido a que el poder financiero y la primacía del dólar hacen de las sanciones una especie de “arma de destrucción masiva” en poder de EE.UU. y el polo anglo-estadounidense —como pudimos ver en la región en el caso de Venezuela a partir de 2016—, sino por la interdependencia entre Rusia y Europa. Rusia proveyó en 2021 el 41% del gas, el 27% del petróleo y el 47% del carbón que consumió Europa. La dependencia europea —cuya ruptura implicaba enormes costos para Bruselas, que probablemente sí estaban calculados por las corporaciones hidrocarburíferas al otro lado del Atlántico— también significaba una enrome dependencia para Moscú, ¿a quién iría a vender Rusia semejante cantidad de hidrocarburos y, además, quién se iba a animar a comprarlos?

Uno de los posibles compradores sustitutos fue la respuesta casi obvia para los tiempos que corren: China. Digo, para los tiempos que corren porque…

…era completamente improbable pensar que Beijing desafiara de tal manera a Washington hace sólo una década, un suspiro, medido en tiempos históricos…

En el transcurso de 2022, China aumentó el 75% las importaciones de petróleo, gas y carbón de Rusia, y se aceleraron los proyectos de interconexión energética entre Moscú y Beijing, como ya había ocurrido a partir de 2014 cuando estalló el conflicto bélico en Ucrania y se inició una nueva fase en la crisis del orden mundial. Pero a los últimos movimientos para profundizar la asociación político-estratégica euroasiática, se le agrega la profundización del intercambio comercial y financiero en las monedas propias en detrimento del dólar —un movimiento que comenzó en 2014-2015, cuando Moscú y Beijing comienzan a desarrollar sistemas de pago alternativos al SWIFT, el SPFS y el CIPS respectivamente—, para romper ese monopolio dominado por el poder financiero del Norte Global.

Lo que estaba menos claro —sobre todo para visiones ancladas en el pasado o que reproducen la narrativa de la guerra fría protagonizada por EE.UU y la URSS para representar el mundo actual, queriéndolo encerrar en esa vieja bipolaridad tan distinta y distante a la realidad actual— era el papel de India. Esta potencia emergente del sur de Asia, que en breve será el país más poblado del mundo superando a China con 1.400 millones de personas (18% de la población mundial),

…fue en realidad el gran comprador de los hidrocarburos que los rusos dejaron de venderle a Europa. Esto se puede observar claramente en el gráfico de Bloomberg, al igual que el enigmático y creciente destino asiático “desconocido” del petróleo ruso, todo un dato en sí mismo. India, tercer mayor importador de petróleo del mundo, pasó de comprar el 1% del petróleo ruso a casi el 30% y, además, con nada menos que un 30% de descuento en promedio, lo cual le da una gran ventaja competitiva

como también a China, el gran taller industrial de un mundo cada vez más asiático—. Y además, Nueva Delhi compra en monedas distintas al dólar para evitar las sanciones, golpeando así en un aspecto sensible a la primacía del dólar que desde los años setenta del siglo XX se asienta en el petrodólar, es decir, en la comercialización mundial del petróleo en dólares.

India también anunció que le compraría a Rusia el carbón que Europa embargó y que lo haría en yuanes, para sorpresa y disgusto de la gran mayoría de analistas y de Washington que veían en el gigante del Índico un activo completamente alineado en la cruzada antichina. Esto también muestra que la weaponization del dólar por parte de EE.UU. tiene importantes costos al desmoronarse la realidad unipolar, pudiendo transformase en un bumerán y quebrar uno de los principales elementos en el que todavía conserva la primacía el ex hegemón.

A partir de la escalada bélica en territorio ucraniano, expresión regional de un conflicto mundial, también avanzó el desarrollo del Corredor de Transporte Internacional Norte-Sur (conocido como INSTC, por sus siglas en inglés), para unir la ciudad india de Bombay con la ciudad rusa de San Petersburgo. Éste cuenta con otro jugador clave en el tablero euroasiático y uno de los “malos” para el relato occidental: Irán. El Corredor es una gran red de 7.200 kilómetros (4.474 millas) de vías férreas, carreteras y rutas marítimas que conectan Rusia e India a través de Irán, pasando por el Mar Caspio y el Cáucaso. Supone un ahorro de casi dos semanas de tiempo de viaje de la ruta tradicional por el Mar Rojo, el canal de Suez y el Mediterráneo, y es entre 30% y 40% más económica. Pero sobre todo, es más segura para las potencias emergentes ya que, a diferencia de la ruta tradicional,

…no está controlada por bases militares de EEUU y el Reino Unido, la jefatura de la OTAN….

…Y como se sabe, un elemento central del análisis estratégico es el control de rutas comerciales, una clave del poder y de la acumulación del capital a nivel mundial.

Parte de la dinámica multipolar que se quiere resaltar es el acuerdo al que han llegado Irán y Arabia Saudita para restablecer los vínculos diplomáticos y reabrir las respectivas embajadas. Esto podría modificar drásticamente la situación geopolítica y geoestratégica en Oriente Próximo, o Asia Sudoccidental, en favor de la pacificación. Algo que resulta clave es que el mediador fue China, con muy buen vínculo político y como principal socio comercial de ambos países, lo que resulta todo un síntoma de los tiempos de posthegemonía anglo-estadounidense. El creciente acercamiento de Arabia Saudita, que era un aliado clave del polo anglo-estadounidense, a China y a los polos de poder emergentes, o los acuerdos con Rusia en la OPEP+, también son expresiones de un cambio de época. En lo que sería un movimiento de alto impacto, tanto Irán como Arabia Saudita ingresarían próximamente al club de los BRICS, como Argentina, y además Riad podría sumarse a la Organización para la Cooperación de Shanghái liderada por China y Rusia.

Es importante destacar que la posición de India tampoco resulta una sorpresa. Posee con Rusia un vínculo histórico que se remonta a los tiempos de la Unión Soviética, luego de la independencia del imperio británico. La asociación estratégica entre ambas potencias euroasiáticas tiene por los menos seis ejes fundamentales y uno de ellos es el de la Defensa. Rusia posee el segundo complejo industrial militar más importante del mundo y ello se refleja en que es el segundo exportador mundial de armas, con 21% del total mundial entre 2015-2019, por detrás de Estados Unidos con el 36%. Los principales destinos de exportación son India y China, en ese orden. Es decir que Rusia vende armas de primer nivel mundial a las dos grandes potencias emergentes de Asia, cada una con casi el 20% de la población mundial.

A su vez, para India es clave el vínculo con Rusia para contrabalancear a China, con quien posee importantes conflictos limítrofes y tensiones estratégicas, más allá de que Beijing sea el principal socio comercial de Nueva Delhi, algo propio de este mundo de profunda interdependencia, de cooperación, a la vez que enfrentamiento. Rusia es el gran punto de equilibrio entre la India y China. Además, las tres potencias comparten un conjunto de espacios institucionales emergentes que defino como un nuevo multilateralismo multipolar que se solapa y a la vez se contrapone con la institucionalidad del viejo orden globalista unipolar: el ya mencionado BRICS, pero también la estratégica Organización para la Cooperación de Shanghái que se inició en 2001 como germen de nuevas tendencias históricas, a la que ahora también se sumó Irán.

India, por otro lado, forma parte de la iniciativa estratégica denominada QUAD, junto a EE.UU., Japón y Australia, para contener a China en lo que los estadounidenses llaman “la región Indo-Pacífico”. Pero Nueva Delhi se resiste a alinearse contra Rusia. Es decir, en las antinomias atlantistas, India es parte del “mundo libre” pero también de las “autocracias” a las que hay que derrotar como misión histórica. Por eso mismo, las fuerzas globalistas apuntan cada vez con más fuerza al gobierno de Narendra Modi, al que antes veían como un ejemplo de “democracia”, y ahora es visto como otro “autócrata”, algo similar a lo que ocurrió con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan.

En este sentido, más que como concepto para caracterizar un régimen político particular, el concepto de “democracia”

que desde nuestra perspectiva confunde el concepto de república liberal con el de democracia

parecería utilizarse más bien como una vara de alineamiento relativo con las fuerzas dominantes del polo del poder anglo-estadounidense, representado como “Occidente” en términos geopolíticos. El problema es que con la aceleración de la multipolaridad relativa, según esta perspectiva, cada vez quedan menos alineados, digo, menos “demócratas”.

Como reconocen y lamentan Josh Holder, Lauren Leatherby, Anton Troianovski y Weiyi Cai en un artículo publicado en la usina globalista liberal New York Times y reproducido por Clarín (27-02-2023), “Occidente intentó aislar a Rusia, pero no dio resultado”. Un plano en el que se focalizan es el comercial, donde señalan que unos cuantos países han llenado el vacío que dejó “Occidente” al aumentar las exportaciones a Rusia a niveles muy por encima de los anteriores a la guerra. Entre ellos sobresalen los ya mencionados India y China, pero también Turquía, miembro prominente de la OTAN: “A pesar de que Turquía ha vendido armas a Ucrania, el presidente Recep Tayyip Erdogan ha impulsado un mayor flujo de mercancía hacia Rusia, lo que perjudica mucho la serie de sanciones impuestas por Occidente.”. Es decir, un país clave de la OTAN boicotea la guerra económica lanzada por la OTAN para destruir la economía rusa. Esto también resulta clave, porque estos países quebraron otro elemento fundamental de la guerra económica contra Rusia en el marco del conflicto en Ucrania: el bloqueo de insumos, piezas, bienes de capital y bienes intermedios fundamentales para la producción, que hubiera dinamitado la estructura productiva de Rusia.

En América Latina, a pesar de ser el viejo “patio trasero” de EE.UU., la situación también dista de ser de alineamiento con Washington y se impone la situación de multipolaridad —y con ello, la tensión entre conformar un polo propio en el Sur de América y ser otra manifestación del crecientemente insubordinado Sur Global, o aceptar el lugar de periferia subordinada al “hemisferio occidental” en situación de declive relativo. Por un lado, la mayor parte de los países de la región votaron a favor de la resolución de la ONU impulsada por los países de la OTAN que condena la invasión de Rusia a Ucrania, mostrando alineamiento “hemisférico”. El apoyo fue menor cuando se votó la suspensión de Rusia en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, destacándose la posición neutral y por lo tanto no favorable a la resolución por parte de México y Brasil, los dos principales países de la región, aunque sorprendió Argentina en su alineamiento con Washington en esa votación. Pero cuando se quiso involucrar a la región directamente en la guerra, por ejemplo, con la solicitud de envío de armamento a Kiev, claramente hubo un rechazo bastante extendido. Resonaron las respuestas de Brasil y Colombia a favor de la Paz.

Por otro lado, los países de América Latina participan cada vez más de iniciativas del mundo emergente protagonizadas por China junto a otras potencias euroasiáticas como Rusia e India, como la Iniciativa de la Franja y la Ruta, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura o el BRICS con la probable ampliación e incorporación de Argentina y, quizás, también de México, etc. Es destacable la realidad material que sustenta esta dinámica geopolítica y que otorga mayores márgenes de maniobra a los países de la región para intentar romper su lugar tradicional de “patio trasero”; no sólo China es el principal socio comercial e inversor (en términos de flujos) de Suramérica, sino que se observa un creciente papel de los países de Asia como socios comerciales:

en el año 2000, Asia representaba uno de cada diez dólares del comercio de América Latina, en tanto que en 2018, esa cifra alcanzó uno de cada cuatro; y si quitamos a México, de cuyo comercio el 80% es con EE.UU., dicha cifra aumenta considerablemente.

***

La guerra en Ucrania expresión de la transición geopolítica contemporánea que tiene como uno de sus elementos centrales el desplazamiento del centro de poder hacia Asia— ha mostrado asociaciones y alineamientos esperables, y otros no tanto. O por lo menos, que rompen los esquemas dualistas de bloques fijos en pugna, construidos por las usinas del Occidente geopolítico conducido por las fuerzas globalistas, intentando encerrar en ciertas antinomias de guerra fría la compleja realidad de un mundo multipolar, con el fin de presionar a través de alineamientos políticos y estratégicos. Obviamente, resulta necesario aclarar que esta multipolaridad no deja de ser relativa, en tanto que asimétrica. Además, tiene rasgos bipolares por el protagonismo de la tensión entre EEUU y China como principal expresión interestatal del conflicto sistémico entre el viejo polo dominante y los nuevos polos emergentes y, por lo tanto, expresión dominante en el tablero geopolítico mundial que adopta la contradicción principal que atraviesa al sistema mundial en crisis y transformación. También es necesario aclarar otra cuestión clave: dicha multipolaridad es una expresión superficial para referirnos a las tendencias estructurales que hacen a una crisis de hegemonía y captar algunas de sus dinámicas fundamentales. De hecho, puede haber una dinámica multipolar dentro de un ciclo de hegemonía (como durante la hegemonía británica), pero la actual multipolaridad es en esencia una expresión de la crisis de hegemonía y desorden mundial.

Sin compartir necesariamente su perspectiva teórica, resulta interesante traer a colación una idea de Robert Gilpin cuando desarrolla la teoría de la guerra hegemónica, 

Recuperando a Tucídides : “Guerras como esta no son meras contiendas entre Estados rivales, sino hitos políticos que marcan las transiciones de una época histórica hacia la siguiente”.

El mapa del poder mundial ha cambiado estructuralmente y la guerra es expresión de ello. Como se señaló hace más de una década en América Latina en plena oleada nacional-popular, que también fue y es expresión de la crisis de hegemonía, nos encontramos en un cambio de época. Muchas/os se resisten a aceptarlo.

Gabriel Merino

Gabriel Merino

Sociólogo y doctor en Ciencias Sociales. Investigador Adjunto CONICET – Instituto de Investigación en Humanidades y Ciencias Sociales, UNLP. Profesor en UNLP y Universidad Nacional de Mar del Plata. Miembro del Instituto de Relaciones Internacionales y Co-coordinador de «China y el mapa del poder mundial», CLACSO.

Pepe Escobar 18 de febrero The Saker

La conclusión clave de la visita de estado del presidente Ebrahim Raeisi a Beijing va mucho más allá de la firma de 20 acuerdos de cooperación bilateral.

Este es un punto de inflexión crucial en un proceso histórico absorbente, complejo, de décadas de duración y en curso: la integración de Eurasia.

No es de extrañar que el presidente Raeisi, recibido con una ovación de pie en la Universidad de Pekín antes de recibir un título académico honorífico, subrayara que “se está formando un nuevo orden mundial que está reemplazando al anterior”, caracterizado por “un verdadero multilateralismo, máxima sinergia, solidaridad y disociación de los unilateralismos”.

Y el epicentro del nuevo orden mundial, aseveró, es Asia.

Fue bastante alentador ver al presidente iraní elogiando la Antigua Ruta de la Seda, no solo en términos de comercio sino también como un «vínculo cultural» y «conectando a diferentes sociedades a lo largo de la historia».

Raeisi podría haber estado hablando de Sassanid Persia, cuyo imperio se extendía desde Mesopotamia hasta Asia Central, y fue la gran potencia comercial intermediaria de la Ruta de la Seda durante siglos entre China y Europa.

Es como si estuviera corroborando la famosa noción del presidente chino Xi Jinping de “intercambios entre personas” aplicada a las Nuevas Rutas de la Seda.

Y luego, el presidente Raeisi saltó a la conexión histórica ineludible: se dirigió a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), de la cual Irán es un socio clave.

Todo eso explica la reconexión total de Irán con Asia, después de esos años posiblemente desperdiciados de intentar una entente cordiale con el Occidente colectivo. Eso fue simbolizado por el destino del JCPOA, o acuerdo nuclear con Irán: negociado, unilateralmente enterrado y luego, el año pasado, casi condenado por ganancias.

Se puede argumentar que después de la Revolución Islámica hace 44 años, un incipiente “giro hacia el Este” siempre estuvo al acecho detrás de la estrategia oficial del gobierno de “Ni Oriente ni Occidente”.

A partir de la década de 1990, pasó a entrar progresivamente en plena sincronía con la política oficial de «Puertas Abiertas» de China.

Después del comienzo del milenio, Beijing y Teherán han estado cada vez más sincronizados. BRI, el mayor avance geopolítico y geoeconómico, se propuso en 2013 en Asia Central y el Sudeste Asiático.

Luego, en 2016, el presidente Xi visitó Irán, en Asia occidental, lo que condujo a la firma de varios memorandos de entendimiento (MOU) y, recientemente, al amplio acuerdo estratégico integral de 25 años, que consolida a Irán como un actor clave de BRI.

Aceleración de todos los vectores clave

En la práctica, la visita de Raeisi a Beijing se enmarcó para acelerar todo tipo de vectores en la cooperación económica entre Irán y China, desde inversiones cruciales en el sector energético (petróleo, gas, industria petroquímica, oleoductos) hasta la banca, con Beijing comprometida con el avance de las reformas de modernización en El sector bancario de Irán y los bancos chinos abren sucursales en todo Irán.

Las empresas chinas pueden estar a punto de ingresar a los mercados inmobiliarios privados y comerciales emergentes de Irán, y estarán invirtiendo en tecnología avanzada, robótica e inteligencia artificial en todo el espectro industrial.

Las estrategias sofisticadas para eludir las duras sanciones unilaterales de EE. UU. serán un enfoque importante en cada paso del camino en las relaciones entre Irán y China. El trueque es ciertamente parte de la imagen cuando se trata de intercambiar contratos de petróleo/gas iraníes por acuerdos industriales y de infraestructura chinos.

Es muy posible que el fondo de riqueza soberana de Irán, el Fondo Nacional de Desarrollo de Irán, con participaciones estimadas en $ 90 mil millones, pueda financiar proyectos industriales y de infraestructura estratégicos.

Otros socios financieros internacionales pueden venir en la forma del Banco Asiático de Desarrollo de Infraestructura (AIIB) y el NDB, el banco BRICS, tan pronto como Irán sea aceptado como miembro de BRICS+: eso puede decidirse el próximo agosto en la cumbre en el Sur. África.

El meollo de la cuestión de la asociación estratégica es la energía. La Corporación Nacional de Petróleo de China (CNPC) se retiró de un acuerdo para desarrollar la Fase 11 del campo de gas South Pars de Irán, adyacente a la sección de Qatar.

Sin embargo, CNPC siempre puede volver para otros proyectos. La fase 11 está siendo desarrollada actualmente por la empresa energética iraní Petropars.

Las ofertas de energía (petróleo, gas, industria petroquímica, energías renovables) crecerán en lo que denominé PipelineIstán a principios de la década de 2000.

Las empresas chinas sin duda formarán parte de los nuevos oleoductos y gasoductos que se conectarán a las redes de oleoductos iraníes existentes y configurarán nuevos corredores de oleoductos.

PipelineEstán ya establecido incluye el oleoducto Asia Central-China, que se conecta a la red de oleoductos Oeste-Este de China, a casi 7.000 km desde Turkmenistán hasta la costa este de China; y el oleoducto Tabriz-Ankara (2.577 km, desde el noroeste de Irán hasta la capital turca).

Luego está una de las grandes sagas de Pipelineistan: el gasoducto IP (Irán-Pakistán), antes conocido como Peace Pipeline, desde South Pars hasta Karachi.

Los estadounidenses hicieron todo en el libro, y fuera de los libros, para detenerlo, retrasarlo o incluso matarlo. Pero IP se negó a morir; y la asociación estratégica China-Irán finalmente podría hacerlo realidad.

Una nueva arquitectura geoestratégica

Podría decirse que el nodo central de la asociación estratégica China-Irán es la configuración de una arquitectura económica geoestratégica compleja: conectar el Corredor Económico China-Pakistán (CPEC), el buque insignia de BRI, a un corredor de dos puntas centrado en Irán.

Esto tomará la forma de un corredor China-Afganistán-Irán y un corredor China-Asia Central-Irán, formando así lo que podemos llamar un corredor económico geoestratégico China-Irán.

Beijing y Teherán, ahora a toda marcha y sin tiempo que perder, pueden enfrentar todo tipo de desafíos y amenazas del Hegemón; pero su acuerdo estratégico de 25 años honra a civilizaciones comerciales/comerciantes históricamente poderosas ahora equipadas con bases industriales/fabricantes sustanciales y con una tradición seria en innovación científica avanzada.

La seria posibilidad de que China-Irán finalmente configuren lo que será un espacio económico estratégico completamente nuevo y ampliado, desde el este de Asia hasta el oeste de Asia, central para la multipolaridad del siglo XXI, es un tour de force geopolítico.

No solo eso anulará por completo la obsesión por las sanciones de Estados Unidos; dirigirá las próximas etapas de Irán del muy necesario desarrollo económico hacia el Este, e impulsará todo el espacio geoeconómico desde China hasta Irán y todos los demás.

Todo este proceso, que ya está ocurriendo, es en muchos aspectos una consecuencia directa de la guerra de poder del Imperio “hasta el último ucraniano” contra Rusia.

Ucrania como carne de cañón tiene sus raíces en la teoría del corazón de Mackinder: el control mundial pertenece a la nación que controla la masa terrestre de Eurasia.

Esto fue después de la Primera Guerra Mundial, donde Alemania noqueó a Rusia creó el temor entre los anglosajones de que si Alemania noqueaba a Francia, controlaría la masa terrestre de Eurasia.

La Segunda Guerra Mundial se concibió contra Alemania y Japón formando un eje para controlar Europa, Rusia y China.

La actual Tercera Guerra Mundial potencial fue concebida por Hegemon para romper una alianza amistosa entre Alemania, Rusia y China, con Irán como un socio privilegiado de Asia Occidental.

Todo lo que estamos presenciando en esta etapa explica a los EE. UU. tratando de romper la integración de Eurasia.

Así que no es de extrañar que las tres principales «amenazas» existenciales para la oligarquía estadounidense que dicta el «orden internacional basado en reglas» sean Los Tres Soberanos: China, Rusia e Irán.

¿Eso importa? No precisamente. Acabamos de ver que mientras los perros (de la guerra) ladran, la caravana estratégica Irán-China avanza.

La UE ha armado el suministro de energía europea en nombre de una raqueta financiera, en contra de los intereses de la industria y los consumidores europeos. Por Pepe escobar

Cuando el fanático verde Robert Habeck, haciéndose pasar por el ministro de Economía de Alemania, dijo a principios de esta semana que “deberíamos esperar lo peor” en términos de seguridad energética, se olvidó convenientemente de explicar cómo toda la farsa es una crisis Made in Germany cum Made in Bruselas.

Parpadeos de inteligencia al menos todavía brillan en raras latitudes occidentales, como el analista estratégico indispensable William Engdahl, autor de Un siglo de petróleo, publicó un resumen agudo y conciso  que revela los esqueletos en el armario del glamour.

Todos los que tenían un cerebro siguiendo las espantosas maquinaciones de los eurócratas en Bruselas conocían la trama principal, pero casi nadie entre los ciudadanos promedio de la UE. Habeck, el canciller “Liver Sausage” Scholz, el vicepresidente de energía verde de la Comisión Europea (CE), Timmermans, la dominatriz de la CE, Ursula von der Leyen, todos están involucrados.

En pocas palabras: como lo describe Engdahl, se trata del “plan de la UE para desindustrializar una de las concentraciones industriales con mayor eficiencia energética del planeta”.

Esa es una traducción práctica de la Agenda Verde 2030 de la ONU, que se metastatizó en el Gran Reinicio del criptovillano de Bond, Klaus Schwab, ahora rebautizado como «Gran Narrativa».

Toda la estafa comenzó a principios de la década de 2000: lo recuerdo vívidamente, ya que Bruselas solía ser mi base europea en los primeros años de la «guerra contra el terrorismo».

En ese momento, la comidilla de la ciudad era la “política energética europea”. El sucio secreto de tal política es que la CE, «asesorada» por JP Morgan Chase, así como por los megafondos de cobertura especulativos habituales, se dedicó a lo que Engdahl describe como «una desregulación completa del mercado europeo de gas natural».

Eso fue vendido a Lugenpresse («medios mentirosos») como «liberalización». En la práctica, eso es un capitalismo de casino salvaje y no regulado, con el mercado “libre” fijando los precios mientras se deshace de los contratos a largo plazo , como los alcanzados con Gazprom.

Cómo descarbonizar y desestabilizar

El proceso se aceleró en 2016, cuando el último suspiro de la administración Obama alentó la exportación masiva de GNL de la enorme producción de gas de esquisto de EE. UU.

Para eso se necesita construir terminales de GNL. Cada terminal tarda hasta 5 años en construirse. Dentro de la UE, Polonia y Holanda lo hicieron desde el principio.

Por mucho que Wall Street en el pasado inventó un mercado especulativo de «petróleo de papel», esta vez optó por un mercado especulativo de «gas de papel».

Engdahl detalla cómo «la Comisión de la UE y su agenda Green Deal para ‘descarbonizar’ la economía para 2050, eliminando los combustibles de petróleo, gas y carbón, proporcionaron la trampa ideal que ha llevado al aumento explosivo de los precios del gas en la UE desde 2021».

La creación de este control de mercado “único” implicó forzar cambios de reglas ilegales en Gazprom. En la práctica, Big Finance y Big Energy, que controlan totalmente todo lo que pasa por «política de la UE» en Bruselas, inventaron un nuevo sistema de precios paralelo a los precios estables a largo plazo del gas de gasoducto ruso.

Para 2019, una avalancha de «directivas» de energía Eurocrat por parte de la CE, lo único que hace esta gente, había establecido un comercio de mercado de gas totalmente desregulado, fijando los precios del gas natural en la UE incluso cuando Gazprom seguía siendo el mayor proveedor.

A medida que comenzaron a aparecer muchos centros comerciales virtuales en contratos de futuros de gas en toda la UE, ingrese al TTF holandés (Title Transfer Facility) . Para 2020, el TTF se estableció como el verdadero punto de referencia del gas en la UE.

Como señala Engdahl, “TTF es una plataforma virtual de transacciones en contratos de futuros de gas entre bancos y otros inversores financieros. Fuera, por supuesto, de cualquier intercambio regulado.

Por lo tanto, los precios del GNL pronto comenzaron a ser establecidos por las operaciones de futuros en el centro TTF, que casualmente es propiedad del gobierno holandés: «el mismo gobierno que destruye sus granjas por un reclamo fraudulento de contaminación por nitrógeno».

Por cualquier medio necesario, Big Finance tuvo que deshacerse de Gazprom como una fuente confiable para permitir que los poderosos intereses financieros detrás del fraude del Green Deal dominaran el mercado de GNL.

Engdahl evoca un caso que muy pocos conocen en toda Europa: “El 12 de mayo de 2022, aunque las entregas de Gazprom al gasoducto Soyuz a través de Ucrania fueron ininterrumpidas durante casi tres meses de conflicto, a pesar de las operaciones militares de Rusia en Ucrania, el régimen de Zelensky controlado por la OTAN en Kiev cerró un importante gasoducto ruso a través de Lugansk, que llevaba gas ruso tanto a Ucrania como a los estados de la UE, declarando que permanecería cerrado hasta que Kiev obtuviera el control total de su sistema de gasoductos que atraviesa las dos repúblicas de Donbass. Esa sección de la línea Soyuz de Ucrania cortó un tercio del gas a través de Soyuz a la UE. Ciertamente no ayudó a la economía de la UE en un momento en que Kiev estaba pidiendo más armas de esos mismos países de la OTAN. Soyuz abrió en 1980 bajo la Unión Soviética trayendo gas del campo de gas de Orenburg”.

Hybrid War, el capítulo energético

En la interminable telenovela que involucra a la turbina Nord Stream 1, el hecho crucial es que Canadá se negó deliberadamente a entregar la turbina reparada a Gazprom, su propietario, sino que la envió a Siemens Alemania, donde se encuentra ahora. Siemens Alemania está esencialmente bajo control estadounidense. Tanto el gobierno alemán como el canadiense se niegan a otorgar una exención de sanción legalmente vinculante para la transferencia a Rusia.

Esa fue la gota que colmó el vaso (de Gazprom). Gazprom y el Kremlin concluyeron que si el sabotaje era el nombre del juego, no les importaba menos si Alemania recibía gas cero a través del Nord Stream 1 (con el nuevo Nord Stream 2, listo para funcionar, bloqueado por razones estrictamente políticas).

El portavoz del Kremlin, Dmity Peskov, se esforzó por enfatizar que «surgieron problemas en las entregas [de gas] debido a las sanciones que los países occidentales han impuesto a nuestro país y a varias empresas (…) No hay otras razones detrás de los problemas de suministro».

Peskov tuvo que recordar a cualquier persona con cerebro que no es culpa de Gazprom si «los europeos (…) toman la decisión de negarse a reparar su equipo» a lo que están obligados por contrato. El hecho es que toda la operación de Nord Stream 1 depende de «una pieza de equipo que necesita un mantenimiento serio».

El viceprimer ministro Alexander Novak, que sabe una o dos cosas sobre el negocio de la energía, aclaró los tecnicismos:

“Todo el problema radica precisamente del lado [de la UE], porque se han violado por completo todas las condiciones del contrato de reparación, junto con los términos de envío del equipo”.

Todo eso se inscribe en lo que el vicecanciller Sergey Ryabkov describe como “una guerra total declarada contra nosotros”, que “se está librando en formas híbridas, en todas las áreas”, con “el grado de animosidad de nuestros oponentes, de nuestros enemigos”. siendo “enorme, extraordinario”.

Así que nada de esto tiene nada que ver con la “energía armamentística de Putin”. Fueron Berlín y Bruselas, meros mensajeros de las grandes finanzas, las que armaron el suministro de energía europea en nombre de una raqueta financiera y en contra de los intereses de la industria y los consumidores europeos.

Cuidado con el trío tóxico

Engdahl ha resumido cómo, “al sancionar o cerrar sistemáticamente las entregas de gas desde gasoductos de largo plazo y bajo costo a la UE, los especuladores de gas a través de la TTP holandesa han podido aprovechar todos los contratiempos o choques energéticos del mundo, ya sea una sequía récord en China o el conflicto en Ucrania, hasta las restricciones a la exportación en los EE. UU., para ofertar los precios mayoristas del gas de la UE a través de todos los límites”.

Traducción: capitalismo de casino en su máxima expresión.

Y se pone peor, cuando se trata de electricidad. Hay una llamada Reforma del Mercado Eléctrico de la UE en progreso. Según él, los productores de electricidad, solar o eólica, reciben automáticamente «el mismo precio por su electricidad ‘renovable’ que venden a las compañías eléctricas para la red como el costo más alto, es decir, gas natural». No es de extrañar que el coste de la electricidad en Alemania para 2022 haya aumentado un 860 %, y siga aumentando.

Baerbock repite incesantemente que la independencia energética alemana no se puede asegurar hasta que el país se “libere de los combustibles fósiles”.

Según el fanatismo verde, para construir la Agenda Verde es imperativo eliminar por completo el gas, el petróleo y la energía nuclear, que resultan ser las únicas fuentes de energía fiables tal como están.

Y es aquí donde vemos al trío tóxico Habeck/Baerbock/von der Leyen listo para su primer plano. Se hacen pasar por salvadores de Europa predicando que la única salida es invertir fortunas en energía eólica y solar, poco confiable: la «respuesta» de Providence a una debacle en el precio del gas fabricada nada menos que por las grandes finanzas, el fanatismo verde y el «liderazgo» eurócrata. ”.

Ahora dígale eso a los hogares paneuropeos en apuros cuyas facturas aumentarán a la friolera de $ 2 billones colectivos cuando el General Winter llame a la puerta.

FUENTE:  Fundación Cultura Estratégica 

Entrevista al Director de Dossier Geopolitico DG: Carlos Pereyra Mele de Javier Benitez Sputnik

Parálisis económica de EEUU que entra en recesión. Algo que no sorprende, señala el director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele. Sin embargo, el experto matiza que esta situación sí es sorprendente para la mayoría de las poblaciones del mundo en las que sigue la ficción o la mitología de que EEUU sigue siendo la primera potencia del mundo.

EEUU: más mito, que realidad

Pereyra Mele incide en que «cuando se escuchan los comentarios sobre la entrada en recesión de EEUU, ‘tiembla el mundo’, diciendo: ‘si esto le pasa a EEUU, qué nos va a pasar a nosotros. El único problema, es que ‘los nosotros’ son básicamente el Occidente, donde EEUU tiene una importante influencia, en algunos casos económica, en algunos casos militar, en otro caso cultural».

Esta situación, según el analista, «traslada a todo el sistema o andamiaje que ha armado EEUU desde los ’90 [década de 1990] para acá, que se ha ido reduciendo ampliamente esa idea de conquista absoluta del mundo. Que en 30 años se ha reducido prácticamente a lo que es hoy la ‘comunidad internacional’ que ellos llaman, que son alrededor de 35-40 países, para ser generosos. Reconozcamos que algunos países que participan de ese grupo prácticamente no pueden tener esa condición: Malta, o Luxemburgo, etc».

Pero más allá de todo eso, de acuerdo a Pereyra Mele, «lo importante es que este ‘parate’ de la economía norteamericana [que por supuesto no es reconocido por el Gobierno de Joe Biden, que entra en el cono de sombra profundo], además de una profunda inflación [recesión-inflación: algo espantoso para cualquier modelo económico liberal], entra realmente en una crisis mucho más profunda que va a verse, con total seguridad, reflejada en los votos».

«No nos olvidemos que faltan tres meses para las elecciones de medio mandato en noviembre de este año para la actual Administración. Y si los números empiezan a ser negativos por todos lados, eso evidentemente que se va a ver reflejado en un incremento en la quita de apoyo a este Gobierno, que ya es altísima», estima el experto.

¿Guerra civil a la vista?

El analista advierte que el propio partido del presidente de EEUU, el Demócrata, incide en que Biden no se presente a la reelección, y que por el contrario, se limite a un solo mandato, lo cual ya demuestra que esta crisis va en crecimiento.

«Más allá de todos los demás conflictos internos que tiene EEUU, que se están acelerando, que se están profundizando, y que, como dicen algunas encuestas de EEUU, el 50% de la población norteamericana augura una guerra civil para los próximos años. No lo digo yo, hay encuestas serias realizadas en EEUU que da esa sensación en su propia población», señala el analista.

«Imaginémonos que la principal potencia del mundo, nuclear además, entra en un conflicto interno. Sería realmente algo increíble, y de una peligrosidad nunca antes vista», alerta Carlos Pereyra Mele.

Las mega organizaciones euroasiáticas y sus respectivos proyectos ahora están convergiendo a una velocidad récord, con un polo global muy por delante del otro.

La  Guerra de los Corredores Económicos  ahora está avanzando a toda velocidad, con el primer flujo de carga de mercancías que cambia el juego desde Rusia a la India a través del Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC)  ya en vigor .

Muy pocos, tanto en el este como en el oeste, son conscientes de cómo esto se ha estado gestando durante mucho tiempo: el acuerdo Rusia-Irán-India para implementar una ruta comercial euroasiática más corta y económica a través del Mar Caspio (en comparación con el Canal de Suez) , se firmó por primera vez en 2000, en la era anterior al 11 de septiembre.

El INSTC en modo operativo completo señala un poderoso sello distintivo de la integración euroasiática, junto con la Iniciativa Belt and Road (BRI), la Organización de Cooperación de Shanghai (SCO), la Unión Económica Euroasiática (EAEU) y, por último, pero no menos importante, lo que describí como “ Oleoductoistan ” hace dos décadas.

Caspio es clave

Veamos por primera vez cómo interactúan estos vectores.

La génesis de la aceleración actual se encuentra en la reciente visita del presidente ruso, Vladimir Putin, a Ashgabat, la capital de Turkmenistán, para la VI  Cumbre del Caspio. Este evento no solo llevó la asociación estratégica Rusia-Irán en evolución a un nivel más profundo, sino que, de manera crucial, los cinco estados ribereños del Mar Caspio acordaron que  no  se permitirán buques de guerra o bases de la OTAN en el sitio.

Eso esencialmente configura el Caspio como un lago ruso virtual y, en un sentido menor, iraní, sin comprometer los intereses de los tres «stans», Azerbaiyán, Kazajstán y Turkmenistán. A todos los efectos prácticos, Moscú ha reforzado un poco su control sobre Asia Central.

Como el Mar Caspio está conectado con el Mar Negro por canales construidos por la antigua URSS frente al Volga, Moscú siempre puede contar con una armada de reserva de pequeñas embarcaciones, invariablemente equipadas con poderosos misiles, que pueden ser transferidas al Mar Negro en poco tiempo. si es necesario.

Los vínculos comerciales y financieros más fuertes con Irán ahora avanzan en conjunto con la unión de los tres «stans» a la matriz rusa. La república rica en gas de Turkmenistán, por su parte, ha sido históricamente idiosincrásica, además de destinar la mayor parte de sus exportaciones a China.

Bajo un nuevo líder posiblemente más pragmático, el presidente Serdar Berdimuhamedow, Ashgabat eventualmente puede optar por convertirse en miembro de la SCO y/o la EAEU.

El estado del litoral del Caspio, Azerbaiyán, por otro lado, presenta un caso complejo: un productor de petróleo y gas en la mira de la Unión Europea (UE) para convertirse en un proveedor de energía alternativa para Rusia, aunque esto no sucederá en el corto plazo.

La conexión de Asia Occidental

La política exterior de Irán bajo el presidente Ebrahim Raisi está claramente en una trayectoria euroasiática y del sur global. Teherán se incorporará formalmente a la OCS como miembro de pleno derecho en la próxima cumbre en Samarcanda en septiembre, mientras que presentó su solicitud formal para unirse a los  BRICS  .

Purnima Anand, directora del Foro Internacional BRICS, ha  declarado  que Turquía, Arabia Saudita y Egipto también están muy interesados ​​en unirse a BRICS. Si eso sucediera, para 2024 podríamos estar en camino a un poderoso centro de Asia occidental y el norte de África firmemente instalado dentro de una de las instituciones clave del mundo multipolar.

Mientras  Putin se dirige a Teherán la  próxima semana para conversaciones trilaterales entre Rusia, Irán y Turquía, aparentemente sobre Siria, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, seguramente mencionará el tema de los BRICS.

Teherán está operando en dos vectores paralelos. En caso de que se reviva el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés), una posibilidad bastante remota tal como está, considerando los últimos  chanchullos  en Viena y Doha, eso representaría una victoria táctica. Sin embargo, moverse hacia Eurasia está en un  nivel estratégico completamente nuevo  .

En el marco del INSTC, Irán hará el máximo uso del puerto geoestratégicamente crucial de Bandar Abbas, a caballo entre el Golfo Pérsico y el Golfo de Omán, en la encrucijada de Asia, África y el subcontinente indio.

Sin embargo, por mucho que se presente como una gran victoria diplomática, está claro que Teherán no podrá hacer un uso completo de la membresía BRICS si las sanciones occidentales, especialmente las estadounidenses, no se levantan por completo.

Los oleoductos y los “stans”

Se puede hacer un argumento convincente de que Rusia y China podrían eventualmente llenar el vacío tecnológico occidental en el proceso de desarrollo iraní. Pero hay mucho más que plataformas como INSTC, EAEU e incluso BRICS pueden lograr.

A lo largo de “Pipelineistan”, la Guerra de los Corredores Económicos se vuelve aún más compleja. La propaganda occidental simplemente no puede admitir que Azerbaiyán, Argelia, Libia, los aliados de Rusia en la OPEP e incluso Kazajstán no están exactamente interesados ​​en aumentar su producción de petróleo para ayudar a  Europa.

Kazajstán es un caso complicado: es el mayor productor de petróleo de Asia Central y está destinado a ser un importante proveedor de gas natural, justo después de Rusia y Turkmenistán. Más de 250 campos de petróleo y gas son operados en Kazajstán por 104 empresas, incluidos gigantes energéticos occidentales como Chevron, Total, ExxonMobil y Royal Dutch Shell.

Mientras que las exportaciones de petróleo, gas natural y productos derivados del petróleo comprenden el 57 por ciento de las exportaciones de Kazajstán, el gas natural es responsable del 85 por ciento del presupuesto de Turkmenistán (con el 80 por ciento de las exportaciones comprometidas con China). Curiosamente, Galkynysh es el segundo campo de gas más grande del planeta.

Comparado con los otros “stans”, Azerbaiyán es un productor relativamente menor (a pesar de que el petróleo representa el 86 por ciento de sus exportaciones totales) y básicamente una nación de tránsito. Las aspiraciones de súper riqueza de Bakú se centran en el Corredor de Gas del Sur, que incluye nada menos que tres gasoductos: Bakú-Tbilisi-Erzurum (BTE); el gasoducto trans anatolio de gas natural impulsado por Turquía (TANAP); y el Transadriático (TAP).

El problema con este festival de siglas (BTE, TANAP, TAP) es que todos necesitan una inversión extranjera masiva para aumentar la capacidad, de la que la UE carece lamentablemente porque cada euro está comprometido por eurócratas de Bruselas no elegidos para «apoyar» el agujero negro que es Ucrania. . Los mismos problemas financieros se aplican a un posible Oleoducto Trans-Caspio que vincularía aún más tanto a TANAP como a TAP.

En la Guerra de los Corredores Económicos – el capítulo “Pipelineistan” – un aspecto crucial es que la mayoría de las exportaciones de petróleo kazajo a la UE pasan por Rusia, a través del Caspian Pipeline Consortium (CPC). Como alternativa, los europeos están pensando en una ruta de transporte internacional transcarpiana todavía confusa, también conocida como el Corredor Medio (Kazajstán-Turkmenistán-Azerbaiyán-Georgia-Turquía). Lo discutieron activamente en Bruselas el mes pasado.

La conclusión es que Rusia mantiene el control total del tablero de ajedrez del oleoducto de Eurasia (y ni siquiera estamos hablando de los oleoductos Power of Siberia 1 y 2 operados por Gazprom que conducen a China).

Los ejecutivos de Gazprom saben muy bien que un rápido aumento de las exportaciones de energía a la UE está fuera de discusión. También tienen en cuenta la Convención de Teherán, que ayuda a prevenir y controlar la contaminación y mantener la integridad ambiental del Mar Caspio, firmada por los cinco miembros del litoral.

Rompiendo BRI en Rusia

China, por su parte, confía en que una de sus principales pesadillas estratégicas eventualmente desaparezca. El notorio “ escape de Malaca ” se materializará, en cooperación con Rusia, a través de la Ruta del Mar del Norte, que acortará el corredor comercial y de conectividad desde el este de Asia hasta el norte de Europa de 11.200 millas náuticas a solo 6.500 millas náuticas. Llámalo el gemelo polar del INSTC.

Esto también explica por qué Rusia ha estado ocupada construyendo una gran variedad de rompehielos de última generación.

Entonces, aquí tenemos una interconexión de New Silk Roads (el INSTC procede en paralelo con BRI y EAEU), Pipelineistán y la Ruta del Mar del Norte en el camino para cambiar completamente la dominación comercial occidental.

Por supuesto, los chinos lo tenían planeado desde hace bastante tiempo. El primer Libro Blanco sobre la política ártica de China, en enero de 2018, ya mostraba cómo Pekín pretende, “junto con otros estados” (es decir, Rusia), implementar rutas comerciales marítimas en el Ártico en el marco de la Ruta de la Seda Polar.

Y como un reloj, Putin posteriormente confirmó que la Ruta del Mar del Norte debería interactuar y complementar la Ruta de la Seda Marítima de China.

La cooperación económica entre Rusia y China está evolucionando en tantos niveles complejos y convergentes que simplemente hacer un seguimiento de todo es una experiencia vertiginosa.

Un análisis más detallado revelará algunos de los puntos más finos, por ejemplo, cómo interactúan BRI y SCO, y cómo los proyectos BRI tendrán que adaptarse a las consecuencias embriagadoras de la Operación Z de Moscú en Ucrania, con más énfasis en el desarrollo de Asia Central y Occidental. pasillos

Siempre es crucial considerar que uno de los objetivos estratégicos clave de Washington en la implacable guerra híbrida contra Rusia siempre fue romper los corredores BRI que atraviesan el territorio ruso.

Tal como está, es importante darse cuenta de que docenas de proyectos BRI en la industria y la inversión y la cooperación interregional transfronteriza terminarán consolidando el concepto ruso de la Asociación de la Gran Eurasia, que esencialmente gira en torno al establecimiento de una cooperación multilateral con una amplia gama de naciones pertenecientes a organizaciones como EAEU, SCO, BRICS y ASEAN.

Bienvenido al nuevo mantra euroasiático: hacer corredores económicos, no guerras.

Serguei Lavrov suele comparar a Occidente con una fiera herida. Y estima que es mejor ‎no provocarlo para evitar que destroce todo en un ataque de locura. Es mejor ‎guiarlo en paz hacia el cementerio. Pero Occidente no lo ve de la misma manera. ‎Washington y Londres están embarcados en una cruzada contra Moscú y Pekín. ‎Rugen constantemente y parecen dispuestos a todo. Pero, ¿qué pueden hacer ‎en realidad?‎

Biden-Johnson G7

La cumbre del G7 en Baviera y la de la OTAN en Madrid iban a anunciar el castigo de Occidente ‎contra el Kremlin por su «operación militar especial en Ucrania». Pero, aunque la imagen que ‎se ha resaltado ha sido la de una unidad entre las potencias occidentales, la realidad muestra ‎que esas potencias están desconectadas… de las realidades, que han perdido audiencia en el mundo entero y que, ‎en definitiva, están ante el fin de su hegemonía. ‎

Mientras los occidentales se convencen a sí mismos de que lo que está en juego es Ucrania, ‎el mundo los ve atrapados en la «trampa de Tucídides» 1. ‎‎¿Seguirán las relaciones internacionales organizándose alrededor de ellos o acabarán siendo ‎finalmente multipolares? ¿Se liberarán los pueblos hasta ahora sometidos y alcanzarán la ‎soberanía? ¿Será posible pensar de una manera que no sea en términos de dominación global y ‎dedicarnos todos al desarrollo de todos?‎

Los occidentales han imaginado, alrededor de la «operación militar especial» rusa en Ucrania, ‎una narrativa que no menciona lo que ellos mismos han hecho desde la disolución de la Unión ‎Soviética. Prefieren olvidar que sus países firmaron la Carta de Seguridad Europea –también ‎conocida como la Declaración de Estambul de la OSCE. Prefieren olvidar también que ‎ellos mismos violaron lo estipulado en ese documento metiendo uno a uno en la OTAN a todos ‎los ex miembros del Pacto de Varsovia y a varios de los nuevos Estados postsoviéticos. Tampoco quieren recordar que ellos mismos derrocaron el gobierno ucraniano en 2004, ni el golpe ‎de Estado mediante el cual instauraron en Kiev un régimen de nacionalistas banderistas, ‎en 2014. Sin hablar de todo ese pasado, atribuyen todos los males a Rusia y se niegan a ‎cuestionar lo que ellos mismos hicieron anteriormente, consideran que sólo “aprovecharon” ‎ciertas coyunturas y estiman que sus victorias pasadas les confieren derechos. ‎

Para sostener esa narrativa imaginaria, los occidentales recurren a la censura de los ‎medios rusos en sus propios países. En otras palabras, los occidentales se venden como «demócratas»… pero ‎más vale censurar las voces discordantes que tener que mentir. ‎

Todas las potencias occidentales abordan, unánimemente, el conflicto ucraniano convenciéndose ‎a sí mismas de que tienen el deber de juzgar, condenar y sancionar a Rusia. Han chantajeado a los ‎países más pequeños para imponer en la Asamblea General de la ONU un texto que parece darles ‎la razón. Y ahora planean desmantelar Rusia, como antes lo hicieron con Yugoslavia y como ya ‎han tratado de hacerlo con Irak, Libia, Siria y Yemen, mediante la estrategia Rumsfeld-Cebrowski ‎‎ [2].‎

Para lograr ese objetivo han comenzado a aislar a Rusia de la finanza internacional y del comercio ‎mundial, le han cortado el acceso al sistema SWIFT y a Lloyds, impidiéndole no sólo comprar y ‎vender sino también garantizar el transporte de sus mercancías. Están tratando de provocar el ‎derrumbe económico de la Federación Rusa. De hecho, el 27 de junio pasado, la agencia Moody’s ‎declaró a Rusia en default (impago) [3]. ‎

Pero nada de eso ha tenido el efecto esperado… porque todo el mundo sabe que las arcas del Banco ‎Central ruso están llenas de divisas y de oro. En realidad, Rusia pagó los 100 millones que tenía ‎que pagar pero no pudo transferirlos a Occidente… por causa de las sanciones occidentales. ‎Así que Moscú puso ese dinero en una cuenta en espera de que los acreedores busquen ‎la manera de tener acceso a esos fondos. ‎

Mientras tanto, la Federación Rusa, que ya no recibe pagos de los occidentales, ha comenzado a ‎vender sus productos, específicamente sus hidrocarburos, a otros compradores, principalmente ‎a China. Como los pagos ya no pueden efectuarse en dólares, Moscú está cobrando en otras ‎monedas. Por consiguiente, los dólares que los clientes de Rusia utilizaban antes para pagar los ‎productos rusos están regresando a Estados Unidos.

Ese proceso ya estaba en marcha desde ‎hace años pero las sanciones unilaterales occidentales lo han acelerado bruscamente. La enorme ‎cantidad de dólares que están regresando a Estados Unidos –y acumulándose allí– está desatando ‎una imponente alza de precios en suelo estadounidense. La Reserva Federal trata de hacer todo ‎lo posible por desviar una parte del alza de precios hacia los países de la eurozona. Resultado: el ‎alza de precios se propaga a toda velocidad por todo el oeste de Europa. ‎

A todas estas, el Banco Central Europeo (BCE) no es una entidad concebida para favorecer el ‎desarrollo económico. Su misión primordial consiste en manejar la inflación dentro de la Unión ‎Europea. Al comprobar que no tiene como frenar el brusco aumento de los precios en Europa, el ‎BCE trata de utilizar esa tendencia para reducir su propia deuda. Así que el Banco Central ‎Europeo está invitando los Estados miembros de la Unión Europea a compensar, mediante ‎reducciones de impuestos y subvenciones, el repentino derrumbe del poder adquisitivo de sus ‎‎“ciudadanos europeos”. Pero eso es caer en un círculo vicioso: al ayudar a sus ciudadanos, ‎los países miembros de la Unión Europea se entregan –atados de pies y manos– al Banco ‎Central Europeo, se encadenan todavía más a las deudas de Estados Unidos y se empobrecen ‎aún más. ‎

Esta espiral inflacionista no tiene puerta de salida. Es la primera vez que Occidente se ve ‎obligado a “tragarse” los dólares que Washington ha venido imprimiendo alegremente durante ‎décadas. El alza de precios en Occidente corresponde al costo de los gastos del imperio yanqui ‎durante al menos los últimos 30 años. Es ahora cuando Occidente se ve obligado a pagar ‎lo que costaron sus guerras contra Yugoslavia, Afganistán, Irak, Libia, Siria y Yemen. ‎

Hasta ahora, Estados Unidos mataba a todo aquel que amenazaba la supremacía del dólar. ‎Colgaron a Saddam Hussein y saquearon el Banco Central iraquí. Torturaron y lincharon a ‎Muammar el-Kadhafi –quien estaba preparando el lanzamiento de una moneda única panafricana– ‎y saquearon el Banco Central libio. Las enormes reservas que esos Estados petroleros habían ‎acumulado durante años “desaparecieron” sin dejar rastro. Sólo se vio algunos militares ‎estadounidenses partir con decenas de miles de dólares, a menudo envueltos en sacos plásticos ‎usualmente destinados a envolver la basura. Al excluir a Rusia de los intercambios en dólares, ‎Washington no ha hecho otra cosa que provocar lo que tanto temía: el dólar estadounidense ‎ha dejado de ser la divisa de referencia internacional. ‎

La mayoría del resto del mundo no es ciega. Viendo lo que sucede muchos corrieron a participar ‎en el Foro Económico de San Petersburgo y después trataron de inscribirse en la cumbre virtual ‎de los países del BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica). Esa mayoría se da cuenta ahora –‎un poco tarde– de que Rusia inició la «Asociación de Eurasia Ampliada» en 2016 y de que ‎el ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, hizo el anuncio en ese sentido, ante la Asamblea ‎General de la ONU, en septiembre de 2018 [4]. ‎

Durante 4 años, se han construido muchos kilómetros de carreteras y de vías férreas para ‎integrar a Rusia en las nuevas «rutas de la seda» concebidas por China. Eso ha permitido ‎redireccionar –en sólo meses– los flujos de mercancías. ‎

El reflujo de los dólares estadounidenses y el redireccionamiento de los flujos de mercancías están ‎acentuando además el alza de los precios de la energía. Rusia, uno de los primeros exportadores ‎de hidrocarburos de todo el mundo, está viendo sus ingresos aumentar considerablemente en ‎ese sector. La moneda rusa –el rublo– goza de mejor salud que nunca. En un esfuerzo por ‎revertir esa tendencia, el G7 acaba de fijar un precio tope para el gas ruso y para el petróleo ‎ruso. En otras palabras, el G7 acaba de ordenar a la «comunidad internacional» que no acepte ‎pagar más caro por los hidrocarburos que necesita desesperadamente. ‎

Pero es evidente que Rusia no piensa permitir que Occidente fije los precios de los productos ‎rusos. Quien no quiera pagarlos al precio del mercado… sencillamente no podrá obtenerlos y ‎parece muy poco probable los clientes potenciales se priven de lo que necesitan ‎sólo para complacer a Occidente. ‎

El G7 trata de organizar su supremacía, al menos en el plano intelectual [5]. Pero eso ya no funciona. El viento sopla ahora en otra dirección. Se han ‎acabado los cuatro siglos de hegemonía occidental. ‎

Desesperado, el G7 se ha comprometido a resolver la crisis mundial de los alimentos… que es ‎resultado de su propia política. Los países afectados saben perfectamente lo que valen los ‎‎“compromisos” del G7. Todavía están esperando por el famoso gran plan de desarrollo para ‎África, entre otras muchas promesas occidentales. Esos países saben que Occidente simplemente ‎no puede garantizarles fertilizantes nitrogenados o potásicos, pero se empeña en impedir Rusia los venda. Las famosas ayudas del G7 –tan útiles como una venda en una pierna plástica– no tienen otro ‎objetivo que hacerlos esperar y tratar de evitar que se cuestionen los sagrados principios del ‎libre comercio. ‎

La cumbre de la OTAN en Madrid quiso ser una demostración de unidad y poderío. Pero ‎los países miembros de esa alianza bélica sólo fueron convocados para firmar lo que ‎Washington y Londres ya habían decidido… sin consultarlos. La unidad mostrada en Madrid ‎fue en realidad otra demostración de ese vasallaje que muchos quisieran dejar atrás.‎

La única opción posible para mantener la dominación occidental es la guerra. La OTAN tendría ‎que lograr destruir Rusia, como Roma cuando arrasó Cartago. Pero, ya es tarde para eso. ‎Las fuerzas armadas de la Federación Rusa disponen de sistemas de armas mucho más ‎sofisticados que Occidente. Y ya los pusieron a prueba en Siria, desde 2014. Rusia tiene ‎lo necesario para aplastar a sus enemigos en cualquier momento. En 2018, el presidente ‎Vladimir Putin mostró a los parlamentarios rusos los sorprendentes progresos de su industria ‎bélica [6].‎

La cumbre de la OTAN en Madrid fue una linda operación de comunicación [7]. Pero probablemente fue también el canto del cisne. Los 32 miembros de la OTAN ‎proclamaron su unidad con la desesperación de quienes temen a la muerte. Como si nada, ‎adoptaron primero una estrategia para dominar el mundo durante los 10 próximos años, ‎señalando el «crecimiento» de China como una fuente de preocupación [8], lo cual equivale a ‎confesar que el objetivo de la OTAN no es garantizar la seguridad de sus miembros sino ‎más bien dominar el mundo. Seguidamente, abrieron el proceso de adhesión de Suecia y ‎Finlandia y se plantearon además la posibilidad de acercarse a las fronteras de China, con una ‎eventual adhesión de Japón. ‎

El único incidente, rápidamente puesto bajo relativo control, fue la presión turca que obligó a ‎Finlandia y Suecia a condenar el PKK [9]. Incapaz de enfrentar la presión ‎de Turquía, Estados Unidos abandonó a sus aliados –los mercenarios kurdos en Siria y sus líderes ‎en el extranjero. ‎

También se decidió multiplicar por 7,5 la Fuerza de Acción Rápida de la OTAN, haciéndola pasar ‎de 40 000 a 300 000 efectivos, y estacionarla en la frontera con Rusia. Con esa decisión, los ‎miembros de la OTAN vuelven a violar los compromisos ya contraídos y estipulados en la Carta de ‎Seguridad Europea ya que amenazan directamente a Rusia. ‎

Mientras tanto, el Pentágono ya está haciendo mapas sobre el desmantelamiento de Rusia que ‎espera concretar. ‎

El ex embajador de Rusia ante la OTAN y actual director de Roscosmos, Dimitri Rogozin, ‎respondió a esas elucubraciones publicando en su cuenta de Telegram, las coordenadas de tiro ‎de los centros de decisión de la OTAN –incluyendo las del centro de convenciones de Madrid ‎donde estaban reunidos los jefes de Estado y/o de gobierno de esa alianza militar [10]. ‎

No hay que olvidar que Rusia ya dispone de vectores hipersónicos, actualmente imposibles de ‎interceptar, capaces de poner en sólo minutos una o más cargas nucleares encima de la sede de ‎la OTAN, en Bruselas, e incluso en el Pentágono, en Washington. Y, para que nadie se ‎equivoque, Serguei Lavrov, precisó –refiriéndose a los discípulos de Leo Strauss, sólidamente ‎posicionados en la cúpula de Washington– que las decisiones militares de Occidente ni siquiera ‎son cosa de los militares sino que se toman en el Departamento de Estado estadounidense, ‎lo cual implica que ese pudiera ser el primer blanco. ‎

Se imponen entonces varias interrogantes. ¿Están dispuestos los dirigentes occidentales a jugarse ‎el todo por el todo? ¿Asumirán el riesgo de desatar una Tercera Guerra Mundial –sabiéndola ‎perdida de antemano– únicamente para no hundirse solos?‎

Thierry Meyssan Intelectual francés, presidente-fundador de la Red Voltaire y de la conferencia Axis for Peace. Sus análisis sobre política exterior se publican en la prensa árabe, latinoamericana y rusa. Última obra publicada en español: De la impostura del 11 de septiembre a Donald Trump. Ante nuestros ojos la gran farsa de las «primaveras árabes» (2017).

[1Destined For War: Can America ‎and China escape Thucydides’s Trap?, Graham T. Allison y Houghton Mifflin Harcourt, 2017.

[2] ‎«El proyecto militar de Estados Unidos para el ‎mundo» y «La doctrina Rumsfeld-Cebrowski», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 22 ‎de ‎agosto ‎de 2017 y 25 de mayo de 2021.‎

[3] “Government of Russia: Missed coupon payment ‎constitutes a default”, Moody’s, 27 de junio de 2022.

[4] “Remarks by Sergey Lavrov to the 73rd Session of ‎the United Nations General Assembly”, por Serguei Lavrov, Voltaire ‎Network, 28 de septiembre de 2018; «ONU, nacimiento del mundo postoccidental», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 2 de octubre de 2018.

[5] «Communiqué des ‎chefs d’Etat et de gouvernement du G7 d’Elmau», Réseau Voltaire, 28 de ‎junio de 2022.

[6] “Vladimir Putin Address to the Russian Federal Assembly” por ‎Vladimir Putin, Voltaire Network, 1º de marzo de 2018; «El nuevo arsenal nuclear ruso restaura la bipolaridad del mundo», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 6 de ‎marzo de 2018.

[7] «Los elementos claves de la Cumbre de la OTAN de 2022 en Madrid», Red Voltaire, 29 de junio ‎de 2022.

[8] «OTAN 2022 Concept ‎Stratégique», Réseau Voltaire, 29 de junio de 2022.

[9] “Turkiye, Sweden, Finland Memorandum”, Voltaire Network, 28 de junio de 2022.

[10] «Rusia amenaza los centros de decisión ‎de Occidente», Red Voltaire, 28 de junio ‎de 2022.

FUENTE VOLTAIRE NET https://www.voltairenet.org/article217562.html

El director de Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele, en su columna del Club de La Pluma, analiza los cambios tectónicos globales en auge, tapados por la propaganda de guerra de un imperio que cruje en medio de su decadencia. 

Y este análisis se resume en cuatro puntos centrales:

La Grave Crisis Interna de la UE por la guerra de Ucrania, en una semana en que otra vez no logró consensuar que los 27 países miembros dejaran de comprar el petróleo ruso.  

La negativa de la OPEP a EEUU para aumentar la cuota de producción de petróleo, frustrando así la anunciada “marea negra” que suplantaría los recortes a Rusia. Con sus históricos aliados, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes, como referentes de una organización que va dejando de ser una herramienta exclusiva de Washington.

La infructuosa presión norteamericana para que la cumbre de la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN) acuerde sanciones a Rusia. Las diez naciones integrantes se resisten a tratar ese punto distinto y distante a su organización, destinada a fines económicos concretos en el desarrollo de unos países y de una región con sólidas relaciones comerciales con China.

La fuerte resistencia contra EEUU por parte de países centroamericanos, al negar la participación de Nicaragua Cuba y Venezuela en la próxima asamblea de la OEA en Los Ángeles Y con la negativa de México y Bolivia a la asistencia, mientras se intensifican los movimientos diplomáticos en toda la región para confirmar las posturas de las demás naciones.

En este audio también analiza el progresivo corte de gas de Rusia a Europa, el efecto bumerang de las sanciones, las maniobras de la presidenta de la Comisión Europea, a Draghi susurrando a Biden que “ha llegado la hora de negociar la paz,” del crack financiero por la suba de los intereses, del fin de la renovación automática de la deuda, de la Estanflación -aumentos de precios y bajada del consumo- y de la agitación social por la asfixia económica.

También aborda la llamada “Comunidad Internacional” donde Estados Unidos solo cuenta como socios absolutos e incondicionales a  la Unión Europea, Canadá, Gran Bretaña, Australia, Corea del Sur y Japón. Todas naciones cuya seguridad nacional depende absolutamente de Norteamérica  y que son casi los únicos que hablan y presumen de estar aislando a Rusia.

Así, Pereyra Mele nos expone con argumentos e información contrastada, todos estos temas de profunda actualidad, que confirman que el país imperial que era líder en cualquier organización internacional, está siendo cuestionado por sus decisiones unilaterales y por la militarización de su política internacional.

Confirmando que El objetivo norteamericano de volver a ser el hegemón del mundo, es ya un sueño del pasado.

Eduardo Bonugli (Madrid, 15/05/22)

La Comunidad Internacional segun EEUU que sanciona a Rusia

Por Eduardo Bonugli desde Madrid especial para Dossier Geopolitico.

Para agosto o septiembre de este año se espera un escenario nada tranquilo y si de mayor angustia para la economía europea, y que se agravará con la imprevisible crisis que entonces sufrirá de lleno por el rebote de las desastrosas sanciones a Rusia. 

Ocurrirá cuando Bruselas aplique el aumento de las tasas de interés y la anulación de la compra de deuda de los países miembros, por parte del Banco Central Europeo. Ya previstas hace dos años y demoradas por la pandemia, y que desnudan el fracaso de 15 años de políticas impuestas a fuego y dolor de austeridad, desde la crisis del 2008. Aunque Putin sea el culpable virtual y mediático de todo. 

Dos medidas contundentes -y hasta extremas- exigidas ya  como un ultimátum por los halcones del centro de Europa y que Los Mercados dan por descontadas, bajo el argumento de frenar la inflación y de reducir el ritmo de la emisión descontrolada y sin respaldo del euro. 

Ambas decisiones estarían condenadas al fracaso, o al agravamiento de la situación, ya que por un lado, el aumento de los intereses quitaría circulante y con ello caería el consumo pero sin reducir la inflación, porque ésta se origina en el déficit de energía sobre el cual, los sacerdotes financieros europeos no tienen poderes. En ese momento quedaria  oficializada la temida ESTANFLACIÓN, que es la suma de la inflación más el estancamiento. Es decir, cuando se vende menos y a mayor precio. 

Mientras que la negativa del Banco Central a seguir comprando las deudas externas sería como romper la baraja con la que los europeos hacen trampas jugando al solitario.

Sería el FIN del refinanciamiento fácil y automático de deudas impagables. Si realmente toman esta medida, se oirá el grito de » Sálvese quien Pueda» y el único pronóstico creíble estaría dentro de una temible caja de Pandora. 

A todo esto, aún habría que sumarle la enorme e indescifrable burbuja de pérdidas que traerá el rebote de las sanciones a Rusia, más el imparable aumento del precio de la energía y las consecuencias de su escasez. 

Lo que presenta un escenario horroroso para los países mediterráneos, pero que también se expandirá a los países centrales ya que no existe ninguna «barrera sanitaria a los virus financieros» en este viejo continente globalizado e híper conectado. 

Pero no por ello hay que pensar que los halcones financieros del centro de Europa han perdido totalmente la cabeza. En su lógica -y con su avaricia- asumen que éstas medidas arrojarían gasolina al fuego, pero que también necesitan ante la debacle, de blindar con urgencia a su industria financiera -y al 5% de millonarios europeos- ya que el resto de industrias están en estado comatoso y huérfanas de una conducción política capaz de pilotar la nave en medio de tremenda tormenta. Posiblemente entonces se pondría en marcha el anunciado tren de dos velocidades económicas como preludio de la ruptura de la UE. 

Además del malestar social inevitable, que hasta hoy se deriva contra el «demonio Putin» bajo proclamas patrióticas de molaridad, sacrificios y comprensión, en nombre de «los valores europeos».

Pero la ley de la sobrevivencia hará que en algún momento las estrecheces de las familias, del comercio, de la industria y de los estados, -sea verano o invierno- despierten a la realidad estas 500 millones de personas abducidas y desinformadas.

Eduardo Bonugli – Madrid, 15/04/22

Cree que Alemania ya pudo mandar “una señal” a Moscú para reducir su dependencia a partir de 2010, con el boom del ‘shale gas’ de EEUU, que ha dotado a este país de “una nueva capacidad de ejercer el poder en el mundo, con profundas consecuencias en Oriente Medio”

Por Hernán Garcés eldiario.es  14 de abril de 2022 

Helen Thompson, profesora de Economía Política en la Universidad de Cambridge, acaba de publicar el fascinante ‘Disorder: Hard Times in the 21st Century’ (Oxford University Press, 2022), donde analiza, con perspectiva a largo plazo, los orígenes de la frágil situación mundial y, sin quererlo, ofrece una guía imprescindible para seguir y comprender la profundidad de los acontecimientos geopolíticos desencadenados en torno a la guerra en Ucrania.

Para Thompson, el momento actual puede comprenderse bajo la premisa de que “son necesarias varias historias diferentes para identificar las fuerzas causales que actúan, y la convicción de que estas historias deben superponerse”. La académica británica lo consigue al entrelazar los temas geopolíticos, económicos y de política interior en una sola narración. La entrevista, editada por su duración, tuvo lugar por Skype y versa sobre la parte geopolítica del libro.

Usted sostiene que la historia geopolítica del siglo XX es impenetrable si no se comprende el impacto del petróleo. 

En la primera década del siglo XX, la historia geopolítica comienza cuando los Estados más poderosos del mundo toman conciencia de que el futuro del poder militar depende del acceso al petróleo como fuente de energía, y no del carbón. Para Reino Unido, que era la mayor potencia naval a principios del siglo XX, el riesgo de no resolver este problema era verse eclipsado por Estados Unidos, que tenía petróleo en su propio territorio. Para obtener crudo, Reino Unido dependía de su imperio, pero estaba al otro lado del mundo. El resultado es que al comenzar el siglo XX se produce un cambio geopolítico que da mucho mayor poder a EEUU en Eurasia. 

El papel decisivo del petróleo durante y desde la I Guerra Mundial. 

El suministro de petróleo de EEUU a Francia y Reino Unido fue más importante para el fin de ese conflicto que su intervención militar. En los años de entreguerras, para Alemania fue un problema no tener petróleo en su territorio ni imperio que se lo pudiera proporcionar. La política exterior alemana del período de Weimar y el nazi trató de resolver este problema. Al mismo tiempo, Rusia, que se integró en la Unión Soviética (URSS), era junto a EEUU el gran productor mundial de crudo.

Se puede comprender la geopolítica del siglo XX por la dominación mundial como la entrada en forma preeminente de los dos grandes productores de petróleo: EEUU y Rusia. Por otra parte, en 1920 empieza en EEUU el auge de la sociedad de consumo en torno al automóvil. En Europa se consolida a partir de 1960, cuando el petróleo se convierte en la fuente de energía más importante. Si el crudo es indispensable para el poder militar también lo es para la economía, al permitir cubrir las necesidades de la sociedad de consumo. 

La ausencia de petróleo en Europa produce consecuencias geopolíticas que comienzan en la Guerra Fría y duran hasta hoy: la dependencia energética europea de Rusia. 

Al comienzo de la Guerra Fría, a la administración Truman no le agradó que Europa Occidental comprase petróleo a la URSS, como había estado haciendo hasta finales de los años 30. También lo hizo Alemania hasta que invadió la URSS. En la primera década de la Guerra Fría, la posición de EEUU fue firme: Europa debía importar petróleo de Oriente Medio y no del Hemisferio Occidental (EEUU, Venezuela y México), porque los estadounidenses estaban preocupados por su propio suministro a largo plazo.  

¿Cómo se garantiza Europa la seguridad energética en torno a Oriente Medio? 

Gracias al Reino Unido, que después de la II Guerra Mundial seguía conservando una posición imperial en Oriente Medio y, en particular, su base militar en Suez. 

En 1956, la nacionalización del Canal de Suez por el presidente de Egipto, Gamal Nasser, provoca una grave crisis en Europa: pone en riesgo su seguridad energética.

Los británicos se aliaron con franceses e israelíes y emprendieron una acción militar contra Egipto para intentar restablecer el control del canal. Estos países siguieron una lógica estadounidense, pero al presidente Eisenhower le escandalizó esta acción militar.  

¿Por qué EE UU se opuso entonces a la intervención militar de sus aliados? 

La crisis de Suez coincidió con el levantamiento húngaro, reprimido con violencia por los soviéticos, y unas elecciones presidenciales de EEUU. Los estadounidenses intentaban, por un lado, simpatizar con el nacionalismo árabe y, por otro, proteger la existencia de Israel como un país independiente. Mantener este equilibrio era difícil, pero el resultado fue que EEUU ejerció tal presión financiera sobre Reino Unido que obligó a su primer ministro, Anthony Eden, a abandonar la intervención militar en Egipto. Esto indignó a Londres, París y Bonn.

Europa respondió a EEUU.  

Cuando Konrad Adenauer, presidente de Alemania del Oeste, supo por Anthony Eden que Reino Unido se sometía a las presiones de Eisenhower y abandonaba la intervención militar en Suez, viajó a París y le dijo a su homólogo francés: “No tenemos tiempo que perder. Europa será nuestra venganza”.

Y lo que sigue…

Francia llegó a la conclusión de que necesitaba el arma atómica para reducir su dependencia de EEUU en seguridad y tecnología. Lo más importante a largo plazo es que Alemania Occidental e Italia empezaron a importar petróleo soviético. A raíz de esa crisis, a principios de los 60 la URSS construirá el oleoducto Druzhba –amistad en ruso– para transportar su petróleo hasta Europa Occidental. El oleoducto atraviesa Ucrania, por aquel entonces integrada en la URSS; no era un país independiente. A finales de los 60 se reproduce ese esquema cuando la URSS descubre enormes yacimientos de gas en Siberia Occidental. La dinámica se consolidó en Alemania Occidental con la ostpolitik, liderada por Willy Brandt, de acercarse a la URSS como forma de conseguir a largo plazo la unificación alemana.

Desde la crisis de Suez, se consolida en el tiempo el suministro de energía proveniente de la URSS, después Rusia, a Alemania e Italia. 

El razonamiento era que ante la imposibilidad de obtener su suministro energético de sus amigos europeos era mejor confiar en la Unión Soviética y luego en Rusia. 

La guerra de Ucrania y la crítica a Alemania por depender del gas ruso progresan en paralelo. ¿Cuál era la alternativa?

La posición alemana es bastante comprensible durante mucho tiempo. En los años 90, la gran promesa era Azerbaiyán, gran productor de gas, pero hacer llegar la materia prima a Europa era bastante complicado. La otra alternativa era Irán, pero había una serie de dificultades políticas y éticas. Además, en los 90 EEUU empezó a sancionar a empresas europeas que operaban en Irán. No obstante, Alemania podría haber recurrido antes al gas natural licuado (GNL) para diversificar su suministro de energía, cuando Qatar se convirtió en un gran exportador. El momento en el que, creo, se puede decir que Alemania tuvo serias alternativas o, al menos, la posibilidad de mandar una señal a Rusia, fue cuando se produjo el boom del gas de esquisto en EEUU, a partir de 2010.

Usted considera que ese boom del ‘shale gas’ en EEUU es uno de los acontecimientos más importantes del siglo XXI y sin él no se puede comprender el presente, por sus profundas consecuencias geopolíticas. EEUU consigue su independencia energética y compite en el mercado energético mundial.

Sí, y a la vista de lo que está pasando con Rusia, lo pienso más que cuando escribí Disorder. Con el petróleo y el gas de esquisto EEUU posee una nueva capacidad de ejercer el poder en el mundo, con profundas consecuencias en Oriente Medio. En particular, complica su relación con Arabia Saudí, lo que desestabiliza aún más una región ya de por sí complicada de manejar para los estadounidenses.  

Respecto a Europa, fue una ruptura porque Rusia ahora tiene un rival en el mercado europeo de gas. Es un duro golpe para Rusia, que pensaba tener un dominio absoluto del mercado europeo y poder entrar en un futuro en el estadounidense. Para los países con relaciones históricas muy difíciles con Rusia, como Polonia y los países bálticos, el gas estadounidense era un salvavidas. Sin embargo, Alemania no estaba interesada en comprar gas de EEUU: no construyó ningún puerto de GNL para recibirlo. En Europa existía una profunda división entre los países de la UE que esperaban romper con Rusia y recurrir al gas estadounidense y aquellos que se oponían rotundamente.

¿Por qué el Gobierno alemán no diversificó su suministro de gas respecto a Rusia? 

Consideraban que las cosas iban muy bien como estaban. En la década de 2010 era inverosímil que Alemania pudiera eliminar su dependencia del gas ruso, pero al menos podría haber empezado a diversificar su suministro. 

La UE quiere reducir la dependencia del gas ruso en dos tercios antes de final de año. Sin embargo, el ministro de Energía de Qatar afirma que es “casi imposible” sustituir rápidamente los suministros rusos.

Creo que va a llevar bastante tiempo. La idea de que las sanciones energéticas no tendrán consecuencias drásticas en las economías europeas es errónea. Quienes dicen: “Bueno, será un 2% del PIB al año”… no se han parado a pensar en las consecuencias sistémicas. En particular para Alemania, por la gran cantidad de gas que consume su industria. Y las consecuencias se resentirían en el resto del mundo. Los datos no demuestran que los productores de gas esquisto en EEUU vayan a poder compensar el volumen crítico de producción rusa que consume Europa. Qatar podría producir un poco más, pero su producción está atada por contratos a largo plazo con los mercados asiáticos.

En mi opinión, la única forma de que ese cambio se produzca, y en un periodo de tres o cuatros años, es reducir la demanda de gas en Europa, como discutieron los líderes de la UE hace unas semanas en Versalles. Sin embargo, no estoy convencida de que la transición del gas a la electricidad pueda ocurrir tan rápidamente, salvo que se produzca un avance tecnológico en el almacenamiento de la energía solar y eólica. Nadie sabe cuándo va a ocurrir. 

A principios de febrero, China y Rusia se prometieron “una amistad eterna”. Usted explica que la guerra de Irak produjo en China un “replanteamiento estratégico” y su acercamiento energético a Rusia. 

En 1993, ante la falta de suministro interno, China comenzó a importar un volumen significativo de petróleo. La dependencia energética era, desde hacía tiempo, una seria preocupación para su clase dirigente, que siempre había sido muy sensible a la historia económica de Japón en el siglo XX. En particular, a cómo la dependencia energética de Japón jugó un rol importante en su camino hacia la II Guerra Mundial y, después de esta contienda, en sus dificultades de suministro energético.

Mientras Occidente discutía los verdaderos motivos de la guerra en Irak, para Pekín era evidente: EEUU estaba preocupado por su suministro energético a largo plazo y quería integrar a Irak en su esfera de influencia. Pekín se preocupaba de su propio suministro ante un EEUU cada vez más “muscular” en asuntos energéticos, y profundizaba en el llamado “dilema de Malaca” formulado por el presidente de China en 2003 [Hu Jintao].

¿El “dilema de Malaca”?

Consistía en que la demanda china de petróleo, y muchos otros intercambios comerciales, pasaba necesariamente por ese lugar, el estrecho de Malaca. Y un bloqueo naval estadounidense sería una absoluta catástrofe porque no tendrían acceso al suministro de petróleo. China constató que necesitaba diversificar su aprovisionamiento de energía. Sus suministros de Angola y Oriente Medio no eran suficientes: necesitaba a Rusia. Pero la dificultad de construir un oleoducto por la gran distancia entre Siberia y China siempre fue disuasoria para las autoridades chinas. Este cálculo cambió con la caída de Sadam Hussein. Y poco tiempo después, Rusia y China acordaron construir un oleoducto. Después del primer conflicto en Ucrania en 2014, también acordaron construir un gasoducto. Desde el punto de vista de Rusia, era una buena noticia, porque si tenían dificultades con los mercados europeos tenían la capacidad de dar la vuelta en ambos sentidos.

Recientemente ha escrito que “los europeos occidentales se acomodaron bajo la ilusión de que el evidente desorden de las dos últimas décadas no era real”. En mi opinión, un ejemplo de su argumento son las recientes declaraciones del presidente de Francia de que “el mundo de la paz que creíamos eterno parece desmoronarse por completo ante nuestros ojos”. 

En los años 90, en Europa y en algunas partes de EEUU se adopta el relato, por decirlo de algún modo, “del fin de la Historia”. Eso era un delirio ya en los años 90, una década terrible en varias partes del mundo: la Guerra del Golfo, las guerras civiles en África (Congo, Sierra Leona, Ruanda…), la guerra de los Balcanes en Europa, etc.

Es interesante comparar las motivaciones de la Guerra del Golfo por George Bush padre y la guerra de Irak por Bush Junior. Bush I no escondió en ningún momento que la razón principal de EEUU y los aliados para intervenir militarmente –además de la evidente invasión de Kuwait– es el petróleo. En 1990, para un presidente de EEUU la garantía energética justifica una intervención militar, sin que provoque problemas políticos internos. Sin embargo, si saltamos a 2003, la idea de invadir un país por cuestiones energéticas era inaceptable. Por eso el énfasis puesto en otras razones para justificar la Guerra de Irak: las armas de destrucción masiva –que no existían– y exportar la democracia. 

Usted explica este cambio. 

A partir de los años 90, cierta conciencia política europea y americana se desvinculó de las consideraciones materiales económicas y geopolíticas. Por ejemplo, la disolución pacífica de la URSS en 1991 se produjo por una serie de razones materiales que entonces no se entendieron en su totalidad. Sin embargo, presentar la disolución de la URSS como la supuesta victoria de la democracia liberal occidental en términos ideológicos es un pensamiento que se desvincula del mundo material real, económico y geopolítico. Este pensamiento o imaginación política occidental se complacía en pensar que las cuestiones políticas pueden resolverse mediante una contienda de ideales en la que los ideales occidentales están, por utilizar su lenguaje, en el lado correcto de la historia. 

Este pensamiento o imaginación es una limitación para comprender la complejidad del mundo.

A partir de 2016 una serie de cuestiones empezaron a derrumbarse, como, por ejemplo, la inevitabilidad de la integración de la UE, con el Brexit, y que una persona como Donald Trump accediese a la presidencia de EEUU. Pero también en estos últimos años ocurrieron una serie de acontecimientos, con profundas consecuencias geopolíticas, a los que no se ha dado suficiente importancia, ni a sus consecuencias. 

¿Por ejemplo?

A la consolidación de Rusia en Oriente Medio o a cómo la administración Obama fue un verdadero desastre en esa región, desde la perspectiva americana. El ascenso del califato del ISIS, la intervención militar rusa en Siria, la ruptura de las relaciones con Arabia Saudí, especialmente a partir de septiembre de 2013, y dentro de este país, con miembros de la Familia Real torturándose unos a otros en el hotel Ritz; o el horror de Siria.

Lo mismo se puede decir respecto a Ucrania con la anexión de Crimea por Rusia en 2014. Vladímir Putin demostró que no aceptaba la integridad territorial de un país que se encuentra entre Alemania y Rusia. Fue un momento bastante revelador, y no se le dio la importancia suficiente más allá de declaraciones como, por ejemplo, la de Angela Merkel de: “¿Cómo puede ocurrir esto en Europa 25 años después de la caída del muro de Berlín?” Es lo mismo que levantar los brazos y decir que mi imaginación no me permite entender qué está ocurriendo. 

 

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