Por Gonzalo Fiore (*)

Las relaciones comerciales y diplomáticas entre países son elementos cruciales, que moldean su desarrollo y prosperidad. Argentina se encuentra en una encrucijada, enfrentando desafíos y oportunidades en sus vínculos con tres socios comerciales clave: Brasil, China (RPCh) y Vietnam. La propuesta del candidato presidencial Javier Milei de romper relaciones con estos Estados, debido a diferencias ideológicas con sus respectivos gobiernos, revela una visión simplista y equivocada del funcionamiento del sistema internacional, obviando la complejidad de las relaciones comerciales y la importancia de estos mercados para Argentina.

La preocupación internacional respecto de las elecciones argentinas va desde un amplio rango ideológico, tanto desde el gobierno de los EEUU, como las principales autoridades de países europeos, hasta diplomáticos y agregados comerciales en nuestro país. Examinemos los datos concretos para comprender la magnitud de estas relaciones: en 2022, Argentina importó de China un total de US$ 15.855.696, representando el 76% del total de importaciones, mientras que exportó US$ 8.593.470, sobre un total de US$ 88.268.232. Más que una cuestión ideológica, el principal desafío en la relación con China radica en alcanzar un superávit sostenible en el tiempo y fortalecer la exportación de productos con valor agregado. Esto impactaría especialmente en la región centro (donde Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos concentran el 40% del comercio exterior argentino), siendo Brasil y China sus principales socios comerciales.

Brasil, histórico primer socio, comparte una extensa frontera terrestre que desempeña un papel fundamental en las relaciones bilaterales. El trigo y la industria automotriz cordobesa encuentran allí su principal mercado. Similarmente, China se destaca como el principal comprador de la carne bovina cordobesa, siendo Beijing el destino de más del 75% de las exportaciones de carne enfriada y congelada. La propuesta de Milei de cortar vínculos con estos países amenazaría gravemente a la región centro.

Es esencial destacar que ni siquiera EEUU, a pesar de sus tensiones con China, ha planteado nunca romper relaciones comerciales con el gigante asiático. El escenario internacional es complejo e interdependiente, donde las economías complementarias se necesitan mutuamente. Enenderlas en base a ideologías es ignorar la complejidad de las relaciones internacionales; las decisiones en este ámbito deben basarse en intereses económicos y estratégicos, considerando aspectos como empleo, inversión y competitividad.

Las relaciones comerciales en el escenario internacional las llevan adelante los Estados a través de tratados de libre comercio, donde existen regulaciones aduaneras, fitosanitarias y muchas otras, que no pueden establecerse a través de los sujetos privados. Cortar vínculos comerciales con países basándose únicamente en su orientación política no solo es simplista, sino que limitaría las opciones de mercado, afectaría las exportaciones y dificultaría la diversificación económica. En lugar de decisiones impulsivas, es más sensato evaluar las implicaciones económicas a largo plazo, centrándose en la creación de empleo, el aumento de las exportaciones y el desarrollo industrial.

Diversificar y mejorar la estructura productiva de Argentina es imperativo en la actualidad; las relaciones comerciales deben guiarse por intereses económicos y estratégicos en lugar de ideologías: China y Vietnam representan oportunidades para expandir el mercado de exportación y fortalecer la economía argentina. La clave está en aprovechar estas relaciones para mejorar la competitividad y aumentar el valor agregado de las exportaciones, para lograrlo Argentina debe invertir en innovación, tecnología y formación de su fuerza laboral, impulsando la exportación de bienes manufacturados y servicios de calidad.

La apertura al comercio internacional y la búsqueda de superávit comercial deben ir de la mano con políticas que fomenten la competitividad y calidad de los productos argentinos. Es vital no cerrar puertas a oportunidades comerciales basadas en prejuicios. Cortar relaciones comerciales con Brasil, China o Vietnam sería catastrófico para los productores y la industria local argentina; la historia enseña que en política exterior no existen amigos permanentes: sólo alianzas cambiantes en base a intereses. La interdependencia económica es esencial para el crecimiento sostenible y la estabilidad financiera; en este contexto, es fundamental reconocer que las relaciones comerciales van más allá de las preferencias ideológicas de un gobierno, siendo vitales para el bienestar económico y la prosperidad de la Nación. Quien quiera conducir los destinos de un país importante, miembro del G20 y de desarrollo medio como Argentina, no puede ser ajeno a esto.

(*) Gonzalo Fiori integrante de este Colectivo DG2023 publicado en Hoy Dia Cordoba

LA POLÍTICA EXTERIOR DE ARGENTINA, A BALLOTTAGE


Aunque no fue el eje principal de la campaña presidencial, la política exterior de la Argentina adquirió un rol clave en en el tramo final del debate electoral, cuando los dos candidatos para el balotaje del 19 de noviembre, el peronista Sergio Massa y el ultraderechista Javier Milei, expusieron posturas notoriamente contrastantes.

Casi 36 millones de argentinos podrán elegir en el balotaje de este 19 de noviembre a su futuro presidente entre el peronista Sergio Massa (Unión por la Patria) y el ultraderechista Javier Milei (La Libertad Avanza), cuyas posiciones sobre política exterior resaltan el fuerte contraste de sus proyectos de gobierno.

A continuación, exponemos las posturas de Massa y Milei respecto de los principales asuntos de política exterior que esperan al nuevo gobierno, en el contexto de conflictos armados, tensiones geopolíticas y fragmentación económica, una “policrisis” mundial que alcanza inevitablemente a América Latina y al país.

Visión general

LA LIBERTAD AVANZA (LLA): para Milei, un economista ultraliberal, el Estado sólo debe generar las bases de la política exterior y dejar el rol determinante al sector privado, en especial con gobiernos “totalitarios” (cita China y Brasil), con los que promete congelar relaciones. Su gestión diplomática, de todos modos muy ideologizada, sería parte de una “lucha global contra socialistas y estatistas”.

Milei promete estar “alineado con Occidente” y con el “mundo libre”, y tener a Estados Unidos e Israel como aliados principales. “Israel será mi aliado principal y llevaré la embajada argentina de Tel Aviv a Jerusalén”, detalló.

UNIÓN POR LA PATRIA: Massa propone en cambio una política exterior pragmática basada en el interés nacional, que abra nuevos mercados a productos y servicios, y apoye a la producción y el trabajo de calidad de las PyMes, que promueva exportaciones con valor agregado y atraiga desde el Estado inversiones privadas que modernicen el aparato productivo.

«Argentina tiene la responsabilidad de, en un mundo convulsionado, de pensar su política exterior en defensa de su interés. Lo primero que tenemos que tener en claro es la multipolaridad: Argentina tiene que tener relaciones con todos los países que abran los brazos y los mercados para vender trabajo argentino», dijo Massa.

Las relaciones con China

LLA: Milei propone congelar todos los vínculos posibles con China y sólo permitir relaciones entre privados, para que sea una decisión de ellos y no del Estado. “No voy a hacer negocios con ningún comunista. Soy un defensor de la libertad, de la paz y de la democracia. Los comunistas -insistió- no entran ahí. Los chinos no entran ahí”. En el debate del balotaje reafirmó: “Los chinos no quieren hacer beneficencia con nosotros; si no le vendés a ellos, se lo podés vender a otros”.

UxP: en el mismo debate, Massa se preguntó: “¿Quiénes son los principales socios comerciales de la Argentina? Brasil es uno y China es otro. Vamos a defender esa agenda comercial que le da trabajo a dos millones de argentinos” y 28 mil millones de dólares en exportaciones. “La política exterior no se puede regir por caprichos ni ideologías, sino por el interés nacional», razonó.

El rol de EEUU y del FMI

LLA: Milei define a Estados Unidos como “un gran socio estratégico” sin importar su administración de turno, si bien se inclina por los republicanos, y ha expresado simpatías por Donald J. Trump, así como por el brasileño Jair Bolsonaro y otros líderes ultraderechistas. “Me puede gustar más o menos el perfil de los republicanos versus el de los demócratas, pero eso no quiere decir que no considere que Estados Unidos es un gran socio estratégico”, dijo.

En cuanto al Fondo Monetario Internacional (FMI), con el cual Argentina mantiene un programa crediticio por 44 mil millones de dólares, por el préstamo que tomó en 2018 el presidente derechista Mauricio Macri, aliado ahora de Milei para el balotaje, el candidato de LLA dijo que “no debería tener problemas” porque promete un “ajuste fiscal mucho más profundo” que el que demanda el organismo al país.

UxP: Massa anunció que pronto el FMI abrirá una investigación sobre la fuga de capitales del préstamo stand by tomado por Macri y que una comisión revisará por qué el 66% del crédito se usó para financiar el pago a fondos de inversión.

Mientras tanto, postula rediscutir el acuerdo con el Fondo. “El acuerdo que nos dejó Macri es un karma con el que Argentina va a convivir, hasta que le paguemos y lo saquemos de país. Tal como hizo Néstor Kirchner en 2005 y Lula da Silva en Brasil. Hay que volver a tener soberanía en las decisiones”, sostuvo.

El futuro del Mercosur

LLA: para Milei, el Mercosur es “una unión aduanera de mala calidad que produce desvío de comercio y que perjudica a cada uno de los miembros”, y anticipó que buscará dejar el bloque que integra Argentina con Brasil, Uruguay, Paraguay (los cuatro socios fundadores) y Venezuela, más Bolivia en proceso de adhesión.

“El Estado no tiene por qué meterse a decir con quién debo comerciar y con quién no”. En ese sentido, entiende al Mercosur como “el mejor ejemplo del estorbo que causa el Estado”, que “no progresa hacia ningún lado” y que Milei “eliminaría”.

JxC: consideró un “delirio” de su rival romper con el Mercosur que el propio país fundó hace casi cuatro décadas: “Significaría la destrucción de 400.000 o 500.000 empleos en diferentes sectores».

La región tiene «una enorme oportunidad de integrarse y competir juntos en el marco de un mundo en el que la seguridad alimentaria es fundamental», afirmó Massa, y de «trabajar coordinados» en el contexto del Mercosur.

Los BRICS, adentro o afuera

LLA: en línea con su rechazo a mantener vínculos con China o Brasil, socios principales de los BRICS (con Sudáfrica, India y Rusia), para Milei el ingreso de Argentina al bloque -negociado por el gobierno de Alberto Fernández- tiene costos negativos, porque Argentina no tiene fondos para hacer aportes y se convertiría en más deuda, y no se negoció el acceso de empresas argentinas a ese mercado.

UxP: el ministro de Economía, bajo cuya gestión se acordó la incorporación de Argentina a los BRICS a partir de 2024, la ve como una oportunidad comercial clara: 13 provincias tienen como principal destino de exportación a Brasil, 9 a China y 2 a la India, y supone casi un tercio de la venta de trabajo argentina al mundo, dice.

El Vaticano y el Papa

LLA: Milei desató la polémica en plena campaña cuando se difundieron afirmaciones suyas según la cual Francisco era “el representante del maligno en la Tierra”. Luego se desdijo: «No tengo problema en pedir disculpas. Estamos dispuestos a recibirlo en la Argentina, darle los honores de un jefe de Estado y darle los honores propios de jefe espiritual de la Iglesia».

UxP: “Vamos a defender nuestra relación con la Santa Sede”, respondió Massa a Milei, consideró a Francisco “el argentino más importante de la historia” y, en lugar de plantearse una ruptura con el Vaticano, planteó trabajar en 2024 por que el pontífice visite Argentina, como pidieron también los obispos católicos del país.

Las Malvinas y Thatcher

LLA: Milei designó como su futura canciller a Diana Mondino, quien propuso darle un lugar a los habitantes de las Islas Malvinas en eventuales negociaciones bilaterales sobre la disputa de soberanía entre Argentina y el Reino Unido. En el debate pre balotaje, Milei matizó y prometió “agotar todas las instancias diplomáticas para que las islas vuelvan a ser argentinas” pero destacó la figura de Margaret Thatcher -la primera ministra británica que condujo la guerra de 1982- por su rol en la caída del Muro de Berlín, que “aplastó a la izquierda”.

UxP: Massa declaró que «Thatcher es una enemiga de la Argentina, ayer, hoy y siempre. Nuestros héroes son absolutamente innegociables”, y de llegar al poder continuará la política actual de reclamar la apertura de negociaciones bilaterales con Londres sin condicionamientos, como establece la Constitución de 1994, “respetando el modo de vida de sus habitantes» pero no concediendo los términos de una posible “autodeterminación” a la población implantada en las islas por la ocupación británica.

La guerra en Gaza

LLA-UxP: el conflicto en Gaza es uno de los escasos puntos en los que Milei y Massa sostuvieron un acuerdo básico. Ambos, como el resto de los candidatos, repudiaron el ataque del grupo islamista palestino Hamás a poblaciones de la frontera oeste de Israel el 7 de octubre, cuando murieron más de 1.400 personas, aunque la ofensiva israelí sobre la Franja de Gaza ya lleva más de 11.000 víctimas.

“Si soy electo, Hamás será declarada organización terrorista”, anunció Massa. En el primer debate, los dos candidatos condenaron unánimemente el ataque.

Cambio climático y Agenda 2030

LLA: “Todas esas políticas que culpan al ser humano del cambio climático son falsas”, había afirmado Milei en campaña. Toda la evidencia científica indica lo contrario. La temperatura media mundial fue 1,09 °C más alta entre 2011-2020 que entre 1850-1900, por el aumento de las emisiones de dióxido de carbono. En el último debate, amplió: “No niego el cambio climático, lo que digo es que existen en la historia de la Tierra ciclos de temperaturas y este es el quinto”, y anticipó que retirará a Argentina del Acuerdo de París de 2015. También rechazó seguir adhiriendo a la Agenda 2030 de la ONU: “No adherimos al marxismo cultural”.

UxP: Massa consideró que Argentina “no puede tener un presidente que niegue el cambio climático” y rechazó la noción de Milei según la cual contaminar el ambiente es sólo una cuestión de conveniencia económica que se puede autorregular. “Contaminar va contra la casa común y las nuevas generaciones”. En cuanto a la Agenda 2030, Massa apunta a fortalecer el acceso a la vivienda, a reformar el Código Penal para castigar delitos ambientales y a impulsar energías renovables.

Publicado el 14/11/2023 en Embajada Abierta

https://www.embajadaabierta.org/post/la-politica-exterior-de-argentina-a-ballottage

Por MK BHADRAKUMAR de su pagina India Puchline

La próxima primera visita del presidente iraní, Ebrahim Raisi, a Arabia Saudita el 13 de noviembre marca un hito en el acercamiento entre los dos países mediado por China en marzo. La relación está adquiriendo rápidamente un nivel cualitativamente nuevo de solidaridad en el contexto del conflicto palestino-israelí. 

Esto marca un cambio en las placas tectónicas de la política regional, que durante mucho tiempo ha estado dominada por Estados Unidos, pero que ya no lo está. La última iniciativa China-EAU del lunes para promover un alto el fuego en Gaza se completó con un extraordinario espectáculo de diplomacia en la sede de la ONU en Nueva York cuando los enviados de los dos países leyeron juntos una declaración conjunta a los medios. Estados Unidos no estaba a la vista. 

Los acontecimientos ocurridos desde el 7 de octubre dejan muy claro que los intentos de Estados Unidos de integrar a Israel en su vecindad musulmana en sus propios términos son una quimera, es decir, a menos y hasta que Israel esté dispuesto a convertir su espada en rejas de arado. La ferocidad de los ataques de venganza israelíes contra el pueblo de Gaza –“animales”–   huele a racismo y genocidio. 

Irán conoció desde siempre la bestialidad del régimen sionista. Arabia Saudita también debe sentirse aliviada tras la llamada de atención de que, ante todo, debe aprender a vivir en su región. 

Raisi se dirige a Arabia Saudita en el contexto de un cambio histórico en la dinámica de poder. El rey Salman invitó a Raisi a hablar sobre los crímenes de Israel contra los palestinos en Gaza en una cumbre especial de estados árabes, de la que será anfitrión en Riad. Esto significa una profunda comprensión saudita de que incluso su voluntad de involucrarse en los Acuerdos de Abraham bajo la persuasión estadounidense ha alienado al público árabe. 

Hay una falacia en el discurso occidental sobre un eje Rusia-China-Irán en Asia occidental. Esta es una mala interpretación sin sentido. Un triple principio coherente de política exterior que Irán aplicó desde la Revolución Islámica de 1979 es que, en primer lugar, su autonomía estratégica es sagrada; dos, los países de la región deben tomar su destino en sus propias manos y resolver ellos mismos los problemas regionales sin involucrar a potencias extrarregionales, y tres, fomentar la unidad musulmana, por largo y sinuoso que parezca ese camino. 

Este principio tenía graves limitaciones debido a la fuerza de las circunstancias, principalmente, en las condiciones generadas por la política colonial de divide y vencerás aplicada por Estados Unidos. Las circunstancias incluso fueron diseñadas deliberadamente, como la guerra entre Irak e Irán, donde Estados Unidos alentó a los estados regionales a colaborar con Saddam Hussein para lanzar una agresión contra Irán para obstaculizar la revolución islámica en su infancia. 

Otro episodio doloroso fue el conflicto sirio. Allí, nuevamente, Estados Unidos hizo campaña activamente entre los estados de la región para lograr un cambio de régimen en Damasco con el objetivo final de atacar a Irán utilizando los grupos terroristas que Washington incubó en el Iraq ocupado. 

En Siria, Estados Unidos logró brillantemente enfrentar a los estados regionales entre sí y el resultado es evidente en las ruinas de lo que solía ser el corazón palpitante de la civilización islámica. En el punto álgido del conflicto, varias agencias de inteligencia occidentales operaban libremente en Siria ayudando a los grupos terroristas a arrasar el país cuyo pecado capital era que, al igual que Irán, también dio primacía a su autonomía estratégica y a sus políticas exteriores independientes durante la guerra fría. y las épocas posteriores a la guerra fría por igual. 

Baste decir que Estados Unidos e Israel tuvieron gran éxito en fragmentar el Medio Oriente musulmán exagerando las percepciones de amenaza y convenciendo a varios Estados árabes del Golfo de que enfrentaban amenazas directas o incluso ataques de representantes iraníes, así como el presunto apoyo iraní a los movimientos disidentes.

Por supuesto, Estados Unidos lo aprovechó vendiendo enormes volúmenes de armas y, lo que es más importante, para convertir al petrodólar en un pilar clave del sistema bancario occidental. En cuanto a Israel, se benefició directamente de demonizar a Irán para desviar la atención de la cuestión palestina, que siempre ha sido el tema central de la crisis de Oriente Medio.

Baste decir que la implementación del acuerdo Irán-Arabia Saudita-China ha reducido la hostilidad que existió entre Riad y Teherán durante la mayor parte de las últimas décadas. Ambos países buscaron aprovechar el impulso generado por el éxito de las conversaciones secretas de Beijing con respecto a su compromiso de no interferencia. Sin embargo, hay que señalar que las relaciones entre los países árabes del Golfo e Irán ya han mejorado significativamente en los últimos dos años. 

Lo que los analistas occidentales pasan por alto es que los estados ricos del Golfo están hartos de su vida subalterna como compinches de Estados Unidos. Quieren priorizar su vida nacional en las direcciones que elijan y con socios que los respeten, evitando cualquier mentalidad de suma cero, a diferencia de la era de la Guerra Fría, por razones ideológicas o dinámicas de poder. 

Por eso, la Administración Biden no puede aceptar que los saudíes trabajen hoy con Rusia en la plataforma de la OPEP+ para cumplir su compromiso de realizar recortes extra voluntarios en el suministro de petróleo, mientras también negocian con Estados Unidos sobre tecnología nuclear y, al mismo tiempo, avanzan en el ámbito diplomático. colabora con Beijing para sofocar el incendio iniciado en el Levante hace un mes y evitar que se propague al resto de la región de Asia occidental. 

Evidentemente, los sauditas ya no se alegran ante la perspectiva de una confrontación entre Estados Unidos e Irán. Por otro lado, saudíes e iraníes comparten la preocupación de que su nuevo pensamiento, que prima el desarrollo, se disipe a menos que haya estabilidad y seguridad regionales.

Por lo tanto, es pura ingenuidad por parte de Washington incluir a Hezbolá, Hamás e Irán como un solo grupo (como hizo Blinken durante su última visita a Tel Aviv el lunes) y yuxtaponerlo con el resto de la región. El rumor de que Hezbolá y Hamás son movimientos “terroristas” está a punto de quedar al descubierto. A decir verdad, ¿en qué se diferencian del Sinn Féin, que históricamente estuvo asociado con el IRA? 

Semejante ingenuidad pone de relieve la absurda iniciativa estadounidense, israelí e india de crear un QUAD 2 de Asia occidental (“I2U2”), que hoy parece ridículo, o el complot quijotesco tramado recientemente en Nueva Delhi durante la cumbre del G20 para que los saudíes se suban al proyecto de la India. -Proyecto del Corredor Medio Oriente-Europa, con la esperanza de que “integre” a Israel y cree negocios para el puerto de Haifa, aísle a Irán y Turquía, destruya el Corredor Internacional Norte-Sur liderado por Rusia y muestre el dedo medio a la Franja y la Ruta de Beijing. Mientras que la vida es real. 

Teniendo todo en cuenta, es la gira regional del secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, a Israel y su cumbre con un grupo selecto de estados árabes en Ammán durante el último fin de semana lo que se ha convertido en un momento decisivo en la crisis de Gaza.

Los ministros de Asuntos Exteriores árabes se negaron rotundamente a aceptar cualquiera de las odiosas propuestas presentadas por Blinken con intenciones maliciosas de preservar los intereses judíos:   “pausa humanitaria” en lugar de alto el fuego; campos de refugiados para la gente de Gaza que escapa de los horribles y brutales ataques de Israel que serían financiados con dinero árabe pero que eventualmente conducirían a asentamientos judíos en Gaza; los contornos de un acuerdo de posguerra para Gaza que dejará que los escombros sean manejados por la Autoridad Palestina y que la reconstrucción sea financiada por los estados del Golfo mientras Israel continúa dominando el territorio en la importantísima esfera de la seguridad; impedir que Irán acuda al rescate de Hezbollah y Hamas mientras son puestos en picadoras de carne israelíes de fabricación estadounidense. 

Era pura hipocresía. Los ministros de Asuntos Exteriores árabes hablaron al unísono para articular su contrapropuesta a la de Blinken: un alto el fuego inmediato. El presidente Biden parece ver finalmente la señal en la pared, aunque, intrínsecamente, sigue siendo el sionista número uno del mundo, como alguien lo llamó una vez, y sus motivaciones se derivan en gran medida de su propia supervivencia política a medida que se acercan las elecciones de 2024. cerca. 

Sea como fuere, lo más probable es que ahora sea cuestión de tiempo antes de que la comunidad global insista en detener al Estado de apartheid israelí. Porque, cuando los países musulmanes se unen, son ellos los que toman las decisiones en el orden mundial multipolar emergente. Su exigencia de que una solución al problema palestino no admita más demoras ha ganado resonancia, incluso en el hemisferio occidental. 

Por Sergio Rodríguez Gelfenstein especial para Dossier Geopolitico

Mientras en Palestina se produce un genocidio en vivo y en directo que ya dura más de un mes, auspiciado y alimentado militarmente por Estados Unidos, Ucrania,..

…la otra hija putativa de Washington se debate en el olvido. Noviembre ha hecho públicas una serie de declaraciones que dan cuenta del estado putrefacto y en fase terminal en que se encuentra Kiev, solo esperando por una extremaunción que sin dudarlo, tendrá repercusiones más allá de sus fronteras.

El primer día de este mes, el jefe del Pentágono, general Lloyd Austin al intervenir en la audiencia del Senado sobre los fondos adicionales afirmó con extraordinaria contundencia que Ucrania no podría ganar el conflicto con Rusia sin el apoyo de Washington. De esta manera se hizo patente algo sabido por los militares desde hace mucho tiempo que los líderes políticos occidentales han pretendido ocultar. Dicho en pocas palabras, el esfuerzo militar de Ucrania depende casi exclusivamente del aporte que haga Estados Unidos para sostenerlo.

Para hacer más evidente la aseveración y tal vez pensando en que podría haber algunas dudas al respecto, solo tres días después, el 4 de noviembre, la secretaria de prensa de la Casa Blanca Karine Jean-Pierre, advirtió que el gobierno de Estados Unidos  “se está quedando sin fondos para financiar los envíos de armas a Ucrania”. En algo que podría parecer risible si no estuvieran en juego miles de vidas humanas,  la vocera afirmó que van a comenzar a entregar “paquetes más pequeños de ayuda”  para ampliar la capacidad de apoyo al régimen de Kiev “durante el mayor tiempo posible”.

Vale recordar que el 20 de octubre, la Casa Blanca pidió al Congreso un nuevo paquete de ayuda para Kiev por un valor de 60.000 millones de dólares. Sin embargo, el pasado jueves 2, la Cámara de Representantes aprobó un proyecto de ley que prevé más de 14.000 millones de dólares en ayuda de emergencia para Israel, pero en el que no se menciona a Ucrania. La explicación vino del congresista republicano Mike Johnson, nuevo líder de la Cámara de Representantes quien destacó que las necesidades de Israel son más “urgentes” que las de Ucrania.

Todo esto ocurre cuando el ministro de Finanzas de Ucrania Serguéi Marchenko informara a la opinión pública que su país se enfrenta a un déficit de 29 mil millones de dólares para 2024 por lo que sin la ayuda de sus aliados occidentales, difícilmente podrá ser superado tal escollo. Marchenko aseguró que veía mucho “cansancio” y “debilidad” entre los socios de Ucrania agregando que a los funcionarios occidentales “les gustaría olvidarse” de las acciones militares, aunque las hostilidades “siguen en curso, a gran escala”.

Agregando datos para avalar la situación, el propio comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, general Valeri Zaluzhny admitió en una entrevista para la revista británica The Economist, que Rusia estaba en una mejor posición en el conflicto armado, describiendo la situación actual en el frente como “un punto muerto” en términos del nivel de tecnología. 

La entrevista de Zaluzhny causó no solo descontento y desmoralización en Ucrania, también terror generalizado entre algunos de sus aliados. En sentido contrario, el presidente Zelenski aseveró que su país no estaba en un punto muerto respecto de Rusia. Afirmó que lo que ocurría era que Moscú tenía una total superioridad aérea que los obligaba a cuidar a sus militares. A continuación esbozó una propuesta para superar tal situación, a partir de la entrega por parte de Occidente delos aviones caza polivalentes F-16 prometidos.

Echándole “más leña al fuego”, al día siguiente, 5 de noviembre el exasesor del jefe de la Oficina Presidencial de Ucrania, Alexéi Arestóvich señaló su conformidad con Zaluzhny al afirmar que Ucrania no podía –en las condiciones actuales- derrotar a Rusia en el campo de batalla. Argumentando a favor de su idea,

Arestóvich aseguró que: “El enemigo es más poderoso en términos económicos, militares, de movilización y de organización, y nuestros socios, de los que dependemos, no están interesados en derrotar a la Federación Rusa».

Lo interesante de esta declaración es que por una parte, fue la primera vez que se refuta públicamente desde Ucrania la idea de que el fracaso de las operaciones depende exclusivamente del aporte de Occidente en armamento y recursos financieros, al incorporar los grandes déficit en materia de recursos humanos y organización en los que la ayuda externa no tiene mayor influencia. Por otro lado, en esta declaración es explícita la dependencia de Occidente para sostener las acciones,  como ya lo había señalado el general Austin.

Este debate que cubre la noticia informativa interna del país, se inserta en una dinámica electoral de cara a los comicios presidenciales del próximo año. Pero Zelenski cerró cualquier posibilidad al respecto al decir que no se pueden hacer elecciones en una situación en la que impera la Ley Marcial.

Aunque se rumoró que el nuevo ministro de defensa Rustem Umérov, vinculado al expresidente Piotr Poroshenko habría presentado una solicitud para destituir a Zaluzhny, tal información fue desmentida por el asesor de la Oficina Presidencial Serguéi Leschenko, quien la caracterizó como una «noticia falsa». No obstante, el mal ya estaba hecho cuando se hizo patente que un sector de la sociedad desea que Zaluzhny se vaya.

Al respecto, la Oficina Presidencial emitió una dura crítica pública a Zaluzhny, pero el presidente no tomó la decisión de destituirlo. Zelenski debe haber tomado nota de las excelentes relaciones de Zaluzhny con los mandos militares de la OTAN y en especial con el secretario de defensa de Estados Unidos. No obstante, hay que entender la dimensión negativa de lo que significa para cualquier país que el jefe de Estado y el jefe de las fuerzas armadas emitan opiniones contradictorias públicamente en particular al referirse a la situación del conflicto en su aspecto bélico. El New York Times señaló que tal situación es expresión de “una brecha emergente entre el liderazgo militar y civil en un momento ya difícil para Ucrania» sobre todo porque “la fisura [entre Zelenski y Zaluzhny] se produce mientras Ucrania está luchando en su esfuerzo de guerra, militar y diplomáticamente».

Esta controversia, fue una vez más motivo para la intervención de Arestóvich a fin de continuar “echando sal en la herida”. Para nadie es un secreto que el exasesor ha manifestado su aspiración a la presidencia. De alguna manera, eso explica su permanente aparición en los medios y en las redes sociales. En este contexto se explica su aparente interés en mediar en la reyerta que evidentemente atenta contra el espíritu de combate de las fuerzas armadas. Arestóvich ha hecho un llamado a Zelenski para que “muestre sensatez” y dirima sus discordias con Zaluzhny. Así mismo le ha hecho saber que está en sus manos “la clave para cambiar la postura de la oposición, de los estadounidenses, de todo el mundo, del Ejército y de la sociedad» aprovechando de decirle que no son los que lo critican y lo instan a hacer las elecciones , los que generan inestabilidad en el país «sino usted mismo, con sus políticas ineficaces que socavan la fe de los ciudadanos en la victoria, los sentimientos en el Ejército, la confianza de los socios y aliados”.

A esta polémica se han ido incorporando algunos de los más influyentes medios de comunicación occidentales. Por ejemplo,…

…la revista “Time”, que ahora se ha tornado -sin tapujos- en fuerte detractora del gobierno de Ucrania, publicó un artículo en el que califica a Zelenski como una persona que vive al margen de la realidad. La aseveración resulta sorprendente sabiendo que este medio informativo está fuertemente ligado a la CIA, principal agencia de inteligencia exterior de Estados Unidos.  

A este respecto, el periodista y expresentador de “Fox News”, Clayton Morris se preguntó: “¿Por qué una revista respaldada por la CIA decide de repente mostrar el verdadero y sombrío panorama de la situación en Ucrania? ¿Para conseguir su apoyo o [para] sentar las bases de algo menos agradable?» Morris afirmó que para escribir el artículo, “Time” consiguió acceder al círculo íntimo de Zelenski y como resultado de ello, se le pudo retratar como un «líder mentalmente inestable y no realizado». 

El artículo, publicado el pasado 30 de octubre hace comentarios sobre Zelenski y su entorno, señalando que el excesivo optimismo fuera de la realidad del presidente ucraniano, incluso a pesar de los fracasos en las operaciones de combate, “obstaculiza los intentos de su equipo de realizar nuevas estrategias e ideas”.

Con extrema dureza, la publicación asegura que Ucrania ya no podrá contar con el recurso humano necesario para utilizar todo el armamento que Occidente le ha prometido. Al mismo tiempo afirma que también conspira contra ello que los funcionarios locales «roban como si no hubiera un mañana».

En el trasfondo de esta disputa  se manifiesta el desacuerdo entre Zaluzhny y Zelenski en la apreciación que cada uno tiene de la situación en el frente ante el fracaso de la contraofensiva. Sobre este asunto, el New York Times llegó a decir que las operaciones de los militares ucranianos no lograron tener «ningún avance» provocando -por el contrario- un gran número de víctimas agregando que «Ucrania está enfrentando ataques intensivos rusos en el este», mientras que el escepticismo en Europa y el partido Republicano de Estados Unidos ha crecido.

Desde el 4 de junio (fecha de inicio de la “contraofensiva”), las fuerzas armadas de Ucrania han tenido 90 mil bajas (entre muertos y heridos graves irrecuperables) así como 557 tanques y 1.900 vehículos blindados destruidos. Para que se tenga una idea del significado de esta cifra baste decir que hasta el momento Occidente ha enviado a Ucrania 595 tanques (de los 830 comprometidos) y 1.550 vehículos blindados.

Rusia por su parte, está realizando operaciones de defensa activa que significa la ejecución de acciones ofensivas a pequeña escala en algunos sectores, centrando sus ataques a través de golpes contra los medios aéreos, los lugares de concentración de tropas y la logística. Debe recordarse que -desde el punto de vista bélico- para Rusia este conflicto tiene básicamente las características de una guerra de desgaste que ya rebasó las posibilidades de Ucrania,  afectando también a Estados Unidos y sobre todo a Europa. 

En este contexto se comienzan a apreciar manifestaciones de desesperación en la élite ucraniana.

Así, se ha comenzado a verificar un llamado a la “comprensión” de Occidente porque según Zelenski las tropas ucranianas están defendiendo «valores comunes» como la democracia, atacados hoy por la autocracia rusa. En el imaginario colectivo se trata de instalar una nueva bipolaridad “democracia vs. autocracia”. El desasosiego de Zelenski invoca a Occidente a luchar contra el peligro ruso que podría “matar a todos” con lo cual le quedaría la puerta abierta para atacar a los países de la OTAN, en cuyo caso “…ustedes enviarán a sus hijos e hijas [a la guerra]. Y el precio será más alto. Es muy importante no perder la voluntad, no perder esta fuerte posición, y no perder su democracia». 

En el colmo de su frustración, el pasado lunes 6 de noviembre el agobiado presidente ucraniano solicitó a “Estados Unidos, la Unión Europea y los países asiáticos” enviar a su país sistemas de defensa aérea o “al menos alquilarlos durante el invierno”.

Lo cierto es que la tal “contraofensiva”  de las Fuerzas Armadas de Ucrania no estuvo a la altura de las esperanzas de Occidente y probablemente haya sido la última oportunidad para Ucrania porque ya no tiene recursos para realizar una operación de envergadura importante en el frente.

Toda esta situación está colocando sobre el tapete la posibilidad de una salida negociada al conflicto si es que la hubiera a estas alturas. El propio Washington Post ha señalado que hubo una posibilidad de resolver diplomáticamente el conflicto ucraniano, pero ya ha desaparecido, toda vez que Rusia tiene una ventaja en el frente y es poco probable que se congele.

Aunque Zelenski se niegue a tal idea, la misma se ha ido extendiendo cada vez más. Por ejemplo, el ministro de Asuntos Exteriores y Europeos de Eslovaquia, Juraj Blanar afirmó sin ambages que el conflicto en Ucrania no tiene solución militar.

Hasta Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y sempiterno belicista, ha tenido que reconocer que la crisis en Asia Occidental ha tenido fuerte impacto en la política hacia Ucrania. En un arranque inusual de honestidad, Borrell afirmó: «Seamos francos, la crisis de Oriente Medio ya está teniendo un impacto duradero en nuestra política en Ucrania». Borrell llamó a buscar una solución al conflicto en Oriente Medio pero no olvidarse de Ucrania porque: » Si Ucrania pierde, nosotros perdemos. Tenemos que mantener nuestra unanimidad y nuestra unidad en el apoyo a Ucrania”.

Como ha dicho el diplomático y analista político internacional indio MK Bhadrahumar: “La guerra de Ucrania está en piloto automático”.  Lo argumenta afirmando que los objetivos estratégicos fijados por el Presidente Vladimir Putin en febrero del año pasado se mantienen incólumes. Pero ahora, “Rusia siente que ha tomado la delantera en la guerra y que eso es irreversible”. 

Aunque Rusia no ha iniciado una gran ofensiva, la preparación para ella es ostensible. Sin embargo, desde hace un mes lo que ocurra en Ucrania estará irremediablemente amarrado al conflicto en Asia Occidental. Esta situación no podrá estar ausente de las apreciaciones políticas y militares. La simultaneidad en el tiempo de ambos acontecimientos y muchos otros que están ocurriendo en variados rincones del planeta, dicen relación con la crisis de Occidente y de Estados Unidos y la incapacidad de mantener su hegemonía unilateral en el globo. 

Parece difícil que Estados Unidos logre lidiar con los dos conflictos al mismo tiempo, sobre todo porque no son los únicos. En paralelo, debe contender con China en el plano económico, manejar su propia crisis interna, sostener el poder colonial que hoy se tambalea en África y generar respuestas a la rebelión silenciosa que se comienza a manifestar de diferentes formas en América Latina y el Caribe sobre todo porque Cuba, Nicaragua y Venezuela han sido capaces de resistir y mantener en alto sus banderas.

Por lo pronto, pareciera extenderse en Estados Unidos la convicción de que Ucrania no le va a ganar la guerra a Rusia, el pesimismo cunde y el pánico inunda los intersticios del poder imperial. No lo sabemos aún, pero tal vez, Ucrania sea la primera batalla ganada en el mundo que está naciendo.

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Después de más de un mes de iniciados los enfrentamientos en Gaza EE.UU. e Israel se han quedado sin un plan realista para salir de la crisis y se acercan a una gran derrota política y moral.

Por Eduardo Vior Analista Internacional que autoriza su publicacion en Dossier Geopolitico realizado para Agencia TELAM

A 32 días de comenzada la actual guerra en Gaza, con un ingente apoyo norteamericano Israel está demostrando su conocida superioridad militar, sin poder, empero, derrotar a los milicianos palestinos que controlan la Franja. Si bien Washington reta públicamente al gobierno de Benyamin Netanyahu, lo sigue pertrechando abundantemente y mandó a la región dos amenazantes grupos navales. Sin embargo, el pueblo israelí no parece entusiasmado por ir a una guerra sin metas ni tiempos previsibles y la opinión pública internacional se está apartando aceleradamente de Israel. Entre tanto, la población civil de Gaza es la víctima principal de este sangriento juego geopolítico. Pronto la presión interna e internacional se hará insostenible y los aliados en Washington y Tel Aviv deberán plantearse cómo salir del pantano en el que se han metido.

En el décimo día de reocupación de la Franja de Gaza las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), que ya en días anteriores cerraron el cerco en torno a la ciudad de Gaza (en el norte de la Franja), están procurando avanzar a lo largo de la costa, para cerrar completamente el cerco y evitar que los comandos palestinos ataquen Israel por mar. La operación está resultando sumamente costosa, porque los milicianos surgen a cada momento de la red de túneles, atacan a los blindados israelíes y vuelven rápidamente a sus refugios. El ejército israelí afirma haber dado muerte a algunos mandos del Movimiento de Resistencia Islámica Hamás, pero los combates se suceden sin pausa y ningún mando se ha rendido a las fuerzas atacantes.

Según fuentes palestinas, más de 900.000 civiles están todavía en la sitiada ciudad de Gaza sin atreverse a abandonarla por los riesgos de bombardeo que acechan en el camino. Más de 10.500 civiles, de los cuales 4.328 niños, han perdido la vida por los bombardeos. Por su parte, el Ministerio de Salud israelí informó que en un mes 7.262 heridos han llegado a los hospitales como consecuencia de la guerra. Un millón y medio de los 2,5 millones de habitantes  de la Franja han sido desplazados y debieron buscar refugio en escuelas, hospitales y templos religiosos de distintas confesiones que, no obstante, a menudo son bombardeados sin miramientos. El 46% de las muertes entre civiles se produjo en el sur del territorio, que según el gobierno israelí sería territorio seguro.

Mientras tanto, en El Cairo y en Catar se suceden las negociaciones para alcanzar un canje de rehenes israelíes por prisioneros palestinos, pero hasta ahora sin éxito. .El obstáculo principal es la negativa israelí a cesar las hostilidades durante tres días, para que se pueda realizar el intercambio.

En este escenario cruzado por rumores, versiones y declaraciones contrapuestas tuvieron una gran resonancia declaraciones que el ex primer ministro israelí Ehud Barak (1999-2001) hizo este martes al medio digital norteamericano Politico. Según el también ex ministro de Defensa, a Israel sólo le quedan unas semanas para eliminar a Hamás, ya que la opinión pública -sobre todo en Estados Unidos- se está inclinando rápidamente en contra de sus ataques contra Gaza. El político laborista también sugirió que una fuerza árabe multinacional podría tomar el control de Gaza después de la campaña militar, para preparar el regreso de la Autoridad Palestina de Mahmud Abbas como relevo de Hamás. No obstante, Barak subrayó que la vuelta a la diplomacia encaminada a la creación de un Estado palestino era una perspectiva muy remota.

Foto AFP
Foto: AFP

El dirigente observó también que en los últimos días había cambiado la retórica de los funcionarios estadounidenses, con un creciente coro de llamamientos a una pausa humanitaria. Le preocupa asimismo que esté disminuyendo la simpatía generada hacia Israel inmediatamente después del 7 de octubre, cuando las fuerzas unificadas de la resistencia palestina lanzaron el ataque terrorista más mortífero contra Israel en los 75 años de historia del Estado. “Se ve que la ventana se está cerrando. Tendremos que llegar a un acuerdo con las exigencias estadounidenses en las próximas dos o tres semanas, probablemente antes”.

Las declaraciones de Ehud Barak trasmiten la urgencia estadounidense, para que el ejército israelí liquide a Hamás y se retire de la Franja de Gaza. Oficialmente EE.UU. se opone a la reocupación israelí de la Franja, pero no quiere devolvérsela a Hamás que la gobierna desde 2007 por el voto democrático de los gazatíes. Habida cuenta, empero, del rechazo generalizado de la población a la Autoridad Palestina presidida por el octogenario Abbas por su entrega a Occidente y su corrupción, es ilusorio pensar que ésta pudiera volver a gobernar la Franja. La idea de que una fuerza militar árabe plurinacional lo haga transitoriamente, por otra parte, remite a los llamados “Acuerdos de Abraham” de 2020 entre Israel, Baréin y los Emiratos Árabes Unidos. A este proyecto de Donald Trump debía sumarse ahora Arabia Saudita, pero se retrajo inmediatamente después del 7 de octubre. En la situación actual tales acuerdos están en el freezer y tratar de reactivarlos es una ilusión.

Cualquier acercamiento árabe-israelí se ha hecho aún más impensable, después de que el domingo pasado la revista +972 Magazine difundió un documento del servicio de inteligencia israelí con un plan para Gaza. El documento propone al gobierno israelí tres opciones para terminar exitosamente la invasión a la Franja: “1) Derrocar al gobierno de Hamás y unificar a Gaza y Cisjordania bajo el gobierno de la Autoridad Palestina; 2) crear un nuevo Estado árabe independiente», es decir no palestino ni elegido por los palestinos, para gobernar la Franja bajo las directrices de Israel o 3) desplazar a la población no combatiente de la Franja hacia el norte de Sinaí”. Se trata de una región desértica bajo jurisdicción egipcia donde los palestinos desplazados serían hacinados en campamentos de refugiados. Según el documento de la inteligencia israelí, esta tercera opción es ‘la más viable’ y beneficiosa para los intereses a largo plazo» del Estado de Israel”. La idea de este plan es sencillamente despoblar la Franja de Gaza o, al menos, su mitad norte y anexarla a Israel. Significativamente, frente a la costa dela Franja comienza un gigantesco yacimiento submarino de gas que se extiende frente a Israel, Líbano y Siria hasta Chipre y Grecia.

Para poner en práctica cualquiera de las tres opciones, las FDI deberían derrotar tan decisivamente a las milicias palestinas que toda resistencia sea impensable por mucho tiempo. Sin embargo, sobre el terreno las cosas son diferentes. Según informan fuentes fiables, el sistema de túneles que construyó Hamás debajo de Gaza es a la vez una enorme obra de ingeniería y un desafío político y militar que Israel difícilmente pueda superar y, seguramente, no en el corto plazo y mucho menos con los escasos 320.000 efectivos que hoy tiene movilizados en todo el país.

La red de túneles construida por debajo de la Franja comenzó a extenderse desde 2007, cuando Hamás llegó al poder. Al principio eran rutas para el contrabando con Egipto e Israel, pero se transformaron en una fortaleza subterránea. El sistema de bunkers y pasajes de 2 m de ancho por 2 m de alto reforzados por concreto tiene una extensión total aproximada de 500 km a una profundidad que va de los 30 a los 70 metros. Hay un total de 1.300 pasadizos que conectan arsenales y alojamiento para tropas. El sistema subterráneo de Hamás cuenta con una red de comunicación por cable para evitar intercepciones, un acceso independiente a internet y sistemas de ventilación y energía autónomos alimentados con combustible. Al estar construidos en una de las zonas más densamente pobladas del mundo, este entramado subterráneo está montado por debajo de viviendas, escuelas, hospitales y zonas comerciales.

Hamas elaboró un sistema muy complejo de entradas y ventilación que se confunde con el entramado urbano. Hay una deliberada planificación, para mezclar el sistema de túneles con las zonas civiles y para hacer más difícil la tarea de neutralizarlos. Los centros de mando y arsenales están a 70 metros de profundidad. A excepción de algún artefacto atómico, no hay un arma capaz de llegar tan profundo. No hay en el arsenal israelí una bomba o misil convencional que pueda perforar tantos metros de tierra, el concreto de la superficie y el refuerzo de los túneles. Ni tampoco la cantidad suficiente para demoler 500 km de túneles.
La lógica indica, entonces, que se debe tomar el sistema subterráneo por asalto y por tierra, con una gran fuerza militar para controlar las entradas y al mismo tiempo combatir en la superficie. Sería una batalla simultánea en dos planos con un enorme costo en bajas militares y civiles. Es decir que al mismo tiempo Israel debería enfrentar una batalla urbana, tomar precauciones para evitar la mayor cantidad de bajas civiles que puedan ser usadas por la propaganda de Hamás y sus aliados e ir simultáneamente ubicando y tomando los sitios que conducen a los túneles. Una vez dentro de ellos, las tropas israelíes deberían enfrentar el desconocimiento del laberinto de corredores, sitios de derrumbe programados, minas, explosivos direccionales, espacios preparados para emboscadas, ataques suicidas, tramos que podrían ser inundados para frenar el avance, el riesgo para los 222 rehenes usados como escudos humanos y la seguridad de que su avance es monitoreado por cámaras instaladas en puntos clave.

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Foto: AFP

La conclusión es que, a pesar de que el primer ministro Benyamin Netanyahu insiste en que sus fuerzas ocuparán Gaza por un tiempo indefinido, Israel no puede conquistar la Franja y mucho menos ocuparla. En consecuencia, en algún momento va a tener que aceptar un alto el fuego y negociar políticamente.

Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel especularon al principio de las hostilidades con la expansión de la guerra a toda la región. Para Washington el mejor escenario era que el Eje de la Resistencia (Irán, Hezbolá, Siria, las milicias chiítas iraquíes y los huti yemenitas) atacaran frontalmente a Israel y las tropas norteamericanas repartidas por toda la región. Entonces EE.UU. habría involucrado a Rusia en un segundo frente de guerra que ésta difícilmente soporte, habría comprometido a Irán, cuando se han levantado temporariamente las sanciones occidentales, y habría roto el frente árabe-iraní costosamente articulado por China. Para ello el Pentágono mandó al Mediterráneo Oriental y al Mar Rojo a dos potentes grupos navales. Pero los estrategas de la Casa Blanca no contaron con la visión de largo plazo del Ayatolá Jamenei y del secretario general de Hezbolá Sayed Nasralá.

Precisamente, sobre el discurso del líder libanés del pasado viernes 3 el analista israelí Nitzan Sadan comentó lo siguiente: “Ayer me di cuenta de que Abdel Nasser no puede compararse con el líder de Hezbolá. Gamal Abdel Nasser, a pesar de su inteligencia, cedió ante el entusiasmo y el populismo, se volvió imprudente y perdió la guerra con nosotros. En cuanto a Nasrallá, que podría haber ganado la popularidad de cientos de millones con una sola palabra, prefirió perder su popularidad, para lograr una victoria aplastante en el futuro. Este hombre es excepcional, es aterrador.”

Efectivamente, los líderes de Irán y Hezbolá dejaron sin aplicación a las enormes fuerzas estadounidenses en el Mediterráneo Oriental, el Mar Rojo y decenas de bases en toda la región. Si no hay extensión de la guerra y el ejército israelí no puede vencer a Hamás, pronto deberá acceder a un alto el fuego y negociar. Entonces, en algún momento no muy lejano deberá retirarse de la Franja. Será el instante en que estalle la crisis política interna, el gobierno sea depuesto y los israelíes tengan que ir nuevamente a las urnas en medio de una feroz fractura de la sociedad y la cultura del país.

La situación en Asia Occidental se ha transformado radicalmente. Ya no se trata de un conflicto nacional entre israelíes y palestinos. Israel se ha convertido en un país mesiánico que pretende expandirse indefinidamente en nombre del mandato bíblico. Consecuentemente, la causa palestina ha unificado a los pueblos de la región, musulmanes o no, árabes, turcos o persas. Al convertirse en un conflicto entre civilizaciones, la lucha por la independencia palestina se ha hecho ubicua, multidimensional y omnipresente.

La alianza antiisraelí tiene tiempo, porque tiene una población numerosa, convencida de la justeza de su lucha anticolonial y motivada. Además, tiene los recursos económicos, políticos, diplomáticos y militares para un enfrentamiento a largo plazo.
Occidente (e Israel como su puntal regional), por el contrario, sólo tiene la fuerza militar y no tiene tiempo, porque la competencia entre bloques lo acucia.

Los únicos que sólo cuentan con su dignidad y su capacidad de sacrificio son los pobladores de Gaza. A ellos corresponde la mayor dedicación humanitaria.

FUENTE: https://www.telam.com.ar/notas/202311/645921-las-ventanas-se-van-cerrando.html

A los cinco frentes políticos, económicos y militares que ya tiene abiertos la Casa Blanca pretende ahora agregar uno más en el Continente Americano.

POR EDUARDO J. VIOR que autoriza su publicacion en Dossier Geopolitico

¿Cuánto tiempo más pueden sostener los Estados Unidos la acumulación de frentes de conflicto abiertos por el gobierno de Joe Biden? Involucró a Rusia en una guerra en Ucrania que hoy sabe perdida, permitió el ataque a Israel, sigue provocando a China en el este y sureste de Asia, mientras agudiza un conflicto económico con la potencia asiática que daña a toda la economía mundial y radicaliza la confrontación interna. Como si esto fuera poco, algunos días antes de la elección argentina del 22 de octubre la jefa del Comando Sur volvió a alertar contra el “peligro chino” en el hemisferio occidental. EE.UU. sigue siendo la primera potencia militar mundial, pero se ha involucrado en demasiados frentes a la vez y está debilitado por la división de su propio frente interno.

Estados Unidos tiene abiertos cinco frentes de conflicto sin posibilidad de triunfar en ninguno. Dos de los frentes abiertos por Washington están activos con Rusia (por la hegemonía y la carrera militar) y China (por Taiwán y por la guerra comercial). Otros dos frentes son el conflicto de Israel y Palestina y el de Ucrania, y el quinto frente es el que tiene lugar en el interior de Estados UnidosSu política y sociedad están profundamente divididas por ideologías y visiones del país y el mundo incongruentes e irreconciliables. Este es, quizás, el conflicto más grave.

Desde que la resistencia palestina unida lanzó su ataque contra Israel el pasado 7 de octubre, el Pentágono ha organizado un puente aéreo para el suministro de material de guerra a Tel Aviv, pero también ha enviado 20 aviones a Chipre y Jordania ha recibido 15 aviones de transporte y dos escuadrillas de aeronaves para fuerzas aerotransportadas y fuerzas especiales. Esos efectivos se agregan a los dos grupos aeronavales en torno a portaaviones que el Pentágono envió inicialmente a la región.

Al retornar de su viaje a Israel, el presidente Joe Biden reafirmó el apoyo norteamericano  a la independencia de ese Estado, pero en repetidas ocasiones advirtió que debía respetar a la población civil de Gaza y, más recientemente, abogó por la erección de un Estado palestino independiente como única solución para el conflicto.

Aparentemente, Washington presiona para que Israel no invada masivamente la Franja, en primer lugar, porque quiere ganar tiempo para extender la guerra a Siria, a la que acusa de permitir el tránsito de armas iraníes para Hezbolá, aunque dar batalla allí implicaría chocar con Rusia. Después de tres semanas de guerra, en las que Israel ha bombardeado permanentemente el territorio, habiendo matado a cerca de 10.000 civiles (muchos más permanecen sepultados bajo los escombros), de los cuales 3.500 eran niños y herido a varias decenas de miles de civiles, recién este martes Israel se ha atrevido a mandar una gran columna de blindados al norte de la Franja de Gaza tras varios intentos anteriores frustrados por la resistencia. Por primera vez, en todo el mundo se multiplica el reclamo, para que los dirigentes israelíes sean sometidos a juicio por cometer crímenes de lesa humanidad.

No obstante la cantidad enorme de pérdidas humanas, el ejército israelí todavía no ha alcanzado ningún objetivo militar relevante, mientras que las milicias gazatíes no dejan de bombardear el sur de Israel y hasta Tel Aviv. En tanto, en Cisjordania ocupada se multiplican las manifestaciones y ataques a militares y colonos. En la frontera con Líbano, por su parte, Hezbolá bombardea sistemáticamente las instalaciones de escucha y los radares israelíes, para “cegar” a su oponente, pero mantiene una contención significativa.

Israel sabe que no puede triunfar en el campo de batalla. ¿Para qué, entonces, tal masacre de inocentes? La razón hay que buscarla en el mar: en las aguas territoriales de Gaza comienza un gigantesco campo gasífero que se extiende a lo largo del litoral israelí hasta la mitad de la costa libanesa y que EE.UU., Turquía e Israel ambicionan. Algunos miembros de la coalición derechista-ultraderechista que gobierna en Tel Aviv ya han anunciado su intención de desplazar a un millón de palestinos de la mitad norte de la Franja, para anexarla y luego explotar el yacimiento.

Aunque no quiere una ocupación permanente de la Franja, a la elite norteamericana le conviene que en Asia Occidental se produzca una guerra controlada que se prolongue por cierto tiempo, primero, para desplazar a Ucrania de las pantallas televisivas, segundo, para justificar el pedido al Congreso de nuevas partidas presupuestarias para armamentos, tercero, para acceder a la explotación del gas en el Mediterráneo Oriental y, cuarto, para llegar a las elecciones de noviembre de 2024 con algo que mostrar al electorado.

Sin embargo, norteamericanos e israelíes han hecho las cuentas sin el dueño del supermercado. Por una parte, con su ataque a la Franja Israel ha conseguido una unidad nacional de los palestinos como no se veía desde el asesinato de Yasser Arafat. Frente a una sociedad israelí profundamente fracturada, esta unidad implica una ventaja estratégica considerable. Por otra parte, Rusia y China han desarrollado en el último año y medio una estrecha cooperación. Moscú es el gran protector del gobierno sirio y tiene una sólida alianza militar y económica con Irán. China, en tanto, es aliada militar de Irán y está desarrollando una fuerte integración económica con Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y Catar. Además, tanto Teherán como Riad y Dubai serán miembros de BRICS11 a partir de enero próximo.

Estados Unidos tiene abiertos cinco frentes de conflicto sin posibilidad de triunfar en ninguno
Estados Unidos tiene abiertos cinco frentes de conflicto sin posibilidad de triunfar en ninguno

Ante este nuevo sistema de alianzas EE.UU. ha perdido el control sobre el petróleo mediooriental. Sólo le quedan su ocupación sobre el este de Siria, donde saquea impunemente los pozos de propiedad de ese país, y los yacimientos iraquíes. En ambos estados sus fuerzas están siendo hostigadas por las milicias coordinadas en el Eje de la Resistencia. Éste es, empero, sólo un aspecto de la emboscada de Moscú y Pekín en la que cayeron los occidentales.

Al mismo tiempo, para anular la presencia de los grupos navales norteamericanos en el Mediterráneo Oriental, Rusia ha mandado una escuadrilla aérea armada con cohetes hipersónicos Kinzhal a sobrevolar las aguas internacionales del Mar Negro. Desde allí, avisó el presidente Putin, estos cohetes pueden alcanzar los portaaviones estadounidenses en el Mediterráneo en un plazo de dos a tres minutos. Convergentemente, los silenciadores rusos instalados en la base naval de Tartus, en el norte de Siria, pueden “cegar” los radares y los sistemas de navegación estadounidenses en una vasta región adyacente. Por último y no casualmente Rusia ensayó el miércoles 25 un ataque nuclear en un ejercicio supervisado por Putin horas después de que el parlamento ruso rescindiera la adhesión al tratado de prohibición global de ensayos nucleares (TPCE, por su nombre en inglés).

De todos modos, el arma principal de los rusos, los chinos y sus aliados es el petróleo. Para obligar a Israel y Occidente a negociar, la OPEP+ puede aumentar el precio del fluido que vende a Occidente arriba de los 100 dólares o reducir el abastecimiento con el mismo efecto.

El bloque euroasiático ha encerrado a su contrincante en un dilema: si expande la guerra en Asia Occidental, chocará con Rusia e Irán y arriesgará un gigantesco bloqueo petrolero que puede destruir las economías occidentales. Si, en cambio, se aviene a una negociación, hará colapsar el gobierno israelí y provocará allí el caos. Además, debería reconocer la independencia palestina y la erección de un Estado en Gaza y los territorios ocupados.

Sin embargo, ni Israel ni EE.UU. son los mayores perdedores de la guerra en Gaza, sino el gobierno ucraniano. Los legisladores norteamericanos ya no quieren votar nuevas partidas de ayuda a Ucrania. El gobierno de Joe Biden pidió al Congreso que apruebe una partida de 106 mil millones de dólares para Ucrania e Israel, pero los republicanos que controlan la Cámara de Representantes quieren desdoblar la votación, para no mandar nada a Kiev.

La situación en el campo de batalla tampoco favorece la generosidad de los legisladores. A pesar de que pequeñas unidades ucranianas pudieron establecer dos o tres cabezas de puente al este del río Dnieper, en el suroeste, su publicitada contraofensiva en el sur ha fracasado y en Avdiivka, cerca de la capital regional Donetsk, las fuerzas rusas amenazan con encerrar a sus oponentes en un bolsón. Más al norte, al oeste de Artiomovsk (Bajmut) y en Kupiansk, el ejército ruso avanza lentamente. Si bien esta guerra es de desgaste para ambas partes, Rusia está siendo aprovisionada con municiones por Irán y Corea del Norte, mientras que los suministros occidentales para Ucrania se van reduciendo. Ahora, si el Congreso norteamericano niega los fondos, los días de Zelenski y su grupo están contados.

No obstante este cuadro de situación, han aparecido algunos indicios de que la dirigencia norteamericana comienza a entender su precaria situación. Por primera vez este domingo una fuerte delegación de Washington concurrirá a la Exposición Internacional de Exportaciones de China (CIIE, por su nombre en inglés), una feria anual que reúne en Shanghai a expositores de todo el mundo. La República Popular viene advirtiendo desde hace varios años contra la política de desacople del gobierno Biden y llamando a separar los negocios de la política. Esta concurrencia parece darle la razón. No resuelve el entredicho por la ambición secesionista del liderazgo taiwanés ni evita las provocaciones navales norteamericanas, pero crea por lo menos un espacio de intercambio pacífico.

No obstante, es demasiado temprano para hablar de un deshielo en la relación entre ambas potencias, ya que los lineamientos de la política exterior estadounidense que diferencian entre la amenaza “aguda” de Rusia y la amenaza “estructural” planteada por China siguen vigentes.

La situación de EE.UU. se agrava por el amotinamiento de diplomáticos y funcionarios del Congreso. A raíz de la sonora dimisión hace dos semanas del subsecretario para Asuntos Político-Militares del Departamento de Estado, Josh Paul, en el organismo se ha desatado un “motín” de funcionarios contra Tom Sullivan, vicejefe de la oficina del secretario de Estado y hermano del consejero de seguridad nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan. Este funcionario parece ser especialmente despótico y arbitrario y no prestar atención al asesoramiento de funcionarios de carrera con larga experiencia, lo que suscitó la reacción de los diplomáticos. Al mismo tiempo, 411 empleados del Congreso, todos miembros de las comunidades judía y musulmana, firmaron juntos una petición, para que los congresistas promuevan un cese de hostilidades inmediato en Gaza. “Como musulmanes y judíos estamos cansados de revivir los temores generacionales de genocidio y de limpieza étnica”, resalta la petición.

La minoría musulmana estadounidense (4,5 millones de personas) rechaza cualquier apoyo al presidente Joe Biden y, aunque sólo representa un 1% de la población estadounidense, podría impedir la reelección del presidente. Por su parte, la minoría judía estadounidense, no mucho más numerosa (6 millones de personas), se opone a que la Casa Blanca sostenga a Benyamin Netanyahu. Sin embargo, ninguna de las dos minorías puede contrapesar la influencia de los cristianos sionistas (20 millones de personas) que alientan la concentración de todos los judíos en Palestina para dar la batalla final (el Armagedón) del Bien contra el Mal.

En este contexto, no se entiende que la jefa del Comando Sur del US-Army siga tratando de provocar un incendio en América Latina y el Caribe. El pasado 19 de octubre la teniente generala Laura Richardson fue entrevistada en la Universidad de Miami por Susan Segal, presidenta de la American Society (AS)-Consejo de las Américas (COA, por su nombre en inglés) financiada por la Fundación Rockefeller y las 200 compañías norteamericanas con los mayores negocios en América Latina y el Caribe. Allí la generala insistió en sus conocidas denuncias contra la acumulación de poder militar sin precedentes que China estaría adquiriendo en el continente.

Desde que gobierna Joe Biden la Casa Blanca no ha hecho más que multiplicar los conflictos dentro y fuera del país sin solucionar ninguno. Ahora experimenta el síndrome de la manta corta: si tira de un lado, se destapa del otro. Quizás sea, entonces, una señal de realismo el que EE.UU. haya propuesto a Rusia retomar el diálogo estratégico. Por lo pronto Moscú ha reaccionado con indiferencia ante la propuesta, pero no desvaloriza el gesto. Quiere ver, si el gobierno de Biden realmente entendió su situación comprometida o si sólo quiere ganar tiempo. Obviamente, la Casa Blanca comprende que debe retirarse de Ucrania y ceder posiciones en Asia Occidental, pero quiere cobrar su retirada lo más caro posible.

Por ahora Washington sólo presiona al gobierno de Netanyahu, para que limite sus operaciones en Gaza, pero el primer ministro tiene su suerte atada a la alianza con la ultraderecha y persiste en el propósito de anexar el norte de la Franja y Cisjordania, expulsando a los palestinos. Si sigue avanzando en esta dirección, empero, desatará una guerra regional de proporciones. Si pretende controlar la crisis, la Casa Blanca va a tener que derrocar al primer ministro y negociar con Rusia e Irán en medio del consecuente caos que se produciría en Israel.

Por el contrario, Moscú puede presentarse como el mejor pacificador gracias a las buenas relaciones que mantiene con todos los actores clave (Israel, Hamas, Irán y otros estados de la región), pero sus buenos oficios van a costar a su oponente el tener que aceptar una negociación que abarque todos los temas y las áreas en conflicto.

Es dudoso que esta eventual distensión calme inmediatamente el conflicto en Asia Oriental ni disminuya el intervencionismo norteamericano en América Latina, pero seguramente alentará la presencia de China en Asia Occidental y agudizará el conflicto interno en Estados Unidos. Hasta tanto el grupo dirigente en Washington no se haga cargo de los reales problemas de su país y de su debilidad relativa, el despliegue excesivo de su poder en el mundo lo encerrará en el dilema de arriesgar una guerra mundial que destruiría el planeta o aceptar su derrota y retirarse a lamer las heridas.

Las opiniones expresadas son responsabilidad exclusiva del autor/autora y no representan necesariamente la posición de la agencia TELAM .

El conflicto inicialmente trajo ganancias tácticas para los EE. UU., pero ahora ha llevado a pérdidas estratégicas crecientes.

Por  Ivan Timofeev, director de programas del Club Valdai.

Los últimos acontecimientos en el conflicto palestino-israelí son una indicación del creciente desequilibrio en el sistema existente de relaciones internacionales. Esto se caracteriza por el surgimiento de nuevas guerras, la reanudación de enfrentamientos de larga data con considerables pérdidas humanas y el riesgo de una mayor escalada. Al reclamar el liderazgo internacional y el papel de garante del orden internacional existente, Estados Unidos una vez más no ha logrado evitar la explosión de otro punto de inflamación. Todavía existe la posibilidad de que la nueva crisis quede aislada y se evite que desemboque en un combate armado entre los principales actores regionales. Pero el hecho mismo de que esté surgiendo tal situación sugiere que el tejido del orden posterior a la Guerra Fría se está desgarrando cada vez más frecuentemente sobre los restos del sistema bipolar, alguna vez dirigido por Moscú y Washington. Estos acontecimientos son cada vez más difíciles de corregir. 

Los acontecimientos en Oriente Medio han empujado las hostilidades en Ucrania a un segundo plano de la agenda de los medios. Mientras tanto, incluso allí la situación difícilmente respalda la permanencia del antiguo status quo. Las cosas serían diferentes si Rusia hubiera regresado a la condición de potencia derrotada y Kiev y sus patrocinadores occidentales hubieran finalmente consolidado los resultados del colapso de la Unión Soviética.

Pero los hechos cuentan una historia diferente. La costosa y costosa contraofensiva del ejército ucraniano no ha logrado sus objetivos. El ejército ruso está aumentando lenta pero inevitablemente la presión en el frente. Las sanciones económicas no han provocado el colapso de la economía del país. A pesar de los graves daños, se está adaptando rápidamente a las nuevas condiciones. Los intentos de aislar políticamente a Moscú tampoco han funcionado. Para los socios occidentales de las autoridades de Kiev, el conflicto resulta cada vez más caro. El precio podría aumentar a medida que las Fuerzas Armadas de Ucrania se vean despojadas de equipos de fabricación soviética y crezca la necesidad de nuevos suministros. La economía de Ucrania también necesita inyecciones de efectivo externas ante las pérdidas militares, el fracaso demográfico y los persistentes problemas de gobernabilidad, incluida la corrupción.

Si el conflicto ucraniano fuera el único desafío de Estados Unidos para controlar el orden posbipolar, podría haber menos riesgos. Los aliados occidentales podrían centrar todos sus esfuerzos en contrarrestar a Moscú. Pero su difusión en otras direcciones complica seriamente el problema. Habrá que dispersar recursos no sólo para contener a China sino también para apagar incendios donde no deberían haber comenzado. Con toda probabilidad, Washington podrá brindar a Israel un importante apoyo militar y diplomático, limitando así el estallido de otro conflicto. Pero cualquier conflagración de este tipo requiere una concentración de recursos materiales y financieros que son limitadas incluso para una potencia como Estados Unidos. Esto es tanto más cierto cuanto que hay otros problemas sin resolver.

Años de esfuerzos para impedir que Corea del Norte (la RPDC) creciera militarmente han fracasado. Pyongyang ahora tiene armas nucleares y los medios para lanzarlas. La crisis en las relaciones entre Estados Unidos y Rusia ofrece a la RPDC una ventana de oportunidad: un posible aumento de la cooperación con Rusia iría en contra de los objetivos de Estados Unidos. En cambio, en este ámbito, Moscú solía ser un problema mucho menor para Washington. La situación con Irán es similar. La retirada de Estados Unidos del JCPOA en 2018 no llevó a Irán a abandonar sus posiciones sobre su programa de misiles y su política en Oriente Medio. En cambio, creó las condiciones para que Teherán regresara a su desarrollo nuclear. Tanto en el caso de la RPDC como en el de Irán, una solución militar al problema no es óptima.

Otros incendios latentes persisten. Afganistán ha sido en gran medida olvidado, pero las fuerzas hostiles a Estados Unidos y Occidente se están fortaleciendo allí. En Siria, el gobierno del presidente Bashar Assad sigue en el poder a pesar de las sanciones y los intentos de aislamiento. En África, los aliados de Estados Unidos están perdiendo influencia. Los terroristas, los narcotraficantes y las redes criminales transnacionales no han desaparecido. Ha sido posible combatirlos en estrecha coordinación con otros actores importantes y coordinar políticas con ellos sobre la base del Consejo de Seguridad de la ONU. Pero el antiguo nivel de confianza se ha visto socavado. Y en las condiciones actuales de “guerra híbrida” con Rusia y crecientes contradicciones con China, será más difícil abordar eficazmente estos problemas.

Al mismo tiempo, el conflicto ucraniano parece ser la clave del orden posbipolar. El inicio de la ofensiva rusa en 2022 dio a Estados Unidos varias ventajas tácticas inmediatas. Washington tiene una poderosa palanca de influencia sobre sus aliados en Europa. La OTAN ha recibido una nueva oportunidad y el proceso de ampliación del bloque está en marcha. La prolongada resistencia de los principales países de Europa occidental a las persistentes demandas estadounidenses de aumentar su gasto en defensa y sus compras de armas finalmente se ha roto. Por tanto, la militarización de Europa avanzará a un ritmo rápido. Pero los países europeos tendrán que pagarlo ellos mismos, desviando recursos de las prioridades civiles. Las condiciones están dadas para que los estadounidenses se apoderen de al menos parte del mercado energético europeo; Lo que el expresidente estadounidense Donald Trump sólo podía soñar se ha logrado casi de la noche a la mañana.

Otro éxito táctico crítico ha sido el control total sobre Kiev. Estados Unidos determina en gran medida la capacidad de llevar a cabo operaciones militares y sostener la economía. El control de Ucrania, o de una parte importante de ella, destruye las perspectivas de un resurgimiento del «imperio soviético», al menos en el teatro europeo.

Sin embargo, desde el punto de vista estratégico, el conflicto ha creado graves problemas para Estados Unidos. El principal es la pérdida de Rusia como posible aliado, o al menos como potencia que no interfiere con Washington. A principios del siglo XX y XXI, se daban todas las condiciones para tal vínculo con Moscú. Además, la propia Rusia estaba dispuesta a mantener relaciones de asociación equitativas con Estados Unidos, siempre que se tuvieran en cuenta sus intereses, especialmente en el espacio postsoviético. Moscú no se ha fijado el objetivo de “revivir la URSS” ni ha intentado reformatear la ex URSS. En todos los temas clave de la agenda global, Rusia ha cooperado con Estados Unidos o se ha abstenido de oponerse activamente durante mucho tiempo. Se puede discutir quién es el culpable de la creciente confrontación mutua, pero las posiciones de las partes son diametralmente opuestas. Lo que importa son los resultados: Estados Unidos ha terminado con una potencia importante entre sus implacables oponentes: Rusia.

Moscú está construyendo estrechos vínculos con China, que Washington considera una amenaza a largo plazo. El costo del conflicto con Rusia para Estados Unidos se medirá no sólo por su apoyo a Ucrania sino también por el enorme precio que implica contener el tándem ruso-chino y abordar problemas en los que Rusia puede dañar con entusiasmo a Estados Unidos. El hecho de que la propia Rusia también salga perdiendo, en parte, no mejora la situación para Washington. 

En resumen, los logros tácticos del conflicto en Ucrania resultaron combinarse con una importante derrota diplomática para Washington en forma de una multiplicación de adversarios influyentes cuando estaban dadas todas las condiciones para evitarla. Para la UE, los costos estratégicos son aún más significativos. La proximidad geográfica de los combates y los mayores riesgos para la seguridad de un choque militar intencionado o no con Rusia juegan un papel aquí. China, por otra parte, está fortaleciendo su posición. Beijing ha ganado tranquilidad en sus vastas fronteras norteñas, un gran mercado ruso y la dispersión de los recursos estadounidenses. 

No se puede descartar que, en tales condiciones, Estados Unidos y sus aliados reconsideren sus nociones de derrotar a Rusia en el conflicto de Ucrania a cualquier precio. La gran pregunta es si Moscú cambiará su enfoque. Rusia está decidida a luchar por sus intereses a largo plazo. La confianza en cualquier propuesta occidental es cercana a cero. La quema del liderazgo estadounidense en la estufa de la cocina política mundial reduce aún más la motivación para apoyar cualquier compromiso sin la plena consideración de los intereses rusos. El resultado del conflicto ucraniano, cuando llegue, será una etapa fundamental en el orden que está tomando forma ante nuestros ojos.

Por Sergio Rodríguez Gelfenstein que autoriza su publicación en Dossier Geopolitico

El circo montado por Estados Unidos y Noruega, su aliado de la OTAN con respecto a Venezuela, marcó un punto de inflexión el pasado 17 de octubre cuando se firmó un acuerdo entre el gobierno y la oposición.

El circo dice relación con la ridiculez de negociar fuera del territorio venezolano ( en México y Barbados) solo porque en Venezuela no hay embajada de Estados Unidos y necesitan controlar de cerca a sus empleados nativos que “negocian” en su nombre. ¿Cuándo se ha visto que dos partes legales de un conflicto, tengan que negociar en el extranjero cuando ninguna de ellas es clandestina ni perseguida y cuando en el país no se está desarrollando una guerra?

La necesidad de dialogar entre venezolanos en México y Barbados es expresión de la profunda desconfianza que tiene Washington por sus adláteres locales a los que necesita “controlar desde cerca”.

El objetivo de esa “negociación” era ratificar, para darle marco legal a lo acordado en la verdadera negociación que es la que sostuvo de forma discreta y confidencial el gobierno de Venezuela con el de Estados Unidos. Este último pidió mantenerla en secreto mientras decidía la forma de “venderle” a su opinión pública que está dialogando con un gobierno al que caracterizaron como dictadura y al que juraron derrotar de cualquier forma considerando que todas las opciones “estaban sobre la mesa”. Washington pidió que lo acordado se conservara en reserva hasta esperar el “mejor momento” para darlo a conocer. Ese momento llegó, eso sí, antes del tiempo previsto por la administración Biden.

A estas alturas, Estados Unidos ya pudo constatar que todo el arsenal de instrumentos utilizados para derrocar al gobierno bolivariano fracasó estruendosamente. Veamos:

  • Intentaron fracturar a la fuerza armada.
  • Dieron un golpe de Estado.
  • Realizaron una invasión por vía marítima.
  • Otra por tierra desde Colombia.
  • Realizaron un atentado con drones para asesinar al presidente Maduro y a los miembros del gobierno y el alto mando militar.
  • Se aliaron con la delincuencia organizada y el narcotráfico para desestabilizar el país.
  • Realizaron varias olas de atentados terroristas y sabotajes contra los servicios públicos.
  • Aprobaron alrededor de 930 medidas coercitivas unilaterales (mal llamadas sanciones) contra personas e instituciones del país.
  • Desataron una furiosa campaña mediática de mentiras para desinformar sobre lo que estaba ocurriendo en Venezuela.
  • Falsificaron la cifra de migrantes que ellos mismos produjeron con su ola de sanciones y agresiones para maximizar las ganancias que “ese negocio” produce construyendo además una fábula al respecto, sin importarle en lo más mínimo el dolor de esos ciudadanos que se veían obligados a abandonar su tierra.
  • Bloquearon las transacciones financieras internacionales
  • Fundaron el Grupo de Lima, único organismo internacional en la historia creado para derrocar un gobierno
  • Enviaron sus naves de guerra al mar Caribe para bloquear el comercio impidiendo la llegada de medicinas y alimentos al país.
  • Ordenaron a sus países satélites que retiraran a sus embajadores de Caracas. Ellos mismos se fueron y cerraron su embajada mientras ordenaban a grupos de delincuentes que ocuparan la nuestra en Washington por la fuerza, violando las normas más elementales del derecho internacional.
  • Prohibieron a los laboratorios occidentales que vendieran a Venezuela vacunas contra el COVID.
  • Movilizaron a los países limítrofes para ejercer presión militar en las fronteras de Venezuela.
  • Manipularon de forma artificial la moneda venezolana, el bolívar.
  • Sancionaron indiscriminadamente a la industria energética nacional, en especial a PDVSA.
  • Enviaron centenares de millones de dólares para financiar la subversión interna que produciendo decenas de víctimas a través de prácticas solo comparadas con la de los nazis y la de los sionistas hoy en Palestina.
  • Inventaron un presidente artificial.
  • Robaron impunemente empresas, aviones y refinerías de Venezuela, así como otros activos para entregárselas como botín a sus empleados locales que hacían la tarea encomendada por Washington.

…y fracasaron. Todas estas acciones están documentadas y pueden ser objeto de estudio para aquellos que se interesen en saber lo que ha pasado y está pasando en Venezuela.

Agotados todos esos expedientes pretenden crear un nuevo Guaidó, pero ahora intentado dar apariencia legal al procedimiento. En el plano internacional, habida cuenta de que los nuevos gobiernos progresistas de Colombia y Brasil se han negado a hacerse parte de las acciones contra Venezuela, utilizan al débil régimen de Guyana, dirigido por una élite de mentalidad neocolonial y rastrera que ha traicionado a sus grandes líderes fundadores: Cheddi Jagan y Forbes Burnham para crear un conflicto internacional encaminado a justificar una acción militar bajo conducción del Comando Sur de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, sirviendo de esa manera, a las grandes transnacionales energéticas occidentales.

No obstante haber descubierto que la oposición venezolana, además de ser expresión de una mediocridad y una ignorancia vergonzosa, les han mentido por años anunciando “la inminente caída de Maduro”, Estados Unidos -al igual que en Ucrania e Israel- se aferra a prácticas intervencionistas e injerencistas dando soporte a fuerzas que representan el pensamiento más retrógrado del país. Ha podido más su apego a una lógica caduca de guerra fría que la búsqueda de entender una realidad que está anunciando el nacimiento de un mundo nuevo.

Pero no es esa la razón por la que negociaron con Venezuela. No tienen empacho en derrochar el dinero de los contribuyentes estadounidenses cual hemorragia sin control, a fin de intentar detener el curso de la historia. Dos aristas tiene este aparente acercamiento a Venezuela. En primer lugar, la profunda crisis económica, en particular en el área de la energía que está acosando a Estados Unidos.

Hay que recordar que solo dos semanas después de iniciada la operación militar de Rusia en Ucrania, una delegación estadounidense, la de más alto nivel en más de una década arribó a Caracas presidida por Juan González, asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca. Oculto tras un supuesto interés en liberar algunos estadounidenses presos en Venezuela, el verdadero objetivo de la visita fue abrir las puertas del país para establecer una línea de comunicación en un momento de incertidumbre respecto del alcance que podía tener el conflicto en Ucrania. 

Pero, lo que pudieron prever se quedó corto, las sanciones contra Rusia se revirtieron y están afectando más a los victimarios que a la víctima. Un informe de la semana pasada da a conocer que la reserva estratégica de petróleo de Estados Unidos está en su nivel más bajo desde 1983. Lo cierto es que hoy poseen menos de la mitad del crudo que tenían en reserva hace 10 años. En este momento, las mismas ascienden a 350 millones de barriles. Para que se tenga una idea de lo que eso significa vale decir que en los dos últimos años, Biden liberó 270 millones de barriles de sus reservas a fin de bajar los precios. 

Hoy no podrían hacer eso. Por ello necesitan que el petróleo de Venezuela fluya sin limitaciones por el mercado. He ahí la primera razón que explica el porqué de las negociaciones.

La segunda lógica sobre la que actúa el gobierno de Estados Unidos tiene que ver con la forma como le venden a su opinión pública que, -como dije antes- están negociando con la “dictadura” que juraron destruir. Como se sabe, la opinión pública de Estados Unidos es ignorante,  manejable y manipulable y sólo importa como máquina de producir votos. No obstante, si no funciona para ese objetivo, también puede ser manipulada para aceptar un fraude como el ocurrido en los comicios presidenciales del año 2000 cuando le robaron la elección a Al Gore tras un acuerdo entre las élites y las instituciones del poder.

De tal manera que, sustentados en la estupidez orgánica de esa opinión pública, esta situación, que tiene talante político, se puede transformar en uno de carácter electoral y eso si es un problema para la administración estadounidense. Estos dos factores aceleraron el desarrollo del proceso negociador en Venezuela. 

Así, obligaron a la oposición venezolana a ir a Barbados y aceptar todo lo que el gobierno proponía porque todo lo que se exponía ya había sido acordado previamente entre los gobiernos de Venezuela y Estados Unidos. A la oposición no se le dio la posibilidad de opinar, solo de acatar. Por eso el tema de las inhabilitaciones no fueron discutidos. Como es normal, una vez más, Estados Unidos hizo uso de sus lacayos, -sean personas, organizaciones o países- cuando estas ya no les sirven. Pregúntenle a Guaidó.

Ahora, Washington lo está vendiendo de forma tal que parezca que, en la medida que el gobierno de Venezuela y la oposición se pusieron de acuerdo, no tiene sentido mantener las sanciones porque ellas lograron su objetivo de obligar a Maduro a ceder.  Todo es falso, es al revés. Washington llegó a un acuerdo con Caracas y ordenó a la oposición que lo acatara.

La afirmación de que Maduro cedió obvia que en alguna medida, la política si se quiere hacer en los marcos de la democracia representativa que impera en Venezuela, obliga a las partes a ceder en algo. Pero lo que no se ha negociado es la soberanía, la integridad territorial, la voluntad del pueblo de defender su futuro, y en eso, Venezuela ha tenido en el presidente Maduro, un firme defensor. No se puede hablar de ceder en términos peyorativos. Al contrario, ceder es símbolo de grandeza…y de poder. Se cede en lo táctico mientras se es firme e inamovible en la defensa de los objetivos estratégicos. Esa es la esencia para llevar adelante y con éxito las metas de largo plazo que conducen a la transformación revolucionaria de la sociedad.

Para ello, hay que saber construir la correlación de fuerzas necesarias para producir los cambios y en medio de una brutal agresión imperialista, ese proceso es lento y difícil. El gobierno ha cedido en la negociación con la oposición democrática porque es un mandato constitucional. 

Llegar a acuerdos en favor del país y del pueblo no es negativo. Al contrario, es lo que desean todos los venezolanos. Pero claro, la oposición terrorista que ahora pretende crear una lideresa artificial engañando al pueblo y que además, pone en duda los intereses soberanos de Venezuela en el Esequibo no tienen capacidad de debatir, solo de acatar lo que le dictan desde el norte. 

El pueblo de Venezuela resistió y triunfó señalando una vez más que la victoria es el premio de los que luchan y no se arrodillan. Eso es lo que aprendimos de Bolívar y de Chávez y es lo que nos sostiene para enfrentar y ganar los combates del futuro donde quiera que estas se libren: en la mesa de negociaciones o en el campo de batalla. 

X:@sergioro0701  

El tablero Geopolítico se estremece con los conflictos de Europa del este y Asia sudoccidental, otra master class de nuestro colega Francisco Javier Martinez para el galardonado programa Detrás de la razón? que conduce el prestigioso periodista mexicano Roberto de la Madrid

Carlos Pereyra Mele Director de Dossier Geopolitico

Erdogan da golpe de timón
¿Cómo reacciona Putin y cómo la OTAN tendría más poder?
¿Esto beneficia a EEUU?
¿Cómo el espionaje por su parte hace lo suyo?
¿Y cómo el Ártico deshiela la guerra?
No te pierdas las respuestas en esta Master Class con Javier Martínez en Detrás de la Razón.

El único país que podría distraer a Occidente de Ucrania es Israel. Pero Estados Unidos y sus aliados están cayendo en una trampa existencial si creen que será más fácil obtener una victoria en Asia occidental que en Europa.

Pepe Escobar publicado en The Cradle y autoriza su publicacion en Dossier Geopolitico

La asociación estratégica Rusia-Irán, con China entre bastidores, está tendiendo una trampa elaborada, teñida de Sun Tzu, para la hegemonía en Asia occidental. 

Aparte de Israel, no hay ninguna entidad en el planeta capaz de desviar la atención, en un instante, de la espectacular debacle de Occidente en Ucrania. 

Los belicistas a cargo de la política exterior estadounidense, no exactamente incondicionales bismarckianos, creen que si el Proyecto Ucrania es inalcanzable, el Proyecto Solución Final en Palestina podría ser, en cambio, pan comido (limpieza étnica). 

Sin embargo, un escenario más plausible es que Irán-Rusia –y el nuevo “eje del mal” Rusia-China-Irán- tengan todo lo necesario para arrastrar a la Hegemonía a un segundo atolladero. Se trata de utilizar los movimientos propios y desconcertados del enemigo para desequilibrarlo y desorientarlo hasta el olvido.

Las ilusiones de la Casa Blanca de que las Guerras Eternas en Ucrania e Israel están inscritas en el mismo noble impulso de la “democracia” y son esenciales para los intereses nacionales de Estados Unidos, ya han resultado contraproducentes, incluso entre la opinión pública estadounidense. 

Eso no impide  que gritos y susurros a lo largo de la circunvalación revelen que los neoconservadores estadounidenses, aliados de Israel, están aumentando el ritmo para provocar a Irán, mediante una proverbial bandera falsa que conduciría a un ataque estadounidense. Ese escenario de Armagedón encaja perfectamente con la psicopatía bíblica del Primer Ministro israelí Benjamín Netanyahu. 

Los vasallos se verían obligados a obedecer dócilmente. Los jefes de Estado de la OTAN se han dirigido directamente a visitar Israel para demostrar su apoyo incondicional a Tel Aviv, incluidos Kyriakos Mitsotakis de Grecia,Giorgia Meloni de Italia , Rishi Sunak de Gran Bretaña, Olaf Scholz de Alemania, el inquilino senil de la Casa Blanca y Emmanuel Macron de Francia. 

Vengar el “siglo de la humillación” árabe 

Hasta ahora, el movimiento de resistencia libanés Hezbollah ha mostrado una moderación extraordinaria al no morder ningún anzuelo. Hezbolá apoya a la resistencia palestina en su conjunto y hasta hace unos años tuvo serios problemas con Hamás, con quien chocó en Siria. Por cierto, Hamás, aunque parcialmente financiado por Irán, no está dirigido a Irán. Por mucho que Teherán apoye la causa palestina, los grupos de resistencia palestinos toman sus propias decisiones. 

La gran noticia es que todos estos problemas se están disolviendo ahora. Tanto Hamás como la Jihad Islámica Palestina (YIP) viajaron al Líbano para visitar en persona al secretario general de Hezbolá, Hassan Nasrallah, esta semana. Eso explica la unidad de propósito –o lo que el Eje de Resistencia de la región llama la “Unidad de Frentes”.   

Aún más reveladora fue la visita de Hamás a Moscú esta semana, que fue recibida con impotente furia israelí. La delegación de Hamás estuvo encabezada por un miembro de su Politburó, Abu Marzouk. El Viceministro de Asuntos Exteriores iraní, Ali Bagheri, vino especialmente desde Teherán y se reunió con dos de los adjuntos clave del Ministro de Asuntos Exteriores ruso, Lavrov, Sergei Ryabkov y Mikhail Galuzin.  

Eso significa que Hamás, Irán y Rusia están negociando en la misma mesa. 

Hamás ha llamado a unirse a los millones de palestinos en la diáspora, así como a todo el mundo árabe y a todas las tierras del Islam. De manera lenta pero segura, se puede discernir un patrón: ¿podría el mundo árabe –y grandes sectores del Islam- estar a punto de unirse significativamente para vengar su propio “siglo de humillación” – tal como lo hicieron los chinos después de la Segunda Guerra Mundial con Mao Zedong y Deng? ¿ Xiaoping ? 

Beijing, a través de su sofisticada diplomacia, ciertamente lo está insinuando a actores clave, incluso antes de que se alcanzara a principios de este año el innovador acercamiento entre Irán y Arabia Saudita, mediado por Rusia y China. 

Eso por sí solo no frustrará la perpetua obsesión neoconservadora de Estados Unidos por bombardear infraestructura crítica en Irán. Con un valor inferior a cero cuando se trata de ciencia militar, estos neoconservadores ignoran cómo las represalias iraníes atacarían -con precisión- a todas y cada una de las bases estadounidenses en Irak y Siria, siendo el Golfo Pérsico un caso abierto. 

El incomparable analista militar ruso Andrei Martyanov ha demostrado lo que podría pasar con esas costosas bañeras de hierro estadounidenses en el Mediterráneo oriental en caso de un ataque israelí contra Irán.   

Además, hay al menos  1.000 soldados estadounidenses en el norte de Siria robando el petróleo del país, lo que también se convertiría en un objetivo instantáneo. 

Ali Fadavi ,  comandante en jefe adjunto del CGRI, fue al grano: “Tenemos tecnologías en el campo militar que nadie conoce, y los estadounidenses las sabrán cuando las usemos”.

Un ejemplo de esto son los misiles hipersónicos Fattah iraníes, primos del Khinzal y el DF-27, que viajan a Mach 15 y son capaces de alcanzar cualquier objetivo en Israel en 400 segundos.  

Y añádase a esto la sofisticada guerra electrónica rusa (EW). Como se confirmó en Moscú hace seis meses, en lo que respecta a la interconexión militar, los iraníes dijeron a los rusos en la misma mesa: «Todo lo que necesiten, sólo pídanlo». Lo mismo se aplica a la inversa, porque el enemigo mutuo es el mismo.

Se trata del Estrecho de Ormuz 

El meollo de la cuestión en cualquier estrategia ruso-iraní es el Estrecho de Ormuz, por el que transita al menos el 20 por ciento del petróleo mundial (casi 17 millones de barriles diarios) más el 18 por ciento del gas natural licuado (GNL), lo que equivale a al menos 3.5 mil millones de pies cúbicos por día.  

Irán es capaz de bloquear el Estrecho de Ormuz en un instante. Para empezar, eso sería una especie de retribución de justicia poética para Israel que pretende engullir, ilegalmente, todo el gas natural multimillonario  descubierto frente a las costas de Gaza : ésta es, dicho sea de paso, una de las razones absolutamente claves de la limpieza étnica de Palestina. 

Sin embargo, el verdadero problema será derribar la estructura de derivados de 618 billones de dólares diseñada por Wall Street , como lo han confirmado durante años los analistas de Goldman Sachs y JP Morgan, así como los operadores independientes de energía del Golfo Pérsico. 

Entonces, cuando las cosas se pongan feas – y mucho más allá de la defensa de Palestina y en un escenario de Guerra Total – no sólo Rusia e Irán sino también actores clave del mundo árabe a punto de convertirse en miembros de BRICS 11 – como Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos – tienen lo necesario para derribar el sistema financiero estadounidense en cualquier momento que quieran.  

Como subraya un Estado profundo de la vieja escuela, ahora en negocios en Europa Central: 

“Las naciones islámicas tienen la ventaja económica. Pueden hacer estallar el sistema financiero internacional cortando el petróleo. No tienen que disparar ni un solo tiro. Irán y Arabia Saudita se están aliando. La crisis de 2008 requirió 29 billones de dólares para resolverse, pero ésta, si ocurriera, no podría resolverse ni siquiera con 100 billones de dólares en instrumentos fiduciarios”.

Como me dijeron los comerciantes del Golfo Pérsico, un escenario posible es que la OPEP comience a sancionar a Europa, primero desde Kuwait y luego extendiéndose de un país de la OPEP a otro y a todos los países que están tratando al mundo musulmán como enemigos y carne de guerra. 

El Primer Ministro iraquí, Mohammed Shia al-Sudani, ya ha advertido que el envío de petróleo a los mercados occidentales podría retrasarse debido a lo que Israel está perpetrando en Gaza. El Ministro de Asuntos Exteriores iraní, Hossein Amir-Abdollahian, ya ha pedido, oficialmente, un embargo total de petróleo y gas por parte de los países islámicos contra las naciones –esencialmente vasallas de la OTAN– que apoyan a Israel.

De modo que los sionistas cristianos en Estados Unidos, aliados con el activo neoconservador Netanyahu, que amenaza con atacar a Irán, tienen el potencial de derribar todo el sistema financiero mundial.

Guerra eterna contra Siria, remezclada  

Bajo el volcán actual, la  asociación estratégica Rusia-China ha sido extremadamente cautelosa. Para el mundo exterior, su posición oficial mutua es la de negarse a ponerse del lado de Palestina o de Israel; pedir un alto el fuego por motivos humanitarios; pedir una solución de dos Estados; y respetar el derecho internacional. Todas sus iniciativas en la ONU han sido debidamente saboteadas por el Hegemón. 

Tal como están las cosas, Washington ha rechazado luz verde para la invasión terrestre israelí de Gaza. La razón principal es la prioridad inmediata de Estados Unidos: ganar algo de tiempo para expandir la guerra a Siria, “acusada” de ser el punto de tránsito clave de las armas iraníes hacia Hezbollah. Esto también significa reabrir el mismo viejo frente de guerra contra Rusia. 

En Moscú no hay ilusiones. El aparato de inteligencia sabe bien que agentes israelíes del Mossad han estado asesorando a Kiev mientras Tel Aviv suministraba armas a Ucrania bajo serias presiones estadounidenses. Esto enfureció a los  siloviki y pudo haber constituido un error fatal de Israel.

Los neoconservadores, por su parte, nunca paran. Están lanzando una amenaza paralela: si  Hezbolá ataca a Israel con algo más que unos pocos cohetes –y eso simplemente no sucederá– la base aérea rusa Hmeimim en Latakia será “eliminada” como una “advertencia” a Irán.

Esto ni siquiera se considera niños jugando en el arenero. Después de los ataques israelíes en serie contra los aeropuertos civiles de Damasco y Alepo, Moscú ni siquiera pestañeó antes de ofrecer sus instalaciones de Hmeimim a Siria, con autorización para los vuelos de carga del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (CGRI), según algunas fuentes de inteligencia rusas. Netanyahu no albergará exactamente un deseo de muerte bombardeando una base aérea rusa totalmente A2/AD (anti-acceso/denegación de área).  

Moscú también ve claramente lo que podrían estar haciendo esas costosas bañeras de hierro estadounidenses en el Mediterráneo oriental. La respuesta ha sido rápida: los Mig-31K están patrullando el espacio aéreo neutral sobre el Mar Negro las 24 horas del día, los 7 días de la semana, equipados con Khinzals hipersónicos, que sólo tardarían seis minutos en visitar el Mediterráneo.   

En medio de toda esta locura neoconservadora, con el Pentágono desplegando una formidable variedad de armamento y activos “no revelados” en el Mediterráneo oriental, ya sea que el objetivo sea Hezbollah, Siria, Irán, Rusia o todos los anteriores, tanto China como Corea del Norte . –parte del nuevo “eje del mal” inventado por Estados Unidos- han indicado que no serán meros espectadores. 

La Armada china está, a todos los efectos prácticos, protegiendo a Irán a distancia. Sin embargo, aún más contundente ha sido una declaración del primer ministro Li Qiang, algo inusualmente contundente y poco común en la diplomacia china: 

«China seguirá apoyando firmemente a Irán en la salvaguardia de su soberanía nacional, integridad territorial y dignidad nacional, y se opondrá firmemente a cualquier fuerza externa que interfiera en los asuntos internos de Irán».

Nunca olvidemos que China e Irán están unidos por una asociación estratégica integral. Mientras tanto, el primer ministro ruso, Mikhail Mishustin, reforzó la asociación estratégica entre Rusia e Irán en una reunión con el primer vicepresidente de Irán, Mohammad Mokhber.

Recuerda a esos comedores de arroz de Corea. 

Las milicias pro-Irán a lo largo del Eje de Resistencia mantienen un grado cuidadosamente moderado de confrontación contra Israel, cercano al ataque y fuga de la guerrilla. Todavía no participarán en ataques masivos. Pero todas las apuestas están canceladas si Israel invade Gaza. Está claro que el mundo árabe, a pesar de todas sus enormes contradicciones internas, simplemente no tolerará la masacre de civiles. 

Sin rodeos, en la incendiaria coyuntura actual, la potencia hegemónica ha  encontrado la salida a su humillación del Proyecto Ucrania. Creen erróneamente que la misma vieja Guerra Eterna reavivada en Asia occidental puede ser “modulada” a voluntad. Y si dos guerras se convierten en un inmenso lastre político, como sucederá, ¿qué más hay de nuevo? Simplemente iniciarán una nueva guerra en el “Indo-Pacífico”. 

Nada de eso engaña a Rusia-Irán y su gélido seguimiento del agitado Hegemón en cada paso del camino. Es esclarecedor recordar lo que  ya predecía Malcolm X en 1964 :

“Unos comedores de arroz lo echaron de Corea. Sí, lo echaron de Corea. Comedores de arroz con nada más que zapatos deportivos, un rifle y un plato de arroz lo tomaron a él, sus tanques y su napalm, y todas esas otras acciones que se supone que debe realizar y lo hicieron cruzar el Yalu. ¿Por qué? Porque ya pasó el día en que pueda ganar en el terreno”. 

Las opiniones expresadas en este artículo no reflejan necesariamente las de The Cradle y Dossier Geopolitico